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Vaschetto Emilio - Psicosis Actuales PDF
Vaschetto Emilio - Psicosis Actuales PDF
u
© GRAMA ediciones, 2008.
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(1640) Martínez, Pcia. de Buenos Aires, Argentina
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Vaschetto, Emilio
Psicosis actuales : hacia un programa de investigación acerca
de las psicosis ordinarias - la ed. - Buenos Aires : Grama
Ediciones, 2008.
148 p . ; 21x14 cm.
ISBN 978-987-1199-73-0
1. Psicoanálisis. I. Título
CDD 150.195
Im p r eso en A r g e n t in a
D is t r ib u y e en E spañ a:
C a n o a lin iT O K IA l. « T e le fo n o / f;ix: '> ' t .M .! I‘> I c íi11<<m <Iui<i mlur vhIimm rn
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Agradecimientos / 7
Advertencia / 9
I. Argumento
Psicosis actuales / 13
Emilio Vaschetto
"Incurables" / 31
Delfina Lima Quintana, Ramiro Gómez Quarello,
Jorge Faraoni, Emilio Vaschetto
Itinerario / 45
II. Normalidades
III. Suplencias
de saber.
A Pablo Sauce, colega argentino de la EBP Bahía, por su labor
estricta en la traducción del portugués.
actuales
invenciones.
Bleuler cuenta en su monografía sobre las esquizofrenias que un
paciente de Jung, en el momento del barrage del pensamiento, le dijo
actuales
a éste que le habían "robado el pensam iento". Robo del pensam ien
to. ¿No es sorprendente que ese signo, esa invención psicótica -tom a-
da a la letra - subsista en los manuales clasificatorios actuales como
lo son el DSM o la CIE?
I. Argumento
Psicosis actuales
Hacia un program a de investigación
acerca de las psicosis ordinarias
E m il io V a s c h e t t o *
Argum ento
lectura com parada de los dos textos (el de Schreber y el de Fleschig). En ellos
se encuentra una coincidencia extraordinaria. En nuestro m edio el libro de
Paul Fleschig Cerebro y alm a tuvo una escasa circulación pese a la excelente tra
ducción de los doctores Outes y González y los invalorables aportes del doc
tor Goldar en el prólogo. 15
decir en la palabra y el relato. Actualmente ya nadie parece disponer
de autoridad suficiente para garantizar una experiencia"8.
Nuestra época posee el interesante desafío de poder modular
tanto lo viejo como lo nuevo. No es el m omento de cubrir con tierra
seca el fecundo tesaurus de los maestros clínicos, como tampoco es la
ocasión de estratificarse en suelos arcaicos sin aspirar el aire fresco de
la superficie. Tanto algunos aportes de la clínica clásica, como el
esfuerzo de investigadores de nuestro tiempo, pueden confluir -a l
m enos es lo que intento d em ostrar- en un punto central: el interés en
los trastornos del lenguaje.
Decir "trastornos del lenguaje" nos puede ayudar también a pen
sar que hay un trastorno propio del lenguaje, o un trastorno por el
uso del lenguaje. "H ablar es un trastorno del lenguaje", decía J.-A.
M iller en Las psicosis ordinarias. Puede entenderse, entre otras cosas,
que hablar es un modo de horadar M engua de tal manera que la rela
ción con el lenguaje no nos sea tan "n orm al"9. Y normal quiere decir
que la intención significante viene dada, es impuesta, extranjera,
xenopática; puede estar localizada en el Otro (paranoia), estar deslo
calizada (fragmentación del cuerpo, disgregación y emancipación del
pensamiento), o bien, develar con pureza el vector intencional de la
realidad al modo de un "delirio de significaciones " 10 (acepción por
cierto inapropiada ya que justam ente se trata de sujetos que no
ponen en funcionamiento el artificio del delirio en respuesta al enig
ma inicial).
Veamos entonces qué nos dice "lo sensitivo".
La era sensitiva
La hipertrofia del trastorno de ansiedad social a partir del DSM IV
gracias a la confluencia de los lobbys farmacéuticos y agrupaciones de
distintos tipos (entre ellas, de pacientes y familiares de enfermos)
produjo una medicalización de los estilos de vida, el "Ufe style drugs"
(como lo llama el prestigioso psicofarmacólogo D. Healy). Esto moti
vó que muchos sujetos tímidos y vergonzosos entraran en los casille
ros de una supuesta enfermedad, atrayendo a su vez a algunas per
aschetto
9 "Se trata para e] hom bre justam ente de arreglársela con esa modulación con
tinua, com o para que no le ocupe dem asiado.", L a c a n , )., El seminario, Libro 3,
Las psicosis, Paidós, Bs. As., 1992, pág. 163.
16 1(1 Jaspers, K., Tratado de psicopatología general, FCE, M éxico, 1993.
que el del contagio masivo. La vergüenza, indicador fantasmático
por excelencia, se expresaba en estos sujetos como la emergencia des
carnada del objeto mirada o la mueca del mundo. Hemos constatado
clínicamente la presencia de estos fenómenos en sujetos psicóticos
que en otro tiem po habrían sido llamados "sensitivos". Vale decir,
sujetos que clínicamente no se ajustaban a lo que típicamente se cla
sifica como paranoia, esquizofrenia, parafrenia o melancolía. Desde
luego, no es nuestro interés reintegrarlos anacrónicamente a la ya
conocida categoría del delirio sensitivo, aunque sí nos importa inter
pretar esto.
Durante un tiempo se pensó en la clínica psiquiátrica que aquellos
sujetos que presentaban el fenómeno de significación personal mór
bida (Eigenbeziehung) posteriormente desarrollarían un delirio siste
mático, y se actuaba a tal fin. O bien, alojando a los mismos en salas
de clinoterapia a la espera del advenimiento del delirio, o bien apa
ciguándolos en un sueño profundo 11 (ver foto).
P si cosi s
actuales
pital José T. Borda, realizadas por orden del Dr. Domingo t'abivd (C iira 1905-
E mi li o
1910).
13 L a c a n , ]., El sem inario, Libro 3, Las psicosis, op. cit., págs. 31.
14 F r e u d , S., "Proyecto de psicología para neurólogos", op. t il., I. I, p .íg s. 394.
18 15 F r e u d , S., "Estudios sobre la histeria (1893-1895)", op. cit., I. II, |vigs. 257.
"Un itinerario de pensamientos así puede llamarse hiperin-
tenso o, mejor, reforzado, hipervalente, en el sentido de Wernicke.
A pesar de su carácter en apariencia correcto, resulta patológico
por esta peculiaridad: no puede ser destruido ni eliminado por
más esfuerzos conceptuales concientes y deliberados que haga la
persona" 16
16 F r e u d , S., "Fragm entos de análisis de un caso de histeria (D ora)", op. cit., t. VII,
págs. 48.
17 W e r n ic k e , C, Tratado de psiquiatría, Polem os, Bs. As., 1992, pág. 131.
18 L a c a n , ]., De la pychose paranoíaque dans ses rapports avec la personnalité, Seuil,
París, 1975, pág. 91
quien indiscutiblemente señala al Otro como responsable del mal,
siendo su inocencia proporcional a esta imputación certera. En el
caso del delirio sensitivo, el sujeto se asigna la responsabilidad de lo
que le retorna como goce del Otro, ya que él reconoce estar lesiona
do en su ética19, y el delirio representa manifiestamente el calco exterior
del desprecio interior de s í mismo. No voy a centrarme en lo ya conoci
do del autor acerca de la personalidad, lo situacional y la vivencia que
coronan el diagnóstico. Lo que sí es destacable, es la particular coa-
lescencia que se produce entre ética y psicosis, que es tam bién expli-
citada por Lacan en su seminario sobre las psicosis a propósito de
Schreber:
Hay una nueva clínica que convive con la vieja clínica, la de las
bellas formas21. No es que hayan desaparecido brutalmente las viejas
paranoias, ni las sorprendentes parafrenias, pero sí habitan en cons
telaciones clínicas mucho más borrosas22.
Sin embargo las "nuevas presentaciones" nos impulsan a no sos
layar el hecho consustancial a la psicosis una y otra vez enunciado
por Jacques Lacan: "la relación del hombre con el significante", o
bien,
de 2006); "H acia una historia de los síntom as..." (Encuentro Argentino de
H istoria de la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis, La Piala, noviembre
de 2006). Inéditos.
22 "La clínica nos enseña que los casos más frecuentes son precisamente los m ix
V
Hace ya varios años que veo a un sujeto que, según él, encontró
una salida al "caos" por la vía de la escritura26. Pero una escritura
que resultó ser estrictam ente artesanal 27. No es en sí el acto de escri
bir lo que le evitó desengancharse del Otro -p u es éste ya era su ejer
cicio habitual-, sino una modalidad de escritura, producto de su aná
lisis, que osciló inicialmente entre la "poesía libre" y el "soneto", para
luego inventarse un estilo propio: "el emocionismo". Este estilo tiene
la particularidad de ser un soneto que no respeta la estructura rígida
del mismo pero que le ayuda a "encontrar el sentido". El emocionis
mo es el nombre a "u n sentido" que es la evitación misma de su des
lizamiento al infinito, como le sucede cuando retorna al ejercicio de
la poesía libre, o para poder eludir la extrema compacidad del sone
to, que en él se expresa como taedium vitae e inercia.
ocupa más del significante que del significado...", Ibíd., pág. 551.
26 El m aterial com pleto correspondiente a este caso fue presentado en las jorna
das del D epartam ento de Enlaces (EOL), noviem bre de 2006, V a sc h e t t o , E.,
"C aso A. Del 'arresto' al estilo propio". Inédito.
ACTUALES
lologie des schizophrénies pauci-sym ptom atiques, Pressos Uni versilaires de Franco,
París, 1991.
29 C o n r a d , K ., La esquizofrenia incipiente. Intento de un anatisis de la ¡orina del deli
rio, Editorial Alhambra, M adrid, 1961.
V
fácilm ente que el fenóm eno corresponde a una conciencia de siguí/u a¡ ion anor
mal ya que lo aberrante no es la conciencia sino l.i sij'.nil k .h ion que percibe el
sufriente. Es solidario de esto la vivencia de significación en l.ispers (ver: 'Iralailo
22 de psicopatologfa general, FCE, Bs. As., 1991, p.ij». Id.s y ?íj;Iiv;.
morbosa. De hecho, es al punto en que se vuelve en cada agudización
o poussée de la enfermedad, un retorno al punto de interrogación ini
cial, una vuelta por ese universo ptolomeico donde el sujeto padece
la experiencia más extrema de centralidad, clave de toda certeza.
robiólogos com o E. Kandel, quien intenta el recorrido inverso al querer "v ali
dar" las ideas del psicoanálisis m ediante la exploración directa del cerebro
hum ano. M ás aún, reconoce en este tópico su "fascin ación" actual. (Reco
m iendo leer en su libro, Kandel, E., Psychiatry, psychoanalisis and the new b io lo g y ___
o fm in d , A PP ed., 2005, en su introducción, pág. xvii) 23
ción que le resulta enigmática. El significante aislado en lo real que
señala en una pura intencionalidad al sujeto, perceptum desvelado
que revela los qualia del mundo tal como son (mirada sin ojos).
Ese aspecto, es necesario recalcarlo, es ineliminable y a su vez
consustancial a las psicosis. Es el develam iento de la pura intencio
nalidad del significante, es esa exagerada sensibilidad a las saliences
descripta por Kapur, o bien ese giro singular del espíritu que hace
"reglam entar las coincidencias" o "codificar lo im previsto", como lo
m encionan Serieux y Capras en sus Folies raissonantes.
ella y su efecto tiene que existir necesariam ente una hiancia: "lista huincia es
E mi li o
tan necesaria que para poder seguir pensando causa allí donde correría el ries
go de ser colm ada, necesitam os hacer que subsista un velo sobre el determi-
nismo estrecho, las conexiones, a través de las cuales actúa la causa''. Lac an,
24 )., El seminario, Libro W, La angustia, Paidós, Bs. As., 21)06, págs. 318-319.
Hubo que transitar un largo camino para que el sujeto pudiera
decir acerca del punto de desamarre vital34. En el tiempo en que su
padre se queda sin trabajo y su familia debe transitar una crisis eco
nómica, Antonio había comenzado sus estudios universitarios y es
donde comienza a preocuparse de una manera excesiva por la caída
de su cabello. Pasaba horas m irándose frente al espejo; cuando salía
a la calle percibía que las m iradas se dirigían a su verdaderamente
despoblada cabeza. Concurría a la facultad y los compañeros lo m ira
ban de una manera que le resultaba intolerable. Una mirada que pri
mariamente estaba localizada en las mujeres.
Sin embargo, el vínculo con los muchachos estaba conservado. De
una manera un tanto singular, relata que cuando había una compa
ñera que le gustaba, "hacía todo lo posible para enganchar a otro
amigo, como que buscaba perjudicarme yo". El recurso a la realiza
ción efectiva de la condición que conocemos en Freud como del "ter
cero perjudicado" -ubicándose él en posición tercera-, venía a ser
una solución provisoria a su malestar.
Un buen día, almorzando con su familia, el padre se atoró con un
pedazo de comida y se produjo la caída. Se vino redondo al piso y
estuvo desvanecido por cuestión de segundos: "N o sé qué me pasó
allí, pero creo que caí yo también, eso me hizo muy m al". Pudo
situarse, en este instante, el desenganche que originó lo que el sujeto
llama "ataque de pánico", y junto al sitiado de estas coordenadas,
Antonio pudo empezar a encontrar bajo el significante "caída" otros
desabrochamientos: la caída del abuelo materno desde lo alto de una
tribuna de fútbol, la caída de su tío del techo de la casa, la caída del
cabello, el miedo a la re-caída.
Finalmente se produjo lo que el sujeto llama un "posicionam ien-
to": un buen día se levantó de dormir la siesta, fue a la casa de una
amiga que hacía un tiempo no veía y le entregó una flor espetándole
"te am o". Tamaño acto bizarro no tuvo otra contestación que la nega
tiva, acompañada del predicado poco feliz: "Vos no me podés decir
eso porque yo no te veo como un hombre sino como un am igo".
A decir verdad, el analista previo lo peor al escuchar el relato ale
lado del sujeto -q u e hasta entonces venía en vías de estabilización- y
echó a mano, en su intervención, algo que quizás estuvo en con
P sicosi s
Orientaciones
Podríamos pensar que las psicosis actuales, al igual que otros cua
dros sintomáticos típicos, se desvían de la psicopatología en tanto
que la "pobreza" sintomática no es más que una desobediencia a la
narrativa médica del sufrimiento.
las gradaciones, los escrúpulos. En cierta manera -parad oja exorbitante del
lengu aje-. D ecir te-amo es hacer com o si no hubiese ningún teatro de la pala
bra, y esa expresión es siem pre verdadera (no hay otro referente que su profe-
26 rición: es un preform ativo)." B a r t h e s , R., Fragm entos de un discurso amoroso,
Llegado este punto, exige este estudio una rectificación respecto
de un trabajo anterior 39 donde propuse el uso de las "clases interac
tivas" de Hacking40, pero restringiéndolo casi exclusivamente al
plano imaginario, sin haberm e extendido sobre el nervio del asunto:
qué es lo que en el fondo produce la m utación de las clases.
En un primer término el individuo clasificado al ser autoconcien-
te de la clasificación modifica sus conductas y esto es acompañado
por la modificación del contexto que está dispuesto a alojarlo41:
C L A SIF IC A C IO N IN D IV ID U O
C L A SIF IC A D O
Siglo Veintiuno editores, Bs. As., 1998. Para una justificación clínica del uso
perform ativo del discurso amoroso ver: W a l k e r , V.; S o l a r i , R.; P e n e c in o , I.;
V a s c h e t t o , E., "Investigaciones en el dispositivo de presentación de enfer
m os", http:/ /saludm entalsanisidro.blogspot.com . También en: V a sc h e t t o , E.,
"Fragm entos del discurso amoroso en la presentación de enferm os", trabajo
presentado en las Jom ad as anuales de la Escuela de O rientación Lacaniana
(EOL), diciem bre de 2007. Inéditos.
39 V a s c h e t t o , E., "Form as actuales del síntom a en la psicosis", en: El psicoanáli
sis en lo contemporáneo, G l a z e , A. (comp.). Gram a ediciones, Bs. As., 2005.
40 La clase interactiva "es un concepto unitario que no se aplica a la gente sino a
las clasificaciones, a clases, a las clases que pueden influir en lo que se clasifi
ca. Y debido a que las clases pueden interactuar con lo que se clasifica, la
m ism a clasificación puede ser m odificada o reem plazada". Esta interacción
ocurre en una m atriz amplia de instituciones y prácticas que rodean a la clasi
ficación, de tal m anera que cuando ellas son conocidas por las personas o
quienes están a su alrededor y usadas en instituciones, cam bian las form as en
que los individuos tienen experiencia de sí m ismos. Por otra parte, hay clases
indiferentes, los fam osos quarks por ejem plo, los cuales no tienen conocim ien
to de sí, no son autoconcientes; ellos pueden ser afectados por lo que los cien
tíficos les hacen en los aceleradores, pero llam ar quark a un quark no da lugar
a ninguna diferencia en éste.
A lgo diferente pasa con la psicopatología, que para H acking contiene una clase
interactiva y una clase indiferente (la cual no necesariam ente es natural, esto
englobaría todo el problem a de la causalidad, lo cual supera los lím ites de este
sum ario escrito). A quel que adopta un modelo psicológico considera de algún
m odo a la enferm edad m ental com o interactiva, m ientras que el que adopta
un modelo biológico la considera com o indiferente (con las propiedades que
ejem plificam os con el quark).
P si cosi s
tido de la realidad". "L a clasificación com o esquizofrénico -con tin ú a más ade
lan te- afecta de muchas maneras a las sensibilidades de los clasificados."
H a c k in g , I., ¿La construcción social de qué?, Paidós, Bs. As., 2001, pág. 173-204.
41 Los gráficos que acom pañan el escrito están hechos a los fines de ilustrar el
desarrollo argum entativo. 27
Pero el individuo al ser autoconciente, genera a su vez, una lectu
ra desviada de la clase en base a su propia singularidad. Se le ofertan
(o se le imponen) los significantes amo de la época, pero aunque
éstos sean receptados pasivamente por el individuo, el sujeto siem
pre fracasa en su lectura. El selecciona los significantes del enjambre
para representarse o dejarse representar, pero no puede evitar su
necesaria inadecuación. De ahí que se expresa en una nueva m uta
ción de las clases:
(a)
Posición
Psi cosi s
actuales
D e l fin a L im a Q u in t a n a , R a m ir o G ó m e z Q u a r e l lo ,
J o r g e Fa r a ó n , E m il io Va s c h e t t o *
C o n m i barca yo m e iré...
a n au frag ar
a n au frag ar
a n au frag ar
L a Balsa
(canción d el gru p o d e rock Los g atos)
siguen viniendo?
El psicoanálisis aplicado, con su portavoz, el profesional de la salud
uintana
4 " ...e l sujeto en su dem anda com o consistencia real, la psiquiatría com o con
sistencia im aginaria y el psicoanálisis com o consistencia sim bólica se anudan
borrom eicam ente (...) y en esa estructura el profesional [de la salud mental]
que se confronta a la dem anda, ocupa el lugar del objeto a; causa de deseo, de
punto de calce del nudo em ergente por el m alestar que inducen en el sujeto
los efectos del lenguaje". Cf. R iv a s , E ., Psiquiatría/psicoanálisis. La clínica de la
sospecha, M iguel Góm ez ediciones, M adrid, 2000, pág. 22.
5 Dentro del cam po de la salud mental, pocas son las referencias que podem os
hallar a la hora de aproxim am os a la cuestión de la incurabilidad. En el caso
del libro de M ichael S t o n e (Personality-disordered patients. Treatable and
Untreatable, A m erican Psychiatry Publishing, Londres, 2006), el autor se ocupa
principalm ente de definir el espectro de personalidades, de rasgos o de
trastornos que entrarían dentro de lo que él considera com o "tratables".
D efine a su vez la "tratabilidad " com o "una com binación de cualidades -la
capacidad de som eterse a las reglas y al tiem po que dem anda la psicoterapia,
P sicosis
destino.
S (Ji) (desorden)
, J. F a r a o n i , E. V
Q uarello
ómez
en grupo; para apoyar a nadie con estas experiencias hay que entender, apren
der y crecer con ellos a su m anera. Ver: ww w .hearing-voices.org.
7 Cf. B r a c k e n , P., T h o m a s , R, "Postpsychiatry", Oxford M edical Publications,
2005 y el artículo de los m ism os autores, "Postpsychiatry: a new direction for
actuales
m ental h e a lth ", B ritish M edical Journ al, 2001; 322:724-727. C itad o por
M a t u se v ic h , D., en su trabajo: Postpsiquiatría, presentado en el XXI Congreso
A rgentino de Psiquiatría de la APSA, A bril 2005.
8 De lo estrictam ente llam ado grupo de reflexión, que lleva su anclaje histórico
en los reconocidos "grupos operativos" ideados por el reconocido psiquiatra 35
ser una investigación clínica que no parte del tipo clínico, sino del
borram iento de las formas clásicas del sufrimiento (ya que son suje
tos que no son claramente clasificables). Es el obstáculo el que, a cien
cia cierta, subvierte la tendencia universalista que posee toda clínica.
De tal manera que se sostiene así la política del caso único como esco
llo singular.
Los criterios de inclusión al grupo (desde luego, arbitrarios y con
vencionales) fueron:
- el haber atravesado al m enos dos tratamientos dentro de nues
tro servicio de salud m ental (psicoterapias individuales y grupales,
terapia psicofarmacológica, talleres clínicos) durante un lapso míni
mo de un año 9
- el juicio clínico 10 del terapeuta. M ediante esta argumentación se
piensa la incorporación al grupo, pues no es un dispositivo de admi
sión;
- el rasgo de incurabilidad o de refractariedad enunciado tanto
por el paciente como por el responsable tratante;
- pensar la inclusión del paciente como discontinua, aperiódica y
aschetto
9 El argum ento convencional respecto del tiem po radica en que, para m ensurar
ómez
los efectos de un tratam iento psicofarm acológico a largo plazo, se suele utili
zar por lo general el lím ite de los seis meses; en cuanto a las investigaciones
, R. G
ciales (el 60% de las consultas finalizan antes de los 4 m eses). Para un trata
m iento exhaustivo del tema sugerim os consultar: L e se r r e , L., "M ed ición de
efectos terapéuticos rápidos: investigación sobre 100 tratam ientos de 16 entre
Q
consultar otras experiencias sim ilares dentro del Cam po Freudiano, com o son
los CPCT (Centros Psicoanalíticos de Consulta y Tratam iento) o en nuestro
país, PAUSA (Psicoanálisis A plicado a las Urgencias Subjetivas de la Actua-
36 lidad).
viene realizando, o bien, concurrir las veces que él m ismo lo consi
dere;
- algunos tipos clínicos y/o rasgos: pacientes con síntomas mudos
(sin significación), caracteropatías, sujetos querellantes, posiciones
de rechazo al saber, distímicos, irresponsables, entre otros. Funda
mentalmente, pacientes inclasificables.
12 Justam ente se trata de sujetos que no han llegado ni tan siquiera al encanta
, R. G
no salie lo que es", Cf. L a c a n , J., Seminario 12, Problem as cruciales del psicoaná
lisis, 1964-1965 (inédito).
14 F r e u d , S., "M oisés y la religión m onoteísta" (1939), en: Obras completas, t.
Q
zante" . 23
Q
tratam iento llegando a lograr una consistencia tal? Por ello es que Lacan con-
ceptualiza lo im aginario com o consistencia en su última enseñanza, donde
hay una dejerarquización de los tres registros (ISR). Consistencia afectada por
uintana
¿C u rar de qué?
uarello
Q O f
tamiento, propuesto por el psiquiatra germ ano, es más bien de índole peda
gógica o coercitiva que m eram ente m édico. Cf. S c h n e id e r , K., Patopsicología
clínica, Ed. Paz M ontalvo, M adrid, 1975, págs. 33-61; y en Las personalidades psi
copáticas, M arata, M adrid, 1962, pág. 27 y sigtes.
actuales
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Quintana,
Carácter
Curable/incurable; terminable/interminable
Deseo del analista
1) C a rá cte r:
pág. 253.
F r e u d , S., "Carácter y erotismo anal" (1908), Obras completas, t. IX, op.
cit., pág.158.
actuales
“ • 2) C u ra b le /in c u ra b le ; te rm in a b le /in te rm in a b le :
<
z
h A c u ñ a , E., Síntom a-carácter-sublim ación, www.elsigma.com/site/
| detalle.asp?IdContenido=7088
® F r e u d , S., "Psicoterapia (Tratamiento por el espíritu)" (1905), Obras
5 completas, 1.1, op. cit., págs. 1014, 1021 y 1026.
Zj
Q 1 Este gráfico, con algunas m odificaciones, fue expuesto por G erm án García en su
46 curso en la Fundación Descartes, año 2006.
F r e u d , S.; "Sobre psicoterapia" (1 9 0 5 ), Obras completas, t. I, op. cit.,
pág. 1 0 0 8 -1 0 0 9 .
F r e u d , S., "Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico"
(1912), Obras completas, t. XII, op. cit., págs. 114, 118.
F r eu d , S., "Sobre la iniciación del tratamiento" (1913), Obras comple
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F r e u d , S., "M ás allá del principio del placer" (1920), Obras completas,
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F r eu d , S., "Esquem a del psicoanálisis", Obras completas, t. XXIII, op.
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Parte, Rev. Uno por uno, pág. 23.
M ill er , J-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalitica, Paidós, Bs.
AS., 2005.
http: / /www.lacanian.net /0rnicar% 20online /A rchive% 200D /orni-
car /articles /153fre.htm.
3) D e se o d e l a n a lista
A r a m b u r u , )., El deseo del analista, Tres Haches, Bs. A S ., 2000. Los capí
tulos: El deseo del analista y la pulsión" y "E l deseo del analista".
M ill er , J.-A ., La erótica del tiempo, Tres Haches, 2001, Capítulos: "7 de
abril de 2 0 0 0 " y " 8 de abril de 2 0 0 0 ".
C o tt e t , S., Freud y el deseo del psicoanalista, Manantial. Capítulos XV y
XVI.
L a c a n , J., El seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales
del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1995. Capítulo I "La excom unión".
CAUSA CARÁCTER
Psi cosi s
Objeto a Objeto a
Causa de deseo Plus de goce
actuales
Resistencia Insistencia
V asos co m u n ic a n te s :
D
II. Normalidades
Las otras psicosis
¿ A partir de cuándo se está loco?
J o s é M a r ía Á lv a r ez ,
Juan de la P e ñ a y J o s é R o d r íg u e z E ir a s *
I. Fronteras
Han sido pocas, en verdad, las monografías dedicadas por los clá
sicos a los locos norm alizados, es decir, a esos cuya vida discurre por
las sendas más transitadas y caminan con un paso similar al de la
mayoría de sus coetáneos. Seguramente la más ambiciosa y directa es
la que publicara en 1861 Ulysse Trélat (1795-1879) con el título La folie
lucide étudiée au point de vue de lafam ille et de la societé. Médico de la
Salpétriére y más tarde de Charenton, Trélat compaginó el alienismo
con un activismo político de extrema izquierda2. Partidario de la
herencia como causa última de la locura, dedicó su primera obra a
recuperar las opiniones de los principales médicos que se ocuparon
de la locura a lo largo de la historia3. Aunando sus ideales sociales y
la práctica médica, Trélat investigó durante años la folie lucide. Lo
hizo con el fin de que sus colegas reconocieran a esos locos que pasan
desapercibidos y pudieran salvaguardar el matrimonio, la familia y
la sociedad de sus desmanes y maldades. Se trata por tanto de un
tipo de alienados que, a diferencia de la mayoría, no parecen en abso
luto locos cuando se les observa superficialmente. Solo si se logra
penetrar en ellos mediante un análisis de su vida íntima, se podrá
apreciar la alienación que los subyuga: "Estos enfermos deliran en
sus actos, pero no deliran en sus palabras. Su falta de razón solo se
conoce desde el interior y no se muestra afuera"4. Advierte además
Trélat que en los interrogatorios hacen gala de un gran dominio de sí
mismos ("no dan un paso en falso"), razón por la cual el médico debe
atender sobre todo a los antecedentes. Comoquiera que la inmensa
mayoría son incurables, es del todo recomendable que " [...] los que
están dotados de razón los conozcan para no ligarse en absoluto ni
Psi cosi s
trie franqaise avant et aprés Pinel, Bailliére, París, 1930, págs. 202- 211.
3 Cf. U. T r é l a t , Reeherches historíques sur la folie, Bailliére, París, 1839.
4 T r é l a t , U.: La folie lucide étudiée au point de vue de la fam ille et de la societé, A.
Delahaye, París, 1861, pág. 12.
5 T r é l a t , U.: La folie lucide..., op. cit., pág. 16. 53
Los locos lúcidos pueden pertenecer a las diferentes categorías de
la locura: imbéciles, idiotas, sátiros, erotómanos, celosos, orgullosos,
etc. Pese a sus numerosas diferencias, todos ellos dan muestras de
una suprema ingratitud y de una indestructible confianza en sí m is
mos. Estas son las dos características más destacadas que se des
prenden de la monografía de Trélat, cuyos escasos resultados psico-
patológicos contrastan con los elevados ideales sociales a lo que está
destinada.
posibles locuras del futuro. Esta es una de las m odalidades por las
que el territorio de la psicosis se ensancha en nuestros días para aco
R odríguez
Laurent reconoce que " [...] entre las neurosis clásicas por un lado y las psico
aría
justam ente debe ser cualitativam ente explorado. Pero, neurosis y psicosis
J osé
deben ser distinguidas com o dos polos com pletam ente fundam entales"
(LAURENT, E.: "La psicosis ordinaria", en: Virtualia, n" 16, fe b r e r o -m a r z o , 2007;
54 w w w .eol.org.ar/Vitualia).
¿Existen esas fronteras? ¿Tenemos todos algo de locos? ¿Tienen
los locos algo de cuerdos? Todos esos interrogantes, cuya sem piter
na actualidad ha anim ado a lo largo de los dos últim os siglos con
tinuas controversias, alinea a los partidarios de un continuum fren
te a los que afirm an diferencias estructurales irreductibles. A los
defensores del delirio universal, de los núcleos psicóticos que a
todos nos conform an o del tránsito por estadios psicóticos arcaicos,
pese al indudable filón heurístico que atesoran tales hipótesis, siem
pre se les podrá objetar una razón tan dura como el acero: las expe
riencias del loco distan m ucho de las que caracterizan al sujeto
reputado de norm al8. La autorreferencia del paranoico, la fragm en
tación del esquizofrénico y la indignidad del m elancólico parecen
conform ar dim ensiones de una experiencia solitaria cuyo denom i
nador com ún hem os convenido en denom inar "p sicosis". Schreber,
Rousseau, A im ée y W agner han sido elevados por los estudiosos a
la categoría de casos paradigm áticos, sirviendo por ello a los nove
les de referente para adentrarse en las experiencias y en la lógica de
la psicosis. En sus testim onios se pone de relieve la m anera en que
la locura com prom ete al lenguaje, al cuerpo, al goce y al vínculo
social.
Cabe pensar que todos los psicóticos tienen algo en común que les
hermana, sean sus experiencias rotundas o discretas, su comporta
miento parezca loco o normalizado, sus certezas se afirmen en lo
insólito o lo común. De esta manera, en el territorio de la psicosis
conviven sujetos m uy trastornados y otros más normalizados. A los
primeros los reconocemos por las magníficas descripciones de los
clásicos de la psiquiatría, y los conocemos por las explicaciones ela
boradas por la psicopatología psicoanalítica. Los segundos, en cam
bio, constituyen un grupo más heterogéneo y desconocido: hay quie
nes no han presentado aún ninguna crisis psicótica (pre-psicóticos) y
quienes habiéndose desencadenado lograron reequilibrarse m edian
te estabilizaciones o suplencias; los hay tam bién que pasan desaper
cibidos porque sus crisis son muy atenuadas y breves, como fogona
zos o destellos de experiencias psicóticas posteriormente reabsorbi
das en maneras de vivir adaptadas y comunes; otros saben hacer
buen uso del disimulo y la ocultación9, defensa voluntaria que los
pone al resguardo de los profesionales de la salud; también hay otros
El cuerpo
Cuanto m enos resultará honesto aceptar que la condición de la
L a P e ñ a , J osé
toria del sujeto. Podemos decir que el psicótico "n o tiene cuerpo"
aría
El goce
Manifestación de lo real, los efectos del goce sobre el cuerpo consti
tuyen un terreno igualmente fértil cuando se trata de la fenomonelogía
de la locura. Pues si en las locuras clásicas el goce adquiere una expre
sión particular -invasión de goce experimentado por el esquizofrénico
en la fragmentación; objeto exclusivo de otro gozador, en el caso del
paranoico-, en estas formas discretas de psicosis también habrán de
apreciarse algunos indicios que las diferencien de las neurosis.
Si el proceso de neurotización edípica respecto a la satisfacción
pulsional conlleva la represión y la localización de ésta en ciertas
zonas corporales, al tiem po que el reconocimiento de su realidad de
goce, en el caso de la psicosis descubrimos que dicho proceso no se
ha producido. Así, en determ inados m omentos biográficos, el sujeto
psicótico se verá confrontado con ciertas experiencias de goce extra
ño que no podrá vivir sin horror y perplejidad. En los casos de psi
cosis que no lo parecen, aunque sea en grado ínfimo, conviene tam
bién rastrear la presencia de este tipo de fenómenos. Es más, en algu
nos sujetos de apariencia normal, se observa que su existencia se sos
tiene gracias al enganche a ciertos tipos de goce solitarios, los cuales
les permiten m antenerse alejados del desencadenamiento de la psi
cosis, como sucede en ciertas toxicomanías.
Resumiremos a continuación el caso de una paciente que nos fue
Psi cosi s
derivada tras ser intervenida por una dolencia física relacionada con
"lo fem enino". Aunque no se ha observado ningún signo alucinato-
rio-delirante concreto y su vida discurre con absoluta normalidad, el
actuales
entre sí.
En algunas ocasiones acuden a consulta sujetos que, sesión tras
sesión, no terminan de cerrar una significación al exponer sus pade
cimientos, manteniendo el dicho en suspenso sin la menor de las con
creciones. Esta particular forma de hacer uso del lenguaje se opone
de
As., 2005.
12 Sobre este conjunto de trastornos, véase, J. M a Á l v a r e z , R. E s t e b a n y F.
M
sis del "caso" Joyce tal y como Lacan la propone en su Seminario 23,
El sinthome. Es en este registro de la clínica -q u e podríamos estable-
actuales
14 Ibtd.
15 Cf. S c h r e b e r , D. P. Sucesos m em orables de un enferm o de los nervios, AEN,
M adrid, 2003, pág. 50.
16 Cf. L a c a n , J. El seminario, Libro 3, Las psicosis, op. cit. 61
cer como el de la locura sin desbordar- donde aparecerá el concepto
de suplencia en oposición al de compensación imaginaria; compensa
ción estudiada con anterioridad por otros autores analistas como
Helen Deutsch 17 y Mauritz K atan18. Cuando hablamos de una com
pensación imaginaria que contiene el sujeto frente el desencadena
miento de la psicosis nos referimos a una serie de identificaciones
conformistas -adhesivas, integrales, mim éticas y no-dialécticas- ante
un semejante situado, respecto al sujeto, en el lugar de Ideal del yo.
Sin embargo, el estudio lacaniano de Jam es Joyce representa otra ver
sión de la clínica. En este caso el m ecanismo que sostiene al sujeto en
la pre-psicosis ya no se trata de una identificación, sino de una
suplencia.
Lacan no contestó a su pregunta sobre si estaba loco Joyce o no,
examinando minuciosam ente los datos de su biografía. Su argumen
to no consideró los rasgos paranoides del escritor irlandés, ni sus
ideas de persecución, ni siquiera lo extravagante de su carácter o sus
tendencias querulantes19. Lacan solamente se apoyó en su obra para
identificar en qué términos circulaba la subjetividad de James Joyce,
haciéndonos saber de la especial relación que Joyce mantenía con el
lenguaje, de la que podría deducirse la existencia de una psicosis sin
E iras
que nos enseña Lacan de la obra de Joyce es que ésta le sirvió como
tratamiento de su perturbada relación con el lenguaje, como una
Á aría
en la página siguiente.
Por añadidura, el sinthome difiere del delirio - a pesar de tener
numerosas afinidades con éste- en un punto esencial. En oposición al
delirio que obtura el enigm a por la certeza, Joyce lo cultiva, desci- 53
frando el enigma de las palabras que le son impuestas. Esto es para
Lacan la esencia de todo síntoma, la esencia de la clínica: un síntoma
que no puede ser descifrado pero que sirve como parapeto frente al
traumatismo de la lengua. De este modo, Joyce hace de su síntoma
un arte, y al hacerlo, hace un uso lógico de su síntoma.
Conceptos
} M i l l e r , J.-A. y otros: La psicosis ordinaria, ICBA-Paidós, Bs. As., 2003, pág. 268.
2 L a c a n , J.: "D e una cuestión prelim inar a todo tratam iento posible de la psico
sis", en: Escritos, Siglo Veintiuno editores, M éxico, 1993, pág. 549.
3 F r e u d , S.: "O bservaciones psícoanalíticas sobre un caso de paranoia (Caso
Schreber)" (1911), en: Obras Completas, t. II, Biblioteca N ueva, M adrid, 1973. 65
más conocidos de delirios que se derivan de la negación de la frase
son: persecutorio, celotípico, erotómano y megalómano. A partir de
la relectura de esa tesis Lacan va a sostener que la conclusión freu-
diana, según la cual Schreber se reconcilia con la idea de transfor
marse en mujer al verse compensado por el delirio de grandeza de
ser la mujer de Dios, es contradictoria. Lacan propone que la expli
cación debe buscarse en el hecho de que "el verdadero resorte del
vuelco de la posición de indignación, que provocaba primeramente
en la persona del sujeto la idea de la Entmanmmg: es m uy precisa
mente que entre tanto el sujeto había m uerto " . 4
Lacan ve en ese fenómeno, correlativo del m omento de desenca
denamiento de la psicosis de Schreber, el índice de la regresión tópi
ca a la "hiancia mortífera del narcisism o", como la llama Miller5. La
dinámica de lo imaginario, en tanto que mortífera, se manifiesta en
las tentativas suicidas, los estados catatónicos e incluso en los dichos
del sujeto: por ejemplo, Schreber decía haber leído la noticia de su
muerte en los diarios; se veía como un cadáver leproso conducido
por otro cadáver leproso. Esta fenomenología constituye el resultado
de una dinámica: la elisión fálica, resultante de la forclusión, es supli
da por una regresión imaginaria. La elisión fálica no es la falta de un
atributo en la imagen del cuerpo en el espejo, sino que es el efecto de
la ausencia de la condición de posibilidad del goce fálico -e l cual
debe entenderse como un efecto fuera-de-cuerpo-, que provoca una
regresión al modo de funcionamiento imaginario, cuyos efectos sí se
localizan en el cuerpo. A partir de ese m omento de viraje Schreber
puede soportar, y esperar, su transform ación en mujer.
En Lógica del delirio, M aleval 6 sostiene la importancia funcional de
la observación de Lacan que estoy comentando, o sea que antes de
producirse la aceptación de su transformación en mujer, el sujeto
Schreber había muerto. M aleval sostiene que la muerte del sujeto,
entendida en un sentido dinámico, y no necesariam ente traducida en
comportamientos (pasajes al acto, automutilaciones, asesinatos), per
tenece al trabajo del delirio. Dice Maleval: "E n el transcurso de su
delirio dicho estado (en el que Schreber se creía muerto y putrefacto)
constituyó 'la m ayor angustia', el peligro más temido: el temor de
hundirse en la imbecilidad y que los rayos divinos lo 'dejaran plan
eyati
tado ' . " 7 Maleval sostiene la hipótesis, a propósito del cambio de posi-
Y
L evy
4 L a c a n , J.: "D e una cuestión prelim inar a todo tratam iento posible de la psico
sis", op. cit., pág. 549.
E lena
8 Ibt'd.
9 Ibíd. 67
cuando, en el seno de una fam ilia conservadora de la clase media
porteña, un hijo padece una grave perturbación mental.
Hace unos años tomé en tratamiento a un muchacho cuyos padres
sostenían que padecía una enferm edad bipolar, declarada hacía seis
años, y que no había sido oportunam ente diagnosticada. Para ellos la
bipolaridad excluía el delirio -e s decir psicosis-, y debía poder con
trolarse eficazmente con psicofármacos. Además, el psicoanalista que
trató a su hijo al comienzo de sus padecimientos, no lo diagnosticó
correctamente. Ellos quisieron venir a la consulta antes que el pacien
te para advertirme... sobre sus contradicciones. Sabiendo que practi
caba el psicoanálisis y la psiquiatría, me solicitaban que atendiera su
m edicación pero admitieron que tenían dudas sobre la conveniencia
de una cura analítica. Consideraban la posibilidad de realizar una
terapia alternativa (breve, cognitiva, más directiva, focalizada, etc.).
El paciente tenía hacia el tratamiento una actitud similar a la de sus
padres solo que, como se sentía m uy angustiado, vino a hablar con
cierta regularidad durante un año. En el tiempo que duró la consul
ta rechazó hacer cualquier ilación que permitiera historizar las coor
denadas de un desencadenamiento. Entendía que ir al pasado -com o
él d ecía-, era hacer psicoanálisis y, en nombre de esa razón, rechaza
ba relatar historias de su vida. El único tipo de conversación que sos
tenía oscilaba entre el relato y la mostración de síntomas.
a. Fenómenos de cuerpo
Desde los 20 años el paciente comienza a tener crisis de agitación
durante las cuales el cuerpo parece ser independiente de intenciones
que se le pudieran atribuir: de repente hace la vertical; habla sin
parar; baila o hace figuras de Tai-chi en cualquier lugar; cambia de
entonación al hablar; si en el diario lee la frase "ponerse de pie" se
para.
No puede dar cuenta de la finalidad de esto que, además, le resul
ta m uy disfuncional. Tiene una relación de ajenidad con el cuerpo,
pero está lejos de deshacerse de él "com o una cáscara" -com o dice
Lacan al hablar de Joyce10. El hecho de que el paciente relate o mues
tre esos síntomas ¿hace de él un histérico para quien su cuerpo es un
eyati
c. La mujer
Hay una sola mujer en la que siempre piensa, como una obsesión,
pero a la que no se acerca. En cuanto a la sexuación el sujeto no se
encuentra claramente del lado hombre. No tiene relaciones sexuales.
No es por falta de erotismo. Conoce el goce peniano. Todo lo erotiza
-m ujeres en revistas, televisión, e t c - , se masturba con frecuencia.
Pero, estar frente a la única mujer en la que piensa, le da pánico. En
general, frente al otro sexo, al no poder coordinarse al goce fálico,
experimenta violencia y vergüenza. Se siente un monstruo, dice.
En algunas expresiones se insinúa la cuestión del empuje transe-
xual. Una vez pronunció la m isteriosa e irónica frase "Q ue Oriente
custodie la entrada". Luego, cerró su boca. Un tiempo después, al
explicar lo que significaba la frase, dijo lo que hacía con la letra.
Intentaba, mediante el uso de la O m ayúscula de Oriente, producir el
cierre del agujero que se ve en la grafía de la G mayúscula, "porque
es la letra del punto G del goce fem enino". Admite con vergüenza
que el punto G es parte de su anatomía.
S e r g io La i a **
3+0= 1
4
* Este texto es una versión m odificada, teniendo en vista los propósitos de este
libro -P sicosis actuales-, de un texto anteriorm ente publicado con el título
"D os estilos de tratam iento de la palabra im puesta: Jam es Joyce y el Sr.
Prim eau". Para la prim era versión, producida gracias a recursos obtenidos
ju nto al Program a de Pesquisa e Iniciación Científica de la Universidad
FU M EC (proPIC-FUM EC), cf.: P e r e s , Ana M aría Clark, P e ix o t o , Sérgio Alves
P sicosis
sinthome (1975-1976), Seuil, 2005, París, pág. 11. [En la edición castellana:
L a c a n , J., E! seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Bs. As., 2006, pág. 11], Para
Ca ía
4 Cf. L a i a , S.: L os escritos fuera de sí: Joyce, Lacan y la locura..., op. cit., págs. 191-
actuales
8 Joyce, J.: Ulysses. The corrected text edited by Walter Gabler with Wolfhard
Steppe and Claus Melchior. Vintage Books, New York, 1986, pág. 226.
9 Joyce no inventa la m ujer en sus libros, pero m e autoriza a localizar en su vida,
a partir del m odo com o concibe la relación m antenida con Nora Barnacle, Mrs.
Jam es Joyce, que -con form e él m ism o llegó a d eclarar- fue quien hizo de él un
hom bre. No será entretanto en este texto donde podré desarrollar más este
punto que, ciertam ente, merecería un m ayor desdoblam iento: la relación entre
Jam es Joyce y Nora.
personajes y las narrativas: ese nombre es, él mismo, tratado tal cual
una palabra joyceana porque no deja de ser una creación del propio
Jam es Joyce.
Así, en lugar de "relación entre palabras" tendríamos, por una
operación de disyunción, cada significante en Joyce, cada palabra
joyceana, indicando el vacío de la referencia; pero pretendo aún
demostrar cómo, en ese vacío, acabaremos por leer el propio nombre
de Joyce. En la obra de ese escritor, nos esclarece Miller, "el signifi
cante retorna sobre sí mismo, no está conectado al sonido, no está
conectado a un objeto en la realidad" que podría servirle como refe
rente y, por lo tanto, "sigue en dirección hacia sí m ism o"10. Por esta
vía, cada significante, uno disyunta del otro, enredado por la fluen
cia gozosa del lenguaje corporificado en la obra de Joyce, va a decir:
"yo soy un neologismo joyceano" y, entonces, "de la misma forma
que los cielos y la tierra cantan la gloria de Dios, cada significante del
Finnegans Wake canta la gloria de Jo y ce"11.
En el flujo que caracteriza lo que Joyce llamó de "lenguaje del
am or", el sentido se acumula y huye, su obra está marcada, en rela
ción al sentido, por lo que yo designaría con el oxímoron "exceso
disipativo": hay, al mismo tiempo, exceso de sentido y sentido algu
no. Sin embargo, no es ese exceso disipativo que distingue radical
mente la obra joyceana de la fórmula que Ariman, el "dios inferior",
imponía delirantemente a Schreber diciéndole que "todo sinsentido
se anula" y que el propio Schreber reencontró en la voz susurrada
para él, de "fuera para adentro", por un pájaro que le revela efecti
vamente cómo "todo sinsentido llevado a las últimas consecuencias
acaba por llegar a un punto en que se anula a sí m ism o"12. Sin duda,
en la obra de Joyce, en el tratamiento que él proporciona a la palabra,
podrem os detectar aquello que Lacan nos orienta, a partir de
Schreber, a escuchar en el delirio del psicótico: "se trata de un men
saje que no proviene de un sujeto más allá del lenguaje, sino cierta-
haber sido traducido literalm ente por "n o sentid o"; cf. L a c a n . "D 'u n e ques-
tion prélim inaire á tout traitem ent possible de la psychose", Écrits, Seuil, París,
1966, pág. 574. [En la edición castellana: L a c a n , J.: "D e una cuestión prelim i
nar a todo tratam iento posible de la psicosis", Escritos 2, Siglo Veintiuno edi
tores, M éxico, 1978, pág. 556.] 77
mente de una palabra más allá del su jeto"13. En otros términos, en
ambos casos -Joyce y Schreber (aunque de forma diferente)-, como
también en las psicosis, lo que encontramos no es un ultrapasaje o
una anulación del lenguaje, sino una palabra que, imponiéndose más
allá del sujeto, lo sobrepasa y, tributaria de la forclusión de un signi
ficante fundamental (el Nombre del Padre), no deja de imponerse
como una anulación del sujeto. En ese contexto, me parece impres
cindible destacar cuánto Jam es Joyce, sobretodo a partir de la lectura
que Lacan le dedica en 1975-197614, es decisivo para que apreenda-
mos lo que está en juego en el tema de este libro organizado por
Emilio Vaschetto, o sea, en las "psicosis actuales". A fin de cuentas,
como Vaschetto nos indica aquí, los "transtornos del lenguaje" - y el
propio hablar, según Jacques-Alain Miller, es un transtorno del len
gu aje- son una referencia preciosa para que localicemos efectiva
mente lo que dice respecto de la psicosis, en un mundo donde el
diagnóstico de psicosis se diluye en M anuales como el DSM-IV, y la
psicosis m isma parece presentarse de un modo más sutil y hasta
ordinario. Será importante, por lo tanto, tematizar tanto la proximi
dad como la distancia entre Joyce, la psicosis y una experiencia gozo-
sa-lenguajera que sobrepasa al sujeto que habla.
En la lección del 17 de feberero de 1976, Lacan hace referencia a un
psicótico entrevistado por él durante una "presentación de enfer
m os". Ese paciente se llamaba G. Primeau y localizaba el agrava
miento de su locura a partir de lo que él mismo designó, "lacaniana-
m ente" conforme resalta Lacan, como "palabras im puestas"15. Tales
palabras eran definidas así por el Señor G. Primeau: "Es una em er
gencia, que se impone a mi intelecto y que, considerando el senso
común, no significa nada. Son sentencias que emergen, que no son
reflejadas, que todavía no fueron pensadas, pero son una emergen
cia"16. Cuando Lacan, durante la entrevista, le pide un ejemplo de
esas sentencias impuestas, el paciente hace evidente un procedimien
to de contracción y de creación de palabras muy próximo a lo que, con
Sollers, encontramos en el sinse corporificado por Joyce: "M e matará
13 L a c a n , J.: "D 'u n e question prélim inaire á tout traítem ent possible de la psy-
chose...", Ecrits, Seuil, París, 1966, pág. 574. [En la edición castellana: L a c a n , }.,
"D e una cuestión p relim in ar...", Escritos 2, Siglo Veintiuno editores, M éxico,
1978, pág. 556.]
Laia
14 L a c a n , J.: Le seminaire. Lime XXIII, Le sinthome..., op. cit. [En la edición caste
llana: L a c a n , J.: El seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Bs. As., 2006.]
S érgi o
23 A lo largo de m i libro, Los escritos fu era de sí, busqué explicitar cóm o Joyce se
torna "poeta del propio poem a" a m edida que inscribe el nom bre Joyce en la
actuales
historia de la literatura.
24 En "P rim eau ", tenem os algo que nos rem ite al "p rem ier", al "p rim e", o sea, al
"prim ero"; por su parte, la letra " G " no deja de resonar com o " Je ", donde
encontram os por lo tanto el pronom bre que designa la prim era persona d e l ___
singular. 81
pió " 25 -la palabra im puesta en Joyce, a diferencia del caso entrevis
tado por Lacan, no se daba de m odo tan espontáneo porque se efec-
tivizaba en todo un tratamiento que éste, como escritor, confería a la
palabra, exigiendo que redoblásemos o le devolviésemos la im posi
ción con que ella misma nos afecta y nos perturba. Con su escritura,
Joyce busca perturbar la palabra que lo perturba -e s ese doblez que
el Sr. G. Primeau no consigue efectuar, aunque lo intente a partir de
un mecanismo situado por él mismo como del orden de una reflexión
o de un mundo imaginativo: "Tengo una amiga Bárbara y de lo que
resulta Santa Bárbara. Santa Bárbara es una frase em ergente... [una
palabra impuesta]. Siempre tengo esa disyunción entre las dos, se
completan según la influencia del tiempo, y que no son del mismo
tipo; una es emergente y la otra es reflexiva " . 26
"Es un lenguaje muy simple que uso en la vida cotidiana, y por
otra parte, hay un lenguaje de influencia imaginativa, en el cual hago
una disyunción de las personas que me rodean. Eso es lo más impor
tante. Mi imaginación crea otro mundo, un mundo que tendría un
sentido equivalente al mundo llamado real, pero que estaría comple
tamente desunido. Los dos mundos estarían completamente desuni
dos. Por otro lado, estas frases impuestas, en la medida en que em er
gen para agredir, a veces, a la persona, son puentes entre el mundo
imaginativo y el mundo llamado real " . 27
Ahora, después de hacer alusión al modo riguroso con que el
Ulises fue construido, Soupault nos m uestra también, a través del
estilo con que Joyce trata la palabra impuesta, la presencia de una
especie de asignatura, de nominación y de redoblamiento apropia-
dor de la perturbación provocada por el parasitismo de la palabra:
"Joyce exige de su lector un esfuerzo sin dispersión. Le impone de
entrada su tono, su color, su estilo. La imaginación jam ás puede
seguir libremente su curso. Desde la primera palabra, aquel que ose
comenzar la lectura es de algún modo aprehendido y, cueste lo que
cueste, deberá curvarse ante la voluntad del autor" 28
Si Lacan reconoce la singular inventiva del paciente que forja la
expresión "palabras im puestas", pero al mismo tiempo, en el final de
la entrevista no deja de subrayar lo poco optimista que estaba
encuanto a su pronóstico, es porque, en palabras como assastination,
no encontramos propiamente la marca de un autor, o sea, un nombre
que las asigne para legarlas a un mundo que, como sucede con los
Laia
S érgi o
25 S o u p a u l t , Ph.: Souvenirs de James Joyce, Charlot, Paris, 194, pág. 2 7 y pág. 25.
26 L a c a n , ]., "U na psicosis lacaniana". Presentación de caso, op. cit., pág. 20.
___ 27 lbíd., pág. 21.
82 28 S o u p a u l t , Ph.: Souvenirs de James joyce, op. cit., pág. 27 .
escritos de Joyce, pasaría a esforzarse para decifrarlas. Al Señor G.
Primeau, aprisionado en un "círculo solitario"29, con pronóstico
dudoso en lo que concierne a los síntomas que le afectan el cuerpo al
punto de haberlo conducido una vez al suicidio, no le resta otra solu
ción que la de curvarse ante la voluntad de un Otro que le impone
polifónica y perturbadoramente las palabras. Es importante destacar,
en ese contexto, que la expresión "círculo solitario" fue utilizada por
el propio Sr. G. Primeau para designar el mundo en el cual, al encon
trarse "em paredado por dentro", él no podía transponer, "para la
realidad del día a d ía"30, lo que le era impuesto. Lo que Joyce consi
gue con su obra es justam ente esa transposición, para la realidad más
cotidiana, de las palabras que le eran enigmáticamente impuestas:
diccionarios joyceanos son producidos para esclarecer sus escritos, el
dia en que transcurre Ulises se torna cada vez más celebrado en el
mundo entero como "Bloom sday", miembros de la familia de Joyce
dejan de ser vistos simplemente como personas comunes por el sim
ple hecho de haber sido próximas a él y, así, pasan a ser literalmente
bio-grafiados31. Otro modo de abordar esta diferencia -en tre el Sr. G.
Primeau preso en su "círculo solitario" y la transposición realizada
por Joyce, que no deja de visar una serie de conexiones mantenidas,
hasta hoy, sobre todo por los llamados "jo y cean o s"- es aproximar tal
aprisionamiento y tal transposición a lo que Jacques-Alain Miller nos
esclarece, por un lado, sobre el "círculo de Popilio" y, por el otro,
sobre el enredo joyceano en el nudo borrom eo32.
La descomposición que Joyce imprime a las palabras, según la
enseñanza de Lacan, da lugar a una deformación marcada por la
29 L a ca n , }., "U na psicosis lacaniana". Presentación de caso, op. cit., pág. 31.
30 Ibíd., pág. 33.
31 Sobre la esposa de Joyce, tenemos la biografía realizada por: M addox, B.: Nora:
the real Ufe o f M olly Bloom, H oughton M ifflin, Boston, 1988. También el padre
de Joyce tuvo su vida relatada en: Jack so n , John Wyse; C o s te llo , Peter: John
Stanislaus Joyce: the voluminous Ufe and genius o f Jam es Joyce's father. Houghton
M ifflin, Boston, 1988. M ás recientem ente, fue lanzada una biografía de la hija
de Joyce, Lucía, que, a diferencia del padre, tuvo gran parte de su vida fuerte
m ente marcada por la presencia de la psicosis; aunque la autora de esta
biografía llegue a problem atizar el diagnóstico de psicosis dado a Lucía,
Psicosis
tomándola m uchas veces más com o un "ch ivo expiatorio". Tal libro es, para
quien se interesa por la clínica de las psicosis, bien esclarecedor de cóm o el
m odo que posee Lucía de responder a las palabras impuestas, la aproxim a
m ás al Señor G. Primeau que a Jam es Joyce: S h lo ss, Carol Loeb. Lucia Joyce: to
a c tu a le s
dance in the wake, Farrar, Straus and Giroux, New York, 2003.
32 Cf. M il l e r , J.-A.: "N otice de fil en aiguille", en: L a c a n , J.: Le seminaire. Livre
XXIII, Le sinthome, op. cit., págs. 220-224. [En la edición castellana: Cf. M il l e r ,
J.-A., "N otas paso a paso", en: L a c a n , J., El seminario, Libro 23, Le sinthome, op.
cit., págs. 215-219.] 83
ambigüedad. Es justam ente en esa ambigüedad, con todo el riesgo
que ella implica, que el sujeto puede encontrar alguna chance para
contraponerse al parasitism o de la palabra y esa chance, según creo,
es señalada por Lacan en la primera de las dos cuestiones con que cir
cunscribe lo que hay de ambiguo en el tratamiento conferido por
Joyce a la palabra: "saber si se trata de librarse del parásito palabre
ro... o, por el contrario, de dejarse invadir por las propiedades de
orden esencialmente fonémico de la palabra, por la polifonía de la
palabra " . 33
Miller, por su parte, me permite destacar aún más lo que distin
gue los estilos de Jam es Joyce y del Señor G. Primeau en relación al
tratamiento de la palabra impuesta: a partir de la última enseñanza
de Lacan, tenemos una "teoría de la doble escritura"34. Así, hay una
escritura que se procesa como "una precipitación del significante
fónico", como una forma de traducción en el sinse joyceano en cuan
to que en el assistanation, podemos verificar, en la torción de voz que
ellas corporifican, en el equívoco que ellas imponen, cuánto "la pala
bra es susceptible de depositarse bajo la forma de escritura y ser
recompuesta a partir de ese rasgo"35. Entre tanto, hay una otra escri
tura que, como "puro trazo de escrito", "no tiene nada que ver con la
palabra y con la voz" y que, de este modo, se impone "desanudada
de la voz y de la palabra portadora de sentido"36, autónoma con rela
ción a lo simbólico y al sentido. Lacan, en su última enseñanza, se
aventura por esa otra escritura cuando busca diseñar el "nudo borro-
m eo", resaltando su propiedad de enlazar tres anillos de modo que
un corte sobre uno de ellos implica el desenlazamiento del propio
nudo.
Ahora, en el mismo período en que comienza a interesarse cada
vez más por la trinidad corporificada a través del nudo borromeo,
Lacan se reencuentra con la obra de Joyce y nos invita a considerarla
como un anudamiento -u n verdadero nudo-, a través del cual este
escritor intentaba lidiar con los equívocos y enigmas que parasitaban
su cuerpo y también su destino como escritor. El estilo de Joyce es
diferente al del Señor G. Primeau porque ese paciente entrevistado
por Lacan, aunque sensible a la "palabra im puesta", no conseguía
una solución efectiva para doblegarla de un modo diferente a aquel
de la reflexión o de la creación de un mundo imaginativo: la obra de
Laia
33 L a c a n , J.: Le seminaire, Livre X X lll, Le sinthom e, op. cit., pág. 97. [En la edición
S érgi o
castellana: L a c a n , ]., El seminario, Libro 23, Le sinthome, op. cit., pág. 94]
34 M i l l e r , J.-A.: "L e réel est sans lo i", op. cit., pág. 13.
___ 35 ibíd., pág. 13.
84 36 lbíd., pág. 13.
Joyce no es propiamente un reflejo de su vida, ni un mundo im agi
nativo creado aparte de su propia existencia.
El nudo que enlaza real, imaginario y simbólico, nos dice Lacan
en la última lección de su seminario sobre Joyce, "hay que hacerlo" y
ese hacer "se reduce a escribirlo"37. Tal escritura no resulta de una
precipitación fónico-semántica de los significantes, sin embargo
puede configurarse como una "dim ensión", un "dicho-m ención"
(idit-mension) en la que significantes puedan ser enganchados38. Ese
enganche de los significantes en un nudo es, por lo tanto, un modo
de oponernos al parásito palabrero que asóla nuestros cuerpos. En el
caso de Joyce, ese nudo o ese "dicho-m ención" donde se enganchan
los significantes que le fueran impuestos, toma la forma de su obra y
de su propio nombre. Al final, Joyce, como nos resalta Lacan, se
impuso en el mundo como escritor de una obra inundada de enig
mas, "sabiendo muy bien que habría joyceanos durante docientos o
trescientos años" para ocuparse "únicam ente de la resolución de
enigm as" y, buscando rehacer el gesto del escritor de enganchar sig
nificantes en una escritura autónoma en relación a los equívocos de
la palabra y del sentido, a las torsiones de la voz, esos joyceanos
"siem pre encuentran una razón" a partir de la inscripción del propio
nombre de Joyce en el mundo de las letras: "Puso eso en su lugar por
que justo después hay otra palabra, etc" 39
No hay, por lo tanto, en lo que concierne al equívoco y al enigma,
espontaneidad como en el caso entrevistado por Lacan porque, en
relación a Joyce, lo que un Soupault puede llamar de "voluntad del
autor" hace con que los joyceanos acaben siempre por encontrar otra
palabra pasible de esclarecer el enigma o deshacer mínimamente el
equívoco, aunque esa palabra acabe por ser, en última instancia, el
propio nombre de Joyce. Al fina] de cuentas, ese nombre, además de
engancharse a una obra, como un nombre de autor, como creador de
un estilo, también insufla las palabras enigmáticas del texto con la
posibilidad de que no pasen de una chanza que, como ya destaqué,
está enganchada en joy que el propio Joyce no dejó de extraer de
Joyce.
T r a d u c c ió n : P a b l o S a u c e
Psi cosi s
actuales
37 L a c a n , J.: Le seminaire. Lim e XXIII, Le sinthome, op. cit., p á g . 144. [En la edición
castellana: L a c a n , El seminario, Libro 23, El sinthome, op. cit., p á g . 142]
38 lbíd., pág. 144. [En la edición castellana: lbíd., p á g . 142]
39 lbíd., p á g . 153. [En la edición castellana: lbíd., op. cit. 85
Suplencias
Estudio sobre las soluciones narcisistas
en las psicosis
G u il l e r m o A . B e l a g a *
Introducción
M ental del H ospital Central de San Isidro. D ocente del Instituto Clínico de
Buenos Aires. D ocente de las Facultades de M edicina y Psicología (UBA).
gbelaga@fibertel.com .ar
1 M i l l e r , J.-A .: El Otro que no existe y sus comités de ética, c o n la c o la b o r a c ió n d e ____
Eric Laurent, Paidós, Bs. As., 2005, pág. 11. 89
trasladarse en general a una clínica, donde el sujeto cada vez más
está expuesto a lo real, y enuncia sus incertidumbres y descreimien
to de los semblantes.
En lo que hace a las psicosis, a partir de la enseñanza lacaniana de
la presentación de enfermos, J.-A. Miller propuso la diferencia entre
enfermedades de la mentalidad y del Otro2. Estas últimas, caracteri
zadas por la certeza, por un Otro no tachado, que hace que estén
muchas veces en cierta armonía con sus cabezas y sus cuerpos.
Enfermedades serias, que se vinculan con el modo en que Lacan
tomaba al Nombre del Padre en sus inicios: como lo que ordenaba al
mundo, como significante del Otro, S(Á), como Otro del Otro.
Cuestión que más tarde fue revisada, y el concepto de forclusión del
Nombre del Padre pasó a ser reemplazado por el de fuera de discur
so.
Entre las consecuencias de esta distinción, las enfermedades de la
mentalidad se presentan para nuestra práctica como una enseñanza,
porque permiten comprobar los efectos de estar expuesto a lalengua,
sin ninguna defensa frente a lo real. Además de como esto rebasa los
códigos, y provoca que se pase por debajo de las normas sociales,
exponiendo las patologías de la identificación en la época del Otro
que no existe.
La clínica lacaniana que parte de esta inexistencia, implica leer la
presencia actual de los que no se engañan más con el Nombre del
Padre. Así, podemos recurrir a la cultura para pensar sobre ello. Me
refiero a la película franco-austríaca Caché (Escondido) del director
Michael Haneke, donde los hijos de los protagonistas saben de m a
nera explícita o implícita que el Otro es un semblante.
La trama muestra cómo lo simbólico contemporáneo ya no cum
ple con la pacificación, ya no es el simbólico que le permitía a Lacan
ordenar la experiencia analítica con el atravesamiento dialéctico de lo
imaginario.
Por el contrario, los protagonistas de la película -representados
por Daniel Auteuil y Juliette Binoche- que vivían apaciblemente, de
repente pasan a ser filmados en sus vidas privadas, sin saber nunca
por quién, en una situación que no parece tener medida ni límites.
B elaga
Enigma que -¿p o r eso m ism o?- no quedará resuelto en el final, y que
también será trasladado en forma ansiógena a los espectadores.
Es este detalle, impecablemente transmitido por el director, lo que
marca la época: cómo el objeto a (mirada) comanda la subjetivación
ui lle rmo
contemporánea.
G
1. El "conformismo narcisista".
El mecanismo "como si"
5 L a c a n , J.: "D e una cuestión prelim inar a todo tratam iento posible de las psi
cosis", en: Escritos 2, Siglo Veintiuno editores, Bs. As., 1987, págs. 513-564.
6 L a c a n , J.: La fam ilia, Argonauta, Bs. As., 1987, pág. 100.
G
10 L a c a n , J.: El seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Bs. As.,
1985.
11 Ibíd., págs. 130-166.
12 P a lo m e r a , V.: "Freud y la esquizofrenia", en: Uno por Uno, Rev. M undial de
Psicoanálisis, n° 39, Bs. As., 1994, págs. 106-126. 93
Marie, cuya madre murió al nacer. A los 16 años, su padre empieza a
jugar en la Bolsa y pierde toda su fortuna, al tiempo que se entera que
su mujer actual lo engaña con otros hombres. Esto fué demasiado
para este hombre quien decide una noche a las 11 hrs. poner fin a su
vida disparándose un tiro en la sien izquierda. Despertada por el
ruido de la detonación, Marie entra en la habitación, agarra la pisto
la y se dispara en el mismo lado, produciéndose una herida. Varias
personas que entraron para socorrerla la encuentran riendo y brin
cando por la habitación, con una expresión rígida en el rostro y
diciéndose a sí misma: "¡M uerto está! ¡Muerto está! ¡Las 11!".
Llevada a un sanatorio psiquiátrico, permanece durante ocho
semanas en un estado típico de la catatonía: sin pronunciar una sola
palabra, rígida e inmóvil en la cama y repitiendo siempre lo mismo:
"¡M uerto está! ¡Las 11!". Pero, de repente se recupera y Marie es
externada.
Dada su nueva situación, se ve obligada a buscar un trabajo, y se
traslada a otra ciudad para dedicarse al teatro. Vive muy retirada y
no tiene ningún pretendiente. En las vacaciones, antes de cumplir los
19 años, vuelve a su casa y busca a un amigo de su padre, médico de
la familia, un hombre de la m isma edad de aquel.
Ahí, a pesar de la presencia de la madrastra, empieza a compor
tarse de modo extraño, jugando a poner su cabeza en el regazo del
amigo paterno y mostrando una gran satisfacción al percatarse que
lo excitaba sexualmente. Terminará acostándose con él, entregándose
a este hombre cada vez que vuelve a su casa.
Lo significativo será que se ofrece a él sin tener una inclinación
especial. Es más, durante mucho tiempo había tenido un verdadero
miedo al acto sexual ya que sabía que "una vez que empezara no
podía pararlo". Hasta entonces, se había limitado a una mastur
bación frenética.
Asimismo, Marie mostrará un interés singular por el desnudo
femenino, concurriendo con frecuencia a los cabarets y salones de
variedades ávida de saber "si hay algo para ver" en las representa
ciones acrobáticas o en las danzas. En cierta ocasión, le relata a
Landauer con gran excitación, cómo había visto el pubis de una
bailarina. De igual manera, solía sentarse durante largos ratos al lado
B elaga
exterior17.
Luego, en 1956, clarificará aún más -com o ya m encionam os- la
B
como "raros".
Asimismo, Tausk pone de manifiesto la necesidad de dar cuenta
actuales
18 L a ca n , J.: "D e una cuestión prelim inar a todo tratam iento posible de las psi
cosis", op. cit., pág. 547.
19 Ibíd., pág. 550.
20 T a u s k , V.: Obras Completas, M orel, Bs. As., 1997, págs. 169-208. 99
de estos fenómenos por el m ecanismo de la identificación, fijando la
atención sobre un síntoma de la esquizofrenia: la pérdida de los
límites del yo. Expresado en que los enfermos se quejan de que todo
el mundo conoce sus pensamientos, que éstos no están encerrados en
su cabeza sino desparramados en forma ilimitada por el mundo, de
manera tal que se desarrollan al mismo tiempo en todas las mentes.
En este sentido, hace un señalam iento esclarecedor: "Conocem os el
estado en el que reina en los niños, la concepción que los otros cono
cen sus pensamientos. Los padres saben todo, aún lo más secreto, y
lo saben hasta que el niño logra triunfar en su prim er mentira. Luego
esta concepción resurge a veces como resultado de un sentimiento de
culpabilidad, cuando el niño es descubierto en pleno delito de m en
tira. La lucha por poseer los secretos sin conocimiento de los padres
es uno de los factores más poderosos de la formación del yo, de la
delimitación y de la realización de la voluntad propia".
Recordemos al respecto, como Freud en "Introducción al narcisis
m o" utiliza el "delirio de observación" para teorizar sobre la instan
cia crítica en la neurosis21. Así, Tausk intentará pensar sobre la for
mación del yo, ubicando temporalmente antes de la proyección al
exterior, un estadio "anobjetable" donde la libido está dirigida a la
propia persona. En otros términos, se concentrará en ese prim er acto
fundamental en la constitución subjetiva, el juicio de atribución
descripto por Freud, la Bejahung (afirmación primordial) subrayada
por Lacan, donde se constituye esa "atribución prim era" que inau
gura la asunción del significante por el sujeto. Juicio del que depende
la distinción exterior/interior, y la constitución en un segundo tiem
po del yo, como también, del "com plejo del sem ejante" como
prim era forma de lazo imaginario.
Este concepto de la "afirm ación prim ordial" (Bejahung) encierra
un "sí fundam ental", un asentimiento del sujeto sobre la satisfacción
silenciosa del goce, cuyo correlato posterior en el neurótico es el "yo
m iento" y la pasión por la verdad, y su contraparte (como no-
Bejahung) es el negativismo absoluto esquizofrénico.
Como consecuencia del desarrollo de su teoría, Tausk elabora una
serie de tipos clínicos en cuyo extremo inicial estarían los síntomas
esquizofrénicos: donde el propio cuerpo es extraño y regido por
B elag a
4. Mlle. B.
Refiriéndose a los casos de psicosis con "fenómenos puramente
psíquicos", es decir, aquellos que presentaban "el síndrome del auto
matismo m ental" sin una interpretación delirante consistente, Miller
-e n el artículo ya citado- usa el término de "enfermedades de la men
talidad" para los casos donde la dimensión del Otro estaría en défi
cit24.
En el curso de la entrevista, Mlle. B. sostiene por ejemplo: "N o
tengo ninguna referencia, estoy buscando un lugar en la sociedad, no
soy ni una verdadera ni una falsa enferma, me había identificado con
varias personas que no se me parecen, me gustaría vivir como un
vestido". Esta paciente, que se encuentra en un estado de flotamien
to perpetuo, había alucinado su chaleco "puesto en otra enferm a", y
esto no generó una reivindicación, sino dedujo: "Ella tomaba mi
identidad"25.
En este sentido, luego de la presentación, Lacan afirma: "Esta per
sona no tiene la menor idea del cuerpo que tiene que meter bajo (su)
vestido, no hay nadie para habitar la vestim enta". Luego una defini
ción fundamental, cuando dice como contraejemplo -seg ú n nuestra
lectura-, que la m isma "ilustra lo que llamo el semblante. Nadie
logra hacerla cristalizar. No es esta una enfermedad seria, una de
esas formas identificables". Y, para finalizar dictamina que: "L o que
dice no tiene peso ni articulación, velar por su readaptación me
Psi cosi s
LENGUAJE
27 M i l l e r , J.-A .: "Los seis paradigm as del goce", en: El lenguaje, aparato del goce,
104 C olección Diva, Bs. As., 2000, págs. 141-180.
pero tam bién los conceptos de Otro, de Nombre del Padre, de sím
bolo fálico.
Lo remarcable y novedoso es que todos estos términos pasan a
tener una función de broche entre elementos profundamente en
disyunción: la no relación del significante y el significado; la del goce
y el Otro; la del hombre y la mujer.
Así, el Otro, el Nombre del Padre, el falo, que aparecían como
trascendentales y condicionando toda la experiencia, son reducidos a
conectores. La consecuencia de esto es que de ser una dimensión pre
via a la experiencia, autónoma a la misma, como si hubiera un sim
bólico previo, se pasa a la primacía de una práctica, de una prag
mática social.
Además, Miller va a representar este paradigma signado por la
disyunción con dos círculos eulerianos cuya intersección está marca
da como vacío.
5. El moi y la persona
gada suplementario28.
28 B e l a g a , G.A.: "L a actualidad del 'com o s i'", en: Formas clínicas, Catálogos, Bs.
As., 1999, págs. 59-76. 105
En sus Escritos J. Lacan hace una distinción entre moi y persona.
Recuerda que decir que: "la persona es una máscara no es puro juego
etimológico;' es evocar la am bigüedad del proceso por el que su
noción ha llegado a tomar el valor de encarnar una unidad que se
afirmaría en el ser"29. Subraya de esta manera dos cuestiones im por
tantes; por un lado, que la palabra persona para los etim ólogos lati
nos viene de per-sonare: la m áscara a través de la cual (per) resuena la
voz (del actor).
La referencia para estas definiciones posiblemente está en una
conferencia de M. Mauss de 1938, titulada: "Sobre una categoría del
espíritu humano: la noción de persona y la noción del 'y o '", en la que
se describe desde una perspectiva histórico-social el recorrido com
plejo de estas nociones que partiendo de una simple mascarada, se
pasa a la máscara; del personaje a la persona, al nombre, al indivi
duo. Y de éste, a la consideración del ser con un valor metafísico y
moral, de una conciencia m oral a un ser sagrado, y finalmente a una
forma fundamental del pensam iento y de la acción (todo acto de con
ciencia es un acto del "y o ")30.
En una época donde se equipara al yo a la noción de individuo, al
igual que a la conciencia, Lacan al final de la "O b serv ación..." a D.
Lagache, lanza la siguiente pregunta: "C on la per-sona empieza efec
tivamente la persona, pero ¿dónde la personalidad?". Agregando
que lo que suena es la "voz de la conciencia", como enunciación, una
voz en primer lugar y, bien vocal: una voz estentórea, cuyo enuncia
do está en esas "ley es", matriz de la persona31.
En conclusión encontram os que sostiene ambos términos, el yo
(moi) como doblete im aginario del sujeto, y la persona que va más
allá.
Siguiendo con lecturas conexas, resulta interesante lo que explica
Viveiros de Castro, antropólogo brasileño, sobre la comunidad
amazónica de los Piro en relación al cuerpo y el emplazamiento de
las diferencias32. En estas sociedades las personas se constituyen a
e te rn a". En: Descartes, Revista Internacional, Año IX, N úm ero 15/16, Anáfora,
Bs. As., julio 1997.
35 C a m b lo n g , A.: "P rólogo" de Macedonio Fernández. Textos selectos, Corregidor,
G
2001.
40 L a c a n , ].: "Joyce el síntom a II", en: Uno por Uno, Revista M undial de
Psicoanálisis, N ° 45, Eolia, Barcelona, 1997.
41 L a u r e n t , E.: " D o s aspectos de la torsión entre síntom a e institución", en: Los
usos del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 2003. 109
el pensamiento de los estoicos y su distinción entre cuerpo e incor
porales, donde oponían el espesor de los cuerpos, a acontecimientos
corporales que tenían lugar únicamente en la superficie. A sí los
"incorporales", no son cualidades y propiedades físicas, sino atribu
tos lógicos o dialécticos (relacionados esencialm ente al lenguaje). No
son cosas o estados de cosas, sustantivos ni adjetivos, sino verbos,
acontecimientos: resultados de acciones y de pasiones42.
En síntesis, el acontecimiento es expresado siempre por un verbo,
no es un ser, sino una manera de ser, y Deleuze lo ejemplifica distin
guiendo que un árbol puede ser verde, pero diferente es cuando el
acontecimiento incorporal en la superficie resulta en que el árbol
verdea.
44 M i l l e r , J.-A.: "N ota paso a p aso", en: El seminario, Libro 23, El sinthome, op. cit.,
110 págs. 195-241.
mediación entre los unos solos, es una manera de fabricar sentido a
partir de un goce que es siempre parasitario45.
Para concluir, Borges relata que el amor fue un tema de conver
sación con M acedonio: "Yo tuve una discusión con Macedonio
Fernández, ya que Macedonio negaba el yo, él ponía el amor como
supremo, y yo le decía: 'bueno, ¿entonces quién se enamora si no
existe el yo?' Él decía 'el yo no existe' (...). Pero entonces, ¿por qué
tanta importancia al amor? Macedonio pensaba que la pasión es her
mosa, más allá de que existan personas. No he entendido bien eso
-finaliza B orges- no sé si Macedonio lo entendía" 46
En definitiva, el diálogo Borges-M acedonio enseña que el lazo
entre el yo y el cuerpo es un mito, que para sos-tener un cuerpo hace
falta otra cosa. Como en el amor macedoniano, será cuestión que
cuerpo y lenguaje se pongan en conexión por la resonancia del dicho,
por un decir que haga eco en el cuerpo.
Psi cosi s
ACTUALES
mes y, una segunda vez en Saint-Cloud, por ocho meses. (Caradec F. Vie de
Raym ond Roussel. Jean -Jacques Pauvert. Paris, 1972,pág. 379.) Janet lo con
sideraba com o un "neurótico psicasténico", pero rem arca que a veces su esta
do "se aproxim aba singularm ente a la m elancolía". (J a n e t , P., De l'angoisse a
l'extase, Alean, Paris 1926, II, pág. 230). 113
ta Janet, "presentó a la edad de 19 años, durante cinco o seis meses,
un estado m ental que él m ism o ju zga com o extraordinario.
Interesándose en la literatura, que prefería a los estudios seguidos
hasta entonces, había propuesto escribir una gran obra en verso y
quería terminarla antes de alcanzar los 20 años. Como ese poema
debía comprender miles de versos, trabajaba asiduamente, casi sin
parar de día y de noche y no experimentaba ningún sentimiento de
fatiga. Se sintió invadido poco a poco por un extraño entusiasmo:
"Sentim os alguna cosa particular que nos hace una obra maestra, un
pródigo: hay niños pródigos que se m anifiestan a los ocho años, yo
me manifestaba a los 19 años. Yo era igual a Dante y a Shakespeare,
sentía lo que Victor Hugo sintió a los sesenta años, lo que Napoleón
sintió en 1811, lo que Tannhauser soñaba en Venusberg: sentía la glo
ria... No, la gloria no es una idea, una noción que adquirimos cons
tatando que vuestro nombre hace acrobacias sobre los labios de los
hombres. No, no se trata del sentimiento de su valor, del sentimien
to de que merecemos la gloria; no, yo no experimentaba la necesidad,
el deseo de gloria, ya que yo no pensaba antes en ella para nada. Esa
gloria era un hecho, una constatación, una sensación, yo tenía la glo
ria... Lo que escribía estaba rodeado de radiaciones, cerraba las corti
nas, ya que tenía miedo que la menor fisura dejara pasar hacia afue
ra los rayos lum inosos que salían de mi pluma, quería retirar la pan
talla bruscam ente e iluminar el mundo. Dejar esos papeles tirados,
hubiera provocado rayos de luz que hubieran llegado hasta la China,
y la m ultitud alocada se habría desplomado sobre la casa. Pero en
vano había tomado precauciones, los rayos de luz se escapaban de mí
y atravesaban las paredes, yo llevaba el sol en m í y no podía impedir
esta formidable fulguración de m í mismo. Cada línea era repetida
por millones de ejemplos y yo escribía con miles de puntas de plu
mas que flameaban. Sin duda, con la aparición del volumen, ese foco
que enceguece se habría develado de entrada y habría iluminado el
universo, pero él no habría sido creado, yo lo llevaba ya en m í ... Yo
estaba en ese m omento en un estado de bienestar extraordinario, un
golpe de piocha me había hecho descubrir un filón maravilloso,
aleval
Numerosas son, por otro lado, las indicaciones que vienen a con
firm ar que el anudamiento de lo simbólico a las otras dos dimensio
nes, tiene un error en la estructura de Roussel3.
PSIC OS IS
3 Su curioso com portam iento alim entario parece dejar discernir la em ergencia
de un goce infinito en el seno de la pulsión oral. Le sucedía de agrupar las cua
tro com idas en una sola ingesta, de m anera ininterrum pida entre 12:30 horas
y 17:30 horas: la abundancia de platos era excepcional ya que, según su coci
ACTUALES
nero, cada com ida se com ponía de 16 a 22 platos (!) (Caradec F. Vie de
Raym ond Roussel, o.c., págs. 301-302). Sin em bargo, Roussel se cuida de
enm arcar este desborde pulsional: agrupando las com idas coloca en su lugar
un límite auto-im puesto, que no es sin analogía con la función de su proceso
de escritura. 115
La gloria experim entada durante la escritura de su primera nove
la fue seguida de un grave estado depresivo. "Este entusiasm o y
estos sentimientos, cuenta Janet, con oscilaciones, se prolongan
mientras que él compone sus versos, durante cinco o seis meses; ellos
disminuyen mucho durante la impresión del volumen. Cuando el
volumen apareció, cuando el joven hombre, con gran emoción, salió
a la calle y se dio cuenta que no se daban vuelta cuando pasaba, el
sentimiento de gloria y luminosidad se apagó bruscamente. Entonces
comenzó una verdadera crisis de depresión melancólica con una
forma bizarra de delirio de persecución, tomando la forma de la
obsesión y de la idea delirante de la denigración universal de los
hombres los unos contra los otros". Tal oscilación confirma la ausen
cia de regulación simbólica del goce: ya sea invadiendo la imagen
especular que le confiere la gloria y la luminosidad, ya sea retirán
dose de allí revelando un sujeto identificado a su ser de deshecho.
Cuando el objeto no está extraído, lo que los fenómenos preceden
tes parecen indicar, el sujeto no llega a inscribirse en una estructura de
discurso: ésta implica no solamente coordinación del sujeto con el
objeto, sino que ella condiciona la representación significante del suje
to. Numerosos son los signos que en Roussel sugieren la carencia de
la identificación al trazo unario. Ellos se disciernen esencialmente por
el lugar preponderante tomado por la imagen especular. Poco antes
de su muerte, formula el deseo de que una fotografía suya, tomada a
la edad de diecinueve años, cuando él experimentaba la gloria, figure
como ilustración primera de fodos4 sus libros en las impresiones pos
tumas5. Esto incita a suponer que sostener su imagen constituirá una
de las funciones de su escritura. La misma preocupación está sin duda
en el trabajo de una búsqueda incesante de honores que le condujeron
a hacerse nombrar Oficial de Academia y caballero de la Legión de
honor. No faltaría también una ocasión de hacerse condecorar, de
suerte que él recibió la Medalla conmemorativa francesa de la Gran
Guerra, y la Medalla interaliada llamada de la Victoria. Además
Roussel acordaba una importancia extrema y sorprendente a sus
talentos de imitador. Una de las escasas indicaciones autobiográficas
aleval
años cada una de sus imitaciones, repitiendo frases en voz alta para
C laude
4 Él subraya.
J ean
mente para que ella lo acompañe al espectáculo -casi todas las tardes.
Sin duda se trató de que su homosexualidad 9 permaneciera secreta y
ACTUALES
bom ba, fue m uy rápidam ente arrojado al olvido. Parece sin em bargo que
Roussel debió ,a veces, partir de viaje para evitar los escándalos. (Germ ond J.
C
14 Publicado en páginas 3 y 6 del diario Le Gaulois del 12 julio 1897; citado por
Caradec F., in o.c., pág. 48.
N.T. Se conserva el texto en francés para conservar la rim a del poema.
[ M irando escaparse entre ella / Los versos surgiendo sin esfuerzo / En la pos
actuales
N.T. Se conservan las palabras en francés para m ostrar el juego hom ofónico
que el autor realiza con las mismas. 121
nueva. Propone numerosos ejemplos. Nos trae primero uno de los
más simples. Roussel se otorga las palabras siguientes: Círculos a
rayos. Él los entiende primero en su sentido más corriente: el de un
redondel y el de trazos geométricos. Busca enseguida qué otro senti
do podrían poseer esas palabras. Aparecía entonces que el círculo se
entiende tam bién como un club y que los rayos pueden ser de glo
ria. A favor de esta aproximación, inventa el club de los incompara
bles. La más célebre creación de Roussel vuelve un poco más com
plejo este método. Se trata de "la statue de Vilote, faite en balein.es de cor-
set, roulant sur des rails en mou de veau et portant sur son socle une ins-
cription relative au duel d'un verbe grec"* ["la estatua del ilota, hecho
por varillas de corsé, rodando sobre rieles en carnes flácidas y lle
vando sobre su base una inscripción relativa al plural de un verbo
griego"]. Ella encuentra su origen en las palabras siguientes:
fico". La frase: "Tu n'en auras pas" *** ["Tu no lo tendrás"] le da la frase
"Dune en or a pas(a des pas)" ["D una de oro tiene pasos (tiene pasos)"].
N.T. Círculo (cercle) tiene en francés varios sentidos, entre ellos el de "clu b ",
C laude
T r a d u c c ió n : C a r o l in a A l c u a z
28 Las hipótesis según las cuales los errores del anudam iento de la estructura,
reposan en Joyce, sobre una liberación de lo im aginario, y en Roussel, sobre
una liberación de lo sim bólico, llam an al exam en de una tercera posibilidad:
la de dónde se localizaría lo real en el cual la conexión no estaría inicialm ente
actuales