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Pü m
El Cordobazo
Las guerras obreras en Córdoba, 1955-1976
Traducción de
HORACIO PONS
IM PR E SO E N LA A R G E N T IN A
IS B N 950-07-1X84-2
Published by arrangement
with Harvard University Press
Para mi madre y mi padre
Prefacio para la edición argentina
JAMES P. BRENNAN
Córdoba, julio de 1996
Prefacio
zas en unos pocos. Como corazón industrial del Estado fascista ita
liano, Turín tenía muchos vínculos, emocionales y prácticos, con el
agonizante régimen de Mussolini. La familia Agnelli, fundadora y
propietaria de la Fiat, había sido uno de los primeros respaldos de
Mussolini y beneficiaría principal de su programa económico. La
clase obrera turinesa había abandonado parcialmente su identidad
socialista y comunista en favor de una fascista, hipnotizada por la
imaginería revolucionaria y cultural que, hábilmente, ofrecía el fas
cismo, así como por los beneficios económicos de un régimen com
prometido con el pleno empleo y la prosperidad económica a través
de programas de rearmamento industrial y expansión imperial.3Con
sus fábricas gravemente dañadas por los bombardeos aliados, Fiat
apenas sobrevivió al colapso del fascismo, y la década siguiente sería
testigo de crisis y conflictos incesantes, con la compañía continua
mente amenazada por la bancarrota y los trabajadores ajustando
cuentas por los engaños del fascismo a través del renacimiento de
sindicatos socialistas y comunistas militantes. La hostilidad de Fiat
a la representación sindical de sus trabajadores, sin embargo, se
mantendría inconmovible» y la dirección aprovecharía plenamente
la derrota de comunistas y socialistas en las elecciones sindicales
de 1955 para barrer con todos los vestigios de poder gremial que
habían vuelto a Insinuarse en la empresa después de la guerra.4
A pesar del cambio evidente de los hados de la guerra, el fascis
mo no estaba en modo alguno desacreditado en la Argentina en
1944, año en que Tosco llegó a Córdoba. Los militares argentinos
conservaban gran simpatía por las potencias fascistas, seguían cre
yendo en su victoria inminente y procuraban imitar sus métodos y
programas allí donde fuera posible. En las fábricas de armas dé
Córdoba, la disciplina militar y los sentimientos militaristas impreg
naban todas sus operaciones. En la década de 1930, la ecuación de
las fuerzas armadas que asimilaba grandeza nacional con una po
derosa industria armamentística les había permitido obtener la
aprobación gubernamental para expandir la producción de armas y
suscribir convenios de licencias con las potencias fascistas para la
fabricación de tecnología militar de avanzada.5 Varios años más
tarde, el gobierno de Ramón Castillo (1940-1943) cedió a las presio
nes de los sectores castrenses nacionalistas creando en 1941 una
junta de planeamiento industrial militar, la Dirección General de
Fabricaciones Militares, con lo que reconocía un papel industrial
permanente a las fuerzas armadas. De ese grupo de militares nacio
nalistas surgió una logia secreta con indisimuladas simpatías pro
fascistas, el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), que tomó el poder en
1943. Uno de los miembros de ese grupo, Juan Domingo Perón,
había estudiado en Turín en la década de 1930 y cumplido funcio
20 El Cordobazo
NOTAS
CÓRDOBA
I
1. Industria, sociedad y clase
Transporte Automotor)
5 Gráficos
6 UTA {Unión Tranviarios Automotor}
7 Petroleros Privados
8 UOM (Unión Obrera Metalúrgica)
9 ATE {Asociación ele Trabajadores de! Estado)
una fecha anterior, IKA tuvo un efecto más directo sobre ei desarro
llo industrial ulterior de la ciudad. La combinación de la legislación
gubernamental que establecía requisitos de contenido nacional
mínimo en la producción automotriz y la falta de una empresa ma
triz de IKA que actuara como proveedora de componentes e insu-
mos industriales condujo a la compañía a llevar a cabo un progra
ma radical de integración vertical. Decidió no depender de los pe
queños fabricantes de partes de la ciudad, que hacían elementos de
alto deterioro para automotores (semiejes, algunos engranajes, tam
bores de freno, piezas forjadas y de fundición sencillas), dado que
sospechaba del origen metalúrgico de estos productos y especial
mente de sus tolerancias mecánicas. En cambio, comenzó a levan
tar sus propios establecimientos autopartistas, fábricas que utiliza
ban procesos de producción “mecanizados" en oposición a los de
“talleres de trabajos por encargo", es decir, fábricas que empleaban
máquinas herramienta con los ritmos de trabajo formal y los con
troles de calidad exigentes de las industrias de producción masi
va.23
El resultado de esta política fue un mejoramiento en la calidad
de los autos Kaiser, pero también reforzó la naturaleza inusualmente
concentrada del desarrollo industrial de Córdoba. Cientos de peque
ños talleres metalúrgicos surgieron a la sombra de la industria au
tomotriz cordobesa, operando como proveedores de partes y acce
sorios básicos (velocímetros, espejos, bujías de encendido) para IKA.
y Fiat y como autopartistas directos en el mercado de repuestos. No
obstante, los propietarios de los establecimientos metalúrgicos eran
en general empresarios de poca monta, y nunca surgió en la indus
tria metalúrgica de la ciudad una burguesía industrial digna de ese
nombre.
Las diversas plantas de componentes de IKA —Transax (ejes),
vendida a Ford en 1967; las fábricas de ILASA (cables, componen
tes eléctricos y carburadores); Pajas Blancas; las varias plantas de
Santa Isabel— , así como fabricantes extranjeros independientes,
como Thompson Rameo y Associated Spring, que finalmente fueron
atraídos al lucrativo mercado local e instalaron fábricas en la ciu
dad, satisfacían la mayoría de las necesidades de producción de IKA.
Más adelante también abastecieron a Fiat y otras empresas, siendo
la interdependencia e intercambiabilidad de las partes y componen
tes de las compañías automotrices una de las características sobre
salientes de la industria argentina.24 Por ejemplo, durante muchos
años la planta de Transax sería la única proveedora de ejes traseros
para todas las empresas automotrices de la Argentina, y el taller de
transmisiones de IKA en el complejo de Santa Isabel fue el
abastecedor de las transmisiones usadas por todas las compañías
industria, sociedad, y dase 55
Referencias: (a) Año; (b) Población total; (c) Nacimientos; (d) Inmigran
tes; (e) Muertes; {f) incremento neto.
Fuente: Carlos E. Sánchez y Walter F. Schulthess, Población e inmigra
ción en la ciudad de Córdoba, 1947-1966, Facultad de Ciencias Económicas,
Universidad Nacional de Córdoba, 1967, p. 7; Dirección General de Estadís
tica, Censos e Investigaciones, Ministerio de Hacienda, Economía y Previsión
Social, “Estadísticas Demográficas y Vitales: Población, 1901-1970”.
70 El Cordabazo
N° total de
Año inmigrantes Hombres {%} Mujeres {%)
Referencias: (a) Año; (b) Provincia de Córdoba (%); (c) Provincia y ciudad
de Buenos Aires (%}; (d) Provincias del Litoral (Chaco, Corrientes, Entre Ríos,
Formosa, Misiones, Santa Fe) (%); (e) Noroeste (Catamarca, Jujuy, LaRioja,
Salta, Santiago del Estero, Tucumán) (%); (f) Cuyo (Mendoza, San Juan,
San Luis) (%}; (g) Sur (Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz,
Tierra dei Fuego) (%); (h) Países extranjeros (%}.
Fuente: Carlos E. Sánchez y Walter F. Schulthess, Población e inmigra
ción en la ciudad de Córdoba, 1947-1966, Facultad de Ciencias Económi
cas, Universidad Nacional de Córdoba, 1967, p. 5; Dirección General de
Estadística, Censos e Investigaciones, Ministerio de Hacienda, Economía y
Previsión Social, “Estadísticas Demográficas y Vitales: Población, 1901-
1970”.
72 El Cordobazo
NOTAS
revocar los firmados por IKA con American Motors. Archives des Usínes
Renault:, Boulogne-Billancourt, Directíon Juridique, carpeta 3400,
“Argentine", expediente "Rachat actions AMC/KJC", y 4436, “IKA Status
Contrate Renault. KJC/AMC/WILLIS".
36 Depto. de Estado de los Estados Unidos, Documentos Relacionados
con los Asuntos Internos de la Argentina, Embajada de los Estados Unidos
en Buenos Aires, "Investment Projects in Argentina”, 811.05135/2-259, 2
de febrero de 1959-
Colomé y Palmierí, "La industria manufacturera en la ciudad de Cór
doba", pp. 25-38; Aldo A. Arnaudo, “El crecimiento de la ciudad de Córdoba
en el último cuarto de siglo", Economía de Córdoba, vol. 8, n° 2 (diciembre
de 1970), pp. 7-11.
40 Colomé y Palmierí, “La industria manufacturera en la ciudad de Cór
doba”, p. 35.
4' Nofal, Absentee Entrepreneurship and the Dynamics of the Motor Vehicle
Industry in Argentina, p. 32.
42Arnaudo, “El crecimiento de la ciudad de Córdoba en el último cuarto
de siglo”, pp. 18-19.
43Nofal, Absentee Entrepreneurship and the Dynamics of the Motor Vehicle
Industry in Argentina> p. 44.
44Gleyze, “La Régie Nationale des Usines Renault et I’Amérique Latine
depuis 1945", pp. 58-60.
45Carlos E. Sánchez, “El desempleo juvenil en la ciudad de Córdoba”,
Economía de Córdoba, instituto de Economía y Finanzas, Facultad de Cien
cias Económicas, Universidad Nacional de Córdoba (diciembre de 1971), p.
13.
4<i Sánchez, "El desempleo juvenil en la ciudad de Córdoba”, pp. 3-20.
I./OS hallazgos de la investigación de José Nun sobre la desocupación en la
industria en los dos casos estudiados en Buenos Aires en 1967 — específi
camente su descubrimiento de la tendencia de los trabajadores del auto
móvil despedidos a encontrar trabajo en servicios, en la industria y como
mecánicos independientes pero no en las plantas automotrices en que ha
bían trabajado anteriormente y ni siquiera en la industria automotriz en
general— también valían para Córdoba. Véase José Nun, “Despidos en la
industria automotriz argentina: estudio de un caso de superpoblación flo
tante”, Revista Mexicana de Sociología, vol. 40, n° 1 (1978), pp. 55-106.
47Anna Segre, “La localizzazione deirindustria automobolística in
America Latina: I casi di Belo Horizonte (Brasile) e Córdoba (Argentina)",
Riuista Geograjica Italiana, vol. 80, n° 2 (junio de 1983), pp. 262-264.
45 Municipalidad de Córdoba, Dirección de Estadísticas, “Censo Nacio
nal de Población: familias y viviendas", Departamento Capital, 1970, vol. 1.
El estudio de Mónica Gordillo sobre el Sindicato de Mecánicos y Afines del
Transporte Automotor (SMATA) de Córdoba ha demostrado que un gran
porcentaje de los trabajadores que se instalaron en los nuevos barrios in
dustriales adyacentes a los complejos automotores eran inmigrantes a la
ciudad. Sí bien ésas fueron las zonas de crecimiento más rápido de la ciu
dad, debería subrayarse que sólo una minoría de los trabajadores del
SMATA vivía en los nuevos barrios (38,1% para el período 1956-1960, con
industria, sociedad y clase 81
al SMATA, y el primer paso hacia esa meta se dio el Iode abril de ese
año, cuando los trabajadores de la planta de Grandes Motores Diesel
votaron casi por unanimidad en favor de la pertenencia al sindicato
de los mecánicos, una votación posteriormente refrendada por el
Ministerio de Trabajo.44
El SMATA era aún anatema para la empresa, si bien Fiat siguió
reconociendo la dificultad de mantener la paz laboral en las plantas
sin ninguna representación sindical peronista. Para evitar la larga
mente temida perspectiva de la afiliación al SMATA, parece que Fiat
celebró un trato con Vandor y Simó, quien ahora se desempeñaba
como diputado peronista y dividía su tiempo entre Córdoba y Bue
nos Aires. La UOM trasladó alrededor de 80 de sus activistas sindi
cales de laS plantas de Fiat bajo su jurisdicción en Buenos Aires a
Córdoba. La empresa los dejó ingresar a las plantas de Ferreyra
como trabajadores recién contratados, y a pesar de una sospecha
inicial entre los obreros acerca de los recién llegados, éstos pronto
controlaron el bisoño SITRAC; al menos, ésta era la difundida creen
cia entre los trabajadores de Fiat, en especial entre quienes dirigi
rían las rebeliones fabriles en las plantas de Ferreyra varios años
más tarde.45
La inesperada conducción de la huelga de i 965 por parte de los
activistas de la UOM, una riesgosa jugada de Vandor para restable
cer el prestigio del sindicato metalúrgico entre la mano de obra y
obligar a Fiat a reconocer formalmente su jurisdicción, tomó por
sorpresa a la compañía. La huelga terminó con una derrota ignomi
niosa para el SITRAC, y Fiat prohibió la presencia de la UOM en sus,
plantas, aunque los convenios colectivos de ésta serian utilizados
como modelos para los propios contratos internos de la compañía
durante el resto de la década. La empresa italiana admitió que sería
necesaria al menos una representación sindical formal y de com
promiso en las plantas para evitar la afiliación al SMATA, por lo que
decidió mantener el SITRAC y transformarlo en un apéndice de su
Departamento de Relaciones Industriales, a fin de que estuviera a
las órdenes de la compañía más que de los trabajadores. Fiat pre
servó los dos sindicatos de la empresa, SITRAC y SITRAM, como re
presentantes institucionales de sus trabajadores, al mismo tiempo
que se apoyaba en su combinación tradicional de políticas paterna
listas y autoritarias más que en una genuina representación gre
mial para manejar a su mano de obra. Su paternalismo, expresado
era sus clubes deportivos y en una bien publicitada campaña para
dar empleo a argentinos descendientes de italianos, junto con un
status simbólico de “socios”, se profundizó después de la huelga de
1965.46La compañía exigió que SITRAC-S1TRAM mantuvieran en
calma al personal y adhirieran al tradicional aislamiento de Ferreyra
Política sindical 113
con respecto a la política laboral local y nacional, una tarea que los
sindicatos de planta desempeñarían obedientemente durante el si
guiente lustro. Torres no abandonó su campaña para incorporar a
los trabajadores de Concord y Materfer. Sin embargo, vio que en esta
cuestión la compañía no estaba dispuesta a rendirse, y él no quería
emprender una lucha prolongada y probablemente fútil que podría
poner en peligro la afiliación de los trabajadores de GMD. Tempora
riamente, admitió la pérdida de los obreros de Fiat afiliados a sus
sindicatos de planta.47
La continuidad de la existencia de estos sindicatos de empresa
protegió a los independientes y reveló el ya peculiar carácter del sin
dicalismo cordobés. Para los independientes de Tosco, su supervi
vencia implicaba la preservación de un movimiento obrero inusual
mente heterogéneo, que pusiera obstáculos a la campaña verticalista
de Vandor. Si bien Fiat preservó sus sindicatos de planta, éstos fue
ron durante años una nulidad en la política del poder del movimiento
obrero cordobés. Vandor pudo mantener a los trabajadores de Fiat
alejados del SMATA, pero no utilizarlos para fortalecer su posición
en Córdoba o aislar a los independientes. Todo el asunto Fiat había
mostrado precisamente cuán propicias eran las condiciones locales
para un movimiento obrero pluralista y qué inapropiadas eran las
tácticas de Vandor, dada su doble preocupación de apuntalar a los
peronistas cordobeses y asegurarse de que no pudieran representar
una amenaza a su control del movimiento obrero peronista en el
plano nacional. A duras penas podía Vandor demandar verticálismo
y pureza ideológica si estaba dispuesto a prestar su conformidad al
aislamiento constante de la segunda mayor concentración de tra
bajadores industriales de la ciudad. Tosco y los independientes cri
ticaron la interferencia de la UOM en la controversia de la afiliación
de Fiat y más tarde denunciaron el sindicalismo “amarillo" de los
sindicatos de esa empresa, pero también eran conscientes de que el
arreglo los protegía y estorbaba a Vandor. Para los peronistas cor
dobeses, se trataba de una prueba más de que era necesario que
sus intereses particulares fueran protegidos de Buenos Aires. En
este caso en especial, Simó, la UOM y los ortodoxos habían perdido
más que Torres, el SMATA y los legalistas, pero nadie estaba feliz
con la interferencia de Buenos Aires ni con la exigencia de sacrificar
necesidades locales a los cálculos estratégicos de Vandor, y en los
años siguientes cada uno procuraría aumentar su independencia.
En los primeros meses de 1966, cuando Vandor tuvo que enfren
tar una serie de desafíos a su conducción por parte de su antiguo
adversario José Alonso, así como a causa del propósito de los sindi
calistas luego apodados pariicipacionistas de llevar el “peronismo sin
Perón" un paso más adelante y buscar vínculos orgánicos con el
114 El Cordobazo
NOTAS
dam: Center for Latín American Research and Documeniaíion, 1978), pp.
118-119.
3Jorge O. Lannot, Adriana Amanteay Eduardo Sguiglia, Agustín Tosco,
conducta de un dirigente obrero (Buenos Aires: Centro Editor de América
Latina, 1984), p. 12.
4Los programas obreros "La Falda”, ‘'Huerta Grande", “I o de mayo de
i 968”, publicación de la CGTA. mayo de 1971.
5La Voz del interior, 16 de enero de 1957, p. 5.
“Entrevista con Elpidio Torces, secretario general del SMATA-Córdoba,
1958-1971, Córdoba. 25 de julio de 1985.
7Los trabajadores de IKA contratados entre 1956 y 1960 eran predomi
nantemente hombres jóvenes (el 67,3% tenía entre 21 y 25 años), para
quienes el empleo en las plantas automotrices de Kaiser era su primera
experiencia en la vida fabril. Un estudio sostiene que la demora en la afilia
ción gremial (sólo el 34,8% se afiliaba al ingresar a la fábrica) indica cierta
indiferencia hacia el sindicato de esta mano de obra joven durante sus pri
meros años de trabajo, un argumento que es respaldado por el testimonio
de Elpidio Torres. Mónica B. Gordillo, “Características de los sindicatos li
deres de Córdoba en los '60: eí ámbito del trabajo y la dimensión cultural*'.
Consejo de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Provincia de
Córdoba, Informe Anual, abril de 1991, pp. 6-9.
8Industrias Kaiser Argentina, Memoria y Balance General, 1959.
9Entrevista con Elpidio Torres.
10Ibíd.
! 1Ibid.
12La Voz del Interior, 16 de diciembre de 1958, p. 9.
13Industrias Kaiser Argentina, Memoria y Balance General, 1959; De
partamento de Estado de los Estados Unidos, Documentos Relacionados
con los Asuntos Internos de la Argentina, Embajada de los Estados Unidos
en Buenos Aires, “Visitto Córdoba", 835.3331/4-1858, 18 de abril de 1958.
lALa Voz del Interior, 13 de junio de 1958, p. 9.
15Ibid., 18 de agosto de 1958, p. 9.
16Entrevista con Elpidio Torres.
17Ibíd.; Mónica B. Gordillo, “Los prolegómenos del Cordobazo: los sindi
catos líderes de Córdoba dentro de la estructura de poder sindical", Desa
rrollo Económico, vol. 31, n° 122 (julio-septiembre de 1991), p. 171.
18La Voz del Interior, 12 de marzo de 1960, p. 9; Mónica B. Gordillo,
“Características de los sindicatos líderes de Córdoba en los ’eO”, p. 29.
Como resultado de esta cláusula de ajuste salarial, más adelante IKA afir
mó que los trabajadores habían recibido ocho aumentos salariales gene
rales entre 1960 y 1964. Industrias Kaiser Argentina, Memoria y Balance,
1964.
,9Daniel James, Resistance and Integraüon: Peronism and the Argentine
Working Class, 1946-1973 (Cambridge: Cambridge University Press, 1988),
pp. 161-166.
20 Emilio Pugno y Sergio Garavini, Gl¿ anni duri alia Fiat: La resistenza
sindícale e la ripresa (Turin: Giulio Einaudi Editore, 1974), p. 14; Giovanni
Contini, “The Rise and Fall of Shop Floor Bargaining at Fiat, 1945-80”, en
El Cordobazo
NOTAS
REBELIÓN
1964 5 1 4
1965 6 2 4
1966 5 2 3
1967 3 —
3
1969 8 8
1970 6 1 5
1971 24 2 22
1972 13 4 9
Total 70 12 58
dustriales del Gran Buenos Aires que estaban sometidos a sitio pero
aun se conservaban intactos, alegaban contar con alrededor de
785.000.57Por todas partes había señales de que se difundía la ac
titud de subirse al cairo del triunfador, especialmente en el interior,
y de una confusión progresiva en el campo vandorista. Ongaro sen
cillamente ignoró el congreso obrero en minoría que Vandor realizó
a fines de mayo, en el que había intentado reunificar la CGT y res
tablecer la autoridad de los vandoristas. Como crecían las perspec
tivas de una división permanente entre dos facciones aparentemen
te irreconciliables del movimiento obrero nacional, Vandor adoptó
una estrategia más agresiva. Las intervenciones contra determina
dos sindicatos, una vez más con infracciones estatutarias equívo
cas y en ocasiones fabricadas, y ías tácticas intímidatorias aún más
flagrantes se convirtieron en un lugar común. Vandor tenía la espe
ranza de poder eliminar a la CGTA mediante la neutralización de los
sindicatos más perturbadores y lograr luego una reunificación obli
gada y sólo tenuemente disfrazada del movimiento obrero a través
de procedimientos electorales formales. A fines de junio presidió un
congreso nacional de los sindicatos de Azopardo en Rosario para
dar aviso de que combatiría a los sindicatos ongaristas en su mis
mísima jurisdicción, el interior.58
Córdoba, una fortaleza que ni siquiera Vandor estaba preparado
para escalar, permaneció intacta. La presencia de los independien
tes de Tosco en la ciudad, de un poderoso bloque obrero no peronis
ta, implicaba que el verticalismo no podría volver a establecerse por
el mero aislamiento y la eliminación de los sindicatos ongaristas
recalcitrantes. El sindicato que seguía sosteniendo tanto a los inde
pendientes como a la CGTA era Luz y Fuerza. Dada la rebelión de
Ongaro, el sindicato lücifuercista articuló con mayor claridad que
en el pasado una estrategia ideológica y política. Ideológicamente,
se acercó más a posiciones genuinamente socialistas, en vez de las
antiimperialistas a las que había adherido antaño. Políticamente,
Tosco y el gremio adoptaron una estrategia de defensa del pluralis
mo del movimiento obrero local y de promoción de la CGT cordobe
sa como dirigente del cambio conducido por la clase obrera. El sin
dicato no apuntaba ni a la conquista del poder estatal por la clase
obrera ni a la formación de un partido obrero independiente. La
convicción de Tosco de que la democratización del movimiento obre
ro tenía que preceder a cualquier participación significativa de la
clase en un proyecto socialista implicaba una estrategia doble: pro
teger a Córdoba como reducto de un movimiento obrero alternativo
y disidente y alentar movimientos como el de la CGTA, que procura
ban socavar el poder de los caciques sindicales.
Ongaro confiaba ampliamente en Luz y Fuerza y en Córdoba para
170 El Cordobazo
NOTAS
sión, y tal vez hasta el despido, para dejar sus puestos de trabajo y
marchar por la ruta 9 hasta la ciudad. Los capataces militares de
las fábricas de ÍAME, por su lado, impidieron allí cualquier abando
no de la planta, y Manuel Cabrera, un trabajador de la fábrica de
aviones, se vio obligado a esperar hasta el fin de su turno a las dos
para marchar con el puñado de obreros de la empresa dispuestos a
caminar 14,5 km hasta el centro, que por entonces era escenario de
confusiones y tumultos.
Los trabajadores de otros sindicatos que habitualmente eran
pasivos también se movilizaron. Graciela García, una estudiante
universitaria, volvía a su casa cuando se sobresaltó a la vista de la
columna de ferroviarios que marchaba hacia el centro; era la prime
ra vez en años que veía a trabajadores de ese gremio participar en
una protesta. Juan, metalúrgico, descubrió que el descontento de
sus compañeros con Simó, la representación sindical de la UOM
local y el repetido fracaso en resolver los problemas referidos a con
diciones de trabajo y categorías en su fábrica autopartista no les
impedían ese día apoyar a su sindicato. Miguel Contreras y otros
que trabajaban en un pequeño taller metalúrgico de la calle La Río-
ja que proveía de autopartes a IKA-Renault también estaban des
contentos con su representación de la UOM y habían tratado sin
éxito de afiliarse al SMATA. Pero a pesar de su oposición a Simó,
también hicieron caso al llamado del sindicato a abandonar el tra
bajo y marchar hacia el centro. Algunos trabajadores de la UOM no
lo hicieron. El propietario de un taller autopartista del Barrio Mitre,
que era proveedor de la fábrica Grandes Motores Diesel de Fiat,
después del trabajo llevó en auto a sus, casas a sus operarios afilia
dos a la UOM, y en su barrio cerca del complejo Fiat el día transcu
rrió en calma. Esos trabajadores, de quienes el empresario dijo que
“no habían hecho ni un solo día de huelga” en su taller, eran no
obstante la excepción, ya que incluso los afiliados a los sindicatos
más inactivos adhirieron a la protesta.
Entre tanto, el principal contingente obrero continuaba su mar
cha desde Santa Isabel. La columna de IKA-Renault había crecido
en varios miles de personas, al unírsele estudiantes y trabajadores
de los barrios que atravesaba, así como columnas de la UOM y otros
sindicatos. A medida que los manifestantes avanzaban hacia el cen
tro de la ciudad, trabajadores del SMATA que se adelantaban a ex
plorar la ruta en motocicleta llevaron a Torres la noticia de que una
enorme concentración policial, montada y con perros, estaba espe
rándolos en la plaza para impedir el acceso a Vélez Sarsfield y la
demostración en la CGT. Al llegar a la plaza, un trabajador, Arístides
Albano, vio a estudiantes que soltaban montones de gatos vagabun
dos y arrojaban rodamientos en las calles, tácticas que les había
E l Cordobazo 195
tes obreros que había imaginado algo más que una huelga general
y una demostración pacífica en ía sede central de la CGT, ni si
quiera él previo la reacción policial o la masiva explosión popular
desencadenada por ésta. Desde el momento en que fue asesinado
Máximo Mena, el obrero de IKA-Renault, el Cordobazo no había
seguido ningún plan. A decir verdad, algunos aspectos del levanta
miento habían sido decididos de antemano. La decisión de provocar
un apagón en la ciudad fue tomada por los trabajadores de Luz y
Fuerza independientemente de los otros sindicatos, como un plan
contingente en caso de que hubiera una dura represión de las fuer
zas de seguridad. Luego de la retirada de la policía, la dispersión
por los barrios y ía erección de barricadas se produjo de acuerdo
con las zonas asignadas a las diversas organizaciones sindicales y
estudiantiles. No obstante, el carácter del Cordobazo fue más im
provisado que intencional. Las organizaciones obreras y estudianti
les que habían planeado la demostración del 29 de mayo no pudie
ron controlar los sucesos que se produjeron cuando gran parte de
la población de la ciudad se volcó a las calles, algunos como espec
tadores intrigados u horrorizados, pero muchos como participantes
activos en la protesta. El Cordobazo se había convertido en una re
belión popular, un repudio colectivo al régimen de Onganía como
resultado de las múltiples frustraciones de la ciudadanía cordobe
sa, que se expresó en el comportamiento excepcional de individuos
comunes y corrientes en otras circunstancias.
La naturaleza igualitaria de la protesta impresionó a casi todos
los que participaron en ella. Rodolfo, cura párroco de Villa Siburu
y miembro del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, había
estado en París como seminarista durante los levantamientos es
tudiantiles de mayo de 1968 y sólo recientemente había regresado
a Córdoba. Quedó sorprendido por el carácter más popular del
Cordobazo, una protesta que parecía menos limitada a los estu
diantes radicalizados que las que había contemplado en París, con
actos más frecuentes y genuinos de solidaridad entre diferentes
grupos y clases. Su propia parroquia obrera, Villa Siburu, estaba
constituida por “trabajadores pobres” empleados en la construc
ción y otros que trabajaban como changarines o empleadas do
mésticas, y sólo una minoría que se desempeñaban en los grandes
complejos automotores o en la EPEC. No obstante, esos trabajado
res habían ido al centro de la ciudad para participar en la protes
ta. Los ejemplos del apoyo de la clase media —amas de casa que
llevaban comida y bebida a los estudiantes y obreros de las barri
cadas y familias respetables y aparentemente apolíticas que ocul
taron a los manifestantes del Barrio Clínicas durante los registros
del ejército en el anochecer del 29— eran innumerables, y
E l Cordobazo 203
NOTAS
cubrió que las condiciones laborales eran allí muy inferiores a las
que había conocido en Kaiser, donde la maquinaria sindical de
Elpidio Torres era un interlocutor efectivo de la empresa y en la que
los salarios eran significativamente más altos que los pagados pol
la empresa italiana. Pero para la vasta mayoría de los trabajadores
la toma fue sencillamente la culminación de años de penoso trabajo
en las plantas de Fiat. El estilo paternalista de ésta, expresado en
muchas cosas, desde su preferencia manifiesta por contratar tra
bajadores de ascendencia italiana hasta sus campañas de relacio
nes públicas en las que exaltaba a “lafamiglia Fiat', se consideraba
un pobre sustituto de un sindicato vigilante y salarios justos, y
cuando surgió la posibilidad de actuar, los trabajadores la aprove
charon, sin saber cuál podría ser el resultado.10
La historia personal de Masera ofrece algunas claves acerca de la
naturaleza de los trabajadores que surgieron a la notoriedad en el
movimiento de recuperación sindical y a puestos de conducción en
ios clasistas SITRAC y SITRAM durante los meses que siguieron. Lo
mismo que él, la mayoría había comenzado su vida laboral como
peronistas. Su conocimiento del marxismo era, en el mejor de los
casos, rudimentario, y pocos, si los hubo, habían intentado criticar
su propia situación como trabajadores de una multinacional auto
motriz en términos abstractos e ideológicos. También, como Masera,
muchos eran trabajadores industriales de primera generación que
habían emigrado del campo a la ciudad. Varios sólo sabían leer y
escribir con gran dificultad. Si bien algunos eran trabajadores califi
cados, educados en una de las escuelas técnicas de la ciudad, mu
chos de los 21 miembros del comité ejecutivo sindical y una mayoría
del cuerpo de delegados de 125 integrantes eran obreros no califica
dos, provenientes en gran medida de una u otra de las líneas de pro
ducción de la fábrica.11En síntesis, los clasistas de Fiat comenzaron
como simples trabajadores que se rebelaron contra las frustraciones
laborales acumuladas en una empresa que parecía empeñada en
negarles lo que sentían era un tratamiento justo y honorable. Si bien
muchos de ellos buscarían ulteriormente explicaciones políticas para
comprender las intensas luchas en que estaban envueltos, ninguno
se había sentido atraído a la rebelión que se desarrolló inesperada
mente a partir de la asamblea del 23 de marzo por lo que razonable
mente podrían llamarse razones políticas.
El éxito de la ocupación fabril de mayo de 1970 y la renuncia de
la conducción del SITRAC alentaron una rebelión similar en la fá
brica de Fiat Materfer. La mano de obra de la planta de equipos fe
rroviarios de Fiat también había estado representada sólo nominal
mente por su sindicato de planta, el SITRAM, En las semanas que
siguieron a la caída de Lozano, cobró impulso una rebelión de las
Los clasistas 225
NOTAS
turo Curutchet, asesor legal del SITRAC, y Domingo Valentín Bizzi, subse
cretario del SITRAC, a la Secretaria de Trabajo, 24 de noviembre de 1970.
2SSITRAC-SITRAM apoyaron en varias ocasiones con paros a estos sin
dicatos. Archivo del SITRAC, carpeta A1I-37, "Comunicado de prensa de
SITRAC: abandono de planta y manifestación en las calles de San Vicente”,
13 de agosto de 1971.
24Anzorena, Tiempo de violencia y de utopía, p. 101; Departamento de
Estado de los Estados Unidos, Documentos Relacionados con los Asuntos
Internos de la Argentina, Embajada de los Estados Unidos en Buenos Ai
res, ‘‘Government Caneéis Córdoba Opposition Meeting Sponsored by Some
Labor Elements”, telegrama 376.41356Z, 4 de febrero de 1970.
25Departamento de Estado de los Estados Unidos, Documentos Relacio
nados con los Asuntos Internos de la Argentina, Embajada de los Estados
Unidos en Buenos Aires, "Labor Developments in January”, A-57, 15 de
febrero de 1970. Un “tiroteo at estilo de Chicago", como lo calificó la Emba
jada de los Estados Unidos, dejó dos muertos y diecinueve detenidos en la
lucha por el poder en la UOM, y por último dio como resultado el control del
gremio por parte de Miguel.
26Archivo del SMATA, “Confederación General del Trabajo”, documento
“Declaración y resolución del plenario de gremios confederados de Córdo
ba, normalizador de la CGT regional”, Córdoba, 3 de marzo de 1970.
27La revista de la UTA, UTA, fue la publicación gremial más importante
de la ciudad entre 1970 y 1974, donde se destilaban las posiciones de la
izquierda peronista. Es posible que su lenguaje político, el apoyo a la “libe
ración nacional” y la “lucha antiimperialista”, no haya sido muy diferente
del de los ortodoxos, pero sin duda si lo eran sus alianzas políticas y el gra
do en que el discurso reflejaba la verdadera conducta del sindicato. En
cualquier número de la revista durante esos años pueden encontrarse ar
tículos sobre Tosco y los independientes, la Revolución Cubana, entrevis
tas con teólogos de la liberación y criticas fulminantes a Miguel, Rucci y la
dirigencia gremial porteña, expresando todos ellos ideas que por entonces
eran anatemas para los ortodoxos. Véase, por ejemplo, el número de mayo
de 1971, UTA: revista mensual de la Unión Tranviarios Automotor, y tam
bién el programa político del sindicato publicado en La Voz del Interiore 1 13
de septiembre de 1970, p. 25.
28Natalia Duval, Los sindicatos clasistas: SITRAC (1970-71) (Buenos Ai
res: Centro Editor de América Latina, 1988), pp. 32-38. La huelga de ham
bre de fines de diciembre también provocó el primer apoyo público a los
clasistas de Fiat de parte de organizaciones guerrilleras como el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) y las FAL; “Una Navidad combatiente”,
Cristianismo y Revolución 4, n° 27 (enero-febrero de 1971), p. 14.
29Archivo del SÍTRAC, carpeta AI, “Volantes, impresos o mímeos”, docu
mento “A la clase obrera y al pueblo de Córdoba”, Córdoba, 14 de enero de
1971.
30 Informe, Servicio de Documentación e información Laboral, n° 131
(enero de 1971), p. 9.
31Archivo del SMATA, volumen “Confederación General del Trabajo”,
carta de Elpidio Torres, secretario general del SMATA-Córdoba, a la Dele
Los clasistas 259
LA RESTAURACIÓN PERONISTA
dad mejor promovida protegiendo a Córdoba, dado que era allí don
de resultaba más evidente todo eí cuadro de la diversidad ideológica
y política del movimiento obrero.2
Las claves para asegurar la autonomía de Córdoba, como había
sido manifiesto desde la época del Cordobazo, eran Afilio López y los
peronistas combativos agrupados en los legalistas. Como peronis
tas, los legalistas cordobeses eran los opositores más efectivos a
Rucci y la filosofía gremial que Tosco veía encarnada en la CGT
nacional. En su oposición a Rucci y el verticalismo, López y los
legalistas se vieron favorecidos por las estratagemas tácticas de
Perón a principios de la década de 1970, que pretendían mantener
la presión ejercida sobre los gobiernos militares y reinstalar al pero
nismo, y especialmente al propio Perón, en la vida política del país.
La presión provenía particularmente de los recién llegados al movi
miento, los grupos juveniles peronistas, en especial los Montone
ros, pero también podía originarse en los sectores militantes del
movimiento obrero. Hacia mediados de 1970, Perón volvió a alentar
a Raimundo Ongaro para que encabezara una oposición obrera ac
tiva al gobierno, y después de su liberación de Villa Devoto a princi
pios de 1972, el dirigente de los trabajadores gráficos Intentó resu
citar su CGT disidente y combativa.3 El mismo López comenzó a ser
cortejado por el líder exilado en Madrid y su entorno. A comienzos
de 1972, los legalistas podían aducir justificadamente la aproba
ción oficial de la virtual corte de Perón en el exilio a su oposición a
Rucci.4 ,
A pesar del aparente cambio de opinión de Perón y a su consis
tente y empalagoso elogio de la diversidad dentro del movimiento
obrero, la salida inminente de los militares del poder y la posibili
dad que los peronistas preveían de un levantamiento de la proscrip
ción de su movimiento también promovieron un endurecimiento de
las líneas entre peronistas y no peronistas dentro del movimiento
obrero, tanto en Córdoba como en el resto del país. Las tensiones
dentro de algunos sindicatos y entre unos y otros, la perenne dia
léctica de la política obrera cordobesa, se fortalecían e influían en la
suerte de un movimiento obrero disidente con base en la ciudad.
Este cambio, aún naciente, era sin embargo perceptible incluso en
el propio sindicato de Tosco. La reaparición de la oposición peronis
ta en Luz y Fuerza, no obstante, era en lo fundamental eí resultado
del desconcierto provocado en primer lugar por la proscripción del
sindicato a principios de 1970 y luego por el largo encarcelamiento
de Tosco a consecuencia del Viborazo. Por otra parte, existía una
afinidad ideológica entre las posiciones de Tosco y las de un gran
número de peronistas de Luz y Fuerza, muchos de los cuales eran
de la tendencia ongarista, candidatos resueltos en las listas de aquél
Tosco y Salamanca 269
obrera local fue la política nacional. Las perspectivas para los sindi
catos cordobeses dependían en gran medida de si circunstancias
políticas favorables nacionalmente, continuarían protegiéndolos de
Buenos Aires. En ese aspecto, la inminente legalización y participa
ción plena del movimiento peronista en las elecciones de marzo de
1973 fue una bendición a medias.
Dentro del peronismo, la lucha de poder entre la izquierda y la
derecha parecía haber concluido finalmente en favor de la primera.
Una vez que quedaron garantizadas las elecciones, los caciques sin
dicales apostaron su prestigio a asegurarse una mayoría de los can
didatos en la boleta deí FREJULL La CGT y ías 62 Organizaciones
no habían ahorrado esfuerzos en sus críticas a la izquierda peronis
ta, denigrando a sus miembros como ‘'recién llegados” o advenedi
zos, y calificándolos como “izquierda gorila y aristocratizante'’. Pero
por el momento los intereses de Perón eran mejor servidos por un
cortejo constante a la izquierda peronista. El ala izquierda del mo
vimiento ejerció la presión más eficaz sobre el gobierno en favor de
la plena restauración del peronismo. Por otra parte, los cuadros
juveniles de Perón tenían alternativas políticas: aliados potenciales
en la forma de la revigorizada izquierda marxista, en caso de que el
movimiento virara repentinamente a la derecha.
La lealtad del movimiento obrero peronista era menos problemá
tica. Las tendencias vandoristas dentro del mismo seguían siendo
fuertes, y muchos dirigentes sindicales peronistas, particularmente
en Buenos Aires, seguían buscando el diálogo con el conciliatorio
Lanusse y eran reacios a enfrentar al gobierno en tomo a cuestio
nes políticas. A pesar de palabras rudas de dirigentes gremiales
como Miguel, Perón sabía que quienes estaban realmente dispues
tos a presentar batalla en su nombre se encontraban en su rama
juvenil. Al mismo tiempo, ningün líder sindical podía aparecer opo
niéndose a él o a una restauración peronista y mantener su presti
gio en las filas del movimiento.
Seguro de la fidelidad del movimiento obrero y con la intención
de conservar el apoyo de su ala izquierda, Perón formalizó sus favo
res en la selección de candidatos del FREJULL En consulta con di
rigentes de los Montoneros y la Juventud Peronista, escogió candi
datos marcadamente inclinados hacia la izquierda del movimiento.
La elección de Héctor Cámpora como candidato presidencial del
FREJUL1 fue una gran concesión a la izquierda peronista, a la que
siguieron decisiones similares para otros cargos. Una áspera lucha
entre el sector juvenil y las 62 Organizaciones en tomo a la fórmula
para la gobernación de la provincia de Buenos Aires, en la que el
primero apoyaba a Oscar Bidegain y las últimas al líder de la UOM
Victorio Calabró, terminó con la decisión de Perón en favor de
288 El Cordobazo
NOTAS
los bancos, así como de las industrias básicas. Sindicato de Luz y Fuerza
de Córdoba, Memoria y Balance, 1971, p. 112.
GEntrevista con Sixto Cebailos, líder de la oposición peronista en Luz y
Fuerza, Córdoba, 10 de julio de 1985.
7Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, Memoria y Balance, 1971, pp.
120-121; iris Marta Roldan, Sindicatos y protesta social en la Argentina, un
estudio de caso: el sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, 1969-1974 (Ams-
terdam: Center for Latin American Research and Documentation, 1978},
pp. 193-194.
8Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, Memoria y Balance, 1971, p.
125.
9Departamento de Estado de los Estados Unidos, Documentos Relacio
nados con los Asuntos Internos de la Argentina, Embajada de los Estados
Unidos en Buenos Aires, “Combative Peronist Union Plenary”, A-029,24 de
enero de 1972, y "Peronist Control of Labor Waning", A-306, 26 de junio de
1972.
i0“Córdoba: el corazón rojo de la patria”, No Transar, n° 90 (22 de junio
de 1971), pp. 10-11.
n “12% de aumento: otro Gran Atraco Nacional", No Transar, n° 114 (28
de septiembre de 1972), pp. 5-7.
12“Construir comisiones obreras”, No Transar, n° 70 (Io de septiembre
de 1968), pp. 1-4; archivo del SITRAC, Buenos Aires, carpeta "Vanguardia
Comunista”, documento partidario “Sobre la construcción de las comisio
nes obreras”, 22 de marzo de 1970. VC fue también de los primeros en pro
poner la democratización del trámite de las negociaciones colectivas
{paritarias} para obtener la fidelidad obrera. Los informes del partido sobre
la situación en las fábricas de Perkins, Ford Transax e IKA-Renault suge
rían qu e los clasistas debían explotar el descontento generalizado por la
falta de participación de las bases en el trámite abogando por la elección de
representantes gremiales {paritarios} y votando las propuestas sindicales
(anteproyectos) en asambleas abiertas en la base fabril. “Democracia sindi
cal en las paritarias de Córdoba”, Desacuerdo, n° 13 (noviembre de 1972),
P- 8*
,3Tanto el PCR como VC se definían como partidos maoístas, aunque el
primero se identificaba como pro chino y Vanguardia Comunista como pro
albanés. El maoísmo del PCR sólo reflejaba su posición en la escisión chi-
no-soviética y no implicaba una adhesión a los postulados maoístas en la
práctica real. Si bien apoyaba retóricamente los conceptos de Mao sobre la
insurrección y la guerra popular revolucionaria, en su accionar estaba más
cerca de ser un partido estrictamente mandsta-leninista que maoísta. Otros
partidos de izquierda que apoyaban la “vía armada” llegaron a considerarlo
un partido reformista no muy diferente del mismo PC. El PCR, de hecho,
disputaba precisamente con VC sobre la cuestión de la praxis revoluciona
ria, y desestimaba el respaldo de éste al *camino del campo a la ciudad”
como inadecuado para la Argentina. En rigor de verdad, los programas
partidarios de VC eran una mezcla extraña de pragmatismo moderado, como
en sus directivas sobre la formación de las comisiones obreras, y una curio
sa recitación de letanías maoístas. El apoyo del PCR a la creación de un
296 El Cordobazo
with Agustín Tosco”, Radical America, vol. 9 (mayo-junio de 1975), pp. 17-
37.
r’7"Tosco: ¿A qué jugamos?", £t Clasista, boletín n" 1 (18 de diciembre de
1972), pp. 7-8.
58“Las paritarias, la CGT y el movimiento obrero”, El Obrero, vol. 1, n° 1
(22 de diciembre de 1972), pp. 2-5.
59 La Voz del Interior, 29 de noviembre de 1972, p, 13; Departamento de
Estado de los Estados Unidos, Documentos Relacionados con los Asuntos
internos de la Argentina, Embajada de los Estados Unidos en Buenos Ai
res, “Córdoba - The Achilles Heel oí Peronist Labor”, A-661, 18 de diciembre
de 1972.
c<)Archivo del SMATA, SMATA-Córdoba, volumen “Notas y comunicados
enviados del SMATA seccional al SMATA central, 1971'-72’’, carta de René
Salamanca a Justo Maradonna, secretario del Interior del SMATA central,
Córdoba, 30 de octubre de 1972.
61Un ejemplo del tono de las andanadas peronistas puede encontrarse
en un volante de noviembre repartido por los torristas en el momento del
regreso de Perón del exilio: "Queremos señalar y denunciar la mentalidad
despreciable y sectaria de aquellos que, a pesar de llamarse a sí mismos
clasistas, no vacilan en demostrar hoy — como antes lo hicieron en 1945 y
1955— su alianza con los reaccionarlos y la oligarquía a través de una cam
paña difamatoria contra Perón y los miembros de nuestro Movimiento... es
hipócrita entonces [la critica de los clasistas al retomo de Perónj, este in
tento mezquino de emitir un juicio sobre Perón y afirmar que hay «dos cla
ses de peronistas», como lo hizo el diario gremial del 16 de noviembre de
1972, publicado por la actual conducción del SMATA, un rejuntado de
bol ches, trotskistas y otros de tendencias parecidas, todos los cuales res
ponden a la misma ideología comunista”, archivo del SMATA, SMATA-Cór
doba, volumen “Volantes varios, 1972”, volante “Perón en la patria: día de
júbilo nacional", Agrupación Unidad Mecánicos 9 de Septiembre, Córdoba,
20 de noviembre de 1972.
62“Una entrevista con René Salamanca”, Panorama, vol. 10 (diciembre
de 1972), p. 20. Los clasistas objetaban específicamente el apoyo público
de Tosco a la fórmula Obregón Cano-López y sugerían que la respuesta
adecuada debería haber sido una alianza con los sindicatos peronistas lo
cales y la abstención en las elecciones de 1973.
63Panorama, vol. 10, n° 288 (2 a 8 de noviembre de 1972), p. 15, y n° 290
(16 a 22 de noviembre de 1972), p. 18: Departamento de Estado de los
Estados Unidos, Documentos Relacionados con los Asuntos Internos de la
Argentina, Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, “Formation
of Opposition Labor Movement Hits Peronists Roadblock”, A-589, 15 de
noviembre de 1972,
64La Opinión, 11 de febrero de 1973, pp. 8-9.
65A instancias de Rucci, Perón se negó a principios de diciembre a reci
bir a Atilio López en Buenos Aires, poco después de encontrarse con la
delegación de dirigentes ortodoxos de Simó, dando con ello un asentimiento
simbólico a éste en la lucha interna por el poder de los peronistas cordobe
ses. La Voz del Interior, 2 de diciembre de 1972, p. 18; Departamento de
302 E l Cordobazo
>£o
Internos de la Argentina, Embajada de los Estados Unidos en Buenos
res, tema: “Córdoba - The Achilles Heel of Peronist Labor”, aerograma
661, 18 de diciembre de 1972.
8. Peronistas y revolucionarios
NOTAS
1967 27 451.498
1968 _ _
NOTAS
Struggles and Political Conflict, Argentina: The General Strike of 1975 and
the Crisis of Peronism through an Hislorical PerspecÜve", tesis de Maestría
en Humanidades, Instituto de Estudios Sociales, La Haya, 1982.
57La Voz del Interior, 26 de junio de 1975, p. 9; 14 de octubre de 1975,
p. 15.
r'8Archivo del SMATA, SMATA-Córdoba, volumen ‘‘Volantes varios, 1975”,
comunicado gremial “A todos los compañeros de planta”, Comisión Ñor ma
leadora, SMATA-Córdoba, 8 de mayo de 1975. Como el gobierno, también
el SMATA central veia la mano de los clasistas en la agitación laboral de
Villa Constitución: “Lo que está pasando es que la gente de Córdoba quiere
explotar la situación existente en Villa Constitución. Pero el SMATA no va
a permitirlo. Nunca lo permitiremos. Lo que es más: Salamanca y su gente,
nunca más en Córdoba. Todo eso se acabó”; “La verdad sobre lo que ocurre
en Córdoba”, Auance, n° 33 (mayo-junio de 1975), p. 29.
59Archivo del SMATA, SMATA-Córdoba, volumen “Volantes varios, 1975”,
comunicado gremial “A los compañeros en el aniversario del Cordobazo",
Comisión Normalizadora, SMATA-Córdoba, 29 de mayo de 1975. La misiva
sindical declaraba; “El hecho histórico es que el verdadero protagonista del
Cordobazo fue el pueblo, un pueblo que fue, es y siempre será peronista.
Por ese motivo podemos afirmar que el Cordobazo fue peronista”.
60Archives des Usines Renault, Boulogne-Billancourt, Direction des
Affaires Internationales 0200, 1069, “A. Lucas, Argentine”, carpeta
"Rapports Missions Argentine”, carta de IKA-Renault a Alfred Lucas, jefe de
la División Latinoamericana de Renault, 4 de octubre de 1974, Córdoba.
Cl Ibid., 1066, “A. Lucas, Argentine, finances et stratégie", carpeta
“Stratégie", documento “Informe confidencial de M. Carlier a A. Lucas”, 15
de abril de 1975. El informe manifiesta: “El rendimiento se corregirá por sí
mismo el día en que los autos empiecen a salir completos de la línea. En
todo caso, en el momento actual es inútil emplear mano dura con el perso
nal, dado que las condiciones en las que deben actuar son tales que tienen
todos los motivos para no trabajar”.
e2I b i d Direction des Services Financiers 0764, 108, “IKA 1975”, carta
de Jacques Graviére, tesorero de IKA-Renault, al Banco Central, Buenos
Aires, 16 de octubre de 1975.
63Los primeros ruidos sordos con respecto a la cuestión de la jurisdicción
aparecen a principios de 1975; en lo sucesivo se repiten con intensidad cre
ciente; “Encuadramiento sindical”, Avance, n° 31 (enero de 1975), p. 30.
64Archivo del SMATA, SMATA-Córdoba, volumen “Volantes varios, 1-975",
comunicado gremial ‘‘A todos los compañeros", Comisión Normalizadora,
SMATA-Córdoba, 19 de noviembre de 1975.
65René Salamanca, “A los compañeros mecánicos", en Hechos y protago
nistas de las luchas obreras argentinas, n° 1 {Buenos Aires: Editorial Expe
riencia, 1984), p. 24.
Los detalles sobre los últimos días de Tosco se basan en el testimonio
de activistas de Luz y Fuerza y también en el de Juan Canelles, que había
sido activista gremial comunista en el sindicato de la construcción de Cór
doba en la época del Cordobazo y era íntimo amigo personal de Tosco y el
intermediario en el arreglo para que el ERP lo trasladara a Buenos Aires.
388 El Cordobazo
Las ocupaciones fabriles tienen menos que ver con las aflicciones
de los trabajadores que con la necesidad de estar al mando siquiera
una vez.
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
1 2 3 4 5 6 7 8
Referencias
1 IKA-Renault
2 Fiat
3 Ford
4 General Motors
5 Chrysler
6 IAFA-SAFRAR
7 Citroen
8 Mercedes Benz
9 IASF
10 Di Telia Automotores
Trabajo y política en Córdoba 395
Staíf (1975},
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“cinco dólares por día” de Ford, los gerentes han descubierto que se
requieren salarios que están por encima del promedio para atraer a los
trabajadores a la monotonía y la pesadez general de las tareas en una
planta automotriz y evitar niveles altos de rotación del personal.Ui
En vez de buscar la flexibilidad laboral, esto es, la capacidad de
responder velozmente a los caprichos del mercado automovilístico,
a través de cortes salariales, los fabricantes lo han hecho mediante
dos métodos: despidos y lo que genéricamente puede denominarse
aceleración de íos ritmos de producción. De acuerdo con las ganan
cias, la producción se ajusta a través del uso de uno de estos méto
dos o de ambos y no, por ejemplo, con horas extras. A decir verdad,
en una planta automotriz éstas se aplican con cuentagotas. Con
frecuencia, el diferencial por horas extras anula las ganancias en la
producción e históricamente sólo se las utilizó cuando era necesa
rio un mayor rendimiento en un departamento para equilibrar el de
otros.17
Durante los años sesenta, la íneficiencia y la inflación de los
costos laborales, reales o imaginadas, se transformaron en la fuen
te de descontento empresarial, tanto en ÍKA-Renault como en Fiat.
Para éstas, controlar sus gastos laborales era incuestionablemen
te una variable más decisiva que para las industrias automotrices
europeas o estadounidenses, que disfrutaban deí acceso a un vas
to mercado consumidor y de capitales, introducían constantes in
novaciones tecnológicas y podían impulsar la demanda mediante
reducciones de precios, publicidad y planes creativos de compra
en cuotas. Como las políticas de contratación y despidos estaban
excluidas, las empresas cordobesas sólo tenían una alternativa rea
lista: la aceleración de ios ritmos de producción. Históricamente,
tanto en la Argentina como en otros lugares los costos laborales se
atacaron mediante esfuerzos constantes por reducir el tiempo de
trabajo dedicado a cada unidad, a fin de maximizar la eficiencia de
ese costo. Cuanto menor es el tiempo empleado en una unidad,
mayores son íos márgenes de ganancia, ya que se habrá incremen
tado la plusvalía mediante la maximización de la producción.’8En
consecuencia, el estudio de los tiempos ha sido una de las marcas
distintivas de las prácticas gerenciales en la industria. El
“fordismo”, la aplicación de un trabajo estrictamente cronometrado
a los ritmos mecánicos de la línea, fue el método gracias al cual se
concillaron la diversidad y la escala de la producción automotriz.
El fordismo tomó el principio taylorista de la subdivisión en tareas
muy pequeñas y repetitivas y lo adaptó a la línea en movimiento.
Este sistema posibilitó a Ford y sus sucesores crear la cumbre del
capitalismo industrial del siglo XX, la planta automotriz. También
posibilitó un sistema único de control laboral, que la administra
1Yabajo y política en Córdoba 403
ción procuró poner en uso en la inexorable ofensiva en busca de
ganancias.
Los estudios sobre los tiempos no siempre se enfrentaron a la
oposición de los trabajadores automotores o sus sindicatos, dado
que ocasionalmente se los utilizó para aumentar ía producción sin
agregar una carga adicional a los operarios. Pero en su mayor parte
los obreros del automóvil los percibieron —correctamente— como el
terreno preparatorio para la aceleración de los ritmos de produc
ción. Debido al poder que quienes manejan los tiempos y los movi
mientos tienen sobre los trabajadores de las plantas automotrices,
los sindicatos mecánicos han exigido casi universalmente tener voz
en la determinación de las tasas de producción. Los sindicatos pro
curaron estandarizar estas tasas para evitar abusos en la acelera
ción de los ritmos de producción y por lo tanto presentaron sus re
clamos en términos de la exigencia de abolición del trabajo a desta
jo (un factor desencadenante en el movimiento clasista de Fiat, por
ejemplo), el uso de tasas salariales fijas y el establecimiento de un
procedimiento estándar para eí relevo en eí trabajo, a ser decidido
por los mismos trabajadores.13
La aceleración de los ritmos, desde luego, puede referirse sim
plemente a una mayor rapidez en la producción, esto es, reasignar
las tareas en la línea a unidades más pequeñas y luego aumentar la
velocidad de aquélla. Más específicamente, ha significado una de
dos cosas: el aumento de ía velocidad de la línea sin alterar las ope
raciones o la cantidad de trabajadores, haciendo con ello que éstos
trabajen más rápido, o la reducción del número de operarios y la
asignación de más tareas a los restantes, con lo que éstos deben
trabajar más velozmente para cumplir con sus responsabilidades.
Este último tipo ha sido particularmente corriente en la industria, y
en las fábricas automotrices estadounidenses se lo llamó “alargar el
paso” (“stretch-out”)- Ambas prácticas estaban difundidas en las
plantas de Fiat e ÍKA-Renault a fines de la década del sesenta.20
La famosa descripción de las plantas automotrices como "explo
tadoras cromadas”*, hecha por el secretario general de los United
Auto Workers, Walter Reuther, captó expresivamente las rigurosas
condiciones inherentes a la producción automotriz. No obstante, la
mera correlación entre las difíciles condiciones de trabajo y la mili-
tancia obrera tiene limitaciones evidentes como herramienta analí
NOTAS
hombres de relevo disponibles para que los primeros tengan de vez en cuan
do un respiro en sus tareas. Los funcionarios gremiales clasifican como
aceleración machas otras prácticas posibles. Entre éstas se cuentan: no
dejar en la línea de montaje espacios vacíos ocasionales para brindar a los
trabajadores más rápidos una breve pausa y a los más lentos la posibilidad
de ponerse a la par; cronometrar una actividad sin tener suficientemente
en cuenta el manejo de materiales y oirás acciones incorporadas a la mis
ma cuando ía tarea se efectúa de manera continua a lo largo de un período
de tiempo prolongado; negarse a informar al trabajador los resultados del
estudio de los tiempos en la esperanza de que el estándar pueda ser más
elevado sobre la base del rendimiento; proporcionar materiales que son más
difíciles de manejar que los usados al cronometrar la tarea; y reemplazar
un mecanismo averiado por otro de relación diferente”. McPherson, Labor
Relations in the Automobile Industry, p. 143. Otro investigador ha llegado a
declarar que, en ciertas circunstancias, puede considerarse que la acelera
ción genérica incorpora reclamos sobre la paga: “Los trabajadores estima
ban lo adecuado de sus salarios en relación con el trabajo exigido de ellos,
calculando asi una tasa de explotación basada en el sentido común. Y la
mayoría consideraba que su paga era inadecuada para la intensidad del
trabajo que se veían obligados a desempeñar”. Gartman, Auto Stavery, p.
260.
2' Gartman, Auto Slauery, p. 177.
22Ely Chinoy, “Manning the Machines: The Assembly Line Worker", en
Peter Berger, comp., The H um an S h a p e o/W ork: S tu d ie s in the Sociólogy o f
Occupations (Nueva York: Macmillan, 1958).
23Gartman, Auto Slavery , pp. 196-200; Al Nash, “Job Stratification: A
Critique”, en B. J. Widick, comp., Auto Work a n d Its Discontents (Baltimore:
JohnsHopkins University Press, 1976), pp. 76-77; Nelson Lichtenstéih,"The
Man in the Middle: A Social History of Automobile Foremen”, en Nelson
Uchtenstein y Stephen Meyer, com ps. , Orí the Line: E s s a y s in the History o f
Auto Work (Urbana y Chicago: University of Illinois Press, 1989), pp. 155-
158.
24H. Benyon, “Controlling the Line”, en Tom Clarke y Laurie Clements,
comps., T r a d e U n ion s u n d e r C a p it a lis m (Atlantic Highlands, N.J.:
Humanities Press, 1978), p. 253. “La posición del delegado en la planta
automotriz tiene sus raíces en este choque... la vida diaria era virtuaímente
una batalla incesante por el control. La instalación de un delegado en una
sección determinada se relacionaba claramente con eí intento de los traba
jadores de ejercer su control de las tareas en esa sección. Si no estaba a la
altura del trabajo, se lo reemplazaba o se retiraba dejando a la sección sin
delegado por un tiempo."
25La siguiente discusión de la política de base en los movimientos c la sis
ta s sólo se refiere a las condiciones en las plantas de IKA-Renault y la fábri
ca Fiat Concord. Las otras plantas afiliadas al SMATA (Ford Transax,
Thompson Rameo, las dos fábricas de Ilasa y Grandes Motores Diesel, de
Fiat) y la fábrica de Fiat Materfer no se incluyen en el análisis. La disponi
bilidad de fuentes de consulta para IKA-Renault y Fiat Concord, así como
su importancia por ser las plantas automotrices con las mayores concen
Trabajo y política en Córdoba 439
traciones del proletariado mecánico local y los epicentros de íos movim jen-
tos c la sista s parecen justificar esta actitud.
,¿tiJenkins, D ependent Industrialization in Latin America, p. 27.
27Gleyze, “La Régie Mationaie des Usines Renault et l’Amérique Latine
depuis 1945", pp. 65, 135-136.
28Archives des Usines Renault, Boulogne-Biliancourt, Direction des
Usines á J'Étranger 1290, 458, carpeta "IKA”, informe de Fierre Souleil a
Renault, 29 de noviembre de 1960; Direction Juridique 0734, 3400, carpe
ta "Argentine”, carta de M. Maison a James McCloud, presidente de IKA, 16
de diciembre de 1965; Direction des Usin.es a í’Étranger 0295, 458. carpeta
TKA”, informe de Lucien Combes a Renault, 12 de junio de 1961, pp. 3-4.
29Jfoúi, Direction des Usines á l’Étranger 0295, 458, carpeta "IKA”, in
forme de Fierre Souieíl a Renault, 22 de junio de 1961; William H. Form.
Blue-Collar Stratijlcation: Auto Workers in Four Countries (Princeton, N.J.:
Princeton University Press, 1976), pp. 42-43; Nofal, Absentee E n tre
preneurship , pp. 90-94.
30Carta de James McCloud, ex presidente de Industrias Kaiser Argenti
na, 4 de septiembre de 1989. Todos los convenios colectivos de IKA entre
1956 y 1967 respaldan la afirmación de McCloud de que la empresa se
mantuvo firme en la cuestión de la flexibilidad laboral y que la conducción
peronista del SMATA cambió categorías por buenos salarios, beneficios y
estabilidad en el empleo. La debilidad relativa de los delegados en las plan
tas de Santa Isabel durante los años de IKA, en comparación con el poder
que ejercerían después de que Renault tomó el control de la compañía en
1967, tenía mucho que ver con la falta de categorías estrictas. Después de
1969, y especialmente durante los años de la conducción c la sista del gre
mio, los delegados tuvieron un nuevo e importante rol en la base fabril,
controlando que ia empresa respetara las categorías y, como se menciona
rá, presentando repetidamente reclamos sobre violaciones a las mismas en
un proceso de producción que ahora era básicamente fordista, A partir de
principios de la década del setenta, puede encontrarse un gran aumento en
el número de subcatégorías en cualquiera de los convenios de IKA-Renault.
Véase, por ejemplo, archivo del SITRAC, carpeta B-2, “Paritarias y conve
nios, 1971", documento BX-3, “IKA-Renault/SMATA: Convenio Colectivo
de Trabajo, 1971-72”, pp. 23-69.
31 Gleyze, “La Régie Nationale des Usines Renault et l'Amérique Latine
depuis 1945", p. 94. En 1961, los autos Renault representaban el 35,9% de
las ventas de IKA, Hacia 1964 la proporción había aumentado a 41,7% y en
1966 a 54,2%. A medida que en Córdoba se incrementaba la fabricación de
sus autos, también lo hacía la participación de Renault en los asuntos de la
empresa, y poco a poco afirmó su control sobre el directorio hasta que final
mente compró la totalidad de la compañía en octubre de 1967.
32Archives des Usines Renault, Boulogne-Biliancourt, Direction des
Usines ál'Étranger 0070,216, carpeta “Argentine: 1970á 1975”, documento
“Rapport de gestión, 197 X-72, IKA- Renault”.
33Ibid., Direction des Services Financiers 0764, 113, carpeta “Finance
Internationale”, memorándum “Augmentation du capital d’IKA”, documen
to “Note complémentaire au resume du rapport de mission de M. M. Pierre
440 El Cordobazo
sobre la base fabril, pero se opusieron a elias una vez que la patronal se
atribuyó unilateralmenle la facultad de establecerías.
51Bigazzi, "Management and Labor in Ualy, 1906-1945", p. 87.
:>2Guidi, Bronzino y Germanetto, Fiat, pp. 165-166: Giovanni Contini,
'The Rise and Fall of Shop Floor Bargaining at Fiat, 1945-1980”, en Steven
Tolliday y Jonathan Zeitlin, comps., The Automobile Industry an d Its Workers
(Cambrige: Polity Press, 1986), pp. 144-146.
r,:iGiovanni Contini, “Politics, Law and Shop Floor Bargaining in Postwar
Italy”, en Steven Tolliday y Jonathan Zeitlin, comps., Shop Floor Bargain ing
an d the S ta te (Cambridge: Cambridge University Press, 1985), p. 210.
5,1 Guidi, Bronzino y Germanetto, F ia t , pp- 92-98; Vincente Comilo, L a
F iat: T ra crisi e ristruíturazione (Roma: Editori Riuniti, 1982), pp. 237-242.
5nGartman. Auto S lav ery , p. 281; Patrick Fridenson, "Automobile
Workers in France and Their Work, 1914-1983”, en S. L. Kaplan y C. J.
Koepp, comps., Work in France (Ithaca, N.Y.: Comell University Press, 1986),
p. 540.
56Comito, L a F ia t pp. 237-242.
57Steven Tolliday y Jonathan Zeitlin, “Between Fordism and Flexibility",
en Tolliday y Zeitlin, comps., The Automobile Industry a n d Its Workers
(Cambridge: Polity Press, 1986), p. 4.
5BSylvie Van de Casteele-Schweitzer, “Management and Labor in Fran
ce, 1914-1939”, en Steven Tolliday y Jonathan Zeitlin, comps., The
Automobile Industry an d Its Workers (Cambridge: Polity Press, 1986), pp.
72-73; J. P. Depretto y Sylvie Van dé Casteele-Schweitzer, L e Commuriisme
á l’usin e: vie ouvriére et le mouvement ouvrier chez Renault, 1 9 2 0 -1 9 3 9 (Pa~
rís: Roubaix, 1984).
59Fridenson, “Automobile Workers in France and Their Work”, pp. .534-
536.
60Nofal considera que ésta es una tendencia que puede aplicarse a toda
la industria (Nofal, A b sen tee Entrepreneurship , pp. 51-52), pero parece
haber sido más pronunciada en las empresas cordobesas. Ninguna de las
firmas instaladas en Buenos Aires emprendió un programa de racionaliza
ción tan profundo como el de Renault en sus recién adquiridas plantas de
Kaiser. Ninguna compañía era tampoco tan dura en los tratos cón su mano
de obra como Fiat, en parte porque la afiliación de sus trabajadores al po
deroso SMATA se lo impedía. Las huelgas de 1973 en las plantas de Ford,
GM, Chrysler, Peugeot y Mercedes Benz por cuestiones laborales — acelera
ción de los ritmos, desconocimiento empresarial de las categorías de pro
ducción y condiciones de trabajo insalubres— ofrecen una prueba suficiente
de que si estas compañías tuvieron menores problemas que Fiat e ÍKA-Re
nault con su mano de obra entre 1966 y 1972, se debió a las ventajas de
que disfrutaban en eí mercado argentino antes que a una presunta diferen
cia fundamental en su filosofía gerencia! o a las relaciones entre capital y
trabajo en ellas. No obstante, incluso durante la gran oleada de huelgas de
1973 a 1976 en las empresas instaladas en Buenos Aires, la causa princi
pal de los paros fueron los salarios y no las condiciones de trabajo.
Cl Wiliiam H. Form, “Technology and Social Behavior of Workers in Four
Trabajo y política en Córdoba 443
NOTAS
Archivos empresarios
Documentos empresarios
Archivos gremiales
Publicaciones gremiales
Documentos gubernamentales
Fuentes orales
Dirigentes sindicales
Participantes en el Cordobazo
1. CÓRDOBA
L industria, sociedad y clase..... ....................................... 43
2. Política sindical....................... ................................. . 82
3. La fábrica, el sindicato y el nuevo trabajador industrial... 118
II. REBELIÓN
4. Córdoba y la "Revolución Argentina”.............................. 139
5. El Cordobazo................................................................. 178
6. Los clasistas.................................................................. 218
TOuios publicados
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Esta edición de 3.000 ejemplares
se terminó de imprimir en
La Prensa Médica Argentina,
Juiiín 845, Buenos Aires
en e! mes de septiembre de 1996.