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soledad Román de
Núñez
Fecha: 26/4/19
Bicentenario
de Colombia
Reflexionar para construir
No se puede construir el futuro de una nación sin conocer los éxitos y fracasos de
su pasado. Con esta premisa, Colombia reflexiona acerca de los 200 años de su
historia independiente y de vida republicana. Es una oportunidad valiosa para que
en todos los rincones del país, los colombianos revivan los principales
acontecimientos políticos y económicos que han marcado el Estado y la sociedad.
Pero también es una ocasión única para recordar a los protagonistas de la historia
nacional, la evolución de las tradiciones sociales y culturales, los cambios en el
modelo educativo, la construcción y arquitectura de las ciudades, los logros de los
deportistas, así como los adelantos científicos y tecnológicos que han aportado a
la construcción del país. Y fue eso de lo que se ocuparon los cuatro primeros
fascículos de la presente colección: ‘En marcha hacia la República’, ‘En busca del
progreso’, ‘Los años del ruido’ y ‘Un nuevo país’, a través de los cuales se hizo un
recorrido por dos siglos de historia patria. Pero ahora, esta conmemoración genera
debates, revive tensiones históricas y valoraciones del pasado. Motiva nuevas
inquietudes y hace que los colombianos vuelvan a preguntar por las
características que los hacen distintos frente a las demás naciones del mundo. En
este contexto, los aportes de la academia son fundamentales para comprender el
presente, identificar tendencias y mostrar los principales desafíos políticos,
económicos, científicos y tecnológicos que inciden en el desarrollo inmediato del
país. En el presente tomo de la colección Colombia 200 años de identidad,
reconocidos académicos hacen un balance del pasado y una proyección de lo que
podría ser el futuro en cada una de las áreas claves para el desarrollo de la
Nación.
Durante los 200 años de vida republicana en Colombia son pocos los momentos
especialmente críticos en el desarrollo de la ciencia en el país, sobre todo en su
construcción institucional y en su abordaje como una actividad profesional y no
como una afición. Aquí me atreveré a interpretar esos momentos y algunas de las
circunstancias que han condicionado, generalmente en forma negativa, ese
desarrollo. Los hechos que describo son en gran mayoría tomados de las
descripciones que diversos autores como Olga Restrepo, Jorge Arias de Greiff,
Luis Carlos Arboleda, Gabriel Poveda Ramos, Emilio Quevedo, y otros, recogieron
en la Historia de la ciencia social en Colombia 1 producida por Colciencias. Son
hechos bastante bien establecidos y documentados por esos autores,
profesionales de la historia, quienes han hecho una excelente labor de búsqueda y
recuperación en los archivos de la Nación. No se debe esperar entonces encontrar
en este texto ninguna gran novedad; lo único que podría tener algo de original es
la escogencia de aquellos momentos que me parece ejemplifican la problemática
colombiana y por supuesto su interpretación, que espero no sea abusiva.
El primer Momento- La independencia: Muy extensamente se ha estudiado la
época precedente a la declaración y la guerra de la independencia y en ella sin
duda la labor de Mutis y de su grupo de discípulos. Sin embargo, hay visiones
diferentes y encontradas sobre él Y no es sorprendente, porque era un hombre
lleno de paradojas y contradicciones a veces de difícil conciliación. Fue médico
pero prefirió la cátedra de matemáticas y la enseñanza de Newton, aunque no era
muy fuerte en la materia, sé le encomendó una empresa de ciencia aplicada pero
su gran éxito estuvo en la ciencia básica su visión se centraba en la ciencia
europea y generó un movimiento de construcción de ciencia americana, era un
buen súbdito español pero infundió autoconfianza en sus discípulos criollos estaba
muy lejos de ser un revolucionario político y construyó a su alrededor un grupo
que promovió la independencia de la Nueva Granada. Posiblemente, esas
paradojas se explican porque sí fue un innovador (al menos localmente) en ciencia
y en pedagogía. Porque promovió el método científico basado en la duda metódica
y porque combatió la enseñanza escolástica del Trívium y el Cuatrivium y
promovió, en cambio, una basada en la indagación y la investigación. En ese
momento y en ese círculo, aquello no podía dar ningún resultado diferente al que
dio: gente inteligente educada en el desenvolvimiento de sus propias capacidades
y con la premisa verdaderamente interiorizada de que la duda es el fundamento
del conocimiento, y que, necesariamente, tenía que buscar la independencia en
ese momento histórico, que fue también el arranque de la ciencia colombiana. En
realidad, como lo señalan algunos de los historiadores de la ciencia antes
mencionados como Luis Carlos Arboleda
Antes de examinar los productos intelectuales y/o artísticos más relevantes que se
han propuesto en nuestro país para pensar la conmemoración bicentenaria, quiero
remitir a un texto clave sobre las políticas de la memoria y los usos políticos de la
historia. Se trata de Los lugares de la memoria, una obra colectiva 70 autores, 7
volúmenes, dirigida por el historiador Pierre Nora, que aborda las relaciones entre
memoria, historia, conmemoración y nación en Francia. La obra se publicó entre
1984 y 1992, y en su tarea de rastrear los diferentes símbolos, tradiciones y
elementos culturales que conforman la memoria francesa, también tuvo que
detenerse a examinar los sentidos y las implicaciones de un acontecimiento
conmemorativo sin precedentes: el bicentenario de la revolución francesa en 1989.
Por tanto, su consulta sirve de orientación para todos aquellos interesados en
interpretar y estudiar a fondo la celebración del bicentenario en Colombia y los
usos de la historia que allí se pusieron en juego.
Otro terreno que habría que explorar, en función de entender las políticas de la
memoria y usos de la historia en nuestro bicentenario, sería la historia de los
rituales conmemorativos en Colombia. En este sentido, el precedente más visible
es la celebración del Centenario de Independencia en 1910. Sobre esta
celebración y su contexto existen numerosos estudios, que deben ser revisados
en clave comparativa (qué cambió y qué permaneció de 1910 a 2010). Por ofrecer
nuevas perspectivas e interpretaciones, el texto de Carolina Vanegas puede ser
de gran utilidad en este sentido. De otro lado, en un juicioso artículo, analiza las
celebraciones patrióticas (rituales conmemorativos) durante el siglo XX en
Colombia, en su relación con la formación de ciudadanía y nacionalidad. Ambos
textos sirvieron como investigación curatorial para la exposición del Museo
Nacional antes mencionada, por lo tanto, su conexión con el bicentenario es
fuerte, aunque no explícita.
Las celebraciones de 2010 fueron más modestas que las de 1910, sin cambios
constitucionales ni grandes acuerdos, y no tuvo el gobierno el entusiasmo ni la
coordinación para hacer un esfuerzo de propaganda ideológica y nacionalista
como el de 1910. Además, los historiadores de hoy son muchos y más
profesionales, y no se unen fácilmente a idearios oficiales. Por esto, las
conmemoraciones recientes tuvieron cierto aire pluralista y desordenado. Mientras
las celebraciones masivas promovidas por el gobierno nacional o ciudades como
Bogotá se concentraron en espectáculos, con un mensaje cívico que no importaba
a quienes iban a oír un concierto o ver soltar unos globos, hubo, inesperadamente,
un trabajo amplio, silencioso y sólido de varias instituciones.