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EUGENE E.

WOLFZORN

TEORÍA ESCATOLÓGICA DE CHARLES H. DODD


La exégesis, tanto en el campo católico como en el protestante, ha sido revolucionaria
en lo que va de siglo. En el campo protestante algunos autores han partido de
posiciones teológicas previas y han intentado desmitizar la Biblia (Bultmann, por
ejemplo); aquí presentamos una tendencia diversa en su temática: Charles Dodd, el
gran exegeta anglicano, intenta conquistar en su exégesis dos posiciones doctrinales
hasta cierto punto opuestas al protestantismo racionalista: por una parte la
historicidad del hecho religioso judío-cristiano; por otra, la presencia definitiva en la
tierra, ya desde Cristo, del Reino de Dios. En este último terreno creemos que
sobrepasa los datos evangélicos, que, hablando ciertamente de la presencia irreversible
y plena de la Salvación y el Reino, no llevan a negar, antes al contrario, una segunda
venida de Cristo --presupuesto básico para el moderno tratamiento teológico de las
realidades terrestres y del quehacer mundano del cristiano--; el mismo Dodd admitió
en un estudio del año 1947 --que él mismo posteriormente no siguió-- que el Reino de
Cristo está todavía en avance (I Cor 15, 23-28) hacia su plenitud, o sea hacia lo que él
llama el Reino de Dios. También debiera matizarse su opinión respecto a la conversión
final de la humanidad descarriada. Advirtiendo el carácter personal y hasta cierto
punto unilateral del pensamiento de Dodd, hemos creído de interés darlo a conocer por
su peso en la exégesis moderna.

Realizad eschatology. An exposition of Charles H. Dodd thesis. Ephemerides


Theologicae Lovanienses, 38 (1962), 44-70.

La idea central del pensamiento del Dr. Dodd es que la vida, muerte y resurrección de
Jesucristo significan no un preludio sino la realización plena del Reino de Dios en la
tierra.

Esta teoría la encontramos formulada en tres de sus numerosas obras, escritas entre
1935 y 19371 .

Su pensamiento en los trabajos subsiguientes ha permanecido fund amentalmente


idéntico, como lo prueban la reedición apenas modificada de la obra Las Parábolas del
Reino en 1961 y una declaración personal, hecha en el mismo año.

No parece que nadie haya influido directamente en la concepción de su original teoría.


Ha tenido sin embargo dos estímulos de carácter negativo e indirecto. El primero, la
formulación por A. Schweitzer del dilema: "o el Evangelio de Marcos no es histórico o
Jesucristo era un fanático equivocado". Dodd quiere salvar la historicidad de los
evangelios sin tener que recurrir a un escatologismo trascendente. El segundo influjo se
debe a la concepción del Reino de Dios como especie de utopía terrenal en que
culminará el proceso evolutivo, inmanente y necesario de la Historia. Pero para poder
comprender correctamente esta segunda posición, debemos presentar en esbozo la
filosofía cristiana de la Historia, tal como la entendía Charles Dodd. Después, en una
segunda parte, veremos cómo aplica su teoría a la exégesis del Nuevo Testamento.
EUGENE E. WOLFZORN

FILOSOFÍA DE LA HISTORIA

Para el Dr. Dodd el cristianismo es una religión histórica. Religión histórica es aquella
que admite un sentido, una teleología del acaecer histórico, en contraposición a las
religiones naturales y místicas, para quienes el proceso histórico carece de interés.

El proceso de la Historia admite diversas interpretaciones. Para algunos, pocos, es una


sucesión ininteligible de estados del ser instantáneos que carecen de unidad y sentido.

Los que no se satisfacen con esta explicación, se subdividen en dos grupos: para unos la
corriente de sucesos no es real en si misma, sino una sombra o proyección de una
invisible e inmutable realidad (es secundario determinar si el fenómeno aparencial nos
revela o nos oculta a la realidad permanente que está tras de él); otros afirman que tanto
el flujo como los fenómenos son reales. Pero además admiten que aquél tiene un
sentido, es teleológico: si la Historia avanza hacia su perfección de un modo gradual,
nos hallamos ante el evolucionismo histórico; si se aparta en su fluir de la perfección y
ésta sólo será alcanzada de un modo brusco en el final de los tiempos, nos hallamos ante
el escatologismo: escatologismo profético si se logra en este mundo; escatologismo
apocalíptico y trascendente, si sólo se realiza en un mundo nuevo que sucederá a éste.

Religión y Filosofía de la Historia

Toda religión adopta una de las filosofías de la Historia arriba descritas. La religión
mística niega su sentido a la Historia. Lo único que importa son las relaciones del
individuo con Dios, hasta llegar a la unión personal y definitiva con Él. Lo temporal, lo
histórico, es un obstáculo para esa unión.

La religión natural diviniza los fenómenos de la naturaleza. Es propia de pueblos


primitivos. Su temor reverencial de las fuerzas naturales les impide descubrir en ellas al
Dios trascendente.

En contraposición a ellas, judaísmo y cristianismo, religiones históricas, descubren a


Dios no sólo en su relación personal con Él y en sus criaturas, sino y principalmente en
una manifestación progresiva de Dios a lo largo y a través de la Historia. Todo suceso
histórico es un desvelarse de Dios a los hombres, pero hay momentos del proceso en
que se revela de una forma especial: la llamada de Abraham, el éxodo de Egipto, el
destierro...

Esta revelación progresiva tiene como doble objeto la misma esencia de Dios y dar a
conocer sus designios sobre el mundo. Judíos y cristianos esperan que llegará un día, al
final de los tiempos, en que el Señor revelará (apocalypsis) definitiva y totalmente su
persona y sus planes eternos sobre los hombres.

Este día, según el Dr. Dodd, ha llegado ya: la vida, muerte y resurrrección de Jesucristo
constituye la revelación y la implantación definitiva del Reino de Dios en la tierra. Es
éste un suceso histórico, concreto e irrepetible, estrictamente delimitado en el espacio y
en el tiempo (Palestina, siglo primero), y que sin embargo trasciende las fronteras de lo
concreto y de lo espacio-temporal, al dar su pleno sentido a toda la Historia.
EUGENE E. WOLFZORN

Antiguo Testamento y Reino de Dios

Los escritores del Antiguo Testamento presentan la Historia de Israel como un


manifestarse progresivo de Dios, orientado hacia el día de la revelación total e
implantación definitiva del Reino de Dios. Hay sin embargo dos momentos claramente
diferenciados en la manera de concebir el logro de esa meta final. El primero
corresponde a los tiempos en que el pueblo escogido sale de Egipto y toma posesión
victoriosa de la heredad que le ha reservado el Señor. Los triunfos le llenan de
optimismo y cree que su historia proseguirá en línea ascendente hasta llegar al día de la
consumación final: nos encontramos ante una filosofía de la Historia de tipo
evolucionista.

Pero pasan los años y llegan los reveses, persecución y destierro. En medio del
sufrimiento se piensa y habla todavía del día del Señor. No hay ya un acercamiento
gradual a él, pero se espera alcanzarlo cuando Dios restituya de modo repentino su
Reino en el pueblo judío: doctrinas escatológicas, proféticas o apocalípticas, según que
este final glorioso se realice aún en la tierra o en el mundo nuevo que le ha de sustituir.
Pero ambas tendencias tienen en común que este resultado sólo se conseguirá en el fin
de los tiempos.

El fin de los tiempos

A juicio de Dodd, los escritores apocalípticos perdieron de vista la relación que existe
entre los hechos presentes de la Historia y el suceso supremo que le da su pleno sentido.
Está de acuerdo en que el día del Señor trae a la Historia su compleción. Pero esto no
significa que se ha llegado al final absoluto de los tiempos, sino simplemente que en ese
día se conocerá en su plenitud el plan de Dios sobre la tierra.

La teleología de la Historia, la manifestación progresiva de Dios a los hombres, no


desemboca necesariamente en el fin del mundo. El cristianismo, según interpretación de
Charles Dodd, presenta la vida, muerte y resurrección de Jesucristo (como arriba
indicamos) como la meta final de la Historia, es decir, como la manifestación suprema y
definitiva de Dios a los hombres e instauración de su Reino; y esto sin embargo se
realiza dentro del tiempo. En Jesucristo y por Jesucristo ha quedado ya definitivamente
establecido el Reino de Dios. Al hacer esta afirmación, claramente adopta Dodd una
filosofía de la Historia del tipo del escatologismo profético, media entre el
evolucionismo simple y el escatologismo apocalíptico.

Más adelante veremos cómo trata de redescubrir esta teoría en su exégesis del mensaje
evangélico y especialmente de las parábolas del Reino de Dios.

Hecho y suceso histórico

Antes de concluir esta primera parte, conviene determinar el alcance conceptual de las
palabras "hecho" y "suceso" histórico en la filosofía de Dodd.

La expresión "suceso" histórico tiene un significado muy preciso en su pensamiento. Un


"hecho" histórico es un mero acaecer fáctico sin un significado especial para las
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personas (erupción del Vesubio) o que no trasciende el ámbito del interés estrictamente
privado (la muerte de un familiar). El "suceso" por el contrario está dotado de un
significado e interés público. Entre las numerosas muertes que acaecieron en el siglo
primero de nuestra era, la mayoría fueron meros "hechos" históricos, sin trascendencia
pública. Sin embargo, la muerte de Cristo fue un "suceso" histórico por el interés y
significado público que vieron en ella las personas que rodeaban a Jesús.

ESCATOLOGISMO Y NUEVO TESTAMENTO

Si la teoría escatológica de Char les Dodd es correcta, ¿cómo se explica que la primitiva
Iglesia no la conociera? Pues sin duda los primitivos cristianos atribuían una gran
importancia a la vida de Jesús dentro del proceso de manifestación de Dios en la
Historia. Pero sin embargo seguían esperando una segunda venida, acompañada de una
convulsión apocalíptica, en la que Dios se manifestaría plenamente y su Reino quedaría
definitivamente instaurado.

¿Cuál era la causa de esta desorientación? El ambiente escatológico de la época les


impidió comprender bien a Jesús. Sólo San Pablo en sus últimos escritos y S. Juan en su
evangelio penetraron en la profundidad del pensamiento del Señor.

Esto supone para el Dr. Dodd el trabajo de redescubrir en la predicación apostólica


(especialmente en los Sinópticos) el pensamiento original de Cristo, desfigurado
inculpablemente por sus discípulos al transmitirlo sin haberlo previamente
comprendido.

Fuentes primitivas de los Sinópticos

En su labor investigadora, Dodd reconoce, con la Escuela del Criticismo de las Fuentes,
dos fuentes primitivas en los evangelios sinópticos: el evangelio de Marcos, para la
parte común a los tres relatos, y otra fuente llamada "Q", no sabemos si oral o escrita,
que constituiría el estrato de predicación apostólica que reproducen Mateo y Lucas, pero
que falta en Marcos.

También adopta algunas de las conclusiones de la Escuela del Criticismo de las Formas.
Con ellos acepta el influjo de la fe, la experiencia y la reflexión de la Iglesia en la
redacción definitiva de los Evangelios. Y está de acuerdo con la misma Escuela en
rechazar el "historicismo" del siglo xix que no reconocía valor histórico a los
Evangelios, precisamente por el influjo de la fe de la Iglesia en su composición,
alterando los verdaderos hechos y dichos de Jesús. No está, sin embargo, conforme con
ellos en su indiferencia por encontrar un nuevo criterio de historicidad. Para la Escuela
de las Formas no importa lo que dijo e hizo Jesús, sino lo que la Iglesia pensaba que
había dicho o hecho Jesús. Dodd reacciona contra esta postura y considera que es de
vital importancia reencontrar el verdadero mensaje, ya que en él consiste la revelación
de Dios a los hombres. Para lograrlo hay que tener en cuenta un doble factor: la
circunstancia (Sitz im Leben) en que se desarrolló el ministerio de Jesús y la primitiva
comunidad cristiana que interpretó y desfiguró el pensamiento del Señor.
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Esto supuesto, y después de un trabajo de investigación profunda, concluye que del


estudio de Marcos y Q se pueden deducir las líneas fundamentales, históricamente
ciertas, de la vida y mensaje de Jesús.

A partir, pues, de esta doble base que, como hemos dicho, considera fundamentalmente
histórica aunque parcialmente alterada por la incomprensión de los discípulos, trata de
reconstruir el mensaje de Jesús sobre el Reino de Dios y probar que éste ya ha sido
instaurado.

Presencia del Reino de Dios

En primer lugar, selecciona los textos en que Jesús habla del Reino como ya presente:
Me 1, 15; 9, 1; Mt 12, 28; Lc 11, 20; Lc 10, 11. Según él, y a pesar de las distintas
interpretaciones de otros autores, el perfecto griego èngiken (Mc 1,15; Le 10,11), el
aoristo èphthasen (Mt 12,28; Lc 11,20) y el participio elèlythyîan (Mc 9,1) deben ser
traducidos por "ha llegado".

Pero está filológicamente fuera de duda que se encuentran numerosos textos en Me y Q


en los que se habla en futuro del Reino de Dios, del día del juicio, del día del Hijo del
Hombre. Y en futuro se habla también de los sufrimientos de Jesús y de sus seguidores,
y de la ruina del Pueblo judío, de Jerusalén y del Templo. Según Dodd, estas
predicciones en labios del Señor se refieren al presente histórico, aunque no fueron
entendidas así por la comunidad primitiva. Jesús enjuicia en forma enfática (por esto el
tiempo futuro) la situación actual, política y religiosa, de su pueblo (situación que de
hecho desembocará en su ruina, aunque el predecirlo no hubiera sido la intención de
Jesús). Pero la comunidad primitiva las interpreta a la luz de los apocalipsis judíos de la
época y les da un sentido trascendente que en sí mismas no tienen y que es, según Dodd,
el que nos conservan los relatos evangélicos.

Un ejemplo de cómo los discípulos no entendían bien a Jesús, nos lo ofrece, a juicio de
Dodd, la predicción de la ruina del Templo, de la cual le acusan en el proceso ante el
Sanedrín (Mc 14,58). Según San Juan, fiel intérprete del Señor, esta profecía no se
refería a un futuro lejano ni siquiera al Templo material, sino que Jesús hablaba del
templo de su cuerpo (Jn 2,21). Sin embargo Marcos, que no ha comprendido el
verdadero sentido de estas palabras, trata en primer lugar de quitarles fuerza y por eso
añade a la acusación el comentario de que "los testigos no se ponían de acuerdo entre sí"
(Mc 14,60). Pero como no podía negar que Jesús hubiera pronunciado aquella frase, que
tanto había herido los sentimientos religiosos de los judíos, introduce para justificarla
todo el sermón escatológico (que no sigue la línea de pensamientos de Jesús), según el
cual el Templo quedaría destruido en medio de una terrible convulsión apocalíptica, que
afectaría de lleno al Pueblo de Israel (Mc 13,1ss).

Las parábolas y el Reino de Dios

Supuesto que el Dr. Dodd cree haber resuelto satisfactoriamente el problema que para
su teoría representan las referencias futuras del Señor al Reino de Dios, es de particular
interés el estudio que hace de las parábolas para probar que el Reino está ya
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definitivamente instaurado. Para esta parte de su trabajo se inspira, aunque los supera en
muchos puntos, en los autores Adolf Jülicher y A.T. Cadoux.

Dodd define las parábolas como "una narración sencilla, inspirada en la naturaleza o en
la vida ordinaria de los hombres y que, por su viveza o por la luminosidad de sus
contrastes, tiene la propiedad de hacer reflexionar a sus oyentes sobre el único término
de comparación que contiene cada parábola". Interesa insistir en que cada parábola
contiene una sola idea aprovechable, una sola enseñanza, en contraposición a las
alegorías, de las que se pueden deducir diversas aplicaciones de orden doctrinal o moral.

Estima Charles Dodd que, para la comprensión correcta del sentido de las parábolas, es
necesario caer en la cuenta de la situación concreta (Sitz im Leben) en que fueron
propuestas por Jesús. El haber descuidado esto es la causa de que los primitivos
cristianos no percibieran su significado original.

Causas de interpretaciones erróneas

Hay tres motivos que, a juicio de Dodd, han influido principalmente en esta desviación
del sentido genuino de las parábolas:

Motivo apologético. La primitiva Iglesia, para justificar el hecho de que la enseñanza de


Jesús había sido menospreciada por el Pueblo judío, pretendió que les había hablado en
parábolas precisamente con el objeto de que la doctrina no fuese comprendida (Mt
13,11; Mc 4,2).

Motivo parenético. Olvidando el verdadero sentido unitario de las parábolas, pretenden


sacarles consecuencias de tipo moral, aplicadas a la vida ordinaria, como si se tratase de
enseñanzas alegóricas.

Motivo escatológico. Al ver los primeros discípulos que Jesús no había instaurado el
Reino de Dios tal como ellos entendían que debía ser, reinterpretaron las parábolas en
forma que fueran una predicción del Reino que había de llegar.

Interpretación correcta de las parábolas, según el pensamiento de Dodd

No todas las parábolas tienen como finalidad presentarnos el Reino de Dios. Pero sí una
gran parte de ellas. Charles Dodd las analiza y en una forma exhaustiva nos muestra
cuál es su sentido auténtico y el rasgo común a todas, según la intención de Jesús al
proponerlas: el Reino escatológico de Dios, como actualizado ya con la venida de Jesús.

Jesús predica el Reino de Dios como ya presente y con las parábolas alude a diversas
facetas del mismo. Veamos cómo:

Puesto que el Reino de Dios está ya presente, los jefes y el pueblo judío, creyendo en la
palabra de Jesús, deben abandonarlo todo para conseguirlo (Tesoro escondido y perla
preciosa [Mt 13,4446]). Esta determinación no es una locura; el riesgo, aunque es
grande, debe ser asumido conscientemente, con la garantía de una reflexión madura
(Constructor de una torre y rey que marcha a la guerra [Lc 14,28-33]). Portarse como
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chiquillos en estas circunstancias, está fuera de lugar (Niños que juegan en la plaza [Mt
11,16-19]). Este es tiempo de alegrarse (Esposo y amigos del esposo [Mt 9,15]). Este
reino es algo enteramente nuevo; Jesús no trata de una mera reforma del judaísmo
(Remiendos en paño viejo y vino nuevo en odres viejos [Mt 9,16]).

Universalidad del Reino; todos deben entrar en él; Jesús viene a buscar lo que se había
perdido (Sanos y enfermos, oveja perdida, dracma perdida, hijo pródigo, los dos hijos,
trabajadores en la viña [Mt 9,12; 20,1-16; 21,28-32; Lc 15,1 ss]). Con la venida del
Reino los poderes del infierno han sido derrotados (Despojo del hombre fuerte [Lc
11,20]). Pero la venida del Reino provoca una crisis final de la que resulta la muerte de
Jesús, predicha en la parábola de los viñadores inicuos (Mt 21,33-46). Y la del
mayordomo infiel es una pintura de la infidelidad del Pueblo escogido, que exigía una
acción inmediata (Lc 16,1-13).

Lo que debía haber ayudado al establecimiento del Reino de Dios, ha perdido su


virtualidad y se ha tornado insíp ido, convirtiéndose en un obstáculo para su
implantación. Jesús se refería al judaísmo tal como existía en su tiempo (Sal insípida,
lámpara bajo el celemín [Mt 5,13-16]).

Es condenable el no aceptar los riesgos que trae consigo la entrega al Reino de Dios
(Parábola de los talentos y de las minas (Mt 25,14-30; Lc 19,12-27]). El no estar
preparados es también delito; los compatriotas de Jesús no sólo no estaban preparados
(Servidores que esperan, ladrón nocturno, diez vírgenes (Lc 12,5559; Mt 24,43; 25,1-
13), sino que además faltaron a la confianza que se había puesto en ellos (Siervos fieles
[Mt 24,45-511).

La crisis de la llegada del Reino de Dios ha sido preparada por el lento, misterioso
proceso de la Historia. Por fin se ha llegado, en tiempo de Cristo, a la cosecha; que es
total, con independencia de la voluntad o actuación del hombre. Ahora se separa la
cizaña del buen fruto (Semilla que crece ocultamente, sembrador, cizaña, selección de la
pesca, mostaza, levadura [Mc 4,26-29; Mt 13,1 ss]).

Según esta interpretación de las parábolas, el Reino de Dios ha llegado ya y el hombre


ha sido juzgado según acepte o no este Reino (Jn 3,18). Los que lo rechazan, son
excluidos de sus goces. Pero sólo tal como se realiza aquí en la tierra. Definitivamente
serán salvados porque es universal la voluntad salvífica de Dios, que encontrará los
medios de que se vuelvan a Él.

Conclusión

El trabajo de Charles Dodd se limita a afirmar la presencia del Reino de Dios en la


tierra. No profundiza en la esencia de este Reino, fuera de las breves conclusiones que
puede deducir del análisis de las parábolas.

Conviene insistir en la doble idea de que, según él, no habrá una segunda venida de
Cristo y de que con la instauración del Reino, los hombres han sido ya juzgados y
algunos han sido arrojados fuera. Sin embargo, esta situación no será definitiva, porque
la voluntad salvífica universal de Dios encontrará medios para que finalmente todos los
hombres se vuelvan a Cristo y acepten su Reino.
EUGENE E. WOLFZORN

El futuro escatológico de gran parte del Nuevo Testamento (Sinópticos y primeras


cartas de Pablo), a pesar de no ser literariamente exacto en la trasmisión del
pensamiento de Jesús 2 , no carece sin embargo, en la opinión de Dodd, de valor. Ha
servido de marco teleológico para manifestar mejor los propósitos de Dios en la
Historia.

Así la Iglesia se ha salvado del misticismo impreciso de otras religiones


contemporáneas y ha sabido comprender y retener cuál es el verdadero sentido del ser
del mundo.

Para terminar, el autor del artículo pone de relieve la originalidad e interés de la teoría
del Dr. Dodd, pero se resiste a dar un juicio critico de la misma. Cree que es mejor dejar
que el tiempo y nuevos estudios nos digan hasta qué punto es una aportación positiva
para profundizar en el conocimiento y comprensión del mensaje de Jesús.

Notas:
1
El Dr. Dodd publicó entre 1908 y 1961 cerca de un centenar de obras y artículos. Su
pensamiento escatológico se halla expuesto fundamentalmente en tres de ellas: The
parables of the Kingdom, London 1935, The apostolic preaching, London 1936, y
History and the Gospel, London 1938. Hasta aquí una nota del autor. Sobre este mismo
tema puede verse el más amplio estudio de T. A. JOHNSON, «Realized Eschatology»
and Theology. An analysis and theological evaluation of C. H. Dodd's Eschatology of th
N. T. Diss. Pontif. Univ. Gregorina. Roma 1960.
2
La concepción católica de la inspiración sagrada en contraposición a la del señor Dodd,
no permite admitir una tergiversación del pensamiento de Cristo por parte de los
diversos hagiógrafos. Cfr., a este respecto, diversos artículos publicados en Selecciones
de Teología sobre dicho tema: Y. M. CONGAR, Apostolicidad en la inspiración de la
Escritura. 1 (1962), 15-16; M. BRÄNDLE, Santidad e inspiración de la Escritura 2
(1963), 111-123; K. RAHNER, Escritura y Tradición 3 (1964), 164-170; etc. (N. de la
R.)

Tradujo y condensó: JUAN M. AGUIRRE

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