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BLOQUE I.

Introducción
Las distintas castas de un mismo hormiguero, reproductoras -reinas-, obreras o
guerreras, se reconocen entre sí por ciertas sutiles emanaciones que se denominan
feromonas; así se evita el que se ataquen tomándose por extraños. El ser humano es
más insensible a ciertos efluvios, pero, en cambio, se reconoce como miembro de
clanes, clases o gremios, por el lenguaje. Aquí el caso es algo distinto porque el
idioma es esencialmente comprensible a todos, pero las variedades dialectales ex-
presan pertenencia, guiño de socio. Un campesino puede estar hablando exacta-
mente de lo mismo que un ecólogo, de la productividad de sus campos pongamos
por caso, pero la jerga será totalmente diferente aunque bien precisa en ambos. En
un asunto tan de moda como es el medio ambiente hay esencialmente tres castas
bien separadas con híbridos apenas calificables: los ecólogos, científicos de la eco-
logía; los ecologistas, activistas que consideran prioritarios los problemas ambien-
tales y que utilizan ciertas aseveraciones de la ecología paras sustentar sus deseos
de cambio económico, político o social, y, finalmente, los técnicos ambientales,
planificadores, ordenadores del territorio, anticontaminadores, ingenieros sanita-
rios, contribuidores en suma al mantenimiento del sistema. Las diferencias son
patentes para un oído bien entrenado. Así, por ejemplo, un ecólogo rara vez utiliza-
rá un término del que abomina por encontrarlo poco preciso y hasta simétricamente
redundante, medio ambiente; en cambio, los otros dos lo harán desaforadamente.
Hasta hace pocos años los focos de subversión estaban emplazados... en los
departamentos de filosofía de las universidades; hoy aparecen reemplazados por
sus homónimos de ecología...
En su corta historia, la Ecología, que nace prácticamente con el siglo pero no
es hasta la década de los sesenta que su designación pasa al vocabulario corriente,
parece debatirse esquizoidemente entre dos amores: el “legítimo”, en la búsqueda
de una formación teórica sólida...; y el “ilegítimo”, en forma de sus devaneos, apo-
yos y reticencias con el ecologismo. Entre uno y otro, su afortunadamente persis-
tente apego por el contacto directo con la naturaleza, que... no es un contacto preci-
pitado, porque no se trata solamente de conseguir datos cuantitativos concretos,
sino también, o aún más, estímulos para la reflexión.
En cualquier caso, el apelativo ecológico confiere hoy el efímero prestigio,...
al sustantivo que le anteceda, que antaño propiciaba el de “experimental”... El abu-
so del término, fuera del marco en que fue acuñado, ha provocado sin duda su ba-
nalización hasta el punto de que un indicativo considerablemente fiable para medir
el contenido en verdadera ecología de un trabajo consiste en observar si lleva des-
vergonzadamente incluido en el título el dichoso término... Margalef se lamenta -
un tanto socarronamente- de que “la ecología, como la palabra democracia, haya
entrado en el limbo de los zapatos descosidos del lenguaje”. Cada vez significa
menos por más que se le quiera atribuir más. No se trata de que su prostituido uso
para promocionar primaverales modas de grandes almacenes o ciertas novísimas
colonias ofenda la dignidad de sus legítimos usufructuarios, los ecólogos profesio-
nales; es, más simplemente, que ya no se puede saber donde empieza y donde aca-

Ecología. - 1 -
ba lo verdadero. Junto a la moda ecológica y las colonias ecológicas, se sitúan “los
comportamientos ecológicos”, o, aún más increíble, se dice: “hay que preservar la
ecología de tal o cual sitio”... Hay quién piensa que las asignaturas de ecología de
las facultades de Ciencias Biológicas explican tácticas guerrilleras de sabotaje eco-
logista... o exponen ponderadamente las ventajas e inconvenientes de las energías
alternativas. Las publicaciones departamentales serían las masivas producciones de
pegatinas para ornato de carpetas escolares y sus catedráticos venerables santones
de la no agresión...
Diccionario de ecología, ecologismo y medio ambiente.
Fernando Parra. Alianza Editorial. 1984.

Ecología. - 2 -
1. LA ECOLOGÍA.

1. ¿QUÉ ES LA ECOLOGÍA?.
La ecología estudia las La Ecología y la Genética guardan cierto paralelismo. Si preguntamos por la
relaciones de los orga-
nismos entre sí y con su época de su “nacimiento oficial” podemos responder, sin temor a confundirnos
medio demasiado, que a finales del siglo XIX o principios del XX; pero ambas tienen su
“nacimiento real” mucho antes: nos podemos remontar a los orígenes del hombre,
cuando éste seleccionaba las variedades silvestres de plantas para cultivarlas, -en el
caso de la genética-, o cuando observaba cuáles eran los mejores lugares y cuándo
se daban las mejores condiciones para encontrar los animales que habían de servir-
le de alimento, -en el de la ecología-.
Nos puede ocurrir lo mismo: a lo largo de la unidad y del curso comprobare-
mos que, antes de comenzar los estudios de esta materia, ya sabíamos algo de eco-
logía y que en algún momento de nuestra vida hemos ejercido de ecólogos, aun sin
proponérnoslo y sin que fuéramos conscientes de ello. También, estamos seguros,
haremos el descubrimiento contrario: algunas cosas que pensábamos que eran obje-
to de estudio de esta ciencia, veremos que se quedan fuera de su campo de actua-
ción o que son simples vulgarismos de una palabra, la Ecología, que tiene una sóli-
da base científica.
Si insistimos en saber cuando se utilizó por primera vez la palabra Ecología
para referirse a una ciencia, descubriremos que empezó a usarse por primera vez en
la segunda mitad del siglo XIX; concretamente, Henry Thoreau la usó en 1858 en
parte de su correspondencia, pero no la definió.
La introducción oficial del vocablo se atribuye al zoólogo alemán Ernst Haec-
kel, que la definió, en 1869, como el conjunto de las relaciones de los organismos
con su ambiente orgánico e inorgánico. La palabra ecología deriva del griego oi-
kos, casa, por lo que se podría resumir que es el estudio del lugar donde viven los
organismos.
Desde entonces, se han dado numerosas definiciones de la Ecología, tratando
de concretar cuál es su objeto de estudio, ya que según la definición original, pocas
cosas se escapan del campo de actuación de esta ciencia. No obstante, estamos muy
lejos de tener una definición formal de la Ecología, ya que el concepto de la misma
varía según el nivel de actuación de los distintos autores que la definen. De todas
formas, tampoco es necesaria una definición precisa si comprendemos qué estudia
la Ecología.
E. Odum (1963) la definió como el estudio de la estructura y función de la na-
turaleza. Una definición más concreta es la Andrewartha (1961): es el estudio cien-
tífico de la distribución y la abundancia de los organismos. Aún más precisa es la
de Ch. J. Krebs (1986): el estudio científico de las interacciones que determinan la
distribución y abundancia de los organismos. En palabras del mismo autor, la eco-
logía se interesa por saber dónde se encuentran los organismos, cuántos hay y por

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qué están allí. Unas definiciones muy sucintas son las de Margalef: la ecología es
la biología de los ecosistemas, y la de González Bernáldez: la ciencia de los eco-
sistemas. Según estas últimas definiciones, el nivel de estudio de la ecología es el
de un nivel de organización constituido por individuos de especies diversas.
Si tuviésemos que quedarnos con una definición, podríamos agrupar las ante-
riores y, refundiéndolas, podríamos obtener la más usada académicamente: el estu-
dio de las relaciones de los organismos entre sí y con su medio.
Definitivamente, si hay disparidad de criterios en definir la ecología, hay me-
nos en considerarla como una ciencia de síntesis; esto es: utiliza los materiales de
otras disciplinas, las raíces -matemáticas, fisiología, evolución, genética, etología,
etc.-, para construir un tronco común. El gran acierto de la Ecología, según F. Pa-
rra, ha sido poner en conexión conocimientos dispersos que han encontrado nueva
luz al relacionarse entre sí.
Otra característica de la misma es la ausencia de grandes leyes, postulados de
validez universal y, en definitiva, de un sólido marco teórico, que sí poseen otras
disciplinas como la Física, la Química o las Matemáticas.

2. ECOLOGÍA Y ECOLOGISMO.
El ecologismo es un
Desde finales de la década de los sesenta la palabra ecología, u otras relacio-
movimiento social hete-
rogéneo que trata de nadas con ella, empieza a ser de uso común en prensa, radio y televisión; también
armonizar las activida-
des humanas con su
se empieza a oír la voz de un nuevo tipo de asociaciones, llamadas “verdes” o
entorno “ecologistas”. No es ajeno el nacimiento del movimiento ecologista con la profu-
sión de la palabra ecología en los medios de comunicación y con que los gobiernos
empezaran a incluir dentro de sus programas (al menos para el electorado) medidas
destinadas a paliar la degradación de ciertos ecosistemas o propugnar leyes de con-
trol de emisiones de contaminantes.
El ecologismo es un movimiento de tipo social (también el algunos países,
como Alemania, con un matiz político) que intenta armonizar las relaciones de las
sociedades humanas con su entorno. Las primeras actuaciones surgieron cuando
algunos científicos empezaron a dar la voz de alarma sobre las repercusiones de los
contaminantes atmosféricos o del agua en la salud humana o en los ecosistemas; o
cuando alertan sobre el grave deterioro o desaparición de ecosistemas, hasta enton-
ces casi intactos, a causa de la actividad humana en ellos. El ecologismo nació de la
unión de elementos un tanto heterogéneos, aunque su objetivo último era el ante-
riormente expuesto. Por un lado, estaban los conservacionistas (muchas veces en
el nombre del grupo se encontraba la palabra defensa), cuyo interés principal era la
conservación de ecosistemas o especies que estaban amenazados por determinadas
formas de “desarrollo”; dentro de este grupo se encuadraron buena parte de los
naturalistas de campo y auténticos científicos. Otro grupo estaba formado por los
antinucleares, cuyo objetivo principal es obvio. Muchos miembros de partidos de
izquierdas también pasaron a integrarse dentro del movimiento ecologista, en for-
ma de grupos pacifistas o radicales, que llevan sus planteamientos de orden polí-
tico al ámbito más concreto de la Naturaleza y pretenden cambiar todo el sistema

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social, sobre todo el económico.
La amalgama del inicio del ecologismo sigue en la actualidad, por lo que es
muy difícil dar una definición del mismo, que satisfaga a todos; aunque su objetivo
fundamental sigue intacto. Actualmente existen numerosas asociaciones y federa-
ciones, que abarcan desde el ámbito local hasta el internacional y es innegable que,
fruto de las presiones ejercidas por estos grupos desde hace varias décadas, los
gobiernos han promovido conferencias internacionales sobre el clima, biodiversi-
dad, etc., que, aunque se queden en la mayor parte de los casos en mera palabrería
y propaganda política, han supuesto avances en la gestión de los recursos ambien-
tales y en la conservación de la naturaleza.
Pero, paralelamente con el auge del movimiento ecologista y con el aumento
del interés por los temas “ambientales”, se ha trivializado la ciencia de la Ecología
y se emplean incorrectamente términos de esta ciencia. Se lee y oye, “se ha dañado
la ecología de tal lugar”, o se le pregunta al entrevistado por “cómo está la ecología
de otro lugar”, o, en fin, se confunde al ecólogo con el ecologista y a la ecología
con el ecologismo. Se le añade el adjetivo “ecológico” a limpiadores, electrodo-
mésticos, bayetas, comidas, hoteles, etc. En muchas ocasiones, se emplean consig-
nas o se inician campañas, que por tener una escasa base científica, prestan un flaco
favor a una causa justa. En otros casos, se ha restringido el verdadero significado
de la palabra ecología, pues con ella se relacionan sólo los problemas ambientales
humanos.
No podemos perder de vista que la ecología es una ciencia y que el ecólogo es
el científico que la cultiva, mientras que el ecologismo es un movimiento social y
el ecologista el activista del mismo o la persona que lleva a la práctica una deter-
minada forma de pensar.

3. HISTORIA DE LA ECOLOGÍA.
La ecología tiene sus
Al pricipio de la unidad exponíamos que el nacimiento de la ecología podía ser
raíces en la Historia
Natural simultáneo con el de los primeros hombres cazadores, recolectores y, posterior-
mente, agricultores y ganaderos. Pero si tratamos de concretar algo más cuando se
publican los primeros trabajos que tienen relación con la ecología, podemos esco-
ger una de las primeras definiciones de la ecología, concretamente la debida a El-
ton (1927), que la definió como “una historia natural científica”, y es que una de
las raíces de la ecología está en la Historia Natural. Otras raíces se encuentran en la
geografía del paisaje, demografía, agricultura y ganadería, etología, fisiología.
En el siguiente cuadro se resumen algunos de los primeros trabajos de ecolo-
gía.

Graunt (1662) describió la poblaciones humanas en términos cuantita-


tivos
Leeuvewenhoek (1687) estudió la tasa de reproducción de los gorgojos, de las
moscas de la carne y de los piojos humanos e intentó calcu-
lar las tasas de aumento teóricas de una especie.

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F. de Reamur (1683-1757) estudia el efecto de la temperatura sobre los organismos
Buffon (1756). Historia reconoció que las poblaciones humanas y las de otros
Natural animales y las plantas, estaban sujetas a los mismos proce-
sos. Estudia problemas de regulación de poblaciones.
Linneo (1707-1778) reconoce la relación entre la distribución de las plantas
y las características ambientales.
Malthus (1798). Essay on publicó uno de los primeros libros sobre demografía;
Population. supuso que la reproducción (sigue una progresión geométri-
ca) llegaría a estar controlada por la producción de alimen-
tos (sigue una progresión aritmética).
Farr (1843). descubrió que, en Inglaterra, existía una relación entre
la densidad de la población y la tasa de mortalidad.
Darwin (1809-1882) estudia el problema de la colonización de las islas. Es-
tructura y dsitribución de los arrecifes. Fecundación de plan-
tas por los insectos.
Bates (1825-1892) establece la hipótesis del aislamiento geográfico en el
mecanismo de la especiación. Estudios de mimetismo.
Edward Forbes (1844) describió la distribución de los animales en las aguas
costeras de Gran Bretaña y parte del Mediterráneo, y obser-
vó que zonas de distinta profundidad se caracterizaban por
sus asociaciones de especies.
Dana, Packard yVerrill subdividen el océano en varias provincia faunísticas.
(1853)
Béclard (1858) estudia la relación entre las longitudes de onda y el de-
sarrollo.
Moebius (1872) introduce el término biocenosis para referirse a un ban-
co de ostras.
S. A. Forbes (1887). The sugiere que las especies de un lago forman un complejo
Lake as a Microcosm. orgánico y que si una especie se ve afectada, esto influye
sobre el resto.
Ros (1890) estudia la ecología de los mosquitos productores de la
malaria y describe los procesos con un modelo matemático.
Warning (1885) estudia la estructura de comunidades vegetales.
Cowles (1899) describe procesos de sucesión de plantas sobre dunas.

Gran parte de los primeros avances de la ecología se debieron a trabajos apli-


cados en el campo de la agronomía, la pesca, silvicultura y la medicina. La lucha
contra las plagas de insectos y su regulación ha sido un problema largamente estu-
diado. Los primeros intentos de control biológico de las plagas datan del año 1762,
en el que se introdujo una especie de estornino para combatir la langosta en la isla
de Mauricio.
El estudio de la epidemiología y de la propagación de las enfermedades en una

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población también ha sido fuente de importantes estudios ecológicos. Para el con-
trol de la malaria se planteó (Ros) desde el principio la necesidad de conocer la
ecología del mosquito transmisor.
Los primeros estudios de demografía humana y sus intentos de establecer ex-
presiones matemáticas para explicar los cambios en las poblaciones sirvieron de
punto de partida para el estudio de poblaciones animales y vegetales. El modelo de
Lotka y Volterra, de 1926, del estudio de la dinámica de dos poblaciones que ejer-
cían una influencia mutua no ha sido superado en muchos aspectos en la actuali-
dad.
A fines del siglo XIX Schröter y Kirchner dividieron la ecología en autoeco-
logía, que estudia los organismos o especies aisladas en relación con su medio y en
sinecología, que estudia las comunidades de organismos. Esta división se ha man-
tenido hasta prácticamente mediados del siglo XX.
Desde principios del siglo XX existió la tendencia a dividir la ecología en ve-
getal y animal y, de hecho se separaron y anduvieron por caminos diferentes duran-
te largo tiempo. La vegetal se desarrolló antes y más rápidamente y la animal
“adoptó” los patrones de aquella. No fueron ajenos a la división los problemas que
plantea el estudio de los organismos móviles que son la mayoría de los animales y
su diversidad de funciones dentro del ecosistema.
Otro tipo de división que imperó en los primeros años de esta ciencia fue entre
ecología terrestre y acuática; y en esta última aún otra división más: ecología mari-
na y de aguas dulces (limnología).
A partir de los sesenta tales divisiones parecen un tanto superfluas y se opta
por una ecología total y de síntesis. La ecología ha pasado de ser descriptiva a ser
una ciencia dinámica y claramente experimenntal y en la que cada vez cobran más
importancia las predicciones y los modelos. Se ha pasado de estudiar organismos o
poblaciones al estudio de comunidades completas, con lo que los equipos de inves-
tigadores son cada vez más interdisciplinares (botánicos, zoólogos, matemáticos,
etc.). La moderna ecología ha gando en extensión y profundidad.

4. NIVELES DE ESTUDIO Y ENFOQUES BÁSICOS DE LA ECOLOGÍA.


La ecología tiene dis- Los niveles -objetos- de estudio de la ecología dependen del enfoque con el
tintos objetos de estu-
dio: organismo, pobla- que se trate esta disciplina. Hay ecólogos que tratan de explicar los distintos niveles
ción, comunidad y de organización a partir del conocimiento de los distintos elementos que los com-
ecosistema
ponen (el todo es la suma de sus partes); desde este punto de vista -reducionista- la
comunidad es una suma de poblaciones y el ecosistema la simple suma de la comu-
nidad y su biotopo. Para otros, el ecosistema posee unas propiedades derivadas de
su propio nivel de organización y que no resultan de la simple suma de las pro-
pieddades de las distintas partes componentes; el ecosistema es el objeto y nivel de
estudio. (recordemos la definición de Ramón Margalef).
Así pues, los estudios ecológicos pueden plantearse en tres niveles distintos: el
del organismo, el de la población y el de la comunidad y ecosistema.
En el primer nivel, el del organismo, los estudios trataría de descubrir cómo

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los individuos se ven afectados por su ambiente, tanto biótico como abiótico, y
cómo influyen sobre éste. En el nivel de población, los estudios irían encaminados
a descubrir los factores que determinan la presencia, o ausencia, de una especie,
cuál es el número de individuos, cómo varía su número a lo largo del tiempo y
cuáles son las causas de estas variaciones. Los trabajos planteados en el nivel de
comunidad y ecosistema estudian la composición o estructura de las comunidades y
ecosistemas y el flujo de nutrientes y energía a través de ellos. A medida que se va
Aprendo más: subiendo en el nivel de estudio se va aumentando el nivel de complejidad.
Una población está com-
puesta por individuos perte-
Cabe pensar que si la ecología se encarga de estudiar las relaciones de los seres
necientes a una misma vivos con lo que le rodea, dichos estudios necesariamente debe ser de “campo” y
especie, que habitan, en un
tiempo concreto, en un lugar
no de laboratorio. Pero, esto no es siempre fácil ni posible: son numerosas las va-
determinado. riables, las características que definen un determinado lugar, las relaciones que se
Una comunidad es un
conjunto de poblaciones que establecen entre organismos, aun entre los más sencillos. Por ello, en muchas oca-
ocupan un espacio con unas siones es necesario recurrir a simulaciones y estudios de laboratorio, en los que se
características definidas: el
biotopo. simplifiquen o controlen las numerosas variables. En otros casos, la imposibilidad
La comunidad y el bioto- de llevar a cabo comprobaciones experimentales, hace que el ecólogo trabaje con
po que ocupa forman el
ecosistema. modelos matemáticos. Pero siempre hay que tener en cuenta que los ensayos de
Población, comunidad, laboratorio o los modelos matemáticos sólo aportan una visión simplificada de la
ecosistema quedan defini-
dos, sobre todo, por las realidad y que es necesario corroborarlos con experimentos de campo (¡cuántas
relaciones que se establecen veces un trabajo de campo ha echado por tierra un experimento de laboratorio!).
entre los individuos y entre
estos y el medio físico que Pero, si podemos plantear varios niveles de estudio, también podemos trabajar
ocupan.. desde varios puntos de vista diferentes: descriptivo, funcional, predictivo y evolu-
tivo.
• El punto de vista descriptivo consiste en describir los animales y las plan-
tas, y sus interrelaciones, de distintas zonas del mundo (Biogeografía).
• El punto de vista funcional trata de explicar y comprender el funciona-
miento de las poblaciones, comunidades y ecosistemas tal y como se en-
cuentran en la actualidad (ecología de poblaciones y comunidades, ecolo-
gía termodinámica). La pregunta básica para abordar un trabajo desde esta
perspectiva sería: ¿cómo?.
• Con el punto de vista predictivo, se trataría de aventurar lo que le ocurriría
a un organismo, población o comunidad bajo unas determinadas circuns-
tancias; y a continuación intentar controlarlas. La pregunta sería: ¿qué pa-
saría si?
• Desde el punto de vista evolutivo consideramos a los organismos como
productos de la evolución. Nos podemos preguntar por qué una especie se
encuentra en esa zona concreta o por qué tienen unas características deter-
minadas. La ecología evolutiva estudia las causas últimas, y los ecólogos
evolutivos preguntan ¿por qué?.

5. EL MÉTODO CIENTÍFICO.
El método de trabajo empleado por los ecólogos para tratar de explicar los fe-
nómenos naturales observados es el método científico. Tienen como punto de par-

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tida la observación de un hecho y como final la elaboración de unas conclusiones.
Los pasos a seguir son los siguientes:
1. Observación de unos hechos o fenómenos. Debe ser una observación
rigurosa, alejada de prejuicios, objetiva, planteada con rigor.
2. Planteamiento del problema. No es otra cosa que plantearnos una
pregunta a partir de la observación realizada. ¿qué?, ¿cómo?, ¿por
qué? Son preguntas que surgen tras la observación y a las que se trata
de dar respuesta mediante los pasos siguientes del método científico.
Aquellas preguntas que no puedan ser respondidas están fuera del ám-
bito científico.
3. Antecedentes, recogida de datos e información. Tras los dos pasos
anteriores hay que recopilara toda la información posible sobre la
cuestión planteada, da tal forma que nos permita abordar los pasos si-
guientes. Puede ocurrir que tras el análisis de esta información nos
demos cuenta que el problema planteada ya aparece resuelto por otros
investigadores.
4. Formulación de una hipótesis. O lo que es lo mismo: la respuesta a
la pregunta planteada. Basada en la información recogida, debe ser po-
sible comprobarla experimentalmente.
5. Verificación experimental de la hipótesis. La verificación de la hipó-
tesis debe de hacerse mediante una serie de experimentos científicos,
que permitan comprobarla o rechazarla. El diseño de la experimenta-
ción es fundamental y hay que partir de la premisa siguiente: el expe-
rimento hay que diseñarlo de tal forma que pueda repetirse tantas ve-
ces como sea necesario y por personas diferentes.
Normalmente, en un experimento se manejan una o varias varia-
bles (variable dependiente), que cambian cuando se altera una varia-
ble por parte del investigador (variable independiente); el investiga-
dor lo que analiza es como cambia una magnitud cuando cambia los
valores de otra. En muchas ocasiones se establece un grupo control,
al que no se le somete a los cambios de la variable independiente.
6. Recogida de datos. Las observaciones de la experimentación tienen
que ser recogidas de forma precisa y exhaustiva y expresadas en forma
de tablas, diagramas, fotografías, textos, gráficos o en forma de expre-
siones matemáticas.
7. Elaboración de las conclusiones. Es la consecuencia de la interpreta-
ción de los resultados del experimento y nos permite aceptar o recha-
zar la hipótesis planteada. Cuando una hipótesis ha sido comprobada
en numerosas ocasiones y nunca ha sido desmentida se puede conver-
tir en ley o en teoría.
Siempre hay que tener en cuenta lo siguiente: la demostración de la validez de
una hipótesis lo es para unas circunstancias determinadas (desarrollo tecnológico,
conocimientos científicos, etc.) pero ello no quiere decir que en otras circunstancias

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dicha hipótesis sea cierta.
Cuando un trabajo científico se publica, generalmente se hace siguiendo una
misma estructura, que responde, en líneas generales, a las fases del método científi-
co:
1. Introducción. Planteamiento del problema y breve reseña de la informa-
ción obtenida sobre el mismo.
2. Área de estudio. En caso necesario (sobre todo en trabajos decampo) se
describe, de forma somera y con mapas o gráficos, las características (situa-
ción, clima, vegetación, etc.) de la zona donde se ha llevado a cabo el traba-
jo.
3. Material y métodos. Exposición de los materiales utilizados y de la meto-
dología empleada en los experimentos.
4. Resultados. Exposición de las tablas, gráficos, expresiones matemáticas,
fotografías, textos obtenidos tras la experimentación.
5. Discusión. Exposición de las conclusiones obtenidas, generalmente compa-
rando con otros trabajos anteriores relacionados con el tema de estudio.
6. Bibliografía.

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