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Carisma de Fe
Carisma de Fe
arisma
e fe
¡LEVANTATE y ANDA!
EL CARISMA DE FE
lE edición
Publicaciones Kerygtna
México
ISBN 2-905480-33-5
© Éditions du Lion de Juda, 1988
Traducción: María Elena Prado Flores
Tipografía y Diseño: Primo González Carrera
Prefacio
5
"Allí, donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia ". ¿Nues-
tros tiempo es más pecador que otros? No lo sé, pero me parece
que la lucha entre el bien} el mal, entre la verdad y el error se ha
- ido del interior de las COI ciencias a la plaza pública. Particular-
mente, en lo que se re ere a los problemas éticos, todo se muestra
sin pudor (aunque se dga sin hipocresía), ante los ojos de todos,
como justificado por ' banaliiacián que pretende ser desculpa-
bilizante y liberadora: Es o acarrea una profunda destructuracián
de las conciencias indi nduales que se enfrentan a un llamado
permanente a in exrerioridad a través del sonido y la imagen.
6
alguna otraforma. Así, podría decirse que los carismas, necesarios
en la Iglesia primitiva, son actualmente inadecuados y que deben
confinarse en el bazar de accesorios folklóricos. ¿No corremos
entonces el riesgo de despreciar el don de Dios? ¿ De confundirlo
con tal o cual de nuestras iniciativas pastorales que en sí son
función del tiempo en que vivimos?
Bajo este puma de vista queda claro que, los carismas, cuando
se distinguen como provenientes del Espíritu Santo, son para
acogerse y ejercerse en la obediencia al Espíritu, único maestro de
la misión.
7
de nuestros conceptos. Los testimonios que presenta nos llevan al
Evangelio; allí percibimos el sabor y reencontranios la misma
densidad de humanidad y -¿ lile atreveré a deci rlo ?-de divinidad. ..
Hay cosas que no se inventan.
8
expresion, tienen 111U clio que enseñamos de las "costumbres" de
Dios. Escucho su va.::J lile alegro en tnúltiples pasajes de este li bro.
Georgette Blaquiére.
9
Prólogo
11
son los últimos, como lo afirma Juan Pablo II? ¿No tendremos
inclinación a subestimar el interés en ellos, suponiendo incluso que
nuestro Dios es demasiado "demostrativo"? ¿Quiénes somos noso-
tros para ser los consejeros de Dios? (cf Rm 11,34). Se objeta
frecuentemente que nuestra vida en la tierra con Cristo es un
peregrinar en la fe, la fe obscura, argumentando esta bienaventu-
ranza: "Bienaventurados los que creen sin haber visto" (Jn 20,29).
¿Tenemos razón en aferramos a esta obscuridad de la fe al grado
de denigrar los signos que Dios en su bondad nos concede'r ' La
respuesta es delicada y con riesgo de no gustar, yo diría: "sí y no" .
12
Pero continuemos nuestra meditación ... El signo es también
como el eco de la Palabra de Cristo, una especie de insistencia de
Dios incitándonos a creer que lo que El dice es verdad. Cuando hay
eco, es porque hay palabra, y el signo nos remite siempre a la
Palabra de Dios, accesible al hombre a través de las Escrituras y
la Iglesia. Dios no está muerto. Tampoco está mudo como los ídolos
(o falsos dioses). El habla, incluso grita ... sobre todo en estos
tiempos que son los últimos, en que el hombre tiene una fuerte
propensión a la "sordera espiritual". Prefiere hacerse el sordo
y llenarse la boca con "discursos vacíos e inútiles'", ¡más que
escuchar la voz de Dios resonando en su corazón y hacerle eco! Dios
no se encierra en su propia santidad. Su acción tampoco se deja
confinar al más profundo inconsciente de nosotros mismos. Los
signos de profecía, de fe, de sanación, cuando vienen de El, mo-
lestan a los sabios de este mundo, pero regocijan el corazón de los
pobres, recordando que El es El que es (Ex 3,14).
13
Señor. Sí, a nuestro Dios le encanta ser sorprendido en flagrante
delito de libertad. Ante nuestro orgullo, El nos recuerda que es El
quien hace todo y que, como lo afirma Pedro al tullido de la puerta
Hermosa (cfHch 3,6): NO TENEMOS NI ORO NI PLATA ... ni
inteligencia, ni poder divinos. ¡Pero tenemos -un poco- confianza
en este Jesús de Nazareth y en el Espíritu que prolonga su misión
en la Iglesia! Es todo esto (y muchas cosas más) lo que nos sugiere
este florecimiento actual de la expresión carismatica. Y en el
presente lo que necesitamos es encontrar más la sabiduría que la
sostiene y le da sentido.
Palabra y signo
14
Es en principio en este sentido que podemos decir que los signos
vienen a confirmar la palabra anunciada.
Sólo existe una sola Palabra de Dios que para nosotros es la vida
misma de Cristo. Pero esta Palabra única se encarna de modo
particular en la vida de cada bautizado, y seráconfirmada a través
de signos ... según la Sabiduría, pero también según la ternura de
Dios. Francisco de Asís no era un gran predicador, en el sentido de
construir grandes discursos tea-lógicos, pero daba testimonio en
ciudades y pueblos, de esta Palabra recibida en lo más profundo de
sí mismo hasta herir su corazón: "¡El Amor no es amado!" Este
testimonio agradaba tanto a Dios que numerosos signos venían a
confirmarlo con fuerza. La Iglesia es también esto ...
Signo y evangelización
He hablado sobre todo de los testigos y de los signos que les son
"satélites", pero mucho menos de los destinatarios de esos mismos
signos. Porque finalmente, si el signo viene de Dios y corresponde
a una pedagogía particular, ¿cuál es su fin profundo? Dios ama la
libertad, pero no el espectáculo. ¿Qué espera entonces El, con-
cediendo una curación, una liberación o un milagro?
15
creciente del corazón que aprendemos hacer la voluntad de Dios y
no hay mayor crecimiento de que aquel que consiste en cumplir
fielmente la voluntad de Dios en nosotros. Finalmente, no hay
ninguna otra respuesta de amor al GRAN AMOR CON QUE EL
NOS HA AMADO (Ef 2,4). Y es en este crecimiento en que nos
transformamos concretamente en lo que somos ya potencialmente:
hijos e hijas de Dios.
El signo de Jonás
16
Resurrección y a la Vida. El signo de Jonás es el más formidable y
más escandaloso de todos los signos. Es por ello que, de momento,
pocos lo reconocieron como tal y entraron en el crecimiento de
amor que él proponía. Sin embargo, ¿no fue con este signo, incluso
escandaloso, que el centurión reconoció que ESTE HOMBRE
VERDADERAMENTE ERA HIJO DE DIOS (Mc 15, 39)? ¿No
es el mismo signo que el buen ladrón discernió y a partir del cual
entabló un crecimiento vertiginoso que lo condujo el mismo día al
Paraíso? (cf Lc 23, 43).
17
CAPITULOI
La mies es mucha
Pero esta noche, en el coro, no son los sacerdotes los que se hacen
notar, sino un mínimo de trescientos enfermos graves o seriamente
inválidos. Apretados unos con otros, con el cuerpo o la mente
19
paralizados, carcomidos por la enfermedad, estos grandes sufrien-
tes oran, con la multitud reunida que los presenta al amor de Dios ...
ese Dios rico f'n Misericordia, que ciertamente no es un gran mago,
pero cuya ternura se despliega particularmente hacia aquellos que
sufren y se desborda en frutos de consolación, de sanación, de
liberación, de reconciliación y de paz.
20
oración muy profunda, que invita a la adoración y que está enrai-
zada en el rezo del Rosario.
21
En el coro -ya lo mencioné más arriba-sólo están los enfermos
y un equipo de veinte personas, del que formo parte, y algunos
obispos de Francia que han venido a participar en esta sesión de
Ars.
l. Leer al respecto "El carisma de conocimiento, ¿por qué y cómo?" del mismo
autor. Editiones Lion de Juda.
22
reciben, frecuentemente con gran sorpresa de su parte, una gracia
manifiesta de consuelo o de luz en su vida.
"Un religioso de cuarenta y ocho años, casi sordo de los dos oídos
y obligado a usar un aparato acústico, está sanando. Ha venido aquí
con curiosidad, traído por un amigo y habi-tualmente se manifiesta
muy crítico respecto a la Renovación carismática. Actualmente
percibe fuertes zumbidos en los dos oídos y estará totalmente
sanado en algunas horas más."
23
matrimonio y que había llegado al borde del divorcio, experimenta
un gran calor interno. El, convertido en alcohólico, está instantánea-
mente liberado del alcohol. Ella cayó con otro hombre a causa de
sus problemas conyugales. El Señor los visita para "resucitar" su
unión e invitarlos a vivir una reconciliación". Etc.
"[Levántate y anda!"
1. Dios no es mago ante todo, porque entonces, no seria Amor. Sin embargo,
muchos creyentes lo consideran un poco como tal, privándose de las invitaciones
de su Bondad.
24
Nos inclinamos sobre una joven mujer que padece una esclerosis
en placa (?)* y está paralizada en las dos piernas. Su rostro está
bañado en lágrimas ... Lágrimas de emoción por las sanaciones ya
manifiestas, pero también lágrimas de sufrimiento porque, para
ella, sus piernas rehusan todo movimiento, incluso el más mínimo.
Con el corazón conmovido, Ephraim y yo invocamos con fuerza al
Espíritu Santo por el cual aquel que cree en Jesús (resucitado) verá
realizarse las mismas obras -y todavía más grandes- de Cristo (cf Jn
14,12) .
*N.T.
25
"instancia interior" (de ninguna manera se trata de una especie de
voz), insiste: "Es ella".
- ¿Cómo te llamas?
-Chantal
- Veinticuatro años
26
- Es verdad que no puedes esperar una recuperación natural;
pero, ¿crees que Jesús puede hacer algo por ti?
- ¿Por qué a mí? .. ¡Todos los demás que están aquí, también
están enfermos!
Sin contestar, baja la cabeza y cierra los ojos, como para con-
centrarse mejor en la oración. Yo me uno a ella en esta intercesión
ferviente, sin preocupanne del tiempo que pasa alIado de Chantal
y (quizá) ¡quitado a otros! 1
Levanto la cabeza.
27
- Realmente no (diciendo: "no se fatigue más").
28
concretamente el proceso de mejoración física. Pero ignoraba cuál...
o más bien, lo eliminaba de mi mente, porque lo presentía pero no
osaba tomarlo en cuenta, a causa de la seria decisión que implicaba.
29
animador, desbordaba de alegría ante tal manifestación del poder
de Cristo.
30
CAPITULO n
31
La gracia de la Renovación "vital iza" o "revitaliza" tantos sitios
de Iglesia, movimientos o asociaciones (caritativas o de otro tipo),
que no puede negarse su proveniencia del Espíritu Santo, sorpren-
dido en flagrante delito de libertad. Los primeros frutos de esta
Renovación pentecostal, grupos de oración y comunidades, ya no
son exclusivos desde hace varios alias, aun cuando permanecen sin
duda, como el núcleo.
32
-La misión. ¿Qué envío descansa en el grupo? ¿Qué testimonio
se espera de él? ¿Qué puertas apostólicas se abren ante él? ¿A qué
llamado del sufrimiento del mundo está sensibilizado y se dispone
a responder?
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sorprende desagradablemente a algunas otras "corrientes", hasta
provocarles algunos reflejos de celos espirituales. No es lo esencial
recibir la obra del Espíritu, allí, donde El desee brotar, aun si esta
obra parece revestir una amplitud juzgada a veces ... ¿invasora o que
no encaja en una norma fijada hace mucho tiempo?
¿La efusión del Espíritu que nos embarga desde hace unos quince
años, está declinando o nos hace madurar hacia una nueva "ofensi-
va", es decir una cosecha más abundante que nunca, en que los
34
obreros, todavía muy poco numerosos, deban movilizarse para que
estos tiempos de gracias den todos los frutos que los designios
divinos están preparando?
35
principio esto tendrá lugar sólo hasta que se realice el aconteci-
miento de la venida gloriosa de Cristo.
36
comunión y mediando la sabiduría necesaria para un desarrollo
equilibrado.
Retrospectiva histórica
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sas, porque no podemos encerrar la Sabiduría en reglas precisas,
Dios da sus gracias carisrnáticas con un objetivo educativo de su
pueblo ...
Todo sucede como si, dando tal carisma, el Señor madurara por
ese mismo carisma y por su ejercicio fructífero, equilibrado y
eclesial, la germinación del siguiente. Evidentemente, no hablo
aquí a nivel individual, en que esta progresión en la eclosión de
diversos carismas se viviera en una persona precisa. Estas conside-
raciones son generales. Así, el nacimiento de tal carisma en algún
miembro de un grupo de oración, será seguido ulteriormente por el
surgimiento de otro carisma en ese mismo grupo, pero en otros
miembros. Podemos extender estas deducciones al conjunto de la
Renovación, e incluso a la Iglesia entera.
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fielmente a la escucha del Espíritu Santo y en un perseverante
espíritu de oración y de comunión fratema.
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mado un fino discernimiento l. Puede tratarse de curación de cuer-
pos afligidos por enfermedades más o menos graves (en general,
las curaciones se refieren a afecciones relativamente benignas,
aunque invalidantes para aquellos que las viven) o sanación interior
(de heridas del pasado) e incluso liberación de malos espíritus''.
40
son reales, porque un carisma conlleva siempre, por naturaleza, un
aspecto subjetivo y también allí se requiere del discernimiento, Pero
en el seno de un gn1po de oración o de una comunidad, ¡qué poder
evangelizador contiene tal gracia! ...
41
al Señor por todos sus dones ... y suplicarle, como lo hacía Kathryn
Kuhlmann, El no nos retire su Santo Espíritu (cf Sal 51,13).
42
CAPITULO III
Fe teologal y fe
carismática
43
la fe cristiana, y de hacemos perder de vista el sentido del carisma
de fe.
44
La fe teologal
45
.1 •
vocación particular y divina anclada en la fe, la esperanza y el amor
(caridad), que se desarrolla en el corazón de todo hombre.
46
"fe-confianza" en Dios, que invita a una fidelidad toda de confianza,
pero que ciertamente no es el resultado de una facilidad. Ella
sobreentiende un esfuerzo, una práctica, una actividad que le per-
mitirá desarrollarse en el hombre.
47
descuido o por inconsciencia. Aunque sea "potencialmente creyen-
te", se priva del dinamismo interno del don de la virtud de fe, que
él deja en un estado más o menos larvario. El famoso "creer
hasta ...", o bien, creer en Cristo pero añadiendo una dosis de
creencias individuales que asfixian la fe verdadera .. o incluso
rechazar creer (por motivos frecuentemente causados por cierto
pasado doloroso), ¡constituyen ~omo un reflejo en negativo de la
fe!
La incomodidad de la fe
48
Es decir que la virtud de fe es el misterio de la acción del Espíritu
Santo en mí, siendo el efecto los dones de inteligencia y de ciencia,
particularmente (estos son dos de los siete dones del Espíritu, en
sus misiones invisibles). Esto ya es mística ... y la mística más
mística es una profundización mayor de esta experiencia de la fe.
49
normal de la experiencia de la fe y de la cual no podemos evadimos,
pero que nunca debe justificar alguna forma de pasividad en este
terreno.
La fe y la Iglesia
50
La fe de la Iglesia lo lleva siempre a la fe personal, porque la
primera es infalible, mientras que la segunda no lo es. Cuando
Cristo declara a Pedro: "Yo construiré mi Iglesia" (Mt 16,18), El
piensa en el Cuerpo entero y a este último promete la perpetuidad
y la infalibilidad. Pedro recibió la revelación del Padre con miras a
la Iglesia de Cristo.
51
Terminemos con una consideración esencial: Dios no deja de
estar en busca de la fe del hombre 1, en un amor que, por anticipado,
da todo de sí mismo en su Hijo a través de la historia, que es así
historia de la Salvación, historia de las iniciativas de Dios.
52
santidad de la persona que los recibe ... sino sólo por su gracia y con
la meta exclusiva de la edificación interna o externa de la Iglesia.
Yo entiendo por edificación interna todo lo que compete a la
componente existencial y comunicante del Cuerpo de Cristo (uni-
dad, exhortación, enseñanza, etc.). La edificación externa compete
a la misión de ese mismo Cuerpo, es decir, a la capacidad evangeli-
zadora que le permité acoger en su seno a nuevos creyentes.
Muchos tienen miedo de un sedicente proselitismo de la Iglesia,
omitiendo muy curiosamente su preocupación por la salvación de
los hombres y en consecuencia, su misión de anunciar en tiempo y
destiempo la verdad de Cristo, aun cuando esto no sea del gusto de
todos. ¡El Santo Padre lo sabe, y reticencias u hostilidades
manifiestas no lo hacen callar! ...
53
sivamente ligado a su identidad carismática ... ¡qué decir ante esto,
si es la Sabiduría divina quien lo ha decidido así!
Lafe carismática
54
hablar) de esta moción carismática de fe que puede animar más o
menos súbitamente a una persona, en una asamblea de oración o en
una celebración particular.
55
Por otra parte, el impacto de esta experiencia carismática sobre
su "objetivo" (volvamos a tomarel ejemplo de un enfermo que Dios
tiene "en proyecto de sanar"), ciertamente no es pasivo sino más
bien activo ... y aquí entramos al meollo de la pedagogía divina y al
por qué del carisma de fe.
56
En cuanto a aquel que ha experimentado esa moción de fe, es
posible, no seguro, que él mismo crezca en su propia fe teologal.
El sólo ha sido el instrumento momentáneo de la gracia de Dios, y
si eso vuelve a producirse en otras ocasiones, volverá a encontrarse
pobre y temeroso frente al mismo carisma. Sus resistencias no
habrán acabado y sufrirá por sentirse tan "refractario" al impulso
del Espíritu, porque ciertamente su posición no es envidiable. Si su
carisma es auténtico, él preferiría de pronto "refugiarse en un
agujero", pero sabe que su responsabilidad del momento es impor-
tante, quizá irrernplazable, y que debe obedecer dócilmente a esa
moción de la gracia, ya que corre el riesgo de entristecer al Espíritu
Santo y frenar la obra de Misericordia, si no le corresponde.
57
Hace unos quince anos, durante un verano canadiense particu-
larmente caluroso, la ciudad de Granby tenía una escasez crucial
de agua. El pequeño río que la cruzaba estaba casi seco y la gente
padecía penurias, sobre todo en el hospital, donde la sobrevivencia
de algunos enfermos se veía comprometida por esta calamidad.
Faltaba agua y los camiones cisterna que abastecían resultaban
insuficientes. La situación empeoraba día con día y el cielo con-
tinuaba sin nubes.
58
quien, por ejercitar su carisma, aparecía como fiador de Dios.
Porque él no había dicho: "quizá el Señor escuchará y hará algo por
mejorar las condiciones de vida de los habitantes de Granby". ¡El
se había atrevido a anunciar con seguridad 1 que Dios iba a intervenir!
Cuando Dios quiere dar, hay que esperar abundancia ... Es inútil
describir la alegría de los habitantes de Granby ... y las burlas
amargas de los adversarios de la fe, acusando a Jean Paul Regimbal
de haber "dado el golpe" con la colaboración del meteorológico,
etc.
1. Esta seguridad se llama 'Paresia ' en los Hechos de los Apóstoles y anima
tranquilamente pero de manera inquebrantable la fe de los discípulos a partir de
Pentecostés.
59
CAPITULO IV
Jesús y el carisma de fe
61
como la sanación, el milagro, la profecía, etc., expresiones caris-
máticas diversas en la vida de Jesús.
62
de la orden) Ellos obedecieron (obediencia de la fe que precede la
ratificación de la comprensión, siendo facultativa esta última, por-
que la fe no es "recapitulada" por la inteligencia humana) y los
hicieron tenderse en el piso. Tomando entonces los cinco panes y
los dos peces, Jesús levantó los ojosal cielo, los bendijo", los partió
y los distribuyó a sus discípulos (son ellos lo que se benefician
primeramente de la fe de Cristo, en lo que va a realizarse milagro-
samente, a fin de que su propia fe sea liberada) para que los
distribuyeran a la multitud. Todos comieron hasta saciarse" (Cristo
colma, pero "quiere" pasar manifiestamente por la fe, incluso
naciente, de los suyos para realizar su obra).
Apóstoles y carismas
1. Prefiguración de la Eucaristía.
63
de los Hechos de los Apóstoles, en un contexto de Iglesia naciente,
llena de vigor y de audacia para anunciar la Buena Nueva ... con
riesgo de persecución, que de hecho no tardaría en llegar.
64
De hecho, la convicción tranquila en que se instala la moción de fe,
lo vuelve sereno ... y le permite prolongar su enseñanza sin inquietud
e incluso come en paz). Subió luego, partió el pan y comió 1. Platicó
largo tiempo hasta el amanecer y luego se marchó. ¡En cuanto al
muchacho, lo trajeron vivo y se consolaron no poco!".
l. Hay quienes ven aquí una prefiguración de la Eucaristía, pero esta hipótesis
es poco probable.
65
otros tras él en la fe de este proyecto divino que se realizó plena-
mente hasta después de la muerte del hermano Andrés, en 1967.
Cuando llegó a los ochenta años, los trabajos ya habían empezado
y Andrés estimulaba la fe de numerosos amigos y colaboradores en
pro de esta enorme tarea.
66
animándolos a recibirlo, lo que a veces necesitaba de una larga
"domesticación". Incluso allí se impone una conclusión: una mo-
ción de fe vuelve prioritario aquello hacia lo que se orienta y el
hermano Andrés sabía "perder su tiempo" en la intercesión para
llevar de cierto modo a los visitantes enfermos a su propia sana-
ción ... si él recibía la certeza inspirada.
67
me piden la curación como si yo fuera médico. Tengan más bien
confianza en Dios. Muchos enfermos se sanarían si fueran más
perseverantes".
68
CAPITULO V
Génesis de un carisma de fe
Las primicias
69
a partir de argumentos justificados! Ciertamente la prudencia in-
cluye la audacia, pero está subordinada a la sabiduría.'
l. De allí la necesaria promoción del valor esencial del perdón recibido y del
perdón otorgado.
70
mente sacerdotal, pero en unión (de una manera u otra) con la Iglesia
local. Muchos grupos de oración se apoyan en la noción de pastor o
responsable, en tanto que el Espíritu, a todo lo largo de la historia
de la Iglesia, nunca ha dejado de fundar comunidades dotando a un
hombre o una mujer de un "ministerio" de unidad, ayudado en
general por algunos consejeros o ancianos (u otro nombre).
71
sostenida por una oración personal, tales como calor, dolor inhabi-
tual, "revisión interior" que evoca un trabajo sorprendente de Dios
que se está iniciando, aún si esos síntomas no son siempre agrada-
bles '. Las circunstancias penosas en que va a vivirse el carisma de
fe pueden estar marcadas por esos pequeños signos o encuentros,
conmociones inesperadas, etc., que sugieren una evolución inmi-
nente o "a la espera" de los próximos acontecimientos.
72
Todas sintieron, sin decirlo, una sensación de quemazón, desde
el final de la espalda hasta las dos piernas. Yo tenía la impresión de
haber podido "ir más lejos" ... pero todavía no era el momento.
Entonces, me vi obligado a suspender la oración y nos despedimos.
Ellas habían recibido una gran paz interior, lo que ya es maravilloso,
pero sus piernas no las sostenían. Yo estaba decepcionado, como
si faltara algo que sin embargo, no me correspondía dar o decidir
por mí mismo.
73
instrumentos, pero conscientes de la importancia de nuestro papel
y de los que el Espíritu nos confía en ese momento.
74
y donde cualquier fenómeno de compresión interna toma de inme-
diato proporciones inquietantes.
75
Ese carisma no tiene por fin específico una sanación o una
reconciliación próximas, ni una situación dramática que Dios qui-
siera resolver concretamente. La dimensión del signo tangible sólo
es la consecuencia de un carisma ejercitado de manera equilibrada.
El fin primordial de este don está en acompañar de manera sobrena-
tural una o varias personas para despertarlas a su propia fe teologal.
Así, este carisma se practica ~e manera imprevisible- por ejemplo,
con los agonizantes o inválidos mentales que no tienen esperanza
de recuperación física.
76
Todos estos ejemplos han sido escogidos intencionalmente por-
que han sido verídicos. Son igual número de primicias que el Señor
ha hecho experimentar a uno u otro miembros de nuestra Comuni-
dad, como moción de fe, habiendo concluido todos con una sana-
ción manifiesta y definitiva ... a costa de un "acompañamiento", una
animación a veces larga, un seguimiento incansable, con miras a
un crecimiento en la fe teologal de cada uno.
77
- No es un sueño, ten confianza. Serás comisario de zona dentro
de dos meses.
- Yo creo que lo que dices es verdad, sí, lo creo ... ¡pero parece
tan improbable!
"Querido hermano:
La educación en el carisma
78
y cómo esto se facilita cuando somos llevados a orar (y a "trabajar")
al lado de alguien que practica este carisma de manera experimen-
tada.
79
ambiente familiar y profesional. La pequeña ciudad donde ella vivía
conoció el caso y mucha gente fue sacudida en su fe... sobre todo
cuando veían a Fernanda pasar en bicicleta ante ellos, pedaleando
vigorosamente y sin dolor. Pero esta "luna de miel" con la salud
recuperada sólo duró una semana.
80
Llegó el momento de la comunión y Emiliano avanza al pie de
los escalones del coro para distribuir el Cuerpo de Cristo. De pronto,
él "descubre" a Fernanda, a unos metros de él, no porque no la
hubiera visto antes (estaba en las primeras filas), sino que la ve en
una repentina moción de fe.
Esto fue en 1981 y hoy día Femanda goza de una excelente salud,
sin sombra de recaída y da testimonio con fuerza del amor del
Señor.
81
Nosotros estábamos muy temerosos, muy preocupados por el
juicio y la crítica de los demás y dudábamos en seguir la enseñanza
de Jesús cuando El mismo realizaba gestos para ayudar a los
enfermos a recibir la sanación que El estaba dando.
82
CAPITULO VI
83
Me gusta recordar al respecto un episodio interesante de la
relación de Teresa de Avila con su joven padre espiritual, Juan de
la Cruz (él tenía veintisiete años menos que su dirigida). De una
moción del Espíritu recibida en la oración! por la gran Teresa:
"Búscate en Mí", Juan de la Cruz pretendía que sólo podía haber
sido dicha estando el alma purificada (y en consecuencia, santifi-
cada). Ante lo cual, la Santa replicó, no sin humor: "Yo pienso que
virtudes y purificaciones no sirven de nada, porque esto es sobre-
natural y es un don que Dios concede a quien El quiere ... y si algo
puede disponer es el amor. Ni María Magdalena, ni la Samaritana,
ni la Cananea estaban "muertas al mundo" cuando encontraron al
Señor. [Dios me libra de esas gentes tan espirituales que llevan todo,
sin distinción, a la contemplación perfecta (dicho de otra manera,
a la santidad)! 1/2
Aquí Teresa evoca un amor personal muy fuerte para el Señor ...
pero, ¿quién puede calibrar el amor de Cristo presente en el corazón
de uno u otro incluso si ese corazón ha sido lastimado por la vida?
84
para acoger este tipo de gracia y primeramente nos lleva a elinúnar
las falsificaciones humanas (generalmente involuntarias) del caris-
ma de fe. ¿Cuáles son ellas?
85
como procedimientos mágicos que se multiplican en exceso: fór-
mulas de oraciones (de liberación, por ejemplo), imposición de manos,
unciones de aceite ... ¡hechos que en sí mismo son hermosos pero que
se caricaturizan desviando su sentido con el pretexto de hacer llegar
la voluntad de Dios!
86
más o menos consciente de sobresalir o de adquirir un valor
espiritual o carismático reconocido.
87
podemos fiamos para "autorizar" el ejercicio explícito y comuni-
tario del carisma de fe?
88
- el amor creciente y compasivo del que da testimonio aquel que
recibe el carisma de fe. No se puede vivir efectivamente de autén-
ticas mociones de fe sin estar sensibilizado mayormente al misterio
del sufrimiento. El carisma de fe no es una "técnica" del Espíritu
que pondríamos en acción de manera impersonal. Supone un en-
cuentro con el sufrimiento y el desamparo y sólo puede conmover
un corazón y hacer germinar en él la compasión (no la lástima).
89
Signos o primicias de alivio, de mejoría de situación, de paz ...
en respuesta a una moción de fe en alguien que, sin embargo, no la
ha experimentado. Una "coincidencia" no basta, pero varias, suce-
sivas, llegan a ser significativas, aún alejadas una de la otra en el
tiempo.
Este asunto del perdón a dar ... e incluso a recibir! siempre debe
considerarse si una auténtica moción de carisma de fe no desem-
boca en algún fruto, aún mínimo.
90
De parte de aquel que practica oportunamente este carisma, tres
trampas pueden ser obstáculo al desarrollo de la gracia:
Pero, por el carisma de fe, el Señor parece -con todas las debidas
proporciones- erigimos en corresponsables de los efectos de su
propia gracia ... ¡y esa responsabilidad a veces es pesada y fatigante
de asumir!
91
Pero sucede que una falta flagrante de audacia frena la evolución
del proceso divino ... debilidad humana que sólo se resuelve sumer-
giéndonos más en brazos de la Misericordia.
Dudamos de Dios: esta vez, El no hará nada ... por otra parte, ¿por
qué pedinne esto a mí? ... Me pregunto si esta historia del carisma
no es ilusión ... Si El es todopoderoso, ¡El puede hacerlo sin nece-
sidad de mí!
Por otra parte, la persona que beneficiaría del efecto del carisma
de fe, resiente rápidamente una baja de confianza. Ella misma tiene
tanta necesidad de ser sostenida en la confianza en la obra de Dios
hacia ella, que también a ella la alcanza la duda, al presentir mi
propia turbación. También puede ser afectada la realización de la
promesa divina.
92
CAPITULO VII
93
respecto, que concurre exclusivamente al bien de la criatura hu-
mana.
94
tecimientos históricos como la evolución de las espiritualidades, va
a conocer una importante aceleración.
Estos "últimos tiempos" son como una fase final (y más mística)
de los "últimos tiempos" en el sentido amplio y teológico. Que esta
fase final dure diez, cien, mil o más años, no es el problema. Lo
importante es la característica particular de estos tiempos del fin:
un régimen acelerado de la gracia y por lo tanto, también un
desbordamiento nunca igualado de Misericordia ... en respuesta a
una vulnerabilidad más grande del hombre, sumergido en una
experiencia más fuerte de sus límites, sus debilidades, sus miedos ...
iYsu terrible capacidad de pecar!
95
Sigilo y carisma de fe
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carismas, Ya se reprochaba al carisma de conocimiento inmediato
su dimensión espectacular, sostenida ella misma por esa pedagogía
de la Sabiduría divina en los últimos tiempos.
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Se replicará: ¿por qué ella ... y no los otros paralíticos presentes
en la celebración?
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Los carismas de profecía, de ciencia o de conocimiento inme-
diato tienen su propia originalidad ... entre otras, interpelar a las
personas sobre su propia fe, dejándolas a su propia elección ... libres
como son de acoger o no la luz recibida.
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evangelizador a veces tan tímido. Que esta evangelización se viva
a nivel caritativo (dar testimonio concreto y activo de la solicitud
divina ante los múltiples sufrimientos del mundo) o a nivel kerig-
mático (anuncio audaz del amor de Cristo por todos los medios
oportunos), puede ver su desarrollo y sus frutos multiplicados por
la acogida y la práctica del carisma de fe. Porque éste está precisa-
mente al servicio de la evangelización multiforme, cuyo Espíritu
suscita el deseo en bien de las almas cristianas en nuestros días.
l
No hay que tener miedo por "valerse" de lo sobrenatural para
evangelizar en nuestros días ... no porque lo sobrenatural deba ser
manipulado, sino porque se vuelve simplemente disponible para
una mejor fecundidad de las perspectivas misioneras actuales .
El aprendizaje de la confianza
l. Que está en las antípodas del misticismo iluminado del que a veces se le
tacha.'
100
adaptados a la circunstancia que difunden un consuelo y una fuerza,
por la experiencia progresiva de Dios que está actuando.
101
de los hombres ... porque son capaces de amar (a pesar de su pecado)
y capaces de Dios.
Una duda que se quita es una luz que se expande y una paz que
se propaga por los alrededores.
El miedo a sanar
Cuando me fue dado orar por los grandes enfermos y esto desde
hace unos diez años, me sigue sorprendiendo encontrar en la mayor
102
pa e e ellos un deseo ambiguo de sanar. Ellos desean pero a la
vez emen su sanación.
103
lleva, 8 causa del lugar determinante que toma en el horizonte de
su existencia ... e incluso ante la mirada de los demás.
- ¿y por tí?
- ¡Oh!, ¡yo! No necesito nada: Hay otros que necesitan más que
yo.
104
En relación con esto, la historia del pequeño Rogelio es sorpren-
dente! Durante un viaje a Africa Central en enero de 1988, yo
animaba una celebración por los enfermos en que se reunían más
de dos mil personas. La Iglesia parroquial era pequeña para tal
número de gente y varias centenas de fieles acudían a la ceremonia
desde el exterior.
Inicié con él una conversación que se hacía larga puesto que él sólo
hablaba el dialecto local: el sango y necesitaba de una traducción que
la mamá de Rodrigo pudo realizar. Primeramente había que "domes-
ticarlo" ya que el contexto lo intimidaba terriblemente, además del
hecho que una posible curación no le pasaba por la cabeza.
105
sus piernas. El participaba, un tanto sorprendido, invocando en su
corazón el nombre de Jesús.
106
Nosotros teníamos la experiencia concreta que su "recupera-
ción" en la fe estaba ligada a la desaparición progresiva de este
famoso miedo.
No creo que ese miedo hubiera podido ser vencido sin el carisma
de fe ... y además, sin él jamás habríamos propuesto a Rodrigo
levantarse y caminar ... ¡lo que nunca había hecho en su vida!
Acoger a Dios
Pero nuestra reflexión nos lleva todavía más lejos: ¿el miedo de
ese don de Dios no procederá de un miedo más fundamental: el del
mismo donador?
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testimonia en el Espíritu, en un mundo en tinieblas. Y no sólo da
testimonio sino que no deja de actualizar (particularmente en la
Eucaristía) este poder de resurrección de Cristo, para que el mundo
crea y se salve.
108
La fe de algunos lleva al Señor a perdonar los pecados, porque
finalmente eso es lo que busca la Misericordia: poder dar el perdón
de Dios, pero parece que ese perdón está subordinado a la fe.
El verdadero amor (es decir, solo Dios) puede darse así, perfec-
tamente, es decir, perdonar ... cueste lo que le cueste.
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El mal y la muerte no pudieron vencer el amor; el hombre, a pesar
de su terrible capacidad de pecar, no pudo apagar el amor. Y el
misterio del infierno se explica a través de ese perdón de Dios ... ¿no
es el infierno el lugar donde el hombre es perseguido por el Amor
que se entrega ... y al que se rehusa eternamente?
110
instante, levantándose delante de e\1os, tomó la camilla en que yacía
y se fue a su casa alabando a Dios."
111
Es duro para el hombre acoger la sanación y más duro todavía
acoger el perdón.
Hasta allá va el sentido del carisma de fe, aun si no hay que hacer
de él un instrumento universal de acogida al perdón. En la Sabiduría
divina, nos hace tomar conciencia de que necesitamos un auxilio
sobrenatural (y no psicológico en principio) para acoger aquello de
lo que Dios quiere colmamos: su Misericordia.
112
Epílogo
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en un rito que hay que cumplir de manera legalista, o en un acto de
tal modo facultativo que se llega casi a olvidar.
¿No es por falta de conciencia del pecado que hay una ausencia
casi general de interés por recibir (sacrarnentalrnente) el perdón de
Jesús?
114
Hacerlas concurrenciales sería tan aberrante como confundir los
sacramentos (donde la Iglesia obtiene sin cesar su propia vida) con
los carismas (que sólo son dones sensibles que contribuyen al bien
de todos).
Nadie conoce el día ni la hora ... pero nadie puede replicar que
los tiempos actuales son tiempos de maduración, de llamado a
crecer en la fe, tanto más que hoy --quizá más que nunca- las dos
grandes causas de debilitación de la fe se están recrudeciendo
notablemente: el pecado (así como los miedos que le son conexos)
y la falta de ejercicio de la fe (teologal) CJue realmente crece en
función de su actividad" I
115
"Cuando vuelva el Hijo del hombre, ¿encontrará todavía fe sobre
la tierra?" (Lc 18, 8).
116
Indice
Prefacio 5
Prólogo 11
Capítulo 1
La mies es mucha 19
Capítulo 11
Actualidad del carisma de fe 31
Capítulo 111
Fe teologal y fe carismática 43
Capítulo IV
El carisma de fe en las escrituras y en la hagiografía 61
Capítulo V
Génesis de un carisma de fe 69
Capítulo VI
Discernimiento del carisma de fe 83
Capítulo VII
Sabiduría divina y carisma de fe 93
Epílogo 113
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