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La inflación dentro de la polı́tica económica:

fundamentos, objetivos y resultados

Francisco Eleazar Ramos Hernández

20 de junio de 2018
Introducción
La inflación como fenómeno económico no se enmarca dentro de la historia reciente,
ni su estudio a las modernas escuelas de pensamiento. Ya desde el siglo XVI, de las
variaciones en los precios y la emisión de metales como moneda de cambio se comenzó
a observar una relación de causalidad que habrı́a de desarrollarse de manera más es-
pecı́fica en años posteriores.

La importancia fundamental por la cual es relevante el estudio de la inflación radica


en que la riqueza real tiende a disminuir, ya sea la de un individuo, una colectividad
o una nación, y es por ello que, además de los diversos grados en que se ha presen-
tado, ha cobrado gran relevancia en la construcción teórica como en su comprobación
empı́rica; de igual manera, los gobiernos de los paı́ses han centrado dentro de sus obje-
tivos principales el mantener tasas de inflación estables para, entre otras cosas, evitar
la pérdida de riqueza. Este, y el resto de objetivos que se puede plantear un gobierno,
son alcanzados mediante la aplicación de “medidas” especı́ficas que se conocen como
polı́ticas económicas, una amplia gama de herramientas y métodos con fundamentos
teóricos que permiten regular ciertos fallos del mercado.

El siguiente ensayo plantea abordar el estudio de la inflación desde la polı́tica


económica, ası́ como los objetivos especı́ficos de ésta, su metodologı́a, la experiencia
mexicana reciente y la evaluación de los resultados de los últimos años; en la medida
de lo posible se realizará una crı́tica y propuestas posibles.

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La inflación dentro de la polı́tica económica: objetivos y pers-
pectiva general
De manera general, se define a la inflación como el aumento generalizado y sosteni-
do en los precios en una economı́a (Heath, 2012), es decir, el incremento de los precios
de todos los bienes y servicios que los individuos adquieren en un horizonte temporal
continuo; este incremento se traduce en la adquisición de menores cantidades de bienes
y servicios con una misma cantidad de dinero, efecto conocido como pérdida de poder
adquisitivo. Esta pérdida de riqueza por el alza de los precios, por tanto, adquiere gran
relevancia en el estudio económico y se vuelve un objetivo fundamental para los gobier-
nos de las naciones y sus polı́ticas económicas. Es preciso señalar que existen diversas
formas en que se establecen las causas de la inflación –como se verá más adelante–,
además de diversos grados en que se concibe la inflación: inflación reptante cuando
no supera una tasa de crecimiento de 5 % anual, hiperinflación cuando supera el 50 %
mensual y galopante cuando se encuentra en el intervalo de los dos tipos anteriores
(Guillén Romo, 1990).

En México, como en la mayorı́a de paı́ses, la inflación se mide desde la perspectiva


del consumidor; para el cálculo de la inflación, según la metodologı́a del Instituto Nacio-
nal de Estadı́stica y Geografı́a (INEGI) se consideran 283 precios de bienes y servicios
genéricos que provienen de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares
(ENIGH) hasta formar una canasta de bienes servicios representativa de la población,
es decir, se contemplan bienes y servicios comunes que los individuos de los diferentes
estratos consumen. Con lo anterior se construye un ı́ndice de precios, o nivel de precios
ponderado, que permite representar el promedio nacional para un momento dado. En
suma, la inflación se calcula como la variación porcentual del ı́ndice en dos estados de
tiempo, ya sea de un mes a otro, de una año a otro o como promedio para un cierto
número de años, etc.

La polı́tica económica (PE), por su parte, por su misma complejidad ha sido desarro-
llada, criticada y evaluada desde diversas perspectivas y corrientes teóricas, por ello no
es posible aterrizar en un consenso general sobre qué es la PE, cuáles son sus objetivos,
herramientas o métodos para alcanzarlo o los juicios normativos o positivos sobre los
que debe operarse. Como menciona Grupe (1976), la polı́tica económica se define como
el conjunto de medidas o de medios que que se adoptan para alcanzar fines especı́ficos
u objetivos según la economı́a dada, es decir, las medidas adoptadas deberán tener en

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cuenta las formas en que se relaciona la sociedad, organización, polı́ticas vigentes, etc.,
para poder determinar un cierto número de instrumentos variables sobre los que es
posible operar.1

Grupe (1976) define dos tipos de polı́tica económica, las cuantitativas y las cuali-
tativas; las del primer tipo, a su vez, pueden dividirse como de corto y largo plazo,
correspondientes a la longitud del periodo en que se tienen planteadas. Las de corto
plazo corresponden a situaciones coyunturales de menos de tres años, mientras que las
de largo plazo abarcan problemas de horizontes de tiempo de hasta 10 años. En el
trabajo que nos ocupa, es posible definir al control de la inflación como una polı́tica
cuantitativa de corto plazo, pues solo se plantea el objetivo de alcanzar cierto nivel de
precios o cierta tasa de crecimiento de la misma.

Perspectivas teóricas de la inflación


Fernández et al. (1995), realizan una sencilla y clara reflexión sobre las formas en
que se concibe la inflación, como sus causas, efectos las formas en que debe operar, para
cada visión, la polı́tica económica. De manera general, éstas dividen fundamentalmente
en 7: desde la teorı́a cuantitativa, la inflación de la demanda, la inflación de costes, la
teorı́a monetarista, la visión estructural, la teorı́a del estancamiento, y la perspectiva
actual. A continuación se presentan los elementos más relevantes de cada una de ellas.

Teorı́a cuantitativa
Ésta se divide en dos cuerpos teóricos. La primera, referente a la formulación clásica,
que explica el incremento en los precios a través de la ecuación de Fisher

M V = P T, (1)

de la cual, despejando P , se tiene

M V̄
P = . (2)

La ecuación (1) establece que el valor del gasto total realizado en una comunidad es
exactamente igual a valor cobrado por los vendedores. Al introducir los supuestos de
1
Por ejemplo, supongamos que una autoridad desea modificar el tipo de cambio a fin de que le sea
favorable, ésto serı́a imposible (al menos formalmente) si previamente la economı́a es regida por un
tipo de cambio de libre flotación; otro ejemplo serı́a si la legislación, vigente impide o reduce el número
de instrumentos que podrı́an ser modificados por una autoridad.

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que la velocidad del dinero, o número de veces que el dinero se intercambia V y el
número de transacciones T son independientes del saldo monetario nominal M ; y que
V y T son constantes a corto plazo, podemos deducir, como muestra la ecuación (2),
que el nivel de precios está en función de los saldos monetarios (cabe señalar que la
relación solo opera en ese sentido, en ningún momento puede suponerse que los precios
impactarán en los saldos monetarios). Esta teorı́a, por tanto, concibe al incremento del
nivel de precios o inflación como resultado de desequilibrios entre la demanda y oferta
de dinero, entre la cantidad que se requiere para realizar las transacciones y la cantidad
disponible para realizarlas.

La segunda, por el contrario, referente a la Ecuación de la Escuela de Cambridge,


plantea una crı́tica a la formulación anterior analizando la necesidad o demanda de cierta
cantidad monetaria, de la cual concluyen que ésta cantidad depende fundamentalmente
de la conveniencia de su conservación, de las expectativas y costos de oportunidad de
dicha conservación, etc. De la ecuación

M d = K (P · Y ) (3)

tenemos, la demanda monetaria (M d) como una proporción de la renta total nominal


K (P · Y ), donde 1 > K > 0. Es posible deducir, en este caso, que si la oferta monetaria,
M, se iguala a la demanda monetaria, existe un equilibrio, y si la cantidad de dinero
aumenta, el público poseerá más saldos monetarios de los deseados, con lo que gastará
parte de su dinero con el fin de reducir dichos saldos al nivel que se considera normal, y
en ese proceso los precios aumentarán. Despejando P es posible hallar la ecuación que
expresa el mecanismo sobre el que se opera.

La inflación producida por la demanda


Esta formulación, de manera general y simple, corresponde al análisis Keynesiano,
donde la inflación de demanda se describe como el incremento en el nivel de precios
debido al exceso en la demanda de bienes y servicios por los consumidores.

Inflación de costos
Esta caracterización, por el contrario, desde la versión tradicional, analiza la infla-
ción desde el lado de la oferta de mercado. De maner general, la inflación puede pro-
ducirse por diversos eventos: 1) si incrementan los salarios (wagedrift), ya que deberán
elevarse los precios finales para mantener el margen de beneficios; 2) si se modifican
directamente los márgenes de beneficio (mark-up); o 3, si se modifican otros factores

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que inciden directamente en la producción, como las materias primas. De la ecuación

P Y r = wN + (π + r) qK (4)

se define a P Y r como la renta monetaria (nivel de precios por renta nacional real),
en función de la suma de las remuneraciones tanto al trabajo (wN ) como al capital
((π + r) qK). Despejando P , y dividiendo numerador y denominador por N se obtiene:

w + (π + r) qα α = Y /N
P = (5)
β β = Y r/N

donde, en un primer momento puede decirse que el incremento en el nivel de precios


es resultado del incremento de la remuneración a los factores por encima de su pro-
ductividad. Teóricamente, la inflación ocurre: a) Cuando, permaneciendo constante β,
se produce un ∆W no compensado con una reducción en el margen de beneficios π, o
incluso acompañado con un ∆π; b) Cuando, permaneciendo constante de nuevo β, se
da un ∆π no compensado con una 5W ; o c) Cuando disminuye la productividad, sin
que esa variación se vea compensada por una paralela reducción en W y/o P .

Desde la visión neokeynesiana, la inflación deriva de un impulso autónomo por el


lado de los costos (cost-push inflation) al existir mercados imperfectos en el que, tanto
trabajadores como empresas se “enfrentan” por una mayor participación en la renta,
donde influyen las expectativas de precios, polı́ticas y factores institucionales.

Teorı́a monetarista de la inflación


Deriva de un nuevo impulso a la teorı́a cuantitativa del dinero desde la determinación
de la renta monetaria, mediante un ajuste de causalidad entre las variaciones de cierta
cantidad monetaria y la renta nacional expresada en términos monetarios. Fernández
et al. (1995) mencionan:

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Para esta teorı́a cuantitativa moderna, la demanda de dinero es equivalente a la
demanda de cualquier otro activo, entre el conjunto de los que pueden mantenerse por
el público formando parte de su cartera de activos. En consecuencia, puede tratarse
como una parte de la teorı́a del capital o de la riqueza. Los nuevos cuantitativistas
distinguen además entre demanda de dinero por parte de los consumidores y por
parte de las empresas. (...) suponemos un aumento de la oferta de dinero, se produce
un desequilibrio entre la cantidad de dinero existente y la que el público desea retener,
lo que da lugar a un conjunto de movimientos sobre la amplia gama de activos
mantenidos por el público, modificando a corto plazo la renta monetaria. En efecto,
al aumentar la cantidad de dinero se producirá un desequilibrio en la cartera de
una parte del público, que verá incrementada la proporción de dinero que desea
retener. Al intentar reequilibrar su cartera, estas personas demandarán otros activos,
empezando por los más lı́quidos, lo que hará aumentar su precio y disminuir su
rentabilidad. De esta forma, la demanda se irá extendiendo a toda la gama de activos,
siguiendo el orden tradicional dinero-activos financieros-activos reales-servicios.

La inflación estructural
Este tipo de inflación es concebida como un elemento de la estructura económica
misma, es decir, el problema de la inflación ya no se concibe como una distorsión en
los mercados, sino un problema que persiste, ya creciendo a tasas aceleradas o más o
menos constantes; desde esta perspectiva, la polı́tica económica ya no solo se engloba
dentro de las de tupo coyuntural, sino que deberá analizar otros elementos a largo plazo
que permitan modificar cualitativamente ciertos aspectos de un sistema económico.

Se describen dos concepciones elementales, la del modelo iberoamericano y la del


modelo escandinavo. El primero, fundamentalmente del pensamiento latinoamericano,
vincula los procesos inflacionarios con la conducta de la población, ya sea en sus ta-
sas de crecimiento, los movimientos migratorios o los cambios en las preferencias; con
los factores de producción, ya sea por la escasa capitalización, la escasa calificación
de la mano de obra o por la existencia de un incipiente mercado de capitales; con la
producción y distribución, ya sea por la concentración de valor en pocos productos de
exportación, existencia de estructuras monopólicas u oligopólicas, etc; o con los factores
institucionales, ya sea en la administración pública o sistema fiscal.

El modelo escandinavo, por otra parte, se remite al estudio de la inflación de eco-


nomı́as occidentales; dentro de los factores, se encuentran las diferencias de producti-

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vidad entre los sectores industrial y de servicios, la tasa uniforme de crecimiento de
los salarios monetarios en ambos sectores, las elasticidades-precio y elasticidades-renta
diferentes para las producciones de los dos sectores y la imitada flexibilidad al descenso
de precios y salarios monetarios.

Inflación con estancamiento


Esta concepción, o diversas concepciones nacen de la evidencia empı́rica al obser-
varse un incremento general en el nivel de precios acompañado de un incremento en
la tasa de desempleo durante los setenta y ochenta. Desde las diversas concepciones
teóricas se ha buscado dar respuesta al fenómeno, ası́ mismo cada una proporciona los
mecanismos mediante los cuales puede resolverse el problema.

Inflación desde una perspectiva actual


Básicamente, se entiende que en el medio largo plazo la inflación es un fenómeno pro-
ducto de distorsiones monetarias, es decir, se entiende que la oferta monetaria financia
al sector real de la economı́a, y en la medida en que se disponga de lo verdaderamente
requerido, los procesos inflacionarios no tendrı́an por qué manifestarse. A corto plazo,
las causas de la inflación se reduce a un mayor número mayor de variables, no solo a
la oferta monetaria; en un principio, se menciona, cualquier variable que afecte a la
demanda u oferta agregadas pueden provocar un incremento sustancial en la tasa de
inflación.

La inflación en el contexto mexicano


La evolución de la inflación en la economı́a mexicana, de manera general, puede
dividirse en tres periodos con base en la gráfica de la figura 1: el que va de 1921 a 1965,
en el que las tasas anuales de inflación mostraron grandes fluctuaciones, alcanzando
un máximo, en 1944, de alrededor el 20 %; el que va de 1966 a 1998, en que las tasas
tuvieron un comportamiento menos dinámico, pero que superaron el 100 % en al menos
dos ocasiones (1983 con 100 % y 1987 con 160 %); y el tercero, que abarca los años de
1997 a 2007, en que se logró estabilizar el proceso inflacionario hasta alcanzar tasas en
promedio, menores al 4 %. La relación entre estas fluctuaciones y la polı́tica económica
en el paı́s es más evidente durante la década de los noventa, ya que la “nueva” visión de
la administración en turno centró especial atención en la contención de esta variable.

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Aunque cada administración realizaba las acciones pertinentes para el contexto en que se
encontraba, es posible señalar de manea general algunas de las polı́ticas implementadas
en estos años del siglo XX e inicios del XXI.

Figura 1: Evolución histórica de la inflación (Base 2010=100). Fuente: INEGI

En un principio, como señala Aparicio (2010), terminada la Revolución Mexicana el


paı́s inicia un periodo de reconstrucción que abarca las dos décadas siguientes a 1920,
donde la principal tarea corresponde reorganizar la economı́a a la par del sistema polı́ti-
co mexicano; estas fluctuaciones de las tasas inflacionarias se atribuyen principalmente
a la crisis del 29 en los EEUU, ya que la producción tuvo un significativo deceso, ası́
como los niveles de PIB percápita, se redujo el consumo y se presentó un fuerte deceso
de los precios entre 1931 y 1932.

Para 1940, Gollás (2003), los objetivos más importantes de polı́tica económica co-
rrespondı́an a la creación de infraestructura fı́sica y a la producción de electricidad,
hidrocarburos y obras hidráulicas para asegurar al sector privado un suministro de
insumos baratos, además del estı́mulo de la inversión privada y la industrialización
del paı́s mediante el proteccionismo y asegurar bajas tasas de crecimiento de los sa-
larios en la industria. Hasta 1954 se presentaron fluctuaciones significativas del nivel
de precios, principalmente porque el Estado recurrió al ahorro interno para financiar
el déficit público, mientras que de 1955 hasta 1970 –etapa conocida como de Desarro-
llo estabilizador– se recurrió al financiamiento externo. EN el primer periodo, como
también menciona este autor, se recurrió al incremento de la oferta monetaria, de tal

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manera que en cuatro años (1950-1954) el dinero en circulación aumentó en 17.4 % por
año en promedio, mientras que de 1955 a 1957 ésta tan solo lo hizo en 2.2 %. Sin em-
bargo, para los primeros años de la década de 1940 y 1950, Aparicio (2010) argumenta
que el proceso inflacionario no se debió al déficit fiscal ni a la polı́tica monetaria, sino
a los impactos directos de lo que ocurrı́a en otras partes del mundo. En la etapa de
Desarrollo estabilizador, las bajas tasas de inflación sı́ pueden atribuirse al efecto de las
polı́ticas fiscales y monetaristas, a la escasa variación en los precios internacionales y a
que no se siguió una polı́tica de salarios atados, o indizados como dirı́an algunos, a los
aumentos en los precios (Gollás, 2003, pág 21).

A partir de 1970 la inflación comienza a presentar tasas de crecimiento como jamás


se habı́an registrado en la historia económica del paı́s; Aparicio (2010) menciona dos
hechos importantes que dieron paso al proceso inflacionario: por un lado, el derrumbe
del sistema de Bretton Woods por el abandono del patrón oro por parte de los EEUU,
y por otro lado, el aumento de los precios del petróleo entre 1975 y 1979. Este incre-
mento inflacionario, a su vez, no solo correspondió a la economı́a mexicana, sino que se
presentó en la totalidad de paı́ses que, de alguna manera se encontraban vinculados en
estos años; a ello habrı́a que agregar la devaluación del peso en 25 % en 1976, evento
que acentuó aún más la inflación. Gollás (2003) agrega que ello se debió también al
aumento en el gasto público, que generó un gran déficit fiscal y un incremento de la
deuda externa al centrar como objetivo principal el mantener fija la tasa de cambio del
peso respecto al dólar, situación que hizo insostenible la salud económica del paı́s.

Para 1980 se inicia el periodo neoliberal en la economı́a mexicana, cuya persistencia


se extiende hasta nuestros dı́as; al no poder concluir el periodo de desarrollo hacia dentro
sin desequilibrios significativos, y ante una crisis cuyas causas fundamentales radicaban
en la polı́tica expansionistas del gasto y al desequilibrio creciente en la balanza de pagos,
se dio un viraje hacia la apertura económica y a la apuesta por el mercado internacional
como polı́tica de estabilización que, en concreto, puso fin a la fuerte intervención del
Estado en algunas actividades económicas mediante la desincorporación de empresas
públicas, desregulación de la actividad económica, y apertura del sector financiero y
en general de toda la economı́a (Aparicio, 2010). Gollás (2003), por su parte, agrega
que la estrategia general en la que se pensó para estabilizar la economı́a constaba de
dos etapas, una que corregirı́a las cuentas fiscales para establecer el precio adecuado de
las divisas, y la segunda referente a reestructurar la deuda. Sin embargo, los resultados
no fueron los esperados, por lo que la estrategia, en 1987 condujo a poner en marcha

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un plan heterodoxo cuyo eje central lo constituyó un acuerdo entre el gobierno y los
sectores obrero, campesino y empresarial para no subir los precios, ni exigir demandas
excesivas en salarios ni en elevar las ganancias, (Pacto de Solidaridad Económica), se
aplicó una polı́tica de ingresos (control de precios y salarios), donde el gobierno se
comprometió a mantener fijos la tasa de cambio y los precios de los bienes públicos,
y el sector privado, por su parte, a no aumentar los precios. Para este periodo, existe
un consenso en que la polı́ticas antiinflacionarias hasta la actualidad han dejado de
lado la importancia de otras variables como el crecimiento o la generación de empleos;
Monserrat and Chávez (2003), por su parte menciona que si bien se han cumplido con los
objetivos en materia macroeconómica sobre variables como el control de la inflación, no
se ha resuelto el problema del crecimiento y el empleo, además de la creciente caı́da en
los salarios reales y la casi inexistente expansión del gasto público. Estas consecuencias
se han extendido hasta estos años, en que las tasas de crecimiento, por ejemplo, no
superan el 2 % anualmente.

Conclusión
Si bien sı́ se han realizado diversas acciones en materia de polı́tica económica para
operó sobre la inflación, éstas no han tenido el impacto esperado principalmente a los
efectos internacionales que, como se observó, determinaron en gran medida las tasas de
crecimiento de éstas en algunos periodos. Además, estas etapas inflacionarias tuvieron
mucho que ver con las visiones generales sobre el rumbo que deberı́a tomar la economı́a
mexicana para alcanzar otros objetivos como la industrialización o el fortalecimiento
externo. Como se mencionó, la etapa que más resultados positivos en materia inflacio-
naria corresponde al periodo neoliberal, que logró reducir éstas tasas a un solo dı́gito,
sin embargo, a expensas de otros requerimientos necesarios que no han podido resolver-
se y que se han convertido en un tema que parece ser poco relevante para los hacedores
de polı́tica económica.

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Bibliografı́a

Aparicio, A. (2010). Economı́a mexicana 1910-2010: Balance de un siglo. ponencia


presentada en la Reunión Nacional de la Conmemoración del Bicentenario de la
Independencia y del Centenario de la Revolución,”Pasado, Presente y Perspectivas
de México, 6.

Fernández, A., Parejo, J., and Rodrı́guez, L. (1995). Polı́tica económica. México, DF:
Siglo XXI.

Gollás, M. (2003). México, crecimiento con desigualdad y pobreza:(de la sustitución de


importaciones a los tratados de libre comercio con quien se deje). Centro de Estudios
Económicos, El Colegio de México.

Grupe, H. (1976). Polı́ticas económicas de corto y largo plazo. Revista de Economı́a y


Estadı́stica, N◦ .16.

Guillén Romo, H. (1990). El sexenio de crecimiento cero 1982-1988. Mexico City:


Ediciones Era.

Heath, J. (2012). Lo que indican los indicadores. INEGI, Mexico, 10.

Monserrat, H. and Chávez, M. F. (2003). Tres modelos de polı́tica económica en méxico


durante los últimos sesenta años. Análisis económico, 18(37).

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