Está en la página 1de 10

TRANSCRIPCIÓÓ N CÓNFERENCIA DE JÓRGE LARRÓSA

“EXPERIENCIA”
(Texto utilizado exclusivamente con propoó sitos docentes, Prof. Juan Pablo AÓ lvarez)

Yo les invito a que saquen una hoja, y en medio de la hoja escriban la palabra
“experiencia”… y debajo de la palabra “experiencia” escriban ustedes una traduccioó n,
un primera traduccioó n que nos va a servir de punto de partida. Escriban “lo que nos
pasa”, la experiencia es lo que nos pasa, porque ¿queó es la vida sino el pasar de lo que
nos pasa y nuestras torpes y a veces inuó tiles tentativas de elaborar el sentido o el
sinsentido de lo que nos pasa?. Entonces escriban ustedes “experiencia” y escriban
ustedes “lo que nos pasa” y a lo largo de mi exposicioó n lo que vamos a ir haciendo es
que alrededor de la palabra experiencia les voy a ir indicando otras palabras, para que
la palabra experiencia resuene con ellas. Vamos a rodear la palabra “experiencia” para
ver queó es lo que sale. A eso es lo que yo le llamaba crear un espacio de resonancia,
hacer que la palabra “experiencia” resuene por otras palabras.
Bien, entonces ya tienen ustedes la frase “lo que nos pasa” y ahora les pido que
encierren en un circulito la palabra “lo”, porque ahora vamos a hablar del “lo” de “lo
que nos pasa”.
La experiencia es siempre experiencia de algo, la experiencia exige un acontecimiento,
exige el pasar de alguna cosa que no soy yo. Y ese acontecimiento, ese “que no soy yo”
significa tambieó n que es algo que no depende de míó, es decir, que no es una proyeccioó n
de míó mismo, no es una proyeccioó n de lo que yo ya seó , de lo que yo ya pienso, ni de lo
que yo ya siento, etc.
Yo voy a hablar un poco del sujeto de la experiencia a lo largo de mi exposicioó n y direó
que es incapaz de experiencia, es decir, no seraó nunca un sujeto de la experiencia ese
tipo de personas que, encuentren lo que encuentren, siempre se encuentran consigo
mismo, es decir, con una proyeccioó n de lo que ya saben, de lo que ya piensan, de lo que
ya creen, de lo que ya sienten, de lo que de alguna manera anticipan, etc. A esa primera
condicioó n de la experiencia, que exige el pasar de algo que no soy yo y que no depende
de míó la vamos a nombrar, de momento, con tres palabras, las palabras “exterioridad”,
la palabra “alteridad” y la palabra “alienación”. Si digo que la experiencia tiene que
ver con la “exterioridad” es porque esa exterioridad estaó contenida en el “ex” mismo
de la palabra “experiencia”, que es el mismo “ex” del “exterior”, del “extranjero”, de la
“extranñ eza”, del “exilio” y del “eó xtasis”. No hay experiencia por tanto sin la aparicioó n de
algo, de un “lo”, de un “eso”, en definitiva de un acontecimiento que es exterior a míó,
extranñ o a míó, extranjero a míó, que estaó fuera de míó mismo, que no pertenece a mi lugar,
que no estaó en el lugar que yo le doy.
La escuela, como aparato biopolíótico (Foucault estudioó muy bien eso en “Vigilar y
castigar” y en otros textos), funciona como un gigantesco aparato de distribucioó n de
lugares, asíó lo hace la escuela cuando trata con los ninñ os o con los contenidos, la
escuela odia la ambiguü edad, odia las cosas que no se saben muy bien queó son, por lo
tanto funciona como una gigantesca maó quina de creacioó n de orden, es decir, tiene que
haber un lugar para cada cosa y cada cosa tiene que estar en su lugar. Todos los
alumnos tienen que estar bien identificados, identificados seguó n caracteríósticas
psicoloó gicas, econoó micas, socioculturales, etc., pero cada uno debe estar en su lugar,
los contenidos tambieó n, tienen que estar planificados, graduados, cada cosa en su
lugar, cada cosa en su momento… entonces cuando la escuela funciona como un
gigantesco aparato de distribucioó n de lugares, y la escuela funciona como aparato de
distribucioó n de lugares no ambiguo, como un aparato que odia la ambiguü edad, que
cancela la ambiguü edad, la escuela en ese mismo sentido hace imposible la experiencia.
Dicho de otro modo, la docencia, la educacioó n, solamente es una experiencia cuando
aparece algo o alguien que estaó fuera de lugar, es decir que no ocupa el lugar que yo le
doy, que no ocupa el lugar que yo he previsto para eó l.
No seó si me entienden lo que digo. Yo tengo un amigo que, hablando de la alteridad,
dice que el otro nunca estaó en el lugar que yo le doy, pero a pesar de eso debo darle un
lugar.
Entonces el “ex” de la experiencia tiene que ver con la aparicioó n de algo extranñ o, y ese
extranñ o significa algo que estaó fuera de lugar, que no pertenece a un lugar, que no tiene
un lugar concreto, que no tiene un lugar que lo designe.

La segunda palabra que yo les invitaba a escribir es la palabra “alteridad” y es porque


“eso” que me pasa tiene que ser otra cosa que yo, es decir, tiene que ser “otro”. Y la
escuela, y eso tambieó n lo estudioó muy bien Foucault y los foucaultianos, es un
gigantesco aparato de captura y destruccioó n de todo tipo de alteridad, es decir, la
escuela funciona como una maó quina de identificacioó n, como una maó quina en que todo
lo que aparece, todo lo que surge, todo lo que ocurre, todo lo que acontece, tiene que
ser inmediatamente nombrado, definido e identificado. Y cuando “lo otro”, lo que
acontece, lo que ocurre, lo que es extranñ o a míó, lo que de alguna forma me
desconcierta, es nombrado, identificado, entonces esa dimensioó n de alteridad queda
inmediatamente cancelada.
Saben ustedes muy bien, pues se trata de un efecto cultural que todos nosotros
sabemos desde chiquiticos, como los nombres tranquilizan, es decir, a veces a uno le
pasan cosas que no sabe muy bien como nombrarlas y entonces siente un desasosiego
al no saber lo que le pasa. La experiencia, yo decíóa, es lo que nos pasa, pero a veces uno
no sabe nombrar muy bien lo que le pasa y entonces va y busca a un especialista de
normalidad, que puede ser un cura, un psicoó logo o cualquiera… y le dice “mire usted…
esto que me pasa y que no seó muy bien lo que es, ¿es normal?” Y entonces o el cura o el
psicoó logo, o cualquiera de esas personas que saben lo que es normal y lo que no, te
dice “es normal”… Y entonces uno se tranquiliza, simplemente porque a eso que no se
sabe lo que es le han puesto nombre.
Entonces como los docentes somos, como cualquier ser humano, esencialmente
comodones, es decir huimos del desasosiego, igual que huimos de la ambiguü edad y
huimos tambieó n de la inquietud, a veces nos tranquilizamos ponieó ndole nombre a las
cosas. De modo que al saber coó mo se llama algo, entonces ya creemos saber lo que
tenemos que hacer con eso.
Cuando la maquinaria escolar funciona asíó, funciona nombrando, identificando,
definiendo, funciona, como ya decíóa antes, capturando la alteridad. Ese ejercicio que es
enemigo de la experiencia, hace tambieó n imposible la experiencia porque la
experiencia solamente acontece cuando algo “ex” acontece, es decir cuando algo que
no tiene nombre o que no se ajusta exactamente al nombre que yo le quiero poner,
acontece.
Y luego la tercera palabra que yo les invitaba a colocar es la palabra “alienación”, una
palabra que tiene mucha connotacioó n asíó como del marxismo (“los obreros estaó n
alienados porque solo piensan en el fuó tbol, no tienen conciencia de clase, los joó venes
estaó n alienados y soó lo piensan en las discotecas y en sexo, drogas y rock and roll…
entonces tenemos que despertar sus conciencias, en fin, esa cosa de la alienacioó n
como algo que siempre les pasa a los otros, que son los otros los que estaó n alienados,
nosotros nunca… (risas) y eso nos exige una tarea de desalienacioó n de los demaó s).
Pues no piensen ustedes en ese sentido de la palabra alienacioó n. Yo puse la palabra
alienacioó n porque alienacioó n tiene que ver con ajeno, con algo que no es míóo… tal vez
habríóa sido mejor poner “ajenidad”, eso significa que en la experiencia, eso que me
pasa (todavíóa estoy con el “lo”) tiene que ser ajeno a míó, es decir, no puede ser míóo y
que “no puede ser míóo” significa que no puede ser nombrado ni por mis palabras ni
por mis ideas, ni por mis presuposiciones, ni por mis maneras de definir, etc. Algo que
siempre escapa a mi propiedad, algo de lo que yo no me podreó apropiar, el
acontecimiento del otro, ese “ex” de lo que me pasa se mantiene siempre
inapropiable… a eso quiero que suene la palabra alienacioó n, siempre me es ajeno, no
podreó nunca hacer que sea míóo.

A mi siempre me ha molestado mucho, yo no seó si aquíó pasa, pero en Espanñ a en


reunioó n de maestros se usan mucho los pronombres posesivos, eso de “nuestros
joó venes”, “…porque “nuestros joó venes”… porque “nuestros alumnos”… porque
“nuestras mujeres”… porque “nuestros profesores”… entonces dice uno ¿por queó
hablamos de “nuestros”, nuestros de queó ?...
Garcíóa Calvo, que es un filoó sofo espanñ ol, tiene un texto muy bonito sobre la infancia
que dice “la infancia es maravillosa a condicioó n de que no sea míóa”. Esto tiene que ver
que en el minuto en que uno coge a los ninñ os como algo suyo, ha cancelado la
dimensioó n de novedad y la dimensioó n de infancia que la infancia tiene. Es decir, la
infancia es inapropiable, los ninñ os nunca seraó n nuestros ninñ os, como los joó venes nunca
seraó n nuestros joó venes, como los trabajadores no seraó n nunca nuestros trabajadores,
como los desocupados nunca seraó n nuestros desocupados… Eso significa un poco lo
de la “ajenidad”, ese “otro” de la experiencia, ese algo que me pasa “que no puede ser
míóo”. Si es míóo entonces ya no hay lugar a la experiencia.

Ahora les invito a hacer un circulito en la palabra “nos” y luego hablamos de si la


experiencia es algo que “me” pasa o algo que “nos” pasa, si se trata de algo colectivo o
algo individual.
La experiencia no es “lo que pasa” sino “lo que nos pasa”. Vivimos en un mundo en que
pasan muchas cosas y cada vez pasan maó s cosas. Todo lo que pasa nos es
inmediatamente accesible, como nunca antes histoó ricamente… los medios de
comunicacioó n hacen que cualquier cosa que pase en el mundo, nosotros tengamos
noticia de ella inmediatamente; la cantidad de cosas que pasan ante nuestros ojos son
infinitamente mayores a las de cualquier otra eó poca histoó rica, es decir, ante mi abuelo
pasaban muchíósimas menos cosas que ante míó. Pero sin embargo, aunque pasan cada
vez maó s cosas, casi nada “nos pasa”. Es decir, nosotros asistimos como espectadores
neutros frente a todo aquello que pasa y a lo maó s le pedimos a lo que pasa una especie
de excitacioó n momentaó nea que es sustituida inmediatamente por otra excitacioó n. De
manera que ¿quieó n se acuerda ya de la guerra de hace dos anñ os?... la guerra de hoy
sustituye a la guerra de hace dos anñ os, el escaó ndalo políótico de hoy sustituye
inmediatamente al escaó ndalo políótico de ayer, la matanza de hoy sustituye
inmediatamente a la matanza de ayer, el amor de hoy sustituye inmediatamente al
amor de ayer, etc. De manera que aquello que pasa deja en nosotros una pequenñ a
vibracioó n que es sustituida inmediatamente por otra pequenñ a vibracioó n pero nada
deja algo asíó como una huella, como una marca… como si fueó ramos seres leves, ligeros,
seres a los que les pasan muchas cosas pero nada de lo que pasa deja demasiada
huella.
La experiencia significa que algo “nos pasa”, es decir, la experiencia es siempre
experiencia de algo, de algo que no soy yo, pero sin embargo el lugar de la experiencia
soy yo.
Llamareó a ese “nos” con tres palabras. La primera palabra seraó “reflexividad”, la
segunda palabra seraó “subjetividad” y la tercera palabra seraó “transformación”. Si
hablo de “reflexividad”, si digo que la experiencia es reflexiva, es porque ese “nos” de
“lo que nos pasa” es un pronombre reflexivo, por lo tanto la experiencia es un
movimiento de ida y vuelta, la experiencia es un movimiento de ida, es un movimiento
en que el sujeto sale de síó mismo para ir hacia fuera, para enfrentar algo que no es eó l,
pero sin embargo la experiencia exige un retorno, exige que aquello que pasa, me pase
a míó. Eso es la reflexioó n, ese movimiento de ida y vuelta, es decir la idea claó sica de la
reflexioó n tiene que ver con un movimiento como de espejo, de salida y de retorno. Por
lo tanto la experiencia tiene ese momento de exteriorizacioó n, es decir, uno tiene que
salir de síó mismo, tiene que encontrar algo que no es yo para que haya experiencia,
pero al mismo tiempo ese algo que uno encuentra tiene que rebotar en uno, de manera
que ese algo deja en ti alguna marca, alguó n efecto, alguó n afecto, te afecta de alguna
manera…
Le llamo “subjetividad” porque el lugar de la experiencia es el sujeto, o dicho de otra
manera la experiencia es siempre subjetiva, pero se trata de un sujeto que es capaz de
dejar que algo le pase, es decir, que algo le pase a sus palabras, a sus ideas, a sus
sentimientos, a sus representaciones, etc. Por lo tanto el sujeto de la experiencia es un
sujeto abierto, es un sujeto sensible, es un sujeto vulnerable, o es un sujeto como me
gusta decir a veces, “expuesto”. Por lo tanto al lado de la palabra “subjetividad” pongan
ustedes esas palabras: “apertura”, es un sujeto abierto, “vulnerabilidad”, es un sujeto
vulnerable, “sensibilidad”… Por ejemplo, la palabra que los griegos teníóan para
“sensibilidad” era “aisthesis”, de ahíó viene esteó tica, pero de ahíó viene tambieó n
“anesteó sico”… ¿pero un anesteó sico queó es?, un anesteó sico es una sustancia que hace
que no sientas nada. Entonces vemos a menudo que el mundo estaó lleno de sujetos
anestesiados, es decir, de sujetos a los que no les pasa nada. Por eso decíóa que el sujeto
de la experiencia es un sujeto sensible, es decir, es un sujeto no anestesiado, es una
receptividad sensible.
Por otra parte hablemos de la “exposicioó n”… me interesa porque el sujeto de la
experiencia es un sujeto que se expone a síó mismo a lo que le pasa, se pone en juego a
síó mismo en relacioó n a lo que le pasa. A eso le llamo yo “exposicioó n”, por eso en la
experiencia no es importante ni la posicioó n, la manera de ponernos, ni tampoco es la
oposicioó n, la manera de oponernos, ni tampoco es la imposicioó n, la manera de
imponernos, sino que lo fundamental en la experiencia es la “exposicioó n”. Si
solamente un sujeto expuesto, con lo que la exposicioó n tiene de vulnerabilidad…
solamente un sujeto expuesto es un sujeto de experiencia…
Eso tiene cierta relacioó n con la educacioó n. Tengo un amigo que tiene un texto muy
interesante que viene a decir la escuela como un lugar muy cerrado… y mi amigo viene
a decir que la modernidad escolar pasa por sacar los ninñ os de la calle, la calle vista
como un espacio potencialmente peligroso y los ninñ os tienen que ser colocados en un
espacio cerrado, protegido, protegido por lo puó blico, protegido de la violencia del
mundo… es decir, en ese sentido mi amigo dice que la escuela hace imposible la
exposicioó n. La escuela, de alguna forma, inmuniza. Y mi amigo, sin que niegue la
escuela desde luego, porque quieó n puede negar que la escuela es una conquista
irrenunciable, intenta inventar trucos en que la escuela, ademaó s de ser un territorio
protegido, de un territorio digamos limpio, aislado de la violencia, de la explotacioó n,
que no nos gusta en ninguó n terreno, ademaó s sea un lugar de “exposicioó n”, o sea que la
escuela se exponga fuera de la escuela.
Pero esa idea de subjetividad, ademaó s de nombrar esa idea de sujeto vulnerable,
sensible, abierto, etc. esa idea dice tambieó n que no existe la experiencia en general, es
decir, que la experiencia siempre es la experiencia de alguien. Ó dicho de otra manera,
que la experiencia es para cada cual la suya, que cada cual hace o padece su propia
experiencia de un modo singular, particular, irrepetible y uó nico, la experiencia es para
cada cual la suya. Eso de que la experiencia es siempre para cada cual la suya tiene que
ver con un par de cositas que para mi son importantes y vamos a ver coó mo le suenan a
ustedes, algo de lo que yo cada vez estoy maó s convencido… y es que las cosas
esenciales de la vida cada uno las tiene que aprender por síó mismo… lo cual no
significa que las aprenda solo, es decir, uno aprende siempre en relacioó n con las
experiencias de los otros, pero de alguna forma cada uno lo aprende por síó mismo.
El saber de experiencia no es un saber abstracto, es un saber singular, es un saber
concreto, es algo que uno aprende por síó mismo, aprende “por experiencia”, porque a
alguno le ha pasado algo… entonces tenemos esa cosa de que uno todo lo que aprende
lo aprende por síó mismo. Y esa cosa tambieó n de queó complicado es eso de la
transmisioó n del saber de experiencia, esa cosa que la experiencia tiene a veces de
autoridad, la gente que ya ha pasado por las cosas se cree con el derecho de decirnos a
los que no hemos pasado por ellas, lo que tenemos que hacer… pues como ellos ya lo
han pasado…, como ellos ya han hecho la experiencia… esa especie de pretensioó n
ridíócula de los padres, los curas y de los pedagogos de todos los tiempos de evitarles a
los joó venes su propia experiencia… hombre, como yo ya hice la míóa te lo voy a decir
para que tuó te puedas ahorrar la tuya… y eso lo dice Gadamer muy bien, Gadamer es
uno de los grandes teoó ricos de la experiencia. Gadamer dice que la experiencia no se le
puede ahorrar a nadie, porque es para cada cual la suya. Pero a pesar de eso, de que
cada cual tiene que hacer la suya, ese hacer su experiencia no es para nada una
experiencia solitaria, es decir, uno aprende de la experiencia de los demaó s, uno
aprende poniendo en relacioó n su experiencia con la experiencia de los demaó s.
Entonces yo queríóa solamente senñ alar a un tema, que para míó es fundamental como
tema pedagoó gico, que es la cuestioó n de coó mo se transmite el saber de experiencia y al
mismo tiempo apuntar el caraó cter paradoó jico de esa transmisioó n del saber de
experiencia. Yo no seó si voy a decir una tonteríóa, pero en estos proyectos que aquíó
estaó n convocados, el de elegir la docencia y el de aprender ensenñ ando, seguó n me han
explicado (si digo muchas tonteríóas me lo corrigen ustedes…), es una cosa que
funciona como con tutores, como si un docente experimenta algo tutelase a unos
joó venes inexperimentados que estaó n introducieó ndose en un territorio de experiencia,
por lo tanto, digamos, estos proyectos se sostienen sobre la idea de que uno aprende
las cosas por síó mismos, pero uno aprende en relacioó n a los otros, es decir, los sujetos
inexperimentados necesitamos de los sujetos experimentados, no para que nos
ahorren la experiencia sino para que nos ayuden a elaborar la nuestra. Voy a poner un
ejemplo tonto… Yo no soy casi nada de lo que a mi padre le hubiese gustado que yo
fuera. Pero sin embargo mi padre y yo sabemos que gran parte de lo que yo soy se lo
debo a mi padre… y yo creo que el aprendizaje de la experiencia tiene que ver con
eso… la experiencia no es algo que se transmita mecaó nicamente… cuando mi padre me
ha dicho Jorge tuó lo que tienes que hacer es tal cosa… yo lo que he hecho, como todo el
mundo, es llevarle la contra. La experiencia no se transmite mecaó nicamente, pero sin
embargo aprendemos muchíósimo de la manera en coó mo ponemos nuestra experiencia
con la experiencia de los demaó s. Entonces no seó si eso tiene sentido para ustedes… el
que puede ser al mismo tiempo que yo no soy lo que mi padre hubiera querido que
fuera sin embargo casi todo lo que soy tiene que ver con mi padre… las dos cosas se
dan al mismo tiempo. Yo creo que la relacioó n entre la persona experimentada y la
persona inexperta es un poco asíó. La experiencia nunca se puede transmitir
mecaó nicamente, nadie le puede decir a nadie lo que puede hacer, con lo que se va a
encontrar o coó mo se debe comportar, pero sin embargo a veces necesitamos elaborar
con alguien nuestra propia experiencia. Y esas son paradojas que se derivan de ese
principio que yo he enunciado de una forma tan dogmaó tica o tan taxativa “La
experiencia es, para cada cual, la suya”. Si les he invitado tambieó n a colocar la palabra
“transformación”, es porque ese sujeto sensible, vulnerable y abierto, que yo he
nombrado como sujeto de experiencia, es un sujeto fundamentalmente abierto a su
propia transformacioó n, es decir, a la transformacioó n de sus ideas, de sus palabras, de
sus sentimientos, de sus representaciones, etc. De hecho en la experiencia el sujeto
hace la experiencia de algo pero sobre todo hace la experiencia de su propia
transformacioó n, de ahíó que la experiencia sea algo que nos forma o nos transforma, de
ahíó la relacioó n constitutiva que existe entre la idea de experiencia y la idea de
formacioó n, de ahíó que el resultado de la experiencia sea la formacioó n o la
transformacioó n del sujeto de la experiencia. Yo he dicho a veces, cuando he hablado de
la experiencia de la lectura, que la lectura es experiencia cuando al lector algo le pasa y
cuando eso que le pasa le forma, o le conforma, o le deforma o le transforma, o todos
los juegos de palabras que quieran ustedes hacer con la cuestioó n de la forma. Por eso
el sujeto de la experiencia es el sujeto de la formacioó n, es el mismo sujeto, porque el
resultado subjetivo de la experiencia, el efecto subjetivo de la experiencia es la
transformacioó n del sujeto de la experiencia, por eso la experiencia nunca se puede
resolver en dogmatismo. Hay un uso dogmaó tico de la experiencia que todos ustedes
conocen, que es que “desde la autoridad” de mi experiencia te voy a decir yo a ti, como
si la experiencia lo que hiciera fuera solidificar a la gente… “yo como ya tengo la
experiencia, pues que me vas a contar que yo no sepa, que me vas a decir a míó que yo
no sepa, que ya estoy de vuelta en todo…”. Entonces, en ese sentido, el sujeto de la
experiencia es a veces un sujeto dogmaó tico, un sujeto para el cual la experiencia,
justamente, es lo que lo protege de estar constantemente transformaó ndose, y yo lo que
queríóa remachar con la idea de transformacioó n es que la experiencia no puede ser
dogmaó tica y que cuando maó s experiencia tiene un sujeto maó s abierto estaó un sujeto a
su propia transformacioó n. Es decir, la experiencia es siempre la experiencia de la
propia fragilidad, es decir, si la experiencia es la propia experiencia de lo que yo se, lo
que yo pienso, lo que yo creo… entonces no estoy muy seguro de ella. La experiencia es
siempre experiencia de la fragilidad del sujeto de la experiencia, por lo tanto de la
apertura del sujeto de la experiencia.
Bueno, vamos ahora con el circulito a encerrar “pasa”, la experiencia es “lo que nos
pasa”(…) La experiencia es, en primer lugar, un paso, un pasar, un recorrido, un
trayecto, un movimiento. Si la palabra experiencia tiene el “ex” del exterior, la palabra
experiencia tiene tambieó n ese “per” que es un radical indoeuropeo que tiene que ver
con pasaje, con camino, con viaje. De hecho en el espanñ ol moderno tenemos todavíóa
una palabra muy hermosa que tiene ese “per” indoeuropeo, que es la palabra “pirata”.
Pirata en griego se dice “peirateó s”, entonces el pirata seríóa como el sujeto de la
travesíóa, el sujeto que estaó en traó nsito, el sujeto que no es sedentario, que no tiene ni
ley ni amo, que no tiene patria, que no obedece ninguna bandera, el sujeto errante, el
sujeto noó made, seríóa el peirateó s, el pirata. Entonces el sujeto de la experiencia tiene
algo de pirata, en ese sentido, es un sujeto en permanente traó nsito, porque la palabra
experiencia es un recorrido, es un paso… Pero ademaó s ese “per” tiene tambieó n que ver
con una dimensioó n de ese viaje, de ese recorrido que es la experiencia, que es una
dimensioó n constitutiva de incertidumbre, es decir la experiencia es una apuesta, en el
sentido de que es un viaje incierto, es un viaje cuyos resultados no se pueden anticipar.
Y eso tambieó n estaó en la palabra experiencia. Si tuvieó ramos que improvisar un verbo
para la palabra experiencia, en espanñ ol tenemos un cierto problema de traduccioó n..
porque “experienciar” queda raro, “experimentar” suena a experimento y a ciencia
empíórica y por lo tanto tampoco sirve… eh los traductores del alemaó n han usado
muchas veces la palabra “vivenciar”, colocando la palabra experiencia cerca de la
palabra “vida”, y decir que el sujeto de la experiencia es el sujeto que vivencia las
cosas… A míó “vivenciar” no me gusta porque me suena psicoloó gico, me suena literatura
de esa de autoayuda, y encuentros de esos…”y aquíó vamos ahora a vivenciar tal cosa…
nos vamos a dar todos las manos para vivenciar la energíóas coó smicas”(risas)… A mi
ese vivenciar me patina, pero me patina por cierta sonoridad contemporaó nea, pero en
cualquier caso hay un problema, y no sabríóamos coó mo hacer eso de la experiencia en
un verbo… Pero en latíón el verbo es “experiri”, y de ese “periri” viene la palabra
“peligro”… el “per” de peligro es el mismo “per” de experiencia, por lo tanto, cuando yo
les decíóa que la experiencia tiene una dimensioó n constitutiva de incertidumbre, quiere
decir que la experiencia es constitutivamente peligrosa y es peligrosa porque en la
experiencia puede pasar lo que no estaó previsto que pase. Es decir, la experiencia es
algo que nos lleva hacia donde no sabemos muy bien lo que es.
En fin, queríóa remarcar eso, la experiencia es un pasar, es un recorrido, es un pasaje, y
ese pasaje tiene una dimensioó n de incertidumbre, tiene una dimensioó n de riesgo, de
peligro. Pero si la experiencia es “lo que nos pasa”, el sujeto de la experiencia es como
un territorio de paso, como una superficie de sensibilidad, en el que algo pasa y en el
que eso que “nos pasa” deja una huella, una marca, un rastro, un afecto, una herida. De
ahíó que el sujeto de la experiencia no sea, en principio, un sujeto activo, es decir, un
agente, sino que sea maó s bien un sujeto pasional. Ó dicho de otra manera, la
experiencia no es algo que se hace sino que se padece. En la experiencia algo me pasa
y eso que me pasa es de alguna manera padecido por míó. El sujeto de la experiencia no
es tanto un sujeto activo como un sujeto pasional, como un sujeto receptivo, como un
sujeto paciente… no pasivo eh… aquíó la dicotomíóa entre activo y pasivo no nos serviríóa
porque el sujeto de la experiencia no es una pasividad inmoó vil sino que una especie de
pasividad estremecida, una especie de pasividad pasional. Por lo tanto el sujeto de la
experiencia es aquel que deja que le pasen cosas, es decir, que es capaz de padecer…

También podría gustarte