Está en la página 1de 2

El Hijo de Dios me amó y se entregó por mi

Hemos reflexionado acerca del amor en sí mismo, y además en el hecho de que Dios es amor,
como lo dice San Juan. Pero ahora, debemos estar claros en que, el amor, esa decisión que uno
realiza, es un don, un regalo que uno primero recibe, para luego darlo. Nadie nació dando y
repartiendo cariños a todos, sino que todos nos veían y decían “¡ay, qué lindo bebé! ¡Cuchi, cuchi
cuchi!”, y mamá, papá, o quien estuviera, nos daban alimento y calor. Luego, pasados los años,
aprendimos a amar, a ser generosos, a realizar actos de desinteresado amor, a obrar el bien para
otros, a decirle a los otros bebés, como lo fuimos nosotros “cuchi, cuchi, cuchi”.

Pero incluso, antes que nuestros padres y nuestros mayores, nosotros hemos sido amados
primero, en la eternidad, por Dios. Y su amor ha sido realmente desinteresado, porque nosotros
somos pecadores. La verdad es que, como lo hemos escuchado en estos días, en la Misa diaria,
(Gn 3,1 y ss), lo que merecíamos con nuestros pecados era la muerte. Qué terrible es el pecado, es
alejarse de Dios, darle la espalda, a él que es la fuente de toda bendición. Pero a él no le importó,
sino que, para hacer justicia, castigó a su único Hijo por nuestros pecados. ¿sabes lo que eso
significa? Que tú no vas a pagar tu pecado, sino que él ya los pagó. ¡Y él no merecía ese castigo,
porque no había hecho nada malo! Pero, porque te amaba, porque te ama, lo hizo.

(Video de Nadie te ama como yo)

Nadie tiene tanto amor como el que da la vida por sus amigos, y Jesús manifestó ese gran amor.
Primero, un amor inmenso a Dios, su Padre, que lo llevó a obedecerlo, a cumplir su voluntad,
hasta las últimas consecuencias, pero además, a confiar en él, tanto que, aunque pareciera lo
contrario, el sabía que su Padre no lo iba a abandonar. Y segundo, un amor inmenso a sus
hermanos, a nosotros. Él nos mostró el verdadero rostro de Dios, lo mucho que nos amaba su
Padre y él, y cumplió, entregando su vida por nosotros… por ti.

Alguien que descubrió eso tan grande ha sido ese gran apóstol que es San Pablo. Él pasó a ser del
peor enemigo de la Iglesia de Jesús a ser el más grande evangelizador, porque descubrió ese amor
tan grande, que Dios ha tenido por él, manifestado en su Hijo Jesucristo. Él dice, en la carta a los
Gálatas: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Esta vida en la carne, la vivo en la fe del Hijo de
Dios, que me amó y se entregó por mi” (Gal 2,20).Vamos a ver como dos partes de este versículo,
que pueden decirnos mucho sobre lo que San Pablo vivió y experimentó

Esta vida en la Carne la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó por mi: San Pablo
está agradecidísimo, admirado, abismado, del amor tan grande que ha recibido de Dios. Sin mérito
de su parte (aunque el dice que era intachable cumpliendo la Ley), Dios perdonó sus pecados por
el sacrificio de su Hijo en la Cruz. Por eso la cruz es tan importante para nosotros, porque a través
de ella Dios nos salvó. Y San Pablo hablaba a quien fuera de la muerte de Cristo, que los salvó y le
dio vida.

Pero esto no es así nada más, y ya. Jesús nos ha dado ejemplo. Él lo hizo, pero fue el primero, para
que nosotros lo hiciéramos también: “Les he dado ejemplo para que también ustedes hagan como
yo he hecho con ustedes” (Jn13,15), “les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros
como yo los he amado (Jn 13,34). Y la verdad es que a veces nos cuesta amar al hermano. Incluso,
conociendo y amando a Jesús, nos es difícil imitarlo, con nuestras propias fuerzas. Ahí viene la otra
parte del texto, que es una buena noticia:

“Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi”. ¡Cristo vive en mi! ¡Él vive dentro de mi corazón! Y el
que ha sido capaz de amarme hasta entregar su vida por mí, como vive dentro de mí, es capaz de
amar, con mi corazón, a Dios y a mis hermanos.

¿Por qué San Pablo viajó tanto fundó tantas Iglesias? Primero, enamorado de Cristo, agradecido
por su inmenso amor, por lo que había hecho con él. ¡él quería hacerlo! Pero lo segundo, no
menos importante, es que, Cristo, que vivía realmente dentro de su corazón, amaba a todas esas
personas que estaban en los confines del mundo, y él, Cristo, quería llegar a ellos, y lo hizo a través
de los pies y los viajes de Pablo. Ellos escucharon al mismo Cristo de la boca de Pablo, y lo leyeron
a través de sus cartas, porque Cristo vivía en él, como ahora vive en ti.

Hoy te invito a hacer tuya esa lectura de San Pablo, para que redescubras esas dos realidades
maravillosas. Primero, que Jesús te amó y se entrego por ti, y lo hizo, no porque no le quedara de
otra, sino por amor; y lo otro es que Cristo vive en ti, en tu corazón; y sólo él es capaz de hacerte
amar a tus hermanos y a Dios, porque él vive dentro de ti.

También podría gustarte