Está en la página 1de 2

Carol Dweck, “El poder del todavía”

[Transcripció de la conferència TED]

[1] He oído hablar de una escuela en Chicago, donde para graduarse hay que pasar un cierto número de
cursos y si no lo consiguen, se les califica con "todavía no", lo que me pareció fantástico, porque frente a
un fracaso uno piensa que no es nada, pero con un "todavía no", entiende que está en proceso de
aprendizaje.Te abre un camino hacia el futuro. El "todavía no" me ayudó a entender un incidente de
principios de mi carrera que fue un verdadero punto de inflexión.

[2] Quería ver cómo se enfrentan los niños con los retos y las dificultades, así que mandé a niños de 10
años a resolver problemas un tanto difíciles. Algunos reaccionaron sorprendentemente bien. Decían cosas
como: "Me encantan los retos", o "Me esperaba algo positivo". Entendieron que así pueden desarrollar
sus habilidades. Tenían lo que yo llamo una "mentalidad de desarrollo". Mientras que otros lo vieron
como una tragedia, un desastre.

[3] Desde la posición de una mentalidad fija pusieron a prueba su inteligencia y fracasaron; en lugar de
prosperar con la ayuda del poder del todavía, se quedaron atrapados en la tiranía del ahora. Entonces,
¿qué es lo que harán? Les diré lo que harán. Algunas encuestas dicen que probablemente harán trampa
en lugar de estudiar más si fracasan en alguna prueba. En otro estudio, tras el fracaso, buscaron a quienes
consiguieron peores resultados para sentirse mejor con ellos mismos. Y un estudio tras otro demostraron
huir de las dificultades.

[4] Los científicos midieron la actividad eléctrica del cerebro mientras los estudiantes se enfrentaban a
errores. A la izquierda se ven los estudiantes con mentalidad fija. No hay casi actividad.
Huyen del error. No se ocupan de él.

[5] A la derecha, tenemos estudiantes con una mentalidad de desarrollo, la idea de que las habilidades se
pueden desarrollar. Estos alumnos se involucran a fondo. Sus cerebros no dejan de pensar en el
"todavía". Están muy comprometidos. Procesan el error. Aprenden de ellos y los corrigen.

[6] ¿Cómo criamos a nuestros hijos? ¿Los educamos en el espíritu del "ahora" o del "todavía"? ¿Estamos
criando niños obsesionados con conseguir una nota máxima? ¿Estamos criando niños que no saben soñar
a lo grande? ¿Es su mayor objetivo conseguir la nota máxima en la siguiente prueba? ¿Arrastran con ellos
esta necesidad constante de aprobación para toda la vida?

[7] Tal vez, porque los empleadores se me acercan y me dicen: hemos formado toda una generación de
jóvenes trabajadores que no pueden trabajar un día sin alguna recompensa. Entonces, ¿qué podemos
hacer? ¿Cómo construimos el puente hacia el todavía?

[8] Éstas son algunas ideas. Primero, hay que elogiar con sabiduría, no la inteligencia o el talento, porque
esto no ha dado resultados. No lo hagamos más. Hay que elogiar el proceso en el cual el niño se
involucra: su esfuerzo, sus estrategias, su enfoque, su perseverancia, su progreso. Alabando el proceso se
crean niños fuertes y resistentes. Hay otras maneras de recompensar el todavía.
[9] Hemos colaborado recientemente con investigadores del juego de la Universidad de Washington, para
crear un nuevo juego matemático en línea, que premia pensar el "todavía". En este juego, fueron
premiados por el esfuerzo, la estrategia y el progreso. El típico juego matemático recompensa las
respuestas correctas obtenidas ahora, pero este juego recompensará el proceso. Y se nos respondió con
más esfuerzo, más estrategias, mayor compromiso durante largos períodos, y mayor perseverancia frente
a problemas realmente muy difíciles.

[10] Nos encontramos que solo las palabras "todavía" o "aún no", daban a los niños una mayor confianza,
les mostró el camino hacia el futuro y mejoró la perseverancia. Y podemos realmente cambiar la
mentalidad de los estudiantes.

[11] En un estudio les enseñamos que cada vez que daban un paso fuera de su terreno conocido para
aprender algo nuevo y difícil, las neuronas de sus cerebros pueden crear nuevos vínculos más fuertes, y
con el tiempo pueden llegar a ser más inteligentes. Vean lo que pasó: en este estudio, estudiantes a los
que no se les enseñó esta mentalidad de crecimiento, recibieron notas cada vez más bajas durante esta
difícil etapa escolar, pero a los que se les enseñó esta lección, mejoraron notablemente en las
evaluaciones. Hemos demostrado esto ahora, este tipo de mejora, en miles y miles de niños,
especialmente con dificultades.

[12] Vamos a hablar de la igualdad. En nuestro país, existen grupos de estudiantes que obtienen
resultados consistentemente bajos, por ejemplo, los niños de los barrios pobres, o los de las reservas
aborígenes. Y han fracasado tanto tiempo que la gente piensa que es inevitable. Pero cuando los
educadores crean aulas donde la mentalidad de crecimiento genera la cultura del todavía, brota la
igualdad.

[13] Aquí tengo algunos ejemplos. En solo un año, una clase infantil en Harlem, Nueva York, pasaron la
prueba del examen nacional en un 95 %. Muchos de estos niños no sabían sostener un lápiz cuando
llegaron a la escuela. En un año, estudiantes del 4º de primaria del sur del Bronx, en desventaja, se
convirtieron en la clase de 4º de primaria número 1 del estado de Nueva York en el examen estatal de
matemáticas. En un año, año y medio, estudiantes indígenas en una escuela de la reserva aborigen
saltaron del último al primer lugar en su distrito, el mismo círculo que incluía a los barrios ricos de Seattle
también. Así que los niños aborígenes superaron a los chicos Microsoft.

[14] Esto se debe a que los conceptos de esfuerzo y de dificultad se han redefinido. Antes, el esfuerzo y la
dificultad les hacían sentirse estúpidos y les daban ganas de renunciar, pero ahora, el esfuerzo y la
dificultad hacen que sus neuronas formen nuevas conexiones, lazos más fuertes. Y se vuelven más
inteligentes.

[15] Hace poco recibí una carta de un niño de 13 años. Me decía: "Estimada profesora Dweck, agradezco
que su material se base en una investigación científica sólida, y es por eso que decidí ponerlo en práctica.
Pongo más esfuerzo en mis estudios, en mi relación con mi familia, y las relaciones con los compañeros
en la escuela, y me di cuenta de mi enorme progreso en todos estos campos. Ahora me doy cuenta de
que desperdicié la mayor parte de mi vida".

[16] No desperdiciemos más vidas, porque una vez que sabemos que las habilidades son capaces de tal
crecimiento, eso se convierte en un derecho humano fundamental para todos los niños; el vivir en lugares
que crean este crecimiento, vivir en lugares llenos de “todavías”. Gracias.

También podría gustarte