Está en la página 1de 3

Los cuatro mecanismos de la

atención en el cerebro.

En su libro “the organized mind”, (la mente organizada) Daniel J Levitin nos
cuenta cómo funciona la atención. Lo más sorprendente es que no hay un solo
mecanismo que controle cómo funciona la atención, sino que existen cuatro.

El mecanismo por defecto. Es en el que funcionamos la mayor parte del


tiempo. Es lo que pasa cuando miras las nubes, conduces por la autopista o estás
escuchando una charla insoportable. Tus pensamientos van de un lugar a otro sin
ningún control.

El mecanismo de central ejecutiva, que centra la atención en una


circunstancia concreta. Este mecanismo puede funcionar a niveles diferentes. Por
ejemplo ahora mismo estoy concentrado en este párrafo pero a la vez estoy
pensando en el conjunto de la entrada.

El mecanismo de vigilancia. Este modo está alerta para descubrir algo en


nuestro entorno que requiera nuestro interés. Especialmente se fija en las cosas
que se mueven o que son importantes. Cuando estás pensando en el libro que vas a
escribir y de pronto te sobresaltas porque una bicicleta casi te atropella, es el modo
de vigilancia el que te ha salvado.

El mecanismo del interruptor de la atención. Este cuarto sistema al que se


refiere Levitin, tiene por finalidad que un modo no interfiera con el otro de manera
no deseada. Cuando estás en el modo de central ejecutiva este mecanismo evita que
el mecanismo por defecto empiece a funcionar.
Por:flickr.com/photos/neychurluvr/3865895773/

La atención y la conservación de la
energía.
A veces, cuando tengo un rato libre y no tengo nada más a mano, leo un libro en mi
teléfono móvil. Mi vista no es la que era, así que no resulta muy cómodo. Pero hay
algo aún peor, cada poco tiempo mi teléfono se apaga y para seguir leyendo tengo
que encenderlo otra vez.

Algo parecido pasa con nuestra atención. Si no hay nada que requiera que la
atención se centre en alguna cosa, volverá al estado por defecto. El estado por
defecto es el equivalente a la pantalla de bloqueo del móvil o la imagen que sale en
los libros electrónicos cuando no estás leyendo nada. Puede que no sea el estado
más productivo, pero sí es el que menos energía gasta.

Ese estado por defecto no es tu enemigo. No es que seas débil si tu mente empieza a
vagar. Es tu naturaleza. Es como estás hecho.
Consecuencias.
Tras leer acerca de los cuatro mecanismos que regulan nuestra atención llego a
varias conclusiones:

 Centrar la atención en algo es como usar un músculo. Sí, sé que la metáfora


del músculo está más manoseada que Paris Hilton, pero es la que mejor se adapta
aquí. Cuando más centras tu atención en algo, más refuerzas el sistema de central
ejecutiva. Estás entrenándote para poder concentrarte mejor en el futuro. Pero al
mismo tiempo, estás gastando energía del presente. Conviene por tanto que
planifiques estratégicamente cómo y cuándo prestar atención.

 Como el mecanismo de vigilancia está al acecho es imprescindible ser


estricto al eliminar posibles distracciones. Si algo puede llamar tu atención, la
llamará porque nunca vamos a dejar de estar pendientes de si un tigre viene a
comernos.

 Es necesario que tu mente vague. En ese estado es como le vino el momento


“Eureka” a Arquímedes, y como a Newton se le ocurrió la teoría de la gravedad. Si te
sientes incómodo por dejarte llevar, llámalo “ tiempo creativo” y te sentirás mucho
mejor.

 Lo más importante es conseguir que el cuarto mecanismo funcione


adecuadamente. Que el tiempo que dediques a estar concentrado en algo no te
salte la atención de un lugar a otro, y que el tiempo que dediques a mirar las nubes
no te vengan recuerdos de que tienes que pagar el recibo de la luz.

Sé que el ideal zen es pensar en acarrear el agua cuando acarreas el agua, y en


cortar leña cuando estás cortando leña. Pero quizá para nosotros, seres ordinarios
que vivimos en el mundo, no sea necesario tanto. Quizá para nosotros baste con
saber cuándo estamos viviendo en las nubes y cuando miramos el mundo por el
microscopio, mantener ambas cosas separadas, y no ser demasiado duros con
nosotros mismos cuando no lo consigamos.

También podría gustarte