Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I. El Señorío de Ribelles
El padre de Constantí, don Enric de Friberos fue un capitán al mando del marino
basilicato Roger de Lauria. Luchó en 1285 junto a éste en la batalla contra la dinastía
francesa de los Capetos, en la llamada “cruzada contra los aragoneses”. El de Lauria y don
Enric defendieron la costa de Calella de Palafrugell, dando victoria a su Majestad Pedro el
Grande frente a los inútiles intentos de Felipe III, el Atrevido, a efectuar el golpe.
Posteriormente, en tiempos de Jaime II, don Enric expulsó a los franceses del Valle de
Arán, y como agradecimiento éste le concedió el Señorío de Ribelles y su título nobiliario.
Las Islas Formigues, donde una vez hubo luchado, quedaron dentro de su propiedad.
Años después, su hijo Constantí heredó el Señorío y tuvo también un hijo, Antón de
Ribelles y Laforet.
Cuando el Rey Jaime II de Aragón entregó la jurisdicción de Ribelles a don Enric, éste
mandó construir un pequeño castillo-fortaleza sobre uno de los islote de las islas
Formigues. Debido a su particularidad (un castillo en una isla), con el tiempo pasó a
convertirse en destino de peregrinación de muchos viajeros hasta que, en los últimos
años, se reconvirtió el lugar en un monasterio de clausura, el Monasterio benedictino de
Formigues.
En el año de 1277 el rey Pedro III adquirió el Castillo de Sant Esteve, de cimientos
romanos, y mandó fundar la villa por su gran refugio costero para buques, e
impulsándola con los privilegios de la Carta Puebla y la creación de un mercado semanal.
También compró el terreno en el que se asentó posteriormente la villa y dio a Astrugo
Ravaya el encargo de fundarla, como excelente lugar de refugio para que los buques, en
caso de temporales, acudiesen a dicha bahía.
´
PRELUDIO PARA EL DIRECTOR
Constantí de Ribelles, dueño del Señorío homónimo, le ha pedido encarecidamente al
Abad del Monasterio de Formigues un favor: trasladar a su convento a su primogénito,
Antón, ya que ha sido acusado de herejías y otros pecados por la propia iglesia
(concretamente la Inquisición aragonesa, fundada antes que la Castellana, en el año
1249). En el monasterio, según el deseo de Constantí, su hijo debe ocultarse.
Constantí no sabe nada de esta trama, sólo que algunos espías le han avisado de los
rumores sobre una especie de junta o asociación interesada en capturar a su hijo, algo así
como “Vera Lvcis”, por lo cual le pide el favor al abad de esconderlo un tiempo en su
monasterio. Debido a la presión de don Constantí (y una buena suma de dineros y
favores), el abad de Formigues acepta el encubrimiento, haciéndolo ingresar como falso
novicio. Habiendo ya cruzado el mar hasta el islote donde se encuentra el monasterio,
Antón enviaba una paloma mensajera a su padre cada día para hablar con él, a lo cual
éste le respondía con las novedades, si las había, acerca de la tensa situación. Ésto se
repitió durante los diez primeros días, pero hacía cinco que Constantí no recibía noticias
de su hijo (la paloma no llegaba).
Cabe decir que los monjes se abastecen de los suministros que pescadores y comerciantes
les transportan, aunque también navegan hasta la costa para adquirir productos. Desde
hace unos días algunos de estos proveedores mercantes rehúsan de ir allí, puesto que han
pasado por las aguas cercanas y han visto restos de barcazas y suministros flotando a la
deriva, tal que si fuera de naufragio o ataque. Tampoco se ha visto en ese tiempo a
ninguno de los monjes de monasterio ir a la costa. Incluso dicen los pescadores costeros
del señorío que una noche hubo un incendio en alta mar, cerca de uno de los islotes,
como originado de la nada, pues ¿qué podría arder tan fuertemente en el agua?
Ha llegado también a los oídos de Constantí que en algunas de las aldeas que componen
el Señorío de Ribelles esos restos a la deriva y fuego en la mar no son sino cosa de su hijo
Antón, fruto de sus supuestas brujerías. Con estos rumores pululando por ahí, Constantí
teme que el Santo Oficio de Aragón investigue en el Monasterio estos sucesos y que a su
vez capture a su hijo allí escondido, pues su juicio acabaría probablemente en ejecución
por brujería (pese a su rango nobiliario). He aquí donde un grupo de valientes
aventureros (los jugadores) aparecen en Palamós (por el motivo que sea, lo dejamos a la
imaginación del director o ellos mismos), y para sorpresa de todos, un bonito encuentro
con la soldadesca del gran Señor Constantí les espera...
LA AUTÉNTICA VERDAD:
Lo que se esconde tras la fachada, punto por punto
• Si el hijo de un gran señor como Constantí, pese a su sangre, ha sido acusado por el
Santo Oficio, no es solamente por las diferencias de antaño (los de Valois contra los
Aragoneses), sino porque Antón, efectivamente, practica en secreto las artes arcanas más
oscuras (sin que lo sepa Constantí). Esto se debe a que incluyó en la tripulación de uno de
los barcos de su padre a un siervo personal (cuya principal ruta era Córcega-Génova-
Barcelona-Palamós), y buscó y encontró en uno de tales lugares la piedra de Gul, como
Antón le había pedido. El siervo, además, le trajo un libro adquirido en Génova y
escondido en las bodegas, llamado “Ave Satani”.
• El incendio que dicen algunos pescadores haber en el mar cerca de las Formigues es en
realidad un motín a bordo con una drástica resolución. Una coca de construcción
francesa viajaba repleta de soldados desde la costa sur de Francia hacia la Serenísima
República de Génova. Se desviaron de su ruta por el ataque de unos piratas berberiscos, a
los cuáles lograron hacerlos prisioneros. Dos noches después, debido a las numerosas
bajas francesas en el lance, se organizó un motín berberisco que acabó tomando las
riendas de la coca, arrojando a los franceses por la borda y dirigiendo la nave al sur.
Claro que, una de las noches (según podrá contar el soldado Corentin [ver más adelante]),
los barriles de las bombardas de la coca se derramaron por el oleaje y se prendió un fuego
accidental, haciendo explotar el navío a media legua de las Islas Formigues y encallando
en uno de los islotes. No obstante, el temporal no tuvo nada que ver con el derrame, sino
que una serpiente marina (pag. 296) azotó la nave (atraída por la magia oscura que
Antón practicó desde su residencia en Formigues para intentar protegerse de la llegada
del Santo Oficio...).
Por diversos motivos, los jugadores llegan Palamós, villa costera en el litoral de Girona. Es
día de mercado y si el Director lo cree conveniente, puede ubicar su celebración el mismo
día de la llegada de los jugadores, posibilitándoles la adquisición de productos, como
comestibles y algunas armas/armaduras.
Los jugadores podrán descansar en la posada de “Cen Gots” (“Cien vasos”), que además es
taberna por ser de dos plantas. Tanto en este lugar de descanso como anteriormente en el
mercado, podrán oír algunos de los rumores de los más allegados a la costa, tales como
“algo que desde hace días se movía en el agua y volvía bajo ella”, o “un lagarto cual
culebra, de más varas que una galera...” (referido a la serpiente marina). Estando en el
mercado o saliendo/entrando en la posada (o cuando estime oportuno el DJ) un grupo de
seis soldados armados les salen al paso. Todos llevan espada envainadas y armaduras. Uno
de ellos posee unas facciones muy pronunciadas, viste de sobreveste oscuro y escudo de
Ribelles, y su semblante es serio.
El tipo se acerca a los jugadores mientras el resto de soldados los rodean y sacan sus
espadas casi al mismo tiempo, haciendo restallar sus vainas. Acto seguido el hombre de
negro se presenta como Roc de Riera, capitán de la guardia personal de don Constantí de
Ribelles, y les hace prisioneros (Sí, así por las buenas). La razón: “delito de infamia de
palabra contra don Constantí de Ribelles y Laforet”. Los soldados se acercarán a los
jugadores para escoltarlos espada en mano. Intentar zafarse y luchar es posible, pero no
recomendable, debido a la superioridad numérica. En el caso de que alguno (o todos)
logren escapar, algún otro soldado estará esperándole en una esquina o tras un árbol y
acabará con su huida mediante un puñetazo imprevisto, quedando inconscientes y
llevándoselos a rastras.
Los soldados llevan a pie a los jugadores al castillo de Sant Esteve, a media legua de
Palamós. Allí reside Constantí de Ribelles. Una vez abran el portón de madera, los
soldados de la fortaleza, se pararán en seco en el patio central y Roc de Riera mirará a los
prisioneros con otro semblante, hablándoles calmadamente:
Tras aceptar el rescate, el noble los mandará al puerto de Palamós al anochecer, tras
anunciarles que Roc de Riera les acompañará. Si lo desean, los jugadores podrán adquirir
parte de la recompensa para comprar armas o armaduras en el mercado (antes de que
anochezca), aunque cualquier villano de Palamós puede darse cuenta que éstos son a
quienes se ha arrestado por orden por la mañana (ya pueden entonces dar buena excusa
de su nueva libertad para no levantar ciertas sospechas). También podrán pasar la tarde
en la villa y entretenerse admirando el puerto, bebiendo en alguna de las otras tabernas
(incluso jugando a algún juego) o bien planeando cuidadosamente su “paseo” nocturno.
A la noche, una vez en el puerto, Roc de Riera les llamará la atención desde una pequeña
zona bastante rocosa, donde se encuentra semioculto. Tras acercarse y hacerles un gesto
para que le sigan, se internarán en una pequeña cala (una tirada de Suerte x2
determinará si alguien resbala por una de las peñas costeras y se lleva una mala mirada
de Roc), donde aguarda un bote. Una tirada de Descubrir mirando al mar (y con un
malus del 20%) hará que los jugadores crean ver un reflejo en el agua, a alguna milla de
la playa, que se eleva sobre el agua y vuelve a descender... (es la serpiente marina atraída
por las magias de Antón).
La distancia de la costa a los islotes es de dos leguas. La barcaza parece estable para
cuatro personas, y hay dos remos. Los jugadores habrán de tirar por Navegar para no
desviarse demasiado de la dirección correcta. De no superarla, tardarán hasta una hora
más en volver a poner la barca en dirección. Navegarán hasta el primer islote, en el cual
se encuentra un puente que comunica con el del monasterio (no se puede acceder
directamente). Éste es un buen momento para hablar con Roc de Riera, si es que tienen
algo que preguntarle:
El islote donde están está comunicado con el siguiente (donde se erige el monasterio) a
través de un puente de seis varas. El puente está hecho de madera y cuerdas, y está
resquebrajado y roto en ciertas partes. Las olas azotan bajo éste y se balancea bastante.
Solo queda caminar sobre él. El primero que lo cruce evitará pisar un tablón roto o que le
azote una ola de gran dimensión si logra una tirada de Suerte x3. De no superarla caerá
al agua (cuidado con los peñascos rocosos [daño de 2d6]); aunque, es posible evitar caer si
supera una tirada de AGIx3 para mantener el equilibrio, con lo cual el jugador quedará
con el miedo en el cuerpo, pero a salvo. El resto de jugadores, ya sobreavisados, no
tendrán problemas en cruzar el puente.
Dentro del monasterio, verán más cadáveres en el recibidor frente a la gran estatua allí
ubicada de Roger de Lauria (aunque encontrarán más en el resto de salas, salones y
celdas). Roc, tras acercar la antorcha, comprobará que Antón no está entre ellos, y
propondrá inspeccionar el resto del monasterio de inmediato (si no lo hacen los
jugadores). Éstos pueden recorrer cualquier lugar del monasterio ( [ver mapa en los
Apéndices]).
Los jugadores son libres de buscar a don Antón por donde quieran, pero en cualquier
momento Roc de Riera desaparecerá. Si avanza por las estancias con los jugadores fingirá
oír un ruido tras un pasillo, tras lo cual saldrá corriendo y no volverán a verle (de
momento). Si se separan y Roc avanza solo, éste desaparecerá de igual forma. Recordamos
que habrá más cuerpos sin vida por el monasterio: tanto monjes como berberiscos). El
director es libre de ubicar los siguientes sucesos en las diferentes salas si son visitadas:
• Oculto en una esquina o debajo de un mobiliario, los jugadores se
toparán con dos tipos que aún siguen con vida. Son dos de los piratas
berberiscos del asalto francés, que han sobrevivido. Se sorprenderán
al ver a los jugadores, y saldrán de su escondite muy despacio (sin
perder los nervios). Se mirarán entre sí y murmurarán algo en árabe.
Una tirada de Idiomas: Árabe (automáticamente a pj de etnia árabe)
revelará lo que uno le dice al otro:
Mientras los jugadores oyen la petición de auxilio del abad, Roc y los
encapuchados se abalanzarán contra ellos. Los PJ deben ser rápidos,
pues en el 6º turno de lucha, el padre Tancredo caerá al vacío. Si
salvan al abad, éste los agradecerá y les contará que don Antón se
escondió en la pequeña capilla del interior del cementerio, en el
último islote de Formigues...
________________________________________________________
• Existe algo más por descubrir, siendo sólo posible desde aquella
altura, en la torre. Una tirada de Descubrir permitirá a los
jugadores divisar los restos de un barco en la parte posterior del
islote en el que se encuentran. Al principio, en su llegada, no era
visible, pero desde esa altura sí. Son los restos de un barco encallado
(la coca francesa robada por los berberiscos). Los jugadores podrán
ir a inspeccionar (saliendo por la entrada principal de monasterio
(en esta nueva búsqueda podrán incluir a algún encuentro con otro
de los “muertos”). Una vez allí, deberán tener cuidado para no ser
golpeados por las enormes olas que azotan esa parte del islote, cuyas
rocas, son tremendamente resbaladizas y afiladas...
Tras sacarle, el francés podrá contarles los sucesos en alta mar, cómo
los piratas berberiscos tomaron el control, y cómo hubieron de
encallar en Formigues. También les cuenta lo siguiente:
Si inspeccionan un poco (no hace falta tirada), verán una losa del suelo que sobresale un
poco: es una entrada. Si la levantan, los jugadores verán un oscuro túnel que desciende
verticalmente, y notarán mucha humedad. El túnel posee muescas en su pared para
descender. Si bajan, a media altura verán una inscripción en la pared de la roca:
“Aquí, bajo las aguas, yace Roger de Llúria, primer
conde de Cocentaina y leal defensor de Aragón, Sicilia
y Formigues. Sus restos descansan bajo el lugar que
defendió”
Finalmente, el túnel se abre en una amplia galería inundada de agua a media altura. Será
fácil Nadar (bonus +25%) hasta una pequeña escalinata, donde se encuentra un pequeño
arco natural rocoso (salida de esa galería). Al cruzarlo, los jugadores observarán una
segunda galería (toda seca), mucho más amplia, la cual está iluminada por una antorcha.
Frente a sí encontrarán un conjunto de piedras colocados a modo de tumba, muy sencilla,
sobre la superficie de la cueva. La tumba posee una lápida con forma de cruz y sobre el
extremo superior de ésta cuelga un viejo casco oxidado. Si los jugadores se fijan bien,
lleva grabado en su parte trasera el escudo de la localidad italiana de Lauria y el escudo
de Aragón...
En una esquina de la cueva, además, los jugadores encontrarán al joven Antón (con un
hábito de novicio), hecho un ovillo en el suelo. A su lado hay una espada tendida, a la cual
observa mientras también os lanza miradas de desconfianza. Aunque los jugadores le
expliquen la situación y su tarea de rescatarle, no les creerá (ya que sospechará que los
jugadores pueden ser aquellos que quieren apresarle), y tan sólo una tirada de Elocuencia
le hará entrar en razón (o bien si lo reducen con mediante Inmovilización). De lo
contrario, se levantará e intentará dar espadazos poco certeros, pero cortantes. Una vez
sosegado, si los jugadores le preguntan preguntan sobre ese lugar, Antón responderá que
el Abad le dijo que, en caso de peligro, se escondiera aquí. Sin embargo, no sabe nada
acerca de la tumba, que es el verdadero lugar de descanso de Roger de Lauria.
Al preguntarle por su supuesta afición a las “artes heréticas” lo negará, pero su cara
denota otra cosa: acabará confesando que es seguidor de los conocimientos arcanos que
casi ningún libro ofrece. Confesará que despertó a los “Muertos” tras muchos intentos
(pues aún no controla demasiado la magia), para frenar el avance de los que le
perseguían, mediante un anillo que encargó a un siervo suyo en un viaje (el cual, por
cierto, ha sucumbido en el monasterio). Si los jugadores le preguntan por la “serpiente
marina” negará saber de ella (fue atraída por la cantidad de intentos mágicos producidos
en Formigues desde hacía días, pero no por voluntad de Antón). Si por alguna casualidad
los PJ desentierran la tumba del de Lauria, podrán ver sus verdaderos restos, y un bonito
pavés con los grabados del escudo de Sicilia y Aragón.
V. ¡ABORDADOS!
Una vez se sucedan las explicaciones, será hora de salir de allí. Deberán Nadar de nuevo
todos. Cuando salgan del cementerio habrán de cruzar de nuevo la distancia entre los dos
islotes con un salto o bien dejar que los jugadores tracen un plan (por ejemplo, pueden
usar los bancos para construir alguna pequeña estructura que haga de puente, lanzar
unos ganchos al otro extremo, etc.). En su vuelta a la barcaza (en el primer islote) no se
encontrarán con ningún Muerto o sorpresa adicional. Ésta, recordamos, sólo tiene
capacidad para cinco personas, pero es posible que el grupo tenga un número mayor (los
jugadores, el abad Tancredo, Antón, el soldado Corentin, Roc de Riera si es que lo
capturan... etc.), por lo que en tal caso deberán realizar un par de viajes (ida y vuelta)
para el transporte. En éste momento de la aventura estará a punto de amanecer y en
alguno de los dos viajes en barca (o tan sólo si necesitan hacer uno), verán, oirán y
notarán como el agua a su alrededor se va agitando...
En esos momentos, la serpiente Marina escuchará el avance de la barca, saldrá del agua y
atacará al grupo. Huir es difícil, aunque la espada hechizada de Roger de Lauria puede
ser una gran aliada. Sólo podrán luchar dos personas de pie en el bote (más personas de
pié se entorpecerían entre sí), y tan sólo acertarán a la criatura cuando ésta se acerque a
embestirles. Si la situación se complica, cabe la posibilidad de que se vea la lucha desde el
puerto Palamós, y en cuestión de varios asaltos una galera y dos fustas llenas de soldados
de Constantí acudan a auxiliar a los jugadores. Ésto es debido a que las órdenes de éstos
eran hacer guardia nocturna para recibir a los jugadores y a don Antón. Sea como fuere,
Antón arrojará su anillo al mar, pues sabe de la maldad que podría acarrear en malas
malos (no es que se haya arrepentido de usar las artes arcanas, tan sólo es precavido...).
Una vez en el castillo de Sant Esteve, don Constantí se reunirá con su hijo, en la misma
plaza de armas, y tras un intenso reencuentro, saldrán enseguida al patio diversos
criados, algunos pajes montados en caballo y una montura preparada para marchar, pues
Constantí ha ido preparando toda la noche la marcha de su hijo a Castilla. Si los
jugadores le cuentan la traición de Roc de Riera, Constantí se escandalizará del asunto y
lo maldecirá amargamente. En el caso de que haya sido capturado y traído con vida se le
ejecutará al día siguiente en el castillo, en privado (pues aunque espía, es miembro de la
Vera Lvcis). Si regresa el francés Corentin de Vergnapol, se le agradecerá su aportación y
se le embarcará de inmediato en un mercante rumbo a Francia.
- FIN -
RECOMENPENSAS
APÉNDICES
• Habitaciones: son los dormitorios de los monjes. Cada uno consta de una camastro de paja, una
silla y una pequeñísima tabla de cuatro patas (como un reclinatorio sin apoyaderas) para
arrodillarse y rezar.
• Cocina: aún hay restos de alimentos sobre una encimera principal. También hay cierto mobiliario
donde se guardan platos y cubiertos. Anexamente hay una pequeña alacena para guardar
cubertería y algo de paja.
• Comedor: sala comunal donde desayunan, comen y cenan los monjes. Es tan alargada que abarca
prácticamente el largo de la sala; hay numerosas sillas.
• Capilla: lugar de rezo, misas y formulación de oficios sagrados. Consta de dos filas de tres bancos
cada uno, un reclinatorio, altar (de un peldaño) y dos imágenes: Virgen y San Jordi ambos dos
ubicados en las paredes.
• Habitación del Abad: se trata de la habitación personal del cargo de Abad, provista de una cama
con mayor dimensión, dormitorio, un pequeño armario y una alfombra bajo todo ello.
• Herrería: Hay una pequeña herrería dentro de los muros del monasterio, con una chimenea y
salidas de humo a través de la pared. Hay numerosos utensilios de herrero o herramientas comunes
(cuchillos, tenedores, herraduras, etc.), aunque ningún arma o armadura.
• Sala de Reuniones: lugar donde se reúnen los monjes para tratar temas de cierta importancia o
bien sala de visitas donde acceden invitados al monasterio (si los hay). Posee una mesa central
redonda y ciertas sillas que la rodea; no hay ningún mobiliario más.
• Biblioteca: en este lugar de tres estanterías y algunos asientos-escritorios se guardan
innumerables copias de la biblia, así como algunos legajos del señorío de Ribelles, como por
ejemplo la modificación del castillo de Formigues en el monasterio actual.
• Salidas del edificio: el monasterio en sí tiene tres entradas/salidas: la primera es el portón
principal por el que acceden los jugadores por primera vez; la segunda es una puerta que accede a
la torre del monasterio (que se yergue sobre el tejado) y la tercera es la que da al camino del
cementerio de Formigues (lugar donde entierran a los monjes fallecidos).
III. Del escondite de Antón (cementerio, capilla y galerías)
FORMIGUES
Una aventura para
Aquelarre
por Orthanc