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Diversos Rostros de La Infancia en México PDF
Diversos Rostros de La Infancia en México PDF
México”
Guillermo Bonfil Batalla
Revista Tierra Adentro # 85, abril –mayo de 1997
Introducción:
Ha escrito Octavio Paz que “nuestra literatura, como nuestro arte, está
llena del balbuceo, de las revelaciones y de las inepcias de los niños”, pues
la creación y la contemplación de la obra artística parecen prolongar en
nosotros las prodigiosas “inepcias”, las omnipotentes torpezas, las
sensaciones, el sentido de la belleza y la fructuosa entrega al juego de la
infancia.
El arte, la cultura en general, son adquisiciones infantiles, y nadie más
apto para aproximarse a ellos, para recrearlos y producirlos, que los niños.
En su espacio despliegan los niños su imaginación y su libertad y
descubren la tierra a la que pertenecen, Alas para reconocer y recrear el
mundo, pueden ser también sus raíces para abrazar y hacer suyo un suelo.
“Alas y Raíces a los niños” es el nombre del nuevo esfuerzo que se
realiza en el país para dar a la cultura de la infancia mexicana el aliento que
necesita la necesaria y estrecha unión con los diferentes ámbitos de la
educación, el ofrecimiento de espacios, actividades y herramientas
múltiples para que los niños ejerzan su creatividad y desarrollen su
capacidad de apreciación; el compromiso de padres, maestros, creadores
artísticos, científicos y divulgadores culturales de unirse para procurar
mejores condiciones y oportunidades de encuentro de los niños mexicanos
con la cultura.
Esta es una ventana abierta a los sentidos y caminos innumerables de
este esfuerzo, posible gracias al interés y la valiosa contribución de la
Coordinación Nacional de Desarrollo Cultural Infantil del Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes.
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proyectos encaminados a borrar desigualdades en el acceso a los bienes de
la cultura, tomando en cuenta “las diferencias en la manera de vivir la
infancia” que caracterizan a un país pluricultural como el nuestro. Es un
honor presentar un ensayo inédito de un investigador cuya obra lúcida ha
marcado un hito en la antropología mexicana. Tengo la certeza de que
enriquecerá la reflexión en torno al desarrollo cultural de nuestros niños.
Esta fue la intención que le dio origen hace casi diez años. No imaginé
entonces que este ensayo, para mi entrañable, del autor del libro México
Profundo, estaba destinado a salir a la luz en Tierra adentro (Susana Ríos
Szalay)
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“Los diversos rostros de la infancia en
México”
Guillermo Bonfil Batalla
Comencemos por recordar un hecho bien conocido: el ambiente social en
el que nace y crece un niño tiene una influencia muy poderosa y determina
en muchos aspectos las características de su vida infantil y, más adelante,
de su vida adulta. Conviene profundizar un poco en qué significó ese
“ambiente social”, para comprender mejor en que consiste su influencia
determinante sobre la infancia.
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desarrollo biológico sea distinto; lo que señala es la amplia variedad de
formas en que las diversas culturas conciben el desarrollo individual y
reconocen socialmente los períodos y los cambios que se consideran
significativos en el contexto específico de cada cultura.
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caracterizando culturalmente a grandes regiones y también a pequeños
enclaves que poseen ya una cultura propia; las diferencias regionales se
expresan en muchos aspectos, como el tipo de habitación, las ocupaciones
principales, la alimentación, el estilo de hablar, - aún cuando se trate de
hispanohablantes - , la música y otros más sutiles, menos aparentes, que
son parte sustantiva de cada cultura regional y le dan su perfil y su carácter
distintivos.
El panorama cultural del país se presenta más complejo aún porque los
cuatro factores de diversidad se entrecruzan en muchas situaciones
concretas, de manera que un determinado grupo culturalmente diferenciado
presenta al mismo tiempo el efecto de sus orígenes étnicos, su entorno
regional, su condición rural o urbana y su posición dentro de la estructura
estratificada de la sociedad.
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Comencemos con la forma en que el niño aprende. En los medios
urbanos, la escuela ocupa un lugar importante como institución que
transmite sistemáticamente una parte significativa de la cultura a las
nuevas generaciones. Históricamente, en las sociedades occidentales, la
familia ha ido cediendo a otras instituciones, como la escuela, muchas
funciones que antes se cumplían en el seno del hogar. Pero en las
comunidades indias el papel de la escuela es muy distinto; en primer lugar
porque la escuela, por regla general, no transmite la cultura local propia,
sino la cultura dominante; por lo tanto, la familia, y en algunos aspectos la
comunidad en su conjunto, son los ámbitos en que los niños aprenden su
cultura (su idioma, sus valores y creencias, su visión del mundo, los hábitos
y las habilidades necesarios). La escuela, en cambio, se ocupa de enseñar
algo de “La otra cultura” que es, en principio, ajena a la comunidad. En
esas condiciones, los niños viven una doble situación que puede conducir a
conflictos de identidad cuando la cultura propia no está integrada con la
suficiente solidez para hacer posible la asimilación de la enseñanza escolar
sin provocar rupturas o efectos desorganizadores. Pero el hecho real es
que, en estos casos, no hay continuidad ni complementariedad entre la
familia y la comunidad, por una parte, y la escuela, por la otra; y esto
inevitablemente significa una experiencia diferente para los niños indígenas.
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La extensión y las características de la familia promedio también varían
considerablemente. En el mundo rural, en las pequeñas ciudades y en
algunos sectores urbanos, principalmente recién emigrados del campo,
predomina la familia llamada extensa, esto es, un grupo que habita en la
misma casa y está compuesto por más de dos generaciones: no sólo la
pareja y sus hijos, sino nueras, yernos, nietos, y a veces también bisnietos y
otros parientes laterales. La organización doméstica es entonces muy
diferente a la de la familia nuclear (una pareja y sus hijos solteros o niños);
los abuelos son las cabezas del grupo, la autoridad superior, aún para los
hijos casados; las tareas hogareñas, incluso la atención de los niños, se
distribuyen entre todas las mujeres; cada varón adulto colabora
económicamente al presupuesto común. La experiencia de vida doméstica
es evidentemente distinta para los niños que crecen en una familia extensa
y para los que lo hacen en una familia nuclear. Y esa experiencia abarca
muchos aspectos, conscientes e inconscientes, que influyen en la
mentalidad y en la conducta infantil y que más adelante se reflejan en la
personalidad adulta.
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relación entre el pequeño grupo de varones que se lanza al mar en una
lancha. Hay un sentimiento de libertad, de dominio de sí mismo, de rechazo
a cualquier forma de dependencia que no sea el orden indispensable dentro
de la barca, que caracteriza a los niños de las comunidades pescadoras y
que sólo se entiende si se conocen las condiciones en que se vive y trabaja
en medio del mar, tendiendo la red o colocando la batería de anzuelos en
las boyas.
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chicles en la calle y se ven de cerca, aunque esporádicamente, automóviles
de lujo con mujeres rubias, que deben ser bellas, desbordantes de afeites y
joyas. La comunidad, aquí, presenta fisuras que debilitan su papel del
universo social ordenador de una vida coherente; sus normas compiten
débilmente con la posibilidad (imaginaria muchas veces, pero actuante) de
alternar otros mundos, otras vidas, proyectos diferentes. Lo precario no se
vive como eso sino como lastre, con soportes endebles para enfrentarlo. El
sentido de espacio es más estrecho y el sentido de tiempo pierde casi por
completo su ritmo cíclico y su circulación con la naturaleza: se vuelve
rectilíneo, inmanejable, ajeno.
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grupos en los que los niños nacen y crecen. Las aspiraciones y los valores
que se les inculcan pueden ser semejantes, pero en la práctica cotidiana
hay posibilidades desiguales para realizar esas aspiraciones y cumplir esos
valores (los niños de clases medias urbanas, por ejemplo, frecuentemente
son adiestrados según el modelo de vida de las clases privilegiadas, aunque
no dispongan de los elementos y recursos necesarios para seguir en la
práctica ese estilo de vivir). Esto sucede entre grupos estratificados que,
sin embargo, participan de una misma cultura y, por tanto, comparten un
conjunto de valores comunes aunque lo hagan a niveles diferentes de
acuerdo a la posición que ocupan en la estructura social. Aquí hablamos,
más que de diferencias, de desigualdades; esto es, que si se lograse
eliminar los factores que provocan un acceso diferenciado a los bienes de la
cultura común, se alcanzaría una relativa homogeneidad en el tipo de
infancia que viven los niños.
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