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FIGURA 2: Vesículas ópticas.
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FIGURA 3: Vistas laterales y frontales del desarrollo de un embrión de la cuarta a la
octava semana.
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FIGURA 4: Microfotografía electrónica de barrido de imagen ventral de un embrión
humano de unos 33 días. Obsérvese el proceso frontonasal prominente (FNP), las fosas
nasales (NP) localizadas en las regiones ventrolaterales de la prominencia frontonasal.
Estas fosas se rodean de las prominencias nasales mediales y laterales. Las
prominencias nasales MXP forman los límites laterales del estomodeo. Las
prominencias mandibulares (MDP) en fusión se localizan inmediatamente caudales al
estomodeo. Se observa el segundo arco faríngeo (BA2). También se visualiza el tercer
arco faríngeo (BA3).
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FIGURA 5: Etapas progresivas del desarrollo de un saco nasal humano (futura cavidad
nasal). A, vista ventral de un embrión de 28 días, B a E, cortes transversales del lado
izquierdo del saco nasal en desarrollo.
La proliferación del mesénquima en las prominencias maxilares hace que se
alarguen y se acerquen medialmente entre sí y con las prominencias nasales
(figura 4 y 6). La migración medial de las prominencias maxilares acerca a las
prominencias nasales mediales hacia el plano medio y entre sí. Cada
prominencia nasal lateral está separada de la maxilar por una hendidura
conocida como el surco nasolagrimal (figura 2 y 6).
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FIGURA 6: Diagramas que ilustran las etapas progresivas del desarrollo de la cara
humana.
Al final de la quinta semana, los primordios de los pabellones auditivos (parte externa
de los oídos) ha comenzado a desarrollarse. Alrededor del primer surco faríngeo se
desarrollan seis montículos auditivos que son los primordios de las orejas y del conducto
auditivo externo. Al principio los oídos externos se encuentran en la región cervical, pero
a medida que se desarrolla la mandibula pasan a situarse a los lados de la cabeza a la
altura de los ojos (figura 3).
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A finales de la sexta semana, cada prominencia maxilar ha iniciado su fusión con la
prominencia nasal lateral o a lo largo de la línea del surco nasolagrimal (figura 7 y 8).
Ello establece la continuidad entre el lado de la nariz formado por la prominencia nasal
lateral y la región de la mejilla originada por la prominencia maxilar.
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FIGURA 8: Representación del desarrollo inicial de los amxilares superiores, paladar y
labio superior. A, vista de la cara de un embrión de cinco semanas. B y C esquemas de
cortes horizontales en los niveles mostrados en A. las flechas en C indican el
crecimiento posterior de las prominencias maxilares y nasales mediales hacia el plano
medio, así como la fusión de las prominencias entres Sí. D y F, cortes similares de
embriones mayores que ilustran la fusión de las prominencias nasales mediales entre sí
y con las prominencias maxilares para formar el labio superior.
El conducto nasolagrimal se desarrolla a partir de un engrosamiento ectodérmico
con forma de bastón en el suelo del surco nasolagrimal. Este engrosamiento da
lugar a un cordón epitelial sólido que se separa del ectodermo y se hunde en el
mesénquima. Posteriormente, y como consecuencia de la degradación celular,
el cordón umbilical epitelial se canaliza y origina el conducto nasolagrimal. El
extremo craneal de este conducto se expande para formar el saco lagrimal. A
finales del periodo fetal, el conducto nasolagrimal drena hacia el meato inferior
en la pared lateral de la cavidad nasal. Por lo general, el conducto se hace
totalmente permeable después del nacimiento. En ocasiones, una parte de este
conducto no canaliza, lo que comporta una anomalía congénita: la atresia del
conducto nasolagrimal. La obstrucción del citado conducto con síntomas clínicos
se presenta en alrededor del 6% de los recién nacidos.
Durante la séptima semana se produce un cambio en la irrigación de la cara
desde la arteria carótida interna a la externa. Esta modificación está relacionada
con la transformación del arco aórtico primitivo en la reorganización arterial
posnatal. Entre las semanas séptima y décima, las prominencias nasales
mediales se fusionan entre si y con las prominencias maxilar y nasal lateral
(Figura 6- 10 semanas).
A medida que las prominencias nasales mediales se fusionan, forman un
segmento intermaxilar (figura 8 E y F). El segmento intermaxilar da lugar a:
La parte media o filtrum del labio superior
La parte premaxilar del maxilar superior y su encía correspondiente.
El paladar primario.
DESARROLLO DE LAS CAVIDADES NASALES
A medida que la cara se desarrolla, las placodas nasales presentan una
depresión y forman las fosas nasales (figuras 4, 5 y 7). La proliferación del
mesénquima circundante forma las prominencias nasales mediales y laterales,
produciendo un aumento de la profundidad de las fosas y la formación de sacos
nasales primitivos. Al principio los sacos nasales están separados de la cavidad
oral por la membrana buconasal, pero esta se rompe al final de la sexta semana
permitiendo la comunicación entre la cavidad nasal y oral. (Figura 9C)
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Figura 9: Cortes sagitales de la cabeza que muestran el desarrollo de las cavidades
nasales. Se ha retirado el tabique nasal. A, cinco semanas. B, seis semanas, que muestra
destrucción de la membrana buconasal. C, siete semanas, presenta la comunicación de
la cavidad nasal con la oral y desarrollo del epitelio olfatorio. D, doce semanas, se
observan el paladar y la pared lateral de la cavidad nasal.
Las regiones de continuidad entre las cavidades nasal y oral son las coanas
primitivas situadas por detrás del paladar primario. Después de formarse el
paladar secundario, las coanas se hallan en la unión de la cavidad nasal y la
faringe (Figura 9 D)
Los cornetes nasales, unas estructuras similares a los procesos, se constituyen
durante el tercer mes en la pared lateral de la cavidad nasal, a partir de los
huesos etmoides. Etas estructuras aumentan la superficie disponible para
acondicionar el aire en el interior de la cavidad nasal.
SENOS PARANASALES
Algunos senos paranasales por ejemplo los senos maxilares comienzan a
desarrollarse al final de la vida fetal y el resto lo hacen después del nacimiento.
Se forman a partir de evaginaciones o divertículos de las paredes de las
cavidades nasales y se convierten en extensiones neumáticas (llenas de aire) de
estas cavidades en los huesos adyacentes como sucede con los senos maxilares
o los senos frontales.
La primera muestra de los primordios vomero nasales son los engrosamientos
epiteliales bilaterales que aparecen en el tabique nasal.
La posterior invaginación de los primordios y sus separación del epitelio del
tabique nasal da lugar a un órgano vomeronasal (órgano vomeronasal de
Jacobson) tubular visible entre los días 37 a 43.
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El órgano vomeronasal existe siempre en todas las edades en forma de
estructura tubular bilateral sobre el tabique nasal por encima del cartílago
paraseptal.
DESARROLLO DEL PALADAR
El paladar deriva de tres primordios:
Un proceso palatino medio.
Dos procesos palatino laterales. (Figura 10)
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FIGURA 11: Paladar óseo posnatal donde puede observarse el segmento pre maxilar.
Paladar secundario
El paladar secundario es el primordio de las partes duras y blandas del paladar.
(Figura 11 y 12)
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FIGURA 13: A, corte sagital de la cabeza del embrión a finales de la sexta semana que
representa la prolongación palatina medial. B, D, F y H, dibujos del techo de la boca de
la sexta a la decimosegunda semana que muestran el desarrollo del paladar. Las líneas
punteadas en D y F señalan los lugares de fusión de las prolongaciones palatinas. Las
flechas indican el crecimiento medio y posterior de las prolongaciones palatinas
laterales C, E y G. Dibujos de cortes frontales de la cabeza que ilustran la fusión de las
prolongaciones palatinas laterales entre sí y con el tabique nasal así como la separación
de las cavidades nasal y bucal.
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Las partes posteriores de estas prolongaciones no se osifican sino que se
extienden en sentido posterior más allá del tabique nasal y se fusionan para
formar el paladar blando, incluida su proyección cónica blanda, la úvula
En el plano medio del paladar entre la porción premaxilar del maxilar superior y
las prolongaciones palatinas del maxilar superior se mantiene un conducto
nasopalatino pequeño. Este conducto esta representado en el paladar duro por
la fosa incisiva.
DESARROLLO DE LA MANDÍBULA
Se origina a partir de una sección del primer arco faríngeo. El cartílago
mandibular dirige su crecimiento. Este luego desaparece, es decir a diferencia
de otras secciones de la cabeza este cartílago no osifica endocondralmente,
degenera y permite una osificación directa. Sin embargo periféricamente, en el
cóndilo, en la coronoides, en el ángulo y en la sínfisis mandibular existen
remanentes de cartílago que si osifican endocondralmente (núcleos
cartilaginosos), la mandíbula posee osificación mixta: endocondral en sus
núcleos cartilaginosos, y directa en el cuerpo mandibular.
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*En la VII semana ya es posible distinguir un rostro humano en el pequeño
embrión.
DESARROLLO DENTAL
Normalmente se desarrollan dos grupos de dientes los dientes primarios o
dientes deciduos y los dientes secundarios o dientes permanentes. Los dientes
se desarrollan a partir de:
Ectodermo bucal
El mesodermo
Las células de la cresta neural.
El esmalte deriva del ectodermo de la cavidad bucal; los tejidos restantes se
diferencian a partir del mesénquima circundante derivado del mesodermo de las
células de la cresta neural. Los indicios experimentales sugieren que las células
de la cresta neural reciben información morfogenética antes o poco después de
migrar desde la cresta neural. A medida que el maxilar inferior y el superior
crecen para acomodar los dientes en desarrollo cambia la forma de la cara. La
odontogenia (desarrollo de los dientes) comienza por la influencia inductora del
mesénquima de la cresta neural sobre el ectodermo suprayacente. El desarrollo
de los dientes es un proceso continuo; sin embargo, habitualmente se divide en
etapas con fines descriptivos según la aparición de los dientes en desarrollo. No
todos los dientes inician su desarrollo al mismo tiempo. Las primeras yemas
dentarias aparecen en la región mandibular anterior; posteriormente, el
desarrollo de los dientes se produce en la región maxilar anterior y, a
continuación, avanza en sentido posterior en ambos maxilares. El desarrollo de
los dientes continúa durante varios años tras el nacimiento (Tabla 1). La primera
indicación del desarrollo de los dientes se registra a principios de la sexta
semana como un engrosamiento del epitelio oral, un derivado del ectodermo de
superficie. Estas bandas en forma de U, las láminas dentales, siguen las curvas
de los maxilares. (Figuras 15 y 16)
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TABLA 1: Orden y época habitual de erupción de los dientes y edad de
desprendimiento de los dientes deciduos.
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Figura 15: Dibujos esquemáticos de cortes sagitales que muestran las etapas sucesivas
del desarrollo y erupción de un dientes incisivo. A, seis semanas; se muestra la lámina
dentaria. B, siete semanas; se muestra la formación de la yema dentaria a partir de la
lámina dentaria. C, ocho semanas; señala la etapa de caperuza del desarrollo del diente.
D, 10 semanas; etapa temprana de campana de un diente deciduo y la etapa de yema de
un diente permanente en desarrollo. E, 14 semanas; etapa avanzada de campana del
desarrollo del diente. Obsérvese que la conexión (lámina dentaria) del diente con el
epitelio bucal se encuentra en proceso de degeneración. F, 28 semanas; se señalan las
capas de esmalte y dentina. G, seis meses después del nacimiento, se muestra el
comienzo de la erupción dental. H, 18 meses después del nacimiento; se representa un
diente deciduo incisivo que ha brotado totalmente. El diente incisivo permanente tiene
ahora una corona bien desarrollada. I, corte a través de un diente en desarrollo que
muestra los ameloblastos (productores de esmalte) y los odontoblastos (prductores de
dentina.
Etapa de yema del desarrollo de los dientes.
Las yemas dentarias se convierten en los primeros dientes o dientes deciduos,
existen diez yemas dentales en cada maxilar, cada una de las cuales
corresponde a un diente deciduo. Las yemas dentarias de los dientes
permanentes que tienen predecesores deciduos comienzan a aparecer
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alrededor de la décima semana a partir de continuaciones profundas de las
láminas dentales (FIGURA 16-D). Se desarrollan en sentido lingual (hacia la
lengua) respecto de las yemas dentales deciduas. Los molares permanentes que
carecen de predecesores deciduos se desarrollan como yemas de las
extensiones posteriores de las láminas dentarias. Las yemas dentarias de los
dientes permanentes aparecen en momentos distintos, en su mayoría durante el
período fetal. Las yemas correspondientes al segundo y tercer molares
permanentes lo hacen después del nacimiento.
Etapa de caperuza del desarrollo de los dientes.
A medida que cada yema dental es invaginada por el mesénquima, el primordio
de la papila dental, la yema adquiere forma de caperuza (figura 17). La parte
ectodérmica del diente en desarrollo, el órgano del esmalte (órgano dental),
produce finalmente esmalte. La parte interna de cada diente en forma de
caperuza, la papila dentaria, constituye el primordio de la pulpa dental. En
conjunto, la papila dentaria y el órgano del esmalte forman el germen del diente.
La capa celular externa del órgano del esmalte es el epitelio externo del esmalte
y la capa celular interna que reviste la “caperuza” representa el epitelio interno
del esmalte (figura 16-D). El núcleo central de células en disposición laxa entre
las capas del epitelio del esmalte es el retículo (estrellado) del esmalte. A medida
que se desarrollan el órgano del esmalte y la papila dentaria, el mesénquima que
rodea al diente en desarrollo se condensa para formar el sao dentario, una
estructura capsular vascularizada (figura 16-E). El saco dentario es el primordio
del cemento y del ligamento periodontal. El cemento es el tejido conjuntivo rígido
semejante a hueso que recubre la raíz del diente. El ligamento periodontal es el
tejido conjuntivo fibroso que rodea a la raíz y la ancla al hueso alveolar (figura
16-G)
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BIBLIOGRAFÍA
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