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argentino:
V. Un largo proceso hasta el
sindicalismo integrado
La quinta sección del libro “Los orígenes del modelo sindical argentino”, en la cual el
autor examina las bases de la futura estructura corporativa y el comienzo de un
movimiento sindical conciliatorio.
Uno de los cambios en este proceso fue la transformación operada dentro de la propia
estructura de las asociaciones sindicales, asumiendo un carácter más corporativo y de
mayor centralización. En este punto tiene importancia el crecimiento operado por las
grandes federaciones nacionales de actividad. Ya en el IXº Congreso de la FORA en
donde los sindicalistas pasaron a dominar dicha central, se resolvió realizar una intensa
propaganda a los efectos de posibilitar la constitución de federaciones de oficio y de
industria por considerarlos “…un medio eficaz para extender e intensificar la acción que
los sindicatos realizan cotidianamente contra el capitalismo y el Estado”2. Asimismo, el
secretario general de la FORA del IX Congreso, Sebastián Marotta, publica luego un
artículo en el cual expresa la necesidad de reorganizar la entidad aumentando el número
de federaciones nacionales de industria. Señala que las federaciones locales de que
hablan los estatutos no satisfacen las necesidades de la organización, debiéndose crear
un nuevo mecanismo formado por delegados directos de las federaciones de industria y
uniones departamentales, agregando que estos delegados mantendrían la unidad real y
eficaz de la clase trabajadora y estimularían al Consejo Federal en su labor3.
Corresponde recordar que para Pellico era la federación local la que brindaba a la
organización sindical un carácter revolucionario al eliminar las diferencias corporativas
existentes entre los trabajadores, y era por el contrario la federación de oficio la que
posibilitaba sólo mejoras inmediatas para el grupo profesional que representaba. Por
otro lado, se puede apreciar la tendencia cada vez mayor a confundir unidad con
concentración, haciendo perder con ello autonomía a las organizaciones de base, y por
ende, abandonar la forma federativa de organización por la designación de delegados
directos de las federaciones nacionales.
Por otro lado, Joaquín Coca, viejo dirigente socialista que luego se uniría al movimiento
nacional justicialista, señalaba en 1929 “…que a medida que la organización gremial se
hace más grande y más compleja, es más difícil movilizarla para la huelga… la huelga
es un modo de acción que se hace menos necesario para las organizaciones grandes y
fuertes que para las débiles y pequeñas, pues la propia fuerza de los sindicatos de
industria y de industrias evita en numerosos casos el que se vean obligados a recurrir al
abandono del trabajo para obtener satisfacción a sus exigencias, porque los capitalistas,
en conocimiento de la potencialidad de esos organismos y de las graves consecuencias
de su acción, se sienten más inclinados a concederles lo que piden… El resultado de
todo esto es que haya por parte de los obreros y también por parte de los patrones una
tendencia a la negociación pacífica sin abandono del trabajo o cierre de fábricas, y a que
no se recurra a la huelga o al cierre, paro o huelga patronal, más que en los casos
extremos”5.