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l es
ciencias ocia

2. Antonio Serrano González, Míe/Je/ Fo11cm1lt:


Sujeto, derec/Jo, poder. (1987)

3. Ignacio Peiró Martín y Gonzalo Pasamar


Alzuria, Historiografía y práctica social e11

Liberalismo, fascismo 4.
Espmia. (1987)

Fernando Pérez Cebrián, La plm1ificació11 de


la e11c11esta social. (1987)

o socialdemocracia
Clases sociales y or~c,enespolíticos
5. Yolanda Polo Redondo, Desarrollo de
1111e1•os productos: aplicacio11es a la
eco110111ía espmiola. (1988)

6. Eloy Fernández Clemente, Estudios sobre


de los regímenes de lo Eu ropo joaq11í11 Costa. (1988)
de entreuuerrai.;
<"> e
7. Gema Martínez de Espronceda Sazatornil, El
ca11ci/ler de bolsillo. Dolif11ss e11 la pre11sa de
la 11 Repiíb/ica. (1988)

8. José Ignacio Lacasta Zabalza, C11/t11ra y


gramática del Lel'iattí11 portugués. (1988)

9. José M.' Rodanés Vicente, La prehistoria:


Ap1111tes sobre co11cepto J' método. (1988)

Gregory M. Luebbert 10. Cástor M. Díaz Barrado, El co11se11ti111ie11to,


causa de exc/11sió11 de la ilicitud del uso de
la fuerza, e11 Derec/Jo I11tenwcio11a/. (1989)

11. Harvey J. Kaye, Los /1istoriadores mar.\·istas


b1·itá11icos. (1989)

12. Antonio Beltrán Martínez, E11sayo sobre el


orige11 J' sig11ificació11 del mte prehistórico.
(1989)

13. José Luis Moreu Ballonga, El 1111e1 10 régi111e11


jurídico de las aguas s11bterrtí11eas. (1990)

14. Santiago Miguel González, La preparació11 de

-#~~ la tra11sició11 a la democracia e11 Espmia.


(1990)
Prensas Universitarias de Zaragoza
FICHA CATALOGRÁFICA

LUEBBERT, Gregory M.
Liberalismo, fascismo o socialdemocracia: Clases sociales y orígenes políticos de
los regímenes de la Europa de entreguerras I Gregory M. Luebben ; prefacio de
David Collier y Seymour Martín Lipset ; traducción de Álvaro Garrido Moreno. -
Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 1997
611 p. ; 21,5 cm. - (Ciencias Sociales; 29)
Tít. orig.: Liberalism, Fascism, or Social Democracy : Social Classes and rhe
Political Origins of Regimes in Interwar Europe PREFACIO
ISBN: 84-7733-478-1
l. Europa occidemal-Hisroria-Siglos XIX y XX. 2. Liberalismo-Historia-Siglos
XIX-XX. 3. Socialdemocracia-Historia-Siglos XIX y XX. 4. Fascismo-Historia-Siglo
XX. l. Garrido Moreno, Álvaro, trad. II. Prensas Universirarias de Zaragoza, ed. III. Durante el período de entreguerras, surgió en Europa f/11 ·amplio espectro
Título. IV. Serie: Ciencias Sociales (Pr~nsas Universitarias de Zaragoza) ; 29 de regímenes políticos nacionales cuyo análisjs plantea un reto permanente
940"18/!9" 329,14(4)"18/!9" para Las ciencias sociales. Gregory Luebbert nos oji-ece un nuevo relato del
329.12(4)"18/19" 329.18(4)"19"
advenimiento de dichos regímenes. Su análisis, que combina de modo sobre-
saliente estudios comparativos a gran escala y la inte1pretación matizada de
No esrá permirida la Jep1oducción rora! o parcial de este libro, ni su uaramienrn informático,
ni b transmisión de ninguna forma o por cualquier 111edio, ya sea clccuónico, mecánico, por fornco-
casos específicos, se mantendrá en vigor al Lado de las más sofisticadas obras
pia, por regisrro u orros 1nérndos, ni su présramo, alquiler o cualquier forma de cesión de uso del de análisis histórico comparado.
ejemplar, sin el pcnniso previo)' por escriro de los rirulares del Cop)Tighr.
Partiendo de jitentes escritas en doce idiomas, Luebbert analiza La evo-
Copyright© 1991 by Oxford University Press, Inc. lución de esos regímenes en toda Europa occidental. Por un Lado, examina La
© De la edición española, Prensas Universitarias de Zaragoza
democracia liberal en Gran Bretaiia, Francia y Suiza -junto a Bélgica y
l.ª edición, 1997
Holanda, que forman un subtipo dentro de esta categoría. Por otro lado,
Yema autorizada sólo en la Unión Europea. Prohibida la exportación a América Central estudia La socialdemocracia en Dinamarca, Noruega y Suecia, así como en
y del Sur, incluido Méjico. Checoslovaquia. Por último, analiza el fascismo en Alemania, Italia y
This translation of Libcralism, Fascism, or Social Democracy originally published in Espaiía; La dinámica del fascismo es puesta de relieve con nitidez mediante
English in 1991 is published by arrangement with Oxford Unive1sity Prcss, !ne. (Esta una comparación con Las dictaduras tradicionales comunes en Europa del este
traducción de Liberalis111, Fmcism, or Social Democracy, publicada originalmente en inglés entre ambas guerras.
en 1991, se publica de acuerdo con Oxford University Press, !ne.)
La atención de Luebbert se centra de modo inmediato en La evolución
Editado por Prensas Universitarias de Zaragoza de Las coaliciones políticas nacionales de finales del siglo XIX y primeras déca-
Edificio de Ciencias Geológicas das del XX: de acuerdo con nuestro autor, en estas alianzas radica La explica-
C/ Pedro Cerbuna, 12
ción principal de La aparición de Los diferentes regímenes. &na de Las preocu-
50009 Zaragoza, España
paciones centrales consiste en estudiar cómo estas coaliciones fi1eron reestruc-
Prensas Universitarias de Zaragoza es el sello editorial de la Universidad de Zaragoza, que turadas por una transición histórica fimdamenta!: La emergencia de la clase
edita e imprime libros desde su fundación en 1583. obrera organizada como uno de Los principales contendientes en La política
nacional. Sin embargo, en esta obra, el impacto de La clase obrera no se
Impreso en Espai'ia
Imprime: Navarro & Navarro Impresores• ArzobispoApaolaza, 33-35 • 50009 Zaragoza entiende de forma aislada. Su influencia estuvo mediada, por un Lado, por
D. L.: Z-2003/97 los distintos logros de Los partidos Liberales en sus esjiterzos para obtener el
8 Prefacio Prefacio 9

poder y, por otro, por /,a política rural -fimdamentalmente, por lfl posición manuscrito, basándose en su conocimiento de los objetivos analíticos de
política del campesi11ado medio. Luebbert. La ardua tarea de comprobar las citas y referencias bibliográficas
fi1e llevada a cabo con minuciosidad y habilidad excepcionales por Soo fin
De este modo, Luebbert muestra cómo la tramformació11 del papel polí-
Kim. La esposa de Luebbert, Kath1yn Hopps, dedicó incontables horas a con-
tico de los obreros en u1z período histórico co1Zcreto reajustó los parámetros de
firmar el sistema de referencias y a revisar /,a edición definitiva con gran cui-
la política. En tal sentido, su obra pasa a formar parte de una tradición más
dado, hábilmente ayudada en esta última tarea por Demzis Calvan.
amplia dedicada a la investigación de lm escisiones internas, coaliciones y
copmturas críticas del desarrollo europeo. Dentro de esa tradició11, una de /,as ·No podemos identificar a todos aquellos colegas cuya colaboración
muchas i11novaciones de Luebbert comiste en poner 1111 mayor énfasis en facto- habría sido agradecida por Greg Luebbert, pero sí sabemos que reconocía en
res nplicativos sitwzdos e11 el siglo){)( especial el valor de los comentarios de Vinod Agganual, Gabriel Almond,
PauL Buchanan, Giuseppe Di Palma, Joseph Fizmmz, Sharon Greene, Ernst
La principal fi1erza explicatiua de la Ílwestigación de Luebbert radica Haas, Andrew fanos, joseph LaPalombara, Daniel Verdier y john Zysman.
en que, al unir el estudio de un gm11 111ímero de casos co11 un análisis históri- Soo fin Kim )' Daniel Verdier también facilitaron a Luebbert una ayuda
co mi11ucioso, proporciona una herramiellta extraordinariamente útil para excepcional en sus tareas de investigación. Asimismo, el último mío de com-
ualomr intopretaciones contrapuestas sobre los distintos regímenes. Por ejem- posición de esta obra 110 hubiese szdo posible sin el apoyo del National Fellows
plo, Luebbert oji-ece 111/fl 11ueva penpectiua sobre el impacto de /,as elites ntra- Program de la Hoover Iwtitution. Por último, debemos agradecer el apoyo
les, i¡zuestigado preuiamente por Alexander Gerschenkron y Barrington sustancial proporcionado a lo lmgo de todo el proyecto por el Imtitute of
Moore, ]1:; asimismo, ofi·ecc u11 1meuo punto de uista sobre las cowecuencias Intemational Studies de Berkele)\ especialmente en la última fase de prepara-
de los ji-acasos en !fl dirección política, un tema central para juan J. Linz. ción del manuscrito.
Luebbert sosáene que, a pesar de que eswdios cmtrados en wz zínico país o
comparaciones apo)1adas en un menor número de casos pueden sustentar tales En conjunción con los numerosos esjiterzos de amigos y familia para
mejorar el manuscrito, 11os sentimos tmtados de preguntarnos wáles hubie-
inte1pretaciones, su examen de 1111 vasto conjunto de casos las invalida.
rmz sido los cambios definitivos que Greg Luebbert habría realizado de haber
Por cowiguimte, el análisis de Luebbert formula una importante gozado de esa oportunidad. Somos comcientes de dos al menos: primero, el
advertencia: los hallazgos de su investigación están deter111inados por el tratamiento de las intopretaciones rivales, que ahora es muy sugerente aun-
estudio co11zpamtiuo. A modo de lentes que reji-actan colores dijére11tes, crite- que prelimilzm; debería haber sido lo suficientemente amplio para captar
rios comparatiuos distintos proponen ópticas distintas sobre los acontecimien- más plmanzente Id compleja re/,ación entre perspectivas alternativas; segundo,
tos. Cada criterio comparativo revela diferentes elementos de la estructura esta obra debería haber sido convmimtemmte ampliada mediante una
mbyace/lte; por tailto, el empleo de múltiples comparaciones contribuye a explicación más detenida de posibles subtipos dentro de /,a clasificación gene-
cowtruir mejor el marco inte1pretativo de dicha estructura. Con el presente ral de los regímenes políticos.
libro, Luebbert nos reta a que continuemos este proceso de comtrucción.
Luebbert deseaba estimular una nueva discusión comparativa de las
Grego1y Luebbert escribió su libro mientras se encontraba m el tramformacio11es de esos regímenes, no agotarla. CuanJo los lectores de
Department o/ Political Science de la Universidad de California en Berkeley, Luebbert prolonguen este debate deberán hacerlo con la misma e1wgía con
entre los mios 1982 y 1988. En el 111011wzto de su trágica muerte en acciden- que Luebbert se dedicó a su investigación. Al mismo tiempo, querrán recor-
te, wando practicaba descewo fluvial en 1988, a la edad de treinta y dos dar con toda certeza que el trabajo de Luebbert sobre su manuscrito no se
míos, casi había completado rn proyecto. Afortunadamente para todos noso- encontraba en absoluto finalizado, y que, por tanto, somos tremendamente
tros, su ímimo amigo y colega Giweppe Di Palma había seguido la elabora- afortunados al disponer de un libro tan completo como el que ahora tenemos.
ció11 del libro tan estrechamente que fi/C capaz de reunir todas las partes del
10 Prefacio

Es una tragedia que Gregory Luebbert no viviera lo suficiente para poder


participar en el debate académico al que con seguridad dará Lugar su estudio.
Dada Ú1 rapidez con Ú1 que fi1e capaz de eúiborar dos libros ambiciosos, tam-
bién resulta Úlmentab!e Ú1 pérdida de una gran contribución fittura a fa cien-
cia social comparada.· Indudablemente, Ú1 mayor de Úls tragedias es Ú1 pérdi-
da de un íntimo amigo y colega. Sin embargo, podemos dar gracias por fo que
permanece de él: un paradigma de investigación y erudición excepcionales y
un modelo de compromiso humano con Ú1 tarea de aprender, comparar y
abordar los interrogantes más ambiciosos con imaginación y rigm: l. INTRODUCCIÓN

David Collier y Seymour Martín Lipset


Tres regímenes político-económicos surgieron de la transición hacia
un gobierno popular en Europa occidental: democracia liberal, socialde-
mocracia y fascismo. Este libro trata sobre sus orígenes. Los tres regíme-
nes vieron la luz y se mantuvieron como claras alternativas políticas
durante los años que transcurrieron entre las dos guerras. En lo funda-
mental, se trataba de respuestas a las demandas de la clase obrera, tanto
en el ámbito político como en el mercado de trabajo. Antes de 1914, las
reivindicaciones de los derechos económicos y políticos de los trabajado-
res permanecieron restringidas y la contienda de la clase obrera se mantu-
vo dentro de una cierta docilidad. En gran parte de Europa occidental
esa docilidad desapareció a causa del colapso que sufrieron en 1919 las
barreras que tradicionalmente se habían opuesto al poder de la clase
obrera. Los años que siguieron se caracterizaron por una búsqueda de
fórmulas político-económicas que estabilizaran el equilibrio del poder
político, ofrecieran medios eficaces con los que dirigir la economía y que,
al mismo tiempo, disiparan, acomodaran o desbarataran las demandas de
los obreros organizados. Precisamente a partir de las diferentes formas en
que se articuló esta búsqueda surgieron la democracia liberal, la socialde-
mocracia y el fascismo. "

Después de 1945, la legitimidad de los derechos de los obreros ya


• Su primer libro fue Comparative Democracy: Policymaki11g a!ld Governi11g no fue cuestionada y el fascismo ya no constituyó una opción política.
Coafitiow i11 Europe and Israel (Nueva York: Columbia Universi¡y Press, 1986). Es¡e Los efectos sociales del propio fascismo, la derrota y ocupación de las
libro desarrollaba un modelo sobre la formación de coaliciones de gobierno en países
potencias del Eje, la aparición de un consenso sobre un estado de bienes-
democráticos y comprobaba el modelo a través del complejo esrndio comparaúvo de
sesema )' siete casos procedentes de siete países. tar keynesiano, así como un nuevo orden económico y militar interna-
12 !ntroduccióJ1 Introducción 13

cional ayudaron a reducir el espectro de posibles regímenes políticos. Ese y del campesinado familiar· o medio. Si bien preservaron la competitivi-
espectro se deshizo en un continuo que abarcaba la socialdemocracia y la dad del liberalismo, estas alianzas rompieron fundamentalmente con su
democracia liberal. Los nuevos requisitos de producción en una econo- economía. En estas sociedades, la clase obrera y, en particular, los movi-
mía internacional más abierta, las inexorables demandas demográficas y mientos sindicales socialistas estaban organizados de una manera mucho
democráticas ejercidas sobre el estado de bienestar, así como el consenso más coherente y globalizadora. Tenían, tal y como veremos, la capacidad
keynesiano de los años cincuenta y sesenta, hicieron que la ubicación de de hacer que esas sociedades fueran ingobernables por las estrategias tra-
las diferentes sociedades dentro de dicho continuo fuese un tanto incier- dicionales del liberalismo, esencialmente orientadas hacia el mercado. La
ta; asimismo, generaron una convergencia al menos parcial en las institu- socialdemocracia rompió con la democracia liberal al conceder poder a
ciones y estrategias políticas y económicas. los partidos obreros, al sustituir convenios salariales -y de otras cotiza-
ciones- dictados por el mercado por pactos políticos, al asegurar la paz y
Entre las guerras, la democracia liberal, la socialdemocracia y el fas- disciplina en el mercado de trabajo mediante un pacto social en lugar de
cismo constituían opciones políticas que se complementaban en aspectos fomentar la debilidad sindical y, por último, al desechar políticas liberales
tan fundamentales que resultan definitorios de los tres regímenes. La deflacionistas en favor de políticas económicas y sociales estimuladoras
democracia liberal de entreguerras sé apoyó en una coalición del centro- ante la Depresión. En contraste con el papel político residual otorgado a
derecha. Ésta era una coalición que consolidó a la burguesía, o al menos los sindicaros atomizados en las sociedades liberales, las asociaciones
eso defendemos en este libro. Se trataba de una coalición que rompía con cumbre de los sindicaros en las socialdemocracias llegaron a adquirir una
la tradición histórica de colaboración enue liberales y obreristas en estas posición casi soberana en la configuración del espectro de políticas estata-
sociedades y que estaba dirigida contra la clase obrera socialista. La les. Estas medidas instauraron una versión democrática del corporativis-
democracia liberal también se estabilizó mediante el aislamiento político mo. Noruega, Suecia, Dinamarca y Checoslovaquia se convirtieron en
de la clase obrera, así como a causa de la ineficacia demostrada por las socialdemocracias entre ambas guerras.
organizaciones sindicales en las sociedades liberales. Esa ineficacia deriva-
Un corporativismo de diferente condición iba a desempeñar un des-
ba del pluralismo o de la falta de cohesión organizativa de los sindicaros:
tacado papel en las economías políticas fascistas. Este corporativismo
cuando se combinó con el aislamiento de los partidos obreros, paralizó también organizó a los obreros en asociaciones obreras centralizadas y de
los movimientos obreros, militó contra cualquier enfrentamiento con el carácter globalizador. A diferencia de la socialdemocracia, las economías
orden establecido, sostuvo una constante dependencia del mercado -en políticas fascistas llevaron a cabo tales esfuerzos, no con el objetivo de
lugar de apoyarse en convenios salariales regidos desde el ámbito políti- integrar a los obreros en la sociedad, aunque en cierro grado ése fue el
co- y, además, desalentó cualquier tipo de ruptura mediante políticas efecto, sino para contenerlos y subordinarlos a las ambiciones del partido
económicas ortodoxas o neo-ortodoxas cuando llegó la Depresión. El
correlato de tal situación fue gue, en estas sociedades, la política demo- ,
crática competitiva -desde una perspectiva comparativa- no se vio casi El rérmino original es fomi6' pe11sr111try. Con b expresión c11mpesi11rrdo fomilirrr
amenazada. Gran Bretaña, Suiza y Francia fueron democracias liberales designamos, según la definición ofrecida por el auror (i11fi'rr, p. 474), a rodas aquellos
pequeííos y medianos propietarios que poseían una exrensión de tierra suficientemente
entre las guerras mundiales. Bélgica y Holanda, guiadas por los movi- amplia para no tener que vers e obligados a ocupar orro puesto de trabajo, pero demasiado
mientos confesionales hegemónicos, se convirtieron en variantes de las pequcíía para poder dar empleo a peones ajenos al entorno familiar. Para la uaducción de
esre y otros términos cienríficos nos hemos basado en un arrículo de Julián Casanova que
democracias liberales.
analiza la presenre obra d e Luebberr: «Liberalismo, fascismo y clase obrera: algunas con-
rribuciones recienres a la historia comparada de la Europa de entreguerrasn, Studia
Las economías políticas socialdemócratas, por el contrario, se apoya- Historica - Historia Come111porrí11ea, vol. X-XI (1992-1993), pp. l 01-124. [N. del T.]
ron durante los años de entreguerras en alianzas de la clase obrera urbana
14 Introducción Introducción 15

y del Estado. Como la socialdemocracia, el fascismo rompió con los con- etiológicas e institucionales entre el fascismo y la dictadura tradicional,
venios salariales dirigidos por el mercado y reemplazó los mercados por no podremos comprender por qué las sociedades de entreguerras del
la política. Al igual que la socialdemocracia, las economías políticas fas- oeste no podrían haber sido gobernadas como dictaduras tradicionales; es
cistas se inclinaron a romper con la ortodoxia económica para experi- decir, por qué esas sociedades, si eran gobernadas como dictaduras, de-
mentar con tácticas políticas estimuladoras. El fascismo repudió tanto la bían ser gobernadas como dictaduras fascistas. El fascismo se distinguía
política como la economía del liberalismo; sustituyó la competencia de la dictadura tradicional en aspectos fundamentales: en la completa
democrática por el totalitarismo, o por algo próximo a él. También el supresión tanto de las instituciones representativas como de los sindica-
fascismo se apoyaba en una coalición social del campo y la ciudad, pero tos y partidos obreros independientes, en su mayor cercanía al totalitaris-
en este caso se trataba de combinar el campesinado familiar con la bur- mo y su mayor grado de intolerancia en contra de la disidencia y la opo-
guesía urbana, en lugar de con la clase obrera urbana. Las instituciones y sición, en su control toral de la prensa, en su ideología monopolística y
la política del fascismo, al igual que las instituciones y la política de la su visión globalizadora del orden social, en su compromiso con la movili-
socialdemocracia, se organizaron desde la lógica de la búsqueda de una zación popular al servicio del Estado, así como en el rechazo de la legiti-
coalición capaz de subtender* posiciones enfrentadas; ahora bien, una midad negativa otorgada por la apatía de las masas, y, finalmente, en la
vez en el poder, los movimientos fascistas, debido a su naturaleza autori- extirpación total del socialismo y la subsiguiente reorganización y subor-
taria, se vieron menos constreñidos por los intereses que les apoyaban. dinación de la clase obrera. Este modelo más totalitario reflejó el nivel
Alemania, Italia y España se convirtieron en dictaduras fascistas en los más alto de movilización al que los dictadores fascistas, en contraste con
años que transcurrieron entre las dos guerras. los tradicionales, tuvieron que enfrentarse. En su quintaesencia, el fascis-
mo fue la dictadura de las sociedades modernas, centradas en la lucha de
Una cuarta posibilidad -una que no constituía una alternativa para
clases.
las sociedades avanzadas de la Europa occidental- fue la hallada en
todos los países europeos orientales, excepto Checoslovaquia: la dictadu- Los cuatro posibles desenlaces políticos serán estudiados más especí-
ra tradicional. Aunque la etiología de dichos regímenes no es el objetivo ficamente en los capítulos 6, 7 y 8. También estudiaremos las bases lógi-
central de este libro, hemos empleado las condiciones iniciales y las insti- cas de la ubicación de las diferentes sociedades dentro del citado espectro
tuciones de estas dictaduras para poner de relieve con más claridad las político. Por el momento, nos gustaría hacer hincapié en dos puntos rela-
características de las dictaduras fascistas. Sin especificar las diferencias cionados con dichos regímenes. En primer lugar, estos regímenes son
modelos ideales. Rara vez resulta difícil ubicar a las sociedades europeas
de entreguerras en uno de ellos, pero el grado en que esas sociedades se
Subtender significa «u11ir una línea recra los exrremos de un arco de curva o de correspondían con el modelo ideal del régimen varía. En este libro, no
una línea quebrada» (DRAE). Luebberr usa esra meráfora, tomada del campo de la geo- sólo nos interesa explicar por qué las sociedades evolucionaron hasta uno
merría, para referirse a los pacros o alianzas en que se apoyaban las coaliciones gobernan-
de los cuatro regímenes políticos, sino también por qué sociedades que
res: po r dc:bajo del arco, de b co nfig uraci ón de b coalic ió n (en cualqu ier caso, e n orro
nivel o siguiendo o rrn Hayecroria) se e ncuenrra la alia nza qu e une. negoc ia, los pumos básicamente pertenecían al mismo tipo de régimen se aproximaron al
op uesms. La hemos crad ucid o li re ralrn entc porq ue se erara d e un a meráfora or igin al, que.: modelo ideal en un grado muy variable.
da a enrcnder gráficarne nre el esfuerzo políri co llevado a cabo por esos gru pos con el
objerivo final de llegar a ac ercar o de hac er co in cid ir pumos de visra o inrereses alejados e El segundo punto en el que queremos poner el énfasis es que los
inclu so, supcrficialm c nre, inco mparibl es. Adern ~s . la idea de una lín ea recra sugiere d os modelos ideales no son meramente categorías nominales o taxonómicas.
matices: que una línea recra sea el camino más corro enrre dos punros confiere un cierto
carácter de necesidad a esas alianzas; por otra parre, la línea recta rarnbién despliega (figu- Los modelos de régimen político son derivados e inseparables de una
radamenre) una cie1ta noción de temió11 (reforzada por el lexema s11bte11de1). Por úlrimo, teoría causal más amplia; adquieren su significado a partir de esa teoría.
la presencia del prefijo rnb- añade el senrido de que esas coaliciones eran el producto de En sentido estricto, un concepto como la socialdemocracia o el fascismo
negociaciones e intereses profundos, no siempre expresados abierramenre. [N. del T.]
puede denotar, y por supuesto connotar, todo aquello que queramos. La
16 !ntroducció11 h1trod11cció11 17

limitación práctica es, en primer lugar, de índole comunicativa. Hemos por la investigación. Una de las funciones de la teoría es distingu_ir entre
intentado definir los cuatro regímenes de un modo que no sea idiosin- aquellos atributos fundamentales de un régimen (o de cualquier otra
crásico, de forma que resulten útiles en el discurso académico. La segun- cosa) que son inseparables de su etiología y aquellos que tan sólo pueden
da limitación es de índole teórica o metateórica. El valor de estos concep- ser derivados de forma secundaria o no pueden derivarse en absoluto de
tos reside en el modo en que son susceptibles de ser compuestos o des- esa etiología.
compuestos a partir de objetos similares o diferentes, engendrando de También existieron correlatos de las manifestaciones particulares de
esta manera nuevos hallazgos. Finalmente, cualquier mérito que pueda cada modelo de régimen político. Otro de los objetivos del estudio teóri-
atribuirse a este libro y al esquema de su clasificación no se debe a deba- co consiste en separar los rasgos que son necesidades etiológicas del
tes nominalistas, sino a la medida en que la teoría y las categorías clasifi- modelo de los rasgos que son correlatos de una manifestación panicular.
cadoras sean capaces de generar nuevas revelaciones y enigmas para el El racismo del fascismo alemán es tan sólo un ejemplo. No hemos inclui-
investigador. do el racismo como rasgo definidor del régimen fascista po.rque no consi-
Este punto de partida sugi.ere que no estamos demasiado interesados deramos que sea esencial en la etiología de ese tipo de régimen; más. bien
en debates acerca de la «verdadera» naturaleza del fascismo ni de ninguna lo consideramos una peculiaridad de la váriedad alemana del fascismo.
otra cosa. Los atributos de los cuatro regímenes políticos denotan los que Tenemos la esperanza de que resulte obvio que no se trata de un juicio
consideramos los aspectos teóricamente decisivos de estos regímenes. De moral, sino teórico. Hemos tratado los rasgos distintivos del desarrollo
hecho, puede verse fácilmente que los regímenes pueden con11otar mucho del fascismo italiano del mismo modo.
más. Uno de los objetivos del estudio teórico es separar atributos que son Todas estas observaciones sugieren lo que hacemos explícito a conti-
necesidades etiológicas del modelo de régimen de lo que son simples nuación: este libro es un ejercicio de ciencia social, al menos tal )'como
correlatos del modelo. Hubo correlatos del liberalismo, de la socialdemo- nosorros entendernos la ciencia social; dicho ejercicio consiste en la bús-
cracia, del fascismo y la dictadura tradicional cuya investigación continúa queda de un conjunto de «variables» cuya importancia puede ~er com-
siendo intelectualmente fascinante y moralmente apremiante. La esencia probada mediante proposiciones explícitas, empíricamente venficables.
de una economía polírica socialdemócrata es, en mi opinión, la subordi- Esta búsqueda se ve limitada necesariamente por los múltiples problemas
nación de las decisiones de mercado a los pactos políticos, especialmente que surgen al trabajar con un pequeí10 número de experiencias i.rrepro-
en el establecimiento de los salarios. Sin embargo, una economía política ducibles y con datos históricos que a menudo son menos suscepnbles de
socialdemócrata implica, entre otras cosas, toda una pompa de progra- comparación de lo que nos gustaría. Estos obstáculos metodológicos s,o.n
mas de bienestar social, políticas activas en el mercado de trabajo y, en serios, pero de ningún modo infranqueables. Las recompensas del anali-
colaboración con el Estado, la presencia de destacadas asociaciones al sis científico comparado, especialmente cuando está guiado por las mcl1-
cargo de la dirección de la actividad en muchas esferas de la eco nom ía. naciones teóricas de los investigadores de ciencias políticas, nos parece
Trataremos someramente algunos de estos correlatos pol íticos, muchos que superan con creces el mero hecho de contrarrestar esos obstáculos. A
de los cuales surgieron después de 1945. Resulta una cuestión empírica medida que hemos desarrollado nuestra argumentación, hemos mtenta-
de cierta importancia decidir si estos correlatos fueron la consecuenc ia do también evaluar la lógica y el método empírico dé algunas de las
necesaria de la hegemonía socialdemócrata, de los cambios en la econo- interpretaciones del desarrollo político europeo más comunes, aunque de
mía internacional o nacional en conjunción con un particular equilibrio ningún modo se trata de rodas: entre otras, relatos expresados desde el
interno del poder político. No podemos afrontar tales cuestiones en punto de vista de la teorb de la modernización, o los centrados en el
ausencia de una definición razonablemente sólida que se centre en los ritmo y velocidad de la industrialización, en el papel de las elHes terrate-
atributos etiológicos del régimen. Cualquier otro intento de definir el nientes, en la velocidad de la transición democrática, en la polarización
régimen simplemente eliminaría por definición las cuestiones planteadas de los partidos políticos, en el radicalismo y el reformismo obreros. :i.sí
18 h1troducció11 h1trod11cción 19

como los centrados en análisis de la conducta de los dirigentes políticos. segundo, cada reg1men se formó en contra de -o ignorando a- una
La mayoría de tales interpretaciones, en nuestra opinión, parecerán defi- clase social a la que se intentaba excluir; por último, una vez formados,
cientes una vez hayan sido sometidas a un análisis comparativo. los regímenes no concedieron primacía a los intereses de aquellos que no
formaban parte de la coalición fundadora. Estas simples observaciones,
En esta obra buscamos un único conjunto de variables y de conexio-
en nuestra opinión, sugieren que cualquier teoría debe dar razón de esos
nes causales lógicamente consistentes que den sentido a un amplio espec-
regímenes teniendo en cuenta los intereses materiales de millones de per-
tro de experiencias nacionales, más que un repertorio de explicaciones
sonas.
específicas para cada nación. Las ciencias políticas y la historia abundan
en relatos sui géneris de naciones individuales o de grupos de naciones Puesto que los intereses materiales de las masas constituyen la fuerza
que compartieron un destino común. No puede decirse que exista esca- motriz de nuestra argumentación, las clases sociales y su representación
sez de teorías acerca de, por ejemplo, por qué Inglaterra se convirtió en en los partidos políticos son sus vehículos principales. Ahora bien, como
una democracia liberal, Alemania e Italia pasaron a ser fascistas o esperamos demostrar, los intereses de clase no dominaron .de modo fun-
Escandinavia pasó a ser socialdemócrata. La mayoría de estas teorías damental las alianzas políticas. No podernos dar razón de las alianzas que
parecen bastante convincentes cuando se examinan a través de la lente de se formaron ni de las que no recurrieron al papel de la fidelidad regional,
una sola experiencia nacional o de un solo tipo de desenlace político, lingüística y religiosa. En aquellos lugares en que los movimientos libera-
pero pierden gran parte de su fuerza cuando se someten a un análisis les triunfaron antes de 1914, el atractivo político de su llamamiento se
comparativo más amplio. De acuerdo con nuestra comprensión de la vio reforzado por una escisión religiosa. En aquellas sociedades que
ciencia social, una teoría que pretende explicar por qué algunas socieda- iban a convertirse en socialdemocracias y dictaduras fascistas -socie-
des pasaron a ser, por ejemplo, socialdemocracias, debería también ofre- dades a las que nos referiremos colectivamente como iliberales- , el
cer una explicación igualmente convincente de por qué otras sociedades hecho de que los movimientos liberales fracasaran en el establecimiento
no se convinieron en socialdemocracias. Eso requiere una explicación de su hegemonía política antes de 1914 tuvo una importancia determi-
igualmente cohereme para cada uno de los otros tipos de régimen. Esas nante. Este fracaso fue una consecuencia de las divisiones internas de la
explicaciones, además, deben estar integradas: deben proceder de los mis- burguesía en el ámbito de la lengua, religión e intereses regionales. Estas
mos supuestos, emplear las mismas variables, y así sucesivamente. Hemos mismas divisiones debilitaron los movimientos liberales de entreguerras
intentado realizar este esfuerzo metodológico dentro del contexto de una en las sociedades iliberales y militaron en contra de cualquier coalición
narración histórica comparativa. estabilizadora formada bajo liderazgo liberal.
Todas las interpretaciones que aquí examinamos, y la que propone- Dado que hacemos referencia con regularidad a las clases sociales,
mos, se apoyan en causas localizadas dentro de sociedades individuales, queremos aclarar que no suponemos que las clases sociales poseyeran
más que dentro de la economía y equilibrio de poder internacionales. visiones del mundo distintivas y coherentes, ni que los intereses de clase
Esta orientación refleja nuestra convicción de que las causas originales de fueran los intereses dominantes de aquellos que, de forma nominal, per-
los cuatro tipos de desenlace político deben ser halladas en los diferentes tenecían a una clase, ni tampoco que las clases actuaran como fuerzas
modos en que millones de personas buscaban mejorar las condiciones unitarias. Antes bien, el lector debe aceptar tan sólo la.,suposición más
materiales de su existencia cotidiana por medio de la actividad política. modesta de que los partidos socialistas aspiraban fundamentalmente a
Por supuesto, la política significa mucho más que intereses materiales y actuar como agentes de la clase obrera y que los partidos liberales aspira-
participación de masas. Ahora bien, existen unos hechos ineludibles a los ban fundamentalmente a serlo de la burguesía. El problema empírico
que toda teoría referente a estos regímenes políticos debe enfrentarse: en que aquí estudiamos con cierta profundidad es hasta qué punto, desde
primer lugar, ningún régimen estable hubiera podido formarse en el una perspectiva comparativa, los partidos socialistas y los partidos libera-
período de entreguerras si hubiera carecido del apoyo de las masas; les fueron coaliciones interclasistas o, por el contrario, el conjunto de da-
20 l11troducció11 l11troducció11 21

ses que formaba sus bases era homogéneo. Centrándonos en el compor- liberales y, más adelante, los radicales controlaron todos los gobiernos
tamiento y bases electorales de los partidos -su buena disposición a for- entre 1848 y 1919. En Francia, los republicanos dominaron después de
mar alianzas de clase mixtas, el grado de apoyo popular que recibieron, la 1877 y los radicales después de 1898. En estas sociedades, los obreros
proporción de dicho apoyo que parece proceder de una clase en particu- fueron capaces de hacer sentir su influencia, en un primer momento,
lar-, podemos extraer algunas conclusiones sobre el alcance real en que, mediante una coalición interclasista dentro de los partidos liberales y,
desde un punto de vista comparativo, las clases actuaron en política más adelante, mediante una alianza eritre sus propios partidos y los parti-
como fuerzas unitarias. Contempladas desde esta perspectiva, las diferen- dos liberales. Este último procedimiento resultó ser más trascendente que
cias resultan asombrosas. el primero, puesto que, a diferencia de los partidos liberales de cualquier
En un libro tan extenso como éste, el lector merece un anticipo de otro lugar, los de Gran Bretaña, Francia y Suiza fueron capaces de ajus-
los puntos esenciales de la argumentación. A modo de anticipo, pues, tarse a la aparición de partidos obreros independientes. Cuando esa
esbozaremos las diferencias etiológicas de fondo entre los tres regímenes movilización independiente tuvo lugar, los partidos liberales fueron capa-
de Europa occidental y dejaremos para los capítulos siguientes la presen- ces de contenerla y utilizarla en su provecho mediante una ·alianza.
tación de las pruebas en que se sustenran, así como la discusión más Los liberales podían hacer las concesiones necesarias para refrenar y
matizada de las diferencias entre experiencias de transición política y subordinar movimientos obreros a su causa, puesto que tenían poco que
regímenes fundamentalmente similares. temer de ellos, incluso de los movimientos socialistas. Esto era así porque
En un primer momento de nuestra argumentación, sostenemos que su electorado más natural, la burguesía, no estaba dividido políticamente
el rasgo esencial que distinguió a Gran Bretaña, Francia y Suiza de otras por antagonismos inrernos arraigados en disensiones religiosas, regiona-
sociedades europeas antes de la Gran Guerra fue la política de alianzas les, lingüísticas, o en tensiones entre el medio rural y el urbano. De
entre liberalismo y obrerismo· que surgió a partir de la hegemonía de los hecho, estas escisiones preindustriales, en la medida en que tenían alguna
movimientos liberales. 1 De aquella política de alianzas surgió una suerte importancia, sirvieron para reforzar el llamamiento a la burguesía y, de
de movimiento obrero, incapaz de cuestionar y desafiar en el ámbiro este modo, ayudaron a aglutinar en torno al liberalismo a una gran
político, organizativo e incluso psicológico al orden liberal entre las gue- mayoría -o a una mayoría eficaz- de la burguesía.
rras mundiales. Por su parte, los movimientos obreros recibieron una serie de bene-
En Gran Bretaña, el Partido Liberal y el Partido Conservador se ficios mediante la política de alianzas de liberalismo y obrerismo. En
alternaban en el poder desde la aprobación de la segunda ley de reforma Suiza, por ejemplo, los radicales fueron capaces de promulgar medidas
electoral (Second Reform Act) en 1867 hasta la guerra. En Suiza, los de reforma social que no hubieran podido ser aprobadas por mayoría
contando tan sólo con los resultados obtenidos por los obreros en refe-
rendos nacionales. Tomando otro ejemplo, fue precisamente la necesi-
dad de apoyo obrero por parte de los republicanos franceses en su
En In sucl"S i1•0 rradu cimos d rérmin o Lih-Lab co mo •<alianza entre liheral ismo 1• enfrentamiento con los conservadores la que determinó que se diera
obrerismo" :· o rras cx prcs in nes :111 i logas («¡101í ri ca de alianza.> enrre 1iberalismo y o hreri.~­
mn.. , .. :i lia1Y1.as enrrc libcr.il is111 0 1· movimi enrn o brero urg:i nizadn", ere.) . No hemos creí- satisfacción a las tres demandas más importantes de los movimientos
do npo n 11 11 0 111 anrenc' J' l:i ahrev iacu r:i anglosajo na, ral cual o ca1 rcl la nizada (/ib-laúim10), obreros franceses después de 1877: el establecimiento de una educación
p o rt¡ u~ el :lllror :1plica el co ncc prn ram o a Cra n Brerail a, don <l e rienc ple no se nr ido, pública general, gratuita y laica; el indulto a los comuneros; por último,
como a unos países euro peos, d umk los parri d m :· .1i ndi caros obreros no suelen urili 7.:1r la
1·m. lahorisia. [N. <l d T. ] la legislación de los sindicatos y de la negociación colectiva, junto con el
l El desarrollo de las a!idnzas entre liberalismo y obrerismo es objero de análisis en derecho de huelga. Estos logros concretos eran la moneda a la que los
GregorY M. Luebbcrt, .. Social Fou11datio11s of l'olirical Order in lnrerwar Europe,,, \l?urld dirigentes obreros recurrían para justificar su colaboración con los libe-
Politiu, rnl. 33, n.º 4 (julio 1987), pp. 452-453.
rales. Esos dirigentes, y los obreros en general, recibían algo aun más
22 b1troducció11 23
Introducción

poderoso, si bien podía ser difícilmente nombrado: un fome sentimien- dichas coaliciones de centro-derecha -coaliciones que ahora reunían a
to de aceptación y la adquisición de una cierta talla en su dignidad. una amplia porción de la burguesía en contra de la clase obrera socialis-
Dado que, como veremos más adelante, los beneficios materiales que los ta- fue posible gracias a la misma ausencia comparativa de escisiones
obreros obtuvieron en las sociedades liberales eran a menudo menores internas que en una ocasión había facilitado la hegemonía liberal. Bajo la
que los que recibían en las sociedades iliberales, ese sentimiento de acep- fuerte intensificación del conflicto de clases en el período de entreguerras
tación, de legitimidad, resultará de gran importancia a la hora de expli- y ante la mencionada ausencia de escisiones internas, la confrontación
car el comportamiento de los dirigentes obreros en las sociedades libera- política se vio reducida en gran parte a la lucha de clases y los partidos
les de anteguerra. obreros fueron desprovistos de aliados en la burguesía.
E l esrnb lec imi en rn del gobie rn o represen tativo, q ue no debe co nfun- La actitud comparativamente benigna de los gobiernos liberales de
dirse co n la d emocracia, fue siemp re u n co rrelato de la hegerrwnía li be- anteguerra hacia los sindicatos desempeñó, a su vez, un papel crítico en
ral, pero no es rn vo causado exc lusiva me nte por és ra. E n Nor uega, por la creación de unos movimientos sindicales sin cohesión .en su organiza-
ejemp lo, la población ca mpesin a fue en rea lid ad la responsa b le de la ción. Fue precisamente esta falta de cohesión la que, asimismo, paralizó
adopc ió n de un a m plio sufr ;igio en !a Co nst itu ció n de 1815, así co mo los movimientos obreros británicos, franceses y suizos, y limitó la eficacia
del es tab leci mi e nro de la sobernnía p;irhmentaria en 1884. Sin em b;i rgo , de los retos políticos que con.s iguieron organizar durante los años de
nin gun o de es to s aco m c:cim ie n tos prnclamó la llegada de un movimiento entreguerras. En efecto, aquellos movimientos no iban a ser capaces de
li bc:ral hege111ó nico. De hech o, e l esrn blecimi en ro d la so be ranía p:irla- secuestrar a los gobiernos liberales ni a los patronos con su habilidad para
m enrar ia se vio seguido cas i inm ed iara rn enrc por el decl ive lib eral. La perturbar los mecanismos del mercado. Puesto que carecían de tal habili-
relac ió n en tre: d liberalism o y l:is organizacio nes o breras fue el facto r c ru- dad, tanto la paz polírica como la disciplina de los trabajadores pudieron
cial. En el corazón de esta relación se hallaba el establecimiento de una ser impuestas por medio del mercado salarial.
coa li ció n elect0 1·al enrrc: clases que aurn riza ba y forta lecía po lítica m ente a
Al organizarse ellos mismos en el mercado salarial, al igual que en la
los dir ige m es ob 1·eros. En c:fecro, es ta com bin ac ió n de hegemo l\Ía liber;i l
política, los activistas obreros se enfrentaban con una disyuntiva. Podían
y co labo rac ió n de un a clase so cia l podía compensar hasta cieno pumo
perseguir sus ambiciones bien por medio de alianzas con los liberales, o
u n dc:sarro ll o democdr ico inco m pleto. És re Íue el caso de G ran Brerañ:1,
bien mediante una organización globalizadora y coherente de la clase
dond e un sufragio mu cho m;Í.s res iringido que: el que podía encontra rse
obrera. En la práctica, puesto que esa organización globalizadora, cohe-
e n mu ch as soc iedades ili berales no tuvo un marcado impacto e n las ac ri-
sionada, constituía una tarea lenta, ardua y tediosa, ésta nunca resultaba
rud es de las o rgani zac io nes o bre ras. La clave fue la hc:gemo n ía liberal,
la opción elegida si se podía disponer de aliados que gozasen de hegemo-
puesw qu e en rodas aq uellas sociedades c: n qu e los libe rales goza ro n de
nía. Allí donde tales aliados eran asequibles, se permitía a los obreros que
hege mo n ía, la co nsecuencia inm edi aca fu e una coalición in te rclas ista.
se organizasen en el mercado de trabajo antes de la guerra sin excesiva
La estabilidad del orden liberal de entreguerras en Gran Bretaña, oposición del Estado, e incluso se les permitía negociar en disputas del
Francia y Suiza fue debida, en cierta medida, a la aceptación notable- mercado laboral teniendo al Estado como aliado. En consecuencia, se
mente amplia entre los obreros de las instituciones políticas y económi- creó una cadena de organizaciones sindicales balcaniz~das que tenía el
cas que suponía el liberalismo. Sin embargo, la estabilidad de la demo- individualismo de sus asociaciones como base y el reformismo como
cracia 1ibera! se debió todavía a dos factores más: por un lado, a la forma- alma. Precisamente porque los trabajadores no eran, contrariamente a lo
ción de coaliciones de centro-derecha responsables de la consolidación de postulado por Marx, una clase esencialmente revolucionaria, este modelo
la burguesía, que fueron causantes del aislamiento e ineficacia de los par- pluralisra resultó ser el desenlace «natural» de una situación en que los
tidos socialistas; por otro lado, esa estabilidad estuvo causada por la falta aliados políticos, especialmente dentro del Estado, podían sustituir a una
de coherencia de la organización de los sindicatos. La formación de organización coherente.
24 Introducción !11troducció11 25

Se trataba de una debilidad organizativa que, por supuesto, reflejaba rraron enfrentados con partidos y sindicatos socialistas aparentemente
el grado de conciencia de clase relativamente bajo que había existido monolíticos y en rápida expansión.
entre estos obreros en el momento en que los sindicatos estaban siendo
Las crisis de los años de guerra y posreriores no ayudaron en absolu-
creados: una conciencia apropiada a unos obreros cuya identidad estaba
to a superar las divisiones dentro de la burguesía. Es más, los parti~os
asentada en intereses locales o regionales, artesanales o industriales, más
liberales siguieron desapareciendo a medida que la burguesía se fracc10-
que en su sentimiento de clase. A pesar de todo, la falta de coherencia
naba aun más en el ámbito político. El descrédito del liberalismo se ace-
sobrevivió mucho tiempo después de que la conciencia de clase hubiera
leró entre las dos guerras a medida que los movimientos obreros cohesio-
sido vigorizada por la experiencia de la primera guerra mundial. Se
nados resultaban ser asombrosamente eficaces haciendo subir los salarios
puede argumentar con cierta verosimilitud que en 1919 el grado de con-
netos y la participación obrera en la renta nacional, incluso ante lo que
ciencia de clase era ya tan alto en Gran Bretafla, Francia y quizá incluso
ya eran casi las tasas de paro propias de una dep~esión. E~te hecho con-
Suiza como podía serlo en cualquier otro lugar de Europa occidental.
trasta con el fracaso de los sindicatos en las sociedades liberales de los
Probablemente lo fue, pero entonces ya era demasiado tarde para crear
años veinte, donde los salarios reales se estancaron o incluso cayeron
organizaciones sindicales cuya cohesión interna se correspondiese con
hasta llegar a tasas de paro marcadamente más bajas. En todas las socie-
dicha conciencia. Esto es así porque, para entonces, ese espacio organiza-
dades iliberales, la disciplina y la paz del ámbito laboral -y, por tanto, la
tivo ya había sido ocupado. Como veremos, aquellos que en Gran
estabilidad del orden político- iban a requerir la subordinación de los
Bretaña, Francia y Suiza favorecieron una organización de los obreros
mercados a la política, fuera ésta democrática o autoritaria. De hecho, la
más globalizadora -bien en los partidos políticos, bien en los sindica-
estabilización política exigiría una ruptura fundamental con el .modelo
tos- perdieron siempre sus batallas, tamo en el período de anteguerra
liberal, ya que no se iba a poder disponer de los efectos correctivos del
como en el de entreguerras. A medio plazo, el resultado fue que, en los
mercado salarial sobre el obrerismo, ni de una coalición de centro-dere-
años de entreguerras, los obreros se encontraron con que no contaban ni
cha duradera, como medidas que fueran capaces de apuntalar una estabi-
con sus históricos aliados de la burguesía, quienes reagrupados ahora
lización liberal.
comra el obrerismo como conflicto de clase pasaron a ocupar una posi-
ción más destacada, ni tampoco con organizaciones propias eficaces. A En casi todas las sociedades iliberales, el impulso inicial en el
largo plazo, el resultado fue que hubo muy pocos obstáculos para una momento de los avances democráticos de 1919 fue desarrollar una réplica
estabilización democrática liberal. Ni la economía liberal ni la polírica de la experiencia británica de anteguerra mediante la formación d~ ~oali­
democrática se vieron seriamente desafiadas. ciones entre liberales obreros y reformadores. Con todo, tales coaliciones
no lleaaron a formarse o bien se desmoronaron pronto. Este fracaso de la
Allí donde los liberales malograron su hegemonía antes de la guerra,
fórmula de alianzas entre liberales y obreros organizados fue acompañado
su fracaso se debió a que no pudieron contener las escisiones internas
0 seauido rápidamente por el fracaso de los liberales en su intento de con-
preindustriales de la burguesía. Habiendo fracasado en el establecimiento
solidar una coalición de todos los sectores de la burguesía. Los liberales
de su hegemonía, los partidos liberales encontraron enormemente ame-
fueron incapaces de superar las divisiones dentro de la clase urb~na )'entre
nazadora la movilización de una clase obrera socialista; de hecho, tan
amenazadora que se negaron constantemente a aliarse con movimientos la burguesía urbana y la rural, así como de disciplinar aI obr~nsmo .º.rga-
nizado. A panir de entonces, la política de entreguerras y su mestabil1dad
socialistas. Habitualmente sin aliados, y siempre sin aliados útiles, tanto
asociada deben ser contempladas como la búsqueda de una fórmula de
los partidos como los sindicatos socialistas se concemraron en la organi-
coalición alternativa. Si no podía formarse una coalición de las dos clases
zación global y cohesionada de la clase obrera. El resultado fue que, en
urbanas, y si los liberales no podían consolidar una coalición de. todos los
los años finales de paz, los partidos liberales, incapaces de reunir y forta-
sectores de la burguesía, la única coalición que podía proporcionar una
lecer a un:i burguesía dividida desde el punto de vist:i político, se encon-
mayoría política adecuada iba a ser la que uniese una clase urbana con
26 lntrod11cció11 27
l11troducció11

una clase rural bajo el liderazgo socialdemócrara o el fascista. En el rasgos distintivos de los regímenes fueron comecuencias lógi,cas de los
campo, la participación del campesinado familiar fue decisiva. inrereses de las clases que subtendían las coaliciones y del desafio plantea-
do por las clases inicialmente excluidas. La coherencia distintiva de los
Los campesin os de las soc iedades iliberales se convirriero n por prime- movimientos obreros socialistas en las sociedades iliberales resultó crucial
ra vez en agentes verdade rame nte libres como resultado de la g uerra. para la forma asumida tanto por la socialdemocracia como. ~or el fascis-
Mienrras que antes de la guerra habían mantenido su unión con parcidos mo. La socialdemocracia reflejó esto mediante el corporat1v1smo demo-
liberales, o al menos pertenecientes al sta111s quo, desp ués de la guerra se crático. También el fascismo tuvo que responder a este legado con una
mostraro n di spuestos y capaces de cam bi ar sus alianzas a med id a que con- variante del corporativismo y con una variante totaliraria de la dicradura.
sideraban y reconsideraban las consec ue ncias de las di feremes op iones. Ambos regímenes, por cuanto desplazaron el liderazgo liberal y exig'.ero~
Los li berales urbanos - q ue era n cada vez menos ütiles como aliados para la legitimación de la prosperidad inmediat~, mosrraron ~na mayor 111cl1-
los camp es in os y que se 1nantenían po co dispuesrns a ayud;irles en su nación a romper con la ortodoxia económKa del lcberalcsmo )' a expen-
lucha contra los ef~c tos de: la gue rra y, desp ués, conrra la crisis de bi enes mentar con políticas económicas estimuladoras.
de co nsum o de flnales de los aiíos ve inte- Íuero n los prime ros en se ntir
los eíec cos de la libre acruació n de l campes inado familiar. En conrr:isre
co n el campesinado fami li ar de las , ociedades liberales, que en los aiíos de
entreguerras esparció su apoyo a lo largo de todo un especrro de parridos,
si bien generalmente apoyaba a las coaliciones de centro-derecha domi-
nanres, el campesinado familiar de las sociedades iliberales comenzaba
ahora a actuar con una considerable coherencia de clase y demostraba
voluntad de romper con sus viejas facciones políticas; tanto es así que
ahora se mostraban dispuestos a alinearse con los obreros urbanos, de
acuerdo con las circunstancias, y co n la burguesía urbana, bajo el nu evo
lid er:izgo de los fasc istas. El modo en q ue el ca mpesinado fa mili ar se ali -
neó es tuvo dc:term in ado por la posibilidad de que los movimientos soc ia-
lista hubieran llegado o no a comprometerse en on fli cros de clase en el
campo. Cada vez qu e los socia listas inrenraban organizar al proletariado
agrario en b políti ca y e n el mercado de trabajo, el campesin ado fami li ar
se veía arrojado en brazos de los ascisras. La posibilidad de que los soc ia-
listas intenraran o no o rganizar a los ob reros agrarios, a su vez, esraba
dererminad:i. por el hec ho de q ue esos trabajadores es tu vieran po lírica-
m ente disponibles o hubi era n sido organizados previam e nre por otro
movimienro . En los lu gares en que no había n sid o previamente organiza-
dos, la lógica de la competición demo crática -el imperarivo de potenciar
a corro p ino el apoyo popular- arrastró a los soc ial isra. al vacío.
Cuando el campesinado familiar romó partido por los obreros urba-
nos, el desenlace fue un régimen socialdemócrata. Cuando tomó partido
por la burgu esía urbana, el desenlace fue el fascismo. En ambos casos, los

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