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EL MITO DEL UTUSHKURO

Hace mucho tiempo sembraba papas en este hermoso valle un hombre


llamado Pablo Curo. Tenía una mujer joven y bella, le había dado varios hijos
y como buena vallina ayudaba a su marido en las tareas del campo y cuidaba
con esmero los menesteres del hogar.
Pablo Curo poseía una chacra de considerable extensión. Labraba la tierra
de sol a sol y sus cosechas eran abundantes y su progreso notable. Pero era
ambicioso y egoísta. Lo quería todo para sí, era rico.
Una tarde vio venir a lo lejos a una anciana madre y dejando el azadón
tirado sobre los surcos corrió a su casa y obligó a su mujer y a sus hijos a
esconderse entre las matas de las papas para que la pobre viejecita
creyendo que no estaba nadie se volviera a su casa con las manos vacías.
Sin embargo, la nuera era una mujer consciente y se negó a esconderse. Mi
madre viene a pedirme papa. Está mal acostumbrada pidiendo no más vive-
dijo Pablo Curo.
-Es tu madre y no debes hacerte negar. Es como si le negaras agua a la
madre tierra- le recriminó su esposa. Desobedeció al marido y esperó en la
puerta de la casa a la anciana.
-Ay hijita- suspiró la viejecita. -Estoy enferma. Todo el cuerpo me duele y
no tengo que comer.
La nuera la acogió del brazo y ofreciéndole una banca de quinhualito
labrado le invitó a ponerse bajo la sombra del alero del corredor.
-Siéntate mamita, descansa.
-Ay niña- dijo la anciana -¡Qué triste es vivir vieja y sola!.
-Pablo no está- se adelantó la nuera a la inevitable pregunta.
-Si hija, ya lo sé- se cruzó los brazos sobre el pecho la ancianita.
La nuera ingresó al interior de la casa y recordó las palabras de su marido:
"Si te pide papa dile que todavía no hemos cosechado", sin embargo, hizo
un atado con papas viejas y se lo dió a la anciana.
-De esto no se dará cuenta mi marido- le dijo y la despidió.
Cuando la anciana se fué, la mujer corrió a buscar a Pablo Curo entre los
surcos y levantó unas ramas caídas (yarash) de la papa y encontró al hombre
convertido en un repugnante gusano.
Desesperada la mujer hurgó la tierra y encontró que también sus hijos
habían sufrido la terrible transformación. El gusano adulto al verse
descubierto hizo un ruido casi inaudible de "utushhhsss, utushhhsss", y su
mujer le llamó "Utushkuro".
Al ver angustiados a sus hijos la mujer los enterró más hondo para
protegerlos y con el tiempo ellos se cubrieron de una osamenta en forma
de cáscara y más tarde se transformaron en horribles mariposas que
huyeron volando.
Y desde entonces la papa de los wankas de vez en cuando es invadida por
el repugnante "utushkuro" que la destruye. Los campesinos lo odian y
cuentan a sus hijos la historia de Pablo Curo para que sean buenos y sigan
el ejemplo de su mujer, porque tampoco ella se quedó así.
Traspasada de pena particularmente por la muerte de sus hijos, quiso
seguirlos y al no poder lloró echada sobre los surcos. Y así la muerte la
sorprendió, y al instante se convirtió en un pajarito pequeñito y gritón que
es gran amigo de los campesinos y frecuentemente anda entre las muñas
(planta también enemiga de los gusanos) y con su canto anuncia la llegada
de "utushkuro" a una chacra.
Ese pajarito se llama Utushpisqo y se alimenta de los gusanos de la chacra,
especialmente, de aquellos que atacan a la papa, pero lo hace cuando está
solo, como si se avergonzara de estar picoteando a su marido, porque de lo
contrario únicamente grita. Los campesinos ni lo ahuyentan de las chacras.
-¡Déjalo!- gritan a los que quieren espantarlo- ha venido a castigar al Pablo
Curo.

Adaptación: Oscar Huamancayo Barrientos

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