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GLOBALIZACIÓN Y CAMBIO EN EL SUR DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES 35

GLOBALIZACIÓN Y CAMBIO
EN EL SUR DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Hilda María Herzer (post mortem)

RESUMEN

Este artículo examina la vinculación entre globalización, territorio y ciudad, foca-


lizando el análisis en un aspecto de ese proceso que comienza a darse con cier-
to ímpetu en la ciudad de Buenos Aires desde fines de la década de 1990 hasta el
presente. Se trata del proceso de gentrificación que en estos años se ha desarro-
llado en distintos barrios. Se hace hincapié en el proceso que, desde la década de
1990, tiene lugar en la zona sur de la ciudad.

Palabras clave: Gentrificación - Renovación urbana - Globalización - Transforma-


ciones urbanas

ABSTRACT

This article discusses the link between globalization, territory and city, focusing the
analysis on one aspect of that process which begins to emerge with some force in
the city of Buenos Aires from the late 90s to the present. This is the process of gen-
trification developed in different neighborhoods in recent years. The emphasis is on
the process of gentrification that takes place in the south of the city.

Key words: Gentrification - Urban renewal - Globalization - Urban transformations


CIUDADANÍAS. Nº 1, 1er semestre de 2017, ISSN 2545-7977

INTRODUCCIÓN
Este artículo intenta echar una mirada sobre la vinculación entre globalización, te-
rritorio y ciudad y particularizarse en un aspecto de ese proceso que comienza a
darse con cierto ímpetu en la ciudad de Buenos Aires desde fines de la década de
1990 hasta el presente. Se trata del proceso de gentrificación que en estos años se
ha desarrollado en distintos barrios. Hace hincapié en el proceso que, desde la dé-
cada de 1990, tiene lugar en la zona sur de la ciudad.

En ella, ha ido cambiando la modalidad de crecimiento urbano en términos espa-


ciales que venía desarrollándose en décadas pasadas (mayor ocupación de es-
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pacios intersticiales que “expansión horizontal”). Este fenómeno no solo ocurre en


Buenos Aires sino en otras ciudades, y es casi mundial (Améndola, 2000). Es im-
portante preguntarse –como lo hacen Marcuse y Kempen (2000)– si hay un nue-
vo orden dentro de las ciudades, a partir de los procesos de globalización, o si son
procesos que ya existían y que solo se acentúan. En principio, se observa que las
divisiones existentes en décadas anteriores se hacen más fuertes: ahora las barre-
ras ya no son tan virtuales entre los diferentes sectores sociales que habitan la ciu-
dad, como en décadas pasadas, sino que se han concretado, como en los barrios
cerrados, etc. Pero no son procesos tan diferentes sino que han cambiado en tér-
minos de grado, así como la sociedad se ha polarizado, económica y socialmente.

Como señala Sassen (1999), la transformación de la economía global restituyó la


importancia de las grandes ciudades como lugares para ciertos tipos de produc-
ción, servicios, comercialización e innovación. Las ciudades son centros para el au-
mento y la consolidación del capital de inversión y formación de un mercado inter-
nacional de inmuebles. La pregunta es ¿qué pasa en nuestra ciudad?

Asistimos en América Latina a un proceso de reinversión en las áreas centrales de


la ciudad estimulado incluso por organismos internacionales –figura entre los obje-
tivos de desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas en términos de reducción del
hacinamiento en tugurios de áreas centrales–, que es llevado a cabo por una serie
de actores y por políticas públicas que tienden a promover los centros, intentando
de ese modo revertir los procesos de deterioro y pauperización de estos, abando-
nados a las clases populares desde los años cuarenta. Este proceso de recalifica-
ción y gentrificación1 ha sido analizado a partir de los años setenta en los países
centrales2 y, con mucho menos énfasis, en América Latina a partir de mediados de
los noventa.

Ese desplazamiento de los sectores de menores ingresos que supone la gentrifica-


ción va acompañado de inversiones y mejoras tanto en las viviendas, que son reno-
vadas o rehabilitadas, como en toda el área afectada: comercios, equipamientos y
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servicios. Esto implica cambios en el mercado del suelo y de la vivienda, de modo


que desempeñan un rol decisivo los agentes del suelo: los propietarios, los promo-
tores –las inmobiliarias–, los gobiernos –locales, nacionales–, las entidades finan-
cieras, así como también los ocupantes –en régimen de propiedad o de alquiler–

1
Gentrificación se define “como el desplazamiento o reemplazo de un grupo de rango socioeco-
nómico bajo por otro de mayor status socio económico en el centro de la ciudad, que involucra la
renovación de inmuebles que se han deteriorado previamente, para usos residenciales y que tie-
ne lugar de manera despareja, afecta a algunos barrios o vecindarios pero no otros y ocurre por
etapas. Algunas definiciones de gentrificación añaden algunas condiciones más específicas tales
como la rehabilitación de viviendas degradadas de la clase trabajadora y la consecuente trans-
formación del área en un barrio de clase media” (Smith y Williams, 1996: 1).
2
El documento de M. Kennedy y P. Leonard (2001) hace una extensa revisión de la complejidad
de la gentrificación en ciudades de los Estados Unidos.
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que padecen las consecuencias. En conjunto, el fenómeno suele conllevar una ma-
yor apreciación por las áreas renovadas e incluso una recuperación del valor sim-
bólico de los centros urbanos. De hecho, actualmente se considera la gentrificación
la expresión espacial de un cambio social profundo (Van Wessep, 1994).

De ahí que nos importa el concepto de gentrificación en la medida en que nos per-
mite comprender ciertos procesos de cambio social en un territorio dado y en tanto
nos provee una conceptualización que es capaz de vincular procesos y flujos glo-
bales con la construcción de identidades en localidades particulares; para decirlo
en otras palabras: la gentrificación nos permite vincular cambios del nivel macro
(como ser el proceso de desindustrialización y la reestructuración) con sus mani-
festaciones a nivel micro, como son los cambios barriales.

La fuerza que tiene analizar la gentrificación es su habilidad para arrojar luz sobre
cómo cambios de la economía externa afectan las relaciones de la gente con los lu-
gares en los que viven.

LA GENTRIFICACIÓN GLOBALIZADA
En rigor, en los últimos años la gentrificación está vinculada directamente a cómo
las ciudades experimentan transformaciones económicas y a la ejecución de cier-
tas políticas. La renovada posición de las ciudades en la economía global motoriza
la expansión de la gentrificación, es decir, se convierte en una experiencia generali-
zada e integrada a procesos mayores tanto urbanos como globales y en esto se di-
ferencia de lo que ocurría durante las décadas anteriores en que el proceso estaba
circunscrito a un sitio.

La pregunta es: ¿es posible cambiar la imagen de la zona sur o de las áreas de me-
nor desarrollo relativo de la ciudad de Buenos Aires sin que la reactivación econó-
mica signifique exclusión? ¿cómo conciliar la competitividad de la ciudad global con
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la equidad? ¿cómo desarrollar nuevas actividades ligadas al turismo (centros de


convenciones, muestras de arte, espectáculos espectaculares etc.) y atraer inver-
siones sin expulsar población hacia la periferia?

Como ya dije, este proceso se vincula a los de reestructuración urbana: los cam-
bios económicos fueron acompañados por cambios políticos en la medida en que
las ciudades se encontraron compitiendo en el mercado global, desreguladas, con
servicios y viviendas privatizados, en un marco de desaparición de las políticas de
bienestar. En ese contexto, la gentrificación se constituye en una marca distinti-
va de la emergente ciudad global (Sassen, 1991), pero también está presente en
aquellos centros nacionales y regionales que están experimentando una reestruc-
turación económica, política y geográfica. Debe agregarse que las mismas fuerzas
que desataron los nuevos paisajes gentrificados de la ciudad central son las que
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también han transformado los suburbios. Por ahora, al menos en Argentina, la su-
burbanización representa aún una fuerza más poderosa que la gentrificación en la
geografía de moda de las metrópolis; sin embargo, ambos procesos son comple-
mentarios.

A partir de la última década se ha vinculado la gentrificación a una nueva forma de


política urbana neoliberal, en tanto las políticas implementadas han favorecido el
aumento de la desigualdad social y una mayor segregación urbana. Harvey (2005)
en su análisis del neoliberalismo muestra cómo su generalización a áreas cada vez
más vastas del planeta produce una profunda reestructuración económica, social,
política y territorial. En este sentido, las ciudades juegan un rol protagónico en su
condición de espacios soporte de proyectos de reestructuración neoliberal.

Por cierto, ciertos impactos de la gentrificación han sido muy controvertidos políti-
camente, y en nuestro caso el gobierno local ha propiciado y bienvenido el regre-
so de los sectores medios al centro de la ciudad forzando el desplazamiento de los
sectores de menores recursos. Pero, simultáneamente, organizaciones de base y
vecinales se han opuesto (esporádicamente) a la gentrificación por su efecto en el
desplazamiento de los pobres y vulnerables, aunque su acción ha tenido poco éxi-
to en la ciudad.

Efectivamente, algunos de los impactos de la gentrificación son: la creación de


nuevas oportunidades para la inversión especulativa en el mercado habitacional en
el centro de la ciudad; el desplazamiento por aumento del precio de alquiler y de la
propiedad; los costos psicológicos del desplazamiento para la población que deja el
lugar; el resentimiento comunitario; la tensión y el conflicto; soluciones siempre de
emergencia para la población sin techo; el desplazamiento de los hogares que son
forzados a buscar vivienda en zonas de menor costo –Marcuse lo denomina des-
plazamiento excluyente–; el desplazamiento comercial e industrial; el aumento del
costo de los servicios; la pérdida de diversidad social. Además, el desplazamiento
hacia ámbitos menos deseables tiende a reducir la calidad de vida de esa pobla-
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ción. Y, por último, la introducción de nuevas formas discriminatorias de vigilancia y


control social.

Cuando consideramos los impactos negativos de la gentrificación, pensa-


mos no solo en los residentes que son desplazados inmediatamente por los
procesos de gentrificación sino también en el impacto de la reestructura-
ción del espacio urbano sobre la habilidad de los residentes de bajos ingre-
sos de mudarse de vecindarios que alguna vez les proveyeron una amplia
oferta de viviendas asequibles. (Newman y Wyly, 2006: s/d).

Retomando lo planteado anteriormente, más allá de la posición que se adopte en


torno al debate sobre el rol que juegan el capital y la cultura en el proceso de gen-
trificación, actualmente se lo debe analizar en el contexto de la globalización (Atkin-
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son y Bridge, 2005). Globalización es un término complejo que expresa crecientes


intercambios económicos, políticos y culturales en la última escala posible y que no
ha sido tenida en cuenta en el nivel barrial y, como plantean los autores citados, en
la cresta de la ola del redesarrollo urbano y la colonización cabalgan los gentrifica-
dores, que aparecen como los emisarios de flujos capitales globales. Para Butler
(2003), la gentrificación en sí debe ser entendida como una respuesta a las insegu-
ridades que generan los flujos de finanzas globales y la identidad. El sentido de lu-
gar se transforma en la base de la seguridad ontológica de profesionales que bus-
can el habitus de vivir en un vecindario con otros que piensen de forma parecida.

Pero, sea por lo que sea, está claro que en torno a la gentrificación se genera un
debate en el cual están presentes otros aspectos de cambio barrial: la conversión
de antiguas zonas industriales en declive en nuevas zonas residenciales, de consu-
mo y de ocio destinadas fundamentalmente a las clases medias con la transforma-
ción de antiguos barrios de clase trabajadora en lugares de asentamiento de secto-
res sociales emergentes.

El proceso de gentrificación se está desarrollando con cierta intensidad en barrios


de la ciudad, pero obviamente no solo se trata de la recuperación de vivienda por
sectores de más alto ingreso. Se está frente a un proceso de apropiación temporal
y selectiva del espacio para ciertas actividades, sean residenciales y/o comerciales
impregnadas con un manto cultural.

MÚLTIPLES FORMAS E INCENTIVOS


PARA LAS INVERSIONES LOCALES3
El proceso de renovación urbana que se desarrolla en Buenos Aires forma parte de
un plan más amplio y a mediano plazo de urbanización de la ribera, que se extien-
de de norte a sur. Este plan implica la ampliación del área central mediante la incor-
poración de suelo urbano4 –en una ciudad donde estaba muy limitado–, posibilitan-
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do el despliegue de nuevos usos comerciales, de servicios y habitacionales, para


actividades que involucraron a sectores de altos ingresos.

Paralelamente, se han ido construyendo obras viales que han reforzado la cone-
xión del área central, a través de autopistas y accesos, con la región metropolitana, el
centro con los bordes y, en perspectiva macroregional, con otras mercociudades.
Las nuevas obras urbanas, junto con las defensas costeras de la boca del Ria-
chuelo, han generado cambios que se expresan en el precio del suelo y de los in-
muebles en los barrios del sur.

3
Este acápite fue elaborado con base en Rodríguez, Bañuelos y Mera (2008).
4
Nos referimos a la zona de Puerto Madero.
40 Hilda María Herzer

Los gobiernos nacional y de la ciudad jugaron un papel relevante como gestores


de las condiciones necesarias, aunque no suficientes, para el surgimiento de las
transformaciones económicas, sociales y ambientales en estas áreas más degra-
dadas de la ciudad. La modificación en sus funciones regulatorias, la adecuación
de marcos normativos, el proceso de privatizaciones, la transferencia subsidiada
de recursos como el suelo urbano o la deuda pública han sido mecanismos habili-
tantes de estos procesos. La inversión extranjera directa experimentada en la ciu-
dad a partir de la década de 1990 habría sido impensable sin este marco de actua-
ción pública.

En este contexto se inscribe la continuidad en la orientación del gasto público de la


ciudad que sostuvieron los sucesivos gobiernos locales entre 1988 y 2005, destina-
do a obras de infraestructura. Pasada la crisis nacional, en el año 2004, las obras
previstas en el plan de inversiones de los CGP –Centros de Gestión y Participa-
ción–5 del área sur involucraban el 38%, contra el 12% del presupuesto previsto pa-
ra el área norte. En 2005, esa tendencia se acentuó y el área sur pasó a abarcar el
52% de la inversión prevista, contra el 8% del área norte.6

Contribuyeron, también, a este proceso políticas de carácter fisicalista que, a través


de sus intervenciones, orientan y producen territorio: el Plan Urbano Ambiental, el
Código de Planeamiento Urbano, las Corporaciones creadas en los noventa –que
posibilitaron la activación de recursos inmobiliarios de propiedad pública en los pro-
cesos de renovación– y las mencionadas inversiones de infraestructuras.

Otras dos líneas de políticas contribuyeron también a delimitar de manera más es-
pecífica el carácter que asumen los procesos de renovación urbana en el área sur:
las políticas de corte turístico-cultural y las políticas habitacionales dirigidas a los
grupos de bajos ingresos.

Tanto en el discurso del gobierno local como en el de los actores económicos, el


turismo ligado a una revalorización patrimonial guía las acciones tendientes a re-
novar el área sur. El patrimonio (en sus diversas manifestaciones: natural, cultural,
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histórico, etc.) aparece cada vez más como atractivo para la experiencia turística.7

La lógica de intervención, renovación urbana e inversión pública en la zona sur


tiene como contracara la situación social de los sectores locales de menores in-

5
Los Centros de Gestión y Participación son órganos desconcentrados del Gobierno de la Ciudad.
6
Portal Web GCBA. “Programa general de acción de Gobierno 2005-2007”, Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires.
7
En los documentos del Plan Urbano Ambiental de Buenos Aires se reconoce el patrimonio urbano
como “la riqueza ambiental, paisajística, cultural, y arquitectónica de Buenos Aires, distribuida y
plasmada en numerosísimas situaciones”. Este constituye un argumento de peso para potenciar
y posicionar a la Ciudad como producto turístico atractivo (Revista SUMMA, Nº 203, diciembre de
2001:129).
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gresos no contemplados por la dinámica desencadenada. La vivienda es uno de


los aspectos más visibles. De manera contradictoria, a través de la política ha-
bitacional se dirimen, por un lado, la intención política del gobierno local de pro-
mover la renovación de las áreas centrales de la ciudad y, por otro, la presión
ejercida por las necesidades y propuestas de las organizaciones sociales que
representan a los sectores afectados por dicho proceso y que encuentran poca
cabida.

El análisis de esas normativas y políticas urbanas pone de manifiesto que la inter-


vención del Estado –local y nacional– respecto a los inmuebles públicos, la optimi-
zación de infraestructura, las transformaciones normativas y las decisiones de in-
versión constituyen la base para la promoción de algunos negocios privados. La
planificación flexible y el culturalismo de mercado constituyen una faceta ideológi-
ca, que moldea las percepciones y tipificaciones de los beneficios y perjuicios des-
igualmente producidos y distribuidos.

Con la recuperación económica del país a partir del 2003-2004 la ciudad presenta
un crecimiento manifiesto en la totalidad de actividades productivas; se destaca el
dinamismo de la producción manufacturera, la construcción, el sector inmobiliario,
el comercio, el turismo y las industrias culturales. El mercado inmobiliario de la zo-
na sur adquiere nuevos valores; es así como en Barracas el metro cuadrado cons-
truido, que en 2003 valía 800 dólares, actualmente asciende a 1400, mientras que
en San Telmo llega a 1700 dólares y en la Boca a 1000, cuando el precio histórico
del metro cuadrado era de 600 dólares.

LA BOCA
Entre 1947 y 2001 perdió el 41% de su población y padeció un proceso de degra-
dación, agudizado a partir de los setenta con la desactivación del puerto y el paula-
tino cierre de gran parte de las industrias de la zona.
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En ese contexto de pérdida de roles económico-sociales, el Gobierno de la Ciudad,


en la década de 1990 y a través de la construcción de defensas costeras, impulsó
un proceso de renovación en el barrio, que se ubica en una óptima localización ur-
bana por su proximidad al centro de la ciudad. A esas intervenciones se sumaron
las impulsadas por grupos de mayor poder adquisitivo que iniciaron su anclaje en
el barrio a través de la adquisición, a bajo costo, de antiguos galpones, astilleros y
viviendas para su reciclaje y uso posterior, ligado predominantemente a actividades
comerciales y de servicios culturales.

Desde el inicio del proceso de renovación, los hogares de sectores populares han
visto amenazada su permanencia en la zona dada su dificultad para hacer frente a
la valorización de los inmuebles que habitan, introduciendo una cuña de mayor vul-
42 Hilda María Herzer

nerabilidad en estos hogares. El primer dato que surge con fuerza8 es que, para el
año 2000, el 36% ya no residía en el barrio; no podemos saber a ciencia cierta por
qué estas familias decidieron partir ni hacia dónde fueron. Sí se sabe que con res-
pecto al año 1998 han aumentado los jefes de hogar no vulnerables en el 10%. En
el año 2008, sobre la misma muestra que en el 2000, el 54,5% ya no residía en el
barrio. Dadas las características de quienes los reemplazaron pensamos que ha
habido un recambio de población en el barrio que señala una etapa del proceso
de renovación, a través del aumento de los precios de los alquileres. Si se tiene en
cuenta que las características de las viviendas ocupadas y las condiciones de ocu-
pación casi no han variado y que los jefes de los hogares que actualmente habitan
en dichas viviendas presentan perfiles socio-ocupacionales similares pero con me-
jores inserciones laborales, se puede pensar que quienes partieron del barrio han
sido reemplazados por otros hogares que no podían afrontar otras localizaciones
en la ciudad. Pero también se debe añadir que, en el 2008, de las 431 viviendas en
las que residían los hogares en el 2000, el 10% ha cambiado de uso, ha sido demo-
lida o está deshabitada. Es posible pensar que el parque residencial se contrae a
favor de otros posibles usos comerciales.

El ingreso promedio del jefe del hogar asciende a 1255 pesos en el 2008.

Algunas características de la población del barrio de la Boca

40 % de los jefes de hogar son altamente vulnerables en términos


ocupacionales y habitacionales
14% de los jefes de hogar están desocupados
60% de los entrevistados son inquilinos; el 40% de estos no tiene contrato
de alquiler. El 26% son propietarios
Los ocupantes de hecho abarcan el 10% de los hogares. Las ocupaciones
se desarrollan, mayoritariamente, en inmuebles de propiedad privada.
El 74% de los casos debió efectuar mejoras para habitar los inmuebles;
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ello muestra un cierto arraigo al sitio que habitan, que, sumado a las
dificultades para acceder al crédito para la compra de inmuebles, aumenta
severamente su vulnerabilidad ante procesos de desplazamiento

SAN TELMO
San Telmo es el barrio de la zona sur más próximo a los centros políticos y admi-
nistrativos nacionales y de la ciudad. Cuenta con buenos servicios e infraestructura
urbana y su estado de conservación –aún con signos de deterioro en algunos luga-
res– es muy superior al de otros barrios del sur. Es un barrio pequeño cargado de

8
Las encuestas para obtener esos datos fue realizada a la misma muestra en los años 1998, 2000
y 2008.
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simbolismo histórico sustentado en hitos vinculados a la fundación y urbanización


de la ciudad. En los años de 1980 a 1991 su carácter residencial fue desaparecien-
do; numerosas viviendas se demolieron para destinar sus terrenos a otros usos, en
su mayor parte a la construcción de edificios de departamentos y para actividades
ligadas a los servicios. Al mismo tiempo, se incorporaron y expandieron formas ha-
bitacionales precarias: fundamentalmente los hoteles pensión y las casas tomadas.

Características de los hogares que habitan el barrio de San Telmo*

El 80% de los jefes es activo; el 62% trabaja en relación de dependencia.


Sigue habitando en el barrio un importante porcentaje de hogares cuyos
jefes son, en términos ocupacionales, altamente vulnerables.**
El 27% de las familias ganaba menos de $800.
El 2% reside en casas de inquilinato; el 5% en cuartos de hotel y/o pensión.
El 52% de los inquilinos se encuentra en situación de hacinamiento crítico.
El 19% de las viviendas presenta mal estado de la estructura edilicia
y de conservación. En este grupo, el 23% son inquilinos y el 66% son
propietarios de la vivienda y el terreno.

* Los datos que aquí se presentan provienen de una encuesta llevada a cabo entre residentes de
San Telmo y Barracas. Se relevó un total de 473 hogares (235 en San Telmo y 238 en Barracas)
seleccionados a través de un muestreo por cuotas. El primer relevamiento se desarrolló a fines
de 2005 y el último se desarrolló en octubre de 2009.
** O les hacen descuentos por jubilación pero no tienen cobertura social ni tienen un trabajo esta-
ble. O tienen cobertura social pero no les hacen descuentos por jubilación ni tienen un trabajo
estable. O tienen un trabajo estable pero no les hacen descuentos por jubilación ni tienen co-
bertura social. O no tienen un trabajo estable ni les hacen descuentos por jubilación ni tienen
cobertura social.

BARRACAS
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Barracas ha sido tradicionalmente un barrio caracterizado por su dinamismo indus-


trial, pero las sucesivas crisis y el proceso de desindustrialización han contribuido
al avance del deterioro y abandono general del barrio. En este proceso se han ido
consolidando tres macrozonas claramente diferenciadas. Una donde predomina el
uso residencial y donde el proceso de renovación se ha iniciado más temprana-
mente. La segunda, que constituye un sector industrial y de servicios y presenta los
niveles más importantes de deterioro. Y la tercera macrozona, que está ocupada
por la Villa 21-24 y el barrio Zavaleta y ha sido la de mayor crecimiento poblacional
en las dos últimas décadas.

Este año, de las 230 viviendas entrevistadas, 150 hogares siguen viviendo en su lu-
gar y el 25% se ha desplazado. El precio del metro cuadrado construido asciende a
44 Hilda María Herzer

1400 dólares –ha aumentado algo más del 40% en los últimos 3 años–. Aun así, es
más bajo que en otras zonas y atrae proyectos inmobiliarios.9

Características de los hogares que habitan en el barrio Barracas

Mayor cantidad de miembros por hogar que en los otros 2 barrios.


El 75% de jefes de hogar son activos; predominan los que se insertan
en el mercado en relación de dependencia.
El 17% de los jefes está en situación de vulnerabilidad ocupacional.
El 30% de las familias percibe menos de $800.
El 2% vive en casas de inquilinato y el 1% en cuartos de hotel. El 34%
de los hogares presentaba situaciones de hacinamiento.

En los barrios analizados, la población de menores ingresos (incluyendo sectores


medios bajos empobrecidos) ha sido afectada negativamente por los cambios en
los mercados de trabajo. De allí la magnitud de las formas informales de empleo
que coexisten con mayores niveles de formalidad en la situación de tenencia del
suelo y la vivienda. En San Telmo y La Boca la informalidad con relación a la inser-
ción en el hábitat parece canalizarse a través del alquiler. En Barracas, en cambio,
lo hace a través de la ocupación. Estos datos se relacionan claramente con la pre-
sencia de un proceso de renovación en San Telmo que ha supuesto el desalojo de
los inmuebles ocupados así como de los hoteles pensión y su reconversión en you-
th hostels. En La Boca, la muy extendida presencia de inquilinatos y viejas casas
en estado de deterioro así como la expansión de nuevas villas miseria altamente
precarias y densificadas sobre la zona ribereña se presentan como la otra cara del
área turística.

Los tres barrios del área sur poseen peculiaridades definidas por su especificidad
histórica y por los diferentes momentos e improntas de su desarrollo sociourbano.
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Se encuentran en diferentes etapas del proceso de renovación. En San Telmo, las


transformaciones se iniciaron bastante antes que en Barracas y que en La Boca;
comenzaron en los albores de la década de 1980.10 En La Boca, si bien lleva más
de diez años de transformaciones, el proceso se desarrolla muy lentamente, con-
solidándose como un claro ejemplo de gentrificación comercial, circunscripta a la

9
Uno de los emprendimientos pioneros fue Solares de Montes de Oca, dos torres residenciales
de 30 pisos, con un total de 180 mil metros cuadrados. El complejo, ubicado en Montes de
Oca al 500, empezó a construirse en 2001, sufrió una demora por la crisis, pero ya tiene gente
viviendo. Las unidades se vendieron a 1.250 dólares el metro cuadrado.
10
Una de las primeras acciones que abrieron el camino de la renovación fue, en 1979, la declara-
ción de las manzanas comprendidas entre las avenidas Independencia, San Juan y Paseo Co-
lón y la calle Perú como área de preservación histórica.
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zona del enclave turístico. En Barracas, los cambios son recientes. La intensidad
del proceso también difiere: en San Telmo es más intensivo que en Barracas y La
Boca. Las diferencias en la evolución del proceso y la intensidad se dejan ver en
la disponibilidad de inmuebles vacantes, siendo la de Barracas la oferta más nu-
merosa.11 En San Telmo y en La Boca el sector público ha tenido mayor incidencia
en el proceso, mientras que en Barracas el sector privado tiene un importante pro-
tagonismo.12

LOS RECURSOS LOCALES DE IDENTIDAD


En los últimos años, los medios también se han hecho eco de los cambios en el
sur de la ciudad, que evidencian el auge del carácter comercial en el segmen-
to de servicios para el ocio, el entretenimiento y el turismo; la emergencia –pa-
ra San Telmo, por ejemplo– de una tendencia residencial inesperada (la compra
de inmuebles por extranjeros) y el desarrollo comercial en hotelería y gastrono-
mía. Al mismo tiempo, estas notas periodísticas expresan y refuerzan el discur-
so mitificador sobre la zona sur, anudando éxito económico y lugar-testimonio
de nuestra identidad y diversidad cultural, en el que el barrio de La Boca sigue
siendo el paradigma de lugar testimonial de nuestra historia como porteños y
atractivo turístico.

En una nota sobre una de las más importantes inmobiliarias del barrio de San Tel-
mo que tiene el 90% de su oferta dirigida a extranjeros se señala que “la arquitec-
tura patrimonial, el espíritu bohemio y los bajos valores en dólares de las propieda-
des de San Telmo son irresistibles para los inversores extranjeros. En los últimos
años creció un 20% el número de operaciones inmobiliarias y la zona se transformó
en unos de los principales destinos de alquiler temporario para extranjeros.”13. Así,
quienes apreciaron el barrio de San Telmo cuando vinieron como turistas, regresan
luego como inversores. En el proceso, poco a poco, identidad y diversidad irán con-
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jugándose con el atractivo del lugar y con el éxito de la renovación comercial, legiti-
mando la protección patrimonial.

Un actor económico importante en el plan de infraestructura del Riachuelo, en el


barrio de La Boca, a mediados de los noventa, señalaba que el plan de remodela-
ción apuntaba a ciertas “unidades temáticas”, es decir, los conventillos y el paseo
de Caminito, para que “sirvan como enlace entre el pasado histórico y la época

11
En el año 2006, el 11% de los inmuebles de la zona sur estaba vacante.
12
Entre las intervenciones públicas sobresalen el emplazamiento del Centro Metropolitano de Dise-
ño, en el predio del ex Mercado del Pescado y la rehabilitación de la Estación Irigoyen. Entre las
privadas, desarrollos inmobiliarios vinculados a la puesta en valor de ex establecimientos fabriles.
13
En diario Clarín, 15 de marzo de 2005.
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contemporánea, con el fin de recuperar la armonía inicial entre arquitectura y la for-


ma de vida que caracterizó a la Boca” (citado en Plan Techint, 1992: 9ss).

Para San Telmo, la metáfora del “túnel del tiempo” es utilizada para describir su
atractivo: “Turistas, curiosos y vecinos de toda la ciudad viajan en el tiempo cuan-
do pisan los negocios de antigüedades de la calle Defensa, el centro de San Tel-
mo”. “El paseo de domingo”, dice una comentarista de la nota, “excusa para reco-
rrer parte de la historia de la ciudad es, además de un viaje a otro siglo, un negocio.
Que impacta directamente –y se retroalimenta– en la recuperación de la zona sur
de Buenos Aires”.14

Dicha revalorización no solo se debe a la política pública sino a la acción privada


de agentes económicos. En abril de 2005 se realizó un encuentro latinoamericano
de anticuarios en San Telmo. Este signo de esplendor de la actividad comercial es
también un gesto de afirmación de que San Telmo es el barrio antiguo y de las an-
tigüedades (es el barrio que reúne la mayor cantidad de anticuarios en una misma
área en toda América Latina), como explicaba el presidente de los anticuarios: San
Telmo es una marca.

Las relaciones entre la historia, el patrimonio y la identidad se articulan en forma


compleja. La construcción de los barrios como bien cultural refuerza una versión de
la identidad que supone un proceso de abstracción de rasgos y fijación de sentidos,
una versión monolítica de la historia (sin fisuras, rígida, inflexible) y una definición
de lo patrimoniable (qué bienes tangibles e intangibles son dignos de preservar).

El análisis de las políticas implementadas en la zona sur pone en evidencia sus


resultados contradictorios: por un lado, nuevas políticas tienden a revalorizar el
capital inmobiliario y del suelo y, por otro, estas políticas no contemplan alternati-
vas para compensar los efectos negativos de la dinámica sociourbana desenca-
denada.

En los barrios, la renovación urbana, a través de sus diferentes etapas y dinámicas,


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implica inversiones físicas de capital; generación de capital social y capital humano.


Las políticas de fomento turístico cultural apoyaron fuertemente los procesos de re-
valorización. Por un lado, el contenido turístico se asocia a ciertos factores cultura-
les, como la recuperación o radicación de teatros, museos, galerías de arte, etc. Y,
por el otro, el capital simbólico, que representaba a la cultura de épocas preceden-
tes, se transforma en una estrategia comercial, produciendo fuertes transformacio-
nes en el espacio urbano y en los consumos asociados.

A su vez, el patrimonio histórico rehabilitado reúne elementos distintivos que apor-


tan prestigio y distinción. En esta categoría no solo se incluye la rehabilitación de

14
Citado de “San Telmo, Desarrollo económico: abrieron 140 locales en los últimos diez años”,
Clarín, 30 de mayo de 2004.
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centros históricos sino también de espacios industriales abandonados, viejos mer-


cados de antiguos barrios populares sometidos a procesos de desinversión.

Así, la gentrificación se constituye en una estrategia económico-cultural orientada


a satisfacer una demanda especializada de consumo, como parte de una alianza
establecida entre capital y cultura para orientar la atención hacia aquellos aspectos
de la estrategia menos conflictivos, los culturales, desviando la mirada de esa otra
faceta más espinosa: la económica. ◙

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