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CUARTO PLENO CASATORIO CIVIL

I. RESUMEN DE LA SENTENCIA MATERIA DE DISCUSIÓN

Esta sentencia corresponde al proceso iniciado por Jorge Enrique Correa Panduro,
César Arturo Correa Panduro y Luis Miguel Correa Panduro, contra Mirna Lizbeth
Panduro Abarca y Euclides Vara Turco, sobre desalojo por ocupación precaria; se
advierte de la mencionada sentencia que los demandantes acreditan su derecho de
propiedad con los documentos que evidencian la inscripción de su derecho en los
Registros Públicos de la ciudad de Pucallpa; señalan que los demandados tienen la
condición de precarios y que poseen un bien que en su oportunidad fue casa de
familia; los demandados alegan haber adquirido la propiedad del inmueble materia
del desalojo por prescripción, pues poseen el referido bien en forma continua,
pacífica, pública y como propietario por más de 40 años, señala que los demandantes
no han poseído nunca el inmueble, el que perteneció a los padres de la codemandada
y de su hermana, quien fue madre de los demandantes.

El juzgado de origen desestimó los argumentos de los demandados y declaró fundada


la demanda, ordenando el lanzamiento de los demandados del inmueble; apelada la
sentencia esta fue confirmada por la Sala Civil Superior de Ucayali; interpuesto el
recurso de casación, la demandada señaló que se había producido infracción
normativa de naturaleza procesal, pues alega que no se cumplió con un debido
proceso; refieren que la sentencia impugnada no se encuentra debidamente motivada,
pues se habría sustentado en normas sobre arrendamiento, pese a que el proceso versa
sobre desalojo por ocupación precaria; cuando se debió aplicar los artículos 896
(definición de posesión), 923 (definición de propiedad) y 950 (requisitos de la
usucapión).

La corte se pronunció respecto a esta casación diciendo que la demanda se encontraba


bien motivada y que no había ido en contra del debido proceso, al momento de
justificar sobre el uso indebido de los artículos sobre arrendamiento dice que ninguno
de los jueces ha aplicado estos artículos. Sobre la acumulación del desalojo con la
usucapión dice que no habilita la declaración de la invalidez de la Relación Jurídica
Procesal que tenga por efecto la nulidad de la sentencia de vista, puesto que en ambas
instancias sí se había hecho alusión a la usucapión pero no se estaba discutiendo la
titularidad de la propiedad sino quien de las partes poseía un título que lo legitimara
para ejercer la posesión.

Para explicarlo mejor, este la Corte Suprema afirma que no resultaba viable dicha
acumulación, puesto que, en primer lugar, porque la normativa procesal no admite la
posibilidad de acumular pretensiones que se tramitan en distintas vías
procedimentales. Sin embargo, para el Tribunal nada impide que en situaciones
especiales puedan acumularse determinados casos tramitables en vías de cognición
diferentes, siempre y cuando el juzgado justifique los motivos debidos.
II. ANÁLISIS DE LA CORTE SUPREMA SOBRE LA POSESIÓN

La Corte Suprema en el fundamento 30 al 34 realiza un análisis al articulo 896 del


vigente Código Civil que prescribe lo siguiente:

“La posesión es el ejercicio de hecho de uno o más poderes inherentes a la


propiedad”

a) Teoría Subjetiva de la Posesión

Esta teoría señala que de los dos elementos (Animus y Corpus),


el primero es el más importante, pues sin él, la persona que tiene físicamente
una cosa, será sólo mero tenedor, ya que no tiene ánimo de señor de dueño.
Savigny es el precursor de esta tesis, quien le atribuye a la voluntad de la
persona el efecto fundamental para que se configure la posesión. Para esta teoría
el animus Domini”, ya sea el hecho de obrar como propietario o dueño, es lo
que a uno lo hace propietario, no la convicción de ser dueño.

b) Teoría Objetiva de la Posesión

Ihering, señala que el “Animus” y el “corpus” forman un todo indivisible, donde


el primero es el propósito de servirse de la cosa, y el segundo la exteriorización
de ese propósito. El corpus no es una simple relación material con la cosa, sin
o la manifestación externa de esa voluntad. Señala por tanto que toda relación posesoria
implica un animus, aun la mera tenencia, pues esta última también supone voluntad de actuar.
Así el corpus contiene el animus. En resumen, la posesión se da por el corpus, que es la
exteriorización de la voluntad (animus). Se la denomina por eso teoría Objetiva, porque para
ella, hay una posesión cuando se verifica el hecho visible que seda hacia el exterior. Por tanto,
todo poder físico ejercido de manera voluntaria, es posesión.

No obstante, el Supremo Tribunal en su fundamento 33 y 34 en concordancia con


las palabras del Jurista Álvarez Caperochipi, señala que, las discrepancias entre
estas dos posiciones se afincan fundamentalmente en el análisis del animus;
mientras que Savigny, en consonancia con su visión de la posesión como imagen
de la propiedad, considera que el animus consiste en un animús domini, esto es en
una voluntad de señorío pleno sobre la cosa, Ihering, desde su perspectiva de la
realidad de la posesión, consideraba que bastaba un puro animus possidendi lo
cual Implica afirmar no sólo el valor jurídico de la apariencia, sino también la
supremacía (o mejor la realidad) de la apariencia.1

1
Álvarez Caperochipi, José A., Curso de derechos reales. Propiedad y posesión, tomo. I, Madrid, Civitas,
1986, p. 84.
III. CLASIFICACIÓN DE LA POSESIÓN EN EL CÓDIGO CIVIL DE 1984

Es importante mencionar la aclaración que hace Corte respecto de la clasificación


de la posesión que hace nuestro vigente Código Civil

a) Posesión Mediata e Inmediata

Nuestro ordenamiento jurídico ha acogido una de las clasificaciones que hace


el derecho alemán en su legislación y esta conoce como poseedor mediato a
quien transmitió el derecho en favor del poseedor inmediato. Poseedor mediato
es el titular del derecho, por ejemplo, el propietario, es aquel que cede la
posesión quien confirió el título.

Por otro lado, se tiene a la posesión inmediata que es conocido aquel poseedor
temporal, posee en nombre de otro de quien le cedió la posesión en virtud de un
título y de buena fe, por ejemplo, el inquilino que posee para el propietario.

b) Posesión Legitima e Ilegitima

La posesión puede ser legítima o ilegítima, dependiendo de su conformidad o


no con el derecho, siendo la posesión de buena fé y la posesión de mala fé una
subclasificación de la posesión ilegítima, la ilegitimidad de la posesión no sólo
está dada por la existencia de un título viciado, es decir que adolece de alguna
causal de nulidad o anulabilidad, sino que además esta se da cuando ésta se basa
en un título el que el transferente carece de legitimidad para ello, es decir cuando
el defecto es de fondo.

c) Posesión Ilegitima: Buena o Mala fe

Nuestro ordenamiento jurídico en el articulo 906 del Código Civil prescribe


que:

“La posesión ilegítima es de buena fé cuando el poseedor cree en su


legitimidad, por ignorancia o error de hecho o de derecho sobre el vicio que
invalida su título”.

En otras palabras la buena fe es la convicción que tiene el poseedor de que su


título es legítimo y eficiente, esa creencia deriva de la ignorancia o error de
hecho o derecho sobre el vicio que invalida su título. Sin embargo, nuestro
Código Civil expresamente no define la posesión de mala fe, la posesión de
mala fe es aquella que se ejercita cuando el poseedor tiene conocimiento que no
tiene título o el que tiene padece de nulidad. La mala fe es una posesión ilegitima
y viciosa sin título o con título inválido, la mala fe empieza cuando termina la
creencia de la legitimidad de la posesión al descubrirse el error o vicio que
invalida el título.
IV. POSESIÓN PRECARIA: LAS DOS POSICIONES MENCIONADAS EN
EL CUARTO PLENO CASATORIO CIVIL

El artículo 911 del Código Civil establece que:

“la posesión precaria es la que se ejerce sin título alguno o cuando el que se tenía
ha fenecido”.

Esta definición legal, aunque sencilla en su formulación, ha generado un extenso


debate en doctrina nacional.

Un sector considera que el precario es una especie de poseedor inmediato, en tanto


hay una relación de precariedad entre el concedente y el precario basada en un
título social, que le permite a este último poseer el bien por mera tolerancia o
liberalidad. Esta postura asocia al precario del artículo 911 del Código Civil con
la figura del precario romano, que hacía referencia a una persona a la que se le
permitía ocupar un inmueble por un tiempo indeterminado y que tenía que
devolverlo a su propietario apenas este así se lo exigiera.

Otra postura sostiene que el precario del Código Civil es un tipo de posesión
ilegítima (artículo 906 del Código Civil), pues considera que no existe mayor
distinción entre ambas categorías en tanto los efectos de la posesión sin título
(precaria) y la posesión afectada por un vicio (ilegítima) son muy similares: el
poseedor no tiene derecho a la posesión del bien.

Asimismo, hay quienes consideran que el precario es una categoría procesal que
solo puede analizarse dentro de un proceso de desalojo y que la legitimidad o
ilegitimidad de la posesión debe verse en un plano distinto. Según esta postura, el
proceso de desalojo consiste solamente en un pre-examen sobre quién tiene el
derecho, por lo cual lo que se decida allí no afecta en nada lo que se pueda ver en
otro proceso más largo.

Otro sector de la doctrina parte de una interpretación contrario sensu del artículo
911 del Código Civil y determina que, a diferencia del precario, el poseedor
ilegítimo sí cuenta con un título, aun cuando este es inválido. En atención a esta
distinción, se concluye que no es lo mismo posesión precaria que posesión
ilegítima

Como se puede apreciar, antes del Cuarto Pleno Casatorio existían distintas
posturas sobre el proceso de desalojo por ocupación precaria. La configuración
del precario era discutida tanto a nivel jurisprudencial como en doctrina. Pero
además existían cuestionables decisiones judiciales que cercenaban
indebidamente el alcance del desalojo como instrumento de tutela urgente. Es por
ello que el Cuarto Pleno Casatorio, con el propósito de uniformizar criterios y de
generar predictibilidad en el sistema, elaboró siete reglas que constituyen
precedente vinculante, las cuales serán analizadas en el siguiente acápite.
V. PRECENDENTES VINCULANTES

1. Una persona tendrá la condición de precaria cuando ocupe un inmueble


ajeno, sin pago de renta y sin título para ello, o cuando dicho título no
genere ningún efecto de protección para quien lo ostente, frente al
reclamante, por haberse extinguido este.

2. Cuando se hace alusión a la carencia de título o al fenecimiento del mismo, no se


está refiriendo al documento que haga alusión exclusiva al título de propiedad,
sino a cualquier acto jurídico que le autorice a la parte demandada a ejercer la
posesión del bien, puesto que el derecho en disputa no será la propiedad sino el
derecho a poseer.

3. Interpretar el artículo 585 del Código Procesal Civil, en el sentido que por
“restitución” del bien se debe entender como entrega de la posesión que protege
el artículo 911 del Código Civil (posesión precaria), para garantizar al sujeto a
quien corresponde dicho derecho a ejercer el pleno disfrute del mismo,
independientemente si es que es propietario o no.

4. Establecer, conforme al artículo 586 del Código Procesal Civil, que el sujeto que
goza de legitimación para obrar activa no solo puede ser el propietario, sino
también, el administrador y todo aquel que se considere tener derecho a la
restitución de un predio. Por otra parte, en lo que atañe a la legitimación para
obrar pasiva se debe comprender dentro de esa situación a todo aquel que ocupa
el bien sin acreditar su derecho a permanecer en el disfrute de la posesión, porque
nunca lo tuvo o el que tenía feneció.

5. Se consideran como supuestos de posesión precaria a los siguientes:

(1) Los casos de resolución extrajudicial de un contrato, conforme a lo


dispuesto por los artículos 1429 (resolución de pleno derecho) y 1430
(clausula resolutoria express) del Código Civil. En estos casos se da el
supuesto de posesión precaria por haber fenecido el título que habilitaba
al demandado para seguir poseyendo el inmueble. Parta ello, bastará que
el juez que conoce del proceso de desalojo, verifique el cumplimiento de
la formalidad de resolución prevista por la ley o el contrato, sin decidir la
validez de las condiciones por las que se dio esa resolución.
Excepcionalmente, si el juez advierte que los hechos revisten mayor
complejidad, podrá resolver declarando infundada la demanda, mas no así
la improcedencia.

(2) Será caso de título de posesión fenecido, cuando se presente el supuesto


previsto por el artículo 1704 (gastos de restitución y recepción), puesto
que con el requerimiento de la devolución del inmueble se pone de
manifiesto la voluntad del arrendador de poner fin al contrato. No
constituirá un caso de título fenecido el supuesto contemplado por el
artículo 1700 (continuación del arrendamiento), dado que el solo
vencimiento del contrato de arrendamiento no resuelve el contrato sino
que, por imperio de la ley, se asume la continuación del mismo hasta que
el arrendador le requiera la devolución del bien. Dada esta condición,
recién se puede asumir que el poseedor ha pasado a constituirse poseedor
precario por fenecimiento de su título.

(3) Si en el trámite de un proceso de desalojo, el juez advierte la invalidez


absoluta y evidente del título posesorio, conforme lo prevé el artículo 220
(nulidad absoluta), solo se analizará dicha situación en la parte
considerativa de la sentencia, sobre la nulidad manifiesta del negocio
jurídico, y declarará fundada o infundada la demanda únicamente sobre el
desalojo, dependiendo de cuál de los títulos presentados por las partes es
el que adolece de nulidad manifiesta.

(4) La enajenación de un bien arrendado, cuyo contrato no estuviere inscrito


en los registros públicos, convierte en precario al arrendatario, respecto
del nuevo dueño, salvo que el adquirente se hubiere comprometido a
respetarlo, conforme a lo dispuesto por el artículo 1708 (enajenación del
bien arrendado).

(5) Cuando el demandado afirme haber realizado edificaciones o


modificaciones sobre el predio materia de desalojo, sea de buena o mala
fe, no justifica que se declare la improcedencia de la demanda, bajo el
sustento de que previamente deben ser discutidos dichos derechos en otro
proceso. Por el contrario, lo único que debe verificarse es si el demandante
tiene derecho o no a disfrutar de la posesión que se invoca, dejándose a
salvo el derecho del demandado a reclamar en otro proceso lo que
considere pertinente.

(6) La mera alegación del demandado, en el sentido de haber adquirido el bien


por usucapión, no basta para desestimar la pretensión de desalojo ni
declarar la improcedencia de la demanda, correspondiendo al juez del
desalojo valorar las pruebas en las cuales sustenta el demandado su
derecho invocado, sin que ello implique que está facultado para decidir
sobre la usucapión. Siendo así, se limitará a establecer si ha surgido en él
la convicción de declarar el derecho de poseer a favor del demandante. De
declararse fundada la demanda de desalojo por precario, en nada afecta lo
que se vaya a decidir en otro proceso donde se tramite la pretensión de
usucapión, puesto que el usucapiente tendrá expedito su derecho para
solicitar la inejecución del mandato de desalojo o en todo caso para
solicitar la devolución del inmueble.

6. En todos los casos descritos, el juez del proceso no podrá expedir una sentencia
inhibitoria, sino que deberá de pronunciarse sobre el fondo de la materia
controvertida, en el sentido de que corresponda, conforme a los hechos y la
valoración de las pruebas aportadas.
CONCLUSIÓN

La emisión del Cuarto Pleno Casatorio Civil, al margen de los sólidos


cuestionamientos formulados, debe ser bienvenida por la comunidad jurídica debido a
que despierta el interés en diferentes ámbitos que muchas veces son abandonados o
ignorados en el quehacer jurisdiccional, como la historia y el derecho comparado.
Asimismo, por cuanto motiva exigir a los Órganos Jurisdiccionales, como nuestra
Corte Suprema de Justicia, una mayor reflexión antes de emitir un fallo con la
condición de precedente judicial, a efectos de compulsar todas las aristas vinculadas
al tema fijado, así como el real impacto que tendrá aquel pronunciamiento en el
escenario judicial, lo que parece no haber sucedido en el presente caso al confrontarlo
con las normas de derecho de contratos.
Ahora bien, considerando que el precedente judicial no genera una vinculación
absoluta sino relativa, pues los órganos jurisdiccionales de instancias inferiores pueden
apartarse motivando la referida decisión, consideramos que los jueces de primera
instancia no deben subsumir dentro de la categoría de posesión precaria aquellos
supuestos ya regulados por normas expresas de derecho de contratos, como los
generados por la declaración de resolución o rescisión o por la subsistencia de
obligaciones legales derivadas del contrato de arrendamiento.
.

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