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Esta parábola forma la conclusión, del gran sermón del monte, que Jesús
dio, y que comprende del capítulo cinco, hasta el capítulo 7 del evangelio
de Mateo. Es como el broche de oro de una gran enseñanza. Aquí Jesús
desafía a sus oyentes a poner en práctica lo ha enseñado. Esta parábola
destaca la importancia de la obediencia y las consecuencias de la
desobediencia.
INTRODUCCIÓN
La torre más alta del mundo está en Toronto, Canadá. El primer observatorio
se encuentra a 340 metros de altura y el segundo a 545 metros. Las
fotografías y los centros de información dentro de la misma torre ayudan a
los visitantes a comprender la magnitud del proyecto. Se removieron sesenta
y dos toneladas de tierra a una profundidad de quince metros para poder
echar los cimientos de este rascacielos.
Desde 1972 hasta 1974, trabajaron en la torre tres mil obreros. Protegidos con
sogas de seguridad, algunos operarios colgaban del exterior de la
gigantesca construcción para poner los toques finales. Es digno de destacar
que ni un solo trabajador sufrió accidentes o murió en la realización de esta
construcción.
Pensó en el futuro. Él sabe que no siempre estará brillando el sol. Por eso
hace el esfuerzo de cavar sobre la roca. “La construcción de un edificio
firme exige tiempo y esfuerzo. Es mucho más sencillo construir una casa sin
darse el trabajo de poner un cimiento sólido”.
La “casa” representa tu vida, tu salvación.
Pero, ¿Que es la roca? Notemos que Jesús dirigió su atención hacia sus
palabras: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace” Las
palabras de Jesús es la roca fundamental sobre la cual se podía construir
para esta vida y para la eternidad. Pablo también expresa esta verdad
aunque con otras palabras: “Porque nadie puede poner otro fundamento
que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3:11) Y Pedro
también habla de ello: “Acercándoos a él, (Jesús) piedra viva, desechada
ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa” (1 Pedro
2:4) Solo Jesús es un fundamento seguro para edificar nuestra vida, nuestra
familia, nuestra fe y nuestra salvación. No estamos edificando sobre nuestra
opinión o las opiniones de los demás, ni en las filosofías del mundo, sino en
Cristo la roca. Porque todo lo que hacemos lo hacemos por Cristo y para
Cristo para que en todo tenga la preeminencia.
1.2. Unos edifican sobre la mera apariencia.
Hay otro grupo de cristianos. Son aquellos que edifican sobre la mera
apariencia. “Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le
compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena”
(Mateo 7:26) Me llama la atención que en Lucas 6:46 que es su pasaje
paralelo empieza diciendo: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis
lo que yo digo?” Que es lo mismo de Mateo 7:21-23. Mateo empieza
hablando de los que edifican sobre la arena. Habla de los que aparentan
ser religiosos. Son aquellos que le dicen a Cristo “Señor, Señor” y no hacen
su voluntad. Dicen y no hacen. Son los hipócritas, los que viven una vida
cristiana en apariencia. Es incoherente con lo que dice y lo que hace.
Aquí son aquellos cristianos que van a la iglesia escuchan sermones, clases
y conferencias, pero no practica nada. Son los que piensan que el hecho
de ir a las reuniones de la iglesia ya es algo y que el Señor se lo tomara en
cuenta. De poner en práctica lo oído dependerá nuestra solidez como
cristianos.
Le compararé a un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena.
Dice Lucas que edificó su casa “sobre tierra, sin fundamento” (Lucas. 6:49).
Este hombre se dejó llevar por el momento, por la vista de sus ojos. Porque
era lo más fácil, era lo que no costaba trabajo. Fue perezoso para cavar en
la roca. Le gustaba más lo superficial. Son muchos los cristianos que no están
construyendo sus vidas sobre Jesús, sino sobre sus propias opiniones, intereses
y deseos como lo hacían lo escribas y fariseos (Mateo. 7:28-29). Su roca no
es más que ficción. Estas dos tipos de casas (vidas) aparentemente son
iguales. Desde afuera vemos a este que dice que es cristiano, viene la
iglesia, canta, ora, ofrenda, etc. Pero dentro de su corazón no tiene su
fundamento en Jesucristo.
2. TODOS ENFRENTAREMOS PRUEBAS
Ambos pasan por una tormenta. Ambos oyen la lluvia, ambos ven los
desbordamientos de los ríos y ambos sienten los vientos. No pueden eludirlo.
Por eso es importante construir una casa sobre la roca.
No podemos elegir por cuales pruebas pasar y por cuáles no. Habrá
tentaciones, persecuciones, necesidades, enfermedades, muerte, etc.
Edificar sobre Jesucristo no nos libra de las tormentas de la vida, sino que nos
afirma para poder resistirlas.
CONCLUSIÓN
Evaluemos como están las cosas que no se ven (nuestra comunión con el
padre; nuestra nutrición espiritual; nuestra comunicación con hijos, pareja,
amigos y hermanos; nuestra conducta fuera de la iglesia; o nuestros
pensamientos, silencio y decisiones).
Confiemos en Dios y no en nosotros mismos.