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En 1856, el inventor inglés Henry Bessemer patentó un método más barato para
fabricar acero en gran escala. Un chorro de aire atravesaba el hierro fundido y
quemaba todo el carbono necesario para obtener el acero. Bessemer construyó
un recipiente cónico de acero forrado de ladrillos refractarios que se llamó
convertidor y que se podía inclinar para vaciarlo. El hierro fundido se vertía en el
convertidor situado en posición vertical, y se hacía pasar aire a través de orificios
abiertos en la base. El “soplado”, que duraba unos veinte minutos, resultaba
espectacular. El primer acero fabricado por este método era quebradizo por
culpa del oxígeno absorbido.
Hoy en día se trabaja con aceros super maleables y livianos para la fabricación
de coches, muchos de ellos ni existían hace 10 años. Esto se consiguió gracias
a dos procesos que se utilizan en la actualidad para fabricar acero y que se
comenzaron a utilizar en la década del ’50: el horno de oxígeno básico y el
electrohorno de arco. Los procesos de Bessemer y de solera abierta usaban aire,
pero el horno de oxígeno básico utiliza oxígeno.
Conclusiones
Bibliografía: