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Adicciones Drogadicción y Alcoholismo PDF
Adicciones Drogadicción y Alcoholismo PDF
Facultad de Psicología
José BARRIONUEVO
marzo 2017
José BARRIONUEVO
1
O. M. S. (Organización Mundial de la Salud): “Manual sobre dependencia de las drogas”.
1975.
2
O. M. S. (Organización Mundial de la Salud): “Manual sobre dependencia de las drogas”. Op.
cit.
3
DSM IV “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales”. 4ª edición. Barcelona.
1995.
sustancias. Se utiliza la expresión más neutra trastorno por consumo de
sustancias para describir el amplio abanico de un trastorno, desde un estado
leve a uno grave de consumo compulsivo y continuamente recidivante. Algunos
clínicos preferirían utilizar la palabra adicción para describir las presentaciones
más extremas, pero esta palabra se ha omitido de la terminología oficial del
diagnóstico de consumo de sustancias del DSM-5 a causa de su definición
incierta y su posible connotación negativa”
…………………………………………………………………………………………….
“Los trastornos relacionados con sustancias se dividen en dos grupos: los
trastornos por consumo de sustancias y los trastornos inducidos por
sustancias. Las siguientes afecciones se pueden clasificar como inducidas por
sustancias: intoxicación, abstinencia y otros trastornos mentales inducidos por
una sustancia o medicamento (trastornos psicóticos, trastorno bipolar y
trastornos relacionados, trastornos depresivos, trastornos de ansiedad,
trastorno obsesivo compulsivo y trastornos relacionados, trastornos del dueño,
disfunciones sexuales, síndrome confusional y trastornos neurocognitivos)”4
Uso: este término supone un contacto esporádico u ocasional con la droga, con
consumo circunstancial y en ocasiones determinadas.
Abuso: reiterado consumo de drogas, recurriendo el sujeto a cantidades y/o
frecuencia “que superan en mucho a las iniciales”5. Discontinuo o no, el abuso suele
ser considerado un riesgo en cuanto a la posibilidad de facilitar el traspaso de los
límites que lo separan de la adicción propiamente dicha.
Drogadicción: dependencia, compulsiva y constante, de una sustancia de la
cuál el sujeto no puede prescindir, ocasionando trastornos en lo físico y en lo psíquico,
constituyéndose el sujeto en peligro para sí y para los demás.
Etimológicamente, del latín a-dictio: ‘no dicción’ o sin palabras, el término adicto
se referiría a alguien que sigue ciegamente al líder, sin criticarlo ni decirle nada, sin
cuestionamiento. Luego se llamó addictus a un ‘esclavo’ por deudas, de allí addictio:
‘adjudicación, cesión al mejor postor, consagración, dedicación’. En esta oportunidad
nos referiremos a la adicción a las drogas, dejando las adicciones a computadoras,
jueguitos u otras varias para otra ocasión.
Adicción a drogas:
4
“Asociación Americana de Psiquiatría. Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM
5. Arlington, V. A. Asociación Americana de Psiquiatría. 2014”
5
Gobbi, S.: “Adolescencia y adicción”. Homo Sapiens ediciones. Rosario. 1993. pag. 42
otros factores de riesgo- que incrementan la vulnerabilidad, tanto social como
individual para el desarrollo de las adicciones.
SUJETO DROGA
Así pues, no es droga cualquier sustancia, sino la que el sujeto define para sí
como droga, otorgándosele importancia al sujeto en esta relación.
Es posible ubicar los inicios del estudio sobre las adicciones desde el
psicoanálisis en los trabajos de Freud sobre la cocaína 6, pues si bien sus
investigaciones se encuentran ubicadas en el terreno de la medicina en cuanto a los
efectos anestésicos de la droga, su autor propone consideraciones sobre la relación
entre la cocaína y lo anímico que son importantes remarcar y recuperar para estudiar
las relaciones existentes entre lo afectivo y la utilización de sustancias tóxicas.
“Cuando tiene que realizar un viaje difícil, cuando toma a una mujer, o,
en general, siempre que sus fuerzas tienen que hacer frente a una prueba que
exige un rendimiento mayor de lo normal, el indio aumenta su dosis ordinaria ”7.
6
Freud, S. (1884/87): “Escritos sobre la cocaína”. Editorial Anagrama. Barcelona. 1980.
7
Freud, S. (1884): “Über coca”, en “Estudios sobre la cocaína”. Op. cit. pag. 94.
caracteriza por la alucinación de pequeños animales que se mueven por la piel,
y la adicción a la cocaína en lugar de adicción a la morfina. Tales fueron los
tristes resultados obtenidos al tratar de expulsar al demonio por medio de
Belcebú”8.
Este último escrito marca el cierre de la investigación realizada por Freud sobre
los efectos anestésicos de la cocaína. Sin embargo, no deja de preocuparse por el
tema de las adicciones, pudiéndose encontrar planteos varios a lo largo de su obra
respecto de las mismas y acerca de la droga. Así pues, en carta dirigida a Fliess, de
fecha 22 de diciembre de 1897, sugiere Freud:
8
Freud, S. (1887): “Anhelo y temor de la cocaína”, en “Estudios sobre la cocaína”. Op. cit. pag.
217.
9
Freud, S.: “Fragmentos de la correspondencia con Fliess”. Carta 79. Obras completas.
Amorrortu editores. pag. 314.
a) Como un daño orgánico, ejercido a través de un mecanismo desconocido,
debiendo tenerse en cuenta al respecto los criterios, tan a menudo
mencionados aquí, de la frecuencia desmesurada y de la insuficiente
satisfacción obtenida.
b) Por el establecimiento de un prototipo psíquico, al no existir la necesidad de
modificar el mundo exterior para satisfacer una profunda necesidad.
c) Por la posibilidad de la fijación de fines sexuales infantiles y de la permanencia
en el infantilismo psíquico. Con ello está dada la predisposición a la neurosis
(…) recordemos cómo la masturbación permite realizar, en la fantasía,
desarrollos y sublimaciones sexuales que no representan progresos, sino sólo
nocivas formaciones transaccionales…”10
Lacan nos orienta en esta línea al referirse al tema de la carencia del objeto
como el resorte mismo que une al sujeto con el mundo 14, pues, como ya Freud lo
afirmara, es a partir de la pérdida que el niño es capaz de representar, y, en tanto el
10
Freud, S. (1912): “Contribuciones para un debate sobre el onanismo”. Editorial B. Nueva.
pag. 477.
11
Lacan, J. (1960): “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconciente freudiano”.
Escritos I. Siglo Veintiuno editores. pag. 338.
12
Freud, S. (1930): “El malestar en la cultura”. Obras completas. Amorrortu editores.
13
Freud, S. (1930): “El malestar en la cultura”. Obras completas. Amorrortu editores. Op. cit.
pag. 78
14
Lacan, J.: “La relación de objeto”. Seminario 4. Editorial Paidós.
reencuentro es imposible, el desplazamiento, la metonimia al decir de Lacan, hace que
el objeto pueda ser reemplazado, manteniendo en este movimiento la ilusión de haber
hecho posible el reencuentro y sabiendo del auto-engaño simultáneamente.
15
Freud, S.: “Duelo y melancolía” Obras completas. Op. cit.
16
Lacan, J. (1976): Palabras de Apertura a Jornadas de Cartels.
17
Lacan, J. (1972): Seminario 20 “Aun”. Bs. As. Editorial Paidós. pag. 63.
18
Lacan, J. (1972): Seminario 20 “Aun”. Bs. As. Editorial Paidós. pag. 64.
“El humo puede muy bien ser también signo del fumador. Aun más, lo
es siempre, por esencia. No hay humo sino como signo del fumador”19.
Así pues, éste, el fumador, quien porta - soporta el fumar como signo,
supone que con el hacer humo los otros podrán deducir los atributos relativos a su ser
o intenciones propias, sin necesidad de recurrir a la palabra, y de tal manera hace
signo y, como signo, no estaría representado por un significante. Esto se ve con
mucha claridad en la clínica con drogadependientes, cuando quienes acuden a
consulta llevando a quien se droga le atribuyen a su práctica drogadicta una
intencionalidad, intentando encontrar y dar explicaciones a dicha conducta
“autodestructiva”. Llamativamente, en tales circunstancias, el drogadicto, en sus casos
más graves, no dice estar sufriendo por lo que le pasa, sino que son los otros los que
se inquietan o se angustian y construyen hipótesis explicativas. Así pues, el fumar, que
el fumador porta y soporta como signo, no representa un interrogante para el sujeto.
Habría en ello la suposición de poder ser reconocido en su deseo que sería leído según
un sentido otorgado por los demás, especulándose con el deseo del Otro como
completud de reconocimiento. Pues, como el mismo Lacan dijera en otro seminario, el
dedicado al tema de la angustia20, un signo es comprensible por todos, y quien lo emite
cuenta con que el otro le atribuirá una intencionalidad o un deseo supuestamente puesto
en juego.
La droga ofrece un goce por el cual puede llegar a perderse el sujeto como tal, el
sujeto de la palabra, re-jerarquizándose la dimensión de la necesidad en la adicción a
drogas propiamente dicha. Podríamos pensar que es posible hablar de un “sujeto del
goce”, que porta “la solución” por medio de la cual obtiene un goce que no pasa
por el Otro. Goce remite a algo que está más allá del principio del placer, en un exceso
o exacerbación de la satisfacción que se encuentra con la pulsión de muerte, en la
repetición, que evoca la búsqueda “loca” del objeto perdido, del tiempo mítico del
suministro incondicional, sin falta alguna.
19
Lacan, J. (1972): Seminario 20 “Aun”, anteriormente cit. pag. 64.
20
Lacan, J.: “La angustia”. Seminario 10. Op. cit.
21
Winnicott, D.: “Miedo al derrumbe”, en “Exploraciones psicoanalíticas”. Editorial Paidós,
Bs.As. 1991.
22
Le Poulichet, S.: “Toxicomanías y psicoanálisis” Amorrortu editores. Bs. As. 1990. pag. 140.
y también como: “...medios de salir del vacío o encontrarle otra forma ”.
En las patologías del acto, incluyéndose entre las mismas a los intentos de
suicidio, a anorexia y bulimia veras, a las drogadependencias propiamente dichas o
adicción a drogas y a bebidas alcohólicas, o la impulsión o la tendencia a pasar al
acto en cualquiera de sus dimensiones, es el recurso utilizado en forma prioritaria
en tanto si bien el sujeto en estas problemáticas habita el lenguaje no puede apelar al
mismo en ciertas circunstancias en las cuales un pánico sin nombre, sin palabras, o
una intensa depresión, devastadora, hacen imposible todo procesamiento psíquico con
riesgo consiguiente de quedar a merced del goce del Otro, como objeto.
Respecto de los conceptos de acto, o actuar, acting out y pasaje al acto, desde
conceptualizaciones de Freud y de Lacan en otro espacio25, al que remitimos,
considerábamos sus peculiaridades.
-hacerlo por placer o buscando encontrar fuerzas cuando las propias flaquean,
en búsqueda de sostén identificatorio, como primera posición.
-o bien cuando se ubica a la sustancia en el intento de reforzar el esfuerzo
desmentidor o renegatorio, patológico, ante la ley en sus diversas manifestaciones, en
la otra.
25
Barrionuevo, J. (2011). Adolescencia y juventud. Editorial EUDEBA.
26
Barrionuevo, J. (2010). Drogadicción en la adolescencia. Gabas editorial.
pánico o angustia desbordante, en un sujeto que no encuentra palabras para
procesarlos, intensa depresión o sensación de tedio imposible de soportar, o bien
pánico o desesperación, afectos distintos puestos en juego ante los cuales el sujeto
puede recurrir a drogas como “la” solución.
Definidas por Freud como “quita-penas”, las drogas facilitan al sujeto poder
escapar al peso de la realidad, refugiándose en un “mundo que ofrece mejores
condiciones de sensación”, buscando a través de la intoxicación que provoca la
sustancia eludir o aliviar el dolor que el vivir supone. Así, en las toxicomanías o en la
drogadicción propiamente dichas la pretensión es enfrentar o cuestionar imperativos
categóricos que dicen de límites que la cultura impone a todo aquel que quiera
pertenecer a ella, pero, fundamentalmente, supone un intento de desconocer la
distancia entre el yo y el ideal y como consecuencia el juicio referido a la necesariedad
del morir personal. Estamos hablando, digámoslo con otras palabras, de falta, de
castración, ante lo cual irrumpe la angustia, el terror desbordante, o bien el sujeto se
sume en amarga desazón, de lo cual se pretende “salir” apelándose al consumo de
drogas al no poder procesar el afecto por medio del pensar, psíquicamente.
“Tomo para animarme...”, o, “...nada mejor que una buena birra para
poder hablarle a una mina, me salen solas las palabras...”,
son expresiones que suelen escucharse en algunos jóvenes al ser preguntados sobre
por qué beben.
“Con la pinta no alcanza, por eso cuando tomo tengo un verso bárbaro!!!
y me gano todas las minas que quiero!!!”, decía otro adolescente.
Hasta aquí, podríamos decir, es clara la relación de los jóvenes, y de los no tan
jóvenes, con las bebidas alcohólicas como recurso buscado cuando el valor flaquea,
pudiéndose pensar que en forma circunstancial, o incluso recurrente durante cierto
tiempo, pueden ser buscadas como garantía supuesta de sostén identificatorio en el
trabajo de procesamiento de duelos “adolescentes”.
Para concluir, como síntesis posible, planteemos las diferencias hasta aquí
enunciadas:
Bibliografía: