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El Test de Los Garabatos PDF
El Test de Los Garabatos PDF
PR IM ER A PA RTE
EL TES T D E L OS GA RA BA TOS
Las bases de su interprétation
en psicopatologia ■■■■■:. __
SEGU N D A PA R TE
7
2. Los conflictos del alma infantil interpretados através de los garabatos, 69
*■ I. Los conflictos con el m e d i o ................................................................... 71
»*■a) La cólera y los actos de v io le n c ia ...................................... 71
. b) Oposición y e n c o p re s is ................................................................... 76
II. Los conflictos i n t e r n o s ........................................................................... 83
a) El retorno contra sí m is m o ..................................................... 84
■•^-b] Represión e in h ib ic ió n ................. 86
c) Las formaciones reaccionales del Y o .......................................... 88
d) El a is la m ie n to ................ 88
e) La r e g r e s ió n ..................... 89
—/ ; Los atrasos en la escuela debidos a causas a f e c tiv a s ............... 91
g) Conflictos pasajeros y neurosis d u r a d e r a s ................................ 93
C o n c lu s io n e s ................................................................................................................ 167
V alidez y fidelidad del test de los g a r a b a to s ........................ 167
El p u n to de vista p sic o a n a lític o .................................................................. 171
Los garabatos que hacen los niños siempre, han sido considera
dos con atención por los psicopedagogos, a quienes interesan todas
las m anifestaciones expresivas de lá espontaneidad juvenil.
Pero la idea de hacer de] garabato un test de personalidad es
m uy reciente. La debemos a Robert Meurisse, aparecida en su
primer estudio: "Le test du gribouillage”, publicado en 1948.1
1O
socializado.' un grafismo en el que la personalidad se expresa
disciplinándose, para lograr esa necesaria comunicación con los
demás y que es el objeto esencial del tex to escrito.
Nos dimos cuenta que, por el contrario, los garabatos son un
grafismo muy primitivo, un grafismo anterior a la com unicación
social. La misma consigna de completa libertad que rige el trazado
de los garabatos y hace que éstos den libre curso a lo que hay en
nuestra personalidad de menos elaborado, de menos socializado, a
la expresión ■del fondo del inconsciente salvaje en que se agitan
confesamente nuestras tendencias más primitivas.
Por consiguiente, sin .dejar de reconocer que el gesto gráfico
tiene, en la escritura y en los garabatos, significados comunes,
•pensamos que el buen m étodo científico consiste en no confundir
los y en averiguar en qué. difieren los garabatos de 1a escritura,
elaborando, mediante el- estudio de los mismos, un m éto d o de in
terpretación que Ies sea propio.
Considerando pues el garabato com o un test de p ro yecció n .
pensamos que..para interpretarlo correctam ente, debíamos co m e n '
zar por examinar cuáles son las ten d en cia s' de la personalidad
profunda que se proyectan en él. ,
En efecto una de las premisas fundam entales de la psicología
proyectiva es la de que los diversos tests de proyección no son
equivalentes, pues según el estímulo usado para suscitar la p ro y ec
ción. vemos m anifestarse planos diferentes de personalidad. Se
debe, pues, en cada caso, examinar el n ivel de personalidad q ue se
proyecta, pues de su nivel dependerá el m étodo de interpretación
que se utilice.
■Este estudio original es lo que presentam os a continuación. El
mismo nos ha perm itido, como se verá, llevar mucho más lejos qu e
nuestros predecesores, la .interpretación de los garabatos y su
nrovechosa utilización en clínica.
13'
2
LA TÉCNICA DE LOS G A R A B A T O S
16
descendente, la -zona qu e cubre primero y la rapidez de su
ejecución, signos todos éstos de los cuales veremos la importancia
para la interpretación del test. Debemos consignar, por ejemplo, p o r
tener un valor m uy especial, la tendencia de algunos sujetos a volver
a pasar, una y otra vez, por el mismo lugar de la hoja, tendencia
compulsiva ligada frecuentemente a una fijación morbosa relacio
nada con la zona en cuestión, como ya lo hizo notarMeurisse.
!7
de uno de .esos psicodramas trazó estos garabatos intensamente
agresivos, con los cuales borró, en particular, su nombre (de lo cual
veremos más adelante el significado). Invitado a decir lo que piensa
de sus garabatos, dice que es una explosión y que.el “ pajarito” se ha
escapado hacia arriba, a la derecha, “ donde está bien” (ñg. 1).
19
3
EVOLUCIÓN p E L A PE RSO NALIDAD
PSICODINÀMICA D E L G A R A B A T O
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i
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vitales del carácter. En general, los garabatos en forma de flechas
expresan fuertes descargas de agresividad, mientras que los gara
batos de formas circulares indican un carácter dulce y conciliador
(tal es. en particular, el caso de los mongólicos). Por otra parte la
falta de unión entre las diferentes partes del trazado, m uy carac
terística de esa edad, traduce los bruscos impulsos experim entados
por el niño y, correlativamente, carencia de vínculos asociativos
tanto en la acción como en el pensamiento.
■ Sin embargo, para que los garabatos adquieran pleno significado
psicológico, es menester llegar a la fase siguiente de la evolución
psicomotriz. el estadio m otor controlado.
e
II. EL ESTADIO SÁDÍCO-ANAL Y LOS GARABATOS
SÁDICO-ANALES
23
E s te estadio n o - o b je ta l c o m p o r t a d o s e sta d io s d i f e r e n te s , q u e se
suceden en ia evolución: el estadio oral y el estadio anal. ^ _
El estadio oral, q u e c o m p r e n d e a p r o x i m a d a m e n t e el p r i m e r a n o
de vida, es aquel en q u e p r e d o m i n a n e x c lu s iv a m e n te las f u n c i o n e s
de la nutrició n. La avidez es insaciable, a causa de las c o n s id e r a b le s
exiaencias del c re c im ie n to . L as relaciones de objeto, lig a d a s a esa
avidez oral, son tales q u e t o d a u n ió n c o n un o b j e t o es vivida y
pensada en términos de incorporación oral. T o d o lo a g r a d a b le se
a b so rb e y, en n rim e r lu gar, el ¿ uerp o d e la m a d r e - n o d r iz a , r e p r e
se n ta d o p o r su leche. T o d o lo d esa g ra d a b le se r e c h a z a, se e s c u p e .
N o hay térm ino m e d io . P a ra ser a c e p t a d o , el o b j e t o d e b e ser
e n t e r a m e n t e agradable, es d e c ir , c o lm a r í n t e g r a m e n t e lo s d e s e o s d el
n iñ o Si es fru stra n te es el “ o b je to m a l o ” c o n tr a el cual se d e s a ta la
agresividad en fo rm a de m a l h u m o r , g rito s y lágrimas. N o h a y a u n
lu °a r Para c o n o c im ie n to del o b je to .ta l c o m o es, en su r e a lid a d e
o b je to , ora grato, o r a f r u s t r a n t e . Es el a m b i e n t e d e lo s c u e n t o s d e
h adas, co n la m uy m a r c a d a o p o sic ió n e n t r e el hada b u e n a y la b r u ja
m ala. . , ,
El estadio anal ( e n tr e 1 y 2 años) es a q u e l en q u e se e s ta b le c e u n
c o m ie n z o de m ovilidad v o lu n ta r ia ( a d e m a n e s , m a r c h a , m a s t i c a c i ó n )
y, al m ism o tie m p o , u n c o m ie n z o de c o n t r o l d e lo s ^ e sfín te re s . b l
niño cu m ple sus f u n c i o n e s d e ev a c u a ció n y es d u e ñ o d e h a c e r lo
d o n d e y. cuando le p la z c a , sin p reocupar.se p o r las m o le s t ia s q u e eso
p u ed a causar a los q u e lo r o d e a n . Pero é s te es ta m b ié n el e s ta d io en
q u e el n iñ o p o drá a p e d i d o de la m a d r e h a c e r sus n e c e s id a d e s en u n
m o m e n t o y en un lugar d a d o s , en p o c a s p a la b ra s, t o r n a r s e lim p io .
D ispo ne así de un m e d io m u y eficaz p a r a p r e s io n a r a lo s q u e lo
r o d e a n y. si tiene algú n m o t i v o de q u e ja so b re el m o d o e n q u e se
h a n c o m p o r ta d o ha sta e n t o n c e s con él, p u e d e m a n i f e s t a r a b i e r t a
m e n te su agresividad m a n t e n i é n d o s e sucio. E sta p o s ib ilid a d , m u y
fre c u e n te , es la q u e ha llevado a los p s ic o a n a lis ta s a a g re g a r la
palabra sádico a la p a la b ra a n a l y a d e s c rib ir ese e s ta d io c o m o
sádico-anal1. . ,
C u a n d o las p u lsio n e s d el e sta d io sá d ic o -a n a l p e r s is te n m a s t a r d e ,
p u e d e n , adem ás d e sus m a n i f e s t a c io n e s d ire c ta s, e x c r e m e n t a l e s ,
m an ife sta rse ta m b ié n p o r u n a m a rc a d a t e n d e n c ia a la s u c ie d a d y p o r
u n c o m p o r ta m ie n to y u n v o c a b u la rio o b s c e n o s. El u so m u y d i f u n
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dido de palabras que representan suciedad t . c í s y vocablos
similares son. naturalm ente, derivados directos . impulsividad
sádico-anal.
D urante estos estadios, la vida instintiva predomina, y cuando
no es objeto de censuras inhibidoras por parte de los que rodean al
niño, se exterioriza s n pulsiones violentas. Es la edad en que los
niños se m uestran glotones, muerden, se ensucian, se mueven
mucho, ro m pen todo lo que encuentran, y lo hacen con la m ayor
alegría. No soportan que se les impida hacerlo y despliegan en ese
caso toda su agresividad en un recrudecimiento de violencia y de
cólera.
Los garabatos. C uando, en ese estadio, se da al niño una
hermosa página blanca y un lápiz negro, la tratará manipulando el
lápiz como un arma ofensiva, así como trata a los que lo rodean. Es
decir que exteriorizará, libre, impulsivamente, sus instintos con
todo el brío de su edad y, como ya hem os dicho, sin -ninguna
consideración por los demás.
Los demás, en este caso, son la página blanca. El niño va a
macularla con num erosas rayas trazadas con violencia, llegando
hasta arrugarla, perforarla y rasgarla. No se detiene sino cuando la
página está com pletam ente cubierta y la mina del lápiz gastada
hasta la m adera. Tales son los gai-abatos sádico-anales, que indican
todos los rasgos de carácter dé ese estadio (fie. 6).
Semejantes garabatos son frecuentes v, observándolos en el
Consuhorio Médico-Pedagógico de Nantes. nuestro alumno R.
BOISSINOT elaboró una interpretación de los garabatos sobre las
bases doctrinarias del psicoanálisis1. Según Boissinot, “ los garaba
tos, derivados del pintarrajeo y del borroneo se inscriben en el
registro de las actividades sádico-anales” . Y agrega que lo que da a
ios garabatos su valor como test es el hecho de que “los mismos
interrogan, precisam ente, esa fase tan fértil en conflictos, situada en
el umbral de la de Edipo, y en la cual muchos de los niños que
vemos quedan detenidos, o hacia la cual regresan” .
Un cierto n ú m ero de los sujetos que son invitados a hacer
garabatos to m a n conciencia de ese carácter sádico-anal de los
mismos y, tironeados entre sus pulsiones instintivas y las prohibi
ciones de su censura, se sienten muy incómodos.
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Figura 6,. Tipo de garabatos sádico-anales.
27
al maestro: “ Para ser buen alumno, hay q u e hacer la rabona, saber
cruzar el río a nado, saber descubrir nidos, no saber las lecciones,
manchar los cuadernos y hacer batifondo” . Con este psicodrama. el
niño nos da un excelente ejemplo de ese espíritu de contradicción
que se opone sistemáticamente a las disciplinas educativas y que los
psicoanalistas atribuyen a una detención en el estadio sádico-anal.
Pero todo ésto no ocurre sin un intenso conflicto interior, y el niño,
si bien desea liberar sus pulsiones, se siente lleno de angustia en el
m om ento de hacerlo; de ahí su actitud reticente al principio y, al
final, muy ambivalente ante el test.
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parten hacia todas Jas direcciones y que se imprimen vigorosamente
en la hoja hasta el punto de ser visibles al dorso de !a misma. En tai
caso, por lo demás, cuando se observa al sujeto, se percibe
directamente ese carácter agresivo en la violencia de su gesto.
La m ayoría de las veces, Ja agresividad se expresa con líneas
rectas y ángulos, hecho éste bien conocido por los grafólogos. Sin
embargo, no ocurre siempre así. y los garabatos en redondeles o
círculos pueden también, cuando son trazados con mucho vigor,
significar fuertes pulsiones hostiles (fig. 9). Esta forma de expresión
se observa con cierta frecuencia en el sexo femenino.
Pero hay otros casos en que la agresividad no es tan evidente.
A quí el ademán es lento, parsimonioso, desprovisto de toda impe
tuosidad. Al ver actuar al sujeto, se diría que una penosa obligación
29
¿Cómo conciliar la form a sádico-anal de los garabatos ennegre
cidos con ese carácter triste? A esta pregunta, podemos responder
analizando los conflictos suscitados en el niño por su agresividad.
En las primeras etapas de la vida, la. agresividad es salvaje, sin
medida. Pero las personas contra las cuales se ejerce, es decir los
padres, son mucho más fuertes que el niño, de modo que éste no
puede sentir fuertes pulsiones agresivas sin experimentar en seguida
el temor de ser castigado por la ley del Talión. Como consecuencia,
en ese período, la agresividad trae m uy a menudo una reacción
depresiva. ■ -
Los garabatos negros significan pues, a la vez, agresividad
salvaje y reacción depresiva inmediata. ■
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Los garabatos expresan esas diferencias. Cuando domina la •
agresividad, están trazados con exaltación, vigor, rapidez, y los
rasgos a g r i o s son numerosos.
Por el contrario, cuando domina la depresión, ios garabatos
están trazados tristemente, sin energía (a menudo con la mina del
lápiz acostada de lado), y el resultado es lo que llamamos garabatos
esfum ados (fig. 11).
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3o) Al mismo tiempo, el trazado es continuo, sin rupturas, y
esto, como demostraremos al hablar de la defensa por “ aislamien
t o ” , indica un contacto mantenido en forma perm anente con lo que
está-alrededor. -
4 o) El trazado es más abierto, es decir que los trazos no cubren
toda la página, sino que dejan zonas blancas intactas. Es im portante
señalar aquí que la página blanca representa lo que. está alrededor y
el trazo de los garabatos el impulso vital que imprime su marca en
ese medio. Las zonas blancas circunscriptas por los trazos repre
sentan pues las zonas del mundo exterior con las que el impulso'
vital entra en relación, si bien considerándolas y respetando su
integridad.
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las pulsiones cualitativamente, sin debilitar para nada su potencial
energético y sin reducir su campo de expansión.
6o) Finalmente, los garabatos de sublimación pasan librem ente
por encima del nombre, aunque sin cubrirlo nunca. E sto es signo de
que las pulsiones no están en conflicto con el Yo, sino asociadas a él
en un buen compromiso de adaptación (fig. 12).
Los garabatos de sublimación' aparecen ba sta n te tem prano
(hacia los 3 ó 4 años). Son, en efecto, contem poráneos del control
de los esfínteres y de la obediencia libremente consentida a lo que
piden los educadores. Pero, al comienzo, son incom pletos, ya que la
página blanca está todavía m uy cargada de trazos negros. Sólo
después de la pubertad tom arán su aspecto definitivo y puede
decirse que cuantas más y más extensas sean las zonas blancas que
los garabatos presenten entre sus trazos, m ejor es’ la sublimación
instintiva que expresan. Con una reserva, sin embargo: existe un
límite ideal para la distribución de lo negro y blanco; m ás allá de ese
límite, es decir, cuando existe un excesivo predom inio de las zonas
blancas, la sublimación está obstaculizada p o r las fuerzas inhibi-
torias de los instintos, como veremos al tratar las formaciones reac-
cionales (fig. 13). ..
^4
donde no hay nada, sino, como ya lo expusimos a propósito de! test
de la aldea1, de las zonas prohibidas.
Hay diversas variedades de garabatos de represión segó o la
forma del trazado ( I o) y según su ubicación (2o)..
35
Esos garabatos de formación reaccional, cuya frecuencia e im
portancia veremos más adelante, corresponden a un nivel de m adu
rez más avanzado, aparecen a una edad más tardía y se observan
sobre todo en los adultos.
2°) La ubicación de los garabatos tiene también una gran
importancia. Es sabido que los grafólogos han insistido m ucho sobre
el simbolismo de las diferentes zonas de la escritura. En el caso de
los garabatos, partiendo del centro dé la hoja, podem os dividir el
espacio vital en cuatro cuadrantes: los dos de abajo (debajo del
nombre) serían, según las reglas grafológicas, la zona de los
instintos, de la materia; los dos de arriba la zona del ideal, del
espíritu; los dos de la izquierda la zona regresiva, hacia el pasado;
los dos de la derecha, la zona progresiva, hacia el porvenir.
No nos es posible decir si ese simbolismo es exacto en el caso de
.los garabatos, pues nuestra colección, a pesar de ser m uy abundante,
contiene m uy pocos ejemplos de garabateos en lo alto, a la
izquierda o a la derecha, para que hayamos podido estudiar su
simbolismo y descubrir su significación. En cambio, existen zonas
privilegiadas que hemos podido estudiar: la zona central donde está
escrito el nombre y la zona inferior, situada debajo del nombre.
P
a) Garabatos centrales
36
Figura 14. G arabatos de rep resió n .
37
cual no puede desvincularse y que obsesiona su. pensamiento en
forma constante. Clínicamente, los sujetos que hacen esos garabatos
borroneados se presentan como inhibidos, de humor atrabiliario,
faltos de confianza en sí mismos, con reacciones episódicas de
cólera contra los padres, seguidas ordinariamente de reacciones
depresivas. Fuera de casa son sujetos débiles, tímidos, de poca
iniciativa y mediocre rendimiento escolar, aun cuando su inteli
gencia es buena (Véase cap. 5).
2o) Los garabatos centrales de formación reaccional difieren de
los precedentes por el hecho de que el trazado no pasa por encima
del nombre, sino que queda a alguna distancia. No los describimos
a quí y reservamos para su estudio el párrafo siguiente.
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zona de la m ateria y de los instintos. En cambio, nuestro concepto
del dinamismo vital nos lleva a considerar que esa zona es, no ya la
de un instinto cualquiera, sino la del instinto de conservación, la de
las necesidades vitales esenciales, en otras palabras, la zona materna,
con la condición de entender que se trata aquí de la madre-nodriza
y no de la madre esposa del padre, que es objeto del deseo amoroso
para el hijo y de la rivalidad para Ja hija. En cambio, la zona situada
más arriba del nom bre es zona de expansión, la zona del impulso y
del progreso, es decir la zona.paterna z n cuanto el padre es, para el
varón como para la mujer, el factor decisivo en el desprendimiento
del niño del protector regazo materno.
Cuando los garabatos están concentrados en la zona situada
debajo del nombre, quedando en blanco la parte superior, hay que
considerar que esa zona blanca representa un campo prohibido.
Ciertamente podem os imaginar que. en caso de agotamiento fisioló
gico, después de un “ shock” o de una enfermedad, el sujeto se refu
gie en un medio p r o te c to r y rehuya todo esfuerzo de expansión por
carecer de las fuerzas necesarias. En la segunda parte veremos que
todos ¡os sujetos atacados d z astenia hacen esos garabatos debajo
del nombre. •
Sin embargo, en muchos casos, esa astenia es la consecuencia,
no de un agotamiento, sino de un conflicto psíquico.
Así, cuando la situación edipiana hace de la madre, no ya la
nodriza y la protectora de los primeros años, sino, para el hijo, un
objeto de amor que debe conquistar, y para la hija, una rival que
debe igualar; cuando esa situación hace del padre el elem ento de
progreso que atrae al hijo fuera de la estrecha protección materna
(al hijo por la competencia y a la hija por la seducción) es frecuente
que haya conflicto, porque el niño, habiendo abordado esa com
petencia edipiana, revélase incapaz de afrontarla. El conflicto
psíquico produce entonces una regresión pre-edipiana. La relación
con el padre desaparece, como una relación algo prohibida, tanto
para el hijo como para la hija. Y la relación con la madre pierde su
carácter edipiano para ser. nuevamente, tanto para el varón como
para la mujer, la relación de estrecha protección del maternalismo
nutricio.
Tal es la razón por la cual llamamos garabatos de fijación
materna a los trazados debajo del nombre.
Creemos que los mismos indican siempre un estado neurótico.
Se observan constantemente, como hemos visto, en los sujetos
atacados de astenia. Son también m uy frecuentes en los sujetos
atacados de neurosis de duda y de escrúpulo y se encuentran
corrientemente entre la clientela adulta de los consultorios psiquiá
tricos (Véase Segunda parte, caps. 3 y 4).
En la interpretación de tales garabatos conviene, claro está,
prestar atención’a la forma del trazado.
40
Figura 17. G arabatos en la zona m aterna, pertenecientes a un atacado de
neurosis de duda y de escrúpulo (Véase O bservación 24).
41
por entero sus instintos; sino que está obligado a reprimir parte de
ellos y a desarrollar, en el sector psíquico correspondiente, las
formaciones reaccionales contrarias¿£ara dar un ejemplo, la adqui
sición de hábitos de limpieza, tan contraria a los gustos naturales del
niño, necesita una cierta represión del placer de estar sucio.
Conviene observar que, como esas formaciones reaccionales no
afectán sino un sector limitado, dejan lugar a una cierta esponta
neidad y no traban la libertad del sujeto. ^
- Se ve la necesidad de esas formaciones reaccionales cuando se
considera la evolución que se produce en la edad escolar —evolución
de los garabatos a la escritura— cuando se invita al niño a
transformar sus garabatos en letra? y en palabras, letras y palabras
que se lo obliga a trazar sobre líneas, con regularidad, exigiéndole
además cuadernos limpios, de hojas que no tengan las esquinas
dañadas. • .
Observemos por otra parte-que lo que el nino pierde, en esta
evolución, en libertad y espontaneidad, lo gana en dominio psico-
m otor y en acceso al pensamiento racional.
En grado m ucho más acusado, las formaciones reaccionales son
patológicas. Es que entonces no hay más lugar para la sublimación
y, por ende, para la libertad, y toda la actividad está sometida a una
rígida sujeción. Citando el mismo ejemplo anterior, el goce de
sentirse sucio es reemplazado aquí, no por una limpieza bien
adaptada, sino por “ m anías” de limpieza, contrarias a una buena
adaptación.
42
que el diccionario define precisamente como garabatos: una escri
tura informe, ilegible).
Nos vemos entonces obligados a recordarle directam ente la
consigna del test: no escribir. Pero, con frecuencia, el sujeto no
conseguirá sustraerse a la influencia de la hoja de cuaderno y, lo
mejor qye logrará hacer será trazar líneas horizontales paralelas, que
recuerdan más o menos líneas de escritura (fig. 19).
Finalm ente, en algunos casos, en lugar de garabatos, el sujeto
produce un dibujo decorativo simétricamente trazado (fig. 20).
Los garabatos de formación reaccional tienen los siguientes
caracteres:
43
3. EÍ movimiento de estos garabatos es de poca amplitud,
contenido, como si un freno constante se opusiera a la liberación
del ademán tierno o agresivo. Ya se trate de volutas redondeadas o
de trazos en forma de flechas, el trazo es siempre corto y regresa al
punto de partida para volver a salir. -
44
retorno hacia atrás, significa que una tensión excesiva, resultado
probable de una inhibición de la expansión vital, se descarga de
repente en agresividad.
Pero la línea recta no es siempre el resultado de una descarga
instintiva. Cuando está trazada con moderación, en rasgos a la vez
poco amplios y poco marcados, adquiere una significación total
m ente diversa. Representa aun una ruptura con el movimiento
natural de la vida, pero una ruptura voluntaria, intelectualizada. Si
en el exterior, la línea recta expresa el dom inio del hom bre sobre la
naturaleza que lo rodea, del. mismo m odo, en el interior de la
personalidad, la línea recta (la regla) expresa el dom inio del Yo
sobre los instintos. La regla que substituye la libertad instintiva se
expresa pues en los garabatos mediante la línea recta.
5. La recta tiene aun otro significado en los garabatos: es la
“reproducción rítmica” del mismo m ovim iento, el sujeto que repite
sin cesar el estilo de su trazo inicial, del mismo m odo que, en la
vida, en lugar de abandonarse a su impulso del m om ento, observa
un plan hecho con anterioridad y reproduce ritualm ente los mismos
movimientos o ademanes.
45
6. Notemos finalmente que ios garabatos de formación reac-
cional. contrariamente a los garabatos de sublimación, no pasan
nunca por encima del n o m b re, lo cual quiere decir que está
prohibido todo conflicto agresivo con la instancia paterna.
Hemos dicho que existen dos tipos de formaciones reaccionales
y que sólo el segundo es patológico, por determinar una gran rigidez
del Yo. .
Puede hacerse el diagnóstico por medio de los garabatos.
46
Figura 21. G arabatos de form ación reaccional norm al.
48
Para completar esta exposición, d ig am os.que no existe una
diferencia radical entre esos dos tipos de garabatos, encuadrando el
nom bre o debajo del mismo. Los dos corresponden a una fijación
pregenital. Puede simplemente decirse que los garabatos en cuadro
representan un tím ido ensayo de introducirse en la zona de
expansión, seguido inmediatamente por un retorno del trazado a la
zona inferior.
49
Figura 24. G arabatos de fijación m aterna y ; de form ación reaccional
(O b serv ació n 3).
50
F igura 25. (O bservación 4).
VI. LA RELACIÓN A DISTANCIA Y LOS GARABATOS DE
AISLAMIENTO .
52
2o) Mientras que, en los garabatos de sublimación, el trazado
es continuo, expresando una relación mantenida constantemente
entre las pulsiones instintivas y el medio ambiente, en los garabatos
de aislamiento hay frecuentes soluciones de continuidad, alzándose
cada vez el lápiz para continuar su trazo un poco más lejos o en otra
zona de la hoja (fig. 27).
53
Cuando el sujeto traza un recuadro un tanto distanciado de su
nombre, dejando en torno a éste un espacio blanco, se piensa en
primer lugar en el encuadram ientode un retrato, para hacerlo resaltar.
Esta idea es exacta, pero con la condición de que se la profundice
en un sentido dinámico. Toda zona blanca, como hemos señalado,
es una zona prohibida, donde las pulsiones instintivas no tienen
derecho a manifestarse. Los garabatos en recuadro son por ello
comparables a una formación de atacantes que quieren asaltar la
fortaleza del rey (el nombre), pero son mantenidos a distancia por
el tiro de contención de los soldados (la defensa del Yo).
Generalizando más, puede decirse que, dado que los garabatos
representan la fuerza instintiva que, si se deja libre, ahogará bajo sus
pulsiones agresivas y eróticas aLYo (y a la instancia paterna q u e ese
Yo representa), de ese Yo emana entonces una fuerza contraria que
mantiene las pulsiones a distancia. La zona blanca en torno al
nombre es el campo de esa contra-fuerza: revelándonos qu e el
Yo del sujeto rechaza las pulsiones instintivas y que la excesiva
proximidad de las mismas le provocaría angustia; por lo tanto,
mientras pueda dominarlas y mantenerlas a distancia, se siente
seguro.
54
Figura 29. G arabatos con aislamiento del nom bre.
Prosiguiendo con nuestra comparación, podemos decir que la
distancia a la cual se mantienen los atacantes depende de la
intensidad del tiro de contención de la defensa. Del mismo modo,
cuanto más alejado del nom bre estén los garabatos que forman
recuadro, más fuerte habrá que considerar que es ía defensa del Yo
y que más vigorosa ha sido, por consiguiente la lucha que ha tenido
que librar contra las pulsiones.
La misma regla, claro está, es siempre aplicable; puesto que el
carácter normal o patológico de los garabatos depende de la edad
del sujeto. Es sabido que las formaciones reaccionales.se desarrollan
con la edad y muchos de los rasgos que las caracterizan aparecen
naturales en un adulto, aun cuando den una cierta rigidez a la
personalidad. En cambio, cuando se los observa en un niño
pequeño, se puede llegar a la conclusión de que hay desequilibrio,
con bloqueo de la. espontaneidad vital, y puede diagnosticarse la
necesidad de una psicoterapia. . , .
Sin embargo, en la medida en que los garabatos de un adulto
indican formaciones reaccionales muy pronunciadas, se puede diag
nosticar una neurosis. Y más aún cuando hay aislamiento, por
cuanto es un mecanismo francamente patológico.
56
Segunda parte
A P L IC A C IO N E S C L ÍN I C A S
DEL T E S T DE LOS G A R A B A T O S
1
EL DIAGNÓSTICO DE LA PERSONALIDAD
59
sólo en el trazado de los garabatos, sino también en las relaciones
entre los garabatos y el nombre.
En efecto, al escribir su nombre, el sujeto comienza por dar
ubicación, en el espacio vital de la página a su Yo civilizado, al Yo
disciplinado por las imposiciones educativas, a ese Yo que repre
senta, por consiguiente los ideales y las prohibiciones paternas.
Como ya dijimos, el nombre es la intimidad, la relación con la
madre; el apellido es la relación con el padre, con la sociedad.
Una vez que el sujeto ha escrito su nom bre en medio de la
página, se lo invita a dar libre curso a sus pulsiones vitales. Se
ponen, pues, las dos fuerzas frente a frente y la forma en que el
sujeto, al garabatear, se comporta con respecto a su nombre es
altamente reveladora de la naturaleza de las relaciones que mantie
nen en su personalidad el Yo y los instintos.
I. LA PERSONALIDAD AFECTIVA ‘
60
Figura 30. G arabatos de inhibición.
61
producido una liberación instintiva. He aquí el ejemplo de^ una
joven que, después de algunas sesiones de psicoterapia, mejoró no
tablemente (figuras 31 y 32).
Figura 32.
63
Señalemos aquí la frecuencia de los garabatos m ixtos, en que se
asocian rectas y curvas. Es bastante c om ente, por ejemplo, ver
varones de fuertes elementos femeninos trazar garabatos redondea
dos, atravesados de cuando en cuando por flechas agresivas. En un
trazado semejante se puede presentir el conflicto interno de un
sujeto paralizado por restricciones en su expansión vital y que
descarga impulsivamente su agresividad en repentinas explosiones
(figura 35).
El mismo conflicto es observable tam bién en las niñas.
4. El equilibrio de las tres instancias. Según el esquema
freudiano la personalidad se compone de tres instancias a menudo
en conflicto: el Ello, campo de las pulsiones instintivas inconscien
tes; el Yo, campo de lo consciente y de la adaptación al medio; el
Superyó, campo de los ideales y de las prohibiciones paternas.
El valor de una personalidad depende del equilibrio que se
establece entre esas tres instancias con fines de adaptación. Ahora
bien, ese equilibrio, podemos conocerlo a través de los garabatos.
Cuando hay un señalado predominio del Ello o del Superyó, la
personalidad está desequilibrada.
64
El predominio del Ello, es decir de las pulsiones instintivas
salvajes, se expresa en garabatos vigorosos, más o m enos amplios y
que cubren toda la página sin dejar zonas en blanco.
. Por el contrario, el predominio del Superyó se expresa en un
trazado m uy inhibido, que no cubre sino una pequeña parte de la
página y simula, con sus líneas pálidas y regulares, una página de
escritura. . .
El predominio del Yo es, en cambio, el te s tim o n io de una
personalidad equilibrada, porque si el Yo es fuerte, es po rq u e ha
sabido atemperar y conciliar las exigencias del Ello y del Superyó,
es decir, en. el vocabulario psicoanalítico, realizar una sublimación
suficiente, condición de una adaptación amplia y flexible. Los
garabatos correspondientes comportan un trazado m atizado, abier
to, que se aleja a la vez del trazado impulsivo y del trazado inhibido.
Claro está que, en la apreciación de ese equilibrio, habrá que
tener en cuenta la edad del sujeto. En la primera infancia, p red o
mina el Ello y sólo a partir de la edad de 6 ó 7 años (la edad de la
razón) el desarrollo del Superyó compensa el impulso de las
pulsiones.
65
Figura 35. G arabatos m ixtos de varón y niña.
II. LA INTELIGENCIA
67
com prenderse que suceda de ta J ^ d T ^ d L c i f a taTegla
68
2
LOS CONFLICTOS DEL ALM A INFA N TIL
INTERPRETADOS A TR A V ÉS DE LOS GARABATOS
69
Pero esta exigencia, siempre difícil de satisfacer en los tests de
personalidad ya conocidos, lo es aún más en el caso de los
garabatos, por el hecho de que este test interroga un campo de
pulsiones salvajes y de conflictos primitivos, de los cuales todos
nosotros, tanto normales como inadaptados, hemos conservado algo
en lo más hondo de nosotros mismos. De modo que, en presencia de
un trazado determinado, se podrá concluir que la situación conflic
tiva expresada por el mismo ha existido en el pasado y deja aun sus
huellas actualmente, pero sin poder decir con certeza si esa
situación tiene Ó no una influencia patógena, es decir si detiene a
individuo en su adaptación o si. por el contrario, ha podido ser
objeto de una solución satisfactoria. _ _
Se obtendrán, empero, algunos indicios preciosos refínendose a
los trazados más habituales a tal o cual edad. Como ya hemos dicho,
las pulsiones instintivas se disciplinan poco a poco con la madura
ción y se ve predominar progresivamente los trazados de sublima
ción y de formación r'eaccional. En consecuencia, cuando nos
hallamos ante garabatos muy diferentes de los que se podiían
esperar, dada la edad del sujeto, se puede casi siempre diagnosticar
que existe un estado patológico. Más adelante veremos algunos
ejemplos.
70
garabatos no es la enfermedad sino, como ya hem os dicho, el
dinam ism o conflictivo subyacente al trastorno com probado y que
puede, en m ayor o menor medida, aclarar el origen del mismo.
71
resulta de ello una exaltación de la agresividad que se vuelve con
preferencia contra aquellos de quienes emana la frustración, ya sean
los padres o los hermanos.
1 Este dibujo de la fam ilia, com o los o tro s que reproducirem os, es e x tra í
do de nuestra obra: E l te st d el dibujo de la fam ilia, versión castellana, B uenos
Aires, E ditorial K apelusz.
73
Figura 37. El dibujo de la familia de la Observación 5.
74
psicodramas donde figura ia fiera, Viviana hace de buena gana ese
papel cruel; pero inmediatamente después lo transfiere a la psicólo-
ga y asume el de la mamá protectora del bebé; finaliza en que el
lobo es castigado por los cazadores.
Observamos ahí el proceso muy frecuente de la agresividad
vuelta contra sí mismo como culpabilidad, y estamos en mejores
condiciones para comprender la doble significación del cercamiento
del nom bre en el garabato, explicada en el capítulo 3.
75
Por otra parte, en varias oportunidades ha robado golosinas, lo
cual está de acuerdo con su frustración oral.
Sus garabatos representan un “ nido” m uy extenso y expresan
con su trazado violento la persistencia de las pulsiones sádico-orales
y sádico-anales (fig. 38). ...
Sus psicodramas (con marionetas) abundan en temas agresivos
en los que se mata. Pero lo que es m uy particular es que el agresor
perece casi en forma simultánea con el agredido, probándonos que
las violencias de Silvana no dejan de provocar contragolpes con
sentido de culpabilidad, exactamente como lo hemos visto en el
caso de Viviana. •
b) Oposición y encopresis
76
Figura 39. G arabatos agresivo-depresivos (Observación 7).
77
razón el origen de esa mentalidad especial en una actitud de
rebelión instintiva constituida en ocasión de una traumatizante
educación para el aseo.
78
figura varias veces una mamá-ogro que, por ejemplo, en la imagen 1
cocina a sus hijos-pollitos para tener comida.
La madre es siempre frustrante y agresiva. El padre, en cambio,
aparece siempre pro n to a brindar ayuda.
Esa tendencia depresiva se halla también en los psicodrumas. en
el sentido de que el agresor muere-siempre después de sus víctimas,
respondiendo a una especie de Talión inmediato.
Uno de esos psicodramas, en particular, arroja l u z . sobre el
conflicto profundo de Pablo, mostrándonos el origen de su agresi
vidad en ia s frustraciones de la primera infancia. Un papá-lobo,
representado por el mismo Pablo, se come a to d o s y luego es
ultimado. Después, Pablo dibuja el lobo, con el siguiente comenta
rio: "Se com e a todos porque no los quiere. N o los pu ed e ver.
Quiere estar com pletam ente solo. Es malo. Cuando era p eq u eñ o , era
feliz. Si alguien lo quisiera m ucho, pero m ucho, entonces, tal vez
tornaría a ser b u e n o ”.
79
casa, y hace sistemáticamente lo contrario de lo que le indican. Es
enurético todas las noches y, durante el día, efectúa de cuando en
cuando sus evacuaciones en los pantalones.
80
La situación familiar nos lo aclara todo en forma inmediata.
Ana perdió a su madre cuando tenía 6 meses y fue criada hasta los 2
años por su abuela materna. Cuando su padre se volvió a casar, la
madrastra decidió traer nuevamente al hogar. a_ Ana pero no supo
ganar su cariño. Señalemos el hecho de que, a la edad de 2 años,
Ana era ya una niña limpia, pero no articulaba aun pequeñas frases;
por lo tanto, no Jiabía alcanzado todavía un nivel de socialización
suficiente para adaptarse. Tratada con rigor, ha retrocedido y, como
padre y madrastra se muestran igualmente intolerantes,, la pequeña
Ana se ha quedado detenida en el estadio sádico-anal. , . . .
Figura 43.
83
exterior al interior de la personalidad, oponiendo entonces las
tendencias instintivas a las censuras del Yo y del Superyó.
Esta interiorización de los conflictos falta solamente en los im
pulsivos, en los'que el control del Yo es com pletam ente deficiente
v en los perversos que, en realidad, son m uy raros.
Ya lo hemos visto. Al describir, en párrafos anteriores, observa
ciones de niños, en conflicto externo, nos hemos visto obligados a
señalar en casi todos los casos, que la agresividad c o m p o rta 'u n a
reacción de culpabilidad, primer paso hacia el vuelco contra si mis
m o, del que pronto veremos la importancia en las neurosis.. . , ,
Los conflictos internos, que perturban mas o menos el equili
b r i o . de la personalidad y su adaptación, son, en un p r in c ip io ,
neurosis. . - •
Cuando las pulsiones instintivas censuradas y prohibidas, prime
ro por los.padres, luego po r el Yo, representante del Superyó, quie
ren manifestarse a pesar de la prohibición, despiertan-en el alma del
niño un miedo, una angustia. Primero, es la angustia del castigo
que pueden infligirle los padres; luego es la angustia de la culpabili
dad interior, cuando el Superyó ya está constituido. -
Para escapar a la angustia deprimente, el niño pone en marcha lo
que se llama los mecanismos de defensa del Yo, de los cuales vamos
a estudiar seguidamente las diferente modalidades.
84
tests de proyección nos m uestran la culpabilidad y la depresión
subyacentes. Ora es el estado depresivo el que ocupa el primer
plano, con sus enojosas consecuencias de duda de sí mismo y de
fracaso, pero detrás de él se descubre la agresividad censurada; en
este último caso, no háy"signos visibles de agresividad",“sino "signos
de depresión: humor triste, apatía, lentitud, sentimientos de ver
güenza, de culpabilidad y de inferioridad (Observ. 13).
En nuestra obra sobre El test del dibujo de la fam ilia ,1 hem os
mostrado, por ejemplo,, con cuánta frecuencia la rivalidad fraterna
puede, en lugar de manifestarse,-com o es normal, en reacciones
agresivas, determinar, por un retorno contra sí mismo, un estado
depresivo; esta forma de reacción se observa sobre to d o en los tem
peramentos femeninos.
Conviene explicar aquí de qué m odo e se,re to rn o contra sí
mismo puede ser considerado como u n mecanismo de defensa del
Yo. Es que, en caso de fuerte agresividad, el sujeto está expuesto a
las censuras paternas, que pueden castigar su maldad con la exclu
sión y el retiro de su amor. Ahora bien, a una edad aun tem prana, en
que la estima de sí mismo y la misma posibilidad de vivir reposan
enteramente en el amor y la protección de los padres, la pérdida de
ese amor equivale al aniquilamiento total, a la.muerte.
85
b) Represión e inhibición
86
Se debe, pues, admitir que. en virtud del mecanismo inhibidor,
zonas m uy vastas de la actividad del sujeto se ven en cierto modo
prohibidas, si bien no estaban comprendidas en la represión inicial:
y el ejercicio de esas actividades suscita angustia, del mismo modo
que la satisfacción tte~Ta-pulsión proh ib ida .-Se-comprende así-que,- si
la inhibición es un mecanismo defensivo contra la angustia provo
cada po r las pulsiones, es, en todo caso, una defensa excesiva, que
empequeñece la personalidad y destruye sus posibilidades creadoras.
Es, pues, patológica y requiere la indicación de un tratamiento
psicoterapeútico.
Cuando esa inhibición es muy evidente, suele ocurrir que los
padres perciben el carácter patológico de la misma y nos consultan,
señalando la poca vitalidad del niño, su humor triste y silencioso, su
falta de interés por todo, su timidez y su miedo a la gente.
Pero, en m uchos casos, cuando no es tan fuerte, nadie-se alarma,
por el hecho de que los niños inhibidos son niños juiciosos que no
provocan comentarios. Lo inquietante en ese caso son las conse
cuencias escolares, la falta de entusiasmo y de interés, la lentitud, la
tendencia a soñar despierto que hacen del niño un mal alumno, a
pesar de su'inteligencia.
Finalmente, en una tercera situación, se nos consulta a causa de
perturbaciones temperamentales. Suele ocurrir, en efecto, que la
represión cede m om entáneam ente y que toda la tensión nerviosa
acumulada se libera de repente en una explosión de violencia. Los
que rodean al niño ponen entonces el acento sobre ese rapto, cuyo
carácter liberador no advierten, mientras que no dicen nada de la
excesiva calma habitual del sujeto que, erróneamente, consideran
como normal.
La represión y la inhibición se expresan en los garabatos, como
ya sabemos, mediante una reducción de la amplitud del trazado,
reducción que está en relación directa con la intensidad de la
defensa. Si bien no sorprende verificar esa limitación de los
garabatos en niños de actitud inhibida, en cambio, no se espera
hallarla en sujetos que nos son traídos por sus familiares a causa de
sus reacciones violentas, como por ejemplo en el caso del niño de la
fig. 14, de 8 años de edad, cuyo com portam iento contrariante y
colérico respondía a un conflicto agudo con una autoridad paterna
muy intolerante (observ. 17).
Recordemos como un caso de interés particular los garabatos
localizados debajo del nombre, lo cual, como se ha visto, es el signo
de una represión edípica, con regresión hacia un estadio oral de
fijación en el progenitor-nodriza. ■
87
c) Las form aciones reaccionóles del Yo
d) El aislamiento
e) La regresión
89
a una época anterior, en la cual el conflicto no existía. Debe
entenderse aquí que la regresión es un estado muy diferente de la
simple nostalgia del pasado. Esta última es el deseo de retornar a un
pasado más feliz, pero conservando plena.conciencia de que se está
obliaado a vivir en la realidad actual, con todos sus inconvenientes.
En cambio, en la regresión no es sólo el pensamiento, sino todo el
ser el que retorna al pasado, abandonando el presente. Pero la
ventaja que el sujeto saca de ello (verse liberado de la angustia de su
conflicto interno) está infortunadamente compensada, por poco
que dure, por el inconveniente de una seria alteración de la persona
lidad.
El mecanismo de' defensa por regresión es. pues, también, un
mecanismo del “ todo o nada” y, como tal, patológico y generador
de trastornos secundarios. ,
Se nos consulta entonces tanto por ios trastornos del caracter,
como por una deficiencia intelectual. .
En el primer caso, la familia señala los rasgos de carácter
pueriles del niño, considerando su edad y aun, puesto que el ser
participa en su totalidad de la regresión, un retorno en el tiempo
que hace- revivir estadios funcionales anteriores (niños que vuelven a
perder el control de los esfínteres, a caminar o a hablar como
bebés).
En el segundo caso, más frecuente aún, lo que alarma sobre
todo es el atraso en la escuela. El niño se torna pasivo, apático, no
piensa más que en jugar y no muestra ningún interés por la escuela,
a todo lo cual se añade, en los casos serios, una regresión de la
mente, que hace revivir formas primitivas y no permite al niño
comprender los problemas de su edad.
Observemos que el conflicto ansiógeno más frecuente es el que
se produce en el estudio edípico, cuando el niño se debate en la
difícil situación que le crea su atracción amorosa por el progenitoi
del otro sexo y su hostilidad con respecto al progenitor del mismo
sexo. Los factores que obstaculizan la solución del conflicto edípico
son numerosos y muchos niños, después de haberlo abordado, son
incapaces de resolverlo y por ende de vencerlo, es decii de sublimar
su amor en ternura y su odio en competencia, identificándose con el
progenitor rival. No podiendo mantenerse en esta situación dema
siado angustiante, regresan a un estadio pre-edípico, estadio anal u
oral, según los casos.
Por consiguiente, aquí también la defensa contra la angustia
conduce a una reducción del campo expansivo de la personalidad,
haciendo revivir los primeros estadios, en que l a s relaciones objéta
los noestaban aún bien establecidas.
90
En los garabatos, la regresión se expresa con un trazado
primitivo, que no corresponde a la edad del sujeto. Es decir que. a
una edad en que. se tendría derecho a esperar garabatos marcados
por una cierta sublimación o por formaciones reaccionales, se
obtienen garabatos de tipo sádico-anal. .
Cuando la regresión se une a la represión, lo cual es frecuente, el
trazado es, al mismo tiempo, de amplitud reducida, tal como se ha
visto.
Hemos señalado también varias veces que. cuando esa reducción
de la am plitud mantiene el trazado en la zona subyacente ai
nom bre, se puede deducir de ello una prohibición edípica¡
91
defensas del Yo absorben una buena parte de la energía psíquica
disponible, de allí la tan frecuente y penosa impresión de astenia,
que es el mayor obstáculo a la eficiencia.
Por otra parte, los conflictos neuróticos impiden la maduración
de las pulsiones y especialmente el proceso de sublimación, proceso
particularmente favorable a las actividades del espíritu. .
Así, pues, cada vez que la apreciación clínica o un test de nivel
intelectual nos demuestren que un mal alumno posee una buena
inteligencia, convendrá buscar en la esfera afectiva los trastornos
que provocan su fracaso escolar.'
Suele ocurrir que interrogado' el psicólogo nos da una respues
ta satisfactoria. Para no citar sino un ejemplo, en los numerosos
casos en que la deficiencia sigue cronológicamente" a algún
acontecimiento afectivo traumatizante: partida de un maestro
querido; pérdida de un pariente querido; nacimiento de un herma-
nito; iniciación sexual perturbadora.
Pero, en un gran número de casos, la investigación clínica no
basta para informarnos y tenemos que interrogar la personalidad
profunda del niño mediante tests de proyección.
En la medida en que los garabatos son representativos de
conflictos internos, las informaciones que suministran en estos casos
son preciosas.
Mencionemos aquí, como signos particularm ente frecuentes de
esas deficiencias escolares de origen afectivo:
I o) la inestabilidad, con imposibilidad de fijar la atención (los
distraídos - desaplicados);
2o) la inhibición con apatía, falta de interés por el estudio
(Observ. 20);
3o) la astenia con tendencia a fatigarse rápidamente y deficien
cia de la memoria (Observ. 25);
4o) la falta de atención de los distraídos-absortos, concentrados
en algún pensamiento secreto y que, m uy a m enudo, parecen estar
“ en las nubes” ; .
5o) la lentitud en el trabajo, a causa de una excesiva m eticulo
sidad debida al perfeccionismo o a la poca confianza en sí mismo
(Observ. 19 y 21);
6o) la ansiedad que hace temer el fracaso y precipita en él al
sujeto, en ocasión de pruebas y exámenes (Observ. 22).
No hemos querido hacer de este estudio un capítulo aparte —en
el cual habríamos analizado los garabatos de la pseudo-debilidad
92
mental— pues el atraso en la escuela por causa afectiva no es sino un
elemento en los conjuntos neuróticos estudiados aquí, y lo que los
garabatos nos revelan es el dinamismo interno del conflicto neuró
tico, no la perturbación com pletam ente secundaria y, por otra
parte, contingente, provocada en el trabajo escolar; Gomo se verá, --
las observaciones con que vamos a ilustrar este capítulo comportan
muy a menudo la mención de la incidencia del conflicto sobre el
éxito escolar.
Agreguemos que, sin haber sido objeto de una elección especial,
cierto número de nuestras observaciones se refieren a disléxicos. A
la luz de una investigación profunda, parece, en efecto, que la
dislexia está a menudo ligada a un estado neurótico.
93
condiciones de instaurar un mecanismo de defensa poderoso y
siempre igual, y debe ensayar, sucesivamente o al mismo tiempo,
varios mecanismos de defensa diferentes. .
De esto se desprende que, en el niño, no se observan, en forma,
tan constante to m ó en el adulto, tipos de neürosls m uy‘caracterF
zadas: neurosis de angustia, neurosis obsesiva, neurosis asténica,
sino, en la mayoría de los casos, síndromes polivalentes que
presentan signos de varios de esos tipos.
Dicho sea de paso, esa polivalencia, unida a una cierta fragilidad
de las defensas puestas en acción, es sin duda lo que explica la
posibilidad de pasar de una neurosis a otra y las mejores posibili
dades de cura.
94
3
LOS ESTADOS NEURÓTICOS EN EL NIÑO
95
Situándonos en esta perspectiva dinámica vamos a pasar revista
a los diferentes estados neuróticos de la infancia. Puede pensarse
que nos hemos tomado grandes libertades con la clasificación
— corriente de las neurosis. Pero eso nos ha parecido necesario para -
seguir la realidad clínica y rogamos tener en cuenta, de ahora en
adelante, que si, para claridad de la exposición, hemos dado un
nom bre a los'estados neuróticos que vamos a descubrir a continua
ción, es simplemente en mérito al síntom a dominante en el
m om ento de la consulta, sin que ese síntom a constituya, empero, lo
esencial del cuadro clínico. Así, clasificaremos bajo el título de .
neurosis de angustia los estados en que ésta ocupa el primer plano;
bajo el de neurosis asténica los estados en que domina la astenia,
etcétera. ■
A tal efecto recordemos que la mención del síntoma dominante
es a menudo artificial y está determinada, sea por el sufrimiento del
niño (por ejemplo en caso de angustia), sea p or el de los padres, los
cuales pueden mostrarse intolerantes con ciertos aspectos del
comportamiento del niño que no son forzosamente los aspectos más
patológicos. Más adelante daremos ejemplos de esto.
1. LA NEUROSIS DE ANGUSTIA
Los casos que agrupamos bajo este títu lo son los de las neurosis
en que la angustia .domina y es el principal motivo de la consulta.
Pero, como se verá, la neurosis es rara vez pura asociándosele a
menudo síntomas secundarios debidos a la intervención de las
defensas del Yo.
96
Parece que Jacqueline recibió mal el nacimiento del hermanito.
En efecto, hasta los 5 años, había gozado de ¡os privilegios del hijo
único y, por otra parte, su temperamento retraído, de constitución
enclenque y-anor-é-Xrkaj-la-dispo n-ía-ffiai-a-comparí-idos.- Ei-he &ho~es-
que, como se ha visto, su carácter se había alterado desde entonces,
al mismo tiempo que se instalaba la neurosis de angustia.
. En un caso así, puede presumirse que la niña haya concebido
sentimientos agresivos con respecto al hermanito y a los padres,
principalmente .a la madre. Es sabido que tales sentimientos deter
minan a menudo una angustia de culpabilidad - y el tem or al
abandono, angustia que existe aquí (confesiones frecuentes), así
como el temor al abandono (actitud frente a la madre).
97
con guirnaldas de tipo rcaccional. Pero muy rápido, durante la
psicoterapia, esas guirnaldas desaparecieron para dejar el lugar a un
trazado de descarnas agresivas. transformación ésta operada en
forma paralela a una mejoría de la ansiedad. El trazado reproducido
(fig. 44) corresponde a una fase de gran mejoría, el mismo indica
pulsiones agresivas desordenadas de tipo pre-genital pero.-hecho
particular de esta muestra, con aislamiento del nombre, preservado
por un recuadro del ataque de las pulsiones.
Estos garabatos nos muestran pues, por un lado, la intensidad
un poco salvaje.de las pulsiones en esta niña: por otro, la constitu
ción de un sector preservado por aislamiento, que tranquiliza por e
m om ento ai sujeto sobre las propias intenciones con respecto a los
98
única. Trazó en primer lugar el recuadro alrededor del nom bre,
diciendo: “ Para que los garabatos no pasen sobre mi nom bre” . Las
volutas trazadas luego con regularidad tienen un carácter neto de
form ación reacciona! (fig. 4 5 ) . __________ ' ____________ ________
Esta niña es. como la precedente; una ansiosa-muyemotiva." que'
tiene miedo de todo. Es igualmente muy apegada a su madre y no
quiere dejarla nunca.
Pero además, a todo eso se añade un carácter escrupuloso, con
manías de orden y un cuidado excesivo en el m antenim iento de sus
cuadernos escolares, circunstancia que ocasiona una lentitud parali
zante. Tiene m ucha dificultad en vincularse fuera de la casa, y casi
nunca besa. •
Se observan también los signos de una neurosis de escrúpulo en
su test PN. En efecto, el relato comienza con dos temas punitivos,
seguidos de dos temas agresivos. Ahora bien, eso se repetirá en las
Preferencias-Identificaciones, donde vemos que las dos imágenes
sádico-anales agresivas y la imagen de la batalla entre hermanos, son
las tres que menos gustan y las no asumidas. Las imágenes
depresivas son asumidas mejor, de donde se puede concluir que esta
niña hace prevalecer la instancia punitiva sobre la instancia punible,
en otras palabras, qué tom a el partido de su Superyó, lo cual es bien
característico de una neurosis de escrúpulo.
La niña repite también ese m odo de defensa en sus psicodramas
puesto que, por lo menos al principio, hace asumir la agresividad de
sus temas a -la psicoterapeuta y ella misma representa, once veces
sobre dieciocho, la instancia punitiva representada por la madre. Y
sin embargo, la agresividad existe, puesto que figura en todos-los
psicodramas, y siempre dirigida contra la madre; pero es subyacente
y expresada con poco vigor.
Paralelamente, si las volutas regulares de sus garabatos no
expresan agresividad aparente, es que las mismas son ya el resultado
de una defensa. La prueba de que las pulsiones agresivas existen en
lo profundo nos la suministra a q u í el hecho de que la niña, para
preservar su nom bre de todo ataque, comienza por rodearlo de un
recuadro.
El proceso dinámico de este trazado nos revela pues que
poderosas formaciones reaccionales tienden aq u í a contener la
agresividad y la angustia, lo cual se traduce clínicam ente en rituales
de orden y limpieza.
99
m e n o s c u a t r o a ñ o s, é p o c a en q u e fuera in te rn a d a •comc. p u p i l a t ie n e
an g u stia s c o n tin u a s. H ay q u e decir q u e si b ie n sus p r o g r e s o s
escolares so n _ n o rm a le s, n u n c a ha a c e p ta d o de b u e n g r a d o su
s itu a c ió n d e Dupila, por ser m u y a p e g a d a 'a la m a d r e y q u e , d u r a n t e . . .
los tre s p r im e r o s añ os de la separación, n o a u m e n t o de p e so. P o r la
noche tie n e m u c h a s pesadillas, cree ver fa n ta s m a s y n o p u e d e
d o r m ir s e a .o scu ras. -
El h e c h o q u e m o tiva la consulta es u n a agravación r e c i e n t e d e l
es ta d o de M a ry v o n n e , q u e está c o n s t a n t e m e n t e a n sio sa y ris e y
q u e p o r a ñ a d id u r a , no p u e d e c o m e r m á s p o r q u e ti e n e c o n t i n u a - ,
m e n t e el t e m o r de tra g a r mal y ah o g a rse (disfagia ansiosa). Al
menor malestar, se cree gravemente enferma y tiene miedo d
100
edípico con represión y regresión al estadio oral y que el temor a la
deglución es aquí simbólicamente el temor a la penetración sexual.
Ignoramos en virtud de qué experiencias vitales de su infancia
Maryvonne ha vivido su situación edípica con ansiedad y culpabili-
dad, pero sabemos que su carácter es poco sociable, que casi no
hace amistades, que se entretiene sola, leyendo.
Aquí los garabatos, indican una buena expansión vital puesto
que cubren toda la página, nos muestran un trazado lo menos
agresivo posible y, por añadidura, un notable aislamiento, pues el
trazado presenta un mínimo de intersecciones y el nom bre no está
cubierto (fig. 46).
101
anima a ir solo de una pieza a otra. Se ha vuelto muy emotivo y
llora o se enoja por nimiedades.
Los primeros garabatos, hechos en el momento de la consulta
(fig. 47), son enteramente desusados en un niño de esa.edad, pues
revelan formacionesreaccionales intensas con aislamiento.
En este niño los tests de personalidad han revelado una-fuerte
inhibición ansiosa. Tiene miedo de comprometerse y se niega a
asumir ninguna" tendencia agresiva. Es más: esas tendencias agresivas,
las vuelve contra sí mismo. Es así como, en el test PN, después de
haber dado a la- mayoría de las imágenes temas pobres y banales de
los que no se puede sacar ninguna conclusión,, da de repente a
102
tancia de ese tema pues, de 16 imágenes, 15 son rechazadas, con el
comentario que hace Christian de que "no le gustan los chanchifos
p o rq u e el lobo se los va a comer". Ese tema se repetirá cinco veces
y. al final, -Christian-dirá-que--‘-‘e f lcrbo~hj-vtra-Trunter pu ru u e~rtelW
una pa ta negra p o r haber estado en el barro".
El tono depresivo de esos temas se confirma al final con la
declaración de-que, en esa historia, nadie es feliz.
Hay que observar que ese test se efectuó . en un clima de
malestar con ansiedad e inhibición. Las defensas son potentes y. en
particular, el niño hace un uso constante de la relación a distancia:
los protagonistas no se nombran;' los temas se fraccionan en detalles
descriptivos aislados; Christian no se identifica nunca con el héroe y,
en la mayoría de los casos con nadie. Esto concuerda con el estilo
aislado de sus garabatos.
Form ulam os la hipótesis de que la tendencia depresiva, ansiosa,
de este niño fuese el reverso de una agresividad m uy fuerte y que el
lobo agresivo que lo amenazaba fuese m uy probablem ente una
proyección de sus propias tendencias agresivas.
Habiéndose indicado una psicoterapia, Christian fue observado
con regularidad, durante seis meses. La hipótesis emitida acerca de
la'agresividad reprimida y vuelta contra sí mismo, se vio plenamente
confirmada. En todos sus psicodram as, el niño dio prueba de una
agresividad salvaje, en juegos en que. la pobreza de los temas tiene su
compensación en la violencia de los gestos. Muy inhibido las
primeras veces, cambió rápidamente de m anera de ser, manifestando
con fogosa alegría descargas cada vez más violentas. Pronto intro
dujo un lobo que devora padres e hijos, com iéndolos y volviéndolos
a comer, sin fin y-asumiendo él ese papel. Claro está que, m ediante
ese traspaso de la agresividad a un animal, Christian disminuye su
propia culpabilidad y además, se hace acom pañar por otra fiera,
papel éste que representa-la psicóloga.
Por lo tanto, el lobo del test p ro y e c tiv o era él, como habíam os
pensado al principio. Pero hacía falta el clima liberador de los
psicodramas para mostrárnoslo en su agresividad desencadenada,
mientras que en la vida corriente domina la interdicción.
Podría preguntarse el porqué de semejantes defensas en un niño
tan pequeño. Es que los padres de Christian son educadores m uy
severos, que censuran las menores faltas. Sobre todo, enviado a la
escuela a los 3 años, el niño, al principio, lloraba m ucho y se
oponía. Luego demostró ser un escolar exageradam ente escrupu
loso, llegando a copiar, todos los jueves, páginas enteras de libros.
Obsérvese la sorprendente transform ación de sus garabatos
durante la psicoterapia (fig. 48). El aislamiento ha desaparecido y la
Figura 48. G arabatos agresivos del mismo sujeto.
página está cruzada por flechas agresivas que respetan, sin embargo,
el nombre. En la época de estos segundos garabatos la mejoría
clínica era ya muy importante: los terrores ansiosos habían desapa
recido y Christian se mostraba mucho más alegre.
104
Figura 49. G arabatos aislados en la zona m atern a (O bservación 15).
105
Figura 50. G a ra b a to s depresivos esfumados (Observación 16).:
106
“Patt.enoire había salido .]• se perdió. Había salido porque no era
feliz, porque sus padres querían más a su hermano y a su herm ana”.
Pero ese deseo de ser el privilegiado es igualmente censurado,
como se ve_bien en las imágenes de mamada_JQe-ordin:irin ■v
conforme al principio del placer. Mamada T gusta y Mamada 2 no
gusta. Ahora bien, para Ana. es a la inversa: Mamada 1 no le gusta
“porque, dice Ana. no hay más dos en la imagen, porque no están el
hermano y la herm ana”. A la pregunta: “ ¿Por qué es mejor cuando
están juntos? ” , Ana responde:’ "Para distraer a m am á”. Y Patte-
noire, ¿qué piensa de eso? “Bueno (con cierta irritación en el tono
de voz) él está contento. ¡El prefiere estar solo! ” ¿Y la mamá?
"Ella prefiere que estén los tres”.
Así pues, esta niña ha experimentado .fuertes sentimientos de
agresividad contra sus dos hermanos, tal vez realmente preferidos
por los padres.. Pero esa agresividad, que suscitaba en ella una
angustia de culpabilidad y el tem or del abandono (V. Agujero), se
volvió contra la niña, de donde el humor triste, la falta de
dinamismo, el fracaso escolar y los garabatos esfumados.
107
institución para niños débiles, donde recobió su peso. Luego vino la
internación para “ enderezarla , a la edad de 10 años. ^
_Esas-tr.es internaciones sucesivas han despertado en el corazón
de la niña un vivo temor de verse"expulsada de la'casa por su
maldad.
108
Vemos, pues, liberarse aquí, mediante la acción psicodramática.
la agresividad reprimida, pero bajo una forma salvaje de “ m atar o
ser m uerto” que no ha podido llegar a una socialización del instinto,
hecho que nos revelaba ya el trazado de los garabatos.
110
Se tiene aquí la prueba de que la anorexia mental puede
constituir una form ación reaccional contra la agresividad oral.
El test PN nos Ib revela con claridad. En varias de las escenas de
mamada, se mQestfá'al'liefoe bebiendo'"más que’ToFofros", h a s ta e i
punto de tener .una indigestión. Anita rehúsa identificarse con él. En
Titubeo, la niña dice: "Pattenoire se volvía cada vez más difícil. N o
com ía casi m da. Su madre se enojaba. El se enfurruñaba. Su madre
estaba de lo m ás aflijida porque no quería c o m e r”. Anita se
identifica, en esta imagen, con Pattenoire “porque es co m o y o ”.
Vemos expresarse aq u í sucesivamente la avidez y el rechazo. Pero la
avidez es subterránea y no asumida; la defensa del Yo impone, en
cambio, la actitud de rechazo con identificación.
112
preferida es, cosa singular, Carreta, lo cual es a q u í el signo de u n a
fuerte tendencia al autocastigo.
Sergio nos hizo numerosos garabatos; todos ellos se extienden
por toda la página, pero en un estilo de gran aislamiento. He a q u í
dos de ellos. El primero (fig. 54) está com puesto de líneas paralelas,
pero que no pasan por encima del nombre, protegido por un
recuadro: es su estilo de trazado más frecuente. El segundo (fig.55)
es más original: el nom bre no está encuadrado y los rasgos
esparcidos por la hoja tienen un aspecto agresivo que sorprende,
pero son acciones agresivas fragmentarias, que se detienen antes de
haber alcanzado su objeto. .
1 14
Como se le dijera que algunos, al hacer garabatos, pasan p o r
encima del nombre, Yves dijo, sin explicarse, “ que no estaba bien” .
115
poco agresivo, tal como el hecho de romper un florero o destruir
una flor, no lo representa personalmente y, resistiendo a todas las
sugerencias de ser agresiva, se echa atrás diciendo que no es lindo
pelearse. Los castigos paternos son siempre severos y el tono de los
juegos siempre depresivo. Francisca no asume nunca su propio
papel, sino que, la mayoría de las veces, representa el de un nino de
4 ó 5 años, que es la edad de su hermanito.
Esa incapacidad total para asumir las tendencias agresivas lleva a
esta niña a descentrarse constantemente, lo cual quita la seguridad a
su personalidad. No tiene la menor confianza en sí misma y se juzga
mala, tonta, e inferior a las demás niñas.
Sin embargo, no ha sido siempre así, pues nos enteram os de
que, cuando pequeña, Francisca era audaz, cariñosa, pero de
carácter difícil, que no controlaba sus esfínteres ni de día ni de
noche hasta los 3 años, por lo que sus padres la corregían
severamente. Es probable que, como en el caso precedente (Observ.
20), la misma intensidad de las pulsiones haya provocado una
reacción muy violenta, con retorno de las pulsiones contra sí
misma. - • .
116
■ Esta niña repite constantemente los mismos garabatos (fig. 57),
en forma de espiral muy abierta, descendente, limitada a la zona
central. No hay en esos garabatos rastros de agresividad, sino de
represión (limitación) con form a c ió n reaccional y te n d e n c i a d e p r e - ____
siva (trazado-descendente)."---------------------------- ----
1 17
IV. LA NEUROSIS ASTÉNICA. LAS DUDAS Y LOS ESCRÚPULOS
1 18
Agreguem os que la astenia comporta la búsqueda de un medio
p ro te c to r que ahorre al sujeto todo esfuerzo de expansión. Es decir
que la astenia va siempre acompañada de una regresión más o menos
manifiesta,—con—t-endeneia- a-~re tornan!'"medio""pToTecTor:~cTe~[a
m adre-nodriza. De ahí q u e ’ los garabatos de los asténicos estén,
como hem os visto, limitados, en la mayoría de los casos, a la zona
situada debajo del nombre.
119
regresiva; de ahí que el muchacho nunca pueda adoptar una
posición netamente firme y que sea sin cesar víctima de ia duda.
Sus garabatos (fig. 59), localizados en la zona situada debajo del
nombre (interdicción edípica y retorno regresivo hacia la protección
materna) son de trazos plenos que expresan cierta vitalidad, pero
únicamente en formas redondeadas (tendencia femenina), por últi
mo, se obserya en ellos una cierta tendencia rítmica (formaciones
reaccionales).-
120
Está siempre fatigado y no consigue dar fin a sus tareas
escolares. Desde hace algún tiempo, no puede acostarse p or la noche
sin haber colocado en un orden especia! todos los objetos de su
habitación. Pasa mucho tiempo haciéndolo y esto ..exaspera, a ..sus—
padres.
Al contrario de Juan Pedro (Observ. 24) el cual, a pesar de su
astenia, es un muchacho muy tratable, Santiago asume una actitud
distante y voluntariamente irónica. En sus tests, como en sus
121
un sentimiento de culpabilidad asociado a un estado de infelicidad
que trata de esquivar, identificándose con un protagonista secun
dario, de más o m enos edad.
El padre de Santiago es un hombre vigoroso e impaciente, que
soporta mal la astenia del muchacho y sus rituales al acostarse. Pero
Santiago siente estima por él. En cambio, su actitud para con la
madre es muy ambivalente: esa señora, que no conocemos, parece
ser gravemeníé'patológica, con manías vinculadas tam bién a ideas
morbosas de, celos. Santiago parece apegado a ella, a pesar de
mostrarse muy->agresivo a -su respecto. Es evidente que su neurosis se
debe en gran p aite a ú n a identificación con su madre.
Los garabatos (fig. 60) nos lo confirman. Están localizados en la
zona de protección m aterna pero revelan además un fuerte aisla
miento, lo cual significa que toda relación demasiado íntim a con la
madre está prohibida.
V. LA NEUROSIS OBSESIVA
122
por un carácter dócil y una actitud muy concienzuda, que son
objetivables en garabatos de formación reaccional. Lo mismo ocurre
en el caso de la observación 24. Casos semejantes no son raros; hasta
puede decirse que constituyen una regla y que poseemos toda una
colección de~garabatos de form ación reaccional -perfenecientes a
niños en otro tiem po encoprésicos.
Señalemos al pasar que hay un estrecho parentezco entre este
grupo de las neurosis obsesivas y el grupo antes descripto de las
astenias con dudas y escrúpulos.
123
En el test PN, la imagen Batalla es 1a preferida, aunque no la
asume. El test revela una fuerte interdicción sobre el conflicto
edípico, una gran ambivalencia en las elecciones y una fuerte
tendencia masoquista a identificarse con el héroe desdichado. Al
final, designará a la lámina de Agujero como la más interesante,
escribiendo debajo: “Tiene miedo en la noche”, e identificándose.
Miguel hace sin cesar los mismos garabatos (fig. 61) que, por su
extensión y sus rasgos píenos; expresan una buena vitalidad, pero
sin agresividad, aparente, pues el trazado está dominado por las
formaciones rgaeeionales que le imponen una- regularidad rítmica
redondeada. El nombre está, ora cubierto, ora descubierto, como
aquí. — •
124
vinculada a una represión del conflicto edípico con regresión al
estadio sádico-anal y formaciones reaccionales contra ese estadio.
En algunos casos y en algunas situaciones, las formaciones reac
cionales dominan, como se vio en el caso del pequeño Miguel
cuando estaba en observación.
En otros casos, esas formaciones reaccionales no llegan a
contener de modo suficiente las-pulsiones agresivas. Tal es el
ejemplo del pequeño Enrique, de 12 años de edad, que-nos traen a
causa de sus rituales y, en partfculár, de su aritmom anía. Es
inteligente, pero sus manías perfeccionistas hacen que tarde tres
horas en hacer deberes que no requerirían más de una, y exaspera a
sus padres con su lentitud.
125
de destrucción. Las relaciones con el padre no son buenas (como en
1a realidad). Las relaciones con la m adre son ambivalentes: Patte-
noire quiere continuamente refugiarse a su lado, pero a su vez está
muy cargado de agresividad contra ella.
Los psicodramas de Enrique expresan fortísimos celos edípicos.
Sus garabatos revelan los dos aspectos opuestos de la persona
lidad del niño (fig. 62). Por una parte, guirnaldas redondeadas que
expresan formaciones reaccionaíes contra la agresividad. Pero, por
otra parte, hay dispersas por toda la página, un número bastante
crecido de flechas agresivas, a decir verdad, sin continuidad entre
ellas, lo cual corresponde a los movimientos impulsivos, inmedia
tamente contenidos, de nuestro joven paciente.
127
Tiene una fobia al contacto y no quiere dar la mano, sobre todo a
los hombres. '
Por otra parte, si bien inhibida, es muy agresiva y lo manifiesta
oponiéndose sistemáticamente a lo que quieren que haga, sobre
todo si el pedido parte de la madre. Muestra también una fuerte
agresividacLcontra el hermanito, que no ha aceptado nunca y al cual
ha dado el sobrenombre de “ Nada de nada” . _
En su pasado, notamos sobre todo que su educación para el
aseo, hecha con severidad, fracasó, que Martina no controló sus
esfínteres hasta-los 4 años y medio y que, por otra parte, todavía
hoy es una constante enurética nocturna. Es sabido que el caracter
contrariante y la fijación sádico-anal van siempre juntos. ^ _
Además, parece que Martina vivió su erotismo edípico con
intensidad. En sus temas psicodramáticos, representa una nina que
128
hecho ulteriormente, la defensa contra el contacto erótico se
expresa con fuerza. Aquí Martina pone al hermanito en la habita
ción de los padres y ella se pone en el otro extremo de la casa, con
tabiques de separación que señalan su deseo de aislamiento (fig. 64).
Y he aquí este comentario m uy significativo: “N o quiero ir más a la
cama de papá. N o m e gusta que m e hagan cosquillas. Pienso que
está m al que a una le hagan cosquillas”. Luego: “Cuando sea
grande, no m e voy a casar, porque no m e gusta ser casada. N o está
bien ser casada”.
Es notable el hecho de que esta tendencia al aislamiento, ia
hallemos también en sus garabatos (fig. 65).
130
Figura 66. Dibujo de fam ilia con regresión (O bservación 30).
Sus garabatos (fig. 67) indican una fuerte represión de todas las
pulsiones (montoncito), con retorno contra sí misma (esfumado),
como en el PN. Además, se hallan todos en la zona de protección
materna, lo cual señala la prohibición edípica. _
¿Por qué existe esa regresión? Puede pensarse que, si el
conflicto está enjuego, el mismo no ha podido actuar de esa manera
sino favorecido por condiciones innatas predisponentes. En efecto,
Colette ha tenido siempre un desarrollo difícil: nunca ha tenido
apetito y ha quedado debilucha. Es sabido que tales sujetos, de
magra expansión vital, son más propensos que otros a quedar
detenidos en los primeros estadios de su desarrollo, en este caso, el
estadio oral.
132
todos mirando al bebé. La primera vez, no se identificó con nadie.
La segunda, expresó el deseo de ser el bebé, descripto por él mismo
como el más feliz porque no tiene preocupaciones y sí alegría de
vivir (fig. 68). A propósito de este dibujó, insistimos sobre las
notables convergencias de indicios que dan un gran valor a la
■identificación: ....______
134
m o r a l . C u a n d o , d e s p u é s d e u n tie m p o d e d e t e n c i ó n , se re jn ic ia la
m a r c h a h a c ia a d e la n te , n o hay m o tiv o p a r a in q u i e t a r s e p o r el
fu tu ro .
En cambio, en los dos casos que hemos expuesto, la regresión es
durable y detiene todo progreso. Debido a su duración, las dificul
tades de adaptación motivan, un día u otro, una consulta médi
co-pedagógica y los tests de proyección, especialmente los garaba
tos, indican una perturbación profunda persistente, que nos hace
reservar el pronóstico para el futuro. Los factores sexo y edad
tienen evidentemente una importancia de primer orden. La depen
dencia oral es, por cierto, más grave para un varón que para una
mujer, por ser particularmente contraria a la a u to n o m ía que se
exige al sexo masculino. Y, por otra parte, esa dependencia es tanto
más inquietante cuando se trata de un sujeto de más edad, pues
todo .adolescente que no se afirma al llegar a la pubertad corre el
riesgo de no llegar nunca a ser verdaderamente adulto.
Una vez más, algunos podrían preguntarse p o r q u é incluimos los
casos de este tipo entre los “ estados neuróticos” y no .entre las
perversiones. Es perfectamente cierto que los mismos se oponen a
las neurosis de inhibición, a las neurosis de escrúpulo y a las
neurosis obsesivas, en las cuales la fuerza del Superyó im pone al Yo
una conducta rígida, a menudo hipermoral, m ientras que aq u í el Yo
se muestra débil y, si cede momentáneamente a la presión de un
Superyó aún m uy externo, escapa de tanto en tanto para abando
narse a pulsiones delictuosas. Sin embargo, tales sujetos no son
perversos, sino afectivos; son intimidables; reconocen sus faltas, a
pesar de que no pueden hallar en sí mismos la energía necesaria para
la enmienda. Es cierto que, debido a la debilidad de su Yo y a su
fijación oral, se convierten bastante a m enudo en delincuentes
menores. Pero sobre todo, su débil personalidad no podrá m ante
nerse en un equilibrio satisfactorio de adaptación si no cuentan
durante toda su vida con el beneficio de un medio protector. En su
defecto, si la realidad se impone a ellos en forma traum atizante,
están expuestos a una regresión cada vez más intensa que invadirá
poco a poco toda su personalidad, haciendo revivir las formas de
pensamiento y de vida afectiva del estadio oral. Esto puede llevarlos
directam ente a la condición de vagabundos irresponsables o a la
esquizofrenia.
4
NEUROSIS Y PSICOSIS DEL A D U L T O
136
I. LA NEUROSIS DE ANGUSTIA
Han sido hechos por Paulette, una joven de 19 años, que nos
consulta debido a una constante falta de apetito, acompañada de
una disfagia ansiosa, es decir, que, en el m omento de comer, le
sobrevienen espasmos de angustia que le impiden deglutir. Com o ya
vimos en la observación 13, referente a una joven de 16 años, ese
trastorno disfágico representa, transportado al plano oral, el tem or a
las relaciones sexuales.
138
Debemos señalar que el m iedo al con tacto ha existido siempre
en Paulette, desde su primera infancia. Nunca toleró que la tocasen.
Cuando era pequeña, debía compartir el lecho con su hermana, pero
prefería envolverse en una frazada y acostarse sobre la alfombra al
lado de la cama. Nunca ha podido soportar que la bese nadie, ni aun
su madre. No deja que se le acerque ningún hombre. Y cuando su
madre quiso informarla sobre los asuntos sexuales, manifestó asco y
declaró que no quería casarse. Hoy en día dice que acepta el
matrimonio, pero que no dormiría con su marido, ni en la misma
cama, ni en la misma habitación.
Para comprender la repugnancia de Paulette, es necesario, sin
duda, estar informado de- que su madre ha tenido varias aventuras
galantes, que la joven nació fuera del matrimonio y que su madre
quería abandonarla al nacer. Paulette es apegada a su madre en una
forma casi morbosa y, sin lugar a dudas, se ha identificado con ella.
Pero como, por otra parte, ha debido ser testigo de las relaciones de
su madre y de algunas escenas de brutalidad sexual, existen motivos
para pensar que la identificación se hace en forma regresiva con la
madre-nodriza (en sus temas expresa a menudo el deseo de ser un
bebé mimado p o r la madre), mientras que rehúsa identificarse con
la madre amante. De allí la neurosis de con tacto, tan fuertem ente
evidenciada aquí.
El aislamiento le permite asimismo acallar en sí misma la fuerte
agresividad de frustración que no puede dejar de sentir contra esa
madre que quiso abandonarla. Paulette sabe que su madre no la
quería y ha vivido toda su infancia con el temor de que el abandono
se hiciera efectivo, de allí la intensa necesidad.de prohibirse todo
movimiento agresivo.
Es así que, en sus psicodram as, los menores movimientos de
agresividad son inmediatamente seguidos de un retorno hacia atrás y
de una B.A. (en general, salvar un herm ano o una hermana) y que
Paulette se identifica siempre con el que cumple una buena acción.
Observación 34. .He aquí los garabatos (fig. 72) de una señora
de 45 años, casada, atacada desde hace varios años de una neurosis
de angustia muy acusada, con tem or constante de volverse loca.
La señora hizo estos garabatos sin ninguna vacilación, em pe
zando de 1, trazando líneas horizontales un poco irregulares, unidas
entre sí, en la zona inferior y term inando en 2. En ese m om ento, ~
nos pregunta si puede garabatear en' la parte de arriba y, como la
dejamos libre, empieza en 3 y termina en 4 unos garabatos aún más
regulares, en festones bien lineales. Hay qué observar aq u í que,
como la interdicción que pesai sobre la zona paterna no es m uy
139
2T-
,S*
140
manifestaciones histéricas: sensación de una bola en la garganta,
vómitos emotivos. Tiene miedo de perder sus facultades y, sobre
todo, ya no se siente capaz de conducir un coche si su padre no lo
acompaña. Se encierra en su casa y no busca más distracción alguna
fuera de ella.
No ha sido siempre así; antes bien, en años anteriores, a este
joven le gustaba salir, pasaba muchas de sus noches bailando y
volvía a casa m uy tarde. Su madre, que no podía dormir mientras
no hubiese vuelto, se opuso a esas salidas privando a su hijo de
dinero. Y, en efecto, éste ha llegado, como hemos dicho, a no poder
salir más si no lo acompañan.
Sus garabatos (fig. 73) están limitados a la zona m aterna. Están
trazados con cierta vivacidad agresiva y, si bien se observa en ellos
una ligera tendencia rítmica, el conjunto es bastante desordenado,
denotando con ello fuertes pulsiones mal contenidas por la defensa
del Yo.
141
nentUeeñdPS - T — Ü ef retrchamente liS ^ s a un sentimiento perma-
manHtfr )nfenondad- Es m uy tím ida en público, escrupulosa y
mamatica en sus acciones.
_ Enr eUa también ha habido un cambio radical. Hasta la edad de 4
os’ fue suc¡a y de un carácter contrariante hasta la violencia
uego cambio por completo, no sabemos bajo qué influencia.--. '
Sus garabatos (fig.- 74) están también encerrados en la zona
aterna y esbozan lineas festoneadas, pero ofrecen la característica
nJ ad.OS en se§mentos aislados los unos de los otros Aquí
rn fi PtUeS’/ - --a Vez lnterdjcción sobre la agresividad y sobre el
conflicto edipico, a causa, muy probablemente de algunos aconte
cimientos externos que se produjeron cuando Jacqueline tenTa 4
d e f e 'n í debe" considerarse c°™o vinculados a una
ridad ou de f e T “ 1* 13 y ]° S l e n t o s de inferio-
rivaltar rnn l °0nS'derai\se como la extensión de la imposibilidad de
alizar con la madre y de establecer una relación con el padre.
^-0 g_g__Q_OQ
143
II. l a NEUROSIS ASTÉNICA
144
Figura 76. Garabatos muy reaccionales en form a de líneas de escritura en la
zona de fijación m atern a .(Observación 38).
145
« « jS S t K S 'J E Í S f * ~
146
indica un Superyó muy fuerte constituido en el m om ento del
conflicto edípico con una apretada red de interdicciones.
Sus garabatos (fig. 78) son un trazado de astenia, pero revelan,
al mismo tiempo, una interdicción_edípica; ^_form_a_cioj)_es.reac.cÍQ-
nales potentes; Se observará ~qne comienzan "bastante lejos pcVr
debajo del nom bre, que está prohibido tocar. Por otra parte, la
paciente no pudo mantener en un principio la consigna de libe
ración del test y escribió primero la inicial de su nombre; como se le
recordara entonces la consigna de no escribir, esbozó algunos
simulacros de escritura en cortas series aisladas para hallar final
mente, en las últimas tres líneas, el movimiento en espiral continua,
habitual de las formaciones reaccionales.
147
perfección en todas las cosas y estimándose culpable cuando no la
alcanza. -
He aquí sus garabatos (fig. 79), típicos también de formación
reaccional, sólo en la zona inferior. .
148
Es muy devoto y tiene escrúpulos de confesión, hasta el p u n to
de no poder a veces comulgar porque no-se siente bastante puro.
Su vida sexual es muy reducida. Nunca se ha interesado p o r las
jóvenes. Desde que murió su padre, vive_con-.su.madr.e._y. su-hermana—
y no considera la posibilidad de vivir dé otra manera. '
He aquí sus garabatos (fig. 80) que no necesitan comentario.
149
Y también en este caso como en las observaciones 35 y 36. se ha
producido, en un momento dado, un cambio total en la actitud del
sujeto. En su adolescencia, este joven era de una vitalidad desbor
dante y se daba al placer sin freno, siendo muy sensual y amigo de
muieres fáciles.
A los 29 años, como consecuencia de una “ misión” , se sintió
bruscamente presa de escrúpulos y decidió enmendar su forma de
vida. De repente, pasó al otro extremo:- se tornó muy severo para
consigo mismo y para con los demás; llega hasta encontrar que su
confesor es demasiado amplio de criterio. Persigue la perfección en
150
asténicos escrupulosos. Dado que ia zona inferior corresponde al
instinto de conservación, es decir a esas funciones primarias de
nutrición y de protección que aseguran la conservación de la vida,
podría parecer sorprendente que sujetos obsesionados por preocu
paciones de o rd en moral, que se preocupan exageradamente por el
orden y la limpieza y que parecen, por consiguiente, más idealistas
que materialistas, se mantengan, en sus garabatos, en esa zona baja.
Pero hay que observar, justamente, que las manías reaccionales de
orden, de limpieza y de escrúpulo son enteram ente contrarias a un
verdadero progreso de la personalidad moral; los que pasan su
tiem po limpiando para borrar manchas están absorbidos por una
preocupación m u y prosaica y no les queda ninguna libertad de
espíritu para interrogarse acerca del alcance moral de lo que hacen.
Se mantienen, pues, realmente, en las zonas bajas.
La misma observación podría aplicarse a los casos de neurosis
obsesiva de que vamos a hablar ahora y que están emparentados con
la neurosis de escrúpulo.
He aquí sus garabatos (fig. 82). En prim er lugar trazó las tres
líneas sinuosas debajo del nombre, en continuidad unas con otras.
Luego, después de una pausa, trazó las tres líneas de^arriba
diciendo: “ para la simetría” . Obedecía en eso a la tendencia tan
habitual en los obsesionados a aplacar su ambivalencia realizando
siempre dos acciones simétricas, una de las cuales compensa y
corrige la otra.
152
Observación 45. Los dos ejemplos siguientes nos traen otra vez
a los garabatos debajo del nombre, frecuentes también en la
neurosis obsesiva. ‘
Estos (fig. 83) son de una mujer de 41 años, casada, atacada
desde hace mucho tiempo de una gran astenia, con neurosis de
duda. Recomienza sin cesar las más ínfimas acciones de la vida
cotidiana, de lo cual resulta una gran lentitud en su trabajo,.y. nunca
consigue terminarlos. Tiene, por esta razón, frecuentes conflictos
con su marido que se impacienta al no encontrar nada hecho en la
casa, cuando regresa. A nte esta situación, la mujer reacciona en
forma depresiva, lo cual se comprende.
Primeramente, declara que no va a saber hacer garabatos, pero
luego hace este trazado, del cual se observarán las líneas descenden
tes, signo de tendencia depresiva'.
154
Duda de todo y debe recomenzar sin cesar ¡os ademanes o
acciones más simples. Pero está sobre todo obsesionado por la idea
de que escribe “ cosas"’ en cualquier pedazo de papel, en un trozo de
madera, sobre sus mismas ropas, y que esas “ cosas” , leídas por los
demás, van a influir en las personas y las van-a incitar a cometer
actos reprehensibles. No puede precisar nunca de qué cosas se trata,
pero su responsabilidad, dice, está gravemente comprom etida en el
asunto. Debe verificar continuam ente si no ha escrito algo, recoge
papeles en la calle, trozos de madera y llega a tragarlos a fin de
hacer desaparecer todo rastro de lo que hubiera podido escribir. Su
estado obsesivo acabó volviéndose continuo, a tal punto que
debieron internarlo, pues la vida en el hogar no le era ya posible.
155
IV. PSICOSIS
156
1. En primer lugar, es excepcional que ese tipo de enfermos
haga garabatos de buena expansión vital. La m ayoría de ellos hace
garabatos de inhibición. Conviene añadir que, en los casos de
demencia precoz, se encuentran los trazados de inhibición más
fuertemente caracterizados (por ej. fig. 86).
Agreguemos que, salvo muy raras excepciones, ninguno de esos
trazados pasa sobre el nombre, lo cual demuestra la intensidad de
las defensas, expresada además en el aislamiento.
158
Figura 89. Gara
batos de estiliza
ción.
Figura 91. G arabatos en forma de red alrededor del nom bre lo que se
observa a m enudo en esa afección.
160
existencia de una fuerte predisposición esquizoidea. es decir un
estado que, en ciertas condiciones, puede desembocar en la esqui
zofrenia. Claro está que esto es sólo una hipótesis pues, en un caso
así, un diagnóstico seguro únicamente puede hacerse mediante la
unión de ia clínica con el test de proyección.
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voz baja. Dice que siempre ha tenido ese carácter, acentuado desde
hace algunos años, luego de una tuberculosis pulmonar tratada y
curada. En realidad, tiene mucha dificultad para adaptarse, lo
mismo en su hogar que en el taller. Se irrita por nada y se aísla. No
tiene ninguna distracción y no se atreve a relacionarse con las
jóvenes. Su estructura morfo-psicológica es la de un sentimental,
con su ancha frente imaginativa y un rostro afilado que denota su
poca expansión afectivo-instintiva.
existencia de una fuerte predisposición esquizoidea. es decir un
estado que, en ciertas condiciones, puede desembocar en !a esqui
zofrenia. Claro está que esto es sólo una hipótesis pues, en un caso
así, un diagnóstico seguro únicamente puede hacerse mediante la
unión de la clínica con el test de proyección.
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voz baja. Dice que siempre ha tenido ese carácter, acentuado desde
hace algunos años, luego de una tuberculosis pulmonar tratada y
curada. En realidad, tiene mucha dificultad para adaptarse, lo
mismo en su hogar que en el taller. Se irrita por nada y se aísla. No
tiene ninguna distracción y no se atreve a relacionarse con las
jóvenes. Su estructura morfo-psicológica es la de un sentimental,
con su ancha frente imaginativa y un rostro afilado que denota su
poca expansión afectivo-instintiva.
161
El aspecto de este enfermo, así como sus garabatos muy
depurados, hacen temer una posible evolución esquizofrénica, te
mor que justifica en parte por el momento, la adaptación profe
sional cada vez más difícil del sujeto.
Si puede formularse el diagnóstico de una esquizofrenia, al
menos como hipótesis, de acuerdo con los garabatos, es con la
condición de que se trate de un adulto, como en el presente caso.
Cuando, por el contrario, se trata de un niño, debemos ser
mucho más reservados en nuestras deducciones, pues en un sujeto
joven, los procesos patológicos son móviles y pueden ser reversibles.
162
inadaptación m ental muy caracterizado. No parece interesarse por
nada, ni por sus muñecas, ni por los otros niños, ni por la televisión.
Juega sola, escribiendo palabras inconexas o haciendo garabatos. A
veces, s e 'p o n e a contar sin detenerse o bien irrumpe, sin razón
aparente, en una risa incontenible. Tiene también manías de
limpieza, se lava a menudo las manos, quiere bañarse todos los días
y no tolera que sus ropas estén sucias. Está a menudo intranquila,
sobre todo cuando personas próxim as a ella se enferman.
163
Sus primeros garabatos, en los que dibuja un rectángulo alrede
dor del nombre (fig. .95) indican una m uy intensa inhibición de todas
las tendencias vitales y no descarta, sino que apoya, el diagnóstico
de psicosis. -
Tratada con psicodramas, Ana exterioriza p r o n to 'u n a 'f u e r te
agresividad contra sus. padres y, paralelamente, su estado clínico se
modifica: su madre (atacada también de neurosis obsesiva y m uy
inhibida) se queja mucho de que la niña muestra ahora agresividad
164
concéntricos —probablemente trazados al comienzo— vana p ro te c
ción aquí contra el desencadenarse de la agresividad.
Tratamos a esta niña durante tres años. La psicoterapia perm itió
obtener una resocialización progresiva y una m ejoría escolar. No
hubiéramos podido obtener un resultado semejante con el m étod o
166
/
CO N C L U S IO N E S
167
1. La primera es que e] test esté estandardizado, es decir que el
material, la técnica de realización y el método de interpretación
deben establecerse de tal suerte que los resultados no puedan
depender de la individualidad particular del psicólogo que lo aplica
Nuestro test llena en parte esta condición. Sin embargo, deseo
sos de dejar que la personalidad del sujeto sometido a la prueba se
exprese sin ninguna distorsión, no hemos conservado las reglas tan
estrictas de Meurisse, y dejamos al sujeto la mayor libertad para
comenzar sus garabatos en un punto cualquiera de la hoja y
disponer para hacerlos de todo el tiempo que desee. -
E n c o m p e n s a c ió n , h e m o s fu n d a d o las reglas de i n te r p re ta c ió n
so b re las d os sólidas n oc io n e s del e sta d io sádico-anal y d e los
mecanismos de defensa del Yo, lo cual permite llegar a deducciones
univocas.
m u e sírat1
^ 0’ / 11 í de Í0S C3SOS’ Ia P erso ™ l i d a d no
ñJyn? rlgl, m ° h6m0S VÍSt° ’ 13 mÍSllla eS Un CamPO de
las m i L ^ P tant? puede variar según el punt0 de equilibrio d e
as mismas. Por ejemplo, un sujeto inhibido puede, en un momento
168
dado, liberar su agresividad y darnos garabatos muy diferentes unos
de otros (véase figs. 31 y 32). Más generalmente aún, el crecimiento
de un niño, al modificar el punto de equilibrio de las fuerzas del
Ello y del Yo, modifica al mismo tiempo el trazado de los
garabatos.
Hay que concebir, pues, la exigencia de fidelidad, no de manera
estática, sino de manera dinámica.
3. La tercera condición es que el test tenga buena sensibilidad,
es decir que dé resultados diferentes para individuos diferentes y en
situaciones clínicas también diferentes y que permita, por lo tanto,
distinguir unos de otros, los casos sometidos a prueba. Ya la gran
variedad de los garabatos nos da- derecho a sostener que este test es
un revelador muy sensible de las diferencias individuales. Pero es
necesario además que esas variaciones tengan sentido y nos permi
tan interpretaciones valederas. Tenemos la esperanza de haber
mostrado en nuestra obra cómo de la diversidad de los trazados se
pueden destacar tipos de garabatos que responden a situaciones
psico-patológicas comparables.
4. La cuarta condición es la validez del test. Esta es, con toda
evidencia, la condición más im portante y en la que están contenidas
todas las demás. Un test es válido, como es sabido, si mide
efectivamente lo que está destinado a medir: en este caso, la
personalidad y sus trastornos.
El primer criterio para juzgar esta validez será el poder diferen
ciar el sujeto nornial del sujeto patológico. ¿Existen trazados
normales y trazados patológicos bien distintos? A esto hemos
respondido en nuestra interpretación de los garabatos. En primer
lugar, trazamos un esquema general de la evolución del trazado
según la edad, haciendo ver que ciertos garabatos, normales en el
niño, no lo son más cuando se los observa en la edad adulta. En
segundo lugar, una vez pasados los primeros estadios de la vida, los
trazados de sublimación se convierten en regla para los normales, de
acuerdo c o n la evolución de la personalidad. En cambio, ciertos
trazados de represión y de inhibición (véase figs. 23 y 24) permiten
afirmar, un estado patológico.
No es menos cierto, empero, que no se puede delimitar en
forma segura lo normal de lo. patológico y que hay que concebir la
exigencia de validez también de manera dinámica. Los garabatos,
hemos dicho, dramatizan sobre la hoja en blanco los conflictos
vividos por el sujeto. Ahora bien, los normales tienen tantos
conflictos como los enfermos; simplemente los resuelven mejor. Por
lo tanto, no se puede afirmar un trastorno patológico, por el solo
hecho de comprobar una situación conflictiva. Sólo se puede emitir
una hipótesis, a veces muy probable, pero que deberá siempre ser
verificada mediante-otros test de proyección v mediante Ja referen
cia a la clínica. ■ ; .,
No se han hecho muchos experimentos sobre la validez del test
■de los garabatos. Sólo conocemos el de J. Subes1. La prueba fue hecha
basándose en las correlaciones que. afirma R. Meurisse. existen
entre ciertos garabatos y ciertos rasgos psicológicos y llena a
resultados enteramente negativos. No podemos entrar aquí en los
detalles de la critica de Subes. Digamos solamente que. en conjunto,
la misma nos parece falseada por el m étodo empleado, que consiste
en probar la validez de un test por medio de otro cuya validez no
esta probada. En segundo lugar, reserva más grave aún, que ya
uciera Meurisse: los diferentes tests puestos en correlación con el
de los garabatos no exploran el mismo nivel de personalidad que
este Daré simplemente el ejemplo de la agresividad, tan a menudo
manifiesta en el trazado de los garabatos. Para verificarla. Subes
tuzo pasar el test de Rosenzweig a 50 sujetos de los cuales tenía los
garabatos y trató de establecer una correlación entre la agresividad
manifestada en ellos y el porcentaje de respuestas de agresividad
extrapumtiva del test de Rosenzweig. Ahora bien, que haya encon-'
rado aquí una correlación nula no significa nada, por la muy simple
■ razón de que los garabatos objetivan la agresividad instintiva
espontanea, mientras que en el test de Rosenzweig, las situaciones
ante las cuales se coloca al sujeto son situaciones sociales y que la
agresividad suscitada por las mismas debe expresarse mediante el
lenguaje con todo lo que eso implica de defensas semi-conscientes y
de veracidad discutible.
A nuestro entender, con tales m étodos estáticos de correlación
no se podrá nunca probar o impugnar la validez de ninaún test de
proyección.
. Que se tm te de fidelidad, de sensibilidad o de validez, debemos,
siempre retornar a la consideración dinámica de la personalidad,
vista com o un campo de fuerzas en conflicto.
Cada sujeto, que sea sano o enfermo, proyecta en sus garabatos
sus conflictos personales, la forma particular en que su Yo concilla
las tendencias y las defensas, reflejo probable de su modo reaccional
de adaptación a las situaciones reales.
170
El único criterio para juzgar la validez de
en definitiva, q u e la interpretación del
examen clínico, permitiéndonos comprender
profundas de los trastornos observados.
171
esfuerzo™5 ^ P° SÍble ° bt6ner d* ° tra man6ra y con tan Poco
R e la c io ne s c o n el m u n d o exterior, o b je tiv a d a s en la f o r m a en
q u e los g a ra b a to s o c u p a n el espacio vital d e la h o ja ; g ra d o de
e x p a n s ió n (am p lia e x p a n s ió n o in hibición); g r a d o d e su b lim a c ió n
(tr a z a d o c o m p a c to o a b ie rto ). -
R elacion es c o n la in sta n c ia familiar, o b je tiv a d a s en la re lac ió n
de los garabatos con ¿1’nombre.
En el mismo orden de ideas, la forma en que se ha resuelto el
complejo de Edipo: xasos muy frecuentes en los que no ha podido
ser superado y en los que el sujeto ha retrocedido a un estadio
pre-edipico de relación puramente nutricia con una imagen materna
(garabatos debajo del nombre).
Significado especial de los garabatos esfumados, interpretados
mo la objetivación del volver contra sí mismo las pulsiones
agresivas. . y
a is la m L n t n ™ 0 ’ de las f o rm a c io n e s r e a c c io n a le s y del
a isla m ie n to , q u e e x p re sa n m u y cla ra m e nte en lo s g a r a b a t o s la in
versión de las p u lsio n e s y la relación de o b je to a d ista n c ia .
17 2
BI B L IO G R A F ÍA
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