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Ese ácido úrico generado desde el hígado se suma al ácido úrico circulante,
repercutiendo así en un episodio agudo de hiperuricemia. Además, se
observado que este ácido úrico generado a partir de la
fructosa, provoca estrés oxidativo mitocondrial y parece inducir
resistencia a la insulina a través de efectos sobre los adipocitos,
pasando a ser así un factor más a tener en cuenta en el síndrome
metabólico y como predictor independiente (en valores elevados) de la
diabetes, el hígado graso o la elevación de la proteína C reactiva. No
obstante, es necesario indicar que se requieren niveles de ingesta de
fructosa muy elevados (sobre todo en dietas hipercalóricas) para poder
observar un aumento claramente significativo de los niveles en sangre del
ácido úrico frente al consumo de fructosa en la dieta.
El consumo excesivo de alcohol repercute en los niveles de ácido úrico
en sangre, ya que este alcohol ingerido, se transforma en ácido láctico
que inhibe competitivamente, la secreción del ácido úrico a nivel
del túbulo renal proximal. Cuando el consumo es crónico, el
metabolismo se deriva a una mayor degradación de ATP y, por tanto, mayor
generación de AMP, precursor del ácido úrico. Esta relación entre consumo
de alcohol y ascenso de los niveles de ácido úrico en sangre, es más
habitual en mujeres que en hombres y más acusado si el consumo de
alcohol procede fundamentalmente de la cerveza, debido a su mayor
contenido en purinas de tipo guanosinas (nucleósidos de guanina).
Respecto a los alimentos con bajo contenido en purinas, como los
lácteos o ciertas frutas, se observa que su consumo, aun conteniendo
purinas en baja concentración, resulta beneficioso para mantener los
niveles de ácido úrico adecuados. Los productos lácteos contienen un
ácido, el ácido orótico, que tiene efecto uricosúrico, esto es, permiten
una mayor excreción del ácido úrico por orina.
Tatiana DC
Fuentes: