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EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE

PERSPECTIVAS CLÍNICAS Y PSICOLÓGICAS

INTRODUCCION
Durante las últimas décadas, un fenómeno se ha convertido en el centro de la
discusión acerca de la supervivencia después de la muerte. Las experiencias
cercanas a la muerte o ECM parecen proveer evidencia de la supervivencia en
conjunto con las comunicaciones mediúmnicas y otros fenómenos relacionados,
como es el caso de las apariciones de personas fallecidas.

El interés en este tema por el público en general y la comunidad científica, así


como por parte de la religión, comenzó con la publicación del libro Life after Life
(Vida después de la Vida) de Raymod Moody, un psiquiatra norteamericano, en
1975, quien se vio impulsado a estudiar estas experiencias luego de escuchar la
vivencia del Dr. George Ritchie durante la guerra, a quien dedicó su libro. A partir
de esto, cada vez más investigadores serios han buscado explicaciones al
fenómeno, publicándose variados estudios en revistas especializadas.

Vida después de la Vida se convirtió rápidamente en un bestseller, y otros médicos


y científicos comenzaron su propia investigación, como el Dr. Kenneth Ring de la
Universidad de Connecticut, quien pudo reunir una gran cantidad de reportes
sobre esta experiencias y estableció la IANSDS (International Association for Near
Death Studies) en 1977. En 1992, el doctor Ring determinó el perfil psicológico de
la gente que pasa por ellas y el grado real de impacto en sus vidas. Mientras tanto,
nuevos investigadores hacían oír su voz. Algunos se mostraban escépticos y
surgieron distintas explicaciones psicológicas y neurológicas. Para el doctor Ring,
sin embargo, el hecho de que se pueda constatar la existencia de alteraciones
neurológicas relacionadas con las imágenes y sensaciones experimentadas en las
ECMs no indica que éstas sean solo un producto de la imaginación

Hasta el momento muchos pacientes han sufrido la llamada "muerte clínica" y tras
ser declarados fallecidos por los médicos han regresado a la vida a los escasos
diez, quince o más minutos. Según los estudios, las experiencias cercanas a la
muerte tienen características similares, independientemente de la formación
cultural, intelectual o económica de los pacientes y son independientes de la edad.
Hasta incluso los niños, que no están todavía condicionados por ninguna idea
concreta, y han sufrido una ECM, relatan los mismos hechos.

ANTECEDENTES

ESTUDIOS EN ARGENTINA BASADOS EN ENCUESTAS EN SUJETOS


NACIONALES E INTERNACIONALES

El estudio se inició como una encuesta elaborada por Parra y Cia y proporcionada
al público nacional e internacional desde el sitio web de Alipsi
http://www.alipsi.com.ar/.

La muestra final seleccionada consistió en 122 mujeres y 74 varones (Total N=


196) con un promedio de edad de 38 años aproximadamente. 59 eran de
nacionalidad argentina y 137 extranjeros.

La encuesta (extraída y modificada a partir de la Escala de Greyson) estuvo


planificada para recopilar datos cognitivos y sensoriales de los sujetos que
experimentaron una ECM, también se obtuvieron descripciones de la experiencia
susceptibles de de análisis en cuanto a la presencia de factores neurológicos en
la misma, durante y a posteriori a mediano y largo plazo.

Se incluyó también una aproximación psicosocial en base a las descripciones de


lo que la experiencia resultó ser para los sujetos y que rasgos o características
afectivas (positivas y negativas) desarrollaron los sujetos a posteriori de la
experiencia. Finalmente se les pidió que calificaran la experiencia vivida. Estos
son los resultados:

Se advierte aquí que los ítems fenomenológicos más significativos en cuanto a


porcentaje de sujetos que lo experimentaron son justamente la percepción de
verse fuera del cuerpo y con la perspectiva de verse “desde arriba”. Llama la
atención que los sujetos refieren la “sensación de regreso al cuerpo” en mayor
proporción que la de desprendimiento inicial. Las posibles asociaciones a efectos
neurológicos e interpretaciones cognitivas de la experiencia se discutirán más
adelante tomando en cuenta las nuevas teorías y marcos conceptuales vigentes
de la clínica de las ECMs y el aporte de otros autores involucrados en dichos
ámbitos.
Hemos tomado el término “Interpretación Psicosocial” para describir las
interpretaciones generales de la muestra en cuanto a la naturaleza de las ECMs.
En ella se destaca el concepto de reino o dimensión asociado a las ECMs
atribuido por los sujetos a este tipo de experiencias. La calidad del mismo y su
influencia sobre el sujeto responde con el mayor porcentaje de atribución a la
calificación de “pacífico y relajante” en mayor medida, siguiendo la calificación de
“Celestial y espiritual” como la segunda mayor atribución del mismo. Solo un 5%
calificó a la naturaleza del Reino como terrorífico o demoníaco”

En cuanto a la naturaleza de los efectos post-ECMs, los hemos clasificado


tomando en cuenta los siguientes grupos:
a- Rasgos cognitivos y sensoriales: puede observarse una florida
manifestación de rasgos cognitivos aumentados a partir del resultado de la
experiencia, como si la misma imprimiera una nueva y más integrada
funcionalidad del Sistema Nervioso en general y en lo referente a la
cognición en particular… Estudios con Pet-scan y dosaje de
neurotransmisores en sangre están aún pendientes de realización en
estudios clínicos multicéntricos. Cabe señalar la importancia de los mismos
para comprender el alcance neurocientífico que estas experiencias nos
acercan.
Los indicadores más relevantes obtenidos como percepciones visuales
inusuales, la aceleración del curso del pensamiento, la hiperalerta,
acompañan la mejoría del rendimiento intelectual. Sin embargo también
debemos evaluar el item escuchar voces, y determinar si está asociado con
una desestructuración temporal o definitiva del psiquismo del sujeto
(patología) y el alcance del mismo en la personalidad del mismo.

De 154 personas (el 79% de la muestra total) el 54,55% de la misma oyeron voces
en estado de vigilia 28,5% a punto de dormirse (efecto hipnagógico) y el 17% al
despertarse (efecto hipnopómpico). Estos dos últimos rara vez significan
desestructuración de la personalidad, sino más bien efectos neurológicos
asociados al lobulo prefrontal entre otros y vinculados a estados del sueño
fisiológico. No es así en cambio con el estado de vigilia… efecto que debe
evaluarse seriamente para determinar la existencia o no de esquizofrenia, por
distintos medios clínicos y biológicos(como por ejemplo dosaje de dopamina o
evaluación de equilibrio glutamato-dopamina entre otros).

b- Rasgos afectivos: a los rasgos afectivos producidos por la experiencia se


los subdividió para un mejor estudio en:
1- Afectividad positiva: predominan sentimientos de gozo paz y plenitud
2- Afectividad negativa: a medida que transcurre el tiempo, sentimientos
como desinterés, depresión y angustia comienzan a parecer en mayor
medida.

Si consideramos el impacto psicoemocional de la experiencia y tomamos en


cuenta también las expectativas que una experiencia límite de este tipo provoca
en los sujetos; las nuevas rutas de transformación de excitación y descarga
afectiva devienen en una transformación en la conducta y el ánimo que es el fiel
reflejo de la dificultad de sostener en el tiempo la impronta subjetiva de la misma.
Los efectos a largo plazo sin embargo, son medibles en el item de reevaluación de
la vida y sentido de propósito elegido por los sujetos (85%) como expresión
cognitiva del proceso. Esto puede verse en el gráfico de los rasgos cognitivos
anterior.
Se tomó esta categorización para evaluar la percepción subjetiva de posibles
habilidades de procesamiento de información inusual que el sujeto dijo
experimentar. Aquí puede verse que los items más altos en puntuación fueron
precognición, clarividencia, telepatía y visión de entidades.
Muchos de estos rasgos pueden relacionarse hipotéticamentequizá a una
actividad anómala del nucleo hipocampico hipofisiario adrenal, el tálamo y zonas
del lóbulo temporal, ya que no se pudieron evidencia estudios estadísticos de
actividad paranormal. Sin embargo no podemos descartar a priori que dichos
procesamientos anómalos de información no puedan producirse como resultado
de la experiencia.

Para finalizar se les pidió a los sujetos que calificaran la calidad de la experiencia.
El mayor porcentaje de respuestas mencionó el término “sublime” siguéndole muy
de cerca el de “agradable”. Contenidos más ansiógenos como “desagradable” o
“aterradora” fueron mencionados en menor medida.

A continuación y antes de las conclusiones, se revisará algunas perspectivas


clínicas, psicosociales y transpersonales de otros autores y sus estudios sobre
estas experiencias.

PERSPECTICAS CLÍNICAS Y PSICOLÓGICAS


Durante muchos años ha sido motivo de estudio y debate una característica
común de las ECM (experiencias cercanas a la muerte).
La mayoría de las personas que han pasado por esta situación describen sobre
todo 2 cosas. Una luz al final de un túnel y una sensación similar a flotar sobre el
propio cuerpo.
Un equipo medico ha tratado de dar sentido científico a estas señales. Esas
visiones en el umbral de la muerte son algo más que conocido por miles de
testimonios de los que han vuelto a la vida tras una muerte clínica, e incluso el
cine y la literatura nos ha traído esas imágenes, y hay miles de foros y blogs
donde la gente cuentas sus experiencias, pero la pregunta es: ¿si estas visiones
no fueran el umbral del cielo o la muerte y fuera un simple mecanismo de
respuesta físico?.

El equipo de la doctora Zalika Klemenc-Ketis, de la universidad de Maribor


(Eslovenia), intenta dar una nueva respuesta científica a estas experiencias.
Para ello, analizaron los casos de 52 personas que habían sufrido un ataque
cardíaco, de los cuales 11 habían experimentado estas percepciones
(experiencias cercanas a la muerte o ECM).
En casi todas estas dos características aparecían:

 Flotan sobre su cuerpo físico, observando todo el acontecimiento y perciben


que poseen otro cuerpo. Suelen presenciar su cuerpo inerte en la cama o
quirófano. Escuchan y ven cómo se les declara fallecidos.
 Se van elevando y atraviesan por un oscuro túnel. A veces es un
movimiento por una escalera o un vacío oscuro, el cual se traviesa con
relativa rapidez y muchas veces con la sensación de estar flotando.

Pero, ¿Por qué se ve una luz al final de un túnel o se experimenta alegría?


La conclusión fue en que en estos casos de ECM suele darse un denominador
común: un aumento de dióxido de carbono en la sangre que es provocado por el
paro cardíaco. La privación de oxígeno también fue determinada como otra de las
causas de las ECM.

La falta de oxígeno en el cerebro podría ser la causante de estas experiencias.


Otros estudios añaden también tras causas: aumento de dióxido de carbono en
sangre y la anoxia.
Pero la verdad es que la doctora no descarta que ese túnel se vea por efecto del
subconsciente: “Hay que seguir estudiando este tipo de casos, todavía estamos en
el comienzo”, explicó, en palabras recogidas por Livescience, la doctora Klemenc-
Ketis, ya que su equipo no pudo determinar con exactitud si la existencia de esos
niveles de dióxido de carbono se debían únicamente al paro cardíaco o también a
una condición preexistente en el individuo estudiado.
De igual manera tampoco se pudo determinar si estas ECM estaban relacionadas
con una de las causas más aceptadas desde el punto de vista científico: la anoxia
(muerte neuronal por falta de oxígeno en el cerebro).
La privación de oxígeno en el cerebro lleva estudiándose décadas para dar
respuesta a las ECM. Ya en 1993, la doctora Susan Blackmore, autora del libro
Dying to Live: Near-Death Experiences, explicaba que experiencias de este tipo,
tales como una euforia desmesurada o caminar hacia una luz al final de un túnel
eran síntomas típicos de la falta de oxígeno en el cerebro.

En lo referente al dióxido de carbono sí existen estudios donde se relaciona la


inhalación de dióxido de carbono en mayores cantidades a lo habitual (como por
ejemplo en lugares de gran altitud) con alucinaciones muy semejantes a las
descritas por los que han vivido una E.C.M.

A lo largo de una experiencia cercana a la muerte se producen varias fases. La


inmensa mayoría de los que han pasado por este trance describen de manera
similar algunos de los pasos siguientes:

1.- Flotan sobre su cuerpo físico, observando todo el acontecimiento y perciben


que poseen otro cuerpo. Suelen presenciar su cuerpo inerte en la cama o
quirófano. Escuchan y ven cómo se les declara fallecidos.

2. Se van elevando y atraviesan por un oscuro túnel. A veces es un movimiento


por una escalera o un vacío oscuro, el cual se traviesa con relativa rapidez y
muchas veces con la sensación de estar flotando.

3. Aparece una figura hacia el final del túnel; es hermosa, blanca o transparente,
tiene una cualidad intensamente amorosa. Algunas veces hay paisajes, voces o
música.

4. El testigo se torna espectador, no siente dolor ni molestias, así que se siente


distante de su cuerpo físico. Experimentan una sensación de paz interior.

5. Parece ser que los padres, y amigos difuntos son quienes vienen a su
encuentro. Se encuentran con familiares o amigos anteriormente fallecidos,
experimentando inmensa alegría. Todos hablan de las tareas que desarrollan en el
mundo espiritual, de la necesidad de continuar estudiando, evolucionando,
trabajando, y de que los lazos familiares no se rompen, más bien al contrario, se
fortalecen.

6. Puede ser una presencia o una voz que se identifica según las creencias
religiosas de cada uno: Jesús, un ángel, Buda. En este momento se establece un
diálogo sin palabras con este ser que parece conocer todo del moribundo. Ese ser
divino les muestra los errores y aciertos de la existencia corporal.

7. Se presenta una revisión global pero integral de lo vivido. Asiste a la película de


su existencia como espectador.
8. Finalmente, el sujeto, se ve delante de un obstáculo, un muro, una pared o una
puerta, y toma conciencia brusca de que su hora todavía no ha llegado. Aunque
suelen encontrarse con una paz y tranquilidad indescriptibles, comienzan a sentir
que deben volver. Así también se lo indican sus acompañantes, recordándoles que
todavía tienen asuntos pendientes por resolver en la vida y que deben regresar
para cumplir con su tarea. La vuelta es normalmente desagradable. Los testigos
pueden volver a la tierra por decisión propia o por ayuda de terceros y cuando
regresan, muchos de ellos se sienten ligados a una misión urgente que deben
realizar en la tierra. Otros experimentan efectos secundarios que cambian su
perspectiva de la vida.

No todas estas fases se presentan en todas las ECM, más bien son categorías
generales que permiten definirla dentro de algunos parámetros, ya que la mayoría
de quienes las han vivido tienen dificultad para dar una descripción.

A pesar de la vana insistencia de quienes se llaman a sí mismos "escépticos" y de


la negativa de parte del estamento médico, ninguna explicación fisiológica,
psicológica, neurológica o farmacológica puede aclarar la totalidad del desarrollo
de los casos. En Gran Bretaña, un grupo de médicos y científicos europeos y
norteamericanos, en la Universidad de Southampton, está llevando a cabo un
estudio científico para tratar de comprobar si las experiencias cercanas a la
muerte (ECM) son reales o si son simples alucinaciones provocadas por
estimulación de secreciones químicas naturales en el momento de la muerte. El
objetivo es estudiar el cerebro, la conciencia y la muerte clínica.

Para lograrlo monitorean a las personas que sufren paro cardiaco porque la
experiencia que tienen algunos de ellos puede ser la forma de entender este
fenómeno que en el momento de dejar este mundo, quizás nos ocurra a todos
nosotros.
Sabemos poco del cerebro y menos aún cómo hace para tener conciencia y si
ésta puede existir separada del cuerpo.
El libro “Vida después de la Vida” de Raymond Moody Jr., que describe 150
testimonios de personas que tuvieron ECM, relata lo que sintieron en los
momentos posteriores a esta vida, que pueden ser parecidas o diferenciarse
según el entorno socio cultural al que pertenecen.
Algunas descripciones que pueden coincidir en algunos sujetos son las siguientes:

1) Alguien les dice que ha muerto


2) Sienten una gran paz y quietud,
3) Perciben un oscuro túnel,
4) Sienten que salen de sus cuerpos,
5) Se encuentran con seres queridos fallecidos,
6) Aparece un ser luminoso,
7) Ven escenas de la propia vida,
8) Perciben una frontera
9) Les informan que no es el momento
10) Finalmente regresan

A pesar de las deficiencias que tenía esta investigación, causó gran conmoción y
el libro se convirtió en un best seller.
Kenneth Ring, Psicólogo, quedó impresionado con este libro pero luego descubrió
que no tenía una base sólida seria, por lo tanto decidió escribir su propio libro “Life
at Death” o Vida en la Muerte, y demostró que el 60% de las personas que
fueron encuestadas que habían sufrido una ECM, habían sentido paz y sólo
el 10% había experimentado el túnel de luz.
En la década de los años ochenta, en Estados Unidos, otra encuesta realizada a
personas que habían sobre vivido el trance de la muerte y que volvieron a la vida,
demostró que el 15% tuvo una experiencia de este tipo y que en mayor proporción
la habían experimentado los hombres, sin distinción de razas, con excepción de
los caucásicos, entre sujetos que no tenían formación secundaria y mayores de 50
años.
Se constató que estas experiencias eran más frecuentes en pobladores del Oeste
de Estados Unidos, en personas pobres y de religión protestante. Pero no todos
tuvieron el núcleo total de la experiencia, o sea el sentimiento de paz, la salida del
cuerpo y la llegada a la luz.
En 2001, Knoblanch, psicólogo alemán, realizó una investigación similar y pudo
detectar que sólo el 4% experimentó una ECM, pero los voluntarios que
participaron eran más jóvenes y sólo la mitad estuvo en verdadero peligro de
morir.
Con respecto a la similitud de las experiencias Knoblanch constató que los
alemanes del Este veían más túneles y menos luces brillantes que los del Oeste.
En este caso, las mujeres experimentaron esta experiencia en mayor proporción
que los hombres, aunque los varones las superaron en cuanto a las vivencias de
imágenes de todas sus vidas.
Un estudio en la Universidad Western Nuevo México en Estados Unidos de ECM
de los mormones muestra que ellos tienen vivencias diferentes. Uno de ellos vio
hombres y mujeres actuando en un mundo perfectamente organizado, siguiendo
un plan de acción. En general los mormones ven han visto una ciudad de luz con
parques, lagos, edificios, etc.
En India estudiaron 16 casos que vieron a sus seres queridos fallecidos y figuras
religiosas; y que un guía los llevaba de una realidad a otra, mientras otra persona
controlaba en un libro si debían estar allí o no.
En Melanesia viven la experiencia de caminar por un sendero solos hasta una
aldea y al llegar, alguien les pide que lo sigan, hasta que escuchan una voz que
les advierte que deben volver porque aún no es el momento.
Las experiencias de los distintos ámbitos socioculturales cambian, en lo que se
relaciona con las creencias pero también parecen ser similares en lo básico.
En esta vida todos tenemos una percepción del mundo diferente y depende de lo
que creemos, es probable que al morir nos llevemos también nuestra forma de
pensar y nuestro propio mundo y a cada uno le espere lo que crea; y si no cree en
nada no experimentará nada.
Todavía le queda al hombre de ciencia un largo camino que recorrer y ya no nos
asombra que se dediquen al estudio de este tema en forma científica, que hasta
hace muy poco pertenecía estrictamente al campo de lo esotérico o lo religioso.
Kenneth Ring es considerado la mayor autoridad mundial en el estudio de las
Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM). Es Profesor Emérito de Psicología en
la Universidad de Connecticut y, desde 1980, co-fundador y ex presidente de la
Asociación Internacional de Estudios sobre Experiencias Cercanas a la Muerte
(International Association for Near-Death Studies, IANDS). Ha sistematizado el
campo de las llamadas ECM que los doctores en Medicina Elizabeth Kübler-Ross
y Raymond Moody habían descrito desde un punto de vista más testimonial y
anecdótico que científico.

En 1978, mientras preparaba “Life at Death” (“La vida en la Muerte”, 1980), donde
había abordado los casos clásicos de ECM, le sorprendió descubrir que había una
serie de casos que “iban más allá de los que había observado anteriormente”.
Eran personas que “habían llegado más lejos en el camino de las ECM”. Así llegó
a la conclusión de que la clave para comprender a estas experiencias era
estudiar los efectos posteriores (1). Para estudiar más a fondo este aspecto de
la cuestión emprendió el llamado “Proyecto OMEGA”. En su libro de 1992, titulado
precisamente “The Omega Project: Near-Death Experiences, UFO Encounters,
and Mind at Large”, prologado por el novelista Whitley Strieber, compara las
experiencias de ECM con los casos de de “abducción alienígena” (personas
que aseguran haber sido raptada por los ocupantes de los OVNIs (2). El
Proyecto Omega, en cuyo desarrollo Ring contó con la colaboración de
Christopher Rosing, consistió básicamente en comparar dos grupos de personas
con experiencias anómalas (presuntos abducidos por OVNIs de un lado y
personas que afirmaron haber vivido una ECM del otro), a fin de establecer cuáles
eran las características de las personalidades de los sujetos, como así del efectos
que había causado en sus vidas tales experiencias. Los protagonistas de uno y
otro grupo fueron confrontados con grupos de control formados por interesados en
cada tema. Y hallaron una serie de significativos paralelismos entre ambos
grupos (sensibilidad desde la niñez a vivir sucesos extraordinarios, traumas
infantiles o una historia de abusos sexuales, etc.). Por eso especularon que
ambos fenómenos podrían tener un origen común. También descubrieron
correspondencias semejantes respecto de la evaluación positiva que hicieron los
protagonistas de ambas experiencias, centrada, generalmente, en cambios que
tienen que ver con una expansión espiritual, psíquica y moral. Bruce Greyson, del
departamento de Psiquiatría de la University of Virginia Health System, en
Charlottesville (EEUU), es el autor, y único investigador, de un trabajo que publicó
la revista The Lancet en el que se analiza la frecuencia de los síntomas
disociativos en las personas que han estado cerca a la muerte.
Los síntomas van desde experiencias que no tienen ninguna causa
patológica como las ensoñaciones diurnas o la amnesia psicogénica, hasta
la personalidad múltiple propia de algunas enfermedades psiquiátricas. En
los últimos años, los científicos se han sumergido en el estudio de las causas del
NED (en EEUU, existe una federación para la investigación de las experiencias
cercanas a la muerte), mientras que en muchas sociedades se sigue creyendo
que las vivencias antes de la muerte son la prueba de que hay otra vida después
de ésta. Y de todas, las más comunes son: el cuerpo se desdobla y flota, visión de
luz blanca intensa, sensación de que no hay tiempo ni espacio o imágenes rápidas
sobre los acontecimientos más importantes de una vida.
Los investigadores de las ECM han encontrado que los casos de disociación
también han sido descritos por varios grupos de personas como prisioneros,
víctimas de agresiones y personas que han sufrido un secuestro. Greyson realizó
un cuestionario a 96 personas que aseguraron haber estado cercanas a la muerte
y reconocieron haber experimentado una disociación, así como a otros 36
pacientes que, aunque estuvieron en esta misma situación, afirmaron no haber
pasado por este trance. El cuestionario (escala de NED, con 28 parámetros)
permite conocer la profundidad del NED y establecer los síntomas disociativos
(que se valoraron como alta y baja disociación).

EXHIBICIÓN 10.1
Elementos comunes y recurrentes en experiencias cercanas a la muerte en adultos
(Moody, 1975, 1977)

Elementos que ocurrieron durante las experiencias cercanas a la muerte:


Inefabilidad
Escuchar como se lo declara muerto
Sentimientos de paz y quietud
Escuchar ruidos inusuales
Ver un túnel oscuro
Sentirse “fuera del cuerpo”
Encontrarse con “seres espirituales”
Experimentar una luz brillante como un “ser de luz”
Una revisión panorámica de la vida
Experimentar un reino en el cual existe todo el conocimiento
Experimentar ciudades de luz
Experimentar un reino de espíritus confundidos
Experimentar un “rescate sobrenatural”
Sentir como un borde o límite
Regresar “dentro del cuerpo”
Elementos que ocurrieron como efectos posteriores
Frustración al comentarle la experiencia a otros
Sutil “expansión y profundización” del concepto de la vida
Eliminación del temor a la muerte
Corroboración de los eventos por testigos mientras estaba “fuera del cuerpo”

DISCUSION
Las experiencias cercanas a la muerte o ECM son percepciones del entorno
narradas por personas que han estado a punto de morir o que han pasado por una
muerte clínica y han sobrevivido. Hay numerosos testimonios, sobre todo desde el
desarrollo de las técnicas de resucitación cardiaca, y según algunas estadísticas,
podrían suceder aproximadamente a una de cada cinco personas que superan
una muerte clínica. Ciertos trastornos epileptiformes del lóbulo temporal se han
asociado con la aparición de sentimientos místicos, los mismos que en la ECM. Y
esta región cerebral es especialmente sensible a la anoxia que ocurre en una
situación de hipoperfusión, lo cual apoyaría la teoría.

Primeramente se estableció la hipótesis de la anoxia. Esta analogía se dedujo por


las similaridades entre las ECM y las G-LOC (Gravity-induced Loss Of
Consciousness): cuando un piloto de avión de caza hace un pull-up, tirando
fuertemente de los mandos para ascender, la fuerza centrífuga les empuja contra
el asiento con una magnitud que es varias veces la de la gravedad, por lo que la
sangre se les baja a los pies. Así, el cerebro se queda sin oxígeno y se produce lo
que se llama un black-out: va desapareciendo la visión periférica, cerrándose el
campo visual en un túnel hasta que, por fin, se pierde el conocimiento. Así mismo,
en una situación de hipoxia cerebral, la corteza visual se desinhibe, de modo que
las neuronas empiezan a dispararse anárquicamente. Dado que el 90% de las
células de la retina están en la fóvea, en la región central del campo visual, la
percepción que se tiene de ese disparo aleatorio es la visión de un centro más
iluminado que se va ampliando.

Sin reparar en su causa, las ECMs trascendentes pueden alterar dramática y


permanentemente las experiencias individuales, las actitudes, creencias y valores.
El crecimiento de la literatura relacionada con los efectos posteriores de las ECM
ha hecho foco sobre las beneficiosas transformaciones personales que a menudo
la siguen. Los efectos posteriores más comunes incluyen incremento de
espiritualidad, relacionado con los demás, y apreciación de la vida y la disminución
del temor a la muerte, del materialismo y la competitividad (Flynn, 1986; Grey,
1985; Sabom, 1982). Las experiencias cercanas a la muerte tienden a verse como
una parte integral de un universo benevolente y con un propósito en el cuál la
ganancia personal, particularmente a expensas de otros, es lejos lo más
irrelevante. En estudios comparativos de las actitudes de los protagonistas antes y
después de sus experiencias, Noyes (1980) encuentra que ellos reportaron un una
reducción del temor a la muerte, un sentido de relativa invulnerabilidad, un
sentimiento de especial importancia o destino, y una muy fuerte creencia en la
existencia postmortem. Ring (1980, 1984) encontró que los protagonistas de
experiencias cercanas a la muerte, incrementaron su creencia en una vida
posterior, un renovado sentido de propósito, gran confianza y flexibilidad en lidiar
con las vicisitudes de la vida, un incremento del valor del amor y el servicio, y una
disminución relativa al estatus personal y las posesiones materiales, una gran
compasión por los demás, un exaltado sentido de la existencia de un propósito
espiritual, y una alta reducción del temor a la muerte.
Flynn (1982) encontró que los protagonistas de experiencias cercanas a la muerte
reportaron un gran incremento del interés por los otros, una disminución del miedo
a morir, un incremento de la creencia en una vida ulterior, un incremento del
interés y el sentimiento religioso, y una disminución o pérdida del deseo por el
éxito material y de la aprobación de los demás. Bauer (1985), usando una
instrumentación basada en la logoterapia de Frankl, encontró que las ECMs
guiaban hacia cambios positivos en el propósito y significado de la vida y de la
aceptación de la muerte.. En estudios comparativos de las actitudes de
protagonistas de experiencias cercanas a la muerte con otros grupos, incluyendo
personas que habían estado cerca de la muerte pero que no habían
experimentado ECMs, Greyson encontró que los protagonistas colocaban más por
debajo el estatus social y profesional o el éxito material y la fama (Greyson 1983
a) y encontraban la muerte menos amenazante (Greyson, 1992). Aunque una
actitud de menor temor a la muerte ha sido asociada a un incremento de
pensamientos suicidas (Shneidman, 1971), los protagonistas de experiencias
cercanas a la muerte paradójicamente expresan las objeciones más fuerte sal
suicidio que el ejemplo comparativo, primariamente sobre las bases de un
incremento de creencias transpersonales o trascendentales (Greyson, 1992-1993).
Esos cambios profundos en actitudes y comportamientos han sido corroborados
en estudios a largo plazo de protagonistas de experiencias cercanas a la muerte y
en entrevistas con otros (Ring, 1984).

Locke y Shontz (1983) encontraron que los protagonistas de experiencias


cercanas a la muerte son indistinguibles de aquellos que no tuvieron la experiencia
en inteligencia, neuroticismo, extroversión, rasgos y estados de ansiedad, o en
una medición Rorschach relevante.

PSICOPATOLOGÍA

Es notorio que, más allá de los estudios retrospectivos que los protagonistas de
experiencias cercanas a la muerte han mostrado la mayoría de ellos ser
psicológicamente individuos saludables que no difieren de aquellos que no
tuvieron la experiencia en grupos comparativos en mediciones de salud mental
(Gabbard & Twemlow, 1984; Greyson, 1991; Irwin, 1985; Locke & Shontz, 1983).
Sin embargo, las ECMs han sido especulativamente ligadas a condiciones
psicopatológicas severas.

Disociación

Aunque las descripciones clínicas de las ECMs pueden encontrarse en los


registros médicos del siglo 19, el análisis psicológico de fue raro hasta el artículo
de Pfister’s 1930, traducido al inglés medio siglo más tarde (Kletti & Noyes, 1981).
Pfister propuso que las personas que se encontraban frente a un peligro el cual
era potencialmente peligroso y del cual era imposible escapar, intentaban excluir la
desagradable realidad de su percepción reemplazándolas con agradables
fantasías que protegían al individuo de ser paralizado por un shock emocional. La
interpretación de Pfister de las ECMs como una defensa contra la posibilidad de la
muerte fue elaborada por Noyes y Kletti (1976, 1977), quienes concibieron que la
ECM es un tipo de despersonalización, consistente en sentimientos de extrañeza
e irrealidad. Se extendieron hacia el concepto de que un estado de
despersonalización imita un estado de muerte, este mecanismo podría
interpretarse como un sacrificio de una parte del self para evitar la muerte actual.
Sin embargo, como Noyes y sus colegas indicaron, este modelo sólo puede
acomodarse a algunos de los fenómenos comunes a las ECMs. Noyes y Kletti
(1977) encontraron que aquellos que sobrevivieron a un peligro que amenaza de
su vida reportaron despersonalización y una sensación de separación de sus
cuerpos, desrealización (un sentimiento de separación, o irrealidad del
medioambiente), distorsión temporal, y pérdida de la emoción. Sin embargo, como
se mencionó anteriormente, en un análisis de factores de respuesta a peligros que
amenazan la vida, Noyes y Slymen (1978-1979) identificaron, agregando a la
despersonalización, un factor de hiperalertas, diametralmente opuesto a la
despersonalización, y un factor de “conciencia mística” no mencionado por el
modelo de despersonalización. Gabbard y Twenlow (1984) diferenciaron entre
despersonalización y ECMs, sobre un determinado número de parámetros.
Señalaron que la despersonalización usualmente no incluye la sensación de estar
“fuera del cuerpo”; sino que es experimentado como una especie de
desagradable pesadilla; se caracteriza afectivamente como por estados de
ansiedad, pánico y sentimiento de vacío; se experimenta como patológico y
extraño; es típico en personas entre los 15 y los 30 años de edad y raramente en
aquellos que tienen más de 40; y ocurre solo 2 veces a hombres y mujeres por
igual. Las ECMs al contrario, a menudo incluye una sensación de estar “fuera del
cuerpo”; y no es experimentada como una pesadilla; tiene la característica de ser
placentera; está caracterizada afectivamente por gozo, éxtasis, y sentimientos de
calma, paz, y tranquilidad; se experimenta como algo religioso, espiritual y noético;
no tiene características determinadas por grupos de edad; aunque tiene una
distribución por sexo.
Irwin (1993) argumentó contra la visión de la ECM como un tipo de
despersonalización, en la cual el protagonista de la ECM tiene un sentido de
identidad no alterado, de hecho, está inusualmente lúcido; lo que sí se altera es la
asociación entre la identidad y las sensaciones corporales. Así, él argumentó que
la ECM no es un ejemplo de despersonalización sino más bien de una disociación
de la propia identidad con respecto a las sensaciones corporales y emociones. Los
conceptos de disociación la pérdida de la integración entre los procesos
psicológicos que ordinariamente deberían estar integrados, una alteración de la
conciencia caracterizada por una desconexión o desenganche con el
medioambiente, y un mecanismo de defensa para salvaguardar contra la ansiedad
o el dolor (Cárdeña, 1994). La disociación puede ser descripta como la
separación de las emociones de las ideas o situaciones, así el impacto emocional
del protagonista puede ser aplazado o retrasado. Las ECMs no parecen estar
relacionadas con desórdenes disociativos, los cuáles se caracterizan, una
disociación persistente, recurrente o crónica que involucra estrés o desajustes.
Irwin (1993) no encontró diferencias significativas en los tipos de disociación entre
los protagonistas de experiencias cercanas a la muerte, y los ejemplos
comparativos, pero sí encontró un alto y significativo rango de traumas infantiles
entre los protagonistas. Así que a pesar de reportar un gran número de eventos
traumáticos y episódicos en la infancia, los protagonistas de experiencias
cercanas a la muerte no mostraron ser propensos a la disociación. Irwin especuló
que los protagonistas de experiencias cercanas a la muerte pueden revelar una
tendencia a disociar en respuesta a eventos particularmente estresantes, pero no
mostraron estilo de defensa disociativo general para poder lidiar con el stress
diario..
Ring (1992) sugirió que la disociación podría explicar lo que los protagonistas de
experiencias cercanas a la muerte llaman “sensibilidad a realidades alternas” (p.
115) por “realidades intensificadas”. Ring menciona dimensiones o reinos de
existencia diferentes de la realidad, pero objetivamente reales como el mundo de
la conciencia ordinaria despierta.
Como una razón para sospechar que la disociación es parte del perfil psicológico
de los protagonistas, el citó evidencia de su investigación que las experiencias de
los protagonistas de experiencias cercanas a la muerte son más agradables que
las de otros sujetos que sufrieron abuso sexual infantil y trauma. Ring encontró
que las tendencias disociativas de los protagonistas de experiencias cercanas a la
muerte son más grandes que la de los ejemplos comparativos, a lo que él
argumentó que los protagonistas podrían tener experiencias disociativas aunque
no manifestaban desórdenes disociativos. Propuso una desarrollada teoría de la
sensibilidad a experiencias extraordinarias como las ECMs, en las cuáles el abuso
infantil o trauma, estimula el desarrollo de respuestas disociativas como una forma
de defensa psicológica. Así la disociación hace al niño “desintonizarse” de los
aspectos amenazantes del medioambiente físico y social escindiéndose como un
recurso para evitar las amenazas, también le permite resintonisarse a través de
un estado de realidad alterna en el cual, por virtud del estado disociativo, él o ella
pueden sentir cierta seguridad más allá de lo que le ocurra al cuerpo.
Absorción y propensión a las fantasías

Ring (1992) ha argumentado, sin embargo, que la resintonización hacia realidades


alternas no es producto de la disociación en sí misma, la cuál solo la permite, pero
si lo es la absorción psicológica, o la propensión a focalizar la atención en sí
mismo sobre la base de la imaginería o experiencias sensoriales seleccionadas
con la exclusión de cualquier otro evento en el medioambiente externo (Tellegen &
Atkinson, 1974). De acuerdo a este modelo, para registrar y recordar realidades
alternas, uno debe trascender el mundo sensorial (disociación) y atender a los
estados internos (absorción).
Ring ha resumido el desarrollo de lo que él ha llamado la personalidad de
propensión al encuentro, que muestra a un individuo quien viniendo de un historial
de abuso infantil y trauma, ha revelado tendencias disociativas así como la
capacidad de llegar a estar profundamente absorto en realidades alternas. Así un
individuo, argumenta Ring, podría estar bien acostumbrado a cualquier estado
inusual de conciencia por virtud de este tipo de condicionamiento psicológico en la
infancia y podría, por la familiaridad con estos estados alternos de realidad, ser
más parecido que otros a un estado cercano a la muerte para “saltar”hacia ese
modo de conciencia y así “ver”lo que otros no pueden percibir. Ring (1992)
concluyó que ciertas personas experimentan ECMs como “una especie de don
compensatorio, como pago por los daños que han sufrido en su crecimiento (p.
146). También notó que el abuso y trauma infantil es solo una de las rutas hacia la
propensión de padecer encuentros extraordinarios con ECMs. Algunas personas
tienen una predisposición innata a estas experiencias, mientras que otras pueden
ser desarrollarlas a través de medios positivos como tener una imaginación muy
desarrollada desde la infancia, para cultivar la sensibilidad a realidades no
ordinarias.
Relacionando a Tellegen y Atkinson (1974) y al concepto de absorción de Ring
(1992) las personalidades propensas al encuentro es el constructo de las
personalidades propensas a la fantasía. En un intensivo estudio con entrevistas de
excelentes sujetos hipnóticos, Wilson y Barber (1981, 1983) descubrieron un rasgo
que etiquetaron como propensión a la fantasía , caracterizado por una fuerte
tendencia a vivir en la fantasía, una habilidad alucinatoria vívida, intensas
experiencias sensoriales, y una excelente memoria eidética. Ellos hipotetizaron
que los fantaseadores envueltos en una intensa imaginación representan un fin
adaptativo extremo de un continuum y de una dimensión central de sensibilidad
hipnótica, y estimaron que más del 4% de la población de los EEUU están
incluidos en una entidad unitaria no registrada, la “personalidad propensa a la
fantasía”. Wilson y Barber (1983) sugirieron que los fantaseadores pueden ser
más propensos que el resto a reportar ECMs, así como otros fenómenos
paranormales como OBEs, visiones religiosas, apariciones, y habilidades
psíquicas. Ellos postularon que las personalidades propensas a la fantasía pueden
revelarse incluso como de lidiar con traumas infantiles o abandono, o ser el
resultado de estímulos tempranos de la fantasía por adultos significativos, como
Ring (1992) luego hipotetizó para el origen de las personalidades propensas al
encuentro.
En una serie de estudios de investigación de la tendencia a la fantasía en una
muestra más grande que la de Wilson y Barber (1983), y uno que incluía un rango
más amplio de propensión a la fantasía, Lynn y Rhue (1986, 1988) corroboró que
los reportes acerca de los fantaseadores son más frecuentes y severos en casos
de castigos físicos y soledad que en los no propensos a la fantasía, y ellos
encontraron que los fantasiosos estaban por encima de los menos tendientes a la
fantasía en mediciones de hipnotizabilidad, absorción, imaginería mental vívida,
respuesta a las sugestiones para despertar, y la creatividad. También
comprobaron las observaciones de Wilson y Barber acerca de la naturaleza
adaptativa de la propensión a la fantasía. En los estudios globales de Lynn y Rhue
los fantasiosos demostraron prueba de realidad adecuada, tenían una vida rica
cognitiva y afectivamente, estaban en concordancia con las normas sociales, eran
cognitiva y afectivamente versátiles y bien ajustados, y tenían muchos amigos
cercanos y un concepto positivo de ellos mismos, aunque un subconjunto de
fantaseadores estaba más perturbado que el ejemplo comparativo. Sin embargo,
estos estudios despertaron preguntas acerca de la discriminabilidad de los
constructos de las propensiones a la fantasía, involucramiento imaginativo, y
absorción y encontraron que la asociación de estos rasgos con la hipnotizabilidad
fueron menos fuertes que en el trabajo de Wilson y Barber. De manera más
significativa, concluyeron que, por la diversidad inherente en la población
propensa a la fantasía, es engañoso pensar en lo individual al extremo de concluir
que la propensión a la fantasía es un continuum conformado por un único tipo de
personalidad. Contrariamente a las observaciones de Wilson y Barber, los
ejemplos de Lynn y Rhue de fantaseadores no alucinaron “de manera tan real
como la realidad”, pero reportaron experiencias alucinatorias incompletas que no
fueron tan vívidas, estables o detalladas.
Los datos empíricos con respecto a la absorción y la tendencia a la fantasía entre
protagonistas de experiencias cercanas a la muerte han sido sugestivos pero no
concluyentes. Irwin (1985) ha documentado que las OBEs están de hecho
relacionadas a las habilidades de absorción mientras que Council y Greyson
encontraron mayores tendencias tanto de absorción como de propensión a la
fantasía entre protagonistas de experiencias cercanas a la muerte que entre los
grupos comparativos, y una pequeña correlación positiva entre la “profundidad”de
las ECMs y la absorción y la propensión a la fantasía.. Sin embargo, los puntajes
de los protagonistas en la medición de la propensión a la fantasía fue
sustancialmente más bajo que aquellos fantasiosos de Wilson y Barber. Ring
(1992) encontró que los protagonistas de experiencias cercanas a la muerte y una
comparación con personas interesadas en ECMs no difirieron en la propensión a
la fantasía, aunque los protagonistas reportaron una alta incidencia de abuso
infantil y trauma y una mayor sensibilidad a realidades no ordinarias en la infancia
que el grupo comparativo. Sin embargo, Ring evaluó propensión a la fantasía con
un cuestionario de 10 ítems, mientras que otros investigadores han reportado que
las diferencias entre fantasiosos y muestras comparativas podrían ser más
aparentes cuando las intensivas entrevistas son usadas para evaluar propensión
a la fantasía (Lynn y Rhue, 1998).
En el contexto de la hipnosis Barber (1999) recientemente propuso que hay tres
tipos de individuos que podrían exhibir alteraciones en el comportamiento y en la
experiencia: individuos con propensión a la fantasía, quienes tienden a
experimentar amnesia y otras formas de disociación, e individuos altamente
motivados y ansiosos. Esta propuesta parece tener una validez transcultural
(Cárdena, 1996) y sostiene la noción de que hay varias rutas para tener
experiencias inusuales.

Trastorno por estrés postraumático

El diagnóstico diferencial de los problemas relacionados con la ECM incluye


trastorno por estrés postraumático (TPEP), y ambas condiciones involucrar dolor
siguiendo la exposición a una amenaza de muerte o daño serio. Los protagonistas
de experiencias cercanas a la muerte, como las personas con TPEP, pueden
reportar recuerdos intrusivos de los eventos, y a veces un sentimiento de revivir la
experiencia. Los protagonistas de experiencias cercanas a la muerte que han
tenido dificultades para lidiar con su experiencia y sus efectos posteriores pueden
reportar síntomas de TPEP de sueños recurrentes penosos de los eventos,
angustia, y reacciones fisiológicas a señales que simbolicen el evento. Como
agregado a estos síntomas intrusivos comunes, algunos protagonistas también
presentan síntomas evitativos, como la disminución del interés en actividades,
alejamiento de los otros, restricción del rango de los afectos, y una sensación de
un futuro acotado. Ocasionalmente, pueden reportar esfuerzos para evitar
recuerdos de la experiencia o dificultades para recordar parte de la experiencia.
No obstante, la mayoría de la gente que han experimentado una ECM no exhiben
criterios diagnósticos de TPEP u otras patologías mentales.

Problemas religiosos o espirituales

Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM IV 4ª edición)


distingue una categoría de problemas etiquetada como “otras condiciones que
podrían ser foco de atención clínica”(Asociación de Psiquiatría Americana, 1994,
pp. 675-686). Estas condiciones podrían ocurrir en individuos que no tienen
trastornos mentales, en individuos que tienen trastornos mentales a los cuáles la
“otra condición” no está emparentada o asociada con un trastorno mental pero lo
suficientemente severa para garantizarles atención individual.
Lukoff, Lu, y Turner (1992) propusieron que esta categoría incluya un diagnóstico
de problema religioso o espiritual para compensar la tendencia de los
profesionales de la salud mental a ignorar o patologizar problemas religiosos y
espirituales, produciendo daño iatrogénico; el DSM IV advierte contra las malas
interpretaciones de tomar como trastornos mentales a “ciertas prácticas
religiosas o creencias (p.e., escuchar o ver a un difunto durante una relativa
aflicción (Asociación de psiquiatría Americana, 1994, p. xxiv).
Turner, Lukoff, Barnhouse, y Lu (1995) compararon la activación de problemas
religiosos o espirituales por un evento sumamente estresante, como una ECM,
con una simple aflicción. Sólo que el diagnóstico de un episodio depresivo mayor
no debería darse cuando los síntomas depresivos resultan de una reacción normal
hacia la muerte, así que las secuelas características de una ECM no deberían
verse como una evidencia de un trastorno mental, sino más bien como una
reacción normal a al stress por la amenaza hacia la vida. Esta nueva categoría en
el DSM IV reconoce que los problemas psicológicos de una naturaleza religiosa y
espiritual no son necesariamente atribuibles a un trastorno mental o reductible a
una explicación biológica y a un tratamiento (Turner y col., 1995).
Considerando que Lukoff y col. (1992) han incluido en su definición de “problemas
religiosos y espirituales”dos ejemplos específicos, experiencias místicas y ECMs,
el DSM IV reemplazó estos ejemplos por la menos específica frase “
cuestionamientos de otros valores espirituales los cuales no deben
necesariamente se referidos como una iglesia organizada o institución
religiosa”(Asociación de psiquiatría Americana, 1994, p.685). Turner y col. (1995)
notaron que esto podía involucrar preguntas acerca de una completa forma de
vida, propósito de vida, y una fuente de significado. Ellos argumentaron que la
investigación científica, de la década pasada ha establecido que la ECM es un
fenómeno psicológico identificable que, aunque no atribuible a un trastorno mental,
a menudo precipita un significado intrapsíquico y de dificultades interpersonales
como enojo, depresión, y aislamiento. Con respecto al estrés relacionado a las
ECM como un problema religioso o espiritual puede reducir los diagnósticos
inapropiados y las intervenciones y guiar a más enfocadas estrategias de
tratamiento (Greyson, 1997).

Otros Fenómenos Psicopatológicos

Las ECMs tienen una semejanza con los síntomas de autoscopía, los cuáles han
sido documentados en asociación con una variedad de lesiones cerebrales. Sin
embargo, las ECMs difieren de los fenómenos autoscópicos en que la propia
observación de los puntos de percepción es experimentada como fuera del cuerpo
físico, desde cuya perspectiva el individuo ve su propio cuerpo físico inactivo, en
contraste con la autoscopía, la cual involucra visiones de un aparición activa de un
“doble” (Gabbard y Twemlow, 1984).
Las ECMs también tienen similitudes superficiales con las alucinaciones inducidas
por sustancias psicoactivas, como la sensación de movimiento a través de túneles
oscuros, y visiones de luces brillantes, pero son más complejas que la mayoría de
las imaginerías mentales inducidas por drogas, y están a menudo más dotadas
con significados personales (Bates y Stanley, 1985), y a menudo ocurren en
ausencia de sustancias psicoactivas.
Las experiencias espirituales como las ECMs peden diferenciarse claramente de
al menos algunos breves trastornos psicóticos por sus ataques agudos seguido de
una precipitación de estrés y junto a buen funcionamiento premórbido de los
protagonistas y una actitud exploratoria positiva hacia la experiencia (Lukoff,
1985). El DSM IV advierte contra confusiones de síntomas de breves trastornos
psicóticos con experiencias religiosas que no deben ser percibidas como
patológicas (Asociación de Psiquiatría Americana, 1994, p. 643)).
Un diagnóstico de trastorno por adaptación no es apropiado para casos de
problemas relacionados con la ECM en los cuáles se requieren síntomas
emocionales o de comportamiento en presencia de excesos de reacciones
normales al estrés. La ira, depresión, y las dificultades personales, que pueden
acompañar las ECMs son apropiadamente consideradas como respuestas
esperables a situaciones tumultuosas y no deberían ser consideradas como
trastornos por adaptación sino más bien como duelos normales. Lukoff y col.,
1992). Finalmente, la ocurrencia de ECMs virtualmente en algún punto del ciclo
de la vida desde la infancia a la vejez es un argumento en contra de los
diagnósticos de problemas en determinadas fases de la vida.
Así, aunque los relatos de experiencias cercanas a la muerte tienen alguna
similitud con algunos síntomas de enfermedad mental, las ECMs, y sus secuelas
son prontamente distinguidas de la enfermedad mental en su fenomenología,
antecedentes, y efectos posteriores. Es plausible entonces asumir que pueden ser
distinguidas en su etiología y respuesta a variados tratamientos. Tomando en
cuenta el etiquetamiento del nuevo diagnóstico de problemas religiosos y
espirituales puedan guiar a la clínica hacia un diagnóstico relevante y a una
literatura de tratamiento (Turner y col., 1995) y minimizar o prevenir sufrimientos
innecesarios como resultado de un diagnóstico desacertado y un cuidado
inapropiado (Bowen, 1974; Greyson, 1996; Greyson & Harris, 1987). El DSM IV
permite la opción de diagnosticar problemas religiosos o espirituales aunque estos
aparecen relacionados a un trastorno mental, con tal de que estos sean lo
suficientemente severos para garantizar atención clínica independiente. Cada
caso levanta cuestiones no sólo de diagnóstico diferencial de las condiciones
comórbidas sino también la relación causal entre ellos; así que, o las ECMs
pueden predisponer hacia ciertos trastornos mentales o ciertos trastornos
mentales pueden predisponer hacia problemas espirituales en los protagonistas de
experiencias cercanas a la muerte. Investigaciones posteriores son necesarias
para refinar los diagnósticos base, pero la falta de criterios diagnósticos
diferenciales definidos en el momento presente no debería evitar reconocer las
ECMs como condiciones diferentes de trastornos mentales (Greyson, 1977).

Varios modelos neurobiológicos han sido propuestos para explicar la ECM,


involucrando el rol de las endorfinas u otros opioides pépticos endógenos (Carr,
1982; Saavedra-Aguilar & Gómez-Jeria, 1989), serotonina (Morse, Venecia, &
Milstein, 1989), glutamato o endopsicosinas activas en la N-metil-D-aspartato
(NMDA) receptores de la penicilina (Janssen, 1977a, 1977b), y en la interacción
entre muscarínicos, NMDA, hormonas adrenocorticotrópicas, y sistema encefalino
(Persinger, 1994). Las ECMs han sido localizadas hipotéticamente en el lóbulo
límbico (Saavedra-Aguilar & Gómez-Jeria, 1989),, primariamente en el hipocampo
(Carr, 1982; Jourdan, 1994); en un sitio a lo largo de la cisura de Silvio, en el
lóbulo temporal derecho (Morse y col., 1989); y en la fibra de Reissner en el canal
central del cordón espinal (Wile, 1994). En este punto, varios modelos son
especulativos y no han sido testeados.
Persinger (1994) propuso una hipótesis de hemisferización vectorial para explicar
las experiencias místicas en términos de intrusión del hemisferio derecho,
equivalente al sentido del sí mismo en el hemisferio izquierdo de la consciencia. Él
ha asegurado (Persinger, 1989) que el mayor componente de las ECMs,
incluyendo OBEs, sensaciones de flotación, sentimientos de ser jalado hacia la
luz, escuchar una extraña música, y de tener profundos significados, pueden ser
provocados experimentalmente por inducción de corrientes eléctricas en la región
del lóbulo temporal a través de fuentes exógenas de campos magnéticos con
registros de picos y ondas. También notó (Persinger, 1994), que la mayoría de las
experiencias comunes reportadas por los participantes fueron vertiginosas y con
hormigueos, las cuáles no son características de los fenómenos de cercanía a la
muerte, y que las experiencias inducidas fueron fragmentadas y variables, al
contrario de las temporarias y enfocadas sensaciones de ECMs. Los participantes
de este protocolo experimental pudieron conversar con el experimentador y
reportar sus sensaciones de lo que les ocurrió. A diferencia de los protagonistas de
experiencias cercanas a la muerte, ellos permanecieron subjetivamente en la
realidad ordinaria y no experimentaron un cambio subjetivo a un mundo
supramundano durante la experiencia.
Un modelo comprehensivo neurobiológico de las ECMs fue propuesto por
Saavedra-Aguilar y Gómez-Jeria (1989), invocando disfunción del lóbulo temporal,
hipoxia, estrés psicológico, cambios en los neurotransmisores, así modulados por
la memoria individual y los sistemas de lenguaje. Ellos propusieron que, seguido a
un evento traumático, el estrés cerebral, y los cambios en los neurotransmisores,
lleva a descargar neuropéptidos endógenos, neurotransmisores, o ambos,
produciendo analgesia, euforia, y desprendimiento, mientras la presión de
oxígeno decae en el cerebro, primeramente en las estructuras límbicas. Estos dos
efectos combinados excitación y descargas epileptiformes en el hipocampo y la
amigdala, producen complejas alucinaciones visuales y una revisión de la vida.
Luego de que las descargas se propagan a través de las conexiones límbicas a
otras estructuras cerebrales, produce otras posteriores alucinaciones y una
sensación de luz brillante. Posteriormente en la recuperación, los sistemas
lingüísticos reconstruyen estas s sensaciones en una experiencia consistente con
las creencias culturales del sujeto.. Como otros modelos fisiológicos de las ECMs,
este modelo asume trauma físico e hipoxia y así no explican aquellas ECMs que
ocurren en ausencia de daños fisiológicos.
Además, se adscribe al mal funcionamiento del lóbulo temporal rasgos claves de
las ECMs que no han sido hechos reportados fielmente ni en registros clínicos ni
en estimulaciones eléctricas de aquellas estructuras cerebrales, como los
sentimientos de paz o beatitud y sensaciones de estar fuera del cuerpo (Rodin,
1989). Este modelo está basado en numerosas suposiciones sin apoyo y
especulaciones derivadas de las investigaciones neuroquímicas con animales, y
sus elementos claves- “estrés cerebral” y neurotransmisores inespecíficos y sitios
neuroanatómicos- que son vagos. Esto no implica que el modelo es incorrecto,
sino más bien que neurofisiológicamente hablando es demasiado ambiguo; es un
modelo plausible, pero no testeable.
Jansen (1977a) propuso que las ECMs son producidas por bloqueo de receptores
NMDA en el cerebro. Ha argumentado que algunas condiciones que precipitan las
ECMs, como la hipoxia, descarga un flujo de neurotransmisores glutamáticos
excitatorios , los cuales matan neuronas por sobreactivación de los receptores
NMDA. Esta neurotoxicidad puede ser bloqueada por si los receptores NMDA son
limitados por la anestesia disociativa ketamina, cuyas propiedades psicoactivas
pueden inducir ECM tanto como alteración de la conciencia. Jansen especuló
que , en individuos que no estaban bajo la influencia, no se identifican
“endopsicosinas” neuroprotectoras ligadas a los neuroreceptores de la NMDA que
prevenían la neurotoxicidad, y estas endopsicosinas también alteran la conciencia
como lo hace la ketamina. Jansen argumentó que la ketamina puede inducir
experiencias de túneles, luces, y sensaciones de comunicación telepática con
aparición de entidades místicas, y propuso que el modelo de los receptores NMDA
podría ser un sendero común para el fenómeno de la cercanía a la muerte,
precipitado por despersonalización, regresión al servicio del ego, reactivación de
los recuerdos de nacimiento, deprivación sensorial, epilepsia del lóbulo temporal,
descarga de endorfinas, e hipoxia.
Aunque el modelo de la ketamina de Jansen (1997a) es atrayente, depende de la
especulación acerca de la existencia de “endopsicosinas” aún no identificadas. A
diferencia de las ECMs las experiencias con ketamina son frecuentemente
pavorosas (Strassman, 1997) y raramente mencionada por los protagonistas como
“real” (Fenwick, 1997). Además, la claridad presentada durante las ECMs y los
claros recuerdos presentados luego son inconsistentes con el modelo basado en
una funcionamiento cerebral comprometido, de hecho, las ECMs suelen ocurrir en
ausencia de una fisiología cerebral perturbada.
Jourdan (1994) propuso un modelo similar implicando el bloqueo de los receptores
NMDA del hipocampo por endopsicosinas, agregando que la alteración del ritmo
theta del hipocampo durante los estados meditativos produce eventos fisiológicos
similares a las ECMs. Hipotetizó que los receptores NMDA se bloquean en el
hipocampo previniendo “una potenciación a largo plazo” una larga intensificación
secundaria de la eficacia sináptica del hipocampo, para reparar el consumo neural,
el cuál habría de , cerrar los accesos a la información sensorial, un estímulo
común de las experiencias místicas.
En gran parte estas hipótesis psicológicas y fisiológicas son exitosas en explicar
ECMs, porque lo hacen enfocándose selectivamente en ciertos rasgos de la
experiencia y por la manifestación de otros rasgos que no explican el fenómeno
sino periféricamente. Ninguna teoría ha sido aún propuesta que pueda abarcar
satisfactoriamente todos los elementos comunes de las ECMs. No hay una razón
lógica, sin embargo, para exigir que una teoría comprehensiva explique el
fenómeno por completo. Es bien posible que los componentes extracorporales de
las ECMs, por ejemplo, sean mejor entendidos como una defensa disociativa
considerando que el sentido de paz y bienestar es una función de las endorfinas, y
la revisión de la vida está relacionada con el bloqueo de los receptores NMDA.

Blackmore (1993) propuso algo así como un modelo multifacético de las ECMs en
el cual varios componentes de la experiencia fueron explicados por diferentes
mecanismos psicológicos o psicofisiológicos. Ella atribuyó los ruidos escuhados
por los protagonistas de experiencias cercanas a la muerte o a la estimulación de
la cóclea o al lóbulo temporal por anoxia cerebral; el túnel y la luz se da por una
deshinibición en el córtex visual nuevamente activado por la anoxia; sentimientos
de paz y bienestar a la descarga de endorfinas; y las experiencias aterradoras a
los antagonistas de la morfina. Blackmore atribuyó la sensación de estar fuera del
cuerpo a la retrospectiva cerebral de reconstrucción de una realidad plausible
después de que la imagen del cuerpo normal se rompe por la falta de entrada
sensorial, y la revisión de la vida al acceso límbico-temporal inducido por
endorfinas y la estimulación del hipocampo por ciertos neurotransmisores.
Aunque muchos de estos mecanismos neurofisiológicos son plausibles, ninguno
ha demostrado ocurrir en los estados cercanos a la muerte, y además, aquellos
mecanismos basados en la anoxia cerebral, han sido contradecidos por datos
empíricos. Igualmente, en la negación de la posibilidad de que algo pueda
separarse del cuerpo físico en la muerte y sobrevivir, Blackmore, Blackmore
(1993) fue convocada para acotar los datos empíricos sobre los aspectos
paranormales de las ECMs ya que su modelo no se acomodaba al mismo (p.e.,
pp. 169,262). A diferencia de algunas otras teorizaciones que ignoran la faceta
paranormal de la experiencia, Blackmore reconoció el desafío y los planteos para
los modelos fisiológicos y psicológicos concediendo que “si... hay verdaderos y
convincentes eventos paranormales y están documentados entonces ciertamente
la teoría que yo propuse tendrá que ser revocada” (p. 262).
Últimamente, aunque cuando estos modelos fisiológicos para la ECM tienen algún
dato sostenible, ellos nos dejan en una situación filosóficamente ambigua:
Correlacionar un estado cerebral con una experiencia no implica necesariamente
que el estado cerebral causa la experiencia; el estado cerebral puede
alternativamente permitir el acceso a un simple reflejo de la experiencia. De
hecho, esta última posibilidad ha sido defendida por algunos investigadores que
han abogado por los estudios neurofisiológicos de las ECMs. Persinger (1989, pp.
237-238) escribió que los cambios transitorios en el cerebro durante una ECM
permitiría la percepción de información paranormal; Jansen (1997b, p. 94)
describió su postulación de que los receptores NMDA cambian creando “una
puerta a un lugar al cual no podemos normalmente entrar; no hay evidencia
definida de que este lugar no exista”; y Jourdan (1994, p. 198) escribió que, a
pesar de su propuesta de un modelo neuroquímico de las ECMs, la evidencia de
aspectos paranormales de la ECM “rompe con las reglas de cualquier hipótesis de
que esas experiencias son alucinación o un fenómeno puramente neuroquímico”.
Como Strassman (1997, p. 38) expresó, “el entendimiento de cómo la televisión
trabaja no produce ninguna información con respecto de donde viene la imagen y
el sonido”.

Esta dicotomía entre estados cerebrales y el origen de las ECMs ha sido ilustrado
por dos analogías contrastantes. En un modelo Siegel (1980, pp. 926-927) aplicó
la teoría de Jackson de una descarga perceptual de alucinaciones a las ECMs: si
la conciencia persiste mientras la entrada sensorial es reducida, las imágenes
originadas en el cerebro son percibidas si fueran originadas por los sentidos. En la
analogía de Siegel, una persona mira hacia una ventana. En plena luz del día, la
persona ve el jardín y no el interior de la habitación. Cuando el crepúsculo se
acerca, sin embargo, las imágenes de objetos en el cuarto iluminado son
oscuramente reflejadas en la ventana, y el observador puede focalizar o sobre el
jardín externo o por reflexión en le habitación interna. Cuando cae la noche, el
interior del cuarto iluminado es vívidamente reflejado en la ventana, y parece estar
afuera. Ring (1997, p. 118) ofreció un modelo alternativo de las ECMs basado en
el concepto de James (1902/1958, pp. 378-379) de diferentes formas de
conciencia: Una entrada sensorial es reducida, otra realidad, usualmente
enmascarada por la entrada sensorial, es revelada. En la analogía mencionada
por Ring, una persona mirando hacia el cielo en pleno día ve sólo el sol brillando;
sólo a la noche, cuando la luz solar está ausente, puede el observador ver las
estrellas y los demás cuerpos celestiales.

NUEVAS INVESTIGACIONES

Un grupo de científicos británicos y estadounidenses estudiará por primera vez las


llamadas "experiencias de muerte" de pacientes que sufrieron ataques cardíacos y
estuvieron por algunos minutos "muertos clínicamente".

Médicos de 25 hospitales en Gran Bretaña y Estados Unidos investigarán a 1.500


sobrevivientes, para saber si las personas que sufrieron por algunos minutos falta
de pulso cardíaco o actividad cerebral pueden sentir que dejan sus cuerpos y se
elevan, y hasta ven túneles luminosos.

Muchos pacientes que sufrieron ataques cardíacos dijeron haber experimentado


atravesar túneles con luces fuertes o elevarse de la cama donde estaban
internados, viendo desde las alturas al personal médico.

El estudio, que llevará tres años y que será coordinado por la Universidad de
Southampton (sur de Inglaterra), incluirá técnicas inusuales como ubicar
fotografías en estantes altos que sólo pueden ser vistas desde las alturas.

Para testear ello, los investigadores crearon estantes especiales en salas de


resucitación de hospitales. Los estantes cuentan con imágenes, que sólo son
visibles desde cierta altura.

El médico Sam Parnia, a cargo de la investigación, declaró que si la conciencia


puede seguir viva después de la muerte física "podría demostrar que la conciencia
es una entidad separada". Es improbable que hallemos muchos casos donde esto
ocurra, pero tenemos que ser abiertos al respecto. Y si nadie ve las imágenes,
demuestra que estas experiencias son ilusiones o falsas memorias",

Según Parnia, el misterio por las "experiencias de la muerte", serán ahora "objeto
de estudio científico".

El experto, que trabaja en el área de cuidados intensivos en Southampton


Hospital, afirmó que hasta ahora el tema no había sido explorado seriamente por
la ciencia.

CONCLUSIÓN
Las ECMs trascendentales o místicas han ocurrido a lo largo de la historia en
diversas culturas y continúa reportándose hoy por un número de pacientes
quienes llegaron a la cercanía con la muerte. Aunque las expectativas culturales y
los parámetros de los cercanos encuentros con la muerte pueden influenciar el
contexto de algunas ECMs, existe un núcleo del fenómeno que ha permanecido
invariable a través de los siglos en todo el globo. La controversia persiste sobre si
la invariancia es un reflejo de defensas psicológicas universales, imperativos
neurofisiológicos de la especie, o una experiencia actual o de trascendencia o de
dominio místico. Los investigadores en estas explicaciones alternativa se han
sentido desconcertados por la impredecible y espontánea ocurrencia de las ECMs,
y han proporcionado evidencia indirecta sosteniendo los tres paradigmas de la
etiología de la ECM (p.e., psicológica, neurofisiológica, y trascendente), pero no
encontraron evidencias directas de ninguna de ellas. Considerando que mucha de
la fascinación pública con las ECMs reside en su implicancia de que los humanos
pueden sobrevivir a la muerte del cuerpo, su significado para los protagonistas en
sí y para los profesionales de la salud, reposa fuertemente sobre los efectos
posteriores de las ECMs sobre las actitudes, creencias, y valores individuales y
sobre su poder para producir transformaciones personales.

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