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CRÓNICA DICIEMBRE 2017- ENERO 2018

I. La Posada de Formandos

Llegó diciembre —para muchos el mes más festivo y bonito del año—, y en la casa
del postulantado iniciamos las festividades siendo anfitriones de la Posada de
Formandos. A dicho evento estaban convocados todos los que forman parte de la
Familia Dominicana del bajío: a) postulantes dominicos, b) postulantes de las
Dominicas de la Presentación, c) postulantes de las Dominicas de María y d) los
frailes estudiantes de filosofía.

Recuerdo que ese día mis hermanos y yo dedicamos toda la mañana y parte de la
tarde en la limpieza y acondicionamiento de la casa para recibir a nuestros invitados.
Me sorprendió la disposición y colaboración unánime de todos en favor de esta
tarea. Al final, recuerdo, estuvimos muy satisfechos con el trabajo realizado y
ansiosos por recibir a nuestros hermanos formandos.

Los primeros en llegar fueron los frailes de filosofía, y lo primero que hicieron fue
entrar directo a la cocina a saludar a doña Mary y doña Susy. Algunos de nosotros
aún estábamos alistándonos para la convivencia y, otros, atendiendo detalles
relacionados con la comida.

En fin, iniciamos la celebración con la comida en el auditorio. La convivencia se


puso muy amena. Al terminar con los alimentos participamos en varias dinámicas
de integración; después se inició con los cantos de villancicos y, finalmente,
pasamos a la celebración eucarística —la cual me gustó mucho, fue como un
reencuentro familiar—.

Ese día hacía mucho frío. Por tal motivo se decidió que la petición de posada en
cuanto tal y la convivencia final fueran en el interior de la casa. Hubo baile, karaoke,
intercambio de aguilandos, etc. Ya avanzada la noche despedimos a nuestros
invitados con un buen sabor de boca y deseando tener más encuentros en el futuro.
Qué hermoso es ver a los hermanos unidos.

II. Posada con las monjas de San Miguel el Alto

Ese día salimos de casa muy temprano rumbo a San Miguel el Alto. Al llegar al
convento iniciamos celebrando la Eucaristía con nuestras hermanas. Al terminar
pasamos al comedor para disfrutar de un delicioso desayuno. Ahí estuvimos
platicando muy amenamente de temas variados.

Después de esto proseguimos a romper algunas piñatas. Nos divertimos mucho al


ver cómo unas monjas de clausura también saben divertirse y echar relajo. Volaban
y volaban los dulces de muy variadas formas y sabores, eran tantos que cada uno
se sobre cargó de golosinas.
Ya casi para retirarnos nos reunimos en la recepción del convento para realizar un
intercambio de regalos.

Al final salimos del convento con muchos saludos y felicitaciones navideñas para
nuestras respectivas familias. Fue una convivencia muy enriquecedora.

III. Posada para los fieles del templo

Por tradición la casa del postulantado invita, por las fiestas de decembrina, a una
posada convivencia a los fieles que asisten a misa. En este año se ofrecieron los
tradicionales “tacos de aire”.

Por la mañana fue un día normal. Ya por la tarde sólo acomodamos algunas mesas
en el patio entre la casa y el templo para dar a la gente ponche y su orden de tacos.

Recuerdo que hubo una gran concurrencia de personas. Pensamos que no habría
suficiente comida para compartir. Afortunadamente rindió mucho y alcanzaron
todos.

Un dato interesante fueron las piñatas. Con anterioridad se nos había pedido a los
postulantes hacer unas piñatas con nuestras propias manos para quebrarlas el día
de la posada. El proceso de realización fue muy divertido, tuvimos que investigar
por internet; yo, Homero, tuve que hablar a mi casa para que mi mamá me dijera
cómo hacer engrudo; también, recuerdo, tuve que ayudarles a varios hermanos a
picar su papel de china. En fin, la experiencia fue muy formativa.

Por otra parte, el quiebre de las piñatas fue lo más entretenido de la posada. Ver a
los niños luchando por romper lo más pronto posible aquellos cartones repletos de
dulces gritando “¡dale, dale, dale!”, es algo muy bonito que nos hizo recordar mucho
nuestra infancia y lugares de origen.

IV. Concierto navideño

Por fin llegó el tan esperado día del concierto navideño que organizó nuestra
maestra de música Maritrini. Fueron muchas horas de ensayo. La temática de los
villancicos fue de tinte andino. Mis hermanos y yo, uniformados de blanco y negro,
nos dispusimos para dicho concierto.

Primeramente, se comenzó con la celebración eucarística. Al terminar se invitó a


los fieles a permanecer en el templo. Muchos se fueron, sin embargo, tuvimos una
audiencia considerable.
Cabe mencionar que no sólo cantamos los postulantes, sino que la maestra Maritrini
nos unió con su grupo de niños del colegio y con su grupo de chavas de la
preparatoria. Formamos así un coro muy numeroso.

La ejecución de los villancicos, para mi gusto, estuvo aceptable. Algo que no me


gustó fue que no cantamos con pista en cuanto tal, sino con los audios de las voces
originales a bajo volumen. Pero, en general, el evento estuvo bien.

V. Intercambio de tarjetas navideñas

Nuestra maestra de Taller de Lectura y Redacción, Cecy Valerio, como trabajo final
del semestre nos encargó diseñar una tarjeta navideña según los estilos literarios
del siglo XX: surrealismo, dadaísmo, cubismo, futurismo, creacionismo, ultraísmo,
estridentismo, etc.

Dicha tarjeta iba a ser un regalo para otro hermano a modo de intercambio. Este
detalle le dio a la actividad un tinte especial.

Al llegar el día designado para su presentación y entrega había una gran


expectación entre nosotros. Fue una experiencia muy hermosa el ver que un
hermano te diera algo que había hecho con sus propias manos.

VI. Examen final de fray Jacobo y Pedro Omar

Una de las evaluaciones más temidas por nosotros era del maestro Pedro Omar de
la asignatura de gramática. Ese viernes todos estábamos nerviosos. El maestro
llegó y yo tuve que acompañarlo a una papelería un tanto lejos para que imprimiera
y sacara copias del examen, pues había encontrado cerrado el negocio donde él
pensaba imprimir y sacar copias.

Como lo sospechábamos, el examen estuvo un poco difícil. Todos tuvimos muchos


errores. Pero fue algo que nos ayudó a reafirmar los conocimientos en las áreas
que más lo necesitábamos.

Por otro lado, estaba también la evaluación final de dominicanismo y formación a


cargo de fray Jacobo. Yo en lo particular estaba nervioso porque no tenía
organizados muy bien mis apuntes y ya no sabía distinguir lo que era de
dominicanismo y lo que pertenecía a formación.

La evaluación de dominicanismo se llevó a cabo en modalidad oral. Todos pasamos


al confesionario de fray para que nos hiciera preguntas al azar sobre la materia. En
general creo que a todos nos fue muy bien.
VII. Posada con las familias del patronato

Ya casi por salir de vacaciones de navidad tuvimos la posada con las familias que
integran el patronato de la casa del postulantado.

El evento se llevo a cabo en el comedor de la casa. El menú, carne asada. A varios


hermanos y a mí nos tocó estar asando la carne y haciendo las quesadillas en el
jardín. También hubo varias botellas de vino tinto.

Dicho evento fue más para fortalecer relaciones diplomáticas de los frailes con las
familias del patronato. En esa ocasión nosotros no tuvimos mucho protagonismo en
el desenlace de la posada.

Recuerdo que terminamos ya tarde, alrededor de las once de la noche.

VIII. Cena de despedida con fray Jacobo y regreso a nuestros hogares

La noche anterior antes de partir de vacaciones fray Jacobo nos llevó a cenar para
darnos la despedida y platicar de nuestra experiencia comunitaria. Recuerdo que la
cena tardó demasiado en estar lista. Esto nos dio ocasión para que cada uno
compartiera algo de su sentir. Hubo agradecimientos, disculpas y hasta
posibilidades de abandonar el postulantado de parte de algunos. Fue un momento
muy íntimo como comunidad.

A la mañana siguiente, todos excepto yo partieron muy temprano a la central


camionera de León. Después de un rato regresó Chava con fray Jacobo.
Desayunamos juntos y fue algo muy raro el vernos solos los tres en el comedor.

Después de lavar la losa, Chava y yo regresamos a nuestras celdas para terminar


de empacar nuestras cosas. Tuvimos la oportunidad de platicar un buen rato de
asuntos varios.

Agradezco mucho a Chava que no me haya dejado solo esperando a que llegara
mi familia por mí ya que no acaba de asimilar el cambio.

XIX. Regreso de vacaciones

Cuando llegó el día de regresar nuevamente a nuestra formación en la casa del


postulantado, había en algunos de nosotros expectación de si Jorge regresase o
no, por lo que comentó en la última cena que tuvimos con fray Jacobo. Sin embargo,
todos lo que nos fuimos regresamos muy contentos.

Mucha fue nuestra sorpresa cuando a los pocos días de haber vuelto, el hermano
antes mencionado, avisó a la comunidad de manera muy repentina, una mañana
después del rezo de laúdes, que dejaría el postulantado.
Pero la cosa no paró ahí, pasada una semana aproximadamente, otro hermano,
Andrés, avisó que también abandonaría la casa para seguir con su carrera que
había dejado inconclusa.

Estas situaciones impactaron emocionalmente a la comunidad, sobre todo porque


había otro hermano que amenazaba con hacer lo mismo, Miguel.

X. Paseo comunitario a Puebla

La salida de la casa fue muy temprano. Todos estábamos en la camioneta a punto


de salir. De repente nos dimos cuenta que faltaba un hermano: Chava. Unos cinco
minutos después salió corriendo y nos contó que se había despertado con la
segunda campanada. Fue un momento de risa y carrilla muy buenos. Un largo
camino por recorrer en el que a ratos platicábamos de asuntos varios, dormíamos,
cantábamos o simplemente contemplábamos el paisaje que nos iba revelando la
carretera.

La primera parada que hicimos fue en un OXXO para desayunar, estirar un poco los
pies e ir al baño. En la segunda, algunos disfrutamos de un rico café calientito pues
hacía mucho frío.

Ya en Puebla lo primero que hicimos fue ir al convento de santa Catalina de Siena


de nuestras hermanas mojas dominicas las cuales nos recibieron con una calurosa
bienvenida.

Después de comer en el convento salimos a dar un paseo por las calles del centro
de Puebla. Era una tarde excesivamente fría. Lo primero que hicimos fue visitar la
catedral, una construcción muy grande y con muchos altares y recovecos. Después
fuimos a la capilla del rosario —patrimonio cultural nacional—. Ya estando ahí
aprovechamos para saludar a los frailes asignados a esa casa. Su casa tenía rasgos
muy antiguos entremezclados con arreglos modernos. Otra cosa digna de
mencionarse, a decires de algunos hermanos, es la biblioteca tan exquisitamente
organizada por fray Antonino Peinador.

Ya casi por ponerse el sol se nos dio la oportunidad de libremente ir a dónde


quisiéramos y vernos a determinada hora en una plaza jardín cuyo nombre no
recuerdo. Unos fueron a comprar cosas variadas, otros a una celebración litúrgica
o simplemente a caminar por las calles contemplando la bella arquitectura de
aquella ciudad colonial.

El frío comenzaba a arreciar conforme caía la noche. Casi corriendo regresamos al


convento para cenar. Después de rezar con las hermanas pasamos al comedor. Al
terminar los alimentos una de las hermanas nos hizo una breve reseña de la historia
del convento que recientemente acababa de festejar sus 450 años de fundación.
Como últimas actividades de la noche tuvimos la quiera de unas piñatas y los
intercambios de compañeros de oración.

Al pasar a las celdas que las hermanas habían preparado para que pernoctáramos,
a varios de nosotros nos llamó la atención la austeridad y sencillez de las
habitaciones.

De verdad que las monjas son unas personas maravillosas. Gracias sean dadas
santo Domingo por haber fundado las monjas y no sólo a los frailes.

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