Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Boundless 3 PDF
Boundless 3 PDF
Traductoras:
Luna West Aa.tesares Hermanaoscura
Deydra Eaton Coraldone Anelynn
Liz Holland Melody Val_17
Nico Robin SomerholicSwiftie Vero
Amy Juli Vaanicai
Chachi Majo_Smile Chubasquera Acl
Eugene CrisCras Mel Cipriano
BeaG Christicki
Karlamirandar Aileen
Correctoras:
Melii Violet~
Alaska Young Innogen D.
Juli MaryJane♥
BlancaDepp Lalu♥
itxi ladypandora
chachii aimetz14
Maarlopez Findareasontosmile
Vericity Verito
Elena_Verlac
Lectura Final:
Mel Markham
Diseño:
Francatemartu
Índice
Sinopsis Capítulo 19
Epígrafe Capítulo 20
Prólogo Capítulo 21
Capítulo 1 Capítulo 22
Capítulo 2 Epílogo
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Sinopsis
Los últimos años le trajeron a la mitad ángel, Clara Gardner, más
sorpresas de las que nunca podía haber previsto. Pero a través de la
vertiginosa altura del primer amor a la agonizante bajeza de perder a
alguien cercano a ella, la única cosa que ya no podía negar era que nunca
tuvo la intención de tener una vida normal.
Desde que descubrió el papel especial que juega entre los otros
ángeles de sangre, Clara ha decidido proteger a Tucker Avery del mal que
la persigue… incluso si esto significa romper sus corazones. Dejar la
ciudad parecía la mejor opción, así que se dirigió a California —y también
Christian Prescott, el chico irresistible de la visión que la inició en este
camino en primer lugar.
Mientras Clara se abre paso en un mundo que es terriblemente
nuevo, descubre que el ángel caído que la atacó está observando todos sus
movimientos. Y no es el único… Con la batalla contra los Alas Negras
avecinándose, Clara sabe que finalmente tiene que cumplir su destino.
Pero no vendrá sin sacrificios y traición.
En el fascinante final de la serie Unearthly, Clara debe elegir su
destino de una vez por todas.
El Designio del Ángel, #3
5
Página
Epígrafe
2 Es como jugar al golf pero con un Frisbee. Uno o varios jugadores tienen como objetivo
llegar desde el mismo punto hasta un punto determinado, con el menor número de
lanzamientos posibles. En este caso se cambia el hoyo utilizado en golf, por una
estructura consistente en una cesta y unas cadenas colgando para ayudar a frenar el
Frisbee y que este se introduzca en la cesta.
52
Página
importa si es Samjeeza o no. Trato de actuar como si todo fuera normal.
Pero luego, un día, Wan Chen y yo salíamos del edificio de química,
y escuché a alguien decir mi nombre. Me volví para ver a un alto hombre
rubio en un traje marrón cuadrado y un sombrero negro —estoy pensando
alrededor de 1965— parado en el césped. Un ángel. No puedo negar eso.
Sucede que es mi padre.
—Uh, hola —digo débilmente. No había visto ni escuchado nada de
él en meses, no desde la semana después de que mamá muriera, y ahora
poof. Aparece. Como si hubiera caminado fuera del plató de la serie Mad
Men. Con una bicicleta, demasiado extraño, una hermosa azul y plateada
de la marca Schwinn que le toma un minuto poner contra el edificio. Trota
hacia donde Wan Chen y yo estamos paradas.
Me compongo. —Así que… um, Wan Chen, este es mi papá, Michael.
Papá, mi compañera de cuarto, Wan Chen.
—Gusto de conocerte —murmura papá.
La cara de Wan Chen se vuelve verde, dice que tiene que ir a otra
clase, y prontamente se va.
Papá tiene ese efecto en los humanos.
Por mi parte, estoy llena con el sentido de profunda y duradera
felicidad, siempre la tengo cuando estoy alrededor de mi padre, un reflejo
de su paz interior, su conexión con el cielo, su alegría. Luego, porque no
me gusta sentir emociones que no son mías, ni siquiera las buenas, trato
de bloquearlo.
—¿Viniste aquí en bicicleta? —le pregunto.
Se ríe. —No. Esa es para ti. Un regalo de cumpleaños.
Estoy sorprendida. No importa que mi cumpleaños haya sido en
junio, y es noviembre. No puedo recordar haber recibido un regalo de
cumpleaños de papá en persona. En el pasado usualmente mandaba algo
extravagante por correo, una carta atestada de dinero o un medallón caro
o boletos para conciertos. Dinero para un coche. Todo cosas lindas, pero
siempre parecía como si tratara de comprarme, compensar por el hecho de
que nos abandonó.
Frunce el ceño, una expresión que no es muy natural en su cara. —
Tu madre hizo los regalos —me confesó—. Ella sabía qué querías. Fue la
que sugirió esta bicicleta. Dijo que la necesitabas.
Me le quedo mirando. —Espera, ¿estás diciendo que mamá fue la
mandó todas esas cosas?
Asiente medio culpable, como si estuviera admitiendo que hacía
trampa en el examen de “buen padre”.
53
Página
Muy bien. Así que en realidad recibía regalos de mi mamá cuando
pensaba que los recibía de mi padre ausente. Esto esta tan jodido.
—¿Qué hay de ti? ¿Tienes al menos un cumpleaños? —pregunto, a
falta de algo mejor que decir—. Es decir, siempre pensé que tu cumpleaños
era el once de julio.
Sonríe. —Ese fue el primer día completo que pude pasar con tu
madre, el primer día de nuestro tiempo juntos. Once de julio, 1989.
—Oh. Así que tienes como veintitrés.
Asiente. —Sí. Tengo como veintitrés.
Se parece a Jeffrey. Pienso eso cada vez que lo veo. Tienen los
mismos ojos plateados, el mismo cabello, el mismo tono dorado de piel. La
diferencia es que mientras papá es, literalmente, tan viejo como las
montañas, calmado y en paz con todo, Jeffrey tiene dieciséis y en paz con
nada. Afuera “haciendo sus cosas”, lo que sea que eso signifique.
—¿Viste a Jeffrey? —pregunta papá.
—No leas mi mente, es grosero. Y sí, vino a verme, y me ha llamado
un par de veces, básicamente porque creo que no quiere que lo busque.
Está viviendo por aquí en algún lado. Vamos a Joanie’s Café mañana. Esa
es la única forma que puedo hacer que pase tiempo conmigo, ofreciendo
comida gratis, pero oye, funciona. —Tengo una idea estelar—. Deberías
venir con nosotros.
Papá ni siquiera lo considera. —No querrá hablarme.
—¿Y qué? Es un adolescente. Tú eres su padre —le digo, y lo que no
digo, pero que probablemente me escuche pensar, es deberías hacerlo
regresar a casa.
Papá sacude su cabeza. —No lo puedo ayudar, Clara. Ya has visto
cada posible versión de lo que podría pasar, y nunca me escucha. Si
acaso, mi interferencia hará las cosas peores para él. —Se aclaró la
garganta—. De cualquier modo, vine por una razón. Me asignaron para
entrenarte.
Mi corazón comienza a latir rápidamente. —¿Entrenarme? ¿Para
qué?
Su mandíbula trabaja mientras considera qué tanto revelar. —No sé
si sabes esto de mí, pero soy un soldado.
O el líder del ejercito de Dios, pero está bien, seamos modestos. —Sí,
como que sí sabía eso.
—Y el manejo de la espada es mi especialidad.
54
Página
—¿Manejo de espada? —digo muy fuerte, y la gente que pasaba nos
lanzaron miradas alarmantes. Bajo mi voz—. ¿Me vas a enseñar a usar
una espada? Así como… ¿Una espada de fuego?
Pero esa es la visión de Christian, pienso inmediatamente. No mía.
No yo, peleando.
Papá sacude su cabeza. —La gente la confunde a menudo con una
espada de fuego, por la forma en que la luz ondea, pero está hecha de
gloria, no fuego. La espada de gloria.
No puedo creer que esté escuchando esto. —¿Una espada de gloria?
¿Por qué?
Duda. —Es parte del plan.
—Ya veo. Así que hay un plan definido. Incluyéndome —digo.
—Sí.
—¿Hay una copia escrita del plan maestro a la cual le pueda dar un
vistazo? ¿Sólo por un minuto?
La esquina de su boca se levanta. —Es un trabajo en proceso. Así
que, ¿estás lista? —pregunta.
—¿Qué, ahora?
—No hay tiempo como el presente —dice, lo cual puedo decir que
cree que es una broma. Se voltea para recuperar la bicicleta, y juntos
deambulamos lentamente de regreso hacia Roble.
—Por cierto, ¿cómo va la escuela? —pregunta, como cualquier otro
padre responsable.
—Bien.
—¿Y cómo está tu amiga?
Encuentro extraño el hecho de que este preguntando por mis
amigos. —Uh, ¿quién?
—Angela —dice—. Es la razón por la que viniste a Stanford, ¿no?
—Oh, sí. Angela está bien, creo.
La verdad es que no he quedado con Angela desde el día en la Iglesia
Memorial, hace casi tres semanas. La llamé la semana pasada y le
pregunté si quería ir a ver la nueva película de terror que salió en
Halloween, y pasó de mí. “Estoy ocupada” fue todo lo que dijo. Además no
está interesada en salir a fiestas o a las lecturas de poemas, por lo cual
asumí que todo estaba terminado; o hacer mucho o nada además de ir a
clase, e incluso en nuestra clase de Poetas Rehaciendo la Palabra ha
estado extrañamente callada y nada obstinada. Últimamente he visto más
a sus compañeras de cuarto que a Angela: Robin está en mi clase de
55
Página
Historia del Arte los lunes y miércoles y muchas veces tomamos café
después de clase; Amy y yo siempre nos encontramos en el pasillo de la
comida, al mismo tiempo, para desayunar, donde nos sentamos juntas y
hablamos.
Es por ellas que sé que Angela ha estado pasando el rato en la
iglesia o quedándose en su cuarto, pegada a su computadora o leyendo
libros intimidantes a la vista o garabateando en su vieja libreta blanco y
negro, usando sudaderas la mayoría de los días, algunas veces sin
molestarse en darse un baño. Es evidente que algo más intenso que lo
habitual le está sucediendo. Imagino que su designio está acelerando —su
obsesión con el número siete, el hombre en el traje gris, y todo ese tipo de
cosas.
—Siempre me gustó Angela —dice papá, lo cual me sobresalta
porque por lo que sé, solo la vio una vez—. Es muy apasionada en su
deseo de hacer lo que es correcto. Deberías cuidarla.
Hago una nota mental para llamar a Angela tan pronto como tenga
un minuto. Hemos alcanzado Roble a este punto, y papá se detiene
mirando el edificio con la fachada cubierta de hiedra mientras estaciono la
bicicleta en aparcamiento que está afuera.
—¿Quieres ver mi habitación? —pregunto un poco incómoda.
—Quizás luego —dice—. Bien, ahora necesitamos encontrar un lugar
donde no nos interrumpan.
No puedo pensar en otro lugar mejor que el sótano de los
dormitorios, donde hay un cuarto de estudio sin ventanas. La gente
generalmente lo usa para hacer llamadas telefónicas cuando no quieren
que sus compañeros de cuarto los molesten. —Es lo mejor que puedo
hacer —digo, mientras conduzco a papá hacia abajo. Abro la puerta y la
sostengo para que pueda ver.
—Es perfecto —dice y entra.
Estoy nerviosa. —¿Tengo que estirar o algo así? —Mi voz hace un eco
extraño en este claustrofóbico cuarto. Huele como a calcetines sucios,
leche rancia, y perfume viejo.
—Primero debemos decidir dónde te gustaría entrenar —dice.
Hago un ademán a nuestro alrededor. —Estoy confundida.
—Este es el punto de partida —dice—. Debes decidir el punto final.
—Está bien. ¿Cuáles son mis opciones?
—Donde sea —contesta.
—¿El desierto Sahara? ¿El Taj Majal? ¿La Torre Eiffel?
56
Página
—Creo que haríamos un espectáculo practicando manejo de la
espada en la Torre Eiffel, pero es tú decisión. —Sonríe tontamente, luego
se pone serio—. Trata con un lugar que conozcas bien, donde te sientas
cómoda y relajada.
Eso es sencillo. No tengo que pensar por más de dos segundos. —
Está bien. Llévame a casa. A Jackson.
—Jackson será. —Papá se mueve para estar frente a mí—.
Pasaremos ahora.
—¿Y qué es pasar, exactamente? —pregunto.
—Es… —Busca las palabras, encontrándolas—. Cediendo a las
reglas del tiempo y del espacio para moverse de un lugar a otro muy
rápido. El primer paso —agrega dramáticamente—, es la gloria.
Espero que pasara algo, pero nada ocurre. Miro a papá. Cabecea
hacia mí, expectante.
—¿Qué, voy a hacerlo?
—Has hecho esto antes, ¿no? Trajiste a tu madre del infierno.
—Sí, pero no sabía lo que hacía.
—Ladrillo por ladrillo, cariño —dice.
Trago. —¿Qué, ahora estoy construyendo Roma? Creo que
deberíamos de empezar con algo más pequeño. —Cierro mis ojos, trato de
centrarme en el ahora, trato de dejar de pensar, de procesar, solo ser.
Escucho mi respiración entrar y salir de mi cuerpo, trato de vaciarme,
olvidarme, porque solo así puedo alcanzar ese silencio dentro de mí que es
parte de la luz.
—Bien —murmura papá, y abro los ojos en la dorada gloria que nos
baña alrededor.
—En este estado —dice—, tienes acceso a cualquier cosa que pidas.
Simplemente debes aprender a pedirlo.
—¿Lo que sea? —pregunto escépticamente.
—Si pides y lo crees, sí. Lo que sea.
—Así que si realmente quiero una hamburguesa con queso, justo
ahora…
Se ríe, y el sonido hace eco alrededor de nosotros como un coro de
campanas. Sus ojos son plata fundida en esta luz, su cabello
resplandeciente.
—Supongo que tengo pedidos extraños. —Extiende su mano, y algo
dorado y café aparece en ella. Lo tomo. Es como pan, solo más claro.
57
Página
—¿Qué es esto? —pregunto. Porque no es una hamburguesa con
queso.
—Pruébalo.
Dudo, luego le doy una mordida. Explota en mi lengua, como el
mejor croissant de mantequilla que he probado, casi derritiéndose en mi
boca, dejando un vago sabor a miel. Devoro el resto, y después me siento
completamente satisfecha. No llena. Pero conforme.
—Esta cosa es genial —digo, resistiendo la urgencia de lamer mis
dedos—. ¿Y puedes producir esto de aire, cuando quieras?
—Pido y viene —dice—. Pero ahora, concéntrate. ¿Dónde estamos?
—Dijiste que con la gloria podemos acceder a donde sea.
—Sí. Así es como uno pasa entre el cielo y la tierra, y cómo me es
posible viajar de un lugar a otro en la tierra. Un momento a otro.
Me pongo momentáneamente entusiasmada. —¿También me vas a
enseñar cómo moverme entre el tiempo?
Me gustó la idea de darme una extra hora para estudiar para los
exámenes, o descubrir quién será el ganador de las olimpiadas de Stanford
antes de que sucedan. O —un bulto se forma en mi garganta—podría ir a
ver a mamá. En el pasado.
Papá frunce el ceño. —No.
—Oh —digo, decepcionada—.No es parte del plan, ¿verdad?
Pone la mano en mi hombro, y lo aprieta gentilmente. —Verás a tu
madre de nuevo, Clara.
—¿Cuándo? —pregunto, mi voz se torna ronca—. ¿Cuándo muera?
—Cuando más lo necesites —dice, dudoso como siempre.
Aclaro mi garganta. —Pero por ahora, ¿Puedo cruzar a cualquier
parte que quiera ir?
Toma mi mano, mira hacia mis ojos. —Sí. Puedes.
—Esto puede ser extremadamente útil cuando esté corriendo tarde a
clases.
—Clara. —Quiere que me ponga seria ahora—. Cruzar es una
habilidad vital. Y no es tan difícil de conseguir como piensas —dice—.
Estamos todos conectados, todo lo que vive y respira en este mundo, y la
gloria es la que nos ata.
La próxima cosa de la que estará hablando es la Fuerza, lo sé.
—Y cada lugar tiene un pedazo de esa energía. Una firma, si quieres.
Así que para moverte de aquí a allá, primero debes conectarte con esa
energía.
58
Página
—Gloria. Listo.
—Luego debes pensar en el lugar que deseas ir. No la ubicación en
un mapa, sino la vida de ese lugar.
—¿Cómo... el gran árbol de álamo en el jardín en Jackson?
—Eso sería lo ideal —dice—. Alcanzar ese árbol, el poder se está
generando desde el sol, las raíces se extienden hacia fuera en la tierra,
bebiendo, la vida de las hojas...
Durante un minuto, estoy hipnotizada por el sonido de su voz.
Cierro los ojos y puedo verlo tan claramente: mi árbol de álamo, las hojas
comenzando a cambiar de color y la caída, el movimiento del viento frío del
otoño a través de las ramas, el murmullo que agita las hojas. En realidad
me hace temblar, imaginarlo.
—No lo estás imaginando —dice papá—. Estamos aquí.
Abro los ojos. Jadeo. Estamos de pie en frente de mi casa bajo el
árbol de álamo. Sólo así.
Papá dejar ir de mis manos. —Bien hecho.
—¿Esa fui yo? ¿No tú?
—Toda tú.
—Fue fácil... —Estoy sorprendida por lo fácil que fue, una cosa tan
imposible como ir a casi mil kilómetros en un abrir y cerrar de ojos,
literalmente.
—Eres muy poderosa, Clara —dice papá—. Incluso para una
Triplare, eres extraordinaria. Tu conexión es fuerte y estable.
Esto hace que me dan ganas de preguntarle una docena de cosas,
como, si eso es cierto, ¿por qué no me puedo sentir más, no sé, religiosa?
¿Por qué no son mis alas más blancas? ¿Por qué tengo tantas dudas? En
lugar de eso digo: —Bueno, vamos a hacer esto. Enséñame algo más.
—Con mucho gusto. —Se quita el sombrero, la chaqueta del traje y
las coloca cuidadosamente sobre la barandilla del porche, luego va a la
casa y vuelve con la escoba de cocina de mamá, que enseguida rompe en
dos pedazos como si fuera un espagueti sin cocinar. Me tiende una mitad
a mí.
—Oye —grito. Sé que no debería ser un gran problema, pero
relaciono la escoba con mamá bailando en la cocina, barriendo
teatralmente, cantando falsamente “Silbando al trabajar” con su voz nasal
más aguda que la de Blanca Nieves—. Rompiste mi escoba.
—Pido disculpas —dice.
Tomo mi mitad de la escoba, entrecierro los ojos con recelo en su
rostro. —Pensé que esto era acerca de la espada de gloria.
59
Página
—Ladrillo a ladrillo —dice otra vez, levantando la mitad de la escoba,
la que tiene las cerdas en él. Barre detrás de las pantorrillas, y salto—.
Primero vamos a trabajar en su postura.
Me enseña sobre el equilibrio, ángulos, y anticipar los movimientos
de mi oponente. Me enseña a utilizar la fuerza de mi corazón en lugar de
los músculos de mi brazo, para sentir la espada, digo escoba, como una
extensión de mi cuerpo. Es como bailar, me doy cuenta rápidamente. Se
mueve, y me muevo en respuesta, al compás suyo, permaneciendo ligera,
rápida, hasta en la punta de los pies, evitando los golpes en lugar de
bloquearlos.
—Bien —dice al fin. Creo que incluso podría estar sudando.
Me siento aliviada porque esta lucha no es demasiado difícil. Pensé
que podría ser una de esas cosas como volar, que por un tiempo fui un
desastre, pero aprendo con bastante rapidez, a fin de cuentas.
Creo que soy la hija de mi padre.
—Lo eres —dice papá con orgullo en su voz.
Por otra parte, mientras que una parte de mí está feliz, sudorosa, y
orgullosa de que esto va muy bien, a la otra parte le resulta una locura.
Quiero decir, ¿quién usa espadas ya? Se siente como teatro para mí, como
un juego, golpeando a mi papá con un palo en el patio trasero. No me lo
puedo imaginar como algo peligroso. Estoy sosteniendo esta escoba como
una espada, y la mitad del tiempo quiero reventar de risa de lo ridículo que
es.
Pero debajo de todo, la idea de empuñar realmente un arma,
tratando de cortar a alguien con ella, me asusta totalmente. No quiero
lastimar a nadie. No quiero pelear. Por favor, no dejes que tenga que
luchar.
El pensamiento me hace perder un paso, y el palo de escoba de papá
está en mi barbilla. Miro a sus ojos, trago.
—Ya es suficiente por hoy —dice.
Asiento con la cabeza y dejo mi pedazo de escoba en la hierba. El sol
se está poniendo. Se está poniendo oscuro, y frío. Envuelvo los brazos en
mi pecho.
—Lo hiciste bien —dice papá.
—Sí, ya dijiste eso. —Me doy la vuelta, pateo a una piña de pino
caída.
Lo oigo venir detrás de mí. —A veces es difícil ser el portador de una
espada —dice suavemente.
Papá es conocido por ser duro, el tipo al que se llama cada vez que
algún villano necesita un golpe. Phen hablaba de él como si fuera el policía
60
Página
malo en el juego "poli bueno, poli malo", el que golpea a los criminales. En
la obra de arte, el antiguo Michael es siempre el ángel de rostro severo
cortando al diablo con una espada. Su apodo es el Atacante, dijo Phen.
Ese trabajo sin duda sería un asco. Pero cuando trato de mirar dentro de
la mente de papá, lo único que consigo es la alegría. Ciertamente. Una
quietud interior, como el reflejo en la superficie del lago Jackson al
amanecer.
Echo un vistazo por encima del hombro a papá. —No pareces muy
conflictivo acerca de llevar una espada.
Se agacha y coge mi mitad de escoba, tiene las piezas juntas durante
unos segundos, y luego vuelve a poner la escoba en una sola pieza. Mi
boca se abre como un niño en un show de magia. Paso los dedos sobre el
lugar donde fue irregular, pero me parece perfectamente lisa. Ni siquiera la
pintura se ve ensombrecida. Es como si nunca se rompió.
—Estoy en paz con esto —dice.
Juntos regresamos y caminamos hacia la casa. En algún lugar entre
los árboles oigo el canto de un pájaro, una llamada luminosa y sencilla.
—Oye, me preguntaba... —Me detengo y saco valor para que
aparezca algo que ha estado en el fondo de mi mente desde que se
mencionó la palabra espada—. ¿Estaría bien si Christian entrena con
nosotros? —Su mirada en mí es constante y curiosa, así que sigo—. Tiene
una visión en la que utiliza una espada llameante… quiero decir de gloria,
y su tío lo ha estado entrenando un poco, pero no va a estar por mucho
más tiempo, y creo que sería bueno, quiero decir, creo que sería útil para
los dos si entrenamos juntos. ¿Podría ser parte del plan?
Esta callado por tanto tiempo que estoy segura de que va a decir que
no, pero luego parpadea unas cuantas veces y me mira. —Sí. Tal vez
cuando estés en casa para las vacaciones de Navidad, los entrene juntos.
—Genial. Gracias.
—De nada —dice con sencillez.
—¿Quieres entrar? —le digo al borde del porche—. Creo que puedo
sacar un poco de chocolate.
Niega con la cabeza. —Ahora es el momento para la siguiente parte
de la lección.
—¿La siguiente parte?
—¿Te acuerdas de cómo cruzar?
Asiento con la cabeza. —Llamar a la gloria, pensar en el lugar, hacer
clic en los talones tres veces y decir:" No hay lugar como el hogar".
—He visto esa película —dice—. Uno de las favoritas de tu madre. La
veíamos cada año.
61
Página
Nosotras también. Pensar en eso hace que de repente tenga un nudo
en la garganta. WOO3, lo llamaba. Me leyó el libro en voz alta todas las
noches antes de acostarse, cuando tenía siete años, y cuando
terminábamos, la veíamos en DVD, cantábamos las canciones juntas, y
tratamos de hacer ese paseo que hacen cuando están en el camino de
ladrillos amarillos, pasando por encima de las demás piernas.
No más WOO con mamá, nunca.
—¿Y ahora qué? —le pregunto a mi padre, negándome a tener el
nudo en la garganta de nuevo.
Sonríe, una sonrisa maliciosa, a pesar de que es un ángel. —Ahora
llegas tú misma a casa.
Y así, desaparece. Ninguna gloria ni nada. Sólo pfft. Ido.
Espera que cruce de regreso a California por mi cuenta.
—¿Papá? No es gracioso —le digo.
En respuesta, el viento recoge y envía un puñado de hojas rojas de
álamo dentro mi pelo.
—Genial. Simplemente genial —murmuro.
Pongo la escoba en el pasillo, cerca de la puerta, en caso de que la
necesite de nuevo. Entonces vuelvo de nuevo al patio y convoco a un
círculo de gloria. Reviso mi reloj y determino que Wan Chen va a estar en
clase durante una hora, así que cierro los ojos y me concentro en mi
habitación, la colcha de lavanda, el pequeño escritorio en la esquina que
está siempre desordenado de papeles y libros, el aire acondicionado en la
ventana.
Me lo imagino perfectamente, pero cuando abro los ojos, todavía
estoy en Jackson.
Papá me dijo que me centrase en algo vivo, pero ni siquiera somos
dueñas de una planta de interior. Tal vez esto no va a ser tan fácil después
de todo.
Cierro los ojos otra vez. Ahí está el olor de la nieve de la montaña en
el aire. Me estremezco. Me habría traído un abrigo si hubiera sabido que
iba a estar en Wyoming hoy. Soy una cobarde acerca del frío.
Tú eres mi flor de California, recuerdo que Tucker me dijo una vez.
Estábamos sentados en la cerca del pasto en el Lazy Dog, viendo a su papá
domar a un potro, las hojas de los árboles rojos como lo son hoy. Empecé
a temblar con tanta fuerza que mis dientes en realidad comenzaron a
castañear, Tucker se rio de mí y me llamó su delicada flor de California y
me envolvió en su abrigo.
Jeffrey:
Sé que estás enojado conmigo. Pero realmente necesito hablar contigo.
Llámame. Por favor, recuerda que siempre estoy de tu lado.
Clara.
www.librosdelcielo.net
294
Página
Página 295