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Origen de la clase magistral

Las clases magistrales pueden remontarse tan lejos como la Antigua Grecia y Roma y de
hecho al comienzo de la universidad europea en el siglo XIII. El término “lecture” viene
del latín, que significa lectura. En el siglo XIII, la mayoría de los libros eran
extremadamente escasos. Eran cuidadosamente hechos a mano e ilustrados por los
monjes, a partir de fragmentos o colecciones antiguas y valiosos papiros de los antiguos
griegos o romanos, o traducciones de fuentes árabes, ya que gran parte de la
documentación fue destruida en Europa durante la Edad Media tras la caída del imperio
romano.
Las clases magistrales o conferencias pertenecen a la tradición oral del aprendizaje,
cuando el conocimiento se pasaba de boca en boca, de una generación a la siguiente. En
tales contextos, la precisión y la autoridad (o el poder de controlar el acceso al
conocimiento) eran decisivos para que el conocimiento “aceptado” fuera transmitido con
éxito. De este modo, la memoria precisa, la repetición y la referencia a las fuentes
reconocidas eran muy importantes en términos de la validación de la información
transmitida. Las grandes sagas de los antiguos griegos y, mucho más tarde, de los
Vikingos, eran ejemplos del poder de la transmisión oral del conocimiento, y continúan
incluso hasta la actualidad a través de los mitos y las leyendas de muchas comunidades
indígenas.
Clase magistral
La clase magistral activa es una exposición interactiva que consiste en la presentación
clara y organizada de un tema para promover la comprensión y construcción del
conocimiento por parte de los estudiantes. Además, el docente dedica tiempo de la clase
al análisis de los contenidos, e involucra activamente a los estudiantes en el proceso de
enseñanza - aprendizaje. Cabe señalar que existen estudios realizados en ámbitos
disciplinares diversos como la historia y la ingeniería que muestran que las clases
magistrales activas contribuyen a generar interés, involucrar a los estudiantes y a
proporcionarles estructura conceptual.

La lección magistral, también llamada clase magistral, es un método docente que


básicamente consiste en la transmisión de información (o conocimiento) por parte del
profesorado al alumnado de forma unidireccional. Dicho de otra forma, el profesor habla
y el alumnado escucha (o intenta escuchar).
Principios

Como se aplica en el aula


Teniendo en cuenta tres pasos o fases:
La fase de inicio: es una oportunidad de generar interés formulando preguntas
intelectualmente retadoras orientadas a identificar los saberes previos de los estudiantes.
También, se puede presentar una situación cercana a los estudiantes que despierte
motivación en torno al tema
Desarrollo: Durante el desarrollo de la clase, se presenta el contenido mientras se
interactúa activamente con los estudiantes mediante la presentación de ejemplos, la
formulación de preguntas y el fomento del diálogo. Se sugiere hacer pausas cada diez o
quince minutos, en las que conviene realizar una recapitulación o un cambio de tema.
Estas pausas son también una oportunidad valiosa para promover la construcción de
conocimientos.
Cierre: En el cierre de la sesión, se sugiere realizar, conjuntamente con los estudiantes,
una síntesis de los temas trabajados en la sesión. Este momento de la clase también sirve
para resolver dudas que quedaron pendientes durante el desarrollo del tema.
Enfoque Pedagógico:
Clase Magistral es transmisión de conocimiento, ofrecimiento de un enfoque crítico de la
disciplina, y, reveladora de un método. En la práctica sólo se aplica el primer elemento
descuidando los dos siguientes por lo que la Clase Magistral se convierte en un simple
monólogo.
Ventajas
 Permite estructurar el conocimiento.
 Favorece la igualdad de relación con los estudiantes que asisten a clase.
 Favorece la asimilación de un modelo consolidado en cuanto a la estructura y
dinámica de la clase.
 Permite la docencia a grupos numerosos.
 Facilita la planificación del tiempo del docente.
Desventaja
 Fomenta la pasividad y la falta de participación del estudiante.
 Dificulta la reflexión sobre el aprendizaje.
 Provoca un diferente ritmo docente/discente.
 Discentiva la búsqueda de información por el estudiante.
 Limita la participación del estudiantado.
 No favorece la responsabilidad del estudiante sobre su propio proceso de
formación.

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