Está en la página 1de 12

Guion teatral - La vida de Simón Bólivar (Obra Sencilla)

784 palabras 4 páginas

Ver más GUIÓN DE LA VIDA DE BOLIVAR:

Autor: Alirio Castillo (Pensamiento Bolivariano)

Personajes:

Simón Bolívar

Juan Vicente Bolívar y Ponte-Andrade

María de la Concepción Palacios y Blanco

María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza

El Cura

Santiago Mariño

José Antonio Páez

Narrador: Estando María de la Concepción Palacios y Blanco y Juan Vicente Bolívar en espera del
nacimiento de su hijo, eran muchas las expectativas, y emociones que estos sentían al saber que
ya era casi la hora que estaban esperando; hasta que un 24 de julio de 1783 llego la hora del
nacimiento de su hijo.

María de la Concepción Palacios y Blanco: ¡Juan Vicente, Juan Vicente! Ven acá para que lo veas.

Juan Vicente Bolívar: ¿A quien? ¿Cómo dices? …ver más…

Simón Bolívar: ¡María teresa vámonos a Caracas! ¡Estoy convencido de que tenemos que estar
allá! ¡Además la causa me llama!
María Teresa Rodríguez: ¡Solo dime cuando; que yo iré a donde sea que vayas!

Simón Bolívar: Será lo más rápido posible.

Narrador: Parten entonces hacia Caracas donde luego de un tiempo María teresa muere a causa
de fiebre amarilla. Luego Bolívar abraza la causa independentista y se alía con Santiago mariño y
los Orientales; y más tarde con José Antonio Páez y los Llaneros, sabiendo que para lograr la
independencia se necesitaba de la unidad de un gran Grupo aguerrido de combatientes
acostumbrados a las fatigas y las inclemencias.
Simón Bolívar: Mariño tienes que comandar a un buen grupo de soldados guerreros, que luchen
por nuestra causa, tú sabes que ya no vivo para mí, sino para una patria que quiere parir
independencia.

Santiago Mariño: Mis soldados son guerreros, pudientes de soportar cualquier situación de
guerra a muerte; tienes que darles tierras a cambio de tan grande hazaña; Porque tu bien
conoces que esta lucha no es de terceros; sino para los que llevamos esta tierra en la sangre.

Obra de Teatro "Simón y Simón"

“SIMÓN Y SIMÓN”

1º ACTO. (La negra Hipólita con el bebe Simón en sus brazos, le canta, lo arrulla…)

NARRADORA:

En la Caracas colonial cuya población no sobrepasa unos 30.000 habitantes, Simoncito creció
como todos los niños de su rango social; mecido en los brazos de una esclava negra llamada
Hipólita.

HIPÓLITA:

Come mi niño, aliméntate de la leche que esta negra te ofrece… Mi Simón, mi Simoncito.

ESCENA 1. (Debajo de un frondoso árbol se observa al maestro Simón Rodríguez junto a sus
estudiantes, y con ellos al niño Simón Bolívar).

NARRADORA:

Todo el hacer intelectual de Simón Rodríguez confluye al único propósito de enseñar,


¡perpetuamente enseñar!, guiar, nutrir de conocimiento, iluminar, enseñar a destruir lo viejo,
para crear e innovar.

Simón Rodríguez, el nuevo maestro, de 23 años, de origen modesto pero muy inteligente, entra
a comandar un grupo de 114 niños, en cada uno de los cuales trata de inyectar conocimientos,
costumbres y buena conducta.

ESCENA 2. (Pensativo SIMÓN RODRIGUEZ). Dirige su mirada al campo en donde los campesinos y
los jóvenes, adultos, ancianos: aran siembras y cultivan la tierra. Sudorosos y cansados; los
rostros de quienes trabajan día y noche sin ver más oportunidad para su incierto futuro).

SIMÓN BOLÍVAR NIÑO:

“Maestro, ¿por qué te has quedado callado, viendo a la gente que trabaja la tierra?

SIMÓN RODRIGUEZ:

¡Sabes Simón! Sueño con que ellos también aprendan las letras, para que no sigan siendo
explotados.

Niño-a: ¿Maestro y como hacemos para que los pobres no seamos explotados?

Niño-b: A través de los estudios.

Niño-c: A través del conocimiento.

Niño-d: Con tolerancia y respeto.

Niño-e: Con solidaridad.


Niño-f : Con amor a la patria

Todos los niños-g: Y a nuestros hermanos.

SIMÓN BOLÍVAR:

Maestro ¿cree usted que ellos algún día puedan ir a la escuela?

SIMÓN RODRÍGUEZ: Ese es mi gran anhelo… ¿Recuerdas el gran sueño que te he hablado? La
escuela está en cualquier lugar, si se quiere aprender a enseñar y enseñar a aprender.

ESCENA 3. (El maestro continuo dando sus clases, poco a poco los niños se va alejando de la
escena… El niño Simón se dirige a su casa)

NARRADORA:

Simoncito emprende camino a casa, junto a sus compañeros, observa con detenimiento a los
esclavos y mestizos que trabajan en la plantación. Recuerda que con ellos se subía a los árboles…
Llega a su casa, está en la cocina muy callado; la negra Hipólita se acerca, le toca la cabeza y con
tono de voz bajo le dice:

NEGRA HIPÓLITA:

¡Hay mi niño! Aquí está tu chocolatito, bien calientito… como a ti te gusta… ¿y qué te pasa mi
niño porque estas tan callado?

ESCENA 4. (El niño no responde; pensativo observa una jaula con 5 pajaritos. Se levanta de la
silla lentamente y la abre para liberarlos).

SIMÓN BOLÍVAR:

Pensaba en la libertad… “La libertad de los pueblos… de los pobres.


(La negra Hipólita, consternada, con lagrimas correr por su rostro; toma de la mano a su niño y
se retiran del escenario).

NARRADORA: Con este acontecimiento se deja entrever el ideario ya formado en el niño Simón
Bolívar, quien tuvo otros maestros en su niñez y adolescencia… pero ninguno grabo en profundo
un pensamiento como el que Rodríguez tatuó en su discípulo… sus saberes, sus normas, su yo,
en el espíritu del niño con intensidad creadora y profunda…

Todos los actores salen al escenario, nombrando en voces altas y apoyadas con una pancarta, los
valores que se encuentran enmarcados en el preámbulo de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.

ue así como Bolívar, en momentos de dolores y de inspiraciones supremas, buscó en el refugio


del confidente. En la hora del triunfo pidió sus brazos para ceñirse a ellos, y hasta el último día
de su vida conservó como el más grande de sus cariños, como el más arraigado de sus
recuerdos, el recuerdo del amor por su viejo maestro.

Nació don Simón Rodríguez en Caracas, capital de la Capitanía General de Venezuela, hacia el
año 1771. Hijo legítimo de Cayetano Carreño y doña Rosalía Rodríguez, este hombre de curiosa
fisonomía y de extravagantes y originales idea llevó por algún tiempo el apellido de su padre;
luego por una de sus genialidades tomó el de su madre que usó hasta su muerte. Faltó en breve
su padre, el señor Carreño, Simón y su hermano Cayetano, dos de los cinco hermanos quedaron
bajo la tutela de un tío cura de apellido Rodríguez. Simón era irascible y dominante, no así
Cayetano, un buen muchacho que solo pensaba en la música. Fue discípulo del Padre Sojo y llegó
a ser uno de los grandes pianistas de su tierra.

Simón y Cayetano nunca pudieron avenirse y a decir del historiador Plaza, en su obra “Ensayos
sobre el arte en Venezuela” ésta fue la verdadera razón de por la cual se quitó el primer apellido.
Don Simón Rodríguez, fue autodidacta, él mismo se procuró su educación y gracias a un viaje
que hizo a Europa, recorriendo sus principales naciones ganó gran prestigio.

Era lector asiduo de Homero, Diderot, Montesquieu, Rousseau, Spinoza, Hobbes, y Holbach.
La máxima de Don Simón Rodríguez era: “Educar es enseñar al hombre una industria que
asegure su subsistencia y una moral que regle sus acciones con los demás”

Amaba la educación del pueblo porque le significaba la liberación.

Muerto don Juan Vicente Bolívar, la Audiencia de Santo Domingo, a petición de la señora viuda,
nombró tutor del ilustre huérfano (Simón Bolívar tenía tres años) al célebre jurisconsulto Don
Miguel José Sanz.

Crecido, y sobre todo, convertido en un verdadero enfant terrible, el pequeño Bolívar fue a
habitar al lado de su tutor, algún tiempo después, veinte meses de vida común bastaron para
que el grave doctor Sanz renunciara a la idea de poder dominarlo, y, además abrumado por sus
propios quehaceres, resolvió declinar la difícil y delicada guarda.

Entonces se llamó a don Simón Rodríguez. El nuevo maestro se consagró por entero a su
discípulo. Día y noche cuidó de él con paternal solicitud. Mas tarde cundo murió su madre. Doña
Concepción Palacios y Blanco, el señor Rodríguez tuvo para su noble pupilo solicitudes de padre
y madre. Con el genio suficiente para comprender, o mejor adivinar el genio colosal de su pupilo,
Rodríguez se propuso a vaciar en ese surco fecundo todo el semillero liberador que gestaba en
su cerebro. Las primeras lecciones que le dictaba, al pequeño niño; El Maestro del Libertador, se
la hacia al aire libre para enseñarle el inmenso libro de la naturaleza. Después le enseñó las ideas
revolucionarias de Juan Jacobo Rousseau. Le dio a leer a Emilio, que era algo parecido a Bolívar
“rico”, “de gran familia” y “huérfano”.

Para esa época don Simón Rodríguez contaba con veintiún años y Simón Bolívar tenía diez. Don
Simón Rodríguez, no solo se encargó de ser un maestro de escuela para Bolívar lo hizo un gran
atleta también. En sus prolongadas excursiones por el campo hizo que Bolívar desarrollara la
aptitud para los ejercicios corporales, que hizo de él el caminador infatigable, el jinete maestro,
el nadador intrépido, que ninguno de sus compañeros de armas pudo sobrepasar más tarde.
Simoncito coronó, con trece años, “la primera” de Emilio con la conformidad perfecta según las
prescripciones del educador. Las carreras por los bosques, las cabalgatas por las sabanas, las
partidas en el lago de Valencia, lo habían hecho fuerte y diestro”

Pero esa educación, tan bien comenzada, iba a ser bruscamente interrumpida, a consecuencia
de las ideas y procederes de Rodríguez, quien no cejaba en su empeño de formar “gente para
hacer República”

Mas, como su enseñanza pareciera subversiva y peligrosa a la Autoridad española, y como,


además, se viese comprometido en la revolución republicana de Gual y España y en posteriores
conatos de insurrección, tuvo que emigrar. Maestro y discípulo se separaron en julio de 1797,
Bolívar tenía catorce años.

Don Simón Rodríguez partiría de la Guaira, cambiándose el nombre y se hace llamar Samuel
Róbinson y llegando a Jamaica como tal. En una escuela en Kingston aprende inglés.

Pasó luego a los Estados Unidos y trabajó en una imprenta, ganaba solo para mantenerse;
permaneció allí durante tres años, al cuarto se fue para España, llegó a Cádiz, y por Bayona se
fue a la capital de Francia. Aquí conoció a un sabio alemán que residía en Viena, y se fue con él a
Austria.

Mientras tanto Simón Bolívar había ido a México y a España en 1799; había gozado de las
delicias de la corte de María Luisa de Parma en 1800; habían salido casi expulsado de Madrid en
1801 y contrajo matrimonio con la Marquesa del Toro en 1802; volvió a su Patria al enviudar
prematuramente y retornó al Viejo Continente en 1803.

Atolondrado, y casi enloquecido por la pena llegó Bolívar a París. Y en plena Ciudad Luz, en plena
capital del mundo se encontró aún más solo. Recordó entonces a su maestro, y para juntarse con
él partió para Viena.

El 2 de diciembre de 1804, Napoleón se coronó Emperador de Francia en la basílica de Notre


Dame. Con asistencia del Papa Pío VII. Dice el historiador Rumazo González, “fue un acto teatral
entre grandioso y ridículo. El nuevo monarca se puso el mismo la corona y luego colocó la de la
Emperatriz su esposa, Josefina, en doble acto de desprecio al Papa.

Robinson y Bolívar se alejaron de la multitud, Bolívar luego le comentaría a su maestro:


“Sorpresa, no admiración fue el efecto que produjo en sus compañeros de armas el disfraz del
Emperador”; “Se hizo emperador, y desde aquel día lo miré como tirano hipócrita”.
El juramento en Monte Sacro

El 15 de agosto de 1805, Robinson y Bolívar ascienden en paseo a una de las siete colinas de
Roma, al Monte Sacro, hablan, examinan la situación de la América esclavizada; ven en lo
profundo la fuerza que se requería para tal acción, Y Bolívar con lagrimas en sus ojos se volteó
hacía su maestro y dijo, “Juro delante de usted por el Dios de mis padres; juro por mi honor que
y juro por la patria que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto
la cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”.

El arte de escribir de don Simón Rodríguez

La ortografía según El Maestro del Libertador es discurso hablado o escrito comprende dos cosas
la pronunciación de las palabras y la expresión de los pensamientos, la articulación de las voces y
la modulación de la voz. La escritura debe, por consiguiente, tener signos para una y otra cosa.

En cuanto a los signos que marcan la pronunciación de las palabras, la ortografía castellana
necesita reformas y puede admitirlas; pero los españoles no quieren una ortografía perfecta.
Alegan para ello muchas razones, pero ninguna conveniencia. Quieren por ejemplo que los
signos no tengan valores determinados – quieren escribir más de lo que leen o escriben o
escribir de un modo y leer de otro, o distinguir escribiendo lo que distinguen pronunciando.
Limpia, fija, da esplendor, es el mote de la Academia; pero no se limpia de signos inútiles el
alfabeto, y es sí como don Simón Rodríguez destierra del alfabeto toda letra como la H, que no
se pronuncia, y no quieren que haya dos o más letras para un mismo sonido, como sucede con la
K y la Q y la C delante de la A, O, U, debe escribirse como se habla y no complicar inútilmente el
alfabeto.

Don Simón Rodríguez adoptó un sistema similar al que se usa para escribir música, para que la
gente leyese empleando distintos tonos de voz, así se valió de llaves, guiones, puntos
suspensivos, tipos diversos por la forma y tamaños; de renglones seguidos o cortados.

Rodríguez escribió “la apertura de una opera no es una sinfonía de caprichos sino el preludio de
toda la obra. Si es que es bien hecha, los músicos de profesión reconocen los principales rasgos
de la pieza y entran en la intención del autor. Así ha de ser el prólogo de un drama, el prefacio de
un libro, el proemio de un tratado, que preparan a la exposición misma”.
Es el estilo ortográfico de don Simón Rodríguez muy particular. Se empeña en llevar las palabras
en un sentido más exacto. En la portada de una de sus obras se puede leer: “El conocimiento de
las palabras es obligación tanto del que escribe… como del que lee."

A siglo y medio de la desaparición (28–2 –1854) de el Maestro del Libertador, don Simón
Rodríguez, seguimos aguardando una reforma total de en la ortografía castellana. No obstante,
siendo visionario con todo y sus 83 años, pronunció estas palabras:

“Cuando nada se espera de la vida, algo debe esperarse de la muerte”.

Don Simón Rodríguez- El Maestro del Libertador

Fecha de nacimiento: en Caracas, 28 de octubre de 1771, casi doce años mayor que Bolívar

Fecha de fallecimiento: Amotape, Perú el 28 de febrero de 1854. 1877 Cambia de nombre a


Samuel Robinson.

1805 Juramento en el Monte Sacro, en Roma.

1823 Regresa a América, Cartagena, y se vuelve a llamar Simón Rodríguez.

1924 Sus restos son llevados al Panteón de los Próceres de Lima.

1825 Se encuentra con Bolívar. Director General de Educación.

1826 Chuquisaca funda una escuela- taller con proyecciones en toda Bolivia. Renuncia en
Chuquisaca.

1828 Publica el Pródromo de la obra Sociedades Americanas en 1828.

1830 Publica El Libertador de Medio día de América y sus compañeros de armas, defendidos por
un amigo de la causa social.

1831 Año probable de su segundo matrimonio con Manuela Gómez.

1843 Paita. Visita a Manuelita Sáenz. Ese mismo año se va a Quito a enseñar en el Colegio San
Vicente.

1854 Enfermó de gravedad en Cabo Blanco y muere en Amotape.

1954 Sus restos son llevados al Panteón Nacional de Caracas, junto al sarcófago de su discípulo
Simón Bolívar.

1975 La Universidad Simón Rodríguez de Caracas edita Las Obras Completas de Simón Rodríguez.

Gil Ricardo Salamé Ruiz

<:ver_imprimer:> Facebook Twitter Delicious Seenthis Digg RSS

Gil Ricardo Salamé Ruiz

Escritor

Los artículos de esta autora o autor

Alia2 en español

La Agencia Latinoamericana de Información y Análisis-dos (Alia2), es un medio de comunicación


independiente, plural, que refleja la realidad venezolana y latinoamericana con ojos
latinoamericanos, en diferentes formatos (texto, sonido, foto y video) e idiomas (inglés, francés,
portugués, español).

Política

Economia

Sociedad

Multimedia

República Bolivariana de Venezuela

Grupo de Contacto apoya al presidente autoproclamado en VenezuelaGrupo de Contacto apoya


al presidente autoproclamado en Venezuela
¿Pueden Venezuela y sus vecinos sobrevivir a la guerra que ya se anuncia?¿Pueden Venezuela y
sus vecinos sobrevivir a la guerra que ya se anuncia?

Declaración final del Grupo de contacto internacional (GCI) sobre VenezuelaDeclaración final del
Grupo de contacto internacional (GCI) sobre Venezuela

Washington, la razón de la fuerzaWashington, la razón de la fuerza

«El arte de la guerra»

2637 Artículos

Artículo bajo licencia Creative Commons

También podría gustarte