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EUGENIO D'ORS o LA CLARIDAD MEDITERRÁNEA 43

apellidó-de morfología mas bien italiana-, su pupila, bajo


anchas e hirsutas cejas cobijada y en robusto tronco sostenida,
tuvo algo de apolínea, Mas que todo por el mérito que hizo de
la herencia griega de los pueblos mediterráneos, herencia amplia
y honda, que se encargaría él de recordar a los olvidadizos. Cla~
sícístas que fueran señalándonos las formas literarias y los há-
bitos artísticos que debíamos a Atenas, nunca nos faltaron. Por
otra parte, nuestros pensadores más tradicionales no hicieron
sino filosofar dentro de las normas dictadas por aquella maestra
insigne. Esto era usual. lo comúnmente recibido, pero sin supo-
ner conciencia de una helenídad viva que actuara en el pensa-
EUGENIO D'ORS o LA CLARIDAD miento y en la cultura superior. Tan no la suponía, que los que
iban a estudiar filosofías extranjeras, indefectiblemente iban a
olvidar lo poco que supieran del parentesco cultural existente
MEDITERRANEA entre la dulce Hélade y la recia Hespería. Pensar, lo que se lla-
ma pensar, había de hacerse con modos y conceptos nórdicos,
so pena de pasar por indocto o retrógrado, por filósofo de sacrís-
Atenas es mía y con más razones que en
tía. En ocasiones negando positivamente a los helenos calidad
la hora en que unos catalanes reglan o.!lIun de modelos dentro de los progresos de hoy. Los propios huma-
Ducado.-E. D'O. nistas, atentos a la filología y al léxico, se cuidaban poco de re-
vivir el pensamiento socrático, y olvidaban desde luego la
Hay la raza de quienes, como Goethe, se
esfuerzan por llegar de la sombra a la luz.
Peno hay también la de aquelIos otros, los
, típica actitud filosófica del alma ateniense. El primer profesor de
griego en este sentido no fué D. Miguel. el arracional y el in-
buenos hijos de Helios, que patrimonial y
gratuitamente la han recibido.-E. D'O. conmensurable, sino D. Eugenio, el de la razón y la medida;
de él dimana la enseñanza de que el Atica sigue mandando y
que lo primero es la luz; la fuerza, la pasión y la tragedia, des-
En un momento en que el renacimiento catalán batía son pués. Proa a Grecia, dirá d'Ors: y más de uno le recordará en
pleno, cuando sus poetas, artistas y escritores exaltaban una aquel gesto de argonauta o "yatchman" que le fué tan caro.
cultura que data de los días de la expansión marítima de los Fo- y en el que varias veces le sorprendió la fotografía: haciéndose
censes, y con sus juegos florales evocaban las bellas y román- a la mar para un agamemnónico crucero que podría incluir en
ticas jornadas de los juglares del medievo, en Barcino la romana su programa Roma y Parténope, Corinto y Atenas; las claras
veía la luz del mundo Eugenio d Ors, año de 1882. Apuntó Cícladas y la homéríca Troya .. Con algo de "pose" y de teatra-
fijo no sabemos lo que pasó con el recién nacido, aunque se siente lismo si 'se quiere, pero con una nostalgia de la amable [onia que
uno inclinado' a creer que hicieron con él algo de lo que de- le sentaba no mal y le hacía mucho bien.
cían los clásicos hacía el águila con sus polluelos. Sacándolos
del nido a los espacios, los ponía mirando al sol; si resistían su En cambio nunca hizo suyos los casticismos castellanos, ni
fulgor, los admitía como genuinos; si no, los abandonaba como la rudeza celtíbéríca que en ocasiones se nos pone de moda, ni
espurios a su suerte dejándolos caer en el vacío. la gracia andaluza, Los particularismo s le ahogaban. Se atuvo
siempre al imperativo de la claridad. Una claridad que no reco-
Genuino Euqenío como dice su nombre, noble o bien nacido, noce sino la unidad y universalidad como atributos suyos, que:
miró efectivamente al sol de su patria que era el helíos de Gre~ si algo excluye son las sombras, y que si algo prefiere es otra
cía, resistió su brillo, y helenizado por la prueba hubo de de- y otra claridad que como fragmentos se articulen e integren con
cienos lo que más arriba queda recogido en el exerqo, que cons- la primera. Peleo por las luces, soy helíómaco, y no para salir
títutivamente se siente hijo de la luz, asociado a las maneras de de la sombra, sino para acabar con los que se amparan en ella.
ser luminosas del suelo y ambiente helenos. Así hablaba d'Ors, alguién dirá que por la supecñcíalídad de:
Aunque procediese de la montaña, de partes más o menos su ingenio. En ocasión solemne se firmó él propio: "Eugenlo
familiarizadas con la presencia del oso (ursus) según indica su d'Ors de la España superficial", pero evidentemente en tono

H JOAQuíN IRIARTE, S. I.
EUGENIO D'ORS o LA CLARIDAD MI.!l)J'J')!IOtJ\NHJ\

<1(' réplica zumbona. Lo que en realidad fuera él. uni o trrdi-


tentativas de obtener la cátedra de sicología en Barcelona. En
mensional, se inferirá en parte de nuestro estudio. Advirtiendo
consecuencia inaugura un profesorado trashumante, modesto a
desde ahora que d'Ors nunca fué de fácil y copiosa locucjón
los principios, que se hace de salón y aún de gran hotel andan-
como suelen serIo los poco profundos, aunque tampoco fuera de do el tiempo. .
difíciles o enrevesados discursos como suelen ya serlo los que
alardean de pensares hondos. Una cosa podemos adelantar, y En Lisboa, academia de ciencias, pronuncia un curso sobre
es que si d'Ors no adoptó posturas de desesperante problemáti- la concepción cíclica del universo, evocación lejana y retocada
ea como tantos otros, no fué por vivir desconectado del pensa- del retorno eterno de Níetzsche: en que sobre el acontecer hístó-
miento moderno. Vivió en medio de las corrientes berqsoníanas, rico se quisieran destacar constantes que revierten con valor de
historistas, fenomenológicas y exístencíalístas, hecho un europeo, cierta universalidad, según 10 irá desarrollando' mejor en su
un intelectual de Europa. Como tal está registrado en algún die- Ciencia de la Cultura. Como le han nacido álas, se va al Plata,
cíonarío extranjero, si bien en varios otros no llegó a quedar año de 1921. En Buenos Aires y en Montevideo es intensa su
incluí do contra lo que creyese él o pudiera hacer creer alguna labor en cursos filosóficos y círculos de estudios, subrayando
anécdota suya. Pero europeo, lo Iué, y su mente estuvo oreada siempre su "conacíón' de estar al día con unos novecentismos
por las doctrinas más en boga. Lo vamos a verificar en su "cu- 'que son superación del decadente "fln-de-síqlo" que queda ya
rrículum vitae" o trayectoria vital. Hela aquí: atrás. El viraje del siglo" que después de todo es sólo
calendario, y nada dice sobre la estructura intrínseca de las épo-
cas, a los impresionables y radioestésicos les dice cosas pere-
Comienzos del Novecientos. Terminados los estudios de le- grinas.
yes, se va d'Ors a completar 'su formación intelectual en ParÍ15,
Heidelberg, Ginebra, Muních, y asiste al congreso filosófico in- Vuelto a Madrid se da a conocer por sus Glosarios y por SU15
ternacional de Bolonia. Buen baño de europeización, y buenos notas sobre arte moderno, del que es intérprete eximio. Su vi-
filtros doctrinales por los que pasa su mente en tan cultos cen- sión de la vida va madurando mientras tanto y su conservatorís-
tros. Vuelto a su patria, toma parte' muy activa en la oqaníza- IDO se ha fijado. En 1927 es de la real Academia, y al siguiente
ción de los estudios catalanes, trabajando en ellos con el gusto año todo un prestigio europeo; ha sido nombrado miembro del
de quien se siente llamado a altas labores educativas. Su Glo- Comité de Cooperación Intelectual, organismo de la Sociedad de
sario primero, una teorías sobre el Novecientos después, y por Naciones pero con sede en París en vez de en Ginebra. Le
fin el programa culturista del orden y del equilibrio simbólica- toca codearse con los notables de la inteligencia mundial. Au-
mente delineado en Teresa "La Ben Plantada", le colocan entre menta su actividad publicitaria, y se da el gusto de lanzar 5US
los próceres de la intelectualidad barcelonesa. En el retrato que libros en París, la Ciudad de las Luces, añadiendo las
por entonces le hizo Casas, ojos entre soñador y pensador, hay traducciones que de otros anteriores le hacen sus amistades,
según algunos un poco de Renan-debe de ser el helenista. entre otros Cassou. Algunas de las ciudades de la Europa cen-
Renan-. tra1 le oyen disertar sobre arte y otros puntos culturales, leccío-
Por los días de la primera guerra europea pasa a Madrid, nes que alcanzan ecos en los medios doctos, sobre todo cuando
destacando muy pronto' como conferencista y' pedagogo. Con descubre secretos del gesticulante barroco y de la indescifrable
Zulueta y Marquina compone el trío barcelonés de las letras pintura moderna. En castellano inicia unas trova s piadosas que,
castellanas. Su verbo irradia por varias ciudades explanando lec- en la noche callada y acompañándose del laúd, entona cada mar-
ciones de sentido cultural y social. no sé si algo izquierdista en tes a los ángeles del cielo. Ensaya asimismo unos cuadros hís-
ocasiones. ¡Es que un grano de izquierdismo sirve (o servía) tóricos, de fulgurante prosa nitzscheana, en que el concepto d
bien para abrirse paso y tratar de situarse! En publicaciones destino, enigmático, lo más opuesto al de los ángeles anteriores,
cortas y en charlas sigue tomando el pulso a los nuevos tiempos, aparece interviniendo como una de las fuerzas históricas.
y de los sucesos más triviales destila gotas de saber o sentir fi~ Del Areópago intelectual en que brilla al lado de flguro!'!
Iosóflco, pues un serpentín mágico que opera en su cerebro, se inundiales se reintegra a España en 1936; le necesita In pntrln
ha empeñado en elaborar cultura sin interrupción, elevando como para reorganizar la vida académica destrozada por el estruendo
él dice la anécdota o t~picos del día a rango de categoría.' ~e de las armas. En San Sebastíán, Vltoría, Burgos, opcrn dlllflC'llt
doctora en filosofía y letras, pero fracasa ruidosamente en 15US en tal sentido; y, una vez en Madrid, inicio nueva t'llIpn hth
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6 JOAQUÍN IRIARTE, S. l.

que su razón de ser en la vida de España y de Europa era prc-


máquica, la terminal. que en parte es colecta de su pensamiento dicar un mayor acercamiento a la verdad, a la justicia, a lo
ilsperso, el que queda más o menos agrupado en tres secciones: belleza, a esta última sobre iodo, con predominio del sentimien-
In filosófica, la anedótíco-cateqoríal y la pedagógica; tres unida- to sobre el' conocimiento. Era íntelectualísta, lo hemos de ver,
les que afirma él se han mantenido siempre en su labor. En esta pero no por negación de la emocíonalidad, sino solo cuando
tapa, destacada por la ausencia de sus rivales de antaño, es fuera ella instintiva, turbulenta, inmatura, y estorbara la fina y
nombrado académico de Bellas Artes, y recibe el homenaje que cabal percepción del objeto bello.
le tributa la Nación por medio de un decreto del Ministerio que
crea para él la cátedra de la Ciencia de la Cultura que profesa En una de sus últimas conferencias que se titula "Si Goethe
por un año, el último de su vida, el del coronamiento de su la- fué filósofo", llega a aseverar: Es una injusticia la que se co-
bor educadora. mete con el poeta alemán al no concedérsele la significación
sustantiva que tiene su pensamiento como filósofo. Si a Goethe
Viene a morir en su ermita de S. Cristóbal cara a un mar no se le llama filósofo, habrá que' llamarle filósofo y medio. En
que tanto amó, en un momento estival en que la atención de los manuales de historia de la filosofía se salta de Kant a Hegel
las gentes desocupadas mejor podía pararse a contemplar la sin ningún remordimiento por haber dejado a Goethe en la fosa
figura que con él desaparecía. Una comarca agrícola, sin humo común de la poesía. Gcethe es no solo filósofo, sino el filósofo
de fábricas, que bien puede pasar por parcela del imperio de Pe- sistemático.
rieles, helénica en su elima y sus plantaciones de olivos, almen-
dros, víñedos, custodia su sueño velado por la Cruz bajo los cí- Que Ooethe fuera o no 10 que d'Ors dice aquí, no nos toca
preses más hermosos del Panadés. dilucidar. Tambipo vamos a ponernos a medir sus entusiasmos
e idolatría por dicho vate-helenísimo según él-, tal como en
Tal es el "Lebenslauf" del personaje que estudiamos. De di- el librito "El Valle de [osafat" queda manifiesto. Lo que importa
mensiones europeas en más de un aspecto. Lo que sin querer recalcar es que d'Ors, autor de unos apuntes de filosofía pura,
nos lleva a definido en su ser espiritual y cultural. " fuera capaz de mirar a ésta y todo su orden sistemático a través
de la configuración goethiana, esto es, a través de uno de los
perfiles' estéticos más notables de la historia de la humanidad,
ante quien el mundo ontológico y moral desaparecen o aparecen
* * *
totalmente subordinados al de la gracia y formas bellas. Síem-
pre hubo quienes hablaran de la filosofía líquida latente en las
obras del patricio de Weimar, pero sin ir tan lejos como ahora
La visión de la vida d'Ors tiene un rasgo esencial que la
d'Ors. ¿Es que Xenius era poeta? Una vez que oyó decir que
define, que inconfundiblemente la cataloga entre las de cierta
el agua después de todo no es más que H20, respondía con
muy popular y envidiable selección. Por de pronto d'Ors no es
metafísico, tampoco moralista; de Arístóteles y de Séneca tiene gracia: H20 y una canción. Efectivamente, Xeníus como Goethe
era poeta, gustó de las galas imaginativas con que la visión ju-
poco, de Platón y sobre todo de Goethe mucho. Su ser entero,
temperamento, vocación pedagógica, campos de trabajo, temá- venil hermosea los objetos, y se entretuvo haciendo versos.
~
tica caprichosa, ambiente de museos, gusto por los monumentos, Tal manera -de contemplar la realidad, por la verdad entí-
tertulias de buena sociedad, discreteo ideológico, frase vivaz e tativa que posee desde luego, pero mucho más por la artístico
imaginativa, es de los que miran la realidad desde el ángulo con que se engalana, se llama consideración estética y supone
visual que interesa por lo común a los artistas o si se quiere predominio del sentimiento. Quien lea cualquiera de sus escritos,
mejor a los filósofos de sentido estético. Negado éste a d'Ors advertirá bien pronto que la sensibilidad, una sensibilidad cult
o solamente relegado a segundo término, su imagen se destiñe, y reposada, con vistas a educarse y a ir educando, está prescnr
se dífumína, Si no se dijo él venido al mundo a embellecerlo en todo. De ella sale el impulso, ella es la que intuye y sclcc
-pues quién va a ser tan rotundo y orgulloso en el formulado ciona los elementos de estudio, anima las glosas, da calor (1
de sus propósitos y creencias--, sí a dotarle de aficiones artís- ocurrencias y epigramas, sostiene el interés de los cundros hh
ticas, de sentido de lo armónico, justo medio, proporcionalidad,
tóricos, las notas sobre Goya o Poussin, los nforísmos WlldH
recta interpretación de la pintura y de la plástica, valoración de
nescos, el sempiterno divaqar de su prosn o verso, !llql1k¡'(I 1'11
los estilos literarios, en suma, educar la sensibilidad. Creyó
~

JOAQUÍN lRIARTE, S. lo EUGENIO D'ORS O LA CI.AIW>A() MI':m'l'J:lllt.ANnA rH


últuun término venga una chispita de razón a engarzar y uní- de la sociedad estuvo a ella confiada; y hoy, pasado lo rocha d
Ih .rr, como él pretende, aquellas gotas o perlas en dispersión. los humanismos estetas, tras varios siglos de imperio de la rn
Si como es verdad, la sensibilidad se distingue de la inteligencia zón, volvemos a darle la primacía y cas'i la exclusiva. Nos hemos
-n In versatilidad de su juego, a merced siempre de las ímpre- obligado a erigir el arte en valor único. D'Ors no incurrirá en
síones del momento, ínfiérase su existencia y su predominio en semejantes exageraciones, incluso delineará una metafísica por
nuestro autor por su incansable discreteo. Poniendo toques de su parte, pero las generaciones suyas distaban poco de ellas.
luz en cuanto discurre, es verdad, pero discreteo después de . Querían, suscribir la tesis nietzschearia de ¡guerra! a la metafí-
todo. Aun cuando se haya comprometido a hablar de Menéndez sica y a la doctrina moral recibida, y ¡arriba! la belleza.
Pelayo, de Vives, de 10 Barroco, de la noción del ser en sus Suponiendo, discurrían los tales, que la verdad es ínasequí-
trata ditos de filosofía-y señaló los argumentos mejor encauza- ble, que no es posible captar la realidad como es en sí, y supo-
dos de la producción dorsiana-, nos harta de intercalados o en- niendo asimismo que el orden moral es de validez relativa, im-
tremeses que por todas partes mete aquel gusto suyo por 'la posición o consecuencia de un estado de cosas y costumbres que
anécdota convirtiéndose en categoría", mientras nos díca muy ha de -ir cambiando, pretendían buscar en el arte el mejor refu-
poco del tema propuesto que es el plato fuerte que esperábamos gio para la humanidad, su salvación única posible. Así vió d'Ors
se nos sirviera (1). Es decir, que incurre en el achaque propio que razonaba Níetzsche, y así hubo de leerle muchas veces, pues
de espíritus dominados por la sensibilidad. la deuda suya para con él es mayor de la que se imagina. Pero
al no ser agnóstico en metafísica ni escéptico en moral. dió de
lado a tales radicalismos. Sin dejar de aceptar por eso el papel
Dos cosas buscan los estetizantes y buscaba d'Ors con esa de predicador del esteticismo, porque veía en ello su vocación.
su actividad embellecedora. Una el disfrute de la hermosura y su ángel. su sino, las tres cosas a la vez, y entendía que el se-
gracia que derramó Dios en las obras de su mano, y otra Io- guirlas podía suponer una contribución de su parte al progreso
mentar en los demás gustos superiores haciendo que el espíritu de la sociedad, obtenido según se dijo por la amplísima vía de
progrese en sus apreciaciones y afectos. Embellezcamos la vida, la sensibilidad bien orientada. .
dice el esteta, mientras el metafísico va a esclarecerla y el mora-
lista a santificarla. Filósofos los tres, del sentimiento el primero, D'Ors no quiso de otra manera su misiÓn; pero una vez así.
de la inteligencia el segundo, de la voluntad el tercero, laboran • la quiso con todas las veras. Aquella frente suya cuando más
juntos por alejar' al hombre del puro orden zoológico y darle aires de superioridad adoptaba, era cuando se revestía de .•ofi~
grados de civilidad. Cada cual a su modo, sin exclusivismos que ciante de la Belleza"- una de sus muchas frases-, y según iba
nieguen o destruyan las respectivas actividades complementa- encontrándola en las galerías de pinturas, en las fachadas mo-
rias, aunque subrayando el aspecto de la misión especial que le numentales, en los grupos escultóricos, obras de orfebre, estilos
corresponda. literarios, hasta en teoremas bellamente desarrollados y resuel-
tos, él. que debía ser siempre muy galante, deteníase a hablarle
La contribución del primero de los tres en la tarea de ir
un lenguaje ceremonioso en que se aunaban sútiles teorías mo-
elevando nuestros gustos e instintos ha sido, se comprende, la
dernas con las luminosas clásicas, mientras veía a otros dirigir-
más popular. Más trascendencia tiene la del moralista, es más
se a ella con los modos triviales de un sentimiento primario y
noble la del metafísico; pero como el orden' emocional y afectivo
casi instintivo. Esa era la satisfacción de d'Ors, dárselas de crí-
nos es más próximo, y es el que a todas horas nos ocupa, la la-
tico entendido, de humanista con base y alcance filosóficos, Sa-
bor pedagógica en este sentido tiene amplitudes únicas. Tales
berse profesional en achaques de arte, es 10 que confería el rasgo
que ha habido épocas, la del Renacimiento vgr., en que la suerte
más relevante a su personalidad, repitámoslo en forma de 'capi-
tulación, preferentemente esteta.
(1) Tómese como ejemplo clásico el libro Cuando ya esté tranquilo (19·30), tantas
veces aludido estos' días, incluso por el propio d'Ors en documento póstumo. La frase
que, desde luego, no se' refiere. a la paz de los muertos, sino a la plenitud de un ser
y de una vida, no tiene en el libro más comentarios que los brevísimos de cinco pa-
ginitas, el resto del cual resulta humor ístico escamoteo, como evaporación que es
* * *
del compromiso adquirido por el autor con dtulo tan prometedor. Cada págin a, y
Ron 230, tiene tema propio que va de la nieve al espejo, y de la luna a las patas
de insectos, Es tal la variedad y riqueza de tltulos y puntos tocados, que dirfase
t ratarae de índices O .de voces de léxico en vez de un texto corriente de libro.
JOAQUÍN IRIARTE, S. 1. EUGENlO D' ORS O LA CLARIDAD MEDITERRÁNEA 'lit
HO
Lo sensibilidad dorsiana tiene ribetes de intelectualismo, va el vigor de los pinceles y otra apreciar el arte mismo. Con un
yll indicado varias veces. Estoy por decir que hasta los tiene -gran desprecio por cuanto fuera académico y categorial, y con
(h~ cartesiano. y en doble sentido: en cuanto repugna sunrerqir- -gran estima de ciertos rasgos sicológicos bien sorprendidos, pa
Re en ambiente instintivista, Y en cuanto posee preparación ideo- sienes bien retratadas o un rostro místico divinamente dibujado,
lógica para disertar sobre lo bello d.esde altos principios uní- se puede pasar de largo, pongo por caso, ante la Aurora d
versales. Ambas cosas destacan en d'Ors. Le repugna, es frase Reni a extasiarse ante el musculoso Moisés de Miguel Angel.
suya, el olor a multitudes, y llevando la selectividad a grados Un caso de primitivismo al fin y al cabo, que suele degenerar
extremos, le disgustan los particularismos o casticismos, en parte en titanismos por un lado y en la orgía y la bohemia por otro,
para llevar adelante un "anti" que se ha propuesto mantener, pues también éstas son manifestación de vitalidad rica y desbor-
esto es, el anti~unamunismo. Unamuno exaltó como pocos lo po~ '" .dante, Sobre todo entre quienes, desposeídos de fundamentos
pular y arracionaI. buscando en vez de las exigencias de la ra- filosóficos en sus teorías, viven unos entusiasmos incontrolados
zón universalizadora: la contracción Y como contorsión que de por el tantas veces denigrado inteledualismo.
las mismas hace esa realidad viva y llena de contradicciones Y
Esto es lo que dió actualidad y valor a la figura de d'Ors,
peculiarismos que decimos genio popular. Unamuno en ésto no
era sino eco lejano de la romántica que fomentó las literaturas a la pedagogía que llamó él mediterránea. Sin tratar de defen-
nacionales, tratando de distinguir en el rumor inmenso del paso der sus puntos de vista todos-pues no hago velada cronológica
de la humanidad por los caminos de la historia las voces de sino crítica-, habrá de reconocerse que un escritor que saliera
cada pueblo y raza con su vibración Y tono específicos. Uno de por los fueros del espíritu universal contra la anécdota una-
los más bellos cantos que entonó jamás su espíritu al ser del muniana o el genio popular, venía a cumplir buena misión. Es-
pueblo, fué el ensayo que publicó en El Imparcial de Madrid en taba más .que justificado el grito dorsiano de "soy heliómaco".
contra de la tesis de "La Ben Plantada". y sin haberlo leído, luminista, amigo de una luz que sea luz, no precisamente sin-
no es fácil entender a d'Ors ni antes en su fase catalana ni cerídad de espíritu, educación cívica o folk-lore emotivo. Sentir
después en su incorporación a las letras castellanas. El propio la belleza, mas en sí misma, sin hacerla derivar a un orden de
censurado hizo mérito de aquella crítica, la insertó en sus obras ideas e intereses, sagrados si se quiere, pero que no pertenece al
y procuró. sacar de ella el máximum de provecho. Los íntelec- de la más desinteresada de las tareas del espíritu. De ahí el desvío
tualismos de d'Ors están allí no sólo descritos sino orientados de d'Ors por cuanto fuera no solo hinchazón o protuberancia,
para el futuro como una réplica, un antí-ser de las teorías y sino unilateralidad o particularismo, tal como en ciertas litera-
asertos unamunianos. turas de mucho sabor local llega a prevalecer, confundiendo lo
Pero había más. La generación del 98 con la que hubo de pintoresco con el arte, la sinceridad y vitalidad con la serenidad,
alternar d'Ors, era en su conjunto esteticista. Venía educada y haciendo, es frase suya, que ·las columnas cuya función es sus-
educándose en Nietzsche, Y se inspiraba en sus ideas de salvar tentar, se conviertan en juegos de geometría espíraloide. Todo
al mundo mediante los valores artísticos, fomentando el amor a 10 cual es víolentacíón de las normas artísticas, tenía para él aire
lo castizo, a lo enraizado en el pueblo, yéndose en peregrina~ de fragmentario y. contrahecho, resultaba un arte supeditándose
ción por los rincones históricos de las villas, visitando sus anti- al espacio.
güedades, sus trozos de murallas, sus fuentes históricas, hasta -.. Pero tampoeo debería quedar supeditado al tiempo. Las Ior-
las Cruces de las caminos, valorando el austero paisaje caste-
mas a él subordinadas llamándose hoy impresionísmo, mañana
llano, el ambiente diáfano velazqueño, los cielos aborrascados
expresionismo, simbólica ahora, romántica luego, son hijas de ln
zuloaguescos, cuando apartara de lo artificial y sugiriera pcdaqo-
moda, no del espíritu. Para los intelectualismos de d'Ors, o si
gía vigorizadora del espíritu. Entre los de la generación dicha'
se quiere mejor, para una visión de la estética desde las alturns
hubo quienes hablaron de explanar éticas desde el punto de vista
de la filosofía, las exigencias de la luz que en todas partes y ('O
artístico y doctrinas políticas estéticamente configuradas. Tan
todos tiempos son idénticas, no se dejan condicionar por el el!
incandescentes como ésto los ponía el autor del Zaratustra.
so de los acontecimientos, ni se pliegan a las preferenciaa ti
Claro que los del celebrado grupo sabían escribir mejor que
d'Ors. y sabían hablar del Greco y de Toledo con Barres y
esta o aquella cultura, de este o aquel principado °
imperio. EII
le esfera del arte no hay más que una morfología, y es aquclln
sin él. por ejemplo Bartolomé Cossío. Pero una cosa es sentir
l\QUfN IRIJ\R'l'n, ¡¡o J.
HtII;rIN1CJ n'ona O I.A (:1.1\111111\1) MI!III'I'HIWÁNI'1\ -\11
'1"1: vntendló y pructlcó Atenas sin fórmulas localistas ni [ími-
11:11temporales, ('11 umplísimos cuadros de luz. orden. forma, y nu concesión o lo turbulento. 11 lo 1I1l11lH( l'UC1.'l1l. 11 10 cxcluslvlatn:
(u vo la suerte incomparable de que le rieran las Gracias. máxima en cambio a lo genuino aunque sc« nuevo y pel·tt'III:ZCiI
a los momentos evolutivos y progresistas del arte de hoy, Sell
Otra de sus manifestaciones intelectualistas la dió su oposi-
timen talmente fino e intelectualmente bien asistido. tal hn I4ldo
cíón a sentimientos artísticos de sentido universal si se quiere.
este filósofo de fina línea estética.
pero desenfrenado y confuso. Tenía escrito: En pos de mí no
quedará la confusión. Y es que había visto que al dívulqarse
1 arte. en parte por la difusión que merced a la técnica publici-
taria han alcanzado los grandes modelos. y al multiplicarse las * * *
teorías referentes a la expresión y forma. sobre todo en litera-
tura y pintura, surgía la desorientación y el desprestigio.
arte se ha popularizado. pero a expensas de su genuinidad. Razón
El
, Dei fondo helénico suyo había de brotar por fueza el csrtl
que hubo de lucir. Y entramos en el tercer punto del anúlls] ..
de más para que en esta su babelización surjan autores que no
de su actitud o talante, de su temple vital ante la realidad.
sólo lo sientan sino que lo entiendan, hagan obra de orientación.
y esto es lo que caracteriza a d'Ors como escritor filósofo en Ironía e ingeniosidad se dan la mano en su pluma suqerklorn
medio de tantos que eran lo primero, sin idea o asomó de lo que sí no brilla siempre por la gracia y el donaire, sí por In cln!'i.
segundo. Disertarían sobre arte, porque son muchos los dota- dad y el orden de ideas, por la razón y medida, dentro de \11111
dos de sensibilidad. pero sin analizar la obra en sus componen- sensibilidad culta y amable, Se ha hecho inconfundible su frn.'1(
tes varios y subsumir los juicios en principios de validez univer- corta pero cortante, pulida siempre. un tanto dura por cínceladn,
sal. Tenía él para eso unos ensayos de metafísica. originales epigramática casi, con sentido no siempre fácil de cogerse a In
como todo 10 suyo. en la que se mantenía dentro de las líneas primera, al menos si no se la pronuncia y se le da cierta infle .•
de aquella helenidad que tan dentro llevaba. xión declamatoria, acompañándola de modulación y gesto, Por •.
que es sabido que para d'Ors no existió el monólogo. no ]0
Querer salvar las grandes tesis tradicionales. aunque fuera
comprendió; tenía que pensar dialogando. en comunicación con
retocándolas un poco frívolamente, no es caso de todos los días. sus interlocutores.
Ello ocurrió con Xenius que se dejó enseñar pero no imponer
por la mentalidad nórdica. y formuló la sustancialidad de nues- Sus maneras son ejemplares, sin brusquedades ni tonos bron .•
tro ser en oposición a los histerismos y exístencialismos del pre- coso Rehuye los juicios absolutos y rotundos. impropios de una
sente, el valor real de la causa en contra de los sujetivísmos, y mente díscernidora, igual que los encomios baratos-sobre tod
la objetividad de nuestros conocimientos sin prestar oídos a los los hechos a quema ropa o a pasa cuenta, casi siempre en razón
idealismos. Quedaba pues dentro de la filosofía clásica en pun- invers; de la valía del que los prodiga-. discurriendo con unos
tos fundamentales. Filosofía desíqnada alqún tiempo como del modos agridulces, casi cervantinos. Aquel Cervantes que jamáa
"seyn", íntelectualísta. sin dejar de ser suficientemente vital y hace burla de su loco y de su labriego, que envuelve siempre n
humana, y que quiso él declarar distinta de la del "common ambos en los encantos de su ironía, que ÍlO levanta la voz aun-
sense" Reídiano. porque aquilataba muchos puntos mejor que que atenten a su bolsillo robándole la propiedad literaria del
ésta, los sometía a criticismos más depurados, aunque se apo- más valioso de los libros, es en verdad ático, ha respirado alrc:
yara por otra parte en el fallo de la sociedad y del buen sentido de Grecia, y ha podido por ello ir repartiendo sonrisas a múl •.
común. ¡ -;~Fi;
'.:"'i¡', tiples generaci?nes. Nos ha enseñado que un pueblo que no
acepta las bendiciones de una saludable crítica, ha perdido el
En ello dió muestras de latinidad y de rnediterraneísmo, con- mayor don' de los cielos. el humor.
tribuyó al embellecimiento de las reacciones del hombre ante la
vida, apartándole cada vez más no sólo del prirnitívísmo, sino de D'Ors guiso para sí humorismos sanos, y en parte los POSl'y<'>.
las vías medias confusas, no bien reductibl~s a los módulos de Tras su decir chispeante y sentencioso se imagina uno sin <¡ti
la Ciencia de la Cultura. Ciencia, esto es, Iormulable en prin- -rer su rostro regocijado y optimista, satisfecho de si 111!:1I11O.
\; Tanto, que cual otro Vírqílío, se nos ha puesto a últímn 110m
cipios y leyes de validez universal. Aficiones artísticas todo lo-
amplias que se quiera. pero controladas por el intelecto. Nínqu- a redactar florido y mirífico auto-epitafio, en el que rcsplrn, todo.
humanidad y cortesía a 10 divino. Hasta la tumba hn Illlhldo
f'f'l JOAQuíN IRIARTE, S. I. HllGBNIO O'ORS O I.A CJ.AIWiAO MHI>lTHlUlANHf\ '1

Ill'Vlll' 1.\ gracia de' su fraseología genial. Gustó de tentar al trídtmensíonal en éste y otros puntos, es pregunta que 11 lo~ 1'11

público COn sus piruetas mentales, y una vez muerto, continúa mienzos de este artículo se ha formulado.
:11 su torea bordando graciosa fórmula Trinitaria con los capí-
Le hemos estudiado como filósofo en la línea estética: Sil un-
tulos de su culta existencia. Humorada que hubo de excitar la
tafísíca de la ironía y su filosofía del pensamiento flgul'otlvo,
hílartdad de los ángeles del cielo. Esos ángeles que en la litera-
queden para otras plumas. Todavía estamos en las prímerus 14('
tura dorsiana, aun siendo ángeles de verdad, tienen un buen por manas de la revisión dorsiana. Según avance el año, la valorn
qué de fondo humorístico. ción cualitativa del pensador irá progresando y habrán quedado
estudiados los puntos propuestos.
Después de todo, el Angel ése tan discutido de d'Ors, ¿qué Por mi parte, he dado un Eugenio d'Ors según yo le veo, C'1l
era? ¿Fué sólo recurso literario o también entidad filosófica? Sen- sus rasgos fundamentales y característicos.
tido catártico desde luego lo -tuvo, ya que en las faenas de ten-
sión mental hace bien uno en tener junto a sí un juguete con que JOAQUÍN lRIARTE, S. 1.
entretenerse y entretener, como esos hombres públicos que han
solido recibir a sus visitantes disparando un resorte que provo-
que una escena graciosa y deshaga la impresión de respetabílí-
dad excesiva que les rodea. En este punto d'Ors está categórico
cuando escribe: "Fundiré trabajo con juego", y en 1914 publí-
caba un libro con el rótulo de "La Filosofía del hombre que
trabaja y juega". Notemos de paso que el gran Leíbníz decía
ya en su tiempo que el filósofo no está obligado a escribir siem-
pre en serio; puede y debe divertirse echando la imaginación al
aire.
Pero el Angel de d'Ors tenía también sentido filosófico. Que-
ría hacer ver que la captación de la verdad tiene sus topes y
hasta sus atolladeros, y en ocasiones ha de recurrirse a poderes
invisibles, demiúrgicos, tras los que se esconde algo luminosa-
mente misterioso que nos evite los amargos dejos de la escepsís.
Así, para los complementos últimos de la noción de la persona,
de la teología, habremos de recurrir a ciertas ídeacíones que,
corno tales, nos compensen de los rigores del pensar y símboli-
cen verdades que presentimos mejor que definimos. El Angel de
d'Ors en tal sentido es lo que en los grandes cuadros de Durero,
Rafael, El Greco, ese segundo término superior, algo lejano' y
secundario, que no estorba y completa dando visión de eterni-
dad la composición total. Ya, en la filosofía de Sócrates, de
Platón y Platino surgen algunos de estos recursos mágicos. los
renueva Spinoza con sus "misticísmos" de "sub specíe dívinitatis", -,
y en la filosofía contemporánea reaparecen con la adivinación
poética de Heidegger, la sublimación transcendentalísta de jas-
pers, la libertad "empeñadora" de Sartre.
Hay que reconocer según esto que el helenismo de d'Ors es
amplio, llega hasta los confines últimos de su estilo. Que llegara
hasta las profundidades de la filosofía y la filología, es otra cues-
tíón, Si el d'Ors trillnqüe de que habla su epitafio fué a la vez

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