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Retorica Tomas Albaladejo Mayordomo PDF
Retorica Tomas Albaladejo Mayordomo PDF
T o m á s A lb a la d ejo M a y o r d o m o
EDITORIAL
SINTESIS
Primera reimpresión: diciembre 1991
Fotocompuesto en MonoComp, S. A.
Impreso en Lave!, S. A
Impreso en España - Printed in Spain
índice
45435G
Presentación ......................................................................................... 7
Parte Primera:
LA RETÓRICA. NATURALEZA Y DESARROLLO
Pcirte Segunda:
RETÓRICA COMO SISTEMA
4. La intellectio 65
. . . 5
6. La elocutio ..................................................................................... ... 112
6.1. La m icroestructura del texto re tó r ic o .................................... 117
6.2. El lenguaje f ig u ra d o ................................................................ ... 128
6.2.1. Las f ig u r a s .................................................................... ... 139
6.2.2. Los t r o p o s .................................................................... ... 148
' Cfr. Heinrich L ausberg, Manual de Retórica literaria, Madrid, C redos, 1966-1968, 3
vols , §§ 32-33
2 Cfr. Antonio C arcía Berrio, «Texto y oración Perspectivas d e la lingüística textual»,
en' János S Petofi y Antonio García Berrio, Lingüística del texto y crítica literaria, Madrid,
Comunicación, 1979, págs. 245-264, págs. 259-262
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Dos factores son im prescindibles en la consideración de la Retórica:
la persuasión y la idea d e texto. La finalidad d e la Retórica es p ersu ad ir
p o r m edio d el lenguaje, p a ra lo cual han d e s e r construidos discursos
que, p o r sus características, p u edan cum plir ese objetivo. Para C ice
rón, «el p rim e r d e b e r d el o rador es d ecir apropiadam ente p ara
persuadir»^. Con el discurso retórico se trata, pues, d e e je rc e r influen
cia en un sentido determ inado en el recep to r. A propósito d e la p e rsu a
sión, había introducido anteriorm ente A ristóteles una puntualización
que, sin duda, en riq u ece nuestra com prensión y nuestro planteam iento
d e la Retórica, al afirm ar d e ésta: «no es su misión persu ad ir, sino ver
los m edios d e p e rsu a d ir q u e hay p a ra cada cosa particular»^ y al
e x p o n er m ás adelante: «Sea retórica la facultad d e considerar en cada
caso lo q u e cabe p a ra persuadir»®. A ristóteles daba a la Retórica una
am plitud q u e le perm itía considerarla como técnica d e prep aració n del
discurso persuasivo, p a ra cuya construcción y emisión adecuadas p ro
porciona los m edios apropiados dicha técnica; el orador, eh la m edida
en que conoce el instrum ental retórico, p u e d e e je rc e r su oficio d e
persuasión. El texto es el producto d e la actividad retórica y es cons
truido p o r el o rad o r p a ra la m encionada actividad persuasiva; en las
diferentes operaciones d e dicha actividad q u e d a configurado estructu
ral y comimicativam ente el texto, p ues la Retórica ofrece los dispositi
vos p a ra la obtención d e esta unidad lingüística global y p a ra su em i
sión, en la que se m antiene la globalidad discursiva.
La Retórica está tradicionalm ente relacionada con la Gramática, que
históricam ente se ocupaba d e la correcta utilización d e la lengua d e sd e
el punto d e vista normativo. Para Ouintiliano la Retórica es el ars b en e
dicendi^, m ientras que la Gram ática es recte loquendi scientia’’ . Para el
discurso retórico no es suficiente la corrección lingüística, que, sin
em bargo, es un requisito indispensable. Es necesaria p a ra aquél, a d e
más, la adecuada construcción en sus diferentes niveles y la apropiada
emisión, d e tal m anera que como construcción textual que es comunica
da resp o n d a a las exigencias que la finalidad persuasiva im pone al
orador en punto a su relación con el destinatario. La correcta elabora
ción gram atical del discurso no garantiza la cualificación retórica del
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texto, si bien contribuye a ella en tanto en cuanto es indispensable para
la elaboración discursiva. La función d e la enarratio poetarum , inter
pretación d e los escritores, en la Gramática tiene repercusiones muy
im portantes p a ra la Retórica, en la que el estilo es un elem ento funda
mental. La Gramática, que es aquí planteada d e sd e una perspectiva
estrictam ente oracional, se sitúa, por consiguiente, al servicio d e la
Retórica al aseg u rar la corrección lingüística d e los discursos, p e ro la
Gram ática tenía en la A ntigüedad clásica una aplicación norm ativa g e
neral y no dirigida solam ente a la corrección del lenguaje retórico. El
estudio actual del texto retórico incluye la Gramática oracional a p ro p ó
sito d e la adecuación d e la elaboración de la estructura oracional de
aquél.
Una im portante relación históricam ente establecida es la que m an
tienen la Retórica y la Dialéctica. La Retórica, p o r se r la disciplina del
discurso que se pro d u ce para persuadir, se ocupa del enfrentam iento
d e las ideas y d e los discursos correspondientes a las posiciones que,
dialécticam ente existentes, dan origen a la situación pre-retórica, en
tendida como estado d e cosas de la realidad que hace necesaria la
construcción d e discursos persuasivos opuestos a otros discursos de la
misma índole o contrarios explícita o im plícitam ente a determ inados
estados de convicción que se p rete n d e modificar. Con la Retórica coin
cide en este fundam ental aspecto la Dialéctica, en tanto disciplina filosó
fica y específicam ente lógica dedicada a la argum entación como m éto
do d e construcción del razonamiento, lo cual afecta directam ente a la
oposición activa d e ideas®. Es una de las p artes d e la Retórica, la
inventio, operación a la que atañe el hallazgo de las ideas que van a ser
incluidas en el discurso retórico, especialm ente en su sección arg u
mentativa, la que en m ayor m edida concreta la relación de la I^etórica
con la Dialéctica®. Aristóteles asocia estas dos disciplinas en su dim en
sión d e técnicas instrum entales que sirven para actuar comunicativa
m ente sobre una base de razonamiento persuasivo y que adm iten di
versos contenidos’®
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La situación q u e en la actualidad tiene la Retórica en el conjunto de
las disciplinas filológicas es d e g ran interés. La Retórica tiene una
relación muy estrech a con la Lingüística, en la m edida en la q u e ésta
abarca, gracias al m arco teórico d e la Lingüística textual y d e la Semió
tica lingüística, un amplísimo espacio, q u e su p e ra los límites estricta
m ente gram aticales. La Retórica proporciona a la Lingüística una arm a
zón teórica v e rd ad eram en te consistente p a ra la explicación d e los dife
rentes niveles d el texto y d el fenóm eno d e la comunicación lingüística;
a su vez, la Retórica se beneficia d e las categorías elaboradas p o r la
Lingüística, que perm iten com pletar y situar en un m arco teórico globa-
lizador las pro p ias aportaciones retóricas. En este punto es prim ordial
la colaboración entre Retórica y Lingüística del texto, q u e ha sido
señalada como uno d e los fim damentos d e una auténtica Retórica g e n e
ral p o r Antonio G arcía B errio ". El nacim iento mismo d e la Lingüística
t e x t u a l n o p u e d e explicarse sin contar con una tradición d e atención a
las características d e la unidad texto que tiene en una Retórica com ple
ta, es decir, con todos sus com ponentes, uno d e sus m ás prestigiosos
antecedentes. El interés d e la Retórica p o r las estructuras textuales y
p o r las estructuras extratextuales asociadas a éstas, así como la explica
ción que ofrece d e la com pleja producción del discurso, sin olvidar su
tratam iento d e la construcción artística d el nivel oracional d e éste,
perm iten una implantación indiscutible d e la teoría retórica en el estu
dio del objeto lingüístico.
La Retórica m antiene con la Teoría d e la Literatura una relación
secular consohdada en la histórica conexión en tre Retórica y Poética.
" Cfr. Antonio G arcía Berrio, «Retórica como ciencia d e la ex p resiv id a d (P resupues
tos p a ra una Retórica general)», cit., pág. 11; Antonio G arcia Berrio, Teoría d e la Literatu
ra ( la construcción d el significado poético), M adrid, C átedra, 1989, págs. 140-179; B em d
Spillner, «Das Interesse d e r Linguistik an d ie Rhetorik», en: Heinrich F. Plett (Hrsg.),
Rhetorik. Kritische PosiUonen zum Stand d e r Forschung, Munich, Fink, 1977, págs. 93-108;
B em d Spillner, Lingüistica y Literatura, M adrid, G redos, 1979; José M aría Pozuelo Yvan-
cos, Teor/a d el lenguaje literario, M adrid, C átedra, 1988, págs. 159 y sigs.; José María
Pozuelo Yvancos, «R etórica'general y neorretórica», en: José María Pozuelo Yvancos, Del
formalismo a la neorretórica, M adrid, Taurus, 1988, págs. 181-211, págs. 184-185.
V éase, a propósito d e la Lingüistica d e l texto, Teun A. van Dijk, Som e A sp ects o f
Text Grammars, La Haya, Mouton, 1972; János S. Petofi, V ers une théorie partielle du
texte, Ham burgo, Buske, 1975; W olfgang U. D ressler, Introduzione alia lingüistica del
testo, Roma Officina, 1974; Antonio G arcía Berrio, La Lingüistica m oderna, Barcelona,
Planeta, 1977; János S. Petofi y Antonio G arcía Berrio, Lingüistica d el texto y crítica
literaria, cit.; Teun A. van Dijk, Text and context. Explorations in the Semantics and
Pragmatics o f D iscourse, Londres, Longman, 1977; Estanislao Ramón Trives, A spectos de
semántica lingüistico-textual, M adrid, Alcalá-Istmo, 1979; Tomás A lbaladejo y Antonio
G a rd a Berrio, «La lingüística d el texto», en: Francisco A bad N ebot y Antonio G arcía
Berrio (coords.). Introducción a la Lingüistica, M adrid, A lhambra, 1982, págs. 217-260;
Stefano Arduini, Lingüística e scien ze d e l linguaggio, Pesaro, Nobüi, 1989.
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La contribución d e la Retórica a la teorización y al análisis literarios está
basada en la oportunidad y adecuación del instrumental teórico p a ra el
estudio del texto literario y del hecho literario como fenómeno de
producción y de recepción textual *3. La arm azón m etateórica d e una
Retórica g e n e ra l plena cuenta con una im portante sección dedicada al
texto literario en sus diferentes niveles y aspectos y a la estructura
comunicativa cuyo centro ocupa aquél: en este sentido es decisiva la
función que en la Teoría d e la Literatura tiene la Poética lingüística
como teorización y análisis literarios realizados con instrum ental lin
güístico y especialm ente linguístico-textual'". La Retórica colabora con
la Poética lingüística en el afianzamiento d e los planteam ientos textuales
d e la Teoría d e la Literatura, lo que contribuye a la reactivación en la
m oderna teoría del texto literario d e los propios planteam ientos textua
les d e la Poética tradicional, d e p o r sí fuertem ente conectados con los
d e la Retórica. Se pro d u ce así la integración interdisciplinar retórico-
poética propuesta p o r Antonio García Berrio p ara la constitución de
una Retórica g en eral verd ad eram en te com pleta y viable >3.
La Retórica abarca en su totahdad la realidad del discurso retórico y
de su comunicación. El planteam iento teórico retórico dispone d e una
organización que está perfectam ente articulada de acuerdo con la a r
mazón d e la Semiótica gen eral y lingüística'® en tanto en cuanto incluye
Cfr. Antonio G arcía Berrio, Teoría d e la Literatura, c i t , págs. 140-179; Aron Kibedi
V arga, R hétorique et littérature. Étude d e structures classiques, París, D idier, 1970; B em d
Lüking, «Rhetorik und Literaturtheorie», en: H einnch F Plett (Hrsg.), Rhetorík. Kritische
Positionen zum Stand d e r Forschung, cit., p ág s 45-61, ]ean-M arie K linkenberg, «Rhétori
q ue et spécificité poétique», ihidem , págs, 77-92, Renato Barilli, Poética e Retorica, Milán,
Mursia, 1984; G rupo ¡i, Retórica general. Barcelona, Paidós, 1987; José María Pozuelo
Yvancos, Teoría del lenguaje literario, cit., págs. 159-194; Francisco Chico Rico, Pragmáti
ca y construcción literaria. Discurso retórico y discurso narrativo, Alicante, U niversidad
d e Alicante, 1988.
A propósito d e la Poética lingüística véase Antonio García Berno, Significado actual
d el formalismo ruso, Barcelona, Planeta, 1973, pág. 112, Antonio García Berrio, «Crítica
formal y función crítica», en: Lexjs, 1, 2, 1977, pág s 187-209; Antonio G arcía Berrio, «La
Poética lingüística y el anáhsis literario d e textos», en Tránsito, h-i, 1981, págs. 11-17;
Antonio García Berrio, «Más allá d e los "ism os" Sobre la im prescindible globalidad
crítica», en: Pedro Aullón d e Haro (coord.). Introducción a la crítica literaria actual,
M adrid, Playor, 1984, págs. 347-387, p ág s 358-360
'= Cfr. Antonio G arcía Berrio, «Retórica como ciencia de la ex p resiv id ad (P resupues
tos p a ra una Retórica general)», cit., p ág s 14 y 23-24
Sobre la Semiótica véase C harles Morris, «Foundations of the Theory of Signs», en
Charles Morris, Writings on the General Theory of Signs, La Haya, Mouton, 1971, págs 13-
71, María del C arm en Bobes Naves, La Semiótica como teoría lingüistica. M adrid, G redos,
1973; María del C arm en Bobes Naves, La Semiología, M adrid, Síntesis, 1989; Miguel
Angel G arrido G allardo, Estudios d e Semiótica literaria, M adrid, Consejo Superior d e
Investigaciones Científicas, 1982 A propósito de su relación con la Retórica, véase Sey-
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las relaciones d e índole sintáctica, que atañen al texto y a las relaciones
q u e en él se d a n ‘*, las relaciones d e carácter semántico, que conectan
el texto y el referente p o r él representado, y las d e carácter pragm áti
co, que se dan en tre el texto, el productor, el rec e p to r y el contexto. De
este m odo la Semiótica está im plicada en sus tres partes, la sintaxis, la
sem ántica y la pragm ática, e n la estructura textual-comunicativa global
q u e ofrece la Retórica. No q u iere esto decir, en ningún caso, q u e la
R etórica sea una ciencia d ep en d ien te d e la Semiótica, p ues una y otra
son dos disciplinas perfectam ente diferenciadas; lo que supone la rela
ción anteriorm ente expuesta es una colaboración entre Retórica y Se
miótica en la elucidación d e la realidad textual-comunicativa e incluso
en la p ro p ia aclaración m etateórica d e am bas ciencias. Hay q u e decir,
adem ás, que este acercam iento d e Retórica y Semiótica está fuerte
m ente vinculado a la relación existente entre la Retórica y la Lingüísti
ca, la cual, con la construcción d e la Lingüística textual, ad q u iere una
configuración sem iótica al am pliar su objeto d e estudio y su arm azón
m etodológica: tam bién está conectado con la relación d e la Retórica
con la Teoría d e la Literatura, que atiende a la totalidad del fenóm eno
literario. En im im portante pasaje d e su Retórica, A ristóteles da cuenta
d e la organización del X-óyoq o discurso retórico, con inclusión d e su
proyección sem ántica y pragm ática, como construcción d e la que for
m an p arte el orador, el contenido y el oyente'®; este planteam iento de
A ristóteles apoya la conexión d e las estructuras retóricas con el m arco
teórico g en eral que proporciona la Semiótica.
La solidez teórica d e la Retórica en su explicación d el discurso o
texto retórico la configura como una p o d ero sa ciencia d el discurso que
p o r m edio d e la Retórica g en eral entra plenam ente en la estructura
m etateórica d e la ciencia g en eral del texto, a la que ofrece categorías y
com ponentes decisivos p a ra la explicación d e éste. La condición de
arte, xéxvr), d e la Retórica se basa, precisam ente, en su fortaleza teórica
como ciencia: el hecho d e h a b e r sistematizado el discurso retórico y los
diversos factores d e su producción y d e su actualización comunicativa
m our Chatman, «Rhetorio and Semiotics», en: Seymour Chatman, U mberto Eco y Jean-
M arie K linkenberg (eds.), A Sem iotic LandscapelPanorama sém iotique, La Haya, Mouton,
1979, págs. 103-112; Antonio G a rd a Berrio y Tomás A lbaladejo, «Estructura composicio-
nal. M acroestructuras», en: Estudios d e Lingüistica, 1, 1983, págs. 127-180, págs. 130 y
sigs.; A ngel López G ard a, «Retórica y Lingüística: Una fundam entación lingüística del
sistem a retórico tradicional», en: José María Diez Borque (comp.), M étodos d e estudio de
la obra literaria, M adrid, Taurus, 1985, págs. 601-653.
Cfr. Tomás Albaladejo, Teoria d e los m undos p o sib les y m acroestructura narrativa.
Análisis de las novelas cortas d e Clarín, Alicante, U niversidad d e Alicante, 1986, pág. 17.
‘® Cfr. A ristóteles, Retórica, ed. cit., 13S8a39-1358b2: «Porque consta d e tres cosas el
discurso: el qu e habla, so b re lo q u e habla y a quién».
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ha hecho posible que la Retórica haya funcionado como arte d e la
persuasión p o r m edio del texto lingüístico: el análisis científico de la
realidad textual-comunfcativa ha perm itido la explicitación y la transm i
sión d e las reglas p o r las que se constituye aquélla. La Retórica, como
arte o técnica, proporciona al orador, productor del discurso retórico,
el instrum ental necesario para que éste construya d e modo adecuado y
efectivo dicho discurso en todos sus aspectos. Para cum plir este com e
tido, la-Retórica está afianzada como técnica com pleta en la que, dentro
d e una coherente globalidad, están diferenciadas varias secciones que
c o rresp o n d en a las distintas p artes de la elaboración y comunicación
discursiva. Estas dos dim ensiones de la Retórica no están, por tanto,
sep arad as ni incom unicadas entre sí; p o r el contrario, la situación d e la
Retórica como disciplina del discurso incluye conjuntam ente los aspec
tos relativos a su función como ciencia y a su función como arte. Como
James M urphy afirma, la Retórica es «el análisis sistemático del discur
so hum ano con el propósito d e aducir p recep to s útiles p ara el discurso
f u t u r o » d e tal m anera que en la Retórica hay una fundamental interac
ción en tre la explicación teórica y la producción textual práctica.
La Retórica tiene, en relación con la construcción del discurso retó
rico, un doble carácter: inductivo y proyectivo. Por un lado como
disciplina del discurso se ocupa d e los textos que ya existen, para
ex traer d e ellos inductivam ente, po r m edio del análisis, los elem entos
constantes y reg u la re s que definen su constitución en sus diferentes
niveles, y p o r otro lado se interesa proyectivam ente po r los discursos
futuros, p o r los textos retóricos que todavía no existen, los cuales han
de s e r construidos d e acuerdo con las reglas obtenidas en el análisis
m encionado. En el carácter proyectivo se basa la condición de la Retó
rica como preceptiva d e la construcción de los discursos. Pero hay que
tener p resen te que dichas reglas configuran la categoría discurso o
texto retórico y que el establecim iento del corpus teórico de la Retórica
ha seguido el camino que lleva de la realidad discursiva concreta a la
explícita sistematización d e ésta; el nacimiento d e la Retórica se p ro d u
ce a p artir d e la reflexión so b re el discurso con el preciso exam en
inductivo de los discursos existentes, que están a disposición del teori-
zador retórico, quien es consciente de los mecanism os d e producción
de este tipo d e textos. Como consecuencia d e esta inducción de la
realidad se lleva a cabo una abstracción por la que se obtienen los
elem entos generales y constantes de la construcción del texto retórico.
Cfr. James J. Murphy, «The O ngins and Early D evelopm ent of Rhetoric», en- James
J Murphy, A Synoptic Hislory o f Classical Rhetoric, Davis, H erm agoras Press, 1983, págs
3-18, pág. 3.
17
Esta abstracción d a como resultado la teorización retórica, es decir, la
determ inación d e las categorías y d e las relaciones categoriales retó ri
cas.
La realización concreta d e los discursos retóricos y el conjunto d e
éstos como clase textual constituyen la oratoria, a cuya existencia está
unida la d e la Retórica como explicitación d e la codificación a la que se
encuentran som etidos dichos discursos. La oratoria es un g é n e ro tex
tual con un im portante com ponente artístico que lo sitúa en tre los g é n e
ros literarios como resultado d e una voluntad y práctica estéticas en la
elaboración d el d iscu rso ^o , El corpus teórico d e la Retórica se proyecta
so b re los discursos d e esta clase que van a s e r construidos, en la
m edida en que p a ra su elaboración son seguidos como instrucciones
los contenidos teóricos. En relación con esta validez proyectiva d e la
Retórica se encuentran su dim ensión p ed ag ó g ica y su concepción como
a rte necesario p a ra la form ación del orador, y tam bién su estatuto de
ciencia d el discurso. La Retórica forma un sistem a que se obtiene a
p artir d e la realidad textual, p e ro q u e tam bién se proyecta so b re dicha
realidad.
La Retórica es un sistem a d e conocimiento históricam ente estableci
do y consolidado. El tratam iento exhaustivo p o r la Retórica d e su objeto
d e estudio ha p roducido una teorización con contenidos amplia y pun
tualm ente concernientes a los diferentes aspectos d e los discursos p e r
tenecientes a la clase textual oratoria. Como arte y como ciencia la
Retórica es un sistem a m etateórico provisto d e categorías y com ponen
tes perfectam ente estructurados y relacionados entre sí, d e tal modo
q u e dicho sistem a constituye un m odelo teórico d e explicación del
texto retórico y d e la estructura d e su comunicación, centrada en la
producción textuaPi. El carácter sistemático d e la Retórica como cien
cia del discurso c o rre sp o n d e al hecho d e que da com pleta cuenta de
una realidad cuya sistem aticidad es explicitada p o r el m odelo teórico
qu e esta ciencia ofrece.
Puede afirm arse que la Retórica es un sistema histórico que se ha
form ado progresivam ente con la articulación d e las diversas categorías
y d e los distintos com ponentes en los espacios teóricos co rresp o n d ien
tes, los cuales a su vez han sido consolidados en sí mismos y en sus
respectivas relaciones como secciones del m odelo retórico que las
sucesivas aportaciones teóricas han venido configurando. La sistemati-
18
zación retórica llevada a cabo en la A ntigüedad clásica es el punto de
partida y d e afianzamiento de esta disciplina, en la que las categorías
ofrecidas por- los retóricos clásicos forman una organización teórica
justam ente vigente en la ciencia retórica en épocas posteriores y en la
actualidad, al ofrecer el sistema retórico históricam ente establecido
explicaciones decisivas no sólo so b re el texto retórico, sino tam bién
so b re otras clases textuales, com prendidas las diferentes clases de
discursos literarios. La Retórica con la que contamos en el presen te ha
sido enriquecida p o r continuas aportaciones históricas relativas a los
diferentes espacios teóricos del m odelo, con la atención centrada en
unos aspectos más que en otros según el p eríodo histórico o los objeti
vos concretos d e los diversos retóricos; p ero la base de esta Retórica
h e re d a d a es ante todo deudora del magnífico esfuerzo de teorización
llevado a cabo p o r los retóricos g rieg o s y latinos.
El sistem a retórico se nos presenta como lo que podem os llamar
Rhetorica recepta, organización teórica que ha sido históricam ente ela
borada y a través del tiem po asimilada e incorporada en diferentes
m omentos al conocimiento contem poráneo so b re el discurso. C ierta
m ente, esa Retórica recibida ha experim entado im portantes matizacio-
nes y m odificaciones en su estructura teórica y en su misma concepción
durante el transcurso de su utilización e interpretación en épocas sucesi
vas. Esta Retórica es producto d e diversas contribuciones concernien
tes en distintos m omentos a diferentes aspectos del objeto d e estudio
d e la ciencia retórica; en la Edad Media, por ejem plo, se p restará una
atención especial al com ponente de organización global del texto,
m ientras q u e en los siglos XVIII y XIX las aportaciones co rresp o n d erán
principalm ente a los elem entos de exornación verbal del discurso.
Todas estas diferentes contribuciones, que muchas veces p ro ced en de
planteam ientos enfrentados acerca d e la esencia y de la función de la
Retórica, se integran en la Retórica que nos ha llegado históricam ente
configurada, con explicaciones y propuestas diversas en muchos casos,
p e ro asentada so b re un sistem a teórico general que la define y justifica.
Para Kibedi V arga la historia de la Retórica es trasladada a un siste
ma en el que son situados en una jerarquía de niveles las distintas
aportaciones c ro n o ló g ic a s ^ ^ . Aunque muchas d e las aportaciones que
se han hecho al corpus teórico de la Retórica no sean com pletas y
sistem áticas23, esta disciplina, globalm ente considerada, forma induda-
19
blem ente un sistema, q u e p o r su form ación y configuración he califica
do como histórico. La Rhetorica recepta es un corpus doctrinal acum u
lado que, p o r estar sistem áticam ente organizado, adm ite y conduce a
los lugares co rrespondientes las aportaciones teóricas que se han p ro
ducido. Ha sido precisam ente el siglo XX, en sus d écad as d e desarrollo
d e la teoría lingüística am pliada al texto y a la estructura pragm ática y
d e la Poética lingüística, el perío d o en el que m ayor interés se ha
puesto en la interpretación y reactivación d e la doctrina recibida y en
su conexión con el análisis textual y con la p ersp ectiv a lingüística de
explicación literaria, principalm ente con la p ropuesta y confirmación
d e la Retórica g e n e ra l^ .
Como sistem a retórico no cerrado, la Retórica p o se e plena actuali
d ad y p u e d e s e r em pleada adecuadam ente p a ra re sp o n d e r a cuestio
nes decisivas q u e en el m om ento p rese n te continúan planteándose en
los estudios del texto g en eral y del texto literario, si se lleva a cabo la
recuperación d el pensam iento histórico, según el concepto y la e x p re
sión acuñados p o r el profesor G arcía B errio^. Dicha recuperación
perm ite o b ten er en las aportaciones históricas soluciones a problem as
d e la construcción textual g e n e ra l y literaria. La recuperación del p e n
samiento histórico perm ite d a r justa entrada en el corpus teórico reacti
vado en su totalidad a aquellas p a rte s d e la Retórica que en algún
m om ento fueron desatendidas. El hecho d e que la Retórica no haya
tenido siem pre la misma am plitud teórica, habiendo q u edado en algu
nos p erío d o s reducido a planteam ientos p arciales el objeto d e estudio
d e esta disciplina, no im pide que el p ro g ram a retórico sea considerado
en su totalidad: antes bien, gracias a la recuperación del pensam iento
histórico, el concepto d e Rhetorica recepta incluye necesariam ente
todas las p a rte s d e dicho program a, organizado como sistem a que
co rresp o n d e a una realidad global.
La fundam entación d e la Retórica como ciencia d el discurso tiene
una dim ensión histórica, p e ro tam bién tiene una justificación actual. La
Retórica quedó establecida como ciencia del texto retórico, p e ro su
constitución y su am plitud han perm itido que q u e d e configurada como
20
ciencia del texto^®, gracias principalm ente a la aportación m etateórica e
interpretativa que ha supuesto la Retórica general, con la utilización de
categorías lingüístico-textuales y teórico-literarias junto a las d e la Rhe-
torica recepta. Como ciencia del texto, la Retórica actualizada y consoli
dada como Retórica g en eral tiene el texto como centro d e su objeto de
estudio, p e ro no deja d e aten d er al fenóm eno lingüístico-comunicativo
en el que está incluido el texto; en efecto, la ciencia del texto se ocupa
d el texto y del hecho comunicativo en el que éste es producido y
recibido.
La Retórica forma parte, d e este modo, de una ciencia g en eral del
texto d e la que forma parte junto con la Lingüística textual y junto con
una p arte muy im portante d e la Teoría teoría literaria form ada po r las
contribuciones textuales de la Poética lingüística y de la Poética tradi
cional. Las ya m encionadas conexiones del sistema retórico con el
m arco semiótico hacen posible una perfecta articulación retórica de la
realidad del fenómeno textual, lo cual reafirma la posición de la Retórica
como com ponente m etateórico fundamental d e la ciencia general del
texto. La elaboración actual de una ciencia textual no p u ed e llevarse a
cabo sin contar con los indispensables planteam ientos que ofrece la
Retórica como sistem a recibido que ha sido constituido históricam ente
y que es actualizado en la totalidad de sus com ponentes y categorías.
21
2.
La formación del sistema
retórico
‘ V éase G eorge Kennedy, The Art o í Persuasión in G reece, New Jersey, P nnceton
University Press, 1972.
® Cfr. Jam es J. Murphy, «The O rigins and Early Developm ent of Rhetonc», cit., p ág s.
3-4.
^ Cfr. ibidem , pág. 4; Vasile Florescu, La rhétorique el ¡a néorhétorique G enése,
Évolution, P erspectives, Bucarest, Editura Academiei, 1982, págs 10 y sigs
3.-^
p a ra la actuación comunicativa d e índole persuasiva, según unos ante
los tribunales y según otros ante la asam blea política. Este incipiente
sistem a fue llevado a la G recia m etropolitana p o r Tisias, discípulo de
Córax'‘. En sus p rim eros pasos la Retórica g rie g a se encuentra unida a
los sofistas, al se r considerada esta disciplina, d e sd e un punto d e vista
filosófico y m oral, como una técnica al servicio d e la obtención d e un fin
determ inado, con independencia d e la v erd ad . En este sentido destaca
el ataque d e Platón a la Retórica en el diálogo Corgias^, así como en el
diálogo Protágoras^ sin em bargo, en otro diálogo, el Fedro"^, hace una
presentación positiva d e la Retórica. Fue precisam ente G orgias de
Leontino, siciliano, el p rim e r retórico que alcanzó una g ran significa
ción p o r su explicitación d e determ inados recursos d e la p ro sa d e arte,
q u e gracias a éstos e ra diferenciada d e la p ro sa común®; G orgias se
había instalado en Atenas en la segim da m itad del siglo V a. C. y allí
ejerció una g ran influencia con sus enseñanzas retóricas. Otros réto res
conocidos en estos p rim eros m om entos son Trasím aco e Hipias. Algu
nas décadas p osterio r a G orgias es Isócrates, cuya influencia tam bién
es decisiva en estos m om entos d e configuración inicial d e la Retórica,
no sólo p o r su planteam iento d e la p ro sa d e arte basada en la oración
periódica, en la que p a ra evitar la monotonía se m antiene la expecta
ción d el público hasta que se com pleta el significado, sino tam bién po r
su p ro g ram a d e educación racional®.
‘ Cfr. Jam es, J. Murphy, «The O rigins and Early D evelópm ent of Rhetoric», cit., pág. 4.
V éase Josef Martin, A ntike Rhetorik. Technik und M ethode, Mvinich, Beck, 1974, pág. 1.
® Cfr. Platón, Gorgias, traducción d e J. Calonge, en: Platón, Diálogos, M adrid, C redos,
vol. ni, 1983. V éase A rm ando P lebe y Pietro Emanuele, Manuale di retorica, cit., págs. 5 y
sigs.; Renato Barilli, Retorica, Milán, Isedi, 1979, págs. 7-14.
• Cfr. Platón, Protágoras, traducción d e C arlos C a rd a Cual, en: Platón, Diálogos,
M adrid, C redos, vol. I, 1981.
’ Cfr. Platón, Fedro, en: Platón, El banquete, Fedón, Fedro, traducción d e Luis Gil,
M adrid, C uadarram a, 1979, 3.» ed. V éase a este resp ecto la clásica o b ra d e W ern er
Jaeger, Paideia, México, Fondo d e C ultura Económica, 1978, 2.“ ed., reim pr., págs. 982-
998, y R ichard M. W eaver, The Ethics o f Rhetoric, Davis, H erm agoras Press, 1985, págs.
3-26.
® Cfr. Femcindo Lázaro C arreter, Discurso d e investidura d e Doctor «honoris causa»,
M adrid, Ediciones d e la U niversidad Autónoma d e M adrid, 1988, págs. 25-26; Jam es J.
Murphy, «The O rigins and Early D evelópm ent of Rhetoric», cit., págs. 10-12.
o Cfr. ihidem , págs. 12-15; E duard N orden, Die antike Kunstprosa. Vom VI. Jahrhun-
dert V. Chr. b is in die Zeit d e r Renaissance, Darmstadt, W issenschafthche Buchgesell-
schaft, 1974, vol. 1, págs. 113 y sigs.; W e m e r Jaeg er, Paideia, cit., págs. 830-856 y 922-950;
Alfonso Reyes, La critica en la e d a d ateniense, en: Alfonso Reyes, O bras com pletas, vol.
Xni, México, Fondo d e Cultura Económica, 1983, reim pr,, págs. 182 y sigs.
24
¡ Con la Retórica d e Aristóteles esta disciplina queda plenam ente
■"‘implantada, en el siglo IV a. C., en el sistema d e pensam iento d e la
A ntigüedad clásica. Esta obra d e A ristóteles es fundamental p ara la
consolidación histórica d e la Retórica, p o r una p arte po rq u e la define y
aclara su función, y p o r otra p a rte p o rq u e establece categorías im pres
cindibles p a ra la constitución del sistem a retórico, como son el propio
concepto d e discurso, los g é n e ro s d e oratoria, las operaciones que
realiza el orador, las diferentes funciones d e los oyentes del discurso
en relación con éste, etc. Incluso la fundam entación ló g ica" de la cons
trucción argum entativa que ofrece Aristóteles contribuye al afianza
m iento de la Retórica con la colaboración d e la Dialéctica en una parte
tan m edular d e la actividad com unicativo-persuasiva como es la defen
sa razonada d e la posición m antenida po r el orador.
La Retórica d e A ristóteles había puesto las b ases y las líneas m aes
tras p a ra la construcción d e una explicación com pleta del fenómeno
retórico, esto es, de todos los elem entos que lo com ponen y de las
relaciones que entre éstos existen. Los tratados retóricos posteriores
j rán com pletando aspectos concretos del esquem a retórico general o
confirm arán su estructura global ofreciendo un tratam iento integral del
amplio objeto retórico constituido por el discurso y p o r los dem ás
elem entos retóricos. La creación de un m arco teórico que progresiva-
m e ^ e iba siendo aceptado y que servía como espacio global d e refe
rencia m etateórica fue, sin duda, un logro absolutam ente im prescindi
ble p a ra la form ación del sistema retórico. En este m arco p u eden se r
situadas diferentes contribuciones retóricas, como las de H erm ágoras
d e Temnos en el siglo II a. C. acerca de los estados de la causa^, que
implican la relación entre el orador, el discurso y los hechos so b re los
que éste versa. Igualmente, las tem pranas aportaciones al estudio del
estilo hechas p o r Teofrasto*^, que vivió en los siglos IV y III a. C., así
Cfr A ristóteles, Retórica, ed. cit.; Antonio Tovar, «Introducción» a esta edición,
Forbes I. Híll, «The R hetonc oí Aristotle», en James J M urphy (ed ). A Synopüc History o í
ClassicalRhetoric, cit.. págs. 19-7&-. G E B Sairwshury, A History o íC n ticism and Literary
Vaste in Europe, G inebra, Slatkine, 1971, vol I, pág s 39 y sigs , G. M A. G rube, The
G reek and Román Critics, Londres, Methuen, 1968, págs. 92 y sigs.; Alfonso Reyes, La
antigua Retórica, en: Alfonso Reyes, Obras completas, vol. III, cit., págs. 375 y sigs.
** V éase a este respecto Renato Barilli, Retorica, cit , págs. 19-22; Paolo Orvieto, «La
retorica antica dalle origini al Rinascimento e la sua attualitá», en- Clotilde Pontercorvo (a
cura di). Discorso e retorica, Turín, Loescher, 1981, págs. 50-109, págs. 66 y sigs.
Cfr. Jam es J. Murphy, «The A ge of Codification' H erm agoras and the Pseudo-
C iceronian Rhetorica ad Herennium», en- James J. M urphy (ed.), A Synoptic H istory o f
Classical Rhetoric, cit., págs. 77-89, págs. 80-82; O. M A G rube, The G reek and Román
Critics, cit., págs. 142-144.
Cfr. ihidem , págs. 103 y sigs.
25
como el im portante tratado Sobre el estílo atribuido a Dem etrio Fale-
r e o ‘^, se sitúan en el espacio retórico co rresp o n d ien te a la p a rte verb al
del discurso; lo mismo su ced e con las aportaciones realizadas poste
riorm ente tam bién a propósito d e las cuestiones d el estilo en el siglo II
d e nuestra e ra en la p a rte g rie g a d el Im perio Romano p o r H erm ógenes
d e Tarso*®. En la configuración d e la Retórica en el m undo g rie g o en
estrecho contacto con Roma d esem peña un p a p e l destacado en el siglo
I a. C. la obra retórica d e Filodem o d e Gadara*®. De extraordinaria
im portancia es la o b ra Sobre lo sublim e, d e fecha incierta, p ro b ab le
m ente del siglo I d e nuestra era*^.
Como M urphy afirma, la Retórica g rie g a había sido som etida a uíí]
p roceso d e codificación p o r los estudiosos helenísticos, d e tal m odo^
que, doctrinalm ente estructurada, fue recibida en Roma a m ediados del
siglo 11 a. C. La actividad teórica llevada a cabo en la cultura latina en
el cam po d e la Retórica fue decisiva p a ra la consolidación d e esta
disciplina en todos sus aspectos*®. Es im portante la figura d e Catón el
Viejo, que vivió e n los siglos II y III a. C. y cuyo tratado retórico no se
ha conservado^o. La Rhetorica ad Herennium, obra anónima d e a lre d e
d o r d el año 90 a. C!, es el tratado fe tó fic o ^ ñ s e rv a d o más antiguo escri
to en latín^*. Esta retórica ofrece una sistematización exhaustiva del fenó-
Cfr. D em etrio, Sobre el estilo, traducción d e José G arcía López, M adrid, C redos,
1979. Sobre la fecha d e esta obra, v éase la «Introducción» d e G arcía López a esta
traducción y tam bién G. M. A. G rube, The G reek and Román Crítics, cit., p ág s. 110 y
sigs., y J. W. H. Atkins, Literary Criticism in Antiquity, G loucester, Mass., Smith, 1961, vol.
n, págs. 196 y sigs. El exam en d e las fechas p ro p u estas y su pro p io análisis llevan a
G arcía López a situar este tratado en fecha p o sterio r al siglo III e incluso al II a. C.; cfr.
José G arcía López, «Introducción», cit., pág. 16.
Cfr. G. M. A. C rube, The G reek and Román Crítics, cit., págs. 338-339.
Cfr. ibidem , págs. 200-206.
Cfr. Pseudo-Longino, Sobre lo sublim e, traducción d e José G arcía López, M adrid,
C redos, 1979; José G arcía López, «Introducción» a esta traducción, págs. 136-140; G. M.
A. G rube, The G reek and Román Crítics, cit., págs. 341-353; J. W. H. Atkins, Literary
Criticism in Antiquity, cit., vol. II, págs. 210-253.
Cfr. Jam es J. Murphy, «The A ge of Codification: H erm agoras and the Pseudo-
Ciceronian Rhetorica ad Herennium», cit., pág. 80.
'» V éase M arcelino M enéndez Pelayo, Historia d e las ideas estéticas en España, Ma
drid, Consejo Superior d e Investigaciones Científicas, 1974, vol. 1, págs. 111 y sigs.;
G eorge Kennedy, The A rt ofR h eto ríc in the Román World, New Jersey. Princeton Univer-
sity Press, 1972; J. D. D'Alton, Román Literary Theory and Criticism, Nueva York, Russell
and Russell, 1962.
” V éase J. W. H. Atkins, Literary Criticism in Antiquity, cit., vol. 11, pág. 16.
Cfr. A d C. Herermium d e ratione dicendi, edición bilingüe latín-inglés d e H. Ca-
plan, L ondres-C am bridge, Mass., Heinemann y H arvard University Press, 1968. V éase
Jam es J. Murphy, «The A ge of Codification: H erm agoras and the Pseudo-Ciceronian
Rhetorica ad Herennium», cit., p ág s. 82 y sigs.; G. M. A. G nibe, The G reek and Román
Critics, cit., págs. 165-167.
26
m eno retórico, en la que se trata d e las cinco operaciones retórica
d e las p artes del discurso, d e las figuras, etc. Su influencia en la form;
ción d el sistem a retórico como instrum ental com pleto de análisis d<
fenóm eno retórico en todos sus aspectos es extraordinaria.
Junto a la Rhetorica ad Herennium, que fue atribuida a Cicerón, hs
que situar, a propósito d e la consolidación romana de la Retórica, >
conjunto d e tratados retóricos del propio C icerón, posteriores en v.
rías décadas a aquel anónimo texto, que como, tal conjunto forman l
sistem a teórico d e explicación r e t ó r i c a ^ ^ C icerón contaba para su te'
rización con una práctica oratoria de la que son m uestra sus excelentf
discursos en perfecta prosa artística l a t i n a c a r a c t e r i z a d a por el u;
del perío d o como equilibrada unidad sintáctica de pensam iento. I
p rim era obra retórica d e Cicerón es De inventione^^, tratado escrito e
su juventud, en el cual se ocupa no sólo de la invención retórica, sir
tam bién d e los diferentes com ponentes del corpus teórico d e la Retói
ca aceptada que rep resen tab a la muy técnica Rhetorica ad Herenmui
Muchos años d esp u és de h ab er escrito De inventione, Cicerón produ
sus ob ras retóricas d e m adurez. De oratore^^, el Orator^^, las Partiti
nes oratoriae^ y la Tópica^. En la aportación d e C icerón a la Retórií
destaca De oratore, obra en la que trata de la formación del orador
d e los elem entos del discurso. En el Orator hace una defensa de
elaboración verb al del discurso, ofreciendo una teoría d e la pro
“ Cfr. Marco Fabio Ouintiliano, Institutio oratoria, ed. cit. Sobre Ouintiliano véase G.
E. B. Saintsbury, A History o f Criticism and Literary Taste m Europa, cit., vol. I, págs. 289-
321; Jean Cousin, É tudes su r Quintilian, París, Bouvin, 1936; G eo rg e Kennedy. The A rt o f
R hetoric in the Román World, cit., págs. 487-514; G. M. A. G rube, The G reek and Román
Critics, cit., págs. 284-307; ]. W. H. Atkins, Literary Criticism in Antiquity, cit., vol. II, págs.
254-298; Prentice A. M eador, «Quintilian and the Institutio oratoria», en: Jam es J. M urphy
(ed.), A Synoptic History o f Classical Rhetoric, cit., págs. 151-176.
” Cfr. Prentice A. M eador, «Quintilian and the Institutio oratoria», cit., págs. 151-152.
’>. Cfr. C om elio Tácito, Diálogo so b re los oradores, edición bilingüe d e R oberto
H eredia, México, U niversidad Nacional Autónoma d e México, 1977, I.
“ Cfr. Michael W interbottom (ed.), Román Declamation, Bristol, Bristol Classical
Press, 1980.
28
enseñanzas retóricas tenían una función muy im portante las exercita tie
nes, ejercicios o prácticas que los alum nos d e los m aestros d e Retórica
hacían como ensayo de la construcción y emisión d e discursos que se
realizaba escribiendo, leyendo y diciendo, es decir, p o r m edio de la
redacción, la lectura de textos de autores, que funcionan como m odelos
objeto d e imitación, y la pronunciación d e d iscursos^. Un elem ento
destacado en estos ejercicios lo constituían las declam aciones o contro
versias escolares (scholasticae controversiae) en las que dos estudian
tes d e Retórica se enfrentaban actuando con sus correspondientes dis
cursos en juicios ficticios^, práctica de la que se han m antenido algu
nos aspectos en la formación jurídica.
La se rie histórica d a tres elem entos doctrinales form ada p o r la
Rhetorica ad H erennium ^éi conjunto de obras retóricas d e Cicerón y la
ynstitutio oratoria d e Quintiliano, exhaustivo tratado h e re d e ro de los
dos elem entos anteriores, es el fundamento d e la Rhetorica recepta,
que como corpus teórico contiene las categorías y las líneas principales
del sistema retórico históricam ente constituido. La Retórica había sido
c read a en Grecia, p e ro fue la actividad teorizadora d e los romanos, con
su espíritu práctico, la que produjo una sistematización retórica sum a
m ente coherente y sólida^. La corriente de pensam iento que en la
elucidación retórica conduce desde las propuestas g rieg as iniciales
hasta Ouintihano no se detiene en la Institutio oratoria, si bien encuentra
en ésta un punto de llegada, d e afianzamiento y tam bién d e partida
p ara la persistencia dinám ica d e un sistema que sufrirá m odificaciones
d e acuerdo con las condiciones y exigencias d e cada época y que en el
caso de que, como así ha sucedido, p ierd a en determ inado momento,
p o r una acción d e b o rrad o o exclusión cultural^®, alguno de sus com po
nentes teóricos, lo que habrá experim entado es la desconexión durante
un p eríodo d e tiempo, que p u e d e se r muy largo en muchas ocasiones,
d el com ponente aparentem ente perdido, el cual existe como casilla
vacía que, p o r m edio de la activación m etateórica de aquél, volverá a
s e r llenada p o r un contenido teórico históricam ente recuperado.
Cfr. M arco Fabio Quintiliano, ¡nstjtutio oratoria, ed cit,, 10, 1, 1 V éase tam bier
Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit , §§ 1092-1150
^ Cfr ibidem , § 1147, James ] Murphy, «The End of the Ancient W orld' The Seconc
Sophistic and Saint Augustine», en: Jam es J. M urphy (ed.), A Synoptic History o í Classica
Rhetoric, cit., págs. 117-184
“ V éase Alfonso Reyes, La antigua Retórica, cit • Josef Martin, A ntike Rhetorik. Tech
nik und M ethode, cit.; Roland Barthes, «L'ancienne rhétorique. Aide-m em oire», en: Com
munications, 16, 1970, págs. 172-223
“ Cfr. Antonio G arcía Barrio, «II ruolo della retorica neU 'analisi/interpretazione de
testi letterari», en: Versus, 35-36, 1983, págs. 99-154.
El período de la Retórica latina posterior a Quintiliano se caracteriza
por la insistencia e7rT á"ánñazóñteórica establecida por la Institutio
oratoria, en pleno desarrollo d e la llamada «segunda Sofística», desde
la segunda mitad del siglo I d. C. hasta el siglo Las aportaciones de
los retóricos latinos m en o re s^ son im portantes po r la confirmación que
suponen para las ideas retóricas ya implantadas y asimiladas, p ero
también po r determ inados planteam ientos que sin duda contribuyen a
un enriquecimiento del corpus doctrinal establecido.
" Un rasgo decisivo d e la Retórica clásica, que es base de una cons
tante del desarrollo retórico, es su colaboración con la Poética én el
nivel en el que ésta no ofrecía una explicitación d e las características
\ del objeto d e estudio equivalente al proporcionado por la Retórica. El
^tratamiento retórico d e los dispositivos lingüísticos d e la prosa artística
no tenía correspondencia en la Poética, que por ello comienza ya en la
Antigüedad a tomar de la Retórica la sistematización de los recursos
elocutivos, con el fin de explicar la construcción verbal del texto litera-
rio39. ^
La Retórica m edieval ofrece contribuciones im portantes para la
constitución~3§tTrt§!eníárretórico. La enseñanza d e esta disciplina se'
m antiene en la Edad Media p o r su pertenencia al conjunto de las siete
artes liberales, ^ e n lro del cual está agrupada con la Gramática y la
Lógica en elJTnvjum*’. Tras im período de transición del que forman
parte San Agustín, Casiodoro y San I s i d o r o e l planteamiento renova-
” Cfr. G. M. A. G nibe, The G reek and Román Critics, cit., págs. 325 y sigs.; James J.
Murphy, «The End of the Ancient W orld: The Second Sophistic and Saint Augustine», cit.,
págs. 177-178; Alain Michel, La parole et la beauté. Rhétorique eí Esthétique dans la
tradition occidentale, París, Les Belles Lettres, 1982, págs. 101-138.
“ Cfr. C. Halm (ed.), Rbetores Latini m inores, Leipzig, Teubner, 1863 (reim pr., Frank-
furt. Minerva, 1964^
“ Cfr. Antonio García Berrio, «Retórica como ciencia d e la expresividad (Presupues
tos para una Retórica general)», cit., pág. 22; Antonio García Berrio, Teoría d e la Literatu
ra, cit., págs. 21-22. Afirma García Berrio: «Lo que se p roduce p or tanto en la antigüedad
es una progresiva indistinción y síntesis d e las dos g ran d es disciplinas del discurso,
Poética y Retórica, y no una sim ple retorización con em pobrecim iento d e la Poética», cfr.
ibidem , pág. 22.
*° Cfr. Em st Robert Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, Madrid, Fondo
d e Cultura Económica, 1981, vol. I, págs. 63 y sigs.
Cfr. ibidem , págs. 114-117: E dgar d e Bruyne, Estudios de Estética m edieval, Ma
drid, G redos, 1958, 3 vols., vol. 1, págs. 44 y sigs.: Wladislaw Tatarkiewicz, Storia
delI'Estetica, Turín, Einaudi, 1979-1980, 3 vols., vol. II, págs. 60 y sigs.; Jam es J. Murphy,
«The End of the Ancient W orld: The Second Sophistic and Saint Augustine», cit., págs.
183-184; Antonio García Berrio y Teresa Hernández, La Poética: Tradición y Modernidad,
cit., págs. 22-23; James J. Murphy, Rhetoric in the M iddie A ges, Berkeley, University of
California Press, 1981, reim pr., págs. 43 y sigs.
30
dor d e la Retórica, aunque dentro del sistema consplidade^-se produce
con el establecimiento de la^ artes medievales^^. (I.as artes dictam irii^/
constituyen la Retórica de la composición epistolar y son un apoyo para
la idea de estructura textual del discurso retórico''^, que es fundamental
en el pensam iento retórico medieval; con las artes dictaminis se produ
ce un desplazam iento del canal de la comunicación retórica desde el
eje acústico-momentáneo, de índolg^r-a-lr-haeia-el^je visivo-estable, de
carácter escrito'*'’. También l a s a r o s p r a e ^ j^ ^ d ip e íu e r z a n en el siste
ma retórico la organización textuaf y activan los dispositivos de resu
men y división temáticos para que los oyentes no pierdan la concepción
_global del serm ón mientras lo escuchan'*®. Por su parte fas artes^ poetir
P J s á m edievales tienen una gran influencia retórica"'^ e ñ T ^ q u e se
Cfr. Ernst Robert Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, cit,, vol I, págs
117 y s'igs.: Edgar d e Bruyne, Estudios de Estética medieval, cit , vol II, págs 15 y sigs ,
C harles S. Baldwin, M edieval Rhetoric and Poetics, Londres, MacMillan, 1959, reim pr ;
James J. Murphy, Rhetoric in the Middle A ges, cit , James J Murphy (ed.), Three Medieval
Rhetorical Arts, Berkeley, University of California Press. 1985, reim pr . A ndrea Battistini y
Ezio Raimondi, Retoriche e Poetiche dommanlt, en Alberto Asor Rosa (a cura di) iettera-
tura Italiana, vol, III, Le form e del testo, 1. Teoría e poesia, Turín, Einaudi, 1984, págs. 5-
339, págs. 20 y sigs.
" Sobre las artes dictaminis véase Ludwig Rockinger, Brieísteller und Formelbucher
des elften bis vierzehnten Jahrhunderts, Nueva York, Frankhn, 1961, reim pr.; Ernst Ro
bert Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, cit,, vol I. págs 117-118: Edgar de
B ru ^ e , Estudios de Estética m edieval, cit., vol. II, págs. 15-20; James J. Murphy, Rhetoric
in ü:e Middle A ges, cit., págs. 194-268; Martin Camargo, «Toward a C om prehensive Art
of Written Discourse: Geoffrey of Vinsauf and the /.r s Dictaminis», en Rhetorica, 6, 2,
1988, págs. 167-194.
^ Sobre los ejes d e la comunicación, véase Luigi Heilmarm, «Prem esse storiche», en:
Luigi Heilmaim y Eddo Rigotti (a cura di), La lingüistica: aspetti e problem i, Bolonia, II
Mulino, 1975, págs. 13-34, pág. 14; Luigi Heilmarm, «Problemi grafici del ladmo fassano.
Analisi e proposte», en: Mondo Ladino, O uaderni 1-c, la Lingua, 1978, págs. 57-71, págs.
58-59; véase tam bién Francisco Chico Rico, Pragmática y construcción literaria, cit., págs.
111-113.
" A propósito de las artes praedicandi, véase T M Charland, Artes praedicandi
Contribution á l'histoire de la Rhétorique au Moyen Age, París, Vrin, 1936: E dgar de
Bruyne, Estudios de Estética medieval, cit , vol II, págs. 56-75, James J Murphy, Rhetoric
in the Middle A ges, cit., págs. 269-355.
V éase a propósito de las artes poeticae Edmond Paral, Les Arts Poétiques du XII'’ et
du XI!I‘ siécle, París, Champion, 1971; Edgar d e Bruyne, Estudios de Estética medieval,
cit., vol. II, págs. 20-56; Paul Zumthor, Essai de poétique m édiévale, París, Seuil, 1972,
Paúl Zumthor, Lingua e tecniche poetiche nell'etá romanica, Bolonia, II Mulino, 1973; Paúl
Zumthor, Langue, texte, enigm e, París, Seuil, 1975, James J Murphy, Rhetoric in the
Middle A ges, cit., págs. 135-193, Ernst Robert Curtius, Literatura europea y Edad Media
latina, cit., vol. I, págs 212 y sigs
" Cfr. Antonio García Berrio y Teresa Hernández, La Poética Tradición y Moderni
dad, cit., pág. 22; Antonio García Berno, «Poética e ideología del discurso clásico», en:
Revista de Literatura, 41, 81, 1979, págs 5-40, págs 11-12.
31
refiere a la estructura textual de la obra y prestan una gran atención a
la organización rítm ico-versal^, im prescindible en la explicación de la
literatura en estas artes*^, p e ro que tam bién estaba presente en las
artes dictaminis^. Las tres artes coinciden no sólo en el interés po r la
í
l organización qlobaT del T6Xfo smó~también eñT á^te n c ió n li Joa eíém^^
'.tos de exornación tféléstifó-corneo m edio dé"em bellecimiento del com-
Iponente vérbal d e la carta; d el serm ón o de la obra literaria®*. En la
Edad"Medía lo níás significativo p ara el sistema retórico es lá consolida
ción de la construcción textual en su estructura profunda y en sus
aspectos d e la estructura d e superficie, así como la aproxim ación d e la
Retórica a la Poética. —.
La Retórica mantiene im papel d e gran importancia en el Renani-'
m iento. Los cuatro cornponentes de la doctrina estético-literaria d e este
período son, como ha estudiado García B erria^el píatónicb, é l aristoté
lico, el horaciano y el retóricb®*^ El pensam iento poético y retórico
renacentista supone una recepción y una asimilación de los plantea
mientos e instrumentos teóricos procedentes del mvmdo clásico, con
una actitud humanista de descubrim iento e interpretación®^. En el Rena-
^2
cimiento se llevó a cabo la utilización de la Retórica para la explicación
poética, en concreto, a propósito de los comentarios de la Epístola ad
Pisones de Horacio®^, produciéndose «la tendencia, de entidad no des
deñable, a la conglom eración retórico-poética»®®, según ha expresado
el profesor García Berrio, quien ha explicado que los comentarios
intentaron adaptar el pensam iento horaciano al esquem a formado por
las tres operaciones retóricas fundamentales®®, que en la segunda parte
de este libro estudiamos como operaciones constituyentes de discurso.
Esta actitud teórica mantenía la tendencia a la retorización de la Poética,
p ero tam bién suponía una poetización de la Retórica, que ya se había
iniciado cuando ésta pasó a ocuparse del funcionamiento de los disposi
tivos lingüístico-artísticos del texto literario®'^. La Retórica conservaba
activas en este acercam iento a la Poética las operaciones atinentes al
referente y a la estructuración textual, operaciones de inventio y dispo-
siüo, respectivam ente, así como la relativa a la sección verbal del texto,
operación de elocutio.
En el Renacimiento se ab re el camino a una Retórica autónoma y
diferenciada de la Poética®®; es la Retórica extensam ente cultivada en
los siglos XVI y XVII, en los que junto a la Retórica común adquiere
gran importancia la religiosa®®. La relación de tratadistas retóricos o
ca e Poética del '500, Bari, Lalerza, 1970-1973, 4 vols.; B em ard W einberg, A History o í
Literary Criticisw in the Italian Renaissance, Chicago. The Chicago University Press, 1961,
2 vols.; Marcelino M enéndez Pelayo, Historia de las ideas estéticas en España, cit , vol I.
págs. 623-837; G. E. B. Saintsbury, A History oíCriticism and Literary Taste in Europe, cit.,
vol. II; Baxter Hathaway, The A g e o í Criticism. The Late Renaissance in Italy, W estport,
Conn., G reenwood, 1972, reim pr.; Marc Fumaroli, L 'A ge de l'Éloquence. Rhétorique et
«res literaria» d e Ja Renaissance au seuil de l'époque classique, G inebra, Droz, 1984, 2.=
ed.; James ]. M urphy (ed.), Renaissance Eloquence, cit.; Eugenio Garm, M edioevo y
Renacimiento, Madrid, Taurus, 1981, págs 95 y sigs.; A ndrea Battistini y Ezio Raimondi,
Retoriche e Poetiche dommanti, cit
^ Cfr. Quinto Horacio Flaco, Ars Poética, edición bilingüe latín-inglés de H Rushton
Fairclough, Londres-Cam bridge, Mass , Heinemann y Harvard University Press, 1970.
“ Cfr. Antonio García Berrio, Formación de la Teoría Literaria moderna. I La tópica
horaciana en Europa, cit., pág. 37.
“ Cfr. ibidem , págs. 37-65
" Cfr. Antonio García Berrio, Teoría de ¡a Literatura, cit , pág 23
“ Cfr ibidem , pág. 22.
39 V éase Marcelino M enéndez Pelayo, Historia de ¡as ideas estéticas en España, cit.,
vol I, págs. 623-673, y la sistematización de las contribuciones históricas llevada a cabo por
Antonio García Berrio, Formación d e la Teoría Literaria moderna, 1. La tópica horaciana
en Europa, cit.; Antonio García Berrio, Formación de la Teoría Literaria moderna, 2.
Teoría poética del Siglo d e Oro, cit,, Antonio García Berrio, Introducción a la Poética
clasicista, cit. V éase tam bién Antonio Vilanova, «Preceptistas de los siglos XVI y XVII»,
en- W .A A ., Historia general de ¡as Literaturas Hispánicas, Barcelona, Barna, 1953, vol. III,
33
relacionados con la Retórica en este período es amplísima e incluye a
Fray Luis d e Granada, a Juan Luis Vives, a Benito Arias Montano, a
Miguel de Salinas, a Erasmo, a Philip Melanchton, etc.®°. En la Retórica
("íéspañí^a del siglo XVI encontram os im planteam iento muy completo de
^ lár disciplina en la obra retórica del Brócense^* y un importante y
ordenado planteam iento centrado en el discurso en Antonio Llull®^, Sin
em bargo, tiene lugar en el siglo XVI ima reflexión sobre las relaciones
entre las diferentes ciencias, en la que Vives se ocupa de la Retórica
dentro de un sistema d e disciplinas®^ y plantea el problem a de la
págs. 565-692; Antonio Martí, La preceptiva retórica española en el Siglo d e Oro, Madrid,
C redos, 1972; José Rico Verdú, La Retórica española d e los siglos XVI y XVII, Madrid,
Consejo Superior d e Investigaciones Científicas, 1973; Luisa López C rigera, «Introduction
to the Study of Rhetoric in Sixteenth Century Spain», en: Díspositio, 8, 1983, 22-23, págs. 1-
18; Elena Artaza, El «ars narrandi» en el siglo XVI español. Teoría y práctica, Bilbao,
U niversidad d e Deusto, 1989; Marc Fumaroli, L 'Á ge d e I'Éloquence, cit.; James J. Murphy
(ed.), Renaissance Eloquence, cit.; Don Abbot, «La Retórica y el Renacimiento: An O ver
View of Spanish Theory», ibidem , págs. 95-104; Alex L. Cordon, «The A scendance of
Rhetoric and the Struggle for Poetic in Sixteenth-Century France», ibidem , págs. 375-384;
Helmut Schanze, «Problems and T rends in the History of Germ án Rhetoric to 1500»,
ibidem , págs. 105-125; John W. O'Malley, «Content and Rhetorical Forms in Sixteenth-
C entury Treatises on Preaching», ibidem , págs. 238-252; John O W ard, «Renaissance
Commentators on Ciceronian Rhetoric», ibidem , págs. 126-173; Marc Fumaroli, «Rhetoric,
Pohtics, and Society: From Italian Ciceronianism to French Classicism», ibidem , págs. 253-
273; Judith Rice Henderson, «Erasmus on the Art of Letter-Writing», ibidem , págs. 331-
355; Aron Kibedi Varga, «Rhetoric, a Story or a System? A Challenge to Historian of
Renaissance Rhetoric», cit.; Klauss Dockhom, nRhetorica movet: humanismo protestante y
renacimiento carolingio», en: Helmut Schanze (comp.). Retórica. Contribuciones sobre su
historia en Alemania. Siglos XVI a XX, Buenos Aires, Alfa, 1976, págs. 19-51.
“ V éase Antonio Martí, La preceptiva retórica española en el Siglo d e Oro, cit.; José
Rico V erdú, La Retórica española d e los siglos XVI y XVII, cit.; Antonio García Berrio,
Formación de la Teoría Literaria m oderna, 2. Teoría poética del Siglo d e Oro, cit.; James
J. Murphy, «One Thousand N eglected Authors: The Scope and Im portance of Renaissance
Rhetoric», en: James J. M urphy (ed.), Renaissance Eloquence, cit., págs. 20-36.
Cfr. Francisco Sánchez d e las Brozas, De arte dicendi, edición bilingüe d e Eusta
quio Sánchez Salor, y Francisco Sánchez d e las Brozas, Organum dialecücum et rhetori-
cum, edición bilm güe d e C ésar C haparro, en: Francisco Sánchez d e las Brozas, Obras, I.
Escritos retóricos, C áceres, Institución Cultural El Brócense, 1984 Cfr. Antonio García
Berrio, Formación d e la Teoría Literaria moderna, 2. Teoría poética del Siglo d e Oro, cit.,
págs. 52-60; Antonio Martí, La preceptiva retórica española en el Siglo d e Oro, cit., págs.
62 y sigs.
“ V éase el extenso exam en que Antonio García Berrio ha hecho del tratado De
oratione d e Antonio Llull; Antonio García Berrio, Formación d e la Teoría Literaria m oder
na, 2. Teoría poética d el Siglo d e Oro, cit., págs. 48-68.
“ Cfr. Juan Luis Vives, De ratione dicendi, en: Juan Luis Vives, Opera Omnia, edición
d e G regorio Mayans, Valencia, Monfort, 1782-1785, vol. II. V éase Antonio García Berrio,
Formación de la Teoría Literaria moderna, 2. Teoría poética d el Siglo d e Oro, cit., págs.
28 y sigs.
34
degradación de la Retórica, que coincide con otras ciencias en algunos
de sus com ponentes y así queda reducida a la elocutio^*. En este senti
do es decisiva para la delimitación y futura configuración de la Retórica
la figura del francés F ierre de la Ramée (Petrus Ramus), quien reclama
para la Dialéctica los m ateriales teóricos de la inventio retórica y actúa
determ inantem ente p ara la restricción de la Retórica a la elocutio^. La
gran influencia d e Petrus Ramus, así como la de su discípulo Omer
Talón, en el pensam iento europeo supuso la fundamentación de la
limitación d e la Retórica al tratado elocutivo y, por tanto, de su reduc
ción y configuración como disciplina del ornato verbal®®, que tanto
condicionaría el desarrollo posterior de la Retórica.
La reducción retórica que se implanta en el siglo XVI había tenido
como antecedentes en el siglo XV, por una parte, la adscripción a la
Dialéctica de los loci y de la técnica de la argum entación retórica, que
llevó a cabo Rudolf Agrícola®'', y, por otra parte, el planteamiento de
Jorge de Trebisonda (Trapezuntius), griego em igrado a Italia, quien
ponía de relieve entre todas las partes retóricas la elocutio, con lo que
continuaba una tradición en la que en la Antigüedad se habían situado
principalm ente los autores retóricos griegos, como Herm ógenes, frente
al m enor interés de los latinos por este componente®®. La concentración
d e la Retórica en el tratado de la elocutio d e b e mucho al interés de los
humanistas por el aprendizaje directo de la elocuencia en los discursos,
especialm ente en la obra oratoria de Cicerón, por lo cual se produce la
potenciación del com ponente de estilo basada en la imitación de los
modelos®®.
” Juan Luis Vives, De causis corruptarum arltum, err Juan Luis Vives, De disciplinis
librí XX, A m bares, Michael Hillenius, 1531, fols. 47v. y sigs. Véase Vasile Florescu, la
rhétorique el la néorhétorique, cit , págs 110 y sigs.; Don Abbot, «La Retórica y el
Renacimiento: An O verview of Spanish Theory», cit., págs. 96 y sigs
“ Cfr. Petrus Ramus, Scholae in liberales artes, B^silea, Eusebius Episcopius et Nicolai
F. H aeredes, 1569 (edición facsímil, Hildesheim, Olins, 1970), vol. I. cois 273 y sigs ;
W alter J. Ong, «Introduction» a esta edición, págs. VI-XVl, Vasile Florescu. La rhétorique
et la néorhétorique, cit., págs, 111 y sigs , Eugenio Gann, M edioevo y Renacimiento, cit
pág. 99.
66 V éase la detallada explicación de esta restricción que hace Vasile Florescu, La
rhétorique et la néorhétorique, cit., págs. 99-119, cfr. tam bién G erald P. Mohrmann,
«Oratorical Delivery and Other Problem s in Current Scholarship on English Renaissance
Rhctoric», en: James J. Murphy (ed ), Renaissance Eloquence. cit , págs 56-83, pág 58
6’ Cfr. Vasile Florescu, La rhétorique el la néorhétorique, cit , págs 111-112
6® Cfr. ibideni, pág. 110. V éase Luisa López G rigera, «Introduction to the Study of
Rhetoric in Sixteenth Century Spain», cit., págs 10-11
6® Cfr. ibidem , págs 109 y sigs.; Eduard Norden, Die antike Kunstprosa, cit., vol. II,
p ágs 748 y sigs.; Antonio García Berrio. Formación de la Teoría Literaria moderna, I La
tópica horaciana en Europa, cit ; págs. 31 y sigs.. Marc Fumaroli, L 'A ge d e l'ÉIoquence,
35
Agrícola, Vives y Ramus habían puesto d esd e la Filosofía las bases
para la reducción d e la Retórica y para su literaturización como ciencia
d e la elocutio, m ientras que los planteam ientos propiam ente retóricos,
en los que se mantenían todos los com ponentes de la Retórica, intenta
ban que ésta se afianzara como disciplina separada d e la Poética. A
/finales del siglo XVI tiene lugar vma decadencia d e la Retórica, que se
encierra en sí misma, habiendo m arcado su espacio propio con resp ec
to a la Poética*®, y tiene en esos años como única proyección práctica la
oratoria religiosa, muy desarrollada en España, la cual está sometida a
estrechos condicionamientos, especialm ente después del Concilio de
Trento, y orientada, en lo estrictam ente retórico, a la artificiosidad
verbal y a la complicación del acto de pronunciación o emisión del
discurso**.
En el siglo X y p á e produce una especial aportación de índole retóri-
^ c a y lite ra ri^ c o n la sistematización doctrinal del concepto debida a
Baltasar Gracián. que hace im brillantísimo planteam iento d e la crea-
ciSii éátéticcKverbal basada en la agudeza^^. El sistema retórico acogía
cit., págs. 77 y sigs.; Alain Michel, La parole et la beauté, cit., págs. 209 y sigs.; Paul Oskar
Kristeller, «Rhetoric in M edieval and Renaissance Culture», en; James J. M urphy (ed.).
Renaissance Eloquence, cit., págs. 1-19.
™ Antonio García Barrio explica la situación previa a la decadencia retórica al tratar
d e las relaciones entre Retórica y Poética contando con la tendencia al desarrollo autóno
mo d e la Retórica, que rom pe el conglom erado retórico-poético; cfr. Antonio García
Berrio, Formación d e la Teoría Literaria moderna, 2. Teoría poética del Siglo de Oro, cit.,
pág, 74; véase tam bién Antonio G arcía Berrio, Teoría d e la Literatura, cit., págs. 22-23.
Cfr. Antonio García Berrio, Formación d e ¡a Teoría Literaria m oderna, Z. Teoría
poética del Siglo de Oro, cit., págs. 75 y sigs.; Antonio Marti, La preceptiva retórica
española en el Siglo d e Oro, cit., págs. 111 y sigs.; Marc Fumaroli, L 'Á ge d e l'Éloquence,
cit., págs. 116 y sigs.; Francis C erdán, «Historia d e la historia d e la O ratoria Sagrada
española en el Siglo d e Oro. Introducción crítica y bibliográfica», en: Criticón, 32, 1985,
págs. 55-107.
” Cfr. Baltasar Gracián, Agudeza y arte d e ingenio, edición d e Evaristo C orrea
Calderón, Madrid, Castalia, 1969, 2 vols. V éase Fem ando Lázaro C arreter, «Sobre la difi
cultad conceptista», en: Fem ando Lázaro C arreter, Estilo barroco y personalidad creadora,
Madrid, C átedra, 1977, págs. 13-43; Félix Monge, «Culteranismo y conceptism o a la luz de
Gracián», en: Estudios de Filología e Historia Literaria en el III lustro del Instituto de
Estudios Hispánicos, Portugueses e Iberoamericanos de la Universidad Estatal d e Utrecht,
La Haya, Van G oor Zonen, 1966, págs. 358-381; Antonio García Berrio, España e Italia ante
el conceptismo, Madrid, Consejo Superior d e Investigaciones Científicas, 1968; Antonio
García Berrio, Formación de la Teoría Literaria moderna, 2. Teoría poética del Siglo de
Oro, cit., págs. 469 y sigs.; Antonio García Berrio, Introducción a la Poética clasicista, cit,,
págs. 214-218, 273-275; T eresa H em ández, «La teoría literaria del conceptism o en Baltasar
Gracián», en: Estudios d e Lingüistica, 3, 1985-1986, págs. 7-46; Ceferino Peralta, Agudeza
y arte de ingenio, en: Miguel BatUori y Ceferino Peralta, Baltasar Gracián en su vida y en
sus obras, Zaragoza, Institución F em ando el Católico, 1969, págs. 143-155; Ricardo Sena-
bre, Gracián y «El Criticón», Salamanca, U niversidad d e Salamanca, 1979, págs. 57 y
sigs.; Renato Barilli, Poética e retorica, cit., págs. 198 y sigs.
36
así en el Barroco una contribución fundamental en el apartado de la
elocutio con un fuerte enraizamiento en la construcción semántica.
Con el Clasicismo francés, la Retórica se orienta exclusivamente
hacia el á m b it^ d e I^ m a m e n ta c tó li verbal, con la reducción desde un
sistema a uno de los c^m pónentes de éste. La Retórica pasa a ser una
tegiia.de l^_elocatio, un estudio d e una de sus partes, con una desaten
ción d e las dem ás que es especialm ente significativa en lo que se
refiere a las otras dos operaciones fundamentales, la inventio y la
dispositio. En la prim era mitad del siqlc n c v n T ^ publica el Traité des
^Tropes de Du Marsais, que afianza esta posición retórica y ejerce una
gran influencia en los estudios retóricos” ; un siglo después aparece
_^os partes el tratado sobre las figuras del discurso de Fierre
que dentro del campo estrictam ente elocutivo supone una am
pliación con respecto a Du Marsais al ocuparse de las figuras y de los
tropos^®. La Retórica ha llegado así a ser una R^etórica r e s trin g id ^ , un
estudio limitado a los recursos de exornación'^tocuttva. Aunque esta
Retórica elocutiva no constituyó la única actitud hacia el fenómeno
retórico, puesto que en el propio siglo XVIII encontram os la riqueza de
los planteam ientos de Vico” y de la organizada y completa Retórica de
Mayans y Sisear^® e incluso en la misma Francia algunas actitudes más
amplias que la de Du Marsais^®, puede afirmarse que la reducción de la
Retórica a la elocutio es la posición retórica que se consolida y se
impone como representación de la Retórica, a p esar del em pobreci
miento y de las graves consecuencias que ello supuso para esta disci-
Cfr. G érard Genette, «La rhétorique restreinte», en' G érard Genette, Figures III,
París, Seuil, 1972, págs. 21-40, pág. 23.
Cfr. F ierre Fontanier, Les figures du discours, París, Flammarion, 1968; contiene el
Manuel classique po u r l ’étude des trapes ou éléments de la Science du sens d es mots y el
Traité général d es figures du discours autres que les trapes
Cfr. G érard Genette, «La rhétorique restreinte», cit . págs. 23-25; G érard Genette,
«Introduction. La rhétorique des figures», en. Fierre Fontanier, Les figures du discaurs,
cit , págs 5-17.
” Cfr. G érard Genette, «La rhétorique restreinte». cit ; Paul Ricoeur. La metáfara
viva, Madrid, Europa, 1980, págs 71-95; Paolo Orvieto, «La Retorica antica dalle origini al
Rinascimento e la sua attualitá», cit , págs 100 y sigs , Antonio García Berrio, «Retórica
como ciencia de la expresividad (Presupuestos para una i^etórica general)», cit , pág 11
” Cfr Renato BariUi, Paetica e retarica, cit . págs, 210-251, Andrea Battistini. La degni-
tá della retorica. Studi su Giovan Battista Vico, Pisa, Facini, 1975, Luigi Rosiello, Lingüisti
ca illuminista, Bolonia. II Mulino. 1967. págs 72 y sigs ; Andrea Battistini y Ezio Raimondi.
Retoriche e Poetiche dominanti, cit.. págs 138 y sigs
™ G regorio Mayans y Sisear, Retórica, en. G regorio Mayans y Sisear, Obras com ple
tas, edición de Antonio Mestre Sanchis, vol III, Oliva, Publicaciones del Ayuntamiento d e
Oliva, 1984.
™ Cfr. Aron Kibedi Varga, Rhétorique et littérature, cit , págs. 16-17.
37
plina. Los estudios retóricos se ven reducidos a manuales poco origina
les en cuanto a ideas retóricas; es el caso de las Lectures on Rhetoric
and Belles Lettres d e Hugh Blair, d e 1782®°. La Retórica se ve recluida
en preceptivas dirigidas principalm ente a su utilización escolar, como
el Arte de hablar d e Gómez Hermosilla, que d esd e 1825 hasta 1835 fue
texto obligatorio en las cátedras d e Humanidades en España®*.
La reducción d e la Retórica al tratado d e la elocutio sostenía la
vinculación entre esta disciplina y los estudios literarios precisam ente
en el punto de contacto en el que se había producido su conexión con
la Poética. Pero la Retórica elocutiva llega a p e rd e r su relación activa
con la lengua literaria ^ e s ’e n -realidad-una p r e ^ p tiv a literaria consti-
tuida p o r hstas d e figuras estableeidas-al-Haargen de-.su Junción-en el-
discurso retórico y en el discurso literario®^ al h aberse producido la
disolución de la concepción global e integradora del texto retórico, en
la que la elocutio y sus dispositivos forman parte d e un todo en el que
soüdariam ente actúan todas las operaciones retóricas y en el que están
situados, textual y comvmicativamente conectados, el em isor y el rec e p
tor. El sistema retórico se veía muy reducido, p ero mantenía, aunque
vacías, las casillas teóricas que, históricamente cimentadas, perm itirían
la reactivación d e dicljo sistema en todos sus aspectos.
~ Ha sido el sig^^TCX^l que ha visto ren acer una conciencia retórica
que no está a le ja d a 'd é la que llevó a los griegos a inventar la Retórica.
La conciencia retórica del siglo XX, afianzada por la Lingüística.4KuUa
Filosofía, po r la Ciencia Jurídica®^ y po r la Te.oría„de.la-Literatü-ra^fea
lleváTío al planteamiento de^recuperación da.ia. Retórica en^ todas, sus
paTTésrcon el enriquecim iento del sistema retórico hered ad o con mati-
raciones e interpretaciShes que h a c e^ o sib je s eLaltQ_grado_de desarjo-
Üó alcanzado' "en la actualidad"pór“lá reflexión sobre la comunicación
lingüística y so b re lalcpjktitucB 'iTf^Tü^E staTra^
ca tiene en gran m edida una condición histórica: para la explicación del
objeto de estudio que es el discurso, el teórico sabe que puede contar
con el sistema retórico históricamente establecido. Resultado de esta
conciencia es la recuperación del pensam iento histórico, a la que ante
riorm ente me he referido.
-38
En la reactivación d g_ la Retórica llevada a cabo en la segunda mitad
de este siglo, ^ N e o r r e t ó r i ^ , distingue Pozuelo Yvancos tres tenden
cias o líneas ae-investigáción®^: la Retórica de la argumentación, la
Retódca de base estructuralista y la Retórica general de carácter tex-
tual.Uía Retórica como teoría de la argum entación se ha centrado funda
mentalmente el razonamiento y en la estructuración argumentativa
del discurso®^@a Retórica estructuralista tiene su fundamentación en
las posiciones del neoformalismo, en los estudios literarios de índole
estructuralista; destaca en esta línea la contribución del Grupo /i®®, que
realizó una excelente sistematización de los recursos retóricos elocuti-
vos y narrativos en un intento de Retórica general que dejaba fuera de
su plan pactes retóricas im prescindibles para la condición general de
la Retóricav^a Retórica general textual propuesta po r García Berrio®’’
es la que, por la amplitud de su armazón m etateórica y por su privile
giada conexión con la Poética tradicional y m oderna, se encuentra en
una situación óptima para consolidar plenam ente el mencionado estatu
to general; esta Retórica general recupera la totalidad de las operacio
nes retóricas, especialm ente la inventio y la dispositio^ como operacio
nes fundamentales junto a la elocutio, y reconstruye en su totalidad el
fenómeno retórico, con un firme apoyo lingüístico y semiótico®®.
La Retórica general textual es la más sólida y coherente vía de
utilización del sistema retórico, puesto que perm ite la activación de
éste en todas sus secciones, incluidas las que, como casillas vacías,
habían quedado desconectadas en algún momento de la evolución de la
^ Cfr. José María Pozuelo Yvancos. «Retórica general y neorretórica», cit.. págs 181-
211, págs, 182 y sigs.; véase también José María Pozuelo Yvancos. Teoría d el lenguaje
literario, cit.. págs. 159 y sigs.
“ Cfr. Chaim Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca, Tratado de la argumentación La
nueva retórica, cit.
“ Cfr. G rupo ti, Retórica general, Barcelona, Paidós, 1987, Grupo ¡i. Rbétorique de la
poésie, Bruselas, Complexa, 1977,
Cfr, Antonio García Berrio, «Retórica como ciencia de la expresividad (Presu
puestos p ara una Retórica general)», cit , Antonio García Berrio, Teoría de ¡a Literatura,
cit , págs, 140 y sigs
Cfr. Antonio García Berrio, «Retórica como ciencia de la expresividad (Presupues
tos para una Retórica general)», cit , págs 26-34, José María Pozuelo Yvancos. «Retórica
general y neorretórica», c i t , págs 206-221
Cfr Antonio G arda Berrio, «Retórica como ciencia de la expresividad (Presupues
tos para una Retórica general)», cit , Luigi Heilmann, «Rhetoric, New Rhetoric and Lin-
guistic Theory», en: Luigi Heilmann. Linguaggio, Lingue, Culture. Saggi Linguistici e
mdologici, Bolonia, II Mulino, 1983, págs, 283-299, José María Pozuelo Yvancos, «Retórica
general y neorretórica», cit.; Francisco Chico Rico, Pragmática y construcción literaria,
cit , Angel López García. «Retórica y Lingüística Una fundamentación lingüística del
sistemar retórico tradicional», cit.
39
Retórica, (bgiisidero necesario ex p resar queí*esta Retórica general de
carácter textual no consiste solam ente en la reactivación e interpreta
ción de la Rhetorica recepta, sino que también supone una ampliación
del instrumental teórico con las contribuciones retóricas producidas
d e sd e los actuales planteam ientos textuales, con la consiguiente exten
sión del instrumental teórico*V La Retórica general contribuye, pues,
decisivam ente a la formación del sistema retórico.
40
Parte Segunda:
RETÓRICA COMO SISTEMA
3.
Texto retórico
y hecho retórico
43V
centrada en el discurso como elem ento fundamental de aquél. Dicha
sistematización está distribuida en dos ejes, uno de representación
vertical y otro de representación horizontal. El prim ero responde a la
forma en que pu ed e se r representado el conjunto de las operaciones
retóricas como serie que conduce d esd e estructuras referenciales y
subyacentes a estructuras manifiestas, m ientras que el segundo resulta
d e la representación d e las diferentes partes del discurso, que compo
nen una serie caracterizada por la progresión o sucesividad al estar
todas ellas situadas, como conjunto cerrado, en un mismo plano. El eje
vertical y el eje horizontal, como ejes d e representación teórica, sostie
nen la organización del m odelo retórico y proporcionan en su conjunto
la base d e la explicación d e los procesos retóricos de constitución y
comimicación del texto retórico.
Los dos ejes d e la sistematización retórica atañen al texto retórico y
al hecho retórico. El eje vertical, puesto que corresponde a las opera
ciones d e producción retórica, concierne de una parte a la actividad
del orador y d e otra a los diferentes niveles del texto retórico e incluso
al referente d e éste. El eje horizontal recoge la estructuración del texto
en distintas partes, p ero también, como se explicará más adelante, la
del referente, adem ás d e tener relación con la producción de dicho
texto por el orador, producción que está orientada a un proceso de
recepción que ha d e reahzar el destinatario del discurso. Esta situación
es resultado d e la interrelación que existe entre el texto retórico y el
resto de los elem entos del hecho retórico, la cual hace que aquél sea la
cristalización de la tensión general en la que desem bocan las relacio
nes entre los elem entos integrantes del m encionado hecho. En la figura
sicfuiente están representados dichos ejes*:
ACTIO
~ " l
MEMORIA
I..........
ELOCUTIO
INTELLECTIO
44
El texto o discurso retórico es la construcción material-lingüística
que produce la actividad comunicativa del o r a d o r ^ . Como objeto lin
güístico que es, consta de niveles y elem entos constitutivos entre los
cuales existen relaciones d e índole estructural^. Estos niveles, elem en
tos y relaciones son estudiados a propósito d e las operaciones retóri
cas, logro indiscutible de la teorización retórica histórica que en la
actualidad m antiene un elevado p o d er explicativo en punto al estudio
d e la producción y d e la constitución del texto retórico, así como del
texto general y del texto literario.
El texto retórico, de acuerdo con el concepto que del mismo p ro
porciona el conjunto d e operaciones retóricas, se presenta organizado
en dos niveles principales: el que dep en d e de la operación de disposi-
tio, que consiste en la estructuración de los elem entos conceptuales
dentro del discurso, y el resultante de la operación de elocutio, que es
la verbalización o expresión d e dichos elem entos conceptuales. El pri
m ero de estos niveles es subyacente, m ientras que el segundo es aquel
en el que se manifiesta el prim ero. Con estas operaciones la Retórica
explica la constitución del texto retórico como conjunto de estructura
profunda textual y estructura de superficie textual, lo que ofrece un
planteam iento teórico de indudable validez para la com prensión actual
d el texto. Estos dos niveles del texto retórico forman el espacio sintácti
co, en sentido semiótico, del hecho retórico. La teorización retórica
ofrece otra operación im prescindible para la construcción textual, la
inventio, de la cual d ep en d e la obtención de los elem entos que forman
el referente del discurso. Con esta operación es elaborada la construc
ción referencial que es representada por el texto al se r incorporada a
su estructura subyacente. A la inventio corresponde, por tanto, un nivel
que, si bien no está propiam ente en el texto retórico, está vinculado de
modo tan estrecho a éste que sin la existencia de dicho nivel de in ven-
tío no pueden obtenerse los que corresponden a dispositío y a elocuüo.
El discurso retórico está formado po r re s y po r verba, com ponentes _
horizontal, la ñecha señala la progresión lineal del discurso, según la cual están o rdena
das sus partes, que se encuentran en el nivel de la operación de inventio y en el de la
operación d e dispositío, situación de la que me ocupo en el capítulo 5, en su apartado 5 2
2 Sobre la noción de texto, véase W olgang U. D ressler, Introduzione alia lingüistica
del testo, cit., págs. 24-25, Antonio García Berno, «Texto y oración Perspectivas de la
lingüística textual», cit.; Tomás Albaladejo y Antonio García Barrio, «La Imguística del
texto», cit., págs. 221-233
A propósito de los niveles del dominio textual, véase Antonio García Berrio, «Lin-
g’.’ística, literaridad/poeticidad (Gramática, Pragmática, Texto)», en: 1616. Anuario de la
Sociedad Española de Literatura General y Comparada, 2, 1979, págs. 125-170, pág. 146.
V éase tam bién Fréuicisco Chico Rico, Pragmática y construcción literaria, cit., págs. 67-74
45
que están asociados al complejo de niveles del texto y del referente.
.Quintiliano escribe:
46
como contenido extensional, que está vinculada a la inventio, y la res
de índole sintáctica como contenido intensional, propia d e la dispositio.
De acuerdo con esta interpretación, la prim era re s es el referente del
texto y la segunda re s es la estructura profunda textual, que es la
estructura de sentido, esto es, la estructura de significado textual®. El
discurso retórico se presenta d e este modo como un signo complejo,
signo textual cuyo significante son las verba y cuyo significado es la res
de índole sintáctica, es decir, la re s intensional (semántico-intensional),
y ese signo tiene im referente que es la re s de índole semántica, esto
es, la re s extensional (semántico-extensional). La explicación del texto
retórico como signo, atendiendo a las verba y al desdoblam iento de la
res, da entrada en la organización de los com ponentes discursivos a la
serie formada p o r inventio, dispositio y elocutio. Los conceptos de
verba y re s tienen una altísima capacidad explicativa en cuanto al texto
no sólo en la Retórica, sino tam bién en la Poética; junto con las parejas
conceptuales ingenium-ars y docere-delectare constituyen las tres dua
lidades con las que el hecho literario es estructurado en la Epistola ad
Pisones de Horacio y en los comentarios a ésta, como ha estudiado
García Berrio®.
Las verba forman la m icroestructura'° o estructura de superficie, de
carácter oracional, del texto retórico; la re s intensional constituye la
m acroestructura“ de dicho texto y la res extensional es su referente.
El hecho retórico es el fenómeno comunicativo en el que el orador
construye un texto de la clase oratoria y lo presenta al destinatario con
47
la finalidad d e influir en él persuadiéndolo de algo. El núcleo del hecho
o fenómeno retórico es el discurso, a lre d ed o r del cual están dispuestos
los dem ás elem entos que lo componen. En este fenómeno está incluido,
en una posición d e vinculación directa al m encionado núcleo, el refe
rente d el discurso o estructura d e conjunto referencial*®, que consta de
los seres, estados, procesos, acciones e ideas que son representados
en el texto. El referente y su relación con el texto retórico forman el
espacio semántico, en sentido semiótico, del hecho retórico.
Un elem ento claram ente activo del hecho retórico es el orador, que
es el productor o constructor del discurso, con el que p rete n d e con
vencer al receptor, influir en él p ara que modifique su pensam iento o
para que actúe d e un modo determ inado. Para p o d e r desarrollar una
actividad adecuada en el hecho retórico, el orador ha d e p o seer los
conocimientos técnicos necesarios p ara la producción y emisión del
discurso retórico y unas cualidades que le perm itan aprovechar dichos
conocimientos apropiadam ente. En la figura del orador se encuentran
implicados el concepto d e ars, relativo a dichos conocimientos técni
cos, y el d e ingenium o natura, que es el conjunto d e cualidades innatas
d el orador. El orador es, según la definición tradicional, debida a Catón
el Viejo, un virbonus peritus dicendP^, un hom bre bueno experto en el
decir, que con su actividad comunicativa p ersigue la utilitas de la
causa, el interés d e la posición retórica en la que está situado y que
defiende con su discurso. El orador ha d e p o seer para ello una com pe
tencia especial, que podem os llamar competencia retórica activa, que
es de carácter te x tu a l-c o m im ic a tiv o e s decir, es una competencia
lingüística centrada en el texto y en su comunicación, que es más
amplia que la com petencia propuesta po r la gram ática generativo-
transformacional, puesto que incluye no sólo la capacidad d e construir
las oraciones del texto retórico, sino tam bién la de fundarlo temática
mente, la d e organizado en su estructura textual global y la de dirigirlo
al destinatario d e m anera efectiva. Se trata d e una com petencia añadi
da a la com petencia lingüistica normal, es una segunda com petencia de
acuerdo con la exphcación que García Berrio da de la competencia
48
literaria/poética *3, Gracias a su competencia retórica activa, esto es,
relativa a la producción textual, el orador lleva a cabo las nnencionadas
operaciones de inventio, dispositio y elocutio y también la operación
previa d e intellectio, por la que com prende la situación retórica en la
que está situado y las operaciones posteriores de memoria, po r la que
m emoriza el discurso, y pronuntiatio o actio, que es la actualización del
discurso ante el receptor. /
El destinatario del texto retórico es, po r lo general, de carácter
colBCtivo, pues incluso en los casos en los que el orador se dirige al
juez como destinatario individual también está hablando para el públi
co. El receptor es el elem ento del hecho retórico que funciona como
punto de llegada del texto y de su emisión. En lo que se refiere a este
elem ento hay una diferencia fundamental entre la recepción del texto
retórico y la del texto literario: para que este último logre plenam ente
su efecto estético, el destinatario ha de tener, en sentido pasivo o de
recepción, com petencia literaria/poética como competencia añadida a
la lingüística común*®, es decir, ha de p o seer la capacidad propia del
lector cuho y con sensibilidad literaria de experim entar el prim er
conocimiento literario según la propuesta de Dámaso Alonso*^; en cam
bio, el texto retórico puede conseguir su efecto aunque el destinatario
posea solamente com petencia lingüística común, la cual, desde una
perspectiva teórica de carácter hnguístico-textual y pragm ático, es
com petencia lingüístico-textual-comunicativa. Sin em bargo, para poder
p ercibir y valorar adecuadam ente, según las reglas retóricas, el dis
curso y el arte del orador, sí necesita el receptor p oseer competencia
retórica pasiva. Sucede a propósito de la competencia retórica, en lo
que respecta a su posesión por el productor y por el receptor, lo
mismo que con la competencia literaria/poética, que, como ha explica
do García Berrio*®, no es simétrica, a diferencia de la competencia
lingüística común, pues el tener dicha competencia retórica pasiva no
garantiza p oseer competencia retórica en sentido activo para producir
apropiada y eficazmente discursos retóricos.
49
Las distintas operaciones retóricas que realiza el orador están diri
gidas a persuadir al destinatario. Es fundamental en el texto retórico y
en el hecho retórico el persuadere como finalidad articulada en tres
com ponentes que atañen al receptor: docere, delectare y m overe. Con
el docere como fin el o rador intenta influir intelectualmente en el re
ceptor y con el delectare p rete n d e hacer atractivo el discurso para el
receptor y servir al com ponente docere. Con el m overe produce una
influencia psíquica que moviliza al receptor con el fin d e que acepte
situarse a favor d e la parte defendida por el orador; el componente
^movere tiene como objetivo el Jtádoq, es decir, los afectos del público'®.
La relación entre el orador y el destinatario en el hecho retórico es
establecida p o r m edio del discurso como una interacción pragm ática
en la que los actos d e habla** son la base d e la estructura comunicativa
retórica 2*. El orador realiza un acto de habla locucionario po r el hecho
de construir un texto retórico en el que expresa ima m acroestructura
que contiene imas informaciones semántico-intensionales determ ina
das; realiza im acto d e habla ilocucionario al m antener en la construc
ción d e dicho texto una actitud comunicativa d e afirmación, d e acusa
ción, d e defensa, etc., y lleva a cabo un acto perlocucionario en tanto en
cuanto su discurso produce un efecto en el destinatario. El orador
realiza en la producción y actualización comunicativa de su discurso
simultáneamente estos tres actos, que son las distintas dimensiones del
acto de habla que se produce en el hecho retórico, el cual es propia
m ente un m acroacto de habla“ . Los tres actos de habla son im prescin
dibles en el hecho retórico en la elaboración y recepción del texto: el
discurso es construido con vma intención por parte del orador para
influir en el receptor. Sin em bargo, la dimensión perlocutiva es la que
condiciona las dem ás en el m acroacto de habla que da como resultado
Cfr. Heinrich Lausberg, Manual d e Retórica literaria, cit., § 257. V éase también
Antonio García Berrio, «Retórica como ciencia d e la expresividad (Presupuestos p ara una
Retórica general)», cit., págs. 34-42.
» Véase John L. Austin, Cómo hacer cosas con palabras. Palali^ras y acciones, Barcelo
na, Paidós, 1982; John R. Searle, Actos d e habla, Madrid, C átedra, 1980; John R Searle,
Expression and Meaning. Studies in the Theory o íS p e e c h Acts, Cam bridge, C am bridge
University Press, 1979; John R. Searle, Ferenc Kiefer y Manfred Bierwisch (eds,), Speech
Act Theory and Pragmatics, Dordrecht, Reidel, 1980; José Domínguez C aparrós, «Litera
tura y actos de lenguaje», en: José Antonio Mayoral (comp.). Pragmática de ¡a comunica
ción literaria, Madrid, Arco, 1987, págs. 83-121. >
A este respecto véase el estudio d e Francisco Chico Rico, Pragmática y construc
ción literaria, cit., págs. 116 y sigs., 209 y sigs. V éase tam bién Angel López García,
«Retórica y Lingüística: Una fundamentación lingüística del sistema retórico tradicional»,
cit., págs. 616-618.
“ Cfr. Teun A. van Dijk, Text and Context, cit., págs. 232 y sigs.
,50
él texto retórico, por ser la influencia persuasiva en el receptor la
finalidad comunicativa del orador; a dicha dimensión corresponde una
actitud ilocutiva d e búsqueda de la p e r s u a s io n e s .
El contexto d e la comunicaión retórica es otro de los elem entos del
hecho retórico. Como es sabido, el contexto es el conjunto de factores
tem porales, históricos, culturales, sociales, etc., que rodean el acto de(
producción y el acto d e recepción y, por tanto, globalmente el acto de
comunicación compuesto por dichos dos actos. En el contexto retórico
el orador y el destinatario desarrollan sus respectivas actividades co
municativas de producción y de recepción, como consecuencia de las
cuales el prim ero influye con su discurso en el segundo. Del contexto
retórico forman parte la situación pre-retórica como conjunto de esta
dos d e cosas que da lugar a la necesidad del discurso retórico y
también la situación retórica como serie de factores externos implica
dos en la producción y actualización comunicativa de dicho discurso.
La importancia de la estructura pragm ática del hecho retórico co
necta muy estrecham ente la Retórica con la pragm ática en una revitali-
zación lingüística de esta ciencia clásica del discurso, como ha destaca
do el profesor Heilmanne“ La estructura semiótica del hecho retórico
está organizada pragm áticam ente: su constitución semiótica está cimen
tada comunicativam ente25 y en ella se insertan los diferentes elementos
de aquél, situados en un m arco pragmático. En el hecho retórico la
estructura pragm ática contiene los elementos sintácticos y los elem en
tos semánticos, que así quedan orientados hacia la relación entre el
orador, el texto retórico y el destinatario, como eje pragm ático del
fenómeno retórico.
En el hecho retórico se unen lo cotextual, es decir, lo sintáctico o
propiam ente textual^®, y lo contextual. El proceso de producción tex-
51
tual y los niveles correspondientes a las distintas operaciones retóricas
están conectados en el m arco pragm ático, del que son el soporte sintác
tico y semántico dentro de una tensión semiótica concentrada en el
espacio cotextual, en el texto retórico, como núcleo del hecho retórico.
El orador, el destinatario y el contexto retórico están directam ente
caracterizados como elem entos pragm áticos, todos ellos d e índole con-
textual. El texto retórico y el referente están de modo directo caracteri
zados como elem ento sintáctico y como elem ento semántico, respecti
vamente; el prim ero es de carácter cotextual y el segxmdo es de carác
ter contextual y son elem entos indirectam ente pragm áticos, p o r estar
incluidos a través d e los espacios sintáctico y semántico en el pragm áti
co, de acuerdo con la concepción del hecho retórico como sistema
exphcitado p o r un m odelo semiótico-textual de base pragm ática^.
El hecho retórico es, por tanto, una organización sistemática en la
que cada uno de los elem entos está en función de la totalidad del
conjunto, siendo la actividad global basada en la interacción pragm áti
ca y centrada en el texto la que produce el efecto comunicativo de
persuasión. El estudio retórico se concibe como explicación d e dicha
organización, lo que hace necesaria la reactivación por parte de la
Retórica actual de aquellos aspectos o secciones del hecho retórico que
no han sido adecuadam ente atendidos en algunas épocas del desarrollo
histórico d e la Retórica. Aristóteles entendió perfectam ente la compleji
dad y la riqueza del discurso retórico al superponerlo al fenómeno
retórico en el pasaje de la Retórica antes m encionado a propósito de la
organización semiótica^s, estableciendo una estructuración pragm ática
y semántico-extensional en la que implícitamente incluye la construc
ción textual, d e índole sintáctica, que se proyecta sobre la totalidad del
hecho retórico.
La idea directriz del hecho retórico es la de aptum, que también
recibe las denom inaciones d e decorum, accommodatum y decens^^.
L ausberg la define como «la armónica concordancia de todos los ele
mentos que com ponen el discurso o guardan alguna relación con él: la
utílitas de la causa, los interesados en el discurso (orador, asunto,
público), res et verba, verba con el orador y con el público, las cinco
fases de la elaboración entre sí y con el público»^. Lo aptum es el
principio de coherencia que p resid e la totalidad del hecho retórico
52
afectando a las relaciones que los distintos com ponentes de éste man
tienen entre sí. Del cumplimiento de la exigencia de lo aptum dep en
den la conveniencia y la efectividad del discurso. Lo más significativo
de lo aptum es, en mi opinión, que se trata de una noción que afecta a
todas las relaciones integrantes del texto retórico y del hecho retórico,
por lo que determ ina la coherencia interna del texto, que podem os
llamar coherencia sintáctica, así como la que se da entre el texto y el
referente, que es coherencia semántica, y por último la que afecta al
orador, al púbhco, a la utilitas, etc., en relación con el discurso, la cual
es coherencia pragm ática. El iudicium o juicio es el discernim iento que
lleva a cabo el orador para que el texto retórico mantenga el decorum
interno en su organización^*. Por consiguiente, lo aptum, el decorum,
es decir, la conveniencia, se presenta como el soporte de una auténtica
coherencia semiótica en el ámbito de la Retórica y es una prueba de la
importancia que la coordinación de todos los elementos, textuales y
extratextuales, tiene en la conciencia retórica, configuradora de una de
las más sólidas teorías del discurso con que puede contarse en la
actualidad.
53 \
propio texto retórico en el que cristalizan, haciendo que sea producido
de tal m anera que qu ed e situado en uno d e los géneros sistematizados,
las características d e los dem ás com ponentes y las relaciones que los
conectan. En los genera están implicados los rasgos de los discursos,
esto es, las peculiaridades de su constitución, y las funciones de los
mismos.
La exactitud d e los géneros establecidos p o r Aristóteles es tal que
perm ite dar cuenta d e las diferencias fundamentales d e discursos que
com parten esenciales características comunes en virtud de las cuales
pertenecen a la categoría texto retórico. En su Retórica Aristóteles
¡proporciona las clases textuales que son los genera contando prim era-
Imente con el papel del oyente ante el discurso retórico, para a conti
nuación ocuparse del contenido del discurso en una dimensión referen-
p a l situada en el tiempo y conectada con el contexto institucional en el
(que es pronunciado. Escribe Aristóteles:
\
54
decisión, p ero es el punto d e destino de la acción de influencia del
orador a propósito d e las cualidades positivas o negativas de la p erso
na o d e los hechos en los que se centra el discurso, aunque también
valora 9I grado de belleza del discurso y de habilidad oratoria de su
productor. Este tipo d e discursos es el que tiene menos m arcado el
carácter dialéctico, pues solamente habla un orador y no existe réplica
discursiva de la parte que defienda lo contrario^^; sin em bargo, el
orador en estos discursos actúa implícitamente de modo dialéctico al
tener en cuenta al construirlos cuáles pueden ser los puntos objetables
d e su planteamiento.
Los discursos del genus deliberativum van dirigidos a una asam blea
ante la que son expuestos problem as que atañen a la colectividad
constituida o representa por dicha asamblea, y soluciones a los mismos,
así como las ventajas de elegir a una persona para un cargo público o
las d e ob rar en general de un modo determ inado en asuntos públicos;
los m iem bros de la asam blea han de tomar una decisión con respecto a
la cuestión planteada en el discurso pronunciado. La índole dialéctica
de los discursos de este género es más clara que la de los del género
demostrativo, pues pu ed e haber varios oradores que con sus discursos
m antengan posiciones diferentes sobre un mismo asunto. Sin em bargo,
como explica Lausberg, no siem pre solicitan intervenir los que defien
den lo contrario d e lo expuesto en el discurso ofrecido a la asam blea y
en ocasiones los integrantes de ésta están convencidos de la propuesta
antes de oír el discurso, lo cual, si es conocido por el orador, hace que
éste construya un discurso con el que no p retende otra cosa que afian
zar la opinión favorable del público, de tal m anera que en tal situación
retórica el discurso del género deliberativo se aproxim a al género
demostrativo, sin llegar, por supuesto, a confundirse con éste^"*.
Al genus iudiciale pertenecen los discursos que se pronuncian en
situaciones retóricas en las que se decide sobre algo sucedido, a pro
pósito de lo cual se juzga a alguien. Éste es el género más caracteriza
do dialécticamente, puesto que se enfrentan dos partes que proponen
decisiones opuestas y que intentan influir en el destinatario en favor de
sus respectivas posiciones. Los discursos de este género se enfrentan a
discursos del mismo tipo, pues hay un orador que acusa y otro orador
que defiende, pronunciando cada uno su discurso a partir de su punto
de vista sobre los mismos hechos. Además, cada uno de los dos orado
res tiene presente en su discurso no sólo su propia posición, sino
55
tam bién la d e la parte contraria, con el fin d e plantear adecuadam ente
su propuesta, es decir, su acusación o su defensa, según corresponda,
y tam bién p ara destruir la propuesta d e la parte contraria^.
En los discursos del genus iudicíale se establece una relación entre
los hechos que son objeto d e juicio y la ley, so b re la base del exam en y
la interpretación d e tales hechos y d e la ley misma A tendiendo a esos
dos elementos, los hechos y la ley, p u eden distinguirse en el género
judicial los que Lausberg considera dos subgéneros del mismo: el g e
nus rationale y el genus leg a le^. En el genero racional se enjuicia un
acto d e acuerdo con las leyes y en el género legal el objeto es la ley,
entendida en sentido amplio, es decir, las norm as legales que se apli
can a los hechos, produciéndose en este subgénero la interpretación y
el enjuiciamiento de la ley a propósito d e irnos hechos determinados^s.
Los fines, esto es, los objetivos, las causas finales^®, d e cada uno de
los géneros son diferentes según Aristóteles: en el género dem ostrati
vo el fin es lo honroso y lo feo, en el judicial es lo justo y lo injusto y en
el deliberativo es lo útil y lo perjudicial^.
A los textos retóricos d e cada g én ero corresponde la presencia de
elem entos semántico-extensionales de características diferenciadoras
en la estructura d e conjimto referencial, así como de los elem entos
semántíco-intensionalé's igualmente distintos en la m acroestructura^'.
Unos y otros elem entos están relacionados con los diferentes tipos de
receptor y los distintos fines dependientes d e la intención retórica de
los oradores en el hecho retórico. Por ello, los genera aristotélicos
constituyen una clasificación textual y semiótica que contribuye alta
m ente a la exphcación de los textos retóricos como construcciones
insertas en las distintas situaciones retóricas. Son clasificación de dis
cursos y tam bién d e hechos retóricos con todos sus componentes. Los
genera, ofrecidos p o r Aristóteles como tres especies de oratoria, son
” La dialéctica está incluso dentro del mismo discurso en este género: «La dialéctica
—escribe Lausberg— no sólo nace del hecho de que son dos los discursos que se
pronuncian, sino que también se realiza ya en cada uno de los discursos en particular»;
cfr. ibidem.
“ Véase Emilio Betti, La interpretación de la ley y de los actos jurídicos, Madrid,
Editoriales de Derecho Reunidas, 1975.
” Cfr. Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit., § 141; véase también la
nota de este autor en vol. I, pág. 154.
” Cfr. ibidem. § 142.
38 Véase la nota 46 de Antonio Tovar al libro primero de la Retórica de Aristóteles, ed.
cit., pág. 85.
«> Cfr. ibidem, 1358b22-29.
Cfr. Francisco Chico Rico, Pragmática y construcción literaria, cit., págs. 135 y sigs.
56
clases de fenómenos retóricos. Como Francisco Chico Rico ha exphca-
do, el sistema d e relaciones de índole pragm ática en el que está situado
el orador condiciona su actividad semántico-extensional y semántico-
intensional'*^.
Las partes artis son las operaciones que tienen lugar en la produc
ción del discurso retórico. La Retórica tradicional identificó cinco ope
raciones: inventio, dispositio, elocutio, memoria y pronuntiatio o actio,
que son perfectam ente válidas en la actualidad. Quintiliano, siguiendo
la tradición, expone la serie de operaciones cuando expresa:
5Í
Puede encontrarse, no obstante, una explicación al olvido al que han
'sido relegadas las operaciones de memoria y actio, lo cual no im pide el
reconocim iento de la firme implantación d e éstas en la m agistralm ente
articulada serie d e cinco operaciones. Dicha explicación está, en mi
opinión, en el hecho d e que, aimque todas las partes artis están implica
das en la actividad retórica, sólo la inventio, la dispositio y la elocutio
son operaciones constituyentes de discurso, puesto que solam ente de
la actividad correspondiente a las mismas resulta un texto retórico,"
construido en sus diferentes niveles. Por su parte, la memoria y la actio
son operaciones que consisten en actividades que se realizan so b re el
discurso a partir de la elaboración del mismo. La atención d e los estu
dios retóricos se ha dirigido principalm ente a las operaciones por
m edio de las cuales es construido el discurso, p o r se r éstas operacio
nes fundamentales, ya que d e ellas d ep en d e la obtención del texto con
el que se produce la comimicación retórica. Las dos operaciones res
tantes han sido m enos atendidas po rq u e han sido consideradas com ple
m entarias d e las anteriores y continuación lógica del proceso retórico
una vez que el texto retórico ha sido construido.
A esto hay que añadir la consideración d e una operación retórica no
constituyente d e discurso y previa a la serie compuesta po r inventio,
dispositio y elocutio. Se trata d e la intellectio, que consiste en el exa
m en de todos los elem entos y factores del hecho retórico por el orador
antes de comenzar la producción del texto retórico"” . Para Sulpicio
Víctor es uno d e los tres oficios o tareas del orador, junto con la
inventio y la dispositio^. Es una sexta operación r e t ó r i c a q u e hemos
de incluir en la explicación del sistema retórico d esd e la perspectiva
d e la serie d e oraciones que el orador realiza.
La existencia del texto retórico d ep en d e de la irealización conjunta y
global de las tres operaciones constituyentes d e discurso, que son
operaciones retóricas de carácter poiético^^, a diferencia de las opera
ciones no constituyentes de discurso. La actividad que despliega el
orador en la inventio tiene su continuidad en la que desarrolla en la
Como explica Lausberg, «Una vez realizada la intellectio es cuando puede comen
zar el proceso propiamente elaborativo de la materia, proceso que se inicia con la
materia bruta y la va elaborando hasta llegar a la declamación en público del discurso»;
cfr. Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit., § 255,
" Cfr. Sulpicio Víctor, Institutiones oratoriae, en: C. Halm (ed.), Rhetores Latini mino
res, cit., págs. 311-352, 4.
“ Cfr. Francisco Chico Rico, «La intellectio. Notas sobre una sexta operación retóri
ca», en: Castilla. Estudios d e Literatura, 14, 1989, págs. 47-55.
" Cfr. Francisco Chico Rico, Pragmática y construcción literaria, cit., págs. 134-135.
Véase también Josef Kopperschmidt, A llgem eine Rhetorik, cit., págs. 33-34.
58
dispositlo, la cual es prolongada con la actividad propia de la elocutio.
No tendría sentido una operación de inventio que no tuviera como
finalidad la obtención de m ateriales para que sobre ellos op ere la
dispositio] de igual modo carecería de justificación en la producción de
discurso una operación de dispositio que no fuera seguida de una
elocutio po r m edio de la cual sean expresados verbalm ente los mate
riales organizados po r aquélla. Por otro lado, la elocutio no podría
llevarse a cabo si no se hubiera producido la dispositio, la cual, a su
vez, sería im posible sin la realización de la inventio. Las tres operacio
nes constituyentes de discurso componen un sistema de producción de
estructura de conjunto referencial y de texto retórico, dentro del siste
ma más amplio formado por la totalidad de las operaciones retóricas.
Al no d ep e n d er de la memoria y de la actio o pronuntiatio la exis
tencia del texto retórico, estas operaciones no producen discurso, no
son constituyentes de discurso. Sin em bargo, mantienen no sólo entre sí
sino tam bién con las operaciones constituyentes de discurso una estre
cha relación d e funcionamiento. La memoria y la actio necesitan, para
p o d er ser activadas, que exista el material elaborado por la inventio, la
dispositio y la elocutio, el cual es el texto retórico sobre el que actúan al
ser éste m emorizado y actualizado con la pronunciación; pero, además,
en la actividad retórica, la serie que forman inventio, dispositio y elocu
tio está dirigida a la obtención de un discurso para que sea a continua
ción objeto d e las actividades de la memoria y de la actio. La relación
entre memoria y actio se establece en dos direcciones: el discurso es
m em orizado para ser expuesto y la adecuación de su actualización
dep en d e en buena parte de la memorización. /
La diferenciación de operaciones constituyentes de discurso y ope
raciones no constituyentes de discurso está relacionada con la distin
ción entre texto retórico y hecho retórico, si bien no existe una corres
pondencia entre el texto y las prim eras, por un lado, y entre el hecho y
las últimas, por otro. Las operaciones constituyentes de discurso tienen
como finalidad la construcción del discurso retórico, pero están situa
das en el ámbito general del hecho retórico, en el cual son activadas;
las operaciones no constituyentes de discurso, por su parte, aun tenien
do el discurso como objeto de su actividad, pertenecen exclusivamente
a dicho espacio general y no tienen una relación directa con la cons
trucción del texto retórico. Esta separación de dos clases de operacio-'
nes no supone una distribución valorativa, pues las distintas operacio
nes com ponen una serie ordenada que funciona globalmente en la
producción y en la actualización del discurso, a lo cual contribuyen
todas las partes artis, cada una en su fase correspondiente. La totalidad
de esta serie es necesaria para la existencia del hecho retórico.
Una de las cuestiones a las que se debe p restar una mayor atención
59^
en la reflexión retórica es la d e las relaciones que entre sí m antienen
las operaciones retóricas constituyentes de discurso. Esta cuestión afec
ta a la naturaleza misma de la producción del texto retórico, puesto que
de ella dep en d e la consideración de dicha actividad como una cons
trucción teórica o como un proceso comvinicativo complejo que se
realiza efectivamente.
G eneralm ente, los estudios retóricos no han atendido de m anera
explícita a dichas relaciones, habiéndose presentado la serie de las
operaciones de inventio, dispositio y elocutio con una estricta ordena
ción tem poral y con la consiguiente separación entre cada una y las
demás. Como ha señalado Antonio García Berrio, esta idea de ordena
ción tem poral se encuentra ya en la presentación po r Cicerón en De
oratore de las operaciones retóricas m ediante partículas que indican
sucesividad^, en el texto siguiente:
«Y puesto que todo el poder y la facultad del orador hubieran
sido distribuidos en cinco partes; que primero debería encontrar
lo que diga; después organizar y componer no sólo con orden, sino
también con cierta fuerza y juicio las cosas encontradas; luego por
fin vestir y adornar aquellas cosas con el discurso; después guar
darlas en la memoria; finalmente hablar con dignidad y con gracia
[...]»«.
La compartimentación tem poral hacía p e rd e r de vista la riqueza de
las interrelaciones que, de acuerdo con el principio d e aptum o d e c o
rum, dominan el sistema que estas operaciones forman. La considera
ción d e la elocutio como operación que se lleva a cabo una vez que ha
concluido la dispositio y la d e ésta como operación que se desarrolla
después de que la inventio haya llegado a su fin conlleva la fractura de
un proceso cuya continuidad garantiza la adecuada construcción del
texto retórico. Esta fractura ha supuesto una simphficación de la organi
zación retórica en punto a la construcción del discurso que es necesario
eliminar estableciendo correctam ente el carácter de dicha actividad
productiva. Con esta finalidad ha propugnado Antonio García Berrio la
distinción en la Retórica entre operación y com ponente estructural
teórico®°, la confusión de los cuales había producido de forma genera-
Véase el muy acertado y profundo planteamiento que hace G arcía Berrio del
problem a de la sucesividad d e las operaciones en Antonio García Berrio, «Retórica como
ciencia d e la expresividad (Presupuestos p ara una Retórica general)», cit., págs. 27-28.
V éase tam bién Antonio G arcía Berrio, Significado actual d el formalismo ruso, cit., pág.
209; Antonio García Berrio, «Poética e ideología del discurso clásico», cit., págs. 35-37
“ Cfr. Marco Tulio Cicerón, De oratore, ed. cit., 1, 31, 142-143.
“ Cfr. Antonio García Berrio, «Lingüística, literaridad/poeticidad (Gramática, Prag
mática, Texto)», cit., pág. 156.
60
lizada la fractura y la simplificación aludidas. Esta confusión no es impu
table prim ordialm ente a la Retórica; antes bien se trata de un em pobre
cimiento del que esta disciplina ha sido víctima, producido por una
concepción de aislamiento entre pensam iento y lenguaje®’. Es necesa
rio, po r consiguiente, servirse de aquella distinción y aplicarla a la
elucidación de la índole de las operaciones retóricas con el fin de
situarlas en el ámbito adecuado. De este modo es posible distinguir a
propósito de estas operaciones entre com ponentes teóricos operacio-
nales, es decir, com ponentes estructurales teóricos, y procesos opera-
cionales, esto es, operaciones propiam ente dichas, operaciones con
cretas. En virtud de la distinción precedente puede tenerse en cuenta
la existencia, po r un lado, del m odelo teórico del funcionamiento de las
operaciones retóricas y, por otro, de la realidad de la actividad concre
ta de dichas operaciones. Al carácter sistemático de esta realidad co
rresponde la sistematización que informa el modelo teórico retórico.
En el funcionamiento efectivo en la realidad de la comunicación i
retórica las tres operaciones constitutivas de discurso se entrecruzan/
en sus correspondientes actuaciones, dándose entre ellas una relación\
de sim ultaneidad total o parcial por la que la dispositio puede co m e n -,
zar antes de que finalice la inventio e incluso puede realizarse la elocu- '
tío m ientras continúan desarrollándose aquellas dos operaciones. En la j
realidad de la comunicación retórica concreta las operaciones constitu- !
yentes d e discurso forman un conjunto caracterizado por ser un conti-
nuum de actividad de producción textual, un extenso y complejo pro- [
ceso en el que están incluidas dichas operaciones como procesos o p e - '
racionales. En cambio, en el modelo retórico los com ponentes teóricos ■
operacionales correspondientes a las mencionadas operaciones consti
tuyentes de discurso mantienen entre sí una relación de sucesividad,
siendo en este caso cuando se justifica la separación, aunque solamente
teórica, entre las operaciones. En el ámbito de la reflexión dilucidadora i
de la realidad se encuentran situados los com ponentes teóricos como
serie ordenada en la que los elem entos y aspectos de cada uno de ellos
son discernidos y estudiados en el componente correspondiente, que
está, como constructo teórico, diferenciado de los otros; sin em bargo,
tam bién se incluyen en este ámbito teórico las conexiones que hay
entre estos componentes teóricos operacionales, las cuales hacen nece
sario que en la teorización retórica se tenga en cuenta la proyección de
unas operaciones sobre otras en la construcción del discurso retórico.
Cfr. ibidem, págs 156-157; Antonio García Berrio, «Poética e ideología del discurso
clásico», cit., págs. 36-37,
61
con lo cual, en aras d e una explicación del objeto de estudio lo más
completa posible, dichas conexiones están presentes en el m odelo
retórico, debiendo qu ed ar explícito que las operaciones, ni en la reali
dad concreta, ni en el espacio teórico del modelo, son procesos o
com ponentes aislados unos d e otros.
Los procesos operacionales que hacen posibles los discursos retóri
cos concretos producen ima dinamización textual suministrada p o r el
principio d e aptum o decorum que atraviesa todos los niveles del texto
y el nivel referencial® ^. Esta dinamización proporciona al discurso una
cohesión que es im prescindible p ara la adecuación d e su construcción
y de su funcionamiento en el hecho retórico, puesto que hace que se
vean implicados en la producción discursiva todos los niveles y todas
las operaciones. La dinamización afecta también, por supuesto, a los
com ponentes teóricos operacionales, cuyo propio establecimiento se
asienta sobre el principio d e la cohesión textual activa.
A La diferenciación entre procesos operacionales y com ponentes teó
ricos operacionales anteriorm ente expuesta a propósito d e las opera-
jCiones d e inventio, dispositio y elocutio se da igualmente en lo que
'respecta a las operaciones de memoria y actio, existiendo en la reali
dad d e la comimicación retórica concreta los procesos operacionales
de memoria y actio, y en el m odelo retórico los com ponentes teóricos
operacionales d e memoria y actío. Entre estos últimos la relación es la
propia del espacio teórico, la d e la sucesividad, m ientras que los p ro
cesos operacionales correspondientes m antienen una relación especial,
pues, al tratarse d e operaciones no constituyentes de discurso, p o r lo
general tienen una relación de sucesividad entre sí y con el bloque
formado por inventio, dispositio y elocutio, ya que se realizan cuando
estas tres han concluido, con la consiguiente próducción d e discurso.
Existen, sin em bargo, casos concretos en los que la actio es reahzada a
la vez que el conjunto de las tres operaciones constituyentes d e discur
so. Lo mismo sucede a propósito de la intellectio que, como operación
no constituyente de discurso p ero im prescindible para el inicio de la
producción del texto retórico, en el ámbito d e la realidad de la comuni
cación retórica concreta se sitúa normalmente antes de la serie de
inventio, dispositio y elocutio en una relación de sucesividad, pudien-
do, no obstante, darse casos concretos en los que la intellectio es
realizada m ientras se están produciendo las operaciones constituyentes
de discurso. En lo concerniente a la relación d e la operación de inte-
62
llectio con las dem ás en el ámbito del modelo retórico, hay que decir -
que dicha relación es de sucesividad, prestándose la atención a la '
conexión de aquélla con las dem ás operaciones retóricas.
Estos dos planos epistemológicos, el de la realidad y el de la cons
trucción teórica que la explica, perm iten tam bién distinguir entre los
hechos retóricos concretos y el hecho retórico general y abstracto,
entre los textos retóricos concretos y el texto retórico, teórico o abs
tracto, entre los referentes concretos y el referente teórico, entre los
oradores concretos y el orador como figura teórica, entre los destinata
rios concretos y el destinatario como figura teórica, y entre los contex
tos concretos y el contexto teórico. Se trata de la distinción entre el
plano ético, en el que están situados los elem entos particulares, y el
/
plano émico, del que forman parte las categorías®^.
A estos dos planos m etateóricos pertenecen los niveles correspon
dientes a las operaciones retóricas. Partiendo de la existencia de las
seis operaciones retóricas que estamos considerando, hay que distin
guir prim eram ente entre niveles que corresponden a las tres operacio
nes constituyentes de discurso y niveles relativos a las tres operaciones
no constituyentes de discurso; los prim eros son niveles del texto retóri
co y de su referente, relativos al ámbito cotextual y al ámbito contex-
tual-referencial, respectivam ente, del modelo retórico, y los segundos
son niveles del ámbito contextual-pragmático de dicho modelo. Por un
lado existen, de acuerdo con esto, un nivel de invenüo, que está forma
do por la estructura de conjunto referencial, un nivel de dispositio, que
está constituido p o r la m acroestructura del texto retórico, y un nivel de
elocutio, el de la m icroestructura de dicho texto, Estos niveles afectan a
la construcción del discurso en lo semántico-extensional y en lo sintácti
co. Por otro lado, contamos con un nivel de intellectio, integrado p o r la
actividad pragm ática y com prensiva-general d e la operación d e inte
llectio, con un nivel de memoria, formado por la actividad pragm ática
de la operación de memoria, y con un nivel de actio o pronuntiatio, que
está organizado por la actualización comunicativa que supone esta ope
ración principalm ente pragm ática. Estos niveles están directam ente si
tuados en la armazón del hecho retórico, en su espacio pragmático,
m ientras que los tres niveles anteriores se integran a través del texto y
de su referente en el mencionado hecho. Realizada esta distinción de
dos clases de niveles, hay que indicar que en los textos retóricos
concretos hay niveles de dispositio y niveles de elocutio concretos y
63-
que a los referentes concretos corresponden niveles de inventio con
cretos: frente a esto, en el m odelo retórico contamos con niveles teóri
cos d e inventio, d e dispositio y de elocutio. Paralelam ente, en el espa
cio contextual-pragm ático de los hechos retóricos concretos hay nive
les concretos de intellectio, de memoria y de actio o pronuntiatio,
m ientras que en el mismo espacio del m odelo retórico hay niveles
teóricos de intellectio, d e m emoria y de actio o pronuntiatio. Los nive
les concretos p roceden de las actividades de los procesos operaciona-
les y, en cambio, los niveles abstractos son construcciones teóricas
t dependientes de los com ponentes teóricos operacionales.
En los capítulos siguientes me ocupo de las operaciones retóricas
que en el espacio teórico del m odelo existen como com ponentes teóri
cos operacionales y que en la realidad de la comunicación retórica
concreta son procesos operacionales. Para esta explicación hay que
situarse en el plano del m odelo retórico, po r lo que ha de se r tenida en
cuenta la relación d e sucesividad entre las operaciones constituyentes
de discurso, sin que p o r ello se deje d e p restar atención a su funciona
miento como procesos operacionales.
64
4.
La Intellectlo
«[...] hay que decir cuáles son los oficios del orador. Son efectiva
mente, según se enseña, tres intelección, invención, disposición. Y
en efecto primero debemos comprender la causa propuesta, de
qué modo es la causa, después inventar [...].»*
65
es su grado de defendibilidad y a qué género corresponde^. Sulpicio
Víctor expresa el cometido de la intellectio en los términos siguientes:
I «En primer lugar hay que entender si hay tesis o hipótesis, esto
' es, controversia, habrá que entender si es consistente, después de
qué especie es, a continuación de qué modo es, luego de qué
estado y por último de qué figura.»^
67
en el género deliberativo si se entiende que el auditorio no posee
com petencia p ara decidir sobre el asunto o que el orador no está
capacitado p ara opinar so b re la m ateria objeto d e decisión. En el
género demostrativo este status consiste en la desautorización del ora
d o r p o r el público p o r no s e r com petente aquél para pronunciar un
discurso d e este género a causa d e sus actos personales, o bien en la
descalificación d e la m ateria p o r no se r ésta digna d e elogio o de
vituperio. En el ejem plo d e discurso judicial aducido, el status transla-
tionis consistiría en ima impugnación del proceso como consecuencia
d e h ab er sido calificada como justa la acción d e la causa®. El genus
rationale y el genus legale son para Quintiliano una forma d e síaíus*°.
Gracias a la fijación d e los status de la cuestión que la intellectio
proporciona, el orador llega a tener un conocimiento completo d e la
constitución de la causa, d e su relación con la ley o con las posibilida
d es d e defensa, d e sus cualidades y tam bién de los fundamentos de
la construcción del discurso retórico sobre la causa. Para ello son
estudiados los hechos, los autores y la relación d e unos y otros con el
sistema jurídico, p o r lo que la intellectio es una operación d e exam en
de la reahdad que necesariam ente ha de llevarse a cabo con anteriori
dad a la selección d e una parte de ésta para su incorporación al refe
rente por m edio d e la inventio; en este sentido, la intellectio es un
conocimiento d e la causa en sus diferentes aspectos y, atendiendo a la
constitución de la causa, hace posible la construcción referencial".
Sulpicio Víctor incluye en el objeto de la intellectio el conocimiento
de la especie d e la causa, que pu ed e se r ética, patética y judicial. Es
ética la causa en la que intervienen las costum bres; la causa patética es
aquella que contiene sentimiento, y la judicial es la que se basa en la
confrontación pura. De acuerdo con la com prensión de la especie,
p ro ced erá el orador adecuadam ente en la elaboración del d is c u r s o *2.
También corresponde a la intellectio la com prensión del modo de la
causa, que constituye su g rado de defendibilidad. Son cinco los modos
o géneros de la causa según la doctrina más extendida; en De inventio-
ne Cicerón escribe: «Los géneros d e las causas son cinco: noble, sor
prendente, hiamilde, dudoso y oscuro»*^. Así pues, tenem os las si-
• Cfr. ibidem, §§ 79-254. Para otras clasificaciones, véase ibidem, §§ 134-138, y Sebas
tian T. McEvoy, «Le systém e d e s états d e cause», cit., págs. 186 y sigs.
‘O Cfr. M arco Fabio Quintiliano, Institutio oratoria, ed. cit., 3, 6, 66-68; Heinrich Laus-
b erg . Manual de Retórica literaria, cit., § 136.
*' Cfr. Francisco Chico Rico, Pragmática y construcción literaria, cit., pág. 94.
Cfr. Sulpicio Víctor, Institutiones oratoriae, ed. cit., 6.
‘3 Cfr. Marco TuUo Cicerón, De inventione, ed. cit., I, 15, 20.
\68
guíenles clases: la causa honesta, causa noble, que pertenece al hones-
tum genus, género noble; la causa admirabais, causa sorprendente,,
perteneciente al admirabais genus o turpis genus, género so rprenden
te o torpe; la causa anceps, causa incierta, que corresponde al dubium
vel anceps genus\ la causa humilis, causa humilde, que es propia del
humilis genus, g én ero dudoso o incierto, género humilde, y la causa'
obscura, correspondiente al obscurum genus. El género noble tiene un
grado de defendibilidad alto, basado en la idea general que el rec e p
tor del discurso tiene de la ley y de la verdad. Por el contrario, es bajo
el grado de defendibilidad del género sorprendente, paradójico o
torpe, porque la causa es rechazada por el sentimiento jurídico y por la
conciencia de la v erd ad que tiene el destinatario; la causa de este
género exige un gran esfuerzo al orador. El género dudoso o incierto
es el que produce una duda importante en la conciencia jurídica y
general po r estar mezclados en la causa elem entos nobles y elementos
innobles; en este género la causa es defendible, aunque es incierta
para las dos partes, que han de esforzarse por hacer que prevalezca la
propia posición. El género humilde tiene un grado d e defendibilidad
bajo porque la causa carece de interés para el receptor. Por último, el
género'•oscuro tam bién posee un bajo grado de defendibilidad por la
dificultcid que encuentra el destinatario para com prender la c a u s a E s
im prescindible que la intellectio proporcione el modo de la causa al
orador para que éste pueda organizar su estrategia textual-comunicati-
va en la construcción del discurso retórico en función de cuál sea dicho
modo.
Finalmente, según la presentación de la intellectio que hace Sulpicio I
Víctor, es objeto d e la misma la com prensión de la figura o estructura
de la causa, la cual puede ser sim plex, coniuncta o concertativa. La
causa sim plex, causa simple, es la que tiene un solo asunto; la causa
coniuncta, causa unida, está formada por más de una causa simple, y la
causa concertativa, causa conflictiva, es la que consta d e dos o más
asuntos alternativos. Estas diversas estructuras de la causa constituyen;'
los tres grados de complejidad de la misma'®.
Sulpicio Víctor, que presenta la inteUectio como im prescindible pri
A propósito d e estos cinco modos o géneros, cfr. Marco Fabio Ouintiliano, ¡nstiluüo
oratoria, ed. cit., 4, 1, 40, Sulpicio Víctor, Instituliones oratoriae, ed. cit., 7 y 8. Heinrich
Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit., § 64 La Rhetorica ad Herennium presenta
cuatro géneros: noble, torpe, dudoso y humilde, cfr A d C Herennium de ratione dicen-
di, ed, cit., I, III, 5.
Cfr. Sulpicio Víctor, InsUtutiones oratoriae, ed cit , 9-12 Véase también Heinrich
Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit., § 67
69
m er oficio del orador, la desarrolla al ocuparse de los diferentes obje
tos d e la com prensión que se lleva a cabo por m edio de dicha opera
ción retórica. La intellectio perm ite al autor im conocimiento de la causa
a propósito de la cual va a construir el discurso y también de la situa
ción pre-retórica ante la que se encuentra, p o r lo que, gracias a esta
operación, tam bién entiende a qué género aristotélico —judicial, deli-
\ berativo o demostrativo— pertenece, en función d e los hechos d e la
i causa, el discurso que se dispone a elaborar.
El entendim iento d e la causa está asociado a la com prensión que del
hecho retórico y d e sus com ponentes proporciona la intellectio al ora
dor, que examina p o r m edio d e esta operación su propia competencia
retórica y su posición en el hecho retórico, la condición y la actitud del
destinatario, el referente o posible referente del discurso, el contexto
d e la comimicación retórica, así como las necesidades constructivas del
discurso que va a elaborar. Este exam en y la consiguiente com prensión
global del hecho retórico en el que se encuentra el orador tienen lugar
en relación con el escrutinio d e la causa, que es el núcleo de la opera-
^ ción d e intellectio. La intellectio es la operación motriz d el proceso
I retórico, pues impulsa el desarrollo d e las dem ás operaciones' de éste
I y ofrece al orador los datos para la estrategia discursiva global y para
i las relativas a cada una d e las operaciones subsiguientes*®. La intellec-
1 tio, como ha estudiado Francisco Chico Rico, perm ite el establecimiento
’ del modelo d e m undo como categoría indispensable para que pueda
¡ se r llevado a cabo el establecim iento de la estructura d e conjunto
■referencial, que es tarea de la operación d e inventio^’^. El m odelo de
m undo es el conjunto d e instrucciones d e índole semántico-extensional
' que sigue el productor del texto en la obtención d e la m encionada
estructura de conjunto referencial, que se ajusta así a unas condiciones
fijadas con anterioridad p o r el productor al adoptar un m odelo de
, mundo, las cuales determ inan el carácter verdadero, ficcional verosí-
'■■mil o ficcional inverosímil d e los elem entos referenciales*®. El orador
establece po r la intellectio el m odelo d e mimdo de tal modo que sea
com partido p o r el destinatario y funcione como código semántico-ex-
tensionaP® que haga posible la comunicación.
'* Cfr. Francisco Chico Rico, «La intellectio. Notas sobre una sexta operación retóri
ca», cit.; Francisco Chico Rico. Pragmática y construcción literaria, cit,, págs. 93 y sigs.
Cfr. ihidem .
*®Cfr. Tomás Albctladejo, «Componente pragmático, componente de representación
y modelo lingüistico-textual», cit., pág. 13; Tomás Albaladejo, «Texto y ámbito referen
cial: el componente de constitución de modelo de mundo», en Dianium, 4. Homenaje a
Juan Cbabás, 1989, págs. 293-299.
** A propósito del código semántico-extensional, véase ibidem, pág. 296; así como
• Tomás Albaladejo, Teoría d e los m undos posibles y macroestructura narrativa, cit., pág. 63.
70
El carácter de operación previa de la intellectio la sitúa como ante
rior a las restantes operaciones en el modelo retórico y en la realidad
d e la comunicación retórica concreta. En la serie de los procesos ope-
racionales retóricos, caracterizados en lo que a la construcción del
discurso se refiere p o r m antener una relación de simultaneidad total o
parcial, la intellectio es anterior al bloque formado por inventio, dispo-^
sitio y elocutio-, sin em bargo, la realización de una intellectio continua, i
ya que el orador no deja en ningún momento de atender a la realidad
del hecho retórico, que pu ed e ser cambiante, es posible que lleve
a esta operación a ejercer influencia sobre las otras aun durante el
desarrollo mismo d e la inventio, de la dispositio, de la elocutio y
también d e la pronuntiatio, pudiendo el orador modificar alguno de sus
planteam ientos iniciales a propósito de estas operaciones a raíz de la
adquisición de algún conocimiento más que concierna a la causa o a la ,
globalidad del hecho retórico. En el genus iudiciale es frecuente que
el orador que habla después de haberlo hecho la parte contraria tenga
que cam biar algo en su proyecto textual-comunicativo después de
haber escuchado el discurso correspondiente a dicha parte, cuya com
prensión atañe a la intellectio.
La operación d e intellectio, que ha sido poco tratada en la tradición
retórica, es im prescindible para la explicación de la producción del
discurso retórico y, po r su carácter herm enéutico, ofrece un altísimo
interés en la recuperación y activación del corpus teórico de la Retóri
ca, pues ofrece una sólida armazón para el estudio del conocimiento de
la realidad en su relación con la producción textual.
71
5.
La inventío y la dispositfo
73
tario se incline hacia la parte apoyada po r el orador. En esta operación
es fundamental la excogitatio, que he traducido p o r «hallazgo» y que ha
d e entenderse realizada con reflexión y con imaginación. De gran
importancia es que el objeto de la excogitatio esté formado tanto por
res v e rd a d e ras como p o r res verosímiles, p o r lo que se trata d e un
proceso en el que se activa no sólo la adopción de elem entos referen-
ciales reales, sino tam bién la imaginación de otros no reales, aunque
verosímiles.
Para la adecuada realización de la operación de inventio han de
concurrir el ars y el ingenium, la técnica y las cualidades personales
que posea el orador. Como Lausberg explica, la habilidad personal
para llevar a cabo la invención es encauzada por la técnica, que ofrece
al orador una sistematización relativa a lo referencial como forma de
superación del azar, vía irreflexiva del hallazgo de las ideas. La Retóri-.
ca ha producido, en este sentido, una perfecta estructuración de luga
res (loci) a los que p u ed e dirigirse el orador para buscar en ellos los
elem entos referenciales*.
La inventio se ocupa de la obtención del nivel de inventio, nivel
ordenado hacia el texto retórico y formado po r la estructura de conjun
to referencial en su totalidad; po r tanto es tarea d e esta operación el
hallazgo de las ideas que van a se r incluidas en cada una d e las partes
en las que la Retórica divide el nivel referencial en tanto que nivel
producido por esta operación. La inventio se realiza buscando la utilitas
d e la causa y contando con la idea de aptum o decorum como orienta
dora de esta sección teórica d e la producción textual retórica, po r lo
cual el orador ha de buscar los elem entos referenciales adecuados a
cada una de aquellas partes, que son las partes orationis o partes del
discurso, de cuya situación en la organización de las operaciones retó
ricas y de los niveles dependientes de éstas me ocupo más adelante.
De acuerdo con la distinción que antes se ha hecho entre res semánti-
co-extensional y res semántico-intensional, concierne a la inventio la
producción de la prim era, que es completam ente necesaria para que,
ya en el ámbito de la operación de dispositio, pueda ser obtenida la
segunda. La excogitatio afecta, pues, a la res considerada como conte
nido extensional.
De acuerdo con la serie cronológicam ente ordenada de los compo
nentes teóricos operacionales, después de la inventio tiene lugar la
dispositio. De esta operación la Rhetorica ad Herennium dice:
«La disposición es la ordenación y la distribución de las cosas,
la cual indica qué cosa ha de ser colocada en qué lugares.»^
74
En la Instituüo oratoria escribe Ouintiliano:
75
inventio ya es ordenada como res textual y llega a constituir la base de
la m icroestructura como construcción elocutiva. La dispositio es, de
este modo, el gozne del discurso retórico.
La antes m encionada consideración de Sulpicio Víctor de que los
cometidos del orador son tres —intellectio, inventio y dispositio—, sitúa
la operación m acroestructural en una posición dominante en relación
con las operaciones d e elocutio y d e actio o pronuntiatio, que para este
teórico forman parte de la dispositio:
® Cfr. Sulpicio Víctor, Institationes oratohae, ed. cit., 14. V éase el comentario so b re el
texto de Sulpicio Víctor d e Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit., § 445.
76
ral de ambas fases del proceso de elaboración no se trata de una
sucesión estrictamente separable y distinguible. Más bien, inventio
y dispositio se hallan vinculadas una a otra de manera inse
parable.»®
77
«La invención se emplea en la serie de partes del discurso:
i exordio, narración, división, confirmación, confutación y con-
i clusión.»*2
78 ' ■. • ■ .
de ésta con la naturaleza de la sección semiótica que corresponde a la
operación en cada caso. Así pues, la inventio como proceso operacio-
nal y como com ponente teórico operacional y el nivel de construcción
teórica correspondiente son de naturaleza semántico-extensional y tie
nen, no obstante, una organización de índole sintáctica, pues los seres,
estados, procesos, acciones e ideas producidos por la inventio están
estructurados sintácticamente, aunque son semántico-extensionales.
Del mismo modo, la dispositio como proceso operacional y como com
ponente teórico operacional y el correspondiente nivel son de natura
leza sintáctica y poseen una fundamentación de carácter semántico-
extensional, ya que el conjunto de relaciones de dispositio ha de estar
organizado a partir de un soporte semántico-extensional, que se trans
forma en semántico-intensional en la producción del discurso retórico.
Las partes del discurso son secciones textuales de índole m acroes-
tructural organizadas en el nivel de dispositio y secciones referenciales
diferenciadas en el nivel de inventio, y como estructuración de un todo
en partes conectadas tienen un carácter básicam ente sintáctico. La p re
sencia d e esta organización en la inventio responde al carácter sintácti
co de la dimensión secundaria de la operación y del nivel que ésta
produce; en virtud de dicha dimensión, el material semántico-extensio
nal d e la inventio no carece de la necesaria armazón que le proporcio
nan las relaciones sintácticas en el dominio referencial. Gracias a la
dinamización que caracteriza la totalidad del discurso retórico, la in
ventio se dirige en su realización hacia la dispositio, de tal modo que la
organización de las partes orationis está implantada en dicha operación
semántico-extensional como estructura previa o pre-estructura a la que
se ciñe la construcción referencial que corresponde a la inventio, lo
cual supone una retroproyección de la sintaxis sobre la semántica ex-
tensional. Como contrapartida, hay una presencia semántica en la dis
positio, cuya dimensión prim aria define el nivel de esta operación
como espacio sintáctico. Con su presencia semántica en la dispositio,
las partes del discurso constituyen la armazón sintáctica de la m acroes-
tructura, constructo que, al perten ecer al nivel de dispositio, tiene una
dimensión secundaria semántica, en razón de la cual las diferentes
secciones articulan este dominio sintáctico porque cada una de ellas
posee un contenido semántico-intensional determ inado procedente del
contenido semántico-extensional de la parte o sección correspondiente
en la inventio. De acuerdo con esto, la dispositio se estructura como
orgánización sintáctica de un contenido semántico que por formar parte
del texto es de índole intensional. A través del esquem a que proporcio
nan las partes orationis, el nivel de inventio se proyecta sobre el de
dispositio realizándose la transformación del material semántico-exten-
sional producido p o r la inventio en el material semántico-intensional de
79
la dispositio gracias a las vías d e enlace que entre las dos operaciones
dicho esquem a abre.
Como sabem os, la dispositio no sólo se relaciona con la res, sino
tam bién con las verba, en la doble adscripción característica d e esta
operación retórica. Esta asociación con el plano del significante textual,
con la m icroestructura, da entrada en esta operación a la distribución
d e la construcción semántico-intensional, m acroestructural, en unida
des o secciones d e transformación hacia la m icroestructra, es decir,
hacia el nivel d e elocutio, en el que dicha construcción es manifestada y
p o r el que, p o r tanto, es comunicada. De este modo llegan hasta el
nivel d e elocutio las partes orationis, que se proyectan d esd e el nivel
d e dispositio y hacen posible que en la m icroestructura del texto retóri
co se encuentren las diferentes secciones que expresan dichas partes
del discurso. Es esto consecuencia de la gran fuerza estructuradora de
la dispositio.
En la producción del texto retórico el orador obtiene un nivel se
mántico, en sentido semiótico, que es el nivel d e inventio y un nivel
m acroestructural, d e carácter sintáctico, en sentido semiótico, que es
el nivel d e dispositio. Como hem os visto, al prim ero corresponde la
res extensional y al segundo la re s intensional como representación en
el texto retórico, en su parte m acroestructural, d e dicha construcción
extensional. El paso d e la estructura de conjunto referencial producida
p o r la operación d e inventio a la m acroestructura tiene lugar gracias al
proceso de intensionalización^*, por el cual el productor del texto trans
forma en intensión textual, la cual corresponde a la m acroestructura, la
construcción extensional que ha obtenido con su actividad semántica.
La intensionalización es un proceso que se da en toda producción
textual, en la del texto d e lengua común y en la del texto retórico y
literario, p ero es en éstos donde adquiere una relevancia extraor
dinaria en la elaboración d e la m acroestructura.
En el discurso retórico, p o r la intensionalización pasan a se r unida
des temáticas m acroestructurales los hechos que componen el nivel de
inventio y que han sido obtenidos por la operación de inventio-, en
virtud de dicho proceso los seres, estados, procesos, acciones e ideas
que forman la estructura d e conjunto referencial son transform ados en
80
unidades intensionales conectadas entre sí en el interior del texto, en el
que constituyen su m acroestructura. Este paso d e la extensión a la
intensión es una transformación de referente en m acroestructura retóri
ca; es la traslación al texto de una sección de la realidad que está en su
exterior. La intensionalización puede, por tanto, ser planteada como la
clave de la conexión entre texto y mundo; su condición de proceso
textualizador a partir de la sección de mundo constituida como estruc
tura de conjunto referencial la sitúa en el decisivo espacio dinámico de
la representación de aquélla en una estructura textual subyacente que
será manifestada en una m icroestructura de características determ ina
das a l corresponder, en el caso del texto retórico, al nivel de elocutio.
En la elaboración del texto retórico, por el carácter de discurso artísti
camente codificado de éste, la intensionalización funciona como p ro ce
so de construcción'dirigido por la voluntad estética del orador hacia la
adecuada conjunción entre el nivel de inventio y el nivel de dispositio.
Por la intensionalización artística que tiene lugar en esta producción
textual el orador hace que los elem entos del referente cristalicen en la
m acroestructura del texto retórico, de tal m anera que éste, como con
junto global, sea una plasmación lingüística de los seres, estados, pro
cesos, acciones e ideas del nivel de inventio que haga posible que los
com ponentes d e dicha serie referencial sean propiam ente discurso y
que adquieran p o r ello la solidez y la concreción en el hecho retórico
que solamente su plena conversión en material textual artísticamente
organizado p u ed e proporcionarles. Esta plasmación está regida por el
principio del decorum, cuya fuerza actúa para que en la m acroestructu
ra retórica q u ed e configurado el referente de acuerdo con su organiza
ción y con la intención comunicativa del orador, quien en la intensiona
lización que realiza m oldea el propio referente para su incorporación
al texto.
La intensionalización retórica, como enlace entre los niveles de in
ventio y dispositio, tiene su fundamentación en estas dos operaciones:
la inventio perm ite obtener una estructura de conjunto referencial que
se encuentra dirigida hacia la dispositio, la cual, a su vez, hace posible
la elaboración del recipiente m acroestructural que configura intensio-
nalmente la m encionada estructura procedente de la operación inventi
va. Así pues, para la intensionalización que el orador lleva a cabo son
un instrumento im prescindible las partes orationis, por m edio de las
cuales pasan a ser secciones m acroestructurales las diferentes seccio
nes referenciales. Pero es la dispositio, como operación constructora
de la m acroestructura del texto retórico, la que en mayor medida
contribuye a la realización del proceso de intensionalización, cierta
m ente en colaboración muy estrecha con la inventio.
81
5.2. Las partes orationis. Las secciones del referente
y de la macroestructura del texto retórico
Como integrantes del eje horizontal del m odelo retórico, las partes
del discurso, en su doble localización en el nivel de inventio y en el
nivel de dispositío, configuran la organización tanto de la estructura de
conjimto referencial como d e la m acroestructura del texto retórico.
Teniendo en cuenta dicha situación de las partes orationis, a continua
ción m e ocupo d e cada una de ellas y d e su conjunto, prestando esp e
cial atención a la exposición de Heinrich Lausberg, quien, en su Manual
de Retórica literaria, ha hecho una sistematización de las contribuciones
d e las diferentes teorizaciones retóricas tradicionales a propósito de las
partes del discurso, que básicam ente responden a la serie formada por
exordium, narratio, argumentatio, la cual se divide en prohatio y refuta-
tio, y po r último peroratio^^. La sistematización d e las partes orationis
que ofrece Lausberg es perfectam ente representativa del corpus teóri
co d e la Rhetorica recepta en esta im portante sección inventivo-disposi-
tiva.
'* Cfr. Heinrich Lausberg, Manual d e Retórica literaria, cit,, §§ 261-442. En este aparta
do sigo principalm ente la organización explicativa d e Lausberg.
'« Cfr. ibidem , §§ 262-288.
" Cfr. ibidem , § 266.
82
elem entos implicados en el hecho retórico. El p m em ium , como realiza
ción normal del exordium , proporciona la prim era ocasión, sem ántico-.
extensional y m acroestructuralm ente fundamentada, que tiene el ora-
ctor de influir en el público y de captar su voluntad.
Es necesario que el orador sepa conseguir la atención del d e s - ;
tinatario, para lo cual d e b e hacer que para éste no exista el tae- |
dium, im portante obstáculo para la realización de lo aptum y para ,i
alcanzar la finalidad persuasiva del discurso. La falta de atención del '
público suele d e b e rse a lo característico del asunto de genus humilis y
p ro ced e entonces de la intrascendencia del asunto tratado o al fasti-
dium, disposición de desinterés del público'®. Con el fin de que el
destinatario esté atento incluso en los casos en los que la causa tiene
para aquél poca importancia, el orador en el proem ium d eb e insistir en
que el asunto del que va a ocuparse en el discurso que está comenzan
do a comunicar es de una gran importancia. Como Lausberg señala, ^
una m anera d e elevar la consideración del asunto consiste en utilizar en'
el proem ium conceptos amplios e ideas universales, que sirven paras
atraer la atención del receptor, el cual es así guiado desde lo g e n e ra l;
hacia lo particular. Entre los medios em pleados en el proem ium p a ra '
ganar el interés del púbhco se encuentran los siguientes: pedir explíci
tamente que se p reste atención, prom eter que se tendrá b revedad en
la exposición de los hechos, presentar el asunto como pertinente a los
intereses del propio público, lo cual es el recurso conocido como tua ,
res agitur «se trata de un asunto tuyo», y producir en el receptor la
voluptas describiendo un objeto herm oso en el proemium'^.
Relacionado con el attentum parare o captación de la atención del
público está el docilem parare, que consiste en hacer que el receptor ■
com prenda fácilmente el asunto. Es el genus obscurum el que necesita
que se active esta finalidad del proemium, para que las dificultades de
com prensión de aquello de lo que trata el discurso queden adaptadas a
la capacidad de entendimiento del público. Lausberg destaca como
m edio más importante para el docilem parare el realizar en el p roe
mium la enum eración concisa de los temas de los que se va a tratar en
la exposición de los hechos, de tal m anera que el receptor pueda así
contar con un exacto desmenuzamiento del asunto del texto retórico^®.
La tercera sección del objetivo del proem ium es el benevolum
parare, que afecta a la intención de buscar la disposición de benevo-
83
^encia del juez o del recep to r en general en los casos en los que es
difícil tomar una decisión p o r tratarse d e un asunto de genus anceps o
g énero incierto. El benevolum parare concierne d e modo especial al
genus admirabile p o r el carácter p ^ d jy ic o ^ d ^ _ é s te _ y tam bién es
oportuno a propósito del genus honestum. Se consigue el benevolum
parare de cuatro m aneras, que corresponden a las fórmulas que segui
dam ente se exponen. En prim er lugar se obtiene la benevolencia ab
nostra persona al alabarse el orador a sí mismo y al alabar a su cliente,
presentando en el proem ium la causa propia como digna de actitud
favorable, p ero evitando d ar im presión de arrogancia, pues esto perju
dicaría sobrem anera la obtención d e un buen efecto en el receptor.
También se consigue que el destinatario sea benévolo en relación con
la causa defendida p o r el orador p o r m edio de la fórmula ab adversa-
ríorum persona, consistente en la presentación negativa d e la parte
opuesta con el fin d e que ésta no llegue a s e r vista benévolam ente por
el receptor, lo cual rep ercu te en una actitud favorable al orador. Otra
fórmula es ab iudicum (auditorum) persona, p o r la que la benevolencia
se logra por el elogio del receptor, esto es, del juez o del público, en el
que se valora su capacidad d e decidir so b re el asunto, y tam bién por la
producción d e la delectatio del oyente con el fin de atraerlo a la posi
ción d e la parte propia con el deleite d e la descripción de algún
elem ento temático y d e la perífrasis en la presentación de contenidos
concretos. Por último está la benevolencia a causa, fórmula p o r la que
el orador predispone favorablem ente al receptor con el elogio de la
causa que defiende y con el vituperio d e la posición de la parte contra
ria. Como Heinrich Lausberg señala, estas cuatro fórmulas en las que se
articulan los m edios del benevolum parare son esencialm ente dialécti
cas, pues están organizadas so b re la oposición d e las partes que se
enfrentan en la causa*'; en este s e n t i d o h a y que dejar de tener en
cuenta que el establecim iento d e las partes orationis concierne de
m odo especial a los discursos del genus iudiciale, que se construyen
p ara defender, ante un juez o destinatario con p o d e r de decisión^ una
posición que está enfrentada a la defendida po r un orador que co rres
ponde a la parte contraria.
La otra forma d e realización del exordium es la insinuatio, po r la
cual el orador ejerce su influencia en el destinatario por m edio del
em pleo de dispositivos psicológicos con el fin de ponerlo de parte de
la posición que defiende. Se trata, pues, d e un m edio de influir afectiva
m ente en el receptor utilizando la suposición, la sorpresa y otros me-
..^4
dios d e atracción de índole no racional, con el fin de hacer que sea
favorable. La insinuatio se em plea cuando se quiere contrarrestar la
influencia ejercida po r el orador de la parte opuesta si éste ha hablado
antes y cuando la causa que está apoyando es difícil de defender^^.
Tanto el proem ium como la insinuatio están presididos po r e l con-;
ceptoj^e iQ-ap^m, del decorum que cohesiona todos los elem entos del
texto retórico y del hecho retórico. En una y en otra m odalidad de
exordium están presentes tanto la estructura de conjunto referencial y
la m acroestructura del discurso, po r un lado, como el productor, el
recep to r y el contexto retórico, po r otro, de tal m anera que se produce
entre estos elem entos una interacción dinámica que lleva al orador a
construir el exordio de su discurso dentro de una sólida interconexión
de lo semántico, lo sintáctico y lo pragmático.
De gran interés en la explicación retórica del discurso y de su
referente proporcionada por las partes orationis es, a propósito del
exordium , la consideración de las partes en las que, a su vez, éste se
diyide. El inltiuñTahTe el exordio, en el que pu ed e haber Tfna digre-'
s i ^ la paFte^final deí exordio, de acuerdo con la coherencia textual, y
También semántico-extensional, ha de conectarse con el comienzo de la
exposición d e los hechos, la narratio, que es la parte siguiente del
discurso, lo que constituye el transitus o transición del exordio a la
narración^^.
El exordio es, como sección del nivel de inventio, un bloque semán-
tico-extensional formado por elem entos de presentación de la causa al
receptor, así como de captación de su atención y de su actitud favora
ble. Como sección del nivel de dispositio, es la-parte de la m acroes
tructura situada funcionalmente como comienzo de ésta, de tal modo
que de su recepción a través de su manifestación en la m icroestructura
el destinatario obtenga las informaciones iniciales de la causa y, en el
caso d e éxito comunicativo del discurso en esta sección, se ponga a
favor d e la parte que produce el discurso. La actividad de construcción
retórica que el orador lleva a cabo con la producción referencial y
m acroestructural del exordio está plenam ente dirigida a la utilidad de
la causa, que es el interés que le m ueve en el conjunto de elementos
del hecho retórico, en una perfecta combinación de lo locutivo, lo
ilocutivo y lo perlocutivo del macroacto de habla retórico.
85
líos hechos que constituyen la causa, con el fin de que el receptor tenga
I un conocimiento d e los mismos que haga posible que llegue a situarse
' de parte d e la posición defendida p o r el orador^^, ya que la narración
d e los acontecimientos es indispensable para que la argum entación a
I propósito de los mismos se lleve a cabo. Aristóteles se ocupa en la
Retórica de esta exposición, a la que denomina TipóSecrií;, en su relación
' con la discusión argumentativa:
«Hay dos partes del discurso, pues es preciso exponer el asunto
de que se trata y hacer después la demostración. Por eso es impo
sible decir sin demostrar o demostrar sin haber expuesto previa-
mente, porque el que demuestra demuestra algo, y el que enuncia
algo lo enuncia para demostrarlo. De estas dos partes la una es la
exposición, la otra la argumentación, como también se podría ha
cer la división diciendo que lo uno es la cuestión y lo otro la
demostración.»^
Más adelante trata Aristóteles específicam ente de la narración, a la
que llama Sníyricf»?. Y la entiende como recorrido de las acciones sobre
las que versa el discurso, es decir, como presentación de los hechos^®.
La presencia de estos dos térm inos técnicos ha hecho necesaria una
aclaración sobre la conceptualización contenida en cada uno de ellos,
p or lo que Lausberg explica que se ha producido una especialización
en el caso de la propositio, traducción latina de 7tpó9eai(;, que queda
reserv ada para el resum en que a continuación del exordio el orador
hace de la causa que va a se r presentada en la narratio, traducción
latina de Siiíyriaii;, y que ésta es la exposición completa de la causa^^.
Ouintiliano, en un texto aducido po r el propio Lausberg, explica que
para Aristóteles la proposición p arece el género y la narración la
esp ecie^ . Puede decirse que la propositio se da después del exordium
como elem ento de enlace y de coherencia discursiva consistente en
una b rev e y sintética participación de los hechos de la causa que van a
se r expuestos detalladam ente en la narratio, por lo que está al servicio
d e la finalidad comunicativa global del texto retórico y, en particular,
en función de la narración, cuya com prensión facilita. La modalidad
más completa de propositio es la partitio o partición^s, que es una
enum eración de los elem entos temáticos que contiene la narración.
“ Cfr. ibidem , § 289. V éase el exhaustivo estudio d e Elena Artaza, El <iars narrandi»
en el siglo XVI español, cit.
” Cfr. Aristóteles, Retórica, ed. cit., 1414a32-37.
“ Cfr. ibidem , 1416bl6-1417a22.
Cfr. Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit., § 289.
“ Cfr. ibidem . Véase Marco Fabio Ouintiliano, Institutio oratoria, ed. cit., 3, 9, 5
“ Cfr. Heinrich Lausberg, Manual d e Retórica literaria, cit., §§ 289 y 347.
86
Cicerón define en De inventione la narrado del modo siguiente:
“ Cfr. Marco Tulio Cicerón, De inventione, ed cil .1, 19, 27 La Rhetonca ad Heren-
nium define la narratio en términos prácticam ente idénticos «La narración es la exposi
ción de las cosas realizadas o igualmente como realizadas», cfr A d C Herennium de
ratione dicendi, ed. cit., I, 3, 4
Cfr. Marco Fabio Ouintiliano, Institutio oratoria, ed cit., 4, 2, 31
Cfr. Heinrich Láusberg, Manual de Retórica literaria, cit . §§ 315 y sigs
87
es la brevedad, que es anunciada al receptor en el exordium para
ganar su actitud favorable. La b rev ed ad d e la narratio consiste en no
referir más de lo necesario p ara la causa, evitando la prolijidad: sin
em bargo, el orador no d e b e abusar d e la b rev e d a d para no caer en la
ininteligibilidad d e la narración” .
Especial atención m erece la virtud de la verosimilitud, que hace
que la narración sea narratio probabilis^. En el texto de Quintiliano
anteriorm ente citado, el rétor hispanorrom ano se refiere a «la exposi
ción d e la cosa hecha, o como hecha», con lo que deja constancia de la
conjunción d e dos planos en la reflexión teórica sobre la narración
retórica: el de la realidad y el d e la apariencia de realidad; como
hemos visto, las definiciones d e la narración expuestas cuentan con
estos dos planos. Cicerón, en De inventione, pone el fundamento del
carácter probable de la narración: «La narración será probable si p a re
cen estar en aquélla las cosas que suelen ap a re c er en la re a lid a d » La
finalidad d e exponer cosas verosím iles en el discurso retórico es con
seguir, cuando se ofrecen cosas verd ad eras e incluso en el caso d e que
no se presenten cosas verdaderam ente sucedidas, que los hechos na
rrados sean creíbles para el receptor. Por tanto, la existencia d e los dos
planos está al servicio de la persuasión, la cual intenta el orador siem
p re en el texto retórico.
El carácter v erd ad ero o verosímil d e la res que se ofrece en la
narración retórica descansa sobre la construcción semántico-extensio-
nal correspondiente al nivel d e inventio. El orador, al establecer la
estructura de conjunto referencial que com pone la narratio en dicho
nivel retórico, actúa d e acuerdo con un m odelo de mundo de lo verd a
d ero y toma los elem entos referenciales de la realidad efectiva o se
sirve de un m odelo d e mundo d e lo verosímil y construye elem entos
referenciales sim ilares a los de dicha realidad, p ero no existentes en
ella, elaborando d e este modo una construcción ficcionaP®. La res na
rrativa se m ueve, pues, entre la realidad y la apariencia de realidad, en
el dominio semántico-extensional, y ha de se r ofrecida como una cons
trucción convincente para el destinatario en el caso d e que los hechos
que se ofrecen en la narración correspondan a la realidad efectiva y sean
perfectam ente creíbles, en el caso de que aun perteneciendo a dicha
88
realidad resulten increíbles y en el caso de que los hechos presentados
no correspondan, de modo parcial o total, a la realidad efectiva, de tal
m anera que en cualquiera de estos casos pueda ser aceptada como
realidad efectiva en virtud de su verosimilitud. A la obtención por
m edio d e la inventio d e la re s narrativa convincente sigue en el modelo
d e teorización retórica la organización de dicha res p o r la operación de
dispositío en el espacio de la m acroestructura textual. En este punto
desem peña una función prim ordial el ordo, del que trataré más adelan
te. La ordenación de los elem entos semántico-intensionales de la narra
ción en el nivel d e dispositío contribuye de modo decisivo a la p resen
tación convincente de los hechos incluidos en esta parte del discurso.
José María Pozuelo ha estudiado con gran precisión la relación de la
teoría retórica de la narrado con la Poética y ha dedicado una atención
puntual a la cuestión d e la verosimilitud de la narración como parte del
discurso retórico y de su conexión con la verosimilitud literaria, que es
una d e las características definidoras de la creación literaria. Como
estudia Pozuelo, la apariencia de verdad es una constante que enlaza,
en el sistema clásico y actual del discurso, el planteamiento retórico y
el planteam iento poético
La claridad, la b rev ed ad y la credibihdad de la narración están, ,
como virtudes d e ésta, subordinadas al principio organizador del he
cho retórico que es la idea de aptum o decorum, al poner en relación la 1
construcción referencial y textual con la com prensión y aceptación de
esta parte del discurso, en una sólida conexión de lo semántico y lo
pragmático.
Hay tres géneros de narración retórica. El prim ero es el de la
narración como presentación de la causa, que es el propiam ente judi
cial y el que se da normalmente; el segundo es el de la narración como
digresión, que suele contener ejemplos, y el tercero es, de acuerdo
con Lausberg, la narración literaria, que es la que al m argen de las
causa-3 se realiza con el fin de proporcionar al orador una práctica
narrativa que le perm ita hacer adecuadam ente las narraciones relativas
a las causas^. Esta última se trata de una narratio específicamente
literaria que, como ejercitación, tiene en sí misma un fin inmediato,
aunque también como fin tenga el perfeccionamiento del orador en el
arte de la narración. De la importancia de este tipo de narración es
89
m uestra el hecho d e que la más amplia y detallada teorización sobre la
narratio se centra en este gén ero y no en los otros dos, que son los
propiam ente retóricos. Por ello, este te rc e r tipo de narratio tiene un
gran interés p ara la teorización literaria sobre la narración. En este
sentido hay que tener en cuenta la fundamental distinción de dos sub
g énero s en la narración literaria: uno relativo a los hechos y otro a las
personas, clasificación que, como Pozuelo Yvancos ha destacado, re
presenta un prim er planteam iento explícito de la separación entre el
nivel funcional y el nivel actanciaP®. Dentro d e la narración d e hechos
la Retórica distingue estos subtipos: la fábula, que no trata de cosas
v erd ad eras ni d e cosas verosím iles y viene proporcionada norm al
m ente por los textos literarios pertenecientes a la tradición, que para
la Retórica clásica son fundamentalmente textos épicos d e característi
cas que se apartan d e la condición d e probabilidad de la narración; la
historia, narración de los hechos verd ad ero s presentados d e m anera
^ verosímil, y po r último el argum ento como narración, que trata de
' cosas ficticias, p ero verosím iles
La narratio, como parte del discurso, está a su vez dividida en
partes que hacen posible una distribución interna de los elementos
semánticos que la componen. En prim er lugar se encuentra el initium o
comienzo d e la narración, que es la introducción de los hechos que
hace el orador a partir de las personas o d e cualquiera de los restantes
elementos, a saber, causa, lugar, tiempo, materia, cosa. A continuación
se halla el m édium , que es la parte de la narración en la que se
presentan propiam ente los hechos de la causa; es el núcleo de la
narración. El finis es la parte de la narración a la cual llega el orador
cuando expone los últimos hechos que son de interés para el destinata
rio y para su decisión. Dentro d e la narratio hay una parte opcional que
es la digresión, exposición de algún hecho particular o descripción que
se introduce en función d e la globahdad funcional de la narración. Con
la digresión se actuaüza uno de los tres géneros d e narración, el d ig re
sivo, p e ro po r otro lado esta parte facuhativa de la narración puede
constituirse como narración literaria. Al tratar de las partes de la narra
ción es necesario contar con el transitas o transición entre aquélla y la
siguiente parte del discurso, que es la argumentatio\ la transición pro
porciona aquí, como en el caso de la que tiene lugar entre exordio y
narración, un apoyo fundamental para la coherencia del texto retóri
co'**. Al final de la narratio pu ed e estar funcionando como transición la
^ Cfr. José María Pozuelo Yvancos, «Retórica y narrativa: la narraüo», cit., págs. 244-
245.
* Cfr. Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit., § 290.
« Cfr. ibidem, §§ 338-345.
\90
propositio, que después de aquélla ofrece las ideas principales que,
contiene. La organización más exhaustiva de la propositio se da en la
partitio o divisio, enum eración detallada de los puntos que son tratados ;
en la narración. La importancia de este resum en en su colocación en la
sección final de la narración es tan grande que para algunos retóricos
es una más de las partes del discurso, denom inada propositio, partitio o
divisio*^.
La narratio es un bloque perteneciente al nivel de inventio que,
como sección d e la estructura de conjunto referencial, contiene los
elem entos semántico-extensionales que forman la parte propiam ente
expositiva de la res semántico-extensional del discurso retórico. La
narratio, situada en el nivel de dispositio como parte de la m acroestruc-
tura, está formada po r las unidades temáticas, semántico-mtensionales,
que, manifestadas en la m acroestructura, perm iten al orador comunicar
al destinatario los hechos que componen la causa. La credibilidad de la
narración se obtiene de la confluencia de lo referencial y lo macroes-
tructural en virtud de la intensionalización, de tal modo que se consiga
una narratio verosímil estructurada en la dispositio, como rep resen ta
ción d e una narratio formada en la inventio por m ateriales semántico-
extensionales de condición v erdadera o verosímil.
91
exposición d e nuestros argiim entos con seg uridad»^, y la confutatio (o
refutatio) en los térm inos siguientes: «La confutación es la disolución de
los argum entos contrarios»^. En De oratore, Cicerón, al explicar en un
magnífico pasaje la actividad de la organización d e la producción tex
tual oratoria, se refiere a la confirmación d e lo pretendido po r el
orador y después a la acción d e desm entir las cosas que dijera la parte
contraria"*^. Por su parte, Marciano Capella, en su Liber de arte rhetori-
ca, señala como pars orationis en el mismo plano que las dem ás la
argumentatio y la divide en dos partes subordinadas: la confirmatio y la
reprehensión.
La argum entación es el centro del referente y del texto retórico.
Hacia esta parte del discurso está orientada la organización del eje de
representación horizontal: el exordio y la narración tienen como finali
dad la preparación del destinatario y la presentación al mismo de
informaciones en fimción de la aceptación po r parte de éste d e la
posición argum entativa que establece el orador. Dicha posición consis
te en la afirmación d e determ inadas pruebas, que favorecen a la causa,
y en la negación de otras, las que se oponen a la causa, y para que esa
posición pueda se r aceptada son necesarios un exordio adecuado y
una narración convincente como pasos previos a una argum entación
sólida. Incluso la peroratio, que es la última de las partes del discurso,
está al servicio de la posición argum entativa del orador. La argumenta
tio articula el conjimto d e las partes del discurso y la posición argum en
tativa correspondiente a dicha parte im pregna la totalidad del m encio
nado conjunto. Por todo ello, la argumentatio es, como afirma Lausberg,
«la parte nuclear y decisiva del discurso»^®, es la clave del arco d e la
arquitectónica organización de las partes orationis. Por la importancia
d e la argumentatio, una de las actualizaciones de la Retórica ha consi
d erado especialm ente la vaüdez de esta disciplina como una teoría de
la argimientación, en un ámbito fundamentalmente filosófico®®. Y es que
en el tratado d e la argum entación confluyen Retórica y Dialéctica, en
\^2
una relación establecida sobre el carácter lógico de esta parte central
de la teorización retórica®*.
En gran m edida, la teoría retórica de la argumentatio se ha constitui
do en relación con la sección positiva de la misma, es decir, la concer-S
niente a la parte d e probatio o confírmatio, de lo cual es consecue'nciá
que p o r lo general se identifique argumentatio con probaüo^o confir-
matio. Por ello el estudio de la argum entación es, ante todo,(el de las
pruebas que son aportadas en apoyo de la causa.
Las pruebas (probationes), llamadas tam bién argum entos (argumen-l
la), forman el cuerpo de la argum entación y, por la situación de ésta eri
el conjunto de elem entos del eje horizontal del modelo retórico, tienen;
una función central en el propio discurso entendido como totalidad',
basada en la coherencia m acroestructural y asimismo referencial. Las
pruebas pueden se r de dos tipos®^: por un lado están las que no
d ependen de la técnica retórica, son las que Aristóteles denomina
aTexvoi“ y Ouintiliano inartiñciales^\ por otro están las que se obtienen
por m edio d e la técnica retórica, llamadas ^viexvoi, por Aristóteles®® y
artificiales po r Ouintiliano®®. A las prim eras pertenecen las sentencias
previas (praeiudicia) dictadas a propósito de casos similares o próxi
mos a aquel en el que se está, es decir, la jurisprudencia existente
sobre el asunto o en relación con éste, así como los testigos, a los que el
orador llama para que declaren su testimonio. Estas pruebas no elabo
radas po r la técnica o arte retórica, y por tanto no artificiales, son
aprovechadas en el hecho retórico por el orador, que aplica en su
utilización sus conocimientos retóricos para incorporarlas al discurso
del modo más oportuno posible.
El interés d e la Retórica se centra en las pruebas artificiales, que se
obtienen de la causa por m edio de la técnica retórica para la construc
ción del discurso retórico en la parte de argumentatio. Estas pruebas
son de tres tipos: signos (signa), argum entos (argumenta) y ejemplos
(exempla).
Lausberg define la prueba retórica que es el signo como «una señal
Cfr. Luigi Heilmann, «Rhetoric. New Rhetoric and Linguistic Theory», cit . págs 291
y sigs.; Antonio G arcía Berrio, «Retórica como ciencia de la expresividad (Presupuestos
para una Retórica general)», cit , págs 44 y sigs
Cfr Heinrich Lausberg, Manual de Retórica ¡iteraría, cit , §§ 350 y sigs
Cfr. Aristóteles, Retórica, ed. cit., 1355b35
Cfr. Marco Fabio Ouintiliano, ¡nstitutio oratoria, ed cit , 5, 1, 1-2.
Cfr. Aristóteles, Retórica, ed c i t , 13S5b35
* Cfr. Marco Fabio Ouintiliano, Institutio oratoria, ed cit ,5 , 1, 1-2
93
perceptible p o r los sentidos que norm alm ente acompaña a un hecho, a
una realidad, a un estado d e cosas —pudiendo ser su relación tem poral
de antecedente, concomitante o subsiguiente— , de suerte que por la
señal o signo se p u ed e deducir con m ayor o m enor seguridad la cosa
significada»®^. Los signos se ofrecen al orador junto con los hechos que
com ponen la causa, p ero no manifiestan por sí mismos su relación con
éstos, po r lo que d eb en se r conectados con los hechos po r el orador
po r m edio del exam en d e la realidad, a diferencia de lo que sucede
con las p ruebas inartificiales, con las cuales tienen cierta semejanza los
signos en la m edida en que éstos tampoco son elaborados po r el
orador, p o r estar aquellas pruebas, formadas po r testimonios y por
jurisprudencia, vinculadas d e modo textual y directo a los hechos d e la
causa. El carácter d e p ru eb a artificial que tienen los signos se basa en
que el orador ha de construir con m ateriales semántico-extensionales y
textuales la relación que existe entre el signo como p ru eb a y los he
chos. Un ejem plo que pone Quintiliano es el d e la sangre como signo
d e una matanza®®. La relación entre este hecho y aquel signo ha de ser
elaborada discursivam ente po r el productor del texto retórico®®.
Los argum entos son las más im portantes de las pruebas artificiales,
habiéndose llegado a llamar genéricam ente argum entos a las pruebas,
si bien Quintiliano reservó el térm ino argumenta para una clase d e las
p ruebas artificiales, la que ahora es objeto d e estudio. Lausberg, en su
acertada sistematización d e la organización d e la argumentatio, utiliza
en ese sentido específico y clarificador el tecnicismo retórico argumen-
tu m ^ y este uso es el que se sigue en estas páginas. Quintiliano escribe
a propósito del argumentum:
94
la construcción lógica d e la confirmación de lo que se quiere probar®^.
El razonamiento consta de prem isas y de conclusión, como organiza
ción concatenada dirigida a la prueba. La forma más completa de
razonamiento es el silogismo, pues en éste se dan todas las proposicio
nes necesarias p ara la conclusión; otra forma de razonamiento es el
entimema, que es un silogismo imperfecto por no darse en él todas las
proposiciones que conducen a la conclusión, diferenciándose también
del silogismo en que sus prem isas son verosímiles y no verdaderas; el
entimem a tam bién es llamado epiquerem a, aunque uno y otro son
diferenciados por varios autores®^, el epiquerem a se caracteriza por
tener p ruebas en algunas de sus prem isas. Para Aristóteles el entim e-,
ma es el silogismo oratorio®^. Por todo ello, el razonamiento como
p ru eb a artificial de la argumentatio está situado plenam ente en el domi
nio d e la confluencia de la Retórica y la Dialéctica. '
Los loci argumentorum son para Lausberg una clase de argum entos
que responde al contenido, frente a la ratiocinatio, que es de índole
lógico-formal®®. Son los lugares sistemáticamente establecidos en los
que el orador busca ideas pertinentes a la causa, utilizándolos en la
quaestio finita. «Los loci —escribe Lausberg— son, pues, fórmulas de
investigación, y en su conjunto constituyen depósitos de ideas de los
que se pueden tomar los pensam ientos que convenga»®®. La clasifica
ción d e lofe loci o TÓTtoi es resultado de la división del mundo por parte
de la Retórica, p o r la que se obtiene una sistematización de la realidad
y, po r tanto, d e todo posible referente. La organización de los loci se
ofrece al orador, que la conoce puesto que ha aprendido el arte de la
Retórica, con el fin de que pueda llevar a cabo una parte importante de
la inventio firmemente guiado por esa estructuración de contenidos.
Los loci tam bién son llamados loci communes, lugares comunes que
son de carácter concreto y se diferencian de los loci com m unes g en e
rales de los que se trata más abajo®^.
95
La Rhetorica recepta contiene diversas clasificaciones d e los luga
res, que corresponden al conjunto formulado tradicionalm ente como
quis, quid, ubi, quando, quem adm odum , quihus adminicuUs^, es decir,
quién, qué, dónde, cuándo, de qué modo, con qué instrumentos. Cons
tituye un punto de partida importante la división inicial entre lugares de
persona y lugares d e cosa, presente ya en Cicerón®* y en Ouintiliano^°.
L ausberg adopta esta división, aim que hace hincapié en la m enor aten
ción que se ha prestado a los loci a persona frente a los loci a re^*. Sin
em bargo, la diferenciación a propósito de los lugares de los argum en
tos entre los de persona y los de cosa ofrece el interés de proporcionar
ima clasificación que atiende a la distinción entre lo actancial y lo
funcional, entre lo relativo a las personas tenidas en cuenta en sí y lo
que se refiere a la fimción d e aquéllas en el conjunto d e los hechos, con
el consiguiente interés p ara la teoría narratológica, como ha señalado
Pozuelo Yvancos^^.
Ouintiliano distingue los siguientes lugares relativos a la persona: el
linaje, el origen nacional, la patria política, el sexo, la edad, la educa
ción, el estado del cuerpo, la fortuna, la condición, la naturaleza de
ánimo, los estudios, lo que cada uno pretende, las cosas hechas y
dichas antes y el nom bre” . La sistematización d e estos loci hecha po r
Ouintiliano e igualm ente las realizadas p o r otros retóricos dan cuenta
de modo exhaustivo d e los compartimientos que ocupan los rasgos que
caracterizan a las personas incluidas en la sección de realidad que
forma la causa.
Los lugares de los argiomentos atinentes a la cosa constituyen un
conjunto mucho más abierto que los de persona. La sistematización de
estos lugares d e cosa pu ed e hacerse de diferentes m aneras; Ouintilia
no los organiza brevem ente de la siguiente marlera:
«Paso ahora a las cosas, en las cuales están unidas a lás perso
nas las cosas de las que hablamos, y por esto deben ser tratadas las
primeras. En todas las cosas que suceden, pues, se pregunta por
qué, dónde, cuándo, de qué modo o por medio de qué se pro
dujeron.
96
De las diferentes clasificaciones relativas a los lo a a re ofrecidas
por los retóricos da cuenta Lausberg, quien, siguiendo fundamental
m ente a Ouintiliano, presenta estos argum entos divididos en: h d a
causa, lugares de causa, que contienen los motivos psicológicos y g e
nerales de los hechos; loci a loco, lugares de lugar, que son relativos a
la localización del desarrollo de los hechos; loci a tempore, lugares de
tiempo, en los que se encuentran los factores de situación tem poral de
los acontecimientos; loci a modo, lugares de modo, relativos al modo
en el que se ha producido la acción; loci a facúltate, lugares de posibili
dad, que contienen los factores de facilidad o dificultad en la realiza
ción de la acción, así como lo relativo al instrumento o m edio em plea
do; loci a ñnitione, lugares de definición, que incluyen las denominacio
nes legales y las definiciones de los hechos, y loci a circumstantia,
lugares de circunstancia, de los que forman parte todas las informacio
nes sobre circunstancias de los hechos no integradas en los lugares
anteriores. Además, Lausberg incluye en su sistematización los loci a
simile, lugares d e cosa semejante, aquellos en los que se sitúan ele
mentos similares a los de la acción, p ero distintos de éstos; también
incluye los loci a comparatione, lugares de comparación, que contienen
elementos relacionados con los de la acción, pero desiguales a éstos, de
tal m odo que entre unos y otros se establece una comparación; por otra
parte, se ocupa Lausberg de los loci a fictione, lugares de ficción, que
son los que recogen elem entos ficticios que se aplican a los hechos de
la causa, siendo analizados estos elementos para después explicar su
relación analógica con tales hechos reales^^ pq,- estar basados en la
referencia a hechos distintos de los de la causa pero em pleados en
función de éstos, los lugares de cosa semejante, de com paración y de
ficción se encuentran estrecham ente unidos a los ejemplos
Cuando los lugares de argum entos son em pleados de modo genera-
lizador para cualquier situación en la que sean apropiados, se convier
ten en lugares comunes en sentido general, ¡oci communes, que co
rresponden al tratamiento de la quaesUo míinita, que es de carácter
gen eral y abstracto^®. El establecimiento de los lugares comunes supo
ne una proyección universal de una sistematización creada para res
ponder a las exigencias que presentan para su explicación las causas
concretas. Así, po r ejemplo, las consideraciones sobre la influencia del
carácter o naturaleza de ánimo de una persona en sus acciones, que
pertenecen a los lugares de persona, se usan como lugar en una causa
97
con personas y hechos concretos y p u eden se r utilizadas como lugar
común en xm asunto general.
La sistematización de los lugares d e argum entos, que son construc
ciones semántico-extensionales transform adas en unidades semántico-
intensionales, constituye la tópica, de la que Aristóteles se ocupó en su
Tópica, incluida en el Órganon, y Cicerón en su obra tam bién llamada
Tópica'^'^. La tópica como técnica de construcción argum entativa está
plenam ente implantada en la Ciencia Jurídica, como la clásica obra de
Viehweg, Tópica y jurisprudencia, demuestra^®. La consolidación de
determ inados temas ha configurado una tópica establecida histórica
m ente po r la tradición literaria, como en Literatura europea y Edad
Media latina ha estudiado Ernst Robert Curtius^^. La tópica es uno de
los más im portantes fundamentos d e la literatura, al explicar la constitu
ción textual, la creación de la obra po r el autor y la interpretación de la
misma por el receptor, según ha dem ostrado Antonio García Berrio en
sus estudios sobre la organización temática d e los sonetos am orosos del
Siglo de Oro, en la que funciona como contexto textual la tradición
literaria®®. El autor sigue en su inventio o producción temática el siste
ma tópico de la tradición literaria y el lector en su com prensión textual
tiene presente el mismo sistema, el cual le sirve de guía interpretativa.
Otra clase de p ruebas artificiales son los exem pla, ejem plos que el
orador utiliza para apoyar su posición argum entativa con respecto a la
causa. Los ejem plos son m enciones o exposiciones de hechos sucedi
dos, de hechos ni verd ad ero s ni verosím iles o de hechos verosímiles®*.
” Véase Lothar Bom scheuer, «Zehn Thesen zur Ambivalenz d e r Rhetorik und zum
Spannungsgefühge des Topos-Begriffs», en: Heinrich F. Plett (Hrsg.), Rhetorik. Kritische
Positionen zum Stand der Forschung, cit., págs. 204-212
™ Cfr, Theodor Viehweg. Tópica y jurisprudencia, Madrid, Taurus, 1964.
” Cfr. Ernst Robert Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, cit., vol. I, págs.
122-159.
so V éase Antonio García Berrio, «Lingüística del texto y texto lírico. La tradición
textual como contexto», en: Revista Española de Lingüistica, 8, 1, 1978, págs. 19-75:
Antonio G arcía Berrio, «A Text-typology of the Classical Sonnets», en: Poetics, 8, 1979,
págs. 435-458; Antonio García Berrio, «M acrocomponente textual y sistematismo tipológi
co: el soneto amoroso español d e los siglos XVI y XVII y las reglas d e género», en'
Zeítschrift fur romanische Philologie, 97, 1-2, 1981, págs. 146-171; Antonio García Berrio,
«Definición m acroestructural d e la lírica amorosa d e O uevedo (Un estudio d e "forma
interior" en los sonetos)», en: Actas de la II Academia Literaria Renacentista, Salamanca,
Universidad d e Salamanca, 1982, págs. 261-293; Antonio García Berrio. «Problemas d e la
determ inación del tópico textual. El soneto en el Siglo d e Oro», en: Anales de Literatura
Española, 1, 1982, págs. 135-205; Antonio García Berrio, «Testo, clase testuale, genere»,
en: W .A A ., Diacronia, sincronia e cultura. Saggi linguistici in onore di Luigi Heilmann,
Brescia, La Scuola, 1984, págs. 267-280.
Cfr. Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit., §§ 410-426.
v98
Los hechos sucedidos corresponden a los ejem plos históricos, que son
los que tienen m ayor implantación en la argumentación, po r su carácter
verd ad ero y p o r ser conocidos por los textos históricos; estos ejemplos
son paralelos a la historia como forma de narratio. Los hechos que no
son ni verd ad ero s ni verosím iles son propios de los ejem plos que
proporciona la tradición hteraria, especialm ente las tragedias contie
nen hechos de esas características: los ejem plos literarios son paralelos
a la narratio en su realización como fábula, explicada anteriormente.
Por último, los hechos verosímiles son los referidos en los ejemplos
verosímiles, que suelen p ro ce d e r de las comedias; se trata de ejemplos
equivalentes al argum ento como tipo narrativo®^.
A diferencia de los argum entos, que se elaboran a partir de los
m ateriales d e la propia causa, los ejem plos son exteriores a la causa y
son conectados con los hechos de ésta por la capacidad del orador
gracias a la inducción, que está basada en la semejanza entre el ejem
plo y los hechos®^. Se parte para esa conexión de la seguridad del
ejemplo, caso particular cuya validez se transfiere inductivamente a
todos los casos con los que tiene una relación de semejanza, entre los
cuales se encuentra el d e la causa concreta de la que se ocupa el
orador.
Como antes se ha expuesto, la argum entación se divide en prueba y
en refutación, es decir, en argum entación positiva y argum entación
negativa. La refutación, como destrucción argumentativa de la prueba
que sostiene la parte contraria, tiene la misma organización y los mis
mos m edios que la prueba; incluye, por consiguiente, tanto pruebas
inartificiales como artificiales y, por lo que respecta a éstas, se sirve de
signos, argum entos y ejemplos, todo ello con la finalidad de la prueba
negativa.
La argumentatio se encuentra orientada al concepto de aptum o
decorum y, como parte central y articuladora del discurso, subordina a
dicha idea la totalidad estructural que es el discurso retórico, el cual
resulta de la transformación en m acroestructura y en texto del referen
te del que forman parte los signos con sus relaciones con los hechos de
99
la causa y, d e m anera especial, los argum entos procedentes d e los loci
y los ejem plos traídos a colación p o r el orador, adem ás d e las p ruebas
inartificiales que hayan sido incorporadas a dicho referente. La activi
dad correspondiente a la inventio en la configuración d e la argumenta-
tío como pars oratíonis es muy im portante y cuenta con la im prescindi
ble regulación del arte que ha sido asimilado p o r el orador. Toda esta
actividad está subordinada a la utihdad d e la causa y es resultado d e un
exam en minucioso d e la situación pre-retórica y del conjvmto del hecho
retórico p o r el orador. Paralelam ente a la actividad inventiva tiene
lugar en la argumentatío ima indispensable actividad d e dispositío por
la que las p ru eb as son organizadas en la m acroestructura del texto
retórico del m odo más adecuado p ara la defensa d e la posición argu
mentativa adoptada. La dinámica de la argiunentación, que configura la
parte del discurso del mismo nom bre, es una fuerza organizadora de la
m acroestructura textual que trasciende los límites del discurso retórico
y sostiene tam bién los textos literarios del género Urico, del género
narrativo y del g én ero dram ático y los textos científicos, jurídicos no
retóricos (leyes, sentencias), religiosos e históricos, así como la estruc
tura general del diálogo®*.
Tanto en el nivel d e inventío como en el de dispositío, la argumenta-
tío, en un caso construcción referencial y en otro sección m acroestruc-
tural, cuenta con los elem entos y la estructuración que perm iten la
defensa d e vina actitud dialécticam ente establecida en relación con otra:
las pruebas como elem entos semántico-extensionales y su organización
sintáctica en el texto hacen posible el afianzamiento dinámico d e la
posición argumentativa.
100
en griego se dice ivaKecpaXaímaií;, llamada por algunos de los
latinos enumeración, no sólo rehace la memoria del juez y pone
ante los ojos toda la causa al mismo tiempo, sino también, en el caso
de que hubiera movido menos por medio de cada cosa, prevalece
el conjunto. [...] En verdad, con el inicio se busca la inclinación de
los jueces más parcamente, pues es suficiente ser aceptado y que
da todo el discurso: pero en el epílogo está qué pasión lleve el juez
en cuanto a la decisión, y ya nada iremos a decir más ampliamente
y no queda nada con lo que reservemos. Por tanto es común a
ambos [exordio y peroración] atraer para sí al juez y sustraerlo del
adversario, concitar y componer los afectos.»®®
101
receptor por parte del orador, que busca captar la benevolencia de
aquél y destruir la atracción que haya ejercido o pueda ejercer el
orador d e la p arte contraria en el discurso del genus iudiciale. El
orador, para conseguir esto, ha d e llevar a cabo la conquestio, p o r la
que obtiene la identificación afectiva del juez con la causa que defien
de, y la indignatio, con la que produce el rechazo d e aquél hacia la
posición de la p arte contraria®®. También en esta función la peroración
se halla relacionada con el exordio, p ero en éste, como Quintiliano
señala en el pasaje anterior, se busca la simpatía del juez de modo más
m oderado, ya que aún pu ed e influir el orador en todo lo que queda de
discurso; en cambio en la peroración es mucho más intenso el intento
d e captación del juez, p o r s e r esta pars orationis la última oportvmidad
' d e influencia con la que cuenta el orador.
Tanto la recapitulación como la captación afectiva están al servicio
de la utílitas d e la causa, pues en las dos dim ensiones d e la peroración
se intenta, p o r xm lado, consolidar el conocimiento de la causa por
parte del destinatario y, p o r otro, hacer que éste tenga una actitud
favorable, y am bas están a su vez dirigidas a que la decisión que tome
sea la que beneficie el interés d e la causa.
La peroración como parte del discurso está inserta en el texto retó
rico e integrada a través d e éste en el hecho retórico en función del
concepto d e aptum, que p resid e sus relaciones con las dem ás partes
del discurso y su vinculación con todos los com ponentes del hecho
retórico, dentro d e la coherencia global, d e índole semiótica, que el
decorum im prim e a éste y a todos los elem entos en él implicados. La
doble pertenencia que como pars orationis tiene la peroratio, situada
como construcción referencial en el nivel de inventio y como sección
m acroestructural en el nivel d e dispositio, está regulada p o r dicho
concepto d e adecuación retórica. En su condición d e parte de la estruc
tura de conjunto referencial, la peroratio está formada po r elem entos
semántico-extensionales extraídos de la misma sección de realidad a la
que p ertenecen los integrados en las secciones referenciales corres
pondientes a las partes orationis anteriores, especialm ente la narratio y
la argumentatio, y d e otros elem entos semántico-extensionales relativos
a la influencia en los afectos-del receptor, todos ellos situados en el final
del referente en su desarrollo discursivo. Por otro lado, como sección
m acroestructural, esta parte del discurso está constituida po r la organi
zación sintáctica de los elem entos semántico-intensionales procedentes
de los semántico-extensionales y está situada en un lugar de la ma-
\1 0 2
croestructura posterior al de las otras partes y, por ello, está plena
m ente al servicio de la efectividad textual-comunicativa de dichos ele
mentos semántico-intensionales. La peroratio cierra el conjunto de las
partes orationis, caracterizado po r su estricta condición textual y por su
p o d er estructurador, que se extiende tanto a la m acroestructura como
al referente; como parte final del conjunto, la peroratio ejerce un con
trol textual so b re la totalidad de las partes anteriores y supone una
afirmación textual y pragm ática del discurso retórico.
103
las artes dictaminis y p o r consiguiente son p o r lo general las más
estudiadas^^. En la teoría m edieval d e la carta la narratio es la p re
sentación del asunto: la narración pu ed e s e r simple y compleja, la
prim era trata d e un único asunto y la segunda de varios; p o r otra parte,
hay narraciones de hechos pasados, de hechos presentes y d e hechos
futuros, como se señala en las Rationes dictandi. La petitio es la parte
en la que el autor de la carta solicita algo. La conclusio es la parte
final de la carta, en la que se hace una b rev e recapitulación de los
contenidos principales del texto y se insiste en los rasgos favorables o
desfavorables de lo expuesto, en una especie de apelación a los afectos
del destinatario.
De gran interés es el Documentum extenso de Godofredo de Vin-
sauf, quien en esta obra se aparta del interés general d e las artes
dictaminis p o r la dispositio y presta atención preferente a la inventio,
vinculando las partes de la carta al plano referencial y al m acroestruc-
tural; como Martin Cam argo afirma, «él [G. de Vinsauf] racionaliza la
estructura de la carta al observar que el m aterial inventado es más
persuasivo cuando está dispuesto d e tal m anera que lo más general
p rec e d e a lo más específico»®^. Construye Godofredo de Vinsauf de
este modo la estructura teórica d e la carta como un silogismo retórico
ampliado: el exordio contiene un proverbio o ejem plo como caso g en e
ral pertinente para el tema de la carta: la narración ofrece las circuns
tancias del caso para dem ostrar la relevancia del caso general del exor
dio: en la petición y en la conclusión se expresa la inferencia que apoya
el caso concreto»®.
Las artes praedicandi tam bién se ocupan de las partes del discurso
desde una perspectiva definida por la atención a la estructura textual,
que com parten con todas las artes m edievales del discurso. Las artes
de la predicación distinguen en el serm ón religioso unas partes que, si
bien responden al esquem a general de las partes explicitadas por la
Retórica clásica para el discurso retórico general, contienen importan
tes modificaciones derivadas de las características específicas de la
predicación®®. En el serm ón m edieval tiene una gran relevancia el
exordio, que adquiere un gran desarrollo: resulta, en cambio, muy
reducida la exposición que corresponde a la narración. Como parte
“ Cfr. James J. Murphy, Rhetoric in the M iddle A ges, cit., pág. 225; James J. Murphy,
Three M edieval Rhetorical Arts, cit., págs. 3 y sigs.
Cfr. Martin Camargo, «Toward a Comprehensiva Art of Written Discourse: Geof-
frey de Vinsauf and the Ars Dictaminis», cit., pág. 176.
” Cfr. ihidem , pág. 177.
“ Cfr. James J. Murphy, Rhetoric in the M iddle A ges, cit., págs. 269 y sigs.; Edgar de
Bruyne, Estudios d e Estética m edieval, cit., vol. II, págs. 56-75.
104
autónoma, la divisio tiene un papel decisivo en la organización del
serm ón, en la cual es fundamental la argiunentación. La peroratio es la
última d e las partes del sermón®^. La parte inicial del discurso, el
exordio, contiene el prothem a o antethema, que consiste en la introduc
ción del asunto del serm ón, el thema, que es el asunto propiam ente, la
oratio o súplica y la thematis íntroductio, que es una recapitulación de
lo dicho en el exordio®®. Tomás de Salisbury, en su Summa de arte
predicandi, ofrece una justificación de estos nuevos términos, que para
James M urphy son una prueba de la consolidación del serm ón como
gén ero oratorio®®. La necesidad de la divisio en el serm ón se explica
en función d e la com prensión por parte del receptor de lo que viene a
continuación. Las partes siguientes son la declaratio rationalis, exposi -1
ción d e las ideas y de su armazón, y la conñrmatio scripturaJis, prueba ¡
basada en textos de las Sagradas Escrituras. El método de París hace '
seguir a cada declaración de una confirmación, incluyendo tres decla
raciones y tres confirmaciones; en cambio, el m étodo d e Oxford p re
senta prim ero las tres declaraciones seguidas y a continuación las tres
confirmaciones tam bién agrupadas. El autor del serm ón establece artís- i
ticamente las correspondencias entre las secciones de estas partes del
discurso, que resultan así entretejidas textualmente. La peroración del
serm ón com prende la unitio, que es la reunión o resum en de los princi
pales puntos tratados, y la dausio, que es propiam ente la clausura del
discurso**” . Las artes praedicandi han producido una sólida teoría de
las partes del serm ón y de sus relaciones, la cual es m odelo de una
perfecta construcción textual. En este sentido Edgar de Bruyne ha es
crito: «Todos los elem entos del serm ón ponen de relieve su construc
ción formal: de hecho, es una poderosa arquitectura en lo que hace
p ensar el serm ón medieval, simple y complicado como una ca
tedral»*®*.
En las artes poeticae m edievales, muy mfluidas po r la Retórica,
tam bién se presta atención, aunque m enor que en el caso de las artes
dictaminis y d e las artes praedicandi, a las partes del discurso, dada la
orientación principalm ente gramatical y versificatoria de dichas artes
poéticas *°2. Hay que destacar De arte prosayca, métrica, et rhitmica de
105
Juan de Garlande, quien incluye como p artes del discurso las siguien
tes: exordium , narratio, persuasio, parütio, confirmatio, confutatio y
conclusio. En esta serie, que responde en general a la distribución
clásica, destaca la presencia d e la persuasio, que es una especie de
argum entación general, a la que siguen la parütio como separación y
exposición d e cada uno d e los argum entos, la confirmatio como aporta
ción de pruebas que confirmen lo que el autor afirma y la confutatio
como refutación d e las p ruebas contrarias, correspondiendo estas cua
tro partes a la argumentatio tradicional Como Edmond Faral ex p re
sa, las partes del discurso que presenta Juan de G arlande sólo se
aplican al género oratorio, al género epistolar y a algunas composicio
nes m orales y líricas
Cfr. Edmond Faral, Les Arts Poétíques du XII” eí du XIII* siécle, cit., págs. 378-380.
Cfr. ibidem , pág. 59.
Cfr. Heinrich Lausberg, Manual d e Retórica literaria, cit., §§ 400 y sigs. Lausberg da
la definición siguiente: «La amplificatio es una intensificación preconcebida y gradual (en
interés de la parte) de los datos naturales mediante los recursos del arte»; cfr. ibidem,
§ 259.
•“ Cfr. ibidem , § 404.
106
razonamiento que le perm ita ser consciente de la entidad de los he-|
chos*'” ; Ouintiliano ofrece una sistematización de loci de esta forma de!
amplificación‘°®. Otro tipo es la amplificación por incrementum, incre-'
mentó, consistente en la intensificación gradual del elem ento sem ánti-'
co-extensional objeto de este mecanismo, al referirse a éste el orador ‘
con expresiones que progresivam ente lo van presentando como algo ¡
que aparece cada vez con m ayor importancia o al ofrecer en orden |
creciente circunstancias agravantes de los h e c h o s P o r último tene
mos la amplificación po r congeries o acumulación, que es la adición de
expresiones sinónimas relativas al elem ento en el que se centra este
mecanismo de construcción discursiva
En sus cuatro clases, la amplifícatio actúa sobre la res extensional,
así como sobre la re s intensional, y se proyecta hacia la elocutio, mani
festándose en la m icroestructura del texto retórico la amplificación
efectuada en la estructura de conjunto referencial y en la m acroestruc-
tura. ?5in em bargo, es la amplificación por congeries la que es princi
palm ente una ampliación del nivel de elocutio del discurso; es por ello
una amplificación horizontal'", consistente en la extensión de la e x p re
sión; tam bién la amplificación por incrementum tiene, aunque no en
todos los casos, esta especial vinculación con la m icroestructura. Frente
a estos dos tipos de amplificación, estrecham ente asociados a la ex p re
sión, la amplificación p o r comparatio y la amplificación po r ratiocinatio
están perfectam ente implantadas en la inventio y en la dispositio, desde
cuyos niveles transcienden hacia el de elocutio. Por supuesto, en la
amplificación horizontal están implicadas la inventio y la dispositio,
p ero en ella la amphación m icroestructural no es solamente resultado
de la ampliación referencial y m acroestructural, sino que es el objetivo
principal del mecanismo amplificador. Los procedim ientos d e la ampli
ficación, especialm ente de la horizontal, y tam bién los de la operación
contraria de abreviación, fueron tratados exhaustivamente en las artes
m edievales, como han estudiado Faral"^, C urtius“ ^ y Murphy'*'*. La
amplifícatio se constituye, pues, como un dispositivo artístico de una
107
g ran funcionalidad en la construcción de la expresión y d e la estructura
subyacente del texto artístico"®.
La sermocinatio se manifiesta en el nivel de elocutio, p e ro su organi
zación es producida en la inventio y en la dispositío. La serm ocinación
es una forma d e dialogismo"® por la que el orador introduce en su
discurso expresiones en estilo directo form adas p o r dichos, pensa
mientos, monólogos o p artes de diálogo correspondientes a personajes
reales o ficticios"^. Se crea d e este modo una estructura dialogística
interna en el texto retórico que p u ed e situarse en una o en varias de las
diferentes partes orationis y que está basada en la estructura d e conjun
to referencial, d e la q ue forman p arte los m encionados personajes; está
organizada en la m acroestructura y es proyectada en la m icroestructu-
ra y en la pronim ciación del discurso, en la que el orador con su propia
voz emite las expresiones ajenas insertadas en el texto. La sermocinatio
'está fundamentada"én'üna armazón pragm ática del interior del texto, es
decir, en la sintaxis pragmática"® que articula las construcciones dialo
gísticas en el texto.
5.2.7. Las partes orationis son, como hem os visto, una sólida armazón
del discurso retórico p o r m edio d e la cual están firmemente vinculadas
las operaciones d e inventio y-dispositio, en las que así se fundamenta,
tanto en el eje vertical como en el horizontal, la constitución del discur
so. Esta unión entre inventio y dispositio gracias a la organización de
las partes del discurso rep ercu te en la conexión con estas dos opera
ciones d e la elocutio, hacia la cual están proyectadas las actividades
inventivas y dispositivas, en una coherente actuación global de las
operaciones constituyentes d e discurso so b re la base d e las secciones
referenciales y textuales que son las partes .orationis, con la riqueza
exphcativa que supone la ya expuesta doble situación de las mismas.
108
zada en el discurso retórico de acuerdo con las partes oraüonis en su
dimensión prim aria sintáctica. En los apartados anteriores la m acroes-
tructura retórica ha sido exam inada como construcción global subya
cente del texto producido po r el orador. En dicha construcción hay dos
niveles m acroestructurales d e cuya identificación se han ocupado opor
tunam ente la teorización retórica y la teorización poética, que con el
p a r conceptual ordo naturalis-ordo artificialis proporcionan una forja
teórica de extraordinario p o d e r explicativo para el texto retórico y
p a ra el texto literario.
El autor d e la Rhetorica ad Herennium considera que existe una
forma especial de dispositio que se aparta del orden normal, estableci
do p o r la técnica o arte retórica, al cual llama ordo artificiosus, orden
textual artístico que establece la organización del discurso según la
ordenación fijada de las partes oraüonis. Esa disposición especial es
resultado de una modificación artificiosamente realizada de la disposi
ción normal"®. Sin em bargo, el planteamiento más fecundo para la
distinción d e niveles en la m acroestructura retórica de acuerdo con la
ordenación de los elem entos de ésta es el que se basa en la oposición
entre ordo naturalis y ordo artificialis u ordo artificiosus a partir de la
consideración d e que el orden natural es orden normal, que sigue la
organización de la naturaleza. En este sentido, Sulpicio Víctor distingue
el orden natural, que es el que rige la organización normal de las
partes del discurso como serie formada por exordio, narración, argu
mentación y peroración, del orden artificioso —ordo artificiosus es la
expresión que utiliza este retórico—, resultado de la modificación del
El im portante texto que contiene esta idea es el siguiente «Pero otra disposición,
que, cuando hay cpie alejarse del orden artificioso, se acomoda al tiempo según el
criterio del orador; de tal modo si comenzamos a d ecir p o r la narración o p o r una
firmísima argum entación o recitación de algunas cartas, o si desp u és del exordio nos
servim os de la confirmación y, a continuación, d e la narración, o si hacem os d e esta
m anera algtma perm utación del orden, d e las cuales cosas ninguna d e b e se r hecha a no
ser que la causa la exija. Pues si los oídos d e los oyentes p arecen vivam ente entorpecidos
y sus ánimos fatigados por los adversarios a causa de la cantidad de palabras, hábilmente
podrem os abstenem os del exordio y em pezar la causa p or la narración o p o r una firme
argumentación. Después, si es conveniente, porque no siem pre es necesario, se podrá
volver al pensam iento del exordio Si nuestra causa p arece que tiene una gran dificultad,
d e m anera que nadie pueda escuchar con ánimo sereno el exordio, aun cuando hayamos
comenzado por la narración volveremos al pensam iento del exordio Si la narración es
poco probable, comencemos por una firme argumentación. Es con frecuencia necesario
servirse de estas conmutaciones y trasposiciones cuando el asunto obhga a modificar
artificiosamente la disposición artificiosa»; cfr A d C Herennium de ratione dicendi, ed.
cit.', m, 9-10, 16-17.
109
prim ero. Sulpicio Víctor, tras identificar oiKovonía y ordo artificiosus,
escribe a propósito d e estas dos ordenaciones:
110
artificialis en el interior de la narración retórica es, como ha estudiado
puntualmente Pozuelo Yvancos, una decisiva contribución de la refle
xión retórica a la teoría general de la narración*^, Quintiliano, en un
fundamental pasaje aducido tanto por Lausberg como por Pozuelo,
expone las b ases técnicas del ordo artificialis de la narración: afirma
Quintiliano:
Véase José María Pozuelo Yvancos, «Retórica y narrativa- la narratio», cit., págs.
237-239, Armando Plebe y Pietro Emanuele, Manuale di retorica, cit., págs. 62-79.
Cfr. Marco Fabio Quintiliano, ¡nstitulio oratoria, ed, cit,. 4, 2, 83-84
>2» Cfr. ibidem , 7, 10, 11-12.
111
Poética clásica un excelente tratamiento d e la distinción entre el ordo
naturalis y el ordo poeticus, d e idéntica condición que el ordo artificia-
lis como orden modificado en relación con el correspondiente al nor
mal desarrollo d e los hechos: la Epistola ad Pisones d e Horario p rese n
ta una sólida teorización so b re la estructuración y presentación artística
de los hechos representados en el poema, la cual incluye conceptos
teóricos tan im portantes como la noción d e comienzo in m edias res y el
diferir acontecimientos. La teoría horaciana del ordo poeticus, m agis
tralm ente explicada p o r el profesor García Berrio en su estudio de la
Epistola ad Pisones y d e sus comentaristas, se constituyó como uno de
los pilares de la elucidación d e la esencia de la literatura' 2®. El ordo
poeticus u ordo artificialis perm ite la estructuración, con respecto al
orden natural o histórico, del tiempo y p o r tanto de los hechos que
están situados en él; se produce d e este modo no sólo un cambio de
o rden sino tam bién ima dilatación o una condensación tem poral
La distinción d e ordo naturalis y ordo artificialis se afianza en la
Edad Media, dentro d e una clara vinculación de Retórica y Poética. Esta
oposición d e niveles en la organización del texto es tenida en cuenta,
como ha estudiado Edmond P a r a l p o r los Scholia Vindobonensia,
po r Bernardo d e Utrecht, po r Conrado de Hirschau y p o r Hugo de San
Víctor con anterioridad a las artes poeticae. El tratamiento de esta
Cfr. Quinto Horacio Flaco, Ars poética, ed. cit., w . 42-45 y 146-150. V éase Antonio
G arcía Berrio, Formación d e la Teoría Literaria moderna, ]. La tópica horaciana en
Europa, cit., págs. 69-79; Antonio García Berrio, Introducción a la Poética clasicista, cit.,
págs. 315-319. V éase tam bién Giorgetto Giorgi, «La questione dell' ordo artificialis
dall'epos om erico alia fine del Seicento francesa», en: II confronto letterario, 1,1, 1984,
págs. 159-173.
Véase a este respecto el siguiente texto d e García Berrio: «La gran v erd a d indiscu
tible encerrada en los consejos horacianos so b re el ordo se expresa en la alusión a la
naturaleza d e la estructura y o rd en d e los acontecimientos en el decurso histórico,
alterados bella y caprichosam ente p o r la libertad creadora del poeta, que p u ed e jugar
con el orden objetivo-real», cfr. Antonio García Berrio, Formación de la Teoría Literaria
moderna, I. La tópica horaciana en Europa, cit., pág. 74, y tam bién este otro a propósito
d e los hexám etros 42-45 d e la Epistola d e Horacio: «Sólo la m aestría poética horaciana
podría h aber dado d e un modo tan conciso con la formulación d e teoría tan densa y rica
en matices. El poeta d eb e jugar con los acontecimientos recogidos en el orden histórico,
debe guardarlos graduando el interés. En su relación dialéctica con el lector, el escritor
se sirve del acontecimiento, del mundo y su orden peculiar para variarlos a su capricho,
"dem orándose con am or" y congelando el fluir del tiempo a veces, o, p or el contrario,
dejándolo co rrer con m ayor celeridad d e la que suele p ercib ir el hom bre en el ámbito
de los seres, o, en fin, haciendo el milagro, como árbitro todopoderoso en su propia
creación, de invenir el tiempo y horas d e los acontecimientos-consecuencia, v erd ad eras
causas y excepcionales espectadores», cfr. ibidem, págs. 71-72.
Cfr. Edmond Faral, Les Arts Poétiques du XII‘ et du XIIl" siécle, cit., págs. 55-57.
112
distinción d e dos órdenes en las artes poeticae responde a la firme
concepción textual característica de las artes m edievales, la cual dirige
en buena m edida la reflexión so b re la dispositio, especialm ente en el
comienzo de la obra. Así Godofredo de Vinsauf escribe en la Poetria
nova:
113
go*“ . Juan d e Garlande, en su tratado De arte prosayca, métrica, et
rhitmica, considera igualm ente que hay dos m odos d e comenzar la
obra, el natural y el artificiabas; este autor recoge las ocho formas de
comienzo expuestas por G odofredo d e Vinsauf y añade una novena,
consistente en la colocación d e un prólogo y un resum en en el inicio de
la o b ra ‘3<.
El tratamiento del ordo es un punto d e confluencia y d e enriqueci
miento recíproco de la teorización retórica y la teorización poética. Por
un lado la Retórica ya había m ostrado su interés p o r la existencia de un
orden normal y d e un orden modificado, establecido por trasposición
del prim ero, p ero la Poética, gracias al buen gusto y a la sagacidad de
Horacio, abordó la cuestión con un decisivo planteam iento estético e
imprimió en el tratamiento de la misma una fuerte orientación literaria
que se transmitió a la Retórica, la cual disponía del instrumento concep-
tual-terminológico p ara fijar para la teoría retórica y p ara la teoría
poética estos dos órdenes como niveles d e la construcción textual.
Q uedaron así configurados en la Retórica y en la Poética el ordo natura-
lis y el ordo artificialis u ordo poéticas como una doble categoría
fundamental en la explicación de la constitución y del funcionamiento
d e los discursos codificados dependientes de una y de otra disciplina.
La actualidad d e estos dos niveles es patente en la m oderna teoría
narratológica, así como en la más amplia teoría textual general. La
distinción entre im nivel del texto narrativo en el que los acontecim ien
tos están ordenados lógica y cronológicam ente y otro nivel en el que
tienen una ordenación diferente de aquélla es una constante teórico-
literaria en el desarrollo d e la teoría d e la narración literaria desde los
formalistas rusos, y responde a ima necesidad explicativa procedente
d e la propia naturaleza del discurso a propósito de la cual se forjó la
oposición ordo naturalis-ordo artificialis, que es d e este modo el
antecedente histórico d e validez sólidamente probada de los niveles
narratológicos. De acuerdo con el planteam iento de recuperación del
pensam iento histórico que exigen la Teoría literaria y la teoría textual
general, dicha oposición contribuye en altísimo grado a la elucidación
actual del texto literario y del texto retórico. Los niveles narrativos que
corresponden a los dos ordines han recibido diferentes denominacio-
114
nes en las últimas décadas: Tomaáevskij distingue la fábula, cuya o rd e
nación es la normal d e los acontecimientos, del sujeto, que tiene una
ordenación que no es c r o n o l ó g i c a Edgar M. Forster denomina story
al plano cuyo orden es el normal de los hechos y plot al que tiene un
orden que no es el propio del desarrollo tem poral de los acontecim ien
tos *3®. En el neoformalismo, Genette los llama historia y discurso, res
pectivam ente y lo mismo hace Todorov*^. Segre distingue entre
fábula e i n t r i g a E n las diversas propuestas teóricas sobre estos dos
niveles se está explicando un importante elem ento constitutivo de la
estructura profunda textual o m acroestructura, cuyo orden difiere del
que tienen en el referente los hechos que-contiene el texto narrativo.
La visión teórica que la teoría linguístico-textual de las macroestruc-
turas ofrece del texto y la distinción entre ordo naturalis y ordo artifi-
cialis, tanto en el plano general de las partes del discurso como en el
plano particular d e la narratio y de la exposición literaria, perm iten que
el nivel constituido por el orden natural sea entendido como nivel
perteneciente al interior del texto, a su m acroestructura, en la que
reproduce la estructura de conjunto referencial, y por consiguiente su
ordenación es la misma de los elementos sernántico-extensionales de
dicha construcción referencial. De este modo, la m acroestructura del
texto retórico se compone de dos partes integrantes de la misma como
m aterial textual: la estructura macrosintáctica de base y la estructura
macrosintáctica de t r a n s f o r m a c i ó n L a estructura macrosintáctica de
base está regida po r el ordo naturalis y es el nivel de orden normal de
los hechos; es equivalente al concepto de historia de la narratología,
p ero como construcción incorporada al texto, no como referente. Por
115
su parte, la estructura m acrosintáctica de transformación esta organiza
da p o r el ordo arüfícialis y es el nivel de orden modificado; equivale al
concepto narratológico d e discurso o intriga.
La distinción d e ordo naturalis y ordo arüfícialis da cuenta de la
construcción del texto retórico en lo que respecta a su estructura p ro
funda y a la organización del eje d e representación horizontal del
m odelo retórico como estructuración modificable tanto a propósito de
la totalidad d e las partes orationis como de la narratio y constituye un
mecanismo im prescindible para el funcionamiento d e la operación de
dispositio.
116
6.
La eloeutío
117
güística que es la elocutio d e b e manifestar adecuadam ente los conteni
dos del discurso con el fin d e que el orador alcance con el discurso la
finalidad que p reten d e con relación al destinatario
Como com ponente teórico operacional, la elocutio m antiene una
relación d e sucesividad con el com ponente d e dispositio, con respecto
al cual es posterior. Sin em bargo, como proceso operacional, la elocu
tio p u ed e s e r simultánea parcial o totalmente a la dispositio e incluso a
la inventio, puesto que el productor del texto p u ed e com enzar la ver-
balización elocutiva antes d e finalizar dichas dos operaciones. En el
caso del genus iudiciale, el orador que interviene en segundo lugar, al
tener que construir parte d e su discurso en función del pronunciado
anteriorm ente p o r el otro orador, pu ed e con frecuencia encontrarse en
la situación d e ir realizando la elocutio a la vez que encuentra algunos
d e los elem entos referenciales y los organiza dispositivamente.
Aristóteles se refiere a esta operación retórica con el término Xé^iq
(elocución, dicción), que coincide con el que em plea en la Poética para
una de las partes cualitativas d e la tragedia, la que consiste en el
significante del texto^. La Xé^k; retórica como nivel resultante d e la
operación del mismo nom bre y la poética son equivalentes como
m icroestructuras textuales, p e ro se distinguen en que pertenecen a dos
clases diferentes de discurso. En la Retórica separa Aristóteles la
retórica de la poética, tras reconocer la vinculación inicial de este nivel
y operación con la expresión poética"'.
2 Cfr. Josef Martin, Antike Rhetorik. Technik und Methode, cit., págs. 247 y sigs.
3 En la Poética escribe Aristóteles so b re la como p arte cualitativa d e la tragedia:
«Llamo "elocución" a la composición misma d e los versos»; cfr. Aristóteles, Poética,
edición bilingüe d e Valentín García Yebra, Madrid, C redos, 1974, 1449b34-35, Y también:
«Y digo, como ya quedó expuesto, que la elocución es la expresión m ediante palabras, y
esto vale lo mismo p ara el verso que p ara la prosa»; cfr. ibidem, 1450bl3-16. Véase, a
propósito d e la situación d e la como significante, Antonio G a rd a Barrio, «Retórica
como ciencia d e la expresividad (Presupuestos p ara una Retórica general)», cit,, pág, 27.
* Éste e s el planteamiento d e Aristóteles: «Dado que los poetas, aun diciendo cosas
insulsas, parecería que con su dicción lograban gloria, p or eso la primitiva dicción fue
poética, como la de Gorgias. Aún ahora, la mayoría d e los que no han recibido educación
creen que los d e ese estilo son los que m ejor hablan Lo cual no es así, sino que es
diferente la dicción d e un discurso y d e la poesía. Y lo p ru eb a lo que ha ocurrido, pues ni
los autores de tragedias se sirven ya del mismo estilo, sino que, según pasaron d e los
tetrám etros al yambo, p o r s e r éste d e todos los m etros más sem ejante a la prosa que los
dem ás, lo mismo dejaron d e las palabras las d e fuera d e lo conversacional, las cuales
utilizaban los anteriores y aun ahora los q u e com ponen hexám etros. Por eso es ridículo
imitar a los que ya ellos mismos no se sirven d e aquel estilo, d e modo que está claro que
no tenem os que ir examinando minuciosamente todo lo que se refiere a la dicción, sino
sólo acerca de la dicción retórica que nos ocupa aquí; acerca d e aquélla se ha tratado en
los libros Sobre la Poética»-, cfr. Aristóteles, Retórica, ed. cit., 1404a24-39.
118
\
La elocutio es asociada sin problem a alguno al com ponente verba
del discurso, po r ser el objeto de aquélla precisam ente la obtención de
las verba al servicio de la finalidad global del texto retórico. Pero ese
componente, como ya hemos visto, tam bién es vinculado a la operación
de dispositio, lo cual implica una relación próxim a entre estas dos
operaciones, cuyos límites prácticos no pueden se r fijados fácilmente,
si bi^n son más claros que los que separan la dispositio de la inventio,
comq señala Antonio García Berrio®. Quintiliano había asociado inequí
vocam ente la elocutio a las verba y, como ya ha quedado expuesto,
vinculaba tam bién la dispositio a aquéllas®.
El nivel de dispositio y el de elocutio forman conjuntamente el texto
retórico, m ientras que el de inventio es el del referente, que aunque
im prescindible para la elaboración del texto, está fuera de éste; dicha
pertenencia de lo dispositivo y lo elocutivo al texto hace que la elocutio
sea en la construcción textual una prolongación, en el nivel macroes-
tructural, de la dispositio, pues en la génesis textual la actividad ma-
croestructural está dirigida, precisam ente a través del plano de la
estructura macrosintáctica de transformación, a la m icroestructura, que
está formada po r las oraciones del texto tanto en su estructura de
superficie como en su estructura subyacente. Es necesario tener en
cuenta, p o r otra parte, la conexión que la teorización retórica de Sulpi-
cio Víctor establece entre dispositio y elocutio al no incluir ésta entre
los oficios del orador y considerarla una parle de la dispositio'^, opera
ción que, según este rétor incluye también la organización verbal del
discurso. Si partimos de la existencia de una res intensional que ante
riorm ente he defendido, el problem a de la relación entre dispositio y
elocutio pu ed e se r planteado como el de la conexión entre construc
ción intensional subyacente y manifestación lingüística de la misma,
para cuya elucidación es necesaria la explicación que ha ofrecido el
profesor García Berrio de la relación de res y verba en la obra litera
ria:
119
Y más adelante da la justificación estética d e esta unión:
» Cfr. ibidem. V éase tam bién Antonio G arcía Berrio, Introducción a la Poética clasicis-
ta, cit., págs. 77 y sigs.; Antonio G arcía Berrio, Significado actual del íormalismo ruso, cit.,
págs. 23-59, Antonio G arcía Berrio, «Ideas lingüísticas en las paráfrasis renacentistas de
Horacio», en: Homenaje al profesor Muñoz Cortés, Murcia, Universidad d e Murcia, 1976,
vol. I. págs. 181-211; Antonio García Berrio, «El "patrón" renacentista d e Horacio y los
tópicos teórico-literarios d el Siglo d e O ro español», cit., págs. 583-585.
“> Cfr. Marco Tulio Cicerón, De inventione, ed. cit., I, 7, 9.
120
la ordenación de elem entos formada por estructura de conjunto refe-
rencial, m acroestructura-estructura macrosintáctica de base, m acroes-
tructura-estructura macrosintáctica de transformación y microestructu-
ra. En esta progresión, la elocutio y la m icroestructura son la operación
y la construcción en las que cristalizan y se manifiestan el esfuerzo de
elaboración textual y la tensión codificadora y onomasiológica que el
orador pone en práctica para la comunicación al receptor, de tal modo
que sin la realización de la elocutio como operación terminal de la
elaboración del discurso, carece de sentido la realización de la inventio
y de la dispositio. A propósito de la función exteriorizadora y culmi
nante d e la elocutio, Quintiliano ofrece una bellísima formulación de
esta operación:
121
«Así pues, lo que los griegos llaman (ppácni; lo denominamos en
latín elocución. Ésta es tomada en consideración en las palabras o
separadas o unidas.»*^
122
mática de la expresividad retórica y, como verem os, también litera
ria*®, como actualización estético-verbal de la manifestación lingüística.
En efecto, esta parte de la Retórica constituye una adecuada teoría de la
expresividad verbal; afirma García Berrio:
123
Retórica frente al desarrollo, normal prim ero y de progresivo abando
no después, d e las restantes operaciones. En efecto, la elocutio retóri
ca, al extenderse al texto literario, al que ofrecía p o r cierto un iniguala
ble instrumental teórico y analítico en lo que a su m icroestructura se
refiere, abarcaba el texto retórico y el texto literario y quedaba inserta
en la Retórica y en la Poética, de modo que la p érd id a d e vigencia de la
Retórica®^ no supuso necesariam ente el abandono del tratado d e elocu
tio, ya que éste descansaba muy sólidam ente tam bién so b re la teoría
d el discurso literario. En esta situación, como ya hemos expuesto, la
operación d e elocutio llegó a identificarse prácticam ente con la totali
dad d e la Retórica, que quedaba reducida así a una sola d e sus varias
partes. La importancia d e la elocutio radica precisam ente en su consis
tencia como teoría del estilo y de ahí p ro ce d e la expUcación d e su
utilidad para el discurso hterario.
En la Retórica clásica, base d e la Rhetorica recepta, con la elocutio
se buscaba la construcción d e una m icroestructura que perm itiera la
com prensión d e la totaUdad del texto de modo que el destinatario
pudiera recibir la influencia pretendida p o r el orador, p e ro a la vez esa
m icroestructura debía se r lo suficientemente bella para atraerle y man
tener su atención hacia lo que estaba oyendo. Del mismo modo que con
las partes orationis inventivo-dispositivas, especialm ente con el exor
dio y con la peroración, así como con la acüo, como se explicará más
adelante, el orador con la elocutio plantea la captación del interés del
receptor como uno de los fines prim ordiales de su actividad retórica;
en efecto, sin la adecuada participación del destinatario como oyente
atento e interesado del discurso no es posible que éste alcance su
objetivo de persuasión.
La elaboración apropiada de la m icroestructura del texto retórico ha
d e cumplir, d e acuerdo con los preceptos de la Retórica clásica, que
son perfectam ente váhdos en la actualidad para la explicación del
discurso dirigido a la persuasión, la exigencia de p o seer las cualidades
elocutivas, sin las que el discurso incurriría en deficiencias que le
apartarían de la consecución de su finalidad. Dichas cualidades son:
puritas, perspicuitas, ornatus y urbanitas.
La prim era de las cualidades de la elocutio, la puritas, la pureza
lingüística, consiste en el em pleo de una expresión correcta, en la
“ Cfr. ibidem, págs. 15-20; José María Pozuelo Yvancos, Teoría del lenguaje literario,
cit., págs. 12-13.
“ V éase F ierre Guiraud, La Stylistique, París, PUF, 1975, 8 .‘ ed., págs. 11 y sigs. Para
Guiraud, «La retórica es la estilística d e los Antiguos; es una ciencia del estilo [...]», cfr.
ibidem, pág. 20 .
124
utilización adecuada d e la lengua en la que se hace el discurso. El
nom bre griego de la pun ta s es éx.^r)via|ió<; y en latín es denomi
nada latinitas, p o r se r el uso apropiado de la lengua griega y de la
latina, respectivam ente2-». Esta característica de la elocutio responde a
la necesidad d e seguir las reglas gram aticales, el ars recte dicendi,
condición indispensable para que pueda alcanzarse el decir bien. Para
esta característica es necesario que el orador tenga plena competencia
lingüística de la lengua en la que construye el texto; p ero esa com pe
tencia no p u ed e estar limitada a lo oracional, puesto que las oraciones
del nivel d e elocutio están integradas en una unidad textual, en la que
forman la m icroestructura, sino que ha de ser una com petencia lingüís
tica d e índole textuales, en la que se incluyen los conocimientos de
construcción de las relaciones m icroestructurales de carácter suprao-
racional.
La perspicuitas d e la elocutio es la claridad de la expresión con la ’
que se elabora el nivel del discurso que resulta de dicha operación. La
claridad de la m icroestructura es fundamental para que el texto retóri- ■
co sea com prensible para el destinatario y de este modo pueda alcan
zar su objetivo el orador^®. Esta cualidad se asienta sobre la puritas, '
pero se distingue de ésta en que consiste en un esfuerzo lingüístico,
para el cual es im prescindible la corrección idiomática, por construir
un nivel de elocutio claro con el que se expresen de m anera unívoca
las ideas de la inventio incorporadas a la m acroestructura textual en el
nivel de dispositio. A la perspicuitas se opone como defecto elocutivo
la obscuritas, la cual hace que el nivel de elocutio carezca de diafanidad
y no sea fácilmente com prensible. Sobre la oscuridad retórica y litera
ria existe una importante tradición teórico-preceptiva que comienza en
la Antigüedad clásica y llega a constituir en la Teoría literaria renacen
tista y barroca un punto de atención teórica verdaderam ente central en
las discusiones sobre el estilo A la cuestión de la oscuridad está
asociada la de la b revedad de la m icroestructura del texto, que puede
dificultar su comprensión, a propósito de lo cual Quintiliano, decidido
partidario del equilibrio y de la m esura verbales, admite la prolijidad
125
en la elocutio si es necesaria para evitar la oscuridades. El aticismo
como práctica verbal que busca el equilibrio y la inteligibilidad des
cansa sobre la perspicuitas, frente a la complicación y recargam iento
propios del asianismo^®.
Podem os considerar que otra cualidad de la elocutio es la urbanitas,
entendida como elegancia d e estilo, d e la que d ep en d e el agrado que
produce el discurso, así como la im presión positiva global en el desti
natario. Condición previa p ara esta cualidad es la puntas, que ofrece la
base gram atical a partir d e la cual y gracias al dominio estilístico d e la
lengua el orador obtiene una m icroestructura del discurso que no es
sólo correcta sino tam bién herm osa y brillante. Sin em bargo, la urbani
tas no está limitada al elem ento verbal y se extiende a aspectos d e la
actio e incluso d e la inventio, m anteniéndose centrada en lo lingüístico
■por se r el estilo el eje d e esta cualidad. Ouintiliano la incluye en el libro
sexto de su Institutio oratoria, en el que trata d e la peroración y de los
.afectos; es fundamental, no obstante, su importancia p ara la elocutio,
como se p u ed e entender a partir del siguiente fragmento de este rétor:
''.g «Es evidente que es hermoso aquello que se diga con cierta
gracia y belleza.
.126
croestructural d e dispositio puedan tener una manifestación microes-
tructural adecuada en el nivel de elocutio. Por todo ello es conveniente,
a mi juicio, ag ru p ar la elegancia d e estilo con las dem ás cualidades de
la elocutio.
La adecuación de la m icroestructura a la totalidad de la organización
form ada por el texto retórico y por el hecho retórico es una preocupa
ción constante en la teorización sobre los discursos artísticos, entre los
cuales se encuentran incluidos los discursos retóricos. El decorum,
lo aptum, es la idea constructiva motriz de ese principio de co rres
pondencia cotextual y contextuaF^. De acuerdo con dicha idea, la teo
rización retórica y literaria ha explicitado el sistema de los estilos
tradicionales en la teoría de la frasis^^. Los tres estilos, axiológicamente
ordenados en la serie formada por el estilo alto, el estilo m edio y el
estilo bajo, es decir, el elevado, el mediano y el sencillo, constituyen así
una sistematización históricamente implantada ya en la A ntigüedad clá
sica a partir de las contribuciones de Teofrasto, Demetrio, Hermóge-
nes. Cicerón y Ouintiliano, y consolidada en la Edad Media con la rota
Virgilii o rueda virgiliana resultante de la interpretación del conjunto
formado po r la Eneida, las Geórgicas y las Bucólicas, como serie c o - .
rrespondiente al gravis stylus o estilo alto, al m ediocris stylus o estilo
m edio y al humilis stylus o estilo bajo, r e s p e c t i v a m e n t e L a triparti
ción de los estilos constituye los genera elocutionis o genera dicendi^,
caracterizados po r Cicerón en el Orator como genus vehem ens, genus
m odicum y genus su b tile^ y por Ouintiliano como genus grande, genus '
m édium y genus subtile^'^, cuyas finalidades están en correspondencia
con m overe, delectare y docere, respectivam ente. La teoría d e los
estilos se proyectó hacia el Renacimiento en una reflexión basada prin
cipalmente en las contribuciones clásicas, como m agistralm ente ha es
tudiado el profesor García B errio^.
127
6.2. El lenguaje figurado
“ Cfr. Antonio García Berrio y Agustín Vera Luján, Fundamentos de Teoría lingüística,
Madrid, Comunicación, 1977, págs. 232 y 236; Antonio García Berrio, Teoría de la Litera
tura, cit., pág. 23. A propósito d e su explicación d e la interpretación tradicional d e lo
específico d e la elocutio retórica, S egre sitúa en el centro el ornatus: «En general, todo
rem ite al concepto d e ornatus, so b re la b ase de una distinción entre un colorido origina
riamente sencillo y la adición d e adornos, o coloridos (de hecho, incluso de habla de
colores) que lo p ueden hacer más agradable, más eficaz, etc.»; cfr. C esare Segre, Princi
pios de análisis del texto literario, cit., págs. 226-227.
" Cfr. ibidem, págs. 232-233; Antonio García Berrio, Significado actual del formalismo
ruso, cit., pág. 111; Antonio G arcía Berrio, Teoría de la Literatura, cit., págs. 59 y sigs,;
Antonio G ard a Berrio y T eresa Hernández, La Poética: Tradición y Modernidad, cit.,
págs. 71 y sigs.; Vítor Manuel d e A guiar e Silva, Teoría de Literatura, Coimbra, Almedina,
1986, 7.” ed., págs. 97 y sigs.; José María Pozuelo Yvancos, Teoría del lenguaje literario,
cit., págs. 18 y sigs.
^28
mecanismos de orna tus, que contribuyen dentro del sistema lingüístico
artístico a la configuración de unos tipos de discursos codificados de
m anera diferente a los de lengua común.
En el hecho retórico el ornatus se encuentra al servicio de la utilitas
de la causa en tanto en cuanto es una cualidad de un nivel del texto
retórico, el nivel de elocutio, que, como manifestación textual lineal,
constituye la entrada del receptor al discurso, el nivel que en su acto de
recepción e interpretación ha de atravesar para llegar al d e dispositio
y al d e inventio. En la m edida en que el orador haga atractiva la
m icroestructura al destinatario, éste se introducirá en el texto retórico y
tomará parte perfectam ente en el hecho retórico en el que se encuen
tra. El ornatus, m anejado apropiadam ente, es un elem ento decisivo
para el cumplimiento de la compleja finalidad del discurso retórico
articulada en delectare, docere y m overe. La elaboración artística elo-
cutiva produce un deleite estético en el receptor, que lleva a éste a
vencer el taedium, el hastío en la audición, y a seguir con atención,
interés y fruición el discurso; el taedium del destinatario es un claro
obstáculo para la com prensión del discurso por parte de éste'" y, por
tanto, para que pueda tener lugar la persuasión pretendida, el orador
d e b e combatirlo haciendo agradable la parte del texto retórico en la
que entran en contacto el plano onomasiológico y el semasiológico: la
manifestación textual lineal que es producida por la operación de
elocutio. En el fenómeno retórico ese deleite hace posible la enseñanza
contenida en el texto; es una forma de atracción del receptor para que
éste pueda pen etrar en la totalidad del texto y alcance las informacio
nes de la m acroestructura, que son resultado de la intensionalización
de los hechos y actitudes de la estructura de conjunto referencial. La
elocutio tiende tam bién a conmover al oyente, a producir un impacto
de índole estética en su ánimo, pues el discurso artísticamente elabora
do en su m icroestructura capta al destinatario. En este sentido, es
conveniente destacar la relación de la conmoción elocutiva en su grado
máximo con el concepto de lo sublime en su constitución lingüística,
como trascendencia de la finalidad persuasiva y realización de una
v erd ad era conmoción estética totalmente positiva; el autor de Sobre lo
sublime explica así la superación, gracias al lenguaje sublime, de lo
estrictam ente persuasivo: «Pues el lenguaje sublime conduce a los que
lo escuchan no a la persuasión, sino al éxtasis»“2.
La ornamentación lingüística, que está constituida por las figuras y
po r los tropos, es el componente más importante de la operación de
129
elocutio y del nivel textual que corresponde a ésta. La elocutio, como
materialización verbal y, p o r tanto, manifestación d e la m acroestructura
del texto retórico, d eb e lo característico de su consistencia fundamental
m ente a la presencia en ella del ornatus. Si la puritas forma la im pres
cindible base gram atical d e la elocutio, el ornatus es su base estética y
su principal elem ento distintivo frente a la m icroestructura del texto de
lengua común, así como el elem ento en virtud del cual, como se ha
expuesto, queda dicha operación vinculada a la construcción m icroes-
tructural del texto literario.
^ Como ha explicado Pozuelo Yvancos, la exornación elocutiva hace
' que el discurso artístico sea verbalm ente más denso que el de lengua
común'‘3; esa densidad es equivalente, como indica Pozuelo, al concep
to d e opacidad de Todorov, p ara quien lo que los recursos ornam enta
les que son las figuras retóricas tienen en común es «su opacidad, es
decir su tendencia a hacem os p ercib ir el discurso mismo y no sólo su
s ig n ific a c ió n » L a opacidad producida p o r el ornatus tiene como fina
lidad la afirmación esencial d e la elaboración artística d e la elocutio y,
po r consiguiente, la captación de la atención del destinatario. Pero hay
que tener en cuenta que el tratamiento que d e esta característica hace
Todorov está orientado principalm ente hacia la utilización del -ornatus
retórico en el texto literario, en el que la opacidad tiene, en opinión de
este autor, una finalidad última que es im poner la existencia de un
referente imaginario a través d e la afirmación del discurso, que co-
; mienza po r el plano estrictam ente verbal^®. La situación es distinta en el
texto retórico, a propósito del cual he de decir que la opacidad lingüís
tica que crea el ornatus ha d e m antenerse dentro de unos límites que
no perm itan que qu ed e anulada la necesaria puritas elocutiva'*®; en este
texto el ornatus crea opacidad para consolidar la existencia del discur
so en prim er lugar en su nivel elocutivo y para hacerlo atractivo al
destinatario, con el fin d e que éste atienda durante la actio, com prenda
la res intensional y la sitúe referencialm ente como res extensional, lo
cual es compatible con la anteriorm ente tratada conmoción estética a
partir d e la construcción verbal. Por otra parte, hay que tener en
cuenta que la fvinción del ornatus retórico no es la misma en los discur
« Cfr. José María Pozuelo Yvancos, Teoría del lenguaje literario, cit.. pág. 169.
Cfr. Tzvetan Todorov, Literatura y significación, Barcelona, Planeta, 1974, pág. 234.
«El lenguaje figurado —continúa Todorov— es un lenguaje que tiende hacia la opacidad,
o en suma es un lenguaje opaco»; cfr. ibidem.
« Cfr. ibidem, págs. 232-236.
* A propósito d e los efectos d el ornatus p or exceso, véase Heinrich Lausberg, Ma
nual de Retórica literaria, cit., § 1073.
130
sos del género judicial y del género deliberativo que en los del género
demostrativo, pues m ientras que en los dos prim eros el destinatario
tiene que tomar una decisión, para lo cual interesa al orador que el
ornatus funcione como perfecta vía de entrada en la compleja organiza
ción d e niveles del texto y del referente con la finalidad de influir en
aquél en punto a su decisión, en el género demostrativo, aunque tam
bién p reten d e el orador convencer al receptor de la bondad de lo que
elogia en el discurso o de la m aldad de lo que vitupera, es una finali
dad fundamental que el público aprecie la habilidad retórica del ora
do r en todas las partes artis y por tanto tam bién en la elocutio y
especialm ente en la densidad ornam ental de ésta. Puede decirse por
ello que, en lo que respecta al ornatus elocutivo, el género dem ostrati
vo es de los tres genera el que está más próxim o al texto literario po r la
potenciación de la dimensión formal y por la tendencia a la consolida
ción lo más autónoma posible del elem ento verbal
El ornatus proporciona al discurso retórico en su nivel elocutivo una
capacidad de d e s a u to m a tiz a c ió n d e la comunicación que diferencia
sustancialmente el discurso retórico, como hace también a propósito
del discurso literario, del discurso de lengua común, cuya comunica
ción tiene lugar de m anera automatizada. El destinatario del texto retó
rico es consciente de que no está ante un texto de lengua común: la
ornamentación verbal hace que se sitúe en una posición de receptor de
un discurso d e características especiales, presentes ya en la microes-
tructura artística elaborada. La desautomatización produce una atención
del destinatario hacia el propio texto. Como hemos visto al tratar del
deleite verbal, el ornatus retórico tiende a captar al destinatario para
que se fije gustosam ente en el nivel elocutivo; para ello el productor ha
tenido que esforzarse en una elaboración lingüística centrada también
en la atención a la propia manifestación textual lineal. Esta preocupa
ción por la m icroestructura procede de la valoración del componente
verba y del interés por la forma, que adquieren en la comunicación
retórica una relevancia extraordinaria que confirma el carácter artístico
de la elocutio. El que el receptor se detenga en el elem ento formal
gracias al ornatus está estrecham ente relacionado con la función poéti
” Véase Antonio G arda Berrio, Significado actual del formalismo ruso, cit , págs 23 y
sigs., 101 y sigs.; Antonio G ard a Berrio, Teoría de Ja Literatura, cit., págs 59 y sigs
“ Sobre la desautomatización, véase Jan Mukafovsky, «Lenguaje estándar y lenguaje
poético», en: Jan Mukafovsky, Escritos de estética y semiótica del arte, Barcelona, Gustavo
Gili, 1977, págs. 314-333: Antonio García Berrio, Significado actual del formalismo ruso,
cit., págs. 113-114; José María Pozuelo Yvancos, «Poética formalista y desautomatización»,
en: José María Pozuelo Yvancos, Del formalismo a la neorretórica, cit,, págs. 19-68
131''-
ca d e Jakobson^®, caracterizadora, aunque no exclusiva, de la lengua
literaria, en la que es la función dominante®®; esta función había sido
estudiada anteriorm ente p o r Jakobson como función estética. Muka-
fovsky em plea esta denominación de función estética para una función
equivalente a la poética p o r la cual el interés se concentra en el propio
signo®^ gracias a la intencionalidad estética®^.
El Grupo n llama función retórica a la función poética o estética y se
sirve de ella como noción que sustenta el lenguaje artístico del texto
literario y del texto retórico. La función retórica d ep en d e de la inten
ción retórica del orador y del poeta, que modifican cualquiera de los
diferentes elem entos de la lengua e incluso de la relación entre el texto
y el referente, fundamental en el hecho d e la comunicación lingüística,
p ara dirigir hacia el texto la atención del receptor®^. Se trata, pues, de
la finalidad tradicional del ornatus, entendido éste como resultado de la
transformación del código hngüístico en sus diferentes niveles y no
como adición ornamental, ya que no es posible añadir a la construcción
lingüística nuevos elem entos sin que resulte sustancialmente modifica
da su naturaleza, a causa del carácter sistemático del lenguaje®'*. El
efecto estético o ethos del ornatus es la finalidad de la comunicación
artística según el Grupo y se consigue gracias a la función retórica,
que está apoyada en la transformación lingüística®®. En este plantea
miento del grupo d e Lieja tiene un importante papel la noción de
desvío artístico, hered ad a de anteriores posiciones teóricas de índole
formal®®, que en su relación con la norma lingüística, que constituye el
g rado cero, perm ite una exphcación del estilo®^. En el tratamiento de
" Román Jakobson, «Lingüística y poética», en: Román Jakobson, Ensayos de lingüísti
ca general, Barcelona, Seix Barral, 1975, págs. 347-395, págs. 358 y sigs.
*> Cfr. ibidem, pág. 358; Fernando Lázaro C arreter, «Función poética y verso libre»,
en: Fernando Lázaro C arreter, Estudios de Poética, cit., págs 51-62, Fernando Lázaro
C arreter, «¿Es poética la función poética?», ibidem, págs. 63-73; José Antonio Martínez,
Propiedades del lenguaje poético, Oviedo, U niversidad d e Oviedo, 1975, págs. 107 y
sigs.; Miguel A ngel G arrido Gallardo. «Todavía so b re las funciones externas del lengua
je», en: Revista Española de Lingüística, 8 , 2, 1978, págs 461-480
Cfr. Jan Mukafovsky, «Denominación poética y función estética de la lengua», en
Jan Mukafovsky, Escritos de estética y semiótica del arte, cit,, págs. 195-201, Vítor
Manuel d e Aguiar e Silva, Teoría de Literatura, cit., págs. 54-57.
“ Cfr. Antonio García Berrio, Significado actual del formalismo ruso, cit., págs. 113-
114.
“ Cfr G rupo /i, Retórica general, cit., págs 54-55 y 61-62.
Cfr. ibidem, pág. 54.
Cfr. ibidem, págs. 231 y sigs.
“ Véase Antonio G arcía Berrio, Significado actual del formalismo ruso, cit., págs. 111
y sigs.
Cfr. G rupo ^í, Retórica general, cit., págs. 56 y sigs , 77 y 86 ; Pier Luigi Cerisola,
Trattato di retorica e semiótica letteraria, cit., págs. 185 y sigs
132
las modificaciones lingüisticas que la intención retórica produce en
relación con la norm a concede el Grupo una atención prim ordial a la
noción de m etábole, que es definida del modo siguiente: «Llamarem os-
metábole a toda clase de cambio de cualquier aspecto del lenguaje,
con el mismo sentido con el que se encuentra en Littré»®®. Las metá-
boles son, pues, modificaciones de desviación que se encuentran arti
culadas en la función retórica del lenguaje. No debe olvidarse, sin
em bargo, que en el texto retórico esta función está inserta en una
armazón teórica en la que la atención del destinatario es atraída, con la
persuasión como finalidad del discurso. El término «metábole» y el
concepto mismo ofrecen una importante ventaja al englobar los tropos
y las figuras en sentido estricto.
Tanto en el planteamiento del Grupo fi como en la explicación tradi
cional de la elaboración artística de la elocutio subyace el reconoci
miento de la potencialidad expresiva del lenguaje. En la construcción
del nivel de elocuüo/el orador activa la función retórica al em plear los
dispositivos del ornatus, para lo cual pone en tensión la lengua con el
fin de actualizar y aprovechar en grado máximo todas sus posibilidades
expresivas. En este sentido, en la elocutio se produce, por supuesto
dentro de los límites de la puntas, una explotación de los recursos
lingüísticos que no llega a producirse en la utilización lingüística co
mún; como creación artística, la elocutio tiene una riqueza en la actuali
zación de dichos recursos com parable a la de la lengua literaria según
la explicación de Kristeva®®, sin que por ello haya de ser considerada
cócjigo prim ario la lengua en su uso retórico.
,La función retórica es realizada por el orador en su discurso para
mayor firmeza de la m icroestructura y, en definitiva, para mayor im
plantación del texto retórico en el hecho retórico y consiguientemente
con el fin de que este hecho posea el máximo de cohesión comunicati
va; para esta función el orador pone en tensión la estructura de la
lengua para aprovechar sus posibihdades de expresividad, que han
sido sistematizadas po-r la Retórica con las figuras y los tropos como
concreción del ornatus.
La Rhetorica recepta nos ofrece un exhaustivo y magnífico inventa
“ Cfr. ibidem, pág 62, L.iliró d;i l,i .siyuKjrito dotinición de metábole (rnétahoh)
«Término de retórica Toda especie d e cambio sea en las palabras sea en las frases», cfr
Émile Littré, Diclionnaire de la ¡angue franga¡se, París, Gallimard Hachette, 1971. tomo 5.
pág. 171. V éase Heinrich Lausberg, Manual de Retónca ¡iteraría, cit,, § 257. a propósito de
la metábole como modificación (variatio) elocutiva por medio de la exornación.
Cfr. Julia Kristeva, Semiótica, Madrid, Fundamentos, 1979, vol 1, págs 2.31-233
133
rio de los dispositivos con los que se realiza el ornatus y con los que,
po r tanto, es activada la función retórica im pulsada po r la intención del
orador d e elaborar una m icroestructura en la que hay esenciales modi
ficaciones lingüísticas perfectam ente integradas en el sistema de la
elocutio como parte d e la Retórica. En un texto anteriorm ente citado,
Ouintiliano se refiere a la consideración de la elocutio «en las palabras
o separadas o unidas» (verbis aut singulis aut coniunctis)\ esta distin
ción afecta a la puritas y a la perspicuitas, que como cualidades d e esta
operación atañen tanto a las palabras tomadas aisladam ente como a la
realización sintagmática en la que se encuentran discursivam ente co
nectadas, p e ro es el ornatus la característica elocutiva especialm ente
vinculada a la tradicional oposición in verbis singulis-in verbis coniunc-
tis, pues d e ésta su rg e la división fundamental en tropos y figuras: los
tropos son producidos a partir d e palabras tomadas separadam ente y
las figuras p ro ced en del sintagma, d e las palabras agrupadas y relacio-
,nadas en el discurso. En la Edad Media destaca la diferenciación entre
el ornatus difficilis, que consiste en la utilización d e tropos, y el ornatus
facilis, constituido p o r las figuras®°. Con frecuencia se ha em pleado el
térm ino «figuras» p ara designar globalm ente el conjunto formado por
los tropos y p o r las figuras propiam ente dichas, p o r lo que está justifi
cada la expresión «lenguaje figurado» p ara referirse al lenguaje en el
que imos y otros dispositivos se encuentran implantados como elem en
tos sustancialmente caracterizadores del mismo, en el sentido de la
plena incorporación d e las m etáboles al código lingüístico postulada
p o r el G rupo n en su exphcación de la índole sistemática del desvío
elocutivo.
, Como, con com prensión plena de la realidad objeto d e estudio, ha
(afirmado el profesor Pozuelo a propósito de la relación entre figuras y
texto literario, perfectam ente ampliable a la conexión d e aquéllas con
el texto retórico, «la literatura no se escribe "con figuras". Las "fi
g u ras” son m odos de clasificar u ordenar los procedim ientos de que se
sirve la lengua literaria en su fimción artística»®*. Los recursos que
constituyen el ornatus retórico son, en efecto, anteriores a su sistemati
zación teórica, y una vez que están clasificados o, lo que, en mi opinión,
es lo mismo, cuando ha sido exphcitada po r la teorización retórica la
sistematización inherente al conjunto de dichos recursos, el orador
cuenta con el inventario sistemático de los mismos para conducir su
activación d e los dispositivos elocutivos de carácter artístico inscritos
“ Cfr. Edmond Faral, Les Arts Poéü'ques du XII’ et du XIII’ siécle, cit., págs. 89-97;
Andrea Battistini y Ezio Raimondi, Retoriche e Poeticbe dominantí, cit., págs. 7-11.
Cfr. José María Pozuelo Yvancos, Teoría d el lenguaje literario, cit., pág. 169.
vl34
en el código lingüístico. El em pleo del lenguaje figurado en el texto
retórico, en la m edida en que se basa en una serie de cambios lingüísti
cos sistemáticos, responde al mismo fundamento que, de acuerdo con
el profesor García Berrio, sostiene la específica construcción lingüística
d e la obra literaria: la práctica sistemática de la excepción lingüística
García Berrio establece a propósito de este concepto un paralelismo
muy fructífero entre la elucidación de la constitución y del funciona
miento del lenguaje literario y el ingente esfuerzo teórico llevado a
cabo p o r la Retórica tradicional, que ha sabido construir de m anera
m agistral una sólida sistematización de las modificaciones verbales que
com ponen el ornatus elocutivo como fenómeno artístico®^.
La presentación de las nociones in verbis singulis e in verbis con-
iunctis hecha antes ha servido para introducir el concepto de lenguaje
figurado que, como hemos podido apreciar, lejos de se r resultado de la
m era adición d e tropos y figuras, constituye un sistema de expresión en
el que éstos están perfectam ente integrados. La distinción, en el
interior del lenguaje figurado, entre dispositivos in verbis singulis e in
verbis coniunctis es operativa en la actualidad en tanto en cuanto p e r
mite diferenciar los mecanismos de relación sustitutiva de los de cone
xión sintagmática, si bien unos y otros tienen una lógica proyección
hacia el sintagma, pues es en éste donde se encuentra la realización de
la elocutio. Se trata de una distinción decisiva para la articulación de los
dispositivos del ornato elocutivo en dos grandes bloques fundamenta
les plenam ente vigentes en la actualidad.
A esta clasificación, que podem os llamar de situación del origen de
135
los dispositivos, hay que añadir otra que d ep en d e d e las operaciones
d e modificación a las que es sometido el m aterial lingüístico para la
obtención sistemática del ornatus-, éstas constituyen la quadripertita
ratio, que contiene las categorías operacionales de adiectio, detractio,
transmutatio e inmutatío. La adiectio, aumento, consiste en la adición de
elementos; la detractio, detracción, es la operación po r la que se p ro
duce supresión de elementos; la transmutatio, cambio de lugar, es la
modificación del orden d e los elementos, y la inmutatio, sustitución, es
el cambio d e un elem ento po r otro®^. Las figuras son resultado d e las
tres prim eras operaciones, que tienen lugar necesariam ente in verbis
coniunctis-, así, hay figuras p e r adiectionem, figuras p e r detractionem y
figuras p e r transmutationem. Los tropos, p o r su parte, se construyen
p o r m edio d e la sustitución; su fundamento es la inmutatio verborum , el
cambio d e un elem ento p o r otro, p o r lo que se producen in verbis
singulis. Pozuelo interpreta la distinción d e figuras y tropos, que está
apoyada en estas dos clasificaciones, en su relación con la oposición
establecida po r Jakobson entre combinación, que es de índole sintag
mática, y selección, que está basada en la relación paradigm ática: las
figuras se constituyen p o r combinación sintagmática y los tropos po r
selección paradigmática®®; aquéllas se basan en relaciones in praesentia
y éstos en relaciones in absentia.
En su precisa sistematización de las figuras en sentido estricto, la
Rhetorica recepta ofrece una importante distinción entre figuras de
dicción y figuras de pensam iento. Las prim eras son modificaciones que
atañen a los niveles fonofonológico, morfológico y sintáctico de la mi-
croestructura textual, m ientras que las segundas afectan al nivel sem án
tico de la propia m icroestructura, p ero llegan a trascenderlo y a alcan
zar el nivel semántico-intensional textual e incluso el semántico-exten-
sional, ya en el ámbito del referente®®. Las figuras d e dicción son
divididas en el corpus doctrinal de la Rhetorica recepta según las tres
categorías operacionales relativas a las figuras: adiectio, detractio y
transmutatio^'^. Las figuras de pensam iento han sido tradicionalm ente
divididas en figuras frente al público y figuras frente al asunto, según
que la alteración semántica afecte a imo o a otro de estos elem entos del
hecho retórico®®, y tam bién se les ha aplicado para su clasificación el
” Cfr. Marco Fabio Ouúitüiano, Institutio oratoria, ed. cit., 1, 5, 38-41; Heinrich Laus-
b erg. Manual de Retórica literaria, cit., § 462.
“ Cfr. José María Pozuelo Yvancos, Teoría del lenguaje literario, cit., pág. 172.
“ Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit., §§ 602 y sigs.
" Cfr. ibidem-, Heinrich Lausberg, Elementos de Retórica literaria, Madrid, C redos,
1983, reim pr., §§ 239 y sigs.
“ Cfr. Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, cit,, §§ 757 y sigs.
1^
conjunto de categorías de modificación formado por adiectio, detractio .
y transmutatio^^.
Es de gran interés para la teorización retórica la clasificación de
metáboles, como conjunto de figuras y tropos, realizada por el Grupo ¡j.
en su Retórica general. Para su sistematización, el grupo de Lieja parte
de unos criterios estrictam ente lingüísticos que perm iten una distribu
ción d e las m etáboles d e la que surge la clasificación. Distinguen, por
un lado, el plano de la expresión y el plano del contenido, que constitu
yen dos secciones en las que se agrupan las figuras en sentido amplio o
m etáboles que son modificaciones fonofonológicas, morfológicas y sin
tácticas y las que son semánticas, respectivam ente. Por otro lado, sepa
ran el plano d e la palabra y unidades inferiores y el plano de la oración
y unidades superiores para agrupar de acuerdo con su dimensión
correspondiente las metáboles. De la combinación de estas dos dicoto
mías su rg e una clasificación general de las metáboles, que el Grupo n
representa con el siguiente cuadro™:
Plano d e la Plano d e l
e x p r e s ió n c o n te n id o
Cfr. ibidem-, Heinrich Lausberg, Elementos de Retórica literaria, cit., §§ 364 y sigs.
” Cfr. G rupo /i, Retórica general, c i t , págs. 71 y sigs.
Cfr. ibidem , págs. 97 y sigs
Cfr. ibidem , págs. 121 y sigs.
” Cfr. ibidem , págs. 155 y sigs.
” Cfr. ibidem , págs. 201 y sigs.
137
El Grupo n se ocupa d e las operaciones po r las que se establecen
las m etáboles; las denomina operaciones retóricas y las divide en sus
tanciales y relaciónales. Unas y otras producen desviaciones dirigidas a
la función retórica, p ero para ello actúan d e m aneras diferentes: las
operaciones sustanciales modifican la sustancia del m aterial lingüístico
en el que se realizan, m ientras que las relaciónales solamente cambian
las relaciones que las unidades sobre las que se ejecutan mantienen
entre sí. Las operaciones sustanciales se basan únicamente en dos
mecanismos, el d e supresión y el d e adición; p o r consiguiente, unas
operaciones sustanciales consisten en la eliminación d e elem entos y
otras en la adición d e elem entos y, asimismo, hay operaciones sustan
ciales d e carácter mixto que constan a la vez d e supresión de unos
elem entos y d e adición d e otros, lo cual p u ed e realizarse como sustitu
ción d e un elem ento p o r otro. Las operaciones relaciónales están basa
das en el mecanismo d e perm utación y consisten en la alteración del
orden lineal d e los elem entos implicados por aquéllas” . Cuenta, pues,
el Grupo n con tres mecanismos para la activación de las operaciones
de ornatus retórico, a los que se añade la combinación de dos de ellos,
p o r lo que dichas operaciones quedan clasificadas del modo siguiente:
operaciones sustanciales, po r supresión, po r adición y po r supresión-
adición, y operaciones relaciónales, po r permutación. Podem os a p re
ciar en esta ordenación d e las m etáboles una semejanza, aunque no se
trata de sistematizaciones idénticas, con la llevada a cabo p o r la Retóri
ca tradicional sobre las figuras en sentido amplio; detractio, adiectio,
ijnm utatío y transmutatio p u eden se r interpretadas como supresión, adi
cción, supresión-adición y perm utación, respectivam ente. Por otro lado,
a las modificaciones in verbis singulis corresponden las m etáboles que
d ependen de operaciones sustanciales, m ientrás que a los cambios in
verbis coniunctis corresponden las m etáboles procedentes d e op era
ciones relaciónales.
Las relaciones d e los dispositivos del lenguaje figurado que en la
Retórica las distintas explicaciones de éste nos ofrecen son descripcio
nes de las posibilidades lingüísticas aprovechadas con la finalidad de
elaboración de una m icroestructura artística, gracias a estos recursos,
en el texto retórico y en el texto hterario. Existen diversas clasificacio
nes de las figuras en sentido amplio'^® que explicitan una sólida dinámi
138
ca expresiva caracterizadora del p o d er creativo de la elocutio, que se
dirige a la configuración d e una estructura lingüística que interesa en sí
misma, p ero que a la vez conduce hacia otros niveles y hacia los fines
últimos del discurso que construyen en la comunicación estrictamente
retórica el orador y en la de índole literaria el autor. El corpus teórico
formado por la sistematización de figuras y tropos es una riquísima
aportación que nos es ofrecida por la Rhetorica recepta’^"' como im por
tante apoyo para la elucidación de la expresividad del discurso artísti-
co-verbal, si bien, como es sabido, no abarca la totalidad de las p ropie
dades de la m icroestructura de éste.
A continuación presento la explicación de las m etáboles consisten
te en la de algunas de las figuras más significativas y de los diferentes
tropos del ornatus'^^.
sigs.; Heinrich F. Plett, «Die Rhetorik d e r Figuren. Zur Systematik, Pragmatik und Asthetik
d e r Elocutjo», en: Heinrich F. Plett (H rsg ), Rhetorik. Kritische Positionen zum Stand der
Forschung, cit., págs. 125-165; Jean Cohén, «Teoría d e las figuras», en. W .A A ., Investiga
ciones retóricas II, Barcelona, Ediciones Buenos Aires, 1982, págs. 11-43; Angel López
G arda, «Algunas consideraciones sobre los tropos y las figuras», en' W AA , Lecciones
de Retórica y Métrica, cit., págs 119-180, Angel López García, «Retórica y Lingüística: Una
fundamentación lingüística del sistema retórico tradicional», cit., págs. 640-649.
” En este sentido hay q u e destacar el monumental y vaUosísimo trabajo realizado p o r
Lausberg a propósito de los dispositivos del ornatus elocutivo. Véase Heinrich Lausberg,
Manual de Retórica literaria, cil , §§ 530-910, y Heinrich Lausberg, Elementos de Retórica
literaria, cit., §§ 161-463.
” Hago una exposición b rev e de figuras y tropos, considerando que una presentación
extensa requeriría un espacio enorm e, dada la exhaustividad del inventario con que
cuenta la Rhetorica recepta y d e las reformulaciones de éste En esta exposición funda
mentalmente he seguido a Fierre Fontanier. Les figures du discours, cit,: Heinrich Laus
berg, Manual de Retórica literaria, cit , Heinrich Lausberg, Elementos de Retórica litera
ria, cit ; Fernando Lázaro C arreter, Diccionario de términos filológicos, cit.; G rupo ¡i,
Retórica general, cit.; José María Pozuelo Yvancos, Teoría del lenguaje literario, cit ,
págs. 178-194; Angelo M árchese y Joaquín Forradellas, Diccionario de retórica, crítica y
terminología literaria, Barcelona, Ariel, 1986.
139
ción d e las figuras que sigue está organizada según la distinción entre
figuras de dicción, que incluyen los metaplasmos y las metataxis, y
figuras de pensam iento, que son los metalogismos.
• Figuras de dicción
«distinto y distante»
vl40
«—Despenseros son —y otros dijeron-
—No son —y otros:
—Sí son.
Y dioles tanta pesadumbre la palabra "sisón", que se turbaron
mucho.»
(Francisco de Ouevedo, E¡ su e ñ o d e l juicio final)
«Agujeros felices
verás como una música
oirás como un color
todo será al revés.»
(Francisco Pino, M équina
dalicada)
141
En este ejem plo se encuentra suprim ida la forma verbal «son» («y
ellos son fuego») y aparece «es».
^ 142
Epanalepsis o geminación. Figura por adición en contacto. Es la
repetición d e uno o varios elem entos idénticos en el comienzo de una
oración o de un verso. La epanalepsis es un dispositivo anafórico en
contacto. Ejemplo:
143 .
Leo Spitzer ha utilizado la expresión enumeración caótica a propósi
to d e aquellas enum eraciones carentes de conexión lógica^®. Ejemplo:
«todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.»
(Pedro Salinas, La voz a ti debida)
” Véase Leo Spitzer, «La eniuneración caótica en la poesía moderna», en: Leo Spitzer,
Lingüística e Historia literaria, Madrid, Credos, 1974, 2." ed., págs. 247-291.
“ Véase Dámaso Alonso. Estudios y ensayos gongorinos, Madrid, Credos, 1970, págs.
117 y sigs.; Dámaso Alonso y Carlos Bousoño, Seis calas en la expresión literaria españo
la, Madrid, Credos, 1979, 4.* ed.; Carlos Bousoño, Teoría de la expresión poética, Ma
drid, Credos, 1976, 6." ed., vol. I, págs. 591-592; Samuel R. Levin, Estructuras lingüísticas
en Ja poesía, Madrid, Cátedra, 1979, 3.* ed.; Femando Lázaro Carreter, «Un soneto de
Góngora», apud Samuel R. Levin. Estructuras lingüísticas en la poesía, cit., págs. 95-106.
^144
Quiasmo. Es una figura de organización sintáctica. Consiste en la
disposición cruzada, según la forma de la letra griega %. de dos grupos
de palabras, d e m anera que se relacionan sim étricam ente y no de
modo paralelo. Ejemplo:
®‘ Sobre este recurso véase Dámaso Alonso, Estudios y ensayos gongorinos, cit ,
Rafael Lapesa, Poetas y prosistas d e ayer y d e hoy, Madrid, C redos, 1977, págs. 128-145:
José María Pozuelo Yvancos, El lenguaje poético de la lírica aniorosa-de Quevedo,
Murcia, Universidad de Murcia, 1979; José María Pozuelo Yvancos, Teoría del lenguaje
literario, cit., pág. 183.
145^'
Interrogación. Es una figura que consiste en una pregunta que va
dirigida al destinatario de modo enfático y de la que no se esp era
respuesta. Ejemplo:
. 146
p resente está en sustitución de otra con la que tiene una relación de
carácter paradigm ático; así, en el ejem plo anterior, en el que hay dos
oxímoros, el prim ero estaría basado en que «hielo abrasador» habría
sustituido a «hielo frío» y el segundo se habría formado al sustituir
«fuego helado» a «fuego abrasador», en sendas operaciones de supre-
sión-adición“ .
Paradoja o antilogía. Es una figura de adición a partir de la cual
su rg e oposición semántica. Consiste en la unión de construcciones se
mánticas que son incom patibles aparentem ente. Ejemplo:
147
Hipérbole. Figura d e pensamiento: se basa en la exageración con
sistente en poner las posibilidades semántico-extensionales y semánti-
co-intensionales en su límite máximo e incluso en transgredirlas. Ejem
plo:
«los ojos a v e cin d ad o s e n el cogote, q u e p a re c ía q u e m ira b a p o r
cuévanos, tan h u n d id o s y escu ro s, q u e e r a b u e n sitio el suyo p a ra
tie n d a d e m e rc a d e re s:»
(Francisco d e Q u ev ed o , El Buscón)
^48
n
en la producción textual estableció el orador o el escritor, tiene que
obtener el elem ento ausente y, por supuesto, su relación con el ele
mento presente manifestado en la m icroestructura. ^
El dispositivo general de formación de los tropos actúa tam bién en
la lengua común, p ero es en la lengua del texto retórico y del texto
literario donde, como en el caso de las figuras, es sustancial su implan
tación. Con la excelente construcción teórica, debida a García Berrio,
de la práctica sistemática de la excepción lingüística, de la que se ha
tratado en páginas anteriores, se explica perfectam ente la diferencia
d e la presencia d e los tropos en la lengua común y en la lengua del
texto literario y del texto retórico. El carácter artístico de los tropos
está apoyado en la intención estética del productor del texto, que
produce una intensificación y un adensamiento®® de la elaboración y
utilización de estos metasememas.
Se explican a continuación la metáfora, la metonimia y la sinécdoque.
La metáfora es el dispositivo retórico que mayor atención ha recibi
do, por lo que la bibliografía dedicada a su estudio es extensísima®^. La
metáfora es un m etasem ema de supresión-adición que consiste en la
sustitución de un elem ento léxico por otro con el que tiene uno o varios
semas en común. Esta sustitución implica un cambio d e significado,
puesto que el elem ento que sustituye al que está ausente adquiere
como significado traslaticio el del elemento sustituido. A diferencia de
la comparación o símil, en la que están presentes los dos elementos
relacionados, en la metáfora está ausente el término de significado
directo. Ejemplo de metáfora es el siguiente:
«antes q u e 'l tiem po airad o
c u b ra d e nieve la h erm osa cum bre.»
(G arcilaso d e la V ega)
149
En estos versos «nieve» sustituye a «canas» y «cumbre» a «cabeza»;
«nieve» y «canas» tienen en común el sem a «blanco», y «cumbre» y
«cabeza» el sema «parte superior».
Aristóteles afirma en la Retórica que la m etáfora tiene gran im por
tancia en la poesía y en la oratoria, y hace referencia al tratamiento que
d e la misma realiza en su Poética^. Para Aristóteles, que define la
metáfora como «traslación d e un nom bre ajeno»®®, la fundamentación
principal d e aquélla es la analogía, que funciona cuando existen dos
relaciones de correspondencia entre m iem bros que pueden se r inter
cambiados®®. La sustitución se lleva a cabo porque poseen rasgos co
m unes los elem entos que se intercambian.
Las ideas d e traslación y analogía sustentadas p o r Aristóteles a
propósito de la metáfora constituyen unas constantes teóricas que fim-
damentan la sustitución d e elem entos y la base lingüística y cultural de
la misma. En la relación metafórica existe una conexión entre vin térm i
no implícito y un térm ino explícito, con respecto a la cual es oportuno
reco rd ar la distinción hecha p o r Richards entre tenor, que es el ele
mento sustituido, y vehicle, el elem ento expresado®^ Román Jakobson,
po r su parte, considera que la metáfora es el resultado d e una combina
ción por similitud, en virtud de la cual se produce una selección y una
sustitución de carácter paradigm ático de un elem ento léxico p o r otro
con el que com parte determ inados sem as que apoyan la referida
similitud®^. Los térm inos relacionados en la metáfora tienen una parte
común, y ésta es la que produce la semejanza global entre ambos, a
partir de la cual el térm ino explícito sustituye al implícito. Sin em bargo,
esta semejanza pu ed e se r distorsionada de tal forma que, aunque exis
tan semas comunes en los dos términos, se p ierd a la proporción entre
el explícito y el implícito, lo cual produce una gran violencia semántica;
esta situación lingüística es lo que caracteriza la catacresis o metáfora
150
catacrética, en la que el elem ento explícito supone una exageración de
los m encionados sem as comunes. Ejemplo de metáfora catecrética:
« Véase Juan Luis Tato, Semántica de la metáfora, cit., Daniel Délas, «La gram m aire
générative rencontre la figure», cit
^ Cfr, Antonio García Berrio, La construcción imaginaria en «Cántico» de Jorge Cui-
llén, cit., págs. 119-134.
“ Al ocuparse d e los modos d e excepción semántica em pleados por Jorge Guillén en
Cántico, escribe G ard a Berrio «En el conjunto de estos fenómenos de convergencia
imaginaria, que estoy revisando como uno de los más perm anentes soportes del estilo de
Cántico en tanto qu e práctica poética d e la excepción lingüística, conviene diferenciar la
muy frecuente fórmula de la subcategorización anómala, como fenómeno funcional sufi
cientem ente relativo a la construcción proyecliva de la imagen, de la pura metáfora
tradicional como fenómeno d e sustitución semántica d e los términos reales por un testigo
fantástico, con el que aquéllos guardan alguna propiedad convergente común», cfr
ibidem , pág. 128.
* Cfr. Román Jakobson, «Due aspetti del linguaggio e due tipi di afasia», cit
” Cfr. Michel Le Guern, La metáfora y la metonimia, c i t , págs. 26 y sigs.
151'
cual la correspondencia se basa en la exclusión d e los objetos puestos
en relación»®, y en la interpretación que Ricoeur hace d e dicha explica
ción éste insiste en la correspondencia en la realidad, como concepto
distinto del d e contigüidad»».
La sinécdoque es un tropo p o r el que se sustituye un elem ento
léxico po r otro con el que m antiene una relación del todo a la parte o
d e la parte al todo. La sinécdoque es un m etasem em a estrecham ente
psociado a la metonimia. Un ejem plo d e sinécdoque es:
.^152
Umberto Eco ha asociado la metáfora y la metonimia al proceso de
semiosis, en cuya dinámica surgen afectando al plano del contenido y al
plano de la e x p r e s i ó n L o s tropos, en su construcción significativa,
llegan a producir la utilización de un significante, y en definitiva de un
signo, para ex p resar un significado diferente. La semiótica connota-
tiva'°^, con el plano de la expresión formado por un signo, no es
ajena al funcionamiento de los tropos, como en general tampoco lo
es al em pleo d e num erosos recursos elocutivos. Benedetto Croce ex
plica la expresividad de la metáfora a partir de la palabra misma
que sustituye a la palabra ausente y justifica que la palabra metafórica
qu ed e implantada como palabra propia, de tal modo que desplaza en
el uso lingüístico a la sustituida, que sería ya inadecuada*®®.
La alegoría es una construcción de base matafórica que se extiende
en el texto a lo largo de su totalidad o de una sección amplia del mismo,
estableciéndose un sentido directo, que es el que aparece, y un sentido
global figurado. Es un ejem plo de alegoría el Cantar de los Cantares,
de la Biblia. Cuando la correspondencia entre la serie figurada y los
elem entos reales no puede percibirse claramente, se trata de un enig-
Cfr. Umberto Eco, Le forme del conlenulo. Milán Bompiani, 1971. págs 108 y sigs
Cfr. Louis Hjelmslev. Prolegómenos a una teoría del lenguaje. Madrid. Credos,
1974, págs. 160 y sigs.
Cfr. Benedetto Croce, Estética como scienza dell'espressione e lingüistica genera
la. Bari, Laterza, 1909, 3.® ed revisada, pág 79
Cfr. Fernando Lázaro C arreter, Diccionario de términos filológicos, cit., pág. 35.
Véase Baltasar Gracián, Agudeza y arte de ingenio, ed. cit.; Fernando Lázaro
C arreter, «Sobre la dificultad conceptista», cit , Antonio García Berrio, España e Italia
ante o l conceptismo, cit.; Antonio García Berno, Formación de la Teoría Literaria m o d er
na, ?, Teoría poética del Siglo de Oro, cit , págs 423 y sigs ; Antonio García Berrio,
Introducción a la Poética clasicista, cit, págs 211 y sig s, págs. 271 y sig s, T eresa
Hernández, «La teoría literaria del conceptismo en Baltasar Gracián», cit.; Antonio García
Berrio, «Ouevedo y la conciencia léxica del "concepto"», en: Cuadernos Hispanoameri
canos, 361-362, 1980, págs. 1-16; José María Pozuelo Yvancos, «Retórica y conceptismo-
Gracián y O uevedo», en: José María Pozuelo Yvancos, Del formalismo a ¡a neorretórica,
cit., págs. 167-180.
153
D e su e rte q u e se p u e d e definir el concepto: Es un acto d el
entendim iento, q u e e x p rim e la c o rre sp o n d e n c ia q u e se halla e n tre
los objetos.
Cfr. Baltasar Graoián, Agudeza y arte de ingenio, ed. cit., vol. I, pág. 55.
Cfr. Fem ando Lásaro C arreter, «Sobre la dificultad conceptista», cit,, págs, 15 y
sigs.; Antonio G arcía Berrio, España e ItalJa ante el conceptismo, cit., págs. 16 y sigs,
Cfr. Antonio García Berrio, Introducción a la Poética clasicista, cit., pág. 271; Teresa
Hernández, «La teoría literaria del conceptism o en Baltasar Gracián», cit.
Cfr. Fem ando Lázaro C arreter, «Sobre la dificultad conceptista», cit., págs. 28 y
sigs.; Antonio G arcía Berrio, Formación d e la Teoría Literaria m oderna, 2. Teoría poética
del Siglo d e Oro, cit., págs. 469 y sigs.
Cfr. Aristóteles, Retórica, ed. cit., 1394a20-1395b20.
Cfr. Heinrich Lausberg, Manual d e Retórica literaria, cit., § 872.
Cfr. Antonio G arcía Berrio, Introducción a la Poética clasicista, cit., págs. 212 y sigs.
>■» Cfr. ibidem , pág. 215.
>ie Tras ocuparse d e la vinculación d e la elocutio al estilo, escribe C esare Segre:
«Pero luego entre inventio, dispositio y elocutio se p roducen cruces, d e modo que, p o r
ejem plo, las “figuras d e pensam iento” , como la antítesis y la comparación, realizan sobre
el plano d e la elocutio estructuras d e contenido d e la inventio»-, cfr. C esare Segre,
Principios de análisis del texto literario, cit., pág. 226.
154
r ic o y, p o r e x te n s ió n , d e l lite r a r io , e l v a lo r f u n d a m e n ta l d e lo s tr o p o s ,
e s p e c ia lm e n te d e la m e tá f o r a , y d e a lg u n a s d e la s f ig u ra s , e n t r e la s q u e
d e s ta c a a e s te r e s p e c t o la c o m p a r a c ió n , r e s i d e p r e c is a m e n te e n su
f u n c io n a m ie n to c o m o im á g e n e s e n u n d is c u r s o c a r a c t e r iz a d o p o r la
e x p r e s iv id a d " ® . La im a g e n , c o m o « p r o c e d im ie n to d e ilu m in a c ió n c o m
p a r t i d a e n t r e e l a r tis ta y s u r e c e p to r » e n p a l a b r a s d e G a r c ía B errio "® ,
e s la m e ta d e la c o n s tr u c c ió n d e la s m e tá f o r a s y d e o tr o s r e c u r s o s
e lo c u tiv o s q u e p e r m i te n q u e e l o r a d o r y e l e s c r ito r p u e d a n h a c e r al
d e s tin a ta r io d e l te x to a r tís tic o u n a p r e s e n ta c ió n d ir e c ta d e d e t e r m in a
d o s e le m e n to s s e m á n tic o - e x te n s io n a le s in te n s io n a liz a d o s e n a q u é l
Véase Fem ando Lázaro C arreter, Diccionario d e términos filológicos, cit , pág
229; Fierre Caminade, Image et métaphore, cit
'■® Cfr. Antonio García Barrio, «Lingüística, literaridad/poeticidad (Gramatica, Prag
mática, Texto)», cit , págs. 135-137
>'» Cfr. ihidem , pág. 136.
En este sentido ofrece gran interés el siguiente pasaje de García Berrio- «Pense
mos, por ejem plo, en la catacresis —tipo molafónco por excelencia de soporte de la
imagen—, la sorpresa, el deslumbram iento de la imagen se sustenta en ia zona de nadie
en el ámbito d e vacío léxico equidistante entre las representaciones semánticas puestas
en contraste inusual con más rendimiento d e la imagen cuanto más dilatada es la zona de
no-tangencia semántica de los sustentos léxicos convocados», cfr ibidem
155
7.
La memoria
A c o n tin u a c ió n d e la elocutio, e n la s e r i e d e c o m p o n e n te s e s tr u c tu
r a le s te ó r ic o s d e l e j e v e r tic a l d e l m o d e lo r e tó r ic o s e e n c u e n t r a la
memoria, o p e r a c ió n p o r la q u e e l o r a d o r r e ti e n e e n s u m e m o r ia e l
d is c u r s o c o n s tr u id o p o r la s o p e r a c io n e s d e inventio, dispositio y elocu
tio. E n la Rhetorica ad Herennium la memoria es c o n g r a n b e lle z a
lla m a d a « te s o ro d e la s c o s a s in v e n ta d a s » y « g u a r d iá n d e to d a s la s
p a r te s d e la r e tó r ic a » '. C o m o o p e r a c ió n p o s te r io r a la s c o n s titu y e n te s d e
d is c u r s o , d e e lla d e p e n d e , e n e fe c to , la c o n s e r v a c ió n d e la s e s tr u c tu r a s
s in tá c tic a s d e l te x to r e tó r ic o y d e la s s e m á n tic a s d e su r e f e r e n t e c o n e l
fin d e q u e s e a p r o n u n c ia d o d ic h o te x to sm n e c e s i d a d d e r e c u r r i r a la
le c tu r a e n e l m o m e n to d e la e x p o s ic ió n a n te e l d e s tin a ta r io . C ic e r ó n
d e f in e la m e m o r ia e n e s to s té rm in o s :
L a o p e r a c ió n r e tó r ic a d e memoria d e s c a n s a e n u n fa c u lta d p s ic o ló
g ic a im p r e s c in d i b le p a r a d ic h a o p e r a c ió n . E sta f a c u lta d e s in n a ta y
p e r t e n e c e a l ingenium o natura q u e h a d e p o s e e r e l o r a d o r ; s in e m b a r -
157
go, no es suficiente p ara que se lleve a cabo la memorización del texto
retórico, pues dicha cualidad natural tiene que se r cultivada m ediante
ars, esto es, p o r la técnica retórica. En una clara relación con el sistema
general poético-retórico d e producción textual en su parte correspon
diente a la dualidad ingenium-ars^, la Rhetorica recepta contiene una
distinción fundamental entre m em oria natural y m em oria artificial. La
Rhetorica ad Herennium dice:
> Cfr. Antonio García Berrio, Formación d e la Teoría Literaria moderna, I . La tópica
horaciana en Europa, cit., págs. 237 y sigs.
* Cfr. A d C. Herennium d e ratione dicendi, ed. cit., ni, 16, 28.
’ El texto de Quintiliano es el siguiente: «Algunos pensaron que la m em oria es sólo un
regalo d e la naturaleza, y en aquélla hay sin duda mucho, p ero ella misma es aumentada
como todas las dem ás cosas trabajando»; cfr. Marco Fabio Quintiliano, Institutio oratoria,
ed, cit., 11, 2, 1.
158
Ouintiliano se plantea la cuestión del objeto de la m em oria con la
opción entre r e s y v e r b a , que en su opinión no puede ser resuelta de
m anera universal. Aconseja este autor, no obstante, que si el orador
tiene una m em oria firme y dispone de tiempo suficiente, retenga com
pletam ente el discurso, con la totalidad de las v e r b a , lo cual implica
tam bién la memorización de la r e s expresada por aquéllas. Ésta es la
prim era solución que da a esta cuestión y es la solución que prefiere
p o r la seguridad que proporciona al orador el h aber aprendido bien el
nivel de e lo c u t io del discurso, lo que no le hace d e p e n d er de la lectura
del texto escrito; p ero es fundamental para Ouintiliano que esta m emo
rización no produzca ante el auditorio la im presión de que todo se lleva
ya preparado, antes bien el orador d eb e aparentar que improvisa lo
que ha aprendido, pues, según el rétor hispanorromano, el juez tendrá
m enos prevención ante lo que cree que no ha sido organizado de
antemano contra él. Como segunda solución, dice Ouintiliano que si la
m em oria es más ruda o si no hay tiempo suficiente, no es conveniente
intentar a p re n d e r todas las palabras del discurso, para evitar que el
olvido de alguna produzca vacilación en el orador, debiendo en este
caso a p ren d er de m em oria los asuntos y dejar que surjan para e x p re
sarlos las palabras convenientes, las cuales perfectamente pueden cons
tituir una paráfrasis del nivel de e lo c u t io obtenido previamente®. El
objeto de la m e m o r i a retórica, como memoria gobernada por el arte
retórica, esto es, como memoria artificial al servicio de la memoria
natural, lo constituyen, pues, la re s y las v e r b a , pero en caso de que no
p ueda memo rizarse la totalidad de niveles del discurso, lo cual es
ciertam ente una situación no deseada, v e r b a es el elem ento que puede
ser desatendido en la operación de m e m o r ia .
La m em oria artificial, en tanto en cuanto memoria basada en la téc
nica proporcionada po r el sistema de la Retórica, está provista de
lo c i Y de im a g in es'^ . Los l o c i son los lugares de la memoria, que
pe^'-miten al orador distribuir un espacio mentalmente establecido con
el fin de colocar en dichos lugares las ideas y las expresiones del
discurso, las cuales al estar estructuralm ente localizadas pueden ser
recordadas fácilmente en el momento de pronunciar el discurso. Como
señala Lausberg, hay una confluencia entre los lugares de la memoria y
los lugares d e la argum entación al ser unos y otros resultado de la
® Cfr. ibidem , 11, 2, 44-51. V éase también Fortunaciano, Artis rhetoricae hbri III, ed
cit., III, 14.
■' Cfr. Heinrich Lausberg, Manual d e Retórica ¡iteraría, cit., §§ 1086-1090; A d C. Heren-
nium de ratione dicendi, ed. cit., III, 16, 29-30.
159
distribución de un todo formado por elem entos variados para tenerlos
presentes y ordenarlos con facilidad®. En la Rhetorica ad Herennium se
expresa a propósito d e los loci d e la memoria:
Los lugares son depósitos en los que se sitúan los elem entos del
discurso elaborado en los niveles d e inventio, dispositio y elocutio,
para su recuperación durante la actualización d e dicho discurso. El
autor d e la Rhetorica ad Herennium recom ienda que los lugares d e la
m em oria sean ordenados d e cinco en cinco para así facilitar su identifi
que se quiere afianzar especialm ente en la memoria. Un esquem a de
loci se p ro ce d e a colocar en ellos los elem entos de la res o de las verba
que se quieren afianzar especialm ente en la memoria. Un esquem a de
lugares pu ed e ser, p o r ejemplo, la estructura de una casa o del cuerpo
humano, en cuyas partes son alojados im aginariam ente los elem entos
que se quiere que sean fácilmente recordados. Para Quintiliano, que ve
como vm gran obstáculo que el orador se qu ed e detenido o interrum pi
do al reco rd ar las ideas, la memorización ha de tener una organización
estructural, d e m anera que de una idea se pase a otra p o r m edio de la
relación entre ellas existente: «en efecto, más que firme d e b e ser
m em oria que ayude a otra memoria»*®.
El otro dispositivo de la m em oria artificial es el de las imagines, que
son representaciones d e los elem entos que el orador desea destacar
p ara recordarlos m ejor, estas representaciones son proporcionadas
p o r la (p a v T a c ría o figuración que se tiene sobre dichos elem entos” . La
Rhetorica ad Herennium proporciona una importante teorización sobre
las im ágenes al servicio de la memoria-, la definición que da es la
siguiente:
160
p o r consiguiente, es n ec e sa rio q u e las im ág en es sean sem ejan tes a
las cosas, noso tro s m ism os d e b e m o s e le g ir d e todas las cosas
sem ejanzas» ' 2 ,
161
que tenía en la Retórica clásica. En el Renacimiento decae notablem ente
el interés de la Retórica p o r la memoria-, así, en su crítica a la organiza
ción d e la Retórica clásica en cinco partes artis, Juan Luis Vives consi
d e ra que la m em oria no es una actividad únicam ente ligada a la Retóri
ca, pues es necesaria p ara las dem ás ciencias, para la Aritmética, la
Jurisprudencia, la Gramática, etc.; el abandono de la memoria es uno de
los pasos d e la reducción d e la Retórica*®. Es la m em oria una capacidad
objeto de estudio psicológico, del que se ocupa Ruarte d e San Juan^.
En efecto, el interés p o r la m em oria se va desplazando d esd e los
tratados retóricos a las obras especializadas, a tratados filosóficos y
m édicos 2*.
Incluso en la Retórica clásica es la m em oria una d e las operaciones
que m enos atención han recibido p o r parte d e los teóricos, en contra
posición con la riqueza d e los apartados d e inventio, dispositio y elocu-
tio. Esto es debido a que ésta es ima operación que se activa cuando el
discurso retórico ya ha sido producido gracias a la actividad del blo
que de inventio, dispositio y elocutio p rec e d id o p o r la necesaria
intellectio y a que su carácter es más bien mecánico, al se r el aprendi
zaje del texto elaborado. Por otro lado, existe una ciencia d e la memo
ria, la Mnemónica, que se ocupa exclusivam ente d e la actividad y de las
técnicas d e memorización^^, ciencia a la que la Retórica, como sucede
en el Renacimiento, en concordancia con la opinión de Vives sobre esta
operación, cede com petencias en este asunto. Hay que decir, además,
que la m enor atención p o r la memoria es debida a que esta operación
posterior a la elaboración del texto retórico se encuentra asociada a la
actio en tanto en cuanto la finalidad de aquélla es p re p a ra r la retención
d e dicho texto p o r el propio orador p ara efectuar a continuación la
pronunciación del mismo; es po r tanto una opferación orientada hacia
la actio y doctrinalm ente separada del bloque d e las operaciones cons
tituyentes de discurso, que forman el núcleo del eje vertical del m odelo
Cfr. Juan Luis Vives, De causis corruptarum artium, ed, cit,, fol. 50 r.; Vasile
Florescu, La rhétorique et la néorhétorique, cit., p. 112; Don Abbot, «La Retórica y el
Renacimiento: An O verview of Spanish Theory», cit,, págs, 97-98,
* Cfr. Juan Huarte d e San Juan, Examen d e ingenios para las ciencias, edición de
Esteban T orre, Barcelona, Prom ociones y Publicaciones Universitarias, 1988, págs, 191 y
sigs.
Cfr. Helmut Schanze, «Problems and Trends in the History of G erm án Rhetoric to
1500», cit., pág. 117.
“ V éase Francés A. Yates, El arte d e la memoria, Madrid. Taurus, 1974; Fernando R,
d e la Flor, Teatro de ¡a memoria. Siete ensayos sobre mnemotecnia española d e los siglos
XVII y XVIII, Salamanca, Junta d e Castilla y León, 1988,
162
retórico^^. La Retórica clásica, como se ha podido ver en la In stítu tio
o r a to r iade Ouintiliano, se ocupa de la m e m o r i a como operación que
sirve a la efectividad de la pronunciación del discurso, en la que serían
altamente perjudiciales las vacilaciones o los silencios del orador cau
sados p o r el olvido de algún elem ento del discurso. En este sentido, en
la im portante R e tó r ic a d e G regorio Mayans y Sisear la m e m o r i a es
estudiada en el libro cuarto, titulado «Del decir agraciado», que está
dedicado fundamentalmente a la pronunciación; Mayans trata de la
m e m o r i a dentro del sistema de la a c tio , operación en función de la cual
está, en el capítulo segundo del libro mencionado, b rev e capítulo que
titula «De la memoria, que es mui importante para el decir agraciado» y
en el que escribe: «El sab er bien de memoria lo que se ha de decir da
g rande confianza para pronunciarlo como se deve»^''.
A p esar d e esta situación de la m e m o r i a en un segundo plano
teórico en la explicación retórica, considero necesario tener en cuenta
que el hecho d e que en el eje de representación vertical el cometido
d e esta operación sea p re p a ra r el discurso resultante de las operacio
nes anteriores para que sea emitido por m edio de la a c tio , la sitúa en un
lugar teórico clave en el hecho retórico para el aprovecham iento de
toda la actividad de elaboración textual en la actualización ante el
destinatario. La m e m o r i a se constituye, pues, como una operación im
prescindible para la culminación de la actividad retórica del orador en
una pronunciación del discurso que logre el mayor efecto comimicativo
posible en el receptor, po r lo que su funcionalidad en la serie que
forma el eje vertical y en la totalidad de la organización del modelo
retórico es absoluta. Por consiguiente, la m e m o r i a actúa, dentro de la
estructura global del hecho retórico, al servicio de la u tilita s de la
causa y tiene la idea de a p tu m como guía en la fundamental conexión
que establece entre los niveles de in v e n tio , d i s p o s i t i o y e lo c u t io y la
actualización del discurso por m edio de la a c tio o p r o n u n tia tio .
La operación de m e m o r i a , al estar vinculada al componente de r e s y
al de v e r b a , así como a los niveles de in v e n tio , d i s p o s i t i o y e lo c u tio ,
afecta a la totalidad del conjunto formado por el texto retórico y por su
referente. La m e m o r i a , aunque aparentem ente esté alejada de la tex-
tualidad del discurso retórico, es una operación plenam ente textual,
puesto que su objeto está formado por los niveles del texto retórico
resultantes de la activación de las operaciones de in v e n tio , d i s p o s i t i o y
“ Cfr. Angel López García, «Retórica y Lingüistica Una fundamentación lingüística del
sistema retórico tradicional», cit., págs. 649-650.
Cfr. G regorio Mayans y Sisear, Retórica, ed. cit., p. 570.
163
elocutio, que tienen carácter textual p o r d e p e n d er de ellas la construc
ción del referente y del texto que lo representa. La memoria perm ite la
retención de los seres, estados, procesos, acciones e ideas d e la estruc
tura de conjunto referencial, que están incorporados, como material
intensionalizado, en la m acroestructura del texto retórico, que con su
ordenación correspondiente es tam bién retenida p o r m edio d e esta
operación: es así alm acenada en la m em oria la res retórica, que en
sus dos dimensiones, extensional e intensional, es de índole textual.
Pero la memoria, en los casos en que es posible d e acuerdo con las
circunstancias, tam bién hace que el orador conserve en su m ente para
la pronunciación la m icroestructura del texto retórico, como organiza
ción textual formada p o r las verba. El tratado de la memoria tiene
actualmente plena vigencia en relación con la teoría de las m acroes-
tructuras, uno d e cuyos puntos d e estudio es el formado p o r el d esarro
llo y resultados d e los procesos d e sumarización, memorización y re
cuerdo d e los textos, en los que el elem ento fundamental es la m acroes
tructura con su organización d e tópicos textuales®®, en cuya retención
tiene un papel muy im portante la técnica retórica d e los lugares y de
las imágenes, sin que d eb a se r descartada la memorización d e la mi
croestructura, a la que tam bién contribuyen lugares e imágenes, ad e
más de la organización m étrico-estrófica de los textos en versóos.
® Cfr. Teiin A. van Dijk y W alter Kintsch, «Cognitive Psychology and Discourse:
Recalling and Sunimarizing Stories», en: W olfgang U. D ressler (ed,), Current Trends in
Textlinguistics, Berlln-Nueva York, De Gruyter, 1978, págs. 61-80; Antonio García Berrio
y Tomás Albaladejo, «Estructura composicional. M acroestructuras», cit,. págs. 147-148,
Tomás Albaladejo, «Estructura d e sentido, representación textual semántico-intensional y
tópico textual», en: Anales d e la Universidad de Murcia. Letras, 43, 1-2, 1984, págs. 265-
284.
“ Cfr. Fem ando Lázaro C arreter, «El mensaje literal», en: Fernando Lázaro C arreter,
Estudios de Lingüistica, cit., págs. 148-171, págs. 161-162.
164
8.
La actio
Y e n e l O r a to r e s c r i b e lo s ig u ie n te , a s o c ia n d o e l a c tu a r y e l h a b la r :
165
La voz y el cuerpo son los instrumentos fundamentales con los que
cuenta el orador en esta operación d e actualización del texto retórico;
Ouintiliano asocia a estos instrumentos-componentes los dos nom bres
d e la operación: «La pronunciación es llamada acción po r muchos, pero
p arece que recibe el prim er nom bre d e la voz y el segundo del
gesto»^, y tras referirse al em pleo del térm ino «acción» po r parte de
Cicerón, escribe: «El mismo hace de éstas dos partes, que son las
mismas de la pronunciación, voz y movimiento, po r lo cual se puede
usar ambas denom inaciones indiferentemente»**. Es ésta una operación
com puesta en la que confluyen la utilización de la voz y la del cuerpo,
esto es, la del gesto; p ara el autor d e la Rhetorica ad Herennium, estos
elem entos son secciones del instrumental retórico que forma esta ope
ración: «Así pues, la pronunciación se divide en figura de la voz y en
movimiento del cuerpo»®. Como operación basada en la voz se trata de
una pronvinciación, pronuntiatío, y como operación fundam entada en el
cuerpo activo, en la dinámica d e los gestos, es una acción, una actua
ción, actio.
En relación con esta doble caracterización d e la actío o pronuntiatío
está su vinculación a los sentidos; la actividad que con esta operación
tiene lugar va dirigida no sólo a la com prensión textual sino tam bién a
la experiencia sensitiva del receptor, al que es ofrecido el texto retóri
co en una emisión en la que son decisivos la voz, el rostro y el gesto,
que, como se expresa en la Rhetorica ad Herennium, pertenecen a
nuestros sentidos®. Ouintiliano sitúa los instrumentos-componentes de
esta operación en relación con la división de los sentidos en e l siguien
te pasaje:
^ Cfr. Marco Fabio Ouintiliano, Institutio oratoria, ed. cit., 11, 13, 1.
< Cfr. ibidem , 11, 3, 1-2.
’ Cfr. A d C. Herennium d e ratíone dicendi, ed. cit., III, 11, 9.
• Cfr. ibidem.
’ Cfr. Marco Fabio Ouintiliano, Instituüo oratoria, ed. cit., 11,3, 14.
166
movimientos de su cuerpo producen en el destinatario un efecto y una
influencia que resultan decisivas para el éxito comunicativo del discur
so. Pero la actio es en prim er lugar, no se olvide, la operación de
emisión de una m icroestructura o nivel de elocutio, al que subyace
dentro del mismo texto una m acroestructura o nivel de dispositio y en
el exterior del texto, en el ámbito referencial, una estructura de conjun
to referencial o nivel de inventio, que ha sido incorporada a la ma
croestructura. En la Retórica Aristóteles no se ocupa po r extenso de
esta operación, a la que llama únÓKpiaK;, del mismo modo que en la
Poética trata mínimamente de la ovl/ii; o espectáculo; a p esar de ello se
refiere a la operación como «lo que tiene importancia grandísima, y
aún no ha sido tratado, lo referente a la acción oratoria»®. Para el
Estagirita la í)7cÓKpiai<; consiste en la voz y en su adecuación a las
pasiones, en el uso de los tonos y de los ritmos; considera, sin em bar
go. que aún no se ha elaborado una técnica sobre esta operación, la
cual es p ara él m enos relevante que lo relativo a los hechos de la causa
y a la construcción textual argum entativam ente organizada, que son lo
propiam ente pertinente al arte retórico®. Como en la Poética, la aten
ción prim ordial de Aristóteles está aquí dirigida al texto y a su funda-
mentación referencial e incluso pragm ática más que a la actualización
del mismo.
La actio es la comunicación del texto retórico al receptor, p ero esta
comunicación no pu ed e ser neutra, pues en este caso el orador, aunque
haya construido perfectam ente el discurso en todos sus niveles, p e rd e
rá mucha fuerza persuasiva si no contribuye a ejercer influencia en e!
receptor tam bién en lo auditivo y en lo visual, que acompañan así a lo
textual
167
La operación d e actio o pronuntiatio tiene dos dim ensiones en rela
ción con el destinatario: una de com prensión textual y otra de p e rc e p
ción. A estas dos dim ensiones corresponden en el orador una dim en
sión de emisión textual y otra d e influencia sensitiva, respectivam ente.
La emisión textual consiste en la exposición del texto retórico que el
orador lleva a cabo al pronunciar la m icroestructura o estructura de
superficie del mismo, es decir, su nivel d e elocutio, en el orden que
establece la linealidad del significante del signo lingüístico que es
dicho texto. Por esta exposición el destinatario recibe e interpreta el
discurso, cuya constitución adquiere en sus niveles de elocutio, dispo-
sitio e inventio. Simultáneamente a la exposición oral del texto, el ora
do r ejerce su influencia sensitiva por m edio de la voz y el movimiento
corporal, de tal modo que a la vez que el receptor com prende el
discurso p ercib e dichos instrumentos-componentes activados por el
orador en la operación d e actio o pronuntiatio.
La Rhetorica ad Herennium se ocupa d e modo sistemático d e la voz
como parte d e esta operación retórica. La configuración d e la voz, que
dep en d e de las condiciones naturales y del arte, tiene tres facetas:
volumen {magnitudo), firmeza (firmitudo) y suavidad o flexibilidad
{mollitudoy^. El volumen lo da la naturaleza, p ero es necesario cuidarlo
para aumentarlo y sobre todo para conservarlo. La firmeza procede
principalm ente del cuidado y es aumentada y conservada por la prácti
ca d e la declamación. La flexibilidad, el aspecto de la voz que más
atención m erece al autor de esta retórica, es la cualidad que tiene la
voz de se r modificada en cuanto a la entonación a voluntad del orador
durante la pronunciación, cualidad cuya activación dep en d e de los
preceptos retóricos. Por la flexibilidad la voz pu ed e ser de conversa
ción, de polém ica y de amplificación. La m odalidad conversacional
[sermo) es apacible: la m odalidad polém ica (contentio) es enérgica y
resulta adecuada para las p ruebas y para la refutación, y la m odalidad
d e amphficación m ueve al destinatario a la ira o a la m isericordia, en el
prim er caso p o r m edio de la exhortación al amplificar algún crim en y
en el segundo caso con la lamentación al amplificar las calam idades *2.
Ouintiliano hace un estudio exhaustivo de la pronunciación en lo que
concierne a la voz; la dicción del orador ha de ser correcta, clara,
debido a ima buena articulación y a una adecuada separación de los
elem entos que forman las frases, y con voz agradable. Muy importante
es que la pronunciación sea adecuada a aquello de lo que se está
" Cfr. A d C. Herennium d e ratione dicendi, ed. cit., III, 11. 19-20,
Cfr. ihidem , m, 11, 19-24, 25.
168
tratando‘3, pues no en vano la voz en la p r c n u n t ia t io está en función de
lo a p tu m .
El gesto es tratado de m anera muy extensa y completa por Quintilia-
no, quien pondera su función explicando que puede significar muchas
cosas m ejor que las palabras. El rétor calagurritano ofrece una exhaus
tiva sistematización de los gestos y de los movimientos corporales,
atendiendo a las diferentes partes del cuerpo del orador a propósito de
las posiciones que éste ha de adoptar y de los movimientos que, en esta
actividad regida po r el principio de a p tu m , ha de realizar en la a c tío : se
ocupa de la cabeza, del rostro, de los ojos, de las cejas, del cuello, de
los hom bros, de los brazos, de las manos, del pecho, de la espalda y de
los pies en un auténtico tratado de cinésica de la actuación *■'.
Ouintiliano insiste en la adecuación que d eb e haber entre la actua
ción del orador con voz y gestos y cada una de las p a r t e s o r a tio n is , las
cuales exigen planteam ientos diferentes en uno y en otro instrumento-
com ponente de la ací/o*®. De este modo, el orador atiende en esta
operación a la organización del discurso que ha construido. Tiene en
cuenta de m anera especial el orador al destinatario, al que se dirige en
la realización d e esta presentación del texto; en este sentido, Ouintilia
no expresa los requisitos de la a c tio , que convergen en el receptor:
« A h o ra b ie n , la p ro n u n c ia c ió n d e b e c u m p lir tr e s c o sa s, q u e
a tra ig a , p e r s u a d a y m u e v a , a las c u a le s p o r n a tu ra le z a e stá u n id o
q u e ta m b ié n deleite.»'®
169
dad obvia o sobreentendida, a p e sar del interés que indudablem ente
esta operación ofrece a Cicerón, a la anónima Rhetorica ad Herennium
y a Ouintiliano, así como a otros rétores como Fortiinacianoi^, Sulpicio
Víctor*® y Marciano Capella*®. El autor d e la Rhetorica ad Herennium,
consciente del relativo descuido al que estaba sometida la actio, e x p re
saba que nadie había tratado d e ella p u n t u a l m e n t e p o r considerarla
propia d e los sentidos, d e la vinculación con los cuales m e he ocupado
anteriorm ente, resultaba desfavorecida p o r la elaboración y el conoci
miento d e ima técnica prim ordialm ente centrada en el texto, con un
planteam iento próxim o al d e la Retórica d e Aristóteles.
En la Edad Media tam bién es m enos estudiada que otras operacio
nes, si bien es objeto d e atención lógicamente en las artes praedicandi,
como, p o r ejem plo, en la Summa de arte predicandi de Tomás de
Salisbury®* o en De m odo com ponendi serm ones cum documentis del
dominico inglés Tomás Waleys. M urphy valora muy positivamente el
estudio de la pronuntiatio en la obra de W aleys porque en ella es
objeto d e un tratamiento sustancial y completo y está situada entre los
atributos del predicador, m ientras que p o r lo general las artes praedi
candi, cuando la incluyen, la estudian como una parte final del sermón,
cuya realización se da p o r supuesta^^. En las artes poeticae destaca el
exam en d e la actio que al final de la Poetria nova hace G odofredo de
Vinsauf“ , para quien en el que recita hay tres lenguajes: el d e la voz, el
d el rostro y el del gesto*^.
La actio o pronuntiatio es p reterid a por Juan Luis Vives en su re
planteam iento disciplinar d e la Retórica; para el filósofo español no es
una parte d e la Retórica, pues p u ed e prescindirse de ella en el discur
so escrito, sin que po r ello deje de haber una comunicación discursiva
de carácter retórico^. En el Renacimiento él tipo oral de discurso
propio de la Retórica va quedando relegado a los serm ones y el pensa
170
miento retórico, en el que la a c U o no era una de las operaciones
fundamentales, se va despreocupando de esta operación^s.
En los siglos XVI y XVII el com ponente de a c tio o p r o n u n tia tio forma
parte, p o r derecho propio, d e la Retórica sagrada, que tan importante
desarrollo alcanza en estos siglos, en los que representa la forma de
arte retórica más viva y actual por su vinculación con la realidad de la
época, como ha explicado Antonio García Berrio^^. Los tratados de
predicación del Siglo de Oro prestan una adecuada atención a la opera
ción de a c tio o p r o n u n tia tio , fundamental para la total efectividad del
serm ón, que es presentado así a los oyentes con la potenciación que
suponen la voz y los gestos. Marc Fumaroh explica que el renacimiento
de esta operación retórica es debido a la elocuencia s a g r a d a ^8, Impor
tantes obras del arte concionatoria como la R e tó r ic a e c le s iá s t ic a de
Fray Luis de G ran ad a^s o la I n s tr u c c ió n d e p r e d i c a d o r e s de Francisco
Terrones del C año^ son claros exponentes de la función que en esta
preceptiva retórica tiene la operación de a c tio . De gran interés es que
Terrones del Caño, como ha estudiado García Berrio a propósito de la
utilización de la E p ís to la a d P is o n e s en la Retórica del periodo áureo,
tome de Horacio el consejo de «emendatione» para aplicarlo al discur-
' so retórico que es el serm ón, que d e b e reposar y se r m editado antes
d e su pronunciación^*, con lo cual el autor de la I n s tr u c c ió n d e p r e d i c a
d o r e s separa claram ente la obtención del discurso y la posesión del
mismo p o r parte del predicador de su actualización ante el público. El
componente de a c tio , tan importante en la oratoria sagrada, sería, p re
cisamente por su índole de actuación y po r su composición de voz y
gesto, uno de los que más directa y manifiestamente sufriera los exce
sos de la degeneración de dicha oratoria. Por otro lado, hay que desta
car la cuidadosa atención que un señero tratado del siglo XVIII español
“ Cfr. Helmut Schanze, «Problems and T rends in the History of G erm án Rhetoric to
1500», cit., págs 117-118 «La palabra hablada (discurso) —escribe Schanze— es confina
da a los serm ones o, en círculos humanísticos, a conferencias En un sentido amplio, el
hablar público delante d e un extenso p ero variado auditorio llega a ser posible d e una
nueva m anera revolucionaria a través de la asistencia de la imprenta», cfr. ibidem, pág
117.
” Cfr. Antonio García Berrio, Formación de la Teoría ¡iteraría moderna, 2. Teoría
poética del Siglo d e Oro, cit., págs. 132-133.
“ Cfr. Marc Fumaroli, L'Age de l'Éloquence, c i t , págs. 315-317.
“ Cfr. ibidem , págs. 72, 347 y sigs., Antonio Martí, La preceptiva retórica en el Siglo
de Oro, cit., págs. 95 y sigs.
” Cfr. Antonio García Berrio, Formación de la Teoría Literaria moderna, 2. Teoría
poética del Siglo de Oro, c i t , págs. 134 y sigs.
Cfr. ibidem , págs. 138-139; Francisco T errones del Caño, Instrucción d e predicado
res, edición,de Félix G. Olmedo, Madrid, Espasa-Calpe, 1960, págs. 53-55.
171
perteneciente al pensam iento retórico general presta al «decir agracia
do»; se trata de la im portante Retórica de Mayans, que en el libro
cuarto se ocupa d e las dos p artes del decir agraciado, la pronunciación
y la acción, d e las que trata en los capítulos «De la pronunciación
agraciada» y «De la acción agraciada»
La actio o pronuntiatio tiene un carácter d e actuación en sentido
teatral que queda ya establecido p o r la p ropia denominación griega de
esta operación. Aristóteles la asocia al teatro cuando escribe: «La ac
ción, cuando se aplica, hace lo mismo que en el arte teatral»^. El
orador, como se ha visto en la explicación de la función d e la voz, del
gesto y del movimiento, actúa delante del público en cierto modo como
podría hacerlo un actor teatral. La confluencia d e la actio retórica y de
la actuación en la representación de la obra dram ática se fundamenta
en lo que d e espectáculo y d e influencia sensitiva tienen una y otra.
García Berrio asocia la oratoria sagrada y las representaciones teatra
les del Siglo d e Oro p o r su configuración como espectáculo, que la
sociedad española d e la época exigía y Fumaroli considera que
d e la actio retórica sagrada del siglo XVI derivan las formas profanas
d e actio relativas principalm ente al teatro^. En este sentido, la opera
ción d e actio o pronuntiatio pu ed e se r relacionada con la sólida teoriza
ción actual d e la Semiótica del teatro en lo que se refiere al texto
espectacular y a la representación teatral, en la que los elementos
fundamentales son los movimientos, las distancias en el escenario, los
gestos, la iluminación, etc.^®.
La operación d e actio es decisiva para la consecución d e la finalidad
que el orador p reten d e en el hecho retórico, pues con esta operación
culmina la compleja estrategia retórica articulada en las actividades de
las operaciones d e intellectio, inventio, dispositio, elocutio y memoria, y
cristaliza frente al destinatario, en el momento de la emisión del discur
so, toda la energía textual-comunicativa sobre la que se asienta el
m encionado hecho retórico. En el m odelo retórico esta operación, co
mo com ponente estructural teórico, mantiene, por supuesto, una rela
ción d e sucesividad con las operaciones anteriores; pero, además, su
“ Cfr. G regorio Mayans y Sisear, Retórica, ed. cit., págs. 569-570, 572 y sigs.
“ Cfr. Aristóteles, Retórica, ed. cit., 1404al3-14.
“ Cfr. Antonio G a rd a Berrio, Formación d e la Teoría Literaria moderna, 2. Teoría
poética del Siglo d e Oro, cit., pág. 489.
“ Cfr. Marc Fumaroli, L 'A ge d e I'ÉIoquence, cit., pág. 315.
* Véase especialm ente María del Carm en Bebes Naves, Semiología de la obra dra
mática, Madrid, Taurus, 1987; María del Carm en Bebes Naves, Estudios de semiología del
teatro, Valladoüd, Aceña, 1988.
172
relación como proceso operacional con dichas operaciones es por le
general igualmente de sucesividad; en la realidad de la comunicaciói
retórica la a c tio tiene lugar una vez que han term inado la m e m o r i a y
lógicamente, el bloque anterior a ésta, formado por in v e n tio , d is p o s itio ’
e lo c u tio . Normalmente tam bién habrá finalizado la in te ll e c ti o , ya que e¡
previa a dicho bloque; sin em bargo, durante la misma a c tio el orado
p u ed e continuar examinando la realidad del hecho literario, la actituc
del destinatario, su atención o su desinterés, y modificar en determ ina
dos puntos o aspectos su realización de esta operación gracias a con
cretas o parciales intervenciones de la in te lle c tio . Es necesario tener ei
cuenta, además, que en determ inados casos en el género judicial e
orador que habla en segundo lugar puede verse obligado, a raíz de
discurso de la parte contraria, emitido antes, a introducir modificacio
nes en la organización de su discurso e incluso a realizar, a propósitc
d e lo que haya de improvisar, simultánea o casi simultáneamente e
bloque de in v e n t io , d i s p o s i t i o y e lo c u t io y la a c tio .
La a c tio es una operación que aparece vinculada con la pragmática
po r se r la que perm ite la comunicación efectiva del texto retórico, le
cual la sitúa directam ente en el ámbito pragm ático del hecho retórico^^.
En un m odelo de explicación del texto general y literario y del hechc
comunicativo general y literario en el que el com ponente pragmático
engloba y contiene los componentes sintáctico y s e m á n t i c o l a opera
ción de a c tio está establecida inmediatamente en el espacio correspon
diente a aquel componente y no a través de los otros dos componentes.
Con la a c tio , en lo que tiene de comunicación del texto retórico, se
proyectan hacia una estructura directam ente pragm ática los resultados
de las operaciones de in v e n tio , d i s p o s i t i o y e lo c u tio , las estructuras
semánticas y sintácticas del discurso retórico. Una cuestión importante
es la de la índole textual de la operación de a c tio : m ientras que la
textuahdad de las operaciones constituyentes de discurso está fuera de
duda, la a c tio no tiene aparentem ente carácter textual. Sin em bargo, el
que sea una operación de actualización de un texto previam ente cons
truido le proporciona necesariam ente una armazón pragmática de ín
dole textual en virtud de la cual el orador adapta su realización de esta
173
operación a cada una de las partes del discurso y en todo momento se
m ueve sobre la base de que la expresión lingüística que está emitiendo
es un texto y posee una organización codificada. La actio tiene, por ello,
una naturaleza textual que le viene dada po r la textualidad global del
hecho retórico, la cual se asienta sobre las fundamentales estructuras
textuales del discurso retórico.
174
Epilogo:
Retórica y Teoría
del texto literario
‘ Véase Antonio García Berrio, Significado actual d el formalismo ruso, cit.; Antonio
G arcía Berrio, «Crítica formal y función crítica», cit., José María Pozuelo Yvancos, Teoría
del lenguaje literario, c i t ; Antonio García Berrio y Teresa Hernández, La Poética Tradi
ción y Modernidad, cit.
‘ Cfr. W .A A ., Análisis estructural del relato, Buenos Aires, Tiempo Contem poráneo,
1974; María del Carm en Bobes Naves, Gramática textual de «Belarmino y Apolonio».
Análisis semiológico, Madrid, Cupsa, 1977; Mieke Bal, Teoria de la narrativa, Madrid,
C átedra, 1985.
^ Cfr. Franijois Rastier, «Sistemática d e las isotopías», en: Algirdas J Greim as et al.,
Ensayos de semiótica poética, Barcelona. Planeta. 1976. págs 107-140
175
nicam ente en la teorización sobre este texto las reflexiones que a p ro
pósito del mismo se han producido al m argen d e una teoría textual
literaria explícita. La Lingüística textual es resultado de ima tendencia a
la ampliación experim entada p o r la Lingüística motivada p o r la necesi
dad d e d a r cuenta en toda su com plejidad de la realidad que estudia;
en este sentido, la teoría textual literaria es resultado d e la conciencia
d e la constitución d e la obra literaria como texto artístico y la configura
ción d e esta teoría es consecuencia d e una tendencia a la ampliación de
los estudios literarios d e carácter formal que es paralela a la experi-
inentada po r la Lingüística, tan estrecham ente unida a los planteam ien
tos inmanentistas o intrínsecos de la obra literaria, p ero con la trascen
dental diferencia d e que la conciencia textual literaria es anterior a la
conciencia m etateórica equivalente a propósito de la comunicación lin
güística no artística. La Teoría d e la Literatura ha tenido presente desde
sus comienzos en G recia y durante posteriores épocas muy fructíferas
del pensam iento literario la idea d e texto, precisam ente por s e r el
literario un texto plenam ente definido y codificado en unos esquem as
d e construcción que atañen a todos sus niveles'*. Por ello, en la actual
teoría del texto hterario confluyen la m oderna armazón lingüístico-
textual y la secular tradición de conciencia textual d e la Teoría literaria,
conciencia textual que está presente en la praxis literaria como base
indispensable d e ésta.
La Teoría del texto literario es en sus presupuestos iniciales Poética
lingüística, como teorización y análisis d e la obra literaria en la que el
instrumental teórico es lingüístico, y específicam ente lingüístico-textual,
pues, de todos los m odelos construidos po r la Lingüística, el que abar
ca y expUca más apropiadam ente el texto hterario como construcción
m aterial es el m odelo lingüístico-textual. En virtud d e la organización
m etateórica que le proporciona la Lingüística textual como teoría del
texto general, la teoría del texto literario está basada, por consiguiente,
en la Poética lingüística y, gracias a la recuperación del pensam iento
histórico, aprovecha aportaciones hechas a propósito del discurso lite
rario po r la Poética tradicional; así, los conceptos de fábula, res, verba,
m odos de imitación, etc., perfectam ente estudiados en su contexto his
* Cfr. Jurij M. Lotman, La struttura d el testo poético, Milán, Mursia, 1976; Antonio
García Berrio, «Lingüística, literaridad/poeticidad (Gramática, Pragmática, Texto)», cit.,
págs. 145 y sigs.; Antonio G arcía Berrio, Teoría d e la Literatura, cit., págs. 78-107; Vítor
Manuel de Agtiiar e Silva, Teoría da Literatura, cit., págs. 561-669; Tomás Albaladejo,
«Sobre lingüistica y texto literario», en: Actas del III C ongreso Nacional de Lingüística
Aplicada, Valencia, Universidad d e Valencia, 1986, págs. 33-46.
176
tórico y actualizados po r García Berrio®, son totalmente válidos para
una m oderna teoría del texto literario, a la que ofrecen perspectivas y
categorías d e una riqueza y una profundidad insuperables. Por la cola
boración entre Retórica y análisis literario, firmemente establecida®, la
teoría del texto literario tiene también a su disposición las contribucio
nes d e la Retórica a partir de un doble planteamiento: por un lado
cuenta con el sistema retórico tradicional que le proporciona la Rhetori-
ca recepta y por otro con la reactivación por la Retórica general de
base textual d e dichos m ateriales tradicionales; La participación de esta
doble estructura m etateórica retórica en la teoría del texto literario se
resuelve en la incorporación en esta teoría del sistema retórico históri
camente recuperado, interpretado e instaurado en la Retórica general,
por lo que la teoría del texto literario llega a constituir una sección,
centralm ente situada, de la Retórica general literaria que ha propuesto
García Berrio^ como parte d e la Retórica general. En la segunda parte
de este libro he hecho varias referencias a conexiones en puntos con
cretos entre el sistema retórico reactivado y cuestiones teórico-litera-
rias, y en este epílogo presento un planteamiento general de la relación
d e la Retórica con la teoría del texto literario.
Para la teoría del texto literario es necesaria la diferenciación
en éste de sus niveles o secciones constitutivas. Es básica en este
sentido la ya expuesta distinción de m icroestructura y m acroestructura
como estructuras integrantes del texto. Principalmente la noción de
m acroestructura ha contribuido a la concepción del texto literario como
m aterial lingüístico artísticamente organizado según un plan textual
subyacente®. A su vez, en la m acroestructura se distinguen dos niveles.
\Tl
la estructura macrosintáctica d e base y la estructura macrosintáctica de
transformación, como se ha explicado anteriorm ente. A esta organiza
ción del texto literario se conecta la teoría retórica que concierne a la
parte del sistema retórico formada p o r las operaciones constituyentes
d e discurso. El hecho de que la inventio forme claram ente parte de
este conjunto d e tres operaciones fundam entales hace posible que en
tre en la teoría del texto literario la explicación del referente y d e su
relación con el texto literario y que sea com prendida como tarea p ro
pia d e una Poética lingüística am pliada d e sd e su configuración inicial
estrictam ente limitada al espacio m aterial de la obra; la agrupación de
la inventio con la dispositio y con la elocutio implica la consideración
del referente como base externa del texto p ero orientada hacia éste. En
efecto, para la cimentación d e la m acroestructura es necesario el nivel
referencial, que está situado en el exterior del texto literario, p ero
solidariam ente relacionado con éste: el referente o estructura d e con
junto referencial existe para su incorporación en el texto y éste no
p u ed e se r producido sin dicha construcción referencial, aun en los
casos de mayor debilitamiento, artísticam ente intencionado, de la fun-
damentación semántica d e la obra. Esta organización textual perm ite
concebir y explicar el texto literario como m aterial estructurado en sus
diferentes niveles d e acuerdo con una intencionalidad artística de la
que cada uno d e éstos es dependiente.
Por la inclusión del ámbito referencial en el espacio de la Poética
lingüística, ésta ve ampliados sus planteamientos; deja de estar vincula
da exclusivam ente al espacio sintáctico y se conecta tam bién con el
semántico-extensional, en una sahda d e la situación de reducción en la
que se habían encerrado las propuestas teórico-literarias estructuralis-
tas®. También hay que tener en cuenta la ampliación pragm ática de la
Poética lingüística, a la que no es ajena la condición pragm ática inhe
rente d e la serie de inventio, dispositio y elocutio como operaciones
comunicativamente activadas por el productor del texto.
La elocutio ha sido, como es sabido, el puente tradicional entre
Retórica y Poética, po r la carencia histórica en ésta de una sistematiza
ción de los recursos artísticos de la lengua de la obra literaria. La
aproxim ación del tratado de la elocutio a la Teoría literaria tiene, pues,
una larga tradición que ha sido confirmada p o r el análisis psicocrítico
de la construcción metafórica*®. En la actualidad esta operación aporta
8 V éase Antonio G arcía Berrio, «Crítica formal y función crítica», cit.; Teun A. van Dijk
(ed.), The Future o f Structural Poeücs, núm ero monográfico d e Poetics, 8, 6, Amsterdam,
North HoUand, 1979.
Cfr. C harles Mauron, Des m étaphores obsédanles au m ythe personnel, París, Corti,
1966; Ezio Raimondi, Metafora e storía, Turín, Einaudi, 1977, reim pr.
178
a la te o r í a d e l te x to lite r a r io u n d e ta lla d o e s tu d io d e lo s d is p o s itiv o s
m ic r o e s tr u c t u r a le s d e l le n g u a je a rtís tic o , p e r o n o e n te n d ié n d o lo s s e
g ú n la c o n c e p c ió n tr a d ic io n a l p a r a la q u e s o n e le m e n to s e m b e ll e c e d o
r e s a ñ a d id o s a u n d is c u r s o n e u tr o , s in o e x p lic a n d o s u to ta l p e r te n e n c ia
a la m ic r o e s tr u c t u r a a p a r t i r d e la fu n c ió n e s té tic a d e l le n g u a je , e s
d e c ir , c o m o b a s e d e la fu n c ió n p o é tic a o r e tó r ic a . E n la elocutio s e
p o n e n e n s u m á x im o g r a d o d e te n s ió n la s e s tr u c tu r a s lin g ü ís tic a s , s ie n
d o a c tu a liz a d a s to d a s la s p o s ib i lid a d e s d e c o n s tr u c c ió n v e r b a l e x p r e s i
v a d e l le n g u a je . La te o r í a d e l te x to lite r a r io n o p u e d e o lv id a r q u e la
elocutio e s la o p e r a c ió n e n la q u e c u lm in a u n p r o c e s o d e c o n s tru c c ió n
d e d is c u r s o e n e l q u e to m a n p a r t e o tr a s o p e r a c io n e s y q u e , p o r tan to ,
e s la q u e p e r m i te q u e a f lo r e n e n la s u p e r f ic ie d e l te x to la s c o n s tr u c c io
n e s q u e r e s u lta n d e e s a s o tr a s o p e r a c io n e s , d e tal m o d o q u e s e p r o d u
c e u n a p r o y e c c ió n e s té tic a q u e r e c o r r e e n e l e j e v e r tic a l la s o p e r a c i o
n e s c o n s titu y e n te s d e d is c u r s o e n d ir e c c ió n h a c ia la elocutio c o m o
c r is ta liz a c ió n te r m in a l d e l p r o c e s o d e p r o d u c c ió n d e l te x to lite r a r io .
E n m i c o n c e p c ió n d e l s is te m a r e tó r ic o , la s o p e r a c io n e s d e inventio y
dispositio s e e n c u e n t r a n u n id a s e n v ir tu d d e la v e r te b r a c i ó n d e l r e f e
r e n t e y d e l te x to q u e p r o p o r c io n a n las partes orationis Si b ie n el
e s q u e m a d e la s p a r t e s d e l d is c u r s o n o e s , e n la to ta lid a d d e su c o n ju n to
c o m o e s tr u c tu r a c ió n g lo b a l p u r a m e n te r e tó r ic a , in c o r p o r a b l e a la te o
r ía d e l te x to lite r a r io , c o n s id e r o q u e la d o b le c o n d ic ió n in v e n tiv a y
d is p o s itiv a d e d ic h a s p a r t e s p u e d e c o l a b o r a r e n e s ta te o r ía e n p u n to a
la c o n e x ió n e n t r e s e m á n tic a e x te n s io n a l y s in ta x is e n la e la b o r a c ió n
d e l te x to lite r a r io . D e e s te m o d o , la R e tó ric a c o n tr ib u y e f irm e m e n te a
e x p l ic a r e l e s ta b le c im ie n to d e u n a e s tr u c tu r a d e c o n ju n to r e f e r e n c ia l
p a r a s u in c lu s ió n e n u n a m a c r o e s tr u c tu r a te x tu a l y a e l u c id a r la tr a n s
fo rm a c ió n e n te x to a rtís tic o d e la r e a lid a d a s í c o n f ig u r a d a . E sta c o n ju n
c ió n d e inventio y dispositio c o n firm a e l c a r á c t e r d e o p e r a c ió n c o n s titu
y e n t e d e d is c u r s o d e la inventio y r e f u e r z a la in s ta la c ió n d e l tr a ta m ie n to
d e l r e f e r e n t e e n lo s e s tu d io s lite r a r io s d e ín d o le te x tu a l.
La o p e r a c ió n d e inventio, ju n to co n e l p a s o d e l r e f e r e n te a la m a
c r o e s tr u c tu r a te x tu a l, e s u n a im p o r ta n te b a s e p a r a la e x p lic a c ió n d e la
fic c ió n e n la te o r ía d e l te x to lite r a r io , p u e s to q u e la c o n s tru c c ió n te x tu a l
fic c io n a l e x i g e la u n ió n d e l te x to y d e la e s tr u c tu r a d e c o n ju n to r e f e r e n
c ia l ficc io n al. C o m o s e h a e x p u e s to , e n e s ta c u e s tió n e s d e t e r m in a n te la
c o n s titu c ió n d e la n a r r a í / o " . La inventio, er. su p o s ic ió n e n e l á m b ito d e l
r e i e r e n t e d ir i g i d a al te x to lite r a r io , p u e d e s e r c o n e c ta d a e n la te o r í a
" Cfr José María Pozuelo Yvancos, «Retórica y narrativa la narralio», cit
179
d el texto literario con la proyección textual del com ponente de la
imaginación poética *2.
La operación d e dispositio se sitúa plenam ente en la teoría del texto
literario por lo que respecta a la organización m acroestructural del texto
y a los recursos d e transformación interna de ésta a partir del estableci
miento del pimto d e vista y d e la presentación de los elem entos semán-
tico-intensionales, dentro de la que ha sido llamada Retórica d e la
narración o del texto ficcional*^. Los mecanismos de estructuración
m acroestructural del texto tienen, po r la especial relación entre inven-
tío y dispositio, como indispensable punto de apoyo la construcción
referencial.
La estructura m etateórica form ada p o r las tres operaciones constitu
yentes de discurso consolida la organÍ 2ación d e la teoría del texto litera
rio en cuanto a la dimensión textual del objeto y de los m étodos de
aquélla y hace posible la implantación explícita en lo textual de la
reflexión estilística que se ocupa d e estructuras y elem entos litera
rios que afectan a todos los niveles del texto literario, incluido el refe
rencial. La agrupación d e estas tres operaciones está vinculada a la
consideración d e la expresividad como rasgo constitutivo no exclusivo
d el nivel d e elocutio, sino propio tam bién de los niveles d e inventio y
dispositio, en los que se produce po r m edios temáticos y organizati
vos *5; de acuerdo con García Berrio, la Retórica general como ciencia
de la expresividad lingüística y la Retórica general literaria dentro de
aquélla extienden el esencial factor constructivo que es la expresividad
a la totalidad de los niveles corréspondientes a las operaciones retóri
cas fundamentales en ima reinstauración d e la Retórica como «ciencia
d e la expresividad»'®.
Junto a las operaciones constituyentes de discurso forman parte del
180
sistema retórico las no constituyentes de discurso, la memoria, la actio
y esa importantísima operación previa a todas las dem ás que es la
intellectio. El conjunto de estas operaciones, que como tal no posee la
coherencia y la articulación interna de las tres operaciones fundamenta
les, proporciona, sin em bargo, una mayor amplitud al sistema retórico,
d e tal modo que en éste pu ed e distinguirse entre texto retórico y hecho
retórico, con la confirmación de la inclusión de los aspectos semántico-
extensionales y la incorporación a este sistema de la dimensión p rag
mática explícita. Las operaciones no constituyentes de discurso sirven
de apoyo, dentro de la relación entre Retórica y teoría del texto litera
rio a la ampliación de esta teoría como transformación d e la misma en
una teoría del texto hterario inserta en la del hecho literario, que es de
carácter semiótico-literario*^. La teoría del texto hterario extendida de
este modo superaría los límites de la Poética lingüística, la cual puede,
no obstante, ser prudentem ente ampliada sobre la base metodológica
d e la Semiótica, sin que esto signifique dejar abierto el camino a una
extensión no regulada de la Poética lingüística, que nunca podrá con
fundirse con la Poética general, concebida por García Berrio como
Teoría literaria general en la que se hallan incorporadas la Poética
tradicional y la Poética lingüística’®. La teoría del texto literario que la
Retórica general contribuye a consolidar es una parte de la Poética
general, p ero es más amplia que la Poética lingüística en la m edida en
que tam bién incluye las aportaciones de la Poética tradicional relativas
al texto y a su elaboración. La teoría del texto literario no pu ed e ser en
la actualidad exclusivamente inmanentista; contiene las categorías pro
pias d e los presupuestos inmanentistas que la han definido inicial
mente, p ero incorpora todas aquellas categorías que explican las rela
ciones entre el texto hterario y los dem ás com ponentes del hecho
literario, del que forman parte el autor, el receptor, el referente y el
contexto. Así como la inventio había producido en la teoría del texto
literario retóricam ente fundamentada una lógica prolongación hacia el
referente, el conjunto de intellectio, memoria y actio ofrece a dicha
teoría una extensión hacia la pragm ática’® y el m arco metodológico
para una colaboración completa con la Retórica general, es decir, para
*■' Cfr. Miguel Angel G arrido Gallardo, Estudios de Semiótica literaria, cit,, págs. 68-
69; María del Carmen Bobes Naves, La Semiología, cit., Francisco Chico Rico, Pragmática
y construcción literaria, cit.
Cfr. Antonio García Berrio, Teoría de la Literatura, cit , págs. 44-47.
Cfr. Ezio Raimondi, «Dal formalismo alia pragm atica della letteratura», en- Lingua e
Stile, 14, 2-3, 1979; José Antonio Mayoral (comp.), Pragmática de la comunicación literaria,
cit.
181
la conexión plena entre Retórica general literaria y teoría del texto
literario.
La recuperación d e la operación d e intellectio supone, como se ha
expuesto en el capítulo cuarto, un enriquecim iento del sistema teórico
d e la Retórica general y constituye una d e las bases más sólidas con
que actualmente cuenta la teoría del texto literario p ara explicar la
intención 'estética del autor, su disposición para activar artísticamente
un sistema imaginario antropológicam ente esencial^o, su voluntad de
género^!, su establecim iento d e un m odelo d e m undo p ara la construc
ción re fe re n c ia ^ * , así como su conocimiento del destinatario y del
contexto de la comunicación literaria. La memoria es la operación no
constituyente d e discurso que m enos p u ed e aportar a la teoría actual
del texto literario: sin em bargo, no d e b e olvidarse su utilidad a p ro p ó
sito del proceso d e sumarización y reproducción de la obra literaria. La
actio o pronuntiatio, p o r su parte, contribuye principalm ente a la distin
ción entre el texto literario d e gén ero dram ático resultante d e la elocu-
tio, como operación integrada en la producción de dicho texto, y su
actualización o comunicación efectiva^.
La actividad d e análisis literario que se lleva a cabo con instrumental
d e base retórica dentro de la vertiente aplicativa o crítica de la teoría
del texto literario constituye la explicación de textos literarios concre
tos d esd e un planteam iento crítico-literario. Diferente d e ésta es el
análisis del discurso retórico, entendido como crítica retórica*'’. Una
y otra actividad se distinguen po r sus objetos de estudio y, parcial
mente, po r las construcciones teóricas que de m anera analítica son
aplicadas; la crítica retórica se sirve de la teoría retórica y la crítica
literaria em plea en este caso im instrumental retórico-poético, pues la
incorporación de los m ateriales teóricos de índqle retórica a la teoría
del texto supone su implantación en las secciones correspondientes, así
como su com penetración con los com ponentes y categorías d e dicha
“ Cfr. Antonio G arcía Berrio, Teoría d e la Literatura, cit., págs. 438 y sigs.; Antonio
García Berrio, La construcción imaginaría en «Cántico» d e Jorge Guillén, cit; María Rubio
Martín, «Fantasía creadora y com ponente imaginario en la obra poética», cit.
Cfr. Tomás Albaladejo, «Espressione dell'autore e unitá comunicative nella struttura
sintattica pragm atica dei testi letterari», en: Lingua e Stile, 19, 1, 1984, págs. 167-174.
Véase, a propósito de la relación entre g én ero s literarios y g én ero s d e discurso retórico,
Aron Kibedi Varga, Rhétorique et littérature, cit., págs. 83-126.
“ Cfr. Francisco Chico Rico, «La intellectio. Notas so b re una sexta operación retóri
ca», cit.
“ V éase María d el Carm en Bobes Naves, Semiología d e la obra dramática, cit., págs.
59 y sigs.
»• Cfr. Edwin Black, Rhetorical Críticism. A Study in Method, Madison, The University
of Wisconsin Press, 1978, reim pr., págs, 10 y sigs.
182
teoría textual literaria, con lo cual se produce un verdadero sistema
retórico-poético como armazón teórica de explicación de la obra litera
ria.
La reflexión sobre el sistema retórico y su situación en relación con
la teoría del texto literario d e b e tener en cuenta las dos direcciones de
la comunicación, la onomasiológica y la semasiológica. La R h e to r íc a
r e c e p t a nos proporciona un sistema articulado d esd e la perspectiva
onomasiológica o de producción, mientras que una teoría actual del
‘-axto literario inserta en una teoría del hecho literario ha de contener
dicha perspectiva y también la semasiológica o de recepción, pues en
el fenómeno literario son componentes fundamentales el autor del texto
y el recep to r de éste. Hay que decir, no obstante, que en el sistema
retórico tradicional, con su organización onomasiológica de las opera
ciones de in t e ll e c ti o , in v e n t io , d is p o s it io , e lo c u tio , m e m o r i a y a c tio , hay
una importante dimensión semasiológica, pues tiene una presencia
constante la figura del receptor, que es tenido en cuenta por la teoriza
ción retórica en cada una de las operaciones del eje vertical del m ode
lo y en cada una de las p a r t e s g r a tio n is del eje horizontal; en función
del destinatario son reahzadas aquéllas y estructuradas éstas. El carác
ter persuasivo del discurso retórico exige que la construcción de éste
por el orador esté orientada en todo momento hacia un receptor sobre
el que se actúa perlocutivam ente, si bien las operaciones están organi
zadas d esd e la perspectiva de la producción textual. En la teoría del
texto literario es tomado en consideración el sistema retórico en su
formulación onomasiológica y con sus consecuencias semasiológicas,
por lo que es activado como construcción teórica para la explicación de
la producción y d e la recepción. Es de gran interés la aproxim ación de
la Retórica al acto de recepción, pues la solidez de los planteamientos
textual-comunicativos de esta disciplina como R h e to r íc a r e c e p t a y como
Retórica general contribuye a la necesaria configuración de una teoría
de la recepción en la que la responsabilidad y atribuciones del rec e p
tor se m antengan dentro de los límites de su función y no se sobrepon
gan al propio texto y a su autoras.
El sistema retórico tradicional y su reactivación por la Retórica
general constituyen, con su incorporación a la teoría del texto literario,
una contribución decisiva a la defensa del significado d e la obra litera-
ria^e frente a las relativizaciones del mismo en algunos sectores d e la
Teoría literaria. La exphcación de los mecanismos semánticos y sintácti-
183
eos d e producción d e sentido que ofrece el m odelo retórico, estableci
do sob re una estructura pragm ática firme, que tiene el discurso como
centro, es una aportación teórica verdaderam ente privilegiada que nos
es ofrecida p o r una actividad secular y m oderna d e elucidación de la
construcción textual.
La tradición d e explicitación d e los mecanismos textuales que re
presenta la Retórica se integra perfectam ente en la teoría del texto
literario, en la que cada uno d e los niveles internos del texto es objeto
d e una descripción exhaustiva a propósito d e su estructuración como
m aterial lingüístico y d e la organización en el mismo d e los dispositivos
específicam ente literarios, así como con respecto a su activa relación
con el nivel referencial y con el nivel pragm ático, que tam bién concier
nen a la teoría del texto literario concebida como teoría de la obra de
arte verbal y d e las relaciones contextúales que se establecen en el
hecho literario a partir d e aquélla. En el m odelo retórico el texto ocupa
el espacio central del hecho retórico y en él tienen su base todas las
relaciones contextúales p o r las que éste resulta configurado. Así pues,
la Retórica se nos presenta como una ciencia del discurso que aporta la
noción de construcción textual en los diferentes niveles que correspon
d en a las operaciones constituyentes d e discurso y a las no constituyen
tes, con un planteam iento teórico de afirmación del texto como compo
nente central del significado retórico. La aproxim ación de Retórica y
teoría del texto se apoya necesariam ente so b re esta explicación de la
realidad textual, p o r lo que constituye un enriquecedor m arco para los
planteam ientos teórico-literarios que están basados en la defensa de
la construcción textual. El carácter textual de la Retórica constituye,
d e este modo, un soporte indispensable de la teoría del texto literario,
importantísima sección d e la Teoría literaria, y de la significación de
dicha sección como ciencia del texto.
La amplitud del sistema retórico con todos sus com ponentes conec
tados hace posible la conexión entre Retórica y teoría del texto
literario, en una situación epistem ológica radicalm ente diferente d e la
que formaba la relación entre Retórica y Teoría literaria sobre la base
de la sección elocutiva, en la que sólo un nivel del texto literario era
explicado po r la teorización retórica. La Retórica general y más concre
tamente la Retórica general literaria abarcan, en activa colaboración
con la Poética lingüística, la totalidad del texto literario, así como su
posición m edular en el hecho literario.
184
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