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2 Juan 1:6-8

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Programación diaria

2 Juan 6-8
Continuamos hoy, amigo oyente, recorriendo esta breve epístola,
la Segunda carta del Apóstol Juan. Y comenzaremos nuestro
estudio en el versículo 6. Debemos recordarle algo nuevamente,
que es de suma importancia y que debemos mantener siempre
ante nosotros al estudiar esta epístola. La polaridad de la fe
cristiana y de la vida cristiana, es la verdad y el amor. Es cierto
que para el creyente es la fe, la esperanza y el amor. Pero, la
polaridad objetiva de la fe cristiana es la verdad y el amor.
En su primera epístola, Juan enfatizó el amor, pero él también
dijo que ese amor es para los hermanos, para los creyentes, para
aquellos que están en Cristo. Él dice: Hijitos, amaos los unos a
los otros. Y él se está refiriendo a los creyentes. Hay algunos que
piensan que debemos diluir las Escrituras y la fe cristiana hoy, y
decir que uno debe amar a todo el mundo. No podemos
comprender esto muy bien, porque sabemos que cuando uno dice
algo así, uno no ama en realidad a todo el mundo. Eso es algo
imposible de hacer. Hay demasiadas personas en este mundo
que, bueno, son difíciles de amar, muchos de nosotros somos así.
Y como resultado, no somos amables.
Como dijimos en nuestro programa anterior, Dios ama al mundo.
Él nos ama a todos nosotros. Nosotros no somos dignos de ser
amados, pero Dios nos ama. Lo importante es que Él dijo que
usted y yo debíamos llevar el evangelio a esta gente. Así es como
usted y yo podemos demostrar nuestro interés y nuestro amor;
llevando el evangelio a esta gente. Dios los ama. Nosotros
pensamos que a veces nos sentiremos en nuestros corazones lo
que sucedió en el corazón de Jonás: que se irá desarrollando un
amor por aquellos que escuchan el mensaje de la salvación; pero
lo importante es ver que Dios es amor. Ese es Su atributo. Y Su
amor ha provisto un Salvador para nosotros. Es importante
mantener siempre esa verdad en nuestra mente.
Ahora, la verdad es muy importante también. Usted no puede
poner el amor por encima de la verdad, porque cuando usted así
lo hace, entonces sacrifica la verdad. Y Juan enfatizó esta idea.
Ahora, al comenzar el versículo 6, él dijo:
"Y este es el amor: que andemos según sus mandamientos. Este
es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis
oído desde el principio."
¿Qué es el amor? Es vivir cumpliendo Sus mandamientos. El
Señor dijo: si me amáis, guardad mis mandamientos. El versículo
6 fue otra forma de decir lo mismo. Los mandamientos del Señor
son más que los Diez Mandamientos. Los Diez Mandamientos son
básicos para los gobiernos de los pueblos y para la civilización,
pero el cristiano ha sido llamado a vivir en un nivel más elevado,
en el cual ha de producir en su vida, por el Espíritu Santo - y este
es el fruto del Espíritu--- amor, gozo, paz, paciencia, etc. Si estas
virtudes están en nosotros y permanecen en nosotros, quiere
decir que usted y yo estamos cumpliendo Sus mandamientos. Si
esas virtudes no están en nosotros, no estamos obedeciendo Sus
mandamientos.
Y el amor siempre se expresa por medio de acciones de ayuda a
otras personas, Nadie puede decir que ame a alguien a menos
que tenga una genuina preocupación que le impulse a ayudar a
quien lo necesite, y especialmente una preocupación por su
bienestar espiritual.
Bueno, aquí se nos dice que pongamos en práctica sus
mandamientos. Este pedido llega directamente a nuestra vida
práctica diaria. Es la salvación expresada caminando por las
aceras de nuestras calles, donde vivimos la vida diaria y de
relación. Recordemos que hombres como los apóstoles Juan y
Pablo estaban escribiendo a personas que vivían en el mundo
Romano. En los días de Pablo el emperador era el sangriento y
cruel Nerón. Juan llegó a ver a un emperador tras otro asumir el
poder y perseguir a los cristianos. Comenzando con el emperador
Tito, la persecución fue especialmente severa y dura. El mundo
romano era brutal y cruel, pagano hasta la médula. Y sin embargo
había hombres y mujeres caminando por los caminos romanos,
viviendo en ciudades paganas que estaban poniendo en práctica
los mandamientos divinos. Estaban traduciendo el evangelio a la
vida diaria. Esta es la actitud que urgentemente necesitamos en
nuestro tiempo.
El versículo 6 finaliza diciendo Este es el mandamiento: que
andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. En
otras palabras, este mandamiento no era para guardarlo en un
lugar secreto, ni expuesto en una estantería. Lo habían oído
desde el principio, y había sido enseñado por el Señor mismo. Por
lo tanto debían ocuparse en llevarlo a la práctica y vivir de
acuerdo con esta enseñanza, expresando amor a aquellos que
estaban dentro y fuera de su círculo. Y ahora llegamos a un
párrafo que hemos titulado

El amor es una expresión de la doctrina de Cristo


Aquí surge ante nosotros el otro extremo de la polarización: el
amor está en un lado, y la verdad se encuentra en el otro lado. Y
el apóstol Juan pronunció su advertencia. Leamos el versículo 7
de esta epístola:
"Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no
confiesan que Jesucristo ha venido en cuerpo humano. Quien esto
hace es el engañador y el anticristo."
Aquí debería traducirse un anticristo. En su primera epístola, Juan
dijo que ya había muchos anticristos, y que estaba el espíritu del
Anticristo, ¿Cómo identificamos el espíritu del anticristo? Estamos
repitiendo aquí lo que hemos dicho anteriormente, pero este es
un tema tan importante que es necesario recordarlo siempre, y
tiene relación con la persona del Señor Jesucristo. Dijo aquí Juan
que un anticristo era el Que no confiesa que Jesucristo ha venido
en cuerpo humano. El espíritu del Anticristo consiste en negar la
deidad de Cristo, es negar tanto aquello que se ha dicho de Él,
como todo aquello que Él ha dicho. Así también como todo lo que
Él hizo por nosotros en la redención, muriendo en la cruz, siendo
resucitando corporalmente de entre los muertos. Ese es el
anticristo; este es el espíritu del Anticristo.
El profesor McGee, autor de estos estudios, cree que el espíritu
del Anticristo, en su momento, será dirigido no por un solo
hombre, sino por dos, que quedaron descritos en el libro de
Apocalipsis 13. Uno de ellos será un gran líder político, un
gobernante, un enemigo de Cristo - él estará en contra de Cristo.
El otro será un líder religioso, que imitará a Cristo y que
conseguirá que el mundo adore a la "primera bestia", es decir,
que adore al líder político. Eso ocurrirá en el futuro y todo lo que
está sucediendo en nuestro tiempo está preparando el camino
para la llegada de este último; hasta el punto de que cuando el
gobernante político y el dirigente religioso finalmente aparezcan,
el mundo estará dispuesto para recibirlos. Y el Profesor McGee
cree que el mundo está casi preparado para llegada de ellos en
estos días en que estamos viviendo. En primer lugar, el
gobernante político prometerá paz para el mundo, durante 3 años
y medio, y en ese período de tiempo lo logrará, pero esta paz no
será permanente o definitiva. Irá creando un estado de cosas que
culminará en una gran catástrofe que será introducida por la
guerra de Armagedón, que durará aproximadamente 3 años y
medio, hasta la venida de Cristo a la tierra para establecer Su
reino.
En aquel tiempo habrá una religión, por cierto que, incluso en
estos tiempos, parecemos estar yendo en esa dirección. Será una
religión mundial en la que todos compartirán su forma de pensar.
Será una religión vacía de creencias; los que la acepten no
tendrán nada que los mantenga unidos. En el día de hoy se habla
mucho librarnos de todo aquello que nos separe. Por ello se creará
una religión cuyos adeptos que, al no creer en nada, no se dirigen
hacia ninguna dirección en particular, es decir, que no van a
ninguna parte, y por lo tanto pueden unirse. Esta será la obra del
engañador que finalmente surgirá en la historia, en los últimos
tiempos; por ello se habla de uno que dirigirá la religión y otro,
la política de este mundo. Este será, pues, el Anticristo que
vendrá.
Por ello el versículo 7 dice: Muchos engañadores han salido por
el mundo. El Gnosticismo estaba creando perturbación en los días
del apóstol Juan. A cualquier lugar donde haya llegado el
Evangelio, los cultos y sectas siempre lo han seguido. Esas sectas
siempre llegan siguen a la predicación del Evangelio - nunca
llegan antes. Así que, en aquel tiempo se habían introducido en
la zona, la que fue conocida por la secta Gnóstica, que realmente
estaba dividida en muchos grupos. Había uno de esos grupos que
formaba una secta conocida como los gnósticos de Cerintios. Ellos
seguían a un maestro de Éfeso que se llamaba Cerintius. Cuenta
una tradición que Juan, que era Pastor de la iglesia en Éfeso, fue
a los baños públicos que había en aquella época, y que allí se
encontraba Cerinto que también estaba tomando un baño, y que
cuando Juan vio que él estaba allí, salió del agua, tomó sus ropas,
se vistió rápidamente, y salió de ese lugar, porque no quería tener
nada que ver con aquel hereje. Bueno, ésta es una tradición que
puede ser cierta o no, pero con seguridad expresa el punto de
vista de Juan en esta epístola que estamos estudiando. Aquellas
sectas de Gnósticos se parecen a diversos cultos que se han
organizado en la actualidad, en el sentido en que enseñan que
Jesús y Cristo eran dos entidades diferentes. Los gnósticos de
Cerinto eran parecidos a algunas sectas que existen en el
presente. Ellos enseñaban que Jesús y Cristo eran dos entidades
completamente diferentes. Y que lo divino descendió sobre Jesús
en Su bautismo, pero que le dejó cuando Él murió en la cruz.
Estaba también otra filosofía gnóstica docética, cuyos adeptos
negaban la realidad del cuerpo físico de Cristo. Ellos dijeron que
los apóstoles pensaban que veían a Jesús, pero que de hecho, El
no era una persona real. Según ellos, El era simplemente una
aparición. Hay algunas sectas que han adoptado también esta
herejía. Fue por esa razón que Juan dijo en su primera epístola,
recordando a Jesús, en el capítulo 1:1, lo que hemos oído, lo que
hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y
palparon nuestras manos. Los apóstoles sabían de que estaban
hablando, y que Jesús era un hombre real.
En aquel momento había algunas sectas judías, y cuando surgió
el cristianismo, ellas adoptaron muchas de las enseñanzas de la
fe cristiana. Había un grupo de Esenios en Qumran, donde se
encontrarían los rollos del Mar Muerto. Y en Masada, que cayó en
el año 73 de nuestra era, 3 años después de la caída de Jerusalén,
había alrededor de 967 celotes, que también habían escogido
algunas de las enseñanzas de Cristo. Ambos grupos habían
tergiversado, distorsionado o pervertido concepciones de la
persona de Cristo.
Y lo que Juan estaba diciendo aquí era de suma importancia,
porque a través de los tiempos se han difundido ideas falsas sobre
la persona de Cristo. Los grupos que sostienen esos puntos de
vista no son difíciles de identificar. Solo basta comparar esas
creencias y enseñanzas con la persona de Cristo y Sus
enseñanzas con las de las Sagradas Escrituras.
Ahora, esto no quiere decir que una persona no pueda tener un
punto de vista un poco diferente al suyo, por ejemplo en el tema
de la elección. Este tema ha sido debatido por siglos. Juan Wesley
lo enseñó desde cierto punto de vista, mientras que Juan Calvino
lo enseñó desde otro punto de vista. Pero ambos creían en la
deidad de Cristo; y cuando uno cree en la deidad de Cristo, amigo
oyente, ello indica que también cree en el nacimiento de Cristo
de una virgen, la virgen María. Y significa que esa persona cree
en el registro histórico que tenemos en la Biblia, y que también
cree en la doctrina de los apóstoles, que ellos enseñaron en sus
epístolas. Así que los teólogos citados tenían una diferencia de
opinión sobre la doctrina de la elección, pero ninguno de ellos era
un falso maestro porque ambos estaban de acuerdo en las
doctrinas básicas de la fe cristiana.
Permítanos ilustrar esto con otro ejemplo. El profesor McGee
inició sus estudios teológicos en un seminario que, en profecía,
había adoptado la postura amilenarista, totalmente contraria a un
milenio literal en el cual Cristo reinaría sobre la tierra.
Posteriormente, continuó sus estudios superiores en un seminario
que había adoptado la posición premilenarista, que es favorable
a ese reino literal. Hablando de su primera etapa de estudios, el
profesor McGee recordó siempre a un profesor del primer
seminario, el amilenarista, y aunque no compartía la posición del
citado profesor, reconoció que le encantaba escuchar la
elocuencia con que aquel hombre exaltaba la persona de Cristo,
y como defendía su nacimiento virginal, la redención por Su
sangre y la resurrección corporal en una forma que jamás había
escuchado antes. Su claridad había llegado a emocionarle. Por
supuesto que aquel profesor se oponía al premilenarismo,
posición del profesor McGee. Pero ambos se hicieron buenos
amigos y sus diferencias nunca llegaron a perturbar su amistad.
Por su parte, McGee lo consideraba equivocado, pero ambos
disfrutaban de largas conversaciones compartiendo aquello que
les unía en Cristo y el respeto a la autoridad de las Sagradas
Escrituras. Ellos consideraban a sus divergencias teológicas como
elementos secundarios y pensaban que al llegar al cielo, estarían
completamente de acuerdo, porque cada uno de ellos tendría que
modificar un poco su posición en los aspectos secundarios de la
fe. Y los consideraban factores secundarios porque los
comparaban con las verdades fundamentales sobre la persona de
Cristo.
Ahora, Juan dijo que la forma en que íbamos distinguir a alguien
que fuera hijo de Dios de una persona que no lo fuera era
observando. El que no practicara la justicia ni amara a su
hermano, no pertenecía a Dios. El amor y la justicia eran y son
dos manifestaciones de un hijo de Dios. Por ello debíamos conocer
a aquellos que negaban la deidad de Cristo. Juan decía que aquel
que negaba la deidad de Cristo, no era cristiano. Podría ser una
persona religiosa, pero no cristiana. Después de todo, "cristiano"
significa seguidor de Cristo, o sea, alguien que cree en El. Nadie
puede ser un seguidor de Cristo menos que crea en el nacimiento
virginal, en su Deidad, en su vida milagrosa, en Su obra de
redención en la cruz, y en su resurrección de entre los muertos.
Y continuó diciendo el apóstol en el versículo 8:
"Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de
vuestro trabajo, sino que recibáis la recompensa completa."
Usted no pierde su salvación cuando tiene comunión o
compañerismo con personas equivocadas y esto tiene que quedar
bien aclarado. Pero usted se coloca en una posición peligrosa
desde el punto de vista espiritual. Ello significa que en el
momento en que usted y yo nos identificamos con alguien de una
secta o culto falso en el sentido de sentirnos cómodos en un
contexto en el que se niega la deidad de Cristo, sería como
someter a nuestra fidelidad a presiones extrañas que podrían
desviarnos de la fe. No creemos que haya recompensa para un
cristiano que se coloque en esa posición límite.
Cada creyente debería sentir una gran motivación para ser fiel a
Cristo, viviendo la expectativa de aquel día en que le escuche
decir a su Salvador y Señor; Está bien, buen siervo:...has sido
fiel (Lucas 19:17). Al final de su vida, el apóstol Pablo pudo decir
lo que leemos en 2 Timoteo 4:7 y 8: 7He peleado la buena batalla,
he acabado la carrera, he guardado la fe. 8Por lo demás, me está
reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez
justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que
aman su venida. Durante su vida, no estuvo completamente
seguro de ello, porque en una ocasión dijo que no quería ser
desaprobado cuando llegara a la presencia de Cristo. Por lo tanto,
nos incumbe a nosotros no ser engañados ni convencidos por el
error.
Amigo oyente, el tiempo nos obliga a concluir nuestro estudio de
hoy en este punto. Le agradecemos la atención con que nos ha
escuchado y le invitamos cordialmente a acompañarnos en
nuestro próximo programa, en el cual finalizaremos nuestro
estudio de esta segunda epístola del apóstol Juan. Le sugerimos
que lea por sí mismo y anticipándose al programa, hasta el
versículo 13, o sea, hasta el final del único capítulo de esta carta
y, si es posible, vuelve a repasar los versículos ya leídos, para
estar más familiarizado con esta breve epístola que expone
algunos de los puntos esenciales de la doctrina cristiana, a la vez
que enfatiza su aplicación práctica a nuestra vida diaria. A
nuestras relaciones con nuestros hermanos en la fe y a nuestro
contacto con los que no comparten nuestra fe. Y si surge alguna
duda o tiene usted alguna pregunta sobre la exposición Bíblica, le
invitamos a que nos escriba, e intentaremos contestarle lo antes
posible. Consideramos que el contacto con nuestros oyentes tiene
gran importancia, pues constituye un gran estímulo para
continuar con nuestra labor. Nos despedimos, pues, hasta
nuestro próximo encuentro.

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