Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“Y me llevó en el Espíritu al
desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de
blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de
púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía
en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su
fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA
GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA
TIERRA… Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de
la tierra.” (Apocalipsis 17:3-5, y 18).
Tenemos que aceptar que hay una parte del Comercio y de la riqueza
que es justa y necesaria para los pueblos de la tierra, como fruto del
trabajo y la justa distribución de la misma, que se da entre naciones,
pueblos y aún instituciones. Pero en forma muy sutil, la iniquidad, la
semilla del diablo, ha tomado esta área, como el terreno para
desarrollar en ella su suprema maldad, al punto que hay naciones,
pueblos, y personas, que han hecho de la riqueza, su dios, habiendo
endurecido su corazón.
22
Todas las naciones han participado de su seducción (que aparece como
“fiebre”, de oro, de petróleo, de otros recursos y bienes), y por ende,
están atrapados en sus redes.
23
Este esplendor (fama, abundancia, deleite, riqueza) es una gloria que no
es la de Dios. Es un brillo y es una sensación seductora de seguridad
artificial, momentánea y materialista, de poder que levanta para
competir y tomar el lugar de Dios. Es un esplendor que fascina y
seduce los ojos del mundo.
24
En este punto de la reflexión, es importante reconocer que este mismo
pensamiento, que puede influir en nuestro comportamiento, frente a la
riqueza, está SEMBRADO en el corazón de los hombres, como semilla
satánica (que da fruto la codicia, la avaricia, materialismo), que
heredamos desde nuestro nacimiento. Desde el principio de las edades,
el hombre es su iniquidad ha buscado más el oro que a Dios, al punto
que el mismo Señor Jesús expresó:
25
“Asimismo que las mujeres se
atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni
oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a
mujeres que profesan piedad.” (1ra Timoteo 2:9-10).
26
Se ha comprobado que el diablo teje vendas mágicas para justificar
todo tipo de pecado en el área financiera; se roba a Dios por todos
lados, en diezmos y ofrendas; el que no tiene, justifica el defraudar,
robar y mentir al hermano, sin tener la menor vergüenza de querer ni
poder pagar deudas entre hermanos, poniendo el dinero por encima de
la amistad, y el temor a Dios. Todo esto es influencia de la iniquidad.
27
Confiar en el dinero, no es sólo para ricos y poderosos, sino para todo
aquel que dependa del dinero, de su sueldo, de sus ahorros, o de sus
seguros como FUENTE de sustento y seguridad.
Para salir de esta situación hay que confesar nuestro pecado y nuestra
iniquidad; y, en caso de haber agraviado a alguien, es necesario
restituir en la medida de lo posible. Habrá casos que será imposible.
Hay que enderezar lo torcido en nuestras finanzas, antes que caer en el
justo juicio de Dios, para que no haya ruina y escasez no solo para
nosotros, sino aún para nuestros descendientes.
Oración y Ministración.
(Malaquías 3:6-12)
28