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Tema 3 - Definición de Los Problemas Como Raíz de Las Políticas Públicas PDF
Tema 3 - Definición de Los Problemas Como Raíz de Las Políticas Públicas PDF
Introducción al tema
En el marco del análisis del ciclo de las políticas públicas, la aparición de los problemas es el paso previo
a cualquier estudio que se precie. Ahora bien, si los problemas políticos son colectivos y fuente de
conflicto, ¿cómo aparecen en el espacio público? Aunque suene extraño, muy pocos problemas políticos
existen de por sí. Se pensará que hay muchos problemas fáciles de identificar porque son objetivos
(como la adicción a las drogas, las crisis económicas o las muertes en las carreteras) y es verdad en
cierto sentido. Un terremoto es un problema de esta clase. Se trata de un problema objetivo que nadie
puede obviar. No obstante, hay una multitud de problemas objetivos que lo son desde hace
relativamente poco tiempo. Es el caso de los accidentes de tránsito. Es el caso también de los efectos
nocivos del tabaco, o de la violencia de género. No es que antes no fueron graves también, sino que
simplemente nadie les prestaba atención. Ello significa que hay que matizar muchísimo la creencia en
el sentido común de los ciudadanos y de sus políticos. Dicho de otra forma, en política el sentido común
existe, pero evoluciona con el tiempo y no está exento de manipulación.
Desde este punto de vista, las políticas públicas existe para resolver unos problemas, y estos problemas
(el aborto, la inseguridad pública) son unos asuntos sociales que alguien ha convertido en problemas.
Este punto es fundamental porque las políticas desarrolladas dependen estrechamente de la forma en
que se percibe el problema que las justifica. Por ejemplo, para luchar contra los accidentes de tránsito,
un gobierno puede establecer un grado mínimo de presencia de alcohol en sangre del conductor o
precisar un conjunto de especificaciones necesarias para la movilidad de un vehículo.
Este tema de nuestro estudio presentará primero las herramientas al servicio de los actores políticos
para generar problemas, para centrarse después en las estrategias discursivas utilizadas para construir
dichos problemas.
Aprendizajes esperados
Conozcamos ahora las capacidades y actitudes a desarrollar en este primer tema:
Capacidad Analiza críticamente el proceso por el cual surgen los problemas políticos.
Actitudes Distingue entre asunto y problema político; y determina si un asunto puede convertirse en
un problema político.
El gráfico es un mapa mental del tema de esta semana; elaborado con el afán de ordenar las ideas para
que se pueda estudiar y aprender mejor y de manera permanente. Tiene una estructura y responde a
un estudio; pero para el presente caso basta con precisar que los colores verdes indican elementos y
las líneas azules bajo un concepto señalan fases o ciclos.
Les hago la propuesta de estudiar el curso, teniendo el mapa mental a la vista; precísenlo y mejórenlo
y les será muy útil incluso en el desarrollo del cuestionario.
3.1. Ciclos de las políticas públicas
Desde que se inició el estudio de las políticas públicas se ha ido construyendo la idea de sus “fases”
organizadas en lo que se denomina el “ciclo de políticas”. Una forma útil -aunque sobre simplificada- de
entender un proceso complejo. (Barco, Valor Público, 2013)
Knoepfel (2006, pág. 57) señala que “El proceso y el ciclo de las políticas públicas con conjuntos de
etapas de decisiones y acciones. Podríamos decir que el ciclo es un marco de referencia que sirve para
buscarle sentido al flujo (proceso) de decisiones y procedimientos que (en la realidad) forman una
política pública” y Aguilar (1992) precisa ‘la noción de policy process (ciclo) es propiamente un
dispositivo analítico, intelectualmente construido, para fines de modelación, ordenamiento, explicación
y prescripción de una política. Como tal pertenece al orden lógico más que al cronológico, por lo que no
entiende ser la representación descriptiva de una secuencia de tiempos y sucesos que efectivamente
suceden uno tras otro. Es un artificio para denotar sólo los componentes lógicamente necesarios e
interdependientes de toda política, integrados a manera de proceso. Esta artificialidad se debe a que,
en la práctica, el proceso de las políticas públicas no es lineal: las etapas pueden sobreponerse y
suponerse unas a las otras, condenarse alrededor de una de ellas, anticiparse o retrasarse, repetirse’.
“El proceso real puede constituirse por eventos no sucesivos e inseparables. Además, las políticas
públicas se conforman por una gran cantidad de acciones, decisiones y relaciones de distinto tipo en
contextos multideterminados” (Ejea Mendoza, 2006, pág. 9).
Al tratarse de una construcción analítica, se han formulado diferentes modelos de ciclo para comprender
la riqueza y complejidad del proceso, dependiendo del interés y enmarque del analista (y del decisor o
decididor), la profundidad y detalle del análisis, las técnicas analíticas y la información que estén
disponibles y el momento de la política. Pero hay consenso en los pasos fundamentales: 1) Problema,
2) Definición de problema, 3) identificación de alternativas, respuestas o soluciones, 4) evaluación de
opciones, 5) selección de opciones, 6) implementación, y 7) evaluación (Ejea Mendoza, 2006, págs. 9-
10).
“A fines de la década de 1970 se revisó el concepto del ciclo de las políticas públicas en una colección
de documentos editados por May y Wildavsky (1978)” (Parsons, 2007). Parte de esta colección se
enuncia en el siguiente cuadro:
De cualquier manera, entre los autores parece haber también amplia coincidencia en dos etapas: la de
implementación y la de evaluación; y numerosos diferencias en la delimitación de las otras.
H.A. H.D. Lasswell, The R. Mack, Planning and W. Jenkins, Policy Analysis: A Political
Simon, Administrative Decision Process, Uncertainty, 1971 and Organisational Perspective, 1978
Behaviour, 1947 1956
Inteligencia Inteligencia Decidirse a decidir: Iniciación
a. Cinco ciclos
Para nuestro estudio
estableceremos las siguientes
etapas o ciclos de las políticas
públicas:
2. Puesta en la agenda.
3. Toma de decisión.
4. Implementación.
5. Evaluación.
b. Naturaleza e los ciclos
Las políticas públicas en su desarrollo atraviesan varias etapas que configuran un ciclo. La noción de
“ciclo” ayuda a analizar las políticas, pero la realidad de algunas de ellas no se ajusta necesariamente
al esquema que se identifica a continuación. Las fases del ciclo son interdependientes, por lo que el
replanteamiento de cualquiera de ellas afecta a las siguientes. El ciclo, como cualquier sistema, se
“cierra” con un proceso de retroalimentación: la política pública no se extingue con la evaluación de sus
resultados, sino que ésta puede dar lugar aun a nueva definición del problema que inició el ciclo. La idea
de ciclo de política hace referencia a un proceso compuesto de fases que se retroalimentan
continuamente:
Pero como habíamos dicho líneas arriba, “En la realidad, el proceso de toma de decisiones públicas
forma parte de una dinámica donde conviven varios procesos al mismo tiempo, que pueden, inclusive,
cruzarse, retroalimentarse, reforzarse o negarse entre sí. Además, es la intervención de múltiples
actores donde cada uno de ellos tiene intereses particulares del grupo al que representan, lo que
complejiza aún más las dinámicas internas del proceso de política pública. La motivación detrás de la
toma de decisiones puede ser variable y es posible que el entretejido de las mismas resuelva el problema
original, pero cause otros. También, puede ocurrir que, en medio de la implementación de la solución
decidida, se generen nuevas alternativas, o que la evaluación exija nuevos diseños, la inclusión de
nuevos temas en la agenda o la redefinición de la implementación. Queda claro que estamos tratando
con un proceso complejo, cuyas denominadas fases se imbrican, traslapan y refuerzan entre sí” (Barco,
Valor Público, 2013).
En este sentido, el peligro es tratar de encasillar las etapas del proceso en las del ciclo, revelar
secuencias donde no las hay y descartar ciclos simultáneos o incompletos que podrían ser relevantes.
También existe el riesgo de atribuir el mismo tipo de racionalidad al comportamiento de todos los actores,
soslayando que contextos culturales heterogéneos puedan dar lugar a objetivos, conductas y códigos
diversos. Ligada a estos temas se encuentra la tentación (común en todas las ciencias y disciplinas) de
generalizar la aplicación del modelo o de una de sus etapas a todo tiempo y lugar. Por esto no es gratuito
que la evolución del enfoque de las políticas públicas esté asociada al descubrimiento consecutivo de
la insuficiencia de cada etapa para explicar las situaciones y lograr los resultados deseados, ni lo es que
haya la necesidad de explorar ‘enfoques amplios de política pública’ en sociedades como la
latinoamericanas’ (Bazúa, Fernando y Giovanna Valenti, 1995). La imposición desde arriba sólo puede
contrarrestarse mediante un flujo desde abajo.
b. Reduce su complejidad,
c. Identificar actores,
e. Identificar retos,
h. Facilitar la retroalimentación.
Asimismo, puede decirse que ayuda a distinguir las políticas públicas de las gubernamentales, a valorar
la salud de la vida pública y a estructurar los problemas y sus soluciones. O de forma más general: a
explicar el cómo, porqué, para qué, cuándo y quién del proceso de las políticas públicas.
“Entre los veteranos del análisis de políticas se ha vuelto un lugar común decir que: “lo más arduo de la
tarea analítica es la definición del problema’. En mi opinión, esta afirmación tan socorrida es cierta sólo
algunas veces. Encontrar la solución plausible es en realidad la parte más ardua del trabajo, aunque es
indudable que ciertas precauciones y procedimientos elementales al definir el problema ayudan mucho
a encontrar las soluciones” (Villanueva, 1993, pág. 218).
La génesis de una política pública implica el reconocimiento de un problema. Qué cuenta como problema
y cómo se define depende de la manera en que los diseñadores de las políticas buscan aproximarse a
un tema o evento. Como atinadamente la expresada James A. Jones en el contexto de los problemas
sociales: “quien sea el primero en identificar un problema social será también el primero en delinear los
términos para su discusión” (Parsons, pág. 119).
Todos las personas podrían estar de acuerdo en cuanto al tema, pero no en cuanto lo definición exacta
del problema y, por ende, en cuando a las políticas públicas que deberían implementarse. Si se
considera el hecho de que haya personas durmiendo que en las calles como un problema de vagancia,
la respuesta política estaba encuadrada en el marco de la observancia de la ley y la vigilancia policiaca.
Los primeros analistas de problemas sociales creían, no sin pecar de ingenuos, que los hechos hablaban
por si mismos: la evidencia del problema guiaría la toma de medidas para su resolución. No obstante,
los hechos nunca hablan por sí mismos, pues requieren de un intérprete. Además, aun cuando se
reconozca un problema, no necesariamente se le considerará un asunto de interés público. Siguiendo
lección de los reformistas del siglo XIX, los problemas tienden a existir en un sentido político cuando
afectan y amenazan a otro grupo (Parsons, 2007).
El problema social de la hambruna en África tuvo una mayor atención del mundo a través de esta fotografía; en la
que aparentemente un buitre espera que el niño muera de hambre para comérselo.
¿Cuáles son los criterios que definen un ‘buen problema político’ potencial y cómo se realice esta
conversión? No todos los asuntos tienen las mismas posibilidades de convertirse en problemas políticos.
Para que ello suceda, un asunto social necesita incluir cinco elementos:
1. Grado de especificidad.- Los fronteras del asunto no tienen por qué estar claramente marcados. Un
cierto margen de ambigüedad puede ayudar a que un público amplio se fije en ello. Por ejemplo, el
concepto de ‘inseguridad ciudadana’ no tiene sentido en muchas zonas rurales, pero podría afectar a
todos y por ello es eficaz.
2. Grado de relevancia social.- ya que el asunto tiene que afectar -al menos potencialmente-al máximo
número de ciudadanos. Por ejemplo, los colegios o el paro no entienden de fronteras ni de clases. Por
ello pueden ser buenos vectores de expansión si se consigue que la población adopte estos temas como
propios.
3. Relevancia temporal.- Es importante ya que, si un asunto desaparece demasiado rápido, no puede
cuajar en la opinión pública porque otros asuntos lo tapan. Sin embargo, si se consigue demostrar que
un determinado asunto tendrá consecuencias en el futuro, entonces puede que llegue a imponerse algún
día en la agenda. Por ejemplo, la ‘inseguridad ciudadana’ está aplastando a muchas otras noticias desde
hace un buen tiempo, porque limita a las personas en su vida y quehacer diario.
4. Nivel de complejidad.- Es fundamental para que un asunto se puede convertir en problema político.
Cuanto más complicado sea el asunto para los ciudadanos, menos se suelen involucrar en ello. Así, las
reformas tributarias suelen tener un alto nivel de complejidad que las convierte en asuntos difíciles de
manejar sin un mínimo de conocimientos en la materia. Por ello los políticos suelen simplificar estos
temas a ultranza resumiéndolos a una simple elección entre dos opciones.
5. Existencia de precedentes históricos.- Puede atraer el interés por la novedad. Los asuntos
totalmente nuevos son más impactantes, ya que la atención del público se suele saturar con asuntos ya
clásicos y que parecen sin solución (como las hambrunas en países africanos). No obstante, dichos
asuntos son difíciles de manejar en un discurso porque no siempre existen posturas definidas sobre
ellos. Por ejemplo, los descargas ilegales en internet, aunque sean un asunto importante por las pérdidas
económicas que generan, todavía no han generado una solución de ‘izquierdas’ y otra de ‘derechas’.
2. La inculpación.- es la segunda fase del proceso de construcción. Trata de organizar una queja en
torno a este asunto, es decir, a problematizarlo. Ello requiere conectar un problema con una causa. Hoy
en día los conductores ebrios son considerados responsables de sus actos y se les castiga en virtud de
lo datos sociológicos y fisiológicos sólidos que demuestra que un conductor ebrio pone en peligro su
propia vida y la de los demás.
3. Culpar a un todo o a un conjunto de actores no es el final del proceso. La reclamación de algún tipo
de acción pública es un paso más que consiste en pedir una solución al gobierno. Una vez las evidencias
empíricas en la mesa, los grupos que promueven un asunto deben conseguir atraer la atención de los
gobernantes con el objetivo de obtener una solución a sus quejas.
En estas condiciones, sólo queda preguntarse qué instrumentos utilizar para poner en marcha
este proceso de problematización. Las políticas públicas están hechas de palabras, lo que hace
de ellas un campo para el debate y la persuasión, es decir, la retórica. La retórica está
estrechamente vinculada a la política desde la antigua Grecia del siglo V antes de Cristo, a
través de la obra de los sofistas. Hoy en día, este vínculo es aún más fuerte en una sociedad
pacífica, donde la principal arma para conseguir el poder es la convicción a través de los medios
de comunicación. Este nuevo entorno hace de la retórica -que trata del arte de expresarse para
convencer a alguien- una disciplina muy en boga.
Según las reglas de la retórica, un discurso (político o no) se fundamenta en tres ejes: 1) El
primero de ellos es la inventio, es decir, el tema general del discurso. Este tema general sólo
puede ser expresado a través de una dispositio. 2) La dispositio se refiere una estructura que
suele empezar por un exordium (parte preintroductoria diseñada para captar la atención del
oyente), seguido de una narratio (parte introductoria que expone la tesis del orador),
una argumentatio (parte central donde aparecen los argumentos que apoyen su tesis) y acabar
con una peroratio (parte final que recapitula lo dicho anteriormente y concluye). 3) Todo ello
varía de un orador a otro en función de su elocutio, es decir, su estilo. Algunos privilegiarán un
estilo sintáctico (basado en una progresión lógica de las ideas) o, al contrario, fonético (basado
en el sonido de las palabras).
Pues bien, en el mundo político la retórica también es el arte de convertir los asuntos sociales
en problemas. Los actores políticos están constantemente luchando para imponer su versión
de los hechos, lo que es visto como una ‘lucha para la definición legítima de la realidad’. Esta
definición es fundamental porque es en el campo político donde se fragua la visión del mundo
que se impondrá luego la población. Se suele trata de una lucha simbólica y no meramente
física. Pero las palabras pesan mucho en determinadas circunstancias. ¿Por qué esta lucha?
Por dos razones opuestas: por una parte, algunos actores políticos pueden querer mantener el
statu quo, es decir, mantener la relación de poder social actual, lo que permite una cierta
estabilidad, pero suele también favorece los intereses de los actores más poderosos. Por otra
parte, la lucha retórica sirve también para alimentar el cambio social. Dicho cambio puede
permitir el acceso al poder de ciertos grupos minorados pero, a la vez, es sinónimo de
inestabilidad.
Es lo que se llama la función per formativa del lenguaje: hablando los actores sociales crean
categorías mientras deshacen otras, estableciendo fronteras simbólicas entre ellos y los demás.
La lucha dialéctica entre los líderes es una lucha para presentar el mundo tal como les conviene
a cada uno e imponer este marco al otro. Las herramientas son numerosas: la metáfora, la
metonimia, la analogía, la comparación, la ironía, no ambigüedad, la paradoja, la hipérbole, el
insulto y la reiteración.
Estas herramientas sirven para ‘enmarcar’ un problema, es decir, definirlo y relacionarlo con otros
conceptos. Por ejemplo, para la extrema derecha francesa contemporánea, la inmigración es vista como
una invasión de los países del norte por los del sur. El inmigrante -y especialmente el inmigrante
musulmán- es el vector de valores percibidos como incompatibles con los de la sociedad de acogida (se
suele hacer especial hincapié en las prácticas como la escisión o el hecho de llevar el burka).Además,
el inmigrante llega en busca de un trabajo; por tanto, ocupa el puesto de un autóctono y, mecánicamente,
hace aumentar la tasa de paro de los nacionales. Se suele añadir que el inmigrante consume recursos
como las ayudas sociales y que tiende a desarrollar tráficos de todo tipo para conseguir dinero. En
definitiva, este discurso (perfectamente coherente a primera vista) reduce un fenómeno muy complejo
como la inmigración a una serie de sustantivos simplistas (islam e islamismo, droga e inseguridad). Este
enmarcamiento de la inmigración enfatiza algunos elementos del fenómeno a la vez que ignora
explícitamente las razones profundas de este hecho social con el fin de sacarle un cierto rendimiento
electoral y generar políticas de tinte xenófobas.
El enmarcamiento proporciona una manera de ver el mundo, es decir, un ‘marco interpretativo’ que
permite entender el mundo. Un marco no es una ideología inerte, sino que está en evolución constante
para conseguir apoyos y convencer a los demás. Un marco puede estar conectado a otro marco, puede
ser reforzado, puede ser aplicado a otros asuntos o bien se puede transformar. En todos los casos es
usado como un arma para difundir ideas sobre un tema determinado.
Por ejemplo, en la mente de los neoconservadores estadounidenses de los años noventa el mundo se
dividía en varias facciones: el mundo libre y los países hostiles. Los conceptos inventados en esa época
(Estados fallidos, ejes del mal, choque de civilizaciones, mundo libre) definieron una cierta visión del
mundo que se fue imponiendo poco a poco a través de un trabajo eficaz de lobbyng aparentemente
validado por el ataque a las Torres Gemelas en 2001. A pesar de los episodios de la Primavera Árabe
de 2010 en Siria, Egipto o Túnez, que demostraron que estos pueblos aspiraban a ser gobernados
democráticamente, y que existía una diferencia entre islam e islamismo, el discurso neoconservador se
ha mantenido. Su resistencia, a pesar de las evidencias empíricas contrarias, demuestra que se trata
de un marco muy potente y muy coherente.
De la misma forma, el discurso de los líderes, de las antiguas ‘democracias populares’ soviéticas del
este y centro de Europa se basaba en conceptos como la amenaza del capital occidental, el enemigo
interior, la necesidad de la vigilancia o la creencia de un mundo futuro sin clases. Este marco sobrevivió
unos ochenta años a pesar de las pruebas que rebatían claramente sus afirmaciones. Sin embargo,
aquel discurso no resistió el asedio del marco occidental que promovía la democracia y la economía de
mercado (Hargindéguy, págs. 42-43).
3.5. Las estrategias discursivas
Ahora bien, ¿cuáles son las estrategias más corrientes para convertir un asunto social en
problema público? Etimológicamente, el verbo convencer viene del latín convincere, que se
forma a partir del prefijo cum y de la raíz vincere. Convencer significa ‘vencer con argumentos’
y transmite la idea de lucha. En un entorno democrático, el líder político consigue y mantiene el
poder en parte gracias a su capacidad para convencer al pueblo. El caso de las políticas
públicas no es diferente. Para conseguir imponer un asunto en la agenda política, los actores
tiene que luchar usando la palabra y ‘contar buenas historias’. De la misma manera, pueden
recurrir a expertos para reforzar su propia legitimidad o bien activar los símbolos idóneos.
Observa el siguiente video: Historia del Estado judío, en palestina; que se encuentra
en:https://www.youtube.com/watch?v=wg3x_N2evrI
Era un día tranquilo para el periódico El Sol de la ciudad de los juguetes. No había ocurrido nada digno de
convertirse en noticia en varios días. Habían caído no ventas de El Sol y, a pesar de las nuevas tecnologías y la
contabilidad creativa, era necesario incrementar las ventas. Pedro Cerdo, reportero estrella,
irrumpió repentinamente en la oficina del editor.
‘Jefe, escuche esto. Modo Banana, un joven chimpancé, fue arrestado por el asesinato de Muñeca Doris. ¡Por
Dios, jefe, Muñeca era apenas una niña! Resulta que la Madre del chimpancé lo había abandonado durante
varios días para irse de parranda’.
En las semanas subsecuentes la prensa compitió por mostrar nuevos ángulos de esta historia. Las ventas se
dispararon. Aparecieron expertos en televisión analizando el asunto: algunos opinaba que se trataba de una
cuestión psicológica, otros hablaban del desempleo y las desventajas sociales de los chimpancés como la causa
real. El Obispo radical de la ciudad de los juguetes adoptó esta última tesis; por su parte, algunos políticos
atribuían el hecho a la decadencia de los valores morales.
En su editorial, el sol presentó una síntesis de lo que consideraba que era la cuestión de fondo:
Antes las muñecas podían salir a jugar a las calles sin correr riesgo alguno, ahora deben cuidarse incluso de sus
compañeros de juego. ¿Qué debemos pensar hoy de la ciudad de los juguetes?
El Sol reclama:
- poner fin a las prebendas otorgadas a chimpancés que son padres y madres solteras.
- abrasar los valores tradicionales de la ciudad de los juguetes.
Hoy, El Sol publica una encuesta de opinión que muestra la preocupación de la gente acerca de los chimpancés
descontrolados. Según la población, es el tema prioritario, y este periódico no descansará hasta que también lo
sea para las autoridades (Parsons, pág. 139).
1. El desarrollo de las políticas públicas no es un curso lineal y progresivo. Los ciclos o etapas
de las políticas públicas son interdependientes, pueden incluso cruzarse, retroalimentarse,
reforzarse o negarse entre sí. Así, queda claro que estamos ante un proceso complejo.
2. Cualquier asunto, que tenga ciertas condiciones, puede derivarse en un problema político.