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LA REBELIÓN DE LAS MUJERES

LAS MUJERES DEL BARRIO

Podría empezar esta novela describiendo tu forma de dormir, pero entonces, me faltarían
palabras, metáforas y adjetivos. Podría describir tu mirada, decirte que me pierdo en ella,
cada vez que te veo, confesarte que fue en lo primero que me fijé cuando te tuve enfrente,
pero entonces, tus labios, que viven un poco más abajo, que no solo nacieron, para la
palabra, sino también para el beso, - como una vez te dije - me pedirían explicaciones del
por qué no los nombro a ellos.

- No creo que exista nada capaz de hacerle justicia a tus ojos y ese es el único motivo
por el que no soy capaz de describir el océano que escondes en ellos -

Tus manos, tus manos guardan el mapa, pero obviamente también el tesoro, la isla, la
bandera y el barco. Tus formas me arrebatan la razón cuando creo tenerla, me hacen perder
la cabeza, la orientación y los modales…

- cómo no voy a perderme por las calles de la ciudad, de mi ciudad, cuando sé que
estoy caminando en dirección de tu cuerpo -

A veces imagino cómo sería ser cualquier otra persona y poder hablar contigo sin pensar en
besarte a cada segundo,

- es una huevada créeme, sobre todo cuando me niegas tus labios solo por hacerme
rabiar -

Me has robado hasta la última palabra que no hablaba de ti y ahora todo gira alrededor de
tuyo, como un planeta enamorado buscando el Sol. Ojalá fuera capaz de transmitirte mis
pensamientos y de repente han pasado horas de total sueño. Si pudiese tan solo describir la
sensación de acariciarte, lento, con cuidado y sin parar de excitarme, entenderías por qué te
extraño, será, por que aún te amo.
No voy a hablar de mis recuerdos, de cómo te muerdes los labios cuando te hago el amor,
de cuánto me gusta que muerdas los míos, que me claves tus uñas en la espalda o de las
palabras que jamás nadie me había dicho hasta que llegaste tú, te armaste en forma de poca
luz y besos y me dijiste las dos palabras que no han dejado de sonar en mis oídos, - te
quiero, mi amor, perdóname por dejarte solo y triste –, - estos son los momentos, para
perdonar…- pienso en silencio.

Tengo en el corazón una brecha, que divide lo que soy en un caos entre lo que tengo y
siempre quise, y lo que temo perder por tenerlo aquí - estos son los momentos, para
perdonar… - me repito sin cesar. Nunca he visto una herida sangrar sin que alguien antes
haya intentado abrirla ni he visto nunca a nadie pedir auxilio cuando realmente quiere morir
y - estos son los momentos, para perdonar…- , - que alguien me dé la explicación –
reclamo, mientras mis pensamientos claman por ti.

Una mitad me repite que me aferre, que me agarre fuerte. La otra, me explica el porqué de
esos momentos para perdonar. No creo en las segundas oportunidades, así como no creo en
la vida después de la muerte, una vez hecho el corte, es imposible disimular la cicatriz. Lo
escribe alguien que lleva ocultando la suya demasiado tiempo - ¿son estos son los
momentos para perdonar? -, me pregunto.

Soy Joaquín Bustamante y tengo 50 años, ahora que mi vida parece estar en un momento
tranquilo me he sentado a reflexionar sobre lo anteriormente vivido. La verdad que me
siento orgulloso de mis actos pero por otro lado, me hubiera gustado haber pensado más
veces con la cabeza, que con el corazón y quizás no hubiese sufrido tanto.

Nací en una familia de clase media, el mayor de tres hermanos, mi padre apoderado de un
banco y mi madre una prestigiosa abogada. Aunque a pesar de que no tuvimos muchos
problemas económicos para saciar nuestros caprichos juveniles, no éramos millonarios ni
nada parecidos, vivíamos del esfuerzo laboral de nuestros padres. Quizás fue eso fue lo que
nos enseñó a valorar el esfuerzo y a aprender a considerar mejor las cosas.
A pesar de estar viviendo en pleno siglo XX la clase social en la que nos encontrábamos
inmersos era tremendamente superficial, racista, frívola, y conservadora, como nos los
hacía saber siempre la Sra. Salinas de Quezada, una vieja de mierda, cuyo hijo que una vez
había sido novio de una de las hermanas de mi padre, a quien dejó plantada, para casarse
con una ricachona prestigiosa de la ciudad, a quien le habían hecho un hijo y la dejaron a
pesar de sus millones y encontró en Eduardo Quezada un padre para su hijo a cambio
seguro de la gerencia de la industria de su padre. Así era la Arequipa de los setentas y
ochentas y más aún en el pasaje Urquieta del Vallecito, donde no sólo teníamos a los
Quezada Salinas, como vecinos, sino también a los Ackermam, padres de Rocío
Ackermam, a cuyo padre nunca conoció, ni conocí; dos casas más allá vivían los Cornejo,
Juan Carlos, José Manuel y Cesar Antonio, cuyos padres estaban dedicados a la
agricultura y al transporte en camiones, frente a nosotros vivían los Klass, una familia
argentina espectacular, el padre, Don Ricardo Klass llegó a Arequipa para ser el cónsul
argentino en la ciudad, culminado su periodo retornó a la Argentina, para regresar dos años
después a vivir definitivamente en Arequipa, cuyo clima le encantaba a su esposa, doña
Catalina de Klass, tenían dos hermosas hijas, Claudia y Ximena; junto a ellos vivían los
Jiménez, Lucho y Andrea, su padre era empresario minero y que años más adelante sería
congresista y viajarían a vivir Lima, finalmente a lado de ellos, la familia Quezada Salinas,
tenia una casa que alquilaban, que era del hermano de la señora, que había viajado a vivir a
los EEUU con su familia y que ellos regentaban.

Esa casa, fue alquilada por el estado peruano, exactamente por la Marina de Guerra del
Perú, para que viviese el entonces capitán de fragata Ernesto Gonzales Vigil y su familia,
su esposa, Teresa de Gonzales Vigil Larraín y sus hijos Ana Paula, Iván, Andrea y Tatiana.

Durante mi época de colegial sólo me importaban tres cosas: jugar futbol, cambiar monedas
y Ana Paula, ahí es donde quería llegar. Los Gonzales Vigil habían llegado a Arequipa en
el año 1984 cuando estaba en segundo de secundaria, las mujeres estudiaban en el SS CC,
es decir, en los Sagrados Corazones y el hermano en el San José; no pasaron ni dos
semanas y ya la tenía en la cabeza. Me apresuraba a cruzar las ocho cuadras que separaban
nuestros colegios, para verla venir y acompañarla hasta la casa, donde éramos vecinos. En
el camino nos cruzábamos con las hermanas Klass que también estudiaban en los Sagrados
Corazones, Claudia la más atrevida, con quien había tenido un choque y fuga durante el
verano, me coqueteaba y mandaba besos delante de Ana Paula, ella se ponía seria y se
quejaba con Ximena con quien estudiaba en la misma clase; pero no solo estaban ellas, por
el camino, encontrábamos a todos, a Rocío Ackermam, un año mayor que nosotros, quien
una vez conversó con Ana Paula, diciéndole que yo no le convenía y que ella le presentaría
mejores chicos, lo cual hizo, que Ana Paula y yo fortaleciéramos nuestra amistad; también
al llegar por la casa nos cruzábamos con los hermanos Zimerman, Julio Cesar y José Javier,
que estudiaban en el Prescott, pero que vivían cerca a la casa, eran dos y tres años mayores
que nosotros, José Javier, quedó impresionado con Ana Paula, hizo hasta lo imposible, para
estar con ella, de milagro no me la quitó, debo agradecer a Susana Calderón su eterna
acompañante, que no se lo permitió, aunque nunca se casaron, por algunos problemas, lo
acompañó durante sus años de recuperación al alcohol, ahora es abogada y él vive soltero y
de sus rentas; otros buitres, que por ahí rondaban, eran el conejo Calderón, hermano de
Susana, el gordito Ariznavarreta que ya me había quitado en un quinceañero a Verónica
Abugatas, cuya hermana Marcela estudiaba en la misma clase con Ana Paula y que decir
del Palomo Catreriano, mayor que nosotros, pero un galán de primera, que a pesar de ser
pareja de Gabriela Johnson, también era pareja de Katherine Smitt, y nadie decía nada, la
primera estudiaba en los Sagrados y la segunda en el Prescott.

Siempre nos veíamos al salir del colegio y muchas otras en casa, nuestros padres no eran
amigos, pero se conocían y mantenían una amistad de vecinos, en ciertas oportunidades mi
madre los invitó a tomar el té y sus padres nos devolvían la invitación con un asado, donde
se probaban unos vinos chilenos exquisitos. Eso hacia que yo pasara más tiempo con ella
que con ningún otro adolescente de mi edad. Hacíamos juntos las tareas, nos reíamos,
rompíamos cosas, íbamos a fiestas, nos entendíamos a la perfección; todo seguía igual hasta
que llegó el momento del interés por encontrar pareja y me decidí hacerme el valiente y
declararle mi amor, pedirle que sea mi enamorada. Sentía que necesitaba hacerlo, no
buscaba fines, simplemente quería abrirle mi corazón y de ser posible ganarme un beso,
gastar nuestro tiempo libre en besarnos y tomarnos de la mano, cosas que no habíamos
hecho hasta el momento.
Grande fue mi sorpresa cuando me dijo que no y más grande aún cuando me dio las
explicaciones de por que no, - Joaquín – me dijo, - busco algo mejor, tú eres mucho menos
de lo que yo merezco. – La contundencia de sus palabras hizo que me derrumbara, salí
corriendo a mi casa, sin despedirme, me encerré en mi habitación y me saltaron las
lágrimas. Teniendo la certeza de que jamás podría aspirar a ella y eso me dolió en el
orgullo. A ella sólo le interesaba terminar el colegio, postular a la universidad, mantener
vivo a su perrito, comprar la ropa que le apeteciera y el gustar a los chicos, pensaba.

Veinte minutos después, me buscó en mi casa, la empleada la hizo pasar, cuando la tuve
frente a mi, me abrazó, me dio un beso en la mejilla y me dijo al oído – me mata la idea de
saber si nos quedaremos en Arequipa o si regresaré a Lima con mis padres, no quisiera
dejar mi corazón aquí, sabiendo que tendré que vivir en Lima o en el extranjero - .

Esa sería una decisión de su papa pues el pagaría sus estudios superiores y había que acatar
su decisión. Las cosas entre nosotros cambiaron un poco, me quedé con la duda de que sus
primeras palabras fuesen verdad y que estaba mintiendo, para no hacerme sentir mal, lo
único que permaneció inmune fue mi amor por ella y aunque me aguantaba pasábamos los
mismos tiempos juntos como antes. Pero fui creciendo y surgió un interés nuevo en mí,
probablemente en el que empecé a gastar más tiempo, el sexo. Esto último hacía que me
pasará el día pensando en tetas, en llegar a casa y poder una porno en el VHS sin volumen
para que nadie sospechara. Aún, con todo eso mi sentimiento por Ana Paula no cambiaba,
es más se acrecentaba. Era tan guapa, su cabello castaño claro me encantaba, con unos
preciosos ojos azules, con una silueta que comenzaba a derrochar sensualidad, con una
boca preciosa nacida no sólo para la palabra sino para el beso y un pecho mágico, que con
solo mirarlo mi miembro levitaba.

Una noche mientras cenábamos en casa de sus padres me dijo, para mi sorpresa, que fuera a
su habitación, se me disparó la imaginación, pero para mi desgracia Ana Paula no quería
contacto físico, solo buscaba un idiota que le robara un cigarrillo a su padre. Como sus
deseos eran órdenes hice lo que me pidió. Salimos a la pequeña terraza de su cuarto y
empezamos a fumar, la miraba detenidamente con unas ganas locas de besarla, pero me
aguantaba.
Ese mismo año comencé a cambiar y probablemente para peor, por que empecé a creerme
lo que las chicas de mi promoción decían de mi, que era guapo y que estaba muy bueno…
y yo en plena borrachera de la despedida de cuarto a quinto, que me tocó organizar, todo
ególatra decidí dejar sola a Ana Paula, a quien había invitado a que sea pareja de Alonso
Rivera que había quedado sin pareja de cuarto año y centrarme en Marcia de Romaña una
linda chica de mi promoción, que algunos la veían inalcanzable pero yo, que me sentía el
centro del mundo, el más guapo del universo, me lancé a ir por ella. En realidad, mi
actuación fue una estupidez desagradable, que no despertó celos en Ana Paula y que hizo
más bien, que se convirtiese en amiga de inseparable de Marcia, quien esa noche, me dio
unos besos inolvidables, pero mi corazón llevaba tatuado a fuego el nombre de Ana Paula y
ella lo había entendido así.

Unos días después Ana Paula, me volvió a sorprender con sus palabras, deseaba que la
lleve a compartir con mis compañeros de promoción que asistieron a esa fiesta, me
sorprendí por que esa era otra gente y que vivían en el otro lado de la ciudad y que no
conocían a los amigos del barrio, salvo María Teresa Sotomayor, cuyo padre era catedrático
de la universidad Católica Santa María y que para mi era igualito a Vargas Llosa que vivía
cerca al ovalo del vallecito, los demás vivían como a veinte o treinta cuadras de la casa,
había que cruzar la avenida Lima, la av. Parra, la calle San Juan de Dios, la av.
Independencia, la av. Venezuela y recién llegábamos al colegio y de ahí en los alrededores
vivían mis compañeros de promoción, en las urbanizaciones emergentes llamadas, Juan el
Bueno, Cabaña María, Álvarez Thomas, Adepa, Los Ángeles, Bancarios, etc. Lugares que
nunca antes habíamos recorrido.

Ana Paula hizo buena amistad con Marcia, su madre trabajaba en un banco contigua al que
trabajaba mi padre, con María Lourdes Escalante, cuyo padre era un abogado respetado
amigo de mi madre; de Ana Romero cuyo padre era comerciante, de Vanessa Rodríguez
cuyo padre era gerente de la fabrica de leche de Arequipa, de Milagros Cuba, cuyo padre
era periodista y trabajaba en el diario el pueblo, con quien hizo mucha amistad fue con
Dennis Mayorga y con Maritza Rivas, a quienes veía muy seguido en el club, pues las dos
eran respetadas atletas y cuyos padres eran socios honoríficos del club.
Ana Paula era directa en sus comentarios, no se iba con rodeos – Joaquín – me dijo –
puedes salir con Marcia, es una buena chica, hablé con ella y esta enamorada de ti -
sorprendido por sus palabras me atreví a decirle, que estaba enamorado de ella, - que a
pesar del tiempo, de lo dicho y vivido, estaba enamorado de ella -, pero ella me volvió a
sorprender – prefiero verte enamorado, que triste a mi lado, sin que yo pueda ofrecerte mi
corazón, no por que no te ame, por que te amo, más de lo que tu te imaginas - , mudo y
perplejo la escuchaba – el motivo que no me decida por ti es otro, de lo que ya una vez
habíamos hablado -, las dudas sobre sus palabras volvieron a mi mente, pero decidí hacerle
caso, elegí entre todas las chicas, a Marcia, una chica que llamaba la atención por donde
pasara, era realmente guapa. Poco a poco fui conquistándola, eso si ocultando mi amor por
Ana paula. Estuve todo el verano de relación y llegó mi cumpleaños. Marcia, me regaló el
sueño de todos los chicos, mi primera vez.

Ana Paula estaba de vacaciones en Lima y aunque siempre me llamaba, la extrañaba. A su


regreso y la vuelta al cole, ella no cambió, seguía teniendo el tiempo para mi, para que le
contara mis cosas, mis sueños con Marcia, a veces compartíamos los tres una salida al cine,
a la disco, Ana Paula veía como me besaba con Marcia y sonreía, me agarraba de la mano y
le decía a Marcia, que me haga feliz, - Joaquín merece ser amado como tu lo amas, nunca
sientas celos de mi – le decía y Marcia sonreía tímidamente.

Esa experiencia el recuerdo memorable, tras esa increíble sensación decidí dedicar el resto
de mi vida a Marcia y a vivir enamorado de Ana Paula, era excitante, placentero,
descargaba adrenalina, liberaba mis tensiones y sobre todo me hacia feliz. Las veía tan
guapas y a la vez tan inteligentes, gozaba tanto de su compañía, me hacían sentir poderoso.
Me encantaba como me besaba Marcia, como me arañaba la espalda cuando hacíamos el
amor, me gustaba como le cambiaba el rostro. Era idílico todo en si. Pero tras eso no paraba
de preguntarme como sería aquello con Ana Paula, sin duda sería el momento más esperado
de mi vida.

La relación con Marcia duró casi hasta finales de año, cuando ella viajó a Buenos Aires
para inscribirse como postulante en la Academia Nacional de Pintura, Música y Artes,
meses después de su regreso me dejó, comenzaron tres meses de borracheras con todos los
amigos del barrio y los del cole que me buscaban por las chicas de mi barrio a quienes
veían inalcanzables. En pleno momento álgido de mi vida, volví de nuevo a pasar más
tiempo con Ana Paula y tras algunas conversaciones con ella me pareció vislumbrar celos,
y no conseguí averiguar si eran celos porque estuviera con otras y no con ella o de celos de
no sentirse la más deseada por mi. Aunque en el fondo si lo era. Una noche mientras
caminábamos hacia la iglesia, algo típico de domingo, nos sentamos en una banca de la
Plaza de Armas. No sé por que la tensión nos invadía y sin esperármelo Ana Paula se lanzó
a mis labios y nos sometimos en un tórrido beso que me dejó sin palabras – no digas nada
– me dijo y yo callé para siempre, en ese momento.

Aquella noche me la pasé en vigilia y no cesaba de pensar en ese beso. No era como todos
los demás, era especial, fue una espera de dos años para poderlo recibir. Hasta el momento
no había sentido ni siquiera algo parecido. Al día siguiente, cuando la vi por primera vez
después de aquel maravilloso beso, la notaba algo tímida conmigo, apenas me miraba a los
ojos y ni mucho menos se atrevía a dirigirme la palabra. Así que como dice el refrán “si
Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma” y me dispuse a entablar palabra y
volví a ser sorprendido por sus palabras – lo de anoche no debe volver a repetirse - me dijo.

- La perfección está llena de errores, el amor está plagado de defectos y tú estás


siempre preciosa mi amor –

Fue lo único que atiné a decirle, vi lágrimas caer por su rostro mientras se alejaba y yo
pensaba en que estos eran los momentos para perdonar.

La secundaria esta por terminar a último momento todos pensaban en que iban a estudiar en
la Universidad, a algunos les esperaba la universidad privada la Católica y a otros como a
mi, la nacional la UNSA, - ¿qué estudiar? – me preguntaba, y mi cabeza estaba confundida
entre ser bancario como mi padre o estudiar economía, derecho como mi madre o lo que era
mejor preguntarle a Ana Paula que estudiaría. Pero maldición aún no sabíamos si su padre
la dejaría estudiando aquí o la enviaría a estudiar a Lima o al extranjero y ya no la volvería
a ver. Dios escuchó mis oraciones, su padre había decidido que estudiase en la Católica,
Administración de Empresas.
Pero antes que sucediera todo eso, había que prepararse en dos cosas, para la fiesta de
promoción y para el ingreso a la universidad, todos hablaban de la preca (el centro pre
universitario de la Catòlica), pero yo me prepararía en la Villegas, una academia
preuniversitaria, que por esos tiempos había ganado prestigio, permitiendo el ingreso de
varios jóvenes a la universidad.
Las infaltables fiestas de promoción empezaron a promocionarse, todos los chicos del
barrio hablaban de quienes serían los elegidos para acompañar a las nenas del SSCC, ya
que este colegio era sólo de mujeres, los nombres empezaron a surgir, no podía dejar de
asistir, sería pecado. La fiesta sería en el club Internacional, la del Prescott a la que también
aspirábamos y que era un poco más complicada asistir sería en el club Arequipa y la del
Pilar, donde estudiaba, estaría en los salones del colegio, de resiente reinauguración.

Los días pasaban y Ana Paula no me decía nada, Marcela Abugatas se había comunicado
conmigo, para que la acompañase, le dije que me esperase unos días, que mi padre estaba
molesto, por que había desaprobado una asignatura, que me enviarían a aplazados y que
eso podría dificultar mi ingreso a la universidad, floro barato que se me ocurrió en ese
momento, para esperar a que Ana Paula se dignase en invitarme a que vaya con ella,
Ximena Klass fue más directa al decirme que le encantaría ir conmigo, pero que seguro yo
estaba esperando por Ana Paula, - no – le dije, aunque por dentro fuese si. Finalmente
terminé asistiendo a la fiesta de promoción del SSCC con Ximena Klass, pues Ana Paula
decidió asistir a la fiesta, sola.

Fueron momentos inolvidables los de aquella noche, pasé gran parte de la noche viendo sin
decir palabra a Ana Paula sentada en la barra, tomando una piña colada y cantado a viva
voz, que vas a ser cuando seas grande de Miguel Mateos, mi favorita y cada vez que
Ximena me daba un tiempo, me acercaba para sacarla a bailar, pero ella se escabullía. Las
horas pasaban de pronto sin darme cuenta Ana Paula había desaparecido y yo estaba en
unos besos desenfrenados con Ximena, la fiesta estaba por terminar, compré los últimos
cigarrillos antes de salir, buscando con ansias desesperadas a Ana Paula. Tomé del brazo a
Ximena para besarla a lo que ella asintió sin decir palabra, me pidió que nos vallásemos
que ya era tarde para no despertar a Claudia su hermana, que había asistido al baile del
Prescott en el club Arequipa como pareja del hermano de Claudio Postigo, su enamorado y
que había regresado temprano, tras una discusión con Claudio, por que ella se tomó unos
tragos que la movieron.

Cuando llegamos al pasaje de la casa, giré mi cabeza hacia arriba para ver la habitación de
Ana Paula, pero su luz estaba apagada, Ximena me pido que la acompañase al baño de la
sala por que quería vomitar, pero al llegar me abrazo besándome y sentí como empezó a
agarrarme el pene - mis padres han viajado a Mejía a ver los preparativos para la fiesta de
fin de año – me dijo, muestras desabotonaba los botones de mi camisa, le bajé el cierre del
vestido y empecé a besarle la espalda con el vestido y el calzón bajado me pidió que la
penetrara, estaba tan excitado que no dudé en hacerle el amor ahí, en el baño de su sala, en
pleno frenesí fuimos sorprendidos por Claudia, me puse un poco nervioso sin saber que
decir, ni como actuar, no sabia si salir corriendo o subirme el pantalón cuando reaccioné
Ximena decía – Claudia, Joaquín la tiene grande, no la quieres compartir - , vi que Claudia
sonreía mientras se bajaba el pijama, nos despojamos de la ropa y zapatos, completamente
desnudos me guiaron entre risas a la habitación de sus padres e hicimos el amor hasta que
el sol ingresó por la ventana.

- ¿Y ahora? ¿como iría a mi casa?,- me preguntaba, - al salir por la puerta de los


Klass, justo en frente de la habitación de Ana Paula -,

como decirle a las Klass después de lo vivido, que se fijasen si estaba Ana Paula en su
ventana, no se me ocurrió me mejor idea que pedirles que llamasen a mi madre para decirle
que estaba durmiendo en su sala muy borracho, que traiga en un maletín con ropa para
cambiarme y así nadie se daría cuenta, que pasé la noche con las Klass, si no que más bien,
si alguien sospechara dijesen que estuve borracho. Mierda, pero todo fue por las huevas, los
amigos dijeron que me había tirado a Ximena en su propia casa, lo que ella no desmintió, es
más, tiramos en su casa en varias oportunidades con el consentimiento de Claudia, lo
nuestro era como un descubrir, del cual a veces también participaba Claudia, sin ningún
tipo de remordimientos o preocupaciones.

Pero mi mayor preocupación era Ana Paula y lo que pudiese pensar y como era de
esperarse me volvió a sorprender, unos días después de la fiesta de promoción de los
sagrados, me llamó, conversamos amenamente cuando de pronto casi me exigió a que fuese
con ella a mi fiesta de promoción que era el sábado siguiente – y ¿Qué haría con Ximena? –
me preguntaba mientras seguía escuchando hablar a Ana Paula, pero al diablo con todo, se
trataba de ella y era lo único que me importaba.

Sábado por la noche, había logrado conversar civilizadamente con Ximena diciéndole que
Ana Paula había decido ir a su baile sola con la intención de poder ir conmigo a mi baile,
cosa que Ximena no atracó y a regañadientes me dijo que estaría esperando en la ventana a
que llegara y fuese a mi casa.

Aquella noche Marcia saludó a Ana Paula diciéndole – este hombre está hecho a tu medida,
ámalo como se lo merece – a lo que ella asintió con una sonrisa tomándome de la mano nos
dirigimos al interior de la fiesta, la cual fue recontra aburrida Ana Paula se la pasó hablando
de BBSS con Marcia y yo, tomando unos tragos con Mariano Llerena pareja de Marcia en
la fiesta. Cantamos el himno del colegio y con los tragos encima algunos que éramos
hinchas de Universitario en plena fiesta celebramos el campeonato con la estrella número
veinte con el cantico clásico “y ya lo vez, somos campeones otra vez” ante los silbidos de
los demás, pero éramos mayoría, (chabacanos, al cien), Ana Paula quedó sorprendida con
esa actitud. Nos fuimos y eso fue lo mejor de mi fiesta de promoción.

Llegamos a casa miré de reojo hacia la casa de los Klass y estaba encendida la luz de la
sala, no noté si por ahí estaba Ximena, pero inferí que sí, le di un beso en la mejilla a Ana
Paula esperé que entrase a su casa y me senté en la vereda a fumar un cigarrillo, viendo
llegar a los hermanos Cornejo en su camioneta, una Ford 350, quienes me gritaron – esos
son los momentos para perdonar – no supe si reírme, mandarlos a la mierda o decirles que
tenían razón, - ¿pero, quien mierda les habría dicho esa, mi frase? – me pregunté, mientras
abría la puerta de mi casa.

El baile de Año Nuevo sería otro cuento, los Cornejo, Los Cateriano, los Klass, los de
Romaña, los Zimerman, los Gonzales Vigil y todos, estarían en Mejía despidiendo el Año
el único que no estaba animado era yo. Ximena terminó conmigo, algo que nunca habíamos
iniciado y ahora me odiaba y me odió por lo menos 10 años hasta que nos encontramos una
tarde en el Cerro Santa Lucía en Santiago de Chile y pasamos la noche juntos, después de
casi 11 años, - no te habrás olvidado de la primera vez que hicimos el amor – me dijo y
obviamente lo hicimos nuevamente en el baño y nos cagamos de risa.

El baile de fin de año fue maravilloso, llegué sobre al hora a insistencia de mis hermanos,
quienes me engañaron diciéndome que Ana Paula estaba discutiendo con Ximena y que
seguramente el tema de discusión era yo, cuando llegamos, las dos estaban en una amena
conversación, al verme fue Ana Paula quien se puso de pié para acercarse a saludarme y
llevarme a una mesa que había separado para los dos, pasamos la noche bailando y
cantando, tomando del pico algunas cervezas, mirando las estrellas tomados de la mano,
dándonos algunos piquitos, ella me regaló su anillo de promoción el cual colgué en una
cadena que llevaba al cuello, yo le regalé mi reloj, ella sabía cuanto significaba este para
mi. Después de las doce, tras comer las uvas y pedir los deseos, salimos corriendo con una
maleta (cumpliendo con la costumbre) hacia la playa, nos sentamos en la arena, hablando
como si fuese esto una despedida, nos dimos un beso, me pidió que le haga el amor a lo
cual respondí que no, - no quiero enamorarme más de ti y no ser correspondido – le dije, a
lo cual respondió – este aún no es el día, para saber la verdad, mi verdad – entonces si
había una verdad y estaba mintiendo y antes que dijese algo, me volvió a besar caímos
desparramados sobre la arena, hicimos el amor, esperando una vez más que dijese algo,
estuve en silencio sin decir palabra hasta que ella dijo – este es un momento para perdonar
– la abrasé con toda mi fuerza diciéndole al oído – no soy yo quien deba perdonarte – le
agarré la cara con mis manos, la besé y regresamos a la fiesta llenos de arena pero más que
mal, contentos, - este es un nuevo año y con el una nueva oportunidad- me dije.

Ese verano fue diferente, muchos de nosotros nos quedamos en Arequipa, preparándonos
en una academia para el ingreso a la Universidad, en cambio otros se fueron a veranear a
Mejía, Camaná y los más osados a Huanchaco; ya estaba decidido, estudiaría derecho en la
Universidad Nacional de San Agustín, Ana Paula estudiaría administración en la Católica,
la había convencido para estudiar ingles en el Cultural y computación en IPSIPRODA; mi
padre había dicho que el ingles y la computación serían las herramientas laborales del
futuro y no se equivocó, así que todos las tardes subíamos al Cultural y a la salida íbamos
de pasada a IPSIPRODA, ambos lugares quedaban muy cerca; además mi turno de ingreso
a la Universidad tendría que esperar pues la nacional estaba en huelga y tenía para rato.
Para el primer domingo de marzo a las 6 am estaba programado el examen de ingreso a la
UCSM, la noche anterior Ana Paula me había pedido que la acompañe, así que tomé
desayuno temprano salí a la puerta a esperarla, tomamos un taxi, la esperé en el parque
Libertad de expresión ha que terminase su examen y nos fuimos juntos a tomar unos
helados en un huequito conocido como el Trapiche heladería, en la Av. Víctor Andrés
García Belaunde, por la tarde almorzamos juntos en su casa y esperamos los resultados que
a las 16 horas por radio Nevada empezamos a escuchar, iniciaron con la lista de ingresantes
a derecho María Lourdes Escalante, Ana Romero Vanessa Rodríguez, Milagros Cuba,
Maritza Rivas, Janet Alfaro, Alex Calderón entre otros los más conocidos, ingresantes a
economía, los hermanos Cornejo José Manuel que a pesar de que era mayor que su
hermano habían terminado el colegio juntos, Cesar Antonio ingresó a periodismo, Ximena
Klass a educación inicial, Ana Paula ingreso en el tercer lugar seguida de Marcela
Abugatas y de Cynthia Vásquez, la china Johnson, la menor de las hermanas también logró
vacante; Marcia de Romaña también ingresó a Contabilidad, tenía que tener algunos
estudios superiores para poder postular a una beca en Academia Nacional de Pintura,
Música y Artes de BB AA junto a ella ingresó el perro Valdivia.

A partir de esa fecha y todas las tardes iba con Ana Paula a la universidad, habíamos
cambiado nuestros horarios de ingles y cómputo para la mañana, así que un día mi padre
me dijo que si no asistía a prepararme en la academia, me pusiese a trabajar, olvidé mis
planes con Ana Paula y asistí por las tardes a la Villegas, para asegurar mi ingreso a la
UNSA.

Me pasé todo el 87’ entre el inglés, el cómputo, la academia y Ana Paula, mis amigos ya
estaban en otra, aunque de vez en cuando nos encontrábamos en el Olimpo para tomar unos
tragos y en otras oportunidades en la discoteca caleta de los claustros de la Compañía a
donde asistíamos a escuchar música.

A finales de ese año mi viejo me consiguió un trabajo de medio tiempo en SERPOST, de


reciente creación, pagaban bien por un trabajo que muy pocos queríamos hacer, que era
repartir los recibos de agua y luz en los pueblos jóvenes de la ciudad como Independencia,
San Luís, Campo Marte, entre otros, me propuse juntar dinero y cuando hubiese juntado
una cantidad aceptable renunciaría pero me salvó el examen de ingreso a la UNSA
programado para el mes de mayo del 88’, estaba seguro que ingresaría, este examen sería
novedoso, pues se tomaría en dos fechas, primero el examen de sociales y luego el de
ciencias y de ambos saldría el puntaje de ingreso. Los días al examen se acercaban, si bien
es cierto estaba un poco canchero tenía la preocupación del ingreso sobre mis hombros.
Ana Paula me acompañó al examen, la pobre no se pudo quedar a separarme hasta el final
del examen, pues me dijo – hay muchos cholos, que apestan y me dan miedo – eran pues
los hijos de los migrantes que ya empezaban a poblar a Arequipa y que en los primeros
años del siglo XXI proliferarían por la ciudad tomándola por asalto.

Eran las 18 horas y no daban los resultados, recibí una llamada telefónica de un primo que
los resultados estaban anunciando por radio Melodía AM rápidamente cambiamos de
emisora estaban anunciando ingresantes a Medicina logré escuchar el nombre de Dennis
Mayorga mi compañera de promoción, de Raúl, un amigo del San José, que estudió
conmigo en la academia, psicología, - maldición – repliqué, en que momento daría los
resultados de los ingresantes a derecho, continuaron con arquitectura, educación y al fin
derecho, había anunciado ya 10 nombres entre uno o dos conocidos y yo nada, esta pálido,
completamente traspirado de nervosismo, Ana Paula me abrazaba, la tenía cerca mío, me
besaba, me agarraba de la mano y de pronto puesto 16 anunciaron mi nombre y grité de
alegría, Ana Paula destapó un vino que había traído de su casa (los vinos de su casa eran y
son de los mejores que he probado en mi vida), para celebrar, todos contentos, celebramos
con hasta las 11 de la noche previa cena que mi viejita había mandado a preparar, para
celebrar el ingreso a la universidad del mayor de sus hijos.

Si bien es cierto Ana Paula estaba feliz por mi ingreso a la universidad, nunca estuvo de
acurdo, que estudiase en la nacional rodeado de tanto cholo, esas ideas racistas dejaron
dudas sobre ella en mi, con ese pretexto casi nunca me acompañó a clases, fue el primer día
y no más, durante ese año.

Mientras ella terminaba el cuarto semestre de administración en la católica, yo recién estaba


por terminar el primero, que se extendería hasta el mes de enero del 89’ por cuestiones de la
huelga y así emparejarnos con el resto de estudiantes. Mientras todos hacían planes
nuevamente para irse de vacaciones a la playa yo estudiaba pensaba en el cumpleaños 18 de
Ana Paula a festejar el 20 de diciembre, pero no la veía muy entusiasmada, es más la sentía
distante y distraída, - sucede algo – le preguntaba, - nada en especial – respondía.

El domingo antes de su cumpleaños, me llamó por teléfono muy temprano, yo estaba


durmiendo, me invitaba a comer adobo; me cambié rápidamente no me gustaba hacerla
esperar, tomamos un taxi y nos dirigimos a la picantería la Palomino en Yanahura, allí
después de comer, me tomó de la mano, me dio un beso y me dijo – tengo que viajar,
mañana me voy – y antes que dijese palabra volvió a decir – no me preguntes a donde, ni
por que - , pero como no dijo, para que pregunté – ¿para que realizas este viaje? – te dije
que no preguntes - , no te voy a decir – me paré raudo, dejé la mesa y me dirigí a la puerta,
ella por mi detrás pagó la cuenta y salió tras mío, tomamos un taxi de regreso a casa,
estuve mudo durante casi todo el camino, hasta que me dijo – no vas a decir nada – y que
quieres que te diga, de que quieres que te hable, si lo que he de decirte no te va a gustar -,
ya hablaste – dijo y yo sonreí ella me abrazó, justo cuando llegábamos a casa, la miré y le
dije – te voy a extrañar -, - pero si solo me voy por unos días, mi amor – me dijo, mientras
me daba un beso.

Años más adelante me enteraría a donde y para que viajó y por que no podría enterarme,
esa semana que estuvo de viaje me permitió pensar en nosotros, que éramos, por que pareja
no éramos, amigos, amigos con derecho, amantes, amigonovios, no se, lo que si sabía era
que ya no podíamos seguir así, pero no me atrevía a decírselo.

El estudio nos distanció un poco, conocimos nuevos amigos, yo principalmente, ya no iba a


recogerla a la universidad, ni ella me esperaba por las noches en su puerta para conversar
del día, pero ninguno de los dos se atrevía a tocar el tema, teniendo completa certidumbre
del tema. – Pasa algo – me preguntó un día, que la encontré en su puerta, - ¿me estas
esperando? – le pregunté, - tu que crees -, - y no sé -, - ah, no sabes -, - es ridículo todo esto
– dije, - necesito saber, que somos -, - pensé que en todos estos años te habrías dado cuenta
-, me dijo- ¿darme cuenta de qué? - , - de lo que somos – respondió levantando la voz; -
¿pero que somos – pedí explicación, - me miró a la cara entre furiosa y llorosa, pasa algo
preguntó su mamá, - nada mamá – contestó raudamente, algunos amigos del barrio
quisieron acercarse pero ella muy educadamente les dijo que necesitaba hablar conmigo a
solas.

Me explicó todos sus sentimientos, pero no me decía nada sobre el por que no podíamos
formalizarlo, yo necesitaba gritarlo al mundo que la amaba y que era mi enamorada, aunque
muchos pensaban que éramos novios y que nos casaríamos, algo que nadie de su familia o
de la mía podía confirmar o negar. Terminé la conversación diciendo - no podemos seguir
así -, - es una pena que no me puedas entender – respondió, abrió su puerta y la cerró de un
buen golpe. Quedé en la puerta, con lágrimas en los ojos y en silencio me fui.

Los días pasaron sin hablarnos, algo que me mataba, pero era mejor así, muchos de los
amigos estaban preocupados por nosotros, Ximena habló conmigo, para saber si habíamos
terminado y que haríamos al respecto, no faltó algún payaso que me dijo que salía con un
nuevo pata y que ya me había olvidado y que la bronca de esa noche fue la escusa perfecta
para dejarme, pero las amigas de verdad, me decían, que era verdad, varios se le habían
declarado, pero a todos los había choteado diciendo, que tenia pareja y que se llamaba
Joaquín Bustamante, no sabía si eso era bueno, que debía agradarme y sentirme feliz o
que era un karma que debía cargar por el resto de mis días.

Pero ese distanciamiento a mi me permitió acercarme a otras chicas, había puesto la


puntería en una muchacha, que estudiaba conmigo en la universidad llamada Valentina
Linares, una chica preciosa, de lindos ojos verdes, de talla mediana, que estaba sola, pero
con muchos pretendientes, como el negro Asad, un muchacho inteligente, pero pobre que la
enamoraba y que yo había notado que no tenía oportunidad alguna, el negro Asad, se
convertiría años más adelante en un gran empresario minero, que se casaría, con Teresa
García Bustamante, quien le daría ese prestigio social que andaba buscando.

Valentina, era diferente a Ana Paula, vivía en Tahuaycani, había estudiado en el colegio
Internacional, promoción de Patricia Simeone y de Karina Rojas, que me habían hablado
bien de ella, una muchacha inteligente, preocupada, independiente, ajena al que dirán, no
pensaba en bañar a su Barbie, sino en escribir una novela, leía mucho a Kundera, mi
escritor favorito, no era mucho de salir, viajaba en bus a la universidad a diferencia de Ana
Paula que iba en su auto a clases.
Estaba prendido de Valentina, regresábamos a casa en la Valle, que era un bus que pasaba
por la universidad, a mi me dejaba en Vallecito y a ella la dejaba en la av. Víctor Andrés
Belaunde y de allí caminaba hacia su casa. Fueron días maravillosos, pero no me había
atrevido a decirle que me gustaba. Un día mientras salíamos de clases encontré a Ana
Paula frente a nosotros, se acercó y me dijo – no me vas a presentar a tu amiga - , aún
sorprendido dije que si, - Valentina Linares, Ana Paula, mi vecina -, - ¿tu vecina? – replicó
Ana Paula, a lo que Valentina dijo – creo que tiene que hablar - y aceleró el pasó, caminé
tras ella, le dije que me deje explicarle la situación – no quiero saber nada más – me dijo y
tomó un taxi. Crucé la pista sin ver a Ana Paula quien se me acercaba diciendo, - mientras
yo me negaba al amor de otros, tu buscas alguien a quien besar -, - no entiendes yo estoy
enamorada de ti, pero parece que tu no -, la dejé hablando sola, no podía entender lo que
estaba escuchando, me parecía horroroso.

- ¡ Basta ¡ – grite, - cerré los ojos para no verte - , basta, no tengo una sola noche
para decirte que te amo –

Pensaba, mientras caminaba raudo - me he enamorado de tus defectos, mi amor, creo que
me gustan más que tú – me decía; - claro que tengo miedo de perderte , pero no puedo vivir
así, tengo tantas cosas que decirte, que sólo me sale mirarte -.

Ana Paula, me dio alcance, se paró frente a mi enfurecida, nunca antes la había visto así, -
dime algo – replicó fuertemente; mirándola sorprendido le dije

- He dejado de quererte, para empezar a amarte, pero te sigo queriendo, antes he


mentido, créeme, te quiero. Dame la mano, que tengo una vida entera que enseñarte.
Eres la mujer que soñé, mí preferida, desde que compartimos silencios. El amor
empieza cuando bajas de la nube, sé que eres el amor de mi vida porque he querido
matarte y hemos acabado haciendo el amor. Ahora, que tienes tu para decirme –

Ella me miró en silencio, caían lágrimas de sus lindos ojos, que se desplazaban por sus
mejillas hasta sus labios, la vi llorar, y solo atiné a abrazarla fuertemente entre mis brazos –
no sé que voy a hacer contigo - le dije al oído, - solo amarme, como yo te amo -, eran
momentos para perdonar, como amar a alguien y no poderlo gritar a los cuatro vientos,
amar como si fuese un secreto a voces.
LAS MUJERES QUE FORMARON PARTE DE MIVIDA

El tiempo pasó, nos hacíamos profesionales y ella estaba siempre ahí, entre mis sueños y mi
vida, cerraba los ojos tratando de olvidarla, pero su rostro impregnado en mi mente siempre
estaba, era suficiente para ella o para mí, que dijésemos algo y corriéramos a nuestro
encuentro. No entendía como es que ella, tan linda, tan joven, inteligente, interesante, todo
lo que un hombre puede esperar de una mujer, se pueda negar al amor, no se como hacia
para verme caminar de la mano con Valentina y llamarme por la noche y decirme, te amo.

A veces me sentía tan solo, pero no era culpa de Valentina, la quería, era estupenda,
inteligente, guapa, interesante, pero no era Ana Paula. Recorría las calles de la
adolescencia, viendo como esta cambiando Arequipa, en su espacio y en su gente. Me
cruzaba con los amigos, los viejos amigos, algunos ya con familia y otros como yo
iniciando vuelo, Ana Cristina del Carpio mi buena amiga Ana Cristina, conversaba
conmigo y me decía – trata de no quedarte en el pasado, que este no te persiga, no se, si
Ana Paula sea para ti o para alguien –

Recorría la ciudad en un caminar interminable, - hola Joaquín, por que tan solo – era la voz
de Mariana Córdova, prometedora arquitecta, estuve enamorado un tiempo de Mariana y
no se si ella lo recuerde, sonreí, me abrazó y me dijo – no te habrás olvidado de lo que me
gusta – sonreí y la abracé profundamente, - a si te quiero ver siempre, sonriente – me dio un
beso en la boca y me dijo adiós.

Los pasos me guiaban hacia la casa de Valentina, tocaba el timbre y me recibía con una
sonrisa a flor de labios, - que haces, caminando aun, sin encontrar tú rumbo fijo - -
abrázame fuerte, bésame, hazme sentir que estoy vivo – le decía. Ella era fiel no se apartó
nunca de mi lado, sabiendo incluso ese amor extraño con Ana Paula.

Valentina fue valiente, hizo todo lo humanamente posible para que sea feliz a su lado, me
enseñó un Arequipa, que no conocía, - eres raro – me decía, como nunca conociste todo
esto. Nunca había recorrido la periferia de Arequipa, para mi, salir del centro histórico, era
un a travesía, a lo mucho caminé más allá del colegio, incluso aún cuando trabajé, en
SERPOST, nunca me atreví a ir más allá. Valentina, era amiga, de dos personajes
curiosos, Teresa Choquehuanca y de Gabriela Lazo; la primera era hija de un prominente
empresario dedicado a la venta de pollos, dueño de la graja de pollos más grande que haya
visto, ubicado en la Variante de Uchumayo, llamada la Granjita, habrían pues para mi a ojo
de buen cubero, unos 100000 pollos que eran ubicados, en los mercados, si, en los
mercados, en la Arequipa de esos días, habían proliferado los mercados y las ferias y que
decir de sus tiendas, donde vendían el pollo al menudeo. Era negocio redondo, decía
Valentina, no desperdician, ni las plumas, que también se venden, la sangre, las vísceras,
todo se vendía. Esa familia era millonaria, tenían dinero, para comparar lo que querían;
muy parecida era la historia de Gabriela Lazo, sus padres dedicados a la venta de pescado
fresco, en los mercados y ferias de la ciudad, además tenían una cevichera en plena av.
Mariscal Castilla, que después de la universidad, siempre nos invitaba a Valentina, a
Teresa y a mi, a comer la especialidad de la casa, arroz de mariscos, a pedido de Valentina
las acompañaba, con muchas dudas si comería mariscos en un lugar como ese, que estaría
pasando con mi vida, que me senté a comer en un lugar donde todos eran extraños, unos
bichos raros.
Peor aun fue cuando Teresa nos invitó un domingo a su barrio a comer, lo que ellos
denominaban, pollada, si, léalo bien, pollada, no era parrillada, si no pollada y que su
familia había donado cien pollos, para esa fiesta, en nombre de la virgen de la Asunta,
Valentina me llevó casi a rastras, nunca hablé de esto con Ana Paula, ni con nadie.
Imaginaba a los Quezada Salinas, a Verónica Abugatas, a Marcela, al Palomo Catreriano, a
Gabriela Johnson, a la gringa Smitt, a Marcia de Romaña, todos ellos morirían de horror.

Pero no solo era la comida, sino la música, eso no era salsa, sino algo que llamaban cumbia,
una derivación de la chicha de un tal Chacalòn el grande, fuerte todo esto. Las chicas
bailaban en la canchita de futbol, como si estuviesen en una discoteca, una canción de
Alma Bella; se mojaban con la cerveza, gritaban sus nombres, yo abrazaba a Valentina
esperando el momento de largarme de ahí, el apetito se me había escapado, no tenia sed,
Valentina sonreía diciéndome al oído que me comportase, - si estaba estupefacto,
sorprendido, horrorizado era la palabra, – le respondía, - si lo se, pero disimula, que todos
se dieron cuenta, ya nos vamos –

Teresa Choquehuanca era más atrevida y confianzuda, que Gabriela Lazo, son sus millones
lo que la hace hablar así, decía Gabriela y no era para menos, la chola tenía plata, una casa
gigante, cerca a la plaza Umachiri, recordé el lugar, siempre mi buena memoria me
acompaña, pero no era una chola común, tenia el tez clara eso si, unos pechos y una cadera
de infarto, para sus veinte y dos años, pero unas manos tocas, descuidadas, de unas uñas
pintadas, pero manos trabajadoras, como decía Valentina, iba a la universidad en taxi, léalo
bien. Una mañana, después de clases me preguntó si tenía licencia de conducir, le dije que
si, entonces me preguntó por que nunca llevaba carro, me pidió que la acompañe a su casa
y que manejase su camioneta, que su padre le había regalado en su cumpleaños. Por un
momento pensé en ir a dar unas vueltas y que todos me vieran manejando la camioneta,
pero reaccioné seguro me preguntarían quien era mi acompañante y de donde la había
sacado a ella y a la camioneta y le dije – estoy un poco apurado, si no encantado –

Valentina no estaba ese día para salvarme de tan peligrosa propuesta, - la verdad es que no
conozco bien y no se como regresaría a mi casa en vallecito - , - no te preocupes por eso, te
vas en la camioneta y mando al chofer después, para que la recoja de tu casa - , - ¿chofer!
Dijo chofer, estos indios de mierda, tienen chofer y yo caminando -

Esta bien acepté, - pero hay gasolina – dije en son de broma, - y que crees – me dijo Teresa;
- solo decía – subí a la camioneta rumbo a su casa, al llegar me invitó a pasar, para que la
conociera por dentro, sorprendido quedé, así vivían estos nuevos millonarios, paredes sin
pintar, pisos de cemento, en el patio tres camionetas más, - que, alquilas cochera -, dije
sonriendo, - para nada, es la de mi hermano, la de papá y la de mi prima Silvia -, -¿quieres
algo de tomar? – preguntó, - si, una coca cola con hielo – respondí, no hay coca cola, pero
la kola real esta helada – dijo, - bueno – respondí

- Mis padres viajaron a Lima esta semana – me dijo, mi papá abrirá un nuevo negocio
por allá, que lo administrará mi hermano, por eso fue él también –
Entonces estábamos solos, pensé, sin que nadie interrumpa, - ¿y el chofer? – pregunté, no
vendrá si no lo llamo, ¿Qué es lo que esperaba hacer Teresa?, me preguntaba, lo habría
preparado todo para estar a solas conmigo, o era solo idea mía. – Bueno, me tengo que ir, se
hace tarde y querrás almorzar - , - ¿almorzamos juntos?, preguntó - y no sé - , - ¿Qué
almorzarás? – pregunté, - comeré fuera -, - donde Gabriela -, - no, hay mejores lugares en
Arequipa, ¿conoces alguno, donde quieras llevarme? - ir contigo a almorzar a un lugar, ni
loco, pensé.

- Un poco de música, que escuchas - , sonreí y dije – tienes algo de The Doors o de
Pink Floyd - , - que es eso – dijo escandalizada, - Ricardo Arjona, te gusta - , -
bueno - , - te aburres – me preguntó, - no, para nada -, - por que podemos
divertirnos mejor - y empezó a subirse el polo que llevaba puesto, se me acercó
queriendo besarme, la detuve poniéndole la mano delante entre los dos, - que pasa,
no te gusto, no soy para ti -, no supe que decir, solo atiné a decir – solo es que me
sorprendiste, no esperaba algo así -

Con el polo en el suelo y el brasier en la mano me preguntó - ¿cómo hace el amor la


Valentina? – me puse rojo ante esa pregunta y ella me dijo – que, aun no te la has tirado –
estaba escandalizado con todo lo que decía, - que, no me haces el amor, por que no soy te tu
clase, acaso apesto, me baño todos lo días para tu conocimiento y me cambio calzón a
diario, también me lavo los dientes, tres veces al día, o es por que no hablo bonito como
Valentina, mi ropa es de marca, tengo un auto a mi disposición, es más, tengo plata, de
seguro más que tu y los que tenemos plata hacemos lo que queremos incluido el tirar con
quien queremos, que pasa papito, estas asustado, nunca te habló una mujer de esta manera,
ven papi hazme tuya, aprovecha estoy de oferta – yo solo quería largarme de ahí en ese
instante, se quito el pantalón se recostó sobre el mueble y abrió las piernas y empezó a
masturbarse, - vístete – le dije – así no son las cosas – le volví a decir, se puso a llorar
desconsoladamente, me acerque para abrazarla – no quiero tu lastima – me dijo, quiero ser
tu mujer.
Como explicarle, que yo veía el amor de otra manera, que además no estaba enamorado ni
de ella, ni de Valentina, sino de Ana Paula, que era totalmente distinta a las dos, si ya era
diferente a Valentina imagínense, cuanta diferencia habría con ella, me decía, pero ella no
entendería todo esto, así que la ayude a vestirse, diciéndole que habrían otras oportunidades
para ambos, que quizás ella encontraría al hombre que la haga feliz, y que ese no era yo. Se
duchó, se cambió de ropa, nos fuimos a almorzar en el camino mientras manejaba su carro,
por que yo no era chofer de nadie, se detuvo y me dijo, - ¿me concedes algo? - , - de que se
trata – le dije, - no estas traspirado, no quieres bañarte -, - si, pero ir a casa, es perder más
tiempo, no estarás pensando en regresar a tu casa y que me bañe - , sonreí, - o lo que es
peor, - que nos bañemos juntos - - no – sonrió, - sabes, ¿eres más linda cuando sonríes? , -
no te creo, lo dices para hacerme sentir bien - , - es verdad - , - bueno que hacemos – dije, -
lo que yo pensaba es pedirte que complazcas en comprarte ropa nueva - , - estas loca, me
quieres comprar - , - no, no lo veas así, es simplemente un gusto y lo quiero hacer, como si
fueses mi pareja - , - no, no puedo permitirlo - , - ay no seas así - , - pero lo que a mi me
guste y sabes soy exquisito, sonrió.

Con todo este episodio de Teresa, recordé, aquellos años cuando los Cornejo me llevaban a
sus chacras en su camioneta y después del trabajo en la chacra, invitaban a tres o cuatro de
las chicas jóvenes (13, 14, 15, 16 años) de la misma edad que nosotros para bañarlas en
unos cilindros con bastante jabón y champú, que a ellas les encantaba, las enjuagaban con
la manguera de agua helada, les regalaban ropa interior, pantalones y polos, después las
recostaban en el suelo y tenían relaciones, a las chicas les gustaba todo esto, ninguna se
quejaba, es más los Cornejo hacían esto todos los fines de mes que querían y podían, las
chicas se enojaban sino las elegían a ellas. La noche anterior comprábamos los
preservativos llamados condones, en la esquina entre Santo Domingo y Piérola, donde
también vendían cigarrillos importados, (More, Kent), que eran una delicia, también
vendían unas pastillitas, que según algunos excitaban a las chicas.

También, cuando los hermanos Delgado, Antonio y Ricardo, junto al polémico Camilo
Salas, cuyo padre tenía camiones y él se pasaba los años repitiendo el colegio, iban en su
camioneta a buscar unas chicas al barrio de San Antonio, a quienes manoseaban
descaradamente, nunca supe si se las tiraban o no, pero a ellas les encantaba que les pasen
mano, sin protestar.

Recordando todo esto me preguntaba - ¿cómo hubiese sido si ese día me tiraba a Teresa
Choquehuanca?, la pregunta me rondó por la mente un buen tiempo, jajajaajajajajaja….
Hubiese sido rico quizás, Teresa se casó más adelante con un ingeniero civil, fuimos con
Valentina a la boda, que se realizó nada más y nada menos que en la Mansión del
Fundador. Ese día cuando me acerque a darle el abrazo me dijo – quiero que me hagas el
amor, hoy día - , - ¿Qué?, no era su boda -, pensé, - las mujeres siguen locas -, toda la
noche me lo repetía, cada vez que nos cruzábamos en el camino al baño o al bar, hasta
Valentina se dio cuenta – que te dice Teresa al oído - , - ni para que te cuento -, sonreí, -
mejor, ya no quiero saber – respondió.

En esa fiesta Teresa nos presentó a una familia importante y distinguida de la fiesta, se
notaba, no eran pretenciosos, pero si distinguidos, - tienen un huevo de plata – dijo alguien
por ahí, se trataba de los Valdivia, una familia miraflorina, cuya madre era pues dueña de
toda una manzana, incluido los negocios, que los hijos administraban, el mayor no había
estudiado nada, pero dirigía un grifo frente a su casa, las mujeres tenían negocios de
inversión en publicidad, pero había algo en ellos que me causó curiosidad, como es que con
tanta plata, no habían progresado socialmente, no se codeaban con la gente de dinero de
Arequipa, pero era interesante conocer a todos ellos, algo que no hubiese podido hacer sino
fuese por Valentina.

Con el mayor nos hicimos amigos, pretencioso el chico, dependía económicamente de


mamá, pero nadie sabía, había estudiado en un colegio nacional, increíble con tanta plata y
en colegio nacional, tenia amigos que habían surgido económicamente gracias a su
esfuerzo, pero eran unos cholos más del montón, algunos de ellos bien creídos y sobrados,
sobretodo aquel que llegó a ser alcalde de la ciudad.

Mi vida dio un cambio rotundo gracias a Valentina, pero cuando llegaba a casa volvía a mi
realidad, que era totalmente distinta a lo nuevo que había descubierto en Arequipa. Ahí en
el barrio aun estaba Rocío, Ximena y Claudia y por supuesto Ana Paula, que ni imaginaban
que tras la Plaza de Armas había un mundo por descubrir.

Los noventas habían llegado con nuevas cosas y nueva gente, habíamos crecido como
ciudad, Ana Paula siempre me decía que me amaba y que era feliz sabiendo que Valentina
me amaba y que yo había encontrado en ella alguien a quien amar por ahora, pero que no
era para mí y que ella tenia un futuro diferente escrito para mi.

Algunas veces pensaba que mi Ana Paula estaba loca y en otras que realmente eso era lo
que ella pensaba hacer. Una tarde de fin de año del 91’ antes de navidad, Valentina y yo
habíamos discutido, me fui a mi casa enfadado, estuve recostado toda las tarde, eran cerca
de las nueve de la noche y no había bajado ni a cenar, cuando sonó el teléfono, Justina, la
empleada contesto diciéndome – niño Joaquín, es para usted – odiaba que me dijese así,
pero mi madre le descontaba si no lo decía cuando se refería a mi, - alò - respondí,
pensando en que era valentina que llamaba para disculparse, pero no, era la Voz de Ana
Paula, - que ocurre mi amor – le dije y ella sonrió, - no te habrás olvidado que día es hoy
verdad? - , - ¿hoy? Jueves – dije, - me estas hueviando – dijo, - mi amor, que palabras son
esas, carajo – dije – disculpa mi amor, que horror, es tu cumpleaños, y no te compre ni
regalo -, - cruza a mi casa, ya mismo -, - estoy en pijama, no me he bañado - , - no te
compré nada, como ir así -, - Ven ya, y no demores - Salí disparado, escuchando decir a
mamá – ¿donde vas Joaquín y en esas fachas? – es cumpleaños de Ana Paula y voy a su
casa - y yo pensé que te habías olvidado, dijo mama – jamás – grite y cruce la calle como
loco.

Cuando entré todos estaban cambiados y yo en pijama, te hubiese cambiado dijo Ximena,
no trae ni regalo, dijo Rocío, a lo que Ana Paula respondió – Joaquín es mi mejor regalo
esta noche - , - salud por eso, escuche decir.

Me senté a su lado, ella me puso el brazo me dio un beso en la mejilla, nos tomamos un
vino, por que en esa casa nunca faltaba el buen vino, de pronto Ana Paula hizo un pare y
anunció, Ximena la interrumpió para decir – te vas casar y con Joaquín - a lo que yo
agregué – tanta suerte no tengo - , bueno dijo Ana Paula seca, sin rodeos, franca y sincera
dijo – me voy, me voy a Londres mañana - , me cayó como un baldazo de agua fría – no
quiero comentarios ni reclamos, es más, quiero que se vayan todos ahora, me quiero quedar
sola con Joaquín.

- Como que te vas – le dije, si, como oyes, y la Universidad, - este año termino y a
donde voy no tengo necesidad de llevar un titulo, solo acreditación de que estudié,
me gustaría llevarte, pero tu tienes planes aquí que cumplir y no me digas que no,
por que así es y así debe ser, - y nosotros, hasta aquí legamos - , - no, tu siempre
serás mi amor – estaremos en contacto, te escribiré, - algo que hasta hoy estuve
esperando - y cuando pueda vendré a verte, sin lagrimas me dije, pero no puedo,
abrázame amor mío, se feliz, que yo solo seré feliz si tu eres feliz –

Estuvimos toda la noche juntos hablando, besándonos, - no quiero irme, sin ser nuevamente
tu mujer – me dijo, así que salimos como a las cinco de la mañana, en búsqueda de un hotel
para amarnos para siempre, el lugar ya no importaba, cuando regresamos, se alistó, su
padre, que había regresado de la base naval para llevar a su hija al aeropuerto, me abrazó y
no dijo nada, en un segundo Ana Paula volaba con su madre a Lima y en momentos más a
Londres, su padre me trajo de regreso, no hablamos nada durante el camino, cuando
llegamos, me bajé del carro y el viejo me dijo, - es lo mejor, para ella – nunca estuvimos en
desacuerdo con su relación durante todos estos años, pero es lo mejor para su vida y para la
tuya, - viejo de mierda, que sabia él de lo que era lo mejor para mi vida, si me estaban
quitando la vida. -

Abrí la puerta de mi casa ingresando por el patio para no encontrarme con nadie, al pasar
por la cocina, oí la voz de madre decir - Joaquín, Valentina nos está visitando - , ambas
sorprendidas por mi facha me preguntaron – en pijama a estas horas - , no supe que
responder, había olvidado que estaba en pijama, en sandalias desde anoche, y así había ido
al aeropuerto y nadie me había dicho nada

- No tienes que poder escusas, ya lo sabemos todo – dijo valentina


- … y que saben – dije
- Que Ana Paula viajó y que la acompañaste al aeropuerto – respondieron las dos en
coro
- Cámbiate y salgamos a almorzar – dijo valentina
- No tengo hambre – respondí
- Entonces tendrás que acompañarnos, por que no cociné y Valentina tiene hambre,
estuvo esperándote desde temprano – dijo mi madre

Estuve callado todo el almuerzo, que lo que mas parecía era un velorio, escuchando hablar
todo el rato a mamá y a Valentina, – no vas a decir nada –

- Pues no, y no hablé hasta después de las fiestas –

Valentina se fue a su casa, me disculpé por no poderla a acompañar y para mala suerte mía,
al día siguiente su padre, habló con el mío, para pasar las navidades juntos en familia, mi
viejo acepto algo que nunca hacía, los esperaríamos en casa a los Linares Betancur el 24 a
pasar las navidades, fue lo que me informó mi padre durante la cena y a mi casi me da
infarto, acepté con una condición, que nadie saldría de casa a dar el abrazo a los vecinos
solo yo llamaría a los - Gonzales – Vigìl por teléfono, mi padre a regañadientes y a pedido
de mi madre aceptó.

- Siempre he creído que es mejor callarse que mentir, y que al hablar, la única opción
es decir la verdad – me decía mientras pensaba en Ana Paula

Los tiempos habían cambiado, los años habían pasado, había llegado un año nuevo y con
el, nuevas esperanzas. Ese año terminaría la universidad, pues me consideraba un hombre
estudioso, que hasta ese momento no había desaprobado ninguna asignatura, por que
hacerlo ahora, a Ana paula, ni a Valentina les hubiese gustado. Si, Valentina a pesar de todo
aun seguía a mi lado ambos habíamos ingresado a laborar a dos de los estudios más
reconocidos de Arequipa, ella al de su tío, hermano de su papá, el estudio Linares – Paz y
yo al estudio de catedrático de la universidad que me dio la oportunidad de trabajar con él
en el estudio Lazo – Aliaga.

Con esas nuevas oportunidades en la vida y tratando día a día de olvidar a Ana Paula, tenía
ganas de volver, echaba de menos a mis amigos, a los de siempre a Manuel Rodríguez, al
pecoso Berrocal, a Mariano Zúñiga, a cocolo Paredes y de que decir de mis amigas, aunque
varias estaban por casarse en esos días, como la Dancuart o la Glave, que fueron a la
universidad a buscar marido, bueno extrañaba a todos, a todas que sin conocerlos bien,
siento que los conozco, como por ejemplo a Ilian Sastre, que me habló muy poco en la
adolescencia, pero que últimamente, se hizo mi amiga y me preguntaba de Ana Paula, no se
si lo hacía por curiosidad o por joder; pero, bueno, toda historia tiene un pero. No me
considero una persona lo suficientemente fuerte como para hacer oídos sordos a los
comentarios que todos murmuraban cuando me veían y carajo se decían decir mi amigos.
Hablo aquí de la batalla entre lo que hacía público y lo que intentaba mantener en privado y
lo que la gente mis “amigos” comentaban. También tengo que decir que me he topado con
“amigos” con malas intenciones que dijeron algo con el fin de hacer daño, con mala
intención, pero lo cierto, es que hay veces, en que ni yo mismo logré trazar una línea lo
suficientemente clara como para separar esas dos fronteras.

- y por eso, por esto, mientras aprendo a volver a abrirme en canal sin salir herido,
todo lo que escribo, se queda en mi habitación –

En los últimos diez meses he escuchado cosas sobre mi prácticamente más que en los
últimos cinco años de mi vida. - Jamás me quisiste – y mi mente volvió a pensar en Ana
Paula, - mi amor, nadie ha ocupado aún tu lugar –
Lo bueno de que te aplasten el corazón es darte cuenta de que tienes uno. Recuerdo los dos
primeros días sin ti, los pasé en el suelo, las náuseas se pasaron al tercero, el peor fue el
cuarto y aún siento mis lágrimas caer por mi cara cuando miro una fotografía tuya. Me
gustaría que supieras que tú también tienes derecho a recordarme – mi amor- , alguna vez
lo fuiste.
Anoche soñé contigo y estabas muerta y esto no es una metáfora ni un juego de palabras, es
sólo que anoche soñé contigo y me han vuelto las lágrimas de los tres primeros días.
Fuimos un error, cometimos un error, deliberadamente nos hicimos daño. - maldita seas, sí,
maldita seas tú y tus palabras y yo y mi incapacidad para dejar de amarte - .

A pasado un año desde que te fuiste y qué más da todo, ¿no? Ponerle nombre a los días es
la táctica más patética creada por el ser humano para esperar con ansias un día que nunca es
hoy. Esperando noticias tuyas, amándote siempre y teniendo siempre ganas de tener junto a
mí. Hicimos el amor como si no fuera aquella nuestra primera ni nuestra última intención,
como queriéndonos dejar algo, para después, para luego, para nunca.

Las cosas habían cambiado, me hacia de un nombre en el derecho de la ciudad, batallando


junto a mi infaltable compañera y amiga, o debo decir amante, enamorada, novia, amiga
con derecho, ya ni se en que se que era Valentina para mi, pero ahí estaba siempre a mi
lado, infaltable.

Una mañana muy temprano seguramente cansada de todo esto me llamó para decirme que
después de la graduación viajaría a Lima para estudiar en la academia de la magistratura, a
lo cual egoístamente me opuse, argumentando que aun no era el momento adecuado, no
tenía la experiencia ni las ganas suficientes, para afrontar una nueva vida en Lima y que
aquí conmigo las cosas iban a cambiar, para su mala suerte me creyó.

Finales de año del 92’ Iván Gonzales Vigil terminaba el colegio ese año y se presentaría a
la marina al igual que su padre, lo que yo no sabía, es que ese año los Gonzales – Vigil
Larraín se irían a Lima para siempre.

Los preparativos para navidad fueron distintos ese año, en el barrio no se organizó nada en
especial, es que ya quedábamos pocos, Claudia había viajado a España a hacer una
maestría, Ximena estaba entre quedarse y viajar a la Argentina, Roció se casó con un
arquitecto, los Gonzales – Vigil Larraín se irían a Lima, la vieja Salinas de Quezada ya
había muerto, solo quedábamos los Cornejo y mis hermanos.

A pesar de mi insistencia no pude hablar con ninguno de los padres de Ana Paula, y cuando
regresamos de las fiestas por año nuevo su padre me llamó por teléfono para decirme que
Ana Paula había llamado y que me enviaba saludos y fue allí que me dijo que ellos
regresaban al día siguiente muy temprano a Lima antes de colgar le pregunte – la dirección
de Ana Paula – ya te la haremos llegar no te preocupes me dijo, ante mi insistencia. Viejo
de mierda, hasta hoy estoy esperando la dirección.

Por fin me gradué de abogado y a pesar de la envidia de muchos, pues tuve un buen
espaldarazo, pude poner mi estudio propio, por supuesto junto a mi inseparable amiga,
amante, acompañante y colega Valentina Linares. El nuevo estudio de abogados de la
ciudad denominado Bustamante – Linares, empezaría a dar que hablar muy pronto; pero no
solo me dedicaba al derecho, tenia otros proyectos en mente como la docencia y los
proyectos de inversión.

Sería este último el que me daría muchas satisfacciones, muy pronto inicié un proyecto de
inversión con Héctor Valdivia, aquel muchacho que había conocido en el matrimonio de
Teresa Choquehuanca, nos juntamos un día para crear la constructora Valdivia –
Bustamante, pero ni él ni yo éramos ingenieros o arquitectos, me decía Héctor, pero
teníamos el dinero y las ideas, así que nos pusimos las pilas (ese vocabulario era nuevo en
mi), nos pusimos a trabajar, Arequipa había crecido y necesitaba nuevos centros urbanos
para albergar a los nuevos pobladores, había que enseñarles a vivir como gente civilizada,
Héctor no me creía, cuando lo hacia leer la documentación que había recolectado no
entendía nada, - es un problema, este neófito – me decía. A duras penas pude convencerlo
de comprar unos terrenos, que por esos días estaban alejados del centro de la ciudad, pero
que después se valorizaron rotundamente y resultaron un gol (vocabulario nuevo en mi) de
inversión.
Valentina era una abogada excelente estudió maestría junto conmigo en la católica, cada día
me sorprendía más, aprendía mucho de ella, era autosuficiente, inteligente y eso me
fascinaba. Un día le propuse ir a vivir juntos, - aun no me quiero casar, pero si, irme a vivir
contigo - me dijo. Más adelante iniciamos juntos la carrera docente, en nuestra alma mater.

Una noche mientras trabajaba en la oficina junto a Héctor Valdivia, le conté de Ana Paula y
que ya habían pasado seis años sin verla y saber de ella y que aun la amaba, sorprendido
por mis palabras, trató de aconsejarme de que la olvide, que Valentina era una gran mujer,
que ya era hora de iniciar una nueva vida.

A Héctor lo llevé a conocer mi barrio, donde ya no había nadie, todos habían tomado un
rumbo distinto y hecho sus vidas para bien o para mal y yo seguía perseguido por mi
pasado.

Está claro que ya no eran los 80’ que todo había cambiado incluso Arequipa, estos eran
los 90’ la vida continuaba, había que seguir adelante me decía Héctor. Buen amigo el
Valdivia, no lo podía defraudar, ese mismo año iniciamos la construcción de unos de los
primeros complejos habitacionales en Arequipa al que llamaríamos Villa Alegre, un
conjunto de casas agrupas en la Urb. Dolores unidas por el frontis cercado por el ingreso al
complejo. Para tal inversión necesitábamos de un socio más, no lo pensamos dos veces y
hablamos con Teresa, la cual se interesó de inmediato y se involucró en algo que ella
siempre estuvo buscando, alguien que tuviese los contactos que yo tenía, el soporte
econòmico de Héctor y ella.

No nos fue bien en ese negocio, nos fue magníficamente bien, nos fuimos ganando un
nombre como constructora, donde ella era la gerente y nosotros los inversionistas, siguiente
obra un estadio en el distrito de Paucarpata, conseguimos la obra gracias esta vez a unos
contactos de Teresa y obviamente con el respaldo del estudio jurídico Bustamante Linares.
Las cosas iban bien, había comprado una casa en Yanahuara donde vivía con Valentina,
tenía un negocio próspero, el amor de Valentina, nuevos amigos, nuevas ocupaciones, que
más podía pedir, pero la vida me tenía reservado un plan distinto.

Una mañana que la pasé con Héctor en el autódromo una de sus pasiones, me presentó a la
que según él era la mujer de su vida, una chica, que no sabría como definirla, no era fea,
pero tampoco simpática, pero no le podía decir eso a Héctor, se notaba que era corriente,
cuando se reía se el percibía lo huachafo; pero Héctor la quería, habían enamorado desde
la secundaria. Su padre trabajaba en Minero Perú (hoy Cerro Verde), ganaba bien, ¿no le
pudo haber dado mejor educación a su hija? Me pregunté. Lo que quería Héctor era que la
presente con mis amigas para que tenga ese roce social que le hacia falta y que no lo
aprendería con Teresa, como decirle ahora a Héctor, que ninguna de mis amigas se haría
cargo de ella y que muchos menos Valentina, por que ella se iría a Lima a cumplir unos de
sus sueños.

Cuando regresé a casa ese sábado encontré a Valentina sentada en la sala esperándome y
entre palabras más y palabras menos me dijo que se iría a Lima a estudiar en la escuela de
la magistratura y que esta vez nada ni nadie se lo impediría, se levantó de su sitio, me sirvió
un trago y dijo – salud - , - salud por ello – respondí.

Nos besamos apasionadamente, sus manos acariciaron mi rostro, sus labios me besaron con
pasión parecía que permaneceríamos juntos para siempre, cautivo de sus labios la besé,
apreté su cuerpo junto al mío hasta que sus pezones endurecidos se clavaron en mi pecho;
sin pronunciar palabra comencé a besarla suavemente sentados en el mueble.

No aguanté más, la eché a un lado y posándome sobre ella le comencé a quitar la ropa,
caímos al suelo sin pensarlo, tumbada por completo en la alfombra me arrodillé por encima
de ella, acerqué mi rostro juntando mis labios a los de ella; abrió su boca y dejó entrar por
completo mi lengua; besó y besó mis labios como si se tratasen de la más dulce y rica de las
golosinas, terminamos haciéndole el amor apasionadamente como nunca lo habíamos
hecho. Casi sin poder contenerme saqué mi pene, bañando con leche toda su vagina, me
dejé caer a un costado y sonreí diciéndole: - Las cosas no suceden por casualidad, el destino
nos tenía esto reservado – la volví a besar apasionadamente.

Nos mudamos a la cama, la besé intensamente, mi lengua la recorría entera, en medio de


sus gritos y escalofríos, quedamos tendidos contemplándonos. Las risas iban y venían.
Unos minutos después, me levanté a prepararme un trago, dejándola medio adormecida en
la cama. Al regresar con los tragos en la mano, la tenía otra vez entre mis piernas, la besé y
sentí sus labios besarme como nunca lo había sentido; la penetré una y otra vez, gimió y
gritó sin parar, nos acurrucamos y nos quedarnos completamente dormidos.

Tres meses después, Valentina me dijo que viajaba en una semana a Lima, que
ya tenía todo preparado y que no quería lágrimas ni arrepentimientos, que nada
ala haría cambiar de opinión, ni el hi jo que estaba esperando. Sorprendido por
sus palabras dije - mi hijo, me negarás a mi hijo -, en ningún momento dude
que ese hijo fuese mío, ella se sentó y me comentó la decisión que había
tomado. Ese hijo era mío, que era lo más preciado para ella que e ra el fruto de
tantos años de amor, que nunca lo alejaría de mi , que yo estaría siempre
presente en sus vidas y que si yo quería al regreso de Lima pudiéramos formar
la familia que siempre debimos formar, pero que ahora los planes estaban en
Lima para ella así como años atrás, ella esperó que mi vida tome otro rumbo,
hoy yo tendría que esperar que tome su rumbo.

La decisión estaba tomada y nada la haría cambiar de opinión, ni palabras, ni el


estudio, ni los proyectos, mi vida había cambiado, era un respeta do abogado,
un buen inversionista, había comenzado a ganar prestigio en la docencia, pero
estaba perseguido por el pasado y el amor de Ana Paula, todos se daban cuenta
menos yo.

Con Valentina viendo en Lima y sin saber nada de Ana Paula en estos och o
años, viaje a Lima para el nacimiento de Ignacio Bustamante Linares, me quedé
con ellos, dos meses, tiempo de vacaciones en la universidad hasta que recibí
una llamada, no era para ver horarios, ni para el trabajo en el estudio, donde
había dejado a unos buenos estudiantes, sino era para invitarme al congreso
internacional de Proyectos de Inversión Minera, que realizaba la Universidad
Nacional de San Agustín.

Había incursionado en el derecho minero gracias al respaldo de mis mentores y


había logrado concadenarlo a las inversiones realizadas con Héctor y con
Teresa. Con ese congreso cambiaria nuevamente mi vida. No sin antes
terminar algunas cosas en Arequipa.

Teresa había logrado contactarse con un arquitecto reconocido en Arequipa, el cual un día
me presentó en las instalaciones la constructora, se trataba de Ricardo Zuzunaga Quezada,
nos saludamos muy amablemente, por que nos conocíamos, no teníamos amistad, pero si
muchos amigos en común. Su padre era dueño de uno de los hoteles más importantes de
los 70’ en Arequipa y que con el paso de los años habían descuidado, pues los hijos se
dedicaron a otras actividades. El, estuvo casado con Patricia Diván, cuya familia era dueña
de una de las pastelerías más importante de los 80’, se habían casado muy jóvenes, su
matrimonio duró poco más de dos años, él había conocido a otra chica, con quien se volvió
a casar, a quien yo conocía desde al chiquititud, me refiero a Rocío Ackermam, con quien
tenia una hija a quienes maltrataba.

Mi intención en un momento fue aceptarlo como arquitecto de la constructora, por sus ideas
innovadoras había trabajado en los EEUU y en Brasil, tenia buenas referencias, pero su
vida privada me preocupaba, lo conversé con Héctor y con Teresa, pero ellos no veían
inconvenientes ello, claro ellos no conocían a esta otra gente, distinta a ellos, pero los dejé
tomar las decisiones, pues mi mente estaba en otra. Había ganado una beca de estudio y
trabajo con mi proyecto de inversión minera en Chile cuya Corporación Minera de
Antofagasta, una de las más grandes de Chile y Sud América, cuya fundación confiaba en
mi, me prepusieron viajar a vivir a Santiago de Chile, me exigían respuestas inmediatas, a
un sueldo de 30000000 millones pesos y a como estaban las cosas en Chile y Perú era
tentadora la oferta y una beca todo pagado, era pues muy tentadora, pero la decisión
consistía en dejar todo y comenzar de nuevo.
Viajè a Lima y hablé con Valentina al respecto, me dio su opinión y respaldo total, era la
oportunidad de la vida, era mucho lo que podía ganar y si las cosas no iban bien siempre
podía regresar a Perú, retomar el estudio, mis clases en la universidad y los negocios,
además ella viajaría de Vacaciones a Santiago y pasaríamos momentos juntos. Con todo lo
dicho por Valentina, regresé a Arequipa, pedí tiempo para ordenar mis cosas, del estudio se
haría cargo Daniel Pérez un gran joven y prominente abogado, los negocios estarían a
cargo de Teresa, que Héctor me disculpe pero no confiaba en él, pero eso sí, quería su
supervisión y contacto diario con eso de la tecnología que había aparecido y que se
llamaba correo electrónico y que por favor se busque una mujer y que deje a esa que me
había presentado que no era para él. No me hizo caso y pagó consecuencias.

La corporación aceptó mi propuesta y me querían allá para iniciar el nuevo siglo, un año
más que suficiente, para ordenar mi vida en Arequipa y dedicarme del todo al nuevo
proyecto en Santiago. Pero la vida todavía me tenía reservado algunas otras cosas que me
atarían más con el tiempo.

Antes de retirarme me ocupé de un caso pequeño pero significativo, el divorcio de Rocío


Ackermam, del arquitecto de la constructora. A Teresa no le agradó mucho ello, pensaba
hacerlo socio, pues él la había convencido de que así fuese, felizmente me enteré a tiempo,
el maldito había empezado a enamorar a Teresa, quien por razones obvias cayó en la
tentación sin pensarlo dos veces.

El litigio fue duro Daniel Pérez un gran abogado logró salir airoso, en un juicio donde no
solo esta de por medio una vida pequeña y un mujer, sino inversiones familiares. Rocío
Ackermam, estuvo muy agradecida conmigo, dejando de lado cosas del pasado en el bario,
antes de viajar invité a pasar las navidades a Rocío, Teresa y Héctor en casa, Valentina no
pudo venir, por sus exámenes finales eran muy cerca a los navideños y yo no puede viajar
puesto que viaria a Chile pasadas las fiestas.

Fue una noche bonita, tenia razón, Rocío estaba horrorizada con Teresa y con Ana María
novia de Héctor, yo le comentaba a Héctor, que así estaría si se la juntaba con su pareja, así,
que por favor cambiase de novia, por segunda vez no me hizo caso y esa misma noche
anuncio su boda con Ana María Guillén.
Al irse ya todos prometí acompañar a Rocío a su departamento en Cayma, cuyo edificio
habíamos construido nosotros, ella vivía en el cuarto piso, el primero estaba ocupado por
Carlos Domínguez primo de ella y el segundo fue comprado por mi a menor precio por
supuesto y el tercero por Héctor, de que negocio se trataba todo esto, jajajajajaaja. Pero su
hijita estaba dormida, le dije que si quería podía quedarse a dormir, que en el departamento
habían tres habitaciones, aceptó y mientras conversábamos de nuestro futuro, nos tomamos
un trago y terminamos haciendo el amor, algo que nunca me imaginé que pudiese pasar
entre los dos.

Como lo había planificado, algunos días después del año nuevo me encontraba en el
aeropuerto hora y media antes de la salida del vuelo a Lima y de allí esperar el vuelo
nocturno a Santiago. Llegado a Lima me dirigí al salón VIP a tomar un agua mineral,
mientras esperaba nuevamente la salida. Por la hora, casi todos los asientos estaban
ocupados, pero descubrí una mesita aislada, cerca del bar.

No sé si era una costumbre, pero la clase Business en el vuelo estaba repleta. Me habían
reservado en la primera fila, del modo que quedé aislado del resto de los pasajeros. No
quise comer nada, solo me tomé una copa de vino. Durante las cinco horas de vuelo
pensaba en muchas cosas, entre ellas, lo que pasé con Rocío aquella noche, se me vino a la
mente, aunque de pronto pensaba en esta nueva oportunidad.

Llegue a Santiago con las primeras luces del amanecer. En el aeropuerto, me recogió el
chofer de la corporación de la cual venia patrocinado y como había poco tráfico, seguro por
la hora, llegamos a la casa, en un barrio de clase media, que más adelante conocería mejor.
LA REBELIÓN DE LAS MUJERES PARTE I

Me costó, buen tiempo apartarme de mi pasado en Arequipa, parecía perseguido por mi


pasado. Una mañana de setiembre del 2000, cuando ya estaba instalado en Chile, leía mi
correo electrónico donde Rocío me daba una noticia, que me dejó paralizado, había nacido
mi segundo hijo, es decir hija, no dije nada por respeto a Rocío y a esa criatura que había
nacido, pero tenía mis dudas de que esa niña fuese mía. Idea que me persiguió por un buen
tiempo hasta que regresé a Arequipa, a ver ese tema. Pero sí, Mariana del Rocío
Bustamante Ackermam era mi hija, resultado de aquella noche navideña de placer, con su
mamá.

Esa noticia no fue la única, el matrimonió de Héctor se fue a la mierda, tras un año de
matrimonio, su mujer casi lo manda a la quiebra y a nosotros con él, Teresa había confiado
la empresa a Héctor, algo que le dije no hacer.

La Historia de Héctor fue terrible, pobre hombre, no merecía, todo lo que pasó y vivió,
felizmente con la ayuda de sus hermanas y de Teresa salió adelante. A veces el dinero no lo
es todo en la vida, hay que tener inteligencia para manejarlo, Héctor, tenía dinero, pero
carecía de la astucia para gestionar una empresa, es algo que no solo se aprende se nace
para ser gerente y él no había nacido para serlo.

Teresa confiada, raro en ella, pero la confianza y cariño por Héctor, la hizo dedicarse a su
estudio y dejar todo en manos de este, cuya mujer había estudiado administración en la
nacional. Afianzada ella en la gerencia, con seguramente algún intereses personal, y a mi
siempre me dio la espina esa mujer, no pagaba las cuotas al banco, lo depositaba todo en
una cuenta mancomunada con su hermano, que pensaría que nadie se daría cuenta en
algún momento, al año explotó la bomba, el banco le envió notificaciones a Héctor, que
este trató de solucionar y cuando no pudo más, dio aviso a Teresa y ella a mi y yo alterado
y preocupado le avisé a valentina para que se ponga al tanto de las cosas y procure
solucionarlo. Se perdieron algunas cosas del patrimonio personal de Héctor, gracias a Dios
lo de la empresa se pudo salvar. Sus hermanas se encargaron de su patrimonio y le pedí a
Teresa que ella tome las riendas y que si no podía, se comunique con valentina para que
ella se haga cargo.

El reconocimiento de mis nuevas actividades en Santiago me absorbieron por completo los


tres primeros meses; primero en las oficinas de la corporación, donde tenía oficina y hasta
secretaria (llamadas asistentes), propia, luego en la universidad. En la corporación tenia
carta libre para desarrollar mi proyecto, en el cual estaban muy interesados, en la
universidad conocí, nueva e interesante gente, imaginé que todos los que ahí estudiaban de
una u otra manera tenia dinero, pues los costos de estudio eran altísimos, casi como si
estuviéramos en EEUU. Era un grupito muy curioso e interesante, no se si intelectual, pero
si muy acucioso. Había agrupado a la clase por países, los chilenos, que eran la mayoría,
principalmente dos que se hicieron muy amigos míos Rodrigo Vergara y Carolina
Betancur, los del rio de la plata, conformado por dos argentinas Andrea Martiniuck (la
ucraniana), Alina Bennedeto y una uruguaya Marisa Oreiro; finalmente estábamos los
peruanos, mi persona y Ricardo Rivasplata, un piurano cuyos padres tenían un hotel cinco
estrellas en la Serena.
Pero no podía escapar de Arequipa, estaba perseguido por mi pasado, Teresa me mantenía
informado de todo minuciosamente, por aquello que se llamaba correo electrónico, una
maravilla de la tecnología y ahora había algo mejor el MNS por el cual se podía hablar en
vivo con otras personas, sensacional.
Había recomendado a Rocío con Teresa, para que administre la constructora, ya que ella
quería dedicar más tiempo a su profesión y que con la experiencia anterior ni hablar de
pensar en Héctor, pero este tenia sus dudas con respecto a la pituquita de Rocío, como el
la llamaba, pero les hice entender que Rocío era inteligente y que tenia contactos, de esos,
que necesitábamos. Lo consultaron con Valentina, que por esos días ya estaba instalada
nuevamente en Arequipa.
Teresa en son de broma me decía – no te preocupes Joaquín, aquí tus intereses económicos,
financieros y legales están muy bien protegidos y administrados, tanto Valentina como
Rocío se encarga de ello al milímetro – yo solo sonreía, pues sabia la intención con lo que
me lo decía. Pero sabía que Valentina era una mujer inteligente y que Rocío también lo era
y además sabia que estaba agradecida conmigo, no solo por que le di la oportunidad de
desarrollarse profesionalmente sino que generase dinero que le significase dar la vida que
siempre soñó para ella y tenia pues el apoyo de Valentina.
Los contactos de Rocío empezaron a dar efecto, contacto con un inversionista, un amigo
suyo de la infancia, que yo también conocía, pero mas amigo de ella, había llegado de
Londres forrado de dinero y quería invertir en un hotel cinco estrellas en el Colca y
necesitaba a alguien que se lo construya como la idea que el tenia en mente y para eso
estábamos nosotros. Además a ello se sumaba que Rocío se puso en contacto con Luca
un ítalo – británico que conocimos en Arequipa allá por inicios de los 90’ que tenia una
agencia de viajes, y para contratando hoteles con varias exigencias, que debieran cumplir
para sus clientes exigentes. El negocio eras redondo y la rentabilidad asegurada, - esa era
mi Rocío –

Lo lamentable de todo ello, - y nada es perfecto en la vida -; el marido de Teresa el


ingeniero de la obra y obviamente de la constructora, en uno de los viajes de ir y venir
Caylloma – Arequipa, la camioneta en la que viajaba se desbarrancó falleciendo en el acto,
dejando a Teresa viuda con una hija y otra en camino, duro golpe para Teresa, pero ella era
fuerte y ecuánime y lo pudo sobrellevar. Tomé el primer avión a Arica y de allí a Tacna en
bus, en la ciudad alquilé una camioneta y en tres horas estuve en Arequipa para el entierro.

Eran los primeros días de las fiestas patrias peruanas, así que decir, quedarme cinco días,
para ponerme al tanto y disfrutar a mis hijos. Prometí regresar para pasar las Navidades
juntas. Algo que no se pudo concretar por múltiples ocupaciones en la corporación.

Me habían dicho que las mujeres en Chile eran hermosas y calientes y yo había podido
comprobar lo primero, más no lo segundo en este mi primer año en Santiago. Sin embargo
quien me impresionó por su inteligencia y belleza fue Andrea Martiniuck, le decía la
ucraniana por su apellido sus abuelos paternos eran de Ucrania, - hace una semana que nos
vemos Joaquìn – dijo Andrea, mientras tomábamos unos refrescos antes de ingresar a clases
– estaba linda, como siempre – pensaba, tenía el pelo suelto, aun húmedo, sus rubios rulos
bailoteaban, tenía la expresión fresca, vestía una falta verde pálido, una blusa escotada,
unas sandalias y un gran bolso que hacían juego con la ropa.
- Hay algo en ti, que deseo descubrir – me decía, a lo cual respondía, - será que soy
arequipeño - , algo que desquiciaba a Ricardo.
- Me agrada tu conversación, siempre la camisa bien planchada, los zapatos
impecables, una colonia exquisita - , - obvio, es una Paco Rabanne – la interrumpía,
- hay algo más en ti, algo que va más allá de tu físico delgado, alto, ojos pardos y
grandes, cabello castaño y unas entradas en la frente, que anuncian algo de calvicie
más adelante, algo que deseo descubrir -

No me había percatado que Andrea me había observado tan minuciosamente, pero que sería
ese algo que ella quería descubrir en mi, me hice muy amigo de ella. Siempre que
conversábamos, terminábamos en interminables tertulias, hablando de economía, política,
literatura, estaba impresionada por la cantidad de autores argentinos que había leído, entre
mis favoritos que a ella le gustaban estaban Cortazar, Sàbato y algunos otros, hablamos
también de música, teníamos preferencia por la trilogía del rock, Soda Stereo cuyo tema, La
ciudad de la furia, nos gustaba a los dos.

Algunas veces ella, Alina y Marisa me invitaban a su casa, que habían alquilado en un
barrio llamado las Condes, donde Santiago era diferente, una tarde reunidos en la casa de
ellas, me invitaron a comer en un restaurante peruano alejado del lugar, algo campestre,
muy peruano, cuando llegamos, ya desde la puerta me sentí incómodo, el aviso del menú no
era de mi agrado, y no puedo decir el nombre de la comida, por que si no podría herir
susceptibilidades de aquellos que disfrutan de ella, la música era horrible, nuca había
bailado cumbia – chicha desde aquella vez con Teresa, que les dije por favor vámonos de
aquí, que me acabo de dar cuenta que no soy peruano, algo que las sorprendió, menos a
Andrea, - eso es – dijo, - vos sos, un peruano distinto – y era verdad, era distinto a los
peruanos promedio que ellos habían visto en Santiago, es que el peruano en Chile se
dedicaba a trabajar y juntar dinero para regresar y poner un negocio en Perú y vivir bien o
en todo caso a lo ellos llamaban vivir bien.
Viarias noches conversé con Andrea al respecto, algo que a ella le interesaba de
sobremanera, nos tomábamos un buen vino, escuchábamos música, pero aun no teníamos
mucha confianza como para conocerla en la cama.

Como era un perseguido por mi pasado, Valentina e Ignacio, Rocío y Mariana, Teresa y
Héctor, me dieron la sorpresa para mi cumpleaños, una mañana muy temprano sonó el
timbre de la casa donde vivía y los vi por la ventana – pues hombre, me hubieses avisado
para irlos a recoger – dije, mientras abría la puerta. Abrazos y besos, - que sorpresa para
más grata – volví a decir. Los tenía a todos reunidos delante de mí. La sorpresa inmediata
que me di cuenta fue que Héctor y Teresa ahora era pareja y les había asentado muy bien la
relación, - es algo de lo que tenemos que hablar – le dije a Héctor, - destapemos un vino,
me han dicho que aquí lo hacen deliciosos – mencionó Teresa y todos reímos.

Póngase cómodos, la casa no es muy grande pero nos podemos acomodar, - no hay
problema hermano, Teresa y yo, alquilamos una habitación en hotel de la ciudad – dijo
Héctor, sorprendido no dije nada sobre Valentina y Rocío, - siéntense y comamos algo que
deben estar hambrientos por el viaje – dije, - lo que deseamos más que comer es bañarnos –
dijo Rocío, a lo que asintió Valentina con la cabeza.

Héctor y Teresa aprovecharon para despedirse – Joaquín llámanos un taxi – dijo Teresa,
mientras le servía una bebida a su hijas. Nunca había habido tanto alboroto en esa casa,
mucho menos aun seis personas bañándose, pero estaba feliz, tenia a mis hijos reunidos con
sus madres, que por lo visto se llevan fenomenal, algo que me agradaba, mujeres a las que
en su momento de una u otra forma amé, a las que conocía muy bien.

Sorprendido por la visita, atiné a pedir por delivery pizza para todos, había vino en la casa,
películas para los chicos y grandes también, lo que aun no me quedaba claro y no quería
preguntar, era si se quedarían en casa o habrían alquilado también un habitación en el hotel,
preferí no preguntar. Después del alboroto de los niños, nos sentamos a la mesa a almorzar
pizza, la tertulia en la mesa fue amena, no reproches, nada de indirectas, Camila la hija
mayor de Rocío nos decía tíos a Valentina y a mi, pero hermanos a Ignacio y a Mariana un
detalle que empecé a valorar en Valentina, que trataba por igual a Ignacio a Mariana y a
Camila, como si fuesen sus propios hijos, algo que noté también en Rocío, habían logrado
compenetrarse muy bien las dos. En ese momento quise hacer algo que ya lo había estado
pensando en algún momento de mi vida y lo dije así abiertamente – Camila – la miré
refiriéndome a ella, - aprovecho el momento para decirte algo, que espero te guste, no
pretendo reemplazar a papá, ni mucho menos serlo -, Valentina me dijo al oído – cuidado
con lo que vas decir, no vayas a herir a la niña -, pero, me encantaría – continué, - me
encantaría que en algún momento de tu vida, cuando lo decidas, me digas papá, me harías
muy feliz - ante la sorpresa de todos Camila se levantó de la mesa, dio unos pasos, se lanzo
a mis hombros me abrazó con tanta fuerza, que casi me asfíctica y me dijo, - papá, te
quiero, te quiero mucho papá - , Mariana e Ignacio la imitaron y a mi se me caían las
lágrimas de emoción, Rocío se acercó a secármelas con su mano, mientras me daba un beso
en la mejilla y Valentina abrazaba a todos, me sentí afortunado de tener a mi lado a las
madres de mis hijos y a ellos reunidos en armonía.
Serví unas copas de vino para celebrar que tenia una hija mas, Camilita estaba feliz la pobre
ni se lo imaginaba, su padre nunca se acordó de ella, si bien es cierto le pasaba una pensión
que Valentina luchó contra viento y marea para que fuese onerosa, pero no disfrutaba de un
padre y ahora la veía feliz sentada en el mueble abrazada a mi.

Los niños por el trajín del viaje se habían quedado dormidos en la alfombra mientras
nosotros disfrutábamos de Closer, esa película que a los tres nos gustaba y que yo siempre
veía.

Se hizo noche, y pensaba que ambas esperaban que diga algo, - pero algo como que…
pensaba. Sentados los tres en la alfombra teniendo al mueble como espaldar y tomando un
vino para tomar valor dije – soy un afortunado, de tener a las madres de mis hijos reunidas
aquí, junto a mi, y poderles decir que las amo, que son unas mueres muy valientes e
inteligentes capaces de vivir en armonía, capaces de educar a sus hijos a nuestros hijos de la
mejor manera posible, algo que yo no hubiese podido lograr. Les puse mis brazos sobre sus
hombros y las sentí estremecerse, Rocío soltó unas lágrimas y me dijo – gracias, gracias por
el gesto y gracias por la oportunidad – dándome un beso en la mejilla nuevamente, - esa
acto dice mucho de tu valía como hombre, del hombre que me enamoré, y que seguro
nunca me arrepentiré – dijo Valentina, que más osada, junto sus labios con los míos y sentí
ese beso., sentí sonreír a Roció, mientras acomodaba su cabeza sobre mi estomago y
Valentina apoyaba la suya sobre mi hombre, par quedarnos dormidos.

Al despertar me di cuenta que solo tenia a mi lado a Valentina, abrí los ojos con cuidado
para no ser descubierto y vi a Rocío levantada, con la toalla sobre la cabeza – despierten
dormilones – dijo, - es un día maravilloso - volvió a decir, Valentina fue a ver a los niños,
que aun jugaban sobre la cama. Me acerque a tomar un vaso de agua – buenos días mi amor
– me dijo Rocío, - date un baño cariño mientras preparo desayuno - , - no, yo primero – dijo
Valentina, acercándose al baño, palmoteándome las nalgas - que pasa - , dije y las dos
sonrieron.

Cuando terminé de arreglarme tras haberme dado una ducha, me dirigí a la cocina y desde
un rincón pude ver la armonía de una familia, mientras Rocío servía, Valentina le daba de
comer a Mariana y a Ignacio, - Joaquín, amor, apúrate se va a enfriar – y esa fue la voz de
Valentina, al llegar a la mesa, - siente aquí cariño – dijo Rocío, la verdad que me sentía
como un rey.
- Les puedo decir que las amo –
- Yo también te amo - dijo Valentina –
- Y yo – dijo repitió Rocío, pero por favor no hablemos de eso ahora que voy a llorar
Tomamos un buen desayuno, con todo lo que había en la nevera, jugos de futas, yogurts,
huevos pasados, tostadas y café con leche, decidimos esperar a Héctor y Teresa para ir a
almorzar en un buen restaurante de Santiago, los niños fueron a su habitación fue cuando
Rocío comentó que Valentina tenia que conversar con Joaquín sobre unas inversiones
- ¿inversiones? - pregunte, - si lo conversaremos más tarde te parece – dijo Valentina. En
eso sonó el timbre, Héctor y Teresa ya habían hecho las reservaciones en un gran
restaurante, - es carísimo – dije, - y que – respondió Teresa, - no nos podemos dar un buen
gusto – volvió decir.
- Lindo el lugar – dijo Rocío – y que bien que se come -, - el vino es exquisito – argumentó
Valentina.
- ¿De que negocios habla Rocío? - le pregunté a Valentina disimuladamente y esta soltó
una carcajada:
- ninguno, era un pretexto, me lo inventé para hacer este viaje y tenerte un momento solo
para mi –
Valentina me cogió de la mano y la besó, sorprendiendo a todos dijo – después del
almuerzo Rocío llévate a los niños a pasear por favor, Teresa te lo agradecería si la
acompañas, que tengo que coordinar unas inversiones con Joaquín, denme y nos
encontramos en el departamento y por favor lleven un buen vino para celebrar – dijo y
salimos raudos.
Cuando llegamos ella no dijo nada, pero cerrando los ojos, se ladeó y buscó mi boca, que
había comenzado a besarla y a morderme despacito el cuello, las orejas y acariciarme el
cabello – no te habrás olvidado de lo que me gusta – le dije y ella sonrió.
Mientras nos desnudábamos, en silencio nos acariciábamos y besábamos, aturdida por la
excitación y placer, Valentina me dijo – penétrame, como solo tú lo sabes hacer -

Los cabellos de Valentina se esparcían por mi cara sus pechos rozaban mi cuerpo y me
excitaban mucho más, nos besamos con la boca abierta enredando nuestras lenguas,
tragando saliva Mi lengua se plantó a la mitad de su rajita y comencé a moverla despacio,
abriendo sus labios vaginales degustando sus flujos. Al ritmo de mis succiones, ella
contorneaba sus caderas haciendo que no dejara ni un rincón de su vagina sin explorar.
Apreté sus pliegues entre mis labios y con los dedos la abrí un poco más para descubrir su
enrojecido y excitado clítoris. Apoyé suavemente la puntita de mi lengua sobre el y después
empecé a hacer círculos, estaba presa de mi lengua. Cogió mi pene con la mano y lo dirigió
al interior de su vagina y dejó que se introduzca hasta el fondo. Dio un grito de placer
combinado con dolor. La abracé y nos pusimos a conversar, siempre abrazados, su cabeza
reposando sobre mi hombro. – Quieres algo de beber – le dije, - no, todavía no, así esta
riquísimo, no te vayas, dijo Valentina, sujetándome, - me gusta sentir tu cuerpo, no sabes
que feliz me siento mi amor, volver a ser tu mujer, lo extrañaba - , la besé y ella me dijo –
pónmela de nuevo, abriéndose las piernas tocándose el pubis, frotándose suavecito los
labios de su vagina, Valentina, mi amor – le dije, mientras la volvía a penetrar tratando de
superar infatigablemente estos momentos de placer; ella, que recibía los envites con un
interés masoquista respondió - sigue..., sigue…- y ambos disfrutábamos estos momentos de
placer, al tiempo que la furia descontrolada de la sangre se agolpaba bajo el vientre, en los
límites del pudor. Un torbellino de sexo brotó con fuerza y Valentina exhaló un último
suspiro y cerró los ojos, rendida. Durante unos segundos no se escuchó más que el trote
desacompasado de nuestros corazones, que paulatinamente aminoraba.
No queríamos levantarnos, para bañarnos pero en cualquier momento vendrían todos así
que - debemos apurarnos - le dije y ella sonrió

Los momentos de visitan se fueron terminado y estando ya en el aeropuerto Rocío me


llamó a un lado y estuvimos conversando, miraba de soslayo a Valentina jugaba distraída
con los niños, mientras Rocío me abrazaba en un abrazo eterno y besaba mis labios con
delicadeza.

Cuando me disponía a retirarme de regreso a casa sentí la voz de Valentina, giré mi cabeza
bruscamente y pregunté – ¿no deberían estar volando en este momento, que pasó? -, -
cuando le pregunté a Rocío si estaba bien, me dijo que habían cosas que habían quedado
inconclusas y que no podía regresar a Perú sin haberlas culminado - , dijo Valentina - no
entiendo nada - respondí.

- Mira, sencillo, mañana ustedes se van a Viña, conversar todo la mañana, yo me


quedo con las niñas y regresamos a Perú, vayan a tomar algo, que yo veo lo de los
pasajes - dijo Valentina con voz imponente.

Abracé a Rocío y la llevé a sentarse temblaba, la besé y la apreté contra mi cuerpo. – no


pasa nada le dije – sonreímos y escuchamos decir – si ustedes se quedan, nosotros también
– era la voz de Héctor y Teresa, que también se bajaron del avión, - que es esto – dije, -
dirán que los peruanos estamos todos locos – volví a decir y todos reímos.

No quiero ir a Viña me dijo Rocío, quiero ir a Valparaíso, - ¿y eso por que? – le pregunté –
todos van a Viña y yo no soy como todos – dijo, - esa es la Rocío que extrañaba – dije.
Nos pasamos la noche conversando en el sofá, mientras los niños y Valentina dormían, -
¿que represento para ti Joaquín? Me preguntó, - eres una mujer importante en mi vida, que
forma parte de mi pasado, presente y futuro – respondí y pensé que prefería a las mujeres
mudas, sin preguntas.
- Estoy perseguido por mi pasado, te conozco desde la infancia, nunca fuimos amigos
solo conocidos y hoy compartimos dos hijos maravillosos – le dije
Imaginé que Rocío estaba en un mar de dudas a estas alturas de su vida, no sé que es lo
que quiso para su vida, pero hoy formaba parte de la mía y creo que eso la hacia estar más
cerca de mi ahora lo que no se si por amor o por agradecimiento de haberle dado la
oportunidad de ser lo que imaginó siempre, sospecho que quiso para su vida, ser madre,
tener un trabajo donde ella tome decisiones y lo estaba haciendo bien, tener dinero para
darse buena vida y seguramente viajar por el mundo y comprar en tiendas de Miami, Milán
Nueva York , de pronto me dijo – preparé un viaje a Europa, para el verano europeo con
Valentina ¿te apuntas? – claro – sonreí, tenia razón esa era la vida de Rocío y no era yo
quien la sacaría de ese mundo.

La besé con delicadeza y con desparpajo con el aval de Valentina que dormía en la
habitación contigua. - Iremos a Valparaíso – le dije me abrazó y acomodó su cabeza en
mi pecho y se quedó dormida.

Las playas de Valparaíso fueron testigo de nuestro amor e intimidad con la que
conversábamos y nos mirábamos, alquilamos una habitación en un hotel frente al mar,
después de pasear muy temprano por la orilla de aquella pequeña playa, comimos algo
ligero, en base a frutas, nos tomamos unas copas de vino, abrí la ventana, cerré las
personas, y nos bañamos juntos en el jacuzzi, preparado para una ocasión romántica como
esta, nos sumergimos en la espuma, bebimos algo mas de vino. La vi salir del jacuzzi hacia
la cama, mojada, le pedí, que no se secara – comprobé una vez más que tenia un cuerpo
joven, sin pizca de grasa, una cintura estrecha, unos pechos firmes -, la vi correr la cortina
apretando un botón en la pared. Ahora entraba por la ventana una luz ligera. Era elegante,
sin exceso en su manera de hablar de vestirse - ¿no es linda la vista? Me dijo mientras se
cubría con la sabana,
- Si, pero tu eres más linda mi amor – le dije, abrazándola, - gracias por estos
momentos de felicidad Joaquín –
La besé con delicadeza, sin dejar ningún lugar de su cuerpo sin descubrir – me has excitado
otra vez mi amor – dijo, buscando mis labios, tocándome – me las vas a pagar – me dijo y
sonreí.
Mis labios descendían paulatinamente por el cuello de aquel ángel, saboreando su íntima
carne y dejando un reguero de brillante saliva en la finura de su piel. Extenuados sobre la
cama, con ese sabor a sexo que inundaba nuestros cuerpos, - te amo – le dije y me creyó,
mientras la volvía a penetrar tratando de superar infatigablemente estos momentos de
placer; ella, que recibía los envites con un interés respondió - sigue..., sigue…- y ambos
disfrutamos esos momentos de placer. Nos dimos un beso de despedida y esa sonrisa de
cómplice que reflejaba el rostro de Roció me devolvió a la vida.

Meses después me enteré por un email enviado por Teresa, que Valentina y Rocío se fueron
a vivir juntas en la casa de Yanahura, alquilando los departamentos y viviendo como una
familia – tienes a las mujeres más inteligentes y divinas de tu lado – me decía Teresa,
resguardan tus intereses como leonas que protegen a sus crías, solo el destino dirá con cual
te quedarás – decía Teresa sin parar y yo en esos momentos de destino, perseguido por mi
pasado, recordé el nombre de Ana Paula, siendo ella a quien elegiría.

Pero no fue Andrea Martiniuck la argentina que conocí en Chile la única persona con quien
salí a conocer Santiago, fue precisamente un amigo, un chileno a carta cabal, Rodrigo
Vergara, quien me mostró un acara distinta de Santiago, donde lo principal eran las mujeres
hermosas y calientes, las verdaderas chilenas, como el decía.

Rodrigo estaba casada con Ángela Cooper una chilena de ascendencia británica, sus padres
oriundos de la isla habían llegado pequeños a Chile escapando de la guerra, su padre era un
empresario de la construcción negocio importante en Chile, ella era una mujer joven, linda
de unos ojos celestes grandes y de una cabellera gringa estupenda, encargada de la casa y
de los dos niños. Rodrigo en cambio era de origen italiano, por el lado de sus abuelos
maternos, junto a su familia gestionaba la franquicia de la BMV en Chile y además
colaboraba en la hacienda viñera de la familia de su madre.

Rodrigo, un gran hombre, trabajador, educado, con dinero, inteligente, estudioso y con
muchas otras cualidades, solo tenia un defecto, - si lo podemos llamar así - , le gustaban las
mujeres bonitas de Chile. Tenía dos, que pronto se convertirían en tres. Catalina Pastene
una chilena joven de 22 años de Concepción, le alocaba la vida, era entretenida, engreída,
crecida; pero lo mas interesante fue conocer a María Paz su instructora en el gimnasio una
mujer entrada en los cuarenta con un cuerpo espectacular gracias a su labor diaria, que de
muy joven había tenido dos hijas, para un cuico chileno, lo que nosotros llamamos un
pituco, que la dejó embarazada a los 17 años y se fue a estudiar a Londres, retornó dos años
después para hacerle otra hija y cuando regresó nuevamente a Chile a vivir, se casó con
una mujer de sus misma clase social formó una familia y se olvidó de ella para siempre.

Desde ese día salió a delante gracias a su esfuerzo como instructora. Pololeaba con Rodrigo
sabiendo esta que era casado, que tenía mujer e hijos. Pero mi pregunta fue - ¿por que si
puede tener mujeres mas jóvenes, por que esta mujer? – le pregunte en algún momento y la
repuesta fue descabellada, ella tenia una hija de 20 años Soledad, que es a quien Rodrigo
realmente quería conquistar.

Rodrigo, fue para mi, un ángel caído del cielo, me convenció, que en Chile haría fortuna,
algo que no me convencía, que a su lado podría hacer fortuna, si me quedaba a vivir en
Santiago y que además debiera pololear con Andrea, que ella era la mujer perfecta para mi
y que si no llegaba a estar completamente convencido de amarla, él siempre se podía
encargar de encontrarme una chilena caliente, linda y muda.

Una tarde de invierno en Santiago, Rodrigo, me invitó a su casa a tomar el té a la inglesa


como él decía, durante el camino me hizo una propuesta a la cual no pude decir no y que
nos unió aun más, - escúchame bien, lo que te voy a decir Joaquín -, me dijo, - ya tengo
cinco años de casado y aun no me he desecho de mi departamento de soltero, pago
guardianía y servicios, no lo pienso vender por que aun a veces me sirve como rinconcito
pendejo, ¿cachay? –

Lo escuchaba atentamente – ¿por que no te vienes a vivir ahí? – me propuso, no pagarías


alquiler y yo no pagaría guardianía – ¿seguirás pagando los servicios? – le pregunté
solapado, asintió con la cabeza – ¿y para cuando me mudo? pregunté, debemos esperar que
termines tu beca e inmediatamente te trasladas.
Ángela Cooper de Vergara, no quería perder su apellido de soltera, significaba mucho para
ella, se volvió mi incondicional, habló con su padre sobre mi presencia empresarial en Perú
en el rubro de la construcción, las pocas veces que pude hablar con Don Alfredo Cooper,
fico para los amigos, me pareció un tipo excepcional, inteligente, muy a lo ingles; siempre
se refería a mi como el peruano educado en familia inglesa, siempre a la hora y con un
pensamiento británico, que lo sorprendía, sorprendido también por mis logros académicos y
profesionales, una noche me invitó a su casa a cenar, estuve muy nervioso, desde el como
vestir, que decir, que llevar, lo consulté con Ángela, ella me guió, y me sirvió de anfitriona.
Esa noche fue fantástica, hablé con Don Federico, quien me dijo – llámame fico - y
Rodrigo, quedó pasmado, su suegro me había dado total confianza, hablamos de música, de
ópera, de literatura, de teatro, de futbol, de su amor por la roja de todos; quedé maravillado
de Don Federico, me simpatizaba, más aun cuando lo escuchaba decir – me agrada este
peruano –

Una semana después volví a la casa de los Cooper ya no para hablar de música o de futbol,
esta vez Don Federico habló de negocios, y de su deseo de ingresar al mercado peruano y
que había visto en mí y en la empresa que le dije manejaba, como una buena posibilidad de
ingresar al mercado peruano, - pero Don Federico, somos una constructora pequeña, como
se unirían o nosotros -, - pero son perfectos, para ingresar al mercado peruano -, no
entendía esa forma de pensar, pero si Don Federico lo decía, había que ponerse a trabajar.

Invitaré a mis socios, a venir a Chile para que converse con usted, - me parece genial –
respondió y yo aun tenía mis dudas. Pactamos una cita para dentro de quince días, escribe
un email a valentina, sin muchos detalles, pues no quería confundirla con mis dudas y mi
entusiasmo, le envié que ella me solicitó y que pude juntar con la ayuda de Ángela. Don
Federico me telefoneó a la corporación donde trabajaba y al darme el encargo todos estaban
contrariados, se trataba del mismo, de Don Federico Cooper, era quien me llamaba, las
preguntas no se hicieron esperar y todos estaban sorprendidos tanto como yo, que por ahí
alguien dijo - este peruano se las trae –

La reuniones comerciales en Chile eran cosa de locos, tenían un lugar especial para hacer
negocios y este era un rinconcito al sur llamado Puerto Varas, un frio inclemente nos
recibió, un lugar bello, a la usanza europea, alemana, suiza, no se, pero uno se sentía en
Europa, en ese lugar.

Don Federico quedó sorprendido con mis socios, tres mujeres, Valentina, Rocío y Teresa,
que a mi lado nos reunimos con él, Rodrigo viajó, pero no se reunió con nosotros, la
conversación fue intensa, confiaba rotundamente en la capacidad de Valentina y Rocío,
para llevar a buen destino el barco, eran estudiosas y meticulosas, sin dejar a tras a Teresa,
que también era inteligente y que había aprendido mucho a lado de ellas. Veía el rostro
sorprendido de Don Federico, de las ideas, decisiones y proyectos, que presentaban estas
mujeres – Joaquín, estoy impresionado, con tus socias, nunca me las imaginé así, estoy
gratamente sorprendido -

La tertulia se extendió más de lo esperado, que Don Federico nos invitó para el día
siguiente, a dar un paseo por la isla de Juan Fernández – si, la misma que Daniel Defoe
describe para dar mi vida a Robinson Crousoe.

- ¡ Que mujeres, Joaquín!, sorprendentes, terminamos la reunión en una conversación


en un ingles bien pronunciado, tus socias son realmente extraordinarias, no me
equivoqué con ustedes, estoy seguro que haremos grandes negocios –
- También lo espero así, Don Federico

Impresionante, era un hombre de negocios y sabia a lo que apostaba, no solo al mercado de


la construcción, que un momento era prioridad, ahora era secundario, el quería, que
nosotros, con Valentina a la cabeza gestionáramos su inversión en Perú, estábamos
hablando de una financiera, cosas mayores. Las chicas no le escaparon al reto y yo dejé
todo en sus manos, Don Federico se encargaría de abrirles el camino con gente
especializada – son inteligentes, se acostumbraran rápido – decía y yo inflaba el pecho de
orgullo. El no se equivocó con ustedes y yo tampoco - decía Teresa. Regresaron a Perú a
poner manos a la obra, ya en poco tiempo les daría alcance, para poner este nuevo proyecto
en funcionamiento.

Una mañana de domingo, después de que mis chicas regresaron a Perú, caminaba por el
Cerro Santa Lucia, aburrido de mi estancia en Santiago, lleno de negocios, estudio y
proyectos, me senté en las gradas a ver pasar a la gente, cuando de pronto alguien
pronunció mi nombre - Joaquín, eres tu – alcé la mirada y frente a mi, estaba una gran
amiga de la infancia, Ximena Klass, - ¡Ximena! – grité de alegría, - a los años – dijo ella, -
que haces aquí, te hacia en Argentina - le dije, - vivo en Argentina – y no sabes con quien,
no sé por que se me vino un solo nombre a la mente y le dije – ¿con Ana Paula?- , - no,
hombre, tu solo pensando en Ana Paula, después de tantos años, te quedaste perseguido por
el tiempo –

Si, perseguido por el tiempo, pensé - pero dime, con quien – ella sonrió y dijo con Marcia
de Romaña – mi mente quedó aturdida por un instante, y ante el shock dije – ¿con Marcia
de Romaña? - ¿y como fue que la conociste? – pregunté, Ana Paula me la presentó mientras
pasó unas vacaciones en Buenos Aires. Entonces Ana Paula se comunicó con ellas y no
conmigo, era pues evidente que me hubiese olvidado, pensaba mientras caminábamos sin
rumbo fijo, - ¿y donde estas hospedada? – pregunté, - en un buen hotel, en Providencia –
respondió, - que bueno, conozco el lugar- atiné a decir, - pero cuéntame y tu? que hiciste en
estos años, que haces por Santiago – preguntó, es una larga historia- dije, - pero cuéntame,
la quiero escuchar, no te escucho en tantos años –

- Te invito un café, pero en casa, así escuchamos música y conversamos y escapamos


de este frio – dije, - a quien quiero escuchar es a ti – me dijo.
Era agradable encontrarse y hablar con Ximena después de tantos años, - ¿y te casaste?, un
no rotundo fue su respuesta, - ni yo, ni Marcia nos casamos, estupenda mujer, me contó lo
que una vez tuvo contigo - , - que te dijo – esperó un momento antes de responder a esa
pregunta y me sorprendió al decirme – me contó como fue su primera vez contigo - , quedé
sorprendida, - me dio celos sabes, que le relaté lo de aquella vez en la ducha, ¿recuerdas? -
como era posible que después de tantos años ella recuerde esos momentos, - no le habrás
contado la participación de Claudia, ese día – jajajaja, - se rió, - ay no por Dios, que horror
– jajajajaja, - ¿tienes un vino? – se adelantó a preguntarme, sorprendido por su falta de dejo
argentino – eso es una huachafana – me dijo, solo a los cholos peruanos se les puede pegar
el dejo, ¿o a ti se te prendió el po chileno?, - jamás – dije levantando la voz, - estoy harto
que estos huevones me digan peruanito pe – jajajajaja, - así son estos chilenos de mierda,
igualados, - comentó riéndose, jajajajaja.

Presentí, que en mi departamento se sentía insegura, tomaba sorbos grandes de vino y


hablaba sin cesar, le propuse preparar algo de comer, la tome de la mano y la noté nerviosa,
se tomó de un sorbo el trago de vino, que se había servido, realmente estaba nerviosa. La
tomé por la cintura apretándola contra mi pecho, se dejó sin quejarse, la besé y sentí como
se desvanecía en mis brazos.

- ¿Sabes?, te digo algo, me dijo de pronto


- Que ocurre – dime
- Me quiero resistir pero tu voz me marea, me domina, me posee de tal forma que mi
mente se ciega y sólo te quiero escuchar…

La acaricié suavemente, con ternura diría. Me dio un profundo y largo beso en el que
nuestras lenguas se mezclaron jugueteando ansiosas. El calor de sus manos y la presión de
su cuerpo hicieron que mi pene saltara como un resorte.

Sus preciosos ojos no dejaban de mirarme ni un segundo, sonreía, estaba resplandeciente,


me abrazó besándome el pecho. Hicimos el amor, con ternura con pasión. Como si nuestros
cuerpos supiesen que se necesitaban. Pasamos la noche juntos, al despertar, se levantó muy
temprano, preparó desayuno y se duchó mientras dormía, al despertar le dije – imagino que
no estarás pensando en irte –

Las escusas no se hicieron esperar, la tomé por la cintura, le besé el cuello y sentí que su
cuerpo me buscaba, hicimos el amor nuevamente sobre la alfombra y pasamos a la ducha,
sentí sus manos en mi espalda, mientras mis dedos jugueteaban en su vagina.

Tirados sobre la cama sin decir palabra, mi brazo alrededor de su cuello, ella fumando un
cigarro – me tengo que ir – me dijo, - pero por que la prisa – comenté, - solo me tengo que
ir y no preguntes – respondió. Se levantó se puso su ropa, se alistó, solicitó un taxi, me diò
un largo beso de despedida – de seguro nos volveremos a encontrar, piensa en mi – me dijo
y cerró la puerta.

Pero no fue Rodrigo Vergara el único ángel caído del cielo que conocí en Santiago, también
estaba Andrea Martiniuck, con ella siempre encontraba momentos para conversar largo y
tendido, me encantaba pensaba, significaba mi debilidad por las rubias de ojos claros, tenia
deseos de estar con ella, así que un día la invité al departamento, que quedaba en
Providencia muy cerca a las Condes, para no dejarlo durante un buen tiempo, en esa
aventura se nos unieron Alina y Marisa, lo consulté con Rodrigo, pues vivir con tres
mujeres en el departamento era demasiado cochambroso, pero ellas juraron ante Rodrigo
que mantendrían todo limpio – cuidado con estas mujeres – me dijo Rodrigo, sonreí y no le
hice caso. - Las cosas claras desde un principio – comenté, - pagaré lo servicios, pero
alguien tiene que hacerse cargo de la limpieza, otra de la comida y de la ropa – todas
rieron, mis reglas estaban en nada. Solo se comprometieron con la limpieza.

Con ellas conocí Chile, lo recorrimos de sur a norte, comiendo sus potajes, visitando sus
playas, los paisajes, haciendo el amor sin tapujos ni remordimientos, como en los tiempos
de la adolescencia en mi Arequipa querida.

Pero realmente sus intenciones eran otras, simplemente sería usado vilmente, pero me gustó
el tiempo que viví con ellas, lo dejo a la imaginación. Hasta que un día Carolina Betancur
la chilena que estudiaba con nosotros me invitó a tomar un trago y me dijo sin pelos en la
lengua – ¿te gustan más las argentinas, que las chilenas? – extrañado por su pregunta,
respondí – aún no sé, si prefiero una chilena, solo conocí argentinas - y solté una sonrisa
picarona - en la cama – me dijo irónicamente, - si, en la cama y peruanas y rio platenses –
no sabía o no quería saber a donde iba con esas preguntas.
- No te provoca conocer a una chilena –
- ¿en la cama? Pregunté
- En la cama, confirmó
Sonreí con malicia y diciendo – me encantaría – esperando que la respuesta fuese otra, se
me acercó, tomó mi cara con sus manos y me beso. Sentí su lengua devorarme, sus uñas
clavarse en mi espalda, toque sus pechos, le quité el polo, ella hizo lo mismo conmigo,
junté su cuerpo al mío y puse mi mano en su vagina aun separadas por su pantalón

Era mi último semestre del año en Santiago, después de dos años y media en tierras
chilenas, tiempo en el que diseñé proyectos, invertí tiempo y dinero y aprendí muchas
cosas, entre ellas una nueva cultura, formas de pensar y vivir.

Rodrigo fue realmente un ángel caído del cielo, no solo por que fui su alcahuete ante su
mujer, sino por que gracias a el conocí a las rioplatenses y chilenas en la cama. Prefiero las
argentinas y esa fue mi repuesta para Carolina Betancur a la cual disfruté de sobre manera.

Pero como decía, Rodrigo fue realmente un ángel caído del cielo para mí, siempre lo
escuché hablar de su segunda pasión, aquella que compartía con su mujer, los caballos y el
vino. Rodrigo, por parte de su vena materna, disfrutaba de una hacienda grande, donde se
producía uno de los mejores vinos chilenos. “La Gran Reserva Larraín”, hacienda de su
abuela, donde él, más que cumplir funciones administrativas, disfrutaba del paisaje y de los
caballos junto a su mujer.

La hacienda esta dirigida, por su prima, con quien quería que me entrevistase, para hablar
de negocios, ellos exportaban vino a todo Sudamérica y Europa, habían incursionado en el
mercado peruano, donde el negocio del pisco era fuerte, por ello, la idea que tenia Rodrigo
era producir vino en La Gran Reserva y luego en Perú. La idea era genial, la comenté con
Valentina y Roció y ellas como locas buscaron información y estaban emocionadas con el
tema; pero la prima era una mujer muy ocupada, viajaba mucho por Europa abriendo
mercados, además había asumido un cargo público en el país, era asesora del Ministerio de
Hacienda, con lo cual su incursión en su vida política había dado un giro de 360 grados.
Era cuestión de tiempo y de espera reunirse con la prima, cosa que a mi no me preocupaba
en demasía, pues que Andrea ocupaba mi tiempo y mente y cuerpo también por esos días.

El momento había llegado Ángela, Rodrigo y yo viajamos al interior para visitar y


entrevistarnos con esta misteriosa mujer, de quien todos hablaban incluso la prensa,
esperaba estar a la altura. Me refugié en la habitación que me asignaron, preparándome para
el momento oportuno, revisando la documentación enviada por Roció, lugares, costos,
inversiones, no quería que me tome por sorpresa, ni mucho menos como un improvisado,
aun que mi mente estaba con Andrea, Alina y Marisa y con Carolina también, trataba de
concentrarme.

Comí ligero por la tarde, se me atendía de maravilla, me bañé, me puse la mejor colonia
que tenia, desarrugue la ropa y bajé al salón, allí me reuní con Alina y Marisa con Rodrigo
y Ángela confesándoles que estaba nervioso. El día se hizo largo y la noche empezaba
hacerse también, me acerqué al piano que había y solicité permiso para poder tocar alguna
melodía, cuando de pronto sentí que los empleados en el salón se alborotaban, sería pues
que esta mujer misteriosa se aproximaba, yo seguía tocando, para contener los nervios,
entre el júbilo de Ángela, y los aplausos de Rodrigo, de pronto escuché una voz conocida
decir - solo hay una persona en el mundo a quien observé tocar esa melodía – levanté y
gire la cabeza, gratamente sorprendido, ante mi, estaba esa mujer misteriosa, dibuje una
sonrisa en mis labios, - después de tantos años que te vuelvo a ver – le dije mientras me
levantaba, di unos pasos y me acerqué a ella, quien parada, como esperando algo y sin
poder contenerse me estrechó entre sus brazos, ante la mirada sorprendida de todos los
presentes.
No se por que Andrea tenía mucha afinidad conmigo, desde aquel día que pasamos juntos,
ella llegó a conocerme de sobremanera, mucho mejor que Ana Paula y que Valentina y
mucho más aun que Rocío, siendo estas dos ultimas madres de mis hijos.

Andrea es una mujer muy bella, de ojos azules muy chispeantes y nariz angulosa, de
cabellos rubios, tiene veinte y seis años, vino de regreso de Italia, donde estuvo estudiando
administración hotelera, llegó a Santiago al mismo tiempo que yo, a seguir estudiando, esta
vez, proyectos de inversión, su familia, es del negocio hotelero en Argentina y Uruguay,
por estos días piensan invertir en Chile.

Andrea y yo siempre terminamos mirándonos, sonreímos embobados y tratamos de hablar,


pero solo pensaba en llevarme a esta linda mujer a la cama, para perderme en sus encantos
y hacerla mía.

Aquel día llegamos al departamento que Rodrigo me había dado, saludamos al portero,
subimos por el ascensor, cruzamos algunas miradas en silencio y yo siento que ella me
gusta por que no hace preguntas – es que a las argentinas, como a las chilenas les han
enseñando a mirar, oír y callar, algo que les falta a las peruanas – pensaba.

Andrea cuando habla no dice cosas estúpidas, no se hace la tonta ni la difícil, sabia
perfectamente a que vinimos al departamento.

- La verdad es que, esta mujer me tiene hechizado por sus ojos azules de una extraña
ternura, comprendo que esta mujer es distinta, una de esas mujeres que el destino te
pone en frente una sola vez en la vida. –

Andrea aquella noche, quería también meterse en mi cama sin hacer ninguna pregunta
boba, ningún comentario cojudo, - es por eso que me cae también –
Aquellos momentos se empezaron a repetir, terminando desnudos sobre mi cama a oscuras
en la habitación – sabes -, le decía, - eres una de las mujeres más hermosas que he
conocido, nunca voy a olvidar estos momentos – y ella me miraba conmovida, por que sabe
que le hablo con el corazón.

Andrea sabe que me gusta y lo sabe en silencio, y entonces me dice, sentándose sobre mi –
yo sabia que te iba a conocer y que iba a pasar todo esto – y cuando lo dice sus ojos me
miran penetrándome su mirada, como amante suicida, y yo, siento el presagio de que estas
noches son solo el principio de la aventura mas peligrosa que he vivido en mi vida.

Como decía líneas arriba, Andrea me conoció muy bien, ella sabia que yo era un hombre
para ella, pero me preguntaba - ¿Por qué un peruano, si ella puede conocer otros tipos, mas
simpáticos? y me subestimaba, pero era la verdad, yo era “lindo”, pero habían mas guapos
que yo, o se trataba de no ser tan superficial.

Un día, ante mi asombro, me invitó a BBAA, no pude decir que no, ya que tenía los pasajes
comprados, me presentó a sus padres y hermanos, me senté en la mesa frente al jardín,
llegamos justo para almorzar, memoria de la vergüenza, pero ella me dio ánimos, todos
parecían ser ganadores de toda la vida, elegantes y encantadores, comentamos muy
amenamente sobre mis proyectos y mi visión del mundo sudamericano y de mis
pretensiones comerciales. Ellos sorprendidos por mis comentarios, pero relajados por el
buen vino tinto argentino – muy diferente al chileno- que sirvieron sin mesura, me dan la
razón. Entonces cae la noche fresca sobre nosotros y decidimos irnos, por que Andrea no se
quedaría en la casa de sus padres iríamos a su departamento. - No se que decirle a esta
mujer hermosa que me acompaña, no se, como decirle, que estoy idiotizado por su belleza,
por su capacidad de estar callada y decirme con una mirada todo lo que me hace feliz – por
eso no le digo nada, solo la beso y la aprieto contra mi cuerpo y devoro sus labios con
placer.

Andrea conocía mis gustos por la playa, gusto que compartimos, visitamos juntos Punta del
Este en el Uruguay, La Serena en Chile, Barranquilla en Colombia y Varadero en Cuba.
Andrea sueña, que soy un peruano distinto, que soy un chico bien que se casará con su
novia de toda la vida, lo que no sabe es que, estoy buscando y esperando al amor de mi vida
y de toda la vida, pero se lo imagina. No era bueno hacer planes con Andrea imaginarme en
alguna playa con ella, y yo escribiendo esta novela, y amándola sin cesar.

Conocía otro de mis secretos, lo mío, es lo mío, ella sabía que yo no prestaba mi auto por
ejemplo, menos mi ropa, mi máquina de afeitar, si esto leyera Valentina se horrorizaría,
pero es verdad no presto, mis cosas.

Estuve escribiendo esta novela cerca de tres días sin salir de casa, no quise recibir visitas
de nadie, ni de Rodrigo, ni de Andrea. Solo me dediqué a la escritura, pero se me había
complicado un poco el hilvanado de las ideas y la composición del texto, tantos años fuera
de Perú, de mi Arequipa linda, sin saber de Ana Paula, conociendo otras mujeres, solo
espero que a mis futuros lectores no les dificulte demasiado la lectura. Detesto a los autores
que tienen consideración por sus lectores.

Salgo a caminar por la noche, tomo una coca cola helada en el único café por estos
alrededores, el Elbe café bar, donde paran las chicas más lindas de Santiago, un lugar
alfombrado con tonos azules, donde una mujer que nunca e visto antes toma una cerveza,
me siento cerca a su mesa y sigo escribiendo en mi libreta, mientras termino mi coca cola y
me imagino haciéndole el amor a esta mujer que toma su cerveza, - ¡ vasta de imaginar
pavadas ¡ - me digo y sigo escribiendo, la probabilidad de que estas páginas se transformen
en un éxito es tan alta como la de ganarme la lotería jajaja, sobre todo por que no juego,
jajajaja.

- Salud, peruano –

me dijo la mujer de la cerveza, interrumpiendo mi concentración, - salud, guapa – repliqué,


- ¿me acompañas con un vaso de cerveza? – me dijo sonriendo, luego del saludo
correspondiente, que nos unió en una larga conversación y como no se nos ocurrió nada
más ingenioso para salir del paso, Estela, se llamaba Estela, me propuso recorrer las
estaciones del tren en Santiago, y yo a falta de alternativas más atractivas, acepté.
Dimos vueltas por el centro de la ciudad, comimos salchichas con mostaza picante,
tomamos unas cervezas y comencé a preguntarme - ¿Qué carajo estoy haciendo?

De pronto, francamente no recuerdo como, me encontré sentado en una banca cerca a


estación central, besando desenfrenadamente a Estela; sin proponérmelo, de verdad, sin
tener la menor idea, pasamos de los besos a tocar nuestros cuerpos y así nomás como si
fuera la cosa más normal del mundo, mi nueva amiga me comentó que quería debutar -
¿Qué? – ¿era virgen? – no supe que decir. Debí haber puesto cara de asombro, por que
Estela se rió y sugirió que lo pensara mientras me daba una ducha en su habitación. Lo
dudé por un instante, pero fuimos a su habitación. Cuando salí del baño, la encontré sentada
tímidamente en la cama, la besé tiernamente penetrando si recién estrenada vagina y entre
gritos de dolor y gemidos de satisfacción nos quedamos dormidos.

Unas semanas después del debut de Estela me la encontré en el mismo lugar y le comenté
como había pasado los últimos días, ella abrió los ojos bien grandes y ante mi sorpresa me
dijo – tirando como loca - y pedí una copa de vino, sin alcohol no iba a poder digerir
tremenda noticia. No volví más por aquel lugar, obviamente con la intención de no
volverme a encontrar con Estela.

Los días que siguieron a aquel día fueron los peores días en Santiago, me sentía solo,
abandonado, gastaba mi dinero en llamadas telefónicas a Perú. Perdido en la bruma de mi
desesperación vi a Andrea parada frente a mi en el departamento, - no recordaba que tenías
llave - le dije, - ¿Cómo has estado? – me dijo y yo sonriendo le dije – a la espera de tu
visita- sonreímos.

- Nos vamos de viaje – me dijo, sorprendiéndome de sobremanera – y adonde sería –


dije, - Europa nos espera – replicó, - ¿Europa? dije feliz de la vida; sabiendo que
ella había comprado los pasajes.

Era cuestión de comunicarle a Rodrigo, que me iría unos días a Europa, y que me disculpe
en el trabajo, pero era una oportunidad de viaje que no podía desperdiciar.

Tres días después estábamos en Roma, recorriendo los lugares turísticos de esta bella
ciudad, acompañados de Claudia Miglionni, una argentina, amiga de Andrea que nos
hospedó en su departamento; Claudia trabajaba para una línea aérea en Italia era azafata,
además tenia un pequeño bar en la capital italiana, que le había heredado su madre y esa era
otra historia, que una noche Claudia entre copas me contó, que cuando ella era pequeña su
madre se vino a Europa a Frankfurt exactamente y se dedicó a trabajar, duro y parejo y con
ese dinero, la pudo alimentar y sacar adelante, ahora, los retos de su madre descansan en
BBAA.

Ante tremenda confesión y para querer quebrar ese momento comenté tontamente - ¿y
como son en la cama las alemanas? - Ellas sonrieron por mi pregunta y dijeron en coro –
pésimas, como todas las europeas – y soltamos la carcajada.

- Salud por las latinas – grite, y ellas respondieron – salud –

Claudia Miglionni resultó ser una mujer independiente, súper interesante. Una noche que
llegó de un largo viaje, me dijo – en este viaje, tuve como compañeras a Luciana, una
murciana de puta madre y a Stelevena una rusa, que de madre no tiene nada, pero de puta,
todo y que ambas estaban como locas buscando un latino – para comérselo a besos – y
seguramente, para algo más, – dijo Andrea.

Nos tomamos unas cervezas mientras Claudia hacia reservaciones para los cuatro, yo, había
decidido por Stelevena la rusa, pues la española me parecía muy común – te equivocas –
me dijo Andrea, - las murcianas son de temer - argumentó Claudia, será para el retorno dije
y todos volvimos a reír.

Siempre tuve la ilusión de visitar Lisboa y para allá íbamos, no sé por que tenia interés por
conocer esta ciudad, - en que lio me estoy metiendo – me decía, - tómatelo con calma – me
decía Andrea.

Las dos primeras noches en Lisboa fueron tranquilas y agradables, pasemos mucho,
permanecimos gran parte del tiempo hablando y fotografiando, nos hacíamos buena
compañía, recorríamos Lisboa en tranvía, en esos viejos tranvías que parecen que afeitan
autos y peatones al recorrer esas callecitas finas y serpenteantes. Uno de los paseos más
lindos lo dimos en el tranvía 28, lo tomamos en la Rua Saravia de Carvalho en dirección a
Moniz. En el Mirador de Portas do Sol bajamos a tomar una cerveza y a mirar la hermosa
vista del rio desde lo alto de la ciudad, luego seguimos caminando hacia algunos de los
barrios y volvimos al punto de partida.

Al día siguiente fuimos a pasear por las afueras de Lisboa, tomamos el tren a Sintra en la
Estación del Rossio muy cerca de donde quedaba el hotel, recorrimos las calles y
terminamos comiendo Arroz de Tamboril, que nos habían recomendado y entre cervezas
Stelevena en su italiano bien hablado dijo muchas palabras, que yo obviamente no entendí
nada, pero ellas rieron, Claudia me dijo al oído, que Stelevena había dicho, que si esta
noche me podía probar y que le pedía permiso a Andrea, algo que ella sabia por que había
venido y que ya no podía aguantarse más, - salud por eso - dije en ingles

Aquella noche increíblemente estaba nervioso, - como sería en la cama esta rusa que
parecía ser una puta loca, era hermosa y a la vez parecía ser de temer, tenia que esforzarme
al máximo de seguro, para hacer quedar bien a los latinos -

Tirando toda la noche con una rusa. Las europeas si que son diferentes a las latinas en la
cama, pensé y me quedé con la duda de sacarme el clavo con la murciana.

Las vacaciones se hicieron cortas y no pude sacarme el clavo con la murciana, esta era la
oportunidad para recorrer Europa, no podía estar metido en el departamento quería viajar,
salir, conocer.

Semanas después estaba nuevamente en Santiago, trabajando, ya me había acostumbrado a


esta vida y me preguntaba, cuando estaría de regreso en Arequipa, junto a Valentina,
disfrutando de mis hijos, y ¿Ana Paula? Nunca más supe de ella, y ¿Ximena? Que sería de
la gente en Arequipa, de los amigos y esto me llenó de nostalgia y cada vez que esto
ocurría, salía a recorrer Santiago por la noche, principalmente los fines de semana.

Salía y me sentaba en alguna estación del metro, pensaba y miraba como todas las veces a
la misma gente, frente a mí, siempre estaba sentada en un rincón mateando y leyendo un
libro, Ana, una joven y puta uruguaya, conversaba con ella, era increíble, cuan versada era
esta puta. Nos hicimos amigos y un día nos fuimos a Valparaíso, no dejaba que le invite
nada, a ella le gustaba pagar sus cuentas, me invitó a beber cerveza en el bar de un alemán
amigo suyo. Había música en vivo, primero un grupo que cantaba música de scorpions y
luego muy de madrugada un tipo cantaba música de Joaquín Sabina, bebimos tanta cerveza
que estábamos completamente ebrios, cuando salimos del bar el día aclaraba, ella se fumó
un porrito mientras caminamos abrazados hasta el hospedaje, yo caí rendido a la cama y
ella se dio una ducha, de pronto echada a mi lado me empezó a bajar el pantalón, introdujo
mi pene en su boca y empezó a chuparlo como si fuese una de las golosinas más deliciosas
y cuando quise hacerle el amor ella me dijo – soy una puta y tu un señorito, no soy digna de
ti, por eso, solo déjame tener sexo oral contigo – quedé sorprendido con sus palabras, pero
tenía ganas de tirarme a esta uruguaya.

Dos días después al regresar del trabajo, abrí la puerta del departamento y encontré una
nota debajo, era de Andrea, - que raro- dije, si Andrea tiene llave por que dejaría una nota
debajo de la puerta, abrí el sobre y me senté a leer.

Sonó el teléfono y supe que era Andrea. Lo supo con tanta certeza que me quedé inmóvil,
por un memento, al contestar me dijo – estoy ahora saliendo de la ducha, el cabello pegado
a la cara entre el vapor del agua caliente que goteaba en los azulejos del baño –

Se quedó en silencio, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran


cambiar el curso de lo que había iniciado. – Aún estoy en la bañera depilándome las
piernas, el agua me corre por la cintura, mi piel está desnuda, esperando por ti – la escuché
decir por el teléfono, mientras se escuchaba el estéreo del departamento, era la voz de
Miguel Bosé, su favorito, que cantaba historias lejanas con letras incomprendidas. Siempre
temió que tales canciones fueran presagios, y de pronto eran realidad oscura y amenaza.
Soltó el inalámbrico, salió de la bañera diciéndome – estoy dejando rastros de agua hasta la
cama, para que te guíen hacia mí, ¿vienes? –

Al ingresar al departamento, el teléfono estaba sobre la colcha, pequeño y negro, lo miré


sin tocarlo, mientras ella preparaba unos tragos, tenía puesto tan solo un polo y un calzón;
tarareaba las palabras de la canción, como si formase parte de ella. Encendió un cigarrillo,
se acercó hacia mí, me empezó a besar, se tomó de un sorbo el trago, fumó fuertemente una
piteada, se quitó el polo, le besé los pechos, le bajé el calzón, rápidamente que deshice de
mi ropa, parados desnudos frente a frente, sonreímos nos besamos y corrimos a la cama, mi
lengua recorrió su cuerpo por completo, deteniéndome dos veces, una en sus pechos y otra
en su vagina, ella desesperada, casi al borde de la excitación total, clamaba que la
penetrase, lentamente introduje mi pene en su vagina, una y otra vez.

Así fue por toda la noche, sin cesar, quedando dormidos sin darnos cuenta. Al despertar ella
estaba sentada fumando frente a la cama, sin ropa, contemplándome.
- Deseas beber algo – dijo
- Una cerveza, por favor – respondí

Al traer la cerveza, tomó un sorbo del pico y me la pasó, me la bebí por completo, mientras
ella se recostaba nuevamente en la cama, acariciando mi cabello, besando mi rostro
tratando de excitarme nuevamente, para terminar haciendo el amor una vez más. Fueron
tres días sin salir de casa, solo haciendo el amor, sexo y más sexo, como dos animales
racionales, que sabíamos lo que hacíamos y disfrutábamos de ello. Le hice el amor como un
lobo enfurecido y sin consuelo.

Fue mala la idea de tener sexo aquellos días con Andrea, ahora no podía quitármela de mi
vida, pasaba a recogerme al trabajo, almorzábamos juntos y terminábamos haciendo el
amor en mi departamento o en el suyo. Días enteros en la misma rutina, caminábamos por
las estaciones del tren en la noche y volvía a ver a Ana. Sentada en un rincón leyendo un
libro, y me entraban ganas de tirarme a la uruguaya, pero tenia a mi lado a Andrea, para
tener sexo seguro.

Una mañana Andrea llegó a mi departamento, con su madre, quedé sorprendido al


enterarme, que aquella mujer de unos ochenta años, muy bien parada y hermosa, era su
madre, que se traía entre manos Andrea, quedé impresionado con su madre, una mujer
súper inteligente, ahora sabía de quien había heredado la inteligencia Andrea. Cuando de
pronto la madre dijo – y para cuando es la boda – no quise poner cara de sorprendido y le
seguí la corriente, más sorprendido aun cuando dijo – bueno, es un decir, cuando dos
personas adultas y jóvenes como ustedes hacen el amor, el sexo debe ser duro, fuerte, así
somos las ucranianas, principalmente las interior, y ahora que somos argentinas, nos viene
bien –

Que habría querido decir con ello, esta mujer entrada en años, pero segura de saber lo que
estaba diciendo y además me sorprendía de sobremanera, tomó mi mano derecha y la besó,
me dio un fuerte abrazo me dio un beso en cada mejilla diciéndome al oído – hazme abuela
lo más pronto posible – agarró su cartera, se puso su abrigo, se dirigió a la perta y le dijo a
Andrea – vamos hija, este parecer ser un buen hombre, pero tiene que aprender algunas
costumbres nuestras, que tenès que ensañarle -

Al irse Andrea acompañada de su madre, me quedé callado, movía mi cabeza sin decir
palabra, como si evocara algo que no quería que ocurriese, luego bebí un trago de cerveza,
encendí un cigarro de esos de Andrea y volví a beber un trago. Seguía mirando fijo por la
ventana, un poco desconcertado, dando a entender que no tenía inconvenientes para decirle
a Andrea que no quería tener una relación seria y que la soledad era exclusividad mía y de
mis amantes esporádicas.

Pero Andrea se convirtió en mi cruz, la tenía presente hasta en la sopa y esto ya me estaba
aburriendo y estresando, pero no se metía en mi vida, solo que siempre estaba ahí y
terminábamos haciendo el amor, sexo y más sexo, esa era mi vida con Andrea. Dicen por
ahí que las ucranianas, son así, puro sexo.
Una mañana desperté con la idea de poner fin a esta situación, que había durado cerca de
seis meses sin parar. Llamé por teléfono a Andrea para pasar un fin de semana en
Valparaíso, aprovecharía ese momento para dejar en claro mi posición, sin embargo lo que
había pensado tomó un giro impensado, aquella noche de invierno Andrea me dijo
- Estoy embarazada, de dos meses -
Simplemente sonreí, no paré de reír, no sabía si de felicidad o de nervios, - que nombre le
pondremos – dije, para equilibrar el momento, - si es mujer se llamará Catrina como mi
madre dijo – Catrina Andrea – respondí - ¿y si es varón? pregunté – Joaquín cerrado –
respondió.
A partir de ese día Andrea parecía mi mujer, casi vivía conmigo, preparaba comida, hacia
vida familiar, todo en familia, pero se fue dando cuenta que no sería mi mujer y que nuestro
hijo nacería con dos padres que se amaban, que no compartirían un departamento.
LA REBELIÓN DE ANA PAULA GONZALES – VIGIL LARRARÌN

Habían pasado muchos años, pero al fin volvía a ver a Ana Paula y fue aquella noche
mientras tocaba el piano, nos dimos un fuerte abrazo, ante la sorpresa de todos la besé, ella
me correspondió, fue un largo y rico beso.
Cuando reaccioné le pregunté al oído – ¿lo tenias todo preparado?, - de que hablas – me
dijo – estoy tan sorprendía como tu – volvió a decir, - nunca sospeché – dije, - Rodrigo
Vergara Larraín – repetía, - quien se iba a imaginar, que tu, serias esa prima -
- Pero dime – dijo ella – que fue de tu vida – volvió a decir, - ¿te casaste? – preguntó
inquieta,
- Un no rotundo - fue mi respuesta – pero tengo tres lindos hijos –
- Por que será que no me sorprende -
Ya para esto, estábamos cómodamente sentados, sin darle tiempo a la gente que nos
rodeaba a preguntarnos algo…
Me preguntaba en silencio, después de tantos años sin vernos, sin decirnos palabra, y ella
sólo me pregunta ¿Qué ha sido de tu vida?, esperaba algo más, o quizás esperaba
demasiado y entonces le dije:
- Te sorprenderás al saber quien tiene dos hijos conmigo – dije, con voz burlesca,
como tratando de hacer daño
- De quien, anda dime –
- Es una larga historia – dije
- Ya dime, no la hagas larga…
- Jajajajaja sonreí, ¿estas celosas? -
- Ya joder, dime, de quien
- Recuerdas…
- Habla dime de quien – me interrumpió y sentí furia en sus palabras
- ¿Es alguien que conozco? – dijo en son de pregunta, casi al borde de la histeria
- Pero cálmate – le dije,
- ¡Estoy calmada!
- Recuerdas a Rocío Zimerman
- Si, y que tiene que ver ella en todo esto
- Es que es ella, con quien tuve dos hijos
- Y esperas que te crea, Joaquín, por favor ni en tus mejores sueños podrías haber
tenido un hijo con Rocío, menos dos, así que déjate de joder y dime, con quien
tuviste dos hijos –
- Te estoy diciendo la verdad y no me crees – dije sonriendo
- Puta de mierda – dijo – así que la maldita esperó que me vaya para acostarse
contigo y encima tener dos hijos –
- Las cosas no son tan así y es una historia que en algún momento te contaré, claro si
quieres escucharla –
- Dijiste tres hijos y el otro –
- Sabes, también conoces a la madre
- Joder, Joaquín, te tiraste a todas mis conocidas, no me dirás que tuviste un hijo con
Ximena Klass
- Jajjajaja sonreí
Todos nos miraban tratando de entender que ocurría, Rodrigo se acercó y nos dijo –
pasemos a la mesa, que ya esta todo servido -
- Cenen ustedes, a mi ya se me quitó el apetito – dijo Ana Paula
- Sírveme una copa de vino – le dije a Rodrigo
- Y es de mala educación no ir a la mesa – dije dirigiéndome a Ana Paula
- Pero dime, fue con Ximena
- No mujer, no fue con Ximena, aunque debo decir que estoy preocupado, por que un
tiempo a tras la encontré aquí en Santiago y tuvimos un “remember”
- Sabes, vive en BBAA, nunca me dijiste que le presentaste a Marcia de Romaña, lo
cual quería decir que te comunicabas con Ximena y jamás conmigo
- Eso es algo que te explicaré en su momento – me dijo
- Y cuando pensabas decírmelo- me apresuré a preguntarle
Me agarró de la mano diciendo – hoy comenzará esa nueva vida, que siempre debimos
tener, pero dime con quien tuviste tu otro hijo…
- Jajajajajaja, volví a sonreír, con Valentina – dije
- ¡Ah! con Valentina, siempre te acostaste con ella, buena elección
Sentados en la mesa y todos con la mirada centrada en ella, Ana Paula levantó la copa y
dijo:
- Esta noche, es especial para mi, no solo por la presencia de mis amigos y familiares,
sino por que esta noche, como bajado del cielo, como si Dios hubiese escuchado
mis oraciones, les voy a presentar al amor de mi vida, al hombre con quien me voy
a casar mañana mismo, Ángela por favor, prepara mi boda hoy mismo, me caso
mañana, dijo, dirigiéndose a la mujer de Rodrigo. Amigos este es Joaquín
Bustamante, mi amor, mi amante, mi hombre -

No sabia si ponerme feliz o llorar, solo escuchaba y la veía atentamente - ¡salud! - dijo Ana
Paula, giró su rostro hacia mi y me beso como hacia tiempo no lo hacia.
Rodrigo, aun sorprendido hizo también un salud, diciendo, - conozco a este hombre,
refiriéndose a mi desde hace un buen tiempo y ya hablo como peruano, por el tiempo que
pasamos juntos, lo conocí desde que llegó a Santiago a estudiar un posgrado con todo
pagado, por una de las empresas más importantes de Chile, donde se desempeñaba como
todo un ejecutivo, desarrollando un proyecto que él había creado, lo presenté con el padre
de mi mujer, y junto a sus socias impresionó al viejo, con el perdón de mi señora, pero su
padre es un pesario de aquellos y hoy, hace negocios, con estos antecedentes lo traje a
trabajar con nosotros, a la Hacienda Larraín y hoy más que nunca, estoy convencido que
tengo para con él funcionarán de maravilla, - salud por eso – dije sonriendo.
Aquella noche no dormí absolutamente nada, me quedé conversando con Ana Paula, -
tenemos tanto de que hablar – le dije, ella solo sonrió, - que pasa, no te agrada la idea – y
me volvió a besar, tocaba mi cara y contemplaba mi rostro, sus ojos predicaban amor y sus
labios solo querían besar los míos. Cuando todos se fueron a dormir y ya nadie quedaba por
los alrededores la abrasé, la bese, como siempre quise hacerlo y jugueteando terminamos
en su habitación, haciendo el amor hasta el amanecer, sin tapujos, ni dudas, ni nadie, ni
nada que lo prohíba. Esa noche Ana Paula fue mi mujer, tal como alguna vez lo soñé y no
describo como fue, por respecto a ella, aunque cuando leyó el borrador de esta novela se
quejó por lo que acabo de decir.
En la mañana, los trabajadores de al hacienda y no se si llamarlos, peones, estaban
alborotados, preparando lo que sería el almuerzo. El ayuno consistió en suaves pasteles de
hojaldre, sabrosos guisos de verdura, esponjosas tortillas y grandes quesos elaborados en la
hacienda de campo de la familia – y eso donde es – pregunté, - ya conocerá patrón – dijo
uno de los peones, - le he preparado unos caballos, para usted y para la niña Ana Paula –
- Está bueno el queso, más pan - pedí alborotado, si este queso era bueno, pero nada
comparable a los que traían mis amigos los Vizcardo de Pampacolca, esos si eran
quesos.
Para el almuerzo estaban preparando un cabrito al palo, carne asada, chorizos y las mujeres
hacían las empanadas, si, las famosas empanadas, la verdad es que estas no eran, ricas,
sino, deliciosas, me alcé como tres - para el camino - dije sonriendo, - como no más patrón,
con confianza – median aquellas mujeres que trabajaban en la hacienda - y eso de patrón ya
me estaba gustando - Esa tarde me emborraché, porque lo necesitaba, había vuelto a ver a
Ana Paula y la verdad feliz no estaba, me tomé todo el vino, el mismo que tomaba en la
casa de Ana Paula en Arequipa, ahora se por que tenían tanto de este buen vino en su casa.

- Usted me cae simpático, patrón -dijo la misma mujer de las empanadas - le voy a
traer lo mejor de la casa, - Maruja – gritó
A su llamado acudió una mujer joven enfundada en un vestido demasiado estrecho, que
apenas podía contener la exuberancia de su feminidad. – tráele más vino al patrón – dijo
ordenándole. – y más empanadas por favor – murmuré y las dos mujeres sonrieron.
La Maruja, era la hija menor del capataz de la hacienda, tenia aproximadamente 20 años y
una de esas tardes de los treinta días que me quedé en la hacienda y aprovechando que Ana
Paula había viajado con Rodrigo a Santiago en un viaje relámpago; me llevó de la mano a
un cuarto pequeño, cerrado como una tumba, con las ventanas cubiertas de cortinas oscuras,
donde entraba la luz del sol con dificultad. Allí, le quité la ropa, desarmé su trenza y pude
comprobar que era una cabra chica que había crecido, engordado y embellecido de pronto y
que hoy era una mujer que sabía lo que quería. Terminé de quitarle la ropa y comprobé que
no tenía calzón, comencé besándole sus pechos y noté que tenía una incansable disposición
para la sensualidad y el sexo. Tenía el cuerpo depilado y su piel había sido frotada con
limón y miel como me explicó, hasta dejarla suave y blanca como la de una criatura. Tenía
las uñas pintadas de rojo. Nos echamos en el suelo sobre unos cueros de caballo, mientras
ondulaba su cuerpo como una serpiente, me contó su vida. Hicimos el amor de forma
violenta y feroz que yo casi había olvidado, apretados en el nudo vivo del deseo,
atornillándonos hasta desfallecer, volví a sentirme un adolescente, contento de tener entre
los brazos a esta brava hembra chilena, que no se deshacía en hilachas cuando la montaban,
una yegua fuerte a quien cabalgar sin contemplaciones. Rodrigo tenía razón las chilenas del
interior son fuertes en el sexo y esta era un espécimen natural un autentico patrimonio
cultural chileno. Así son las mujeres, me repetía constantemente Rodrigo, mujeres que no
podrás olvidar. Después, de este buen sexo, quedé adormecido y feliz, descansé un rato a
su lado, admirando la curva sólida de su cadera y salí presuroso a darme una ducha, no sin
antes decirle – tenemos que repetirlo – ella respondió con voz coqueta – cuando usted
quiera patrón -
Momentos después me encontraba cabalgando a caballo con su padre, como si nada hubiese
pasado, quería conocer lo grande que era la hacienda - Usted dele para adelante, que yo le
voy diciendo el camino - me dijo el capataz, salimos de los alrededores de la hacienda y
entramos a espacio abierto donde empezaba el valle, doblamos a indicación del capataz por
un camino lateral y seguimos entre los campos laterales del viñedo hasta que ordenó a los
que nos acompañaban que se detuviera junto a mi, pues se acercaba la camioneta de la
patrona
- Te diviertes mi amor – escuche decir a Ana Paula
- Sube, que no quiero apartarme ni un minuto más de tu lado – expresó sonriendo
Había terminado mi travesía a caballo, alguien se acercó a mi caballo, me ayudó a bajar y
llevó al caballo de regreso.
Emplazado en la camioneta, Ana Paula - Isabel se repuso del triple parto con rapidez, y yo
no sabía de quien hablaba. Su abuela era la nana de la mía, aquí en la hacienda que después
de la muerte de sus antiguos patrones, es decir de mis abuelos, se quedó a servir en la
hacienda junto a sus hijos y nietos para seguir sirviendo a la misma sangre, como decía. Su
abuela había nacido para acunar hijos ajenos, para usar la ropa que otros desechaban, para
comer sus sobras, para vivir de sentimientos y tristezas prestadas, para envejecer bajo el
techo de otros, para morir un día en su cuartucho del último patio, en una cama que no era
suya y ser enterrada en una tumba del Cementerio en las afueras de la hacienda. Su abuela
tenía cerca de cien años cuando murió, pero se mantenía inconmovible en su afán,
incansable en los trajines, intocada por el tiempo, con agilidad para organizar la hacienda;
conocía la hacienda como la palma de su mano, andaba por sus rincones en silencio cuando
con su manía de mudez, con fortaleza para lidiar con su marido y los peones y ternura para
consentir a sus nietos. Tenía como hábito murmurar oraciones por los vivos de la familia y
también por una prolongación de los servicios que había prestado en esta vida. En su vejez
llegó a olvidar para quién rezaba, pero mantuvo la costumbre con la certeza de que a
alguien le serviría. Todo eso me contó Ana Paula de retorno a la hacienda.
- Ahora ya sabes más de la hacienda, esta es una herencia familiar y más que una
herencia es una tradición de cada uno de los miembros de esta familia los Larraín –
Ruiz- Tagle. Ya irás conociendo los secretos y costumbres de esta haciendo y de la
vida del campo chileno, si es que ya no has aprendido – expresó burlescamente.
Algo que me dejó extrañado, sería la encerrona con aquella cabra chica, parte de las
costumbres de la hacienda y ella lo sabía. Traté de disimular, para no crear sospechas, me
odiaba por haber dado riendas sueltas a mis bajos instintos con esa cabra chica, algo que
antes no me hacía sentirme orgulloso, pero comprobé que ya no era el mismo de hacia años,
de los tiempos en Arequipa y eso me hizo reflexionar sobre mi amor por Ana Paula. – Que
ocurre amor, de pronto de quedaste callado – la mire y sonreí contemplando su rostro con
unos deseos locos por besar sus labios.
Ana Paula habìa entrado en un período muy próspero, sus negocios parecían tocados por
una varilla mágica. Se sentía satisfecha de la vida. Era rica en dinero claro, era rica en todo
el sentido de la palabra, tal como se lo había propuesto alguna vez. Estaba exportando vino
al extranjero, formó una empresa constructora con el padre de Ángela mujer de Rodrigo y
Las Tres Cruces, que había crecido mucho en tamaño, estaba convertida en el mejor fundo
de la zona, había incursionado en política, tenia el apoyo de Rodrigo, que a pesar de sus
caprichos de infidelidad sexual era un gran tipo.

A la mañana siguiente, desperté entre los brazos de Ana Paula, con un humor de los re mil
diablos – buenos días mi amor – me dijo Ana Paula, por un momento me quedé callado
pensando - sucede algo – volvió a decir – no amor, es que no pude dormir bien anoche –
dije, tratando de salir del paso, - claro, si hasta ahora me duele, estas loco lo hicimos toda la
noche, no irás a decir que no te gustó – su voz sonó como aclaratoria, - amor, sería mucho
pedir, que me traigan el desayuno a la cama – ella sonrió diciendo – le diré a la Maruja que
te traiga el desayuno, - te lo agradecería -

- Mucho cuidado con esa cabra ah, si me he dado cuenta de como la miras –

Su dedo índice apuntaba alternativamente hacia mi – Ana Paula por favor, celos a estas
alturas de la vida – ya estaba comenzando a irritarme – quiero estar solo por favor, puede
ser –

- Si que despertaste de mal genio, no conocía esta etapa de tu vida –


- Y muchas otras, han pasado muchos años Ana Paula, ya no soy el adolecente de los
noventa que dejaste en Arequipa –
- Ay mi amor, si para mi sigues siendo el mismo hombre del que me enamoré -

En ese momento le expliqué que el amor no existía, que era una invención de algún idiota
y de los trovadores. Que eso que las gentes creían que era un cristalino manar de
emociones, un pura derramamiento del sentimiento era el deseo instintivo de los gatos en
celo disimulado detrás de las palabras bellas y los mitos de la literatura. Quería decirle
muchas cosas en ese momento, cosas como por ejemplo que ya no creía en el matrimonio y
se lo dije, con el aire más pedante que pude. Ahora soy partidario de lo que llaman el amor
libre, Ana Paula quedó perpleja y bastante incrédula con mis palabras – mejor te dejo solo,
para que pienses y te des una buena ducha, deseas desayuno –

- Si por favor, y perdóname, no es mi mejor día –

Ni yo mismo creía todo eso que había dicho, pero quería hacerme el interesante, pero
dentro de todo había algo de cierto, Ana Paula, me hablaba de matrimonio, después de
tantos años de angustia sin saber de ella, y ahora si me casaba que haría con Valentina, con
Rocio, ellas que siempre estuvieron a mi lado durante estos años, amándome a su manera,
pero amándome, y mis hijos, ahora que pensaba en regresar a Arequipa y olvidar a Ana
Paula, Dios me la pone nuevamente en el camino.

- Patrón el desayuno, puedo pasar - era la voz de Maruja, - pasa mujer – respondí
- Buenos días patrón, como amaneció, es un día radiante, le abro las cortinas - decía
revoloteaba por la habitación, con esos vestidos ajustados, que le dibujaban el
cuerpo a la perfección. – la señorita Ana Paula me pidió que le traiga el desayuno y
que le prepare la ducha, comerá algo o se duchará primero -
- Está todo bien te agradecería que me prepares la ducha, mientras me tomo este jugo,
que parece estar delicioso - le decía mientras le tocaba las nalgas – ay patrón, que
ricas manos – decía coquetamente, - anda a llamar a Ana Paula, dile que venga –
- Si patrón – y salió presurosa.

Minutos después apareció Ana Paula – ya se te pasó, nos damos una ducha, es momento de
regresar a Santiago, que he dejado abandonados los negocios –

- Iremos a la ciudad, yo que me había acostumbrado a las vanidades de la vida en el


campo –
- Ya vamos a la ducha, que hoy estás insoportable

Sería bueno regresar a Santiago, hacia tiempo que no revisaba mi correo y sabia nada de
Valentina, de Roció, ni de los bebes y tampoco de Andrea, no le había comentado a Ana
Paula nada de ella.

Pero no podía irme sin tener un ultimo encontronazo con maruja, así puse en practica todas
mis argucias para quedarnos unos días más y planear un ultimo encuentro con la Maruja,
aprovechando que Ana Paula daría indicaciones a los trabajadores en el fundo mismo.

La Maruja era una cabra pendeja, le dejé mi dirección, teléfono y un dinero para que
cuando se anime deje el campo y me visite en Santiago, algo que nunca había hecho, le
dije que ya era hora de conocer la capital y que si se portaba bien conmigo me la llevaba a
Arequipa, la muy pendeja no me creyó nada de lo que le decía, pero me prometió que iría
Santiago antes de lo que yo pensaba. – Pero por favor no la haga sufrir a la señorita Ana
Paula, ella muere por usted, yo sé lo que le digo –

Me dejaron pensando aquellas palabras, pero teníamos que hablar Ana Paula y yo, algo que
no quería hacer, pero era necesario.
De regreso a Santiago pasamos la noche juntos, pero a los dos días le dije que regresaría a
mi departamento, que tenia que arreglar algunas cosas pendientes, ella asintió sin
comentarios. Aproveche el tiempo para hablar con Valentina y Roció, obviamente hable
con Andrea, quien me dijo que estaría por Santiago en dos o tres días. Pero lo más
sorprendente fue una tarjeta que encontré debajo de la puerta, estoy en Santiago, llámame,
o tenia nombre de remitente, llamé al número y una voz conocida me respondió – holas,
soy Joaquín Bustamante – dije titubeando un poco, - se pude saber donde has estado en
estos días, que ando sola – deje un momento el silencio rondar y dije – oh my god, Ximena
mi amor, que sorpresa –

- Te han tenido secuestrado –


- debo suponer que ya lo sabes –
- obvio, y me muero de celos, lo sabes verdad –
- así que quiero verte y tenerte para mi unos minutos -
- y así le pagas a la amiga, que confía en ti todos sus secretos -
- Y se tira al Joaquín como ella sola, no me opongo a ello –
- Jajajajajaja, no estarás hablando en serio –
- Bueno, puedes o no puedes –
- Ya conoces mi departamento –
- Estoy ahí en treinta minutos, por lo menos tendrás un buen vino –
- Jajajajjaajajaja, volví a sonreír -
- Basta de sonrisas, que te tengo una noticia más -

En dos días llegará Marcia de Romaña a Santiago a inaugurar su galería y quiere verte, me
tomé la libertad de darle tu dirección, espero que haya hecho bien, así que, prepárate -

Quedé mudo por un instante – que pasó, te quedaste sin palabras de pronto – Estaba
perseguido por el pasado una vez más.

La conversación con Ana Paula tendría que esperar, esta bien que así sea, para pensarlo
mejor.
LA REBELIÓMN DE LAS MUJERES PARTE II

Ximena Klass se casó con un italiano funcionario del banco mundial residente en argentina,
que la tenia como una reina, es que realmente ella se merecía ser atendida como una reina,
vivían en Buenos Aires, él dedicado a lo suyo, ella colaborando en obras benéficas y
apoyando a Marcia, terminaron siendo infaltables amigas y me dio gusto; Marcia se casó
con un periodista uruguayo, dedicado a la televisión y a escribir, gracias a él podré publicar
este libro, Ignacio me presentó algunos contactos del mundo de la bohemia literaria
argentina y uruguaya, le estoy eternamente agradecido.

Antes de mi regreso definitivo a Perú, para vivir como siempre lo debí a haber hecho; llegó
a visitarme sin previo aviso Rocío. Grande fue mi sorpresa al verla, nunca llegaba sin
avisar.

- ¿Pasó algo? – fue mi primera reacción en son de pregunta, - ¿esta todo bien? -
insistí
- Todo bien Joaquín, no hay por que preocuparse, simplemente vine a visitarte, traje a
los chicas para que pasen un buen tiempo contigo y para que hablemos de algunas
cositas –
- Entonces las cosas no están bien, ¿sucede algo? -
- Nada de que preocuparse, ya habrán momentos para hablar

Fue la breve conversación que tuve con Rocío el día de se llegada, estuve en silencio
mientras ellas se instalaban en el departamento, - prepararé algo de comer, ¿que tienes para
preparar? – preguntó, - no mucho, últimamente estoy comiendo afuera –

Se las ingenió para preparar algo, nos sentamos a la mesa, destapé una botella de vino,
comí en silencio, escuchándola hablar, pero sin decir nada concreto, cuando de pronto
Camila, mi hija mayor, rompió el silencio – papi estarías de acuerdo, con que nos fuéramos
a vivir a Alemania – dirigí mi rostro hacia Roció preguntando ¿es eso verdad? Roció
respondió rápidamente, - es una posibilidad, que hemos venido a consultarte, pero no es el
momento para hablarlo, espero que estés de acuerdo, que no es el momento - entendí el
mensaje y esperamos a que las nenas se duerman, aunque Camila ya era grande y entendía
a Mariana del Rocío, aun le costaba, pero el sueño y el cansancio del viaje las ganó, así
teníamos toda la noche para conversarlo.

Encendí un cigarrillo, ya no fumaba, pero el momento lo ameritaba, era un Kent, Rocío


fumaba solo esa marca, seguro lo primero que hizo al bajar del avión fue comprar una
cajetilla.

- Bueno, que fue eso – le pregunté

Ella se me acercó, me besó en los labios, me abrazó fuertemente y me dijo, - todos estos
años han sido maravillosos para mi vida, encontré tu respaldo, tu amor, tenemos dos hijas
maravillosas que te aman y que siempre preguntan por ti, conocí a Valentina, una buena
amiga, una hermana que nunca tuve, que me enseñó a crecer como profesional y persona,
junté dinero, me rehíce como mujer, como madre –

Aun no podía entender como es que Rocío había decidido viajar rumbo a Alemania, que es
lo que la impulsaba a viajar, así repentinamente. En un momento más, me aclaró el asunto.
– Una mañana – me dijo – mientras trabajaba, revisé mi correo encontrando un mensaje que
me hizo llorar, una persona me había escrito un mensaje muy tierno que me abría una
puerta hasta ese momento desconocida para mi. Como tu bien sabes, nunca conocí a mi
padre, solo supe de él fue lo que mi madre me contaba siempre entre lágrimas y como
imaginarás no conocí mucho, pero este mensaje fue curioso, lo remitía un tal Karl
Ackerman, que decía ser mi hermano, en un principio me pareció una broma de muy mal
gusto, pero después me pregunté quien podría saber tanto de mi y después me volví a
preguntar como es que sabia de mi y de mi correo, no contesté el mensaje, ni lo hablé con
mamá, ni con nadie, ni con Valentina, hasta que este tipo llegó una mañana del mes pasado
a Arequipa y se presentó en la casa, Valentina lo atendió y le pidió una dirección u hotel
para buscarlo por que yo no estaba y ella sabía que hermanos no tengo. Valentina es una
mujer muy hábil, inteligente e importante, antes de llamarme se puso en contacto con la
embajada Alemana en Lima y valiéndose de algunos contactos pidió información sobre el
tipo y oh sorpresa este hombre de nacionalidad alemana había estado buscando información
de una peruana hija de alemán que aseguraba ser su hermana. –

La escuchaba con atención sin hacer ningún comentario – lo llamamos por teléfono al hotel
donde estaba hospedado concertamos una cita, que no tardó en aceptar, explicándonos
cuales eran sus intenciones y que lo había traído hasta aquí –

- Cuales eran sus intenciones - interrumpí


- Me contó que el era el único hijo de mi padre en Alemania, y que se enteró de mi
existencia el día que mi padre enfermó de manera terminal, falleció, nunca lo juzgó,
es más, vivía agradecido de que papá lo haya criado de esa manera, desde ese
momento quiso buscarme más aun cuando mi padre se lo pidió antes de morir. Me
mostró unas fotos mías de pequeña, que hasta hoy recuerdo, comprobando que mi
madre tuvo contacto con mi padre, algo que yo desconocía. –

Con todos esos argumentos me quedaba claro que ella quería ir a conocer Alemania y
participar de la vida de su único hermano, pero eso no era raro, no estaba mal que ella
hiciera eso, por que tendría que consultármelo, simplemente era regularizar los documentos
y comprar los pasajes, ella era alemana, las bebes también, por ser sus hijas y nietas de un
alemán.

- No veo cual es el problema –


- Rodrigo, quiero ir a vivir a Alemania, primero ir y conocer, analizar mi situación
- Que es lo que harías allá, no quiero que te conviertas en carga de nadie – le dije
- Eso es lo que quiero ver, este hombre, es decir mi hermano, me habló de una
empresa familiar, que él no podría vivir tranquilo sino la comparte conmigo
sabiendo aun que soy su única hermana.
- ¿Y si eso fuese así, que has pensando? – pregunté
- Las posibilidades son mil, nuevamente mi vida cambiaria, pero alejaría a tus hijas
de tu lado –
- No, no lo veo así, no voy a decir que han vivido sin conocer a su padre, es decir sin
la presencia de su padre, pero, yo siempre estaré a lado de ustedes, siempre los
visitaré –
- Para ti es tan sencillo –
- No, no es sencillo –
- No quiero que se aparten de mi lado –
- Pero Joaquín, nosotros no formaremos una familia, esta Valentina que también tiene
derechos, vivir los seis juntos no te parece una locura – dijo en son de broma.
- Me parece una locura que desees irte, sin saber a donde realmente –
- Por eso digo, primero iré a ver y si me conviene regresaré -
- No estoy muy convencido –
- Pero al fin de cuentas, ese no es el problema –
- Hay más -
- Sí, Camila piensa que si tu aceptas que viajásemos, sería por que nunca las quisiste
y que deseas desacerté de nosotras –
- Pero tú sabes que eso no es así –
- Si lo sé y se lo he explicado, pero no entiende razones –
- Así que un si tuyo podría causarle un gran daño a Camila –
- Y entonces, que has pensado -
- Eso es lo que vine a consultarte –

Entonces la pelota estaba en mi cancha, tendría que tomar una decisión, yo que tomé tantas
en la vida esta era la más difícil.

- Si realmente eso es lo que deseas para tu vida, estas en todo tu derecho, eres una
mujer libre, inteligente, sabrás elegir a un acompañante –
- No, no me has entendido, no voy en búsqueda de pareja, me queda claro que el
único hombre en mi vida, eres y serás siempre tu.
- Entonces por que quieres ir –
- En búsqueda de un pasado que nunca tuve, una identidad que me fue esquiva y que
si eso les puede favorecer a las niñas a nuestras hijas seria un gran paso en sus
vidas, ¿no lo crees así? -
- Y para eso tienes que alejarnos, no puede ser poco a poco, hasta que las niñas
crezcan y puedan decidir, que es lo que quieren para sus vidas o es que tu no sabes
que es lo que quieres para tu vida. –
- La tengo clara, lo que quiero para mi vida eres tu y si no te puedo tener,
compartiremos nuestras hijas juntos. Tu, que has pensado para tu vida, te quedarás a
vivir en Santiago o regresarás a Perú a tu Arequipa, allá no te faltará nada, tienes
casa, casas, dinero, una empresa que nunca la manejaste, pero que es prospera, y es
tuya, nuestra, tienes dos mujeres que te aman, Camila y Mariana, un hijo
maravilloso, que es tu fiel retrato, y dos mujeres, que decidieron vivir por ti y para
ti, por que ese también es el pensar de Valentina.
- Entonces esta decidido en las vacaciones de fin de año, viajaremos a Alemania y
vendrás con nosotras, veremos las opciones y decidiremos junto a Valentina lo
mejor para nuestros hijos, y cuando hablo de nuestros hijos incluyo también a
Ignacio

A los dos días estaba con Ana Pauala


LA REBELIÓN DE LAS MUJERES PARTE FINAL

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