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A continuación me gustaría agregar los dos diferentes modos del Yo, estos son
el Ego y el Ello. El modo del Ego es activo, voluntarioso, agresivo y enfrenta al
ambiente, es esa acción negatriz hegeliana que al actuar la materia la destruye,
transforma y niega para la satisfacción. El Ello por su parte es la confluencia
entre el Yo y el no-Yo, la simbiosis, el postrarse en el ambiente causando la
sensación de que este nos moviliza. Otra cuestión importante antes de ahondar
en las vertientes del existir humano son el contacto y el apoyo, siendo el
primero la naturaleza y calidad en que nos ponemos en relación directa con
nosotros mismos, el ambiente y los procesos relacionados a ambos, y el
segundo es el fondo de este contacto, el todo que lo permite, la herencia, los
procesos bioquímicos, el aire que respiramos, el lugar donde vivimos, el
mundo, la naturaleza y los mismos límites del universo. El contacto tiene las
siguientes características: reposo (confluencia con lo que hemos hecho
contacto), proyección (como abstracción para completar el campo poniendo
nuestra existencia en el afuera), introyección (no asimilación de lo aprendido) y
retroreflexión (un autocontrol ante una intencionalidad agresiva). Finalmente, el
Yo tiene unas funciones de seguridad que agotan la energía empleada en
aquello en lo que se hizo contacto para protegernos; estas funciones de
seguridad son: huida (abandono de la escena), desensibilización (huida
psicológica), regresión (acudir a estilos de conducta pasados).
‘’Será ese ser dual y desgraciado que se mueve y vive entre la tierra de los
animales y el cielo de sus dioses, que habrá perdido el paraíso terrenal de su
inocencia y no habrá ganado el paraíso celeste de su redención. Ese ser
dolorido y enfermo del espíritu que se preguntara, por primera vez, sobre el
porqué de su existencia. ’’ Ernesto Sabato.