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TEMA 1

ANÁLISIS DE CUENCAS
ANÁLISIS DE CUENCAS
DEPARTAMENTO DE GEOLOGÍA 1
CARRERA: LICENCIATURA EN GEOLOGÍA
ASIGNATURA: ANÁLISIS DE CUENCAS
CÓDIGO: 3258
RÉGIMEN: Cuatrimestral
RESPONSABLE: Dra. María Lidia SÁNCHEZ

INTRODUCCIÓN

El análisis de cuencas es el objetivo final de la investigación estratigráfica, y ha sido en


principio definida como "el estudio de las características estratigráficas de los
materiales que rellenan un cuenca sedimentaria, atendiendo de forma especial a la
evolución, en el espacio y el tiempo, de las diferentes unidades estratigráficas que en
ella puedan diferenciarse". Este estudio hay que hacerlo considerando los factores
tectónicos que afectan tanto a la cuenca como a las áreas circundantes. Desde la
fecha de esta definición los objetivos del análisis de cuencas se mantienen
prácticamente iguales, con la única modificación de insistir más en los aspectos
genéticos y las causas que los controlan; sin embargo los métodos que se emplean
para ello han sufrido modificaciones muy notables, y las unidades estratigráficas que
se pretenden diferenciar, en la actualidad, no son las mismas.
En efecto hasta 1977 el objetivo prioritario del análisis de cuencas consistía en
delimitar unidades litoestratigráficas, ver su distribución espacial y su equivalencia con
unidades cronoestratigráficas, y elaborar mapas de facies e isópacas para cada
intervalo cronoestratigráfico distinguible. El mismo año se publica el libro de
Estratigrafía sísmica (Payton, 1977) que va a marcaría un nuevo enfoque en el análisis
de cuencas.
Previamente a esta fecha se habían planteado algunos métodos encaminados a
diferenciar unidades estratigráficas, eminentemente genéticas, dentro de las cuencas
sedimentarias, delimitadas por criterios estratigráficos objetivos, reflejo de eventos
tectónicos, eustáticos o climáticos que afecten a la totalidad de la cuenca. Ya Stille
(1924) había planteado una hipótesis sobre la isocronía de los eventos tectónicos de
escala más o menos global. Estas ideas fueron objeto de notables discusiones y en
gran parte han sido rebatidas, o al menos matizadas, con argumentos diferentes. En
una etapa más reciente varios autores han planteado diversos métodos de estudio de
los materiales que rellenan una cuenca con el fin de hacer divisiones eminentemente
genéticas. Se pueden destacar a Lombard (1956) como el pionero del análisis
secuencial, a Delfaud (1972, 1974) quien aplica una nueva concepción más dinámica
del propio análisis secuencial, a Garrido-Megías (1973) que introduce el análisis
tectosedimentario y a Chang (1975) quien define las unidades limitadas por
discontinuidades (sintemas), las cuales son consideradas, aunque de manera poco
explícita, en la Guia Estratigráfica Internacional. Durante el mismo intervalo de tiempo
se desarrollaron los primeros diez años del proyecto de sondeos oceánicos (DSDP).
Este proyecto suministró resultados (Warme et al, 1982) muy valiosos para la
interpretación de márgenes continentales y cuencas sedimentarias antiguas, a la vez
que permitió constatar, de manera muy clara, la gran importancia de los trabajos
interdisciplinarios (litoestratigráficos, paleontológicos, geoquímicos, geofísicos, etc) en
el estudio integral de una cuenca.
La publicación del libro de Estratigrafía sísmica (Payton, 1977) y su rápida difusión
constituye realmente el punto de partida de esta nueva metodología del análisis de
cuencas. En dicho libro se plantean los fundamentos para la diferenciación de cuerpos
sedimentarios delimitados por discontinuidades en perfiles sísmicos. Igualmente se
plantea la manera de deducir, a partir de ellos, las curvas de cambios relativos del
nivel del mar. Inmeditamente se considera, por diferentes autores, la posibilidad de
aplicar la misma metodología a estudios sobre el terreno, previa reconstrucción de la
geometría originaria de las capas, y con ello poder delimitar secuencias deposicionales
(Mitchum et al., 1977), unidades definidas en dicho libro. Las sucesivas publicaciones
en las que se van proponiendo curvas de cambios relativos del nivel del mar, cada vez
más completas, y se van complementando las metodologías de estudio de los
materiales en márgenes continentales, tienen un alto grado de aceptación (Vail et al,
1977, 1984, 1987; Hardenbol et al., 1981; Van Wagoner et al., 1987; Vail, 1987; Haq et

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al., 1987, 1988, etc.). Se plantea paralelamente la posibilidad de utilizar metodologías


similares, incluso nomenclaturas análogas, en el estudio de cuencas sedimentarias
actualmente emergidas y deformadas. Entre estos trabajos se puede destacar, por su
incidencia en nuestro entorno, el trabajo de Megías (1982) en el que define la
unidades tectosedimentarias y plantea las bases para la aplicación de las mismas en
el análisis de cuencas. A nivel mundial se plantean nuevas unidades que pretender ser
subdiviones más objetivas y genéticas que las unidades estratigráficas clásicas. Entre
ellas se tienen: las Secuencias Estratigráficas Genéticas de Galloway (1989a,b) y los
Punctuated Aggradational Cycles de (Goodwin y Anderson, 1985). En el código
norteamericano de nomenclatura estratigráfica (NASC, 1983), se incluyen las unidades
aloestratigráficas, como unidades limitadas por discontinuidades. En los trabajos que
se incluyen en este curso se analizan estos conceptos doctrinales, se comparan cada
uno de ellos mostrando sus analogías y diferencias, se recomienda el uso preferente
de algunos, y en definitiva se hace un planteamiento global de los aspectos más
actuales del análisis de cuencas. En la mayoría de ellos se acompañan ejemplos de
aplicación real a diferentes tipos de materiales (continentales, costeros, marinos
someros, pelágicos, etc.) y diferentes edades.

CONCEPTO Y OBJETIVOS

El análisis de cuenca ha sido definido como el estudio integral de las cuencas


sedimentarias considerando a estas como entidades geodinámicas. El sistema
geodinámico involucra no solo el desarrollo de la cuenca su comprensión requiere
considerar el acoplamiento de la dinámica del manto y la litosfera (factores
endógenos) y la interacción de los océanos, la atmósfera y la superficie terrestre
(factores exógenos) como mecanismos de conducción en la generación y evolución de
la cuenca. Entonces la perspectiva del análisis de cuenca es sumamente amplia y
multidisciplinaría (Allen y Allen, 2005).
La mayor parte de los recursos no renovables como los hidrocarburos, el carbón y las
menas minerales derivan de rocas sedimentarias variando en edad desde el Arqueano
al Cenozoico. La exploración de tales recursos requiere un entendimiento de su
relación con los estratos portadores y el entendimiento de su distribución y extensión
documentada en el registro de las cuencas sedimentarias al mismo tiempo (Miall,
1984).
Considerando que el estado físico de la litosfera será la responsable de la estructura
básica de la cuenca, su análisis de las condiciones extensionales o flexurales
constituye un aspecto básico para el entendimiento del tipo resultante.
La tectónica constituye así un mecanismo básico para el emplazamiento y evolución
de la cuenca sedimentaria, y será el control principal de la arquitectura estratigráfica
del relleno, esta última requiere un examen detallado con el propósito de explicar los
mecanismos de conducción externo e internos en la generación de las cuencas
(Ingersoll y Busby, 1995; Allen y Allen, 2005).

EVOLUCIÓN DE LA ESTRATIGRAFÍA TRADICIONAL

Considerando que el Análisis de Cuenca tiene una base multidisciplinaría y el


entendimiento de los procesos y desarrollo de modelos a pequeña y gran escala ha
sufrido avances gigantescos, al menos en las últimas dos décadas, la estratigrafía
como una de las disciplinas centrales del análisis de cuenca debe ser evaluada en los

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avances en las herramientas de adquisición de datos y sofisticación conceptual (Miall,
1995; Visher, 1999; Catuneanu et al., 2009).
Durante los años sesenta y setenta, la estratigrafía experimentó los cambios más
importantes. Durante mucho tiempo fue entendida como una ciencia descriptiva, la
cual documentaba los eventos del pasado sobre la tierra sin considerar los procesos
globales.
La explosión del conocimiento de los procesos químicos y físicos de la sedimentación,
realizada en gran medida por geólogos petroleros, a finales de los años cincuenta e
inicio de los sesenta da comienzo a la denominada “primera revolución en la
sedimentología” (Miall, 1995), basada en el “modelo proceso-respuesta”. El mismo se
desarrolló a partir de la emergencia del concepto de régimen de flujo como una teoría
unificada para explicar la hidrodinámica de las estructuras sedimentarias (Simons et
al., 1965; Harms y Fahnestock, 1965), y la documentación detallada de los productos y
procesos sedimentarios de ambientes carbonáticos.
Reading (1978) y Walker (1979) fueron los primeros en sintetizar los nuevos avances
en el campo del análisis de facies y modelos procesos-respuesta. Esta revolución fue
construida sobre la base de la teoría de Lyell1 o del “uniformitarismo” que puso énfasis
en la evolución lenta y la observación de los procesos en el registro, homologándolo a
los observados en ambientes modernos.
Durante la década del ‘60 los sedimentólogos centraron su atención en los llamados
procesos autigénicos relacionados, esencialmente, con ríos meandriformes y la
progradación de plataformas carbonáticas en respuesta a la distribución local del
sedimento y energía. Sin embargo, era necesario introducir un nuevo concepto, el de
procesos alogénicos para comprender la evolución a gran escala de los sistemas.
Esto condujo a la “segunda revolución”, desarrollada de manera contemporánea a la
primera y sentó sus bases en la “Teoría de la Tectónica de Placas” (Miall, 1995),
generó un cambio en el pensamiento de los sedimentólogos y tuvo numerosos
efectos. A partir de ése momento las características estructurales, la estratigrafía y las
litofacies de una cuenca sedimentaria empezaron a relacionarse con la evolución de la
teoría de las placas tectónicas (Dewey y Bird, 1974). Otro nuevo campo que surge
durante este tiempo es el de la “geodinámica”, desarrollada desde las investigaciones
relacionadas con la dinámica y cinemática de las placas tectónicas y la incidencia de
los procesos en la corteza profunda y el manto.
El clásico estudio de McKenzie (1978) fue uno de los más importantes en este campo
ya que fue el primer modelo totalmente cuantitativo que relacionaba la subsidencia de
la cuenca con los procesos de la corteza. Este trabajo proveyó la base para el
modelado predictivo de la arquitectura estratigráfica en respuesta a la tectónica
regional y a los controles de la eustasia.
En los años sesenta la ciencia de la estratigrafía comienza a moverse desde un
modelo descriptivo y cualitativo a uno predictivo y cuantitativo. Los fundamentos para
esta nueva técnica comenzaron a aparecer con el modelado numérico de los procesos
de la tierra ayudado por simulaciones gráficas.
La tectónica de placas y sus estudios relacionados, como así también, la geodinámica,
ayudaron a explicar un modelo sedimentario a nivel continental y global,
comprendiendo los controles a gran escala como los mecanismos alogénicos del
tectonismo, los cambios del nivel del mar y el clima.
Durante los años setenta la combinación de la tectónica de placas, la geodinámica y la
sedimentología se convirtió en una de las bases más importantes para el desarrollo del
“análisis de cuencas”, involucrando el estudio de origen y desarrollo de las cuencas

1
Nuestra estimación…. del valor de toda la evidencia geológica…. debe depender del grado de confianza que sentimos en vista de la
permanencia de las leyes de la naturaleza. Su constancia inmutable solamente puede permitirnos razonar por analogía y las reglas del
estricta de inducción, respetando la evidencia de edades anteriores. C. Lyell - Priciples of geology- 1830.

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sedimentarias, como así también su historia depositacional y estructural (Miall, 1990;
Allen y Allen, 1990).
La revolución de la tectónica de placa en si misma como así también aquella sobre el
entendimiento de los sistemas depositacionales modernos fue acompañada por
modelos petrológicos actualizados relacionando la composición de los sedimentos con
los ambientes tectónicos (Dickinson y Suczek, 1979); las técnicas de exploración,
especialmente la estratigrafia sísmica y el mapeo detallado del piso oceánico
proveyeron de nuevas bases para la investigación de cuencas modernas y antiguas e
indujeron al desarrollo de los conceptos de la estratigrafía secuencial (Van Wagoner et
al., 1990). El refinamiento de los métodos cronoestratigráficos, el análisis de
subsidencia, la investigación sobre la historia termal, el paleomagnetismo, la
paleoclimatología y otros campos condujeron a la revolución en el análisis de cuenca y
al concepto de una nueva estratigrafía (Maill, 1990; Ingersoll y Busby, 1995; Allen y
Allen, 2005).
El avance más trascendental en la estratigrafía lo constituyó la aparición de un
concepto fundamental, el de “estratigrafía secuencial”, tercera revolución o la
denominada edad de oro de la nueva estratigrafía, según lo define Miall (1995).
El surgimiento de la estratigrafía secuencial se puede hallar en los trabajos de Wheeler
(1958, 1959), Sloss et al. (1949), y Sloss (1963), quienes intentaron sistematizar
nuevos conceptos de tiempo con relación al registro estratigráfico, e inició la
investigación exhaustiva de información regional con un buen detalle descriptivo del
continente Norteamericano, lo que permitió encontrar un patrón de transgresión-
regresión en todo el continente señalado por cambios repetidos del nivel del mar. Las
ideas básicas que forman el marco moderno de la estratigrafía secuencial estaban
esencialmente a principios de los años 60, pero la revolución no ocurrió entonces, en
parte porque los sedimentólogos se abocaron al modelo proceso-respuesta, y en parte
debido a una carencia de los datos estratigráficos regionales necesarios, que
posteriormente formaron la base de la secuencia estratigráfica (Ross, 1991).
Vail et al. (1977) es quien comienza a aplicar estos nuevos conceptos de estratigrafía
en un contexto regional. En sus trabajos expuso dos nuevos e importantes conceptos,
primero, el de arquitectura estratigráfica a gran escala relacionando los ciclos de
ascenso y caída del nivel del mar, y segundo, que estos ciclos podían ser
correlacionables a nivel mundial, sugiriendo que los cambios globales del nivel del mar
o eustasia son los principales controles sobre el modelo estratigráfico. Es necesario
aclarar que estos conceptos son independientes, y necesitan ser considerados así
(Carter et al., 1991). Un punto importante a destacar es que mientras arquitectura-
secuencia son críticos para la aproximación a la estratigrafía secuencial, este método
se ha vuelto de gran alcance y cada vez más discriminatorio, a punto tal que el modelo
“global-eustasia” está llegando a ser cada vez más polémico.
El desarrollo del campo de la estratigrafía secuencial ha revolucionado el estudio
regional de las rocas sedimentarias desde hace más de dos década pasada. El
modelo de arquitectura-secuencia predice la distribución de las facies sedimentarias
basándose en la respuesta del ambiente depositacional a los cambios relativos del
nivel del mar. Estos modelos proveen una fuerte base para la predicción y correlación
estratigráfica de subsuelo, lo cual los ha vuelto ampliamente usados en la geología del
petróleo. Los primeros estudios de secuencia evolucionaron desde el modelo de
eustasia global, en la cual se hipotetizaba que las secuencias estratigráficas alrededor
de mundo fueron controladas primariamente por los cambios globales del nivel del mar
(Vail et al., 1977) lo que permitió el desarrollo de una plantilla estratigráfica global para
la correlación basada en sucesiones estratigráficas regionales.
No obstante, el desarrollo de secuencias estratigráficas en este orden ha sido
controversial (Kerr, 1980), lo cual ha estimulado a un considerable grupo de
investigadores a estudiar los procesos de subsidencia de una cuenca, las causas del

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cambio del nivel del mar y la respuesta de los sistemas depositacionales a varios
rocesos alogénicos: tectonismo, eustasia y cambio climático. Los modelos tempranos
de arquitectura secuencial eran simplistas (Posamentier et al., 1988), en general su
aplicación se restringía a sucesiones marinas y ambientes transicionales, como por
ejemplo: deltas. El caso de las secuencias continentales, la aplicación de los
conceptos básicos y el modelo de secuencia en su concepción original resultó
sumamente contradictorio e ineficaz, la respuesta de los ríos a los cambios del nivel
del mar y a otros controles, tales como el cambio climático y el tectonismo, es mucho
más complejo que lo que originalmente se había sugerido. Su evolución, e inclusive, el
progreso conceptual de los modelos de ambientes fluviales y eólicos, actualmente
continúan bajo permanentes cambios (Miall, 1991, Schumm, 1993; Wescott, 1993;
Shanley y McCabe, 1994).
El modelo de secuencia originalmente fue desarrollado para márgenes continentales
extensionales, hoy en día, el avance y la aplicación de este modelo a otros tipos de
ambientes tectónicos, especialmente en cuencas de “foreland” (antepais), muestra que
su arquitectura secuencial y su composición son completamente diferentes (Swift et
al., 1987; Jordan y Flemings, 1991; Posamentier y Allen, 1993).
En sistemas continentales, la importancia del análisis de la arquitectura fluvial a gran
escala radica en su capacidad de reflejar los cambios en la tasa de subsidencia o
fluctuaciones eustáticas del nivel del mar (Miall, 2002), y en cuencas cerradas o
distantes del mar, los factores de control alocíclicos predominantes sobre la
sedimentación continental son el clima y la actividad tectónica regional (Martinsen et
al., 1999; Shumm, 1993; Wescott, 1993; Blue, 1994; Shanley y Mc Cabe, 1994;
Ethridge et al., 1998). En tales ambientes depositacionales, el estilo de arquitectura
estratigráfica puede variar de cuenca en cuenca dependiendo de la tectónica local de
cada una de ellas y esto no es fácil de definir, particularmente debido a las dificultades
para determinar las superficies correlacionables regionalmente y los cambios de facies
en los cortejos.
Aunque la extensión regional de las superficies pueden ser generadas por
levantamientos locales, tales superficies pueden ser crípticas (Miall, 2002), difíciles de
identificar, en muchos casos y hasta pueden estar ausentes.
En el análisis secuencial de sucesiones continentales en cuencas distantes del mar no
puede emplearse la terminología tradicional de la estratigrafía secuencial puesto que
la correlación con variaciones eustáticas es dificultosa de establecer y los controles
alocíclicicos esenciales son exclusivamente la tectónica y el clima. El análisis
estratigráfico secuencial, aún así se basa en el principio de los cambios en la
arquitectura fluvial que definen cortejos (“systems tracts”) de baja y alta acomodación
(Martinsen et al., 1999) y guardan relación directa con los cambios en el nivel de base
estratigráfico (Sloss, 1962, Shanley y McCabe, 1994) que puede ser expresado en
términos de la relación Acomodación/Suministro (A/S en Martinsen et al., 1999). Las
variables fundamentales de acomodación y suministro, expresadas por la arquitectura
a gran escala de los sistemas (Brakenridge, 1988; Decelles et al., 1991; Schumm,
1993; Dreyer, 1993; Sønderholm y Tirsgaard, 1998; Martinsen et al., 1999; Marshall et
al., 2000) están controladas por el levantamiento tectónico, la subsidencia, el clima y,
eventualmente, los cambios eustáticos del nivel de base (Lawton et al., 2003). Por lo
tanto, el concepto de A/S permite una aproximación sistemática a la estratigrafía
secuencial continental (Jersey, 1988; Ramon y Cross, 1997).
En este marco los controles autocíclicos, quedan reflejados por cambios en los
procesos sedimentarios ocurriendo como una parte integral del ambiente
depositacional, pudiendo citarse, migración de meandros, fenómenos de avulsión y
desbordes, inundaciones estacionales y agradación continua dentro de un campo de
médanos. Las variaciones en los controles externos alocíclicos, son el resultado de

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cambios tectónicos, eustáticos, del nivel de base, climáticos y en el suministro


sedimentario (Miall, 1985; Herries, 1993; Miall, 1996; Reading, 1996). En los
ambientes fluviales las modificaciones rápidas en el estilo fluvial y generación de
superficies estratigráficas significativas sugieren cambios del nivel de base
estratigráfico (Martinsen et al., 1999; Wadsworth et al., 2002; Lawton et al., 2003).
La estratigrafía secuencial acentúa las relaciones entre las facies y la arquitectura
estratal dentro de un marco cronológico. A pesar de su uso amplio, la estratigrafía
secuencial aún tiene que ser incluida en un código o guía estratigráfica. La carencia de
una estandardización refleja la ausencia de modelos ajustados y una terminología
confusa o conflictiva. La estandardización de la estratigrafía secuencial requiere la
definición de los conceptos modelo-independiente, unidades, superficies limitantes y el
agrupamiento de especialistas que delineen la fundamentación del método. Estos
deben identificar todas las unidades genéticas y superficies limitantes objetivamente,
en una escala de observación determinada dentro de una sección estratigráfica. La
construción de una estructura de modelo indepediente de las superfices limitantes y
unidades genéticas asegura del éxito del método estratigráfico secuencial y la
interpretación tiene más posibilidades de aproximación y al mismo tiempo garantiza
que la nomenclatura será más fácil de entender y facilitará la comunicación entre los
investigadores.
Un esquema estandardizado necesita ser suficientemente amplio para abarcar todas
las opciones posibles de un modelo. Un marco estratigráfico secuencial incluye la
definición de unidades genéticas que resultan de la interacción de la acomodación y
sedimentación (es decir, regresivo forzado, regresivo normal de alto y bajo nivel -
“highstand” y “lowstand”- y transgresivo), las cuales están limitadas por superficies de
secuencias estratigráficas. Cada unidad genética es definida por los patrones de
apilamiento estratal específicos y las superficies limitantes, y consiste en una zona de
sistemas depositacionales correlacionables (es decir, un cortejo o “tract'). La
posibilidad de mapeo de los sistemas y de las superficies estratigráficas dependen del
ambiente depositacional y de los tipos y calidad de los datos disponibles para el
análisis. El alto nivel de variabilidad de estos últimos requiere la adopción de una
metodología que sea suficientemente flexible que puede acomodar el rango de todas
las expresiones probables. Solo la integración de los datos de superficie y subsuelo
ayudan a una aproximación óptima en la aplicación de la estratigrafía secuencial
(Catuneanu et al., 2009).

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