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ESTUDIOS ALEMANES

Colección dirigida por Ernesto Garzón Valdés


y Rafael Gutiérrez Girardot

HISTÓRICA
Lecciones sobre
la Enciclopedia y metodología
de la historia

Johann Gustav Droysen

Versión castellana de
Ernesto Garzón Valdés y
Rafael Gutiérrez Girardot

AtFA
INTRODUCCIÓN

Advertencia
El título bajo el cual he anunciado el presente
curso da solámente una perífrasis aproximada de lo
que me propongo hacer.
No deseo presentar a Ustedes un panorama de las
diferentes disciplinas que suelen contarse entre las
que pertenecen al estudio de la historia, ni tampoco
una indicación (hodogética) de cómo se puede y se
tiene que organizar éste estudio, de cómo hay que
ascender de una a otra grada.
Mi finalidad es diferente; es, en otro sentido, más
práctica.
En nuestros exámenes académicos y de Estado, la
historia ha sido reconocida como una materia espe­
cial; y el número de quienes estudian historia, como
suele decirse, crece continuamente.
¿Qué significa pues: estudiar historia? ¿Qué se da
Título del original alemán: a entender en los exámenes con la materia historia?
Historik - Vorlesungen über Enzyklopádie und „
Methodologie der Geschichte Viniendo del colegio, no se entiende otra cosa sino
R. Oldenbourg Verlag, Munich/Viena 1977 que los acontecimientos más importantes de todos los
tiempos, propiamente los políticos, constituyen la his­
© Editorial Alfa, S. A., 1983
toria. Aproximadamente lo mismo, sólo que con ma­
ISBN: 84.7222-072-9 yor profundización y especialización, es lo que ofre­
Depósito legal: B-28.232-1983 cen los cursos de la Universidad y, junto a ello, un
Representante para España cierto método de cómo, investigando uno mismo las
Editorial Laia, S. A. fuentes y ejerciendo crítica de fuentes, se pueden obte­
Constitución, 18-20 ner nuevos resultados. Teniendo en cuenta la gran am­
Barcelona-14
plitud que ya tienen estas investigaciones, uno se habi­
Impreso en: Nova-gráfik. Recaredo, 4, local 28. Barcelona túa cada vez más a no abarcar todo el campo de la his­
Printed in Spain toria, sino a especializarse, por ejemplo, a estudiar
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sólo la historia antigua o solamente la historia de la I. LA HISTORIA
Edad Media alemana como si éstas fueran ciencias es­ §§ 1-7
peciales.
¿En qué consiste entonces el carácter científico de
estos estudios? ¿En qué relación se encuentra con este
aspecto su método?
Me parece ser de interés para todos aquellos que
se dedican a estos estudios poner en claro y pregun­
tarse por la justificación de estos estudios, por sus
relaciones con otras formas y direcciones del cono­ El punto de partida
cimiento humano, por la peculiaridad de su tarea, por
la fundamentación de su procedimiento. Yace en la naturaleza de la cosa el que no tomemos
Son preguntas que hasta ahora apenas han sido con­ prestado de otras ciencias la definición de nuestra
sideradas seriamente; mucho menos en los círculos de ciencia y las reglas de su procedimiento. Pues con ello
los historiadores. De ahí proviene el fenómeno poco nos colocaríamos bajo sus normas y dependeríamos
agradable de que las otras ciencias no saben bien en de sus métodos.
qué situación se encuentran con respecto a la nuestra Si quisiéramos —tal como se exige en nuestro tiem­
y qué es lo que cae bajo nuestra competencia. De ahí po con frecuencia— tratar la historia según el método
proviene el fenómeno no menos incómodo de que las de las ciencias naturales y decir que ella sería científica
otras ciencias recurren o bien a esto o bien a aquéllo solamente en la medida en que refiere el mundo his­
de nuestro campo y dicen del resto que lo que queda tórico a la mecánica de los átomos, la historia sería
de la historia pertenece a la fantasía o es una sim­ solamente una de las ciencias naturales. Las ciencias
ple acumulación de noticias casuales y externas, o se naturales reconocen que ellas no están en modo alguno
refieren a ella con juicios igualmente peyorativos. en condiciones de aclarar, con su mecánica de los áto­
El fin de este curso es dilucidar las cuestiones alu­ mos, todo lo que cae en el ámbito de la investigación
didas y ofrecer, con ello, un panorama de las tareas empírica.
de las ciencias históricas y del modo como ellas tienen Si tal es el caso, entonces hay que encontrar para
que solucionarlas. este resto, por grande o pequeño que pueda ser, otras
Ante todo, ¿cómo podemos llegar a hablar de his­ formas de conocimiento, formas tales que correspon­
toria y de ciencia de la historia? dan a la peculiaridad de los fenómenos que caben en
él, que resultan de esta peculiaridad, para las cuales
tienen que ser adecuadas.
Empíricamente, tal como quiere serlo nuestra cien­
cia, no podemos hacer otra cosa que encontrar y tomar
nuestro punto de partida en forma empírica.
Encontramos en nuestra representación la palabra
historia. La utilizamos con un sentimiento aproximado
de su significación. Observamos, de modo igual a como
tomamos conciencia de nosotros mismos, que lleva­
mos en nosotros una cantidad inconmensurable de re­
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presentaciones, intelecciones, recuerdos, experiencias y tímuío del nervio óptico, sea éste provocado por obje­
certidumbres, que se refieren a cosas ya no existentes, tos iluminados o mediante la presión sobre la pupila
a cosas pasadas, no como otras representaciones de lo o por medio de corriente eléctrica, produce solamente
que aún es y se puede percibir por los sentidos —repre­ sensaciones de luz; el ojo mismo de por sí no diferen­
sentaciones y recuerdos, cuyo resumen y actualidad cia de qué manera han surgido los estímulos, mediante
abarca y determina nuestro yo, es el órgano de nues­ los cuales tiene estas sensaciones. Igual acontece con
tro querer y de nuestro poder ser o hacer. el oído, con el gusto, etc.
Lo que así tenemos ya no existe externamente y de Así que las cosas no son en sí azules, dulces, ca­
acuerdo a la realidad; se encuentra, puesto que en su lientes, sonoras, sino que ésto lo son las sensaciones
ser externo ha pasado, sólo como recuerdo y repre­ que ocasionan el efecto en el sentido correspondiente;
sentación en nuestro espíritu, tiene vida solamente allí lo causante no es azul, caliente, dulce, etcétera. O sea
y a partir de allí opera y coopera constantemente. que la sensación no es en nuestra alma una reproduc­
Con la palabra historia damos a entender la suma ción-reflejo de lo que ha operado sobre ella, sino un sig­
de lo que ha acontecido en el decurso del tiempo en no que el sentido envía al cerebro, una señal del efecto
la medida y hasta donde puede llegar nuestro saber acontecido. Pues una reproducción-reflejo tendría al­
de ello —así como analógicamente utilizamos la pala­ guna semejanza con el objeto reproducido y reflejado.
bra naturaleza para aprehender todo lo que se encuen­ Un signo no necesita tener ninguuna semejanza tal con
tra de alguna manera en el espacio, en la medida y hasta lo designado; la relación entre los dos consiste sola­
donde alcanza nuestro saber y nuestra investigación mente en que el mismo objeto, bajo iguales circuns­
de todo ello. tancias, opera la producción del mismo signo, es de­
(1. Espacio y tiempo). En este lugar debo formular cir, que impresiones desiguales provocan siempre sig­
una observación que tiene significación elemental para nos desiguales.
nuestra cuestión. Se refiere al modo de nuestra per­ Por subjetivos que puedan ser estos signos, es de­
cepción sensible, es decir, empírica; por ello es nor­ cir, por pertenecientes que ellos sean a nuestra sen­
mativa para el modo de nuestro conocimiento empíri­ sación de los sentidos, no son en modo alguno uná
co. Es la así llamada energía específica de nuestros apariencia vacía, sino que cada uno de ellos es justa­
nervios sensóreos tal como la ha explicado la más re­ mente un signo de algo, sea de algo permanente o de
ciente fisiología (Wundt, Physiologische Psychotogie, algo que acontece. Y en cuanto iguales combinaciones
1874). de efectos producen en cada uno de los sentidos co­
Ésta enseña que las sensaciones que pertenecen a rrespondientes los mismos signos de su ámbito; se re­
los diferentes nervios sensóreos como, por ejemplo, pite siempre el efecto de iguales impresiones^sobre los
azul, dulce, caliente, sonoro, forman círculos comple­ sentidos y su transmisión al cerebro con la misma
tamente separados. Las mismas oscilaciones en el aire combinación de los correspondientes signos. Si un du­
que siente el oído como tono, las siente, al menos en razno maduro ha sido sentido y percibido como pur­
los tonos más bajos, la piel como revoloteo, el ojo como púreo por el ojo, como dulce por los nervios del gusto,
vibración de la cuerda. Cada uno de estos sentidos sien­ como suave por el sentido del tacto, entonces en toda
te el mismo fenómeno de manera diferente; cada uno mirada posterior de un durazno maduro se repite en
a su manera. Y, por otra parte: cada uno de nuestros nuestra alma la misma combinación de signos, y estas
sentidos, cualquiera que sea el estímulo, siente sólo combinaciones se repiten a partir de los elementos ca­
en su círculo de sensaciones. Así, por ejemplo, el es- racterísticos de la madurez de la fruta. Así como nos
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orientamos en la oscuridad con las puntas de los dedos pia se desarrolla nuestra alma como fuerza espontá­
para saber si los obietos que hay allí son superficies o nea; se convierte en espíritu.
cuerpos, altos o anchos, si están juntos o separados, Todos los movimientos de afuera que nuestro espí­
y para ello hacemos operar los dedos como brazos mo­ ritu así percibe y ha percibido, los recoge él, los tiene
vibles de un círculo táctil, así también tientan nues­ presentes, los descompone y los une según sus variadas
tros sentidos en los obietos que están fuera y en nues­ modalidades, entre las cuales son las primeras y más
tro derredor, para recibir de ellos efectos que recibe generales su sucesión temporal y su proximidad espa­
cada uno de los sentidos a su modo y que envía al alma, cial. Estas dos formas no resultan de éstas o de aque­
v lueeo son sumados para encontrar la combinación llas sensaciones especiales sino, por así decirlo, de nues­
de signos externos que de ahí resulta. En estos signos tra sensación total sensórea, de la sensación de que
y en sus combinaciones no tenemos reproducciones de nosotros mismos nos encontramos en medio de las
realidades, pero sí un sistema de percepciones corres­ realidades infinitamente dispersas e incansablemente
pondiente a las realidades, que es lo suficientemente móviles, que nos mueven con ellas, y que, sin embargo,
movible, variado y fino como para poder acompañar somos ahí algo concentrado y cerrado, un punto firme,
un Yo.
v observar lo que se encuentra en torno nuestro y en
permanente cambio en la correspondiente variable com­ El espacio y el tiempo, así como todas las demás
modalidades o registros en nuestra concepción y en el
binación de nuestros signos. sistema de sus signos no están en modo alguno en cuan­
Por poco aue naturalísticamente tengamos concien­ to tales en el mundo exterior; allí sólo hay la infati­
cia de ello, en nuestro mundo de signos, v primera­ gable diversidad y el movimiento, las vibraciones dife­
mente sólo en él. tenemos todo el mundo de lo aue es renciadas de tal o cual manera, que perciben nuestros
v de lo aue acontece fuera de nosotros, así como en la sentidos como colores, calor, tonos, el peso como mo­
imnrenta el imnresor tiene en las letras de sus caías vimiento inhibido de caída, etc.; como color, calor,
las palabras, las frases v libros enteros. Y en el per­ tono, como peso, como espacio y tiempo registra nues­
manente palnar y percibir de nuestros sentidos, y en tro espíritu solamente las impresiones sensoriales re­
el siempre nuevo control de los sistemas de signos en cibidas, y tan sólo gracias a estas impresiones senso­
nosotros obtenemos no una reproducción reflejo de lo riales logramos las diferenciaciones en diversos colo­
que es y acontece, pero sí una representación de ello, res, tonos, etc., para las categorías, vacías en sí, de
la cual se amplía y complementa y corrige incansable­ color, calor, tono.
mente. El que concibamos estós efectos de las realidades
Tal es el fundamento de toda empirie. No es el sobre nosotros primeramente según el tiempo y el es­
mundo de los fenómenos el que nos da los signos, sino pacio y el que descompongamos nuestro sistema de
que la naturaleza, especialmente constituida de nues­ signos según ello en dos grandes campos, tiene su ra­
tros diversos nervios sensóreos y de nuestra actividad zón en el hecho de que estas dos formas o registros se
espontánea y peculiar, hace de los efectos sobre nues­ han mostrado como los más generales, como aquellos
tros sentidos y con estos instrumentos aquello que re­ en los que se pueden subsumir todos los demás como
sulta de estos efectos. Excitada desde afuera constru­ el calor, los tonos, los colores, el peso, etc.
ye el infinito sistema de signos, en los que se nos pro­ Pues las dos intuiciones espacio y tiempo abarcan
yecta el mundo de los fenómenos sobre nuestra alma las más amplias alternativas, y más aún: resultan ser
y lo repite a nuestro modo. Y en esta su actividad pro­ correlativas de manera tal que todo cabe para noso­
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tros en su «o esto o lo otro», de lo cual tomamos no­ repite el género y decurre periódicamente. Aristóteles
ticia en la percepción. Espacio y tiempo se relacionan agrega: el animal y la planta, es decir, el fenómeno sin­
como la permanencia y lo incesante, como la tranqui­ gular individual, no es un «sí mismo», sino en cierto
lidad y la urgencia, como la medida y lo desmesurado, modo oux ccuto oXká. oíov gcútó, no según el número un
como la materia y la fuerza. Todo movimiento consis­ uno, sino según el género un uno.
te en que el tiempo supera siempre de nuevo el espa­ El género humano se caracteriza de manera opues­
cio inerte y coloca todo en el río del devenir —el es­ ta. En él domina la exíSoorg- sí<; aCiTÓ, esto es, él agrega
pacio tiende siempre de nuevo a obstaculizar el tiempo constantemente un crecimiento para sí mismo, con cada
solamente fugaz para que llegue a la tranquilidad del nuevo e individual fenómeno crea algo nuevo y un
ser, para extenderlo allí. Pero estas intuiciones gene­ plus. El hombre participa en lo divino y en lo eterno
rales espacio y tiempo son vacías mientras no reciban de un modo diferente a como si él dejara animalmente
un discreto contenido al llenarlas y determinarlas con sólo un olov ccütó. Pues lo humano adquiere en cada
la proximidad y la sucesión de los detalles. Determinar nuevo individuo una smSocng- tic, aú-ró, y el individuo es
la sucesión y la proximidad significa diferenciar los por eso alguien dotado de propio valor, de interés indi­
detalles en el espacio y en el tiempo; y significa decir vidual y esencial en la línea progresiva del desarrollo.
no simplemente que ellas son, sino que son ahí. Justamente por eso le es dado la posibilidad de legar su
(2. La duplicidad del ser humano). Un segundo re­ auTOTaTov en todo lo que rinde y crea, la expresión y la
sultado surge de estas consideraciones. impresión, el reflejo de su más propio ser. Y justa­
Nuestro ser humano, la condición de nuestro co­ mente su ser, creador y recreador de formas, pertenece
nocer y de nuestro saber, es de una duplicidad clara­ a la consideración histórica. También el hombre posee
mente perfilada, al mismo tiempo sensitivo y espiritual, un aspecto creatural; pero el genus homo no es sola­
al mismo tiempo colocada en medio del mundo incan­ mente animal; éste su concepto naturalista genérico
sablemente móvil, y a la vez en su especie espiritual, no llena todo su ser como el de la planta o el animal; se
en su ser-Yo recogido y cerrado frente a dicha du­ podría decir que en vez del concepto de género le es
plicidad. propia la historia. Y los conocimientos y formaciones
Este ser-Yo no es simplemente vida, tal como tam- , del género humano, que se van sumando cada vez más,
bién la tiene la planta, no simplemente alma sensitiva, son su contenido.
tal como también la tienen los animales. Por altamen­ Esta fuertemente perfilada duplicidad del ser hu­
te dotados que puedan ser algunos animales, ninguno mano fundamenta los grandes ámbitos de los conoci­
llega a la altura del ser-Yo, hasta el hablar, el pensar mientos científicos que elabora el espíritu humano.
y ningún animal alcanza hasta donde alcanzan nues­ Teniendo en cuenta la esencia espiritual-séhsórea de
tras observaciones. nuestro yo, estos conocimientos pueden tomar su pun­
Aristóteles dice {De anima II, 4.2): el animal pro­ to de partida o bien en el lado sensorial o bien el as­
duce siempre un animal, la planta produce siempre una pecto espiritual; pueden ser o bien empíricos o bien
planta para que participen'en el siempre y en lo divino especulativos, es decir, o bien de tal manera que el
(tva tou cud xal tou M ou p,£T¿xwai,). Esto es que en la con­ espíritu se dirige observando e investigando hacia el
tinuidad del género tienen ellos su participación en lo mundo exterior o de modo tal que el yo pensante se
divino y en lo eterno; el género es lo duradero, la idea, aprehende y se profundiza a sí mismo en la plenitud
que se fenomenaliza en el animal y en la planta singu­ del contenido que ha adquirido. No se trata por cierto
lares, y de tal manera que en todos estos fenómenos se de una contraposición de tipo objetiva; pues en las
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dos formas el yo cognoscente es el mismo que actúa Sabemos muy bien que también el sol, la luna y las
y que es activo frente al mismo material, esto es, con estrellas, que también la piedra, la planta, el animal,
los sistemas de signos que, producidos empíricamen­ se encuentran en el tiempo; pero para la piedra, tal
te, pero ordenados espiritualmente, están combinados como ella es, el tiempo tiene, cuando más, la signifi­
en nosotros como representaciones, palabras, pensa­ cación de que la va desgastando. La planta y el animal
mientos. tienen un decurso temporal, pero el trigo, sembrado
Encontrándose en medio del mundo de los fenó­ en la tierra, se convierte mediante y a través de la es­
menos, el yo pensante puede aprehenderse y conocerse piga, del florecimiento, en una repetición de los mis­
solamente en cuanto mantiene y desarrolla su contra­ mos granos. Y de manera semejante acontece con el
posición con el mundo exterior, con el no-Yo. animal y con la vida toda de la tierra, con el mundo
Y a su vez el yo pensante puede relacionarse em­ sideral, en el cual lo esencial es su regular ascenso y
píricamente con el mundo de los sentidos solamente descenso. El momento del tiempo se descompone en
porque se sabe espiritualmente uno y como totalidad y estas configuraciones en iguales y reiterados círculos
resume la variedad infinitamente dispersa de fuera o períodos, tal como los llama el álgebra. Para la vida
como en un foco. Puede, a partir de este punto cen­ individual del animal o de la planta no tenemos otra
tral, operar sobre el mundo exterior de modo conscien­ comprensión que la de los períodos que se repiten en
te y finalista, al reaccionar según el mismo sistema de ella, que su materialidad, que las leyes físicas y quími­
signos, que ha tomado de allí, mediante sus instrumen­ cas que actúan en ellas. Nuestra investigación sobre
tos sensóreos, hasta donde ello es posible, extiende su ellos sólo busca la mecánica de los átomos que los hace
periferia. ser y llegar a ser como son. Así pues, en los fenómenos
Así hemos logrado el punto de partida de nuestras de esta serie comprendemos solamente lo permanente,
consideraciones. lo material en lo que se cumple el movimiento, la regla,
la ley, según la cual se cumple; buscamos lo igual en
el cambio, lo que permanece en la modificabilidad. El
Historia y naturaleza momento del tiempo nos parece aquí secundario. Pero
la intelección general del espacio adquiere aquí su con­
La pregunta decisiva es: ¿qué es lo que nos da la tenido discreto, el de un ser que se extiende infinita­
norma y por así decir nos justifica resumir del caos mente; la totalidad de los fenómenos del ser que se
de las percepciones sensibles, las unas como historia nos aparecen de tal manera y la totalidad del devenir
y las otras como naturaleza? que se mueve en círculo la concebimos como naturaleza.
Sabemos que todo lo que se encuentra en el espa­ En otros fenómenos consideramos que 1© más im­
cio se encuentra simultáneamente en el tiempo y vice­ portante es lo que se modifica en lo permanente, lo que
versa, que las cosas no se dividen objetivamente fuera cambia en lo igual. Pues ahí vemos que en el movi­
de nosotros en naturaleza e historia, que tiempo y es­ miento no se vuelve siempre a las mismas formas, sino
pacio solamente son las categorías más generales se­ que se configuran siempre nuevas y más desarrolladas
gún las cuales descomponemos y podemos ordenar la formas, tan nuevas, que la materia en la que aparecen
suma de todos los fenómenos. Nuestra concepción co­ se convierten en un momento secundario. Aquí vemos
locará los fenómenos en una o en otra serie, según le un permanente devenir de nuevas formaciones indivi­
parezca que lo más importante es el momento del tiem­ duales. Cada formación nueva no es meramente dife­
po o el del espacio. rente de la anterior, sino que parte de la anterior

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y está condicionada por ella, de modo que ella supone dero es un ser cuando corresponde al pensamiento.
las anteriores y las tiene idealmente en sí, continuán­ Aquí lo que mueve y opera no es la mecánica de los
dolas y en la continuación, anticipando ya la subsi­ átomos, sino la voluntad que emerge del Yo y que
guiente configuración. es determinada por él, y la voluntad cooperante de
Es una continuidad en la que cada etapa se am­ muchos, que tienen en cierto modo en esta comunidad,
plía y complementa por la posterior (imSocris- sí<; aóxó), en este espíritu de familia, en el espííritu comunitario
una continuidad en la que se suma toda la serie de con­ y en el del pueblo, un Yo común, que se comporta de
figuraciones vividas en resultados progresivos y en la manera análoga.
que cada una de las configuraciones vividas aparece Esto es lo que hace que el mundo humano sea un
como un momento de la suma en devenir. En esta in­ mundo moral. Lo esencial del mundo moral es la vo­
cansable sucesión, en esta continuidad que va ascen­ luntad y el querer, que es individual, esto es, libre
diendo y aumentando en sí misma, logra la intelección tal como es, debe ser un permanente tender hacia la
general del tiempo su contenido discreto, el de una se­ perfección, un permanente progresar y que está tam­
rie infinita de devenir progresivo. La totalidad de los. bién bajo la misma ley, aun cuando el querer y la vo­
fenómenos del devenir y del progresar que se nos pre­ luntad la dejen de lado y la violen.
sentan de tal manera la concebimos como historia. El movimiento de este mundo moral lo resumimos
También en el ámbito que concebimos como natura­ como historia. Y frente a los fenómenos que nuestra
leza hay seres individuales, individualidades; es posi­ percepción empírica nos proporciona desde estos cam­
ble que también para ellos haya un movimiento del pro­ pos, tenemos concepcionalmente una actitud diferente
gresar, una vida histórica, aunque desde un punto de de la que tenemos frente a la naturaleza.
vista que se encuentra fuera del campo de nuestro co­ Cierto es que hay también en el ámbito de la vida
nocimiento humano. En la medida en la que humana­ humana elementos que son medibles, ponderables, cal­
mente podemos ver y observar, sólo el mundo humano culables, y éstos son justamente el substrato, o más
tiene esta marca del desarrollo progresivo de la conti­ exactamente el material, en el que se realiza todo
nuidad que crece en sí. quehacer humano hasta sus más altas y espirituales
Pues así como lo hacemos en nosotros mismos, así formas.
también conocemos en todos estos ámbitos humanos Pues nosotros, los hombres, no creamos, sino for­
como causa eficiente a la fuerza de la voluntad. Y la mamos y modelamos lo que natural o históricamente
voluntad tiende a un algo que tiene que surgir prime­ devenido encontramos previamente dado. Pero estas
ramente, a una producción o modificación que existe circunstancias materiales son las que menos agotan la
primero sólo de modo ideal en nosotros, es decir, que esencia del mundo moral, las que menos alcanzan a
aún no existe hasta que se haya convertido en hecho, esclarecerla, y quien cree poder aclararlas con ello
es decir, que todo acto de voluntad tiende hacia el fu­ pierde de vista o niega lo esencial. La madera y la ho­
turo en cierto modo y presupone lo presente y ló pa­ jalata de los instrumentos, la acústica de los tonos y
sado, un acto de voluntad que tiende a hacer que co­ de los acordes que se producen con dichos instrumen­
rresponda al pensamiento un ser, en el cual él tiene tos, no explican o hacen inteligible una sinfonía de
su realidad y su verdad, para reacuñar el ser y para re­ Beethoven. El compositor tiene estos medios y mate­
configurarlo de acuerdo con este pensamiento, de modo riales y efectos acústicos para producir un algo, que
que éste llegue a su verdad en el ser. Pues verdadero no tiene analogía alguna en todo el ámbito de la na­
es el pensamiento al que corresponde un ser, y verda­ turaleza que, nacido en su alma, produce en el alma
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de quienes lo escuchan con dedicación aquellas sensa­ también puede ser y es válida para nosotros allí don­
ciones y representaciones que movían y llenaban su de ella parece cesar.
alma. Con estos tonos nos habla, lo entendemos en sus En esta serie de cuestiones previas elementales me­
tonos y entendemos sus tonos a partir de la sensa­ rece atención otro punto.
ción que expresaran en ellos y que provocan en todos Las configuraciones y los movimientos del mundo
los registros de nuestra alma la misma sensación. moral a los cuales se dirige y aplica la empirie histó­
Naturalmente —como se ha dicho— se puede te­ rica son comprensibles para nosotros, según se ha
ner en cuenta la modificabilidad y la serie de mo­ dicho, y además son accesibles en grado creciente, y
dificaciones de las cosas que la concepción expuesta mayor aún que las del mundo natural porque nosotros
designa como pertenecientes a la naturaleza, y conside­ en cuanto percibimos no sólo recibimos signos, sino
rarlas según el momento del tiempo; y así se habla de impresiones y expresiones del mismo sistema de sig­
la historia de la tierra, de la historia evolutiva de un nos con los que nosotros mismos trabajamos.
animal, de la historia de los terremotos, de la historia Esta congenialidad, esta igualdad en los signos y en
natural. Pero sé podrá decir que todo eso es sola­ los registros con los que aprehendemos las percepcio­
mente vel qüasi historia; historia en sentido eminente nes sensibles, en los reflejos y repercusiones con los
es sólo la del cosmos moral, la del mundo humano. que el Yo se manifiesta hacia afuera, es común a todos
Por otra parte el hombre singular vive solamente los hombres y es lo peculiar del género humano. Y por
su tiempo y muere; considerado corporalmente tiene eso, lo que los hombres han hecho en todo tiempo y en
él también sólo un ser periódico. todo lugar percibiendo, pensando y hablando, querien­
También el pueblo singular no sobrevive eternamen­ do, actuando y creando, es una totalidad, una continui­
te, sino que se transforma; así como tiene su juventud, dad, un haber común, un permanente émSoa-ig- á<; aireó.
así también envejece y muere. Y el motivo por el cual tenemos la necesidad de tomar
La vida en la historia no es solamente una vida pro­ conciencia de esa continuidad es porque cada uno de
gresiva; la continuidad se muestra aquí y allí interrum­ nosotros tiene su parte en la misma. Cada uno en su
pida, saltando y, en algunos períodos, regresiva. lugar no es solamente la simple suma de lo que se
Ciertamente; pero saltando sólo para proseguir allí ha vivido y elaborado hasta él, sino un nuevo comienzo
lo que se ha comenzado aquí; regresiva sólo, para pe­ de trabajo subsiguiente; y justamente por eso él es
netrar de nuevo con doble fuerza. Y con frecuencia se necesario en el lugar que ocupa y es necesaria y tiene
muestra que un pueblo, en la tensión suprema de sus valor y significación su peculiaridad. Su valor y su im­
fuerzas intelectuales, se agota, como un campo de la­ portancia se determinan según la forma como él según
branza que ha sido agotado por cultivo exhaustivo, su peculiaridad, por amplia o estrecha que ella sea, si­
de modo semeiante a lo que aconteció en Italia en las gue trabajando. Así él y cada uno y todos. No sola­
postrimerías del período imperial. Cuando entonces mente lo pueden, sino que lo deben hacer, pues ésa
sobre el campo yermo surgen nuevas formaciones, que es su esencia; cada uno es sólo un Yo en la medida
recubren las ruinas y los restos del viejo y los acogen, en la que él es así y así actúa. Si no quisiera vivir
vuelve a restablecerse la continuidad; y el compren­ según éste su deber, se mantendría en su esencia y en
der los hilos y el tiempo del campo yermo es también su profesión, se perdería, valdría sólo como material y
importante y seductor para la investigación. ■masa, no como un Yo pleno y concluso, como perso­
nalidad.
Esto para indicar cómo la idea de la continuidad Podríamos decir: cada individuo es un resultado
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histórico. No según su aspecto creatural; según éste se experiencia vital, y con la primera palabra que apren­
encuentra en los contextos que hemos resumido bajo de a oír y a repetir comienza esta experiencia y esta
el concepto de naturaleza; al menos bajo este concepto repetición de ella.
debe ser comprendido, tiene que serlo, por ejemplo, por * Mediante el hecho de que cada uno se coloca en
un médico. Pero, desde el momento de su nacimiento, el resultado de lo vivido por su familia, por su puebla,
actúan sobre él factores imprevisibles de aquella gran por su época, por siglos anteriores, por lo que ha vi­
continuidad de la empirie histórica. Inconsciente aún, vido la humanidad; mediante este hecho, trabaja para
recibe una cantidad de influencias de sus padres, de ascender al nivel del presente devenido, mediante el
sus disposiciones espirituales y físicas del ambiente hecho pues de que él vive con^ conciencia la historia y
del paisaje, climático y etnográfico. la historia vive en su conciencia, justamente por eso
Nace en lo ya formado, en las realidades históricas se eleva desde la existencia meramente creatural a la
de su pueblo, de su lenguaje, de su religión, de su Es­ existencia moral y espiritual que coloca al hombre por
tado, de todos sus registros ya elaborados y de su sis­ encima de la monotonía de la restante creación y, en
tema de signos con los que se concibe, se piensa y cierta forma, lo eleva del espacio hacia el tiempo, de
se habla, en todas las nociones y representaciones ya la naturaleza hacia la historia, y lo convierte de en un
desarrolladas que son el fundamento del querer, del átomo fugaz, situado en la simple periferia de los ava-
quehacer y del configurar. Y tan sólo por el hecho de tares del mundo fenoménico, en un punto central.
que el novato que así nace, aprende lo ya adquirido y Con buena razón los antiguos llaman al ser hombre
lo infinito y se lo apropia, lo suma de nuevo y cons­ humanitas, cultura. La cultura es de naturaleza absolu­
truye allí su propio Yo; su ser más interior y propio tamente histórica, y el contenido de la historia es la
se encuentra muy mezclado con lo devenido histórica­ humanitas en incansable devenir, la cultura progresiva.
mente en su contorno; de esta manera, de modo seme­ Con esto tenemos el punto que otorga a nuestra
jante a como hace intervenir sus órganos y miembros, ciencia su más propia significación. La vemos ocupada
adquiere así una vida superior a la creatural y animal, con una tarea que pertenece específicamente a la natu­
adquiere vida humana. raleza humana, al ser del espíritu finito. El mundo hu­
Con su nacimiento, no se encuentra ya en el pleno mano es de naturaleza absolutamente histórica, y en
aquí y ahora, en el presente vivo del ser humano. No esto se diferencia específicamente del mundo natural.
es según su posibilidad; para ser un hombre tiene que El mundo histórico es el mundo esencialmente humano;
llegar a serlo; y lo es sólo en la medida en la que entien­ se encuentra entre el mundo natural y el sobrenatúral,
da cómo llegar a serlo y cómo ser más hombre. Por así como el hombre mismo participa de los dos por su
eso los niños no son adultos diminutos, no se dife­ esencia sensorial-espiritual. '
rencian cuantitativamente de los adultos; un niño es Y de manera más determinada: el cogito ergo sum
cualitativamente algo diferente que el púber, que el no es un principio, sino un hecho, el primero de la
hombre. Éste es un principio fundamental de la educa­ serie de los que estamos ciertos. Mediante este hecho
ción, y no hay nada más desafortunado que cuando y tan sólo por él tenemos certeza de los fenómenos del
ella lo olvida, como acontece con demasiada frecuencia mundo exterior que percibimos sensorialmente y que
en situaciones de supercultura. El niño se mueve pri­ reunimos ordenándolos en nuestras formas de pensa­
mero hacia este contenido rico del presente, y este miento. Sólo el mismo cogito ergo sum nos da la indi­
presente es la suma de infinitas experiencias vitales cación y la seguridad de que así como nuestro Yo sin­
históricas. El niño tiene que repetir interiormente esta gular hay millones de iguales Yo que están con no-
20
sotros, que estaban antes de nosotros y que continúan II. EL MÉTODO HISTORICO
trabajando en una gran continuidad; sólo ejemplos, §§ 8-15
sólo reflejos, sólo las epifanías provisorias de una uni­
dad permanente que opera siempre, que está fuera del
espacio y del tiempo; continuidad del ser supremo, tal
como nuestro espíritu trata de conocerlo con su pensa­
miento, tal como él se sabe seguro de ella en su fe.

¿Está esta esfera de fenómenos que reclamamos


para la empirie histórica en condiciones de requerir
un método científico especial? ¿Y qué elementos ofre­
ce para desarrollarlo?
Naturalmente, los fenómenos de esta esfera han
sido concebidos de acuerdo con su especie, en todos
los tiempos. Pero ello ha sucedido en cierto modo tácti­
camente, instintivamente. La conciencia de que es una
tarea científica la de concebirlos de tal manera, y que
esta tarea tiene que solucionarse metódicamente des­
pertó sumamente tarde; de la misma manera como los
hombres durante muchísimo tiempo anduvieron, habla­
ron y pensaron antes de que tomaran conciencia de las
leyes de la lógica, de la estructura y de las reglas de
su lenguaje, de la fisiología de su marcha, etc.
; No se puede decir que la Antigüedad clásica, por
excelentes que hayan sido las obras históricas que pro­
dujo, haya tenido conciencia de que la investigación
histórica puede y debe tener su propio método. Aun
Aristóteles, quien también realizó muchas investigacio­
nes históricas, no consideraba a la historia como una
ciencia y pensaba (Poética 9), que la poesía esYnás filo­
sófica que la historia, pues la poesía dice lo general,
xadóXou, y la historia sólo algo singular, xañ'
Ixao'Tov Xéysi. Con él —en los Problemata XVIII 8oa
rapl (piXoXoríav § 9 v 10, se designan dos cuestiones como
pertenecientes a la historia— y más aún en el siglo
erudito que le sigue surge la filología, con la cual, del
con imito del material histórico sólo los escritos son
objeto de la investigación, y lo singular, xa&’ fotaerrov,
es lo único que fascina la atención.
23
22
En todos los tiempos, la especulación, tanto la teo- naturales, entonces hay que encontrar para ellos, por
sófica como la filosófica, ha intentado llevar la voz pocos o muchos que sean, otras vías de conocimiento,
cantante en los campos que pertenecen a la historia, y pues de otro modo no podríamos saber, a partir de
no menos en los de la naturaleza, hasta que la vuelta nuestras percepciones ejercidas instintivamente, que
a los estudios clásicos en el siglo xv y el espíritu más hay fenómenos que exigen una empirie diferente de la
libre de la Reforma abrieron otros caminos. Pero, ape­ de las ciencias naturales.
nas se había liberado nuestra ciencia del dominio filo­ / Lo que habrá de importar en el método histórico
sófico y teológico —el gran mérito del siglo xvm— que buscamos son los siguientes tres puntos:
cuando aparecieron las ciencias naturales pretendien­ ; 1. El material que existe para la empirie his­
do apropiarse de ella y dirigirla. Así como hace 50 años tórica.
la filosofía, todavía con toda la soberbia del dominio ? 2. El procedimiento mediante el cual obtenemos re-
absoluto, afirmaba que sólo ella era científica y que isultados a partir de este material histórico.
la historia lo era en la medida en que sabe ser filo­ 3. Los resultados logrados por este medio y su re­
sófica— así también ahora aparecen las ciencias natu­ lación con los hechos sobre los que buscamos ilus­
rales y sostienen que científico es sólo lo que se mueve tración.
con el método de las ciencias naturales, y la llamada
filosofía de Comte y de Littré adhiere a ellas, y Thomas I. El material de la empirie histórica
Buckle escribe tres tomos para elevar por este camino
a la historia, como él lo dice, al rango de ciencia. ; Nuestro Yo que se representa y concibe el mundo
Los métodos científicos son como los órganos de de los fenómenos dividido en tiempo y espacio, ve en
nuestra percepción sensible: como éstos, tienen su su derredor, de acuerdo al espacio, la naturaleza en
energía específica, su ámbito determinado, para el cual inmensa extensión; según el tiempo, le pertenece a él
son adecuados, y se definen en su modo y aplicabilidad sólo el momento, el Yo vive sólo en el momento; tras
según dicho ámbito. Ciertamente que el ojo es un ór­ sí, el infinito vacío de lo que ha pasado y ante sí, el
gano construido maravillosamente para su finalidad; infinito vacío de lo que vendrá.
pero, ¿quién habrá de pretender que lo que sólo püede Pero este vacío hacia atrás lo llena el Yo con las
oírse, olerse y gustarse haya de ser percibido por vía representaciones de lo que fue, con recuerdos en los
ocular? Cierto es que en las vibraciones de una cuerda cuales lo pasado le es no pasado; y el vacío hacia
puede saberse cuán bajo es un tono, pero el tono mismo adelante lo llena con las esperanzas y los planes, con
no puede verse, sino sólo las vibraciones que producen las representaciones de lo que queriendo pretende rea­
el tono; pues la facultad de percibir estas vibraciones lizar o espera que otros realicen. ^
como tono sólo la tiene el( oído. Si la ciencia natural Aquellas representaciones de lo que fue y pasó las
no está en condiciones de aprehender todo según su Atenemos, por lo pronto, a través de lo que nosotros
modo de hacerlo, ello no significa que se pueda concluir ^mismos hemos co-realizado y co-vivido y, más hacia
que lo demás no puede aprehenderse científicamente, /átrás, mediante los recuerdos de otros, de nuestra fa­
que la fragancia de una rosa, los tonos de un violín milia, de nuestros pueblos; además las tenemos en la
no puedan ser percibidos porque no se los puede ver. plenitud de cosas y configuraciones que nos rodean,
Se tienen para ello otros sentidos. Y si en el mundo -fen nuestro aprender, en nuestro idioma mismo, que con
de los fenómenos existen aquéllos que se comportan tsus contenidos de palabras y representaciones se re-
irracionalmente frente a los métodos de las ciencias amonta a pasados recónditos.

24 25
Todo esto lo tenemos, por lo pronto, de modo in­ y reelaboraciones de finalidades, de intereses y activi­
consciente y en cierto modo inmediato. Nuestro con­ dades de innúmeros seres humanos igualmente movi­
tenido espiritual es una inmensa cantidad de restos dos, cada uno de los cuales está determinado en forma
del pasado que se encuentran recogidos en nosotros análoga por el contenido devenido de su vida moral-
aquí y ahora como nuestro mundo de representaciones. espiritual. Y así como hoy y ayer, así también desde
Tan sólo mediante un acto de reflexión nuestro Yo hace siglos y milenios; y este movimiento del mundo
toma conciencia de que este su mundo de represen­ humano ha proseguido en incansable continuidad has­
taciones ha devenido, que está construido estrato tras ta el aquí y el ahora.
estrato, que es de naturaleza histórica; que en este Si ahora el espíritu humano comienza a reflexionar
mundo de representaciones el Yo encuentra su mayor qué su aquí y ahora, que todo lo que lo llena y todo
parte como dado previamente, heredado y a través lo humano que lo rodea ha nacido en tal continuidad,
del aprendizaje se lo apropia; que este nuestro Yo está e intenta ponerse en claro todo lo que está en él y en
determinado por este mundo de representaciones en su derredor, y para tomar conciencia y cerciorarse de
sus opiniones, juicios, aspiraciones, en sus nociones de ello emprende la tarea de investigar cómo ha llegado
lo que es bueno, justo, verdadero y bello, en su querer a ser, no puede a tal fin dirigirse a los pasados, pues
y en su quehacer; que nuestro Yo está determinado éstos son justamente pasados. Solamente lo que de
en su ser y quehacer sensitivo-espiritual por este su todo ello no es pasado en el aquí y en el ahora, cual­
ser devenido, por este su contenido condicionado his­ quiera que sea la forma que tenga, y lo que puede
tóricamente. O cuando Kant en su Crítica de la razón aprehenderse aún empíricamente, es lo que le podrá
pura, en su teoría del conocimiento, llega al resultado y deberá dar la información que busca.
de que el espíritu pensante no logra llegar al sí de Éste es el primer gran principio fundamental de
las cosas, a su certeza, en tanto que en la Crítica de la nuestra ciencia; lo que ella quiere conocer sobre los
razón práctica, demuestra que nuestro querer libre : pasados no ha de buscarlo en ellos, pues los pasados no
está determinado por la certeza incondicional y por la existen ya en ninguna parte, sino solamente en lo que
realidad del conocimiento y que se conserva en el con­ queda de ellos, cualquiera que sea su forma, y sólo
cepto del deber, es este contenido histórico de nuestro así es accesible a la percepción empírica.
Yo, por así decirlo, el que hace desaparecer esta apa­ Toda nuestra ciencia se basa en el hecho de que
rente contradicción. Pues en el pensar de la razón nosotros no construimos los pasados a partir de los
pura el Yo hace caso omiso de este su contenido y materiales existentes, sino que fundamentamos nues­
trabaja sólo como la fuerza lógica de este individuo tras representaciones de ellos, las corregimos y las am­
pensante, mientras que en todo actuar entra en vigor pliamos mediante un procedimiento metódico que se
el contenido total del Yo, tal como ha sido histórica­ desarrolla a partir de este primer principio,
mente condicionado y devenido y a partir del cual t Inconscientemente, para cada caso, habitualmente,
queremos, obramos y operamos. Aquellas certidum­ en todos los tiempos lo mismo que hoy, lleva a cabo
bres de la razón práctica son las" elaboraciones de la cada uno lo que ha de convertirse en ciencia histó­
historia, los resultados de la éTcíSooxs' d<; coreó, que con­ rica. Pero, tan sólo mediante la intelección de lo que
vierte al mundo histórico en mundo moral. se trata adquiere la tarea no solamente su determina-
Prácticamente vivimos, actuamos y creamos conti­ bilidad y su perfil, sino el tamaño inconmensurable
nuamente a partir del contenido total de nuestro ser que, al menos sumariamente, podríamos designar con
espiritual, y todo presente está lleno de cooperaciones la expresión de que la historia abaren el devenir del
26 27
mundo humano-moral. Esto es, todo lo que encontra­ materiales o dinámicas, hacerlos trabajar en mecanis­
mos previamente en este cosmos del mundo moral, mos artificiales, según su voluntad, y para sus fines.
cada momento individual y cada configuración indivi­ Innumerables son las formas en las que se desarrolla
dual tiene su ser devenido y se encuentra en relación la fuerza modeladora del ser humano; y modelando,
más cercana o más lejana con las demás configuracio­ acuñando, combinando, en cada manifestación, la exis­
nes. Sería una locura y algo diletante querer creer tencia fugaz del individuo convierte a los materiales
que es posible aprehender la totalidad y abarcarla com­ en portadores de aquello mediante lo cual participa en
pletamente. Nuestra ciencia no es la historia, sino la lo divino y eterno.
Ircopía, la investigación, y con cada nueva investi­ Todas estas formaciones son, por mucho que hayan
gación se amplía y se profundiza la historia, es decir, trabajado en ellas razas y pueblos enteros, esencial­
nuestro saber del cosmos del mundo moral, que luego mente de naturaleza individual, puesto que son actos
la ética puede esquematizar y dogmatizar, con cada de voluntad los que cooperando entre sí lograron la
nueva grada, en configuración más amplia. formación. En estas formaciones, en lo mucho que
El material de nuestra investigación es lo que de de ellas existe, puede reconocerse lo personal, lo indi­
los pasados del mundo moral, del mundo humano, aún vidual del modelador, pues en la formación dio una
no ha pasado. expresión, y así como el sonido de la palabra, los ras­
Ya lo hemos visto: acuñando, modelando, configu­ gos de la escritura son individuales aunque ya cientos
rando, deja el hombre en cada manifestación una ex­ y miles se hayan servido del mismo signo para mani­
presión de su ser más íntimo y propio, de su voluntad festarse, así también una construcción da testimonio
y' de su pensamiento. También el ser humano se en­ de los actos individuales de voluntad de quienes la
cuentra en medio de aquel ser espacial, de aquel cam­ construyeron, aunque muchos hayan sido los que tra­
bio de materia de la naturaleza, y no puede mantener­ bajaron en una gran obra. Y este sello humano es de
se e individualizarse de otro modo que en cuanto él naturaleza tan aguda y cáustica que aunque sólo que­
toma de ella lo que necesita y lo organiza, lo convierte den restos y huellas se reconoce de inmediato que pro­
en un trozo de mundo, tal como la planta y el animal vienen del espíritu y de la mano del hombre, que son
lo hacen cuando se alimentan. Pero entre los hombres expresión e impresión del ser más íntimo de quien y
acontece esto en una dimensión, con la libertad que de quienes así lo modelaron.
va más allá de la analogía con la simple existencia 2. Esto nos lleva al segundo punto. Pues el ser
creatural; acontece con un aumento de la fuerza mo­ interior no es completamente idéntico con cada una
deladora que parece no conocer ni límite ni medida. de estas manifestaciones, no aparece total y conclu­
Este ser humano puede fijar lo más fugaz, la onda de yentemente en ella. Estas manifestaciones son, según
luz, dominar la onda del sonido, para exteriorizar el el tiempo, muchas y diferentes, pero cada una de ellas
pensamiento, formado en sonido, y para imprimir en efs una expresión de la misma interioridad, un ejemplo
algún material la palabra hablada como imagen, como de ella, como un trozo de periferia en relación con el
escrito; puede así otorgar expresión, duración y percep­ punto central, a partir del cual esta manifestación se
tibilidad a lo meramente pensado, a lo meramente sen­ une hacia y con otras; todos estos trozos de periferia,
tido, a cada movimiento del alma. Puede imponer su tbdas estas impresiones y expresiones, indican el mis­
voluntad a los elementos, a las fuerzas de la natura­ mo centro; este centro es la fuerza que adquiere ca­
leza, a los materiales, auscultando sus leyes, y me­ rácter de fenómeno, que emerge en cada una de estas
diante combinaciones calculadas de sus propiedades manifestaciones. Esta fuerza modeladora es la qué ha

28
de conocerse, de aprehenderse en sus manifestaciones; algunas reacciones suyas. Cierto, lo que ya no com­
de lo que se trata es de reconstruirla a partir de ellas, prendemos es por qué el toro del toreo español se
por muchas o pocas que sean las que se tienen a la enfurece cuando ve un paño rojo; el color rojo debe
vista. Se trata de referir estas expresiones a lo que tener sobre él un efecto completamente diferente del
quería expresarse en ellas. Se trata de comprenderlas. que tiene sobre nosotros. Y menos aún comprendemos
Con lo cual tnemos la palabra designativa. Nuestro el alma de las plantas, cuando ellas, extraordinaria­
método consiste en comprender investigando. Ése es mente sensitivas ante las vibraciones, que nosotros per­
el segundo principio fundamental (cfr. Resumen §§ 8 cibimos como luz, ante las sensaciones que percibi­
y ss.). mos como tono, parecen no tener sensación alguna.
El Yo singular, que se encuentra recogido en su Y del sol, de la luna y las estrellas, en fin, no entende­
cuerpo, cerrado en la plena y percibida contraposición mos prácticamente nada o tan sólo que ellas se mueven
ante el mundo de los fenómenos exteriores, que decurre según la misma regla que conocemos como la ley de la
como un punto solitario en el mundo de los fenómenos, gravedad. El hombre sólo comprende totalmente al
este Yo exterioriza cada uno de sus procesos interior hombre.
res, obedeciendo a su doble naturaleza, a través de su Es pues una cuestión ahistórica, para nosotros una
lado sensóreo hacia el sistema de signos que ha desarro­ pregunta totalmente ociosa, la de saber si el genus
llado, suscitados desde fuera por los sentidos; en estos homo se encontró alguna vez en el estado que nos mues­
reflejos espontáneos y resonancias de las impresiones tran los animales más altamente desarrollados. Y, sin
sensóreas recibidas y en las combinaciones de las mis­ embargo, esta pregunta debería responderse histórica­
mas, que realiza en sí mismo, sale siempre de su so­ mente, no sólo en sentido de la historia natural o a
ledad y entra en contacto viviente con el mundo ex­ base de hipótesis meramente prehistóricas, si se quisie­
terior. ra convalidar la conclusión general que Darwin y Haec-
Y cuando este Yo con sus exteriorizaciones en ges­ kel y otros, infieren de aquí.
tos, en palabras, en actos de voluntad, tropieza con En la medida en que tenemos conocimiento del
formaciones que le son afines y que tienen la misma hombre, éste se encuentra mucho más allá de los es­
complexión sensóreo-espiritual, éstos reciben a su vez tados animales. No se trata tan sólo de que él refle­
impresiones sensóreas mediante sus expresiones, que xione sobre las impresiones sensoriales que recibe de
en forma análoga las suscitan y excitan, puesto que acuerdo con el modo peculiar de su especie; avanza
se relacionan con ellas de modo congenial. El ojo se desde las simples impresiones a su combinación aními­
amplía e hincha por el deseo y la ambición, el temor ca, a su diferenciación y comparación, al juicio y a la
me hace temblar, al terror súbito sigue el grito ahoga­ Conclusión, a la libre continuación creativa del pensa­
do. Todo esto le sucede a los demás lo mismo que a mí. miento. Sólo en el ser humano se reúne en una tota­
El grito del miedo hace que quien lo oye perciba el lidad la suma de las sensaciones; una totalidad que
miedo del que grita. ;tiene en la fuerza unificante, en el yo, su lugar, su ór­
En las más inmediatas exteriorizaciones de su natu­ gano, su poder y querer peculiares y libres. En el
raleza sensóreo-espiritual se encuentra el hombre con lenguaje emerge primeramente ésta, la más íntima
los animales de las especies superiores. También el esencia, no sólo en interjecciones como en los anima­
perro tiembla de miedo, también el caballo reacciona les de especie superior, sino con toda la plenitud del
cuando oye la trompeta. La domesticación de los ani­ diferenciar y comparar, del juzgar y del concluir, en
males se basa en que comprendemos algo de su alma, dónde se mueve nuestro espíritu. Nuestro lenguaje es

30 31
nuestro pensar, y sólo el pensar nos hace hablar. El ciudades, de fortalezas, la construcción de puertos, de
animal no habla, porque no tiene nada que decir, pese caminos y también el derecho, la ley, el Estado, la
a todos los monos antropoides. Iglesia, en pocas palabras, todas las formaciones hu­
Sobre todo en el lenguaje tiene el hombre la posi­ manas, aunque haya sido el querer común el que las
bilidad de salir de su ser cerrado en sí mismo, de su creó o las remodeló, son igualmente expresión del es­
soledad. El ser-Yo, el lindero absoluto, que separa el píritu humano y comprensibles al espíritu humano tal
alma del alma, construye con el lenguaje el puente como le son perceptibles empíricamente.
que lo lleva fuera y que lo vuelve a llevar adentro. En pocas palabras: no hay nada que mueva al es­
El lenguaje, transmitido por el oído, es sólo una píritu humano y que haya encontrado su expresión
de las formas de exteriorización, en la que emerge la sensible que no pueda ser comprendido; no hay nada
totalidad del ser-Yo, y por cierto la más plena y pri­ comprensible que no se encuentre en el ámbito de nues­
maria. Junto a ella hay otras y variadas. Ya el hecho tra congenialidad, que hemos conocido como pertene­
de que la onda veloz de la palabra pueda ser transmi­ ciente a la empirie histórica, al ámbito del mundo
tida al ojo por la escritura, aun al ojo más lejano en moral.
el tiempo y en el espacio, significa una inconmensurable - Pues ni en el campo de la especulación ni en el
ampliación de la esfera del Yo. . de la naturaleza hay un comprender propiamente dicho,
Pero, de igual modo a como describo en palabras ha especulación filosófica proporciona por cierto de­
la imagen aprehendida de personas o cosas, asi tam­ mostraciones de la existencia de Dios, pero ellas sólo
bién la puedo reproducir en colores, en la piedra, en demuestran que el pensar humano busca la X, lo ab­
el metal y, provisionalmente, como la protoimagen, soluto y eterno, pero no lo alcanza, sino que sólo ve
puedo eternizar su reproducción mientras dure la ma­ la dirección en la que tendría que estar. Y la especu­
teria en la que está acuñada. Es mi concepción de la lación teológica, la fe piadosa, conoce la divinidad
protoimagen la que sobrevive a la misma. De igual ma­ sólo en la medida en que construye una imagen antro-
nera, enseñando, trabajando, ordenando, puedo crear pomórfica de esta divinidad, la contempla como cul­
formaciones en mi familia, en mi pueblo, que duran minación suprema, no sometida al espacio y al tieni-
más allá del corto trecho de mi vida y que siguen ope­ pó, de lo que es el yo humano en su existencia fugaz.
rando, y mientras así sea, son testimonio de mi actua­ La una y la otra sólo pueden sospechar lo eternamente
ción, de mi voluntad, de mi pensamiento; viviré en encubierto, sólo en cierto modo pueden conocerlo, sólo
ellas una vez que yo haya desaparecido hace tiempo. hasta un cierto grado.
Más aún. El Yo pensante construye con el objeto Y las cosas en el espacio que resumimos bajo el
de aumentar los ámbitos de sus instrumentos sensoria­ •nombre de Naturaleza sólo pueden ser compendidas
les y su fuerza, con los materiales de la naturaleza y eñ la medida en que practica o teóricamente las con­
de sus leyes conocidas, instrumentos de toda especie cebimos bajo las categorías y los registros de pensa­
hasta las más maravillosas maquinas; es también un miento que son propios de nuestro yo. Las compren­
aspecto del ¿n:í8ocri<; dg aúxó, mientras que, hasta donde demos sólo según la materia que contienen, como ma­
se sabe, ningún animal puede hacer ni siquiera aproxi­ terial para nuestros fines, según las fuerzas que llevan
madamente algo semejante, con excepción del nido -patente o latentemente en sí, según las reglas y leyes
que construye. Clí las que se repite la circulación de su ser. Lo indivi­
Es una continuación de lo dicho cuando se afirma dual, la vida propia que ellas tienen, nos son indiferen­
que también las obras de la industria, la fundación de tes. Pues no lo comprendemos .JM atw cm il árbol vi­
32 33
viente para utilizarlo como madera para el fuego, inte­
rrumpimos la vida de las espigas de trigo para utilizar el tiempo, todo lo que en el pasado lejano y en el
su grano maduro como alimento, utilizamos el incan­ más remoto fue deseado, hecho, creado, por los hom­
b res puede aprehenderse como la palabra dél hablante
sable correr del arroyo para mover con la fuerza de
su movimiento nuestros molinos. Penetramos en las ro­ de aquí y ahora. Ésta es la esencia del ícttopeív. La ta­
cas, para sacar vetas y arrojarlas trozo por trozo al rea del historiador es la de comprender investigando.
horno y obtener así hierro, cobre o plata. 3. Queda aún la tercera pregunta. ¿De qué género
Nuestro comprender histórico es completamente el son los conocimientos logrados y en qué medida tienen
carácter científico?
mismo con el que nos entendemos con quien nos ha­
bla. No es meramente la palabra singular, la frase sin­ V Es claro: restaurar los hechos del pasado, los pa­
gular lo que aprehendemos, sino que esta manifesta­ sados mismos, es cosa que no puede ser la finalidad
ción singular es para nosotros una manifestación de su de nuestro método y menos aún su resultado. Ello es
interioridad; y la comprendemos como algo que da tes­ tan insensato como si se esperara de nosotros que ob­
timonio de esta interioridad, como un ejemplo, como serváramos los hechos del pasado que pasaron defini­
una irradiación de la fuerza central que, permaneciendo tivamente; y es igualmente equivocado esperar de no­
igual y la misma en sí, se presenta —así suponemos— sotros que demos una imagen reproducida de éste o
en cada una de sus manifestaciones. Lo singular se de aquel tiempo pasado. Pues no puede ser otra que
comprende en la totalidad, de donde emerge, y la tota­ una imagen de la fantasía, ya que aquello que habría
lidad se comprende en esta singularidad, en la que se qué reproducir no existe ya, sino que sólo puede estar
en nuestra representación.
expresa. El que comprende es, como él mismo un Yo,
una totalidad en sí, lo mismo que aquél a quien com­ Nuestra tarea sólo puede consistir en comprender
prende, y complementa su totalidad a partir de la los recuerdos y tradiciones, los restos y monumentos
manifestación singular y la manifestación singular, a de un pasado, de manera similar a como el oyente
entiende al hablante, y en tratar de conocer investi­
partir de su totalidad. gando en los materiales existentes aún y que tenemos
El comprender es el conocer más perfecto que nos
es humanamente posible. Por eso se realiza inmediata, a la vista, lo que deseaban los que así modelaban,
súbitamente, sin que tengamos conciencia del mecanis­ actuaban y trabajaban, lo que movía su yo, y que ellos
mo lógico que allí funciona. Por ello el acto de la deseaban expresar en tales impresiones y manifestacio­
comprensión es como una intuición inmediata, como nes de su ser. Los buscamos en los materiales, por
un acto creador, como una chispa de luz entre dos defectuosos que sean, tratamos de conocer su querer
cuerpos electróforos, como un acto de la concepción. y su quehacer, las condiciones de su querer y^las con­
En el comprender, la naturaleza espiritual-sensórea del secuencias de sus acciones; tratamos, a partir de las
hombre participa totalmente, dando y tomando a la manifestaciones y modelaciones singulares, que aún
vez, procreando y concibiendo al mismo tiempo. El podemos aprehender, de reconstruir su yo o, allí donde
comprender es el acto más humano del ser humano, éste actuara y modelara en común con muchos otros,
y todo quehacer verdaderamente humano se basa en procuramos también reconstruir, lo que es común, el
la comprensión, busca comprensión, encuentra com­ espíritu de familia, el espíritu del pueblo, el espíritu
prensión. El comprender es el lazo más estrecho entre del tiempo, etc., de lo cual son ellos una parte, y bus­
los hombres y la base de todo ser moral. camos complementar a partir de los conocimientos así
También todo lo que es lejano en el espacio y en adquiridos, la periferia destruida y difuminada y avan­
zando así, en la medida de, lo posible, conocer y reco­
34
nocer su lugar en el movimiento total de los pasados verdad del pensamiento tiene, evidentemente, su coii-h
del género humano, en esta inmensa éníSoav; dg avxó, trol en el ser.
cuya suma efectivamente, si bien sólo parcialmente La empirie, que se ocupa de la naturaleza, conoce,
consciente, es nuestro presente y nosotros mismos observando los hechos naturales, en estos hechos lo
estamos en ella. que se repite de igual manera, la regla de esta repeti­
No se trata pues de constatar los pasados ni objeti­ ción y,en el caso feliz, la ley que determina el ser ma­
vamente ni en la plena amplitud de su presente de terial según el número y la medida, en las necesidades
entonces —eso sería un sinsentido, como querer en­ mecánicas, físicas y químicas. Lo general y necesario
contrar la cuadratura del círculo— sino de ampliar que determina el ser y el cambio en la naturaleza es
nuestra, en un primer momento, estrecha, parcial, os­ este pensamiento encontrado, que expresa lo general y
cura representación de los pasados, ampliar nuestra necesario en los hechos observados.
comprensión de los mismos, complementarla, corregir­ La empirie histórica se dirige a las realidades del
la, aumentarla, según puntos de vista siempre nuevos; mundo humano, es decir, del mundo moral. ¿En dónde
no se trata de esbozar imágenes o reproducciones de encontramos allí pues lo general y lo necesario, en
lo que hace tiempo pasó —los poetas y novelistas po­ dónde debemos resumir científicamente los detalles?
drán divertirse y divertir a otros con tales fantasmas— Ésta es una pregunta que toca un punto especial­
sino de enriquecer y alimentar nuestro mundo intelec­ mente importante. En el ámbito del mundo moral, todo
tual con el conocimiento fundado de la continuidad acontece en el presente y en la viva reciprocidad y com- ¡
del desarrollo moral humano, en cuya fila nos encon­ petencia de los hombres; todo lo que ellos hacen está
tramos los que vivimos ahora, para asumirlo y conti­ determinado por intreses momentáneos, personales y
nuarlo en nuestra parte, con la comprensión de su rivalizantes, y los actos de voluntad que en ello operan
contexto. obtienen de aquí su impulso, su medida y su límite.
Y con eso queda respondida la otra pregunta de si % Se;puede decir que todo presente decürre en la urgen­
nuestro conocimiento y nuestra investigación históri­ cia de negocios infinitos y que cada uno de ellos
cas son y pueden ser una ciencia. condiciona a los otros y es condicionado por los
La empirie de lo que acontece en el tiempo y de otros. ¿Cómo surge la historia pues a partir de estos
lo que está en el espacio, nos proporciona sólo cues­ asuntos?
tiones fácticas y singulares. Si ha de haber ciencia, •niLo necesario y lo general en el movimiento viva­
debe entonces agregarse a lo individual y singular, que mente práctico del presente, es decir, de la historia, es
proporciona la empirie, algo general, de donde se ex­ de. variado tipo. Así se encuentran la ley, eKderecho
plique lo que es y acontece, por qué es y acontece ydá Constitución, ahí están las grandes necesidades y
—algo general y necesario que no se conozca bajo la normas de la economía, de la Iglesia, de la política,
forma de intuiciones sino mediante el pensamiento. de la guerra, de la responsabilidad oficial y burocrá­
La esencia de la ciencia consiste en que ella busca y tica, de la producción artística, etc. Para todas estas
obtiene verdad. Y, como se dijo antes, un ser al que cosas hay ciencias que las tratan y fundamentan, cien­
se dirige nuestro pénsamiento es para nosotros ver­ cias que tratan con frecuencia una y la misma cosa
dadero cuando coincide con el pensamiento, y verda­ bajo muy diversos puntos de vista y que, por cierto,
dero significa para nosotros el pensamiento que apre­ las tratan de lá manera como el movimiento vivo y
hende y expone un ser tal como es en su esencia. La práctico del presénte exige de la consideración jurí­
verdad del ser tiene su control en el pensamiento, la dica, política, aciesiástica y militar de la cosa; todas
Esta continuidad del trabajo y de la creación pro-
ellas tienen que aprehenderlas según los momentos y jf- gresivos históricos es lo general y necesario que une
leyes actuantes o condicionantes. 7' a los hechos individuales de la historia y otorga a cada
Pero entre los momentos condicionantes de lo que x1 uno en su especie su propio valor; otorga un valor pro-
existe prácticamente en el presente se encuentra tam­ ^ pió sólo a aquellos que son de especie individual. Esta
bién el ser devenido de esta singularidad, de esta situa­ continuidad no es desarrollo, pues si así fuera se en­
ción, de estos contextos, y también su pre-historia y lo contrarían ahí las series consecutivas en un germen
que ayer fue presente y que es hoy ya parte de la pre­ preformado; lo que sucede más bien es que con el tra­
historia del hoy. Por ello, es indudablemente muy im­ bajo crecen fuerzas y con cada nueva tarea resuelta
portante considerar los negocios humanos según las arrancamos del ser en la Naturaleza, que al comienzo
condiciones previas de sus efectos hoy y ahora, según dominaba y estrechaba nuestro género, nuevos campos
su ser devenido, y ver en los negocios del presente sólo y ámbitos, lo obligamos a servir a nuestros fines, a
las cumbres últimas, lo que se ve del pasado. trabajar para ellos según nuestras indicaciones.
Lo necesario y lo general de esta forma de conside­ En esta continuidad y aumento tiene el mundo his­
ración tiene su modo especial de ser, justamente por­ tórico su verdad y su pensamiento, y nuestra empirie
que ella no aprehende la infinitamente móvil superfi­ trabaja en explorar los detalles del pasado, en la me­
cie del presente de los negocios y del laborioso pre­ dida en que son empíricamente aprehendibles, parr
senté, sino que la coloca en otra dimensión y en cierto constatar en ellos cada vez más de manera empírica
modo la profundiza. Y la consideración histórica es esta continuidad y para presentar los miembros indi­
insaciable en el perseguir cada vez más profundamente viduales en la cadena de este progresar, y por cierto
el ser devenido del presente y en comprobar de esta en todas las direcciones del ser espiritual-sensóreo de
manera el progresar, el ascender, la ércíSooxs el? abró que la naturaleza humana, tanto en la alimentación como
hemos encontrado como lo característico del mundo en los conocimientos, en el lenguaje y en la costumbre,
moral, del mundo humano. ¡Cuán superficiales sería­ V e n ia industria, en las artes, en el comercio, en la gue­
mos si sólo conociéramos el presente y sus negocios! rra lo mismo que en las situaciones políticas y sociales,
Este presente, tal como es y así también todo pre­ en todo lo que en el presente vale y decurre como
sente anterior, se ha desarrollado en la continuidad negocio, como actividad y ocupación.
de un largo devenir, ascendiendo constantemente, am­ Cada trozo de material que se ofrece a nuestra em­
pliándose y construyéndose hacia arriba. Ha sido ela­ pirie histórica ha de explorarse para ver si y cómo
borado por el género humano de generación en gene­ interviene en esta continuidad del trabajo histórico,
ración, y se sigue trabajando incansablemente en él, cuya verdad es cosa firme para nosotros, puesYiosotros
en un aspecto siempre nuevo, con fuerzas espirituales ^mismos, nuestro pueblo, nuestra cultura, nuestros Es­
nuevas, para tareas cada vez más grandes y parece tados son su suma, su resultado acumulado. En estos
que en la naturaleza humana son posibles y existen pensamientos del trabajo histórico tienen su verdad
latentemente aumentos inconmensurables, una vez que los pasados, y estos pasados comprueban, en la medida
esta naturaleza humana ha despertado, o como dice el en que podemos explorarlos, la verdad de este pensa-
poeta: miento. Y en cuanto nuestro presente, lo mismo que
todo presente antes de nosotros, partiendo de los resul­
«¡Alá no necesita crear ya más, tados acumulados de tiempos anteriores, que constitu­
nosotros creamos su mundo!» yen su contenido, busca avanzar, con la voluntad que

38
determina su quehacer, interviene en el más cercano
futuro para ver realizada su voluntad, se prueba que el
pensamiento de la continuidad progresiva, tal como
ha tenido validez hasta ahora, es también el pulso pre­
ciso de la vida moral, es decir, de la vida histórica.
De qué género es esta continuidad del progresar,
cómo consume pueblos y cómo emergen portadores
nuevos para su trabajo, es algo de lo que se hablará en
un contexto posterior.

LA METÓDICA
La pregunta histórica

§ 19

Tratemos de encontrar primeramente el punto en


¡el cual tiene su punto de partida nuestra investigación
histórica. Debido al tipo de nuestra ciencia tendremos
que encontrarlo empíricamente.
Un niño nada sabe por lo pronto acerca de los pa­
sados; aprende, con el habla y las narraciones de quie­
nes lo rodean, lo más sencillo y lo más próximo y con
cada año más y más, preguntando incansablemente,
complementando con viva fantasía los contextos, lle-
■'mando las lagunas, convirtiendo lo poco y pequeño en
quién sabe cuántas cosas grandes, muchas y maravillo-
■sas, viendo desde su perspectiva, en cierto modo subje­
tivamente.
De modo semejante procede cada pueblo en su ju­
ventud; de modo semejante opera el hombre en sus
más tempranos estadios. Con su más cercana proxi­
midad y con su más cercano recuerdo, colmando las la-
. gunas con la fantasía y complementando los contex­
tos, llena la humanidad la oscuridad de su pasado y
lo que ella, viendo con fantasía y subjetivamente, ha
pensado como su propia pre-historia de modo rico y
..variado es lo que creen los hombres. Con lo cual tienen
ellos un mundo de representaciones que es más una
vimagen de la dirección de sus sentidos, de su talento,
¡¡dé sus intereses actuales que lo que corresponde a cuan­
do ellos creen.
Hay en el desarrollo del individuo y de los pueblos tación de la totalidad, de partes singulares de la tota­
un paso hacia adelante, de especial significación, cuan­ lidad, de momentos singulares de las partes. Aprehen­
do interviene la reflexión, la duda en lo que se ha demos las cosas de tal manera, nos las representamos
creído. de tal modo, juzgamos de esta otra manera. Pero, ¿con
Pues este contenido de nuestro yo, este mundo de qué derecho y motivo? ¿Sobre qué bases? ¿Tienen nues­
facticidades creídas y de contextos, que rodean a nues­ tras concepciones, nuestros juicios algún contenido
tro yo como su atmósfera, como un círculo de niebla real? Lo que teníamos y creíamos lo habíamos aceptado
y que en cierto modo lo mantienen encapsulado, es pri­ y nos lo habían legado, lo teníamos sólo en cierto modo
meramente sólo algo recibido, que se ha transmitido, ex autoritate, no con la certeza de lo que se ha ad­
que ha sido adquirido por la costumbre, es algo nues­ quirido, fundamentado y justificado por sí mismo. Lo
tro pero como si no lo fuera, nos tiene más de lo que primero habrá de ser poner en tela de juicio lo que
lo tenemos, nos domina. hasta entonces habíamos tenido y creído, para adqui­
Pero de la totalidad de lo que así tenemos o creemos rirlo de nuevo y seguramente medíante el examen y la
tener, de nuestra concepción y sentimiento en este fundamentación.
nuestro contenido y de nuestra sensación de nosotros El aspecto que aquí importa emerge con mayor o
mismos en él, se produce una nueva representación de menor claridad en el desarrollo de cada hombre, pero
la totalidad, de una parte, de un momento singular.
Nuestro yo, satisfecho así en cierto modo con esta la mayoría se satisface en aplicarlo sólo a las circuns­
cantidad de representaciones, en vez de recibirlas in­ tancias más próximas a ella, a las que más le afectan
genuamente comienza a reaccionar contra ellas con el y, por lo demás, a vivir en la buena fe de que las gran­
contenido que ya tiene y con la sensación de sí mismo des y generales configuraciones del género humano son
que ha obtenido en dicho contenido. tal como ella las ha aprendido y como se ha acostum­
Y una vez comenzada, esta reacción sigue trabajan­ brado a verlas. Y también aquellos cuya profesión cien­
do. Con la duda, con la observación de que esto no tífica o práctica los lleva en otras direcciones, el ju­
concuerda con aquella, de que hay allí bone jide con­ rista, el científico de la naturaleza, el comerciante, se
tradicciones e imposibilidades, con la reflexión de que satisfacen por lo que respecta a sus representaciones
tiene que examinarlo como algo inconscientemente de­ de los pasados con lo que les ha dado la escuela como
venido en nosotros y como algo que de cualquier ma­ parte de la cultura general.
nera ha sido legado, comenzamos a manejar y á domi­ Con esta cultura general tenemos ciertamente ya
nar lo que hasta entonces nos poseía y dominaba. una noción múltiplemente corregida del pasado. Sa­
Goethe dijo una vez, con harta oscuridad: bemos de Lutero, de César, de Carlomagnó; hemos reci­
bido una noción de lo que ellos hicieron, de las circuns­
«Lo que has aprendido de tus padres, tancias en las que actuaron, de la significación de sus
adquiérelo para poseerlo». hechos para su pueblo, para su época, y nuestra fan­
tasía ha contribuido a hacer esta imagen lo más com­
En cierto sentido, el verso cabe en este contexto. pleta y clara posible. ¿Fue realmente todo así como
Así heredada y legada tenemos esta suma de represen­ yo lo aprendí o como lo he pensado? ¿Tuvo la actua­
taciones, y así como nuestra fantasía ha pintado y ción de Lulero en Worms tan poderosa significación?
complementado con ellas el subsiguiente contexto de Y, ¿por qué la tuvo? ¿De qué cuestiones políticas, ecle­
las cosas, así también lo ha hecho nuestra represen­ siásticas, nacionales, se trataba en Worms como para

44 45

_______ J
que la pertinacia de Latero en lo que hizo se impusiera ¡teuesto. «Mil veces», dice Montesquieu en la introduc­
tan poderosamente? ción al Esprit des lois, «arrojé al viento lo logrado, la
En este ejemplo se ve lo que se quiere decir con pferdad encontrada, para luego perderla». Muchos se
la expresión «la pregunta histórica». Al preguntar así fesalientan en este esfuerzo, se pierden en vías secun­
ya sé yo algo de Lutero y de la Dieta Imperial en Worms, darias, avanzan más en lo ancho que en lo profundo,
conozco en general el hecho, su contexto, su significa­ Jgé conforman con los placeres diletantes del erudito
ción, al menos lo pienso así. Y en mi pregunta deslindo ¥éh. sus horas de ocio. Es un asunto de carácter el poder
ya aproximadamente lo que espero encontrar en cuanto mantener el rumbo y llegar a la meta.
trato de responderla; sospecho ya que hay algo más En nuestro ámbito sucede lo mismo que en todos
importante y diferente de lo que hasta ahora sé; mi l¡os campos superiores de la vida espiritual; al pensador,
pregunta contiene ya más de lo que he aprendido, una ® ;ál poeta, a todo investigador en los otros ámbitos cien-
sospecha que surge de la totalidad de lo que yo he vivi­ $ tíficos, le sucede lo mismo. En cada nuevo trabajo se
do y experimentado interiormente. Y justamente por Ji|f|frépite la misma concepción del comienzo, el mismo
eso puedo preguntar así. ^résfuerzo y la misma tortura del trabajo. Cuanto más
En esta pregunta se contiene ya algo de lo que me V preparado es el espíritu que pregunta, tanto más rico
es más propio; se trata ya de mi concepción de estas V es el contenido de la pregunta con la que comienza.
circunstancias, de mi representación de estas personas, ' Podría decirse que en la pregunta y en la formulación
de mi comprensión de estos procesos, con la necesidad de la pregunta se manifiesta la genialidad histórica.
de interpretarla, pues aún es algo embrionaria. En mi . , Así cuando Niebuhr en su Romische Geschichte estu-
espíritu ha acontecido en cierto modo un acto de con­ / dia la cuestión de saber qué era ser plebeyo o patricio,
cepción, e inmediatamente trabajan todas las fuerzas o cuando Tocqueville, para comprender la Revolución
y energías para modelar y desarrollar lo así concebido. Francesa, se pregunta acerca de las condiciones eco-
Crece y deviene en mí; vive antes de nacer, en cierto „ nómicas y sociales de los estratos inferiores de la po-
modo en el seno materno, una cantidad de transfigura­ blación en Francia, etc.
ciones y refiguraciones, para devenir, poco a poco, ma­ - Ya en lo dicho puede verse que la pregunta histó­
duro y capaz de vivir. rica, tal como aquí es definida, es de un tipo diferente
Éste es un largo y difícil camino. Con la pregunta 1 . a la curiosidad del niño que pregunta. Falta mucho
histórica tenemos sólo una posibilidad, un destello en pára que cualquier ocurrencia pueda valer como una
nuestra alma, una esperanza. De lo que se trata es de ' ’pregunta histórica, tal como la entiende y la exige la
si realmente el asunto es así como lo presentimos al ■investigación.
preguntar, si es posible demostrarlo. Y uno se lanzará Ni en la busca del material para responda: a la pre-
a buscar los materiales necesarios para trabajar en esta gunta, ni en la crítica de estos materiales ni en su
pregunta, para ver si el pensamiento resulta correcto, interpretación —pues éstos son los tres estadios del
tal como lo presentíamos. Y a medida que se desarrolla trabajo metódico— resulta ya si la pregunta era ade­
más profundamente, a medida que se precisa más fina­ cuada al asunto, o vacía o sorda, pero sí en el sector
mente, va cambiando. Se corre el peligro de que se nos que tratará la exposición.
escape de las manos o de que se destroce; en la gran I Pues la comprensión 4e los materiales adquirida
cantidad de lo especial y lo particular, parece desapa­ en la crítica y en la interpretación de los materiales
recer; comenzamos a desesperarnos por no poder rea­ que tenemos que tratar para esta pregunta, exige hu-
lizar la tarea que tan confiadamente nos habíamos im- 1manamente la expresión de dicha comprensión adqui-
46 47
rida, y esta comprensión es, como ya lo vimos, algo B ción, sino que desea investigar como historiador su
completamente diferente de la fabricación o construc- áTcóSE^is* vendría a dar por resultado que en el mo-
ciós del hecho objetivo o de la realidad externa de JB|nasterio de Bobbio se borraron viejos manuscritos
entonces, miles de contextos que son los que históri­ para escribir sobre ellos otras cosas nuevas. Si el fin
camente nos interesan. | | i de la investigación era sólo el de seguir la historia
De los cientos de cuadros de una pinacoteca cada « de este trozo de piel que fue escrito primero con algo
uno de ellos tiene su propio ser, ofrece cada uno de ' « de Plauto y luego en el siglo ix con la letanía y que
por sí al amigo del arte, al esteta, al artista en cier­ J f desde hace 80 años ha sido tratado por éste y aquel
nes, etc., nuevos y diferentes aspectos de contempla­ m erudito para palimpsesto, entonces muestra la apodei-
ción. La historia del arte los coloca en un contexto, m xis que él ha formulado una preguntá que en sentido
que ellos no tienen de por sí, para el cual no fueron ;f; histórico merece ser calificada de falsa.
pintados, pero del cual resulta una serie, una conti­ Como se ve, la ánróSe^ig- es una verificación. Pues
nuidad, bajo cuyo influjo se hallaron los pintores de í,; la investigación no está librada a un encontrar casual,
estos cuadros, sin que tuvieran conciencia de ello, y . sino que busca algo. Debe saber lo que quiere buscar;
permite diferenciar temporalmente por la elección de tan sólo entonces encuentra algo. Cuando se sabe pre­
los objetos, por el modo de la composición, aun por guntar a las cosas, ellas dan la respuesta. La apodeixis
la técnica del dibujo y color, según tiempos y países, muestra lo que se ha sabido buscar.
ordenando esta rica variedad. La pregunta y la búsqueda desde la pregunta: éste
Cierto es que el historiador del arte que investiga es el primer paso de la investigación histórica. Nuestro
tiene necesidad de estudiar críticamente, antes de co­ Resumen ha utilizado para esta parte del método la
menzar su exposición, cada pieza de esta colección palabra heurística.
que le ofrece el material para su planteamiento histó-' ¿Cómo debemos buscar? ¿Cómo comenzar a respon-
rico, para convencerse de la autenticidad y de la de­ ' der a la pregunta?
signación de cada pieza singular; y es necesario que V Cambiemos sencillamente de dirección: ¿cómo vine
haya interpretado cada pieza singular según los aspec­ a dar a esta pregunta? ¿De dónde me surgió esta ima­
tos que le afectan, técnica del color, del dibujo, de la gen de aquéllo y, del proceso, de las personas y de
composición, de las escenas expuestas, etc. Entonces sus circunstancias? ¿A partir de qué rasgos singulares
posee los resultados que necesita como historiador del . se me compuso este «pavxacmxóv que quiero examinar
arte, y los tiene juntos y puede exponerlos; su á-rcóSei^ y corregir? ¿De dónde vienen estos rasgos singulares
nos muestra que ha formulado las preguntas justa y que reúno de esta manera? ¿De qué especie son?, ¿qué
expertamente. Ésta es la expresión qüe HerodotO uti­ legitimación tienen? ^
liza ya al comienzo de su obra: ícnropóir)*; la ex­ En cierto modo es la reflexión, la pregunta a la pre­
posición de su investigación. gunta. La heurística descompone lo aparentemente sim­
Si en cambio a un historiador se le ocurriera inves­ ple (que en verdad es diversamente transmitido y com­
tigar la mejor primera obra, por ejemplo, un palimp­ binado), de esta pregunta y lo descompone en sus ele­
sesto de Plauto, sobre el cual sé escribió después una mentos, sigue tras esos elementos de los cuales se com­
letanía monacal, para ejercitar así su crítica y su inter­ pone ésta.
pretación, ¿qué sucedería entonces? Puesto que él no Se tratará entonces de dos cosas:
desea utilizar la letanía y el texto de Plauto escrito 1. ¿Cuáles son en esta pregunta histórica los hilos
debajo de ella para preparar filológicamente una edi- individuales que encuentro entrelazados en ella, y cómo
48 49
encuentro los materiales para perseguirlos hasta su I. LA HEURISTICA
origen, materiales que se entrelazan en mi represen­
tación y que, localizados en su origen, me permiten con­
vencerme de si y hasta qué punto y cómo tienen un fun­
damento firme?
2. ¿De qué especie son estos materiales de los cua­
les tengo que buscar para cada caso singular lo que
me resulta necesario? ¿Son quizá, por su diverso gé­
nero, de diverso valor y de diverso peso? ¿Se encuen­
tran todos en la misma relación con las realidades i /El material histórico
pasadas de las que tienen que darme testimonio? 20.21

o. Para el fin de nuestra elucidación es recomendable


trabajar primeramente la segunda pregunta, para orien­
tarnos sobre las fuentes en general; luego vendrá la
^primera pregunta, para conocer las reglas y el método
propios en cada caso singular.
. 1 De acuerdo con la naturaleza empírica de nuestra
disciplina, el material de sus investigaciones tiene que
‘ser empíricamente perceptible y estar disponible. El
/.material puede provenir del pasado, pero sólo por .el
hecho de que es aún presente y accesible es adecuado
para nuestros fines. Pues con nuestra investigación
/queremos despertar de nuevo en nuestro espíritu, en
-vez del vacío que yace tras nuestro hoy, una represen­
tación-de lo que fue y es para siempre pasado.
Se tiene la costumbre de designar tales materiales
con el nombre de fuentes. Será adecuado conservar
también en el nombre la diferencia material que hay
aquí.
Así como nuestro presente, todo presente* anterior
ítuvo la misma necesidad, que intentó o supo satisfa­
cer a su manera. Lo que de ello aún nos queda, esto
?es lo que ofrece la visión retrospectiva de tiempos
/'anteriores hacia su pasado; la representación o el re­
cuerdo fijados por escrito que se tiene de este pasado,
•lo llamamos fuentes. Que estas fuentes son, al mismo
¿tiempo, restos del pasado en que surgieron, es algo que
-por el momento tiene para nosotros carácter marginal;
esencial en ellas es para nosotros que aquellos de

50
quienes provienen tenían el propósito de dar noticia H w > <'Toda la disciplina, que en tiempo reciente es 11a-
de procesos o estados anteriores. ^fl^khada pre-historia y tiene tanta popularidad entre los
Algo completamente diferente es cuando aún se Naturalistas historizantes, descansa en tales materiales.
conservan del pasado todo tipo de cosas y o bien se «*iElla comenzó con los hallazgos en las excavaciones de
encuentran aún en nuestro presente de manera varia­ 1ij|tláiEuropa Septentrional, con los cuchillos de piedra, las
damente informe o como ruinas y, por ello son irreco­ ®¿¡hachas, picas, etc., y con los montones de restos de
nocibles. Así, por ejemplo, un edificio antiguo, o una mtóomidas animales y vegetales, de los que, al mismo
vieja casa artesanal; nuestro lenguaje mismo es aún en f itiempo, se obtuvo información sobre las condiciones
buena parte pieza del pasado, si bien es aún vivo y está |J ‘ 'climáticas y naturales del período al que pertenecieron
en pleno uso. Sólo el investigador los reconoce y utiliza -i ¿los hombres con tales armas e instrumentos, por ejem-
como material de su investigación en la medida en la - xplo, información sobre el hecho de que en la región
que son, de modo más o menos patente, restos actuales . 'de las costas occidentales y meridionales del Báltico
del pasado. Otras cosas que se desentierran o que se fén el tiempo de estos hombres no había aún árboles
han conservado en los trastos y ruinas de viejas igle­ •frondosos, sino simplemente coniferas, es decir que el
sias o de castillos deshabitados desde hace tiempo son, -clima de esas regiones no tenía aún la temperatura ac­
puesto que se han quedado detenidas en el pensamiento hual, sino que, como se supuso, las corrientes frías
de hace cien o trescientos años, testigos tanto más elo­ del mar helado del Norte que todavía no habíaín sido
cuentes de tiempos pasados. A toda esta categoría de , -cerradas por el constante ascenso de Finlandia (Archi-
materiales la llamamos restos. cvario Lisch, en Schwerin). Se encontraron luego otras
Entre las fuentes y los restos hay una tercera serie ¿cuevas en estas regiones, en donde en vez de instru-
que participa simultáneamente de las propiedades de imentós de piedra se hallaron instrumentos de bronce.
los dos. Son los restos de un tiempo pasado, del que /Se vio por la tierra en la que se encontraron, que esta
dan testimonio para generaciones venideras de un de­ época de bronce era posterior a la era de piedra; se
terminado suceso, que desean fijar la representación * encontraron los restos de una vegetación que permite
del mismo. Y a esto lo llamamos, a causa de su ca­ ^reconocer una temperatura más suave; que los hombres
rácter monumental, monumentos. fsabían y podían elaborar el cobre y que en los utensilios
/hechos de cobre grababan ciertos adornos, lo que pa­
reció testimoniar un gran progreso cultural del que la
Los restos /tradición histórica no tenía noticia alguna. Luego, cuan­
§ 22. do el agua de los lagos suizos descendió en 1854, se
^descubrieron las llamadas construcciones sobre pilares
a) Responde a la naturaleza de las cosas el que /del Lago de Zurich con sus restos de utensilios, instru-
su cantidad sea imprevisible, pues cualquier cosa que •mentas y restos de plantas y animales (Prof. Ferdinand
lleve la huella del espíritu y de la mano del hombre ’/Keller, en Zurich). Resultó que estas colonias humanas
puede ser utilizada como material de investigación. Y ¡se remontaban, en parte, aun hasta la época de los
hay una cantidad de conocimientos históricos, concre­ <instrumentos de piedra, pero que fundamentalmente
tamente de aquellos tiempos y sobre determinadas si­ pertenecían ya a la época de bronce. Leyendo los in­
tuaciones acerca de los cuales las fuentes, es decir, la formes de Herodoto sobre los peonios en el lago ker-
tradición escrita, poco o nada dice, que nacen de aque­ \kiniano, lo mismo que las representaciones de las
llos materiales. ‘columnas de Trajano sobre la guerra drakia de Tra-
52 53
jano se reconocieron justamente esas construcciones, y
se concluyó entonces que ellas no pertenecían tanto de la investigación. Por ejemplo, en los llamados «ani­
a una época prehistórica sino más bien a un grado del llos» en las regiones entre los Riesengebirge y el mar,
desarrollo cultural que en ciertos casos se habían con­ sean eslavos o alemanes. Y también las mesetas en la
tinuado en siglos posteriores y que, evidentemente, cercanía de Munich y de Ulm, amplias superficies con
por ejemplo, se conservan aún hoy entre los primeros cultivos paralelos de 40’ a 60’ de ancho y 3’ a 5' de
pobladores de Borneo. Acerca de estos asuntos existe alto, en los que se ha creído reconocer la agricultura
una considerable bibliografía, sobre la que no es del germana primitiva, en tanto que las piedras que mar­
caso entrar en detalle. La investigación científico-natu­ ean los linderos de la vía romana, que los cruza, mues­
ral tiene en esto una gran participación porque los tran que estos campos ya existían antes del año 201
restos de huesos, de vegetales, de especies de piedra y después de Cristo, cuando los germanos no habían pe­
las conclusiones que de allí resultan sobre las condi­ netrado aún al sur del Danubio.
ciones telúricas de su existencia en aquel entonces sólo Mientras más rica y variadamente se encuentre con­
pueden conocerse y evaluarse con ayuda de los conoci­ servado gracias a la casualidad un material semejante,
mientos exactos de las ciencias naturales. Pero lo his­ tanto más vivamente se nos presenta el pasado. Nada
tóricamente esencial es aquí que en estos restos se más fascinante que cuando los viejos sepulcros de Egip­
reconoce la huella del espíritu y de la mano del hom­ to, los hipogeos con sus miles de reproducciones y fi­
bre , y de lo que allí se encuentra como usado y con­ guras de las ocupaciones cotidianas nos muestran toda
sumido por el hombre se obtiene una noción más o la vida doméstica, económica y cultural de la región
menos imprecisa de estados humanos de los que ellos del Nilo en la época de la 18. Dinastía, y hasta de la 12.,
dan testimonio. El punto central de la cuestión para 2.000 años antes de Cristo, o cuando de las excavacio­
el naturalista es si el hombre ya existía en la llamada nes de Pompeya emerge una ciudad romana de la pri­
era terciaria, que precede a las configuraciones dilu­ mera época imperial en toda la amplitud de su vida
viales. diaria, tal como quedó detenida en el momento de la
Algo similar ocurre cuando se vuelve a reconocer terrible erupción. Igualmente en el lado sur de la
en los restos de grandes construcciones el sentido y la desembocadura del Garone se presenta la vieja ciudad
finalidad en que han sido fundadas. Así, pór ejemplo, de Coulac, que estaba enterrada por las arenas de las
la serie de estupas de Hydaspes hasta las grandes cue­ dunas desde el siglo xvi, y también los viejos sepulcros
vas de Bamiassan en el paso de Bakra, tal como se reales esquíticos en el sur de Rusia con sus variados
sabe por los informes de budistas chinos peregrinos: restos de técnica helenística y menesteres bárbaros. Y
son monumentos budistas en recuerdo de Buda y de así también miles de casos semejantes.
sus feligreses y se encuentran allí monedas desde la La infinita variedad de cosas que se comprenden
época de Alejandro hasta la del fin de los Sasanidas. bajo el concepto de restos puede clasificarse de di­
Así también las grandes murallas de los romanos desde verso modo. Para nuestros fines basta el siguiente.
el Rin hasta el Danubio, en el Norte de Inglaterra, la En primer lugar, se nos ofrece aquí un punto de
muralla de Trajano en la Dobrudscha: en especial las vista a partir del cual se ha desarrollado un rasgo
dos murallas inglesas con una profusión de restos de característico de la época moderna. Son las colecciones
campamentos romanos, con innumerables y fascinantes 6on interés científico y especialmente histórico. Ya
antigüedades. Toda la vida militar de los romanos y hay algo de este tipo en la época final de Grecia. Aris­
sus campamentos sale allí por así decirlo, al encuentro tóteles fue quizá el primero en componer colecciones de
cosas naturales y de escritos y documentos (Sixacípata).
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55
Su escuela y luego las instituciones científicas en Ale­ I-tinta de las cosas, cómo se ha llegado a la convicción
jandría, Antioquía, Pérgamo, etc., formaron grandes m de que a esa acumulación de cosas curiosas se puede
colecciones, no sólo de tipo literario y al catalogarlas ¡BVarrancar otro aspecto.
les dieron un valor más alto aún. ■F-i ' Primeramente, la necesidad de orden llevó a esto. Se
La opulencia del mundo romano se guió por estos 5 ¿poseían en Viena, en París, en Berlín, miles de monedas,
modelos. Concretamente, se desarrolló entre los roma­ |f /a mayoría antiguas. Con tantas piezas valiosas de oro
nos la afición de reunir estatuas, pinturas, piedras la­ ||-y plata era ya necesario, para llevar un control, orde-
bradas, recipientes hermosos, y de adornar con ellos |/-narlas y registrarlas a fin de poder tener una rápida
sus palacios y sus villas; no se pensaba aquí en él inte­ ¡visión del depósito. Se intentó esto y aquéllo; y luego,
rés científico. Y el mundo medieval de Oriente y Occi­ jesuita Eckhel inventó en Viena, a finales del si-
dente tampoco fue más allá cuando los conventos con­ ,¡1 ,glo xvm, el sistema simple histórico-geográfico, según
servaron, como las iglesias, reliquias, piedras preciosas, el cual cada moneda se ordenaba por la región y la
gemas, recipientes valiosos, alfombras, etc.; lo hicieron .ciudad y según su cronología. Así surgió una cantidad
por un interés muy diferente al histórico. Eran intére- ,ade investigaciones sobre el origen de cada moneda, so­
ses de piedad y de solemnidad eclesiásticas, de modo bre su cronología, que sólo podría determinarse según
semejante a como ya la Acrópolis de Atenas, los tem­ él estilo y la técnica. Este sistema, extendido a las
plos en Dodona, Delfos y Olmpia, etc., habían adornado monedas del Oriente, de la Edad Media y Moderna, se
sus recintos con regalos sagrados, con reliquias, con ar­ ■se ha convertido en el fundamento de las colecciones
mas de botines, etc. numismáticas. Con lo cual ellas se complementan re­
El interés renovado en la Antigüedad Clásica llevó cíprocamente, y juntas constituyen un gran Corpus nu-
desde Petrarca (1350), especialmente en Italia, a colec­ mismatum, que implícitamente contiene toda la histo­
cionar los restos de ese mundo con fervor apasionado: ria de la moneda y muchas cosas más. El comercio con
monedas, obras de arte de toda especie, inscripciones, •las monedas indujo a que el más grande negociante
manuscritos, etc. Y aquí y allí siguieron haciéndolo, /en monedas de la primera mitad de nuestro siglo, Mion-
especialmente desde Carlos el Temerario y desde el em­ net (París) ordenara su catálogo según el mismo sis­
perador Maximiliano, de este lado de los Ajpes, las cor­ tema, agregando los precios, y presentando toda la
tes principescas y los patricios ricos; se convirtió cada .¿cantidad de monedas corrientes, raras y rarísimas en
vez más en moda de la gente distinguida el .coleccionar su lugar sistemático. Inmenso es el beneficio que han
esto o aquello como adorno, como riqueza o como cu­ J obtenido los estudios numismático-históricos con esta
riosidad. Las muchas cámaras de arte, las colécciones .feliz fundamentación.
de rarezas en Inglaterra, la llamada colección de Am- O' Se aplicó más o menos el mismo principio a las
bras del Archiduque Ferdinand hacia 1560, la pasa Prín­ .. Jgrándes colecciones de pinturas que se reunieron en
cipe Moriz en La Haya y mucho más, dan testimonio /Drésde, Munich, a partir de los muchos castillos, en
de ello. Los coleccionistas no tenían otro interés his­ ¿'Florencia en el Palazzo Pitti a partir de iglesias y con­
tórico como no fuera el de poseer, por ejemplo, las centos, en París bajo Napoleón como resultado de las
armaduras de un guerrero conocido, el recado de escri­ fñiuchas conquistas. Tan sólo poco a poco se aprendió
bir de algún famoso poeta, el cuchillo de caza de aquel ^ ‘diferenciarlas desde el punto de vista de la historia
emperador, la daga de un rey. /del arte; se las ordenó por escuelas, es decir, según su
Aquí tiene interés el ver cómo se ha desarrollado, /desarrollo histérico-artístico y, dentro de las mismas,
paso a paso, hace unos cien años, una concepción dis- *en la medida oportuna, según su cronología; y los ca­

56
tálogos de las grandes colecciones ofrecen al investi­
gador el panorama ordenado de la historia de la pintura. [‘jip ia estatua de Hermes que lleva al cordero sobre sus
Casi de manera automática resultó así un principio « hombros; en las ropas y túnicas para la misa se en-
para las colecciones, gracias al cual las piezas reuni­ «cu en tra la alegoría de los salmos, cómo el siervo busca
das adquirieron un interés completamente nuevo. Lo « a g u a fresca, etc.
que antes habían recogido la opulencia principesca y M' Siguiendo la misma orientación, se reúnen sistemá-
la afición, esto es, antigüedades, mayólicas, armas, re­ y ticamente en colecciones, los instrumentos de la agri­
cipientes, curiosidades de toda especie, comenzó a con­ cultura, del comercio, las colecciones de máquinas, de
siderarse bajo este nuevo punto de vista y a ordenarse [¿téjidos, etc., de los utensilios del correo, del arte de la
en colecciones tecnológicas, etnográficas, bélicas, etc. v artillería y se considera el desarrollo histórico de la
Las miles de porcelanas japonesas, chinas, francesas, tecnología, de la agricultura, etc.
etcétera, que se conservan en Dresde, las infinitas pie­ ‘f Se ve que en todas estas colecciones se trata de
zas de antigüedades nórdicas en Copenhague, las armas objetos de creación artística y técnica del espíritu hu-
y utensilios de campamentos romanos recogidos por , mano, creación que en estos restos de obras e instru-
Lindenschmit en Maguncia, muestran cómo qna ade­ 1jñentos se nos presenta a nuestros ojos y que en las
cuada ordenación da a cada una de las piezas, a veces series casi completas ofrece el material para el conoci­
mínimas, una significación y un valor que antes no miento de la continuidad del desarrollo en las diversas
hubiera podido imaginarse. Las secularizaciones a par­ ramas.
tir de 1789 en Francia, luego desde 1803 en Alemania, Naturalmente que no para que se las vuelva a con­
en España, en Italia, etc., arrojaron de sus viejas sedes templar como curiosidad. El coleccionar es sólo el co­
en las manos de los coleccionistas tesoros inmensos de mienzo; luego viene la necesidad de apropiarse histó­
trabajos en madera, miniaturas, tapices, gemas, obje­ ricamente de lo coleccionado. El catálogo es la base
tos de orfebrería, etc. Poco a poco encontraron su ca­ %\para ello, no sólo un inventario de lo que se reúne en
mino hacia las grandes colecciones públicas y se or­ .'¿ e£te o aquel lugar según números y localización, y tam­
denaron en el sistema histórico-geográfico que es para poco es una guía para el visitante ocasional. Cada una
todos análogo. Tan sólo sobre esta base ha sido posible - de las piezas requiere más o menos un examen crítico
estudiar la historia de la técnica artística y artesanal, y una adecuada interpretación. Tan sólo paulatinamen­
y su producción. te se elevaron los catálogos a esta altura de su significa­
El pensamiento, una vez adquirido, se müestra sus- ción; los primeros pasos para ello se encuentran espe­
citador y fecundo en todas direcciones. Se tuvo pre­ cialmente en el campo de la numismática y en el
sente el punto de vista de la Antigüedad cristiana y se . qatálogo de las esculturas berlinesas de Friedrich.
comenzó a organizar colecciones en este sentido. Con b) Como una segunda serie podemos designar los
ello se obtuvieron informaciones de la vida cristiana restos de formaciones u órdenes en los que encontraron
de los primeros siglos, de las que nada dejan sospechar su expresión y su comprobación las comunidades his-
las fuentes históricas. Las catacumbas romanas nos tórico-morales, tales como el pueblo, la comunidad, el
proporcionan la más curiosa información sobre la pri­ Estado, la sociedad, la Iglesia, etc., sus propias confi­
mera comunidad cristiana en Roma, que se remonta guraciones, de modo que logramos con ellas una vi­
hasta la familia imperial de los Flavios. En estas cuevas sión de los estudios de la sociedad humana de tiempos
se repite muchas veces la alegoría de Orfeo, cuyo canto tempranos y anteriores; las Constituciones de los Es-
todo lo conmueve, del Buen Pastor, cuyo modelo es
¡tados, las leyes, las ordenaciones eclesiásticas o bur-
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59
guesas, las relaciones jurídicas y económicas de toda l i l í 865, de de Brochgrave). Y cuando se lee en las crónicas
especie. «irte las ciudades y en documentos diversos aquí y allí
En parte, estas situaciones nos han sido legadas lite­ ilfsobre el derecho urbano de Lübisch, de Magdeburgo,
rariamente en la forma de los códigos de leyes y esta­ líele Soest, se adquiere con el estudio de este derecho
tutos que les servían de norma. Pero éstos son no menos 'Burbano peculiar y altamente articulado —que, por ejem-
significativos cuando a ellos no les correspondieron %plo, seguía en parte siendo válido, aún hacia 1848 en
configuraciones prácticamente vivas. La colección de '/' las ciudades de Schleswig-Holstein y de Mecklenbur-
las llamadas leges barbarorum, los códigos de los bur- ÍÉgO'— nna noción de la vida urbana desde el siglo xn,
gundos, de los godos, de la Ley sálica, etc. nos introdu­ í de la que las crónicas urbanas no permiten sospechar
cen óptimamente en los comienzos de los Estados ger­ | nada. Muy poco podría decirse de la significación de
mánicos. En esta regulación de las relaciones jurídicas, Erfurt, si no se viera en el derecho de aguas de Er-
en estos mandamientos y prohibiciones, en esta norma- furt, en cierto modo, la base de toda la peculiar cul­
ción del «rescate de la sangre», etc., vemos las situa­ t u r a de jardinería y de las plantas colorantes y de co-
ciones para cuya regulación estaban destinadas las , mercio, que fuera importada desde Maguncia. Y el que
decisiones jurídicas. Así las Capitulare de villis de Car- en Erfurt se siga practicando en parte esta jardinería
lomagno, ordenanzas económicas destinadas a regular ‘ eh!forma de cultivos acuáticos, etc., aclara, de manera
los dominios imperiales, en las que se reconoce el fun­ . plástica, lo que se lega en los viejos estatutos jurí-
cionamiento de la jardinería y del cultivo del campo, üfdicos.
del servicio de los siervos, de la industria doméstica,
tal como Carlomagno los hizo transplantar a sus do­ K\: j, El prado comunitario de los pueblos en Alemania,
minios alemanes siguiendo al modelo romano. El libro tal como hoy existe o al menos como existía hace una
hindú de las leyes de Manú, el islandés de las Grágás generación, es un trozo vivo de historia. Cuando se
del siglo xn, nos dan una viva visión de las situaciones %$puede investigar lo suficientemente hacia el pasado, se
y desarrollos sociales acerca de los cuales poco o nada f encuentra que la misma repartición de la tierra se re-
nos dicen los libros de historia. \ monta hasta las primeras colonizaciones o que en és-
Pero, muchas veces, estos restos de situaciones an­ tab se puede reconocer, al menos, su primer fundamen­
teriores siguen existiendo aún en la actualidad, si bien to. Y de allí resultan las diferencias características de
desgastados o sofocados por configuraciones posterio­ ,;lá^disposición del pueblo y de los poderes de las viejas
res. A lo largo de toda la Alemania del Norte se mues­ //fégiones de Hesse, Suabia y Fresen en el Bajo Saale,
tran esporádicamente peculiares instituciones jurídicas ,.,/eri relación con las regiones vecinas de Turingia, de un
que se designan como flamencas. Investigándolas y ’ládo y con las sajonas, del otro, así como también en
comparándolas con otros hechos se obtiene mucho más ‘•'él oriente de Saale y del Elba los pueblos alemanes y
que la historia de estas instituciones jurídicas: fanegas los eslavos se diferencian a primera vista, en cuanto los
flamencas, la feligresía flamenca, lo flamenco en las «primeros están construidos a lo largo de la calle cen­
cercanías de Berlín, una calle flamenca en muchas d a l del pueblo y los eslavos, en cambio, en forma de
ciudades más acá del Elba, que se presentan como •Herradura. Si bien es cierto que Nissen (Das Templum,
restos de fundaciones que tras grandes inundaciones ; li8’69) no tiene razón cuando afirma que en las ciuda­
en los Países Bajos fueron realizadas por emigrantes des romanas de Italia puede reconocerse siempre la
de allí, colonizaciones urbanas y campesinas que lle­ misma orientación hacia el cardo y el decumanus como
gan hasta el Weichsel (Histoire des colonies belges, . étt los campamentos romanos, lo cierto es que ciuda-

60 61
des como Turín, que nació de la castra stativa, mues­ Jetones y configuraciones lingüísticas en los griegos y
tran justamente esta forma básica. |eh todo pueblo. La lengua, tal como es o como la
Se sabe que hay muchos usos y costumbres que has­ penemos fija en las grandes literaturas, es un trozo
ta el día de hoy, al menos aquí y allí, están aún en uso privo de historia, y lo es lingüísticamente, es decir, se-
y que se remontan a la época pagana; la fogata de ¿gún sus relaciones gramaticales y etimológicas, lo mis-
San Juan, el agua pascual, el ganso de San Martín, cos­ |p[io que en sus intuiciones y en sus metáforas. «No
tumbres navideñas, etc. Desde que Grimm llamó la •confío en la paz» es una frase que tiene su origen en
atención sobre ello en su mitología alemana, se han (él tiempo de los ensayos de paz entre las regiones, pese
redescubierto en Alemania, en Inglaterra, en Francia, W los cuales el comerciante no se atrevía a ir con sus
estas viejas referencias; se ha reconocido que la cos­ ¿mercancías a la feria o al mercado de la ciudad vecina,
tumbre popular contiene una cantidad de material his­ ¿piccionarios como el alemán de Grimm o el francés de
tórico con respecto a los tiempos viejos y a los más /Littré tienen el mérito de haber mostrado el tesoro
remotos. (del lenguaje como la más grande encarnación de la
c) Esto nos lleva a una tercera categoría dp restos. ¿historia viva y de las concepciones de diversos tiempos
Las mismas investigaciones germanísticas han mostra­ ;y pueblos.
do que en los cuentos infantiles de Blancanieves, del £<■ Se sabe a qué resultados con respecto a la historia
cazador de ratas, etc., se han conservado nociones de fde los pueblos, que va más allá de cualquier recuerdo,
la paganidad germánica. El Cristianismo las recubrió, >ha conducido la lingüística comparada, tal como, por
pero no pudo destruirlas. Se han mantenido con tanta ¿ejemplo, puede demostrarse a partir de las mismas
pertinacia que hasta sobrevivieron la invasión eslava ,-designaciones para animales domésticos, los instrumen­
en las regiones entre el Elba y el Báltico, en donde una to s de labranza, las ocupaciones vitales elementales,
vez dominaron los longobardos y los semones. Paulus y?etc. y los estados de cultura de los pueblos indogerma-
Disconus dice en la Gesta Long. 1,9 sobre los longobar­ )nos antes de su separación.
dos: Wodan, quem adjecta litera Gwodan dixerunt, y ‘ No menos importantes es cómo la lingüística ha
esta forma se ha mantenido en las regiones desde el ..puesto de manifiesto la gran intelección de que el len­
Havel hasta Bardowyk, en el cuento de la Frau Gaude gu aje, en cuanto es la expresión del espíritu del pue-
(W. Schwartz, Der heutige Volksglaube und das alte Hei- ‘ &bl°, es también su límite. La cultura china se pudo
dentum, 2.a ed. 1862). Así, reinterpretada y malentendi­ /comprender tan sólo cuando se tuvo el conocimiento
da, llega una noción de la paganidad hasta el pre­ que la lengua de los chinos no es fonética, sino
sente. $Por así decirlo, oftálmica, es decir que ellos piensan
Es una situación semejante a la de la antigua Grecia, ,^en principio de manera diferente de los otros^pueblos,
en donde siempre los ecos turbios de tiempos ya supe­ *westo es, no a base de tonos audibles, sino de signos vi­
rados, las figuras oscuras de los viejos dioses, como sibles, de modo que su escritura puede ser leída y
las llama Esquilo, emergen en el claro mundo de los ^comprendida en otros lenguajes diferentes del chino,
dioses olímpicos, y sólo casi en sus mitologemas y *e8 una pasigrafía con la que los 200 millones del Ce­
en sus transformaciones se reconoce el movimiento de leste Imperio, por lejanos que se encuentren etnográ­
su desarrollo histórico hasta la época en que, al lado fica y lingüísticamente, pueden entenderse entre sí.
del epos que llega a su plenitud, comienzan las preca­ Cuando designo la tercera serie de restos, después
rias noticias de la historia externa. -de las obras y de las situaciones, como la de la expre­
Y así como las religiosas, así también las refigura- sión en el lenguaje, ello ha de entenderse en el sen-

62 63
tido de que a esto pertenecen infinitamente más la li­ Ion. Tales materiales se remontan en algunos frag-
teratura de los pueblos, sus trabajos científicos, las pentos hasta la época prehistórica. Entre los papiros
visiones totales filosóficas y religiosas, los complejos Méráticos de los sepulcros egipcios, se encuentran con-
de pensamiento de cada época, en la medida en que &átos, órdenes, noticias del segundo y hasta del tercer
existan en exposiciones escritas. Una obra como la Di­ |í^lo antes de nuestra Era. Entre las tablas de barro
vina Comedia de Dante no es para el historiador ins­ |iie se conservan aún de la biblioteca de Asurbanipal
tructiva solamente por las innumerables noticias his­ Ííi Nínive, hay, fuera de apuntes eruditos e históricos,
tóricas que contiene: por su concepción moral, reli­ fpnbién escritos, contratos, cuentas que pertenecen al
giosa y política; es ante todo un documento precioso jj|glo viii. Entre los cilindros de barro cocidos que se
de su época, y no conozco nada que dé una visión más fpcontraron en Babilonia y sus cercanías hay cuentas
clara del siglo xiv en sus comienzos, más grandiosa y
profunda que esta obra. De la vida espiritual de los
fie! una casa de comercio escritas en escritura de los
|ornienzos de la época de los seléucidas.
tres siglos antes de Cristo sabemos relativamente poco, &£r)Los originales más viejos son luego los papiros gre-
pero cuando se examinan como merecen los escritos ¿o-egipcios, que contienen mucho acerca de negocios,
apocalípticos de los judíos, entre ellos el Libro de Da­ ||iles¡ como contratos de compraventa, controles fisca­
niel y los oráculos sibilinos, el Libro de Enoch y junto les; los legajos de Hermias (Amadeo Peyron), todo un
a ellos toda la literatura híbrida, la literatura alejan­ proceso civil, en total unas 200 piezas. De la Antigüe-
drina erudita que marcha paralelamente, emerge en­ ||ád romana, unas tablas en parte de Pompeya, en parte
tonces ahí un mundo de pensamiento que vuelve com­ ||é„las provincias.
prensible la nostalgia que abrió el camino al Cristia­ fclDe la época medieval comienzan, haciendo caso omi­
nismo inicial. llo de los documentos y escritos de negocios del siglo vi
d) Finalmente los restos del decurso escrito de los ¡tá,'- en primer lugar aquellos que se refieren a con­
distintos negocios, tanto públicos como privados, tal t a t o s y a iglesias en Italia, Francia, Inglaterra. Muy
como se encuentran en los legajos de los archivos, en Ifronto comenzaron los obispos en Roma a elaborar ín-
los informes, peritajes, correspondencias, cuentas, etc. ¡pees de las piezas y legajos conservados. Ya en 419
Lo característico de estos materiales es que ellos eran ¡pee el Papa Bonifacio I: ut scrinii nostri monimenta
momentos de un negocio en cumplimiento, que ellos, Wkelarañt y, antes de Gregorio I (590-604) se encuentran
casual y parcialmente, son momentos conservados de f§égesta que fueron editadas en 1702 por los benedicti­
la continuidad de los negocios, cierto que’no los nego­ nos. El archivo siguiente en antigüedad es el de la
cios mismos y tampoco todos pues frecuentemente lo porre de Londres que, aunque no desde la conquista
más importante se acordó oralmente, no por escrito. ¡Iqfmanda sí desde Enrique II (1150), contiene ininte-
La correspondencia diplomática en una época agitada pfuhipidamente todo y naturalmente mucho de la épo-
informa sólo sumarialmente de lo que se habló, las jfe anglosajona; y luego el inolvidable libro de Domes-
cuentas de un Estado o de un municipio, por ordena­ ppy¡ de 1086, un libro catastral estadístico elaborado por
das que ellas sean, son para la investigación histórica |P> funcionarios del rey, semejante al libro catastral
sólo hasta un cierto grado satisfactorias, porque per­ M emperador Carlos IV para Brandenburgo, de 1374.
seguían una finalidad diferente, la del negocio. |Íúego puede venir el Archivo de Venecia que en 1300
Es claro que nuestra investigación no puede desear ^ihallaba en pleno funcionamiento.
nada mejor que semejantes restos de negocios, por di­ B ,Es evidente que siempre se ha tratado de mantener
fícil y laborioso que sea el utilizarlos para la investiga- Jpntos los papeles de negocios, al menos los del Es-
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tado, para tenerlos a mano cuando se los necesita. En |lós esta librada en realidad a los tesoros de los ar-
Atenas sirvió para ello el iwrcpovñ, que tan sólo fue jhivos. Casi en grado mayor lo está el estudio de las
construido por Fidias. Y en Roma el llamado Tabula- Situaciones internas, del comercio, la industria, los im-
rium, que ahora llena toda la subida desde el Capito­ fíiéstos y el ejército.
lio hasta el Foro, fue fundado por Sila para reunir allí ^ Con respecto a los estudios de los archivos nos en-
todos los archivos y crear, al mismo tiempo, despachos fóntramos apenas en los comienzos. Ellos son tan di­
para todas las autoridades oficiales. piles porque se hallan precariamente ordenados; pero
El Estado alemán del período inicial de la Edad íinguno ha sido trabajado y vuelto evidente como
Media no estuvo durante mucho tiempo ligado a una |ára que el investigador pueda moverse con alguna
residencia fija, no tuvo una sede central fija y dura­ ¡a Jeguridad en las masas de legajos; acaso sólo los do-
dera del gobierno, y al canciller le resultaba difícil y pmentos, al menos anteriores a 1500, gozan del privi-
hasta imposible, mantener orden. Con el emperador io de haber sido tratados con cuidado.
Enrique VII siguió toda la Cancillería del Imperio ha­ Cierto es que ya en los siglos xvn y xvm se trató
cia Italia, y después de su muerte violenta, en 1313, ca­ |óbre esta importante cuestión (así Wenker) y en la
balgaron todos los alemanes de su corte a su patria y jñiversidad de Maguncia hubo hasta su fin, en 1793,
dejaron allí todos los papeles del Imperio. Éstos se riína cátedra especial para cuestiones de archivos. Pero
dispersaron; una parte de ellos se encuentra hoy en el ■■iian sólo en nuestro siglo, y gracias a una investigación
Archivo de la ciudad de Pisa. ■^histórica profunda, se ha despertado una mejor com­
Era obvio que ciudades tan ordenadas como Lü- prensión de la importancia de los archivos y, al menos
beck, Florencia, Venecia, que administraciones mode­ ;f?esde el punto de vista de la idea, fue una cosa total-
los como las de la Orden Teutónica en Prusia, cuidaran g .mente nueva cuando Napoleón I, a propuesta de Geran-
con esmero sus documentos, lo mismo que lo habían lo, se propuso fundar la École de chartes, que luego
hecho las iglesias y los conventos. También en las cor­
tes comenzó, hacia fines del siglo xiv, el interés por el
orden de los archivos y a partir del siglo xv se encuen­
I iació en 1821 pero con una tendencia archivista menor
hnás bien con el acento puesto en los estudios histó-
iéos. Lo omitido allí trató de recuperarse en Bélgica;
tran en masa correspondencias políticas, informes de S ? r °.r,den ^ Rey Leopoldo I se emprendió la reorga­
los oratores y ambassiatores, hay apuntes oficiales so­ nización de los archivos belgas y se encomendó al
bre las negociaciones del Concilio de Constanza, del de .;£Íxcelente Gerhard esta gran tarea, en su calidad de
Basilea, apuntes especiales sobre negociaciones de los general du royaunte. Con ello se abrió una
estamentos del Imperio. En la época de la Reforma se ^ínplia vía y en otros países, al menos, se realizaron los
agregan las actas de los coloquios y disputaciones, los ■|primeros intentos de hacer lo mismo.
informes y las cartas de los teólogos a sus autoridades.
Bajo Carlos V y Felipe II se forma un tipo completa­ ¿4
mente moderno de la gestión escrita de los asuntos. monumentos
Se lo puede ver ya, por ejemplo, en los papeles del ip § 23
Cardenal Granvella, que se conservan en 82 tomos en
folio, en Besanzón, y de los cuales el gobierno francés k°S monumentos se hallan entre los restos y las
a iniciativa de Guizot hizo publicar una selección en 9 .^mentes. Desean dar testimonio del tiempo, de sucesos
tomos en cuarto. gestiones; en general, de los cuales son restos, fijar­
No solamente la historia política de los últimos si: las para el recuerdo y, por cierto, en una determinada
66 67
forma de la concepción de lo sucedido y de su contexto, ie' asambleas estamentales como decisiones de tales
en esto son similares a las fuentes. pámbleas cuando proceden como tribunal,
a) En sentido pleno caben aquí los documentos, fe; En el fervor por los documentos médievales se ha
que no solamente concluyen un negocio, al que ellos Syidado casi que los documentos de género muy se-
pertenecen, sino que desean atestiguar este negocio pejante en los negocios privados y estatales hasta el
para gestiones venideras. No deja de tener especial in­ p ía de hoy tienen, al menos en parte, un gran interés
terés para la utilización de los documentos el tomar J|É$ra la investigación histórica.
conciencia de este punto de vista. |pp'EL estudio de estos documentos de los siglos re­
Hay varios géneros de documentos. Pues también cientes se encuentra aún en situación precaria. Ello
los testamentos, las letras de cambio o certificados de tan difícil porque sólo a partir del conocimiento
deuda, los poderes, las acciones, son en cierto sentido ^exacto de las negociaciones previas, a veces de larga
documentos, y finalmente uno se ha acostumbrado a Jtllúración, se puéde conocer un par de artículos o de
utilizar la palabra en forma muy general. En el verda­ ¡palabras a causa de las cuales se difirió la negociación
dero sentido son documentos solamente los testimo­
nios solemnes de contratos concluidos y de negocios
jurídicos con inclusión de documentos sobre donacio­
Í ^'ysitan sólo cuando se los conoce se tiene la clave para
'2¡lá comprensión de todo el documento. Así en el Con-
'Iwenio de la Corona Prusiana del 16 de noviembre de
nes, amnistías, documentos de nobleza y otros di­ „JE70 se trata exclusivamente de si debe decir que el
plomas. príncipe elector de Brandenburgo no está autorizado,
Naturalmente que al oír la palabra «documento» ,,/éomo quería el Emperador, o no está aludido, como
pensamos inmediata y primeramente en las piezas es­ >-sé pretendía por parte prusiana, para avanzar sin apro-
critas medievales, que han sido editadas en nuestro ^ bación imperial a la proclamación de la dignidad real.
tiempo en numerosas colecciones. Documentos de pa­ ^íÉste es el punto decisivo: si sólo el emperador puede
pas, de iglesias y conventos, de emperadores, reyes, torgar la corona, o el príncipe elector puede realizar
príncipes, ciudades, etc.
El motivo por el cual se ha aplicado tanto esfuerzo
en estas publicaciones es el de que carecemos o tene­
I n acto soberano, con respecto al cual se pide el reco-
ócimiento del emperador como de cualquier otro so-
.vtórano.
mos material poco satisfactorio junto a las fuentes esto se agrega la dificultad de la fecha. En los
para este período hasta la Reforma, momento en que g^duerdos estatales se trata no meramente de la con-
los demás papeles del archivo comienzan a ser más ;/¿lüsión sino de la ratificación y de su canje, con lo cual
frecuentes, y al hecho de que, al mismo tiempo, en los ;|¿&Lacuerdo es perfecto.
documentos se encuentra apoyo seguro para el cono­ |||ÉoPodemos estudiar la esencia del documento remon-
cimiento de innumerables situaciones jurídicas y de -^áridonos hasta la Antigüedad. Fuera de los ya citados
otro tipo. npÉótocolos que aún existen en original, por ejemplo,
Estos documentos comienzan en la época de los ASSs egipcios, hay también protocolos estatales en la An-
merovingios y longobardos, adquieren poco a poco una "bjfigüedad, en copia auténtica; es decir en forma de ins-
forma constante en la que se manifiesta justamente -M^ripciones. Pues los acuerdos —conservados por los es­
el carácter solemne de su otorgamiento. critores, por ejemplo, Polibio— entre Roma y Cartago
Junto al documento hav el breve, dirigido a pen •mo han sido transmitidos justamente en forma autén-
sonas singulares, con el sello de mano, por ejemplo el JS te, y el acuerdo citado por Tucídides V, 97, entre Ate-
anillo con pez del Papa. Luego las placita, resoluciones <&as> Mantineia y Elis, dél cual se ha encontrado un

68 69
trozo en una inscripción, resulta, cuando se lo compara p e to , monumentos de género peculiar y pertenecen
con esta inscripción, un acuerdo lleno de lagunas. Otra fbr ello al capítulo de los monumentos. Ahí se en-
cosa son aquellos que han sido transmitidos o ligados Rentra un material histórico, que tan sólo se ha ex-
en inscripciones: concretamente tenemos aquí con res­ ilorado en toda su riqueza en el siglo xix.
pecto a Atenas una gran cantidad de documentos rea­ Ite (No todas estas inscripciones ofrecen material his-
les. Pues en este caso, la presentación pública sobre feico; así por ejemplo las frases del Corán en los edi-
una tabla de piedra es el acto de la publicación autén­ feios moros, así tampoco las inscripciones piadosas
tica, tal como se dice en la Lisistrata de Aristófanes, pi las construcciones y tumbas cristianas,
513, en donde en las negociaciones de las mujeres dé fe; Mientras más cercano se esté a los nuevos siglos,
Helas se parodia el procedimiento ático. Se trata de Icos en noticias históricas, tanto más claramente de­
psefismas, contratos con otros Estados, rendiciones de sparece la importancia de la epigrafía, y sólo tiene un
cuentas sobre pagos ya hechos, sobre despachos de exis­ pterés especial, aquí o allí, el coleccionar las inscrip-
tencias, por ejemplo, en el tesoro, en los astilleros, que Ipnes de la catedral de Maguncia o de los atrios de las
realiza la autoridad saliente a la nueva autoridad, etc. ¡pesias de Nuremberg.
También allí tiene el documento la formulación más |^:Para la Antigüedad, son las inscripciones tanto más
o menos esquemática, que es esencial para su legaliza­ ■significativas, en cuanto sobre ellas descansa casi ex­
ción. De Atenas existe este tipo de documentos en una clusivamente nuestro conocimiento del mundo asirio-
cantidad tal que también se puede comprobar este as­ bahilónico, de la historia egipcia y, en parte considera­
pecto importante de su concepción, en los prescritos ble, de la historia griega y romana.
de las resoluciones plebiscitarias, en las fórmulas fi­ ¡|íbc) Obras de arte monumentales y edificios. Mu­
jas para los decretos de honor, etc., etc. Esporádica­ chas de aquellas inscripciones tienen en parte impor-
mente se encuentran documentos de tales actos esta­ ip c ia más o menos esencial sólo en cuanto pertenecen
tales también en otras ciudades griegas y, en parte, fcmonumento histórico en que se encuentran. Así,
puede interpretarse el acto de su formulación por ana­ fer ejemplo, entre los griegos y romanos las innumera-
logía con las áticas. jp s dedicatorias en los templos, en obsequios sagrados;
Entre las inscripciones romanas, el número de los Mjgramas en estatuas o en las columnas de Her-
documentos es más reducido, o más exactamente: hay fes, etc., sin olvidar que los epigramas de las antolo-
sólo ciertas categorías de documentos, por ejemplo, las ips, son copia, en gran parte, de inscripciones reales
tabülae honestas missiones, en considerable cantidad. p los monumentos. Parte del monumento son igual-
A eso se agregan las Consulta, algunas leyes. Y, en ma­ gptite casi todas las inscripciones jeroglíficas de Egip-
yor medida, las dedicaciones, epitafios, índices de toda |p>pues para los fines de la escritura no monumental
especie, y la formulación muy determinada en estas ins­ gMenía allí la escritura hierática y además la cursiva;
cripciones romanas se refiere a puntos de vista dife­ foes, la encórica o demótica.
rentes de los de la legalización como documento. El p La obra de arte es, en tales restos, el monumento
momento especialmente importante para la investiga­ limpiamente tal; en su exposición pretende fijar para
ción es aquí la forma regular de las funciones y ho­ Ipipos futuros el proceso o acontecimiento celebrado
nores, el modo de la indicación de los nombres, la for­ É&s propiamente de naturaleza histórica. El arte es,
ma típica de las dedicatorias, de los elogios, etc. ¡Éysus grandes creaciones, esencialmente monumental
b) Las inscripciones. Lo mismo que aquí, las ins­ g a obra de arte ha de concebirse totalmente sólo en
cripciones son, si bien no documentos en sentido es­ ¡SÉreferencia histórica y en las presentaciones com­

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pletas es tan aprehendible, que resulta comprensible ermanos van Eyck hacia 1400, comienza el gran de-
sin inscripción. Así, por ejemplo la columna de Trajano, lirróllo de la pintura que luego en poderoso movimien-
las esculturas atálicas que perpetúan el triunfo sobre 0 ¡ capta y expone también los sucesos del presente
los gálatas. ístórico. Recuerdo los frescos de la Catedral de Sie-
Y para una comprensión tal habría que considerar hacia 1500, que exponen la vida del Papa Pío II
no solamente a la escultura y a la arquitectura, sino lineas Silvio Piccolomini) y la gran glorificación del
incluir también la pintura. Tenemos poco de este arte apado en las stanzas de Rafael, etc.
en la Antigüedad clásica. Los murales de Pompeya son Y siguen la xilografía y los grabados con pincel para
de tipo sencillo, más bien ornamento doméstico; más ültiplicar las obras de la pintura y para difundirlas
significativos son ya los maravillosos restos de pintura ¿masa. Se conoce la xilografía en ejemplares seguros
de los palacios palatinos. En cambió, sirven aquí como ai desde 1426. El grabado en cobre sigue 50 años des­
sustituto los mosaicos tales como el de la batalla de des, cómo obra en parte de los orfebres. Los agitados
Alejandro en Pompeya (según otros una glorificación ||enlpos de la Reforma dieron a las dos artes ocasión
del triunfo atálico sobre los gálatas) y, ya en el límite una gran influencia política y eclesiástica, con pre­
del final de la Aantigüedad, los maravillosos mosaicos se n cia especial por las exposiciones caricaturescas.
de Ravena, en especial en San Vitale y en San Apolli- ) De modo especialmente fascinante aparece el
nare nuovo, de la época del gran Teodorico. carácter mixto de los monumentos en las monedas, que
El arte de los mosaicos y su continuación en la pin­ demás son documentos, y si alguna rama especial de
tura al fresco que, de origen anterior, se difunde desde monumentos tiene interés para los estudios histó-
el siglo xi más allá de los Alpes, llena al Occidente con féos, es la numismática.
el estilo del arte bizantino, mientras que en Sicilia y Si el carácter de la moneda consiste en que se da
en España comienza a penetrar el de los árabes. Cuan­ Jrpequeño comerció un trozo de metal, en especial ne­
do se echa una mirada a estas basílicas, catedrales, con­ jé,’ acuñado bajo autoridad estatal y como garantía de
ventos y a estos palacios y castillos principescos del jpi- determinado valor, puede afirmarse entonces que
Occidente romano-germánico, con su ornamento de es­ éron los lidios quienes primeramente dieron este
culturas y frescos, con sus puertas de bronce, sus cá­ aso de extraordinaria importancia para el comercio,
lices y crucifijos incrustados dé gemas antiguas, sus f como lo atestigua Herodoto, y ya antes de él Jenó-
casullas y tapices, se adquiere una visión más Comple­ :anés en Pollux IX, 83.
ta del desarrollo técnico y artístico de Occidente. h.No significa esto que ya antes otras naciones civili-
Especialmente digno de atención es cómo muy tem­ daS no hubieran usado metales preciosos en el co­
prano más acá de los Alpes se usa la pintura no sólo erció. En las obras pictóricas egipcias se ve con fre-
para fines eclesiásticos, sino en exposiciones históricas encia entre los tributos una acumulación de anillos
monumentales. De la batalla de Hungría, el rey Enri­ %oro y una vieja noticia indica que se habían servido
que I, cuenta Liudprand, hizo pintar una ^avypacpíá en qlós escarabajos (piedras amuletos) como moneda de
el comedor del Palacio en Merseburg (hacia 930), adeo fbitrio. Los babilonios, que difundieron su sistema de
ut rem verem potius quam versimilem videas. Las tapi­ ''risas y medidas por todo el mundo antiguo, pesaban el
cerías de Bayeux, hacia el 1100, exponen en una serie etal precioso en sus relaciones de intercambio. Los
de más de 200 pies de largo la conquista de Inglaterra Licios inscribían, según antiguo dato, en las barras
por los normandos. Desde 1300, con los grandes frescos éímetal ya pesado (ópe’kícrxoi o ófteXoí) letras que desig­
del Giotto en Asís, con el Campo Sant en Pisa, con lós: n a n números. Tan sólo los lidios, a quienes Herodoto

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llama también los primeros xámQ^oi, comerciantes mi­ |s con el famoso grupo de Harmodios y Aristogeitón.
noristas, acuñaron monedas; no dice desde cuándo; Otro aspecto muy instructivo de este estudio es el
por combinaciones de otras fuentes puede inferirse que amen de las monedas según su valor. La metrología
esto no pudo haber sucedido mucho antes del año 800. bBoeckh suscitó primero la idea del contexto de los
Pues el rey Faidón de Argos, que es tan importante stemas metrológicos de la Antigüedad y su dependen-
para el desarrollo del tráfico en Grecia, acuñó plata, y asde los sistemas babilónicos de medidas. Esta idea
su época debió ser 01 .8 . (y no 01.28). e desarrollada luego por Joh. Brandis y la comprobó
El comienzo fue que sobre un acuñador (de ahí el ©n las monedas, y Mommsem la siguió en su Historia
quadratum incusum de las más antiguas monedas) se da moneda romana (1860) encontrándola después en
imprimió a la pieza redonda de oro o plata una forma peculiar transformación del sistema de libras en Ita-
que se encontraba grabada en el mazo acuñador, una ; y Roma.
tortuga en Égina, un escudo en Tebas, un recipiente en i Con la decadencia del Imperio decae el arte y la
Quios o el signo de la ciudad correspondiente. Al co­ gnificación de los tipos, si bien los de los emperado­
mienzo sin leyenda alguna en su borde, que luego apa­ ra de Constantinopla son mejores que los de los pri­
rece en el siglo vi —de estas leyendas puede deducirse meros reinos germánicos y de las ciudades y obispados
con seguridad la fecha de las monedas de Temístocles fellos.
de Magnesia, las de Alejandro Philheleno de Macedo- Con tanta mayor significación surge entonces la
nia— y que ya hacia 550 tienen forma artística, ele­ ümismática oriental: ya las arsaquides párticas en se-
vada ya en el siglo v a la mayor perfección, especial­ és importantes, luego muy certeramente artísticas
mente en Macedonia, en Tesalia, en Tarento, en Sicilia. monedas sasanidences con las leyendas pehlewi,
Con el cuño oficial de la ciudad o del señor de la ya explicación exploró Justus Olshausen. Siguen los
ciudad, se documentaba que la pieza tenía realmente áños árabes, primero de los califas, luego de las nu-
el valor por el cual se la había dado en circulación; erosas dinastías desde España hasta la India.
el cuño era el documento oficial del valor de la pieza. La numismática medieval del Occidente está aún en
No es necesario exponer aquí en cuán gran medida ala condición, y más aún la investigación de sus va­
la investigación histórica ha tenido en este campo re­ res. Para aquélla hizo un comienzo Lelewel, y ahora
sultados muy positivos. Los reinos indobáctricos des­ pécialmente Dannenberg en Berlín.
pués de Alejandro se pueden comprobar y aclarar ITan sólo con los Staufen comienza de nuevo un ras-
históricamente casi sólo a base de monedas. Los miles jrtartístico (las augustales de oro de Federico II, un
de tipos de las monedas tarentinas dan en sus signos bajo italiano), que se eleva luego con el arte ascen-
una imagen de las industrias de la ciudad (tejedurías, pte a la perfecta belleza del cuño en el siglo xv, en
colorantes, etc.). En las monedas de familias romanas >ecial las monedas del emperador Segismundo. Pero
se conocen los sacra gentilicios. En las grandes mone­ «éstas monedas falta la riqueza de la exposición his-
das romanas imperiales, se posee una cantidad de ex­ deá; siempre son escudos estilizados en tipo alemán,
posiciones que son de gran interés para la topografía émás santos de las ciudades y madonas. Tan sólo al
de Roma, y junto a ello los retratos de los emperadores ál del siglo xv comienzan a verse retratos de cabezas
y sus familias, en gran cantidad. Igualmente importan­ -emperadores, de reyes y de príncipes. Desde enton-
tes para la historia del arte son las monedas de Adria­ s sigue el mismo vacío, y rara vez se ve aquí o allí
no con la cabeza del Zeus Olímpico, de Fidias, las mo io de los llamados táleros históricos. Cierto es que
nedas de Knidos para la estatua de Venus, las de Ate* lado se encuentra el arte de las medallas.

74 75
Antes de entrar a hablar de éstas, cabe hacer dos Las fuentes
§ 24
observaciones referentes a la numismática.
Para nuestras investigaciones no hay nada más fas­
cinante que los llamados hallazgos de monedas, es de­ • En los monumentos, junto a la propiedad de sér
cir, el encuentro de piezas de oro enterradas en masa. testo del pasado, encontramos otra característica más
Cuando se encontraron unos cientos de piezas de oro én el sentido de que estaban destinados para servir de
en una vasija en Prusia Oriental, piezas que son to­ Recuerdo, y que daban una determinada concepción
das anteriores al año tal y tal del emperador Gracia­ de aquello que se quería mantener para el recuerdo, de
no, se logró demostrar a través de qué conexiones íñodo tal que resumiera ciertos momentos o peculia­
peculiares habían ido a parar a ese lugar. Y así hay ridades significativas del suceso externo, en forma ar­
muchos otros ejemplos que permiten conocer diversos tística o simbólica, a fin que el espectador tuviera la
asuntos de nuestra investigación. éórrespondiente representación o sensación.
Una segunda nota se refiere a las monedas de nece­ & La estatua de un héroe o su retrato deben poner de
sidad. Son piezas que en malas épocas, por ejemplo relieve en cierto modo la suma de su ser y su quehacer
durante el sitio de una ciudad o la ocupación de una Históricos en una unidad y determinación fijadas pictó­
provincia extranjera, se expiden por las autoridades ricamente y no tal como él era casualmente en éste ó
dominantes para llenar la falta de medios de pago. Hay éñ aquel momento. La semejanza fotográfica es pura­
miles de formas de cuño de estas monedas. , mente externa y momentánea, es justa pero no verda­
Es fascinante ocuparse con estas cosas. Un paso más dera, pues ella sólo da un momento, sólo Uno entre mu­
es cuando mediante un sello se da a cualquier pieza chos que se complementan y corrigen —el espíritu ar­
de metal un valor fingido, tal como lo hizo Dionisio I. tístico sabe recoger y resumir estos momentos y repro­
Y una vez llegado allí, se halla uno entonces en la ducir de tal manera la esencia verdadera de lo que se
región de «valores» sin valor, que por fin se convirtiei iÉpone o, como decía una vez un pintor: un buen re­
ron en un permanente factor de la circulación moneta­ trato debe ser como un sermón. Es decir, mostrar al
ria, desde la época de los asignados franceses. ■Retratado tal como es o debía ser según su verdadera
e) La exposición emblemática de las monedas, y lésénCia.
más aún de las medallas, se mueve en gran parte den­ -£!>Más espiritualizada aún aparece la contrafigura de
tro de la utilización de escudos de armas, esta simbó­ fio real en las exposiciones simbólicas o alegóricas. Pién-
lica maravillosa que por lo menos desdé hace un mi­ ís'és'e, por ejemplo, en el grabado de Durero de 1513,
lenio está en uso en el mundo occidental. Pues cuando |$E1 caballero, la muerte y el diablo», que es una glori-
se cree encontrar ya tales escudos en el mundo griegoí,' píeáción de Sickingen, del caballero Francisto, como
es porque la palabra se ha utilizado impropiamente, en» ÍWpuede pensarse más bella.
cuanto que allí tales signos eran de especie personal e &L:Mientras más libre sea la exposición, tanto más li-
individual, en tanto que en el escudo propiamente tal ||ré es su conexión con lo fáctico, hasta que finalmente
está dada esencialmente la continuidad de la familia1.? lá música, en la danza, en la arquitectura, se con­
Otra cosa son naturalmente los escudos de las ciudades. g erie en una &í\m<n£, n 0 ya de lo fáctico, sino de la
ffénsación producida por ello. Así la Eroica, que estaba
:¡o ptehsada para glorificar a Napoleón en 1809. Así, para
, , 'v í ¡^"glorificación del poder mundial del Papa, la nueva
coinstrucción de San Pedro según el plan de Miguel
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76
Ángel, cuya soberbia cúpula debía coronar el viejo IfO o de 20 años, más pequeñas en sus dimensiones, si
Panteón en toda su grandeza. (bien. han seguido siendo lo que eran; no es el lugar,
Como se ve, estas exposiciones artísticas contienen finó nosotros y con nosotros nuestra representación
algo irracional e indeterminado; tanto más cuanto más |del lugar lo que se ha transformado.
idealmente ellas procedan. Cuando quieren curarse con De esta situación resulta inmediatamente una dife­
el realismo, caen en el peligro de perder lo mejor. rencia esencial en el ámbito de las tradiciones, entre
Humanamente no podemos aprehender las cosas jas orales y la sescritas. Común a las dos es el que
de manera más aguda y segura que mediante la pa­ pon la traducción de lo que fue y aconteció y que con-
labra y mediante el pensamiento que se mueve en pala­ íiehen esta traducción en la esfera de las representa-
bras, y poseemos las cosas tan sólo claras y determi­ ¡piones. Pero la tradición escrita tiene la ventaja de ha-
nadas en la medida en que las hemos traducido a Jber fijado estas representaciones fluidas en un mo-
nuestro lenguaje, esto es, a nuestros conceptos, juicios, fcihento determinado y, con ello, el haberlas salvado de
conclusiones y al sistema infinitamente flexible y pre­ letras transformaciones.
ciso de nuestro representar y pensar. Corresponde a la naturaleza de las cosas el que con
Así que inmediatamente al acontecimiento, al deve­ ¿respecto a los acontecimientos cercanos y más próxi­
nir, sigue concomitantemente esta traducción en pen­ m o s, la tradición oral sea considerablemente más rica
samientos, y hasta donde se extiende esta operación, íque la escrita. Una parte muy pequeña de lo que, yendo
tenemos y aprehendemos las cosas, vienen a nuestra fede boca en boca, pasa al recuerdo puede ser fijada por
conciencia, han acontecido y están ahí para nosotros. ¡Rescrito. De los acontecimientos del Parlamento de
Sólo que en esta traducción las cosas no siguen siendo ;Frankfurt en 1848 caerá la mayoría en el olvido porque
como eran externa y dispersamente, y esto por cierto ' fracaso de lo que se emprendió allí redujo el valor
que no porque una vez que las concebimos se las orde­ pde los acontecimientos y ninguno de los participantes
ne en contextos, en conexiones causales, en sistemas de ||íiene interés en escribir más en detalle sobre ellos.
ocasiones, fines, condiciones, que no existen por sí, sino Hay que tener en cuenta estos hechos para darse
sólo en nuestra concepción, en nuestra comprensión de |ifeuénta del valor que tiene la tradición oral cuando no
ello, justamente pues gracias a aquello por lo cual po­ (ra acompañada del freno o del límite de lo escrito, que
demos aprehenderles, según la energía demuestras dis­ |se desarrolla rápida y ampliamente desde hace tres
posiciones sensibles y espirituales. * ¡los.
A esto se agrega lo siguiente. Lo que se apropia nues­ W, La tradición oral tiene la tendencia a la simplifica-
tra representación, entra inmediatamente en el contex­ fcón, a conservar de los hechos sólo las cumbres y
to del mundo total de representaciones que ya llevamos pe las personas sólo las anécdotas, a reducir todo a
en nosotros, se convierte en trozo viviente del mismo, Representaciones sencillas, fuertemente perfiladas, plás­
se transforma además con él, según que se reciban micas, a idealizar. Luis XIV queda en el recuerdo del
cada vez más y más cosas nuevas. §|>úblico culto definitivamente como el autor de la frase
Hay que observarse a sí mismo para saber cuán di­ peí Estado soy yo», aunque no hay prueba en ninguna
fícil és mantener precisamente los recuerdos, cómo la liarte de que efectivamente lo haya dicho y no coincida
imagen de lo que se ha visto, se ha hecho o se ha Jpon. sus opiniones históricamente demostradas. Cada
ayudado a hacer, se desplaza y modifica. La casa, la ciu­ pgran ejército tiene de sus héroes su mitología y ésta
dad en donde vivimos cuando éramos niños aparecen s una parte no despreciable de su fuerza moral.
completamente distintas cuando volvemos después de Por importante que sea la diferencia entre la tra-
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ilición oral y la escrita, ella no es de naturaleza esencial, romanas, y cuando las consideramos como fuentes para
mucho menos cuando lo que hace cien o mil años era posas marginales que para ellas eran de escaso valor,
tradición oral nos es hoy conocido solamente porque |q hacemos a propio riesgo. >
entonces fue recogida en escritos. 5 O cuando se quiere utilizar a escritores como Widü-
Otro punto de vista para considerar las fuentes ha kind, Thietmar o Wipo para encontrar en ellos el con-
sido formulado por la llamada Escuela crítica: es el Jpcepto constitucional de los príncipes en los siglos xi
de las fuentes primarias y fuentes derivadas. Se encuen­ i r y xn, se presupone entonces que ellos utilizaron y eli-
tra aquí el supuesto de que la tradición histórica se W gieron sus palabras con exactitud constitucional, aun-
remonta a una primera forma originaria, y que ésta J|'^ue su atención se dirigiera a otras cosas diferentes
es utilizada sólo mejor o peor por los que vienen des­ '8 acluéHa- Podrían servir de fuentes mediatas para es-
pués. No se dilucida cómo ha surgido la primera tra­ |® tós cuestiones constitucionales sólo y en la medida en
dición. ¿Ha de verse como una fuente histórica origi­ í; que se pudiera suponer que ellos tomaron la significa-
naria lo que puede narrar cada uno de los que partici­ Jibión técnica para estas palabras de modo igual a como
paron en una batalla? ¿Qué ha visto cada cual en.su
puesto, tal vez subalterno? ¿Hasta qué punto sabe o
conoce el contexto de todos los momentos de la ba­
S .ellas se utilizaban en su tiempo, y no cón la tendencia
.y de la exposición escogida que las evita de manera igual
;j|;$ como, por ejemplo, evitó cuidadosamente Herodoto
talla?, etc. 'el uso de expresiones oficiales y técnicas y colocó en su
Y más aún: es claro que allí donde la fuente pos­ , lügar descripciones u otros nombres.
terior se muestra como deducida de una anterior, ya no 1 Como se ve, lo que es acertado en esta teoría de
es fuente. Y aun cuando no se pueda mostrar su fuente, .Jilas fuentes mediatas e inmediatas pertenece a otra ca-
ella ha tenido, a pesar de todo, esa fuente y tiene que ¡ 'f .fégoría. En cuanto restos de la época en ía que nacieron
servir de sustituto, sin que por eso aumente su valor. estos libros de historia, contienen por cierto la atmós-
En pocas palabras, este punto de vista no nos propor­ .féra de su tiempo y sus nociones comunes, pero no las
ciona una diferenciación de principio para la variedad -reproducen con la justeza microscópica de la fotogra-
de las fuentes, sino que debe ser situada en la sección sino que, con frecuencia, hablan a propósito de
sobre el procedimiento crítico, en donde habremos de ' panera sumaria.
tratarla. i esencia de las fuentes resulta otra diferencia
Igualmente oscura es la diferenciación entre fuen­ [ ^ ü e es significativa. Si las fuentes son concepciones,
tes mediatas e inmediatas si las mediatas -son aquéllas fJ§$htonces hay en ellas un momento doble, el del que las
que no se quieren presentar como fuentes de aquello ^íi^cóncibe y el de lo que se concibe.
para lo que queremos utilizarlas y traerlas a cuento Las fuentes pueden diferenciarse según predomine
como fuentes. Como puede verse aquí, la diferencia no . i ellas mayor o menormente uno de los dos momentos,
yace en las fuentes sino en el uso que hacemos de ellas. \ Ij^ségún sean ellas más subjetivas o más materiales y ob-
Así, por ejemplo, los Evangelios, en especial los tres pri­ p^fjjetivas.
meros, valen como tradición absolutamente fidedigna Un diplomático tiene la obligación de informar lo
de la vida de Jesús, y a veces dicen algo sobre el censo ^gfnás objetivamente posible, pues las decisiones más im-
romano que es de interés para la Constitución romana J^Uportantes dependen de ello; no puede pasar por alto en
y que puede servir para ordenar algunas cuestiones cro­ b|^|!.ClÚé relación se encuentra un momento singular, que él
nológicas; pero aun cuando esto sea así, los Evangelios gl^bserva desde su puesto, con otras cosas alejadas. Eso
no pretenden ser fuente de la historia y la Constitución «^¿Pódría hacerse quizás en el lugar hacia el que él infor­
80 í 81
ma. Justamente por eso debe tratar de concebir el he­ ano podemos orientarnos sobre la utilizabilidad his-
cho que él ve de la manera más llana posible. Órica de las fuentes.
Ocupa una posición completamente distinta cuando h a) La serie subjetiva de las fuentes.
se siente impulsado a enviar su informe y juicio sobre ,| í Hemos visto que concomitantemente a todo acon-
la situación de las cosas tal como le parecen desde su gcimiento va la concepción del mismo, la traducción
punto de vista, y sobre las medidas que habría que to­ h la representación. Lo que ha visto el testigo y cuen-
mar. Aquí tiene que vérselas también con hechos, quizá a al vecino, se sigue difundiendo, concebido por cada
con los mismos sobre los que ha informado, pero los ¿no a su manera y así contado, y pronto el hecho re-
necesita ahora para fundamentar una opinión, para ulta aumentado por el rumor, cobra un tono peculiar
combinar un plan; ahí tiene él derecho a desarrollar S.se deforma hasta ser irreconocible. En épocas ñus­
su concepción del contexto de las relaciones de que ha­ cadas y literarias hay naturalmente correcciones de
bla. Un memorándum de este tipo puede servir de toda especie y, gracias a la fijación escrita del hecho,
fuente histórica, pero es de género completamente dis­ ¿1 juicio gana espacio para un posterior examen.
tinto al del informe. Donde se carece de estos controles o donde son
flébiles, se desarrolla una forma muy peculiar de la
Y con esto tenemos lo que necesitamos, un princi­ Iradición.
pio para la diferenciación de las fuentes. Un aconteci­ t¡i Encontramos en la Alta Edad Media, en todos los
miento, un hecho, se concibe con el fin de una expo­ países de la Cristiandad, los llamados cantos históri­
sición lo más objetiva posible, esto es, lo más pragmáti­ cos o populares, que representan la opinión pública
ca posible —y por cierto que el acontecimiento puede ’g ;manera muy propia en épocas altamente agitadas,
exponerse o bien según sus momentos externos en el pbre todo, antes de que hubiera diarios impresos. Así
contexto o bien según el contexto interno, causal, es * is Cantos de Maguncia de la época del Emperador Se­
decir, en forma de reseña o de combinación, o bien gismundo, Peter Eschenloer, o los Cantos Suizos de
domina en ella el elemento subjetivo sobre el objetivo. guerra burgunda, el canto de la espada de Ditmar
Pero también hay aquí la posibilidad de una doble for­ Neocorus.
ma: el elemento subjetivo domina o bien porque la I Es una concepción falsa de los cantos populares
excitación de la sensación es más fuerte que lo obje­ ecir que ellos nacen por generatio aequivoca, de por
tivo, lo <pavTa<mxÓ£- más fuerte que el var¡n6%) como, por «Quien nos ha hecho este cántico.» El pueblo con-
ejemplo, en la leyenda popular; o bien pprque lo ma­ ,srva lo que le gusta y modifica: «En la fresca playa
terial objetivo es sólo material y ocasión de otra clase |lSaale.»
de contemplaciones y argumentaciones, como por ejem­ Muchas veces desaparecen estos cantos cbn la si-
plo, en los discursos de Demóstenes o de Edward Bur- ?'ación que los provocó. Otros quedan cuando son
ke, en las comedias de Aristófanes o en la Herniada pilos y expresan talantes populares constantes, así el
de Voltaire. íncipe Eugenio; o a la vieja forma se superpone
Es claro que los escritos que llamamos fuentes no ■ha, nueva figura, como Marlborough.
fuerón escritos con el propósito de ejemplificar uno ;>La manera como son comprendidos estos puntos
u otro de estos géneros, ni se dividen rigurosamente %vista de los cantos ofrece un provechoso conoci-
según estos cuatro puntos de vista, sino más bien se iento de la esencia de la tradición popular.
combinan de diverso modo. Pero estas cuatro formas Y se ve ya a dónde lleva la consideración. Las le-
nos proporcionan un esquema según el cual y de ante* ndas de Dietrich, la Batalla de los Cuervos y el Can-

82
to de Hildebrand se remontan hasta las invasiones Modo trata de exponer su contexto real, y en las que
germanas. Sagas de los godos, de los burgundos y de Encuentra su legalización y justificación. El mito y la
los francos se mezclan completamente en el círculo ll^enda se encuentran, crecen juntos, la historia y la
de los Nibelungos. Y ya antes de las invasiones, estos |$e confluyen y cuando, así mezclados, han perdido la
cantos se hallaban entre los germanos en pleno auge propia significación de su contenido, siguen viviendo
(Tácito, Ann. II, 88: Arminius canitur adhuc barbaras Icomo cuento.
apud gentes). fbí) Con ello hemos adquirido los puntos de vista de­
La forma poética no es esencial: existen estas tra­ cisivos para la comprensión de las sagas homéricas,
diciones en forma llana. Así en Grecia los kóyoi,, que j|fe las alemanas, de las hindúes, de los antiguos libros
Herodoto cita frecuentemente como fuente; y Píndaro, l^áél Viejo Testamento. Así como en los Nibelungos se
Pyth. IV, en donde habla de la tradición sobre Cre- | Compenetran el mito y la saga, el mito de Sigfrido y
sus, Falaris y otros, cita como tradiciones xal kóy101 ^ Brunilda, etc. con las sagas de las invasiones, así tam-
xcd áoi8oLt esto es los narradores de profesión. [ bién acontece en la litada y en la Odisea. Una de las
Pero, por lo general, se prefiere la forma poética tareas más difíciles de la investigación histórica del
y con ello se fija en algo al menos el recuerdo y la ^Antiguo Testamento es la de diferenciar lo que hay allí
tradición. Cierto es que se trata de una fijación que no l;dé mito y de saga; se ha creído demostrar el mito de
llega a la de la escritura; más bien continúan modifi­ ! Sansón y el de Isaac.
cándose estas canciones en la tradición oral. ,'pl Ya en el mito de Sigfrido, que vence a Hagen, sé
En todas estas cosas la concepción es esencialmente ha; creído reconocer la historia sacra del año, el firme
subjetiva. Es irrelevante el que, por regla general, fuera Ciólo -mediante el cual, según la creencia pagana, se
una subjetividad anónima la que se expresara origina­ % cumplía el año. Cosa semejante en el servicio y en los
riamente. En el recuerdo y en las nociones de todos p-|¡oemas de Demeter y Cora, de Hércules y sus doce
los que pertenecen a esta raza o a este pueblo, sigue [ trabajos. Corresponde a la naturaleza del culto cele-
creciendo constantemente con las nuevas nociones, co­ brar la historia sacra de las divinidades en retorno
nocimientos y hasta hechos. Así, en el supuesto Tur- , Cíclico, que por cierto lo hace con cantos y danzas.
pin se recogió, en la época del Papa Calixto II y tal El1«rey de mayo», que aún se celebra en algunas par-
vez por él mismo hacia 1122 en la Leyenda de Carlos, ■tes, es un eco último de esta época pagana como lo
la cruzada del rey. La saga pierde finalmente toda |?"é's la fiesta de San Juan, tal como la utilizó Shakespea-
precisión realista y, ya no preocupada por el con­ fré ’en El sueño de una noche de verano.
texto pragmático y objetivo, se hace cada vez más I ri-S'De tales ocasiones surgieron para los griegos no
poética y más plena de sensibilidad, se convierte cada jp solamente los muchos himnos, en los que celebraban
vez más en profunda expresión del espíritu del pueblo. J L la historia del dios, sino ante todo las celebraciones
Y allí se tropieza con otra serie de tradiciones. Así #1 éii el teatro, que tenían su punto de partida en las pe­
como lo creado exteriormente, traído al círculo de las inas de Dionisos y en el xtopo»;, y en el que luego com-
representaciones se hace completamente subjetivo, así pfpuso Esquilo la Orestiada, que recoge la reforma de
también lo más subjetivo, lo sentido y pensado íntima­ A Areópago, perteneciente al presente, como si pertene­
mente, lo que el alma siente y al alma mueve como c í! feíeraal mito que él trata.
barrunto de lo divino, se expresa y es creída en forma Y de modo semejante, en la Edad Media, los autos
de historias. El sentimiento religioso se proyecta en I Sacramentales de todo tipo, los comienzos de un nue-
la forma de historias religiosas, en las que en cierto * ' VO arte dramático que se desarrolló primeramente en
España, paso a paso, hasta llegar a la perfección en ¿otal, también de la histórica. Es la misma forma como
Lope de Vega y Calderón. Desde muy temprano, la pablaron a su pueblo los grandes oradores de Atenas
Iglesia se esforzó en crear en la ordenación cíclica del y de Roma, por ejemplo Demóstenes en sus discursos
año clesiástico el sustituto de las fiestas paganas. Las qlíníticos; la misma forma en la que predicaron y cas­
historias de los mártires y de los santos, las innume­ tigaron los profetas de Israel, en la que desde los apo­
rables vitae sanctorum tal como han sido recogidas en calípticos hasta los sibilos, en visiones anunciaron el
la gran obra de los bolandistas, las translaciones, es fin de todas las cosas, la cercana llegada de Dios
decir, las narraciones sobre el tránsito de un santo o í^-aquella forma, que luego pasa a los quiliastas de los
de un santuario a otro lugar, son solamente partes de primeros siglos cristianos y que se renuevan en los
la gran mitología cristiana que, no menos que la épica quinquemonarquistas de la revolución eclesiástica en
de la paganidad, resulta ser una mezcla de saga y mito. ^Inglaterra, en el siglo xvn.
Se agregan luego los milagros y las visiones, la flore­ Pienso que si consideran estos ejemplos en su esen­
ciente cantidad de leyendas, todo el culto de María, la cia no se tendrá duda alguna sobre el género de fuentes
formación paulatina de la angelología, las representa­ 2l las que me refiero.
ciones del infierno y del purgatorio —cosas que, cada J d' b) La serie pragmática.
vez más apartadas de las realidades, muestran de nue­ ■f*” El sentido de la expresión «pragmática» es aquí el
vo el mismo reflejo milagroso y prácticamente efectivo. * que tiene en Polibio. Rpáy^ara son los negocios del Es-
Recuerdo el poderoso poema de Dante que cantando ‘tado, y él desea aplicar el ^pótco^- -jipay^aTUÓg- en contra­
con plena fe y con la más plástica fuerza de la visión ía posición a los escritores retóricos y divertidos habitua-
lo que es el infierno, el purgatorio y los cielos, se | | ^lés así como también en contraposición a los narrado-
encuentra, sin embargo, en medio de la historia de su p-res,-de cosas legendarias y míticas (Pol. V, 1; IX, 2).
tiempo, en los acontecimientos del presente que le tocó ^Pragmática es para él la exposición adecuada al nego-
vivir. |*’;éio y a la cosa.
Justamente en este poema emerge de forma clarí­ |r Pragmáticas llamamos entonces a aquellas fuentes
sima el otro aspecto de la concepción subjetiva. En la | que muestran el propósito de ser lo más adecuadas
gran tensión y emoción de este su espíritu, las histo­ ^posible a la cosa, y esto o bien en dirección del decurso
rias santas y profanas, las tradiciones de la Iglesia
y los dolorosos recuerdos de su propia vida política
son para él sólo el material y la fórmula para exponer
¡ |Exterior, sin preocuparse de motivos y sensaciones, o
Iadecuadas a la cosa según la relación interna de causa
|hy'.efecto, de medio y fin. Evito cuidadosamente la ex­
sus propios y más profundos pensamientos y especula­ presión «objetiva», porque ella conduciría a una con­
ciones y colocarlos con todo el fervor de hechos vivi­ cepción totalmente errónea. Primero hablemos de esto.
dos, como algo irrefutable. Cierto que el poema es En su modo frecuentemente paradójico, dice Les-
una fuente histórica de alto valor, pero es una fuente iñg que sólo merece el nombre de historiador quien
en la que todo lo fáctico no sólo se encuentra colo­
reado subjetivamente, sino que, en general, pretende
presentarse como hecho del mundo interior del poeta.
Í scribe la historia de su tiempo y de su país, porque
ólo allí puede aparecer como testigo. Esto era la ex-
^ipresión de un escepticismo considerablemente banal.
Se comprende así a qué tipo de fuente llegamos. Se » ssing quería decir que puesto que se había encon-
trata de aquellas en las que la contemplación se ocupa ■jjltfado en la tradición tanta cosa enrevesada e insegura,
con las cuestiones eclesiásticas, políticas y sociales de ^iJse podríá hablar por fin con seguridad sólo de lo que
su tiempo, para elucidarlas a partir de su concepción pcomo testigo de vista y de oído se podía garantizar.
86
Lessing recordaba apenas lo infinitamente poco que qiié reproduzcan correctamente aquello que, desde su
ve y oye el individuo y que este poco, además, es proba­ ppnto de vista, había que oír y ver.
blemente lo insignificante, tanto más si el que escribe m : Tendremos que tomar en consideración otro punto
no ve y oye estando, como César o Federico el Grande, de vista para poder obtener un panorama de la serie
en una posición especialmente alta y en medio de las pragmática de fuentes.
cosas que acontecen. Y también éstos deben confiar en
informes que se les dan, cuando hablan de una batalla, En la serie primordialmente subjetiva se podría con­
de una negociación, de una medida y sus consecuencias; siderar como decisiva una cierta colaboración espontá­
y estos informes no son una reproducción de la reali­ nea de la sensación, una necesidad de manifestar lo
dad, sino que cada palabra y cada frase es ya un epí­ qtie mueve el alma. Quien ha hecho tal logos, quien ha
tome de una cantidad de exterioridades que resume el ¿^inventado tal canto, tenía a la vista menos el hecho
informante y cada informante lo hace, además, desde -que había vivido que el interés de contarlo con partici-
su punto de vista y algo diferente. Los infinitos suce­ , pación personal y de la forma más atrayente; frente
sos singulares que en conjunto constituyen una bata­ ’<a la emoción de su talante, a su propósito de despertar
lla no pudo comprobarlos tampoco Federico II de modo 'érí el oyente el mismo talante, pasaba a segundo plano
tal que no se difundiera una cantidad de datos diver­ í ía corrección dé la narración.
gentes sobre la Batalla de Kolin, datos proporcionados . En las fuentes pragmáticas, el propósito está diri­
por sus generales, especialmente desde Dessau, para gido al conocimiento de la cosa y a su comunicación y
no hablar de los datos de sus enemigos; pero en rasgos ^sto es para ella lo determinante desde el principio. Y
generales es clara la marcha de esta batalla. He tenido qsí esta finalidad nos dará por resultado las diferen­
en mis manos muchísimos informes de oficiales pru­ cias esenciales para esta serie de fuentes. Será rele-
sianos del Cuerpo de York, así, por ejemplo, los que \r yante saber si la comunicación estaba destinada para
se refieren al combate en el Katzbach: primero tres, J qjio, para pocos ó para todos, si para fijar el propio
cuatro de los jefes de la brigada; de éstos hizo hacer í recuerdo, o para el mundo de sus prójimos o para
York por sus ayudantes el informe de su Cuerpo; se | %tlá posteridad, si para enseñar, para aplicación práctica
agregaron otros informes de los otros Cuerpos de Sac- '••o,para divertir.
ken y Langeron; éstos no sólo se contradecían parcial­ f y b"-1. El motivo más próximo y más natural para es-
mente entre sí, sino que los rusos habían mentido aquí , cribir es el de dar noticia epistolar a otro sobre lo
y allí; pero, por consideraciones políticas, Müffling tuvo \ "B visto y oído, cuando esto no puede realizarse oralmen-
que hacer el informe general en beneficio de los ru­ f Y con ello hemos caracterizado una serie de fuen-
sos, y la batalla se llamó a causa de Sacken la de Katz­ que tiene extraordinaria significación: la& cartas.
bach, aunque el combate se efectuó en torno al fogoso : ~W* *El valor de la carta depende primeramente del ta­
Neisse. Así pasa siempre que se pueden constatar las lento y de la posición del que escribe; pero no sola­
tradiciones. La exposición siempre cada vez más inse­ p a mente de esto sino, en cierta forma, de la posición y
gura mientras más detallada sea, o dicho correctamen­ ''de los intereses de los destinatarios. ¡Qué diferente es
te: nó en el detalle y en la visibilidad del detalle se ¡Schiller en sus cartas a Goethe y en las cartas a W. von
encuentra la verdad de las cosas. A diferencia de ló ’Humboldt! Y cuando la carta va más allá del ámbito
que dice Lessing, no son los testigos de vista y de oído 4dé la correspondencia privada, cuando está dirigida,
quienes garantizan la verdad de las cosas; basta con J dentro del marco del servicio público al jefe del ejér­
cito, al primer ministro, al soberano, adquiere un ca-
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rácter totalmente distinto y se convierte en una parte ór debajo, en la correspondencia privada. Esto hay
de los negocios. que saberlo para poder valorar la correspondencia de
El inmenso campo de la epistolografía se extiende, óhánn de Witt o la de Nikolaus Heinsius o la del Du­
desde las más insignificantes trivialidades, hasta las de de Wellington.
piezas más importantes. El que Lutero, Melanchton y i En otro tipo de interés para la crítica de fuentes
los otros reformadores mantuvieran correspondencia encuentran ciertas cosas de la época de Alejandro
entre sí, permite que emerja ante los ojos la concep­ *agno. En la investigación sobre las fuentes para la
ción viva de la época. Cuando se tienen las cartas de historia de Alejandro Magno he indicado que el mate­
Eneas Silvio, del Poggio, del siglo xv, y se dispone de rial del que están escritas las primeras fuentes sobre
otras correspondencias de la época del Concilio de las campañas de Alejandro son probadamente cartas,
Constanza y de Basilea, de la colección de Marténe y partas de él y a él, de las cuales algunas pueden demos-
Durand, se posee con esta concepción inmediata, cierto rarse como tales, y algunas de las cuales se conservan
que parcial, un material histórico sumamente instruc­ eií la forma de inscripciones (por ejemplo, sus órdenes
tivo. Y tales cartas se remontan hasta San Bonifacio, para la recuperación de los exiliados helenos). Y Es­
hasta el Papa Gregorio Magno, hasta los libros Variae quines cuenta de Demóstenes que en la época anterior
de Casiodoro XII. Se puede comprender lo que signi­ Ja batalla de Issis, cuando todos esperaban que el
fica la colección de epístolas de los Monumento. Ger- ^pequeño ejército macedónico fuera aplastado por los
maniae histórica que edita Wattenbach. ^cascos de la caballería persa, éste, Demóstenes, entró
También hay excelentes colecciones epistolares de ¿sorgullosamente en la Ekklesía y triunfante llevaba en
la Antigüedad: de la romana, las de Cicerón y Plinio Cada uno de sus dedos una carta. Ocasionalmente nos
el Joven; de la griega, cartas de muchos estadistas fa­ ^enteramos que diez años antes, el estratega Timotéo
mosos, filósofos, oradores, etc. Pero, la mayoría son llevó a la guerra a Isócrates para que escribiera las
falsificaciones, como ha quedado fuera de duda desde vpártas al demos de Atenas, y Tucídides, VII, 10, men­
las investigaciones de Bentley sobre las cartas de Fa- ciona las cartas que escribió Nikkias desde Sicilia a
laris. Jos atenienses. Sería de gran interés recopilar lo que
Dos cosas han de tenerse en cuenta aquí. Primero, £n tales cartas puede comprobarse y conocerse aún de
que las cartas por su naturaleza pueden pasar a la serie lá época griega y helenística á partir de nuestras faen­
de las fuentes subjetivas cuando se satisfacen en emo­ es de la época romana.
ciones y consideraciones privadas, como, por ejemplo, J.' 2. Un segundo punto de vista es que realmente de
las maravillosas de Madame de Sevigné de la época de áte tipo de cartas se desarrollaron los periódicos. Con
Luis XIV o las cartas de Rahel (Varnhagen), y es muy líos me refiero a ese tipo de noticias que Sajo este
significativo que precisamente al final del siglo xvm título se encuentran en nuestros archivos desde el si-
se tuviera preferencia por las novelas en forma de car­ “lo xvi primero y especialmente, en las grandes plazas
tas (Clarissa, de Grandison). ¿lé'comercio como Venecia, Augsburgo, Danzig, Lübeck,
Por otra parte, las cartas privadas de Jos ministros (también Praga, Roma, Florencia, etc., en los despa­
ingleses y holandeses son bien notables: la Constitución chos de grandes comerciantes, a donde llegaban noti-
de la República y de la Inglaterra parlamentaria hace ias de todas partes a amigos y compañeros de negó­
imposible que se trate lo más importante y lo más lo s, pronto también a personas de la corte. Así, por
secreto en las correspondencias oficiales; un recurso Jémplo, conozco este tipo de noticias de la empresa
entonces es comunicarse estas cosas, en cierto modo Joh. Jacob Fugger al príncipe elector Federico el Sa­
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bio y a sus sucesores. A fines del siglo xvn, este envío *t¡Siguiendo los periódicos podemos dar un paso más
de noticias se organizó completa y regularmente en la delante. Desde que la censura observó más agudamen-
casa Fugger (una colección de vários decenios de tales Tos noticiarios, muv poco después de la Paz de West-
noticiarios fucarenses se encuentra en el Archivo de lia, adquirió nueva importancia el viejo hábito de los
Weimar). Con la Reforma, estos noticiarios se editan bticiarios escritos; así ya el conocido Abraham Wic-
ya como hojas volantes sobre las Dietas Imperiales, hefort en la época de Johann de Witt. Si bien los
los diálogos y conversaciones religiosos, sobre aconteci­ seritores de noticiarios no podían escribir todo e im-
mientos de guerra, lo que se ve en Sleidan, quien tiene ¡rimir lo mejor, compusieron eso sí junto a sus noti-
sus noticias en buena parte de estos materiales. Luego, iarios, noticias escritas que luego enviaban semanal-
en Venecia y durante la guerra contra los turcos en ' ente en un sobre a los príncipes, magistrados, etc., por
1550, se decidió que las noticias que iban llegando con­ J na suma de dinero, como por ejemplo Rousset, Ro-
tinuamente se expusieran en un local, al que se entra­ Haue, Gareis, Mórlin, Hamon, etc.
ba pagando una gazetta. El periódico en el sentido Durante el sierlo xvn se convirtió en hábito prefe­
moderno surgió dé estos impresos volantes, cuando rido el escribir folletos políticos en la forma de cartas
estos impresos aparecieron en serie regular cada día 4ára hacerlas conocer del público (Lettre d’un gentil-
de entrega de correo, generalmente los jueves. El pri­ bmme o Lettre d'un Hollandois á un ami, etc.), una
mero de estos periódicos que hasta ahora se ha com­ %specie de disfraz que tenía la ventaja de permitir es­
probado es la «Relación de las historias importantes cribir individualmente y desarrollar un punto de vista
y memorables» del año 1609, de Viena, que se encuen­ .arcial. No solamente en la literatura inglesa se en­
tra en la Biblioteca de Heidelberg, son 115 hojas en 12, centran semejantes escritos de los más famosos hom-
es decir, números semanales, y cada uno de los ar­ ¡jkfes de Estado, Walpole, Chesterfield, Bolingbroké,
tículos comienza con «Noticia de Praga, de Londres», Jítcétera; Federico el Grande escribió él mismo casi to­
etcétera, con la fecha. En dos decenios se convirtió esto pos los informes de las campañas en las dos guerras
en algo general, como título en Holanda; en Francia é-Silesia y, por cierto, en forma de Lettre d'un officier
se prefirió el de Mercurius, y en Inglaterra y en Holan­ prassien á un de ses amis, y estas cartas son la fuente
da también el de Courant. lás segura sobre estas guerras.
Tiene especial interés saber que ya en Roma desde 3. Gomo una forma más de estas comunicaciones
la época de Cicerón hubo una especie de periódico, .■finieras e inmediatas se pueden citar los diarios pep­
primero las acta diurna tam senatus quam populi (Sue- énales en sus más variadas formas, comenzando por
tonio, Caes. 20), así como desde la monarquía, las acta aquéllos que se hacen por interés personal y con par­
urbana. Como fuentes son, por cierto, especialmeiite cialidad subjetiva, hasta aquéllos que, con la mayor ob-
importantes. * tlvidad posible, registran los acontecimientos coti-
La misma necesidad fue la ocasión de la edición de . fonos tal como se hace en los boletines oficiales y
las scprpEpíSes* en el campamento de Alejandro. Probable­ üé por eso dentro de las fuentes pasan al campo de
mente hubo informes sobre sucesos militares, dél mis­ os restos de negocios. Aquí siempre el fin esencial es
mo modo como se informaba sobre sucesos de la corte de fijar lo que pertenece al momento fugaz, el hecho,
del campamento, quizá en las cartas a Antipatros, que ^situación, la sensación o concepción, tal como era,
se mencionan ocasionalmente y que luego fueron comu­ lates de que aparezcan, modificándolos, sucesos o im-
nicadas por mensajeros regulares (Pví&'toqjópoi) también fésiones posteriores.
a los sátrapas y a los estrategas. M •■■Es natural que el interés de tales diarios sea tanto
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mayor mientras más amplio sea el horizonte de quien fe en los siglos xiv y xv, la costumbre de registrar to­
los escribe, mientras más agitada sea la época en la los los sucesos y decisiones de los consejos y de la
que se escribe, mientras mayor sea su importancia y fnmicipalidad, para poder consultarlos con fines prác-
su actividad en la época. El hecho de que Leopold von jicos (los papeles sirven de testigos). De tipo completa­
Buch haya escrito su diario desde 1674 a 1683, en la mente distinto son los libros imperiales del margrave
cercanía personal del Gran Príncipe Elector, pone de pbrecht Achill. Y sigue así la serie hasta los libros de
manifiesto cuán importante es que se haya conserva­ pdenes y consignas de los regimientos, de los que, por
do. Justamente cuando estos diarios están dirigidos Ijemplo, podemos obtener las noticias más importan-
hacia un determinado interés como, por ejemplo, el Jlsv y en parte las únicas, sobre la historia militar in-
diario militar del coronel von Schack durante los años prna durante el reinado de Federico el Grande,
1812-1815 y el del conde Friedrich Dohna de la misma fe-4.; A los diarios pueden agregarse, como una cuar-
época, que he podido utilizar para la biografía de Yfork, Jp forma de noticias inmediatas, las crónicas, que po­
son justamente más instructivos. pemos resumir como libros de la época. Si las cartas
Mientras más temprana sea la época a que perte­ Itlos diarios se caracterizan porque la persona o las
necen, tanto mayor valor tienen para nosotros. El dia­ personas que los escribieron o hicieron escribir que­
rio de Leo von Rossmital, yerno del Rey Podiebrad, dan que se conservara lo que les importaba personal­
sobre el viaje de este joven magnate a través de Ale­ mente en su círculo profesional o de negocios, las cró­
mania, Burgundia, Inglaterra, Francia y España pro­ micas tienen otro horizonte. Desean conservar y mante­
porciona una cantidad de noticias del más alto interés. ner lo notable que ha sucedido o acontecido y, por
Del mismo género es, para referirnos a la Antigüedad, el fiérto, de modo esencial según la sucesión del tiempo
diario de viaje de Nearco, que llevó la flota de Alejan­ ^ a l menos, la sucesión de los años.
dro desde el Indus hasta el Eufrates y del que se con­ En la forma más sencilla esto lo muestran los índi­
servan fragmentos en el Indica de Arriano. Y sin duda, ces epónimos de los reyes asirios, que George Smith
al Anábasis de Jenofonte, como lo muestran indudable­ 'litó tomándolos de las Tablas de Korsabad: cada go-
mente noticias sobre estudios y otras cosas más, sub­ ierno de un rey tiene para la duración del mismo, para
yace un diario que fue escrito durante la marcha de |4da año, otro epónimo, por orden de los altos fun­
los 10.000. cionarios de la corte, los gobernadores de las provin­
Para otra serie que corresponde aquí puede servir cias, etc. Y en cada año se agrega qué pueblos o ciu-
de punto de partida un ejemplo de la Antigüedad. Ipdes fueron sometidas.
El rey Antígono el Tuerto, sorprendía a los envia­ Indudablemente tuvo Egipto en más de un templo
dos que lo visitaban por el recuerdo exacto de que ellos n modo semejante apuntes cronológicos y no solo jero-
le habían visitado ya hacía 10 y 20 años, que habían líficos, de los que conservamos varios, sino hieráticos
tratado esto y aquéllo con él, y que se les había dado peritos en papiros. Los ávaypatpaí ya citados de Tebas
ésta y aquella respuesta. Él tenía íiTOjivifaxaTa, apuntes, ¿ Heliópolis son de este género y contienen evidente­
sobre todos los sucesos de negocios y los leía antes de mente esos agregados históricos, como se puede dedu-
las audiencias para saber lo necesario. ,ír> de los fragmentos de Maneto, concretamente del
Cosa semejante se repite en las más variadas formas' psephus Contra Apion. Del mismo tipo son los Libros
Así, los libros de registro de las entradas y salidas de e;los Reyes y así surgieron también las crónicas del
los gabinetes principescos; o los libros de las diversas , tiguo Testamento,
casas patricias de Nuremberg, Maguncia, etc,, freeuen- fi Pues allí como en otras partes no se tenía otra es-

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pede de cronología —me refiero a la de la cuenta de 3—, en la época de Varro y de Cicerón ya no se tenía
los años— sino la de los gobiernos de los reyes, cuyos fpriginal, sino copias, entre otras la escrita en cuero
años singulares se contaban por la serie. ¡¿lo en el templo de Juno Moneta. Es posible que en
Cuánto esfuerzo ha costado a los pueblos llegar a viejo líber annalis se encuentren registrados breve­
una forma más o menos torpe de cronología se ve en los mente qué tiempos, triunfos, pestes y cosas semejantes
griegos. Cada ciudad contaba para sí según tales epó- eúrríeron en cada año. Y es posible también que otros
nimos, sacerdotes, reyes, arcontes, pritanos, etc. Había ggistrados, como los ediles plebeyos, y también otras
índices de tales epúnimos que, sin embargo, mientras fmilias, hayan hecho apuntes de este tipo. Todas estas
más se remontaban al pasado tanto menos segu­ sas no están suficientemente aclaradas. En todo caso,
ros eran. Tenemos conocimiento de tales naXoaoTráTí] ^primero en intentar en Roma narraciones en verso
ávaypacpñ de los reyes espartanos, del índice de las sacer­ forma de anales, fue Fabius Pictor en griego, en la
dotisas de Hera en Argos; en ellos pueden hallarse re­ egunda Guerra Púnica, Nevio y Ennio luego en latín,
gistrados quizá algunos hechos históricos. Pero difícil­ ¡ie después se desarrollaron hasta la perfección en los
mente pueden ponerse en relación con ellos los llama­ |¡¿les de Tácito.
dos oí c' ^Tog- TcpauTÓp-sva ypáxpovTEg-, como dicen los gra­ fíPero, al mismo tiempo, se conservó la vieja forma
máticos (&pog- dicen los joñios de Asia por &pa, Xpóvog-).' Jendaria, y ella dio por resultado de modo peculiar
Pues el horógrafo más antiguo que conocemos, Carón comienzo de las crónicas medievales, tal como lo ha
de Lampsacos, no es más viejo que las guerras persas. ^mostrado Mommsen en el cronógrafo de 354. Este
Y lo que ocurre en los posteriores, como Diodoro o glendario romano de la época imperial contiene el ca-
Diógenes Laercio con tales breves noticias cronicales, ‘" dario anual, los fastos consulares hasta el 354 , el
no proviene simplemente de llanas y viejas crónicas,; ¡culo de las tablas pascuales hasta el 412, el índice
sino de obras tabularías de la época de Alejandro, como g los prefectos de la ciudad, las muertes de los már-
se sabe que Apolodoro escribió una obra tal y cien’ ?es, etc., y, finalmente, la crónica del mundo de San
años antes fue empleada en el mármol Parium, sin’ cónimo. Bajo esta forma pasó el calendario al uso
duda para uso escolar. Un tipo de crónica ática se ‘j las iglesias y conventos y sirvió de fundamento para
ensayó tan sólo en la época de Demóstenes (Androtion), i; clase de registros y apuntes que se necesitaban
cien años después de Filocorus. n fines prácticos y eclesiásticos.
No menos grande fue en Roma el problema de la* (Continuando esta obra calendaría romana se desa­
fijación cronológica, y los índices consulares usados? bollaron luego las crónicas, en cuanto se agregaron
para ella se hallaban ciertamente en desorden a causa frito otros acontecimientos, como los de la ^corte y
de la oscilación enorme en los comienzos de los años, ¡Estado de cada año y, poco a poco, se hizo esto
de modo que hasta la Tercera Guerra Púnica, en que se; 'n mayor detalle. Y no era nada sorprendente que
comenzó a hacer índices firmes, se acudió a diversas? •^convento pidiera en préstamo la crónica de otro
interpolaciones y semejantes medios violentos. Cierto; pyento, la copiaba y luego la continuaba por cuenta
es que se tenían los anuales maximi, que registraba el pia. Muchas de ellas, especialmente la Crónica de
Pontifex Maximus, es decir las tablas mensuales, el ca-> ‘kkehard del convento Aura (Chronica Uraugiensis
lendarium, y las tablas anuales, líber annális (Momm- % 1110 ), pasaron a ser auténtica historiografía.
sen: «el libro de la ciudad»), y en ellas los cónsules? ¿pe esta forma antigua de la crónica se diferencia
anuales. Pero si el original no sucumbió en los llamados ipsterior que va configurando en las ciudades. Co­
incendios gálicos del 399 —pues Roma no ardió enton- briza en Italia hacia 1250 con Villani, en Alemania

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aproximadamente en 1300 con la Crónica estraburguesa ás importantes comunican lo que vivieron en la ac-
de Closener y con la Crónica alsaciana de Jacob Twin- ’ón. Esta especie de exposición aparece tan sólo cuan-
ger von Koenigshofen; luego siguen las de Lübeck, Co­ 0 hay una vida pública que otorga significación e im-
lonia, Berna, Magdeburgo. Ya el que ellas no sean es­ brtancia a tales exposiciones especiales, aunque el in­
critas por clérigos sino por escribientes de la ciudad dividuo crea que justamente su horizonte es especial­
y luego el que en ellas se centre el interés en la ciudad mente fascinante y su personalidad especialmente dig-
y en los alrededores, les da un carácter diferente. Tam­ k de atención, o cuando su propósito se justifique y
bién pasan a ser auténtica historiografía, por ejemplo, plique de alguna manera o se desee legar los hechos
la excelente Crónica bernense de Conrad Justinger; é una manera especialmente perfilada. Aquí es el na-
pero poseen el interés y la ventaja de tener un hori­ ador el centro de la narración; su interés es la cate-
zonte cerrado y un punto de vista parcial dentro del p ría según la cual se hace la composición.
ámbito de intereses de la ciudad. V Es significativo que esta forma de exposición apa­
Al lado de las crónicas aparecen durante toda la ciera primero en Grecia, en la época de Pericles y
Edad Media producciones históricas más libres, llama­ los sofistas, con los ‘YTwpvTrpaTa de Chios y que con-
das a veces anales y otras historiae. Fueron suscitadas nuara hasta Aratos; en Roma fue intentada primero
por los modelos de la Antigüedad romana, y en parte ¡br el viejo Catón con el título de sua vita, que sigue
los imitaron, en especial a Suetonio. En parte se trata asta en la época imperial, y que se renovó en la época
del simple fin de obtener con ellas panoramas histó­ Jfl mundo altamente culto del Islam tardío —pienso
ricos como Paul Diaconus en la época de Carlomagno; n las excelentes memorias del Sultán Babar hacia
al que subyace Eutropio, y, donde termina, continúa Ú0—. Por mucho tiempo faltó esta forma en la Edad
como puede y continúa luego a Landulfus Sagax hasta edia occidental. Pero, en cierto sentido, se podría con-
el año 820. En parte desean presentar la historia de un ?r aquí la Antapodosis del obispo Lindprand, en la épo-
pueblo o reino determinado, como lo hacen el mismo j ; de Otón I. Después aparece en los países románicos
Paul Diaconus con la historia de los longobardos, Gre- l |sde el siglo xiv. Concretamente comienza en Francia
gorio de Tours con la historia de los francos, Jordanes n la Chronique de Froissart sobre las guerras in-
con la de los ostrogodos. En parte son determinadas ésas del siglo xiv y luego se desarrolla completamen-
épocas las que son narradas en forma de anales, como *en Philippe de Comines, hacia 1480, en la serie de
Flodoardo, quien narra detalladamente en sus Anales émoires, que a partir de ahí se continúa cada vez más
la historia contemporánea desde 919 hasta 986. j liberante y con los más variados matices, tendencias
Naturalmente que las noticias de las crónicas y “también, falsificaciones.
Anales tienen menor valor en la medida en la que los 56. Cerca de las memorias está el caso en el que
autores se encuentran alejados de las cosas de que in­ mbres importantes no ofrecen sus memoriales, sino
forman y de las que se hallaban lejos, tanto por su épo­ > exponen la historia de su tiempo desde su punto
ca como por su situación social; y tienen tanto mayor fyista tratando de poner en claro las cosas que vi-
valor cuando estaban cerca de lo que aconteció y cuan­ jron, y que en parte quizá condujeron, según sus co­
do quizá jugaron allí un papel. cimientos y su opinión. En el máximo lugar de esta
Así adquirimos dos formas más de fuentes, las dos está Tucídides; a ella pertenecen Polibio, los
para ilustración del mundo contemporáneo y de la níentarios de César notoriamente tendenciosos. En
posteridad, que ellos buscaban o aseguraban buscar. fina era usual la expresión historia para esta clase
5. Por una parte los memoriales, en los que perso- ^exposiciones, tal como Gellius, en Noct. att. V, 18,

89
la diferencia de los anales: historia earum rerum, qui- ues a veces se encuentra allí una tendencia política
bus rebus gerendi ipse interfuerit is qui narret. eclesiástica que intentó realizar las combinaciones
Lo esencial no es aquí el bello ,estilo y la dudosa como en gran estilo la historiografía del Antiguo
fama del arte histórico, sino la objetividad y el cono­ estamento— y otras, el interés de la historia universal
cimiento profundo de las cosas tratadas. n colocar en primer plano el contexto lo más completo
7. Si antes habíamos comenzado en la serie de las visible que sea posible, como en Diodoros Siculus
fuentes que hemos llamado pragmáticas con los infor­ o se unen a ello tendencias patrióticas y nacionales
mes sencillos y lo más posible adecuados a la cosa y bmo en Tito Livio o en la historia de Europa desde
habíamos designado su última grada como la serie 89 hasta 1815, de Thiers, cuyo fin había vivido siendo
mixta, aquélla, en los que se exponen los hechos se­ uchacho. O aparece preferentemente el interés en la
gún su relación profunda, según sus grandes fines o Versión docente o de la docencia grata, como en el
tareas, puede comprenderse que las obras de hombres kso de Voltaire o se juntan todas estas orientaciones
de Estado y de guerreros se encuentran ya en tránsito al como, en general, lo hace la producción de épocas
de ser así: no pretenden solamente informar sobre he­ ás recientes.
chos, sino también exponer su significación, su con­ ^Hablaremos de todas estas formas en el capítulo
texto, su contenido propiamente histórico. obre la exposición o presentación,
En los ejemplos citados lo hacen los que escriben i Es natural que con el aumento de la necesidad de
según su propia experiencia y, en cierto modo, conti­ iiltura y formación, el material histórico sea elabo-
nuando su actividad práctica; son fuentes para noso­ Édo cada vez más, se haga cada vez más convencional,
tros porque expusieron las cosas según su conocimien­ jhta que al fin, en lugar de la visión histórica viva
to de ellas. parece una real fable convenue. De modo semejante,
Pero en forma semejante y también combinando i hemos podido observarlo, elaboró el mundo griego
pueden proceder y exponer quienes estuvieron alejados materia histórica y la comprimió cada vez más hasta
de las cosas. Sea que se trate de la historia de su tiem­ Éé por fin los más simples e incoloros manuales esco­
po o la de un tiempo ya pasado hace mucho, el valor cés bastaron al interés cultural, de modo igual a
de sus exposiciones descansará siempre justamente en émo en la época romana escritores como Floro y Eu-
estas combinaciones, ya que no exponen lo propio y lo pio dieron las equivalencias sumarias de la gran
que ellos han hecho, sea que estas combinaciones resul­ istoriografía de la época de la República y de Augus-
ten del estudio erudito o de la evaluación de nuevos Son los últimos y más decadentes epígonos de la
materiales, que hasta entonces no se habían utilizado, ^sideración histórica, en los cuales ya no se habla de
o de archivos, documentos, restos de otra especie, etc., ' •contextos reales y de su comprensión y tampoco
y que pueden valer como fuentes nuevas. lia investigación sobre ellos. No es necesario hablar de
En este campo se encuentra la gran masa de es­ actual enseñanza de la historia, tal como se la suele
critos históricos que, de valor muy desigual, juegan flsiderar hoy, es decir, como parte de la cultura
para la investigación un papel muy diferente al de las' heral. Es una confusión grande la de nuestras escue­
fuentes. En ellos lo importante no son las combina­ ce instituciones culturales la de creer que semejantes
ciones, es decir, las concepciones que tuvo el autor, ocimientos esquemáticos y superficiales forman
sino los materiales que se han combinado, y uno trata te de la cultura general y puede contribuir a la
de conocer la finalidad de estas combinaciones en la ltura.
medida de lo posible para poder desbrozar el material. La esencia de la cultura y la significación de la

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historia para la misma se encuentra en otro punto muy s llamadas fuentes que nos han sido legadas de la
diferente. La cultura no es en modo alguno idéntica ntigüedad. La historia de la Reforma de Ranke, na­
con alta cultura técnica y opulencia económica; su cida del estudio de muchos archivos, contiene no sola­
naturaleza es esencialmente ética pues se basa en que mente en material mucho más de lo que proporciona
aprendamos a comprender y valorar lo humano. La .j. excelente Sleidan, contemporáneo de la época de la
comprensión de las situaciones y configuraciones hu­ eforma, sino que ve panorámicamente y desarrolla
manas de nuestro tiempo, de su contenido y de su sig­ qs contextos políticos de aquella gran época, mejor
nificación, se profundiza en la medida en la que las más, seguramente que lo que pudo suponer alguno
comprendemos en su ser históricamente devenido; y e los que vivieron entonces,
esta más profunda comprensión es lo que da al hom­ m Lo puede hacer mediante el tratamiento metódico
bre culto su mayor peso en comparación con la masa ’e la tradición histórica conocida. En su historia de
tosca y de la elegante tosquedad. orna, Niebuhr no utilizó mucho más que el conocido
Todo presente necesita reconstruir para sí su ser ivio, Dionisio y la literatura corriente; pero su gran
devenido, su pasado, es decir, comprender, a la luz ^rotundidad histórica y política, su arte de interrogar
de los conocimientos adquiridos, en cierto modo des­ Js fuentes, su arte maestro de la interpretación de si-
de un más alto punto de vista y con un horizonte más ilaciones y condiciones políticas, le permitieron des­
amplio, lo que es y ha llegado a ser. abrir y mostrar cosas, de las que Livio y sus contem-
Pero es cierto que mientras más lejos estén de no­ bráneos no tenían sospecha alguna. Lo que Ranke,
sotros las cosas que tratamos de comprender, tanto iíebuhr y otros investigadores semejantes investigan­
menos estamos inmediatamente y sin más en capacidad do de esta manera lograron y expusieron, no puede 11a-
de verlas correctamente y de comprenderlas. Se re­ arse en sentido propio primera y ordinaria fuente,
quiere una amplia, difícil y erudita mediación para feró, mucho menos, fuente derivada. No transmiten
poder situarse en lo extrañó y en lo que ha llegado a incepciones primeras e inmediatas; pero las concep­
ser incomprensible, para reconstruir las nociones y los ciones que ofrecen han sido obtenidas por una vía me­
pensamientos a partir de los cuales hace siglos y mile­ dica tan segura que, en muchos aspectos, tienen un
nios se hicieron y se concibieron las cosas, para enten­ ilor superior al de las primeras fuentes.
der en cierto modo, él lenguaje que hablan esas para 1 Con este tipo desarrollado de la concepción histó-
nosotros extrañas situaciones y acontecimientos. ca combinatoria termina nuestro panorama de los
Y ahí aparece entonces nuestra ciencia con una ta­ ateríales.
rea especial y característica de ella. No tiene simple­
mente que repetir lo que se ha legado como historia,
sino que debe penetrar más hondamente, hacer resu­ ;!•hallazgo del material
citar y comprender espiritualmente, en la medida de § 26
lo posible, lo que del pasado aún puede encontrarse;
pretende, en cierto modo, crear nuevas fuentes. Nuestra investigación tiene que moverse en esta
Lo puede hacer, en parte, mediante el uso y manejo pntidad de materiales.
de materiales que hasta entonces no se conocían, de Vimos que ella parte, en cada caso dado, de una
monumentos que aún no se habían encontrado o com­ yegunta determinada. O bien esta pregunta, esta tarea,
prendido. Ya conocemos la historia egipcia y asiría jsulta del contexto de nuestros estudios e intereses,
mejor y más profundamente que la serie completa de pal investigador se le impone desde fuera una tarea

m
tal, como por ejemplo, al archivero con cada docu­ Walgo con un muy fino conocimiento de la cosa y la
mento que tiene que investigar o al anticuario con ás aguda atención.
cada nueva moneda, con cada nueva inscripción, etc., Y esto es mucho mayor cuando se trata de la An-
o al funcionario que tiene que demostrar los viejos de­ *guedad clásica y, sobre todo, de la pregriega, donde
rechos de una corporación. Siempre se trata de una estado de las fuentes es casi miserable, no teniendo
determinada pregunta o de un complejo de preguntas jara ello el auxilio de los archivos.
que se presenten a la investigación; y entonces es in­ ' Y, ¿qué ha de pasar cuando el investigador no tiene
dispensable buscar el material necesario para esta Le tratar cuestiones de historia política, cuando quie-
investigación. ' ilustrarse sobre asuntos económicos y sociales, so-
Para el primer paso contamos con lo necesario a fe el comercio, el arte, la técnica, sobre cosas acerca
partir del conocimiento general adquirido en los cono­ | las cuales no hay trabajos previos, ni siquiera colec­
cidos manuales y obras auxiliares en las bibliotecas, ciones?
para familiarizarnos, al menos, con el estado ya adqui­ ‘ Con estas observaciones quiero llegar al arte de
rido de la cuestión y para orientarnos sobre las fuentes ¡Btíscar los materiales necesarios, a la heurística.
ya utilizadas. Muy pronto se aprende que lo que existe directa­
O si se trata de cosas del pasado inmediato: es aún mente como material histórico, especialmente bajo la
posible obtener información de los participantes; cier­ 'fm a de fuentes, es realmente muy poco y que aún
to que en tal caso hay que estar ya informado más ybnde hay aparentemente una gran cantidad, lo más
exactamente para poder preguntar correctamente. Y importante, por regla general, no ha sido transmitido
con ello se tienen sólo fuentes, es decir, concepciones pe modo expreso, sino, tal vez, ha sido informado ca-
cuyo valor debe ser investigado más detalladamente. ■siíalmente.
Siempre se dará uno cuenta que es necesario in­ , Lo que importa es encontrar ayuda por vía indi-
tentar conseguir nuevo material además de las fuen­ p ta .
tes, es decir, concepciones, opiniones y, si es posible, Si significó ya un gran progreso de la investiga-
restos que provengan del contexto de aquellos suce­ $|ón el que —primeramente en el siglo xvn —se avan-
sos para poder tener un control y realizar otras de­ §jra más allá de las fuentes hacia los archivos— Hort-
ducciones. Cuando se trata de cosas, de los últimos £der, Chemnitz, Pufendorf, Seckendorf, para traer a
siglos se dirige uno a los archivos. En ellos, la tarea
de la búsqueda y hallazgo es bastante complicada: ahí
se tiene el material en bruto de los asuntos, con su
Í liento los restos de los asuntos, con el uso de los otros
stos materiales ganó la investigación un amplio círcu-
de posibilidades sumamente útiles. Y el haber repre-
masa enorme de detalles es frecuentemente inutiliza- gntado y formado esta dirección, a cuya cabeza se
ble o está disperso en un nudo de cosas, que obliga cuentran Niebuhr, Savigny, Bauer, Jacob Grimm, es
a un esfuerzo considerable para deshacerlo, sin per­ '•mérito de la investigación alemana de este siglo.
derse. De cuatro a cinco siglos hacia atrás los archivos $ El arte de la heurística no puede conseguir mate­
son ya bastante precarios; de tiempos muy tempranos óles que no existen; pero no existen solamente los
sólo contienen piezas sueltas, en el mejor de los casos fue cada uno ve a primera vista, y la genialidad del
documentos en cierto número pero que mientras más ’vestigador se muestra en saber encontrar materiales
se remontan tanto más casual es su contenido, tanto ¡¡onde otros no vieron nada hasta que se les mostró
más frecuentemente resultan inauténticos y sólo apor- fedo lo que allí había.
104 105
De acuerdo con esto habrá de establecerse para la disponer de él, sería muy importante para la fijación.
heurística la siguiente serie: ¿Cómo conseguir el texto auténtico? Se sabía que el
a) Los materiales que se pueden obtener a pri­ imperador Carlos había dado al Duque de Alba el
mera vista. Es propiamente asunto de la erudición y el riginal que se le había entregado, es decir, que posi-
conocimiento el saber tenerlos a la mano y manejarlos lemente el original había sido llevado a España a la
cabalmente. iblioteca de los Álvarez de Toledo. Gotthold Heyne
b) Lo que sigue inmediatamente es el descubri­ iajó en 1845 a España para buscarlo e investigó en
miento de fuentes, monumentos, documentos y archi­ ¡ais bibliotecas de Calahorra, de Simancas y otras más;
vos que hasta entonces no se conocían. Con mucha fre­ •incontró muchas cosas y muy importantes, pero no la
cuencia acontece esto por casualidad. Así, por ejemplo, ügustana. Más afortunado fue Giesebrecht con los
las numerosas inscripciones griegas y romanas que se 'tíñales Althanenses. Vio que Aventino los había uti­
recogieron en los últimos decenios por medio de una lizado aún en 1520; y pudo reconstruirlos en buena
búsqueda sistemática. Así el Antimaquiavelo de Fede­ arte del texto del Aventino; en los restos de la biblio-
rico el Grande, que Voltaire editó en 1740 en Amster- ¡Ica del monasterio de Altaich no se encontró el ori­
dam pero que, como se sabe, fue considerablemente ginal; pero un discípulo de Giesebrecht descubrió la
corregido por él de modo que no se sabia que había uella de los papeles buscados de Aventino y entre
allí del rey, qué del editor, hasta que se encontró el éstos encontró, al fin, una copia completa de los An­
ejemplar de la propia mano del autor, con excepción dales buscados, que entonces editó junto con E.v. (De­
de uno o dos capítulos, en una colección de autógrafos, jóle, en 1868. De especial importancia para los dos gue­
y fue editado en 1834; desde entonces se han encon­ rras silesianas de Federico II son Las campagnes du
trado los capítulos que faltaban en el Archivo Secreto íRoi, impreso en 1762, y cuyo autor es, según alusión
del Estado y ahora se aprecia cuán grande es la dife­ ’legura del editor, el general Stille; pero en el Eloge
rencia entre el original y la edición de Voltaire. Me Stille de 1750 menciona otros escritos inéditos de
Tales descubrimientos son de todos modos un privi­ tille, con excepción del buscado; y se encontraron en
legio de la casualidad. Pero tan sólo la mirada del co­ IIl Archivo de Berlín varios manuscritos de estas Cam-
nocedor, el conocimiento exacto del asunto y la justa ‘agnes du Roi, más o menos diferentes entre sí de la
combinación tienen el mérito de reconocer lo encon­ órsión impresa; lo que interesaba era compararlos
trado en su significación. Los viejos cuadros en la ‘on el original. ¿Pero dónde se encontraba éste? Stille
alcaldía de Goslar eran conocidos por todos en la ciu­ ha conocido como autor de literatura amena de aquella
dad, pero sólo la mirada experta de un pintor reconoció poca, tenía en Halberstadt su guarnición, era amigo
su importancia para la historia del arte, y al buscar % Gleim con quien tenía correspondencia; allí podría
en el archivo de la ciudad se encontró que Michael |star el manuscrito de las Campagnes; y allí estaba
Wohlgemuth, el conocido maestro de Durero, había afectivamente, escrito por su propia mano.
sido llamado a Goslar y había recibido tantas guldas d) Además importa que las cosas que no parecen
de oro para pintar la casa municipal. fer material histórico se las convierta en tal mediante
c) No sólo la feliz casualidad descubre. Se puede u correcta clasificación. Tan sólo mediante una cierta
encontrar la huella de lo que se busca adivinatoriamen­ orina de consideración ofrecen al investigador un as­
te. Ello se hace siguiendo el decurso que ha tenido la edo muy provechoso.
cosa. Se carece del original de la confessio Augustana, Especialmente para la historia antigua, esta forma
del texto, pues las copias existentes difieren entre sí. és sumamente útil. Así, la brillante obra de Kirchoff

106 107
sobre la historia del alfabeto griego: éste tomó las jónal que se había formado utilizando los mismos es­
inscripciones antiguas que Boeckh había puesto como pitos como fuente.
antiquissima en primer lugar en el Corpus Inscriptio- 1 ;e) Otro camino para explorar materiales indirec-
num Graecarum, sin llegar al resultado de cómo se re­ s es el'de la analogía, a través del cual un fenómeno
lacionan paleográficamente y, a partir de la forma de Iriocido se lo reconoce como semejante con aquéllos
las letras, desarrolló los distintos sistemas y secuencias se lo utiliza para una comparación. De las pocas noti-
temporales logrando así puntos cronológicos de apoyo as de las fuentes medievales no se puede entender
para la época que se remonta hasta las guerras del -fno los alemanes —tal como sucedió— pudieron des-
Peloponeso, y proporcionando además, una cantidad de ázar a los eslavos del Saale y del Elba, más allá
información con respecto a la historia política y del él Oder, ¿cómo poder comprender esto? Es claro que
arte. Muy poco sabemos de la vida de Erwin von Stein- danzaron batallando, y que tuvieron que asegurar mi-
bach, pero la catedral de Estrasburgo muestra en qué 'itarmente el terreno ganado. ¿Sucedió esto quizá de
forma desarrolló y adornó exquisitamente esta nueva lan era análoga a lo que sucedió con los romanos y sus
arquitectura. La misma transformación, el mismo estilo fblonias militares, con los rusos y sus puestos de co­
y las mismas formas de construcción encontró Adler, sacos y sus bloques de casas en el Amur y en Turques-
quien investigó la cuestión, en la catedral de Friburgo, í|án? De todos modos, tan sólo en el Saale, después en el
en otras iglesias de Suabia y de Alemania y así, a fluida y luego a lo largo del Elba se encuentran cas­
partir de las obras del Maestro, pudo mostrar la mar­ tillos, de a tres y a cuatro avanzando sobre el río, y un
cha, y aun la serie cronológica de la actividad de v. ipuesto mayor de este lado del río; se oye a veces de
Steinbach hasta la obra plena de Estrasburgo. testos castillos de vigilancia y de su distrito, de los va-
Y hasta con las fuentes propiamente tales se tiene fsállos que prestaban servicio en estos castillos. Con esta
oportunidad de proceder igualmente. Pues ellas no son Jánalogía se aclara la cosa.
solamente tradiciones de lo sucedido, sino también i?* f) Finalmente la hipótesis, el presupuesto de un
restos de su tiempo y de su concepción. Ferdinand ^Contexto, para el cual la demostración es la evidencia.
Christian Bauer tuvo presente este punto de vista con *Tal hipótesis resulta al investigador de una concepción
respecto a los escritos del Nuevo Testamento: recono­ «líbre, amplia y total, a partir de la cual desarrolla el
ció en ellos las distintas corrientes y concepciones de Círculo de posibilidades, o el de una posibilidad de
las primeras comunidades cristianas; encontró la fuer­ 'explicación, e intenta luego ver si los fragmentos que
te contraposición entre la tendencia pauliana y la de ’áún existen se ensamblan en esta línea hipotética. El
Pedro, entre la pagano-cristiana y de la judéo-cristiana; indamente es que las cosas, precisamente porque una
a partir de las cartas desarrolló las tendencias, la di­ ívéz fueron y tuvieron efecto, deben haber tenido un
fusión de las distintas direcciones, las cuestiones dispu­ éntido y que es posible representar su devenir y su
tadas que las separaban, la historia evangélica que fue ¿decurso según este sentido, no para satisfacer con ello
comprendida por los paulinos de manera muy dife­ |la fantasía, sino para reencontrar el contexto perdido.
rente a la de los petrenses. Así obtuvo indirectamente Sobre este tipo de hipótesis se funda el descifra-
de las fuentes mismas, considerándolas como restos y Jmiento de la escritura cuneiforme. Entre las escrituras
escritos de esta agitada época, el material para ex­ ^cuneiformes que copió Karsten Niebuhr en Persépolis
poner la estructura del Cristianismo primitivo de una ^ que luego investigó detalladamente Grotenfeld, se
manera completamente distinta y de acuerdo con la '/encontraron dos en obras pictóricas que exponían ob­
naturaleza de la cosa, y no según la tradición conven- sequios a un rey. Grotenfeld supuso que aparecería
108 109
el nombre de Darío o de Jerjes, encontró varias veces (.explicación de una sola inscripción, habrá de llegarse
el mismo grupo cuneiforme, del que él supuso que inalmente a un límite que por lo pronto resulta difícil
contenía los nombres de los reyes; con infinito esfuerzo de superar, y se concluye esta parte de la investigación
logró fijar uno de estos signos como letra; estos apun­ 1on la confesión de que el material para esta cuestión
tes los publicó en 1802; él mismo, y luego Lasse, Bur- stá lleno de tales y cuales lagunas, y tiene ya gran
nouf, Behr, siguieron por este camino, y a mediados de alor el constatar que existen estas lagunas.
los años treinta, estuvo listo el alfabeto de la escritura El asunto es diferente cuando se nos plantea la pre­
cuneiforme persa, y al mismo tiempo, se había mostra­ mia de una forma más laxa, cuando resulta de un
do el lenguaje en que se había escrito. Gon ello se tenía ontexto mayor de nuestros estudios, de una concep-
la clave de las otras dos escrituras cuneiformes que, ión más libre de la tarea. Por mucho tiempo se vio
por ejemplo, se encontraban como traducción en la gran n Filipo y en Alejandro la decadencia del bello mundo
inscripción de Behistun junto a la persa y así, a base riego y el comienzo de siglos de la más profunda de­
de esta investigación hipotética, se obtuvo el conoci­ generación. Las fuentes históricas sobre Alejandro y
miento de las escrituras cuneiformes asirio-babilónicas sus sucesores no dan más que informes sobre guerras
y de las llamadas turánicas y, con la primera de éstas, $ conquistas, y de ellas no se ve que esta época contu­
fue posible estudiar los ricos tesoros de inscripciones viera otra cosa como no fuera pura destrucción. Pero,
de Nínive y de Babilonia. ¿fueron estos siglos después de Alejandro tan vacíos
Igualmente de hipótesis partió Welcker para su des­ sy yermos? No sólo hay en Alejandría, Pérgamo y Antio-
cubrimiento gracias al cual se llegó a la plena com­ 'quía los grandes estudios de las ciencias filológicas y
prensión de la obra de Esquilo: el descubrimiento de éxactas, sino que aparecen en las inscripciones y en los
la Trilogía. papiros las grandes organizaciones de Alejandro, de
Y lo mismo pasó con el descubrimiento de Inama- "Antígono y Tolomeo, etc.; un gobierno social de tipo
Sternegg. Él formuló la hipótesis de que el rápido peculiar, con fuerza semejante y visión de progreso,
tránsito de la vieja libertad germánica, que se reco­ |om o la monarquía del siglo xvm; dominio indepen­
noce aún en la marcha militar de Carlomagno, a la des­ diente de los griegos en Bactria e India, un aumento
organización y servidumbre en la época de los Otones •inmenso del comercio, grandes obras de canalización,
tuvo que estar condicionado por circunstancias econó­ ptcétera—, un florecimiento de la vida urbana como lo
micas, que sólo el fortalecimiento y la concentración fnuestra, por ejemplo, una inscripción recién descu­
de trabajadores hizo posible una gran cultura agrícola, bierta según la cual en el censo de la época del naci-
y mayores frutos y ganancias, y que así lós más ricos jmiento de Cristo, Apamea en Orontes contaba con
y poderosos se apoderaron del trabajo y de la posesión *,170.000 ciudadanos romanos. Se ve que la cultura grie-
de los menos fuertes y en la situación mejorada de los ,comienza a penetrar en Roma desde el 180, y pronto
territorios más grandes, la pequeña gente, ya no del Je difunde una ilustración bajo el influjo de Polibio
todo libre, encontró una mejor situación. íy de otros en el círculo de los Escipiones que, en las
En estas formas se mueve pues la heurística. Tiene ^reformas de los Gracos —su madre era Cornelia—, ha­
una aplicabilidad, cuyo límite es difícil de precisar. mbría de ganar pronto la más grande significación, tam­
Aquí surge otro momento muy característico. bién política. Se ve en el Judaismo de esta época de
Naturalmente que cuando se trata de una cuestión ■la septuaginta cómo se realiza una reconfiguración que
que está dada y fijada exteriormente, por ejemplo la ■encuentra su madurez en Filón, etc. Dicho brevemente,
aclaración de un solo acontecimiento, el complemento cuando se persigue el desarrollo espiritual de estos si­

110 111
glos se reconoce la peculiar significación de este tiem­ La historia de la ciudad de Roma hasta la época
po helenístico, con su contraposición a lo puramente je las guerras samnitas nos sería igualmente oscura e
heleno y la despreciada barbarie, la creación y funda- Indiferente, si con estas guerras y desde Pirro, no se
mentación de una forma de existencia en la que lo |iera a lo anterior una significación. Tan sólo en los
general humano se eleva por sobre el nativismo y el itentos de reforma del Imperio bajo el emperador
carácter tribal de las culturas existentes hasta entonces, laximiliano se ve la cantidad de degeneraciones y
una fermentación, una teocracia y etnocracia, en cuyo gficultades que se habían acumulado en la situación
decurso se muestran fenómenos tales como el milagro­ institucional alemana desde Carlos IV. Y si la funda-
so Apolonio de Tyana, como aquella secta judía de los fen de la Unión aduanera a partir de 1827 pareció
esenios, como el Cristianismo incipiente. Buscando e líos contemporáneos como algo de naturaleza pura-
investigando llegamos así a un resultado diferente al pente económica, 1848 y 1871 mostraron la cantidad
que se apuntaba con nuestra primera pregunta: nuestra efectos que produjo esta unión, y los fundadores
pregunta se ha modificado y corregido, es más pro­ Je: la misma fueron conscientes de que ellos podían lo­
funda, más llena de vida, más adecuada a la cosa. grar por este camino tales efectos.
Se ve así lo que significa para nosotros esta modifi­ Y así en todas partes. La consideración histórica
cación de nuestra pregunta. Buscando una respuesta a lene derecho a concebir los hechos a la luz de la sig­
esta pregunta por Alejandro y su política, llegamos a nificación que adquirieron por sus efectos. Sin estos
puntos de vista que no pudieron tener los contemporá­ fontextos, sin esta continuidad, se renunciaría a com-
neos en medio de aquellas luchas. Y, sin embargo, nos |r'enderlos históricamente. Pero hay que tener con-
descubren la significación y la tendencia de lo que |encia de que es nuestra comprensión la que los pro-
Alejandro hizo o lo que sucedió por su acción. El de­ mdiza; no hay que creer que hay que concebirlos
curso de los tres siglos siguientes hasta el gran giro ¡bmo su presente, como los vieron las primeras fuentes.
del Cristianismo incipiente nos da, en cierto modo, la
clave de la incógnita; reconocemos el punto hacia el
cual convergen todos los desarrollos desde las campa­
ñas de Alejandro. Tan sólo en este gran contexto com­
prendemos la época de Alejandro, de los diádocos y de
los epígonos.
Con ello resulta ahora metódicamente un nuevo
momento. A los materiales históricos pertenecen tam­
bién los efectos de las cosas a que nos remitió nuestra
tarea, nuestra pregunta; efectos que no conocieron y
no sospecharon los contemporáneos. Lo que sigue a los
grandes sucesos es, en cierto modo, un análisis y un
acabar de pensar los momentos que se hallaban y ope­
raban en ellos. Y si estos efectos siguen a estos comien­
zos, tenemos entonces el derecho y el deber de sospe­
char en los comienzos sus gérmenes, sus impulsos. Al
conocerlos y constatarlos, obtenemos un material his­
tórico, que resulta de los efectos y desarrollos.
112 113
II. LA CRÍTICA En la historia estamos en una situación doblemente
§§ 28.29 ala en este aspecto mientras no tengamos claridad
-obre la tarea que ella tiene y de acuerdo con la cual
abrá de definirse su crítica.
Partiendo de la idea de que tiene que juzgar algo
contecido o hecho, podría criticarse o bien material­
mente el rendimiento histórico tal como la conducción
e una guerra, la constitución de un Estado, los he-
Se ha indicado antes lo que significa la crítica his­ hos literarios y artísticos de una época o, moralmente,
tórica en general. Si nuestra investigación comienza al ’ s caracteres, los talentos, las acciones de las per­
ocuparnos con lo que tenemos en nosotros como vi­ donas que actuaron históricamente, los motivos y las
sión y representación históricas, al querer cerciorarnos :ondiciones de sus acciones.
de una determinada cuestión para saber hasta qué pun­ Y por mucho tiempo la historiografía no sólo se
to y si es justo lo que hasta ahora bona fide hemos lio por satisfecha con este tipo de crítica sino que
tenido por tal, ya hemos visto cómo encontramos y Consideró que su verdadera tarea era convertirse en tri­
podemos complementar el material para dar respuesta bunal y considerar a la historia universal como el tribu­
a esa pregunta. nal del mundo, y hasta actuar como tal. Muy recien-
El siguiente paso ha de ser examinar el material así femente Ottokar Lorenz ha expresado la opinión de
encontrado para saber si y hasta qué punto es ade­ |ue tan sólo el «juicio de valor» y el justo método de
cuado para servir a aquello para lo cual lo necesi­ ¿definir los valores espirituales» puede hacer de la his-
tamos. ória una ciencia. Pero los documentos de que dispo­
Utilizo estas expresiones imprecisas porque en nues­ nemos, ¿bastan para que con alguna seguridad poda­
tra disciplina es aún muy controvertido lo que tiene dos juzgar y condenar? Y, ¿posee la ciencia histórica
que hacer la crítica y hasta dónde alcanza su compe­ a pauta para juzgar una obra de arte, la conducción
tencia. ’e una guerra, un progreso económico, y no es esta
La palabra crítica tiene un uso muy amplio y varia­ huta más bien propia de la ciencia del arte, de la
do. El filólogo entiende por ella, en lo esencial, el liencia de la guerra, de la teoría económica?
establecimiento del texto; el crítico de arte se orienta Cierto es que ya desde muy temprano se consideró
esencialmente hacia el juicio estético; en la filosofía, 'écesario examinar y corregir los hechos tal como fue-
esta palabra tiene, desde Kant, la significación de la ón transmitidos y como se los creyó. Fue ya un consi-
más profunda investigación especulativa, etc. erable progreso del conocimiento histórico'* cuando
Común a todas estas diferentes especies de crítica jácídides trató de fijar los hechos con la mayor co­
es el que en ellas se trata del examen y la investigación lección posible, frente a Herodoto, de fácil fe y muy
de algo dado o hecho. Pero, en la palabra misma, no adó a buscar historias simpáticas, y cuando Polibio
se encuentra lo que ha de investigarse, si la forma o •ente a los historiadores griegos de su tiempo, que
el contenido, si los fines o las condiciones, si el origen jempre escribieron para causar impresión y gustar,
o el trabajo u otra cosa; ello habrá de determinarse Uso de relieve el interés en lo sobrio y adecuado al
para el filósofo, para el estético, para el militar, para áterial y le dio valor exclusivo.
el arquitecto, según sus tareas y puntos de vista res­ Sería injusto si se quisiera desconocer que ya Tu-
pectivos. fdides utilizó más que los simples Lóyoi, que él compa­
114 115
ró críticamente la tradición, que utilizó documentos, itiara ya la doctrina evangélica, el que ésta, separada
actas, cartas oficiales del Metroon de Atenas. Y de ilas direcciones reformada y luterana, continuara el
esta forma detallada de investigación se puso en plena fuerzo crítico, mantuvo al espíritu moderno fresco y
marcha ya con Aristóteles y con los escritores attiden- actividad. Con la gran lucha de los Países Bajos
ses, con Tolomeo en la historia de Alejandro, se man­ ntra España se inició aquella serie de investigadores
tuvo en Jerónimo en la historia de los diadocos, y así jgonotes, Gasaubonus, los dos Escalígeros, Hugo Gro-
hasta Polibio, quien posiblemente tomó más de los que extendieron el arte crítico más aún sobre el
documentos que de los conocidos tratados que él cita, iplio campo histórico.
por ejemplo con Cartago, y también otras piezas oficia­ .^Así se abrieron vías en el nudo de la tradición his-
les, como por ejemplo, sobre la legión y el campamento. ;£ica, de la sacra y de la profana, que se aumentaron
Y con Varro alcanzó la literatura romana un rasgo real­ fonto gracias a las investigaciones diplomáticas de
mente erudito. ¿gibniz, las jusnaturalistas de Pufendorf y Christian
Pero tan sólo tarde, al final de la Edad Media, con homasius y, al mismo tiempo, de Pierre Bayle en su
ios comienzos del espíritu moderno, tal como lo desa­ ctionnaire historique et critique, el primer resumen
rrollaron los estudios entonces renacientes de la Anti­ Critico culto de los resultados obtenidos y destinado al
güedad Clásica, las grandes cuestiones prácticas condu­ '#lico.
jeron a una crítica real y sistemática, en cuanto que Una vez abierta la compuerta, se comenzó desde
en la lucha incipiente contra la jerarquía romana y sus s inicios del siglo xvm, a ocuparse con la cuestión
pretensiones desmesuradas, contra sus mentiras y fal­ órica de la crítica. Basta mencionar el libro de Er­
sificaciones, el espíritu moderno se sirvió también del éisti De fide histórica recte aestimanda de 1746 y el
arma de la investigación. Tal vez el primer ejemplo de é Griesebach De fide histórica ex ipsa rerum quae nar-
una investigación real crítica es el de Lanrentius Valla: ititur natura dijudicata; los dos están pensados en lo
él demostró en 1439 la inautenticidad de la llamada do­ |encial contra la historia bíblica y sus milagros. Se
nación de Constantino y del documento correspondien­ jataba de la diferenciación racional de lo que según
te; demostró igualmente el enrevesamiento de la opi­ fí1naturaleza de las cosas y sus leyes inmodificables, es
nión eclesiástica según la cual el llamado símbolo sible o imposible.
apostólico provenía de los doce apóstoles; desenmas­ P 'Por segunda vez tuvo la filología el mérito de hacer
caró la inautenticidad de la supuesto carta de Cristo fyánzar la crítica. Perizonius y Bentley enseñaron a
al Rey Abgaro de Edessa, que se encuentra en la His­ riticar no sólo desde los aspectos exteriores de la tra-
toria eclesiástica de Eusebio, I, 13. El mismo espíritu iéión, no sólo con racionalismo escéptico, sino toman-
crítico, es decir, moderno, aparece también en primer ,5- en cuenta el contenido material de la tradición y
plano, sólo que más agudo, en la Reforma, y un medio % lo legado, el estilo y el curso de los pensamientos
contra el papismo fue la demostración crítica de que tí los textos transmitidos, para separar en ellos lo au-
la teoría de los siete sacramentos convertida en dogma ehtico de lo inauténtico. Luego siguieron Lessing,
por la Iglesia, su teoría de la tradición, sus decretalias riíickelmann, Wolf, Niebuhr, quienes aplicaron el mis-
seudoisidorianas, su culto a María y sus historias de io sistema crítico a filofemas, a obras de arte, a gran­
santos era vana falsificación y engaño. Hasta que Flac- des obras literarias como las de Homero, Livio, etc.
cius, hacia 1550, limpió críticamente en sus Centurias vomún a ellos era que habían convertido en objeto de
toda la historia de la Iglesia. investigación las fuentes de conocimiento a partir
El que la Iglesia romana, pese al Tridentino, no do- Je las cuales habría que explorar primeramente toda
116 117
fiótíciá sobfé la Aiitigüédad. Y la teología, eíi la que
la dirección nacionalista había llegado, con el consejero Íéidas y de tener por objetivos los hechos que resultan
lias primeras fuentes demostradas,
eclesiástico Pablo, a su esterilidad y exterioridad ple­ i:,Pero, aplicado a otras cuestiones diferentes de las
nas, logró con la Escuela de Tubinga, de Friedrich jlítico-históricas o de historia eclesiástica, este mé-
Christian Baur, imponer esta misma idea y alcanzar do resultaría pronto ser un método romo. ¿Cómo se
su plenitud en las investigaciones sobre el Nuevo Tes­ iede llegar con él a una historia de la arquitectura
tamento. j de la vida económica, puesto que no hay tales fuentes
En la misma época, hacia los años 30, se desarolló [critas que cuentan estas cosas?
la crítica histórica en la edición de los Monumento. ÍtY; ¿dónde se encuentra la medida para determinar
Germaniae, en las escuelas de Pertz, Boehmer y Ranke, ál de los informes primeros, a veces contrapuestos,
quienes continuaron lo comenzado por Niebuhr en su oporciona el llamado hecho objetivo, por ejemplo,
Historia de Roma, en interés de la historia alemana §erca de las reformas eclesiásticas de Gregorio VII,
medieval. sde el Concilio de Sutri en 1046, sobre las cuales
El carácter actual de esta escuela crítica es que ella contradicen fundamentalmente los informes de Boni-
íde Sutri y de Benzo, obispo de Alba, el uno papal, el
encuentra en la crítica todo el método de nuestra cien­
cia, y por cierto una crítica que desea orientarse esen­ fío imperial?
cialmente hacia la tradición de las fuentes. Y, ¿cómo ha de comportarse uno si hay otros ma-
|riales además de estas primeras fuentes? Si se dis-
Del círculo de esta Escuela misma se ha publicado |lne de una gran cantidad de papeles de negocios en
poco sobre la cuestión teórica de nuestra ciencia. La s archivos? Y, ¿qué se puede hacer con esta especie
conferencia de H. v. Sybel sobre Las leyes del saber ) crítica en la historia de la literatura, en la historia
histórico, de 1864, apenas la roza; Maurenbrecher, Ull- |1 arte, donde los hechos objetivos buscados se en­
mann, y otros han elucidado cuestiones de detalle, y centran ahí, inmediatamente? Para la historia de la
sobre la cuestión lo máximo se encuentra en Doennige, feratura del siglo xvm tenemos a la vista una cantidad
en su Crítica de las fuentes de la historia de Enrij hechos objetivos, a saber, las obras de nuestros auto-
que VII, en la Introducción, de 1841. $s, y con excepción de las numerosas erratas de las
Según la exposición de Doennige, la crítica tiene que liciones actuales, queda muy poco por hacer para el
averiguar el hecho objetivo, y éste se puede lograr me-, tablecimiento del hecho histórico. ¿Habrá que ir aquí
diante la rigurosa investigación y la comparación de 'busca de la producción de las ideas? ¿O ha de enten-
los informes. La crítica pues tiene que hacer auténticos érse por historia de la literatura alemana las cosas
los informes. Así hace posible la crítica de la exposij psonales marginales, por ejemplo, la relación-1de Goe-
ción; su fin es poner de relieve el hecho históricq e con Otilia, con Frau v. Stein, con Lili, etc.?
de manera tal que sea posible encontrar la idea del Gomo se ve, en esta concepción de la crítica existe
hecho. Luego aparecen otras actividades, como la de fjta considerable oscuridad. Ella sospecha con razón
la producción, etc. La opinión parece ser que la pro­ ljie la historia y su investigación deben dirigirse a los
ducción es el encontrar y el asir la idea que se encuen­ ateríales históricos, de los cuales ha de sacarse sólo
tra en los hechos. exclusivamente nuestro conocimiento de lo que es
Como se ve, esta concepción proviene del hábito de Soasado y de lo que ha pasado. Pero, con el concepto
comparar las fuentes tal como se encuentran en la Edad 5 hecho objetivo que propone, desconoce la naturale-
Media, de diferenciar las fuentes originales de las de- de los materiales históricos.
118 119
Lo que ella designa como hechos objetivos, una ba­ sos, que tal vez se hallaban y operaban sólo momen-
talla, un concilio, una rebelión, ¿han existido como tales* gamente en el individuo, en cierto modo pasaron
en la realidad? ¿No son más bien los actos de muchos, £ él, pero con tal poder y excitación que cada uno
de innumerables detalles de un proceso, que sólo la Jos participantes fue elevado, para este aconteci­
representación humana resume y recoge como tal, se-' miento, por encima del ámbito del querer individual.
gún una finalidad u ocasión o efecto comunes a estos Cierto es que un artista, el pensador, el gran go-
detalles? En verdad son actos humanos de voluntad, es ■pnante, el guerrero están en condiciones de confi­
el sufrir y el quehacer de tantos individuos, de los nar su voluntad y su pensamiento en lo que ellos
cuales resulta para la representación humana conjunta pen. En otros casos se juntan muchas voluntades
lo que designamos como el hecho de esta batalla, de ra producir algo común, y lo hacen de manera tal
esta rebelión, etc. Ni la batalla, ni la rebelión fueron lo p, aunque siendo en lo demás individualmente dife-
objetivo y real en ese momento, sino los miles que se ntes, se encuentran en esta obra, en esta dirección
movieron y combatieron y se rebelaron, etc. Y' se pue­ en este propósito. En el gran movimiento de la Re­
de decir que estos actos de voluntad, el quehacer y el arma es cada individuo quien se decide y entra en él;
sufrimiento de los hombres, tienen en el ámbito histó­ yo el hecho de que miles de miles se encuentren en
rico la misma significación que en la naturaleza la ta misma voluntad, es lo que constituye la significa-
célula, que subyace a todos los desarrollos y configu­ ’¡Ón histórica de estas decisiones. No son los actos de
raciones orgánicos. pluntad individuales, sino el impulso que actúa en
Que todo lo que pertenece al ámbito histórico ha dos ellos lo históricamente importante.
nacido de tales actos de voluntad, de tal quehacer y En otros contextos, los actos de voluntad de los
sufrimiento de los hombres, es, en el fondo, un juicio ' dividuos se encuentran, en cierto modo, en la misma
analítico; es sencillamente la descripción del concepto irección y son del mismo género. Así, en el lenguaje
del mundo histórico, es decir, del mundo moral. un pueblo, que ciertamente se realiza de nuevo en
Pero, es igualmente claro que esta analogía con la ^da hablante; pero, en cuanto el lenguaje vive en el
teoría de las células no basta para agotar el mundo ;píritu de cada pueblo singular y forma su mundo de
histórico, así como tampoco la teoría de las células ‘¡presentaciones, es un poder que es más potente que
agota el mundo orgánico. Pues aunque las cosas se jada individuo y que sus actos de voluntad mediante
cumplan y realicen por la voluntad de los participan­ s; cuales el lenguaje se realiza y vive.
tes, sin embargo, no tienen en ella y sólo por ella su Éstas son pues las tres formas en las que de los
ser y toda su esencia, su origen y dirección. Se agre­ 'etos de voluntad resultan los llamados hechos: o bien
gan a esto otros momentos, que precisan materialmen­ ' voluntad dominante, que determina a muchos, o
te esta primaria determinación de lo querido individual­ juchos actos de voluntad concurrentes y que coope-
mente y le dan efecto y significación. án en este caso determinado, o la totalidad de los
En la mayoría de los casos, estos hechos propiamen­ qlentes determinada por una más alta forma común,
te tales, los actos de voluntad de los individuos, con­ ■f El tránsito de esta consideración a nuestra pregun-
siderablemente insignificantes frente a lo que se reali­ fcrítica es obvio. El material que nos está dado para
zó con ellos, son sólo una parte, un medio; y en nues­ investigación es lo que de lo pasado aún no ha
tro conocimiento histórico buscamos lo que se realizó sado —o bien restos— y éstos se han producido por
de tal manera, lo que determinó y unió en este momen­ a mano y por la voluntad de los hombres, por actos
to las voluntades individuales, esto es, motivos e im- e voluntad— o fuentes, es decir, concepciones que

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no ha elaborado un espejo o cualquier otro mecanismo, ando surgió, aquello para lo cual sirve de prueba
sino que es la concepción de un testigo de vista o de pretende servir como tal, o si inmediatamente, cúan-
oído y de aquéllos que lo oyeron de éstos y luego lo surgió, correspondió sólo relativamente a aquello
contaron hasta que luego uno o varios escribieron lo lo que da testimonio. A esta pregunta responde la
transmitido de tal modo. !ítica de lo correcto. Habrá de verse que la llamada
Los restos y las fuentes son material histórico, por­ ática de fuentes tiene aquí su lugar,
que nos transmiten conocimiento de acontecimientos d) Se pregunta finalmente si el material, tal como
de tiempos pasados, esto es de actos de voluntad que iste, contiene todos los momentos acerca de los cua-
existieron y operaron en otro tiempo en su presente s la investigación exige testimonio e información, o si
y que, actuando de tal y cual manera, produjeron lo jen qué medida es incompleto. A esto responde la
que deseamos representamos en la forma de la histo­ Vdenación crítica del material verificado. El material
ria. Para esto no tenemos otro material diferente de hemos obtenido con las tres primeras preguntas es
estos restos y estas fuentes. Ya no existen lo sucedido a confusa masa de piezas enredadas y fragmentarias
y lo hecho, los llamados hechos en su realidad pasada, _n sus muchos ornamentos, perfiles, etc. No importa
ni podemos aprehenderlos empíricamente y tratarlos tí volver a construir el edificio, pero sí el plano, el
científicamente, sino que lo que existe es lo que de tilo, la estructura del edificio. El fin de la ordenación
ellos es aún presente y no ha pasado, estos restos, Crítica es reunir el material purificado según sus ra­
estas tradiciones, estos monumentos. nuras y sus intersecciones, según sus contextos reconos-
La tarea de la crítica histórica puede consistir úni­ íbles de modo que también se reconozcan las lagunas,
camente en determinar en qué relación este material i Con esta ordenación del material concluye la tarea
histórico se encuentra con los actos de voluntad, que la crítica y la interpretación se hace cargo de la
tratamos de utilizar históricamente; material que nos rea siguiente.
proporciona conocimiento acerca de los actos de vo¿
luntad. Tan sólo cuando tengamos una respuesta pre­
cisa y clara a ésta, en cierto modo, pregunta formal La crítica de la autenticidad
podremos utilizar su testimonio según su contenido. § 30
De acuerdo con lo dicho, esta pregunta formal se
formula sencillamente según tres puntos de vista, qué ■,En todos los campos del material histórico juegan
se aplican, en igual medida, a los tres géneros del ma­ •s falsificaciones un gran papel; y nada caracteriza
terial histórico. ás claramente la diferencia del saber histórico en los
a) ¿Es el material realmente aquello por lo cual atro últimos siglos de los tiempos medievales, como
se lo tiene o por lo cual se lo quiere tener? A eso res­ que desde entonces se comenzó a poner atención en
ponde la crítica de la autenticidad. "^diferencia entre lo auténtico y lo inauténtico. Sólo
b) ¿Es el material, aún inmodificado, lo que era y ha vez antes, a partir de la época de Aristóteles y en
quería ser, cuando surgió, o qué modificaciones ha de la erudición alejandrina, jugó un papel semejante
sufrido y hay que dejarlas de lado? A esto responde ‘¿pregunta por la el
la crítica de lo anterior y de lo posterior, en cierto Hay los más diversos modos y motivos de la falsifi-
modo la descomposición del material según sus es­ ción. A veces es la pía fraus, a veces el propósito del
tratos. gaño político lo que juega un papel central; a veces
c) Se pregunta si el material podía y pudo dar, ‘¿falsifica para vender, a veces por vanidad, personal
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o nacional, a veces por el puro placer de la mentira. s fuentes en Roma, el Tullianum, fue edificada por
También juega un papel la broma erudita. Dicho breve­ ullus Hostilius y se le dio su nombre; así la expre­
mente, es tan diverso y tanto lo inauténtico y lo falsi­ san aún hoy usual del muro serviano, como si la tradi-
ficado que lo primero en el trabajo histórico es el *ón que afirma que el rey Servius Tullius lo construyó
asegurarse si el material con que se trabaja es aquello: viera alguna fundamentación; así entre los griegos
por lo que se lo tiene o pretende ser. te la mejor época la opinión generalmente válida de
Está en la naturaleza de la cosa que el procedi­ ue Micena fue el castillo de Agamenón, mientras que
miento del examen es diferente según el objeto que s nuevas excavaciones testimonian un origen comple­
hay que investigar, y con frecuencia ello es muy com­ mente distinto del griego. Los historiadores griegos
plicado y en modo alguno puede llegarse a un resul­ ^romanos fundamentaron una serie de narraciones con
tado completamente seguro. Pues a la prueba plena íjuida de monumentos o restos mal interpretados,
de la inautenticidad pertenece el probar el origen real i? Más lamentable es la infinita cantidad de reliquias
de lo falsificado, la época, el propósito de la falsifica­ 'g los budistas, de los viejos templos helenos, de la
ción. Y una vez verificado así lo inauténtico puede ser glesia griega y romana, etc. ¡Cuántos dientes debió
de gran interés en otro campo y en su lugar corres­ fener Gantama Buda si cada uno de los que se tienen
pondiente puede ser aplicado como material histórico §;or tal en los numerosos templos de sus creyentes fuera
muy importante. Auténtico! Y de qué manera la iglesia romana ha ex-
Tenemos que recorrer al menos las formas más im­ lotado el vulgus decipit vult lo muestran más que
portantes de nuestros materiales para definir este tipo uficientemente las infinitas reliquias junto a otras
de crítica. -osas anestésicas semejantes. No siempre se logra lle-
Primero, los restos y monumentos. No nos deten­ ar ad ahsurdum estas reliquias tal como lo hicieran
dremos en el problema que se plantea cuando, por on Sybel y Gildemeister en 1845 con el velo de Cristo
ejemplo, en boca del pueblo a los restos no compren­ ue se venera en Tréveris; no es ni velo o manto, ni es
didos de épocas culturales anteriores se les atribuyen anto no cosido, sino un fuerte tejido de la época de
falsos nombres, por ejemplo, cuando las grandes ins­ í¡s cruzadas con escritura árabe incrustada.
cripciones cuneiformes en las pinturas de Bagistana Más o menos en la misma serie figuran los miles de
que, desde que se aprendió a leer esta escritura, resul­ tytichitá, gemas, vasos, medallas que los ingleses sue-
tan ser una glorificación de los hechos de Darío I, son n traer de Italia; y también los miles de piezas pre­
consideradas por la población local como la obra dé nsas y rarezas de las cámaras de arte y armas que
Semiramis y así es llamada; o cuando los- dos colosos ^zaran de predilección en el siglo pasado, en las cor-
en Medinet Habu frente a Karnak son designados por s* pequeñas y grandes. Así también numerosos cua­
cientos de inscripciones griegas y romanas como la cos en las galerías de pintura. Por regla general, cuan-
imagen de Mennón, que da un sonoro tono cuando cmás brillante es el nombre del autor al que se atri­
aparece la aurora, su madre; o cuando se fecha retros­ l l e el cuadro, tanto más sospechoso es, mientras más
pectivamente la Torre de las ratas en Bingen en la ' faeles, Tizianos, Miguel Ángeles, etc., se ve, tanto
época' del arzobispo Hatto, el especulador ne granos "ás hay que exigir la prueba de la autenticidad. Iguál­
que huyó de los ratones. Tales interpretaciones popu­ ente acontece con numerosas estatuas antiguas que
lares no son propiamente falsificaciones, si bien y por presentan como griegas aunque están hechas con
mucho tiempo han tenido su influencia sobre la inves­ ármol de Carrara.
tigación científica. Así, cuando se dice que la casa de *En nuestro siglo se ha hecho limpieza radical de to­

124 125
das estas cosas, si bien es cierto que aún ocasionan monedas cada vez peor, de ser posible cada año con
problemas las viejas designaciones. Como ejemplo pue­ orden a los qüe vivían en su territorio de cambiar
de servir la maravillosa pintura de la Galería de Dresde s viejas por las nuevas monedas, pero naturalmente
que se consideraba como un retrato de Ludovico Moro |gún su valor nominal. Era una forma muy provechosa
por Leonardo da Vinci, hasta que v. Quandt reconoció & impuesto indirecto en favor del señor. Hasta qué
en él la mano del joven Holbein y demostró que el |mto era duro esto se ve cuando se confirma que la
retrato es del joyero basilense Morett; un viejo gra­ üeva moneda que emitió el Príncipe Elector de Sajó­
bado de Hollar confirmó el dato del nombre y la ver­ la en 1465 sólo alcanzó 20 céntimos en relación con
dad de la combinación, y finalmente la Galería compró a gulda renana, en tanto que el valor metálico sólo 50
en un remate de Lawrence, en Londres, un dibujo de ips decir 150 % de ganancia). Cuando por fin se llegó a
Holbein que no era otra cosa que la copia realista de jpnsan en emitir céntimos eternos, es decir, una mone-
la cabeza, con increíble vida y veracidad. Con eso se a!que no se depravara, surgió el nuevo arte de modifi­
había logrado un resultado que no sólo era de inte­ car la moneda en su valor oficial cortando la pieza de
rés para el cuadro sino para la historia del arte, eri ro o plata. Para investigaciones sobre el contenido de
cuanto se rectificó así un tipo de presentación pictó­ ks monedas, y con ello sobre los valores, sobre los pre­
rica que se había comenzado a considerar como carac­ ios de mercado para la carne, el grano, sobre toda la
terístico de Leonardo da Vinci. jtuación económica, el material numismático es, hasta
Un campo especialmente fecundo encuentra la crí­ len entrado el siglo xvn, extraordinariamente insegu­
tica de la autenticidad en la numismática. Hay aquí ro. Pero, como monedas de la época, son auténticas;
muy diversas categorías de falsificaciones según que ó son medidas correctas del valor, pero tampoco mo­
el punto de vista sea la rareza anticuaría, el cuño oficial lidas falsas, de manera que su investigación más bien
o el valor del metal. rresponde al capítulo del examen de lo correcto.
Ya la Antigüedad tenía las llamadas nummi subae- Desde que con la restauración de las ciencias co­
rati, es decir, monedas cuya anima no era de metal menzó la afición por las monedas antiguas, primero en-
precioso o noble, de modo que aquí la falsificación se 'e los emperadores del Sacro Imperio, y luego se con-
refiere al valor. Naturalmente que las falsificaciones ’rtió en lujo culto de los príncipes y nobles el tener
antiguas tiene para la numismática especial interés y ^lecciones numismáticas empezó entonces también la
como monedas antiguas auténticas, alcanzan hoy un jbricación de monedas falsas; y, según la evaluación
alto precio. P'ün conocedor probado en la materia, de las antiguas
Otro tipo de antigua falsificación es la que resultó monedas en las actuales colecciones hay, por lo menos,
del hecho de que los bárbaros en Tracia, Galia, etc., n*tercio de monedas falsificadas recientemente. Hasta
imitaron el cuño de las monedas de oro de Alejandro y en entrado el siglo xvm, se aceptó bastante o casi
Felipe. Se encuentran muchas de estas falsificaciones do sin crítica, se interpretó e ilustró la historia po­
en grados diversos de depravación, pero conservando ética de la Antigüedad con una cantidad de combina-
excelente el contenido fino. janes sobre la base de monedas falsas. Como ejemplos
Durante toda la Edad Media la falsificación fue, por psta mencionar el numismático realmente genial Vai-
así decir, un ejercicio oficial. El estante de las mo­ ant, muerto en 1708; al erudito Ezequiel Spanheim.
nedas se hizo más provechoso por el hecho de que el pando Lorenz Beyer editó en 1701 un Thesaurus Bran-
rey, el obispo o el príncipe o una cooperativa mone­ fnburgensis, recogió allí todo en confusa mezcla; y
taria que había adquirido el derecho de acuñar, hacían ando Erasmus Groehlich publicó en Viena, en 1744,
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los Armales regum Syriae illustrati, pese a la erudición ¿costumbre de que el investigador viajara para hacer
y al trabajo, todo es allí realmente inservible a causa mismo las copias; y más tarde se descubrió el arte
de la falta de crítica. pcillo de hacer réplicas de las piedras con papel
Tan sólo con la Doctrina nummorum veterum de 'medo, en el cual aparecen exactamente los rasgos
1792 y ss., de Eckhel, se inició la crítica numismática, ; la escritura. La crítica epigráfica de Boeckh se
primero para la Antigüedad. Pero en la medida en la do aplicar sólo primeramente al contenido lingüis­
que ella avanzó, la falsificación se hizo más experta, ta y material de las inscripciones; su material no le
más refinada y magistral hasta que alcanzó su cum­ Emitía desarrollar eh sistema paleográfico del alfa­
bre en los maravillosos cuños de Becker, de Hannau, lfo griego. Pero a su manera descubrió que ya Ciríaco
tanto en la técnica —acuñó sus sellos siempre con '¿:iAncona en el siglo xv había inventado inscripciones,
cuños antiguos— como también en el refinamiento “,e Michel Fourmont, quien en su viaje a Constantino-
erudito de sus falsificaciones; al final editó él mis­ |a y Grecia en 1728 había traído del Peloponeso más
mo el catálogo de los cuños que había hecho. ‘*3.000 inscripciones, había falsificado justamente las
La creciente demanda de monedas medievales, es­ ás antiguas y las más importante. Con el tomo tercero
pecialmente italianas, hizo que también en este cam­ átregó el trabajo para ser continuado por Joh. Franz;
po se iniciara la fabricación, y por cierto que en me­ l'tomo cuarto (Italia) que abarca Italia y Sicilia a la
dida mucho mayor que en el campo de las medallas fz que inscripciones en vasos, concluyó el viejo Cor­
que se hacen muy diestramente en Roma y en Flo­ us Inscriptionum Graecarum con unos 10.000 mimé­
rencia. is. Desde entonces se ha aumentado considerablemen-
Aquí, en las monedas y en las medallas, la crítica Jla masa de las inscripciones, las colecciones de Pit­
exige mucho ejercicio y gran conocimiento de detalle. ias, Rangabé, Lebas y Waddington, etc. presentaron
El trabajo artístico, lo epigráfico, la elección de la líes de nuevas inscripciones.
exposición, luego la pátina de los cuños de cobre y /.La nueva colección del Corpus Inscriptionum Grae-
plata, la irregularidad y desgaste de los bordes, el con­ r¥um ha omitido colocar al comienzo una investiga­
tenido fino, el pie de la moneda —todo esto debe tener­ ron sobre la autenticidad de las piezas que trae, ya
se en cuenta, cosas que sólo se pueden adquirir en cons­ |ie la mayoría son copias o réplicas de las piedras,
tante y larga ocupación con las monedas. pro no de todas existen aún los originales, y muchas
Quiero referirme ahora a las inscripciones. Se ha lilas copias de Kefalides, de Pittakis, Lenormant, etc.
hablado de la gran cantidad de material epigráfico, ‘n más que sospechosas. Lenormant es un falsifica-
pero a la crítica de lo auténtico e inauténtico sólo se *r ¿peligroso.
ha llegado en el campo de las inscripciones griegas y Los elementos de la crítica son aquí en parte exter-
romanas. especialmente desde la obra de Kirchhoff sobre
Boeckh fue el primero en aclarar las inscripciones historia del alfabeto griego, mediante la cual se
griegas, y se puede decir que su admirable trabajo fue "tuvo a la vez la posibilidad de poder determinar cro-
el que creó por primera vez el estudio epigráfico. Cier­ Üógicamente con bastante seguridad las inscripcio-
to es que las inscripciones que él coleccionó las tenía s no fechadas hasta la época de Alejandro; y son en
casi todas en copias que habían hecho in sita algunos rte internos, los cuales se pueden aplicar también
viajeros o que se le hicieron de las piedras dispersas. "ando las inscripciones se encuentran en copias.
Tan sólo después de él y especialmente desde los tra­ ,Cuando Teopompo en Harpocr.s.v. A-ctocoís- ypáypacri
bajos para el Corpus Inscriptionum Latinarum surgió dica que la llamada Paz de Kimón entre Atenas y los
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persas no se llevó a cabo porque el documento no está $ Italia a mediados de los años 40, los estímulos para
escrito en letras áticas sino en jónicas, aplica como de­ fys estudios.
cisivo e.ste criterio externo, porque en Atenas, en vez x Una tarea central era la de encontrar el origen de
del viejo alfabeto se puso en uso oficial el llamado “s falsificaciones. Resultó que el napolitano Pirro Li-
alfabeto jónico tan sólo bajo el arconte Eukleides ha­ f)rio, hacia 1550, cuya colección se conserva en 35 to-
cia el 403. Si testimonios más modernos aseguran, en os en Torino, se había convertido en la fuente de los
cambio, que la vieja estela fue capturada en la época tyesauri de los dos siglos siguientes. Los falsificado-
en que Atenas guiada por Alcibíades trataba de entrar -s —pues Pirro Ligorio no fue el único— no se Satis-
en una alianza con Persia y que luego en época dé dieron con difundir copias supuestas, sino que fabri­
Teopompo se hizo una nueva copia, cabe entonces eron también, para la venta, copias de auténticas ins-
preguntar si el documento una vez capturado se podía ipciones en piedra, y los museos están llenos de és-
expedir de nuevo y si Teopompo era tan ignorante como s; también se fabricaron piedras con inscripciones
para aplicar esta crítica paleográfica a un documento bre hechos importantes; así, por ejemplo, el cono­
restituido. t o Sconsultum que le prohíbe a César pasar él Rü-
’cón. La vanidad municipal en Italia, en España, etc.
Hay en los oradores áticos y en otros (Plut., Diog.J ^provocado semejantes cosas. Haber descubierto y
numerosos documentos de los cuales unos son cierta­ 'esto en claro todo este sistema es el gran mérito del
mente inauténticos, pero muchos también auténticos. ' rpus Inscriptionum Latinarum, para el que Momm-
Así, se ha confirmado el vójxoe, citado en Demóstenes n sentó en 1852 las bases con el Inscriptiones Regni
contra Makartatos § 57 gracias a una inscripción qué 'politani Latinae.
restituía la vieja ley solónica en la época de la guerra ¿En el caso de las inscripciones griegas y romanas
del Peloponeso. En cambio, todos los documentos qué y que tener en cuenta otra cosa. El modo como se
se encuentran en el discurso de Demóstenes De corona, venzó la colección de las inscripciones no permitió
cuya inautenticidad probé en 1839, se consideran hoy p se llegara a una determinación del alcance que tie-
como inauténticos. ■el concepto de inscripción.
La epigrafía romana siguió pronto a la griega. A En todo caso, hay una gran diferencia si lo que
fines del siglo xvm cuando se concluyó la larga serié tiene a la vista son inscripciones de una autoridad
de los Theosauri con el Supplementum de Donati a ~ünal o estatal o de cooperativas o de grupos de
Muratori, se contaban 80.000 piezas. Y desde entonces ‘tas como, por ejemplo, los numerosos artistas dio-
este número ha crecido considerablemente. Pero estas fácos en la época atálica, o inscripciones privadas,
viejas colecciones eran un verdadero establo de Augias: \ ejemplo para los difuntos, o levendas bromistas
muchas inscripciones habían sido copiadas lamenta­ ,‘o las que hay en los muros de Pompeya. En Ate-
blemente, se las había modificado a voluntad o se lai-.; , en donde se pueden observar estas cosas con exac-
había interpolado de manera tal que de palabras irt cada pieza o documento del Estado tenía que
significantes resultaban grandes y muy significativas í :érse en el archivo (Metroon); la inscripción era o
cosas, muchas de ellas completamente inventadas. E$ aúna publicación para que se prestara atención a
tonces comenzó Borghesi sus estudios en San Marino} ’na cosa, o para elevar el honor y la importancia
en torno a él se formó un pequeño círculo de investí'’ ¡Ó'resuelto, y se hacía a costa pública y baio la auto-
gadores, especialmente alemanes (Kellermann, Jahn,. d del Estado. De modo semejante en Roma con
etc.) y en este círculo recibió Mommsen, quien estuvo correspondientes § consulta , etc. Estas categorías

m
dé inscripciones son plenamente, si no diplomas, sí bpla. Este edicto es considerado hacia el 850 como
copias oficiales y auténticas de los mismos. Una ins­ ahecho indiscutible, en las cartas del Arzobispo Hinc-
cripción como el mármol Parium del año 264 a.C., no |r de Reims, en tanto que en las cartas del Papa Adria­
tiene otra significación que la de un codex. na Carlomagno tan sólo se encuentra una leve alu-
De la epigrafía sólo hay un paso a la diplomá­ ^n al supuesto hecho.
tica, la ciencia de la crítica de los documentos. fLa falsificación de documentos atraviesa toda la
Naturalmente hubo antes de la época romana en ad Media; se convirtió en una verdadera rama de
Grecia, en Egipto, etc., formas de legalización de los s negocios. Había, según asegura Cagefigue, en cada
documentos. Pero la palabra usual «diplomática», que rte «un faussaire de titre» y al menos de uno de ellos
se refiere desde la más temprana Edad Media a los lía corte de Luis XI da noticia detallada. Pero aunque
documentos, se conecta directamente con la tradición yeía el perjuicio, no se tenían los medios para de-
romana. pstrar las falsificaciones como para que se las pudie-
En la época de los emperadores romanos diploma ¿Gomprobar judicialmente.
significa un escrito oficial, tal como se debió usar para por fin y en un caso práctico se desarrollaron los
la conclusión de un negocio de la vida pública y pri-! $ineros rasgos básicos de un examen de los docu-
vada, sea para convalidar o documentar la conclusión1 |ntos. En un pleito del convento de San Maximino
del mismo. Y esta forma pasó luego al mundo romá-» Tréveris contra el Arzobispo-Príncipe Elector de
nico y al germánico. ‘éyeris en 1638, el abogado Nicolaus Zyllesisu atacó el
Son necesarias ciertas formalidades para dar a la Jumento principesco por inauténtico y estableció de­
pieza escrita su constatación o legalización, sea la fir­ clinadas normas para el examen de su inautentici-
ma o el sello o el dato del o de los testigos del acto En 1648 siguió Leuber con un examen parecido
del negocio o la adhesión del sello de los negociantes I documento magdeburguense de Otto I. Pocos años
o cósa semejante como, por ejemplo, en la ley visigoda» fpués, el pleito entre jesuítas y benedictinos en Fran-
para España, que estaba regulada legalmente en el fllevó más adelante. El jesuita Papebroch atacó los
artículo De scripturis válituris et infirmandis. ^documentos de Saint Denis, que los benedictinos
No era cosa de todo el mundo el conocer estas ar­
tes de la diplomática, sobre todo porque en aquellos bían utilizado en las Actas Sanctorum ordinis S. Be-
siglos el conocimiento de la lectura o de la escritura \icti en 1648. Papenbroch había estado presente en
no estaba más difundido que dentro del estamento cl£ Pan empresa de las Acta Sanctorum, que su orden
rical. Pero quien sabía escribir un documento tenía la ia comenzado a hacer imprimir por Joh. Bolland,
gran facilidad de escribir o corregir especialmente do? $e 1643, en Amberes. Y así tenía doble ocasióñ para
cumentos de donaciones, sin tener que preocuparse de? ^validad con los minuciosos benedictinos. Para de-
masiado de que el engaño pudiera ser descubierto. Ya ;der su orden contra el jesuita, el benedictino Jean
en la época carolingia se formó una verdadera técnica billón editó en 1681 su gran obra De re diplomática
para esto y fue practicada especialmente en interés ^eon la cual puso orden y sistema y nueva luz en
de las iglesias y conventos y, en gran estilo, por parte campo. Desde entonces, la disciplina se ha elabo-
de la Curia. Así sucedió con el Edictum Domini Constan- q considerable y detalladamente, hasta la obra más
tini en las decretales seudoisidorianas, con el cual ConsJ lente e importante de Julius Ficker, Beitrage zur
tantino el Grande debió hacer donaciones al Papa Sil' kundenlehre, de 1877-78.
vestre y por lo cual trasladó m domicilió a Constad a crítica diplomática es esencialmente crítica de

132 133
la autenticidad según criterios externos en contraposi-
ción a una crítica más alta. ino las iglesias y los conventos suelen tener registros
No es necesario entrar en detalle sobre cómo soij ‘ donaciones, etc.
aplicables los elementos de la crítica diplomática a Ahí pululan los documentos falsos. Muchos de ellos
los autógrafos, a cartas, a originales escritos de todo han hecho para servir a un fácil Vidimus y para ser
género. Cuando hace veinte años aparecieron en el Idos luego en una copia así vista. En las traditiones
mercado tantos autógrafos de Schiller la prueba de línueho también lo que tiene muy dudoso valor.
su inautenticidad se hizo en forma diplomática, es de­ *Es natural que la llamada crítica diplomática nada
cir, según las notas diplomáticas, no sólo teniendo &éde hacer aquí. Se puede tan sólo decidir por mo-
en cuenta el papel, pues el falsificador había tenido Ós internos si la pieza es lo que pretende ser. Ésta
la inteligencia de obtener hoias y pliegos en blanco la llamada «alta crítica».
de los legajos de los años 1790-1805, del Archivo de | Ella tiene que aplicar evidentemente en sus inves-
Weimar. De modo semejante pudieron comprobarsé Jjáciones todas las ayudas, lingüísticas y materiales,
paleográficamente los engaños del griego Simónides; Ótivos de la forma estilística y del contexto pragmá-
hacia 1845, quien ofreció a la venta manuscritos de ib, para decidir si lo que está a la vista puede haber
Uranio y del pastor de Hermas, entre otras cosas por­ ló redactado por personas en el lugar y para el fin
que se descubrieron huellas de trazos del lápiz con el ve se indican,
que había calcado sus copias. "JHablemos de la «alta crítica» de los documentos,
En cierto modo hay una analogía con la crítica di­ *é gracias a la obra citada de Ficker ha dado recien-
plomática en el procedimiento que se aplica a las pro­ fhente un gran paso. La investigación buscaba con
ducciones tipográficas, sólo que aquí se agregan las ! ble fervor el asegurarse de la autenticidad de cada
dificultades de la fábrica de las letras y del editor ^, Óumento, teniendo en cuenta que las circunstancias
de las planchas durante los siglos xv a xvm, dos im- £ figuraban en cada documento debían ser seguras
presos del juicio de Stralendorf «en Ingolstadt en la ener el valor de importante material histórico. Ella
casa editora de Pete Stuhlwagen», una empresa qué éóntró en los minuciosos caminos que pertenecen a
nunca existió; posiblemente según el papel y las le­ forma documental suficientes criterios de tipo inter­
tras, se trata de una imprenta de Halle. 0 in a fecha, que en tiempos antiguos al menos, se in­
Los distintos criterios diplomáticos encuentran sü flaba según años de gobierno e indicciones, propor-
aplicación en aquellas piezas en las que lo que in¿ hó ya un punto de apoyo importante. La crítica pre-
porta es la forma externa, tales como documentos, au­ ntaba: ¿estuvo el emperador, el rey, etc., el día de
tógrafos, etc. Pero muchos documentos no se encuen­ lecha en el citado lugar? ¿Estuvieron las personas
tran y conservan en la forma original, sino en trasuik hcionadas como testigos en el lugar o en los al-
tos o en los llamados Vidimus, es decir, copias en las ^édores o pudo ser una coartada de alguno, pudo
cuales una oficina oficial atestigua que el documento iostrarse que las otras ya habían muerto? ¿Fue
tal y cual —se lo cita textualmente— se ha presentad! ieh figura como canciller o escribiente realmente tal
ante ella y se lo encuentra en orden y es auténtico: M le reconoce en los rasgos de la escritura? Se ha
non abolitam, non cancellatam nec in aliaue parte # échado por inauténtica una cantidad de documen-
tiatam, sed omni suspicione carentem. O el documento imperiales y de otra clase, no solamente existentes
se encuentra copiado en los copiadores de la corres­ fcopias, sino en originales porque no soportaban el
pondiente oficina o en los códices traditionum, así afínen hecho con los citados criterios.
Si se hubiera prestado un poco más de atención
134
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a los documentos de los siglos recientes y al modo como ‘ba de Prusia y en los escritos políticos de Koser, fal-
se extendieron, se hubiera visto que el problema de ficaciones en parte de las cortes de Dresde, Viena y
la fecha de los documentos es, por la naturaleza de bndres, en parte hechas también por personas priva­
la cosa, menos abstracto de lo que se piensa. os para lograr así efectos políticos. Una falsificación
Ficker tuvo en cuenta diversas circunstancias para 1 tipo muy semejante provocó la Paz de Villafranca
examinar los documentos medievales y logró con ellos ¡j 1859: mientras que el emperador Francisco José con-
importantes resultados. Descubrió que hasta la plena ba y podía contar con el ejército que Prusia le había
expedición de un documento pasan meses, a veces jbmetido y que ya había movilizado, Napoleón III le
más de un año después del acto propiamente tal de la Asentó un documento oficial, una propuesta de me­
concesión o amnistía, y que la fecha de los documentos nción que, aparentemente le habían hecho Prusia e
muy raramente o nunca corresponde al primer acto, rglaterra; una simple falsificación, tal como lo com-
pero que los testigos se encontraban en la corte en la robó dos semanas más tarde la declaración que en­
época del acto, y que del mismo modo el canciller y vegó Prusia en Viena, y que decía que ni Prusia había
el escribiente habían podido cambiar en el tiempo que |cho esa solicitud ni había recibido cosa semejante
va entre el acto y la expedición del documento, etc. I Inglaterra.
El resultado fue que hay una cantidad de documentos p Naturalmente que la «alta crítica» vale, tanto para
que se declararon inauténticos a base de criterios que os documentos y escritos oficiales, como para todos
no demuestran lo que debían demostrar; pero no me­ m materiales escritos de nuestra investigación, sean
nos que los admirados itinerarios del emperador, del |tps históricos o políticos, producciones literarias de
rey, etc., realizados especialmente después de la fecha, ]ffa especie, obras de autores famosos o no. Pues la
tienen como presupuesto un fundamento vacío. En poi asa de ío inauténtico es enorme y mientras la crítica
cas palabras, toda una serie de bellos resultados que ábaja para limpiar, el engaño político o piadoso o lu­
creyó poder deducir la investigación medievalista de crativo, o también la ceguera privada, ponen en curso
los documentos ha sido puesta en tela de juicio y úevas inautenticidades. Nuestros periódicos viven
es necesario someter todo a una reelaboración. r e eso.
En nuestras colecciones de documentos suele irse 'Puesto que aquí se trata de escritos que deben haber
tan sólo hasta el 1500. Pero también para la época |o escritos por alguien, la falsificación consistirá o
posterior la cuestión de la autenticidad es de impor­ en en que al escrito que es en sí auténtico se le da
tancia, haciendo caso omiso naturalmente de aquellos í nombre falso y por ello se lo convierte en inauténti-
documentos que se refieren a relaciones jurídicas pri­ >; o en que se componga un escrito con un nombre
vadas y que pertenecen al foro judicial. En la historia ptorio, o en las dos cosas, que el escrito y el'nombre
convencional de los últimos siglos, hay una cantidad an fingidos.
de hechos de tales documentos que se han dejado de 1.— Del primer tipo se trata cuando entre los dis-
lado y que en las disputas de los partidos o en la lucha, rsos de Demóstenes hay ocho que proceden de aquel
diplomática de las cortes fueron inventadas o falsifi­ empo y realmente fueron pronunciados, a los cuales
cados en parte, y apenas se ha comenzado a seguir las n embargo se ha dado, sin razón, el nombre de De-
huellas de estas cosas. Así por ejemplo el Tratado de óstenes, quizá por los bibliotecarios de Alejandría;
Nymphenburg de 1741 y una serie entera de otras fal­ estilo y su contenido material muestra que forman
sificaciones de la época de las dos guerras de Silesia, todo, y la investigación ha demostrado que proceden
que han sido demostrados en las historia de la poli- Apolodoro, el hijo de Pasión.

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Cosa semejante se repite en la Edad Media y en
la época moderna, especialmente en obras colectivas. jf Vaticinum Lehninense del hermano Hermann von
Para la historia del Concilio de Constanza se ha re- hnin que con tanto gusto suele ser citado por los
impreso un escrito muy importante (v. Hardt, Magnurri ofesores ultramontanos. También de Matteo di Gio-
Constantiense Concilium 1700, V, p. 68 ) De modo unien- nazzo, que se suponía procedía de la época del rey
di et reformandi ecclesiam, y que se atribuye a Joh. ríos de Anjou en Nápoles, hasta que W. Bernardo
Gerson, un dato que ha operado confusamente en la obó en 1868 que estos interesantes anales son una
concepción sobre el puesto de Gerson en la Iglesia; Isificación del siglo xv. Lo mismo sucede con las in­
en el trabajo de J. S. Schwab sobre Gerson de 1858 stigaciones de Scheffer-Boichorst en los Estudios flo-
se ha demostrado convincentemente que el autor del ntinos de 1874, que prueba que la historia florentina
escrito fue Theodor v. Niem. De manera semejante .Malaspini, y la maravillosa crónica de Dino Campa-
1 Son falsificaciones, tal vez de fines del siglo xvi.
acontece con el plan de repartición de Polonia de 1710,
que se conoce como un proyecto de Pedro el Grande; nCon frecuencia hay que continuar aún más la in­
cierto es que estos artículos se escribieron de modo, tal stigación. O bien el engaño no se aclara y es increí-
í, cuando no se demuestra de dónde proviene. Re-
qüe despertaban la impresión de que procedían del
Zar, pero el plan proviene del rey Augusto II de Po­ erdo el tan frecuente ensayo de demostrar la inauten-
lonia y fue elaborado por su ministro el conde Flem- *qidad de Ossian; ¡qué maravilloso genio tendría que
ming y por el consejero secreto prusiano Mariscal von 'ber sido Macpherson para poder inventar esta bella
Bieberstein, y presentado por el último Zar, quien lo ;esía! O bien a la falsificación subyacen otros motivos,
rechazó enérgicamente; en 1732 se volvió a este plan. líticos, religiosos, etc., que dan a la obra falsificada
2. — Del segundo tipo se trata cuando en un escrito tra significación para la investigación, cuando se la
se finge un nombre famoso o significativo. Así, la lla­ Üede demostrar. Así, cuando la revista de Munich
mada Reforma del Emperador Federico III: la autén­ 1emannia publicó en 1816 cartas de Niebhur, Gneise-
tica de 1443 es insignificante y no tiene relación con ju y otros hombres de Estado de Prusia, sobre la
la de 1523 que se hizo en este agitado tiempo, cuando artición de Sajonia. Estas cartas eran un embuste,
el emperador Federico dio a las masas bajas ésta y jro muestra, con la mayor ilustración, la política de
aquella libertad (utilizadas en los 12 artículos de las "orte bávara: estas cartas son como material de
guerras campesinas). Y cosa semejante pasa también historia prusiana completamente inútiles, pero son
con el muy citado testamento de Pedro el Grande, que nto más instructivas para mostrar las tendencias an-
fue fingido en la época napoleónica, y no sin colabora­ jprusianas en la incipiente Federación Alemana.
ción del mismo Napoleón, por un polaco,- así lo ha de­
mostrado Bresslau en la revista de Sybel, en 1879. Y así La crítica de lo anterior y lo posterior
también hay numerosas memorias de franceses, hasta §31
la más reciente época, como las Mémoires tirés des
papiers d’un homme d’Etat, que aparecieron en 1828-38 Ya la crítica de la autenticidad conduce, en los
como si fueran de Hardenberg, pero que fueron escri­ rstos lo mismo que en las fuentes, cuando va más
tas por varios, concretamente por el conde de Attonvilje: ,lá de la simple negación, a un resultado diacrítico,
y el incansable falsificador Beauchamp. "decir, al conocimiento de que a lo originario y au-
3. — El autor y el escrito son fingidos. Tal es el Iñtico están ligados lo posterior o inauténtico que,
caso de los escritos órficos sibilinos de la Antigüedad; or su parte, orientado justamente, en su justo lugar
- auténtico y frecuentemente muy instructivo.
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En la concepción habitual, se considera que los Sal- ■ial histórico; hay que separarlos según la sucesión
mos son obra de David; nadie, que lea con atención ¡cronológica y así verificarlos.
tendrá por tal el de los ríos de Babel, y cuando se ha Se trata pues de la cuestión de si lo que tenemos a
aprendido a separar estos salmos posteriores de los la vista, en su integridad es y puede ser lo que era
viejos de David se tiene un importante material sobre quería ser, y qué modificaciones hay que reconocer
la época del exilio, y aun sobre la de los macabeos. ¿illí y para qué fin de la tarea histórica hay que dejarlas
Esto no sólo vale para las obras escritas, sino tam­ He lado.
bién, y en parte en gran medida, para los restos y mo­ £ Lo que se ha agregado puede considerarse como
numentos. Las catedrales de Bamberg y de Maguncia íjnauténtico, como falsificación, cuando la conservación
se comenzaron a construir en estilo de arcos romá- Vde lo originario fue para el material en cuestión la
cos, pero se terminaron en el llamado gótico. Ciuda­ Itarea y la medida de su valor, como en las obras es­
des como Praga, como Tréveris o como Roma, son por critas, cuya forma y contenido fue compuesto por sus
cierto monumentos históricos, pero de muy diversas autores con el propósito de que quedarán así, tal como
épocas que se diferencian ya a primera vista. Si se 3p manifestó su más íntimo ser, como Horacio, cómo
pvidio, en quienes ciertamente se perpretó en la Edad
las observa diacríticamente se lee allí toda la serie jMedia tanta interpolación. Al menos así parece a quie­
de los siglos vividos: en Praga las partes más antiguas nes desean tener al auténtico Horacio y al auténtico
con Wisherad, el patio de los judíos, el Strahoff, luego ,‘pvidio; y, en el fondo, los monjes fervorosos que Co­
las de Carlos IV (los puentes con las torres), luego las piaron y los vagantes que se creían poetas, no tenían
partes de la época utraquística (el cáliz en la iglesia derecho alguno de contrabandear su poesía en la de
de Theyn), y finalmente las que se construyeron des­ -.florado y en la de Ovidio.
pués de la batalla de la Montaña Blanca (los edificios fyí. Otra cosa acontece con los restos que estaban y que
jesuíticos en el Hradschin). Más aún, en cada acto ^quedaron en uso viviente, que cada nueva generación
de culto de la Iglesia Romana, en sus sacramentos, eii ^consideró como propios y reclamó el derecho de pro­
su ordenamiento jerárquico, están mezclados lo ar­ ceder con ellos de conformidad. Cuando los cánticos
caico y lo posterior y lo más nuevo, y es puro defecto /jsomo los de los griegos o los viejos Lieder de los ale­
de crítica cuando la cristiandad romana cree que todo manes, viviendo con el pueblo y ampliándose y refor­
lo que tiene proviene del Cristianismo primitivo y qué já n d o se variadamente, se fijan por fin en un deter­
siempre ha sido lo mismo. minado estadio de su transformación y se recogen en
El elemento decisivo y determinante yace aquí en Agrandes composiciones, no se puede hablar ya propia­
la naturaleza del material histórico. En cuanto estos mente de partes inauténticas en la Iliada o d i la Odi­
materiales tienen que tener, ante todo, la propiedad sea o en los Nibeíungos, así como tampoco puede lla­
de ser aún algo presente, esto es que se han conser­ marse falsificación cuando, siguiendo una melodía po­
vado hasta el presente, se entiende inmediatamente de pular, se canta un coro en la iglesia. También las Cons­
por sí, que ellos no son ya lo que eran cuando sur­ tituciones, las creencias, las formas y creaciones de
gieron, porque viviendo siempre con el tiempo se han la vida comunitaria, las edificaciones de la ciudad, etc.,
mezclado con otros elementos o han sido modificados s,on material histórico, pero su finalidad no fue y no
en sus formas, a veces hasta llegar a ser irreconocibles. ifjs el mantenerse inmutables; viven con las generacio­
Tal como ellos están a la vista pertenecen al presente, nes que siguen, y según las necesidades de cada pre­
y hay que colocarlos bajo la justa luz en cuanto mate- sente se transforman y reconfiguran constantemente

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en pasos imperceptibles o, como se ha dicho, orgánica­ el gótico, una analogía constante. Se preguntó -—y
mente; su proceso vital continúa ininterrumpidamente, ..ga fue la decisiva, feliz pregunta— por el motivo de
sea que crezcan o que se hundan en sí. No hay una |tl semejanza, en lenguas de pueblos temporal y espa-
personalidad determinada a la que pudieran estar ata­ ialmente tan distantes; e investigando estas flexiones
das, ni un determinado momento al que estuvieran ' .separando diacríticamente lo diverso de lo análogo,
fijadas normativamente y para una larga duración. No ncontró estas flexiones en permanente paralelo con
tienen la finalidad de ser material histórico para éste us formas de los pronombres personales, de modo que
o aquel pasado. Tan sólo la consideración histórica las 'stos se colocaban como sufijos a la raíz verbal y en
convierte en tal, y por cierto tratando de aprehender a mezcla de raíz y pronombre se habían modificado
su desarrollo en un momento determinado y su simul­ os dos de manera regular. No fue la semejanza exter-
taneidad. Para este fin, en las investigaciones separamos ' a de las declinaciones en las lenguas citadas, sino la
lo anterior de lo posterior, restituimos estas tempra­ egularidad reconoscible en las transformaciones, que
nas configuraciones en cuanto las separamos de la le habían hecho casi irreconocibles, lo que aclaró el
serie ininterrumpida de transformaciones y, en cierto parentesco de estas lenguas. Estas analogías y diferen­
modo, las aislamos. Así, diacríticamente, renovamos cias, esta sucesión llamativa de lo anterior y lo pos-
para nosotros del material actual una imagen intelec­ £rior, de formas finalmente descompuestas de estas
tual, para la cual se tienen a la vista para la intelec­ ‘enguas, le permitieron reconocer su sucesión y, con
ción empírica los rasgos esenciales que hay aún en el ello, un material histórico valiosísimo sobre la vida
presente. istórica de estos pueblos y lenguas, en cuyo caso se
El ejemplo más grandioso de investigación diacríti­ abían diferenciado.
ca lo ha dado la lingüística. Ella se ha impuesto como Este procedimiento de la lingüística es realmente
tarea la de demostrar en las lenguas indogermánicas paradigmático para todo el ámbito de estos fenóme­
y en las semíticas, tal como aún viven o existen en las nos. Pues allí, en el material que se investiga, hay un
literaturas altamente desarrolladas, no solamente su resente, en el que lo anterior y lo posterior aparecen
parentesco y las direcciones constantes de su dife­ creciendo íntima y vivamente entre sí, o más bien ocul­
renciación, sino también a la de reconstruirlas en las tándose; hay que seleccionar artificialmente (y eso se
formas que tenían antes de su diferenciación y de­ puede hacer por regla general sólo teóricamente) lo di­
mostrar la serie gradual de transformaciones que ellas verso en el tiempo, y hay que separarlo. Quien quiera
han experimentado hasta el presente. iferenciar en la Roma de hoy lo antiguo de lo me-
Muchos juegos en la comparación de lenguas y en ’ievál, lo del tiempo de Rafael y Miguel Angel, tendrá
las etimologías de palabras y singulares- se habían co­ üe hacer abstracción de lo pintoresco de las ruinas
nocido ya en la Antigüedad, y el Cratilo de Platón es "pl Palatino y no deberá dejar engañarse cuando vea
un ejemplo de ello; desde el establecimiento de las cien­ qpe los tiempos posteriores agregaron tanto al monu­
cias, se renovaron tales combinaciones especialmente mento-tumba del emperador Adriano, tal como lo mues-
entre las lenguas clásicas y la hebrea. Recuerdo al po­ ra el Castillo de San Ángel en el puente del Tíber;
lígrafo' Athanasius Kircher hacia 1650, cuya influencia podrá diferenciar diacríticamente en el material de
se extiende hasta el comienzo de este siglo. El comien­ g construcción, en las relaciones de niveles, en las
zo de la verdadera lingüística se hizo cuando Bopp fprmas arquitectónicas, etc., lo que pertenece a la épo­
reconoció, en 1814, primeramente en la flexión verbal ca de los reyes, a la de la República, a la de Augusto,
del griego, del latín, del sánscrito y, algo más destruido, la de Constantino; encontrará miles de obras de los

142 m
viejos templos y basílicas en los castillos y burgos me­ iiimos. Y cuando los atenienses lucharon en Salamiria,
dievales, emparentados con las edificaciones eclesiás­ siguiente generación ya dijo que habían visto venir
ticas de los siglos xv y xvi. Tan sólo cuando haya dife­ 4§ tormentas de los Aicidas de Egina y que habían lu-
renciado cada una de las muchas épocas arquitectó­ hado con ellos en el aire.
nicas en sus restos, podrá dedicarse a reconstruir en La crítica no iría lejos si quisiera determinar lo
su espíritu la Roma republicana y las obras y edificios úténtico y lo inauténtico, lo justo de lo falso, en lo
singulares de este tiempo. Si quisiera suponer que las fue se ha legado como saga. No iría lejos con el mito
iglesias cristianas de Roma son por regla general tem­ quisiera enterarse por él, aunque fuera en grado mi-
plos o basílicas transformadas, si quisiera suponer que lirio, de algo que ha sucedido. Pero si formula bien
los canales, la altura de las siete cúpulas, las relaciones, í ipregunta y la persigue diacríticamente, ericuentra en
de nivel de la antigua Roma son hoy las mismas, ello p§; dos otro elemento que es también de gran significa­
equivaldría a formular una petitio principii que lo des­ ron histórica. Son las experiencias vitales interiores
pistaría completamente. ¿pe se expresan en el mito, estrato por estrato, y que
Una tal petitio principii fue la que supuso O. Müller lán al pueblo creyente una imagen de sí mismo y dé
con relación a la Antigüedad griega, en el sentido de U progreso. Son las concepciones populares de gran­
que en las tradiciones homéricas y en otras en las que des acontecimientos que se recogen para los pueblos
los griegos creían tener su más vieja historia, tenía que -ri sus sagas y que, transformándose, siguen viviendo
Contenerse más o menos algo histórico, es decir, he­ pn ellos. Cuando Esquilo habla con tan fuerte acento
chos; y así escribió sus obras sobre Orcómeno y los e la lucha entre los nuevos y los viejos dioses olím­
dorios. No se sospechaba en ese tiempo cómo había picos, cuando en claras palabras manifiesta que Zeus
que comportarse frente a este material. flestronó a Cronos y a los Titanes, expresa entonces
El mito y la saga tienen de común la plena ideali­ ^ conciencia de profundas luchas del alma, en las cua-
dad y la necesidad de exponerse con plasticidad histó­ ffs sé logró en cada caso una nueva visión del mundo,
rica. Los dos crecen fácilmente en conjunción y se los ña nueva era mundial de la conciencia religiosa. Son
cree promiscuamente. Sin la ayuda exterior de una tra­ fechos de la historia religiosa evolutiva de los helenos,
dición Sobria que sirva de control, se tendría gran es­ ón los grandes períodos en la vida intelectual de este
fuerzo para descubrir sus comisuras. jieblo, que se manifiestan en tales formas hasta que
Pero tan profundamente arraigado se encuentra en pareció la filosofía y transmite otros hechos comple-
el ánimo de los pueblos el viejo rasgo del mito y de ámente distintos. Reconocer estas gradas es el gran
la saga, que grandes acontecimientos se transforman ■terés que tiene la investigación histórica en estas
inmediatamente en algo legendario y se adhieren a las ¿adiciones. A este punto debe ella dirigir su pregunta
figuras de su teologuemas. Como que en las Cruzadas diacrítica.
aparecieron e intervinieron más de una vez los santos, ír La investigación de la mitología hindú ha demostrá­
y aún el mismo Dios; o la figura milagrosa del cazador is una série de transformaciones semejantes que, co­
de ratas de Hameln, que aparece siempre como jugador menzando con los Varunas, no muestran meramente
y emerge en las ciudades y en los campos cuando algo a secuencia análoga, sino configuraciones de dioses
inesperado se presenta, como la peste y el hambre; $mitologemas (así Hermeias, lós Saranja, Erinnys)
también a la procesión de los flagelantes ha precedido Mé coinciden con los griegos. La subsiguiente inves­
este bufón, y también a la crucifixión de los niños; es tigación de la religión de Zend ha mostrado, que ésta,
el viejo Wodan, que vuelve a despertarse así en los Mginariamente idéntica con la hindú, se separó de
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ella y con rigor peculiar trató de mantener lo arcaico, orno la sucesión desde la conquista normanda y aún
en la medida misma en que las figuras de los hindúes esde la época anglosajona.
contemplaban cómo nuevas divinidades fueron desig­ Cuando el Vaticano hace valer en nuestros días el
nadas por la doctrina del Zend como Devs, como espí­ ógma del Papa Re, ¡cuán curioso resulta esto si se
ritus malignos. vestigan diacríticamente las competencias canónicas
La investigación está ya dedicada a la tarea de de­ el poder papal! Tan sólo en el siglo xv, en la época de
mostrar, lo mismo que en las lenguas, el contexto de ixto IV nació de la triple corona un Estado italiano
estos pueblos a través de los mitologemas. Y más aún: erritorial, y tan sólo en el decurso del moderno desa­
en cuanto con esta mitología comparada se adquiere bollo de los Estados ha esgrimido éste, y como él mu­
la posibilidad de complementar o de aclarar visiones llos microestados, la pretensión de absoluta sobera-
o instituciones de uno de estos pueblos con las análogas ía. Y, además, la forma de elección por el Colegio
de otros, se presenta allí también una posibilidad de 'ardenalicio, es decir, por una oligarquía clerical del
separar hasta un cierto grado, cuando nos falta el con­ ¿ás abstracto tipo, tiene algo que contradice absoluta-
trol de la tradición histórica, las figuras míticas , de ente al moderno concepto de Estado, cuya plena so­
las legendarias. beranía reclama el Papa Re, contradice también la
Al menos recordemos que, metódicamente, es el |encia del Cristianismo, cuyo representante vice Dei
mismo procedimiento con el que se han puesto en claro pretende ser el Vaticano. En pocas palabras, esta for­
las elaboraciones de la protohistoria judía hasta su ación tal como de hecho está ahí es totalmente in­
figura canónica en los cinco libros de Moisés y Josué, comprensible, si no se la concibe en su devenir histó-
es decir, el desarrollo religioso del pueblo elegido has­ iéo y se la contempla diacríticamente,
ta la época de los profetas. x Como se ve, esta crítica de lo posterior y lo anterior
Me interesa evitar que pueda parecer que este pro­ leva más allá de la simple diferenciación y separación;
cedimiento diacrítico es sólo aplicable a cosas tan dis­ &va a una nueva configuración en la que se verifica
tantes y perdidas. El gran mérito de la Escuela his­ '■>material existente, que muestra en mezcla confusa
tórica en la jurisprudencia consiste en no haber consi­ úchos otros elementos.
derado al Corpus Juris como el canon del derecho co­ p. Avanzando de tal manera se adquiere en este ma-
mún tal como fue recibido en Alemania desde 1495 y rial, y con él, una historia del desarrollo de cómo
como se convirtió en derecho del Imperio, sino como fte pensamiento, esta ciudad viva y activa se ha trans-
un desarrollo, y en haber aprendido a separarlo como b'rmado, de cómo lo anterior y lo más primero se ha
acumulación de siglos y comenzar a enseñarlo como Edificado hasta llegar a ser irreconocible. Y tan sólo
introducción al estudio del derecho común, concreta­ Z1esta historia evolutiva tendrá su evidencia y su
mente a la historia del derecho romano. Y de ahí resul­ , ¿dad cada estadio del desarrollo; lo anterior y lo
taron las diversas situaciones de esta gran coleción: Interior se elucidarán y apoyarán recíprocamente. Y
derecho republicano, el comienzo de la época de los n sólo verificado de tal modo esta pieza de material
emperadores, Diocleciano, Justiniano. Igualmente pro­ f‘stórico estará lista y segura para su utilización ulte-
cedió-la elaboración expositiva del derecho constitucio­ í>r, por lo pronto para la interpretación.
nal inglés por Gneist: él demostró que este derecho
era un depósito de Constituciones de siglos y que sólo
es comprensible en cada uno de sus rasgos si no se lo
concibe como una viva y válida acumulación, sino
146
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c) La crítica de lo correcto “os y poderosos como Lutero y Melanchthon: ellos ven
§32 fpl diablo, hablan con muertos, etc.
Aún hoy todo manicomio muestra ejemplos de es­
Para la investigación tiene especial interés la pre­ tas representaciones alucinatorias que por cierto no
gunta de si lo que le ofrece el material existente es son menos locas porque para la ortodoxia sea esencial
y puede ser correcto y verdadero o de si por su origen, fa doctrina del diablo. Si un médico recorre la historia
su determinación y su naturaleza tiene que ser inco­ pie la demonomanía no habrá de convencerse que en la
rrecto y no verdadero. ppoca de la Reforma hubo realmente demonios sólo
No se trata aquí, como en los tipos de la crítica orque hombres famosos hablaron de ello con toda
ya tratados, de la forma sino del contenido, de la con­ Iponvicción. El médico dirá que el informe, la concep­
cepción de lo que fue real que se expone en el ma­ ción de éstos es incorrecta, pues por su experiencia
terial y de lo que éste da testimonio. Aquí se hablará jjnédica y siquiátrica sabe que éstas son formas de en­
no sólo de las fuentes y demás tradiciones, sino tam­ fermedad que aparecen en ciertas circunstancias. Pero
bién de los monumentos y aun de los restos, en la encontrará en esta creencia, difundida en aquel tiempo
medida en que en ellos se expresan concepciones, efi |como algo completamente firme y general, un muy
especial restos de los negocios, esto es archivos. Y Atractivo signo de aquel tiempo y una explicación de
entonces las incorrecciones pueden ser muy informa­ muchos fenómenos médicos, concretamente ginecológi­
tivas, según que hayan sido hechas a propósito o por cos de aquella época.
descuido y puedan servir de material histórico, no sólo , Aunque todavía numerosas vitae en la gran obra de
como material de aquello de que dan testimonio sino los Bollandistas dan testimonio de los milagros de los
precisamente como testimonio. pantos, y aunque todos los días miles de creyentes ven
1. Primero, un ejemplo. Con los crecientes movi­ sudar sangre en la imagen de San Januario y mover
mientos religiosos del siglo xv crece la fe en el diabló' |os ojos en las imágenes de María y ver cómo derraman
y en los demonios, la convicción de que se puede co­ ágrimas, por otra fuente tenemos la certeza de que
merciar con ellos, de que por su mediación se puede posas semejantes se basan o bien en engaño de los
obtener algún provecho, de que con ellos se puede entidos, en enfermedad o en estafas. Decimos que
gozar de voluptuosidad. Se cree poder oír, ver, expul­ os informes son incorrectos, aunque sean auténticos;
sar, maltratar y engañar al diablo; se cree que por la '“ ero ellos son instructivos para la caracterización de
carne de un recién nacido se puede dominar el arte los que hacen o creen en esos informes.
del demonio, la brujería, etc. Desde el Malleus malefi- »■ Son incorrectos porque, en la medida del conoci­
carum de Sprenger y Henricus Institoris de Colonia, miento humano, los sucesos supuestos son iñlposibles.
en 1484, la Iglesia reconoció esta locura castigándola •os informantes no pretenten tal vez informar algo
como delito, con lo cual se difunde aún más. La top also, pero son incapaces de ver correctamente; no
tura arranca confesiones de cosas que no se han hecho, mienten, creen lo que dicen, para ellos es verdadero,
la locura da al infeliz la certeza de percepciones sen­ pero materialmente es incorrecto.
sibles, de acciones propias voluntarias, de modo que Ésta es una y la más amplia esfera de las incorrec­
en el tormento de su excitada fantasía las personas se ciones. Cosas de este tipo ocasionan infinito trabajo a
acusan de que han comido y matado a tales y a cuales á. investigación, no porque ella no reconozca que son
niños cuando éstos, frescos y sanos, juegan en la Incorrectas, sino porque es difícil, a veces imposible,
calle, etc. Esta locura domina aún a espíritus tan cla- maginarse la atmósfera espiritual en la que aquéllos
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pasaron su vida. No se concibe que un Melanchthon io II en Siena, pusieron de relieve ex officio todo lo
pudiera creer firmemente en la astrología o que un ás brillante y lo dudoso o menos memorable se de­
Escipión o un Pericles pudieran considerar las señales jó dejar de lado. Así, los sermones necrológicos de los
de los sacrificios como algo decisivo. ligios xvn y xvin, que se utilizan tan frecuentemente
A eso se agrega algo más. En la época de la Ilustra­ ¿orno fuente histórica. Semejantes glorificaciones son,
ción tenía mucho valor el explicar todas estas cosas i cuanto material histórico, incorrectas: de su deter-
como signos, milagros, historias de fantasmas, artes de inación, del contexto histórico podemos deducir que
brujas, etc., es decir, encontrar algún núcleo racional, *'o corresponden en verdad al asunto, que no pueden
que luego la fantasía y el engaño, en especial el engaño Corresponder y que tenían que ser incorrectas.
de los curas, debieron ampliar hasta lo monstruoso, 3. Por este camino seguimos más adelante. Cuando
pero reconociendo aquel núcleo racional y utilizándolo Jie cree que los legajos oficiales, los informes oficiales,
como histórica y fácticamente correcto. Proceder así ¡ten todo caso tienen a su favor la presunción de que
fue, en igual medida, acrítico y ahistórico. Se trans­ |p n correctos, se está en el error. Cuando, como dicen
puso simplemente la concepción racional y prosaica, ¿luchos documentos de este género, dos príncipes pa­
a la que se había habituado, a épocas en las que ella rientes, hermanos, tras larga lucha hacen la paz, en­
no existía o, al menos, nó existía de tal modo; no se tonces tienen los dos el interés de evitar que se indique
tuvo en cuenta la fuerza y la certidumbre de la creen­ ¿jaramente el motivo de la disputa, y el documento
cia, de la fantasía, del mirar subjetivo como se los |jíe la paz no permite siquiera sospechar que antes ha-
puede observar en todo niño. Miles y miles de ejem­ |bía odio y que tal vez en pocos meses volverá a surgir.
plos enseñan en qué medida el autoengaño conduce a Con justo celo se traen a cuento informes diplo­
la fantasía: aquellas batallas en el aire que se han visto máticos para aclarar con ellos noticias precisas y se­
tan frecuentemente, aquellos cantos de los ejércitos ras de las circunstancias políticas. Pero, ¿son exac­
celestiales que San Francisco dijo haber oído, aquel tos? ¿Son seguros? ¿Hasta dónde llegan aquellos fa-
diablo en la torre contra el que Lutero lanzó el tintero osos informes venecianos del siglo xvn con las ave­
y mucho más, no es otra cosa que un oír y ver sub­ riguaciones que les sirven de base y que no pasan del
jetivos, y el entendimiento racional comete injusticias Círculo de la corte, sobre el que informan? ¿Qué fun­
cuando busca la causa en lo exterior y fáctico, en vez damento tienen los datos que ofrecen sobre los ingre-
de en lo sicológico y lo patológico que ahí se mani­ qs de los príncipes, de los barones y de los obispos
fiesta. ql país? Y más aún: éste y todos los enviados diplo­
2. De otro contexto procede una segunda serie de máticos sólo quieren informar sobre lo que es de inte­
incorrecciones. Nadie encontrará reprobable el que fren­ es e importancia para su Estado, para su corte; desde
te a los brillantes relieves de la victoria en la Columna u punto de vista y su interés observan con frecuencia
de Trajano o en los monumentos egipcios se haga valer uy enrevesadamente, como en 1870 Benedetti informó
el que son glorificaciones tan exageradas e incorrectas ¿¡Napoleón III sobre Prusia y Alemania
como los nombres tan corrientes de los emperadores También ante los archivos y los informes oficiales
romanos: Germanicus, Britanicus, Parthicus o los nom­ qy una gran cantidad de reservas. El fin de estos in­
bres que se pusieron nuestros príncipes medievales: órales no es siempre el de reproducir los hechos; más
el piadoso, el sabio, el bueno, etc. Recordamos que jen se trata de impresionar, de fomentar tendencias,
cuando Rubens pintó la glorificación de Enrique IV, t
e resguardar a personas o de reprenderlas. Entre to-
Rafael y Pinturicchio, la de Eneas Silvio como Papa os los boletines que expidió Napoleón I no hubo

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ninguno más verdadero que el ominoso 29, que anun­ litación. Y aún la fotografía, que reproduce un árbol
ciaba lo de Beresina; se trataba de preparar a la na­ ;ii todas sus hojas y arterias, lo hace sólo de un
ción a lo más tremendo; pero en esta exposición no o, en el que el hombre pensante ha puesto el apa-
había siquiera un vislumbre de la cruel realidad. o. Todos los innumerables detalles de troncos, ramas
Se ve así cómo se diferencia esta serie de la pri­ ’Tiojas, de grietas y nudos en la corteza, los concibe
mera, en donde la fantasía ocupaba el lugar de la con­ ^hombre de modo diverso según las circunstancias: el
cepción objetiva. En la segunda serie hay concepción *htor o el dibujante, según el color y la figura; el bo-
objetiva, pero por los motivos de la concepción, por las ;¿nico, según el género y la especie; el maderero, según
circunstancias concomitantes y otras cosas, y la ter­ i capacidad de dar madera, etc.; verdadera es cada una
cera, la de los negocios, por la parcialidad del punto q estas concepciones en la medida en que la verdad
de vista o del interés, está dotada de una cierta pertur­ íiuncia la relación entre el ser y el pensamiento. Pero
bación o de un colorido, no acromático, como se dice n¡ el dibujo del pintor no es la corrección la finalidad,
en la óptica. Lo que importa es eliminar, en la medida jno la característica del árbol; a la corrección del di-
de lo posible, esta perturbación para rectificar la con­ pjo correspondería una plenitud y circunstancialidad
cepción. 4üe no tiene interés para el dibujante. De modo dife­
En el caso más feliz se tiene para la concepción rente ocurre con el maderero: él concibe el árbol sólo
colorida de un lado la no menos colorida del otro par­ jijegún sus medidas; el valor de sus datos consiste en
tido y, con ello, el medio de separar lo seguro de lo que son aproximadamente correctos. La corrección se
que sigue siendo dudoso. Si como en los discursos jicerca a la realidad sólo en cierta forma, sólo hasta
olínticos de Demóstenes está representado un lado de hm cierto grado. Y esta relación entre lo verdadero y
la concepción, entonces se debe ser doblemente cuida­ |o correcto tiene para nuestra disciplina extraordinaria
doso en creerle y hay que buscar, al menos, todo lo importancia.
que se podía decir del rey Filipo cuando alguien en 4. Y esto nos lleva a otra consideración. Gon pleno
Atenas quería hablar en su favor. Cuando uno lee como ^erecho se ha dado gran importancia para los fines
historiador de bello gálico de César uno nota en se­ la política práctica a la estadística y, al menos des­
guida cuán tendenciosamente expone esta guerra, cuán de el comienzo de nuestro siglo, se han desarrollado
calculadamente la describe con vistas al talante de los £on gran maestría los métodos y los puntos de vista
romanos. Y al maravilloso arte bélico de Aníbal no .según los cuales han de hacerse los censos, si bien esta
se le hace justicia en la exposición de Polibio y de los disciplina ha ido demasiado lejos desde los grandes
que le siguieron. 1$fabajos del estatástico belga Quetelet, al creer haber
De modo semejante acontece en otras cosas. Siem­ descubierto las leyes verdaderas del movimiento histó­
pre hay que estar satisfecho de poder poner de relieve rico y al reclamar para sí el descubrimiento de los
lo cierto y no creer que mucho detalle proporciona más .motivos fundamentales de la vida de los pueblos,
seguridad o siquiera mayor claridad. Es como en los i; Tal vez no sería difícil mostrar que las encuestas
microscopios, en los que el aumento se logra a costa Estadísticas poseen menos seguridad mientras más de­
de la claridad. Se debe y puede decir: mientras mayor talladas son y que las cifras promedio que obtienen
detalle, tanta mayor inseguridad. cuando afirman, por ejemplo, que de cada mil hombres
Con razón: pues todo hecho, todo proceso consiste tantos y tantos son ladrones, no son lo que ella pre-
en una cantidad de detalles. Pero la concepción huma­ f tende, no son leyes; leyes como si con ellas se acabara
na es resumen de los muchos detalles en una repre* la libertad y la responsabilidad de aquéllos a quienes
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bosa completamente distinta que el pueblito en el que
se refieren. Pero la crítica de esta ciencia se encuentra odos se conocen. Hay datos que divergen entre sí, pero
fuera del ámbito de nuestra tarea. Nos basta saber Jfan una cierta noción de lo que se busca.
que ella da una imagen aproximada de las realidades, Cuando Lutero en sus Diálogos dice de los diversos
intentada según ciertos criterios, una concepción ex­ .stamentos que un ciudadano ganaba anualmente8 gui­
presada en números de las relaciones y situaciones pas, un caballero 80, un conde 800, un príncipe del rei-
humanas en su aspecto cuantitativo, lo suficientemente §> 8.000 y un príncipe elector 80.000, aunque todo esto
segura para atenerse a ella para fines prácticos con la ,e's muy sumario, da una noción aproximada del asunto.
reserva de que la realidad viviente corrige los puntos Ante todo: necesitamos esta clase de conocimientos
de partida y equilibra los errores. para no caer siempre en el peor de los errores, esto es,
Para la investigación histórica tienen los datos esta­ que proyectemos nuestras nociones de hoy, involunta­
dísticos un interés de carácter peculiar y, en cierto riamente y en cierto modo tácitamente, en las corres­
modo, alcanzan hasta las épocas más tempranas. Tene­ pondientes relaciones y situaciones de épocas tempra­
mos números de los censos de la antigua Roma, datos nías, que nos imaginamos los ejércitos de la época de
numéricos sobre las doce tribus de los judíos en su Gustavo Adolfo como las masas armadas de hoy.
paso por el desierto, varios datos sobre la fuerza de Resumiendo estos puntos de la crítica de lo correc­
los ejércitos como, por ejemplo, los de los persas o to , encontramos las siguientes cuestiones y preguntas
el de Alejandro; y de la Edad Media, tenemos índices /¡que hay que hacer a los materiales:
de los reinos y países de Carlos V, en los que se en­ 1. ¿Es posible la corrección de lo que nos da el
cuentran registrados los ingresos de cada uno de ellos tnaterial de acuerdo con las pautas de la experiencia
así como los obispos, las órdenes y los vasallos domi­ Humana y del conocimiento? Así, en la cuestión de los
ciliados allí. procesos contra brujas.
Se ve la importancia que debe tener para la inves­ ,<• 2. ¿Es ella posible, teniendo en cuenta las circuns­
tigación histórica el tener representaciones y nociones tancias y condiciones en las que se escribió el informe?
estadísticas de los tiempos pasados. Tan sólo a partir Así, en los elogios. En los dos casos la crítica mide, en
de los datos más o menos seguros sobre el ejército él objeto concebido la concepción misma y su justeza.
macedónico se puede tener una clara noción de la ha­ 3. ¿Hay, en los motivos, en la finalidad, en las re­
zaña colosal de Alejandro; tan sólo a partir de las laciones personales del informante, indicios de un en­
llamadas listas de tributos de Atenas y de los documen­ turbiamiento de la concepción y es ello reconocible?
tos fiscales, se puede desarrollar la superioridad y el Üsí, en muchos informes de negocios.
pensamiento de la política de Pericles. Y uno de los 4. ¿Es inevitable la incorrección debido^a la pre­
defectos más notorios de nuestro conocimiento de la cariedad de los medios de la observación, en la forma y
Antigüedad romana consiste en que no tenemos mate­ .modo de la encuesta? Así, en las encuestas estadísticas.
rial sobre las finanzas de la República. V3En estos dos casos la crítica mide en el sujeto y en
Cierto es que la estadística se mueve con determi­ el procedimiento, en cierto modo en el instrumento
naciones cuantitativas. Pero cualquiera sabe que hay de la concepción, la concepción misma y su corrección.
un punto del menos y del más en donde lo meramente Éstos serían aproximadamente los casos posibles.
cuantitativo se vuelve significativamente cualitativo. Como se ve, aquí íqueda un punto nocivo. El resultado
Una ciudad de 100.000 almas no es sólo 100 veces más ; es seguro sólo cuando es de tipo negativo, cuando de­
grande que un pueblecito de 1.000 almas, sino que por
el tráfico, las fricciones, la competencia, etc., es una muestra que el material a la vista es falso o que no
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1

puede ser correcto. Pero, ¿se ha decidido con ello que sión histórica, los puntos de vista esenciales y las
cuando no se puede aducir esa prueba el dato á la Aciones decisivas.
vista es correcto? ¡¡Nuestra ciencia, si desea verificar sus materiales
Se está aquí ante una aporta de tipo grave, que 'n el punto de vista de lo recto, no sólo habrá de
no se podría solucionar si uno no se atuviera exacta­ |rer demostrar que éstos no son correctos y que
mente a la naturaleza y a la tarea de nuestra ciencia. éllos no pueden serlo, y cuando no pueda probarlo
Ella está muy lejos de tener como su condición o como jsfacerse con ser escéptica. Por el contrario, investi­
tarea la corrección absoluta; sería ilógico pedir de rá ¡en qué medida y bajo qué puntos de vista estos
ella esto. feriales son correctos; no rechazará este informe di-
|giático o de guerra porque otros informes dicen algo
Para las correcciones son las realidades la norma, pesto o diferente o porque hay detalles que objetiva­
los objetos, tal como lo son o lo fueron en su variedad. n t e son imposibles y por ello ciertamente incorrec-
Desde el punto de vista humano, traducido en la con­ |[,r sino que tratará de encontrar el punto de vista
cepción, hay algo en las realidades que no las hace apa­ sde el cual se escribió este informe y que explica o
recer como algo absoluta, sino relativamente correcto. ^culpa las incorrecciones.
Decimos ciertamente que A = B o que 2 + 2 son 4, ¿Su material verificado después del análisis de sus
pero sólo en cierta relación ello es cierto, en la relación pientos, motivos, propósitos y unilateralidades, nos
que yo tácitamente agrego en el pensamiento. A es y ostrará su valor relativo; aquella tradición demono-
sigue siendo diferente de B, pero por la extensión, el 'gica no da testimonio por cierto de los demonios pero
efecto o lo que yo considere como punto de vista de ¿de los estados espirituales de quienes creen en ellos,
la comparación, puede decirse que A es igual a B. Si « Ja exposición de la guerra gálica de César resultan
pongo dos veces dos cosas, puedo decir que son 4 , pros los motivos, los fines por los que él con frecuen-
si son de la misma especie o si las pongo sólo como ’p, informaba incorrectamente, en los Girondinos de
piezas. Estamos totalmente habituados al tipo de expo­ Lamartine se encuentra la concepción de un poeta entu-
sición de los mapas, pero ellos son sólo aproximada­ ’asmado por la democracia y además aficionado a la
mente imágenes de partes de la,tierra tal como las irisación y a la retórica.
resume sumariamente, sólo en una cierta relación, a la | ?Lo que esta parte de la crítica obtiene como resul­
realidad y son sólo en una cierta manera correctos. to es, de hecho, material verificado; ella dice: éste
Del mismo modo, las representaciones y los datos el punto de partida del informante o del narrador,
históricos: sólo en cierta relación corresponden a lo ¿partir de él o desde él se le presentan las cosas,
que se registra, a aquello sobre lo que se informa. |m o en la perspectiva según el ángulo, de tai manera
Consideramos estos datos como correctos no porque 7 su sucesión y adjunción, abreviada, las unas recu-
reproduzcan objetivamente los hechos, las situaciones iértas por las otras, etc.
y, en general, lo pasado. Pero, desde el punto de vista
adoptado, en su relación con el fin perseguido, corres­
ponden a las realidades, y bastan para ser resumidos + §§33.34
en nuestro espíritu en la representación correspon­ d crítica de las fuentes
diente.
Se requiere entendimiento agudo y un conocimiento r Se contradice la opinión dominante cuando en el
claro de la materia para reconocer y fijar, con com- |í33 dél Resumen §e dice que la crítica de las fuentes es
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la aplicación de la crítica de lo correcto a las fuentes.. piuna mejor, sino que hay que reconocer que ahí nues-
Más bien se tiene la opinión de que la crítica de las fuen­ ’o saber llega a su fin.
tes es una especie particular de método, y por cierto '!n La crítica de las fuentes hizo una segunda aparición
el método propiamente histórico y todo el método, y n las investigaciones de los Monumenta. Muy pronto
casi se corre el peligro de que sin conciencia de la ’$■reconoció en la historiografía de nuestra Edad Me­
naturaleza de nuestra tarea científica se coloque este ta —bastante precaria y superficial en muchas partes,
medio de la investigación histórica en lugar de su fina­ Ipecialmente en las crónicas— que muy frecuentemen-
lidad. Vale la pena aclarar esta cuestión tan impor­ una crónica había sido copiada sencillamente de
tante. ia segunda hasta el año X o que había sido escrita
Ella no es muy antigua. El primero en suscitarla W ando una tercera y una cuarta y que tan sólo una
fue Niebuhr. Él era de la opinión de que Fabius Pictor, ferie' de años proporcionaba noticias independientes.
de la época de la guerra de Aníbal, estaba en posesión 15 copiado no tenía en sí valor propio, pero lo que
de una tradición real, aunque en muchas partes ya fa­ Aportaba era demostrar de dónde se había copiado,
bulosa, de la historia de la constitución romana desdé üién era pues el informante y garante de estas noti-
la rebelión de la comunidad, y esperaba reconstruir lás. La cuestión crítica propiamente dicha quedaba
este legado, esta concepción, a partir de las otras tra­ ún sin solucionar, es decir, si estas informaciones ori-
diciones, por ejemplo, de Divio, Dioniso, etc.; confiaba inales eran o no correctas.
poder quitar la cáscara y restaurar críticamente lo que Investigando más se encontró que también los me­
este autor consideraba como historia de la constitución! ares historiadores medievales preocupados por escri­
romana desde la República. Ésta era la misma actitud bir un bello latín habían contaminado estilísticamente
de Boeckh en su aguda crítica de Maneto, en la que Jomo los cronistas lo habían hecho con el contenido,
expresamente declaró que no quería reconstruir la his­ jsí como, por ejemplo, Einhard caracteriza a Carlo-
toria egipcia sino el modo como Maneto la había pen­ agno con la retórica de Suetonio o Ragewih, el escri­
sado. biente y continuador de Otto von Freising, copió del
Como se ve, el modo como Niebuhr concibió su ta­ *$>sefo Latino (Rufinus) el sitio de Milán o Pavía junto
rea fue más el de un filólogo que el de un historiador. fea-la descripción de las fortalezas y los trabajos del
Pues la tarea histórica no es la de reconstruir cómo ‘tío, acomodando las palabras extrañas al nuevo acon-
pensó Fabius Pictor la historia de Roma, sino describir, cimiento.
en la medida de la posible, cómo ocurrió ella en reali­ Fue de gran valor el que siguiendo de ese modo las
dad, y si Fabio Pictor escribió tan sólo en la época de centes se comenzara a aflojar la masa dejia tradi-
la guerra de Aníbal, entonces la tarea histórica nq íón convencional y a descomponerla en sus estratos,
consiste en reconstruir su concepción del decenviratoj ^uy pronto se vio cuán provechoso era aplicar el mis-
sino explorar si ella fue correcta y hasta dónde podía o procedimiento a las fuentes de la Antigüedad Clá-
serlo. Sca. Se encontró que Diodoro es una historia universal
¿fen recortes de autores escogidos, con mayor o menor
Otra cuestión es la de saber hasta dónde se puede úerte, de los cuales la mayoría nos resultan conocidos
llegar con esto, si se puede hacer una crítica tal de las n cierto modo sólo por sus apuntes y resúmenes; se
leyes, instituciones, restos, etc. Pero aunque no pueda •fícontró también que Eutropio, pese a su precariedad,
hacerse esta crítica, no hay que darse por satisfecho jtliene una propia concepción, la de un libro escolar
con la concepción de este autor y darle validé?; a falta ilaborado con tino, si se quiere. Mientras más enérgica
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e independiente es la propia concepción del autor que pos presentan a nuestra investigación en su realidad,
investiga de esta manera la crítica de fuentes, tanto más -que ha acontecido objetivamente en un pasado es
se han modificado y, en cierto modo, remodelado los ó completamente distinto de lo que se llama hecho
autores utilizados en tal trabajo. Cuando Livio en la 4. tórico. Lo que acontece se concibe, comprende y
y 5. Década copia literalmente a Polibio, como lo de­ cula sólo mediante la concepción como proceso co­
mostró detalladamente Nissen, hace de la exposición mente, como un complejo de causa y efecto, de fina-
que copia algo completamente diferente: la modifica Jid y realización, brevemente como un hecho, y los
según su concepción de la historia romana, que Augus­ Ismos detalles pueden ser concebidos por otros de
to, quien por lo demás lo distinguió, enunció diciendo gtinta manera, pueden ser combinados por otros con
que él (Livio) era un pompeyano. Más aún procede así ras causas, efectos o finalidades.
Plutarco en sus biografías escogiendo con destreza de I 1Luego la autopsia. Fue muy cómodo suponer que
sus fuentes sólo lo que tiene valor para la plasticidad testigos presenciales indican lo justo y correcto,
biográfica, sin preocuparse demasiado del contexto ninguna duda, y que, al menos, no hay otra garantía
pragmático. jlo justo y correcto que la autopsia. Por más que
Una tercera forma adquirió la crítica de las fuentes Sar o Federico el Grande informan exactamente so-
con las investigaciones de la Escuela de Bauer sobre e combates y batallas, ellos no lo vieron todo en el
la vida de Jesús y los comienzos de la iglesia cristiana |npo de batalla; confiaron en los informes oficiales
y después sobre los cinco libros de Moisés. Aquí se .e1recibieron y de lo informado sacaron conclusiones
trataba de investigar la historia convencional de hechos Jjre los propósitos del enemigo, los efectos de este
que por un tiempo más o menos largo se habían arras­ a!que, el cambio de esta línea, etc.
trado y modificado en la tradición oral y que tan sólo “Todas las fuentes, por buenas ó malas que ellas sean,
más tarde fueron fijados por escrito, y preguntar por ■''concepciones de acontecimientos, sea que la con­
la dimensión de lo fáctico y por el modo cómo habían dón haya surgido inmediatamente frente a los acon-
sido remodelados en la concepción de tantas genera-i ímientos, sea que haya sido el resumen de una can-
ciones. Se trataba pues de demostrar críticamente lo rád de estas concepciones inmediatas y primeras, sea
fabulosamente devenido y lo ornamental que se había e' quien vino posteriormente se formara su concep­
fijado en estos textos y constatar las posibles fija^- ta y la escribiera con las narraciones orales de la
ciones escritas más antiguas de la tradición oral que nda o tercera generación o que tras siglos un es-
podían haber sido integradas en nuestras fuentes. Tan tor la formulara utilizando las fuentes escritas que
sólo así, se tuvo en cuenta la relación de la leyenda ,ía a mano. Puesto que siempre y en todo caso se
con la historia, del mito con la leyenda y se aclaró con ■tá de lo mismo, de la concepción de acontecimientos,
ello metódica y prácticamente la esencia propia de la 'régunta de la crítica es siempre esencialmente: en
crítica de las fuentes. Vmedida es y puede ser correcta la concepción en
Se trata especialmente de liquidar tres conceptos; asó dado, es decir, en qué medida corresponde a los
confusos que comenzaron a arraigarse en la crítica de ntecimientos.
las fuentes, es decir, el del hecho objetivo, el de la •Yaquí tropezamos con una tercera petitio principii.
autopsia y el de la completitud. Já se refiere a que se cree obtener de las fuentes
Sería desconocer la naturaleza de las cosas con las de lo que ellas pueden proporcionar. ¿Quién dice
que se ocupa nuestra ciencia si se creyera que ella tiene ; la fuente quería proporcionar todo o siquiera que
que ver con hechos objetivos. Los hechos objetivos no día darlo? Querer dar sólo lo conforme a las fuentes
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y decir que esto es la historia, contradice la naturaleza,
de nuestra ciencia. Es verdaderamente infantil creerj rá de encontrar lo mismo que en archivos no utili-
que lo que Diodoro cuenta sobre la época de los diá- ’os aún. Según su punto de vista ofrecerá una nueva
codos es la historia de la época. Cabe la pregunta;”j Acepción de aquella época, ojalá una más justa y
¿has visto pues lo que no has visto? ' |s profunda que las de que estaban más cerca de
La ocupación más detallada con las fuentes de lg> Pues justamente para eso emprenderá la tarea.
historia moderna, para la que existe una material infi-j fo, al igual que las fuentes, en ningún caso propor-
nitamente más rico y el control de los archivos, nos;i ffríará la historia objetiva.
proporciona aquí puntos de vista que también son deci-; Naturalmente que en tiempos tan movidos como lo
sivos para épocas más lejanas. ^ lirón los de Aníbal y Alejandro sucede también que
Siempre, decíamos, acompaña a los acontecimientos lis que los viven recogen inmediatamente los aconteci-
su concepción, su traducción en la conciencia y en la? líéntos diarios y los traducen en la representación,
representación. De las miles y miles de concepciones* íjhcepciones pues que se difunden en parte por cartas,
que se forman día a día, las unas llegan por los perió-’ ^informes oficiales u orales y que continúan en parte
dicos a conocimiento general y a permanente fijación; j ífmo rumores o como anécdotas; también resúmenes
otras circulan como rumores, crecen, se deforman, se¡ Ü/diversos puntos de vista nacionales y partidistas;
quedan aquí y allí como recuerdo personal; otras se Aií, por ejemplo los de Cletarco, allí los de Tolomeo,
encuentran en cartas, en diarios, en apuntes; y otras’ " sentido helénico y macedónico respectivamente; aquí
desaparecen con las próximas semanas y meses. exposición de Polibio, espíritu escipiónico-helénico,
Cuando Schulthess escribió en una serie de anua­ :cle Catón en sentido republicano-romano y la de Si­
rios las historias anuales a partir de 1860, se sirvió no en el sentido de Aníbal. El que luego, tras 300 años,
en lo esencial de periódicos, publicaciones oficiales y .riano, basándose en Tolomeo y en otros, hiciera su
de otra clase, junto a sus propios recuerdos, esto es, hiv comprensible exposición de Alejandro, y que Livio
los rumores que él escuchó. Los mismos acontecimien-; 00 años después de la guerra de Aníbal contara esta
tos los exponen desde otro punto de vista el Annuaire, 'erra en forma más retórica y patriótica que objetiva,
francés y el Annual Register inglés. Cuando Adelúngn un hecho que da material suficiente de invesigación
expuso en su Historia pragmática de los Estados, 9 to­ ffá crítica de las fuentes. Pero, la demostración de que
mos, desde 1762 a 1769, la época desde 1740 hasta, livio tomó prestado de Polibio, de Comelio Antipater,
1763, tomó ciertos periódicos y revistas, escritos oficia­ fe, Silanus, de Valerio Antias, no hace adelantar la
les y contratos que ya estaban publicados y los elaboró; jíéstión histórica. Pues en ésta se trata de saber qué es
y juntó a su manera, indicando las fuentes, de modo que; que con seguridad se puede comprobar sobre la gue-
se estaría eximido de la crítica de éstas si el concepto ! a de Aníbal o las campañas de Alejandro. La pregunta
habitual de ellas fuera correcto. De modo diferente, fe'qué fuentes Livio o Arriano utilizaron para sus datos
trató Voltaire la misma época en su Siécle de Louis XV, fs'una pregunta secundaria; en sentido riguroso, es una
y de manera diferente otros escritores. Si alguien desea Bestión histórico-literaria. La pregunta primaria es:
ahora estudiar y exponer la misma época, recurrirá a ué aspecto tenían los materiales, las realidades, de
lo que proporcionan Schulthess y el Annuaire, Voltaire os que se elaboraron estas fuentes.
y Adelung, pero no se satisfará con sus concepciones Aquí hemos llegado al punto decisivo. Lo podemos
de esta época sino que buscará más materiales; en me­ jemnlificar con Herodoto.
morias que fueron publicadas mucho más tarde los Bastante irreflexivamente suele llamarse a Herodoto
1 padre de la historia. Pero, con todo, su significación
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en la historiografía es extraordinariamente grande. Ya foráneo de Herodoto, pueden haber expuesto estas
otros antes que él, desde Hecateo, habían tratado de 'guerras persas: Herodoto dominó y determinó la tra-
recoger las tradiciones orales de Grecia, de equilibrar cdición.
los mitos y las leyendas, y de imponer sistema y orden Lo que en sentido técnico se puede o se debería
cronológico en este caos, y también habían agregado llamar primera fuente no es la masa de los rumores
finalmente el tiempo más reciente, desde el ataque de 'que corren aquí y allí, de las opiniones, de las concep­
los medas y persas a Lidia y a las ciudades griegas de ciones. No todos los informes diplomáticos de una ne­
Asia. Pero Herodoto tiene una idea nueva: desea narrar gociación son, reunidos, la historia de la negociación;
las guerras persas hasta la batalla de Eurimedon e in- no todos los informes presentados del batallón, del re­
cluye para la explicación, ocasionalmente y de modo gimiento o de la división, acerca de su comportamiento
episódico, lo que él ha averiguado y visto en sus viajes, fen una campaña son, escritos conjuntamene, la histo­
también lo que había podido averiguar sobre la primera ria de esta campaña. No la suma, la adición de todos
historia en los países griegos y extragriegos; sin mucha jos detalles, sino el primer resumen de los mismos en
crítica resume lo que le han contado los ^áyoioi persas luna totalidad, según su decurso pragmático, según sus
o griegos, pero de modo tal lo hace que pasando de uno jnotivos decisivos y su finalidad, es lo. que ha de 11a-
al otro según lo que le parece adecuado, ofrece íinarse primera fuente. Pues la historia no es el primer
una viva imagen total cuyo pensamiento y contexto es jconcebir de los acontecimientos singulares, sino la re­
la gran guerra persa de los griegos. Las fuentes que presentación espiritual de lo que sucedió allí; lo suce­
utilizara se reconocen fácilmente, aun las de las guerras dido según su significación, según su contexto, su
persas: o bien las menciona él mismo o narra de tal ¡verdad.
manera que se ve claramente dónde termina el logos Hablando de los viejos tiempos dijo Goethe una vez:
espartano y dónde comienza el ático, por ejemplo, en
Platea. Tiene gran interés literario seguirlo en esta «Donde toda palabra era importante
composición diestra, pero no menos ceñida. Pero él porque era una palabra hablada.»
mismo sabe que no todo lo que cita es justo y correcto;
él mismo lo dice, en VII, 152, que debe Lsrópeva La importancia residía en que con la palabra hablada
Xéysw, pero que no tiene el deber de creer en todo. se había ganado para el espíritu la cosa designada, se
¿Por qué tiene pues tan gran significación para no­ la había apropiado y traído a la conciencia. Lo mismo
sotros? Él es para nosotros la primera y casi única fuen­ ^aproximadamente es lo que hace la concepción histó­
te de las guerras persas, de su historia. No recogió sim­ rica con los acontecimientos en la forma de la primera
plemente lo que pudo haber escuchado de alguna de fuente. No el confuso trajín de las primeras noticias,
las fuentes, sino que las comprendió desde un punto de rumores, opiniones ha de ser designado como primera
vista amplio y correcto en su gran contexto histórico; fuente: «ello es», como dice el § 34 del Resumen, «el
con ello dio a la historia de estas guerras para siempre proceso atmosférico que se repite diariamente de los
su cuño. Él no es la primera fuente para conocerlas yapores que ascienden y bajan, de los cuales salen las
sólo porque las vivió como participante, porque otorga /fuentes». Las primeras fuentes reales son, frente a las
la garantía de la autopsia, ni tampoco por haber reco­ opiniones y recuerdos fluctuantes, a la diversidad de
gido en una especie de revista todos los rumores, anéc­ ^momentos imposibles y casuales, la primera concepción
dotas y juicios falsos, con los que se concibió esta gran .histórica, el primer entendimiento histórico.
época. Otros, como por ejemplo Hellanicos, el contení- Sólo donde emerge tal entendimiento surgirá una

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imagen total histórica, y al contrario: cuando y donde $mb se dice en el comentario de Knobel sobre el Gé-
no se llega a una tal imagen total, es porque el espíritu %sis.
de un pueblo o de una época ya no tiene la fuerza del Se ve pues cuán infinitamente favorecidos con res-
ser histórico, o la conciencia de los hombres no vio esta é'éto a nuestro conocimiento de ellos son los tiempos
serie de fenómenos como una serie contextual y como $iya historia no existe fijada por escrito tras larga
totalidad. Así, hay para el siglo xv exposiciones históri­ adición oral, y cuán favorecidos son aún sobre todo
cas de ciudades alemanas, de territorios, de casas prin­ Ruellos tiempos en los qüe los contemporáneos o los
cipescas, pero ninguna que recoja y abarque al Imperio 'iembros de la siguiente generación escribieron desde
en cuanto tal, pues el pensamiento de la unidad na­ A sensación viva del tiempo que ellos exponen; más
cional surgió primeramente de nuevo y, también sólo vorecidos aún son los tiempos de los más recientes
provisionalmente, con la Reforma. Así, nadie antes de íglos, sobre los que, junto a las primeras fuentes te­
Aristóteles pensó que la poesía dramática tenía una jemos aún, en gran parte, las primeras noticias, infor­
historia; hasta la mitad del presente siglo a nadie se mes y rumores, a partir de los cuales se elaboraron
le había ocurrido hablar de una historia de la músi­ ás primeras fuentes. En tal casó podemos, en parte,
ca, etc. démostrar cómo combinaron los materiales y cómo
Ya Herodoto no estaba en una posición tan afortu­ elevaron en su concepción a la altura de su signifi­
nada como los escritores de Alejandro, Tolomeo, Clei- cación, cómo de acuerdo con sus ideas iluminaron los
tarco, etc., que disponían de una cantidad de informes Acontecimientos y los pusieron en un contexto,
de guerra, de cartas del rey, de diarios, etc., que daban f La demostración de cómo un autor utilizó a otro,
la primera concepción inmediata concreta o histórica­ |fé cómo la fuente posterior es dependiente de la ante-
mente. Herodoto sólo tenía a su disposición la tradición flor, será naturalmente uno de los medios que tiene
oral, los ^óyot,, que desde hacía 40 ó 50 años circulaban |ue utilizar la crítica de las fuentes. Pero en modo algu-
en las diferentes familias o ciudades, etc. En ellas se Ó es ello la suma de su tarea. Más bien tiene que dife-
nota ya la tendencia de la tradición oral a pulir y énciar:
generalizar, y se nota esto más aún en sus ’kóyoi sobre I. Qué es lo que ha captado esta fuente y repro­
épocas más antiguas, como la de los Prisístratos, la de ducido expositivamente, esto es, los acontecimientos,
Solón y la de Croiso. No de otra manera ocurre con &s hechos, las negociaciones, etc. Pues poner de relie-
la tradición de los cuatro evangelistas, que fijan por yb éste que es la tarea esencial. Por lo que respecta a
escrito la tradición oral de la comunidad cristiana des­ sis fuentes, como hemos dicho, no tenemos que ver con
pués de que en dos o tres generaciones viviéndola ha­ "fechos objetivos, sino siempre con las concepciones
bía sido formada y reformada. Más separados están *dé éstos, y lo que ante todo importa es ponernos siem-
los libros del Antiguo Testamento de la primera con­ :re en claro hasta qué grado estas concepciones han
cepción inmediata; tan separados que en todas partes egistrado material y correctamente los hechos, si se
se mezcla en ellos la tradición legendariamente recon- ós presentan concebidos desde diversos puntos de
fígurada con la historia sagrada, con el mito; y hasta ísta de modo que en cierto modo los podemos ver es-
se reconoce en ellos con suficiente claridad cómo diver­ jéreoscópicamente. Inconmensurable es en esta rela­
sas leyendas han crecido entrecruzándose o refundién­ ción la diferencia de los materiales para los nuevos
dose. no sólo en la diferencia de la narración del elo- "siglos y para los de la Edad Media, o los de la Antigüe­
his+a con respecto a la del jahevista, sino en la tradición dad. Por lo menos con respecto a diversas partes de
de Judea diferente de la de Israel, y cosas semejantes, la Antigüedad podemos demostrar que hubo un mate­
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rial tan rico como el que hay para los nuevos siglos, iz de la nacional y, en su concepción, la historia del
y que los restos precarios sobre el tiempo de César, undo clásico-pagano se convirtió en medida y modelo
de Alejandro, deben leerse, al menos, con la concien­ él presente y de su progreso. Se ve en este contexto
cia de que son restos de una tal riqueza. ¡Cuán infini­ d que significó la ruptura de Lutero con la tradición
tamente diferentes los tiempos de los Otones y de los e la Iglesia Romana al recurrir a los más viejos testi­
emperadores sálicos, para los que las tradiciones son monios históricos de la Iglesia: con el pensamiento
casi exclusivamente clericales y monacales, en lo que #ánsformado de la época, con la concepción agustinia-
toca a la historia imperial tradiciones de vida monó­ *á más profunda de la esencia del Cristianismo rechazó
tonas, inertes, sin tráfico casi, aun sin las rápidas pul­ ¡Umala tradición jerárquica y trató de reconstruir, con
saciones de la vida urbana, aun sin la ascendente fric­ ¡úna auténtica crítica de las fuentes, lo que había con-
ción de las densas poblaciones, etc.) ébido como cristiano la palabra limpia de los Evan-
2. Siendo las fuentes concepciones, siempre habrá |élios y de las Epístolas.
que tener en cuenta cómo adquirieron un determinado
talante y una determinada colocación debido a las 3. El tercer momento es el del color individual que
concepciones allí y entonces dominantes. Para ello es #a el expositor a su concepción según su carácter, su
en alto grado significativo cómo en el siglo xv domina tendencia, su partido, etc., arbitrariamente o no. Y esto
completamente la concepción demonológica y cómo se ále también para las primeras fuentes lo mismo que
continúa hasta los comienzos de la Reforma, o cómo para las posteriores. Aunque Jenofonte nació en Atenas,
en la época de Wallenstein y de Kepler también los ¿está en sus Helénicas siempe al lado de Esparta y con­
hombres más sensatos eran adictos a las teorías de la tra los tebanos, hastá llegar a la injusticia; y apenas
astrología y creían que su destino estaba preanunciado éieneiona siquiera la segunda alianza marítima. ¡Cuán
en las constelaciones de las estrellas. Es el modo de diferente aparece en Thiers y en Taine la Revolución
representación de su tiempo, que se reproduce inmedia­ .francesa, cuán diferente aparece Federico el Grande en
tamente en su concepción. Carlyle y Macaulay, cuán completamente distinta apa­
Es claro que la misma pregunta vale tanto para las rece la época de Carlos V en Sleidan y en Sepúlveda,
primeras fuentes como para las posteriores. De los co­ etcétera! Ellos combinan los mismos hechos con ten­
mienzos de Roma tenía la tradición romana, esto es la dencias completamente distintas, a partir de puntos
vieja analística, desde el siglo de Fabius Pictor hasta de vista totalmene diferenes, según métodos del todo
el año 100 a.C., ciertamente en primer lugar sólo aque­ distintos. Para extraer de ellos los hechos correctos,
llas concepciones que correspondían a la precariedad ;los estados de cosas correctos de lo que entonces su­
del ámbito y del poder a comienzos de la República, cedió, hay que descontar lo que ellos introdujeron eñ
en la época de Xvri y de Camillus. Con la grandeza su concepción según su opinión y tendencia personales,
y el poder de Roma crecieron las representaciones y no­ %egún su diferencia nacional y eclesiástica. Se debe pro­
ciones sobre los primeros comienzos, y Livio describe ceder de manera semejante a cuando se quiere hacer
estos comienzos de la ciudad y luego de la República úna imagen del carácter y del quehacer de un hombre
con la concepción qüe corresponde a la grandeza que Según lo que cuentan de él tres o cuatro personas com­
se había desarrollado desde aquellos comienzos. O: la pletamente diversas. Los datos de cada una de estas
época del Cinquecento en Italia con el renacimiento de personas los juzgaremos según el modo cómo la cono­
los estudios clásicos echó por la borda toda la tradición cemos o creemos conocerla y finalmente trataremos de
judeo-bíblica que la Iglesia había sabido colocar en formar nuestra propia opinión de estas tres o cuatro
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opiniones criticadas de tal modo, y por cierto que sin seña en la escuela y en la educación general, en uña
creer que así es objetivamente este carácter. Concepción convencional y sumaria, de la misma ma­
Finalmente podemos resumir las cuestiones de la nera que, por ejemplo Diodoro o en la historia de
crítica de las fuentes bajo los siguientes puntos de vista. Justino. , ..
1. Las primeras fuentes no son los primeros ru­ Así pues, cuando criticamos las fuentes de Diodoro,
mores y opiniones, las primeras concepciones arbitra­ Justino o Plutarco, debemos tratar de ponernos en
rias e infinitas del acontecimiento, tal como se forman claro cuáles fueron los libros que ellos tuvieron a
junto con el acontecimiento, sino los primeros resúme­ mano y cómo los aprovecharon, ya que queremos ave­
nes desde un determinado punto de vista, en un con­ riguar lo correcto que está contenido en Diodoro, Jus­
texto que enuncia su esencia y sus pensamientos. tino y Plutarco. Y lo correcto que contiene sólo pueden
En el más afortunado de los casos se hace este re­ haberlo obtenido de las fuentes que utilizaron. Si es
sumen aun bajo la impresión viva de lo que aconteció, Eforo a quien copió Diodoro para el tiempo de las
aún con el pensamiento y en el talante de los que sur­ ..guerras persas y hasta la caída de Atenas, entonces
gió y creó, en cierto modo aún en el presente histórico frente a Eforo se repite la misma pregunta crítica:
del acontecimiento. Así Herodoto, así Tucídides. Tales ciertamente él conoció y utilizó a Herodoto y a Tucí-
concepciones dominan entonces los tiempos que siguen, ¿dides, pero igualmente también otros materiales más,
dándoles a ellos una firme y cerrada expresión de los como por ejemplo los cómicos, pues tomó de Aristó­
pensamientos y del talante de donde surgieron tales fanes el motivo de la guerra del Peloponeso y es lo
acontecimientos. {suficientemente pedante como para tomar en serio sus
Cierto es que Herodoto y Tucídides dejaron sin Ridículos datos. Eso no hubiera podido acontecer a los
mencionar y sin utilizar mucho de lo que más tarde vque escribieron con el vivo recuerdo del poderoso en-
pudieron utilizar como material histórico Eforo o Teo- Jcuentro y que dijeron lo que estaba en el alma de todos
pomno. Pero con las guerras del Peloponeso, con la jos que participaron como la suma de lo vivido, resu­
profunda caída de Atenas había llegado una época miendo la cantidad de lo vivido y conocido desde una
completamente distinta. Eforo y Teopompo estaban tan gran idea y lo expusieron como contexto. Aplicar a és-
lejos de los tiempos de que informan Herodoto y Tucí­ |os, a Tucídides, a Herodoto, la crítica de las fuentes
dides como nosotros de la época de las guerras napo­ dignifica investigar de qué modo y de qué narraciones
leónicas y de Federico el Grande; ellos concibieron el órales o escritas, informes oficiales, con qué conoci­
tiempo antiguo de una forma completamente diferente miento de la materia, en qué concepción, ellos utilizaron
como, por ejemplo, se reconoce en el modo como ha­ recogieron el material de su exposición.
blan los oradores de Temístocles o Kimon, de Alcibía- Así sucede cuando los primeros resúmenes perte­
des y Cleón. Entonces se volvió a realizar una plena necen aún al presente histórico de las cosas sobre los
revolución en el pensamiento y consideración de los j|üe se informa.
helenos, signada por la conquista del mundo por Ale­ 2. Si tal no es el caso, la exposición tiene interés
jandro y el modo científico completamente nuevo de según los siguientes puntos de vista, haciendo caso
Aristóteles. ¡Cuán diversamente se les presenta a los ‘miso de que refleje su propia época posterior, de la
escritores después de Alejandro la época de las guerras que es un resto, y sus ideas:
persas y de la hegemonía ática! Ya se la trate en forma a) Esta exposición és el primer resumen histórico
del todo erudita, como en Philocoro o en Demetrio o de lo legado hasta entonces oralmente. Así Jordanes o
por el coleccionador Crateros. Y diferentemente se en- más bien Casiodoro para la antigua historia gótica;

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así el Pentateuco para la más antigua historia judía. priores, pero con los medios de la crítica y de la
Entonces no se puede constatar más que en la época érpretación ha obtenido nuevos resultados de los
de la elaboración se veía el pasado y se fijaron las tra­ fileros apuntes falsa o insuficientemente relacio-
diciones de tal y cual manera. Lo posiblemente correcto los.
en esto puede encontrarse solamente por el camino /Entonces la exposición más reciente tiene el valor
de la crítica de la leyenda, del procedimiento diacrítico. haber corregido el material convertido en no crítico
b) Si la exposición que nos ocupa ha sido recapi­ de haber eliminado la falsa interpretación con la
tulada o combinada de escritos anteriores. ta y correcta. Así, Niebuhr en la Historia de Roma.
Entonces o bien se conservan aún estos escritos; y mayor medida surge el mismo resultado cuando la
lo que se hizo con ellos sólo tiene el valor de una con­ fustigación ha explorado en inscripciones y restos la
cepción de concepciones. Así, el escrito de Schiller so­ ;a del nuevo materiál, como Mommsen en su His­
bre la decadencia de Holanda: grandioso en el pensa­ pía de Roma.
miento, pero totalmente dependiente de los autores que
utilizó (casi solamente Strada).
O estos escritos no se conservan. Entonces la ex­ "La ordenación crítica del material
posición posterior sirve como sustituto insuficiente de ' § 35.36
lo que se perdió. Hay entonces que averiguar de qué
mala manera Diodoro utilizó su Eforo, su Timeo, con ^ Hemos alcanzado con la crítica de las fuentes el
cuánta libertad manejó Livio a Polibio, cómo Justino j del capítulo sobre la crítica? Nos queda aún un
es solamente un recorte retórico de recortes, que Tro- ’ecto especialmente importante, que resulta nece-
gus Pompeyo hizo de las mejores fuentes, en especial iamente de nuestro modo de consideración y que
de Timágenes. justifica.
c) Si la exposición no se ha recapitulado y combi­ La crítica debería investigar los materiales, que
nado solamente de fuentes viejas, sino que agrega nuevo os podido encontrar para la solución de una tarea
material, sea de tradiciones orales o de archivos o de ’tórica, en todas las direcciones posibles, para ver si
monumentos, etc. útiles y en qué medida lo son.
En relación con lo nuevo, la obra posterior es, en Hemos tenido que plantear tres preguntas de acuer-
cierto sentido, fuente: nos reemplaza esta tradición, con las cuales debemos examinar el material: 1 ) si
estos archivos, en la medida en que los ha utilizado. áuténtico, es decir, aquéllo por lo que se lo tiene
Así como, por ejemplo, Aventinus utilizó los Anales al­ e lo quiere tener; 2 ) si inmodificado es lo que fue
taicos, cuyas copias se han encontrado sólo reciente­ uería ser, o si se han mezclado allí cosas anteriores
mente; o Seckendorf (Commentarius historicus et apo­ - posteriores; 3) si hubo o pudo haber aquéllo de
logéticas de Lutheranismo seu de reformatione, 1688) quiere valer como prueba, es decir, si es correcto.
que proporciona mucho más que Sleidan, especialmen­ 'Queda aún una cuarta pregunta: si el material con-
te de los legajos de Weimar, de los que muchos se han !e, tal como se nos presenta, todos los aspectos con
perdido. Pero Seckendorf no escribió como Sleidan en ecto a los cuales buscamos testimonio, o en qué
el ambiente vivo de la época de la Reforma, sino en .dida es incompleto.
forma erudita como defensa contra el escrito blasfemo En abstracto, todos admiten que nuestro saber es
del jesuita Maimbourg. gmentario y que nuestro saber histórico es incom-
d) La exposición posterior ha sido tomada de otras tó. Pero ya el modo como dominantemente se utiliza

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la forma de la narración de cuestiones históricas prq. 'da paso nos obstaculizaría, si en nuestro subsiguien-
voca la ilusión— y desea provocarla— como si tuvi¿ ; proceder metódico no encontráramos alguna ayuda
ramos ante nosotros un decurso completo, una cadena* ntra ello. Pero, ante todo, la crítica debe ponernos
cerrada en sí de acontecimientos, motivos y finalidades1 claro acerca de la medida en que nuestro material
de las cosas históricas. Y también en los investigadores' f¡incompleto.
se presenta muy fácilmente esta ilusión, como si lo. ^La ordenación crítica del material es la forma
que se ha legado si bien no es la totalidad fuera, al me-' e ello.
nos, lo esencial y puede y tiene que bastar para dar
una imagen del todo. ; El material verificado por la crítica es todo lo que
Tiene importancia fundamental que en nuestros tra­ nemos y sabemos del trozo de pasado que nos ocupa,
bajos no olvidemos ni neguemos la situación del ma-. gqmo fue ese pasado, cómo ocurrió, de qué se trataba
terial histórico. Casi siempre, o más bien siempre, aun-, él, qué se logró o falló: todo esto no se oculta en
que exista muy rico material, tenemos solamente deta­ material pero, en la medida en que se oculte, pode-
lles de la cantidad de lo hecho y acontecido, de la masa os captarlo; de este material tenemos que obtener una
de procesos de negocios; de la complejidad obtenida, oncepción de aquel pasado y, con ello, una noción de
tenemos solamente concepciones singulares de lo que , la noción aún posible.
fue y aconteció. Es verdad que el decurso de una gue­ El primer paso hacia esta concepción es la ordena-
rra nunca se ha fijado en tan innumerables mensajes, |ón crítica del material. Para ella tenemos los nece­
informes de las partes de las tropas, datos de cada uno óos puntos de vista porque se trata de procesos hu-
de los oficiales, como en la guerra de 1870-71, y la obra anos que nos son comprensibles en cuanto tales a
del Estado Mayor prusiano está construida sobre un «ausa de nuestro ser humano. Estas analogías nos dan
material como no lo tiene otra obra de historia bélica. ■ s puntos de vista de la ordenación. El primero es la
Y, sin embargo, faltan miles y miles de detalles como ücesión temporal.
lo aseguran quienes han trabajado con este material: Aquí nos encontramos con la necesidad de la suce-
muchos oficiales, cuyos uniformes no podían omitirse, jón temporal, que es primordialmente decisiva, la pre-
cayeron, y órdenes, despachos, etc., se han perdido. nta por la medida y la regla de la misma, la pregunta
¿Cuál será entonces la situación con respecto a otras qr la cronología que no es, como la numismática o la
acciones de tiempos lejanos, y sobre todo cuando ya, pigráfica, una ciencia auxiliar crítica; ella tiene su
no hay archivos de ellas y cuando sólo han quedado ropia vida y su interés.
dos o tres fuentes? No sabemos apenas cuán difícil ha sido para el
Todo material histórico es incompleto, y la investi­ ‘atendimiento humano, reunir en trozos más'0amplios
gación tiene que tratar de ponerse en claro en qué, 1 cambio del día a la noche, aquéllos que se pueden
medida lo es. Pues es obvio que mientras menos sean-, edir y determinar según los grandes fenómenos del
los puntos firmes que tenga tanto más arbitraria será ■ielo sideral. Siempre se ha contado —en la medida
la línea con la que los vinculo y con ello la imagen que n que nuestras tradiciones lo confirman— con que
yo doy según ellos. ’oce cursos de la luna aproximadamente corresponden
De ahí la expresión en el § 35 del Resumen: «la un recorrido del sol. Pero de esta relación irregular
exactitud con la que se designen las lagunas... es la éntre mes y año se ha desarrollado una cantidad de
medida de la seguridad de la investigación». ‘istemas, que hizo extraordinariamente difícil encon­
Esta circunstancia significaría una barrera que a trar un canon general— puesto que otros valían para
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otros pueblos— tal cómo se lo necesita para la his­ Todo el ámbito de nuestro saber histórico; no pues la
toria.. historia de cada pueblo según su cronología en parte
Basta con investigar los intentos cronológicos de incompleta, tal como a veces se hace. Pero esta reduc­
Diodoro, quien en sus fuentes encontró las olimpíadas ción a un sistema ocasiona gran esfuerzo. A lo cual se
griegas y los arcontes áticos, los años de Roma y el agrega la desfavorable circunstancia de que la historia
cálculo del año según los cónsules, para ver cuántas y la astronomía comprenden el año del nacimiento de
dificultades y defectos resultaron de esta reducción. ^Cristo dé manera diferente: la astronomía toma el año
Más grande aún fue la dificultad para los astrónomos del nacimiento o p. Cr.; la historia este año del naci­
griegos, que tenían que apoyarse en las observaciones miento 1 p. Cr. y el año anterior a.Cr.
hechas en Babilonia, y para los historiadores y cronó­ Así pues, nuestra investigación presupone la muy
grafos griegos, que emprendieron la tarea de ordenar difícil disciplina de la cronología cuando se dedica a
sincrónicamente la historia de muchos pueblos. Ellos ordenar críticamente según el tiempo el material críti­
necesitaban ante todo una época, es decir, un comienzo camente obtenido.
firme de la numeración del tiempo, como no lo ofrecía p- Tiene interés ver cómo esta necesidad ha adquirido
ni la construcción de Roma, ni la primera olimpíada, ni «en nuestros estudios una forma tal que luego, desco­
siquiera la conquista de Troya, y los milenios de la his­ nociendo su contexto, emerge con una pretención que
toria egipcia con su adhesión a la salida de Sirius era nio es adecuada.
para ellos, según parece, cronológicamente no lo sufi­ Arriba hemos hablado de regestas, índices de do­
cientemente segura. Se dieron por satisfechos contando cumentos de la época con una breve indicación de su
según la era babilónica de Nabonasar 747, el llamado «■contenido. A esta forma recurrió J. Fr. Bóhmer para
canon de los reyes, que ellos continuaron con los reyes ’la ordenación cronológica del material. No sólo indicó
persas, con Alejandro, los Lagidas, los Césares ro­ lia secuencia de los documentos según su día y lugar y
manos. su contenido principal, sino también los nombres de
Luego, con la creciente significación del Cristianis­ das personas citadas en los documentos y cosas seme­
mo, para el que naturalmente solo la Biblia era segura, jantes. Y también incluyó los datos cronológicamente
comenzó a contarse desde la creación del mundo, que «determinables de las fuentes. Brevemente, en forma
aún en Bizancio se calculaba 5.508 años antes del naci­ de regestas proporcionó todo el material de la historia
miento de Cristo. El cálculo según el nacimiento de lemana imperial desde los carolingios hasta 1347. Y
Cristo, que el Abad Dioniso calculó en el siglo vi en enunció la fórmula de que ésta es la única forma cierta
cuatro años más tarde al menos, adquirió uso eclesiás­ y responsable de exponer la historia de aquellos tiem­
tico general tan sólo en el siglo vm, combinado con pos, como si todo lo que iba más llaá de la"*crítica y
el método de Julio César, para equilibrar siempre el de esta forma de la crítica fuera sencillamente fan­
año lunar y el solar. Pero este método era inexacto, ’de tasía.
modo que en 1.500 años el Año Juliano había quedado H Totalmente correcta era la idea de Bóhmer en el
retrasado en 10 días con respecto al año solar real. Por sentido de ordenar los materiales según el tiempo. Pero,
encargo del Tridentino dispuso Gregorio XIII la me­ ¿es éste el único punto de vista posible? Quién, por
jora del calendario, que fue introducido en el mundo ejemplo, quisiera trabajar la historia de las guerras
caólico en 1582, borrando 11 días. 'del Peloponeso, recopilaría el material correspondiente
Para la investigación y para el panorama total tiene a cada Estado, para ver qué tenemos sobre Corinto,
naturalmente gran valor inscribir en la red cronológica ¡Argos, Bizancio, etc. y también lo que existe sobre las
176 177
personas que aparecen allí. Registraría los nombramien­ III. LA INTERPRETACIÓN
tos que se mencionan, así como los de los estrategas
de Atenas, etc.
Es evidente que mientras más variados sean los
puntos de vista según los cuales se ordena el material
tanto más firmes son los puntos que resultan de las
líneas que se entrecruzan. Modelos son, en este senti­
do, los índices del Corpus Inscriptionum latino: son
un depósito de materiales ordenados críticamente se­
gún todos los puntos de vista posibles, para todo el •La indagación de los comienzos
campo de la historia de Roma, en la medida en que § 37
haya inscripciones. Se puede pensar en ordenar en el
mismo orden los demás materiales, las monedas, las Primero una advertencia previa. Hemos concluido
noticias de los historiadores, las noticias ocasionales el capítulo sobre la crítica y no hemos encontrado una
de los escritores y poetas, tal como lo quiere un con­ rúbrica en la que se le haga justicia a la indagación
curso de premios sobre una prosopografía romana. de los comienzos. ¿No ha de encontrarse y comprobarse
Quien quisiera trabajar sobre la política interior de un punto en el que se encuentra el comienzo genético
Prusia, por ejemplo, encontraría un inmenso material de un fenómeno histórico, como por ejemplo el del
en las colecciones de leyes desde Mylius, en los legajos Cristianismo y cosas semejantes? ¿O es eso cuestión
del Consejo de épocas anteriores, en los legajos del Di­ de la interpretación?
rectorio General; se perdería sin salvación en este la­ Debo confesar que tal como expongo el método,
berinto si antes no pusiera orden crítico en el material éste hace imposible esta tarea, y quiero agregar que
utilizando regestas, para ver qué lagunas quedan; y encuentro en ello un buen signo de su congruencia.
mejoraría estas regestas en la medida en que tuviera Ciertamente es característico de la narración el que
conocimiento de las finanzas, del sistema de impuestos, '¡ella expone las cosas históricas como un decurso, el
de la vida económica, etc. que las hace surgir genéticamente ante el oído del
Con esto queda aclarado lo que dicen los §§ 35 y 36 Oyente y en cierto modo las hace nacer ante él. Pero
del Resumen. La crítica no nos lleva ya más que a esta es igualmente claro que narrando así la sucesión, para
conclusión en el orden adecuado del material verifica­ lá que reconstruimos mediante la investigación lo de­
do. Lo que nos queda de los acontecimientos pasados lo venido y lo pasado, sólo buscamos imitar lo que nos
tenemos panorámicamente a la vista: no propiamente aparece como devenir, y es una simple abstracción o
el hecho histórico, sino lo que existe de él, en restos, un paralogismo el creer que mediante la investigación
concepciones, etc. Se nos presenta ante los ojos y ve­ odemos haber llegado a un comienzo de lo devenido,
mos si tiene lagunas o está completo este material so­ de tal modo que, por ejemplo, con Rómulo y Remo
bre el que tenemos que hacer nuestra investigación en ubiéramos alcanzado el primer comienzo inmediato
el caso dado, del que tenemos que obtener nuestra desde el que se inicia la poderosa historia de Roma;
concepción del trozo de pasado que queremos hacer re­ tras los dos fundadores se encuentra ya una larga serie
sucitar en el espíritu. de mediaciones.
Más peligrosa sería la ilusión si se quisiera buscar
así el comienzo en la creencia de encontrar allí la
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esencia de la cosa, el núcleo vital propiamente tal del manera concluye en la aburrida discusión de si
que surgió este desarrollo. Propiamente paradigmáti­ allina fue anterior al huevo o en la más aburrida
cas para esta cuestión han llegado a convertirse en el iá generado aequivoca de la protoviscosidad de los
ámbito de la ciencia teológica las investigaciones de inianos.
la Escuela de Baur. Se busca el protocristianismo, la ^iene importancia ponerse en claro que nuestra in-
propiamente cabal y verdadera semilla de la esencia igación empírica sólo puede trabajar a partir de
cristiana, se pela como una cebolla corteza tras corte­ 'materiales actuales y que cuando presenta sus re­
za para encontrar el último y más íntimo germen. Pero, tados en la forma de la narración desde un punto de
¿qué es pues esto último y más íntimo? ¿Es este Cris­ tida, entonces coloca con ello sólo un comienzo ad
to, su personalidad y su biografía? ¿O son estas doc­ 5 que sólo relativamente es un comienzo.
trinas, estas profesiones de fe? ¿O es esta doctrina (Tener esto en cuenta es tan importante porque el
única que es la suma de las otras? Tal vez se encuen­ genético de la narración a partir de un comienzo
tra: esta frase de la descendencia de Dios o sobre el Tice siempre a pensar que se puede explicar historí­
amor que está por encima de todo, es la semilla que, ente lo devenido y su comienzo, y que se puede
esparcida, brotó y creció y se convirtió en un árbol "“ostrar históricamente la necesidad de que haya de­
que dio sombra al mundo. Pero el germen llegó a ser ido y por ello justamente tuvo que devenir así.
árbol tan sólo en este poderoso crecimiento, y tan sólo iPero esta cuestión tiene otro aspecto muy digno
en el árbol adquirió la semilla su realidad, su plena ser tenido en cuenta, y sobre el cual debemos poner-
verdad. De nada serviría negar el árbol porque quizá s en claro.
el primer germen ya no se puede demostrar, porque no Es indudable que tan sólo podemos entender com-
es seguro si esto o aquéllo o un tercero fue el co­ tamente lo que es cuándo conocemos y ponemos en
mienzo propiamente tal; o si para conocerlo se quiere ro cómo ha llegado a ser. Pero cómo ha llegado a
cavar hasta las raíces y buscar el germen del que -es cosa que sólo conocemos cuando investigamos y
creció el árbol: este germen ya no se encontraría. Sólo prendemos lo más exactamente posible cómo es.
en sus frutos se repite su comienzo, y si el árbol no o es una forma y expresión de este comprender de
da más de ellos, entonces han llegado a su fin su vida ¡actual y de lo que es cuando lo concebimos como
y sus fuerzas impulsoras, y se seca. ó devenido y nos aclaramos su devenir. Y por otra
Así ocurre con todos los fenómenos históricos. Está te, éste su devenir y su ser devenido lo desarrolla­
completamente fuera de la investigación histórica el os.' sólo a partir de lo que es, para lo cual lo cotíce­
llegar a un punto que, en sentido pleno y eminente, fue­ os y analizamos temporalmente de modo que así
ra el comienzo inmediato, lo primero, sin mediaciones. damos entenderlo. ^
Sólo podemos llegar hasta los comienzos relativos, es .Como se ve, nos movemos en un círculo. Pero en
decir, hasta aquéllos que colocamos como comienzo en ' círculo que nos lleva adelante, si bien no al asunto
relación con lo que ha devenido de allí. Tan sólo a par­ smo. Pues por una parte lo tenemos a la vista como
tir de lo devenido encontramos, colocamos, el comienzo o que es y luego lo consideramos y lo concebimos
relativo. Pues podemos construir especulativamente un o devenido. Con ello tenemos una doble fórmula
comienzo sin mediaciones, absoluto, podemos creer re­ a ver y captar la cosa; no controlamos y profundi­
ligiosamente, pero no podemos encontrarlo o demos­ os la cosa, sino nuestra comprensión de la cosa
trarlo históricamente, y quien desea encontrarlo no Considerarla estereoscópicamente desde dos lados o,
lo busca de manera empíricamente histórica, pues de s exactamente, desde dos puntos de vista.
180 181
Se debe saber esto para estar en claro hasta dónde ’ -que no se dé a la interpretación sobre la que vamos
puede y quiere llegar nuestra ciencia. Ella es empíric^ hablar una falsa significación. No interpretamos el
en cuanto que lo que es y lo dado es el material d¿ psúnto hecho histórico, por ejemplo la Revolución
su investigación; es exacta en cuanto que en silogismos" 1789 o la batalla de Leipzig para deducir de él las
adecuados adquiere de este material sus resultados 3/ 'cunstancias y condiciones que podríamos desarro-
no los deduce de comienzos hipotéticos; y en cuanto, r como su resultado necesario. Sino que interpreta-
que lo que tiene empíricamente a la vista no trata de' jos los materiales que tenemos a la vista para explo-
aclararlo a partir de primeros gérmenes u orígenes» r en su dilucidación e interpretación, en la compren-
que no tiene a la vista empíricamente. j 'n más intensamente posible lo que en ellos se pue-
Pues si se quisiera admitir que nuestra ciencia tiene! >conocer aún sobre los hechos de los que aquéllos
que explicar lo que es a partir de lo que fue, es decir, n testimonio. Nuestra interpretación es, en cierto
deducirlo en forma de conclusiones, entonces recono-> údo, un aflojar y un descomponer estos materiales
cería que en lo anterior se encuentran las condiciones i je parecen secos y encogidos: con el arte de la inter­
de lo posterior, indiferentemente de si se las ha reco:¡ n ació n queremos que vuelvan a moverse y a recu­
nocido o no por medio de la investigación; excluiría, l a r el lenguaje.
el ser propio del mundo histórico, es decir, moral, lar
libertad de la voluntad, la responsabilidad de los acto­ r
res, el derecho de cada uno de ser un nuevo comienzo ; § 38
y una totalidad en sí; para el mundo moral llegaría
una aburrida analogía con la eternidad de la materia >is formas de la interpretación
y la mecánica de los átomos. Pues todo lo futuro ten-,
dría que estar preformado en lo pasado, hallarse germi- , Comprendo el hablar de otro cuando estando frente
nalmente en los comienzos y en el primer comienzo, y ¡ él percibo sus palabras, capto el tono y el acento de
sólo requeriría del abrirse y exhibirse de las cosas, voz, la expresión de sus ojos, de su rostro entero,
para hacer que lo posterior se desarrolle, con necesi- ; sus gestos. Pues allí emerge la plena expresión de
dad, de lo anterior. Un mecanismo tal no lo vive siquier,! ser íntimo tal como está excitado o temperado, y
ra la planta que en su germen no está por cierto conte-/; ésta su manifestación capto su ser íntimo, conozco
nida microscópicamente sino que requiere de la ali-n . qué manera está excitado, y su excitación me hace
mentación de la tierra o del aire, de la luz, etc., y quel ¡bntir con él lo que le ocurre. Así él me resulta com-
alimentándose con ésta y creciendo llega a ser lo quél .íetamente comprensible.
no era aún en el germen. ;;j Ya es cosa diferente cuando esta misma "persona
Basta esta consideración para rechazar la falsa doc­ cribe en el momento en que estoy lejos: en la medi-
trina de la naturalidad, del presunto desarrollo orgáni-n i en que la conozco, complemento involuntariamente
co en la historia. Lo que suele alabarse como natural, la lectura de su carta el tono de su voz, la expresión
es, en todo caso, un factor, una de las condiciones en ; e su rostro, creo oírla y verla.
la vida histórica pero, si se me permite la expresión, j I Pero si no conozco personalmente al autor de la
la menos histórica, el sustrato meramente creatural; arta, entonces la impresión de la carta me resultará
y el desarrollo solamente orgánico excluiría, si se lcr rucho más lerda; si la expresión de la escritura no
quisiera tomar en serio, el progreso, la stííSocti^ sí<; aÚTÓ;¡- s: muy fuerte o muy diestra, tendré que hacer esfuerzo
Había que adelantar estas observaciones para evi- ara imaginarme la personalidad que así ha escrito.
182 183
Si alguien me cuenta el diálogo o algo sobre la carta ■acontecimientos y situaciones que resultaron de los
de una persona amiga, entonces tendré en el conoci­ Os de voluntad, es decir, de los llamados hechos, y
miento de la personalidad del amigo un control y un ’a uno de esos hechos ha surgido por regla general
correctivo de la exposición del narrador. Tal vez co- Jla colaboración de varios y muchos, y ha surgido en
nozco también al narrador, su carácter, sus metas, su 'te de manera tal que ellos se encontraban en situa-
relación con mi amigo. También según estos elementos n de enemistad y actuaban unos contra otros. Y,
complementaré su informe y sabré hasta qué punto 'mo debemos comportarnos ante hechos, ante testi-
puedo darle crédito: al menos y a juzgar por mi cono­ onios o restos de hechos en los que, como en los res­
cimiento y la opinión que tengo del amigo, creo que de los viejos muros de Roma o en las Leges barba-
no puede haber hablado así, no puede haberlo dicho um o en las fundaciones de las órdenes de caballería
con tal intención; así ajustaré primeramente el hecho Jerusalén, ya no es reconocible una voluntad perso-
y luego me formaré una opinión o tomaré una decisión. 1 y en los que nos habla solamente apenas algo gene-
Y cuando por tercera o cuarta mano me entero de 1>el genio de un pueblo, la opinión de una época, el
lo que ha dicho o ha escrito en una carta el amigo, en­ *smo rasgo de incontambles creyentes?
tonces seré tanto más cauteloso. Y más cauteloso aún j'La tarea de la interpretación histórica no es tan
cuando me entero por tercero o cuarta mano que fripletamente sencilla como la comprensión de quien
ha dicho algo a quien no conozco: trataré entonces s habla.
de saber más de él para adquirir una noción de él y de “Pero de ahí adquirimos el fundamento esencial. Lo
su carácter. é importa primeramente es encontrar puntos de vis­
Esas son aproximadamente las modalidades en qué t o r los que hemos de orientar nuestra comprensión
se nos presentan los materiales históricos y las ope­ tórica, nuestra interpretación, y encontrarlos de tal
raciones que tenemos que realizar con ellos. .mera que en ellos se encuentre abarcado todo lo que
La crítica ha suprimido toda esa clase de mezclas e | puede comprender.
impurezas con las que se nos presentaron primeramen­ 1. Según la naturaleza de la cosa tomamos prime-
te los materiales; ella no solamente los ha purificado y íente la simple existencia del material histórico tal
verificado sino también digerido, de modo que ahora jijo se encuentra ordenado por la crítica y tal como
los tenemos ordenados a la vista. Seste orden nos está ya casi dado el esbozo del con­
Lo que hay que hacer a continuación es evidente. tó material. Completamos este contexto material
Ahora se trata de entender estas cosas que tenemos a Idiante la interpretación pragmática.
la vista, es decir, captarlas como expresión de lo que 2. Los hechos para los que nos sirven estos máte­
se quiere manifestar allí. les como testimonio acontecieron en tal y taf*época,
Si quisiéramos proceder esquemáticamente enton­ Tal y tal país; en el presente de entonces se encon-
ces tendríamos que remontarnos a lo dicho anterior­ ban bajo la influencia de todas las realidades y con­
mente y decir: lo que tenemos ante nosotros como ma­ cones que contiene todo presente. Inhibiendo o fo-
terial histórico es la expresión y la primera prueba de phtando, más cerca o más lejos, cooperaron todas
actos de voluntad, y tenemos que tratar de entenderlos cunstancias que constituyeron conjuntamente aquél
en estas manifestaciones. fsente. Y no solamente estas circunstancias genera-
Pero la cosa no es tan sencilla. No se trata de los j sino que cada individuo se hallaba bajo las condi-
actos individuales de voluntad de los que actuaron, sino ’íles locales económicas, religiosas y técnicas a que
que queremos adquirir una noción y comprensión de lab a librado en su devenir o en su acción. Las huellas
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de estos efectos e influencias deben buscarse y concesj %lo elevan por encima de sí mismo y de su pequeño
birse en el material que tenemos a la vista, deben re> ;para que, conviviendo en las grandes configuracio-
conocerse en su fuerza y en su amplitud. Esa es ¿fi • de este mundo común, tenga una existencia que sea
interpretación de las condiciones. 7 % que sólo individual y efímera. Eso es lo que se
3. El material no estará siempre tan oportuname¿ fere decir con la expresión interpretación de las
te compuesto que podamos comprobar en él la acción/ ás. Debemos decir más bien: interpretación según
y la voluntad de los individuos participantes; y aunque; i poderes morales.
podamos reconocer a individuos, a los conductores, aj Aún es preciso hacer una observación al comienzo.
los creadoramente activos, se sustrae a la observación, ; os cómo Bohmer consideraba que el único pro-
la masa de los conducidos, de los espectadores, etcl cimiento seguro del historiador consistía en presen-
Pero si estas masas parecen estar ahí sólo receptiva y | ordenados los materiales que había encontrado. Y
pasivamente, sin significación e influencia, lo están, fficretamente, en los círculos filológicos se ha hecho
entonces, sólo bajo el punto de vista de este gran suce-¡ fér frecuentemente la opinión de que todo paso pos-
so, de este hecho significativo; ellas no simplemente, fior es arbitrariedad y fantasía.
están determinadas y dirigidas por el conductor, sino Pero la arbitrariedad y la fantasía se ponen inme-
también representadas. Y tenemos que tratar de com- , átamente en movimiento cuando se quiere formar
prender la opinión y la concepción de este conductor,, á imagen del pasado a partir de lo poco o mucho
su tendencia, su modo de actuar, sus metas, y en cierto % ofrecen las cosas pasadas, y la leyenda muestra
modo tendremos que tratar de colocarnos en su alma, mo la necesidad histórica se ve impulsada a proceder
para conocer el hecho atestiguado en los materiales así) «tal manera, y el diletantismo de nuestros días pro-
cómo también su decurso pragmático y las condicio-; dé así. Lo que precisamente importa es encontrar ñor­
nes bajo las cuales se realizó, y también su devenir por , as que, en lugar de la arbitrariedad y la fantasía, ha-
la voluntad y las pasiones de los actores. Ésta es la-, n posible un procedimiento que se mueva en límites
interpretación sicológica. /pmes y dé resultados seguros.
4. Con ello no hemos cerrado aún el círculo de la, , Pues —y eso es lo segundo— el mayor peligro y la
comprensión. Siempre encontramos que queda algún, tiyor dificultad de la concepción histórica es siempre
resto que no se rubrica bajo estos tres puntos, algo, fde que traigamos involuntariamente las opiniones y
de muy especial significación que siempre, si bien sigi-,¡ ^supuestos de nuestro propio presente y nos procú­
losamente, lleva todo el movimiento y frecuentemente, renos con ello la comprensión del pasado, así como,
de manera súbita emerge con poderosa energía. Por en­ 'X ejemplo, cuando Shakespeare se imaginaba en
cima de todos los intereses, talentos y propósitos perso­ éóilo y Cresidra y en El sueño de una noche de verano
nales de los individuos, se encuentra algo común que, Ipueblo heroico griego a la manera de la costumbre
en cada individuo es potente y más poderoso que todo., rtesana de su tiempo, sobre lo cual ya se habló en
Tan sólo bajo los efectos de este factor se concentran ( capítulo sobre crítica de lo correcto. Sólo por el
y se mueven las condiciones, y todo el decurso pragmá- - mino de una interpretación cuidadosa y metódica
tico se muestra dominado y dirigido por este factor. # posible adquirir los resultados seguros y firmes que
Esto es lo común en el que la existencia moral del hom- "rrigen nuestra noción del pasado y nos facultan a
bre tiene su expresión, su concentración y su fuerza; ! edirlo con sus propias medidas.
éstos son los grandes poderes morales que, hallándose
vivos en la sensibilidad y en la conciencia de todo hom-

186 187
a) La interpretación pragmática 15 jald as. La segunda batalla que dio tuvo lugar en
§ 39 «sus: esto es, buscaba atacar al enemigo tan cerca
e la costa fenicia como fuera posible. La distancia
La ordenación crítica del material ha coleccionado asta los pasos de Issus exigió tantas y tantas mar­
los restos y tradiciones, que importan para nuestra in- chas, debió calcular si podía abandonar por tanto tiem-
vestigación, según la manera en que se relacionan rtiti. o a la Atenas y a Helias inclinadas a la separación
tuamente y se refieren recíprocamente según tiempo, cómo podía, entre tanto, imponer obediencia a los
espacio, tipo, etc. elenos. Entonces, con esfuerzo extraordinario tomó
Es ahí donde comienza la interpretación pragmáti- a Tyros; con ello había aniquilado la flota persa. Se
ca. Su procedimiento consiste en reconocer los contex­ ye por qué había puesto todo su empeño en someter
tos y copertenencias de los que encuentra huellas en ja esta ciudad; y la costa restante se le dio sin más;
sus materiales; en complementarlos según estas hue- indo Alejandría: el lugar mismo, el más próximo en
lias; en continuar los motivos sugeridos en ellas, y en a ruta hacia el Mar Rojo en donde se pudo fundar
traducirlos de lo abstracto a lo concreto. tin puerto, muestra que quería, al mismo tiempo, incluir
Es un procedimiento semejante al del escultor que qn su ámbito el comercio marítimo hacia Arabia e
restaura una estatua mutilada el que se practica en Jndia y que quería tener bajo su poder toda la costa
la interpretación pragmática de lo que aún queda del piediaterránea que hasta entonces había sido persa. La
comienzo de un brazo o de la dirección de un mus­ simple sucesión externa de estos hechos estaba muerta
lo, etc. En el juego de los músculos de la nuca, en y muda tal como nos la entregó la crítica, pero es evi­
las músculos del estómago, reconoce él según la ana- dente que ella tenía en sí un contexto pragmático,
loma con el cuerpo humano vivo, que el brazo que ’iste lo busco y lo encuentro mediante la interpreta­
falta estaba levantado así, que la cabeza quebrada es­ ción y, para hacerlo, concibo concretamente y como un
taba inclinada así. decurso real los momentos que se encuentran en esta
Cuando nuestro material dice que se dio una ba­ sucesión externa. La pregunta de si esta relación cau­
talla en tal y tal lugar, que se fundó una ciudad en tal sal, de si estos motivos pragmáticos se encuentran en
y tal sitio, entonces estas designaciones sumarias con­ jas fuentes o no, puede ser respondida diciendo que
tienen una cantidad de momentos concretos que per­ éstos resultan de la naturaleza de la cosa.
tenecen al hecho designado. A la batalla han precedido En las fuentes de la historia alemana del siglo xv
los movimientos de los dos ejércitos, el propósito de ;e mencionan ocasionalmente Dietas Imperiales y tam-
encontrar o de evitar al enemigo, combinaciones es­ negociaciones en las mismas, pero ninguna de
tratégicas acerca del lugar en el que entonces táctica­ |llas ve en esto un contexto de derecho constitucional,
mente se tomó la decisión; y con las marchas de las q continuidad de intentos de .la reforma del Imperio
tropas se dan las condiciones del abastecimiento de gue, como se repiten durante casi un siglo, debió ser
hombres y animales, todo un aparato de carros, má­ rgente. Si se quiere captar la historia de esta reforma
quinas guerreras, o artillería, etc. Con la simple pa­ el Imperio y para ese fin se tienen a la vista compi­
labra batalla se presenta al alma del que conoce la lados en orden crítico las noticias y apuntes individua­
cantidad de los momentos concretos. Alejandro —nos les y los correspondientes proyectos y documentos to­
dice el material— despide a su flota después de la bados de las fuentes, se tiene entonces sólo un esquema
victoria en Granico: esto es, quería vencer en tierra precario, una sucesión muy llena de lagunas y oscura
al poder marino persa que dominaba el mar en sus que debe tratarse de profundizar y vivificar con la in­
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terpretación. ¿Por qué se oponen tan pertinazmente Pero no siempre estamos en la buena situación,
los emperadores contra el establecimiento de un tribu­ -orno en los casos supuestos, de que un material rela­
nal del Imperio en vez del Consejo de la Corte del jam ente rico nos permite realizar con una demostra­
Imperio? ¿Por qué conceden los estamentos el pfennig ción simple la interpretación pragmática. Cuando, por
general y que ha de cobrarse no según los territorios jempló, queremos investigar la historia constitucional
sino las parroquias? Y, ¿por qué presionan los prínci­ 'inglesa de los tres últimos siglos, encontramos repeti-
pes, esto es los príncipes electores para que las ciuda­ ¡íamente el dato de que Inglaterra y Gales tenían en
des mantengan en la Dieta Imperial, su escaño y su voz? f/864 aún 160.000 freeholders, y que a comienzos del
Éstas y otras preguntas que nos plantea el material or­ iglo xix ya no tenían ninguno sino solamente grandes
denado, proporcionan los elementos de una interpre­ ■incas y arrendatarios temporales. Los escritores in-
tación pragmática, cuyo resultado será una compren­ leses evitan hablar de este hecho que, sin embargo,
sión, una intelección del contexto del movimiento de dice tanto sobre la decadencia del estamento campesi­
reforma sobre el que no nos dan siquiera una idea las no. ¿Cómo podemos explicarnos el contexto pragmáti­
mejores fuentes de la época. co de este hecho? ¿O debemos renunciar a ello porque
Resulta claro que cuando el material nos permite altan materiales sobre esta modificación que se rea­
divisar con una cierta plenitud el decurso externo, bas­ lizó silenciosamente por sí misma y con plena libertad
tará con un simple procedimiento demostrativo. En la egal?
conocida serie cronológica de los escritos de Lutero Suponiendo que realmente faltan —de lo que hay
no es siquiera difícil demostrar el decurso pragmático que dudar-— entonces tendríamos que ver cómo po-
de la formación de sus ideas, si bien no se han puesto ’emos remediar esa falta en otra parte. Si miramos
en claro con ello los motivos y ocasiones de las diver­ as cosas exactamente, veremos que nuestra interpreta­
sas modificaciones. Cuando la historia presente coti­ ción no se hizo de manera tal que de cierto modo la
diana nos entrega permanentemente nuevos materiales, ornáramos automáticamente del material existente. Lo
entonces la discusión publicística se mueve en parte ue de acuerdo con la naturaleza de la cosa encontra­
en el esfuerzo de interpretar lo nuevo según su contexto os en los materiales, designa un segundo factor que
pragmático, que muy frecuentemente es tendencioso. plaboró en nuestro procedimiento. Lo que estaba dado
En su historia florentina Guicciardini procede en este n la naturaleza de la cosa lo tomamos de nuestra ex­
sentido con sus discorsi, que elaborara especialmente: periencia con otras cosas y de nuestro conocimiento
en ellos interpreta los momentos significativos según ’e circunstancias análogas, lo mismo que el escultor
su contexto pragmático. Es la necesidad publicística ue restaura un viejo torso y tiene esta analogía direc-
de la comprensión la que satisface con su gran talento, iva en la estructura constante del cuerpo humano. Co-
y su virtuosidad consiste en mantener separados y cla­ ocemos en el continente analogías de la decadencia
rificar discursivamente los diversos momentos del acon­ /el estamento campesino en Inglaterra. En Mecklern-
tecer. La simple y convincente mostración del con­ t,urgo, la colocación de campesinos en las fincas seño-
texto es la prueba del mismo; pues sólo importaba ver iales hizo desaparecer el estamento campesino, allí
y expresar lo que en cierto modo emerge de hecho y olo hay jornaleros y arrendatarios; en las Marcas, en
evidentemente del material. Aquí se trata esencialmen­ /omerania, y en parte en Sajonia, no se vendió total-
te sólo de tener una mirada aguda y un juicio diestro ente el campesino con su finca, pero los dueños y se-
para la realidad. Pues las cosas dicen siempre sólo y ores de la finca aumentaron tanto sus servicios y
exactamente lo que se sabe hacer que digan. eberes, que su libertad descendió profundamente, y se

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convirtió en servidumbre hereditaria y hasta en es­ 7*- a Roma en donde además de los cónsules por dos
clavitud. Y al hilo de estas analogías podemos acla­ 'os se eligieron después de dos decenios a dos tribunos
rar el decurso en Inglaterra. Todavía las leyes de En­ -luego, después dq otros decenios, a decenviros para
rique VII habían ordenado mantener intactos los fir­ lredacción de leyes y para el supremo gobierno, y tras
ma et tenamenta de los campesinos, pero en la me­ los, un cambio extraño, se eligieron ora dos cónsules,
dida en la que las familias de la nobility y de la gentry % seis tribuni militum con poder consular, de modo
se hicieron más poderosas en la estructura estamental, qmejante a como, por otra parte, se mantuvo en Roma
de Inglaterra, trataron de extender sus fincas, y con J,antiguo orden curiato de los patricios junto al orden
la Gloriosa Revolución de 1689 llegaron a ser todopo­ nturial de todo el pueblo, pero de modo que surgieron
derosas, administradoras de las prerrogativas reales, y - 0n peso cada vez mayor los comicios de tributo —no
la Corona se convirtió en algo dependiente de ellas; ómbrados por sexo o censo—, sino entre los ciuda-
ellas les dejaron a los campesinos y a los trabajadores,, 'nos con propiedad afincados en los barrios de la
al hombre bajo, toda la libertad, pero compraron todo udad y del campo. Se ve que las transformaciones en
a los campesinos y convirtieron su campo en campo pma y en Atenas no son paralelas, y la analogía con
de la finca, e hicieron de ellos parques y cotos de caza ?s romanas no aclara las áticas. Pero la comparación
y pequeñas fincas para arrendamiento; el campesino 'qlas dos pone a la vista una serie de motivos impulsó­
sólo tenía la posibilidad de emigrar a las fábricas de os que favorece la interpretación de las situaciones
las ciudades o a las colonias. Y con la comprensión de icas.
las circunstancias y relaciones agrarias, adquiere su , Más afortunada para este procedimiento compara­
adecuada luz la historia constitucional y el muy elo­ do' fue la investigación de las leyendas populares,
giado gobierno parlamentario de Inglaterra. uando Fr. A. Wolf demostró por el camino del proce-
En este caso, el procedimiento comparativo con el > ‘miento diacrítico que la Iliada y la Odisea no eran
que hemos explicado la X fragmentariamente existente: imposiciones unitarias, no las efusiones de un genio,
es tan evidente que la simple exposición de las analo-, o que estaban compuestas de distintos cantos, en­
gías basta para la prueba de corrección de la equipara- > tices se asombró todo el mundo y la mayoría dudó,
ción. Pero, ¿qué ocurre si para esta X no tenemos en ¿quienes aceptaron los resultados no encontraron ex-
nuestra experiencia ninguna analogía? jcación alguna para esta excepción única en la his­
Ahí está por ejemplo el escrito de Aristóteles re­ pía de la poesía. Entonces, Lachmann demostró el
cientemente descubierto: ’Ad'nvaíwv TroXi/ceía. Allí se in­ ismo hecho en el Cantar de los Nibelungos. Y pronto
dica que hasta un cierto tiempo, en vez de los reyes ^ sultó el mismo principio en las leyendas populares
hereditarios anteriores se nombraba un arconte por diez r f? los hindúes, de los persas. Pese a que estos hechos
años; luego, en vez de uno se nombraron nueve arcon- > futan todo lo que pensamos de la poesía y especial-
tes, cuatro de los eupátridas, tres de los demiurgos y ■ ente de la alta excelencia de aquellos grandes poe-
dos de los ébcoucoi (este nombre está allí en vez de i hs, se tuvo que aprender a comprender esta decisión
rewiiópot,). Y luego dice un trozo siguiente que Cleístenes' en la interpretación pragmática de tantas X seme­
erigió diez Phylen en vez de las cuatro y 100 Demen jes se llegó por el camino del procedimiento com­
en.vez.de las viejas 48 Naukraren. ¿Cómo ha de expli-i bativo al conocimiento de que hubo procesos en la
carse el contexto pragmático de estas grandes reformas inducción poética que sólo fueron posibles en un es-
de la Constitución, sus motivos y sus metas? No tene­ dio de desarrollo de los pueblos, por el que ya hemos
mos una analogía para ello, pero quizá podemos recor- ’sado; en aquel estadio, a saber, en el que sus le-
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yendas y sus mitos, su historia sagrada y popular, ,se Comienzos de estos descubrimientos escribió Joh. Bran­
hallaban completamente entrelazados, y en el que la ds su artículo sobre las siete puertas de Tebas y sus
suma de estas visiones e historias, conocidas y pre­ xtraños nombres; convirtió la hipótesis en explicación
sentes a todos, se transmitían en cantos individuales e que las siete puertas y sus nombres provienen de
hasta que algún poeta bajo algún punto de vista como os fenicios, que ellas repetían el mismo número de
«cómo se castiga lá ira» o «cómo el amor se premia iiílabas que se había aplicado en las puertas de Babel
con pena», recogió y sumó una serie de las más bellas jen los muros de Babilonia, que los siete colores que
en una pequeña totalidad. Cuando la Sra. Robinson habían aplicado allí designaban una determinada
(Talvj) editó en traducción alemana los cantos popu­ bnstelación, como por ejemplo la natividad de la fun-
lares serbios, cuando se encontraron en la Edad del ación, etc., y que los siete nombres de los dioses
Norte diversos cantos del libro de los Nibelungos, como abían servido en Tebas al mismo fin. Y ya no se
el de Sigfrido y Brunilda, se tuvo con ello la prueba odrá dudar de que sus hipótesis dieron en el blanco
de que por el camino comparativo se había encontrado ¡fHermes 2, 1867).
la cabal interpretación pragmática de estos hechos, dé O para citar un ejemplo más reciente: el de la inter­
que se había aclarado cabalmente la génesis de las le­ pretación pragmática de la guerra de 1805. Napoleón
yendas populares. pmenzó en 1803 a colocar grandes armamentos en la
Por el mismo camino comparativo se han explo­ «osta del Norte de Francia, a organizar grandes flotas
rado los mitologemas de los pueblos indogermánicos. n todos sus puertos y en los españoles. Al comienzo
Pero, ¿qué ocurre cuando también falta esta ayuda? 'é 1805, todo está listo para la partida; en Inglaterra
¿Cuando se nos presentan acontecimientos singulares pina la máxima excitación; las flotas francesas salen
que se desea comprender? la mar para juntarse en parte en las Indias Occiden­
Ahí están las tantas y tantas pirámides, pequeñas te s y en parte en la costa española; a finales de julio
y grandes, construidas con la más rigurosa nitidez for­ |lo falta Una escuadra. De ella parece pender el des­
mal de lados y ángulos, orientadas con la más aguda lio del mundo. Pasa el día indicado sin que aparezca,
exactitud hacia los cielos. ¿En qué relación pragmática ptres días después, todo el ejército parte de Bóulogne
se encuentran con las necesidades, con las opiniones marcha hacia el Rin y Austria. Napoleón mismo hizo
del pueblo que las construyó? ¿Son, como creía Forch- do lo necesario para hacer creer a quienes lo rodea-
hammer, cisterrias o colosales monumentos funerarios? n y al mundo que en realidad se había propuesto de-
¿Son señales para los que van por el desierto? ¿Por embarcar en Inglaterra; en su correspondencia políti-
qué están solamente en el cementerio al occidente de :ise encuentran pruebas de ello. Hay que confesar que
Menfis? lo las pruebas de que él hizo creer al mundo que
La interpretación se encuentra entonces en un dile­ ■ plan iba contra Inglaterra. La ordenación Crítica
ma; no tiene otra ayuda que no sea la hipótesis, es |1 material permite reconocer claramente que ése no
decir, supone un contexto que es posible en sí e in­ e su propósito y que no lo fue desde el principio,
tenta comprobarlo en su evidencia con lo que está pre­ éro, ¿qué fue entonces lo que quiso? Es sólo una hi-
sente. Tan sólo desde las excavaciones de Schliemann 'tesis, pero una hipótesis tal que permite explicar
y los grandes descubrimientos en Nínive y en Babilonia .e, desde el principio, su propósito iba dirigido a
se ha reconocido cabalmente y como verdadera la tra­ Ustria, que por eso adelantó ese plan aparente y qué
dición, frecuentemente ridiculizada, de los griegos á bía querido reunir un ejército de 150.000 hombres
partir de influencias e inmigraciones fenicias. En los ‘los campamentos de la costa, entrenado al máximo
a

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por ejercicios largos y difíciles, para dar el golpe de­ ■ones bajo las cuales aconteció en su tiempo este he­
cisivo contra las dos cortes imperiales. lio, este suceso, se encuentran, en la medida en que
Se ve que la hipótesis es un procedimiento compa­ material de ello existe, en este mismo material por
rativo, sólo que de una manera algo velada. De la ima­ fjquier, y recuperamos una parte esencial de este su­
gen completa que de la política y de la conducción de miso único en la medida en que podemos demostrar, a
la guerra de Napoleón se ha adquirido sobre su manera rtir del material, las condiciones mediante las cuales
de actuar, resulta una probabilidad para los casos du­ l suceso fue determinado o codeterminado,
dosos. Él no pudo haber cometido el error de la súbita f A quien contemple el llamado esgrimidor borhesia-
modificación de su objetivo militar; y el éxito brillante |>; le llamará la atención la línea torcida, fea en sí,
que tuvo para él la guerra de 1805, justifica la hipótesis me forman la cabeza, las espaldas y la pierna. Sería
de que esta guerra y no el desembarco en Inglaterra itraña e inimaginable si no hubiera tenido un deter-
fue desde el comienzo la finalidad de sus inmensos ar­ ¡Jnado motivo exterior: esta línea torcida remite al
mamentos. |ángulo de un tímpano en la que la estatua corres-
linde precisamente con ello al espacio dado. La condi-
tm espacial del tímpano para la que el escultor des­
b) La interpretación de las condiciones lió esta estatua se repite en la estatua, está dada ideal­
§ 40 mente en ella. Al mismo tiempo, remite a otras figuras
,Úe debieron haber estado en el mismo recinto, como
En el pragmatismo de los hechos se encuentra aún Ir ejemplo, el llamado esgrimidor moribundo, el gru-
un aspecto más. p' Arria y Paetus, etc.
En el § 38 del Resumen se han ilustrado las cuatro 1 En cuanto se tenga en cuenta esta expresión: inter-
formas dé la interpretación con la imagen del caminar. fetación de las condiciones según su alcance y su ni-
«Cómo en el caminar se unen a) el mecanismo de los lez, resultará inmediatamente claro cuán amplio es
miembros que avanzan; b) la tensión de los músculos Pterreno que abarca esta interpretación. Mientras más
condicionada por la llaneza o desnivel, la dureza o lo jfeidamente haya clarificado la interpretación prag­
resbaladizo, etc. reí piso; c) la voluntad que mueve al mática un suceso o un contexto, tanto más claramente
cuerpo; d) la finalidad del que quiere, la causa por srcibimos cómo él debió ser condicionado y determh
la que camina - así, según cuatro puntos de vista sé Ido por doquier por el aquí y el ahora, por las rea-
realiza la interpretación». nades, por los medios. Y en la medida en la que
Así como en el caminar la tensión de los músculos Irnos aprendido a pensar históricamente, es decir, en
se dirige hacia el suelo sobre el cual se ha de ir, de I'medida en que nuestro sentido está despierto para
ascender, de subir, de caminar animosa o cuidadosa­ fe realidades y colabora en nuestra investigación, nos
mente, así todo quehacer es un actuar bajo condiciones Jípuja a captar estos muchos momentos aunque las
y en situaciones dadas, inhibidoras o estimulantes, y fpntes digan sólo poco o nada de ello.
por ellas, según ellas, se determina lo hecho. Están La expresión utilizada: el aquí y el ahora nos da
pues por doquier en lo hecho. las siguientes categorías y condiciones: las de es-
Así como hemos recogido en nuestro material todo |cio y tiempo.
lo que existe de los hechos pasados como son los restos " Hablemos primero del espacio. Aquí se encuentra
y las tradiciones, y lo hemos purificado y ordenado té todo el lugar geográfico a cuyo decisivo contexto
críticamente, decimos ahora; las condiciones y sitúa* •rtenece un suceso.

196 197
La geografía no es solamente una ciencia histórica
auxiliar. En cuanto tiene como objeto la superficie | lo muerto descomponiéndose velozmente apestaría
terráquea y su totalidad, ha reunido en sí una gran do si no se cumpliera con la más alta y rigurosa
cantidad de relaciones cósmicas, físicas, naturales. Pero pieza —a partir de estas condiciones naturales del
en la vida histórica interviene a cada paso todo lo que gis egipcio se explican aquellos poderosos templos
trata esta disciplina. La vida y el ser de todo Estado^ hdamente sombreados, aquellas tumbas metidas has-
de todo pueblo, depende hasta cierto grado de las rea­ ^en las rocas, el embalsamiento hasta de los animali-
lidades geográficas de su territorio. El mariscal pro­ % etc.
yecta en las grandes situaciones geográficas del teatro ' No será necesario registrar la infinita variedad de
bélico sus operaciones estratégicas, y los movimientos ffrídiciones que pueden surgir aquí. Se ve ciertamente:
tácticos del día decisivo de la batalla están condicio­ # se trata solamente de la plasticidad topográfica,
nados por las realidades, frecuentemente pequeñas, del Ü color local, de la individualización local de una
campo de batalla, la quebrada allí, el monte allá, el agen histórica, y cuando las exposiciones históricas,
pantano, que configura un «desfile» a la entrada de un ' decir, retóricas de los siglos xv y xvi a imitación de
pueblo, etc. El sistema de fortalezas, por ejemplo, de Comentarios de César, mezclaban muy gustosamen-
Francia, lo mismo que la red de colonias militares del Mo geográfico, ellas no comprendieron que César no
antiguo Imperio Romano, está condicionado por las leía semejante cosa para adornar, sino sencilla y prác-
relaciones geográficas. Si la interpretación pragmática famente para la interpretación de los sucesos que
nos ha aclarado el hecho de que Hamburgo y Bremen ¡ponía.
eran en la Edad Media tan importantes plazas de co­ /Junto a las condiciones espaciales se encuentran las
mercio, tan profundamente situadas dentro del país1, mporales que resultan del ahora, al que pertenece
para acercarse lo más posible a la exportación de ■suceso histórico dé nuestra tarea, de su presente
las zonas interiores sin alejarse demasiado del mar, erij ferior. Por una parte de manera que tal suceso, tal
tonces la geografía informa además que hasta Hanr dho, ha ingresado en un estado devenido, y lüego
burgo y Bremen la marea es lo suficientemente impon ^la forma de las simultaneidades que con su movi­
tante como para poder llevar los barcos contra la qo¡ ente influyen desde todos los aspectos de este su-
ié > .
rriente; que las lanchas no pueden atreverse a ir más
allá en los bajos ríos Elba y Wesser, donde ya opera l'Las materiales que tenemos á la vista para la in-
la marea; que este lugar es la plaza natural de cambip ftjgación de este hecho reflejarán más o menos y
de las mercancías del interior y del exterior. ,¡ g más los estados en que el hecho ingresó, y aunque
La interpretación de las condiciones geográficas J den demostraciones inmediatas del modo, la direc-
abarca también las relaciones climáticas y de la tierra n, la manera, la energía de lo nuevo que emerge,
en lo que se refiere a la agricultura y a los productos, mitirán conocer estos momentos que se encuentran
de la tierra: todos esos poderosos factores de lo dado l'álmente allí. Poco sabemos sobre la situación de
naturalmente, que son decisivos para la vida física y jglaterra durante la conquista normanda, pero sí cuán
espiritual de los pueblos. A partir de aquella naturaleza |]bil y sin fuerza debió haber sido la configuración
tiesamente preformada del valle del Nilo, en donde fcial y política de la época final anglosajona ya que
no hay bosques, ni lluvia sino este valle largo con duque de los normandos pudo someter y esclavizar
sus inundaciones regulares, donde el sol ardiente en un par de aventureros al rico y poblado país y
el cielo sin nubes hace de la sombra un alivio, en don* ándo pudo fundar un duradero dominio militar,
i El hecho que queremos reconstruir con nuestros
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friateríaies verificados es en relación con los estados ' Naturalmente que, aunque no haya tales noticias
en los que ingresa, su contraposición, su crítica y su niprobatorias, de lo nuevo se podría sacar la con-
tribunal. Este nuevo hecho se agrega a la serie sumada fisión de la existencia de tales situaciones condicio-
de lo hasta entonces vivido y configurado —pues esto ntes. Poco o nada sabemos sobre las situaciones del
es el estado devenido— para que sometiéndose, inten­ daísmo y del helenismo hacia la época del nacimien-
sificando allí, aminorando allá se transforme y trans- ;de Cristo; pero las doctrinas, las tendencias del cris-
formado de tal manera se sitúe y se compruebe. En ht áhismo primitivo muestran los momentos en las situa-
nitidez de la modificación, en la tensión de las nuevas bnes existentes gracias a los cuales fueron posibles
formas, en el modo y energía de sus aseguramientos s éxitos rápidos de lo nuevo. La interpretación estará
intentados, resultan los elementos para la interpreta? x condiciones de captar los estados morales y reli­
ción de esta serie de condiciones que lo nuevo encontró osos de la dislocada época.
dado en las situaciones con las que tenía que contar; Naturalmente, en el mundo real de entonces exis-
De las medidas que Tiberio y Gayo Graco consideraron |n estas situaciones y se las había soportado larga-
necesarias para imponer sus reformas, en las leyes ente. Ninguno de los contemporáneos pudo haber
agrarias, en la transmisión de los tribunales al esta? *sto en su amplia e inerte cotidianeidad que eso no
mentó caballeresco, etc. se ve la serie entera de las día seguir así; y siguieron así cuando ya lo nuevo
situaciones corruptas y nocivas de la República ro­ taba en medio de ellos o comenzaba a operar. Tan
mana que querían suprimir, la decadencia del viejo ;lo considerado históricamente, tan sólo desde el pun-
estamento campesino, los latifundios con su economía ,/de vista del nuevo hecho que emergió y comenzó a
de esclavos y sus dehesas, la degeneración de los tribu­ fierar, tan sólo aplicados a su interpretación, adquie-
nales en manos de los optimates, etc. El investigador: estos hechos devenidos, estas situaciones, tal con­
no haría bien en querer analizar narrando cada una ato y tal significación. Los detalles de tales situacio-
de estas relaciones y malas situaciones, pero dilucidan­ 's no son en sí las condiciones que tiene y tiene
do con saber cada una de estas medidas según su oca? e tener como consecuencia la posterior configura­
sión, su tendencia y su forma, podría, a partir del ma? b a pues entonces se requeriría solamente de estas
terial existente, esbozar de manera completamente fundiciones para producir como efecto la consecuencia;
aceptable, las situaciones que querían reformar los Gra- ‘po lo nuevo es posible cuando se dan tales condicio-
cos. Y para los rasgos fundamentales así encontrados s y lo nuevo devenido muestra al contemplador que
se traerían a cuento las diversas noticias sobre la desa­ Jí estaban dadas. Considerado desde este nuevo de­
parición de las fincas campesinas, el descenso del bie­ bido, estas situaciones se le aparecen como ^repara-
nestar campesino y de la producción agraria, el dominio, ones y condiciones.
exuberante del capital, la explotación arrogante de la$ Sólo otra forma del mismo factor son las simultanei-
provincias, la desmoralización y vulgarización de la ádes concomitantes. Ha constituido la suma fama de
masa del pueblo, la clamante contradicción entre los á astronomía el hecho de que Leverrier reconociera en
derechos liberales y estatales de estos ciudadanos y $45 en las perturbaciones de la órbita de Urano, que
su profundo hundimiento y su sed de poder —y tales ábía observado, la existencia y el lugar sidérico de
noticias se podrían enlazar como tantas comprobacio­ ti planeta hipotético, que también había calculado y
nes, en cierto modo como las etapas de una situación pe luego, en setiembre de 1846, Galle, de Berlín, en-
que se encontraba supermadura en la época de los pntrara en el lugar calculado. En el mundo histórico,
Gracos. ódo decurre naturalmente bajo el efecto de las simul-

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taneidades, y los directores de las grandes relacionas, Sñólogo; todo lo más que se narra es que de vez en
políticas, eclesiásticas, mercantiles y monetarias saben||* ando ocurrieron guerras y negociaciones con Holan-
reconocer muy bien en su quehacer práctico que y con!! Francia. Y en general, los ingleses insisten en esta
cuánta frecuencia hay momentos muy lejanos que opá.1 ñera insular de concebir su historia.
ran perturbadoramente, y calculan la causa a partilf
del efecto. Tan pronto como el comercio hindú se re-|f A estas condiciones espaciales y temporales pode­
tiró del Mediterráneo porque se había abierto el cari j os agregar una tercera serie: por así decir, las posi-
mino hacia India alrededor de África, los Fugger se] lidades. Son aquéllas que en medida especial sirven
apresuraron a trasladar sus negocios bancarios— qu^ ¿ra dar plenitud y profundidad, en cierto modo cuer-
estaban basados en el comercio entre Venecia y lasÜ á la imagen superficial de lá tradición.
ciudades hanseáticas en los mares del Norte y Báltica , Se trata aquí del inconmensurablemente amplio con­
—de Augsburgo a Brujas, porque el comercio, que si tato de los medios, de los materiales y de los mora-
había vuelto oceánico, tuvo que trasladar el mercad| 5 mediante los cuales fue posible el hecho compro-
monetario y el gran intercambio de mercancías al Es U °*
calda y a las desembocaduras del Rin. No se entendárí; ni ' .Aquí tocamos lo que ya habíamos tenido en cuenta
la política de Federico el Grande, que condujo I ría interpretación pragmática, partiendo allí del nexo
primera guerra de Silesia, si no se tuviera en cuente; 'usal de los hechos cuyo decurso queríamos reeons-
que Inglaterra le había declarado la guerra a Espa] ir. Aquí, en cambio, buscarnos reconstruir los me-
en el otoño de 1739 a causa del comercio inglés y ’íps, partiendo del hecho que ex|sjte, que fueron nece-
contrabando con la América española, y que Fran|lf™ 'rios para establecer el nexo. Allí decíamos: para
se disponnía, obligada por el Pacto de familia borbqji a campaña marítima hacia $iciha,Ioj| atenienses ne-
a entrar al lado de España: esta simultaneidad es panj|¡ sitaban barcos, dinero, tropas, etc^uquí decimos: el
Federico II significativa en la medida en que empren -cho de la campaña muestra que ellos pudieron faci-
la guerra sólo calculando el conflicto entre Francia |ur tantos barcos, dinero, tropas, etc. Las condiciones
Inglaterra, y que la determinó paso a paso según el- :esta campaña nos dan una noción de los medios de
decurso de la contraposición de los dos grandes pode* he disponía el Estado.
res de Europa. 6 La interpretación de los medios es un campo espe-
Precisamente en estas relaciones, la interposició álmente fructífero, aunque todavía no se lo toma
se encuentra muy frecuentemente en condiciones de] “empre en cuenta; aquí se adquieren los resultados
encontrar mucho más de lo que informan las fuentes,] ás ilustrativos. Basta pensar que casi todo lo que
especialmente las medievales y las de bien entrado efj prma parte de nuestro campo exige material o'mstru-
siglo xvin, que por lo general sólo ponen atención a ‘éntos, o las dos cosas, para poder ser realizado; y
lo más próximo y familiar. Y nuestras historias ale­ ¡ñtonces se verá cuán grande es la importancia de esta
manas especiales de las regiones continúan con gran árte de la interpretación.
pertinacia esta estrechez del horizonte, no sin la creen­ | r Creo que fue Lessing quien primeramente entró en
cia de que no se puede encontrar más de lo que está sta vía, cuando en las Cartas Anticuarías investigó con
en la fuente. La brillante historia de Inglaterra de ran conocimiento cómo los griegos habían podido fa-
Macaulay es pobre precisamente en este aspecto: de­ jicar sus piedras cortadás en una finura casi micros-
curre como si Inglaterra hubiera estado absolutamente fÓpica, y qué instrumentos debían tener para grabar
sola en el mundo y como si la historia inglesa fuera un les dibujos en la dura piedra preciosa y cómo los
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endurecieron y de qué manera los usaron para horadar rte de la guerra. La caballería de la Antigüedad clá-
las líneas y superficies. / ica no conocía ni herraduras ni sillas ni estribos. No
Ya se ve de qué cuestiones se trata. Se observa sen­ é de dónde las sacó la Baja Edad Media, pero la ca-
cillamente la variedad de las colecciones de las an­ állería adquirió toda su significación con las herradn­
tigüedades prehistóricas, pero inténtese la interpreta­ os y los estribos.
ción tecnológica de las mismas y se sorprenderá de En el ámbito de los medios materiales, cabe todo
los resultados. Si los egipcios pudieron cincelar y pulir! lo que sirve a la alimentación. El mínimo de alimen­
la dura sienita—lo que hoy se hace con máquinas de tación es, según las relaciones climáticas de los países,
vapor— debieron entonces tener los más duros instru­ n factor bastante constante del que resulta una can­
mentos de acero, debieron tener un esmeril de tal y tidad de combinaciones y consecuencias. Si el inmenso
tal especie, que se debía saber manejar para pulverizar. ejército de Jerjes se pudo alimentar desde su salida
Si supieron arrancar de las rocas los inmensos mono­ jDor las Termopilas hasta la batalla de Salamina y luego
litos y construir vehículos para su transporte; ponerlos f'a mitad del ejército en Beocia se pudo mantener hasta
luego en estos vehículos, llevarlos al interior y ponerlos verano siguiente, ello debió ser posible gracias a
en el pedestal, necesitaron para ello conocimientos y grandes abastecimientos llevados por mar, de los que
cálculos mecánicos que ya no se tenían en Roma ha­ ló sabemos nada. Otro ejemplo. La historia de la Gue­
cia el 1500. Pues el intento de levantar un obelisco de la rra de los Treinta Años está bastante clara por lo que
época imperial que se hallaba en el suelo, fracasó y ,e refiere a su decurso militar y político, pero hay que
el monolito se partió en tres pedazos. Cada uno de yerla en el aspecto de los medios materiales que eon-
sus colores, cada amuleto y cada vidrio eñ pasta, cada umió y corrompió, en el aspecto de los absorbentes
tejido en sus momias es un hecho del que mediante óspedajes para comprender cómo la rica Alemania
la interpretación técnica se pueden obtener conoci­ arruinó completamente y se desoló en amplias zonas
mientos interesantes sobre la cultura de un pueblo. or esa guerra.
Y si en sus tumbas se encuentra una cantidad de ma­ Se comprende cómo la vida constitucional de los
dera que no es madera de sicomoro —la única que istados encontrará su explicación en esos aspectos,
producía Egipto porque los montes no tenían bos­ ¡a extensión y la intransitabilidad del reino de Carlo-
ques en su derredor, ni la madera de río podía bajar agno obligó a dar a los funcionarios una independen-
por las cataratas— entonces se tiene en ello una pieza; ia que sólo la más poderosa naturaleza del dominador
viviente de comercio con Chipre o con los puertos del odía mantener en obediencia. La debilidad de los
Líbano. Ücesores del gran emperador explicada veloz degene-
Otro ejemplo. La conducción de la guerra de los ación de este cuerpo de funcionarios, espiritual y
antiguos está condicionada por las armas que tenían. undanamente, en inmunidades y autocracia feudales.
Con el arco se llega solamente a los cien pies, con <an sólo entonces comenzó a fundarse al lado del
la lanza arrojadiza todo lo más a los 25. Con ello, .rabajo doméstico de los hombres francos en tejidos
la táctica entera está orientada al combate cercano; !hilados, en herrería y cueros, una especie de actividad
es natural que la línea no debe extenderse en el frente. jücrativa de los siervos en los conventos y en los pala-
En las campañas de Alejandro se mencionan primera­ nados, de los que surgieron en dos siglos comunidades
mente artillerías de campaña, esto es, balistas y cata­ hiervas de corporaciones manuales que luego, mediante
pultas que pudieron llegar a los 300 pies. Es evidente derecho de mercado y de ciudad, obtuvieron la li­
la significación de estas circunstancias para el antiguo bertad comunal de la vida urbana, etc.

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Me basta con estas alusiones. Pero se hará bien en tista, todo el que influye en otros y tiene que contar
toda investigación histórica en percibir vivamente de ón ellos en su quehacer, mide su plan según la inteli-
manera especial esta cuestión de los medios. Se dejará éncia o la pasión de aquéllos. Está determinado por
de explicar los grandes éxitos políticos y militares de los en la medida en que los quiere determinar, y allí
Federico el Grande en las dos guerras silesianas sólo onde nuestro material nos permite conocer o suponer
por su genio. Pero si se estudia la política interior pj acción o la participación de los muchos, allí se en-
de su padre, su economía fiscal, su organización de ’uéntra también el momento de esta condicionalidad y
los ejércitos y se compara con ello la situación de otros Consiguientemente hay que buscarlo mediante la inter­
ejércitos y de otras administraciones en otros Estados pretación. Si Jacobo II quería que la nación inglesa
se comprenderá la acontecido. Cplviera a ser católica, tenía que estar seguro de que
Junto a los medios materiales debemos mencionar ncontraba en los ánimos la condición para ello; el
los morales. Coinciden en cierto sentido con lo que se ué procediera sin esta certeza, el que actuara doctri-
ha dicho de los estados y situaciones; pero las situacio­ ariamente, tuvo como consecuencia su caída. Iguál­
nes, aplicadas según su contenido moral como medios, ente procedió doctrinalmente Pericles cuando se atre­
y operantes como condición, reciben otra significa­ vió a la guerra contra los peloponesos con la convicción
ción, en cierto modo otra denominación diferente de ’e que ellos se encontraban en el período de la eco-
la simple situación. El mismo odio del tercer esta­ ;omía natural, mientras Atenas era con su tesoro co-
do contra los privilegiados en Francia, que por su osal el máximo poder de Grecia; y con la seguridad
comportamiento desconsiderado había crecido como |e que se podía arrasar el país llano de Ática si se man-
clase dominante, se convirtió inmediatamente después pnían Atenas y los puertos, y con ello el mar y sus
de la convocatoria de la Asamblea Nacional, en vez de liados. Los destrozos en la tierra llana obligaron a los
la estamental, en un medio para derrumbar a la noble­ Campesinos a huir a la ciudad, en donde andaban ocio­
za, a la Iglesia y al trono. sos y vulgares, y se ve en las comedias de Aristófanes
Pero no sólo ha de hablarse de los talantes, de ||ue la decadencia del viejo estamento campesino, es
las pasiones, de las ambiciones que crecen en las situa­ ’ecir, de la fuerza de los hoplitas del país, inició la
ciones condicionantes. La terrible energía, el golpe vio­ decadencia de Atenas. Considerado desde este punto
lento con que Napoleón sometió en sus batallas al ene­ ‘’e vista, resulta significativo del comportamiento de
migo, muestra, a más de su talento personal, al mismo a'aristocracia ática de manera diferente a lo que creía
tiempo la habilidad de sus tropas, pero también la or­ jote, quien en su tiempo perteneció al partido radical
ganización perfectamente firme de su ejército, que con­ „e Inglaterra.
virtió a cada cuerpo de sus tropas en un instrumento Y, ¿no está igualmente proyectada cada '“obra de
dócil de su espíritu y de su mano. En las legiones rte, cada Constitución, cada ley penal, a las condicio-
de César se observa un tipo semejante, pero de otro es intelectuales y morales que ellas esperan y a la
género: lo moral de su ejército era el orgullo de ser fez quieren determinar en el talante, el gusto, la inteli­
soldados y su desprecio por los quiritas. gencia de los muchos? Y, cuando la Iglesia Católica
Un suceso histórico no se aclararía suficientemente „roclattia nuevos santos, nuevos dogmas, nuevos jubi­
sin una tal profundización de la comprensión en el tos, ¿no se reconoce allí la medida de la comprensión
ámbito de la voluntad, de la pasión, de la intelección de su autovaloración con la que mide a sus feligreses?
de aquellos con quienes hay que actuar, sobre quienes Aquí se nos presenta un punto que ocasiona difi­
hay que operar. El mariscal, el hombre de Estado, el cultades, Cuando la Iglesia en tiempo de Gregorio VII

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ordenó el celibato, cuando calculó que sus feligreses^ á tanto más segura mientras pueda elaborar más
clero y personas seculares, encontrarían necesaria y¡ ‘idamente estas contradicciones,
propicia a Dios esta regla exorbitante, y cuando nues¿? ífella no espera otra cosa sino que para cada suceso
tra interpretación, partiendo de esta regla, deduce el¡ Ista un horizonte de diversos talantes, tendencias,
talante y la opinión de la cristiandad de entonces,/ giones que luchan entre sí, que cada hecho o persona
muestran las tradiciones históricas que esta regla tro­ -;e emerge desate un variado pro y contra, y que tan
pezó con extraordinaria resistencia. O cuando de las) |ó en esta lucha encuentren su éxito los caracteres y
sencillas imágenes piadosas de Perugino y del joven íefecto los hechos. Los caracteres, los hechos, tienen
Rafael, de la forma rigurosamente ideal de las óperas¡ s condiciones, su medida, su fuerza y su obstáculo
de Gluck, deducimos el gusto y el talante del público /estas contraposiciones y partidos, están determina­
para el que aquéllos pintaron y éste compuso, llegamos os por ellos para operar determinantemente sobre y
a un resultado notoriamente falso: en la Italia exube­ ir ellos. Es un permanente ir y venir de causa que
rante y lasciva de la época de Alejandro VI lo que convierte en efecto y de efecto que se convierte
menos dominaba era la humildad piadosa que muestran- causa. Y del mismo modo según el número: no es
los cuadros de Perugino, y el público de Gluck era la engolado y muerto uno y simple lo que colabora
corte depravada de los últimos años de Luis XV y de ^oralmente de modo condicionante, sino una polícro­
los primeros de Luis XVI: su ópera Ifigenia en Aulide ma y móvil variedad. Y la interpretación no es proble-
fue silbada. 5ática y digna de rechazo cuando muestra los momen-
¿Es pues falsa nuestra interpretación? Ciertamente ¡q s contradictorios, sino que lo sería si no encontrara
que a Gregorio VII se le hizo una poderosa oposición: ás que condiciones simples, sólo un talante, una y la
la de los curas por cuya causa había parecido necesa­ ‘isma corriente.
ria esta medida. Ella muestra cuán profundamente de-'
bió haberse hundido el clero en el cuidado de la mujer
y los hijos, en la codicia y el egoísmo, en los intereses La interpretación sicológica
puramente mundanos cuando pareció necesario un me­ § 41
dio tan violento para salvar y establecer los deberes
de la función clerical. Era de esperar que los afectados ly Según el modo como hemos definido el mundo his-
habrían de gritar; pero la Iglesia contaba con el alto órico como mundo moral, todo en él lleva el cuño
talante de los conventos reformados, especialmente el e la mano y del espíritu humanos. Cierto que en parte
de Cluny, y con la aprobación del mundo secular para 'uy gastado, frecuentemente apenas reconoscible, al
el que desde hacía tiempo era un escándalo grave la “enos ya no reconoscible como la obra y la Noluntad
degeneración de los curas y de los obispos. Y el que fel individuo y como expresión de su personalidad.
se impusiera la violenta regla es un testimonio de que Pero comprensiblemente es esto lo que por doquier
este talante riguroso era más poderoso que la oposi­ ,'teresa más, y en tiempos viejos y nuevos se ha pre­
ción. De modo semejante ocurrió con la música de sentado demasiado el hecho de que los historiadores
Gluck, de quien además sabemos que quería reformar buscan trazar narrativamente la imagen más viva po­
el arte pervertido. sible de las personalidades actuantes, y tratan de de­
No es la insuficiencia de la interpretación la que ducir de su talento, de su carácter y de su pasión todo
aquí se hace presente, sino que ella nos lleva a direc­ lo posible de cuanto aconteció. Eso comienza con Adán,
ciones que compiten entre sí, y nuestra interpretación Noé, Abraham en el Viejo Testamento y continúa hasta
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hoy, sobre todo, allí donde nuestra ciencia se propone ía en sus fuentes de contemporáneos, en informes
influir o devenir popularmente; y muchos consideran iplomáticos, características que pueda tomar. Cuando
esto como la verdadera finalidad de los estudios his­ ucídides habla de Cleonte como lo hace, o cuando
tóricos. erodoto llama vanidoso y ambicioso al segundo fun­
Vale la pena ver claramente esta cuestión porque dador de la Constitución ática, ésta es su concepción.
metodológicamente es de gran importancia. Y también las descripciones de caracteres en las rela­
Si la interpretación sicológica fuera la tarea esen­ ciones venecianas o los numerosos retratos de los in­
cial del historiador, entonces Shakespeare sería el má­ formes diplomáticos del siglo xvm, de María Teresa,
ximo historiador. ¿Cómo procede él? Él toma de Plu­ ’e Federico el Grande, etc. Sólo que éstos querían dar
tarco, de Bocaccio, de la crónica inglesa de Holinshed é sus gobernantes para sus fines prácticos una noción
o de cualquier otra parte, una historia que se le aco­ He las personalidades con las que tenían que contar
moda y la dramatiza. Su trabajo poético consiste en í&n su política. Así pues, el historiador no se satisfará
inventar los caracteres de ló que acontece; y es increí­ én sus investigaciones con tales concepciones de ca-
blemente fino y perspicaz en reconocer qué aspecto, ácteres sino que tendrá que formar su propia con­
debe tener la interioridad del hombre que actúa y sufre; cepción a partir del quehacer y querer de esas perso­
explica el destino de los hombres a partir de su inte­ gas que se encuentran en el material. Pero eso no
rioridad. Logró lo máximo en la interpretación sicoló­ éin más.
gica; nunca, o muy raramente, inventó la historia & Los aspectos que hacen que el historiador deba
misma. ser cuidadoso y que le trazan los límites de la inter­
La poesía tiene el derecho de proceder así. Cual­ pretación sicológica son los siguientes:
quier novela lo hace así hoy. Y la leyenda de los pue­ V 1. Cierto es que en este suceso, y en la medida
blos es poética porque procede así, y a los pueblos se én que disponemos del material al respecto, el actor y
les convierten en leyenda sus pasados, porque los acon­ &u voluntad encuentran una expresión. Pero, ¿se reali-
tecimientos son comprensibles a todos en la medida fó todo lo que él quería, todo su plan, toda su idea?
en que se explican por el carácter, las pasiones, los ta­ |¡No es tal vez mucho y quizá lo mejor lo que no llegó
lentos de los actores, y el mito antropomorfiza a la jaquiera a tener efecto?
divinidad y a los dioses porque así resultan compren­ 2. Tenemos a la vista quizá éste, un segundo, un
sibles a los hombres cuando ven en aquéllos su propia íercer complejo de acciones del mismo. Pero, ¿se agotó
imagen. Jodo su ser y su querer en estas cosas? ¿Era tal como
¿Cómo opera la investigación en estas cosas? ¿Pue­ 'os aparece, sólo soldado, sólo político? ¿Podemos de­
de el historiador con buena conciencia presentar a las ir que así fue todo su ser, su ser duradero, tan*durade-
personas que muestra en su exposición con la misma ■by tan total que se puede deducir de su carácter lo que
vivacidad con que lo hace el poeta? Con razón dijo ’conteció y en lo que él surgió tan decisivamente? ¿Fue
Disraeli en el Parlamento de Macaulay que su Historia .'Obespierre sólo abstractamente el demagogo revolu­
de Inglaterra era una novela histórica. El aplauso que cionario? Quizá lo fue sólo en ese tiempo y antes fue
encontró en todas partes su historia inglesa parece de­ otra persona diferente, su carácter puede haberse mo­
mostrarlo. dificado con las circunstancias; pero también forma
Los materiales que tiene a la vista el investigador arte de su ser la manera como fue antes; sólo en esta
rara vez, o más bien nunca, alcanzan para que él pue­ fpoca, bajo estas circunstancias, en esta dirección fue
da competir con el poeta, Y ni siquiera cuando encuen« él el demagogo sangriento, de sangre fría, radical.
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3. El suceso o los sucesos, de los que tenemos ma­ quila de lo premeditado y de la convicción profunda­
teriales, no son empero tan transparentes que podamos mente fundamentada.
contemplar panorámicamente todos los momentos que 2. Sabemos muy bien que la voluntad fuerte puede
cooperaron y en cierto modo sustraerlos para decir que servir a fines buenos y malos, al delito tanto como al
lo que queda va a la cuenta de sus motivos, de su ta­ sumo cumplimiento del deber, de modo que la fuerza
lento, de su carácter o pertenece a la autodetermina­ de la voluntad no es en modo alguno una justificación
ción espontánea. Y hasta los más allegados no lo co­ de lo que se quiere. Pero la fuerza de la voluntad misma
nocen tan exactamente para poder juzgarlo con segu­ es ya un alto bien moral, pues es un bien adquirido,
ridad: hablan sólo a raíz de su observación, quizá según no un simple talento. Esto es que este gran momento
las manifestaciones de la persona a quien se juzga, se reconocerá en el ser de la personalidad, y la energía
Éstas pueden pertenecer empero a un propósito, a un de la voluntad en lo que se ha hecho.
talante, a una excitación, y de ahí forman aquéllos su No menos los medios intelectuales con que se ha
opinión. De un ser móvil, vacilante en sus perfiles, actuado: la intelección, la discreción, la finura y la agu­
lleno de vida en su continuidad, hacen una imagen abs­ deza del juicio de las circunstancias no se sustraerán
tracta, fija, nítidamente perfilada. Lo espiritual no se a la observación. Cierto es que estas propiedades se
agota pues con predicados. ¿Quién podría dibujar un obtienen en parte por ejercicio y trabajo; en lo esencial
punto, y además un punto móvil y que siempre se son según su fundamento el talento innato del espíritu,
mueve? Y el Yo del hombre es un punto infinitamente la prenda depositada según la cual se puede valorar
movido, incesantemente activo y fosforescente. el valor moral de un hombre sólo hasta el punto en
Con una palabra: aunque en nuestros materiales ‘ que éste ha sido laborioso para desarrollar este talento
históricos se nos presente la persona que quiere y su ■y no dejarlo caer por inercia y distracción.
voluntad para el contexto del hecho de que dan testi­ Pero muy precisamente se diferencian de estos me-
monio —no es la expresión ni entera ni pura del Yo : dios intelectuales suyos lo que busca alcanzar con ellos,
la que allí conocemos. Sólo hasta cierto grado, sólo con qué altura o bajeza concibe sus fines. Como la
en ciertas direcciones puede encontrar la investigación fuerza de la voluntad, así también es la fuerza inte­
algo seguro sobre esta personalidad. Pero, para la la­ lectual solamente un medio con el que ha de realizarse
guna que allí queda surge otra cosa que la compensa. ,4o determinante y lo impulsor que hay en lo más pro­
De los dos puntos que entran en consideración quiero fundo del alma,
mencionar lo esencial. ¿Podemos captar esto también, conocer allí al hom­
La conducta de la personalidad frente a lo que hace bre? Si pudiéramos hacerlo como historiadores, debe-
se divide en varios momentos que, aunque en la persona iríamos entonces ciertamente poder hacerlo tánto más
son uno, emergen en diverso girado para la cognosci­ xn la vida diaria, de persona a persona. Ahí estamos
bilidad. por cierto en condiciones de observar cómo alguien di-
1. Si el actuar es un acto de la voluntad, entonces •rige su talento hacia éste y aquel fin, cómo lo persigue
lo hecho es primeramente la obra de una voluntad, ?con energía e inteligencia, y lo logra; podemos ver
cualquiera que sea la manera en que se la ocasiona; la cómo se comporta con su familia, en la vida del Estado,
fuerza o la debilidad, la firmeza o la torpeza de la vo­ én otras relaciones morales, con qué altura o bajeza las
luntad emergerá siempre de manera reconoscible. El concibe, qué le parece ser lo más importante, a dónde
poder vehemente de la voluntad, que emerge de un parece dirigirse su quehacer; de tal manera podemos
afecto momentáneo, se diferenciará de la energía tran­ reconstruir el círculo de sus pensamientos en el que
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se mueve su acción, en cierto sentido la más próxima y jdad en cuanto tal no tiene su medidor de valor en
más íntima esfera en la que se mueve su Yo. Pero más ’a historia, en lo que allí realiza, hace o padece. A la
profundamente no puede penetrar nuestra observación, personalidad se le ha conservado un círculo íntimamen­
tampoco la del contacto personal. te propio en el que, por rico o pobre que sea en es­
Sólo que a eso se agrega otra cosa. No se sabe píritu y talentos, por significativo o insignificante que
cómo acontece que precisamente a éste se le quiere $ea en obras y éxitos, comercia sólo consigo mismo y
como amigo, que se adquiere una sensibilidad inmedia­ qon Dios. Ella no es mera molécula del mundo histó­
ta para su alma, que se cree en él. No porque es de rico general, sino un mundo en sí, una totalidad de re­
gran talento, tan inteligente, con tan fuerte voluntad; ferencias morales de diverso género que se anudan en
bien frecuentemente se da el caso contrario. Pero se ella, se penetran, se motivan personalmente y, así, es­
percibe su alma, y se sabe qué la mueve, lo que es­ tán por encima de su mundo y de su presente. En éste
pera o teme. Y la relación de la amistad, del amor, vive y actúa ella y realiza su parte de trabajo; no le
consiste en que este inmediato ser uno se repite y se ijnporta si alguna vez se la investigará, se la juzgará,
renueva. Y esta imagen del amigo que llevo en el alma se la considerará como un trozo de historia. El indi­
es el resumen y la comprensión del ser íntimo. Está viduo tiene su convivencia en el Estado y en el pueblo
firme en mi, aunque él vacile y yerre; actúa mejorán­ y. en la Iglesia; tiene su participación en las esperanzas
dolo y ennobleciéndolo; dice: así eres realmente, pues i.y preocupaciones del presente, en todo lo que es justo,
así eres en mi amor y en mi fe; así tienes que ser ¿bueno y bello, tiene mujer e hijos, propiedad, trabajo,
siempre, pues así es tu yo mejor, verdadero. En este «profesión. Podemos decir: participa de alguna manera,
aspecto descansa el poder más fuerte del hombre sobre idirecta o mediatamente, en todas las realizaciones mo-
el hombre, descansa el misterio de la educación. .rales; es su personalidad la que se determina y matiza
Expongo esto para que se vea con claridad qué es según los tantos aspectos y relaciones. Con todas estas
lo que la interpretación histórica no puede lograr. En esferas morales forma su mundo, y en él labora y tra­
el sancta sanctorum del corazón humano penetra sola­ baja. Para él y su conciencia, todo lo que lo ocupa
mente el ojo del que examina minuciosamente, y sólo y- en lo que convive tiene ante todo su contexto per­
hasta cierto grado el del amor y la amistad, pero no sonal y el apoyo de él; y medir y fomentar todo este
el del juez, ni el jurídico ni el histórico. Pero en este Contexto es su derecho y su deber; eso es su libertad.
santuario de su corazón tiene todo hombre el secreto Es de sumo interés tener presente esto de manera
y la fuente viviente de su querer, el fundamento pro­ Clara y nítida. Como material solamente histórico o
piamente dicho de la determinación de su acción, aque­ estadístico, como configuraciones solamente fisiológi­
llos momentos que lo justifican o lo condenan ante sí cas, los hombres serían vulgo y, a causa de s Cl talento
mismo o ante Dios, aquéllos que solamente deciden so­ intelectual, peores que animales y pronto sólo ani­
bre su valor moral, es decir, sobre su valor. males.
Así pues, hasta este punto no llega la interpretación Las consecuencias de ello nos llevan a una segunda
histórica, hasta este punto del que brota toda conducta Consideración. Sabemos que todas las relaciones mora­
moral del hombre y al que vuelve como lo únicamente les están solamente en las personalidades, que en ellas
cierto que todo hombre tiene en sí mismo. Pues sólo $enen su respectiva realidad, su aquí y ahora, su pre­
su conciencia es para cada uno lo absolutamente cier­ sente. Pero el hecho de que el Estado, el pueblo, la
to; para él es su verdad y el centro de su mundo. Ciencia, el comercio, etc., sean como son, no significa
Es sólo una inversión cuando decimos: la persona- que han devenido así tan sólo en el individuo y su per-

214 215
sonalidad. A través de una larga cadena de manos ha: q Para mí, como individuo, mi verdad es la contien­
llegado a ella y a cada uno, se ha formado así, es asf da, y la historia la deja librada al individuo; con sus
en la infinita comunidad del presente; pasará a otras edios no puede encontrarla y captarla. Ella no con-
manos y se seguirá formando, mientras que el indivi­ idera al individuo por el que se preocupa según su
duo muere y desaparece. La investigación histórica sabe erdad. Para ella su verdad es el lugar y el deber que
que las personalidades son los medios, pero solamente ‘ene en las grandes comunidades morales y en su pro­
los medios por los que atraviesan estas cosas, que las ceso. La investigación histórica no está llamada a in-
dotes de los individuos, sus quereres y sus deseos, su qstigar el quehacer y el padecer del primero que se
totalidad más propia sólo son las etapas, las mallas presente; ella elige sólo a los que tienen una signi­
del incansable devenir de las cosas, que las cosas, se­ ficación histórica, es decir, cuya vida y quehacer tuvie-
gún dice nuestra expresión, «siguen su camino pese a on un puesto decisivo en el gran contexto de las cosas
la buena o mala voluntad de aquéllos por las que se ’stóricas y, por eso, exige ser investigado en este con-
realizan». Pues estas esferas morales tienen su propio exto.
poder y corriente, operan como los poderes morales Se ve que la interpretación encuentra en el lugar en
que sólo se realizan por el trabajo de los hombres.’ <|ue no puede seguir adelante con lo sicológico, un
Y con ello tenemos el segundo punto. Cuando decía­ sustituto para lo que le es negado aquí. Y ése es la
mos que la interpretación sicológica sólo tiene una cer­ guaría serie.
teza relativa, ella lo es en la medida en que debemos*
conocer y reconocer que no se puede explicar la mar­
cha de las cosas históricas a partir de los motivos, d) La interpretación según los poderes morales o ideas
de la buena o mala voluntad de los actores. §§ 42, 43.44
Pues nara ser explicada de esta manera, dicha mar­
cha tendría que estar determinada total y únicamente ir
Podemos pasar por alto el hecho de si usamos la
por la voluntad. Y tal no es el caso porque la voluntad palabra idea en el sentido habitual hoy. Por lo menos
más fuerte, dotada con los medios más grandes de po­ Aristóteles utiliza la palabra íSéa para las distintas con­
der, no actúa solamente, sino que se ve librada a los figuraciones y formas (eíStq) dentro de su totalidad. Lo
que quieren y no quieren, a los que ayudan y obstacu­ que queremos decir es lo siguiente.
lizan, a numerosas personalidades, cada una de las %, No hay ninguna relación del ser y del quehacer hu-
cuales tiene, según su parte, voluntad e intelección y* Irnanos que no sea expresión y forma de aparecer de
conciencia. Ya la avuda, la resistencia de ellas, con­ algo pensado, que le subyace, en el que la jer.dad y
diciona su quehacer, limita su esfera de acción, rompe 'fel ser de estos individuos es configuración. Cada matri-
el poder único de sus influencias. También el más po­ :monio es la realización más o menos feliz de la ide/.i
deroso es sólo un momento en la corriente infatigable de matrimonio, y los esposos tienen la conciencia del
de la historia, sólo uno de los medios a través de los ideal que ha de realizarse en la conducta del uno frente
cuales se mueven y se realizan las configuraciones del Jal otro: vive en su conciencia. El trabajo, sea el más
mundo moral: momento que, de todos modos, es en su difícil y bajo, se ennoblece por el hecho de que el tra­
lugar un medio especialmente eficaz y significativo. En bajador agrega su voluntad y cesa, con ello, de ser au­
cuanto tal y sólo en cuanto tal lo busca la investiga­ tomático. No tiene por naturaleza la idea del trabajo;
ción, lo interpreta la interpretación; no a causa de los niños tienen que aprender a trabajar, es decir, a
su personalidad, sino de su significación histórica. adquirir el concepto final para el ejercicio y la aplica­
216 217
ción de sus fuerzas y para servirlo. El trabajo de los ecen y se despliegan tan sólo por los hombres, en
esclavos negros es inmoral y animal porque le falta | historia progresiva. La esencia de la historia y su
este momento humano. El amor de los padres a los ás propio contenido es el de que ellos progresan y se
hijos es un amor meramente instintivo y creatural, un Intensifican así.
llamado amor-simiesco, sin la conciencia de la tarea También en las más bajas configuraciones que la
que tienen en los hijos, sin la idea de los deberes pa­ nvestigación ha descubierto en tiempos pasados o en
ternales. 1 presente en pueblos de grado muy bajo, se encuen­
Y así por doquier. En estas ideas se complementa dan la religión, la familia, el derecho, el sentido de
humanamente la insuficiencia de las realizaciones indi­ comunidad en forma aún precaria, de manera tal, por
viduales: reconocemos y sentimos que la expresión de ¡¡ejemplo, que el Estado aparece como la ampliación de
esta idea en cada fenómeno individual no es adecuada -¡lafamilia, que el derecho está sometido a la religión, etc.
y conclusa sino que en la continuidad de su esfuerzo 'Tan sólo con el desarrollo progresivo se sondean y
de realizarse incesantemente da una expresión total ■purifican estas esferas, y según la altura alcanzada de
aproximada de la idea. O, como también podemos de­ ,;£ste desarrollo se expresará especulativamente la auto-
cir: lo más próximo a lo perfecto es la aspiración a lo ponciencia de este pueblo en el conocimiento de ella,
perfecto, es el progresar. ¿sea en forma religiosa o filosófica.
Y cada uno se construye su mundo, la realización El matrimonio y la familia, el derecho y el Estado
de su Yo, en la medida en que tiene su participación en *y los otros poderes morales no están normados de una
estas ideas y en la que en su participación colabora Ityez para siempre por la ética como ciencia de modo
en la realización de los poderes morales. Pues ellos vi­ que se debiera traer a cuento el sistema de Aristó­
ven y laboran en el querer y quehacer de los hombres, teles o Santo Tomás para regular según ellos el juicio
y cada yo tiene en ellos su más íntimo contenido de la investigación histórica. Aristóteles pudo justifi­
la vida. car la esclavitud como un estado necesariamente ético,
Se ve: por completamente individual que a cada 'y Santo Tomás pudo recomendar como deber la eli­
uno le sea lo más propio, la conciencia —la de los otros minación de quienes no creen en Cristo. El sistema
en el mismo tiempo y en el mismo pueblo— tiene en ' ético de cualquier época es solamente la versión es­
lo esencial el mismo contenido del mismo modo como peculativa y el resumen del conocimiento logrado hasta
se igualan en su lenguaje, en sus creencias, en sus usos entonces de los poderes morales; es sólo un medio,
y maneras de pensar. Por eso precisamente existe la po­ pn intento de conocer y expresar lo devenido y lo que
sibilidad de su comunidad vital social, jurídica, política, /es según su contenido ético, esto es, según su unidad
la posibilidad de que se sometan al mismo derecho, a >y verdad, ciertamente una verdad relativa según la me­
la misma ley del Estado, de que ejerzan o reconozcan, dida de lo logrado hasta entonces.
al menos como deber, la fidelidad en el matrimonio, la Pero esta unidad y verdad no falta a ninguno de
honradez en el comercio. los grados de desarrollo del género humano, en la me­
Así pues la concepción de las relaciones morales es dida en que la investigación histórica puede observarlo.
la misma en ellas. En ellas en común se manifiesta en ¿Cada uno de estos grados, cada pueblo y cada época
qué forma, mejor dicho qué altura ha alcanzado aquí <es un complejo de realizaciones de los poderes morales.
el desarrollo de los poderes morales. .;,Pues sólo por eso son hombres los hombres y no lo
Pues es esencial a la naturaleza humana el que estos son antes. Si lo fueron antes y qué fueron antes, es
poderen morales existan y operen. Pero ellos mismos una pregunta completamente absurda, pese a que el

218 219
errado orgullo del entendimiento humano se ocupe con e lo que sostuvo con conciencia fue el primer Estado
su solución. stiano no católico y que con ello fundó al mismo
Más tarde hablaremos de las diversas formas y ca­ ¡finpo la independencia nacional de Bohemia. Gracias
tegorías en que se nos presentan estos poderes mora­ gl, la idea del Estado, de la Iglesia, de la nación, ad-
les, y las que tienen que buscarse en su interpretación. irió una figura completamente nueva, ascendió a un
Pero en este lugar basta poner de relieve dos puntos Úevo grado del desarrollo que luego con Lutero se
generales que son decisivos para esta interpretación. tendió por todo el mundo occidental. Tan sólo en
Ya no tenemos que temer la objeción de que con te contexto, en esta continuidad, entendemos comple-
esta interpretación, buscando las ideas morales, bus­ "rnente lo que significó históricamente el reinado del
camos algo que no está tal como lo buscamos en éste éy Georg. En estas dos líneas, la de su presente y sus
y aquel tiempo en la conciencia de los hombres. De Simultaneidades y la de la siguiente configuración de
todos modos no en esta forma abstracta en que lo con­ stado, nación, Iglesia, en el cruce de estas dos líneas
cebimos, pero sí como moral, ley, creencias, etc., y por ncontramos el punto histórico de este rey. Cierto que
cierto en la medida en que cada individuo vivía en el tíhtra eso se dice: eso no se encuentra en las fuentes,
círculo de ideas de su presente, a partir de él medía Como pretende adjudicársele a Podiebrad tan grandes
y regulaba su pensar y su quehacer, y tenía en su con­ tímbinaciones? Él sólo quiso defenderse de sus enemi­
ciencia la norma para ello. Si encontramos un proce­ tís, como lo pedía la ocasión. Pero en cuanto pudo
dimiento para descontar lo especial o lo individual o utilizar e invocó el talante nacional, utraquista de los
para proyectarlo hacia lo común y general del tiempo ohemios para defenderse, se muestra que existían y
y del pueblo, tenemos que lograr conocer los grados Imperaban estas ideas, estos talantes; y la significación
de desarrollo de las ideas de Estado, familia, derecho, istórica de Podiebrad no descansa en lo que hizo re-
iglesia, etc., tal como se expresan distintamente en el entinamente en sus asuntos, sino en cómo su acción
material. tervino en el contexto de aquellos grandes desarro­
A esto se agrega algo más. Lo que el individuo quie­ llos. No queremos conocerlo personalmente, sino in-
re, hace y labora es su negocio y está dirigido a su estigar y clarificar su significación histórica.
presente, no es historia sino que se convierte en historia * Con ello queda claro lo que podemos buscar y encon-
tan sólo por el modo de la consideración bajo la que irar con la interpretación de las ideas. Tenemos en la
lo colocamos y con la que lo concebimos. Tan sólo ariedad de las esferas morales en las que radica y
para la historia es su quehacer un momento en la e mueve la vida humana, la serie de preguntas con las t
continuidad del devenir y de los poderes morales, y lie podemos aproximarnos al material existente de
la investigación histórica lo capta en este contexto de n pasado, y podemos acercarnos así porque sabemos
la continuidad y del devenir. üe todo ser y quehacer humanos son expresión y for-
Con ello adquiere ella líneas que se cruzan, puntos á de manifestación de estos poderes morales. Del
firmes. Cuando aquel utraquista rey de Bohemia Georg ismo modo nos comportamos sin más y sin mucha
Podiebrad se defendió contra Roma, hizo lo que re­ eflexión en la vida diaria. De un episodio singular en­
querían de él su función real y las circunstancias, tal re casados, que vemos, deducimos su relación mutua,
como nos lo ha demostrado la interpretaciln pragmá­ és decir, el grado alto o bajo en que se encuentra la
tica y la comprensión de sus motivos personales. Pero dea moral del matrimonio en este hogar. Si además
los mismos sucesos nos muestran que defendió el de­ bservamos cómo educa a los hijos, cómo mantiene
recho del Estado frente a las pretensiones de la Iglesia, á lps criados, de qué manera compra, ahorra, desperdi­
220 221
cia, cómo se comporta en cuestiones políticas, reljgi0j énciende a los espíritus, da a toda la situación su
sas, etc., tenemos entonces una serie de puntos singuy Ésión y su talante, en él se concentra toda esperanza
lares que, unidos en nuestra representación, nos dan pensamiento. La idea de la reforma eclesiástica,
una imagen del estado moral en este hogar. Mientras 1 como la manifestó Lutero, la idea nacional que en
más grande sea el número de estos puntos, tanto más •época de Temísítocles unificó políticamente por pri-
fírme y segura será nuestra concepción de este hogar. fera vez a los helenos, la idea del Estado que Richelieu
Y cuando después de una generación vemos cómo la tentó realizar por primera vez en toda su nitidez y
pareja anciana vive en paz o en guerra y qué ocurrió Ííreza, esos fueron en su tiempo los momentos moto-
con los bienes y el negocio de este hogar y qué llegaron Í s : Lutero dio el paso adelante en la esfera de la vida
a ser los hijos, obtenemos entonces para las líneas an­ lesiástica, Temístocles en la de la vida nacional, Ri-
teriores de la imagen primera las líneas cruzadas de elieu en la de la vida del Estado. Todas las otras
las consecuencias y así un apoyo tanto más seguro de sferas morales no están por eso menos presentes e
nuestra imagen. tervienen; pero esta idea las determina, las conduce
Exactamente así ocurre en nuestra consideración según su género, serán también conmovidas y lleva-
histórica. Se dedica a buscar en qué grado de realiza­ as más adelante.
ción, se muestran en este acontecimiento, en este pue­ Tal pensamiento, el complejo de pensamientos, que
blo, en este tiempo las ideas morales, cuyo devenir y 'apta y persigue la interpretación, es para la conside-
crecimiento es el movimiento y la vida de la historia; ación histórica lo esencial y significativo de cada
Esto podemos hacerlo en dos versiones: hombre, de cada pueblo, de cada época. Ella ve en este
1.0 bien observamos en los materiales que tenemos ensarmentó el poder motor de aquel decurso material,
a la vista el estado de las ideas morales tal como sé a verdad histórica del mismo. Este pensamiento justi-
configuraron en aquel presente y hasta llegar a él, y íea el entusiasmo de quienes lo propugnaron, y a
entonces decimos: éstas estaban tan desarolladas y éstos se los ennoblece porque propugnaron este gran
maduras, aquéllas ideas morales estaban aún opacas ensarmentó y lo realizaron o ayudaron a realizarlo,
y encubiertas. Con ello adquirimos el horizonte ético ál como lo demuestra la investigación, en el decurso
en el que estaba todo lo que había y ocurrió en este áterial.
pueblo y en este tiempo, y con ello tenemos la me­ El decurso material es la realización de este pen­
dida para cada suceso individual en este pueblo y samiento o idea; en este pensamiento comprendemos
en este tiempo. sel decurso; y a partir del decurso entendemos el pen-
2.0 buscamos y captamos en el material sobre la amiento.
situación de entoiices los momentos que surgen en él La interpretación sicológica no penetra en la con­
del movimiento progresivo y los ponemos en relación ciencia de los que actúan, como ya lo vimos. Pero la
con aquello a donde ellos han llevado y con aauello •laguna que queda es sustituida con lo que hemos ob­
que ha resultado de ahí. Así sabemos lo que sisnifíca- tenido aquí.
ron el movimiento de aquel tiempo, las aspiraciones La poesía, como vimos, puede ir más adelante; pue­
y luchas de los hombres, sus combates, sus triunfos de explicar a partir del alma íntima de quien nos pre­
y sus derrotas. senta, su quehacer y padecer. ¿Por qué nuestra ciencia
En este movimiento se encuentra adelante ora éste ho puede hacer lo mismo o intentarlo?
ora aquel poder moral, como si se tratara ante todo Gomo es de tipo empírico, debe tratar de ser lo más
de él, como si todo dependiera de él; él domina, mueve texacta posible, y exacta lo es en la medida en que para
223
la tarea individual, para la pregunta singular que se comprensión de estas cosas de la naturaleza, es-
plantea, debe obtener sus resultados a partir del ma­ 'ijitu sólo tiene en sí las categorías de nociones y
terial críticamente verificado y en una inferencia lo ceptos, que importan al espacio, a la masa material,
más segura posible. sus reglas y movimiento. La naturaleza es sólo acce-
Y en los materiales que investiga, la personalidad, le y comprensible a sus conceptos de dimensión,
el Yo de aquéllos cuyos efectos y hazañas nos muestra, ra, número, etc. El alcance de este método termina
se expone sólo muy parcialmente, en ciertas direccio­ pde comienza el campo de la vida individual, del ser
nes y esferas, su querer y quehacer, nunca la suma %sonal, del libre arbitrio: todo el mundo moral, es
y la continuidad de su ser. Ellas no se agotan en nin­ ecir, el del progresar y el de la creciente y constante
guna de estas direcciones y esferas; quedan encerradas densificación le está cerrado.
en su conciencia aunque como Lutero, Richelieu, César, cEste campo pertenece a la investigación histórica,
sean portadores de la idea progresiva; la colisión de ro ella tiene un límite de tipo no menos esencial. No
los deberes, los tormentos de conciencia que le de­ ispone de la ventaja de que lo que quiere resumir
para al afectado es una prueba de que el Yo es un mun­ pmo historia no esté presente y ante sí en toda la
do en sí y que sigue siéndolo. inplitud de su existencia. Tiene ciertamente plena
Con eso, hemos concluido la teoría de la interpre­ pmprensión para todo aquello que investiga, porque
tación. Hemos visto hasta dónde alcanza y cuáles son £ humana y expresión de la voluntad y del pensamien-
sus límites. Pues ella se nos muestra diversamente li­ é humanos. Pero lo que ha de comprenderse es pasado
gada y condicionada y es considerablemente insuficien­ ha pasado hace tiempo con excepción de los restos y
te para agotar la infinita variedad que ha habido en los |cuerdos más o menos precarios que aún alcanzan a
siglos y milenios. egar al presente. Y a partir de estos fragmentos, tiene
Para muchos es seguro que el otro gran campo de la jje tratar de reconstruir lo que fue y aconteció y ya no
empirie ha sido más afortunado, que su método es de iste, y de reconstruirlo en la representación. Y esta
aplicabilidad más ilimitada y que por eso penetra con­ presentación que puede obtener, desarrollar y corre-
quistando tan sorprendentemente. Las dos empiries, |r mediante una serie de combinaciones, correcciones
la de la historia y la de la naturaleza, tienen el límite ¡conclusiones, muy lejos de ser el pasado mismo, co-
que está dado en la relación del espíritu investigador esponderá este último sólo en cierto modo, según cier-
con sus campos. "s puntos de vista y hasta cierto grado.
Y la consideración nos da el tránsito a nuestro tra­ Ésta es la insuficiencia de nuestra ciencia que tam-
mo siguiente, el de la sistemática de lo históricamente ;pco es de tipo objetivo como la que vale para la ciencia
explorable.' ’ § la naturaleza. La historia no son los pasados, sino
Si quisiéramos establecer la sistemática de lo que saber que de ellos tiene el espíritu humano. Y este
es explorable por las ciencias naturales, tendríamos que ’ber es la única forma en la que los pasados están
contar en ello todo lo mesurable, ponderable, calcula­ pmo si no hubieran pasado, en la que los pasados apa­
ble, todo lo que se puede captar con la mecánica ana­ leen como algo que tiene contexto y que es significa-
lítica, es decir, con la mecánica de los átomos. Pues vo en sí, como historia. ,
lo que el espíritu capta como ente según el espacio, Se ve que la división de las dos grandes esferas de
lo que resume como naturaleza, le ofrece la ventaja de historia y de la naturaleza no es en modo alguno
estar presente en toda la amplitud de su existencia, y | tal especie que lo que queda fuera de los límites
de estar dispuesto a la percepción sensorial. Pero para é la una caiga sin más en el campo de la otra. Si la
225
224
mecánica analítica no basta para demostrar cómo suí>i
ge la vida del animal y de la planta y cómo decurré
periódicamente en los individuos, nuestra ciencia tam<
poco puede servir allí de complemento. Y si la empiné'
histórica tiene tan pocos puntos de apoyo para los
comienzos de la vida histórica y sus metas, la ciencia
de la naturaleza no puede ofrecerle ni informaciones
ni certezas sobre lo uno y lo otro que puedan satisfá-!
cerla.
Tanto más necesario es para ella ponerse en claró
sobre el ámbito para el que es competente y sobre LA SISTEMÁTICA
lo que le es captable en dicho ámbito. De ahí la siste­
mática de lo explorable históricamente.

226
s
*v

campo del método histórico


§ 45 (49)
Cuando tratamos obtener en la sistemática una
;ion panorámica ordenada del campo de nuestra
ncia, surgen una cantidad de malentendidos posibles,
Jos que tenemos que enfrentarnos de antemano. La
-uela de Gotinga, desde Gatterer y Schlózer, se ha
jipado mucho con esta cuestión que luego fue con-
ida en cierto modo por Rehm y Wachsmuth.
lEn su Propedéutica histórica, que fue editada nueva-
ente en 1850 por H. v. Sybel, agregó Rehm a la pri­
ora parte metodológica, como una segunda parte, un
?ve resumen fundamental de la historia general, con-
erando que un tal resumen, especialmente dé la his-
lia de los Estados y de los pueblos, sería la visión
orámica más sencilla del campo de la historia. Es
o si a la pregunta: ¿qué es un pez? se quisiera res-
der con la reproducción de un pez; pero en la re­
ducción no se puede ver que el pez tiene espinas,
'£re fría, agallas en vez de pulmones.
En su Esbozo de una téoría de la historia, dé 1820,
larrolló Wachsmuth la vieja teoría de Gotinga de las
ncias históricas elementales, de la ciencia histórica
piamente tal, etc., y la constituyó en un sistema de
biplinas que, como dice su expresión, debe resultar
j; Estado como género al que pertenece el hombre y
; las acciones humanas de la libertad en el Estado:
énciona la historia universal y especial, la historia
da humanidad o historia de la cultura, finalmente la
sofía de la historia y todo lo hace con las necesa-
229

I li
rías subdivisiones junto a las ciencias auxiliares, etc. 1 {•las actividades formales de nuestra ciencia. Allí se
Pero el campo de la investigación histórica y con ello taba de describir el método y los métodos de los
la aplicabilidad de su método no resulta del índice de % tiene que servirse nuestra investigación, indepen-
tales y cuales disciplinas, y las mencionadas no agotan ..ritemente de las tareas que se le plantean. Y si traji-
ni la cantidad de las posibles o imaginables, ni son de s a cuento diversas cosas materiales, sólo aconteció
naturaleza puramente histórica, pues la cronología per- í ;fá la ejemplificación y para caracterizar la variedad
tenece en gran parte al ámbito de la astronomía, y para formas y métodos que, según las circunstancias, te-
la geografía son competentes en gran parte las ciencias ..ftios que aplicar.
naturales. Pero una división tal de lo formal y lo material es
Aún una reserva que hay que mencionar en esté [hecho una división sólo de naturaleza doctrinaria,
lugar. Ib un deslinde teórico, tal como lo hace y lo tiene
Encontramos que todo el amplio campo del mundo j hacer nuestro entendimiento para dominar la va­
humano pertenece a nuestra ciencia y que el campo lidad de lo real y lo modificable. En cuanto nos
del método histórico es el cosmos del mundo moral. fregamos al trabajo histórico mismo, se muestra en
Pero este mundo moral es en su presente incesan­ Ida momento qüe lo material y lo formal se encuen-
temente móvil un infinito embrollo de historias, inte? án en permanente comunidad y reciprocidad, y por
reses, situaciones, conflictos, pasiones, etc. Puede séí tío que en medida eminente. El método histórico
considerado según muchos puntos de vista, técnicos; una manera de consideración de las cosas humanas,
jurídicos, religiosos, económicos, políticos, etc., y .a na junto a muchas otras; pero quien quisiera creer
partir de ellos pueden desarrollarse diversas ciencias, % sólo con el método se llega a la meta, quizá sólo
la política, la jurisprudencia, la estadística, etc. Uno se in la crítica o la crítica de fuentes, que eso es todo
ha habituado a hablar de las ciencias morales frente instrumento del historiador, caería fácilmente en
a las ciencias naturales; se ha escogido este nombré a situación problemática.
para abarcar también disciplinas tales como la políth
ca, la jurisprudencia, la ciencia de las finanzas, etc., dis­ Si alguien quisiera escribir la historia de la mate-
ciplinas que, de todas maneras, tienen su tarea en los '.tica desde Newton y Leibniz, ¡hasta dónde llegaría
mismos campos que reclama la investigación histórico- n su crítica e interpretación si no se encontrara en
empírica, si bien tratan su tarea más deductiva y dog­ plena altura de los estudios matemáticos actuales
máticamente, en cuanto muestran cómo la configura ra reconocer hasta qué altura sorprendente se ha
ción devenida en este campo está en el presente y cómo gyado esta ciencia! Y quienes quisieran seguir esta
se ha desarrollado en él según toda la riqueza que tiene; |toria hasta sus comienzos en Euclides y Pitágoras
y buscan captarla en su principio y determinar según p.ues de la matemática de los caldeos sólo sabemos
él sus reglas y su sistema, en tanto que la investigación e existió— no comprenderían las formas extrañas en
histórica trata de conocer cómo devinieron esta canti­ p en parte se revisten sus conocimientos, así por
dad y este desarrollo. En tal sentido, las ciencias his­ jbmplo los de Pitágoras con su teoría de los números
tóricas están incluidas bajo el nombre de las morales Arquímedes quien, en su escrito sobre las espirales,
v son una parte de ellas. ta los esferoides y conoides, no los entenderían si
Aún quiero adelantar aquí otra observación. p- supieran, con pleno conocimiento de los estudios
Lo que tratamos en nuestra primera parte, el mé­ ^temáticos actuales, traducirlos a los conceptos y
todo de la investigación histórica, se movía totalmente ríes de conceptos en los que adquieren inmediatamen-
231
230
te su plena significación para el desarrollo histórico de, ¿e también puede desanimar al más osado —o dicho
esta ciencia. , ás exactamente: tenemos que aprender modestamem
Y así en todas partes. Si se quiere seguir la his­ querer trabajar como historiadores sólo en la me-
toria bélica de los griegos y romanos, hay que tener, |da y en los campos con los que ríos hemos familiari-
un conocimiento suficiente de la guerra y del arte de do materialmente de modo completo; debemos apren-
la guerra de nuestro tiempo, no sólo para completar así $r que nuestras actividades metodológicas sólo adquie-
las informaciones sobre la Antigüedad de que ya noj n su contenido y su energía con el conocimiento de
se dispone —por ejemplo, cuánto tiempo necesita una B cosas. Y quienes dicen que estudian historia, de-
columna de 10.000 hombres para pasar un puente o m reflexionar sobre la exigencia que se hacen a sí
cuánta avena, cuánto heno, necesita un caballo parai ismos.
poder servir bien— sino porque el sistema de guerra
altamente desarollado nos facilita los momentos que
importan para la guerra y los ejércitos de modo qué J históricamente investigable
con nuestros conocimientos técnicos y materiales po­ §§ 47 (52).48 (53).49 (54)
demos plantear las preguntas, toda la serie de pre­
guntas de las que resultará el tipo diferente, el subde­ Los dos grandes ámbitos del mundo empírico, la
sarrollo en cierto punto, etc., y finalmente, con ello, la ilturaleza y la historia, no se nos presentaron en una
peculiaridad que tenía el viejo sistema de la guerra.' ntraposición de tipo objetivo y excluyente. También
Como ya se dijo, la caballería cabalga sin silla, es* ji el mundo de las estrellas, en el de las plantas y los
decir, sin estribo de modo que el jinete no puede apo­ pmales, se pueden descubrir y observar módificacio-
yarse para dar el golpe o el tope; el caballo no tenia* és> que se repiten periódicamente y además modifica-
herraduras, y por lo tanto caminaba más rápidamente,* iónes únicas de efecto duradero, como la desapañ­
y como se monta sólo sobre un mandil, se agachará’ an de ciertos géneros de animales que sólo son re-
más fácilmente. Además las preguntas por el abasté- bnoscibles en fósiles o como las caídas de meteoritos
cimiento, si de depósitos o por requisición; por los ca­ .¿é con ello cesan de hacer sus propias vidas en el
rros, por el ritmo de la marcha, por la disciplinadlos fpacio sideral como los más pequeños cuerpos celes-
comandos, etc. Las informaciones y los restos legados s. Y así se aplicará allí también la palabra historia.
sobre el antiguo sistema de la guerra cobran vida, j ’kSolamente que no en el sentido conciso en que lo
podemos interpretarlos tan sólo con el pleno conoció ¡jamos con buenos motivos para desarrollar de ahí
miento material de lo que vemos inmediatamente y poJ jiestro método, el del comprender que, en contraposi-
demos captar exactamente. Ón del método que se remite a la mecánica'”de los
Aun quienes sostienen que se trata ante todo dé la áómos, a los elementos mesurables, ponderables y
historia política, no podrían captar y comprender hisJ alculables, se refiere a lo individual y cualitativo.
tóricamente lo mejor y lo más importante en la vida Íf'Para nuestro método, en vez de los átomos son los
de los Estados si no conocieran y pudieran valorar ptos libres de voluntad, sus efectos, y su comprensión.
como un experto estadista todos los factores que ope> Icomo dice nuestra expresión en el § 45 (49): «el cám-
ran en la vida vital de los Estados y de los pueblos! 1del método histórico es el cosmos del mundo mo-
como la hacienda, la economía, el sistema fiscal y »; nuestra tarea es la de explorar este mundo moral
miles de cosas más. “i ■su devenir y en su crecimiento, en su movimiento.
Éste es el aspecto problemático de nuestro estudio Después de lo tratado más arriba, ya no nos parece
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un salto pasar de los actos libres de voluntad inmedia­ untad busca y crea algo qüé todavía ño existé, va más
tamente al mundo moral. llá del momento para realizar algo que sólo está
Pues los actos de voluntad forman parte precisa­ .epresentado, una meta, un ideal y lograr así la ém8ocn,<;
mente de la voluntad libre y de la decisión de cada k aÚTÓ de la que se habló más arriba.
hombre individual, y cada individuo es en su ser es­ De estos momentos resulta la disposición de nues­
piritual, en su ánimo y su conciencia, un mundo cerra­ tra sistemática.
do para sí, como se dice en el § 47 (52): «por su seme­ El contenido material de nuestra ciencia es el tra­
janza con Dios» tiene que «ser sujeto infinito en lo fi­ bajo de la humanidad que ha construido el mundo mo-
nito», totalidad en sí, medida y meta de sí mismo; pero al. Se trata de considerar este trabajo según sus mo-
no tiene que devenir lo que ha de ser como la divinidad entos esenciales y de describir los diversos aspec­
misma que es origen de sí misma. tos del mismo exponiéndolo según toda su extensión.
Tan sólo en las comunidades morales llega a ser Legítimamente podemos establecer como principio
hombre el hombre; los poderes morales lo forman; ellos V vieja división cuatripartita aristotélica que tiene,
viven en él y él vive en ellos. por lo menos, la ventaja de agotar prácticamente los
Nacido en el «mundo moral ya devenido», crecido omentos posibles.
por el Cuidado y la educación de sus padres, para lle­ Consideramos pues el trabajo histórico:
gar a ser consciente de sí mismo, responsable, libre, 1. Según las materias con las que se forma.
cada individuo crea «en su parte y en y con las co­ < 2. Según las formas en las que se configura.
munidades morales, su pequeño mundo, la célula de 3. Según los trabajadores que lo ejecutan.
su yo». Cierto que sólo por el breve lapso de su vida; 4. Según los fines que se realizan en su movi­
pero a él lo sobreviven estas comunidades morales, su miento.
tarea y sus intensificaciones en las que él ha colabora­ I Hablaré sólo sumariamente de los tres primeros, y
do; estas comunidades son las grandes continuidades cuarto nos facilitará el tránsito a la última parte,
de la vida histórica. de la exposición.
«Cada una condicionada y sostenida por la contigua)
condicionándola y sosteniéndola; todas juntas son una
construcción que crece incesantemente, sostenida y con­
dicionada por el ser de las partes pequeñas y mínimas.»
De tal manera, en sus individuos y por sus actos
de voluntad, «construyendo y formando, deviniendo en
el trabajar, crea la humanidad el cosmos del mundo
moral». Resumimos el devenir y el crecimiento de esta
construcción en el concepto de historia. Investigamos
este devenir y crecimiento en los restos y tradiciones
que nos son accesibles, y con las nociones así adquiri­
das de los pasados, profundizamos y fundamentamos
nuestro ser en el presente, lo conocemos como resul­
tado de todas estas experiencias vitales. Y el conoci­
miento de esta continuidad da por resultado el impulso
que pertenece a la esencia de la voluntad, Pues la vo-
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I. EL TRABAJO HISTÓRICO SEGÜN SUS y La naturaleza
MATERIAS § 51 (56)
§ 50 (55) A la primera serie pertenecen no solamente los des­
abrimientos en la redondez del globo terrestre, las
vestigaciones de su estrato superior con sus piedras,
Atales, depósitos de sal y de carbón, con sus edi-
bios lacustres y cementerios, etc., sino, al mismo tiem-
p, cómo con la difusión de los pueblos, sus emigracio­
nes y colonias, sus desmontes y desagües se han modi-
icado las tierras en su vegetación, en su mundo ani­
Es propio de la naturaleza del hombre que aparte al, en su clima. Italia es para nosotros el país de los
de su mundo interior, de pensamientos, no crea sino íínos y de los castaños, de las naranjas, de los higos,
solamente forma. Y requiere del material dado para tal cultivo del maíz y del arroz, del cultivo de la seda,
que con las formas que le da exprese sus pensamientos pe nada de eso sabían los romanos de la guerra de Aní-
y sus nociones, su querer y su poder. al. La Italia romana era un país aún tosco y lleno
Lo dado naturalmente y lo devenido históricamente e bosques, la llanura lombarda, en donde después del
es para la humanidad medio y materia a la vez y, escubrimiento de América se extendieron ampliamen-
al mismo tiempo, condición y límite de su trabajo: e campos de arroz, estaba llena de bosques de robles
Mientras más ascienda su desarrollo, tanto más grande " hayas y montanera; tan sólo bajo los emperadores
será la masa de materia que lleva a su trabajo, y con e llenaron los jardines de los ricos con naranjas y
la masa de la materia crece la tensión y la fatiga del linones, higos y duraznos; tan sólo hacia la época de
trabajo. % Reforma se difundió, con el cultivo del gusano de
Lo dado naturalmente ofrece para nuestro fin dos éda, la morera (morus alba, antes morus nigra), y si
aspectos de la consideración. 1cacto y el algave signan el paisaje de Sicilia y Nápoles,
Con su Cosmos, Alejandro de Humboldt no quiso ;¿as son plantas americanas que se introdujeron tan
solamente proporcionar una enciclopedia de las cien­ Ólo en el siglo xvi (Víctor Hehn, Kulturpflanzen und
cias naturales tal como eran hacia mediados del siglo, 'austiere, ed. III, 1978).
sino intentar exponer el conocimiento y la concepción Y así en todas partes. Lo que la marcha de Alejan­
de la naturaleza en su desarrollo histórico, pero no do a la India trajo en plantas y animales al Occidente
solamente en su forma científica sino también en la ta mostraría, si se pudiera calcularlo exactamente, de
percepción de la naturaleza, en la concepción estética án sorprendentes efectos como el descubrimiento de
y religiosa de la naturaleza; en suma, quiso exponer érica, de donde vinieron a Europa las patatas y el
la relación del espíritu humano con la naturaleza en abaco, por no hablar de otras cosas. Y a su vez la
todas sus formas teóricas. ©Ionización europea llevó a América el cacao de la
Pero, para nuestra tarea no se trata simplemente india, el azúcar, la lana, el café de Arabia, que allí
de este aspecto teórico sino, sobre todo, de cómo el preció más exuberantemente que en su patria.
hombre se comporta prácticamente ante la naturaleza, Y cosa semejante ocurre con la domesticación y la
es decir, cómo la modifica, cómo ella lo modifica, lo cría de animales y su aplicación para la alimentación
ha determinado y lo determina. umana y el trabajo. Todavía en la época de Aristó­
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nocerán más bien que junto a su método y tipo es-
fanes el gallo y la gallina se conocían en Atenas como, écial, todas ellas tienen un aspecto en el que no pueden
inmigrantes medos, y las palomas dodoneas no eran ¡¡•escindir de la investigación histórica y de su arte.
en modo alguno las palomas blancas de la Afrodita de
Cipris, logradas tras una larga cría. Al asno se lo men­
ciona en la Iliada sólo en un lugar sospechoso, pero se El hombre como creatura
lo nombra frecuentemente como procedente de Pafla-; § 52 (57)
gonia. Así pues, en las regiones semitas se conocía ya
el cruce bastardo de los animales y la producción dé La segunda serie que se nos presenta a la conside-
nuevas razas mediante mezcla no natural. ción histórica en lo dado naturalmente es el genus
Esta intervención de la mano del hombre en la vida homo tal como él mismo, a través de una infinita expe­
de la naturaleza y su transformación es de género pro-: riencia vital histórica, ha desarrollado la naturaleza
piamente histórico. ¿ Rumana hasta la altura y la variedad en la que hoy
Basta haber hecho una referencia a esta serie de Kiste.
pensamientos para agregar a ello la consideración so­ Las ciencias naturales pueden estar justificadas
bre el alcance inconmensurable que tienen la mano buando creen que tienen que investigar el comienzo del
y el espíritu del hombre para transformar la natura­ enero humano, aquella situación en la que el hombre
leza dada con el creciente conocimiento científico, y bra sólo una creatura, un animal y luego, quizá según
para ver cómo con siempre nuevos descubrimientos e a teoría de Darwin de la selección natural, llegó a
invenciones se ha convertido en su señor y maestro. áer hombre. Con su método de explicar lo que es, y
¡Cuántos progresos desde el misterioso descubri­
miento de hacer fuego —el fuego de las Vestales en §pr cierto de explicarlo como desarrollo natural, llegan
Roma se conservaba largamente en las ceremonias, lo tales hipótesis que ciertamente en nada coinciden con
que demuestra las grandes dificultadas de hacer fue­ p fama de ser una ciencia exacta. Pues ni la ciencia
5atural ni la historia pueden penetrar empíricamente
go— hasta la fusión de metales, el endurecimiento del
barro suave en el fuego! Pero parece que el Viejo Mun­ asta los comienzos, ni demostrar el protoplasma, ni
do llegó tarde a la intelección de aplicar la fuerza de lá a selección natural. Empíricamente sólo sabemos que
caída del agua para hacer superfluos a los esclavos en odo embrión humano tiene ya el tipo específicamente
la tahona. ¡Cuán inconmensurable es entonces desde el umano, que no se presenta en ningún animal. Pero es
siglo pasado la transformación de la vida del hombre gualmente cierto que en el hombre, aun en sus más
y de la naturaleza desde que se encontró y desarrollé 'líos desarrollos culturales, vive el animal: el hombre
el poder expansivo del vapor, la posibilidad de un efec-; $ un ser sensorial-espiritual, independientemente de
to eléctrico lejano, la descomposición y unión quími­ ^jián alto o cuán bajo pueda encontrarse en él uno de
cas de la materia, desde que se construyeron gigantes éstos dos momentos. Cualquiera que sea la mezcla de
de acero, que como máquinas pueden mover y elabo­ éstos dos elementos que se dan en él, esta mezcla mis-
rar masas inmensas! jna condipiona y determina el tipo de desarrollo his­
No necesito enumerar las diversas disciplinas a las tórico que ha vivido el género humano, y estas expe­
que en esta rúbrica nos extendemos con nuestra cien­ riencias vitales lo desarrollan hacia mezclas siempre di­
cia, con nuestro método, naturalmente sin la preten­ ferentes y de especie diversa de éstos dos elementos
sión de sustraer algo a cada una de esas otras ciencias. de su naturaleza.
La geografía, la zoología, la botánica, la tecnología re- Aquí se nos presenta toda una serie de disciplinas
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238
que se ocupan de la naturaleza y figura corporales del románicos con los que se han mezclado, y han creado
hombre y de su variedad: ante todo la fisiología y la ■éu lengua.
antropología, además la etnografía, la teoría de las di-¡ Así que —y esto es lo tercero— podremos afirmar
ferencias raciales, la de la distribución del género hu­ ique por profundos y firmes que puedan ser los carac­
mano en la esfera terrestre. De ahí resulta una larga teres de los tipos de pueblos, los pueblos mismos en
serie de grados de capacidades y de desarrollos cultú­ cuanto configuraciones individuales son tanto menos
rales que no sólo se presentan cronológicamente de ¡iduraderos o constantes mientras más alta sea o haya
manera sucesiva sino que espacialmente existen conti­ isido respectivamente su evolución. Pero eso significa:
guamente, y por cierto hasta tribus completamente ve­ ellos se transforman en la medida en que tienen histo-
nidas a menos y en decadencia. Sí, hasta parece que ‘ría, y tienen historia en la medida en que se transfor­
en la medida en que las culturas ascienden más alto, man. Quien quisiera captar en este sentido la gran
en los que así progresan, sus estratos bajos se destro­ economía de la vida de los pueblos, llegaría a la pre­
zan cada vez más, se convierten en escoria, no para de­ gunta: ¿qué pueblos pueden unirse, cruzarse, de qué
jar de existir, sino para entregarse, en descomposición 1cruzas surgió algo más noble, de qué cruzas surgió algo
a medias, a nuevas amalgamas y mezclas y quizá, bajo ; mulato, despreciable? ¿Qué elemento fue el engendra­
un nuevo nombre y con una nueva lengua, hacen dos cuál el receptor en la cruza?
surgir la vida modificada de un pueblo. Así, con las Se ve que en tales preguntas, por fuerte que sea
tribus Originarias de piel oscura de la India se mez­ , la ayuda que les presten las ciencias naturales, lo que
claron pueblos arios y elaboraron aquella maravillosa importa esencialmente es la investigación histórica; y
cultura sánscrita, para luego, descompuesta en castas, lo que importa es la investigación histórica también
sucumbir primero al ataque de los griegos, luego al de t allí donde las tradiciones no nos ayudan, donde sólo
los escitas, del Islam, de los mongoles, de los europeos; éxisten restos, quizá sólo restos de las lenguas prove­
en aquellos sorprendentes filosofemas de la desespe­ nientes de la prehistoria y que aún existen en las len­
ranza y de la desesperación que se convirtieron en la c a s vivas. No harían bien las ciencias naturales en
religión de Buda, difundieron ellos su descomposición querer explicar a su modo el ser devenido de la vario­
interior y su desconsolado quietismo por todo el ám­ pinta diversidad de los pueblos de la tierra, que nos lo
bito de la India y de China. ¿Y no les ocurrió algo se­ ^expone científicamente la fisiología, la anatomía, la
mejante a los helenos después de Alejandro? ¿No es eraneología, etc.; pero la investigación histórica tiene
Tácito una imagen poderosa dé la inicial descomposi­ íque demostrar que estas metamorfosis y la forma como
ción de Roma? Allí trajeron los eslavos, aquí los ger­ •se han sucedido, coinciden con las grandes migracio­
manos, nuevos elementos de vida para las viejas cul­ nes, con las variaciones del clima y de la alimentación
turas hechas escorias, y surgieron configuraciones com­ 'y con un ascendente desarrollo de la cultura.
pletamente nuevas. Sería insensato decir que siempre Pues estos momentos son los que sobre todo ad­
ha sido el mismo el pueblo de los hindúes, de los grie­ quieren peso. En la Antigüedad griega, en la itálica,
gos, de los romanos, si bien en las nuevas configuracio­ puede demostrarse aún en detalle cómo se transfor­
nes se pueden reconocer ciertos rasgos de los nuevos maron etnográficamente las duras tribus de pastores y
elementos y de los viejos y ancianos materiales básicos. 5campesinos de los montes de bosques, cómo con las
Así, la descripción de los celtas hecha por César con­ plantas y los animales extraños lograron en su propio
cuerda hoy con ciertos rasgos de los franceses, pero terreno crear un nuevo tipo. Tan sólo en contacto con
también son reconoscibles los elementos germánicos y el Egipto superpoblado le llegó al mundo griego la
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peste, tan sólo con el descubrimiento de América llegó
a Europa la sífilis. Y tan sólo en nuestro siglo, trajo d) Los fines humanos
el comercio anglo-hindú a China el terrible estrago del § 54 (59)
opio.
Esto basta para señalar cómo lo dado naturalmente, En este contexto se trata no solamente de los me­
el genus homo, lo mismo que la naturaleza que lo ro­ dios y situaciones externos. Nadie comprendería las
dea, se ha modificado en el movimiento de la historia, cruzadas sin el poderoso movimiento eclesiástico que
esto es en el trabajo del género humano. sobrecogió al estado secular desde la fundación de la
orden de Cluny y de las grandes reformas de Grego­
rio VII. Y el sorprendente poder que creó Cromwell
c) Las configuraciones humanas \ se fundamenta en el hecho de que supo comprender
§ 53 (58) el espíritu puritano poderosamente excitado de las ma­
sas bajas y lo organizó en una constitución democrática
Las otras cosas que le es dado al hombre laborante, civil y militar.
en cada grada de su historia como material para su \ Son las grandes pasiones dominantes, el espíritu
trabajo son las configuraciones históricas devenidas en ' nacional, el fanatismo religioso, la ira desencadenada
las que ha nacido cada uno, las instituciones, las situa­ , de los estamentos bajos contra los privilegios o el
ciones, la vida económica y laboral, en suma, toda la poder del capital, llamas subterráneas que súbitamente
plenitud viviente del presente que determina y domina, emergen, las que, preparadas y devenidas en silencio,
a todos y en la que cada uno por su parte tratará de le aseguran un éxito inconmensurable al que avanza
trabajar y configurar su trozo de vida. con la palabra justa y el hecho cabal. Un espíritu gi­
En nuestro presente sentimos diariamente y de la gantesco como el de Napoleón puede jactarse de haber
manera más viva cómo estamos determinados y sus­ dominado la Revolución, y la dominó porque le ofreció
tentados por miles de realidades, medios y condiciones, va los excitados sentimientos democráticos de la masa
en cuyo centro nos encontramos, y gracias a la prensa de la nación francesa, con el dominio de Europa, gloria,
diaria, al mercado del grande y del pequeño comer­ botín y dominio como compensación de la libertad
cio, a la estadística diligente, etc., medios más que sufi­ anárquica, del que la salvó.
cientes para enterarnos de estas cosas y de acuerdo a Se ve cómo los momentos citados en el § 54 (59)
eso tomar medidas y prevenir. Pero ya es difícil ima­ se pueden mencionar como materia devenida para el
ginarnos cómo fue hace 50, hace 100 años; y, sin em­ subsiguiente trabajo histórico, y cómo cada nuevo paso
bargo, cada presente anterior hasta las épocas más significativo propugna en su continuación la compren­
tempranas y lejanas, estuvo determinado y sustentado sión de los medios y condiciones espirituales por los
en forma análoga por lo que entonces existía y valía, que fue posible. Para este género de consideración his­
y no haríamos justicia a la lucha de los Staufer, a los tórica no tenemos ningún nombre. Ni historia de las
intentos de reforma de los Gracos, a la Atenas de Pe- costumbres, ni historia de la cultura, ni la expresión
ricles, si no intentáramos captarlos en toda la condi- usada por Guizot histoire de la civilization cubren lo
cionalidad de su quehacer, en la situación devenida que se quiere decir. Pero cada vez que se intenta investi­
que posibilitó y obstaculizó su trabajo histórico. gar un suceso histórico como la primera Cruzada o la
revolución de los Gracos o Cromwell o Napoleón, se
está impulsado a captar estos momentos de las situa­
ciones históricas dadas.
242
243
Eso es ciertamente bastante difícil para los nuevos I. EL TRABAJO HISTÓRICO SEGÚN SUS FORMAS
siglos; para los más lejanos, para la temprana Edad
Media, para gran parte de la historia antigua, es apenas
alcanzable.
En la misma medida sería falso si se quisiera, como
el poeta o el hombre de la calle, imaginar lo lejano y
lo más lejano según la analogía o más bien en la misma
forma y modo como el presente habitual, y sería igual­
mente falso si se quisiera decir que lo que no está en
las fuentes o en los restos no existió. Si, como ya se Los poderes morales
apuntó, en la tradición de los 50 años después de Ale­ §§ 55 (60). 56 (61)
jandro no se informa más que sobre historia de la
guerra, no se querrá creer por eso que no ocurrió y Podemos partir del hecho de que la investigación
no hubo más que eso; se puede suponer con seguridad y concepción históricas de las cosas humanas son so­
que toda la gama de la vida privada y del Estado siguió lamente una manera especial junto a otras posibili­
su camino, y algunas inscripciones permiten conocer dades de considerarlas científicamente, que su signifi­
cuán efectivo fue con aquella violenta transformación cación más próxima e inmediata pertenece completa­
de todas las relaciones ese previsor y creador despotis- mente al presente, a sus intereses, a sus motivos, que
me éclairé del siglo xvm. Y si ninguna fuente nos dice jel saber propiamente tal de estas cosas, su conocimien­
qué significaron las nuragas en Cerdeña, los edificios to y ciencia están determinados precisamente por es­
lacustres en el Po y en Suiza y en otras partes, se verá: tos puntos de vista, puesto que estas cosas están ahí
eran moradas de hombres que los protegían del tiempo, por su contenido material y siguen su camino indepen­
del viento y del enemigo, de hombres que tenían que dientemente de si se las concibe y explora histórica-
vestirse y alimentarse; y cuán pobres son los restos de jrnente o no. Pero la investigación histórica está librada
materias, de alimentos, de instrumentos, de armas de cada paso a este contenido material. Pues justamente
piedra que ellas contienen: al menos hasta cierto grado Ún contenido de tal tipo como es el que se nos presenta
se puede deducir con cierta seguridad histórica el es­ |ctualmentes, es el que ella quiere reconocer y de­
tado en que vivían a partir del hecho de que no se mostrar en los pasados, y por cierto que a partir de
trata en modo alguno de existencias y estudios prehis­ las tradiciones y restos y huellas que de ellos quedan
tóricos. aún en el presente; y toda su tarea consiste en trans­
mitirnos estas nociones de los pasados en la'medida
jen que es posible y, al mismo tiempo, profundizar nues­
tro conocimiento del presente según su contenido con
la comprensión de su ser devenido.
No puede hacerlo de otra manera como no sea tra-
tanto de observar y captar todas las formas en las que
el presente del mundo humano se mueve y continua­
mente tratando de seguir configurándolo, y cómo ha
devenido; y presuponiendo lo que es evidente, que
los hombres por su naturaleza se han movido en esas
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formas, si bien de mañera diferente y realizadas dé lición, cerrado en sí y brotando incesantemente, con
diversa manera. En estas formas tiene ella toda la pretensión plena de ser vivo y eficaz en cada indivi­
serie de preguntas por las que ha de determinar sus duo, de determinar y acuñar su ser moral en su parte,
investigaciones, y completa es esta serie de preguntas cada uno de estos poderes hace la misma exigencia
porque todas las relaciones morales del presente se todos. Cada uno pertenece a su familia, a su pueblo,
ocupan de ella. %su Estado, a su fe; puede y debe pertenecer a todos
Hemos observado con suficiente frecuencia que los ^1 mismo tiempo y plenamente. Pues ninguno excluye
elementos con los que se construye este mundo moral |1 otro, así como las ondas del sonido y de la luz
son los hombres individuales y sus actos de voluntad van unas al lado de otras sin perturbarse. El individuo,
pero que estos elementos lejos de ser de tal manera no es una molécula de humanidad de manera que este
individualistas, absolutos y de autodeterminación abs­ ¡átomo, soplado en masa infinita como la arena de una
tracta, como se afirma prácticamente desde Hobbes y duna, constituya la humanidad, sino la humanidad es
J. J. Rousseau hasta el nihilismo actual, reciben más :sólo la suma y resumen de todos estos poderes y con­
bien su contenido cualitativo en una manera diversá- figuraciones morales y cada uno está sólo en la con­
mente condicionante. ' tinuidad y comunidad de estos poderes morales, sólo
Con profunda intelección desarrolló Aristóteles prh ;cpmo miembro vivo en ellos, «así como la mano sepa­
meramente la esencia de las comunidades morales ra d a del cuerpo ya no es mano».
como xoivcovíoa, entre otras partes en el primer capítulo Estas comunidades, según la naturaleza sensórea-
de la Política: «pero quien no cultiva la comunidad ó \espiritual del hombre, o bien han surgido del menester
no necesita nada porque se basta a sí mismo (8í ;ideal o natural o se encuentran entre los dos, o surgen
áÚTápxeiav), sería un dios o un animal; no sería un ¡de los dos al mismo tiempo.
hombre». Las comunidades naturales crecen esencialmente
El hombre requiere de las comunidades morales del momento de la procreación, es decir, de la reno­
desde el primer momento de su existencia, para pro­ vación del género en los individuos. Las comunidades
teger la precariedad y el desamparo de su ser natural, ideales forman lo contrario: tienen que mantener a
para complementarlos y superarlos. Él es lo que ha los individuos en el género y llenarlos, satisfacerlos,
y debe de ser tan sólo en las comunidades morales. Él con lo común y adquirido que tiene el género (cultura,
es un resultado de estas comunidades cuyos tipos lle­ formación). Entre los dos se encuentran los ámbitos
nan su corazón y su conciencia y lo elevan como po­ de la conservación, es decir, el permanente equilibrio
deres morales por encima de su pobre, atomizado, Yó. de las creaciones espirituales y corporales.
Estas comunidades nos dominan como poderes mo­ No son los menesteres de la alimentación, de la pro­
rales, sentimos su poder sobre nosotros, conciliado con creación, de la autoconservación, como también los
nuestra autodeterminación en cuanto los reconocemos tiene el animal, sino el hecho de que estos menesteres
como deberes morales. Tenemos la cosecha y la ganan­ se transforman inmediatamente en las formas morales
cia de ello al reconocer en ellos y poseerlos como bie­ de la familia, del trabajo, del derecho y del Estado es
nes morales, en los que vemos garantizado lo más noble lo que constituye las comunidades y las convierte en
que tenemos, la posibilidad de un permanente avanzar poderes morales. No es la necesidad de producir so­
hacia lo más alto. nidos de sensación, la de imaginarse en su impotencia
Cada uno de estos poderes morales se crea su es­ una potencia absoluta de la divinidad, etc., lo que cons­
fera según su modo, su propio movimiento y configu- tituye a las lenguas, las religiones, etc., sino que el he­

246 247
cho de que esta necesidad se configura en perceptibili­ aleza humana de una o de otra manera como una ma­
dad y comunicabilidad sensóreas, en comunidades, es jaría flexible. No se trata de que nuestros estudios em­
lo que constituye los poderes ideales. Los unos son de prendan la tarea de demostrar la no existencia de
género sólo relativamente natural; los otros, de género |quella protosabiduría; pero ella le hubiera servido
sólo relativamente ideal; tienen sólo un exceso de los a los hombres, tal como conocemos a la naturaleza
unos o de los otros, mientras que en el campo de las Rumana, sólo en la medida en que la hubieran asimi­
comunidades prácticas, como las llamamos, se encuen­ lado y reelaborado. Pues no es la sabiduría, sino el
tran los dos factores en un cierto equilibrio o siempre trabajo por la sabiduría, lo que constituye su valor y
tratan de establecerlo. .vocación.
Y de manera semejante se manifiesta nuestra cien­
cia en relación con la segunda frase. No como si no
A. Primera serie: las comunidades naturales reconociera la significación de tales momentos físicos
§ 57 (62) !y fisiológicos. Pero sus efectos sólo están presentes
porque ellos son recibidos, asimilados, apropiados; sólo
Llamamos comunidades naturales aquéllas que de­ . son suscitaciones, estímulos, condiciones en las que el
terminan al hombre de manera natural y, como se ha hombre inventivo hace que su espíritu y su cuerpo reac­
dicho certeramente, sustancial. Pues dentro de estas cione y se ejercite: ejercitándose desarrolla los órga­
comunidades recibe él su preformación, el tipo de su nos espirituales y corporales, que necesita especialmen-
corporeidad y el de su espiritualidad. En estas comu-* . te en tales circunstancias, como por ejemplo el barque-
nidades, llega a su plenitud en su naturalidad. ' ro que está habituado a ir de una manera, de moverse
Y se diferencian éstas de las posteriores en el sen­ en un suelo vacilante, para poder caminar con seguri­
tido de que solamente aquí la personalidad experimen­ dad. Y no es el bosque norteamericano el que hizo que
ta un ser determinado que escapa a su responsabilidad el indio fuera cazador, sino que porque prefirió ser ca­
moral. zador no despejó el bosque y no aprendió a sembrar el
La consideración racional ha llegado ciertamente al campo. ¿Por qué, si así no fuera, pudo desarrollarse,
supuesto de que hubo protoestadios del hombre, for­ junto a los indios cazadores, la cultura de los aztecas
mados de ésta o de aquella manera, de que efectos en México, cuyos grandes restos arquitectónicos provo­
como los que producen el clima, la alimentación, el can hoy admiración?
contorno del paisaje, etc., han desarrollado a unos de . Pero a quien pregunta más detalladamente por qué
un modo y a otros de otra manera. Para eliminar la se diferencian los indios cazadores de los aztecas, por
incomprensibilidad del comienzo, la especulación más qué los negros de los hombres blancos, pof* qué los
alta ha profundizado la bella narración del Antiguo antiguos pueblos culturales de tantos otros que nunca
Testamento en el sentido de que el género humano cayó . formaron una cultura, y de otros que comenzaron a
del estado originario de la protosabiduría divina, y formar una cultura completamente diversa, la investi­
que su vida histórica consiste en recuperar lo perdido gación histórica no puede responder otra cosa sino que
a partir de sus fragmentos destrozados. tal es el caso. Otros investigadores podrán intentar ex­
La investigación histórica renuncia a hablar sobre plicar esto pero, al mismo tiempo, deberán cuidarse
esta alternativa. No puede ni descubrir una protosa­ de encontrar explicaciones que igualmente explican a
biduría ni reconocer que el clima, la alimentación, el cualquier animal o al hombre.
contorno del paisaje, etc., hayan modelado a la natu- Reside en la esencia de aquellas comunidades natu-

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rales el que los jóvenes o más jóvenes heredan y vuel­ e Dios, la naturaleza debe reflejar la imagen del
ven a ejercer lo que los mayores aprendieron, expe­ bmbre.
rimentaron y ejercieron. Ciertamente que no todos de Las comunidades naturales son la primera grada
la misma manera; pero hubo entre ellos quienes fueron acia ello. Pues ellas son las comunidades en las que
más atentos y más inventivos que otros, que agrega­ o puramente creatural, de lo que depende el hombre
ron algo nuevo a lo viejo y que aprendieron, y que ór su parte corporal, es elevado a la esfera moral
heredando eso a sus hijos pudieron ver que los más jfriediante un querer serio, mediante amor, deber, leal-
inteligentes, los más fuertes y los más osados adelan­ tád. Ellas serán convertidas en muchas más formas de
taron más y los superaron. Con pasos infinitamente lá existencia moral.
pequeños se pudo agregar algo nuevo a lo nuevo, puede
ser que con repetición eónica surgió allí paulatina­
mente un terreno fértil en el que de manera siempre La familia
más alta creció lo humano y creciendo creó un terreno § 58 (63)
cada vez más fértil. Pues al que tiene se le dará. La
investigación histórica se dirige allí donde ya se ha Comenzar con la familia, es decir, pretender que se
realizado la división de los pueblos; ya se han delimi­ la considere como objeto de la historia, puede parecer
tado los tipos de su configuración, de su lenguaje, de como algo que se hace sólo en aras del esquematismo
su fe, de su capacidad de cultura. que hemos escogido. Pues, podría decirse, ¿qué tiene
Con ello no explicamos la historia de la humanidad/ que ver la familia con la historia? Ya el hecho de que
pero comprendemos la posibilidad de los fenómenos en la familia se repite por millones de veces lo mismo,
que ella ofrece. No demostramos cómo pudo comenzar muestra a qué esfera pertenece.
en general la historia; pero una vez comenzada, tenía ; Es fácil demostrar que esta consideración es errada.
ya en ella, junto con el impulso, los medios del ade­ La repetición se encuentra en relación con el Estado:
lanto. Pues una vez comenzada, tenía en cada presente no hay convivencia humana sin el Estado; pero, ¿qué
siguiente el pasado heredado y en el lenguaje, en el puede informarse sobre el Estado de los hotentotes o
recuerdo, los elementos para fundar una existencia de los esquimales? Además, la configuración moral en
por encima del incesante correr del instante, un mun­ que conocemos a la familia es, tal como la concebimos,
do anímico por encima del cambio del mundo exte­ un resultado de grandes procesos vitales y desarrollos
rior. Por más profundamente envuelta que se encon­ históricos. La idea de la familia tiene su gran historia.
trara aún la bendición del talento humano, ya en las Y cada familia tiene su historia interna,
comunidades naturales había una forma tal de crear r Cierto es que la familia nace del instinto dedos sexos
y mantener firme una humanidad frente al cambio de unirse para procrear. Pero, desde este primer y bajo
de las cosas y a la fuga de los presentes, de crear en momento del comienzo, vive ella una serie de confi­
la creación de Dios y desde ella otro mundo, que los guraciones en las que finalmente aparece como la ex­
viejos místicos llamaron el retorno de la creación a presión más íntima del ser moral. Pues la medida de
Dios. la moralidad es la entrega de la personalidad, el con­
La antigua frase de que el hombre es el señor de sumirse en la comunidad, de la que se siente y quiere
la creación no significa otra cosa sino que el mundo sentirse miembro. Y eso es lo más fuerte y lo más
moral debe penetrar y esclarecer el mundo natural, que simple en la familia. Sus miembros o bien han entre­
así como el hombre fue creado a imagen y semejanza gado recíprocamente su personalidad (los padres) o

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bien no la han alcanzado aún y en largo trabajo han milia es su mundo, y mientras apenas perciben los gran­
de alcanzarla (los hijos) o cuando la han alcanzado des destinos como algo extraño y lejano, todo es para
y con el recuerdo de ser hijos de estos padres, no se ellos el ser con la mujer, los hijos y los nietos: sólo en
han desprendido en su sentimiento de esta íntima a> este marco de su familia y en este espejo ven y sien­
munidad y unidad de la familia. En este círculo, cada ten su vida. Esto no significa una disminución de las
miembro tiene su conciencia de sí mismo en la del comunidades morales más altas. Pues todas descansan
otro y de los otros, cada miembro se tiene a sí mismo en la entrega, la lealtad, la disciplina que se ejercitári
sólo completamente en el otro, y en esta inagotable más fácil y fuertemente en la familia. La familia no
reciprocidad de amor, de confianza, de fe, en esta can­ existe para que el género se continúe —eso podría acon-
tidad de acciones recíprocas y de movimiento anímico, ■tecer de manera meramente animal— sino para que con
descansa la unidad de la familia, se encuentra el espí­ ' ello devenga y crezca una existencia moral. Ella mis­
ritu de familia. Ciertamente que es propio de la na­ ma es producto de la existencia moral progresiva que
turaleza de esta primera comunidad moral el que ella cultiva y eleva. Cuando la familia está sana, están sa-
se continúe constantemente, que los hijos y nietos fun-, ' nos el Estado y la religión y todo lo humanamente pro­
den familias de igual manera, y que los círculos se va­ vechoso.
yan alejando más y más. Pero en cada círculo que se Si la historia desea entender investigando una épo­
funda de nuevo se repite el mismo decurso profunda­ ca, un Estado, una comunidad religiosa, debe enton­
mente significativo, cada círculo se enriquece con la ces buscar ante todo cuál es allí el tipo de familia.
herencia y la bendición del hogar de los padres, cada ¿Cómo puede haber en la poligamia fidelidad y res­
círculo tiene la misma tarea nueva de fundar un mundo peto de los hijos? ¿Cómo puede expresarse moralmente
moral cerrado en sí, de entrega, autonegación y lealtad. toda la fuerza de la reciprocidad donde el valor de la
Así, la familia es, al mismo tiempo, lo humano más mujer se ve sólo en el parir hijos como en Israel
simple y lo humano más perfecto; tan perfecto que donde la estéril es devuelta al hogar? Mientras más
todo lo demás puede estar encerrado en ella. Cada uno alta sea la evolución moral, tanto más íntimo será el
vive su pequeño, callado trozo de historia por el hecho matrimonio monogámico, tanto más cuidadosa la edu-
de que funda su familia. Ésa es la decisiva, la propia cación de los hijos, tanto más libre en la disciplina y
historia durante toda su vida, y así le queda en el re­ el amor la conducta de todos los miembros de la fa-
cuerdo. Miles de veces se repite lo mismo y, sin em­ .1 milia. La antigua virtud romana duró exactamente tan­
bargo, para cada uno de la manera más propia e indi­ to como duró la familia rigurosa y sencilla. Esta prue­
vidual, y los hombres no se cansan de que se les cuente ba tiene valor aún en nuestros días.
en libros siempre nuevos cómo hombres ficticios han
vivido un tal trozo de historia. En el contexto de nues­
tra consideración tiene importancia el que pongamos b) c) Estirpe y tribu
de relieve cómo la comunidad natural más simple, la §§ 59 (64). 60 (65)
que parece crecer completamente de la necesidad de
la especie crece y decurre más bien históricamente. Es una idea evidente que la familia en su poste­
Para muchos, para la mayoría de los hombres, toda rior difusión es convierte en estirpe, tribu, pueblo; y no
la vida moral, es decir, histórica, se mueve en el ámbito meramente la consideración racional histórica del si­
de la familia. En la familia tienen su trabajo, su preo­ glo pasado ha seguido gustosamente esta idea, sino
cupación y su alegría, la suma de sus intereses. La fa- que se repite en muchas leyendas de los pueblos.
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Naturalmente, con tales leyendas no se ha demos­
trado nada; y si se puede formular la hipótesis de que de tales personificaciones, se transpone a los héroes
el género humano proviene de un par, que su des­ de tribus extrañas al odio a los que se ve en su figura.
cendencia se amplió a través de familias hasta llegar El odio de los hijos de Israel a Canaá se remite a Ham
a estirpes y tribus, el juicio sobre la cuestión va más y a su ruin conducta frente al ebrio padre Noé; no
allá, empero, de toda posibilidad de la investigación se niega que se está cercanamente emparentado con
histórica. los ismaelitas del desierto, pero se dice que Ismael, el
Pero, ¿de dónde provienen esas leyendas de los burlador de Abraham, fue engendrado por una mucha­
hebreos, de los griegos, de los germanos, etc.? cha egipcia y que fue arrojado con su madre Hagar al
Son ensayos sencillos, si así puedo decirlo, de en­ desierto: «se convertirá en un hombre salvaje», dice
tenderse y de entender el mundo. El hecho devenido el ángel, «su mano contra todos y la mano de todos
de que la estirpe existe con una cierta comunidad y ho­ contra él».
mogeneidad, de que se diferencia de otras, de que Este tema de las tribus y de las estirpes adquiere
frente a otras se siente de tipo especial; este hecho especial interés por el hecho de que ellos aparecen
que se tiene y se ve, se explica por la analogía con como una de las primeras protoformas de desarrollos
la familia ampliada, por la suposición de que esta es­ estatales y aparecen precisamente en donde emergen
tirpe, esta tribu, fue fundada por un jefe de la tribu, los elementos de una más alta cultura histórica. Hablo
por un héroe de la tribu, en quien luego se contempla de la así llamada constitución de las estirpes (Sybel,
y venera el tipo de esta comunidad. Él es la idea en­ Éntstehung des deutschen Kónigtums, 1844).
carnada de esta unidad, y lo que se recuerda de su his­ Conocemos una gran cantidad de ellas. Probable­
toria, y cómo se imagina su quehacer y sus esperan­ mente no se podrá verificar en ningún caso una real
zas, se coloca sencillamente en la historia del héroe comunidad de parentesco, pero en muchos casos se
de la tribu. Es el nombre general al que se transpone podrá demostrar que el parentesco es solamente tético,
todo lo que afecta a los que se llaman por su nombre sólo un esquema de organización. Donde esta surgió,
o creen llamarse así. Pues el nombre ha sido traspasa­ se daba el hecho de una gran comunidad de hombres
do solamente así. Cuando en las migraciones antiguas que migrando, conquistando, afincándose, se sintieron
helénicas se encuentra una variopinta multitud de pue­ y se consideraron como comunidad, y que precisamen­
blos y por eso se llaman eolios, pánfilos, es porque el te en esta convivencia desarrollaron una comunidad de
héroe de la tribu se llama Eolio, etc. Se ve la pecu­ vida aglutinante. Hay ejemplos de que ni siquiera te­
liaridad lógica del proceso. Finge el comienzo histó­ nían la misma lengua y el mismo culto, pues entre
rico: así como la unidad existe indudablemente como las doce tribus de Israel se diferenciaban muy precisa­
devenida, como resultado, así se la desplaza desde el mente los hebreos auténticos de los egipcios*" que los
final de la serie de desarrollos hacia el comienzo y, al seguían, o como los dorios que conquistaron el Pelo-
final, al resultado se lo convierte en meta del comienzo. poneso y que tenían en su parentela en los heraclides
De tal manera puedo usar la expresión: entenderse —como se sabía en la época de las guerras persas—
a sí mismos. Para entender ál mundo sirve la misma una tribu egea, y en los egidas también una tribu
fórmula en la siguiente cuestión. Se está rodeado de beocia, esto es, eólica. Se capta el proceso con todo su
otras tribus enemigas, se ha sometido y esclavizado sumamente vital movimiento en la historia de las tri­
quizá a unas, las otras tienen dificultad en mantenerse. bus alemanas desde César hasta la conclusión de las
grandes migraciones: la repetida confusión se cris­
Como a lo propio se mira a lo extraño en la figura taliza siempre de nuevo en las formas del Estado de
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tribus, hasta que finalmente la monarquía y la Iglesia 'ticos, atestiguan expresamente que en su Estado de
crearon conjuntamente nuevas formas. ,.stirpes habían sido recibidos muchos pueblos extran-
Si en los países alemanes se encuentran topónimos ’eros, conocemos varios de ellos, son en parte los más
patronímicos como Reutlingen, Tübingen, Meiningen y istinguidos. Así pues, en la estirpe y la tribu no se
en Ática tales como Butadai, Lakiadai, Colleidai, se gncuentra el momento esencial de la familia amplia-
comprueba entonces una comunidad de estirpe afinca­ ’a. Su comunidad natural ha crecido de la convivencia
da en esos lugares, tal como se ha mantenido de mane­ de la acción conjunta, ha crecido por vía histórica,
ra semejante hasta en la época moderna la constitución 'ero se expresa distintamente y se continúa en la for-
de las aldeas. Cuando, en cambio, en Dithmarschen se ia del parentesco, es decir, que lo histórico se con­
hallaban dispersos los linajes (Slachten) de un escudo cierte en algo natural, se lo cree y sigue operando
por todos los lugares de la región y toda la constitu­ $omo tal. Lo mismo que en la comunidad natural de
ción de la región estaba fundada en los Slachten y en ía familia, aquí también el momento propiamente cons­
los Klüfte, ello es entonces un ejemplo tardío de los titutivo es un devenir histórico.
antiquísimos rasgos gentilicios de una tribu, de la que Aquellos a quienes les parece que lo supremamente
se puede tener la seguridad de que no creció de una perfecto es que lo humano decurra de manera natural,
unidad de parentesco, sino de diversos pueblos. Cuando quienes colocan lo natural por encima de lo moral,
los escoceses luchaban hasta 1746 ordenados en clanes, l^eben reconocer que aquí yerran. Ni siquiera la tribu
ese es el mismo orden que menciona Tácito en la Ger- *y el linaje, ni siquiera la familia, crecen en el muy
mania, 7, para los germanos (nec fortuita conglobatio ¿alabado estado natural: la naturaleza humana orienta­
turnam aut cuneum facit, sed familiae et propinquita- . ba en cada momento hacia lo moral, llega a las comu-
tes), y el mismo orden que César caracteriza en De bello 'idades naturales sólo por la vía de una historia que,
G, I, 51), con estas palabras: Germani suas copias cas- or grande o pequeña que pueda ser, muestra espiri­
tris eduxerunt generatimque constituerunt, lo cual tra­ tualizado a lo natural de manera inmediata. Sólo la
duce correctamente la transcripción griega con xatá .degeneración, el último estadio de la descomposición
(puXág- precisamente tal como está ordenado el orden de istórica, produce la mera naturalidad, el puro estado
la batalla en Homero: xa-cóc cpuXá^ %al xaxót cppriTpas-. de naturaleza, los afamados miembros orgánicos y co­
No analizaré más aquí las formas de este viejo Es­ as semejantes: son los últimos síntomas de una se­
tado de estirpes. Lo que aquí importaba era ejemplifi­ nilidad lasciva.
car lo que sjgnifican para la historia el linaje y la Vimos cómo la familia se funda en el hecho de
tribu, cómo ella tendría que demostrar que en esta ¿¡que dos individualidades, insuficientes cada upa para
segunda figura de las comunidades naturales se con­ .sí en su diferencia sexual, abandonan su independencia,
tiene la mayor parte de lo que se suele llamar Estado 1($u ser especial y se convierten en las dos partes recí-
natural, una expresión que fue desarrollada primera­ ¿procamente condicionantes de una relación moral: tan
mente y de manera plena en el muy rico libro de Stuhr, ,£ólo en este dominio de la existencia natural egoísta
Der Untergang der Naturstaaten, 1812. jse cumple la finalidad natural de los sexos, para con­
Aquí debemos dar un paso adelante. Debimos re­ vertirse inmediatamente en la más alta finalidad de la
conocer que estos linajes y tribus no estaban unidos 'alimentación y educación de lo procreado. Así devinie­
necesariamente por el parentesco de sangre; frecuente­ ron los momentos en los que se desarrolló la unidad
mente son parentescos no <pú<7si sino flioEi. Los que ,/le la familia, la comunidad de mentalidad y de cui­
entre los helenos se envanecían de ser autóctonos, los dado. Los penates de la casa son un sagrario seguro
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ierta en la familia y en la comunidad solamente fa-
que une a los pertenecientes a ella. Pero cuando 1¿ fiiliar y que por el espíritu de la familia era imposible.
familia se amplía con nietos y tataranietos y sus fa'. Je podrá decir que lo propiamente dinámico y fértil
milias, aún cuando la autoridad dominante del jefe que se unió lo foráneo, tal como en aquel ser dórico
los uniera, aún cuando los hijos debieran seguir sien­ i encontraron y juntaron dóricos reales, aqueos, eolios,
do hijos de la casa, comenzaría un estancamiento en Bjsn el Estado de estirpes, que los alemanes fundaron
el que morirían las relaciones morales mismas. Pues p la Britania céltica, sajones, anglios, jutlandeses, fri-
los hijos deben crecer, no tienen que seguir siendo <3S. Y cosa semejante ocurrió en el movimiento de
hijos, y tienen que ser a su vez padres y madres. Una
situación realmente sólo patriarcal sería históricamen­
te el de sumo acrecentamiento: en su progreso condu­
Í - migración de los pueblos, que es la que podemos
mtemplar panorámicamente con más seguridad. Es-
ás mezclas son lo vivificante y fértil en la historia,
ciría solamente a la ampliación de la autoridad pater­ ggi. ellas se desarrollan las nuevas formas progresivas.
na, tal como la que constituye el despotismo. Entonces, la forma de la constitución de estirpes se
Dijimos que los pueblos más altamente llamados lépera en más altas evoluciones históricas. Las aso­
mostraban, según parece, ininterrumpidamente la laciones tribales se convierten cada vez más en sólo
Constitución de estirpes, es decir, ellos no se satisfa­ lecindarios localizados, llegan a ser comunidades, cu-
cen con vindicar un valor absoluto para la familia; o punto central es el lugar, el pago, el ejido, etc. Pero
sino que, superada por los órdenes seguros de estirpe y jgue manteniéndose el gran tipo de las estirpes, y hay
tribu, la familia encuentra la posición relativa que le uchos pueblos de alta cultura que tarde o nuncá
corresponde; se convierte en un momento de la tota­ bbrepasaron este tipo de las estirpes, cuya vida his-
lidad que, consistiendo en muchas familias juntas y orica entera se mueve en él. Recuerdo a la antigua
en su relación ordenada duraderamente, expedita en trecia: allí se extiende la historia viva hasta donde se
su unión pero a la vez segura en sus formas, da al ‘antiene esta condición de estirpe, y muere en la me-
movimiento moral un espacio más amplio y otra meta. ida en que se forma y adquiere figura la idea de la
No Son los que naturalmente copertenecen los que así nidad nacional, del Estado nacional.
se unen, sino estirpes separadas del mismo modo como Una de las tareas más difíciles pero más aleccio-
en la familia en la que se domina y rechaza la dureza gdoras sería la de estudiar la significación histórica
de las individualidades, se juntan para realizar metas e las estirpes y linajes según los puntos de vista alu­
comunes y fijan su orden, frecuentemente después de jados hasta ahora. Creo que sería el camino para com-
una lucha recíproca que entonces incluye ese orden, render históricamente una cantidad de fenómenos
el cual convierte a los así unidos, por la forma, en ue Klemm, en su Historia de la cultura (1843)“, ha re­
parientes de sangre. Aquí pues aparece en vez de la dimido bajo el concepto de pueblos pasivos; además se
mera piedad familiar, de la autoridad paternal y pa­ es podría adjudicar su posición histórica. Precisa­
triarcal, de la dependencia natural y de la falta de vo­ mente la pregunta de si la barbarie de las tribus de
luntad de todos los demás, un momento nuevo, un alia, el embotamiento de los Negritos en Australia
derecho entre los iguales que están unidos, una par­ otras cosas semejantes son un estado de degenera­
ticipación jurídica y legal de las familias en los fines ción o un estado natural, se resolvería tal vez en este
e intereses comunes, la posibilidad de diferencias que Contexto. Hago esta alusión para que se tenga en
tienen que equilibrarse según el fin más alto de la co­
munidad. Aquí ya está en pleno movimiento la idea |uenta cuán importantes investigaciones y decisiones
del derecho que se encontraba completamente encu- §e encuentran por esta vía,
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d) E l pueblo pálmente, ingresaron en otros contornos climáticos
§ 61 ( 66 ) r dé paisaje y en otras condiciones de la vida natural
^histórica, se liberaron de la vieja unidad y comenza-
Ya del contexto de lo dicho resulta claramente qué on con nuevos comienzos. Y en esta rama así sepa­
la esencia del pueblo no reside en que tal como es haya rada del tronco común se repitió el mismo proceso,
crecido de la mano de la naturaleza, sino que, en tanto ientras más movida y movible fue su vida histórica,
familia, estirpe y linaje es un producto de mediaciones nto más tuvo que fragmentarse e individualizarse,
históricas; pero es un producto que una vez desarrolla­ é modo semejante a como en Grecia avanzó esta es­
do abarca y sostiene a los que une con toda la fuerza cisión de grado máximo hasta el punto de que los habl­
de la comunidad natural, de la moralidad sustancial. antes casi de cada valle, de cada ladera, se querían
En el pueblo y en las otras formas de las comunida­ kaber diferentes de los más próximos vecinos dialéc­
des naturales, la históricamente devenido se convierte ticamente y en las formas religiosas, en las costumbres
en la innata naturaleza de los hombres. en la Constitución.
Pero, ¿cómo ocurre eso? ¿Qué es el concepto del ¿Qué nos queda del concepto de pueblo? ¿Han de
pueblo si no es el de un parentesco natural de aqué­ Jamarse un pueblo los indogermanos, los grecolati-
llos a quienes abarca el nombre pueblo? feos, los griegos, los atenienses?
Por cierto qüe en las formas en las que se mani­ J Lo que originariamente era un pueblo, no se man­
fiesta la unidad del pueblo, en el lenguaje, el mito, lat tiene como tal; se va diferenciando en muchos pue­
forma corporal, reconoceremos un rasgo de la comu­ blos, si bien con un tipo básico común tal como pro-
nidad que hasta cierto grado es excluyeme. Lo llama­ Icéde de los tiempos primitivos.
remos relativamente originario en cuanto ya no po­ Reconocemos este tipo en las razas, en el paren­
demos demostrar cómo ha crecido a partir de los ele­ tesco de la lengua, en la comunidad de la mitología.
mentos históricamente convivientes. Y si resulta que £ero, al mismo tiempo, debemos reconocer que este
una cierta analogía del lenguaje, etc., abarca varios ipo aparece solamente como algo natural y dado, y
pueblos que se han alejado considerablemente los ^parece solamente por que ninguna investigación pue-
unos de los otros, debieron tener entonces una unidad le llegar a penetrar en sus mediaciones históricas. Pero
en el estadio de esta comunidad. Lo que es común en . 1 que este tipo mismo es sólo un tipo históricamente
todas las lenguas indigermánicas, tanto por lo que toca devenido, podemos deducirlo del hecho de que en el
a las raíces como a las tendencias de flexión, es una ámbito de la historia el tipo mismo pudo ser modifi­
prueba de la comunidad originaria de quienes se ase­ cado y hasta eliminada su característica religiosa, de
mejan en ello. ’imodo que sólo queda de él un eco de ligeras vibra­
Pero la variedad surgida en este fundamento co­ ciones.
mún es igualmente una prueba que en su vida se se­ f? Si ahora nos preguntamos por lo que constituye
pararon de esta comunidad originaria y se desarrolla­ Esencialmente el concepto de pueblo, tendremos que
ron como formas independientes de pueblos, del mis­ /decir que las dos cosas, esto es, el tipo común y la
mo modo como los hijos de la familia fundaron a su ('diferenciación, operan en el mismo, pero que ni las
vez familias en las que aún puede mantenerse el tipo ;fdos juntas ni cada una por sí resuelven la pregunta.
de la familia, pero cruzado con nuevos elementos ex­ Se ha dicho que el contexto originario de la ascen­
traños aportados por los matrimonios. En la medida dencia común no basta en sí para evitar o detener la
en que los miembros de un pueblo se separaron espe­ dispersión vital de quienes estuvieron unidos natural­
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mente. Y la conjunción en la forma de un parentesco forma. Pero él no es originario, sino que ha devenido
hipotetizado no tiene en sí ni sin más que volver a históricamente; no es como él fue, sino está en el río
unir necesariamente a todos los que se pertenecen nar |¿fla historia.
turalmente por sangre y lenguaje, como, por ejemplo’ La frase así expresada parece bastante trivial; pero
ocurre con la constitución hebrea de estirpes que ex­ |ejn su aplicación histórica es tan precisa como fecunda.
cluyó a tantos entre los hijos de Abraham y hasta de La forma en la que primeramente deviene y se com­
Eber. Precisamente esta forma puede recoger en sí prueba la conciencia de la unidad no es, en modo al­
lo extraño del mismo modo como las doce tribus mo, la misma en todas partes. La historia de Italia
hebreas recogieron también «mucho populacho» de piuestra cómo el lento crecimiento de una comunidad
Mizraim. Tan sólo por la circuncisión de acuerdo con Júrbana bélica terminó fundiendo en un pueblo a los
la ley del Monte Sinaí llegaron a ser judíos. ¡Itálicos, griegos y celtas, y luego, por encima del Orbis
E igualmente se muestra el punto que, según me ÉRomanus, fundó un pueblo romano. Además: las es-
parece, interesa. Los hijos de Israel se unieron en un fculturas de Egipto permiten reconocer sin duda al­
pueblo y crecieron conjuntamente en la ley y en la ma que en el valle del Nilo vivían hombres de diverso
certeza de ser el pueblo elegido de Dios. No son algo ¡pólor y razadlas momias lo confirman; pero todos ellos
unido naturalmente, sino que tan sólo lo devienen; y “leron fundidos en un pueblo por la disciplina reli-
devienen en la medida en que lo históricamente pri­ x y el poder política de los Faraones. Más aún:
mero sólo existió téticamente y en el curso de la his­ pntre las primeras tribus de los griegos se desarrolló;
toria se fue convirtiendo en un hábito natural. Lo ¡¡desde los poemas homéricos, una conciencia de la uni-
mismo que aquí, es la conciencia, la voluntad de uni­ pád espiritual, que ascendió finalmente, en él aticis-
dad, cualquiera que sea su tipo y la forma en que se Jmo y en la formación de la época de Demóstenes, a un
manifiesta, lo que constituye la esencia del pueblo. ¡Sentimiento nacional fuertemente tenso, sentimiento
Esta conciencia, esta voluntad de unidad es un resul­ racional que gravitó, por lo pronto, en la contraposi­
tado histórico, y, una vez existente como resultado ción al mundo bárbaro.
histórico, aprehende y abarca a todos los copertene­ Este fenómeno, a saber, que un pueblo se forma
cientes con toda la fuerza de la determinación natural bn torno a una idea unificadora, cualquiera que sea su
e innata. Natural, porque cada uno nace dentro de tipo, permite comprender que una cantidad de tribus
este resultado y recibe del mismo su dote sustancial. fósadas y valientes —pienso en los germanos de la mi-
Pero dotado de tal manera, es trozo y miembro vivien­ pración de los pueblos— incapaces de doblegarse a la
tes en este cuerpo, y no se puede decir que fuera sola­ pisciplina de una idea unívoca, se dispersaran vital-
mente materia y siervo. También aquí se da la rela­ lente de modo irresistible en el movimiento histórico
ción de cuerpo y espíritu: no es el cuerpo el que pro­ se desarrollaran en una serie de pueblos, que luego
duce el espíritu, no es el momento natural el que pro­ ¡tampoco pudieran mantener la comunidad natural del
duce la idea del pueblo, el espíritu del pueblo. Esta |lenguaje.
idea es un resultado histórico y ella organiza su forma I*' Pero la misma circunstancia explica también el
de existencia, construye con los hombres un cuerpo gótro fenómeno de que un pueblo devenido puede ser
nacional, y estos hombres son uno como pueblo sólo Jdestrozado y total o parcialmente arrebatado hacia
en este espíritu, y sin él se privarían de una determi­ feuevas comunidades por el poder de una nueva idea,
nación esencial de la existencia humana. Este espíritu l'fndependientemente de si esa idea los atrajo o se im­
del pueblo es lo constante, lo unificador, lo que da puso con violencia. Bajo el poder de la idea romana,
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los galos se hicieron romanos; y sometidos por una Irás categorías, en la lengua, los hábitos, las nece­
multitud de normandos romanizados, perdieron los an­ dades, consciente de su comunidad; y que por su
glosajones el centro de gravedad de su ser nacional, árte el Estado, la idea de poder, desea como XJn pue-
etc. Y este proceso ocurre incesantemente en la his­ Jo el grupo de hombres que le pertenece, es decir,
toria. Sin esta incansable procreación de pueblos, la üe trata de acuñarlo como una comunidad sustancial.
historia se convertiría en un pantano. El simple mo­ Pudimos decir que solamente los pueblos altamen-
mento natural de la nacionalidad no cubre ni vale si ■é desarrollados han encontrado el progreso y el paso
no tiene su vigor en la fuerza vital de producir nueva­ Kranzando hacia una constitución de estirpes. Su esen-
mente, en cada momento, su propia idea. ía consistió en reconocer y asegurar en cierto modo
Pero la nueva idea, preséntese ésta como conquista, lis separaciones existentes; siempre han terminado
conversión o colonización o de otra manera, se apli­ -oh el progreso de una politie real, de modo que de los
cará inmediatamente a trasponerse en todas las for­ üe con igual derecho fueron separados nació un pue­
mas de la sustancialidad, a convertirse en una condiT blo, frecuentemente con organización monárquica, fre-
cionalidad natural de los que han nacido en ella, y a entemente de forma tal que mía tribu dominó sobre
ligarlos con toda la fuerza de la naturalidad innata. Si a otra, como ocurre frecuentemente en la forma sim-
en la vieja idea del pueblo hay todavía alguna vida y lé del poder militar. Allí no desaparecieron comple­
fuerza, se defenderá entonces con terrible energía, y jamente las diferencias de linaje, pero fueron rebaja­
no siempre penetrará la nueva idea. La del helenismo os a aspectos subordinados. ¿Y no es el concepto de
sucumbió ante la terca energía de las viejas nacionali­ ueblo quizá del mismo tipo? ¿No está él predestinado
dades del Asia occidental; la lengua y el derecho de ^devenir sólo un momento de las comunidades más
Roma penetraron en las Galias, pero no pudieron so­ Utas?
brepasar el Rin y el Danubio, etc. f Una de las épocas más memorables de la historia
Se debe captar la historia en sus grandes contex­ niversal es aquélla en la que esta idea surgió pri­
tos, para juzgar esta marcha de las cosas. En cada caso meramente y en figuras extrañas. Es aquél ámbito de
singular percibe cada uno que tiene en su tipo de historia en donde comienza tan sólo nuestro cono-
pueblo lo más santo, su moralidad natural, y tiene el imiento más determinado de ella. Dentro de cinco a
derecho y el deber de mantenerlo y de defenderlo con latro siglos, la misma idea se abre paso en el bu-
toda energía. ismo, en la cultura helenística, en la esperanza mesiá-
Esto basta para mostrar los puntos de vista según ica. Es la idea de la humanidad, es decir, el conoci­
los cuales habría de indagarse la historia del pueblo, miento de que, por encima de las peculiaridades natu­
quiero decir, de esta idea en sus diversas formas de ma­ rales, frente a las cuales es diferenciado el mundo del
nifestación. Sólo que aquí, cada caso singular es infi­ ombre, se encuentra y vale la idea de la unidad de
nitamente más importante que el esquema general. Re­ |ü naturaleza espiritual: esta idea de unidad la trajo
sumida como historia de los pueblos, resultaría algo 1’budismo con la negación de toda peculiaridad huma-
completamente diferente a si se hablara de tina histo­ Ü!y natural, y el helenismo con la forma de la inte­
ria de los Estados. Pues las dos coinciden apenas sólo lectualidad, y el Cristianismo, con toda la fuerza po­
en los casos más raros, y una parte del movimiento sitiva de la satisfacción de la idea mesiánica, en la
vivo en la historia se basa en que esas dos historias bodón de la unidad en el reino que no es de este
anhelan no coincidir y el pueblo también desea adqui­ inundo.
rir su Estado, es decir, su manifestación de poder, en La idea humanitaria del budismo llegó a ser la uni-
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ficadora para la mitad más grande del género humano; Segunda serie: Las comunidades ideales
pero ella no hizo adelantar a los pueblos porque fue §62(67)
la negación de uno de los dos factores en los que por
la naturaleza moral-espiritual del hombre descansa la f A las comunidades ideales las diferencias de las na-
vida moral. De la unificación helenístico-judía surgió urales un fenómeno muy significativo. Las comuni-
la idea positiva y progresiva de la humanidad. $ádes naturales,. orientadas por la corporalidad y li-
De doble manera degeneró esta idea cristiana. Pri­ initadas por su condicionalidad se disuelven tanto más
mero, al adherir a la intelectualidad del helenismo Cuanto más quieran abarcar. Su fuerza máxima la
y afirmar que el reino de Dios consistía esencialmente tienen en la unión más corporal, por no decir más
en conceptualizaciones teológicas y entrando así en la Baja y estrecha, mientras que las comunidades idea­
casuística de difíciles problemas científicos. Se enfi- les, arraigadas en la infinita actividad del espíritu, se
ligranó, secó al Evangelio de manera tan completa, que Hacen tanto más ricas y vitales cuanto más crecen, y
a los pueblos les pudo parecer una salvación y un nue­ ¡drecen hasta tener lo más alto y finalmente lo supremo,
vo comienzo de vida el volver al simple monoteísmo la absoluta totalidad, como de su comunidad.
y teísmo dél Islam. V Podría parecer que yo —para retomar la última
Y luego, en el Occidente degeneró la idea cristiana expresión—■creo que la Iglesia es la suprema entre las
del reino que no es de este mundo en el sentido de ^comunidades ideales. Esto presupondría que cada una
que se consideró a este mundo realmente como lo nulo, de estas comunidades ideales tendría que ser démos-
reprobable, lo malo, del que hay que huir, y que la Kferada en forma de una institucionalización, para poder
más alta religiosidad consiste, al menos, en separarse ser mencionada; que pues sólo habría que hablar de
de él; esto es, se adjudicó este mundo y su reino al ¿escuelas y universidades en relación con la ciencia,
diablo, en cierto modo a otra divinidad. Se fundó el de academias y escuelas de arte en relación con lo
dualismo de la Iglesia y la mundanidad y en cuanto ‘bello, etc. Este no es el caso: las institucionalizaciones
se arrojó lo más lejos posible toda mediación interna ¡pertenecen a otra serie, cualquiera que sea por lo de­
entre los dos, se destruyó toda moralidad. Pues su más la relación que tengan con las comunidades idea-
esencia consiste en la penetración de lo espiritual y des. Y así como para la familia lo esencial no es el
lo corporal, en la realización de lo ideal y en la espi­ -estado de sus bienes, aunque no debe faltar, así tam­
ritualización de lo real. poco es lo institucional el fundamento real de las co­
No necesito decir, que desde la Reforma tan sólo munidades ideales. En estas se trata solamente de la
se superó o al menos se percibió este desconsolado comunidad de los espíritus y de su trabajo callado.
dualismo y que con ello se le abrieron nuevas vías a la Es la obra común a la que todos se aproximfan para
profunda idea cristiana de la humanidad. agregar su porción de trabajo; el gozo común al que
Veremos cómo esta idea trabaja progresando en se allegan todos para que entregándose y olvidándose
los más altos ámbitos morales. No está impuesta por de sí mismos obtener tanto más profundamente lo me­
su naturaleza la supresión de las diferencias entre los jor y lo más propio de ellos; es la infinitud en lo fini­
pueblos, pero sí el de recubrirlos mediante mayores to, lo inmortal en lo mortal, la finalidad eterna, el ^óyo<;,
formas de la comunidad de manera semejante a como el Dios en el hombre, úna creación constante en el
en el pueblo se encuentran incluidas las familias, para dar y el recibir. Allí, en estas comunidades ideales,
tan sólo en esta su cabal situación poder llegar a su en estas comunidades esencialmente espirituales de
pleno derecho. lo bello, lo verdadero, lo santo; en el dar y recibir de
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lo íntimamente más profundo que hay en el alma Jas otras creaturas no hablan porque no tienen nada
humana; allí se libera el hombre de su límite, de su gue decir. El lenguaje es la expresión del ser-yo que
debilidad y de su pequeñez, allí alumbran los más sólo corresponde a los hombres. Pues el hombre no
profundos rayos en ella. jps la totalidad absoluta, sino sólo la relativa que se
Se ha dicho con razón que la obra de la Creación ^comprende como un yo que, comparando y diferen-
—en la medida en que la vemos en la tierra— se ha xiando, juzgando y concluyendo se mueve en sí, .es
cumplido, que todo lo terrenal tiene ahora su orden “decir, piensa. El lenguaje no es el pensar sino la ex­
y su ley, que se sigue moviendo según las leyes mecá­ presión sensorial del pensamiento, pero es tan nece­
nicas y físicas, que se mantiene por el orden sembrado sario al pensamiento como el cuerpo al espíritu. Pues
creadoramente. Pero el comprender y el pensar de tél espíritu finito está sólo en su órgano. Así, el len­
esta Creación y sus órdenes y el manifestar y confor­ guaje es esencial y necesario al pensamiento. Es el
mar de este sentir y pensar son otra creación, no de cuerpo fino autocreado del Yo pensante; sólo en esta
materias pero sí de formaciones, y no enemiga de la ^expresión pensamos.
primera Creación. Pues la Creación de Dios ha adop­ ¿Cómo crea el espíritu al lenguaje? El alma recibe
tado allí una figura diferente, más alta. Dios ha creado ;del mundo exterior a través de los sentidos sensacio­
al hombre a su imagen y semejanza para que siga nes, y estas sensaciones las exterioriza de manera sen­
creando formas. Y el hombre sigue creando por el sorial, para hacerse consciente de ellas. Según la bella
en él, crea el mundo de los pensamientos, el mundo imagen platónica, el alma es la que da a luz, y el pen­
moral y su repetición, su nuevo comienzo respectivo samiento que había sido recibido por ella, debe salir
en cada personalidad. .a la luz, y en cuanto él como palabra se libera del
Esta fuerza creadora del hombre está en el ^óyo<;; vientre maternal del alma, ésta alumbra y se libera
ella ha devenido y devendrá y opera diariamente en las jdel dolor del parto.
comunidades ideales y a través de ellas en las otras Una segunda cuestión es la pregunta de por qué
esferas: en ellas está la historia de la historia. ..estos sonidos designan esta representación. La teo­
A causa de esta significación ellas tienen que en­ ría de la mera imitación del sonido no es suficiente.
contrar su lugar en nuestra sistemática después dé Se trata más bien de una y-ípiqcn<; más fina que emerge
las del mundo práctico, que son su realización. Pero, «aquí, y de la cual lo más esencial es que traduce de
al mismo tiempo, son su presupuesto y condición. Sin un sentido al otro. La sensación recibida del rayo de
embargo, en general, hay que decir que con su suce­ >)uz vuelve a sonar a través del sonido de la boca; en
sión, nuestra sistemática no quiere designar la su­ .él soplo movido de tal manera, el alma repite el mo­
cesión cronológica de las configuraciones que trata, vimiento recibido en la sensación. De modo análogo,
sino que todas son activas al tiempo y en cada momen­ ¿cada sensación, cada impresión recibida, se traduce
to, y cada una está condicionada simultáneamente por en un complejo de sonidos, es decir, hace una póixQo'ic;,
las otras. que en sí puede ser de género muy subjetivo, tan sub­
jetivo como cuando la bailarina danzó ante Alejandro
a) El hablar y las lenguas la destrucción de Troya o como cuando la bayadera que
§ 63 (68) danza la primavera cuando sintió la primavera. Ella
tradujo esta sensación en el movimiento corporal, bai­
La más próxima e inmediata entre las comunidades ló la primavera, y quien sabe y conoce este tipo de
ideales es el lenguaje. Es completamente cierto que lenguaje en la danza entiende muy bien por qué danzó

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¡vivacidad, y el lenguaje una vez formado es para aquél
la primavera; sé deduce de su danza la sensación dé que pertenece a él una barrera que puede ser amino­
primavera que él mismo debe expresar corporalmeh- rada, pero nunca eliminada.
te. Así de mimético es, creo yo, el lenguaje. Tenemos que poner atención especial a la forma
Pero el lenguaje no tiene que expresar meramente ;:como esto se impone.
nociones singulares. El hablar es el eco de la sensa­ Cuando se trata en el lenguaje de manifestar las
ción bajo la potencia del Yo, es decir, de una fuerza ^nociones y sus relaciones, se encuentra entonces para
que acoge lo singular en esta totalidad relativa, lo des­ ¿ello una serie de sistemas posibles (Schleicher, Zur
compone y lo combina allí, lo acuña con el sello de esta 0orphologie der Sprache, 1859). No quiero enumerar
totalidad relativa. Hablando pues no da el alma sim­ ¿la variedad de formas del lenguaje que se han desa­
plemente el eco de la sensación recibida, sino, al mismo rrollado así. La investigación histórica no está en con­
tiempo, su captación y tratamiento de esta sensación. diciones de demostrar cómo ocurrió que a unos pue-
Su hablar consiste en que, con el objeto de la sen­ ^blos les tocó ésta, a otros aquélla forma. Pero si se
sación, designa al mismo tiempo sus relaciones; con f\puede llegar a conocer que también las flexiones de
las nociones singulares, al mismo tiempo, las cate­ lías lenguas indogermánicas son solamente las mez­
gorías del contexto en que el Yo las capta, y de clas configuradas de una aglutinación originaria, de
manera semejantemente mimética encontrará la ex­ ^modo que aquí también se hallaron sucesivamente las
presión para estas relaciones y categorías como tam­ ¡nociones y las categorías como designaciones indepen-
bién la expresión para los conceptos. ; dientes y tan sólo paulatinamente crecieron en forma
Por grande que sea la diferencia entre las lenguas Yde flexión plena de vida, se está entonces obligado a
según su movilidad y su desarrollo, cada una de ellas : suponer que al protolenguaje aún reconocible de estas
está fundada en este peculiar proceso mimético que, : tribus le antecedió ya una serie de mediaciones.
si bien es cierto que al comienzo acuñó un complejo Si es justa esta observación, parece resultar enton­
muy pobre de sonidos también lo es que lo siguió for­ ces que este círculo de lenguas tuvo primero una evo-
mando cón analogías, metáforas, combinaciones, en j: lución ascendente, que ascendió desde la aglutinación,
siempre nuevas circunvoluciones de espíritu. Y en ca­ ; y quizá tal vez desde el monosilabismo de las raíces
da forma siguiente, siente el alma la expresión del ; hasta esta máxima y viviente penetración y configu­
pensamiento correspondiente. Todo el mundo del pen­ ración, hasta aquélla riquísima cantidad de formas
samiento se expone en el lenguaje. Todo lenguaje, por para la combinación de las nociones y sus relaciones,
pobre o rico que sea, es en sí una plena y completa ‘ que se expone casi completamente en la hija más vieja
visión del mundo. Nadie puede pensar de manera di­ del protolenguaje, en el sánscrito. Desde entonces co-
ferente y más allá de lo que su lenguaje le deja pensar, t mienza el desgaste y la descomposición del lenguaje,
y su lenguaje puede decir todo lo que él piensa. La j y esta transformación del lenguaje progresa con cada
comunidad del lenguaje es la comunidad del pensar; el nueva y siguiente desviación. Cada grada generacional
lenguaje es el espíritu del pueblo. ¿ se ha alejado cada vez más de la riquísima belleza de
Inmediatamente se nos presenta la preformación esta madre, se ha vuelto más pobre en formas, más
que yace en la naturaleza histórica del lenguaje. superficial, más convencional.
Cierto es que todo lenguaje otorga la posibilidad La comparación de los lenguajes ha conocido las
de la expresión plena del pensamiento para el cual I leyes de estas transformaciones. Tiene razón en com­
y por el cual está formado. Pero hay entre ellos una pararse con las ciencias naturales, pues sus observacio­
diferencia inconmensurable de flexibilidad, movilidad,
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nes se refieren a las modificaciones que pertenecen a !óvimiento del lenguaje. Hace dos siglos no había en
la actividad fisiológica de la producción de sonidos. jfiuestra lengua el concepto de finalidad. El lenguaje
Pero haría mal si quisiera encontrar en motivos fi­ jo buscó en formas sintácticas como: para que, para
siológicos el fundamento de la modificación y sus le­ 'éso, para que sea etc. Pero empíricamente existía dia­
yes. Ni el progreso desde la aglutinación hasta la fle­ riamente, si bien no como concepto general. Hasta
xión, ni el descenso desde la plenitud lograda, de la que Jacob Bóhme utilizó la aguja en el centro del dis-
conjugación fuerte a la débil, y hasta la paulatina des­ 'co, como imagen de aquéllo a que se tendía (Zwick o
composición del lenguaje, el retorno a una nueva des­ Zweck: finalidad). De modo semejante ocurrió en la
composición de los conceptos y las relaciones, puede .lengua griega. Tan sólo Aristóteles desarrolló com­
explicarse por el camino fisiológico. Este descenso del pletamente el concepto de finalidad y lo dilucidó como
lenguaje en su aspecto meramente lingüístico, es de­ oQ evexgc, etc. Ya emerge erí Platón;
cir corporal, es un progreso en otro aspecto: con el pero cuando lo conoce solamente hay la forma de
progresivo contenido del pensamiento, deben retirar­ ’-tó xaXóv, tó áyadóv, existe el concepto en figura de
se la fuerza vital sensórea y la autosignificación de hecho, en una figura que no contiene todavía el mo-
la expresión; el lenguaje ya no puede seguir pensando ]mentó de ser la determinación de un movimiento, es
y poetizando para sí, tiene que ser disciplinado, tiene .decir, el concepto de finalidad no había sido descu­
que hacerse más preciso, tiene que llegar a ser con­ bierto completamente. Y cuando leyendo a Platón com-
vencional. En tal sentido, el lenguaje más perfecto es ¡pletamos su expresión con el concepto de finalidad
el que habla la matemática; sólo que ella, que se ha •que es habitual para nosotros, agregamos algo que
vuelto completamente arbitraria, muere, por así de­ no existía en su lenguaje y en su pensamiento.
cir, en idealismo. Expongo esto para que se reconozca que Una histo-
Schleicher afirma que la actividad natural del len­ | ria del lenguaje debe concluir con el desarrollo y des­
guaje, es decir, su pleno florecimiento, comienza a mo­ trucción de las formas y para que se vea cómo ella
rir cuando se inicia la vida histórica, que las dos se tiene que pasar de estas formas a la sintaxis y al desa­
relacionan contradictoriamente. Esta frase hay que re­ rrollo del tesoro lexicográfico, y cómo tan sólo en este
ducirla esencialmente: no ha captado correctamente 'progreso se puede conocer cómo la muerte aparente
la contraposición entre naturaleza e historia, pues tam­ del lenguaje en el desarrollo de las formas se susti­
bién hasta en su máximo florecimiento, el lenguaje es tuye por una formación más rica de relaciones sintác­
ya de naturaleza histórica. Mientras más rico sea en ticamente acuñadas y de ampliaciones lexicográficas.
expresión del pensamiento, tanto más tiene la nece­ Pero por este camino llegan las lenguas a un mo­
sidad de moderar su superabundante riqueza de for­ mento peculiar. Antes fue su expresión totak un eco
mas, de simplificarse, de hacerse claro. Y como com­ vivientemente percibido de una sensación, y las raíces
pensación de lo que pierde en formas, adquiere un simples vivamente percibidas desarrollaron, combina­
rico sustituto a través de su desarrollo y aumento sin­ ron, se enredaron en la medida en que aumentaba y se
táctico, en los que aprende a designar más fina y ló­ desarrollaba esa cantidad de sensaciones. El lenguaje
gicamente las categorías. Y en este desarrollo progre­ : se siguió formando orgánicamente, como se dice, mien-
sivo gana ámbitos totalmente nuevos que el espíritu tras fue percibido de esa manera raigal. Competía con
descubre, y crea expresiones para ello, que se convier­ | el mundo móvil de las nuevas impresiones en sus
ten en historia viva del lenguaje: en vez de la gramá­ combinaciones de raíces siempre nuevas, frecuente­
tica, es el diccionario el que comienza a mostrar el mente astutas y maravillosamente ingenuas; siguió cre­
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ciendo en expresiones siempre nuevas como una mi­
mesis libre de las realidades; las seguía como por pro­ lenguaje de precisión perfecta para un cierto grupo de
pia fuerza vital. Pero precisamente en esta marcha .pensamientos? Ciertamente, es un lenguaje que es com­
nuevas formaciones recubrieron paulatinamente las pletamente arbitrario y no tiene ya nada en común
viejas raíces, y el sentido vivo de la raíz se relajó. Ade­ icón la totalitat del Yo; capta de él solamente esta es­
más, vinieron nuevos trastornos sobre el lenguaje co­ pecialidad del pensar matemático, de modo semejante
mo los que dieron su origen a las lenguas románicas, a como en la división del trabajo el individuo se con­
de modo que la expresión transformada hasta parecer cierte en máquina para su ocupación especial.
irreconoscible se mantuvo sólo externamente como la No habré de continuar con estas consideraciones,
que designa tal y tal cosa, en cierto modo arbitraria­ pues nuestra tarea no es la de dilucidar la historia del
mente. En nuestra palabra Broche (erial) percibimos ■lenguaje y de las lenguas, sino solamente caracterizar
aún que viene de brechen (cascar) y que no significa el de qué manera tienen su historia las comunidades idea­
campo totalmente arado, sino el campo desmontado les del hablar.
para la pausa. El francés ya no percibe en su expresión
terre friche que se trata de un desgaste de térra frac- b) Lo bello las artes
tivia, y menos aún que friche está en relación con fra­ § 64 (69)
güe, fraction, y menos aún que frango, fregi es la mis­
ma palabra; su térra friche está en el mundo sin re­ Ya Aristóteles formula la observación acerca de
lación alguna; podría sonar igualmente abracadabra, que la poesía sé basa en el concepto de iwtqox. Esto
pues apenas se perciben ahí contextos lingüísticos. Lee cabe decir del arte de modo análogo a como se dice del
diariamente su journál y sabe que está en relación con ’ lenguaje.
jour, pero no sabe que tundí, mardi contiene la misma Pero esto no debe entenderse como si se afirmara
palabra dies, de donde viene diurnus., Y así toda su len­ que las columnas griegas son artísticas porque son la
gua le resulta y es convencional; en gran parte le está ixíp/n<n<; de un edificio con vigas, o la catedral gótica
presente como en trozos muertos, que ya no producen porque imita un alto hayucal. Esta explicación no sería
raíces y hojas. Cuando poetiza y piensa, pone los tro­ más profunda que la que quisiera reducir el lenguaje
n ln im ita r /ió n rlf» I n s s o n i d o s .
zos sucesivamente a modo de mosaico, todo lo más
que hace es crear el esmalte del sonido exterior y el Todo arte desea presentar plásticamente un conte­
chiste del calembourg. La lengua misma ya no poetiza nido ideal percibido de la manera más adecuada po­
y piensa. Pero no se le haría justicia si se la conside­ sible, y su exposición es la ixtp/noK de lo que quiere
rara por eso como un anciano muerto. Por ese sacri­ expresar. Lo ocioso es el contenido del alma, sea sen­
ficio de flexibilidad raigal y de floreciente belleza ha sación, representación o pensamiento; la mñnésis es
cambiado más bien una nitidez, determinación y fi­ lo técnico, el cómo de la configuración.
nura sintáctica que la privilegia inconmensurablemen­ La catedral gótica es la mimesis, la expresión imi­
te en otras relaciones. Es más aprendible, más objetiva tativa de la finalidad profundamente sentida que tiene
y, ante todo, libre de todo ingenio que juega arbitra­ este edificio. El que en este lugar habita lo santo, el
riamente, de toda significación no querida por el par­ que la oración que se hace aquí ascenderá a los cielos:
lante. todos estos grandes aspectos, sentidos profundamen­
Digo que el lenguaje se acerca a la simple fórmula te, dan el talante del alma que encuentra su expresión
¿No es en última instancia la fórmula matemática un mimética en este solemne y espléndido edificio en el
que todo tiende hacia arriba y cuyas puntas se pier­
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den en las nubes. Lo material y el material se difumi- Cualquiera que sea lo que haya excitado al artista:
nan completamente en este movimiento del alma, co­ en cuanto lo expresa así y lo lleva a la percepción sen­
mo si no tuviera peso y corporeidad. Y cada trozo de sible, excita de igual manera a los oyentes y a los es­
música es de igual manera tancas de lo que mueve al pectadores, por más lejana que no sea Hécuba. Por
alma: el íntimo movimiento completamente ideal bus­ el hecho de que nos es presentada de la manera así
ca alguna forma de la perceptibilidad para exteriori­ 'sentida, se nos aproxima humanamente. No es la pa­
zarse, y la encuentra en la escala tonal variadamente labra abstracta, el hecho externo, sino la imagen huma­
movida. Así es la danza, tal como la danzaron los grie­ namente sentida la que nos conmueve, nos hace tem-
gos: cuando Tais danza la destrucción de Troya, cuan­ jblar. Pues así afecta y mueve a nuestra fantasía este
do la bayadera danza la primavera (ver más arriba), paos de idealidad que fermenta en nosotros, y que sólo
su movimiento corporal es entonces la expresión imi­ como las lavas volcánicas en el interior de la tierra
tativa de lo que el alma siente tan excitadamente. Lo ^está dominado y oculto por la fría corteza de lo habi­
que es la danza en la serie de los movimientos, lo es la tual y de lo mental. Pero es esta misma fantasía la
estatua en un momento, etc. que, una vez rozada, desata todas las pasiones en in­
Se ve que el arte es un hablar de los hombres, pero ciensas vibraciones del sentir, intensifica todas las
un hablar no de pensamientos sino de sensaciones, un |uerzas del alma, le hace todo posible a la fuerza in­
traducir las excitaciones recibidas no para el yo pen­ fam ad a de la creación. Desde tal movimiento intemo
sante sino para el yo semiente del otro y de los otros; ,¡emergió al artista su obra, y él despierta el mismo
un expresar lo que mueve al alma en el que adquiere piovimiento en los oyentes y espectadores. Cuando
su derecho lo que no puede captarse en las formas, ¡Jais danzó bellamente, Alejandro arrebató la antorcha
racionales de representaciones intelectuales y catego­ del altar y la arrojó contra el artesonado del palacio
rías. El pensamiento artístico no tiene lógica; es to­ de Persépolis.
talmente sensación, perteneciente a la fantasía. Y cuan­ Así, en el ámbito del arte se desarrolla una comu­
do el artista toma como material de su mimesis al nidad semejante a la que tiene un pueblo en su len­
lenguaje mismo, utiliza la palabra y el pensamiento guaje. Los artistas actualizan a su nación su sentir más
como medio de expresar en ellos la sensación que lo propio, le dan expresión típica, de modo semejante a
mueve interiormente, de decir lo inefable. De ahí el como Herodóto dijo de Homero y Hesiodo que ellos
que en las obras poéticas no es el pensamiento ni el ;les habían hecho sus dioses a los griegos.
contenido mental lo que nos arroba sino el soplo de la El arte tiene que exponer no solamente lo que se
belleza, de la sensación, del alma íntima que rodea al í-siente, sino ante todo cómo se siente. Inmediatamente
poema, ese algo que sentimos pero que no podemos se desarrolla en el arte la comunidad del estilo. El
describir con la palabra. En el Hamlet de Shakespeare estilo es una determinada manera de la en
no nos arroba la frase moral que, según la opinión de cierto modo un modo determinado de pensar artísti­
Gervinus, ha perseguido, sino el que sobre todo este camente que luego se difunde por todas las formas
grupo de movidas imágenes de hombres se ha posado <de la producción artística hasta el artesanado. Este
aquélla melancolía del pensamiento, aquélla profunda modo artístico de pensar se relaciona con el modo
seriedad, tal como las siente el alma del poeta. Se pue­ más profundo de sentir de los pueblos, de las épocas,
de decir que ha creado un trozo de historia universal es su eco más fino, su expresión ideal. La inmensidad
para expresar lo que lo conmueve. Un dios le dio a de las esculturas y edificaciones hindúes se encontrará
decir lo que sentía. como algo completamente correspondiente a la forrna-
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ción de sus grandes poemas, de los sistemas disgre- i los tratamientos especiales de las diversas artes,
sivos y arrebatados de su filosofía. El tipo plástico con mo Kugler quien resume la historia de la arquitec-
su musculatura tirante, nítidamente trazada, vivaz, pe- ra de todos los siglos y naturalmente no encuentra
netra todas las formaciones del espíritu helénico. Hasta liatre las construcciones de los mexicanos y de los
en los más pequeños ornamentos se repite el estilo de Griegos, de los hindúes y de la Edad Media otro mo­
la arquitectura alemana, lo significativamente fantás­ mento de unidad como no sea el que dan el desarrollo
tico, lo ascendente en movimiento impaciente, etc. ;¿e las formas y configuraciones arquitectónicas. Hubo
Cuando se imponen nuevos modos de estilo, ocu­ ¡na concepción mucho más profunda, cuando Winckel-
rren los grandes, significativos giros en la visión del „ann resumió todo el arte antiguo bajo el punto de
mundo. Son las grandes revoluciones espirituales las ista del ideal plástico, y cuando en la suscitación que
que llevan a un pueblo a un nuevo modo de estilo' partió de él los filólogos, especialmente los alemanes,
revoluciones en las que elementos de vida completa­ elaboraron y trabajaron la Antigüedad helénica en ge­
mente nuevos, estratos del pueblo totalmente nuevos neral y tal vez muy exclusivamente según esta idea
debieron haber ascendido y adquirido validez. Así có­ Sel ideal plástico; es la dirección que encontró su
mo, por ejemplo, en el impulsivo movimiento de las Jcumbre en O. Müller, especialmente en su arqueología.
Cruzadas el estilo germano irrumpió en el románico / La historia del arte se encuentra aún en sus co-
o en la época de la cercana Reforma, el retorno a lo (mienzos. Mientras más avance, tanto más desarrollará
clásico, el llamado estilo del Renacimiento puso fin ' nuevos impactos, nuevos puntos de vista, y llegará a
al llamado estilo gótico. Cuando eso ocurre, entonces ;no perseguir la idea de lo bello solamente en las tres
ha madurado un contenido nuevo de sensación com­ artes plásticas y en la poesia o en la música, etc., sino
pletamente nueva que, para exteriorizarse, busca uii ' a reconocer su movimiento simultáneo, y lo reconocerá
nuevo modo del pensamiento artístico, un nuevo mo­ Sólo en la medida en que tenga en cuenta y persiga
do de pXiiiqok. Así, en la veloz barbarización del Renaci­ su contexto con las otras ideas motoras. La idea de
miento, que ya se inicia con Miguel Angel, el contenido belleza progresará en la misma medida que la recono-
rirla belleza de las ideas.
transformado profundamente en la Reforma, ha desa­
rrollado un tipo completamente nuevo, el tipo musi­
cal, que desde entonces no ha dejado de ser el domi­
nante de la nueva época. c) Lo verdadero y las ciencias
Así también ha vivido la idea de belleza una canti­ § 65 (70)
dad de desarrollos y en ellos ha ascendido más allá,
más libremente, más espiritualmente; y nadie negará, Puede parecer atrevido el querer resumir ^con una
pese a toda la admiración por la belleza plástica de designación los campos infinitamente amplios que con
los griegos, que hay un gran avance desde allí hasta la orgullo designamos como los de la ciencia. Pero esta
incomparablemente más profunda de la pintura, y a designación contiene, según creo, el núcleo más pro­
la más profundamente interior de la música; un avan­ fundo de la vida científica, de la gran comunidad moral
ce que no puede negar ciertamente sus analogías en en la que si bien no todos son trabajadores, es una
los campos del arte que tienen como material la pa­ bendición para todos por medio de maravillosas me­
labra y el pensamiento. diaciones.
No deseo seguir aquí con las especialidades de la Una frase profunda de nuestra religión es la de
historia del arte. La historia del arte se detiene aún que Dios es la verdad. El hombre no es la verdad, pero

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es una imagen de ella; tiene la idea de la verdad, y ^esperar que a su opinión de que el espíritu, el pen­
en su búsqueda de la verdad se desarrolla esta idea en samiento, es una secreción del cerebro, se objetara
conocimientos cada vez más amplios y osados. Pero que justamente esa opinión también lo era y, por
esta búsqueda le es inmanente y descansa en la esencia cierto, de un cerebro morboso.
del espíritu que tiene que encerrarse en sí, tiene que \ Ciertamente, no son las cosas como existen fuera
ser Yo, tiene que tenerse como totalidad. de nosotros la verdad ni tampoco como las percibi-
Frente a todas las realidades, al mundo exterior, mos sensorialmente. Pues las sensaciones sensoriales
a los seres iguales, a su propia existencia en el espacio ' se realizan en la parte de nuestra naturaleza que con­
y en el tiempo tiene el Yo tan sólo la tranquilidad del vive en el caos de la asimilación y desasimilación. Tan
estar-en-sí cuando ha captado como periféricos todos sólo cuando el Yo se libera de estos cambios y vagidos
los fenómenos transformables y oscilantes como refe­ periféricos y pensando y conociendo se coloca como
ridos a él, como determinados por él, como fenómenos un nuevo comienzo, empieza el devenir de la verdad,
de un contenido para él cierto y esencial. Y captando es decir, la conciencia de lo que en el cambio de las
así, el Yo finito se eleva por sobre su finitud a la sen­ cosas es lo permanente, lo determinante, lo no ex­
sación, a la certidumbre de una totalidad que es la terior.
verdad. , Expongo esto para mostrar en esta esfera del de­
La historia de la idea de la verdad comienza mu­ venir de la idea su aspecto histórico. Al mismo tiempo
cho más allá de todo recuerdo, podría decirse que se sabe lo que significa el que aquí exista y permanezca
con la primera palabra hablada. Pues con esta primera una constante continuidad del trabajo, que cada co­
palabra hablada mostró la naturaleza humana que no nocimiento, una vez que se ha obtenido, deba ser fi­
está apresada, como la del animal, en el grito ciego, jado y depositado en la conciencia de la humanidad,
en la interjección, sino que diferencia, conoce y, como que la comunidad de los que saben y tienden a saber,
está escrito en el Génesis, da nombre a las cosas: «pues en la que cada uno tiene que agregar al gran edificio
deberían llamarse como el hombre las nombraría». Dios al menos un grano de arena, sienta en comunidad, con­
las creó, pero el hombre las nombró. En el lenguaje, serve lo adquirido para seguir construyendo sobre ello.
el hombre inició la obra de su creación; con los nom­ No sólo a los que saben y tienden a saber une esta
bres, es decir, con los conceptos de las cosas, construyó comunidad de la verdad. Al mismo tiempo tiene ella
el hombre su creación. la necesidad de una propaganda permanente y viva,
Volviéndose contra los resultados de la filosofía y sin envidia se esfuerza en comunicar y difundir su
especulativa intentó Gruppe (Antaus, 1831) afirmar que bien. Le parece tanto más valioso, mientras más se
ella yerra y tiene que errar porque no tiene en cuenta lo difunde. La ciencia, por grande o pequeña -que sea,
que los conceptos, tal como los da el lenguaje, no son se forma inmediatamente en teoría y en enseñanza,
idénticos con lo que designan, que, por lo tanto, el sis­ en aquellas comunidades e instituciones que, sirvien­
tema desarrollado con palabras y pensamientos no do a esta meta ideal, buscan desarrollar desde ésta
coincide con las realidades. Es una opinión que, seme­ su forma y su orden.
jante a la del materialismo, se vuelve contra sí mis­ Y además: no les basta fijar y comunicar sólo lo
ma, pues las palabras y los conceptos de Gruppe tienen abstractamente conocido. Al mismo tiempo tienen el
la propiedad de no decir nada y tampoco de corres­ impulso de ponerse en relación con todas las realida­
ponder a aquello de lo que habla. De modo completa­ des inmediatas, con todas las relaciones de la exis­
mente igual a como Cari Vogt o Moleschott tenía que tencia humana, aplicar y dirigir a ellas todo el poder
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de su influencia ideal, elevarla en lo más posible a lá 1ación misma es sólo otra forma de solucionar ésta
esfera de la verdad conocida. Y mientras más viva regunta y de reconocer su contenido,
sea esta relación, mientras más amplia y profundamen­ j Encontramos cómo la especulación se mueve en
te actúe, tanto más plenamente se penetrarán las rea­ Ésta misma esfera de la totalidad absoluta; y que ella,
lidades con la suma de las verdades conocidas, tanto sea de naturaleza teosófica o filosófica, trata de captar
más libre y poderosa será la gran comunidad de' la cul­ y desarrollar lo absoluto como la verdad, que sólo
tura y la formación. xnetodológicamente hay una diferencia cuando la teo­
Creo haber aludido a los puntos de vista acerca de logía, partiendo de un punto empírico, niega que es
los que hay que hablar en este campo sobre la conside­ (solamente teosofía.
ración histórica. Sólo quiero entrar en detalle en un jf, San Agustín ha utilizado la imagen del niño que sen­
punto para establecer el tránsito a lo que sigue. tado en la orilla del mar saca agua del mar con una
Recuerdo lo dilucidado antes (§ 14 del Resumen) so­ concha y la vierte en un hueco que ha hecho. Así como
bre los tres posibles métodos científicos. Podemos ;el griego no pudo pensar totalmente a la divinidad
aseverar que el método histórico tiene que estar si­ en la figura de la belleza, así tampoco esa divinidad se
tuado entre el sólo idealista y el sólo material; pero agota en la formación de la verdad, por rica que sea.
también que cada uno de estos métodos necesita de (Dios es la verdad, la verdad de todo, pero Dios es in­
los otros, los condiciona y los presupone. finitamente más que sólo la verdad, del mismo modo
Pues el Todo que despierta nuestra sed de verdad \como en el alma del hombre vive y opera infinitamente
cuanto más la satisfacemos, este Todo está igualmen­ \ mucho más que sólo la idea de la verdad. El que la
te en lo más externo de las cosas, en la infinitud de idea de lo absoluto sea un postulado de la razón hu­
lo creado y, en las esferas velozmente vibrantes del mana es tan cierto como el que ella exige que en este
mundo moral que, por ser corpóreo, pertenece al mis­ absoluto se realice y plenifique todo que se encuentra
mo tiempo a este ser externo de las cosas, y por ser en el alma humana sólo como nostalgia y presenti­
espiritual, pertenece al mismo tiempo a un contexto miento. Y por cierto que sea que la existencia moral
trascendental. Pero de este contexto, del mundo supra­ del hombre no puede servir solamente a la verdad sino
sensible, no sabemos nada por la experiencia sino que que, al mismo tiempo, la mueven con igual profundidad
se revela en los ámbitos del mundo moral, es decir, . otras ideas morales, es igualmente cierto que en la Di-
del mundo histórico, que ha sido reconocido y elabo­ fvinidad hay infinitamente más que sólo el ^óyor, si bien
rado históricamente. (el fue determinado desde el comienzo del tiem­
Y, sin embargo, esta pregunta, la pregunta por lo po a ser portador de la Revelación y de la Redención.
absoluto y la divinidad, es la que ha movido más pro­ Pero por eso, porque no es el conocimiento, no es
funda y permanentemente al género humano. El cuer­ Dios como verdad lo que satisface y da plenitud al
po tiene sed y no busca tanto el alimento y la vida alma humana, porque ella requiere de amor infinito,
como el espíritu la respuesta a esta pregunta que le de infinita justificación y perdón y también de fe in­
oculta el secreto de sí mismo. Hasta se puede decir finita en lo que no ve, para tener paz en sí misma, por­
que todo el trabajo humano en busca de la verdad por que se tiene que entregar completamente y hundirse,
lejos que parezca llevarlo a la naturaleza o a la his­ dejar de ser totalmente para ser sólo este Yo finito,
toria, siempre tiene este pensamiento último y profun­ porque tan sólo en esta santificación tiene constante
dísimo, aunque se desvíe hacia el fatalismo y el mate­ certidumbre de lo que tiene en sí y no tiene por sí
rialismo, aunque llegue a negar la divinidad; esta ne- -—en fin, por ello la religión es cosa diferente de la
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teología y de la especulación. Y sólo en esta esfera ■ Vimos que es el lenguaje el que da nombré a las
de lo santo se cumple la suma de las ideas ideales. osas. Con estos nombres ellas están en el espíritu,
su ser y su vida afuera decurre en el espíritu con
d) Lo santo y las religiones éstos nombres como algo coherente en sí.
§ 66 (71) |3i Se podría decir que en el lenguaje el espíritu sub-
ijetiviza al mundo. Él también necesita una forma para
Si en este contexto de nuestras consideraciones ha­ objetivarse en cierto modo afuera hacia el mundo. Es
blo de la esfera de la religión como de la esfera de 'pues comprensible que utilice primeramente los gran­
las comunidades morales más íntimas, lo hago sola­ des fenómenos que le son perceptibles para expresar­
mente para aludir a los puntos de vista que interesan lo, para hacer reflejar en ellos lo que llena su alma,
para nuestra tarea. para utilizar en cierto modo al mundo como el len­
Antes pudimos decir que el lenguaje hace hombre guaje de su sensación religiosa. Esta infinitud en él,
al hombre. Igualmente típico y esencial para él es la ^n la que se siente como totalidad y en la totalidad,
religión, independiente de la forma bajo la que apa­ puede aparecerle como el alto, sereno, cielo nocturno
rezca. El lenguaje tampoco es el pensamiento, sino con sus estrellas, como el lejano mar ondulado, etc.
sólo la expresión sensorial del pensamiento, pero tan E inmediatamente se extiende el juego del pensamien­
necesario para el pensamiento como lo es el cuerpo to: ¡cuán significativamente expresan los sucesos en
para el espíritu. En relación con la religión encontra­ él cielo estrellado y el mar ondulado, esto y aquello
remos lo correspondiente. que ocurre en el alma!
Pues las dos cosas, el lenguaje y la religión o, más Pero en la medida en la que se desarrolla más pro­
exactamente, el pensar y el creer son sólo formas pri­ fundamente en ideas mayores lo que mueve a su alma,
marias en las que el Yo está y existe como Yo. se muestra cuán insuficientes son las formas en las
Vimos que el lenguaje sólo contiene un aspecto de que ha de expresarse esta intimidad. Cada vez más
la más íntima vida del alma, el eco de todo lo que pe­ se desembarazan de este contexto de lo exterior, se
netra en el Yo a través de sensaciones, y aunque fue­ espiritualizan. Y cada vez más emergerá el mundo in­
ran aquellas sensaciones que le devienen cuando pien­ terior del espíritu, el mundo de los pensamientos, en
sa, es decir, cuando en las formas del hablar en voz lugar de aquellos grandes fenómenos. Allí devendrá
alta o baja se le hace perceptible su propio contenido. la expresión para la divinidad, es decir, que Dios es
Allí siempre se tiene el Yo en la contraposición con éspíritu, que el hombre fue creado a su imagen. Cada
el otro, aunque constantemente se vuelva hacia sí mis­ vez más se aprenderá a adorar a Dios en el espíritu y
mo. Pero del mismo modo como este sentimiento de en la verdad. Finalmente se encontrará la forma su­
su puntualidad está en el Yo, así también está en este prema de que Dios es personalidad, de que Él es la
Yo la necesidad de saberse y sentirse en su totalidad, palabra, de que Él es la suma perfección y que el
de extenderse en cierto modo por encima de sí mismo pensamiento humano sólo es un trabajar para enten­
hasta la infinitud, de tener esta infinitud como su ver­ der a Dios.
dad y plenitud, como lo absoluto, de saberlo en sí y Comenzamos nuestra serie de expresiones religio­
de saberse en él. Así siente religiosamente el alma. sas con los grandes fenómenos del mundo de los sen­
Pero, ¿qué expresión tiene para ello? Pues también tidos que sirvieron como expresión de la veneración
para ello necesita una expresión si es que quiere tener a Dios. No todas las religiones tienen para sü expre­
esta sensación, es decir, ser consciente de ella. sión tan grandes concepciones. Hay religiones que han
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escogido casualidades, un árbol, un trozo de madera lidad y la arbitrariedad, es decir, en la forma más
una piedra o un hueso, etc. Pero en ellas, como en eí ^próxima a lo meramente creatural.
lenguaje. no hay una exnresión. por precaria que sea jfr Es ya un gran progreso el que un mismo querer
del sentimiento religioso que no fuera precisamente >coherente se exprese como el atributo supremo del po-
religión, que no expusiera toda la visión de Dios de 'der divino, objetivándose en la visión del orden regular
quienes así creen y no diera satisfacción a sus corazo­ de la naturaleza, eternamente en cambio, tal como lo
nes. Pues ellos sienten religiosamente sólo en esta for­ ^exponen la luna y el sol y el curso de los planetas. Se
ma, y ella es toda la expresión de su sentimiento reli­ sabe cuán gran significación y difusión tuvo la obser­
gioso. En esta fe se encuentra encerrada toda la sus­ vación de las estrellas.
tancia religiosa de su ser, lo mismo que en el lenguaje En dos giros se fue más allá de él. Primeramente de
toda la sustancia intelectual. La fe es solamente el manera tal que la obstinación y la astucia del espíritu
otro aspecto del espíritu del pueblo. humano intentaron tratar como algo natural al poder
Con estos giros hemos explorado el conocimiento de Dios que aparecía como todo lo demás natural. Ahí
de un campo especialmente importante y difícil; mé se trataba de modificar la voluntad del orden eterno
refiero a la mitología. Sólo que debemos concebir este por medio de sacrificios, de pactos, de ruegos; de
concepto de manera diferente y más nítida de lo que desviarlo y dominarlo por medio de secretas artes má­
ocurre en las nociones provenientes del ser griego. gicas. Aumentó hasta llegar a aquellas formas babiló­
Sabemos que la fe es una cierta seguridad de lo que nicas en las que, calculando todo el orden de las estre­
se espera y no duda de lo que no ve. La certidumbre llas y esquematizándolo en redes artificiales, se creyó
de que no se es meramente este individuo casual, sino aprender a hacer magia y, al mismo tiempo, a prever.
que se está en la totalidad y se está seguro en ella, en El otro giro aparece cuando aquel orden riguroso y
esta suprema certidumbre de sí mismo y en la condi­ severo aparece encadenado a la estrella, a la piedra, al
ción de la misma: eso es fe. Ella expresa cómo me apunto que entre todos los puntos eligió esta estirpe,
siento en relación con la totalidad y para ella. La ex­ esta tribu. Todos los demás son enemigos. Así se unió
presión de esta fe dependerá de la profundidad y del en torno a la añeja Kaaba en la Meca el servicio de
alcance con que se sienta esta totalidad. Pues esta muchas tribus bárbaras. Esta piedra es el signo de la
expresión es la forma de poner en claro esta totalidad. unión con lo uno entre muchos, al que ante todo que­
Y así, esta expresión, esta forma de la fe, se relaciona rían servir. De tal fuente proviene el culto de una de
con la fe como el lenguaje se relaciona con el pensa­ las tribus emparentadas, que luego lo vivió y lo probó
miento: es decir, que la forma no expresa totalmente en inmenseas pruebas y salvaciones, esto es, cjue ante
la fe y, sin embargo, la fe se mueve sólo en esta forma. este poder divino los otros son Elohim Elilim, y que
éste ha de nombrarse: soy el que existé (Jehová). Aquí
¡Cuán estrecho y perdido ha de sentirse a sí mismo se reconoció, por primera vez, la divinidad como algo
el Yo, cuya totalidad encuentra su expresión suficien­ firme, pero también como algo que está por encima
te en la piedra o en el hueso cogidos casualmente! Este de todo movimiento histórico, de toda la naturaleza,
fetiche no es la divinidad, pero la fe lo convierte en como creador del mundo y conductor de todos los des­
sacramento, y sólo en esta forma existe el poder divino tinos. eterno, inmodificado, como el espíritu.
para la conciencia, y sólo en esta forma se contempla Fue un comienzo completamente diferente el
su efecto, su gracia y su desgracia. La existencia mo­ que se hizo cuando el alma experimentó como su tota­
ral se encuentra aquí todavía en la forma de la casua­ lidad y su todo la viva movilidad y receptividad en la

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que se sintió devenir y crecer. Entonces no contempló n las religiones que, en cierto modo, son el hablar
en el cielo estrellado la rigurosa igualdad del orden e la fe y que como el lenguaje unen así a los que
sino el movimiento y el cambio; vio en la naturaleza esas formas encuentran expresado su sentimiento
la vida siempre nueva y el transformarse de las cosas. eligioso.
Le parecieron vivas, animadas, sintiendo y queriendo •J. Pero lo que importa aquí no es siquiera la comuni­
según el modo humano, su quehacer y padecer com­ cad de estas expresiones de la fe. Por mucho que en
pletamente semejante al del hombre, sólo que más stas expresiones aparezca la fe ligada y condicionada
grande, más profundo, divino. En su quehacer y pade­ 'ór ellas, ellas han de diferenciarse esencialmente de
cer creyó el alma reconocer su propia historia. Tan a fe, lo mismo que el pensamiento del lenguaje. Ellas
sólo aquí emerge el mito propiamente tal, la visión ré- pn la forma finita de un contenido infinito; son sola-
ligiosa en forma de historia sagrada. E inmediatamen­ ente la búsqueda de una expresión cabal. La sensa­
te con ello se da el hecho de que este acontecer en for­ ción íntima brota más rica y poderosamente de lo que
ma semejante a la humana pierde cada vez más el ho­ a expresión puede captar. Y mientras más rica y po­
rizonte de la significación de la naturaleza y sólo retie­ derosa sea la expresión, tanto más rico y poderoso
ne la semejanza con el hombre, el modo ético, en el $,erá el contenido del mismo, y la conciencia sobre su
que encuentra la forma de expresar el contenido pro­ profundidad crece con la medida para la misma. Lo
gresivo más propio de la vida. mismo que las lenguas, estas expresiones religiosas tie-
Ésta es la marcha que tienen en común las tribus ¡ en por eso su historia, sus transformaciones profun­
indogermánicas y en que los hindúes llegaron a su gran damente significativas. Y en la historia de estas expre-
configuración budista, los griegos al conocimiento pro­ ’pnes de la fe, ésta se hará más pura, alta y cons-
fundamente humano que culmina en su filosofía; aque­ Ijente; también la fe tiene su historia.
lla forma que luego se fundió con la idea mesiánica del Pero mientras más íntimo es el creer, tanto más
pueblo hebreo para preparar el campo al Cristianismo. ’esea llegar en la totalidad de los círculos morales a
No es preciso exponer cómo en lugar de lo que u manifestación. Así como el creer concibe a los circu­
fue el mito emergió una forma completamente nueva, ís como atributos de Dios, así también desea intro­
una historia real, el hecho de la vida de Jesús. Con este ducir y hacer vivir en ellos la idea de la divinidad, san­
hecho comenzó un mundo nuevo. Ha sido revelado y tificarlos: «deberéis ser santos, como vuestro Dios es
conocido aquello que es necesario, aquello en lo que fanto en el cielo». De ahí el que todas las esferas mo­
se mueve o ha de moverse todo el mundo cristiano del líales conocidas aparezcan concebidas según la medida
pensamiento. Pues el hecho de que en la realidad se fe la fe, fundadas en ella y referidas a ella. En ellas se
inserta siempre de nuevo toda la serie de las gradas gónoce el tipo de fe; en ellas se conserva, se "tonfir-
ya superadas, el servicio fetichista de las reliquias, el 'a más clara y efectivamente que en las simples ex­
efecto mágico de la mano consagrada, toda la mitolo­ presiones de la fe. Toda la vida moral se arraiga en
gía de la historia de los santos, que hasta se la consi­ religiones y aparece junto a la representación reli­
dera como algo esencial de la Iglesia, es sólo un signo giosa como una segunda y certera expresión de la mis-
de la profundidad con la que está arraigada en la na­ ma. La profunda sensación, que en los mitos, leyendas,
turaleza humana el tipo pagano, y es un signo de cuán §tc., lo mismo que en la especulación dogmática, no
difícilmente le resultará mantenerse a la altura de su .obtuvo su derecho, encuentra en la santificación de la
libertad y vocación. <yida una siempre nueva oportunidad de realizarse.
En tales formas pues se mueve la idea de lo santo Así se forma la comunidad de quienes viven lo que

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creen, de quienes desean reunir todas las referencias Revenir en la India. Allí, lo mismo que en Egipto y
morales de la existencia bajo la idea de lo santo; una ?n Babilonia, la clerecía aparece cerrada en castas. Allí
corporación que está orientada esencialmente a saber ?stá dominada la vida y el desarrollo del pueblo por
y conservar como la fuerza y la verdad el Té^og-, el fin ja alternativa del poder espiritual y mundano; su his-
de su asociación, la cumbre de todos los poderes idea­ Jtoria interna se mueve, se desarrolla, en las luchas
les, la idea de lo santo, tal como no se expone total­ fentre la Iglesia y el Estado.
mente en ningún individuo. Forman así una comunidad. § Pero ahora se comprende cuán grande fue el pro-
Comunidad forman también los unidos en los mis­ Igreso que significó el hecho de que en el pueblo helé-
terios eleúsicos, en las fiestas dionisíacas, en los pan- Ipico este paso hacia la fundación de la jerarquía no
ateneos. Pero lo están solamente para la fiesta, para |se realizara como en la India, de que cada uno pudie­
estos usos, para esta serie de cuestiones religiosas. ra ser sacerdote, en su círculo, en sus fiestas, de que
Como comunidad política de Atenas tienen la fiesta de j|tquí no tuviera lugar la contraposición entre Estado
Atenea, como familias celebran los apaturios, en cierto | Iglesia, sino que la comunidad existiera sin más den­
modo la ópo'rcaxoúpia; como viñadores en sus demos ce­ igro del Estado y bajo su ley. Por eso Grecia no llegó
lebran los Dionisios locales; como labradores primero la una sistemática de su mitología, de su doctrina de
y luego en la idea de lo que ocurrirá después de la muer­ pos dioses; por eso no terminó con la especulación teo­
te, se reúnen en el templo eleúsico. Es como si los lógica, sino con la filosófica. Y esta especulación no
áticos, con cada uno de sus intereses humanos, morales, Rué, como la simultánea en la India, la negación de la
perteneciera a una asociación especial; como si el hom­ libertad y de la individualidad, la final negación de
bre entero no se agotara en ninguna de ellas; en su jpios y del mundo (Nirvana), sino que fue la transfigu-
libertad e individualidad es el individuo lo más pro­ feición y satisfacción de lo que la vida religiosa de los
fundo y cierto que ha conocido el espíritu. priegos había portado y trabajado en sí.
No es en modo alguno una primera y original con­ Así como el pueblo heleno, por una parte, pleni-
figuración, sino el resultado de una manera altamente íficó la formación religiosa del mundo antiguo, así lo
desarrollada, de un conocimiento de la naturaleza del mizo por otra el pueblo hebreo. Allí se había formado
espíritu y de la libertad. Frente a ello hay una forma luna comunidad mediante las grandes instituciones que
que está ligada profundamente y que es obligatoria. lllevan el nombre de Mosis, en torno al nombre y al
Pues la idea de la divinidad consiste en que aquello Iservicio de Dios que se había mostrado como salva-
en lo que todos creen constituye un poder del que Jdor; allí se lo había conocido como el Uno, todopode­
depende la felicidad y la desgracia de cada individuo, roso, lo santo; allí se había comprendido el Estado y
un poder al que hay que someterse y servir para no leí derecho, todo el orden moral y todo el conocimien-
desmerecer su favor y no atraer su ira. Pero, ¿cómo jpo como proveniente de Él y referido a Él. Pero cuán
servirle? ¿Quién sabe qué es lo que le gusta? ¿Quién Ifrecuentemente se desvió el pueblo de su Dios, cuán
tiene el secreto para moderarlo cuando está irritado, Ifrecuentemente negó el reinado de que sólo es en Él,
para ganarlo cuando se ha distanciado? Los que creen ly cuando el pueblo, el Estado, el templo, fueron des-
que tienen el secreto adquirirán poder sobre la co­ ;truidos por un poder extraño, la única esperanza fue
munidad de los creyentes, y organizarán su poder y lo la de que un ungido por el Señor renovara el reinado
fundarán duraderamente. eclesiásticamente nacional.
La idea de lo santo aparece tempranamente en esta Hasta que se conoció que se trataba de la funda­
figura de la jerarquía y de la iglesia. Podemos seguir su ción de up reino quq rio es de este mundo; de un reino
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en el que todos los hombres son hijos de Dios, en la lidad, la que inflama a los corazones y tiene la pre­
que todos los pueblos, toda la humanidad debería ser tensión de ser la medida y la norma de todo. Y luego
una como un pueblo sacerdotal y cada uno en ellos ¡es el Estado lo absolutamente moral con la pretensión
como un hombre sacerdotal. no solamente de vigilar todos los círculos morales,
No tengo que seguir exponiendo cómo en este mun­ sino de fundarlos y dotarlos. Igualmente vemos en las
do cristiano se renovó la contraposición entre Estado esferas ideales, por último, la idea de lo santo expo­
e Iglesia. Cómo lucharon por este poder, cómo en esta niéndose en un poder y una fuerza expansiva que pa­
lucha creció la cantidad infinita de desarrollos que rece oscurecer a veces y absorber todos los otros pode­
han determinado de manera tan variada la forma de res morales que mueven la vida, hasta la idea del poder.
existencia del género humano; cómo la Edad Media Quienes no ven más allá del aquí y del ahora tendrán
se corona con el pleno triunfo de la Iglesia sobre el temor de que la rica plenitud de la existencia esté en
Estado, pues en eso se asemeja la Iglesia cristiana al peligro de ser absorbida por una parcialidad mortal.
Islam. El comienzo de la Reforma consiste en que en Pero sabemos que todas las esferas morales son inma­
el Occidente cristiano el Estado se liberó de este yugó. nentes a la naturaleza del hombre y que en flexibilidad
Y es significativo que ella coincida con el renacimiento incesante y ordenada infinitamente, luchando y cru­
de los estudios clásicos, que el sacerdocio de todos los zándose entre sí, se critican las unas a las otras; y que
cristianos, es decir, la justificación por la fe solamen­ con cada nueva fase de sus movimientos elevan el hori­
te sea su punto central. E inmediatamente se agrega la zonte del mundo moral y aumentan el poder creador
nueva necesidad de avanzar hacia la comunidad sobre de la existencia moral.
la base de este conocimiento, pues esto, más que la doc­
trina diferenciadora de la comunión, es lo que forma la
contraposición entre el luteranismo y la profesión de C. Tercera serie: Las comunidades prácticas
fe reformada. §§ 67 (72). 75 (80). 76 (81). 77 (82)
Lo que me interesaba era mostrar los grandes mo­
tivos, uno por uno, de los que se trata en esta esfera En las dos series que hemos recorrido encontrá­
de la idea de lo santo, para demostrar cómo aquí se bamos siempre algo doble. Las afinidades o puntos
encuentran desarrollos históricos en infinita cantidad; comunes naturales no eran meramente naturales sino
desarrollos, a los que no se les haría justicia si no se que insistían siempre en desarrollarse como formas
quisiera reconocer su continuidad desde la época an­ históricas. Y las comunidades espirituales no eran sim­
tigua hasta la cristiana, es decir, la unidad igualmente plemente el resultado más fino de las experiencias his­
religiosa de la historia humana. tóricas sino que aspiraban también a corporizarse en
Pero aquí debemos estar atentos a otro aspecto. formas institucionales prácticas.
Vale aquí lo que vale en toda esfera de las ideas: cada Desde luego la persona, en tanto individuo, está
una de ellas, según mueva y satisfaga la personalidad, enraizada, por lo pronto, en sus círculos naturales.
tiene la pretensión de valer a su manera como abar­ Pues abstractamente la persona no es nadie; ella es en
cadora y determinante de todo, de querer determinar y tanto es hijo de estos padres, en tanto miembro de esta
satisfacer sola el alma humana. ¡A cuántos les parece tribu y de este pueblo, con esta formación del cuerpo,
la piedad de la familia como lo absolutamente moral etc.; dicho brevemente es esta persona determinada
que vale por encima de todo deber, en el que todo naturalmente de ésta y aquella manera y sólo con esta
está fundado y decidido! Luego es la idea de la naciona­ modalidad tiene el concepto de persona en sí. En es­

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tas determinaciones naturales siente su ser más pro­ pensadores y hasta a los teólogos, con todo su mejor
pio y cuando por lo demás todo está en orden no se parte, es decir, lo que crean, está por encima de todo
le ocurre pensar que podía haber sido determinada de esto y con estas impertinencias pagan tan sólo el tri­
otra manera o que quisiera ser diferente. Su sentimien­ buto de su pobre finitud. Lo esencial aquí es la siempre
to de sí misma y su orgullo consisten precisamente en fina movilidad de lo espiritual, el placer del perma­
tener esos padres, en pertenecer a ese pueblo, etc. En nente aspirar, la felicidad del siempre formular nue­
estas comunidades siente ella su totalidad, ahí tiene, vas preguntas, tareas y metas. El tipo es aquí Un siem­
como Aristóteles la llama, su aü'rápxeia. pre hacia adelante.
En la serie ideal, la medida y el objetivo es algo ; También desde estos elementos es sumamente cu­
diferente. Tampoco allí el individuo en tanto tal tiene riosa la posición central de aquel mundo práctico. Pues
su aÚTápxeia. Pero la busca y la encuentra colaborando aquí se da la permanente lucha entre el libre movi­
en la gran obra silenciosa de los espíritus. Allí no lo miento de las personalidades y la fuerza determinante
domina el mundo exterior sino que está libre de él de aquello que ya ha llegado a ser, lo que constituye
en la medida en que su alma, elevada y aspirando a para ellos un límite fijo, una permanencia sustancial.
elevarse aún más, sólo toca apenas con las puntas de En todas las esferas de las que aquí se trata, Estado,
los pies las finitudes; como una aureola flota por en­ derecho, etc., hay un incesante afán de competencia,
cima de las cosas para vivir en aquel mundo de los es decir, de transformarse en formas lo más firme
pensamientos en el qüe se siente que está consigo posibles, obligatorias; de darles dentro de lo posible,
mismo. la forma de la eticidad natural, sustancial. A ello se
Entre ambas series se encuentran las realidades agrega la comunidad del trabajo en la que están enrai­
prácticas, la palestra propiamente dicha de la lucha zados los estamentos, el concebir lo noble y lo no
histórica en donde, en todo momento, caben toda la noble como diferencias raciales, de manera tal que
dureza del egoísmo, de las pasiones y de los intereses. entre ello^ no pueda tener lugar ni siquiera un con­
No es que en aauellos ámbitos naturales exista una nubio; la comunidad del Estado se preocupa de inme­
permanente y pacífica tranquilidad. Pero los a menudo diato por formar, a partir del concepto de Estado, una
violentos movimientos que allí se producen son más nacionalidad, por naturalizarse de esta manera, etc.
bien sólo acontecer que transcurre; y cuando irrumpe Pero cada una de las esferas aquí, así como alcanza
algo perturbador, peligroso, uno se defiende contra él una verdadera competencia, habrá de pasar a un estan­
sin más y con el sentimiento de que ello se realiza de camiento. Pues la verdad no es el reposo de la per­
acuerdo con un derecho absoluto. Pero lo esencial ahí manencia sino la permanencia del movimiento, no el
es la permanencia,el reposo, la certeza sustancial, la permanente desarrollo de una ley natural que 3e trans­
confianza de estar de una manera así para siempre y forma al conservarse, sino la dialéctica de algo en sí
de estarlo así correctamente. La competencia es aquí mismo contradictorio, que se conserva al transformarse
el tipo. De manera similar sucede en los círculos idea­ sin descanso, es decir, siente en sí misma la contradic­
les: también allí hav siempre movimiento y competen­ ción, la reconcilia y en la reconciliación la renueva
cia. pero no la del odio y la del ponerse recíproca­ para luego equilibrarla nuevamente.
mente en peligro; compitiendo en lo bueno, lo bello Pues —y éste es el otro lado— tan poderoso como
v lo verdadero, tiene uno conciencia de perseguir los la tendencia a la competencia es el otro aspecto, la
mismos fines y aun cuando demasiado a menudo la tendencia a la serie ideal. En todo momento, son las
envidia y la arrogancia divida a los artistas, a los ideas de lo verdadero, de lo bueno, de lo bello, las que

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formulan la pretensión de ser el contenido correcto | tía naturalmente la más plena autodeterminación del
de este mundo realista, de ser realizadas y reconocidas espíritu. En los solemnes momentos en los que vivía
en él. Y en la medida en que se desarrolla el rasgo totalmente estas ideas de lo verdadero, de lo sagrado,
de la competencia, estos factores ideales se liberan, se sentía infinitamente libre en sí mismo. Pero la esen-
se enfrentan a lo que ha sido, advirtiendo, exigiendo, Icia de la libertad exigía algo más que la belleza de
inquietando; no descansan hasta que logran entrar nue­ I sensaciones infinitas y de la silenciosa presión de la
vamente, hasta que han penetrado y transformado las I mano de tales encantos. Y así como en estas esferas
situaciones. ideales se avanza para la creación de obras, para ins-
Es una tarea difícil pero infinita el que en estos | titucionalizaciones, etc., se muestra también que el
ámbitos de los que hablamos, lo saludable no permita examen y el mantenimiento de la libertad sólo co­
un exceso ni de lo uno ni de lo otro, sino que lo ideal mienza con los límites.
se justifica en el ser real, la realidad sólo en el con­ Estos se presentan en los ámbitos realistas a cada
tenido ideal. Así como para el individuo la tarea ética paso. Están inmediatamente dados en la libertad de
no consiste ni en la emancipación de la carne ni en el los demás que uno tiene que reconocer, en la comuni­
ascetismo de la automortificación, sino en que en el dad de todos a los que uno tiene que someterse, lo
cuerpo y el alma esté fresco, sano y fuerte y armado quiera o no. A diferencia de lo que sucede en los ám­
para todo lo bueno. Quien se sigue quejando de las, bitos naturales, aquí no es el amor y la misma sen­
desde luego a menudo duras, fricciones de las realida­ sación del todo; ni como en los ámbitos ideales, el
des, quien no comprenda cuán infinitamente más rico placer del mismo afán, el aumento y fortalecimiento
en contenido y refrescante puede ser esta lucha y rui­ en la competencia de entusiastas iguales, sino por lo
do del mundo real que una situacionalidad silenciosa pronto una inhibición, una dolorosa necesidad: lo que
o el aburrido juego de sombras de los ideales, es o bien le es otorgado al uno, se le priva al otro; lo que el uno
demasiado joven o bien demasiado viejo para las cosas se afana por conseguís despierta de inmediato la en­
históricas. vidia del otro. Aquí es donde amenaza el peligro per­
Sólo una observación más tengo aquí que adelan­ manente de que el poder, el interés, el derecho formal,
tar. Hasta ahora he utilizado poco o nada, con toda ponga en peligro la verdadera libertad, es decir, los
intenciónala palabra libertad. Y ello no porque no derechos de las otras esferas éticas; y, sin embargo, el
sepa o reconozca que la libertad es como la semilla hombre no tiene que ser obligado a seguir y servir al
para el fruto de la eticidad, de la historia. Pero sólo otro. Aquí es donde se daría un bellum omnium contra
aquí puede llegar a su plena energía. omnes si no hubiera un límite obligatorio en el poder
Pues libertad es que el espíritu se determine en sí ético de las comunidades. Y en este sometimiento a lo
mismo, que queriendo desarrolle su esencia. En el ám­ que es común adquiere la autodeterminación aquello
bito de las primeras esferas, la libertad estaba aún que distingue a la libertad de la arbitrariedad, la vo­
atada, ocultada por la naturaleza sustancial de las re­ luntad libre, reconociendo en la barrera externa al
laciones éticas que allí se formaban. En aquellas co­ mismo tiempo su medida y su esencia, se convierte en
munidades naturales, el individuo era sólo como su voluntad racional, racional en la medida en que reco­
miembro, como la mano, el pie, que sólo en este cuerpo noce como tales las normas de la idea ética a las cua­
son mano y pie. Pero el todo era la unidad inmanente les se somete y no porque sea ley externa sino porque
a todos los individuos: el espíritu de la familia, del las ha reconocido como buenas y justas, y las hace
pueblo, etc. Y nuevamente en los ámbitos ideales exis- valer.
296 297
Así, en la atracción del mundo real, la libertad ad­ importante. El objetivo de Alejandro cuando conquis­
quiere su plena fuerza ética. En ella crece aquí la de­ tó Asia no era la helenización de Asia; quizás necesitaba
terminación concreta de la autodeterminación, es de­ hacerlo para sus audaces y ambiciosos planes de domi­
cir, la personalidad, el carácter. nación mundial. La historia dice sonriendo: lo que
Si para comentar estos ámbitos seguimos avanzando era el objetivo de su ambición, fue para mí un medio
en detalles tenemos que recordar que tan sólo los he­ para la helenización de Asia. Cuando Mr. Pereire in­
mos considerado desde el punto de vista histórico. Es ventó el crédit mobilier y todos los ricos le confiaron
decir, éstos, como todos los círculos éticos, tienen en su giro, lo único que deseaban era enriquecerse, intro­
todo momento de su realización al menos la medida duciendo una enorme transformación del sistema mo­
de su relación histórica. Más bien tienen, como lo he­ netario, y ocasionalmente destruir la supremacía finan­
mos dicho, su tarea técnica y es sólo una forma espe­ ciera de los Rothschilds. La consideración histórica
cial de consideración, el concebirlos de acuerdo con se ocupa poco de los propósitos codiciosos de estos
el contexto de su devenir, desde el punto de vista de banqueros. Ella reconoce cómo se preparó un gran
lo devenido. No hay ninguna relación jurídica, nin­ cambio en el tráfico monetario y cómo la codicia de
guna fabricación, ningún Estado, etc. que no tenga algunos inteligentes financistas provocó la catástrofe.
como nota esencial el haber sido devenido. Pero la re­ Y así en todo.
lación jurídica particular afecta técnicamente sólo a
este determinado sujeto y objeto. La fabricación de
esta determinada herramienta es la situación de alimen­ a) La esfera de la sociedad
tación de tantos obreros y de un empresario. El Estado b) La esfera del bienestar
tiene tales y cuales actividades permanentes, ingresos, §§ 68 (73). 69 (74)
organizaciones para sus negocios. Dicho brevemente, i
los elementos individuales en los cuales las comuni­ Desde el punto de vista del bienestar se nos pre­
dades éticas aparecen y se realizan son negocios, así sentan comunidades infinitamente variadas, cuyo ras­
como en la primera grada eran situaciones y en la otra go esencial es siempre, en última instancia, el mismo.
tareas. Que estos negocios son pulsaciones de la his­ Pues en la esencia de la personalidad reside el querer
toria, y en verdad tanto los más pequeños como los referir todo a sí mismo. La primera expresión de la
más grandes, es algo que por lo general no lo notan libertad es el egoísmo, el afán de poseer y gozar. Y al
quienes los hacen. Pues ellos no los realizan en aras repetirse en cada cual el mismo afán, con la misma
de la historia sino en virtud del interés del momento, justificación, y al estar cada cual limitado en la ple­
de acuerdo con las determinaciones y motivos que son nitud de su egoísmo por los medios, al estar encade­
en ese momento determinantes. En el acontecer inme­ nado por el espacio y el tiempo, al depender cada cual
diato son resumidos bajo puntos de vista totalmente en todo momento precisamente en su necesidad de po­
distintos a los de la historia. seer y de gozar, con respecto a toda la infinitud del ser-
La consideración histórica se presenta con puntos fuera-de-él, se desarrolla la oposición, la competencia,
de vista de un tipo totalmente distinto. Aquello en aras el aumento infinitó del trabajo, para gozar y del pri­
de lo cual algo se hizo, cuyo objetivo tuvo en miras el varse a fin de poseer.
actor, ya no se presenta ante la historia como fin sino Pero, ¿está este poseer y gozar limitado tan sólo a
como medio, como condición, etc. a través de lo cual lo material, no es igualmente el arte, el saber, la me­
en el contexto del devenir se produjo este momento ditación, una especie de gozo?

298 299
Por lo pronto necesitamos constatar la oposición expansión de la libertad, que necesita para su comple-
en la que la esfera del bienestar y de las necesidades entación de otras, que por ello entra con ellas en la
se diferencia de la de los ámbitos ideales. Pues tam­ comunidad del trabajo, del transporte, de la vida de
bién en estos últimos se expresan necesidades, el bie­ os bienes, en una contraposición en la cual las per­
nestar y el goce. sonalidades se afianzan, pero su esfera de voluntad,
Ambas no se distinguen a través de una determinada jas cosas, son utilizadas para equilibrar el recíproco de­
línea fronteriza entre sus respectivos ámbitos, y a me­ terminar y el ser determinado. Pero el objetivo de esta
nudo tampoco en la forma de su aparición. Comunidad es el bienestar, es decir, el sentimiento siem­
Van aumentando en el desarrollo progresivo de las pre renovado y producido de la personalidad cierta y
en un primer momento necesidades sólo corporales, satisfecha en su esfera de voluntad.
hasta los más finos estímulos espirituales y se hunden Como se ve, los momentos que aquí interesan son
también las espirituales hasta en los últimos extremos •el trabajo —pues él crea aquellas esferas de la vo­
de seres totalmente terrenos; relación que uno tiene luntad, sea que las adquiera, las produzca, las conserve,
que observar y valorar a fin de no equivocarse en las ■sea que sean corporales o espirituales o ambas cosas—
apariciones en bienes vitales, por una parte, y por *y la reciprocidad del equilibrio, que luego transcurre
otra, en la vida del espíritu y religiosa y poder inter­ ! en formas infinitamente variadas.
pretar unos y otros en sus últimas manifestaciones. Cada esfera ética puede ser concebida desde el
La única distinción segura es la que proporciona aspecto de la actividad subjetiva, es decir, aquí, tra­
su punto de partida. Éste es naturalmente de un tipo bajo y equilibrio, o como un organismo objetivo de
totalmente opuesto. Pues en una serie, el rasgo del la idea que allí se forma. El organismo objetivo de la
goce es y sigue siendo la nota determinante, es decir, idea del bienestar es la sociedad burguesa. Se entiende
la de sentirse bien, la del eudemonismo. En la otra, la que tiene más de un aspecto con el qu&está conectado
idea básica sigue siendo la espiritualización y el idea­ con el Estado. Pero no es a través del Estado, no se
lismo, que desea penetrar en todo, aun lo más bajo, limita a él, sus comunidades van mucho más allá de él
conociéndolo, animándolo, formándolo. y cuanto más desarrollada está la vida de los bienes,
De esta oposición se ve claramente por qué pode­ tanto más; como dice la conocida expresión, el comer­
mos resumir uno de estos dos lados en la idea del cio es cosmoplita, el dinero no tiene patria, etc. Esto
bienestar. Desde luego el punto de partida es, por lo bastaría para indicar los puntos de vista dentro de
pronto, la necesidad del individuo, el poderoso ins­ los cuales nuestra ciencia tiene que moverse en este
tinto del egoísmo, el impulso a poseer y gozar. El mo­ ámbito. Y aquí tiene que solucionar tareas que sólo
mento ético es aquí, por una parte, el que la perso­ la tenaz ofuscación con la que el Estado maneja la his­
nalidad, para poder satisfacerlos, tiene que crear y toria, ha podido no tener en cuenta y descuidar. Al me­
poseer una esfera de su voluntad en la que pueda nos sumariamente tengo que caracterizarlas.
conectar de inmediato, que pueda tratar como una 1. Por lo pronto el trabajo. Uno de sus lados es
cosa. Pues sin esta esfera de su voluntad dejaría ella la utilización de fuerzas humanas; el otro, en qué son
de determinar y sólo sería entonces determinada, es utilizadas.
decir, se convertiría ella misma en una cosa. Y así, El trabajo es algo tan especialmente humano como
en virtud de la limitación de la personalidad indivi­ el pensamiento y la fe. El animal por cierto que tam­
dual, esta esfera de la voluntad es una esfera limitada, bién se esfuerza para satisfacer las necesidades de
unilateral, que no corresponde a la ilimitada fuerza de sus instintos. Pero el esfuerzo termina con la satisfac-
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ción, no tiene ninguna finalidad que estuviera por Crecen en la medida en que son libres y habrán de
eneima de la satisfacción, ningún progresar hacia esta servtanto más libres cuanto más se divida el trabajo,
finalidad, ninguna historia. Para el hombre el trabajo es decir, cuanto más estrecha sea la comunidad de las
se transforma tanto más en un goce cuanto más de­ necesidades. Sólo a través de esta vía surge el denso
sarrolla su libertad, su autodeterminación ética, el goce encadenamiento de la sociedad en el cual cada uno
de ser amo del arbitrio de sus movimientos, tanto 'es nécesario para el otro, cada uno determina al otro
espirituales como físicos, y determinarlos de acuerdo y es determinado por él. Surge aquel tranquilo nivel
con los fines. Se puede decir que la historia del tra­ jde la producción y del consumo, de la oferta y la
bajo es la historia de la libertad y su progreso. Abar­ demanda, que sólo permite que se produzcan pequeñas
ca todos los estadios entre la infinita división del oscilaciones de valor en donde era inevitable de otra
trabajo en la civilización y la casi animal autosatisfac- manera la penuria del hambre o el súbito empobreci­
ción de la inercia y embotamiento, tal como puede verse miento. Y cuanto más libre sea el trabajo y la divi-
aún en los pueblos más primitivos. Muestra el progreso , sión del trabajo, tanto más seguramente está garanti­
infinito desde el privilegio estúpido del no trabajar zado el bienestar externo de la especie.
en el Mundo Antiguo al reconocimiento ético del tra­ Como se ha dicho, el otro costado era en qué ha­
bajo en el Cristianismo. Y también allí ha sido nece­ brán de ser utilizadas las fuerzas. La infinita serie
saria una profunda reforma a fin de que se honre al }de necesidades, desde las materiales más inferiores
trabajo, de que se logre su emancipación. El trabajo hasta las más altas y espirituales, tienen que ser sa­
libre es el brillante resultado del gran movimiento de tisfechas por el trabajo. Y en la satisfacción misma
la Ilustración en el siglo xvm. crece el número y aumenta la calidad de las necesi­
En la historia del trabajo reside la esencia de los dades y aumenta al mismo tiempo la intensidad y el
estamentos. Pues ellos surgen de acuerdo con la oposi­ valor ético del trabajo. Aquella vieja maldición: «ga­
ción entre el trabajo y el no trabajo, de acuerdo con narás el pan con el sudor de tu frente» se ha trans­
las distinciones del trabajo espiritual y físico, del pú­ formado en bendición para la humanidad. Todo niño
blico y del privado, según su afinidad. La esencia es­ sabe ahora que la altura del trabajo es tan sólo otra
tamental está tan poco determinada por el Estado, que expresión de la altura de la cultura.
más bien precisamente en esta forma, la sociedad jue­ Aquí no habrá de tratarse del trabajo intelectual:
ga una determinada parte en la formación y transfor­ aquí tenemos en mira la cantidad de trabajos que se
mación del Estado. Así como en la Antigüedad se con­ dirigen a la naturaleza, en parte para extraer de ella
sideraba que los bárbaros habían nacido para ser es­ el material para la satisfacción de las necesidades hu­
clavos, así también el afán estamental insiste en fijar manas, en parte para elaborar la materia que nos
en forma de castas las diferencias del trabajo, en con­ ofrece de acuerdo con sus fines. Se trata de las dos
siderarlas como destino natural. Se sabe cuán amplia­ grandes ramas de la producción y de la fabricación:
mente tal era el caso en el antiguo Egipto, en la India la creación y obtención de las materias primas y su
y la pretensión de la sangre noble en nuestros días, elaboración.
en principio, no es nada mejor y más profundo que No entro a considerar los aspectos de la economía
aquellas antiguas estupideces, tanto más en el espíritu nacional, de la agricultura, de la ganadería, de la sil­
del Cristianismo. vicultura, etc., sus condiciones técnicas, la forma de
Otro punto de vista con respecto a las fuerzas de su explotación a través de trabajo libre o no libre,
trabajo es el hasta qué punto son libres o están sujetas. etc. Todas estas cosas hasta ahora han sido conside-
302 303
I
II
radas casi únicamente desde el punto de vista del a vapor que ahora trabajan en los países civilizados
patrimonio nacional o del perfeccionamiento técnico. del mundo son una pauta para medir el gran movimien­
No ha de estar ya lejano el tiempo en que uno hqbrá t o histórico en estos ámbitos, la potenciación del do­
de verse impulsado a considerar estas cosas desdé el minio humano de la naturaleza.
punto de vista histórico a fin de poder dominar de esta No son sólo triunfos de la ciencia natural; son al
manera todo su contenido. Se comprenderá entonces | mismo tiempo una gran cantidad de otros factores
lo que significó el hecho de que Italia, desde las Gue­ concomitantes, el orden estatal, la unión de fuerzas
rras Púnicas, pasara de la agricultura a la ganadería, | para el fin adecuado, la consideración esclarecida del
de la granja campesina al latifundio. Entonces se com­ mundo, los que han derribado las rocas de la estupi­
prenderá el desarrollo de Francia en la época de la dez y la inercia, del prejuicio y de la costumbre. Y
Revolución, la destrucción de lo agrario, de la comu­ cuanto mayor es la fuerza de las causas que así inter­
nidad de aldeas en Rusia, desde Pedro el Grande. vienen, tanto mayores los efectos que de inmediato se
Paso ahora a la fabricación. Ella crea, a partir de transforman a su vez en causas, al igual que el que
las materias primas, o bien medios para la alimenta-, actúa éticamente en alguna dirección ál mismo tiem­
ción y conservación o herramientas para complemen­ po actúa en todas direcciones liberante y potenciada-
tar y aumentar la fuerza humana, continuación y am­ mente. En este sentido el System der Volkswirtschaft
pliación de los órganos humanos. Cuanto más avanza (1857) de Roscher es sumamente instructivo y rico
la cultura, tanto más reducida es la parte de la fabri­ en material histórico.
cación que es utilizada para la preparación de mate­ 2. La equiparación. Lo que produce y fabrica el
rias primas a fin de conservar físicamente al hombre. trabajo, los bienes económicos, son movibles e inter­
En todas las épocas se ha sabido perfectamente que cambiables a través de la reciprocidad de las nece­
los órganos humanos tienen que ser complementados sidades; de esta manera, obtienen un nuevo valor: el
y ampliados a través de herramientas con las cuales valor de cambio.
en parte se puede multiplicar su fuerza, en parte refi­ A partir de este momento, el comercio se desarro­
nar su utilización. El golpe de la maza es tanto más lla en su imprevisible pluralidad, se desarrolla el con­
fuerte en la medida en que el diámetro de su osci­ cepto de dinero como el concepto más accesible de
lación sea mayor que la distancia entre el puño y los valor de cambio que, precisamente por ello, puede
hombres; y el filo del cuchillo otorga a la mano una intervenir como elemento general de equilibrio y me­
posibilidad de corte que penetra más profundamente dida de precio. De esta manera, el comercio aumenta
que un clavo. En la medida en que el trabajo estuvo más allá del intercambio directo; como valor de cam­
ligado a la fuerza y a los órganos del hombre, su ren­ bio aparece también el crédito, la certeza de la futura
dimiento fue muy limitado. Con cada herramienta, con contraprestación; sigue toda una serie de nuevas com­
cada máquina, se ahorran fuerzas humanas que pue­ binaciones y formaciones que se basan en el crédito:
den ser destinadas para fines mejores, y el espíritu hu­ bancos, papeles oficiales, sociedades anónimas, etc.
mano, avanzando en inmensas progresiones, ha apren­ Otro aspecto de estas formaciones son las comuni­
dido a construirse, en lugar del trabajo esclavo de los dades económicas. Ya la familia lo es y lo es de una
viejos tiempos, gigantes de madera y metal para tra­ manera natural. El desarrollo ulterior conduce a co­
bajar con ellos y que pueden ser puestos en movimiento munidades rurales y urbanas; luego a coincidencias
por el viento, la fuerza hidráulica o el fuego. Los mi­ de los mismos intereses y a gremios, ligas de ciudades,
les de millones de caballos de fuerza de las máquinas sociedades anónimas, etc. Ya en la serie de estas rela­
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ciones se ve que cuanto más avanza, tanto más pura­ münismo, tal como lo desarrollara primeramente el in­
mente se pone de manifiesto el carácter económico. glés Owen y en Francia condujera a la formación de
Por más atractivo que pueda ser, no habré de en­ un gran partido político.
trar a analizar en detalles estos amplios círculos de la Tiene enorme importancia el que finalmente la Es­
economía política y de la vida de los bienes, y desa­ cuela alemana se haya opuesto a este disparate, por lo
rrollar la sistemática que resulta de nuestro punto pronto G. Hansen, quien partiera de la consideración
de vista. Pero deseo agregar un par de observaciones humana, no de la industria sino de la agricultura, y
que son relevantes para el tratamiento de estas cosas. luego, después de él, Roscher y Knies. Había que con­
Por lo pronto, es evidente que todas aquellas for­ vencerse de que en estos ámbitos se trata de fenómenos
maciones en la vida de los bienes tienen su historia completamente éticos, es decir, históricos; que es pu­
y que están perfectamente condicionadas por su curso ramente ilusorio el que la estadística se presente aquí
histórico y sus resultados. En este ámbito, los capi­ con números y relaciones de magnitudes; que las lla­
tales en sus resultados son pasados presentes, no sólo madas leyes aquí son sólo analogías observadas y for­
capitales en diñero sino también en herramientas, ma­ muladas y no consecuencias que siguen de conceptos
teriales, experiencias, vinculaciones, etc. Pero creo que matemáticos. Es evidente que aquí, en donde uno tie­
para estas cosas hay aún que utilizar el predicado his­ ne que vérselas continuamente con materialidades, es
tórico en una extensión más amplia. Como se sabe, decir, que tienen que ser tratadas de acuerdo con pun­
existe una muy fuerte tendencia a trasladar estas co­ tos de vista mecánicos, químicos y físicos, precisa­
sas al ámbito de cálculo de los métodos físico-matemá­ mente estas disciplinas juegan el papel más impor­
ticos y celebrar en ello una seguridad muy especial de tante y es precisamente su coparticipación la que ha
los resultados. Aún hoy los belgas, los ingleses y los proporcionado tan grandes resultados én la fabrica­
franceses se encuentran plenamente en esta dirección: ción y en el movimiento de los bienes. Pero, esto perte­
mantienen una verdadera rivalidad en encontrar leyes nece a lo que hemos llamado el lado técnico de estas
estadísticas, en presentar fórmulas matemáticas para actividades. Igualmente se entiende que, como todos
todas las combinaciones posibles; esperan de esta ma­ los fenómenos económicos se mueven en bienes, valo­
nera llegar a que finalmente el momento de la libertad res, condiciones reales, etc., se los puede designar y
ética se presente como algo que desaparece y que sólo calcular como magnitudes. Pero lo determinante aquí,
quede el cálculo. La próxima consecuencia de esta for­ por más oculto que ello pueda estar, son los factores
ma de consideración es el que se aísle las relaciones intelectuales y morales, que son los que mueven y
económicas de todas las otras referencias éticas, de califican estas materias, y los números y las fórmulas
que se simule tener ante sí sólo bienes y valores, mien­ pueden sólo servir para simplificar y presentar más
tras que estos valores mismos sólo tienen valor a tra­ claramente las combinaciones. Desde luego, aquí se<
vés de su vinculación con la personalidad, los bienes sigue calculando más y más, pero siempre con cifras
son sólo bienes para el hombre. El otro efecto de designadas, con datos individuales. Me remito aquí a
considerar así lo económico es que actúa de una ma­ Knies, Die politische Oeconomie vom Stanápunkt der
nera desetitizante en la medida en que es introducido geschichtlichen Methode, 1853.
prácticamente—desetitizante porque niega la natura­ Un segundo punto de vista al que quisiera refe­
leza ética del hombre y ella es sólo tratada como medio rirme aquí está vinculado con un error no menos difun­
económico. Es perfectamente coherente que en el con­ dido. Se está habituado a anexar todas estas cuestio­
texto de estas disciplinas se haya llegado hasta el co- nes económicas de la política y a considerarlas como
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dependientes del Estado y del ámbito estatal; se habla anente tendencia de mantenerse a nivel, así también
de economía política y de economía nacional como si os cheques y papeles de valor, como forma más supe­
la determinación limitante Estado, pueblo, no hubiera rior de expresión de valores que como un fluido aéreo
sido llevada a las relaciones económicas, de manera pdea la esfera terrestre, infinitamente movible, infini­
puramente externa y casual. Es correcto que un pue­ amente fluido atravesando todo y condicionándolo, en
blo o nación tiene la tendencia a unirse política y eco­ ;u total vida atmosférica.
nómicamente, pero sólo se trata aquí de una tendencia; Éstas son las formas en las cuales la vida de los
pues sería tanto más pobre cuanto más se acercara al Sienes se extiende mucho más allá del ámbito del Es­
bastarse-a-sí-mismo, a la aÚTápxeia. El movimiento de pado y del pueblo particular y con las cuales cristianos y
bienes es tanto más imperfecto cuanto más atado esté: paganos, pueblos salvajes y civilizados, son acercados
tiene la irresistible tendencia a devenir cosmopolita. ¡continuamente y remitidos los unos a los otros.
Para la fabricación y el movimiento de bienes rigen Concebido desde tan grandes puntos de vista, natu­
otros límites completamente distintos a los naciona­ ralmente, el sistema de la vida económica aparece de
les y políticos. Una de las tareas más interesantes, na­ luna manera totalmente distinta a cuando se conside-
turalmente aún no realizada, es la de clasificar las an las cantidades de la producción de bienes. Se mues-
partes del mundo y sus mares tomando en cuenta sus Jtra todo como lo que es, como uno de los grandes fac­
regiones económicas, cómo empresas audaces y acti­ tores en el todo del plan ético del mundo. Es una gran­
vas logran superar las fronteras y límites naturales, de y sublime conciencia para cada cual, el que lo que
cómo la indolencia y la falta de habilidad pierden el [él también crea y goza, posee o ahorra, tiene su lugar,
territorio comercial natural, etc. Hasta fines del siglo por más modesto que sea, en la gran economía del
xvi, Colonia poseía un poderoso territorio comercial, [mundo y lo que él en un primer momento hace siguien-
luego fue disminuyendo hasta quedar convertida casi Ido la necesidad física y egoísta, al mismo tiempo sig­
sólo a una plaza de mercado para la zona circundante; nifica y debe significar infinitamente más que lo que
desde 1815 ha vuelto a las antiguas vías y se ha trans­ parecía prometer, que lo que dio motivo para ello;
formado en un emporio del tráfico entre Renania y que de manera similar a lo que sucede en el matrimo­
Oberland y casi ha eliminado a Hamburgo del comer­ nio, el momento meramente creatural y sensible, se
cio con Suiza y la Alemania Occidental, etc. jennoblece y espiritualiza a través del contexto de las
El punto de vista correspondiente es el seguir a los [esferas éticamente florecientes. La queja sobre el ma­
bienes en su movimiento, el analizar las corrientes de terialismo afecta no sólo ,1a vida de los bienes y su
este movimiento y observar su peculiar influencia exi- ^creciente multiplicación, sino que en su importancia
tante y vivificante que, así como del frotamiento surge ¡ética es reconocido por aquellos que lo viven. El esta-
electricidad, así también permanentemente estimula y jmento del comerciante, del fabricante, del agricultor,
aumenta la civilización. Obsérvese una vez más el paso |no es trivial a causa de su actividad sino que lo es
del siglo xv al xvi: cómo la hasta entonces báltica- .debido a la convicción de aquellos que no aprecian la
mediterránea corriente del comercio se volvió oceánica; nobleza de su tarea, humillan su profesión, al mal-
obsérvese la corriente totalmente nueva que, desde interpretarla.
mediados del siglo xvm, cuando el algodón comen­ Y, finalmente, lo siguiente. Para todo este círculo
zó a desplazar a la lana y al lienzo, se produjo entre la de relaciones hemos exigido el método histórico, na­
India y Europa. Y si los productos y fabricados, al turalmente con inclusión de la exposición. No hu­
igual que el agua fluyen de uno a otro lado con la per- biéramos podido hablar así si compartiéramos la opi­
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nión tradicional de que la única forma de la exposición 1 Estado, el derecho, la economía, etc., son sólo fun-
histórica es la narrativa. Naturalmente, ésta encuentra iones del mundo ético que, llevado de una manera
raras veces aplicación; cuanto más frecuente es la in­ dativamente cerrada en la naturaleza ética del hom-
vestigación, tanto más lo es la discusión. Así, uno po- re, es un gran organismo macrocósmico.
dría inferir, todo este círculo de disciplinas pertenece f El momento ético en las comunidades, que cons­
única y exclusivamente a la historia. Tal es y no es tituye la idea dd derecho, es el que la infinita fuerza
el caso. Hemos dicho ya a menudo que la considera­ expansiva de la personalidad, cuya expresión es su es­
ción histórica se diferencia de la consideración téc­ tera de voluntad, siente y reconoce a su lado sus limi­
nica y de la práctico-social. Tampoco el artesano ne­ taciones en las mismas personalidades y esferas de
cesita pensar en todo momento en qué contextos mecá­ voluntad y en este reconocimiento se asegura al mismo
nico-matemáticos y físicos se basa su forma de trabajar tiempo a sí misma. En las comunidades naturales, era
y algunas buenas mejoras las logra a través de la vía la unidad sustancial del amor, del parentesco, de lo
del probar. Pero primero aquellas disciplinas enseñan popular, en la que los individuos se sentían unidos. En
el contexto de los medios técnicos y las fuerzas. Así la vida de los bienes, se sienten vinculados a través
también la consideración histórica. La ocupación prác­ 1de la reciprocidad de la reserva y del interés personal;
tica suele prescindir de ella sin saber desde luego, de ■en la vida del derecho, a través de la comunidad de los
qué prescinde. La formación del técnico, hasta el cono­ , firmes límites. Y en esta limitación quedan libres de­
cimiento del contexto matemático y físico, apunta a bido a que no toleran estos límites como impuestos
hacerlo tanto más inteligente en sus asuntos prác­ ' externamente sino que los llevan o toman en sí mismos
ticos. El que en ellos uno habrá de ser tanto mejor como su propia determinación de voluntad. Quign no
cuanto más uno conozca el contexto ético, es decir, his­ quisiera reconocer y honrar estas limitaciones se co­
tórico, es algo que pocos sospechan. locaría fuera de la comunidad jurídica y cesaría de
estar garantizado en su esfera de voluntad v en su mis­
c) La esfera del derecho ma personalidad; el derecho perturbado llamaría al
§ 70 (75) poder Dara obligarlo a adecuarse a la comunidad jurí­
dica. El derecho no es en virtud del contrato; pero la ex-
Aquí vale el prejuicio de que el derecho, al igual i presión del derecho en el caso singular, toda relación
que en las esferas afines de la vida de los bienes, etc., jurídica es un contrato (inwlicite) y viceversa: toda
es a través del Estado, que una situación jurídica re­ relación que se ha vuelto efectiva entre personas en
sulta sólo a partir del Estado ya devenido o —lo que la vida de los bienes, en la vida del Estado, etc., es
es lo mismo— que el Estado es el fruto más altamente preparada mediante él ingreso en el derecho ■'‘formal,
desarrollado de la idea del derecho, de la filosofía del es reconocida como real. Y esto tanto que hasta el
derecho, de manera tal que el Estado resume en sí mismo Estado en su relación con aquellos a los que
mismo como elementos todas las formas de la con­ abarca toma la forma del derecho (derecho estatal),
formación del derecho. Ésta es una concepción que es decir, renuncia a veces a ser sólo poder y acenta los
prácticamente conduce a enormes anomalías y que límites del derecho a fin de, a través del derecho, ser
teóricamente se equivoca al querer fijar como princi­ un poder tanto más seguro. Lo mismo en el matrimo­
pio exclusivo un factor interveniente, al igual que si nio, en la familia, la forma jurídica en él Estado, no
la fisiología quisiera, por ejemplo, reducir todos los abarca o reemplaza la profundidad de los elementos
fenómenos fisiológicos a la circulación de la sangre. éticos.
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En el derecho se trata de dos momentos de la per­ al igual que también lo son la familia, la comunidad,
sonalidad y de su esfera de voluntad sobre los cuales qtc., y hasta la persona individual.
interviene libremente, sea que en estas esferas de vo­ Se ve así qué puede significar cuando se habla del
luntad se trate de la propiedad, la riqueza, el país y derecho eterno, del derecho natural. Se trata aquí de
su gente, etc. o sólo de la fuerza de trabajo del propio ¡expresiones que carecen totalmente de pensamiento.
cuerpo. Parece claro sin más que la personalidad sólo Pues reside en la naturaleza del hombre el que tenga
puede disponer acerca de sus esferas de voluntad pero derechos o, más exactamente, el que tenga su lugar
no sobre aquello con lo cual cesaría su capacidad de en la esfera ética del derecho; pero cuál sea este lugar
disposición, es decir, sobre su personalidad. Pero en es algo que no resulta abstractamente de la naturaleza
todo tiempo ha habido esclavitud; el mismo Aristóte­ |del hombre sino de una serie de elementos especiales
les cree poder justificarla partiendo del concepto no •que precisamente tiene este hombre. Y los derechos
del derecho del más fuerte sino del derecho del mejor: eternos carecen de sentido ya que todo derecho, al igual
los bárbaros le parecen haber nacido para ser escla* que toda esfera ética, se encuentra en permanente mo­
vimiento, tiene una naturaleza totalmente histórica.
vos. Igualmente, la comunidad matrimonial al comien­ Pero sí hay que decir que la vida histórica de este
zo fue considerada como sometimiento de la mujer; pueblo, de esta época, crean también una convicción
sólo lentamente se fue imponiendo la idea del contrato, común de aquello que es derecho que luego es preci-
de la consagración sacramental. Se ve cómo el concep­ í sámente la de este pueblo y este tiempo; de la suma
to de la libertad, de la personalidad y con ello la base de las conformaciones éticas resulta una norma con
de todo derecho, es un resultado cada vez más eleva­ respecto a los límites y al orden que tiene que existir.
do de la cultura, de la historia. La expresión de ello la busca el derecho positivo, dicta
Constituye una ampliación del concepto fundamen­ ,1a Ley, sanciona el poder, a la vez que al mismo tiempo
tal cuando también las asociaciones de personas son establece su protección. Pero la sustancia de la vida
concebidas como sujeto jurídico, es decir, como per­ jurídica y de las situaciones jurídicas no lo es por el
sona jurídica. No es una ficción que sólo fuera hecha Estado, así como tampoco lo es la vida de los bienes,
para traspasar un concepto de derecho a relaciones de sino que lo es a través de la historia y su progreso.
este tipo, sino que en la naturaleza más propia de las Pero esto ya basta para una orientación general.
comunidades humanas reside el que en su idea o en ,Se ve que en todas partes es aquí normativa la con­
su concepto de finalidad tengan una analogía con aque­ sideración histórica. Cuando Montesquieu en su Esprit
llo que constituye la personalidad. Pues quienes se des lois investiga no sólo la esencia de las leyes sino
encuentran en la comunidad, en la medida en que el contexto de las leyes, las situaciones jurídicas con
se encuentran en ella, son sólo partes o miembros de todas las otras relaciones éticas de un pueblo o de la
este todo que está organizado para este fin o a partir vida estatal, la importancia de su trabajo reside en
de esta idea. Están asociados por el hecho de que el hecho de que por primera vez la historia fue tratada
ad hoc han dado su voluntad, o bien expresamente bajo no simplemente como la colección erudita de noticias
la forma de un contrato o tácitamente, así como por sino como la maestra a la que había que aprender a
ejemplo, el hijo nace en la esfera jurídica de los padres. escuchar y comprender. De esta manera, se abrió la
También el Estado es en este sentido un sujeto jurídi­ vía de la gran consideración histórica de las esferas
co con todas las consecuencias que de aquí se infieren; jurídicas. Cuando Gans en su derecho sucesorio a tra­
pero naturalmente es además algo totalmente distinto, vés del desarrollo de la historia universal, hizo el in­

312 313
tentó de estudiar una esfera especial de la vida del de­ jurisprudencia (Savigny). Fue más bien el estudio de
recho en todas sus formaciones históricas, partió de Ja germanística lo que proporcionó aquel profundo
la idea históricamente correcta de que la idea del de­ conocimiento histórico y, con esto, terminó por abrir
recho tiene un gran desarrollo coherente en el cual para el derecho romano una comprensión algo más que
cada paso abre un conocimiento; cometió tan sólo el dogmática.
peculiar error de considerar que la tarea así presen­
tada era jusfilosófica mientras que sólo era histórico-
jurídica, histórica en el sentido más pleno. Cuando d) La esfera del poder
Ihering, en su famoso escrito sobre el espíritu del de­ § 71 (76)
recho romano, intenta entender la vida del derecho
peculiarmente desarrollada a partir del genio indivi­ Conocida es la expresión de Aristóteles en el sen­
dual de un pueblo, tiene que presentar el pensamiento tido de que el hombre es un t^Mv.itoXmxóv, un animal
históricamente correcto en todo el sistema del desa­ político. Con esto designaba el elemento que se en­
rrollo romano del derecho, la periferia cuyo punto cen­ cuentra incito en la naturaleza humana, en el sentido
tral es precisamente este espíritu del pueblo. Se opone de vivir en la comunidad estatal. Esto es tan necesa-
de esta manera al tipo usual de los estudios romanís- ' rio para el hombre como el hablar y el pensar.
ticos según el cual el derecho romano tiene que ser Ya hemos analizado que, desde el comienzo, esta
aceptado y utilizado como algo ejemplar y terminado, ; necesidad inmanente de la vida política distó mucho
simplemente como dogma. Señala más bien a partir de haber logrado su expresión adecuada o, dicho máá1’
de qué fundamentos en el derecho romano se obtuvo correctamente: que la forma relativamente adecuada
por lo pronto el conocimiento profundo de ciertas de­ Sera la más inferior, de la misma manera que el lenguaje
terminaciones fundamentales en el derecho y se lo : subdesarrollado basta relativamente. Pues también el
obtuvo para siempre, así como en Grecia se obtuvo por Estado sólo a través de desarrollos progresivos ha
primera vez y para siempre los conocimientos decisivos llegado a organizaciones superiores, al desenvolvi-
acerca del arte. \ miento independiente de los momentos que en él se
No he de entrar a analizar los ámbitos individuales encuentran, a su concepto, a un concepto en el que
de la esfera del derecho. Aquí es todavía más claro ahora creemos haberlo reconocido.
que en el ámbito de la vida de los bienes el que, al igual Con merecida fama se alaba la República de Pla­
que las situaciones y formas jurídicas, todo negocio tón, la Política de Aristóteles. Pero en ambas obras, el
jurídico, toda polémica jurídica, es de naturaleza histó­ concepto de Estado no llega más allá de la TcóXig-, de
rica y, con ello, objeto de la investigación histórica. la comunidad urbana. En ellas lo estatal y lo cbmunal •
Y quizás el aporte más importante de la ciencia del están todavía totalmente entremezclados y a partir
derecho de los últimos cincuenta años es el haber visto de su concepción es prácticamente imposible formarse
que la formación del derecho es algo cotidiano y pro­ la idea de un Estado helénico, de un Estado nacional
gresivo; tiene precisamente una naturaleza histórica. en el cual se reunía el poder de este pueblo defensiva
Ésta es una concepción que no ha sido presentada por y ofensivamente. Para ello conocen sólo la fórmula
la llamada Escuela histórica. Pues esta escuela era es­ de la ffcpypa, el acuerdo de muchas soberanías comuna­
trictamente romanística y hasta dogmática; negaba que les y locales. ¡Cuán diferentemente tuvo que confor­
hubiera otro derecho formado como no fuera el ro­ marse la concepción del Estado cuando se avanzó de
mano y negaba a nuestro tiempo la vocación por la la al reino y luego hacia el imperio!
314 315
No he de seguir aquí la secuencia de las distintas En la medida en que el concepto de poder sea menos
formaciones por las que fue avanzando la idea dél bajo, basto, inmoral, encuentra su alimento y su con­
Estado. Una tal historia de la idea del Estado sería dición en todas las funciones verdaderamente éticas.
una investigación gratificante y debería constituir la Pues, en última instancia, cada cual está protegido
introducción de toda política, es decir, de aquella cien­ sólo por el poder y cada cual según su tipo contiene
cia en la que se trata de las formas, órganos y funcio­ elementos del poder, que se unen en la mano del Es­
nes del Estado. Pues la política es aquella disciplina tado saludable y no peligrosamente.
que tiene que investigar desde su aspecto técnica las Concebida y desarrollada desde este punto de vista,
cuestiones que hay que considerar en este parágrafo. la idea del Estado habrá de poseer la energía que debe
Aquí tan sólo deseo insinuar los rasgos fundamen­ tener para poder cumplir su tarea y, al mismo tiempo,
tales que resultan de la consideración histórica y que, encontrar los límites que ha de tener con respecto a
naturalmente, divergen considerablemente de la es­ las otras esferas éticas y a través de los cuales sólo
peculación corriente. pueden salvarse sus relativos derecho y libertad.
Esencial al Estado es la idea del poder. El Estado Esta tarea, que está dada ya en el concepto de Es­
es el poder público defensivo y ofensivo. Cualquiera tado, es doble y apunta tanto hacia el interior como
que sea la comunidad en la que vivan los hombres, hacia el exterior. El desarrollo de la idea del Estado
para que puedan vivir seguros, necesitan un acuerdo consiste precisamente en que en ella se reúnen todas
acerca del poder. Se puede hasta decir que esta pro­
tección es el prius para todas las otras comunidades. las funciones del poder y en ella se organizan. Pues
De su existencia penden todas las otras existencias. Por si estas funciones no se encontraran en manos del Es­
ello le están obligadas. Dispone de ellas en la medida tado y bajo su control, se convertirían en otros tantos
en que éstas lo necesitan para su conservación. Pues medios de la usurpación y constituirían un peligro
el interés común supremo de todos es que el Estado para el todo.
se mantenga y se mantenga fuerte para la función Por cierto, no desde el comienzo, no en todos los
ofensiva-defensiva. Y es tanto más fuerte cuanto más tiempos, la idea del Estado ha existido con esta ener­
firme sea este sentimiento de su necesidad entre aque­ gía, con esta organización, y cada una de las esferas
llos a los que abarca. El Estado, cualquiera que sea éticas, aspiran a hacer valer los elementos de poder
su forma, cualesquiera que sean las manos en las que que en ellas residen. Ahí está el poder de la Iglesia,
está, domina porque tiene poder. Es señor para tener que ha arrebatado una parte del poder público, que
el poder. Ésta es la suma de toda política. pretende dominar totalmente los espíritus; ahí están el
¿Se proclama con esto el domino la pura violencia? arte y la ciencia, el poder de las ideas, la iniciativa de
Desde luego; en los estadios más bajos de su desarro­ la vida espiritual; la vida de los bienes crea las gran­
llo, el Estado tiene poco o nada fuera del atributo de des diferencias de la sociedad, la diferencia estamental.
la violencia y de la arbitrariedad. Pero su progreso Dicho brevemente, la vida interna del Estado es mo­
consiste en que aprende a hacer la esencia del poder vida permanente y continuamente por todos aquellos
más profunda, más verdadera, más moral, en que fi­ poderes éticos a los que nos hemos ya referido y que
nalmente reconoce el verdadero poder en la libre vo­ pueden someter con mano violenta transitoriamente
luntad de los hombres, en su libertad, en su entrega y al Estado, aunque no de manera permanente. Por cier­
entusiasmo, en el desarrollo supremo de todo lo bue­ to el poder puede influir hasta un determinado gra­
no, lo noble y lo espiritual y aprende a organizado. do en todas las otras esferas éticas, pero sólo hasta
316 317
un determinado grado; más allá de él no podría avan­ libertad es tanto peor cuanto mayor sea la organiza­
zar impunemente. ción del poder. No fueron las organizaciones de Carlo-
Pero es fácil comprender de qué se trata aquí. Es magno las que pusieron fin a la libertad comunal ale­
una concepción totalmente errónea sostener que el mana sino el hecho de que la idea del Estado se para­
Estado da ad libitum esta ley sobre aplicación del de­ lizara y que los empleados al servicio de la Iglesia, el
recho o aquella otra disposición impositiva, etc. Re­ ejército y el Estado, al paralizarse el control estatal,
side en la esencia del poder el que pueda disponer abusaron de sus cargos y posiciones en beneficio pri­
autocráticamente. Pero el Estado tiene que ser muy vado. En contra de tales degeneraciones, como las que
primitivo, es decir, muy débil, para poder disponer de muestran el sistema estamental alemán del siglo xvn,
esta manera. Cuanto más libre y vitalmente está desa­ la nobleza inglesa del siglo xv, la jerarquía, la autono­
rrollada la idea del Estado, tanto más claramente se mía urbana de la Edad Media, no hay otra salvación
ve que el Estado es el que establece el equilibrio ge­ como no sea la de que la idea del Estado saque fuer­
neral entre aquellos círculos éticos y permanentemente zas de su flaqueza, se forme nuevamente y se impon­
parlamenta entre ellos y se ve confrontado con ellos ga. Cuando esto no se logra, como en la nación polaca,
y entre ellos. Para esto sólo es adecuada y capaz la en la nación alemana, se pierde lo único que no de­
idea del poder. Pues sólo ella tiene en todas las res­ bería perderse, es decir, la existencia nacional. La
tantes esferas el mismo interés formal en un contexto fórmula puede expresarse también así: el Estado, en
firme, permanente y asegurado y sólo ella es por su tanto poder público es el seguro de todas las esferas
propia esencia indiferente frente a lo material de cada éticas dentro del Estado y todas ellas sacrifican tanto
círculo especial, en la medida en que aquí no se ponga de su autonomía y autodeterminación como es nece­
en tela de juicio el poder. Sólo el Estado puede ser sario para que el poder esté ahí para asegurarlas y
tolerante en cuestiones de religión, puede ser justo representarlas. E igualmente el poder se encuentra en
en los tribunales, puede permanecer calmo en la com­ su posición suprema cuanto mayor sea la salud, liber­
petencia de la vida de los bienes, etc. tad y movimiento de todas las esferas éticas.
Creo que con esta concepción se ha encontrado El otro lado del poder, el de la protección hacia
aquí la fórmula, el verdadero nervio vital, de la vida afuera, es el más simple, el más tempranamente desa­
constitucional. Lo esencial no es que los estamentos rrollado; podría decirse que, por lo general, es el pri­
convocados tengan el derecho de hacer oír su voz. Por mario. Es la soberanía, la independencia y la autode­
el contrario éste es, sea de tipo estamental o repre­ terminación del Estado, es decir, su libre personalidad
sentativo, extraordinariamente menos significativo de al lado de otros Estados y pueblos, la que debe ser
lo que se cree. La esencia de la Constitución reside más asegurada. Por más grande que pueda ser la diferencia
bien en la medida en que el Estado adquiere concien­ cuantitativa del poder, cualitativamente, en virtud de
cia de que aumenta su poder cuando no procede auto­ su propia esencia, cada Estado es poder y soberano en
cráticamente sino de acuerdo con los grandes intereses el mismo sentido ilimitado que cualquier otro.
reales, sea que estos grandes intereses se hagan valer Es obvio que esta relación de igualdad de los Es­
por la vía de la discusión pública o de la representa­ tados puede ser de inmediato afectada por las necesi­
ción o de una administración protectora. dades de la vecindad, de la comunicación, etc.; que
También menciono la administración. Una de las surge la necesidad de, a través de los tratados, crear
más infortunadas concepciones, que por cierto es muy un derecho común al cual por lo tanto el poder se su­
frecuente, e§ la que sostiepe que la situación de la bordina ad hoc; que todo esto ha de conducir a encon-
318 319
trar también la forma para solucionar, de acuerdo con ’ Desde luego, de esta manera no llegamos en ningún
este derecho, los conflictos que puedan surgir entre caso al concepto exaltado del Estado tal como lo han
poder, y poder y cuando esto no pueda lograrse a tra­ formulado las doctrinas de las últimas cuatro genera­
vés del derecho, sí al menos a través de la negociación ciones y tal como en nuestros días la hacen valer la
y la comprensión mutua. Es un estadio posterior que, doctrina de Stahl y la praxis de Louis Napoleón. Si
cuando se produce, testimonia un desarrollo cultural el movimiento de 1848 ha contenido alguna doctrina y
más alto. El concepto de Estado tiene que aparecer la ha traído al mundo, ella es que el concepto de Es­
ya concebido y formado a fin de que el del derecho tado debe ser considerado de una manera más aguda
internacional pueda presentarse a su lado suavizán­ /que lo que hasta ahora ha sucedido. Las terribles con­
dolo. secuencias que Francia ha sacado del concepto ciego
No he de entrar a analizar las innúmeras formacio­ y-absoluto del Estado muestran un abismo de, peligro
nes que ha encontrado el derecho internacional para !para los bienes éticos más nobles. Constituye una pro­
reforzar las estructuras internacionales. Más impor­ funda y seria tarea avanzar más profundamente en
tante es observar cómo en todas partes, en la medida ella. Pues naturalmente lo que importa no es la mera
en que se desarrolla el lado del poder que apunta hacia negación, tal como la que hacen valer la Iglesia y los
adentro, cede el abrupto hermetismo hacia afuera, la viejos estamentos. Lo que importa es encontrar y
soberanía. Se puede decir que el derecho internacio­ desarrollar la forma en la cual el Estado no es nada
nal tiene la tendencia a convertirse cada vez más y más y nada menos que poder en el sentido verdadero
finalmente en derecho estatal, exacto, permanente. de la palabra. *
Estrechamente vinculada con el progresivo desa­ La tarea de una lección universitaria sobre política,
rrollo del derecho internacional está la idea de que los y más exactamente sobre arte estatal, tiene que ser el
Estados, bajo determinados puntos de vista, tales co­ desarrollar las organizaciones estatales en lo interior
mo el del comercio, la educación, el derecho, etc., for­ ¡y en lo exterior a partir del concepto de poder. Con
man una gran comunidad en la cual, si bien es cierto esto no quiero decir que uno habría de llegar a una
que la aguda distinción creada por el concepto de po­ fórmula acerca de cómo debería ser organizado el me­
der no desaparece totalmente, no es aplicable para jor Estado; sino que habría que desarrollar la serie de
las relaciones más importantes y para la marcha re­ las funciones esenciales a partir de la tarea, a partir
glada de las cosas. Esta es la idea que, desde la época ;de la naturaleza ética del Estado, y luego ;ver con
del imperio de los imperatores, bajo formas siempre cuáles órganos, en cada caso dado, estas funciones son
distintas, fuera intentada y que finalmente se impu­ realizadas, cuáles medios están dados para ello, de
siera en la forma del sistema de Estados. No ha sido acuerdo con qué condicionamientos actúan. ^ ^
la catolicidad de la Iglesia la que ha logrado traer esta $ Esto basta ya para indicar, al menos, la ubicación
bendición sobre el género humano, tampoco la polí­ sistemática de esta disciplina.
tica de alianzas de gabinetes y de contrepoids, tal co­ i- A este análisis general,del Estado y sus funciones
mo se desarrollara en la Guerra de los Treinta Años, se agrega el otro, es decir, que cada Estado, al menos
sino la intelección obtenida con el progresivo movimien­ todo Estado altamente desarrollado, tiene su tipo y
to de las ideas, en el sentido de que las grandes co­ ; organización especiales, su historia especial, su po­
munidades éticas en las que vive el hombre, han cre­ lítica. Además, se trata al mismo tiempo de la serie
cido en relación con el Estado, cuya protección y honor de referencias externas de cada Estado particular, gue­
defienden, pero no sólo para él y a través de él. rras, negociaciones, tratados, etc. La bibliografía his-
320
11
tórica propiamente dicha está constituida primordial­ ¡considerado históricamente. No necesitamos ya actuar
mente por esté tipo de obras de las cuales cada país |con ingenua falta de reflexión como si lo pequeño y lo
y pueblo puede mostrar una serie inmensa. pequeñísimo que sucede sea igualmente objeto de la
Con esta visión general del Estado hemos concluido ‘historia, al igual que lo grande y lo muy grande: en
la parte de las comunidades éticas. Cada una de ellas, la historia especial, lo pequeño y lo pequeñísimo tienen
lo hemos visto, tenía su historia que va mucho más su lugar y su derecho. Puede ocurrírseme investigar la
allá de los eones. Y en la medida en que esta misma historia de mi familia que a pocos fuera de mí mismo
serie sé conserva hasta el aquí y ahora, en la medida habrá de interesar; pero, en sí, tiene la misma natura­
en que la conformación del presente incluye en sí mis­ leza histórica y ha de ser tratada con los mismos méto­
ma también los anillos de los años ya vividos en las dos que la historia de la casa de los Habsburgos o de
conformaciones anteriores, estamos en condiciones de los Howard. ¿Quién habrá de negar que el pequeño
comprender, en la plénitud de este presente, lo ya vi­ país de Vaduz o el Estado de San Marino tienen tam­
vido. bién su historia? Lo único que sucede es que no habrá
Pero, ¡cuán infinito es el número de las conformacio­ de interesar a otros como no sean los inmediatamente
nes en cada una de estas series! Hemos hablado del afectados por ella: no tiene un interés mayor, no tiene
espíritu de los pueblos. Cada pueblo que existe y exis­ un interés general,
tió tiene su peculiaridad, su historia; lo mismo sucede Habremos de considerar ahora de qué tipo es este
con cada Estado, con cada derecho. No podemos ne­ interés general superior o, tal como habrenjos de usar
gar que toda formación en estas esferas es de natura­ la expresión, qué es lo que distingue la historia de las
leza histórica y con ello, también adecuada para la historias.
investigación histórica.
¿Puede nuestra ciencia tener la tarea de referirse
a cada matrimonio, a cada tribu africana? ¿Dónde en­
contramos úna medida y una fórmula para poder de­
cidir adecuadamente al respecto?
La respuesta a esta cuestión será proporcionada en
la segunda parte de la sistemática. Se ve perfectamente
cómo esta primera parte, que trata de las formaciones
de las fuerzas éticas, ofrece los esquemas completos de
las historias especiales, no la historia especial de las
personas cuya ubicación metódica habrá de resultar
en otra parte.
Considero que las caracterizaciones aquí hechas
son resultados especialmente importantes de nuestra
Consideración. En esta distinción entre historia ge­
neral y especial reside la posibilidad de saíir de la in­
finita confusión acerca de aquello que debe abarcar la
historia. Podemos ahora decir con seguridad: todo
hacer y ser ético de los hombres es de naturaleza his­
tórica y le está indicado un lugar en donde puede ser
322
III. EL TRABAJO HISTÓRICO viente en movimiento, es estimulado y determinado a
SEGÜN SUS TRABAJADORES través de nuevas impresiones, condiciones, estímulos
§§ 72 (77). 73 (78). 74 (79). 78 (83). 79 (84) con los que nos encontramos y cuanto más activa es la
vida que le es otorgada, tanto menos puede calcularse
o presuponerse cómo habrá de modificarse.
Para nuestros intereses prácticos en él presente,
[para nuestro querer y hacer, tiene la mayor importan-
cia el poseer una imagen lo más segura y clara posible
de las personas con quienes tenemos que habérnosla.
Pues nuestro hacer tiene que estar determinado por
Hemos ya indicado anteriormente que la interpre­ ello en una buena medida. Con las personas de tiempos
tación histórica no es suficiente para reconstruir total pasados no tenemos que actuar de esta manera. Cuan-
y plenamente los pasados, que siempre queda un resto \ do las queremos investigar históricamente tienen para
en el que se esconde lo más auténtico e íntimo de la nosotros sólo el interés de ver qué parte ha jugado
persona, su valor personal. su carácter en aquello que ha sucedido: ello se ex­
Y sin embargo, cuando decimos que todas las for­ plica parcialmente a partir de su personalidad, de la
maciones y cambios en el mundo ético se realizan a manera cómo én su presente sus adversarios y ami-
través de actos de voluntad, nos parece qué precisa­ ;¡ gos, sus colaboradores, sus rivales, sus émulos, lo de-
mente lo más personal y auténtico del hombre tiene | terminaron en su actuar y en sus planes, cómo, correcta
que ser considerado como lo más esencial para la con­ i o falsamente, entendieron a esta personalidad.
sideración histórica. Desde luego, estas opiniones y juicios de contem-
¿Debemos decir aquí, tal como tuvimos que decir | poráneos tienen para nuestra investigación un gran va-
en el caso de las comunidades éticas: el conocimiento | lor ya que influyeron decididamente én el curso de las
concreto de lo que es en el presente tiene aquí que | cosas. Pero para la personalidad juzgada no son nin-
prestar su ayuda, el mayor y más íntimo conocimiento | guna norma de nuestro juicio.
de personas y caracteres tiene, por así decirlo, que pro­ 5 Para nosotros aparecen en primer plano otros dos
porcionarnos la serie de cuestiones en la cual debe­ puntos de vista:
mos buscar, investigar la esencia de las personas de ü: 1• Cuando cada cual convive y coparticipa él mis-
tiempos pasados? f: mo en mayor o menor medida en todas las comuni-
No era solamente la insuficiencia de los materiales • dades éticas sobre las cuales hemos hablado, enton­
históricos lo que nos imposibilitaba este conocimiento ces se encuentra por más individual y libre que pueda
pleno de los caracteres, ni tampoco la deficiencia de ser su yo, en cada una de estas esferas y se comporta
los métodos históricos. Sino que también aquéllos con consecuentemente. Cuando vive en este pueblo, en este
los cuales vivimos y tenemos contacto podemos com­ Estado, comparte también Su derecho, su idioma, los
prenderlos en la más íntima esencia de su yo sólo prejuicios de su nacionalidad, el patriotismo de este
de manera incompleta, sólo hasta cierto grado, en un Estado; como funcionario actúa de acuerdo con su de­
momento muy determinado. Y ni siquiera compren­ ber én cuanto tal, a menudo torpe e hirientemente,
derlos con la seguridad tal que pudiéramos decir: así aun cuando de acuerdo con su personalidad quisiera
será también el mañana, así habrá de querer y actuar ser suave y mesurado; como soldado hiere y mata,
mañana. Pues mi yo, al igual que tu yo, es algo vi­ asóla, incendia, cuando así se le ordena. No actúa como
324 325
individuo y de acuerdo con su opinión individual, sino totalmente a segundo plano par^ la consideración his­
de acuerdo con una de las muchas relaciones que con? tórica, otra consideración diferente nos conduce a un
juntamente llenan su yo y se enredan en su conciencia. resultado también distinto.
Al mismo tiempo actúa desde un yo más alto tal como Naturalmente que cada individuo que podemos re­
tiene su forma en este ejército, en esta administración conocer nuevamente en nuestro material histórico, tie­
pública, en esta comunidad religiosa, en este Estado ne para nosotros un interés que es tanto más grande
o pueblo y en el que miles y millones se saben for­ cuanto más sea lo que de él conocemos o mayor haya
mando una unidad. Por más que al individuo a menu­ sido la importancia de su actividad, en cualquier di­
do le pueda ser duro, o tener dudas en caso de coali­ rección que ella se haya movido.
ción de deberes acerca de lo que debe hacer u omitir: Aumenta así hasta lograr el mayor interés en aque­
en su conciencia está totalmente seguro cuando se llas personalidades que, avanzando cada una en su
adecúa a un deber superior; se siente elevado sobre esfera respectiva, aparecieron en forma creadora, de
su pequeño yo individual y como ennoblecido con un cuyo hacer nos quedan aún reconocibles los actos de
derecho superior cuando actúa al servicio de este in­ voluntad con los cuales dieron ellOs los nuevos im­
terés general superior con plena fuerza y dedicación. pulsos.
A nuestro investigar histórico se les escapan a su I Si hubiera que encontrar una definición del con­
investigación e interés los millones de individuos. Ellos cepto de magnitud histórica, éste sería precisamente
están allí sólo como coactores en estas comunidades, el lugar para hacerlo. Tendría que ser el concebir,
en estas esferas éticas, y en su movimiento histórico; ¡expresar o realizar los nuevos pensamientos, o como
son sólo el pueblo de este Estado, los soldados de este Schiller dice: «Dar nombres del tiempo que rueda»,
ejército, los creyentes de esta iglesia, etc. en el movimiento del mundo ético.
Y más aún: este Estado, este pueblo, esta iglesia, Estas personas no nos interesan por su amplia y
es en la serie de los tiempos algo sólo transitorio. Los ¡demasiado a menudo inagotable cotidianidad e insu­
Estados, los pueblos, las religiones de todos los tiem­ ficiencia, sino porque para nosotros son representantes
pos son la hasta ahora plena conformación alcanzada ¡de los grandes intereses y conformaciones en las que
de las esferas éticas, de las que fueran expresión y es­ ■tuvieron una posición tan excelente. Y para la his­
tadios. Y todos estos poderes éticos en su conforma­ toria, en la historia, sólo queda de ellas lo que signifi­
ción temporal forman el contenido concreto de la his­ caron en esta serie de formas y efectos.
toria, el contenido de vida de la humanidad. | Pues la consideración histórica concibe el pasado
En este sentido, en el § 74 (79) se dijo: «La forma como el incesante movimiento, que llega hasta ^1 pre-
cómo este matrimonio, esta obra de arte, este Estado sente, que a menudo se acrecienta en espirales, como
se comporta con respecto a la idea de la familia, de
lo bello y del poder, así lo hace el empírico, efímero I
movimiento continuado en todas las esferas de los
poderes éticos, como un gran trabajo que tiene como
yo con respecto al yo en el que piensa el filósofo, el
artista crea, el juez juzga, el historiador investiga. El
yo universal, el yo de la humanidad es el sujeto de
I
¡profesión que hacer avanzar el presente y transmitir
el futuro.
Este movimiento se realiza siempre en la misma
la historia. La historia es el yvwdt orau-cóv de la humani­ fórmula: desde las competencias en las que han llegado
dad, su autoconciencia, su conciencia.» a ser, se desarrolla con la sensación de sus deficien­
2. Si en esta forma de consideración el ser per­ cias y de su presión, desarrolla la concepción de que
sonal de los innúmeros individuos del pasado pasa allí hay mucho que no debería ser, que otras cosas
IV. EL TRABAJO HISTÓRICO SEGÜN SUS FINES
tendrían que ser mejor, es decir, la contraimagen ideal,) §§ 80 (85). 81 (86). 82 (87). 83 (88). 84 (89).
la idea que debe ser realizada, de acuerdo con la cual) 85 (90). 86 (91)
lo que es tiene que ser reformado, tiene que crearse
algo mejor. Y esto nuevo deseado mueve e impulsa
los corazones, aumenta la impaciencia de verlo logra­
do, hasta que los geniales caracteres activos, imbuidos
de estos pensamientos, se presentan para realizarlo.
El mismo esquema, tomado por lo pronto de las;
esferas prácticas, se repite mutatis mutandis en los
otros ámbitos, tal como es fácil de comprender.
«Los pensamientos son la crítica de aquello que es Si para nosotros la historia es el incesante y pro-
y no es como debería ser» se dice en el § 78 (83). En la gresivo movimiento de la humanidad, el avance de las
medida en que se realizan se extienden en nuevas si­ fuerzas morales, la próxima pregunta es: ¿hacia qué
tuaciones, se convierten en hábitos, se condensan en 5métas y hacia cuál meta final se mueve? Y la pregunta
inercia y anquilosamiento y con ello vuelven a desafiar; siguiente: ¿nos proporciona nuestra ciencia a partir
a la crítica y así se repite él proceso hasta el infinito. del movimiento observado hasta el aquí y ahora una
información sobre esta meta, un conocimiento del fin
en aras del cual se afana la humanidad? ¿Es la tarea
de nuestra ciencia dar respuesta a esta pregunta?
Por más profunda que pueda ser la necesidad del
espíritu humano de aclarar cómo fueron los comien­
zos y cuáles son las metas de la humanidad y por más
incesantemente que la especulación teológica y filo­
sófica, argumentando desde la autocerteza del espíritu
finito, haya trabajado en esta dirección, en la natura­
leza de las ciencias empíricas, que sólo poseen el aquí
y ahora, no está dada ninguna posibilidad de avan­
zar hacia el comienzo y el final definitivo. Cuando las
ciencias naturales, como consecuencia de su método,
llegan a la conclusión de que el mundo es un penpetuum
mobile, que se muéve a sí mismo, conceden a su método
un alcance que va más allá de lo justificable. Las últi­
mas causas a las que así llegan tal como, por ejemplo, el
movimiento del eter, no son menos hipotéticas que
lo que á sus ojos es la omnipotencia de una divinidad
que haya creado el universo. Sólo que esta tiene la
autocerteza del ser-yo como su fundamento y aquélla,
según ellos creen, la certeza objetiva de las percepcio­
nes empíricas de los sentidos.
329
328
La investigación histórica se conforma con abar­ cepto abarca un grupo de cosas que son, que la igual-
car sólo una pequeñísima parte de los ilimitados tiem­ riprtns momentos se muestran como constan­
pos que precedieron nuestro presente y con respecto tes, así también la ley es la expresión de la misma co-
al futuro no sabe si habrá de terminar mañana o des­ munidad y constancia de las cosas que suceden.
pués de eones. Por cierto que a partir de los aproxima­ Pero el mismo Newton consideró que su ley de la
damente tres mil años de historia que conocemos po­ | gravitación era un problema (Optica III quest. 21).
demos formarnos una idea acerca de la dirección en ! Tenía perfecta conciencia qué no se trataba de algo
que presumiblemente habrá de moverse el futuro. Y absoluto sino de un resumen de los hechos hasta ahora
cuando suponemos que este movimiento del mundo observados, sólo una teoríá o hipótesis a partir de la
ético conduce a siempre nuevos perfeccionamientos, lo cual estos hechos pueden explicarse de la manera más
hacemos en virtud del convencimiento que se desa­ f simple y exhaustiva, es decir, los cuerpos celestes son
rrolla en nosotros a partir de nuestra autoconciencia ; considerados sólo desde el punto de vista de su mo-
y de la naturaleza de las potencias éticas que de allí l vimiento mecánico y sólo bajo el presupuesto de que, *
resulta. Si con todo, a las demostraciones de la exis­ ¡ por ejemplo, los cientos de asteroides no son sólo un
tencia de Dios, queremos agregar la que resulta del ¡ planeta que hubiera estallado y que tuviera su curso
conocimiento histórico, ésta no es diferentes a las í entre Marte y Júpiter, o que Saturno o Mercurio hayan
demás, es decir, no es una demostración a partir del í de tener el mismo destino.
conocimiento de la esencia conocida de aquello que De manera análoga podría decirse que la ética es
debe ser conocido, sino que surge de la autocerteza t la ley de la historia, el orden ético del mundo, el do-
de nuestro pensamiento y conocimiento y de su ne­ [ minio y la conformación de las potencias éticas. Pero
cesidad. i esto puede ser dicho sólo con la misma limitación de
Así pues, nuestra ciencia no llega ni a los últimos ¡ que el mundo humano, concebido bajo este punto de
fines ni puede remontarse a los primeros comienzos. ' vista así se presenta, y con la limitación de que el
Y si nuestra investigación conoce o concibe al mundo i acontecimiento por nosotros concebido desde este pun-
ético como una incesante continuidad en la que se ¡ to de vista, en la medida en que nos es conocido por
alinea una infinita cadena de anillos de fines de fines, la investigación, es explicado de la manera más simple
por lá vía de nuestro conocimiento empírico no es ¡ y exhaustiva, una teoría que nos resulta de una in-
posible alcanzar el último fin que mueve a todos los | ducción incompleta y, con ello, queda un problema
demás, que los abarca y los impulsa, el fin supremo, \ que no es solucionable por la vía y en el ámbito
incondicionado condicionante, el fin de los fines; de nuestra ciencia empírica.
Podemos expresar esta consideración también cón I Recordemos lo que hemos expuesto en nuestra pri-
otra fórmula. Reiteradamente se plantea la cuestión f mera y segunda parte: allí el método de la investiga-
acerca de la ley de lá historia. Con esto se quiere hacer | ción histórica, aquí el ámbito de lo históricamente
referencia a una determinación que sea la constante y I iñvestigable. En la parte metódica resultó la forma
la decisiva en la historia, que desde el comienzo la haya I cómo debemos proceder con los materiales históri-
determinado necesariamente y que habrá de determi­ I eos que tenemos ante nosotros a fin de investigar co-
narla hasta el fin de los tiempos, tal como la ciencia I sas que son pasadas en el más pleno sentido de lá
natural encontrará para el movimiento sideral una de­ I palabra, que sólo surgen, hasta un cierto grado, en
terminante de este tipo en la ley de la gravedad de I nuestra representación y que actualmente pueden ser
Newton. O como se ha solido decir: así como el com I conservadas. En la parte sistemática obtuvimos la vi­
330 331
sión de las cosas desde la cual en nuestra ciencia pocos miles de años con respecto a los cuales existen
procuramos obtener estas concepciones y, en la me­ materiales.
dida en que existen todavía materiales para la inves­ Por último: en su exposición habrá de poder con­
tigación, también pueden ser obtenidas. Pero, en el formarse con tan sólo ordenar, la una detrás de la
mejor de los casos, estos materiales son incompletos. otra, las concepciones obtenidas. Pues ya con haber ob­
Y así como es cierto que estas cosas pertenecen todas tenido a través de la investigación muchos e innume­
al pasado, es decir, a la nada, y en su presente de otro- rables datos, ellos se complementarán recíprocamente,
ra tenían toda la plenitud y variedad de un ser real se equilibrarán y se iluminarán de la más variada ma­
infinitamente complicado, igualmente cierto es que in­ nera y aún en el caso en que sólo se coloque la una
vestigando, de ellas podemos elaborar sólo en cierto tras la otra, tiene que haber una serie y una secuencia
modo, sólo bajo ciertos puntos de vista y sólo par­ y con ello un punto de vista para su ordenación, en
cialmente, algunas concepciones de su ser de otrora. la que cada una de estas concepciones encuentre su
Todavía no nos hemos aclarado como debemos ex­ lugar y así un plus con respecto a aquello que cada una *
presar estas concepciones y así volverlas ulteriormente hubiera obtenido por sí misma.
utilizables. Pero, cualquiera que sea la forma como Esto basta para caracterizar la diferencia especí­
ello pueda llevarse a cabo, dos cosas son claras: fica de nuestras tres partes.
1. que las concepciones obtenidas a través de la
investigación distan mucho de coincidir con la ple­
nitud concreta de contenido que las cosas tuvieron
cuando eran presente, y
2. que habremos de exponer las concepciones ob­
tenidas a través de la investigación, pero estas pre­
sentaciones siempre se llevan a cabo sólo de acuerdo
con ciertos puntos de vista; en cierto modo, según pau­
tas de nuestra investigación, habrán de poder corres­
ponder al ser de las cosas, tal como fue en su pre­
sente o como a partir de éste se fue formando hacia
un presente posterior.
En el ámbito de estas exposiciones es donde me­
nos puede tratarse de desarrollar a partir de la ley
de la vida histórica la secuencia de sus procesos y
demostrar la historia como un sistema de formacio­
nes y acontecimientos que resultan de su ley. El pe­
queño fragmento de aquello que ha podido ser más o
menos aclarado no le permite proclamar una ley que
pudiera dominar y normar aquellos tiempos que aún i
habrán de venir. Su exposición tiene que limitarse a
aquello que ha investigado y sólo ha podido elaborar
fragmentariamente concepciones más o menos claras
a partir de los acontecimientos y situaciones de los
332 333
LA TÓPICA
§§ 87 (44). 88. 89
Nada podría estar más lejos de nuestra concepción
qüe ofrecer en la Histórica, tal como lo ha hecho Ger-
vinus, una teoría del manejo artístico de la historia,
una investigación sobre el carácter artístico de la his- *
tóriografía. Ello sería más o menos como si la lógica
quisiera proporcionar una teoría acerca del arte de
escribir libros filosóficos. Y nada ha sido más fatal
para nuestra ciencia que el haberse acostumbrado a
ver en ella una parte de las bellas letras y a considerar
que la pauta de su valor es el aplauso que recibe dél
llamado público culto. Y las siempre reiteradas frases
de la objetividad de la presentación y de que se deje
hablar a los hechos mismos, de que hay que procurar
alcanzar la mayor claridad y vivacidad posible en la
exposición, nos han llevado tan lejos que el público
ya no queda satisfecho si no lee un libro de historia
como si füera una novela.
Creo que es una mera rutina el entender la exposi­
ción histórica como sólo una narración. Muchos acon­
tecimientos de la investigación histórica no son ade­
cuados en absoluto para ser presentados en esta forma
popular. Un sabio alejandrino, cuando el rey Tolomeo
VII quiso participar en el curso de matemática, le hizo
notar que no había ningún camino real que condujera
a las ciencias. Pero tampoco hay un camino popular
hacia las ciencias, una amplia avenida para cada cual
del pueblo. Cada ciencia es, por su propia naturaleza,
esotérica y tiene que seguir siéndolo. La mejor parte
de todo conocimiento científico es el trabajo del co­
nocer.
337
En virtud de la propia naturaleza de las cosas, hay la investigación, tenga algo limitante, micrológico, algo
más de una forma de exponer lo obtenido a través que se deriva del gran contexto de las cosas, que sub­
de la investigación histórica. Ellas resultan de la si­ raya más una concepción de nuestro trabajo con las
guiente consideración. cosas que las cosas mismas. Lo que se necesita es una
Como lo hemos visto, el resultado de nuestra in­ forma en la cual, al revés, nuestro trabajo pase a se­
vestigación histórica no es la creación del pasado, sino gundo plano lo más posible y las cosas, por así decir­
algo cuyos elementos, por más latentes y ocultos que lo, puedan satisfacer sus derechos. Ella es la forma
puedan estar, se encuentran en nuestro presente. Al di­ narrativa.
lucidar y explicar a través de la investigación, estas Ella es, al mismo tiempo, el reflejo de la forma in­
ciertas cosas en nuestro presente, desarrollamos rique­ vestigante. No presenta lo que ha encontrado la inves­
zas latentes de nuestro presente y mostramos cuanto tigación bajo la forma del buscar y el encontrar sino
más está contenido en ellas que lo que se ve en la como un curso cuyos momentos se han determinado
superficie. La ocupación con estas cosas es, como lo a sí mismos a través de su tipo y naturaleza. Y así *
hemos visto, de tipo investigador. Por lo tanto, estas in- como a nosotros se nos aparece, de acuerdo con la
vestigaciones son siempre ambas cosas a la vez: enri­ forma de consideración humana, la pluralidad de las
quecimiento del presente y dilucidación y explicación cosas que suceden bajo la forma del devenir, así ali­
de los pasados. nea las concepciones obtenidas en la investigación, la
La presentación de lo obtenido en la investigación una detrás de la otra, de la misma manera como los
puede adoptar uno u otro punto de vista, o bien que correspondientes momentos en el transcurso real, cuan­
ella haga aparecer en el espíritu, en la imaginación, do se lo concibe como un devenir, han seguido el uno
nuevamente las cosas que una vez fueron pero que son al otro o se han condicionado. Al narrarlos de esta ma­
pasadas, o bien que desarrolle y fundamente más pro­ nera, muestra cómo se llevó a cabo este proceso, paso
fundamente el presente y la conciencia sobre él y su a paso, y cómo siguió avanzando. Por lo tanto, da tam­
Contenido. Así nos resultan diferentes formas de la bién una mimesis del devenir.
exposición. Puede ser que en esta forma de exposición actúen
Lo que parece más obvio es afirmar que ella ex­ también pensamientos secundarios, alguna tendencia,
pone la forma como excavando cada vez más profun­ etc., pero no lo admite sino que pretende reproducir
damente se encuentra esto y aquello de las riquezas el curso de las cosas tal como fue en realidad y re­
latentes. Es la exposición de la investigación como si producirlo en aras del asunto mismo, en aras de la
la cuestión principal no fuera lo encontrado sino el verdad.
buscar. El interés de la exposición está dirigido en­ Pero estos fines secundarios no son en sí '•mismos
tonces a aquello especial que investigando he buscado reprochables; lo son únicamente cuando son negados.
y encontrado. Lo que importa aquí es hacer la exposi­ Más bien tiene enorme interés que el asunto sea cono­
ción de una manera tal o más bien presentar la inves­ cido, que se sepa la verdad, que aquello que en prolija
tigación realizada de forma tal que dé como resultado investigación es conocido como la verdad también lo
justamente lo especial, la respuesta a esta cuestiónala sea reconocido como tal y se convierta en convicción
causa de estos efectos, la finalidad de esta acción, etc. general. Lo que fue no nos interesa porque fue sino
Por lo tanto, esta exposición es una mimesis de nues­ porque, en cierto sentido, continúa siendo al seguir
tro buscar y encontrar. influyendo, porque se encuentra en todo el contexto de
Es comprensible que esta forma, que ahora presenta las cosas que llamamos el mundo histórico, es decir,
338 339
ético, el cosmos ético. Constituye nuestra vida espiri­ partiendo del aquí y ahora y de los materiales allí
tual, nuestra cultura, el que conozcamos este gran contenidos para adquirir mayor claridad sobre el pa­
contexto y nos sepamos en él; y sólo podemos saberlo y sado y volverlo a iluminar, junta ahora estas apa­
tenernos en él presentes en el epítome de los pensa­ riencias y dilucidaciones para ver o mostrar lo actual
mientos que son su contenido y su verdad. bajo una iluminación más aguda y penetrante, para
Así obtenemos la tercera forma de la presentación, explicar el ente en cuestión mediante su devenir y
que llamamos la instructiva, la didáctica. presentarlo en su plena significación. Podemos llamar
Como se ve, el punto de vista decisivo es aquí el a esta forma de exposición discusiva.
utilizar toda la plenitud del pasado para ilustración de Habrá de reconocerse sin dificultad que en estas
nuestro presente y para una comprensión más profun­ cuatro formas se agota el círculo de las posibles ex­
da del mismo. Queremos presentarnos este presente de posiciones y que también se han dado con esto las
acuerdo con su contenido de pensamiento, su verdad; formas necesarias para las diferentes tareas de la in­
y la forma adecuada para ello es mostrar el devenir de vestigación histórica. No puede decirse que ésta o
este presente y su contenido de pensamiento. aquélla sea la mejor sino que, de acuerdo con la tarea
Pero, en la plenitud de lo devenido y de lo que y la finalidad, la una o la otra habrá de resultar ser
ahora es hay un movimiento permanente, se encuen­ la más adecuada y hasta requerida. No siempre la for­
tran siempre alternativas aquí y allí. La historia ha ma elegida bastará plenamente; a menudo la falta de
trabajado no sólo ayer y anteayer sino que sigue tra­ claridad y de buen gusto traerá consigo combinaciones
bajando hoy en todos los desordenados impulsos y lu­ inadecuadas y con ello formas bastardas; sobre esto
chas de miles de intereses y pasiones. Pero la historia más adelante.
nos da la certeza de que aquello que trabaja y deter­
mina y domina el trabajo del hombre son ideas, las
mismas grandes ideas del mundo ético de hoy como a) La exposición investigante
siempre, todas actuando al mismo tiempo y en perma­ § 90 (45)
nente condicionamiento recíproco.
Quien desde el aquí y ahora quiera juzgar las cor­ No es habitual incluir la forma de la investiga­
sas y concebir sus decisiones habrá pronto de compren­ ción en el ámbito de las exposiciones históricas, por­
der cuán superficialmente él juzga y cómo siguiendo que con la palabra exposición se tiene de inmediato
los impulsos momentáneos adopta sus decisiones sin la idea momentánea de arte y de reglas artísticas.
tomar en cuenta contextos profundos. Quien piense No quiero decir que de la exposición investigante
más profundamente habrá de sentir la necesidad de del arte y de las reglas artísticas no puede hablarse
tener conciencia no sólo en general sino en cada punto en absoluto, cuando éstas no son precisamente del tipo
esencial del contexto y de la continuidad de las co­ habitual sino que exigen un sentido más fino para ser
sas. Utilizará el pasado para explicarse en este punto apreciadas. Leer una investigación de Lessing es un
el presente y su condicionalidad que tiene en lo pre­ placer para quien sabe gozar de la lógica y del estilo.
cedente, para decidirse en estas alternativas que se Este tipo de investigaciones fueron realizadas pri­
le presentan, para decidirse con fundamento y con­ meramente en la época literariamente muy desarrolla­
fianza. da de la educación clásica, es decir, desde Aristóteles,
Con esta aplicación al caso dado de lo investigado y se conservan bajo la forma de las ^o-prpam, de las
históricamente se invierte también la exposición. Pues quaestiones hasta la época del Imperio, aun cuando
340 341
fueron degenerando cada vez más en juegos filológicos, presentar de una forma meramente narrativa la Cons­
como cuando, según Suetonio, el emperador Tiberio titución presolónica de Atenas, la época de los reyes de
encargó a sus eruditos que investigaran cuál era el ’ Roma, la Constitución del Imperio Franco: carecemos
nombre que había tenido Aquiles entre las muchachas de la evidencia y de la continuidad en el escaso y con­
de Esquiros y qué canción le habían hecho escuchar trovertido material que poseemos sobre estas cosas,
las sirenas a Odiseo. Luego, durante un milenio, la para poder simplemente narrarlas. Pero una exposi­
capacidad de la investigación histórica se detuvo. Sólo ción investigante aclarando los detalles transmitidos y,
en las grandes discusiones religiosas del siglo xv se en la medida que ello sea posible, interpretándolos, ela­
aprendió nuevamente a investigar, sólo con la crítica borando la evidencia de los distintos momentos casual­
pudo volver a aparecer la exposición investigante; me mente demostrables, en la medida en que alcance esto
refiero a la investigación histórica, pues la investiga­ despertará la concepción y los pensamientos, al expli­
ción dogmático-teológica, al igual que la jurídica y la carse y justificarse estos detalles como contextúales.
publicística, hacía ya tiempo que existía. Con la época Dirigiéndose aparentemente sólo a lo correcto, la ex-®
de la Reforma, y en rápido crecimiento, se encuentra posición investigante habrá de dejar que se forme en
la investigación histórica en el siglo xvm en pleno vi­ el espíritu del lector la verdad de este desarrollo. Cuan­
gor y actúa con cada vez mayor audacia; basta recor­ do J. Grimm trató la historia del idioma alemán, con
dar los nombres de Bentley, Lessing y F. A. Wolf. toda razón no recurrió al absurdo intento de narrar,
La forma investigante de la exposición habrá en­ pero su investigación es de un tipo tal, que el lector
tonces de imponérsenos cuando la insuficiencia o la comprensivo tiene clara y ciertamente ante sus ojos
oscuridad del material histórico con el que nos enfren­ ,el contenido de pensamiento de su resultado, la con­
tamos, no nos permita, en una simple aliniación de tinuidad histórica de este desarrollo lingüístico.
los detalles investigados, destacar el contexto y la im­ El tipo de la exposición investigante resulta de
portancia de aquello que queremos investigar, y las lo dicho.
representaciones y los pensamientos con los que tenía­ Por lo pronto, no hay que creer que esta investiga­
mos que trabajar, no puedan ser justificados a través ción es mucho más sencilla, fácil y cómoda que, por
de la simple evidencia. ejemplo, la narrativa. Exige, por el contrario, una
Pues a fin de que esta concepción, este pensamiento, mucho mayor concentración y agudeza en los pensa­
quede justificado a través de la simple evidencia, son mientos. Pues no desea ser como la narrativa tan
necesarias la continuidad y claridad del material que sólo clara, sino que aspira a ser convincente; no se
da testimonio de ellas, que es lo que permite presentar dirige a la fantasía, sino que tiene que satisfacer al
los pensamientos a través de la serie de momentos de entendimiento. Y se equivocan mucho quienes con­
desarrollo en los que encontró su expresión, en estas sideran que en la exposición investigante uno se puede
expresiones y formas de aparición. dejar ir como desee, que aquí se tiene la ventaja de
En cambio, cuando el material es escaso, no confia­ una cierta falta de devoción. Por el contrario, su ven­
ble, confuso, lo que sobre todo interesa es crear la evi­ taja, su propiedad propiamente dicha, es el ser ele­
dencia del material. Y reside en la naturaleza de esta gante. Esto no significa que tiene que ser adornada,
evidencia el que en ella, en la medida en que es esta­ sino que, tal como los matemáticos utilizan esta ex­
blecida, inmediatamente surge la importancia y la con­ presión, de lo que se trata es de la precisión, de la
tinuidad del pensamiento en ella contenido. mesura y de la coherencia de la demostración.
A ningún ser racional habrá de ocurrírsele querer De la propia naturaleza de esta forma de exposición
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resulta que esto es lo que importa en la exposición der, del dilema que uno desea resolver, o bien partien­
investigante. do de los datos, de cuya crítica y análisis resultan luego
Pues —y esto es lo esencial— la exposición inves­ los resultados como si uno no los hubiera buscado.
tigante no es la investigación misma. Más bien ella Son las dos formas que se repiten en todo proceso
procede como si lo que realmente se ha encontrado penal. El juez instructor, cuando se trata de un homi­
en la investigación real tuviera todavía que ser bus­ cidio, encuentra estos datos ante sí: el cadáver, la
cado o encontrado. En la medida en que el lector par­ huella de sangre que conduce al pueblo, al sendero
ticipa en este buscar y encontrar, se lo convence. donde fue arrojada el hacha ensangrentada con las
Pues no hay ninguna razón para exponer también marcas en el mango, etc. Estos datos, este estado de
las equivocaciones, los fracasos y los engaños que acom­ cosas, son aprehendidos por el juez instructor, los
pañaron a la investigación real. Sólo se recoge aque­ interpreta: así pues, desde este lado atacó el asesino
llo que en la investigación resultó ser algo que conducía a la víctima y luego huyó al pueblo. Cuando sigue -
o permitía avanzar hacia el objetivo. Como se tiene investigando, encuentra en el pueblo, en la casa, nue­
ya el resultado de la investigación antes de comenzar, vos indicios: allí falta un hacha, el hombre estuvo fuera
su exposición, es posible ordenar la secuencia de las en la noche del crimen, volvió excitado, etc. Lentamen­
combinaciones y claves de mañera tal que surjan ante te se le va presentando a quien investiga un sistema
los ojos del lector los resultados, de la manera más de conexiones que da una determinada y completa
segura. La elegancia de la investigación consiste en respuesta a la pregunta con la que comenzó la inves­
descargar a la exposición de todo aquello que no con­ tigación. A partir del llamado estado de cosas objetivo,
duce por la vía que lleva al resultado, y en seguir ella es decir, de los restos que quedan del proceso y de la
misma, cautelosa y estrictamente, este caminó hacia primera denuncia, o sea, partiendo de primera, se­
la meta. gunda o tercera mano, obtiene y construye el llamado
Por lo tanto, en este tipo de exposición hay dos estado de cosas subjetivo, es decir, lo que el asesino
cosás que son normativas: la meta y el camino hacia había hecho y querido. Cuando el juez instructor hace
la meta. Y de aquí resultan, según pienso, las formas la exposición final para el tribunal, partiendo del pri­
posibles. mer indicio y de lo que primeramente encontró, hará
En los casos menos frecuentes, mientras se realizaba avanzar su exposición de manera tal que el escucha o
la investigación real, uno tenía que haber sabido de el lector finalmente tenga ante sí el resultado como
antemano exactamente el resultado al que tenía que lle­ algo absolutamente seguro. Es decir, aquí se partió del
gar. Si uno más o menos creía conocer la meta, la in­ hecho, de los indicios, del cadáver encontrado que per­
vestigación mostró bien pronto que no se la había cono­ mite inferir un homicidio; luego se buscó el resto,
cido en todo su significado e importáncia. Creció y cómo se realizó el hecho, quién lo hizo.
se desarrolló sólo a través de la crítica y de la inter­ De un tipo totalmente distinto será la exposición
pretación del investigar real. Sólo cuando se ha lle­ del mismo hecho realizada por el fiscal acusador y
gado a la meta y uno tiene ante sí todo el resultado, el abogado defensor. Aquí ya no se trata de reconstruir
se puede pasar a exponerlo bajo la forma de una in­ en la exposición lo sucedido a partir de la totalidad
vestigación. de los hechos, sino de la cuestión de si el acusado de
Aquí se puede proceder o bien haciendo que uno este crimen es el culpable, es decir, ¿es posible de­
parezca buscar o que uno parezca encontrar, es decir, mostrar el estado de cosas subjetivo, tal como lo pre­
o bien partiendo de la pregunta que uno desea respon- senta la acusación, a partir del estado de cosas obje-
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tivo? Partiendo de esta pregunta, se analizan sus ele­ la posición sin precedente de Austria en el Imperio y
mentos, se presentan los indicios, las declaraciones de con respecto a él. Por primera vez en 1785 se enco­
los testigos en los pasajes correspondientes, se avan­ mendó en la Federación de príncipes- alemanes inves­
za paso a paso hasta que finalmente puede inferirse tigar la autenticidad de estos privilegios; pero la tarea
la conclusión: el acusado es el actor. Aquí no se en­ no fue llevada a cabo. Esta fue la obra que emprendió
cuentra sino que se . busca; aquí no se parte del ca­ Wattenbach y en sus investigaciones encontró la in­
dáver y de las huellas de sangre, de los hechos hacia discutible inautenticidad del majas. Cuando quiso pre­
la periferia de sus averiguaciones y motivos, sino de sentar al público erudito este resultado de una manera
los hechos hacia el punto central, para llegar al autor convincente, eligió la forma de un fiscal, de un acu­
del homicidio y su imputación. sador, demostrando, al mismo tiempo, el estado de
Éstos son los dos esquemas en los cuales se mueve cosas subietivo de la falsificación: el emperador Fe­
nuestra ciencia en su exposición investigante. De am­ derico Barbarroja no podía haber otorgado un privi­
bos deseo dar un ejemplo. legio de este tipo; en aquella época el Archiducado de
Cuando trabajaba en la segunda edición de su obra Austria no existía en la amplitud e importancia que
sobre el presupuesto estatal, Boeckh, al investigar más este documento requería. Pero, en cambio, el duque
exactamente el dinero ático y el tipo monetario ático, Leopoldo, en época del emperador Carlos IV, habría
en estudios sumamente amplios llegó al resultado de tenido éstos y aquellos motivos para fabular un docu­
que no sólo el tipo monetario sino la medida y el peso,
no únicamente de los atenienses sino de todos los mento de este tipo; también los había falsificado, etc.
griegos y además de los romanos y de toda la Antigüe­ Y como se había demostrado el tiempo, el autor, la
dad, procedía de Babilonia. Para presentar este resul­ finalidad, el tipo de esta falsificación, este documento
tado eligió la exposición investigante en su primer cesaba de ser aquello por lo que se lo había tenido
esquema: encontró éste y aquellos hechos, éstas y aque­ durante tanto tiempo.
llas analogías y diferencias entre los tipos monetarios Se ve así como se comportan estas dos formas con
áticos, egéicos, etc.; siguió buscando otros indicios, respecto a la exposición investigante. Cada una tiene
otras analogías y diferencias; el círculo de sus mate­ sus ventajas y reglas especiales y, según las circuns­
riales se volvió cada vez más amplio; finalmente, se tancias, es la una o la otra la adecuada. La segunda
obtuvo como resultado que todas estas determinacio­ forma, es decir, aquella que demuestra el estado de
nes sobre peso y medida eran sólo aplicaciones y di­ cosas subjetivo, da la impresión de ser más lógica,
ferenciaciones del sistema sexagesimal babilónico. Y más estricta, más obligatoria en su resultado. Pero
con ello quedaron explicados y se comprendieron todos sólo aparentemente la otra forma, que parte* de los
los fenómenos, en parte muy notorios, del sistema me- mismos indicios casuales a fin de reconstruir un es­
trológico de la Antigüedad. tado de cosas, avanza de una manera más laxa e inde­
En su investigación sobre los llamados privilegios pendiente: también esta exposición tiene que tener
austríacos, Wattenbach siguió el camino opuesto; se su meta claramente en mira a fin de no apartarse ni
trataba del privilegium minas y majas, según los cua­ hacia la derecha ni hacia la izquierda. Pero, como esta
les el Archiducado de Austria había recibido del em­ forma presenta las cosas como si las encontrara, como
perador Federico Barbarroja las libertades y exencio­ si cada nuevo indicio surgiera de manera ocasional y
nes del poder imperial. Durante siglos habían tenido casual, ello tiene algo de tenso que atrae a la fantasía.
validez práctica y servido de fundamento jurídico a Al presentar aparentemente la historia del encontrar
346 347
en la imaginación del lector se pinta la historia en­ en su Histórica han reunido una gran cantidad de ob­
contrada. servaciones útiles y finas qué, en las inagotables crí­
Para ambas formas vale la regla metódica esencial ticas y folletines sobre obras históricas- son aumenta­
de que uno no presenta una ponencia o un protocolo de das diariamente con nuevas indicaciones y conside­
la investigación realizada sino que sólo se aplica mi- raciones.
méticamente la forma de la investigación para fun­ Omito entrar a analizar estas cosas y ello lo hago
damentar un resultado encontrado. En ambas formas con tanta mayor predilección cuanto que mi opinión
pueden ocasionalmente ser aplicados todos los medios sobre estas cuestiones se soluciona tanto más fácil­
metódicos de nuestra disciplina, tanto los de la inter­ mente en la medida en que se las tome por el lado
pretación como los de la crítica, los de la hipótesis correcto.
como los de la analogía, etc. De lo que se trata es de Sólo una cosa tengo que señalar de antemano. Al
cómo la cuestión que, cual astuto Proteo parece es­ ámbito de esta forma narrativa pertenecen también
capársenos siempre de las manos, finalmente, con ma­ naturalmente aquellas producciones sencillísimas ta­
yor astucia y con incansable esfuerzo, puede ser apre­ les como crónicas, sagas y otras cosas de tipo primi­
sada y llevada a la npo<pirrrcú elv. Y, esta forma de la ex­ tivo. Desde luego no se obraría con justicia si se qui­
posición tiene una atracción tan grande que es per­ siera definir el carácter de la forma de exposición de
fectamente concebible que quien alguna vez la ha pro­ acuerdo con ella. El encanto que tienen para estadios
bado la prefiera a todas las demás. Es un signo de culturales superiores no debe ser buscado en sus ven­
sana y robusta cientificidad el que esta forma se en­ tajas absolutas sino en las relativas; por ejemplo, en
cuentre en permanente ejercicio y reconocimiento. la inteligente ingenuidad de Herodoto, que natural­
Naturalmente, no tiene la atracción de la populari­ mente surge de la falta dé agudeza y de intelección
dad. Para poder dar satisfacción a esta última se ha pragmática de Felipe Comines, consecuencia de su es­
encontrado la forma del ensayo en el cual, para suavi­ trecha perspectiva. Y cuando Johannes von Müller, en
zar la estrictez lógica de la investigación, se añade el su Historia de Suiza, imita el tono de Tschüdi o de
encanto de las descripciones y del apergus inteligente, Konrad Justinger, cuando Ranke en su primera obra,
de las alusiones. Los franceses y los ingleses hace tiem­ Géschichte der romanischen und germanischen Vólker
po que ya se han decidido por esta forma y también von 1494 bis 1535 (1824), inventa un estilo y una forma
en Alemania adquiere cada vez mayor consideración. de expresión especialmente anticuada a fin de, como
Y ello con razón, si es que el trabajo científico ha de él pensaba, dar con el tono de aquella época, ambos
tener más en mira el público culto que el asunto mismo. recurren a una forma siempre atractiva péro artificial.
Será mejor intentar desarrollar la forma narrativa
a partir de su propia naturaleza.
b) La exposición narrativa La esencia de la narración es presentar el devenir
§ 91 (46) y el transcurso dé aquello que debe ser narrado. Por
lo tanto, comenzando con el principio de un Estado,
Tanto en la época antigua como en la moderna se con la juventud de un hombre, con el estallido de una
ha pensado sólo en esta forma de exposición cuando guerra, sigue la marcha del devenir y de su ulterior
se habla del estilo histórico, del arte histórico. Dioniso ¡Formación. Alineando hecho tras hecho, hace que este
de Halicarnaso y Luciano con sus escritos 8eE devenir transcurra ante los ojos del lector. Y el na­
IcTopíav c-uYrpácpetv, al igual que Wachsmuth y Gervinus rrador puede hacer esto en la medida en que ha inves­
348 349

L
tigado con seguridad el hacer y el querer del actor, la personas actuantes, las simultaneidades, según la
la inhibitorio y lo que promueve este devenir, su co­ forma cómo intervinieron en este contexto; la for­
nexión con lo anterior y con lo contemporáneo, su im­ mación de tantas y cuáles tropas, los costos de guerras,
portancia para lo que sigue. tantas armas, etc., que han causado tanta preocupación
Pero, ¿qué es aquello cuyo devenir, cuyo desarrollo y penuria a los combatientes; todo esto lo concibe y
nos desea presentar? El narrador no ha de querer lo menciona sólo en relación con aquella idea; los
comunicamos todas y cada una de las cosas que este hechos, las batallas, los sitios, las negociaciones entre
hombre hizo día tras día, al desayunarse y al salir las potencias, tienen valor para él sólo en la medida
de paseo con su esposa e hijos, etc., no todo lo que ha en que pertenecen a este contexto de pensamiento.
sucedido en este Estado, en todos sus ministerios, auto­ Lo que ha preparado de antemano investigando crí­
ridades, comunidades, círculos de vida privada; si na­ ticamente a fin de constatar por doquier lo correcto;
rra una guerra, no puede querer informar acerca de todo esto que es correcto tiene su verdad sólo en esta
cada puesto de avanzada o cada movimiento de abas­ idea que él, narrando, expone. Y nuevamente la verdad
tecimiento. En la realidad, tal como lo sabemos, todo histórica es la idea en la que se muestran los hechos
se mueve, hasta en lo más pequeño, en permanente co­ como resumidos acertadamente, las personalidades de­
nexión e influencia recíproca. De la infinita cantidad terminadas de esta manera y así determinando, al
de hechos se puede sólo seleccionar aquellos datos mismo tiempo, se justifican.
que parecen adecuados para obtener un todo rela­ Pero, se dirá, si la presentación narrativa presenta
tivamente homogéneo. Cuando se investiga aquello que los pensamientos en la forma descrita, ella es entonces
se selecciona para la narración, siempre se trata aquí de tipo artístico y la historiografía es un arte.
de algo singular por más esencial que pueda parecer. Aquí hay una diferencia muy esencial. La idea ar­
¿De acuerdo con qué criterio se elige? ¿Desde qué tística es algo muy distinto a la histórica que en la
puntos de vista relativos se presentan las cosas como investigación se nos ha presentado como punto de
un todo homogéneo? No puede aquí hablarse para vista desde el cual ha de ser entendida y resumida una
nada de completitud objetiva y no hay una medida serie de acontecimientos y de hechos. En el arte, los
para lo importante y lo significativo en las cosas mis­ medios, sea que se traten de colores, formas corpo­
mas, un criterio objetivo. rales, sonidos, personas, del hacer o del padecer huma­
La cuestión se decide si uno está en claro acerca nos, no tienen ningún otro significado y valor que la
de lo que el narrador quiere presentar. Pero no es este idea artística de expresar lo inspirado por las musas.
Estado, esta guerra, esta revolución en toda su am­ Pertenece a la esencia del arte el que en sus produc­
plitud de su otrora real sentido y transcurso. Quien ciones haga olvidar las deficiencias que estáñ condi­
desee narrar la historia de Roma recurrirá a la idea cionadas por sus medios, y esto puede hacerlo en la
del Estado, que se ha formado de tal y cual manera, medida en que la idea que quiere expresar en estas
que incorporó a tantos y cuáles países y pueblos y los formas, en estos materiales, los anima e ilumina y, al
formó a través de su tipo. De acuerdo con esta idea, mismo tiempo, elimina su deficiencia, su materialidad,
el narrador lleva a cabo su selección de hechos y con­ transformándolas en cuerpo etéreo de esta idea. Lo
textos que luego alinea narrativamente. Quien desee así creado es una totalidad, algo en sí perfecto. Lo ins­
narrar la Guerra de los Siete Años, habrá de seguir los pirado por las musas tiene el poder de hacer percibir
conflictos militares y políticos de estos siete años, de plenamente, en esta expresión, a los espectadores y a
esta poderosa crisis del sistema europeo de poder; ve los escuchas lo que el genio artístico ha querido ex-
350 351
presar. De manera diferente lo hace nuestra ciencia de ofrecer, narrativamente, una del dévenir.
y nuestra forma de exposición. Ella tiene su material Naturalmente con esto la narración trae consigo Un
que le ha sido dado y que es más o menos insuficiente, desasosiego, una inquietud en las cosas que era lo que
al que no puede modificar, al que tiene que evaluar menos existía en la percepción de quienes constituían
tal como es. Su pensamiento no es de naturaleza ge­ el pueblo respetable en la época por ejemplo de Ser-
nial; no es una expresión del espíritu que se mueve vius Tulius, de Brutus o de Collátinus.
en sí mismo, sino la comprensión obtenida en el es­ De estas consideraciones resultan, según creó, los
tudio de los materiales, con respecto a estos hechos, puntos esenciales para la exposición narrativa.
procesos, caracteres, etc., en la medida en que ellos < Sobre todo: no tiene su medida y su norma en el
alcanzan a tal efecto. Y muy a menudo, la exposición antiguo sentido y en el transcurso real de aquello que
tiene que confesar que allí o aquí quedan lagunas. expone, en la plenitud y amplitud del presénte dé
No sería científico querer ocultar estas lagunas o pre­ otrora y su contenido, aun cuando la investigación
tender llenarlas con la fantasía; con ello la historia procura asegurar para sí lo más posible de ello. Sino
perdería el valor y la pretensión de ser una ciencia que de lo investigado da aquello que para su fin es
empírica, se convertiría en novela. necesario y este fin es el presentar el pensamiento
Pero, en cierto modo, esta exposición narrativa tie­ que de ella ha resultado cual si estuviera en devenir.
ne el carácter de una jitp'ncns' al igual que también la Con esto la exposición narrativa tiene una medida
tiene la exposición investigante. Si ésta es una píy/n<ng- para su selección y, al mismo tiempo, un punto fijo
de la investigación realizada, la narración es una desde el cual hace aparecer y alinea las cosas que ella
del devenir. No sólo del devenir tal como trans­ ofrece. Naturalmente, con la conciencia plena de que
curriera externamente en el pasado y en toda su am­ con este punto de vista está dada y es inevitable una
plitud. Ciertamente, si queremos presentar la historia cierta unilateralidad, de que desde aquí no puede verse
de la República romana podremos transformar en idea todo, de que hay que dejar mucho fuera del ángulo
rectora el poder y el dominio mundial de Roma. Pero de la visión desde el que hace la exposición. ■;
éste no se mostró en su eficacia ya con Rómulo y Si quien realiza la exposición toma cómo sü tarea
Remo o con los primeros cónsules. Lo hemos obtenido I este Estado, este pueblo, este hombre, este ejercicio
sólo con la investigación de toda la historia romana, del arte, habrá entonces de narrar aquello qUe hace
cuando Sulla y César aparecen plenamente en primera aparecer este Estado en su Constitución, en su ampli­
línea y se afianzan. Pero hasta los precarios comien­ tud, en su poder político, etc., dejará de lado innumera­
zos de la ciudad y de la República se nos presentan en bles detalles que no influyen en este devenir. Si quiere
relación con este desarrollo que de allí habría de sur­ narrar una gran revolución, una guerra transforma­
gir y sólo en esta idea reciben toda su luz histórica, dora, tendrá entonces que seguir en el drama de las
una idea que sólo más tarde los romanos, desde la fuerzas e intereses que luchan entre sí, los pensamien­
época de las guerras de Aníbal comenzaron a entrever. tos que combaten entre sí, el pensamiento supremo
Así pues, la exposición narrativa no desea dar una que es el resultado final de la lucha, a fin de que esta
imagen de aquello que alguna vez fue ni mucho menos narración pueda ser posible. Entonces el interés del
ser un receptáculo de todos los detalles y noticias lector se encuentra totalmente en este pensamiento su­
transmitidas, sino presentar nuestra concepción de los premo cuyo devenir en esta lucha es la verdad de
acontecimientos importantes, desde este punto de vis­ este pensamiento.
ta. Pues sólo así, siguiendo una idea, está en condiciones Por doquier la exposición narrativa y, con ella, el

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interés del lector se plantean una tarea totalmente dis­ la verdad relativa a mi punto de vista, como me lo
tinta que la de reconstruir lo que otrora, cuando aque­ ha permitido alcanzar mi patria; mi convicción polí­
llas cosas eran realidad y presente, movía y ocupaba tica, religiosa, mi estudio serio. Esto dista mucho de
a la gente que actuaba. En la época de Rómulo o de ser una obra para la eternidad, sino que está limitada
los primeros cónsules, los romanos no estaban en y es unilateral en todo sentido. Pero hay que tener el
modo alguno ocupados con la idea de fundar una coraje de confesar esta limitación y consolarse con el
dominación mundial y aun en las guerras Saminitas y hecho de que lo limitado y lo especial es algo más
Pírricas ningún romano pensaba en otra cosa como no rico y algo más que lo general y lo sumamente general.
fuera el afianzarse frente a su vecino guerrero o al Con esto queda para nosotros solucionada la cues­
conquistador extraño y asegurar así la existencia de tión de la objetividad, de la imparcialidad, del tantas
la ciudad y su territorio. Pero, desde la Segunda Gue­ veces alabado punto de vista fuera y por encima de
rra Púnica, se comenzó a comprender que Roma, para las cosas. Naturalmente, no habré de querer solucio­
poder afianzarse no sólo tenía que dominar a toda nar las grandes tareas de la exposición histórica con
Italia, sino que tenía además que someter a Cartago mi arbitrariedad subjetiva, con mi pequeña y redu­
y a todo el mundo helénico. Los contemporáneos de cida personalidad. Al considerar el pasado desde el
César y Augusto concibieron el resultado alcanzado en punto de vista de los pensamientos de mi pueblo y
la historia romana cómo su tarea desde el comienzo, de mi Estado, de mi religión, me sitúo por encima
y el que Livio, Virgilio y otros expresaran esto y lo de mi propio yo. Pienso desde un yo más elevado en
expusieran dio al pueblo romano la conciencia de una el cual se han fundido la escoria de mi propia pequeña
continuidad que otorgó importancia y comprensión persona.
también a los más oscuros orígenes. Gtrás funciones acerca de la comprensibilidad de
Se ve así como en este contexto entre la investi­ la descripción, de la caracterización de las personas,
gación histórica y la exposición narrativa surge una de las referencias ingeniosas o de la solemnidad sen­
gran tarea y deber. Se trata de presentar claramente tenciosa, se solucionan por sí solas. Naturalmente, mu­
en la investigación y comprensión al pueblo y al Es­ chos historiadores se complacen en hacer brillar en
tado, aquello que ha signado su ser más íntimo, sus su presentación a su espíritu, su arte estilístico, su
pensamientos, proporcionándoles igualmente una ima­ maestría en la descripción de personas, paisajes,, ves­
gen de ellos mismos. Un deber y una tarea que son tidos, etc. Como si la historia estuviera allí para dar­
tanto más grandes y fecundas cuanto menos formada les la oportunidad dé bellas exposiciones y no tanto
y cuanto más lánguida sea todavía la conciencia esta­ para mostrar las cosas cuanto su virtuosismo. Estos
tal y nacional. señores harían mejor en ahorrarse el esfuerzo^de los
Pero, ¿no se cesa en este momento de ser objetivo? estudios históricos; por lo menos deberían tener el
Wachsmuth llega a expresar: «liberado de todos los orgullo de no ser arrogantes y de querer brillar.
lazos de la nacionalidad, de todas las atracciones y Paso ahora a otro punto que me parece importante.
concepciones del partido, del estamento, de toda inhi­ Cuando se escucha él juicio habitual del público y dé
bición de la fe, libre de prejuicios y de afectos como los críticos, se podría llegar a creer que existe sólo una
no sea en aras de la verdad y la virtud, sine ira et norma, una óptima forma de la narración histórica,
studio, crea una obra para la eternidad». por ejemplo, la de Thiers, la de Macaulay o la de
Agradezco este tipo de objetividad de eunuco. No Livio. Pero Tucídides encontraría entonces poca con­
quiero tener para brillar nada más y nada menos que sideración por parte del juicio actual: es demasiado
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áspero. Mucho más gustaría Tácito, porque coloca las Guerras afortunadas de grandes guereros puedén ser
cosas bajo una luz más pálida y es pesimista. Mentes narradas plenamente de manera pragmática; es decir,
más finas hacen valer, en todo caso, que la narración la superioridad de la voluntad y del pensamiento rec­
en las memorias puede ser distinguida de aquellas que tores sobre los otros elementos que aquí intervienen
Se realizan en un alto estilo histórico. Pero cómo y és tan fuerte que no es necesario mencionar estos úl­
por qué, uno no llega a saberlo. Cada historiador si­ timos y toda la atención se concentra en el transcurso
gue su propio sendero y cada crítico juzga luego según efectivo del plan que hay que realizar. Naturalmente,
la forma como a él le hubiera gustado escribir. los otros aspectos no dejan por ello de estar en acti­
Tratemos de percibir esta cuestión más profun­ vidad y de intervenir pero, para este punto de vista
damente. Por la propia naturaleza de las cosas, pa­ de la consideración, para esta narración pragmática,
rece qúe tiene que haber formas totalmente distintas pasan a segundo plano. De manera realmente ejemplar
de la exposición narrativa. Pues como la narración de­ ha presentado de esta manera Clausewitz las primeras
sea considerar y mostrar los acontecimientos desde guerras de Bonaparte: cada cosa aparece como un
una determinada perspectiva, todo depende de la pers­ cálculo en el que el primer pensamiento, el plan estra­
pectiva que se elija, del punto de vista desde el cual tégico de la campaña, surge al final como un resultado
se desea comprender y seguir el devenir de las cosas. propuesto y realizado.
Los posibles puntos de vista resultan entonces de Como una determinada voluntad genial, como un
los aspectos que pueden ser distinguidos en el deve­ plan bien pensado y realizado con felicidad, de la
nir de las cosas y que se destacan con respecto a los misma manera puede presentarse de forma pragmática
demás o que son destacados por el narrador; puede un conocimiento científico elaborado en sistemática
tratársé dé la finalidad qúe impulsa el movimiento o continuidad, o un desarrollo de una cultura así obte­
de la personalidad a través de la cual sé realiza el nido. Así, la historia de la física porque en su desa­
movimiento, o del tipo, del pragmatismo del movimien­ rrollo paso a paso y en la medida en que sólo interesa
to, o de aquello hacia donde se realiza el movimiento. lo que permite avanzar, ha obtenido éste orgulloso
Y así resultan cuatro categorías, cada una de las cua­ edificio de conocimientos, un resultado que, subsu-
les está justificada en su género. miéndo todo lo anterior permite al mismo tiempo re­
1. La narración pragmática.llam am os así a aque­ conocer a cada estadio individual como conduciendo
lla forma qüe tiene en mira esencialmente el decursó a este resultado.
de las cosas, el pragmatismo del movimiento. En ésta Así también en la vida económica, por ejemplo, el
forma se desea presentar cómo un resultado, que de desarrolló del sistema de crédito, desdé el simple prés­
antemano ha sido considerado como el Correcto, se tamo con prenda hasta las formas que surgieran a
presenta como el resultado logrado. Aquí el punto partir de 1855 con el Crédit mobilier. Una exposición
de vista es que las cosas tenían que suceder tal como de este tipo de la historia del crédito tendría que pre­
se había intencionado y calculado. Es la explicación sentar la secuencia de desarrollos de la vida de los
dé lo devenido a través de la continuidad y del trans­ biénes, la abundancia de masas de metales preciosos
curso objetivo de su devenir. a partir del 1500, el rápido aumento del comerció y de
Es obvio que esta forma del narrar habrá de poder la industria en el siglo xvm, la creciente necesidad
sér aplicada con confianza cada vez que un querer de los Estados, etc., sólo como momentos secundarios,
grande y bien calculado, un objetivo que se presenta a fin de mostrar cómo la ahora alcanzada potenciación
claramente, dirige y domina la marcha dé las cpsaSt del crédito estaba ya contenida en su núcleo en aque-
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lias primeras formas que luego se ha ido desarrollando tonces en fatalismo, o sea, en el presupuesto de que
consecuentemente. un destino propio da la idea de la vida histórica, que
Pero, como se ve, en esta forma de la concepción uno puede calcular pero no comprender, es decir, que
reside una seducción, al menos una barrera, de la que no puede concebirse su conexión. En un fátaíismo de
hay que tener, por lo menos, conciencia. Ciertamente esté tipo cae Tácito. Es la duda en la naturaleza ética
es posible concebir las guerras de Alejandro a partir del hombre, en el derecho y en la fuerza de la libertad.
de Granikus, a partir de la campaña al Danubio, y Entonces uno encuentra una dolorosa pero pesimista
presentarlas pragmáticamente como la realización con­ satisfacción en demostrar cómo el ciego pragmatismo
secuente de la idea que para él resultaba de la misión de todo querer y poder humanos no permite nada.
de lo griego, del plan de dominar a los persas. Natural­ 2. Como segunda forma de exposición narrativa
mente, esto lo logró plenamente. Pero la idea que él podemos mencionar aquella cuya expresión más pre­
había concebido también a su vez se había apoderado cisa es la biografía. Ella toma el punto de vista no del
de él en no menor medida y lo arrastró y obligó siem­ movimiento y sus estadios, sino de la fuerza volente y
pre a ir más allá de lo que al comienzo había querido. de la pasión en virtud de las cuales se realiza el movi­
Tenía que hacerlo; la coherencia de su propia idea lo miento. El pensamiento histórico no puede ni siquiera
empujaba y arrastraba más allá de toda medida. Ya su llegar a la realidad sin la fuerza que mueve y reúne la
marcha de retirada de la India le mostró que su cénit materia y la forma. Al querer presentar los pensamien­
había pasado; en Opis se produjo la indignación de sus tos históricos en su devenir, elegimos esta forma a fin
macedonios; sólo su prematura muerte le ahorró un de seguirlo en el sujeto actuante.
destino similar al que Napoleón experimentara tras Uno no escribe la biografía de Mozart o de Goethe
sus gloriosas campañas, a partir de Moscú. La mera para demostrar cómo una persona tenía que realizar
narración pragmática de las guerras de Alejandro, de cosas memorables. Pues el que fueran realizadas re­
Napoleón, no agota por lejos su historia. quiere todavía otras premisas de desarrollos anterio­
Y así sucede por doquier. Por supuesto que se pue­ res, formas preparadas de antemano, etc. En cámbio,
de narrar pragmáticamente la historia de Roma como la biografía habrá de mostrar que Mozart o Goethe
un desarrollo a cuyo final la figura de César muestra podían realizar esas cosas. Como se ve, la causalidad
lo que es el contenido propiamente dicho de esta his­ conducé en esta relación a un don, és decir, a una in-
toria de la República. Pero igualmente claro es tam­ calculabilidad que precisamente debe ser tomada como
bién que de esta manera en ningún caso se hace jus­ un hecho y no puede ser constatada como un efecto de
ticia a la historia romana: se presenta entonces como circunstancias demostrables. Tanto más atractivo es
si incesantemente se precipitara hacia este final, sin demostrar entonces cómo la naturaleza así dotada y
épocas de descanso y de competencia, sin la amplitud dispuesta se presenta a sí misma en cada modificación
y la permanencia que cada présente tenía. y actividad y, presentándose a sí misma, tanto más
Como se ve, sólo en cierta medida, para determina­ conciencia adquiere de su propia especie y talénto.
das tareas, él pragmatismo es adecuado. Se vuelve La biografía no puede hacer otra cosa que procu­
poco veraz cuando se amplía él ámbito que le corres­ rar introducirse en la personalidad que presenta, a
ponde. Se vuelve insoportable cuando pretende valer fin de obtener la forma de su sensibilidad, su círculo
como ley general de la historia, cuando quiere imponer de pensamientos, su horizonte, y al presentarlo en
todo en forma de discursó pragmático necesario, es cierto modo hablar desde sí misma. El lector tiene
decir, que se determina á sí mismo, Se convierte en­ el placer de comprender todo hacer y creación del héroe
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a partir de su personalidad, de familiarizarse con los
procesos de su vida interna al dar testimonio de la indicado es adecuada esta forma de exposición. Exis­
misma cada palabra y obra. ten también otros fenómenos históricos en los cuales
Precisamente lo que confiere el mayor atractivo a la peculiaridad es tan firme y extraordinaria, el tipo
esta forma de exposición encierra un peligro en si mis­ impulsivo de su ser y hacer es tan marcado y decisivo,
mo que es necesario conocer para evitarlo. Este pe­ que para su presentación ninguna otra forma es más
ligro consiste en atribuir al genio demasiado y admi­ adecuada que aquélla que demuestra y presenta en
rar todo lo que de él se lee, lo que él hace y lo que no toda la secuencia de su hacer histórico, en cada acti­
hace, de que, a través del culto del genio, tal como por vidad de su ser, la expresión del mismo tipo y talento
ejemplo se practica plenamente en época reciente, se individuales, de su genio. La historia de una formación
dejen en la sombra los otros grandes factores del mun­ tan agudamente preformada como la vieja ciudad de
do ético. Lübeck tiene en sus relaciones políticas y comerciales.
Otra posición equivocada es creer que es posible O como la Orden Jesu, con respecto a la cual el general
escribir una biografía de cualquier persona. Cierta­ de la Orden Lorenzo Ricci en 1764, cuando había que
mente se puede, tal como era habitual en los siglos salvar a la Orden a través de ciertas modificaciones
xvn y xviii, reunir en los discursos necrológicos una de sus reglas, utilizó la expresión: sint ut sunt aut non
serie de fechas y circunstancias de la vida del fallecido sint; este tipo de tareas son también solucionables bio­
y enumerar sus propiedades, sus cargos, sus obras. gráficamente.
Pero a una biografía pertenece algo más que una serie Bien extraordinario es que Dicaiarco haya escrito
de trivialidades de este tipo. Y una vez más hay que una ptos-’HLLáoí;, tal como se ve en los fragmentos, una
decirlo: en modo alguno es toda persona históricamente presentación de la configuración peculiar de la vida
importante adecuada para ser presentada biográfica- del pueblo griego prescindiendo de la historia política.
mentt. No sólo porque lo más importante supera la Se podría llegar a pensar en escribir sobre la base de
medida de la biografía; sería precisamente una locura la Germania de Tácito la biografía del pueblo alemán;
querer escribir una biografía de Federico el Grande sobre la base de los datos de César, la del pueblo celta,
o de César. Pues el hecho de que Federico supiera in­ y quizás por esta vía podría irse más lejos que con la
terpretar la flauta o el que César escribiera algunos actualmente predilecta sicología de los pueblos.
escritos sobre gramática es por cierto muy interesan­ Pero precisamente en esta posibilidad se reconoce
te, pero totalmente indiferente para la gran actividad en donde están la debilidad o, mejor dicho las limita­
histórica de ambos. Tampoco se debería escribir una ciones de la forma biográfica. Al igual que cualquiera
biografía de Scharnhorst: la organización militar de otra, esta forma es sólo relativamente buena; sólo bajo
Prusia desde 1796 hasta 1813 es su monumento biográ­ ciertas circunstancias, es la que mejor se adecúa. Al
fico. En cambio, Alcibíades, César Borgia, Mirabeau son igual que cualquier otra, precisamente porque presen­
figuras totalmente biográficas. La genial arbitrariedad ta las cosas que fueron, desde nuestra concepción de
que caracteriza su actividad histórica y el observar el las realidades, desde el pensamiento de nuestra con­
carácter de cometa de su esencia más personal) que cepción, tiene que dejar de lado aspectos de la reali­
perturba toda órbita y esfera reglada, transforma a dad de otrora, tiene que ser unilateral.
su biografía en la única clave para comprender la 3. La tercera forma de la narración, a la que ahora
importancia que tuvieron en su época. nos volvemos, es justamente una inversión de lo biográ­
No sólo para personas importantes del tipo aquí fico; es su opuesto. No parte del genio como aquello
que está dado y se forma libremente sino que capta las
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condiciones, los medios y los datos, las Circunstancias ción en devenir a través de sus metamorfosis histó­
siempre nuevas, a fin de mostrar cómo lentamente de ricas.
ellos ha surgido, crecido y desarrollado la esencia y Se ve así la importante diferencia entre esta expo­
lo peculiar, el pensamiento, cómo se ha profundizado sición y la biográfica. En esta última, el momento esen­
y agudizado hasta aparecer maduro y terminado en el cial que el narrador capta reside en que aquí hay, en
presente o en un momento final en el pasado. la base, un talento especial; él existe efectivamente.
Esta forma de expresión resultará aplicable para Es algo cuyo por qué no puede ser explicado; en cam­
lo que podría llamar desarrollo espontáneo de las co­ bio, en la exposición monográfica, las circunstancias
munidades éticas, de un Estado, de una Iglesia, de y condiciones externas son de un tipo tal que uno tiene
una comunidad ciudadana, de un surgimiento económi­ que renunciar a querer mostrar su por qué: estas cir­
co, del derecho y la Constitución, etc. El Estado romano cunstancias y cambios son efectivamente así. Uno se
comienza de una forma tan pequeña en relación con equivocaría si quisiera ver la documentación de la
la magnitud que luego habría de alcanzar que uno antigua Roma como si estuviera ya preformada la po­
podría decir que casi no ve el arbolito que luego habría derosa marcha de la historia romana. Este momento
de transformarse en una poderosa encina. ¡Y cuán in­ natural es sólo una de las condiciones que han inter­
menso es el camino recorrido por el arte de las cons­ venido en el devenir de Roma y, al igual que todas las
trucciones navales desde el tronco ahuecado de los demás, Obtiene su energía y explicación en el devenir
conquistadores daneses que desembarcaron en Ingla­ avanzante de esta formación. Precisamente a la inversa
terra alrededor del 850 y los colosales vapores de acero de lo que sucede en la exposición biográfica, en la que
de nuestros días! Una técnica así comenzada logra su el talento originario se confirma nuevamente y de ma­
forma superior sólo en el desarrollo múltiple de los nera cada vez más rica, ante cada nueva oportunidad y
medios materiales, de los inventos, de la observación estímulo.
y del cálculo de las estrellas. Un sistema estatal así Puede verse también que la exposición monográfica,
comenzado desarrolla sus elementos en el devenir y al igual que cualquier otra, tiene su unilateralidad y
los presenta en siempre nuevas tareas y hechos, ele­ limitaciones ya que ve la pluralidad del presente de
mentos que, según nos parece, constituyen su pecu­ otrora sólo desde un determinado ángulo y sólo desde
liar esencia. La idea del Estado romano llega a ser él desea verla. Y, por cierto, la idea desde la cual la
sólo el crecimiento concluido de todos sus elementos; concibe, es de un tipo tal que tiene que renunciar a
muestra efectivamente que en este estadio inicial no es­ muchas cosas que son adecuadas en otras formas de
taban preformados. la narración; como tiene la difícil tarea de encontrar
Por lo tanto, la exposición no habrá de buscar el un tono tal de la expresión que permita captar tanto
encanto en mostrar en la pluralidad de los hechos con lo primero aún no desarrollado como lo que ya ple­
los que se enfrenta la misma capacidad y preformación namente devenido. Cuán penoso sería, por ejemplo,
típica, sino que buscará el encanto de ver devenir una querer presentar la historia de Inglaterra, empezándo
idea y de observar cómo surge de manera cada vez más con César y exponiendo cada vez los trajes de la época,
rica y múltiple, cómo se va construyendo en aquellos el cambiante tipo del paisaje, la forma cómo las per­
hechos, con ellos y a pesar de ellos, en su forma y en sonas comían y se vestían.
sus cuerpos. Esto es lo que las ciencias naturales, de Me parece que por lo que respecta a la forma, Li-
una manera no muy feliz, llaman historia del desarro­ vius es ejemplar, aun cuando su investigación no con­
llo. La narración sigue monográficamente esta forma­ duzca muy lejos y no pocas veces sea víctima de su

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propia retórica. Entre los modernos, Hume, con su egoísmo para reencontrarse más enriquecido y rnejor.
Historia de Inglaterra, es quien se encuentra en posi­ La esencia de esta forma de presentación se vuelve
ción más alta. Bajo esta forma, las literaturas que más clara de inmediato. Es la lucha de figuras relativamente
aportarán serán aquellas en donde una sensibilidad na­ parejas, de ideas relativamente verdaderas, una lucha
cional muy marcada se dedique a la historia local|. sobre cuyo decurso oscila, aún oculto y como algo que
Y viceversa: cuando de la que se trata es de despertar habrá de llegar a ser sólo en la lucha el pensamiento
la sensibilidad y la certeza nacionales, ésta es la forma superior, con respecto al cual los principios en lucha
en la que, tal como ya dijimos, debe ofrecerse al Es­ demuestran ser sus costados y modalidades y en. el que
tado, al pueblo, al ejército, etc., la imagen de ellos finalmente se encuentran para poder lograr la paz.
mismos. Pues sólo así, en tales ideas y pensamientos, Se vé de inmediato que la disposición y la marcha
el sentido oscilante que se encuentra en medio del de la narración tienen que ser aquí totalmente distin­
presente bajo miles de presiones e influencias, puede tas a las de las formas monográficas y biográficas y
lograr una presentación firme y clara de su esencia y que, en realidad, es el anverso de la forma pragmática.
de su tarea. Naturalmente, todas las ventajas de esta Pues en ésta una idea, un querer, domina la sucesión
forma aparecen bien claramente, pero también en su de todos los momentos y el resultado confirma la co­
unilateralidad, allí donde históricamente aparece por rrección del cálculo precedente, de la energía volente.
primera vez: en la exposición de la historia contenida Por el contrario, en la exposición catastrófica, todos
en el Viejo Testamento. los intéreses, todos los momentos y tendencias, deben
4. De un tipo muy diferente es la cuarta forma de valer por igual a fin de que, luchando entre sí, produz­
la exposición narrativa. También aquí tenemos un cier­ can el resultado que precisamente expresa la idea' su­
to embarazo en nombrarla; el subdesarrollo.de nuestra perior. Aquí lo que importa es mostrar los momentos
disciplina se muestra claramente en el hecho de que a partir dé los cuales podía y tenía que desarrollarse
ella ni siquiera ha reconocido y designado los profun­ la lucha, poner de manifiesto el relativo derecho de
damente distintos géneros de la exposición en tanto cada uno de ellos, lo mismo que su Unilateralidad y,
tales: todo es llamado simplemente historia. con ello, su injusticia; seguir la lucha misma hasta
Para esta cuarta forma, lo esencial parece ser que que finalmente esté ahí el mundo transformado en el
presenta algún proceso catastrófico o, dicho más exac­ que llega a existir lo superior así preparado. Lo qué
tamente, los procesos de los que ella trata, los concibe aquí importa mostrar es cómo, á partir de la lucha
desde el punto de vista de sü decurso catastrófico, sea de titanes, surgen un nuevo mundo y nuevos dioses.
que se trate de una gran guerra, de una revolución, de Precisamente de la misma manera qué en la tragedia;
una lucha parlamentaria o diplomática o de otros acon­ pues así concluye Esquilo su Orestíada, su Prometeo
tecimientos menos notables; siempre que existe compe­ al igual que Shakespeare su Macbeth, su Hamlet.
tencia de intereses, de fines, pasiones, energías, este Para esta forma dé exposición resultará siempré
punto de vista catastrófico resulta ser aplicable. Toda natural el mismo esquema. >
historia de amor tiene su carácter catastrófico, tam­ Las circunstancias dadas serán vividas y presionan-
bién en el hecho de que las dos personas que son sus tementé sentidas como momentos insuficientes o co­
protagonistas muy pronto aprenden que, cuando se rrompidos. Frente a ellas surgen cada vez más con­
unen, todo lo demás se vuelve muy diferente a lo que cepciones acerca de cómo deberían ser para ser bue­
era antes: un nuevo pensamiento se apodera de ambos, nas. Estas distintas concepciones se encuentran entre
en el que cada cual renuncia a su peculiaridad y a su sí, se combinan, se transforman en un sistema qué es
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sentido como mejor frente al existente, ideales que pre­ catástrofe apenas se nota y sólo se vuelve más clara
tenden valer en lugar de lo malo existente. Esté mundo en los últimos libros.
de pensamientos crece, va subiendo y estimulándose Inmenso es el progreso realizado por Tucídides en
hasta que finalmente adquiere forma en caracteres con relación con Herodoto. Con la mayor estrictez y agu­
respecto a los cuales será su contenido vital, su pathos deza, en una plena oposición y crítica contra Herodoto,
personal. Con esto irrumpe la lucha abierta. Pero> bajó aun cuando no lo nombra, concibe su tarea, pero no
el enorme poder de lo nuevo, despierta la resistencia la concibe en una idea tan confusa y nebulosa como la
entré aquellos que están beneficiados por las circuns­ luoha de los griegos contra los bárbaros. Señala que
tancias amenazadas; se muestra entonces qué también también entre los griegos hay muchos que han sido y
allí hay un gran interés, una justificación relativa, el son bárbaros. Toma la gran realidad de la lucha de las
derecho a ser. La lucha oscila de aquí para allí, ad­ dos potencias principales de Grecia. Desarrolla los ele­
quiere cada vez más amplitud, se produce una tensión mentos del poder, de una y de otra parte. Muestra que
cada vez mayor de las fuerzas. Tanto lo Viejo como lo ambas, que desde hacía tiempo rivalizaban, tenían que
nuevo se transforman en este fecundo proceso; se llegar a un grande y decisivo conflicto, y al comienzo
disgregan los partidos, los situaciones, las ideas; se de esta lucha reconoció ya su importancia y por ello
produce una especie de intercambio y transformación; con gran proligidad han investigado y reunió todo lo
el creciente agotamiento muestra que el nivel comien­ que ocurriera en el transcurso de la guerra. Aun cuan­
za a equilibrarse, que un mundo nuevo se ha ido ela­ do su obra no está concluida y lo que se encuentra en
borando; finalmente está ya allí y en algún momento los ocho libros dista mucho de estar listo y terminado,
se hade la paz. lo que en ellos se presenta es, por la altura y energía
Realmente paradigmáticos de esta forma de narra­ de la concepción, por la reflexión de la investigación
ción son los dos historiadores griegos más antiguos y, sobré todo, por la estructura del desarrollo catas­
que conocemos. Herodoto indagó e investigó mucho trófico, realmente ejemplar.
y encontró uña idea en la que le parecía podían reunir­ Por lo que sabemos, la historiografía romana no
se todas las cosas extraordinarias y atractivas: la idea llegó a una exposición de este tipo. Hasta el mismo
de la lucha entre los griegos y los persas. Pero no tuvo Polibio, que parece moverse en esta dirección, no con­
la agudeza de juicio y la fortaleza de carácter como serva firmemente esta idea; ni siquiera en las guerras
para penetrar estas ideas y captar sus momentos esen­ de Aníbal en donde, por así decirlo, resultaba casi evi­
ciales. Los tomó de una manera totalmente superficial dente. La historia que él escribe es, podría decirse, un
y externa. Ni siquiera supo claramente qué eran los monólogo de Roma. Más bien podrían incluirse en esta
griegos y qué eran los bárbaros o si hubo una forma en línea algunos italianos como Villani, Guiccardini, Ma-
la que lo mil veces autónomo griego actuó o pudiera quiavelo; pero tampoco plenamente. Sin embargo, tengo
haber actuado como unidad. Siempre aparecen en él que nombrar a Ranke: quizás lo más grande que ha
nuevas cosas extrañas, descripciones de páíses, pue­ aportado es el haber sabido presentar de una manera
blos y costumbres, disgresiones que conducen a nuevos tan enérgica y audaz, de forma catastrófica, la histo­
apartamientos y desvíos; su total falta de crítica, su ria de la época de la Reforma.
creencia de que tiene que narrar todo lo que ha expe­ Pero precisamente en esta admirable exposición de
rimentado aun cuando le parezca que ello no es nece­ las ideas que combatieron entre sí durante aquellos
sario, convierten a sus nueve libros en una obra de tra­ cien años y cuya conclusión fuera la paz religiosa, pone
bajosa estructura en la que la cohesión de la idea de de manifiesto las limitaciones o debilidades que tiene
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está exposición. El drama puede producirse detrás de Ya la cuarta forma de la narración, la catastrófica,
Hamlet, de Fortinbras y del tiempo mejor que sigue a apunta en cierto modo más allá de ella misma. Pues
esta lucha salvaje. En la historia real, las cosas no allí, por encima de los intereses, partidos y personas en
concluyen así y lo devenido lleva en sí mismo todos lucha, por encima de las ideas contrapuestas, hay una
los elementos de una nueva intranquilidad. A fin de idea superior en la que finalmente habrá de reconci­
poder obtener el correspondiente final de sus pensa­ liarse la lucha. Y podemos decir que en la misma forma
mientos, Ranke tiene que otorgar a la paz religiosa un catastrófica transcurre o puede ser considerado casi
significado, una bendición, una!fuerza benéfica que todo lo que los hombres hacen y viven entre sí.
en realidad no tuvo nunca. Y puede decirse que aun La forma catastrófica, al igual que las otras formas
cuando Tucídides hubiera continuado su obra hasta dé la narración condicionan el hecho de que cada vez
la lamentable decadencia del poder ático, hubiera te­ sólo uno de éstos decursos catastróficos o pragmáticos,
nido dificultades en presentar la efectiva conclusión sólo una de estas formas biográficas o monográficas
de la terrible lucha como su resultado justificante y pueda ser presentada hasta en los menores détalles.
justificado. ¿Ha de tenernos que ser presentada la historia siempre
La historia real no transcurre precisamente en es­ en paradigmas individuales, tiene que ser vista y per­
tadios y etapas que dan paz y tranquilidad, sino como cibida por nosotros sólo en estas consideraciones ejem­
una incesante continuidad de luchas siempre nuevas, de plares? ¿Quedan satisfechas bajo una forma tal todas
catástrofes siempre nuevas! las exigencias que han de plantearse a la historia?
Estas cuatro formas son, según pienso las únicas Y si, como hemos visto, ser culto significa haber tenido
posibles de acuerdo con la naturaleza de la narración; la vivencia o haberla revivido, de la suma de las expe­
posibles en el sentido de que aquí se trata de una riencias vitales en la que el aquí y el ahora ha devenido,
serie de formas de narración, sólo que no designan ¿basta entonces el habér adoptado aquí y allí un pa­
formas esenciales. radigma catastrófico, biográfico, etc?
Las crónicas, los anales o las memorias no habrán Como se ve, necesitamos una forma de exposición
de ser consideradas como tales; pues no se querrá que nos dé algo más o diferente de lo que la narración
considerar como muy profundo cuando Pedro Mártir quiere o puede darnos. Esto lo encontramos en la ex­
utilizó la forma epistolar para escribir la historia de posición didáctica.
su tiempo, o cuando Lamartine presenta bajo la forma
de una novela sensacionálista la historia de los giron­ c) La exposición didáctica
dinos, o como quieran llamarse las formás de erudición § 92 (47)
más o menos maduras.
Si aquellas cuatro formas son también las básica­ Hemos considerado a Tucídides como uno de los
mente posibles de la exposición narrativ.a, se ve tam­ modelos de la exposición narrativa. Él mismo se había
bién claramente que ninguna de ellas carece de limi­ impuesto otro objetivo diferente a la exposición de
taciones; en ningún caso sé llegaría, por otra parte, una mera narración. En I, 22 dice que a diferencia de
a una forma perfecta de la exposición si se las mezcla­ Herodoto y otros, que sólo querían dar un áywvioy,a ig
ra entre sí. Es decir, de esta manera nó se lograría tto TapaSorpo áxúvhv; «a mí habrá de bastarme el que
obtener aquello que uno echa dé menos en cada una considere mi obra como útil aquel que desee saber algo
de estas cuatro formas. Esto nos lleva a una tercera confiable y seguro sobre el pasado y, al mismo tiempo,
forma de la exposición histórica. acerca de lo que, de acuerdo con el curso de las cosas
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humanas, alguna vez nuevamente y de la misma manera clonar modelos para su imitación ni ofrecer reglas
o de una forma similar habrá de suceder». Y en este para su aplicación en el futuro. Es bien sorprendente
sentido, llama a su obra XT?¡via ¿I<; áeí. y significativa la forma como al respecto se expresa
Pero, si es importante el recibir enseñanzas sobre Federico II en la introducción a su Histoire de mon
el pasado, ¿cómo puede ello ser útil para casos fu­ temps y en Ya. Histoire de la guerre de sept ans. Él es­
turos? cribe, por lo pronto, para su sucesor en el gobierno de
i En nuestra ciencia se han dado suficientes respues­ Prusia. Detalla todas las dificultades bajo las cuales
tas a esta cuestión. Pues el que así es es algo que siem­ condujo la guerra, los errores que cometió. Dice: «les
pre fue percibido pero sobre lo que han existido opi­ faits passés sont bons pour nourrir l’imagination et
niones muy diferentes acerca del por qué y del cómo. meubler la mémoire; c'est un répertoire d'idées qui
La llamada historia pragmática del siglo xviii con­ fournit de la matiére que le jugement doit passer au
sideraba que de la historia se debía aprender cómo ten­ ereuset pour Tépurer». También la historia ofrece una
dría uno que comportarse en casos similares. En este gran cantidad de ideas y éstas son para quien debe
sentido, Peter Eschenloer (Die Geschichte der Stadt manejarlas un material que tiene que colocar en el
Breslau 1437 bis 1471) quería indicar cómo la ciudad crisol de su capacidad de juicio a fin de clarificarlo. El
de Breslau había recibido a príncipes y enviados ex­ oficial experto no habrá dejado de leer sin temor es­
tranjeros a fin de que en futuros casos similares pu­ tas consideraciones del rey. Al seguir en ellas las posi­
diera seguirse este modelo; el Duc de Lynes, como bilidades del momento en el que actuara el rey, los
maestro de la corte de Luis XIV, anota exactamente medios de la lucha y de la victoria, etc., se siente a
los hechos de la etiqueta y de las ceremonias a fin de sí mismo, en espíritu en medio de los grandes proce­
qué su sucesor o él mismo pudieran actuar en conse­ sos; su ganancia es la comprensión de lo vivido en su
cuencia y no dar motivo de escándalo. Pero, precisa­ espíritu, una serie de ideas y de concepciones que se
mente las cosas grandes e importantes que los his­ encontrarán ante su ánimo en el momento en que ten­
toriadores prefieren tratar no se repiten, sino que esto ga que solucionar tareas similares; no como directivas
sucede sólo con las cosas banales y superficiales. Por que tenga que imitar sino como una reserva de ideas,
más que alguien haya leído la descripción de innúme­ concepciones, también de formas de pensar de las que
ras batallas, cada nueva batalla es diferente y sería una surge lo adecuado para este caso.
locura, especialmente para quien la libra, el reflexio­ Este ejercicio realizado intelectualmente es forma­
nar en el momento decisivo sobre ejemplos anteriores ción militar jurídica, diplomática, cuando está orien­
y pretender aplicarlos a su caso. tada a estos determinados objetivos; es formación ge­
O también suele decirse que la historia presenta neral cuando la finalidad que se persigue no es de tipo
grandes modelos de naturaleza humana, de caracteres, especial sino el practicar y desarrollar en nosotros lo
de hechos, y que estos paradigmas deberían ser imi­ humanamente general, que abarca todas las esferas
tados. Pero si se sostiene esto, entonces Alejandro de la existencia ética, tal como se resumen y vinculan
debería haber elegido como modelo al Alquiles de Ho­ en cada yo. Y también, en la medida de lo posible, el
mero y no a Milcíades o Agesilaos. Pues la poesía, dice más insignificante y pobre debe ser incluido en este
su maestro Aristóteles, es más filosófica é ideal que la contexto a fin de que sea elevado y ennoblecido. El
historia. Y, ¿todo chico de escuela ha de tener que hecho de que tenga su conciencia, de que crezca en las
imitar a César o a Carlomagno? comunidades naturales, en el grupo de sus hermanos,
El objetivo de la historia no puede ser ni el propon en el cuidado de sus padres, en su religión, en su comu-
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nídad, en su pueblo, le proporciona las mediaciones a tesis? ¿No tiene como base presupuestos que, si bien
tal efecto. es cierto que podrían ser enseñados por la religión, la
Lo general-humano no ha de ser compartido ciega filosofía los ha negado a menudo? ¿Y qué nos obliga
y pasivamente en las diferentes esferas del mundo ético, a aceptar estas hipótesis? ¿No demuestran las ciencias
tal como se ha ido formando aquí y ahora. Sólo parti­ naturales que todo también en el mundo humano y en
cipa de ello en medida plena quien tiene conciencia de la vida humana es sólo de naturaleza material y está
que ellas, tal como son, han llegado a ser y que en sü determinado por la mecánica de los átomos?
representación tiene que determinarlas para el futuro. Cuando el pensamiento científico-natural logra des­
Los estadios históricamente vividos, así como el pre­ plazar la vida anímica y espiritual al ámbito de la
sente los abarca resumidamente y en él tienen que mecánica de los átomos, lo que hace es descubrir e in­
resumirse, habrá de querer tenerlos y gozarlos no co­ vestigar este ámbito en el sentido de que ciertas cate­
mo un mero resultado ya muerto, sino que: gorías de nuestro pensamiento que se dirigen a lo
mensurable, pesable, calculable, se presentan también
«Lo que has heredado de tus padres, en la naturaleza; mejor dicho, la naturaleza puede
lo heredas para poseerlo» sólo aprehenderlas y comprenderlas de acuerdo con es­
tas categorías.
Él mismo tiene que aparecer en la serie, seguirla El cogito ergo sum es el hecho cuya certeza es la
realizando y promoviendo; teniendo la vivencia inter­ esencia de nuestro ser humano; nuestro ser espiritual
na de ella y elaborándola aún más, .purificando, po­ y ético nos lo confirma en todo momento. A partir de
niendo en tensión, superando y dando alas a su espíritu él se desarrolla en nosotros la concepción de la natu­
con el inmenso afán del progresar que llena la histo­ raleza y de la historia, ambas así representadas sólo en
ria y que debe llenarlo a él también, a fin de elevar y nuestro espíritu.
ennoblecer su yo precario, egoísta, y efímero. La misma capacidad que posibilita a nuestro espí­
No son los modelos individuales sino todo el rasgo ritu comprender la naturaleza de acuerdo con estas
superior, ético, de la historia lo que debe llenarnos; categorías, otorga al espíritu para otras conformacio­
este tipo de lo esencial, de lo poderoso, de lo sublime* nes congeniales otra comprensión interna y con esta
este poder de los grandes puntos de vista, de los gran­ comprensión, aquella comunidad del pensamiento y
des motivos y fuerzas, del espíritu de grandeza. del hablar, del querer y del crear que se forma en todo
Esto es lo que la historia ofrece y proporciona al círculo de existencia humana, por más alta o baja que
espíritu humano. Con ello éste se eleva de su pequeña pueda ser su versión, y en cada espíritu individual,
y perdida peculiaridad hacia la gran continuidad en en su conciencia. Así cómo nos es cierto que 4a natu­
la que sólo es un punto, pero en donde debe ser un raleza está dominada por la ley de la gravedad por
punto activo, participante, que, debe seguir elaborán­ leyes químicas físicas, matemáticas -—pues así expre­
dola. Aprende así a percibir en grande, aprende a samos nuestra comprensión de las cosas de la natu­
percibir lo que crece y se agita en su conciencia, como raleza—, con igual certidumbre dominan en el alma
su mejor tesoro; como su participación en los poderes y en el mundo humanos las potencias éticas, por más
éticos y aprende a pensar y a actuar teniendo concien­ alta o baja que pueda ser su versión; y con tanta más
cia de su contexto. certeza cuanto que son expresión de la libertad con las
Pero, podría objetarse. ¿No es problemática esta que a menudo el yo individual se defiende y resiste.
concepción de la historia, no es una ilusión, una hipó­ «Llevan a cabo el todo, a pesar de la buena o de la
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mala voluntad de aquellos a través de los cuales se rea­ dicho esta representación y concepción del ser del
lizan»; triunfan siempre y aun cuando aquí y allí, en mundo humano? ¿Con qué derecho decimos que Sólo
corruptos individuos, Estados, religiones, pueblos, pa­ entre los pueblos que tienen esta concepción hay cul­
rezcan morir, en otros lugares, en nuevas y más altas tura y que la Cultura es el resultado del trabajo his­
formaciones, aparecen nuevamente y proporcionan nue­ tórico?
vas personas, pueblos, estados, nuevos portadores, para Y\sl más arriba se ha dado respuesta a esta última
su trabajo en la historia. pregunta. Y lo que allí se dijo excluye la opinión de
Naturalmente requiere un inmensa cantidad de es­ que un pueblo puede llamarse culto porque tiene una
fuerzo y de trabajo el investigar todo esto, un trabajo gran variedad de habilidades, necesidades altamente
que es tan incalculablemente inmenso como la inves­ desarrolladas, una plenitud de vida en bienestar y dé
tigación de la naturaleza, como el mundo de las estre­ goce.
llas. También este mundo sería para nosotros una es­ Muy ricos en estas cosas eran en la Antigüedad los
téril confusión si no lo concibiéramos bajo la ley de babilonios, los fenicios, los egipcios, los helenos; en
su movimiento. También los pasados del ser humanó la Edad Media, el mundo del Islam aventajaba a la
serían para nosotros una confusa y muerta nada si cristiandad occidental. Tenía una rica cultura. Pero
no viéramos en ellos la continuidad y la expresión de era pobre en educación, es decir, el gran capital ético
las mismas potencias que llenan nuestra más íntima de los pasados vividos valían poco para él; no llenaba
vida y ser, nuestra conciencia y en los cuales cada día y dominaba los tipos firmes de las esferas éticas vi­
de nuevo, nos parece condicionado nuestro ser huma­ vidas.
no. ¿Qué sucedería con el recién nacido Sin el cuidado La esencia de la formación no se agota tampoco
y la pronta enseñanza de la madre, sin la educación con los meros resultados intelectuales, que hacen a
y el modelo del padre, sin el aprendizaje del trabajo los hombres más inteligentes pero no mejores. Los
y la comunidad de los hermanos? Y así sucede en cada babilónicos estaban familiarizados en gran medida con
nuevo estadio, en el contacto con otros niños, en el el cielo estrellado y con los procesos siderales y su
crecer en la comunidad de los adultos, en sus deberes, maestría en todo lo medible, pesable y calculable mues­
en sus actividades, en sus recuerdos. tra cuán grande era la agudeza de sentido y de obser­
También en las tribus y pueblos en el más bajo vación que habían desarrollado. Algo similar vale para
nivel de cultura, se encuentran (aún cuando en las los egipcios. Pero su religión, sus mitos y leyendas
formas más simples) las potencias éticas y, por lo ge- testimonian cuán baja y egoísta era su vida anímica.
naral, con una energía tanto más fuerte cuanto más Y, al menos hasta ahora, no se ha encontrado que en la
pequeño y cerrado es el círculo de la comunidad, que misma pudiera reconocerse un desarrollo, un'^'rcíSóáisv
así se siente unido y mantenido. Por más alto que se EÍS" obro.
hayan elevado las formaciones de la Antigüedad, no Por cierto que los griegos en sus representaciones
superaron el egoísmo y el exclusivismo de la comuni­ históricas, con Homero a la cabeza, obtuvieron la rica
dad de cada pueblo; se movían en la oposición entre plenitud del arte de las musas y con ellas toda una serie
griegos y bárbaros, entre judíos y paganos, romanos de grandes tipos éticos. Pero valen para ellos como
y súbditos. No llegaron hasta la concepción de lo huma­ resultados de su vida histórica, como su ventaja frente
no común a todos ellos, de la humanitas. a los bárbaros. Y retroceden con escándalo frente a la
¿Cuál es pues la esencia de esta humanitas? ¿Cómo idea de que, tal como decía la expresión de Alejandro,
se ha obtenido y fundamentado este concepto, mejor los bárbaros no fueran sólo lo malo y los helenos sólo
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lo bueno. No llegaron a considerar la historia que le todos los hombres, judíos y paganos, pobres y ricos,
libres y esclavos, a todos los que padecen, a cada uno
había ofrecido o traído este resultado desde el punto de ellos personalmente, se revela y se vuelve compren­
de vista de que la tarea y objetivo de su vida histórica sible l a :verdadera y plena esencia del hombre, que
era y había sido elaborar estos ideales éticos y progre­ viviendo en la tierra posee el cielo y que en Dios tiene
sivamente la formación de la vida ética. Su peculiar su paz en sí mismo. Se trata de una liberación y de
■rcaiSsía surgió en ellos de la historia, pero no reconocie­ una justificación internas, la infinita profundización
ron que el pulso que los movía y el poder de su his­ de la personalidad en la filiación de Dios, la justifi­
toria era la nmSsía, la educación. ' ¡
Una primera marcha en ese sentido hizo el pueblo cación y la salvación en la fe en Él.
Ahora se siente y se reconoce que todos los errores
de Israel. Él desarrolló una gran historiografía. Todo y equivocaciones habían estado dirigida a la búsqueda
su pensamiento y su poesía estaban plenos de la idea de Dios, a esta revelación y salvación, que toda la his­
del Dios que castigaba o recompensaba a su pueblo o toria vivida de los pueblos había sido una educación
lo protegía para enseñarle, para penitencia y mejora. para Cristo, que Él vino cuando los tiempos estaban ya
Pero en el rígido y abstracto dualismo de Dios y mun­ maduros, que toda historia remota tiene en Él su punto
do, en el temor de Dios y en el espíritu servil de este
temor, el pueblo elegido no llegó a desarrollar la vida de partida.
Esta idea de la educación del género humano ha
humana hasta alcanzar un mundo ético libre, que se sido, a partir de entonces, más o menos comprendida
mueve y justifica en sí mismo. Siempre endurecieron y ha conservado su eficacia en la Iglesia y en la Cris­
su corazón y con este corazón endurecido, en renova­ tiandad. En De civitate Dei de San Agustín, obtuvo su
das caídas, siguió insistiendo en ser el pueblo elegido, forma más profunda, que permanece a todo lo largo
como si la educación de Dios valiera sólo para él, aún de la Edad Media en la grandiosa concepción de la his­
cuando no fuera capaz de mejorar. toria del obispo Otto von Fresing, pues su Crónica
Luego el Cristianismo. Él se preparó en la época en o, más aún, su libro De duabus civitatibus, como él
que Grecia había dominado al Oriente, se había fun­ la llama, sigue totalmente el pensamiento de San Agus­
dido con las culturas del Oriente y, escindida y confun­ tín. Y cuando el mundo cristiano, en el anquilosamiento
dida en sí misma, fue sometida al poder de Roma. Apa­ de la jerarquía y de la creación de la concepción pa­
rece tan pronto coirio en este imperio mundial de los gana del mundo de la Antigüedad clásica estaba a punto
Césares coincide la mezcla de todos los dioses, la inte­ de sucumbir, el espíritu alemán de la Reforma recurrió
ligencia, la degeneración de los tiempos vividos. ¿No nuevamente a las formas fundamentales y a las teorías
es su resultado otra cosa que esta degeneración y de­ básicas del Cristianismo, al sacerdocio de todos los
cadencia y desesperanza? ¿No existe ninguna salvación hombres cristianos o, como dice Lutero: «nada puede
ante esta terrible agonía anímica? ayudarte lo que los profetas y los apóstoles prediquen,
Con el Evangelio llega para la humanidad consuelo tu mismo debes decidir». Con esto se ha salvado y es-,
y esperanza, y una nueva fuerza. Son los elementos tablecido el valor infinito y la profundidad infinita de
más profundos de la esencia judía y griega qué allí la libertad de la personalidad. Y al lado de él Sebastián
se reconcilian y se funden para un nuevo comienzo. Frank, como historiador, pronunció la frase profunda
No más ya el rígido Dios extraterreno de los judíos, según la cual «también la historia es una Biblia» y en
ya no más la infinita pluralidad del antropomorfismo este espíritu enseñó a considerar la historia.
griego. Realmente en este espíritu de la Reforma se basa
Con el alegre mensaje del Mesías que se dirige a
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la progresiva formación que desde hace casi cuatro sb mejor medio para promover la muerte y el estanca­
glos, como en ninguna otra época anterior, mueve y miento espirituales que cuando se determina de esta
soporta al mundo cristiano y también rebasa sus fron­ manera el conocimiento histórica y, con ello, la educa­
teras y lleva nuevos impulsos a los pueblos que que­ ción. Pues la educación> es decir, el poder didáctico
daran rezagados o que retrocedieran. de la historia, carece de sentido sin una permanente
Sólo en esta gran consideración sintetizante, en el elaboración y desarrollo de su conocimiento.
pensamiento histórico universal de la educación del Pero, ¿dónde está la forma de este tipo de concep­
género humano, se reconoce, según mi opinión, la esen­ ción histórica? No he de considerar aquí hasta qué
cia de la importancia didáctica de nuestra ciencia. En punto hasta ahora se han logrado o no concepciones
ella obtienen su puesto e importancia los estadios vi­ histórico-universales de la historia. Pero, ¿tienen que
vidos de la humanidad, en ella se realiza la pretensión darse bajo la forma de obras impresas? ¿Habrá de
del presente de reconocer lo devenido, a fin de llevar quererse medir el valor de los sermones en nuestras
a cabo la conducción consciente hacia adelante de iglesias evangélicas de acuerdo con los sermones im­
lo ya devenido. presos? ¿Habrá de promoverse o tan sólo desearse que
Y viceversa: a partir de la necesidad didáctica se exista finalmente un canon de sermones, con el cual
justifica la concepción histórico-universal del pasado pudiera hacerse superfluo el deber desde el púlpito?
y la consideración histórica se eleva en el intento de No, cada sermón debe dar un nuevo testimonio del
captar el todo, hasta su más plena cumbre. espíritu viviente evangélico de nuestra Iglesia y en
Pero uno no puede dejar de preguntarse: ¿es posi­ la medida en que la comunidad se edifique así, ello
ble una tal presentación didáctica de la historia? también es un testimonio.
Lo esencial para ella tendría que ser no captar de­ Es indiferente el que Herder o Johannes von Mü-
talles sino el todo y este todo, desde el punto de vista 11er, Leo o Ranke, hayan proporcionado modelos de
de la educación del género humano. exposiciones de la historia universal. Lo esencial es
En este punto de vista reside el que no deje olvi­ que siempre nuevamente en estas ideas de unidad his­
dar el presente, tal como lo hace la expresión narrativa, tórico-universal y en este espíritu del orden ético uni­
a fin de mostrar ésto o aquéllo del pasado, sino que versal que trabaja sin cesar, sean considerados los pa­
concibe lo esencial y la suma del pasado desde el punto sados y en. esta consideración sea aclarado el presente
de vista alcanzado aquí y ahora y explique y profun­ y las futuras generaciones sean elevadas al nivel de
dice lo ahora alcanzado como el resultado de los pa­ la educación y profundamente elaborada, en la que
sados vividos y lo que es y ha sido adquirido en el ingresan.
presente, a través de su devenir. Con esto se ha insinuado la forma que buscamos.
No es que con ello considere que se ha alcanzado Para Sócrates y su Escuela, el «pi.Xoo'ocpEiv era algo más
el objetivo del desarrollo; no es que pudiera pensar que un dogmatismo cerrado del saber especial; ellos
que es concebible una forma que pudiera aprender no se llamaban a sí mismos sabios (sofistas) sino filó­
plenamente estos resultados obtenidos, que los expre­ sofos y cada diálogo platónico es ún testimonio de que
sara y fijara de una vez para siempre. Allí donde se han para ellos el trabajo por la sabiduría era la verdadera
presentado tales concepciones, donde se ha intentado sabiduría.
darles validez, sea por consideraciones políticas o por La forma correcta de la exposición didáctica, me
pretensión eclesiástica, ello es un signo seguro de la parece que es la enseñanza histórica de la juventud
muerte de la educación. Y, al mismo tiempo, no hay y por cierto a través de un maestro que se mueva li­
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bremente y con plena intelección de los ámbitos histó­ miento el que le interesaba o más bien el qué lé servía ■
ricos que domina y, enseñando en nuevas versiones como medio y soporte de su presentación. En la ex­
y giros dé testimonio de su importancia histórico-uni- posición didáctica tenemos un objetivo totalmente dis­
versal. Pues por el árido esquema de nombres y fechas, tinto: el de la educación, el de la vivencia espiritual
qué muy equivocadamente se considera en los exá­ posterior de los estadios de desarrollo que ha realizado
menes como la suma del conocimiento y de la educación el género humano; todo según la medida de la educa­
histórica, no vale la pena que la juventud se ocupe ción que debe ser lograda, en mayor o menor medida.
tanto tiempo de ella y menos aún por la serie Casual Ya la escuela primaria juega aquí un papel im­
de datos políticos externos, Cuyo saber documenta la portante: al menos los grandes tipos esenciales puede
educación histórica. Una parte mucho más grande y y tiene que darlos en la enseñanza. La lectura de la
esencial de la enseñanza de tipo histórico es aquélla Biblio y, con ello, la historia judía y el comienzo de
que considera la vieja literatura, y también la que se la cristiana, ofrece uno de estos tipos esenciales. En
ocupa de la religión y hasta de la gramática y de las la Biblia misma se habla suficientemente de los grie­
disciplinas matemáticas. O, dicho más correctamente: gos y romanos como para poder comunicar lo más
hemos hablado de los tres grandes círculos científicos: esencial acerca de ellos. Y si a los niños de las aldeas,
del especulativo, del físico-matemático y del histórico. tal como sucede con razón, se les cuenta algo de Ho­
Toda buena enseñanza, al igual que una buena comida, mero y de las guerras persas, algunas historias de la
se basa en el hecho de que todos o muchos elementos antigua época romana, ellos entonces no sólo habrán
nutritivos estén mezclados, y así la escuela cultiva de conocer algo de estos grandes tipos, sino que para
estas tres corrientes, cualquiera que sea la proporción ellos habrá de resultar una especie de representación
en la que estén mezclados, sea que la gramática y la sincronística de la época anterior a Cristo, y una per­
matemática den preferencia al elemento lógico, y en la cepción del espacio histórico y de los estadios tempo­
enseñanza de las ciencias naturales y de la física, a lo rales. El que se les diga también lo más importante
empírico-observable: tampoco en ella falta el elemento de la historia patria, de Carlomagno, de las Cruzadas,
histórico y quizás precisamente estas cosas son com­ de la Reforma, de la historia del nuevo Estado ale­
prensibles para la juventud, por lo pronto, sólo des­ mán desde los grandes príncipes electores: todo esto
de su costado histórico. El captarlas como ciencias les proporciona una experiencia y percepción internas
separadas e independientes pertenece a una edad pos­ adecuada para sus condiciones simples.
terior y más madura y nada más absurdo que querer No he de exponer aquí cómo en la escuela media,
exigir de los jóvenes espíritus esfuerzos y pretender en el bachillerato, esta enseñanza se amplía y profun­
darles placeres que requieren como condición la pu­ diza y cómo se completa en la universidad. dPues es
bertad espiritual de la que carecen. un gran error creer que con la escuela está terminada
Tengo que detenerme un momento en esta difícil e la formación histórica y que en la universidad la his­
importante cuestión de la exposición didáctica. Es ob­ toria tiene validez sólo como estudio especializado.
vio que está muy alejada de la forma narrativa. Y Una gran cantidad de cosas importantes, qúe son in­
cuando cada una de las cuatro formas de la exposición dispensables para la fomación general superior: cono­
narrativa narraba el devenir de una conformación, a cimiento de administración, de economía y vida cons­
fin de presentarla, para poder llevar a cabo la selec­ titucional, de las luchas entre Iglesia y Estado, del
ción de lo investigado, captaba sus pensamientos y desarrollo científico y artístico, no lo son en absoluto
los tomaba como norma; pero siempre era un pensa­ para la madurez espiritual, tampoco para la clase su­

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perior dé la escuela y su enseñanza allí acarrea para aquellas otras tres; no es, de ninguna manera, uná
el que aprende, la desgracia de creer que tiene tras sí mera utilización aplicada de los estudios históricos, tal
cosas que todavía no puede comprender, como place­ como por ejemplo, la agrimensura y el cálculo mer­
res de una anticipada madurez. cantil son aplicaciones de la matemática para fines
Esto habrá de bastar para presentar claramente mi prácticos. La matemática se mantiene en su dignidad,
concepción sobre estas cosas. se lleven a cabo o no estas aplicaciones útiles. La in­
Aquí hemos llegado al punto en donde podemos ob­ vestigación histórica perdería una de las palancas más
tener el paso a nuestra cuarta forma de presentación. eficaces de su energía, prescindiría de uno de sus más
Si la esencia de la formación es encontrarse con fecundos campos de aplicación, si quisiera renunciar
conciencia y comprensión en los grandes intereses del a aquello que sólo puede presentar bajo la forma de
presente, esta comprensión de quien se ha formado la discusión.
será tanto más básica y segura cuanto más profunda­ Espero que podamos comprender la cuestión que
mente reconozca lo devenido, en el presente. Habrá aquí está en juego.
de comprenderlo de manera tanto más grande y vi­ Desde luego, todo actuar humano se mueve sólo
viente en la medida en que no sólo conozca y compren­ en el presente y tanto el pasado como el futuro existe
da ésta o aquella esfera de la vida ética sino a todas sólo en el pensamiento. Pero, al someter a prueba a
en su contexto, en su progresar recíprocamente condi­ los mismos pensamientos, mirando hacia atrás y ha­
cionado. cia delante, colocando la palanca en el présente pleno,
Desde luego avanza sin pausa. Y si la vida teórica se amplía el significado de este momento actual y dé
puede conformarse con observar y constatar este pro­ la decisión que tiene que ser tomada aquí y ahora, en
gresar, en la vida práctica todo está orientado para in­ la medida en que uno experimenta de inmediato cuán­
tervenir y colaborar actuando en este movimiento y, to pesa en la balanza el momento, con lo que aporta o
para poder hacerlo correctamente, hay que reconocer, no aporta, lo que él capta o deja de captar. El mo­
prever, calcular y utilizar este movimiento. La aquí ex­ mento puede haber entendido mal, aplicado mal la
puesta naturaleza de la educación nos da la posibili­ gran cantidad de preparativos que contuvieron los tiem­
dad de medir de qué manera, en qué dirección, hay pos y las actividades de antes, poner de manifiesto las
que seguir avanzando, cómo hay que elegir y decidir mentiras; con una decisión falsa, puede paralizar un
en los casos de düda. Así resulta para nosotros la cuar­ futuro que ya estaba en devenir, matarlo en el momento
ta forma: la exposición discusiva. de nacer.
Desde luego, uno tiene la confortante seguridad de
que, a pesar de ello, la historia sigue su camino, habrá
di) La exposición discusiva de encontrar su camino. Pero este consuelo general no
§ 93 (48) libera a quien tiene la responsabilidad de la decisión
correcta, del hecho decisivo. Y así como es cierto que
También para ella el fundamento es la investiga­ las grándes esferas éticas no habrán de derrumbarse
ción del material histórico perteneciente a la corres­ por el hecho de que en todo momento cada cual no
pondiente tarea y la preparación del mismo hasta su haga lo que debería, también lo es que cientos y miles
presentación no és metódicamente de un tipo diferen­ viven sin tener la menor idea de que también coñ
te al de las otras tres formas: investigación, narración, respecto a su querer, a sus deberes, taréas, están vincu­
enseñanza; y no es una forma menos esencial que ladas responsabilidades por el todo, y viven tranquilos
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cuando pueden gozar el lapso de vida que a ellos les de la decisión? Pero, no siempre se encuentra en el
es otorgado; igualmente cierto es que aquellas fuerzas lugar debido una genialidad tal. También naturalezas
éticas tienen su realización sólo a través del individuo medianamente dotadas llegan a estar en esta situación.
y sólo a través de su acto de voluntad pueden llegar a ¿Deberán entonces encontrarse desorientadas? ¿O de
manifestarse y a obtener una conformación más alta. qué manera habrán de encontrar consejo?
Ahora bien, uno podría decir que cada cual tiene Hay dos vías de reflexión a través de las cuales pue­
que decidir de acuerdo con su conciencia, que lleva en den encontrar o, al menos, buscar lo correcto: la vía
sí mismo de manera inmediata la ley ética. No se trata teórica y la histórica.
de ninguna manera sólo de cosas que se encuentran Sobre la vía teórica, a partir de la esencia y del
dentro de la esfera de la conciencia y acerca de las concepto de aquello de que se trata, a partir del co­
cuales da información la ley ética. Al rey, al estadista, nocimiento científico del mismo, a partir de los prin­
al general en campaña, al director de una gran casa cipios encontrados y válidos, habrá de decidirse la cues­
de comercio o de una gran empresa industrial, su con­ tión dudosa que se presenta, y consecuentemente se
ciencia no le dice lo que tiene que hacer en las cir­ hará valer lo real y lo imperfecto frente a lo básico
cunstancias dadas sino sólo que su decisión será de­ e ideal. Así, se dice, el Estado, el derecho, la vida eco­
cisiva para muchos otros, para el destino del ejército, nómica, tienen que estar organizados de tal y cual
del Estado, del pueblo, que tendrá que decidir tam­ forma, de acuerdo con lo que resulta de sus respec­
bién por ellos, es decir, que tendrá que concebir su tivos conceptos. La forma que puedan tener los datos,
decisión bajo estos presupuestos, que tiene que saber lo tradicional, el poder de los intereses participantes,
pensar y actuar desde un punto de vista superior o no es decisiva, no corresponde a ella la decisión; sólo
general, libre de veleidades, tendencias y pasiones per­ lo justificado ante la razón, lo que a ella corresponde,
sonales, determinado sólo por ésta su alta profesión, sólo la verdad reconocida tiene que servirnos como
por los grandes intereses que le están confiados, a tra­ hilo conductor; las realidades tienen que someterse
vés de los medios de que dispone. a ella.
Pero, ¿cómo habrá de encontrar allí a su juicio y Esto sería correcto si las cosas se dieran tan sim­
su opinión, este yo más grande y general, que en él plemente y estuvieran fundamentadas tan seguramen­
se representa, para conocerlo y decidir consecuente­ te. Pero, sea dicho una vez más: en tales cuestiones in­
mente, con todas las premisas que influyen en el mo­ tervienen a menudo o siempre esferas de un tipo muy
mento, con previsión de todas las consecuencias que diferente, que quizás en sus teorías se obstaculizan
habrán de resultar? y hasta se excluyen recíprocamente. Cuando los ca­
Ciertamente, la genialidad del estadista, del gene­ tólicos piden en un Estado la libertad y la autonomía
ral en campaña, del regente, etc., habrá de encontrar en los asuntos eclesiásticos, que a su vez por parte de
simple y seguramente lo correcta y habrá también de la Iglesia han sido reconocidos como su esencia y con­
hacerlo. Pero, ¿cuál es el contenido de esta genialidad? cepto y transformados en dogma, así también.perte­
¿Por qué aparece en él lo correcto por intuición, cómo nece a la esencia del Estado el que en su ámbito y para
ha llegado a ser sin argumentación? ¿No es acaso por­ sus miembros, no exista ni valga ninguna autoridad
que tuvo una visión general realista, en la presencia superior a la del Estado mismo; y éste tiene que man­
inmediata, sin mayor reflexión y cálculo, tanto de tenerse tanto más firme en este punto cuanto que la
las premisas como de las consecuencias, la suma de gllesia no tolera en absoluto a quienes sustentan otra
las condiciones surgidas del pasado y de los efectos fe y, por lo tanto, si el Estado cediera, las Iglesias evan-
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13
gélicas de inmediato se encontrarían en enorme peli­ que la ha precedido. Y así como es cierto que la vo­
gro. Cuando en el pueblo que abarca el Estado se en­ luntad es un novum, que tiene que llegar a ser, un
cuentran los intereses económicos de más diverso tipo, pensamiento que tiene que desarrollarse y con ello me­
en los cuales algunos exigen para su fabricación un jorar, corregir y llevar adelante lo que hasta ahora era,
comercio lo más libre posible, otros consideran que lleva adelante sólo lo que se liga a los datos, que en
no pueden existir sin protección frente a otras indus­ lo que ha madurado aprehende y realiza. Un paso de
trias extranjeras, quizás más baratas, otros se agitan este tipo es siempre una cosa de cuidado, un peligro,
debido a la explotación de los trabajadores por parte una operación que, sin diagnóstico exacto del punto
de los capitalistas y de los señores de las fábricas y donde hay que operar, sin el conocimiento más comple­
exigen una transformación socialista de la vida eco­ to de las arterias, nervios y músculos de todo el cuerpo,
nómica, se ve perfectamente que cada una de estas co­ puede ser fatal. La decisión correcta habrá de poder
rrientes puede ser teóricamente muy bien fundamenta­ ' tomarla quien tiene que tomarla sólo con el conoci­
da pero todas ellas hablan y plantean sus exigencias miento exacto de todos los elementos condicionantes y
como si el Estado existiera sólo para ellas, como si de­ afectados, sólo en la comprensión segura de aquello
biera orientarse sólo por ellas, mientras que cada una que en lo hasta ahora devenido es sano y puede con­
sólo puede tener su protección y vida en el derecho ducir hacia adelante, en la plena comprensión de lo
y poder del Estado, es decir, que en primer lugar de­ devenido que debe conducir al próximo paso.
berían trabajar por su conservación, tendrían que pres­ Así hemos encontrado la mediación para nuestra
tarle su contribución. Y así sucede por doquier. disciplina. Como lo sabemos, nuestras investigaciones
Pero además: lo ideal y lo básico, tal como lo con­ históricas trabajan desde el presente, con los materia­
cebimos humanamente, no es lo verdadero en sí sino les históricos que en él se encuentran y que en él pue­
la verdad tal como la hemos reconocido hasta ahora y den encontrarse. Aquí se nos ofrece la oportunidad de
justamente en este «hasta ahora» recae todo el acento. aplicar al presente mismo lo obtenido en la investiga­
La esencia de la teoría es que proporciona el resultado ción. Así como se capta la luz en un espejo convexo
de las experiencias sumadas y realizadas hasta ahora que uno luego dirige a un punto, a su foco, para ha­
y a los conocimientos desarrollados a partir de las cer que ilumine tanto más claramente y permita co­
experiencias destacadas con más vigor y a menudo exa­ nocer tanto más exactamente, así también los conoci­
geradamente las alternativas de las últimas injusticias mientos obtenidos en la investigación histórica, cuan­
y perjuicios. Cuanto menos este postulado recoja en do concentramos su luz, los hacemos recaer en un pun­
sí mismo todos los elementos, también los más si­ to, en la cuestión de la que se trata. Esto significa pre­
lenciosos y encubiertos, tanto más doctrinario será y cisamente que determinamos la conciencia del con­
tanto más peligrosa habrá de ser la cuestión que se texto histórico de esta cuestión, su posición en la con­
quiere solucionar desde la teoría. tinuidad del devenir.
Con esto ya se ha insinuado la otra vía segura. Ésta De aquí resulta la esencia de esta forma de ex­
es la vía histórica, que determina el paso siguiente a posición. En ella, lo investigado históricamente debe
partir de lo que hasta ahora ha devenido y del con­ ser aplicado de manera tal que la cuestión que hay
texto del devenir. Pues por más aparentemente libre que responder, la alternativa que hay que elegir, pre­
que sea la voluntad que tiene que decidir en el mo­ senta la incógnita, la X que debe ser respondida o
mento en el que lo que cuenta es la decisión y la acción, aclarada a partir de lo que históricamente es sabido
ella está ligada y condicionada por la suma de aquello y está dado. Es decir, una forma que es externamente

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análoga a la exposición investigante, sólo que aquí dida. Es decir, para utilizar el ejemplo mencionado:
hay que reconstruir y determinar, a partir de los ma­ la conducción del Estado tenía que evaluar si con aque­
teriales aún existentes en el presente, un pasado y llas anexiones habrían de aumentar tales y cuales ani­
algo efectivo que es poco claro, en cambio en la pre­ mosidades y resistencias, si el equilibrio del poder en
sentación discusiva, lo hasta ahora devénido y suce­ Europa, con la eliminación de una Constitución federal
dido tiene que motivarnos la decisión de lo que ha que ya no funcionaba, con la exclusión de Austria y
de suceder en adelante. Aquí es lo nuevo, lo que pro­ el aumento de la extensión de Prusia habría de sufrir
mueve el presente, problemáticamente; allí está en una transformación extraordinaria; tener en cuenta que
cuestión un pasado y algo sucedido. Francia, desde 1648, había fundado todo su poder euro­
Los momentos que en la discusión aparecen para peo en la impotencia del centro de Europa y que no
su aplicación se encuentran en parte en el sujeto que habría de contempar impasiblemente este aumento del
tiene que actuar, en parte en el objeto del actuar. poder de Alemania bajo la dirección de Prusia, etc. Con
1. En el sujeto. Es decir, esta nación, este Estado, teorías tales como la del Estado nacional, de la Cons­
esta Iglesia, etc., está así condicionado y determinado titución parlamentaria, de la voluntad soberana del
por sus antecedentes históricos, tiene tales tareas, ta­ pueblo, del derecho de legitimidad, etc., no hubiera po­
les limitaciones, tales medios, etc. Este estado de co­ dido llegarse aquí a una conclusión. Se trataba, bien
sas subjetivo comprende uno de los lados de los ele­ realistamente, de la situación histórica devenida; has­
mentos decisivos. Así cuando en 1866 de lo que se ta qué punto debía ser respetada y reconocida, cómo
trataba para Prusia, después de la exitosa finalización y en qué medida se la podía reformar.
de la guerra contra Austria y sus aliados, era de fundar, Si la esencia de la exposición discusiva es tal que
en lugar de la antigua federación de Estados alema­ a partir del pleno conocimiento de lo devenido tiene
nes y su Constitución federal, un Estado federal sin que crear su juicio acerca de su conducción ulterior y,
Austria, que tenía que incorporar a los más hostiles de esta manera, acompaña el movimiento impulsante
y peligrosos Estados del centro, Hannover, Hesse, Nas­ del trabajo histórico, se ve perfectamente que su com­
sau, una parte de la respuesta debía resultar de la de­ petencia no se agota en el ámbito de los asuntos po­
terminación del estado de cosas subjetivo: si ello res­ líticos. No sólo estará en su lugar cuando de lege fe-
pondía al carácter y a la tarea del Estado prusiano, renda se trate de decidir acerca de cuestiones econó­
si él podía o no sacrificar tanto de su acción libre, si micas, sociales, eclesiásticas; sino que también perte­
tenía o podía obtener los medios materiales y morales nece aquí en cierto sentido, el trabajo de nuevos apor­
para cumplir con las obligaciones de defensa, etc., tes científicos, históricos y técnicos, a pesar de que
que surgirían con el Estado federal. La conducción pru­ naturalmente allí la consideración teórica tiene su jus­
siana del Estado tenía, en efecto, que tomar en cuenta tificado lugar al lado de la consideración histórica.
y evaluar si compensaba el aumento de territorio y de Pues una conformación nuevamente trabajada, como
poder lo que en ello se invertía, si de acuerdo con por ejemplo, la música por parte de Ricardo Wagner,
su naturaleza y sus medios, después de esta importan­ habrá igualmente de ser juzgada tomando en cuenta
te modificación, habría de sobrevivir su individua­ el que responda o no a la esencia y la tarea del arte
lidad, etc. musical y en qué dirección conduce el desarrollo hasta
2. El segundo elemento se encuentra en las rela­ ahora producido en la música.
ciones objetivas, que deben ser tomadas en cuenta Pero siempre el ámbito principal de la exposición
como condicionantes y determinantes en la misma me­ discursiva habrán de ser las esferas que hemos llamado
388 389
las comunidades prácticas, los intereses conflictivos y INDICE
en conflicto, el Estado, las esferas económica, social y
jurídica.
(Los apuntes tomados por Friedrich Meinecke en
el semestre de invierno de 1882/83 contienen las si­
guiente palabras finales que fueron pronunciadas
por Droysen sin atenerse al texto siguiente):
Hasta este punto había que llevar la exposición;
ahora puede comprenderse mejor la división en metó­
dica, sistemática y tóptica. Dos cosas debían surgir aquí INTRODUCCIÓN ............................................. 5
con especial claridad. Por una parte que, a diferencia
de las ciencias naturales, no tenemos los medios del I. LA HISTORIA . . . . . . . . . 7
experimento; que tan sólo podemos investigar. Luego, El punto de partida . . . . . . . . . 7
que también la investigación más profunda sólo puede Historia y naturaleza ............................................. 14
contener una apariencia fragmentaria del pasado, que II. EL MÉTODO HISTÓRICO . . . . . . 23
la historia y nuestro conocimiento de ella son inmensa­ I. El material de la empirie histórica . . . . 25
mente diferentes. Y aquí no ayudan los artificios de
la fantasía. Los griegos se habían pintado una imagen
maravillosa y armónica de su pasado que concuerda LA METÓDICA . . . . . . . . . . 41
bien poco con lo que realmente sucedió. Esto nos des­
consolaría si no hubiera una cosa: Aun cuando no se La pregunta histórica . ........................................ 43
posea material completo, podemos seguir el desarrollo
de los pensamientos en la historia. Así obtenemos, no I. LA HEURISTICA......................................... . ' 51
una imagen de la acontecido, sino nuestra concepción El material histórico . . . . . • . • 51
y la elaboración espiritual de él. Ésta es nuestra com­ Los restos . . ....................................... • • 52
pensación. Los monumentos ................................................... 67
Las f u e n t e s ............................ 77
Obtener esto no es fácil y el estudio de la historia El hallazgo del material..............................................103
no es tan alegre como parece a primera vista.
II. LA CRITICA . . ............................ ..... . 114
a) La .crítica de la a u ten ticid a d ............................. 123
b) La crítica de lo anterior y lo posterior ^ . 139
c) La crítica de lo c o r r e c t o .................................. 148
d) La ordenación crítica del material . . . . 173
III. LA INTERPRETACIÓN . . . . . . 179
La indagación de los comienzos . . . . . . 179
Las formas de la interpretación...................................183
LA SISTEMÁTICA . 227
El campo del método histórico '.................................. 229
Lo históricamente investigable . . . . . . 233
390
I vúX> •ICC
I EL TRABAJO HISTÓRICO
SEGÜN SUS MATERIAS................................. 236
a) La naturaleza . ....................................... 237
b) El hombre como c re a tu r a ............................ 239
c) Las configuraciones h u m a n a s...................... 242
d) Los fines humanos . . . . . . . . 243

II. EL TRABAJO HISTÓRICO


SEGÚN SUS FORMAS . . . . . . . 245
Los poderes morales . . . . . . . . . 245
A. Primera serie: Las comunidades naturales . . 248
B. Segunda serie: Las comunidades ideales . . 267
C. Tercera serie: Las comunidades prácticas . . 293
III. EL TRABAJO HISTÓRICO
SEGÜN SUS TRABAJADORES . . . . . 324
IV. EL TRABAJO HISTÓRICO
SEGÜN SUS F I N E S ................................. 329

LA T Ó PIC A ........................... 335


a) La exposición investigante . . . . . . 341
b) La exposición narrativa .................................. 348
c) La exposición didáctica...................... ..... . 369
d) La exposición discusiva ........................................ 382

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