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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 51, julio-diciembre, 2014, 777-792, ISSN: 1130-2097
doi: 10.3989/isegoria.2014.051.13

Geopolítica de la alteridad.
Levinas y la filosofía de la liberación de E. Dussel
Geopolitics of Alterity.
Levinas and the Philosophy of Liberation of E. Dussel
PEDRO ENRIQUE GARCÍA RUIZ
UNAM. México

RESUMEN. La relevancia del pensamiento de ABSTRACT. The relevancy of the thought of


Emmanuel Levinas para comprender el surgi- Emmanuel Levinas to understand the emer-
miento de la filosofía de la liberación –uno de gence of the philosophy of the liberation –one
los movimientos filosóficos más importantes of the most important philosophical move-
de América Latina durante la segunda mitad ments of Latin America during the second half
del siglo XX– es innegable. En este artículo se of the century XX– is undeniable. In this arti-
analiza la interpretación geopolítica y analó- cle there is analyzed the geopolitical and ana-
gica que Enrique Dussel realizó de los con- logical interpretation that Enrique Dussel rea-
ceptos levinasianos de “Alteridad” (Alterité) y lized of the levinasians concepts of “Alterity”
“Otro” (Autrui) para mostrar su equivocidad en (Alterité) and “Other” (Autrui) to show its
el ámbito de lo político. equivocality in the realm of political.

Palabras clave: analogía; alteridad; filosofía de Key words: Analogy; Alterity; Philosophy of
la liberación; política; justicia. Liberation; Politics; Justice.

El tercero es otro distinto que el prójimo, pero La “exterioridad del Otro”, del pobre, se en-
es también otro prójimo, es también un prójimo cuentra, desde siempre más allá del ser.
del Otro, y no simplemente su semejante. Dussel, 1983, 13.
Levinas, 1987, 236.

Sin embargo, el que me permitió, alguien siem- La influencia de Emmanuel Levinas en la fi-
pre da el disparo cuando se está preparado, y “me
despertó del sueño ontológico” (heideggeriano losofía de la liberación es de sobra conoci-
y hegeliano) fue un extraño libro de Emmanuel da, particularmente en su representante más
Levinas, Totalidad e infinito. Ensayo sobre la ex- señero: Enrique Dussel (cf. Barber, 1998, 18-
terioridad [...] Esta obra del primero y más gran- 49; Beorlegui, 1997, 347-371; García Ruiz,
de de los fenomenólogos franceses […] me per-
mitió encontrar, desde la fenomenología y la on- 2003, 172-237; Guillot, 1977, 31-33; Sudar,
tología heideggeriana, la manera de superarlas. 1981, 161-178). Sin duda, es gracias a su obra

[Recibido: septiembre 2013 / Aceptado: febrero 2014] 777


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que Levinas cobró, durante las décadas de tuvo presente en la recepción de Levinas
1970 y 1980, una inusitada presencia en por parte de Dussel; la mejor forma de
América Latina con una impronta muy dis- comprender el porqué de esta crítica es
tinta a su posterior reapropiación por parte describiendo el derrotero teórico de Dus-
de algunas tendencias deconstructivistas y sel hasta su contacto con la obra de Levi-
posmodernas que, ya a finales de la última nas, Totalidad e infinito. Ensayo sobre la
década del siglo XX, reclamaron al lituano- exterioridad, a inicios de la década de
francés como padre de la ética de la “alte- 1970. El pensamiento de Dussel durante la
ridad” y la “diferencia” (cf. Critchley, 1999; década de 1960 se sitúa en la tradición de
Ross Dryer, 2004). Esta lectura, que sigue do- la fenomenología y la hermenéutica; desde
minando en amplios sectores académicos la- ella intenta la elaboración de una antro-
tinoamericanos, minimiza u omite la inter- pología filosófica fundada en la recons-
pretación que la filosofía de la liberación re- trucción de las visiones de mundo subya-
alizó del pensamiento de Levinas. Se trató centes al “ser” de lo latinoamericano
de una interpretación creativa que puso én- inspirada en Paul Ricoeur y, en general, en
fasis en la originalidad de su propuesta en tan- los análisis de la fenomenología postras-
to crítica de la ontología occidental, pero tam- cendental —Heidegger, Merleau-Ponty,
bién indicó sus limitaciones conceptuales en Sartre, etc.— (cf. Dussel, 1969, 1974,
el plano de lo político. La relectura que po- 1975).1 Este proyecto queda expuesto en
dríamos denominar “geopolítica” de las diversos trabajos de carácter filosófico e
categorías principales de la filosofía de Le- histórico donde Dussel se sirve de la her-
vinas por parte de Dussel, muestra que el menéutica ricoeuriana para dar cuenta de
tema de la construcción de una nueva tota- la situación de América Latina en la his-
lidad –de un orden político al servicio del toria universal, problema que le fue suge-
otro– es donde se aleja de Levinas a la vez rido por la obra de Leopoldo Zea (cf. Dus-
que reconoce la importancia de su crítica éti- sel, 1965, 85-95).2 La hipótesis que guiaba
ca. Se trata del problema del “tercero” (le estas obras era la siguiente: “toda civili-
Tiers), que plantea el tema de la justicia. En zación tiene un sentido, aunque dicho sen-
lo que sigue describiremos brevemente el iti- tido esté difuso, inconsciente y sea difícil
nerario de este fructífero diálogo entre Dus- de ceñir. Todo ese sistema se organiza en
sel y Levinas. torno a un núcleo ético-mítico que estruc-
“He conocido a Dussel, que en otro tura los contenidos últimos intencionales
época me citaba muy a menudo, y que de un grupo que puede descubrirse por la
ahora está más cercano a un pensamiento hermenéutica de los mitos fundamentales
político, incluso geopolítico” (Levinas, de la comunidad” (Dussel, 1967, 28).3 La
1993c, 145). Con esta afirmación, reali- civilización se sustenta en valores que se
zada durante una entrevista en 1982, Le- encuentran ocultos en sus distintas mani-
vinas reconoce que la cuestión de lo polí- festaciones; para acceder a ellos es nece-
tico era lo que separaba su concepción de sario investigar las estructuras intencio-
la ética de la que proponía la filosofía de nales (simbólicas, axiológicas, etc.) que en
la liberación. Esta cuestión siempre es- su conjunto constituyen a una comunidad

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histórica.4 En estas obras se prefigura una mitas] que, a primera vista y sin medir
crítica a la cultura griega y al eurocen- las consecuencias, pareciera del todo
trismo asociado a ella; Dussel opone a la alejada de las preocupaciones del hom-
concepción griega del ser humano y del bre contemporáneo latinoamericano;
mundo la judeo-cristiana (semita). La fi- pero, si indagamos un poco más pro-
nalidad era cuestionar la visión de la his- fundamente los contenidos mismos de
toria universal que interpreta el acontecer nuestra conciencia actual, si pretende-
histórico desde el concepto de “desarro- mos fundar los valores de nuestra cul-
llo” (Entwicklung),5 es decir, compren- tura, entonces comprenderemos que no
diendo la historia como una sucesión li- se trata de una investigación gratuita e
neal de etapas que son la proyección de la inútil, sino de la gran necesidad para
historia interna de Europa al estatus de abarcar científicamente los supuestos
universalidad. América Latina se encuen- de nuestro “mundo” latinoamericano
tra, en este sentido, fuera de la modernidad (Dussel, 1969, XI-XII).
(cf. Dussel, 1992a, 21-34).6
En su conjunto, dichas obras ofrecen La comprensión del pasado de América
una visión hermenéutica de la historia de Latina, de su gestación como totalidad
América Latina que define las categorías cultural, es un paso necesario para alcan-
antropológicas y éticas –griegas, judías y zar una plena comprensión de sí desde el
cristianas– que subyacen a la compren- presente hacia el futuro. “El ser de Amé-
sión de lo latinoamericano. Sin embargo, rica, su mundo, está falto de una com-
el enfrentamiento entre diversas culturas prensión suficiente de su pasado, y por
cuestionó el modelo hermenéutico de Ri- ello de su presente y futuro. Falto de una
coeur adecuado para un análisis cultural esperanza en su futuro, carece del entu-
endógeno pero insuficiente para explicar siasmo para indagar su pasado. Pero mien-
un enfrentamiento exógeno y asimétrico tras no se tome conciencia plenaria de la
entre distintas culturas; en otros términos: totalidad de su ser histórico, pasado mile-
la hermenéutica cultural parece incapaci- nario, presente crítico y futuro universal,
tada para explicar el tema de la domina- se debatirá en la noche que nos ha dejado
ción (cf. Dussel, 1993, 135-166). Las in- el siglo XIX” (Dussel, 1974a, 34).
vestigaciones de Dussel se centran durante Simultáneamente a estas investigacio-
estos años (1965-1969) en un aspecto fun- nes, Dussel había profundizado en la ética
damental de la hermenéutica cultural: dar con la convicción de que las cuestiones
cuenta del “ser” de América Latina a tra- prácticas deberían adquirir un lugar privi-
vés de una reconstrucción de su “proto- legiado en el proyecto de una hermenéu-
historia” (en el sentido de Karl Jaspers); la tica cultural. En 1969, en un largo artículo
cuestión era histórica pero ante todo on- que posteriormente será publicado como
tológica. Así lo sostiene en El humanismo Para una de-strucción de la historia de la
semita: ética (cf. Dussel, 1970, 163-328), Dussel
Se trata de una problemática [el análi- intenta establecer las bases de una “ética
sis de las estructuras intencionales se- ontológica” que a su juicio se podía ela-

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borar a partir de la ontología fundamental La ética ontológica desarrollada en Para


esbozada por Heidegger en Ser y tiempo. una de-strucción de la historia de la ética
Con este intento, Dussel fue un precursor en ofrece unas bases conceptuales que la fi-
los estudios sobre la relación entre la filo- losofía de Dussel conserva hasta la actua-
sofía aristotélica, estrictamente la Ética Ni- lidad: la necesidad de proponer una con-
comaquea y la analítica existencial del Da- cepción de la subjetividad humana distinta
sein (cf. Dussel, 1977a, 33-95). “La Ética a la defendida por la tradición occidental.7
Nicomaquea no es un mero tratado de ética, El punto de partida fue para Dussel la crí-
es un capítulo de la ontología fundamental. tica de Heidegger a la “metafísica de la
Sin la descripción del ser del hombre la fi- subjetividad”. “La ‘ética’ de la que habla-
losofía aristotélica habría quedado incon- mos no es ni el ethos vigente en cada uno
clusa en su fundamento. Lo descrito en el de nosotros o en las culturas y grupos, ni
tratado Del alma era todavía insuficiente. las éticas filosóficas dadas en la historia de
Lo que aquí estamos describiendo no es Occidente, sino una ética ontológica
meramente una moral casuística, sino el (ethica perennis) cuya historia se ha ido
modo como se nos manifiesta el ser mismo fraguando en el oscuro hontanar de las éti-
del hombre” (Dussel, 1970l, 191). Este tra- cas filosóficas dadas, que no fueron sino el
bajo fue considerado por Dussel como un pensar determinado a partir y sobre ethos
“puente” entre las cuestiones históricas y fi- concretos. Lo mismo es decir: ‘destruc-
losóficas que en los años anteriores había ción de la historia de las éticas filosóficas’
trabajado con cierta independencia entre sí, que ‘descubrimiento de la gestación histó-
pero siempre teniendo el problema de Amé- rica de la ética ontológica’” (Dussel, 1970,
rica Latina de fondo. 163). Para Dussel la “destrucción” en sen-
Desde enero de 1970 comencé en mis tido heideggeriano es una búsqueda de lo
cursos de ética con la hipótesis de fun- olvidado, una reapropiación de la tradi-
damentar una filosofía de la liberación ción en la forma de un “desmontaje” (Ab-
latinoamericana. De esta manera reunía, bau) para poner en su correcta originalidad
sólo ahora, mi recuperación de la barba- lo encubierto por la tradición filosófica.
rie con la filosofía. Mi preocupación his- “La de-strucción de la historia no es sino la
tórica y filosófica se integraba. Entién- actitud apropiada por la que se re-con-
dase que historia para mí era, no tanto la quista, en contra de la en-cubridora inter-
historia del pensamiento latinoamericano pretación vulgar de la historia, el sentido
–aunque también–, sino la historia de olvidado que fue instaurado por los gran-
los acontecimientos populares reales des genios culturales del pasado, es decir,
(historia en el sentido de la historia o donde esos hombres eran-en-el-mundo”
historia hispanomaericana). La tarea era (Dussel, 1970, 165). El ethos, como la es-
estrictamente filosófica y todo comenzó tructura intencional propia del hombre en
por una Destrucción de la historia de la el mundo, pertenece a una cultura, pero in-
ética. La terminología era todavía hei- dica también el carácter personal de cada
deggeriana, pero de intención latinoa- uno; así el ethos es la manera propia del
mericana (Dussel, 1983, 86). existir humano. Según esto, la ética es un

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momento más de este ethos pero expresado axiológica (Scheler y Hartmann), se reali-
ya un nivel temático; la ética filosófica es zan tomando como hilo conductor la idea
un pensar meditativo y metódico y, si se de una destrucción de la historia de la on-
quiere, científico pero sigue siendo un mo- tología anunciada en Ser y tiempo. La in-
mento del “ser-en-el-mundo”. Toda ética, tención de Dussel puede resumirse en tres
incluso la filosófica, se da en un contexto puntos que se implican mutuamente: 1.
y alcanza su realización al interior de éste. Continuar la crítica y destrucción de la
“Al fin, todas las éticas filosóficas griegas noción de subjetividad moderna 2. En-
[como cualquier ética] fueron un pensar marcar las diversas éticas filosóficas en el
de-structor o crítico del ethos griego, es de- horizonte de la ontología fundamental y 3.
cir, pensaron los últimos supuestos, pero de Mostrar la existencia de una ética ontoló-
su mundo históricamente determinado” gica. “La ética ontológica demuestra te-
(Dussel, 1970, 166-167). El mundo histó- mática y metódicamente, filosóficamente,
rico condiciona el papel crítico de la ética; de la estructura ontológica que el hombre
la ética de Aristóteles, Agustín o Kant, ex- es, y, por ello, y al mismo tiempo, dicha
presan un ethos propio que es irrebasable estructura ontológica es una estructura
en un sentido cultural e histórico. Las éti- ética: las notas esenciales del hombre, no
cas filosóficas “descubren y ponen a la luz sólo en tanto que emergen de dicha esen-
del día una estructura ontológica funda- cia sino en tanto se las apropia libremente
mental que es ya una ética igualmente on- como posibilidades, constituyen la mora-
tológica pero desdibujada bajo el ropaje, a lidad ontológica. Dicha estructura de la
veces nuevamente encubridor, de muchos cotidianidad es el tema de la ética ontoló-
corolarios propios a tal o cual cultura” gica” (Dussel, 1970, 168, nota 9). El as-
(Dussel, 1970, 167-168). Lo que trasciende pecto antropológico, siempre fundamental
su mundo histórico forma parte de la ética para Dussel desde sus primeros escritos,
ontológica que se gesta en la historia quedará reivindicado en Para una destruc-
misma de la filosofía; por ello “es necesa- ción de la historia de la ética y se tornará
rio dejar lo griego de las éticas griegas, lo piedra angular de su filosofía de la libera-
cristiano de las éticas cristianas, lo mo- ción. Y, en efecto, las últimas palabras de
derno de las éticas modernas y ante nues- esta obra anuncian inequívocamente el
tros ojos aparecerá una antigua y siempre derrotero posterior del pensamiento de
fundante ethica perennis que es necesario Dussel: “La metafísica del sujeto se con-
hoy des-cubrirla, pensarla, exponerla” cretó históricamente, desde el siglo XVI,
(Dussel, 1970, 168). como dialéctica de dominador-dominado,
Para una de-strucción de la historia ya que la ‘voluntad de poder’ fue la cul-
de la ética trata de iniciar el camino para minación de la modernidad. Pero, si la su-
elaborar y fundamentar tal ética; su tarea, peración de la modernidad es lo que se
todavía indicativa e introductoria, versará viene gestando, dicha superación histó-
sobre las éticas filosóficas situadas en su rica, es un movimiento de liberación. La
ethos. Los análisis de las éticas de Aristó- filosofía latinoamericana tiene ahora su
teles, Tomás de Aquino, Kant, y de la ética oportunidad” (Dussel, 1970, 318).

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La destrucción de la historia de la ética claridad, la importancia de la genera-


cobra el carácter de una propedéutica para ción inmediata posthegeliana y la no-
fundar una ética ontológica; la crítica a la vedad y genialidad de los grandes po-
metafísica de la subjetividad iniciada por líticos de los pueblos de la periferia
Heidegger debe ser llevada a cabo de (Dussel, 1974c, 13-14).
nuevo, revisando aquellos momentos cla-
ves en la historia de la filosofía en los que En La dialectica hegeliana Dussel aún no
el sujeto se consolida. Para Dussel, al igual ha logrado elaborar lo que llama poste-
que para Xavier Zubiri,8 quien ejerce una riormente “método analéctico” en oposi-
fuerte influencia en su obra, Hegel es la ción al método dialéctico propio de la on-
culminación de la filosofía occidental, de tología. ¿Cómo se produce este cambio de
ahí la necesidad de incursionar en su pen- perspectiva? A finales de la década de
samiento y, estrictamente, en el método 1960 a un grupo de filósofos argentinos –
dialéctico. “Los instrumentos hermenéu- Dussel incluido– se les plantea la necesi-
ticos comenzaban a serme profundamente dad de articular el discurso conceptual
insatisfactorios. Ello nos llevó en el propio de la filosofía con la problemática
mismo 1970 a comenzar un estudio pro- política que exigían las circunstancias; se
fundo de Hegel, que nos ocupará hasta buscó hacer explícita “la relación de la
1974. De esta etapa aparece La dialéctica actitud filosófica con la acción política”
hegeliana” (Dussel, 1983, 13). Esta obra (VV. AA. 1973a, 271).9 Los movimientos
(cf. Dussel, 1972) se sitúa entre el aban- de liberación nacional, las manifestaciones
dono del proyecto de una ética ontológica estudiantiles, la crítica a la sociología del
y el inicio de la filosofía de la liberación; desarrollo por parte de la teoría de la de-
por eso constituye un momento funda- pendencia, y la opción por los pobres que
mental para comprender el pensamiento enarboló la teología de la liberación eran
de Dussel y su relación con Levinas. Su muestras claras de tener que “politizar la
segunda edición –publicada en 1974– re- ontología” (Dussel, 1993, 142). Algunos
fleja este cambio de paradigma: Método representantes de la filosofía de la libera-
para una filosofía de la liberación. ción se apropiaron de la crítica de Herbert
Si pudiéramos definir en pocas palabras Marcuse al colonialismo y se decantaron
la diferencia de la primera y segunda por un marxismo no dogmático. Otros –
edición diríamos lo siguiente: en la pri- como Dussel– asumieron que una crítica
mera, nos movíamos todavía ingenua- de la razón tenía que ser una crítica loca-
mente en el ámbito de la ontología, que lizada desde esa alteridad que el discurso
permite no sólo la guerra sino que di- de la modernidad había constituido como
viniza la injusticia y hace imposible la su otro. “La filosofía de la liberación pre-
ética de la liberación. En esta segunda tende pensar desde la exterioridad del otro,
edición, después de haber descubierto del que se sitúa más allá del sistema ma-
la metafísica o ética de la liberación, chista imperante, del sistema pedagógi-
vamos volviéndonos sobre nuestro pa- camente dominador, del sistema política-
sado y descubrimos, cada vez con más mente opresor. Una filosofía que tome en

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Geopolítica de la alteridad. Levinas y la filosofía de la liberación de E. Dussel

serio los condicionamientos epistemoló- tinta. Levinas “no pudo menos que acep-
gicos del pensar mismo, los condiciona- tar que nunca había pensado que ‘el Otro’
mientos políticos de un pensar latinoame- pudiera ser un indio, un africano o un asiá-
ricano desde la opresión y la dependencia tico” (Dussel, 1975b, 8). Pero no se trata
no puede ser sino una filosofía de la libe- de afirmar al otro únicamente como una
ración” (VV. AA. 1973b). La relectura mera individualidad, sino de concebirlo
creativa de la filosofía de Levinas que como una totalidad cultural e histórica, es
permitió construir categorías para explicar, decir, como un otro geopolíticamente de-
más allá del marco categorial de la her- finido. “Levinas describe en definitiva una
menéutica cultural de Ricoeur y de la ana- experiencia primera: el cara-a-cara, pero
lítica existencial de Heidegger, el pro- sin mediaciones. ‘El Otro’ interpela, pro-
blema de la dominación; Levinas permitió voca, clama… pero nada se dice, no sólo
pensar la ética en términos geopolíticos.10 de la condiciones de saber oír la voz del
¿Por qué Levinas? Porque la experiencia otro, sino sobre todo de saber responder
originaria de la filosofía de la liberación por una praxis liberadora, ‘servicio’ (ha-
consiste en descubrir el “hecho” masivo bodáh en hebreo), a su exigencia de Jus-
de la dominación, del constituirse de una ticia” (Dussel, 1975b, 8-9). Levinas in-
subjetividad como “señor” de otra sub- dica el carácter negativo de la Totalidad en
jetividad […] Esta “experiencia” origi- tanto que negación del otro. Pero no indica
naria –vivida por todo latinoamericano nada sobre la construcción de una nueva
aun en las aulas universitarias europeas Totalidad, más justa y que reconozca a
de la filosofía–, quedaba mejor indicada los múltiples otros que surgen de una re-
en la categoría de “Autrui” (otra persona lación que desborda los límites de la rela-
como Otro), como pauper. El pobre, el ción ética. Es el orden de lo político donde
dominado, el indio masacrado, el negro la alteridad del otro se ve necesitada de
esclavo, el asiático de la guerra del opio, mediaciones, de comparaciones; se tiene
el judío en los campos de concentración, que concretar la figura del otro en el inte-
la mujer objeto sexual, el niño bajo la rior de una Totalidad histórica: el Estado.
manipulación ideológica, no pueden par- La política como búsqueda del “reconoci-
tir simplemente de “l’estime de soi”. El miento recíproco” (Levinas, 1977, 87), no
oprimido, torturado, destruido en su cor- puede pensar adecuadamente al otro en la
poralidad sufriente simplemente grita, medida en que debe suprimir su alteridad
clama justicia (Dussel, 1993, 141). a favor de una homogeneidad como con-
dición de un orden político. Por ello
El problema de la justicia supone así tanto afirmó Levinas: “el arte de prever y ganar
una aceptación como una crítica a la con- por todos los medios la guerra –la polí-
cepción de la alteridad que propone Levi- tica– se impone, en virtud de ello, como el
nas, pues para éste el otro es “absoluta- ejercicio mismo de la razón. La política se
mente otro” (Levinas, 1977, 57). Frente a opone a la moral, como la filosofía a la in-
esta equivocidad de la alteridad levina- genuidad” (Levinas, 1977, 47). Dussel
siana Dussel propuso una concepción dis- analiza esta cuestión a través de la adap-

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tación de un conjunto de conceptos levi- y política –relación que, a juicio de Dussel,


nasianos –“exterioridad”, “metafísica”, Levinas no profundiza– le sugiere a nues-
“Mismo”, “Otro”, “rostro”, “totalidad”, tro autor que sin las adecuadas mediacio-
etc.– que buscan dar cuenta de una tras- nes su discurso se torna equívoco. “Debe-
cendencia irreductible al ejercicio de la mos entonces a Levinas la descripción de
razón como cálculo, previsión, esto es, la experiencia originaria, pero debemos
como razón instrumental.11 Levinas, superarlo, dejarlo atrás en cuanto a la im-
quiere mostrar que las relaciones éticas plementación de mediaciones” (Dussel,
no responden a un modelo ontológico o 1975b, 9). Aquí confluyen sus preocupa-
epistémico. ciones sobre América Latina con la ética y
El primado de la ontología heidegge- la crítica a la ontología: es necesario tras-
riana no reposa sobre el truismo: “para ladar las categorías éticas y ontológicas a
conocer el ente es necesario haber com- un discurso geopolítico. Superar a Levinas
prendido el ser del ente”. Afirmar la significó para Dussel repensar la cuestión
prioridad del ser con respecto al ente, del otro desde América Latina y desde la
es ya pronunciarse sobre la esencia de analogía; “superación que he podido for-
la filosofía, subordinar la relación con mular a partir de un personal diálogo man-
alguno que es un ente (relación ética) a tenido con el filósofo en París y Lovaina en
una relación con el ser del ente que, im- enero de 1972” (Dussel, 1977b, 160). Par-
personal, permite la aprehensión, la do- tiendo de la comprensión de la filosofía de
minación del ente (en una relación de Levinas geopolítica y analógicamente,
saber) subordina la justicia a la libertad Dussel distingue distintos niveles en los
[...] La ontología heideggeriana que que se muestra lo fructífero de la concep-
subordina a la relación con el ser toda ción levinasiana de la alteridad cuando se
relación con el ente, afirma el primado le comprende con las adecuadas media-
de la libertad con respecto a la ética ciones: a nivel mundial (centro-periferia),
(Levinas, 1977, 69). a nivel nacional (élites-masas, burguesía
nacional-pueblo), a nivel erótico (mujer-
Esta crítica fue uno de los motivos por los varón), a nivel pedagógico (cultura eli-
cuales Dussel abandonó el proyecto de tista-cultura popular), a nivel religioso (el
una ética ontológica en favor de una “me- problema del fetichismo). El otro, absolu-
tafísica de la alteridad”, pues la ontología tamente otro, de Levinas es concretizado
“como filosofía primera que no cuestiona por medio de la analogía: el otro es el in-
al Mismo, es una filosofía de la injusticia” dio empobrecido, el negro segregado, el ju-
(Levinas, 1977, 70). dío exterminado, el africano y asiático dis-
Sin embargo, Levinas se torna insufi- criminado, la mujer como objeto sexual, el
ciente para dar cuenta de la problemática niño o el joven manipulado por una edu-
que preocupa a Dussel: explicar los moti- cación ideológica, etc. (cf. Dussel, 1977c,
vos filosóficos que encubren y justifican la 1979a, 1979b). Con esta postura, Dussel
dominación de América Latina. La rela- no parecía superar únicamente a Levinas,
ción que establece Levinas entre ontología sino también a sí mismo; la crítica a la

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Geopolítica de la alteridad. Levinas y la filosofía de la liberación de E. Dussel

hermenéutica cultural ricoeuriana se am- dad de saber-interpretar para saber-servir


plía a la propia obra de Dussel, especial- (la erótica, la pedagógica, la política, la te-
mente la perteneciente al proyecto de una ológica)” (Dussel, 1977a, 125). Al pro-
“simbólica” latinoamericana. Los escritos poner el servicio al otro en la praxis de la
de 1962-1969 no abordan la cuestión de la liberación, Dussel asume a Levinas y ra-
dominación y la opresión centrándose en dicalizando su propuesta al problema de
los aspectos culturales (estructuras inten- una sociedad justa. Levinas considera que
cionales, símbolos sagrados, arquetipos, la cuestión del “tercero” implica mostrar
mitos, etc.) relevantes para un análisis her- cómo el orden social no debe sustraerse a
menéutico (cf. Dussel, 1993, 138-149). la relación ética originaria por medio de la
El método para acceder a una concep- indiferencia que implica la exigencia de
ción no equívoca de la alteridad lo deno- igualdad de lo político.
minó Dussel “analéctico”. Consiste en la ¿Cómo es que hay justicia? Respondo
afirmación del ámbito ético que consti- que es el hecho de la multiplicidad de
tuye la exterioridad metafísica del otro; los hombres, la presencia del tercero al
esta alteridad, irreductible, por lo tanto, a lado del Otro, los que condicionan las
la teoría, es el punto de apoyo para cons- leyes e instauran la justicia. Si estoy yo
truir una lógica de la distinción. La ló- solo con el Otro, se lo debo todo a él;
gica del método dialéctico es negativa en pero existe el tercero. ¿Acaso sé lo que
tanto que no supera las contradicciones mi prójimo es con respecto al tercero?
de la totalidad sino que las conserva. El ¿Es que sé si el tercero está en compli-
método analéctico afirmaría la negatividad cidad con él o es su víctima? ¿Quién es
del otro; se trata de una dialéctica positiva, mi prójimo? Por consiguiente, es nece-
de una “afirmación analéctica” que parte sario pesar, pensar, juzgar, comparando
de lo que Levinas denomina la “razón an- lo incomparable. La relación interper-
árquica” o “pre-originaria” del otro. “La sonal que establezco con el Otro debo
‘razón ética originaria’ es el momento pri- también establecerla con los otros hom-
mero racional, anterior a todo ejercicio de bres; existe, pues, la necesidad de mo-
la razón, por la que tenemos la experien- derar ese privilegio del Otro; de ahí, la
cia o actualidad (empírica y formal, tras- justicia. Esta, ejercida por las institu-
cendental o ideal) del otro antes de toda ciones, que son inevitables, debe estar
decisión, compromiso, expresión lingüís- siempre controlada por la relación in-
tica o comunicación a su respecto” (Dus- terpersonal inicial (Levinas, 1991, 84).
sel, 1998, 55). A partir de este hecho –la
proximidad del otro– se posibilita la in- La preocupación de Levinas por mantener
terpelación de quien clama justicia. El len- la relación del cara-a-cara dentro del ám-
guaje posee así una esencia ética que ex- bito político indica, ante todo, la necesidad
presa la significación del otro. “El de concretizar y promover institucional-
saber-oír es el momento constitutivo del mente la no violencia hacia el otro, de te-
método mismo; es el momento discipular ner que instaurar garantías para el cum-
del filosofar; es la condición de posibili- plimiento y respeto de una justicia

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fundada en una ética de la alteridad. La autopreservarse” (Goldsmith, 1988, 99).


política es presentada en el “prefacio” de De esta concepción se desprende una ética
Totalidad e infinito como un arte de ganar del cálculo y el beneficio en la que rigen
la guerra: como una actividad en la que la ciertamente leyes pero sólo como limi-
ética queda excluida a favor de una racio- tantes de la violencia siempre presente.
nalidad puramente instrumental (cf. Levi- “La conciencia moral sólo puede soportar
nas, 1977, 47). La ambigüedad de este la burlona mirada del político si la certeza
planteamiento radica en las mediaciones: de la paz acalla la evidencia de la guerra.
de la experiencia del cara-a-cara a su ins- Esta certeza no se obtiene por el simple
titucionalización hay muchos momentos juego de antítesis. La paz de los imperios
que deben ser satisfechos y que implican salidos de la guerra se funda en la guerra.
diversos problemas; se trata del paso de la No devuelve a los seres alienados su iden-
ética a la política. La concreción del tidad perdida. Para ello es necesario una
cara-a-cara y la propuesta de una ética relación original y originaria con el ser”
vinculada estrechamente a una geopolí- (Levinas, 1977, 48).
tica es la diferencia entre el planteamiento La ética que surge de la guerra se funda
de Levinas y el de Dussel. El Otro es en la alergia al otro, en el temor de los ma-
siempre concreto y geopolíticamente de- les que puede causar; de ahí la necesidad
terminado. “Levinas muestra genialmente de las leyes y la justicia para contenerlos.
la trampa violenta que significa la política A este tipo de normatividad se le ha lla-
que se totaliza y niega al Otro como Otro, mado una “ética de ladrones” (cf. Hinke-
es decir, filosofa sobre una anti-política de lammert, 1998, 159-185), pues así como
la Totalidad, pero nada nos dice sobre una una banda de ladrones debe imponer cier-
‘política de la liberación’ [...] no nos mues- tas reglas para poder coexistir, por ejemplo,
tra cómo construir el ‘nuevo orden’” (Dus- que no se roben unos a otros, igualmente la
sel, 1975c, 24). Levinas se opone a una ética surgida de la guerra se establece so-
concepción de la ética que se desprende de bre una concepción negativa del otro.
una visión muy específica del ser humano Frente a esto, Levinas busca una ética po-
(cf. Rey, 2001). Este modelo antropoló- sitiva, afirmativa que no sea producto del
gico está expresado de manera inmejora- miedo y el resentimiento. “Exposición”,
ble en La paz perpetua de Kant donde se “vulnerabilidad”, “traumatismo”, “afec-
sostiene que incluso un pueblo de demo- ción”, “herida”, son algunos de los térmi-
nios debe poder instaurar un conjunto mí- nos que utiliza Levinas para dar cuenta de
nimo de derechos y reglas para poder con- la relación con el otro y que finalmente se-
vivir. La tesis de la “guerra de todos contra ñalan la condición de rehén (otage) y ex-
todos” que difundió el contractualismo posición en la que se encuentra el sujeto
moderno de mano de Hobbes parte de una (cf. Haar, 1991, 525-538); la ética significa
creencia básica: el hombre es un ser ego- aquí gratuidad, pues del otro nada puedo
ísta y racional. “El derecho natural es la li- esperar, salvo lo que él esté dispuesto a
bertad que tiene cada hombre de usar cua- ofrecerme. “La comunicación con el otro
lesquiera medios que crea necesarios para sólo puede ser trascendencia en tanto que

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vida peligrosa, un bello riesgo a correr” Levinas sostiene de la política y, concre-


(Levinas, 1987, 190-191). tamente, de la justicia, puede presentar
Levinas opone a la ética de la negación una profunda equivocidad. La justicia, la
del otro una ética de la afirmación de la al- relación con el tercero, debe concretarse
teridad; el origen del sentido no está en la en las instancias institucionales para que
guerra y en la ontología de la identidad no se limite a ser sólo una buena voluntad,
que la sustenta, y en cuyo espacio de in- pero ¿cómo se da el pasaje del cara-a-cara
terlocución sólo es posible pensar en el a la justicia? “El orden de la justicia se
otro como un contrincante a vencer en la funda sobre la relación ética que, a su vez,
lucha por la afirmación de la existencia. Se la alimenta y marca sus insuficiencias. La
trata “de un otro que es el prójimo, que no justicia es proporción e igualdad. Es ob-
es mi enemigo (como lo es en Hobbes y en jetividad también. Sin embargo, no puede
Hegel), ni mi complemento como aún lo es desplegarse más que sobre el fondo de so-
en la República de Platón” (Levinas, 2009, ciabilidad, es decir, de bondad y respon-
275). Pero el paso de la ética a la política sabilidad” (Ponton, 1985, 196). La res-
en la obra de Levinas presenta una equi- ponsabilidad es originaria y permea toda
vocidad que debe ser criticada; Dussel pro- relación humana y en el orden de la fun-
puso la noción de analogía como la vía damentación se sitúa antes de la delibera-
para salvar esta situación. “La superación ción y los acuerdos que implican los pro-
real de esta tradición, más allá de Marcel y cesos de reconocimiento social. “Una vez
Buber, ha sido la filosofía de Levinas, to- que aparece el tercero no excluido, son ne-
davía europea, y excesivamente equívoca. cesarias las instituciones de justicia, el Es-
Nuestra superación consistirá en repensar tado y todas las formas políticamente es-
su discurso desde América Latina y la ana- tablecidas en las que la razón
logía” (Dussel, 1973, 123). Si la tensión comunicativa va tomando cuerpo en las
entre totalidad e infinito no se resuelve, ¿se sociedades modernas” (Rojas, 2000, 57).
puede pensar correctamente el orden de lo Así, según Levinas, el orden interhumano
interhumano o bien depende de que esta no se limita a un fenómeno propio de la
tensión nunca se resuelva? coexistencia del uno-con-otro (Mitsein), o
Dussel recoge la indicación de Levinas al diálogo entre un “yo” y un “tú” (cf. Le-
respecto a que el sujeto de la ética se de- vinas, 1995, 223-243). En la “Ciudad”12
fine a partir de una relación con la alteri- puede perderse el sentido de lo humano –
dad y la sitúa en un contexto menos pro- que resulta de la relación ética– a través de
blemático que el de la “exterioridad las leyes y obligaciones que impone la
absoluta” y la denomina “exterioridad an- convivencia. Resistirse a esta posibilidad
tropológica” (Dussel, 1979b, 60). La alte- de despojar al otro de toda humanidad es
ridad ética no es parangón de inconmen- lo propio de la ética: no-indiferencia aun
surabilidad, sino de trascendencia. “El antes –o a pesar– de la obligatoriedad de
otro, intotalizado, intotalizable, es la ga- la ley. “El orden de la política –post-ético
rantía de la perenne novedad de lo creado” o pre-ético– que inaugura el ‘contrato so-
(Dussel, 1974c, 135). La concepción que cial’ no es ni condición insuficiente ni

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cumplimiento necesario de la ética. En su rostro del otro adquiere significación


posición ética, el yo es distinto del ciuda- cuando lo analógico lo concretiza, le da un
dano aislado que emana de la Ciudad tanto contenido, lo sitúa en el espacio geopolí-
como del individuo cuyo egoísmo natural tico que es de donde, finalmente, el otro
precede a todo orden del que la filosofía surge y retorna. Pues no existe el “Otro”,
política intenta —o consigue—, desde sino que siempre lo propio (lo Mismo) y
Hobbes, extraer el orden social o político lo ajeno (lo Otro) se definen con referen-
de la Ciudad” (Levinas, 1993b, 125). cias a una serie de criterios culturales, his-
Ahora bien, según Dussel el problema tóricos y políticos desde los cuales se
con la concepción del tercero en Levinas construyen la identidad y la diferencia (cf.
radica en su incorrecta comprensión de la Waldenfels, 1997, 85-109). Así, Dussel
alteridad del otro (cf. Dussel, 2003, 111- distingue dos políticas: “la política del
132). La concepción del cara-a-cara como sistema capitalista, cuya racionalidad es
expresión de una relación entre lo Mismo mantener la dominación; [y] la antipolí-
y el Otro, abstractos y ambiguos con res- tica o política escatológica cuya ‘nueva’
pecto a sus contenidos concretos y analó- racionalidad es el saber formular prácti-
gicos, constituye para Dussel el punto de camente, realizar el camino y la construc-
partida de una filosofía política crítica; ción del orden nuevo en la justicia” (Dus-
designa la relación práctico-política –la sel, 1979a, 63).
praxis– donde la proximidad de Levinas se Es indudable que pese a las ambigüe-
ve requerida de mediaciones críticas, pues dades de su concepción de la política, Le-
lo político desborda la relación entre el yo vinas consideró que el problema del ter-
y el otro como responsabilidad. Cuando la cero reflejaba la fragilidad del orden de lo
crítica ética se limita a señalar la perver- interhumano. La “sociedad íntima” que
sión moral de la totalidad que se cierra so- representa la reciprocidad plena entre el
bre sí y niega al otro pero sin mostrar yo y el otro, es un espejismo que el “ter-
cómo construir una nueva totalidad donde cer hombre” viene a cuestionar. “Tal so-
se le afirme, se coloca en una abstracción ciedad sólo puede ser de dos, tú y yo. Es-
que no permite comprender concreta y tamos entre nosotros. El tercero está
analógicamente al otro. Por ello afirma excluido. El tercer hombre perturba esen-
que el tercero es una distinción innecesa- cialmente esta intimidad” (Levinas,
ria si se le considera desde un método 1993a, 33). Esta intervención del tercero
analógico. “La ‘equivocidad’ del Otro ab- en el espacio del diálogo evoca a la justi-
solutamente otro es mediada ‘analéctica- cia como el ámbito “an-árquico” en el
mente’ ante el Otro a diferentes grados de que nos encontramos siempre ya sujetos
determinación, diferenciación y generali- a los demás, pues “recibir al otro es cues-
dad, dentro de una intersubjetividad rica tionar mi libertad” (Levinas, 1977, 108).
en dimensiones. Esto no es ya una ‘in- Pero esta responsabilidad, hay que reco-
adecuada’ interpretación de Levinas, sino nocerlo, se entiende en Levinas de manera
el ‘desarrollo’ de posibilidades imposi- muy concreta. El otro –el pobre, la viuda,
bles para Levinas” (Dussel, 2003, 121). El el huérfano y el extranjero, figuras extre-

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mas de la alteridad ética– exige justicia al afirmar que Levinas careció de las ca-
desde su corporalidad sufriente, dolida, y tegorías económicas y políticas necesarias
necesitada. En el poder colmar estas ne- para proponer una filosofía que pudiera
cesidades radica la justicia del acto ético mostrar cómo se hace justicia al otro (cf.
y del orden político. “La miseria y la po- Dussel, 2003, 124), pero recordemos que
breza no son propiedades del Otro, sino su preocupación fundamental estaba en
los modos de su aparición, su manera de otro ámbito: la ética. “La política debe po-
concernirme, su modo de proximidad. der ser siempre controlada y criticada a
Uno puede preguntarse si vestir a los que partir de la ética” (Levinas, 1991, 76). La
están desnudos y alimentar a los que tie- importancia de lo ético radica en estable-
nen hambre no nos acerca al prójimo más cer ese fondo de sentido desde el cual se
que el éter en el que se celebra a veces el estructura el orden de lo humano; la so-
Encuentro de Buber” (Levinas, 1997, 33). ciabilidad en la que el otro busca justicia
La justicia es material para Levinas, pues y reconocimiento es también un ámbito
implica la “igualdad económica” (Levi- en el que se alcanza la fraternidad y el
nas, 1993a, 49);13 con ello la resistencia a amor. “El extraordinario compromiso del
la Totalidad se vence a favor del otro, Otro frente al tercero invoca el control, la
pues para Levinas es claro que el “cara-a- búsqueda de la justicia, la sociedad y el
cara del lenguaje admite, efectivamente, Estado, la comparación y el tener, el pen-
un análisis fenomenológico más radical” samiento y la ciencia, el comercio y la fi-
(Levinas, 1993a, 48). Dicha radicalidad losofía y, al margen de la anarquía, la
implica abandonar el orden de la alteridad búsqueda de un principio. La filosofía es
formal para adentrarse en lo “econó- esta medida aportada al infinito de ser-
mico”; y es aquí donde “servir a la totali- para-el-otro propio de la proximidad, algo
dad es luchar por la justicia” (Levinas, así como la sabiduría del amor” (Levinas,
1993a, 49). Sin duda, tiene razón Dussel 1987, 241).

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NOTAS

1
Esta trilogía geopolítica-cultural fue redactada entre 6
A esta postura, sostenida por Dussel desde finales de
1962 y 1968. Un análisis puntual de estas obras se encuen- los años sesenta, se le denomina actualmente, junta a otras
tra en García Ruiz, 2003, pp. 24-83. afines, “teorías postcoloniales”. Cf. Mignolo, 1997, 61.
2
“La obra de Zea América como conciencia me impactó 7
A partir de su estudio de los semitas Dussel desarro-
de tal manera que desde aquel momento hasta hoy mi intento lla una crítica al dualismo sôma-psique propio de la tradi-
es justamente posibilitar la ‘entrada’ de América Latina en ción indoeuropea, a favor de una concepción unitaria del ser
la historia mundial. Debo agradecer a Zea el haberme en- humano como corporalidad viviente que coincide con la vi-
señado que América Latina está fuera de la historia”. Dus- sión levinasiana de la subjetividad como gozo (jouissance).
sel, 1992b, 30, nota 11. Cf. Dussel, 2001, 319-341.
3
La idea es retomada de un artículo de Paul Ricoeur 8
“Toda auténtica filosofía comienza hoy por ser una
publicado originalmente en la revista Esprit en octubre de conversación con Hegel”. Zubiri, 1963, 225.
1961: “Civilización universal y culturas nacionales”. Cf. Ri- 9
Esta es la obra emblemática del grupo original de la
coeur, 1990, 251-263. filosofía de la liberación.
4
“Me parece que, si se quiere llegar al núcleo central, 10
“Se trata entonces de tomar en serio al espacio, al es-
hay que penetrar hasta esa capa de imágenes y de símbolos pacio geopolítico. No es lo mismo nacer en el Polo Norte
que constituyen las representaciones de base de un pueblo o en Chiapas que en New York”. Dussel, 1996, 14.
[...]. Las imágenes y los símbolos constituyen lo que po- 11
“Conocer viene a ser aprehender el ser a partir de
dríamos llamar el soñar despierto de un grupo histórico. En nada o llevarlo a la nada, quitarle su alteridad […] La me-
este sentido hablo del núcleo ético-mítico que constituye el diación (característica de la filosofía occidental) sólo tie-
fondo cultural de un pueblo”. Ricoeur, 1990, 259. ne sentido si se limita a reducir distancias”. Levinas, 1977,
5
“De Hegel el concepto ‘desarrollo’ pasó a Marx, y de 67-68.
éste a la economía y sociología del ‘desarrollo’. Por ello de- 12
Con este término Levinas quiere designar el orden
seamos hoy retornar al contenido ‘filosófico’ de esta pala- de “lo político” que sustrae al de la ética. Cf. Chalier, 1995,
bra que, como decimos fue el más antiguo. Un país ‘sub-des- 93-114.
arrollado’, ontológicamente, es ‘no-moderno’, pre-Aufklä- 13
En otro lugar afirma: “pensar en el hambre de los hom-
rung, para Hegel”. Dussel, 1992a, 23, nota 6. bres es la primera función del político”. Levinas, 1982, 34.

792 ISEGORÍA, N.º 51, julio-diciembre, 2014, 777-792, ISSN: 1130-2097


doi: 10.3989/isegoria.2014.051.13

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