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© Alba Balderrama, Pablo Barriga Dávalos, Ricardo Bedoya, Efraín

Índice
Bedoya Schwartz, Luis Brun, Hanan Callejas Barral, John Campos
Gómez, Valeria Canelas, Stefany Diez de Medina, Santiago Espinoza,
Mónica Heinrich, Mary Carmen Molina Ergueta, Natalia Möller
González, Sebastian Morales Escoffier, Mauricio Murillo, Eduardo Paz
Gonzáles, Julia Peredo Guzmán, Guadalupe Péres−Cajías, Carlos E.
Rentería, Javier A. Rodríguez−Camacho, Joaquín Tapia, Luis Velasco, El cine boliviano es un deseo
Mónica Velásquez, Antonio Vera, Ada Zapata, Sergio Zapata.
Mary Carmen Molina Ergueta
© Cinemas Cine Sergio Zapata 7
© Festival de Cine Radical

Primera edición: marzo de 2017 PRIMERA PARTE:


FILMOGRAFÍA DE SOCAVÓN CINE
Editores: Mary Carmen Molina Ergueta y Sergio Zapata
Películas de Carlos Piñeiro, Kiro Russo,
Edición y corrección de textos: Mary Carmen Molina Ergueta
Pablo Paniagua, Miguel Hilari, Gilmar Gonzáles
Diseño y diagramación: José Manuel Zuleta Bolivia | 2008−2015 15

Producción:

Cinemas Cine SEGUNDA PARTE:


www.cinemascine.net
TEXTOS SOBRE PRODUCCIONES
REALIZADAS EN EL PERIODO
Contacto: molinaergueta.marycarmen@gmail.com | 2008−2015 41
srgzapata@gmail.com
Martes de Ch’alla, de Carlos Piñeiro
Alba Balderrama 43
Festival de Cine Radical
La voz de las olas
www.festivalcineradical.com
Santiago Espinoza A. 49
Contacto: festivalradicalcine@gmail.com
Plato Paceño
Mónica Heinrich 53
La Paz, Bolivia El Muerto: Plato Paceño,
de Carlos Piñero
Ada Zapata Arriarán 55

«Quienquiera que quisiese en verdad vivir


tendría que morir»
Mary Carmen Molina Ergueta 57
Amazonas, de Carlos Piñeiro El reflejo en las tinieblas
Efraín Bedoya Schwartz 59 Luis Brun 103

Deseoso es el que huye Elder Mamani: una tendencia de los


de su madre personajes orureños
Alfredo Grieco y Bavio 61 Hanan Callejas B. 113

El vértigo: Enterprisse, Viejo Calavera


de Kiro Russo John Campos Gómez 119
Ada Zapata Arriarán 65
Narrar con la mirada
El bello tiempo útil: los cortometrajes de Valeria Canelas 121
Kiro Russo Sin duendes en las minas
Carlos E. Rentería 67
Mónica Delgado 125
Nueva Vida, de Kiro Russo Crónica con calavera en mano
Efraín Bedoya Schwartz 69
Stefany Diez de Medina Rojas 129
Nueva Vida, ejercicios de la mirada Lecciones de oscuridad de Viejo Calavera
Luis Brun 71
Santiago Espinoza A. 135
La Fiesta: Adelante, Promesa fallida del alba
de Miguel Hilari Mónica Heinrich 141
Ada Zapata Arriarán 75
Elogio de la luz
El corral y el viento Andrés Laguna Tapia 147
Antonio Vera 77
Actores que miran a la cámara y el
La esquina de la nación espectador que los mira
Alba Balderrama 81
Mauricio Murillo 155
Del sujeto indígena en el Socavón Retornos
Natalia Möller González 87
Eduardo Paz Gonzales 161

Viejo Calavera: una experiencia


cinematográfica
TERCERA PARTE: Julia Peredo Guzmán 165
TEXTOS SOBRE VIEJO CALAVERA 95
El retorno de los mineros
(Kiro Russo, 2016) Guadalupe Peres-Cajías 173
Viejo Calavera Nadie quiere la primitiva escuela de arte del
101
Ricardo Bedoya futuro
Joaquín Tapia Guerra 177
La Vieja Escuela
Luis Velasco 189
El cine boliviano es un deseo
Un silencio que no otorga
Para una historia del deseo
Mónica Velásquez Guzmán 193

Ingresar en la oscuridad
Sergio Zapata 197

CUARTA PARTE:
VIEJO CALAVERA, SOCAVÓN CINE Y EL
CINE BOLIVIANO 203
En Martes de Ch’alla (Carlos Piñeiro, 2008), los paseos de
Un cine de la fascinación un pepino borracho arman un relato de la realidad. Tal vez
Sebastian Morales Escoffier 205 porque hay pocas cosas tan reales como la fiesta y, para
Miradas que migran quienes la viven como nosotros, la fiesta boliviana. Parecen
Santiago Espinoza 217 reales esas imágenes de cholitas y serpentinas, y todos
los sonidos que las marcan sin una sincronía impostada,
De Native Son a Viejo Calavera
más bien como un sonido real en la realidad. «Así como
Javier A. Rodríguez-Camacho 243
pasa en la película pasa en la vida». El tránsito del pepino
Pablo Barriga Dávalos 243 en la ciudad −esta: edificios, mesita y achachilas, chela y
Entrar al Socavón mingitorio, micro y caja de cerveza− parece tan aleatorio
Sergio Zapata 273 como lo es el tránsito de un borrachito, ese que fuimos,
vimos o imaginamos ser en cualquier carnaval. «Así es
pues». Pero algo raro pasa con el blanco y negro, y con la

QUINTA PARTE textura fílmica de la película: eso que parece real no solo
tiene el tono de la memoria y la historia, sino que se palpa
ÍNDICE DE TEXTOS SOBRE SOCAVÓN arrugada como aquella, vieja tal vez, “histórica” por eso.
CINE Y VIEJO CALAVERA 293
Real nos había parecido un conjunto de imágenes que,
sintiéndose tan cercanas y comparables a la experiencia
más inmediata, parecerían estar antes que ella, casi
permitiéndola como el impulso ritual de la tradición. Esta,
siempre inmediata, nos dice que aquello que fue se repite
y que el presente no es sino un futuro pasado siendo cada
vez y sin parar. Resulta que, situados frente a lo real de
estas imágenes, no sabemos dónde pararnos, a qué parte
del tiempo responder. Por algo las películas se parecen a

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los sueños y la realidad no es otra cosa que una sucesión de deseo, deseos. Y estos, como las películas, no son sino
imágenes arrojadas a la intemperie, tan reconocible como una proyección temporal, más que en el tiempo, para el
distante, tan propia como ya ajena. devenir de este. Parece que al ver Martes de Ch’alla −y
En este ánimo, nos parece que esas ideas que acercan las películas (cortometrajes y largometrajes) que siguen de
al cine con la historia y la memoria no son solo susceptibles los realizadores de Socavon Cine− lo que nos golpea en
de desembocar en discursos sobre imágenes para la la cabeza no es la cabecera maciza ni lo que esta aloja con
historia y la memoria. El primer cortometraje producido peso y tradición: la cama es un colchón de paja y no, no
por los miembros de Socavón Cine −cuando todavía no hay mueble ni hay nada, solo imágenes y sonidos en los
estaba fijado el nombre de Socavón Cine, ni lo que este que, plano a plano, me encuentro pasado, futurizado en la
significaría para los realizadores que lo integran ni para los melancolía de lo que había sabido ser. Eso, qué será.
espectadores−1 atenta contra los usos y costumbres de «Deseo acabar con esta película» sería, así, una frase
una serie de discursos construidos a partir de las imágenes que todos podríamos ponernos en la boca. Si la identidad
cinematográficas: los discursos de la crítica especializada, boliviana es para los bolivianos un deseo a alcanzar es
los del sector de profesionales de la producción y los de tema de las ciencias sociales, pero algo podemos sacar de
los espectadores de cine boliviano. Algo hace esta película esta idea, como hipótesis, para los procesos propios del
que pone en figurillas a quienes conocen la huella, las cine realizado en Bolivia. Como espectadores, esos que al
exigencias y modalidades de las imágenes en movimiento principio de este texto tratábamos de describir pensando
en Bolivia. «La intención social, nunca dejada de lado, en el cortometraje de Carlos Piñeiro, hay una demanda
marcó desde el comienzo de nuestro cine a sus creadores» que no perdonamos jamás, parcial o completamente.
(Mesa, 1985). En esto, hay unos verbos, en tanto acciones realizadas
Estas exigencias y modalidades de “intención social” para alcanzar el deseo, que nos tienen fascinados en las
no se conducen sino por las maniobras y proyectos de lo narrativas de la ficción y la historia. Si una película boliviana
que, con distintos nombres y matices, se vive y conoce «refleja», «muestra», «representa» la realidad, está bien,
como la identidad boliviana y, en pleno devenir de un es una buena película −buena para verla, buena para la
proceso de cambio, las identidades albergadas y cobijadas historia del cine boliviano. Se agradece que este deseo
dentro de una estructura nacional pluri, multi, súper, hiper, de representación sea el que ordene, porque devela una
mega, etcétera. No hemos dudado en colocar la pregunta conciencia, una responsabilidad que, pensamos, en una
sin respuesta «¿quiénes somos?» a la cabecera de esa realidad como la nuestra, es la única que cabe. Muchas
cama puesta a la intemperie de la historia, donde nos veces, cuando no existe la representación, incrementan las
echamos a ver y soñar las películas bolivianas del ayer y el posibilidades para el descarte, con el uso de la herramienta
hoy, de ese hoy que es ayer y que sabe a futuro vivido y de la desacreditación: «esto no es así, lo sé, lo he visto, lo
bebido. Ninguna respuesta que hemos intentado parece puedo comprobar». Pueden acompañar a estas medidas,
satisfacer el deseo profundo de sabernos definidos por las de la compensación, que evalúan el equilibro entre las
fin: el cine boliviano, como los deseos en la cama, es eso, intenciones y los medios de producción, los lugares de
los sujetos representados y aquellos situados detrás de la
cámara. Si a la película ‘no le alcanza’ ni en lo técnico, ni en
1 Sobre este tema, invitamos al lector a remitirse a la última parte del
lo ético, ni en lo representacional, entonces tenemos una
texto de Sergio Zapata, en las páginas 263−282 de este volumen.

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razón más para renegar, seguramente, pero, sobre todo, El hecho de que Viejo Calavera, el primer largometraje
para persistir con el deseo. de Kiro Russo, producido con el trabajo y la colaboración
Desde Martes de Ch’alla hasta Viejo Calavera (Kiro de otros autores de Socavón Cine, haya sido la película
Russo, 2016), las películas dirigidas, escritas y producidas boliviana más esperada de los últimos años juega a varias
por los integrantes de Socavón Cine han añadido otras bandas. Este tag line promocional no puede ser más real,
variables a la narrativa matriz del cine boliviano en la ahí cuando lo real es, ciertamente, ese deseo de identidad
historia del cine boliviano. En una entrevista de febrero de que se produce en el tiempo desfasado de pasado/
2011, a propósito de la exhibición de algunos cortometrajes presente/futuro del cine boliviano, y en el deseo de una
de Socavón Cine,2 el director Kiro Russo decía: “Es un visión específica inserto al centro de una visión que persiste
gran orgullo mostrar de una manera diferente como es en la demanda de representación colectiva. Porque han
Bolivia y nuestras visiones específicas como realizadores”. sido tan sonadas las celebraciones para la película, como
Si bien el afán de mostrar cómo es Bolivia puede resonar al los reclamos que se le ha hecho: «así no es el mundo de la
deseo perseguido por realizadores, críticos, historiadores mina», e incluso, con saña paternal, «eso, estos chicos no lo
y espectadores del cine boliviano en los siglos XX y XXI, saben, porque no lo han vivido, yo (nosotros) sí».
lo que pone en conflicto este deseo es la particularidad, la De este lado, el de la crítica de cine, estamos otros chicos.
“especificidad” de las visiones de un grupo de realizadores. No hemos vivido más de lo que hemos vivido. Encontramos
En principio, parecía que todos debíamos perseguir el en el hecho de la producción de los autores de Socavón
mismo deseo y que la realización de este, sea cual sea su Cine a lo largo de ocho años (2008−2016) más que razones,
forma, debe ser suficiente para una colectividad que se vea deseos suficientemente conflictivos para pensar la historia
unificada, hecha coherente, a través de esta culminación y del cine boliviano con nuevas visiones, micros y colectivos,
su trayecto. Sin embargo, los principios acá no cuentan, o otras intemperies, cabeceras y empinadas del codo para la
cuentan a medias, o, mejor dicho, cuentan individualmente, cerveza. Si la película Viejo Calavera, así como la producción
aislados necesariamente de otros, que pueden ser de Socavón Cine que la antecede, es un cine para pensar,
válidos también. La validación pasa, entonces, por el tomamos la posta y pensamos con él.
desprendimiento de una idea colectiva, por la ‘muestra’
de un valor propio entrañado en una visión que no planea
asentarse solo en la satisfacción de un deseo de identidad El libro
colectiva («cómo es Bolivia»), sino también en la satisfacción
(«gran orgullo») de los deseos de identidad a partir de Este volumen reúne críticas y ensayos sobre las películas
los deseos de un grupo de individuos («nuestras visiones producidas por los autores de Socavón Cine en el periodo
específicas como realizadores»). 2008−2016. Se publican textos inéditos y se reeditan tex-
tos publicados en diferentes medios de prensa escrita en
Bolivia y fuera del país. El propósito es reflexionar sobre un
2 Entrevista con los realizadores Kiro Russo (Mauricio Quiroga) y Pablo Pa- amplio panorama de producciones en corto y largo metraje,
niagua, publicada en Cinemas Cine el 24 de febrero de 2011, realizada para a través de un panorama también amplio de textos de au-
el programa de radio Cine con Cristal, producido por Claudio Sánchez y Mary
Carmen Molina para Radio Cristal. Ver referencia completa en la sección «Ín-
tores de diferentes ámbitos de reflexión (cinematográfico,
dice de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este volumen. literario, filosófico, social).

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La primera parte del libro presenta las obras de los auto- También agradecemos la colaboración de Kiro Russo,
res de Socavón Cine: Carlos Piñeiro, Kiro Russo, Pablo Pa- Pablo Paniagua, Miguel Hilari, Gilmar Gonzáles y Carlos
niagua, Miguel Hilari y Gilmar Gonzáles. La segunda parte Piñeiro, para la edición de la información compilada en la
del libro reúne textos inéditos y re−editados acerca de casi primera parte de esta publicación.
todos las obras dirigidas por los autores de Socavón Cine:
los cortometrajes de por Piñeiro (Martes de Cha’lla, Max Mary Carmen Molina Ergueta
Jutam, Plato Paceño, Amazonas), Russo (Enterprisse, Juku, Sergio Zapata
Nueva Vida), Paniagua (Uno, Despedida) e Hilari (Adelan- Editores
te), además del documental El corral y el viento, dirigido
por este último. La tercera parte del libro compila textos
inéditos y re−editados acerca del largometraje de Kiro Rus- Referencias
so, Viejo Calavera, estrenado de forma comercial en Bolivia
en diciembre de 2016 y exhibido en festivales internaciona- Cinemas Cine (2011), «Tres realizadores bolivianos apuestan
les desde agosto de 2016 hasta la fecha. En la cuarta parte por la experimentación en el corto». Revista Cinemas Cine,
de este volumen se proponen ensayos que, desde diferen- 24 de febrero de 2011. Recuperado de: http://cinemascine.
tes perspectivas y con diversas herramientas, articulan las net/fotograma_bolivia/noticia/Tres-realizadores-bolivia-
obras de los autores de Socavón Cine entre sí y con otras nos-apuestan-por-la-experimentacin-formal-en-el-corto.
obras, lenguajes y tendencias del cine boliviano e inter- Mesa, C. (1985), La aventura del cine boliviano. La Paz: Gis-
nacional. El volumen cierra con un índice de textos sobre bert y CIA.
las producciones de Socavón Cine y el largometraje Viejo
Calavera, publicados en diversos medios de comunicación
durante los últimos ocho años.
Agradecemos el entusiasmo y la colaboración de los au-
tores de los textos publicados en este volumen: Alba Bal-
derrama, Pablo Barriga, Luis Brun, Hanan Callejas Barral,
Valeria Canelas, Stefany Diez de Medina, Santiago Espino-
za, Mónica Heinrich, Sebastian Morales, Mauricio Murillo,
Eduardo Paz Gonzáles, Julia Peredo Guzmán, Guadalupe
Péres−Cajías, Javier A. Rodríguez−Camacho, Joaquín Ta-
pia, Luis Velasco, Mónica Velásquez, Ada Zapata (Bolivia);
Ricardo Bedoya (Perú), Efraín Bedoya Schwartz (Perú), John
Campos Gómez (Perú) Natalia Möller González (Chile), Car-
los E. Rentería (Perú) y Antonio Vera (Perú−Bolivia). Como
en este y otros proyectos, agradecemos el entusiasmo y el
trabajo de José Manuel Zuleta, en el diseño y la diagrama-
ción.

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PRIMERA PARTE:

Filmografía de
Socavón Cine
Películas de Carlos
Piñeiro, Kiro Russo, Pablo
Paniagua, Miguel Hilari,
Gilmar Gonzáles
Bolivia | 2008−2015

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Carlos Piñeiro
Nacido y criado en La Paz, Bolivia. Estudió dirección de cine
en la Universidad Católica Boliviana, La Paz. Se formó desde
tira cables hasta productor independiente en sin fin de pro-
ducciones nacionales y de co-producción internacional. Ga-
nador de dos versiones del Concurso Municipal Audiovisual
Amalia Gallardo de La Paz (2008, 2010, Bolivia), primer pre-
mio en el festival Foco-Oaxaca (México, 2012), primer lugar
en los Premios Eduardo Abaroa del Estado Plurinacional de
Bolivia (2013). También trabaja en dirección de arte, diseño
y escenografía en teatro y televisión. Actualmente trabaja su
proyecto de largometraje.

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Martes de Ch’alla Max Jutam
12’ | Bolivia, 2008 11’ | Bolivia, 2010

Sinopsis Sinopsis
Martes de Ch’alla muestra, de manera peculiar, imágenes y situa- Max viaja por primera vez desde su comunidad hasta la ciudad de
ciones vinculadas a una creencia guardada entre quienes se dedi- La Paz, sin retornar nunca más. Un buen día, movido por una ex-
can a la construcción de edificios, los cuales conocen una manera traña sensación de nostalgia decide retornar para comprender el
de invocar cierto tipo de bendición a través de un rito secreto. significado oculto de su destino.

Equipo Equipo
Dirección: Carlos Piñeiro Guion y dirección: Carlos Piñeiro
Guion: Juan Pablo Piñeiro Producción: Carlos Piñeiro, Pablo Paniagua, Camila Molina
Asistencia de dirección: Alejo Torrico, Alvaro Loayza Dirección de fotografía: Pablo Paniagua
Casting: Andrés Rojas Dirección de arte: Juan Ignacio Revollo, Javier Cuellar
Fotografía: Pablo Paniagua Sonido: Víctor Villavicencio, Andrés Rojas
Asistencia de fotografía: Silvana Baltz, Nicolas Taborga, Diego Loayza Diseño de sonido: Pablo Lamar
Sonido: José Villegas, Andrés Rojas Edición: Pablo Paniagua, Carlos Piñeiro
Dirección de arte: Mario Piñeiro, Juan Revollo, Javier Cuellar Elenco: Luis Machaca, Luis Fuentes, Alejo Hilari, Aurora Huanca, Vaneza
Producción: Camila Molina, Pablo Koechlin Hilari, Joseph Hilari, Hilarión Coronel, Iván Quiroga.
Producción de campo: Irene Cajías, Fernando Ballivián
Montaje: Henrry Zuñiga Premios en concursos y festivales internacionales
Música: Banda Buri Carimbo
≈ Concurso Audiovisual «Amalia Gallardo», Gobierno Autónomo
Elenco: Bryan Leónidas (pepino); Teléxforo Huaygua (maestro de obra);
Municipal de La Paz, Primer lugar [Bolivia, 2010].
Pedro, Ramiro y José Mamani (albañiles); Sergio Ustarez (hombre en el
≈ Foro de Creación Oaxaca, Mejor Cortometraje [México, 2012].
callejón).

Premios, selecciones en muestras y festivales


≈ Concurso Audiovisual «Amalia de Gallardo», Gobierno Autónomo
Municipal de La Paz, Primer Lugar [Bolivia, 2008].
≈ Semana Internacional del Corto de Cochabamba [Bolivia, 2009].
≈ Festival de Cine Radical [Bolivia, 2014].

18 19
Plato Paceño Amazonas
10’ | Bolivia, 2013 12’ | Bolivia, 2015

Sinopsis Sinopsis
En un patio de la ciudad se prepara el plato favorito de Don Corci- Celestino sale de su pueblo en las montañas con destino a Brasil en
no. Toda la familia está reunida porque hoy es su despedida. busca de trabajo. Será su vida el costo de este viaje sin retorno y el
retrato de este mundo, su última morada.
Equipo
Dirección: Carlos Piñeiro Equipo
Asistencia de dirección: Diego Loayza, Andrés Rojas Dirección: Carlos Piñeiro
Dirección de fotografía: Pablo Paniagua Guion: Carlos Piñeiro
Asistencia de cámara: Silvana Baltz Producción: Carlos Piñeiro, Jorge Velasco, Pablo Paniagua, Juan Pablo
Producción: Carlos Piñeiro, Pablo Paniagua, Adriana Montenegro Piñeiro, Adriana Montenegro, Camila Bascuñán Svendsen.
Jefe de producción: Fernando Ballivián Dirección de fotografía y cámara: Pablo Paniagua
Dirección de arte: Ignacio Revollo, Mario A. Piñeiro Montaje: Carlos Piñeiro
Vestuario: Viviana Baltz Música: David Arce
Maquillaje: Kantay Melgarejo Sonido: Kiro Russo
Mezcla de sonido: Jorge Zamora Dirección artística: Carlos Piñeiro
Música: «Despedida de Tarija», compuesta por Daniel Albornoz y Elenco: Zenón Machaca, Mónica Bonifacio, Junior Da Silva, Beat Mahler,
Saturnino Ríos Julio Bravo

Premios en festivales y muestras internacionales Premios y selecciones en festivales y muestras


≈ Premio Eduardo Avaroa, Estado Plurinacional de Bolivia, categoría internacionales
audiovisual [2013].
≈ Festival Internacional de Cine Tres Fronteras, Mejor Cortometraje
≈ Festival Cinema de Fronteira Pachamama, Premio al Mejor
[Argentina, 2016].
Cortometraje [Brasil, 2014].
≈ Festival de Cine de Cochabamba, Mejor Cortometraje [Bolivia, 2016].
≈ Unasur Cine, Mención Especial en Fotografía [Argentina, 2014].
≈ Festival de Cine Latinoamericano de La Plata, Mejor Ficción [Argentina,
≈ Festival Latinoamericano de Cine de Tigre FELCIT, Mejor Cortometraje
2016].
Latinoamericano [Argentina, 2015].
≈ Festival Internacional de Cine de Mar del Plata [Argentina, 2015]
≈ Festival Latinoamericano de Video y Artes Audiovisuales de Rosario
≈ Festival de Cine de Madrid [España, 2016].
FLUR, Premio «Signis» y Mejor Dirección de Arte [Argentina, 2015].
≈ Festival Internacional de Cortometrajes de Clermont Ferrant [Francia,
2016].
≈ Festival Internacional de Cortometrajes de Sao Paulo [Brasil, 2016]
≈ Festival de Cine Radical [Bolivia, 2016].
≈ Festival Internacional de Cine Antofadocs [Chile, 2016]
≈ Festival de Cine de Valdivia [Chile, 2016].

20 21
Kiro Russo

Director, productor y guionista. Nació en La Paz, Bolivia y


estudió dirección en la Universidad del Cine en Buenos Ai-
res. Realizó el largometraje Viejo Calavera (2016) y los cor-
tometrajes Enterprisse (2010), Juku (2012), La bestia (2015)
y Nueva Vida (2015), con algunos de los cuales ganó reco-
nocimientos en importantes festivales internacionales, como
Locarno, San Sebastián, Indie Lisboa, Ficunam, FIC Valdivia,
el festival de documental Jihlava, entre muchos otros. Ahora,
se encuentra desarrollando su segundo largometraje, Loba
(2018).

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Enterprisse Juku
9’ | Bolivia, Argentina, 2010 18’ | Bolivia, Argentina, 2011

Sinopsis Sinopsis
El hombre, la ciudad, la máquina. Una vez que se ha subido al En- En el fondo en las profundidades, un hombre se mueve. Tiene una
terprisse, seguir las instrucciones del maquinista. lámpara. Las piedras que se forman con su luz van tomando la pan-
talla. Diez mil personas entran diariamente en el interior de la mina
Posokoni de Bolivia.
Equipo
Dirección: Kiro Russo Equipo
Guion: Kiro Russo y Gilmar Gonzales Dirección: Kiro Russo
Asistencia de dirección: Miguel Hilari Asistencia de dirección: Carlos Piñeiro
Producción: Kitula Hurtado y Gabriela Gemio Producción: Miguel Hilari
Dirección de fotografía y cámara: Pablo Paniagua Guion: Kiro Russo y Gilmar Gonzales
Asistencia de fotografía: Silvana Baltz Dirección de fotografía: Pablo Paniagua
Diseño de sonido y post producción: Pablo Lamar Asistencia de fotografía: Toto Ibañez
Sonido directo: Victor Villavicencio Diseño de sonido y post: Mauricio Quiroga
Montaje: Mauricio Quiroga y Pablo Paniagua Sonido directo: Andres Rojas, Gilmar Gonzales
Foto Fija: Manuel Seoane Montaje: Mauricio Quiroga y Pablo Paniagua
Elenco: Eulogio Cuevas Música: Carlos Gutiérrez
Elenco: Elías Paiba, Zacarías Condori, Humberto Fábrica, Efraín Garzón,
Renè Mamani.
Premios en festivales y muestras internacionales
≈ Festival Toma Única, Premio a Mejor Cortometraje [Madrid, 2010]. Premios en festivales y muestras internacionales
≈ Festival Internacional de Cine de Cambridge, Premio a la Mejor ≈ Festival Internacional Aciertos FICUNAM, Premio Mejor Cortometraje
Realización Super 8 [Reino Unido, 2011]. [México, 2012].
≈ Festival de Cine de Barbakan, Premio al Mejor Documental [República ≈ Festival de Cine Latinoamericano de La Plata FESAALP, Premio Mejor
Checa, 2011]. Cortometraje y Mejor Cortometraje Documental [Argentina, 2012].
≈ Segunda Semana Internacional del Corto, Premio al Mejor Corto ≈ Festival Nacional de Cortometrajes Pizza, birra y cortos, Premio Mejor
Experimental Bolivia, 2011]. Dirección [Argentina, 2012].
≈ Foro de Creación Oaxaca, Mención especial [México, 2011]. ≈ Festival Internacional de Cine Independiente Indie Lisboa, Premio
Mejor Cortometraje [Portugal, 2012].
≈ Festival de Cine de Kaohsiung, Premio Mejor Cortometraje Fireball
Green [Taiwan, 2012].
≈ Festival Internacional de Cortometrajes de Sao Paulo Kino
Forum, Mención de honor [Portugal, 2011].

24 25
Nueva Vida La bestia
15’ | Bolivia, Argentina, 2015 13’ | Bolivia, 2015

Sinopsis Sinopsis
Misterios, angustias y sueños de una nueva vida. 1538. En el imperio incaico se ha hecho presente un visitante extra-
ño. El chasqui Sisco dará la noticia.
Equipo
Dirección, guion y producción: Kiro Russo Equipo
Asistencia de dirección: Ramiro Diaz Idea Original, producción general, montaje: Kiro Russo, Pablo Paniagua
Asistencia de producción: Eugenia Cortney Guion, dirección, diseño de sonido: Kiro Russo
Dirección de fotografía y cámara: Pablo Paniagua Dirección de fotografía, post producción de imagen: Pablo Paniagua
Asistencia de cámara: Paolo Girón, Iara Bouhid Asistencia de producción: Luis Aduviri
Diseño de sonido y post: Gilmar Gonzales, Mauricio Quiroga
Elenco: Luis Aduviri
Sonido directo: Pepo Razzari
Montaje: Eulogio Cuevas
Elenco: Teo Guzman, Ana Colque, Warita Guzman Concursos y festivales
≈ Premio Eduardo Avaroa del Estado Plurinacional de Bolivia, segundo
Premios en festivales y muestras internacionales lugar en categoría audiovisual [Bolivia, 2015].
≈ Festival de Cine Radical, Sección Bolivia Radical [Bolivia, 2015].
≈ Festival del Film Locarno, Premier internacional y mención especial
[Suiza, 2015].
≈ Festival de Cine de San Sebastián, Premio Orona del XIV Encuentro
Internacional de Estudiantes de Cine [España, 2015].
≈ Festival Internacional de Cine Documental Jihlava, Premio Mejor
Cortometraje [República Checa, 2015].
≈ Festival Internacional de Cine y Video Videomadeja, Mención especial
[Serbia, 2015].
≈ Festival Internacional Pachamama Cinema de Fronteira, Mejor
Dirección [Brasil, 2015].
≈ Festival Internacional de Cine FICUNAM, Mención especial [México,
2016].
≈ Festival Internacional de Cine Independiente Indie Lisboa, Premio
Mejor Cortometraje [Portugal, 2016].
≈ Festival Internacional Bio Bio Cine, Premio Mejor Cortometraje [Chile,
2016].

26 27
Pablo Paniagua
Pablo Paniagua Baptista nació en Bolivia, en 1985. Es director de
fotografía, colorista y editor. Estudió en la Universidad del Cine
en Buenos Aires, Argentina. Ha trabajado en diversas produccio-
nes en Bolivia, Argentina y Brasil. Ganador del Kodak Film School
Competition Argentina, 2011. Su cortometraje Despedida gano la
Mención del Jurado en la competencia de cortometrajes del XVII
BAFICI (2015). Actualmente trabaja de forma independiente en La
Paz, Bolivia.

29
Despedida
Uno 6’ | Bolivia, Argentina, 2015
8’ | Argentina, 2011

Sinopsis
Sinopsis Después de 20 años lejos de su país natal, Viktor Gourianov re-
Nada es igual que antes. A veces, la espera se transforma en una flexiona sobre su pasado y presente.
herramienta de tortura.
Equipo
Equipo Idea, imagen, montaje: Pablo Paniagua Baptista
Realización: Pablo Paniagua, Nicolás Taborga, Viktor Gourianov Texto y música original: Victor Gourianov
Dirección: Pablo Paniagua Diseño de sonido: Kiro Russo
Producción: Universidad del Cine, Socavón Cine Asistencia de cámara: Paolo Girón, Iara Bouhid
Grabación en estudio: Pepo Razzari
Preludio inicial: Viktoria Hourianova
Premios y selecciones en festivales y muestras Producción: SocavónCine, Universidad del Cine
internacionales Cast: Viktor Gourianov
≈ KODAK FilmSchool Competition, Premio Argentina [2010]
Foro de Creación Oaxaca, Mención del jurado [México, 2011] Premios en festivales y muestras internacionales
≈ Festival Internacional de Cortometrajes de Rio de Janeiro Curtacinema ≈ Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente BAFICI,
[Brasil, 2010]. Mención del jurado [Argentina, 2015].
Festival Internacional de Primeros Filmes de San Petesburgo [Rusia,
2011]
Festival de Cinema-Latinoamericano de Sao Paulo [Brasil, 2011]
Festival Internacional de Cortometrajes del Cusco Fenaco [Perú, 2011]
≈ Festival de Cine Global [Argentina, 2011]

30 31
Miguel Hilari

Estudió cine en La Paz, Santiago de Chile y Barcelona. Trabajó en


diversas áreas de producción en rodajes de largometrajes de fic-
ción y colaboró en varias películas independientes bolivianas. Su
primera película El corral y el viento es un retrato de Santiago de
Okola, el pueblo de su padre. Fue seleccionado y premiado en
festivales internacionales, como Cinéma du Réel (Francia) y Fidocs
(Chile), entre otros.

33
≈ Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente BAFICI,
Sección Panorama (Argentina, 2014).
El corral y el viento ≈ Festival Internacional de Cine de Valdivia (Chile, 2014).
≈ Festival Internacional de Cine Documental de Copenhague CPH:DOX
55’ | Bolivia, 2014 (Dinamarca, 2014).
≈ Images Festival (Estados Unidos, 2015).

Sinopsis
En otros tiempos, los primeros hombres salieron de las aguas del
Lago Titicaca. Mucho después, mi abuelo fue encerrado en un co-
rral de burros por querer aprender a leer y escribir. Hoy, mi tío vive
solo, porque sus hijos se fueron a la ciudad. Los niños aprenden
español bajo la mirada de Pitágoras.

El realizador filma el pueblo de su padre, Santiago de Okola.

Equipo
Realización: Miguel Hilari
Edición: Gilmar Gonzáles
Mezcla de sonido: Lluvia Bustos
Color: Álvaro Manzano
En co-producción con: NairaCine, Cinemateca Boliviana, Color_Monster
Con el apoyo de: Central Santiago de Okola, GAM Carabuco, Prov.
Camacho, La Paz

Premios y selecciones en muestras y festivales


internacionales
≈ Festival Internacional de Documentales de Santiago FIDOCS, Premio a
Mejor Película Competencia Latinoamericana [Chile, 2014].
≈ Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos, Premio a Mejor
Mediometraje Boliviano [Bolivia, 2014].
≈ Festival Cinema de Fronteira Pachamama, Mención del jurado [Brasil,
2014].
≈ Festival Internacional de Cine de No−Ficción Transcinema, Premio a
Mejor Película Competencia Transandina [Lima, 2014].
≈ Festival Márgenes, Premio a Mejor Película [2015].
≈ Cinéma du Réel, Competencia de Operas Primas (Francia, 2014).

34 35
Adelante
7’ | Bolivia, 2014

Sinopsis
Gilmar Gonzales
La energía en espacio y tiempo. El movimiento auténtico.
Estudió literatura y se salió para dedicarse a las películas. Pri-
Realización: Miguel Hilari
Mezcla de sonido: Henry Unzueta mero de pirata.
Producción: Proyecto Movimiento Auténtico [Dayna Martínez, Vincent Coescribió junto a Kiro Russo los cortos Enterprisse (Kiro
Verburg]. Russo, 2010) y Juku (Kiro Russo, 2011) e hizo edición en la
Grupos: Obra Realidades, Teatro Municipal de La Paz. Fraternidad
Tinkus Puros, Villa Fátima. Cambraya de Compañía, provincia Muñecas,
película El corral y el viento (2014) de Miguel Hilari.
departamento de La Paz. Impartió talleres de cine de producción artesanal y
colectiva como inicio de la producción del largometraje
Tejada Sorzano, la película. En este marco produjo los
cortometrajes Satélites (Gilmar Gonzales, 2014) y Primavera
(Joaquín Tapia, 2014).
Realiza activamente una colección de videos
largos musicales de difusión pirata, junto a Casataller y La
Feria Espacio, donde es músico andino.
Co−guionizó, junto a Kiro Russo, el largometraje Viejo Ca-
lavera (Kiro Russo, 2016).
Publicó ensayos críticos sobre cine boliviano, en algunos
medios escritos y en las publicaciones digitales en línea In-
surgencias. Acercamientos críticos a Insurgentes de Jorge
Sanjinés (2012) y Extravío. Acercamientos críticos a Olvidados
(2014).

37
36
Satélites Musicales
18’ | Bolivia, 2014

Sinopsis Gilmar Gonzales, junto a los músicos Miguel Llanque y Carlos Nina,
La ciudad arde. Se convierte en un cerro. Un sereno en aprietos. de Casataller y La Feria Espacio, y en ocasionales colaboraciones con
Severino. Conoce a doña Candy. Hablan sobre montaje y sobre realizadores como Miguel Hilari, Carlos Auza, Sergio Pinedo, Carolina
Cappa, María Domínguez, Joaquín Tapia, Kiro Russo, Luciana Decker
policías. y Marcelo Guzmán, realiza estas producciones de distribución pirata.
Registro audiovisual de conciertos de conjuntos nacionales. DVD
Equipo musicales no antropológicos, filmados en planos secuencia.
Dirección: Gilmar Gonzales
Actuación: Severino Velasco, María Candelaria Mamani
Producción: Carlos Nina, Juan Gabriel Estellano, Gilmar Gonzales
Foto: Juan Gabriel Estellano, Simón Avilés DVD publicados
Sonido directo: Carlos Nina, Miguel Llanque, Carlos Gutiérrez, Carolina
Cappa, María Domínguez, Mirko Álvarez, ~ Qhanapata, Fiesta de la Cruz. Chuqila, Qharwani, Palla Palla, 3 de
Música: «Bolero de tin ton tan», por Juani Pedri mayo 2013.
~ Qina Qinas del conjunto de Tacanoca. Tacanoca, 3 de junio 2013.
~ Muquni de Todos Santos, conjunto de Jach’a Walata. Achacachi, 3
de noviembre 2013.
~ Conjunto de quyqu de Jach’a Walata. Apacheta de la provincia
Omasuyos, 30 de noviembre 2013.
~ Mohoceñada del conjunto Jach’a Walata 100 x 100 artesanos, Fiesta
del Niño Jesús. Chijmuni, 25 de diciembre 2013.
~ Khantus Callawayas de Niño Corín. Charazani, 19 de julio 2014.
~ Jach’a Lakitas. Ilabaya, 2015.

38 39
SEGUNDA PARTE:

Textos sobre
producciones
realizadas en
el periodo
2008−2015

41
Martes de Ch’alla, de Carlos Piñeiro

Alba Balderrama
Productora

El misterio, cuando se habla de Carlos Piñeiro, uno de los


directores de cine más arriesgados y profesionales de Bolivia,
se siente como baja y se acerca con la niebla de las monta-
ñas; el misterio: su más sólida convicción. Ahora mismo, está
metido en algún lugar de la imprecisa frontera de Bolivia, es-
cribiendo su siguiente proyecto cinematográfico quién sabe
sobre qué y con qué.

Carlos Piñeiro es mayor, tiene unos 29 años. Cuando


ganó el premio del Concurso Municipal Audiovisual Ama-
lia Gallardo de La Paz, en la categoría profesional, con su
corto Martes de Ch’alla tenía, ya, 21 años. Había estudiado
Dirección de cine en la Universidad Católica Boliviana de La
Paz, su ciudad natal y, de ahí en adelante, ha sido asistente
de dirección, director de arte, tiracables, guionista, director
de escenografía para teatro y televisión y productor indepen-
diente. Y casi cada dos años, desde 2008, desde Martes de
Ch’alla, produce cortometrajes que no fallan. Gana concur-
sos, tiene personajes de una solidez apabullante, que dejan
en el espectador pegada una sensación de que acaban de
ver una historia familiar, una creencia antigua, pesada, cono-
cida y aun así un enigma. El misterio.

43
*** da marca el inicio de la ofrenda de Piñeiro al cine. “Ya en sus
orígenes, el cine buscó tomarle el pulso a la ciudad con un
El cuarto día de Carnaval, un martes, se cierra una época registro documental”, dice Gustavo Bernstein en un artículo
de alegría, excesos y desenfreno. El Martes de Ch’alla los para el Clarín. Piñeiro le toma el pulso a la ciudad de La Paz
bolivianos de la región andina cierran cuatro días de Carnaval desde su característica más ostentosa y vistosa, su arquitec-
con un ritual precolombino en honor de la Pachamama en tura de ciudad e ira hasta el fondo, hasta el nervio que sobre
que se le hace una ofrenda, un alimento, en agradecimiento el que se acumula todo el músculo, como lo hiciera Vertov o
y para pedir buenos augurios. El martes de ch’alla es una Lang en sus sinfonías urbanas, El hombre de la cámara (1929)
celebración que mezcla, en cantidades casi idénticas, fe cató- y Metrópolis (1927), respectivamente.
lica con mistura y serpentina de colores; creencias indígenas,
***
con confites dulces y plegarias a Dios todopoderoso; baile,
música y mares de alcohol con llanto, arrepentimiento e in- Según los antropólogos, ch’alla significa rociar en aymara.
vocaciones para pedir suerte, éxito y abundancia para el año Así, la ch’alla es una ceremonia de reciprocidad con la tierra y
que empieza. Porque en muchos países, el año, la vida, todo está asociada al calendario agrícola en Los Andes. En el cam-
empieza después del carnaval. Así comienza todo. po, el martes de ch’alla se celebra atizando hogueras a modo
de ofrenda, regando flores y alcohol a la tierra para pedir
*** buenas cosechas. En la ciudad se ch’alla adornando una
La vida cinematográfica de Carlos Piñeiro comienza con propiedad (edificio, casa, negocio, automóvil, etc.) con ser-
una ofrenda y se llama: Martes de Ch’alla. Un cortometraje pentinas de colores y rociando alcohol, granos dorados, pé-
de once minutos, en blanco y negro, filmado con una nostál- talos de flores y confites en las esquinas de terrenos, casas,
gica cámara Súper 8mm. La ofrenda de Piñeiro al cine, más departamentos, edificios. Y se hace una coa, una mesa con
que a la Pachamama, utiliza la cinta, la cámara, la estética incienso, dulces, lanas de colores y feto de llama, elementos
granulada y envejecida de los primeros cineastas indepen- que luego se los pone sobre las brasas calientes hasta que se
dientes, evocando una época que marcó al cine boliviano, consuman. Lo que queda, las cenizas, se entierran.
los setentas, con el cine del Grupo Ukamau. Con la fotogra-
***
fía de Pablo Paniagua, otro componente del colectivo de
cineastas Socavón Cine como Piñeiro, la primera película de Martes de Ch’alla se estructura en paralelo: un yatiri en off
Piñeiro apuesta por la arquitectura como un rol protagónico, corea una ofrenda pidiendo por la construcción del edificio
no como simple rol subalterno de telón de fondo donde las Dallas que está comenzando a levantarse sea exitosa y fruc-
figuras se mueven. En Martes de Ch’alla la arquitectura pier- tífera mientras se ve la preparación de una mesa de ofrenda,
de su carácter ornamental para convertirse en un territorio o coa: dulces, adornitos dorados, lana de oveja, pétalos de
donde se construye la poética de todo el corto. El edificio flores, incienso y feto de llama. Esta minuciosa preparación,
con el que inicia la película y sobre el que aparecen los crédi- hermosa visualmente con los planos picados varias veces
tos principales sugiere el motivo central sobre el que la trama usados por Paniagua, se intercala con el festejo de un pepi-
y la fotografía se desenvolverán en adelante. El edificio que no, personaje favorito del carnaval paceño. Baila y se embo-
formará parte del entramado de edificios que hacen a la ciu- rracha hasta quedar absolutamente mareado y dormido y se-
dad de La Paz y que le dan ese perfil de metrópolis abigarra- miinconsciente en el piso cerca del edificio en construcción.

44 45
Y ahí el misterio empieza a elevarse de las brasas ardientes rran en los cimientos del edificio en construcción. Le echan
donde la coa se consume por el fuego. tierra y lo rocían con cerveza. La invocación está hecha. Lue-
go, lo de rigor, la inauguración burguesa del edificio, con
La ofrenda es recibida por la Pachamama. Los obreros copas de champan. El jefe de la construcción que sabe, rocía
del edificio y el jefe de construcción, según una creencia el piso con un poco de champan ante la mirada despectiva
secreta y un rito ilícito, necesitan un cuerpo para ofrecer a la de los dueños del edificio. Una vez más la paridad: ricos y
tierra, que sostendrá a todo el edificio. Rociar la tierra con pobres, proletariado y burguesía, lo selecto y lo popular… el
sangre, la más grande de las ofrendas. Creencias y rituales nervio de la ciudad de La Paz latiendo en su arquitectura, en
ocultos se develan sutilmente. El pulso de la ciudad revela su cine.
sus misterios y Piñeiro los sondea como descubriendo un
lenguaje nuevo, un lenguaje cinematográfico que le da a la La ofrenda de Piñeiro al cine está hecha. Con su corto-
arquitectura de la ciudad en la que habita la posibilidad de metraje Martes de Ch’alla inaugura un cine personal, fino y
condensar sus ideas y emociones. El edificio ya no es una comprometido con la estética como instrumento de cono-
cosa fría ni telón de fondo de los personajes, es una cosa cimiento y belleza. Rocía con su talento una seguidilla de
viva que nos mira, nos habla. El nervio de la metrópoli con cortometrajes inspiradores, evocadores y hermosos que le
todo su misterio se revela. toman el pulso ya no solo a su ciudad sino al cine boliviano
(Max Jutam, 2010), a la historia (Plato Paceño, 2013) y al pai-
*** saje del país (Amazonas, 2015).  Lo que sigue es tan misterio-
La tradición manda que en martes de ch’alla hay que es- so como las creencias que guardan dentro suyo los pueblos,
caparle a la soledad. Estar con gente, no solos, nunca solos. las personas, los cineastas.
Hay que encontrarse por lo menos con otra persona y abrir
dos botellas, no una, dos. Alcohol, cerveza, whisky, ron,
coctel, lo que se parezca y tenga alcohol, luego ofrendar el
primer trago a la Pachamama. Rociarla. Y si en caso de que Referencias
llegara un tercero que le escapa a la soledad, rápidamente
hay que salir en busca de un cuarto invitado, porque ese día Berstein, G. (2014), «Sobre la arquitectura y el cine: un cruce de
la paridad es lo que manda. El par representa la fuerza y el poéticas». Clarín, 10 de febrero de 2014. Versión digital disponible
equilibrio: vida y muerte; Dios y el diablo; el cielo y la tierra; en: https://www.clarin.com/arq/arquitectura/Arquitectura-cine-cru-
ce-poeticas_0_Byf4bzljPQx.amp.html/.
el hombre y la mujer; arriba y abajo. Según la tradición en
este día, en el martes de ch’alla no hay que andar solo.

***
El pepino absolutamente borracho está solo. Botado en la
calle. Los albañiles y el jefe constructor que celebran el mar-
tes de ch’alla y están tomando mucha cerveza encuentran
al borracho, lo sientan con ellos y lo emborrachan más… y
más… y cuando casi no puede pararse por sí solo lo entie-

46 47
La voz de las olas

Santiago Espinoza A.
Crítico de cine

Max Jutam (2010) es el segundo cortometraje con el que


Carlos Piñeiro concitó la atención de la escena cinematográfi-
ca boliviana, tras Martes de Ch’alla (2008). Lo hizo al ganar el
mismo premio que había ganado con el primero, el que otor-
ga anualmente el Concurso Amalia de Gallardo organizado
por la Alcaldía de La Paz. No es lo único que comparten am-
bos trabajos. Los une un abierto interés por el paisaje y una
puesta en escena austera y depurada, que no simple. Y algo
que también los emparenta es su apelación al soporte fílmi-
co: el primero está rodado en súper 8 milímetros y el segun-
do en 16 milímetros. Todo un gesto de nostalgia para unos
tiempos de hegemonía digital, cuando el celuloide estaba ya
prácticamente extinto en el cine boliviano y en vías de extin-
ción en el resto del mundo. De hecho, la nostalgia no solo
explica la elección del formato de rodaje, sino que funciona
como un motor emocional y narrativo en el corto.
Max Jutam es una ficción de 11 minutos que cuenta la his-
toria de Max, un joven aymara que viaja por primera vez des-
de su comunidad, a orillas del lago Titicaca, hasta la ciudad
de La Paz. Su familia lo envía a la ciudad para comprar un
regalo. No lo sabe aún, pero ese viaje cambiará para siempre
su vida. Cuando Max llega a la ciudad, esta lo deslumbra. La
vista de la hoyada paceña lo maravilla y él decide ya no vol-
ver a su comunidad para quedarse en la urbe. Ahí encuentra
el lugar y el trabajo ideales: una pequeña caseta donde, a

49
tiempo de ejercer de peluquero, puede seguir contemplan- el cine boliviano precedente. De hecho, en el corto no hay
do la infinita e irreal geografía urbana de La Paz. Varias dé- nada que sugiera que Max viva desposeído e infeliz en su
cadas después y ya entrado en años, termina de cortar el ca- pueblo, donde, al contrario, lo vemos integrado y en comu-
bello de un cliente, toma su asiento y, mientras se entrega al nión vital con el paisaje, en particular, con el lago Titicaca. Si
espectáculo panorámico que lo ha retenido por tanto tiempo va a la ciudad es por encargo de su familia y por un encargo
en ese mirador, empieza a escuchar el sonido de las olas del muy singular: comprar un regalo. De ahí que su viaje no sea
Titicaca, el lago que contemplaba y escuchaba al principio un trance dramático. Sale del pueblo ilusionado, como quien
del relato, antes de que marchara a la ciudad por encargo se va por unas vacaciones, sin preocupaciones y con ansias
de su familia. El siseo de las olas dispara una sensación de de aventura. Montado en la carrocería de un camión de car-
nostalgia por su pueblo, donde decide finalmente volver. Sin ga, no se priva de disfrutar del camino: se pone de pie para
embargo, allí no halla lo que había dejado: nadie lo espera, sentir el viento que golpea contra su rostro. Solo ese viento
su casa está deshabitada, no tiene a quién entregar el regalo premonitorio parece saber lo que le depara su periplo: con
que le encomendaron tantos años atrás. Lo único que sigue una fuerza arrasadora lo despoja de la gorra que lleva puesta
tal como lo recordaba es el Titicaca. Las olas del lago que lo y la arroja al medio del camino, sin que pueda hacer nada
despidieron y que, por un capricho de su memoria auditiva, por recuperarla. Una vez en la ciudad, Max nos confirma que
lo han llevado de vuelta. no ha llegado para repetir la misma historia de Sebastiana
El filme de Piñeiro es la narración de una migración del Kespi o de Sebastián Mamani. Es el paisaje lo que lo seduce.
campo a la ciudad que se cierra con el retorno al pueblo No se siente obligado a permanecer en la urbe, sino que se
natal del personaje, un relato que encierra un hecho tan deja encantar por sus cantos de sirena. Y lo que lo convence
idiosincrático en la historia y la cultura de este país, que no de quedarse es la fascinación que le provoca el trabajo de
por nada ha merecido tratamiento en más de una película los peluqueros y, sobre todo, el lugar que estos ocupan: un
nacional. Y no hablamos de cintas al azar, sino de algunas de inmejorable mirador de la hoyada paceña (un fetiche visual
las que conforman el canon del cine boliviano: Vuelve Sebas- de nuestro cine). En un gesto que le emparenta con el Isico
tiana (Jorge Ruiz, 1953), Yawar Mallku (Jorge Sanjinés, 1969) de Chuquiago (Antonio Eguino, 1977), Max resuelve no vol-
o La nación clandestina (Jorge Sanjinés, 1989). Sin embargo, ver más a su pueblo porque se ha enamorado de la ciudad
Max Jutam no es una obra que se proponga emular, rendir de La Paz o, mejor, porque ha caído rendido ante esa vista
tributo o siquiera hacerle guiños a aquellos históricos filmes. cinematográfica que lo ha sobrecogido como nada hasta ese
No le interesa contar la misma historia, sino ensayar su pro- momento. Parece haber encontrado su lugar en el mundo.
pia versión de esa historia. No ha recalado en la ciudad por el imperativo de la precarie-
Así pues, no se advierten en el corto de Piñeiro algunos dad material del campo, sino porque se ha sentido acogido
de los rasgos más determinantes que el cine boliviano ca- por la belleza del paisaje urbano. No se siente un extranjero
nónico le ha impuesto a los relatos de tránsito entre cam- en la ciudad; se sabe parte de ella.
po-ciudad. Puede que, como en las cintas de antes, Max sea Y si ha sido una emoción la que lo ha retenido en la urbe,
un indígena que sale de su comunidad andina movido por ha de ser también una emoción la que lo devuelva a su co-
circunstancias ajenas a su voluntad, pero estas no tienen que munidad. La memoria lo toma por asalto mientras otea la
ver con la precariedad material (pobreza, carestía) que sue- hoyada, en cuya inmensidad redescubre los ecos de otro es-
le estar asociada al mundo rural y de la que hacía escarnio cenario inmenso, el lago Titicaca, que no ve, pero escucha y

50 51
escucha como las olas en cuya contemplación solía perderse
antes de dejar su pueblo, esas olas que incluso preceden a
Plato Paceño1
la propia imagen, que irrumpen cuando la pantalla aún está
oscura y han de permanecer cuando vuelva a oscurecer. Max
decide volver a su comunidad para atender a la nostalgia, un Mónica Heinrich
sentimiento tan personal y distante de los preceptos místicos Crítica de cine
y colectivistas que solían guiar el retorno del indio a su lugar
de origen, al menos en los relatos canónicos del cine bolivia-
no. En ese gesto del personaje hay nuevamente una ruptura
con el imaginario preeminente sobre la tensión campo-ciu-
dad en la filmografía nacional.
Como para redondear su ímpetu rompedor con el relato
tradicional del viaje de retorno del indio al campo, Max des- Ocurrió lo insólito, lo insospechado. El primer día de frío,
cubre que en su pueblo ya no queda casi nada ni nadie que me fui cansadamente a la AECID a ver una muestra de cor-
lo ate: no le espera un abuelo que le transmita los valores tometrajes españoles y bolivianos llamado «Coctel Corto».
de su cultura (Vuelve Sebastiana) ni los fusiles para organizar La verdad, me senté en la butaca y adopté actitud similar
la resistencia armada (Yawar Mallku) ni una comunidad que a la vaca que mira pasar el tren, sin muchas esperanzas. El
lo redima y lo reincorpore culturalmente tras haberla traicio- resto de los cortos no estaban mal, pero cuando llegó Plato
nado (La nación clandestina). Y ese desenlace no podría ser Paceño (2013) de Carlos Piñeiro fui feliz.
más coherente con el espíritu de la narración. Porque no ha Desde la escena uno, se nota que Piñeiro lo tiene. Una
sido un llamado de sus raíces culturales ni un proyecto/com- historia contada en blanco y negro, de la que yo no sabía
promiso político lo que lo han devuelto a su pueblo natal. Lo absolutamente nada y ante la ausencia de sinopsis pude de-
ha devuelto una pulsión tan personal y silvestre como el de- gustar a pleno.
seo de volver a casa. El llamado de la nostalgia por el lugar Solo puedo pararme en una sillita, soltar serpentina y
de origen. No otra cosa es el ‘jutam’ del título, esa palabra confeti, prender el musicón y bailar hasta el amanecer. Lo de
aymara que significa ‘ven’ y escuchamos en la voz del perso- Piñeiro es la prueba clara y fehaciente de que todas las excu-
naje de la mujer que despide a Max del pueblo y que tam- sas pedorras que pueden poner en el audiovisual boliviano
bién escuchamos en la voz de las olas del Titicaca, en la voz para justificar sus miserias, son eso: excusas y justificaciones
del agua que fluye, que viene y va con desenfado, como ese pedorras.
joven que viene y va entre el campo y la ciudad. Y es, pues, Piñeiro cuenta una historia chiquita, la acaricia, y lenta-
en ese ir y venir que se afianza la universalidad de este rela- mente haciendo gala de una fina sensibilidad llega al final
to, una certidumbre en la que podemos reconocernos unos con los elementos justos. Una fotografía notable de Pablo
y otros: la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido. La Paniagua, es el complemento perfecto de este cortometraje
imposibilidad de volver a casa. La imposibilidad de retener el que conmueve. No puedo contar mucho de la historia por-
agua que traen las olas, más allá del pozo que han horadado
en nuestra memoria.
1 [Nota de los editores] Texto originalmente publicado en el sitio web
Aullidos de la calle, el 21 de junio de 2013.

52 53
que parte de su magia está en el final, y mejor no quemar
esa sorpresa, pero puedo decir que el guion maneja hábil-
El Muerto: Plato Paceño,
mente un evento cotidiano, casi rutinario y lo lleva a la tras- de Carlos Piñero2
cendencia. Con una dirección austera, pero precisa, el mo-
mento en que entra la música y comprendés la enormidad
de lo que te están contando, es pendejo.
Tienen que verlo, ignoro cuándo se presentará de nuevo, Ada Zapata Arriarán
pero hay que verlo. Estén atentos y cuando se programe, Crítica de cine
vayan, no se arrepentirán.
El trabajo de Piñeiro se presentó en esta muestra en
calidad de estreno, ha sido ganador del primer lugar en la
categoría cortometraje de los Premios Eduardo Avaroa y fue
producido por el estudio creativo Indómita.
«Tenía que alquilar cinco ataúdes para mandarlos a Uyuni
Este director ya tiene otros dos cortometrajes anteriores,
para una escena de Blackthorn.3 El momento en que me
que no he visto, pero tengo entendido que ha trabajado en
entregaban los ataúdes el dueño del lugar me comenta que
cine y teatro.
a veces alquila el velatorio con cocina incluida porque es
Carlos Piñeiro es una buena noticia (muy buena) en el au-
costumbre local enterrar al difunto con su plato favorito. En
diovisual nacional y este corto dará que hablar.
ese preciso instante nace Plato Paceño», señala el director de
Hermoso trabajo.
Max Jutam (2010) y Martes de Ch’alla (2008), Carlos Piñeiro.
Intercalando escenas, ficcionalmente con el soporte limi-
http://aullidosdelacalle.net/cortometraje-plato-paceno/
nal de la estética documental, Plato Paceño (2013) inquiere
la relación entre la comida y la muerte que afirma lazos en la
comunidad. Escudriña la costumbre que viene del área rural
que, al mezclarse con culturas urbanas, descubre su sincretis-
mo. El orgánico blanco y negro, desplazando el meticuloso
trabajo de color en el rodaje, fue una decisión de último
momento, tomada por la mirada del director de fotografía
Pablo Paniagua. En cuadros tan buscados y tan cuidados,
acaso otro reducto imprevisto que dialoga vitalmente con las

2 [Nota de los editores] Este texto forma parte de «El cine sensorial en
el Encuentro El corto boliviano, hoy», artículo publicado en la Memoria de
«El corto boliviano, hoy», V Encuentro de Cine organizado por el Espacio
Simón I. Patiño de La Paz, en junio de 2014. Referencia completa en la
sección «Índice de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este
volumen.
3 [Nota de los editores] Película de producción española dirigida por Ma-
teo Gil, filmada parcialmente en Bolivia.

54 55
Imágenes Paceñas (1979) de Jaime Saenz. Con pocas pala-
bras, en labios de sus protagonistas captados fuera de cam-
«Quienquiera que quisiese en ver-
po de espaldas o a distancia, son las manos en primer plano dad vivir tendría que morir»4
las que hablan prodigiosamente el lenguaje de los afectos Sobre tres cortometrajes de Carlos Piñeiro
preparando el plato. En la habitación vacía donde descansan
fotografías y objetos seguidos a distancia por la cámara en
planos generales, en el patio donde juegan dos niños y dos
viejos esperan sentados, en el baño donde se acumula la Mary Carmen Molina Ergueta
ropa lavada del ausente y una joven trenza pacientemente Crítica de cine y literata
su negro pelo largo, sumando tensión, todo es una prepara-
ción sin tiempo. El sonido del patio, el mínimo sonido de los
alimentos manipulados, el sonido de la joven al peinarse, se
apodera de la atmosfera. Toda la familia en relación al plato Abandono, éxtasis, entrega, muerte. Más que conceptos, en
que prepara, hasta que la historia profunda emerge y el plato la obra de Carlos Piñeiro funcionan como emociones a través
es llevado al regazo muerto. No se puede negar la emoción de las cuales las historias articulan una manera particular de
que concita el efecto final. entender la vida de los personajes y la forma en que ésta
trasciende y atraviesa los sentidos de la muerte, arraigados
en la tradición y la cultura popular, tejiendo con ellos otro
gesto, particularísimo, de esta muerte. El primer cortometraje
del realizador es Martes de Ch’alla (2008), obra filmada en 8
mm que refiere la historia de la muerte de un pepino en Car-
naval. Tomando una creencia popular, el cortometraje apues-
ta por el trabajo con el soporte fílmico y las posibilidades
que éste otorga: no tanto la referencia a lo tradicional, sino
una forma de recuperación de ésta, a través de la historia de
personajes anónimos y muy particulares. El corto muestra
cómo el sentido de la fiesta se conjuga con la creencia popu-
lar: la entrega a la Pachamama, la muerte.
Martes de Ch’alla ganó el premio del Concurso Audio-
visual Amalia de Gallardo y, con el dinero del premio, casi
el mismo equipo de producción, encabezado por Piñeiro,
realizó Max Jutam (2010). El soporte elegido fue 16 mm. La
historia: un joven que vive en una comunidad a orillas del

4 [Nota de los editores] Texto originalmente publicado en la sección de la


revista digital Cinemas Cine de la edición impresa del periódico La Razón,
el 24 de noviembre de 2013.

56 57
lago Titicaca va a la ciudad con un recado. Cuando llega a La
Paz, Max se fascina y se queda. Se vuelve peluquero y mucho
Amazonas, de Carlos Piñeiro6
tiempo después retorna a su comunidad. «Cuando conoce la
ciudad, más allá de lo impactante que puede ser ésta cuan- Efraín Bedoya Schwartz
do uno recién llega, lo que le importa a Max son los cortes Crítico de cine
de cabello que hacen en la urbe. Así, él se hace un corte tipo
Elvis Presley, el corte que siempre había querido y eso lo re-
define», explica Piñeiro en una entrevista con Cinemas Cine
en 20115. La rutucha es otra.
El corto que cierra este conjunto de piezas alrededor de
la muerte es Plato Paceño (2013). La trama es todavía más
minimalista que en las anteriores piezas: la preparación del
plato favorito del difunto, el homenaje íntimo y el cariño a Una carretera que parte la Amazonía en dos es el inicio del
un muerto. La muerte congrega y alrededor de ella se teje el cortometraje de Carlos Piñeiro. Un paisaje que, contrario a lo
devenir de la vida. que el imaginario común podría suponer (de un cromatismo
vivo y reverberante), se muestra lúgubre, hostil, enfermizo.
Piñeiro opta por des-saturar el color y uniformizarlo, acorde a
la angustia que sufre su protagonista, un hombre de mediana
edad que es llevado con mentiras a un lugar que ni siquiera
logra identificar. Ahí sufre el confinamiento y la agresión por
parte de sus empleadores/captores, rodeado de máquinas
automáticas en cuyo interior la ropa gira y gira, en una metá-
fora líquida de la monotonía y el encierro del personaje. Un
hecho cíclico, finalmente, como el movimiento del tambor,
que comprende la trata de personas, el narcotráfico y el en-
gaño. En este universo se ubica la historia, sostenida gracias
a la fotografía y algunos planos detalle en donde la incomo-
didad y la zozobra se vuelven tangibles.

6 [Nota de los editores] Reseña publicada originalmente en el Boletín


del Festival de Cine Radical 2016, La Paz, Bolivia. Referencia completa en
5 [Nota de los editores] Referencia completa en la sección «Índice de tex- la sección «Índice de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este
tos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este volumen. volumen.

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Deseoso es el que huye
de su madre
Notas sobre la filmografía de Carlos Piñeiro

Alfredo Grieco y Bavio


Escritor y periodista

En la novelística y cuentística del paceño Juan Pablo Piñeiro,


la elucubración narrativa de ritos fluye hacia la configuración
de un mito decente e inteligible. La restricta filmografía de su
hermano Carlos Piñeiro, de una dificultad (en la concepción)
y perfección (en la ejecución) más únicas que raras, camina
el camino inverso. Desde un mito boliviano (altiplánico, pa-
ceño, pico verde) indecente y prepotente pero no menos
inteligible, transita por los ritos que lo sostienen y enmarcan,
acicatean o enervan, hasta arrojarnos –libre de trascenden-
cias prêt-à-porter o fantasías compensatorias de Technicolor
aggiornado con HD-, a la intemperie de la vida cotidiana.
El despojamiento final nunca es pérdida, siempre es ga-
nancia en los cuatro cortometrajes de Carlos Piñeiro, Martes
de Ch’alla (2008), Max Jutam (2010), Plato Paceño (2013),
Amazonas (2015). A contrapelo del tabú andino, el tótem del
hombre desnudo genera sentido, significado y significación.
En una paradoja que sólo aparentemente es tal, las desnude-
ces generan vergüenza, violencia y pulsión (escópica en pri-
mer lugar), pero ni culpa ni anomia. Los mitos son un lastre,
los ritos una traba.
Cuando mitos y ritos caen, se derrumban por si solos, por
la pendiente fatal de su progresiva ineficacia. Declinar ineluc-
table. A menos que se le inyecten recursos de Zona Sur o del
Exterior, y que entonces se puedan reciclar, con rendimiento
marginal creciente, para nuevos públicos receptores, con ávi-

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dos códigos de decodificación a-histórica de consumos cultu- cultural al interior de culturas nacionales, mientras que todos
rales de factura, aunque no necesariamente facturación, cara. los demás mencionados habitan el mundo globalizado y
Al final de los filmes de Piñeiro quedamos sin aquello que pos-moderno, todos al exterior (aunque tenga pie firme en el
sus títulos ostentan. Y no hay sustitución en el mismo plano, interior) de esas culturas nacionales.
o andarivel simbólicamente equivalente. Quedamos sin las Los filmes de Piñeiro son el rodaje de un proceso, a strai-
vestiduras, ropajes, joyas, brillantes incrustaciones de ayma- ght story, que lleva hasta a la cancelación de aquello que sus
ra, textuales textiles fundamentales para la primera obra del títulos nombran y ostentan. Jamás apelan a la repetición en
Piñeiro mayor y para la entera obra de Beatriz Canedo Pati- el polo de la producción ni al paciente esfuerzo de la conti-
ño. Podemos disentir con la opción profesional y artesanal nuada paciencia en el de la recepción.
que lleva a estas cumbres, estos Illimanis del etno-chic, pero Max Jutam es la historia de Max, que nunca vuelve a tiem-
nunca recusar por simple su compleja estética ni acusar de po. Las últimas palabras que le dice su madre a Max, cuando
pereza, facilidad u oportunismo a los autores. El etno-chic, parte, y migra, son esta orden, o demanda, en aymara, pero
como el best-seller, requiere de un trabajo, unos esfuerzos, no un ruego, y casi no un pedido.
una labor de condensación enormemente mayor que la Amazonas es la cancelación del negocio posible, las ilu-
ficción intimista, desapegada, chic sin etno, pornosoft con siones perdidas de las grandes esperanzas de un capitalismo
erecciones soft, americanizada con visa y habitué de Viru-Vi- al alcance de todos aunque no tenga rostro humano, del
ru, Jorge Wilstermann y El Alto, de Lima, Miami, Cornell y romanticismo de la huida hacia delante, de la migración de
Buenos Aires de los contemporáneos de Piñeiro o el folk esti- los Andes a la Amazonia, de un mundo con fronteras pero sin
lizado de los competidores de Canedo Patiño. límites, de la salvación por la pura prepotencia del trabajo.
La caracterización anterior sirve para ver, en filigrana, con El resultado es la sumersión de la naturaleza en la incultura,
mayor nitidez la singularidad de Piñeiro el cineasta. Si algo de una lavandería que es puesto de avanzada del progreso
no quiere Piñeiro el cineasta, es endeudarse. En esto, está y corazón de las tinieblas en un eterno mediodía, la aliena-
más cerca, involuntariamente acaso, del Proceso de Cambio, ción del empleo sin derecho del trabajo, el ballet mecánico,
que es el gran marco abarcativo de todo cuanto estamos cómico por su pura, dinámica exterioridad enajenada: una
hablando, un contexto inesperado, y acaso pronto se verá versión retro del obrerismo chaplinesco, one-man show de
que irrepetible, en la historia de Bolivia, mientras que el unos Tiempos Modernos post-fabriles pero no post-industria-
internacionalismo subsidiado –guardando las proporciones− les, una nueva frontera retrógrada, el lugar de un futuro que
del etno-chic es más emenerrista o mirista. Pero todas estas ya fue.
estrategias son bolivianas, a diferencia de la alternativa inter- En Plato Paceño, la elaboración acelerada por cocineras
nacionalista errática. y empleadas de cocina de performance modélica, con cada
El etno-chic bolivianiza el cosmopolititismo –con una mar- gesto ya practicado mil veces para que esta vez pudieran
ca Bolivia no por artificial, o artificiosa, menos enfática en su preparar el alimento emblema y estandarte de la sede de go-
nacionalismo. Nada menos cosmopolita que el cine de Pi- bierno que evoca así, en seco, el sitio pasado de Tupaj Katari
ñeiro: su calidad, su cualidad, densidad intrínseca resulta in- y los asedios por venir, culmina en que el plato es, justamen-
versamente proporcional a sus posibilidades de exportación. te, esto, un recuerdo del pretérito, porque acaba colocado
Pero esto lo vuelve equiparable, comparable, en el límite de en el pecho de quien no ha de comerlo, un muerto yacente.
legitimidad de estas operaciones, con lo mejor de la creación El plato es trasladado veloz, y una cámara lo sigue, cenital,

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veloz, caníbal y anoréxica, indiscreta e indiferente, anónima
(La ilustración de tapa de mi novela Plato Paceño (2015), una
El vértigo: Enterprisse,
fotografía cenital de manos alteñas que sostienen un plato de Kiro Russo7
paceño cocinado en Buenos Aires, fue diseñada como mi ho-
menaje cariñoso, pero ante todo admirativo, a este filme).
Martes de Ch’alla resulta, como título, todavía más brutal, Ada Zapata Arriarán
o explícito. El filme no avanza hacia la cancelación final de Crítica de cine
un mito, o la liberación de un lastre: de por sí, ya designa un
desenlace. La terminación ritual del despliegue estacional
del mito boliviano por excelencia, esa fiesta hacia la cual el
año primero asciende y después desciende: los Carnavales.
La vida, para Carlos Piñeiro, no es una comunidad, no es una
familia, no es gastronomía, no es comercio y negocio. La vida «El hombre, la ciudad, la máquina. Una vez que se ha subido
no es ese Carnaval que nos promete “Me perderé contigo”. al Enterprisse, seguir las instrucciones del maquinista» anun-
La vida, el cine, nunca son para Piñeiro una fiesta. Mejor así, cia la sinopsis del corto de 2010. Un viaje depara al realiza-
¿no ve? dor la imagen detonante: un aparapita mirando un juego de
feria con la cara absorta. La historia, en tensión con los cam-
bios de la urbanización moderna (materializados ahora en
funcionales mercados de cemento, teleféricos paceños y sa-
télite boliviano), desata el guion escrito por Gilmar Gonzáles.
La idea del hombre que carga y deja de cargar para ser car-
gado, cobra vida, suspendida en el vértigo de un plano final.
Una búsqueda formalista clara, en la puesta en escena del
lenguaje visual, contrapone planos fijos en blanco y negro,
con los colores de la escena final, el vértigo del montaje final.
El cine sensorial de Kiro Russo narra a través de los efectos
de una estética documental sin palabras, iniciando el aludido
diálogo, homenaje o parodia con la emblemática La nación
clandestina (1989) de Sanjinés. Enterprisse intuye, desde
la primera escena, la calle de piedra, el cuerpo doble del

7 [Nota de los editores] Este texto forma parte de «El cine sensorial en
el Encuentro El corto boliviano, hoy», artículo publicado en la Memoria de
«El corto boliviano, hoy», V Encuentro de Cine organizado por el Espacio
Simón I. Patiño de La Paz, en junio de 2014. Referencia completa en la
sección «Índice de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este
volumen.

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migrante, la sombra del hombre objeto. El aparador levan-
tándose sobre el invisible cargador atravesando la calle y el
El bello tiempo útil: los cortometra-
ascenso de un nuevo peso ocupando el lugar de la sonriente jes de Kiro Russo8
mascara del Tata Danzanti: Buddy de Toy Story. Un sólo cuer-
po de dos caras. Anverso y reverso en la ciudad vertical, des-
de el hueco la ladera. Enseguida, la fascinación y la inversión Carlos E. Rentería
de la gravedad, la pérdida de peso. La metáfora liberándose Cineasta y programador
de contenidos en la máquina giratoria. El cargador se quita el
cuerpo dentro de la máquina, como probablemente lo hace
el protagonista de La nación clandestina dentro de la másca-
ra del Tata Danzanti, entregado a la fascinación y danzando
circularmente el baile catártico.
Lo de Kiro Russo parece perseguir una ruta metalingüística
un tanto ecléctica pero que quizá trate de responder a un
asunto moral del oficio: ¿para qué sirve el cine? Vi Enterpris-
se (2010) ni bien terminaron el sonido. Al terminar de verla
Kiro me preguntó:

−¿Y?
−Mucho metacine, viejo – respondí.

En realidad le gustó la respuesta, que al menos se haya


entendido la idea formal. Pero hay más. Kiro hace bien lo
que se le reclama a mucho cine de la región. El riesgo de lo
que filma, dónde lo filma y con los recursos que lo hace, es
mercantilizar lo que nunca debería, pisar el palito y ser plató-
nicamente correcto, justo o responsable. Y por eso tal vez su
pregunta sea como importante, más interesante. Si la prime-
ra respuesta en Enterprisse sería: el cine sirve para la imagi-
nación del hombre, sea este cualquiera que vea la película,
o sea este un paceño disfrutando de sus miedos en un juego
mecánico; con Juku (2011) hay una ligera variable de lo mis-
mo: para iluminar el tiempo. Tan simple como el viejo «el
cine solo puede hablar del tiempo» es también cierto que

8 [Nota de los editores] Texto originalmente publicado en el blog Otros


Cines Perú, el 28 de febrero de 2015.

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materialmente el cine solo puede ser por la luz. Y también
puede ser la luz, la que en mi caprichosa metáfora homologa
Nueva Vida, de Kiro Russo9
la del fin de un camino oscuro, al final de un socavón, a la
que producto de las historias consagra la esperanza en los Efraín Bedoya Schwartz
que parecen desamparados. El bello tiempo “útil”. Crítico de cine

En un ejercicio voyerista, la cámara observa, desde un punto


elevado, a una pareja joven y su hija recién nacida, quienes
interactúan en un apartamento ubicado en los aires de un
edificio, a primera vista sencillo, de escasos elementos. El au-
tor vuelve, en cada escena de la película, a los espacios habi-
tados sin poder instalarse del todo en ellos. Esa lejanía no es
gratuita. El zoom in, aletargado y sutil, no es otra cosa que la
imposibilidad por conocer a plenitud a los personajes, quie-
nes resultan, de algún modo, inasibles. Un intento fallido por
ingresar a su intimidad, como el del fisgón que capta la vida
del otro parcialmente. De ahí la elipsis y la fragmentación
con que se muestra la cotidianidad y el aparente deterioro
en la relación de los protagonistas. Solo así es posible acer-
carse y articular un relato donde el sentido se asienta en una
economía de recursos. El director apela al distanciamiento y
la textura del material fílmico para narrar una historia simple y
áspera: una pareja debe enfrentarse a la crianza de su primer
hijo y asumir los riesgos y consecuencias que esta trae, esa
nueva vida que, paradójicamente, podría perjudicar la suya.

9 [Nota de los editores] Crítica publicada originalmente en el Boletín del


Festival de Cine Radical 2016, La Paz, Bolivia. Referencia completa en la
sección «Índice de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este
volumen.

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Nueva Vida, ejercicios de la mirada

Luis Brun
Realizador y crítico de cine

La mirada es la herramienta principal de un cineasta. A esto


se le puede añadir la habilidad de escuchar. Ambas son des-
trezas que forman parte de la técnica: empiezan como actos
naturales de percepción, pero se transforman luego en una
relación de sentido entre una persona y su entorno. No iré
muy lejos para explicarlo mejor. Hace unos días me encontra-
ba en un hotel en el sur de Bolivia, en el que todas las venta-
nas daban a una especie de hueco cerrado, desde el último
piso hasta el estacionamiento. En este hueco interior apenas
se sugería la luz a través de unos pequeños rectángulos de
vidrio opaco que daba a la calle. Molesto por no tener la
vista de la ciudad, de todos modos, me puse a fumar acoda-
do en el borde de mi ventaba sin más paisaje que ese túnel
vertical de concreto. Será por necesidad, tedio o extraño
momento de inspiración, que me vinieron sensaciones que
no había percibido en una primera instancia.
Este espacio hueco era como especie de altavoz, que,
sumado a las delgadas paredes, amplificaba todos lo soni-
dos de las habitaciones, se podía oír perfectamente todo
lo que hacían y decían mis vecinos, creándose un caos de
voces, música y ruidos de todo tipo, mientras las luces que
se apagaban y prendían variaban su intensidad en la pared,
y creaban líneas de diferentes tamaños hasta perderse en la
oscuridad del estacionamiento. En un momento tan simple,
tan cotidiano, recordé que mirar no es lo mismo que ver.

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Pensando en el cortometraje Nueva Vida (2015), imagino na en una especie sub-encuadre fotográfico que construirá
las opciones que tuvieron el director Kiro Russo y el director una nueva realidad.
de fotografía Pablo Paniagua para poder crear en medio de Por qué hablo de la fotografía, siendo esta parte de las
tanta terraza y ventana expuesta, matizada por la diversidad imágenes fijas y, por ende, carentes del principal elemento
de sonidos de la ciudad. No es sencillo darle forma a algo del cine, el movimiento. Creo que los cortometrajes como
que habitualmente no consideramos sujeto a algún tipo de subgénero (no como formato), tienen una afinidad por la
estética, pero esa ha sido la virtud de fotógrafos y cineastas descripción de un momento muy similar a la descripción fo-
desde principios del siglo pasado, darle una belleza especial tográfica, pues en su trama el cortometraje, así como la foto-
a espacios vistos desde una perspectiva distinta. grafía en su espacio bidimensional cerrado, se ocupa más de
Nueva Vida es posiblemente uno de los cortos visualmente capturar momentos, breves espacios de tiempo, y se preocu-
más sencillos del colectivo Socavón Cine, alejado de la poten- pa menos de articular personajes, o hilar historias. Paniagua
cia estética que pueden brindar espacios naturales como el usa esos recursos que la fotografía permite para transferir a
altiplano o la mina, desprovisto de maquinaria complementa- lo cinematográfico esa impronta, lo que comúnmente podría-
ria en puesta en escena, como gruas o dollys, basándose solo mos denominar contemplativa.
en el movimiento mecánico interno del zoom. Esta simpleza El zoom poco a poco va cambiando nuevamente ese
entraña, sin embargo, una profundidad expresiva importante. espacio fotográfico elegido, es el movimiento interno de la
Con profundidad me refiero a la capas de sentido que poseen cámara que dinamiza la imagen. De repente, en ese espa-
sus imágenes, que se conectan con diferentes sensaciones e cio vuelto paisaje, aflora la vida, con una potencia inusual
ideas, cada que volvemos a ver el corto. al contrastarse con lo flemático del entorno, una nueva vida
Mucho de este efecto se debe a la mirada fotográfica de en medio de ese paisaje bello (por la mirada del fotógrafo),
Pablo Paniagua, que ya ejercita este estilo y planteamiento pero al mismo tiempo osco. La mezcla de esta sensaciones
artístico en cortos como Enterprisse (2010) o Juku (2011). nos trasmiten un tiempo lento, el de la rutina, el del verano,
Nótese la diferencia entre fotográfico y cinematográfico. del pesado sol de la tarde cuando empieza.
Recordemos que Paniagua es fotógrafo. Pero, ¿en qué con- Paniagua plantea en su trabajo fotográfico una premisa
siste esa mirada fotográfica? En su ensayo Sobre la fotografía que comparte con el resto de los miembros de Socavón
(1973), Susan Sontag la describía como una «aptitud para Cine: la necesidad de buscar a cada historia o a cada pro-
descubrir la belleza en lo que todos ven pero desestiman por yecto cinematográfico su propia mirada. La mirada de Nueva
demasiado común» (2006 [1973]). La fotografía sería como Vida, aunque tiene coincidencias con otros cortos, es una
una pieza inusitada de la modernidad, surrealista más que que parece buscar la esencia y pulsaciones propias del espa-
realista y que, de alguna manera, transforma los espacios cio que se quiere abordar.
capturados. Por ejemplo, el zoom in / zoom out no es un movimiento
La fotografía, a través de su mirada, transforma la reali- más, sino que plantea el punto de vista del observador, que
dad que elige (siendo tan importante lo que entra en ese es vital para construir la atmósfera de la joven pareja que va
encuadre como lo que no), para luego, inmediatamente, descubriendo la paternidad y maternidad, con partes de su
construir morfológicamente un sentido imaginado (a través vida que no podemos ver. Al igual que el director del corto,
de líneas, colores, formas). Paniagua transforma un suburbio nosotros somos solo observadores ocasionales a los que la
hacinado de cemento en un paisaje y cada marco de venta- casualidad o el azar nos han brindado fragmentos de la vida

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de extraños, fragmentos que nos es imposible no recompo-
ner e imaginar. Así como yo en ese hotel. Miles de personas
La Fiesta: Adelante,
observan y se observan a través de ventanas, diminutos res- de Miguel Hilari10
quicios, y van construyendo historias. Ese mundo tiene un
lenguaje propio que el cortometraje ha logrado captar, ese
ejercicio de la mirada fotográfica que plantea Paniagua a tra- Ada Zapata Arriarán
vés de su cámara y que va mutando inevitablemente a través Crítica de cine
de las rígidas paredes de concreto.
La senda, el viaje y el baile son los principales actores de este
corto. La forma de la metáfora es circular, la última imagen
Referencias regresa al territorio de la primera. Inauguralmente, el silencio
en el sendero del campo; luego, la carretera vacía; después,
Sontag, S. (2006), Sobre la fotografía. México: Santillana. la calle empedrada de ciudad. La soledad del bailarín inicia
sus primeros gestos, el cuerpo en movimiento y su ineludible
presencia en el espacio. Enseguida la intimidad de parejas
bailando la atracción y el rechazo de un bolero. A continua-
ción, imágenes del Tinku, ese ritual de enfrentamiento en
multitud, en baile urbano y popular. Finalmente, el retorno al
campo y la sorprendente comunión capturada por la cámara
en la fiesta. En la última escena un plano secuencia circular
revela la posición central de la cámara, rodeada por la órbita
de bailarines y músicos.
La mirada de Miguel Hilari en Adelante (2014), detrás de
la cámara, es saludada por uno de los comunarios. A su vez
la mirada cómplice del director es filmada, observada y se-
guida con tranquilidad por otra cámara en las manos de una
bailarina. Serenamente documentadas, las escenas contem-
plativas construyen una ficción liberada a la realidad. La esce-
na final vale por sí sola, la niebla del campo en la comunidad
enrarece la atmósfera. La imagen relentizada vuelve etérea la
celebración y revela el espíritu de la fiesta. Un momento de

10 [Nota de los editores] Este texto forma parte de «El cine sensorial en
el Encuentro El corto boliviano, hoy», artículo publicado en la Memoria de
«El corto boliviano, hoy», V Encuentro de Cine organizado por el Espacio
Simón I. Patiño de La Paz, en junio de 2014. Referencia completa en la
sección «Índice de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este
volumen.

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aproximación y éxtasis tiene lugar en esa realidad provocada.
Nos comunica la habilidad del creador para incorporar la cá-
El corral y el viento11
mara sin producir la incomodidad de una irrupción en la inte-
rioridad del grupo. Hilari empatiza y obtiene una imagen vital Antonio Vera
que da sentido a las escenas que la preceden integrando los Editor y profesor de literatura
cuadros de soledad, la pareja y la comunidad. La última es-
cena corresponde a la provincia Muñecas, en la festividad de He visto por segunda vez El corral y el viento (2014), el docu-
Todos Santos. mental dirigido por Miguel Hilari, y quisiera compartir algu-
nas notas sobre esta película.
La primera tiene que ver con las fronteras que la película
pone en crisis. Empezando desde el género: no me parece
tan fácil etiquetar bajo la categoría documental a un relato
en el que, por ejemplo, se renuncia a esa típica voz magistral
que conduce el recorrido de un filme ofreciéndonos informa-
ción y juicios acerca del mundo que nos presenta. Es cierto
que, en ese sentido, la película de Hilari se inscribe en una
tendencia actual, pero si la pensamos en nuestro medio, el
filme polemiza con esa tan frecuente mirada documental
que se despliega en su grosero intento por explicar, reducir,
simplificar y juzgar todo aquello que mira, por ejemplo, a los
indígenas. Por otro lado, el filme abre un diálogo con nues-
tra larga tradición ficcional que apuesta por representar lo
indígena. En ese sentido, como el mismo Hilari lo admite, su
trabajo se distancia de las idealizaciones que articulan gran
parte de la narrativa cinematográfica (y literaria), digamos, in-
digenista. O, para no seguir usando categorías mudas, basta
decir que no hay en la película de Hilari una tensión dramáti-
ca sostenida sobre el esquema que identifica al indígena con
el héroe bueno y puro, que debe enfrentarse trágicamente al
corrompido y maligno mundo urbano, occidental.
Pensemos, por ejemplo, en Yvy Maraey (2013), de Juan
Carlos Valdivia, por hablar de un relato reciente, ante el cual

11 [Nota de los editores] Texto publicado en el suplemento Letra Siete


del periódico Página Siete, el 7 de marzo de 2015. Referencia completa en
la sección «Índice de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este
volumen.

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se han rendido extasiados todo tipo de críticos y opinadores, evidencia la presencia de la cámara y, por supuesto, del que
y en el que también, desde una mirada que apuesta por la porta esa cámara. En la primera secuencia, por ejemplo,
honestidad, se pone en cuestión la posibilidad de represen- cuando vemos a un niño jugar con un gato llevando a todos
tar lo indígena. El filme de Valdivia escenifica el cuestiona- los límites posibles el verbo jugar, descubrimos que lo que
miento del director que desconfía de sí mismo cuando inten- motiva la acción del niño es la presencia de la cámara o,
ta mirar a los protagonistas guaranís de su historia. Pero su mejor dicho, la presencia de su primo de La Paz filmándolo:
conclusión, luego de su brillante despliegue visual, no difiere «Mirá Miguel, mirá», le dice el niño varias veces. Cuando la
en nada del prejuicio que lo atormenta: sí, parece decir el familia entera está reunida junto a los animales, todos juegan
narrador, los guaranís, los indígenas, son la reserva moral de con el hecho de que las vacas y las ovejas están posando
la humanidad. para la cámara. Hacen bromas con el director sobre ello. Y,
En la película de Hilari asistimos también a un cuestio- en una secuencia que deja sin aire, cuando Miguel sostiene
namiento de la propia mirada, pero, en principio, este está una conversación con su tío, hay un momento en el que el
planteado de forma mucho menos protagónica. Sabemos, entrevistado propone un cambio de roles, deja de responder
por un par de intervenciones narrativas, una de ellas escrita y hace preguntas: ¿qué es esto? Hilari le explica que se trata
originalmente en alemán, que el narrador tiene un vínculo de una filmadora. A continuación, el tío se acerca y ausculta
profundo con Santiago de Okola, la comunidad a orillas del con detalle ese objeto, proponiéndonos esta vez a nosotros
lago donde se ubica el relato. Su abuelo y su padre han na- como espectadores, como mirones, un cambio de roles. Por
cido allí. A pesar de ello, el relato no está planteado desde un momento, aquel que miramos nos mira y en ese abismo
el tópico épico del retorno al origen. Más que buscar una somos conscientes de que nuestra posición segura y cómoda
verdad definitiva, una filiación, lo que Hilari parece querer es se desestabiliza, se cae a pedazos. En ese simple ejercicio
trazar un recorrido de ida y vuelta entre Santiago de Okola y encuentro un cuestionamiento mucho más profundo, más
la ciudad de La Paz. Así lo permite entender la imagen final radical que largos minutos en los que un director (sí, Valdivia)
del relato, en el que seguimos, a través de sus irresponsables se golpea el pecho sin dejar de mirarse en su estilizado espe-
maniobras de conducción, a un bus que abandona a toda ve- jo fílmico.
locidad el campo y se interna poco a poco en el tugurizado Hay otra veta de lectura de la película de Hilari que tiene
escenario urbano de La Paz con el Illimani de fondo. que ver con una anécdota que, en un principio, iba a consti-
Así podemos imaginar también al narrador que articula el tuir su nudo argumental: la ocasión en la que su abuelo viajó
relato: como alguien que se ha ido y ha vuelto muchas veces, al pueblo de Carabuco para reclamar una escuela en Santia-
como alguien que, entre otras cosas, ha decidido volver a go de Okola. La respuesta a esa demanda es ultra violenta:
Santiago de Okola con una cámara en la mano, en un reco- el abuelo es conducido a la fuerza a un corral de burros y en-
rrido en el cual no renuncia ni a su origen ni a su condición cerrado ahí. «Burro has nacido y burro te vas a quedar», le di-
de extraño. Desde esa doble articulación, en la que conviven cen los indignados vecinos de Carabuco, para que no vuelva
nada armónicamente la identidad y la extrañeza, Hilari cons- con sus reclamos. Hoy hay una escuela en la comunidad y, en
truye un relato que nos confronta con el problemático acto la mejor secuencia de la película, Hilari filma a sus alumnos
de mirar. declamando poemas aprendidos de memoria. La secuencia
Y la huella de ese conflicto impregna toda la película. de la escuela, además, comienza con una imagen que por sí
En todas las secuencias el relato se preocupa por poner en sola dice muchísimo de nuestra conflictiva relación con esa

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abstracción llamada Occidente. Frente a los retratos pintados
en la pared de Pitágoras y Thales de Mileto, los alumnos de
La esquina de la nación12
la escuela juegan a darse patadas. Aquí también el verbo
jugar explora sus más oscuros límites. Luego los niños, usan- Alba Balderrama
do las tradicionales técnicas recitativas escolares, repiten de Productora
memoria los poemas frente a cámaras. Y doscientos años de
instrucción escolar (desde la escuela prusiana hasta nuestras No somos ciegos, querido Padre, solo somos hombres. Vivimos
reivindicativas reformas) se caen a pedazos, irremediable y en una realidad cambiante a la que intentamos adaptarnos como se
gozosamente. mecen las algas ante el empuje del mar.
EL GATOPARDO, DE LUCHINO VISCONTI

El cine boliviano está plagado de dichos, mitos y lugares


comunes. Uno de esos lugares dice que el cine digital, el
cine de los jóvenes, ha matado al padre, es desarraigado y
despolitizado. Como si tuviera que serlo. Como para probar
lo contrario un grupo de jóvenes realizadores, dominantes en
la escena del corto actual, son los que se inclinan por afirmar
que la influencia del cine de Jorge Sanjinés −de La nación
clandestina (1989)− los ha afectado, les importa y la conside-
ran esencial al momento de emprender sus proyectos. Carlos
Piñeiro, Kiro Russo, Pablo Paniagua, Miguel Hilari y Gilmar
Gonzáles conforman este grupo, se reúnen en la “esquina de
la nación” y dialogan con ella, con la realidad que los inter-
pela y con la tradición del cine boliviano. Se reconocen se-
guidores y lectores del cine de Sanjinés, ahí comienza todo,
ahí sus elecciones estéticas y éticas cobran sentido y fuerza.
En Enterprisse (2010), de Kiro Russo, un cargador lleva en
su espalda, por las calles de la ciudad de La Paz, un muñeco
gigante de Woody (el vaquero feliz de Toy Story) para entre-
garlo en un parque de diversiones. Una vez entregado el mu-
ñeco, mira cómo se divierte la gente en un juego mecánico

12 [Nota de los editores] Este texto es parte de uno más amplio, titulado
«Las esquinas del corto boliviano», publicado en la Memoria de «El corto
boliviano, hoy», V Encuentro de Cine organizado por el Espacio Simón I. Pa-
tiño de La Paz, en junio de 2014. Referencia completa en la sección «Índice
de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este volumen.

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que gira a toda velocidad. Hasta ahí el relato se desarrolla en a una entrada folklórica, a otro encuentro: el baile de los
un pulcro blanco y negro. El girar de la máquina, de las luces tinkus, a través de planos cercanos y caóticos que siguen a
y del cargador subido en el juego mecánico está a color, en los bailarines de cerca. Corte directo en algún lugar de la
un movimiento circular de la imagen. Isla del Sol, unos músicos tocan y bailan al son de la música
Se ha leído más de una vez que este muñeco, con su gran autóctona, en plano secuencia circular o semi circular, en
cabeza y su artificialidad, funciona como una evocación en medio de los danzantes se revela otro encuentro, el de la
el espectador boliviano −cinéfilo− de la gigante máscara del cámara de Hilari con la cámara de una mujer de la tropa de
Tata Danzanti que carga Sebastián en La nación clandestina, bailarines que filma; se cruzan miradas. Por un momento
de Jorge Sanjinés. Una evocación que nos remite a la obra tomamos conciencia, lo que vemos es una elección, es un
cumbre del cine boliviano pero con algunos matices. El car- acto de escritura y de mirada. Hay una intención de hacer-
gador de Russo, cuando se sube al juego mecánico, no mira nos conscientes de este hecho, de que el cine es también
al pasado sino que se monta en el futuro y gira, circula en él. pensar. Sobra decir que la influencia de Sanjinés e incluso
El cine se ofrece como un lugar para disfrutar, para mirar con de Jorge Ruiz está ahí, en el baile, en la ronda de los músi-
placer y regocijo del movimiento, del cine en sí. Movimiento cos dispuestos como los pobladores en el primer corto de
circular que cobra otro sentido al de retorno en Sanjinés. Sanjinés, Revolución (1964).
Aquel movimiento circular, reminiscencia del plano se- Y no se puede hablar de Sanjinés sin pronunciar aquella
cuencia circular andino teorizado por Sanjinés y muchos palabra, revolución. Pablo Paniagua, con sus cortos Uno
más, aparece de igual manera en el corto de Miguel Hilari, (2010) y Despedida (2015), instaura en el espectador y den-
Adelante (2014). Rara avis del cine boliviano más joven, Hilari tro de la lógica de este grupo el espíritu de la revolución, de
opta por titular Adelante su corto, que va, temporalmente, la nostalgia tan presente en la literatura y en el cine soviéti-
hacia atrás. El futuro está hacia atrás. El corto documental co. Los dos cortos están construidos sobre la fotografía en
sigue tres momentos de la danza en Bolivia, la danza como blanco y negro, el blanco y negro de la memoria, y con una
identidad y paisaje de una realidad social. No olvidemos el voz en off en ruso, que recuerda a los filmes de Aleksandr
baile del Tata Danzanti del filme de Sanjinés. Sin ninguna Sokúrov, cuya marca de identidad es la intención poética que
concesión con el espectador y menos con él mismo, Hilari aparece en el uso del sonido y la voz en off. Una voz que, al
utiliza el cine para reflexionar sobre la identidad social e ín- igual que en los cortos de Paniagua, nos remite a un pasado,
tima pero también sobre la identidad del acto de filmar, la a una infancia donde algo se dejó. El sonido en los cortos de
identidad del cine y su cine, posiblemente. Paniagua permite a la imagen despegar y elevar el relato a
El personaje colectivo, pilar de la filmografía y de la Teo- un nivel superior. Y el idioma de los poetas y de los grandes
ría y práctica de un cine junto al pueblo del Grupo Ukamau escritores rusos, de “los intensos”, aporta una atmósfera po-
y Jorge Sanjinés, es un aspecto importante en el trabajo de derosa a estas producciones. En ambos cortos se respira un
Hilari, donde a pesar de hablar de temas personales, los aire de elegía constante, que se abre como una herida des-
personajes terminan siendo una comunidad, en este caso de nuda por lo que se perdió.
bailarines y sus entornos. Ignoro si las influencias de estos cortos se encuentran
En tres bloques vemos, primero, fragmentos de una pie- en la literatura rusa pero sí están, en alguna medida, en el
za de danza contemporánea, en la que se encuentran pare- cine ruso de Andrei Tarkovski, Mijaíl Kalatozov y el propio
jas, hombre y mujer. El segundo bloque nos lleva a la calle, Sokúrov. Un cine que se caracteriza por un método de re-

82 83
presentación no naturalista, la experimentación y la búsque- jado sin rebeldía a los jóvenes cineastas. Se aleja de ese cine
da de construcción de conceptos desde el montaje. Así es no solo en pensamiento, palabra y omisión, sino también
como el realizador se expone a sí mismo y su mirada se hace que piensa en maneras de distribución y exhibición alternati-
evidente. La influencia del cine soviético en este grupo de vas y diferentes para sus trabajos y los de todo el grupo, ima-
cortos es patente también por su inclinación hacia el docu- gina un mejor circuito de difusión alternativo para que sus
mental, hacia la atenuación de los límites entre la ficción y el trabajos sean vistos por un público también alternativo.
documental, que les permite explorar las posibilidades ex- Si bien estos realizadores, hijos del “proceso de cambio”,
presivas del medio. reconocen la influencia de la tradición cinematográfica bo-
Cabe mencionar que la cohesión de este grupo de reali- liviana, rehúyen a cualquier relación o asociación con esa
zadores, que ha entendido que el cine es un arte de muchos, tradición. Sobre todo porque le critican su incapacidad para
que se necesita un entorno y una afinidad de varios para resolver viejas taras del cine boliviano, como los fondos de
tener una producción constante, periódica y enriquecedora, fomento, los préstamos pendientes, la falta de formación de
se logra también desde otros ámbitos y quizá en este caso, un público y de un mercado sólido y atento a las nuevas pro-
como en el cine ruso, sea el literario. puestas y formatos.
Sokúrov establece un puente entre el cine y la literatura: «El
cineasta soviético Romm, en sus cursos en el instituto cinema-
tográfico, llamaba la atención de sus estudiantes sobre el he-
cho de que los primeros montajistas habían sido los escritores
–dice–; cada obra literaria es un himno al montaje. Porque el
escritor desplaza la atención de un punto a otro, describiendo
al principio el contexto general, por ejemplo la residencia en
la que se sitúa la acción. Pero luego pasa a lo que nosotros
llamamos la descripción del personaje principal, cómo se viste,
el calzado, después las manos, la silueta. Hay pues un plano
general, un primer plano, un plano medio. La literatura, sobre
todo la del siglo XIX, como la del inicio del XX, preparó, por
así decir, al montaje cinematográfico.»
De esta manera, desde la escritura, robustece el trabajo
de este grupo de realizadores el ímpetu intelectual y mirada
afilada de Gilmar Gonzáles, que ha sido guionista de los cor-
tos de Kiro Russo y editor del documental de Miguel Hilari, El
corral y el viento (2014). El más temible de estos enfant terri-
bles, apartado de la ortodoxia, posiblemente sea Gonzáles,
que apuesta por los errores, los cortes bruscos, el montaje
buscando sentidos, buscando la provocación y la sorpresa.
Es su manera de alejarse del “cine bonito”, perfectito, del
cine de la institución contra el que se estrella por haber de-

84 85
Del sujeto indígena en el Socavón

Natalia Möller González


Investigadora

Sabemos de sobra que la otredad indígena es un tema con-


currido del cine boliviano. Algunos dirían que se ha hablado
del tema hasta el cansancio. Tanto así, que en un periodo
reciente el cine boliviano estuvo volcado sobre temas urba-
nos e intimistas, lejos de los lugares comunes del indigenis-
mo que básicamente habían sido el campo y la revuelta. En
este marco, una de las propuestas recientes más interesantes
en torno al tema es la del grupo Socavón Cine, constituido
por varios cineastas jóvenes que si bien se presentan como
autores individuales, trabajan de forma colaborativa, de ma-
nera que su propuesta fílmica como grupo no es homogénea
aunque presenta algunos rasgos comunes, como por ejem-
plo, justamente, un interés por la otredad de la sociedad
boliviana. Si bien las cintas del grupo lidian con varias formas
de alteridad (el minero, el trabajador de la construcción, etc.)
la marca de lo indígena sigue apareciendo imperiosamente
y los cineastas la retoman con la curiosidad y el interés de un
autor que comprende su obra inscrita en lo social, «como si
hacer cine fuese saber escuchar y prestar atención», escribe
el crítico Mauricio Souza, «y no una cuestión de abandonarse
a megalomanías expresivas o bovarismos varios» (2013).
Hablar sobre la imagen del sujeto indígena tiene re-
levancia en el contexto actual boliviano porque ésta es
fuertemente administrada desde la tecnocracia estatal que
acordemente produce épicas en torno a su figura. La película

87
Insurgentes (2012) de Jorge Sanjinés y los textos críticos que Así, el régimen de la mirada indigenista −como la del Gru-
le siguieron (especialmente algunos contenidos en la colec- po Ukamau− funciona también de manera abstracta, como
ción Insurgencias) son indicios de la crisis de un realismo an- sinónimo de atención discursiva y reconocimiento, asociada
dino que ya no puede dar cuenta del “pueblo” junto al cual a cuestiones de orden ético como justicia e igualdad y de
pretendía hacer cine. Como bien observa Sebastián Morales la cual, por tanto, los “de abajo” anhelarían mayor canti-
en la colección mencionada, el plano secuencia integral que dad. Mientras que en una acepción más bien etnográfica, la
alguna vez intentó hacer suya la temporalidad andina, es uti- mirada única del científico se erige como el grado cero de
lizado en Insurgentes para justificar el gobierno de Evo Mora- observación, haciendo desaparecer la especificidad del que
les, inscribiendo al presidente en un harto masticado retorno observa y dando paso al registro de una esencia. En la acep-
heroico de lo indígena (2012). ción indigenista la visibilidad se debe abrir paso a través de
Me parece que el cine del Socavón se puede leer como obstáculos ideológicos como los close-up y el montaje de
una respuesta a esta crisis, que no consiste en darle la es- continuidad que Sanjinés desdeñaba. En el sentido etnográ-
palda, sino en revisitarla con una combinación de distancia fico de visibilidad, en cambio, la mirada científica es el sol,
crítica y respeto filial. Veo que hay una cercanía palmaria a una fuente de luz universal y total que ilumina los objetos de
las metodologías de Ukamau, como la puesta en escena con manera que parecieran resplandecer por su cuenta, ocultan-
actores diletantes y el uso de locaciones abiertas tales como do que − como el sol también– el origen único de la mirada
la ciudad, los pueblos, sus casas, los cementerios. Modos de necesariamente deja a por lo menos la mitad del mundo a
realización que suspenden, al igual que el cine de Ukamau, oscuras.
las fronteras de la ficción y el documental para dar paso a Frente a eso y para no caer en un análisis que se limite a
narrativas que buscan hacer coincidir los aspectos estéticos comprobar verdad o pertinencia de las representaciones de
del film con el compromiso social. Pero a la vez, los cortome- los indígenas en los cortos del Socavón, propongo, en cam-
trajes del grupo Socavón arrojan también una mirada mordaz bio, que lo que se juega en ellos no es la visibilidad sino for-
por sobre los tópicos instalados del indigenismo: podríamos mas de claridad y oscuridad. De modo general, los cortos del
decir que los hacen suyos para poder tenerlos a prudente grupo Socavón no lidian tanto con la realidad como con las
distancia. imágenes que constituyen lo social. En el caso de los sujetos
En cuanto a la figura del indígena, que es el tema que indígenas, por ejemplo, no proponen nuevos y más fieles re-
aquí me convoca, me interesa preguntar por la forma en tratos de su realidad, sino que complejizan los ya existentes.
que algunas cintas lidian con su visibilidad. Pero no es una Cada cortometraje resuelve la cuestión de la visibilidad del
pregunta por la visibilidad pertinente, la que busca liberar indígena de manera diversa, aun siendo de un mismo autor.
a la «verdadera Bolivia [que] existe en la clandestinidad» Dos cortometrajes del director Carlos Piñeiro realizados junto
(Sanjinés, 1979) ni mucho menos por la visibilidad de una al director de fotografía Pablo Paniagua me ayudarán a es-
cultura entendida antropológicamente, como comunidad de bozar, a modo de ejemplo, distintas formas de lidiar con la
personas que llevan una identidad sin fisuras a costa de ex- visibilización del sujeto indígena.
clusiones. Estas acepciones del término, que corresponden Una lectura de los cortometrajes Plato Paceño (2013) y
respectivamente a regímenes indigenistas y etnográficos (por Max Jutam (2010) a partir de los modos en que la figura del
lo menos a los canónicos), suponen que la visibilidad sería indígena aparece en la pantalla, precisa hacerse cargo de los
una cualidad del sujeto filmado u observado. hábitos de la mirada y de la persistencia de ciertas narrati-

88 89
vas. Así, ante la figura de la otredad indígena, la convención ño y el de la película. Apenas entonces se revela el sentido
requiere la traducción de lo desconocido (su iluminación por de tanto trajín culinario y del motivo de la desdicha de los
medio de la razón) o bien se le adjudican al sujeto indígena habitantes de la casa.
los lugares de su rescate (su redención de las penumbras). A la vez, Plato Paceño evoca a través de imágenes y textu-
Sugiero que ambos cortos de Piñeiro trastocan estas formas ras la penumbra de la pérdida, sin que para ello sea necesa-
sedimentadas de visibilidad. ria la identificación privilegiada con uno de los personajes. La
Plato Paceño, por ejemplo, combina de manera inusual el textura de la desdicha se va desplegando de a poco a medi-
cuadro costumbrista con un gesto intimista en el que una fa- da que la cámara explora los espacios de la casa y con ella,
milia y su casa juegan el rol protagónico. Un velorio y la pre- la dinámica familiar que se da, por ejemplo, entre los hijos
paración de un plato de comida confluyen en esta obra para taciturnos y la madre ajetreada en la cocina. Una explicación
dar cuenta de un ritual fúnebre indígena a la vez que nos del ritual habría, sin duda, apagado el vigor de estos frag-
acerca a través de su poética visual a la experiencia del duelo mentos poéticos. Y sin embargo, el retrato social no queda
provocado por la muerte de un ser querido. en nada aplazado. Plato Paceño lleva a cabo un juego de luz
En la cocina de una casa indígena de El Alto se prepara y penumbra que clausura el ojo científico que exige sentido
un plato paceño. Las papas están sobre el mesón y se des- y distancia frente a la alteridad. De paso, aprovecha esta pe-
granan los choclos. Por mientras, una joven se encierra en numbra para dibujar la experiencia universal de la tristeza.
el baño a trenzar desganadamente su cabello, sin responder Si en Plato Paceño el ensamblaje final de la película se
a los llamados de su hermana que la insta a salir. Las papas cierra sobre el cuerpo del muerto, completando el cuadro
ya están hirviendo. En el patio unos niños patean una pelo- y otorgándole sentido a la totalidad de sus fragmentos, en
ta y dos ancianos asisten al juego impávidos. Se fríe el que- Max Jutam la muerte y el olvido carecen de cadáveres que
so y se preparan las habas. En el patio de la casa, ante una puedan dar cuenta de un origen y un sentido étnico. El cor-
vista panorámica sobre La Paz, un joven trata de anudarse to trata de la ausencia que, estando inscrita en la superficie
la corbata sin éxito. Al interior de la casa suena de una vieja fílmica, no pertenece al orden de las cosas que irradian luz y
casetera un bolero de caballería que anuncia el rito fúnebre. pueden ser vistas.
La cámara panea sobre una habitación matrimonial en la Max es un niño que vive a orillas del lago Titicaca. Un día
que la cama está desordenada y vacía, para detenerse final- es enviado por su madre a La Paz con un paquete. Al llegar
mente en la fotografía descolorida de un hombre vestido al mercado de El Alto, el joven Max se detiene a mirar la
de uniforme. Y así sigue: a la preparación de la receta se ciudad fascinado, parado junto a una caseta de peluquero.
intercalan escenas de la casa familiar que sugieren un duelo Unos treinta años después, en el mismo lugar, Max sigue mi-
silencioso e impasible. rando la ciudad, esta vez en calidad de peluquero. Pero un
El ritual y el procedimiento técnico son tópicos del cine día decide volver al hogar materno.
etnográfico que se retoman en Plato Paceño, pero sin avidez La referencia obligada es, por supuesto, el clásico del cine
expositiva. Así como el plato se va preparando paso a paso boliviano, Vuelve Sebastiana (Jorge Ruiz, 1953). La película
la película va desplegando también de manera lenta y frag- cuenta la historia de una niña chipaya que desea irse de su
mentada su trama. Y es tan sólo en la última escena del cor- pueblo. Para Sebastiana el hambre es la razón por la cual se
to, cuando el guiso es dispuesto a modo de ofrenda sobre el quiere largar. Para Max, en cambio, el hambre que lo insta a
difunto, que culminan a la vez el ensamblaje del plato pace- quedarse, al parecer, no es tanto del estómago como de la

90 91
mirada. Pareciera, por el montaje continuo que une sin fisu- Referencias
ras la mirada infantil por sobre la ciudad y la mirada adulta
desde la peluquería, que Max hubiese estado años devoran- Morales, S. (2012), «Insurgentes: Pensar el cine boliviano». En Gon-
do la ciudad con los ojos hasta que por fin quedó saciado záles, G., Molina, M. C., Zapata, S. (eds.), Insurgencias. Acercamien-
tos críticos a Insurgentes de Jorge Sanjinés. La Paz: Escuela Popular
de ella y listo para atender al llamado que su madre le hace
de Cine, Cinemas Cine.
en una escena de su infancia: «Max, jutam», que traducido al
español significaría «Max, ven». Sanjinés, J. (1979), Teoría y práctica de un cine junto al pueblo. Mé-
xico: Siglo XXI.
El cambio de vuelve a ven en el título ya trastoca el origen
del interpelado y de quien lo interpela: mientras la interjec- Souza, M. (2013), «Hacer cine en Bolivia: sobre los cortos Enterprisse
ción vuelve podría estar enunciada desde un lugar distinto y Juku». Ramona, Opinión, 21 de julio de 2013. Recuperado de:
http://www.opinion.com.bo/opinion/ramona/2013/0721/suplemen-
del origen (de hecho, es Ruiz quien le dice a Sebastiana que tos.php?id=1234.
vuelva), ven necesariamente hace el llamado desde dentro.
Sebastiana, despachada por el bienintencionado Ruiz a su
pueblo, hace suya la promesa de la identidad originaria.
Max, en cambio, habría hecho (quizá) mejor en desoír el lla-
mado primigenio de su madre desde su infancia. Porque si
para Sebastiana el retorno significaba valorar y conservar sus
tradiciones como una condición indispensable para la vida,
para Max el retorno es lo opuesto. Cuando llega a su pueblo
encuentra que la casa de su madre es una ruina deshabitada
y después, atormentado, busca en vano los nombres de sus
familiares en las lápidas de los cementerios. Max no encuen-
tra origen ni patrimonio. Ni siquiera encuentra muertos. Las
lápidas del cementerio −el último reducto de la representa-
ción de los difuntos– no llevan el nombre de sus antepasa-
dos. Hasta en ese sentido Sebastiana tiene más “suerte” que
Max: un museo conserva a sus ancestros momificados, como
nos cuenta Ruiz en la primera secuencia de la película. Y en-
tretanto, la invisibilidad del origen y la identidad dejan a Max
en un estado más extraño aún que el de la muerte: suspendi-
do en un intersticio del que no viene ni va, o mejor dicho, del
que viene y va sin rumbo, como el oleaje del lago Titicaca
que se queda mirando en la escena final.
Pero agregaría yo que el vaivén también puede ser la pis-
ta para una nueva y más fluida forma de habitar el mundo.

92 93
TERCERA PARTE:

Textos sobre
Viejo Calavera
(Kiro Russo, 2016)

95
Viejo Calavera

Sinopsis
El Jovato del Elder Mamani ha muerto, y parece como si no le im-
portara. Sigue chupando en los karaokes, en las calles y metiéndo-
se en problemas. Pero ya nadie quiere hacerse cargo de él. Lo úni-
co que le queda es la casa de su abuela en las afueras del pueblo
minero. Allá no va a tener cómo ni con quién cañarse.
Su tío Francisco, que es también su padrino, tiene que cargar con
él, le da una mano, le consigue un trabajo en la mina. Pero a Elder
parece que no le interesa nada, todo el tiempo la está cagando
cuando palea con su padrino, se pierde en la oscuridad, no trabaja.
De todas formas ahí dentro se ha enterado de historias oscuras de
su tío. No es tan inocente, dicen, como parece.
Hay que saber arreglárselas en medio de este laberinto, en medio
de este lugar oscuro y desconocido, donde todos son otros. Medio
tocados. Por la luz de la muerte.

Ficha técnica
Título en español: Viejo Calavera
Título en inglés: Dark Skull
Duración: 1 hora 17 min
Año: 2016
Formato: 2K/ DCP
Radio: 1.1.85 / Color
Subtítulos: English, Spanish
Sonido: 5.1
Países de producción: Bolivia, Qatar
Elenco: Julio Cezar Ticona “Tortus”, Narciso Choquecallata. Anastasia
Daza López, Rolando Patzi, Israel Hurtado, Elisabeth Ramírez Galván.

97
Equipo ≈ Premio Especial del Jurado [Chile, octubre de 2016].
Dirección: Kiro Russo ≈ Festival de Cine de Carbonia, Competencia Internacional. Premio
Guion: Kiro Russo, Gilmar Gonzáles CGIL Mejor Película con tema laboral [Italia, octubre de 2016].
Producción general y ejecutiva: Kiro Russo, Pablo Paniagua, Gilmar ≈ Festival de Rio de Janeiro, Premiere Latina. Premio de la crítica
Gonzáles FIPRESCI [Brasil, octubre de 2016].
Productor asociado: Edwin Yucra ≈ Festival de Cine de Santander Nuevas Olas, Competencia
Producción de campo: Juan Pablo Piñeiro Internacional [España, octubre de 2016].
Director de fotografía: Pablo Paniagua ≈ Muestra de Cine Iberoamericano de Las Palmas de Gran Canaria
Asistencia de arte y asistencia de dirección: Carlos Piñeiro Ibertigo, Muestra Internacional [España, octubre de 2016].
Sonido directo: Marcelo Gutiérrez, Gilmar Gonzáles ≈ Festival Internacional de Cine de Viena Viennale [Suiza, septiembre
Diseño de sonido: Pepo Razzari, Kiro Russo de 2016].
Edición: Kiro Russo, Pablo Paniagua ≈ Festival Internacional de Cine de Belo Horizonte, Muestra de Cine
Contemporáneo [Brasil, octubre de 2016].
≈ Festival Internacional de Cine de Stockholm, Sección Discovery
Festivales [Suecia, octubre de 2016].
≈ Festival de Cine Internacional de Ourense, Sección Síntomas
PREMIOS [España, octubre de 2016].
≈ Festival de Cine Pantalla Latina, Muestra [Suiza, noviembre de 2016].
≈ Festival del Film Locarno, Cineasti del presente: Mención Especial
≈ Festival Internacional Pachamama Cinema de Fronteira, Competencia
del Jurado [Suiza, agosto del 2016].
Internacional. Mejor Dirección [Brasil, noviembre de 2016].
≈ Festival de Cine de San Sebastián, Horizontes Latinos: Mención del
≈ Cinebaix España, Muestra [España, 2016].
Jurado, Premio Cooperación Española [España, septiembre de 2016].
≈ Lakino Film Festival, Competencia Internacional [Alemania, octubre
≈ Festival Internacional de Cine de Valdivia, Competencia Largometraje
de 2016].
Internacional: Premio Especial del Jurado [Chile, octubre de 2016]
≈ Festival Internacional de Cine de No−Ficción Transcinema,
≈ Festival de Cine de Carbonia, Competencia Internacional: Premio
Competencia Transandina. Mención especial del jurado [Perú,
CGIL Mejor Película con tema laboral [Italia, octubre de 2016].
diciembre de 2016].
≈ Festival de Rio de Janeiro, Premiere Latina: Premio de la crítica
≈ Festival Internacional de Cine Etrevue Belfort. Premio Euro Rocks,
FIPRESCI [Brasil, octubre de 2016].
Mejor Sonido y Musicalización [Francia, diciembre de 2016].
≈ Festival Internacional Pachamama Cinema de Fronteira, Competencia
≈ Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Sección
Internacional: Mejor Dirección [Brasil, noviembre de 2016].
Oficial [Cuba, diciembre de 2016].
≈ Festival Internacional de Cine Rural e Indígena Arica Nativa,
≈ Festival des 3 Continents, Competencia Oficial [Francia, noviembre
Competencia Largometrajes: Mejor Película, Ficción [Chile,
de 2016].
noviembre de 2016].
≈ Festival Internacional de Cine Rural e Indígena Arica Nativa,
≈ Festival Internacional de No−Ficción Transcinema, Competencia
Competencia Largometrajes. Mejor Película, Ficción [Chile,
Transandina: Mención Especial del Jurado [Perú, diciembre de 2016].
noviembre de 2016].
≈ Festival Internacional de Cine Etrevue Belfort: Premio Euro Rocks,
≈ Festival Internacional de Cine de Singapur, Foco Mutating
Mejor Sonido y Musicalización [Francia, diciembre de 2016].
Mithologies. Hybrid Cinema of Latino America [Singapur, noviembre
de 2016].
≈ Palm Springs Festival, Competencia Internacional [Estados Unidos,
SELECCIONES OFICIALES [AGOSTO DEL 2016−FEBRERO DEL 2017] enero de 2017].
≈ Premiere Mundial: Festival del Film Locarno, Cineasti del presente.
Mención Especial del Jurado [Suiza, agosto de 2016]. Próximas exhibiciones confirmadas en festivales y
≈ Festival de Cine de San Sebastián, Horizontes Latino. Mención del
muestras internacionales [desde marzo del 2017]
Jurado, Premio Cooperación Española [España, septiembre de 2016].
≈ Festival de Cine de Hamburgo, Vitrina [Alemania, octubre de 2016]. ≈ Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, Competencia
≈ Festival Internacional de Cine de Valdivia, Competencia Largometraje Oficial Ficción [Colombia, marzo de 2017].
Internacional. ≈ Rencontres du cinema, Toulose [Francia, marzo del 2017].

99
≈ Festival de Cine Ibérico y Latinoamericano Ojo Loco [Francia, marzo
del 2017] Viejo Calavera13
≈ Muestra de cine latinoamericano de Catalunya [España, marzo de
2017].
≈ Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente BAFICI,
Competencia Internacional [Argentina, abril de 2017].
≈ River Run International Film Festival, Salem [Estados Unidos, abril Ricardo Bedoya
del 2017]. Crítico de cine
≈ The Art of the Real, Lincoln Center Film Society [Estados Unidos,
abril de 2017].
≈ Festival de Cine Chicago Latino [Estados Unidos, abril de 2017].
≈ CineLatino-CineEspañol 2017 [Alemania, abril del 2017].
≈ Festival Internacional de Cine Independiente Indie Lisboa,
Competencia Internacional [Portugal, mayo del 2017].
≈ Festival Internacional de Cine de Jenjou, Competencia
Internacional [Corea del Sur, mayo del 2017].
≈ Festival Internacional de Cine de Innsbruck [Alemania, mayo del Viejo Calavera, del boliviano Kiro Russo, crea un mundo pro-
2017]. pio que se posa con un pie en la observación etnográfica y
con el otro en la representación estilizada y áspera de la vida
en la mina y el socavón.
Aunque la trayectoria de Elder Mamani articula el relato, el
interés de Viejo Calavera no se concentra en el retrato de este
singular personaje. Elder es el guía que nos conduce por un
mundo de sombras, de auténtica fibra expresionista, que Rus-
so modela en secuencias sueltas, con la cámara en travelling
penetrando en espacios desconocidos y amenazantes.
Sin duda, el tenebrismo que encontramos en la obra de
Pedro Costa encuentra réplica aquí. Pero en clave de fluidez
y movilidad constantes. Una de las primeras secuencias de
la película describe el rito mortuorio de un minero fallecido.
Le preceden los lamentos de los deudos y ese clima luctuoso
marca el temperamento del filme. Un plano secuencia liga el
paisaje nocturno, que vemos con gran profundidad de cam-
po, con el interior del lugar donde yace el cadáver. Ambiente
mórbido, de superficies rugosas. En la banda sonora, los
susurros crean una impresión de congoja, a la vez auténtica

13 [Nota de los editores] Texto revisado por el autor para esta edición.
Publicado originalmente en el blog Páginas del Diario de Satán, el 8 de
diciembre de 2016. Referencia completa en la sección «Índice de textos
sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» en este volumen.

100 101
y tan construida como la apagada vibración de las voces que
nos predisponen a la aparición de lo fantástico en los filmes
El reflejo en las tinieblas14
de Jacques Tourneur.
Todo se mueve en esa alternancia entre espontaneidad y Luis Brun
preparación; entre naturalismo y artificio; entre registro direc- Realizador y crítico de cine
to y minuciosa configuración de la luz y los encuadres. Entre
la nítida impresión de realidad y la vocación formalista.
La construcción del relato no sigue las reglas estrictas
de la causalidad. Prefiere deslizarse entre episodios he-
terogéneos con el fin de captar lo que parecen hallazgos
repentinos: el enfrentamiento entre dos grupos de mineros
que intercambian insultos en tono entre agresivo y jocoso;
cuerpos que se enfrentan en un combate al estilo oriental; Entre la apertura f 1,4 y f 32, del lente de una cámara, existen
escenas de borrachera y discusiones; registro del trabajo de varias intensidades de luz, sutiles cambios si vamos paso a
las máquinas y el movimiento de sus engranajes en un tipo paso, así como entre el negro absoluto y el blanco hay varios
de montaje que evoca el cine soviético o la secuencia de la tonos de gris o en el paisaje altiplánico, entre un cerro y otro,
desnatadora en La línea general (1929) de Eisenstein. hay infinidad de tonos de ocre y verde. En Viejo Calavera
Uno de los aspectos más novedosos y fascinantes de Viejo se pueden distinguir muchas de estas sutilezas, combinadas
Calavera es el modo en que se desmarca de los tratamientos cual trazos en un lienzo. Pero, a diferencia de cualquier lien-
tradicionales del mundo minero en el cine de América Latina. zo, este parece ser completamente negro y los trazos, la in-
Quedan excluidos los acentos miserabilistas y proselitistas, tensidad de luz que poco a poco van revelando a los perso-
los discursos redentores y las tipologías sociológicas. En la najes y sus espacios. Que podemos distinguir estas sutilezas
vibración de los planos se halla, sin embargo, una mirada como espectadores en una primera instancia y que, a la vez,
crítica que descubre las contradicciones, las tensiones de sirva para crear la atmósfera aprensiva de la película, es ya un
clase, el horror y la dureza de ese mundo, y la alienación de esfuerzo importante.
sus trabajadores, sometidos a la ambivalente o esclavizante Cual mineros en el socavón, el objetivo es adentrarse
cultura del alcohol. poco a poco en lo que implica este planteamiento cinemato-
gráfico, que, como cualquier construcción artística esta ine-
vitablemente conectado con varios elementos y recursos, y
cuyo aislamiento y fragmentación solo sirven para entenderlo
o descubrirlo, para luego, inevitablemente también, reunirlo
con el cuerpo completo de la película.

14 [Nota de los editores] Este texto es una versión ampliada del publica-
do el 11 de diciembre de 2016 en el suplemento Ramona de Opinión de
Cochabamba, con el título de «Todo empezó en la oscuridad». Referencia
completa en la sección «Índice de textos sobre Viejo Calavera y Socavón
Cine» de este volumen.

102 103
El gesto pictórico Calavera trabajan a partir de cambios y pulsaciones con-
tantes entre encuadres y re-encuadres de oscuridad sobre
El emblemático contexto social del minero boliviano, en Vie- espacios minúsculos tenuemente iluminados, partiendo de la
jo Calavera, como en ninguna otra película de esta temática, oscuridad como origen y fin. Esto puede remitirnos al trabajo
sirve para explicar los oscuros laberintos de la humanidad de expresionista de las primeras décadas del cine, en el que la
un personaje, Elder Mamani, el protagonista y eje de la his- preeminencia del negro no era casual, pues servía como uno
toria. de los vehículos del uso de luz para transmitir emociones, at-
Es conocido ya, que uno de los valores de la película, que mósferas, sensaciones, ambientes y estados −algo que Viejo
la crítica internacional y nacional ha destacado en Viejo Cala- Calavera logra transmitir inmediatamente al espectador.
vera, es el trabajo de Pablo Paniagua en la dirección de foto- Pero hay otra búsqueda que me llama la atención, y nada
grafía. Ante la preeminencia del trabajo plástico en la puesta tiene que ver con el expresionismo propiamente dicho (como
en escena, sería ingenuo comparar este trabajo con la pintu- corriente o técnica), y es la búsqueda del realismo lumínico.
ra basándose en índices meramente decorativos. Evidente- Tal vez se podría decir que esto está más cercano al impre-
mente existe en Viejo Calavera y en el trabajo de Paniagua sionismo pictórico, en su definición más básica. En el caso de
un gesto pictórico, pero esto va más allá: el uso de la luz y la película, también pasa por un ejercicio mecánico y, final-
los movimientos de cámara tienen un nexo con la historia. En mente, una propuesta de abordaje ético y estético que privi-
ese sentido, nos puede servir el concepto de espacio pictóri- legia el naturalismo y aprovecha de este su potencia plástica
co de Eric Rohmer. más interesante.
Para Rohmer, el plano cinematográfico tiene dos niveles: Paniagua utiliza una cámara de ISO altísimo (sensibilidad
por un lado, es tridimensional por el relacionamiento que de la cámara), que permite trabajar incluso con luz de luna
existe entre los objetos móviles y el espacio y los ritmos que sin necesidad de otros apoyos. Esto, que en un principio
estos generan. Aunque esto puede ser una abstracción, es puede parecer una mera novedad tecnológica o gancho co-
parte de la percepción que el espectador experimenta cuan- mercial, propone una nueva técnica en el manejo de la luz y
do ve una película. Por otro lado, el plano tiene una materia- plantea un nuevo tratamiento de la imagen que puede incidir
lidad bidimensional, pues es un cuadro enmarcado, y en este no solo en el “tono” que se quiere dar a una película sino en
sentido se emparenta con la pintura, las modulaciones y los su discurso final. Esta cámara es importante tanto por su sen-
cambios en las líneas y formas (la construcción y el trazado). sibilidad a la luz como por su tamaño relativamente pequeño
En el caso del cine, estas vendrán a partir del movimiento, al en relación con otras cámaras de video.
que se suman elementos que se comparten con la imagen Desde la primera secuencia de la película llama la aten-
fija, como el ritmo (el ritmo imaginado de la imagen fija) y la ción el uso de estos recursos: ubicando la cámara en un
tensión. Y claro, el movimiento comulga inevitablemente con lugar minúsculo, un callejón angosto en algún lugar de
la luz, o al menos, necesita hacerlo. Huanuni donde Elder está oculto, aparentemente después
Es paradójico (y no es la única paradoja de esta película), de robar a algún transeúnte. Se dispone el encuadre de tal
que el trabajo fotográfico de Paniagua transcurra entre inten- forma que solo una línea de luz vertical conecta la oscuri-
cionalidades artísticas diversas, que dan cierto eclecticismo a dad en la que se encuentra Elder con la calle transversal de
la imagen, así como eclético es también su montaje. ¿Cuáles la cual provienen voces en off, y cuya acción solo imagina-
son estas variaciones? Los movimientos de cámara en Viejo mos. A continuación, Elder se encuentra en una discoteca

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de intensa y ruidosa luz negra, en cuyos espejos se va per- tropical. Aquí la composición es, además de geométrica, un
diendo por momentos la profundidad y en donde todos conjunto de pulsaciones orgánicas.
parecen iguales. Elder toma una billetera y escapa. En un La descripción logra que comprendamos las sensacio-
travelling (como un Trainspotting boliviano), el protagonista nes de Elder, sus emociones, su ánimo, pero finalmente,
escapa por las calles de Huanuni, seguido, fuera de cuadro, no comprendemos sus razones, y menos las de su padrino,
por los afectados. cuyo silencio, a medida que la película pasa, es más eviden-
En las tres escenas iniciales ya se plantean estas dos di- te y llamativo. ¿Es necesario comprender sus razones?, no
mensiones de la fotografía de Viejo Calavera: la búsqueda necesariamente. Todo depende de lo que nos propone el
por el naturalismo, pero circunscrito a una búsqueda narrati- director, la película es una especie de acuerdo implícito entre
va y estética concreta, un deseo de control sobre la imagen, espectador y realizador.
que se reprime para dejar clarificar o potenciar la realidad. Se dice que una de las claves para todo buen guion es
Esto es determinante para entender al protagonista y su que las escenas tengan una estructura similar al todo: es de-
mundo. Elder está en esencia descolocado en relación a su cir un inicio, nudo y final, y que además esta escena contribu-
realidad y así lo está en la imagen, siempre con un pie en la ya, con cualquier recurso a dar un paso hacia adelante en la
sombra, a punto de perderse en el fondo, mostrándose tími- trama. En Viejo Calavera, este “inicio, nudo y final”, se da a
damente en los pocos resquicios de luz que tiene. Esa luz, través de la imagen, a través de espacios que se van constru-
que es en la oscuridad, como las bocanadas de aire de un yendo entre la luz y la cámara. Esta última es la brújala que
hombre que se ahoga lentamente en un mar oscuro. nos guía a través de una trama que parece etérea, que por
momentos tiende a escaparse de nuestras manos.
Escenas enigmáticas se dan en la conjunción de esta pul-
El espacio como opción narrativa sión entre la causalidad y lo descriptivo. A continuación, al-
gunos momentos que ilustran esto.
Para armar la historia de Viejo Calavera existe, por un lado, la El protagonista cruza de una casa a otra buscando algo
necesidad de una narración mínimamente estructurada que y entra al cuarto de la abuela. En medio de la búsqueda, la
pueda darle un rumbo a Elder Mamani, y darle sentido a su cámara que hace un plano secuencia, deja a Elder, y parece
padrino. Por otro lado, está la necesidad de explicar el mun- volverse una especie de mirada subjetiva del protagonista y,
do de Elder, de describir su universo emocional, cual bosque al mismo tiempo, una tercera persona muy similar a la cáma-
que va revelando pistas detrás de los árboles. El espacio ver- ra documental (la mirada del director). En ese momento la
sus la acción. abuela empieza a hablar de la muerte de su hijo y también
En contraposición a la “imagen-acción” hollywoodense, de la muerte de su esposo, ambos no parecen distinguirse
en Viejo Calavera se privilegia el espacio. El montaje, que a claramente en el relato, lo que resulta más inquietante.
momentos parece ecléctico, tiene dos rasgos particulares: el En la escena que describe el accidente de Elder en la
de la secuencialidad de la causa-efecto, usado para hilvanar mina, escena que me recuerda al accidente que sufre uno de
una historia mínimamente estructurada; y otro, más intere- los personajes de Juku, (cortometraje de Kiro Russo de 2011
sante, de las “capas que fluyen” y se van superponiendo a que precedió a Viejo Calavera), nuevamente la aparente su-
través de elementos naturales, como el fuego, la piedra, el cesión de hechos se vuelve ambigua cuando en el momento
agua, la tierra y los verdes pálidos de un inesperado paisaje climax de la escena, Elder está a punto de caerse y aparece

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el padrino. Silente como siempre, parece no conmoverse con grupo Ukamau, y los comunica o acerca más con corrientes
la precaria situación de si ahijado, su rostro neutro da a mu- contemporáneas del cine internacional y también nacional.
chas interpretaciones. En muchas de las secuencias de la película, descritas ante-
Es evidente, que la opción de usar el espacio como cata- riormente, hay una suerte de extrañeza y hasta incomodidad
lizador de la historia, y dejar que el tiempo fluya encerrado que surge de la tensión entre los diferente factores mencio-
en las pulsaciones internas (rítmicas interiores y no en la con- nados, que construyen la historia de un minero con una nue-
catenación de secuencias), es arriesgado. La otra opción, la va mirada.
de construir una historia en base a acción causa/efecto, pudo Russo, Paniagua y Gilmar Gonzáles (co−guionista), como
desnaturalizar las intenciones y objetivos del autor. En ese parte de todo el proceso, buscan, por un lado, el aconteci-
sentido, la decisión final no parece un camino errado. miento real, que surja en la cámara de la manera menos arti-
ficiosa posible; lo que Robert Bresson consideraba como “un
encuentro”.1 Sumado a esto, también se busca jugar con la
El sentido del acontecimiento creado temporalidad y pulsaciones rítmicas propias del plano, esas
temporalidades que Tarkovski intentaba explicar en su céle-
Esta breve revisión a la película Viejo Calavera no estaría bre Esculpir en el tiempo y que adquiría elocuencia en sus
completa si no explora más a fondo en lo que sus creadores imágenes. Ahora bien, Bresson también decía que esta bús-
intentan y, posteriormente, consiguen al ponerle énfasis a la queda por el acontecimiento real debería tener un “alguien”
construcción visual y espacial. En la película se da un juego a quien encontrar. En este sentido, Viejo Calavera atraviesa
que me animaría a denominar como poético, en el sentido la dimensión de lo emocional más que la de comprender o
que los objetos, espacios y personas van transmutándose, responder a las preguntas de Elder. Es posible que, así como
con otros objetos, espacios y personas. la poesía, exista un devenir de sustancias que van decan-
Considero que Viejo Calavera no es solo un mero ejercicio tándose, de a poco, en la extrañeza, en la incomodidad, en
de virtuosismo técnico, como en algunos casos se acusa a la oscuridad, en la digresión, en lo aleatorio y hasta circular,
esta película, sino que incorpora en esta búsqueda textos de repetitivo y monótono de la vida de Elder. ¿No ésta acaso
diferentes lecturas. una descripción posible de la vida de un minero boliviano, o
Lo que sorprende (positiva o negativamente, dependien- simplemente, de la vida de un boliviano?
do de las expectativas del público) y, en otros casos, con- La virtud de Viejo Calavera está en haber preferido inda-
mueve, es que se haya planteado esta forma de abordaje gar en las profundidades de Elder, antes que en las profun-
cinematográfico, a un espacio y temática, históricamente didades de la mina propiamente dicha (como espacio social,
tratado con recursos propios del melodrama, del documental político, cultural); pero, al mismo tiempo, haber usado esta
institucional cuasi periodístico, del más básico volante pro- última para poder transmitir la primera, como metáfora,
pagandístico o el cuestionable enfoque etnográfico condes- como contenedor idóneo para hablar de un individuo que
cendiente. Viejo Calavera parece no cuadrar con ninguno de vive y transita una realidad. Pretender entender, “decir” esa
estos esquemas. realidad, “responder” a sus interrogantes, sería una tarea
Esta suma de factores son parte de la nueva mirada de más ambiciosa y tal vez inútil.
los realizadores en cuestión, y creo yo, el trecho que los va Y vuelvo al tema: los mineros. De alta connotación polí-
poco a poco alejando de las influencias y búsquedas del tica, por muchos años se los ha querido retratar como una

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masa sin rostro, o mejor dicho, como una masa con un rostro con años y años de recurrentes fallos. Elder podría ser un
genérico. No hablaré aquí de lo pernicioso que esto puede funcionario público, podría ser un comerciante, un chofer
ser. Pero sí del “click” o quiebre que puede ocasionar el de micro, podría ser cualquiera de nosotros, pero es un mi-
darle una individualidad o rostro al minero boliviano. Y sí, nero, y vive en Huanuni. En ese sentido, la puesta en esce-
esto también viene de la mano de la propuesta estética, en na nos abre una infinidad de puertas.
la elección de encuadres y movimientos; y, por otro lado, El cambio de localización en las escenas finales de Viejo
está la constante búsqueda de explorar el rostro de Elder y Calavera es una de esas puertas que se abren y al mismo
confrontarlo con el de sus compañeros, al punto que, por tiempo nos vuelven a descolocar, pues nos demuestra que
momentos Elder se mimetiza (como parte de esa masa con el socavón puede trasladarse a la selva tranquilamente. No
rostro genérico) entre ellos, e incluso se mimetiza con la mis- es ya la fascinación por la luz en las tinieblas del subsuelo
ma textura de la piedras, para luego irrumpir abruptamente, el motor que motiva a Russo. Son otros los elementos que
nuevamente único, nuevamente individuo. «No soy para la se utilizan para explicar a Elder: el laberinto del bosque, o
mina», dice, corre, se escapa, sigue corriendo cuando se la lánguida luz de la mañana en los yungas, tamizada por
ahoga en alcohol, roba, quiere morir, quiere matar y luego nubes, son sin duda un contraste que podrían sugerirnos un
sigue corriendo. Ese espacio no es para él y, al mismo tiem- cambio o un nuevo “estado” en la vida de Elder. Sin embar-
po, es él. Es como si Elder de repente, al aceptar ser minero, go, solo nos hacen pensar en lo paradójico de su proceder y
haya pagado un tour a su propio ser, algo así como atravesar también en lo emblemático de su realidad: sus compañeros
un espejo opaco al infierno personal. reunidos en un ágape, ya con copas encima, cantan «Los
Esta mirada se acciona a través de una mirada externa, mineros volveremos», con el mismo vacío que un grupo de
la de Russo, que, si bien ha logrado entablar con ellos vín- graduados puede cantar «Rasguña la piedras», en un viaje de
culos muy fuertes, y conocerlos en profundidad, no deja ser final de curso. En este ambiente interrumpe Elder con cuchi-
ajeno a ellos. Las implicaciones de esta situación no hacen llo en mano para matar a su tío sin éxito, ya sea por inutilidad
más que plantear un nuevo imaginario del minero, válido o falta de convicción. Al día siguiente, luego de perderse
como cualquier otro, y necesario además. Cuando Russo por el bosque oscuro del yunga, en la resaca general, Elder
imagina a un minero se pone en su lugar y articula una serie carga al padrino aún dormido, y lo cuida mientras vuelven
de nuevos recursos e imágenes que enriquecen la narrativa a Huanuni en la parte trasera de un camión. Nuevamente,
acerca de este tema. Si bien en Viejo Calavera hay alcohol, la contradicción y la extrañeza, las pulsiones y la tensión de
sufrimiento, algo de la realidad sindical (algo forzada o de toda la película. Y lo emblemático radica justamente en la
contrabando), carencias y violencia, todas dimensiones aso- aparente relativización del momento climax de la historia:
ciadas con los mineros popularmente, estas se abordan de desde la cuasi patética escena del intento de asesinato al
una manera distinta. Además, se explora otras dimensiones, padrino, hasta el fallido momento de revelación o epifanía
como un conflicto de identidad ligado a una historia familiar que viene después, se plantea que ese centro medular que
marcada por la fatalidad. También vemos como una socie- es el minero para la identidad boliviana atraviesa otra crisis,
dad estrangula a una persona que no acepta un supuesto menos estridente, menos romántica, menos idealizable, y
“destino”, o como ese destino, paradójicamente, pasa a que puede ser la crisis de otros espacios también. Es la crisis
imprimirse en la vida de Elder inevitablemente, así como de las sustancias intimas del ser y su relación de pertenencia
fue con su padrino o su abuela, mujer que parece cargar con un espacio, con una sociedad, con un grupo, con una

110 111
familia y la imposibilidad de definir un futuro sino es a través
de la negación de todo. Otra vez, es la oscuridad el inicio
Elder Mamani: una tendencia de los
de todas las cosas. Puede que esto no sirva completamente personajes orureños
como final para una película, pero plantea una gran pregunta
que se aloja en los laberintos de nuestra memoria y trascien-
de la oscuridad de la mina. Y, también, la oscuridad de la sala Hanan Callejas B.
de cine. Comunicadora social

Referencias
Bresson, R. (2007), Notas sobre el cinematógrafo. Madrid: Andora
ediciones.
La identidad regional proviene del territorio en el que se
Rohmer, E. (1977), L’organisation de l’espace dans le Faust de Mur- haya nacido, es una forma más específica del ser con cos-
nau. Paris: Union Générale d’Editions. tumbres y ritos que tiene cada región. Según María Teresa
Tarkovski, A. (1997), Esculpir en el tiempo. Madrid: RIALP Edicio- Arcila, dentro de la narrativa es importante la región para
nes. construir personajes con características particulares. La pro-
Villafañe, J. (2002), Principios de teoría general de la imagen. Ma- cedencia de los personajes es importante en la trama de las
drid: Pirámide. películas bolivianas. En mi investigación La representación
de identidades en largometrajes bolivianos de ficción (2003
al 2013)15 se propone que los personajes pertenecientes a
ciertas regiones tienden a tener ciertas características que los
hacen particulares.
En este artículo se hará una breve descripción de algunos
personajes de largometrajes de ficción bolivianos, según su
identidad regional, para dar paso al análisis de la tendencia
de los personajes orureños, retratados en la película Viejo
Calavera de Kiro Russo. Se tomarán en cuenta sólo los largo-
metrajes de ficción nacionales desde el 2003 hasta la actua-
lidad, periodo denominado por la citada investigación como
la segunda etapa del cine boliviano.
Los personajes paceños, por ejemplo, desempeñan roles
de delincuentes, narcotraficantes o políticos corruptos, y las
representaciones se debaten entre los contrastes en la ciu-

15 [Nota de los editores] Tesis de grado en la carrera de Comunicación


Social, Universidad Católica Boliviana «San Pablo», La Paz, 2015.

112 113
dad entre ricos y pobres. El alcohol y la fiesta son elementos Son muy pocas las producciones nacionales que han te-
fundamentales porque hacen caer en la “perdición” social, nido como locación principal a Oruro o que sus directores
económica y moral a los personajes. Esta tendencia se puede sean orureños. Las pocas representaciones realizadas sobre
observar en los siguientes personajes: Fernando en Los hijos esta ciudad se debaten entre el Carnaval y las minas, como
del último jardín (Jorge Sanjinés, 2004), Juve en El cemente- en los largometrajes Esito sería (Julia Vargas, 2004), Evo Pue-
rio de elefantes (Tonchy Antezana, 2008), Pedro en Hospital blo (Tonchy Antezana, 2007), Jucus Ninja (Juan Carlos Soto,
Obrero (Germán Monje, 2009) y Leonardo en Pandillas de El 2013) −esta película es tomada en cuenta porque el director
Alto (Ramiro Conde, 2010). es orureño y la temática es minería− y Viejo Calavera.
En cambio, la característica de los personajes cruceños es Esito sería tiene como personaje principal al argentino
su ingenuidad, lo que desencadena sucesos que son provo- Gaudencio, que llega a la ciudad de Oruro a través de su ami-
cados indirectamente por ellos. La mayoría de los directores, go Ramón Quintana, minero y músico. Al llegar a la ciudad,
cuando se trata de hablar de Santa Cruz, hacen alusión a su amigo muere, entonces Gaudencio es recibido por Rosa,
la belleza femenina, por ejemplo. Algunas películas donde quien le dice que se quede para ver el Carnaval de Oruro, ya
se muestran estas características son Dependencia sexual que ella baila caporales. Por su parte, Evo Pueblo es una pe-
(Rodrigo Bellott, 2003), ¿Quién mató a la llamita blanca? lícula biográfica que narra la vida del presidente Evo Morales.
(Rodrigo Bellott, 2005), Provocación (Elías Serrano, 2010) y El En Oruro se filman los primeros años del presidente, la vida en
Juancho y el Pancho (Paz Padilla, 2013). el campo de sus padres, las travesías con su mejor amiga de la
Entonces, ¿cuáles son las características de los personajes infancia y los primeros años de colegio.
orureños? Partiendo de esta pregunta se analizará la opera Jucus Ninja es una película filmada mayormente en Poto-
prima de Kiro Russo, Viejo Calavera. Esta película es impor- sí; sin embargo, el director, Juan Carlos Soto, es orureño y la
tante no sólo por haber ganado reconocimientos en festiva- productora también. La película cuenta la historia de mineros
les internacionales, como Locarno, San Sebastián, Valdivia, que fueron despedidos y optan por robar minerales para
entre otros, sino por dar pie para desarrollar una tendencia sobrevivir. Paralelamente, otro grupo de mineros entra en
de los personajes orureños, debido a que es el primer lar- conflicto con militares y empresarios, por pedir mejores con-
gometraje de ficción −del periodo señalado− con temática diciones de seguridad en el interior de los socavones. Esta
minera, filmado en Oruro.16 producción fue filmada en los centros mineros de Llallagua,
La película será analizada desde dos vías. En primer lugar, Siglo XX, Catavi y San José.
se hará una comparación entre el personaje principal, Elder La trama de la película Viejo Calavera gira alrededor de
Mamani, y otros personajes orureños, para conocer cuáles Elder Mamani, un personaje alcohólico que vive en la ciudad
son las particularidades de estos personajes. Luego, se reali- minera de Huanuni, en Oruro. Sus padrinos, al ver que está
zará un análisis del contexto de la película. yendo por malos pasos y después de la muerte de su padre,
deciden llevarlo a vivir con su abuela y hacerlo trabajar en la
mina de Huanuni con el padrino Francisco, que siente la res-
16 [Nota de los editores] Este artículo se enfoca en los largometrajes de ponsabilidad de cuidarlo.
ficción bolivianos del periodo 2003 a la actualidad. Por lo tanto, el análisis Pero ¿qué pasa con Elder Mamani? La característica del
no toma en cuenta producciones anteriores al periodo señalado, ni produc- personaje principal es que es alcohólico, se despreocupa por
ciones documentales o de ficción de realización extranjera sobre la temáti-
su bienestar y el de su abuela, no le interesa trabajar y huye
ca de la minería y/o filmadas en Oruro.

114 115
constantemente de la autoridad. No es apreciado por sus los personajes indígenas? ¿Son relegados de las historias?
compañeros de trabajo y comete actos delictivos, como ro- ¿Qué pasa con ellos y ellas? En Viejo Calavera estas pregun-
bar. Sin embargo, termina sintiendo aprecio hacia su padrino, tas tienen respuestas, la película desafía esa tendencia de
por el esfuerzo que este hace por él, para que siga trabajan- filmar en locaciones urbanas y llevar las historias a lugares
do en la mina. poco explorados por el cine boliviano actual.
Las características de los personajes orureños dialogan También es por ese motivo que se rescata el trabajo que
con las de los personajes paceños, especialmente en el caso ha estado haciendo la productora Socavón Cine, con cor-
de Elder Mamani. El alcohol y la fiesta son predominantes, la tometrajes como Plato Paceño (Carlos Piñeiro, 2013) y Juku
mitad son delincuentes. Sin embargo, lo que los diferencia (Kiro Russo, 2011), donde las historias tienen un contenido
del resto de los personajes regionales es que los personajes cultural e histórico que refleja los diferentes contextos de
orureños tienden a desempeñar roles como mineros y tienen varios bolivianos y bolivianas que no viven en los grandes
una fuerte representación cultural sobre las devociones que centros urbanos.
tienen a la Virgen del Socavón o al Tío del Socavón. El cine boliviano se ha caracterizado, desde sus inicios, por
Si bien otros largometrajes de ficción del periodo 2003 a ser un cine indigenista, en el que lo indígena era una herra-
la actualidad presentan personajes mineros, Viejo Calavera mienta de reflexión. Jorge Sanjinés comenta en una entrevista
es la única filmada en Oruro que se centra en la minería. La que «el cine es afrontar la realidad, para que este sea el espe-
mina de Huanuni es el centro minero más importante de jo de la sociedad y se pueda llegar a una reflexión colectiva,
Bolivia, salvó al país de las crisis económicas en los años 90 con el fin de mejorarla» (2002). Viejo Calavera logra retratar
y actualmente es una de las principales fuentes de estaño. una realidad que estaba ahí, que conocíamos, que veíamos y
Muchos mineros al trabajar en este oficio han tenido que escuchábamos, pero que pocos han podido llevarla a la panta-
arriesgar su vida y la de sus familias, es un trabajo de mucho lla grande, desafiando la tendencia y contando historia con un
riesgo, no sólo físico sino, también, económico. contenido reflexivo y cultural. Sin embargo, las características
Actualmente, muy pocos largometrajes de ficción bolivia- del personaje principal recaen en la línea de construir roles
nos reflejan este tipo de contextos, es decir, una historia que que siguen un patrón, donde el personaje es alcohólico y/o
transcurra dentro de una mina y que sea mayormente filmada delincuente. En ese sentido, me pregunto: ¿será que esta ge-
en el altiplano. De acuerdo con los datos que se obtuvieron neración de directores pueda crear una nueva tendencia para
en la investigación citada, el 74% de las películas bolivianas construir personajes del occidente boliviano?
exhibidas entre el 2003 y el 2013 han sido filmadas en la ciu-
dad y sólo un 5% han sido filmadas netamente en el campo.
En la primera etapa del cine nacional (1925 - 2002) −deno- Referencias
minada así por la investigación−, la situación era diferente:
los directores tendían a filmar en el campo, el 52% de las Arcila, M. T. (2006), «Elogio de la dificultad como narrativa de la
películas se desarrolla en espacios rurales y sólo el 4% en la identidad regional en Antioquia». Historia crítica, núm. 32, julio−
ciudad. septiembre 2006. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.
Hoy en día, las historias tienen nuevas locaciones, los di- oa?id=81103203.
rectores eligen un contexto más urbano. Pero, si se ha redu- Callejas, H. (2016), «La representación de identidades en largome-
cido la cantidad de filmaciones en el campo, ¿dónde quedan trajes bolivianos de ficción (2003 - 2013)». En Bolivia: escenarios

116 117
en transformación (ed. Centro de Investigaciones Sociales). La Paz:
Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del Esta-
Viejo Calavera17
do Plurinacional de Bolivia.
Sanjinés, J. (2002), «Neorrealismo y Nuevo Cine Latinoamericano:
John Campos Gómez
La herencia, las coincidencias y las diferencias». Ponencia para
Programador
el Seminario «La influencia del Neorrealismo Italiano en el cine
latinoamericano». Rio de Janeiro: Festival Cinesur de Cine Lati-
noamericano. Recuperado de http://www.virnayernesto.com.ar/
VYEART53.htm.

Revestido de ficción, Viejo Calavera, primer largometraje de


Kiro Russo, nos arrastra hacia las minas de Huanuni para ha-
cernos vivir su oscuridad y sentir su aspereza. Pero además
oímos a la mina, sus ecos, los chirríos de las máquinas que la
penetran y los jadeos de las personas que la trabajan. El viaje
iniciático de Elder Mamani es sólo una delgada línea narra-
tiva que atraviesa el luctuoso retrato cinematográfico de ese
pueblo obrero, tanto espacial como humanístico. Lo ficcional
que bordea y perfora lo documental. El argumento como ex-
cusa para adentrarse en un espacio insondable, inclemente,
pero que late.
Película claroscura. Lúgubre.
Simbólicamente, Viejo Calavera es como una recíproca
entrega de generosidades: los mineros confían a Kiro Russo
la naturaleza de sus convivencias, de sus comportamientos, y
él les devuelve esta película que los comprende y respeta.

17 [Nota de los editores] Texto revisado y ampliado del originalmente pu-


blicado en el catálogo del XXIII Festival de Cine de Valdivia. Referencia
completa en la sección «Índice de textos sobre Viejo Calavera y Socavón
Cine» de este volumen.

118 119
Narrar con la mirada

Valeria Canelas
Escritora

En el inicio de la película, vemos a Elder, el protagonista de


Viejo Calavera, en un karaoke donde las luces de colores al-
ternan con la música electrónica, mientras las personas ensa-
yan diversos movimientos, algunos más acompasados, otros
más arriesgados y que simulan patadas voladoras y movi-
mientos de kárate. Inmediatamente después, Elder debe salir
corriendo del establecimiento, perseguido por los trabajado-
res del karaoke luego de haber provocado algún altercado.
Un largo travelling acompaña su huida en medio de la noche
abierta del altiplano. Más adelante, cuando el joven empiece
a trabajar en la mina, bajo el auspicio de su tío y padrino, su
cotidianidad se desarrollará en la oscuridad del socavón. Este
contraste entre ámbitos cerrados y espacios abiertos conti-
nuará en diversas formas a lo largo de la película.
Dentro de la mina los halos sutiles de luz trazan el soca-
vón que la cámara recorre a tientas. Nunca reconocemos del
todo esos espacios dibujados por la luz y por los precisos
movimientos de la cámara, simplemente nos entregamos a
la experiencia sensible de la mina. La impecable labor de
montaje nos muestra la maquinaria de la mina, que trasmite,
a través de los planos detalle y el intenso sonido industrial,
el ritmo frenético y alienante del trabajo minero. El socavón
contrasta con la amplitud gélida del altiplano, también ne-
gra, sembrada de pequeñas casas de adobe iluminadas te-
nuemente por la luz de las velas. En una de ellas se realiza el

121
velorio del padre de Elder durante uno de los acontecimien- do, en los términos que plantea el filósofo francés Jacques
tos iniciales del filme. La cámara nos guía por los espacios de Rancière. Entonces, el problema no se encuentra, nos dice
las casas y por los oscuros exteriores, los rostros de los do- Rancière, «en la validez moral o política del mensaje trasmi-
lientes se iluminan brevemente mientras el llanto de la abue- tido por el dispositivo representativo. Se encuentra más bien
la de Elder y las respiraciones de los asistentes sostienen la en ese dispositivo mismo. Su fisura deja ver que la eficacia
tensión narrativa. En este sentido, uno de los grandes logros del arte no consiste en transmitir mensajes, ofrecer modelos
de Viejo Calavera es una narración depurada de artificios de o contra-modelos de comportamiento o enseñar a descifrar
guion y estructurada en los detalles que apelan fuertemente las representaciones. Consiste antes que nada en disposi-
a lo sensible: la precisión de la luz y el silencio que rodea a ciones de los cuerpos, en recortes de espacios y de tiempos
la oscuridad andina, el alienante ruido de las máquinas de la singulares que definen maneras de estar» (2010).
mina y la respiración húmeda de los mineros cuando viajan Así, la manera de estar de Elder que, en un principio,
de vacaciones a la selva. puede parecernos errática, confusa e incluso irritante, es cla-
En la película los aspectos técnicos están perfectamente ve no sólo en el nivel narrativo sino también en el lenguaje
articulados con la construcción del relato a partir del magnífi- cinematográfico que construye la película. El joven minero
co trabajo en la fotografía y el sonido. Ambos aspectos reve- es un personaje poliédrico, atormentado por la muerte de su
lan una concepción cinematográfica que renueva las formas padre, un suceso que nunca queda del todo claro pero del
de contar una historia y de apelar al espectador a partir de que parece ser culpable su tío y padrino Francisco. Elder se
acontecimientos sensoriales que construyen un dispositivo debate entre la venganza y la lealtad, lo que constituye su
de representación. En este sentido, la película no pretende tormento y su incapacidad de encontrar una moral propia
simplemente representar la realidad de Huanuni y de los mi- que le indique cuál camino seguir. Ante esta disyuntiva para-
neros. Si entendemos este término en la doble acepción, po- lizante, prefiere hundirse en la bebida, en un gesto que cons-
lítica y artística, que Gayatri Spivak ha señalado, en el sentido tituye un doble descenso a las profundidades de las minas
de “hablar en favor de” y de “re-presentar”, podemos decir y a las del alcohol. La visión desenfocada de la cámara que
que Viejo Calavera se constituye como un dispositivo repre- reproduce el estado de ebriedad del personaje se vuelve aún
sentativo más complejo. más confusa en la noche del altiplano. De igual forma, los
Viejo Calavera se nos presenta como un dispositivo de lo principios éticos de Elder son borrosos e inestables, de ahí
sensible que inaugura formas de mirada y ahí radica su pro- que sea un personaje complejo y con múltiples ángulos de
funda potencialidad política. La película de Kiro Russo logra mirada, algo que el lenguaje formal de la película transmite
construir un ámbito de lo sensible en el que nos introduci- en su propia materialidad.
mos y en el que podemos (re)conocer, a tientas, la experien- A través de la biografía atormentada de Elder comproba-
cia de la mina. De esta forma, mientras la historia individual mos que la vida acaso es esa tenue unión de fragmentos pu-
de Elder se va desarrollando, como espectadores construi- ros de sensibilidad, iluminados por los halos de luz de la me-
mos las herramientas de mirada que se requieren para una moria en los que algunas veces es la mirada y otras el oído
experiencia que interpela con vehemencia nuestra sensibili- los que nos dictan la narratividad intuida de lo que se recuer-
dad en lugar de entregarnos una historia narrada mediante da. Elder, el antihéroe de las minas, finalmente parece elegir
modalidades representativas convencionales. De ahí que el la lealtad, y quizás el perdón, hacia el que ha sido su mentor
filme posibilite la construcción de un espectador emancipa- desde la muerte de su padre. La secuencia final trasmite esta

122 123
liberación con un plano del joven y su tío en la parte trasera
de una camioneta, emprendiendo posiblemente el retorno
Sin duendes en las minas18
a su hogar. La profunda sincronía que se alcanza en Viejo
Calavera entre la emocionalidad confusa de Elder, la técnica Mónica Delgado
empleada en el filme y los escenarios elegidos, la convierte Crítica de cine
en una película fundamental del cine contemporáneo.

Referencias
Rancière, J. (2010), El espectador emancipado. Buenos Aires: Ma-
nantial. Traducción Ariel Dilon.
Spivak, G. (2003), «¿Puede hablar el subalterno?». En Revista Co- En Viejo Calavera de Kiro Russo, el mundo de los socavones
lombiana de Antropología, vol. 39, enero – diciembre 2003. adquiere un ángulo distinto, lejos de las típicas representa-
ciones del cine social o de carácter etnográfico, ya que se
apuesta al retrato de un personaje inusual. Se aleja de lo
mítico, supersticioso, la denuncia ambientalista o la inten-
ción antropológica para mostrar el perfil de un outsider en
un contexto real pero a la vez simbólico, donde la noche se
difumina con la oscuridad propia de las minas.
Elder, el protagonista, es un marginal en todo sentido:
una carga familiar, un pésimo minero, borracho y sin ami-
gos. Desde los primeros planos, Kiro Russo lo describe, en
una secuencia antológica a ritmo de Kano y su italo dance,
dentro de los elementos de su entorno natural: la marihua-
na, el alcohol, la discoteca y el robo. Y tras la muerte de su
padre −que según lo que cuentan otros personajes, fue un
ser opuesto a él−, Elder queda bajo el apoyo de un familiar,
quien lo lleva a trabajar a una mina de la comunidad. Los
avatares de un outsider dentro de esta colectividad en las
sombras es el gran eje de Viejo Calavera.
Kiro Russo decide para la puesta en escena un recurso
expresivo que difumina las noches con la profundidad de las

18 [Nota de los editores] Texto publicado originalmente en la página De-


sist Film, el 15 de febrero de 2016. Referencia completa en la sección «Índi-
ce de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» en este volumen.

124 125
minas. Y allí su mayor logro, anclado en un riguroso trabajo Viejo Calavera va construyendo un Elder Mamani desde
de fotografía. En su primera parte, hay una intención de pro- el movimiento, desde los travelling laterales que lo ven huir
vocar una linealidad de tiempo donde la oscuridad, las linter- tras un robo, desde la cámara que lo sigue detrás por los so-
nas, las velas, el brillo lunar, parecen concatenarse y colocar cavones a la luz de las linternas, o bañándose en estado de
a Elder en esta tiniebla permanente, en un espacio donde duermevela en la oscuridad dentro de la mina de Huanuni,
se le obliga a estar. Esta incomodidad del personaje que se sobre todo para mostrar su lado iracundo y alcoholizado, que
muestra fuera de lugar se confronta con la poca empatía con se afirma en aquel desenlace notable, donde el viaje parece
el grupo de mineros con los cuales trabaja: es un peligro, de- corroborar su deseo de estar en ningún lado.
bido al problema de alcohol que va enviciando el ambiente
laboral y familiar.
En algunas escenas de Viejo Calavera la cámara adquiere
la “estética” de la embriaguez −tomas desenfocadas, contra
planos frontales, fundidos− para describir la relación de Elder
con aquellos que lo rodean, en este ciclo de madrugadas y
amaneceres continuos. Por otro lado, la expresividad y ora-
lidad de los personajes, tanto hombres y mujeres, como los
diferentes sonidos que afloran de las máquinas de la mina o
de la misma noche, permiten construir también un entorno
sonoro particular, igual de cuidado como la apuesta de una
fotografía de lo nocturno.
Russo propone un quiebre en el tono de la puesta en
escena, en lo que podría llamarse como segunda parte, y
que contiene un efecto liberador marcado por la revancha
que decide tomar Elder ante sus compañeros de mina, y
que es mostrada a través de su irrupción en una jornada de
esparcimiento, que incluye alcohol, piscina y canciones de
índole social o de denuncia. Cambia el escenario, de la os-
curidad pasamos al día, a espacios luminosos, a un mundo
de hombres más enfático, pero donde la terquedad de El-
der sigue intacta. Más bien el protagonista parece centrado
en subvertir ese entorno de trabajo, en el deseo de lograr
siquiera una transformación de ese “sistema” que parece
aburrirle, para el cual está vedado y que, a todas luces, apa-
rece como decisión irracional o efecto de alguna resaca. Por
ello, el desenlace del filme remite a un arranque sutilmente
anárquico, que afirma la intangibilidad de la terquedad de
este personaje.

126 127
Crónica con calavera en mano

Stefany Diez de Medina Rojas


Literata y comunicadora

Debo admitir que fui a ver Viejo Calavera con muchas expec-
tativas porque conocía el trabajo previo de algunos de los
realizadores y por su recepción en festivales internacionales,
y eso suele jugarme en contra. Sabía que iba a encontrarme
con un cine que privilegiaba la imagen, pero no pensé que
aquello iba a embelesarme a tal punto de olvidarme de la
lentitud con la que se desarrolla la trama.
Cuando aparecieron los créditos y se prendió la luz de
la sala de cine, me vino esa sensación de que la película no
podía terminar ahí, que había algo extraño en el relato y eso
no me permitía afirmar con 100 por ciento de seguridad que
sí me había gustado la película. Me dije: Ya, es una de esas
películas con estructura más abierta, en que se dejan vacíos
para que el espectador haga interpretaciones y las llene,
pero ¿realmente está bien logrado? ¿Ya, listo, a Elder le dan
un sopapo, ¿y ya no quiere vengarse?; pero ¿por qué saca a
su tío del lugar de vacaciones?
Al salir del cine, con las personas que me encontraba era
inevitable comentar lo bien lograda que estaba la fotografía,
y otros cuantos también reparaban en el sonido. Personal-
mente, la escena en la que el protagonista Elder baja por
primera vez al interior de la mina y se muestran las diferentes
máquinas en funcionamiento quedó marcada en mi memoria,
por un momento creí sentir cómo era estar en la mina traba-
jando y ahí me di cuenta del valor del sonido.

129
Cuando escuchaba estos comentarios positivos, me Como una semana después, leí la crítica de Sergio Za-
sentía mal de arrojar la duda respecto al guion y al manejo pata y él daba por seguro que la escena final mostraba que
del relato. Capaz sólo para mí el final era muy abierto y la Elder se había reconciliado con su tío. Ahí me di cuenta
historia no terminaba de cuajar, aunque algunos amigos me que con ese final para mí funcionaba menos el relato. Me
dijeron que igual habían tenido esa sensación de que algo pregunté: ¿por qué para Zapata la interpretación del final
le faltaba a la historia. Sin embargo, no profundizamos en el era tan clara? Parece una reconciliación, porque Elder abri-
por qué. Yo me quedé con la duda clavada y con ganas de ga a su tío en el auto y descansan juntos, pero eso no quita
volver a ver la película. el hecho de que se lo está llevando del lugar donde están
A los pocos días del estreno, un contacto de Facebook sus compañeros aun disfrutando su vacación y no se tiene
compartió una crítica de Mónica Heinrich19 sobre la película certeza de a dónde se lo lleva y para qué.
y otro contacto en común comentó que ella había detestado Cuando una amiga me pidió acompañarla a ver la pe-
la película, que la imagen era muy linda, pero que no pasaba lícula, no dudé en hacerlo. Quería comprobar si, al verla
nada y era aburrida. En ese momento comencé a pensar en lo por segunda vez, el final se me hacía menos abierto y si re-
de las expectativas. Esta era una historia de venganza, pero el paraba en detalles del diálogo que me permitan entender
momento en que esta debería cumplirse, el protagonista es mejor la trama. La película se me hizo menos lenta y reparé
fácilmente frenado y parece desistir. Entonces, me pregunté: mucho más en los personajes, ¿por qué la abuela de Elder
¿los relatos que leí y que vi en otras películas me habían acos- parece ser la única que no le dice que su papá era una bue-
tumbrado a que la venganza tenga que cumplirse o que el na persona?, ¿por qué los personajes que interpelan a Fran-
perdón sea más explícito? ¿El personaje de Elder, al llevarse a cisco permiten que él se quede callado sin dar aclaraciones
su tío de los Yungas, estaba vengándose de otra forma? ¿Los sobre cómo murió el papá de Elder?, ¿por qué Elder sigue
personajes tienen una lógica “otra” y eso hace que la historia trabajando en Huanuni y se va de vacaciones con los mine-
no se desarrolle como uno (o sea yo) esperaría? ros a pesar de que escribieron una carta pidiendo su trasla-
Leí la crítica de Heinrich y reparé en que dijo que la pelí- do? Estas preguntas hicieron que piense en que si no había
cula le había dejado una sensación «agridulce», sobre todo algo muy idiosincrático en la manera en que actúan los per-
por el manejo de la trama y la calidad de las actuaciones. sonajes respecto a sus conflictos, los cuales no terminan de
Luego leí la reseña de Fernando Molina publicada en su encarar o los dejan en la ambigüedad de lo irresoluble.
muro de Facebook, quien calificó al filme de «preciosista» y Finalmente, un día apareció la reseña de Mauricio Souza
«retórico», porque se enfocaba casi exclusivamente en los y lo primero que resalta es que, según este crítico, Viejo
aspectos formales y era un ejercicio técnico impecable, pero Calavera tiene como intertexto a Hamlet. No sé por qué
sin mucho contenido.20 Sin embargo, ni Heinrich ni Molina no había pensado en esa historia de venganza. Al finalizar,
explicitaban cómo habían interpretado el final. Souza aclara: «Viejo Calavera no es Hamlet. En un país en
el que la violencia es rutina y no catarsis o deber, nunca
19 [Nota de los editores] Una versión revisada por la autora del texto, pudo serlo». Esto confirmaba mi apreciación de que esta
publicado originalmente el 13 de diciembre de 2016, se publica en este era una historia de venganza, pero que no seguía la lógica
volumen.
habitual de este tipo de historias en virtud del lugar donde
20 [Nota de los editores] El texto se publicó también en el sitio web Tres se desarrollaba y los personajes.
Tristes Críticos, el 9 de enero de 2017. Referencia completa al final de este
artículo.

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En este punto, quizás mi interpretación de la trama se posa, sus colegas, su ahijado) le dejan salirse con la suya. A
vea malograda por mi lectura sociológica de los bolivianos, pesar de que desean tener respuestas, no intentan diferen-
pero es lo que ha elucubrado mi cabeza para que la his- tes acciones para conseguirlas y así, ni ellos ni el especta-
toria tenga sentido, aunque nunca sabré si los guionistas dor, pueden resolver con certeza este aspecto del conflicto;
buscaban esta lectura. Mucho se repite que el boliviano no no les queda más que dejarlo en la ambigüedad y al pare-
tiene memoria y aunque es bueno para protestar, también cer logran seguir su vida con ello.
termina por resignarse, distraerse y dejar pasar las cosas, Por último, está la abuela de Elder. Al inicio de la pelí-
“ni modo, así nomás es” y así el conflicto permanece, pero cula la vemos llorar por su hijo difunto y se lamenta porque
ya no conflictúa. Es difícil que personajes con esa lógica no sabe quién la acompañará en una serie de actividades
logren consumar una venganza o imponer decisiones, de de su día a día. Esto nos hace pensar que tenía una buena
ahí que parezca que todas sus acciones son fútiles y que relación con él. Todos los mineros que hablan del padre de
terminan por dejarse llevar. Elder mencionan que era una buena persona, que incluso
Existen diferentes ejemplos que me hacen pensar que ayudó a que se “encaminara” Francisco. Sin embargo, hacia
los personajes de Viejo Calavera se guían por dicha lógica la mitad del filme, la abuela de Elder le cuenta cosas sobre
que, si bien la identifico boliviana, también simplemente su papá que muestran otra faceta de él, que a ella la pega-
podemos llamarla una lógica “otra”. Esto lo veo en el he- ba, le pedía el dinero que ganaba y que por eso ahora esta-
cho de que todos los mineros se quejan de Elder e incluso ba nomás mejor sin él. No se muestra cómo reacciona Elder
alguien redacta una carta que, además de denunciar las ante esta información que le da su abuela; a mí me hizo
irregularidades de su contratación, pide que se lo trans- cuestionar que el padrino sea el malo y el padre difunto el
fiera; pero el joven sigue trabajando con ellos. Cuando vi pobrecito con respecto al asunto del misterioso accidente.
la película por segunda vez, creí notar que, cuando Elder Este contraste total entre la imagen de los mineros y de
se accidenta en la mina, algunos piensan que es de suerte la anciana sobre el padre de Elder es otra muestra de ambi-
mantenerlo porque curiosamente no se lastimó grave- güedad. Por otro lado, el personaje de la abuela es otro que
mente. Si es así, al parecer una superstición hace que la sigue esta lógica de resignación, pues al parecer recién cuan-
decisión antes tomada no tenga efecto y esta hilacha de la do muere su hijo es capaz de quejarse de su situación, pero
trama queda como que en nada. hasta antes de eso se aguantó nomás esos malos tratos.
Precisamente, estos mismos mineros en otra escena ha- Ahora, todas estas elucubraciones sólo tienen razón de ser
blan sobre lo olvidados que están por el gobierno, que ya si el final te pareció tan abierto como a mí. A mí me gustan
no tienen la significancia de antes, pero esto no desemboca este tipo de relatos que hay que re apreciarlos para terminar
en un debate que le dé tintes políticos al filme. Por el con- de interpretarlos, pero también me gusta que te den pistas
trario, cambian de tema y deciden dónde ir para sus vaca- más claras o que apunten hacia otros intertextos (no he vis-
ciones. Nuevamente aquí veo ese gesto de resignación. to que nadie elucubre sobre el título). Supongo que debo
También veo esta lógica de “dejar pasar” en el silencio aprender a leer mejor las imágenes. En fin, no me queda más
de Francisco. Aunque lo interpelan sobre las circunstan- que seguir buscando otras críticas y decir “así nomás es”,
cias en que murió el padre de Elder, este se queda callado porque tampoco quisiera que salgan los realizadores a expli-
cuando le hablan del tema, no da información alguna para citar la trama, aunque me dé curiosidad.
resolver este misterio de la trama y los personajes (su es-

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Referencias Lecciones de oscuridad de
Heinrich, M. (2016), «Cine boliviano: Viejo Calavera». Aullidos de la Viejo Calavera21
calle, 13 de diciembre de 2016. Recuperado de: http://aullidosde-
lacalle.net/cine-boliviano-viejo-calavera/.
Molina, F. (2017), «Viejo Calavera». Tres Tristes Críticos, 9 de enero Santiago Espinoza A.
de 2017. Recuperado de: http://trestristescriticos.com/viejo-calave- Crítico de cine
ra/.
Souza, M. (2017), «Viejo Calavera: Hamlet en Huanuni», Página Sie-
te, 1 de enero de 2017. Recuperado de: http://www.paginasiete.
bo/ideas/2017/1/1/viejo-calavera-hamlet-huanuni-122104.html.
Zapata, S. (2016), «Desde las sombras de la cinefilia… Viejo
Calavera». Página Siete: Letra Siete, 18 de diciembre de 2016.
Versión digital disponible en: http://www.paginasiete.bo/letra- Detrás de una aparente austeridad logística, técnica y dis-
siete/2016/12/18/desde-sombras-cinefilia-viejo-calavera-120394. cursiva, Viejo Calavera, primer largo de Kiro Russo, encierra
html. una ambición portentosa, que se expresa en el despliegue
de múltiples niveles de construcción. Al igual que las minas
en que se sumerge, la cinta explora y explota diferentes ve-
tas, que amplían y enriquecen su interpretación, pero que
deparan también puntos ciegos. Es una obra compleja que
se presta a un sinnúmero de lecturas, pero también a algu-
na confusión. Su ambición es proporcional a sus riesgos. Su
brillo se expone permanentemente a la oscuridad, de la que
–con perdón de Herzog− bien podríamos colegir algunas
lecciones.

Lección 1: Las oscuridades no conviven

No por nada promocionado como “un viaje a la oscuridad”,


Viejo Calavera ensaya, en efecto, una inmersión en las ti-
nieblas que visualmente se materializa en las minas, pero
que también cobra otras formas: la borrachera, el silencio,

21 [Nota de los editores] Texto publicado en una primera versión en el


suplemento Ramona de Opinión de Cochabamba, el 18 de diciembre de
2016. Referencia completa en la sección “Índice de textos sobre Viejo Ca-
lavera y Socavón Cine” de este volumen.

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la muerte y, por supuesto, la noche. De hecho, bien podría La rotundidad de estas imágenes no solo habla del sentido
asumirse la trama del filme como un “concierto conflictivo” estético del director de fotografía, Pablo Paniagua, sino del
de noches, un escenario en el que diferentes nocturnidades inminente destino de oscuridad que depara la mina para sus
se encuentran, colisionan y explotan. El protagonista, Elder habitantes. Un destino del que quiere escapar Elder Mamani,
Mamani, es un joven intratable que llega a trabajar a la mina que, aun cargando su particular oscuridad, trae consigo una
de Huanuni (Oruro), obligado por la muerte accidental de luz solitaria que se resiste a ser desaparecida por la penum-
su padre y arrastrado por su tío/padrino también minero. Su bra, que no renuncia a su libertad ni siquiera adentro de la
naturaleza díscola le impide adaptarse al trabajo en los so- mina, ahí donde puede seguir siendo él mientras empina una
cavones y a la convivencia con sus compañeros, a los que se tras otra botellitas de alcohol puro, se da un chapuzón en un
enfrenta con una hostilidad destructiva. Tampoco es capaz arroyo o duerme al pie de la maquinaria de trabajo. Y es que
de dejar el alcohol, un vicio que lo vuelve paria entre los mi- la lucha de este minero involuntario no persigue un bien co-
neros, pero también en su familia: no tolera el silencio de su mún supremo, no está contaminada de ideologías, no opone
padrino en torno a la misteriosa muerte de su padre y no es resistencia a un gobierno; su lucha es contra esa condena de
capaz de comunicarse con su abuela que parece más cerca explotación y oscuridad opresiva que le impone el trabajo, la
de los muertos que de los vivos. Así pues, Elder ingresa a la mina. Su revolución no está en su condición de minero, sino
mina cargando una particular noche: una oscuridad a la vez en la negación de esa condición. Su particular revolución no
autodestructiva y liberadora, que impacta con la oscuridad aspira a empoderarse políticamente a través de su fuerza de
claustrofóbica y represiva de los socavones mineros. Para un trabajo, sino a eludir el trabajo. Relegada la conciencia revo-
malviviente como Elder, entregado al alcohol y otras drogas, lucionaria de los mineros (más preocupados por vacacionar
la mina encarna el mundo del trabajo, una cárcel con poquí- que por pedir mejores condiciones de trabajo) y diluida su
simos reductos de fuga. Para un minero punk como Mamani, memoria histórica en una versión alcoholizada y grotesca de
que rehúye de cualquier atadura social e institucional y se «Los mineros volveremos», Elder Mamani es la única revolu-
consagra a vivir solo para sí mismo, la mina es una condena ción posible adentro de la mina.
de pertenencia a una colectividad de la que no quiere ser
parte. Para un veinteañero hedonista como Elder Mamani,
que −literalmente− se mea en las convenciones, las respon- Lección 2: La redención no siempre cura
sabilidades y el sentido de futuro, el ingreso a la mina es
la oscuridad
también el ingreso a una vida adulta en la que ya no le será
posible vivir el presente y nada más.
Puede pecar de muy antojadiza, pero una lectura narrativa
La mina encarna, pues, una oscuridad que se devora todo
de Viejo Calavera podría permitirnos denominarla como una
lo que llega a sus entrañas, que extingue los destellos de
suerte de Divina Comedia minera, que desciende al infierno
rebeldía y de libertad con que la alumbran visitantes aún no
oscuro de la mina, donde se desarrolla la mayor parte de su
teñidos por su singular negrura, como Elder Mamani. Eso
metraje, para luego ascender al purgatorio de los Yungas y
es lo que sugieren las recurrentes secuencias en que el pro-
finalizar en una carretera que parece rozar el cielo/paraíso.
tagonista se adentra solitario y errabundo en las cavernas
Esta idea se soporta en las secuencias de descensos –por es-
del Posokoni, con la lámpara de su casco iluminando cada
caleras o ascensor− al interior de la mina, pero también en el
vez menos las arrugadas paredes de los laberintos mineros.

136 137
diseño sonoro que alterna el silencio tenebroso de los soca- tentación de la redención y traicionan la naturaleza nocturna
vones con la sinfonía de aullidos, de estertores y de rugidos de Mamani. Y al traicionarla, suspenden la oscuridad en la
de las máquinas que operan los mineros. Elder/Dante hace el que mantienen sumido al espectador y lo obligan a salir a la
camino llevado por su tío Francisco/Virgilio. No obstante, el luz sin saber por qué y cuando aún no está preparado para
papel de este no es tanto de guía bienhechor como de can- abandonarla. Esta es una trampa a la que se expone Viejo
cerbero mudo. Este Virgilio traslada a Dante a la oscuridad, Calavera en virtud de esa ambición aludida al principio, pues
pero no lo guía a través de ella. Lo sumerge al infierno, pero su compromiso con la belleza plástica de la última secuencia
no para que emerja de él. parece ser mayor que su compromiso con la vocación oscura
Se entiende que este calvario es una condición impres- de su protagonista.
cindible para que el protagonista alcance su redención, para
despojarse de una vez por todas de su nocturnidad y dar
rienda suelta a la pequeña luz que guarda. Sin embargo, es Lección 3: El cine pertenece a la oscuridad
en esta cadena narrativa que Viejo Calavera tropieza al inten-
tar saltarse unos imprescindibles eslabones. El traspié más Han insistido los realizadores de Viejo Calavera en que su
evidente es el que se produce en el desenlace del filme, en película sea vista en una sala oscura de cine, por tratarse
el momento en que Elder experimenta alguna epifanía y se de una obra formalmente pensada y ejecutada para experi-
lleva consigo a su tío/padrino, en un intento por salvarlo (o al mentarse a un alto nivel sensorial. La oscuridad ejerce una
menos eso parece). Lo extraño es que el filme no aporta los vez más de fetiche para justificar esta apuesta. Y no es para
elementos necesarios para entender el origen de esa epifa- menos. Harto se ha valorado la capacidad de la fotografía
nía. De un momento a otro, apenas unas horas después de de Paniagua para introducir al espectador adentro de las
haber intentado matarlo, el protagonista parece perdonar a minas, al punto de hacerle sufrir su fuerza opresiva y sus
su tío cancerbero y se lo lleva consigo para hallar juntos la picos de temperatura. De la foto corresponde, también,
redención, pero sin que se entienda bien por qué lo hace, o rescatar su búsqueda de una puesta en escena pictórica,
qué milagro lo ha hecho ceder a una imprevisible nobleza. en la que la cámara recorre en travelling laterales rostros,
Ese salto de tiempo y de espacio no termina de funcionar cuerpos, objetos y paisajes, cual si estuvieran enmarcados
como una elipsis, en la medida en que no permite al espec- en cuadros de una galería, separados solo por el vacío som-
tador completar la trama o asumirla abierta. La progresión brío que hay entre una y otro. Y si hubiera que elegir una
dramática del personaje de Elder se detiene y, de un brinco secuencia en particular, el suscrito se decanta por la prime-
incomprensible, lo acomoda en un desenlace celestialmente ra, uno de los mejores inicios del cine boliviano: un robo de
redentor (con una música inmejorable: un Adagio de Ales- cartera (no) visto desde un callejón de Huanuni, una calada
sandro Marcello), que es visualmente bello, incontestable- profunda de cigarro, un recorrido coreográfico por una dis-
mente bello, pero que deja un regusto de incongruencia e coteca y una persecución por las calles el pueblo, detonada
inverosimilitud. por un nuevo asalto del Viejo Calavera. Y eso por no ha-
Daría la impresión de que la película le impone un final blar de la secuencia que le sigue, la que tiene lugar en las
demasiado luminoso a un personaje que ha encontrado en la pampas de Huanuni, con la sola iluminación de la luna y de
oscuridad –la suya, no la de la mina− su libertad más genui- algunas linternas que generan un clima sobrenatural para la
na. Russo y Gilmar Gonzales (autores del guion) ceden a la historia.

138 139
No menos decisivo para la redondez formal del filme es
su sonido, pocas veces tan creativamente aprovechado en el
Promesa fallida del alba22
cine boliviano, en este caso para subrayar la atmósfera esca-
lofriante de los parajes en sombra que recorren los persona- Mónica Heinrich
jes. De su oficio en el montaje puede hablar esa magnífica Crítica de cine
secuencia que revela el funcionamiento de las tripas de la
mina: esa bestia de explotación industrial que deshumaniza a
todo el que toca y en la que el hombre es apenas un engra-
naje más.
De la suma de estas cualidades se desprende una puesta
en escena de la oscuridad que es capaz de descubrirnos una
belleza que desconocíamos o habíamos olvidado: esa que
se detiene en la superficie oscura, accidentada y endurecida Un callejón. Un robo. Un protagonista: Elder Mamani.
de la materia, y brilla solo en la medida en que su entorno Una discoteca. Diosa. La banda italiana Kano sonando con
permanece en la sombra, un destino al que esa fracción ilu- su tema de 1983 «Ikeya Seki». El tema disco es en honor a un
minada ha de también volver más temprano que tarde. Se cometa “suicida”, un cometa de esos que pasan rasantes al
trata de una oscuridad que nos remite, cómo no, a la propia sol.
condición primigenia del cine: la promesa de un rostro por La gente baila. Elder baila, baila y bebe, y vuelve a robar,
iluminar, de un paisaje por ver, de un mundo por descubrir. esta vez dentro de la Diosa. Abandona la pista, sale y corre en
medio de la noche, dejando atrás calles, huyendo del mereci-
do castigo. La música del cometa “suicida” lo acompaña.
Entran los créditos.
Viejo Calavera tiene un inicio brillante. En la oscuridad de
la butaca, con los acordes ochenteros de Kano aún en tus
oídos, ese resplandor te hace susurrar «wow».
Más adelante sabremos que este anti-héroe recibe la no-
ticia de que su padre muere en sospechosas circunstancias,
y casi casi por herencia él debe entrar a las minas y hacer lo
que su progenitor hizo toda su vida: ser minero.
Para eso cuenta con el apoyo de su padrino Francisco,
otro minero que usando su reputación y la del difunto consi-
gue que Elder empiece a trabajar en Huanuni.
A Elder, por supuesto, no le interesa. Elder está en otra.

22 [Nota de los editores] Texto publicado en una primera versión el 13 de


diciembre de 2016. Referencia completa en la sección «Índice de textos
sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este volumen.

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Lo vemos recorrer pasadizos, ajeno a sus compañeros, ajeno Los guionistas, además, caen en la tentación de remarcar-
a lo que se espera de él, ajeno a la mina misma que se con- nos muchas veces que Elder es un mal tipo. No solo a nivel
vierte en un personaje más. Siempre es de noche. Elder tra- visual, sino con innecesarios textos que repiten lo que ya
baja en la mina y todo es oscuridad, y sale de esa oscuridad hemos visto desde los dos robos iniciales. Hay una secuencia
a la noche. Para él las 24 horas las vive en penumbras. en la que Elder llega borracho y orina las cosas de los com-
Es evidente que la fotografía de Pablo Paniagua está en pañeros, luego vemos a un personaje hablar con Francisco
su mejor momento. En este caso eleva a Viejo Calavera, la (en una propuesta experimental), quejándose de sus fecho-
levanta con todo ese know how que ya le hemos visto a lo rías, pegado a eso está la lectura de una carta con el rosario
largo de su filmografía como director de foto. de acusaciones de los compañeros contra Elder y la solicitud
La tremenda fotografía de Paniagua se disfruta, se admira de que lo trasladen… de paso lo pringan al padrino por tráfi-
y se agradece. Sin duda alguna, es lo más bonito que nos ha co de influencias.
dado el cine nacional en los últimos tiempos. Ya entendimos, mal tipo.
A ese punto muy alto, se le suma otro igual de poderoso: La película tiene pocos diálogos, pocos textos, y aun así
el diseño de sonido. Gracias a él nos sumergimos en Huanuni esa austeridad no fue bien administrada. Sufrí con algunas
y somos cómplices de las andanzas de Elder Mamani. Disfru- interpretaciones, directamente me sacaron de la trama y me
tamos a pleno de un sonido que envuelve al espectador y lo hicieron pensar en el artificio. Hicieron que deje la historia y
lleva de la mano a través de la película. me fatigue porque el ‘actor’ de turno estaba teniendo pro-
El guion de Russo y Gilmar Gonzáles, sin embargo, no blemas para largar su texto.
llega a cumplir la promesa de sus primeros cinco minutos. Después, así, como digitado divinamente, llega el acci-
El embeleso se va deshaciendo a fuerza de la repetición o dente de Elder. Lo más flojo de todo el metraje. Tanto en
alargamiento de situaciones que solo buscan remarcar lo ya puesta, como en actuación y en coherencia del guion.
visto. A ratos, queda la sensación de ser un alargamiento Esto, obviamente, es una apreciación personal, se podría
para llegar a cumplir los minutos necesarios que conviertan la pensar que “esa es la idea”, mostrar la vida rutinaria y repe-
historia en un largometraje. titiva de un personaje como Elder, y usar la apuesta experi-
Russo dijo en una entrevista que a él le interesaba un cine mental (plano de personaje que habla sin que se vea o inter-
sensorial, donde lo más relevante es el sonido y la imagen, venga el interlocutor) para darle mayor énfasis a esa rutina, a
incluso por encima de los actores o el guion. Visto el resul- esa cacofonía. Y luego, para que parezca que algo más pasa,
tado, el director ha sido fiel a su manera de ver el cine. Viejo colocar el accidente. Forzada metáfora del peligro al que se
Calavera es un ejercicio estilístico impecable, de un rigor téc- enfrentan día a día nuestros amigos mineros.
nico sin posibilidad a cuestionamientos, pero con problemas Esa falencia narrativa ya la había notado en los anteriores
narrativos y actuaciones que van de lo regular para abajo, trabajos de Russo. Tanto en Enterprisse (2010), Juku (2011) y
detalles que a estas alturas no se pueden obviar. Nueva Vida (2015) hay una sólida apuesta estética, un querer
Sé que se trata de actores naturales, que no tienen un arriesgarse en lo formal, pero las historias nunca terminan de
“oficio” dedicado a la interpretación, pero para eso está la despegar.
dirección de actores, para trabajar hasta que el resultado sea Aún así, el final de Viejo Calavera es tan hermoso como el
algo más que una recitación de textos lanzados mecánica- inicio. Elder con su padrino, en el camión, ya fuera de la os-
mente al infinito. curidad, con una luz diurna anegada de neblina, el muchacho

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cubriendo con la manta a quien atacó la noche anterior, un Nuevamente, fieles a nuestra idiosincracia, se lanzan fue-
viaje hacia las soñadas vacaciones y el Concierto en D Menor gos artificiales y cohetes que afirman se ha puesto la piedra
de Alessandro Marcello acompañándolos. Una suerte de ma- fundamental del nuevo cine boliviano. ¿Es así? ¿Es Viejo
tiz a un personaje que hasta el momento ha sido mostrado Calavera una película de culto, que será referencia para las
siempre desde una óptica negativa. Funciona. Como imagen próximas generaciones? ¿Ha marcado un antes y un des-
suelta funciona muy bien. pués? Hay que esperar.
No está de más recordar que esa piedra fundamental fue
celebrada igual con los trabajos de Bellott, Boulocq y por ahí
Final del spoiler me dejo alguien más en el tintero. Pasó el tiempo y segui-
mos en las mismas.
Porque sí, la película de Russo tiene imágenes o situaciones Quizás los hechos precisos son que Viejo Calavera es una
muy lindas, bien trabajadas que generan emoción (las lin- película impecablemente filmada, y que además goza de una
ternas en la noche estrellada, el inicio, el final, la doñita que buena aceptación que traspasa el patio trasero que significa
dice que no tiene con quién hablar, la silueta que se pierde el circuito de cines nacionales. La película de Russo está sien-
al fondo de la mina y se lleva la luz con él, el golpe bajo del do exhibida fuera del país y ya pasó por varios festivales eu-
canto minero), pero en el resultado global me dejó una sen- ropeos y latinoamericanos, cosechando algunos premios. Lo
sación agridulce. de los premios no es garantía de nada. Los premios, como
Discursivamente, Russo apunta a que es una película con decía Lucrecia Martel, hablan más del jurado que de los ga-
una fuerte postura política, que no quiso adoptar una mirada nadores. Pero sí me parece rescatable que al ser selecciona-
paternalista sobre los mineros, que no quiso seguir un este- da o invitada, la película tenga la posibilidad de ser vista por
reotipo… debo decir, con mucha sinceridad, que lo que vi otros públicos.
en pantalla es el estereotipo que tengo del minero. Incluso Porque en Bolivia, si hacés una película te podés llenar la
Elder, responde a cierto estereotipo andino. Ya hablando boca hablando de lo genial que te quedó, de lo capo que
netamente de lo político, Bolivia es un país de historia mi- sos, de las fórmulas que manejás al dedillo, de los auspicios
nera. La minería es nuestra segunda industria de extracción, que conseguiste o de la gente que metiste en sala, pero si
si los mineros paran, se para el país. Lo vivimos hace poco no salís de tu canchón, ya sea con una distribución netamen-
con tristes consecuencias. Muy bonito lo del compañerismo te comercial o a través de festivales, «la primera película bo-
minero, la separación generacional de la actividad minera, el liviana de tal o cual cosa», «la única que bla bla bla», «la que
duro oficio, las condiciones siempre adversas a cualquier ser rompe esquemas de bla bla bla» son solo palabras al viento.
humano, pero la ‘fuerte postura’ política insinuada es una có- Quiere decir que tu película no aprueba ni para que un dis-
moda aproximación a las minas. Casi turística y de esas que tribuidor te la compre y la exhiba en otros países, ni para que
se venden bien como exotismo festivalero. un festival la acepte.
Con esto no quiero decir que la película debió ser más ¿Cuántas películas bolivianas son “nini”? ¿Ni para distri-
“comprometida” políticamente, me parece mejor que no sea bución ni para festivales? En ese sentido, Viejo Calavera sale
un filme onda Ken Loach, lleno de mensajes sociales/políti- de las películas “nini” y cumple con la aspiración de ser una
cos evidentes, solo hago una apreciación de lo dicho por el película no solo para que la vean los familiares, amigos y los
director y de lo que vemos en pantalla. O sea, de la pose. cuatro gatos que vamos a los cines locales.

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En mi adolescencia leí una novela que se llama Socavo-
nes de angustia, que narra algunas historias de vida en las
Elogio de la luz
minas. La analogía perfecta tanto para la película que reseño Breves reflexiones en torno a Viejo Calavera
como para el futuro del cine nacional es Sebastiana, uno de
los personajes principales que reflexiona sobre la oscuridad
que siempre rodea a los mineros. Al finalizar el libro, la do- Andrés Laguna Tapia
ñita dice: “Siempre es noche oscura para nuestra gente… Crítico de cine
¿cuándo llegará el alba?”
Ajá.
¿Cuándo?

Por lo que viene haciendo el colectivo Socavón Cine, muchos


esperábamos que Viejo Calavera sea el nuevo milagro del
cine nacional. Y, no, no creo que lo sea. Pues eso implicaría
que su éxito sea inexplicable, de origen divino y, tal vez lo
que es más importante, que sea un objeto cinematográfi-
co perfecto. No es nada de eso. El primer largometraje de
ficción dirigido por el talentoso Kiro Russo es el resultado
de un arduo y sostenido trabajo, de un proceso, que tiene
importantes precedentes en sus cortometrajes. En ellos se
anunciaron temas, preocupaciones y exploraciones formales
que son lo más sustancioso de Viejo Calavera. Justamente,
por ese extraordinario manejo del lenguaje del cortometraje,
todo parecía indicar que la transición al largo sería natural,
fácil y absolutamente feliz. Lo que no resultó ser tan eviden-
te. La película es fragmentaria y confía en el fuera de campo,
tal vez de manera excesiva. Busca que más allá del plano los
personajes se complejicen y que la historia se complete, lo
que no siempre pasa. La cinta sigue caminos que, evidente-
mente, no tienen nada de malo en sí mismos, pero que son
arriesgados y, por tanto, difíciles de llevar a buen puerto.
Como toda obra que realmente merezca ser comentada, Vie-
jo Calavera depende del visionado comprometido y predis-
puesto del espectador, de su interpretación, de que su subje-
tividad llene los espacios vacíos. En buena medida eso es lo
más sugerente de su propuesta. Es una obra que reta al pú-

146 147
blico. Pero, indudablemente, eso no la exime de problemas. pensar en otras reivindicaciones sociales. Con eso nos están
Algunos de los más graves radican en que los personajes, diciendo algo. Aquí radica la ruptura principal con lo que
por momentos, terminan siendo arquetipos funcionales a la mostró Jorge Sanjinés en El coraje del pueblo (1971), cinta
trama, que esta no siempre se sostiene por sí misma y, algo con la que me es imposible no comparar Viejo Calavera, por
que cada vez es más común en el cine “profesional” bolivia- ser el otro gran referente de “cine minero de ficción”.23
no, hay una desmedida y a veces deshonesta estetización de En la película del grupo Ukamau, cuando se toma en con-
los paisajes y escenarios en los que se desarrolla (de pronto, junto una decisión se la celebra. Se bebe y se canta. Hay una
cada rincón de Bolivia tiene una belleza apabullante, lo que íntima relación entre lo político y lo ritual, algo que puede
es una manipulación). ser característico de las organizaciones sindicales bolivianas.
Comenzando por el realizador de la cinta, hay quienes Algo similar pasa en Viejo Calavera, pero hay grandes dife-
niegan la naturaleza política o social de Viejo Calavera. rencias. Además, de que en una película lo que se decida es
Tengo la impresión de que eso responde a la necesidad de dar apoyo a la guerrilla y en la otra el lugar en el que se vaca-
eludir ciertas responsabilidades. Específicamente, cuando de cionará, la representación de los mineros en la de Sanjinés es
manera antojadiza se nos esboza el retrato de los mineros de un colectivo, en cambio en la de Russo es de un conjunto
como el de un grupo que no es revolucionario más que en la de individuos. Lo que no es inofensivo. En ese mismo senti-
retórica y que es, valga la redundancia, apolítico. Debemos do, algo más que llama la atención, en Viejo Calavera se in-
tener claro que, de manera general y amplia, la política es un tuye una ritualidad banalizada. Es fascinante la evolución del
proceso por el que comunidades o grupos sociales específi- minero como personaje cinematográfico boliviano, como ha
cos persiguen objetivos colectivos. En el que buscan resolver cambiado desde el cine de Jorge Ruiz24 hasta el de Russo, de
o conseguir algo que los afecta, en el marco de una estruc- ser un agente de cambio social a ser una suerte de hipérbole
tura de reglas, códigos, convenciones e instituciones. Por de la sociedad (boliviana) contemporánea, aunque las huellas
tanto, cuando Russo y Gilmar Gonzáles, autores del guión, y de lo que fue siguen más o menos presentes. Russo afirmó
Pablo Paniagua, director de foto, deciden mostrarnos a este que decidió excluir lo folclórico, en pocas palabras, no ocu-
colectivo altamente organizado, estructurado y con priorida- parse de algo que está relacionado hasta la caricatura con
des muy específicas, nos develan que es un grupo altamente los mineros bolivianos: el Tío de la mina y la Pachamama. El
político. Tienen objetivos comunes y mecanismos para con- mismo hecho de que el director sea incapaz de diferenciar al
seguirlos. Lo evidente es que la política que practican no es folclore con la cultura, nos hacen entender algunos flaquezas
la misma de hace 50 años. Estos mineros no luchan por la de la cinta. Por intentar escapar del cliché, los mineros termi-
emancipación nacional, pero lo hacen por el bien común de
su grupo. No les preocupa construir un estado proletario, 23 No hay que olvidar que El coraje del pueblo es una recreación de hechos
reales, pero una recreación al fin; por tanto, desde mi perspectiva, es una
sino desestresarse y tener el mejor nivel de vida posible.
ficción. Por cierto, basta aclarar que existen varios cortometrajes argumen-
Ahora, le corresponde al espectador decidir si estas metas tales y algunos largos, sobre el tema, desde Aysa (Jorge Sanjinés, 1965)
le parecen banales o no, si le generan empatía o antipatía. hasta Jucus ninjas (Juan Carlos Soto, 2013), entre otros. Aunque muchos
Lo que me parece llamativo es que la propuesta de Russo, puedan animarse a asegurar que es la más importante, Viejo Calavera no es
la primera ficción cinematográfica boliviana sobre mineros y minería, como
González y Paniagua en sí misma es altamente política y pro- han señalado algunos críticos.
blemática, cuando parecen proponernos que para los mine-
24 Aunque no filmó a la mina, en Un poquito de diversificación económica
ros de hoy es mucho más importante irse de vacaciones que
(1959) los personajes principales son mineros o ex mineros.

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nan un poco desnaturalizados, aislados de aspectos que se no necesariamente sirven a la trama. Falta eso que sobra, eso
intuyen fundamentales de su ser y su hacer, sus ritos parecen que diferencia al largo del corto.
los de cualquier burócrata. No creo que eso sea mostrar al En ese sentido, ¿cuándo Elder se hace verdaderamente
minero, sino un aspecto muy específico, buscando romper interesante? Cuando, como espectadores, como lectores,
lugares comunes vulgarizando a los personajes. como interpretadores, lo situamos en un contexto más am-
Ahora bien, entremos a lo más relevante. La historia es plio que se le escapa a la película. Cuando sabemos que
simple: Elder Mamani es un joven marginal, aficionado al al- hace parte de una generación de jóvenes que busca romper
cohol y a las drogas, que no quiere someterse a las leyes que con lo que son y hacen sus progenitores, que no hacen parte
se le imponen, aunque no siempre pueda evitarlo. Después del todo del universo configurador de sus padres. Cuando
de la poco esclarecida muerte de su padre, ocupa su lugar entendemos que es un chico, como tantos en nuestro país,
en una mina en el cerro Posokoni de Huanuni (Oruro), gra- que vive en una zona rural pero que pretende ser urbano,
cias a la influencia de Francisco, su padrino, que ejerce de su que debe hacer parte de un modelo de producción decimo-
mentor en el socavón. Básicamente, en casi toda la película nónico estando consciente que está en el siglo XXI. Cuando
Elder se resiste a hacer parte de la normalidad del complejo entendemos que está enajenado porque no hace parte de
y duro ecosistema minero. Es una pieza equivoca, de una lo que supuestamente debería hacer parte. Aunque, aparen-
maquinaría que paga muy caro cualquier error. Se mete en temente, esas cuestiones son locales y para entenderlas uno
problemas y debe ser socorrido por el inquebrantable padri- debe conocer la realidad boliviana, me atrevo a afirmar que
no. Elder es a la vez un paria y un parásito. situaciones similares les suceden a jóvenes de cualquier zona
Si nos remitimos a lo que se ve en la pantalla, algo de pauperizada y en transición del mundo. Después de todo, los
artificioso, algo de impostura hay en estos personajes. Pues comportamientos arquetípicos encuentran sentido y cobran
no tienen grandes matices: Elder Mamani es un disfuncional interés cuando sirven para representarnos, cuando nos ha-
atormentado, que solamente tiene un momento de reden- blan de nosotros mismos.
ción, en el que su comportamiento cambia, en el que su for- A partir de esa reflexión, se debe tener cuidado, no sea
ma de relacionarse con el mundo da un giro. Muchas menos que los personajes y los paisajes de Viejo Calavera nos pa-
facetas tienen los otros personajes, responden a patrones de rezcan cautivantes porque llenan nuestra sed de exotismo y
comportamiento unilineales: el padrino es un tipo de pocas no por lo que nos conecta a ellos. Qué territorio más lejano
palabras y de buen corazón, la anciana no deja de estar en el que la profundidad de la mina. Qué sujeto más “otro” que
limite entre la vida y la muerte, el minero radical es intenso ese que tiene el rostro moldeado por su oscuridad. Russo y
hasta el final; todos responden a impulsos primarios. Casi su equipo pueden tener toda la buena intención del mundo,
como los siete enanitos de Disney, que representan cada uno lo han explicitado más de una vez en entrevistas: no querían
un sentimiento, hay una tipificación de los personajes. No se dar juicios de valor, juzgar a sus personajes, ni calificar que
nos muestra qué más pueden hacer, qué más sienten, cuán es bueno y que es malo en su comportamiento. Pero, inevi-
complejos son, sus esenciales banalidades han sido desterra- tablemente, Viejo Calavera lo hace. La secuencia final, sirve
da del cuadro, sus intimidades nos han sido vetadas. Aunque para redimir a Elder, para develar a un ser bueno, “huma-
en el cine, específicamente en el de Kiro Russo, lo que no nizado”. Ahí se hace un juicio moral del personaje. Cuando
está en el plano es tan importante como lo que está, difícil- alguien es capaz de acoger, proteger, cobijar, a quien cree
mente se permite intuir a individuos con particularidades que que es un asesino −además, al asesino de su propio pa-

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dre−, responde a los más altos principios éticos cristianos. ción, para representar el paso de la semioscuridad a la luz. El
El perdón incondicional en la cultura occidental es una de problema radica en que la construcción de este proceso no
las formas más puras de la bondad, del hacer bien, de la co- es tan sofisticada como los artilugios que lo sostienen.
rrección. Lo que tampoco me parece malo en sí mismo. Pero Elder es un individuo que no pertenece a la mina, ni pre-
resulta conflictivo que nada en la película permita justificar o tende hacerlo, él mismo lo confiesa en uno de los momentos
intuir la evolución de Elder. Hasta el último acto del filme su más logrados del filme. Su ética personal es incompatible
ética responde de manera exclusiva a la autodestrucción, a con las relaciones políticas que median la vida de sus compa-
la marginalidad, a la disfuncionalidad. Como lo escribió San- ñeros circunstanciales de oficio. Lo que me resulta sugerente
tiago Espinoza, parece ser un minero punk, el Sid Vicious del es que su disfuncionalidad no se debe a la muerte de su pa-
socavón. Sin ningún indicio se transforma. De ser una ano- dre, no es un luto mal llevado. Antes de ser forzado a ocupar
malía social, se convierte en el protector de otro, en ese que su espacio en la mina, ya es un viejo calavera, el alcohol y las
perdona y acoge, en alguien ejemplar, que responde a un drogas están por encima del respeto a las normas laborales y
principio político expuesto en el cortometraje Juku (2011): no de convivencia. Lo que resulta muy interesante es que justa-
se abandona al caído. Si se construye a un personaje y este mente haya sido la pérdida de ese lugar de origen que qui-
termina actuando de manera incoherente a su estructura, hay so negar, el germen de su redención, de su iluminación. La
dos alternativas: se está engañando al espectador o hay una desaparición de su progenitor, lo obligó a cumplir un destino
falla narrativa. Por la pericia de Russo y su equipo, me decan- que no le correspondía y al hacerlo se metamorfoseó. Elder
taré por la primera opción. Lo que es peor. Para buscar que que en un comienzo parece ocuparse exclusivamente de
la redención de Elder tenga más impacto esta sucede casi sus impulsos tanáticos, con grandes dificultades reconstruye
por acto de magia, por milagro, por iluminación divina, como su código ético. El sujeto que comienza escapando de sus
una suerte de Deus ex Machina. Se puede argumentar que perseguidores, termina yendo hacia lo que une a su origen.
un ser tan poco reflexivo como Elder sea imprevisible o que Su código de conducta deja de ser estrictamente personal y
sus dolores configuren a su gesto redentor, una especie de transmigra al que comparten los mineros, en el que se prote-
“a pesar de todo, la vida continúa, hay que seguir adelante”. ge al semejante. Hay en lo estético y en lo político, un paso
Pero, si asumimos, que este joven-viejo calavera más que de las sombras a lo luminoso.
razonar, reacciona, por tanto, que puede ser contradictorio e Se ha dicho que Viejo Calavera es una película sobre la
imprevisible, corremos el grave riesgo de hiper simplificar al oscuridad. En el cine, y en la vida, esta no es posible de ma-
personaje. Lo convertimos en un modelo que está al servicio nera absoluta. Y lo asombroso en este objeto artístico, más
del argumento del filme, del discurso del filme. Se ha dicho que la ausencia de luz, es el uso de su presencia. Eso a nivel
mucho que esta no es una cinta de trama, el realizador ha plástico es evidente y hermoso. Pero, como se ha afirmado,
asegurado más de una vez que es una cinta principalmente también lo es a nivel argumental, Elder debe iluminarse para
sensorial. Pero hay un problema, el manejo de la oscuridad y no diluirse en la nada, para no ser tragado por ella. Este
la luz, el diseño sonoro, todo eso que construye la experien- personaje, indisciplinado, autodestructivo, marginal, solo se
cia cinematográfica que nos transporta a la mina, todo eso hace memorable cuando se ilumina, cuando se vuelve piado-
que detona sensaciones, cobra sentido cuando entendemos so. Esa es una historia moral.
que grafica la transición, la transmutación de Elder. La plás-
tica del filme al final está al servicio de la historia de reden-

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Actores que miran a la cámara y el
espectador que los mira

Mauricio Murillo
Escritor

1. Agallas

En un episodio del programa Dinner for five John Favreau


charla toda la media hora con Scorsese acerca de su obra ci-
nematográfica. Hablan de sus influencias, del acto de filmar,
de la violencia, de la edición y de otras cosas. En un seg-
mento en el que se enfocan sobre las actuaciones, Favreau
recalca que para él hay algo verdaderamente fascinante que
le enseñó mucho acerca de Scorsese como director, de vos
como director, le dice Favreau. Luego describe una toma
de Casino (1995) en la que se ve a Sharon Stone llorando,
echada en la cama, y a De Niro sentado a su lado tratando
de consolarla. Es un momento emocional, dice Favreau, pero
hay un golpe en la cámara y la toma se sacude un poco. Lue-
go hace una afirmación muy importante, le dice a Scorsese:
«Sabes cuántas agallas se necesitan como director para de-
cir: me voy a quedar con esa toma porque las actuaciones
son tan fuertes en esta secuencia que estoy dispuesto a reci-
bir la culpa». Scorsese, sin dudar, con su tartamudeo típico,
afirma que sí, que cree que uno tiene que hacerlo. Explica
que en algunas películas clásicas se puede ver cuando los
cortes en el montaje no concuerdan, pero no importa. «Quie-
ro decir, tú estás ahí mirando, la cámara rebota, pero para mí

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parecía una toma fluida cuando vi el filme», dice Scorsese. cepción insuficiente en relación al arte de las películas, estos
Favreau continúa, le dice que él podría haber elegido otra gestos significarían la eliminación de dicha toma. También, es
toma, pero que decidió usar la que tenía la mejor actuación. posible suponerlo, serían catalogados de errores. Más allá de
Para Scorsese ese era un momento muy emocional, la cáma- esto, el espectador que se acerca a Viejo Calavera buscando
ra se golpeó y la película tuvo que ir con esa toma. La gente algo más puede notarlo, pero la mirada directa de los actores
a la que le molesta eso, dice, no está compenetrada con la rompiendo la anacrónica idea de la cuarta pared no lo saca
película. de la película, con la que está compenetrado gracias a lo que
Agallas, dice Favreau. Un concepto ineludible para el sucede en la proyección. Una película es también lo que está
cine y para el arte. Algo que es difícil de reconocer obje- más allá de la fotografía, la iluminación y la narrativa.
tivamente al momento de ver una película, pero que de
vez en cuando, como en la escena de Casino, es posible
percibir, ese arrojo que se puede traducir en sinceridad. Sí, 3. En función de la obra
la toma se sacude, pero no expulsa de la película al espec-
tador. Ya sea por entrevistas o por los comentarios en los En otro diálogo en otro tiempo y en otro lugar, Alfonso Gu-
DVD, como también en la obra misma, a veces entendemos mucio Dagron pregunta y Jaime Saenz habla de su propia
la manera en que el director ve el cine y el mundo. Esto co- obra. En esta entrevista –que titula «Itinerario de la cosa» y
mulga con el espectador. que forma parte del libro Provocaciones (1977)– se encuentra
otra reflexión en torno al arte desde la humildad y la valentía.
Gumucio Dagron le pregunta a Saenz sobre cuáles son los
2. Viejo Calavera defectos del escritor boliviano. Este responde que es la falta
de humildad y de sacrificio. La obra, explica, requiere ciertos
Producida por el colectivo Socavón Cine, dirigida por Kiro renunciamientos, exige un profundo respeto y una profunda
Russo, con Pablo Paniagua a cargo de la fotografía y con un humildad. Y continúa: «Hay que dedicarse profundamente a
guion de Gilmar Gonzales y el mismo Russo, Viejo Calavera escribir una obra, por más que no se publique. La obra no se
no instaura solamente una forma depurada de hacer cine o termina nunca, es prohibido terminar una obra». Para termi-
de tratar la imagen y el sonido desde un lugar interesante, nar con la pregunta de Gumucio, Saenz dice que mucha gen-
sino que le permite al espectador realizar una reflexión sobre te renuncia a su actividad literaria, pero para él esto es falta
el acto de filmar, el acto de producir obra. de valentía, todo tiene que estar en función a la obra.
Es decir, este filme no solo busca elaborar un producto au- El hecho que de Scorsese habla de cine y Saenz de escri-
diovisual válido, sino que respeta el lugar del espectador, al tura no implicaría en primera instancia una pluralidad de bús-
hacerlo, respeta sus propios mecanismos. Por ejemplo, y esto quedas, sobre todo si entendemos que la reflexión de Saenz
no es un descubrimiento: la importancia del espacio geográ- se genera en torno a la obra y a la labor que esta conlleva.
fico –ya sea desde lo social o desde lo natural– o también la Los dos marcan las agallas que hay que tener al momento de
presencia de actores “amateurs” que en este filme destacan filmar o escribir. El director o el escritor debe saber cuándo
por su performance. En unas cuántas tomas en las que la cá- seguir con tomas o páginas que aporten a su obra, aunque
mara se detiene en dichos actores, que no están entrenados eso signifique recibir la culpa por un producto imperfecto. Esta
“profesionalmente”, ellos miran a la cámara. Desde una con- sinceridad supone también la del propio espectador o lector.

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4. El oficio de una película Referencias

En las tomas en las que los actores miran a la cámara en Vie- Saenz, J. (1977), «Itinerario de la cosa». En Gumucio, A. (ed.), Pro-
vocaciones. La Paz: Los Amigos del Libro.
jo Calavera se puede reconocer lo que Favreau llama agallas
o lo que Saenz nombraría humildad y valentía. Una obra de Favreau, J. (productor) (2004). Dinner for five [serie de televisión],
arte (término cada vez más anticuado) no sería tal si fuera «Martin Scorsese», episodio 16, tercera temporada. Nueva York:
Fairview Entertainment.
un mecanismo perfecto y sin huecos. Puede sonar un poco
metafísico esto, pero en los ejemplos nombrados se puede
entender que es algo detectable. Por supuesto, el gesto de
la mirada de los actores a la cámara no es suficiente para que
una película sea buena y necesaria de ver. Viejo Calavera rea-
liza grandes cosas a nivel técnico y narrativo que seguro son
analizadas en otros artículos. Por el momento, este detalle
permite entender la importancia de esta película. Como se
leyó más arriba, es una película que nos muestra un respeto y
una fascinación sobre el mismo oficio, sobre el acto de filmar.
Que los actores miren a la cámara no los hace malos actores,
al contrario, pone en escena la capacidad que tiene el cine
de elaborar una experiencia, de compenetrar al espectador;
el buen cine, por lo menos.
Junto con lo ya dicho, hay una característica en Viejo Cala-
vera que la convierte en una película fundamental. El humor.
La reunión adentro de la mina, en el socavón, entre claros-
curos, en la que se discute sobre si es mejor ir de vacaciones
al Chapare o a Los Yungas, es una escena medular para la
película. Esa discusión se equipara a las discusiones sindica-
les. Más adelante también los mineros practican sumo o se
quedan botados en sus sillas al borde de la piscina. El oficio
de la película alcanza sus momentos más interesantes gracias
a este humor entre oscuro y absurdo.
En la entrevista citada a Saenz este dice: «Si el escritor se
diera cuenta cabal de la importancia que implica el hecho de
escribir, debería seguir escribiendo en cualquier circunstan-
cia. El rol de un poeta en un país como el nuestro es muy im-
portante». Como el rol del cineasta. Todo oficio artístico será
siempre necesario, no desde lo perfecto de sus formas, sino
desde los gestos que reflejan su laburo.

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Retornos

Eduardo Paz Gonzales


Sociólogo

En el póstumo Requiem, Sergio Almaraz escribe: «Hay que


conocer un campamento minero en Bolivia para descubrir
cuánto puede resistir el hombre. ¡Cómo él y sus criaturas se
prenden a la vida! […] la pobreza en las minas tiene su pro-
pio cortejo: envuelta en un viento y frío eternos, curiosamen-
te ignora al hombre» (1969). La descripción que hace de los
campamentos mineros se prolonga en páginas escritas con la
urgencia política de quien necesita dar cuenta de un drama.
Un drama del tamaño de la nación expoliada, narrada una y
otra vez, agregando miradas y sensibilidades. Esas imágenes
del campamento, mina y fatalidad retornan con Viejo Cala-
vera para dar lugar a otro capítulo. En un país minero los re-
latos sobre la mina recorren la historia, son los fantasmas de
esta casa embrujada.
En un cuartito donde se apretuja la gente, las velas ilumi-
nan magramente los rostros resignados de los deudos, las
sombras se proyectan en los muros de adobe y las llamas se
alzan hacia el techo de zinc. Afuera la inmensa puna, la tierra
yerma y la soledad de la madre que ha perdido a su hijo y
se ha extraviado en el afán de llamarlo. En la mina el trabajo,
los accidentes, el esfuerzo común y las arengas inflamadas
que parafrasean a Almaraz: «aquí nunca se ha quedado un
centavo». Las imágenes vuelven imponentes, esta vez no en
la pluma del ensayista sino en la cámara de Kiro Russo y la
gente de Socavón Cine.

161
La fuerza expresiva de las postales que plasman el esce- expresar el arrepentimiento por haber negado a la madre.
nario es lo primero que capta al espectador. Sobre esto se En otro plano, la figura del retorno también ha sido repre-
ha abundado desde que salieron las primeras críticas, pero sentada por Jorge Sanjinés: en La nación clandestina (1989),
repetirse es necesario. La composición de las escenas es so- Sebastián Mamani vuelve a resarcir con su vida haberle dado
brecogedora por los detalles en los que transcurren las penas la espalda a la comunidad sin cuyos lazos él mismo es incom-
y las angustias que se ven diminutos frente a ese viento y frío prensible. Reconciliación con sacrificio de por medio. Varia-
eternos, las sombras que apenas dejan entrever a quien se ciones de matiz sobre el mismo tema.
toma dos soldaditos del alcohol de un trago. La enormidad En Viejo Calavera esto encuentra una dificultad. Elder no
con la que se abre el cielo nocturno y la claustrofóbica forma encuentra una epifanía salvadora en las profundidades de
en la que se desarrolla el trabajo en los socavones marca los los socavones como no lo hace en el espíritu de cuerpo mi-
ritmos. El rumor de las máquinas, el bramido de la dinamita, nero. Elder es obstinado en cuanto él lleva la verdad de su
el goteo del agua no solo retratan sino que proveen una ex- deseo, quiere hacer las cosas como las había hecho hasta
periencia sensorial que aumenta el espesor de la narración. entonces. El peso de la muerte de su padre es lastre más
La experiencia sensorial provee una profundidad a una que responsabilidad moral. A la vez, el personaje principal,
historia que se compone de premisas y giros sencillos. La un personaje prácticamente unidimensional, no es la ma-
historia es el retorno del Elder Mamani, bebedor y ratero, a nifestación de una verdad más profunda sobre el margen
la casa y el oficio del padre, muerto en la mina en circuns- que habita. Él, en sus intereses y expectativas, es más un
tancias solo insinuadas. Este retorno está marcado por las personaje ocupado de sí mismo, incapaz de enlazar con su
desavenencias de los involucrados comenzando por el mis- abuela que se queja amargamente de su vida, incapaz de
mo Elder que no está a gusto, el padrino completamente responder a las lecciones –que, en fin, son sermones cha-
sobrepasado por la situación y la abuela que ve prolongado puceros– de su padrino. Es un extraño protagonista al que
su testimonio de las miserias. La incomodidad alcanza al con- no le alcanza ni para héroe ni anti héroe, marcado por una
junto de los trabajadores que ven en Elder un peligro en un mirada extraviada que tampoco fascina.
ambiente laboral de propio cargado de riesgos. La historia Los mineros a su vez no son la comunidad abandonada,
deja ver su resolución muy pronto: los mineros quieren echar- no es la familia desairada. Tejen entre ellos una relación de
lo y él quiere irse. Hay un tema pendiente en términos de solidaridad laboral pero también de jerarquía: los viejos se
resortes: la reconciliación. encargan de los chicos, pero de estos se exige respeto. Son
Es el tema de la reconciliación el que invoca un tercer conscientes de su lugar en la historia y reclaman mantener
retorno. Russo y compañía van a ocuparse de un tema re- un espíritu revolucionario, de haber puesto el hombro al país
currente en Bolivia, aquel que problematiza a los miembros y de ser sacrificados para inmediatamente después planear,
de una colectividad que regresan a saldar deudas. Como con las mismas formas sindicales, el viaje de descanso. Gui-
señala Ximena Soruco, la metáfora de la hija prodiga ha sido tarrean alrededor de una mesa en un hotel de los Yungas,
recurrente en el teatro popular de la segunda mitad del siglo entonando al calor de las copas la canción que señala el hito
XX: la hija niega a la madre chola para aliarse con los anta- de su derrota y anuncio de su retorno. «Todos juntos com-
gonistas e irse con ellos; solo para aprender después que el pañeros / los mineros volveremos». Son estos hombres que
rechazo y negación del origen es más amargo que el desti- agotan sus cuerpos en el socavón, sabedores de su leyenda
no. Regresar a la casa materna sirve para reconciliarse, para pero también de dónde quieren tomar el sol, guardianes de

162 163
su propia estirpe, quienes repelen al protagonista. Viejo Calavera: una experiencia ci-
Viejo Calavera es la historia de un desencuentro entre dos
agencias que no reparan demasiado una en la otra, por eso nematográfica
la resolución es sencilla. Es la historia del cierre que unos
actores realizan a partir de un entramado de relaciones co-
tidianas frente a la experiencia de la libertad individual que Julia Peredo Guzmán
se niega a extraviarse en deudas con el colectivo. Lo más Crítica
expresivo del retorno a este tópico es que los involucrados
pueden reconocerse, estar en intercambio, pero no hay re-
ducción de uno al otro. Los mineros, en su heterogeneidad,
actúan de modo compacto; Elder, en la plenitud de su deseo
de beber, escapa como individuo.
Como consuelo y enigma de cierre, Elder y el padrino Viejo Calavera es una película realizada por la productora
tienen oportunidad de reencontrarse como familia. En esa Socavón Cine. El director, Kiro Russo, el guionista Gilmar
resolución, donde la reconciliación queda trunca, quizás se Gonzáles y la brillante fotografía de Pablo Paniagua han
encuentran más elementos que reflejan qué cosas pasan hoy cosechado, a diciembre del año de su estreno (2016), ocho
tanto en el lente como lejos de él. Así, el retorno a nuestros premios internacionales, entre los que se encuentran una
viejos temas, que se han hecho clásicos por encarnar nues- Mención Especial del Jurado de la 69 versión del Festival de
tros puntos críticos, hoy podemos elucubrar otras hipótesis o Cine de Locarno y otra en el Premio Cooperación Española
preguntarnos de diferente manera sobre la fuerza de lo cor- en la sección Horizontes Latinos, del Festival de San Sebas-
porativo y la obstinación del individuo. Gardel y Razzano ya tián, España. Esta prolífica y merecida cosecha, ha generado
lo habían dicho en «Calavera viejo», un tango que hoy tiene diversas posturas y opiniones, removiendo las aguas del cine
noventa años: «yo pienso, hermano, que también nosotros boliviano, que llevaba mucho tiempo con poco que decir.
hoy somos como otros». Llama la atención que, además, se trata de la ópera prima de
una nueva generación de creadores, se pinta como un buen
augurio para los años que comienzan.
Referencias Filmada en Huanuni y Coroico, Viejo Calavera narra la his-
toria de un adolescente y el cambio radical que sufre su vida.
Almaraz, S. (1969), Bolivia. Réquiem para una república. La Paz: Elder vive a la deriva entre el alcohol, las drogas y la soledad.
Universidad Mayor de San Andrés.
En el momento de empezar la película se detiene la música,
Soruco, X. (2011), La ciudad de los cholos. La Paz: Instituto Francés el ruido de la ciudad. Borracho, entumecido, el muchacho
de Estudios Andinos y Programa de Investigación Estratégica en viaja del neón extremo al lado oscuro de Huanuni, donde lo
Bolivia.
espera desconsolada su abuela, para velar a su padre, que
acaba de morir. A partir de ese momento, Elder tendrá que
trabajar, hacerse cargo de sí mismo, convivir con el profundo
misterio de la mina, de la ambigua historia de la muerte de
su padre que todos lamentan pero nadie cuestiona, el miste-

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rio de sí mismo en un lugar que le es extraño. Presenciamos y desgastada, plantear una ficción refresca el tema de los mi-
el momento de la difícil transición del Viejo Calavera en un neros y lo presenta de una manera “digerible”, por decir lo
mundo de desconfianza, de confusión, de oscuridad comple- menos. Se abandona al fin el lastimero tono testimonial en el
ta. Aterido y aterrado en un lugar desolador, Elder no entien- que el público es casi forzado a tomar una posición radical.
de y no perdona, busca destruir aquello que lo atormenta, Sin embargo, el riesgo, que al parecer termina haciéndose
develar la mentira que todos parecen conocer pero nadie patente, es la ausencia de personaje al punto de caer en el
logra vislumbrar. A través de un viaje hacia el otro extremo estereotipo: contra el psicologismo exacerbado de otro tipo
del paisaje y de la vida, Elder toma una decisión. de ficciones, tenemos personajes que actúan sólo al nivel del
pensamiento, pero es un pensamiento que no escuchamos,
una subjetividad tan oculta, que, si bien incita al espectador
El discurso a descifrarla, ofrece posibilidades infinitas. Esto repercute en
que, si bien no hay incoherencias escandalosas, la causalidad
La crítica acerca de Viejo Calavera es profusa y diversa: des- de las acciones deja muchos cabos sueltos y muchas pregun-
de una categorización de la ética en el cine en relación al tas alrededor.
ser y el parecer, hasta una relectura de Hamlet en Huanuni. Pongo como ejemplo la escena final. Conversando y, so-
Aparentemente, el discurso que rodea a la película y su ela- bre todo, leyendo críticas alrededor de la película, muchos
boración es marginal al resultado. Sin embargo, creo que es afirman que trata sobre el perdón (cómo Elder madura y
importante tomar en cuenta algunos puntos de partida que logra perdonar a su tío), otros sobre la venganza (el joven
pueden explicar, en última instancia, las escasas pero definiti- anida el plan de un asesinato), y unos cuantos la describen
vas falencias en la película a nivel estructural. como una historia de resignación y desolación absoluta (no
Una de las primeras características que se resalta de la puede perdonar al tío, pero depende de él). En algo coin-
obra es que este largometraje es el primero en relatar una ciden todos: la escena final cambia al personaje, le da una
ficción acerca del mundo minero. Al mismo tiempo, Russo profundidad hasta entonces inimaginable, consigue un giro
destaca que «nunca hubo la intención de hablar en nombre en toda la trama. ¿Cómo lo sabemos? La música barroca que
de ninguna comunidad ni mucho menos en nombre de los aparece por única vez, inunda la escena en que Elder abriga
mineros. Ésta es una película acerca de cosas de la vida, del a su tío en un camión de destino incierto ¿Punto a favor o
duelo, la madurez, el trabajo, los amigos, los viajes y el alco- en contra? Decisiones a medias, a mi parecer, resueltas con
hol…» (2016). elegancia, pero que terminan, en última instancia, eviden-
Como se explicará más adelante, estas dos intenciones no ciando carencias narrativas.
son necesariamente contradictorias; sin embargo, a lo largo Volvamos entonces a la primera afirmación de Kiro Russo.
del filme este conflicto de prioridades se va intensificando ¿Se trata realmente de una ficción acerca del mundo mine-
al punto en que la aparente ambigüedad puede tornarse en ro? Es, sin duda, un alivio la desaparición de (casi) todos los
confusión. fervores rancios que rodean a la figura del minero, una pelí-
Empecemos por la segunda afirmación del director. ¿Es cula donde el Tío es invisible, donde las historias populares
realmente Viejo Calavera una película acerca de cosas de desaparecen, donde lo “tradicional” y lo “folclórico” no son
la vida, el trabajo, los amigos, el alcohol? Evidentemente. importantes a nivel de un relato que escapa de lo pintores-
Frente a un cine agotado en su intención política, maniquea co. Pero… desde la otra esquina, como bien lo menciona el

166 167
crítico Mauricio Souza, nos mira Hamlet y, si se me permite orgánico, más allá de toda intención moralizante, didáctica o
decirlo, se asoma el Rey León. Lo vemos en el desconcierto de entretenimiento.
de Elder huérfano, en su aparente locura, en los vanos inten- En su reseña de la película, Marisol Aguila apunta: «El reto
tos que tiene el resto por salvarlo y, por supuesto, en la épica de hacer una película casi sin iluminación dio a Paniagua la
escena en que el tío lo ve caer por el abismo sin decir nada, libertad de un pintor que, en vez de llenar con color un lien-
para luego llamar al resto de los mineros y ayudarlo. En ese zo en blanco, debía sacar de un fondo negro (la oscuridad de
sentido, ¿qué hace que esta historia sea sobre el mundo la mina) algo que se viera, según él mismo comentó» (2016).
minero? ¿No podría suceder en cualquier otro tiempo o es- Y es precisamente este juego el que nos acerca a lo más vis-
pacio? ¿Es realmente un reflejo de este mundo y este imagi- ceral de la realidad minera.
nario en específico? A nivel diegético, parece que no exclusi- La oscuridad permea todos los elementos en Huanuni:
vamente. Sin embargo, esto no le resta valor a la película en todo sucede al anochecer o de madrugada, y la mina es una
sí misma (pensada como obra de arte y no como producto negrura cerrada, cortada por la presencia de los personajes
político), porque es precisamente cuando abandonamos la y sus acciones, el ser humano extraviado en un universo in-
trama, con sus falencias y maravillas, que podemos sumergir- conmensurable y cada vez más profundo, como lo sugiere
nos en lo que hace de esta película un hito en la historia de la célebre toma en que el casco de un minero va iluminando
nuestro cine: la imagen, el sonido, la acción. (y dando existencia en la pantalla) a un túnel que parece no
terminar nunca.
En contraste, la limpidez de la selva a donde deciden via-
Filmar la oscuridad jar de vacaciones, el calor, el agua, el juego, la risa de estos
personajes a la vez melancólicos y esperanzados, que salen
Es a partir del lenguaje puramente cinematográfico, del ma- de la mina, pero la llevan con ellos. «Me interesa», sigue Rus-
nejo de la luz, de la gestualidad, del sonido, que esta pelícu- so, «mucho más llevar al espectador a un estado de contem-
la parece despuntar desde toda su herencia y posicionarse plación que de enajenación. Es importante que, partiendo de
como una obra contemporánea y de una solidez técnica con- la contemplación, podamos evocar y reflexionar» (2016).
movedora. La intención, lo dicen repetidamente los autores, Los personajes hablan poco y a medias, los rostros son
es poder filmar la oscuridad, haciendo visible precisamente casi impenetrables, las acciones son tajantes y definitivas.
esa ausencia de visibilidad. Es por eso que el rigor actoral que ha sido reclamado por
La película cumple a cabalidad la idea que nos plantea algunos críticos no afecta a la obra como tal. No se está bus-
Artaud de la obra escénica, en su segundo manifiesto del cando una ficción pura y enajenada, y es, tal vez, una de las
Teatro de la Crueldad: cosas más difíciles de aceptar en esta película, y el elemento
una concepción de la vida apasionada y convulsiva, y es que reconcilia las dos intenciones de ser y no ser (al mismo
en este sentido de rigor violento y condensación extrema de tiempo) un reflejo ficcional de lo minero: no es un retrato de
elementos que debe entenderse la crueldad en la cual están la realidad minera ni una historia independiente de la reali-
basados (en Dubatti, 2008). dad, sino un híbrido que, a la manera de Brecht, está cons-
La obra entonces, escapa a su mera funcionalidad de tantemente jugando con sus propios límites.
transmisora de la fábula y se convierte en un disparador de Otro elemento que es predominante es el contraste de la
situaciones complejas y vivenciales, crueles en su sentido música de la ciudad y sus luces, la discoteca, lo sintetizado

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frente al diseño sonoro de la mina y la selva. Las máquinas Versión digital disponible en: http://letrasietebolivia.blogspot.
y su sonido avasallador, la noche y sus habitantes invisibles, com/2016/12/cine.html.
una recua de llamas y la marea de sus ronquidos sordos, el Souza, M. (2017), «Viejo Calavera: Hamlet en Huanuni». Tres Tristes
llanto de las ranas al arder en un incendio, son sonidos que Críticos, 3 de enero de 2017. Recuperado de: http://trestristescriti-
de tan naturales nos son ajenos, nos deslumbran, nos sobre- cos.com/viejo-calavera-hamlet-en-huanuni/.
cogen y nos hacen entender la vivencia de los personajes
desde otro lugar de los sentidos. Es por eso que la música
del final rompe con todo el silencio previo y nos lleva inevi-
tablemente al acceso a una subjetividad que, de tan negada,
parecía ausente en la mayor parte de la película.
Imagen, sonido y acción nos llevan a entender (si es que
de entender se trata) una experiencia a la vez familiar y des-
conocida, poniéndonos en un plano de percepción que se
suma a nuestra manera de comprender el mundo y recibirlo,
sentido primero (y tal vez único) de toda obra de arte.
Viejo Calavera utiliza y aprovecha todos sus lenguajes para
dar un mensaje que, si bien mantiene una postura moral muy
clara, no tiene en sí fines didácticos explícitos. Estéticamente
transmite una intención auténtica y un amor por los detalles
que transluce la presencia de artistas comprometidos con su
trabajo y enamorados del género y del oficio que los ocupa.
Sin duda, dará todavía mucho de que hablar, y es una obra
indispensable para los amantes y curiosos del cine nacional y
latinoamericano de este tiempo.

Referencias
Dubatti, J. (2008), «Antonin Artaud, el actor hierofánico y el primer
Teatro de la Crueldad». En Dubatti, J. (ed.), Historia del actor: de la
escena clásica al presente. Buenos Aires: Colihué.
Aguila, M. (2016), «Informe XXIII Festival de Valdivia (2): Viejo Ca-
lavera». El agente cine, 17 de octubre de 2016. Recuperado de:
http://elagentecine.cl/2016/10/17/informe-xxiii-festival-de-valdi-
via-2-viejo-calavera/.
Russo, K. (2016), «Kiro Russo y su cine artesanal y de encuentros».
Entrevista en Letra Siete, Página Siete, 18 de diciembre de 2016.

170 171
El retorno de los mineros25

Guadalupe Peres-Cajías
Docente universitaria, especialista en
investigación en comunicación

«En los ojos, en las manos / traemos dolor y esperanza / y


aquí todos nos quedamos desparramando la brasa / y aquí
todos nos quedamos desparramando la brasa/ Ahora me voy
/ y en mi pecho nace un grito / todos juntos compañeros /
los mineros volveremos». La legendaria composición de Sa-
via Nueva es reproducida por un grupo de mineros. La ima-
gen parece recurrente... no lo es.
Estos mineros están con camisas. Disfrutan de un viaje a
Los Yungas. Vienen de chapucear en la piscina y se prepa-
ran para acabar la noche en una discoteca ambientada con
tonadas modernas y luces de color. Han dejado el oscuro so-
cavón de Huanuni para “desestresarse” en las puertas de la
Amazonía. Los mineros volvieron. Renovados, modernizados
y con problemáticas diferentes a las del 52, el 85 o incluso el
2003.
Kiro Russo, Gilmar Gonzáles y Pablo Paniagua lo ilustran
de manera extraordinaria en la película boliviana Viejo Ca-
lavera. A partir de la misma, quisiera analizar ¿por qué la
condición social de los mineros ha cambiado en los últimos
años?
Desde inicios del siglo XXI, el contexto nacional ha cam-
biado considerablemente por la agudización de las tensiones

25 [Nota de los editores] Texto originalmente publicado en el periódico


Página Siete, el 16 de diciembre de 2016.

173
entre lo viejo y lo nuevo; lo colectivo y lo individual, a conse- ejercer su juventud, él quiere salir. La mina no es su lugar. Se
cuencia de la globalización y la modernidad. Los mineros no evidencia, entonces, otra tensión del contexto actual: la del
son ajenos a estos procesos. Al contrario, la nueva condición colectivo frente al individuo y viceversa.
social y subjetiva de este colectivo se podría explicar por Para muchos, esta tensión parecería una condición sine
esas tensiones, reflejadas en la historia de Elder Mamani, qua non del orden social. No obstante, se agudiza con la
protagonista del largometraje dirigido por Kiro Russo. modernidad y sufre una particular transformación en relación
Hasta hace algunos años, la cultura boliviana, principal- a los jóvenes. Este grupo busca diferenciarse del colectivo
mente de la región andina, parecía “reservada” a la tradición adulto, vinculado con la tradición y el pasado, para reinven-
y a la consecuente construcción de interminables museos tarse junto a sus pares contemporáneos en nuevas comuni-
imaginarios, donde se cultivaban las prácticas e interpreta- dades, exclusivas de sujetos entre 12 y 24 años.
ciones de las personas, ancladas en el pasado. Lo “viejo” era Así, Elder representa a un joven no sólo de Huanuni, sino
entonces sinónimo de cultura y estaba legitimado como lo del mundo. Pues incluso las condiciones de su desintegrada
“válido”. familia también son una de las consecuencias de la moder-
Sin embargo, como expresaran teóricos como Rossana nidad, proceso que parece fragilizar el lazo humano y el lazo
Reguillo (2000) o Gilberto Giménez (2000), esto empieza a social.
transformarse con el progresivo ingreso de los países latinoa- Precisamente, por este último punto creería que la pelícu-
mericanos al proceso de la globalización y a la modernidad. la Viejo Calavera ha tenido tanto éxito a nivel internacional.
En Bolivia, este ingreso se potencializa en los últimos diez Aunque plantea dinámicas sociales locales, trasciende las
años (paradójicamente, el mismo tiempo en que el gobierno fronteras con el tratamiento humano de sus personajes. Inno-
auto denominado “indígena” está ejerciendo). Lo “viejo” vación en el cine boliviano. ¡Bravo!
empieza a tensionarse con lo “nuevo”, representado en la
música, la vestimenta y la forma de hablar, por nombrar algu-
nos elementos. Referencias
Sobre aquellos, en Viejo Calavera llama la atención no
sólo la camiseta Eagle de Elder o los lentes estilo aviador Giménez, G. (2000), «Territorio, Cultura e Identidades». En Barbero,
de uno de sus compañeros mineros, sino también el uso fre- J. M., López de la Roche, F., Robledo, A. (eds.), Cultura y región.
cuente del término y el concepto “estrés”. Una de las princi- Bogotá: Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Co-
lombia.
pales consecuencias del trabajo excesivo en la modernidad.
Así, lo “nuevo” se empieza a instaurar en las formas de ser Reguillo, R. (2000), Emergencia de Culturas Juveniles. Estrategias
de los sujetos sociales, no sin antes desatar una especie de del desencanto. Bogotá: Grupo Editorial Norma.
batalla con su antecesora, la tradición. El comportamiento de
Elder, rebelde con las demandas por ser como su padre, por
ser aquello que se fue, expresa con claridad esta tensión.
En ese mismo proceso, Elder insiste en auto marginarse.
Diferenciarse de los otros. Diferenciarse de los adultos y del
colectivo minero, que reniega permanentemente de su parti-
cular y cuestionado proceder. Él no quiere ser igual. Él quiere

174 175
Nadie quiere la primitiva escuela
de arte del futuro

Joaquín Tapia Guerra


Estudiante de literatura

I.

Ricardo Piglia hablando sobre William Faulkner:

Siempre me pareció fundamental lo que dice Faulk-


ner en la introducción de 1933 a The sound and the
fury: «Escribí este libro y aprendí a leer». La idea de
que escribir cambia el modo de leer y de que un escri-
tor construye la tradición y arma su genealogía literaria
a partir de su propia obra. No importa el valor ¨objeti-
vo¨ de los libros: el canon de un escritor tiene que ver
con lo que escribe (o con lo que quiere escribir). La
red de Faulkner incluye, digamos, la traducción ingle-
sa de la Biblia por el rey James, la prosa de Conrad,
ciertos climas de Nathaniel Hawthorne, las técnicas de
Joyce, etc., pero lo único que permite unir esos textos
y armar una trama (o una tradición) es la escritura de
Faulkner.

Me parece increíble esa cita porque sirve para hablar de la


idea de tradición de una forma bien flexible, lo cual es raro.
Como un ejercicio deliberado de socavar a los colegas,
hay que decir que la mejor ¨prensa¨ disponible de la película
Viejo Calavera (2016) es el trabajo de imagen publicitaria que

177
han hecho los propios muchachos de Socavón Cine. Fuera II.
de esto, tristemente, no hay mucho para leer. Unos buenazos
posters, trailers y nada más. Por cierto, gajes de mi oficio, sé El pasado mes de octubre he asistido al FIC Valdivia. Bajo
que esto lo dicen ellos mismos; no es pura pedantería mía. el título de ¨Homenajes¨, el Festival ha mostrado películas
Veamos esta serie: de Buster Keaton, Gardel, etc. Yo he ido a ver dos de Buster
Keaton, One week (1920) y Sherlock Jr. (1924), y cuando le
contaba esto a Verónica Zondek (jurado de la competencia
de cortos y que además da la casualidad que conocía a Blan-
ca Wiethüchter) ella me ha hecho notar que eso podía verlo
cualquier día con un DVD en mi casa. Me he sentido un poco
>a mal: tenía razón. En un festival de cine la cosa se trata de ver
películas nuevas y difíciles de conseguir en otro lado. Todos
los días una fiebre de películas, todos los días una carrera por
llegar de una sala a otra que está en otra parte de la ciudad
para ver otra cosa, y a veces uno no alcanza. Por ejemplo, el
día que pasaban Sieranevada (Cristi Puiu, 2016) no hemos
alcanzado. Hemos salido corriendo de la proyección de Les
sauteurs (Abou Bakar Sidibé, Moritz Siebert, Estephan Wag-
ner, 2016) y mientras caminábamos el Kiro26 nos decía a la
b<
Karla y a mí que le parecía demasiado nazi que les hayan
dado la cámara a unos negros que la pasaban tan jodido
cruzando la valla de Melilla (España y Marruecos) y después
no les den el crédito creativo que corresponde. Al llegar al
otro lado nos han dicho que ya no se podía entrar. El Kiro ha
puteado, yo esperaba que ya con eso nos dejen entrar, pero
ni así. Son demasiadas películas y hay demasiado poco tiem-
po para verlas todas. Otras personas parecen más enteradas,
siempre tras la pista de lo que sí vale la pena ver, armando
unos espectaculares itinerarios para cada día mientras se to-
man sus cafesitos en el lounge del Festival. Para mí la sensa-
ción general era más bien de angustia.
En fin, es ahí mismo donde he podido ver el Viejo Cala-
vera completo por primera vez. Algún tiempo después el
>c

26 [Nota de los editores] Kiro Russo, director, co−productor y co−guionis-


ta de Viejo Calavera.

178 179
Gilmar27 me ha contado que Buster Keaton pertenece a una Pero contrario a lo que pasó con Juku, Viejo Calavera no
cosa llamada «slapstick comedy», y que el origen de su apo- estaba ganando premios sino recibiendo puras menciones en
do (Buster) es que desde niño era capaz de recibir ladrillazos cada uno de los festivales a los que los muchachos asistían.
en la cara sin cambiar el gesto indolente de cara de palo que Para cuando llegaron a Valdivia venían de haber perdido el
lo caracterizaba. El tipo que ha presentado el Viejo Calavera Leopardo de Oro en Locarno frente a una película argentina
en Valdivia ha dicho antes unas palabras y la ha introducido que se llama El auge del humano, de Teddy (Eduardo) Wi-
como «la mejor película boliviana del año, posiblemente». lliams, y ya estaban bastante desalentados. Esa misma pelí-
Después se ha reído un poco, como quien subraya muy es- cula, que por cierto es buenísima, también estaba en com-
pontáneamente su firme creencia en lo que acaba de decir. petencia en Valdivia y obviamente el temor más natural era
El Viejo Calavera tenía ese aura de admiración y envidia que la historia se repita. El premio pecuniario del concurso
bien jodida ya desde antes que se hable de que se estaba ¨Cineastas del Futuro¨ en Locarno es de 40 mil dólares, el de
filmando. Supongo que es un síntoma de toda película que Valdivia en la competencia de ¨Largometraje internacional¨
ha pasado demasiado tiempo en el horno. También de que, es de cuatro mil dólares. El segundo es mucho menor que el
como Juku (Kiro Russo, 2011), igual se trata de la mina, y ya primero, pero aun así, nada que despreciar.
todos sabemos de sobra el tamaño arrasador de las conse-
cuencias festivaleras que ha traído consigo ese corto. Me
acuerdo que una vez el Gilmar me ha contado que el Kiro ha III.
pasado como un año entero viajando después del estreno.
Camino a Valdivia, el Kiro me decía lo mismo, que ya estaba Viejo Calavera es la historia de Elder Mamani, un chango que
podrido de tantos viajes. Tiempo después he ido a visitarlo a queda huérfano y tiene que entrar a trabajar en la mina junto
su casa y su escritorio estaba hecho un muladar de catálogos con su tío Francisco. Un poco como para hacerse cargo, este
festivaleros, bolsitas de tocuyo con logos estampados enci- último, de su sobrino, luego de la muerte del hermano, Juan.
ma, blocs de notas, cigarreras y otros souvenires que a los Este chango es un vaguín, un ladrón aficionado y un asiduo
organizadores les deben parecer importantes. fumador (yo diría) de ¨nevaditos¨. También es un diletante: a
A mí por ejemplo me han dado un paraguas que dice pesar que el trabajo en la mina le emputa, halla la manera
¨Sundance Channel¨. Cuando los amigos bolivianos han visto, de alejarse y darse unos hermosos momentos de soledad y
han bromeado: ¨Ah claro, no nos tratan tan bien a los que vehemente solaz, ya en la ¨casucha¨ de sus colegas, ya en una
estamos en competencia¨. Ha sido útil porque Valdivia es laguna al interior de la oscurísima mina.
bien lluvioso, todavía lo guardo celosamente y no lo presto La película empieza con una patada voladora. Después
así nomás. En mi cajón hay dos collares con tarjeta de identi- de ese primer plano nocturno en donde la cámara está arrin-
ficación desmontable que tengo de los únicos dos festivales conada en el fondo de un callejón, la perspectiva de la calle
extranjeros a los que he asistido. Eso que para el Kiro ha ad- velada por las paredes de las casas que se aprietan a cada
quirido dimensiones tan tenebrosas, para mí sigue siendo un lado. A propósito, es verdad, hay que decir que ese plano
culposo deleite. recuerda un poco a aquellos que se ven en películas de Pe-
dro Costa como Ossos (1997) o Juventude em marcha (2006)
27 [Nota de los editores] Gilmar Gonzáles, co−guionista y co−productor
o No quarto da Vanda (2000), planos que son de vecindarios,
de Viejo Calavera. de fachadas, de los colores de las paredes, ¨desconchadas¨

180 181
como diría Goytisolo cuando habla del Sentier parisino. Des- a lugares como la mina y por si fuera poco filma en 4K nati-
pués de eso, lo vemos a Elder en una discoteca mirando, vo, es decir que siempre y cuando le adhieras un disco duro
bailando y bolsiqueando una chamarra. Una cosa increíble externo de almacenamiento en tiempo real como el Shogun
del cine es que se pueden hacer saltos demasiado sutiles (que es el que Gerardo Guerra les prestó a los muchachos de
entre intradiégesis y extradiégesis. Aquí por ejemplo, como Socavón Cine), tus imágenes tendrán la misma resolución de
se trata de una discoteca, nos parece perfectamente acepta- todo el cine que sí es millonariamente financiado, y todo esto
ble que la música italo disco suene tan bien, pero la mezcla al módico precio de poco más de dos mil dólares. Encima está
no es del lugar sino extradiegética. Cuando Elder sale esca- el MoVI Steadycam, un mecanismo electrónico al que se ajusta
pando del dueño de la chamarra bolsiqueada y la cámara lo la cámara para obtener esos suaves e imposibles movimientos
sigue vertiginosamente con la música que continúa, lo confir- que todos recordamos de Viejo Calavera y que ni siquiera un
mamos. El mismo beat que hacía bailar tan genialmente a la riel podría haber logrado.
chica de los espejos (que todos siempre comentan saliendo Las decisiones formales en gran medida se han tomado
de la película), el mismo arpegio de sintetizador, se tornan desde ahí. Juku, que se ha filmado con una cámara más mo-
sobrecogedoramente ominosos. desta, tiene planos largos fijos, salvo ese del vagón que sale
Hay en la película una intención de presentar a este perso- de la boca mina con la música cancina que ha compuesto
naje de forma épica, pero además por medio de saltos entre Carlos Gutiérrez. En cambio, el plano largo de Viejo Calavera,
estilos y registros que pondrían de mal humor, por vedados, un poco como el de Cuarón, es más acrobático, más espec-
a cualquier profesor. Una serie de influencias y alusiones muy tacular. Por ejemplo cuando ya han encontrado a la abuela
difícil de rastrear o agotar que define la vocación misma con Rosa en los cerros, vemos primero lo que Carmen la peina,
que esta película ha sido hecha. Sus autores, empero, son de de ahí la cámara se abre y se escucha esa voz que está tan
esos muchachos que han visto demasiadas películas merced impecablemente mezclada y paneada a la izquierda que hace
al internet, que tienen un conocimiento del cine tan amplio que todos, en todas las salas en las que he visto la película,
como desorganizado y diletante. De todo esto una tradición hagan «¡Shhh!», como si se tratara de alguien haciendo ruido.
se hace, pero una que ha sido caprichosamente armada. Por Vemos el otro cuarto, lo que lavan el cuerpo desnudo del di-
último, esta película sí tiene todas las someras relaciones funto Juan, llegan unos tipos que lo envuelven en una frazada
con el anterior cine boliviano que la prensa paceña ha dicho, y lo sacan cargado, la cámara sale con ellos del cuarto, los
pero no hay que olvidar que saca tanto de fuentes antiguas y sigue todavía por el patio tan solo alumbrado por la luz de la
nuevas como de una posibilidad que es moderna y exclusiva luna, hasta que se entra en otro cuarto que está al frente. Uno
del cine digital. queda pasmado. El sonido, que no conozco tan al pormenor,
Hablemos de las herramientas técnicas. Cuando ha salido como ya ha dicho Souza, también «es perfecto».
al mercado la cámara con que Viejo Calavera ha sido filmada, Ahora hablemos de Aysa (1965), un corto también de la
la Sony A7s, ha enloquecido a todos los fotógrafos por el es- mina en blanco y negro con argumento de Oscar Soria, di-
peluznante desempeño de su ISO (rangos desde 10000 hasta rección de Jorge Sanjinés y música de Alberto Villalpando.
100000 como cosa de la vida diaria). En otras palabras, pue- El corto también se filmó en Huanuni y también tiene actores
des alumbrar un cuarto enorme con nada más que un fósforo naturales. Trata de un padre que se hace ayudar con su hijo
y vas a obtener imágenes con una iluminación impresionante. para perforar pequeños huecos en los que pone dinamita
Además, esta camarita es pequeña, liviana y cómoda de llevar para encontrar mineral. Cuando se lo ha presentado en el

182 183
Festival de Cine Radical del año pasado, un tipo se ha acer- En el final la película quiebra con todo y los mineros se van
cado al Migu28 con socarrona risa a preguntarle cuánto de a pasar unos días a Coroico. Esta es una de las razones por las
este corto habían sacado los de Socavón Cine para su última que el guión es una maravilla: su tan chistosa frescura que le
película (aysa significa derrumbe). El Migu le ha dicho que ahorra las caídas en poses, hay que decirlo, épicas. En Valdivia
nada, que más bien lamentaban haber visto el corto después el Kiro explicaba al público que esto de las vacaciones mineras
de filmar, cuando era ya demasiado tarde para hacer algo es legendario, y daba el ejemplo de una vez que contrataron un
con eso. Para aquellos muñecudos como yo, una copia de avión para hacer un vuelo de tan solo unos cientos de metros
Aysa ya está felizmente guardada en nuestros discos duros, en las cercanías de Oruro. En el Viejo Calavera los mineros ha-
y hemos podido revisarla. Con todo, creo que hay algo en la blan severamente y parece que lo que vemos es la organización
forma que tienen ambas películas de anunciar una calamidad de un piquete, pero no, están planeando sus vacaciones. Sin
que sí se parece. embargo, también está en Coroico la parte más calamitosa de
«A mí no me interesa la mina, pa qué decir». La primera la película: la guitarreada de la última noche. Salvo este error y
vez que se tiene un primer plano enfocado de Elder Mamani, otro de la música breve que aparece en la secuencia del sueño
eso es lo que dice a sus colegas mineros, casi todos un poco de Elder justo antes de irnos a Yungas, la selección musical del
mayores que él, después que lo rescatan de una estrepitosa Viejo Calavera es buena: «Ikeya Seki» al empiezo y después el
caída en interior mina que debería haberlo dejado muerto. segundo movimiento del concierto para oboe de Alessandro
Antes en esa secuencia lindísima de los chapuzones de Elder Marcello. El Gilmar me ha dado el dato de esta segunda pieza,
en la laguna subterránea, donde parece que los sonidos de un adagio que es el tema central de la película de Enrico Maria
las gotas y la pipa de Elder acariciaran nuestros oídos, vemos Salerno, Anónimo veneciano (1970), un drama romántico bas-
al final su espalda café y brillante que se sumerge en el agua. tante bueno que fue su debut directoral, de hecho.
Lo siguiente que aparece es un taladro. Ese mismo tipo de
corte de cuya relación conceptual sale el anuncio de algo te-
rrible aparece en Aysa, aunque no me parece que tenga que IV.
volverse tema de plagio. Creo que es más directa la relación
que siento cuando tras lo del accidente vemos esas cáscaras Con este mismo segundo movimiento termina la película. Elder
de naranja que Elder bota al suelo mientras sus colegas ha- recorre el hotel vacío y con rastros de la juerga de la víspera,
blan de él, algo del sonido con que caen en la tierra y de su recoge a su tío borracho y regresa con él a La Paz en la parte
color me hace recuerdo a las tantas cáscaras de granada que de carga de una camioneta, con el viento frío de la madrugada
botan sobre las mesas en Història de la meva mort (2013) sobre sus caras. Quizás sea un poco muy solemne: los dos per-
de Albert Serra, o esos planos de la tía Carmen puteando sonajes, reconciliados por una especie de desenfadada circuns-
y de Elder con su cara deshecha cuando van en el auto, de tancia del azar, pero es fuerte. Al final para mí el único sinsabor
perfil, que se parecen a los de la vagoneta en que viajan en que queda es que el Viejo Calavera como que se acaba muy
Tío Boonmee (2010) de Weerasethakul, o la propuesta de un rápido, como que le teme a esa última parte de las películas
“Hamlet en Huanuni¨ que hace Souza. que se dedica a huevear. Hay una versión de ensayo de Nueva
Vida (2015), creo que digital, no en cinta, con ese mismo pedo
28 [Nota de los editores] Miguel Hilari, programador del foco «Impresiones
de viaje», del Festival de Cine Radical 2016, La Paz, Bolivia. Hilari es parte
de ver desde lejos y música de Gonjasufi en alguna parte y un
de Socavón Cine y fue asistente de producción en Viejo Calavera. plano de una pareja teniendo sexo que se ve a través de una

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ventana que está bien lejos y mal iluminada en medio de la no- V.
che. Según yo es mejor que la versión oficial; es más real.
He leído en unas cuantas entrevistas que el Kiro habla de En el FIC Valdivia también hemos podido ver la última pelí-
su cariño por el Neorrealismo Italiano. Me avergüenza admi- cula de Albert Serra, La mort de Louis XIV (2016), con la ac-
tir que a estas alturas yo no conozco, pero veamos esto que tuación del legendario Jean-Pierre Léaud. Ver unos primeros
dice Jacques Aumont de Rossellini: «Ese cine de intención planos tan gigantes y apenas alumbrados, caras de personas
social, exclusivamente preocupado por formar e instruir, será que se hablaban desde sus camas sobre la gangrena que
[...] el cine en apariencia más diletante, ya que −es la parte crecía en la pierna del rey, era impresionante. Más tarde en
más conocida y visible de la labor de Rossellini− se basa en un bar, después de la premier del Viejo Calavera, el Pablito30
la capacidad de improvisación de sus creadores». No sé si la decía que la de Serra no le gustaba tanto, que le parecía un
agenda del Viejo Calavera sea necesariamente didáctica, pero poco larga. Lograr mostrar la tremenda fuerza épica que hay
sí hay una fuerte y clara intención por atraer a la gente, por en el ver a la gente en sus ratos de hueveo parece ser tan,
que la película no deje de ser una película comercial, por que pero tan difícil, que una persona vea y se sienta movida de
haya una historia con la cual identificarse y conmoverse. Creo alguna forma bien íntima y a la vez universal y diga algo así
que esa es la razón de la representación épica de Elder. Pero como lo que Borges con las películas de acción de su tiem-
¿dónde está la realidad? La cámara tiene que ser un testigo, po: «Cuando vi los primeros films de gángsters de von Stern-
no por una función política, sino porque debe estar ahí para berg, si había en ellos cualquier cosa épica −como gángsters
poder mostrar la realidad y la ¨capacidad de improvisación¨ de de Chicago muriendo valientemente−, bueno, recuerdo que
los creadores de esa realidad, es decir la gente que aparece los ojos se me llenaban de lágrimas».
en la pantalla. Jean-Luc Godard, sobre quien Aumont nos dice
que ha recaído una fuerte influencia de Rossellini, dice que
«los espectadores de cine, como los avestruces, son animales
Referencias
realistas, sólo creen en lo que ven».
En el Viejo Calavera esa realidad está en los pasos de baile Piglia, R. (2014), Crítica y ficción. Barcelona: Debolsillo.
de la chica de los espejos que mencioné antes, en cómo el
Souza, M. (2017), «Viejo Calavera: Hamlet en Huanuni», Página siete,
Charque29 explica tras una función de la película que «prác- 1 de enero de 2017. Recuperado de http://www.paginasiete.bo/
ticamente el lenguaje es natural y a diario lo vivimos. No ha- ideas/2017/1/1/viejo-calavera-hamlet-huanuni-122104.html.
blamos eso en la casa, sólo en la mina que es como nuestro
Aumont, J. (2008), Las teorías de los cineastas. Barcelona: Paidós
segundo hogar», en la forma en que Elder alza los brazos pa- Ibérica.
radoramente en el tercer poster que hemos visto de la pelícu-
la. Socavón Cine acierta en preferir actores reales por encima Gimferrer, P. (2005), Cine y literatura. Barcelona: Seix Barral.
de los entrenados. Imaginemos, por ejemplo, a un Elder Ma-
mani representado por Cristian Mercado, y entristezcámonos
luego. ¿Qué tipo de aprendizajes habrá que tener para que el
trabajo con actores profesionales no mate a una película?

30 [Nota de los editores] Pablo Paniagua, director de fotografía y co−pro-


29 [Nota de los editores] Rolando Patzi, actor de Viejo Calavera. ductor de Viejo Calavera.

186 187
La Vieja Escuela
Un ejercicio de imaginación

Luis Velasco
Cineasta

Como muchas cosas en la vida, las ideas se manifiestan más


como un golpe de suerte que a través de un proceso inte-
lectual planeado, ejecutado y resuelto dentro de un espacio
controlado, ya sea real o ficticio. Es David Lynch, citado ade-
más en todo tipo de contextos distintos, quien habla de las
ideas mediante una analogía pesquera: «Las ideas son como
peces. Si quieres atrapar peces pequeños, puedes permane-
cer en aguas poco profundas. Pero si quieres atrapar un gran
pez dorado, tienes que adentrarte en aguas más profundas»
(2013 [2006]).
Los pescadores expertos, al menos los que practican este
oficio de manera tradicional, se adentran en las aguas con-
fiando en su habilidad para leer los fenómenos que no pue-
den controlar, ya sea la marea, el clima, etc. Estos pescadores
no “fabrican” los peces, los atrapan.
Es así que me voy a animar a jugar con un pez que tengo
dando vueltas a mi alrededor desde que vi Viejo Calavera y,
si tengo suerte, trataré de atraparlo confiando en no haber
“leído mal” la marea.
Una de las primeras cosas que me llamaron la atención de
Viejo Calavera, curiosamente, fue el título con el que se pro-
mocionaba para el público angloparlante, ya que Dark Skull
parecía ser de una película totalmente distinta a la que yo
esperaba. El juego mental de traducir el título de Viejo Ca-
lavera al inglés, literalmente Old Skull, y el parecido fonético

189
a Old School (vieja escuela) me dejó con algunas ideas en la Sin embargo, es en ese momento que la ilusión se apaga
cabeza que terminaron de asentarse, casi sin querer, cuando y el director da un paso atrás para mostrarnos cómo Elder, el
pude al fin ver la película en el cine. Kiro Russo está hablan- protagonista, cae por la inercia de la tradición en un mundo
do sobre “la vieja escuela”. al que no pertenece y el cual claramente lo rechaza. La re-
Pero, ¿qué vieja escuela? ¿Será sobre la minería de antes? pentina muerte de su padre en un paraje de la mina lo obliga
¿Será una crítica a esta generación alienada? La solución a a tomar su lugar y el silencio que guarda su padrino, quien
esta interrogante está precisamente en la necesidad de en- estaba con el padre al momento del accidente, solamente
contrar respuestas en la auto-referencia, es decir, el entender aviva su rebeldía.
al Cine como sujeto y su Historia como objeto. Desde este Elder no se adapta y vemos a los mineros debatir cons-
punto de vista, Viejo Calavera se convierte en una reflexión, tantemente, desde dónde van a pasar sus vacaciones hasta
no solamente del estado actual del Cine en Bolivia, sino de los inconvenientes de mantener al ahijado trabajando en la
la relación que guarda con su historia. mina. Él, por otra parte, tan solo busca poder seguir viviendo
Escritores que escriben sobre escritores, músicos que bajo sus propias reglas. La contraparte en esta dinámica está
esconden en sus piezas fraseos de otros músicos o pintores personificada por la abuela, quien representaría un cariño
que se autorretratan son, creo yo, ejemplos de esa misma idealizado hacia el pasado; la única razón por la que Elder no
necesidad que percibo cuando veo que un cineasta está ha- escapa totalmente.
blando, implícita o explícitamente, sobre el cine. El arte es, En cierta forma, desde que las instituciones estatales
al final de cuentas, una expresión humana y el ser humano que debían nutrir al cine nacional han desaparecido en una
siempre va a buscar ver al otro a través de sí mismo y lo que espiral burocrática, este ha quedado también huérfano. Y
conoce. El ser humano es meta por naturaleza. el silencio que guardan estas instituciones ante los cuestio-
Viejo Calavera comienza haciendo un statement; una namientos de las nuevas generaciones de cineastas, ha des-
especie de declaración de intenciones acerca de lo que pertado una inquietud por deshacerse de las viejas formas
el cine nacional busca, es decir, una estética distinta, una aun estando dentro, todavía, de la oscuridad de esta mina
nueva forma de explorar nuestras realidades. Sería ingenuo simbólica.
pensar que las inquietudes que tenían los cineastas de la En la película, el discurso minero hace recuerdo a la época
vieja escuela no son las mismas que tienen “los de ahora”. de oro de la COMIBOL, pero su coherencia ideológica queda
La peculiar relación que hay entre campo y ciudad, la pa- reducida a una mera caricatura. Ha muerto por sus propios
sividad con la que –como país– recibimos el maltrato de errores como tal vez, el padre de Elder murió por culpa de
propios y extraños y la ausencia casi total de una memoria su padrino y, de la misma forma, la testaruda actitud de los
histórica no han dejado existir. Pueden haber cambiado los directores nacionales de la vieja escuela, ha ido matando de
protagonistas, sus dinámicas relacionales y sus ambiciones, a poco las posibilidades de crecer del cine nacional.
pero estos fenómenos perduran. Es menester, entonces, en- Ahora, es importante recordar que Elder es una persona
contrar la manera de ver estos problemas bajo una perspec- sin un norte, llena de vicios y que sólo parece generar caos a
tiva que vaya acorde a las necesidades de sus protagonistas su alrededor. El único obstáculo que tiene para poder resol-
y eso es precisamente lo que vemos durante los primeros ver sus conflictos internos es sí mismo.
cinco minutos de la película: la vida en Huanuni más allá del La falta de recursos, entre otras dificultades propias de
sindicalismo minero. un cine sin industria, en lugar de volverse una oportunidad

190 191
para explotar la creatividad se ha convertido en una excusa
para estrenar películas que no están a la altura de lo que pro-
Un silencio que no otorga31
meten sus directores. Es en este aspecto que Viejo Calavera
también se destaca, pues tiene un nivel técnico elevadísimo, Mónica Velásquez Guzmán
evadiendo por completo errores que otros directores con Poeta, literata y docente universitaria
más experiencia continúan cometiendo.
El punto álgido del conflicto llega al final de la película,
cuando Elder ataca a su padrino en medio de una borrachera
de mineros en Coroico. En un giro inesperado, es él mismo
quien decide sacar a su padrino del hotel donde se alojaban
para irse juntos en la parte trasera de una camioneta. Perso-
nalmente, este final adquiere una dimensión especial cuando
me aferro a la analogía del cine y su historia, pues Elder pa- ¿Dónde ponemos las palabras cuando nuestros seres
reciera rescatar a su padrino para entrar ambos en una suerte amados mueren?, ¿dónde cuando los tiempos para nuestra
de comunión; aceptar los errores del pasado y partir, con un revolución han acabado aunque algo de ellos todavía
rumbo incierto, pero juntos. cante en nostálgicas guitarreadas?; y más ¿dónde las oímos
Formalmente hablando, la película aporta desde su esté- cuando se han transformado en silencio? Como espectadora
tica y narrativa una serie de elementos que rompen con el frecuente del cine nacional, estas son las preguntas que
conformismo de las películas que se han hecho en el país en guían mi respuesta por escrito ante la intensa experiencia de
los últimos años. Estos elementos no necesitan ser innova- asistir a la película de Kiro Russo.
dores, pues es fácil reconocer homenajes que van desde las Todo silencio necesita, para ser oído, un contrapunto,
sobreimpresiones y el montaje rítmico de Dziga Vertov, hasta una caja de resonancia. La mina deviene tal sitio y, con ello,
los neones y la música ochentera de Nicolas Winding Refn; se resignifica a sí misma lejos del imaginario histórico, social
pero significan una bocanada de aire fresco muy necesaria en o económico donde la habíamos posicionado básicamente
una época de cine boliviano de caricatura, paisajista y pseu- como sitio de explotación. Dentro de ella se oyen dos silen-
dopolítico. cios que, probablemente, acaben siendo anverso y reverso
Quiero creer que esta etapa crítica de transición va a ge- del mismo nombre: por un lado, el duelo que nada dice ante
nerar más respuestas de este tipo y que con el tiempo vamos la ausencia del muerto-querido; por otro, el del padrino,
a crear un cine con identidad, no de estereotipos dañinos. quien ante los inquisitivos mandatos y demandas de esposa,
Las ideas están ahí, las historias están ahí. Sólo tenemos que ahijado, compañeros de sindicato o la vida misma, o el es-
ser capaces de adentrarnos en aguas más profundas. pectador mismo, tercamente calla. De trasfondo, un silencio
mayor, del que no me ocuparé por razones de tiempo y de
competencia, el de la historia de la minería en sus variantes.
Referencias
Lynch, D. (2013), Atrapa el pez dorado. Buenos Aires: Mondadori. 31 [Nota de los editores] Texto re−editado en este volumen, publicado por
Traducción de Cruz Rodríguez Juiz. primera vez en el suplemento Letra Siete del periódico Página Siete de La
Paz, el 8 de enero de 2017.

192 193
Sólo apunto, por ahora, lo sintomático que me parece que volteada de su abuela. En todo caso, su manera de habitar
uno de los reclamos a la película pase por lo que llamaría una nocturnamente la vida puede o no ser respuesta a la muerte
“herida de representación” por la cual, la mina “no aparece del padre, pero lo es también a una pérdida de lugar y de
como es” (deviene secundaria y zona de paso) y el final de la función social. Después de amenazar, insultar, golpear, de-
historia “no es creíble” o queda “demasiado abierto” (lejos gradar la propiedad de los demás mineros, etc., después de
de la obvia venganza, se apuesta por un gesto silente). inquirir a su padrino (acompañante del padre en una inexpli-
El duelo, en palabras de ternura y de conmoción, toma a cada muerte) una razón, el cómo y la responsabilidad de que
doña Rosa mientras vaga por el altiplano haciendo lo único su padre haya fallecido… después de obtener con todo ello
posible ante la muerte, preguntar sin obtener respuesta algu- negatividad y silencio, el muchacho parece salir de la mina,
na. El uso del reflexivo, tan propio del castellano-aymara en salir de Coroico y salir al camino sin duelo con una contun-
nuestra ciudad, se apropia de la muerte ajena cuestionando dente respuesta: abrigar al padrino en silencio.
«cómo te me has muerto», «por qué no me has aparecido». El padrino, entrañable personaje que detonó estas re-
Es en el lenguaje dolido de la pregunta, la apropiación y la flexiones, es el silencio. Resiste ante todos quienes le exigen
transferencia de lo sucedido al otro en el dolor de uno mis- decir algo, pero él “nada no dice”. ¿Es responsable de lo
mo donde la muerte se nos asoma. No es la negación pero que sucedió, por sus antecedentes alcohólicos contados
aún aguarda la resignación; las palabras apenas pronuncia- por otros personajes en la película? Algunas insinuaciones
das no esperan una causa, sino una presencia que vuelva a lo deducen: estaban en otro “paraje”, solos, no hubo acla-
dar sentido a la vida en común (aunque sabemos luego que ración de lo sucedido, él apadrina al hijo del difunto Juan
tal convivencia distaba de ser idílica, pues el hijo Juan, a pe- pretendiendo cierta redención o compensación; ante la pé-
sar de ser recordado de manera heroica por sus compañeros sima conducta del ahijado tampoco dice nada que defienda
mineros, es un machista violento en la memoria de la madre, o justifique sus agresiones. Él nada dice. Cabe recordar que
aun así su interlocutor, su par vital). La madre, preguntando los modelos de padrinazgos en nuestro marco cultural apun-
por su wawa y alertando al nieto para que siga “bien su ca- tan a dos frecuentes maneras de apadrinar: o, a lo Corleone,
mino”, y contándole de la violencia que sufrió con su padre, se protege hasta imponer a quien uno apadrina; o, modelo
no hace sino aguardar, echar distancia al dolor que ve en la andino, se es el padre en ausencia del progenitor biológico
conducta alcoholizada y violenta ya en el nieto, con la espe- asumiendo sus funciones, dando por el ahijado la cara y el
ranza, probablemente, de revertir el sino. nombre. ¿Qué padrino es éste? Ciertamente no uno que im-
Por su parte, el nieto carece de palabras para su duelo. ponga o castigue, o demuestre por dónde se debe ir; salvo
O, si este aparece, lo hace como amenaza, insulto, petición en una escena, cuando desayuna con la abuela Rosa, nunca
de un golpe físico que encarne el intangible dolor de per- reniega del comportamiento de Elder, pero lo respalda y “ahí
der. Elder no desea ser minero re-editando el heroísmo y el se está”. Sólo una vez le advierte, hay que cambiar. En las
sitio social del padre. No quiere ser uno más de ellos y, de últimas escenas, amenazado por su ahijado, quien con un cu-
esa manera, encarna una nueva generación distante y des- chillo finalmente lo puede llamar con el nombre que su sos-
confiada respecto al ideal minero y su rol ante la “patria”. Es pecha dicta, “asesino”, una vez más calla. Hacia el final, es el
sabido que allí donde faltan palabras, abundan los golpes. ahijado quien ayuda al padrino a salir del hotel y del chaqui
La conducta en un puro acto sin lenguaje, del hijo, provoca de la noche anterior; lo saca de Coroico y ya en el camino lo
rechazo, desconfianza, solicitud de desalojo, o la espalda protege del frío abrigándolo. El padrino duerme. ¿Qué cubre

194 195
la frazada? ¿La decisión de seguir ya sin cargar el peso del
muerto y su causa de muerte?, ¿la relación por la que am-
Ingresar en la oscuridad
bos se protegerán ya sin el pasado que los distanciaría para
siempre?, ¿se cubre el cuchillo y la respuesta que el padrino
nunca dará?; en última, ¿esa frazada, con la que se transpor- Sergio Zapata
tan y cubren los cuerpos anónimos en nuestro medio, puede Crítico de cine
transformarse y cubrir el cuerpo vivo para protegerlo de los
embates del camino?
La negativa del padrino a responder, la negativa de la
muerte a darnos explicaciones, el puño o el robo con que
Elder devuelve el golpe a la vida, son el “estribillo” que
marca no sólo el ritmo sino también el problema que lleva
a preguntarnos si hay culpable de muerte, si hay palabra de Ninguna película realizada en Bolivia contiene tal sentimiento
duelo, si hay lenguaje para lo ausente (sea este un ser amado de amor y compromiso con el cine como la opera prima de Kiro
o un tiempo minero que ya no volverá). La iluminación que Russo. En tiempos donde la rigurosidad fetichista, el maltrato al
depende sólo de la perspectiva y el paso de los mineros al espectador y la verborrea leguleya son diarias, desde las som-
interior de la mina, las linternas buscando a la abuela Rosa bras de la cinefilia Kiro Russo y Gilmar Gonzales pensaron un
en el altiplano, las brillantes luces de una discoteca-socavón cuento moral, un proyecto posible de guionizar solo desde y
para otros cuerpos, la cámara que se aleja encerrándonos con el montaje, en tanto proyecto cinematográfico. Anclaron la
dentro de los rieles o la luz abriéndose paso en los pies de historia en la oscuridad del socavón, pues este se presta como
un minero que se adentra en la tierra… no son sólo efectos el germen creativo del desplazamiento del Viejo Calavera.
bien logrados y técnicamente rescatables, son también, me El inmediato antecedente y precursor de Viejo Calavera es
parece, una modesta manera de transitar los duelos audi- el cortometraje Juku (Kiro Ruso, 2011), película que narra el
bles en la mina. Después de todo y como dijo hace poco rescate de un juku al interior mina y que nos anticipaba un cine
en una entrevista, el expresidente del Uruguay José Mujica, por venir. Juku refrescó el panorama fílmico boliviano por in-
no importa cuán grande sea nuestra linterna, la noche será troducir la cámara en la mina, de manera cinematográfica −es
siempre más grande. En la película de Russo, esa noche es decir, con una intención estética clara y concreta: filmar la os-
también inmensa y conmovedora y, por ello, nos conduce a curidad, principio que será depurado y perfeccionado en Viejo
callar. Después de todo es el duelo devolviéndonos al cami- Calavera. Así mismo, la frescura radica en los cuerpos y rostros
no de seguir la vida, cada vez con más preguntas, con menos de los mineros en el cortometraje: todos ellos se representan a
respuestas. sí mismos, otro elemento depurado en el largometraje. Por úl-
timo, la libertad que Russo despliega en cada imagen, posible
por la complicidad con Pablo Paniagua, director de fotografía.
Esta libertad será constante en Viejo Calavera.
En Juku quedaba establecida una curiosidad de los ci-
neastas, filmar la oscuridad. En Viejo Calavera la oscuridad
no tiene el mismo tratamiento que en Juku, es decir, la au-

196 197
sencia total de luz. En Viejo Calavera −entre sollozos de una Desde la cinefilia, la opera prima de Russo se expresa en
madre que llora y reclama por su hijo, y la búsqueda por el reconocimiento de la tradición universal y, en algún episo-
parte de los familiares− la luna permite filmar la noche con dio, la tradición de los cines nacionales. Ahí el diálogo entre
la muerte; en esa relación entre noche, relámpagos y muerte la luz y la sombra desde Hou Hsiao-Hsien, Vertov, Renoir,
transitaremos durante los 80 minutos del filme. Así también, Buñuel, Tarkovsky, Chabrol, Resnais, Costa, Bresson, Chaplin,
ingresamos a la mina, posibilidad que, de alguna manera, entre otros. No es exagerado mencionarlos porque Kiro Rus-
es la promesa que esbozan Russo y Paniagua: filmar interior so y su equipo evidencian estas fuentes, estos apetitos cine-
mina como nunca se había hecho. matográficos en cada gesto de la película.
El conocimiento acumulado por Russo y los chicos de El viaje cinéfilo de Viejo Calavera nos permite asistir a la
Socavón Cine se evidencia en cada plano, que además de historia de un viaje entre el altiplano, el socavón y los yun-
contener una belleza ajena a la retina del cine boliviano gas, de la oscuridad y constreñimiento telúrico hacia el ligero
destila cinefilia en cada encuadre. Huanuni es el espacio e iluminado Yungas, para interrogarnos sobre el perdón y la
que alberga a un grupo de mineros donde se incorpora (posible) redención. De esa manera, desde la cinefilia, Viejo
Elder Mamani, joven que odia la vida de la mina, comete Calavera no solo ofrece una reconciliación de dos personajes
algunos atracos y nos guía a las entrañas de la mina para sino que también la esperada reconciliación del cine bolivia-
comprender las posibilidades del perdón. El ingreso al no con su público.
socavón lo conseguiremos con la venia del Tío y el acom-
pañamiento del padrino, tutor del descarriado Elder. Entre
ambos personajes, Russo desplegará una forma original y El ser y el parecer
auténtica de filmar interior mina, sus habitantes y, por su-
puesto, su oscuridad y soledad. Por lo regular, en el cine boliviano nos enfrentamos al des-
pliegue de figuras, formas indefinidas y bosquejos de ele-
mentos; es decir, una suerte de apariencias, simples poten-
Cinefilia cialidades que se diluyen en cuentos morales, pretenciosos
o aburridos. En otros casos, vemos apariencias de formas
La autenticidad fílmica radica en la actualidad de sus imáge- televisivas intentando dialogar con formas cinematográficas,
nes y, a la vez, en la forma de relacionarse con la tradición concluyendo en bochornosos casos de teatralidad filmada,
fílmica. En este sentido, una película concebida desde la ci- donde se privilegia la puesta en escena, el trabajo actoral
nefilia es materia de alborozo, no sólo por el reconocimiento por encima de la forma fílmica: el tiempo y el espacio des-
de la tradición sino por la puesta en evidencia del dispositivo plegando un contenido en desmedro de la imagen tiempo.
fílmico en su veta más rica, la recreación en formas de repre- Si bien el cine es el despliegue de apariencias, la dialécti-
sentación. Quizás esa es la veta que encontró a Russo y con- ca entre el ser y el parecer como mecanismo de lucubración
mueve al gran público y a la crítica. sobre la forma fílmica permite establecer y diferenciar la in-
Hace años, Kiro Russo y Gilmar Gonzáles emprendieron tención fílmica, asociada con los presupuestos éticos de un
una breve aventura en el rubro de la comercialización de pe- filme frente a la propuesta formal de este. Es en la resolución
lículas, quizás ahí la inquietud de ambos por hacer cine, un estética de una película que el ser establece una relación dia-
cine que ellos quisieran ver y compartir. léctica con el parecer.

198 199
Varias de las películas bolivianas del último tiempo sólo Con esta operación, Viejo Calavera actúa como un
merodean y divagan en la apariencia, en una estrategia, objeto no apto para hacer funcionar el modelo binario,
acomodaticia y complaciente, respecto de apariencia anclado en el deseo de abandonar un espacio, encontrarse
reconocible −es decir, conocida−, además de privilegiar y habitar otro. Este, como un nuevo espacio de encuentro,
esferas concernientes exclusivamente a la historia, al guion, a de reconstitución de manera voluntaria, potenciado
los personajes, es decir, a la moralina constreñida en las obras, básicamente por elementos compositivos (planos generales,
en desmedro de un cine que explora las formas del ser. por ejemplo), se articula para, didácticamente, establecer
Si bien esta es la promesa del cine como objeto la dicotomía, de la cual se desprenden elementos morales.
filosófico, Viejo Calavera se ofrece como una materialidad La dicotomía campo-ciudad como formalización de un
para pensar y atender la emergencia de conceptos. Y, por binarismo moral se evidencia en la obra de Sanjinés, en
supuesto, descender al socavón como forma de redención Ukamau (1966), Yawar Mallku (1969), La nación clandestina
y celebración de la inevitable emergencia de un cine del (1989), Para recibir el canto de los pájaros (1995), y Los hijos
presente en Bolivia. del último jardín (2004).
De la misma manera, estas relaciones campo−ciudad
las encontramos en piezas como Linchamiento (Ronald
Yo me quiero ir Bautista, 2015), Dame tu corazón cholita (Meruvia, 2012), La
cholita condenada por su manta de vicuña (Jaime y Walter
Tanto el viaje como la huida son temas estudiados de forma Machaca, 2010) y La desgracia de la imilla y el condenado
recurrente, en los últimos diez años, por los críticos Andrés (Sonia Choque, 2009), donde la ciudad de la modernidad
Laguna, Santiago Espinoza y Sebastián Morales. Lo hacen a es el lugar de los vicios y el peligro, en oposición al espacio
través de los modelos binarios campo-ciudad, rural-urbano, de origen, el campo, el pequeño poblado. Estas películas,
que permiten establecer un código de lectura para casi toda que no cuentan con exhibiciones en salas comerciales, no
la cinematográfica producida en Bolivia. Viejo Calavera no complejizan a sus personajes, que no poseen contradicciones
rompería esta regla, pues narra la excursión de Elder en una psicológicas, étnico culturales, sociales y existenciales, en
nueva vida, la mina. Así mismo, en un relato de un rango tanto movilizadores dramáticos.
algo más amplio de la película, encontramos los momentos Sin embargo, en clave humorística, Dame tu corazón
del viaje de los mineros a los Yungas, y el encuentro y con- cholita se mofa de La Paz como postal, desmitifica las
clusión moral de la película, con el retorno de Elder y su pa- grandes secuencias de “llegadas” o “ingresos a la urbe
drino a la mina, arropados bajo el perdón. paceña”. Puede ser leído así también el hipnótico plano de
Sin embargo, esta operación significante quedaría fracturada llegada a la ciudad de La cholita condenada por su manta
por el deseo impetuoso de irse, irse de la mina, sin esperanza, de vicuña, que remarca la dicotomía entre el campo y la
sin destino, siguiendo un gesto explícito en la cinematografía ciudad. En ambas películas, la llegada a La Paz responde a la
de la última década, el de introducir en el parlamento de los codicia: la joven pareja de Dame tu corazón cholita viene a
personajes este deseo. Este elemento está en Lo más bonito y la ciudad en busca de prosperidad, mientras que La cholita
mis mejores años (Martín Boulocq, 2005), El olor de tu ausencia condenada… visita la ciudad para recuperar su tesoro.
(Eddy Vásquez, 2013), I am Bolivia (Anche Kalashnikova, 2006), El caso de Viejo Calavera permite reconocer un síntoma
Sol Piedra Agua (Diego Revollo, 2016), entre otras. generacional, como lo hiciera Lo más bonito y mis mejores

200 201
años (2005), con el deseo de irse de Berto y el deseo de
quedarse de Victor. En Viejo Calavera, Elder solamente no
quiere estar. El rechazo al presente es manifiesto y, una vez
establecido esto, Russo se limita a potenciar este encierro en
el espacio de la minería, siendo el socavón un lugar excep-
cional para este menester. El posible viaje a los Yungas no
cuenta con la voluntad del personaje, por ello no podríamos
adscribirlo a una posible huida o migración. Así también, el
lugar que ocupa Elder en la organización sindical se torna
confuso, pues no goza del reconocimiento de los demás. A
esto se añade su capacidad autodestructiva, que evidencia el CUARTA PARTE:
sentido desolador de la existencia del joven minero.

Viejo Calavera,
En este sentido, «me quiero ir de aquí» es una declaración
generacional vaciada de esperanza y de paraíso, que no con-
templa ninguna promesa de reconciliación para el personaje
consigo mismo. El «me quiero ir» guarda una relación más

Socavón
profunda con el socavón y la oscuridad de este que la simple
ausencia de luz como recurso demostrativo de pericia técnica
de un grupo de cineastas.

Cine y el cine
boliviano

203
202
Un cine de la fascinación

Sebastian Morales Escoffier


Crítico de cine

Elder Mamani (Julio César Ticona) ha perdido a su padre en


un accidente que no ha sido del todo aclarado. Es minero,
aunque no le interesa trabajar ahí. Su padrino, Francisco (Nar-
ciso Choquecallata), al que todo el mundo le exige que hable,
apenas pronuncia algunas palabras. Elder es un viejo calavera,
un borracho empedernido, un irresponsable. Nadie lo quiere
en el interior mina, ni siquiera él mismo.
Pero no es precisamente el hilo narrativo lo que parece im-
portar en el primer largometraje de Kiro Russo, Viejo Calavera
(2016). Se trata de un cine sensorial. No por nada los realiza-
dores insisten en que es una película que se debe ver en ópti-
mas condiciones, en una sala oscura. Aunque hay un evidente
deseo de narrar, algo que recién aparece en la obra de Russo
en este largometraje, lo que le importa al cineasta es crear una
sensación de fascinación. Un sentimiento, no una historia es el
pilar de Viejo Calavera. Un determinado juego con el espacio,
que aparece ambiguo, indeterminado. Lo importante aquí es
la potencia de la imagen, el gesto primordial del cine desde
sus inicios, desde aquella llegada del tren filmada en 1895.
La apuesta de Russo se acerca a la modernidad fílmica y
ésta, necesariamente se expresa en exploraciones formales
determinadas. Viejo Calavera es la culminación de una se-
rie de investigaciones formales que es posible rastrear en
el cine de Russo desde su primer cortometraje, Enterprisse
(2010). Así, la película es más bien un ejercicio de síntesis de

205
un lenguaje que el propio Russo y sus colaboradores han ido temente, tienen que ver con el mero hecho de que el espacio
creando a partir de un seria reflexión de las imágenes. A con- obliga a filmar así. Un espacio complejo, sin aire y sin luz, al
tinuación, de manera fragmentaria, se propone los elementos que es difícil acceder, claustrofóbico.
principales de este ejercicio de síntesis. Hay un solo plano que no parece seguir estos principios de
composición, se trata de un travelling hacia atrás en donde los
mineros están sacando al juku de la mina. Pero de todas for-
Encuadre/ re-encuadre mas, mientras la cámara pasa por los pasillos, se hace patente
el hecho de que se trata de un espacio reducido y este largo
Oscuridad total. A lo lejos, en una esquina del plano, surge movimiento de cámara, parece tener la intensión de mostrar
una pequeña luz que irrumpe tímidamente la pantalla negra. los recovecos de un laberinto oscuro. Así, a partir de com-
El punto luminoso comienza acercarse, permitiendo ver ligera- posiciones cerradas y el uso de la luz, Russo y Paniagua dan
mente las paredes de un espacio cavernoso. Lentamente la luz cuenta de la especificidad del lugar que filman: un espacio
se mueve de un lado a otro del plano, hasta que finalmente que es enorme pero de paredes estrechas que hacen aún más
desaparece, dejando de nuevo todo a oscuras. complicado el paso, un espacio en el que solo los más experi-
Juku (2011), segundo cortometraje de Kiro Russo, se cons- mentados pueden entrar, a riesgo de perderse para siempre.
tituye como una exploración de un espacio a partir de la luz. Si en el Juku se filma un solo espacio, Viejo Calavera am-
La cámara de Pablo Paniagua, fotógrafo del filme, sigue los plia esta reducida locación. En efecto, la cámara va a explorar
rastros de un juku, ladrón de mineral en aymara. De hecho, al otros espacios, en general continuos a la mina. Sin embargo,
personaje que da el nombre de la película, aparece solamente estos principios de composición siguen apareciendo en la
una vez, en una secuencia onírica, el momento de su rescate. película. Esto se hace evidente dentro de la mina, pero tam-
En el resto del cortometraje, su presencia es meramente intui- bién aparece en otros lugares. En la escena de apertura del
da a partir del haz de luz de su casco o por las opiniones de filme, Paniagua instala su cámara en una calle estrecha. En la
los otros mineros. imagen, es posible ver simplemente un espacio muy reducido,
Adentrándose así a la mina, con un relato elíptico, en un una calle a lo lejos. En un fuera de campo sonoro, ocurre un
espacio de difícil acceso, solamente los pequeños puntos lu- asalto. Desde la calle que apenas se observa, aparece Elder
minosos permiten de vez en cuando romper con la absoluta Mamani, dando entender que es él el asaltante.
oscuridad de la mina. Esto obliga a Paniagua a una particular El espacio reducido de la mina se convierte, pues, en la
forma de composición de las imágenes que siguen dos proce- metáfora del particular encierro de Elder, el cual todo el filme
dimientos complementarios que buscan dar cuenta del espa- va a tratar de describir. La mina con sus recovecos y oscurida-
cio filmado en la película, la mina. des también se plasma en espacios exteriores, por el hecho de
Por un lado, se utilizan muchos primeros planos y planos que describe un profundo interior: la compleja personalidad
detalles, porque se tratan de espacios pequeños. Cuando de un Elder Mamani. Santiago Espinoza plantea esta lectura
hay planos generales −segundo procedimiento−, Paniagua de la película en los siguientes términos:
usa lo que se podrían denominar como re-encuadres a partir
de la luz. En estos últimos, que son pocos pero de una larga Elder ingresa a la mina cargando una particular
duración, la oscuridad va limitando el espacio, reduciendo el noche: una oscuridad a la vez autodestructiva y libe-
campo de visión del espectador. Estas composiciones, eviden- radora, que impacta con la oscuridad claustrofóbica y

206 207
represiva de los socavones mineros. Para un malvivien- propios personajes están “encuadrados” en la ventana de su
te como Elder, entregado al alcohol y otras drogas, edificio.
la mina encarna el mundo del trabajo, una cárcel con Este procedimiento, al igual que en películas como Lo
poquísimos reductos de fuga (2016).32 más bonito y mis mejores años (Martín Boulocq, 2005), hacen
patente un exceso de afuera frente a un adentro limitado.
No es necesario volver a reiterar, como ya lo hicieron varios Los personajes tienen un margen de acción muy corto en el
críticos, el lugar trascendental que tiene la oscuridad en esta cuadro, mientras que los zoom denuncian un espacio enorme
película, que incluso llega a tener una dimensión existencial. alrededor de los personajes, el cual aparece como mera intui-
Lo que sí es necesario hacer notar es que esta oscuridad se ción para el espectador y que es provocado por la lejanía de
trabaja también desde otros elementos fotográficos. El encua- la cámara. Si en Juku, el travelling hacia atrás mostraba un es-
dre es una parte vital para expresar este mundo oscuro −el de pacio a la vez reducido (por la oscuridad, por el espacio entre
la mina y el de Elder. una pared y otra) y enorme (por los pasillos que constituyen
En otra película de Russo también hay un juego con estos un laberinto de minotauro), en Nueva Vida hay también un
re-encuadres, aunque no se establece, como en el caso de uso similar de esta herramienta. El reducido departamento en
Juku, una relación clara entre este procedimiento y la consti- donde viven los dos jóvenes y su bebé parece entrar en con-
tución de un espacio claustrofóbico, de encierro. Se trata del tradicción con el espacio amplio de la ciudad y del alrededor
cortometraje Nueva Vida (2015). El filme sigue a una pareja del lugar en donde se da la acción, tal como se muestra en los
joven que tiene un recién nacido. La particularidad de la pelí- dos primeros planos del cortometraje y como se intuye con el
cula reside en el hecho de que el emplazamiento de la cáma- emplazamiento de la cámara.
ra aparece en una distancia considerable con respecto a las La cámara en Nueva Vida transmite una información limita-
acciones filmadas. Así, para tratar de acercarse a los perso- dísima de las situaciones vividas por los protagonistas. Este es
najes, la cámara utiliza un zoom, como si fuera un espectador también el caso de un Elder Mamani. Su vida, no solamente
espía, que se entromete en la vida de sus vecinos de manera para el espectador, sino también para él mismo es un misterio.
poco delicada. Pero aquí el problema de la cámara no se refiere a un antago-
En esta elección formal, es posible encontrar varios pro- nismo entre un afuera infinito y un adentro limitado. Aquí, Pa-
cedimientos de re-encuadre en la película. En primer lugar, niagua solo muestra apariencias, islas, iceberg, que esconden
está evidentemente el de la cámara, que va re-encuadrando a una interioridad tan profunda como la misma mina. En este
medida que se acerca con el zoom. Pero a su vez, en segundo percibir limitado, en esta falta de información con la que Russo
lugar, el propio espacio arquitectónico, la locación, obliga a narra sus “historias”, se encuentra una fascinación. Solo cuan-
estos re-encuadres. Las acciones de los personajes son filma- do hay algo que se encuentra velado, vale la pena interesarse
das a través de la ventana del edificio en donde habitan. Esto por eso.
implica que en el cortometraje, al igual que en Juku, se utili-
ce solamente un pequeño espacio del cuadro. Así pues, los
Los espacios como exterioridad
32 [Nota de los editores] Una versión de este texto revisada por el
autor se publica en este volumen.
Estos procedimientos fotográficos que tienen la intención de
limitar los espacios de acción de los personajes, se contrapo-

208 209
nen a otro, que también aparece en la obra de Russo con la Aquí los paisajes son imponentes, pero también son un
fotografía de Paniagua. En el último cortometraje antes de la espacio de lucha, de reivindicación política, de re-encuentro
realización de Viejo Calavera, Russo ensaya una nueva forma existencial. La secuencia comentada de Viejo Calavera mues-
de exploración del espacio. La bestia (2015) narra las aventu- tra un paisaje similar, aunque las significaciones parecen ser
ras de un chaski en los primeros años de la colonia. A lo lar- diferentes. Estos exteriores son el espacio de una cotidiani-
go del metraje, al chaski simplemente se lo ve correr, de día dad, compleja, puesto que implica una lucha a muerte contra
y de noche. Las noches parecen ser complejas, puesto que el el frío, pero no de enfrentamiento político. Tampoco aparece
frío del Altiplano hace temblar al personaje de la película. como un espacio de lo propio (la angustia de los buscadores
En La bestia, se construye la narración a partir de planos muestran con creces que es más bien algo temible), sino como
generales, que hacen patente la enormidad del espacio una exterioridad. La naturaleza es donde se habita, pero esta
filmado, el Altiplano. En estos planos, el chaski aparece in- no parece tener necesariamente una relación armónica con el
finitamente pequeño ante una naturaleza desértica que se ser humano, tal como lo plantea la cosmovisión andina.
muestra con el signo de lo amenazante. Son temperaturas Estos dos procedimientos fotográficos, los re-encuadres y
imposibles y, a pesar de ello, viven y sobreviven seres huma- los planos generales inmensos pueden ser contrarios. Pero hay
nos. Es la representación de la dureza de la vida, la lucha de también nexos que permiten encontrar una síntesis formal en
lo humano frente a la naturaleza. Viejo Calavera. En ambos procedimientos se hace patente un
La segunda secuencia de Viejo Calavera, después de exceso, una existencia que desborda lo que se podría mos-
los créditos iniciales, evoca las exploraciones formales de trar con el virtuosismo de la cámara. Ya sea una exterioridad
La bestia. En la escena, un grupo de personas buscan con infinita o una interioridad insoslayable, el contexto de Elder
cierto grado de desesperación a una anciana, perdida en Mamani sobrepasa cualquier acción que él podría emprender.
la densa noche de los alrededores de Huanuni. Aquí, la luz No es una víctima del destino, sino meramente de un espacio
tiene un lugar fundamental. Como en la mina, los puntos imposible de percibir del todo. Si esto es así, se abre la posibi-
luminosos de las linternas dibujan estelas en el espacio. lidad de pensar que Elder no es el protagonista de esta histo-
Los planos generales hacen que los personajes se vean ria, sino que hay algo que interesa mucho más a Russo que las
muy pequeños; de hecho, la mujer extraviada, cuando se la desventuras del minero.
encuentra, es meramente un bulto negro y no una persona
agazapada por el frío.
Esta secuencia muestra una cierta innovación frente a la Montaje: luz y movimiento
representación de este tipo de espacios en el cine bolivia-
no. Si hay algo poco estudiado en la gran cantidad de in- En estas exploraciones formales, aparece también una inves-
vestigaciones que existe sobre el cine de Sanjinés es su uso tigación con el montaje, la luz y el movimiento. Después del
de los paisajes. De manera muy escueta, se podría afirmar rescate del juku, que en teoría debería haber sido el final del
que los paisajes de Sanjinés son de una enorme solemni- cortometraje, Russo comienza a mostrar las maquinas con las
dad. Piénsese por ejemplo en Ukamau (1966), en donde que trabajan los mineros. El principio ordenador del montaje
los espacios altiplánicos sirven para crear una atmósfera de en esta última secuencia tiene que ver justamente con la luz,
enorme fuerza para que el indio Andrés recupere lo que le como si de truenos se tratara, que alumbran de vez en cuan-
pertenece frente al mestizo Rosendo. do la mina. Aquí se escapa de toda narración para quedarse

210 211
con una sensación meramente plástica, una experiencia esté- Berto (Lo más bonito y mis mejores años) e incluso con los
tica que solo puede darse en un espacio como la mina. prototípicos Sebastián y Sebastiana, de La nación clandestina
Estos montajes regidos por principios formales también (Jorge Sanjinés 1989) y Vuelve Sebastiana (Jorge Ruiz, 1953),
aparecen en otro cortometraje, Enterprisse. Al final, el per- respectivamente. Como Sebastián Mamani, el viejo calavera
sonaje principal entra en una montaña rusa. La cámara hace deambula borracho por la mina, por su propia oscuridad, sin
una subjetiva del personaje. La velocidad del juego tiene un siquiera comprender su existencia.
ritmo hipnótico, como las luces en Juku. Si las luces muestran Los rasgos formales de la fotografía también se imprimen
la fascinación por el espacio de la mina, el frenético movi- en el montaje de la película, para dar cuenta de las inten-
miento lo hace con el espacio citadino. ciones de Russo cuando se adentra en lo más profundo del
Viejo Calavera se hace deudor de estos montajes al me- socavón. Se ha mencionado en varias críticas el carácter elíp-
nos en dos momentos. El más claro es cuando Elder Mamani tico de la narración, que llega incluso, a momentos, a hacer
entra a la mina. En un montaje calcado al de la secuencia incomprensibles ciertas secuencias. Por ejemplo, al final de
final de Juku, las máquinas comienzan a moverse a una gran la película: un errático Elder trata de agredir a su padrino,
velocidad. Aquí las luces y el movimiento, recordando a acusándolo de asesinar a su padre. En la escena siguiente,
ciertos montajes soviéticos, se fusionan ante la mirada del el protagonista busca a Francisco. Lo encuentra borracho,
personaje. La diferencia formal con los dos cortometrajes tirado en su cama. Elder lo levanta para subirlo a un camión.
anteriores tiene que ver con que aquí hay un espectador cla- Esta escena parece contradecirse con la anterior, puesto que
ramente reconocido. Sin embargo, no parece ser el especta- el protagonista muestra un cariño desconcertante, conside-
dor correcto. Elder no está fascinado por el espectáculo que rando lo que había pasado la noche anterior. No hay un paso
Russo crea tan minuciosamente, está simplemente aburrido. claro entre la culpa y la redención.
Curiosa contrariedad que hace patente esta secuencia. Pero a Russo le interesa el movimiento, la luz, y este es
El segundo momento en que es posible identificar un el hilo conductor. La película, a medida que pasa, se hace
montaje similar, no tanto por el ritmo, sino por la importancia más luminosa. Tal vez no se trate de un movimiento hacia la
otorgada a las luces y el movimiento, se da al principio de redención, de la oscuridad de la mina hacia la luminosidad
Viejo Calavera. La cámara se adentra también en un espacio de los Yungas. Se trata de un mero juego plástico. En ese
extraño: una dudosa discoteca. Se acerca lentamente, dejan- sentido, Elder es una especie de conductor, el que lleva al
do que las luces impriman un curioso color carmesí a la ima- metraje, con sus movimientos, hacia diferentes experiencias
gen. Ahí, satisfecho, se encuentra Elder Mamani, bailando, lumínicas. En una interpretación deleuziana-bergsoniana, se
antes de tener que salir huyendo del lugar. podría decir que Russo simplemente está jugando con cierta
En las dos secuencias, desde un sutil juego formal, se in- materialidad del mundo y, por supuesto, del cine. Si fuera
tuye un tema que aparece con cierta regularidad en el cine así, Elder Mamani es un modelo, en el sentido que Bresson
boliviano: la sensación de no pertenecer al espacio en el que le otorga al concepto, un elemento más para refractar la luz,
se supone que uno debe estar. Elder, el supuesto minero, no la oscuridad y el movimiento. Tal vez este sea el gesto meta-
se interesa para nada en lo que sucede en el socavón. Las lu- físico de la película.
ces y los movimientos que tanto parecen fascinar a Russo no La película puede ser entendida como una serie de imá-
encuentran eco en la actitud de Elder. De ahí que este perso- genes-movimiento-luz que reaccionan unas con otras, sin una
naje tenga un parentesco con otros del cine boliviano, como linealidad clara. Si es así, más que de un hilo narrativo, habría

212 213
que hablar de ondas, de capas que se sobreponen, de per- Referencias
cepciones que se encuentran, más que en sujetos, en los ob-
jetos. Así, Luis Brun formula una lectura adecuada al describir Brun, L. (2016), «Todo comenzó en la oscuridad». Ramona, Opi-
la película en estos términos: nión, 11 de diciembre de 2016. Versión digital disponible en:
http://www.opinion.com.bo/opinion/ramona/2016/1211/suplemen-
tos.php?id=10560.
El montaje, que a momentos parece ecléctico, tiene
dos rasgos particulares, el de la secuencialidad de la Espinoza, S. (2016), «Lecciones de oscuridad de Viejo Calavera».
Ramona, Opinión, 18 de diciembre de 2016. Versión digital dispo-
causa-efecto, usado para hilvanar una historia mínima-
nible en: http://www.opinion.com.bo/opinion/ramona/2016/1218/
mente estructurada, y otro, que es el más interesante,
suplementos.php?id=10632.
el de las ‘capas que fluyen’ que se van superponiendo
a través de elementos naturales: el fuego, la piedra, el
agua, la tierra y los verdes pálidos de un inesperado
paisaje tropical. Por momentos, la composición deja
de ser geométrica y empieza a ser un conjunto de pul-
saciones orgánicas.33

Hay pues en el trabajo de Russo la intencionalidad de


mostrar un mundo en el que el humano no tiene un lugar de
centralidad. El ser humano parece ser un elemento más de un
sistema lumínico y solo tiene sentido que aparezca si es capaz
de presentar una novedad, un elemento adicional a este mun-
do. ¿Russo es un cineasta bergsoniano?
En todo caso, el grupo Socavón Cine hace patente marcas
bien definidas en las obras y cines de sus realizadores. La ob-
sesión por la luz y la oscuridad, y los movimientos construyen
un cine de la fascinación. Para esto, es necesario imprimir una
cierta ruptura con narrativas clásicas, poner en vilo el lugar del
espectador (como sujeto omnisciente frente a lo narrado), para
hacer nacer en él sensaciones. Se trata de percibir las cosas de
una manera no habitual.

33 [Nota de los editores] Una versión ampliada del texto citado se


publica en este volumen.

214 215
Miradas que migran
La interacción campo-ciudad en el cine
boliviano reciente

Santiago Espinoza
Crítico de cine

Introducción

La dinámica de encuentro/desencuentro entre el campo y


la ciudad ha sido y sigue siendo una de las tensiones más
presentes del cine boliviano. Varias de las cintas conside-
radas canónicas de la filmografía boliviana –como Ukamau
(Jorge Sanjinés, 1966), Yawar Mallku (Jorge Sanjinés, 1969),
Chuquiago (Antonio Eguino, 1977) o La nación clandestina
(Jorge Sanjinés, 1989), por citar solo algunas− han aborda-
do y problematizado sobre esta tensión, que ha estado, en
gran medida, asociada a la perenne fijación del cine nacional
por representar al otro, entendido este como el sujeto indí-
gena (por lo general, perteneciente al mundo andino). Esta
apuesta ha instalado ciertos caracteres tipo para configurar
lo urbano y lo rural en el imaginario audiovisual boliviano.
Así, en gran parte de las películas que abordan el fenómeno,
la ciudad ha sido mostrada como el hábitat natural del su-
jeto blanco-mestizo occidentalizado, en el que indígena no
tiene cabida y donde, lejos de incorporarse plenamente, es
sojuzgado y corrompido. En cambio, el campo ha sido repre-
sentado como una suerte de paraíso de pureza vernácula y
reserva moral de la nación, propio del indio y del que este
solo puede salir expulsado por la pobreza u otros factores
atribuibles al mal hacer de la ciudad y sus sujetos. A la larga,

217
esta interacción ha derivado en una visión que suele idealizar el guitarrista de los Stones), «la representación del mundo
el campo en su vinculación con lo indígena y satanizar la ciu- indígena ha sido la más duradera preocupación del cine boli-
dad en su vinculación con el mestizo occidentalizado. De ahí viano» (2009).
que el viaje de vuelta al campo, al territorio puro y libre de Un repaso sucinto por algunas de las películas más canó-
pecados donde mora y pertenece el indio, se haya traducido nicas de nuestro cine puede corroborar esta afirmación.
en una suerte de ineludible retorno para la constitución del Así, en Vuelve Sebastiana (1953), docuficción de Jorge
sujeto nacional. Ruiz, hay ya el relato de un viaje que enfrenta la tradición
Pues bien, este texto se plantea evaluar la vigencia de con cierta modernidad. Ahora bien, lo curioso del caso es
esta tendencia representativa de la tensión campo-ciudad, a que este periplo no ingresa al escenario urbano como tal,
partir del estudio de algunos filmes recientes −como El corral sino que se circunscribe al ámbito rural: Sebastiana, la niña
y el viento (Miguel Hilari, 2014), Quinuera (Ariel Soto, 2014), chipaya que llega y recorre fascinada un pueblo aymara más
Max Jutam (Carlos Piñeiro, 2010) y Enterprisse (Kiro Russo, avanzado y próximo a la ciudad, pero que, tras la lección con
2010)−, en los que esta interacción ya no parece estar deter- que su abuelo le transmite el valor de sus raíces culturales,
minada por una mirada idílica de lo rural (y de sus habitan- decide retornar a su comunidad de origen, pese a la sequía
tes), a la vez que perversa de lo urbano (y de sus respectivos y la carestía que ahí impera. En Vuelve Sebastiana encon-
habitantes). Estas obras hablan de la complejidad que supo- tramos, pues, una primera experiencia de migración fallida
ne circular actualmente entre el campo y la ciudad, en un iti- o frustrada, una migración que no llega a concretarse por la
nerario que no se reduce a salir del terruño para volver de la fuerza del llamado de la tierra, esa que -lo sentencia el texto
urbe escarmentado, sino que revela motivaciones y acciones final del filme- a las espaldas y hacia el porvenir aguarda con
tan pragmáticas como personales, que no están necesaria- los siglos de su cultura a la niña indígena.
mente al servicio de grandes proyectos político-ideológicos El que no aparezca la ciudad como tal, sino una suerte de
ni pretenden encaminar alguna redención en sus actores. Son sucedáneo aymara, habla del conocimiento que tenían los ci-
películas que exhiben una mirada de esas migraciones geo- neastas sobre la historia que contaban (no es casual que tra-
gráficas –una práctica, eso sí, constitutiva de este país− que bajaran bajo el asesoramiento del antropólogo francés Jean
parece estar migrando hacia un imaginario audiovisual más Vellard). Y en esa medida, nos revela que la complejidad del
acorde a los tiempos que vive el país, en los que las fronteras mundo indígena en Bolivia no podía ser reducida al recono-
entre campo y ciudad, como tantas otras, son cada vez más cimiento de las predominantes culturas aymara y quechua,
porosas y, en ese entendido, menos susceptibles de ser com- sino que exigía una inmersión que reconociera la existencia
prendidas a partir de una lógica maniquea. de etnias avasalladas como la chipaya. En la docuficción
de Ruiz descubrimos que en Bolivia hay, incluso sin salir del
mundo andino, indígenas de primera y de segunda, unos
Migrar para volver más indígenas –en el sentido de marginales y excluidos− que
otros.
Partamos del hecho ya señalado de que si la interacción En el marco del propósito de este escrito, Vuelve Sebas-
campo-ciudad ha sido y sigue siendo una tensión constante tiana ofrece ya algunos rasgos determinantes que han de
en nuestras pantallas, es porque está ineludiblemente aso- aparecer en otras cintas bolivianas abocadas a narrar viajes
ciada a que, siguiendo a Keith Richards (el investigador, no y, en particular, la migración interna. En primer lugar, el su-

218 219
jeto que protagoniza los viajes es el indio, el indígena del realizadas por el Cuerpo de Paz− se narra en paralelo el viaje
territorio andino. Habitante natural o condenado al campo, del campo a la ciudad del mallku Ignacio, herido gravemen-
el indio –devenido también campesino tras la Revolución te en represalia del escarmiento a los doctores gringos del
de 1952 y su Reforma Agraria− se plantea escapar de su Cuerpo de Progreso, y de su mujer Paulina. Viajan desde Ka-
terruño para buscar condiciones de vida. Esto nos lleva al ata (región quechua de La Paz) hasta la ciudad de La Paz para
segundo rasgo: son las precarias condiciones materiales – buscar el auxilio de Justino, el hermano de Ignacio que vive
pobreza, sequía, carestía de alimentos, urgencias sanitarias, en la urbe como obrero. Sin hallar la ayuda necesaria para
educación− las que prácticamente obligan al indio a buscar pagar la curación de Ignacio, este muere. Esta tragedia lleva
mejores condiciones de vida en la ciudad o, como en Vuel- a Justino a tomar conciencia cultural y política y comprender
ve Sebastiana, su sucedáneo rural, donde reinan mejores que en la ciudad es un paria abandonado por el Estado y la
condiciones materiales. Y asociado a este segundo rasgo Nación, así que resuelve volver a su pueblo y, desde ahí, em-
aparece uno tercero: si las condiciones materiales expulsan prender la defensa de los suyos, de los indígenas, apelando
al indio de su tierra, las que lo devuelven a él son más cul- a la defensa armada.
turales, místicas, ideológicas: el compromiso con la tierra, la Esta película, que ya concreta el tránsito del campo a la
afirmación de la identidad, el sentido de pertenencia a una ciudad, nos recuerda que –como señala Andrés Laguna en
etnia. La cultura se impone sobre la pobreza. La carencia Por tu senda. Las road movies bolivianas, crónicas de viaje de
material, parece sugerirnos la cinta de Ruiz, hace parte de un país34− si «el indio es antimoderno, antidesarrollo y antici-
unos ciclos que van y vienen, a los que es posible sobrevi- vilización», está «fuera de lugar» en los espacios que «encar-
vir, a diferencia de la carencia cultural, el despojamiento de nan la modernidad, el desarrollo y la civilización son verda-
ella, que es un mal irreversible. deros extranjeros». En definitiva, «esos espacios en los que
Esta constatación nos lleva a un asunto de interés nodal el indio boliviano todavía es un meteco son las ciudades, lo
para este texto: la representación del viaje de retorno, un urbano. En Bolivia casi todas ellas fueron fundadas en tiem-
giro narrativo casi infaltable en las cintas que se ocupan del pos coloniales, a partir de modelos y de ideales de la cultura
encuentro campo-ciudad. Porque, como se señala en el libro hispánica. Ninguna de las ciudades que hoy son importantes
El cine de la nación clandestina, «después de enfrentarse con en Bolivia fueron imaginadas por indios (acá yo plantearía un
la violencia del mundo externo, Sebastiana termina realizan- matiz en alusión a El Alto), son territorios que difícilmente los
do un desplazamiento hacia el corazón de sus tradiciones, acogen» (2013).
de lo que realmente es. La negación de sí misma, de manera La representación de este espacio que no es acogedor para
radical y violenta, después de un accidentado camino, termi- el indio, de su condición de estar fuera de lugar en la ciudad,
na siendo la afirmación de sí misma, la afirmación de Sebas- se contrapone con el campo, que − afirma Vannesa Alfaro en
tiana» (Espinoza y Laguna, 2009). su ensayo «El cine de Jorge Sanjinés» del libro 12 Películas
Esta noción del retorno como inevitable desenlace de la Fundamentales de Bolivia− es mostrado como «un espacio
migración se afianza y adquiere nuevas connotaciones en invadido desde el momento en que los doctores norteame-
otra película canónica de nuestro cine: Yawar Mallku (1969), ricanos instalan el centro de salud y comienzan a esterilizar a
segundo largometraje de Jorge Sanjinés y del Grupo Uka-
mau. En este filme −que suele ser más recordado por la de- 34 Alfaro, V. (2014), «El cine de Jorge Sanjinés». En VVAA, 12 películas
fundamentales de Bolivia. Cine boliviano: Historia, directores, películas. La
nuncia de las prácticas de esterilización de mujeres indígenas
Paz: Ministerio de Culturas.

220 221
sus mujeres». Así, es la presencia extranjera –que en Ukamau derechos y está condenado a alienarse hasta desaparecer,
era la del mestizo violador y asesino− la que rompe la armonía Sanjinés le confiera al viaje de retorno un cariz más allá del
que reina en el mundo rural e impone la violencia contra sus místico de Vuelve Sebastiana. En efecto, el de Yawar Mallku
tradiciones y la propia vida (la fertilidad de las mujeres). No es un viaje de reafirmación cultural, pero asumido con com-
obstante, aun invadido, el pueblo rural conserva su carácter batividad, que propugna la lucha armada, con la certidumbre
idílico en contraposición con la ciudad, que se presenta agre- de que solo desde la comunidad rural se podrá resistir a las
siva «para ellos (Ignacio y Paulina) desde su aparición en la agresiones de los extranjeros, sean bolivianos o no. Se trata,
cinta. La primera escena en la película que diseña este espacio siguiendo la lógica de Alfaro, de abandonar el espacio-mons-
es la llegada en camión de Ignacio, herido, y Paulina, su mujer. truo de la ciudad para volver definitivamente al espacio-pa-
En la fotografía y el sonido este espacio se presenta agresivo e raíso del pueblo y, desde ahí, superada la alienación occiden-
intimidante. En la primera toma de la ciudad, la intención de la tal y recobrada la pertenencia cultural al colectivo indígena,
narrativa visual cambia, aparecen en contrapicado los edificios sobrevivir.
y en picado el rostro de Paulina, estos dos efectos generan La noción de la ciudad como espacio-monstruo vuelve
una sensación de vértigo e intimidación. Además, cambia el a materializarse, aunque en un grado de complejidad ma-
silencio, que acompañaba las tomas precedentes del campo, yor, en la que es considerada la obra mayor de Sanjinés: La
por una música intensa (de tonos agudos), lo que acrecienta la nación clandestina. Afirmamos que se complejiza porque la
sensación de miedo en el espectador» (2014). película ya no narra un viaje de ida y vuelta, sino varios: los
Así pues, no solo la indiferencia y el maltrato que reciben vaivenes entre el campo y la ciudad, entre la comunidad de
literalmente de los citadinos Sixto, Ignacio y Paulina mate- Willkani y la ciudad de La Paz en los que trajina Sebastián
rializan esta imagen demonizada de la ciudad, sino que el Mamani, que primero es enviado como pongo a la urbe para
lenguaje visual hace lo propio. Citando nuevamente a Alfaro, luego retornar al pueblo como militar y renegado de su con-
«la fotografía se intercala con una serie de tomas de una gran dición indígena; que luego retorna para ser dirigente de su
cantidad de autos y personas, típicos del espacio citadino poblado, del cual es expulsado tras traicionarlo por sucumbir
y la secuencia ayudará a mostrar la ciudad como un espa- a la corrupción de la urbe; y que finalmente retorna a Willka-
cio-monstruo: múltiples formas, muchas de ellas mecánicas ni para cumplir con el ritual del Jacha Tata Danzanti (de bailar
y por tanto deshumanizadas, que violentan al espectador, hasta morir) y, de esa manera, reincorporarse a su comunidad
acostumbrado, a las tomas tranquilas del campo hasta ese y afirmar su identidad aymara antes negada.
momento» (2014). La representación que la cinta hace de la ciudad también
En esta misma línea de análisis, Laguna apunta que «todo adquiere nuevos matices, pues, bien afirma Alfaro, «las úni-
desplazamiento geográfico implica traumas y conlleva do- cas imágenes que se presentan de la ciudad son de su pe-
lores… Para el indio boliviano migrar a la ciudad no ha sido riferia, el centro de la ciudad nunca es filmado» (2014). Esta
fácil. El Estado durante décadas le recordó que sus institu- focalización en los márgenes de la urbe paceña «denota la
ciones no fueron creadas para protegerlo, no hablaban su imposibilidad que tiene Sebastián, habitante de esas perife-
lengua, no compartían sus códigos, ni reconocían sus usos y rias, de encontrar un lugar en el espacio ciudad. La primera
costumbres» (Laguna, 2013). vez que el protagonista ve la ciudad lo hace desde el margen
No habiendo espacio en la ciudad para el indio, donde no y jamás podrá ocupar otro lugar en ella; será, en esta socie-
es considerado ciudadano, es visto como un extranjero sin dad, siempre un marginal» (2014).

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Frente a esta representación de la ciudad como espa- Bajo este razonamiento de demonización de la urbe (y de
cio-monstruo, donde el indio nunca podrá superar la margi- lo que representa: la nación oficial y fracasada) y de reivin-
nalidad y ser reconocido como un ciudadano boliviano pleno, dicación del mundo rural andino (y de lo que representa, la
aparece la imagen de Willkani, la tierra de origen de Sebas- nación clandestina llamada a purificar éticamente a Bolivia),
tián, un pueblo altiplánico que, sin renunciar a la serenidad tampoco resultan casuales ni mucho menos las decisiones
armoniosa que impone el paisaje, se ha visto convulsionado formales de Sanjinés. Así se entiende que el plano secuencia
por las agresiones de la ciudad, de los militares, y ha debido integral, asumido como el recurso formal decisivo en La na-
tomar las armas para defenderse. No obstante, ya no se trata ción clandestina, exija ciertas condiciones espaciales/geográ-
de un lugar de resistencia armada, sino que el escenario ru- ficas que conviene no perder de vista. La primera tiene que
ral encarna –como se advierte en el libro El cine de la nación ver con que su uso está restringido al escenario altiplánico,
clandestina− la formulación de una tesis que no queda en el rural y andino y, en particular, a la comunidad del protago-
terreno de la denuncia o lo reivindicativo. Se trata, más bien, nista y sus alrededores, por lo que no puede tener lugar en
de una apuesta por la validez propositiva del mundo indíge- escenarios urbanos. Una segunda condición, asociada a la
na aymara en tanto paradigma de organización de la nación primera, consiste en que el plano secuencia es exclusiva-
alternativo al esquema occidental. La nación clandestina es mente empleado en locaciones exteriores, como las pampas,
vista como un lugar indígena cargado de una matriz moral y los senderos y las montañas de la comunidad altiplánica del
un repertorio de prácticas culturales/políticas al que en vano protagonista. La pretensión discursiva del plano secuencia
el Estado ha procurado incorporar desde su propia lógica, integral, de capturar sin cortes y en un solo movimiento de
en una serie de sucesivos fracasos que no dejan una mejor cámara la continuidad temporal del mundo andino, que en-
alternativa que el reconocimiento de su clandestinidad y la tiende circularmente pasado, presente y futuro, solo puede
adopción de su cultura moral y política para repensar la cons- ser concretada en el escenario rural andino al que esta cos-
titución del sujeto nacional. En su personaje central este gesto movisión está territorialmente vinculada. En la ciudad, co-
de reconocimiento permite la constitución de un sujeto con rrompida y corrompedora de esta cosmovisión, el plano se-
una renovada identidad cultural, que no deviene de la pureza cuencia integral es imposible. Con todo, el retorno al campo,
del mundo indígena, localizado en lo rural (Willkani), sino de al escenario rural andino, supone también la consecución de
la interacción entre los desengaños de la nación oficial y la un proyecto ideológico y cultural de largo aliento, en el que
memoria de la nación clandestina (Espinoza y Laguna, 2009). ya no basta con la resistencia armada al avasallamiento del
No es casual que la cinta relate los varios desencuentros de mundo urbano externo, sino que exige la recuperación cons-
Mamani con el campo y la ciudad. Hasta el final es incapaz ciente y sacrificial de la cosmovisión andina del mundo para
de pertenecer plenamente a cualquiera de ellos. Mientras en refundar la nación desde su clandestinidad y con ella generar
su comunidad, esa nación clandestina a la que alude el título un hombre nuevo. Es como si asistiéramos al nacimiento de
sí llega a ser aceptado y hasta convertido en su dirigente, en una síntesis entre el retorno de Sebastiana y el de Justino.
la ciudad nunca a ser considerado un ciudadano como tal. El Distanciada de esta visión politizada, combativa y resuel-
Sebastián que acaba volviendo a la nación clandestina es el tamente reivindicativa de la cosmovisión cultural andina que
que ha resultado de la conciencia de que en la nación oficial, contiene el cine de Sanjinés, aparece la propuesta de Antonio
encarnada por el mundo occidentalizado de la urbe, nunca Eguino, en especial en su filme Chuquiago y, específicamente,
dejará de ser un “indio de mierda”. en el primer relato que este narra, el dedicado a Isico. Se trata

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de la historia de un niño aymara que es llevado a la ciudad de es una experiencia que implica discriminación, adaptación,
El Alto por sus padres para que trabaje con una comerciante, asimilación y un cierto tipo de alienación social» (2013).
a cambio de alojamiento, alimentación y educación.
En su análisis del filme, Andrés Laguna asevera: «Lo inte-
resante es que a fines de los años 1970, por lo que se ve en Circular en lugar de migrar
la película, el lugar al que llega, más que una ciudad parece
un territorio fronterizo entre lo rural y lo urbano, de grandes Habiendo cumplido con la inevitable revisión de algunas de
proporciones, de ritmo estrepitoso, pero poco occidentaliza- las películas que han configurado el imaginario audiovisual
do. Hasta que en medio de su faena, Isico descubre la vista sobre la interacción campo-ciudad en el cine boliviano, toca
de la ciudad de La Paz, de la inmensa hoyada en la que se ahora referirnos a algunos trabajos recientes (a los que este
encuentra la sede de gobierno. Toda tierra prometida tiene texto alude) que están repensando y reinventando las formas
sus sirenas y el niño no puede evitar adentrarse en ella. Des- de mirar y comprender lo rural y lo urbano en la cinemato-
pués de una serie de desventuras, Isico se extravía, hasta que grafía nacional, en concordancia con los nuevos tiempos que
parece encontrar su destino: ser aparapita, cargador. El niño vive el país.
indígena, que casi no habla castellano, parece no tener otra Una puntualización de partida es que la tensión campo-ciu-
alternativa, si quiere sobrevivir debe estar en uno de los es- dad se erige como una marca del cine boliviano de la nueva
calones más bajos de la sociedad» (2011). década, que durante la primera década del nuevo milenio ha-
Para los fines de este texto hay una cuestión clave que bía mostrado un interés más centrado en el escenario urbano.
no puede pasarse por alto: en el relato de Isico no hay via- Ya en el libro El cine de la nación clandestina se advertía que
je de retorno al campo. El niño indígena está condenado a «en el cine del nuevo milenio es notorio un afán incesante por
integrarse a la ciudad y a asumir su condición de trabajador la representación del ‘yo’, entendiendo a este por el sujeto
marginal y casi extranjero en la urbe. No hay resolución ni urbano, de clase media o media alta, más abrumado por preo-
redención posible. Lejos de preconizar el retorno al campo cupaciones existenciales que por asuntos materiales o ideoló-
en pos de la afirmación cultural (como en Vuelve Sebastiana), gico-políticos, conectado con el mundo globalizado y, lo que
la resistencia armada frente a las agresiones externas y la for- es aún más visible, en edad juvenil. Un individuo que parecería
mulación de un proyecto alternativo de nación (como en San- encajar en el propio perfil de la mayoría de los realizadores
jinés), la historia de Isico entraña la mirada descriptiva, resig- de la era digital» (Espinoza y Laguna, 2009). Esta descripción
nada, pesimista y hasta fatalista del indio condenado a migrar abarcaba el trabajo de cineastas tales como Rodrigo Bellott,
a la ciudad, donde acabará siendo alienado por el trabajo, la Martín Boulocq, Claudio Araya o Germán Monje.
precariedad material y la necesidad de sobrevivencia. No obstante, el inicio de la nueva década parece ha-
Para finalizar este repaso, conviene volver al texto de La- ber traído de vuelta un renovado interés por mirar hacia el
guna, que sentencia lo siguiente: «Las películas que tratan mundo rural, en particular (aunque no exclusivamente) al
temas de migración interna en Bolivia lo que hacen es acla- altiplano andino. Acaso de forma coincidente con la reivindi-
rarnos que hay bolivianos que no pueden ejercer muchos cación discursiva de lo indígena, tradicionalmente asociado
de sus derechos más esenciales. Aunque con las últimas re- al mundo rural, que ha abanderado el llamado proceso de
formas políticas hay innegables cambios en el orden social, cambio liderado por Evo Morales, el audiovisual boliviano
todavía ser indio en las ciudades bolivianas es ser extranjero, ha volcado su mirada hacia el campo y lo indígena, aunque

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no en un juego funcional al discurso oficial, sino en una línea nación. En principio, lo que decide a Max a quedarse en la
interpelativa que, conscientemente o no, se pregunta –sin ciudad es la fascinación que le provoca el trabajo de los pe-
ofrecer respuestas definitivas− sobre la validez y vigencia de luqueros y el lugar que estos ocupan: un inmejorable mirador
ese pensamiento indigenista. No menos importante es que de la hoyada paceña (un fetiche visual de nuestro cine: la vis-
esta vuelta al mundo rural-andino se plantea en muchos de ta de la hoyada). En un gesto que la emparenta con el Isico
los casos –como los que más adelante abordaremos− como de Chuquiago, Max decide no volver más a su pueblo por-
una apuesta por dialogar con la tradición predominante en que se ha enamorado de la urbe. Y cuando por fin resuelve
el cine boliviano, esa que está representada por la obra de retornar a su comunidad, lo hace para atender a la nostalgia,
Jorge Sanjinés. que se materializa en el sonido de las olas del lago Titicaca a
Atendiendo a un orden cronológico, comenzamos esta cuyas orillas vivía. La irrupción de la nostalgia (ese jutam que
revisión con el cortometraje Max Jutam (2010), de Carlos significa ven), un sentimiento tan personal y distante de los
Piñeiro, una ficción que cuenta la historia de Max, un joven preceptos místicos y colectivistas que solían guiar el retorno
aymara que viaja por primera vez desde su comunidad, a ori- del indio a su lugar de origen, se constituye en un rasgo que
llas del lago Titicaca, hasta la ciudad de La Paz. Su familia lo rompe con el imaginario preeminente sobre la tensión cam-
manda a la ciudad con un recado: comprar un regalo para su po-ciudad en el cine boliviano. Otro rasgo novedoso es el
sobrina. Cuando Max llega a la ciudad ve que es maravillosa, final abierto, también similar al que desenlaza la historia de
entonces se queda en la urbe y no vuelve más a su comuni- Isico, pues el relato no nos dice si el retorno de Max es defi-
dad. Ahí se vuelve peluquero y un día, cuando está cortando nitivo o transitorio, aunque presumimos que lo más probable
el cabello a un cliente, 30 años después del inicio de la his- es que sea lo segundo. Porque, y acá emerge otro rasgo
toria, movido por una extraña sensación de nostalgia, decide rompedor con el modelo tradicional sobre el viaje de retorno
volver a su comunidad. Pero cuando retorna se encuentra al campo del indio, en su pueblo ya no queda nada ni nadie
con que ya nadie lo espera. que lo ate: no le espera un abuelo que le transmita los va-
Como bien lo resume su sinopsis, este cortometraje de lores de su cultura ni los fusiles para organizar la resistencia
apenas 11 minutos narra un viaje de migración del campo armada ni una comunidad que lo redima y lo reincorpore
a la ciudad que se cierra con el retorno al pueblo natal del culturalmente tras haberla abandonado. Acaso nos hallemos
personaje, como ocurre, por ejemplo, en Vuelve Sebastiana ante el germen de una versión contemporánea del llamado
o en La nación clandestina. Sin embargo, ya no advertimos cine posible.
en su desarrollo algunos de esos rasgos distintivos que el El siguiente filme a revisar es también un cortometraje:
cine boliviano más canónico le ha impuesto a los relatos de Entreprisse (2010), de Kiro Russo (Mauricio Quiroga), otra fic-
tránsito entre campo-ciudad y viceversa. Es cierto que el ción –aunque, como la anterior, de marcado tono documen-
personaje es, como en las cintas de antes, un indígena que tal− que en ocho minutos relata la historia de un aparapita
sale del mundo andino movido por circunstancias ajenas a de origen indígena que es contratado para cargar un muñeco
su voluntad, pero, a diferencia de lo que ocurría en ellas, en gigante (con la imagen del vaquero Woody de la saga anima-
su decisión de permanecer en la urbe y de retornar al campo da Toy Story) y llevarlo hasta un parque de diversiones de la
no hay, al menos explícitamente, el imperativo fatalista de las ciudad. En el parque, el hombre descubre azorado los juegos
condiciones materiales precarias o el llamado de las raíces mecánicos, las máquinas que se mueven a velocidades frené-
culturales o la afirmación de un proyecto político-cultural de ticas y producen ruidos delirantes que se superponen unos

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a otros. Cautivado por este espectáculo, que parece resumir para ungirlo en su recobrada condición identitaria. El apa-
el caos vertiginoso y deslumbrante de la modernidad recién rapita trabaja, se deslumbra ante las máquinas de la ciudad
descubierta, el aparapita decide subirse a uno de los juegos y hasta se divierte con ellas. Esta dimensión lúdica en el
y experimentar por sí mismo el vértigo del parque, que pare- indígena es algo nuevo en nuestro cine. Se le reconoce no
ce ser también el de la ciudad y el del cine. por su condición de víctima de la explotación y exclusión de
En alusión a esa relación con la tradición del cine boli- la Nación oficial ni por su capacidad para convertirse en un
viano, el crítico Mauricio Souza apunta: «En Enterprisse (de agente de cambio cultural y político de cambio; sino funda-
Quiroga/Gonzales), por ejemplo, el diálogo se establece con mentalmente por su cualidad de sujeto, individuo, capaz de
La nación clandestina (y con el corto, también de Sanjinés, sucumbir a los caprichos más mundanos y universales, como
Revolución)… Más allá del guiño central (Woody a cuestas abandonarse al juego.
en vez de la máscara del Tata Danzante de La nación clan- La tercera cinta que vamos a abordar es El corral y el vien-
destina), lo iniciático en este corto no conduce, como en la to (2014), mediometraje de Miguel Hilari, cineasta que, como
película de Sanjinés, a ningún regreso a una identidad (colec- Piñeiro y Russo, pertenece al colectivo Socavón Cine, bajo
tiva) desde los estragos de la alienación urbana: el viajante se cuyo sistema de producción colaborativo se han realizado
queda en la ciudad y esta ofrece, entre otras cosas, los can- estos tres trabajos recientes que hemos tomado para esta
tos de sirena de ruedas que giran y giran sobre su eje. Al fi- texto. En sus 55 minutos, este documental narra el viaje de
nal, en un cambio del blanco y negro al color, vemos el rostro Hilari a Santiago de Okola, la comunidad aymara del altipla-
del aparapita en su propia danza de carrusel: y no sabemos no paceño de donde es su padre. Se trata de un viaje muy
lo que siente. Y tampoco lo que significa» (2013). personal que intuimos que emprende para intentar com-
A diferencia de Max Jutam, en Enterprisse no asistimos a prender su origen, quién es y de dónde viene, mediante el
viaje entre campo-ciudad alguno: ni del campo a la ciudad ni encuentro con un tío que nunca salió del pueblo y con unos
el de retorno. El corto apenas nos deja presumir, como ad- primos que probablemente sí migren a la ciudad, como algu-
vierte Souza, que el aparapita es un indígena migrante que ha na vez lo hicieron el padre y el abuelo del realizador.
terminado aceptando su destino de vivir en la ciudad y que, A propósito de este documental, el realizador y crítico
aun en condiciones precarias y marginales de vida, sucumbe Luis Brun ha escrito que plantea la tesis de que «también
a la curiosidad de seguir descubriendo la urbe y sus maravi- somos lo que dejamos, somos esas fracturas que Bolivia
llas, entre ellas el entretenimiento que ofrecen los juegos de tiene entre el campo y la ciudad, entre el mundo de afuera
un parque de diversiones. Así pues, este retrato de la ciudad y las profundidades de la montaña, por la diferencia, por
está lejos de ofrecernos esa visión del espacio-monstruo que las distancias, por las ausencias y el transcurrir del tiempo»
signa el cine de Sanjinés. En el mejor de los casos, se aproxi- (2014). Esta lectura nos revela la complejidad de esta pro-
ma a la representación más descriptiva y desprejuiciada que puesta de Hilari en torno a las tensiones entre campo y ciu-
hace Eguino con la historia de Isico en Chuquiago. dad, que se expresan en su propia experiencia familiar. En
De hecho, otra lectura posible del corto nos podría per- El corral y el viento no asistimos al típico viaje de retorno
mitir entrever en el cargador de Enterprisse a Isico ya mayor al campo, porque el realizador ni siquiera es el sujeto que
y definitivamente dedicado al oficio de aparapita. No hay, migró del campo a la ciudad, sino que es descendiente,
pues, una denuncia de las agresiones que sufre el indio en la hijo, nieto, de esa dinámica migratoria. Si se quiere, está
urbe, tampoco una apuesta por devolverlo a su comunidad cumpliendo con el viaje de retorno de sus antecesores, de

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sus mayores, que es un viaje de autodescubrimiento para del viaje a la ciudad realizado por su abuelo, que el direc-
intentar descifrar quién es él, quién pudo haber sido, qué tor evoca recordando las palabras en aymara que empleó
hubiera sido de él si, en lugar de ser hijo de la migración, para contar a sus hijos lo que sintió al descubrir la ciudad
habría permanecido en Santiago de Okola, como su tío (un territorio extraño, que brilla siempre, incluso de noche),
o sus primos que son aymaras plenos. Y de nuevo, acá el en la secuencia final del filme que da cuenta del viaje en
tránsito del campo a la ciudad no es una experiencia que carretera que conduce a La Paz y en el que podría estarse
sea evocada como traumática o aleccionadora, más allá de marchando el cineasta.
lo que así haya sido. Se asume que la migración del campo Para finalizar esta revisión vamos a referirnos a otro do-
a la ciudad que consumaron su abuelo y su padre fue lo cumental, Quinuera (2014), mediometraje dirigido por Ariel
que fue: un viaje sin el cual Miguel Hilari no sería lo que es Soto para la serie DocTV (originalmente pensada para las
ni estaría donde está ni filmaría lo que está filmando. televisoras públicas de América Latina, pero con alguna ex-
Tanto para este como los anteriores dos trabajos anali- hibición en salas y espacios alternativos), que sostiene su
zados antes podría ser válida esta anotación de Souza, en sinopsis, narra, desde la intimidad de una familia, una historia
sentido de que estos filmes «se hacen cargo de la tradición que se reencuentra con la naturaleza, que dialoga con el pa-
del cine boliviano, dialogan con ella, obviando la ignorante sado y convive con una comunidad dedicada al cultivo de la
actitud del ‘borrón y cuenta nueva’ que organiza tanto bodrio quinua. El documental se desarrolla en la comunidad de Villa
o borrón de nuestro cine reciente (que suele quedarse muy Alota, sur de Potosí. Una zona que ha crecido y que, poco
corto con sus “cuentas nuevas”)… como mucho buen cine a poco, se transforma con el auge económico de la quinua.
boliviano, se acercan a una alteridad (el ‘otro’, que es aquí un Irineo Bautista es el protagonista de la historia, un comuna-
cargador, migrante, minero, obrero), pero lo hacen con cau- rio que ha regresado junto a su familia después de veinte
tela y curiosidad, trazando así un cine de la reticencia política años de haber vivido en la ciudad (Cochabamba). Entre sus
que rehúye las abstracciones pedagógicas» (2013). objetivos está el de cultivar la quinua, pero sobre todo el de
Forzando un poco la relación con esa obra canónica enseñar a sus hijos los valores culturales de su comunidad y
del cine boliviano, portadora del modelo definitivo sobre la vida en la naturaleza.
la interacción campo-ciudad del indio aymara, que es La A diferencia de los tres anteriores trabajos revisados, Qui-
nación clandestina, en Miguel Hillari podríamos encontrar nuera es un documental que no está vinculado al colectivo
al nieto de un Sebastián Mamani que, aun en su condición Socavón Cine y que fue realizado en el marco de una convo-
de indígena marginal, decidió afincarse y hacer su vida en catoria institucional, lo que le otorga unas especificidades te-
la ciudad, pero sin perder del todo su vinculación con su máticas y formales. Pero, aun no haciendo parte de ese grupo
comunidad aymara de origen y con la claridad suficiente de realizaciones que comparte responsables, tendencias te-
para legar su condición cultural en toda su complejidad. máticas y modos de producción, el de Soto es un documental
Ahora bien, es cierto que en el documental de Hilari no que sí coincide en la exploración de las interacciones cam-
somos testigos del viaje de ida a la ciudad ni del de re- po-ciudad en la Bolivia de hoy. Como ha señalado Luis Brun,
torno al campo, estando el documental dedicado al (re) en este documental «los personajes, que están vinculados a la
descubrimiento de Santiago de Okola y de los otros, de los producción agropecuaria, tienen una forma de vida que transi-
indios, que el realizador sabe que habitan también en él. ta, se traslada, que migra como forma de supervivencia, pero
De lo que sí somos testigos es de esa suerte de recreación que, paradójicamente, busca lo esencial, busca la tierra y las

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raíces. Eso nos dice Quinuera, con la habilidad para ir poco a Anotaciones finales
poco revelando esa conexión vital, que al final no es más que
revelar al personaje principal: la naturaleza. Todos los perso- A manera de ir cerrando este escrito, me interesa compar-
najes de una u otra forma están vinculados vitalmente con la tir algunas, más que certezas, intuiciones e hipótesis que el
tierra y por ende con sus identidades ancestrales, a las cuales visionado de los cuatro filmes antes abordados y su corres-
vuelven» (2014b). Estamos, pues, de nuevo ante un viaje que pondiente comparación con las cuatro cintas canónicas antes
relata el retorno a la comunidad de un migrante, que, por su tomadas han detonado, a propósito de la forma en que el
carga más desideologizada, podría estar más emparentado imaginario sobre la tensión campo-ciudad se está reinventan-
con el relato de reafirmación cultural de Sebastiana a su comu- do en el cine boliviano más reciente.
nidad chipaya que con el ritual de reincorporación identitaria a Una primera intuición es que en las películas bolivianas del
la nación clandestina de Sebastián Mamani. último tiempo se consuma un viaje de retorno al mundo rural
De hecho, seguramente por mera casualidad, la quinua andino, pero que no es definitivo: se vuelve para conocerse,
es un elemento que une a Vuelve Sebastiana y Quinuera. encontrarse, pero con la sospecha de que no se puede vivir
Pues mientras en la docuficción de Ruiz escasea y lleva a de forma permanente y exclusiva en el campo. La migración
la niña protagonista a abandonar –aun temporalmente− ya no es solo de ida. La vuelta no es definitiva. La Bolivia de
otro territorio; en el documental de Soto abunda y ofrece hoy, en franco proceso de urbanización, pero aferrada a un
oportunidades de cultivo que desencadenan el retorno a imaginario y discurso reivindicativo de lo rural, parecen de-
la comunidad de origen. Pero lo cierto es que, a más de cirnos estas películas, exige circular, entrar y salir, conectarse
esta excusa material y pragmática, en el viaje de retorno de con lo ancestral y con lo moderno, tensionarse y, solo recién,
Irineo hay también un deseo personal de vuelta al lugar de asumirse como sujeto.
origen, a la tierra de los ancestros que parece llamarle inclu- Aun no siendo una búsqueda de los realizadores, esta re-
so desde los sueños, por medio de un abuelo que lo convo- presentación de la interacción campo-ciudad condice con el
ca a cultivar quinua. En otra relación (forzada), el relato nos discurso político hegemónico, que demanda volver a mirar
lleva a imaginar que el abuelo fallecido de Sebastiana sería al mundo indígena-rural, asumirlo como un lugar privilegiado
también el de Irineo, un ente tutelar y sobrenatural que, desde donde se construye la plurinacionalidad.
desde el territorio onírico, lo llama a volver a su comunidad Es probable que la Bolivia del proceso de cambio esté
para revalidar su pertenencia identitaria a ella de él y de contribuyendo a trascender la percepción condescendiente
su familia, apelando al llamado ineludible de la naturaleza sobre el mundo rural y sus sujetos, pero también esa noción
que encarna la quinua. Eso sí, como en los otros documen- sacralizadora que los considera intocables e inmutables, esa
tales, en Quinuera no hay una visión de la ciudad como reserva de pureza moral, política y cultural que ha de redimir
espacio-monstruo, del que urge escapar para resistir, de ser a sus habitantes.
necesario mediante la lucha armada; sino que se impone Así como ya no es necesario salvar al campo y a los cam-
la necesidad, entre pragmática, mística y vital, de reencon- pesinos, quizá tampoco deberíamos esperar que estos nos
trarse con la tierra de origen, con el inevitable proceso de salven, de lo que sea que necesitemos que nos salven.
readaptación que ello supone. Una segunda intuición. En El corral y el viento y Quinuera
no somos testigos del viaje del campo a la ciudad. Ese peri-
plo es pasado, está fuera de campo, está asumido. Ese viaje

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del pasado se entendía y aún se entiende en la medida en saber quién es cada uno de ellos, obedeciendo a una pre-
que en este país se es (o se era) una vez que se sale del cam- gunta elemental: ¿De dónde vengo?
po para superarse en la ciudad. El viaje a la ciudad completa Y estos protagonistas no se encuentran en el colectivo
el proyecto de movilidad social que, hasta hace no mucho y o en la comunidad o, siendo más justos, no se encuentran
aún ahora, da carta de ciudadanía a los bolivianos. En la ciu- solo en ella. Uno también se enfrenta y se desconoce con la
dad estaban los ciudadanos (de primera, segunda, mestizos, comunidad. Hay una relación ambigua con el contexto rural:
cholos), mientras que el campo era el hogar de los indios, de se vuelve a él, pero no para idealizarlo, sino para asombrarse
los otros. Esto siempre dentro de los márgenes del mundo y dislocarse ante él. Uno se extraña ante su idioma, que no
andino o, siendo más específicos, del mundo andino que ha hemos terminado de aprender. O ante sus costumbres –que
sido representado por el cine boliviano más canónico. más de uno calificará de bárbaras. O ante su anecdótica in-
Así pues, si no asistimos al descubrimiento de la ciudad corporación a Occidente o al proyecto cultural hegemónico.
(con la excepción de Max Jutam), en esas películas asisti- El viaje de retorno al campo sirve también para vehicular
mos a un viaje de retorno al campo, más específicamente al la búsqueda del individuo, del propio cineasta –en el caso
altiplano, pero que no es definitivo, sino transitorio, coyun- de Hilari− o del protagonista del relato –en los casos del do-
tural. No se vuelve para cerrar un proyecto político-ideo- cumental de Soto y en la ficción de Piñeiro. Se puede ser un
lógico de largo aliento, sino para atender a preguntas o individuo en el campo, se puede tener un mundo personal y
necesidades personales: el tío que se ha negado a salir del no ser un engranaje más del colectivo en el mundo indígena
campo, la búsqueda de un ambiente más amable para los rural. No es que la ciudad sea un escenario únicamente con-
hijos, la nostalgia, el necesario reencuentro con las raíces sagrado a individuos y sus pulsiones (individualistas), sino que
familiares-culturales… el escenario rural puede también concretar sueños y proyec-
Y hay también motivaciones pragmáticas: cultivar quinua, tos individuales, cuando no pragmáticos, que, eso sí, deben
aprovechar la coyuntura económica que ha permitido un dialogar, no sin ciertas tensiones, con las lógicas comunitarias
boom comercial de ese alimento tradicional andino. Nadie se y colectivistas (sindicales) que rigen la vida en el campo.
plantea levantar las armas o defender el proceso de cambio En definitiva, asumir la individualidad en el campo siendo
desde su poblado. De hecho, la producción de quinua en- indio no es análogo a corromperse, como en Yawar Mallku
carna esa dinámica pragmática del nuevo sujeto migrante: se o en La nación clandestina. Es más, los viajes de retorno al
cultiva en el altiplano rural, apelando a algunas tecnologías campo no ofrecen respuestas ni salidas a los trances que
industriales y otras más artesanales, para luego salir a la ciu- enfrentan los personajes. Al contrario, generan nuevos inte-
dad y, aún más, al exterior del país. rrogantes y problemas. Son viajes abiertos, con boletos de
Asumido esto, podemos afirmar que en los viajes de re- vuelta, pero sin fecha definida. No son viajes de resolución,
torno al campo de Max Jutam, de El corral y el viento y de de desenlace, sino de apertura, de problematización, de fina-
Quinuera no hay, como en La nación clandestina o Yawar Ma- les abiertos, inconclusos, irresolubles, como este país.
llku, una renuncia al mundo individual de los protagonistas. Tercera intuición. Entre los filmes más recientes y los anti-
Sus protagonistas vuelven al campo no para despojarse de guos surge una diferencia de partida: comparamos ficciones
los proyectos y motivaciones personales y asumir los desig- (o un documental con gestos ficcionales) con documentales
nios políticos-culturales colectivos, sino para buscarse a sí (o ficciones con gestos documentales), las ficciones de ayer
mismos, para conocerse, para intentar comprenderse, para (Yawar Mallku, La nación clandestina) con los documentales

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de hoy (El corral y el viento, Quinuera). Así, esa cuota de también, acaso en un ciclo similar al de las sequías y carestías
idealización del mundo andino-rural, que se desprende de su que de cuando en cuando se ensañan con las zonas rurales,
condición ficcional, parece finalmente estar cediendo a una se puede uno marchar para reencontrarse en el escenario
visión más terrenal y compleja, que se desprende de su con- bucólico del campo.
dición documental. Sexta intuición. En el cine reciente que aborda los tránsi-
Cuarta intuición. Después de la primera década de 2000, tos entre campo y ciudad, el sujeto no se define únicamente
representado por un cine más urbano (Bellott, Boulocq), se por su origen o por su destino, sino por su capacidad de cir-
ha producido una suerte de reconciliación con lo rural, que cular entre más de un espacio, por su capacidad para irse y
coincide con los cambios políticos de los últimos 10 años. volver y volver a irse. Como en Enterprisse, el boliviano está
Aunque puede que resulte temprano para afirmarlo, en condenado a dar vueltas, a circular y a perderse y encontrar-
películas como Enterprisse, Max Jutam y El corral y el viento se constantemente en ese tránsito. El indio migrante tiene el
podríamos encontrar una síntesis entre la mirada de recono- derecho a perderse en la ciudad y a encontrarse en el cam-
cimiento cultural del mundo rural, que encarna el llamado po. O al revés: a perderse en el campo y encontrarse en la
cine indigenista (representado principalmente por Sanjinés), ciudad.
y la mirada que privilegia las pulsiones personales-existen- Séptima intuición. Es probable que desde el mundo rural
ciales, planteadas en el cine del nuevo milenio (representado andino ya no se organice la resistencia o rebelión ni se car-
por los cineastas que, como Bellott y Boulocq, insuflaron un gue con el proyecto de la construcción de una nación de raí-
espíritu más urbano al cine boliviano en los primeros años ces indígenas, pero no menos probable es que desde ahí los
del nuevo milenio). sujetos comiencen a pensar y ser individual e irresponsable-
Esta síntesis nos sugiere que los protagonistas de las cin- mente felices. Una felicidad que muy bien puede ser también
tas ya no necesitan buscar al otro en territorios lejanos y des- posible en la ciudad, más allá de los llamados ideológico-cul-
conocidos ni entregarse al autodescubrimiento meramente turales impuestos por el discurso oficial.
individual, porque, en última instancia, el otro soy yo, está en Así, en el campo como en la ciudad es también posible
mí, aunque no del todo. vivir, soñar y esperar a la muerte sin poses ni discursos reivin-
Quinta intuición. El cine reciente está trascendiendo esa dicativos ya masticados. Al campo como a la ciudad pueden
visión de espacio-monstruo que impusieron filmes canónicos viajar los sujetos para asumir su condición de individuos, para
como los de Sanjinés. Esto puede ilustrarse en la contundente desencontrarse y reencontrarse con su pasado, con lo que
descripción final que Hilari evoca de su abuelo: no hay una fueron o no pudieron ser, con lo que podrían ser y con lo que
satanización de la ciudad, tampoco una idealización. Hay nunca serán.
asombro, el mismo asombro que vemos en el personaje de Octava intuición. El campo bien podría asumirse como la
Enterprisse, que por un momento se olvida de su condición infancia de este país, pero también como la infancia del cine
de indio, cargador, pobre y oprimido para entregarse al éxtasis boliviano. Sin embargo, el campo es también su presente,
de ese juego de parque de diversiones, para olvidarse de su más allá de los discursos políticos en boga. Y es su futuro, en
condición social e histórica y reencontrarse consigo mismo. la medida que es la promesa de reencuentro con el territorio
La fascinación y extrañeza que sugieren las palabras del y con uno mismo.
abuelo de Hilari revelan eso: la ciudad como un parque de Así como el indio se deja ganar por la nostalgia o el llama-
diversiones al que no se puede uno resistir, pero del que do de la tierra y las raíces culturales para retornar al campo

238 239
de forma cíclica, el cine boliviano parece también obedecer García Pabón, L. (2007), La patria íntima. Alegorías nacionales en la
a esta dinámica cíclica para retornar a su pasado, ceder a la literatura y el cine en Bolivia. La Paz: Plural.
nostalgia, atender al llamado de su infancia y volver a posar Gumucio, A. (1982), Historia del Cine en Bolivia. Cochabamba: Los
la mirada sobre el campo. Puede que ya no lo haga con la Amigos del Libro.
ingenuidad ideológica o la militancia política de sus padres Laguna, A. (2013), Por tu senda. Las road movies bolivianas, cróni-
y abuelos, pero no por eso ha perdido la capacidad de fasci- cas de viaje de un país. Tesis doctoral, Universidad de Barcelona.
nación ante el paisaje y el ethos del mundo rural, el respeto Mesa, C. (1985), La aventura del cine boliviano 1952-1985. La Paz:
por la dignidad de los otros (que pueden encarnarse en los Gisbert y Cia.
propios realizadores) que lo habitan y el compromiso para
Richards, K. (2009), «El fenómeno del cine indígena», Revista Otro
acompañar esos viajes de ida y vuelta entre el campo y la Arte, núm 3.
ciudad que han construido y siguen construyendo la historia
de este país. Sanjinés, J., Grupo Ukamau (1979), Teoría y práctica de un cine jun-
to al pueblo. México: Siglo XXI.
Sanjinés, J., Grupo Ukamau (1989), La nación clandestina. La Paz:
Grupo Ukamau.
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Imprenta Landívar.

240 241
De Native Son a Viejo Calavera
El cine boliviano que pude ver viviendo fuera

Javier A. Rodríguez-Camacho
Profesor de la Pontificia Universidad
Javeriana de Bogotá

Pablo Barriga Dávalos


Cineasta

A los de mi tanda nos crio la internet, no en vano la web es


lo más parecido que tengo a un hogar. Si ese arraigo fuera
poco, desde que vivo en el extranjero mi interacción con lo
nacional tiene lugar casi exclusivamente por medio de las re-
des sociales. No sorprende, pues, que el filamento que une
estos fragmentos surja allí. A mediados de 2016 una amiga
que estudia literatura en los Estados Unidos acababa de ver
Hadaka no shima de Kaneto Shindo y aprovechó Facebook
para compartir su sorpresa ante la similitud existente entre
el paisaje rural japonés y el altiplano boliviano, aportando la
evidencia de algunos fotogramas de Ukamau (1966). Pero el
plausible parecido entre el Titicaca y el mar de Seto la llevó
a arriesgar más, proclamando al director de La nación clan-
destina “el más japonés” de los cineastas bolivianos. Lo que
esa afirmación obviaba era la posibilidad de que Shindo y
Sanjinés pudiesen compartir léxicos sin ser específicamente
“japoneses” ninguno de los dos, resultando sus coincidencias
estilísticas una consecuencia de adscribirse a las mismas in-
fluencias internacionales que, uno podría presumir, imperaban
en el cine periférico y autoral en la década de los sesenta.
Se trataba −lo sabemos al leer completo un post que jue-
ga con la presunta similitud fonética entre hadaka y ukamau,
o el honorífico ‘san’ enquistado en el apellido del cineasta
paceño− de una hipótesis más lúdica que ingenua o anto-

243
jadiza. Si bien los seis años entre Ukamau (1966) y Hadaka menos que la última de Sanjinés, Juana Azurduy, guerrillera
no shima (1960) daban para que Jorge Sanjinés se hubiese de la patria grande (2016) −a lo mejor, una comparación más
topado con el filme nipón en algún festival internacional, el relevante. Tal vez la elección de diciembre es una casualidad
auténtico descubrimiento consiste en una intuición sencilla: que estamos exagerando en analizar; fue el único hueco que
particularidades al margen, los de Shindo y Sanjinés son es- les quedó en agenda después de pasarse el año entero de
tilos que registran en un rango sospechosamente común. Es festival en festival. Como fuere, Kiro Russo no mentía: le faltó
decir, no es raro que en un mundo hiperconectado en el que decir que su obra era el cine “verdaderamente boliviano” que
la ubicuidad de la pantalla estandariza nuestras transacciones esperaban aquellos festivales en los que a Viejo Calavera le
en el lenguaje audiovisual, un realizador coreano afecte un fue tanto mejor que en la taquilla local.
estilo similar al de un colega salvadoreño, pero en los sesen- Desde 2009, excepto Casting (Denisse Arancibia, Juan
ta y cuando el acceso al cine como medio aún era restringi- Pablo Richter, 2010) y Las bellas durmientes (Marcos Loayza,
do, esa proximidad no puede ser accidental. 2012), cuyos estrenos coincidieron con mis visitas a Cocha-
bamba, el poco cine boliviano que he podido ver –en salas,
*** sin recurrir a lo inconfesable− lo encontré en festivales ex-
La película boliviana que generó mayores comentarios y dis- tranjeros. Zona Sur (Juan Carlos Valdivia, 2009) fue la última
cusión en 2016 fue Viejo Calavera (Kiro Russo, 2016), algo película nacional que vi todavía viviendo en Bolivia. Por eso
constatable tanto en redes sociales como en otros medios, me alegró toparme con la opera prima de Kiro Russo en me-
donde el grueso de lo que se dijo fue elogioso. Alcancé a dio de mi visita. Tenía gracia poder verla en la misma sala en
verla en su premier cochabambina, pues un compromiso aca- la que, poco antes de mi partida, se estrenó la de Valdivia.
démico permitió mi presencia en la ciudad en unas fechas de Ambas con presencia de sus elencos y directores, aunque
otro modo inviables. Mis retornos se suelen restringir a los en el caso de Zona Sur con un muy superior despliegue pro-
días de Navidad y Año Nuevo, una temporada en que la car- mocional, incluyendo canales de televisión, gigantografías y
telera queda huérfana de productos locales. Lógico, con Star unos lujosos press books que se imprimieron tan a montones
Wars y Tolkien no hay cómo competir. Puede ser que Socavón que hasta yo alcancé a quedarme con uno.
Cine, la asociación de realizadores detrás de Viejo Calavera, Cuando llegué al cine, uno de la oligopólica cadena de
eligiesen esas fechas en una hábil maniobra de contraprogra- multiplexes presentes en el país, se me hizo raro ver esa
mación. Quitando Rogue One (Gareth Edwards, 2016), fue cantidad de público en un día y horario inusuales para pre-
la única película que fui a ver al cine en esta vacación. Que mieres. Muchos de los presentes eran mineros llegados
escogieran la breve ventana entre los blockbusters de fin de desde Huanuni, aunque más que esa solidaridad gremial me
año y un enero acaparado por las películas nominadas al Os- sorprendió la ausencia de los críticos y periodistas locales,
car, nos dice mucho sobre la productora. Amén de manifestar que no habían faltado al estreno de Zona Sur. Considerando
el deseo de competir en el mercado del cine en Bolivia, su- los elogios que les mereció Viejo Calavera y la disparidad
giere alguna disonancia entre lo que imaginan que su produc- en la infraestructura financiera de cada estreno, uno se los
to es −el director de Viejo Calavera afirmó en una entrevista imaginaba compartiendo su entusiasmo con el público de
que su filme era cine «verdaderamente boliviano»− y lo que este evento. Habían convertido sus feeds de Facebook en un
el público ve en ella. Viejo Calavera recaudó una tercera parte conteo regresivo al estreno, y no aparecían en las fotos de la
de lo que vendió La Herencia (Christian Calvo, 2016). Un 20% premier paceña que colgó la productora en dicha platafor-

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ma. Ahora me percato que en esa expectativa incurrí en otro de la forma en nuestra cinematografía. Mejor dicho, el triunfo
tic de generación y clase, considerando las redes sociales un de una forma particular de hacer y entender el cine en Boli-
barómetro significativo. En ese momento pensé que, en la via. Algo que la crítica no ha pasado por alto, quebrando la
combinación de los numerosos screenings privados que tuvo unanimidad de las reseñas publicadas antes del estreno del
Viejo Calavera y las demandas de la vida social de un sábado filme. Celebrar los productos que certifican éxito foráneo,
por la tarde, se tendría que hallar la explicación de esa inasis- particularmente cuando ese capital simbólico se entronca
tencia. con las redes establecidas entre periodistas, difusores, rea-
La película me pareció correcta, con un nivel superior a la lizadores y afines, es un rasgo típico de nuestra mentalidad
factura habitual del cine boliviano. Eso es todo. Tardé unas semicolonial. Aunque tampoco alcanza para festejar que, a
semanas en entender porqué no encontraba el Hamlet de dos meses del estreno de Viejo Calavera, se entrevea una
las minas35 o el caudal de amor cinéfilo que otros vieron en reacción contraria −un backlash detectable en las ahora no
ella.36 A mí me recordaba, y era esto lo que me causaba in- escasas reseñas negativas. Esto porque ese monodiscurso
tranquilidad, a The Passion of the Christ (Mel Gibson, 2004). también es representativo de nuestro limitado ecosistema
De a poco, los rituales del adviento me lo aclararon: la de de actividad y pensamiento artístico. La homogeneidad en la
Gibson es una película que se erige no como un producto opinión crítica boliviana no se construye como un consenso,
narrativo, pretendiéndose en cambio un objeto devocional. reflejando en cambio las carencias de quienes se dedican a
No un ícono, más bien la pura forma que se plasma en las escribir sobre arte en Bolivia. Su alergia a la polémica es un
estatuillas del niño Jesús que decoran tantos pesebres. Bajo mecanismo para evitar que se carcoman las redes que antes
esa luz, la carencia de desarrollo narrativo en Viejo Calavera mencionábamos, de prevenir que se complejice el discurso y
dejó de parecerme un defecto, pues comencé a entenderla rebase las capacidades del sistema.
como un elemento básico de su esencia, la probable explica-
ción de su éxito en el circuito de festivales internacionales. ***
Con su fotografía que llama la atención sobre sí misma Cualquiera con dos minutos de paciencia para buscarlo en
una y otra vez −hasta aturdir igual que los azotes que soporta Google puede enterarse de los países, festivales y eventos
Jim Caviezel− Viejo Calavera es una película en la que Elder por los que ha pasado una película boliviana. Resulta que
Mamani, los mineros de Huanuni, los personajes, el sujeto no es tan raro que nuestro cine se difunda en el extranjero.
fílmico nacional, se convierten en pura imagen. En la medida Claro, no todos consiguen estrenar en Huelva, Busan o Mo-
que concreta esa intención, Viejo Calavera señala el triunfo relia, pero parece que hay festivales hasta para el outsider
art berreta de Tonchy Antezana. Lo que particularizó el éxito
festivalero de Socavón Cine fue la amplitud y recurrencia
35 [Nota de los editores] Los autores se refieren a la crítica de Mauricio de sus participaciones internacionales, los galardones que
Souza, «Viejo Calavera: Hamlet en Huanuni», publicada el 1 de enero de
2017 en el periódico Página Siete. Referencia completa en la sección «Índi- obtuvieron y el nivel de eventos en los que se presentaron.
ce de textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este volumen. El descreimiento cínico puede llevarnos a pensar que esto
36 [Nota de los editores] Los autores hacen alusión, por ejemplo, a la crí- también es resultado de las facilidades tecnológicas, ya que
tica de Sergio Zapata, «Desde las sombras de la cinefilia… Viejo Calavera», ahora no hace falta que rollos, DVDs y sobres plica crucen
publicada el 18 de diciembre de 2016 en el periódico Página Siete. Re- aduanas para siquiera intentar postular a un evento de este
ferencia completa en la sección «Índice de textos sobre Viejo Calavera y
tipo. Algo de eso hay, aunque la mejor forma de disipar las
Socavón Cine» de este volumen.

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sospechas consiste en repasar la trayectoria de las películas nal; lo que para unos sería una debilidad que repercutió en
bolivianas estrenadas en tiempos de globalización y avances una representación naif de sus historias y personajes, pero que
tecnológicos. resonaba con la desmovilización que dominaba las tendencias
Dejando de momento de lado a Sanjinés, habría que co- del cine autoral de esos días. Hasta entonces se asumía que el
menzar esa revisión a mediados de los noventa. Enlazado a valor del cine boliviano trascendente se explicaba por su con-
otros cambios políticos y sociales que vivía el país, en aque- tenido “sociológico”. Realmente un conjunto vago de saberes
llos años se intuía un relevo generacional entre los cineastas heredados, imprecisiones históricas y fabulación, que conecta-
bolivianos. Los realizadores que emergían se distinguían ba con sospechosa pulcritud a Velasco Maidana, Ruiz y Sanji-
por estar familiarizados con el lenguaje televisivo y el vídeo nés, el rechazo de ese dogma ya podía valerles a los cineastas
como formato, en algún caso se habían profesionalizado en del «Boom del 95» para encontrar un espacio común con sus
cine y se mostraban más al corriente de las tendencias inter- pares foráneos. El mejor ejemplo de ello lo tenemos en lo que
nacionales que preocupados por situarse al amparo de los sucedió en literatura latinoamericana y la llamada generación
establecidos Eguino, Agazzi o Sanjinés. Se ha descrito con McOndo, que instaló una forma común, simplificada pero ve-
frecuencia este momento histórico como el «Boom del 95», rosímil, de representarse. Por alguna razón en cine aquello no
una etiqueta irónica dada la dudosa fecundidad de tal pico fue posible hasta la década siguiente.
productivo. De todos modos, lo que nos interesa es la apari- No habiéndose concretado una vinculación continental,
ción de Marcos Loayza y Juan Carlos Valdivia en el panorama vista la explosión e irradiación del cine (juvenil, de bajo pre-
cinematográfico local, posiblemente los primeros directores supuesto e) independiente en los Estados Unidos, es curioso
bolivianos que obtuvieron rotación internacional ya desde que ni Loayza ni Valdivia hubieran conseguido conectarse
sus óperas primas. con la esfera del cine internacional autoral del modo en que
Lo que de inmediato llama la atención en ambos casos es Sanjinés lo hizo en su momento. Sin embargo, hasta ahí llega
que tanto Cuestión de fe (Marcos Loayza, 1995) como Jonás cualquier intento por analizar a los dos cineastas como parte
y la ballena rosada (Juan Carlos Valdivia, 1995) toman sus de una misma cosa. Sus caminos se dividen a medida que el
significantes visuales y sitúan su acción en los ochenta. Una formato digital y una nueva batería de cambios políticos so-
movida contraintuitiva en comparación con lo mucho que se brevinieron en Bolivia.
esforzaron los artistas de los noventa por distanciarse de la Entretanto, durante los años de democracia pactada y
década precedente. En el caso boliviano sucedía lo opuesto, hegemonía neoliberal, Valdivia y Loayza permanecieron ocu-
pues esos ochenta y su asociación con el narcotráfico habían pados cada uno a su manera. ¿La característica común? Su
dado visibilidad internacional al país. Bolivia era el narcoesta- profunda desconexión del ámbito internacional. Incluso con
do de Scarface (Brian de Palma, 1983) y los reportajes de 60 Valdivia rodando publicidad en el D.F. y Loayza encargán-
Minutes; convenía mantener hasta cierto punto ese link. Así dose de dirigir un proyecto argentino como segunda obra,
podría explicarse que tanto Loayza como Valdivia se preocu- uno habría tenido que decir que sus debuts en el circuito
pen porque ese elemento aparezca en sus películas, llegan- de festivales internacionales fueron anecdóticos. Sí, puede
do la voluntad de un capo de la droga a poner en movimien- que Cuestión de fe hubiera demolido todos los anteceden-
to la trama de las dos. tes en cuanto a premios internacionales recibidos por un
En otra simetría difícilmente casual, ambos filmes eludían largo boliviano, pero esa aura se disipó pronto. En veintidós
arrogarse el tratamiento de la problemática sociológica nacio- años Loayza ha dividido su tiempo entre dos documentales

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alimenticios, un encargo, un experimento entre la comedia perspectiva, si las condiciones materiales estaban dadas, las
proletaria y el musical pop, y la ficción Las bellas durmien- subjetivas no resultaban auspiciosas para el acople.
tes... estrenada hace ya cinco años. Valdivia probó un camino
a priori menos tortuoso, intentando sentar presencia en la ***
industria mexicana, si bien regresó a Bolivia en los albores Varios años mayor y veterano del sistema de estudios tradi-
del así llamado Proceso de Cambio, para reinventarse en el cional, Kaneto Shindo conecta apenas tangencialmente con
arquetipo de “cineasta político” de esos tiempos. la llamada Nuberu Bagu, la nueva ola japonesa; sin embargo,
¿Cuál fue entonces el motivo para la súbita desconexión su trabajo se entiende mejor a la luz de ese movimiento que
que experimentaron durante largos lapsos de sus carreras en la estela de un establishment identificable en Mizoguchi
los dos cineastas? Paradójicamente, puede que se deba a o el propio Kurosawa. La Nuberu Bagu fue primordialmente
los particularismos que se permitieron. La sombra de Raúl una reacción generacional fundada en el rechazo al someti-
Lara en el tratamiento visual de Loayza, extravagante para miento cultural que había provocado la ocupación estadou-
los habituados al esquematismo representativo del Grupo nidense durante la posguerra. Ese carácter subalterno es un
Ukamau, y la inmanencia de una Santa Cruz insólita para los rasgo que comparte con los nuevos cines latinoamericanos,
que esperaban estampas andinas en el cine boliviano, en el emergidos en contraposición a la industria estadounidense.
debut de Valdivia, anulaban la posibilidad de conectar con Algo que se podría extender a los países europeos peri-
los festivales que seguían abrazando a un Sanjinés en franco féricos, cuyas cinematografías experimentaron remezones
declive creativo. Unos festivales que, si nos permiten perfilar análogos en dicha década (Checoslovaquia, Portugal, etc.).
un planteamiento casi mercantil, demandaban de Bolivia un Es más, retomando la comparación que puso a rodar estos
cine de indios. Pero, ojo, un cine de indios representados a la fragmentos, hay atributos comunes que superan la proximi-
Sanjinés. Un experimento mental sugestivo consiste en pre- dad temática; acentuada en el caso de Hadaka no shima y
guntarse cómo le habría ido en Tokyo o Berlín a un filme que Ukamau al tratarse de intentos por representar la vida comu-
tocará la “temática indígena” con un arsenal radicalmente nitaria ribereña. Enfocándonos en lo que hace al lenguaje
distinto a las modalidades clásicas que cultivaron el Grupo visual, se percibe en estos nuevos cines un reconocimiento
Ukamau y sus desgajes. No hay que olvidar que el aporte extra-ideológico a los grandes maestros soviéticos, el repu-
de ese colectivo pasa por vincular las formas tradicionales dio de los encuadres convencionales y la sobriedad a me-
del audiovisual con una manera de interpretar la etnografía nudo asociada a los relatos de época o de la vida rural, la
aymara, evitando arrebatar las correspondientes ortodoxias reivindicación de los autores clásicos (Renoir, von Stroheim,
con su propuesta. También es cierto que, a diferencia del Murnau, Dreyer), y un manejo de cámara que obedecía una
internacionalismo de los sesenta y setenta, la preeminencia elaboración teórica que aspiraba a adoptar el punto de vista
de un individualismo posmoderno entre los abanderados del colectivo o, en caso contrario, del hombre común.
del “circuito Sundance” (Soderbergh, Smith, Araki, Hartley) No hace falta introducirse en la minucia de cada uno de
implicó que hubiera poco interés por temas y autores perifé- estos movimientos y sus integrantes para notar que hay
ricos, a no ser que asumieran el cartel del exotismo −el cine numerosos procedimientos visuales comunes a la obra de
de género, como sucedió en el caso asiático, podía cumplir Miklós Jancsó, Theo Angelopoulos, el primer Bertolucci y
tal función mejor que un cine de “denuncia” o etnográfico− Jorge Sanjinés. Y, esto es lo que nos interesa resaltar, si algo
o se restringieran al documental. Examinada la situación con comparten realmente estos realizadores es su pertenencia a

250 251
la esfera de los llamados “autores globales”. Un grupo que solo notar que cuando la manera autóctona de representar lo
transitaba festivales internacionales con asiduidad y éxito, indígena no es tan distinta a la forma en que Angelopoulos
por cuanto sabía manejarse en el léxico del cine autoral pe- examina los avatares de la Grecia rural, podemos estar ante
riférico, comprendían qué temas y cómo había que tocarlos el síntoma de algo que es todo menos casual.
para complacer los gustos del público foráneo sin condes-
cender. Conscientemente o no, su obra no parecía aspirar a ***
desbancar en Cannes a Visconti, Rohmer o Buñuel, pero me- A diferencia del «Boom del 95», el siguiente gran demarca-
diante esos protocolos (formales) tácitos, tenían garantizado dor en la cronología del cine boliviano se debe a las transfor-
un espacio en Venecia, Berlín, Locarno o San Sebastián. El maciones políticas que vivió el país antes que a cambios ge-
compromiso consistía, pues, en no escandalizar ni en el fon- neracionales. La crítica local no siempre lo ha entendido así,
do ni en la forma −hay pocas cosas que molesten más a la prefiriendo adoptar la denominación de «Boom del digital»,
ortodoxia progresista que el escándalo− a cambio de un sitio señalizando la irrupción del formato en el cine de nuestro
en la mesa de la gente grande. Si uno no se anda con corte- país a mediados de la década pasada. Los principales repre-
sías críticas en su análisis, la canonización de Sanjinés respon- sentantes de ese reset tecnológico fueron Rodrigo Bellott y
de en buena medida a su capacidad de elegir elementos del Martín Boulocq, aunque ninguno produjo una obra relevante
cine de masas y hacerlos pasar por relevantes a las formas de para definir este periodo. Si alguien se encargó de trazar el
pensar (y pensarse) de una comunidad indígena. campo de representación en el que se moverían los prime-
Por supuesto, esa confluencia de estilos también obedece ros años del Proceso de Cambio, ese fue el director colom-
a un proceso natural, y hasta pasa por una simple derivación bo-brasileño Alejandro Landes, quien le presentó al mundo a
de la materialidad cinematográfica de aquello que se po- Evo Morales con el documental Cocalero, estrenado en 2007
dría denominar el espíritu de los tiempos. Dicho eso, sería en Sundance.
incauto creer que tal convergencia está libre de efectos co- Poco más que un reportaje televisivo en lo formal y dotado
laterales. Quizás el principal sea un empobrecimiento de los de la profundidad ideológica de una canción de Manu Chao,
modos de representar cierta experiencia local. Potenciar las la importancia del documental radica en que reestableció lo
formas de mayor inteligibilidad externa en desmedro de la que desde ese momento se esperaría ver en el cine boliviano
complejidad representativa propicia un inmovilismo nocivo, fuera de nuestras fronteras. Con Ruiz y Sanjinés desconocidos
ya que simplifica la manera en que los sujetos se piensan ci- para el público internacional contemporáneo o convertidos
nematográficamente y la hegemoniza. Puesto de otra mane- en piezas de museo, los “indígenas” empoderados, nobles y
ra: la razón por la cual la presencia de lo indígena en el cine ecologistas, con proyección internacional pero los pies asen-
boliviano “autoral” sea tan a menudo sinónimo de Jorge tados entre las masas, que puso Landes en pantalla, serían un
Sanjinés no podría ser más evidente. Un efecto perceptible rostro cinematográfico de Bolivia durante el resto de la déca-
no solo en sitios en que lo más cercano a un indio boliviano da. No importaba que Evo fuese el líder de una corporación
que han visto es a Reynaldo Yujra. Dar por buenas las formas de campesinos quechua-hablantes distanciados una genera-
adaptadas que Sanjinés propuso para representar facetas del ción o dos de la así llamada “comunidad indígena”, o que su
“mundo aymara”, validadas como fueron por festivales ex- plataforma política tomase más elementos del desarrollismo
tranjeros, resultó cómodo para el ecosistema crítico bolivia- y el populismo nacionalista que de un progresismo occidental
no. Evidentemente, la idea no es desmerecer a Sanjinés, tan estereotípico. Lo que a futuro tendría relevancia era que Lan-

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des propuso una narrativa capaz de capitalizar el interés que dualista y libre de acentos exóticos de las óperas primas de
generó el personaje de Evo a nivel global, y varios festivales Bellott y Boulocq los condenó a una asociación colateral al
internacionales se mostraron atraídos. Ese mismo 2007 los movimiento cuyas señales intentaban adoptar con rezago.
máximos galardones de Sundance se los repartieron un do- Por ello, a pesar de que consiguieron rotación internacional,
cumental en torno a la violencia callejera y corrupción policial jamás se aproximaron a la notoriedad e integración global
brasileñas y un drama mexicano sobre migración ilegal a los de Sanjinés. Los premios que en algún caso merecieron te-
Estados Unidos. ¿Cómo podría no irle bien a un cineasta boli- nían poco que ver con el carácter boliviano de sus obras. El
viano que recogiese el guante lanzado, más que por Landes, FIPRESCI en Locarno para Dependencia Sexual (2003), por
por los festivales internacionales? ejemplo, es más atribuible a su temática LGBTQI/feminista,
La obra que Bellott y Boulocq entregaron en ese periodo y a la tónica inconfundible de filme-tesis de escuela de cine,
no indica que hubiesen considerado los planteamientos de que a las breves intersecciones que plantea la película con
Landes, a pesar que el último fue parte de la producción lo- Bolivia o lo boliviano.
cal de Cocalero. El primero, en otra curiosa señal del espíritu Parecería, pues, que el éxito en el circuito de festivales
de los tiempos, andaba organizando el rodaje de la biopic internacionales pasaba por saber negociar los intereses es-
del Che, parte 1 y 2, estrenada el 2008. De cualquier modo, téticos propios con lo que de uno esperan en tales eventos
los intereses y referencias estilísticas de este par de realizado- dado su origen nacional y de clase. Desarrollar la capacidad,
res estaban demasiado asociados al pasado, por no mencio- nada trivial, necesaria para volcar esa negociación en el len-
nar su arraigo urbano, de clase media y blanco-mestizo, para guaje del cine autoral internacional, marcaría la diferencia
conseguir integrarse en el circuito internacional de festivales. entre aspirar a pelear premios importantes en festivales Clase
Estas últimas características auguraban a los dos jóvenes A o contentarse con llenar la grilla de eventos cinematográfi-
directores mayor éxito conectándose con sus pares latinoa- cos de poca monta. Una lección que, ante lo plasmado en el
mericanos −a saber Lucrecia Martel, Lisandro Alonzo, Adrián propio trailer de Viejo Calavera, aprendieron bien los miem-
Caetano−, en su calidad de reflejos locales y postreros del bros de Socavón Cine.
ethos bohemio-ilustrado que permeó el cine independiente
internacional en la década anterior. Por algo fue que a partir ***
de Lo más bonito y mis mejores años (Martín Boulocq, 2005) Una anomalía digna de considerar, así sea brevemente, es
se hizo habitual contar con una cuota boliviana en el BAFICI, el caso de ¿Quién mató a la llamita blanca? (Rodrigo Bellott,
cimentando la proximidad con un cine independiente que se 2006). Una “comedia política” que pretendía la unión del
planteaba en objeción a ciertos postulados de las tradiciones modernismo, materializado en la flexibilidad inmediata del
de las que emergían, pero que no podía o quería desafiliarse formato digital (pantallas múltiples, montajes vertiginosos,
de las particularidades de sus orígenes. En otras palabras, el temporalidades fragmentadas), y una difusa colección de tro-
anhelado McOndo del audiovisual latino. pos visuales que la producción del filme agrupó bajo el pa-
En cuanto a su encaje global, el léxico de los Jarmusch, raguas de “neobarroco boliviano”. Que lo primero estuviera
Van Sant, Linklater, Wong Kar-Wai, que preformaba la sen- lejos de considerarse vanguardista, y lo segundo fuese una
sibilidad de Bellott y Boulocq, había llegado al país tarde inferencia fundada en las contadas veces que los realizadores
para proveer una forma de hacer cine apreciable en ciertos de “la llamita” entraron a una chichería o usaron el transpor-
festivales internacionales. Tal es así que la melancolía indivi- te público, es otro asunto. Esta también era la primera obra

254 255
de un creador del emergente movimiento vinculado por el posgrado en el extranjero. Si lo mejor de esa convivencia pa-
uso del digital, que tanteaba los viejos temas “sociales” del saba por la facilidad de mantener largas charlas sobre cine,
cine boliviano, al punto que se conjugaba con el contenido en ocasiones con la visita de otros críticos, programadores
ideológico de Mi Socio (Paolo Agazzi, 1983), Sena Quina de festivales o cineastas, había una tradición que odié con
(Paolo Agazzi, 2005) y Cuestión de fe. Ostensiblemente, aun- todas mis fuerzas. Cada que recibíamos invitados extranje-
que lo hace desde los tópicos, es la primera película bolivia- ros, mi amigo y su esposa nos obligaban a hacer sobremesa
na en plantear la discusión de la diversidad de identidades viendo ¿Quién mató a la llamita blanca?, supuestamente
en pleno Proceso de Cambio. Una idéntica superficialidad para que los visitantes conocieran la verdadera cara de los
se daba en lo relativo a su formulación estética, llena de los bolivianos. Yo creo que se reían por pura cortesía, sin saber
lugares comunes que un individuo de clase media boliviana si sería más feo quedarse con la cara larga o desternillarse de
suele imputar al estilo y habitus populares. las miserias de sus anfitriones. Puede ser un objeto fascinante
Vapuleada por la crítica −a veces con una saña que no desde alguna perspectiva, pero como pieza cinematográfica
conseguían fundamentar en sus textos−, la película funcio- la película de Bellott está repleta de defectos; no es algo que
nó bien con el público, aunque terminó siendo el último uno vería repetidas veces, por deleite. Me cuesta encontrar
largometraje que se atrevió a estrenar en Bolivia Rodrigo elementos graciosos en la película, un chiste con capacidad
Bellott. Ocupados en sus reseñas por toda suerte de cosas, de registrar con un extranjero si es que no pasa por el gag
pocos críticos repararon en lo que implicaba proponer una ramplón, lo escatológico o la comedia corporal. Quizás el
“comedia popular” que ignorase la precedencia (temática y verdadero chiste, la tomadura de pelo, estaba en creer que
formal) de la extensa obra audiovisual de Roberto Calasich, una película era capaz de plasmar la “verdadera cara” de los
Nando Chávez, Adolfo Paco o David Santalla. Un menos- bolivianos, o lo que sea que eso quiera decir.
precio que obedecía la voluntad de extraer algunas señales
de los productos culturales asociados a las clases populares ***
bolivianas, para adoptarlos en las élites (culturales) puestas Si Cocalero fue la película más importante para definir los
en cuestión por la llegada de Evo Morales al poder. La con- alcances temáticos, que no estéticos, del cine boliviano
fusión que acusaba y el superficial involucramiento con los en este siglo, la contracara la propuso Los viejos (2011) de
temas a los que la atribuía, podrían acabar como el principal Martín Boulocq. Un largometraje que nos lleva a pensar que
aporte de Bellott a la cinematografía nacional. Irónicamente, el director cochabambino cree que la madurez de su obra
también se trata de un filme de elaboración más próxima al requiere su universalización visual más absoluta. En otras
“colectivo”, dado que fue el proyecto de grado de una es- palabras, que hacer una película moderna, profunda e inter-
cuela de cine, que la obra de otros grupos que se atribuyen nacional, demanda la capacidad de imitar todos los rasgos
tal denominativo. Por eso, ¿Quién mató a la llamita blanca? superficiales del cine que merece tales calificativos.
posiblemente sea la película del cine boliviano reciente más En esa apuesta se adelanta a Viejo Calavera, sin alcanzar el
difícil de diseccionar. Mejor dicho, de hacerlo sin recurrir al mismo éxito, pues Boulocq no entendió que no es suficiente
repertorio de clichés propios de la sociología espontánea poder replicar el estilo de Ozon, Panahi, Sang-Soo o Bilge
que parece obsesionar a nuestros críticos de cine. Ceylan. El contenido debe abrirse a lo internacional solo lo
Yo solo puedo aportar una anécdota. Durante cuatro años suficiente, manteniendo el gusto y acento locales. Puesto
compartí casa con un crítico boliviano, estudiando ambos un bruscamente, a Boulocq le faltan indios. Indios complejos y

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que existan en el plano de lo individual, ya no los seres de mima en la que se ejecuta un diletantismo visual. El divorcio
pureza atávica de hace unas décadas, pero indios al fin. Eso que existe entre sujetos y formas fílmicas en Colossal Youth
lo comprendieron bien los miembros de Socavón Cine. Si se (Pedro Costa, 2006), por dar un ejemplo, es endémico a un
lo examina desde la mera forma, sin montañas y patrones cine al que le interesa sobrecoger dentro de ciertas conven-
malvados, con “plano secuencia integral” pero sin aymaras, ciones visuales, sin reparar en las implicaciones de emplear
Sanjinés sería un mal imitador de Kozintsev, no el pope del tales formas de representar esas historias o sujetos. ¿Elegiría
cine indigenista, una de las claves del Tercer Cine y todos los un obrero retratarse en blanco y negro o con el grano de la
elogios que quieran ir adelantando para su obituario. baja fidelidad? ¿Un migrante de Cabo Verde es un sujeto tan
nulificado de subjetividades que da igual presentarlo como
*** Leos Carax, Matteo Garrone o los Dardenne harían con sus
En este punto, con la evidencia de un presente en el que es personajes europeos y de clase media?
habitual encontrar trabajos de Socavón Cine participando Este último es un dilema que nos consta se planteó Sanji-
en festivales internacionales −en muchos casos mereciendo nés en su día, resolviendo con mayor astucia que propuesta,
encomio y galardones−, consideramos posible rastrear las pero no estamos convencidos que la obra de Socavón Cine
razones de sus éxitos. Omitiendo cualquier otro mérito o evidencie haber lidiado con el tema. Si acaso, esos jóvenes
motivo, creemos que dichos triunfos también se explican por realizadores parecen determinados a perfeccionar el manejo
su diestra adopción del lenguaje autoral internacional. Es de- del lenguaje internacional-autoral, inscribiéndose en esa área
cir, por saber negociar lo que de ellos se espera (en fondo y gris de la representación de lo boliviano que les garantiza se-
forma) y lo que quieren y pueden producir desde su espacio guir enganchados con el circuito internacional de festivales.
particular. No en vano celebran sus éxitos en este ámbito como si no
Claro, aunque más o menos restringidos en tamaño e inte- cuestionaran que son sellos que certifican su capacidad para
grados institucionalmente, los festivales no son una camarilla representar temas locales (mineros, migrantes, marginales)
de gusto transparente, universal, persistente y monolítico. Lo con accesibilidad y atractivo suficientes para complacer a los
que de ningún modo impide que uno pueda hacer ingeniería respectivos programadores y públicos.
inversa a partir de aquello que premian y estrenan. Parezca De forma deliberada, o en un efecto colateral de haber-
insólito o no, las aspiraciones estéticas de los realizadores, se formado viendo precisamente este tipo de cine, su obra
programadores, jueces y curadores que participan actual- se fraguó con los atributos necesarios para no sacar de su
mente de esta esfera –por lo menos en su capa hegemóni- zona de confort festivalera al crítico de Variety. No en vano el
ca−, se han achatado tanto que no resulta difícil detectar los barroquismo visual de Viejo Calavera se debe al estilo de di-
elementos que constituyen el cóctel de modalidades visuales rectores de fotografía educados en las artes de vanguardia y
que privilegian; un repertorio que vamos a clasificar bajo el el trabajo de los canónicos Yusov, Ballhaus, Nykvist y Vierny,
denominativo de léxico internacional-autoral. pero que se encuentran activos con gran éxito en Hollywood
Como se constata en Viejo Calavera, esa forma de hacer (Hoyte van Hoytema, Emmanuel Lubezki, Rodrigo Prieto,
cine fija sus referentes clave en gente como Kiarostami, Soku- Bruno Delbonnel); no así a un afán de radicalidad formal o
rov, Pedro Costa y Jia Zhangke, todos emparentados por su impulsos “antropológicos” al estilo del Grupo Ukamau y su
adopción de un lenguaje de “documental estetizado”; en buque insignia del plano secuencia integral. A este paso,
esencia, por un presunto realismo que no es sino una panto- el crítico que mejor le tomó el pulso a Viejo Calavera será

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Ricardo Bajo,37 que con su lista de posibles inspiraciones/in- retrataba. Pongámoslo así, donde Cocalero decidía repre-
fluencias atina al olfatear que hay poco detrás de esas piezas sentar a los otros con las formas del documental hollywoo-
que Russo pretende considerar personajes, ya que se antojan dense de baja gama, Zona Sur ofrecía una manera para que
intercambiables con las de cualquier otra historia, contexto el hipotético realizador dijese representarse a sí mismo, su
o director, puestas como están al servicio total de la forma. clase y conflictos, con un arsenal en verdad desideologizado
Elder Mamani es una construcción hueca, sin vida interior ni pero que permitía hablar con mediana autoridad y solvencia
arcos narrativos que transitar; un cero a la izquierda empapa- sobre cuestiones “políticas”. Se trazaba así un juego que in-
do de alcohol, del todo equivalente a la pústula CGI que Mel vertía las modalidades clásicas Eisenstein-colectivo-política,
Gibson intenta hacer pasar por Cristo en su filme de 2004. Hollywood-yo-entretenimiento, que predominaron en Bolivia
hasta ese momento.
*** En su forma la película no tenía nada que alguien familia-
Es irónico que el motor de este proceso de reducción del rizado con los iconos del mundillo Sundance –donde Zona
sujeto cinematográfico boliviano sea un cineasta de la gene- Sur ganó un premio por su guion, el primer galardón de ese
ración previa, además con un filme que invocaba a Sanjinés calibre para nuestro cine desde la Concha de Oro de Sanji-
como precursor formal y se atribuía ambiciosas pretensiones nés– no hubiera visto antes. Era una película indie sin más,
discursivas. Hablamos de Juan Carlos Valdivia y Zona Sur pero con suficiente significación boliviana, y ese era su mayor
(2009), que inauguran este proceso al fijarse en sus persona- triunfo. Se me ocurre una analogía: Brokeback Mountain (Ang
jes no como representaciones humanas en una narrativa, sino Lee, 2005) fue la primera película de temática gay, con oríge-
dispositivos para plasmar su lectura de las esferas de Slot- nes indie, en ser reconocida por la industria hollywoodense
jerdik y desnudar el momento político boliviano. Claro que a tan alto nivel. Sin embargo, no era una película de estética
eso no hace que Zona Sur sea una película de calado teórico queer, más bien replicando el estilo de cualquier filme pres-
considerable, ni que consiga incomodar por su temática o tige concebido con el favor de la academia estadounidense
forma. en mente. Zona Sur sería la primera película, presuntamente
Todo lo contrario, el filme también es pionero en su in- sobre los conflictos políticos de la sociedad boliviana, que se
tención de matizar los temas locales y afinar su representa- veía igual que la última ganadora del premio del jurado en
ción para el público global, cosa que hace introduciendo el un festival de renombre.
personaje de un niño tan obsesionado con cierto cine que Llegada dos años después que Cocalero y con el Proceso
juega con un amigo imaginario llamado Spielberg. Y aunque de Cambio aún en configuración, Zona Sur fue la otra pelí-
no interpelaba en lo mínimo a una clase media boliviana que cula que definió el campo representativo del cine boliviano
tendría que haber sido el público meta (local) de la obra, hay en tal etapa, esbozando un espacio que sigue vigente ahora.
que concederle a Valdivia la posibilidad de que la afectación En cuanto a su proyección internacional, ofrecía un segundo
cosmopolita que empapa la película sea intencional, buscan- camino para proponer los temas, personajes y formas que
do capturar esa impostura tan típica del segmento social que se podían esperar desde Bolivia. Básicamente: burgueses en
decadencia, intelectuales blancos con problemas de concien-
37 [Nota de los editores] La crítica de Ricardo Bajo, titulada «Elder Ma- cia exacerbados por la imbatibilidad electoral de Morales y
mani, no estás para la mina», se publicó el 22 de noviembre de 2016 en el el avance simbólico de “lo indio”, y mestizos incapaces de
periódico La Razón de La Paz. Referencia completa en la sección «Índice de
relacionarse con alguna vertiente de sus herencias. Zona Sur
textos sobre Viejo Calavera y Socavón Cine» de este volumen.

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no tenía la sutileza de distribuir esas características entre sus de La Chirola (2008) y Ciudadela (2011), ambas de Diego
personajes, dotarles de verosimilitud y complejidad, para Mondaca, tan llanas y demodé como sus credenciales de la
presentarlas como facetas de modelos humanos. En cam- escuela de cine cubana. No motivaban imitarlas ni por su
bio, cual si fueran las Spice Girls, literalmente hacía de cada aparente éxito internacional, que en honor a la verdad se
miembro de la familia un arquetipo, cubriendo de tal modo inscribía en las ligas menores de la ópera prima de Valvidia
todas las bases y registros. y no en Sundance, San Sebastián o Locarno. La alternativa
A pesar de sus debilidades −entre ellas la distorsión ideo- la planteaba Hospital Obrero (Germán Monje, 2009), tan
lógica que encontraría su forma final en Yvy Maraey (2013), obcecada en su localismo alasitero que se hacía incompren-
“ahora los blancos somos los indios”− y a su apego exage- sible allende determinadas cotas paceñas. La insularidad
rado a una temporalidad específica, Zona Sur ha ejercido del filme, que un poco como los documentales de Mondaca
una influencia considerable en el cine boliviano reciente. Se parecería no desechar del todo la hipótesis de que el “cine
puede considerar sus retoños a El corral y el viento (Miguel posible” mantenía relevancia en Bolivia, impide conjeturar
Hilari, 2014) y Nana (Luciana Decker, 2016), ambos en la sobre su proyección, sea aproximándose a un circuito inter-
órbita de Socavón Cine. Los Viejos se encontraba ya en pro- nacional alternativo o volcada a la atención de un mercado
ducción cuando Zona Sur se estrenó, quedando Boulocq sin interno. Se podría decir algo parecido sobre Airamppo
margen de reacción. ¿Eran tan importantes las diferencias (Miguel Valverde, 2008) y Cochabamba. Intriga, pues, pre-
entre lo que Valdivia y el cochabambino proponían? Sí, Zona guntarse por qué Socavón Cine prefirió la ortodoxia del for-
Sur tenía sus indios. De pronto se aclara el salto de nivel que malismo naturalista, consagrado por los festivales interna-
gozó Juan Carlos Valdivia, pasando de estrenar Jonás y la cionales hegemónicos y conducente a una forma de hacer
ballena rosada en la Habana y Cartagena −eventos en los cine en general impracticable en el contexto boliviano, para
que por años Eguino y Agazzi tuvieron espacio garantizado, retrabajar de manera sistemática varios de los temas que de
estrenasen lo que estrenasen−, a recoger trofeos en Sun- Zona Sur para acá han recurrido en el audiovisual nacional:
dance. Un pequeño ajuste entre lo que pretendía proponer, localismo, migración, el servicio doméstico, cosmopolitismo
y lo que fuera se esperaba de un director “mestizo” −quizás potencial, etc.
“blanco”, quizás solamente “no-indio”− en la Bolivia de Lo que queda claro es que ese era, matices más matices
Evo, valió para cambiar drásticamente sus metas. De golpe, menos, el abanico de posibilidades que se le abría a So-
Valdivia se mostraba cómodo en el papel del cineasta bo- cavón Cine cuando sus integrantes comenzaban a trabajar
liviano más “político” desde Sanjinés; lo que le valió sucu- desde el cortometraje. Me parece recordar que alguna
lentos contratos publicitarios. Además, hay que reconocerlo crítica de la época decía sobre Zona Sur que su personaje
y atribuirlo a la connotación moderna e internacional de su principal era la casa familiar. No logro acordarme si quien
estilo, esa proximidad al aparato estatal no lo manchó de escribía lo pretendía un elogio. En todo caso, tendría que
oficialismo como sí le pasó a Sanjinés. poder tenderse un hilo entre una película así y otra en que
Admitiendo que se nos pueden estar escapando traba- la forma se exacerba hasta un extremo en que no puede
jos de cineastas radicados fuera de La Paz, no es raro que decirse ni que la mina sea el personaje principal. A lo me-
los miembros de Socavón Cine se hayan decantado por jor la fotografía es la única protagonista, y a eso se referían
seguir la ruta delineada por Valdivia con tanto éxito. En la todos los que hablaban de “la oscuridad” como lo trascen-
contracara de Zona Sur se encontraba la burda eficiencia dente en Viejo Calavera.

262 263
*** que escribiría uno que vive solo en la internet, sin interac-
Matando el tiempo estos últimos días que pasé en Cocha- ciones humanas fuera de lo electrónico. Piensen ahora en
bamba me puse a leer uno de esos blogs que hablan pestes la película que harían unos individuos criados nutriéndose
contra la gente del mundillo cultural y me enteré que algu- exclusivamente con cine de autor aprobado por festivales
nos miembros de Socavón Cine se conocieron regentando de primer nivel. ¿Sería el resultado muy distinto de Viejo
una tienda de películas piratas, legendaria por su surtido Calavera? ¿Importaría de verdad que la historia sucediera en
stock de cine de autor. Huanuni, Taiwán o Brighton? A no ser que se le ocurra a un
Siempre sospeché que no podía ser un accidente la pro- cochala ambientar su película en Fargo y pretender ganar así
liferación de ciertas películas de la Criterion Collection, la la Berlinale...
facilidad para acceder a rarezas asiáticas que no eran ni fil-
***
mes de época ni de artes marciales, o la rapidez con la que
llegaban al país los estrenos de los festivales europeos. De Ha tenido que transcurrir media década de actividad para
tanto ver películas con docenas de lauros en la tapa, uno que Socavón Cine se atreva a coronar ese proceso con un
termina adquiriendo la capacidad de detectar qué rasgos largometraje. Aunque cada secuencia de Viejo Calavera
hacen que una obra amerite dichos sellos de aprobación. parece entender ese peso, es el desenlace del filme lo que
Cuáles son los temas que mejor se reciben, cómo deben confirma cuánto han abrazado en el colectivo el lenguaje
comportarse los personajes, el ritmo que debe tener la his- internacional-autoral como camino creativo y carrera po-
toria, las convenciones formales, la manera en que está de tencial. Esto, por el momento y con la excepción de algún
moda filmar tal o cuál cosa, con quién se compite y quiénes cortometraje, para sus obras de ficción. En el caso de la no
pueden ser aliados o maestros, etc. Cuando se invierte tan- ficción −con un objetivo que se adivina parecido al que de-
tas horas en algo, piense uno en filmar o no, en escribir o terminó las decisiones estilísticas tras sus piezas de ficción−
no, en ganarse la vida pirateando o no, la palabra justa para se disciernen el autodocumental y la especulación elíptica
describir tal proceso es educación. Entre los ratones de fil- como alternativa a la propuesta de tesis conclusivas; ambos
moteca y los que se abonan al torrent, quedaron los hijos giros fáciles de encontrar entre los participantes de algunos
del DVD pirata. festivales europeos por donde pasó El corral y el viento. Ahí,
Sabiendo esto se hace menos raro que el debut en largo otra vez, nos encontramos con una elección conservadora.
de Socavón Cine se entregue tanto a la forma. Suplantar la ¿Por qué no contemplar los formatos transmedia y las distor-
cultura fílmica por la cinefilia entraña múltiples peligros: la siones post-documentales?
entrega de la experiencia como contenido a un determinado Volviendo a Viejo Calavera, la secuencia final de la obra
set de convenciones, la propagación de un número limitado marca el momento culmen de la apuesta del colectivo por el
de formas como las “auténticas”, la reducción de los pro- lenguaje internacional-autoral, al ser un desenlace absoluta-
blemas (narrativos, humanos) a formulismos, etc. Es verdad mente convencional en su decisión de cerrar el filme desde
que Viejo Calavera plasma un gesto último de cinefilia, pero la pura forma, dejando de lado las posibilidades de resolver
entendiendo esto como la expresión de uno que vive y narrativamente la trama. Cierto, Viejo Calavera no tiene casi
comprende el cine como un campo abstracto y aislado, que desarrollo narrativo, pero la carretera, la repentina música
tiene sentido solo dentro de sí mismo. Es decir, un lenguaje no diegética, el gesto del protagonista, son todos dispositi-
y unas formas a dominar, ni más ni menos. Imaginen el texto vos que carecen de sentido fuera del hecho de representar

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“algo” dentro de las convenciones del cine de autor interna- Viejo Calavera la trama y sus personajes. Por incapacidad o
cional. Me explico, son el desenlace posible de Tropical Mal- deseo, Socavón Cine decide no hacerlo. Tal vez porque no
ady (Apichatpong Weerasethakul, 2004), Mat i syn (Aleksandr hace falta clarividencia para predecir el destino que tales
Sokurov, 1997) o Japón (Carlos Reygadas, 2002). Son un final filmes podrían correr en un hipotético festival Clase A. O
de la misma forma en que “Vivieron felices para siempre” lo tal vez no. Si esa transacción fuera tan sencilla como pagar
es; fórmulas carentes de contenido en sí mismas, pura ges- un peso por dos panes, podríamos ahorrarnos todas estas
tualidad. Como un “buen provecho” antes de abandonar la páginas de pseudo sociología del cine boliviano. Un vistazo
mesa, son cierres que implican una capitulación aceptable cabalmente micropolítico del mercado se hace necesario
para el público. Sin ser estrictamente un final abierto, per- para seguir indagando.
miten al director salir de su material porque (y cuando) se ha Eso sí, creemos que lo aquí sugerido no se trata de la
quedado sin más que decir. Un formulismo tan narrativamen- paranoia infundada del que encuentra dos cosas medio
te relevante como un súbito fundido a negro, aunque libre parecidas y las cree evidencia suficiente para la trama que
de las connotaciones negativas de lo abrupto o disonante. Y ha montado en su cabeza. Hay dos libros recientes que re-
ya sabemos lo mal que queda tentar al escándalo en deter- sucitan la categoría de “autores globales”, caída en desuso
minados círculos. hace al menos treinta años. Puede ser una simple manera
Es a la aplicación del léxico de los autores internacio- de englobar a cineastas que, a pesar de sus orígenes tan
nales, sin importar que ello resulte en formas huecas de dispares, consiguen que sus obras vibren con los ecos de
significado, a lo que nos referimos cuando hablamos de Pasolini o Bresson; influencias que jamás quedarán mal, ni
un proceso de reducción; acelerado en Bolivia a partir de pasarán de moda o dejarán de hallar cabida en circuitos in-
Zona Sur, aunque ya en cierto grado presente en el traba- ternacionales. Como la de Velvet Underground o del Bowie
jo de Jorge Sanjinés. Si bien esa vacuidad podría adquirir berlinés, su capital simbólico no se devalúa. Por algo esos
dimensiones simbólicas cuando se usa para retratar lo ano- dos directores ya se nombraban con particular reverencia en
dino de la vida urbana en el primer mundo, torna perversa los días en que Kaneto Shindo y Jorge Sanjinés se cruzaban
cuando se convierte en la muleta que abre puertas de di- en festivales.
fusión y reconocimiento internacional a un material fílmico Llegados a este punto, de vuelta en la temporalidad de
que de otro modo jamás penetraría tales espacios. Cuando los autores globales de los sesenta por la vía de la heredad,
el director lo sabe, y admite que sus sujetos y temas de- cabe preguntarse: ¿Eran los personajes de Ukamau meros
vengan en pura forma a cambio de ese abrazo, entramos cascarones al servicio del léxico internacional? ¿Era ilusoria
en los serpentinos dominios de la explotación. Al ver Viejo la supuesta vinculación entre la «temporalidad aymara»
Calavera no queda claro que ese sería el modo en que los (sic) y el “plano secuencia integral”? ¿En qué se basaba la
personajes decidirían representarse. Da la impresión que intuición que daba por válida para representar un pueblo
para el director sus personajes son simples objetos visuales, indígena, una técnica conocida desde los días de la U.F.A.
un apunte que no se le ha escapado a todos los críticos. y Abel Gance? ¿Son las similitudes existentes entre O
En efecto, ese vaciamiento es uno de los resortes que per- Thiassos (Theodoros Angelopoulos, 1975), Szegénylegénye
miten hacer accesible el material a espectadores foráneos. (Miklós Jancsó, 1965) y La nación clandestina fruto de la ca-
Por supuesto que, en principio, uno puede optar por el ca- sualidad? ¿Se preguntaron esto Sanjinés y compañía? ¿Val-
mino intermedio, sin desproblematizar hasta el extremo de divia? ¿Bellott? ¿Los miembros de Socavón Cine?

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*** universidad. Un perfil no tan distinto del de abundantes artis-
Es de cierto modo lamentable que, cuando se intenta revi- tas y críticos bolivianos en actividad. Aburrido de vivir en los
sar la historia del cine en Bolivia, aún luchemos por superar Estados Unidos y convencido de que hacer carrera en el cine
nuestra incapacidad para mirar más allá de la criminal imbeci- hollywoodense era imposible, aprovechando los contactos
lidad política de Goni, generando un punto ciego importan- de su padre diplomático, Goni se fue a Buenos Aires para co-
te. En el medio siglo que va de Proinca a las dos Our brand menzar a trabajar en la productora Sono Films. Allí su dominio
is crisis (2005 y 2015), el tipo ha dejado sus huellas por todas del inglés le permitió convertirse en asistente de dirección de
partes. No en el plano anecdótico que equivale a encontrar Pierre Chenal, que rodaba en Buenos Aires una adaptación
a Gamaliel Churata elogiando el libro de cocina de Aida de la muy polémica Native Son de Richard Wright.
Gainsborg en la prensa paceña. En el caso de Goni hablamos Si bien la novela en que se basa es una de las más impor-
de coguionizar Mina Alaska (Jorge Ruiz, 1968), cubrir para tantes obras literarias sobre temáticas raciales en los Estados
la NBC la Revolución del 52, ser mecenas de Villalpando y Unidos, la versión fílmica es bastante penosa. Buenos Aires
Sáenz, proponerles a los ejecutivos de la MGM el argumen- intenta pasar por Chicago pero escasean actores afroame-
to −que preparó en coautoria con Oscar Soria− de lo que ricanos, a los que Goni se ocupa de buscar y, cuando en-
terminó siendo Butch Cassidy and the Sundance Kid (Geor- cuentra, en el mejor de los casos son amateurs voluntariosos.
ge Roy Hill, 1969), compartir la isla de edición con Antonio Richard Wright insistió en adaptar el guión y protagonizar el
Eguino, Jorge Ruiz y Luis Espinal, o que incluso en su faceta papel principal, sin reparar en su nula capacidad interpre-
de político puro, la PBS, HBO, BBC, Naomi Klein y George tativa. A pesar de la coproducción local, el presupuesto de
Clooney produjesen obras en los que Sánchez de Lozada es una película que no podría estrenarse en Estados Unidos era
protagonista clave. Hasta Sanjinés tuvo que aprender a lidiar ínfimo. Orson Welles había adaptado la historia de romance
con Goni. Primero en Para recibir el canto de los pájaros interracial en Broadway pocos años antes, pero ningún estu-
(1965), domesticando sus impulsos políticos para proponer dio se atrevía a llevarla al cine, ni en una versión blackface y
una casi hollywoodense síntesis pluricultural, que no se pe- mutilada de la novela. Chenal no era un auteur elegido por
leaba con las reformas constitucionales que el gobierno del sus credenciales; el director de la divertida L’Alibi (1937) era
MNR ejecutaba en esas mismas fechas. Algo que, por cierto, un judío fugado del nazismo que apenas chapurreaba espa-
replicó Juan Carlos Valdivia al proponer la metáfora de la ñol, dueño de un inglés tan pobre que fue esa necesidad la
mesa común en el dénouement de Zona Sur. Luego, en Los que catapultó a Goni de carpintero aprendiz en Sono Films a
hijos del último jardín (2004), ambientando la acción durante traductor, encargado del casting y de buscar parajes porte-
las protestas contra el segundo régimen de Sánchez de Lo- ños más o menos parecidos a la Chicago donde el boliviano
zada. No es correcto afirmar que el hoy fugitivo de la justicia había pasado gran parte de su vida, y así hasta finalmente
boliviana fuera un cineasta frustrado, Goni tiene una carrera acomodarlo como asistente de dirección.
en el audiovisual bastante más digna que la de muchas vacas Goni había cumplido su sueño de trabajar en la industria
sagradas del cine boliviano. del cine, eso es lo importante. Leer más en su participa-
Hijo de una familia burguesa, formado en el extranjero ción en una película en la que un chófer negro y comunista
en humanidades y artes, Goni alguna vez fue compañero de enamora a la hija de sus patrones blancos, es demencial. A
cineclub de Mike Nichols; un chico sensible que disfrutaba Goni le habría dado igual si en lugar de Native Son (1951)
del cine francés y que filmó varios cortos en el campus de su le hubiera tocado trabajar en Way of a gaucho (1952) de

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Jacques Tourneur. En ese aspecto, la carrera de Goni se po- Tenía más o menos pensado lo que quería decir aquí, así
dría parecer a la de todos esos realizadores bolivianos que que me zambullí en Google bajo el influjo de la curiosidad,
se han desempeñado como enlace local para producciones no en búsqueda de evidencia propicia para apuntalar o re-
extranjeras de diverso orden. Curiosamente, Native Son es visar mis hipótesis. Mi fascinación por el Goni cineasta y la
lo más cerca que llegó Goni a estar de la silla de director. Su repulsa que me causa Zona Sur son ideas viejas, que siguien-
retorno a Bolivia con el triunfo de la Revolución Nacional, y do la sugerencia de un amigo, decidí presentar de forma
su subsecuente transformación en studio mogul vernáculo, accidentada en este espacio. Fue así que en tan caprichosa
revelan su auténtica pulsión de poder. Pero, si le vamos a dar pesquisa encontré bastante data inútil. Semienterrada en ella
credibilidad a la Wikipedia, Goni todavía tendría oportunidad una entrevista a Alberto Villalpando, compositor de cabecera
de convertirse en uno de los primeros realizadores bolivianos de Sanjinés en su primera etapa. Poco antes de comenzar
en ganar un festival internacional de cine. Incluso con todo a preparar la banda sonora de Aysa (1964), uno de los cor-
el aparataje informacional de la internet, es difícil desmentir tometrajes formativos del director paceño y debut de Villal-
esto. ¿Será cierto o fruto de un troll con demasiado tiempo pando en cine, el compositor había podido ver Hadaka no
ocioso? No puedo negar que me despierta una sospecha. De shima en Buenos Aires, ciudad donde entonces estudiaba.
nacer cuando la democracia se recuperó en Bolivia, es proba- Impactado por la ausencia de diálogo y música en la película,
ble que Goni habría sido un cineasta independiente. Que sus Villalpando le sugirió a Sanjinés imitar la técnica de Kaneto
cortos estudiantiles y profunda cinefilia hubiesen derivado en Shindo en el cortometraje. Así lo hicieron, dejando apenas
una película no del todo distinta a Viejo Calavera. una palabra en el clímax de Aysa. No se trataba de un exce-
so de parte del compositor, pues Sanjinés valoraba montar
*** en alianza con el encargado de sonorizar sus filmes, editando
Todo lo que comienza online, termina online. Estos no son Ukamau también junto a Villalpando. Como Viejo Calavera
sino fragmentos de la bitácora de un boliviano que vive fuera para Socavón Cine, el de 1966 fue el filme que marcó cierta
y desde allí intenta seguir su cine. De ahí que prescinda de madurez en la obra de Jorge Sanjinés; su paso, celebrado in-
un tono taxativo, citas bibliográficas o ínfulas de totalidad, ternacionalmente, al formato largo. Una ocasión en la que un
permitiéndome varios apuntes personales, unos cuantos cineasta boliviano utilizó una fórmula del cine de autor inter-
chistes malos y utilizar, sin cuestionar, terminología como “in- nacional para beneficio de su obra. Tuve que reírme, pues en
dio”, “blanco” o “mestizo”, que la crítica boliviana considera tan pequeña coincidencia pensé haber hallado el McGuffin
designa sujetos sociales definidos y no es el caso. Aún así, no que este mini ensayo necesitaba. Resulta, pues, que había
habría podido hilar ni precariamente estos fragmentos si es motivos genuinos para investigar al más japonés de nuestros
que con la invitación a participar de este proyecto no me lle- cineastas. Y como alguien ya dijo, por oposición o herencia,
gaba una indispensable dotación de screeners. Soy, además en el cine boliviano todos somos hijos de Sanjinés.
de un hijo de la web con coordenadas estéticas y valores
muy de clase media, parte de una red de críticos y periodis-
tas que dicen escribir sobre cine. Luego de ponerme al día
con los screeners, intentando rastrear el post de Facebook
que disparó estas reflexiones, introduje en la barra de bús-
queda la combinación “Jorge Sanjinés Kaneto Shindo”.

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Entrar al Socavón

Sergio Zapata
Crítico de cine

Cine por venir

Hace algunos años en la Casa de Las Flaviadas en la ciudad


de La Paz, que adoptó al cine club La mirada de Ulises
durante algunos meses, se programó una muestra de
cortometrajes bajo el sugestivo título de «Cine del futuro»,38
alusión al compromiso y confianza depositado en la obra
de cineastas jóvenes. Para ese entonces, era común la
retórica maniquea de sociedad en red, tejido, confección,
uniones, articulaciones, reciprocidad, movimiento, un sinfín
de acciones que referían y demandaban la necesidad de
articular acciones entre artistas, productores, gestores
culturales, periodistas, aficionados, espectadores e, incluso,
instituciones a favor de proyectos. Sin embargo, estas
prácticas se van reproduciendo y reciclando en espacios
como las redes sociales digitales y en algunos sectores
del sistema artístico, para perpetuar la discusión sobre la
organización, y no así sobre el objeto sensible. Es decir que,
mientras la programación del cineclub pensaba en el futuro
del cine a partir de evidencia, las películas, algunos colegas
pensaban en organizaciones y articulaciones interesadas en
mecanismos de reproducción más que en creación.

38 En la programación figuraban películas de Diego Mondaca, Carlos Pi-


ñeiro, Kiro Russo y Pablo Paniagua.

273
Esa noción, hablar de cine del futuro, que debiera ser alguna manera, sobre un cineasta poco vinculado con el
problematizada y problematizadora, quedo postergada, sector cinematográfico tradicional,41 se hace comprensible,
anclada en el cine foro que se celebró al finalizar los más aún si se realiza el gesto de comparación con el último
visionados de esas películas. Estos visionados a diferencia de cine boliviano estrenado en salas comerciales. En ese
otras expresiones del tiempo que nos toca, no se embarcan contexto, Viejo Calavera es una película ajena e inaprensible,
en la necesidad ni de unión ni necesidad de políticas y adquirió niveles de fascinación tales que las opiniones se
públicas, sino simplemente en la carencia de espacios de reducían a expresiones de aprobación moral.
exhibición de obras. Con Socavón Cine también apareció en el escenario
En un primer momento, el contexto de recepción local la noción de agrupación de cineastas, más aún bajo la
y circulación de las películas de Socavón Cine estuvo denominación de colectivo. En este sentido y comprensión la
signado por un ambiente que desea discutir elementos del denominación de colectivo pocas o ninguna vez fue material
sistema del arte, pero no el objeto artístico. Sin embargo, de cuestionamiento respecto al grupo de cineastas. Como
el mismo periodo de tiempo vio el retorno de la crítica el centenar de organizaciones juveniles autodenominadas
de cine a medios impresos de circulación nacional y el colectivos, comunidades, grupo, etc., quizás otro síntoma de
posicionamiento de un grupo de críticos de cine y gestores nuestro tiempo. Sin embargo, el caso del Colectivo Socavón
culturales con inquietudes similares. Cine es llamativo porque en el cine en Bolivia no existe
Hablar de cine del futuro siempre supone un desafío, antecedente parecido42 denominado de esta manera.
como una pulsión ante imágenes de renovación que fueron La construcción de colectivos artísticos en territorio boli-
apareciendo y desplazando la atención hacia ellas. Las viano no deja de ser interesante en tanto aparecen, viven y
mismas nutrieron ya no la pertinencia de un cine por venir, se disuelven en las redes sociales digitales, o en el momento
sino que buscaron determinar elementos de diferencia en que dichos proyectos son subsumidos por el apoyo de
con un cine caduco, irreconocible e incluso ajeno39 que instituciones, como son las del tercer sector, convirtiéndose
descalifica toda forma de ejercicio de crítica40 y que no desea en programas y/o proyectos con resultados e indicadores
ver, mucho menos apoyar, formas cinematográficas nuevas concretos. El caso del Colectivo Socavón Cine no se disolve-
que indaguen en modos de producción algo más arriesgados rá en una red virtual porque tienen un fin productivo. De esa
que los conocidos. manera, este conjunto de realizadores interrogó por los me-
La prensa especializada del sector cultural recién prestó dios de producción y, conociendo los vericuetos de la pro-
atención al fenómeno tras el estreno y noticias de los lauros ducción de cinematografías en el país, es que orientaron sus
de Viejo Calavera (Kiro Russo, 2016). Sin embargo, la duda energías hacia ella, los modos de producción. La opción por
razonable del sector sobre la originalidad de la pieza y, de el metraje, los temas, no trabajo con actores profesionales,

39 Cineastas bolivianos hasta el año 2011 hablaban de cine y video, y 41 Sector que se reproduce materialmente por los contratos publicitarios
además de hacer una evidente diferencia material se referían a posturas con el gobierno central, departamental y local. La gran mayoría de casas
éticas y estéticas irreconciliables. Lamentablemente, nunca se debatió esto productoras, cuyos propietarios son cineastas, destina la mayor parte de su
de manera seria en espacios adecuados, sino en comentarios verbales y en tiempo a la producción de materiales, no solo audiovisuales, para el apara-
escuetas declaraciones de prensa. to gubernamental en sus distintos niveles.
40 En «Alegato en favor de una crítica de cine», Andrés Laguna alude a 42 Se reconoce en la cinematografía de Bolivia: Grupo Ukamau, Movi-
este elemento de desprecio. miento de Videastas, Taller Ambulante de Formación Audiovisual.

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puestas en escena casi transparentes, indagación sobre la ficción y un registro de lo real que, a su vez, se yuxtaponen
materialidad de la imagen, la luz y la oscuridad, entre otros, en una fiesta inexistente, evidenciando el dispositivo cine-
corresponden a un grupo de personas que se enfrenta a la matográfico, la improvisación y una cámara errante vagando
imagen como pensamiento y posibilidad. en Totora (Cochabamba) con la firme intención de celebrar
En pocos años la idea de Cine del futuro parece confluir la chicha.
en la certeza sobre un cine del presente. Por su parte, tres cineastas bolivianos, en el mes de octu-
bre del mismo año (2008), publicaron el «Manifiesto 3 Bs».
Firmado por Rodrigo Bellott44 (Dependencia Sexual, 2003;
Entusiasmo y desorden Quién mato a la llamita blanca, 2006; Verde, 2009 [Rojo
Amarillo Verde]; Perfidia, 2009; Unicornio, 2013; Refugiados,
En 200843 se estrenó Airamppo, semilla que tiñe (Miguel Val- 2013), Matin Boulocq (Lo más bonito y mis mejores años,
verde, Alex Muñoz), producida por el Taller Ambulante de 2005; Rojo, 2009 [Rojo Amarillo Verde]; Los viejos, 2011;
Formación Audiovisual (TAFA). La película refrescó la cinema- Los girasoles, 2014) y Sergio Bastani (Yard of Blondes, 2008;
tografía boliviana, tanto es así que el medio permitió referirse Amarillo, 2009 [Rojo Amarrillo Verde]; Our Fight, 2013).
a ella como «el nacimiento de un cine» (Espinoza, 2008). Por
otra parte, la misma película se promocionó como un «Mani-
fiesto por el cine chichero». Manifiesto 3 Bs (Bellot, Bouloqc, Bastani −
El entusiasmo que acompañó el estreno de Airamppo es Bolivia)
singular. «Por primera vez he viso una cinta con pretensiones
formales evidentes que no está fuera de lugar, que no parece 1. Nuestro cine propone una identidad fluida, que
ser extranjera» (Laguna, 2011). Incluso «podríamos conside- cambia constantemente de lenguaje, lengua, forma,
rarla como una metáfora de un país, o un retrato a modo de genero, residencia y espacios territoriales. Nuestro
díptico o como un manifiesto para el nuevo cine experimen- cine pretende celebrar su identidad, su diferencia, su
tal andino» (Zapata, 2008). individualidad y localidad.
Tal entusiasmo se disipó frente la soledad e invisibilidad
que tuvo el filme, además de estar acompañada de una pé- 44 Rodrigo Bellott, con motivo del estreno de Quién mato a la llamita blan-
sima campaña de promoción y una precaria lógica de distri- ca (2007), en innumerables entrevistas refería que esta película retrataba el
bución. Esta película se encuentra entre las piezas invisibles «matriarcado andino» y el «Neobarroco Boliviano». Si estos elementos −el
primero de contenido, cuya lectura es estrictamente extra cinematográfica−
del cine boliviano. Sin embargo, este manifiesto fílmico por se vieran en pantalla estaríamos frente a una propuesta estética singular, la
un cine chichero tiene como elemento fascinante la prome- cual debiera ser tratada de esa manera. Sin embargo, ambos conceptos,
sa y concreción de una ruptura, al menos con la tradición además de suponer exageraciones mediáticas, deben ser tomados como
cinematográfica local. En Airamppo nos sumergimos en una promesas de marketing cultural-cinematográfico sin ninguna posibilidad de
discusión estética. Es posible rastrear esta huella del marketing en tag lines
como «la primera película de terror boliviana», expresión empleada por el
43 El año 2008 fue un año importante y determinante en la contienda po- equipo de Casting (Denisse Arancibia, Juan Pablo Richter, 2010); «El cine
lítica nacional, ya que se celebró el Referendo Revocatorio del presidente boliviano que querías ver», slogan de Las bellas durmientes (Marcos Loayza,
Evo Morales Ayma. Este es un elemento que no se hace presente ni en las 2012); o «¿estás listo para la verdad?” del documental gubernamental El
piezas cinematográficas ni en la reflexión sobre las imágenes producidas cartel de la mentira (Andrés Salari, 2016). Mientras se inventan expresiones,
por cineastas en ese momento. algunas más sofisticadas que otras, se incurre en peticiones de principio
para constituir eslabones para la distribución de un bien sensible.

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2. Proponemos un Cine Autoral. Muchas veces se 7. Nuestro cine no es entretenimiento y eso no
malinterpreta el concepto de cine de Autor, siendo quiere decir que NO sea entretenido. No creemos
confundido con FORMA, TECNICA, o GÉNERO. La que en momentos de crisis, incertidumbre y miedo, se
autoría se encuentra en la “obra” completa del artista, deba tratar al público con la paternalidad colonizadora
desde sus primeras experiencias audiovisuales hasta la de divertirlo para que olvide. Nuestro cine dialoga,
última y la próxima película. La propuesta autoral tiene discute, expone, se contradice y no se censura.
más que ver con UNA MANERA DE VER EL MUNDO y 8. Nuestro cine no tiene pretensiones políticas
UN LUGAR DESDE DONDE SE LO VE. ni partidarias. No se adhiere ni se excusa en ningún
3. Estamos en contra de la PORNOMISERIA. Aque- movimiento, asociación, institución, agrupación, ten-
llas imágenes comunes que se espera del llamado cine dencia, escuela o género. Nuestro cine es puramente
del tercer mundo. Nuestro cine no se aprovecha de la generador de emociones y opiniones. Se aleja de los
situación política o la coyuntura, la pobreza o la des- grandes temas y verdades, y no busca otra cosa que
gracia ajena para conseguir públicos. no sea la revolución personal de ser consecuente, ho-
4. Nos reinstituimos como una GENERACION que nesto y entregado a nuestro lugar en el mundo y nues-
nada tiene que ver con edades o fechas de nacimien- tra manera de relacionarnos con el. El acto de hacer un
to, como tampoco con territorialidad o nacionalidad, cine personal y autentico es finalmente trascendental y
sino con convergencias coyunturales, nacionales e in- revolucionario.
ternacionales, que dialogan constantemente, 9. Entendemos el cine como un arte inclusivo, de
como habitantes de un mundo global, con distintas interacción entre individualidades. Artistas plásticos,
historias y estéticas. músicos, técnicos, empresarios, escritores, nuevo me-
5. Rechazamos los conceptos de Cine con C ma- dieros, cyberpunkeros, polisincráticos, bordersurferos,
yúscula o Cine con c minúscula. No nos sentimos iden- amorales y globalizados forman los nuestros equipos
tificados con ninguno de los dos. Si hacer el primero humanos de trabajo.
implica adoptar formas de financiamiento, producción 10. Ir al cine debe ser un evento espiritual de mu-
y distribución del siglo pasado, no nos interesa. Si el cho valor personal y no un evento social de simple
segundo significa hacer cine a la ligera, sin responsabi- distracción y congregación popular. El cine en nuestro
lidad y en video solo por ausencia o falta de dinero, no país se ha convertido en circo, cuando debería ser tra-
nos representa. Abogamos por un cine que se arries- tado con el respeto y dignidad de un arte sagrado, y
ga, se valora y se respeta como arte desde su concep- como un espacio de intercambio intelectual, sensorial
ción, su producción y su exhibición. y humano.
6. Abandonamos las nociones y paradigmas del 11. Proponemos otra manera de producción y nue-
siglo pasado y somos participes del constante apren- vas formas de financiamiento independientes pero
dizaje y adaptación con las nuevas tecnologías. El Cine no antagónicas al Estado, donde las concepciones
digital no es una propuesta, es una realidad. No es una presupuestarias sean acordes con nuestra coyuntura
necesidad sino una identidad y un lenguaje. No es una económica.
opción o alternativa sino un vehículo consecuente con 12. Hoy por hoy estrenar una película toma más
un nuevo siglo y con nuestra búsqueda estética. atención y dedicación que escribirla y rodarla, así

278 279
como criticarla o desecharla es más cómodo que dia- empeñan en hacer nada o en responderle a la nada.
logarla y asimilarla. En un momento en que pareciera Molesta más que se diga que Pedro Susz es el único
tener más relevancia hacer cine que pensarlo, propo- crítico de cine del país, sin desmerecer su infatigable
nemos una ÉTICA del cine donde el QUÉ y el POR trabajo. Francamente, tengo la impresión de que ni los
QUÉ DECIR sea lo más importante. directores, ni los periodistas, ni los llamados críticos de
cine, están leyendo e investigando en las proporcio-
Martin Boulocq / Rodrigo Bellot / Sergio Bastani
nes que deberían. Es muy grato para mí afirmar que
La Paz, octubre 2008
en diferentes blogs, en medios oficiales y alternativos,
Este manifiesto, si bien plantea una autonomía del artista, en folletines nacionales, se lee crítica de cine mucho
lo vacía y aleja de cualquier posibilidad de politización. En más interesante y sugerente que la que se publica en
ese sentido, carece de originalidad, además de entrañar la buena parte de las publicaciones internacionales. Si
duda razonable sobre su existencia, frente a qué situación bien es cierto que en Bolivia tenemos una gran caren-
institucional o paraje estético se encontraban los artífices de cia en lo que respecta a la crítica de cine académica y
este documento para plantear una ruptura (¿?). Así mismo, que estamos mucho más próximos a la crítica de cine
su anacronismo resalta el grado de adhesión con una forma periodística, negar su existencia es miope, arbitrario
de conservadora de lo sensible, pues se posiciona desde e irrespetuoso. Hay mucha gente que está pensando
el consumo, por lo que la herramienta del manifiesto no sobre el cine nacional y lo está haciendo de manera
debiera ser necesaria. excelente, se debe aplaudir el trabajo de personas
El mes de noviembre del 2008, Andrés Laguna publica como Verónica Córdoba, Sergio Zapata, Mary Carmen
un «Alegato en favor de la crítica de cine», una suerte de Molina, Sebastián Morales, Claudio Sánchez, Mónica
respuesta sobre las opiniones vertidas en el encuentro de Heinrich, Javier y Luis Rodríguez, Ricardo Bajo, Sergio
crítica de cine organizado por Rodrigo Bellot y Vanessa de de la Zerda y Santiago Espinoza, de toda la gente que
Britto en el marco de la VI Muestra de Cine Latinoamericano se compromete a pensar, a reflexionar sobre el cine
organizado por el Grupo Latinoamericano de Cultura (Grulac) boliviano.
en la ciudad de La Paz. Por tanto, parece pertinente aclarar algunos puntos
con respecto a la crítica y a su función, se deben apun-
Alegato en favor de la crítica de cine. tar algunos elementos que se intuye que son impor-
(Andrés Laguna)45 tantes a la hora de escribir sobre cine.

Es francamente agotador escuchar una y otra vez que


no existe crítica de cine en Bolivia. Muchos directores No academicismo
no se cansan de seguir con esa perorata e incluso mu-
Está demás decir que para escribir crítica de cine se
chos de los que hacen crítica la repiten como autóma-
requiere de un amplio conocimiento, de un cierto gra-
tas, sin darse cuenta que se invalidan a sí mismos. Si
do de erudición y de capacidad de argumentación,
realmente creen eso, entonces, no entiendo porque se
incluso si se hace crítica periodística y no académica.
Personalmente, reivindico ambas formas de crítica y
45 Texto reeditado en el libro de 2011, Una cuestión de fe, de Santiago creo que en Bolivia se debe fortalecer la crítica acadé-
Espinoza y Andrés Laguna.

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mica, que es casi inexistente. Cuando me refiero a la dad, sus herramientas de argumentación. El crítico,
crítica académica, me refiero a crítica que encuentra de ningún modo, debe ser pedagogo o publicista,
sus elementos de análisis y sus herramientas de lec- no debe enseñarle todo al lector, ni debe desfallecer
tura en sistemas de pensamiento estructurados o que intentando que el público vaya a las salas de cine.
tome estrategias serias, responsables, de profundidad El crítico debe intermediar entre el público y la obra
filosófica. La crítica académica debe hacerse a partir de arte, debe proporcionar herramientas al primero
de la estética, de la ética, de la sociología, de la an- para la lectura y para el disfrute pleno, para detonar
tropología, de la historia del cine, de la filosofía, del ideas. El crítico debe ser un provocador, debe desafiar
feminismo, del marxismo, del psicoanálisis, de la de- al espectador a que investigue y se interese por su
construcción o desde el territorio del pensar que uno propia cuenta, debe retar al público a que vea cine y
prefiera, pero debe ser rigurosa y debe justificar toda reflexione sobre él. El crítico no debe ser complaciente
afirmación desde la construcción teórica desde la que con nada ni con nadie, debe ser inteligente, debe ser
se hable, debe ser coherente con ella y no debe per- un seductor siempre fiel a su ética personal y a la obra
der seriedad. Con esto no quiero decir que para hacer a la que se aproxima. Si la proyección de una cinta es
crítica se deba tener un título universitario o se deba algo así como una sesión de psicoanálisis, en la que
ser reconocido por la academia, por las instituciones, al espectador se le revuelven las entrañas, la crítica y
por el canon, por los códigos de un grupo específi- el comentario cinematográfico no deberían ser más
co, por la norma. La crítica debe tener fundamentos que la transcripción, con el mejor estilo literario posi-
académicos, pero no debe ser academicista. En caso ble, de dicha sesión. En palabras del admirable André
contrario, sería excluyente y violenta. Creo que ese Bazin: «La verdad en la crítica no se define por no sé
es el ejemplo que nos dejó el gran André Bazin y sus qué exactitud, mesurable y objetiva, sino más bien
Cahiers du Cinéma, gente como François Truffaut, por la excitación intelectual provocada en el lector:
Jean-Luc Godard, Pierre Kast, Eric Rohmer y Claude su calidad y su amplitud. La función del crítico no es
Chabrol, no tenían título pero escribían con el rigor y la de poner sobre una bandeja de plata una verdad
la seriedad que cualquier académico tiene, haciendo que no existe, sino la de ampliar al máximo posible la
uso de sus herramientas, pero siempre siendo libres y inteligencia y la sensibilidad de aquéllos que le leen, el
creativos, sin caer en meras imposturas intelectuales, choque de la obra de arte».
en delirios snobs o en ejercicios pretenciosos. Pero, si bien el crítico fundamentalmente se debe
al público y hace su trabajo para él, también debe ser
la conciencia de los cineastas, de los directores, de
La función y la responsabilidad
los guionistas, de los fotógrafos, de los actores, de los
del crítico
productores, de todos los que están relacionados con
Como ya se apuntó, el crítico debe tener un grado de el cine. Debe ser para el séptimo arte, lo que Platón
erudición, incluso mayor que el del artista, debe poder pretendía que sean los filósofos para la sociedad, la
dialogar con la filosofía, con las artes visuales, con la conciencia que ilumina lo que está oscuro o difuso,
literatura o con cualquier otra disciplina humana, en que a la distancia piensa y enuncia. Cuando los di-
esa capacidad encontrará su justificación, su legitimi- rectores de cine, en actitudes medio irresponsables,

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medio ligeras, se ponen a proclamar, cantando y bai- grafos, ni los directores, ni los productores y, en mu-
lando, que están refundando el arte, que son la voz de chos casos, ni los guionistas, están capacitados para
toda una generación, que son quienes retratan a un escribir crítica de cine. Eso es algo que no se debe
país o a la verdad –lo que es mucho más grave–, que olvidar, el conocimiento teórico o empírico de un arte
son los reivindicadores de lo singular y de lo particular, no nos habilita automáticamente a escribir crítica. Pues
que son los profetas de una corriente de pensamien- su función debe ser intentar reescribir creativamente
to o de una muy extraña religión en torno al séptimo la obra a la que se ha aproximado, a partir de su es-
arte, es decir, cuando tienen delirios de grandeza, tructura singular, intentado no violentarla, ni agredirla,
los críticos debemos recordarles que muchos ya han respetando su particularidad.
anunciado y llevado a la práctica muchas de las afir-
maciones que alzan como novedosa bandera, que el La importancia de la crítica de cine
país es mucho más complejo de lo que creen, que
Bazin, Truffaut, Godard, Kast, Rohmer y Chabrol, a tra-
hay todo un universo que suelen olvidar a la hora de
vés de sus textos, nos recuerdan cual es la importancia
reivindicar a las ‘‹individualidades”, que ser “apolítico”
de la crítica: pensar sobre el cine y proponer a partir
es tomar una posición política, que las declaraciones,
de dicha reflexión. Lo que no implica necesariamente
los discursos y los manifiestos obtienen valor real con
un “diálogo” con los realizadores, la venerable gene-
hechos concretos o cuando tienen consistencia teórica
ración de la que vengo de hablar le cortó la cabeza
y filosófica. Esa, fundamentalmente, debe ser nuestra
al cine que se estaba haciendo en su tiempo, salvo
función. Como el brillante filósofo George Steiner
algunas honrosas excepciones. La crítica siempre debe
señala en su libro Lenguaje y silencio, el crítico debe
interpelar.
develar con claridad, creatividad y sensibilidad aquello
Como, lamentablemente, muchos de nuestros
«por lo que una obra contribuye o por lo que sustrae a
cineastas –de nuestros artistas, en general− logran
las menguadas reservas de la inteligencia moral».
buenos resultados instintivamente, la función de los
críticos es generar reflexión, teoría y pensamiento a
Trabajo literario
partir de sus obras. En pocas palabras, muchas veces
La crítica es, por excelencia, un trabajo literario. Debe los cineastas –y los artistas− nos obligan a teorizar por
ser tan cuidadosa con la forma como con el fondo. Ese ellos. Somos quienes transcribimos y ordenamos lo
es un gran problema en nuestro país, los periodistas, que no siempre pueden decir los que crean.
así como todos los que hacen algo con regularidad, Si bien es cierto que fueron los críticos los que
solemos tener mañas para resolver un texto, eso es olvidaron y rechazaron la obra de Vincent Van Gogh,
algo que se debe evitar. El legendario Jorge Lanata Manuel Puig, Osvaldo Soriano, Honoré de Balzac,
decía que se debe hacer periodismo tan filoso como Charles Baudelaire, Charles Dickens y Marcel Du-
el arte. La crítica de cine debe ser tan filosa como una champ, no debemos olvidar que fueron otros críticos
pieza literaria de alta calidad, al menos debe tener ese los que los recuperaron y les dieron el lugar que
objetivo. En pocas palabras, el crítico debe escribir y ahora tienen en el imaginario actual. La función de la
debe hacerlo bien. Por eso, además de casos extraor- crítica es ser eco del arte, eco que debe contener re-
dinarios y admirables, más en Bolivia, ni los camaró-

284 285
flexión y pensamiento. La crítica debe estar compro- que se entendía o decía que era la crítica, ya sea en voz de
metida con el arte y la cultura, debe ser la piedra en realizadores como del sector de la prensa cultural. Este do-
el zapato de los artistas, les debe exigir más y mejo- cumento pionero permite articular un clima generacional que
res obras, debe seducir al público a que se aproxime intenta crear puentes y canales de diálogo y que de manera
a universos que pueden ser enriquecedores. intuitiva va articulando una idea de renovación y frescura.
En 2014 se publica el volumen Cine Boliviano. Historia,
Amor por el cine películas y directores, que reúne textos de «12 películas
fundamentales de Bolivia».47 Este volumen se constituye en
En una entrevista que Cahiers du Cinema le hizo a De-
un objeto cultural testimonial del cine anterior, ciertamente
rrida, el filósofo dijo: “No soy en absoluto un cinéfilo
extraño. Este corpus de textos que pretenden ser canónicos
en el sentido clásico del término. Más bien soy un caso
para la lectura del cine boliviano no menciona ni de manera
patológico”. Justamente, esa es la relación que el
marginal a piezas como Airamppo, semilla que tiñe, I am
crítico debe tener con el cine y el arte, amor obsesivo:
Bolivia (Anche Kalashnikova, 2006), Pandillas de El Alto (Ra-
esa es nuestra enfermedad. Por amor el crítico debe
miro Conde, 2010) o La chirola (Diego Mondaca, 2009), así
invitar a los espectadores a que se aproximen a la obra
como omite a cortometrajes, el espacio donde el cine boli-
de algún autor fundamental y por amor debe señalar a
viano de la última década tuvo a prolíficos exponentes. Este
los cineastas bolivianos qué es lo que no anda bien en
gesto de invisibilización en un documento que pretende dar
sus obras, cuáles son las piezas que se podrían ajustar
cuenta de películas fundamentales y dotar al lector de insu-
y cómo podrían afinar su discurso. Hacer crítica de cine
mos para interpretar el presente cinematográfico dejando
es un acto de amor y de generosidad que jamás debe
de lado una nueva forma de hacer y consumir cine, se ofre-
ser complaciente, es un acto de amor que exige disci-
ce como el momento de defunción de una manera de ver y
plina y compromiso, es un acto de amor que nos obli-
pensar el cine en Bolivia.
ga a mirar más allá de nuestras fronteras y de nuestras
limitaciones, hacer crítica de cine es exigir a los artistas
que hagan las mejores obras posibles, obras que estén
a la altura del país, del gran metarelato que constituye Socavón Cine
la historia de Bolivia.
El imaginario impregnado por una retórica comunitaria, co-
No podemos referirnos al texto de Laguna como a un ma- lectiva, colaborativa, solidaria, además de algunas formas y
nifiesto. Sin embargo, es la única respuesta estructura que maneras de producción compartidas con entusiasmos en las
habla sobre la necesidad de crítica especializada al interior redes sociales digitales, tiende a considerar a Socavón Cine
de todo sistema de bienes sensibles, en tanto coadyuva al en tanto colectivo de cineastas. Sin embargo, «colectivo»
desarrollo del mismo46 y porque supone una ruptura con lo no es una palabra que los realizadores aludidos utilicen. Por
ejemplo, en el portal web está escrito que Socavón Cine
46 Así mismo, es importante recordar que el texto de Laguna recoge re- es una «Comunidad Audiovisual Boliviana con búsquedas y
flexiones que realizaron los editores y periodistas de Ramona, suplemento
cultural del periódico Opinión de la ciudad de Cochabamba, tras la contro-
versia entre Rodrigo Bellott y periodistas de este suplemento alrededor del 47 Proyecto de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), coordinado
estreno de Quien mató a la llamita blanca (2007). por los literatos Guillermo Mariaca y Mauricio Souza.

286 287
formas particulares, pero con una preocupación en común. con la máquina. Grabada en Super 8mm 4:3, conjuga el
Contemplar nuestros contextos, nuestros lugares, la gente, blanco y negro con el color. Este trabajo pionero circuló por
sus historias. En el cine y en la vida». varios festivales de cortometrajes. Vemos en él la primera
Poder escudriñar en su estructura, relaciones de poder, representación del ´encuentro´, elemento fundamental en la
roles y funciones en su cadena productiva, debiera ser un tra- obra de Kiro Russo.
bajo de otra índole. Sin embargo, Socavón Cine entraña una El mismo año, 2010, Carlos Piñeiro estrenó Max Jutam,50
propuesta exitosa del desarrollo colaborativo-creativo desde cortometraje con el que nuevamente ganó el primer premio
hace casi una década. A la vez, solo es posible transitar el del Concurso «Amalia Gallardo». Como sucediera con su
sueño colectivo hacia el de una agrupación eficiente revisan- primer premio, este segundo permitió al director financiar
do sus materiales producidos. En esta línea, es interesante un tercer proyecto. Max Jutam es la historia de un migrante,
que cada uno de los miembros de Socavón Cine ejerció la Max, que llega a la ciudad de La Paz muy joven y retorna a su
dirección de proyectos cinematográficos producidos y/o pueblo a orillas del Lago Titicaca, al final de su vida. Un año
coproducidos con otros miembros del grupo. Sus investiga- más tarde, el director de fotografía de los dos cortometrajes
ciones visuales y narrativas constituyen el cuerpo colectivo, o de Piñeiro y el corto de Russo, Pablo Paniagua, realiza Uno,51
al menos reunido en una plataforma que se reconoce como pieza grabada en el puerto de Buenos Aires. Se trata de la
colectiva, la más interesante y prolífica del cine boliviano. primera investigación audiovisual de Paniagua como director.
Carlos Piñero (1985) debuta teniendo en su equipo ami- Grabada en fílmico Super 16mm y 35 mm, captura la soledad
gos de colegio y de formación universitaria; algunos, hoy de un marinero que padece de la nostalgia de su país, Rusia.
por hoy, son miembros de Socavón Cine. Martes de Challa48 Este trabajo también rotó por festivales.
(2008) logró el primer premio del Concurso de Video «Amalia También el 2011, Socavón Cine ingresa a la mina en la
Gallardo», auspiciado por el Gobierno Municipal de La Paz, pionera Juku (2011),52 a la cabeza de Kiro Russo. En este cor-
lo cual permitirá que el joven director financie su próximo to, el equipo efectuó una lúcida experimentación con la luz
trabajo. Martes de Ch’alla se aproxima a un ritual y a la fiesta, y la oscuridad, sobre un guion igualmente arriesgado, con el
conjugadas en torno a un mito para algunos, creencia para accidente de un juku en interior mina como gesto principal.
otros, de rendir tributo a la Pachamama o Madre Tierra, para El 2013 nuevamente Carlos Piñeiro estrenó un cortome-
la construcción de edificaciones. traje. Plato Paceño53 muestra cómo la familia de Don Corcino
Kiro Russo (1984) estrenó Enterprisse el 2010.49 La pieza
sitúa a un aparapita en su cotidianidad hasta el encuentro 50 Ver el texto de Santiago Espinoza sobre Max Jutam (2010) en las pági-
nas 49−52 de este volumen. También en este volumen ver el texto de Mary
48 Ver el texto de Alba Balderrama sobre Martes de Ch´alla (2008) en las Carmen Molina Ergueta sobre Max Jutam (2010) y otros cortos del autor,
páginas 43−47 de este volumen. También en este volumen, ver el texto de en las páginas 57−58, y el texto de Alfredo Grieco y Bavio sobre la obra de
Alfredo Grieco y Bavio sobre la filmografía de este director, en las páginas Piñeiro, en las páginas 61−64.
61−64, y el texto de Mary Carmen Molina Ergueta sobre los tres primeros 51 Ver el texto de Alba Balderrama sobre Uno (2011) y otros cortometrajes
filmes de Piñeiro, en las páginas 57−58. de Socavón Cine en las páginas 81−85 de este volumen.
49 Ver el texto de Ada Zapata sobre Enterprisse (2010) en las páginas 52 Ver el texto de Sebastian Morales dedicado a la filmografía de Kiro
65−66 de este volumen. También en este volumen, ver el artículo de Alba Russo, en las páginas 201−210 de este volumen.
Balderrama sobre varios cortometrajes de Socavón Cine, en las páginas
81−85, y el artículo de Sebastián Morales dedicado a la obra de Kiro Russo, 53 Ver textos de Mónica Heinrich y Ada Zapata sobre Plato Paceño (2013)
en las páginas 201−210. en las páginas 53-54 y 55-56 de este volumen. También en este volumen,

288 289
se dispone a despedirlo, preparándole su comida favorita. encuentro traumático con una civilización, se encuentra con
El cortometraje fue ganador del Premio «Eduardo Avaroa», la bestia.
otorgado por el Ministerio de Culturas del Estado Plurinacio- Mientras tanto, Carlos Piñiero viaja hasta Cobija, fronte-
nal de Bolivia. ra amazónica con el Brasil, para grabar Amazonas (2015),58
El 2014 Miguel Hilari (1986) presenta dos trabajos. El más donde retrata la espera de un migrante andino por el ansia-
importante es El corral y el viento,54 documental en primera do viaje.
persona que indaga sobre el pasado no sólo de su familia Musicales (2013-2015) son una serie de producciones
sino de un territorio. Por otra parte, Adelante55 es una investi- coordinadas por Gilmar Gonzáles, junto a los músicos Mi-
gación visual que indaga en el movimiento visual en relación guel Llanque y Carlos Nina, con Casataller y La Feria espa-
al movimiento de la danza. cio, y en ocasionales colaboraciones con realizadores como
El mismo año, Gilmar Gonzales (1985), habitual guionista Miguel Hilari, Carlos Auza, Sergio Pinedo, Carolina Cappa,
del Socavón Cine, dirige Satélites. La película muestra a un María Domínguez, Joaquín Tapia, Kiro Russo, Luciana Dec-
hamburguesero y un sereno perseguidos por los delincuen- ker y Marcelo Guzmán. La página web de Socavón apunta
tes del barrio. que se trata de producciones de distribución pirata. Se trata
Por su parte, Pablo Paniagua graba, nuevamente en Ar- del registro audiovisual de conjuntos musicales nacionales,
gentina, el cortometraje Despedida (2015).56 En él captura algunos en contextos de fiestas patronales o cívicas. Son
la cotidianidad de un migrante ruso, el mismo de su prime- materiales grabados en plano secuencia, por lo que se
ra película, en algún lugar de una metrópoli. privilegia el registro de la música y los músicos. No tiene
En 2015 Kiro Russo estrenó Nueva Vida.57 En esta nue- pretensión antropológica como supone una primera inter-
va producción, filma la situación y condición migrante en pretación; sin embargo, entrañan una febril búsqueda de
Buenos Aires. Esta película logró una mención en el Festival lenguaje en el registro de grandes grupos humanos en el
de Locarno, además de exhibirse en numerosos festivales contexto de fiesta.
alrededor del mundo. El mismo año, Russo realiza La bestia Con estos materiales, anteriores a la producción del
(2015), corto presentado sólo en Bolivia, en el que un chas- largometraje Viejo Calavera,59 Socavón cine se posicionó
qui en 1538, tras recorrer la montaña y el altiplano, sufre el como el único grupo articulado de cineastas, con una po-
sición frente los modos de producción e incluso la distribu-
ción.
ver el texto de Mary Carmen Molina Ergueta sobre los tres primeros corto- Hoy, Kiro Russo describe a Socavón Cine como «una pla-
metrajes de Carlos Piñeiro, en las páginas 57−58.
taforma de diálogo acerca de cine y una manera de apoyar
54 Ver el texto de Antonio Vera sobre El corral y el viento (2014) en las a proyectos cinematográficos, pero cada autor no tiene
páginas 77-80 de este volumen.
nada que ver con el otro y no es que necesariamente todos
55 Ver el texto de Ada Zapata sobre Adelante (2014) en las páginas 75−76 los miembros participan en todas las obras. Me parece que
de este volumen, y el acápite dedicado a este film en el texto de Alba Bal-
derrama, en las páginas 81-85 de este volumen.
58 Ver el texto de Efraín Bedoya sobre Amazonas (2015) en las páginas 59
56 Ver el acápite dedicado a este film en el texto de Alba Balderrama, en de este volumen. También en este mismo volumen, ver el texto de Alfredo
las páginas 81-85 de este volumen. Grieco y Bavio sobre los filmes de Carlos Piñeiro, en las páginas 61−63.
57 Ver los textos de Efraín Bedoya y Luis Brun sobre Nueva Vida (2015) en 59 Remitimos al lector a la tercera parte del libro, que reúne escritos sobre
las páginas 69 y 71-74 de este volumen. el largometraje de Kiro Russo.

290 291
levantar en alto el nombre de Socavón por encima de los
autores no es apropiado».60 Recogemos el apunte del direc-
tor y revisamos. El posicionamiento de Socavón Cine como
colectivo responde a un trabajo realizado por la prensa, a
la que le es más amable y atractivo referirse a un colectivo
triunfante en festivales internacionales que a una casa pro-
ductora. Sobre este elemento productivo, Socavón Cine es
la única agrupación de realizadores que no realiza trabajos
de encargo, sino que preserva una autonomía total.
Así, los elementos de ruptura que trabajan estos rea-
lizadores se construyen en el hecho de pertenecer a una QUINTA PARTE
generación que de manera temprana demandaba una reno-

Índice de
vación en la imagen, con conciencia en la propiedad de los
medios de producción, sus condiciones y posibilidades de
reproducción. Atender a un público concreto, claramente
identificado con la libertad creativa, hace de Socavón Cine

textos sobre
una experiencia exitosa de autogestión y organización para
la creación de bienes sensibles de calidad.

Socavón Cine y
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