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Informe de lectura, Libro Apacienta mis ovejas

Corporación Universitaria Adventista

Facultad de Teología

Licenciatura en Teología

Carlos Andrés Bastidas Garcia

Medellín, Colombia

2017
INFORME LIBRO APACIENTA MIS OVEJAS

Resumen

El escritor del tema ha consultado muchas fuentes para encontrar la respuesta sobre qué es la

predicación, descubriendo que se ha escrito demasiado sobre el tema y quizás se ha dicho todo lo

que se puede decir sobre esto. Cuando Jesús descendió del cielo, vino predicando. Esa palabra

significa proclamando, o pregonar. Predicó sobre el cumplimiento de la profecía de las 70 semanas.

La predicación de Jesús fue (1) concreta, (2) bíblica y (3) profética; no se basó en las teorías

filosóficas.

Nuestra predicación debe dar un mandato de arrepentimiento. La predicación debe ser hombre

a hombre. La predicación debe ser verdad de la escritura. Jesús comenzó su predicación citando

las escrituras del Antiguo testamento. Debe preguntarse cada uno si está viviendo la verdad y si no

se la ha diluido con ideas propias y filosofía humana.

Cuando Dios envía la verdad, siempre envía a un hombre. La predicación nunca terminará

mientras no se termine de predicar el evangelio en todo el mundo. Dios siempre envía la verdad a

través de un hombre. El Señor nos da su comisión a nosotros, y nos dice que somos sus testigos

(Hechos 1:8), no sus abogados. Se debe ser más testigos y menos abogados. Se debe dar testimonio

de las cosas que Dios hace en sus vidas, no inventar historias.

Ser testigo no es argumentar. Dar testimonio es darle algo a la gente que se conoce y que debe

conocer. Hay que experimentar lo que es ser un hijo de Dios, no como una mera teoría, sino

sentirlo. Cada vez que se suba al púlpito, el mensaje esparcido debe llegar a los corazones. La

comisión de ser testigos en todo el mundo no está limitada solo a los apóstoles, ni a los judíos, ni

a una época, sino que llega hasta el fin del tiempo. Dios siempre ha levantado en su iglesia

predicadores intrépidos, consagrados y capaces. Ninguna cosa reemplazará la predicación: los


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clubes, los ejercicios, los juegos, etc., porque Jesús dio su bendición esta. El tema central de la

predicación es levantar a Cristo. Hay solamente un remedio para el pecado, y es la sangre de Cristo

derramada en la cruz.

Existen muchas religiones en el mundo, que buscan la paz y la verdad, pero no la encuentran.

El hombre trata de buscar a Dios. Pero en la Biblia vemos a Dios buscando al hombre. El

Cristianismo es diferente al Budismo, el Confusionismo y otras religiones por eso. La predicación

se encarnó en Jesús. Ese es el modelo que todos deben seguir. Nunca nadie lo igualará, pero Él

debe ser el ideal de todo creyente. La verdadera predicación no existe cuando no se expone la

verdad de la palabra de Dios. Es un asunto solemne, sagrado, santo e importante.

Se les dice a los pastores que ya no hablen más de teología, pero el evangelio está lleno de

teología. El predicador a través de la teología hace ver cosas un poco más allá del evangelio de lo

que se puede ver a simple vista. Y la función del sermón es traer esas verdades un poco más claras,

para que ayuden en la creación de una nueva vida.

Un sermón debe ser fructífero, llevar madurez y fervor. Debe ser el mejor fruto del predicador.

Si se viera el corazón de las personas, se harían sermones con más dedicación y devoción. Cada

persona un buen tiempo de su vida escuchando sermones, y del predicador depende que sea

nutritivo ese momento. Puede ser que esa sea la última ocasión que esa persona esté escuchando

ese sermón y necesita irse convencido que hay un Salvador que le ama.

La función principal de la iglesia es predicar. La prosperidad de la iglesia ha caído o ha surgido

por la prosperidad o la caída de la predicación. No importa el lugar, si es poco atractivo y no

despierta admiración, pero muchos de esos lugares pueden sentir el poder vivificador del Espíritu

Santo cuando se presenta un sermón con devoción, exaltando el mensaje de Dios.


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Cada sermón debería ser un mensaje de Dios. Lo principal de un sermón es que se glorifique a

Dios. En los sermones no se hace gala de las capacidades que se tienen, sino que se busca llevar a

las personas a ser buenos cristianos. El verdadero predicador se somete a la voluntad de Dios, toma

las verdades y las aplica a las necesidades de la gente hoy.

El verdadero sermón debe tener la Escritura como su fundamento. Muchos son los libros que se

podrían encontrar que hablan sobre predicación, pero tiene una parte que se dirige a los convertidos,

y otra a los no creyentes, invitándolos a que sigan a Jesús. Todos los sermones deberían dirigirse a

la edificación de los Santos y a la conversión de los pecadores. El mejor momento para esto es la

predicación del sábado.

Todo sermón debe finalizar con una invitación para hacer un compromiso concreto con el Señor.

Siempre sin importar el lugar o los temas debe hacerse, porque quizás ese que toma su decisión no

volverá en la siguiente oportunidad. Puede ser que durante semanas nadie acuda al llamado, pero

un alma vale más que muchas veces de invitación.

Toda predicación debe ser doctrinal, pero la doctrina será predicada para que se salven las

personas. Esa es la forma de predicar la doctrina. Y esa es la forma como el mismo Jesús predicó.

El predicador debe exponer bien la palabra de verdad, no inventar un nuevo evangelio. No se puede

confiar en sermones viejos, porque pueden estar aptos para el contexto y necesidades actuales. El

centro de nuestro mensaje es Jesucristo, para que quienes escuchen se comparen con él y vean la

necesidad de humillarse.

El mensaje de la Biblia no es anticuado. Hoy hay grandes descubrimientos de arqueología y

otros avances en otros campos que nos ayudaran a comprobar su veracidad. Pero aun asi hay

muchos charlatanes en el campo de la religión que pretenden curar todos los males y enfermedades
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de la iglesia. Lo que necesita hoy la iglesia es doctrina y no recetas de doctores. Una gran

predicación surge solamente de una base rica y profunda de gran teología. Las grandes reformas se

han llevado a cabo por hombres que predicaban vigorosa, incisiva, doctrinalmente y con autoridad.

Toda denominación debe tener su credo, sino se debilita hasta que decae. La iglesia no sufre por

demasiada teología, al contrario por poca.

Muchos de los sermones de hoy están llenos de ficción y relatos conmovedores, porque quieren

atraer a la gente. Pero qué pasaría se a nuestros niños solo le diéramos lo que quieren comer, por

supuesto que se desnutrirían. Una predicación destacada proviene de una gran convicción, mucha

oración y mucho trabajo. Cada predicador en cada sermón debe llevar a la gente a un deseo de

cambiar su vida a lo que vaya a su hogar.

La prueba de un orador eficaz es llevar a la gente la acción. En el nuevo testamento tenemos

tres grandes sermones: el primero el de Pedro, el segundo el de Pablo en Antioquía y en la colina

de marte. Todos fueron en gran medida doctrinales. En todos los casos Cristo era el centro del

sermón. Toda la Escritura habla de la doctrina de Cristo.

Cuanto más nos aproximamos al fin, cuanto más se debería seguir el viejo mensaje. La

predicación genuina es la predicación de las creencias de los Adventistas del Séptimo día. Los

pioneros que eran estudiantes fervorosos de las escrituras, dedicaban noches enteras para

entenderlas y cuando no podían la revelación especial a través de la hna Elena G White, aclaraba

lo que no entendían. Es tiempo de realzar esas verdades distintivas de nuestra denominación.

Predicar no es meramente dar conferencias, no es meramente platicar. La verdadera predicación

viene de la rendición completa al Señor Jesucristo. Nuestro mundo está en llamas y necesita ser

sofocado por el agua del evangelio. No hay nada que Satanás deteste más, que una predicación
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poderosa. El predicador está llamado a ser la luz del mundo, no por que posea luz propia, sino por

que la luz de Cristo resplandece en él. Lo que convencerá al oyente es la convicción propia, la voz

firme y segura. La predicación verdadera ganará el corazón del que duda y el escéptico. Se debe

apelar tanto a la razón, como a los sentimientos, Jesús lo hizo porque sabía que del corazón del

hombre salen todas las cosas.

La verdadera predicación dejará claro que Jesús está vivo. El predicador debe escuchar las

palabras de Dios en su propio corazón. Cuando lo hace así, entonces lo primordial será predicar,

en vez de alcanzar blancos, dirigir excursiones, promover proyectos, ser un actor, presentar

películas, congraciarse con sus líderes, etc. Hay que ser un predicador del evangelio, más que un

consejero que aplica principios de la psicología y la psiquiatría. Todas estas cosas no están mal,

pero no son lo principal.

Nunca digamos que somos empleados de la Asociación, sino que Dios. Los diezmos y ofrendas

con los que se sostienen pertenecen a Dios, la Asociación simplemente los administra. La

organización no puede gastar nuestro tiempo de tal manera que no tengamos tiempo para la

predicación. Los discípulos cuando vieron que gastaban demasiado tiempo en la organización

hicieron una reorganización, dando a otros hombres esta tarea secundaria.

Cada predicador tiene su estilo particular de predicación. Dios utiliza esas cualidades variadas

para llevar adelante su obra. No se permitirá que ningún hombre nos idolatre o nos adule, siempre

debe llevar a las personas a poner la mirada en Cristo. Además, si se desea ser un hombre de Dios,

con la bendición de Dios, el corazón debe estar libre de celos profesionales. Somos una pequeña

multitud debajo del cielo, por eso es necesario apoyar a los demás. Si algo hace llorar a los ángeles

son los celos profesionales.


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Los verdaderos predicadores deben ser capaces de diferir en la doctrina y amarse mutuamente.

Necesitamos reconocer la seriedad y la santidad del corazón de nuestros hermanos aunque no

podamos concordar con sus pensamientos. Ellos son una criatura de Dios, hijos de Dios. El

predicador exitoso debe ser sincero. Un hombre predicador debe ser un hombre que tiene fe.

Predica con fe la palabra de Dios y solo así podrá ayudar a la gente hoy día.

Hoy día hay muchos obreros fraudulentos disfrazados de ministros de Justicia. La Iglesia no se

elevará más de lo que se eleva el ministro. Debemos orar para que el Señor libre a las personas

sinceras de esos lobos rapaces disfrazados de ovejas. Cada cristiano debe estudiar su Biblia para

no ser engañado por estos hombres. Jesús le dijo a las personas que hicieran como decían los

fariseos que hicieran, sentarse en la cátedra de Moisés, pero que no hicieran como ellos hacían,

todo lo contrario a lo que decía Moisés.

La predicación debe mantener despiertos espiritualmente a quienes la oyen. Pero en muchas

ocasiones hasta el predicador está dormido. Cuando el predicador está dormido, no importa como

hable, grite o ruja, si está dormido en su corazón, la gente echará a dormir. El Ministro tiene que

estar plenamente convencido de que ha sido llamado por Dios. Dios escoge a personas que tienen

las capacidades, él no escogerá alguien que no tiene lengua para que hable, él escogerá a un hombre

al que ayudará a desarrollar sus capacidades.

Si un ministro no produce frutos, debe ser evidente que no fue llamado por Dios. Algunas veces

es una bendición cuando ciertos hombres dejan el ministerio. Cuando Dios selecciona a alguno

para el ministerio los frutos y el poder de Dios lo acompañan. Hay otros que son llamados por Dios

pero no aceptan el llamamiento, porque no ven suficiente salario o suficiente honor, o suficiente

gloria. No permitas que nada impida seguir el llamamiento. Dios nos muestra miles de formas para

reconocer que somos llamados.


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Si alguna persona tiene la convicción de que Dios lo ha llamado conseguirá el reconocimiento

de la iglesia de alguna manera. Dios tiene miles de formas de otorgárselo. Pero si usted no puedo

llegar a ser un experto en teología, un experto en Homilética, puede llegar a ser un cristiano sincero,

que es la única exigencia del nuevo testamento.

Es importante el carácter personal del predicador. Usted debe ser un hombre modelo, que dé

ejemplo de lo que predica. Debe gozar de buena salud, buen temperamento y seriedad moral. Esté

seguro que es Dios el que lo llama, y no su mamá o su padre o su profesor, o algún ser querido que

quiere que sea Pastor. Además de ser un orador brillante y bueno, debe tener mucho sentido común.

El trabajo del pastor no es una tarea fácil. El Señor tiene que darle la gracia, y el predicador

desarrollará el conocimiento, pero el sentido común no se lo puede dar nadie. El predicador no solo

debe conocer la verdad, sino ser. Predicarla de tal manera que otros no solo conozcan la verdad,

sino que lleguen a ser la verdad.

Para sr un predicador genuino se debe vivir en el hogar el mensaje que predica. La esposa, los

hijos, han de saber que cree y vive lo que predica. Su esposa y sus hijos deben reconocer en él que

es un hombre de Dios, testificando que ora, habla, canta y vive el evangelio, si no se hace esto en

el hogar, no es un buen cristiano. Las esposas más que nadie conocen si lo que el pastor dice lo

vive en su hogar. Si no vive el mensaje que predica, algún día será revelado al mundo.

Sería bueno que nosotros tengamos en cuenta las doce reglas de Wesley: (1) Se diligente, (2)

sea formal, (3) Converse escasa y cautelosamente con las mujeres, particularmente con las jóvenes,

(4) no dé ningún paso hacia el matrimonio sin oración y consulta a los hermanos, (5) no crea nada

malo de nadie a menos que esté plenamente probado, (6) no hable mál de nadie, (7) dígale todo lo

que usted pensó mal de él, con cariño y claramente, (8) no se alíe únicamente con el poderoso, (9)
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no se avergüence de nada sino del pecado, (10) sea puntual, (11) usted no tiene nada más que hacer

que salvar almas, (12) actúe en todo no de acuerdo a su voluntad, sino como un hijo del evangelio.

Dios está buscando hombres extraordinarios, extraordinarios en consagración, extraordinarios

en su entrega al poder del Espíritu Santo, extraordinarios en esperanza y fe, extraordinarios en su

dominio de las Sagradas Escrituras.

Todo el que espera ser un ministro del evangelio, debe tener claro que jamás podrá satisfacer a

todo el mundo. Siempre estarán hablando constantemente, de una cosa u otra, pero al que siempre

debemos satisfacer es a nuestro Señor, el Único que nos ha llamado a predicar. El predicador debe

estar constantemente recibiendo fuerzas de Dios. No espere predicar el evangelio hasta que tenga

suficiente poder del Espíritu Santo para que lo conduzca hasta el fin.

Los errores que cometemos en el camino, no deben motivarnos a renunciar a la predicación de

la palabra de Dios. Si esto ha sucedido el Señor quiere reafirmar tu convicción. Si perteneces a

Cristo y Dios te ha llamado a predicar el evangelio nada en esta tierra podrá hacerte daño. Uno de

los mayores males que está dañando a nuestros predicadores es el agotamiento mental. Pero si Dios

te da un trabajo, este no te agotará mentalmente.

Nadie podrá entender las Sagradas Escrituras a menos que sean hombres espirituales. Este debe

ser el lema del el ministerio de cada uno. Para ser un ministro, recibir su llamamiento y servirle, se

debe ser hombres espirituales. El ministerio de Cristo es la única ocupación eterna. Todas las

profesiones terminarán algún día, pero la predicación será eterna, se predicará a seres de otros

mundos y lo más maravilloso de todo al lado de Aquél que es nuestro Salvador.


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Referencias

Richards, H. (1897). Apacienta mis ovejas. Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing

Association.

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