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AUTORES, TEXTOSYTEMAS Andrés Oniz Osés

HERMENEUSIS
Colección dirigida por AndÉs Ortiz-Osés, Pabri Lanceros y Luis Garagalza

t9 AMORY SEI{TIDO
Una hermenéutica simbólica

A ANTHROPO'
Amor y sentido : Una hermenéutica simbólica / Andrés Ortiz-Osés. Rubf PRESENTACIÓN GENERAL
(Ba¡celona) : Anthropos Editori al, 2OO3 -
255 p. ; 20 cm. (Autores, Textos y Temas. Hermeneusis ; 19)
-
Bibliograffa p.251-252
rsBN 8+7ó58652-3

l. Hermenéutica simbólica I. Tftulo tr. Colección


165.212

(A Chung fu Taiwan) AW, et quodvís, fac:


Ama, y tazlo que arnas.

SeN AcusrfN

En 1960 y a sus ó0 arios, H.G. Gadamer (1 900-2002) funda la


Hermenéutica contemporánea con su obra Verda^d. y método. En
este año 2003, 43 años después de su edición, nn sexagenario
discfpulo de Gadamer naci do 43 años después que éste, en I g43,
intenta oftecer aquf el contrapunto latino e hispano a dicha obra
germánica. En efecto, la obra gadameriana es una Hermenéutica
filosófica, ilustrada y neoclásica; por nuesbia parte, la presente
obrita es un intertexto filosófico-antropológico, romántico-ilus-
trado y posclásico o posmoderno. Todo ello se muestra bien en el
traspaso del ltulo y sus categorfas: del arnor a la verdad (filosoffa)
al sentido del amor (sofofilla), de la ex¡plicación racional a la impli-
cación relacional, del logos semántico al bgos simbólico.
Se abre este librc con una entrevista realizadaal autor por Ia
profesora mexicana Blanca Solares, 5r eüe sirve de oberhrra o pór-
Primera ediciónt 2003
tico. El corpus de la obra está esbucturado por bloques temáticos
@ Andrés Ortiz-Osés, 2003 que circunscriben Ia problemática y temáüca de una Hermenéu-
@ Anthropos Editorial, 2003 tica simbólica, de la que al parecer soy actualmente el archirre-
Edita: Anthropos Editorial. Rubí (Barcelona) presentante. En el primer bloque se presenta la Hermenéuüca
ISBN: 84-7ó58-652-3
contem¡roránea como interpretación del mundo del hombre y
Depósito legaL B. 18.793-2003
Diseño, realización y coordinación: Ph¡al, Seruicios Editoriales nuestro posterior giro simbólico. En el segundo, se plantea her-
(Nariño, S.L.), Rubí. Tel. y hx 93 697 22 96 menéutico-simbólicamente la Metaffsica clásica del ser, es decir,
Impresión: Noragráfik Vivaldi, 5. Montcada i Reixac la cuesüón de la realidad. En el tercero, se eshrdia la especffica
aporüación del cristianismo a una hermenéutica del bgos encar-
Impreso en España - hinted in Spain
nado. En el cuarto se temattzaexplfcitamente la cuestién de Dios
Todos los derechos resen¡ados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en como paradigma clásico del ser-sentido. En el quinto se sittian las
parte, ni r€gistrada en, o transmitid" po., un sistema de recuperación de infurmación, en
ninguna brma ni por ningfrn medio, sea mecánico, btoqufmio, electrónico, magnético, elec-
cosmoüsiones más significativas con el objeto de ubicar nuesh
troóptico, por btocopia o cualquier otno, sin el permiso prwio por escrito de la editorial. prcpia posición hermenéuüco-simbólica. Finalmente, en el Epfle
go replanteamos la cuesüón de la cultura y las culturas, así como OBERTURA: AMOR Y SENTIDO
el actual conflicto culttrral. (ENTREVISTA)
Este libro üene como clave hermenéutica la interpretación
simbólica del sentido de lo real, interpretación simbólica que pro-
cede de la mediación humana. Que la realidad es simbólica quiere
decir que la realidad obtiene sentido a b:avés del hombre, sentido
humano que se condensa en la palabra cuasi sagrada del amor. Si
hay sentido es porque hay donación de sentido, y ello se denomi-
na amor. Ahora bien, en el amor el sentido es alavez hallado y
hollado, conocido y reconocido, encontrado e inventado, en una
palabra, recreado. Digamos aquf solamente que el amor es esa EI mito es el cuento
realidad simbólica que nos hace soportar el sopor del ser y re- que cuenta lo que cuenta.lA.O.-O.]

crearlo en sabor de ser: ésta es la vieja/nueva sabiduría filosófica


obtenida a través del simbolismo tnansfigurador o sublimador. f. (Bretrtca Sorenrs) Ir tarea de dejar de dialogar con las
<<no
He aquí que el mito del héroe clásico encuentra su contrapun- fuentes oscuresrr, dice PauI Celnn, coffesponde alpoeta, al arte. Pero
to en el acto de amor, en el cual el hombre amansa su monstmo este mismo principio subyace también en su antentura teorética
interior o dragón así apaciguado. Por otra parte, el autor ha en- cuando convoca. en su escritura aquelln para
"Iuminosa oscurüado
contrado en el amor lo unico humanamente interesante en su pensar ln existencia. ¿Cómo podrln definir el hilo conductor de su
vida en el mundo, precisamente por ser alavezlo más sagrado y quehacer intelectual?
lo más profano, lo más extraordinario y lo más ordinario, lo más A. Onuz-OsÉs. Toda existencia contiene una esencia cuasi se-
profundo y lo más deletéreo. Hermenéuticamente el amor se defi- creta,y se tataríade secretarla o expresarla: ésta es la labor de una
ne como el ser que no es y, por lo tanto, como el ser simbólico, hermenéutica profunda. Por eso me interesa lo oscuro más que lo
representando así el proceso de hominización, el cual consiste en claro, lo profundo más que lo superficial, lo implícito o implicado
un proceso de intenonzación de la materia del cosmos por el bajo lo explícito o explicado. Lo intrigante de un texto o contexto es
alma del mundo. Por todo ello la ética que se desprende de estas lo no dicho, la captación del sentido latente, para lo que se precisa
páginas puede describirse como el proyecto de vivir con diligen- un acercamiento simbólico y no cósico; de aquf mi actitud casi
cia, es decir, con inteligencia amorosa. surrealista, ya que ftato de captar la realidad b:ansversal, así pues,
En sus Confesioncs san AgustÍn interpreta el amor como ser lo surreal y sobreseÍdo. Esto sobreseído es lo oculto u ocultado por
afirmado en otro. A partir de aquí, amar es poder afirmarse en la presuntuosa verdad racional desveladora (aletltein), lacual igno-
otro que nos coafirma o confirma. Por ello esta obra debería dedi- ra que al levantar el velo nos topamos precisamente con el enigma
carse a quienes nos donaron amor o sentido, pero también a quie- o misterio, con lo interior o frrtimo, con el corazóno alma invisible,
nes ofrecimos sentido o amon unos lo aceptaron, otros lo condo- con lo opaco y lo indecible en un lenguaje directo; de donde la
narion y algunos lo condenaron. Y es que el amor tiene muchos necesidad de un lenguaje sugerente y mitopoético, metafórico y
senüdos y bastantqs sinsenüdos, d tiempo que el senüdo obtiene simbólico, pero también surreal para acceder a lo inconsciente y a
algunos amores y muchos desamores. Pormi parte, deseo dedicar la inconsciencia, ffií como a lo reprimido u oprimido (lo que pode-
este librito a quien se afirma en otro (en el sentido consignado). mos calificar de demónico, tabuizado o prohibido).
He aquí que ya desde mi infancia remota me resulta candente
AxpnÉs Onrz-OsÉs la necesidad de entender lo ininteligible, simbolizado en mi caso
Universidad de Deusto-Bilbao en la prematura muerte del padre a manos de un olocoD. La inter-
pretación oficial fue que un ((maqui, antifascista había asesinado

I
a un fascistoide, pero detrás habfa una versión diferenciada: mi ra en cuenta lo clásico y lo moderrro, la fi:adición cultural y la con-
padre era derechoso pero no tan fascistd, yd que había eütado el nactiltura conüüda por mí in situ en los años sesenta en el verde
preüo encarcelamiento de su propio asesino izquierdoso, el crral e>arberante del Tirol ausbíaco.
a su vezsería izquierdista pero no tanto, yo que también asesinó a Sin embargo, he de confesar que la Hermenéutica me interesó
otras personas indiscriminadamente... En fin, aquí comienza mi filosóficamente aunque no logró recubrir mi orfandad existencial,
proceso vital de hermeneutizaciúnsin fin hasta la fecha, intentan- debido sin duda al racionalismo formalista propio de la filosoffa
do auscrrltar lo inédito. europea. Por eso me acerqué con vehemencia juvenil a C.G. Jung y
al frscinante Cfrculo de Eranos que operaba en la vecina Suiza,
If. Tal y como pude derivarse de su biografta intelectual ln herme- con el que colaboré en sus sesiones mfticas a orillas del I-ago Ma-
néutica simbólica, como horizonte reflexivo de su obra, es el punto
yor. Cabría decir bngicómicamente que mi acercamiento a la Psi-
de ltegada de un complejo proceso formntivo y creativo que inch,rye
cología profunda procedía de mi propia situación anímica, en la
entre otros a Amor Ruibaly Ortega, Teilhardy Heidegger, Así como a
que yo me planteaba qué hacer simbólicamente con la figrrra de un
Nietuchey Plntón, N. Cusay Hegel, hasta encontrar Ia hermenéuti- problemático padre muerto... Rec'uérdese que el psicoanálisis freu-
ca de H.G. Gadnmer en ln Centroeuropa contracultural de los años
domarcusi¿uro preconizaba el <matanr al padre, cosa que en mi caso
sesenta, empalmnndo prerisamente a través de la Contracultura
no tenÍa sentido, por ello me adjunté al psicoanálisis heterodoxo de
con C.G. Jung y eI Círculo de Eranos (Bachofbn como trasf'ondo,
Jung y socios, €r el que se ftataba de <<mataro al padre pero simbó
Elinde, Kerérryi, Neumnnn, Dutrand, etc.).
licamente, mtando de asumirlo de manera crítica. Aquí encontré,
A.O.-O. Por una parte, conocí la cultura propia de mi contexto
en efecto, el engarce entre una Hermenéutica de la.comprensión
familiar clásico y badicional, religioso y rural aunque culto o culti-
dialógica del otro y una Psicología de la asunción crítica de lo pro-
vado, pero también quise conocer a fondo la contracultura del otro
pio, lo que más tarde desembocará en mi propia'versión del "im-
en mí, es decir, de la izquierda manciana, el criticismo racionalista
plicacionismo simbólico) como método de asimilación crítica de
y el existencialismo nihilista. Pr¡es yo intentaba entender cómo ha-
lo real a ffavés de su ftansustanciación o metabolización.
bía podido octlrrirla tragedia mentada y, porlo tanto, debía captar
la posición tanto del padre como la de su opositor radical, tanto el m. Ustd inicia su taru con una trilogía hermenéutica que publica
pensamiento tadicional como el antin:adicional, ya que ambos se en los años setenta: ¿se trata de unn posición delinüa ya aquí, o se
habfan confrontado desgarmdoramente en nuestra fratricida Gue- ruliza un cambio o mutación p osterior?
rra Civil. Y bien, conocí primero la asfixiante Escolástica filosófico- A.O.-O. En realidad, mi primera etapa es más teorética y her-
teológica cultivada por el nacionalcatolicismo en el franquismo menéutica que psicológrca y antropológica. El paso de la primer:a
medievalizarrte, así como también ob:as Escolásticas no menos ala segunda etapa se da precisamente en mi obra tan abigarrada
dogmáücas como el propio comunismo real, el neopositiüsmo re- Comunicacióny e,xperiencia interhuma?Irr, en la que traspaso de la
ductor o el existencialismo del absurdo, hasta que me ..es€Ér, comunicación teórica alaexperiencia ütal, si se quiere de la teo-
casi literalmente del extremo ámbito sudista a Centroeuropa en ría a la praxis, del concepto al sÍmbolo y del lenguaje a la üda.
busca de salidas más cenb:adas y menos enffemas, ideológicas o Para entonces habfa conocido el amor, ulgo crucial que marca
sesgadas, más abierüas y comprehensoras, en definitiva más decisivamente, sobre todo a un escritor con el hueco afectivo pro-
(re)mediador:as. Asf fue como encontré tras buscarla inttritivamen- cedente de la premahrra muerte del padre (y po.o después de la
te a la Hermenéutica contemporánea, especialmente a H.G. Gada- madre). Para mf comienza, entonces la etapa en la que propia-
mery su obra magna Verda^dy método (que yo mismo introduje en mente t¡rato de expresar mi interioridad a través del otro, y üce-
la Editorial Sígueme de Salamanca): en la Hermenéutica pude en- versa, es decir, el proceso de decir y expresar la üvencia o expe-
trever el intento de diálogo cultural entre posfirras diferentes en riencia que nos hace humanos (Erlebniswelt). El equilibrio enffe
pro de una nueva sÍntesis humanista o rehumanizadora que trüe- la teoría y la praxis cr€o que se obtiene en mi posterior obra más

l
sistemática titulada Metffiica del sentido (Deusto-Bilbao, 1989), ral o universal. También encuentro en la Escuela de Jung el intento
en la que se adjuntan lo metafísico y lo existencial a tmvés de la no ya colectivo sino individual por integrar los aspectos de la psi-
mediación del simbolismo como suturador de escisiones. que clásicamente rechazados por la versión oficial del psicoanáli-
sis freudo-racionalista: lo in:acional y la sombra, la negatiüdad y el
fVa. El coniunto de su propuestafilosófico-hervnenéutica se realiza
como una interpretación del lenguaie de la cutltura, especialmente
ffid, lo minonzado en uno mismo y los demás, lo complementario.
Con ello se critica el perfeccionismo racionalista clásico, de carác-
del lenguaie de nuestra cultura en sus raíces psicoantropológicas:
ter luminoso y heroico, en nombre de lo oscuro y compensatorio,
¿p o dría explicit ar est a p o s ición?
de la complejidad salvadora de todo unilateralismo o extremismo.
A.O.-O. Según lo ya referido, mi experiencia de la üda se efec-
túa a través del choque entre culflrras diferentes: capitalismo y Ahora mi diüsa es: soy cómplice y nada mundano me es ajeno.
mancismo, religión y secularidad, ra;zóny vivencia. Pero para en- A partir de aquí propongo mi propio mito del héroe auténtico,
tonces yo ya tengo asumida una categoría central de Hegel de el cual no es el que conquista agresiva o aguerridamente al otro
-la
la Mediación (Vermittlungl que yo reinterpreto como implica- sino el que se conquista a sí mismo, así pues el que conquista su
ción y, más en concreto, como implicación de contrarios. Mi ü- alma o interior, asumiendo, por lo tanto, de manera paradójica el
sión es ya ecuménica y (re)mediadora, de modo que para mí el au- lado antiheroico tradicionalmente representado por el ánima
téntico lenguaje es interlenguaje, así como la auténtica cultura es cuasi femenilra... Yo creo, en efecto, que nuestra civilización occi-
intercultura. Ello significa que todo lenguaje y toda cultura refie- dental sufre de una esquizoidad, consistente en la proyección de
ren parcialmente el mundo del hombre y, por lo tanto, lo humano un heroísmo unilateral, patriarcal-masculinista y dualista que
así expresado en diferentes perspectivas. Las cuales pueden/de- opone de manera drástica el bien contra el mal, el arriba contra el
ben ser plurales pero no estrictamente incompatibleS, yd que con- abajo, la luz contra la oscuridad, el cielo contra el infierrro, lo
forman o configuran la coexperiencia interhumana que nos es diurno coiitra lo nocturrro, lo celeste frente a lo terrestre, el héroe
común. En efecto, el hombre es un animal realmente desvalido contra el dragón o monstruo, Dios versus el diablo, etc. Lo cual no
que trata de rehacerse simbólicamente: se trata, pues, de un ani- debe significar realizar ahora una inversión de este dualismo clá-
mal hermenéutico y simbólico, cultural y proyectivo, (re)media- sico, porque entonces nos encontramos con lo mismo desde el
dor de su inmediatez desnuda através del revestimiento y trans- otro extremo. Se tataría, pu€s, no de enfrentarnos o confrontar-
posición de la primigenia urdimbre afectiva (matricial) por la ur- nos de nuevo, sino de afrontar novedosamente este dualismo, in-
dimbre del sentido cultural convivido o compartido intersubjeti- tentando coimplicar radicalmente los contrarios para su (re)me-
vamente (fratrialm ente) . diación, la cual pasa por su desextremización, desdogmatización
y desabolutización, es decir, por la relattwzación de su pervensa
n/b. Justamente en la Escuela de Jung se encLtentra el intento por lógica antihumana. Rres todo extremista es poco radical, reenten-
abordar utur arquetipología del inconsciente colectivo a través del
diendo el radicalis-o como la radicación democrática de los
estudio delas urdimbres o estructuras simbólicas lundamentales de
opuestos, donde la democracia radical comparece como la autén-
ln vida humnna, lo que re4uiere una reflexión interdisciplinar en
tica implicación de los contrarios.
torno alas cierrcias humanas que usted ubica en el horizonte de una
hermenéutica cultural que integra la filosoÍío, Ia psicología profun- Va. En la década de los oclrcnta, usted realiza una trilogía antropo-
dn, ln antropologíay la mitología comparada: ¿por qué sevolvió us- Iógica ddicada a la cultura vasca, con la parcial colaboración de
tediunguiano? F.K Mayr y E. Bornemann. Con ello funda usted una antropolo-
A.O.-O. Encuentro en C.G. Jung y el Círculo de Eranos aquel gía hermenéutica de amplios horizontes simbólicos, con el deseo in-
intento por delinear las pautas o matrices culturales más relevan- telectual de estudiar las ovisiones del mundo>> cotno mitologías o
tes que se encuentran en las diferentes culturas de la humanidad axiologlas compartidas, distinguiendo tres cosmovisiones funda-
de un modo u otro, y que permite reñzaruna arquetipología gene- mentales: la cosmovisión matriarcal, la cosmovisión patriarcaly Ia

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cosmwisión fratriarcal. Me gustaría que redeliniera estas visiones te en la Santa Hermandad o Inquisición terrible de la cristiandad.
del mun"do, así como sLt aspecto ideológico. Así pus, por este peligro integrista o familiaristo, yo mismo he
A.O.-O. Detrás de las culturas hay lenguajes de sentido artictr- propuesto la categoría (pos)moderna del Cómplice para destacar
lados como ..üsiones del mundor, (cosmoüsiones), las cuales re- la coimplicación o complicidad de todos los hombres embarcados
presentan nuestros valores proyectados, así pues nuestra axiolo- en un mundo común pam bien y para mal: esta cosmoüsión del
gía compartida. Estas üsiones del mundo son realmente mitolo- cómplice serÍa la mitologa propiamente posmoderrra, la cual se
gras y, porlo tanto, se constituyen en imaginarios proyectados por redefine comouna mitología coimplicacionista del otro.
nosotros a partir de nuestras experiencias simbólicas en el mun-
Vb. Y en este contacto, ¿cudl es el papel del discurso filosófico den-
do. Las üsionqs del mundo configuran las auténticas implicacio-
tro del nuüco de lns visiones del mundo?
nes del senüdo que uexplican) o dejan comprender nuestras acti-
A.O.-O. Bueno, yo pienso que la Filosofia aparece en este con-
tudes fundamentales, las pautas existenciales, las claves de la con-
texto cosmovisional como la consciencia crítica de las cosmoü-
ducta colectiva o indiüdual. Por eso conüene tomar conscien-
siones o visionqs del mundo o, si se prefiere, como la reflexión y
cia de esas cosmoüsiones, porque de lo contrario se nos cuelan
mediación de estas posiciones en la búsqueda de una posición
inconscientemente y, por lo tanto, acríticamente; de este modo
coímplice de carácter remediador y, en consecuencia, ético. Esta
consciente podemos tomarlas como lo que son, proyecciones del
nueva ética estaría representada a mi entender por un nuevo hé-
hombre sobre el hombre y su mundo. En realidad todo nuestro
roe anüheroico, héroe interior más que exterior, héroe más asun-
entramado cultural (arte y ciencia, religión y derecho, filosoffa y
tivo que consuntivo o depredador, héroe cuya diüsa bien podría
política) es <mitológico" en el sentido de que resulta de nuestra
sen Implico(r) ergo sLtm, estoy implicado luego soy, soy cómplice
proyección humana o demasiado humana, de modo que huy que
luego existo (lo que sin duda exprqsa una crítica al héroe ramp¿uri-
proceder a su eshrdio hermenéutico para relatiüzar su presunta
te de nuestra mitologfa oficial).
absolutez, así como para dilucidar su intencionalidad secreta, sus
aspectos latentes, oscuros u oscurantistas, o bien emancipadores Vf. Su hermenéutica antropológica a la manera de una diagnosis
y liberadores; aunque en propiedad toda cosmovisión resulta ser a arquetipal de lns tramas simbólicas que estructuran lns culturas se
la postre ambivalente y, en consecuencia, positiva y negativa..., de viene realizando al par que su interpretación modélica de ln cultura
donde la necesidad de diferenciarlas (auto)críticamente. vasct, reruperan^do su trasfondo matricial en torno aln diosa mndre
En mi propia Hermenéutica simbólica he distinguido tres Mari, tal y como se plasmt en su brillnnte obra oI¿. Diosa Madre"
grandes cosmoüsiones : la matriarcal-naturalista (ej emplifi cada en (Ma^dtü, 1996). Me gustarfa que nos hablnra de los aspectos simbó-
las üejas culturas como la vasca), la patriarcal-racionalista (ejem- Iicos femenino-matriciales que ustedrescatA, y que se coffelacionnn
plificada en la cultura indoeuropea y semita) y lu fratriarcal-perso- con lns investigaciotxes de J. Campbell, R Graves, E. Neuftutnn o
nalista (ejemplificada en el cristianismo). Ahora bien, mienbas M. Gimb utas, as I c omo c on el feminismo int elec tual c ont emp ordn@.
que la cosmoüsión matriarcal-nahrralista es positivamente comu- A.O.-O. Por primera vezrealizo la interpretación simbólica de
Dal, resulta negativamente anti-indiüdualista; por su parte, la cos- la cultura vasca, en especial de su mitología,la cual se describe
moüsión patriarcal-racionalista es positivamente progresionista, como matriarcal-naturalista y comunalista. Yo creo que aquí se
pero negativamente abstraccionista (típicamente occidental). Y enctrenffi precisamente lanlz del conflicto existente hoy entre la
por fin, la cosmoüsión crisüana propiamente tal reúne los extre- cultura ftadicional v¿Nca de sesgo comunal y la ctrltr¡ra moderna
mos de lo matriarcal y lo patriarcal en lo fratriarcal, es decir, en la dominante de signo patriarcal-racionalista e individualista. He ba-
fi:aternidad o hermandad universal, crryo archisfmbolo es la Perso- tado de sutr¡rar o remediar simbólicamente este conflicto pnoyec-
na que reconcilia ánima y ánimus en su interioridad. Pero incluso tando la cosmoüsión mediador:a de üpo fiatriarcal-perconalista,
en este último caso más integrador que los anteriores resurge el en el sentido de un diálogo entre la ffidición vasca y la modernidad
fatfdico peligro del integrismo, tal y como comparece públicamen- española en el seno de Europa como auténüca fraria común tro-

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I
quelada por la mediación del cristianismo cultural. Pero también el cristianismo propiciará a través de su seculanzaciÍn racional
he extendido mi diagnóstico a ot:as latitudes y aun al conjunto del provocada por el protestantismo liberal la democracia moderna,
diálogo cultural entre la mdición comunal y el neoindividualismo, la cual obtendría un doble frente: el logos-razín griego pero en-
asl pues entre la mitologfa matriarcal y la mitología patriarcal, bus- carnado en/por el cristianismo, de modo que cabrta hablar del
cando una salida personalista y androgÍnica: la Persona es a la vez Iogos grecocristiano como razÍn-.sentido en la democracia, es de-
animus y anima, masctrlinay femenina, hermadrodíüca, al tiempo cir, como razónprácticay éltcapara decirlo con Kant.
que representa el indiüduo altuista de inspiración cristiana tal y VItr. En sus últimas obras, especialmente en ,rI4 razón afectiva"
como K. Popper nos lo recuerda. También he hecho especial hin- (Salnmnnca, 2000), reaparece toda utur problemdtica clásica
capié en el carácter creador del arquetipo matriarcal, reprimido en -Ia
retórica de la ética, el amor y Dios- aunque siempre desde su origi-
nuestra consciencia racioide clásica, así como en la necesidad de nalpersprctiva del sentüo: Ie ruego l*go mención de este Asunto.
fundar más alládel Feminismo contemporáneo lo que he denomi- A.O.-O. Fue M. Heidegger quien planteó decisivamente la
nado como oFemenismo>: pues mienb:as que el feminismo lucha cuesüón fundamental del sentido del ser, aunque dejando en la
con nzónporla fémina oprimida, el lucha con senti- sombra la dilucidación del ser del sentido que me ha concernido
"femenismo"
do por lo femenino reprimido en todo hombre o mujer, en toda hermenéuticamente. En efecto, yo pienso que la clave de toda filo-
persona cohabitada porun alma andrógina. soffa es la cuestión del Sentido, así pues el replanteamiento radical
Todo ello empero no puede/debe invertir el curso lineal de la del sentido de la vida, todo lo demás son senüdos parciales o regio-
historia en nombre de una regresión al pasado cíclico, sino que se nales. Con el tema del sentido de la existencia enb:amos en el ámbi-
t:mita de coimplicar el tiempo lineal patriarcal-racionalista y el to de la üvencia y experiencia profunda,ya que el senüdo profun-
tiempo circular matriarcal-naturalista en la nueva cosmoüsión do (arquedpico o arquetipal y no meramente típico o tipical) se
de un tiempo coimplicacionista o recursivo, simbolizado por el define como implicación ociológica. Ahora bien, en la Posmoder-
Presente transitivo y medial que engana razón y mito en una nidad ya no es posible fundar el sentido en un fundamento omz6n
mito-Iogía delsentido abierto y transeúnte. absoluta (fundamentalismo), ya que el sentido es antiabsoluüsta
VI[. En el darcnir del sentido a lo largo del proceso cultural aparrce por cuanto relacional y abierto. Pero ello no significa recaer en el
la figura de Jesús de Nazaret en su obra con una intensidad herme- otro extremo del nihilismo del sentido y la consiguiente celebra-
néutba singulnr: le ruego nos ofrezca la clnve de este interés e impor- ción relatiüsta del pseudosentido, puesto que huy una üvencia o
tancin. experiencia radical de sentido profundo tal y como comparece en
A.O.-O. La importancia fundamental del cristianismo es que el amor y la amistad, en el arte y la religión, €r la belleza y la
parte nuestra historia en dos, antes y después de Cristo, pero su bondad. La éüca de la implicación hace referencia precisamente a
mensaje ha quedado como soterrado en la inconsciencia occiden- la actitud del hor.nbre como implicador implicado en la (re)crea-
tal. De todas formas Jesús representa, junto con Sócrates, la con- ción del mundo a través del sentido en cuanto proyección basada
ciencia profunda de la cultura occidental. En realidad, en el pro- en la üvencia radical, la cual nos ofrece un sentido atravesado por
pio cristianismo se sintetiza el judaÍsmo y el helenismo, pero ad- el sinsentido pero no aniquilado por é1. Piénsese al respecto que
juntando la mística del amor universal, aunque la Iglesia lo tra- incluso la muerte no es definitiva realmente, ya que la propia
duzca en la ascética de la caridad. Resulta paradójico cómo la muerte también pasa, concluye y acaba en el "descanso eterno>>.
religión del amor se recluye en la Iglesia de la caridad, que es ya Asf que el sentido es flotarrte pero no evanescente, Do es absoluto
un amor descafeinado, mientras que el amor evangélico o rtazare- pero tampoco relativo o relatiüsta: el sentido es relacional o relacio-
no es un auténtico amor sublimado y sublimador. Como diría nista. Y si es verdad que se b:ata de una proyección, se b:ata de una
Nietzsche, el simbolismo del amor queda desublimado y desim- prcyección que se apoya en la experiencia humana de sentido. Se
bolizado eclesiásticamente. En todo caso no hay que olüdar que podría hablar incluso del sentido como una ilusión, peto es una

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ilusión constituva del hombre, una realidad ffansversal y por lo tan- nombre de una rzrzón pur:a o espÍritu impasible. De acuerdo con
to zureal, una realidad simbólica sin la que no es posible la sobreü- todo lo ya enunciado, mi posición es la de un implicacionismo sim-
vencia humana. Así que sin la ilusión del sentido no se puede sobre- bólico c:tpaz de remediar estos contrarios en una reüsión correla-
üvir, aunque tampoco se pueda üvir sólo de dicha ilusión, precisan- cional. Pero en el centro de esta reüsión no está larazón pura ni el
do la implicación o an:aigo del sentido tanto en la experiencia de su espíritu purista o puritano, aunque tampoco el cuerpo animalesco o
consentimiento como en la realidad prosaica que lo relatiüza. la materia implrra, sino el alma simbólica, es decir, el ámbito me-
dial de la animidad o conüvencia anÍmica, ámbito del sentido sim-
Dl En nuestra época ilustrada se obsewan lbnónlenos inquietan- bólico que se expresa como cultura, ámbito en fin del interlenguaje
tes como el choque entre la razón de Estado y la emergencia de
mediador. Por eso predico una ilush:ación románticd, y yo mismo
nuevos nacionalismos, así como lo oporición de fundamentalis-
soy un posmoderno autocrítico, simbólico y no literal, cohabitante
mos, milenarismos o terrorismos que vuelven a plantear los temas
de una intramodernidad calida o al menos templadu y no frígida.
de ln identidad, el conser$o y la paz.
A.O.-O. Larazónilustrada contempoÉnea ha arribado final- XI. üama la atención en su obra eI peculiar lenguaje o escritura
mente alapropuesta haberrnasiana del consenso como racionali- que usted plasma en sus textos, con un estilo que acude al neologis-
dad democrática, pero el consenso democrático resulta abstracto mq la plasticidad lingüística, las incisiones poéticas o aÍorísticas y
y formal. Por eso he propuesto programáticamente el consenti- cierto surrealismo que me recuerda al cataldn J.E. Cirlot: ¿es ello un
miento como consenso con senso o senüdo (serzsus), en el que se intento de reunir pensamiento y sentimiento?
coimplican nuestros sentimientos y no sólo nuestras razones, A.O.-O. Decía Unamuno que piensa el sentimiento y siente el
nuestra voluntad y no sólo nuestra cabeza, nuestra querencia y no pensamiento, de modo que podemos hablar de un lenguaje de
sólo nuestro intelecto. Ello equivale a recuperar un contrapunto sentido en el que el corazón funge como verdadera co-razón. Yo
romántico para la tazón ilustrada, de donde mi acento en una creo que la auténtica aportación del pensamiento latino y de la
razónimplicativa o (re)mediadora, ra;zón simbólica o razón afec- filosofía hispana estaría precisamente en compensar o comple-
tiva. La teoría consensual de la razón en Habermas y socios es mentar <ontrapuntear- al racioempirismo anglosajón con la
una teoría racional abstractoide que tiene pendiente la cuestión cuestión del sentido. La abstracta r¿izón en crisis debe reconver-
de una teoría consentimental del sentido entendido como impli- tirse enrazón-sentido, y no se olüde que sentido procede del latín
cación de todos los implicados(teoría implicacional del sentido sensus en su doble acepción de senso o sentimiento y senso o
consentido). Con ello estamos rozando los propios límites de la significación: se trata de una significación ütal o existencial, que
democracia occidental y su formalismo típico. refleja el cromaüsmo propio de la experiencia latinomediterrá-
nea, hispanoamericana y litúrgico-católica. Podríamos entonces
X. En su propuesta general hay un intento por salir del impasse o
decir gu€, si bien la democracia liberal reinante es típicamente
choque entre la vbión tradicional o premoderna del tiempo cíclico y
blanca, nórdi cay protestante, la especÍfica aportación latina esta-
la visión moderna o racionalista del tiempo lineal, propugnando su
ría en aportar el color/calor del sentido al rostro pálido de la r:zón
medinción a modo de síntesb entre el mito irracional y el logos
imperante, por otra parte respetable sobre todo en su vertiente
racioide. Pero en el entreacto ha surgido con luerza Ia propuesta de
demoliberal (recuérdese la teoría del mal menor).
laposmodemida^d: ¿qué opina al respecto?
A.O.-O. Resulb ya ridícula en nuestra sociedad avanzada la XII. En el trayecto del vivo y prolífico arsenal de su trabajo creativo
conffaposición de conb:arios en un dualismo perrnanentemente es- se arriba linalmente a una razón simbólico-cromática, capaz de re-
cindido y esquizoide, así por ejemplo la contraposición oficial del plnntear herynenéuticamente la metafísica a modo de gnosis en tor-
logos-nzón frente al mito y lo in:acional, como si el hombre y el no al alma y Dios. Es utut labor titdnica, en sentido espiritual, que
mundo no fuemn racional e irracional, y como si fuera posible so- parece transgredir las lionteras de Occidente, ¿no le parece?
brepasar heroicamente nuestro humus o nafuralez;., terrestre en A.O.-O. Entre las fuentes oscuras que usted mencionaba al

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principio de esta entreüsta inteligentemente, sÉ sin duda la reli- tando al mismo tiempo la compasión religiosa tan fpica no ya
grón, la cual me sin¡ió en la adolqscencia con su imagineríaba¡roca sólo del cristianismo nazareno sino de la mística oriental e.g. bu-
católica de relleno simbólico del hueco dejado por la ausencia pa- dista. He aquí entonces que el mal radical compartido encar-
terna y luego materna. El problema fue gue, si esa ausencia era un -la
nación o finitud, la negatividad y la muertr posibilitaría para-
enigma para mí entonces, el relleno religioso era reduplicaüvamen- dójicamente la coimplicidad universal del hombre con el hombre,
te un misterio aún más insondable. Más tarde pude abordar con con los dioses y con la propia naturaleza.
interés el propio misterio de la religión que recubre un enigrna ---el
enigma de la üda- con otro enigma aún mayor +l enigma de la X[. Lafilotolía implicacionista que usted defiende genera. enlaces

transüda o supenrivencia. Y bien, yo creo aquí que la solución clási- multiculturales que llann al límite de una heterodoxia mística, y
ca o tradicional del misterio del enigma resulta, con perdón, ulgo que pos@n un cariz iniciático de signo contracultural y crítico de la
ridícula y en todo caso obsoleta, ya que proyecta un Dios omnipo- razón es.tablecida: ¿qué tiene que decir alrespecto?
tente que sin embargo es incapaz al parecer de hacer ulgo por el A.O.-O. Por una parte yo creo ser bastante clásico y aun tradi-
hombre desgraciado eütándole ciertas tortunas innecesarias... cional al recuperar categorías cuasi religiosas como el alma, aun-
que es verdad que las reinterpreto hermenéuticamente. En este
¿Dónde estaba Dios impunfiralmente a las cinco de aquella ffiatar-
de del 29 de diciembre de 1948 en que mi progenitor moría junto a sentido trato de realizar una labor de recuperación de categorías
otros por causa de un terrorista desalmado? Resulta tan exb:año clásicas pero simbólicamente, eütando su tufo fundamentalista,
este Dios tradicional que üve su felicidad al margen de la infelicidad dogmático y reificado. En el caso del alma, siturada simbólica-
humana que parece menüra que haya podido conseruar su trono mente entre el espíritu puro y la materia impura, se trata del ám-
piadosamente durante tanto tiempo (acaso por ello al final los pro- bito mediador ya mentado del mundo de la (con)üvencia y la
testantes lo han convertido en una divinidad por completo exfraña o experienci.a compartida (Erlebniswelt), así pues el mundo de la
exbañ ada, auténtica otredad radical, der ganz Andere) . aferencia y el sentido, el mundo de la interioridad y la intimidad
Y sin embargo, sigue siendo cierto que la religión suturó sim- prototípicamente humano, el mundo de la interanimidad, €l
bólicamente mi cruel fisura infantil, así como que Dios Padre po- mundo del implicacionismo simbólico. En este mundo anímico
sibilitaba la trascendencia del padre muerto. Así que hube de re- se realiza nada más y nada menos que la gran aceptación recrea-
hacer todo el impenetrable misterio teológico frente al impresio- dora de lo real, así pues la asunción crítica y la coimplicación
nante fronüspicio de la Capilla Sixtina en Roma, contemplando simbólica de las cosas o asuntos radicales del coexistir. Ése es el
despavorido y entusiasmado a un üempo el impresionante mural ámbito de la apertura trascendental y de la reinterpretación del
del Juicio Final de Miguel Angel, tomando finalmente en serio lo senüdo, así como del proceso de asimilación simbólica o herme-
que al parecer los demás cristianos no parecían tomar: el hecho neusis medial de las realidades. El hombre que ha perdido el alma
crucial de la muerte de Dios, la historia arquetipal de la pasión de es un desalmado, por eso huy que realmar al hombre, lo que con-
Cristo, la idea del Infinito finitizado entre los hombres. De aquí Ileva una iniciación casi mística en la que el sentido literal se pier-
surgiría mi üsión de un Dios-implicado, más aún, de un Dios- de a favor del sentido simbólico, el cual se inscribe en el alma
cómplice para el que ya nada humano le es ajeno o, mejor formu- concebida como huecograbado del espíriflr en el cuerpo.
lado, para el que todo lo humano lo enajena por cuanto inmanen- Ahora bien, el sentido simbólico no es ciertamente rnaterial-li-
tiza su trascendencia. El gran Schopenhauer expresó aproxima- teral pero tampoco racional-espiritual sino anímico y sureal: ello
damente esta concepción al hablar de que la Voluntad o Vida lo preserua tanto del literalismo como del espiritualismo, coafir-
universal (diüna) queda encarcelada o encerrada (indiüduada) mando su carálcter dinámico y transeúnte, transversal y oblicuo,
en cada uno de nosotros hasta su final liberación paradójica en la relacional e interpersonal, mediador y radicalmente abierto. Una
muerte. Pues bien, un tal Dios cmcificado es el único capaz de hermenéutica simbólica del sentido abre pues los textos y contex-
acompañar al hombre en su encen:ona en este mundo, posibili- tos en lugar de cerarlos, los amonzay recrea en lugar de amorti-

18 t9
zarlos, los transfigura en lugar de concepfirahzarlos, los tradúce I
envezde fijarlos, los interpreta en lugar de definirlos. Su paradig-
ma es que todas las cosas tienen un cierto sentido excepto el pro- HERMENÉUTICA, SENTIDO Y SIMBOLISMO
pio sentido qüe lo tiene incierto: mas esta incertidumbre es el
principio de la libertad y liberación del senüdo nunca reducible ni
atrapable o manipulable: lo que comparece bien simbólicamente
en la hipótesis/ripóstasis de Dios como personificación del Senti-
do o, según lo dicho, del Sentido que reflota sobre el sinsentido.
Desde esta perspectiva alumbrada podría reinterpretarse el senti- Sprachlichl<eü (bgos, lingüiúcidad, dialogicidad, con-
dicción, apalabramento, conjugación, articulación,
do como la asunción o implicación del sinsenüdo.
rclaciór/relato):
XIV. ¿En qué relnción se encuentra según su opinión ln filosofta H.G. Geoen¡rn ,Verdnd y método I y II
con el arte? ¿Cudl es ln relación que parere establererse en su obra
entre elfilósofo y el artista, eI hermeneutay el crudor?
A.O.-O. El auténtico filósofo es el filósofo-artista de Nietzs-
1. Escrrelahemenéutica
che, y el auténtico hermeneuta es el intérprete recreador del senti-
do. Pero para ello tiene que salir de sí y su encerrona egoica hasta
dar con el otro u otredad üviente, en cuyo enctrentro se cogenera La Hermenéutica o Filosoffa interpretativa se ha convertido
el sentido. Todo auténtico conocimiento es un reconocimiento en el Pensamiento contemporáneo por antonomasia, por ctranto
entre el otro y yo, de modo que la otredad impregna o empreña, repr€senta el ámbito de encuentro interdisciplinar en torno a la
como ya decían los filósofos renacentistas a partir de Platón: cog- comprensión del sentido de la realidad, texto o contexto en cues-
nitio como coitio, conocimiento como conacimiento. Mas el en- tión. Ia Hermenéutica comparece como la nueva Esctrela del
cuentro arquesimbólico es el encuentro interanímico, allí donde pensar en gener:al y filosófico en particular, pudiéndose hablar
el alma comunica lo incomunicable o incomunicado y donde fun- por tanto de una Escolástica posmoderna que sobrepasa la tradi-
ciona una raz6n embarazada de sentido pregnante. Yo connota- cional Escolástica medievalizartte de carácter cerrado al propo-
ría este encuentro del alma con el alma como un encuentro cuasi ner un modo de reflexión radicalmente abierto. La Hermenéuti-
musical ,ydque la música es por antonomasia el lenguaje relacio- ca es en efecto la apertura de lo hermético y el sobrepasamiento
nal o simbólico de carácter transracional. Pues el alma es pita- del sentido literal por el sentido pleno (sensus plenior).
góricamente la consonancia de todas las cosas: todas las cosas Mientras que la Escolástica tradicional define el ser cuasi
transmutadas musicalmente en sentido, el cual representa la con- dogmáticamente como esencia o sustancidy, por lo tanto, como
densación de lo sentido (y aqul la evocación de Bach se hace irre- verdad fundamental de signo objetivo,la Escuela hermenéutica
sistible). Sus Conciertos de Brandeburgo concluyen en un final interpreta el ser de lo real de modo existencial y dialóglco y, €n
moümiento en el que el sentido de la existencia suena con retran- consecuencia, como senüdo relacional de carácter intersubjetivo
ca: es una cadencia decafda como nuestra propia üda. y antidogmático. Este paso de la Escolástica premoderna a la
Escuela hermenéutica posmoderna está condicionado por la pro-
pia Modernidad, la cual somete a críüca el objetiüsmo dogmáü-
co clásico en nombre de la subjeüvidad moderna liberada por
Descartes, Kant y Hegel. Ahora bien, lo característico de la Filo-
soffa hermenéutica contemporánea está en buscar precisamente
la umediación> entre el objeüvismo clásico y el subjetiüsmo mo-
derno, mediación representada hermenéuticamente en y por el

20 2t
lenguaie considerado como el ámbito de encuentro de mundo y Omnia in humanitate complicata sunl humaniter.
hombre, realidad e idealidad, objetiüdad y subjetiüdad. El len- lDe coniecturis, II, L4.l
guaje es, en efecto, objetivo-subjetivo, ya que expone o expresa
algo dado u objetivado de un modo subjetivo. Aquí radic a exacta- De esta guisa, el Logo.s griego reaparece en la Hermenéutica
mente el famoso "grro lingüístico, de la Hermenéutica de H.G. gadameriana como un Ingos encarnado, realizando así la sínte-
Gadamer y socios, grro que la pone en relación con la filosofía del sis greco-cristiana de una Razón-sentido como yo mismo la tra-
lenguaje del segundo Wittgenstein y asociados.l duciría: Razón encarnada y Logo.s humanado. La raz6n herme-
Así que la Escuela hermenéutica se presenta como la nueva néutica como razón encarnada posibilita precisamente la "apli-
síntesis contemporánea entre el pensamiento clásico aristotélico- cación, que toda interpretación lleva consigo a nuestra realidad
tomista y el pensamiento moderno cartesiano-hegeliano. Sin presente en un proceso incesante de actu alización.z
duda, la figura que propicia esta nueva síntesis de clasicismo y
modernidad es M. Heidegger, el filósofo de origen católico que
ariba ala modernidad protestante con su obra paradigmátic a Ser 2. Interpretación
y tíempo (1927), en la cual recoge el pensamiento tradicional del
ser reinterpretado existencialmente, lo que provoca un ogiro an- La clave de la Hermenéutica contemporánea está en conside-
tropológrco" en el filosofar contempoÉneo recogido especialmen- rar el entender ---cl entendimiento de olgo o alguien- como un
te por su discípulo H.G. Gadamer en Verdad y método (19ó0). Ésta interpretar, es decir, como una interpretación . La Hermenéutica
es la obra que funda la Hermenéutica contemporánea en cuanto plantea que todo entendimiento de ulgo es ya interpretación, de
mediación del objetiüsmo antiguo y del subjetiüsmo moderno a modo que la interpretación se eleva a categoría universal del
través del médium del lenguaje como diálogo del ser y el hombre. humano conocer. Aquí se funda la univercalidad de la Herme-
Para ello H.G. Gadamer sint etiza el I-ogos griego racional y el néutica, en la que la razón humana se conüerte er:' razón inter-
Ingos cristiano personalista, proyectando Llna especie de raciona- pretativo !, en consecuencia, en una ruzón interpuesta o interca-
lidad interpersonal como específi ca racionalidad hermenéutica. lada, entrometida y medial, impura y relacional. Interpretación
Si la racionalidad clásica de la Escolástica era greco-católica dice, en efecto, interposición, y define la tarea de mediar o reme-
(aristotélico-tomista) y, por tanto, fundamentalista, la nueva ra- diar entre los diferentes y sus diferencias, sea el objeto y el sujeto
cionalidad hermenéutica es greco-protestante (socrático-heideg- sean los propios sujetos diferenciados. La interpretación no se
geriana) y, por tanto, personalista y poshumanista. Con ello, la sitúa, por lo tanto, en el medio (estático) entre los diferentes, sino
Hermenéutica se presenta como un Humanismo que toma en la mediación (dinámica) de sus diferencias. De este modo, la
consciencia del lenguaje, lo que incluye un elemento crítico o interpretación es la comprensión o comprehensión de lo diferen-
autocrÍtico en nuestro conocimiento, así como un matiz relatiü- te o diferenciado, así pues la coimplicación de elllo otro y la
zador de todo absolutismo. Aquí vale la incisiva diüsa del rena- asunción de la otredad: pues el/lo otro nos salva de nuestra pro-
centista Nicolás de Cusa cuando afirma que todas las realidades pia encerrona al sacarnos de nosotros mismos.
están <coimplicadas)) en el hombre humanamente (lo que no es La interpretación se interpone así entre los contrarios a
sino una reformulación filosófica de la teol ogía cristiana de la modo de complexión de los opuestos. El hermeneuta o intérpre-
Encarnación): te es entonces el ..traductor> interpuesto mediadoramente entre
objetos y sujetos, lenguas y personas, a modo de interlenguaje
l. Para Ia Hermenéutica contemporánea, H.G. Gadamer, Verdad y nÉtodo, I y II,
Sígueme, Salamanca 1992; del segundo L. Wittgenstein, v. Investigaciones filosóficas, 2. Sobre N. Cusa y el Renacimiento, E. Cassirer, htdividuo y cosr?tos, Emecé, Bue-
Crítica, Barcelona 1975. En realidad, el subjetiüsmo comienza con el cristianismo nos Aires 1951; de M.Heidegger, consúltese tanto Sery tienqto (FCE) como De canino
como interioridad (san Agustín, Lutero), aunque la modernidad racioempirista le otor- aI habla, Serbal, Barcelona 1990. Para el trasfondo clásico, Platón, Obras contpletas,
ga una inflexión racionalista y objetivadora. Aguilar, Madrid 1990.

22 23
I de ida y rmelta (recuérdese que en antigr¡o español
dice uvolver"); se trata de una mediación intersubjetiva que po-
"traducir, se de semejante mejoramiento. En la estela nietzscheana la auténti-
ca interpretación es una transfiguración de lo interpretado capaz
sibilita la comunicación muhra y el entendimiento o compren- de sonsacar el oalmao de lo real amorosamente.4
sión de lo real en su significación. Por eso A. Schopenhauer, el Asf pues, la interpretación como interposición o intercalación
maestro de F. Nietzsche, considera la interpretación como la comprensora de los opuestos adquiere un sentido de dramatici-
captación del sentido: dad y ambivalencia por cuanto situada/sitiada entre los contra-
rios. Pero esta ambivalencia hermenéutica resulta fructífera ya
El mundo en que cada cual üve depende ante todo de la inter- eu€, de acuerdo con la psicologÍa de C.G. Jung, huy una ambiva-
pretación que se tenga de él: la interpretación otorga importan- lencia positiva o salvadora, liberadora o mejoradora, abridora y
cia y significación lAphorísmen zur lzbensweisheitf.
no ocluidora, proyectiva o recreadora y no fijadora y dogmatiza-
dora. Concebimos pues la interpretación como una mediación
Ya el renacentista M. Montaigne, recitanto a Epicteto, afir- dialógica de los interlocutores y sus interlocuciones no neutrali-
ma que la realidad depende de nuestra interpretación para su zados, divididos o restados, ni aún siquiera subsumidos o mera-
sentido, lo que en general está de acuerdo con la üsión renacen-
mente sumados, sino coimplicados, multiplicados o asumidos
tista según la cual Dios crea la realidad pero el hombre recrea la múltiplemente (lo cual funda precisamente el pluralismo intrÍn-
idealidad (N. Cusa), por lo cual el hombre no obtiene un puesto seco a una hermenéuüca interpretativa plural). Sólo así la inter-
o posición fija en el universo sino abierta por cuanto es la <có- pretación deja de ser fotocopia de lo dado cósicamente para re-
pula" del universo (Pico della Mirandola), así pues el homo-in- vertir en fotomontaje de la dación interhumana del sentido.S
terpres, intérprete o señaleiro del sentido (para decirlo en la bella
lengua portuguesa).3
De todas formas, la interpretación como mediación de los 3. Irenguaje
contrarios tiene el peligro de ser considerada como un mero
equilibrio o equilibramiento de los opuestos de caÉcter conser- La interpretación es como un interlenguaje intercalado entre
vador. Por ello queremos acentuar aquí, recogiendo el espírihr
el mundo y el hombre a modo de condicción hermenéutica de
nietzscheano, la recreación que toda auténtica interpretación
toda dicción del sentido. De esta manera el lenguaje se yergue en
aearrcea en cuanto bansposición y transmutación de lo interpre-
el médium de la experiencia hermenéutica como intérprete o
tado. Con ello replanteamos una Hermenéutica creativa gu€, tras
transductor que media el encuentro del hombre con las cosas y
asumir el texto o contexto en cuestión, apunta una nueva pers-
los demás hombres; por ello la Hermenéutica está bajo el patro-
pectiva original, ür mattz inédito o una nueva apertur:a de senti-
cinio de Hermes, el dios del lenguaje oblicuo y la comunicación
do. Si el criterio de la Hermenéutica mediadora qs la corrección,
transversal, y por lo mismo puede hablarse del "grro lingüístico,
el criterio de la Hermenéuüca recreadora es la aportación, aper-
en la Hermenéutica contemporánea , yd que el lenguaje es diüsa-
tura y positivación de lo dado en negativo (recuperando así la
do medialmente como la ,,condicción' de todo sentido. Ahora
verdad como revelación o aletheia).IJna tal interpretación positi-
bien, en la obra gadameriana se habla técnicamente de Sprachli-
va o aportativa es una interpretación ameliorativa que expande la
chlccit gu€, al tiempo que üerte el logo.s griego al alemán, cabe
divisa de F. Schleiermacher sobre la interpretación como amejo-
traducirse como littg,ricidad o linguisticidad, dialogicidad o apa-
ramiento de lo interpretado: lo que por cierto nos remite posro-
mánticamente al amor como donación de sentido y paradigma
4. F. Nietzsche, Más alW del bien y del nnl, Nianz-a, Madnd 1997 .
5. Puede consultane al respecto mi obrita C.G. Jung, Arquetipos y sentüo, Univ.
3. De A. Schopenhauer véaseAforisnns sobre el arte de vivir, Valdemar, Madrid Deusto, Bilbao 1988; sobre el pluralismo como politefsmo cultural, J. Beriain, La lucha
1998, p. 33; de M. Montaigne, Ensayos, Pomia, México 1999,XL. de los dioses en Ia nndentidad, Anthropos, Barcelona 2000.

24 25
labramento, articulación o junción, mentando primordialmente coimplicativa que se expone bien en el siguiente relato de ftuy
el carácter dialógico o lingústico de la experiencia humana del Tomás de la Torre, el filósofo cronista del üaje que reahzara
mundo, de modo que el hombre se redefine ahora como un ani- Bartolomé de Las Casas con un gnrpo de dominicos desde Seü-
mal lingüÍstico porque obtiene logos (en su sentido de reunión, lla a Chiapas (México) en 1545:
articulación o recolección del sentido dispenso entre las cosas).
La versión oficial de la Sprachlichl<eif nos la ofrece como A puestas del sol llegamos a unas casillas, y los indios pareció
"lin- que se holgaron de vernos y pedímosles pan, metiendo el dedo
güisticidad", destacando así la significación lingüística del len-
guaje, es decir, su significado lógico-verbal tal y como aparece en en la boca y significando nuestra hambrei / no nos lo dieron
el habla o diálogo, en la conversación o coloquio, pero también ;X:
il1lT"üffi
derivadamente en el texto o escritura. La lingüisticidad del len- pan y pescado;"3:i":ñlJ#,H'j:#,:":,",;i?,i'.3tr"ff
uno no sabía un vocablo y otro y otro, juntándo-
guaje apunta entonces al apalabramento y el acuerdo, al consen- los formaba estos conceptos. Mas topábamos indios que en üén-
so y la puesta en común propia de la comunicación intercubjeti- donos se volvían corriendo.T
va sobre algo. Sin embargo, esta traducción oficial de la Sprachli-
chlceit, precisamente por su fidelidad al texto gadameriano, deja Obsérvese la definición funcional del lenguaje en dicho relato
fuera el amplio contexto heideggeriano en el que se incuba esta como relación o junción de vocablos que conforman conceptos;
noción hermenéutica central. En efecto, cabe traducir contex- se trata del lenguaje lingüístico o lógico-verbal. Pero a continua-
tualmente la Sprachlichkeit gadameriana como olingtiicidadr, ción se nos presenta elípticamente el otro tipo de lenguaje prelin-
lingüicidad que mienta el trasfondo ontológrco del logo.s lógico, güístico o protolingfiístico (preverbal), basado en la asociación de
así pues la articulación cuasi metafísica que subyace al encuen- los pacíficos misioneros con los terribles conquistadores dada su
tro de hombre y mundo, lo que el propio Gadamer llama desde la común identidad española, por lo que los indios optan por huir
poética de F. Hólderlin la con:espondencia entre el alma y el eütando el peligro de ser sometidos (peligro no sólo representado
mundo. El pensador americano Ralph W. Emerson ha expresado por los españoles sino también por todo hombre extranjero üsto
esta articulación radical de la natum,lezay el espíritu, la materia como extraño, diferente y disidente). Mas si los misioneros dialo-
y la inteligencia a partir de una üsión del hombre situado en el gan con algunos indios es porque huy cierta aferencia de fondo,
centro relacional de todas las relaciones.ó un contexto afectivo y una comunicación implícita, así pues cier-
En todo caso, yo no hablarta ya de un centro ocupado por el ta complicidad, querencia o consentimiento; por ello la antropo-
hombre y su lenguaj e, yd que el lenguaje precigamente descen- logía simbólica de V. Turner y C. Geertz han dado tanta impor-
tra al hombre de una posición central abriéndolo no sólo al tancia a la afectiüdad, las emociones y los sentimientos (im-
otro/otra sino a la otredad transhumana (llámese naturaleza portancia que coexiste, por ejemplo, en el conflicto vasco y que
prehumana o diünidad poshumana). He aquí que el lenguaje no ha sido aún coimplicada). En ese breve relato se nos ofrece,
como articulación onto-lógrca (articulación humana del mun- pues, la doble Sprachlichkeit, o sea, el lenguaje lingtiístico o ver-
do) interpreta o traduce el ser como conser (syneinai, tnitsein, bal y el lenguaje prelingüístico o simbólico. Hans-Georg Gada-
coser), fundando una especie de (panrelacionismoo (R. Rorty) mer expone muy bien este doble aspecto del lenguaje hermenéu-
que todo lo apalabra en principio si bien nunca totalmente. Un tico condicionante del sentido:
tal lenguaje hermenéutico no es por lo tanto, frente a nuestro
León Felipe, prometeico sino más bien proteico, por cuanto tra- Nadie puede resolver de modo racional el tema de la primera
ta de expresar todo de acuerdo a una hermeneusis copulativa o comprensión del sentido. Siempre han precedido las experien-

6. Véase de H.G. Gadamer, Verdad y nútodo, II, traducido por mi colega M. Olasa- 7. Fray Tomás de la Torre, Dinrio devinie, Ope, Burgos 1985, p. 128; de León Felipe,
gasti; de R.W. Emerson , Ensayos, Pornia, México 1999. puede consultars e Obra poétba escogida, Espasa, Madrid 1985, edición de G. Diego.

26 27
cias prelingüísticas y, sobre todo, el intercambio de miradus y tiva (por eso hablamos de nzón-sentido): el sentido no está ni
gestos, y todas las transiciones son fluidas.8 dado objetivamente ni puesto subjetivamente, sino interpuesto
objetivo-subjetivamente por cuanto es un sentido lingriísüco,
Si el lenguaje lingtistico refiere la referencia ddal significado, ulgo dado en relación al hombre, algo objetivo dicho subjetiva-
he aquÍ que el protolenguaje prelingrfstico se infiere de la aferen- mente, sentido medial. Se trata entonces de un sentido dialógico
cia del sentido. De aquí sonsacamos nosotros una conclusión muy de carácter intersubjetivo que responde a la coimplicación o co-
(im)pertinente para la Hermenéutica: que a la referencia del sigxi- ffespondencia ontológica entre el alma y el ser, el hombre y el
ficado (lmgr¡ístico) subyace la aferencia del sentido (simbólico). mundo. Ahora bien, mienb:as que la semántica eshrdia el mero
Ha sido Martha Nussbaum la gu€, reinterpretando el lenguaje significado dado, la Hermenéuticatatael significado humano o
dialógico/dialéctico de Sócrates en Platón, ha reahzado la curiosa humanado, así pues la significación simbólica o sentido pregnan-
observación de que la sensualidad de Alcibíades subyace y condi- te (axiológico). Parafi:aseando un aserto de N. Bohr, yo diría que
ciona a un tiempo el discurso platónico de Sócrates, lo cual es una verdad dada es un enunciado (significado) cuyo opuesto es
como decir que toda sublimación, elevación o abstracción (la for- falso (verdadversus no-verdad), mientras que un senüdo es una
ma) lo es respecto a algo implicado, ex¡perienciado, supuesto Qa enunciación (significación) ctrya oposición también obtiene sen-
materia). Yo diría entonces, que la auténtica dialéctica del lengua- tido (sentido coimplicado): lo cual tiene importancia a la hora no
je dialogocidad fundamental- lo litrg,Ístico y la lin-
-su lo lógico y lo ontológrco, laincluye
gücidad, referencia y la aferencia, la
ya de decir/decidir sobre las cosas cósicamente (técnica), sino de
decir/decidir sobre las cosas o asuntos humanos, así como sobre
metáfora y la catáfora, el significado y la significación, la nz6ny los individuos personalmente tal y como acaece en el mundo de
el sentido, la verdad y la afección, €D definitiva ellogos y el rnythos. la vida, la éüca y la política.lo
O el lenguaje hum¿uto como una mito-logía radicalmente huma- A partir de aquí diferenciamos la racionalidad semántica y la
14, en cuyo intertexto mitológrco comparecen hombres, cosas, racionalidad hermenéutica. La racionalidad semántica ha sido
ideas y dioses humnnam.qtte (y ello dice contingentemente).e bien expresada por J. Habermas en su teoría consensual de la
verdad, según la cual puedo atribuir un predicado a un objeto
sólo si también cualquier otro que pudiera entrar en diálogo con-
4. Sentido migo atribuyera el mismo predicado al mismo objeto. Una tal
teoríasemántica obtiene la verdad por medio del consenso racio-
La Hermenéutica tmta la interpretación lingüística del senti- nal en torno al significado (abstrafdo de la significación) o del
do: la comprensión del sentido por medio/mediación del lengua- enunciado (abstrafdo de la enunciación), con lo cual se mueve en
je, o sea, a través del vaivén del logos. Pero el sentido en la Her- el ámbito de las cosas, los objetos o sus meras funciones sin
menéutica no es sólo el objeto de la comprensión o interpreta- acceder a la región de la significación humana del sentido; po-
ción, sino también el sujeto del comprender o interpretar, de dríamos conceder que Habermas atriba a la interpretación inter-
modo que el sentido resulta objeto y sujeto de la Hermenéutica, subjetiva de la realidad pero no a la interpretación interpersonal
ya que captamos el objeto (la verdad-sentido) a partir del sujeto del sentido. Mas la racionalidad hermenéutica no es mera racio-
Qa rezón-sentido). Esta terminología quiere indicar que el senti- nalidad funcional del significado consensuado semánticamente,
do no está odado, como una verdad objetiva (por eso hablamos sino la racionalidad interhumana del sentido consentido cómpli-
de verdad-sentido), pero tampoco (puesto> por una nzónsubje- cemente. Por eso proponemos una teorÍa coimplicacional del

8. H.G. Gadamer, o.c., p. 13; al respecto A. Oniz-Osés, La. razótt. afbctiva, San Este-
ban, Salamanca 2000. 10. Distinguimos asf con el Aristóteles poUtico lanzón técnica (teine) yla nzón prác-
h
9. De M. Nussbaum, véase fragilidad del bien, Visor, Madrid 1995, p. 302 ss.; al tica (phrcncsb); véase al respecto Gadamer, Vudad y nútúo, II. Sobrc la posición de
respecto mi obra Metaflsica dcl sentüo, Univ. Deusto, Bilbao 1989. N. Bohr puede consulta¡se san Pániker, Cuadenp antarillo, A¡eté, Ba¡celona 2000, p. 4O s.

28 29
sentido, según la cual puedo atribuir un sentido a un sujeto sólo
coligación o aferencia, sentido de implicación y correferencia,
si el propio sujeto lo consiente. Frente a la teoría consensual de la
sentido simbólico. El simbolismo en efecto, es la expresión hu-
verdad Qógico-funcional), proponemos aquí una teoría consenti-
mana del sentido del mundo, el lenguaje que apunta más allá de
mental del sentido (consentido), destacando así el derecho inalie-
sÍ mismo por cuanto participa del sentido de lo simbolizado.rz
nable de la persona a su autointerpretación o autodeterminación
personal lo que üene a decir que nadie interprete por nosotros
en cuestiones que nos atañen existencialmente. Ahora la raciona-
5. Simbolismo
lidad clásica del bgos didonai (dar razón de ulgo) se traduce
hermenéuticamente como un dar la rzlzón a alguien, con lo que Hay que avanzar más allá de la circunspecta Hermenéutica
la racionalidad griega cósico-abstracta se conüerte en racionali- gadameriana y redefinir el sentido hermenéutico como sentido
dad interpersonal (que es la auténtica aportación del Ingo.s cris-
simbólico. En efecto, el senüdo es lo que algo no mer:amente dice
tiano más arriba denotado).t t (significado) sino <quiere decir', (significación), así pues lo que
El sentido en la Hermenéutica no es pues, el mero sentido ló- ulgo quiere decirnos a los humanos, lo que significa para el hom-
grco o funcional, sino el sentido ontológico o existencial. La com-
bre humanamente (humaniter, supra). De esta guisa todo es po-
prensión del senüdo tiene que ver con el carácter existencial que
tencialmente sentido para el hombre, ro solamente un texto
un autor como Cioran atribuye ala comprensión profunda, la cual
como admite Gadamer, sino también un contexto o suceso, in-
capta los límites del mundo y la propia muerte en üda, pasando
cluso algo tan cósico o reificado como una piedra obtiene una
de la mera consciencia o conocimiento superficial de las cosas al
significación simbólica (de perrnanencia , dureza, solid ez, identi-
fondo misterioso de la üda. Lo cual üene a significar que no hay
dad o fidelidad), lo mismo que los números adquieren también
sentido sin sinsentido, más aún, que el sentido consiste en la asun- un simbolismo siquiera formal. Simbólica es por tanto la com-
ción del sinsentido. El sentido no es entonces meramente la expli- prensión de las cosas por el alma humana, la interpretación aní-
cación abstracta de lo real sino una explicación implicativa de lo
mica del mundo, la intelección del ser por nuestra razón afecti-
real üüdo: por eso nombra lo más necesario, en palabras del poe-
va. Pues el hombre es el animal simbólico, de modo que la reali-
ta G. Celaya, lo que no tiene nombre. Mas nombrarlo que no tiene
dad dice latente relación simbólica al hombre. El lenguaje her-
nombre es nombrar lo inaudito o sobreseído, la realidad abrupta menéutico es así un lenguaje simbólico, puesto que intermedia lo
o abismátrca,la realidad del hombre exilado en el mundo. Emil parahumano y lo humano a través de una correlación de coaper-
Staiger logró expresar como nadie esta radical comprensión del
tenencia, y podemos describirlo como unlogo.s cuasi mítico (que-
sentido tal y como se realiza enuna Hermenéutica profunda:
rer decir como decir querér), una respuesta del corazón Qeb he-
breo) como actitud o talante fundamental humano ante las co-
Befreifen, was uns ergreift.
sas. Martin Heidegger lo captó bien cuando expuso que la clave
[Comprender lo que nos coimplica.]
del lenguaje es ontológica y, por tanto, simbólica o coimplicacio-
nal: la dicción del lenguaje (muestra> la coimplicidad de ser y
Lo que nos coimplica es fundamentalmente lo implícito o sentido, o sea, la conjugación o articulación de mundo y hombre,
latente, lo implicado en nuestras explicaciones, las condiciones
el apalabramento de los mortales y los inmortales, lo diüno y lo
del hombre en el mundo regidas por la coapertenencia de la
humano, pero también el destino y el hombre.l3
materia y el espíritu. Por eso el sentido profundo es un sentido de

12. Asf P. Tillich en su teología del sentido, cf. Eranos-Jahrbuch 23, 1954. De E.M.
Cioran, véase ahora Conversaciones, Tusquets, Barcelona 2001. Para el tema de la
1 l. Sobre J. Habermas, véase su obra Theorie der Gesellschafi, Suhrkamp, Franc-
coimplicación, mi obrita Cuutiottes fronterizrc, Anthropos, Barcelona 1999.
fort 1980, p. 124; sob¡e el Log'os cristiano, rÍli obra l-as claves sinúólicas dle nurstro
cultura, Anthropos, Barcelona 1993.
13. Puede consultarse M. Heidegger, Holzruege, Klostermann, Francfort 1963; al
respecto mi obra I-a. nuan filosof{a herntenéutica, Anthropos, Barcelona 198ó. Sobre el

30
31
Este es el tmsfondo heideggeriano que subyace a la Sprachli- mente, indefinidamente; indefinición marcada por lo accidentado
chlceit gadameri¿ula: el lenguaje como condicción ontológica de la de una relación ffansiüva o b:ansicional presidida por la evenhra-
existencia y, en consectrencia, como apalabramento esenciante de lidad: (a vec€sD, <es cierto, p€ro>>, .,tal vez>>. En realidad los dos
todas las cosas en su sentido de junción o junflrra. A su vez es el primeros versos exponen esa contingencia como atingencia con-
Ingos heraclíteo el que subyace al lenguaje ontológico heidegge- tapuesta: yo la quería, y ella también me querÍa (a veces); ella me
riano, el cual se define como conjunción o conjugación de conb:a- quería, y yo también la quería (a veces). Así que nos queríamos
rios y articulación de opuestos en reunión radical. A partir de aquí intermitentemente o, más palia ser más exactos, cuando el uno
resulta claro por qué toda interpretación es una inter-pretación quería el otro conquería subsidiariamente. Pero en el tercer verso
medial de los conbarios conb:actos. La significación hermenéuti- la conb:aposición entre el antiguo querer y el actual no querer se
ca o sentido dice pus, consignificación, es decir, remediación hace absoluta. ¿Absoluta? No, como vemos en el esplendente cuar-
simbólica de la fisura o escisión real. Por eso el simbolismo es to verso, en el que el desbordamiento del verso anterior
-(cuánto
la quise>>- contamina la actual inquerencia hasta suspenderla
universal, como htó de exponer C.G. Jung en su arquetipología
general, por cuanto es la suftrra hermenéutica entre lo dado y lo dubitativamente. I,a, conclusión es (in)cierta: la quise tanto, p€ro
puesto,la naturaleza, y la culüJra,la realidad y la surrealidad, lo ya no la quiero, no la quiero, pero aún la quiero (obsérvqse que la
empÍrico o material y lo formal o espiritual. De donde la radical duda del querer se expresa en presente de indicativo y no en mero
ambivalencia o ambigüedad del simbolismo, tal y como se expre- subjuntivo hipotético, de modo que no dice "tal vez la quiera"
sa en aquellos versos de Pablo Neruda en su Poema 20 (escrito a como posibilidad, sino
"tal vezla quiero)) como realidad). I¿ duda
los veinte años): se expresa sobre un presente carente y abnrmado por el pasado:
así se describe el ser como no siendo y el no-ser como siendo, o
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. sea, el ser y el no ser reunidos ambivalentemente, el amor y el
desamor enlazados contingentemente. Pues en el lenguaje no sólo
?lffi i:','"?;xffi ,{:,'i#3'ffuf,l'iffi ," nos decimos sino que también podemos desdecirnos.l4
Ya no la quiero, €s cierto, pero talvezla quiero. Los versos pregnantes del joven Pablo Nemda exponen her-
ÍVeinte poemas de amor y una canción desespuadn.f menéuticamente el sentido humano en su oscilación entre la üda
y la muerte, lo real y lo transreal, el ser y el alma: adentrémonos
Estos versos no üenen un significado objetivo y racional, preci- en la espesura oscura de la muerte.
so y cienffico, semántico y lógico, pero obtienen un sentido ünns-
literal y humano, precioso y hermenéutico, axiológico y afectivo;
quiás tenÍa nzúns¿ur Lupasco cuando afirmaba que lo más real 6. I-a muerte
y aun la única realidad auténtica sea la afectiüdad en cuanto afe-
rencia de sentido, al tiempo que A. Schütz destacaba el aspecto La muerte se'cuela en la Hermenéutica como el vacío, hueco
presente de la afección frente al conocimiento del pasado y a la o agujero surreal desde el que es posible interpretar la üda sim-
conación o futurición. Pues bien, sh realidad o surrealidad que- bólicamente, ya que la muerte representa la suspensión de la
da descrita simbólicament€, y ello dice ambigua y ambivalente- üda, la horadación del tiempo continuo, la otredad radical, el
punto de vista transreal, la interpretación imaginal, el huecogra-

tmsfondo simbólico, véase El Ctrculo Eranos,en: Suplenrcntos Anthropos, 42, Barcelo-


na 1994, :tSf como K. Kerényi y otros, Arquetipos y stntbolos colectivos, Anthropos, 14. Puede consulta¡se Pablo Neruda, en: Cittcuenta poenns del núlenio, Plaza y
Janés, Barcelona2üOl; sobre san Lupasco, Schützylaafectividad, véase A. Ortiz-Osés,
Barcelona 1994. El Cfrculo Eranos (1933-1988) continúa hoy a tmvés de dos grupúscu-
Visiones del nuttdo, Univ. Deusto, Bilbao 1995. Finalmente, puede consultarse R. Al-
los: el uno de carácter orientalizante (Eranos Yearbook 58 ss., Ed. Eranos Foundation-
berti sobre el amor incierto: cYo te quisiera ver pero no verte: irme lejos de ü pero sin
Spring Joumal), el otro continúa el estudio intercultural (Reihe Eranos, Neue Folge,
irmer (Pomns del annr hrcicrto).
Ed.W. Fink, Munich 1993 ss.).

32 33
bado del sentido vivido. La interpretación hermenéutica o com- muerte como trasfondo de la üda y revés de la existencia en su
prensora de la muerte estaría bien designada por el término de intrigante poema uEndimionr, el mítico amado de la diosa lunar
nentelequiao, expresión que en Aristóteles mienta el trasunto que Selene:
deja la realizacióny finalizaciónde la realidad humana (y que en
el estagirita es el alma). La realidad de la üda concluye en la ENDIMION
muerte, la cual se define como finalización o sentido de la exis- Matnzdonde germina el universo suavemente,
tencia, su acabado esencial (Vollendung en K. Rahner). En efecto, vacío, pozo absoluto, presencia del espacio,
el sentido de la üda es inmanente ala propia üda, se simboliza hora donde r¡uelve a ser posible el universo,
positivamente en el amor y se realizanegativamente en la muerte abandono convergente en la penumbra.
como descanso oscuro (requies). O la muerte como sentido su- Yo me entrego, oh Tiniebla, esposa universal,
meal de la üda, en la que se cumple nuestra finitud a la vezque es ya no distingo más que en la sombra que me atrae
al otro, ese enemigo, de Mí, ese extranjero.
sobrepasada enigmáticamente. Mi exótico amigo Chuang Bo-
Min (aunque yo fuera el exótico para él) expresaba desde una :i*'il"?""Hiil?r-J,',?d;rilT;::il'
actitud taoísta lo que suele decirse envozbaja de la muerte, gue pero la noche y la vida en el fondo descansan
es la solución de todo: disolución del cuerpo y resolución del y el corazóndel hombre es un nadir oculto.
alma, añadiría yo, que nos aboca a la desencarnación de la mate- De día yo me buscaba, de noche me encuentro,
ria y a la reencarnación o resunlección del "almaD filosóficamen- y la líquida pazde mi cuerpo ondulante
te concebida como extracto o extracción, sÍmbolo o interpreta- ignora que odiar es el revés de amar.
ción, síntesis o configuración, liberación o sublimación de la La noche resuelve el enigma que me asedia.
existencia. Por eso podemos reinterpretar a Cioran afirmando ll-as caridades de Alcipo.frt
que la idea de la muerte ayuda a üür, puesto que representa la
salida esencial a nuestra encen:ona existencial, así como la posi- En este poema la poetisa se siente hiju simultánea del día
bilidad que abre la clausura del ser.ls celeste y de la noche oscura, así como de la impermanente exis-
La muerte es el paso paradógrco de la materialidad a la for- tencia y de la permanente esencia: pues como dice en otro verso
malidad, tránsito de la üda a lo que con G. Simmel podemos ntodo pasa y sin embargo dura,r. En efecto, la üda que pasa se
denominar como más-que-üda, simbolizado por el vacío o vacia- estancia en la muert€, la cual señala la sombra creada por Dios
do de nuestra existencia. En la muerte se cumple, por lo tanto, la junto a la luz (León Felipe). El Ser desemboca por la muerte en la
realización de la realidad en su sentido hermenéútico-simbólico, Nada simbólica, como la Vida desembarca por la muerte en el
por cuanto la existencia exterior aboca a su esencia, asÍ como el Horizonte ilimitado: por ello en Muerte enVenecia el protagonista
ser a su través o transer: en donde la ausencia forma parte de la moribundo estira su brazo ert la dirección-sentido del honzonte
presencia como el lenguaje forma parte del ser y el silencio del abierto señalizado pbr el gesto simbólico del coprotagonista ado-
lenguaje. Si la muerte es el sentido final de la üda, ésta nos revela lescente que funge cual Hermes psicopompo. En donde la üda
el sentido como fundamento sin fundamento o fondo sin fondo, busca más üda y más-que-üda: requies aeterna. O la muerte
sentido que asume el sinsentido, apertura radical. Margarita como amortización de la üda, silencio translingüístico, música
Yourcenar ha expresado bien esta üsión hermenéutica de la callada, simetría oculta tras la disim etrtaütal, felicidad póstuma

ló. M. Yourcenar, Las carídades de Alcipo, Visot Madrid 1990, t¡ad. Silvia Barón;
15. Sobre la aentelequiau en Aristóteles, De aninta, II,1, así como Metaffsica,H,3i de G. Simmel véase su monográfico en Revista espaíiola de huestigaciones sociológicas,
de K. Rahner, véase Escritos de Teolog{a, Taurus, Madrid 1962, vol. IV, p. 441 ss. Madrid 2000. Esta nuestra visión de Ia muerte se acerca a la mística de Angelus Sile-
Finalmente de Cioran, o.c., en donde el presunto <nihilismou del pensador rumano sius cuando habla de la desformación cuasi acuática, y que encuenffa eco en la poéti-
queda matizado como onihilismo místico>. ca de nuestro L. Cernuda: oEl mar es un olvido: El mar es un amante>.

34 35
de acuerdo al epitafio que el ffsico A.M. Ampére dejó en su tum- clásica Dios del ser-, sino el Dios-estancia traducido posclá-
ba: Tan"demfelix (Por fin feliz). -el
sicamente como (yo soy el que estoy (contigo)" (elryeh asher eh-
Asumir la üda es entonces asumir la muerte, y asumir la yeh).De esta guisa nuestra Hermenéutica reinterpreta el clásico
muerte es asumir el sentido que coimplica el sinsentido. La Her- Dios-ser-nzÍnque hace el mundo calculando <um Deus calcu-
menéutica revierte así el significado de la existencia a su sentido lnt fit mundus: Leibniz- como un Dios-amor que crea el mundo
simbólico, el cual se define como coimplicación de los contrarios, cuando ama: cum Deus amnt fit mundus; y sabido es que el amor
es decir, como sutura o mediación de los opuestos representados es un ser sin ser, ser dimidiado, intermedio y mediador.l8
por la üda y la muerte, lo real y lo surreal, el ser y el transen Así que el homo-interpres de la Hermenéutica se sitúa en el
medio/mediación de los contrarios, accediendo a su interpreta-
Mi casa el mar dormida sobre el agua ción a fravés de su mutuo conocimiento comelativo; como dice
donde navegue el alma olas de luz,
Tomás de Aquino:
el silencio distinto, el inüsible
el que junta las piedras bajo el agua.
I-as cosas opuestas se cono@n unas por otras
lfutasis.fiT
como las tinieblas por laluz.
lsummn Th. I, q.48 a I c.f
7. Bien y mal Resulta sintomáüco de su mentalidad escolástica que el Aqui-
nate afirme conocer lo tenebroso por lo luminoso, que es como
En el límite de la muerte el sentido hermenéutico de la exis-
decir el mal por el bien. Pero el autor olüda la ücevercd, que la
tencia humana en el mundo deüene sentido simbólico: senti- luz también se conoce por las tinieblas como lo positivo por lo
do que reflota en el revés del ser, sentido que asume el sinsentido,
negativo. Así que por el bien conocemos el mal y ücevexsa, por el
trama dialéctica de contrarios tal y como se expone en el término
mal conocemos el bien, los cuales resultan así coimplicados y
griego l<nkorrafín (complot) o bien en el Dios de Schelling que
correlatiüzados: pues si en Santo Tomás el mal dice relación al
incluye el contrapunto oscuro en libertad. El hombre se redefine
bien, en nuestra reüsión hermenéutica el bien se relativiza al
ahora como d"asein, ser-cómplice por cuanto implicador e impli-
decirse en correlación al mal. Ya Laotsé preconizabauna sabidu-
cado, mediador y mediado, precisamente intérprete o interpues-
ría consistente en seguir dos caminos opuestos al mismo tiempo.
to entre los opuestos asf depuestos o remediados simbólicamen-
Resuena aquf la música de Mahler en Muerte enVeneria evocada
te. I-a consecuencia parece obüa, si hasta ahora se ha explicado
por el joven músico Alfred el cual, tras arpegiar en el piano,
meramente el mundo, ahora se trata de coimplicarlo: pues el ser
espeta al protagonista que el mal es el alimento del espÍritu
ya no comparece como dado o abstracto sino como dación o
modo pagano de exponer la cristiana teoría de la salvación del
-un
implicación, tal y como se ofrece en el lenguaje en cuanto espacio
alma o üda atrevé.s de su perdición o enajenación (salida-de-sí al
o habitáculo humano cuyo tiempo es el sentido humano de la otro/otredad, alteridad/alteración).
significación. La proyección de Dios que se corresponde con la
Ello tiene que ver con la cuesüón del simbolismo, a menudo
Hermenéutica no es, por tanto, el Dios abstracto de la tr:adición
malentendido como un mero metaforismo eufemizador de la rea-
lidad así sobreseída, cuando en verdad se ffata de que el simbolis-
mo coimplica catafóricamente la realidad latente, otorgando nom-
17. Manuel Padorno, enz EI Cieruo, Mayo 2CfJ:l; sobre Muerte en Venecin de T. Mann
y L. Visconti, véase Muqte en Venprin, Paidós, Barcelona 2001, estudio de J. Radigales:
yo dirfa que en esta novela/film la muerte del protagonista sella su mudez ftente al 18. Sobre la üsión de Dios, véase Varios, El nústerio de ln palabra. Homenaje a L.A.
coprotagonista, ya que coexiste un ñacaso del diálogo confraternizador (acaso imposi- Schókel, Cristiandad, Madrid 1983, en donde el prof. Severino distingue la versión
ble por su diferencia de edad), suplido simbólicamente por la gestualidad, la ritualidad y hebrea de Dios de signo existencial respecto a la esencialista greco-latina (ego einú o
la afectiüdad. on, ego sunt qui sunt).

36 37
bre a ulo que no tiene nombre, (supra). Que el sentido es simbóli- que nosotnos mismos hemos descubierto en el corelacionismo
co no quiere decir que sea meramente formal o estructural, como filosófico del galaico A. Amoi Ruibal, y que encuenb:a su proyec-
piensa el estn¡cturalismo, sino también material y üvencial por ción en una ruzúnhermenéutica de carácter simbólico.2o
eso a partir de Jung y socios podemos hablar de un simbolismo Quisiera simbolizar esta nuestra experiencia hermenéutica
coimplicativo gu€, frente al formalismo, se basa en la protoü- del sentido encarnado en el movimiento final de los Conciertos de
vencia de la aférencia. El simbolismo correlaciona la forma con Brandeburgo de J.S. Bach, €r el que el sentido de la existencia
la materia, el sentido con la experiencia y la representación con la humana aparece contrapunteado con retranca, en una apertura
presencia siquiera sublimada, bansfigrrrada o bastocada. Rres si dificultosa cuya consonancia se arrastra a modo de emergencia
es cierto que el hombre es un animal innatural, cultural o artifi- ralenüzada: danza en la tierra, los pasos contados, la melodfa
cial, lo es por natr¡raleza, como añade A. Gehlen sutilmente: en aserrada, la dulzura tristona, la cadencia decadente, el brillo
donde la nafural eraes ctiltural y la cultura natural.le mate o matizado, el espejo empañado de vaho, la alegría melan-
Con la figura del ángel rilkeano de hermosura terrible ante los cólica, el aire húmedo, la nebulosa anímica que avanza con alti-
ojos, M." Elena Cnlz ha plasmado bien en El dngel agota^do esta bajos (como puede apercibirse bien en la cromática versión de
üsión simbólieay, por lo tanto, ambigua o ambivalente del amor Jordi Savall).
atravesado por el desamor, del sentido atravesado por el sinsenti-
do o, en su terminologfa poetica, de la levedad y el peso concate-
nados en un mundo convexo o complej e, Vd que en palabra de 8. Humarrismo hermenéutico
Vfctor Sosa <todo lo recto miente, toda verdad es curva>r. En su
Filosoffa de la coqueterta, G. Simmel describió finamente el sf y Aribamos asf a un Humanismo hermenéutico, lo cual signi-
no de la existencia humana, acenhrando su polaridad y la parado- fica un Humanismo descentralizado, dado que el hombre-intér-
ja del amor como una posesión que no se posee, por cuanto se prete de la Hermenéutica ocupa un lugar oblicuo y transversal en
establece sobre lo masculino y lo femenino que se buscan para el univenso. Por ello el sentido de la existencia humana debe
completa¡se aunque sin poder superar su oposición. Ello concuer- simbolizarse más que como ángel (Gnosis de Eranos), como <án-
da con la teologfa hermenéutica que, ülas criticar la concepción de gel cafdo, (el cual es el propio hombre). Con ello nuestra Herme-
un Dios olfmpico, ariba alaversión achral de un Dios relacional néuüca simbólica del sentido se reafirma como implicativa y no
involucrado en el mundo (Diet Schoonenberg), eue crea el üempo desimplicativa, como encarnada y no descarnada, como huma-
asumiéndolo (assummdo tempus, creat tempus: IC Rahner), Dios nada y no abstrach, como ambivalente y no plana. La rz;zón
bipolar (Ch. Hartshorne) que asume el principio de conbadicción hermenéutica que capta el sentido es, como dijimos, una raz6n-
ya que, como dice el lovaniense Franz Grégoire: ..cada ser es él senüdo que capta una verdad-sentido por la mediación de un
mismo en ctranto no él mismo por cuanto relacionado con aquello lenguaje de ida y vuelta. Este lenguaje de la Hermenéutica es,
que no es él mismorr. LJn tal principio de coimplicación universal según lo dicho, un interlenguaje situado entre la materia impura
y el espíritu puro, en el centro descentrado que habita el alma
humana como vis complicativa en Nicolás de Cusa (complicatio
19. Gadamer no accede al simbolismo, P. Ricoeur lo entrevé, G. Durand lo entien-
de gnósticamente, E. Cassirer tmscendentalmente y C. Castoriadis formalmente; pue-
complicationum). De esta suerte, el hombre trata de remediar
de consultarse al respecto, W. Ross, Nuestro innghnrío cultural, Anthrcpos, Barcelona simbólicamente la propia escisión producida por su misma apa-
1992, Por mi parte he redefinido el sfmbolo como catáfora coimplicante (f¡ente a la
mera metáfora literaria) desde una penspeqtiva latino-vasca (con su mitología matriar-
cal): véase al respecto mi obra El nntriarcalimto vasco, Universidad de Deusto, Bilbao
1988, 3." edición; para el trasfondo, J.J. Bachofen, Mitologla arcaba, Anthropos, Ba¡te- 20. Sobre Dios, Joseph Donceel, en:Thought 46, 1971,346 ss., asf como en: &lec-
lona 1988, asf como mi hermenéutica simbólica de Ia mitologfa vasca en I¿ diosa ciones de Teología 53, 1975, 12 ss.; de M." Elena Cnrz, El furgel agotado, Plaza y Janés,
nudre, Trotta, Madrid 1996. Finalmente sobre la asunción del mal y su elaboración Barcelona 1999. Finalmente, G. Simmel, Filosofn de ln coqueterta, enz Cultura fentení-
psicológica, E. Neuma¡rn, Epfdosis a nuestrc Diccionario de Hetntenéutba (Deusto). n4 Austral, Madrid 1946,

38 39
rición a través de un lenguaje sufirrador. El lenguaje hermenéuti- Ia, razón simbólica reaparece ahora como una raz6n surr?-
co constituye ese e.spacio abierto (celeste) del tiempo humano-te- cional cuyo objeto-sujeto de interpretación está representado por
rrestre del sentido, el ctral es más que lo mentado: lo consentido. la surracionalidad del sentido. Nuestra final diüsa hermenéuüca
bien podrfa sen implico(r) ergo sum: Soy cómplice, y nada mun-
dano me es ajeno. Ello implica no sólo una ética de la buena üda
:.'""i:ffi ::T"r,E"i3:#l*::ffi ,H:x**' o buen-üvir sino también la asunción del mal: una ética de la
como nuestras, y wrelan. Son más que lo mentado. buena muerte o bien-morir. En la muerte como aquiescencia del
Son gritos en el cielo, y en la tiera son actos. senüdo se nos revela finalmente la coimplicación de lo humano,
lla poesfa es un alrnn cargada de futuro.f2r
lo divino y lo demónico es decir, transfigura-
damente, recreadoramente. -simbólicamente,
Por todo ello la Hermenéutica se
Yo diría que la actitud humanista de la Hermenéutica repre- constittrye en una filosoffa existencial consciente de la contingen-
senta la sÍntesis de paganismo y cristianismo, síntesis que facili- cia y, por tanto, de la defección; una tal filosofía debe saber que
tatála Universidad en la Edad Media, el Humanismo renacentis- amamos con nuestros defectos, más aún: que amamos por nues-
tay la Democracia moderndy, en definiüva, la civüzaciÓn occi- tros defectos, los cuales condicionan precisamente nuestra nece-
dental abierta al otro. Si el paganismo griego aporta el Ingos sidad de elllo otro. Amamos con nuestros defectos, üümos con la
racional, el cristianismo aporta el Ingos personal: la noción de muerte adosada y conocemos con desconocimiento: tal es la ver-
persona como taz6n simbólica, sujeto y no objeto de simboliza- sión autocrfüca de la Hermenéutica como filos ofía de la contin-
ción, fuente de sentido por cuanto se simboliza a sí misma en gencia, ffiás aún: como filosofía contingente cuyo fundamento
autosimbolización libre. Ahora los textos deben interpretarse por cuasi acuático o marítimo se expresa en el devenir en cuanto
los Rostros, pues aquellos son los rastros de un sentido a ¿uros- revenir, en la expansión como impansión, en la evolución del
trar por el hombre (paso de la Escritura judía a la Encarnación mundo como interionzación humana.
cristiana). El pensonaje gnego (prosopon) y el rostro hebreo @a- La Hermenéutica como humanismo poshumanista acaba re-
nim) se conüerten en la Persona cristi¿uta (hipóstasis). üsando la concepción tradicional del Dios omnipotente en el
Esta apertura de la Modernidad al otro se presenta achralmen- sentido clásico de todopoderoso. La diünidad hermenéutica-
te como la aportación típicamente posmoderna, con su tolerancia, mente avisada podría reinterpretarse como omnipotencia sin po-
pluralismo y descenbalizaciÍn Y, sin embilgo, esta aperhrra de der o, como ha formulado un teólogo, como oomnipotente impo-
la taz6n posmoderna sólo es posible desde el corazón de la mo- tencia>, gu€ es un modo de tomar en serio la Encarnación. Ya
dernidad, así pues desde la idea de una intramodernidad en cuyo Tomás de Aquino llegó a decir que Dios encontraba una similitud
ámbito se sitúa la propia Hermenéutica. Así ubicada, la Herme- mayor en el alma encarnada que en el alma desencarnada, mien-
néutica se nos ofrece finalmente como una especie de Ilustración tras que A. Schopenhauer concibe lo divino en el mundo como
romántica, cuyo órgano interpretativo es la nzínsimbólica: el len- demónico, es decir, como Voluntad de üür crucifi eada, cual hnfi-
guaje simbólico del sentido. Para nosotros en la Hermenéutica se nito finitizado o, en mi terminología, cual Dios implicado.23
reñzala conciliación oblicua del espfritu Qibre) y de la carne (ne-
cesidad) en el médium simbólico del alma como inteligencia afec-
tiva (sl¡nais thes is, s ens us c ordis, nzón-.sentido, comprensió n) .22

húerpretación, Paidós, Barcelona 1995 y 1996; sobre hermenéutica textual, véase A. Su-
21. G. Crlaya , &ntos betoq en Cbrcuenta poeltras del núlenio, o.c. En ese famoso poe- casas, EI rostro y el texto, Anthrcpos, Barcelon a 2OOl, aunque se queda en el plantea-
ma el poeta presenta el lenguaje, por una parte, como una ley pam lo que se siente como miento judaico del tema sin acceder a la transgresión cristiana de la tradición.
e>rcesivo y, por ota, como una posibilidad de poder decirnos a nosotnos mismos: conba el 23. A. Schopenhauer, La. estética dcl pesintimto (El nrundo conn voluntad y rqre-
ex@so y contra el defecto, el lenguaje aporta rirno y aire (modulación y atmósfera). sentaci.ótt),1-abor, Barcelona 1976, Epifilosoffa; sobre el Dios impotente, Pablo López,
22. Sobre la posmodernidad, G. Vattim o, Mds altd de ln btterpretaciótt y Etca de l4 en: Actas Congreso Sita, III, Cajasur, Córdoba 1999.

40 4t
9. Excurso hispano que el también vasco-español F. Savater lo sería de la creen-
cia/querencia donjuanesca en el héroe definido por su querer-ser-
Desde nuesb:a perspectiva la Hermenéutica resplandece como más (autoafirmación cuasi nietzscheÉura, cnusa sui, diviniza-
mediación de los contrrios, por eso se sitúa entre el reduccionis- ción). Por su parte, Gilbert Durand ha podido definir el talante
mo (el mero sentido material o literal) y el trascendentalismo abs- tÍpicamente ibérico como el de la luch¿,,, mientras que los
üncto (el puro sentido espiritual): en el médium dialógico del "ángel
hermanos Machado formularon dicha belicosidad asf:
alma y su üvencia-experiencia del sentido simbólico (G. Vattimo
'habla de las razones del alma). En la filosoffa antigua el alma es el Nuesüa mentalidad prefiere pelear a comprender,
ser en relación ütal (nefesh, psyié, animn), simbohzadapor el cora- y casi nunca esgrime las armas de la ctlltura
z6n(leb, lcardfa, cor) en cuanto sede de la aferencia o querencia del que son las armas del arnor.
sentido, aferencia anfmica a distinguir tanto de la inferencia sen- [Antonio Machado.]
sorial del crrerpo (basar, so/n/l, cotpus) como de la referencia su- Las escasas ideas se paseaban por el cerebro
prarracional del espfritu (ruah, pnteuftur, nous, spiritus). de los esparloles como los guardias del orden,
Ya Ortega distinguió entre las creencias y las ideas: en aque- por
a

parreJas.
llas estamos o üümos asuntivamente, €r estas somos activamen- [Manuel Machado.]2s
te. Mientras que las ideas son racionales y explicativas, las creen-
cias son suposiciones que arridan en la memoria del alma a modo En su famosa obra sobre la idiosincrasia nacional, Fernando
de recordatorio mftico. Pero la creencia o fe mítica obtiene el Dfaz-Plaja funda esta nuestra incapacidad hermenéutica en que
sentido profundo que le otorgan H.G. Gadamer o M. Yourcenar el espariol no suele dejar que se interponga entre el sujeto y el
cuando hablan de las verdades míticas como verdades ütales. objeto el lfmite, frontera o banera del otro a modo de interme-
Sin embargo la creencia anida el fondo pasivo o ensoñador del diación. León Felipe ha expresado como nadie este extremo
alma (anima), cuya cara reactiva es la querencia (anintus). Y es (puesto que de un extremismo se trata) en su Elegía española:
que la creencia es un creer creador, que coimplica por tanto un
querer. La querencia es ya amor voluntativo, y ocupa el reino Un hacha que cae siempre / sobre cualquier humilde ligazón. La
intermedio del interés (interesse) cohabitado por el entreser anf- consigna es el corte: / este es el mundo del desgaje, de la des-
mico o psicoide capaz de fundar una mitología racional o, si se membración y la discordia, I de las separaciones enemigas, de las
prefiere, uD relato hermenéutico basado en una raz6n afectiva. dicotomías incesables, / el mundo del hachazo, el hacha y el de-
sierto, / y vivir con un ojo nada más.
Así que las ideas son explicativas, las creencias implicativas y las
IEI lucha.f26
querencias replicativas. 24

Ahora bien, en nuestras latitr-rdes se ha venido observando El fanatismo, la rudeza y la intransigencia rondan nuestro
una clara desmesura en el ámbito del querer y la querencia, hasta
entorno vital. El cuadro que se deduce del üaje de Bartolomé de
el punto de que los españoles, según F, Nietzsche, S€ destacarían
Las Casas con misioneros dominicos desde Sevilla a Chiapas en
por haber querido demasiado: podríase aducir tanto a Don Juan
México, más arriba concitado, resulta esclarecedor de nuestras
como a Don Quijote al respecto. El vasco-español M. Unamuno
sería un buen representante quijotesco de la creencia/querencia
desmedida en la inmortalidad como autoafirmación, lo mismo 25. Antonio Machado (Honwuje a Pérez de ln Mata) y Manuel Machado (I-a, guara
Iiteraria); sobre el patetismo o realismo exagerado que subyace al fanatismo hispano
tanto religioso comct antirreligioso, véase Manuel Delgado, Istces iconoclasf¿s, Ariel,
Barcelon a 2001.
24. De J. Onega y Gasset, véase ldeas y creencras, Revista de Occidente, Madrid 26. León Felipe, o.c.; ahespecto Fernando Dfaz-Plaja, El español y los siete prcados
l97O; sobre la filosofía y teologfa antigua, S. Fernández Ardan az, Rañsta Catalana de capitalcs, edición revisada, Cficulo de Lectores, Barcelona 1992, el cual no oculta el
Teologfa, XIl,2, 1987, p. 2ó3 ss. trasfondo machista, lo que denomin¿ ola obsesión por ser masculinor.

42 43
sombras históricas: en primer término están los conquistadores camente el mesltzaje humano de signo católico en América fren-
españoles que han someüdo a los indios nativos, €D segundo te al puritarrismo protestante anglosajón. Finalmente, y como
lugar los misioneros a la conquista del alma espiritual del abori- dice Gore Vidal, no hay que recaer en encasillamientos puesto
gen y, €D último lugar, el propio indio sometido: que sólo existe el género humano demás es partida polftica.
-lo
A pesar de ello, está bien tomar autoconsciencia de nuestros mo-
Todas las gentes de estas provincias son infieles y sin bautizar, por dos o modismos clásicos, reñzando una autocrftica sensata de
no tener quien les enseñe nada, po4true los cristia¡ros que el Rey nuestra desmesura o lrybris sea en nombre de una rez6n vital
les ha dado por cr'u?s, no les enseñan sino lo que ellos hacen, que circunstanciada, como Onega, sea en nombre de una razónlimf-
es robar, deshollar, matar hombres, eshrprar doncellas, sin nin-
trofe y fronteriza, como E. Trfas. El lema del raciovitalismo orte-
gnn fr''eno ni medida. Así solía ser al principio y así lo es allí ahora:
guiano resulta especialmente terapéutico por cuanto intenta la
hacerles una iglesia y ponerles por imagen un feroz español con
mediación hermenéutica entre ideas y querencias:
una ffiiz en la mano y una espada en la otra, caballero en trn
caballo matando hombres. Esta llaman imagen de Sa¡rtiago y ésta
les mandan reverenciar, y apenas se halla pueblo sin ella. Para crear no basta el pensamiento, hace falta el amor a las co-
sas: la pupila alerta y el corazónporoso.28

Parece como si los esparloles hubieran ller¡ado a América la ideo-


logía indoeunopea con sus tres funciones: casta gueffera, casta sa- Concluimos con esta revisión crrasi hermenéutica de acüfir-
des anühermenéuücas tradicionales. Nuestra situación geoctrl-
cerdotal y pueblo productor. Pero sobre todo exportan una üsión
del mundo fundada en la Conbnrreforma católica (tridentina), la
tural de puente entre Europa y Latinoamérica posibilita una
misma que acabó con el Humanismo renacenüsta tachándolo in- apertura mediadora de mundos en diálogo. La Hermenéutica en
general es una buena fórmula filosófica de entendimiento y com-
quisitorialmente de escéptico y pagano. Y es que la firmeza,hispa-
prensión democráticos, por qso nuestro Diccionnrio de Hermc-
na ffidicional se afirma y confirma en su sequedad dogmática,
tan bien eqpuesta por el andalusf Ibn IJazm (s. x) en su poema:
néutba en particr.ilar ha querido contribuir modestamente a se-
mejante tarea siempre abierta como la interpretación sin fin. Se
Yo soy empero tierra dr¡rísima, pedernal puro, t:reltarfa de reo.rperar nuestra otra hadición humanista del sensus
del todo remisa a los esquejes, insumisa, latino: el senüdo como rez6n afectiva e inteligencia sentiente o
si bien aquella planta que en mí an:aiga emocional, definido por T. Campanella --el filósofo encarcelado
ya no tenga +n primavera- cuidado de las lluüas. por nuestra Inquisición- como la rezÓnimpura auténticamente
lEl amor vudad.uo.f27 humana: la cual se caractenzaría por el conocimiento sensitivo
(cognitio sensitiva) que yo traduciría por conocimiento sentimen-
I-a verdad --+l amor verdaderr se yergue aquí absoluta- tal, reiündicando aquf por última vez la cognición afectiva de
mente frente y conüa toda relatiüzaciÓndel senüdo simbolizado inspiración hispdno-vasca (con su connotación matriarcal), com-
en el poema por las aguas. Y bien, es cierto que estamos hablan- presente en el mismo Unamuno ctrando arraiga su ánimo o ani-
do de lo hisp¿ulo impropiamente, yd que ulgo asf no es sino que mosidad en laüvencia del alma:
coexiste pluralmente; por otra parte, A. Schopenhauer o el propio
Cioran, entre otros muchos, han üsto con otros ojos de simpatÍa La verdad sentida y no sólo concebida lógicamente, la verdad
nuestra propia cultura o idiosincrasia, en la que destaca históri- que es üda. Pues la verdad es objetiva y subjetiva. ¿Por qué he de

27 . Ibn Hazm, en: Pos{n drabe clásba, Mondadori, Madrid 1998; sob¡e la crónica
del üaje de Las Casas, Fray Tonús de la Totre, o.c., pp, 105-10ó. Finalmente, sobre el 28. Ya el cort) blágico, según H. A¡endt y J. Krister¡a, criticarfa al héroe su desmesu-
Renacimiento y la Cnntra¡reforma, J. Bu¡ckhardt, La. cultura del Renacintiento en lta- ra; véase al respecto Utop{ay Praxb Lathtmntubana, 10, 20ü), p. lll ss. De E. Trfas,
lin, AkaL Madrid 1985. Pensar ett públbo, Destino, Barcelon a 2OOl.

44 45
matar mi alma, por qué he de ahogarla en sus aspiraciones para cia, en el amor y la libertad, en la afirmación (sustine) y la
aparecer lógico y consecuente ante los demás? Yo no doy ideas, negaci ón (abstine).3o
no doy conocimiento, doy pedazo.s del alma.2e Yo hablarÍa de üür hermenéuticamente como designación
de un modo de üda interpretativo o abierto, comprensivo y lin-
Mas una,verdad sentida es el sentido: verdad vital o existen- grÍstico, remediador. Más en concreto, üvir hermenéuticamente
cial, verdad objetivo-subjetiva o relacional, verdad anímica o hu- significaría viür coimplicaüvamente, lo que conlleva la acepta-
mana, verdad encarn ada o hermenéutica. ción crfüca de lo real y su filtr:aje, la ambivalencia del sic et non,
la concepción dialéctica de los contrarios contractos, la üsión
transversal u oblicua. Ffe usado el término técnico de ocoimplica-
Och¡sión: Iferrnenéuüca aplicada cionismo simbólico) para connotar precisamente la necesidad de
englobar las realidades pero no abstractamente (racioidemente)
La Hermenéutica no ofrece una mera interpretación teórica sino simbólicamente (relacionalmente): lo que es un modo de
sino práctica, por eso el sentido hermenéuüco es un sentido apli- concebir lo real como flucttrante y flotante, intermitente y fluen-
cado al presente ---€sa estación que viaja con nosotros- y, por lo te, a modo de Interred en la que el ser coimplica al devenir, la
tanto, puesto al día o actualizado. Ello significa que el lenguaje sustancia a los accidentes, las ideas a lo sensible, la r¿;zón a la
de la Hermenéutica es unlogos encarnado, según lo dicho, o si se imagen, el texto al contexto en intertexfu¡idad. Tras la cultura
prefiere, uD bgos accidentado existencialmente. Ahora bien, nos oral (mftica) y la cultura de la escritura (lógica), accedemos hoy a
preguntamos finalmente por el sentido práctico de nuestra Her- la emergencia de un Interlenguaje acumulativo, abierto e indefi-
menéutica, es decir, por lo que quiere decir ética o comporta- nido, contingencial y fluido (este mismo ardculo ha sido rehecho
mentalmente, 4sí pues nos preguntamos por la filosofÍa de la üda en el telar del ordenador): es la realidad virhral como el ser que
que subyace a nuestra Hermenéutica. no €s, sfntesis posmoderna de ser y no-ser, auténtica realidad
La filosofía clásica de Aristóteles preconiza una vida filosó- simbólica que sobrepasa el sentido tanto mítico como lógico en
fica: üür filosóficamente quiere decir ejercitar la ürtud, virtua- una mito-logfa del sentido flotante.
lidad o potencia real hasta su realización, mientras que los es- El coimplicacionismo simbólico no dice por tanto globaliza-
toicoepicúreos acentúan el vivir con retranca interior. La filoso- ción sino unidiversalismo: ello quiere decir que la implicación de
ffa alemana representada por A. Schopenhauer ha traducido lo real no es dogmática o literal sino simbólica o sumeal, que la
dicho üür filosófico como un modo de existencia que consiste raz6n abstracta precisa el contrapunto del coraz6n, que la luz de
en salir adelante (durchkommen) a travé.s de las dificultades a la conciencia tiene que asumir la oscuridad de la sombra perco-
base de indiferencia y resignación. Ya el budismo rechazabala nal y colectiva y que en definitiva la üda coimplica ala muerte y
voluntad de viür (quietismo), mientras que el flexible taoísmo el sentido al sinsentido. De acuerdo con lo referido más arriba,
incitaba a imitar el carácter del agua para fluidificar el mundo üda y muerte componen una dualéctica humana imposible de
y salir a flote. Por su parte, S. Pániker habla en su filosoffa desligar salvo en fatuo heroísmo, por lo cual üda y muerte confi-
orientaUoccidental de ..embragaro con la realidad y ometabo- guran el paradigma de la vía humana del sentido en el mundo,
lizarla> o asimilarla. Con lo que al final volvemos al principio consistente en asimilar y desasimilar, asumir y consumir, impli-
filosófico de la asunción ütal basada en la cercaníay la distan- cación (del ser) y simbolismo (desimplicación del mero ente). El
psicólogo J. Ilillman, posjunguiano del CÍrculo Eranos, ha tema-
29. Véase de M. Unamuno especialmente Diario htünrc, Alianza, Madrid 1990; de ttzado el senüdo de la existencia como curación de la sombra,la
Tomás Campanella, De sensu retutnt,II, 30; asf también B. Telesio. Al respecto E. Cassi-
rer, El problmn del conrcinúntto,I, FCE, México 1993. Pam todo el tmsfondo herme-
néutico, consrlltese Luis Gangalza, Introducciótt a la Hetnrcnéutba contentpordnea, ln- 30. Puede consultarse Epicteto (Diatribas), asf como san Pániker, Príntu testanten-
thropos, Barcelon a 20Ot . to, De bolsillo, Barcelona 2000.

46 47
cual representa lo rechazado y oprimido, lo minorizado y repri- bro aquellos estimulantes, siempre de origen más o menos tóxi-
mido, lo sobreseído; la clave está en que sólo a través de su ssun- co, que nos hacen pensar algo más que para üür.32
ción podemos llegar a transforrnar nuestras debilidades:
AsÍ que Apolo el puro y consonante necesita a Dioniso el im-
La curación de la sombra constituye un problema moral que nos puro y disonante para ser humanamente. Arthur Schopenhauer
obliga a reconocer lo que hemos reprimido, cuálqs son nueshas llegó a concebir la disonancia del sufrimiento como infrastructu-
racionalizaciones, de qué manera nos engañamos a nosotros ra de la üda, mienb:as que el placer sería su suprastmctura
mismos. Por otra parte, la curación de la sombra es también una
irreal. De aquí podemos sonsacar un paradójico ethos o compor-
cuestión de arltor. ¿En qué medida aceptamos nuestros aspectos
tema basado en la positiüdad de lo negativo frente/junto a la
más abyectos, desagradables y perversos? ¿Cuánta caridad y
compasión mostramos ante nuestra debilidad y enfermedad? negatiüdad de lo positivo; de donde el éxito del fracaso frente al
fi:acaso del éxito, como dice M. Yourcenary E.M. Cioran:
¿Cuál es nuestra participación en la conshrrcción de una socie-
dad basada en el amor en Ia que tenga cabida todo el mundo?
Asumir la sombra es tomar conciencia cotidiana de nuestros pe- Los que han comprendido son por lo general los que
cados, es pennanecer atentos para que el diablo no nos coja des- han fracasado en la üda.
prevenidos, tomar conciencia de esta locura que compartimos E.M. Cronex
con el resto de los seres humanos.3l que laüda de todo hombre es
.,r|"fi##"ffi[.?
La sombra es lo demoníaco, ámbito compresente en toda cos- M. YouRCB¡r¡q¡33
moüsión auténtica sea mitológica, religiosa o literaria. En la mi-
tología nórdica el bueno de Balder, el dios símbolo del símbolo El asunto está en si la derrota radical es aceptada hermenéu-
como resolutor, tiene su conb:apunto en el malo de Loki, el dios ticamente o no, dotándola de sentido o dirección metamcional:
símbolo del diablo o diábolos como disolutor, proyectando así en no olüdemos que allí donde fiacasa la r:;zón clásica, todavía el
ambas figutat la destrucción y la recreación, la disolución y la Iogos religioso (cristiano) proyecta una metarazín (metdnoia) a
resolución, consignificando la reñzación de lo real como compli- modo de surracionalidad, y allí donde el ser se estagna o detiene
cidad de opuestos compuestos dialécücamente. Esta compresen- reificadamente aún es posible la licuefacción simbólica o fluidifi-
cia del Opositor u Opuqsto (Lucifer) frente/junto a (verslzs) Dios cación hermenéutica en nombre del amor +l cual representa el
no sólo significa la asunción del diablo y lo diabólico/diabálico paso del estado sólido al estado líquido, así pues del sentido cósi-
(disolvente), sino también la implicación del demonio y lo demo- co al sentido antropológico.3a
níaco, con su connotación de aquello que fecrrnda o fertiliza
(como la misma basura o estiércol), por cuanto pertenece al orden
de lo genésico o genesíaco, obsceno y se)ual, bajo o abyecto, oscu- Apéndice (pos)riietzscheano
ro e inacional, sucio o impuro. En este sentido ha podido hablar
nuestro Unamuno de la necesaria asimilación de lo tóxico: La figura de F. Nietzsche ha quedado inhibida en nuestras
anteriores consideraciones hermenéuticdS, y aquí pretendo recu-
Vivimos de nuestras enfermedades, y el progreso estriba en asi-
milarnos las enfermedades. EI agua químicamente pura es impo-
32. M. Unamuno, .Malhumorismor, en; soliloquios y convers(rciones, Ausffal, Ma-
table, y la sangr€ fisiológicamente pura no puede llevar al cere- drid 195ó; sobre la figura de Loki en la mitología nórdica, véase el brillante texto de
Patxi Lanceros, El destitto de los dioses,Trctta, Madrid 2001.
33. E.M. Cioran, o.c.; M. Yourcenar, El timryo, gran ucultol Alfaguara, Madrid 1999;
A. Schopenhau er, El anror, las ntujues y ln ntuute, Edicomr¡nicación, Ba¡celona 1998.
31. J. Hillman, en: Varios, Etrcuentro con ln sontbra,I(airós, Ba¡celona l991;tam- 34. Al respecto, san Pániker, Segunda ntmtori,a, Debolsillo, Barcelona 2000; sob¡e
bién mi obrita El alnn dc las cosa.s, oria, san Sebastián zCfi.l. el cristianismo César Vidal, El bgado del cristianisnto, Espasa, Madrid 2000.

48 49
perarla o filtrarla a partir de sus Poemas: pues en ellos el hombre en rapto plutónico al inframundo demónico-dionisiano, donde
suele comunicarse humanamente. La genialidad de Nietzsche subyace Perséfone o Proserpina, la hija de la Diosa Madre. El
está en haber replanteado la interpretación filosófica de la reali- inframundo es el hades o infierno del fuego del amor transmuta-
dad cosmovisionalmente en cuanto interpretación moral o axio- dor, a donde baja el Zaratustra dionisiano para reconvertirse en
lógica del universo: la interpretación del univenso se traduce en la ollamaD regeneradora:
salvación o redención del ser a través del Sf sagrado (dionisiano)
a la rueda del devenir como revenir (eterno retorno): Así caí yo mismo algunavez.
Desde mi locura de la verdad
Eterno Sí del ser: Desde mis anhelos luminosos
Yo te amo, oh eternidad. Cansado del día, enfermo de laluz
abajo, nocturnamente, sombriamente,
[Ewiges Ja des Seins: -hacia
abrasado y sediento de una verdad.
Ich liebe dich, o Ewigkeit.l
lNur Narr! Nur Dichter!)3s
lRuhm und Ewigl<eit, 4.f
Interesa aquí la interpretación de C.G. Jung de Zaratustra
Pero el punto de partida hermenéutico de Nietzsche no es la
como la reunión (a veces esquizoide, a veces sadomasoquista) de
clásica correspondencia trascendental del Espíritu y el Ser, ni
Apolo y Dioniso. Pero Zamtustra es en Nietzsche asimismo una
tampoco la posclásica correspondencia gadameriana entre el
especie de Don Juan celestino y medianero, cruce hermenéutico
alma y el mundo: el exacto punto de partida hermenéutico de
entre Fausto y Mefistófeles, o bien entre el dios recreador Balder
Nietzsche es la extraña correspondencia entre Alma y Mar, des-
de la mitología germana y su oponente y destmctor el disolutor
plazando asf la relación del hombre con el ser entitativo o cósico
(el ente terrestre-mundano) al transer flotante en la mar: dios Loki, el diablo o demonio en dicha mitolog¡a. Por eso carac-
tertza a Zaratustra lo divino-demónico y la anabolización de los
contrarios: el alma y el mar, laluzy las tinieblas, el bien y el ffid,
Deseo y esperanza hundidos,
Reflotan el alma y el mar. el cazador y el gamo, la serenidad y la muerte, el amor y el
sufrimiento, el saber y el dolor, las alas y el abismo, la montaña y
[Wunsch und Hoffen ertrank, el valle. Zantttstra es finalmente la llama que emerge del infra-
glatt liegt Seele und Meerl.
mundo y se eleva a los cielos, transmutando la realidad en trans-
[Die Sonne sinkt, 3.f realidad y el hombre en suprahombre, redimiendo el azar y acri-
solando un nuevo destino sobre el üejo desüno. Ello es posible o
También nuestra filósofa MarÍa Zambrano expresa la idea de
composible porque Zaratustra alberga un corazón compasible
una hermenéutica acuática en su obra Españn, sueño y verda^d. o compatible, uD corazón quemado y recocido, un alma auto-
cuando interpreta la palabra como agua frente al ser sólido: ul.o
transfigurada por el dolor de amor que le hace ser todas las cosas
propio de la palabra: ser como agua allí donde la realidad es
implicadas (dies alles bin ich):
como piedrao. Nos las habemos con el paso de lo ten:estre-mun-
dano o inerte (lo dado) a lo marÍtimo y flotante (la dación), así Vino el amigo Zaratustra, el huésped hospitalario,
pues de lo fijo alaflotación y del ente a su liquidación; los valores Y advino el matrimonio de la luzy las tinieblas
comienzaÍr a moverse transvalorativamente, de modo que la ca-
verna idealista de Platón es sustifirida aquí por la caverna antii- 35. Sobre F. Nietzsche puede consultarse Poentas, texto bilingrie, edición de Txaro
dealista de Plutón, en cuyo inframundo cohabitan no los prototi- Santoro y Virginia Careaga, Hiperión 1979 (traducción propia). En F. Nietzsche es
pos de la verdad (ideal) sino los arquetipos del sentido,(surreal): preciso bajar para subir, odiar para amar, profundizar para elavarse, conocerse para
superarse: por eso Zaratusffa se sabe y se supera autotransmutándose/autotransma-
el rapto platónico hacia el supramundo diüno-apolíneo reüerte tándose (&lbsthettlcs): véase su poem a Zwischen Raubv ógeht.

50
5l
ldie Hochzeit kamm ftir Licht und Finsternis]. centro hermenéutico de nuestra cosmoüsión. Mas el alma no es
Rejuveneces aún, eremita sin Dios,
el espfritu puro, abstracto o desencarnado (simbolizable hoy por
Coermitaño del diablo.
el dinero) ni el cuerpo impuro erunaterializado (simbolizable hoy
¿Por qué escapó súbito de toda tierra firme?
Pero incluso el mar no estabaparaél solo. por el sexo), sino el espíritu encarnado, es decir, la persona: la
I-a isla le permitió ascender, se hizo llama sobre el monte persona dice alma, y el alma codice aferencia o amor.3ó
Y ahora arroja anhelante el anzuelo por encima de su cabeza. La Hermenéutica como interpretación cosmovisional del uni-
[Zwbclten Raubvogeln, Das Feuetzeichen.f venso en el sentido nietzscheano recobra el sentido de asunción,
coimplicación o aún redención de lo real, €D donde el alma (la
Así que Zaratustra se fue de la tierra al mar y, tras descender pensona) es el objeto y sujeto de dicha salvación, aunque no abs-
dionisianamente al inframundo de Plutón, asciende simbólica- tractamente sino en su contexto interhumano y transhumano
mente a nuevos cielos: todo ello basado en su propia autotrans- o cósmico. Yo hablaría en consecuencia de annrcopersonnlismo
formación y desdoblamiento, ya que Zantustra es el doble de para destacar el centro horadado o descentrado que la penso-
Nietzsche, el uno que se convierte en dos, el yo y su otro, la na simboliza anfmicamente en una Hermenéutica filosófica, así
persona y su personalidad. El amor que Zarufistra alberga en la como para expresar la insumisión de nuestra perconalidad (au-
llama de su conzÍn coimplica por tanto un cierto desamor o tarquía como autoimplicaciór); por ello nuestro imperativo filo-
superación; se trata de un amor que ama o asume lo humano sófico no es ya el mero conócete a ti mismo, sino implícate a ti
para su transhumanización Pero para llegar a semejante éxtasis mismo. Por una parte, el anarcopersonalismo expone una crítica
se precisa haberlo catabolizado ya todo, lo bueno y lo malo, in- tanto del colectiüsmo totalvador como del indiüdualismo libe-
cluso haber anticipado la propia muerte intenonzada: raloide, ffií como de todo poder antipersonal sea laico o eclesiás-
tico. La persona se define por la autointerpretación o autoafir-
Mi alma insaciable con su lengua mación y la responsabilidad o heteroafirmación, coexponiendo
Ha lamido ya todo lo bueno y lo malo. una autonomía abierta, caractenzada por la inefabilidad afable o
Ven, áurea serenidad, el más dulce comunicación de lo incomunicable, siendo plenamente i+tul y
Y secreto gozo anticipado de la muerte. diferente a un tiempo; todo ello no está reñido con la diüsa de
lVon der Armut ds Reichsten, Die Sorute sinkt.f F. Schleiermacher sobre el entender a un autor mejor de lo que
se entendió a sí mismo, yd que se está a favor del intérprete
La psicología profunda habla de elaborar (verarbeitern) el mal, Por esto cabe hablar de <interpersonalis-
es decir sustanciarlo y transustanciarlo, asimilarlo y redimirlo. -meliorativamente.
rno)), que es una forma de traducir antropológicamente tanto el
Mientras que esa redención se realiza en A. Schopenhauer por la término filosófico de intersubjetiüdad como el término teológi-
compasión cuasi religiosa, en su discípulo Nietzsche se verifica a co-revolucionario de fraternidad en cuanto reconocimiento inter-
través de un santo Sí y Amén ditirámbicos (amor Íat¡). Por nues- perconal. Por otra parte, la connotaciórt anarco ha de entenderse
tra parte preferimos asumir el bien buenamente y el mal mala- en un contexto anarcoidal o anarcordial, y no en el supuesto
mente, destacando asf la ambivalencia positiva y negativa de sectario del anarquismo ideológrco. Finalmente la connotación
nuestra ex¡periencia humana, coasumiendo tanto la valenfa anarco está para consignar el fundamento no cósico-sustancial,
como la cobardía, el coraje y el miedo, la ale gría y la tristeza (se entitativo-abstracto o absoluto-esencial de la persona sino exis-
tratarÍa de ser un cobarde valiente que alcanza una alegre triste- tencial-relacional: la persona es el absoluto relativo (la relación
za). Nuestra posición vuelve a ser remediadora de los contrarios,
optando por su acercamiento versus su separación, confronta-
ción o exfemización, tratando de aunar o unantunar (supra) los 36. Debo remitir aquf a mi contribución en: E. Trías (Ed.), Cuestiotus ntetaf{sicas,
Enciclopedia Iberoamericana de Filosoffa, Trctta, Madrid 2002, así como en: Blanca
opuestos a raíz de una üsión medial, en la que el Alma ocupa el Sola¡es (Ed.), Los lenguaies del stntbolo, Anthropos, Barrcelona 2001.

52 53
hipostática) que obtiene un fundamento hermenéutico, ya que radicalmente personal (sensus dicitur personaliter): por eso lo
desfunda elllo ente en nombre del lenguaje que encarna el hom- personificamos arquetípicamente en Dios como hipótesis/ripós-
bre: pues el nombre es lo que hace al hombre (Unamuno). El tasis del sentido de la üda. Resuena aquí el eco místico de san
hombre se define en y por el lenguaje, y en el lenguaje redimimos Juan de la Cntz: pon amor (sentido) donde no huy amor (senti-
lo real que así obtiene sentido de implicación; por eso el lenguaje do), y obtendrás amor (sentido). O el amor como regenerador o
(nos) salva: es el Ingos encarnado, la expresión salvadora, la con- recreador del sentido por su carácter diüno-demónico en cuanto
dición del hombre, el alma de las cosas.37 coimplicador.3s
Ahora podemos reentender a Nietzsche cuando decía más
arriba que el alma insaciable, con su lengua, ha lamido todas las
cosas buenas y malas: pues el alma a b:avés de la lengua simbóIica Epfl o go metaherrnenéutico
o simbolizadoru (Zunge: Sprache)ha com-probado las cosas en su
positiüdad y negatiüdad, ya que el discurso según el Fedro socrá- Llegados al final, uno vuelve la üsta atrás para cerciorarse de
tico-platónico significalatotalidad, pues va de acápara allá conti- haber dicho lo adecuado. Mas, ¿lo adecuado a qué? Lo adecuado
nuamente, y tiene una doble nafuraleza,verdadera y falsa, asunto- a la Hermenéutica, lo hermenéuticamente correcto, lo veritativo.
ra y distinguidora, diacrítica. Por esto puede decir Aristóteles que Sin darnos cuenta, esta idea de verdad clásica como adecuación
el alma es de algún modo todas las cosas, precisamente a través de se nos colaría en la propia Hermenéutica de forma subrepticia y
la lengua o lenguaje en cuanto ratzÍn afecüva. Pues bien, a ü:avés anühermenéutica, conürtiendo nuestra interpretación en parte de
del alma el hombre (persona) personifica en algún sentido todas lo interpretado acríticamente: el mundo con sus luengos atribu-
las cosas: mas no cósica o enütativamente sino hermenéutica o tos, lo instituido oficiosamente, el pensamiento establecido. Pero
interpretativamente, relacional o simbólicamente, recreadora o la Hermenéutica quiere ser un modo de pensar crítico que toma
cómplicemente. De aquí que Nietzsche acabe aconsejando al pro- en cuenta tanto su aportación como su deportación, su pertinen-
pio Zaratustra la apertura radical del amor, mientras él mismo cia para con nuestra cultura posmoderna y su impertinencia.
espera en soledad al nuevo amigo (Aus hohen Bergen): Pues bien, veamos, ¿qué es lo correcto o pertinente en la Her-
menéutica contemporánea? Sin duda, su toma de conciencia an-
Has de volverte más pobre, sabio insipiente, tropomórfica del mundo del hombre, o sea, su aporte relativtza-
Si quieres ser amado: pues sólo se ama a los dolientes. dor de verdades absolutas en nombre del sentido humano (para
Sólo se da amor a los hambrientos: comienzapor darte decirlo en nuestra terminología). Esta üsión antropomórfica de
A ti mismo, oh Zaratustra. las realidades parece situarla cerca de la semióüca o semiologta
lVon der Arnut der Rechisten.f moderira, con su contundente tesis de la arbitrariedad de nues-
tros signos (lingüísticos), introducida por F. Saussure y socios. Y,
Si quieres amor, ama; si quieres entender, atiende; si quieres sin embargo, una cosa es el antropomorfismo hermenéutico y
saber, pmeba; si quieres querer, euiere. Esto significa que el sen- otra distinta la arbitrariedad semioló$ca; en efecto, los signos
tido depende en íntima instancia de nosotros mismos y nuestra (lingriísticos) qué privilegia la Hermenéutica no son mera o pura-
interpretación o hermenéutica, lo cual indica que el sentido es mente arbitrarios sino motivados o analógicos, lo que implica

37. A partir de nuestro (anarcopersonalismoD ha podido hablar Luis Garagalza de


uanarcohumanismo>, que yo lo definiría como el humanismo que desciende con Plutón 38. Asf que el anzuelo que Zaratustra arroja por encima de su cabeza más allá de
antes de ascender con Platón, asf pues el humanismo que asume el humus humano (el sl mismo es el lenguaje simbólico que nos abre una realidad potencial, surreal o ür-
eros). Si el anarcopersonalismo es liberador de Ia persona (alma), el anarcohumanismo tual: perc ese lenguaje simbólico enuncia/anuncia un ser en devenir o revenir a sí
serfa liberador del errcs anfmico, simbólico o cultural típicamente humano (frente a Io (interiorizacián, amorización, animación). Al respecto del amor, véase el impresionan-
diüno y lo animalesco); de L. Garagalza véase obra citada supra; para el trafondo véase te testimonio de O. Wilde (De profundis); sobre el sentido de la üda, consultar L.Witt-
mi Epídosis a F.K, Mayr, I-a nútolog{a occidcntal Anthropos, Barrelona 1989. genstein (Diarios).

54 55
cierta semejarrza, o similitud entre el significado y el significante timiento y la afección, la emoción y lo estético, lo religioso y
de un signo asf desbordado por el sentido de las comesponden- sublime, lo inconsciente y transconsciente, lo onírico e imaginal,
cias simbólicas y las analogías antropomórficas. lo psicológico y anímico); pero asumir el sentido significa según
Con ello quiero decir gu€, mientras la semiología se compro- lo dicho más ariba coasumir su contrario complementario: el
mete en la arbitrariedad campante en nuestros sistemas de sig- propio sinsentido del mundo y de la üda, así pues la sombra,la
nos, la Hermenéutica toma una posición transversal al preferir o negatiüdad, la muerte y el mal.
privilegiar los signos analógicos, simbólicos, cálidos o humanos. Todo ello üene que ver con una propuesta metaéüca que sG
De esta forma la Hermenéutica se distancia de la flatulencia cul- brepasa tanto el nivel empírico-funcional o instrumental como el
tural y de su proliferación arbitraria para buscar más aeá, más eidéüco-racioide o absb:acto, aportando un talante humano o aní-
allá o a través de los significados y significantes y, por tanto, de mico basado en la apertura radical y la asuntividad democrática.
los signos funcionales, simboltzaciones del sentido, que es como La proyección de una democracia democÉtica coimplica en con-
decir la huella humanoide y no meramente estructural o formal. secuencia una éüca metapolítica de la coimplicación de los con-
Si R. Barthes pudo afirmar que todos los usos en una sociedad ffirios y el aviurce hacia la complejidad, el pluralismo, la toleran-
resultan signos, nosotros mattzamos que todos los usos/signos en cia y la interculturalidad frente al simplismo, el fanatismo, el dog-
una sociedad hum¿uta resultan signos simbólicos.3e matismo, el integrismo y el absolutismo, pero también frente a la
A partir de semejante planteamiento simbólico, mi cofrade el reciente/creciente banalizaciÓn cultural propia de una udememo-
profesor Luis Garagalza ha podido calificar mi posición herme- craciao caractenzada por el memonazgo que los memos instau-
néutica como (anarcohumanismorr, lo que asumo plenamente. ran con su memez enlos memomedios. Mientas que la auténtica
Anarcohumanismo significaría una actitud humanoide que re- democracia se basa en una mitología cómplice o de la complici-
plantea la retórica platónica del ser-razón-verdad en nombre del dad política, la democracia espúrea üve en vacío o vaciado simbó
sentido, lo que implica como adujimos asumir el trasfondo plu- lico por cuanto cree haber superado ya toda mitología, sin darse
tónico: el inframundo que alberga los arquetipos energéticos de que se le cuela desde la escuela la tradicional mitología del
de carácter junguiano, a distinguir de los prototipos eidéticos de héroe gu€, con su purista nzón-eppada, ataja el mal concenbado
signo platónico. Anarcohumanismo señala pues una crítica tanto en el monstruo dracontiano, recayendo así en un ingenuo/bárbaro
del empirismo positiüsta prehumano como del idealismo tras- dualismo consistente en identificaÍse con el bien proyectando el
cendentalista poshum¿u:r.o, precisamente en nombre del hom- mal en elllo otro sin posibilidad de (re)mediación entre los opues-
bre y lo específicamente humano caractenzado por el oseso del tos (democracia dimidiada). Que una tal democracia dimidiada
almarr, para decirlo con Jorge Manrigu€, así pues por el seso-sen- está aún ügente entre nosotros lo pmeba el ya crónico conflicto
so-sensus-sentido (simbólico) sobreseído por la r:izón pura o re- vasco en España, en cuyo contexto aún somos anatematizados
ducido a mera empiría. Ahora el símbolo no es ya un mero signo por unos y por otros los que seguimos propugnando la solución
real-positivo o irreal-abstracto del ente sino un signo surreal, hermenéutica del diálogo entre los implicados.4o
pregnante o preñado de sentido, el cual asume lo irracional o Una democracia democrática instaura a modo de religión se-
irracionalizado por nuestros procesos de racionalización (el sen- cular una mitologÍa cómplice y una simbologta compartida basa-
da en la asunción, remediación y coimplicación de los contrarios,
fundando un heroísmo antiheroico propio del mundo cotidiano
39. Puede consultarse de R.Barües, Ensayos crlticos, Seix-Barral, Barcelona 1967; de la conüvencia pacífica. Para ello se precisa un pacto civilizato-
sobre el simbolismo, G. Durand, La inughtación sintbólba, Amorortu, Buenos Aires
l97t; finalmente sobre hermenéutica analógica, M. Beuchot, <Interculturalidad, en: rio entre cristianismo y paganismo o, más ampliamente, entre
eusto). Al respecto simbólico
simbolismo es una actiüdad
del mundo (yo diría qve cun 40. Sobre este conflicto puede verse J. Beriain (Ed.), La cuestión vasca, Anthropos,
tia): puede consulta¡se C. Tarot, De Durlcheint a Mantss, La Découvelte, París lggg. Barcelona 1999.

5ó 57
religión y secularidad, trascendencias clásicas e inmanencias pos- mente, lo cual es injusto con todas las víctimas inocentes (simbo-
modernas, interioridad y exterioridad, alma y mundo. Pero ese lizadas por los niños huérfanos de por vida), al tiempo que se
pacto debe pactar sobre todo la üda y la muerte remediados por legitim arta el temorismo que nos conüene partidistamente, en-
la metacategoría humano/humanista del amor como universal an- frentando el propio bien al mal ajeno, lo que conlleva una lógica
tropológrco. Hay que corregir, por lo tanto, la diüsa romántica de militar incapaz de ver relacionalmente la mezcla de los contra-
Romeo y Julieta en Shakespeare: (no vida sino amor en muerte rios, la ambigüedad y, en definitiva, la monstnrosidad del clásico
(not life but lwe in death)", y coafirmar la üda, el amor y la muer- héroe matadragones, por cuanto acaba matando de manera in-
te Qtfe, Iwe and death); en donde el amor comparece desgan:ado discriminada a causa de los eufemísticamente llamados daños
entre la üda y la muerte, al tiempo que suilrra ambos extremos colaterales (que en el caso de la clásica muerte del dragón están
paradigma del sentido como sutur:a simbólica de la fisura simbolizados por la traumática desaparición del contrapunto ne-
-un
real frente a dualismos esquizoides y utopías sadomasoquistas. cesario para la sobreüvencia). El propio Albert Camus ha capta-
A estas últimas pertenece precisamente el llamado teroris- do bien la pervensión de todo terrorismo en la reflexión que el
mo, planteado de forma nítida por A. Camus en sll obra Los propio terorista Kaliayef realiza:
iustos de 1950: en ella el terrorista ruso Kaliayef mata finalmente El amor doblega suavemente las cabezas, pero nosotros
al gran Duque tras haberle perdonado la üda antes por aparecer
tenemos la nuca rígida. Matamos por constmir un mundo
acompañado de sus dos hijos pequeños. Pero la solución camu- en que nadie volverá a matar.al
siana se acercarta peligrosamente al ámbito semiótico de los sig-
nos arbitrarios, el cual no coincide propiamente con el ámbito La nuca rfgida es la cabeza erguida del héroe tradicional fren-
hermenéutico de la corespondencia simbólica de los signos. En te al antihéroe compasivo de cab eza doblegada: se trata obüa-
efecto, Camus parece considerar justa la ejecución del Gran Du- mente del mito patriarcal que glorifica la ürilidad fasciofálica
que sin sus hijos pequeños, puesto que así se salvaguardarÍa la por encima de toda onfálica feminidad. Pero esa centiz orgullosa
inocencia de éstos y se condenaría la culpa de aquél; mas esto del héroe clásico no tiene que ver con la insumisión de la penso-
olüda la otra gran obsesión camusiana del sufrimiento de los nalidad más arriba propugnada, sino con el ingente heroísmo del
niños inocentes, sufrimiento trágico que se deduce, empero, del poder que ha envenenado a la especie humana. Por eso nuestra
asesinato de su padre el Gran Duque a manos de Kaliayef. Aquí dimensión heroica, ascensional o platónica (patriarcal-masculi-
se enfrenta una ética semiológica estmctural o formal y una ética na) precisa el contrapunto antiheroico, descensional o plutónico
hermenéutica de carácter anarcohumanista: la cuestión es que (matriarcal-femenino), y ello con el fin de obviar la necesaria
matar al otro es üolar el sentido, romper el alma, destrozar la mediación fratriarcal-personalista o dialógico-herrnenéutica. He
infancia (lo que no excluye por supuesto el derecho a la propia aquí que mientras el héroe clásico trata de matar paranoicamen-
defensa ciül). Que lo que estoy planteando no es un caso raro o te a la propia muerte (supra,), el antihéroe hermenéutico trata de
extraño lo prueba el actual estatuto del terrorismo entre noso- reüür o reüvenciar la vida (el sentido) en medio del sinsentido:
tros: oficialmente tenemos Lln terrorismo bueno (el rnaquis anti- aquél ajusticia en nombre de la verdad, éste hace justicia en
franquista rehabilitado), uD terrorismo regular (el Gal antieta) y nombre del sentido; es la diferencia entre el progresista desimpli-
un tenrorismo malo (el etarta). Cuando se aducen las presuntas cativo y el retroprogresivo coimplicativo. El ejemplo más imper-
razone.s de la rehabilitación del maquis antifranquista se afirma sonal, autodesimplicativo e implacable del héroe impasible 1o
que eran luchadores por la democracia, cuando en realidad lu- describe Gabriel Aresti en su militante poema oDefenderé la casa
chaban antidemocrática o üolentamente contra la dictaduría
franquista desde la dictadurísima estalinista. La cuestión podría
dirimirse de manera abstracta si no fuera porque comparecen en 41. A. Camus, .Los iustos, Losada, Buenos Aires 1956; al respecto Charies Moeller,
esta tesitura üctimarios buenos, regulares y malos coffespectiva- Literatura del siglo )O( y crbtianbnrc, Gredos, Madrid 1958.

59
s8
de mi padre", €D el que se afirmalaincolumidad del ego acoraza- da en el foro, fuero o aforo de lo desaforado o sobreseÍdo por
do frente al otro sadomasoquistamente en una celebración paro- nuestra racionalización oficial (simbolizada por la dictablanda
xística de lo propio frente a lo ajeno, del ser frente al devenir y de mediática), lo que también se manifiesta en un pensamiento afe-
la esencia o sustancia frente a la existencia y sus accidentes, lo rente o auscultativo (estetoscópico) que vivencia lo real con re-
que conlleva un claro fundamentalismo patriarc ahzado: tranca hermenéutic a.43
En su obra Verda^d y método II, H.G. Gadamer expone el ugrro
Defenderé la casa de mi padre humanista> de la Hermenéutica posibilitado por el Humanismo
Contra la justicia. católico-renacentista de Erasmo y socios que influye en la Refor-
Me cortaránlas manos ma luterana, en la que se aprueba el sacerdocio universal de los
Y con los brazos defenderé fieles (hermenéutica democrática) al tiempo que el pastor protes-
La casa de mi padre.
tante se concibe como un hermeneuta cualificado capaz de com-
Me moriré, se perderá mi alma,
Se perderá mi prole,
prender lo humano existencialmente. En este contexto el huma-
Pero la casa de mi padre nista Flacius busca en el texto, escrifirra o lenguaje su patrón
Seguirá en pie.a2 humano o partes orgánicas (la cabezay el pecho, las manos y los
pies), mientras que el pietista Rambach confirmala importancia
Pero la casa del padre no perrnanece si nosotros no perrnane- del afecto y del gesto como productores de sentidos diversos: de
cemos, y nosotros no perrn¿ulecemos si somos sacrificados. De- donde la significación de la retórica y los argumentos ad homi-
fenderse no tiene por qué significar arbitrariamente matar o ser nem. Yo diría que en el estudio humanista del trivium (artes
muerto, debe haber otras muchas formas sibilinas, significativas liberales), la gramáttcase corresponde a la sintaris, la dialéctica a
y decisivas de autodefensa personal y colectiva, salvo in extremis. la semántica y la retórica ala pragmática: esta última reconduce
Finalmente, se trataría de defender nuestra casa común -+l uni- el contenido del lenguaje al continente humano, religando objeto
verso munde humanamente, fi:atriarcalmente, interpersonal- y sujeto en un conocimiento cuasi amoroso, pues el entendimien-
mente: pacificadoramente, benévolamente, cómplicemente. to o comprensión está ligado a la búsqueda amorosa (dilettante),
Anarcohumanismo significa en este contexto no la autoafirma- de modo que si el mundo nos afecta en su otredad es porque
ción de nosotros contra los otros, sino la coafirmación de nuestra conciencia dice aferencia; como dijo Ortega sobre el ori-
nos/otros y nuestra exlsistencia versus lo otro: lo impersonal o gen erótico del conocimiento:
reificado, lo entitativo o abstracto, lo funcional o instrumental, lo
tecnocrático o burocrático, el capital y el dogma, lo cósico e iner- Entonces la contemplaciór €s, en su raí2, un acto de amor
-pues-
to que al amar, a diferencia del desear, ensayamos üvir desde el
t€, el plástico y la plastificación, lo inhumano, infrahumano y
otno y nos desvivimos por éll¿Qué es filosofta?, Xn.
sobrehumallo. En esto reiündico finalmente un modo filosóficá
de existencia a lo estoicoepicúreo, cuyo reflejo se manifiesta en
nuestro renacentista fray Luis de León en su üda retirada o soli- La compresencia del amor y su predilección descentra al suje-
taria mas implicada o solidaria: .,ni enüdiado ni enüdiosoo. En to humanista por causa del otro: por eso nuestro (anarco)huma-
mi caso podríase hablar de una üsión aforística del mundo basa-
43. De fray Luis de León, Poes{.a contpleta, Edicomunicación, Barcelona 1995; para
42. G. Aresti (Defenderé la cc$a de nú padre); deberíamos decir que la defensa con_ el trasfondo filosófico, Pedro LaÍn Entralgo, Teatro del muttdo, Espasa, Madrid 1986.
tra la justicia Qustiziaran la ntra en euskera) parece ser una defensá contra la justicia Finalmente sobre la aforística como apalabramento o articulación simbólica del mun-
impuesta o sobrevenida, vulneradora e injusta, perc aun así se afirma tercamente la do, A. Ortiz-Osés, Liturgia de In vida,Laga, Bilbao 1997. Deberlamos aclarar eu€, como
lucha indómita o fanática contra la cjusticia>. Frente a tal heroísmo, emerge hoy otro en el caso de san Juan de la Cruz,la retimda üda luisleoni¿rna es adoptada dadas las
heroísmo (antihercico) representable por el subcomandante Marcos en el ónflióto de circunstancias adversas de carácter inquisitorial e incultural; hoy día el üejo caciquis-
Chiapas. mo reaparece dememocráticamente como pensamiento mediatizado.

ó0 6l
nismo no define al hombre como sujeto que sujeta el objeto, sino Anima pergit per se ad omnia alia et nihil reperit in omni varie-
como persona que personifica el personaje interior por cuanto en tate intelligibile, nisi quod in se reperit, ut omnia sint sua simili-
ella persuena el alma intr:atrascendente . Lapensona es la reson¿ur,-
cia del alma autotrascendente, la cual horada el propio ser adjun-
tándolo al otro. Aunque C.G. Jung denomina a este descentra-
":l:;::ffiLtilff Jffi '':ill#,H;J:"::::T:f;#:io'
miento anímico del hombre el SÍ-mismo (transpersonal), pode- Cuando no se trata de cosas sino de nuestra comunicación
mos llamarlo intrapersonalmente el mí-mismo (transubjetivo) en con el otro, y este otro es un extraño o extranjero, ese animismo
cuanto diferenciado del yo-mismo (subjetivo): el mí-mismo es simbólico funciona como interlingüicidad e interculturalidad, la
nuestra mismidad anímica o intimidad personal abierta al otro. Y cual se conüerte por la amistad en interanimidad afectiva. En el
es que el alma no es acto cemado o clausurado sino potencia caso del amigo exótico e.g. oriental, descubrimos a la vezla aper-
dinámica abielta cuyo cultivo reñzamos a truvés de la cultura tura indefinida de horizontes y las dificultades de la compren-
concebida como interionzación del sentido (cultura anhrú). Pues sión, la fascinación de la otredad y su opacidad, la atracción y la
bien, la felicidad íntima consiste precisamente en poder expresar extrañezai lo cual üene a ser la metáfora de nuestro encuentro
nuestra intimidad ante otra intimidad, así pues en intimar, lo cual radical con la Vida, simbolizada por el Ángel bello pero terrible
es lo contrario de intimidar: el problema está en que la propia de Rilka, v su vez prefiguración del Dios oscuro (Deus abscondi-
intimidad conlleva cierta intimidación, por lo que la comunica- tus) occidental santo y tremendo: coequivalente del Buda orien-
ción interpersonal resulta ser una transacción transicional tal con su congelada sonrisa ambivalente coimplicadora de la
bolo porlo demás de toda nuestra existencia en el mundo.aa -sím- üda y la muerte en unidad (tao o dao).46
Mientras que el mí-mismo se relaciona interpersonalmente Esta coimplicación de la üda y de la muerte expresa la coim-
con el otro por acogimiento, el yo-mismo se relaciona entitativa- plicidad de la üda como verdad-sentido (verdad sentida) y de la
mente con lo otro por cogimiento. De todas formas, deberíamos muerte como sentido-verdad (sentido verdadero): por eso el con-
recuperar de forma simbólica el üejo animismo y sLl personaltza- citado fruy Luis de León critica el desatino que aleja el sentido de
ción del univenso en el Alma del mundo, obteniendo una cosmoü- la verdad, aunque nosotros critiquemos también la separación
sión mitomística, ecomatriarcal, coimplicacional (animismo sim- de la verdad respecto del sentido:
bólico, anarcoanimismo). No extrañatáque el Renacimiento reto-
mara el tema neoplatónico del Alma del mundo, interpretado por ¿Qué mortal desatino
el Humanismo como el Alma humana del mundo, la cual se hace de la verdad aleja así el sentido?
Fnnv Lurs ns LeóN
coffesponder con la lengua o lenguaje, de modo que el alma/len-
guaje es de alg,rn modo todas las cosas (ahorayasabemos que ese Y ¿qué abstracto ideal
modo hermenéutico es simbólico): en donde el alma/lengua funge Del sentido separa la verdad?
de surrealidad e intercer de lo real. El renacentista Nicolás de A.O.-O.
Cusa expresa exqLlisitamente esta idea de que el alma conoce en sí
misma todas las cosas, por lo que todas las cosas le son semejan-
tes (podríamos hablar de realidades anímicas), concluyendo de
45. N. Cusa (Deaequalitate,8,g y l0); al respecto H. Schr,vaetzer, Hotttitrcnrcdiante,
aquí que el alma es el intralogo.s de todas las cosas:
en: Mitteilungen Cusanus-Gesellschaft, 27 , 2OOl.
46. Para un diálogo vascojaponés, A. Ortiz-OséslKazuyuki Taketani, Atrnals of'fbreigt
studies, vol. XLII, 1998, así como mi obrita Cuestiottes frontei?fls, o.c.; sobre la amistad
exótica, mi libro EI alnn de las cosas, o.c.,Epflogo y oCho-minu. Respecto aI Dios exhaño,
44. De H.G. Gadamer, véase <Retórica y hermenéutica), en: Verdad y nÉtodo II, R. Otto, In santo, Alianzer, Madrid 1990; sobre el Buda, R. Panikkar', ElsilenciodelBuda,
o.c.i de J. Ortega y Gasset, u¿Qué es filosofía?r, en: Obras cottqiletas, Revista de Occi-
Siruela, Barcelona 1992. Finalmente sobre la enigmática sonrisa del rostro oriental y sus
dente, Madrid 1967, VII. Para el contexto puede consultarse mi página web: sirio.deus- ojos rasgadodrasgadores, recuéridese Ia figura literaria y cinematográfica de Fu-Manchú,
to.es/aortiz reüsitada actualmente por mi discípulo/maestro Alex de la Iglesia.

62 63
IÁ, concepción luisleoni¿uria consiste en discernir lo distinto Ha sido S. Toulmin quien ha indicado cómo la Posmoderni-
juntamente, juntura determinada humanamente por el amor y, dad recupera hoy el Renacimiento escéptico de Montaigne, pero
últimamente, por Dios redefinido como el Abastado (unto al también el Humarrismo de Erasmo y Pico della Mirandola, Mi-
hombre desabastecido). Sintomáticamente esta üsión man^sversal guel Angel y Shakespeare, fray Luis y el Iluminismo arrimista (a
se obtiene según nuestro autor üviendo encrrbierto y exento a diferencia de la posterior Ilushción racionalista). De este modo,
todo, asf pues transitando el itq srcretum (camino oscuro, senda nuestra posmodernidad resulta ser una especie de re-renaci-
escondida, sendero oculto): se tata del método o camino ctrasi miento, en el que la Hermenéutica fungirfa de re-humanismo
iniciático fundado en la virtú renacentista del que busca el texi- contem¡roráneo. En el caso de fray Luis de León su humanis-
do/tejido de lo real en un lenguaje cuyos nombres mientan el ser mo es un humanismo animista (ecohumanismo), caryo interés
secreto; no se olüde aquf que el nombre expone en nuestro her- estriba en resituar al hombre junto a la nattrraleza, mediados
meneuta la recreación o expresión del ser por cuanto es la imagen ambos por un lenguaje relacional de ida y wrelta que unifican
simbólica de lo real, por lo que el nombre funge de cuerpoalmn todas las realidades, sujeto y objeto, amante y amado. Nadie
que dice lo inteligible sensiblemente, reuniendo latazÓn(ciudada- como Teresa de Jesús ha expuesto mejor este Humanismo del
na) y el sentimiento (campestre) a modo de (sacramento> que sentido reentendido como anudamiento de contrarios:
media la idea y la materia. El lenguaje comparece como el ftasun-
to del ser, al tiempo que el nombre es otro ser semejante al ser, ¡Oh, ñudo que ansí juntáis
una es¡recie de ser sutil o realidad doble o doblada, res-bis orebis Dos cosas tan desiguales!
(que es el nombre del ser hermético o simbólico en el hermeüs- No sé por qué os desatáis
mo). Sin duda fiay Luis de León, de famüa judeoconversa, ha R¡es atado fuenadáis
obtenido esta üsión mística del lenguaje y sus nombres de su A tener por bien los males.
conocimiento exegético y cabalfstico, asf como de una concepción fHarmonía de Dios.f
iluminista que comparte con los alumbrados españoles de direc-
ción erasmista. Nuestro autor no sólo tiene un deje iluminista (el Quizás se halla aquf la clave de resolución del bien y el mal:
en su remediación por mor de amor--consignificado como sen-
dejamiento o quietismo), sino también un toque naturalista: por
lo primero se abre al espiritualismo judeocristiano, por lo segundo
tido en y por el lenguaje. Este senüdo se obtiene en la filosoffa
se abre a la cultura pagana, secular y mitológica. Ambos extremos
por la raz6n o pensar simbólico arquetipal (metacategorial), y
en la poesfa por la visión o intuición simbólico-arquetÍpica (me-
sintetizados en su personalidad abierta le costarán cruel cárcel
inquisitorial, la cual funciona en su vida y obra a modo de cueva tafórica). En el lenguaje mitológico de la religiosidad animista
e.g. vasca, el sentido mfstico se obtiene através del renacimiento
plutónica o conhpunto a su platonismo cristiano, de donde su
final refugio en la figura bíblica de Job, paciente y crítico a un simbólico basado en las nupcias del amor y la muerte en el
tiempo. Por lo que se refiere a la cárcel como cueva plutónica o interior de la cueva de la diosa madre (Amari), la cual funge cual
plutoniana, téngase en cuenta que ésta es una auténtica cárcel de caverna iniciáttca de regeneración, lo que está bien conforme
amor (Perséfone raptada por Plutón), en la que nuestro frnile con la concepción luisleoniana: (muerto de amor, serás üvifica-
agustino paga o purga como en fiagua o crisol el cantar al amor do,r. La muerte que da üda funda su sentido, para decirlo con
humano (especialmente en su obra sobre el Cantar de los Canta- Juan de la Cntz, en el amor reparador de la üolación de existir
rs, asf como en su taducción poética de Horacio yvirgilio). 7
21, 49, lggl Finalmente José Luis Abellán, El qasttúmto español, Espejo, Madrid
1976, en donde se personaliza el erasmismo español en Alfonso de Valdés (secretario
47, Sobre su poesfa, fray Luis de kón , Poes{as contpletas, Castalia, Madrid 1998; de Carlos V y hermano del alumbrado Juan de Valdés), irenista y pacifista, crftico de la
sobre su trasfondo cabalfstico, Juventino C,aminerc, I¿. razón fiLolóSica en Fray Luis de reügión ritual y del folklore sacrificial e.g. taurino en nombre de una religiosidad inte-
Lútt, Deusto-Reichenberger, IGssel 1990, asf como mi recensión en Le,tras de Deusto, rior o espiritualista (que nosotros preferimos llamar animista).

64 ó5
o, dicho filosóficamente, en la suflrra hermenéutica de una fisu- enfermedad estaba en el fondo de todo impulso creativo, el cual
ra ontológica.a8 rehace precisamente lo enfenno reparándolo. De este modo, el
Recuperar la cueva de Plutón es recuperar el matrimonio lenguaje simbohza,la articulación de lo desarticulado, desarticu-
simbólico de eros y tlnnatos y, en consecuencia, la recreación o lación que (posibilitau la articulación. Ahora resulta que la con-
transmutación patética de lo real: trasunto de la recreación poéti- dición de posibilidad de la hermenéutica, el sentido y el simbo-
ca o metafórica, cultural o anfmica, simbólica o hermenéutica, lismo es lo hermético, el sinsentido y la asimbolia, las cuales
alquÍmica o hermética, mitomfstica o religiosa, cosmológica o constihryen nuestro estatus natural a reparar culturalmente. Esta
antropológica. En donde la escritura comparece como muerte y reparación se basa, como ya sabía Aristóteles, er la tristeza enso-
resun:ección, ya que la letra mata y su sentido resucita. A partir ñadora que nos abre a otras posibilidades simbólicas, la melan-
de aquí cabe concebir el lenguaje en $us diversas versiones o colía como oscura herida demónica que desdobla nuestro yo has-
lenguajes como la gran sutura cultural de nuestra escisión natu- ta alterarlo y convertirlo proyectivamente en otro, el demonio so-
ral. En efecto, la orfandad existencial del hombre y su indigencia crático que nos aparta de la ac'ción directa para llevarnos a la ac-
radical es reparada y sobreinvestida en y por el lenguaje como ción indirecta de la reflexión irónica, la depresión como potencia
recreación de lo real: por ello toda creación parte de un déficit oscura del acto recreador, la inspiración como pérdida de rezón
vital que trata de paliar, de una contingencia que treta de articu- para encontrar sentido, la alteración de los sentidos de que ha-
lar, de una pérdida que trata de remediar, de un desequilibrio blaba Rimbaud, la curiosidad exploratoria o inquisitiva reprimi-
que trata de compensar, de un amor que se trata de recuperar, de da por todo Inquisidor, la üvencia simbólica de un espaciotiem-
un conflicto que tratamos de resolver, de un fracaso a subliman po intermedio entre la üda y la muerte que comunica ambos ex-
tremos y los mantiene en coimplicación.
El acto creador nacería de la necesidad de reparar un uobjeto> Todo ello significa que la auténtica obra, la obra creadora, no
perdido, un objeto amado, que se conüerte en símbolo interior es un cautiverio sino un cauterio o sostén, como decía A. Mal-
perrnanente. El trabajo de simbolización permitiría entonces
raux, que podríamos representar por el abrigo que al parecer
superar la posición depresiva en la que la pérdida del objeto
portaba Sócrates en todas las estaciones. Este sostén o abrigo de
amado confina al creador. La obra trabaja, la obra repara, col-
mando esa carencia y movilizando la energía interior hacia la su- la auténtica obra permite expresar el duelo por el queri-
"objeto>
blimación, alternativa de la depresión. La obra aparece como la do y perdido, evitando asÍ el suicidio (que es un autoferimiento
re-creación, en el exterior de uno, de ese objeto perdido, y moti- caedere-, d través del diferimiento, la apertura y la subli-
vada por el deseo de reparación. Por eso Lacan pudo decir que
-sui
mación. La escritura inscribe en un vacÍo, la palabra se dice en
en Joyce la escritura había permitido suplir el desmoronamiento un silencio, la creación recrea sobre la nada, el lenguaje articula
de la función simbólica de su pensonalidad.Ae el sinsentido y la Hermenéutica interpreta las cosas simbólica-
mente (que a estas alturas es como decir amorosamente). Resul-
O la creación como respuesta al caos, el lenguaje a lo inarticu- ta curioso que la creátiüdad reparadora remita psicoanalíüca-
lado y la escritura al desmoronamiento. Ya Heine afirmó que la mente ala urdimbre matriarcal-femenina, como adujo C. Peguy
y mostró D.W. Winnicotl quizás porque todo comienza maffi-
48. Véase Juan de la Cruz: <y fuiste reparada, donde tu madre fuera üoladau cialmente con la mirada afectiva o relacional, metafonzante o
(Canciottcs entre el alnn y el esposo); de fray Luis, Poesfa conqtleta, Taurus, Madrid simbolizante de la madre, y todo acaba con el retorno a la matnz
1990; de Teresa de Jesús, Antologfa, PPU, Ba¡celona 1992. Sobre la cueva de la diosa
vasca, mi obra Antropologfa sintbólict vasca, Anthropos, Barcelona 1992, en donde se
originaria: atravé.s de un largo vagabundeo en pos del sentido.50
muestra la caverna de Amari, cohabitada por su ahijada prisionera, como el infierno o
crisol, hierogamos de eros y üanatos.
49. P. Brenot, El genio y la locura, Ediciones B, Barcelona 1998, p.220; sobre la 50. De D.W. Winnicott, Rea.lido.dy juego, Gedisa, Barcelona 1982; sobre el creador
melancolía prototípica del creador, Aristóteles, El hontbre de gaúo y la ntelanrcolfa, y su maternización o maternizaje (nntenuge), M. Besdine, Psichoqtnlyse du g&úe
Sirmio, Barcelona 1996, créateur, Dunod, París 1974.

66 67
Pero aquf nos interesa la figura del creador como filósofo en el ágom,,pero tampoco un senüdo alegórico que nos lleva fuera
iluminista o alumbrado (pero no iluminado) que interpreta el del ágora, sino que es un sentido simbólico que abaüesa las cate-
ser-sentido de lo real a ülavés de un lenguaje relacional de carác- gorías del ágora metafóric¿t o metagóricamente. De aquf la impor-
ter coimplicativo o coimplicacional. Un tal lenguaje funda su uni- tancia pam la Hermenéutica en general del cristiarrismo en par-
versalidad en los parecidos familiares, como Wittgenstein llamó ticrrlar, en el ctral la interpretación existencial pivota humanamen-
a las semejanzas o analogas entre las cosas, las cuales no son te en torno a la personalidad simbólica/simbolizadora del Cristo
pensadas absolutamente como cosas o realidades en-sí (de-suyo), como hermeneuta, intérprete o pontífice mediador entue el Anü-
sino como términos de relaciones o corelatos, asf pues en com- guo y el Nuevo Testamento, la ley y la gracia, la letra y el espírittr.sl
paración relacional: por eso se trata de un lenguaje que usa la El conocimiento simbólico que nuesba Hermenéutica defien-
proporción o acomodación de una realidad a offi por mediación de obüene el matiz (pos)kantiano de un conocimiento humano o
del término comparativo (comoD, urf. término que Rimbaud natO humanoide, encarnado y contingente, interpretativo y perspecti-
de superar para acceder alaüsión poética de lo real y:xtapugsto vfstico, consciente de su inconsciente: conocimiento de la su-
o compuesto por encima o debajo de su racionalización, a través brealidad del serpor mediación de la imaginación como alma del
de su (im)pura relacionalización. Pero con esta relacionalización mundo. Ello le hace heredero del conocimiento romántico, si
el lenguaje convierte humanamente la realidad en nuestra reali- reentendemos el romanticismo como la radicalización del rena-
dad o con-ser, y el ser en sentido (realidad-sentido). cimiento manierista que ctilmina en la Hermenéutica eqpresio-
El lenguaje hermenéutico representa el ser copulativo <sse nista contemporánea. Lo propio de esta Hermenéutica (pos)ro-
copulntivum-de que habla Tomás de Aquino, por cuanto recom- mánüca es concebir la realidad no como definida/definiüva, sino
pone la realidad en su inserción (inserencia, inesse, inclusión) como finitud abierüa o infinita (indefinida), tal y como se ofrece
composible o compatible. Este lenguaje funciona dialécticamente en el clarosctrro enigmático y la esfumaflrra misteriosa. Como lo
en el sentido (pos)aristotélico de una inducción basadaen la expe- expresa J. Ruskin y comenta R. Argullol:
riencia analógica del mundo a modo de coimplicación o aferen-
cia, recuperurndo asf la versión pietista de J.J. Rambach sobre el La natr¡raleza infinita de las cosas hace que nosotros no veamos
lenguaje aferente, implícito o implicado en la realidad viviente o nunca nada claramente. Todo objeto que miremos, pequeño o
grande, próximo o lejano, encierra en sí una igual parte de miste-
üüda: en donde el bgos dice finatmente la afección anímica del
rio F.R.l. La relación entne hombre y naturaleza no es diáfana,
ser (affrctus animn selrnonis), que es heideggerianamente la afec-
sino misteriosa. El romanticismo, extrremando las herencias r€na-
ción humana de ser en el mundo. En efecto, el entendimiento centistas y barnocas, en-niebla y difumina la forma de la naturale-
hermenéutico funciona en Heidegger radicalmente como un (en- 7a. C.,ontra las estéticas rococó y neoclásica, el romántico conside-
tendérselaso con lo real coímplicemente: el término heideggeria- ra que las formas de la naturaleza, están semiveladas
no es sblnuslcennen, que puede y debe b:aducirse como relación las nubes, la difuminación, el claroscuro son sus velos- -la niebla,
y gue,
fntima o logos cordial con las cosas, o sea, comprensión amoro- por tanto, sólo pueden ser traspasadas por la imaginación [R.A.].s2
sa, entendimiento erótico, €ptación simbólico-pragrn áfca, raizón
afectiva, inteligencia sentimental y, en definitiva, el modo de estar En una tal Hermenéutica (pos)romántica se tiene en cuenta la
coimplicado en el mundo a explicitar reflexivamente. El entendi- sublimidad de la noche junto a la belleza del üa: pues si éste
miento hermenéuüco es pues comprensión existencial, por ello la
pregrrnta hermenéutica no inquiere meramente lo que ulgo dice
(significado), ni tampoco lo que quiere decir absbactamente (sen-
tido clásico o metaftsico), sino lo que .lgo quiere decir-nos exis-
tencialmente, anfmicamente, humanamente: el sentido posmeta- 52. Véase J. Ruskin, Modnn pahúerc,Wiley and Halsted, Nueva York 1858; R. Ar-
ffsico o hermenéutico, el cual no es un sentido categórico o dado gullol, Ia, atraccün del abimn, Destino Barcelon a 1994.

ó8 69
desvela la realidad de la luz jupiterina, aquélla revela la sureali- Nuestro antiheroico héroe Don Quijote afirma posmoderna-
dad del trasfondo matricial: en el medio transitamos transversal- mente que tras nuestros diferentes (pareceres)) sobre las cosas
mente, hermenéuticamente, interpretativamente. Por ello nuestro habría auténticos <encantamientos> que las nmudan y tmecanD:
Humanismo hermenéutico reaparece aquí como la maniera o se ttata de una <transmutación> del ser que comparece en el
manierismo humano: humanoidismo o antropoidismo, antropo- decir. El ser, fundamento del decir múltiple en Aristóteles, queda
morfismo o antropologismo. Pues el hombre no es la medida pero condiccionado radicalmente por la dicción; ahora ya no es el ser
sf la mediación de todas las cosas: su mediador, intérprete o her- el que se dice clásicamente sino que el lenguaje dice el ser funda-
meneuta en un lenguaje simbólico que a modo de madrépora o cionalmente: "el yelmo que este buen hombre dice ser bacía, es
pólipo radiado alberga el Uno como inicio/iniciación (pos)ploti- un auténtico yelmo porque, según Don Quijote, posee Lln sentido
niana, el Uniser plural de las transposiciones o traducciones de lo o valor-de-oro (simbólico) en el contexto mitopoético caballeres-
real, el l-ogos que apalabra las cosas y la palabra que las reúne en co. Este valor o sentidó del yelmo o celada es una especie de
el nombre del Hombre. Así que el mundo de la experiencia es un añadido o plusvalía de la bacía o vasij a,la cual queda así conser-
mundo independiente de nosotros pero que nos incluye, como vada y al mismo tiempo sobrepasada o transmutada. Pero Don
dice N. Elías: esa inclusión del hombre en el mundo condicciona Quijote es un loco bastante cuerdo , yd que es consciente de esta
precisamente los símbolos humanizadore.s de dicha experiencia. transmutación de la bacía en yelmo, asumiendo que la bacía
Por eso el lenguaje hermenéutico no describe meramente la reali- puede funcionar de yelmo real-ideal que le eüte alguna pedrada
dad dada sino que la circunscribe simbólicamente configurando ajena, ya que nmás vale ulgo que no nada)): sentencia que Nietzs-
así el sentido: el cual surge en el encuentro de hombre y mundo, che transfor:rna en (más vale algún sentido que ningún sentido>.
en la intercección de la subjetividad y lo objetivo, del alma y las De esta guisa, el nbaciyelmoD es una nvacía celada>, como tam-
cosas, de la adaptación a lo real y su readaptación al hombre. bién se le llama, la bacía que es celada porque ..celao lo real (en
Cabe decir entonces, que la realidad en su ser-sentido es objetiva- su triple sentido de obseruar a fondo, encubrir y entrever lo ocul-
subjetiva Qingüística), de modo que la "bacía, del barbero en la to e inscribirlo o grabarlo):
obra de Cervantes se trasfign*, metafonzao sublima en (yelmo,
ideal por Don Quijote, por lo que Sancho Panza puede llamarlo ¿Sabes qué imagino, Sancho? Que esta famosa pieza deste encan-
con exactitud hermenéutica ubaciyelmor: bacía y yelmo, ser real- tado yelmo, por algún estraño accidente debió de venir a manos
ideal, lenguaje relacional; en donde Don Quijote ftinge de Hermes de quien no supo conocer ni estimar su valor y, sin saber lo que
mediador de los conb:arios al comunicar lo real y lo ideal, los hacía, üéndola de oro purísimo, debió de fundir la otra mitad
para aprovecharse del precio, y de la otra mitad hizo ésta, que
molinos y los gigantes, AldortzaLorenzo y Dulcinea, lo dado y lo
parece bacía de barbero, como tú dices. Pero sea lo que fuere, que
sublime en un lenguaje mitopoéüco de ida y rruelta que trata de
para mí que la conozco no hace al caso su transmutación; que yo
coimplicar los opuestos (significados paradigmáticamente por el la aderezaré en el primer lugar donde haya hen:ero, y de suerte
propio Don Quijote y Sancho Panza), desvelando la dialéctica hu- que no le haga ventaja, ni aun le llegue, la que hizo y forl'ó el dios
mana del mundo configurada por la cordura y la locura, el sentido de las herrerías para el dios de las batallasi 1l en este entretanto la
común y el sentido crítico, lo normal y lo innormal, lo útil y la traeré como pudiere, que más vale ulgo qLle nada, cuanto más que
imaginación, la realidad y la surealidad, la identidad y la diferen- bien será bastante para defenderrne de alguna pedrada.s
cia, la materia y el espíritur, er una palabra, el realismo semántico
sanchopancesco y el idealismo simbólico donquijotesco.S3 El yelmo quijotesco es una celada que Don Quijote tiende al
sentido común, uD celeje o celosÍa que nuestro héroe simbolista
aplica a la bacía del barbero: esta bacía o vasija contiene ahora
53. De N. Elias puede consultarse Teor{a del slntbolo, Península, Barcelona 2000;
sobre el término Uniser de la poetisa Loreina Santos, véase M. Pallottini, en: Varios,
Filosof{a hispdttba y didlogo húercultural, Universidad de Salamanca, 2000. 54. Véase el Quijote de Cervantes, I. parte, cap.2l; también cap. 44.

70 7I
ulgo rrás, como la humilde copa de la cena de Cristo se tansus- Desde el primer capÍtulo el Quiiote es la celebración herme-
tancia en cáliz-gialmágico por el simbolismo sacramental o bien néutica del lenguaje. Don Quijote comienza su andadura trocan-
como la moza Aldonza se reconvierte en Dulcinea por gracia del do las üerras que posee por libros de caballería en los que busca y
amor. En el Quiiotela realidad relumbra quijotescamente a modo encrrent:a su nuevo (re)nombre ms el nombre desgastado, el
de üdriera o cristal que ffisparenta otra u oblas realidades gracias nombre heroico. Ia existencia quijotesca vaga entre la üda he-
al diverso fungmiento/fingimiento que adquieren según la inten- roica y la muerte antiheroica, entre la búsqueda del nombre
ción, parecer o quer€r del interlocuton bacfa pa¡:a el escudero, heroico masculino y el encrrentro en la muerte final con el alma
yelmopara su señor y enbambos para ambos (baciyelmo). Pode- cuasi femenina. El libro cervantino está atravesado por un inter-
mos hablar de tansustanciación de una realidad en otra, adop lenguaje que reúne la bacfa ütal, el yelmo ideal y la celada mor-
tando este término católico, pero también de consustanciación de tat intermediando la presencia y la ausencia, lo tangible y la
dos realidades en su continuidad o unidad, que es el término que ficción, la evidencia y la üdencia. O la existencia como engaño
usa Lutero para coafirmar tanto la realidad ffsica (el pan y el vino) ütal y desengaño mortal: üvir loco y morir cuerdo incisiva
hermenéutica de la existencia humana. -rura
como la idealidad metaffsica (el cue{po y sangre de Cristo) en el
sacramento eucarfstico. En verdad todo el Quiiote de Cervantes es Así que el libro, y con él el lenguaje, nos salva de nosotros
una tansposición simbólica de lo real, por cuanto enarra el paso mismos y nuesba encerrorur existencial, pero para alterarnos y
o ffinsito de lo real a lo ffinsreal, de lo cotidiano a lo maravilloso enajenarnos fantasmagóricamente. En este sentido el lenguaje da
y de lo dado a su recreación: por eso la salida o avenhrra de Don üda suprasbuchrralmente, reanima ctilturalmente, proyecta fic-
Quijote es un¿r salida lingrifsdca y una avenfirra literaria, un paso cionalmente: de aqul que sea símbolo del hombre en su realidad
o pasaje de la inmanencia cósica a la ffiscendencia lúcido/lúdica: sureal y en su naturaleza cultr¡ral (ambivalentemente). Esto que-
conjugación del ser por el hombre, hermeneusis ütal, lenguaje de da bien patente en el caso de Paul Valéry, el escritor que se salva
ida y vuelta, progreregresión. Es el lenguaje el que propicia el del suicidio al entrever casualmente un libro y leer unas lÍneas: es
salir de sl para reenconhrse, imaginar para hacerse cargo, exte- un libro de humor que destila lo cómico sobre lo bágico del üvir.
riorizarse para interiorizarse: el lenguaje como diálogo del alma Este libro que libra o libera al escritor de su tedio ütal representa
con el alma del mundo. En la obra cervantina la realidad es más en su sistema poético al espfritu que se sobrepone alaüda inme-
que la realidad poryue es lingrfstica: realidad cohabitada por un diata (con el peligro de la abshcción).s6 El peligo del lenguaje
lenguaje que como el amor es más que lo real. Mas en definitiva, está en presenta¡se como el sucedáneo de lo real, obviando su
sentido catafórico o simbólico. De aqul la insistencia de la Herme-
¿no es el lenguaje el amor que reahza, lo real? Algo así parece
haber intuido san Agustfn cuando en sus intrigantes Conf'esiones néutica en un lenguaje dialógico o abierto al otro, lo que significa
presenta el amor como fundamento oblictro de su existencia, un sihrar en el lenguaje el sfmbolo de la contingencia humana, carac-
amor proveniente precisamente del enctrentro con la palabra o tenzada por la aperttrra y la exposición, la comunicación y la
escritura sagrada. En efecto, en la filosofía agustirdana la certeza relación, el amor y el conocimiento, el apalabramento y la otre-
no está en el cogito cartesi¿uro (pierrso luego existo) sino en el dad, la expresión y la alteridad. En definitiva, el lenguaje pertene-
amon y, ddiferencia del puro pensamiento, el amor procede aqul ce a la experiencia simbólica del hombre con el hombre en el
de la mediación de la palabra: mundo, la cual es una experiencia de sentido (conMvido. El len-
guaje es el otro: Don Quijote muere cuando deja los libros aban-
Yo, Señor, sé con enrtezaque (os) amo, Y donándose a sf mismo, a su melancolía y a su suerte exenta; pero
no tengo duda en ello: heristeis mi corazón para entonces nuestro héroe ya ha sido preparado para la muerte
con rnrestra palabra, y luego al punto os amé.55

5ó. Sobre Paul Valéry, véase Charles Moeller, Litqatura del siglo )O( y crístianúmn,
55. San Agustfn, Confesbrrs, Librerfa Religiosa, Barcelona 1888, Libro X, cap. VI. tomo V, Gredos, Madrid 1978.

72 73
por los mismos libros y su lenguaje iniciático. O el lenguaje como parece ofrecer una alternativa hermenéutica a este enfrenta-
salida al otro y retorno a uno, diálogo del alma con el alma, aper- miento entre verdad masculina y sentido femenino, representan-
tura del cuerpo al alma (obertura anímica). do por ello la vía de uná verdad-sentido cuya clave está en el
A través del diálogo logra Edipo obtener su identidad y asu- afrontamiento y comprensión crÍtica de la realidad en su ser
mir el destino. Frente a su madrdesposa Yocasta que quiere viür (frente a la pasiva aceptación de Yocasta y al activo rechazo de
azarosamente, Edipo trata de conocer la verdad, y a ello le sirve Edipo). Esta comprensión hermenéutica se distingue tanto del
el hilo conductor de un lenguaje que escudriña "los dichos más mero no querer saber de Yocasta como del puro deber saber de
oscuros>: por eso hace hablar al (in)vidente Tiresias e indaga en Edipo: pues si el no saber es subhumano, el saber a toda costa es
la inconsciencia, y por lo mismo tiene en cuenta tanto las pala- sobrehumano. Sólo el comprender es adecuadamente humano,
bras de los hombres como los oráculos de los dioses, cuyo dicte- por eso Tiresias comprende y asume la situación, en un proceso
rio o destino primero rechazdy, al final acepta tág¡camente. Por de intenonzación a partir de ün saber del no-saber, es decir, de
una parte, esta indagación hermenéutico-lingrÍstica permite a una consciencia de lo inconsciente. Sólo Tiresias el ambiguo y
Edipo reconocer su origen humano, por cuanto unacido de los ambivalente (androgÍnico), el que se alimenta de la noche, la
que no debfr; por otra parte, ha sido precisamente el lenguaje el sombra y el envés de lo real, sabe interpretar el destino del hom-
que le ha permitido tomar conciencia de su humana condición al bre, un saber trágico por cuanto es un saber del hombre sobre el
captar de manera lúcida su existencia como ((un cúmulo de riva- hombre y, en consecuencia, de lo humano y su contingencia: por
lidadeso. Rivalidades y miserias que el lenguaje interhumano ello personifica el catalenguaje del silencio y sólo habla exaspera-
pone sobre nuestra común tabla redonda para su posible articu- do por Edipo. Esta diferencia entre el comprender profundo de
lación. El lenguaje nos muestra gu€, como dice P. Nemda, osólo Tiresias y el saber histérico de Edipo se refleja adecuadamente en
yo no existo>, así pues que yo solo no existo: .,No puedo / sin la el famoso dictum de aquel: oes terrible saber cuando el saber no
üda üvir, sin el hombre ser hombreo. Pero tampoco puedo ser ayuda al que saber,. Frente al saber edipiano que no aJruda sino
hombre con el hombre sin el lenguaje relación que deci- que daña, la comprensión tiresiana es un saber que interionzay
-esa
mos y nos dice, ese artilugio que poseemos y nos posee, esa rz;z6n restaña, símbolo del auténtico entendimiento hermenéutico y de
común que tenemos y obtenemos. En el lenguaje el hombre se su lenguaje articulatorio. Sólo en Tiresias el conocimiento de la
dice humanament€, o sea, contingentemente; y el lenguaje dice al verdad desnuda se reviste del sentido de la compasión por el
hombre expresando su contingencio, s decir, lo que acontece, el humano destino común: (pues revelar flr desgracia es también
ser-senüdo, la dirección o sentido del ser. El hombre es el animal revelar la míao. Finalmente sólo en Tiresias el lenguaje herme-
lingüfstico en cuanto el lenguaje es humano: logo.s encarnado.ST néutico (Sprachlichlceit) coimplica a todos los implicados en el
Y sin embargo, no es Edipo el auténtico héroe hermenéutico común destino: el hombre con su libertad, los dioses con sus
sino el adivino Tiresias, ya que aquél indaga la verdad pura a designios y la naturaleza con su decurso. Aquí radica la Spra-
costas del sentido impuro, el cual es preconizado por su ma- clichlceit de fondo, traducible como coimplicidad radical: es la
dre/esposa Yocasta al propugnar üür azarosamente como se coimplicidad de lo humano y lo transhumano, simbolizada en el
pueddpueda, recordando a Edipo que su incesto es sólo la reali- lenguaje situado entre el hombre y el ser; pues como dice M.T.
zacián de un sueño común a los hombres. En la tragedia de Var:rón, el hombre impone libremente los nombres, mas los de-
Sófocles Edipo rey, el deber ser heroico del Rey Edipo se yergue clina como quiere la naturaleza.ss
masculinamente frente al poder ser antiheroico de la madre/es- Lo que esto quiere decir políticamente puede expresarse asf:
posa: sólo el (in)üdente Tiresias, el auténtico héroe antiheroico, la interpretación humana de lo real tiene un elemento de libertad

57. Sobre el Hipo ky de Sófocles puede consulta¡se la edición de Salvat, Barcelo- 58. Marco Terencio Varrón (s. I a.C.) , De lingua lathn, Anthropos, Barcelona 1990,
na 1969; de P. Neruda, véase Odns'elententar¿s, Seix Barral, Barcelona 1977. libro X, 53.

74 75
y otro de necesidad. Por el primero somos libres, por el segundo En nuestra filosoffa el hombre está implicado mitológicamente,
obtenemos una libertad condicionada: sólo en la democracia esa pero se abre bfblicamente como implicador. Si el inhumano ha
tibenad condicionada se conüerte en libertad condicionada por sido llamado el replicante (así en el film Bln^de Runner), el huma-
nosotros mismos y nuest.ra propia autointerpretación, la cual no no deberta denominarse el coimplicante, cuya sintomatología es
es libre en el sentido de incondicional (abstracta), sino en el senti- la inteligencia afectiva caractenzada por la experiencia del tiem-
do de liberadora (anarcohumanismo). De este modo, también la po revenido, condensado o interiorizado. Y es que el hombre
democracia es una interpretación, relato, mito o cuento más del concienzudo, como dice Plotino, caminaya hacia la unidad y la
hombre sobre el hombre, pero un ctrento que cuenta con los serenidad, pues que todo le es interior (Enén^dn III):
demás y aun con todos (en principro), un mito o mitologtaeman-
cipadora, un relato o narración humana del hombre que se auto- Dios duele como\el amor y el tiempo:
refiere o autorelata. I-a, Hermenéutica como teoría y práctica sin ti, tristeza, la üda sería herida sin eternidad.
de la interpretación nos hace asf conscientes de nuestra libertad y Que llegue la noche
porque en la osctlridad la luz es más clara.
de nuestra condición: por ello el baremo de la interpretación es la
Funde todo lo que florece, lo que sufre y la verdad:
libertad condicional o condicionada: condiccionada por el otro u frindeme en un solo yo que ame.Se
otredad compresente ya en el nos-otros democÉtico.
Lo dicho viene a significar hermenéuticamente que el sujeto Esa fusión expresadapor la poetisa se encarna en el hombre,
del enunciado remite coimplicadoramente al sujeto de la enun- al que el Dios bfblico crea (como al universo) de nada y ser, pero
ciación, como la filosoffa al filósofo, el personaje a la persona,la más específicamente de ban:o (tien:a y agua) insuflándole un
verdad al sentido y la nz6n al hombre: concebido no de arriba hálito cálido (aire y fuego); mas se proyecta en la palabra que es
abajo, sino de abajo arriba. En su tardío volumen V de su magna divina, según el Evangelio de san Juan, porque lo divino en el
obra Literatura del siglo )o( y qistianismo, Charles Moeller nos hombre es lenguaje: bgos simbólico correlacionador de las reali-
presenta la obra del concitado Paul Valéry como la lu.cha entre la dades en la coimplicidad de sus con:espondencias. Parafrasean-
verdad desnuda, representada por el intelecto espiritual (abstrac- do a N. Parra, el lenguaje es un ecosistema donde conviven ánge-
tor y desligador) y el sentido religador representado por la ima- les y ratones humanamente, situándose entre el mítico Arbol de
gen simbólica o pregnante del amon su obra póstuma Mon Faust la üda y el ArUot del conocimiento en cuanto mediación de lo
intentarfa reconciliar el espÍrifir de Fausto y el amor de la señori- mftico natural y lo lógico racional a modo de mitoJogía humana.
ta Lust en un ..implexoD que respondería al deseo intelectual de En efecto, el lenguaje humano expone nuestro proceso de homi-
serlo todo (Aristóteles) y al deseo amoroso de verlo todo en Dios nización/humarización como tránsito de la naturaleza mítica (el
(Tomás de Aquino). Se trataría entonces de un intento cuasi her- Jardín del Edén) a la cultura racional (expulsión del Paraíso).
menéutico por buscar un lenguaje que no existe entitativa o cósi- Ahora bien, mientms que el Arbol de la üda admite una corurota-
camente, pero que coexiste simbólicamente. ción matriarcal-naftralish, el Arbol del conocimiento adquiere
Ese lenguaje simbólico cohabita clásicamente el alma huma- una corurotación patriarcal-racionalista: pero el lenguaje huma-
18, la cual es concebida por Aristóteles como una especie de no es una especie de mitologla racional, a la vez naturaleza y
mano, mientras que Heráclito la concibe como una araña. Pero cultura, mito y \ogos, vivencia y sentido, ámbito de encuentro
el Señor del alma y su tactilidad arácnida sería la propia Diüni-
dad según san AgustÍn, señalando así el trasfondo anímico del ser 59: Cla¡a Pujol, húacto asontbro, Esgufo, Ferrol zOOL Sobre el alma véase Heráclito
de carácter relacional. Esta relacionalidad reaparece con el signo (Fragnwúos) y Aristóteles (Sobre el alnu); pata el simbolismo de la araña, véase tanto el
arquetípico de la ambivalencid, Vd que si la mano es ambigria- Dbciotutio de s{ntbolos de J.E. Cirlot (Siruela) como el de J. Cher¡alier (Herder). Sobre el
hombre como el implicador implicado (autoconsciencia), constiltese F. I(afta que llwa
mente a-cogedora,'la araña es un animal lunar-solar que decons- al llmite un herofsmo antiheroico: una especie de rebelión autocrítica basada en una
truye y reconstruye lo real a modo de coimplicación univerSal. "lógica revenida, o condensada
(asf traducirfamos la kafkianavqdichtete Lo3ik).

76 77
fratriarcal de los contrarios y, por tanto, de democracia incoada a A modo de resumen final
través del apalabramento como parlamento (el cual comienzaya
con las proposiciones/propuestas de Adán el Hombre sobre el Partimos de la Hermenéutica del lenguaje (Heidegger, Gada-
nombre de las cosas).o mer) para arribar a una Hermenéutica del lenguaje simbólico: la
Precisamente por lo que respecta al achral conflicto entre el Hermenéutica clásica deviene así Hermenéuüca simbólica a tra-
Occidente euroamericano y el Oriente islámico (radical), pienso vés de una reinterpretación que pasa por J.J. Bachofen, C.G.
que la ubicación hermenéutico-simbólica aquí esbozada propicia Jung, E. Cassirer y el Círculo Eranos (con G. Durand a la cabe-
un encuentro intercultural frente al mero confrontamiento o za).Lo específico de esta Hermenéutica simbólica es pasar del
confrontación. Para no herir susceptibilidades podemos pregun- mero significado Qo que se dice) en dirección al sentido (lo que se
tarnos al respecto si la incomunicación entre los opuestos no quiere decir). Pues el'sentido es lo que .lgo quiere decirnos hu-
debería dejar sitio cultural al diálogo: pues si el radicalismo islá- manamente, por lo que se precotiza un Humanismo posmoder-
mico necesita la aventura occidental para su aperlura civilizato- no o descentrado en el que el hombre comparece transversal-
na a^d extrA, Occidente precisa oír la radicalidad islámica para mente como implicado en el tiempo e implicador en el espacio
despertar espiritualmente ad intra (aquí coincido con el lúcido (anarcohumanismo). Precisamos una Hermenéutica simbólica
análisis del amigo Eugenio Trías en su meritoria obra I-a, eda^d. del del sentido porque el sentido no señala sólo hermenéuticamente
espíritu). Se traitarta entonces de que el materialismo occidental la dirección temporal, sino que también se enmarca simbólica-
se abra al espfritu oriental, y üceverca, propiciando un auténtico mente en un espacio cultural plural.
intercambio compensatorio de los contrarios: Oeste y Este, Norte La Hermenéutica simbólica del sentido sobrepasa la teoría
y Sur, Razón y Mito, Verdad y Sentido, Progreso y Arraigo, Abs- consensual de la verdad racional (Haberrnas) en nombre de una
tracción y Afección, Secularidad y Religación. El mundo contem- teoría y práctica consentimental del sentido simbólico, concebi-
poÉneo pide una nueva Sprachlbhlceit: articulación, reunión o do como coimplicación intercultural de los implicados. El senti-
coimplicación de los implicados, raz6n encarnaday logos simbó- do, en efecto, se define como sutura simbólica (cultural, espacial,
lico. Ello significa una globalizaciónno deletérea o abstracta sino articulatoria) de la fisura real (naflrral, temporal, üvencial), si-
radicadu y asuntora: pues el mundo es un globo que flota pesan- tuándose filosóficamente entre el literalismo cósico o fundamen-
temente, telúricamente, gravedosamente. Sólo una globalización talista y el espirifiralismo deletéreo a modo de (re)mediación
radicada puede evitar precisamente la reacción radical o el radi- humana de carácter anímico (relacional, intersubjetivo, coimpli-
calismo antiglobalización, ya que los fundamentalismos surgen cacional): en donde el Alma de algún modo todas las cosas (Aris-
cuando falta/falla absolutamente todo tipo de fundamento, lo tóteles) se traduce como Sprachlichkeil o Interlenguaje (apalabra-
mismo que el integrismo emerge del fallo de toda integración o mento como parlamento, democracia simbólica o asuntiva y no
integracionismo, así como toda complicación negativa responde meramente repres€ntativa o abstracta, coimplicidad). Por todo
a la falta de positiva coimplicación. ello propugnar una raizón simbólica es propugnar una razón o
inteligencia afectiva (puede consultarse al respecto mi obrita In
razón afertiva, san Esteban, Salamanca 2000).
Por todo ello se redefine el lenguaje simbólico como el lengua-
je que cuenta lo que realmente cuenta, qs decir, lo que üene valor
humanamente. A partir de aquí se propugna el bánsito de una
60. En el mito arcaico e.g. mesopotámico, la Diosa Nammu es la Madre (Anü del filosoffa del zujeto como conciencia encen:ada a una filosofia in-
cielo (an) y la tierra (fti): Ama-to-an-ki; posteriormente el cielo suele ser el ámbito terpersonal y performativa, en la que el lenguaje dice apalabra-
abstracto del Dios Padre (con sus ángeles y arrángeles), quedando la Diosa Madre
afincada en la tierra y el inñamundo (con sus demonios, dragones y ratones); al res-
mento b:anslingiiístico o perlocucionario (pragmático). Un tal len-
pecto véase mi obra Conrunicaciótt y expuiencia interhuntano, Desclée, Bilbao 1977 . guaje pragmáücesimbólico no expone ya las propiedades ffas-

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cendentales del ser puro (absbacto), sino las impropiedades in-
manentales del ser impuro (conüvencial), ya que el simbolismo es
un lenguaje no propio o adecrrado sino impropio e imperfecto y,
por tanto, humano o humanado: un lenguaje no sustancial o esen-
cial sino relacional o significacional. Pues la relación, como decfa
Thomas Mann, es la equivalencia de la significación.ól

Ru per signn dicuntur:


I¿scosas se dicm por signos.

SeN Acusrfx

(Preimbulo) En el presente bloque replanteamos la cuestión


filosófica cental de la Realidad y el Simbolismo a fi:avés de la
mediación del Hombre. Dqsde Aristóteles esta cuestión se plantea
en una filosoffa del Ser de lo reol, cuyo nombre técnico esmetaftsi-
co u ontologfn (logos del ser). Pero la metaffsica u ontologa üene
una vertiente teológica, Vd que el arquetipo hdicional del Ser es
Dios. El tema de la Realidad y el Simbolismo tiene que ver enton-
ces con la problemática clásica del Ser y Dios: pero entrre el Ser y
Dios se entnomete el Hornbre como mediador y mediado, por
cu¿urto coimplicado en la dialécdca de lo real y lo ideal.
Desde nuesta perspectiva contemporánea, este asunto de la
metaffsica u ontología cuestión del ser- se baduce en la
-la tánsito de la Metaffsica
cuesüón radical del sentido: del ser de lo
real dado a una Hermenéuüca del senüdo de lo real üvido o, si se
prefiere, de la filosoffa del ser (abshcto) a la filosoffa del ser (en-
carnado o humanado). En donde el sentido mienta la encarnación
o humarúzación del ser y, por consiguiente, el sentido de la üda
interpretado simbólicamente por el hombre de modo cómplice.l
He aquf los pasos a seguir para dilucidar esta temática funda-
mental:

6t. Nuestra versión del lenguaje simbóli@ se corresponde con nuesüa ¡eüsión del
1. Realidad y simbolismo: la mediación humana
mito como el cuento que orenta lo que cuenta, es decir, lo qtre r¡ale la p€oi, véase 2. Cerebro y simbolización
nuesüa obrita Fílosofla dc In t)idn, Anthropos, Ba¡rcelona t989; respecto al lenguaje prag- 3. La filosofia griega
máüco, véase Francisco A. Muñoz, I4 paz intpeíuta, Universidad de Granada, 2001.
Sobrc la relación como significación, T. Mann (Izfuuabriss, XI): véase H. Wpling e
Y. Schmidlin,Thnmas lulnnn.EinltbenfuBildenr, Artemis, Zurich 1994,p.l999,donde
se destaca la importancia de la figrua mfüca de Hermes (insuflada por IC Kerrényi) en Ia l. Pa¡a el contexto de este texto puede consultarse A. O¡tiz-Osés, Metaflsba del
obra maüriana. santido, Universidad de Deusto, Bilbao 1989.

80 81
4. El cristianismo hombre las cosas serían mudas y meramente cósicas, mas con
5. La filosoffa franciscana el hombre las cosas hablan y se dicen, se cuentan y recuentan.
6. Excurso teológrco El primer desdoblamiento de las cosas es de carácter imagi-
7 . Heidegger y el existencialismo D"l, y se plasma en imágenes cargadas de magia, tal y como
8. Hermenéutica y posmodernidad aparecen en las pinturas mpestres de animales o en las figuras de
9. Conclusión: (Anarco) Humanismo las Venus o diosas desde el Paleolítico. El segundo desdobla-
10. Apéndice: fundación y fundamento miento de las cosas ya no es meramente imaginal sino concep-
flral, y se plasma en los diversos signos grabados en las paredes
de las mismas cuevas pa{eolfticas Qfneas, rombos, triángulos, cfr-
1. Realidad y simbolismo: la mediación humana culos, meandros, laberintos, reticulados...). Curiosamente tanto
las imágenes mpestres como los signos parietales resultan ..sim-
El hecho más significaüvo que observamos en el mundo es el bólicosD porque se supone que en dicho contexto cuasi numinoso
desdoblamiento de la realidad en idealidad, es decir, de lo real o sacral aluden a una significación pregnante (axiológrca); y es
dado en lo ideal proyectado: las cosas se desdoblan en signos, las que el simbolismo añade al mero significado una significación
realidades en ideas, las üsiones en imágens, las sensaciones en valorativa que denominamos sentido. El sentido simbólico no es
emocion€s, las impresiones en expresiones, las personas en üpos por lo tanto lo que se significa mera y directamente, sino aquello
o arqueüpos, los deseos en utopfas, los afectos en amores, la que se cosignifica indirecta y subliminalmente, lo cual incluye un
objetiüdad racional en ciencia, la potencia en poder. Pero junto a implemento místico, €.d., anímico. Esto quiere decir que el sím-
este fenómeno de desdoblamiento asistimos correlativamente al bolo está impregnado o preñado de sentido, el cual comparece
fenómeno complementario del redoblamiento de lo ideal en lo latentemente como una especie de secreto abierto (open srcret)
real, del influjo o influencia de lo denominado superior en lo in- en la terminología de A. Fletcher,2
ferior, del perrsamiento sobre la üda, de las creencias sobre la exis- Podemos considerar originariamente el desdoblamiento de la
tencia, de las ideas y signos sobre la conducta, de las ideas sobre realidad en su idealidad a tnvé.s del hombre como un modo de
las realizaciones, del alma sobre el cuerpo, del imaginario simbó ensoñación de lo real, ya que es a través del sueño y la ensoña-
lico sobre la üda, del lenguaje sobre el mundo, del amor sobre el ción como lo real reüerte en transreal a modo de trasunto mágl-
coruzún, de lo subjetivo sobre lo objetivo, del propio Dios sobre co. Ensoñar la realidad es un primer modo de transformarla
su creación. En efecto, ya en las üejas mitologías la Divinidad se siquiera imaginalmenta, y es también un modo de añadir ilusión
redobla por emanación en el mundo (así Vedas), mientras que en a la realidad dura y plana. Pero en un segundo momento de
la Biblia Dios se redobla por creación en sus creaturas. reflexión racional hay que diferenciar entre la ilusión añadida y
Mas en ambos casos de desdoblamiento y redoblamiento es el lo dado, entre la imaginación y la realidad, entre la idealizacióny
Hombre el que está involucrado en esta mediación de la realidad la realizaci1n, lo subjetivo y lo objetivo, la imagen y el concepto
y la idealidad como en un lenguaje de ida y vuelta, pues el hom- como concepción real. Es cierto que, como ya hemos dicho, no
bre es precisamente el müium de lo real y lo ideal, la materia y el sólo lo real se desdobla en ideal sino gu€, üceversa, lo ideal se
espfritu, eros y logos, cue{po y raz6n, objetividad y subjetiüdad. redobla o revierte en lo real, de modo que tanto el concepto como
El hombre es un animal que sublima lo real en ideal para poste- la imagen forman parte de la realidad en sentido amplio o ampli-
riormente asumir lo ideal en lo real. Pues bien, a ese proceso de
desdoblamiento lo denominamos simbolización o ideación, por
cuanto lleva a cabo el traspaso relacional dé la materia ala for- 2. Sobre el sfmbolo como pregnante, pregnancia traducida por nosotros como
ma, de la tierra al cielo, de lo dado a su cultivo y cultura, del ser a axiológica, véase E. Cassirer (Filosofta de las fornns sintbólbas); también A. Fletcher
(en: Colors of the nthú). Cabrfa hablar del sfmbolo como logos impregnado o embara-
la conciencia y de la existencia a la esencia. He aquí que sin el zado por eros, cuyo fruto es el senüdo.

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ficado, lo mismo que lo subjetivo no es sólo un desdoblamiento 2. Cerebrc y simbolización
de lo objetivo sino también Un redoblamiento de lo objetivo.
y
La realidad, en efecto, es interpretada a través del cerebro Ellrcmtsferio cqebral derrcho es el más viejo en el hombre, S€
en un espacio gestáltico los senümientos a
humano sea imaginalmente sea concepüva o concepttralmente, encarga de enmarcar
que captan sintéticamente el entorno de un
corespondiendo la imagen a la interpretación del hemisferio de- b,.vés"de imágenes
la
recho de nuestro cerebro y el concepto al hemisferio izquierdo de mundo no-verbal. Este hemisferio cerebral se coresponde con
y con-
dicho cerebro. Pues bien, el paso de la imagen al concepto de lo actitud dpicamente femenina de captación lolista, sintética
real recubre el paso evolutivo del hemisferio derecho cerebral al a la mujer ctridadora Y
hemisferio izquierdo cerebral y, por lo tanto, el tÉnsito de la agricultura Primaria Y la
visión gestáltiea ala revisión funcional, esquemática o abstlracta. a en la comPrensión simultánea
La abstracción reduce lo real a su significado funcional, abando- de lo real en sus configuraciones de sentido. Al hemisferio derecho
nando el cromatismo afectivo, mágrco o místico, así como toda del cerebro respond" iu actividad de la mano izquierda como con-
conrrotación antropomórfica en nombre de la racionñzaqión de tapunto de la mano derecha predominante en nuqstro mundo.
lo real de acuerdo a parámetros lógico-matemáticos (cuyo para- por su parte elhemrsferio cerebral izquierdo es más reciente en
el pen-
digma es el número cuantitaüvo o absmaído de su cualidad sim- el hombre y tiene por función el análisis y la absfficción,
bólico-pitagórica). samiento racio"ul y lingiifstico, la acción enclavada en un tiempo
Podemos entonces distinguir los siguientes términos técnicos. lineal, la objetiva"iOtt V tu escritura. Este hemisferio cerebral se
Por una parte tenemos la Imagen, que es una üsión gestáltica de coffesponde con la actittrd üpicamente masctrlina de carácter
lo real; por otra parte obtenemos el Concepto, que es una reüsión abstractivo y analftico, heroico y activist?, secuencial y reductivo,
abstracta de lo real. Por su parte, llamamos Noción al precipita- que tradiciónalmente se asigna al varón azador y pastor, gana-
do de una inhrición, por lo que una noción sería una imagen á"ro y agricultor tecnológi"ó, ugroivo y dominador, especiahza-
conceptual o un concepto imaginal (como, por ejemplo, el Tao). do en la captación duatista de É realidad diüdida entre el héroe
En principio, la imagen es el soporte del símbolo, así como el uránico o celeste, solar o luminoso y el dragón o monstnro oscuro
concepto es el soporte del signo. La diferencia entre signo con- y t rttur, telúrico y caótico. Al hemisferio cerebral izquierdo res-
cephral e imagen simbólica se funda pues en la distinción entre el ponde la actividad de la mano derecha como dominante en nues-
desdoblamiento abstracto de lo real (el conceptualismo, la semi- tro mundo.4
ótica) y el redoblamiento a¡riológico o reversión valoraüva de lo Ahora bien, el hemisferio cerebral derecho y el hemisferio
en
real (el simbolismo, la hermenéutica): mientras que el concep cerebral izquierdo conforman como es obüo un solo cerebro
tualismo es reductivo o abstractivo (explicativo), el simbolismo cada hombre, lo cual quiere decir que coexiste entre uno y otro
comelacionalidad que pasa a través del cue{po calloso
(cor'
es asuntivo o amplificativo (implicativo). El concepto reduce lo una
real a su función, el sfmbolo conduce lo real a su expresión hu: pus Callosum) encuanto puente entre los dos hemisferios cere-
mana; por eso el simbolismo expresa lo real no racioentitativa- brales. Esto rígnin"a que én cada individuo coactúan ambos he-
mente sino humanamente, y ello dice anfmicamente.3 misferios, siquiera la diferenciación aducidu y su tipicidad
"ott
respectivamente femenina o massulina. Por eso nos encontra-
mos por una parte con que el desdoblamiento de la realidad en
imágenes r" t"uti n Wr medio del hemisferio cerebral derecho,

3. El tfpico ejemplo de signo conceptual es la bandera blanca como exponenté de


paz (vacfa o abstmcta), el arquetfpico ejemplo de imagen simbólica es la paloma como s hemisferios, L. Shlain (Et alfabeto contra ln diosa), el cual
orpresión de paz (fnrctffe¡a, ya que la paloma simbolizala fecundidad o la fertilidad, itologfa de la Diosa Madre a la ideologfa del Dios Padre
el amor o la bondad, el alma o el Espfritu Santo, la incubación o la Diosa Madre). delalmagenalacivilizacióndelaEscritura.

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mientras que el desdoblamiento de la realidad en conceptos se 3. La filosofia giega
realtza por medio del hemisferio cerebral izquierdo. Pero por
otra parte, y dada la mediación del Cuelpo Calloso, nos encontra- Resulta curiosa la posición de los Presocráticos en la historia
mos con mriltiples conexiones entre lo imagtttul y lo conceptual, de la filosoffa, ya que comparecen como los protofilósofos de
lo simbólico y lo abstracto, lo sintético y lo analítico, lo gestáltico nuestra cultura todavfa inmersos en una tradición oral que em-
y lo eidético. piezaa escrittrrarse; por eso sus conceptos son sin duda concetr>
De ahf las Nociones hfbridas que fungen en la filosoffa como tos simbólicos, por cuanto interpretan la realidad en imágenes-
conceptos simbólicos y que funcion¿ul como coimplicaciones de de-sentido: el principio de lo real se propone simbólicamente en
contrarios contractos: asf la noción de Tao como imagen abstrac- la tierm como materio,Str el agua como origen, €r el fuego como
ta de lo real, Dios como arqueüpo simbólico del unive6o, el Ser mediación transfor-udora o en e aire como elemento racioespi-
(heideggeriano) como símbolo racional de los seres o entes, el riflral. La realidad no está aún definida o delimitada concephral-
Sentido comorazónilciológica, el Bien como síntesis de belleza y mente, sino que es entrevista intutitivamente como vn Logos in-
bondad... Todas estas Nociones híbridas resultan fundamentales definido (asf en Heráclito). Pero con la llegada de Parménides (s.
en la Cultura porque son el precipitado de intuiciones filosóficas u) el Ser será redefinido exclusiva y reductivamente según el
radicales, situándose en un ámbito intermedio ubicado entre los puro pensan el ser se capta por larezón porque dice re26n, nzón
meros signos empíricos de las cosas y los signos abstractos Qos inmóvil frente a la caducidad de lo que no es propiamente. Ahora
puros símbolos lógico-matemáticos). el ser de lo real es inmutablemente, mientras que lo mudable no
Perc con esta consideración resitu¿unos nuesba cuestión es ser sino no-ser: aquel es pensable porque resiste, éste es im-
lidad y Simbolisme en el marco de una revisión más amplia, -Rea- pensable porque no consiste. Pensar y Ser dicen lo Mismo por-
de modo que podemos obtener un cuadro tripartito de carácter á,r" consisten en lo Mismo (Resistencia, Consistencia): outó
piramidal. En la base de ese encuadre piramidal se halla la reali- noein estin lcai einni.6
dad dada de signo empfrico o material significada por el Cue{po Platón es el heredero de Parménides con una connotación: si
y lo corpóreo. En la cúspide de la pirámide situamos el desdobla- en Parménides el ser se dice en el pensar y como pensar, en
miento máximo o límite de la realidad dada sutilizada en Ideas o Platón el pensar se dice en el ser y como ser. En efecto, el pensa-
conceptos racionales ctryo ápice tradicional es el Espíritu y lo miento es el arquetipo del ser, de modo que la Idea es el prototipo
espirifiral. Pues bien, entre el Cuerpo material y el Espfritu racio- de la realidad realizada según aquélla cuasi trascendentalmente.
nal comparece mediadoramente el Alma relacional cohabitada Aquí la esencia funda a la existencia como lo inteligible a lo
por imágenes simbólicas de carácter psicoide y de signo real- sensible y lo ideal a lo real: un idealismo que Aristóteles ffatará
ideal se trata del ámbito medial propiamente humano, en el que de reponer sobre bases reales o realistas, aunque su intento que-
los conffarios se contraen y se constihrye el Sentido, el cual equi- dará preso del tr4sfondo platónico, aribando a una intrigante
dista tanto de la verdad racional o abstracta como del significado ambivalencia filosófica que lo sitúa ambiguamente entre el idea-
empírico o entitativo literal, pudiéndose definir como la significa- lismo y el realismo.
ción humana que media entre ambos. O el sentido como verdad Aristóteles es el encargado de resihrar la cúspide racional de
encarnada, idea enmatenalizada, rz;zón incorporada o esencia la piÉmide humana sobre el basamento de la realidad. En este
existencial fiuto de una inteligencia valorativa.s sentido el Estaglrita concibe primero el Ser en su FÍsica como ser
real: sustancia concreta indiüduada (prote usía: sustancia prime-
ra). Sin embargo, en la Metafísica se replantea socrático-platóni-
camente el ser del ser (ontos on), es decir, la sustancia de la

5. Puede consultarse al respecto mi librito La. razótt afectiva, San Esteban Sala-
manca 2000. 6. Véase H. Diels (Die Fragnunte dcr Vorsokratilcs).

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sustancia, el contenido consüttrvo (ti: qué) de la realidad concre-
t8, o sea, lanzÓnde lo real. La respuesta está ya implfcita en esta
pregunta fundamentalista o esencialista, ya que a la pregunta por
el ser (metaflsico o definidor) del ser responde la esencia, lo mis-
mo que a la pregunta por la nz6n de ser responde el ser de la
nz6n (lo ideal o eidético, el eidos o idea). Por eso el ser, concebi-
do en primera instancia ftsica como real o existencial (sustancia
primer:a), queda posteriormente definido metaffsicamente como
sustancia segunda o conceptual (deutera usfn), de modo que la
estrtrcttrra constituyente de lo ente se coloca en lo formal o abs-
tracto. La definición aristotélica del ser es lo ser (o ente o enü-
dad); ahora el ser auténtico es la sustancia definida y definidora, general (con lo que se pierde la conciencia socrática).
la sustancia sustancializada, la realidad no verbal o dinámica
sino sustantiva o sustantiüzada, neutra o neutralizada (to on =
usfn, eidos, arié: eI ente = sustonte, razón, fundamento).7 4. El cristiarrismo
En la Metaflsica aristotélica la esencia señala la identidad de
la existencia, asf como su verdad (Libro IV y V); en este sistema De lo dicho obtenemos pues que el Ser giego es un Ser-Ra-
se acaba privilegiando la esencia frente a la existencia, la identi- z6n,lo cual significa que el ser dice verdad en el sentido heleno
dad frente a la diferencia,la sustancia frente a los accidentes, la de racionalidad. De aquf procede la üsión clásica del ser como
forma frente a la materia, el acto concluso frente a la potencia fundamento racional de los seres o entes, de modo que el ser se
abierüa y, €D definitiva, el ser estático frente al devenir dinámico. define como aquello por lo que el ente Qo real) es inteligible. La
Lo sintomático del caso aristotélico es que racionalvala simboli- realidad dice aquf entidad, y lo ente expone laluz racional de lo
zaciónlatente en la civilización giega, según la cual el ser formal que es patente,
o esencial se asocia con la taz6n masculina de la üda, mienü:as tes). Esta üsión
que el devenir material o existencial se asocia con la itnzún de Dios como p
femenina de la üda (asf en Libro I). Con ello se privilegia el Ser del ser, Entelequia del universo en la que este encuentra su
hemisferio izquierdo del cerebro y su lógica racional-abstr:acta a Trasparencia. Ya ProPuso
costa del hemisferio derecho del cerebro y su paralíg¡ca imagi- ser (hispano) al I significa
nal, un proceso que üene que ver con la ideación patriarcal-racio- lo cual corefiere a del ser
nalista propia de la ideología helena frente a la concepción ma- como sustancia en el sentido de taz6n fundante o asentamiento
triarcal-naturalista propia de la mitologta y cultura prehelénica definido (us{n-usa).
(como sabemos desde J.J. Bachofen). Asf que en la filosoffa aristotélica el ser dice asentamiento, Por
A qste res¡recto huy que observar cómo la figura u:ansversal del eso el Dios del ser qs un Motor Inmóvil (por crranto mueve sin
fundador de la filosoffa queda marginada por sus moverse). Este concepto se quiebra con la entrada del pensa-
-Sócrates-
discfpulos Platón y Aristóteles, los crrales señalan el paso de una miento hebreo en escena; en efecto, €r el Antiguo Testamento el
filosoffa dialógica como la socráüea auna filosoffa lógica como la ser no qs ya estático sino extático, porque está en la presencia de
una Divinidad que ya no es el griego Dios del ser sino el bíblico
Dios del devenir. Y es que en el contexto semita del Antiguo
7. Véase Aristóteles (Metaf{sba); al respecto, Franz K. Ma¡rr, (&schbhte dq Philo- Testamento Dios no es un Motor Inmóvil de la entidad sino Mo-
sophie). No se olvide en este contexto que el a¡rhisfmbolo del ser es Dios: el Ser-Pensar
y Motor InmóüI, la Razón suprema y el Fundamento sustante. tor Móvil de la historia, un Dios Creador y ya no una mera Ente-

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lequia, el Dios üvo de Abraham, fsaac y Jacob. Una tal Divinidad Podríamos decir que el intento primario de Aristóteles por encar-
üüente no se presenta como el fundamento racional del univer- nar la Idea (platónica) se reahzaen el cristianismo en la encarna-
so, sino como su fundación relacional por mediación de la Alian- ción del Ingos de Dios. Sin embargo, el cristianismo se compade-
za coln el pueblo de Israel. Por eso no es propiamente un Dios- ce filosóficamente mejor con el socrático Platón que con el plató-
verdad sino un Dios-veracidad (aquí la categoría hebrea es nico Aristóteles reseñado, ya que es posible comparar el Ingos de
emeth), al cual no se corresponde el asentamiento ontológco amor cristiano con el Eros socrático-platónico presente en El
sino el asentimiento existencial (como viera Lutero).8 Banquete (Simposio). La diferencia estriba a su vezen que el eros
Y, sin embargo, el Dios del Antiguo Testamento sigue siendo soc la Idea (finalmente
el Dios absoluüsta propio de una tradición religiosa oriental que del caridad o bondad
lo proyecta como Amo absoluto, Señor de los señores, Espfrifu des
desencarnado. Si el Dios griego es el Dios del ser (sedere), el Dios En la posterior historia de las ideas, la herencia crisüana que-
hebreo es el Dios del estar (stare): ya no descansa asentado como daúinterpretadasea por la lÍnea aristotélica (asf Tomás de Aqui-
Fundamento inconcuso, sino que está al frente del devenir histó- no y el tomismo) sea por la lÍnea (neo)platónica (así san Agustfn
rico al que impone su impronta sagrada como Transcendencia y la Escuela Franciscana); y, alrnque nosotros daremos preferen-
absoluta. Pues bien, es esta transcendencia absoluta del Dios pre- cia a esta última, detengámonos a continuación en su mutua
cristiano la que queda urelativadau en el cristianismo con su confrontación simbólica.
aportación radical del Dios encarnado. El Dios cristiano no es el
Dios clásico del ser, pero es algo más que el Dios hebreo del
devenir, ya que se trata de un Dios-que-deüene: un Dios que 5. La filosofia franciscana
deüene Hombre, de modo que el Dios-Espíritu puro se hace car-
ne impura (caro cardo salutis: la carne como mediación de salva- Tomás de Aquino +l Doctor Angélico- es el representante
ción). A partir de aquí, el Dios cristiano ya no es ni Fundamento máximo en la Filosoffa Escolástica del formalismo aristotélico, el
ni mera Fundación sino desfundamento del ser y del logos clási- cual se basa en la fórmula oel ser de lo real procede de la formao
cos, asf como de la verdad pura y aun la mera veracidad. En (aforma res lnbet esse): se trata de la forma formal o racional, así
efecto, este Dios hecho Hombre es el Ser que deüene no-ser, la pues de la razónpor la que se define el ser aristotélico-tomista,
Vida que asume la muerte, la Verdad veraz que coimplica su hasta el punto de que el sociólogo W. Sombart considera el to-
envés (el error y la mentira, el mal y el pecado).e mismo como el sistema católico de racionalización de lo real
El Dios crisüano es el Logos encarnado por amor y, por lo antecedente del sistema protestante-calünista de racionalización
tanto, el Ingos de amor. San AgustÍn, el mejor intérprete del del mundo que desembocaríen la modernidad. Este formalismo
cristianismo, lo üerte al latín neoplatónicamente como Verbum racional (que conlleva un formulismo jurídico) es típicamente
cordis (Verbo del coraz6n), por cuanto se trata del Ingos encar- abstraccionista,yáque se privilegra la forma (pura) a expensas de
nado en el corazón como Verbo o Palabra cordial, o sea, como la materia (impura), (des)calificada por el Aquinate de inforrne
Inteligencia afectiva. No es, por tanto, el Logos racional-abstrac- como la tierm, meramente recepüva como el agua y caótica como
to, sino el Logos relacional, no el Ingos conceptual, sino el Ingos el abismo: materia (priru) dbitur terra quia inf'ormis, aqua quia
concebido, no el Ingos desimplicado sino el Ingos implicado. receptiva, abyssus quia tutpis.rr

10. Compárese Platón (Sinryosio) con san Pablo (I Corhúios 13)y san Agustín(In
8. Véase Ia Bilbia, Antiguo Testamento (É,xodo 3, l4), en donde Dios se define Joawús Evangeliunü. Si san Pablo es el refundador del cristianismo, san Agustín es su
hebraicamente a Moisés como cYo soy el que estoy (contigo)u, traducido helenista- mejor intérprete; se trata de dos üpos genialoides que, sin embargo, serán ya incapa-
mente como cYo soy el que soyr. ces de asumir la radical apertura de Jesrls de Nazaret.
9. Véase Nuevo Testamento (especialmente los Evangelios). 1 1. Tomás de Aquin o, Sunta Teológica, I q. 6ó; también Suna contra Gentiles,2, 68.

90 9t
Y bien, ciertos neotomistas aducirán gu€, además del ser for- ca. En la perspectiva tomista, Dios se define como el Ser mismo
mal o esencial, santo Tomás habla del ser actual: el acto de ser (Ipsum Esse), de acuerdo a É,xodo 3, 14, donde se presenta a
(actus essendi), ser cuasi existencial inspirado en la creación del Yahvé compareciendo ante Moisés como ..el que es" (Qai est); de
ser real por el Dios cristiano Creador a partir de la nada (que es aqul que el ser de Dios sea su forma o e.sencia (Deus est forma seu
como decir a partir de nada material). Ello es cierto, 5l €n esto sua essmtin), o sea, el Ser por esencia (Esse per essentiom). En la
puede haber diferencia entne Tomás y Aristóteles, pero sin em- perspectiva fianciscana, esta concepción tomista de Dios respon-
bargo no conüene olvidar que este mismo ser achral está pensa- derfa precisamente al Antiguo Testamento, en donde la divinidad
do tomasianamente frente a la potenci a y la mat eria, de modo es un Dios absoluto o de-suyo (a-se, aseida^d), mientras que el
que al fit y ul cabo resulta ser un ser actual depotenciado y Dios neotestamentario se define fundamentalmente como Bien o
desmatenÑzado. De este modo, cabe distinguir en Tomás la si- Bondad difusiva. A pbrtir de aquf, el fi:anciscarrismo realtza,una
guiente gradación entitativa: el ser como acto o actualidad que sfntesis entre el (neo)platonismo y su Dios-Bien y el cristianismo
significa la rahzación de lo real (actus), el ser como forma o agustiniano y su Dios-Bondad, de modo que la divinidad ya no se
esencia que significa la realidad de lo real (dado) y, finalmente, el concibe formalmente como el Ser Rrro (Esse Purum), sino cuasi
ser mfnimo de la materia potencial que significa la mera posibili- materialmente como la Bondad misma (Ipsum Bonum), pasan-
dad y pasibilidad de ser, fungiendo de principio cuantitativo de do asf del concepto absbasto a su concepción vital.
indiüduación o concreción. I 2
Ahora el Ser ya no dice mzónsino amor, de acuerdo a su uso
Frente a santo Tomás y el tomismo se yergue en pleno siglo copulativo en el lenguaje; por su parte, Dios ya no tiene simple-
)fltr la Esctrela fi:anciscarur con s¿ut Buenaventura al frente (el Doc- mente amor como quiere santo Tomás (amor est in Deo), sino
tor Seráfico), crftica del formalismo tomista en nombre de un que es Amor. Por eso podemos afirmar cristianamente que huy
cierto materialismo simbólico. En efecto, junto al principio del ser pasiones afectir¡as en Dios (ftente a Tomás que las niega en la
esencial (principium essendi) representado por la forma, san Bue- Sumn contra C'entibs, I, 89), asf como que huy auténticas relacio-
navenfiua distingue nftidamente el principro del ser existencial nes reales de Dios para con sus creaturas (también negadas omi-
(principium uistqtdi) representado por la materia, la cual entre nosamente por el propio Tomás en la Suma contra Crentilcs, [,
Ios finnciscanos ya no es r¡n minus-ser devaluado sino el conba- l2).En su exacerbación aristotélica Tomás llega a denegar todo
dad autónoma que posee moümiento en Dios y, por tanto, toda corunoción propia de la
En esta filosofta fiancis- materia y la potencia e impropia de la Divinidad como Acto Rrro
cana la forma confiere el acto de ser --el ser entitativamente sin materia y Motor Inmóvil. Esto conduce a una idea de lo
alge, perc es la materia la que confiere el existir, es decir, la Divino como Esencia existencial, junto ala cual la filosoffa fran-
ciscana proyectaría el sfmbolo de una Existencia esenciat por
eso el ser aristotélico-tomista se üerte en el franciscanismo como
bien-estar (bme-esse), ya que el ser no es elllo summum (sum-
mum Esse), sino el ser-bueno (Esse-bonum).t3
Este diverso planteamiento filosófico respectivamente tomis-
tay fianciscano se proyecta en su correspondiente üsión teológi-

12. Véase
al respecto A.
dad del Zulia,
ns Escoto) como sus
y consecuentes (G. 13. Al rcspecto san Buenaventura, Ithtqarium nrcntis ht Deunt, en: Obras, BAC, I,
Madrid 1945.

92 93
6. Excr¡rso teológco Verbo diüno interviene radicalmente la razón de madre, signifi-
cada precisamente por la Virgen MarÍa.r4
La propia Escolástica definió la vida como (auto)moümiento Al privileglar la razón patriarcal se está priülegiando la ver-
o moümiento intrfnseco (motus ab intra), pero ese moümiento dad absoluta, devaluando la razón matriarcal asociada al mero
vital parece congelar:se en la imago aristotélico-tomisma del Ser sentido relacional. En todo ello se repite un concepto filosófico-
propiamente tal (cuyo paradigma es Dios) a causa del principio teológico que no toma suficientemente en serio la rupfirra reali-
de su inmutabilidad. Al respecto, Tomás afirmará que la Crea- zadapor el cristianismo con la Encarnación del Verbo diüno, el
ción de lo real por Dios se lleva a término sin materia preyacente, cual deüene realmente Hombre, de modo que el Dios en-sí se se
por lo que en ella quedaría eliminado todo moümiento o muta- hace o realiza (fit) en las creaturas (como afirmaron Escoto E,rt-
ción (motus ac mutatio), asf como toda pasión (nulla passio in gena y FranzBaaded. El teólogo Karl Rahner ha expresado esto
Deo, Suma Teológba 1, g. 20). Esta doctrina presuntamente cris- mismo diciendo que podemos concebir a Dios como inmutable
tiana no es capaz, sin embargo, de tematizar precisamente la en sf pero mutable en lo otro.La diferencia entre esta concepción
Pasión del Dios cristiano, puesto que está elaborada con catego- encarnatoria y el abstraccionismo tomasiano puede observarse
rías paracristianas que celebran la impasibilidad divina; en esta bien si recordamos la idea meramente instrumental que Tomás
mentalidad ontoteológica la pasión está encarnada en la materia otorga a la nafirraleza humana, la cual sería mero instrumento
y la potencia, mientras que el ser representa el acto como poder conexo del Verbo divino (instrumentum coniunctum), al modo
sin potencia. Y es que en el aristotelismo tomista la forma está como la mano qs el instrumento del alma (Suma contra Gentiles,
divinizada, al tiempo que la materia está demonizada: esta rilti- IV, 42).No es de extrañar que al final de su üda transparente
ma ofrece un carácter insustancial o insustantivo, así pues acci- hasta el extreffio, el afable Tomás de Aquino reÑzara una lúcida
dental o accidentado, puesto que exlpresa los avatares, cambios y autocrltica de sus escritos no tenida en cl.lenta suficientemente a
mutaciones de la sustancia permanente por la que se define el nuestro entender por sus fieles discípulos cristianos.
ser. Pero devaluar los áccidentes es devaluar el acontecer, ya que A pesar de todo, huy que reconocer al propio Tomás no sólo
accidente dice acaecer del ser (suceso), lo cual manifiesta una su diálogo entre cristianismo y paganismo (aristotélico) asÍ como
filosofía abstraccionista y desencarnada. su gran capacidad sistematizadora, sino también ciertas finuras
El lenguaje claro y disünguidor del Aquinate se diferencia esporádicas, como cuando habla de la virrud o ünualidad del ser
curiosamente del lenguaje afectivo y cordial de Buenaventura, el (virtus essen"di), concebido como lo más íntimo en las cosas. Mas
cual preconiza un conocimiento claro y oscuro, luminoso y cali- de nuevo surge nuestra crítica, yd que la ürtud o ürtualidad del
ginoso, matutino o diurno y vespertino o noctunf.o. Sintomática- ser se emparenta etimológicamente con la fuerza del varón o
mente la claridad racional se representa en Tomás en el varón varonía (virtus-vir); por otra parte, y ya que se habla de la intimi-
como cabeza de la mujer, de modo que el varón representa el dad de las cosas, ¿no es el amor la intimidad del ser? Pues bien,
principio formal o informante y la mujer el principio informal o voy a concitar al rebpecto un texto casi erótico del Doctor Angéli-
informe, receptivo o pasivo, paciente o material, potencial o afe- co, obviamente acallado por sus pacatos discípulos, en el que por
rente. Esto lleva a decir a nuestro teólogo gu€, si bien es cierto una vezgloriosa el amor se exalta así:
que la madre ama más que el padre, sin embargo el padre debe
ser más amado que la madre por su mayor excelencia: un silogis-
mo que privilegfa la tazínpatriarcal (ratio patris) por encima de
la taz6n matriarcal (ratio matris). A partir de aquí Tomás puede 14. Puede consultarse Tomás de Aquino, Sunn Teológba,2-2, q.26, a. 11. La
concebir la generación del Ver-bo diüno sin la interención de misoginia de Tomás está simbolizada en el ataque gu€, tizón en mano,realiza contra
Ia mujer tentadora; en ello se diferencia de san Agustín, quien conoció mujer y tuvo un
madre sino sólo del Padre. Pero Tomás no prosigue el discurso,
hüo, aunque también considera inferior a la muj er (ratio ittferior) comparada con su
olvidando aquí ignominiosamente que en la Encarnación del cabez-a el varón (ratio supuior).

94 95
El amor es efervescencia y ebullición derfo, el Superhombre. En el centro de este pensamiento transra-
porque licúa y fluidifica, ablandando el afecto cional que propugna la ü:ansvaloración de los valores (clásicos o
para que el amado pueda penetrar en el amante
apolfneos) se inscribe la muerte de Dios: por una parte, la muerte
(de modo que se facilite la compenetración con el amado).
del Dios clásico como concepto muerrno; por oüa parte, la muer-
[Amor facit fervere et ebulliré, et liquefacit: te tanto de los dioses paganos inmanentes Dioniso- como
est modificatio affechrs, ut amahrm in amantem subintret del propio Dios cristiano. He aquf que con -asf
la muerte de Dios
(ut faciliter penetnetur ab amato).]ls resucita el Hombre.ló
Debe tenerse aquf en cuenta que M. Heidegger ha tenido
Podríamos aguar la fiesta o festejo amoroso a Tomás adu- como libro de cabecera la obra de Nietzsche. En su libro funda-
ciendo que es la Ípica loa de amor del amigo y del amado,y?que mental Ser y Tiempo (1 g27), el Ser clásico deviene tiempo o tem-
el propio Tomás considera el amor al enemigo en cuanto tal poralidad: su precipitado es el Hombre en cuanto ser contingente
como una perversión. Pero dejémoslo asf. La claridad racionalis- o accidentado, ser temporal o finito, ser-aquf o ser-existencial
ta del Aquinate se bansmitirá a tr:avés del cójito canesiano hasta (Dasein). E*presado en terminologla nietzscheana, el Daseinhei-
pasar por la inflexión kantiana y aribar triunfalmente a Hegel. deggeriÍrno parece un Apolo üonisizado, €s decir, inmanentizado
La crftica kanti¿rna al abstraccionismo de la metafísica clásica y y descuarüzado; expresado en terminologfa cristiana, el Dasein
su suplantación por una rez6n estética (que podrla traducirse serfa el Dios encarnado, el Ingos crucificado, la Razón homiriza-
como simbólica) no causa impresión a Hegel, el cual radicalizala da, la Forma enmaterializada. Heidegger ha estudiado al rcspec-
adecuación idealista de Parménides, Platón y Aristóteles entre to la obra del franciscano Duns Escoto y se ha reclamado por
Ser y Razón: ahora lo real es racional y lo racional es real. Asf extensión de la Esctrela fianciscana que procede de s¿ur Buena-
culmina el optimismo racionalista moderno, y aquí comienzala venhrra. Resulta intrigante el constatar cómo la fórmula del Da-
crftica a manos de Feuerbach (en nombre del materialismo pro- sein heideggeriano coincide exactamente con la formulación
manriano), de Kierkegaard (en nombre del crisüanismo mísüco) buenaventuriana de la realidad (cuyo paradigma es el compuesto
y de Schopenhauer [en nombre del voluntarismo vitalista]). humano) concebida como ser (forma) enr:aizada (materialmen-
te), asf pues como Ser-aqul (Esse-hic). El Dasein heideggeriano
resulta la transcripción gerrnana de este Ser-aquf firanciscano tér-
7. Heideggery el existencialismo mino a término (compárese con lo dicho más arriba sobre el
franciscanismo). He af1uf que el Hombre como Existencia en
Nos interesa aquf especialmente la posición de Schopenhauer Heidegger, definido como Ser-aquf (Da-sein), concuerda con el
porque trae a colación el tema de lo in:acional QÍlogon) sobreseí- Ser-aqul (Esse-hic) buenaventuriano: una coincidencia sin duda
do por el racionalismo clásico. En Schopenhauer y su discípulo muy significativa, p?ra decirlo junguianamente. I 7

F. Nietzsche el ser no es ratzÓnsino üda, no es forrria sino volun- Un autor como Hans Urs von Balthasar, a la vez filósofo y
tard, no es sustancia sino caos, Do es acto sino potencia, no es teólogo, se ha dado buena cuenta de la falsilla cristiana que sub
esencia sino existencia, no e.s logos sino pathos. La esencia de lo yace al planteamiento de Heidegger, primero católico jesuítico y
real es voluntad natural de viür, cuyo patetismo dionisi¿uro pue- luego abierto al protestanüsmo luterano, cuando señala que en
d" y debe ser sublimado en y por la cultura apolínea. Ahora bien, esta filosoffa existencial de inspiración cristiana,
mientras que Schopenhauer elige como guía a Apolo hasta rene-
gar de Dioniso, Nietzsche celebrará a Dioniso hasta sus últimas
16. Puede consultarse A. Schopenheuer (El nrundo conto voluntad y representa-
consecuencias: el amorfati, el eterno retorno, la voluntad de po- ción) y F. Nietzsche (Ast hnbló hratustra).
17. Heidegger reivindica la Escuela francisca de Buenaventum a Duns Escoto en
su ob¡a Die lfutegorien und Bedeututtgslehre des Dutts Scotus (&sanúausgabe, I); de
15. Santo Tomás, SunuTenlógica,l-2, q.285. san Buenaventura véase Obras (BAC), I, p. 120.

96 97
[...] la esfera de la esencia, del logos, se abre en lo hondo En efecto, el llamado tercer Heidegger vislumbra en el Len-
alaesfera que la fundamenta, la de la existencia, guaje el encuentro del Hombre y el Ser, ya que el lenguaje huma-
concebida como ex-sistencia de la esencia, entrando no qs la dicción del ser o, si se prefiere, el lenguaje es la hominiza-
en el tiempo y la historia, €n cuanto que lo adicionado
ción del ser. Pero se ffata del knguaje ontosimbólico tal y como
al ser (el ser accidental o esse accidens de la escolástica
comparece en la concepción heideggeriana como dicción mostra-
arabe), el tener tiempo, es ahora el acontecer en que empieza
a cimentarse el ser hombre.ls
tiva (y tto demostativa), así pues como mostración hur4ana del
Ser, reüsado o redefinido como Acontecer de lo real. Esta mostra-
Si nuesffi interpretación atina, la ingeniosidad de Heidegger ción humana del Ser como Acontecimiento no puede ser ta<ativa
está en haber encarnado cristianamente la filosoffa helena del ser,
sino indicativa: In esencinnte del lenguaie es decir señnlnn"do (das
Wesende der Sprache üt die Sage ak die kige).le En esta apertura
de donde los nuevos <existencialeso antropológicos a modo de
<trascendentales inmanentalesrr: el Ser existencial del Hombre heideggeriana al lenguaje se constituye la Hermenéutica contem-
poráneu dq H.G. Gadamery socios.
como ser-en-el-mundo, ser en situación de afección, cura y angus-
tia, el estado de yecto y eafda, la conciencia y la comprensión del
ser, la aperfirra y el ser-para-la-muerte, el habla y las habladurías,
el estar-con y la proyección. Para Heidegger la esencia del Dasein 8. Hemenéutica y posmodernidad
es su Existencia, y la Existencia es el trascendens o la nueva tras-
cendencia. Ahora bien, el propio tiempo descubrirá aquí sin duda En su obna Verdn^d y método (19ó0), H.G. Gadamer urbanizala
una desmesura, la desmesura de sihrar al Hombre como Existen- selva heideggeriana y funda la Hermenéutica contemporánea, la
cia en el centro del universo a modo de Suprahombre, puesto que cual parte de la üsión de Heidegger sobre el Lenguaje como me-
el Hombre se define como el lugar (aquí) de la revelación del Ser, diación de realidad y simbolismo, sery hombre, naturalezay cultu-
hasta el punto de erguirse en el lugar de éste (una situación pare- ra. En la Hermenéutica el lenguaje se universahza cual junción o
juntura del mundo del hombr€, es decir, del mundo humano de la
cida a colocarse el hombre en el lugar del Dios).
El llamado segundo Heidegger expresaría a mi entender la significación. Gadamer amplfa o amplifica la concepción del len-
guaje, por eso lo redefine como lin$iicidad o articulación del mun-
autocrítica de esta desmesura y, por lo tanto , la autocrítica del
propio Heidegger y socios cuya inflacción existencial les lleva do (SprachhichJcBir), cobrando asf un carácter onto-lógico en cuanto
dramáticamente hasta el nacionalsocialismo. Precisamente en bg encarnado, esencia existencial, idea rahzada.2o
los años de la Segunda Guera Mundial ( 1939-1945), el autor de Las cosas se dicen pues, como afirmaba san AgustÍn, por sig-
Ser y Tiempo abandonará la filosoffa existencial para recuperar el
nos. Ahora bien, si los signos son meros medios de información
perrnanecemos a nivel primario o semiótico; pero si los signos
contrapunto ahora perdido de la esencia: si bien no ya como en
la tradición racioide sino por vfa mística. Aquí se inscribe la Carta son mediaciones de formación, entonces nos las habemos con
sobre el humanismo, así como la meditación apofática en torno a signos simbólicos y nos situamos a un segundo nivel hermenéu-
un nuevo Ser cuya esencia ahora esenciñza toda existencia y tico. Como ya adujimos al principio de este texto, el simbolis-
cuya mismidad cuasi sagrada ensimisma la realidad. Se trata de
mo concrea una situación de pregnancia o impregnación axioló-
grca, en la que se da el tránsito del significado
una retirada de la Existencia (exterior) a la Esencia (interior) y, -(metá-fora>-
por lo tanto, una vía abocada al silencio ori entaltzante desde el dado al sentido donado: el primero es fundamentalmente una
que emerge un nuevo lenguaje mitopoéüco al final del ciclo (véa- descripción o constatación de hecho, el segundo añade una inter-
se al respecto el famoso diálogo heideggeriano con un japonés).
pretación valorativa o de derecho.

18. Hans Urs von Balthasar, Teologla de Ia historia, Guada¡rama, Madrid 1964, 19. M. Heidegger (De canúno al lenguaie).
traducción de José M.' Valverde, p. 31. 20. Compárese H.G. Gadamer (Vudady nútodo).

98 99
Recuerdo al respecto una curiosa situación humana en la que fuera del espacio y el tiempo humanos. Esto implica un desfun-
obsen¡o a un muchacho reconcentrado que, al verse observado damiento de todo fundamentalismo y la aceptación de la ambi-
por ml, me remite a su vez con leve gesto sonriente a una bella valenciayla relatividad. Como hemos visto, la metaffsica clásica
muchacha que pasaba lentamente al fondo. Se trata de una típica habla de lo real en abstracto, ya que el ser es el existente conside-
sitr¡ación de pregnancia simbólica, cuyo carácter embarazoso ra- rado abstractamente, como dice Duns Escoto; el fallo de esta
dica en conducir de un mero significado patente (el muchacho metafisica clásica radica en no tomar consciencia de la media-
observado) a un senüdo velado 0a belleza encarnada en la mu- ción humana, asf como de su contingencia o encarnación. R¡es
chacha transeúnte): en donde el significado primero o primario bien, frente al lenguaje del ser (absoluto-abstracto), la Herme-
remite a una significación segunda pero no secundaria, yd que néutica introduce el |enguaje del ser relacionol, ya que el lenguaje
revela un sentido hasta entonces oculto entre la gente. Pero para (humano) es el existente considerado concretamente.
llegar al sentido hace falta un desvío o trasporte de lo dado a lo A partir de aquf ya no cabe concebir una dialéctica de la supe-
añadido, del ser al símbolo, de la cosa al caso: un desdoblamiento ración de lo real por la idea, sino solamente una dialéctica de la
de lo real en ideal y un redoblamiento de lo ideal en lo real. Y coimplicación de los contarios, cuya sfntesis no dice absbacción
bien, esto sólo es posible a través del lenguaje humano gu€, como sino mediación. Adorno habla al respecto de una sfntesis decre-
el caduceo de Hermes, pone en comunicación la realidad (signifi- ciente e:ipaz de subsumir lo negado: podrfamos hablar entonces
cada en el caduceo por la serpiente inmanente) y el sentido (sim- de la subsunción dialéctica como de un subsumidero que ya no
bolizado en el caduceo por las alas trascendentes).2| üene en cuenta solamente la clásica idea del bien <l ideal-, sino
Por todo ello la Hermenéutica pone de manifiesto la media- también su conbapunto real: como el fuego tiene su conffipunto
ción humana entre el ser y el sentido reahzada en y por el lengua- en el humo. En efecto, una filosoffa del conbapunto no expone la
je como dialogta o dialéctica de los contrarios; de donde su capa-
Ípica melodía armonizadabuenamente, sino que expone una me-
cidad de apalabramento y consenso (J. Haberrnas), lo cual con- lodía sin armonla, por ctranto la melodÍa encuenffi su propia
lleva un obüo replanteamiento democrático de la pura r:rzón conbamelodía que la correlabutza. L'o cual encuenb:a su propio
abstracta en impura nzÓnintersubjetiva. Yo expresaría esto así: paradigma en el Dios humanado del cristiarrismo, un Dios de
mientras que la dialéctica aristotélica busca términos medios humanidad sangrante: la divinidad que se encarna como Hombre
cada vez más generales y, por lo tanto, abstractores, el lenguaje incluso tras haberse arrepentido de haber creado al hombre en
hermenéutico buscaría términos mediadores cada vez más sim- Génesis 6,7, o precisamente a causa de ello:
bolizadores y, ello dice, coimplicadores o asuntores de la realidad
(con)üüda. O dicho desde otra perspectiva: la clásica distinción Al ver Dios crlánto había crecido la maldad del hombre sobre la
real entre la esencia y la existencia, propia de la Escolástica to- tierra y que su cor:azónno tramaba sino aüesos designios todo el
mista, queda suturada en/por el lenguaje en crranto encarnadura üa, se affepintió de haber hecho al hombre en la tierra, dolién-
existencial de la idea esencial. Lo cual funda una nueva dialéctica dose grandemente en su cotazón, y dijo: uVoy a exterminar al
entre realidad e idealidad , yd que ahora lo ideal es lo real ideali- hombre que creé de sobre la faz de la tierra; y con el hombre, a
zado,y a su vezlo real es la idea reahzada. los ganados, reptiles y hasta las aves del cielo, pues me pesa de
Como puede comprobaÍ'se un tal planteamiento típicamente haberlos hecho,r. Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvé.22
hermenéutico asume el antropomorfismo propio de nuesb:as ü-
siones del mundo precisamente para poder ser crÍtico y autocrfti-
co, relatiüzando los clásicos absolutismos que parecen pensar

iTbqe el lenguaje hermenéutico, véase el Diccioturia de Hrntenéutica (Univ.


Deusto).
22. Génesis ó, 5-8.

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Conclusión: (Anarco)Humarrismo Amante, al Hijo como el Amado y al Espfritu Santo como el
Amon Amor que es Nexo, como dice Tomás de Aquino a partir
Frente al Ser abstracto cuyo paradigrna es el Dios clásico, el de Dionisio Areopagita, sin duda porque el amor es la conexión
Hombre comparece como el Ser concreto y su lenguaje como el de todas las cosas o realidades en su ser simbólico y la remedia-
logos conü:acto. Esto parece recolocar al Hombre renacentista- ción de su sentido, representando el tercero en concordia entre
mente en el centro de nuestra cosmovisión, pero sólo en el senti- los contendientes. De aquf que M. Servet afirmara la salvación
do de que ese centro cohabitado por el Hombre es un centro de por el amor, ya que Dios no condena sino a quien se condena al
concentración de energas y ámbito de mediación de los opues- desamor. Por su parte Erasmo refunda el cristianismo en el
tos, trasfondo del mundo en el sentido que A. Lovejoy otorga al amor, el cual puede concebirse como la (di)solución del mal por
viejo geocentrismo frente al heliocentrismo posterior (en el que el disolvencia de lo meramente en . Al divinizar el amor el
Hombre sf se autoafirmará expansionistamente). De esta guisa, cristianismo lo coloca como el factor decisivo de la realidad y su
el Hombre ocupa un centro descentrado, de modo que la prestrn- reahzación, auténtico trasfondo del propio ser en devenir. Ahora
ta trascendencia del hombre aparece como una tras-cendencia bien, si todo se iealizaporamor, entonces hay que elevar el Amor
(trasascendencia), proyectando uria especie de Hombre Anarco o ala categorfa trascendental de Ser (quedando éste reducido a la
Emboscado (E. Jünger) que yo traducirfa como coimplicado en reificación del amor, por cuanto el ser clásico en acto era un ser
el proceso abierto del mundo y el cosmos. desposefdo, un parón o detención del flujo ütal y la solidificación
La compresencia del Hombre entre las cosas significa que la de la fluencia existencial).23
realidad significa o tiene significación, de modo que el Humanis- O el amor como desfundamento del Ser clasico y quebradero
mo significa que la rlltima palabra no la tendría elllo ente, sino lo de cabeza del Ingos racional, por cuanto auténtica encarnación
que denominamos creación. Pero se trata de una compresencia de lo ideal en lo real. Por una parte el amor realiza un fenómeno
estrambótica, ya que el Hombre es el estrambote cultural de la de desdoblamiento de lo real en ideal; por otra parte recupera
natr¡raleza. Por eso sólo podemos hablar de Humanismo estram- nouménicamente lo ideal en lo real a través de una especie de
bótico o, si se prefiere, del Humanismo estrambóticamente: redoblamiento, por lo que cabe hablar de una síntesis entre gene-
transversal y oblicuamente, metafórica o simbólicamente, antro- rosidad y género o generación, ascensión y descensión, idealiza-
pomórfica o hermenéuticamente. En efecto, la presencia del ción y realización Cabe decir que el amor es aquella afección que
Hombre entre las cosas añade a estas el estrambote del afecto y redime el sinsentido a tnvé.s de una vía (pre)cristiana cuyos pa-
la afectiüdad, la afección y la aferencia, en una palabra el Amor sos son: la pasión del sentido, su muerte o inhumación y su
como desfundamentación o antifundarnento del Ser. El amor es renacimiento o resurrección. El amor como redención del sin-
sentido significa en terminologfa filosófica la sublimación o idea-
el estrambote humano del mundo, el amor es lo estrambóticg en
lizaciÓn del sexo o sexualidad Qa materia), y viceverca, la enmate-
medio de lo real precisamente porque no es ulgo dado (mero
nahzación del deséo o la aspiración radical.za
significado), sino donación de sentido (el cual es un valor añadi-
do al ser por el valor humano).
El amor es estrambóüco porque pertenece a una situación
pregnante o embarazosa, en la que se posibilita/pasibilitala con-
creación de sentido. Por eso para T. Mann el amor es lo único
que hace frente a la muerte. Por lo mismo el amor es celebmdo
por Juan Evangelista como tohlización, al tiempo que F. Pessoa 23. De Tomás Aquino, De divittis nomhtibus, c. 4, lec. 9, y Sunta Teológba, I, q.37:
Spirítus Satrctus est antor et netcus, ntedia persota sed te¡tia; también san Agustfn (De
lo describe como síntesis de inteligencia y üda. En su obra sobre Titútate).
la Trinidad, san Agustín ha intuido genialmente Ia esencia del 24. Sobre la desfundamentación hermenéutica, G. Vattimo (hs aventuras de k
cristianismo como religión del amor al describir al Padre como el diferercia),' sobre el amor, mi obrita La. razón afrctíva, San Esteban, Salamanca 2000.

102 103
Apéndice: fundación y fundamento seres, como sabe laZoologla, se suscitan mutuamente a través de
su muflralidad (fundadora de mutación).
Lo dicho lleva a interpretar la categoría clásica de realidad Ahora podemos recopilar lo dicho en nuestro recorido distin-
como reñzación, cuyo paradigma es la creación que el amor guiendo entre el fundamento y su fundación, asf pues entre el ser
simboliza,.Ya nuestro Amor Ruibal distingue en el mundo entre y la üda, la realidad y la existencia,la entidad y la creación, mun-
el fundamento dado (los elementos entitativos) y su auténüca do y Dios, forma y Espfritu, materia y Alma. Pero esto sería recaer
fundación en y por la relación. Por su parte Teilhard de Chardin en un nuevo dualismo, por eso proponemos el modelo dialéctico
afirmaba con la Ffsica cuántica que el moümiento engendra la típicamente trinitario o ternario, en el que insertamos el funda-
masa y, por tanto, crea lo móvil: la onda consütuye el corpúscrtlo, mentalismo sea de la materia (materialismo) sea del EspÍritu (es-
la energía funda la masa, de modo que es la unión creadora la pirittralismo) en su fundación simbolnada por el Alma (anima-
que funda/funde los elementos. En la experiencia humana es el ción) arridada por el amor (implicación). Mienb:as que el funda-
amor quien funda el ser por cuanto hace ser, por lo que el amor mento qs merar,nente entitativo Qa materia corporal) o veritativo
funge como fundación o coimplicación del propio fundamento o (el espÍrihr racional), la fundación afirma su mediación o concrea-
explicación (el ser). Como dice Teilhard: ción, asf pues el compuesto humano de materia y espÍritu anima-
do dialécticamente porla sfntesis del senüdo humano (anímico).
El Amor es la más universal, la más formidable y la más miste- La fundación tiene que ver con la eclosión del ser (llámese
riosa de las energías cósmicas. Socialmente se simula ignorarlo big-bang, explosión originaria o dación): por eso en alemán lo
en la ciencia, €n los negocios, en las asambleas, mientras que
real se da (es gibt) a modo de prehensión (pam decirlo con White-
subrepticiamente está en todas partes. Desde el punto de üsta
head). El pantefsmo simbólico de Teilhard concibe el universo
ff 1#Hl'il::#:*k;ÍHt"iff '3:1*'f ff :,:Til: como la reunión de elementos de dos en dos, renaciendo en una
tercera realidad a través de su conjunción: en donde materia y
;:?ü':l:".1?::1"'ff :i:#i:,Tff"'Ji:l;1il"::;::"?:J: espfrihr son los polos del alma relacional del mundo. Materialis-
común, de una conspiración de acuerdo con el lema: amaos o mo literal y espiritualismo abstracto quedan fundados y suflrra-
pereceréis. dos en el animismo simbólico, el cual funge como mediación de
Saludemos a la materia como potencia universal de acerca- lo demediado. Precisamente en Teilhard ha faltado esta media-
miento y de unión, mediante la cual se entrelaza la muchedum- ción del alma, por lo que el francés oscila enfre la materia que da
bre de las mónadas y en la que todas convergen en el camino del pie a la unión y el espfritu que la realiza.Pero en nuestro coimpli-
EspÍritu. Rles si queremos conserr¡arla hemos de sublimarla en
cacionismo simbólico es el alma la que reahza esa unión, por lo
el dolor después de haberla estrechado en nuestros brazos.25
que ser fieles a la vida es ser fieles al alm?, dla vez inspiradora y
conspiradora dentro del univenso. Y es que el alma está dentro de
Es propia de Teilhard la concelrción de Dios como Motor
todo pero no incluida, fuera de todo pero no excluida sino preci-
MóüI, Animador o Evolucionador de la creación, asÍ como con-
samente implieada. El aspecto crítico de nuestra postura radica
sumidor/consumador a través de su abrazo final que abrasa y
en que la mediación del alma, como toda auténtica mediación, es
transfigura. Pero también a¡rorta la üsión de la materia como
una demediación de enteros (absolutos) así correlaltvizados.
auténtica potencia animadu y, por lo tanto, anidada de amor
El alma ocupartaplatónicamente el tiempo humano interme-
latente que se manifiesta en la consciencia humana de que los
dio entre la idea suprahumana del bien (eidos eidon) y la contrai-
dea espacial de la materia subhumana Qora). O el alma como ma-
25. P. Teilhard de Chardin , La arctg{n hunrana, Taurus, Madrid 1967, pp. 35 y 166, teria espiritual o espÍritu enmateriahzado, materia simbólic¿r o sig-
asf como Escrítos del timryo de guena, Taurus, Madrid 1966, p. 458-459; también
Cartas húinms, Desclée, Bilbao t974, p. 368. El propio Teilhard fue calificado benévo-
nificativa o espÍrifir encarnado, materia como estancia humana:
lamente por su amigo Henri de Lubac como (anarcoespiritualr.

104 105
IVIATERTA HUIVIANA tianamente de nuevo como Ser-aquí (Da-sein)t el Ser temporal y
existencial, el Ser humano/humanado como Existencia (asf en
Toda la ciudad común se ondea y la ciudad toda es una materia:
una onda rlnica en la que todos son, por lo que todo es, Y en la
Sery tiempo).
que todos están, llegan, pulsan, se crean. 6) A partir de Heidegger, la Hermenéutica contemporfuiea de
Onda de la materia pura en la que inmerso te hallas, que por ti H.G. Gadamer y socios realizauna nueva sfntesis greco-cristiana,
existe también y que desde lejísimos te ha alcanzado. interpretando el Ingos del Ser como Ser del Ingo.s: Ser encarna-
Toda esa materia que üene del fondo del existir y que do lingiiústicamente y, por tanto, SerJenguaje humanado.
un momento se detiene en ti y sigue tras ti, propagándote 7) De esta guisa, el clásico Ser racionat (gnego) se interpreta
y heredándote y por la que tú significadamente sucedes. cristianamente corrlo posclásico Ser relacional (en la terminolo-
Todos confiados en la vibración sola que a todos suma, o mejor, gfa de A. Amor Ruibal).
que a todos compone y salva, y hace y envía, y allí se pierde todavía
íntegra hacia el futuro.
8) LaRazún hermenéutica se define ahora como interpreta-
Oh, todo es pnesente.
ción lingtiústica comprensora del sentido y, por lo tanto, como
Onda única en extensión que empieza en el tiempo, inteligencia afectada.
Y sigue y no tiene edad. 9) Por su parte, la verdad clásica se traduce hermenéutica-
O la tiene, sí, como el Hombre. mente como verdad-sentido, yB que se trata de una verdad no
[V. Aleixandre, En un vasto dominio.f26 abstracta sino encarnada, cuyo órgano no es la raz6n pura sino
impura: la Razón-sentido o Razón ling,rfstico-simbólica.
La mediación humana: en el Hombre anida/anuda la signifi- 10) En consecuencia, en la Hermenéutica contemporánea
cación del cosmos y el sentido del mundo: el nombre del sentido comparece el Hombre y su simbólica como Suppositunr supposi-
es el nombre de la rosa y dice amor. tum o Supuesto supuesto: Homo implicator. Lo cual funda una
Hermenéutica simbólica de tinte humanista (antropomórfica).
l1) El Humanismo hermenéutico no es el Humanismo clási-
Och¡sión final co con el Hombre en el centro a modo de fundamento t:ascen-
dental, sino que es un Humanismo posclásico cuyo Supuesto
He aquf las (hipo)tesis que reasumen nuestra posición: humano comparece descentrado(ramente): la Persona como en-
carnación y personificación desfundamentadora del Logos del
1) La filosofta clásica griega concibe el Ingos de lo real como Ser como Ser del Logos.
Ser racional (Aristóteles). 12) Podrfamos hablar entonces de u(anarco)humanismo> en
2) Por su parte, la filosoffa cristiana concibe el Ingos del Ser el sentido de que el Hombre como Persona no es el despliegue del
como Ingos encarnado o Verbo humanado (Evangelio de Juan). ser ni se pliega al ente, sino que se repliega surrealmente de las
3) En san Agustín el Ingos del Ser encarnado cristianamente cosas como Alma (interioridad, intimidad, intrat¡:ascendencia);
se eryprqsa neoplatónicamente como Logos de amor (Verbum cor- pues el Alma es comunicable e incomunicable.
dis): Logos del coraz6n. 13) Hermes, el dios psicopompo de la Hermenéutica, penso-
4) Por su parte, €D la Escuela franciscana el Ingos del Ser nifica el Almd,ydque coliga los contrarios desligándose él mismo
encarnado cristianamente se expresa como Ser-aquf (Esse-hic): el y enlaza los opuestos desenlazándose él mismo (implicación y
Ser contingenciado o encardinado espaciotemporalmente (S. tibertad).
Buenaventtrra). 14) El último acto de implicación o religación y libertad o
5) Será M. Heidegger quien traduzca el Ser encarnado cris- liberación es la muerte: el Hombre se muere intratrascendiendo
asf la inercia del ente.
26. V. Aleixandre, Atttologta total, Seix Barral, Barcelona 1978, pp.27l-272. 15) El Alma se sitúa entre el Todo típicamente occidental re-

10ó t07
ducido a nada (nihilismo) y la Nada típicamente oriental inducida 19) Personificamos la hscendencia simbólica en Dios: pero
a todo (espiritualismo): el Alma cual UnoTodo(s) es el Todo con- de acuerdo con lo dicho no es posible creer en Dios sin creer en el
t¡acto en uno mismo (mismidad), la condensación del Todo sobre diablo como su conhpunto: pues que no hay bien sin mal, ni
el abismo de la nada, Alguien como Alien Qa exhañeza del Hom- belleza sin fealdad, ni alegrfa sin dolor, ni amor sin desamor, ni
bre en el mundo, y la Persona como desgarro del Ser). lo divino sin lo demonfaco.
1ó) La Persona implica Alguien que reahzaulgo sin reducirse 20) La alegría procede de lo alto y es celeste, la tristeza,pro-
a ello: de donde nuestra final réplica poéüca al famoso poema de mana de abajo y es terrestre: en medio el Hombre remeda/reme-
José Hierro <Vidar, €D el que después de todo, todo se reduce a dia el desgarro de los contrarios contractos a través de su media-
nada. hres si allf todo conduce a lo mismo (reificación), aquí ción simbólica: üdécüca de los opuestos compuestos herme-
todo(s) conducen al Mismo: mismidad abierta al otro como inte- néuticamente y correlativación de los extremos desextremizados
ranimidad. crfticamente (en donde la coimplicación y con:elattutzación de
los contrarios u opuestos representa su humanización).
TRASVIDA 2l) La conclu'sión final de nuestro recorrido proyectarfa el
Después de todo, todo ha sido algo
sentido como la asunción del sinsentido: el sentido de la üda
realizado en favor de alguien: estaría finalmente en Ia asunción de la muerte, el sentido del
aunque responda a diferente quién amor en la coimplicación del desamor, el sentido del ser en la
lo importante es que ha valido de algo. adjunción de la nada, el sentido de Dios en la compresencia del
Algo ha r¡alido porque aún vale algo diablo, el sentido del bien en la imbricación del ffid, el sentido de
lo que se hizo por quién sabe quién: la felicidad en el encaje de la infelicidad: a través de la sublima-
valió la pena hacer por alguien ción como apertura radical a la Otredad (la escribo con mayús-
"lgo no reducirlo a mero algo.
para cula porque lo que nos espera es mayisculo/mayúscula otración,
AIgo quedó de lo que fuera algo paradójicamente representada por la minúscula muerte).
realizado a favor de un quién
aunque sólo fuera algo de algo.
Qué más da que no fuera más que algo
si permane@ bajo el algo el quién
que supo hacer con su pensona un algo.
(Que es algo para el quién de alguien).
"lgo

17) A partir de aquf el auténtico héroe de nuestro Humanis-


mo no es el héroe patriarcal sino el anühéroe fratriarcal: Balder
como el Cristo germano, el dios hindrl Krishna que se humariza
y apacigua a la serpiente, la Herofna que redime al dragón con
amor (la Bella que humaniza al monstmo o Bestia mediante
ósculo): Ercs mediador, Ingos de amor, Anima femenina.
18) Pero queda la Sombra o sinsentido. El sentido del sinsen-
tido estarfa en que trasciende al propio sentido o sentido apropia-
do, el sentido del dolor en que trasciende lo entitativo o dado, el
sentido del desamor en que trasciende nuestro propio amor o
amor propio, el sentido de la muerte en que b:asciende la propia
üda: trascendencia simbólica.

108 109
III (A.N. Whitehead).l A partir de aquf cabe decir que toda referencia
coimplica una aferencia, toda explicación una implicación, toda
efecüüdad una afectiüdad, toda nzÍnuna emoción, toda verdad
HERMENÉUTICA SIMBÓUCN un sentido. De acuerdo con ello, la Hermenéutica simbólica quie-
Y FrlosoFÍn crusrIANA re tlaer a colación precisamente qsa coimplicidad.
Si la Hermenéutica dice entendimiento de lo real como un
lenguaje, la Hermenéuüca simbólica entiende la comprensión de
lo real como un lenguaje simbólico: yo adscribiría la primera tesis
ala filosofía griega, Qa r:rzón dice logos) y la segunda ala filosoffa
cristiana (el bg está encarnado). Ha sido el tándem fundador de
Todo se ha hecho por el Logos, y sin el Logos no se la Hermenéutica contemporánea M. Heidegger y H.G. Gadamer
ha hecho nada de cuanto es. quienes han recogido el trasfondo románticecristiano, con espe-
[Evangelio de San Juan 1,3] cial incidencia en el pietismo luterano, pero huy que remontanse
hasta san AgustÍn y su afirmación de que no es lanzónpura sino
lamzónencarnada (el corazón) la que conoce la verdad: nel amor
1. Herrnenéuüca gneco-cristiana conoce la verdado, sin duda porque r€conoce el sentido, de modo
que el amor se convierte en la verdad-sentido de la existencia.2
La especificidad cultural de nuestra propia aportación her- En realidad, san Agustfn usa para el amor la palabra ocari-
menéutica está en haber introducido explícitamente la temática dadu (caritas), la cual proüene del laÍn carus y mienta lo caro o
de la Hermenéutica sintbólica, la cual se enuclea en torno a la valioso precisamente por su rareza, es@sez o carestúa \de carere).
cuestión crucial del sentüo. Para una tal Hermenéutica no hay Asf eu€, a diferencia del amor griego que pone la rareza o caren-
referencia sin aferencia ni hechos sin hechura ni significado sin cia en el propio amante que busca lo que no üene, en el cristia-
significación: por eso el simple hecho está enganado en un con- nismo la rareza o carencia está en el amado por doble motivo:
texto relaciotral, lo mismo que la realidad dada se da en una por una parte porque el otro como persona es una nreza onto-
interealidad más amplia. En la sutil filosoffa prohermenéutica simbólica en medio de las cosas del mundo, por otra parte por su
de Alfred N. Whitehead, el mero hecho aparece como ulgo mftico
carencia o contingencia radical digna de querencia (amor como
por cuanto en su aislamiento posibilita la üsión abstracta o irre- benevolencia y compasión).
lacional propia del concepto espacial, incapaz de reconocer su Tenemos pues el arnor como valor, el otro como lo valioso y el
conexión temporal. Pues bien, la Hermenéutica simbólica inter- amador como elvaliente por cuanto afirmador de otredad: frente
preta el hecho o realidad en el contexto simbólico de su valor, por al héroe conquist4dor fpicamente patriarcal del pagarrismo in-
lo que la interpretación funge de mediación objetivo-subjetiva. cluido el griego, €r el cristianismo se revela un (anti)héroe amoro-
Como dice Whitehead, la cosa es aquello de lo que podemos so o fiatriarral cuyo arquetipo serfa el joven Adso del relato EI
hablar y el lenguaje simbolizala ex¡periencia. La cosa de la que ha-
bla la Hermenéutica es una cosa-senüdo, una ex¡periencia huma-
na del mundo, una realidad reduplicada simbólicamente que se l. El hecho como aislado o abstrafdo lleva al concepto puro, poniendo entre pa-
réntesis la lógica simbólica, afectiva o prehensiua (como la llama Whitehead); véase al
coffesponde a la coimplicación de la natr¡raleza y la üda: ul-a respecto A.N. Whitehe ad, Modos de pensanúcttto, Taller JB, Madri d 1973, IlI, 2. Entre
doctrina que yo mantengo qs que ni la nafirraleza ffsica ni la üda nosotros, A. Amor Ruibal ha expuesto una paralelela filosoffa correlacional; puede
pueden entenderse hasta que no se fusionen ambas como factores consultarse al caso su obm Ins problmus fundanrcntales de la filosofta y del fugrr*,
CSICDfunta de Galicia, Madrid-santiago 1971 ss.
esenciales de la composición de cosas "realmente reales", cuyas 2. Para una introducción a san Agustfn, véase Obras, volumen I, BAC, Madrid
interconexiones y caracteres indiüduales constituyen el universou 1979; también M. Heidegger (&ry Timryo) y H.G. Gadamer (Vqdady Método).

110 111
nombre de la rost de U. Eco, el novicio fianciscano cuyo amor en y espiritual se encuentran hermenéuti-
respectivamente erótico
cuanto conocimiento carnal desvela la urdimbre de la verdad-sen- camente en el médium del alma humana: en el hombre como
tido onzÓnimpura frente a la tama de la absffacta mzónpura in- espírihr encarnado o cuerpo espiriflraliza do (c oimplic atio) .a
quisitorial o dogmática. Adso simboli za, el principro cristiano-fian- Asf que una Hermenéuüca simbólica üene por objeto y sujeto
ciscano de la (co)existencia como basamento de la esencia, y que la interpretación del ahma, es decir, la interpretación del sentido
podemos tanscribir en terminología clásica así: a.dsum ergo sum en cuanto sipificación humana mediada lingUísticamente. Ya
(estoy o existo luego soy). Si como quiere Gadamer la Hermenéu- Aristóteles afirmó que las palabras habladas son símbolos de la
tica es fundamentalmente diálogo, el diálogo intronizalacompre- experiencia del alma. Pero ha sido el propio AgustÍn de Hipona
sencia existencial propia y ajena a partir de una simbóliea, tazón quien, sinteüzandg platonismo y cristianismo, define el sentido
compartida de inspir:ación cristiana; pues el diálogo se sustenta en (simbólico) como un significado que proüene de la mente pero
la relación interpersonal y, por lo tanto, en unlogos compartido o se encarna en el corz;zín como verbo o palabra. De este modo el
lenguaje de ida y vuelta: ya que como dice María Zambrano ula sentido es hijo alavez del conocimiento (animus) y la afección
palabra es ese exüaño ser que existe en tanto que se dao.3 (anima), de la üsión intelecflral y de la audición cordial. A partir
La Hermenéutica (simbólica) expone pues el crlce cultural de esta filosoffa agustiniana de carácter platónico-cristiano el
entre la filosoffa griega (amor a la sabidurtú y h filiasofta cristia- sentido se concibe hermenéuticamente como inteligencia afecti-
na (sabiduría del amor). Conocimiento griego y amor cristiano va o mzínlitrgriística, ya que se trata de un logos encarnado:
conducen al conocimiento amoroso propio de una Hermenéuti-
ca que se define como comprensión de alteridades. En realidad el En el lenguaje se dicen de pasada los sonidos, letras y sílabas
propio conacimiento dice ya eümológicamente conocimiento o porque desapare@n, pues el sonido pasa. Ahora bien, lo que el
sonido significa pennanece en el hombre pensante que habla y
procreación (cognosco), y los griegos hablan del conocimiento
en el hombre inteligente que escucha. Atendamos pues a lo que
movilizadopor eros (así en el Simposio plat6nico). Por otra parte, dice tal palabra. Tú puedes guardar la palabra en tu corazón
el amor es cognoscitivo no solamente en el sentido procreativo como un smtido gü€, aunque nacido de la mente que lo ha en-
del termino sino también en el del saber/sabor (sapientia, sabidu- gendrado, resulta también hijo de tu corazón hasta el punto de
ría), y en la tradición agustiniano-fr:anciscana se perora sobre el que tu corazón asimismo lo genera. Pues la propia concepción
amor sapiente. Amor y conocimiento configuran asf una üada, de la realidad en el corazón es ya la palabralln Joannis Evange-
ya que el amor se basa en el conocimiento y el conocimiento se lium, 1, 8-9; 14,7f.
rebasa en el amor.
[Ergo quaecumque dicuntur et transeunt, soni sunt, litterae sunt,
Por todo ello larazón hermenéutica es una razónsimbólica o syllabae sunt. Hoc verbum transit, quod sonat: quod autem sig-
razón afectiva, ydque en el ámbito hermenéutico el corazón fun- nificavit sonus, et in cogitante est qui dixit, et in intelligente est
ge crral co-ra;zón de nuestra propia raz6r^. De esta guisa, la Her- qui audivit, ma¡ret hoc b:anseuntibus sonis. Refer animum ad
menéutica (simbólica) celebra la complementaridad del Simpo- illud verbum. Si tu potest habere verbum in corde tuo, tanquam
sio platónico y del Evangelio cristiano: mientras que el primero cortsilium natum in mente tua, ut mens tua pariat consilium, et
propugna el amor a la belleza en un discurso mitológico-filosófi- insit consilium quasi proles mentis tuae, quasi filius cordis tui:
co, el segundo proclama la belleza del amor en un lenguaje para- prius cor generat consilium. Ipsa rei conceptio in corde tuo iam
verbum est.]s
bólico-simbólico: un amor ascensional en el platonismo (eros) y
un amor descensional en el cristianismo (agape). Ambos amores

4. Rlede consultarse al respecto mi librito La razút afrctiva, San Esteban, Salaman-


3. Véase de María Zambrano España, sueño y verdad, Edhasa, Madrid 1965, artí- ca 2000.
culo sobrc el idiota. De san Agustfn puede consultarse su Tratado sobre el Evangelio 5. San AgustÍn, In Junttb Evangeliun4l, S-9; véanse sus Obras, tomo X[I, BAC, Ma-
de san Juan, en: Obras, BAC, Madrid 1955. drid I 955, p. 80 ss.; de Aristóteles , Peri hqnmrclbs, Pomia, Mócico 1972 (2, 3 , 16 , a 34).

t12 113
El sentido comparece como un significado con un plus de entre lafiIosoffn de ln implbación que defendemos y la filosoffn de
significación humana, así pues como un significado simbólico. la compensación quedefiende O. Marquard. Este filósofo define al
Por eso hemos traducido como sentido el término agustiniano de hombre como el Homo compensntor, cuyo carácter radicarla en
consilium: no sólo a causa del contexto del texto, sino también compensar sus carencias nafirrales a bavés del complemento ctil-
filral. Pero desde nuesb:a perspectiva obervamos la compensación
como una especie de escape o escapismo, qna huida hacia adelan-
te o atrás denotada por el abandono de algo por otra cosa suple-
mentaria (de aquf que O. Marquard hable de una filosoffa del .,en
vez der, (stattdessen), mienbms que se b:atarfa precisamente de
coimpli@r elllo uno y elllo otro asumiendo los conffirios reme-
ración democrática (intersubjeüva, interctiltural, interlingufsti- diadoramente. Por eso frente ala filosoffa del Homo comperuator
ca): en donde la personalidad se redobla modernamente en inter- nosotros proponemos la filosoffa del Homo implbator, que es el
perconalidad y la unanimidad se diluye posmodernamente en homointupres interpuebto hermenéutica y simbólicamente entre
interanimidad. los opuestos compuqstos: defendemos asf una filosofia no sólo del
desplazamiento sino de la condensación, eapaz de implicar lo de-
simplicado y de asumirlo sobresefdo porla sobrecompensación.
2. Homo implicator En este sentido huy que decir que el otro no es mera compen-
sación de mi yo sino su realización simbólica: el otro no es mera
La Hermenéuüca (simbólica) redobla así elllo uno en elllo complementaridad sino cómplice, puesto que el hombre sólo es
hombre en complicidad interhumana. Por otra parte, la implica-
ción del otro sólo es posible a partir de la propia coimplicación,
es decir, dratízde nuestra propia autoasunción hum¿ura en cu¿ur-
to hum¿ura, o sea, si asumimos nuestra humanidad. El Homo
implicator expresa la coimplicación de elllo uno y elllo otro, de lo
mos esperar que no podemos llamar propio y lo ajeno; no se trata en consecuencia de compensar lo
por no saber idioma, por serpalabra uno con/por lo otro sino de coimplicar uno y otro. La diferencia
nueva. El qu nos lleva hasta nuestra final entre la mera compensación y la implicación estaría en que
última posibilidad: Ia de salir de nosotros mismos,r.ó En efecto, lo la compensación funciona a modo de complemento o sublima-
otro es la transición, el otro es el transeúnte y la otredad dice ción cuasi metafórica, mientras que la coimplicación funciona a
modo de implemento o sublevación simbólica (subelevación ca-
tafórica de lo sobresefdo o desimplicado). La compensación fun-
cionaría como un sucedáneo o subterfugro de lo real cuyo mode-
lo es el artificio o el artefacto, la implicación serfa una asunción o
realización simbólica de lo real caryo modelo es la articulación
En la Hermenéutica (simbólica), el simbolismo se concibe lingrfstica como apalabranrcnto U,por tanto, parlamento) demo-
como redoblamiento de lo real, es decir, como apertura a el1o crático: apalabramento que tiene como criterio no un mero con-
otro. Nos confrontamos con un simbolismo coimplicacional del senso abstracto en torno a la verdad sino el consentimiento que
sentido y no meramente compensatorio: es el *áti, diferencial implica el senüdo (consentido).7

6. Hugo Mujica, Poéticas delvacfo, Trotta, Madrid 2oo2,p. 13l. 7 . Compárese O. Marquard, Frlos ofla d" Ia contpansaciótt , Paidós, Barcelon a 2001 ,

tt4 11s
La Hermenéutica en cuanto coimplicación de los cont:arios bre o liberadora e interpretación justa o ajustada, así pues como
y otro- se configua como un Humanismo cuyo órgano interpretación o comprensión objetivo-subjetiva. De esta forma la
-uno
no es lara¡zÓn sino latazán humarf,a. Yo denominaría a la Herme- Hermenéutica se sitúa filosóficamente entre el mito subjetivo y la
néutica el tercer Humanismo o Humnnismo tercinrio, puesto que ciencia objetiva, a modo de conciencia (dia)crítica, mitoJogía cul-
tercia entre la Ilusffición y el romanticismo, latazón y el conzón, tural o mitoloúaracional (como mosbaron Schelling y Cassirer).e
el espfritu y la üda.Ia eqpresión <tercer Humanismo> procede de Por ello la lógica hermenéutica es una lógica mediadora que
T. Mann, el cual lo interpreta como una mediación entre el espÍri- recoge del cristianismo su lógica coimplicativa: en efecto, el Dios
tu celeste crryo símbolo es la libertad y la naturalezaten:estre cuyo cristiano es redefinido como coincidencia radical de los opuestos
sfmbolo es la igualdad: su arqueüpo es el personaje bíblico de (N. Cusa), al üempp gue esta üsión teórica se practica moral-
José, bendecido a la vez desde las alturas del cielo y desde las mente como amor de los contrarios: se trata no de una lógica
profundidades de la tierra, figura mediador:a entre los judíos y los clásica de carácter racioentitativo sino de una lógica dialécti-
egipcios, de donde su carácter simbólico lunar o androgínico, por caldiléctica de signo interpersonalists, ya que la realidad no se
cuanto sintetiza la sacralidad de las fuerzas subterráneas y la diü- define ya como sustancia racioentitativa (Aristóteles), sino como
nidad de las fuerzas de laluz. Aquí nos interesa especialmente el realidad encarnada o personahzada. Precisamente la persona
hecho de que al conocerse José reconoce a sus hermanos y üce- (hipóstasis) encarna esta complexión de opuestos en cuanto rela-
ver:sa, al reconocer a sus hermanos se reconoce como humano, ción sustantiva, absoluto relativo o relaciotrd, a la vez radical-
pues como dice T. Mann: el que se conoce ya no pennanece ente- mente igual en cuanto comunicable (alma común o hermandad)
ramente el que es. En donde conocerse a sf mismo socráticamente y radicalmente diferente en cuanto incomunicable (alma propia
signifi ca reconocerse humanamente: coimplicar(se). 8 o conciencia); en cuyo contexto el amor reaparece precisamente
Pero la historia antiguotestamentaria de José es el anticipo de como la comunicación de la incomunicación, así pues como el
la historia neotestamentaria de Jesús, el gran (re)mediador. El sentido consentido: suflrra personal de la escisión carnal o infra-
propio T. Mann considera consecuentemente al crisüanismo personal. De aquí que la Hermenéutica de inspiración grecocris-
como la gran mediación cultural de los ideales contrapuestos de tiana trasponga la lógica clásica en dialógica posclásica, radicali-
igualdad y libertad, cuyo hermanamiento es la base de la demo- zando el diálogo socrático en la dialogra de la realidad (dialogia
cracia occidental: ..En la democracia puede verse la expresión rei), cuyo modelo teológlco es la dialogía del Dios Trinitano (dia-
política del sentimiento cristiano de la vida pus, aunque se ha loyta Dei). En la formulación de san Agustín, Dios (Padre) se
desenvuelto en lucha emancipadora conb:a el clericalismo obsta- conoce en el Verbo o Palabra (el Hijo) y se ama en el Espíritu
culizador, ello no ha impedido que quedara ennizada en el cris- Santo (De Trinitate V,7 y )il/, l4).Lo cual traducido hermenéu-
tianismo. I^a oposición entre libertad e igualdad queda abolida en ticamente dice lo siguiente: la Razón-Sentido se reconoce en el
lo que las domina juntamente a las dos y las reúne, el crisüanis- Lenguaje y consiente en el Amor.
mo>. Pues bien, esta lógica no absbacta sino encarnada o huma- La filosoffa gdega del ser entendido racioentitativamente en-
na del cristianismo simbólica o terciaria, lógica dialógica cuentra su contrapunto en la filosofía cristiana del ser bauttzado
-lógica
o implicativa- es recogida por la Hermenéutica contempoÉnea de forma simbólica con el agua de la regeneración espiritual,
de inspiración grecocristiana: ahora la síntesis democrática de convertido en vino en las Bodas de Canáy transustanciado en la
libertad e igualdad se taduce como síntesis de interpretación li- sangre de Cristo en la Eucaristía. El sentido cristiano simbolizado
por el üno como agua espirittrosa o animada encuentra su encar-

asf como nuestra filosoffa de la implicación en A. Ortiz-Osés, Cuestiottes fronterizts,


Anthropos, Bartelona 1999, Epflogo ( n Implicacionismo simbólico, ). 9. De Thomas Marur (que en el texto citado olüda el trasfondo democrático grie-
8. Sobre Ia figura de José, Biblia de Jqusalht, Desclée, Bilbao 1990, Génesis 37 ss.; go), véase su obra El artbtay la socielnd, Guada¡rama, Madrid 1975,II y IV; también
al respecto la novela de T. Mann (José y sus hernnnos). E. Cassirer (Filosof{n de las fornus sinúólicas).

tt6 tt7
nadura en el Logos-Yerbo personal. Con ello se cumple la inten- 3. Logos de amor
ción hermenéutica cristiana de comprender no meramente el
(por)qué cósico-real sino el quién interpersonal: <Non per quid, Pero la paloma en el imaginario cristiano es ante todo el ar-
sed quem üde: significatus est Chrishrs> (In Joannis Evangelium, chisímbolo del Espfritu Santo, el cual se define como Espíritu de
7 , 23 y 5, l9). He aquí que la imaginería cristiana realíza la licue- amor. El Dios de Jesús es Amor, como proclama la primera Epís-
facción del ente clásico en nombre del l-ogos Personal por el que tola de san Juan, por lo que el amor comparece cual trasfondo
han sido realizadas todas las cosas según el Evangelio de san coimplicativo de lo real y latencia de sentido (siquiera corrofdo
Juan (1,3). Desde el nuevo plano espiritual del Evangelio crisüa- contingentemente por 14 realidad patente del sinsentido). Agustln
no las cosas o realidades reificadas quedan colroídas o correlati- de Hipona lo expresa con su brillante retórica latina en una fór-
vtzadas simbólicamente por el Ingos encarnado: de donde la be- mula que recogerá más tarde el franciscano san Buenavenürra,
lla ex¡presión agustiniana Deus non sic (Dios no es asf) para ex- en la cual se afirma que Dios como Ingos de amor subyace al
presar la imrpción del nuevo Espfrihr en el mundo.lo propio mundo enigmáticamente:
Esta relaüvizaciÍn del ser dado o establecido se realiza radi-
calmente en nombre de una especie de ser cnrcificado o enigmá- Dios es tu todo porque es todas las cosas que amas: si tienes ham-
tico no-ser, como lo llama s¿ur Pablo: <Dios ha elegido lo que no bre es tu pan, si tienes sed es tu agua, si estás en tinieblas es tu ltJz.
es para evacuar lo que es" (I Corintios I , 28).Este no-ser cristia- [Totum tibi fit Deus: quia horum quae diligis totum tibi est. Deus
no que horada al serpagano simbolizala interioridad del sentido, tibi totum est: si esr¡ris, panis tibi est; si sitis, aqua tibi est; si in
el amor que anida el corazón, el alma que define alapersona y el taenebris €s, lumen tibi est.]12
lenguaje como relación que deconstnrye la sustancia clásica. En
efecto, en la filosofía cristi¿ura el Logo.s es el esposo que se despo- El Dios cristiano como Ingos de amor es así la complicidad
sa con la carne humana, como dice san Agusfn, fundando una de todas las cosas y el sentido latente de lo patente: el envés/revés
dialéctica que reúne todas las cosas aunque no total o totalitaria- del ser, podríamos decir, consignificado por la Cnrz que liquida
mente sino relacional y coimplicativamente. De esta guisa, la el ente y quiebra la encerrona del mundo. Pues la gran aporta-
realidad propiamente tal revierte lingüísticamente en realidad ción religiosa yace aquf: en la apertura de lo ocluido, en la tras-
impropiamente tal, trópica o simbólica: ahora el lenguaje que no cendencia de la inmanencia, en la simbolizaciún de lo literal.
es propiamente hace ser a lo que es propiamente. En la tradición Ahora el acceso al sentido se realizapor vía cuasi hermenéutica,
agustiniana la realidad propiamente tal (cosificada) es la realidad interpretando humanamente (espiritual o anímicamente) lo in-
referencial, dada o mundana en la que se ¿urega el (cueryo)) en- humano (cósico o dado). Y es que la encarnación del logos con-
üado por Noé desde el Arca, mientras que la realidad impropia- dicciona la logosificación de la carne: el Ingo.s se hace carne y la
mente tal o humana (humanada) está representada por la "palo- carne se hace lngos, de modo que la realidad yace transida de
maD que sale del Arca y vuelve con el ramo de olivo, simbolizan- misterio 0o cual se conoce teológicamente como la sacralidad o
do el alma-espírifir que sale de sí y rmelve alensí (aferencia) en un sacramentalidad de lo real). En este contexto la fe credcrea el
lenguaje dialéctico de ida y wrelta.l l sentido, la esp eranza lo presiente y el amor lo consiente: en don-
de el sentido es una recreación humana de lo sentido.
El auténtico fundamento sin fundamento del senüdo es, en-
10. Esta fórmula agustiniana parece predirigida crfticamente a la formulación
acomodaticia de Tomás de Aquino sobre el Ente Supremo oal que todos llaman Dios,
(et hoc onutes dbunt Deunt): consúltese su Suntnn contra Gentiles, BAC, Madrid l97O Razón implicada lingüfsticamente y, por lo tanto, intersubjetiva e interpersonalmen-
(pruebas de la existencia de Dios). te, Razón-sentido.
ll. Véase san Agustln, In foannb Evangelittnt, o.c.,6,3, así como 8, 45: Verbunt 12. San Agustln, Obras, BAC (n." 139), Madrid 1955, pp.362-363, traducción T. Prie-
enim sponsus et sponsa caro hunnna et utruntque unus. La clave de la filosofía agusti- to; consultar también I Juan 4: O Theós agary estitt (Dios es amor). De san Buenaventu-
niana está por lo taúto en el Vqbum cordis: Logos encarnado, Palabm cardiaVcordial, ra, véase Obras, BAC (n." 6), Madrid 1955.

118 tt9
tonces, €l amor como gracia gratis dada (de aquí procede que definido por Hegel como la autoconciencia que es para otros (das
algtrnos retraigan la caridad al griego iaris = gracia): el amor como fA, andere seien^de Sebstbeutusstsein), es decir, el presente abierto
un sf dicho a la üda ulterioÍ,ydque esta üda no dice propiamente a la ausencia, o sea, la presencia enajenada,la identidad diferida,
ser sino estar o estancia. Jesús habría expresado de manera subli- ellogo.s transeúnte (translaücio). De esto no se deduce como pre-
me el doble moümiento de críüca de esta üda y de reafirmación tende Hegel que lo verdadero es el todo (das wahre ist das Ganze),
de otra üda: pues huy otra üda que no estaría más allá de ésta sino que lo verdadero es todo (das wahre bt alle.s), y4 que todas
sino más aeá, no al margen de esta sino adentro: de donde la re- las cosas obtienen un sentido de coimplicación. Lo cual por cier-
tórica agustiniana de la interiorizaciún, la r¡uelta al corazón y el to equivale a decir que la verdad incluye a la mentira, la vida ala
retorno a sf mismo Veni a-d cor, noli foras ire, in interiore homine muerte, el amor a su cretz, el día ala noche, lo infinito a lo finito,
habitat veritas). He aquf que h.y una realidad monífera y huy una el sentido al sinsentido, Dios al diablo, la trascendencia a la in-
realidad salutífera. Cristo ex¡pone la primera como el abandono de manencia (y üceversa). Este es el juego de contrarios que conju-
uDioso (Dios mío, por qué me has abandonado) y la segunda gamos en un lenguaje hermenéutico que trata de remediarlos a
como la confianzaen ..Dios>r (En tus manos encomiendo mi espí- través de su articulación dialéctica (coimplicativa).r4
ritu). Se ffitaría de asumir aquélla y proyectar ésta, lo cual es Hablemos, pues, de coimplicacionismo simbóIico, en donde la
factible aMvé.s del amor redefinido como una fe con obras: pues coimplicación significa encarnación o descensión y el simbolis-
el que ama cree en el otro y obra en consecuencia.l3 mo dice asunción o ascensión, dos moümientos en uno: pues se
Lo que el cristianismo realizafilosóficamente en nuest:a histo trata de hacer de dos uno, como dice san Pablo, en Ef'esios II, 14,
ria es, pues, la apertura trascendental de la finitud a lo infinito, y confirrna Shakespeare cuando habla del dos sin división por el
por lo que lo finito queda inmanentemente b:ascendido adentro amor. Aquí el verbo ser abandona su uso frígido y revierte en
(a^d-intra). El luminoso üa heleno que da nombre a la deidad cópula entis (coitio), de modo que el verbo ser deja de ser sustan-
olímpica (dúa-dios) se abre numinosamente a la noche libertadora tivo rígido para convertir:se en Verbo, Verbo mediador de la men-
que simboli za, elDios cmcificado abismáücament e. Ia,realidad es te y la carne, Verbo como sentido anímico entre la verdad y el
ahora el entrelazamiento de la finitud y su infinitud, el lÍmite y lo significado, Verbo esposo o marido de la carne en Agustfn y espo-
ilímite, el ser y el ffinser. El ser como üempo presente desborda sa o mujer del espfritu en Goethe y, por lo tanto, animus/anima o
en pasado y futuro, de modo que la realidad deüene si.mbólica en andrógino interpretado por Ibn Arabí así:
cuanto presente impregnado de pasado y preñado de futuro. En
efecto, lo simbólico en H.G. Gadamer dice presencia de la signifi- Con el alma mía yo me desposé
cación por crranto hace presente lo significado, por lo que el sím- Y era mi marido y era mi mujer
bolo expondría el uda-sein> o (ser-aquí" como ser humanado dia- lDiwan.fis
lécticamente. En esta perspectiva lo real se redefine hermenéuti-
El Verbo, Palabra o Lenguaje es así el archisímbolo del Alma
camente como lo que subsiste siendo constantemente otro, y esta
como Espíritu encarnado o Dios-Hombre, ya que Dios como Ver-
apertura simbólica a la otredad refleja el proceso humano de la
bo se encarna como Hombre asumiendo su carne. Nos hallamos
simbolización del sentido: de aquí que la Hermenéutica gadame-
en el ámbito medial del simbolismo definido como un modo de
riana se mueva entre el ser familiar y el transer extraño, entre lo
pensar inclusivo o conectivo, simultáneo o aforístico, capaz de
propio o apropiado y lo impropio e inapropiado.
reunificar polimorfamente los contrarios :
En esta oscilación entre los contrarios que diseña una rela-
ción de complicidad se entromete el lenguaje: el cual fuera ya
14. Compárese G.W.F. Hegel, Fenonrcttolog{a del up{rítu, FCE, Mexico 1999; y
H.G. Gadamer, La. dialéctba de Hegel, Cátedra, Madrid 1988.
13. Puede consultarse al respecto E. Drewerrnann, Psicoanáhsis y teologla ntoral, 15. Véase sobre Ibn A¡abl P. Beneito, Anales &nfuuría Historía de la Filosoft4 18,
Desclée, Bilbao 1996. 2OOl; también Shakespeare Qhe Phretúx, and the Tunle)y Goethe (WurÓstlbhq Divan).

120 12t
Constituir en nosotros una nueva conciencia, un sentido erótico Mas en ese inter/entre del sentido anida el alma y su simbolis-
de la realidad, es adquirir conciencia del simbolismo. El simbo-
mo como espfritu encarnado o pensona, la cual comporta en giego
lismo es el espÍritu que establece conexiones (con:espondencias)
en vez de distinciones (separaciones). El simbolismo hace cons-
la máscara del otro, la compresencia de la otrtedad, la relación
cientes interconexiones y uniones que eran inconscientes y repri-
intersubjetiva, el diálogo que arriban al consentimiento (consensio
midas. Un símbolo es polisimbólico y polimorfo, y el simbolismo persond,versus consensus impersonal): y ésta es la decisiva aporta-
es peruersidad polimorfa, la interacción entre nuestros sentidos. ción cristiana al elenco griego. Dicha aportación queda nítidamen-
Pues la significación no está en las palabras sino entre las pala- te figurada en la utransverberación" (tansfixión) de Teresa de Je-
bras, y bajo toda analogía se extiende un pasaje subteráneo en- sús, la cual reüerte el rágiq9 mito del héroe en lucha conb:a la
tre mente y cuetpo. Así, el simbolismo funciona como una afo- otnedad en la dramaturgia del hérce que lucha con la otredad. En
rística que permite la percepción inclusiva o simultánea de un efecto, aquf el ángel que cual Eros cristianizado atnaüesa el
campo pleno o diversificado.ló almatconzÍnde la mfstica castellana con una lanzao dardo (iacu-
lum), no es ya el héroe clásico belicoso, sino el arrühéroe amoroso
Norman O. Brown deduce de su propuesta que la totalidad de signo románticocristiano; por su parte la contrafigura u otro
está en todas partes, pero quizás es más exacto afirmar que la radical ya no posee rzsgos draconti¿uros o monstmosos (demóni-
totalidad está en las partes y, por lo tanto, son las partes las que cos) a abatir, sino la figuración del ánima areanimar o üvificar en
integran la totalidad (la cual está en consecuencia re-partida)..Ello lucha arnorosa o dialécüca/diléctica: tal y como finalmente lo ex-
se refleja en el simbolismo como reconfiguración de las realidades presa coimplicatir¡amente el Cristo miguelangeliano del Juicio Fi-
en su realidad medial resignificada por el Alma como Ingos-reu- nal que todo lo abraza de manera dramática (paso de la ffagedia
nión que npadeceo las realidades coimplicativamente, tal y como pagana al drama cristiano). El cristiarrismo se sitúa exactamente
dice Filón de Alejandría. De aquí se sigue la ecuación del simbolis- entre el optimismo griego clásico y el pesimismo bágico, Porlo que
mo como animismo y üvevercB, el animismo como simbolismo, puede calificase de realmente ffagicómico, ya que expone la ffige-
ya que el alma es la conciencia simbólica del presente que incluye dia de la crez 0a crucifixión del inocente) y la risa pascual (el
la ausencia como pasado y como futuro, resultando asÍ un ser sin sepulcro vacÍo): por ello su arquetipo es la Cnn-de-amor (el evan-
ser, estancia medial y símbolo del símbolo. En efecto, tanto el gélico dar la üda por amor, coequivalente del amor que da la üda).
alma como el símbolo revelan y velan, dicen y callan, significando
el pasaje entre la mente y el cuerpo, la conciencia y el inconscien-
te, lo real y lo surreal: es el interregno del sentido, el cual transita
4. Sentido arrbivalente
anfmica o simbólicamente entre lo real dado y lo abstracto, entre
la objetividad pura y la subjetiüdad impura, entre la letra y el
El valor heleno como hombría o animosidad queda sobre-
espfritu o, para decirlo luteramente, entre la Escriflrra como lo
compensado por el valor cristiano como hembría o animadidad.
hermeneutizado y Cristo internalizado como hermeneuta, por lo
El cambio cristiano no afecta solamente ala mentalidad helena,
que el sentido es la síntesis de entendimiento y comprensión:
sino también a la mentalidad antiguotestamentaria: mientras
que en el Antiguo Testamento la hembra Eva procede del hom-
El sentido resulta de la unión entre el entendimiento gramatical
y la comprensión anímica. bre Adán, en el Nuevo Testamento el nuevo Hombre (Cristo)
[Eine Verbindung von grammatischem Begreifen und seelis- nace de mujer, por lo que en el cristianismo el nombre del hom-
chem Verstehen.]l7 bre deberÍa ser hembro (el Verbo encarnado en la mujer). Preci-
samente por ello la nuda o desnuda verdad masculina de la tradi-
16. Norman O. Brown , El cuerpo del alntor, Sudamericana, Buenos Aires 1972,91,
ción helena (alétheia) se re-vela cristianamente como sentido
163,177,197,255,271. cuasi femenino, el cual no yace patente sino que subyace latente
17. K. Holl, Itther, Tubinga 1927; al respecto Norman o. Brown, o.c.,209. (sensus latet). Pero el sentido latente es un sentido velado o figu-

122 123
rado, de donde la necesidad de una interpretación simbólica ca- En la filosoffa gnóstica la ambivalencia del sentido se proyec-
paz de sonsacarlo: de aquí la fórmula agustiniana .,accipe et sig- ta en Abraxas, dios y demonio a un tiempo, ángely diablo, claro y
nosD, en donde se coafirma a la vezla coimplicación y la simboli- oscuro, masculino y femenino, divinidad indivisible que abarca
zación del sentido de forma unitaria, ya que no es posible la la totalidad en su fig.t* de cabeza de gallo (símbolo masculino de
simbolizaciÍndel sentido sin su acepción, asunción o coimplica- luminosidad), torso de hombre y pies de sietpe (protosímbolo
ción; y üceverca, no es factible la obtención del sentido sin su femenino de oscuridad). El escritor H. Hesse recuperó la fig,lta
configuración simbólica. En la terminologfa agustiniana ello se del dios gnóstico en su novela Demian, err la que Abraxas abraza
dice asf: ..Todas las realidades insinúan ulgo, quieren indicar y abrasa los contrarios funqiéndolos en el Uno-Todo. Es la figu-
algo, (Omnia ista innunt aliquid, indicare volunt aliquid).r8 ración de una diünidad omniabarcante pero no omnipotente o
Y bien, la realidad quiere decir ulgo, pero ¿qué quiere decir? todopoderosa en el sentido tradicional, ya que su auténtica defi-
iQué simbolizalo real en su estructura significativa? ¿Qué señala nición sería el omnipujante.le
siquiera enigmáticamente? Nuesbá respuesta es que la realidad Precisamente esta omnipuj anza heroica es la que se quiebra
señala, indica o simbohza una ambivalmcia radical, la cual dice en la figura histórico-religiosa del fundador del cristianismo, el
bivalencia o doble valencia positiva y negativa: la üda y la muerte, cual personifica la ambivalencia del sentido en su actitud dramá-
el sentido y su límite, el amor y su constricción o domeñamiento. tica: a la vez humano y transhumano, compasivo y resuelto, en-
Podemos simbohzar esta ambivalencia radical por el término his- trometido entre el judaísmo y los gentiles, siflrado entre los cielos
pano de uamo), Ér lavezverbo, que expresa la acción transitiva del y el inframundo (sheol, hades, ínferos), predicador del amor de
amor como voluntad, y sustantivo inb:ansitivo que mienta el do- los contrarios, crucificado entre los opuestos, fratriarcal y herma-
minio o poder (un curioso vocablo hispano que encuenta su co- nador. En su fign*-límite la omnipujarrza diüna encuentra el
ffespondencia en el término vasco (amaD, en su doble significa- tope de la pasión y muerte del sentido, por lo que cabe hablar de
ción de madre y dueña (etxekoandre). O el sentido de la üda duali- un Dios implicado e interionzado, un auténtico Dios-cómplice:
zado entre el poder de la voluntad y la voluntad de poder. por eso Agustín de Hipona designa al Hombre-Dios como un
Esta ambivalencia fundamental queda sublim ada en el cris- Verbum brwiatLtm, Verbo abreüado o Ingos condensado, la Pa-
tianismo por la dialéctica o dualéctica del amor, así pues por el labra que funge cual Breüario de la existencia (Ecce Homo: el
llamado doble precepto del amor: el amor al otro (prójimo), Dasein o Ser existencial). En la religión cristiana del amor esa
como afirmación de inmanencia y contingencia (descensión e complicidad se muestra precisamente como amor universal, de
implicación), y el amor al Otro (Dios), como coafirmación de modo que su traducción agustiniana viene a decir así: ama y haz
trascendencia e infinitud (ascensión y simbolismo): mientras que lo que quieres, quiere y haz lo que ttr corazón requiere, ama y
el Otro representa la superación de nuestra confinitud, el otro hazlo que te pide el alma.
representa la supuración de la finitud o confinamiento. Así que la Lo cual por cierto incluye frente a la diüsa clásica helena una
ambivalencia radical del hombre en el mundo expone la expe- transmutación del propio yo en otro yo, así como una asunción
riencia de un sentido a la vez proyectado trascendentemente e del impropio no-ser en el propio ser. La diüsa cristiana sonaría
introyectado inmanentemente: senüdo humano humanado, sen- ahora así: ama, y deja(te) amar, conócete a ti mismo como otro;
tido encarnado en el hombre cual Hermes, hermeneuta o intér- hazte digtto de amor (amable), llega a ser el que no eres. Pues
prete situado/sitiado entre una inmanencia obcecada o encerra- como dijo Jesús en su lenguaje apocalíptico, de qué aprovecha
du y una trascendencia abierta o flotante: de donde su inestabili-
dad, dinamismo y dualitud a asumir recreadoramente.
19. Abraxas provendría del hebreo bqalca (bendición) o bien abrac (rayo), al res-
pecto A. Dieterich, Abratns, Leipzig l89l; también H. Hesse, Denú-an, Alianza Madrid
18. San Agustfn, otc. , p. 409. Puede consultarse al respecto mi Epflogo 2001, un libro que subraya la importancia del poder soñar con el otro y, por lo tanto, el
a W. Ross,
Nuutro inugitario cultural, Anthropos, Barcel ona 1992. poder de la imagen personal.

124 125
ganar todo el mundo si se pierde el alma: por eso el que gana el esa distinción escolástica y separatista entre enemigos privados y
mundo se pierd€, y el que pierde el mundo se regana. Esto se enemigos públicos se armina la intención secreta o senüdo del
llama una religión del sentido, cuya pérdida qs nuestra condena- Evangelio; y con el ejemplo de las cruzadas contra el islam se
ción y cuya ganancia es nuestra salvación. Pero he aquí que para confunde el legÍtimo derecho a la defensa con la santa guerra
ganar el sentido huy que recuperar el sinsenüdo, puesto que el contra el enemigo, reeditada hoy por el fundamentalismo protes-
senüdo no es sino la redención del sinsentido. No se trata enton- tante de G. Bush y socios norteamericanos como cntzada contra
ces de aniquilar imposible y contraproducentemente el mal, sino el terrorismo. Por eso no es posible seguir a C. Schmitt cuando
de subsanarlo pasible y producentemente: lo cual conlleva una piensa que el pasaje bíblico del amor a los enemigos (Mateo 5,
teorfa y práctica de la rrconversión, un término cuasi hermenéu- 44; Lucas 6,27) (no afecü" al otro político ni tampoco se propo-
tico que involucra el diálogo y la remediación: ne (superar los antagonismos del bien y el mal, lo bello y lo feo,,.
Precisamente lo que a nuestro entender hermenéutico se propo-
Haced a los otros lo que quereis que os hagan: ne específicamente el mensaje evangélico es sobrepasar los clási-
pues con el juicio que juzgueis sereis juzgados. cos antagonismos del bien y el mal, lo bello y lo feo, hasta el
No juzgueis y no sereis juzgados: bienaventr¡rados los punto de que la belleza clásica (el rico y el poderoso, el sabio y el
misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia.
escriba, el sacerdote y el fariseo, el noble y el fuerte) sufre una
El hombre no se hizo al servicio del sábado:
corrosiva crítica en nombre de una fealdad reciclada (los cojos y
sino que el sábado está puesto a favor del hombre.
El que esté libre de pecado que tire la primera piedra: los mancos, los huérfanos y las üudas, los pobres y los enfermos,
no veas la paja en tu ojo y la üga en el ojo ajeno. los pecadores y los marginales), por lo que el amor oafecta> tanto
No resistais al mal, sino amad a vuestro enemigos: a los amigos como a los enemigos, sean estos privados o públi-
pues todos vosotros sois hermanos e hijos de Dios. cos, judíos o romanos, religiosos o gentiles. Otra cuestión distinta
No necesitan la salvación los sanos sino los enfennos: es que no se trata de un amor masoquista sino cínico-caritativo,
le son perdonados sus muchos pecados porque amó mucho. tal y como se describe magistralmente en el encuentro de Jesús
Amaos los unos a los otros como yo os he amado: con Herodes o Poncio Pilatos.2l
pues nadie ama más que el que da la üda por los amados.
Ha sido el lúcido T. Mann quien ha señalado a Europa como
Yo no he venido a ser servido sino a sen¡ir:
el símbolo de la mediación entre la taz6n y el corazón, en donde
los primeros sean los últimos y los últimos primeros.
latazón procedería de Grecia y el corazíndel cristianismo. Aho-
[Nuevo Testamento : Euangelios .fzo
ra bien, puede y debe distinguirse metodológicamente entre ra-
zón y corazón, pero sin llegar a su contraposición o dualización,
La radicalidad de semejante (anarco)humanismo cristiano
ya que entonces recaemos en los consabidos extremos del racio-
) rlucho menos asimila-
todavía no ha sido atendido/entendido,
nalismo y el irracionalismo. El remedio está en el médium del
do humanamente. Yo creo que ni siquiera puede ser tomado
alma, puesto que el alma define al hombre como remediación de
literalmente sino simbólicamente, d modo de una moral de acti-
tudes fundamentales. Pero ello no significa recaer en el funda- lo racional y lo surracional, lo suprasensibl" y lo sensible, ellogos
mentalismo católico de Carl Schmitt, cuando afirma que el y el amor: Tu si in animo es, in medio es, quia si ittfra attendis
cotpus est et si supra attendis Deus esl (san Agustín, o.c.,20, 11).
Evangelio sólo predica el amor a los enemigos privados (inimi-
Por eso propugnamos finalmente el <racioanimismoD o ,.racio-
cus, ekzros) pero no a los políticos o públicos (hostis, polemos),
justificando así la guera del cristianismo contra el islam. Con cordialismon, gu€ puede también denominarse co-racionalisnto

20. Especialmente, el Evangelio de Mateo, filmado transversalmente por P.P. Pa- 21. De Carl Schmitt véase Estudios políticos, Cultura española, Madrid 1941, pp.
solini en blanco y negro; véase Biblia de Jqusalén., obra concitada. Para el relato de la l16-l17; sobre el radicalismo cristiano puede consultarse G. Theissen, Sociologia del
pecadora absuelta por Jesús, véase Lucas 7, 3ó ss. ntwinúento de Jesús, Sal Terrae, Santander 1979.

126 127
por cuanto el corazón funge de co-razón de nuestra propia nz6n do evita tanto el dogmaüsmo de la verdad pura o purista como
(humana): una Hermenéuüca co-racionalista y no meramente el positiüsmo del significado impuro o dado, precisamente en
racionalista, una Hermenéutica romántico-ilustrada, una Her- nombre de un sentido intersubjetivo que expone el posibilismo y
menéutica de la nzínafectada. la búsqueda de la remediación. Mientras que clásicamente el es-
pÍritu es inmutable y la materia mutable, el alma es inmutable en
su esencia pero mudable en su existencia, perrnanente pero tran-
Conclusión: corruZonalismo seúnte, continuidad discontinua. Por su carácter existencial el
alma dice propiamente cpnsciencin psicológrca del devenir, por
Si la Hermenéutica dice interpretación, la Hermenéutica sim- su carácter esencial el alma codice corrciencia moral de ser.
bólica codice interpretación anímica del sentido, el cual se sitúa En efecto, el alma como consciencia de lo real reahza una
más allá de la interpretación literal del significado material o interionzaciún del sentido, mientras que como conciencia de lo
corporal y más acá de la interpretación espiritual de la verdad real idealiza y moraltzael sentido. La eqpresión unitaria del alma
suprasensible o b:anscendental. La interpretación anímica tiene en cuanto consciencia con conciencia es el agustiniano Verbum
por objeto y sujeto el sentido y su pragmática interhumana, pues- cordb o Ingos del coraz6n, el cual se caractenzapor una raciona-
to que el sentido no se da en las cosas sino entre las cosas, no se lidad cordial que podemos llamar co-razonabilüad, la cual no
ofrece en las palabras sino entre las palabras; o dicho positiva- está gobernada por meros "objetivos, sino por "(inter)subjeti-
mente, se da en las comelaciones entre las palabras y las cosas vosD humanos.
cuyo relato corefiere el hombre simbólicament€, y cuya memo- Situada entre el positivismo y el espiritualismo, una Herme-
ria queda resguardada en su alma-corezón cual tabernáculo o néutica anfmica como la que propugnamos es una Hermenéuti-
sagrario del sentido. Sentido no abstracto sino üvencial y dialéc- ca especfficamente humana o humanada (humanismo herme-
tico, ya que se redefine finalmente como la remediación del sin- néutico o animismo simbólico). Así entendida esta Hermenéuti-
senüdo a través de su asunción o coimplicación crítica. ca realiza una auténtica labor de mediación de los contrarios: por
El hombre se halla por tanto en el trasfondo de la interpreta- una parte abre el positiüsmo al espfritu y su transcendencia, por
ción anfmica de lo real en cuanto suppositum suppositum o su- otra parte repone al transcendentalismo espiritualista con los
puesto, es decir, como prcsupuesto, implícito o implicado. Por ello, pies en el suelo de la materia y la empiría. Pero además una
una Hermenéutica simbólica caractenzada por la interpretación Hermenéutica simbólico-anímica reñzaría una labor de desa-
anlmica es una Hermenéutica del hombre coimplicadq; y por eso rrollo del almdy, por lo tanto, de las personas y su personalidad,
busca explícitamente la coimplicatio suppositorum o coimplicación un aspecto sin duda relevante en el desarrollo humano de Occi-
de los supuestos a b:avés de la interanimidad o consentimiento de dente (a pesar de otros pesares). Una tal Hermenéutica afirma en
los implicados (teoría coimplicacional del senüdo consentido fren- el alma la intratrascenderrcia del hombre y del sentido situada
te a la teorÍa de la verdad por el consenso abstacto). Pues el len- simbólicamente entre la nada orientali zante y nuestras realiza-
guaje humano es un lenguaje interanlmico que funciona otorgan- des cósicas o reificadas:
do un signo (sfmbolo) de alma a alma: signum datum animo ab
animo, como dice s¿ur Agustfn. Esta üsión hermenéutica del len- No fuera de ti mismo, sino dentro de
guaje reüsa obüamente la concepción abstraccionista del mundo ti mismo se halla la fuente de la vida.
I^a felicidad consiste en beber adentro.
del hombre como un juego de fuerzas impersonales y deshumani-
zadas, ya convenientemente criticado porA. Huxley y socios. [Non foris extra te, sed intus apud te:
El enigma del universo y la ambivalencia del sentido compa- ibi est fons vitae. Intus bibendo felix sum.l22
rece asf en el almn como espÍritu encarnado, trascendencia in-
manente, logo.s erunaterializado. Su carácter mediador y media- 22. San Agustfn, o.c, ,25, 17 .

t28 129
En este contexto se inscribe toda la retórica agustiniana del la revisión del exterior, por eso el famoso interiorista Amiel ofre-
uredire ad coru (vuelta al conzÓn como alma o interioridad); de ce en su intrigante Dinrio íntimo incisivas descripciones de la
donde la consideración del pecado como rechazo del corazín en exterioridad e.g. paisajística. Esto lo captó perfectamente Grego-
cuanto sfmbolo del amor o caridad, o sea, como recaída en la rio Marañón en su obra sobre ese literato suizo: nEn el Diario de
frigidez (in peccato frigidus). Sin embargo, y a pesar de nuestra Amiel es harto conocida la riqueza de las descripciones del cam-
inspiración agustiniana, no podemos finalmente seguir aquí al po, del lago, de los Alpo.Y siempre en arrnonía exacta, como dos
propio san Agustín en su superación tanto del cue{po o materia piezas de una máquina de precisión, con el cambio de decora-
como también del alma o corazín trascendidos místicamente ción interior, con el paiqaje de su espfritu. Frente a Amiel, don
por el Espíritu puro o Divinidad. Pues nosotros reafirmamos filo- Juan es esencialmente vagabundo y, sin embargo, no se entera de
sófica y antropológicamente la ambivalencia dialéctica del alrna nada de lo que pasa fuera de é1, en la tiera, en el mar, en las
humana como locus hermeneuticus priülegiado: ámbito de la nubes que emigran por el cielo. Cosa extraña: para ver el paisaje
comunicación y la interpretación, topología simbólica del senti- es necesario üür dentro de uno mismo. En realidad, sólo vemos
do, logos encarnado, lugar de la comprensión interhumana. No en su inmensa plenitud la natunleza que nos rodea, cuando so-
huy en consecuencia una dialéctica clásica de la superación que mos capaces de percibirla, mirándola, allá en lo hondo del yo,
trascienda al hombre por arriba o por abajo, sino solamente una como reflejada en el agua profundu y tranquila de un pozorr.24
dialéctica posclásica de la supuración que abre al hombre a su Pero las aguas íntimas en las que Amiel refleja el exterior son
trascendencia interior: superación ad intra, supuración de la aguas estancadas y, por lo tanto, su obra no expone la inte-
consciencia/conciencia, autoimplicación crítica y autoasunción rioridad libre en la línea abierta de Jesús, sino una interioridad
del alma: rearrne simbólico (realme) frente a todo rearrne literal. cautiva en la línea de un Pablo sesgado. La interioridad libre
Como hemos venido afirmando, el cristianismo nos ha traido estaría simbolizada en la Esfera desocupada de Oteiza, por cuya
el reino del alma o, si se prefiere, el inten:egno anímico de la apertura transitan las realidades libérrimamente. Frente a ella
interioridad: oel reino de los cielos está dentro de vosotros>, dice comparece la interioridad de Amiel como una esfera ocupada
Jesús en los Evangelios. Ya F. Nietzsche üo lúcidamente que en por el remordimiento (remorsa.s como recomida del coco). Mas
el cristianismo originario la verdad es lo üvo o üüente, de modo la auténtica verdad cristiana es liberadora y no clausuradora, así
que se instaura ..el estado fluido de los valores). Como constató pues, verdad abierta al sentido (verdad-sentido).
paradójicamente en El Anticristo (que en realidad debería llamar-
se EI Antipablo): oSe podrÍa llamar a Cristo un espíritu libre , yd
que ninguna cosa fija le importa: la palabra o letra mata, todo lo Apéndice sobre Amiel
que está fijo mata. La experiencia vida se opone en Jesús a toda
especie de palabra-fórmula, l.y, fe o dogma. Jesús habla sola- Y bien, vengáryronos a examinar el caso de Amiel tan instruc-
mente de lo más íntimo, designado por la ..verdad, y la
"üd¿r, la tivo para nuestra cuestión sobre la interioridad; mas, ¿quién es
uluzr; todo lo demás, la realidad entera, la naturaleza toda, el Amiel? Henri-Frédéric Amiel (1821-1881) es un profesor de filo-
lenguaje mismo en cuanto tal no tienen para Jesús más valor que soffa y letras en la Universidad de Ginebra, uD tipo tímido e
un signo simbólico. Por eso es Cristo el gran simbolista: por eso introvertido, reservado y puritano, soltero y solitario, pertene-
sus pmebas son luces interiores, sentimientos interiores de gozo ciente a lo que él mismo denominara la (aurea mediocritas,
y afirmaciones interiores de sí mismo rr.23 suiza. Lo más destacado de su producción literario-musical es el
Paradójicamente la üsión desde el interior puede posibilitar

24. G. Marañón, Anúel, Austral, Madrid 1958, p. 200. Esta capacidad de describir
23. F. Nietzsche, El Anticrbto, Alianza, Madrid 1978, p. 62 ss.; en esta obra Nietzs-
desde el interior a la naturaleza y su paisaje vale también para la naturaleza humana y
che critica casi en nombre de Jesús al cristianismo refundado por San Pablo.
su paisaje o paisanaje.

130 131
conocido Diario ya concitado, cuya publicación póstuma es sólo En mi patio el manto de la hiedra ha reverdecido, el castaño se
un elenco selecto de una obra de casi veinte mil páginas inéditas ha revestido de todo su follaje,lalila de Persia junto a la fuente
enrojece y pronto florecerá. Por las anchas aberturas que hay en
redactas a lo largo de toda su vida preciosistamente. Este Diario
torno al üejo colegio de Calüno aparecen el Saléve sobre los
es eminentemente psicológico e inümistay por lo tanto personal,
árboles, los Voirons sobre el nbazo, y los dos tramos de escalera
aunque también da cuenta de los avatares políticos, culturales y gu€, espaciadas y de altura en altr¡ra, conducen entre dos altos
sociales de aquel mundo centroeuropeo del siglo xD(. El Diario muros de la calle Verdaine a la terr.aza de las Tranchées, r€cor-
refleja la propia ubicación cultural de nuestro autor, situado en el dando alaimaginación alguna antigua ciudad del mediodía, una
cantón suizo de la Ginebra protestante (calvinista), pero abierto escapatoria de Penrsa o de Málaga... Súbitamente callan todas
al protestantismo Quterano) alemán y crfticamente al catolicismo las campanas. Silencio emocionante. Espera y casi opresión del
firancés. El propio Amiel interpreta políticamente su tradición alma. Es el momento en que el culto constituye una liberación.
protestante (calünista) como un republicanismo que defiende la ¿Y qué hacen a qsta hora tantas naciones que tienen otnos profe-
libertad individual tanto frente al absolutismo (sea católico o mo- tas y honr:an distintamente a la diünidad? Tienen otras fechas
piadosas, otros ritos, otras solemnidades, otras creencias. Pero
nárquico) como a la revolución socialista-comunista y, por su-
todos poseen religión, todos dan a la üda un ideal y entienden
puesto, al anarquismo.
que el hombre debe elevarse por encima de las miserias y peque-
De todas formas él es consciente de que su ámbito calvinista ñeces de la hora presente y la existencia egoísta. Todos tienen fe
basado en la n$dez moral (puritanismo) debe ffascenderse en el en algo más grave que ellos rnismos, todos ven más alláde la na-
interiorismo luterano alemán, ffif como diferenci¿rnse del exterio- twaleza, el espÍritu y más allá del mal el bien. Todos testimonian
rismo católico latino, el qral es üsto como rlgo meramente com- a favor de lo inüsible. En eso todos los pueblos fraternizan.2s
plementario o compensatorio de su estilo de üda: por eso proyec-
ta casarse con una mujer protestante, sÍ, pero con alguna sangre Sin embargo, la tragedia de Amiel radica en que sacrificará
católica en sus venas, una muchacha nórdica y modosa pero con sus pasiones al ideal, abnzando un idealismo que le
impediÉ ser
cierto color latino-mediterráneo. El caso es que nuestro autor está realista. Ese idealismo ha sido respirado por nuestro autor en
convencido de la superioridad nórdica de la existencia humana, Alemania, donde ha estudiado con Schelling en Berlín, conside-
pero a su vez enüdia la superioridad meridional de la üda huma- rándose además un discípulo de Fichte, Hegel y I(rause. Este
na (un maltz que conüene discernir). Por eso se extasía ante el idealismo unido a su puritanismo le conducirá hacia una concep
Tiempo de la Ascensión que le lleva de su Suiza natal al surlatino: ción formal o formalista de la üda de carácter deductivo o abs-
tracto, basada en la dialéctica de la superación. Así que tenemos
dos factores claves en la existencia de Amiel por una parte, el
22 de mnyo, 1879: D{a de ln Ascensión, ocho de ln mnítana:
protestantismo y su principio pieüsta (cree y podrás obraro, lo
Tiempo magnífico y delicioso. Ligereza de existir. Alegría fuera y que el propio autor
dentro. Luz acariciadora, anil límpido del aire, arn¡llos de pája- ser> (puritanismo);
rros. No hay rumor lejano que no tenga algo de juvenil y primave- lleva a un espirituali
ral. Es un r€nacimiento. I-a ascensión del Salvador de los hom- ca la Nafirraleza (cuyo reflejo es el cuerpo) es superada por el
bres se simboliza por esta expansión de la naturaleza que va al Alma (cuyo reflejo es la conciencia), y a su vezel Alma es supera-
da por el EspÍritu (cuyo reflejo es el absoluto o infinito). De esta
;:::Tnff 3*:fi HH,t"Jr,:ffi;ffil3iT"1:lH: guisa, Amiel recae en tu1 <romanücismo del espíritu>, como lo ha
llar la gama de los colorqs. Las maderas del suelo, los matices de
los bordados, los pliegues de las cortinas sonríen y ofrecen un
"ff
ramillete de tonos aterciopelados y fr''escos, üvos y dulces, que 25. H.F. Amiel, Fragntentos de wt Diario {ntinto, José Janés Editor, Barcelona
regocijan la üsta. Me siento reintegrado al estado estético que 1951, pp.4ll4l2; téngase también en cuenta el Diario juvenil de Amiel, editado bajo
hace tiempo me era ajeno. Mi alma mira por todas sus ventanas. el tftulo Dinrio lntinrc, Edaf, Madrid 1968.

132 133
llamado certeramente B. Bouüer, en cuyo horizonte trascenden- Sé que la ciencia diurna es muy distinta a la conciencia noctur-
tal todas las cosas son símbolo del espírifir precisamente porque na: es la oposición del mundo interior y del mundo exterior, de la
son resultado de la irradiación del espfritu. Todo ello se expresa concentración y de la proyección, del hombre religioso y del
de manera exquisita en un apunte significativo de su Diario, en el hombre mundano, del hombre esencial y del hombre móvil. No-
que además se introduce significativamente el elemento orienta- sotros vemos, así, alternamente, usub specie aeterni et temporisrr,
para hablar con Espinosa. La conciencia nocturna nos pone en
lizante o par:alizarfte en la definición del absoluto o infinito como
presencia de Dios y de nosotros mismos o, en una palabra, de la
nada cuasi panteística Qa nada-todo):
unidad. La conciencia diurna nos coloca en relación con los
otros, con lo exterior, con lo de fuera o, en una palabra, con la
No encuentro vozpara expresar lo que experimento. La calle está diversidad. En consecuencia, todo proyecto debe ser examinado
silenciosa, un rayo de sol entra en mi cámara, Lln profundo reco- a esas dos luces y la vida debe comparecer ante ese doble tribu-
gimiento se hace en mí. Oigo batir mi corazín y pasar mi üda. nal. La conciencia tiene su rotación, como el planeta: la vida
No sé qué de solernne, la paz de las tumbas sobre las que cantan completa tiene dos caras. No hay por qué lamentar ni censurar
los pájaros, la inmensidad tranquila, la calma infinita del reposo, una ni otra tendencia, sino armonizarlas, porque las dos entran
me invade, me penetra, me subyuga. Estoy en suspenso, me atra- en las vfas diünas y las dos son buenas, puesto que se ayrdan en-
üesa el espíritu vago y universal como la nada o lo absoluto, mi tre sí. La inadiación al exterior hace la salud, la interiorización
conciencia se retira a su eternidad. En esos instantes sublimes el demasiado continua nos lleva al punto, a la nada, / €S un estado
cuerpo ha desaparecido, el espíritu se ha simplificado y unifica- malsano porque nos suprime y los demás se aprovechan para
do. Pasión, sufrimientos, voluntades, ideas, se han reabsorbido suprimirnos. lDiario, o.c., 7.1V.1850 y 3.11,1862.1
en el ser, como las gotas de lluüa en el océano que las engendró.
El alma ha vuelto a entrar en sí y tornado a la indeterminación,
se ha reimplicado más allá de su propia üda; se eleva en el seno
de su madre y se tmeca en embrión diüno. Todo se bora, Se Amiel es pues perfectamente consciente de la necesidad de
distiende, S€ disuelve, recobra el estado primitivo, se vuelve a reunir cuasi musicalmente los contrarios , ya que la propia músi-
sumir en la fluidez original es el estado esferoidal, indiüso, es la ca es álgebra y sentimiento: pero también es dramáticamente
conciencia del ser y la conciencia de la omniposibilidad latente consciente de que no le resulta factible esa conciliación de los
en el fondo de ese ser, es la sensación del infinito espiritual, es el contrastes, puesto que su naturaleza tiende de forma morbosa a
fondo de la libertad lüario, o.c., Domingo 7.1V.18501. la introversión oscura, a la retirada interior y al quietismo estoi-
co. Como afirma en cierta ocasión grave, el hombre se hace
Este interesante texto muestra bien el carácter indeterminado hombre por la inteligencia, pero sólo se es hombre por el cora-
o indefinido tanto de la teoría filosófica como de la práctica ütal zón: y aquí está la clave de su enigmd, yd que Amiel de
de Amiel. Pero sobre todo se expone el yo diluido del autor, su invernadero- parece incapaz de Amar propiamente. Por -flor
eso el
embriaguez apolínea y su disolución cuasi budista en un contex- doctor Marañón ha diagnosticadóel caso Amiel concitando a
to que cabría calificar psicoanalíticamente de narcisista. Aquí el Fausto , yd que en ambos se daría el estrangtrlamiento del amor
ser humano deüene se?lsorium commune de la naturaleza en por el conocimiento; justo lo contrario de doñJuatl, que estran-
aras del espíritu, pero ese sensorio oscila entre la nada o cero (0) gula el conocimiento por el amor, los amores o los amoríos. La
y el infinito o doble cero (00). El peligro se llama aquí la regresión búsqueda del alma por parte de Amiel es la búsqueda de algo
a lo amorfo, la flotación en el vacío, el nirvana abstracto. Mas el aún más profundo y que no encuentra: el corazón del alma o el
introspectivo autor lo sabe bien y se da perfecta cuenta y, por eso, amor, la aferencia o afección erótica, el eros que apenas si se
expresala necesidad de un contrapunto o contraposición a esta manifiesta de pasada en la afección por los niños y niñas, así
conciencia nocturna por parte de una conciencia diurna: como en el amor platónico con algunas mujeres. El alma en
Amiel es una mariposa atravesada por el alfiler implacable de su
conciencia pura, por eso su Diario resulta para el lector vampi-

134 135
resco, ya que nos presenta un cue{po reprimido, un alma mustia sía de su vida hay el paso de la ingenuidad juvenil a un cierto
y un espfritu espectral. escepticismo de madurez. Pero a pesar de ello, Amiel será de por
El Diario nos ofrece una naturalera, crrasi plastificada, en la üda r¡n ..embanzadou: el Edipo que no acaba de desembarazarse
que flota un alma en pena sin intimidad desnuda, porque hay una de la Esfinge, a pesar del esfuenoplasmado en el Diario.
sofocación de los sentidos por parte de un sentido opresivo. El Mas el Diario que le ayudó a sobreviürse, también le encerró
alma de Amiel es un alma casi de ultatumba, una interioridad psíquicamente, yd que un tal Diario fntimo no es una ventana al
cautiva, lrn ánimo üril revenido en ánima feminoide.26 Por eso no exterior, sino un espejo intransitivo que acaba por hacerse in-
ha amado nunca eróticamente a ningrrna de sus amigas , ylaúni- transitable por cuanto atosigante. En esto hay una diferencia
@vezque lo hizo experimentalmente (a sus treinta y nueve años) fundamental entre el Diario y la aforística: mientras que el pri-
le resultó una experiencia oinsignificrnte>, lo que denota la falla mero es la introyección del exterior, el aforismo es la extroyec-
radical del sentido. Por eso resulta exb:año que el doctor Marañón ción del interior; pero es que además se trata de un Diario conü-
califique a Amiel de <supervarónD a causa de su presunta superdi- nuado y sin publicación. Por sus páginas marchitas comparecen
ferenciación masculina, cuando en todo caso cabría hablar de sintomáticamente los Alpes pero no el mar, la meditación pero
superdiferenciación anfmico-espiritual e infr:adiferenciación eróti- no la comida,la acührd estoica pero no la epicúrea, el verbo pero
co-sexual, justo lo conftario que en el caso de don Juan, subdesa- no el verbo encarnado. Y sin embargo, sus págrnas son también
rrollado anÍmica y espirihralmente pero superdesarrollado sental. el fiel testigo de la búsqueda por parte de su autor de la belleza en
Lo que yo encuentro en el intrigante Diario de Amiel es una su juvenhrd, de la verdad en su madurez y de la bondad en su
gran delicadeza de la persona, ffif como una lacerante introver- vejez: esa triple búsqueda lo hace singular, al convertirse en una
sión que se manifiesta en una interioridad cen:ada bajo lo que el especie de predicador laico de mirada triste y desvaída. Yo califi-
propio autor denomina
"la ley del espfritur,. Esta ley del espÍritu catla a Amiel como un (varón matriarcalo, aplicándole el nom-
enta en contradicción con la apertura al otro; por eso encuentna bre que Unamuno otorga a san Manuel bueno y mártir. San
su radicÑzación en el otoño introvensor y su conhpunto en la Amiel bueno y mártin su única equivocación es santa, yd que se
primavera extroversora, la cual le saca literalmente de su quicio retiró del mundo impersonal a su mónada interior, desconocien-
tanto como la luminosa hora de las tres de la tarde. Resulta curio- do empero ulgo fundamental: que si bien huy que beber adentro,
so al respecto saber que nuestro autor muere en primavera y, como dice s¿ut AgustÍn, hay que üvir afuera. Este olüdo le con-
naturalmente, a causa de sus angosturas pulmonares, causa y virtió en un ser cuasi ürtual, como él mismo se llama, así pues
efecto a la vez de obas angustias psicológicas. En el duelo que un ser asténico y desimplicado.
segrrn Amiel comparece entre la üda inmanente y el abismo tras- Si a partir de Heráclito simbolizamos el alma como una ara-
cendente en el Cuarteto en do mayor de Beethoven, el abismo ña üva, he aquf que el alma @ nuestro Amiel resulta ser la telara-
acaba laminando su finitud, es decir, su üda confinada. Por ello ña almidonada y üscosa en li que la propia araña o yo profundo
no pudo cumplir en su ser lo que todo ser es en sus propias pala- se enreda inextricablemente. Peroentonces el alma, envezde ser
bras: una transacción entre dos cont:arios, un plexo de contrastes. de algún modo (simbólico) todas las cbsas, como quiere Aristóte-
La impotencia de Amiel, descrita tan sensiblemente por él mismo, les, üene a ser sin modo algrrno o modulu"iOr simbólica las co-
le impide asumir con resolución incluso su radical irresolución, lo sas mismas sin dialéctica,lo que produce ahogo o agobio, crista-
cual habrfa sido ya una cierta salida o solución. Cierto, en la trave- hzación o üdriación, enclaustramiento o encerrona, ensimisma-
miento y preocupación, bloqueo u obturación, flotación üscosa y
atrapamiento existencial. Se trata entonces de romper el espejeo
26. Seguimos aquf Ia propia autointerpretación de Amiel, el cual confiere a lo o espectilación interior en apertura al otro, transitando el espa-
femenino la calidad de la afectiüdad, pero también la inferioridad existencial en com-
paración con lo masculino. Resulta pues, claro su antifeminismo, a pesar de sus amis-
ciotiempo y horadando el interior hacia adentro (el espfritu) y
tades femeninas, asf como su elitismo, a pesar de su apertura democrática. hacia afuera (el mundo). El alma es la araña y no la telaraña, la

l3ó 137
cual resulta ser la secreción aními ca, la red aferente o lenguaje derrota existencial asuntir¡amente pero sin sobredeterminación pro-
simbólico con que atrapamos las cosas para no ser atrapados por pia ni infir"adeterminación ajena, es decir, deliberadamente (enig-
ellas cósicamente; diríamos que es la red lingüística wittgenstei- mático término que mienta la asunción libre de la necesidad).
niana que proyectamos para poder caphrrar los peces: la cual
evoca al final a eros y thánatos, la üda y la muerte reunidas
dialécticamente. Así que el hombre sin lenguaje es como la araña Nota sobre Ortega y Gasset
sin su telaraña, pero el lenguaje sin el hombre es como la telara-
ña sin la araña: como la intemed o Internet sin el simbólico (ra- Pasar de Amiel a Or{ega y Gasset es traspasar de Suiza aEspa-
tón> que indica la dirección del sentido. Destacar la araña o ra- ña, del norte protestante al sur católico, del frío y las nieblas al sol
tón tras la telaraña o red implica una actitud (anarco) humanista y la luz, de los interiores a los exteriores, de las montañas a la
por nuestra parte, ya que se privilegia humboldtianamente la meseta y el mar. El humanista H. Bloom ha podido contraponer
energfa humana (enérgeia) por sobre lo dado (ergon).Entermino- las figuras hispanas de don Quijote y Sancho en mutua convensa-
logfa mitológrca recogida por nuestro Calderón de la Barca, la ción a las figuras nórdicas de Hamlet y Falstaff en autodiálogo
energfa estaría representada por el Minotauro como fuego, mien- solitario. En efecto, Amiel es un introvertido que define la realidad
tras que la red o telaraña está representada por el laberinto como profunda como alma-espíritu, mient:as que Ortega es un extro-
humo: <Es el Minotauro el fuego lY es el laberinto el humoo.27 vertido que redefine la realidad como üda y, más concretamente,
La importancia del Diario de Amiel radica en exponer la derro- como üda humana,la cual es fundamentalmente quehacer, pro-
ta existencial del hombre en el mundo. Ahora bien, esta derrota de yección y futurición, simbolizada en el arquero que dispara su
la üda humana que acaba en la muerte, suele deberse a bajar la flecha al blanco del sentido. Ahora el yo puro queda impurificado
guardia, como dice el poeta Juan José Orazgarcía en un poemita: por su implantación en la circunstancia, que es la encargada de
le queda aceptar / que al bajar la guardia / perdió el enfren- sacarlo de su solipsismo clásico en la filosofÍa idealista. No hay ya
"Sólo las cosas sin el yo (anti+redad) ni el yo sin las cosas (modernidad),
tamiento" (In caídn). Bajar la guardia significa aquí ser derrotado
en el enfrentamiento con el mundo, pero cabe otra derrota basada estoy yo con las cosas. Ortega es así un fenomenólogo realista que
en el gesto conbario de subir la guardia en el afrentamiento de la considera su misión como üsión: üsión del mundo del hombre y
üda: y ésta es precisamente la derrota de Amiel, que sufre la del hombre en el mundo, revisión del papel tadicional del filósofo
afrenta de derrotarse a sí mismo por exceso de estaticismo y cora- como abstractorpara convertirse en espectador, el cual conlleva la
za. En el primer caso te derrota el mundo por dejación, en el capacidad no sólo de Ver, diüsar o üsionar sino también de prever
segundo te derrotas a ti mismo por acorezamiento. La salida está (preüsión, anticrpacióh). El carácter ..visionarioo es esencial en la
obviamente en mantenense en guardia, lo que significa resguardar filosoffa orteguiana, la cuál se -adene., perfectamente a lo que
la propia guarida o interioridad tanto de la crispación ajena como Troels-Lund considera como la actitud más interesante de la inte-
de la propia: así pus, no enfrentarse al otro ni tampoco afrentarse ligencia hum¿ura: la receptiüdad a las impresiones luminosas y el
a sí mismo, sino afrontar(se), lo que implica encajar la ineludible consiguiente sentido de ubicación. 28
Mas Ortega y Gasset no surge en solitario en el panorama
español, ya que le precede una saga familiar de políticos, escrito-
27. Tenemos pues, la correlación de araña-ratón-minotauro-energía anímica fren- res y periodistas cuya máxima figura es su propio padre Onega
te a telaraña-redlaberinto-obra o cuerpo lingüístico; sobre Calderón, véase Ma¡tha
L. Canfield, oNudos y laberintos en la obra de J.E. Eielsonu, en: Crítica (Puebla), 92,
2OO2; sobre W. von Humboldt consultar sus Sprachstudien. Para la simbolización del
alma-araña, Heráclito, fragmento 67a, en donde la telaraña se asocia a lo corpóreo. 28. Al respecto, E. Cassirer, Filosof{a de las fornns sintbólicas,II, FCE, México
Resulta interesante al respecto el observar junto al titánico Guggenheim bilbaíno Ia 1998, p. 132; también F. Bayon, en: Ikusgaiak, 5,2001, p. t69. Sobre la psicologfa
escultura de una gran Araña Madre como significando la externación del alma arácni- hispana de don Quijote y Sancho, véase H. Bloom, Cónrc lur y por qué, Anagrama,
da de dicho Museo o Cuerpo simbólico. Barcelona2002,p. 155.

138 t39
Munilla. En efecto, éste es un polfüco liberal, director del mejor sea llamada el Olimpo. Con nz6n su discfpulo Julián Marías ha
periódico de su tiempo Imparcial-, desde caryo puesto ejer- definido a su maestro como el sol, luminoso y cálido, claro y
ce cierto arbitraje en la-El
polftica española como consejero de la brillante; ello se coresponde con su circunstancia
-Castilld-,
caractenzada por el poeta F. Pino como pura visibilidad. La os-
reina regente María Cristina. Pero Ortega Munilla es especial-
mente un fino literato, del que E. Díez-Canedo decía que captaba curidad orteguiana estarfa representada por el toro; pero he aquí
uel alma de las cosas üstasrr, lo cual se debía según Clarfr a que que el toro oscuro y horizontal qs superado en cada corrida por el
torero luminoso y vertical. Ortega es radicalmente heliófiIo, sus
"el alma a flor de
tenfa piel, ffiuy cerca de la epidermis,r. Por una
parte su capacidad üsual se continuará en la filosofía de su hijo; ideas son claras y su üsión del mundo perspectivfstica, hasta el
por otra parte cultiva ya un lenguaje espumoso y un estilo sahu- punto de que Dios represénta la perspectiva ala huy que corres-
mado (dicho sea en recuerdo de la cerueza y los puros que degus- ponder con perspicacia (que es lo que no tiene precisamente
taba) que preludia el de Ortegay Gasset, cuya característica será Satán al rebelanse contra la perspectiva sin perspicacia). La pers-
introducir un estilo achampañado y un lenguaje cristalino que pecüva resulta ser la topologfa, la ubicación espacial y la situa-
parece filtrar conspicuamente lo real (dicho sea en honor a su ción temporal --o sea, lo que yo llamaríala cirq.rnspección.
inseparable boquilla fumatoria). Hay un ejemplo significativo de Ortega y Gasset fue un excelente filósofo y un gran retórico (a
cómo cierta .,maniera)) del padre traspasa al hijo; Onega Muni- vecqs excesivo), hasta el punto de que A. Camus lo consideraba el
lla, que había üsto desfilar a los miembros de la embajada china mejor escritor europeo después de Nietzsche. Pero Ortega fue
en Madrid, los describirá asf: ..Sus ojos oblicuos rasgan la aceitu- también periodista y polftico, editor y conferenciante, sociólogo y
nada piel del rostro como dos acentos circunflejoso. Parece que tertuliano, animador cultural. Su extroversión filosófica se desta-
ya estamos oyendo o, mejor, üendo las metáforas cultas, cultis- ca no sólo del senümiento trágico del vasco Unamuno, sino tam-
tas o culteranas del propio Ortega y Gasset, especialmente en sus bién de la filosoffa heideggeriana de la angustia precisamente por
preciosas entregas de El Espectador.2e su jovialidad lúdica y aun optimismo. Mientras que el filósofo
Ortega y Gasset estudió en Alemania, donde experimentó la getrn¿mo enseña una metaffsica del ser ausente, Ortega enseña
soledad del latino en medio de r¡na sociedad que consideró bas- una metaffsica de la presencia y de lo presente o ante-los-ojos
tante cerrada. Era la diferencia entre el organigrama gennano y (sin duda a costa de la audición e.g. musical): la filosofía heideg-
el folHore hispano, entre el método alemán y el carácter meridio- geriana es una filosofta protogriega y protocristiarra, ésta es una
Dd, entre la oscuridad teutona y la claridad mediterránea. Ortega filosofía cuasi helena y mediteránea, solar y diáfana. Por ello no
hizo de esta claridad santo y seña de su filosoffa liberal-elitista, huy melancolía en Ortega,4lque no importunaba el pasado, pro-
dirdgida contra toda chabacanerÍa, oscurantismo y aun misücis- yectándose en la pintura deYelázquezque define así:
mo; por eso se considera trn contemplativo o amigo del mirar
alrededor, cuyo afán intelechral fue la creación de un En Velá zquezlas cosas se transfor#r, L"*s entidades üsua-
"imperio de les, puesto que deja el objeto reducido"na su pura visualidad. El
la luzrr; como dijo en cierta ocasión, €D las páginas de El Especta-
buen retrato español es puro fantasma lumÍnico: perennemente
dor no se pone el sol. No extr:aña que el tftulo de su periódico sea
están en el lienzo las figuras ejecutando su propia aparición, y
El Sol, asf como también Crisol o Luz, ni tampoco que el símbolo por eso son como aparecidos,3o
de su prensa sea un gallo en pie, ni menos aún que su redacción
Aquf y ahora el ser es apariencia, la profundidad es la piel, la
29. Años más tarrde, Ortega y Gasset replanteará el enigma chino, preguntándose realidad es la üda, la sustancia está en los accidentes y el yo está
graciosamente por qué los cuad¡os no tienen marco en China, por qué los chinos se
orientan al sur, por qué comienzan a edificar sus casas por el tejado y no por Ia base,
por qué celebran el luto de blanco o por qué dicen (noD moüendo la cabeza de arriba 30. José Ortega y Gasset, Obras Completas, VIU, Rnbta de Occidente, Madrid
abajo como si dijeran csfri para todo ello, José Onega Spottorno, Ins Ortega, Taurus, 1965, p. ó30; sobre la clarividencia orteguiana véase Julián Marfas, en: Rwbta de Occi-
Madrid 2002. dente,252, 6, p. ó.

t40 t4l
en su circunstancia. En consecuencia, el símbolo del búho hege- deberíamos hablar entonces de una Ilustración romántica, cuyo
liano en las ediciones orteguianas no significa la lechuza que órganon o médium es la raz6n simbólica, es decir, la ra;zón no
ama la oscuridad, puesto que ama la luz con la que ven sus meramente ütal sino coexistencial (coimplicacional).
grandes ojos a pesar de las tinieblas; se trata entonces del mo-
chuelo clarividente, el ave de Atenea o Min eva,la diosa greco-
rromana de la nz6n luminosa, la cual es una ra;z6n vital y no Oclusión finaL SÍntesis
mortal , raz6n clara y no oscura, ra;z6tt lúcida y no tenebrosa.
Esta nz6n se encarna según Ortega en la Cultura como Cons- Como adujimos, subyace a nuestra cosmoüsión simbólica la
ciencia del hombre frente a su inconsciencia, de modo que cabe posición (anarco)humanista de que el hombre está implicado en
concebir orteguianamente la Culflrra como una especie de Alma la realización de la realidad, descentrándola del ser puro: paso de
común. Ya san Agustfn habfa distinguido entre el alma personal la ontologta clásica griega a una metaffsica hermenéutica de ca-
y el Alma comunal como Iglesia (medieval), cuyo espíritu será rácter cristiano que cabe denominar ontoantropologta: en donde
seculanzado posteriormente en el Estado (moderno).3l Pero la el ser es el ser encarnado o humanado. En la tradición agustinia-
Cultura en Ortegaobtiene un sentido no estatal como en Hegel ni no-fi:anciscana por Heidegger y nuestra hermenéuti-
tampoco eclesial como en san Agusfn, recuperando más bien la -recogida
cd-, el ser encarnado (verbum cordis, esse hic, Dasein, ser impli-
tradición prohumanista de Cicerón con su üsión de la Cultura cado, verdad-sentido) está representado por el Cristo como Ver-
como cultivo del alma (cultura animi). Se trataría entonces de la bo de Dios, el cual se hizo lo que hizo (Christus factus est quod
Consciencia colectiva, pero también de la Conciencia colectiva: la fecit): el que hizo el üempo se hizo tiempo por nosotros, el que
cual es la clave hermenéutica del sentido del mundo, como ya hizo las cosas se hizo entre las cosas, el que túzo al hombre se
inflryera P. Teilhard de Chardin, aunque hoy en día parece supli- hizo hombre para que no pereciera lo que tizo (san Agustín, In
da por la correspondiente Opinión pública. Joannis Evangelium, 3 1, 5).
El interés filosófico de Onega está en haber entrevisto que la Cabe hablar de Cristo como la persona que llega a ser: pero
verdad posee determinado sentido, como afirma en su uPrólogo tras el ser está el preser Qa existencia, presencia o pre-esencia), el
para aleman€SD, lo cual implica una torsión pragmática en la ser penSonal representado por Cristo, la persona que (des)funda-
teorfa clásica de la verdad e.g. científica, considerada como pura menta el ser, lo que confuciráa la Patrística cristiana a la formu-
mas revisada por nuestro filósofo como impura o simbólica, ya lación humanista de la .$ersona implicadao: persona preintelec-
que como dice en otro lugar: sólo puede ser exacto lo fantástico, ta o persona implícita en el ser, lo cual conlleva una especie de
de modo que lo real serfa real precisamente por ser inexacto e ontopersonalismo que permite laafecorirprensión de la persona
impuro. Por eso rehúye de la metafísica que trata de reunir los como centro (descentrado, oblicuo, transversal) de lo real. La
contrarios románticamente, sobrevolando según él las líneas níti- arquetipificación cristiana de este peronalismo se verifica en la
das o diferenciales que marcan precisamente los accidentes en la Eucaristía, en la cual el pan y el üno se transustancian en el
sustancia. Con ello se destaca como un pragmático ilustrado, cuerpo y sangre de Cristo (versión católica), o bien se consustan-
aunque parece olvidar que la propia democracia ilustrada es una cian junto al cuerpo y sangre de Cristo (versión luterana), o al
coimplicación de contrarios, por eso cada partido gobierna sim- menos simbolizan el cuerpo y la sangre de Cristo (versión calü-
bólicamente como la parte por el todo (gars pro toto). Quizás nista), de modo que las cosas remiten radicalmente a la persona
en cuanto su senüdo depende de esta (simbolismo radical).32

31. Resulta curiosa la simbólica del oalma, como araña en Heráclito, paloma en
Agustfn, búho en Ortega. El alma-espíritu del Estado podrfa simbolizarse unas veces 32. Para el protestantismo véase ahora J. Barzun, DeI antanacer a Ia decadercin,
como cue¡vo y otras como telaraña (véase supra); para las respectivas simbólicas, Taurus, Madrid 2OOt,II; para el trasfondo hermenéutico, Luis Garagalza,Introducciótt
véanse los Diccionarios de slntbolos de Cirlot, Chevalier o Biederrnann. a la hrnenéutba contmtpordnea, Anthropos, Barcel ona 2OO2.

142 143
En la simboloúa crisüano-agustiniana el interior obtiene la El recurso occidental a Oriente procede de la propia filosofía
prirnacfa sobre el exterior, por cuanto es el alma la que hace griega, la cual sitúa tras Apolo a Dioniso el extraño, gesto que
amable al cuerpo: Melior interior quam etcterior; non enim facit redescubre en plena modernidad F. Nietzsche y repite T. Mann
corpori unde amctur nisi animus (san Agusln, o.c., 32, 2-3). De en su novelita Muerte mVenerin: enella el apolíneo profesor cris-
todas formas conüene advertir que el interior lo es del exterior, tiano-r:acionüsta es reconducido aladamente por Eros hasta el
asf como el exterior lo es del interion lo primero eüta el interior saber/sabor de Dioniso y su conocimiento trágico, abocando asf
cerrado, lo segundo evita el exterior reificado. De modo que el el Espfritu a la Vida y abriendo nuestra Civilización ala Cultura
interior inüsible sin el exterior üsible resulta in-sensato, pero el como ctilto alabelleza a @vés del amon un amor que reúne en
exterior visible sin el interior inüsible resulta sin-sentido. La sen- Venecia a Occidente y Oiiente, €l sol y el mar, li raz6n y su
sación, €D efecto, promana del exterior, pero el sentido anida en otredad exótica, el cristianismo occidental y sus orígenes orienta-
el interior: por eso el que siente es el cue{po, pero el alma e.s lizantes. Precisamente en otra novela de T. Mann montaña
quien consiente; de aquf que el sentido pueda definirse como lo mdgica- esta contraposición entre Europa y Asia -I-ase describe
sentido en cuanto consenüdo (el sentido como con-sentido). De irónicamente como una oposición entre la racionahzación del
ello se deduce al final que el alma es amable o digna de amor tiempo (burocracia) y la liberación del tiempo (mística), así pues
porype es capaz de consenümiento y amon asf que lo amable es entre el no tener üempo para todo y tener el tiempo para nada. Si
el amor, archisfmbolo del sentido. el problema de tener el tiempo para nada conduce al quieüsffio,
Reaparlece por tanto la crrestión del corazún como colra;zón, el problema de no tener tiempo para todo conduce a no obtener
término que encontraría su @rrespondencia en el chino Hsin en tiempo para amar (desamor simbolizado en la novela por la gue-
cuanto consignificante del equilibrio mente-corazín: ese equili- nra), tal y como se mostaúsintomáticamente en el Fausto m¿rn-
brio buscado mitológicamente en la serie fílmica de It guerca de niano de nombre Ieverkrihn con su explfcita denegación del amor
Ias galarins bajo la nomenclatura mfstica de los caballeros Jedi, (üebesverbot). De donde la inexcusable necesidad de dar tiempo
representantes simbólicos de r¡n mestizaje cultural entre lara;zÓn al tiempo para poder amar el amor (üebesgebot); acaso por ello
occidental y el misticismo oriental. No h"y que olüdar que detrás el üejo Shakesppare acaba preconizando el comportarnos como
de la serie de G. Lucas esttrvo como asesor Joseph Campbell, el el propio tiempoñin duda porque el hombre es tiempo:
mitólogo neoyorkino del CÍrct¡lo de Eranos y reconocido autor
de l-as máscaras de Dios. En la prcyección fllmica puede obser- Vagabundo etmo de corazónhambriento.
vaf,se la presencia de un héroe posmoderno¡ el héroe antiheroico [A. Tennys on, Ulises.fY
Luke Sk¡nvalker quien, a diferencia de su clásico padre, equilibra
cue{po material y espfritu racional en un alma medial (animosa y
animada, fuerte y afectiva, dúctil). He aquf que el alma aristotéli-
ca de algún modo todas las cosas se traduce en el cristianismo
como el alma amante o aferente, ya que el amor lo es todo: pero
el toque típicamente oriental estaría en que ese amor no sea
cerrado y posesivo sino abierto y fluente.33

33. Quizás la presencia tradicional del corazón (lsin) en la cultum china pudiera sonrisa china es también un ocpediente o modo de asumir un inryasse). (Me inspiro
explicar los enigmas chinos señalados más arriba por Ortega y GasseI asf por ejemplo aquf al respecto en la amistad con Chuang BoMin de Taiwán.)
la orientación hacia el sur (cálido), la ausencia de marco en los cuad¡os (ape¡tura), el 34, Sobre T. Mann puede consulta¡se la excelente Tesis Doctoral de Fernando
luto de la muerte en colorblanco (obertura), el comenz:r a edificarporel tejadoyno Bayón Martfn titulada La identidad abiq'ta, Universidad de Deusto-Bilbao, FICE, 2W2
por la base (lo mismo que se elude en la relación personal el afiontamiento a fondo), el (dirección de P. I-anceros); para el trasfondo, J. Beriain, La lucla de los dioses en la
tto expresado como un sf a modo de resignación o ast¡nción (lo mismo que la famosa ntodenúdad, Anthropos, Ba¡celona 2(X)0.

t44 t4s
(medial): una metaffsica ya no ontoteológrca sino ontosimbólica,
IV
ya no suprahumana sino humand, yd no divina sino diüno-de-
mónica, puesto que la experiencia humana de lo real se realiza en
ELDIOS CÓMPLICE O IMPLICADO: esa franja intermedia entre lo diüno y lo demónico, entre el su-
SOBRE EL SERY ELALIVIA, pramundo celeste de los dioses y el inframundo infernal de los
ELANIORYLO DIVINO démones, entre el sery el no-ser, la üda y la muerte.
Con ello pretendemos situar nuestra metaffsica implicacional
del sentido en los bordes dql sinsentido, allí donde lo real pasa del
caos al cosmos y de la potencia al acto, en ese ámbito de media-
ción de los contrarios en el que aún se comunican, €D ese lugar
simbólico donde se conjugan los opuestos que configuran nues-
tra realidad como interealidad, allí donde se fragua el complot o
coimplicación de las realidades en su realidad, así pues en el
0. Metafísica somo implicación: el sentido simbólico centro ({escentrado) y quicio (desquiciado) en el que la realidad
se realiza y desrealiza en un lenguaje de ida y rmelta de esencial
Los elementos más amigos son los más contrarios.
carácter dialéctico. Ese lugar medial está habitado por las impli-
caciones del sentido gue, a modo de junturas o suhrras, articulan
PletóN, Simposio el universo dinámico y caledoscópico del que formamos parte
integrante.l
Pues bien, en este artículo vamos a destacar las principales
La metafisica es la filosoffa primera o primaria,la disciplina
implicaciones o implicancias del sentido gu€, a nuestro entender,
filosófica radical que plantea clásicamente los <tópicos,, funda-
mentales de la existencia, los arquetipos de lo real, las categorías
son las sigúiqnt .
_- -
centrales de nuestra vida, las ideas trascendentales del mundo
la implicación radical del ser a modo de otierraD o arraigo
del hombre, las razones del ser. Pero la crisis (pos)moderna de la
filosofía metafísica impide seguir planteándola al modo tradicio- matricial del sentido;
la implicación intrínseca del alma a modo de
nal como el Metarrelato del Ser de los seres, una metafísica que "licuacióno
del ser interionzado;
se sitúa antidemocráticamente por encima de las realidades des-
de una presunta y presuntuosa idealidad de la Razón absoluta o
la implicación extrínseca del amor a modo de ofuego,
habitante del ser anímico;
irrelata. Una auténtica metaffsica (pos)moderna sólo puede pre-
sentarse hoy democráticamente como una filosofía hermenéuti-
la implicaciól hipotética de Dios a modo de espíritu de
ca que ya no se ubica más allá de lo real sino que coimplica la
amor sublimado.
realidad en su ser inmanente/inmanante dando cuenta y relación
Nuestra metafísica parte pues del ser como implicación de los
de ella en sus contradicciones.
seres y realidades en su realidad, lo que es un irremediable tribu-
Por eso redefinimos aquí la metafísica como una metafísica
de la implicación, en la que se exponen las radicales implicacio-
to al planteamiento griego clásico de la filosofía metaffsica. Pero
nuestra definición del ser abandona la vía griega, parzr la que el
nes del sentido en un relato ya no trascendente sino inmánente,
ser es la sustancia, recuperando la vía cristiana, desde la que el
asf pues ya no en un metamelato de carácter absolutista sino en
un interelato de signo relacional o relacionista de lo real. De esta
guisa, la metafísica deja de ser la explicación de la verdad (rilti l. Puede consultarse para toda la temática, A. Ortiz-Osés, 1989, así como Cuestio-
ma) para poder ser la implicación de la realidad en su senüdo nes frontuia¿s, Anüropos, Barcelona 1999.

146 147
ser puede definirse como alma. Asf pus, aquí el ser del ser ya no 1. El sery el alma
es la sustancia aristotélica sino el alma cohabitada por el amor,
ahora de acuerdo con una tradición que cabe denominar como El alma es como uria araña: arácnida.
socrático-crisüana y, por lo tanto, como cristiano-pagana. Final- HrnAcuro, Fragmmtos
mente el amor que cohabita el ser del ser
hipostasiado en Dios de acuerdo a una tradición -el alma- queda
que podemos I-a metaffsica es la conciencia de la implicación de todas las
llamar mfsüca o cristiano-oriental. cosas en su ser, por lo que el ser funge en la metaffsica clásica
Como puede obserr¡axs€, nuestra metaffsica de la implicación como implicacionalidad de lo leal. Sin embargo, el ser griego
parte del ser clásico, sf, pero para allegarnos a su vacío o vacia- puede ser acusado de realizar una implicación insuficiente de lo
miento: el alma como no-ser del ser o envés de lo real. De esta real, ya que descarta el no-ser asf desimplicado de la presunta
forma planteamos la metaffsica clásica del ser, aunque abando- implicación omnfmoda de nuesb:a experiencia de la realidad (a
namos la respuesta griega objetiva por la respectiva cristiana la que pertenece el no-ser como una especie de miembro manco).
subjetiva: el ser no es sustancia sino alma o, si se prefiere, la El ser como opuesto al no-ser inaugura el dualismo clásico de la
sustancia del ser es anfmica, por cuanto el ser está inhabitado ralzÓn como opuesta a lo irracional, quedando fuera de esta me-
por el alma (interioridad), a su vez cohabitado por el amor. Aho- taffsica cual metalógica lo que está más acá del ser y de la nz6n,
ra bien, si el alma es el no-ser del ser, el amor es el ser del no-ser, excluido de una filosoffa que se coloca más allá y por encima de
ya que dice entidad relacional, coimplicidad no cósica sino inter- la experiencia humana del sentido amenazado de sinsentido en
subjetiva e interpersonal. Finalmente, Dios comparece como la nombre del puro sentido puritano (asf Parménides paradigrnáü-
hipóstasis del amor y la absolutización de su relacionalidad, pa- camente).
radójica diünidad definible como el ser que no es, por cuanto se Pero en la Metaflsica de Aristótelqs reaparece cierta ambiva-
trata de un ser hipotético proyectado (si bien como Proyector del
universo), asf como concreado por la criattrra (si bien como
Creador del mundo).
É,ste es el esquema de nuestro siguiente bloque, cuyos aparta- constar fehacientemente por los crfticos de Aristóteles (asf M.
dos son los siguientes: Heidegger), pero esta aporfa parece asumirla el Estagirita como
pago o rescate de la ambigüedad fundamental del ser, el cual se
1. El sery el alma. dice de muchos modos entne los que destacan dos: el ser real y el
2. El almay el amor. ser ideal, la realidad concreta y la idealidad racional, la entidad
3. El amoryDios. material-concreta y la entidad formal abstracta. Con ello se insti-
4. El Dios cómplice del univeÍ'rso. ttrye ciertamente el dUalismo clásico, pero cabrfa interpretar con
5. Etica de la implicación. benevolencia la posición de Aristóteles cual modo de unificar ese
6 El Dios implicado. dualismo al ofrecerlo r¡nitariamente en la concepción metaffsica
7.
Sfmbolos de coimplicación. del ser. El cual por cierto parece asumir no sólo el estado de
Conclusión: el Dios mercurial. sólido de lo real sino también el estatuto deletéreo de lo ideal: con
Apéndice metafórico. lo cual el ser (real) asumirfa el no-ser (irreal o conceptual) en un
intento de coafirmar los derechos tanto de lo racional, eidético o
formal como de lo pararmcional, material-indiüdual o singular.2

2. Véase la Metaflsba de Aristóteles, en: Obras, 1964. Para la crftica de Aristóteles,


M. Heidegger, &ry tientp, FCE, Mexico 1980.

148 149
Y bien, €s un modo benévolo por nuestra parte de interpretar ciendo metafísicamente que el ser como sustancia racional en
la aporfa aristotélica consistente en presentar el ser como concre- Aristóteles se continúa en su versión medieval como peruona en
to y abstracto a un tiempo. En el libro de las CategoríAs, el propio cuanto sustancia racional en Tomás de Aquino y socios. Pero una
Aristóteles describe el ser de lo real en un doble plano consecuti- cosa es la sustancia racional aristotélica de carácter entitativo y
vo, el primero refiere lo dado o indiüduado (la sustancia primera otra la sustancia racional cristiana de carácter relacional que se
o concreta), el segundo correfiere su cualificación o determina- autodefine como hipóstasis o percona: esta última se concibe
ción (la sustancia segunda o concepfiral). Ahora bien, el error expresamente como alma e intimided y, por lo tanto, con carác-
lógico de Aristóteles estaría en concebir en su Metalísica esta ter cualitaüvo que contrasta con el carácter cuantitativo de la tra-
cualificación o determinación de lo real como una definición dición aristotélica.
definitoria o definitiva y, por tanto, estática de la realidad cam- Este carácter cualitativo se muestra sin ambages en la incisi-
biante, €r lugar de haberla considerado como una cualificación o va pregunta metafísica de Jesús el Cristo en el Evangelio de Mar-
determinación simbólica, fluente o abierta (aquí se inscribe la cos: .,¿De qué aprovecha al hombre ganar el mundo si pierde su
crftica de L. Wittgenstein). De esta forma, el ser real se acaba alma?o (Mc. 8,3ó). Aquí se contrapone simbólicamente el mundo
definiendo como un ser abstracto, ya que la definición actúa como conjunto de realidades o cosas (entidades) y el alma como
como el nombre propio o sustanciaUsustantivo y no como sobre- la realidad transcósica del sentido, un sentido que pone el acento
nombre impropio o figurado del ser. De aquí el sustancialismo en la realidad humana o humanada (el texto evangélico habla de
esencialista de Aristóteles, así como su racioempirismo. Este ra- que significa el alma como üda humana).4
"psyjé",
cioempirismo va a someter lo real a lo ideal (formalismo), lo que El paso del pensamiento griego a la concepción cristiana de
abrirá sin duda la larga tradición racioentitativista tÍpicamente lo real + paso del ser del ente al alma del mundo (para decirlo
occidental que conducirá a la racionalidad funcional y técnico- en los "t
térNnos neoplaténicos de Plotino): tránsito del exterior
instnrmental contemporánea. Este racioempirismo aristotélico al interior y del mundo al hombre, traspaso del ser a su envés o
llenará nuestro mundo de tecnociencia, pero lo vaciará de alma, vaciado, asunción por el ser clásico del agujero del ser, coimpli-
mostÉndose algo mostrenco para con las ciencias del espírihr. cación por parte del ser griego del no-ser cristiano consignifica-
En realidad la metafísica de Aristóteles es más exactamente una do por el alma como horadación de lo ente. El alma, en efecto,
protoffsica que intenta categottzar el mundo a través de una ra- es el no-ser del ser y, por lo tanto, el ser vaciado de su entidad
z6n ulgo mecánica (como se muestra en su üsión de la Razón cósica y relleno de sentido existencial, la sustancia en-sí atrave-
última como Motor Inmóvil), ruzón objetiva y efectiva más que sada por la otredad, el logos-razón heleno traspasado de logos
subjetiva y afectiva, mz6n entitativa y extrahumana más que an- encarnado, la objetiüdad revertida en subjetiüdad, lo dado está-
tropológrca y humana. Aristóteles está dentro del paradigma grie- tico cntzado por la dación dinámica. No huy que olüdar en este
go con su extensa capacidad üsual y su escasa capacidad audi- contexto que el alma constituye la intimidad (personal) y, por
tiva: por eso huy que esperar la llegada del cristianismo para po- consiguiente, la interioridad de la exterioridad (la cual, por cier-
der hablar de metafísica en sentido modernista,la cual define la to, sigue siendo necesaria, ya que sin exterioridad no huy inte-
realidad no ya por su ser racional sino por su ser transracional: el rioridad posible).
ser de la realidad como espfriflr encarnado en Hegel, una concep-
ción que insufla en el ser aristotélico el espíritu neoplatónico-
cristiano.3
Es cierto que la Escolástica intentará trazar un puente de
plata entre el pensamiento griego y la concepción cristiana, adu-
4. Para la crítica cristiana a Aristóteles, A. Amor Ruibal, l97l; para todo el trasfon-
do, H. Heimsoeth, ^[,os seb grattdes tenns de la ntetaftsica occidetttal,Revista de Occi-
3. Consúltese G.W.F. Hegel, 1952; L. Wittgenstein, 1988. dente, Madrid 1965.

150 151
Griegos (Aristóteles) Cristianismo ( Evangelio ) por el no-ser. He aquí que la definición aristotélica del ser como
sustancia primera y sustancia segunda se cumple y verifica por
Ser Intr:aser encima del propio Aristóteles en el alma como (consciencia,
Sustancia Relación de realidad y como <conciencia> de ser: en cuanto consciencia de
En-sí Otredad
la realidad el alma es alma individuada (relación-relato hipostáti-
Objetiüdad Subjetividad
co), en cuanto conciencia del ser de lo real el alma es alma perso-
Esencial Existencial
Ingos-verdad Ingos-sentido nificada o personalizada (máscary, prosopon). En el alma oper-
Sustancia-ousfa Subsistencia-hipós tasis su€na>r asl la realidad omnímoda que refleja en su ser-sentido, ya
Entidad Persona que el alma consignifica el sentido interior (sensus interior) que
Mundo Hombre se hace eco de los sentidos exteriores. El alma de algún modo
Conocimiento Amor todas las cosas no qs una cosa, el alma en algt¡tt sentido todas las
Idea Encarnacións cosas no es trh senüdo sino senüdo común (sensus communis), el
alma en cierto sentido todas las cosas no obtiene un sentido cier-
to y cerrado sino incierto y abierto. La metaffsica del ser como
Si en Aristóteles el ser del ser es la sustancia (racional), a implicación db.los seres encuentra en el alma la coimplicación de
partir del cristiarrismo el ser del ser es el alma (relacional). En la realidad tanto en su ser como en su no-ser: y esto posibilitala
realidad yu Aristóteles entrevió que el alma es de algún modo conversión de la inetaffsica clásica del ser en una metapsfquica
todas las cosffi y, en consecuencia, un modo eminente de ser, posclásica del ser anfrqico que se expresa como sentido. Con ello
pero sólo de algún modo. Que el alma es de algún modo todas las se realizala conversión'de la metaffsica clásica del ser en herme-
cos¿rs quiere decir que las contiene o implica, pero no propia- néutica posclásica del sentido fluctuante entre el ser y el no-ser
mente como el ser que las mantiene verdaderamente, sino im- en cuanto sutura simbólica de la fisura real.6
propiamente como un ser que las contiene en sentido figurado o
simbólico. En definitiva, mientras que el ser es (parmenfdeamen-
te), el alma resulta ambiv4lente porque es y no es, fluctua relacio- 2. El atma y el amor
nalmente y nos comunica la vida con la muert€, lo real con lo
transreal, contaminando nuestra experiencia racioentitativa con es ra
afectos y afecciones surreales. El alma es propiamente un ser 3#rm f"tH#.iü;I# ;tr::,#;:rior
ahuecado, por cuanto qs a la vez todo (todas las cosas en su SeN AcusrfN, In Joannis Evangelium
interior) y nada, es decir, ninguna de ellas literalmente. Por otra
parte, el alma se compone aristotélicamente de una parte racio- Todas las cosas tienen su propio sentido, excepto el propio
nal y de otra parte irraciotrd, lo que la hace inepta para ostentar senüdo que lo tiene impropio: y todos los seres tienen su propia
aristotélicamente el ser de lo real, pero muy apta para poder entidad, excepto la entidad del alma que es impropia. El alma qs
representar el estahrto profundo del ser de la realidad, yu que el el ser transreal de lo real, por cuanto da cuenta y relación de lo
alma da cuenta y relación no sólo de lo racional sino también de real en su ser-sentido. El senüdo es, por lo tanto, €l pliegue o
lo irracional, de lo enütativo y lo transentitativo, de lo real y su repliegue de lo real, su interioridad, su vaciado trascendentaVin-
surrealidad. El alma €s, en efecto, el símbolo de una realidad mánental. Por eso el propio Aristóteles en su tratado Peri psyiés
atravesada de in:ealidad, de la üda ab:avesada por la muerte, de (De anima) puede definir el alma como aquello por lo que üvi-
la exterioridad agujereada por la interioridad y del ser ahuecado mos, sentimos y pensamos en su sentido primario, ya que consti-

5. Puede consultarse al respecto H.G. Gadamer y otros , 1998, cser-person?r. 6. Al respecto, mi obra I¿ razón afertiva, San Esteban, Salamanca 2000.

152 153
tuye la unidad de conexión de lo real. El alma aristotélica es la El alma es de algun modo todas las cosas por amor, por lo
entelequia primera del cuerpo ffsico orgánico, los sentidos reuni- que el amor es ahora de algun modo todas las cosas: ello se debe
dos en el sentido común como consciencia, la armonía platónica a su carácter de contenido del alma, cuyo proceso de introversión
como unidad de sentido, la proporción o ajuste intrínseco.7 del ser queda sobrecompensado por el concomitante proceso de
Podemos atribuir al alma como sentido-de-implicación de lo extroversión en y por el amor. De aquí que Aristóteles afirme del
real el carácter medial que todo sentido dice en la filosofía aristo- alma ser como una mano, añadiendo san Agustín que el amor es
télica, el cual representa la proporción o término medio entre el esa mano del alma. El amor realiza, en efecto, la apertura del
exceso y el defecto. En nuestra problemática el exceso estaría alma al otro y su acogimiento, la reiación ad extra (ad aliud, pros
representado por el espíritu puro o abstracto (desencarnado), ti),la comunicación de lo incomunicado. Amo ergo consunr: amo
mientras que el defecto estaría representado por el cuerpo mate- luego soy otro, amo luego coexisto, por cuanto en el amor el ser
rial o impuro (desalmado). De esta guisa el alma como media- reüerte en conser. Por esto, la realidad del amor es una realidad
ción se sitúa entre el espíritu y el cLle{po, a modo de espíriíl transreal, transicional y trapiaccional, fluxus, flujo o fluencia del
encarnado y sentido consentido (intersubjetivamente). En efecto, ser, mediación radical de los diversos en reunión, lo que confiere
el alma y lo anímico comparecen como el ámbito del al amor el doble carácter de lo uno y lo otro, de la unidad y la
"interesse>
o entreser, así pues como el ámbito del interés propiamente hu- alteridad/alteración, a modo de entreser radicalmente dialéctico.
mano que se ubica entre el desinterés de los dioses luminosos y el De donde la dualitud de la exparc.sión y la impansión en el amor,
ininterés de la materia opaca. la cual se experiencia como gozo y sufrimiento, sentimiento y
Así que alma ocupa la franja humana del uinterés> que pode- resentimiento, aperlura pura y contracción dolorosa, comunica-
mos traducir como afección o amor: aferencia o atracción de los ción e incomunicación. Y de ahí también el modo ontoantropoló-
elementos en combinación (Empédocles), asf como .,üs uniti- gico del amor como ser del no-ser, por cuanto realidad sureal y
va> de los elementos en su relación constitutiva (Dionisio Areo- ser horadado por el no-ser, dado su ser no sustancial sino relacio-
pagita, Bernardo de Claraval), tal y como comparece cual eros nal. Llamo precisamente aferencia a la afectiüdad básica del
cosmogónico en el exterior cósmico y como eros anímico en el alma, así pues al estado de ánimo o estancia de ánima como
interior representado por el hombre. Si el alma es la implicación afección o coloratura actitudinal, traduciendo asÍ la Stimmung
del ser, el amor es el ser de la implicación: aquello por lo que la heideggeriana (tono vital, temple o talante) como la primaria
realidad es real y por lo que el ser €s, el (motor móüI" que adhesión, coimplicación o consentimiento ffiónerna ert sófocles,
mueve el mundo, la animación de un cosmos humanado. Por synkntázesis en griego estoico, Gesinnung en alemán clásico, Ztts-
eso, san Agustín define el amor como copulativo (copularzs), timtnung en alemán existencial). e
mientras que Pico della Mirandola lo relaciona con la magia y Pero esta nuestra üsión del alma anidada por el amor transi-
su desposorio del mundo (maritare nlundunt); por su parte Gior- tivo/transicional no es ya una üsión propiamente aristotélica
dano Bmno lo redefine como la quintaesencia del universo sino (platónico)-cristiana, procedente de la intersección entre el
(ar,rnque él mismo fuera objeto de un amor malo también llama- Simposio socratico-platónico y el Evangelio de Jesús el Cristo.
do odio): Aunque existe una diferencia entre el amor platónico y el amor
cristiano: mientras que el amor socrático dice deseo erótico
El amor es todo y todo lo efectúa, puede afirmarse todo de él y (eros), el amor cristiano dice autodonación o efusión de sí (agape
adscribírsele todo lEroici furoi, II,1l.8

9. El término estoico procede del doxógrafo o compilador Aecio (Aetius) en sll


Sytagogé o Placita; para la Stínmtwtg heideggeriana puede consultarse J.J. López Ibor,
7 . Aristótel es, Sobre el alnn, en: Obras, 1964. El descubrínúento de Ia húintüad, Espasa, Madrid 1975 para Sófocles, Hbtorbches
8. Para el trasfondo, Historísches Wórterbuch der Philosophie, oLieber, 1980. Wórtqbuch der Philosoqthie, 1995, nseeler.

154 155
como acogimiento o benevolencia). Ahora bien, el eros socrático- mación de la libido, mediación radical o punto medial (F. Schle-
platónico es ascensional y, por lo tanto, sublimatorio, mient:as gel). Esta realidad mediadora del amor anímico se expresa de
que la agape cristiana es descensional en cuanto encarnatoria. lbrma filosófica en la concepción clásica del alma cohabitada
En nuestra concepción, el eros sublimado y la agape encarnada dualmente por el entendimiento agente o aficiente (animus) y por
encuentran su medio/mediación en el amor anímico o amor de cl entendimiento paciente o afectado (animn). Si el alma represen-
amistad (fiIía), cuyo apropiado nombre es dilectio o dilección, ta la animación del ser, el amor expresa la respiración del alma
sitr¡ándose entre el amor nahrralista o libidinal (dionisiano) y el cción y pasión, diásto-
amor sobrenatural o espiriftral (apolíneo). El escritor A. Arn¡fat na(penia).tz
lo ha descrito bien a partir de la obra El amor de don Perlinplím \
con Belisa en su iardín de García Lorca:
3. El amory lo diuino
El amor por el desconocido ha dotado a Belisa de alma. Aquí
parecen conciliarse, en una unidad mayor, lo sensual y lo espiri- Dios es el potencial de lo real (ipsumposse).
\
tual, al alcanzar enel amor su unidad necesaria. Ésta parece ser N. Cuse, Memoriale
la conclusión última de Lorca. El amor integra, €fi síntesis supe-
rior, ambos contrarios. lo Ha sido el cristianismoel que ha redefinido la divinidad como
amor, traducido oficialmente como amor espiritual: agape o cha-
Este amor anímico, como mostró el üejo E. Fromm, es lrn ritas (caridad), asf I Juan 4,8. Pero desde la perspectiva aquÍ
amor medial de implicación de signo fraten:ro, el cual se ubica planteada, el amor cristiano es un acto de sublimidad del amor
precisamente entre el amor incondicional materno y el amor
fnsito en el universso como su <motor móüI" (eros cosmogóni-
condicional paterno. Lo cual significa que el amor anímico de
co). La divinidad cristiana aparecería, entonces, como la subli-
carácter fraterno recoge del amor materno la afirmación incon-
mación metaffsica del amor ffsico o, si se prefiere, como la espiri-
dicional del otro en cuanto persona, al tiempo que recoge del tualización de la mater-materia. Dios reaparece así tradicional-
amor paterno la afirmación condicional del otro en cuanto a sus
mente como una diünidad abstnída,purificada de toda materia-
actos. El amor anímico sería en consecuencia, el paradigma del
lidad, ápice del ser puro, traducido por Tomás de Aquino como el
amor verdadero en el sentido de Nietzsche, cuando afirma del Ser mismo abstracto (/psum Esse Abstractum). Con ello el pasi-
verdadero amor ser el alma que enrmelve al cuerpo.l I Un tal amor
ble Dios cristiano se torna finalmente impasible, aliándose con el
es esencialmente existencial o consentimental, simbolizado por
Ser supremo de la estática üsión aristotélica que lo define/confi-
el corazín de nuevo situado/sitiado entre el espíritu racional y el
na como Motor Inmóvil.
cuerpo sensacional.
Y bien, así como en la metafísica general hemos partido de la
El lector se dará cuenta de que nuesüra interpretación del ontologa grtega del ser, así ahora en la metaffsica especial parti-
amor lo coloca específicamente en el alma (humana) como su mos de la teología cristiana del Dios concebido como amor. Pero
contenido vivencial profundo, lo que hace del amor un dispositi-
este amor no puede interpretarse sin más como un amor diü-
vo fundamentalmente humano. Ello quiere decir que el amor no
no en sentido ortodoxo o purista (espiritualista), ya que el Dios-
es propiamente divino (como piensa el cristianismo espiritualista)
amor es la diünidad que crea por amor y que se encarna por
ni propiamente demónico (como piensa el platonismo socrático),
sino diünodemónico: ámbito de encarnación de Dios y de subli-
12. Puede consultarse al respecto El Sinryosio de Sócrates-Platón, en: Obras, 1964;
para el contexto aninn aninuts, C.G. Jung, Obras, t999 ss. Finalmente, E. Fromm,
10. Reüsta Crtfica (Rrebla), 8l (2000). I 990. En el hinduism o atnnnlalma significa respiración (atnten en alemán), al tiempo

1 I . F. Nietzs che, Mds alld del bíen y del ntal, n.o 142, en: Obras, 1980. que se valora éticamente a la gran alma (nnhatnn).

15ó 157
amon por amor del hombre y por la salvación del alma humana literal sino simbólicamente, ro como ser sino como transer. O la
del mundo, por amor condescendiente y afecüvo, por amor des- divinidad como el ser que, ro siendo, hace ser, el Creador que es
censional e implicativo. Cabe denominar a un tal amor de Dios al la creación, el Dios que no es sino procreando por amor.
hombre eros agapefstico o acogimiento carnal, amor encarnato- En este sentido Dios es el ser hipo-tético o condicional, el
rio o humano y, en consecuencia de lo dicho anteriormente, Ser-cóncavo del univerco, la realidad traspasada de surrealidad,
amor diüno-demónico. Con ello la sfntesis cristiana wrelve a la proyección\del hombre interior (verbum cordis). Lo que ocurre
plantearse como lo que es, una sfntesis entre el trascendentalis- es que se trata\de la proyección humana del Proyector del mundo
mo judaico y el inmanentismo pagano o, si se prefiere, entre el o, si se prefie*, de la concreacién del Creador del ser. A este
supranaturalismo monotefsta y el naturalismo animista del fon- respecto cabe hablar de la divinidad como de una ilusión, sí, pero
do cultural mediterráneo en el que se expande. ilusión constitutü aa alma humana inspirada por el amor. La
Reinterpretamos el ser griego a tnvé.s de la categorta crisüa- psicología relacional {e Winnicot y socios interpreta la diünidad
na del alma, adjuntando al ser clásico el no-ser anímico en cuan- como un objeto transicional ilusorio, ya que concreamos una
to interioridad. A su vez, concebimos la interioridad del alma en realidad inüsible aunque significativa al catectizar o invesür
cuanto cohabitada por el amor a modo de imantación o atrac- afectivamente la representación del ser en Dios. Desde esta perc-
ción del ente por el ser-anfmico. Finalmente interpretamos a pectiva la vivencia de lo diüno se entiende como un translbrt o
Dios como hipóstasis del amor y, en consecuencia, como la cons- transferencia simbólica del alma amorosa al Dios del amor, per-
ciente absolutizaciín de lo relativo o relacional. Lo cual no es sonificador de la conexión o aferencia anímica del mundo. De
definir a Dios con un nombre (nomen) propio o apropiado sino donde la sutil definición agustiniana de Dios como la intimidad
con un sobrenombre (cognomen) de carácter impropio o simbóli- radical del mundo y la interioridad radial: intimior intimo meo.
co (Tertuliano). Dios es ahora el símbolo de la reunión de los Como lo expresa san Buenaventura:
seres en el ser, redefinido ya como alma inhabitada por el amon
Dios €S, en consecuencia, el ser anímico o alma de todas las En todo lo que se conoce o siente se halla Dios Íntimamente es-
cosas, el amor como motor móül de la realidad omnfmoda, el ser condido.la
relacional del universo (Dionisio Areopagrta). Pero si el alma es
inüsible, este Dios.¿nima rerum es la inüsibilidad de lo üsible, Ahora bien, esta inümidad es un ser que no es, puesto que se
como ya üera Nicolás de Cusa, reapareciendo el mundo corres- trata de un ser anímico y amoroso de carácter relacional y no
pectivamente como la üsibilización de lo invisible.l3 sustancial o sustantivo, ser condicional y potencial caracterizado
El concepto de Dios procede, entonces, del concepto del con- por Cusa como posibilitante (possest) y por Leibniz como exis-
cepto, como afirma el mismo Cusano, así pues de la (concep- tentificante (aústentificans). Dios es el potencial del ser y, en tan-
ción' del ser de lo real a través del amor engendrador o concepti- to, fundamento simbólico o existencia sin consistencia, reverso
del universo, apalabrado por Bóhme como
vo: un concepto de Dios conceptivo por cuanto procreativo a "Ungnrndo de lo real:
través del amor. Pero un tal Dios es el envés del ser tradicional, ya trasfondo o fondo infundado, radicación o coimplicación. Un tal
que funge como su condición, alma o amor, potencia sin poder. Dios se distancia de su clásico estatuto estático para convertirse
A partir de esta impostación heterodoxa pero no herética del en emergencia de sentido y sentido de emergencia, potenci a ver-
tema, la reüsión de Dios suena así: Dios es el ser que no es, por sus poder, divinidad todo-nada, Dios intersticial e intervalar, cir-
cuanto no es propia sino impropiamente, no entitativa sino aní- culatorio y abierto, transeúnte y subgerente, fluente y liminoide,
micamente, no física o cósicamente sino metafísicamente, no
14. San Buenaventura, obras, I, BAc, Madrid 194s, p. 666; para san Agustín,
Obras, t979. Sobre el Dios Transicional, M. Aletti, en: Riyista psicologia analiíca, 61,
13. Véase al respecto Historisches Wórterbuch, o.c., a,Qstt,,; especialmente. N. Cusa, 2000. Sobre que Dios no dice ser, sino amor, véase J.L. Mari on, Dieu sans létre, Fayard,
1985. París 1982.

158 159
el proyecto Dios es una proyección humana de la que hay que ponen en su lugú interpretando dogmáticamente su palabra, asÍ
tomar conciencia no para eliminar el proyecto sino para saber como todos los \ue obtienen hilo directo e inalámbrico con la
que es un proyecto. Quizás deberíamos entonces, escribir pos- diünidad y sus secretas intenciones. El espectáculo resulta ridí-
modernamente dios con minúsculas, habida cuenta de sus con- culo o irrisorio en Su lado cómico, pero llega a ser trágico en su
tingencias, o quizás deberíamos transcribirlo como Diox, tal y vertiente ortodoxa, cuqndo la dogmática de Dios se impone in-
como aparece mientras escribo esto en una pintada de la Cate- quisitorialmente. Mas hé aquí que la teologta se yergue para ha-
dral de Bilb ao, acaso connotando su carácter de x(equis) ignota a blar razonablemente de Dids, aunqu e a menudo sucumba a su
lo Kant. Pues de lo divino ni el propio Dios parece tener una idea propia falacia: el intento teológicb de
"hablar bien,, de Dios, el
adecuada, como puede comprobarse en las supuestas autorevela- cual recae tautológicamente en una apologética que trata de lim-
ciones diferentes y diferenciadas en Oriente y Occidente.lT piar a Dios de toda mácula, fealdad, mito, afección o malentendi-
El agnosticismo es la expresión extrema de esta nuestra igno- miento, ignorando que en el mejor de los casos Dios es un mal-
rancia supina de lo diüno, aunque el agnosticismo militante ex- entendido y, en el mejor, un incomprendido. Con lo que se re-
tremiza la postura hasta prohibir(se) hablar de Dios: entonces se dunda en el Dios puro y desimplicado, el Santo en medio del
pasa del no poder/saber hablar a no tener/deber de hablar sobre desierto, el Único en mitad de lo múltiple, el Grande cercado por
Dios, una especie de imperativo categórico antiteológico que ex- lo débil, el Innombrable acosado por los nombres de los hom-
cedería lo razonable para recaer en la beligerancia. Pues si bien bres. Contrasta con esta beatería teológrca la posición valiente de
nada sabemos de Dios propiamente, acaso esa nada sea simbóli- N. Cusa cuando apalabra a Dios precisamente como el omni-
ca y diga ulgo aunque sea impropiamente del envés del ser; por nombrable (omninominabile). Polemizo así con los teólogos gu€,
otra parte el desinterés por lo diüno puede significar el desinte- como el compadre A. Torres Queiruga, inütan a creer de otra
rés por lo humano, así como una falta de sensibilidad moral y de manera cuando se trata de otra manera de creer.l8
estética religiosa. La cuestión toca fondo cuando ya no es el ag- Nuestra propia posición es filosófica y, snte el tribunal de la
nosticismo militante el que calla sin negar sino el ateísmo belige- razón (humanada), huy que hablar de Dios bien y mal, positiva y
rante el que niega sin callar. Las (anti)razones del ateísmo suelen negativamente, tal y como lo hizo el mismísimo Job y aduce la
basarse perspicazmente en el ludibrio que supone una divinidad propia Biblia cuando manifiesta enigmáticamente que Dios ha
superflua en medio de una humanidad indigente, así como en el creado lo bueno y lo malo (Isías 45,7), así como mostrando la
carácter a menudo alienante de la diünidad desimplicada res- oscuridad de Yahvé en el monte Sinaí, ctlando conspira asesinar
pecto del mundo. Pero recaer en celrazÍnbeligerante frente a lo al mismo Moisés por no estar circuncidado, manifestándose
diüno parece abonar una üsión negativa o negativista de lo real como una especie de (con perdón) hasta que
"Loco de la colinao
y requiere una conücción tanto o más sólida que la propia del la mujer de Moisés realizala circuncisión simbólica. O el Dios del
creyente, aunque de signo opuesto o desublimador. A no ser que Éxodo como éxodo de lo diüno: una divinidad autocrítica por
el nihilismo religioso recaiga en la introyección inflaccionaria de cuanto positiva y negativa. Intentar piadosamente desmitologi-
lo diüno en el hombre, el cual restalla y explota sobrepasado por zar de forma racional la üsión de un Dios ambivalente, como es
el delirio de lo numinoso internalizado, como es el caso-límite de el de la Biblia, resulta una intención pía que conduce paradójica-
cierto Nietzsche desmesurado y alocado. mente alaimpiedad, ya que así se desimplica a Dios del mundo y
Oficialmente nos encontramos con los creyentes crédulos que se escamotea el mal del ámbito diüno. Mas sólo podemos creer
hablan sin rubor ni ambages de Dios directamente, administran- ya en un Dios implicado: una diünidad cómplice de su propia
do su herencia y (ab)usando de su nombre en vano. Aquí hay que creación, en cuyo proceso participa como coimplicada en el
inscribir también aquellos que hablan en nombre de Dios y se
18. De N. Cusa, 1985; de A. Tones Queiruga, Creer de otra ntAnera, Sal Terrae,
17. Al respecto, R. Panikkar, 1995; para el fondo J. Campbell, 1991. Santander 2000.

162 t63
complot de lo real, es decir, en la realtzación de la realidad. La los condenados en el (rfr"*o. Esta teología no ha tomado en
realidad como proceso de implicación coimplica al propio Dios serio ni el Dios emanado (oriental) ni el Oior encarnado (occi-
en grado eminente, por cuanto es la personalización y el arque- dental) y mucho menos el Dios cruciffieado, es decir, la diünidad
sfmbolo de la coimplicación de lo real: el creador de los dos c
contrarios, como lo llama el Qohelet. Nos las habemos con el c
Dios adüniente que todo lo acoge.le a
Resulta ridículo, al respecto, que se caracterice ortodoxamen- por ello se dice del Dios genesíaco que (üóD la creación y la
te a Dios como el Absoluto y que se exonere de toda responsabili- encontró (sin duda un despiste óptico condicionado por
"buena))
dad mundana al Gran Responsable del todo, achacándosela a los su üsión cordial). Así que frente al Dios-razón de la tradición
ciegos elementos o al irresponsable humano caractenzado por su ortodoxa, aquí proyectamos un Dios c@mzón del univenso, una
finitud. He aquí que si no se puede hablar buenamente de Dios, divinidad que asume el bien y el mal: el mal en el bien, la muerte
podemos y debemos hablar malamente a partir de nuestra expe- en la üda, el En donde el mal podrÍa
riencia profunda de lo real: y hablar malamente de Dios no es interpretarse ación del bier, y J bi.r,
hablar sadomasoquistamente sino como lo hace la experiencia como la nem tal y como afirma ,ur- AgustÍn
religiosa profunda cuando vivencia a Dios como el Otro que no refiriéndose a Israel que se encontró a sí mismo en medio
de los
es Otro (aliud in quantum non-aliud), o bien cuando lo apercibe malqs (in malis invenit se), aüsando a Dios como Ia complexión
o
como el ser comunísimo (ens communisimum), que yo inte{pre- complección de lo diestro y Io siniestro. Acaso por ello, el espíritq
taría como el ser que coimplica el sentido y el sinsentido de la de Dios produce la luz en medio del caos (León Hebreo), ya
que
üda, la üda y la muerte , el gozo y el sufrimiento. En su obra Das de acuerdo con el taoísmo en lo más bajo se halla lo más fértil.
Heilige (In santo), €l fenomenólogo de la religión Rudolf Otto Esto lo expone bien el poeta A. calvelra así:
sinteüzó bien-que-mal esta imagen de un Dios en el que se con-
densa lo fascinante y lo tremendo, la luzy la oscuridad, el cielo y ¿Es que viste alguna vez al bien y al mal separados? Ni Judas
el infi:amundo. oscilante de amor colgado a su árbol en el no del amor sigue
La concepción de un Dios implicado y cómplice del universo colgado lCartasf.2o
democnltza la divinidad hasta situarla en medio del proceso de
lo real. Ahora Dios es el ser coimplicado en el ser, el Dios latente No podemos oponer clásicamente Dios y el mundo, debemos
figurado como latiente en el bello Himno litúrgico: componerlos: pues Dios es la condicción de toda dicción,
ur
modo de decir la condición del ser. Autores como san Buenaven-
Adoro te devote, latens deitas, tura y otros entreüeron la compresencia oblicua de la diünidad
Quae sub his figuris vere latitas. en el fondo de todas las cosas, aunque específicamente en el
fondo del alma, a modo de rever:so o reversión del ser, lo que
Se trata de un Deus sub implicatione asuntor de los contrarios implica su sentido transignificante y transfigurador. El Dios-ra-
y com-padeciente de una realidad en evolución, una visión coim- zón del universo reaparece como un Dios-amor universal,
cual
plicativa de lo real que se destaca nítidamente de la ortodoxa
concepción presente en el Suplemento de la Suma Teológica de
Tomás de Aquino con su dualismo clásico del bien contra el mal,
lo que conduce a la irreligiosa, por cuanto irreligada proyección,
de un cielo de los redimidos que se goza del sufrimiento cruel de

19. Qohelet 7, 14; É,xodo 4,24 is.

164
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raz6n afectiva: no olüdemos gu€, como recuerda Ortega tras del cosmos. El Dios implicado se muestra ahora no como el Dios
Dilthey, la auténüca ra;zón es (omnfmoda conexión: todo en ella de siempre que nunca ie müda (Escnváde Balaguer), sino como
se da enlazado, articulado, relacionado>. La verdad divina queda el Ser demudado que coimplica el no-ser, el amor que coimplica
ahora encarnada como sentido humano, y4 que no hay acceso el odio, la üda que coimplicAJa muerte, el bien q.ré coimphla el
agustiniano a la verdad, sino por el amor: non intratur in verita- mal, la gracia que coimplica la desgracia y lo diüno que coimpli-
tent nisí per caritatem. O la verdad de Dios como sentido humano ca lo demónico: porque la hipodética presencia de lo diüno con-
del mundo y, en tanto, como sentido profundo del hombre.2l lleva Ia religación de toda desligación por parte de un Dios coím-
Nuestra definición de Dios como el ser que no es trata de plice, a la vez implicante e implicado, emplegado o enrolado.
coimplicar en la diünidad el reverso o revés del ser, así pues el Dios simboliza así el sentido que encaja el sinsentido por amor,
ser decaído o decadente, el ser negativo y denegado. Dios es el la felicidad que se busca a sí misma atmvés del otro gLtr.*liza-
ser que no es porque asume transversalmente los modos del ser do. Por eso cuando el amor nos sonríe creemos en Dios, y cuando
deficiente y deficitario precisamente para su hipotética reden- sonreímos al amor creamos a Dios, de modo que san Agustín
ción o salvación. Esta representación de lo divino entra en litigio considera nuestras pasiones como un moümiento secreto hacia
con todas las representaciones aristocráticas o despóticas, seño- Io diüno. La búsqueda de Dios según el teólogo de Hipona es la
riales o triunfalistas, heroicas o machistas que lo presentan búsqueda de la beaütud en cuanto üda grata o gratificante, por
como el gran triunfador por sobre el mal y lo negativo (negatio lo que el pecado perpetra un auténtico atentado contra nuestro
negationis). Atisbamos frente a ello un Dios compasivo y cuasi propio bien. Se trata de una reüsión del pecado como algo que
femenino, Dios coímplice del hombre y Corresponsable de nues- va contra nuestra propia salud, a modo de enfermedad que nos
tras vicisitudes. Lo cual es reproyectar una divinidad adüniente, desanima o desalma la üda. El poeta A. Colinas acierta al definir
como adujera el romanticismo alemán, un Dios coimplicador de la enfermedad como la muda presencia del cuelpo desnudo de
todas las cosas que se corresponde al paulino .,todo en todo". El alma. Por nuestra parte, reinterpretamos el mal y el pecado como
sfmbolo medial de tal coimplicación es el amor como anima- una enfermedad o experiencia desalmada a curar o rem ediar.2z
ción del ser e intradinamismo del universo tal y como se revela Nuestro filósofo E. Trias ha recuperado la eudaimonía o feli-
en el mundo del hombre. Por cierto que la idea de la diünidad cidad aristotélica al proponer una ética de la buena üda en liber-
cómplice se encuentra ya en el Evangelio de Juan, cuando se tad, la cual es presentada como ürttrd o deber: imperativo formal
habla de Dios trabajando desde siempre involucrado al mundo de ser feliz que se sitúa entre el exceso orgiástico y el defecto
(Juan 5,17). asténico, término medio entre los extremos qLle recupera la mo-
deración clásica (ntesotes, in medio virtus, aLffea ntediocritas, ne
quid nimis). Aceptando la propuesta, yo añadirÍa a esta ética for-
5. Ética de la implicación mal de la felicidad el contenido que se le deniega kantianamente:
ese contenido es el amor como felicidad (humana) y sentido de la
Peca, pero ama. üda (relativo/relacional), situando el amor segúrn lo dicho como
[Variación sobre Lutero] la intersección del eros pagano y de la agape cristiana, así pues
como amor-implicación o arrror anímico (filía o amor de amis-
Dios como cómplice del universo traspone el esquema clásico
tad, caracterizado por la dilectio o dilección, una afección que
de una diünidad estática en el esquema posclásico de una diüni-
entraña cariño). En este amor mediador y mediado está el autén-
dad dinámica que funge como arquesÍmbolo del sentido abierto

22. San Agustín, Confesiones, X, 20: cunt Deunt quaero vitam beatant quaero; de
21. J. Onega y Gasset, Obras, Revista de Occidente, Madrid 1964, t.6,2ll; para A. Colinas, Nuevo tratado de arntonfa, Tusquets, Barcelona 1999; sobrc la cnración de
san Buenaventura, Obras,l, BAC, Madrid 1945, 666. la sombra, J. Hillman, en: Ettcuentros cott Ia sontbra, Kairós, Barcelona 1990.

166
167
\

tico bien común de la humanidad, proveniente de la compasión Y a continuació$ mismo autor, tras exponer sus folklóricas
Memorias, preconiza nogepararse de la üda porque todo sin¡e a
universal de carácter religioso como mostrara Schopenhauer.
su inhrsusce¡rción o metabolismo, implicando agustinianamente
Este amor-implicación se sitrla también entre los extnemos,
perc no estáticamente como extnemismo del medio/centrto o mera incluso el pecado. No está mal para las intenciones de nuestro
implicacionismo simbólico cuya traducción ética üene a sen no
equidistancia entre los conbarios, sino dinámicamente como su
abandones, astune lo Fd, acoge los reversos del ser en su conca-
mediación: a modo de lenguaje dialéctico de ida y rmelta , eapazde
apalabrar los opuestos necesidad y la libertad, el éxito o salida üdad abierta, salva el senüdo en medio del sinsentido, arrosbla el
al otno y la vuelta o -la
entada en sf, la unión y la separación, la mundo, asume el Dd, cura o cuita el alma de las cosas, remedia
belleza y la terribilidad del amor, Euridice y Orfeo. El poeta RM.
lo desimplicado y comunica los contrarios, reanima la realidad
en su sentido oculto, ¿una el amor. Esta última expresión tnaduce
Rilke ha sabido captar pregnantemente esta inclusión de los con-
la intrigante idea de N. Cusa sobre el Dios-amor, ya que amar a
bmrios interpretada en clave de reintegración simbólica:
Dios no es sino amar el amor, en nuestra terminologfa, implicar
Vence a la separación como si ella quedara detrás la implicación. Al final nos examinatán/examinaremos del amor,
De ti como el inüerno que pronto ha de malthatse. y acaso por ello el concitado Gala acaba planteándose con luci-
Muere siempre como Eurfdice, sube cantando más fuerte,
Celebrando más alto elévate en la pureza de la conformidad.
Sé y, a la vez,conoce las condiciones del no-ser,
I.a,rulz6n única de su íntima übración. námicas de/entre los extremos.
Con las reservas, sirviéndote de ellas como veladas y silenciosas,
De la naturalezatotal, indecibles sumas,
Únete alege y atenúa la cantidad.23

Ahora bien, el amor que vence a la separación no es un amor


nal radica en hacerse digtto del amor, hacerse digno de ser ama-
manso, como quiere A. Colinas, sino un amor melodramático, ro
do, en una palabra llegar a ser amabl e (amabilis). El amor, en
es un tiempo sin muerte sino un tiempo que recolecta la muerte
efecto, es el fuego que evapora el agua de la üda concreando
en un espacio interior a modo de almario. Otro ¡roeta, T. Mann,
alma (vaho o aliento) a través de un proceso de sublimación. por
ha entreüsto en la propia muerte la fuente arquetipal de todo eso el amor es concebido como un vfnculo sagrado de re-liga-
sentido, lo eterno en el tiempo, el alma del ser. Sin llegar a seme-
ción, de modo que Rougemont puede hablar de la pasión amoro-
jante cosmoüsión liminar, nuestro poeta A. Gala ha sabido ü-
sa como pasión religiosa, ya que ambas pasiones lo son de lo
venciar la natural eracual divinidad ambir¡alente entre los conffi-
infinito. Y, sin embargo, vuelve a involucrarse en el amor la am-
rios 0a üda y la muerte):
ctranto el amor es a un tiempo un
(esprritual), un recibir y un dar,
Como si un director de orquesta hubiese enloquecido, Y dirigiese
sin ton ni son la música, que no es de inüerno ya y no es de
primavera todavía y tiene de los dos melodías y acordes.2a

25- Satisficción = saturación ficcional, en el sentido de satisfacción ilusoria, por


cuanto el amor es r¡n proyecto real-ideat (archisfmbolo del real-idealismo tfpicam"trt"
humano, ya que el hombre es el animal mitológico o prcyectivo, simbólico o surea-
23. R.M. Rilke, I-os sotutos de Orfeo,2." parte, XIII, en: Obra poétba, Edicomunica- lista, hermenéutico o interpretativo). De donde la definióiOn del amor humano por
ción, Barcelon a 1999; solamente propondrfa traducir sconformidad, como nconfor-
N. Cusa como amor del amor. De D. Rougemont, 1999; sobre el amor como afectd
maciónr, trasmutando asf el matiz estáüco por el dinámico. De E. Trfas, Etica y condi'
afección y ligazónfteligación en Alejandro Magno, véase Mary Renault, El nttrchacho
ciótt hunnna, Penfnsula, Barcelona 2000. persa, Mondadori, Barcelona 1998.
24. A. Gala, Ahorahablnté de nú Planeta, Barcelona 2000.

168 169
Con este rilümo término mentamos la realidad surreal tanto ción del universo para saber a qué atenernos, con lo que la fe o
del ser anfmico como del alma, del amor y lo divino, tal y como creencia se abre a la esperanza a través de la aperttrra radical
quedó expuesto más atrás. La surealidad del sentido radical del significada como amor. Mas quizás nuestra apelación al amor
universo tematizado como coimplicación no debe confundirse sea una apelación no sólo a la implicación sino a la explicación
con la irrealidad propia de lo lógico-matemático, cuyas figuras o del univeso, tal y como lo piensa Rougemont cuando afirma que
figuraciones resultan utópicas en su perfeccionismo. Aquf en por el amor hay algo (implicación) y que el amor todo lo explica
cambio, en el terreno del ser humanado, la realidad no resulta (explicación). Nosotros hemos admitido la hipotética implica-
irreal por su perfección sino que resulta surreal por su complec- ción del todo en/por el amor, pero quizás en el üa escatológico
ción o complexión, lo que corefiere una especie de excedencia podamos saber si también lo explica todo al modo del proceso de
translógica de sentido (excessas ad sensum). En efecto, es posible amonzación señalado por Teilhard de Chardin. Mas hasta dicha
y plausible pensar a Dios aunque no se le pueda conocer, dno ser verificación final podemos contentarnos con la sensificación me-
que usemos el término conocer en su sentido etimológico de dial del amor a modo de figura, imagen o espejo enigmático de la
coengendrar y, por lo tanto, de concebir o amar. Dios, incognos- Revelación apocalfpti @.27
cible propiamente, €s pensable impropiamente puesto que se tra-
ta no de una dicción o logos puro sino de una con-dicción o logos
impuro: ellogo.s de urLmythos y, €n consecuencia, la condicción 6. El Dios implicado
general de toda dicción por cuanto condición del universo en su
ser-sentido de complicidad. Dios me es más yo que yo mismo.
Si la poesfa €s, d decir de Onega, un decir sustancial, la teodi- Drrco oB EsrBLlA, Meditaciones
cea serfa un decir hipostático: hipostasfa del amor frente a su
apostasfa, sustanüüzaciÍndel dinamismo de lo real, dicción de la Entendemos la metaffsica como conciencia de la coimplica-
con-dicción radical del universo 0a coimplicidad). Al final, como ción de las realidades, implicación que la tradición griega expre-
querfa el maestro Eckhart, Dios puede/debe liberarnos del propio sa como el ser de los seres. A partir de una inspiración cristiana,
Dios, ya que en expresión de S. Weil es el ser que nos otorga el ser interpretamos el ser como alma (interioridad), la cual está inha-
pam consentir en nuestro no-ser; con lo que Dios es el ser que no bitada por el amor cual relación de implicación del universo. En
es (supra): la potencia que asume la impotencia, el amor que co- este nuqstro esquematismo hermenéutico, Dios funge finalmente
implica el disamor (representado por el diablo). La auténtica pre- como hipóstasis del amor, asf pues como personificación del
gunta ética por Dios es dónde ha estado, sÉ y estará mienb:as la amor o amor hipostático/hipostasiado. De acuerdo con esta me-
üda se conhe de dolory el mal anega el mundo, peto sabemos'urut taffsica hermenéuüca, denominamos ser alaimplicación radical
respuesta que no conocemos: Dios está en todas partes y en ninguna. de la realidad, alma ? la implicación interior del ser, amor a la
Con ello re¿lparcce Dios como presencia ausente o realidad ürtual implicación radial del alma y Dios a la implicación personifican-
(virtualmmning), o también como un ffanvía llamado deseo.26 te del amor, el cual funciona asf como hipóstasis de la implica-
Nuestra teorta y práctica de la coimplicación afirma que no ción: Dios como implicación hipostática del universo. Esto signi-
podemos explicar algo si no lo implicamos, pero su nuda impli- fica que no obtenemos pruebas de la existencia de Dios en cuanto
cación no significa una explicación: esto es lo que nos oculTe con separado del universo sino pmebas de la coexistencia de Dios en
el caso-límite del Dios-implicación mas no explicación del uni- cuanto implicado en.s¿¿ universo (que no por mera casualidad es
vetso. A no ser que esperemos al final del proceso de coimplica- también el nuestro).
Esta reüsión de Dios como cómplice de la realidad se distin-
26. Al respecto, T. Radman, en L. Boevel (ed.), 1999; de S. Weil, I-a. gravedad y la
gracb, Trotta, Madrid 1994. 27 . Remito aquf a E. Drewerrnann, 1995; también Teilhard de Chardin, l9ó5.

170
afirmamos humanamente. Juan de la Cntz y otros místicos lle-
gan a decir que todas nuesbas dicciones o dichos sobre Dios se-
rían f;alsos, de modo que nuestro Dios sería nuest:a mentira y nos-
otros sus mentirosos o falseadores, desmentidos amorosamen-
de dioses consuelo de hombres).
te por el propio Dios. No qs posible en consecuencia fundar una
realización de lo real y, en consecuencia, en la lucha amorosa
iglesia de justos capaces de emitir la Verdad sobre Dios, pues
con el mal para su redención. De esta forma Dios comparece
que esto no sería una iglesia sino una secta. Como üeron M. Weber
como la última posibiridad de abandono, y aun dentro
de esta
la cntz, como y E. Troeltsch, una auténtiia iglesia es la congregación de justos y
posibilidad in utrenús por Jesús en
"*p.ñ.nciada en su seno amoroso o pecadores, mientras que una secta solamente es un sector que con-
nuestro último recurso de abandonarnos grega únicamente a los justos frente y contra los pecadores. Cabe
en
en su destino, suerte o fortuna a modo de coimplicación_final
cuyo eco se apercibe en el entonces preguntarse si la llamada Iglesia con mayúsculas es en
el trasfondo numinoso del universo,
realidad una iglesia o una secta, sobre todo si se presenta por boca
grito de Jesús al exclamar su
del Prefecto de la Doctrina de la Fe como la Palabra verdadera de
mi espíritu" (recuérdese que I
Dios, ignorando al parecer que la presunta palabra de Dios es ver-
El cínico o escéPtico extremo
dadera para el que la cree, o sea, pana el creyente, por lo que se
punto final Dios funciona co
trata de una verdad-de-sentido. Esto lo sabe el mismo prefecto y
sin lo cual todo se queda tal
(de momen- Cardenal Ratzinger cuando, recuperando su antigua aperlura teo-
diüno como aqueiló con lo crral todo se queda igual lógica, afirma que la palabra de Dios no es ulgo caído del cielo como
quede como tal (implicado),
to), no pare." I.r" sin ello todo se
un meteorito sino que es precisamente una sÍntesis de c'Lilturas.2e
parte, sin
sino como desimplicado o carente de sentido. Por otra
implicada del sentido en la realidad, Por todo ello, remitirse a Dios es postular el sentido de la üda,
la compresencia implícita o
(que la fe con obras) sería puramente lo que lleva consigo un talante humilde, un corazón contrito, un
la propi a éttcadel amor es
temperamento melancólico, una actitud sensibl" y una üvencia
voluntarista e in vucuo. Es cierto que ese vacío se sigue dando,
proyec- antiheroica. Ya lo aüsó Rimbaud cuando adujo que el criminal
dada la realidad contingente y dado que Dios es nuestra
(Unamuno), pero esta es más fuerte que el santo, y también B. Russell cuando conside-
ción basada en nuestra tr."r"ialquerencia
en nuestra ró la religión como miedosa por cuanto necesitada de ayudas
proyección obtiene un fundamentum in re al fundarse
(incoado). imaginarias. Y, en efecto, quizáel creyente tiene más sensibilidad
L*p.tiencia de lo real y su coimplicación de sentido
como la concavidad de lo real que fortalezd, y por lo que a uno se refiere no es que el miedo sea
En el límite Dios se nos muestra
mismos, de modo que el hombre un condicionante de la fe sino que bien podría tratarse incluso de
cuya convexión somos nosotros
(dios exterior) y el propio Dios Honto ad pánico (que es más bien miedo al miedo). ¿Y? Precisamente lo
,.úu el deus ad extra que la religión hace simbólicamente es conectar ese miedo a la
intra (Hombre interior),lo que concuerda con el dictum teresiano:
confiartza, así como diluir el pánico en el Uno-Todo simbolizado
ubúscame en ti, búscame en mí".28
por el dios Pan.
I-a creencia en Dios eS pues una creencia amorosa que Se acer-
Así que la creencia en Dios se apoya hermenéuticamente en la
ca ala fiducia o confianza-luterana, pero que pone el acento en el
cosmoüsión de un "implicacionismo simbólico" de las reali-
amor como mediación de la fe protestante y las obras católicas.
fija y dades en su ser-sentido. Recuerdo a este respecto cómo me üno
Mas la experiencia de Dios no uoibo a Llna Verdad inmutable,
del Sentido la sinuosa idea del implicacionismo en eI sinu.s, seno o pliegue
transcenáente sino a la trascendencia inmanente
cóncavo de un montículo vasco, para posteriorrnente entrever su
(con)viüdo. por eso lo que decimos de Dios nos lo decimos dela
nosotros mismos, y por lo mismo lo que afirmamos de Dios lo
29. J. Ratzinger, Fe, verdad y cultura, en: Congreso internacional de Teología, Fa-
cultad de Teologfa San Dámaso, Madrid 2000.
28. Al respecto M. de Unamuno, 1990'

t73
172
(suena aquí la música del Buda, Anaximandro y HeÉclito, así
componente o componenda simbólica en medio del mar catalán.
como en oba clave lavía negationis o remotionis dela ffadición).
Traigo este recuerdo a colación para mostrar con üüdez que, si
Si ello es así, no resultará rarala proliferación de símbolos de
el implicacionismo experiencia el ser tehlricamente como an:ai-
la coimplicación desde el paleolítico a nuestros días, entre los que
go, el implicacionismo simbólico experiencia el ser enütativo en
yo constataría el círculo,la cruz, el cuadrado y el triángulo, los
su desleimiento simbólico-acuático como alma (interioridad): en
zig-zags y ondulaciones, reticulados y espirales, el ónfalo y el
cuyo (co)seno inhabita el amor personificado en Dios, el cual
hierogamos o matrimonio sagrado, el laberinto y los zigurats o
obtendrfa aquella significación líquida y cristalina que Ortega
pirámides, lazos, nudos y rDdes que desembocan en la intered, el
atribuye al símbolo o metáfora radical:
dios-hombre y las emanaciones de lo diüno. En la cultura vasca
La esencia del cristal consiste en servir de tránsito a otros objetos:
cabe considerar el ídolo Mikeldi, rrn animal boüno/porcino sobre
su ser es precisamente no ser é1, sino ser las otras cosas. lEnsayo un círculo, como símbolo de la coimplicación, pero también el
de estética.f flamante Guggenheim bilbafno en cuanto conjunción simbólica
de la cueva ancestral y el barco-museo futurista, la piedra simé-
Accedemos ?sí, finalmente, a un Dios-cristal transitivo, lrn trica y el titanio asimétrico, las aguas maríümas y el cielo abierto.
Dios otredad transeúnte, una divinidad simbólica o metafórica Pero la coimplicación de las realidades refunde asimismo otros
que se transparenta a sf mismo, ur Dios transicional de earácter conceptos filosóficos de mediación, como el de junción o juntura,
cuasi femenino puesto que la mujer es, según Cervantes, ((un complexión o conjunción, artictilación o ajuste, tno y logos, corres-
cristal trasparente de hermosura)) que deja traslucir, según Orte- pondencia y acoplamiento, correlación y reunión, concordancia y
gd, olo otro que ellarr. Comprender a Dios quizá sea entonces nexo, coligación. Es¡recial inteÉs nos merece el concepto de coinci-
comprender la uprehensión" del universo (Whitehead), así pues dencia en N. Cusa, así como el de congruencia en san AgustÍn,
la aferencia radial y la implicación radical.3o definido como coherencia, consonancia o acorde de lo real:

Esta congruencia tiene un gran valor pues dice conveniencia,


7. Símbolos de coimplicación concortiadia o consonancia de lo real, o sea, el compaginarse de
lo uno y lo otro o, si se prefi€Fe, la coadaptación de las cosas
La quinta dimensión es el centro. creadas lDe Trinitate, \1,2f .
ITaoísmo]
Ahora bien, tanto la idea cus¿ura de coincidencia (coincüentin)
En nuesfta versión el ser del ser dice implicación (alma, amor), como la agustiniana de congruencia (congruitas) son ideas teoJG
y Dios es la hipóstasis de la implicación. En esta penspectiva esta- gicas, mientras que nuestra noción de implicación es ontoherrne-
mos todos implicados, y ni el prrcpio Dios se salva de la coimplica- néutica y, en definitiva, una idea secularizada que dice menos que
ción universal por eso no puede definirse a lo clásico como el ser coincidencia de los opuestos y más que mera congruencia de los
por sí (ens per se),sino como el ser por nosotros (ens per nos), en el divercos, exactamente concurso de los conb:arios enlpor la concu-
doble senüdo de que es una divinidad no encerTada sino abierta a rencia de las realidades en su realidad o ser: el cual no es pura
nosotros (religiosamente) y por-nosotros o a nuestro través hipoté- coincidencia de cosas ni mera congruencia de hechos sino impli-
tico (hermenéuticamente). Así pus, la realidad es coimplicación y cación del sentido (complicidad). El implicacionismo ontoherrne-
se personifica en Dios Dios posmoderno, diferente y póstu- néutico es nuestra hipótesis cum fundamento in re: con funda-
-un
ffio, una divinidad desleída y difusa, envés de lo real e indefinida mento en la experiencia humana del mundo referida ala conspi-
ración de todo en el complot o coimplicación del ser. Se ftatarta
entonces de una hipótesis algo novelesca o melodramática, como
30. De A.N. Whitehe ad, kocess and Reality, 1929; de Ortega y Gasse t, Obras, 6,256.

174 175
ma o Plenitud de los tiempos a modo de Consumación final en la
la del propio Dios implicado o comptice de dicha conspiración: la
que llegamos a ser lo que aún no somos: el ser que no es
relaciér/relato de nuestras relaciones anlmicas simbolizadas en -propia
o entitativamente sino impropia o bansfiguradamente, anímica o
fig,r* o figuraciones en torno a la gran configuración del ser-sen-
amorosamente, la ultarrealidad unitaria en cuyo seno sólo queda
tido amenazadode sinsentido. Rilke lo interpretó así:
la referencia de la aferencia como amor según san Pablo:
Soy el intervalo entre dos notas
que sólo con dificultad se armoniTani Si no tengo amor no soy nada. El amor de caridad no pasa ja-
pero ambas, übrando en la pausa oscura' más. Ahora pennanecen la fe, Ia esperanzay la caridad: pero ésta
se han r@onciliado.3l es lo más excelente [I. Corintios 13].

La presente exposición ha privilegiado hasta cierto punto el Pero volvámonos del amor trascendente a su inmanencia hu-
fenómét o del amor como ámbito de conjunción del alma huma- mana, en la que nuestna metaffsica hermenéutica de la coimpli-
na y Dios, pero no debe interpretarse según lo aducido románti- cación puede obtener relevancia política en el marco social de la
sino real-idealmente. Porque, en efecto, la fe- actual discusión en torno a la democracia. Democratizar a Dios
"o-id"ulistamente
nomenología del amor humano abierto a la diünidad nos mues- es proyectar nuestra autodemocratización, la srral consiste en
tra un Amante que se cree Dios y un Amado que no cree en Dios: coimplicar las diferencias en un horizonte com/partido. Demo-
prosiguiendo con cracia hermenéutica denomina Patxi Lanceros a tal implicacio-
R. Lull, digamos nismo simbólico, interpretado asf por él mismo:
humano, mientra
La democracia liberal ha de extraer la fuerza argumental de su
es el propio D
propia historia efectual a través de una constante relectura her-
bien-que-mal
menéutica abierta, crítica y dialogante. No puede debe-
el amor y del -no
presuponer universalidad sino ofr''ecerla y conshrrirla (en el me-
dical mediación de los contrarios jor de loscasos) proponiéndose como marco integrador de dife-
la diferencia entre el amor diüno Y rencias, como pnoyecto inacabado- de implicación,
en el amor místico el hombre se -siempre
conüvencia, cooperación y reconocimiento.33
diviniza por introyección de la diünidad en la humanidad, en el
amor humano el hombre diüniza al otro/otra por proyección.
Pero en ambos casos el amor es humano-divino: sólo en su afir- Conch¡sión: el Dios meru¡rial
mación solipsista es demonfaco porque impide la reunión de to-
dos (recuérdese que el diablo se rebela contra el Dios hominiza- Dios garantiza el continLutm, el sentido del sentido,
do). El amor fgneo proyecta a Dios como reunión purificadora de ' bajo el milagro primondial del lenguaje.
todo/todos, al modó como Rilke proyecta en la figura del Ángel el G. SrewBn, Ertata
..alto abismo" o abismo sublimado.32
Si creer en Dios es creer en el amor que inhabita el alma, amar La idea de la coimplicación es que el sentido no lucha contr
es hacer crefble la esperanza del alma: la esperanza de que la el sinsentido para su erradicación, como piensa desimplicada-
existencia tiendtenga r¡n sentido, el sentido de coimplicación que mente el herofsmo moral oficial, sino que lucha con el sinsentido
teológicamente se conoce algo rimbombantemente como Plero- para su humanización. Porque nunca podremos acabar con el

31. R.M. Rilke, Obra poétba, Edicomunicación, Barcelona 1999, 16l. 33. Pafii Lanceros, Vudades frd.giles, Oria, San Sebastián 2000; pam el tmsfondo,
J. Beriain , La, integracün en las sociedndes ntodentns, Anthropos, Barcelona 1998.
32. De R. Lull, 1989; de R.M. Rilke, Dinrios de iuvattud, Pre-textos, Valencia 2000.

176 177
sinsentido so pena de acabar con el sentido: por eso se trata de coimplicación de lo real: si existe el ser entonces coexiste el coser o
aceptarlo crfticamente, tratando de remediarlo como si se tratara cosimiento del ser, cuya hipótesis condicional e hipóstasis personi-
de úna enfermedad, no extirpándolo para siempre jamás (nunca) ficada es un Dios-pontífice medial.
sino curándolo en el tiempo cómplicemente con el intento de Al fondo del laberinto humano del mundo se encuentra el
apaciguarlo. El modelo de este apaciguamiento bien podría ser el alma como inflexión/reflexión de lo real, alma concebida mítica-
dé h música, €r la que se disuelven y resuelven las tensiones mente como un escorpión o araña atrapadora o bien lógicamen-
acumuladas de lo real experienciado como mido. George Steiner te como un espejo que refleja todas las realidades cristalinamente.
lo ha expresado así en sus Memorias: Pero esta refi:acción es fadtible por el <<azogae mercurial, que, a
modo de flexión, pliegue o implicación, posibilita lafazdel ser real
Mediante el uso de la inversión, del contrapunto, de la simulta- desde su envés sureal, mediando este lado del espejo con el otro
neidad polifónica, la música puede albergar contradicciones, in- lado del espejo. Por eso cuando Dante concluye su periplo en la
versiones de la temporalidad, la coexistencia dinámica en el mis- presencia de Dios en el Paraíso, la realidad reüerte en surrealidad:
mo movimiento global de estados de ánimo y sentimientos abso-
lutamente dispares, incluso mutuamente contradictorios.s Cuando Dante llega a presencia de Dios, al final del Paraíso, el
universo se vuelve del revés, centrándose en Dios y ya no en la
Acaso la auténtica representación de lo divino sea entonces tierra, un final que trastrueca el principio de todas las cosas.35
más musical que racioentitativd, yd que la música expresa el ser
relacional ptofundo. Schopenhauer llegó a decir güe, aunque las Esta aparición final de la divinidad trastocadora del universo
realidades desaparecieran, la realidad musical perdurarta. Cabe responde a una concepción de Dios no ya como artífice sino
pues decir ulgo musical de Dios y concebirlo como música de como artista del cosmos y, como sabía J. Joyce, el artista cohabi-
londo: ruido armonizadoy dolor melodiado, salmodia o ensalmo ta el interior sureal:
litúrgico. Probablemente ulgo así parece querer decir K. Rahner
cuando en una enigm ática afirmación dice que todo en definitiva El artista, como el Dios de la creación, perrnanece dentro, detrás,
es bueno: en definitiva, esto es, definitivamente, en la consonan- más allá o encima de su obra, inüsible, libre de la existencia,
cia o resonancia final de las disonancias. indiferente, cortándose las uñas fPetrato del artista adolescerúef.
El lenguaje sobre Dios desemboca a ffavés del lenguaje musical
en una divinidadJenguaje. En la propia obra de Steiner el lenguaje La diferencia con este retrato de Dios como artista adolescen-
es definido com o azogue, pero lo que no se dice es que ese lengua- te, está en que nosotros no entendemos la diünidad como indife-
je-azogae es mercurial o perteneciente a Hermes-Mercurio, el dios rente sino como diferenciante, dedicada por tanto no ya a cortar-
del lenguaje y la comunicación, la interpretación y la b:aducción, la se las uñas pasivamente sino a cotlárnoslas compasivamente. El
mediaóión y la confluencia, la divinidad littg,Íttico-merctlrial de poder de una tal divinidad está en la potencia transmutativa que
sustancia sólicelíquida o rclacional que cohabita cual azogue el simboliza el (mercuriou como metal derretido, plateado o blan-
fondo del alma humana posibilitando su refi:acción, reflexión o co-lunar, agua ígnea o fuego acuático, logos espennático o razón
conciencia. Lo que puede decirse de Dios es pues dicción o, más serninal, un signo en Hegel de la astucia de larzizón y un símbolo
estrictamente, condicción (condición), condicción simbólica de lo para nosotros de la argucia del corazón.3ó
real, simbolismo entendido como embolismo o eru€do/coimplica- Mientras que la astucia de la ra;zón se reclama de una
ción de lo reál, puesto que el símbolo relatalarelación tendida cual
puente entre las cosas. La existencia de Dios es así la condicción o 35. N. Frye, I-a. escritura profuu, 1992; sobre el alma (atnntt) como escorpión
(Brihadaranyaka Upanishad l,IV), v. Jon Baltza, El acotpión en su nmdriguua, Hiria,
San Sebastián, 2000.
34. G. Steiner, Etrata,1998, 90; TambiénPruetrcias rules, Destino, Bartelonal99l. 36. Consúltese E. Cirlot, Dicciottario de sfnúolos, 1995r (rn€rcUriop como corazón.

178 179
dad heroica y patriarcal, la
añagaza del corazón requiere una Apéndice metafórico
divinidad femenina o femirizada. En efecto, la fuerza de lanzún
se alfa clásicamente con la üolencia del hérroe (Aquiles), la arti- No podemos arribar a lo incrrestionable: sólo pode-
mos arribar a lo incuestionado. Lo incuestionado es
maña del corazán se religa con la concepción matriarcal de la el mito en que üvimos.
herofna (Penélope) heredada por el romanücismo cristiano. El
R. PAr.ruc<eR, The Thrufold
literato N. Frye ha visto certeramente esta diferencia entre la
fuelra (masculina) yla maña (femenina):
No podemos hablar de iDios como objeto racional-científico
porque comparece cual sujeto o condicción: por eso no se nom-
En el conzón de toda literatura yace lo que he llamado el ciclo
de forza, (violencia) y froda (artimana), en donde ambas se enhe- bra en acusativo objetual sino en nominativo subjetual, tanto
lazan una con otra, como el emblema del ying y del yang en el en la tradición judeocristiana soyr'- como en la hinduis-
simbolismo oriental. Pero el heroísmo acaba en la muerte y la ta o Alma. Pero cabe-<Yo
evocar a Dios en vocativo, que es
fuena no es, después de todo, inrrulnerable. El aspecto cómico el -Atman
modo de la invocación. Agustín de Hipona puede afirmar
de esto, la üctoria de la añagaza, adopta a menudo la forma del entonces que el hombre es la e-üdencia de Dios, mientras que
triunfo de un esclavo o de una heroína maltratada o de cualquier Dios es la e-üdencia del hombre, pu€s Dios ve a través de lo
personaje que se relacione con la fragilidad física (así en el ethos humano y el hombre a través de lo diüno: Deus in homine videt,
romántico y en el mito cristiano).37 homo in Deo.38
Asf que sólo es posible convocar aDios en nominativo y voca-
Ya el poeta Yeats distinguió la cultura clásica de signo heroi- tivo, y no es facüble decir a Dios en acusativo objetivo y, ¡ror lo
co, aristocrático y üolento (trágrco-edfpico) y la cultura cristiana tanto, acusar a Dios directamente sino indirecta y metafórica-
democráüca y altruista (tragicómica). El Dios de la cultura clási- mente: tr:aslaticiamente. Dios en efecto comparece como posibili-
ca es heroico y pderoso, el Dios de la cultura románüco-cristia- dad necesaria o posibütación, a modo de ser que no es sino
na es antiheroico y amoroso: el sfmbolo solar primero es el león, potencia o potenciación. En la terminologa leibniziana una tal
el sfmbolo lunar del segundo es la paloma. Un Dios cuya fuetza divinidad puede calificarse crral <centauro ontológrcou, ya que
procede de la maña sólo puede concebir la creación como odisea, está entre el ser y el no ser como su mediación, ür auténtico Dios
pues es una especie de Ulises/Odiseo religioso, un arquitecto mfs- transitivo y traslaticio, transpositivo y metafórico.
tico, un mago prestidigitador, un artista transfigurador, un alqui- Dios es asf el Dios-sentido y ya no el üejo Dios-verdad de la
mista transustanciador, un Dios andrógrno coimplicador de los tradición escolastizante, puesto que la vieja verdad objeüva se
contrarios maña- en el amor como poder sin poder, fundaba en el olüdo del sentido subjetivo o metafórico. Pero Dios
fundamento -fuenzay
sin fundamento, realidad surreal. no qs verdadero sino verosfmil, gu€ es una verdad de sentido por
cuanto basada en un pensamiento analógico-simbólico y no defi-
nidor-definitivo.Ia verdad se constituye a expensas del sentido,
mas la verosimilitud salvaguarda el sfmil o similitud (la metáfo
ra) que subyace a toda verdad que no ha olüdado su sentido.3e
Así pus, Dios no es el objeto dogmático incuestionable sino
el sujeto incuestionado: la cuestión abierta en toda cuestión, el

38. Al respecto, Raimon Panikkar, The thrufold lhtguistb httra-subjectivity, en:


37, N. Frye, o.c., lO4. El autorllega a planteanse si en laOdisea Homero no ofrece R. Balasubranian (Ed.), Percputives fu Philosophy, teligiott and art,Indian Council Phi-
cla vensión mcionalizada de una historia matria¡calr, cü5lo centno habrfa sido Penélo- losophical Research, New Delhi 1993.
pe y no UliseJOdiseo, cuyas artimañas derivarfan de aquella. 39. Al respecto, F. Nietzsche, Sobre verdady nrcntira en sentüo etctranrcral.

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sentido tras la verdad, la cuestión que nos cuestiona, el mito en NADIR
que üvimos simbólicamente, la metáfora radical que trasgrede lo
literal, la creación/creencia que posibilita nuestras concreacio- A dónde van las cosas que nos duelen
las que üvimos así, calladamente,
nes. El Dios metafórico metáfora de Dios- se inserta en el
-la
proceso radical de metafonzación humana como método de re-
contando nuestros pasos que se borran.
A dónde van las cosas
solución de problemas: que traemos en un pozo, en la huella de los dedos,
los gritos del espanto y el amor y la tristeza
La actiüdad metafórica y simbolizante es un mecanismo de re- que nos cun/a. SElo cosas
solución de problemas. En cuanto mecanismo es universal, y se limitadas, nuestras, quietas
activa por igual en el hombre de la calle ante el problema de y casi ofrendas, irremediables,
conceptualizar un olor que en el físico teórico que se enfrenta a üejas.
la umateria oscuraD. Pero la particular solución que cada indiü- A dónde van entonces gue nos duelen
duo o grupo arbitre para el problema inicial resulta socialmente como un crujido de brasas en la noche
cargada con esa tupida red de adherencias evocativas y connota- como un asombro de pájaros y rezos.
tivas que se han condensado en el símbolo y que provienen tan- Una herida que pasa, invisible y súbita,
to de la experiencia, creencias y expectativas personales del su- al otro lado de Ia came.
jeto de la interrogación como de la experiencia, creencias y ex- A dónde va la sombra de las cosas, el vaho
pectativas de la cultura o gmpo a los que pertenece.40 de la tibieza negra en el cristal
de la emoción bajo las cosas.
O el Dios metafórico metáfora de Dios- como resolu- Ese tocar de pronto
-la evocativamente expresado, invoca-
ción del problema de la üda: una honda, honda grieta
tivamente proyectado, convocativamente dicho. Un tal Dios debajo de este mundo.
meta-fórico es la figuración de una diünidad traslaticia, porque Joncs FeRNAr.rDBz Gn¡Neoos
traspone el no-ser en ser y repone el ser en el no-ser simbólico
(ahora impregnado o preñado de ser). Estamos ante un Dios Pareciera que estamos proyectando un Dios decadente o de-
tranüario que comunica los opuestos meta-fóricamente, que no caído, una diünidad que pasa del cenit de los cielos al nadir del
en vano tranvía define en (neo)griego el tránsito (im)propio de la inframundo. Y así es. Esta decadencia se corresponde con el
metáfora entre elllo uno y elllo otro. Rito de paso, pasaje y transi- decaimiento de lo diüno en nuestra cultura, mas también con su
ción del Deus transiens o Dios transitivo y transeúnte, Deus via- ocaso real ante el mal conscienciado por el hombre. El descenso
tor, diünidad que üaja humanamente con nosotros, cuya conse- a los ínferos es la posibilidad que el Dios tradicional aún tiene
cuente prédica es la de Jesús en el Evangelio de Tomás: .,sed para resucitar contemporáneamente. El viejo Dios-explicación
transeúntes>, cuyo eco se apercibe en el yo transitivo de Montaig- reüerte así en Dios-implicación. Dios tiene pues que irse al fondo
ne. Dios es finalmente el sujeto que, como dice Foucault del au- Grunde gehen- para poder renacer, de modo que parafra-
tor, desaparece instaurando una presencia ausente: sujeto meta- -zu
seando a W. Whitman sólo podemos encontrar lo preternatural
fórico y metáfora del autor que asiste al nadir de la üda y al abismáticamente bajo nuestros pies:
agrietamiento de su propia obra: "Si quieres encontrarte con-
migo, búscame bajo la suela de tus zapatos> (Canto de mí mismo,
trad. J.L. Borges). Ello se con:esponde con la idea de Boehme
sobre que Dios habita en la nada del ente (o en la muerte del ente
en Yeats), asf como con la concepción de Aücena sobre que Dios
no tiene propiamente ser esencial sino existencial: Primus igitur
40. Enmánuel Lizcan o, I-a. ntetdfora, en: Reü sta Enryfu{,a, 2 (1999) , 37 . non habet quidditatem (Metaftsica YTJJ' 4).Pues al contrario que

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los seres creados que no tenemos existencia propia sino mero ser amor hipostático o personificado entre el Padre y el Hijo (asf en
o esencia, en Dios la esencia consiste en pura existencia sin ser la iglesia de Urschalling): en donde puede observarse también
entitativo (quididad). A partir de aquf el clásico Dios-referente o cómo se forma en la parte inferior de la Trinidad cristiana una
referencia debería suplantarse por un Dios-aferente o aferencia: especie de comisura, labio, vulva o coimplicidad de la tríada sa-
una diünidad que muere troceándose en la propia creación sien- grada. Este estigma o marca r¡ulvar se representa a menudo en la
do, por tanto, nosotncs sus fragmentos que al final se cointega- llaga del costado del Cristo atravesado por lalanza en la cnrz, así
rán (el rito de la comunión eucarística de Cristo entre sus miem- por ejemplo en el Cristo de Piedad de Diego de la Cruz (siglo )ff),
bros avalarta teológicamente esta idea). Cabe, pus, un discunso en el que puede verse la'herida cual labio abierto en rojo üvo. Se
sobre Dios como muerte y rresurección de las realidades en un trata sin duda del signo máximo del amor como aferencia (affrc-
lenguaje cristiano: o bien como la protoexistencia de lo real sim- tio), símbolo en Rodin de la inteligencia creadora a pesar de su
bolizada en lo que Ortega llama la .,nada genital' o procreadora. fugitiüdad (Fugit amor se ütula una de sus esculturas): fuga que
Asf que lo que puede decirse de Dios es que no puede decirse es también la impronta del sentido tránsfuga.
nada propiamente: pero sl impropiamente la nada (simbólica), Un gran crftico contemporáneo ha dicho que la pregunta porla
con lo que nos abrimos ala mfstica orientalizatrte. El poeta José uexistenciau de Dios es irreligiosa: por eso no cabe hablar de prue-
L. Hidulgo se ha referido a un tal Dios precisamente: bas de la existencia de Dios sino solamente de pmebas de su coe-
xistencia. Pero estas pruebas de coexistencia no son precisamente
Pero sé que no estás, eue el üvir solo pmebas de consistencia sino solamente de insistencia o resistencia
es soñar con tu ser inútilmente condiccional. La prueba más intrigante de la coexistencia de Dios
y sé que cuando muera es que Tú mismo
está en concebirlo divino como condicción de toda dicción (supra),
será lo que habrá muerto con mi muerte.
así pues como la condición de la propia dicción metafórica: ,rl'a
(Mas sé que, como un mar, a todos bañas;
que las almas de todos Tú reflejas). exprqsión cental de la metáfona es el "Dios", el ser gu€, como dios
lLos muertos.) del sol, de la guena, del mar, etc., identifica una forma de persona-
lidad con un aspecto de la naturalezarr.42 Ahora podemos afirmar
Esto concuerda con el simbolismo radical del cristianisffio, finalmente que Dios es metafórico porque la metáfora es udiünar:
así como con la idea de una diünidad cuasi femenina. En efecto, por ello, lo divino 0a divinización) resulta ser la condicción de la
ha sido G. Simmel quien ha puesto en correlación esencial la dicción metafórica misma. Cabría denominar a una tal diünidad
matriarcalidad femenina con el fundamento de la existencia y su como catáfora de la metáfora, trasfondo de la figuración, el nom-
unidad recóndita, así pues con el fondo universal de las cosas.4l bre propio de lo figurado. De esta guisa la figura de Dios se ofrece
Aquí se abre la gran brecha bajo el üejo solio divino; por ella como la configuración de lo rcal en su sentido y, por lo tanto, crral
acecha de nuevo la serpiente mitológica asociada a la sagacidad gar:ante de la coimplicación simbólica de la realidad. Esta üsión se
femenina, por ella reaparece en medio del mundo heroico mas- eqpresaría en cierta bradición como el hecho ffiscendental de que
culino su envés/revés ariológico: la visión de la otredad antiheroi- Dios no puede odiar propiamente nada, precisamente porque re-
ca. Esta üsión se expresa extraoficialmente en la figuración del presenta la coimplicidad omnímoda: aunque pueda ser odiado
Espíritu Santo como hermosa fémina amorosa, símbolo del bajo el signo de la desimplicación negativo/negadora del senüdo
figurado en nombre del sfursentido apropiado. Mienbms que la res-
puesta implicativa dice proyección y apertura, sb última respues-
41. G. Simmel, 1946; véase sobre G. Simmel la Reüsta Reis,89 (2000), monográfi- ta negaüva dice cntnzónu oclusión.
co coorrdinado por J. Beriain, en el que se estudia la dialéctica de üda o subjetiüdad En el proceso inmanente de configuración del ser el lenguaje
(nrchr-Lefutü y objetividad o forma (ntehr¿1s-Leben) en el autor judeoalemán. Sobre
la nnada genital, que subyace al fondo de toda cosa a modo de preexistencia matricial,
J. Ortega y Gasset,Obras, Reüsta de Occidente, Madrid t965, t. D(, p. 4ó8.' 42, N. Frye, Elgrancüigo, Gedisa, Barcelona 1988,31.

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realiza la personalización de ciertas realidades y seres a modo de Nuestra idea del Dios implicado se corresponde con la intui-
diünización de lo real esta diünización remite a lo diüno y esa ción de S. Weil de que Dios más que imponerse a nosotros se
personahzación remite al Dios personificado. Así que el Dios im- expone en nosotros. De acuerdo con ello, la propia idea de la
plicado es un Dios implicado fundamentalmente en el lenguaje. Y felicidad no está meramente en inmergerse en la Unidad sino
nuestra rz;zón implicaüva es una nz6n que coimplica lo irracio- también en que el Uno se expresa, expone y plurifica en nosotros
nal: el mito subyacente al logos, la condicción de la dicción , la autónomamente, representando esta autonomfa la libertad. Esto
implicación de la explicación. Lo que puede decirse de Dios es que es lo que significa el implicacionismo simbólico, la implicación
Dios puede decirse: lo cual no quiere decir que se le pueda nom- abierta y no aftapadora, pues hhy que reeentender (pos)moderna-
brar apropiadao apropiadoramente sino impropia o inapropiada- rnente el simbolismo no como mera fusión sino como fusión o
mente. Creer en Dios sería el fundamento de la fe en el hombre, sutura implicaüva de la fisión o fisura desimplicada: de nuevo la
pero se trata de un fundamento lingtiístico o hermenéutico, de com/partición o dualéctica generalizada de los contrarios. En la
una interpretación metafórico-simbólica. Dios es el mito aún no terminologra simmeliana más ariba concitada, la fisura o esci-
cuestionado porque nos cuestiona: se trataría de cuestionarnos a sión es típicamente formal o masculina, mienb:as que la sutura o
nosotros mismos al cuestionarlo en su tradición. Este cuestiona- conexión es tfpicamente ütal o femenina: parafraseando a Seyla
miento aquí reÑzado bajo la rubrica del implicacionismo simbG Benhabib diríamos que si el espÍritu objetivador masculino pro-
lico trata de representar la diünidad como el cosimiento/casa- yecta al otro generalizado, el alma subjetiva femenina introyecta
miento de los cont:arios, en donde los contrarios acaban hacien- al otro personñzado. El Otro generalizado abstractamente apare-
do el amor con humor: implicacionismo irénico/irónico. ce como el dinero, sucedáneo de la diünidad felicitaria, y el Otro
Para algunos este hermanamiento de los contrarios podría re- personalizado concretamente comparece como el amor, el cual
presentar una suhrra monstruosa y, €n efecto, de algun modo lo busca, según O.Paz, el alma en el cuerpo y el cue{po en el alma.aa
es: en cuanto el espfritu trata de coimplicar al monstruo antiheroi-
camente, a través del rodeo anímico y el régimen fratriarcal, el
cual se inscribe en el horizonte simbólico del sentido abierto y
del amor com/partido: amor del amor y el desamor, contrariado
amor de los contrarios, coimplicación tragicómica de los opuestos
corno penspectiva inacabable de reconciliación infinita. Dios es el
arquetipo de esta salvación o redención infinita en su seno simbG
lico. Y, en consecuencia, el ideal de la felicidad posible entendida
como actitud asunüva ante lo real. Nuestra posición implicacio-
nista llega a encontrarse con la complementaria posición explica-
cionista de B. Russell cuando afirma qLle toda infelicidad se basa
en la falta de integración y que toda felicidad se funda en la unión
profunda con la corriente de la üda: Ia diferencia está en qLle esa
coriente ütal fluye extroversoramente para el británico afuera,
mientras que nosotros pensamos que refluye adentro anímica-
mente. Pues si como quiere R.'\M. Emerson, el hombre está hecho
de la misma sustancia que los acontecimientos, se trataría no sólo C. Garcfa Gual, Debate, Madrid 2000, en donde se ofrece una especie de hedonismo
de implicarse en ellos sino de coimplicarlos.a3 estoico consistente en no violentar a la naturaleza sino persuadirla.
44. O. Paz, La llama doble, Seix Barral, Barcelona 1993; S. Benhabib, en: Gender,
C.C. Gould (ed.), Attrlantic Highlands, Nueva York 1997: aquí la autora diferencia
43. Véase B. Russell, 2000; compárese con Epicuro, Sobre la felbidad, edición de entre el ootro generalizadoo (abstracto) y el (otro concretor.

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