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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE

LAS ISLAS BRITÁNICAS


Y
ESTADOS UNIDOS
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE
LAS ISLAS BRITÁNICAS
Y
ESTADOS UNIDOS

JOSUÉ LLULL PEÑALBA


GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS
JOSUÉ LLULL PEÑALBA
1ª Edición: octubre 2009
ISBN: 978-84-937500-5-3
Depósito Legal:
©Todos los derechos reservados

Editado por: QUIASMO EDITORIAL S.L.


Tlf.: 91 841 43 17
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Diseño de cubierta: EL ÁTICO DEL ARTE. ESTUDIO CREATIVO


A Carmen Peñalba, enamorada de la Historia, como yo.
Tú has sido el faro que ha iluminado la elaboración de este libro.
Y a Sara, mi pequeña princesa.
Tú has sido la alegría que me ha inspirado cada amanecer.
ÍNDICE
TEMA 1: GEOGRAFÍA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS.
1. Geografía Política del Reino Unido.
2. Geografía Política de Irlanda.
3. Geografía Física de las Islas Británicas.
4. Geografía Humana de las Islas Británicas.
5. Geografía Económica del Reino Unido.
6. Geografía Económica de la República de Irlanda.

TEMA 2: GEOGRAFÍA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA.


1. Geografía Política de los Estados Unidos.
2. Geografía Física de los Estados Unidos.
3. Geografía Humana de los Estados Unidos.
4. Geografía Económica de los Estados Unidos.

TEMA 3: LA DOMINACIÓN ROMANA Y LA EDAD MEDIA.


1. La romanización de Britania.
2. Las invasiones germánicas.
3. Inglaterra bajo la ascendencia francesa.
4. La inestabilidad de la Baja Edad Media.

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TEMA 4: LA MONARQUÍA TUDOR.


1. El final de la Edad Media y el reinado de Enrique VII.
2. Enrique VIII y la Reforma Anglicana.
3. La Inglaterra Isabelina.

TEMA 5: LOS ESTUARDO Y LAS REVOLUCIONES INGLESAS.


1. El reinado de Jacobo I.
2. Carlos I y la Guerra Civil Inglesa.
3. Oliver Cromwell y la República Inglesa.
4. La Restauración de los Estuardo y la Revolución Gloriosa.

TEMA 6: LA ERA GEORGIANA.


1. La consolidación del sistema parlamentario.
2. Gran Bretaña frente a la amenaza de Napoleón.
3. El liberalismo y la revolución industrial.

TEMA 7: LA ERA VICTORIANA.


1. El turno político: Disraeli, Gladstone y las reformas sociales.
2. El poderío marítimo y la conquista de la India.
3. El imperio colonial británico.
4. La cuestión irlandesa.

TEMA 8: FORMACIÓN Y DESARROLLO DE LOS ESTADOS UNIDOS.


1. Las primeras colonias.
2. La independencia de los Estados Unidos.
3. La Guerra de Secesión.
4. La Doctrina Monroe y la Conquista del Oeste.

TEMA 9 LAS GUERRAS MUNDIALES.


1. La Primera Guerra Mundial.
2. El período de entreguerras: la Gran Depresión y el “New Deal”.
3. La Segunda Guerra Mundial.

TEMA 10: GRAN BRETAÑA Y LOS ESTADOS UNIDOS EN EL SIGLO XX.


1. La Guerra Fría.
2. La descolonización y la Commonwealth.
3. La cuestión de los derechos civiles en los Estados Unidos.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

BIBLIOGRAFÍA.
ANEXOS.
Lista de reyes de Inglaterra.
Lista de presidentes de Estados Unidos.
Línea de tiempo.

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EL AUTOR
Nacido en Granada en 1971, es Doctor en Filosofía y Letras, especialidad
en Historia del Arte, por la Universidad Autónoma de Madrid, centro en el que
trabajó como Becario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, y acabó sus
estudios de Licenciatura con Premio Extraordinario. Ha obtenido un Master en
Gestión Cultural por la Universidad de Alcalá, y ha coordinado numerosos
proyectos socioeducativos dirigidos a favorecer la difusión e interpretación del
patrimonio histórico artístico. Está vinculado a la Federación Europea “Ars et
Fides”, a través de la cual ha trabajado como guía turístico en las catedrales de
Sigüenza, Florencia, Siena y San Pablo de Londres, así como en la Abadía de
Westminster, y en el Museo “Señor de Orgaz” de la iglesia de Santo Tomé de
Toledo. Desde 1995 es profesor titular en la Escuela Universitaria “Cardenal
Cisneros”, adscrita a la Universidad de Alcalá de Henares. Allí forma parte del
consejo de redacción de la revista de educación Pulso, en la que ha participado
activamente sacando a la luz artículos de investigación y experiencias didácticas. A
modo de culminación de esta línea de trabajo de intencionalidad pedagógica, que
se ha manifestado también en una estrecha colaboración con la Editorial Edelvives
y con la Escuela de Animación Sociocultural EALA, ha publicado los libros Teoría y
práctica de la Educación en el Tiempo Libre (Editorial CCS, 1999) y El juego infantil
y su metodología (Editex, 2009). Pero su labor investigadora se ha centrado
mayormente en el campo histórico artístico, colaborando en la redacción de obras
colectivas como el catálogo de la exposición Una Hora de España. VII Centenario

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de la Universidad Complutense (1994) y las actas de las I y II Jornadas Técnicas de


Conservadores de las Catedrales de España (1997-1998), además de otras
aportaciones a congresos especializados y revistas universitarias. Otras obras
suyas, de carácter individual, son la monografía dedicada a Manuel Laredo, un
artista romántico en Alcalá de Henares (Premio de Investigación Histórica “Ciudad
de Alcalá”, 1996) y su tesis doctoral La destrucción del patrimonio arquitectónico
de Alcalá de Henares (1808-1939), publicada por la Universidad de Alcalá (2006).

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1. GEOGRAFÍA DE LAS ISLAS
BRITÁNICAS

1. GEOGRAFÍA POLÍTICA DEL REINO UNIDO

Nombre oficial United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland


Forma de gobierno Monarquía Constitucional con dos Cámaras Legislativas
Jefe del Estado Rey
Jefe del Gobierno Primer Ministro
Capital Londres
Superficie 242.910 km2
Población 60.975.000 habitantes (estimación en julio de 2007)
Densidad 250 hab./ km2
Altitud máxima Ben Nevis, 1.343 metros
Lengua oficial Inglés
Religión Anglicanos 43,5% - Protestantes 10% - Católicos 9,8%
Moneda Libra esterlina

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Las Islas Británicas (British Isles) son un extenso archipiélago situado en el


Océano Atlántico, frente a la costa noroeste de Europa. Abarca las islas de Gran
Bretaña e Irlanda, que son las de mayor tamaño, y otros grupos como: las islas
Shetland, Órcadas y Hébridas al norte; las islas de Arran, Man y Anglesey entre
Gran Bretaña e Irlanda; las islas de Scilly y Wight al sur; y las islas Anglo-
Normandas (Channel Islands), en el Canal de la Mancha. En total, en el
archipiélago hay unas 5.000 islas, además de numerosos islotes pequeños.
Las Islas Británicas presentan una compleja realidad geopolítica, que se
puede resumir en la existencia de dos Estados soberanos: el Reino Unido y la
República de Irlanda.
El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (The United Kingdom
of Great Britain and Northern Ireland) se menciona coloquialmente con las siglas
UK en lengua inglesa. Está formado por la asociación de cuatro naciones, que son
Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Cada una de ellas tiene sus propias
leyes y formas de gobierno, pero también comparten un parlamento y un poder
ejecutivo comunes, y aceptan a la Reina Isabel II como Jefe del Estado. Por su
parte, la Isla de Man y las Islas Anglo-Normandas disfrutan de un status especial
de autonomía; son consideradas “Dependencias de la Corona” y administradas
por un gobernador designado desde Londres, pero tienen su propio parlamento y
su propio sistema de impuestos.
Las cuatro naciones (The Four Nations) que forman el Reino Unido son las
siguientes.
ƒ Inglaterra (England): su nombre viene de uno de los primeros pueblos que
invadieron la isla de Gran Bretaña, los anglos, de forma que Inglaterra viene
a significar la tierra de los anglos (Angle-land). Inglaterra es el más grande
de los cuatro países que forman el Reino Unido, tanto en superficie como
en población, de ahí su preponderancia. Se extiende por la zona centro y
sur de Gran Bretaña, y concentra las mayores áreas metropolitanas. Su
capital es Londres, su patrón es San Jorge, que se celebra el 23 de abril, y su
símbolo es una rosa roja.
ƒ Escocia (Scotland): su nombre significa la tierra de los escotos (Land of the
Scots). Los escotos eran una belicosa tribu gaélica proveniente de Irlanda,
que en la Alta Edad Media invadieron las islas Hébridas y posteriormente
extendieron su influencia por todo el norte de la isla de Gran Bretaña.
Como consecuencia de ello, los escoceses tienen unas raíces, una cultura y
una lengua (el gaélico o Scottish Gaelic) que son completamente diferentes

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a las de los anglos. En 1603, el rey Jacobo VI de Escocia heredó también la


corona de Inglaterra y Gales, unificando bajo una misma monarquía la
autoridad sobre los tres reinos; un siglo después, en 1707, los parlamentos
de Escocia e Inglaterra acordaron su unificación. La capital de Escocia es
Edimburgo, su patrón es San Andrés, que se celebra el 30 de noviembre, y
su símbolo es una especie de cardo denominada thistle.
ƒ País de Gales (Wales): está situado en la zona oeste de Gran Bretaña y
conserva particularidades culturales muy significativas, como la lengua
galesa (welsh), considerada la más antigua de Europa. Fue anexionado a la
corona de Inglaterra en 1284 y, desde entonces, el heredero de la
monarquía recibe el título de Príncipe de Gales. En 1536 el rey Enrique VIII,
de orígenes galeses, unificó Inglaterra y Gales bajo un mismo parlamento.
La capital de Gales es Cardiff, su patrón es San David, que se celebra el 1 de
marzo, y su símbolo se discute entre el narciso o el puerro.
ƒ Irlanda del Norte (Northern Ireland): es también conocido como Ulster. Se
encuentra en la parte nordeste de la isla de Irlanda y sus antiguos
pobladores fueron celtas, por eso su lengua original es una variante del
gaélico (Irish Gaelic). Irlanda fue invadida por soldados ingleses por primera
vez en 1171, pero no fue completamente anexionada al Reino Unido hasta
1801. En 1922, la República de Irlanda (Eire) se independizó del Reino
Unido, pero el Ulster continuó formando parte de él hasta el día de hoy. Su
capital es Belfast, su patrón es San Patricio, que se celebra el 17 de marzo, y
su símbolo es el trébol.
Cada uno de estos cuatro países tiene una forma especial de entender su
relación con el Reino Unido. Inglaterra se considera el más importante de todos, y
el que más favoreció la creación del Reino Unido como Estado moderno. Gales es
el más próximo a Inglaterra, no sólo física sino también políticamente, mientras
que Irlanda del Norte es el más alejado. En Escocia, la identidad cultural y los
sentimientos nacionalistas son bastante fuertes, de forma que, al igual que en
Gales e Irlanda del Norte, han surgido movimientos sociales y partidos políticos
que propugnan una mayor autonomía. Por ello el gobierno central ha tenido que
acometer sucesivas reformas legislativas, con el objeto de satisfacer los
particularismos regionales y reconocer la singularidad de la cultura y la lengua de
cada uno de los cuatro países.
No obstante, la idea de unidad nacional es aceptada por la mayoría de los
británicos y, sobre todo, por las instituciones públicas. Uno de los símbolos más

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evidentes de esta unidad nacional es la bandera del Reino Unido, conocida como
The Union Jack. Está formada por la superposición de tres cruces: la cruz roja de
San Jorge, alusiva a Inglaterra y su dominio sobre el Ulster; la cruz aspada blanca
de San Andrés, alusiva a Escocia; y la cruz aspada roja de San Patricio, alusiva a
Irlanda.

Cruz de San Jorge (Inglaterra) Cruz de San Andrés (Escocia)

The Union Jack (UK)

Cruz de San Jorge (Ulster) Cruz de San Patricio (Irlanda)

El sistema político vigente en el Reino Unido es una monarquía


parlamentaria con dos cámaras legislativas. El monarca asume la jefatura del
Estado, elige formalmente al primer ministro y al gobierno, sanciona las leyes, es
comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y máxima autoridad del poder
judicial y de la Iglesia Anglicana. Además, es el presidente de la Commonwealth y
el Jefe de Estado de 15 países de dicha organización, entre los que se encuentran
Canadá, Australia y Nueva Zelanda. La monarquía es hereditaria según las
condiciones prescritas en el Acta de Establecimiento del año 1700; así, sólo los

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

descendientes protestantes de la dinastía de Hannover (hoy denominada


Windsor) pueden acceder al trono.
El poder ejecutivo y la coordinación de las instituciones públicas recaen en
el gobierno de Su Majestad, que está formado por un consejo de ministros
dirigidos por un primer ministro. Este gobierno depende del apoyo de la mayoría
de miembros del parlamento, que son elegidos democráticamente por sufragio
universal cada cinco años. Esto significa que el partido político que obtiene la
mayoría en el parlamento es el encargado de formar gobierno, y que el primer
ministro es el líder del partido mayoritario.
El poder legislativo se concentra en el parlamento, que es una de las
asambleas representativas más antiguas del mundo. Tuvo su origen en la Edad
Media, como un sistema para que los reyes pudieran consultar decisiones y
obtener medios adicionales de financiación, sobre todo para la guerra.
Comprende dos cámaras: una cámara baja o de representantes de cada distrito
electoral, llamada Cámara de los Comunes, y una cámara alta formada por
personalidades designadas entre la nobleza, la Iglesia Anglicana y otros
estamentos, denominada Cámara de los Lores. La Cámara de los Comunes elabora
y redacta las propuestas de ley, que son supervisadas por la Cámara de los Lores,
y finalmente sancionadas por el monarca. En los últimos tres siglos el monarca ha
dado su consentimiento automático a las decisiones legislativas adoptadas por el
parlamento.
Un rasgo distintivo de la legislación británica es la existencia de una
amplia tradición normativa basada en el denominado derecho consuetudinario
(common law). Hace referencia a un vasto conjunto de reglas de carácter jurídico
no escritas, pero sancionadas por la costumbre o la jurisprudencia, que son
fundamento ineludible del derecho y las normas de comportamiento en estos
países.
Finalmente, la administración territorial del Reino Unido se organiza en
circunscripciones de distinto nivel. Desde 1994 Inglaterra está dividida en nueve
grandes regiones, integradas por condados o comarcas (shires), subdivididos a su
vez en distritos. Tanto los condados como los distritos tienen sus propios consejos
representativos. En Gales e Irlanda del Norte se mantiene este sistema, aunque
con importantes modificaciones. En Escocia, en 1996, los condados fueron
reemplazados por treinta y dos concejos (council areas), gobernados por una
autoridad responsable de todos los servicios locales.

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2. GEOGRAFÍA POLÍTICA DE IRLANDA

Nombre oficial Eire (irlandés), Ireland (inglés)


Forma de gobierno República con dos Cámaras Legislativas
Jefe del Estado Presidente
Jefe del Gobierno Primer Ministro
Capital Dublín
Superficie 70.282 km2
Población 4.015.676 habitantes (censo 2005)
Densidad 57 hab./ km2
Altitud máxima Carrauntoohill, 1.041 metros
Lengua oficial Irlandés e inglés
Religión Católicos 91,5%
Moneda Euro

El segundo de los Estados al que debemos referirnos en el conjunto de las


Islas Británicas es la República de Irlanda, denominada Eire en gaélico. La
República de Irlanda ocupa más de tres cuartas partes de la isla de su mismo
nombre, y es una nación soberana e independiente.
Irlanda no fue romanizada y conservó intacta su ancestral cultura celta
hasta que fue cristianizada por San Patricio en el siglo V. Las posteriores
colonizaciones escandinavas y una cierta anarquía política, plasmada en la
proliferación de reinos aislados e independientes unos de otros, le aseguraron un
tradicionalismo cultural y una idiosincrasia muy distinta a la de los ingleses,
quienes sufrieron multitud de invasiones y tuvieron que cambiar su cultura y su
religión más frecuentemente. Estas diferencias se acentuaron a raíz de la Reforma
Anglicana, que trajo como consecuencia la hostilidad entre ambos pueblos. A
partir de entonces los irlandeses defenderían a ultranza su fe católica, fiel a la
Iglesia de Roma, mientras que Inglaterra se hizo cada vez más protestante.
La isla de Irlanda fue sistemáticamente sometida y colonizada por los
ingleses durante más de 400 años, hasta que quedó finalmente incorporada al

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Reino Unido en 1801, por medio del Acta de Unión. Este status se mantendría
hasta el año 1922, cuando el gobierno de Londres reconoció la independencia del
Estado Libre de Irlanda, con excepción del Ulster, que todavía hoy continúa bajo
dominio británico. En 1949, Irlanda se convirtió en una república y se separó de la
Commonwealth. Su capital es Dublín, su patrón es San Patricio, que se celebra el
17 de marzo, y sus símbolos son el trébol y el arpa.
Como se ha comentado, el sistema político vigente en Irlanda es una
república democrática, con dos cámaras legislativas, regulada por una
constitución promulgada en 1937. El jefe de Estado es un presidente, elegido por
un periodo de siete años mediante votación directa, mientras que el poder
ejecutivo lo desempeña un gabinete de gobierno dirigido por un primer ministro.
El poder legislativo reside en un parlamento bicameral, conocido como
Oireachtas. La cámara baja o Dáil Éireann está formada por 166 representantes
elegidos directamente por sufragio para un periodo de cinco años. La cámara alta
o Seanad Éireann tiene 60 miembros, una parte de los cuales son elegidos por el
Primer Ministro, otros son personalidades universitarias y otros son escogidos de
entre un colegio electoral restringido, formado por unos 900 miembros.
En cuanto a la administración territorial, Irlanda está dividida en tres
grandes áreas regionales, que son Connacht (la zona oeste), Munster (la zona sur)
y Leinster (la zona este). Pero la unidad administrativa fundamental es el condado,
subdividido a su vez en distritos gobernados por consejos, que se encargan de
gestionar los servicios públicos elementales.

3. GEOGRAFÍA FÍSICA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS

En el proceso de formación de los continentes, el territorio de las Islas


Británicas era un todo unificado y constituía la parte más occidental de las
llanuras de Eurasia. Ahora es un conjunto de islas disgregadas porque, con los
cambios climáticos, el nivel de las aguas subió e inundó las tierras bajas
circundantes, dando lugar al Mar del Norte, el Mar de Irlanda y el Canal de La
Mancha. Por consiguiente, son islas un tanto circunstanciales desde el punto de
vista geológico; en futuras glaciaciones se espera que se inunden y terminen por
desaparecer bajo la superficie del Océano Atlántico.
La construcción del relieve británico se desarrolló esencialmente durante
la Orogénesis Caledoniana, cuando se elevaron las montañas de Escocia, Irlanda y

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Escandinavia; fueron montañas de gran altura en su origen, que se han ido


desgastando por la erosión y el paso del tiempo. Posteriormente, en el Período
Herciniano se alzaron los montes de Gales, que son algo más bajos, mientras que
en el Período Alpino se renovaron algunas montañas del centro de Inglaterra.
Como resultado de todo ello, el relieve de las Islas Británicas es muy antiguo y de
baja elevación, porque las orogénesis más recientes tuvieron poca incidencia en
su creación, y en cambio la erosión glacial, que hunde el terreno por el peso del
hielo, le ha afectado de manera significativa.
Podemos describir el relieve de Gran Bretaña señalando tres grandes
unidades. La primera al norte, representada por las montañas de Escocia; estas
montañas están dispuestas en tres cadenas sucesivas (las Tierras Altas del
Noroeste, los Montes Grampianos y las Tierras Altas Meridionales), que siguen
una orientación noreste-suroeste y están separadas entre sí por tres profundos
cortes geomorfológicos, que coinciden con el Lago Ness, el valle del río Tay y las
Tierras Bajas (Lowlands).
La segunda es una cordillera de escasa elevación que recorre la zona
central de la isla en sentido vertical, como si fuera una espina dorsal; son los
Montes Peninos y sus estribaciones las Montañas de Cumbria, que se prolongan
hacia el oeste, por Distrito de los Lagos.
Y la tercera es un antiguo macizo próximo a la costa oeste, formado por
los Montes Cámbricos y Brecon Beacons en Gales, y los macizos de Exmoor,
Dartmoor y Bodmin Moor en la península de Cornualles, que forman un potente
muro de contención frente al océano Atlántico.
A continuación se ofrece información ampliada sobre cada una de las
principales áreas de relieve, descritas de norte a sur:
ƒ Tierras Altas del Noroeste (North West Highlands): es el nombre que
reciben las montañas más septentrionales de Escocia, erigidas durante la
orogénesis caledoniana; entre ellas destaca el pico Carn Eige, de 1.182 m.
de altitud.
ƒ Montes Grampianos (Grampian Mountains): situados en la zona
intermedia de Escocia, concentran las mayores elevaciones de Gran
Bretaña, como el monte Ben Lawers, de 1.214 m., y sobre todo el Ben
Nevis, de 1.343 m.; se originaron también en la orogénesis caledoniana.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

ƒ Tierras Altas Meridionales (Southern Uplands): son un sistema montañoso


de escasa elevación, que se extiende en la zona limítrofe entre Escocia e
Inglaterra.
ƒ Montes Peninos y Montañas de Cumbria (Pennines & Cumbrian
Mountains): los Peninos constituyen una formación de origen herciniano,
rejuvenecida en el período Alpino, que cruza Inglaterra de norte a sur; su
punto más alto es el Pico Scafell, de 978 m. Las Montañas de Cumbria se
encuentran al oeste de los Peninos, en el denominado Distrito de los Lagos,
y constituyen un paisaje protegido por su extraordinaria belleza y su valor
ecológico.
ƒ Montes Cámbricos (Cambrian Mountains): es un amplio macizo que se
extiende por todo el País de Gales, desde el norte hasta el sur, donde se
mezclan con los Brecon Beacons. Provocan un relieve abrupto por la
cantidad de montañas que concurren en un territorio tan pequeño, aunque
la altura media de las mismas es mediana; destaca el macizo de Snowdon,
de 1.085 m., en la región natural de Snowdonia.
ƒ Cornualles (Cornwall): además del macizo de Bodmin Moor, esta zona
cuenta con dos espacios naturales protegidos, Exmoor al norte y Dartmoor
al sur, en los que concurre un conjunto de montañas de poca elevación, que
confieren tanto al terreno como a las fachadas costeras un perfil bastante
accidentado.
Como contrapartida, el resto de Inglaterra es casi completamente llano y
con pocas alteraciones, exceptuando pequeños grupos de colinas como las
Costwold y las Chiltern. Ello facilita el desarrollo de amplios valles que basculan
suavemente hacia el Mar del Norte y el Canal de la Mancha, como los de los ríos
Trent, Great Ouse y Támesis. Cabe diferenciar la zona central de Inglaterra,
conocida como Midlands, las planicies de la zona sur, entre las que destaca la
Llanura de Salisbury, y la extensa Cuenca de Londres, formada por capas de
sedimentos del Cuaternario entre las que discurre el río Támesis en dirección este.
En el relieve de Irlanda, las mayores elevaciones son de origen
caledoniano y constituyen una prolongación de las Higlands escocesas. Al norte
destacan las Montañas de Antrim, donde se encuentra la famosa Calzada de los
Gigantes, y los Montes Sperrin, donde está la montaña Sawel, de 683 m. Al
sureste se encuentran los Montes Wicklow, y al suroeste la cadena
Macgillycuddy's Reeks, un macizo del período Herciniano donde se alza la mayor
altitud de la isla, el Carrauntoohill, de 1.038 m. El centro de Irlanda forma una

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llanura baja que fue excavada por la glaciación Cuaternaria, razón por la cual
acumula grandes cantidades de arena y grava, a veces moldeadas como colinas
redondeadas (drumlins) o simples terraplenes.
Costas. El perfil de las costas de Gran Bretaña es muy recortado en su
fachada occidental, con profusión de acantilados y formas abruptas; la costa
oriental, por el contrario, es más uniforme. Los principales accidentes de la costa
occidental son, contando a partir de las islas Hébridas, el Canal del Norte, las
penínsulas de Kintyre y de Galloway, la isla de Man, la bahías de Liverpool y de
Cardigan, el cabo de San David, los canales de San Jorge y de Bristol, y el cabo
Land’s End al final de la península de Cornualles. En la costa oriental, subiendo
desde el sur, destacan la isla de Wight, el cabo Dungeness, el estrecho de Dover o
Paso de Calais, el estuario del Támesis, el cabo Flamborough, el estuario del Forth
(Firth of Forth) y el cabo Duncansby en el extremo norte.
En Irlanda las costas también son más recortadas en su fachada
occidental, con frecuentes islas y profundos entrantes que dan lugar a la
formación de calas y bahías, donde los macizos montañosos forman acantilados
sobre el océano. Los principales accidentes son, enumerados desde el Ulster en
sentido contrario a las agujas del reloj: el Lough Foyle, la isla de Arán, la bahía de
Donegal, la bahía de Galway, las islas de Aran, el estuario del Shannon, la bahía de
Dingle, el puerto natural de Cork, la bahía de Dublín, la bahía de Dundalk y el
Belfast Lough.
Clima. La altitud del relieve es uno de los factores que más condiciona las
temperaturas y el clima de un país, aunque, en el caso de las Islas Británicas, sólo
Escocia está en cierto modo afectado por ello. Son factores más influyentes la
latitud o grado de proximidad al Polo Norte, el impacto de las corrientes oceánicas
y la humedad proveniente del mar. Todo esto produce un clima Templado
Atlántico con débiles contrastes estacionales, humedad elevada y constante y
pocas oscilaciones térmicas. La principal característica de este clima es la
abundancia de lluvias y el reparto regular de las mismas a lo largo de todo el año
(más de 1.000 mm. de media al año). Las temperaturas son suaves tanto en
verano como en invierno, con un promedio anual de 6º en las Highlands y 12º en
el sur de Inglaterra. Estos valores pueden cambiar a causa de las frecuentes
borrascas que vienen del océano, sobre todo en Irlanda y en la fachada occidental
de Gran Bretaña, donde los vientos azotan con fuerza y la nubosidad reduce las
horas de sol.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Hidrología. Las escasas dimensiones de las Islas Británicas en sentido este-


oeste y la fragmentación del relieve no permiten la formación de grandes ríos. La
mayoría de ellos son cortos pero la regularidad y abundancia de su caudal los han
hecho navegables. En Escocia cabe señalar el Clyde, que pasa por Glasgow y
desemboca en la costa oeste, además del Spey, el Dee, el Tay y el Tweed, que
desembocan en el Mar del Norte. En Inglaterra sobresale el Támesis, el río que
pasa por Londres, y también el Great Ouse, el Trent, el Aire y el Tyne, todos los
cuales desembocan en la costa este; por la otra vertiente podemos citar el Severn,
el Wye y el Avon, que desembocan en el Canal de Bristol, y el Mersey, que lo hace
por Liverpool en el Mar de Irlanda.
En Irlanda destacan el Erne y el Shannon, que desembocan en la costa
oeste, y el Blackwater y el Barrow, que desembocan por el sur de la isla. Tanto en
Escocia como en Irlanda es abundante la presencia de lagos entre montañas, lo
que sin duda contribuye a la extraordinaria abundancia hidrológica de las Islas
Británicas.
Vegetación. Las abundantes precipitaciones y la insuficiente evaporación,
debida al frescor de los veranos, hacen que los suelos sean ricos en humus y estén
a menudo encharcados; de hecho, en Irlanda son frecuentes las turberas. En otras
zonas, hay una interesante variedad de suelos extraordinariamente propicios para
la agricultura. Tales condiciones favorecen una cubierta vegetal intensa, pero la
antigüedad de la tierra, la densidad de población y la explotación de los recursos
naturales han provocado que la masa boscosa sea hoy inferior al 12% en Gran
Bretaña, y aún menor en Irlanda. La mayoría del terreno está muy desarbolado en
las dos islas, siendo ocupado por praderas y pastizales siempre verdes,
acompañados de pequeños bosquecillos que conforman un ecosistema de
“parques” o “dehesas abiertas” muy bucólico. Hay sauces, alisos y chopos en las
vegas, robles y castaños a media altura, y hayas en las zonas más elevadas,
además de una considerable cantidad de coníferas de crecimiento rápido,
replantadas en espacios naturales protegidos de Gales y Escocia.
La biodiversidad de Irlanda es relativamente escasa, pues está basada casi
exclusivamente en pastizales, pero tiene un gran número de hábitats singulares y
humedales de gran importancia para la vida salvaje, en especial las aves
migratorias. En las últimas décadas se ha llevado a cabo una amplia reforestación
en algunas zonas como los Montes Wicklow.
Medio Ambiente. En el Reino Unido existe una larga tradición en materia
de conservación de los ecosistemas, que se remonta a las Leyes de los Bosques

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prescritas por el rey Canuto en el año 1014. Más del 20% del territorio nacional
está preservado mediante el establecimiento de parques naturales de titularidad
estatal. Además, una notable cantidad de propiedades privadas están protegidas
como jardines, bosques singulares y reservas, y existen numerosas fundaciones y
asociaciones ciudadanas con fines conservacionistas.
A pesar de ello, la actividad minera e industrial, así como los transportes,
emiten importantes cantidades de dióxidos de carbono y azufre, que contaminan
gravemente la calidad del aire, sobre todo en algunos puntos como Londres. En
los próximos años se intentará una progresiva reducción de gases contaminantes,
en virtud de los acuerdos internacionales tomados en materia de medio
ambiente. Otro problema, de difícil solución, es el impacto provocado por las
explotaciones petrolíferas del Mar del Norte, el aumento de los residuos urbanos
y el uso de la energía nuclear, de gran importancia en la economía del país.
Por su parte, Irlanda es un país predominantemente rural, por lo que sus
principales problemas medio-ambientales se relacionan con las prácticas
agrícolas, como el uso de pesticidas y fertilizantes que pueden aumentar la
contaminación química de las aguas. Los ecosistemas que mayor atención reciben
para garantizar su conservación son las turberas y humedales naturales, así como
los escasos parques forestales.

4. GEOGRAFÍA HUMANA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS

El Reino Unido es uno de los países de Europa más densamente poblados,


con una media de 251 habitantes por km2. La población urbana supera el 92% y se
concentra en las áreas metropolitanas de Inglaterra, mientras que las zonas
rurales poco urbanizadas, como las Tierras Altas de Escocia, la fachada oriental
(East Anglia), las Marcas Galesas o la Península de Cornualles, se encuentran
mucho más deshabitadas.
La superficie, población y densidad de cada territorio, y del total del país,
es la siguiente, según estimaciones realizadas en agosto de 2007 por la Oficina
Nacional de Estadísticas del Reino Unido:

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

TERRITORIO SUPERFICIE POBLACIÓN DENSIDAD

Inglaterra 130.422 km2 51.100.000 hab. 391 hab./ km2

Escocia 78.133 km2 5.100.000 hab. 65 hab./ km2

País de Gales 20.779 km2 3.000.000 hab. 144 hab./ km2

Irlanda del Norte 13.576 km2 1.800.000 hab. 132 hab./ km2

Total Gran Bretaña 229.334 km2 59.200.000 hab. 258 hab./ km2

Total Reino Unido 242.910 km2 60.975.000 hab. 251 hab./ km2

Las Islas Británicas son, desde antiguo, un territorio de enorme


heterogeneidad étnica, por haber sufrido múltiples invasiones y colonizaciones de
otros pueblos, sobre todo en Gran Bretaña. Algunos de estos primitivos
pobladores fueron celtas, pictos, britanos, galos, romanos, escotos, sajones, jutos,
anglos, germanos, francos, normandos, escandinavos, etc. A pesar del mestizaje
producido con el paso de los siglos, todavía hoy pueden detectarse importantes
diferencias raciales y culturales: los irlandeses, galeses y escoceses del norte son
de origen celta y hablan diversas variedades del gaélico, mientras que en el sur de
Escocia y en Inglaterra, la herencia germánica es claramente dominante.
Evolución demográfica. La mayor explosión demográfica del Reino Unido
se produjo en el siglo XIX. En esa centuria los porcentajes de natalidad fueron muy
elevados y los avances de la medicina rebajaron drásticamente la mortalidad, de
forma que el crecimiento de la población fue espectacular, a pesar de que
entonces también se produjo una emigración masiva a ultramar, a otras regiones
del Imperio Británico. Así se pasó de 11 millones de habitantes en 1801 a 37
millones en 1901, la mayoría localizada en las zonas urbanas a causa del éxodo
rural, situación que pervive hoy, ya que sólo el 2% de la población es campesina.
Las cuantiosas pérdidas humanas producidas por las dos Guerras
Mundiales provocaron una brusca interrupción de esta tendencia alcista.
Posteriormente, el crecimiento se ha estancado hasta ocasionar un progresivo
envejecimiento de la población, que en los últimos años del siglo XX ha tenido
como consecuencia un saldo natural negativo. En la actualidad, el porcentaje de
crecimiento de la población es menor de un 0,30% anual. Así se observa en su
pirámide de población, que presenta un aspecto marcadamente regresivo. La

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

mayor cantidad de habitantes se sitúa en la franja de edad comprendida entre los


35 y los 60 años, mientras que el número de nacimientos está por debajo de lo
que sería necesario para asegurar el reemplazo generacional.
Por contra, la inmigración proveniente de otros países se ha mantenido
constante durante la segunda mitad del siglo XX, lo que ha enfatizado la variedad
racial y cultural del Reino Unido: un 6% de la población es de origen irlandés;
refugiados judíos de Europa Central inmigraron a Gran Bretaña en la década de
1930; polacos, húngaros e italianos lo hicieron en los años 1940-1960; entre 1958
y 1962 llegó una gran oleada de personas de raza negra, procedentes tanto de las
antiguas colonias antillanas como de La India, Pakistán, Malasia y Ceilán; entre
1971 y 1975 se admitió a importantes contingentes de población refugiada, de
origen indio, que habían sido expulsados por los gobiernos xenófobos de África
Oriental. Actualmente Gran Bretaña cuenta con unos 2 millones de habitantes de
raza negra, en torno al 3% de la población total, de los que más de la mitad son
hindúes y pakistaníes. La concentración de esta población en los centros
degradados de las grandes aglomeraciones y en las zonas suburbanas industriales
plantea serios problemas de coexistencia racial.
En Irlanda, los primeros pobladores fueron celtas provenientes de la
Bretaña Francesa y de Galicia, a los que se unirían más tarde britanos y
escandinavos. La isla no llegó a ser romanizada, los primeros intentos de
ocupación por parte de los anglosajones no tuvieron lugar hasta finales del siglo
XII, y nunca se sometieron totalmente a los invasores. Por todo esto, los
irlandeses presentan una homogeneidad étnica mucho mayor y mantienen una
fuerte conciencia de identidad como pueblo.
El crecimiento de la población ha sido siempre muy lento, a pesar de que
los índices de natalidad son los más elevados de Europa Occidental (algo más del
14%o) por la influencia de la religión católica sobre los criterios de planificación
familiar. La estabilización del número de habitantes se explica entonces por la
intensa vocación emigrante de los irlandeses que, con mucha frecuencia a lo largo
de la historia, se han marchado del país en busca de oportunidades, sobre todo a
Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá y Australia. Entre 1780 y 1980 Irlanda
perdió más de 10 millones de habitantes por esta causa, cifrándose la mayor
cantidad de salidas durante los años 1845-1849, a consecuencia de la Gran
Hambruna (Irish Famine). Esta hambruna, provocada por una plaga en los cultivos
de patata, redujo la población hasta poco menos de 3 millones de personas.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

En la actualidad se está produciendo un fenómeno migratorio inverso:


una gran cantidad de antiguos emigrados está regresando a sus lugares de origen,
lo que ha relanzado el crecimiento demográfico. El porcentaje de población
urbana supera el 65%, lo que también está relacionado con los profundos cambios
sociales experimentados durante la segunda mitad del siglo XX, que han relegado
la agricultura al último puesto de las actividades económicas, por orden de
importancia.
La superficie, número de habitantes y densidad de población de la
República de Irlanda es la siguiente, según el censo realizado el 23 de abril de
2006 por la Oficina Central de Estadísticas de Irlanda:

TERRITORIO SUPERFICIE POBLACIÓN DENSIDAD

República de Irlanda 70.282 km2 4.239.848 hab. 60 hab./ km2

Como ya hemos adelantado, tanto en el Reino Unido como en la


República de Irlanda, las áreas metropolitanas concentran el porcentaje más
significativo del total de la población, sobre todo en Inglaterra, donde las grandes
ciudades absorben con facilidad a los municipios colindantes, creando
conurbaciones. Esto es una consecuencia lógica del crecimiento de la población, la
dedicación a actividades económicas industriales o de servicios, y el progresivo
aumento del nivel de vida característico en las sociedades occidentales
contemporáneas.
No obstante, desde finales de la década de 1970 hasta el día de hoy, los
grandes núcleos industriales se han ido deshabitando en favor de las áreas
suburbanas, hasta reducir en un tercio la población de los centros. El caso de
Manchester es significativo: la ciudad ha pasado de tener 662.000 habitantes en
1961 a contar con menos de 400.000 en la actualidad, y sin embargo, el Condado
Metropolitano del Gran Manchester, que comprende la propia ciudad y otros
nueve distritos, ha mantenido sus 2,5 millones de habitantes durante los mismos
años. Las principales ciudades del Reino Unido son las siguientes.
ƒ Londres: es la capital del Reino Unido y una de las ciudades más grandes del
mundo, pues tiene 7,5 millones de habitantes, si se le suman los de las
áreas suburbanas que conforman los treinta y dos distritos del Gran
Londres. Históricamente, Londres posee dos núcleos claramente

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

diferenciados que han terminado uniéndose al cabo del tiempo: la City, que
ocupa el emplazamiento del primitivo campamento romano y que ha sido
desde siempre el centro financiero de Inglaterra; y Westminster, sede del
poder político y religioso, y residencia oficial de la monarquía. Londres
añade a las funciones administrativas su rápida comunicación con el mar a
través del río Támesis. Como resultado de ello, es uno de los principales
puertos de Gran Bretaña, con 90 km de muelles y más del 50% de la
actividad comercial con el extranjero. La industria y los servicios, sobre todo
de carácter financiero, son otros sectores muy significativos de su
economía. En el plano cultural mantiene una bulliciosa actividad teatral, es
sede de algunas de las más importantes distribuidoras cinematográficas y
concentra la mayor cantidad de museos del Reino Unido; por su atractivo
turístico y monumental, es una de las ciudades más visitadas del mundo.
ƒ Birmingham: es la segunda ciudad del Reino Unido, con algo más de 1
millón de habitantes en el centro urbano y 2,5 millones en el área
metropolitana. Sus recursos mineros (carbón, hierro) y sus fundiciones
metalúrgicas la convirtieron en uno de los principales hitos de la Revolución
Industrial. Fue conocida como la Fábrica del Mundo o la Ciudad de los Mil
Negocios; en el siglo XVIII ya exportaba clavos, herraduras, cerraduras y
armas a cualquier punto del globo. Pero el desarrollo sostenido de esta
industria, y un crecimiento de la población excesivo y muy desordenado, la
convirtieron en uno de los puntos más sucios y degradados de Europa en
relación con el medio ambiente (paisajes negros, polución, lluvia ácida,
etc.). Actualmente las actividades económicas continúan ligadas a la
metalurgia: aleaciones, griferías, instrumentos musicales, material eléctrico,
herramientas, automoción y armamento; otra industria importante es la de
neumáticos. Birmingham ha recibido en la segunda mitad del siglo XX una
gran afluencia de inmigrantes, en su mayoría hindúes y antillanos; como
consecuencia de ello, la extensión de su periferia sigue aumentando, con el
riesgo de absorber la vecina ciudad de Coventry.
ƒ Glasgow: la primera ciudad de Escocia en cantidad de población, con más
de 1,7 millones de habitantes. Puerto fluvial de intensa actividad comercial,
llegó a tener los mayores astilleros navales del mundo en 1900. Tras la crisis
económica de la década de 1970, la actividad industrial está más
diversificada (material de oficinas, relojería, automoción, destilerías de
whisky, etc.) y emplea menos mano de obra, de forma que el paro es
bastante elevado.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

ƒ Leeds: posee una población de 760.000 habitantes, incluyendo su área


metropolitana. Junto con la vecina ciudad de Bradford, durante la
Revolución Industrial, se convirtió en una de las capitales mundiales de la
confección lanera. Casi todas las industrias siguen relacionadas con los
textiles (colorantes, curtidos, maquinaria, etc.), pero en las últimas décadas
su economía se ha diversificado hacia el sector financiero, de negocios y de
servicios legales. De acuerdo con una evaluación realizada recientemente
por la Oficina Nacional de Estadísticas, Leeds es la ciudad con más alta tasa
de crecimiento económico del Reino Unido. También es un importante
centro cultural y de servicios para toda la zona del Yorkshire, albergando a
tres distinguidas universidades. Es famosa por su loza fina de color crema,
fabricada desde 1760.
ƒ Belfast: capital de Irlanda del Norte, alberga unos 570.000 habitantes en
toda su área metropolitana. Su nombre procede del gaélico Béal Feirste y
significa "vado arenoso en la desembocadura del río". Es el primer centro
industrial y el puerto marítimo más importante del Ulster, que canaliza el
comercio con Gran Bretaña. En sus astilleros fue construido el Titanic en
1912. Hoy posee industrias textiles de lino y fibras sintéticas, refinerías de
petróleo y factorías alimenticias. Cuando la invasión británica, fue
colonizada por escoceses e ingleses del norte, que querían seguir
vinculados al Reino Unido. La compleja situación de guerra civil entre
protestantes (65% de la población) y católicos (35%) terminó gracias al
Acuerdo del Viernes Santo de 1998, lo que ha permitido la pacificación y
modernización de la ciudad.
ƒ Manchester: 450.000 habitantes. La industria algodonera iniciada en el
siglo XVIII le confirió un gran impulso, pero en la actualidad casi ha
desaparecido, lo mismo que las de lana y lino, arruinadas por la
competencia extranjera. A partir de 1984 Manchester contó con un puerto
unido al mar por un canal con esclusas, que atrajo a numerosas industrias
químicas y farmacéuticas, y dio origen a nuevos suburbios. Es un
importante centro comercial, financiero y artístico de Gran Bretaña, así
como un gran nudo de comunicaciones. En una encuesta de líderes
empresariales británicos publicada en 2006, Manchester fue considerada
como el mejor lugar del Reino Unido para establecer un negocio.
ƒ Liverpool: 450.000 habitantes. Durante los siglos XVIII y XIX fue el segundo
puerto más importante de Gran Bretaña, y actualmente concentra la mayor

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

parte del comercio con Irlanda. La industria está ligada en gran medida al
puerto, pero también se debe a la descentralización londinense: refinerías
de azúcar y de petróleo, fábricas de chocolate, aceites y jabones, cadenas
de montaje de automóviles, industria siderúrgica y textil (algodón). La crisis
económica ha ido derivando las actividades hacia el sector de servicios,
pero la tasa de desempleo sigue siendo una de las más altas del país. En la
actualidad está experimentando un interesante proceso de reconversión de
sus antiguas infraestructuras portuarias (The Albert Docks) en
equipamientos culturales y de ocio. En cualquier caso, Liverpool es
mundialmente conocido por otros méritos: ser la cuna de los Beatles y
tener uno de los equipos de fútbol más laureados de Europa.
ƒ Edimburgo: 448.000 habitantes. Designada residencia oficial de los reyes de
Escocia desde 1018, y convertida en capital del reino desde 1437,
experimentó un crecimiento sostenido hasta el siglo XIX. Entonces inició
una etapa de decadencia, durante la cual fue superada por Glasgow como
centro comercial e industrial. Esta situación se mantiene en la actualidad,
aunque Edimburgo se ha consolidado como capital administrativa y
extraordinario centro cultural, en el que destacan sus dos universidades,
numerosas editoriales, museos, galerías de arte, el festival anual de música
y teatro que se celebra en verano, etc. Es, además, una de las ciudades más
bellas de Gran Bretaña, por lo que ejerce un singular atractivo para los
turistas. Recientemente, la electrónica se ha convertido en la principal
industria de la ciudad, sumándose a las tradicionales destilerías y empresas
mecánicas, mientras que el puerto marítimo, situado en el estuario del
Forth, tiene una actividad secundaria.
Otras ciudades importantes del Reino Unido son Newcastle, Sheffield,
Nottingham, Cardiff, Bristol, Plymouth y Southampton.
En la República de Irlanda, la capital Dublín es la ciudad más
representativa, con algo menos de 500.000 habitantes en el centro y más de 1
millón en la aglomeración, lo que quiere decir que concentra más de una cuarta
parte de la población de todo el país. Fue fundada por invasores noruegos sobre
un antiguo asentamiento celta, y conquistada por Inglaterra en el siglo XII,
experimentando un gran desarrollo en el XVIII gracias a la actividad comercial de
su puerto marítimo. Hoy sigue siendo un puerto de gran importancia pesquera y
mercantil (especialmente con Gran Bretaña). Su barrio portuario es la principal
zona industrial de Irlanda: astilleros, fábricas de conservas, aserraderos,

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

destilerías, etc., a las que se unen la central cervecera Guiness, los talleres de
confección del centro de la ciudad y otras industrias dedicadas al montaje de
automóviles, la construcción ferroviaria, etc. Tiene dos catedrales, una católica y
otra protestante, dos universidades, numerosos monumentos y residencias de los
siglos XVII, XVIII y XIX, y varios museos, que la convierten en un centro cultural
muy significativo.
Otras ciudades importantes de la República de Irlanda son Waterford,
Cork, Limerick y Galway.

5. GEOGRAFÍA ECONÓMICA DEL REINO UNIDO

Gran Bretaña es un país rico, entre otras razones, porque siempre ha


estado a la cabeza del mundo a nivel energético. En el siglo XIX, las necesidades
de combustible para las máquinas industriales pudieron cubrirse con facilidad,
gracias a la prodigalidad de los yacimientos hulleros y a la explotación de las
minas de carbón; de hecho fue el primer productor mundial hasta principios del
siglo XX. En la década de 1970 se descubrieron numerosos yacimientos de crudo
en el Mar del Norte, y pocos años después el Reino Unido consiguió la
autosuficiencia petrolera, convirtiéndose en país exportador. Además de lo
expuesto, la energía nuclear y el gas natural, proveniente tanto del propio
territorio como del sector noruego, también se utilizan como alternativas,
mientras que la hidroeléctrica es casi inexistente porque el caudal de los ríos tiene
escasa potencia.
En el último tercio del siglo XVIII Gran Bretaña ya era el primer impulsor
de la Revolución Industrial, y a mediados del XIX era la mayor fábrica del mundo,
de modo que la evolución de la economía desde la agricultura hacia el sector
secundario, y después hacia el terciario, se ha dado aquí antes que en los demás
países occidentales. En la actualidad se ha convertido en una de las economías del
mundo más vinculadas al sector terciario: más del 70% de los trabajadores del
país está empleado en el comercio, la banca, la administración y los servicios, el
21% se dedica a la industria y la minería, y sólo el 2% se ocupa en la agricultura, la
pesca y el sector forestal. En la coyuntura actual, la economía británica está
inmersa en una fuerte crisis y la tasa de desempleo ha superado el 7% en el año
2009.

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

En cuanto a la distribución de las áreas económicas, tradicionalmente se


suele diferenciar un núcleo dominante y una periferia de menor influencia
monetaria y productiva. El núcleo se localiza en torno al Gran Londres, su extenso
puerto y la zona sureste de Inglaterra, donde está el poder político y vive la mayor
cantidad de población. La zona de las Midlands, en torno a Birmingham, le sigue
en volumen económico pero más allá empieza la periferia, que muestra distintos
grados de impacto: hay una periferia interior en la que destacan por su actividad
las zonas de Lancashire y Yorkshire, y una periferia exterior que, a medida que
avanza hacia el norte, se aleja de los principales circuitos comerciales y
financieros. Esta distribución sólo se vio parcialmente alterada durante la
Revolución Industrial, en la cual fueron las minas de carbón, las fábricas textiles y
la industria siderúrgica del centro-norte de Inglaterra quienes lideraron el
progreso económico de todo el país.
Las principales actividades productivas son las siguientes:
Sector primario. El Reino Unido es un país de grandes latifundios; un
reducido número de propietarios concentra en sus manos la mayor parte de las
tierras, cuyo aspecto paisajístico es el de extensas fincas llenas de pastos. La
explotación agrícola tiene una importancia secundaria por la progresiva reducción
del espacio dedicado a cultivos y por la mayor importancia de otros sectores
económicos. Pero es una agricultura moderna y eficaz, altamente mecanizada y
que aporta más de la mitad de los artículos para el consumo nacional. La
denominada Revolución Verde ha sido posible gracias a la incorporación de
nuevas tecnologías como el tratamiento de fertilizantes, la utilización de semillas
híbridas, algunos experimentos transgénicos y cultivos de ciclos más cortos.
En las tierras más secas del este y del sur se producen cereales (trigo,
avena, centeno y cebada); una parte importante de la producción de cebada se
destina a las cervecerías y a las destilerías de whisky escocés. En zonas más
húmedas se cultiva remolacha, patatas, legumbres, hortalizas, maíz, colza, etc. El
área de Kent es famosa por su fruta (manzanas, ciruelas, cerezas, peras, fresas), y
en otros puntos es significativa la floricultura.
La ganadería tiene más importancia que la agricultura, puesto que la
extensión de terreno dedicada a pastos o forrajes es mayor que la cultivada, sobre
todo en Escocia. Sin embargo, es un sector en decadencia a causa de las
frecuentes epidemias animales. Las regiones montañosas, cubiertas de landas,
están ocupadas por rebaños de ovejas no estabulados. La importación de
determinadas especies, como la merina española, y la mezcla de razas han

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

favorecido una significativa variedad en el ganado y una gran calidad en la


industria lanera tradicional. La ganadería vacuna es la segunda en importancia, se
cría en las grandes zonas agrícolas y tiene muy buenos rendimientos tanto para
carne como para leche. En las regiones del oeste y del centro hay también granjas
de aves y cerdos. La actividad pesquera, por último, se concentra en los puertos
de Aberdeen (Escocia) y Grimsby (Inglaterra).
Sector secundario. Tradicionalmente, la industria había sido el sector
económico más importante del Reino Unido, pero en las últimas décadas del siglo
XX sufrió un claro retroceso en favor de la economía de servicios. Se mantienen
como actividades fabriles más representativas la siderurgia, la construcción
aeronáutica y las cadenas de montaje de automóviles, que se concentran
principalmente en el área londinense y en la región de los Midlands (Birmingham,
Coventry, Wolverhampton, Manchester, Liverpool).
El desarrollo de la industria metalúrgica es paralelo a los buenos
rendimientos de la minería de carbón, hierro y estaño, lograda no sólo gracias a la
abundancia de los yacimientos, sino también por la proximidad de los mismos a
los centros de transformación, comercialización y transporte, que se realiza
fundamentalmente por barco. También es importante la industria química (en
Manchester, Bristol, etc.), la de neumáticos (en Dundee, Carlisle, Birmingham,
etc.) y las refinerías de petróleo (propiedad de las mayores empresas británicas,
como BP o Shell). La confección textil es una de las actividades de mayor calidad y
volumen de ingresos para la economía británica, pero cada vez está más
diversificada por la introducción de fibras sintéticas que van sustituyendo al
algodón, la lana, el lino y el yute tradicionales; se sitúa en la zona del Yorkshire
(Leeds, Bradford), en el eje Liverpool-Manchester y en los alrededores de Belfast.
Existe además una gran cantidad de industrias (sobre todo en las
proximidades de los grandes puertos y en el estuario del Támesis), que se dedican
simplemente a manufacturar, envasar y comercializar productos de importación
que no se dan en el Reino Unido, como el tabaco o el té.
Sector terciario. El Reino Unido figura actualmente entre las primeras
potencias comerciales del mundo. En la época del Gran Imperio Británico (siglo
XIX) dominaba la economía mundial y estableció lazos mercantiles con multitud
de países, algunos muy alejados. Esto le ha permitido asegurarse la importación
de materias primas y artículos alimenticios, que no tiene debido a la pequeñez y el
agotamiento de su territorio, o por razones climáticas. Para pagar todas estas
importaciones se ve obligada a exportar cada año el 40% de su producción

[33]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

nacional y, salvo excepciones, la balanza comercial siempre arroja un saldo


deficitario. Sus mayores clientes son los miembros de la Commonwealth y de la
C.E.E., en especial Alemania, que es su principal socio comercial. Como curiosidad,
vale añadir que, a pesar de su lógica vinculación con Europa, el Reino Unido sigue
manteniendo la libra esterlina como moneda propia.
De todas formas, las actividades más importantes a nivel de beneficios
son los servicios financieros; la City de Londres concentra la mayor cantidad de
bancos, empresas de negocios y aseguradoras del mundo, a la par que Nueva
York. El empleo de oficinista (clerk) es predominante entre la población
asalariada. Los transportes conforman otro de los sectores esenciales en la
economía británica: tiene una de las redes de ferrocarril más antigua y
densificada, y la tercera aviación civil del planeta. El turismo, finalmente, garantiza
una elevada entrada de divisas todos los años.

6. GEOGRAFÍA ECONÓMICA DE LA REPÚBLICA DE


IRLANDA

Por medio del Industrial Development Act, en 1958 el gobierno de la


República de Irlanda adoptó una nueva política económica favorable a la inversión
de capitales extranjeros, que permitió la creación de numerosos puestos de
trabajo. En 1973 Irlanda ingresó en la Unión Europea, y se abrió a los mercados
europeos de tal forma que, en apenas cinco años, conoció un índice de
crecimiento del producto nacional bruto sin precedentes. Pero la grave crisis
económica iniciada en 1978 puso fin a esta prosperidad, a causa de un
descompensado déficit del comercio exterior. En medio de la coyuntura
económica actual, Irlanda ha entrado en recesión y el índice de desempleo
estimado en 2008 es de un 6%.
La escasez de recursos energéticos obliga a importar carbón, petróleo y
maquinaria industrial de base, que gravan considerablemente la balanza
comercial. La pobreza natural de la isla y la precariedad de las explotaciones
agrícolas hacen de la industria la principal actividad económica, puesto que
proporciona el 80% de las exportaciones. Últimamente, los servicios y el turismo
se han convertido en el principal recurso económico. Por sectores, las principales
actividades productivas son las siguientes:

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Sector primario. Irlanda es un país de pequeños agricultores, en el que


predominan los minifundios de rentabilidad directa, no sometidos a impuestos y
encuadrados en una potente red de cooperativas. El clima es muy húmedo y el
15% del suelo es pantanoso, por lo que la variedad de cultivos es escasa: forraje
(alfalfa, trébol), algunos cereales (cebada, centeno, avena), árboles frutales,
remolacha azucarera y patata. La patata es el cultivo más tradicional de Irlanda y
uno de los elementos fundamentales de su dieta alimenticia, hasta el extremo de
que la caída de su producción en 1845 provocó la muerte de más de un millón de
personas por hambre, y la emigración de otros dos millones y medio a América.
A pesar de lo expuesto, la mayoría de las tierras no están dedicadas a la
explotación agrícola, sino a la ganadería, sobre todo en la parte noroeste de la
isla, que es la más pobre en recursos naturales. Como consecuencia de ello,
Irlanda posee una extensa cabaña nacional de ovejas, vacas y cerdos, y es una
importante productora de leche, mantequilla, carne, tocino y cuero. En cuanto a
la pesca, aunque sus aguas territoriales son ricas, Irlanda no logra
autoabastecerse, por lo que tiene que importar pescado de Gran Bretaña.
Sector secundario. Gracias a las facilidades fiscales y a los bajos salarios,
en Irlanda se ha instalado una gran cantidad de fábricas de empresas extranjeras y
multinacionales (sobre todo alemanas, británicas y norteamericanas), que
trabajan para los mercados exteriores. Estas fábricas, dedicadas al montaje de
automóviles, manufacturas, componentes electrónicos, etc., se han añadido a las
industrias tradicionales de transformación de productos agrícolas, fábricas de
conservas, destilerías, petroquímicas, confección textil, etc. Dublín y Cork son los
principales núcleos industriales del país. En cuanto a la minería, existen
yacimientos de gas natural, que proporcionan el 54% de la energía que se
consume en la isla, así como también minas de uranio y de plomo-cinc (la
explotación de Navan es la mayor de Europa).
Sector terciario. El comercio exterior depende en gran medida de Gran
Bretaña, de donde proviene el 40% de las importaciones y a donde se dirige el
35% de las exportaciones; casi todo este tráfico se concentra en Dublín. Su
incorporación a la zona euro es fundamental, no sólo por la posibilidad de
comprar y vender productos, sino también por las ayudas que recibe de sus
fondos de cohesión. Además de eso, los ingresos del turismo y las remesas
monetarias enviadas por los emigrantes ayudan a compensar el déficit del
comercio exterior.

[35]
2. GEOGRAFÍA DE LOS ESTADOS
UNIDOS DE AMÉRICA

1. GEOGRAFÍA POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS

Nombre oficial United States of America


Forma de gobierno República Federal con dos Cámaras Legislativas
Jefe del Estado Presidente
Jefe del Gobierno Presidente
Capital Washington, D. F.
Superficie 9.629.047 km2
Población 304.059.724 habitantes (estimado en 2008)
Densidad 31,5 hab./ km2
Altitud máxima Mount McKinley, 6.194 metros
Lengua oficial Inglés
Protestantes 24,6% - Católicos 22,1%
Religión
Otros credos cristianos 33,8%
Moneda Dólar americano

[37]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Los Estados Unidos de América son un extenso conjunto de territorios unidos


como una sola nación, según el modelo de una República Federal. Cada uno de los 50
Estados que forman esta República tiene sus propias leyes y se gobierna de manera
autónoma, mediante una Asamblea Legislativa y un Gobernador elegidos
democráticamente. Pero todos ellos comparten una serie de leyes generales, cuyo
fundamento es la Constitución de 1787, y aceptan como máxima autoridad central a
un único Presidente, que es a la vez Jefe de Estado y de Gobierno. Además,
promueven políticas comunes para toda la Unión a través de un Congreso que consta
de dos cámaras legislativas: el Senado y la Cámara de Representantes.
En su origen, los Estados Unidos sólo eran una estrecha franja de territorios
situados a lo largo de la costa este de Norteamérica, que desde el siglo XVII habían
sido colonizados por emigrantes venidos de distintas zonas de Europa (holandeses,
franceses, alemanes, escandinavos, británicos, irlandeses, etc.), y que se hallaban
bajo la jurisdicción y el control directo de la Corona de Inglaterra. Al cabo de un
siglo, los habitantes de aquellos territorios decidieron desprenderse del dominio de
la metrópoli e iniciaron una guerra por su independencia (1775-1783), que acabó en
la Paz de París (1783) con el reconocimiento de una nueva nación.
En sus primeros años, la República Federada de los Estados Unidos sólo
estaba integrada por 13 Estados, a los que fueron sumándose otros durante el
siglo XIX y principios del XX, a medida que avanzaba su expansión territorial hacia
la costa oeste; en 1959 se anexionaron los dos últimos territorios: Alaska y Hawai.
En la siguiente tabla se enumeran los 50 Estados que hoy forman parte de la
Unión, ordenados por su fecha de incorporación, y sus capitales:

Fecha Estados Capitales


Delaware Dover
1787 Nueva Jersey Trenton
Pennsylvania Harrisburg
Carolina del Sur Columbia
Georgia Atlanta
Maryland Annapolis
Massachusetts Boston
1788
New Hampshire Concord
Nueva York Albany
Virginia Richmond
Connecticut Hartford

[38]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

1789 Carolina del Norte Raleigh


1790 Rhode Island Providence
1791 Vermont Montpelier
1792 Kentucky Frankfort
1796 Tenessee Nashville
1803 Ohio Columbus
1812 Louisiana Baton Rouge
1816 Indiana Indianapolis
1817 Mississippi Jackson
1818 Illinois Springfield
1819 Alabama Montgomery
1820 Maine Augusta
1821 Missouri Jefferson City
1836 Arkansas Little Rock
1837 Michigan Lansing
Florida Tallahassee
1845
Texas Austin
1846 Iowa Des Moines
1848 Wisconsin Madison
1850 California Sacramento
1858 Minnesota Saint Paul
1859 Oregon Salem
1861 Kansas Topeka
1863 Virginia Occidental Charleston
1864 Nevada Carson City
1867 Nebraska Lincoln
1876 Colorado Denver
Dakota del Norte Bismarck
Dakota del Sur Pierre
1889
Montana Helena
Washington Olympia
Idaho Boise
1890
Wyoming Cheyenne
1896 Utah Salt Lake City
1907 Oklahoma Oklahoma City

[39]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Nuevo México Santa Fe


1912
Arizona Phoenix
Alaska Juneau
1959
Hawai Honolulu

De los Estados Unidos de América también dependen políticamente, bajo


diversas modalidades, otros territorios: en el Mar Caribe, el Estado Libre Asociado
de Puerto Rico, las Islas Vírgenes Norteamericanas y la bahía de Guantánamo en
la isla de Cuba; y en el océano Pacífico, las islas de Midway, Guam, Palau,
Marshall, Marianas, el archipiélago de Samoa Oriental y los Estados Federados de
Micronesia, junto con otras pequeñas islas e islotes que tienen gran importancia
militar.
A todos los citados se une el distrito federal de Washington. Un distrito
federal es la denominación que recibe en las repúblicas federales de América (no
sólo Estados Unidos) el territorio constituido por la capital de la Federación, el
cual no pertenece a ningún Estado en particular. En este caso, Washington y sus
alrededores forman un distrito federal, ya que es la capital del conjunto de los
Estados Unidos de América.
La superficie global formada por la adición de todos estos territorios
convierte a los Estados Unidos de América en el cuarto país más extenso del
mundo. Es casi tan grande como un continente y por eso abarca realidades
geográficas muy distintas, así como formas de población, modelos de
organización social, tradiciones culturales, usos y costumbres, etc. Por esta razón,
cuando se estudia la geografía de los Estados Unidos se suele seguir el criterio de
la Universidad de Oxford, que define ocho regiones bien diferenciadas: Nueva
Inglaterra, la Región Medio Atlántica, el Sur, el Medio Oeste, el Suroeste, las
Montañas Rocosas, el Pacífico Noroeste y Alaska, y California y Hawai.
ƒ Nueva Inglaterra (New England). Situada en el extremo superior de la costa
este, está formada por seis Estados que son Maine, New Hampshire,
Vermont, Massachussets, Rhode Island y Connecticut. El nombre le viene
de la época en que todavía era una colonia inglesa; de hecho sus paisajes de
prados y bosques verdes se parecen mucho a los de la vieja metrópoli.
Desde el siglo XVII fue el centro del Puritanismo religioso, y todavía hoy los
habitantes de Nueva Inglaterra tienen fama de austeros y poco habladores.
La gente del sur se refiere a ellos como yankees, que significa
específicamente “norteños”, aunque en el resto del mundo yankee sea

[40]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

utilizado para denominar a todos los norteamericanos. Nueva Inglaterra es


una de las regiones más densamente industrializadas de Estados Unidos,
aunque su desarrollo también está íntimamente ligado al mar, al comercio,
a la pesca y al turismo. Sus principales ciudades son Augusta, Concord,
Portland, Montpelier, Hartford, New Haven (donde se encuentra la célebre
Universidad de Yale), Providence, New Bedford, Boston y Cambridge (sede
de la Universidad de Harvard, que es la más antigua de Estados Unidos).
ƒ La Región Medio Atlántica (Mid-Atlantic Region). Situada entre la costa
atlántica y la región de los Grandes Lagos, está formada por seis Estados
que son Nueva York, Nueva Jersey, Pennsylvania, Virginia Occidental,
Maryland y Delaware, además del distrito federal de Washington. Las
diferencias entre los modos de vida de cada uno de los Estados que forman
esta región son importantes, desde la influencia canadiense que se aprecia
en la frontera norte de Nueva York, hasta el estilo sureño característico de
Maryland o Virginia Occidental. Esas diferencias se manifiestan también a
nivel geográfico, puesto que existen zonas puramente oceánicas, otras
zonas muy accidentadas por la presencia de los Montes Apalaches y otras
limítrofes a los lagos Erie y Ontario. Pero en conjunto es una de las regiones
más importantes y densamente pobladas de la Unión, por la presencia de la
capital, Washington D.C., y el primer centro financiero del mundo, Nueva
York. Además de eso, jugó un papel esencial en los acontecimientos
históricos que llevaron a la independencia y a la configuración política de
los Estados Unidos. Sus principales ciudades son Nueva York, Albany,
Syracuse, Buffalo, Pittsburg, Harrisburg, Philadelphia, Trenton, Atlantic City,
Dover, Annapolis, Baltimore, Charleston y Washington.
ƒ El Sur (The South). Se denomina así a la zona meridional de la costa
atlántica y la parte que da al Golfo de México, formada por once Estados:
Virginia, Kentucky, Tenesse, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia,
Florida, Alabama, Mississipi, Louisiana y Arkansas. El Sur es una región
bastante homogénea, con una idiosincrasia rural y tradicionalista que se
manifiesta en todos los aspectos: social, económico, cultural, etc.
Históricamente, aquí han confluido razas y pueblos muy variopintos, puesto
que antes de integrarse en la confederación estuvo dominada por los
españoles y los franceses, luego recibió la llegada de esclavos negros y en el
siglo XX ha ido acogiendo a una gran cantidad de inmigrantes cubanos,
puertorriqueños y antillanos. Gracias a su clima cálido, desarrolló muy
pronto una economía agrícola basada casi exclusivamente en el cultivo del

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

algodón. La esclavitud y las diferencias económicas con respecto a los


Estados más industrializados del norte de la Unión serían dos de las
principales causas que motivaron la Guerra Civil de 1861. En las últimas
décadas se ha acelerado el proceso de industrialización y urbanización, han
disminuido las diferencias sociales y han remitido en parte los conflictos
raciales que habían sido habituales durante mucho tiempo por la presencia
del Ku Klux Klan y otros movimientos integristas. La cordialidad de las
gentes, la hospitalidad y la buena comida siguen siendo elementos
característicos del modo de vida sureño. Por otra parte, el atractivo
turístico de zonas como Miami o Nueva Orleans hace que el Sur sea cada
vez más visitado por gentes de todo el mundo. Sus principales ciudades son
Richmond, Frankfort, Nashville, Memphis, Raleigh, Columbia, Atlanta,
Savannah, Orlando, Tampa, Miami, Tallahassee, Montgomery, Birmingham,
Jackson, Nueva Orleans, Baton Rouge y Little Rock.
ƒ El Medio Oeste (Midwest). Se sitúa en el centro geográfico del país, entre
la región de los Grandes Lagos y las Montañas Rocosas, y está formada por
doce Estados que son Ohio, Michigan, Indiana, Illinois, Iowa, Wisconsin,
Minnesota, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Nebraska, Kansas y Missouri.
Constituye un área económica muy significativa, puesto que concentra
algunas de las mayores ciudades industriales del país y una gran cantidad
de explotaciones agropecuarias. Geográficamente, el Medio Oeste puede
dividirse en tres regiones más pequeñas: la zona de los Grandes Lagos,
repleta de bosques, montañas y lagos; la planicie ocupada por praderas y
granjas, situada al sur de la anterior; y la Gran Meseta de la parte
occidental, que es mucho más seca aunque también se destine a usos
agrícolas. Un dicho popular comenta que “Nueva Inglaterra es Nueva
Inglaterra, el Sur es el Sur, California es California, pero el Medio Oeste es
América”, lo cual quiere decir que el Medio Oeste es el corazón de los
Estados Unidos, no sólo por su situación geográfica (Kansas está justo en el
medio del país), sino también por sus rasgos característicos. Los valores
tradicionales americanos (la familia, el trabajo duro, el sentido de
comunidad y la religión) están fuertemente arraigados en esta región, sobre
todo en las pequeñas poblaciones. Por todo eso hay otro dicho popular que
alude al talante aburrido de sus habitantes. En cuanto a la orientación
política, la gente tiende a ser conservadora (vota al Partido Republicano)
pero no es extremista. Las principales ciudades son Cincinnati, Columbus,
Cleveland, Detroit, Lansing, Indianapolis, Springfield, Chicago, Milwaukee,

[42]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Madison, Minneapolis, Bismarck, Pierre, Omaha, Lincoln, Des Moines,


Topeka, Kansas City, Jefferson City y Saint Louis.
ƒ El Suroeste (The Southwest). Se denomina así a la extensa zona del sur del
país que limita con México y California; está formada por cinco Estados que
son Texas, Oklahoma, Nuevo México, Arizona y Nevada. Se caracteriza por
una gran variedad geográfica, que va desde las tierras húmedas de
Oklahoma a las montañas y los desiertos de Nuevo México y Arizona, donde
se encuentra el Gran Cañón del Colorado. De todos esos territorios destaca
por encima de todos Texas, cuya superficie es mayor que la de todos los
Estados de Nueva Inglaterra juntos más Nueva York, Pennsylvania y Ohio.
Los Estados del Suroeste son ricos en minerales y en petróleo (sólo Texas
produce la cuarta parte de todo el petróleo estadounidense), pero la
agricultura cerealista y los ranchos ganaderos de grandes dimensiones
siguen siendo los elementos más característicos de su economía. No en
vano ésta es la tierra de los vaqueros (cowboys), los rodeos, las barbacoas y
las hamburguesas. Demográficamente, más de un 30% de la población es
de origen hispano y en algunas zonas subsiste casi un 10% de indios, así que
la diversidad cultural es importante. Las principales ciudades son Tulsa,
Oklahoma City, Dallas, Houston, Austin, San Antonio, Santa Fe,
Alburquerque, El Paso, Phoenix, Tucson, Las Vegas, Carson City y Reno.
ƒ Las Montañas Rocosas (The Rocky Mountain Region). Esta región coincide
geográficamente con la zona por la que pasa la cordillera más importante
del país, y está formada por cinco Estados que son Montana, Idaho,
Wyoming, Utah y Colorado. Las Rocosas son una larga cadena de montañas
que parten de Alaska, cruzan Canadá y Estados Unidos, y llegan hasta
México. Este relieve origina una gran cantidad de picos, valles y bosques
que dan lugar a un paisaje de tipo alpino muy espectacular. Algunos de los
parques naturales más famosos de Estados Unidos, como Yellowstone o
Grand Teton, están aquí (en Wyoming). Afortunadamente, la acción del
hombre aún no se ha dejado notar en esta tierra, precisamente porque es
una de las menos pobladas del país. La única ciudad verdaderamente
grande es Denver, en Colorado, llamada popularmente Mile High City,
porque se encuentra a más de 1.600 metros de altitud; otras ciudades
importantes son Helena, Boise, Jackson, Cheyenne, Aspen, Colorado Springs
y Salt Lake City, que es la sede nacional de la religión mormona. La
importancia del medio ambiente natural influye en la economía, que se
basa fundamentalmente en la minería y las explotaciones agropecuarias

[43]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

(ranchos, granjas). Por la misma razón, el turismo también es significativo,


especialmente el que está relacionado con los deportes de invierno y las
actividades de multiaventura.
ƒ El Pacífico Noroeste y Alaska (Pacific Northwest & Alaska). Región
formada artificialmente por los dos Estados que están más al norte de la
costa oeste, Washington y Oregon, junto con el lejano territorio de Alaska
situado en el Círculo Polar Ártico. Estas tierras son conocidas por la belleza
natural de sus acantilados costeros, sus volcanes y altas montañas, y sus
frondosos bosques, que en Alaska aún se encuentran en estado salvaje.
Como contrapartida, el clima es lluvioso, frío y desapacible en el litoral
Pacífico Noroeste, y siempre invernal en Alaska, donde existen zonas que
están permanentemente heladas. Por eso la densidad de población aquí es
de las más bajas del país, siendo frecuente la existencia de territorios casi
completamente deshabitados. La gran cantidad de precipitaciones que se
registra, en forma de agua o nieve, favorece el crecimiento de amplísimos
bosques húmedos, oscuros, fríos e impenetrables como el Olympic Rain
Forest, que hacen imposible la vida en ellos. En todo caso, los recursos
naturales son abundantes: Alaska tiene yacimientos de petróleo y la
producción agrícola es elevada en Washington y Oregon, mientras que la
pesca y las industrias madereras son elementos fundamentales en la
economía de los tres Estados. Además de eso, la apertura al Océano
Pacífico ha facilitado desde siempre una próspera actividad comercial con
Asia, sobre todo desde el puerto de Seattle. Todo ello ha propiciado un
elevado nivel de bienestar entre la población, y ha dado lugar a un estilo de
vida despreocupado, generoso e informal, que es seña de identidad del
Pacífico Noroeste. En Alaska las cosas son diferentes: el apego a las
tradiciones es mayor, más de un 15% de la población es indígena (india,
aleutiana o esquimal), y el nivel de urbanización es muy escaso, destacando
únicamente las villas de Juneau, Anchorage y Fairbanks. En Washington y
Oregon las principales ciudades son Seattle, Olympia, Spokane, Portland y
Salem.
ƒ California y Hawai. Estos dos Estados se agrupan sólo por su relativa
vinculación geográfica a través del Océano Pacífico. En realidad California
está separada unas 2.500 millas de Hawai, pero es el Estado continental de
la Unión que se encuentra más cerca de ese archipiélago. California es uno
de los territorios más populares del país, además de uno de los más
extensos, mientras que Hawai es uno de los más pequeños y menos

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

conocidos. Pero hay algunos aspectos en los que ambos coinciden: su clima
soleado, su proyección hacia el turismo de playa, el estilo de vida lúdico y
desenfadado de sus gentes, y una interesante riqueza cultural, nacida de la
convivencia de pueblos muy diversos. California, por ejemplo, presenta una
gran diversidad entre el norte, que se parece a Oregon, y el sur, que es igual
que México. Demográficamente, una cuarta parte de sus habitantes es de
origen hispano, a los que se suman los numerosos mexicanos que
tradicionalmente han cruzado la frontera, y una gran cantidad de asiáticos
que vienen desde China, Japón, Filipinas, Corea, Camboya, etc., y que
producen una elevada densidad de población. Las motivaciones que
explican tal flujo migratorio se remontan a 1848, cuando se inició la Fiebre
del Oro (Gold Rush) y California se convirtió en la tierra de las
oportunidades. Ciudades como San Francisco obtuvieron su desarrollo
justamente en ese contexto, y desde entonces personifican la imagen del
“sueño americano”; otras ciudades importantes de California son
Sacramento, Berkeley, Oakland, San José, Los Ángeles, Santa Bárbara, San
Diego y Palm Springs.
Por su parte, Hawai fue un conjunto de islas habitado sólo por indígenas
polinesios, que permaneció prácticamente desconocido en medio del Océano
Pacífico hasta su descubrimiento por el británico James Cook, en 1778. El
progresivo asentamiento de occidentales (norteamericanos) y asiáticos (chinos,
japoneses, filipinos) trajo consigo el desarrollo de sus explotaciones de caña de
azúcar, y la imposición de un protectorado estadounidense en 1898. Tras el
bombardeo de la base naval de Pearl Harbor por los japoneses, en 1941, y la
victoria americana en la Guerra del Pacífico, en 1959 todas las islas de Hawai
quedaron anexionadas como el Estado número 50 de la Unión. Hoy es el destino
preferido de muchos turistas deseosos de aventuras exóticas. Las principales
ciudades son Honolulu e Hilo.
La Unión de todos los territorios que forman esta inmensa nación se
representa de manera simbólica por la famosa bandera de las barras y estrellas.
En la parte superior izquierda de esta bandera hay un rectángulo azul con 50
estrellas, una por cada uno de los 50 Estados que forman la nación, mientras que
en el resto del campo se disponen 13 barras horizontales de color rojo y blanco,
en alusión a las 13 colonias originarias que lograron la independencia de
Inglaterra. Los colores empleados también tienen su significado: el blanco se
escogió para representar la pureza e inocencia que acompaña el nacimiento de
una nueva nación; el rojo por su fuerza y su valor; y el azul porque indica

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

perseverancia, vigilancia y justicia, cualidades todas ellas que se consideran


características de la personalidad de los Estados Unidos de América.

2. GEOGRAFÍA FÍSICA DE LOS ESTADOS UNIDOS

El relieve de Estados Unidos es, en algunos puntos, uno de los más


jóvenes del mundo, puesto que se desarrolló en su mayor parte durante la Era
Terciaria. Su proceso de formación se inició en la fase tectónica en la que el
continente norteamericano se desgajó de Eurasia, siendo empujado por los
movimientos del magma hacia el oeste. Durante la orogénesis herciniana se
elevaron los Montes Apalaches, paralelos a la costa Atlántica de Estados Unidos,
desde Georgia hasta Nueva Inglaterra y Terranova. A finales del Cretácico, el
desplazamiento de las placas hacia el oeste chocó violentamente con la línea
tectónica del Pacífico, que empuja en sentido contrario, provocando una nueva
orogénesis de la que surgieron las Montañas Rocosas.
Las Rocosas (Rockies) son las cumbres más altas de Estados Unidos,
aunque en realidad constituyen la columna vertebral de toda América del Norte,
puesto que se extienden ininterrumpidamente, a lo largo de 3.200 km, desde la
Cordillera de Alaska hasta la Sierra Madre de México. Posteriormente, a finales de
la Era Terciaria se produjo una nueva orogénesis que dio lugar al Sistema Pacífico,
formado por la Cadena Costera, Sierra Nevada y la Cordillera de las Cascadas;
todas ellas presentan un relieve glaciar típico. Actualmente prosigue la actividad
tectónica en la costa del Pacífico, en forma de terremotos y erupciones volcánicas
frecuentes.
Por consiguiente, el paisaje de los Estados Unidos es reciente y de
considerable altitud, sobre todo en la zona más próxima al océano Pacífico. Para
simplificar su descripción podemos diferenciar las siguientes áreas de relieve,
descritas de este a oeste.
ƒ Montes Apalaches: recorren el territorio de forma oblicua a la costa este,
formando una serie de alineaciones paralelas muy juntas unas de otras. Los
Apalaches son una formación de origen herciniano que debió tener alturas
de más de 3.500 m., pero que a causa de la erosión fluvial y las glaciaciones
se han ido rebajando. Sus mayores elevaciones son el Monte Washington
(1.917 m.) y el Monte Mitchell (2.037 m).

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

ƒ Llanura Costera Atlántica: es el espacio resultante entre los Apalaches y el


mar. Es mucho más estrecho por el norte que por el sur, donde se extiende
ampliamente a lo largo de Virginia, las dos Carolinas, Georgia y Alabama.
Desde el punto de vista morfológico, la Península de Florida podría incluirse
en esta Llanura Costera, pero no geológicamente, ya que se trata de un
bloque calcáreo surgido del mar, mientras que la Llanura es un territorio
formado por sedimentos fluviales.
ƒ Llanuras Centrales: constituyen una amplia zona delimitada por una
formación montañosa a cada lado (los Apalaches al este y las Montañas
Rocosas al oeste), que se extiende por el centro de Estados Unidos y gran
parte de Canadá. La mitad norte, que es la que se denomina propiamente
Llanura Central, se desarrolla a mayor altura (unos 1.000 m.) que la mitad
sur, la cual coincide con el último tramo del río Mississipi y recibe el nombre
de Planicie Costera. Una serie de pequeñas elevaciones circundan la Llanura
Central por el este y por el sur, separándola de la Planicie Costera; son la
Meseta de Cumberland, la Meseta de Ozark y los Montes Ouachita (838 m.
de altitud máxima). Al noroeste de la Llanura Central se elevan de forma
aislada las Colinas de Nebraska y las Colinas Negras (2.207 m.), mientras
que el resto es absolutamente plano, configurando un paisaje de amplios
horizontes, dominado por la inmensa cuenca del Mississipi-Missouri y sus
afluentes.
ƒ Montañas Rocosas: su estructura es compleja, ya que está formada por
varios macizos de montañas que la recorren de norte a sur.
Tectónicamente, esta cordillera es una prolongación de los Andes de
América del Sur pero, al contrario de aquéllas, no sigue una única alineación
sino que se bifurcan y se subdividen en numerosas sierras. Los Montes
Bighorn, los Montes Sangre de Cristo, las Montañas de San Juan y los
Montes Sacramento constituyen la hilera de sierras más interior de las
Rocosas; limitan con la Llanura Central de Estados Unidos y desembocan
hacia el sur en la Sierra Madre Oriental de México. Sus principales alturas
son el Long Peak (4.345 m.) y el Monte Elbert (4.399 m.). Paralela a esta
primera alineación se dispone una segunda, más próxima a la costa del
Pacífico, que parte de las Montañas de Columbia, todavía en Canadá, y
continúa por la Cadena de Bitterroot, la Sierra de Wasatch y la Meseta del
Colorado hasta la Sierra Madre Occidental de México. Sus principales
alturas son, desde el norte hacia el sur, el Gran Teton (4.196 m.), el Monte

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Gannett (4.202 m.), el Kings Peak (4.114 m.) y el Pico Humphreys (3.862
m.).
ƒ Cuencas y desiertos del Suroeste: entre las alineaciones de la cordillera de
las Rocosas y el Sistema Pacífico, que se encuentra junto a la costa
occidental, se disponen varias mesetas y depresiones. De ellas cabe
destacar la Meseta de Columbia, la Cuenca de Harney, la Gran Cuenca y los
desiertos de Mojave, Sonora y Arizona, casi lindando con México. En altura
sobresalen los Montes Shoshone y el Pico Wheeler, de 3.982 m. Una zona
muy curiosa es el Valle de la Muerte (Death Valley), una depresión que se
encuentra a 85 m. por debajo del nivel del mar, y tiene un paisaje
extremadamente árido, con clima desértico y lluvias casi inexistentes a lo
largo del año.
ƒ Sistema Pacífico: se extiende junto la costa occidental de Estados Unidos y
está integrado por tres grandes alineaciones, que vuelven a dejar entre
medias cuencas y valles. La más próxima al mar, y la de menor altura, recibe
el nombre de Cadena Costera; paralela a ésta se encuentran la Cordillera de
las Cascadas, al norte, y Sierra Nevada, al sur; y entre ambas están los valles
de Villamette y San Joaquín. Las principales alturas son, desde el norte
hacia el sur, el Monte Rainier (4.392 m.), el Monte Shasta (4.317 m.) y el
Pico Whitney (4.418 m.).
Fuera del territorio de los 48 estados continentales tenemos que hablar
específicamente del relieve de Alaska y Hawai. En Alaska las Montañas Rocosas
alcanzan su mayor altitud, destacando los picos McKinley (6.194 m.), Logan (6.050
m.), Fairweather (4.669 m.) y los Montes Wrangell, cuyas cimas superan los 4.500
m. Todos estos picos se encuentran en las alineaciones más próximas a la costa, y
están permanentemente helados. Al norte se dispone una amplia meseta, el
Yukon, y más arriba todavía, en la línea del Círculo Polar Ártico, se elevan otras
cadenas montañosas, las Montañas Mackenzie y la Cordillera de los Arroyos. En
cuanto a Hawai, se trata de un archipiélago formado íntegramente por volcanes
que aún se encuentran en plena actividad, por lo que el relieve de todas las islas
es muy accidentado y desigual, predominando los riscos, barrancos y costas
recortadas. Su mayor altura es el Mauna Kea (4.025 m.), en la misma isla de
Hawai.
Costas. El perfil de las costas norteamericanas es más recortado en las dos
fachadas laterales que en el sur, donde la cuenca sedimentaria del Mississipi
produce un descenso suave del terreno hacia el Golfo de México. La presencia de

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

los Apalaches junto a la costa este, y del Sistema Pacífico junto a la costa oeste,
provocan perfiles más variados. Los principales accidentes de la costa Atlántica
son, contando desde el norte hacia el sur, el Golfo de Maine, Long Island, las
bahías de Delaware y Chesapeake, los cabos Hatteras y Lookout, la bahía de
Onslow, las Sea Islands, Cabo Cañaveral y los Cayos de Florida. En la costa sur cabe
señalar las bahías de Tampa y Apalachee, el delta del Mississipi, la bahía de
Matagorda y la Laguna Madre. Y en la costa del Pacífico, contando desde el sur
hacia el norte, destacan el Golfo y la Península de California, Punta Argüello, la
bahía de Monterrey y los cabos Mendocino y Flattery. Finalmente, en Alaska el
relieve costero es más abrupto y forma numerosos acantilados; citamos el cabo
de Saint Elias, la Península de Alaska, las Islas Aleutianas, la bahía de Bristol, el
cabo Newenham y el Estrecho de Bering.
Clima. Por su latitud, los Estados Unidos se encuentran en la zona
templada del norte. Pero la variedad y amplitud de su territorio, así como la
existencia de importantes formaciones montañosas, da lugar a distintos tipos de
clima. Así, podemos diferenciar las siguientes áreas climáticas.
La Franja Costera Atlántica tiene un clima templado-oceánico, aunque
poco influido por el mar, debido a que las masas atmosféricas se desplazan de
oeste a este y la humedad del mar es arrastrada hacia Europa. Las diferencias de
latitud son las que provocan las mayores diferencias térmicas. Así, en el tercio
norte (de Boston a Nueva York) los inviernos son muy fríos porque recogen
bastantes precipitaciones de lluvia y nieve, aunque por contra los veranos son
muy calurosos. En la zona de Virginia y las Carolinas el clima es más estable y
templado durante todo el año, con temperaturas muy suaves, de 20º de media. Y
en Florida, Mississipi y Louisiana se da un clima subtropical más parecido al de
México y las Antillas, con un considerable grado de humedad ambiental y altas
temperaturas. Por su posición, además, la Península de Florida es una zona
sometida a la influencia de tormentas y huracanes procedentes del Caribe.
En las Grandes Llanuras hay algunas diferencias según la posición en la
que nos encontremos. En las áreas lindantes con los Montes Apalaches y los
Grandes Lagos llueve bastante y soplan fuertes vientos provenientes de Canadá y
del oeste. En la Llanura Central el clima es más seco y las temperaturas varían,
dependiendo de la latitud: más frías en la mitad norte, donde los inviernos son
extremos, y más calidas en el sur, gracias a la influencia de los vientos tropicales
que suben desde el Golfo de México. El barrido efectuado a veces por el aire polar
y otras veces por el aire tropical provoca fuertes contrastes climáticos. Por ello

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

son frecuentes los ciclones y los tornados, violentos remolinos que se originan al
chocar masas de aire de temperatura muy desigual. También son habituales las
tormentas de nieve (blizzard), que se producen de manera repentina e
inesperada, sobre todo en la mitad norte.
En las Rocosas se da un clima típico de montaña, determinado por la
altitud. Las temperaturas son habitualmente frías, sobre todo en invierno, aunque
las condiciones son muy variables. Las zonas más cercanas al Océano Pacífico y las
laderas que están expuestas al oeste son muy lluviosas, mientras que las nieves
son perpetuas por encima de los 2.000 m. de altitud. En cambio, las zonas más
bajas y las que lindan con la Gran Llanura son más secas y moderadamente
cálidas.
En la Gran Cuenca y las depresiones intermedias, existentes entre las
Rocosas y el Sistema Pacífico, había hace unos tres millones de años un gran lago
que acabó desecándose. Hoy es un vasto territorio que permanece aislado de
cualquier influencia exterior porque las montañas circundantes lo encierran
completamente, actuando a modo de murallas. Como resultado de ello, el clima
de esta zona es continental seco, con una cierta cantidad de precipitaciones en
forma de lluvia y nieve en la parte norte (en el Estado de Nevada), y un ambiente
prácticamente desértico en la parte sur (en los Estados de California y Arizona).
Las diferencias térmicas son extremas entre el verano y el invierno, al igual que
entre el día y la noche, llegándose a alcanzar las temperaturas más elevadas de
todo el planeta en el Valle de la Muerte (hasta 54º de media).
La Costa del Pacífico posee unas condiciones muy parecidas a las de
Europa, con un clima templado oceánico de carácter húmedo y temperaturas
suaves. Los vientos marítimos juegan un papel esencial en la distribución de
lluvias, mientras que la diferencia de latitud influye en las variaciones térmicas.
Así, las costas de Washington y Oregon son mucho más frías y lluviosas: Seattle es
una ciudad tremendamente desapacible, que registra una de las mayores cifras de
suicidios de Estados Unidos. Por el contrario, en el sur de California se da un clima
mediterráneo similar al de España, con altas temperaturas y sequedad extrema en
verano.
Por su parte, Hawai tiene un clima plenamente tropical, con altas
temperaturas, una fuerte humedad ambiental y períodos de lluvias torrenciales
que favorecen el crecimiento de ecosistemas selváticos.
Finalmente, en Alaska el clima es polar. La mayoría del territorio está
permanentemente cubierto de hielo, especialmente en las zonas más próximas al

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Círculo Polar Ártico. El verano se reduce a un corto período en el que brota una
abundante vegetación, y se disfruta casi únicamente en la costa sur. En las Islas
Aleutianas se da una variante fría del clima oceánico, muy húmedo y brumoso,
aunque con temperaturas relativamente suaves durante el día.
Hidrología. Es de enorme interés, por la presencia de los Grandes Lagos y
uno de los ríos más extensos y caudalosos del mundo, el Mississipi-Missouri. Los
Grandes Lagos son cinco y se hallan en la zona nordeste, en la frontera de Estados
Unidos con Canadá; sus nombres son Superior, Michigan, Hurón, Erie y Ontario.
Los tres primeros están unidos de manera natural, y se conectan con los otros dos
por medio de canales, siendo el río San Lorenzo su vía de desagüe al Océano
Atlántico, a la altura de Terranova. Son lagos muy amplios pero poco profundos,
de origen glaciar y periglaciar, y presentan algunos desniveles entre ellos, que dan
lugar a saltos de agua como las Cataratas del Niágara.
Aparte del San Lorenzo, en la franja costera atlántica existen numerosos
ríos que nacen en los Apalaches y, aunque son de escaso recorrido, tienen un
caudal abundante, cuya fuerza se aprovecha como fuente de energía eléctrica;
entre todos estos ríos destacan el Delaware, el Hudson y el Potomac. La zona
centro del país desagua a través del Mississipi y sus múltiples afluentes, como el
Missouri, el Yellowstone, el Kansas, el Arkansas, el Cimarrón, el Canadian, el
Texoma y el Ohio, que fluyen a lo largo de las Grandes Praderas. En el suroeste, el
Río Grande sirve de frontera con México, y el Colorado desemboca en el Golfo de
California, después de haber excavado con su cauce el famoso cañón que lleva su
nombre. Por último, en la vertiente del Pacífico destacan los ríos Sacramento y
San Joaquín, de gran importancia comercial, y más al norte el Columbia y su
afluente el Snake River, que nace en las Montañas Rocosas.
Vegetación. Antes de la colonización, dos terceras partes del territorio
estadounidense se hallaban cubiertas de bosque. Pero la explotación abusiva de
los recursos naturales, los incendios y las obras de infraestructuras han reducido
la masa forestal a un 28%, concentrándose en la mitad norte y las zonas
montañosas. Hay variedades de pinos, robles, hayas, nogales y arces en los
Apalaches, y coníferas resinosas en el Sistema Pacífico. En la frontera con Canadá,
en las Rocosas y en Alaska predomina un tipo de bosque boreal denominado
taiga, poblado de abetos, alerces, piceas, pinos y abedules. Y en el norte de
California y en Oregon crecen fácilmente las secuoyas, que son los árboles más
grandes del mundo, pues llegan a medir hasta 150 m. de altura. En Alaska
también hay zonas de taiga, aunque el ecosistema característico es la tundra.

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Por otra parte, en el sureste existe una variedad de bosque subtropical


mixto de pinos, robles, cipreses y gomeros, mientras que en algunas zonas de la
costa de Florida se da el manglar. El resto de Estados Unidos está ocupado por
praderas de gramíneas o herbáceas, cultivos agrícolas y pastos extensivos,
excepto las zonas desérticas de California, Nevada, Arizona y Nuevo México,
donde sólo sobreviven cactus y otras especies xerófilas.
Medio Ambiente. Estados Unidos es uno de los países del mundo donde
más se percibe el impacto de las actividades humanas sobre la naturaleza. La
explotación sistemática, el elevado nivel de vida de la sociedad americana y el
excesivo consumo de energía están agotando los recursos naturales. La
contaminación de las aguas dulces y marinas es preocupante, sobre todo en
algunos puntos, lo que ha traído consigo la degradación de hábitats acuáticos.
En las Llanuras Centrales la erosión de la capa superficial de los suelos ha
sido siempre muy importante, debida tanto a usos agrícolas intensivos como a la
fuerte acción de los vientos. En las zonas superindustrializadas, con una elevada
presión demográfica, alto grado de urbanización y abundante tráfico rodado, se
generan serios problemas ambientales, como la acumulación de residuos, la
emisión de gases contaminantes y la lluvia ácida. Esta situación se ha agravado
durante la administración Bush, que no ratificó ninguno de los acuerdos
internacionales conducentes a evitar el cambio climático, como por ejemplo el
Protocolo de Kyoto.
Como contrapartida, hay zonas del país donde el grado de antropización
es mucho menor y los ecosistemas se han mantenido prácticamente intactos,
como en Alaska, en las Rocosas y en los bosques húmedos de la región Pacífico
Nororeste. En otros casos la reforestación suele ser mayor que el número de talas.
Existen, además, numerosas áreas protegidas por la administración (un total del
15% del territorio nacional), con el fin de acotar algunas de las reservas de flora y
fauna más bellas del planeta, como los parques naturales de Yellowstone y
Yosemite. Y hay un buen número de organizaciones no gubernamentales, como
Nature Conservancy y Trust for Public Land, que han adquirido mucha importancia
para la conservación de la naturaleza.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

3. GEOGRAFÍA HUMANA DE LOS ESTADOS UNIDOS

Estados Unidos es uno de los países más poblados del mundo (el tercero
en el ranking), pero la extraordinaria amplitud de su territorio lo convierte al
mismo tiempo en uno de los de menor densidad. Para hacernos una idea más
precisa, en la siguiente tabla se detallan las cifras relativas a su superficie,
población y densidad según la estimación realizada en julio de 2008 por la Oficina
del Censo de los Estados Unidos:

TERRITORIO SUPERFICIE POBLACIÓN DENSIDAD

Estados Unidos 9.629.047 km2 304.059.724 hab. 31,5 hab./ km2

Evolución demográfica. Se trata de un país joven, en el que la mayor


parte de la población se ha incorporado durante los tres últimos siglos, y en el que
algunos Estados, como Oregon, Washington o Alaska, aún no se han colonizado
del todo. El desarrollo demográfico y el proceso continuado de anexión y
ocupación de territorios han sido espectaculares. A finales del siglo XVIII, los
Estados Unidos sólo incluían 13 pequeñas colonias asentadas en la costa Atlántica,
que apenas sumaban 3 millones de habitantes. Un siglo después ya había
finalizado la Conquista del Oeste con la llegada de los colonizadores al Océano
Pacífico.
Sin embargo, la Gran Depresión de 1929 y las dos Guerras Mundiales
frenaron el aumento demográfico, que sólo se compensó gracias a la abundante
inmigración. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se produjo un extraordinario
“baby boom”, de manera que cuando se agregaron los dos últimos Estados de la
Unión (Alaska y Hawai, en 1959), ya se superaban los 150 millones de habitantes.
Y entre 1950 y 1980 la población continuó aumentando hasta los 220 millones.
El crecimiento poblacional siempre se ha mantenido en cotas bastante
altas, en gran parte debido a la inmigración, que ha sido masiva entre 1840 y
1950. La procedencia de los inmigrantes es muy diversa, y ha propiciado una
importante variedad racial y cultural. La gran mayoría de los norteamericanos son
blancos y anglosajones de origen británico, denominados WASP (white-anglo-
saxon-protestant), y en menor proporción descendientes de irlandeses,

[53]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

holandeses, escandinavos, alemanes y centroeuropeos, que vinieron a la zona de


Nueva Inglaterra y a las granjas del Medio Oeste desde finales del XVII hasta bien
entrado el siglo XX; hubo también un buen número de judíos que huyeron de la
persecución nazi, y rusos que emigraron después de la Revolución Comunista,
entre 1917 y 1940. Además hay un importante número de oriundos de países
mediterráneos: italianos, griegos, turcos, rumanos y portugueses, que vinieron en
los años centrales de la inmigración, entre 1880 y 1914.
Después de la Segunda Guerra Mundial aumentaron los orientales, sobre
todo en California (chinos, japoneses, coreanos, vietnamitas, hindúes, etc.),
aunque su integración es escasa porque viven en ghettos, no renuncian a su
cultura originaria y rechazan muchos aspectos del estilo de vida norteamericano.
Pero el grupo étnico más numeroso, después de los anglos, es el de los negros,
que llegaron aquí en los siglos XVIII y XIX como esclavos para las plantaciones de
algodón, y hoy son más de 26 millones (un 12% de la población), localizándose
sobre todo en el sur y en las grandes ciudades de la costa este y los Grandes
Lagos. También es significativa, fundamentalmente en las grandes ciudades, la
cantidad de hispanos con dos posibles orígenes: o bien son descendientes de los
primeros colonizadores españoles que se asentaron en Texas, Nuevo México y
California antes de la invasión estadounidense, o bien son inmigrantes
provenientes de algunos países vecinos, calculándose su población actual en unos
14 millones de mexicanos, 3 millones de puertorriqueños, 2 millones de cubanos y
otros 3 millones de procedencia diversa. En cuanto a los antiguos indígenas de los
territorios norteamericanos (los llamados “indios”), fueron exterminados por el
avance del hombre blanco hacia el oeste y hoy apenas queda un millón y medio
de ellos en todo el país.
Por consiguiente puede afirmarse, sin lugar a dudas, que Estados Unidos
es una nación de inmigrantes. Los problemas de integración que ha ocasionado la
diversidad cultural de tantas personas distintas han dado lugar a dos tipos de
soluciones: el “melting pot” o la total asimilación de la cultura americana por
parte de los recién llegados, que llegan incluso a abnegar de sus raíces; y el
mosaico multicultural o “salad bowl”, que es la coexistencia de diferentes grupos
raciales, que mantienen su propia lengua y sus tradiciones, cada uno encerrado en
su ghetto particular sin apenas relación con los otros.
En las últimas décadas el gobierno ha impuesto mayores trabas a la
inmigración, y el crecimiento de la población se ha moderado debido a una

[54]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

regresión de la natalidad que, de todas formas, sigue siendo alta. La pirámide de


población representa a un país demográficamente estacionario.
Un rasgo característico de la sociedad norteamericana es su fuerte
movilidad interior, que se manifiesta en constantes movimientos migratorios
dentro del territorio nacional. Aproximadamente un 16% de la población cambia
de residencia cada año y unos 6,5 millones de personas lo hacen de un Estado a
otro. Las grandes empresas multinacionales imponen sistemáticamente a sus
empleados cambios de destino o asignación de nuevas responsabilidades cada
cinco o seis años, así que lo raro es permanecer en un mismo puesto de trabajo
durante mucho tiempo. Como consecuencia de ello, el americano medio tiene
escaso contacto con la familia paterna y se siente bastante desarraigado respecto
de su lugar de origen, al que apenas regresa en toda su vida. De esta forma resulta
más fácil la identificación con la globalidad nacional, quedando en segundo plano
los sentimientos regionalistas, excepto en el Sur, donde aún es significativo el
apego a la tierra y a las tradiciones.
Áreas metropolitanas. Estados Unidos es un país de grandes ciudades.
Más del 74% de la población es urbana (91% en California y 89% en Nueva Jersey);
del resto, sólo un 4% se dedica a actividades agropecuarias. El crecimiento de las
ciudades se explica por el continuo éxodo rural, y por el desarrollo económico y
de servicios experimentado en algunas zonas, donde las áreas urbanas se
extienden en sucesivas aglomeraciones o conurbaciones, que forman verdaderas
megápolis. Por ejemplo, desde Boston hasta Washington se distribuyen 33
millones de habitantes, entre Los Ángeles y San Diego viven 15 millones, y en el
corredor de Michigan, entre Chicago y Milwaukee, casi 10 millones.
Así, razones históricas, medioambientales y económicas justifican la
desigual distribución del número de habitantes en cada territorio. La mitad
oriental, desde el río Mississipi hasta el Océano Atlántico (y en especial la zona de
los Grandes Lagos y Nueva Inglaterra), concentra la mayor densidad de población
y las ciudades más importantes. Por el contrario, la Gran Cuenca, áreas muy
extensas de la Llanura Central y las zonas más montañosas de las Rocosas y Alaska
se encuentran casi desiertas. El Valle de California, el tramo final del río Columbia
y Hawai también concentran una elevada cantidad de población. Teniendo en
cuenta lo dicho, las principales ciudades de Estados Unidos son las siguientes:
ƒ Nueva York: situada en la costa Este, en la desembocadura del río Hudson,
tiene 8,4 millones de habitantes en la metrópoli y más de 19 millones, si se
cuentan las áreas suburbanas, que se prolongan por el Estado de Nueva

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Jersey. La ciudad, en realidad, está formada por cinco núcleos urbanos o


“boroughs” anexionados, que son: Manhattan, el Bronx, Queens, Brooklin y
Staten Island. Dotada de una gran variedad étnica y notables desequilibrios
sociales, es también generadora de una enorme vitalidad social y cultural.
Es la ciudad más importante de Estados Unidos y su principal centro
económico: posee la Bolsa más influyente para todo el comercio y la
industria mundial, un puerto marítimo muy dinámico, el aeropuerto con
más tráfico del planeta y una actividad económica de servicios
enormemente compleja y diversificada. A esto se une su categoría como
centro cultural, abierto a todo tipo de vanguardias artísticas. Dispone de
una extraordinaria oferta teatral y museística, y es uno de los mayores
centros editoriales del mundo.
ƒ Los Ángeles: cuenta con 3,8 millones de habitantes en el núcleo urbano y
17,7 en el área metropolitana. Se localiza en la costa del Pacífico, en una
llanura cerrada por una cadena de colinas, que la protegen de los vientos
fríos y secos del interior del país, por lo que goza de un agradable clima
mediterráneo. Fue fundada por Felipe de Neve, gobernador español de
California, en 1781, con el nombre de El Pueblo de Nuestra Señora la Reina
de los Ángeles de Porciúncula. Era una pequeña villa distribuida en damero,
y en sus proximidades todavía se conservan varias misiones católicas de
aquella época fundacional. Después fue la capital de California,
perteneciendo a México hasta su anexión a los Estados Unidos en 1850. Su
mayor desarrollo lo consiguió a principios del siglo XX, gracias a la
construcción del ferrocarril que la unió con San Francisco, y el
acondicionamiento del puerto de San Pedro Bay para dar salida al petróleo
californiano. En la actualidad se extiende por una superficie de más de
1.000 km2, mediante hileras de urbanizaciones interconectadas, espacios
vacíos entre medias y municipios pequeños que han sido absorbidos en el
área metropolitana. Este crecimiento excesivo y desordenado da lugar a la
alternancia de barrios y zonas industriales sin solución de continuidad, y ha
obligado a levantar una compleja red de circunvalaciones y autopistas de
gran capacidad, que figuran entre las más congestionadas de todo el país.
Entre sus actividades económicas destacan las industrias alimentarias,
aeronáuticas y automovilísticas, la construcción naval y numerosas
refinerías de petróleo. Pero su mayor fama le ha venido por ser sede de las
mayores compañías cinematográficas y televisivas, siendo Disneyland,
Hollywood y los Estudios Universal sus atractivos turísticos más visitados.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

ƒ Chicago: es la tercera ciudad del país con 2,8 millones de habitantes. Está
situada al suroeste del Lago Michigan y es punto de confluencia de las
principales redes de carreteras y ferrocarriles. Su puerto, con acceso directo
al Océano Atlántico y al río Mississipi mediante canales, sirve de salida a los
productos agrícolas y ganaderos de las Grandes Praderas. Cuenta con el
matadero de animales más grande y moderno del mundo, y posee una gran
variedad de industrias aeronáuticas, petrolíferas, químicas, metalúrgicas y
automovilísticas. Chicago había sido una aldea insignificante hasta la
llegada del ferrocarril en 1852, pero a partir de entonces empezó a recibir
una masiva afluencia de inmigrantes y se convirtió en un importante núcleo
industrial, en el que nació el movimiento obrero estadounidense. El crack
de 1929 coincidió con el desarrollo del gangsterismo, pero la ciudad supo
salir de ambos problemas y hoy es un importante centro cultural en el que
destacan su planeamiento urbanístico y su arquitectura de rascacielos,
puntera en todo el mundo desde la primera mitad del siglo XX.
ƒ Houston: es la cuarta ciudad más poblada de Estados Unidos, con 2,2
millones de habitantes. Fundada en 1836, recibió su nombre del general
Sam Houston, vencedor en la batalla de San Jacinto frente a los mexicanos y
artífice de la independencia de Texas. Pronto se convirtió en un activo
mercado de ganado y algodón. Desde 1840 quedó directamente conectada
al mar por medio de un canal abierto en la bahía de Galveston, lo que
favoreció su actividad portuaria y comercial. Pero su mayor desarrollo se
debe a la explotación de los cercanos yacimientos de petróleo y gas natural.
Junto a las abundantes refinerías y empresas petrolíferas, son importantes
las factorías de caucho, plásticos, azufre, construcción naval y sus punteros
centros de investigación y atención sanitaria, como el Texas Medical Center.
En cuanto al sector de servicios, alberga las sedes de varias agencias
federales, entre las que destaca el Centro de Control de Misión de la NASA.
ƒ Dallas: 2,2 millones de habitantes. El territorio donde se asienta, en Texas,
formaba parte del virreinato de Nueva España hasta la independencia de
México. La ciudad fue fundada en 1841 por John Neely Bryan y pronto se
convirtió en uno de los principales centros de negocios y de distribución de
la región suroeste. Su desarrollo se debió en gran medida a la llegada de
artesanos franceses y suizos en 1858, y a la construcción de varias líneas de
ferrocarril en la década de 1870. Hoy tiene numerosas fábricas
manufactureras, una industria puntera en telecomunicaciones y la sede de
importantes compañías petroleras, minerales y alimentarias, además de

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

aseguradoras y otros servicios financieros; su aeropuerto es el tercero más


grande del mundo. Destaca igualmente su Distrito de las Artes, sede de
varios museos, teatros y centros de investigación e interpretación musical.
La influencia de la religión protestante es notoria, y se muestra en algunas
instituciones de educación superior como la Universidad Metodista del Sur
(fundada en 1911) y la Universidad Baptista de Dallas (fundada en 1965).
Dallas también es conocida por ser la ciudad donde fue asesinado el
presidente Kennedy el 22 de noviembre de 1963.
ƒ Detroit: tiene 886.000 habitantes en el centro y más de 4,5 millones en el
área metropolitana. Situada en la región de los Grandes Lagos, su nombre
proviene del vocablo francés “détroit”, debido a su localización geográfica
en un “estrecho” del río Saint Clair. Efectivamente, fue un centro de
colonización francesa antes de convertirse en norteamericana, aunque su
expansión no llegaría hasta la conclusión de las obras del canal del Erie, en
1825. Cruce de caminos para la navegación de vapor por los Grandes Lagos,
y para las diligencias que iban desde Nueva York hacia Chicago, acabó
convertida en activísima zona de intercambio comercial. Pero el principal
responsable de su desarrollo es la industria automovilística, favorecida por
la proximidad de yacimientos de hierro y carbón, así como por la continua
experimentación de técnicas de montaje y fabricación en serie (taylorismo).
Compañías como Ford, Chrysler, Dodge y General Motors tuvieron aquí su
origen, y todavía hoy ocupan grandes áreas de la ciudad y sus alrededores.
La amplitud de su actividad en el sector secundario se extiende a otras
fábricas metalúrgicas, químicas y alimentarias, y convierten a Detroit en
uno de los mayores centros económicos de Estados Unidos.
ƒ San Francisco: alberga 809.000 habitantes en el núcleo urbano y 6,2
millones en su área metropolitana, que es muy extensa a causa de la
peculiar morfología de la ciudad. El centro se localiza en una pequeña
península que se adentra en el Océano Pacífico dando lugar a una amplia
bahía, alrededor de la cual se dispersan sucesivas barriadas y otros
municipios como Oakland, Berkeley, San Leandro y Palo Alto, conectados
entre sí por tres grandes puentes (uno de ellos el famoso Golden Gate).
Fundada en 1776 por monjes franciscanos españoles, vivió su mayor
esplendor a mediados del siglo XIX, gracias a la Fiebre del Oro, aunque fue
completamente destruida por el gran incendio que sucedió al terremoto de
1906. Gran puerto de mar especialmente relacionado con el Extremo
Oriente y Oceanía, su principal actividad económica está vinculada al sector

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

terciario, sobre todo a los servicios bancarios. San Francisco es una ciudad
culta y liberal, y por sus universidades de Berkeley y Stanford han pasado
algunos de los científicos y pensadores más importantes del siglo XX. Pero
también es famosa por la prisión de Alcatraz, situada en un islote rocoso en
mitad de la bahía y convertida hoy en atracción turística, tras ser clausurada
hace algunos años.
ƒ Boston: sus 609.000 habitantes en el centro y 4,5 millones en las áreas
suburbanas la convierten en la principal ciudad de Nueva Inglaterra. Fue
construida en 1630 por colonos puritanos ingleses, en torno a una amplia y
bien resguardada bahía, que acoge uno de los puertos más importantes de
Estados Unidos. Posteriormente, desde mediados del siglo XIX fue
masivamente colonizada por inmigrantes irlandeses, que aportaron la mano
de obra necesaria para su desarrollo económico. Destaca su actividad
pesquera, principalmente ballenera, sus astilleros y sus más de 500
industrias electrónicas, textiles, madereras, etc. Pero además es un
importante centro cultural que recoge la influencia de las universidades de
Harvard y Yale, así como del Instituto Tecnológico de Massachussets. Los
bostonianos se enorgullecen de tener una prestigiosa tradición política:
desde principios del siglo XVIII lideraron la protesta contra Inglaterra que
culminaría con la independencia de las 13 colonias, y todavía hoy Boston
sigue siendo cuna de grandes políticos, abogados y economistas.
ƒ Washington: situada entre los Estados de Maryland y Virginia, junto a la
desembocadura del río Anacostia en el Potomac, es la capital federal de la
Unión. Tiene menos de 600.000 habitantes en el centro, pero congrega en
su área metropolitana a casi 5 millones de personas, muchas de las cuales
viven en zonas residenciales pertenecientes a los Estados colindantes. El
aeropuerto, el Pentágono (sede del alto mando militar) y el cementerio
nacional de Arlington, por ejemplo, están en Virginia. Como dato curioso,
más del 60% de la población es de color, lo que invierte completamente la
habitual proporción entre blancos y negros que se da en otras zonas del
país. La construcción de la ciudad fue minuciosamente planificada en 1791
junto al río Potomac, en un lugar designado por el presidente George
Washington, de quien recibe su nombre. Su planeamiento urbano es
modélico, ordenado a partir de grandes avenidas, plazas y jardines que
siguen una concepción monumental, y en la que destacan algunos de los
edificios más emblemáticos del país: la Casa Blanca, el Capitolio, el Lincoln
Memorial, la National Gallery, la Smithsonian Institution, etc., todos ellos de

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

enorme valor simbólico. Alberga los principales organismos de gobierno,


por lo que su función es esencialmente administrativa, aunque también
posee una intensa vida cultural: seis institutos universitarios, una amplia
variedad de museos y la Biblioteca del Congreso, que guarda uno de los
mayores fondos bibliográficos del mundo.

4. GEOGRAFÍA ECONÓMICA DE LOS ESTADOS UNIDOS

Estados Unidos es la primera potencia del planeta por el conjunto de su


producción agrícola, energética, minera, industrial y financiera, así como por el
valor de su producto interior bruto. Su economía ostenta la hegemonía mundial
basándose en varios aspectos: la ausencia de una competencia suficientemente
poderosa, el mantenimiento de la exclusiva en la producción de ciertos bienes, la
inversión de grandes capitales, la influencia de sus grandes empresas
multinacionales, la creación de filiales en el extranjero, la posición dominante del
dólar como moneda de intercambio comercial (últimamente en receso por culpa
del euro), la venta de tecnología y armamento, y otras características particulares
como la innovación constante, el dinamismo del sistema de producción-consumo
y la enorme importancia de la publicidad.
Esta plutocracia, no obstante, presenta algunas debilidades sujetas a los
movimientos cíclicos de expansión, estancamiento o regresión de la economía,
que arrastran al resto del mundo a períodos de crisis más o menos prolongados,
como el que vivimos en el 2009.
A nivel interno, el desempleo (9,5% en julio de 2009), la inflación y el alto
endeudamiento de las empresas y de los trabajadores son problemas crónicos de
difícil solución, que sólo se minimizan en los períodos de bonanza económica, sin
que lleguen a desaparecer del todo. En este difícil equilibrio juega un papel
esencial el consumo masivo de bienes y de servicios, puesto que constituye la
mejor fórmula para facilitar una salida al exceso de producción. Como
consecuencia de ello, al americano medio se le ha educado desde pequeño para
ser un consumista compulsivo, cambiar de producto cada poco tiempo, gastar
dinero en múltiples actividades de ocio y en servicios de todo tipo, y no ahorrar
casi nunca. La crisis hipotecaria, recientemente desatada en todo el país, es una
consecuencia directa de este estilo de vida, según el cual la gente suele vivir por
encima de sus posibilidades.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

A nivel energético los Estados Unidos son el segundo productor de


petróleo del mundo (los territorios de Louisina, Oklahoma, Kansas, Texas,
California y Alaska tienen abundantes yacimientos), pero compran crudo en el
extranjero para no agotar sus reservas. La producción de carbón se ha remontado
en los últimos años, especialmente en Illinois, Kentucky, Virginia, Pennsylvania y
Wyoming. La hidroeléctrica es minoritaria, a pesar de las facilidades que ofrecen
ríos de gran caudal como el Columbia, el Colorado o el Tennesse. Y la producción
de gas natural, procedente de Louisiana, Colorado y Texas, es la primera del
mundo. Una densa red de oleoductos y gasoductos une las regiones productoras
con los centros de consumo, facilitando la provisión de energía en todo momento.
La producción de energía nuclear, por último, también está a la cabeza del
mundo, aunque apenas represente un 12% del consumo total del país.
La dedicación a cada uno de los sectores económicos está muy repartida:
un 23% de la población activa está empleada en la industria (un sector en franca
regresión desde hace décadas: se habla del “éxodo industrial”), un 23% en el
comercio, los transportes y las comunicaciones, un 30% en los servicios propios
del sector terciario y sólo un 4% en la agricultura, mientras que un 18% está
ocupado en el sector público (funcionarios de las agencias federales e
instituciones de la administración). Las principales actividades productivas son las
siguientes:
Sector primario. La producción agrícola es de gran magnitud, debido a la
extensión de las tierras cultivadas y a la elevada mecanización; pero además es de
gran variedad por la diversidad climática del país. La granja familiar o rancho es un
elemento esencial de la organización social americana: unos dos tercios de los
agricultores son propietarios, y sólo los grandes latifundios de Texas y California
recurren a mano de obra asalariada. Aproximadamente un 20% de la superficie
del país está dedicado a la agricultura, frente a un 28% ocupado por bosques y un
26% destinado a praderas y cultivos arborícolas.
Se han hecho estudios para determinar cuáles son las explotaciones
agrícolas más idóneas según el clima y la calidad de los suelos, de forma que han
creado grandes áreas de monocultivos de carácter extensivo. Así pueden
diferenciarse, desde el norte hacia el sur:
ƒ La zona de pastos para el ganado lechero, de Minnesota a Nueva Inglaterra
(las explotaciones ganaderas aquí son de tipo intensivo).
ƒ La región del maíz y de la soja, desde Iowa a Ohio.

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

ƒ El Cotton Belt o cinturón del algodón, que se sitúa en los Estados del sur,
donde también se cultivan cacahuetes y otros frutos secos.
ƒ La zona subtropical litoral donde se produce arroz, caña de azúcar, cítricos y
hortalizas, localizada en las costas de Texas, Louisiana, Mississippi y Florida.
ƒ Los Wheat Belts o cinturones de trigo, que se encuentran en los bordes de
la Gran Llanura y germinan en distintas estaciones dependiendo de su
latitud: en primavera los de Montana, Dakota del Norte y Dakota del Sur,
donde también se produce avena; y en otoño los de Kansas, Kentucky y
Virginia, donde además se cultiva tabaco.
ƒ Los oasis de Salt Lake City, Phoenix y California, donde se da una gran
variedad de cultivos de regadío intensivo (plantas forrajeras, patata,
remolacha, legumbres, tomates, frutas y verduras).
En las zonas más áridas de la Llanura Central se practica la ganadería
extensiva de ovejas y vacas, de forma que los Estados Unidos son el primer
productor mundial de leche y carne. Entre las industrias alimentarias,
tradicionalmente muy importantes, figuran los mataderos de ganado y
preparación de carne en Chicago, Texas y varios puntos de la Gran Llanura
Central; las harineras en Kansas City y Buffalo; las conserveras de frutas, hortalizas
y legumbres en Florida, Texas y California; las enlatadoras de pescado en los
Estados de Washington, California y Louisiana; la fabricación de quesos y lácteos
en Wisconsin; y las vitivinícolas en California.
La explotación forestal se limitaba en su origen a los bosques de las
regiones del norte y nordeste, pero en la actualidad se ha ampliado a las masas
boscosas del sur de los Apalaches, las Montañas Rocosas, Sierra Nevada y la
Cordillera de las Cascadas, así que Estados Unidos es hoy el primer productor
mundial de madera. En cuanto a la pesca, es especialmente significativa entre los
Estados del Golfo de México (gambas, arenques) y los del Pacífico, sobre todo
Alaska (salmón, atún, anchoa). Sin embargo, las pesquerías norteamericanas se
encuentran gravemente afectadas por la contaminación y los desastres
ecológicos.
Sector secundario. La industria norteamericana es la primera del mundo,
tanto por el volumen de inversión como por el valor, la cantidad y la diversidad de
su producción. La introducción del taylorismo (sistema de trabajo en cadena) a
finales del siglo XIX consiguió acelerar, multiplicar y abaratar la producción en
serie de tal forma que una gran cantidad de bienes quedaron al alcance de todos

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

los estratos de la población, dando origen a la sociedad de consumo de masas. Las


fábricas siderúrgicas, mecánicas, automovilísticas y aeronáuticas tienen
dimensiones gigantescas, albergan una maquinaria cada vez más sofisticada y
emplean a decenas de millares de trabajadores.
El gobierno federal interviene cada vez más en el sector para fijar precios,
conceder préstamos o subvenciones para investigación y desarrollo, y arbitrar en
situaciones de crisis, como ha ocurrido recientemente con General Motors. Por
áreas geográficas, las empresas de fundición, metales pesados y aceros se
concentran en la zona de los Grandes Lagos (de donde se extrae el 85% del
hierro), así como en la costa Atlántica y en otros puntos de Alabama y California,
aunque la producción ha ido decayendo desde la década de 1980 por culpa de la
competencia japonesa. La producción de otros minerales (aluminio, bauxita, zinc,
cobre, plomo, mercurio, uranio, etc.) se reparte entre las factorías extractoras
diseminadas por todo el país, y las plantas de transformación que se sitúan
mayoritariamente en Nueva Inglaterra, la costa Atlántica y la región de los
Grandes Lagos.
En cuanto al sector de la automoción, los Estados Unidos son el país más
desarrollado del mundo, con una producción de casi 11 millones de coches
anuales, y un parque automovilístico de unos 180 millones de vehículos, aunque
actualmente se encuentra inmersa en una severa recesión, y está necesitada de
fuertes reformas. Las empresas más importantes de este sector se localizan en la
zona de Detroit y el sur de Michigan, pero las cadenas de montaje, las fábricas de
componentes y las de neumáticos están repartidas por todo el país. La
construcción aeronáutica y espacial es muy floreciente, dando trabajo a más de
un millón de personas; destaca la empresa Boeing, en Seattle, especializada en el
modelo “jumbo”, y una gran cantidad de factorías dedicadas a la producción de
misiles, transbordadores y aviones, tanto civiles como militares, que se
encuentran en los alrededores de Los Ángeles, Nueva York y Philadelphia.
La electrónica, la informática, las telecomunicaciones y la nanotecnología
conforman otro de los sectores punteros de la industria norteamericana;
California (Silicon Valley) y Nueva Inglaterra concentran las empresas más
importantes. Las grandes compañías petrolíferas se asientan en Texas y en los
Grandes Lagos, mientras que la industria química se disemina por todo el país,
sobre todo en la costa Nordeste. Las empresas madereras y papeleras se localizan
en las regiones forestales de Georgia, las dos Carolinas, Maine, Michigan,
Wisconsin, Washington y Oregon. Por último, la industria textil ha perdido su

[63]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

antigua importancia y ha quedado reducida a la confección de algodón en los


Estados del sur, y al tratamiento de nuevas fibras sintéticas en diversas factorías
de Nueva York, Boston, Chicago y Los Ángeles.
Sector terciario. Se ha desarrollado especialmente después de la Segunda
Guerra Mundial y ocupa a dos terceras partes de la población activa. El comercio
se canaliza a través de las grandes cadenas de tiendas y supermercados cuyos
centros de mando de Nueva York, Chicago y Los Ángeles se sirven de la función
distribuidora que realizan las compañías subsidiarias en otros Estado. En cuanto a
los servicios bancarios, los sistemas de crédito, las actividades financieras, las
inversiones bursátiles y las aseguradoras conforman un área de gran dinamismo y
flexibilidad, gracias a que los Estados Unidos aglutinan grandes cantidades de
dinero líquido, sobre todo en Wall Street, el primer mercado de valores del
mundo. A pesar de lo expuesto, la crisis mundial que vivimos en el 2009 está en su
mayor parte condicionada por los problemas surgidos en este sector: los abusos
en el sistema de créditos, los desajustes hipotecarios y una mala gestión de las
financieras han conducido al colapso de muchos bancos.
La balanza comercial con el extranjero es negativa desde hace décadas, lo
que se atribuye a los intercambios con Japón y a la costumbre de importar
artículos innecesarios como el petróleo; además, la mayor parte de la producción
se consume dentro del país. En 1992 el gobierno estableció un Tratado de Libre
Comercio con México y Canadá. Estados Unidos importa alimentos tropicales
(plátanos y frutas exóticas, café, té) de América Central, minerales de África y
América del Sur, madera y papel de Canadá, petróleo de Oriente Medio,
automóviles y equipos informáticos de Japón, Corea y Hong Kong, y manufacturas
o artículos tecnológicos de Europa. A cambio exporta productos agrícolas,
maquinaria siderúrgica, aviones y automóviles a todo el mundo, principalmente a
Europa, Canadá, China y Japón. La mayoría de este comercio se hace por barco,
para lo cual resulta fundamental el tránsito por el Canal de Panamá. Los
principales puertos marítimos de los Estados Unidos son Nueva York, Philadelphia,
Tampa, Nueva Orleans, Baton Rouge, Houston, Los Ángeles y San Francisco.
Además de lo expuesto, los transportes aéreos y terrestres, la navegación
fluvial y lacustre, los viajes y convenciones de negocios, el turismo, los
laboratorios y los institutos tecnológicos juegan un papel trascendental en la
economía norteamericana. El ferrocarril, en cambio, ha visto disminuida su
importancia histórica y ha quedado reducido a la función de tráfico de mercancías
pesadas y productos agrícolas.

[64]
3. LA DOMINACIÓN ROMANA Y LA
EDAD MEDIA

1. LA ROMANIZACIÓN DE BRITANIA

La Prehistoria, la Antigüedad y la Alta Edad Media se vivieron en las Islas


Británicas como el marco de sucesivas invasiones de pueblos, llegados desde
Europa. Durante las glaciaciones, el nivel del mar descendió unos 100 m por
debajo del actual, dejando Gran Bretaña e Irlanda unidas al continente. Así se
explica que los primeros pobladores llegaran a pie, hace unos 500.000 años,
aunque las duras condiciones árticas hicieran prácticamente imposible el
desarrollo de la vida humana. El poblamiento sólo empezó a ser significativo a
finales de la última glaciación, hace unos 13.000 años. Tras el deshielo, el nivel del
mar ascendió y las Islas Británicas quedaron desgajadas del continente, en torno
al 5000 a.C., con un perfil costero muy similar al que conocemos hoy.
A partir del 4000 a.C. llegaron por barco nuevos habitantes, que trajeron
la agricultura, la ganadería y la cerámica, y hacia el 2500 a.C. podemos encontrar
ya sociedades altamente estructuradas, capaces de construir túmulos funerarios y
centros ceremoniales como el de Stonehenge, en la llanura de Salisbury. En torno
al 1000 a.C., los celtas vinieron desde el centro de Europa y ocuparon extensas
regiones de Irlanda y Gran Bretaña, dominadas por castros fortificados, como
Colchester. Los celtas explotaron los recursos minerales de las dos islas,

[65]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

dominaron la fundición de metales como el bronce o el hierro, con los que


fabricaron arados, y acuñaron monedas; además, desarrollaron técnicas
artesanales complejas como la orfebrería. Eran guerreros feroces y supersticiosos,
que adoraban a más de cuatrocientos dioses y combatían desnudos, tan sólo
provistos de sus armas, brazaletes y amuletos. Sus líderes espirituales, los druidas,
ofrecían sacrificios humanos a los dioses y ejercían como custodios de los saberes,
las costumbres y los misterios religiosos, que se transmitían de forma oral por su
rechazo a la escritura, que consideraban una amenaza para las tradiciones. Esto
explica que se conserven numerosos testimonios materiales de la riquísima
cultura celta, pero casi ninguno escrito.
Hacia el año 100 a.C. los celtas britanos ya habían entrado en contacto
con los de la Galia romana, estableciendo un interesante comercio que exportaba
metales, cuero, maíz y esclavos, e importaba vino y vidrio. Previamente, en el
siglo IV a.C., ya se vendía latón a griegos y cartagineses, motivo por el cual las Islas
Británicas fueron conocidas con el nombre de Casitérides, que significa “islas del
latón”. Así la describía el historiador griego Estrabón en su Geografía, III, 5, 11:
“Las Casitérides son diez, están próximas entre sí, al norte del Puerto
de los Ártabros, en alta mar. Sólo una de ellas está desierta y en las
demás viven gentes que llevan negras capas y visten túnicas hasta los
pies, llevan un cinturón en torno al pecho y pasean con bastones,
semejantes a las diosas de la Venganza de las tragedias. Viven de sus
rebaños, al estilo nómada generalmente. Como tienen minas de
estaño y plomo cambian estas materias, así como sus pieles, por
cerámica, sal y utensilios de bronce con los mercaderes. Antes eran
los fenicios los únicos que explotaban este comercio desde Gadir,
ocultando a todos su ruta; y en una ocasión en que los romanos
siguieron a un navegante para conocer también ellos el emporio, el
navegante, por celo, encalló voluntariamente en un bajío, y después
de arrastrar a su misma perdición también a sus perseguidores, se
salvó de entre los restos del naufragio y recibió del erario público el
precio de las mercancías que había perdido. Pero los romanos lo
intentaron muchas veces hasta que lograron descubrir la ruta. Y una
vez que Publio Craso hizo la travesía y supo que los metales se
extraían a poca profundidad, y que los hombres eran pacíficos, indicó
detalladamente la ruta a los que deseaban surcar este mar, aunque
era mayor que el que los separaba de Britania”.

[66]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Conocedor de sus riquezas y deseoso de gloria, Julio César se propuso


invadir Inglaterra el 25 de agosto del año 55 a.C., como parte de su propia
propaganda política. La excusa fue la exigencia de castigar a los britanos, por la
ayuda que habían prestado a los galos frente a la dominación romana. Sin
embargo, la expedición de César, integrada por 10.000 legionarios y 80 barcos, se
encontró con una tenaz resistencia cuando desembarcó al norte de Dover. Los
romanos se sorprendieron de los métodos de lucha célticos, que utilizaban carros
de caballos con una inusitada agresividad, rapidez y maniobrabilidad. Cuatro
semanas después, decidieron regresar a la Galia.
En julio del año siguiente, César regresó con un ejército mayor, formado
por cinco legiones (unos 27.000 hombres) y tropas de caballería, que no encontró
apenas oposición hasta que cruzó el río Támesis. Entonces tuvo que enfrentarse a
la tribu de los catuvellauni, a los que venció gracias al apoyo de otras tribus con
las que pactó alianzas. Su caudillo Caswallawn (en latín, Casivellaunus) es el
primer inglés citado por su propio nombre en la historiografía. Caswallawn se
rindió y accedió a pagar el tributo anual exigido por Roma. A pesar de su victoria,
César no permaneció mucho tiempo en Inglaterra y regresó de nuevo a la Galia,
para someter las rebeliones originadas en su ausencia.
Durante los años siguientes, aumentaron los intercambios comerciales
entre Britania y la Galia, favoreciendo la creación de ciudades y la presencia
romana. Así, la siguiente invasión no se produjo hasta casi cien años después. Fue
ordenada por el emperador Claudio, con la intención de consolidar la
romanización de la isla y reforzar su propio prestigio militar. La excusa esgrimida
en esta ocasión fue la petición de socorro de uno de los caudillos britanos,
acosado por el expansionismo de otras tribus celtas, que estaban lideradas por un
tal Caratacus.
En el año 43 de nuestra era, cuatro legiones y un número similar de tropas
auxiliares (en total, unos 40.000 efectivos), bajo el mando del general Aulo
Plaucio, desembarcaron en la costa de Kent y se dirigieron hacia el río Támesis,
casi sin oposición. Los britanos no fueron capaces de organizar una oposición
conjunta, así que evitaron el combate abierto y adoptaron tácticas de guerrilla.
Finalmente, Caratacus consiguió aglutinar la resistencia y se enfrentó a los
romanos en una monumental batalla, ocurrida entre los ríos Medway y Támesis.
La victoria de Aulo Plaucio provocó la huída de Caratacus y dejó el camino
expedito hasta la capital, Colchester (Camulodunum). El propio emperador

[67]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Claudio vino de la Galia para dirigir el asalto definitivo a la ciudad e hizo su


entrada triunfal en la misma, a lomos de un elefante.
Los romanos tardaron casi un siglo en conquistar el resto de Inglaterra y
Gales, que administraron como la provincia de Britania. El gobernador romano
Cneo Julio Agrícola trató de extender la dominación sobre Escocia, pero sus
belicosas tribus no se doblegaron. Finalmente, establecieron la frontera
septentrional del imperio entre Carlisle (Luguvalium) y el río Tyne. El acoso
constante de los pictos, ordovices y caledonios de Escocia, y la necesidad de
fortificar la frontera, motivaron que el emperador Adriano ordenara construir en
esa zona la muralla que lleva su nombre, en el año 122. El Muro de Adriano, que
se extendió a lo largo de 118 km, tenía una media de 2,5 m de anchura y en
algunos puntos alcanzaba los 6 m de altura, lo que le convirtieron en la defensa
fronteriza más fuerte construida por los romanos. El emperador Antonino Pío
consiguió hacer avanzar la frontera unos 160 km hacia el norte, donde construyó
un segundo muro de contención. Sin embargo, el Muro de Antonino acabó
cediendo al cabo de unas décadas, y las legiones romanas se replegaron hasta el
Muro de Adriano. Los asaltos y las incursiones en Britania, por parte de los
escoceses, se repitieron en el siglo siguiente. Como consecuencia de ello, Escocia
(Caledonia) nunca llegó a ser sometida, debido a su lejanía, las dificultades del
terreno y la resistencia de sus tribus. Lo mismo le sucedió a Irlanda (Hibernia), que
mantuvo intacta su ascendencia celta.
Uno de los episodios más controvertidos de la dominación romana es el
de la reina Boudica, sucedido en torno al año 61. En la zona de East Anglia, el
caudillo de la tribu de los icenos legó al emperador Nerón la mitad de su
territorio, pensando que, de esta forma, lograría proteger a su pueblo y a su
familia. Pero a su muerte, el avaricioso gobernador romano, Deciano Catón, le
confiscó todas las tierras y las gravó con impuestos abusivos. Cuando la esposa del
caudillo, Boudica, protestó, fue flagelada en público y sus dos hijas violadas. Los
icenos se sublevaron, dirigidos por la propia Boudica, marcharon hacia el sur e
incendiaron Colchester, Londres y Saint Albans, matando y torturando a todo
romano que encontraron a su paso. El historiador Tácito cuenta que se
produjeron 70.000 muertes antes de que Boudica se suicidase, para no tener que
rendirse a los romanos. A su muerte, las legiones romanas se tomaron cumplida
venganza y mataron a 80.000 britanos. Según Tácito, “lo que llevó a esta provincia
a la guerra fue la codicia del gobernador”.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Faro romano de Dover (Dover Castle, siglo I).


Tras la conquista de Britania, los romanos emprendieron la
construcción de numerosas fortificaciones, calzadas, ciudades y obras
públicas que sirvieron para asegurar su dominio sobre la isla. Este
faro permitía guiar a las legiones y a los mercaderes que cruzaban en
barco el Canal de la Mancha, desde la Galia.
[FUENTE: Fotografía del autor]

[69]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Una vez pacificada, la latinización de Britania fue más intensa en las zonas
urbanas del sur y del este. En estas regiones, la cultura celta, de base tribal,
agrícola y oral, fue progresivamente sustituida por un modelo de sociedad
centralizado, urbano y administrado por medio de documentos escritos. Para ello,
los romanos reemplazaron a los antiguos jefes de las tribus por gobernadores,
practicaron un intenso proceso de aculturación de las élites locales y fundaron
nuevas ciudades, siguiendo un trazado en cuadrícula. Algunas de estas ciudades,
que en su denominación actual se identifican por el sufijo “cester”, fueron entre
otras: Gloucester (Glevum), Winchester (Venta Belgarum), Silchester (Calleva
Atrebatum), Chichester (Noviomagus), Colchester (Camulodunum), Londres
(Londinium), Saint Albans (Verulanium), Lincoln (Lindum), York (Eboracum), Bath
(Aquae Sulis) y Canterbury (Durovernum Cantiacorum), todas comunicadas entre
sí mediante una excelente red de calzadas, bien pavimentadas. Además de este
desarrollo urbano, los romanos también construyeron numerosos campamentos
fortificados, para albergar a sus legiones, y villas en el campo para la explotación
de los recursos naturales, a través de una agricultura, una ganadería y una minería
especializadas. En suma, Britania se convirtió en una de las provincias romanas
más ricas y prósperas.
El final de la dominación se produjo gradualmente, en conexión con la
decadencia experimentada en todo el mundo romano. Desde mediados del siglo
III fueron frecuentes las insurrecciones, sobre todo en el norte de Inglaterra y en
Gales, donde el nivel de urbanización era mucho menor y las nuevas formas de
vida no habían conseguido imponerse a la cultura celta tradicional.
Por las mismas fechas, piratas sajones llevaron a cabo incursiones y
razzias por la costa este de Inglaterra, mientras se multiplicaban las dificultades en
otros puntos del imperio. El avance de los pueblos germanos en el norte de
Europa obligó a sacar algunas legiones de la isla para luchar en el frente. En mitad
de esta situación, en el año 367 se produjo la invasión coincidente de varios
grupos de bárbaros, que atacaron prácticamente al mismo tiempo desde tres
frentes: los escotos desde Irlanda, los pictos desde Escocia, y los sajones y los
francos desde el continente europeo. La población indígena se encontró indefensa
y los invasores se entregaron durante todo un año a la destrucción, al saqueo, a la
violación y al asesinato. Afortunadamente, los invasores estaban desunidos y mal
organizados. Tres generales fueron enviados desde Roma para reconquistar la
provincia; lograron expulsarlos a todos y restaurar la paz. Pero las invasiones se
repitieron en los años sucesivos, y cada vez se hizo más difícil hacerles frente.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

En el año 410, los romanos de Britania enviaron una carta de socorro al


emperador Honorio, pero éste se encontraba refugiado en Rávena, impotente
ante el saqueo de Roma por parte del visigodo Alarico, y les contestó que se
defendieran solos. Desde ese momento podemos decir que Inglaterra dejó de
pertenecer al Imperio Romano.

2. LAS INVASIONES GERMÁNICAS

Alrededor del año 450, numerosos grupos de invasores bárbaros llegaron


a Inglaterra a través del Mar del Norte. Según la Historia ecclesiastica gentis
anglorum, escrita por Beda el Venerable, eran los anglos y los jutos, procedentes
de Dinamarca, y los sajones, de Alemania. También vinieron francos, desde la
zona del Rhin, y frisones desde los Países Bajos. Todos estos pueblos huían, a su
vez, de la presión ejercida por otros pueblos nómadas, como los hunos y los
avaros. Eran paganos y hablaban lenguas germánicas, que llegarían a conformar el
inglés antiguo. En estas lenguas llamaron al territorio colonizado “tierra de los
anglos” (Angle Land), de donde viene el nombre Inglaterra.
Los anglos se asentaron al norte del Támesis, próximos a la costa este; los
jutos en el sureste de Inglaterra, en la zona de Kent; y los sajones en torno a la
costa meridional. Durante años sostuvieron intensas luchas contra los nativos
britanos, hasta que lograron penetrar hacia el interior, siguiendo el cauce de los
ríos. Las ciudades y villas romanas fueron destruidas y abandonadas, excepto
Londres. En Irlanda, gran parte de Escocia, Gales y Cornualles, permanecieron los
celtas o gaélicos, que no fueron asimilados por los anglosajones, mientras que los
pictos quedaron relegados al norte de Escocia.
En este contexto histórico se sitúa el origen de la leyenda artúrica. El rey
Arturo es la encarnación literaria de un caudillo britano, históricamente
documentado como Arturus o Artus, que combatió valientemente contra los
anglosajones, en los últimos años del siglo V y principios del VI. Por ejemplo, en la
Historia Brittonum, escrita por Nennio en el siglo IX, se recuerda a Arturo como un
defensor de Britania, que derrotó a los invasores en sucesivas batallas; y en los
Anales Cambriae, una crónica galesa del siglo X, se le cita como un héroe guerrero
que obtuvo una gloriosa victoria en la supuesta batalla de Badon, en el año 516.
Con el paso del tiempo, escritores como Geoffrey Monmouth y Thomas Malory
convirtieron a Arturo en un rey poderoso, soberano de toda Inglaterra desde la
formidable corte de Camelot.

[71]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Una vez que los anglosajones se asentaron definitivamente en la isla, se


inició un largo periodo conocido como la Heptarquía (475-871), que se caracterizó
por la coexistencia de siete reinos: Northumbria, Mercia, East Anglia, Kent, Essex,
Sussex y Wessex. Estos reinos se aliaron o lucharon entre sí alternativamente,
según las circunstancias de cada momento. Cuando el rey de alguno de ellos
quería imponer su hegemonía sobre los demás, se adjudicaba el título de
Bretwalda, que quería decir “rey de Britania”. En términos generales, este título
recayó en los reyes de Northumbria, durante el siglo VII, en los reyes de Mercia,
durante el siglo VIII, y finalmente en Egberto de Wessex, que en el año 825
derrotó a los mercios en la Batalla de Ellendum y asumió el control de toda la
Inglaterra meridional.
La sociedad anglosajona estaba organizada de manera tribal. En la cúspide
de la jerarquía se situaba el rey de cada territorio, acompañado de unos barones
(thegns) que conformaban la aristocracia militar. No existía un sistema de
sucesión definido, por lo que eran frecuentes las guerras civiles y las muertes
violentas para hacerse con el poder. La mayoría de los historiadores coinciden en
señalar que se trataba de una sociedad brutal, inestable y proclive al pillaje y a la
apropiación de riquezas. De ella ofrece un espléndido retrato Beowulf, el poema
épico más importante de la literatura en inglés antiguo, que debió escribirse a
partir del siglo VIII.
En el año 597 se introdujo definitivamente el Cristianismo en Inglaterra
gracias a la misión pastoral de San Agustín de Canterbury y otros cuarenta monjes
benedictinos, enviados por el Papa Gregorio a Kent. Lograron la conversión del rey
Ethelbert de Kent, luego canonizado como San Adalberto, y establecieron un
monasterio en Canterbury, que acabaría convirtiéndose en una de las principales
sedes de la Iglesia de Inglaterra. Los habitantes de Essex también aceptaron el
Cristianismo romano y edificaron una catedral dedicada a San Pablo, en Londres.
Por su parte, Irlanda fue exitosamente evangelizada por San Patricio en el siglo V,
y desde allí partieron numerosos misioneros hacia Escocia, dirigidos por San
Columba, y hacia Northumbria, dirigidos por San Aidan. Hacia el año 709, los
principales reinos de Inglaterra se habían cristianizado, y compartían una
estructura eclesiástica común, que favoreció la posterior unificación política.
Además, la labor de la iglesia contribuyó a difundir la lengua y la cultura escritas.
A lo largo del siglo VI también se desarrollaron las primeras ciudades
inglesas, algunas sobre antiguos emplazamientos romanos, y otras junto a
monasterios y centros de peregrinación. Por ejemplo, las catedrales de

[72]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Canterbury, York, Winchester y Worcester fueron todas edificadas sobre restos


romanos. En esta época las catedrales y los monasterios eran las comunidades
sociales que tenían un mayor grado de organización, y concentraban gran
cantidad de población. Por eso, atraían a numerosos artesanos y comerciantes, y
la vida urbana giraba en torno a ellos.
Este sistema social se vio seriamente amenazado por la invasión de los
vikingos, un pueblo de piratas procedentes de Escandinavia. Los vikingos habían
establecido relaciones comerciales con los anglosajones desde hacía tiempo, pero
el ansia de riquezas les llevo a realizar frecuentes razzias contra las Islas
Británicas. El diseño innovador de sus barcos, más estables y capaces, junto con su
dominio de las técnicas de navegación, les permitieron realizar numerosas
incursiones a finales del siglo VIII. Las crónicas inglesas de la época describieron el
horror y la desolación que sembraron a su paso, como si se tratase de un
fenómeno sobrenatural:
“En el año 793 aparecieron sobre el cielo de Northumbria terribles
prodigios que sembraron el espanto entre la población. Eran
pavorosas tormentas con rayos y dragones que volaban por los aires.
El mismo año, el día 8 de junio, unos hombres infieles destruyeron
despiadadamente, con robos y asesinatos, la iglesia de Dios en
Lindisfarne”.
En el 795, los noruegos atacaron por primera vez Irlanda, y a partir del 830 se
asentaron en Dublín, convirtiéndola en un importante mercado de esclavos. Desde
allí, irrumpieron en Inglaterra en los siglos X y XI. Por su parte, los daneses
desembarcaron en el 865 en East Anglia, con una enorme flota naval que continuó
hacia el norte y tomó York, dos años después. Gracias a ello hicieron de Northumbria
un Estado asociado, mientras que en East Anglia decapitaron y empalaron al rey
Edmundo. Durante estos años, los vikingos daneses practicaron acciones de pillaje y
masacres indiscriminadas, que aterrorizaron a la población local.
Poco después, en el 870, los daneses decidieron invadir Mercia y Wessex,
pero el rey Alfredo consiguió organizar un frente unido y, después de varios años de
lucha, los venció definitivamente en Edington, en el 878. El subsiguiente Tratado de
Wedmore obligó al rey vikingo Guthrum a convertirse al Cristianismo, y dividió Gran
Bretaña en dos zonas de ocupación: el Danelaw, formado por los reinos de
Northumbria, East Anglia y Essex, donde se asentaron los daneses; y el resto de la
Inglaterra central y meridional, formado por los reinos de Mercia, Wessex, Sussex y
Kent, además de Londres, que quedó bajo el dominio de Alfredo.

[73]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Con el tiempo, el Danelaw se convirtió en la región más poblada y


próspera de Gran Bretaña, gracias a la red comercial que los daneses mantenían
con sus puertos del Mar Báltico. La ciudad de York se desarrolló como un gran
mercado internacional, que en el año 1000 supero los 10.000 habitantes; Lincoln y
Norwich también prosperaron. Por su parte, en la Inglaterra dominada por
Alfredo, se diluyó el sistema de la Heptarquía, se reformaron las leyes y se
sentaron las bases de lo que luego llegaría a ser una monarquía unificada. En los
años posteriores Alfredo creó instituciones comunes, organizó un gran ejército y
construyó 30 plazas fuertes o ciudades fortificadas, para garantizar la defensa en
el caso de que se produjeran nuevas invasiones. También potenció la cultura
monástica, colaboró personalmente en la traducción de obras latinas al inglés
antiguo, y estimuló la compilación de la Crónica anglosajona. Gracias a estos
logros pasó a ser conocido como Alfredo el Grande, soberano “de todos los
ingleses que no estuvieran bajo dominio danés”.
Sus herederos continuaron la guerra contra los daneses, tratando de
reconquistar el Danelaw. Athelstan el Glorioso lo logró tras la Batalla de
Brunanburh, en el 937, unificando toda Inglaterra y garantizando la paz hasta el
final del siglo. Para garantizar la unidad y la lealtad de los antiguos reinos, la nueva
monarquía gobernó de forma colegiada, con el asesoramiento de un consejo de
nobles, obispos y hombres notables (witan), que participaba en la elaboración de
las leyes y supervisaba la elección de los reyes. Este último aspecto era muy
importante porque, aunque la sucesión se mantuvo dentro de la dinastía de
Wessex, no siempre heredaba el hijo primogénito del rey, sino que podía acceder
al trono otro miembro de la familia.
A nivel administrativo, el territorio se dividió en cuarenta condados, en
cada uno de los cuales se reunían periódicamente tribunales, para hacer aplicar
las leyes e impartir justicia. Estos tribunales estaban formados por hombres libres
residentes en cada condado, y eran presididos por un conde y un obispo, que
hacían de intermediarios entre el pueblo y la monarquía. Para la administración
local, los tribunales de cada condado designaban a un regidor (sheriff), que
normalmente era un barón local, y que se encargaba de representar al rey, cobrar
los impuestos, mantener a salvo los caminos y realizar levas para la mesnada. La
pacificación y el desarrollo institucional favorecieron la prosperidad económica y
ayudaron a restaurar la grandeza de la Iglesia. Gracias a la labor del arzobispo de
Canterbury, San Dunstan, se multiplicó la construcción de catedrales, la
restauración de templos cristianos y la fundación de numerosos monasterios, bajo

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

la regla benedictina, que facilitaron la puesta en práctica de una importante


reforma eclesiástica.
En el año 991, los vikingos daneses volvieron a asolar Inglaterra y
exigieron un enorme tributo monetario. Para evitar nuevos ataques, el rey
Etelredo el Desprevenido buscó una alianza con el duque de Normandía, y se casó
con su hija Emma en el 1001. A partir de aquí se inicia una importante relación
política entre la monarquía anglosajona y el ducado francés, que acabará siendo
clave para la pretensión normanda al trono de Inglaterra, medio siglo después.
La Crónica Anglosajona recoge que en el año 1002 “el rey ordenó asesinar a
todos los daneses que hubiera en Inglaterra […] porque le habían informado de que
le iban a quitar la vida a traición, a él y a sus consejeros, para apoderarse después
de su reino”. Sven de Dinamarca organizó una terrible expedición de castigo, que
sólo fue suspendida cuando los ingleses aceptaron pagar nuevos tributos a los
vikingos. Pero los ataques continuaron, ante la debilidad de la monarquía inglesa
para hacerles frente. Así lo refería Wulfstan, arzobispo de York: “no hacemos más
que pagarles y no dejan de humillarnos; cometen pillaje continuamente, incendian
nuestras posesiones, las destruyen, nos roban y siguen adelante”. Finalmente, en
1013, Sven conquistó Inglaterra y la anexionó al Imperio Escandinavo, provocando
la huida de Etelredo a Normandía. A la muerte de Sven, sucedida el año siguiente,
Etelredo, primero, y su hijo Edmund Ironside, después, trataron de recuperar el
trono. Pero el danés Canuto echó abajo sus aspiraciones y se casó con la viuda de
Etelredo, Emma de Normandía; de esta forma se erigió en rey de Inglaterra y dio
inicio a la dinastía danesa en el año 1016.
Los reyes daneses posteriores a Canuto tuvieron reinados breves y poco
significativos, porque mostraron poco interés en los asuntos ingleses y se
ausentaron con frecuencia, cada vez que les requerían en Dinamarca o Noruega.
La muerte sin descendencia del último miembro de la dinastía danesa, en 1042,
abrió la puerta a la restauración de la Casa de Wessex, en la figura de Eduardo el
Confesor, hijo de Etelredo el Desprevenido y Emma de Normandía.
Eduardo gozó de una gran popularidad y trató de mantener la paz en un reino
maltratado por las constantes guerras e invasiones. Para ello se apoyó tanto en la
nobleza normanda como en la sajona, entre la que destacaban las figuras de Godwin
y su hijo Harold, conde de Wessex. Su reinado se considera un período de transición
entre la inestabilidad y la división, características de la Alta Edad Media, y el poderío
de las monarquías de ascendencia francesa, que ocuparían el trono de Inglaterra
durante los tres siglos siguientes. Socialmente, el aspecto más significativo fue el

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

perfeccionamiento del sistema de vasallaje, que daría lugar al feudalismo. La relación


entre el rey y los nobles, así como la de los nobles con sus vasallos, se expresaba
simbólicamente mediante ceremonias de homenaje y juramentos de lealtad, y se
sustentaba en derechos de propiedad y usufructo de la tierra, a cambio de servicio
militar. Así, los grandes condados creados por los invasores daneses (Northumbria,
Anglia, Mercia, Wessex) fueron gobernados por sus condes con grandes dosis de
autonomía, aunque también de vasallaje hacia la monarquía.
Finalmente, el carácter piadoso del propio rey contribuyó a que la Iglesia
de Roma aumentase considerablemente su influencia en Inglaterra. Esta fue la
principal causa por la que Eduardo fue canonizado en 1161. Durante su reinado,
se inició la construcción de la abadía de Westminster, en Londres, donde fue
enterrado; este templo acabó convertido en un gran centro de peregrinación de
gentes que venían de todos los lugares, para venerar su sepulcro.
La muerte sin herederos de Eduardo desató un grave problema sucesorio.
El rey prometió legar la corona a su primo Guillermo, duque de Normandía, que a
su vez estaba casado con Matilde de Flandes, descendiente de Alfredo el Grande.
Pero Harold, conde de Wessex, gozaba de una extraordinaria reputación entre sus
conciudadanos sajones y el witan le eligió como heredero, aunque no tuviera
derechos dinásticos. La sucesión se convirtió en una pugna entre los partidarios
de incorporar el reino a Normandía, que era lo que pretendían Eduardo y
Guillermo, y los que preferían preservar la identidad anglosajona de la monarquía,
que era lo que prefería la nobleza de Inglaterra. Por si esto fuera poco, los
daneses también mostraron su interés por recuperar el dominio sobre un
territorio que, hasta hacía poco, había formado parte de su imperio.
A la muerte de Eduardo, en 1066, se precipitaron los acontecimientos.
Harold fue coronado, pero los daneses invadieron York y el nuevo rey tuvo que
trasladar su ejército allí, recorriendo 300 km en cinco días. El 25 de septiembre
venció a los daneses en Stamford Bridge pero, el día 28, la flota de Guillermo de
Normandía atracó en la costa sur, cerca de Hastings. El ejército de Harold se vio
obligado a marchar de nuevo apresuradamente hacia el sur, adonde llegó
exhausto. El 14 de octubre de 1066, las tropas inglesas se enfrentaron a las
normandas. La Batalla de Hastings duró todo el día y acabó con la muerte de
Harold, pero los ingleses no se rindieron, así que Guillermo los hostigó por toda la
región de Kent, hasta que logró capturar Londres y acabó con la resistencia. El
nuevo rey fue coronado en la abadía de Westminster como Guillermo el

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Conquistador, el día de Navidad de 1066. Así se inició la dinastía Normanda y un


largo período de ascendencia francesa en Inglaterra.

3. INGLATERRA BAJO LA ASCENDENCIA FRANCESA

Con Guillermo el Conquistador, el feudalismo se introdujo plenamente en


la estructura social de Inglaterra. El reparto de castillos y tierras entre los
conquistadores se hizo sobre la fórmula del vasallaje, surgiendo una nueva
aristocracia formada por mercenarios normandos, bretones y flamencos, que
juraron lealtad a la monarquía. Para los ingleses, la conquista fue una verdadera
catástrofe, porque fueron despojados de todas sus propiedades con el fin de
entregárselas a los vencedores. Por otra parte, Guillermo fue un monarca
especialmente severo, que sofocó duramente cualquier intento de sublevación,
mediante una política de terror.
Para hacerse una idea clara de las dimensiones y de la riqueza de las
tierras inglesas, el rey encargó en 1086 la elaboración de un meticuloso
inventario, en el que se anotó el valor de todos los feudos. Este recuento tenía
una finalidad administrativa, pues se trataba de un registro estadístico de cada
propiedad, pero también fiscal, porque servía de base para determinar las rentas
o impuestos que los propietarios de las tierras, tanto eclesiásticos como seglares,
tenían que pagar al rey. La tarea fue desarrollada por grupos de funcionarios
llamados legati, a una escala sin precedentes en la Europa medieval. Los legati se
encargaron de inspeccionar cada condado, haciendo preguntas a los
representantes de los pueblos, para luego anotar información minuciosa sobre
unas 45.000 propiedades. El documento resultante se denominó Domesday Book,
una expresión que resulta de la deformación de la palabra doomsday, y que viene
a significar “el libro del día del Juicio Final”. El documento fue llamado así porque
sus dictámenes, relativos a las exacciones y tasaciones, eran irrevocables.
El Domesday Book hizo posible que la monarquía fortaleciera su
autoridad, porque le permitió conocer a la perfección el valor de cada feudo, y
exigir el correspondiente juramento de fidelidad a cada propietario. La relación de
vasallaje se impuso también a los villanos, campesinos y arrendatarios, mediante
el Juramento de Salisbury, en 1086. Este juramento estableció que la lealtad de un
vasallo hacia el rey prevalecía sobre la obediencia debida a su señor
inmediatamente superior en la jerarquía feudal. En suma, se renovaron las
estructuras sociales y políticas del país, aunque también se mantuvieron muchas

[77]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

instituciones anglosajonas, como los tribunales locales. Guillermo I obligó a los


señores feudales a reconocer su jurisdicción, diferenciándolos en tribunales civiles
y eclesiásticos, dependiendo de su composición y de las causas que tratasen.
En política exterior, Inglaterra se alejó definitivamente de la órbita
escandinava, en beneficio de Francia. Esto provocó que los destinos de ambos
países se interconectasen, de tal modo que las cuestiones sucesorias afectaran a
ambos por igual. Además, a partir de ese momento, muchos reyes de Inglaterra
fueron franceses. Lamentablemente, lo dicho también provocó que se produjera
una situación de guerra civil, casi permanente.
En el año 1100, el tercer hijo de Guillermo, Enrique I, se apoderó del
tesoro real y se autoproclamó rey de Inglaterra en Westminster. Después de
vencer a su hermano Roberto, en 1106 se anexionó Normandía, convirtiéndola en
un Estado feudatario. A su muerte, en 1135, quiso que su hija Matilde le sucediera
en ambos territorios, pero su sobrino francés, Esteban de Blois, se erigió en rey de
Inglaterra, provocando una cruenta guerra civil. Durante veinte años, el Estado
anglo-normando se estuvo desmoronando. La anarquía sólo terminó cuando
ascendió al trono el hijo de Matilde, Enrique II, en el año 1154. Con este rey se
inició la dinastía francesa de Anjou, también llamada Angevina o Plantagenet.
Enrique II fue uno de los monarcas más poderosos de su época, y uno de
los que más interés ha generado entre los historiadores, por la complejidad de su
reinado. Para acceder al trono de Inglaterra, hubo de vencer en el campo de
batalla a Esteban de Blois, y forzarle a que le designara su sucesor. En los primeros
años de su reinado, tuvo que guerrear para someter parte de Gales y recuperar
los condados del norte de Inglaterra, conquistados por Escocia, a la que impuso
una relación de señorío. Además, destruyó los castillos de los nobles que no le
ofrecieron vasallaje, desterró a los mercenarios e inició la conquista de Irlanda, en
1171. Después de todo esto, quedó instaurado el denominado Imperio Angevino,
formado por el conjunto de las Islas Británicas, y las regiones francesas de
Normandía, Bretaña, Anjou, Aquitania y Gascuña.
Una vez pacificado el reino, desarrolló una amplísima labor reformadora,
centrada sobre todo en el plano legislativo. Su mayor logro fue establecer en
Inglaterra un sistema judicial centralizado, administrado por jueces directamente
designados por el rey, que aplicaban lo que se conoce como derecho
consuetudinario. De esta forma, determinadas normas sociales, basadas en la
costumbre, comenzaron a sentar jurisprudencia y sirvieron de pauta para
promulgar leyes y emitir sentencias judiciales en el futuro. Los avances en esta

[78]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

materia permitieron configurar un sistema de derecho avanzado, accesible a


todos los hombres libres, así como desterrar algunas tradiciones ancladas en la
superstición, como la ordalía. Los juicios por ordalía o “juicios de Dios” eran
aquellos en los que se sometía al imputado a una prueba, que debía superar
gracias a la intervención divina, para demostrar su inocencia. Así, se obligaba al
reo a atravesar un fuego, introducir su mano en agua hirviendo o luchar contra la
persona que lo acusaba. Si salía airoso, se le declaraba inocente y, en caso
contrario, se le ajusticiaba. La reforma de Enrique II acabó con las falsas creencias
y las sustituyó por la acción profesional de los jueces y los tribunales.
En la misma línea, trató de limitar la jurisdicción de los tribunales
eclesiásticos, mediante las Constituciones de Clarendon (1164). El rey deseaba
minimizar el poder de la Iglesia frente al Estado, para lo cual debía hacer
desaparecer sus privilegios legales. Defendía, por ejemplo, que los sacerdotes
acusados de crímenes debían ser juzgados por tribunales civiles, bajo la
supervisión real, y no por tribunales eclesiásticos que escaparan a su control. Pero
el intransigente arzobispo de Canterbury, Thomas Becket, lo consideró una
intrusión del monarca en los asuntos eclesiásticos, y sostuvo que este tipo de
casos debían mantenerse bajo la jurisdicción religiosa. Además, defendió la
independencia del poder de la Iglesia frente al rey, la libertad de elección de sus
prelados y la inviolabilidad de sus propiedades. Becket se negó a ratificar las
Constituciones de Clarendon, en las que Enrique había expuesto sus demandas,
por lo que fue oficialmente acusado de rebeldía, pero declaró que los tribunales
del rey no tenían derecho a juzgarle y escapó a Francia.
Durante los años siguientes, el monarca y el arzobispo se enzarzaron en
una agria polémica, que alcanzó gran difusión y enturbió las relaciones entre
Inglaterra y el Papado. Finalmente, se llegó a un intento de conciliación y Becket
regresó a Gran Bretaña, unos años después. Sin embargo, la tensión entre las
partes imposibilitaba una salida satisfactoria. Hastiado de la polémica, Enrique
hizo el siguiente comentario en un ataque de ira: “¿No habrá nadie capaz de
librarme de este cura turbulento?”, lo cual fue interpretado como una orden de
asesinato. El 29 de diciembre de 1170, cuatro caballeros al servicio del rey
mataron con sus espadas al arzobispo, mientras estaba rezando en la catedral de
Canterbury. La indignación que produjo su muerte obligó al rey a retirar las
demandas de Clarendon, y a hacer penitencia pública. En menos de tres años,
Thomas Becket fue santificado por el Papa Alejandro III, y la catedral de
Canterbury se convirtió en el centro de peregrinación más importante de las Islas
Británicas, durante toda la Edad Media.

[79]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Vidriera con la historia de Santo Tomás Becket (Catedral de Canterbury, Sala


Capitular, siglo XIX).
La primera escena representa el asesinato del arzobispo Tomás Becket por
varios caballeros al servicio del rey Enrique II, el 29 de diciembre de 1170. La
segunda escena refiere la penitencia pública que el rey se vio obligado a hacer
el 12 de julio de 1174, ante la tumba de Becket, con el fin de expiar su
implicación en el crimen. La conservación de las reliquias del santo convirtió a
la catedral de Canterbury en el centro de peregrinación más importante de
Inglaterra durante toda la Edad Media. [FUENTE: Fotografía del autor]

[80]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Enrique II tampoco se libró de los problemas en el seno de su propia


familia. Tras su matrimonio con Leonor de Aquitania, sus territorios abarcaban
más de la mitad de Francia, lo que, unido a la corona de Inglaterra y al señorío
sobre Irlanda y Escocia, despertó las ambiciones de sus hijos. Apoyados por
Leonor y por los reyes de Francia, conspiraron contra Enrique y organizaron
sucesivas revueltas, que no finalizaron hasta su muerte en 1189. Le sucedió su
tercer hijo, Ricardo I, más conocido como Ricardo Corazón de León. Su
participación en la Tercera Cruzada hizo que sólo permaneciera en Inglaterra un
año de su reinado. A su vuelta de Oriente, fue capturado por Leopoldo V, duque
de Austria, y entregado al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Fue
liberado en 1194, tras pagar un elevado rescate, y regresó a Inglaterra, donde
tuvo que someter a su hermano Juan, que durante su ausencia había estado
conspirando para usurpar el trono inglés. Posteriormente se embarcó en nuevas
guerras contra Francia, donde murió a causa de una herida de flecha en 1199.
A Ricardo le sucedió Juan Sin Tierra, que no tenía ni la capacidad de
gobierno de su padre Enrique II, ni el genio militar de su hermano Ricardo I. En
1204 perdió Normandía, Bretaña y Anjou a manos de los franceses, y en 1213
tuvo que capitular ante el papa Inocencio III sobre la investidura de Stephen
Langton como arzobispo de Canterbury, reconociendo que Inglaterra era un feudo
papal. Estos fracasos le granjearon una fuerte animadversión popular,
acrecentada por su crueldad y su despotismo. Juan confiscó propiedades, instauró
elevados impuestos de forma arbitraria y abusó de sus privilegios feudales, todo
lo cual le llevó a un serio enfrentamiento con la nobleza, que se negó a participar
en la reconquista de Normandía. En 1215, un grupo de barones, hartos de la
tiranía, obligó al rey a aprobar la Carta Magna, en la que debía prometer que
terminaría con los abusos y respetaría las leyes inglesas. Juan se negó a sancionar
dicho documento, y los nobles se sublevaron, rompiendo el juramento de
fidelidad y marchando sobre Londres. Desesperado, el rey se reunió con los
nobles en las proximidades de Windsor, y aceptó la Carta el día 15 de junio de
aquel año.
La Magna Carta Libertatum es uno de los documentos históricos más
significativos de la Edad Media en Europa, hasta el punto de que ha llegado a
considerarse como el origen de las libertades constitucionales. Nació del interés
de la nobleza por proteger sus derechos frente a la autoridad de la monarquía,
aunque también fue secundada por la Iglesia y por los representantes de las
ciudades. Sus más de sesenta artículos detallan cómo deben establecerse las
relaciones entre el rey y los barones, y cómo han de garantizarse los derechos

[81]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

feudales, limitando las arbitrariedades. Por ejemplo, derogan la costumbre real de


imponer tributos sin el consentimiento del Consejo del Reino, e impiden que
ninguna persona pueda ser condenada por un rumor o una mera sospecha, sino
sólo por el testimonio de pruebas fidedignas. Además, incluye cláusulas que
protegen el comercio en Londres, y en otras ciudades y puertos de Inglaterra,
otras que garantizan a los extranjeros la libertad comercial y otras que implantan
un sistema regularizado de pesos y medidas. Por último, ordenan el sistema
judicial, simplificando el desarrollo de los juicios en base a estrictas normas
procesales, y estableciendo un tribunal permanente en Westminster. A
continuación se citan algunos de sus artículos:
“A todos los hombres libres de nuestro reino hemos otorgado
asimismo, para Nos y para nuestros herederos a título perpetuo,
todas las libertades que a continuación se enuncian [...]
9). Ni Nos ni nuestros bailíos ocuparemos tierras ni rentas de la
tierra en pago de deuda alguna, mientras el deudor tenga bienes
muebles suficientes para satisfacer el débito [...]
13). La ciudad de Londres gozará de todas sus libertades antiguas y
franquicias tanto por tierra como por mar. Asimismo, queremos
y otorgamos que las demás ciudades, burgos, poblaciones y
puertos gocen de todas sus libertades y franquicias [...]
20). Por simple falta un hombre libre será multado únicamente en
proporción a la gravedad de la infracción y de modo
proporcionado por infracciones más graves, pero no de modo tan
gravoso que se le prive de su medio de subsistencia [...]
21). Los duques y barones serán multados únicamente por sus pares y
en proporción a la gravedad del delito [...]
28). Ningún capitán nuestro tomará grano u otros bienes muebles de
persona alguna sin pagarlos en el acto, a menos que el vendedor
ofrezca espontáneamente el aplazamiento del cobro [...]
39). Ningún hombre libre podrá ser detenido o encarcelado o privado
de sus derechos o de sus bienes, ni puesto fuera de la ley ni
desterrado o privado de su rango de cualquier otra forma, ni
usaremos de la fuerza contra él ni enviaremos a otros que lo
hagan, sino en virtud de sentencia judicial de sus pares y con
arreglo a la ley del reino [...]

[82]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

41). Todos los mercaderes podrán entrar en Inglaterra y salir de ella


sin sufrir daño y sin temor, y podrán permanecer en el reino y
viajar dentro de el, por vía terrestre o acuática, para el ejercicio
del comercio, y libres de toda exacción ilegal, con arreglo a los
usos antiguos y legítimos [...]
42). En lo sucesivo todo hombre podrá dejar nuestro reino y volver a
él sin sufrir daño y sin temor, por tierra o por mar, si bien
manteniendo su vínculo de fidelidad con Nos, excepto en época
de guerra, por un breve lapso y para el bien común del Reino [...]
52). A quien hayamos privado o desposeído de tierras, castillos,
libertades o derechos sin legítimo juicio de sus pares se los
devolveremos en el acto [...]
55). Todas las multas que se nos hayan pagado injustamente y contra
la ley del reino, y todas las multas que hayamos impuesto sin
razón, quedan totalmente remitidas [...]
60). Todas las franquicias y libertades que hemos otorgado serán
observadas en nuestro reino en cuanto se refiera a nuestras
relaciones con nuestros súbditos. Que todos los hombres de
nuestro reino, sean clérigos o legos, las observen de modo
semejante en sus relaciones con sus propios vasallos”.
La Carta Magna fue confirmada en 1225, durante el reinado de Enrique III,
y actualizada en 1297 por Eduardo I. En el siglo XVII sería utilizada como base legal
por los revolucionarios que se opusieron a las prerrogativas reales, lo cual
justificó, en última instancia, la preponderancia política del parlamento sobre la
monarquía.
Durante esta época, Inglaterra experimentó un importante desarrollo
socio-económico. La población creció hasta superar los tres millones y medio de
habitantes, y el comercio prosperó gracias a las ventajosas condiciones
estipuladas por la Carta Magna. En el campo, los monasterios cistercienses se
convirtieron en piezas clave para la explotación agrícola y ganadera. En el plano
cultural, se fundaron las universidades de Oxford y Cambridge. Por último, la
venida de monjes franciscanos y dominicos, a partir de la década de 1220,
posibilitó la reforma moral del clero y la difusión de la escolástica.
El desarrollo institucional iniciado por Enrique II Plantagenet, y continuado
con la promulgación de la Carta Magna, alcanzó su punto culminante en la

[83]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

fundación de un Parlamento. Parlamento es una palabra proveniente del francés


parler, que significa hablar. En las reuniones de los monarcas angevinos con sus
nobles se utilizaba frecuentemente el francés, para dialogar y tomar decisiones, y
por eso acabó acuñándose la expresión “parlamento”, que hace referencia a un
consejo o asamblea. El origen de este organismo se remonta al witan anglosajón,
en el que los reyes podían consultar a sus súbditos, pero a partir de la Carta
Magna, las competencias se ampliaron, porque uno de sus artículos exigía que los
impuestos fuesen aceptados por los contribuyentes. Además, a partir de 1265, se
había adoptado la costumbre de convocar al consejo real no sólo a la nobleza y al
clero, sino también a los representantes de los condados y de las ciudades. Por
consiguiente, se hizo habitual que ciertos asuntos fueran tratados ante una
asamblea ampliada.
En 1295, el rey Eduardo I convocó un Parlamento Modelo (Model
Parliament) que, como su propio nombre indica, sirvió de patrón para futuras
convocatorias. En él estaban representados la nobleza, integrada por los duques,
condes y barones; la jerarquía eclesiástica, tanto secular (obispos) como regular
(abades); dos caballeros por cada condado; y representantes de las ciudades, en
proporción a la importancia y el número de habitantes de cada una. Todos ellos se
reunían periódicamente, planteaban sus quejas al rey, emitían consejos y
aprobaban determinados asuntos aunque, en última instancia, las decisiones
correspondía tomarlas al rey. Con frecuencia, el parlamento era manejado por el
monarca en función de sus propios intereses, y sólo era convocado para que
aceptase la imposición de nuevos tributos con los que financiar las guerras. En
todo caso, su institucionalización fue un avance muy importante para la
legitimación de la monarquía parlamentaria como sistema político en Inglaterra.
Otros hechos destacables del reinado de Eduardo I fueron la conquista de
Gales y la guerra contra los escoceses. Merece la pena que nos detengamos un
poco más sobre el último asunto. Desde el siglo XII, Escocia había experimentado
importantes transformaciones que habían sustituido su organización social
tradicional, basada en clanes, por un sistema feudal parecido al que se estaba
imponiendo en Inglaterra. Los procesos de aculturación también fueron
significativos, gracias a la presencia frecuente de mercenarios anglonormandos, y
a la importación de la lengua francesa en la corte, y de la inglesa en las regiones
meridionales que lindaban con Northumbria. Finalmente, por influencia de la
reina Santa Margarita, muchas de las prácticas de la iglesia celta se armonizaron
con el ritual católico romano.

[84]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Al iniciarse la dinastía angevina en Inglaterra, Escocia había apoyado la


rebelión de Nortumbria y se había anexionado varios condados limítrofes. Enrique
II Plantagenet aplicó duras acciones de represalia, y obligó a Escocia a jurarle
fidelidad como Estado vasallo, en 1173. Pero al cabo del tiempo, las relaciones
entre ambos países se suavizaron y no hubo conflictos destacables. En 1286, el rey
escocés Alejandro III murió dejando como heredera a su nieta Margarita, que aún
era una niña. Su prematura muerte provocó una grave crisis política, y Eduardo I
de Inglaterra aprovechó la situación para imponer a un candidato títere, Juan de
Baliol. Cuando la relación entre ambos se deterioró, el inglés reclamó su soberanía
y derrotó fácilmente a Juan de Baliol, certificando la anexión de Escocia a
Inglaterra, en 1296. Como símbolo de sumisión, Eduardo capturó la Piedra de
Scone, un bloque de arenisca sobre el que se coronaban los reyes de Escocia, y se
la llevó a la abadía de Westminster. Allí la instaló bajo el trono donde se
coronaban los reyes de Inglaterra, para significar la unión de los dos países en una
misma monarquía.
Se inició entonces un obstinado movimiento independentista, dirigido por
el patriota William Wallace, que consiguió vencer a las tropas inglesas en la
Batalla del Puente de Stirling, el 11 de septiembre de 1297. Eduardo regresó al
año siguiente y obtuvo una victoria decisiva en Falkirk, que frenó la insurrección.
En 1305, Wallace fue traicionado y entregado a los ingleses, que lo torturaron
salvajemente y lo ejecutaron. Tras su muerte, Robert Bruce asumió el liderazgo de
la insurrección y fue coronado rey. Bajo su cetro, las guerras por la liberación de
Escocia se prolongaron durante décadas. En 1314, tuvo lugar la Batalla de
Bannockburn, en la que los ingleses sufrieron una de las derrotas más desastrosas
de su historia. Por fin, en 1328 se firmó el Tratado de Northampton, que
reconoció la definitiva independencia de Escocia. La separación entre ambos
reinos se mantendría durante casi trescientos años, hasta que los Estuardo
escoceses se convirtieron en reyes de Inglaterra.

4. LA INESTABILIDAD DE LA BAJA EDAD MEDIA

Durante los siglos XIV y XV, Inglaterra sufrió un período de fuerte


inestabilidad, causado por la propagación de la Peste Negra, la sucesión de
rebeliones y el desarrollo de dos grandes conflictos bélicos, que la dejaron sumida
en el caos y prácticamente exhausta: la Guerra de los Cien Años y la Guerra de las
Dos Rosas.

[85]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

La Peste Negra (Black Death) fue una pandemia que se inició en China en
1331 y se transmitió a Oriente Próximo hacia 1346. Desde la península de Crimea,
en el Mar Negro, llegó con una inusitada velocidad a Europa, trasportada por las
pulgas de las ratas que viajaban en los barcos de los mercaderes genoveses. En
1348 ya había alcanzado París. Resulta difícil de explicar cómo se extendió tan
rápidamente en una sociedad predominante rural y con baja densidad de
población, como era en aquel momento la sociedad europea. Por otro lado, la
brevedad del intervalo entre la infección y la muerte, y la elevada mortalidad,
apuntan hacia un tipo muy virulento de enfermedad, en sus dos variantes
conocidas, la neumónica y la bubónica. La epidemia cruzó las fronteras con suma
facilidad, no sólo entre países sino también entre animales y seres humanos, que
se contagiaban y morían prácticamente a la vez. El impacto de la peste, entre
1348 y 1361, fue dramático. Se calcula que más de un tercio de la población total
de Europa desapareció, y en muchos lugares murieron casi todos los habitantes.
La muerte negra apareció en Inglaterra en el mes de junio de 1348,
probablemente a bordo de un barco procedente de Gasconia, que atracó en el
condado de Dorset. Desde allí, la plaga se difundió a otros puertos, y hacia tierra
adentro, tocando Bristol en agosto, y después Gloucester, Oxford y Londres,
donde está documentada desde el 1 de noviembre. En enero de 1349, los obispos
describieron la elevada mortandad, que impedía a muchas parroquias administrar
los sacramentos, porque se quedaban sin sacerdotes. En primavera, la epidemia
hizo acto de presencia en East Anglia y York, extendiéndose por toda Inglaterra en
verano. En las zonas rurales menos pobladas, como Cornualles, Gales y
Northumbria, la propagación fue más lenta. Irlanda se contagió por vía marítima
en 1349, y Escocia un año después. Los escoceses podrían haberse librado de la
plaga, pero aprovecharon aquellas circunstancias para invadir Inglaterra en otoño
de 1349, así que fueron los soldados que habían pasado por Northumbria los que
transmitieron la infección cuando regresaron a sus hogares. Los rebrotes de peste
continuaron en 1361, 1369, 1375, 1390 y 1397, manteniéndose de forma
endémica durante los siglos XV y XVI, hasta concluir en la gran peste de Londres
del año 1665.
No hay estadísticas ni datos fiables que permitan cifrar el número de
víctimas, aunque podemos hacer un cálculo aproximado sobre los casi cuatro
millones de habitantes, que residían en Gran Bretaña antes de la epidemia,
comparándolos con la población estimada después del último brote de 1397. De
resultas, podemos afirmar que murió el 50% de la población, aunque en algunas
ciudades acabó con el 70%. William Dene, de Rochester, describió así sus efectos:

[86]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

“Esta enfermedad devoraba a tal cantidad de gente de uno y otro


sexo, que era casi imposible encontrar a alguien que trasladara los
cadáveres al cementerio; hombres y mujeres llevaban los cuerpos
inertes de sus pequeños a la iglesia […] y los arrojaban allí en tumbas
comunitarias, de las que surgía un hedor que impedía pasar por el
camposanto […]
Seaford está tan devastada por la peste que sólo viven allí unos
cuantos, y los que quedan son tan pobres que no pueden ni pagar los
impuestos ni defender la ciudad”.
El principal inconveniente con que se enfrentaron los hombres y mujeres
de la época es que no existía cura conocida. Lo único que supieron hacer fue aislar
a los apestados, sajar las bubas, limpiar la infección, quemar sus ropas y
protegerse de los miasmas mediante perfumes, incienso y especias, además de
seguir las normas más elementales de higiene. Cuando ya no había remedio, se
puso especial cuidado en sacar los cadáveres de las ciudades y enterrarlos con cal
en fosas bien alejadas. Hay que tener en cuenta que, en las ciudades, el contagio
se producía más fácilmente y por eso se extremaron las precauciones.
Los moralistas y eclesiásticos hicieron creer que la peste era un castigo de
Dios, por los pecados cometidos por la humanidad. Como consecuencia de ello,
desarrollaron una espiritualidad exacerbada, censuraron los excesos morales e
impulsaron acciones de penitencia. El movimiento flagelante adquirió una gran
popularidad, a pesar de la oposición del Papado: los hombres, con los torsos
desnudos, se fustigaban con látigos para expiar sus culpas. Pero la muerte le
llegaba tanto al virtuoso como al pecador, y ningún remedio, por místico que
pareciese, funcionaba contra la enfermedad. Otros buscaron una explicación más
terrenal, y acusaron a determinados sectores de la sociedad de envenenar los
pozos y conspirar para transmitir la peste. Los marginados, los pobres, los
proscritos y los judíos se convirtieron en blanco de linchamientos indiscriminados
por parte de las masas.
Pero no todas las consecuencias fueron igual de desastrosas. La
mortalidad redujo la mano de obra disponible para la tierra, con lo que los
arrendamientos bajaron y los salarios aumentaron. También los precios de los
productos agrícolas descendieron, de forma que, en conjunto, los campesinos y
jornaleros supervivientes mejoraron su nivel de vida. El sistema feudal quedó
seriamente afectado, porque si los señores imponían unas condiciones demasiado
onerosas a los arrendatarios, éstos se marchaban en busca de otras fincas

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

vacantes, que resultaban más beneficiosas. Esta búsqueda de fincas propició un


enorme trasvase de población, que se concentró en las zonas más apetecibles y
dejó algunos pueblos completamente desiertos. Finalmente, muchos propietarios
cambiaron los usos de sus tierras por otros menos costosos de mantener, como
los pastos para el ganado.
La impotencia por la ruina de toda la sociedad provocó repetidos
episodios de tensión, durante las décadas siguientes. El más importante de ellos
fue la Revuelta Campesina (Peasants’ Revolt) de 1381. Su causa inmediata fue el
impuesto que se aplicó ese año para defender el reino de una posible invasión
francesa. Este impuesto fue el triple de gravoso que los que se habían decretado
en años anteriores, y se pretendió imponer a todo el mundo por igual, sin tener
en cuenta los ingresos ni la relación de vasallaje de cada persona. Así, es
comprensible que se recibiera con disgusto no sólo por los campesinos y
arrendatarios, sino también por los hombres libres y por las autoridades locales,
que se habían enriquecido tras la Peste Negra.
En primavera, los recaudadores del rey fueron rechazados con enorme
hostilidad en Essex y en Kent. Los campesinos formaron un ejército de 10.000
hombres, enardecidos por las proclamas pseudoliberales de John Ball, un cura
excomulgado que había sido liberado de la cárcel. Durante su marcha, saquearon
las granjas y haciendas de Juan de Gante y otros miembros del consejo real, a
quienes acusaban de confundir al rey con sus malas intenciones. Una vez que
llegaron a Londres, forzaron las puertas de las prisiones, destruyeron todo tipo de
documentos fiscales, incendiaron el palacio de Juan de Gante y decapitaron a
varios miembros de la nobleza, exigiendo la abolición de la categoría social de
siervo.
El rey Ricardo II se mostró dispuesto a la negociación, incluso a promulgar
una Carta Magna en la que se ampliaran los derechos y libertades de los
campesinos. Pero los disturbios continuaron y la paciencia del monarca se agotó.
El 28 de junio de 1381, ordenó una expedición de castigo que venció a los
insurrectos en Essex. Diecinueve líderes rebeldes fueron ahorcados y otros doce
descuartizados. El 15 de julio, presidió en Saint Albans un tribunal encargado de
juzgar al resto de los cabecillas, entre los que se encontraba John Ball. Fueron
todos condenados a muerte.
La Revuelta Campesina fue un estallido de frustración espontáneo, que
estuvo mal planeado y se desarrolló sin organización. Aparentemente no
consiguió nada pero, en última instancia, el parlamento no se atrevió a imponer la

[88]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

tasa que había generado el levantamiento, y que no representaba más que la


pretensión de transferir a las clases populares la financiación de la guerra, lo cual
correspondía por tradición a la nobleza. En todo caso, conviene explicar ahora
cuál era esa guerra contra Francia que precisaba semejante financiación.
La Guerra de los Cien Años fue un largo conflicto que enfrentó a Inglaterra
y Francia por el dominio de los territorios que los monarcas ingleses poseían en
suelo francés. Se inició en 1337 y, después de sucesivos períodos de
enfrentamiento, treguas y tratados de paz, concluyó en 1453, cuando los ingleses
se retiraron definitivamente a las Islas Británicas.
El punto de partida de la guerra fue una compleja disputa dinástica por el
trono de Francia. En 1328, el rey inglés Eduardo III, de la dinastía Plantagenet,
alegó derechos de sucesión, porque su madre, Isabel de Francia, era hermana del
último soberano francés de la dinastía de los Capetos, Carlos IV. Pero en Francia
estaba vigente la Ley Sálica y no podía heredarse por línea femenina, así que el
trono fue otorgado a Felipe VI, primo del rey fallecido, que inició la dinastía Valois.
El problema de fondo era de carácter territorial. Desde Guillermo I el
Conquistador, la monarquía inglesa dominaba numerosos feudos en torno a la
costa oeste de Francia. Los reyes franceses habían intentado sacudirse ese
intrusismo, y durante los siglos XII y XIII habían favorecido la creciente autonomía
de tales territorios, tratando de ganarse a sus señores y promoviendo frecuentes
conspiraciones contra Inglaterra. Así pues, entre Inglaterra y Francia existía, desde
hacía tiempo, una pugna de naturaleza feudal por imponer vasallaje la una sobre
la otra. Otra causa, no menos importante, fue la rivalidad entre Inglaterra y
Francia por controlar el Canal de la Mancha, y el comercio de lana y vino con
Flandes.
El 24 de mayo de 1337, Felipe VI de Francia invadió Aquitania, que era
uno de los feudos más importantes de Inglaterra, y ese mismo año prestó apoyo a
Escocia, para que pudiera defenderse de una nueva invasión inglesa. En respuesta
a la provocación, Eduardo III se intituló rey de Francia y la invadió desde Flandes,
decantando la causa a su favor. En junio de 1340, la flota naval inglesa infringió
una severa derrota a la francesa. Después de una efímera tregua, los ingleses
volvieron a invadir el continente, tomaron Caen y, el 26 de agosto de 1346,
lograron una gran victoria en la Batalla de Crécy. Al año siguiente tomaron la
ciudad de Calais, después de un largo asedio, y en 1355, el Príncipe Negro, hijo del
rey Eduardo III, conquistó Burdeos. En los años posteriores, realizaron frecuentes
expediciones de castigo por el sur de Francia, y en septiembre de 1356 de nuevo

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

el Príncipe Negro se apoderó de la ciudad de Poitiers, haciendo prisionero al rey


enemigo, Juan II. La Paz de Brétigny puso fin a esta primera fase de la guerra, en
1360. Los términos del tratado fueron, en general, claramente favorables a
Inglaterra, porque se reconocieron sus derechos sobre todo el oeste de Francia.
En 1369, el nuevo rey francés, Carlos V, reinició la guerra gracias a su
alianza con la Corona de Castilla. Juntos derrotaron a una numerosa flota inglesa
en el Golfo de Vizcaya, en 1372, mientras que en tierra, el condestable Bertrand
Du Guesclin inició una táctica de guerrilla y hostigamiento constantes. Las
circunstancias históricas debilitaron enormemente la posición de Inglaterra, que
se quedó sin liderazgo: en 1376 había muerto el Príncipe Negro, su mejor jefe
militar, y al año siguiente falleció Eduardo III, al que sucedió su nieto, Ricardo II,
con sólo diez años de edad. Como resultado de ello, los ingleses perdieron la
mayor parte de lo conquistado en la etapa anterior. Los enfrentamientos
acabaron en 1386, pero la tregua no se firmó hasta diez años más tarde.
Esta tregua, acordada en la ciudad de Ardres, contó con la presencia de
los reyes Carlos VI de Francia y Ricardo II de Inglaterra, quienes decidieron que el
monarca inglés contrajera matrimonio con la princesa francesa Isabel. Así las
cosas, todo parecía indicar la reconciliación de las dos dinastías y el
mantenimiento del status quo, aunque muchos de los litigios pendientes siguieran
sin resolver. El equilibrio se vio favorecido por nuevos conflictos domésticos, que
reclamaron la atención de ambos bandos. En 1399, Ricardo era destronado en
Inglaterra por Enrique IV de Lancaster, mientras que en Francia se inició una
guerra civil suscitada entre los duques de Borgoña y de Orleans, para imponer su
influencia sobre el rey.
En 1413 heredó la Corona de Inglaterra Enrique V, que se aprovechó de la
inestabilidad existente en Francia para reafirmar las pretensiones de Inglaterra
sobre el trono galo. En septiembre de 1415 invadió el continente por el puerto de
Harfleur, en Normandía, y poco después, el 25 de octubre, logró una victoria
increíble en la Batalla de Agincourt. En aquella batalla, disputada el día de San
Crispín, 5.000 arqueros ingleses acribillaron a un ejército francés de 25.000
soldados de caballería y de infantería, dirigidos por Carlos D'Albret. La hazaña
sería recordada siglos más tarde por Shakespeare, en su drama Enrique V:
“El que sobreviva a este día, y llegue a una edad avanzada,
cada año, en la víspera, agasajará a sus vecinos y les dirá:
Mañana es el día de San Crispín.
Entonces se alzará la manga y mostrará sus cicatrices,

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

y dirá con orgullo: estas heridas las recibí el día de Crispín.


Los ancianos olvidarán, todos acabarán olvidando.
Pero él recordará con detalle
las hazañas que realizó en ese día.
Entonces recordará nuestros nombres,
que sonarán en sus labios como palabras familiares
El rey Harry, Bedford y Exeter, Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester,
todos serán recordados entre sus jarras llenas.
El buen hombre contará esta historia a su hijo;
y el día de San Crispín jamás será olvidado,
desde la jornada de hoy hasta el fin de los días,
y nosotros seremos recordados con él.
Nosotros pocos, nosotros felizmente pocos,
nosotros, una banda de hermanos.
Porque el que hoy derrame su sangre conmigo
será mi hermano, por villano que sea.
Este día ennoblecerá su condición.
Y muchos caballeros, que ahora descansan en su cama en Inglaterra,
se reprocharán a sí mismos por no haber estado aquí,
y les parecerá mísera su valentía cuando hable alguno
que combatiera con nosotros el día de San Crispín”.
Después de Agincourt, Enrique buscó la alianza con Borgoña y conquistó
todo el territorio francés situado al norte del río Loira, incluyendo la ciudad de
París. El 20 de mayo de 1420 se firmó el Tratado de Troyes, según el cual, el rey
francés Carlos VI repudió a su hijo el Delfín como sucesor y casó a su hija, Catalina
de Valois, con Enrique V. De esta forma, el monarca inglés pasaba a ser el regente
y legítimo heredero de Francia; el final del conflicto parecía más próximo. Pero
dos años después murieron ambos reyes, y la situación volvió a complicarse. En
Inglaterra, el futuro Enrique VI era todavía un bebé, y la regencia de la parte
continental quedó en manos del regente Juan de Lancaster, duque de Bedford.
Por su parte, en Francia, Carlos VII fue reconocido como el nuevo rey, y trató de
defender los territorios al sur del Loira del ataque de los ingleses.
El episodio más destacado de esta nueva etapa de la guerra sucedió en
Orleans, la última plaza fuerte que les quedaba a los franceses. Los ingleses
pusieron cerco a la villa, y la asediaron durante meses, pero el ejército francés,
comandado por la sorprendente figura de Juana de Arco, llegó a tiempo para
liberarla el 8 de mayo de 1429. Acto seguido, derrotaron a los ingleses en la

[91]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

batalla de Patay y les obligaron a retirarse hacia el norte. Aunque Juana fue
capturada y entregada a los ingleses, y después condenada a la hoguera por
hereje, en 1431, la dominación de Inglaterra sobre sus territorios franceses se hizo
cada vez más precaria. En julio, Carlos VII fue coronado en la catedral de Reims y,
mediante el Tratado de Arras, firmó la paz con Borgoña (1435). Al año siguiente
reconquistó París a los ingleses.
La última fase de la guerra tuvo lugar entre 1449 y 1451, cuando Francia
recuperó todos los territorios continentales ocupados por los ingleses, excepto
Calais. Aunque no llegó a firmarse un tratado que pusiera fin a las hostilidades, de
manera oficial, la Guerra de los Cien Años terminó en 1453, cuando Burdeos fue
tomada por los franceses. Calais sería definitivamente anexionada a Francia en
1558.
Las consecuencias de la Guerra de los Cien Años fueron numerosas.
Además de las pérdidas humanas, incontables en los dos bandos, Francia fue
completamente asolada, aunque logró configurar políticamente un territorio
unitario y sin fisuras. Por su parte, Inglaterra se replegó a sus dominios insulares,
fijando las que serían sus fronteras durante toda la Edad Moderna. La
homogeneidad territorial favoreció, en ambos casos, la creación de instituciones
de gobierno centralizadas, propias de las monarquías autoritarias de la centuria
siguiente. Finalmente, un enfrentamiento tan extenso, tanto a nivel cronológico
como geográfico, necesariamente influyó en el resto de Europa, derivando en
otros conflictos indirectamente relacionados en Flandes, Borgoña, la Península
Ibérica y el interior de Inglaterra, donde se libró una cruenta guerra civil que ha
pasado a la historia por su poética denominación.
La llamada Guerra de las Dos Rosas fue en realidad un conjunto de luchas
dinásticas, que se desarrollaron en Inglaterra entre 1455 y 1485, y que enfrentó a
las casas nobiliarias de Lancaster y York. El conflicto recibió este nombre porque el
símbolo de la Casa de Lancaster era una rosa roja y el de la Casa de York, una rosa
blanca. Las dos familias tienen su origen en sendos títulos ducales, recibidos por
los hijos menores de Eduardo III Plantagenet, a mediados del siglo XIV. Por
consiguiente, ambas estaban emparentadas con la realeza y podían ostentar
legítimas aspiraciones al trono de Inglaterra. En 1399, los Lancaster habían
accedido al mismo de forma irregular, gracias al apoyo de la nobleza y de parte
del parlamento, que desposeyeron de la corona a Ricardo II Plantagenet, por su
despotismo y su falta de tacto, a la hora de resolver problemas internos como la

[92]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Revuelta de los Campesinos. Este ascenso al trono fue la semilla de los conflictos
familiares que terminaron desembocando en la guerra.
El nuevo rey, Enrique IV de Lancaster, tuvo que dedicar considerables
esfuerzos a mantener el control de su reino. Se encontraba en deuda con la
nobleza, que lo presionaba para conseguir favores políticos, e incluso se vio
amenazado por una conspiración para derrocarle. Nunca pudo ser un rey seguro
de su condición, ni tuvo gran influencia sobre el pueblo, que lo aceptó
simplemente por la impopularidad del reinado anterior. Los éxitos militares de su
sucesor, Enrique V de Lancaster, en la Guerra de los Cien Años, aplazaron las
disputas y permitieron lograr cierto grado de estabilidad. Pero su muerte, con sólo
35 años, puso la corona en manos de su hijo Enrique VI, todavía niño. Cuando
Enrique VI llegó a la adultez, después de una prolongada regencia, defraudó a
propios y extraños porque no recordaba en nada al rey generoso y valiente que
había sido su padre. Por el contrario, era una persona inepta, débil e insegura, que
sufría constantes episodios de locura, lo cual le incapacitaba para gobernar. La
nobleza le manejó a su antojo, sembrando la corrupción, mientras que los
fracasos militares en Francia se multiplicaron, debilitando su ya de por sí escasa
autoridad. Así, la derrota final en la Guerra de los Cien Años fue la excusa perfecta
para que el poder pasara por las distintas facciones aristocráticas, hasta que
Ricardo, duque de York y primo del rey, consiguió ser propuesto para el trono.
Esta pretensión fue la que desencadenó la guerra.
La Guerra de las Dos Rosas se desarrolló más en el campo que en las
ciudades, y contó con una activa participación de la nobleza, aunque con una
considerable indiferencia entre los campesinos. El empuje de la Casa de York
frente a la decadencia de los Lancaster se manifestó rápidamente, en las batallas
de Saint Albans (1455) y Northampton (1460), que obligaron a Enrique VI a
designar a Ricardo de York como su sucesor. Pero Ricardo murió, poco después,
en la Batalla de Wakefield, así que los nobles auparon al trono a su hijo Eduardo
IV, que fue aceptado como rey por el parlamento, y dio inicio a la nueva dinastía
en 1461. El depuesto rey Enrique VI fue capturado y encerrado en la Torre de
Londres, donde murió asesinado, al igual que su hijo, lo que eliminaba casi
cualquier posibilidad de que los Lancaster recuperasen el poder. La guerra
continuó durante años, motivada por las desavenencias internas entre las
distintas facciones aristocráticas, que en ocasiones prometían fidelidad a los
Lancaster y, acto seguido, a los York. Por fin, los York obtuvieron una victoria
decisiva en la Batalla de Tewkesbury, y reafirmaron su posición en el trono, a
partir de 1471.

[93]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Tras la muerte de Eduardo IV de York, ocurrida en abril de 1483, el cetro


pasó a su hijo de 12 años, Eduardo V. Pero su tío, el cruel y ambicioso duque de
Gloucester, usurpó el poder y se coronó como Ricardo III de York. Para eliminar
cualquier oposición, Ricardo mató a su hermano mayor, Jorge de Clarence, y
decidió encerrar a Eduardo V y al hermano de éste, ya que todos ellos eran
legítimos herederos, antes que él mismo, en la línea sucesoria. Eduardo V y su
hermano, aún niños, fueron confinados en la Torre de Londres y nunca se les
volvió a ver, lo que hace sospechar que fueran asesinados.
Para acabar con la anarquía y el terror, los partidarios de la Casa de
Lancaster buscaron el apoyo de su pariente Enrique Tudor, conde de Richmond.
Con el apoyo del rey de Francia, desembarcó clandestinamente en Gales y, en
1485, venció en la decisiva Batalla de Bosworth Field a Ricardo III, que murió
durante la misma. Según la leyenda, luego recogida por Shakespeare en uno de
sus dramas históricos, en el combate Ricardo perdió su caballo y la propia corona,
que quedó oculta en unos matorrales hasta que la encontró Enrique Tudor y se la
puso a sí mismo, de manera solemne. Como consecuencia de ello, el pretendiente
quedó designado rey de Inglaterra, con el nombre de Enrique VII, finalizando la
Guerra de las Dos Rosas. Al año siguiente, contrajo matrimonio con la hermana de
Eduardo V, Isabel de York, unificando las dos casas para sellar definitivamente la
paz. La desaparición, durante la guerra, de una gran parte de la aristocracia,
debilitó su capacidad de influencia sobre el nuevo rey, facilitando la consolidación
de un poder centralizado y autoritario. De esta forma, Inglaterra dejaba atrás la
inestabilidad y los conflictos que la habían asolado durante gran parte de la Edad
Media, y se introducía en la Edad Moderna de la mano de una nueva monarquía.

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LA MONARQUÍA TUDOR

1. EL FINAL DE LA EDAD MEDIA Y EL REINADO DE


ENRIQUE VII

Los historiadores continúan discutiendo hoy si el advenimiento de la Edad


Moderna, allá por el siglo XV, se produjo como un cambio radical contra el espíritu
medieval, o por el contrario, como una derivación lógica de la última fase de la
Edad Media. Parece que ambas tesis tienen parte de razón, y así, aunque la
modernidad trajo consigo una clara diferenciación respecto de lo anterior,
también heredó de ella muchas cualidades.
Se han barajado varias fechas para situar el comienzo “oficial” de la Edad
Moderna en Europa. Aunque esto no deja de ser una convención fijada por los
historiadores, conviene recordar algunas de estas fechas: en el apartado de la
política internacional la fecha es 1453, año de la conquista de Constantinopla por
los turcos; en el plano cultural la fecha es 1434, cuando Filippo Brunelleschi
finaliza la construcción de la cúpula de la catedral de Florencia; y para el caso
específico de Inglaterra la fecha es sin duda 1485, año en que el rey Enrique VII
accede al trono.
Vamos a ver ahora algunas de las características de la Edad Moderna, y
cómo éstas se manifestaron en aquella época en Inglaterra:

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

ƒ Nueva dinámica socioeconómica: como alternativa al feudalismo, a la


economía de base exclusivamente agrícola y a la sociedad estamental,
desde el siglo XIII fueron generalizándose por toda Europa unos modos de
vida cada vez más ligados al desarrollo de las ciudades, la economía de base
artesana-comercial, y una sociedad más flexible en la que cobró enorme
protagonismo la burguesía. La burguesía apareció como una clase media
entre la nobleza y el campesinado, cuyo medio de vida no tenía que ver con
la riqueza estática de la propiedad de la tierra (que estaba en manos de la
nobleza y la Iglesia), sino con la riqueza en movimiento (la acumulación de
capitales que se producía a partir de la artesanía y se comercializaba a
través del intercambio mercantil, la navegación y la banca).
ƒ Progresiva conquista de los derechos civiles: frente a la arbitrariedad
jurídica y el poder absoluto de los señores feudales, durante la Baja Edad
Media la sociedad civil fue organizándose a través de gremios, cofradías,
ayuntamientos y otras corporaciones locales, con el fin de protegerse
frente a esa situación de indefensión. Al mismo tiempo, los reyes se
hicieron eco de algunas demandas sociales y empezaron a promulgar leyes
que sirvieran para regular la convivencia entre los pueblos y sus señores de
manera más ecuánime. En Inglaterra, un claro ejemplo de ello fue la Carta
Magna que promulgó el rey Juan Sin Tierra en 1215, según la cual se
aseguraban los derechos de la nobleza limitando los abusos, se aceptaba
una relativa capacidad de control del parlamento sobre las decisiones del
monarca, se permitía la libertad del comercio en las ciudades y se
establecía que ninguna persona podía ser arrestada, condenada o exiliada
sin ser antes juzgada por un tribunal con arreglo a las leyes del país.
ƒ Cultura seglar y humanista: frente al teocentrismo y el providencialismo
medieval, durante el siglo XV se extendió por toda Europa una nueva
mentalidad antropocéntrica o humanista, que consideraba al hombre
dueño de su propio destino, y que trataba de resolver los problemas físicos
desde una explicación racional. El auge del racionalismo se debió en gran
medida al desarrollo de un conocimiento cada vez mayor sobre la
naturaleza y sobre la propia condición biológica del hombre, que se
manifestó en importantes avances científicos en ámbitos tan diversos como
la geografía, la astronomía, la medicina, etc. En la difusión de esta nueva
mentalidad humanista jugaron un papel esencial la acción de las
Universidades, que propiciaron un Renacimiento de la filosofía, la cultura y

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

el arte de la Antigüedad Clásica, pero reinterpretándolas de manera distinta


a como lo había hecho hasta entonces la Escolástica medieval.
ƒ Fortalecimiento de las monarquías centralizadas: el siglo XV se caracteriza
por la aparición del Estado moderno, en el que un poder real cada vez más
fortalecido se sobrepone a los privilegios de los señores feudales,
concentrando los principales resortes del gobierno. La Inglaterra de Enrique
VII, la Francia de Luis XI y la España de los Reyes Católicos se asentaron a
partir de la victoria militar de sus monarcas sobre determinados sectores de
la nobleza, después de lo cual desapareció toda oposición a su gobierno.
Siguiendo los consejos de Maquiavelo, estos reyes se convirtieron en
señores de sus reinos, a los que trataron de administrar de manera eficaz,
mediante la creación de un amplio cuerpo de instituciones y de
funcionarios controlados por el poder central. Para transmitir esta nueva
dimensión del poder real se hizo especialmente importante la propaganda
política, expresada a través de una iconografía artística en la que se
mostraba al monarca como dechado de virtudes positivas, dominador del
mundo y aglutinante de todos los poderes.
ƒ Desarrollo institucional: uno de los recursos más eficaces con que contaron
las monarquías modernas para organizar el nuevo Estado centralizado fue
el establecimiento de determinadas instituciones para su defensa y
administración. Los consejos de Estado, la administración de Hacienda, los
tribunales de justicia, la policía o el ejército regular fueron algunas de estas
instituciones. La mayoría de ellas no se inventaron de nuevas en el siglo XV,
puesto que ya existían desde época medieval con otra denominación o con
funciones parecidas. Pero fue en este momento cuando se sistematizó su
actividad, garantizándola mediante el trabajo de un cuerpo de funcionarios
designados y pagados por la Corona. De esta forma se pusieron las bases
del Estado moderno central, que se articula sobre cuatro ejes: el control de
la población, la capacidad de impartir justicia (magistratura), el desarrollo
de mecanismos de coerción social y la fiscalidad.
ƒ Definición territorial de los principales Estados: después de un largo proceso
de guerras, anexiones y matrimonios dinásticos, a principios de la Edad
Moderna fue configurado un mapa de Europa en el que la extensión territorial
de los principales Estados quedó definida sin grandes cambios hasta el siglo
XIX. En 1171 los ingleses ya habían invadido Irlanda, iniciando una lenta
colonización que no culminaría hasta varios siglos después, y en 1284 se

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

anexionaron el País de Gales. Pero además, en 1453 finalizaba la Guerra de los


Cien Años con la conquista, por parte de Francia, de todos los territorios de la
Europa continental que habían sido ocupados por los ingleses, a excepción de
Calais. En consecuencia, a finales del siglo XV Inglaterra quedaba circunscrita
únicamente a sus dominios en las Islas Británicas.
En este contexto del fin de la Edad Media e inicio de la Modernidad en
Inglaterra hemos destacado ya la figura del rey Enrique VII. Enrique VII (1457-
1509) era hijo de Edmundo Tudor, Conde de Richmond, y de Margarita Beaufort,
de la Casa de Lancaster; pasó su juventud exiliado en Francia, ajeno a la Guerra de
las Dos Rosas, que enfrentaba a su familia materna contra los partidarios de la
Casa de York. Estas dos grandes sagas de la nobleza británica se habían disputado
la corona de Inglaterra desde 1455, cuando los York se consideraron con derechos
legítimos para sustituir en el trono a los Lancaster, que habían reinado desde
1399. Gracias al desarrollo favorable de esta guerra sucesoria y a una serie de
intrigas cortesanas, en 1461 la Casa de York accedió al trono de Inglaterra,
manteniéndose en el mismo hasta 1485.
Ese año, Enrique VII derrotó a Ricardo III en la Batalla de Bosworth Field y
consiguió el apoyo del resto de la nobleza, gracias a lo cual se coronó como rey de
Inglaterra y fundó la dinastía Tudor. Pero además, contrajo matrimonio con la
princesa Isabel de York, favoreciendo así el fin de todas las guerras civiles y la
reconciliación nacional. A partir de entonces logró restablecer el orden, actualizó
las leyes y fomentó el desarrollo económico, basado en el comercio exterior. La
dinámica socioeconómica, de la que ya estaba participando la sociedad inglesa en
la segunda mitad del siglo XV, exigía una profunda renovación del modelo feudal y
del sistema de gobierno conciliar, característicos de la época medieval. Así que, en
cierto modo, el establecimiento de una monarquía centralizada moderna sirvió
para canalizar esos anhelos y otorgar la estabilidad necesaria para el progreso y la
modernización del país.
La benevolencia del reinado de Enrique VII y la fortuna de que hizo gala
para salir indemne de numerosas conjuraciones, posibilitaron el fortalecimiento
de la monarquía y la entrada de Inglaterra en la Modernidad. Por todo ello, los
historiadores tienden a valorarle como uno de los mejores reyes que ha tenido
Inglaterra. Un pasaje ilustrativo de su astucia y clarividencia es esta descripción
realizada por Francis Bacon:
“Enrique está lleno de pensamientos y observaciones secretas, de
notas y memoriales de su propia mano, relativas sobre todo a las

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

personas: cómo emplearles, a quién premiar, a quién poder dirigirse,


de quién prevenirse, cuáles eran las dependencias, cuáles las
facciones, y cosas semejantes”.

Alegoría de la sucesión de la monarquía Tudor, atribuido a Lucas de Heere (Cardiff,


National Museum & Gallery, 1572).
Esta obra es un claro ejemplo de utilización del arte como instrumento de propaganda
política. En ella están representados todos los monarcas de la dinastía Tudor con
diferentes atributos: en el centro, Enrique VIII como el gran patriarca de la familia real; a
la izquierda su hija María Tudor y su esposo Felipe II de España secundado por Marte, el
dios de la guerra, en clara referencia a la amenaza de su imperio; arrodillado a la
derecha de Enrique VIII se encuentra Eduardo VI, el único varón que le sucedió en el
trono; y más allá, en una posición adelantada que le destaca claramente del resto, Isabel
I, acompañada de las alegorías de la paz y de la abundancia. La pintura legitima la
sucesión de los Tudor, presentando a la reina Isabel como impulsora de la estabilidad y
la prosperidad en Inglaterra.
[FUENTE: http://commons.wikimedia.org]

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

La inteligencia de los reyes de la dinastía Tudor (principalmente de


Enrique VII, Enrique VIII e Isabel I) les permitió salir ampliamente reforzados del
fin de las disputas medievales. El poder de la nobleza, profundamente dividida en
facciones, y el del parlamento, sometido al control de la Corona y de sus hombres
fuertes, quedó debilitado a la hora de hacer frente a la monarquía centralizada. La
etapa de conciliación nacional promovida por Enrique VII tendría su continuación
en el largo reinado de su hijo Enrique VIII. Entre ambos levantaron un eficaz
sistema administrativo gestionado por funcionarios del Estado, organizaron la
justicia, sanearon las finanzas y lograron introducir en Inglaterra las modernas
corrientes artísticas y culturales provenientes de Europa.
A través de este proceso reformista y modernizador, se reafirmó el
establecimiento de un Estado nacional. Su gobierno centralizado empezó a contar
con recursos suficientes como para no depender de las decisiones del Parlamento
sobre medidas extraordinarias de financiación, hasta el punto de que su concurso
se fue haciendo menos necesario. La inestabilidad social de la época medieval, los
deseos de orden y paz, y el creciente desarrollo económico condujeron a que el
fortalecimiento de la autoridad real fuera bien aceptado desde los distintos
sectores sociales.
La concentración de esfuerzos hacia la pacificación interior provocó
también que Inglaterra permaneciera al margen de los grandes conflictos
internacionales. Esto permitió que por fin, después de muchos años, el país se
librase de la continua sangría de hombres y dinero que normalmente suponía una
política belicosa o expansionista. Por el contrario, Enrique VII mantuvo una actitud
amistosa y negociadora con otros países de Europa, que concluyó en la firma de
sendos tratados de paz con Francia y las Provincias Unidas, así como alianzas
matrimoniales con Escocia y España. La conexión dinástica era la mejor solución
para el difícil problema de las relaciones diplomáticas anglo-escocesas, y la
asociación con España era necesaria para contrarrestar la pujanza de Francia.

2. ENRIQUE VIII Y LA REFORMA ANGLICANA

Enrique VIII representaba a la perfección el ideal de príncipe renacentista,


muy similar al arquetipo dibujado por Castiglione o Maquiavelo: era muy culto y
versado en Teología, inteligente, de carácter extrovertido, diplomático, orgulloso,
promiscuo, amante de las diversiones, gran atleta, cazador, músico y, en su
juventud, extraordinariamente apuesto. Promovió todas las formas del arte y a

[100]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

pesar de su carácter irascible y su tendencia al autoritarismo, gobernó de acuerdo


con el parlamento velando por los intereses de Inglaterra. Así lo describía un
embajador de Venecia al principio de su reinado:
“Su Majestad tiene veinte y nueve años y un aspecto muy hermoso.
La naturaleza hubiese podido a duras penas favorecerle más. Es más
bello que ningún otro soberano de la Cristiandad, aún más que el rey
de Francia; muy rubio y, en conjunto, lo mejor proporcionado que
pueda haber. Cuando supo que el rey Francisco tenía la barba rubia,
quiso que la suya fuese igual, y como era en realidad de color rojo, ha
acabado por tener una barba que se parece al color del oro. Es un
príncipe muy cumplido; buen músico, buen compositor, un caballero
de los mejores, magnífico justador; sabe hablar bien el francés, el
latín y el español; es muy religioso, oye tres misas por día y algunos
hasta cinco; oye también el oficio divino, habitualmente en la
habitación de la reina, es decir, vísperas y completas. Es gran
aficionado a la caza y no vuelve jamás de ella sin haber cansado ocho
o diez caballos [...]
Es afable, gracioso y cortés como nadie; no ambiciona conquistas y
reduce su ambición a la conservación de sus propios dominios. Ha
dicho más de una vez al embajador: ‘señor embajador, es preciso que
las potencias sepan que Nos nos contentamos con poseer nuestras
islas’ […] A esto conviene añadir que es el soberano mejor vestido que
haya en el mundo; sus vestidos son tan ricos y soberbios como se
puedan imaginar, y no hay día de fiesta que no se los ponga nuevos”.
Sin embargo, más allá de sus virtudes, en la memoria colectiva permanece
la extrema crueldad con que trató a sus seis esposas: Catalina de Aragón, Ana
Bolena, Jean Seymour, Ana de Cleves, Catalina Howard y Catalina Parr (la única
que le sobrevivió). La difícil relación del rey con sus esposas, en especial con la
primera de ellas, se ha considerado siempre la principal causa que llevó al cisma
de Inglaterra con la Iglesia de Roma. Sin embargo, es éste un asunto que merece
la pena examinar con mayor detenimiento.
Enrique VIII había recibido una espléndida herencia por parte de su padre
y era el primer rey, desde hacía mucho tiempo, que accedía al trono sin necesidad
de entablar una cruenta guerra para conseguirlo. Pero también es cierto que
Inglaterra no estaba al nivel de Francia o España en aquel momento: no tenía los
mismos recursos, ni la misma extensión territorial ni las posibilidades de

[101]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

conquistar un Nuevo Mundo cargado de riquezas. Por consiguiente, sólo podía


servir de contrapeso en el equilibrio de poder en Europa, principalmente en
medio de la pugna entre Francisco I de Francia y el emperador Carlos V. Además,
la estabilidad de su reino era reciente y las ambiciones de las distintas facciones
de la nobleza podían amenazarla. Por todo ello, la mayor preocupación de Enrique
VIII era asegurar la continuidad dinástica de los Tudor, con el fin de mantener el
estado de paz y prosperidad alcanzado.
El problema era que su esposa Catalina de Aragón le había proporcionado
únicamente una hija, de nombre María, y no había precedentes de reinas en la
historia de Inglaterra. Es comprensible que tanto Enrique como la nación entera
temieran los peligros de una sucesión disputada. Esta fue la razón de que el rey
intentara procurarse otras formas de garantizar la continuidad dinástica, lo que
pasaba por divorciarse de Catalina.
La justificación de este divorcio fue teológica: el rey había encontrado un
texto en la Biblia, en el libro del Levítico, que advertía que un hombre que
cometía incesto, casándose con la esposa de su hermano, sería condenado a no
tener hijos. Catalina había sido desposada primero por Arturo, el hermano mayor
de Enrique. La prematura muerte de Arturo y el solemne juramento de la princesa
de que no había consumado el matrimonio facilitaron un segundo enlace entre
Catalina y Enrique, que transcurrió feliz y sin sobresaltos durante más de
veinticuatro años. Pero la falta de descendencia masculina y la pasión del
monarca por Ana Bolena condujeron al distanciamiento entre los esposos. La
solicitud de anulación del matrimonio fue rechazada por el Papa Clemente VII,
temeroso de la hostilidad del emperador Carlos, sobrino de Catalina, lo que
exasperó a Enrique VIII. Para solventar el problema del divorcio, el monarca obligó
a la Iglesia de Inglaterra a reconocerle como su jefe supremo en 1531, lo que le
permitió establecer legalmente la nulidad eclesiástica del matrimonio. A
consecuencia de ello fue excomulgado y en 1533 rompió definitivamente con
Roma.
No obstante lo expuesto, la instauración del Anglicanismo hay que
entenderla en un contexto histórico más amplio: el de la serie de reformas
religiosas sucedidas en toda Europa durante las primeras décadas del siglo XVI.
Esta serie de reformas son, en gran medida, una consecuencia del ambiente
cultural de carácter seglar y humanista que se había ido fraguando en el
Renacimiento.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Muchos filósofos humanistas, como Luis Vives, Erasmo de Rotterdam o


Tomás Moro, eran personas profundamente religiosas, preocupadas por darle un
nuevo sentido a las relaciones entre Dios y el hombre. Como punto de partida, el
Dios de los humanistas era ante todo Amor, muy distinto del Dios airado y terrible
defendido por los inquisidores medievales. Para argumentar esta nueva visión de
Dios, los humanistas emprendieron primero una profunda revisión filológica de
los textos sagrados, hasta el extremo de que las nuevas ediciones modificaban
sustancialmente los textos medievales. En segundo lugar, dirigieron sus críticas
hacia los teólogos, a los que acusaban de oscurecer la verdad de las palabras y
hacer incomprensibles los dogmas. Los humanistas propusieron una teología, una
fe y unos ritos más sencillos, con sólo unos pocos dogmas que permitieran vivir la
religión como una cuestión individual, liberada de normas, fórmulas y mediadores
eclesiásticos, tal como lo habían hecho los primeros cristianos.
Las inquietudes religiosas de los humanistas sembraron un clima de
reflexión y debate en el seno de la Iglesia Católica y constituyeron un preludio a la
conmoción espiritual que vendría años más tarde. El inicio de la Reforma suele
asociarse al nombre de Lutero, pero el deseo de renovación ya existía antes de él;
personajes como Jan Huus, Savonarola o el Cardenal Cisneros lanzaron repetidas
críticas sobre los modos de vivir la religión en el seno de la Iglesia, y auspiciaron
movimientos reformadores. Lutero sólo encendió la chispa en un contexto
especialmente predispuesto, que puede sintetizarse en los siguientes elementos:
1º. Contexto de secularización: entre los siglos XV y XVI se experimenta un
progresivo abandono del teocentrismo, que aparece ligado a la
sobrevaloración de las capacidades humanas y al fortalecimiento del poder
secular, que llegó incluso a controlar ciertos aspectos de la vida religiosa.
2º. Críticas al estamento eclesiástico: desde finales de la Edad Media se
generalizan las críticas hacia los abusos morales y la acumulación de poder
temporal del clero; abusos como la negligencia en el cumplimiento de los
deberes apostólicos, el hedonismo, la excesiva fiscalidad sobre los fieles
cuyo único fin era costear la vida ociosa de los clérigos, la venta de
indulgencias para garantizar la salvación eterna, el sentido de propiedad
feudal sobre los cargos apostólicos, la concentración de cargos eclesiásticos
en una sola mano, el nepotismo, etc. Esta serie de excesos fomentó el
descontento sobre la Iglesia y una creciente antipatía hacia el Papado.
3º. Necesidades de revisión de la doctrina: ya desde época medieval se había
planteado la necesidad de revisar las costumbres del clero y algunos de los

[103]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

dogmas establecidos, lo que provocó la aparición de herejías. Este afán


revisionista obedecía a dos grandes razones: primero la falta de claridad de
la doctrina, excesivamente ritualista, que afectaba no sólo al pueblo sino a
los propios eclesiásticos; y segundo, el deseo de matizar algunas creencias
religiosas consideradas desfasadas, polémicas y/o supersticiosas, que sin
embargo eran validadas por la Iglesia de Roma como una forma de
asegurarse el perdón eterno (por ejemplo la intercesión de los santos, la
venta de indulgencias, las peregrinaciones, las obras de caridad, la
predestinación, el purgatorio, etc.). A consecuencia de ello se empezó a
cuestionar la necesidad de los intérpretes eclesiásticos (teólogos,
sacerdotes, predicadores), y la conveniencia de acudir exclusivamente a la
suprema fuente de revelación, las Sagradas Escrituras.
La fecha oficial de inicio de la Reforma es el 31 de octubre de 1517,
cuando un sacerdote agustino de nombre Martín Lutero publicó 95 tesis contra la
práctica de las indulgencias, en la puerta principal de la iglesia de Wittemberg
(Alemania). Concretamente, Lutero criticó la reciente venta de unas indulgencias
especiales en los arzobispados alemanes de Maguncia y Magdeburgo, que tenían
por objeto financiar la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Pero su
ataque no era simplemente moral sino que partía de posiciones teológicas. Según
Lutero, Dios no nos perdona por la acumulación de obras buenas, por haber
realizado peregrinaciones o por haber comprado indulgencias; por el contrario,
debemos admitir que siempre seremos pecadores, corruptos e indignos, y lo
único que puede salvarnos es mantenernos en la fe (“el justo vivirá por su fe”
según San Pablo). Lo demás son falsas esperanzas de salvación que se habían
convertido en objeto de mercadería por parte de los delegados papales; el poder
de conceder el perdón sólo pertenecía a Dios.
Lutero fue acusado de herejía en marzo de 1518, y tras varios intentos de
conciliación, rechazó finalmente el control ideológico de Roma y los dogmas
conciliares, afirmando el valor único de las Sagradas Escrituras como contenido de
la fe. Todo esto, junto con su negativa a aceptar la existencia del purgatorio, la
comunión de los santos y la autoridad del Papa, le condujeron a la excomunión en
junio de 1520.
La difusión que hicieron la imprenta y los predicadores de este torbellino
de ideas extendió el debate por toda Europa. El ideal postulado por Lutero de que
las Escrituras sí eran inteligibles para los creyentes, daba pie a la libre
interpretación de la Biblia y al libre examen de conciencia. Por consiguiente, la

[104]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Iglesia ya no necesitaba jerarquías y el sacerdocio era universal (todo cristiano es


sacerdote aunque no sea ministro de los sacramentos y la palabra). Con
posterioridad, el sistema doctrinal de la Reforma abundó en otras diferencias con
respecto al Catolicismo: por ejemplo, la reducción de los sacramentos sólo a los
dos que fueron instituidos por Cristo (el bautismo y la comunión) y el rechazo a la
teoría escolástica de la transubstanciación.
El triunfo del pensamiento de Lutero en Alemania sirvió de fermento a
sucesivas reformas en otras regiones de Europa. Todas ellas suscribieron, con
matices, los siguientes puntos: la teoría de la justificación por la fe, el recurso a la
Sagrada Escritura como única fuente de revelación y de autoridad, el libre examen
de conciencia, una vuelta radical a la pureza evangélica de los primeros tiempos
del Cristianismo, el rechazo al celibato, la invalidez del culto a los santos y a las
reliquias, la supresión de las imágenes en los templos y, por supuesto, la ruptura
con Roma. Entre las corrientes postluteranas más significativas se encuentran el
calvinismo o puritanismo, la reforma de Zwinglio y el anabaptismo.
La posición de la Iglesia de Roma adoleció de previsión y capacidad de
respuesta. El Papado pretendió resolver el problema echando mano a sus armas
tradicionales, la excomunión y la hoguera, lo que fomentó aún más la escisión.
Finalmente, como instrumento de defensa de la fe, el Papa Paulo III convocó en
1537 el Concilio de Trento, que no pudo celebrarse hasta 1545, con escaso
quórum. Las conclusiones de este concilio, confirmadas por el Papa Pío IV en
1564, reforzaron el punto de vista doctrinal del Catolicismo, dando origen a la
denominada Contrarreforma. Algunas de sus conclusiones fueron la promulgación
del Catecismo Romano, el establecimiento del derecho exclusivo de la Iglesia a
interpretar la Biblia, la aceptación de la tradición dogmática de los Santos Padres,
la afirmación de la Eucaristía como el centro del culto y que en ella está Cristo
realmente, la existencia del Purgatorio, la legitimidad de las indulgencias y del
culto a la Virgen María y a los santos, la necesidad de la jerarquía eclesiástica, la
utilidad de las buenas obras para lograr la salvación, la reforma del misal para la
liturgia, que seguiría celebrándose en latín, la refundición del calendario y del
martirologio, y el celibato del clero.
En Inglaterra, la aspiración a una reforma religiosa era tan deseada como
en el resto de Europa. Los factores que la propiciaron eran similares: el mismo
tipo de piedad popular llena de supersticiones y de mediaciones, los mismos
abusos morales y administrativos del clero, y las mismas críticas de intelectuales
humanistas, como Tomás Moro. Incluso existían precedentes bastante próximos

[105]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

de otras convulsiones religiosas, como la protagonizada a finales del siglo XIV por
John Wycliff.
Todo ello había gestado un clima de anticlericalismo bastante acentuado,
principalmente entre los laicos instruídos y algunas facciones de la nobleza,
recelosa desde hacía tiempo de la intromisión de los delegados papales en los
asuntos internos de Inglaterra. El mayor descontento lo proporcionaba la
obligación de contribuir económicamente al sostenimiento de la Iglesia de Roma.
Sin embargo, aunque las ideas protestantes estaban siendo bien recibidas en el
ambiente universitario de Cambridge y en la corte, el rey Enrique VIII era un
convencido antiluterano y no tenía intención de reformar la doctrina.
La ruptura con Roma hay que atribuirla entonces al divorcio de Catalina
de Aragón, motivado por profundas razones de Estado. El divorcio se justificaba
por la necesidad de buscar otras opciones para la sucesión y garantizar la
continuidad dinástica, y el rey se encontraba en la situación de tener que
defender la autoridad y la independencia de la monarquía frente a la influencia de
Roma y de la facción católica de la nobleza, liderada por la propia Catalina. Las
simpatías de Ana Bolena por el Protestantismo y la pasión amorosa del rey
aderezaron este cóctel explosivo. El proceso conducente a la instauración del
Anglicanismo se desarrolló así, en orden cronológico.
En 1529 el rey consiguió, no sin ciertas reservas y con excepciones
significativas, que la Cámara de los Lores le nombrara jefe supremo de la Iglesia
en Inglaterra “en cuanto lo permita la ley de Cristo”. Fue el primer paso para
establecer una iglesia nacional, independiente jurídica y fiscalmente de Roma, y
para forzar las negociaciones con el Papado con el fin de obtener la nulidad. En
mayo de 1533, el arzobispo de Canterbury invalidó el matrimonio regio y legalizó
la nueva unión del monarca con Ana Bolena, que se había celebrado en secreto.
En noviembre de 1534, el Parlamento aprobó el Acta de Supremacía, que
otorgaba al rey amplios poderes religiosos y eclesiales. El acta admitía la
superioridad del rey sobre el Papa para gobernar la Iglesia de Inglaterra
(Anglicana Ecclesia), ejercer el derecho de excomunión y de persecución, e
imponer castigo a las herejías. El rey, además, eliminó la posible oposición papista
decretando la supresión de las órdenes religiosas, la exclaustración de los
monasterios y la confiscación de sus bienes, entre 1536 y 1539. Las sublevaciones
católicas de los condados del norte y de los territorios de Irlanda, ambas lideradas
por una parte de la nobleza, fueron igualmente reprimidas, y destacados católicos
como el canciller Tomás Moro acabaron condenados a la pena de muerte. En

[106]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

suma, se trató de un vehemente ejercicio de autoridad que sirvió para fortalecer


y afianzar el poder centralizado de la monarquía Tudor, y en este contexto es
donde hay que explicar realmente todo lo que sucedió.
La ruptura política con Roma vino acompañada por una ruptura doctrinal,
debida la aspiración lógica de instaurar una nueva religión, que se diferenciara de
la vieja. La organización de la misma fue confiada a dos luteranos, Thomas
Cranmer y Thomas Cromwell, quienes elaboraron la base de los Diez artículos de
1536. En ellos, se reducían a tres los sacramentos (bautismo, penitencia y
comunión), se aceptaba la justificación del creyente por las obras de caridad y se
rechazaba la mediación de los santos, aunque no su devoción. En conclusión, que
las diferencias no fueron tan tajantes como en el Protestantismo, y fueron
aceptadas por el pueblo inglés con menos oposición de lo esperado. Esto se debió
en parte a lo mucho que tardaron en imponerse, y en parte a la habilidad del
gobierno para inventar fórmulas ambiguas y rituales híbridos entre el Catolicismo
y la nueva religión, que respetaban la esencia espiritual del Cristianismo.
El Anglicanismo se redujo así a un Catolicismo independiente de Roma,
pero doctrinalmente casi idéntico; no existía, pues, herejía sino cisma. Sólo
después de la muerte de la reina María Tudor, se reformuló y afianzó la nueva
religión con aportaciones protestantes.

3. LA INGLATERRA ISABELINA

Enrique VIII había desheredado al fruto de su matrimonio con Catalina de


Aragón, su hija María, por culpa de su inquebrantable Catolicismo; a su otra hija,
Isabel, nacida de la unión con Ana Bolena, también la apartó de la sucesión por
asociarla con el trágico destino de su madre. Así pues, su único hijo varón, nacido
de su enlace con Jean Seymour, fue reconocido como heredero al trono de
Inglaterra. Esto colmaba el deseo de estabilidad de la dinastía Tudor, aunque el
nuevo rey, Eduardo VI, tenía sólo diez años cuando fue coronado y era de
naturaleza enfermiza. Durante su breve reinado (1547-1553), las tareas de
gobierno fueron desempeñadas por su tío materno, el duque de Somerset, hasta
su caída y ejecución en 1549, cuando fue sustituido por el conde de Warwick.
Ambos dirigentes se esforzaron por apoyar el Protestantismo y sofocar la
oposición católica.

[107]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Esta situación cambiaría radicalmente a la muerte del joven rey. María


Tudor, la hija de Catalina de Aragón, logró auparse al trono tras vencer a la facción
aristocrática del conde de Warwick, que pretendía coronar a Lady Jane Grey,
descendiente de Enrique VII. María I (1553-1558) restauró el Catolicismo en un
ambiente de relativa tolerancia al principio, y de forma violenta después,
fomentando las persecuciones contra los herejes y protestantes (de ahí su apodo
“Bloody Mary”). Pero además, en 1554 contrajo matrimonio con el príncipe Felipe
II de España, lo que causó una profunda conmoción en Inglaterra por el temor a
que éste quisiera intervenir en los asuntos internos de Inglaterra, a pesar de que
las condiciones pactadas en el contrato nupcial restringían claramente que don
Felipe pudiera llegar a reinar de manera efectiva sobre Inglaterra.
Este matrimonio con el heredero de España, la llegada a las Islas
Británicas del nuncio del Papa, el Cardenal Pole, la derogación de los estatutos de
Eduardo VI y la sucesión de penas de muerte dictadas contra los heterodoxos
reconciliaron rápidamente a la monarquía inglesa con Roma. En su país, no
obstante, la imagen negativa de María la Sanguinaria se acrecentó por culpa de la
intolerancia religiosa mostrada en los últimos años de su reinado, a pesar de que
su actuación represiva no sobrepasó a la de otros monarcas ingleses igualmente
violentos contra sus detractores.
Tras la muerte sin descendencia de María Tudor, su hermanastra Isabel
fue coronada siguiendo la lógica sucesoria, aunque no sin dificultades. Isabel I fue
una estadista inteligente, hábil y pragmática, que heredó de su padre fortaleza,
ferocidad, capacidad de decisión, orgullo y gusto por el lujo, y de su madre,
coquetería, hipocresía y magnetismo; a estas cualidades ella misma unió la
prudencia, ciertos rasgos de masculinidad en su carácter y una extraordinaria
capacidad para juzgar acertadamente a las personas y los hechos. Su prolongado
mandato (1558-1603) sirvió para pacificar el país, para afianzar el Anglicanismo
como religión oficial del Estado, y para convertir a Inglaterra en la potencia más
emergente del momento, la única capaz de hacer frente a la hegemonía española.
En política interior, la institución monárquica consolidó su poder temporal
gracias a una gestión centralizada y eficaz, que intervino activamente en la
regulación del comercio y la industria, imponiendo un nuevo sistema monetario.
En el desempeño de esta tarea encontró apoyo en la nueva aristocracia territorial,
que había ido ascendiendo en la escala social, mediante la compra de las
propiedades desamortizadas a los monasterios. La movilidad económica
provocada por esta situación, el desarrollo de la Marina, la creación de nuevas

[108]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

compañías comerciales, la instauración de una Hacienda eficiente y el progresivo


enriquecimiento de los sectores más emprendedores de la población impulsaron
un crecimiento sostenido y una enorme prosperidad social. Todo ello favoreció un
clima de satisfacción nacional y una imagen muy positiva de la reina, gracias a lo
cual Isabel siempre encontró los apoyos necesarios para hacer frente una y otra
vez a las intrigas cortesanas, a las disidencias religiosas y a las amenazas
promovidas desde el exterior del país.
Isabel I mantuvo la maquinaria administrativa iniciada por los primeros
Tudor, sin introducir novedades institucionales. El Consejo privado de Su Majestad
continuó siendo el principal órgano asesor, secundado por altos funcionarios de la
Corte como el Secretario de Estado, el Canciller, el Guardián del Sello y el
Tesorero, éste último con mayores atribuciones. En la administración territorial,
los Lugartenientes y Jueces de Paz ejercían de delegados del poder central, y en la
administración de justicia se afianzó el Derecho Consuetudinario, basado en la
costumbre, que impartían magistrados nombrados por la Corona. Un claro
síntoma de su absolutismo fue la escasa significación del Parlamento, que apenas
fue convocado una docena de veces y siempre se mantuvo leal a las directrices
reales, sin reivindicar mayores cotas de poder.
En política exterior se produjo una mayor intervención de Inglaterra en los
conflictos internacionales, lo que se tradujo en un considerable aumento de los
gastos de guerra. Las difíciles relaciones con la vecina Escocia y la lucha contra
España centraron los esfuerzos del gobierno isabelino en esta área.
El problema con Escocia se inició en 1568. La reina María Estuardo había
sido derrotada en una guerra civil y solicitó refugio en Inglaterra, pero Isabel la
encarceló inmediatamente, recelosa de los apoyos que recibía por parte de las
monarquías católicas de Europa, que la consideraban legitimada para acceder al
trono de Inglaterra. A pesar de que era su prima, Isabel acusó a María de
conspiración y la mantuvo prisionera durante años, facilitando las intrigas de los
católicos ingleses, que pretendían su liberación. En 1586 fue descubierto un
complot para asesinar a Isabel y entronizar a María en su lugar, así Isabel no dilató
más la cuestión y ordenó que María fuese decapitada en 1587. La ejecución de la
reina de Escocia tuvo graves consecuencias relacionadas con el segundo conflicto
internacional que libró Inglaterra en esta época.
Pero la lucha con España no fue un conflicto más, ya que se trató de un
conflicto en el que confluyeron múltiples factores. Existía, por un lado, una lucha
por la hegemonía marítima y el equilibrio de poder en Europa; por otro, la

[109]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

necesidad de España de vencer la resistencia de sus colonias holandesas, a


quienes apoyaba Inglaterra; y de fondo, la disputa religiosa entre una potencia
católica y otra protestante. En este contexto, los piratas John Hawkins y Francis
Drake comenzaron a hostigar las colonias y los barcos españoles de América, con
el objetivo de evitar que su riqueza fuera utilizada para amenazar la
independencia de Inglaterra. A ello se unió en 1587 la ejecución de María
Estuardo, católica y aliada de España. Como respuesta a esta provocación, Felipe II
organizó la Armada Invencible, con la intención de invadir Inglaterra, derrocar a
Isabel y reinstaurar el Catolicismo, pero una serie de circunstancias la condujo a la
derrota en las aguas del Canal de La Mancha, en agosto de 1588: notables errores
estratégicos del comandante de la flota, el Duque de Medina Sidonia, la peor
adaptación de algunos barcos españoles a la navegación por estas aguas, la no
concurrencia de los refuerzos que debían llegar desde Flandes, el largo de tiro y la
potencia de los cañones ingleses, que impidieron acercarse a los españoles lo
suficiente como para presentar batalla, y la acción de los elementos
meteorológicos.
Por consiguiente, el desenlace hay que entenderlo más bien como un gran
fracaso español y no una gran victoria militar inglesa, a pesar de lo que ha
defendido repetidamente la historiografía británica. Sí es evidente que Inglaterra
logró preservar su independencia de la amenaza del Imperio Español y convirtió al
Protestantismo en una importante fuerza política a nivel internacional. Sin
embargo, aunque en el país se desató una ola de fervor patriótico, el equilibrio de
poder en el mundo no cambió sustancialmente. Inglaterra tomó una ligera ventaja
y la mantuvo durante unos años, desarrollando acciones de saqueo y destrucción
contra Galicia y el Golfo de Cádiz, con resultado desigual. Pero la flota naval
española continuó siendo la más importante en el Océano Atlántico hasta bien
entrado el siglo XVIII.
La Inglaterra isabelina fue el exponente de un país favorecido por la
fortuna y capaz de salvarse a sí mismo gracias a su esfuerzo y a una conjunción de
factores favorables. Ello se acompañó de un notable florecimiento lingüístico y
cultural, que enfatizó la sensación de orgullo nacional. La era isabelina destacó
como uno de los grandes periodos de la literatura inglesa, en el que despuntaron
autores como Edmund Spenser, Christopher Marlowe y William Shakespeare, que
escribieron sus obras entonces. La imagen divinizada de la reina, Gloriana, sería
recordada en el futuro como exponente de la etapa más exitosa de la historia
inglesa: The Golden Days of Good Queen Bess.

[110]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Queda hablar, finalmente, del problema religioso, que se solucionó


mediante el establecimiento definitivo de la Iglesia Anglicana. La situación de
partida era muy comprometida, porque el hecho de inclinarse hacia uno u otro
credo podía acrecentar la división existente en el interior del país. Por
consiguiente, la reina se decidió a apoyar la reforma anglicana como una posición
intermedia entre el Catolicismo y el Protestantismo, que podía servir de religión
oficial del Estado sin riesgo de fracturas. La solución no satisfizo plenamente a
ninguno de los dos bandos, y hubo que vencer resistencias y conatos de rebeldía
tanto de los sectores católicos como de los puritanos. Pero en última instancia se
aceptó como una solución razonable y el Anglicanismo terminaría convirtiéndose
en elemento sustancial de la identidad nacional inglesa.
En 1559 se reinstauró el Acta de Supremacía, que declaraba la
superioridad de la Monarquía sobre la Iglesia, concentrando el poder temporal y
espiritual de Inglaterra en la figura del soberano. El mismo año se aprobó el Acta
de Uniformidad, que trataba de regular la liturgia según las normas protestantes,
planteadas unos años antes en el Libro de oraciones de Eduardo VI. La confesión
de fe fue redactada en 1563 por un grupo de obispos que sintetizaron las líneas
dogmáticas de la nueva religión en un documento conocido como los Treinta y
nueve artículos. Este documento era intencionadamente ambiguo porque
combinaba elementos doctrinales protestantes y católicos. De los primeros
conservaron la preeminencia normativa de la Sagrada Escritura, la teoría de la
justificación por la fe, la reducción de los sacramentos al bautismo y la eucaristía,
el rechazo de las mediaciones (indulgencias, intercesión de los santos, etc.) y el
uso de la lengua popular (el inglés, en este caso) en la liturgia. Del Catolicismo
aceptaron el valor de las obras de caridad, el respeto a los otros sacramentos y la
estructura eclesiástica sobre la base de los episcopados, aunque la jefatura
suprema correspondía al monarca.
Los Treinta y nueve artículos serían ratificados por la reina Isabel como
respuesta al apoyo prestado por el Papa de Roma a la rebelión de los nobles
católicos del norte de Inglaterra, y el decreto de excomunión lanzado contra
Isabel en 1570. A consecuencia de ello, los jesuitas fueron expulsados del país y
un gran número de católicos ingleses fueron perseguidos y ajusticiados. También
los puritanos sufrieron la represión del gobierno, sobre todo a partir de 1585,
porque representaban la amenaza del radicalismo frente al orden establecido,
férreamente defendido por la monarquía en los últimos años del siglo XVI.

[111]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

El éxito de los puritanos debe explicarse más detalladamente. Este grupo


consideraba que, a pesar de la ruptura con Roma y la vuelta a los principios
originales del Cristianismo, no se habían solucionado por completo sus
necesidades espirituales, como tampoco los problemas sociales que habían
intervenido en el estallido de la Reforma. Por otro lado, cualquier síntoma de
control del Estado sobre la religión sirvió para aumentar los descontentos que
pudiera haber hacia las autoridades seculares. Así sucedió en los Países Bajos,
donde los opositores a Felipe II de España se pasaron en masa al Calvinismo, y así
sucedió en el siglo XVII durante las revoluciones inglesas, donde los puritanos
lideraron la oposición al absolutismo de los Estuardo. Su creencia en la teoría de la
predestinación ofrecía la seguridad de estar en posesión de la verdad y la certeza
del triunfo; por eso la intolerancia y el desprecio mostrado por estos grupos hacia
los demás.
La tesis de Max Weber y de una parte de la historiografía marxista
atribuye el éxito del Calvinismo al apoyo recibido por la burguesía capitalista de
los siglos XVI y XVII, que vieron en esta religión la justificación ideal del trabajo, la
libre empresa, el comercio y el lucro, sin las cortapisas morales planteadas por los
teólogos católicos y luteranos. De acuerdo con la fábula evangélica de los
Talentos, para Calvino los negocios son una forma de corresponder a la gracia
divina. Cada uno es llamado a una vocación particular, y obtener el máximo
provecho posible a través de su actividad es una forma de glorificar a Dios. Por
esta razón, y por la protección dispensada desde ciertos sectores de la nobleza, el
calvinismo triunfó entre la clase media de las ciudades comerciales, ya que
proporcionaba a estos hombres la certeza siguiente: que el éxito de sus negocios
no sólo suponía ganancias dinerarias, sino el cumplimiento de un plan divino que
estaba predestinado de antemano para garantizar su salvación eterna.
En cualquier caso, la proliferación de tendencias religiosas surgidas del
ambiente post-reformista continuó desarrollándose y acabó por inundar los
nuevos territorios americanos, colonizados en la centuria siguiente. Véase el
siguiente esquema, en el que los diversos grupos religiosos, surgidos todos entre
mediados del siglo XVI y mediados del siglo XVIII, apenas se diferenciaban por un
mínimo grado de desviación o matización con respecto al credo apostólico y a las
formas tradicionales de administración eclesiástica.

[112]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

IGLESIA IGLESIA PURITANOS


ANABAPTISTAS
CATÓLICA ANGLICANA (Calvinistas)

ANGLO-
EVANGELISTAS ORTODOXOS HETERODOXOS
CATÓLICOS
Amish

Mennonitas

Iglesia
Congrega-
Presbiteriana Baptistas Metodistas
cionalistas
de Escocia

Unitaristas Cuáqueros

[113]
5. LOS ESTUARDO Y LAS
REVOLUCIONES INGLESAS

1. EL REINADO DE JACOBO I

El siglo XVII es atípico en Inglaterra si lo comparamos con el resto de


Europa. Durante este período, las Islas Británicas vivieron encerradas en sí
mismas, más preocupadas de sus problemas internos que de la política exterior.
Este signo de distinción también se manifestó en la dinámica socioeconómica que
experimentó el país a lo largo de la centuria, ya que, según B. Bennassar, fue
mucho más benéfica que en el resto de Europa. Algunos indicadores:
ƒ Demografía: la población creció de forma lenta pero sustancial, pasando de
4 millones de habitantes en 1600 a más de 5 millones en 1700, a pesar de la
alta mortalidad provocada por las guerras y la peste; este crecimiento se
concentró en las ciudades, que acogieron una gran cantidad de inmigrantes
rurales y se convirtieron en potentes centros comerciales.
ƒ Agricultura: se mejoraron las técnicas agrícolas y se amplió la superficie de
tierras cultivadas, aumentando con ello la producción; además de eso, se
impulsó el proceso de cercado de tierras (enclosures) que se había iniciado
en el siglo anterior, sustituyendo el tradicional sistema de fincas comunales

[115]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

(openfields) por el de propiedades privadas, lo que ponía las bases para una
economía de tipo capitalista.
ƒ Industria: la actividad principal era la textil y se desarrollaba en ciudades
como Norwich, Colchester, Leeds, Coventry y Gloucester, aunque poco a
poco fue imponiéndose un sistema de manufacturas realizadas por los
campesinos en sus propias casas (domestic system), que luego compraba un
empresario capitalista para venderlas a los comerciantes. Por otro lado, la
metalurgia y la minería de carbón alcanzaron un desarrollo espectacular en
la primera mitad del siglo, en zonas como los Midlands, el sur de Gales y el
valle del Tyne, junto a Newcastle.
ƒ Expansión colonial: a pesar de la escasa relevancia de Inglaterra en política
exterior, durante esta época se consiguieron crear colonias definitivas en
Norteamérica: el viaje del Mayflower y los Padres Peregrinos concluyó con
los primeros asentamientos británicos en Virginia y Massachussets (1620), a
los que seguirían los de New Hampshire (1624), Maryland (1632),
Connecticut y Rhode Island (1636).
Este panorama halagüeño quedaría oscurecido por los continuos
problemas políticos producidos entre el parlamento y los reyes de la dinastía
Estuardo, que originaron fuertes convulsiones durante todo el siglo.
La soltería de la reina Isabel I había dejado el trono de Inglaterra sin
herederos directos. El parlamento le había rogado en numerosas ocasiones que
tomara esposo para facilitar herederos directos al trono, y varios pretendientes
monárquicos se le ofrecieron en matrimonio, pero ella no quiso pertenecer a
nadie. Concedió su afecto fugazmente a una sucesión de favoritos, entre los que
destacaron Robert Dudley, conde de Leicester, el escritor y aventurero Walter
Raleigh, y Robert Devereux, conde de Essex. Así que a la muerte de Isabel se
extinguió la dinastía Tudor.
El pariente más cercano con derechos de sucesión era el rey de Escocia,
Jacobo, que era hijo de María Estuardo, prima de Isabel, y de Lord Darnley, un
bisnieto de Enrique VII. Por consiguiente, en 1603, fue coronado como Jacobo I de
Inglaterra. Pero su escaso talento como gobernante, su condición de extranjero,
su intolerancia religiosa (persiguió por igual a católicos y puritanos), su favoritismo
hacia algunos nobles y su aspecto físico, poco agraciado, le granjearon una fuerte
impopularidad. Además, llenó la corte de escoceses, a los que reservó las mejores
prebendas en el Ulster y en las colonias norteamericanas, lo que suscitó una

[116]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

fuerte reacción que impidió la unión efectiva de Inglaterra y Escocia, a pesar de


que Jacobo era monarca de ambos reinos.
Entre los hechos más destacados de su reinado se encuentra la
Conspiración de la Pólvora, que fue liderada por el mercenario católico Guy
Fawkes. Fawkes intentó destruir el edificio del parlamento con explosivos, con el
fin de matar al rey Jacobo y a todos los parlamentarios que debían asistir a la
ceremonia de apertura del curso político, el 5 de noviembre de 1605. La
conspiración fue organizada por un grupo de caballeros, como respuesta a las
persecuciones y condenas a muerte que estaban sufriendo los católicos en aquel
período, a consecuencia de las opresivas leyes dictadas por el rey. Para conseguir
su objetivo, habían alquilado un sótano debajo de la Cámara de los Lores, donde
almacenaron treinta y seis barriles de pólvora. Pero la conspiración fue
descubierta y Fawkes fue detenido cuando salía del sótano, en la madrugada del
mismo día 5 de noviembre. Todos los miembros del complot fueron ejecutados,
pero en la cultura popular ha quedado la Bonfire Night como una fiesta en la que
se rememora aquel suceso, se simula que se quema a Guy Fawkes en la hoguera y
se canta aquello de Remember remember the fifth of november.
En política exterior, Jacobo I intentó hacerse valer como mediador en una
Europa asolada por las guerras, para lo cual buscó el entendimiento con España,
pero en el proceso quedó patente la notoria incompetencia de su valido el Duque
de Buckingham, y su intervención terminó en un fracaso total. Este hecho desveló
a la opinión pública que Inglaterra había perdido el papel protagonista que había
ejercido durante el reinado de Isabel I en el marco de las relaciones
internacionales, y agravó el descrédito de Jacobo.
El Parlamento se hizo eco de esta situación y se negó a conceder más
apoyo económico a los proyectos del rey. El problema era que las arcas reales no
disponían de dinero suficiente para desarrollar una política autónoma, y la Corona
necesitaba el consentimiento de la Cámara para obtener ingresos extraordinarios.
Para salir del paso, Jacobo creó un título nobiliario de segunda clase, el de
baronet, con el fin de ponerlo a la venta y obtener nuevos ingresos, lo que
provocó fuertes críticas desde algunos sectores sociales. Sólo el talante
conciliador del rey logró que la situación no empeorase, algo que resultaría
inevitable con su sucesor, Carlos I, quien no volvió a convocar al Parlamento y se
inventó nuevos impuestos para gobernar de forma autoritaria y personalista,
durante los once años que la oposición inglesa calificó como “la larga tiranía”.

[117]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

La cuestión de fondo era la pugna entre las pretensiones absolutistas de los


reyes y la defensa de los derechos históricos del Parlamento. Los Estuardo creían en la
autoridad omnímoda de los reyes, otorgada por derecho divino, y se empeñaron en
imponer una monarquía absoluta al estilo de las de Francia o España, por entonces las
principales potencias europeas. Así lo creía el propio Jacobo I que, en su obra La
verdadera ley de las monarquías libres (1598), justificaba así su autoritarismo:
“Antes de que hubiera Estado había reyes; de donde se sigue que son
los reyes quienes han hecho las leyes y no las leyes quienes han hecho
los reyes. Es evidente que el rey es el dueño de todos los bienes. Su
derecho le viene de Dios y sólo a él ha de rendir cuentas. Todos los
poderes en el Estado derivan de su poder y todos le deben la más
completa obediencia”.
Este tipo de argumentos estaba en consonancia con los de otros filósofos
y pensadores ingleses del siglo XVII, como Thomas Hobbes, que postulaban la
necesidad de un gobierno poderoso, capaz de controlar el egoísmo y la violencia
entre las personas; “el hombre es un lobo para el hombre”, decía Hobbes. En su
obra Leviatán, sostenía que el Estado tiene su origen en un contrato mediante el
cual los individuos renuncian de manera espontánea a parte de sus derechos
naturales, y son convenientemente tutelados por un poder superior pacificador,
que garantiza el orden social. Este poder era la monarquía absoluta, considerada
la mejor forma de organización del Estado.
“La causa final o designio de los hombres –que naturalmente aman la
libertad y el dominio sobre los demás–, al introducir esta restricción
sobre sí mismos –en la que los vemos vivir formando Estados– es el
cuidado de su propia conservación y, por añadidura, el logro de una
vida más armónica; es decir, el deseo de abandonar esa miserable
condición de guerra que, tal como hemos manifestado, es consecuencia
necesaria de las pasiones naturales de los hombres, cuando no existe
poder visible que los tenga a raya y los sujete, por temor al castigo [...]
El único camino para erigir semejante poder común, capaz de
defenderlos contra la invasión de los extranjeros y contra las injurias
ajenas, asegurándoles de tal suerte que por su propia actividad y por
los frutos de la tierra puedan nutrirse a sí mismos y vivir satisfechos,
es conferir todo su poder y fortaleza a un hombre o a una asamblea
de hombres, todos los cuales, por pluralidad de votos, puedan reducir
sus voluntades a una voluntad […]

[118]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Y en ello consiste la esencia del Estado, que podemos definir así: una
persona de cuyos actos una gran multitud, por pactos mutuos
realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor, al
objeto de que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos como lo
juzgue oportuno para asegurar la paz y defensa común. El titular de
esta persona se denomina soberano, y se dice que tiene poder
soberano; cada uno de los que lo rodean es súbdito suyo”.
El absolutismo se justificó así como aquella doctrina política que permitía
al soberano gobernar sin sujeción a las leyes, de acuerdo sólo con su propia
voluntad, naturalmente inclinada a proporcionar el bienestar de su pueblo. En un
régimen absolutista no se tenía en cuenta la opinión de los gobernados, ni de
forma directa ni a través de sus representantes parlamentarios, así que, al no
existir un Estado de derecho, era habitual el recurso a la censura, la opresión y la
persecución. El triunfo de las monarquías centralizadas en Europa, a comienzos de
la Edad Moderna, trajo consigo la progresiva implantación del absolutismo regio,
que culminaría en el siglo XVIII con los programas de gobierno ilustrados,
resumidos en la famosa frase “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Esta
conducta política pretendía poner en práctica un conjunto de reformas que
abarcaban los siguientes aspectos:
1. Centralización administrativa, que ordenase, uniformase y controlase la
maquinaria del Estado, según normas racionales.
2. Política económica eficaz que asegurase, por un lado, el cobro
ininterrumpido de impuestos por parte de la Corona, y por otro, un
aumento de la producción con el fin de evitar los desabastecimientos
crónicos, satisfaciendo las necesidades materiales del pueblo de acuerdo
con los postulados mercantilistas, fisiocráticos o liberales, según el caso.
3. Fortalecimiento y organización del ejército, para poder hacer frente tanto
a las sublevaciones internas como a las guerras contra otros países. La
superioridad de un Estado en el juego de las relaciones internacionales se
medía por la potencia de su ejército.
4. Mecenazgo cultural que se expresaba en la utilización de la imagen
artística como medio de propaganda política, en el control de la educación
desde las universidades y academias, y en el fomento de las “ciencias
útiles” (economía, agricultura, física, química, matemática, medicina,
ingeniería, etc.), es decir, las que podían favorecer el desarrollo del país.

[119]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Durante el reinado de Carlos I Estuardo se pusieron en tela de juicio todos


estos presupuestos, planteándose la conveniencia de que fuera el parlamento
como representante de la soberanía popular, y no exclusivamente el rey, quien
decidiera sobre la orientación que debía adquirir la política inglesa. La
radicalización de las posturas defendidas por monárquicos y parlamentaristas
condujo al estallido de una rebelión, que se convirtió en un claro antecedente de
las revoluciones de la Edad Contemporánea.

2. CARLOS I Y LA GUERRA CIVIL INGLESA

Carlos era el segundo hijo de Jacobo I; también era escocés de nacimiento


y se convirtió en heredero a la muerte de su hermano mayor Enrique. Era un gran
coleccionista y mecenas de las artes, y estableció en la corte un extraordinario
ceremonial de lujo y sofisticación. En 1623 viajó a Madrid para obtener la mano
de la infanta María, pero la reticencia de la Iglesia y la Monarquía española hacia
el enlace acabaron por exasperar al príncipe, que se volvió de vacío.
Se casó entonces con la princesa francesa Enriqueta María de Borbón, y
una vez que subió al trono, en 1625, continuó la guerra que acababa de iniciarse
contra España. Pero la estrepitosa derrota sufrida ese mismo año en Cádiz, la
subsiguiente descomposición de la Armada, la crisis económica provocada en
parte por los cuantiosos gastos de la guerra y el hecho de que la reina fuera una
declarada católica le granjearon una fuerte antipatía desde el principio.
Para mayor abundamiento, Carlos I se desligó pronto de las tareas de
gobierno, cediendo el peso de las mismas a su valido George Villiers, duque de
Buckingham, cuyo descrédito era unánime. La convocatoria del parlamento en
1625 y 1626 para solicitar nuevas contribuciones con las que sufragar los gastos
de la corte y de las guerras se saldó con una fuerte resistencia de los
representantes populares. Esto provocó que el rey disolviera la cámara en ambas
ocasiones, originando un grave problema político.
En 1628, un grupo de notables remitió al rey una Petición de Derechos
(Bill of Rights), en la que se hacía una defensa de las libertades tradicionales y de
los documentos legislativos que históricamente limitaban el poder real. Más
concretamente, se pretendía la derogación de los impuestos ilegales, es decir,
aquellos que no habían sido aprobados por el parlamento, así como evitar los
arrestos injustos de parlamentarios. Carlos, que tenía en muy alta estima los

[120]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

derechos de la monarquía, simuló aceptar esta petición, pero pronto dejó de


respetarla. El asesinato del duque de Buckingham se convirtió en la excusa
perfecta para que el parlamento fuera definitivamente disuelto en 1629.
Se inició entonces una etapa de once años de gobierno absolutista, que el
pueblo denominó la Larga Tiranía. La camarilla del rey estableció nuevos tributos
y aranceles aduaneros que no dependían del control del parlamento y revertían
directamente a la corona. La tendencia centralista se trasladó también al plano
religioso, para el que se propuso una rígida observancia del culto anglicano, la
expulsión de los puritanos a las colonias norteamericanas y una organización
eclesiástica en la que las diócesis locales perdieron cualquier posibilidad de
autonomía. Esta situación levantó ampollas en Escocia, donde existía una Iglesia
Presbiteriana diferente de la Anglicana, que ostentaba el carácter de iglesia
nacional. Los escoceses eran muy celosos de su independencia, a pesar de que su
rey era el mismo que el de Inglaterra desde principios de siglo, así que en febrero
de 1638 se declararon en rebeldía al firmar la Solemn League and Covenant, un
documento en el que abogaban por la defensa del Presbiterianismo. Los
covenanters reunieron un ejército y en 1639 invadieron los condados del norte de
Inglaterra, iniciando la llamada Guerra de los Obispos.
Para financiar esta guerra, Carlos I convocó un nuevo parlamento,
apelando al patriotismo de los ingleses, conocido como el Parlamento Corto por
su breve duración. La oposición, liderada por los puritanos, hizo caso omiso de la
solicitud real y exigió discutir sobre los verdaderos problemas que afectaban al
país, empezando por el restablecimiento de las atribuciones de la cámara. Los
debates sólo se desarrollaron durante los meses de abril y mayo de 1640, y
concluyeron en la redacción de una lista de quejas dirigidas al rey, quien hizo caso
omiso y volvió a disolver el parlamento.
Pero la guerra continuó inexorable, y en noviembre del mismo año la
escasez de fondos obligó a Carlos I a convocar de nuevo a los representantes
populares en el llamado Parlamento Largo. En la cámara había ahora delegados
de muy variados orígenes, elegidos de forma diversa: aristócratas, funcionarios,
comerciantes, burgueses, magistrados y, sobre todo, representantes de la
pequeña nobleza rural (la gentry). Pronto se dividieron en dos bloques
antagónicos: los realistas o moderados y los parlamentaristas o radicales, entre
los cuales también había diferentes posiciones. Esta división sería una de las
causas que conducirían al estallido de la guerra civil.

[121]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Retrato ecuestre de Carlos I Estuardo, acompañado por Monsieur de St.


Antoine, por Van Dyck (Londres, Royal Art Collection, 1633).
Carlos I era un gran coleccionista y mecenas de las artes. A principios de la
década de 1630 encargó un amplio conjunto de retratos de los antiguos
césares de Roma, con el fin de decorar las estancias reales. La serie
finalizaba con su propia imagen, la que se reproduce aquí, realizada por el
pintor flamenco Antoine Van Dyck. En ella aparece el monarca sobre un
caballo blanco, pasando por debajo de una arquitectura clásica que se
asemeja a un arco de triunfo. La escenografía de ricos cortinajes, el bastón
de mando que ostenta el rey, la figura del sirviente que le sostiene el yelmo
y el escudo de armas situado en la esquina inferior izquierda, refuerzan el
concepto de una monarquía absoluta. Como si se tratase de un nuevo
césar, Carlos I concentra en su persona todo el poder y la gloria, por encima
del parlamento y de las leyes. [FUENTE: http://commons.wikimedia.org]

[122]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

La superioridad numérica de los parlamentaristas fue deshaciendo la


estructura centralista del absolutismo regio mediante nuevas leyes, dictadas en
los primeros meses de 1641: se anularon los impuestos inventados por la Corona
(especialmente los aranceles navales y comerciales), se abolió la censura, se
restituyeron los poderes que habían sido retirados a las corporaciones locales, se
estableció que el parlamento tenía que ser convocado como mínimo cada tres
años y se garantizó que éste no sería disuelto sin su propio consentimiento. Por
último, se obligó a dimitir a varios ministros reales, entre los que destacaban el
conde de Strafford y el arzobispo de Canterbury, William Laud, que fueron
procesados y condenados a muerte por traición. Todas estas medidas suponían un
grave atentado contra los privilegios reales, y provocaron un gran impacto sobre
la opinión pública, que empezó a interesarse por lo que ocurría en el interior de la
cámara.
Las diferencias comenzaron cuando los radicales quisieron ir más allá de la
restitución de sus privilegios anteriores al absolutismo, y plantearon reformas más
controvertidas. En el nuevo marco económico que se había ido desarrollando a lo
largo del siglo XVII, la emergente burguesía de los negocios estaba acaparando la
mayoría del capital que circulaba en el país, mientras que la nobleza y la
monarquía iba disminuyendo sus ingresos, porque seguían basando su riqueza en
las rentas que les proporcionaba la propiedad estática de la tierra. Por
consiguiente, la nobleza defendió a ultranza a la monarquía, y en especial su
capacidad para imponer impuestos a través de los cuales acceder al dinero de la
burguesía y mantener su estado de riqueza. Todo lo contrario que la burguesía
capitalista, que veía el absolutismo como un freno que limitaba y fiscalizaba en
exceso sus actividades económicas, derivadas del ejercicio de la iniciativa privada.
En el ínterin se produjo la sublevación de los católicos de Irlanda contra la
disciplina aplicada por los ingleses y los colonos protestantes que invadían su
territorio. Pero el rey, que había hecho grandes concesiones para lograr la paz con
Escocia, se encontraba sin un ejército organizado para hacer frente la rebelión.
Entonces el parlamento tomó la iniciativa, y a petición de su presidente John Pym,
propuso la creación de un ejército nacional controlado por la asamblea y no por el
rey. Carlos I no estaba dispuesto a perder también su autoridad militar y, apoyado
por los moderados, decretó el encarcelamiento de los líderes radicales. La ciudad
de Londres, dominada por burgueses de ascendencia puritana, se rebeló contra la
intromisión real en enero de 1642, dando inicio a una guerra civil que duraría
hasta 1648.

[123]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

La Guerra Civil inglesa constituyó el enfrentamiento entre los partidarios


de la monarquía, los Cavaliers, y los defensores del parlamento, los Roundheads.
La confusión ideológica, la existencia de argumentos poco claros y la mera
simpatía por uno u otro bando provocaron que los dos ejércitos contendientes se
nutrieran prácticamente de las mismas clases sociales. Además, los cambios de
opinión, el transfuguismo y la aparición de reductos diferenciados fueron
habituales, tanto en los centros comerciales más progresistas, como entre las
áreas rurales más reaccionarias. Aún así, el rey logró mayor aceptación en el
noroeste del país, más atrasado y ligado a las tradiciones feudales, mientras que
el sureste, más rico y desarrollado, se inclinó en general por el parlamento.
El 23 de octubre de 1642 tuvo lugar la primera Batalla en Edgehill, que se
saldó con victoria del ejército real. Carlos I trató entonces de reconquistar
Londres, pero no logró sobrepasar sus defensas y decidió instalar su capital en
Oxford. Se produjeron a continuación otros éxitos militares de los Cavaliers en su
zona de influencia, pero ninguna decisiva. El rey no supo aprovechar su
superioridad frente al ejército parlamentario, mal organizado y dirigido, lo que
permitió el rearme y posterior victoria de los Roundheads.
La responsabilidad del giro que tomaron los acontecimientos hay que
atribuírsela a Thomas Fairfax y Oliver Cromwell, dos representantes de la pequeña
nobleza rural puritana, que advirtieron la ineficacia de los antiguos métodos
militares y se encargaron de organizar un nuevo ejército (New Model Army), capaz
de afrontar con garantías el desarrollo de la guerra. Para ello contaron con la
acertada gestión administrativa de John Pym, que aseguró la financiación de la
empresa mediante un sistema fiscal regular y ordenado. Todo lo contrario que el
ejército real, que siguió costeándose según la fórmula tradicional de concesión de
privilegios, tasas arbitrarias y confiscaciones, lo que a la postre se volvió en su
contra, porque fue restándole apoyos.
El New Model Army era distinto de los demás ejércitos que combatían en
Europa en aquella época. Sus integrantes no eran mercenarios, buscavidas o
presidiarios enrolados a la fuerza, sino voluntarios civiles entre los que había
campesinos, artesanos, burgueses y miembros de la baja nobleza. Por influencia
del Puritanismo, el ejército de los Roundheads se convirtió en un hervidero de
ideas políticas, sociales y religiosas que, gracias a la movilidad de las tropas por
todo el país, facilitaron la difusión de las teorías revolucionarias y el futuro
establecimiento de la democracia.

[124]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

De esta forma, la balanza se fue inclinando hacia los parlamentaristas, que


empezaron a cosechar victorias militares: Newbury en 1643, Marston Moor en
1644 y sobre todo Naseby, el 15 de junio de 1645, la batalla más decisiva de toda
la guerra. La derrota total de los realistas en Naseby provocó la inmediata
rendición de Carlos I en Newcastle, con la intención de negociar una salida
honrosa. Pero el monarca, en realidad, pretendía ganar tiempo aprovechando las
rivalidades internas de los Roundheads. A pesar de la momentánea victoria del
parlamento, los problemas se multiplicaron.
El ejército, carente de ocupación después de la victoria, empezó a generar
sus propias iniciativas y solicitó intervenir más activamente en la política. Al no
recibir respuesta, muchos soldados acabaron ingresando en las filas de grupos
radicales, de ideología cooperativista y libertaria, como los cavadores (diggers) y
los niveladores (levelliers). Los levelliers, liderados por John Lilburne y William
Walwyn, se nutrieron también de la pequeña burguesía de propietarios,
comerciantes y artesanos, y reivindicaron mayores reformas políticas y sociales,
así como la tolerancia religiosa. La vorágine revolucionaria hizo surgir más grupos
y sectas religiosas (loardos, seekers, ranters, cuáqueros, etc.), de carácter utópico
y milenarista, que dirigían sus ataques contra la corrupción de la Iglesia Anglicana
oficial y contra los puritanos, a los que acusaban de haberse vendido al poder. La
situación de anarquía fue agravándose a causa de la parálisis manifestada por los
dirigentes parlamentarios que sucedieron a Pym, y este impass de espera acabó
haciéndose insostenible.
Por su parte, el rey rechazó las condiciones que se le impusieron para su
retorno al poder, y a finales de 1647 escapó a la isla de Wight, donde llegó a un
compromiso con los escoceses: le ayudarían a restituirle en el trono si juraba el
Covenant, que convertiría el Presbiterianismo en la religión oficial de Gran
Bretaña. Esto dio lugar a la segunda fase de la guerra, que comenzó en 1648 con
el ejército y el parlamento inglés luchando contra los escoceses y los leales al rey.
En ese momento crítico reapareció la figura de Oliver Cromwell, que se
hizo con el control de la situación. Cromwell pertenecía a la mayoría conservadora
y puritana que dominaba el Parlamento, pero su cercanía y solidaridad con las
reivindicaciones del ejército le habían hecho muy popular. Así que apeló a la
unidad parlamentaria para hacer frente a los realistas y reprimió los posibles focos
de disidencia, presentando la guerra como la solución ideal para reconciliar
voluntades y apaciguar el descontento popular.

[125]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Los nuevos frentes abiertos por Carlos no eran continuos ni coordinados.


El ejército escocés invadió el norte de Inglaterra, pero fue derrotado en Preston,
de forma que la contraofensiva parlamentarista sofocó con facilidad los últimos
vestigios de oposición monárquica. La guerra terminó en septiembre de 1648 y el
parlamento fue depurado de elementos presbiterianos y reaccionarios, gracias al
apoyo que Cromwell recibió de los militares para controlar el poder.
El denominado Parlamento Rabadilla (Rump Parliament) creó una
comisión en Westminster para juzgar al rey por traición al Estado. Su argumento
fue éste: “Los comunes de Inglaterra reunidos en el Parlamento, declaran que, por
debajo de Dios, el pueblo es el origen de todo poder justo”. El 29 de enero de 1649
Carlos I fue declarado culpable y decapitado en el cadalso de Whitehall, en
Londres, lo que constituyó un hecho sin precedentes en la historia de Europa, y un
claro anticipo de lo que sucedería durante la Revolución Francesa, más de un siglo
después. Finalmente, el Parlamento disolvió la Cámara de los Lores y convirtió a
Inglaterra en una república o Commonwealth.

3. OLIVER CROMWELL Y LA REPÚBLICA INGLESA

Oliver Cromwell (1599-1658) era un miembro característico de la gentry,


la nobleza rural inglesa que prosperaba desde finales del siglo XVI. El rigorismo
moral calvinista en el que se educó le marcó profundamente; pensaba en
términos bíblicos y creía en las manifestaciones de la Providencia. En 1640 fue
elegido para el Parlamento Corto, y luego para el Largo, en representación de
Huntingdon. Apoyó enérgicamente al partido puritano contra la arbitrariedad de
la monarquía, y fue ascendiendo en poder e influencia durante la Guerra Civil. Su
talento militar se reveló pronto; primero costeó la formación del regimiento de
los Ironside, integrado por mil hombres disciplinados e inspirados por el fanatismo
religioso, y luego organizó el ejército de los condados orientales (Eastern
Association). En las batallas de Marston Moor y Naseby decantó la victoria del
lado de los parlamentaristas, gracias a la eficaz utilización de su caballería, y en
1645 fue elegido lugarteniente de Fairfax, alcanzando poco después el mando
supremo del ejército parlamentarista.
Cromwell era relativamente moderado y partidario de la libertad de
conciencia, excepto con los católicos. Su objetivo era lograr un arreglo pacífico
con el rey, que limitara claramente sus poderes, concediera capacidad de decisión
al Parlamento y liquidara la Iglesia Anglicana. Pero la hostilidad y el fanatismo

[126]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

mostrado por las diversas facciones parlamentaristas le llevaron a tomar partido


por el ejército y oponerse frontalmente a los levelliers. La segunda fase de la
guerra le colocó en una situación de privilegio, convirtiéndole en el héroe que
había sido capaz de vencer a la monarquía.
El odio creciente hacia el ejército, las divisiones internas y la parálisis
mostrada por los líderes roundheads precisaban de un hombre fuerte y de una
acción expeditiva que estabilizase la situación. Así, en 1648, Cromwell asumió el
control político del parlamento y eliminó a la oposición, arrestando a la mayoría
de los levellers. Esto permitió una holgada mayoría puritana en la cámara, y la
reducción de los radicales a pequeños grupúsculos sin apenas influencia. Entonces
Cromwell ejerció de principal instigador en el juicio contra Carlos I, logrando su
sentencia de muerte. Este hecho le granjeó simpatizantes y detractores a partes
iguales, lo que sería un claro anticipo de la controvertida estimación que luego
despertaría su gobierno totalitario sobre Inglaterra.
La proclamación de la República en 1649 estableció dos autoridades
principales: el Rump Parliament y el Consejo del Ejército. Cromwell era miembro
de los dos, y su capacidad de influencia le convirtieron en dueño de la situación,
instaurando a la postre una dictadura militar de la que sería a la vez jefe y
elemento moderador frente a las facciones radicales. Así, el ejército controlaba la
situación evitando nuevas sublevaciones, y el rodillo parlamentario de los
puritanos aprobaba nuevas leyes de carácter autocrático, como el aumento de
penas por traición y la reinstauración de la censura de prensa.
El primer problema al que tuvo que enfrentarse la nueva república fue la
lucha por su propia supervivencia. Cromwell tuvo que llevar a cabo,
personalmente, una serie de campañas militares en Irlanda, seguidas de una
fortísima represión contra los católicos sospechosos de rebeldía, que superaron
los 40.000 muertos o vendidos como esclavos. La represión incluyó además
expropiaciones masivas de tierras y la imposición de un ordenamiento jurídico
muy riguroso, lo que convertía a Irlanda, de facto, en una colonia inglesa. Contra
Escocia, que era muy celosa de su independencia y había reconocido al hijo de
Carlos I como futuro rey, también emprendió la guerra a partir de 1650. Las
victorias inglesas en Dunbar (1650) y Worcester (1651) forzaron al príncipe al
exilio y determinaron la reintegración de Escocia en la Commonwealth.
En el exterior, Cromwell deseaba una alianza con todas las potencias
protestantes, pero la promulgación de las Actas de Navegación en octubre de
1651 le condujo a una guerra con Holanda. Esta acta fue un evidente ejercicio de

[127]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

proteccionismo económico, porque obligaba a que la entrada de cualquier tipo de


mercancías en los puertos británicos se hiciera exclusivamente en navíos ingleses,
como puede leerse en el extracto siguiente.
“Para incremento de la marina y fortalecimiento de la navegación de
esta Nación, el Parlamento decreta que desde el primer día de
diciembre de 1651 ninguna mercancía, materia prima o manufactura
de Asia, África, o América o de cualquier parte o isla perteneciente a
ellas, tanto de plantaciones inglesas como de otras se llevará a
Inglaterra, Irlanda o cualesquier otra tierra, isla, plantación o
territorio de esta Comunidad, en barco distinto de los que
verdaderamente y sin fraude pertenecen al pueblo de esta
Comunidad; y en el que el capitán y marineros sean también en su
mayoría del pueblo de ella, bajo pena de confiscación y pérdida de
todas las mercancías que se importen en forma contraria a lo
dispuesto en este Acta, como también del barco en que se
transporten; de tal decomiso, una mitad será para beneficio de la
Comunidad, y la otra para el de la persona o personas que hayan
apresado las mencionadas mercancías; se perseguirá, además, al
trasgresor ante cualquier tribunal de esta Comunidad […]
Se dispone además que en adelante no será legal que persona alguna
cargue y transporte en ningún barco, del que sea propietario un
extranjero –a menos que se haya nacionalizado– ningún pescado,
víveres, mercancía o cosas de cualquier naturaleza, de un puerto o
ensenada de esta Comunidad a otro de la misma, bajo pena de que a
todo el que actúe de forma contraria a lo dispuesto en este párrafo de
la presente Acta, se le confisquen todas las mercancías que haya
embarcado o transporte, así como también el barco en que las
embarcó o las transporta; dicha confiscación se empleará como se
indica en el primer párrafo de esta Acta”.
Afortunadamente, el desarrollo de la guerra contra Holanda (1652-1654)
fue favorable para Inglaterra, merced a la potencia de su armada. Esta
demostración de fuerza militar, la firma de un ventajoso tratado de paz que puso
fin a la rivalidad comercial con Holanda y una exitosa cadena de acciones contra
España (invasión de Jamaica en 1655, piratería en las Antillas y toma de
Dunkerque en 1658) le ayudaron a recuperar el prestigio internacional. Inglaterra
se había visto obligada a combatir en todos los frentes en un corto período de

[128]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

tiempo. Pero la eficiencia de su modernizado ejército y la habilidad diplomática de


Cromwell le permitieron salir airosa de una situación de guerra generalizada,
recuperando el papel de potencia europea perdido durante el reinado de los
Estuardo.
En cuanto a la organización interna de la República, en 1653 se ensayó un
intento de gobierno comisionado bajo la fórmula de un Pequeño Parlamento o
Barebone Parliament, formado por funcionarios puritanos con poca experiencia,
que se distribuían en comités de gestión. Este sistema apenas duró seis meses,
concluyendo en un completo fracaso, así que el 16 de diciembre del mismo año
un consejo de oficiales redactó una nueva Constitución (Instrument of
Government), que designaba a Cromwell como Lord Protector, una especie de
regente con poderes dictatoriales. Esta situación suponía regresar al mismo
absolutismo que había sido tan denostado en tiempos de Carlos I, y sin embargo
ahora el Parlamento aceptaba sin rechistar, reduciendo su capacidad de
maniobra: la nueva Constitución fue aprobada con un blindaje legal que impedía
modificarla en el futuro.
El marco institucional del Protectorado de Cromwell quedó constituido
así: el regente compartía los poderes soberanos con un Consejo de Estado de 21
miembros, mientras que el parlamento asumía la función legislativa y el control
financiero. Este parlamento único estaba integrado por 460 representantes (400
ingleses, 30 escoceses y 30 irlandeses), elegidos cada tres años entre las clases
medias y la aristocracia puritana. Una eficaz administración pública y la
instauración de una cierta tolerancia religiosa completaron el conjunto. Pero en la
práctica, el sistema nunca consiguió funcionar con armonía; las diferencias entre
los tres reinos eran muy grandes, y la radicalización de las facciones subía el nivel
de crispación de manera incesante. Sólo la fuerte personalidad de Cromwell salvó
la situación.
La oposición de un gran número de sectores sociales y religiosos fue en
aumento durante los años siguientes. Los llamados republicanos, antiguos
miembros del parlamento que habían luchado contra el rey, criticaban que este
gobierno era tan absolutista como el de Carlos I; como alternativa, reivindicaban
más cotas de poder para el parlamento. Sin embargo, Cromwell disolvió la cámara
en 1655 y entregó el control del país al ejército, que sofocó las posibles
conspiraciones y reprimió la oposición parlamentaria con brutalidad. Las Islas
Británicas quedaron divididas en distritos militares administrados por Generales
de Brigada, al mando de tropas regulares y milicias de voluntarios formadas en

[129]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

cada municipio. Al mismo tiempo se puso en marcha un vasto conjunto de


medidas de espionaje y control de los gobiernos locales, así como de supervisión
del orden y la moral.
Esto tiene dos vías de explicación: primero, la tendencia centralista y
totalitaria que fue adquiriendo el gobierno de Cromwell; y segundo, la difusión de
la moral puritana más represiva, en un contexto social en el que se llegaron a
prohibir las carreras de caballos, las apuestas y los juegos de azar. En cualquier
caso, hay que admitir que los militares mantuvieron el orden, dejando al país libre
de sublevaciones, aunque a costa de aumentar considerablemente las
persecuciones y la censura.
El propio Cromwell sentía cierta repugnancia por el despotismo militar al
que se veía obligado, y además su política estaba resultando enormemente
costosa, lo que se agravó por culpa de un período de crisis económica. Así que
intentó una nueva experiencia parlamentaria en 1656, pero las elecciones
multiplicaron el número de detractores. Fueron los moderados quienes
plantearon una insólita salida a este callejón sin salida: promovieron, en 1657, una
Humilde Petición y Consejo (Petition and Advice), que era en realidad una
Constitución de talante monárquico, puesto que incluía el título de rey para
Cromwell. El Protector se negó a asumir este título, por temor a escandalizar al
ejército, y únicamente aceptó designar a su sucesor.
La nueva Constitución era sin duda un paso atrás. Planteaba un marco
institucional muy parecido al de los Estuardo, con un Consejo de Estado que se
convirtió en el Consejo Privado del Protector, y una reinstaurada Cámara de los
Lores, donde las clases aristocráticas podían ejercer funciones de veto sobre las
decisiones del parlamento. En medio de esta situación de incertidumbre, el 3 de
septiembre de 1658 murió Oliver Cromwell, agotado y enfermo, dejando como
heredero a su tercer hijo, Richard.
Richard Cromwell (1626-1712) fue proclamado como Lord Protector sin
apenas resistencia, pero pronto se vio que no tenía el mismo carisma ni la
capacidad política de su padre. No pudo impedir el enfrentamiento entre el
parlamento y el ejército, ninguno de los cuales le dio nunca su confianza. Las
últimas elecciones habían otorgado una mayoría conservadora y antirrepublicana,
monárquica en algunos casos, y el ejército estaba profundamente disconforme
con una serie de medidas conducentes a reducir el número de efectivos y gastos
de guerra. Todo ello, junto con la imposibilidad de llegar a acuerdos con los

[130]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

radicales, y el estado de anarquía que se cernía sobre todo el país, obligó a


Richard a abdicar y exiliarse en mayo de 1659.
El gobierno recayó otra vez en manos del ejército, lo cual no gustó a la
mayoría conservadora y presbiteriana, temerosos del radicalismo de los militares.
La reacción fue un progresivo acercamiento a las posiciones monárquicas. Los
militares crearon un Comité para mantener el orden y la administración mientras
se fraguaba una nueva Constitución. Pero en 1660, el general Monk, comandante
del ejército en Escocia, dio un golpe de Estado y depuró el ejército de radicales y
republicanos, exigiendo la vuelta de los Estuardo. Un nuevo Parlamento, con
Cámara de los Lores y de los Comunes, consideró esta opción como la única forma
posible de apaciguar el país y decretó la reinstauración del Antiguo Régimen.
El nuevo rey, Carlos II, entró en Londres el 29 de mayo de 1660, arropado
por el mismo ejército que había ejecutado a su padre años atrás. A primera vista,
la revolución había fracasado porque había regresado al punto de partida. Pero
desde entonces, ninguna de las instituciones que habían sido combatidas durante
la Guerra Civil, es decir, la Monarquía, la Iglesia Anglicana y la aristocracia,
volvieron a recobrar nunca el poder que habían acumulado antes.

4. LA RESTAURACIÓN DE LOS ESTUARDO Y LA


REVOLUCIÓN GLORIOSA

Con apenas quince años, Carlos II había participado en la Guerra Civil,


escapando en 1646. A la muerte de su padre, desembarcó en Escocia y allí fue
coronado después de reconocer el Covenant de la Iglesia Presbiteriana. Pero la
derrota de los escoceses frente a Cromwell, en septiembre de 1651 en Worcester,
le obligó a un nuevo exilio. Se refugió entonces en Francia y los Países Bajos,
donde llevó una vida miserable hasta que la caída de Cromwell le proporcionó una
nueva oportunidad.
Su regreso al trono de Inglaterra se gestó mediante conversaciones
secretas con los líderes puritanos y militares. Para hacerse valer ante la opinión
pública, en 1660 dio a conocer la denominada Declaración de Breda, según la cual
concedía el perdón total a sus adversarios. A pesar de ello, el rey ordenaría con
posterioridad la exhumación y humillación pública del cadáver de Oliver
Cromwell, al que profesaba un odio terrible. El caso es que, a falta de mejor

[131]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

solución, Carlos II fue restituido en el trono de Inglaterra en mayo 1660, merced al


golpe de Estado del general Monk.
El nuevo rey era un completo libertino: cínico, escéptico, frívolo, sensual e
inmoral, se decía que coleccionaba vello púbico de sus amantes, lo que le granjeó
severas críticas por parte de los sectores más puritanos. Además de eso, realizó
cuantiosos dispendios en la decoración artística del castillo de Windsor, con la
pretensión de restaurar la imagen gloriosa de la monarquía Estuardo. La influencia
recibida en la corte de Luis XIV le empujó a imitar el modelo absolutista francés,
defendiendo sus privilegios frente al Parlamento, aunque sin implicarse
demasiado en la política, que dejó en manos de sus ministros. Su mayor
preocupación fue no tener que volver a exiliarse, así que se entregó a una vida
disoluta y evitó entrometerse en aquellos asuntos que pudieran poner en peligro
la monarquía. De este modo consiguió sobrevivir en su puesto y jugar sus cartas
hasta el final.
Uno de los síntomas más evidentes de la vuelta al estado de cosas
anterior a la revolución fue la solución dada a la cuestión religiosa. El parlamento
forzó el reconocimiento del Anglicanismo como religión oficial y restableció la
estructura episcopal de la Iglesia, mediante el Acta de Uniformidad de 1662. Para
más abundamiento, en 1673 se aprobó un Acta de Control (Test Act) que
supervisaba la condición anglicana de cualquier persona que accediese a un cargo
público. Estas decisiones perjudicaron especialmente a puritanos y a
presbiterianos, pero también a los católicos, que vieron cómo eran relegados del
poder y se les imponía otra vez una relación de dependencia. El rey,
personalmente, se mostró mucho más permisivo con los católicos, al igual que
otros Estuardo, y contrajo matrimonio con una princesa católica, Catalina de
Portugal. En 1672 trató incluso de sacar adelante una Declaración de Indulgencia,
que otorgaba una especial tolerancia hacia el Catolicismo.
El entusiasmo inicial por la restauración fue decreciendo por culpa de la
cuestión religiosa, pero también porque la monarquía fue encontrándose con
serias dificultades en el interior del país: la escasez de las arcas reales, las luchas
entre las facciones políticas, la terrible epidemia de peste de 1665 y el gran
incendio que destruyó Londres en 1666, junto con otros problemas sociales no
resueltos desde hacía décadas. Del mismo modo, la tensión entre el monarca y el
parlamento fue en aumento, poniéndose de manifiesto repetidas veces en forma
de disposiciones de la cámara que iban en contra de las decisiones regias. El punto
álgido de esta polémica llegaría en 1681, cuando Carlos II decidió disolver el

[132]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

parlamento y gobernar en solitario hasta el momento de su muerte, cuatro años


más tarde.
En el exterior, las cosas no fueron mucho mejor: la rivalidad comercial con
los Países Bajos condujo a dos nuevas guerras, en 1664-1667 y en 1672-1674, de
las cuales quizás deba recordarse como mayor éxito la conquista a los holandeses
de la colonia de Nueva Amsterdam, que a partir de entonces se denominaría
Nueva York.
Durante estas dos guerras, Carlos II buscó la alianza con Francia, en un
esfuerzo por ganarse apoyos y asegurar el equilibrio internacional. En Inglaterra
no fue bien recibida la amistad con una potencia católica para luchar contra otros
vecinos protestantes. El Parlamento intento disminuir siempre que pudo esta
tendencia pro-francesa, primero porque se veía como una amenaza para el
Anglicanismo, segundo por los apoyos económicos que Luis XIV de Francia
dispensaba a la corte inglesa, y que permitían una cierta autonomía de Carlos II
respecto al control parlamentario de la Hacienda real. Sin embargo, en 1670
Carlos firmó con Luis XIV el tratado secreto de Dover, que reafirmaba esa
vinculación y establecía cláusulas para la protección del Catolicismo. El
conocimiento de este tratado causó un enorme disgusto en la opinión pública
británica.
Otro hecho crucial a este respecto tiene que ver con el affaire
protagonizado por Titus Oates, un aventurero que en 1678 reveló a la corte una
presunta conjura papista organizada desde el extranjero, cuyo fin era asesinar al
rey y restituir el Catolicismo en Gran Bretaña. Aunque el rey descubrió en seguida
la superchería, la opinión pública se dejó engañar por las calumnias de Oates, y
muchos católicos fueron perseguidos y encarcelados. Descubierta la mentira, con
el fin de evitar que sucesos como éstos volvieran a repetirse, el Parlamento dictó
en 1679 el Acta de Habeas Corpus. Según este documento, ningún ciudadano
podía ser enviado a la cárcel sin un juicio previo en el que se comprobase
fehacientemente la verosimilitud de las pruebas presentadas en su contra. El
concepto jurídico de Habeas Corpus ha quedado para la posteridad como uno de
los fundamentos del derecho contemporáneo y de defensa de las libertades
individuales.
El reinado de Carlos II también hay que valorarlo como el origen de la
futura monarquía constitucional inglesa. Una vez superadas las dificultades
iniciales, en la década de 1670 se produjo una situación de estabilidad política
muy favorable, que aseguró la gobernabilidad del país desde el parlamento. En

[133]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

ese contexto aparecieron los primeros partidos netamente políticos: el Partido de


la Corte, cuyos seguidores serían conocidos como tories, defendía la monarquía y
los privilegios aristocráticos, y se organizó en torno al ministerio de Danby; y el
Partido del País, cuyos seguidores serían conocidos como whigs, sostenía los
derechos del parlamento y de las sectas protestantes contra la autoridad real,
aglutinando a la oposición en torno al liderazgo de Shaftesbury. Anteriormente,
las facciones parlamentarias se habían formado de acuerdo con las clases sociales
o la secta religiosa a la que pertenecían sus integrantes. Esta forma de división
sostenía una tendencia hacia el fanatismo, y una radicalización de posturas que
hacía imposible llegar a acuerdos. A partir de ahora los partidos se agruparon
según determinados intereses políticos, y empezaron a negociar pactos para sacar
adelante las leyes de gobierno.
Carlos II murió en 1685. Sus aventuras amorosas, que tan negativamente
influyeron en las finanzas reales, le habían proporcionado una incontable sucesión
de hijos bastardos, pero con su esposa Catalina de Portugal no había tenido
ningún descendiente legítimo. Así que después de vencer algunas resistencias,
como el complot de Rye House (1683), su hermano Jacobo, duque de York, fue
nombrado heredero al trono con el nombre de Jacobo II.
Jacobo II era el hijo menor de Carlos I, y por tanto, el heredero legítimo
ante la falta de sucesión de su hermano Carlos II. No obstante, a causa de la Bill of
Test aprobada en 1673, Jacobo aparecía incapacitado para gobernar Inglaterra,
por ser católico. Sólo la disolución del parlamento decretada por Carlos II en 1681,
con la consecuente imposición del absolutismo real, le allanaron el camino hacia
el trono, a la edad de cincuenta y dos años.
Desde joven, Jacobo había demostrado ser un marino valeroso y capaz, y
después se había confirmado como un excelente almirante de la Royal Navy. En
1664 se apoderó de Nueva Amsterdam, que recibió el nombre de Nueva York en
su honor, y salió vencedor de la primera guerra contra Holanda. De carácter serio
y obstinado, carecía en cambio del pragmático sentido de autoprotección que
requería una situación política como la que heredó. Su condición de católico le
obligó a un breve exilio cuando el escándalo Oates, y en el período de 1679-1684
gobernó Escocia con mano de hierro, ganándose muchos enemigos. Finalmente,
durante su reinado sobre Inglaterra (1685-1688) se comportó de manera aún más
despótica y arbitraria que sus predecesores, e intentó convertir a la nación al
Catolicismo, lo que a la postre aceleró su caída mediante una nueva revolución.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

La rebelión suscitada por su sobrino el duque de Monmouth en contra de


su coronación fue rápidamente aplastada, pero las terribles represalias que
siguieron pusieron en su contra a la opinión pública. La política jacobita
transgredió los límites del poder, pasando por encima de los derechos del
parlamento y utilizando la prerrogativa de suspender las leyes con demasiada
frecuencia. Estas acciones estaban justificadas en una situación de emergencia o
para asegurar la consecución de objetivos de interés nacional, pero no para
facilitar que el rey se saliera siempre con la suya. Todo esto, junto con la no
convocatoria del parlamento en los tres años de su reinado, sus Declaraciones de
Indulgencia a favor de los católicos y su acercamiento a Luis XIV de Francia, a
quien toda Inglaterra odiaba, sembraron las semillas del levantamiento contra su
persona.
En 1688 nació y fue rápidamente bautizado como católico su hijo Jacobo
Eduardo, fruto del matrimonio del rey con la princesa María de Módena. Este
nacimiento abría la posibilidad de una dinastía católica y autoritaria, por lo que la
oposición se organizó para expulsar a Jacobo del trono. Fue ésta una solución
pensada de mutuo acuerdo por los dos principales partidos políticos, los tories y
los whigs, que contó con el beneplácito de la Iglesia Anglicana y de amplios
sectores del ejército. Debido a la falta de respeto mostrada por el rey hacia las
leyes de la nación, todos los estamentos consideraron que en este caso era lícito
su destronamiento, y justificaron su propósito en las ideas del filósofo John Locke,
que había sentado las bases del liberalismo político. En su Tratado de Gobierno
Civil (1689), Locke planteó que los miembros de una sociedad establecían entre sí
un contrato, según el cual delegaban el poder de decisión y actuación en los
gobernantes. Por eso, la acción de los gobernantes debía estar controlada por los
representantes del pueblo, y si el gobierno era injusto o ineficaz, el pueblo tenía
derecho a rebelarse y sustituir a los gobernantes.
“Resulta, pues, evidente que la monarquía absoluta, a la que ciertas
personas consideran como el único gobierno del mundo, es en
realidad incompatible con la sociedad civil, y, por ello, no puede ni
siquiera considerarse como una forma de poder civil. La finalidad de
la sociedad civil es evitar y remediar los inconvenientes del estado de
Naturaleza que se producen forzosamente cuando cada hombre es
juez de su propio caso, estableciendo para ello una autoridad
conocida a la que todo miembro de dicha sociedad pueda recurrir
siempre que se produzca una disputa, y a la que todos tengan
obligación de obedecer. Allí donde existen personas que no disponen

[135]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

de esa autoridad a quien recurrir para que decida en el acto las


diferencias que surgen entre ellas, esas personas siguen viviendo en
un estado de Naturaleza. Y en esa situación se encuentran, frente a
frente, el rey absoluto y todos aquellos que están sometidos a su
régimen.
Al partirse del supuesto de que ese príncipe absoluto reúne en sí
mismo el poder legislativo y el poder ejecutivo sin participación de
nadie, no existe juez ni manera de apelar a nadie capaz de decidir con
justicia e imparcialidad, y con autoridad para sentenciar, o que pueda
remediar o compensar cualquier atropello o daño que ese príncipe
haya causado, por sí mismo o por orden suya”.
En consecuencia, los representantes de la cámara determinaron que la
corona de Inglaterra pasara de forma conjunta a la hija de Jacobo, María, y a su
esposo Guillermo de Orange, que era a su vez nieto de Carlos I Estuardo. Esta
fórmula sucesoria favorecía una transición pacífica y legitimada por vía dinástica,
pero por si acaso, se exigió a los nuevos reyes, María II y Guillermo III, el respeto a
dos condiciones esenciales: una, que debían preservar el Anglicanismo como
religión oficial del Estado, y dos, que tenían que dejar gobernar al parlamento.
Guillermo III había nacido en La Haya y era el estatúder de los Países
Bajos. Desde ese cargo se había distinguido en su lucha contra Luis XIV, al que
había obligado a firmar la Paz de Nimega, en 1678. Este tratado frenó
definitivamente las aspiraciones francesas sobre los Países Bajos y permitió el
despegue internacional de Holanda. Por si fuera poco, pregonaba una política
tolerante hacia las libertades tradicionales y era un fervoroso defensor del
Protestantismo frente al Catolicismo. Su matrimonio con la hija del rey Jacobo II le
señaló como un candidato ideal para la Corona de Inglaterra. Así fue
favorablemente acogido como sucesor por un amplio sector de la nobleza, del
parlamento, de las autoridades eclesiásticas y también por los escoceses, de
religión presbiteriana. En Irlanda, en cambio, encontró más detractores porque la
mayoría católica prefería al rey saliente Jacobo.
El ejército de Guillermo desembarcó en Gran Bretaña en noviembre de
1688, y no encontró ninguna oposición, porque Jacobo II prefirió escapar a Francia
y el pueblo no estaba dispuesto a emprender una nueva guerra civil. La sucesión
se aceptó de forma natural y sin derramamiento de sangre, de ahí el apelativo
que recibió de “Revolución Gloriosa”. De esta forma, la monarquía absoluta por
derecho divino quedó definitivamente sustituida por una monarquía

[136]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

parlamentaria. El propio parlamento explicó a la opinión pública que Jacobo


“habiéndose retirado él mismo del reino, ha abdicado del gobierno… por lo cual el
trono está vacante”. Y añadió que “la experiencia nos ha probado que el gobierno
de un príncipe papista es incompatible con la seguridad y el bienestar de este reino
protestante”.
En 1690 Jacobo trató de recuperar el poder con la ayuda de los católicos
de Irlanda, pero Guillermo invadió la isla y derrotó a los jacobitas en la Batalla de
Boyne, después de la cual desapareció cualquier obstáculo. La anexión de Irlanda
quedó confirmada mediante el Tratado de Limerick (1691), y Jacobo II se vio
obligado a huir de nuevo a Francia, donde Luis XIV le acogió con grandes honores.
Allí terminaría sus días viviendo austeramente.
La proclamación de María II y Guillermo III como reyes de Inglaterra, de
forma conjunta, se hizo oficial mediante la aprobación de una Declaración de
Derechos (Bill of Rights), propuesta el 22 de enero de 1688 por un parlamento de
convención. Según esta declaración, el rey se comprometía a reinar de acuerdo
con los estatutos convenidos en el parlamento, dando lugar a una monarquía en
la cual la soberanía recaía en el pueblo y sus representantes podían establecer
importantes limitaciones al ejercicio del poder:
“En estas circunstancias, los Lores espirituales y temporales y los
Comunes, hoy reunidos en virtud de sus cartas y elecciones, y
constituyendo la plena y libre representación de esta nación,
examinando los mejores medios para alcanzar los fines indicados
declaran, en primer lugar, como han hecho en casos semejantes sus
antepasados, para defender y asegurar sus antiguos derechos y
libertades.
1. Que el pretendido poder de suspender las leyes y la aplicación
de las mismas, en virtud de la autoridad real y sin el
consentimiento del Parlamento, es ilegal.
2. Que el pretendido poder de dispensar de las leyes o de su
aplicación en virtud de la autoridad real, en la forma en que ha
sido usurpado y ejercido en el pasado, es ilegal.
3. Que la comisión para erigir el último Tribunal de causas
eclesiásticas, y las demás comisiones y tribunales de la misma
naturaleza, son ilegales y perniciosos.

[137]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

4. Que toda cobranza de impuesto en beneficio de la Corona, o


para su uso, so pretexto de la prerrogativa real, sin
consentimiento del Parlamento, por un período de tiempo más
largo o en forma distinta de la que ha sido autorizada es ilegal.
5. Que es un derecho de los súbditos presentar peticiones al Rey,
siendo ilegal toda prisión o procesamiento de los peticionarios.
6. Que el reclutamiento o mantenimiento de un ejército, dentro
de las fronteras del Reino en tiempo de paz, sin la autorización
del Parlamento, son contrarios a la ley.
7. Que todos los súbditos protestantes pueden poseer armas para
su defensa de acuerdo con sus circunstancias particulares y en
la forma que autorizan las leyes.
8. Que las elecciones de los miembros del Parlamento deben ser
libres.
9. Que las libertades de expresión, discusión y actuación en el
Parlamento no pueden ser juzgadas ni investigadas por otro
Tribunal que el Parlamento.
10. Que no se deben exigir fianzas exageradas, ni imponerse
multas excesivas ni aplicarse castigos crueles ni
desacostumbrados.
11. Que las listas de los jurados deben confeccionarse, y éstos ser
elegidos, en buena y debida forma, y aquellas deben
notificarse, y que los jurados que decidan la suerte de las
personas en procesos de alta traición deberán ser propietarios.
12. Que todas las condonaciones y promesas sobre multas y
confiscaciones hechas a otras personas, antes de la sentencia,
son ilegales y nulas.
13. Y que para remediar todas estas quejas, y para conseguir la
modificación, aprobación y mantenimiento de las leyes, el
Parlamento debe reunirse con frecuencia.
Reclaman, piden e insisten en todas y cada una de las peticiones
hechas, como libertades indiscutibles, y solicitan que las
declaraciones, juicios, actos o procedimientos, que han sido

[138]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

enumerados y realizados en perjuicio del pueblo, no puedan, en lo


sucesivo, servir de precedente o ejemplo”.
La Declaración de Derechos recogía todas las prerrogativas históricas del
Parlamento, reafirmaba el carácter oficial de la Iglesia Anglicana, establecía la
inmovilidad de los jueces, regulaba la recaudación de impuestos, ponía las bases
para la creación de una banca nacional y concedía la libertad de opinión e
imprenta. El cambio iba más allá de una transformación institucional: consagraba
la superioridad de la ley sobre la voluntad del rey, es decir, la base de un nuevo
sistema social que daría origen a la democracia contemporánea. La revolución
tendría continuidad en el terreno religioso con la aprobación del Acta de
Tolerancia en mayo de 1689, por la cual se admitía la libertad religiosa en el país,
aunque no la igualdad política de cada confesión. El proceso sería completado, en
1700, con el Acta de Establecimiento, que reforzaba el poder del Parlamento y
excluía la posibilidad de que un católico volviera a ocupar el trono de Inglaterra.
Por otra parte, la unidad dinástica de Inglaterra y Holanda en la persona
de los reyes consortes, María y Guillermo, tuvo otra consecuencia de enorme
importancia: la hegemonía marítima, tanto militar como comercial, quedaba en
manos de estas dos potencias aliadas, en detrimento de España. Este hecho sentó
las bases de la futura expansión colonial de los ingleses, que apenas encontraron
rivales a partir de entonces.
En la esfera internacional, el reinado de María II y Guillermo III se
caracterizó por una situación de guerra continuada contra Francia. Primero por el
apoyo de Luis XIV a los intentos de Jacobo II por recuperar el trono de Inglaterra;
segundo, para hacer valer el objetivo del equilibrio europeo (Balance of Power),
que obligó a Inglaterra a combatir junto con otras potencias en las luchas
continentales contra Francia. A este respecto, la Paz de Ryswick (1697) resultó
muy favorable para los intereses británicos, por cuanto Luis XIV se vio obligado a
reconocer a Guillermo como rey de Inglaterra, devolviéndole los territorios
conquistados durante la guerra. Finalmente, Inglaterra se vio inmersa en el
conflicto europeo más importante del cambio de siglo: la Guerra de Sucesión
Española (1701-1713).
Esta guerra se originó como consecuencia del testamento político de
Carlos II de España, que había muerto sin descendencia, a favor de Felipe de
Anjou, nieto de Luis XIV. En toda Europa cundió el temor a que dos
superpotencias como Francia y España se unieran bajo una misma dinastía, la de
los Borbones. Con el objeto de mantener el equilibrio de poder, Inglaterra

[139]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

promovió la creación de una Gran Alianza junto con Holanda, Austria, Saboya y
Portugal, y propuso como alternativa a la sucesión en España al archiduque Carlos
de Austria. La guerra entre los Borbones y la Gran Alianza se desarrolló no sólo en
la Península Ibérica, sino también en Italia, Alemania y los Países Bajos, por lo que
puede considerarse un conflicto a escala global. En los primeros años, su
desarrollo fue favorable a los intereses de la Gran Alianza, destacando las
sucesivas victorias del duque de Marlborough en defensa de Holanda. El 13 de
agosto de 1704 tuvo lugar la decisiva Batalla de Blenheim (Baviera), en la que las
tropas anglo-austriacas dirigidas por Marlborough infringieron una severa derrota
a los ejércitos franceses. Como resultado de ello, se vieron truncadas las
ambiciones de Luis XIV por hacerse con el dominio total de Europa. En palabras de
Winston Churchill, “la victoria de Blenheim cambió el eje político del mundo”.
A partir de 1707, en cambio, las victorias borbónicas de Almansa,
Brihuega, Villaviciosa y Denain cambiaron las tornas. Además, un hecho insólito
vino a trastocar las posiciones adquiridas por cada uno de los contendientes: en
1711 murió el último de los Habsburgo austriacos, lo que dejaba al archiduque
Carlos como heredero al trono imperial de Alemania. Inglaterra había decidido
combatir contra los Borbones en aras del mantenimiento del equilibrio de poder
en Europa, pero si ahora el emperador de Alemania podía llegar a reinar en
España el equilibrio se rompería igualmente, aunque en sentido contrario. Por
consiguiente, retiró su apoyo a la sucesión del archiduque Carlos sobre España, y
conminó a la firma de un tratado de paz con el fin de resolver favorablemente una
guerra que duraba ya más de una década.
El Tratado de Utrecht (1713) puso fin a la guerra, aceptando la sucesión al
trono de España de Felipe de Anjou, aunque con condiciones. La más significativa
de todas fue una cláusula que impedía que en ningún momento y bajo ninguna
circunstancia pudieran llegar a unirse, en el gobierno de un mismo rey, las
coronas de Francia y España, aunque estuvieran ambas en manos de los
Borbones. Además, Gran Bretaña sacó extraordinarios beneficios mediante otras
cláusulas que resultaron muy favorables para sus intereses políticos, marítimos y
comerciales. Además de importantes compensaciones territoriales, como
Terranova, Nueva Escocia, Gibraltar y Menorca, Gran Bretaña obtuvo de España
libertad de navegación y la exclusiva del comercio o asiento de esclavos negros en
todo el continente americano:
“El Rey Católico [de España] da y concede a Su Majestad Británica y a la
compañía de vasallos suyos formada para este fin la facultad para introducir

[140]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

negros en diversas partes de los dominios de Su Majestad Católica en América,


que vulgarmente se llama el asiento de negros; el cual se les concede con exclusión
de los españoles y de otros cualesquiera por espacio de treinta años continuos,
que han de empezar desde el 1 de mayo de 1713, con las mismas condiciones que
le gozaban los franceses o pudieran o debieran gozar en algún tiempo, juntamente
con el territorio o territorios que señalará el Rey Católico para darlos a la
Compañía del asiento en paraje cómodo en el río de la Plata, sin pagar derechos ni
tributos algunos por ellos la Compañía, durante el tiempo del sobredicho asiento y
no más”.
Tras la muerte sin descendencia de Guillermo III y María II, la corona de
Gran Bretaña pasó a la hermana de María y última representante de la dinastía
Estuardo, la reina Ana. Durante su reinado se dio continuidad al sistema
monárquico parlamentario y al papel de la Iglesia Anglicana, pero además tuvo
lugar otro hecho de gran trascendencia: la definitiva unificación de Inglaterra y
Escocia en un único Parlamento, que tuvo lugar en 1707 mediante el Acta de
Unión. El acuerdo era ventajoso para ambos: en Escocia no existía ningún Acta de
Instauración de la monarquía, y los ingleses querían evitar que se produjera un
grave conflicto sucesorio a la muerte de la reina Ana; por su parte, los escoceses
se encontraban excluidos del comercio colonial inglés por culpa de las Actas de
Navegación de 1651, y deseaban compartir la prosperidad inglesa. Así pues, la
unificación convino tanto por intereses políticos como económicos.
La reina Ana se casó con el príncipe Jorge de Dinamarca y llegó a tener
diecisiete hijos, pero todos ellos fallecieron en la más tierna infancia. En previsión
de lo que pudiera pasar, la mayoría whig del parlamento aprobó un Acta de
Instauración (Act of Settlement), que otorgaba la sucesión del trono de Gran
Bretaña a Sofía, electora de Hannover, y a sus hijos, que eran protestantes y
estaban emparentados con los Estuardo. Así que tras la muerte de Ana, en 1714,
la dinastía de Hannover fue oficialmente designada para ceñir la corona de
Inglaterra. A esta nueva dinastía pertenecerían todos los reyes británicos de las
dos centurias siguientes.

[141]
6. LA ERA GEORGIANA

1. LA CONSOLIDACIÓN DEL SISTEMA PARLAMENTARIO

El siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX constituyen un período
conocido como la Inglaterra de los Jorges o la Era Georgiana, debido al invariable
nombre de sus monarcas. Al margen de la anécdota, lo cierto es que esta época se
inició con expectativas muy halagüeñas: primero, el destierro de los Estuardo a
raíz de la coronación de la dinastía de Hannover; segundo, la limitación del
absolutismo mediante la consagración del sistema parlamentario como forma de
gobierno; tercero, la unificación de Inglaterra y Escocia bajo un mismo parlamento
y sin aduanas interiores; y cuarto, la extraordinaria proyección política, militar y
económica que los británicos lograron adquirir en la esfera internacional a partir
del Tratado de Utrecht.
Así, una vez despejada la serie de crisis institucionales de la centuria
anterior, el Reino Unido de la Gran Bretaña abnegó de su tradicional tendencia al
aislamiento internacional y se convirtió en la primera potencia del mundo. Esta
situación de hegemonía quedaría en entredicho a finales de la centuria, por la
humillante pérdida de las colonias norteamericanas y el dominio de Napoleón
sobre Europa. Pero después de la derrota del francés y la reorganización del mapa
europeo, a principios del siglo XIX, Gran Bretaña volvió a una posición de privilegio

[143]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

que alcanzaría su punto culminante durante el mandato de la reina Victoria, con la


formación del vastísimo Imperio Colonial Británico.
Su éxito se debió entre otras razones a la acertada gestión política de los
sucesivos gobiernos, nacidos de la voluntad democrática del parlamento. Los
reyes de la Casa de Hannover terminaron por asumir que su papel quedaba
relegado al de árbitro y sancionador de las decisiones aprobadas por la cámara,
con el consenso de los partidos políticos. Como consecuencia de ello, los
sucesivos gobiernos electos, formados por el Prime Minister y sus gabinetes de
ministros, fueron quienes ostentaron el poder de manera efectiva y asumieron la
responsabilidad de ejecutar las leyes durante los siglos XVIII y XIX.
Así, Jorge I (1714-1727) y Jorge II (1727-1760) se mantuvieron bien lejos
de las cotas de poder alcanzadas por los monarcas de otras potencias europeas
como España, Francia o Prusia, donde triunfó la doctrina del Despotismo
Ilustrado. Estos dos reyes apenas se implicaron en los asuntos de Estado, dejando
a los ministros que deliberasen casi sin consultarles. Solamente Jorge III (1760-
1820) planteó algunas trabas al sistema, al querer reinstaurar la idea de que el
gobierno nacía del rey y no de las cámaras. Pero en los últimos años del siglo XVIII
y en los primeros del XIX se volvió al equilibrio anterior, consolidándose el
parlamentarismo liberal de forma definitiva.
El sistema se sustentaba en la confluencia de intereses vitales, políticos y
económicos de todas las capas sociales, lo que facilitó la puesta en marcha de una
importante serie de reformas que afectaron a la globalidad del país, y que
nacieron de las propias necesidades de la gente de a pie, no de un programa de
gobierno dirigido desde el Estado. Así, el progreso de la nación fue una obra
conjunta de la burguesía comercial e industrial, los ricos propietarios rurales, los
intelectuales de la época y, por supuesto, los políticos, con la aquiescencia de la
monarquía. Pero para ello hubo que asegurar antes la propia supervivencia del
sistema, por medio de cuatro principios básicos:
a) Equilibrio de poder entre los estamentos sociales: la nobleza controlaba la
Cámara de los Lores, mientras que la burguesía y los agricultores libres
ocupaban la Cámara de los Comunes, complementándose entre sí.
b) Sistema electoral restrictivo, fundamentado en la riqueza personal, según
el cual sólo podían ejercer el derecho al voto la nobleza, la burguesía
capitalista y los terratenientes, lo que facilitaba un cierto grado de
manipulación de los resultados electorales.

[144]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

c) Deferencia hacia el papel de la monarquía: a pesar de la autonomía del


Parlamento, siempre se guardó una relación de cortesía con los reyes, cuya
función sancionadora se mantuvo como forma de legitimación del sistema.
d) Alianza del poder político y la Iglesia Anglicana, cuyos obispos eran
designados entre los eclesiásticos más afines al parlamentarismo.
A pesar de estos presupuestos, el sistema necesitó tiempo para
afianzarse. A la muerte de la reina Ana, un comité parlamentario defensor de los
principios revolucionarios de 1688 entregó la corona a Jorge I, elector de
Hannover. Aunque Jorge era descendiente lejano de Jacobo I Estuardo, era
alemán de nacimiento y no hablaba ni entendía el inglés, así que no pudo evitar
que el pueblo le viese como extranjero. Por otra parte, el nuevo orden dinástico y
legal impuesto por la mayoría parlamentaria whig no contaba con la completa
adhesión de los tories (monárquicos conservadores), que en otoño de 1715
propiciaron un golpe de Estado jacobita. El pretendiente Jacobo III Estuardo, hijo
del derrocado Jacobo II, favorecido por varios conatos de insurrección en el norte
de Inglaterra, desembarcó en Escocia y fue proclamado rey aunque, a falta de
verdaderos apoyos, fue derrotado en Sheriffmuir y tuvo que regresar a Europa.
Las consecuencias de aquella aventura fueron muy negativas para algunos
tories, que acabaron arrestados o exiliados. A partir de entonces se impuso con
claridad la política de los whigs, cuyas tesis triunfaron por rechazo a los tories, por
miedo a una nueva revolución, por el deseo de alejarse de la posible influencia
francesa, y sobre todo por la conveniencia económica de asegurar el nuevo
sistema. Así, la burguesía aceptó, aunque con poco entusiasmo, al nuevo
monarca, mientras que la aristocracia y las autoridades eclesiásticas le toleraron a
regañadientes. A ello contribuyó la propia personalidad de Jorge I, cuya fama de
hombre mediocre, brutal, bebedor y libertino se agravó por la camarilla de
favoritas y vividores alemanes de los que se rodeó.
Precisamente la oposición al autoritarismo del monarca, durante los
primeros años de su reinado, motivó el progresivo debilitamiento y posterior
segregación de los whigs. El gran beneficiado de esta situación fue el militar James
Stanhope, que se hizo con el poder y logró establecer un adecuado marco de
convivencia entre el rey y el parlamento. De acuerdo con este marco, el gabinete
de ministros, integrado por miembros del partido mayoritario, se convirtió en el
principal órgano ejecutivo. Por el contrario, el Consejo Privado de Su Majestad
perdió capacidad de decisión aunque conservó importantes atribuciones sobre el
nombramiento de cargos y las relaciones con las colonias. El rey, por último, se

[145]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

reservaba el derecho a sancionar o vetar las leyes e influir sobre el Parlamento


mediante un amplio margen de control sobre la Cámara de los Lores. En la
práctica, no obstante, Jorge I se preocupó casi exclusivamente de sus asuntos en
Alemania y, como no comprendía el inglés, dejó de asistir a las reuniones de sus
ministros, delegando todo el poder en el gabinete.
Este marco político fue reforzado en las décadas siguientes por el
gabinete de Robert Walpole, que supo ver la necesidad de asegurar la estabilidad
de la dinastía, promoviendo el entendimiento entre todos los sectores sociales. Al
servicio de este objetivo controló la oposición con una mayoría estable en el
parlamento, evitó las conspiraciones en la Corte, atrayéndose a la nobleza, dirigió
la opinión pública utilizando a los periódicos, potenció el librecambio, las
manufacturas, la explotación agrícola y la propiedad privada, favoreció la
autonomía de las regiones y consolidó las relaciones con la Iglesia Anglicana.
Como nota más negativa hay que apuntar la elevada corrupción y el clientelismo
político, que se convirtieron en instrumentos útiles para manipular los resultados
electorales y comprar afectos mediante la concesión de cargos, dineros y
condecoraciones.
La llegada al trono de Jorge II, en 1727, tuvo lugar en unas circunstancias
políticas, sociales y económicas bastante favorables. Más britanizado y respetuoso
del orden constitucional que su padre, el nuevo rey logró al principio cierta
popularidad. Mantuvo a Walpole como primer ministro para garantizar la
continuidad del sistema, y apeló al patriotismo de los ingleses. En una alocución
dirigida al Parlamento el 7 de julio de 1728, declaró lo siguiente: “Esta nación ha
alcanzado el más alto punto de gloria y reputación. Tiene en sus manos la balanza
para lograr el equilibrio, tan necesario, entre las potencias de Europa”.
Sin embargo, el carácter irascible y vanidoso del monarca, y su inclinación
por el belicismo le pusieron pronto en dificultades. En la política exterior, sus
intereses hannoverianos impulsaron al país a intervenir en la Guerra de Sucesión
de Austria (1740-1748), con el fin apoyar la entronización de la emperatriz María
Teresa. Finalmente se consiguió, pero a cambio de una terrible sangría humana y
económica. De hecho fue en este contexto cuando la armada británica sufrió la
mayor derrota naval de toda su historia, frente a la fortaleza española de
Cartagena de Indias.
Este suceso, que también es conocido por el curioso nombre de la Guerra
de la oreja de Jenkins, fue consecuencia de la rivalidad por el dominio de los
mares, y del deseo de Inglaterra de adquirir posesiones territoriales en

[146]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Centroamérica. Esta pretensión se justificaba en su necesidad de facilitar el tráfico


de los buques ingleses, el contrabando de mercancías y la piratería contra los
españoles. El origen del conflicto tuvo lugar un par de años atrás, y fue
consecuencia del apresamiento del contrabandista inglés Robert Jenkins en las
costas de Florida, por parte del guardacostas español Julio León Fandiño. El
guardacostas castigó a Jenkins cortándole una oreja y diciéndole: “Ve y dile a tu
rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. El caso es que Jenkins recogió su
oreja, la metió en un tarro con alcohol y la mostró en el parlamento de Londres
cuando contó lo ocurrido. La frase de Fandiño fue considerada una ofensa al rey, y
se convirtió en la excusa para declarar la guerra a España e intentar adueñarse de
algunas de sus colonias en el Mar Caribe.
El almirante británico Edward Vernon obtuvo su primer éxito a finales de
1739, al conquistar la ciudad de Portobelo, en el istmo de Panamá. Convencido de
su superioridad, decidió asestar un golpe definitivo sitiando la fortaleza
colombiana de Cartagena de Indias, que entonces era el puerto comercial y el
depósito de tesoros más importante del Caribe. Con este fin dispuso una
formidable flota de 186 barcos, armada con 2.000 cañones y más de 27.000
hombres, que salió de Jamaica y fondeó frente a las costas de Cartagena el 13 de
marzo de 1741. La flota era probablemente la más grande jamás reunida en la
historia de la navegación (superaba en más de 60 buques a la Armada Invencible),
mientras que las defensas españolas se reducían a 6 navíos de línea y 3.500
hombres, dirigidos por el almirante Blas de Lezo y el virrey Sebastián de Eslava. A
pesar de su superioridad, los ingleses no lograron tomar la ciudad, ni por tierra, ni
por mar, ni por la insistencia de sus cañones. Continuaron bombardeando durante
un mes, hasta el 20 de mayo, pero el cólera, la malaria y el escorbuto provocaron
una mortalidad espantosa. La bahía entera quedó plagada de cientos de
cadáveres ingleses flotando. Sus bajas ascendieron a 6.000 muertos, 7.500
heridos y más de 1.000 cañones destruidos, quedando la flota británica casi
desmantelada. La historia no volvería a ver una batalla anfibia de tal magnitud
hasta el Desembarco de Normandía, dos siglos después. Las escaramuzas entre los
españoles y los ingleses se prolongaron durante varios años, transformándose en
un episodio más de la Guerra de Sucesión Austriaca, y tuvieron como
consecuencia el fortalecimiento del poderío marítimo español en América.
El resultado de la guerra fue intencionadamente minimizado en Gran
Bretaña y, por orden de Jorge II, silenciado después por la historiografía. A pesar
de ello, provocó un fuerte descontento en el pueblo y forzó la dimisión del
ministro Walpole en 1742. La oposición, reunida en torno al príncipe de Gales,

[147]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Federico, hizo leña del árbol caído y acrecentó las críticas contra la corrupción, la
inmoralidad y los errores del gobierno. En estas circunstancias destacó la
apasionada oratoria parlamentaria de William Pitt el Viejo, quien finalmente fue
encargado de formar un nuevo gabinete de ministros.
Durante la gestión de Pitt, la participación del Reino Unido en los asuntos
de Europa adquirió un giro más favorable, revertiendo las viejas alianzas para
ejercer el papel de árbitro y mantener el equilibrio de poder (Balance of Power).
La cuestión austriaca había quedado con algunos flecos sin resolver y en 1756
estalló la Guerra de los Siete Años entre Austria y Prusia, por el control de los
estados alemanes. En esta ocasión el gobierno de Pitt tomaría partido por Prusia
en contra de Francia y España, que se habían aliado con Austria. La contienda se
desarrolló en gran parte en el mar, lo que resultó propicio para la armada inglesa,
que saqueó numerosos barcos franceses y atacó las colonias franco-españolas de
América. La victoria final de la entente anglo-prusiana confirmó a Gran Bretaña
como la primera potencia marítima y colonial en el mundo. Mediante la Paz de
París (1763), Francia cedió a los británicos Canadá, y España la península de
Florida y todo el territorio situado al este del río Mississipi, a cambio de Menorca.
A partir de entonces, el Reino Unido disfrutaría de una larga etapa de paz
y prosperidad. El nuevo marco internacional le aseguraba el dominio absoluto
sobre América del Norte y, en consecuencia, la hegemonía marítima y comercial
en esa parte del Atlántico. El prestigio ganado en el exterior se tradujo además en
una adhesión incondicional del Parlamento hacia la gestión de Pitt, y esta
situación ayudó a suavizar las posibles tensiones surgidas entre la Corona y el
Gabinete de ministros, cuyos intereses empezaron a ser coincidentes. Pero en
mitad de este contexto tan favorable sobrevino el fallecimiento de Jorge II, en
1760, al que sucedió su nieto Jorge III.
Jorge III se convirtió en heredero al trono de Gran Bretaña tras la muerte
de su padre Federico, príncipe de Gales, en 1750. Gracias a su juventud en el
momento de ser coronado (tenía veintidós años), gozó de un prolongado
mandato que se dilató hasta las primeras décadas del siglo XIX. Fue el primer
monarca verdaderamente británico de la dinastía de Hannover, más interesado en
los problemas internos que en la política internacional, y siempre mostró un
profundo sentido del deber. El pueblo le bautizó como Jorge el Granjero (Farmer
George) y le tuvo en buena estima, a pesar de que una enfermedad nerviosa le
llevó a protagonizar episodios de locura en los últimos años de su vida.

[148]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

A diferencia de sus predecesores, Jorge III se tomó muy en serio su oficio y


quiso participar de manera efectiva en la política. Respetuoso con las tradiciones
parlamentarias y con las leyes establecidas, creía, no obstante, en el origen divino
de su autoridad e intentó recuperar parte de las prerrogativas reales de la época
de los Estuardo. Esto, junto con su obstinación, su lentitud de razonamiento y su
falta de criterio sobre algunas cuestiones, provocó varios desencuentros con los
miembros de la Cámara, en especial con los whig, a los que acusaba de
corrupción.
La primera consecuencia de aquellos desencuentros fue la destitución de
William Pitt, cuya fuerte personalidad le hacía sombra. En su lugar, Jorge III
designó sucesivamente a otros ministros de su cuerda y utilizó métodos de
presión y de patronazgo en el parlamento para lograr la elección de sus
partidarios (los King’s Friends, de ascendencia tory), lo que a la postre llevaría a
los whigs a retirarse de la cámara, en 1777. Pero la independencia de las colonias
norteamericanas, en 1783, desveló los errores del nuevo gobierno y la ineficacia
del sistema. Desde entonces, el rey se inhibió de la política, a pesar del prestigio
que el pueblo le reconoció durante la crisis.
Las dos décadas siguientes estuvieron dominadas por William Pitt el
Joven, jefe del grupo patriota, una especie de tories reformistas. Partidario de un
gobierno fuerte que se mantuviera por encima de las diferencias entre facciones,
logró restituir la normalidad parlamentaria, según la cual el gabinete gobernaba
sin la intromisión regia, con el apoyo de la mayoría de la Cámara de los Comunes.
Con estos planteamientos y una ideología más bien conservadora, Pitt emprendió
la reconstrucción del Estado, del ejército y del poderío colonial, recompuso el
equilibrio económico siguiendo las teorías liberales de Adam Smith y luchó contra
la corrupción de la clase política. La enfermedad mental del monarca, que se
agravó en los últimos años de su reinado, fortaleció la autoridad de Pitt, quien
definió para la posteridad el papel constitucional del cargo de Primer Ministro.
La etapa que Pitt el Joven estuvo al frente del gobierno fue una de las más
complejas de la historia europea: primero los ecos de la Revolución Francesa,
luego la definitiva anexión de Irlanda al Reino Unido, mediante el Acta de Unión
de 1800, y por último la guerra contra los ejércitos de Napoleón. En 1811, en vista
de que la enfermedad de Jorge III parecía incurable, se estableció una regencia a
favor de su hijo, que sería finalmente coronado en 1820, con el nombre de Jorge
IV.

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Jorge IV llevó una vida disipada y bastante alejada de la política, a pesar


de su afición a las intrigas, lo cual contribuyó, no sin sobresaltos, al
mantenimiento del sistema constitucional. Su preferencia por el punto de vista de
los tories, y la muerte de Pitt el Joven en 1806, facilitó en última instancia la lógica
y necesaria alternancia de partidos en el poder, lo cual constituiría la tónica
dominante en el Reino Unido durante las décadas siguientes.

2. GRAN BRETAÑA FRENTE A LA AMENAZA DE


NAPOLEÓN

Diez años después de su estallido, la Revolución Francesa se había


estancado en un callejón sin salida en el que proliferaban las disidencias internas y
los fracasos militares en Europa. El esperado golpe de timón vino dado por un
golpe de estado perpetrado del 18 de brumario (9 de noviembre) de 1799. La
conjura, preparada por Sieyès, Ducos y Napoleón Bonaparte, logró imponer un
consulado bajo la dirección del general corso. La fórmula fue bien acogida tanto
por los decepcionados con la república como por los conservadores que
anhelaban la restauración de la monarquía.
Hay que admitir que Napoleón, presentado al pueblo como salvador de la
nación, consiguió rápidamente la pacificación entre las facciones políticas, la
reorganización administrativa del poder público, la tolerancia religiosa y una
fuerte activación de la economía francesa. Su principal estrategia fue una hábil
dosificación de concesiones, medidas represivas, asesoramiento especializado y
sentido común. Después de eso, faltaba buscar la paz con las potencias exteriores,
pero Napoleón no concebía una paz que no fuera consecuencia de la victoria.
Las llamadas Guerras Napoleónicas son una larga serie de conflictos
armados que enfrentaron a Francia contra varias coaliciones, integradas por
naciones europeas, durante la última década del siglo XVIII y las dos primeras del
siglo XIX. Los primeros enfrentamientos se remontan al período revolucionario
francés (1793-1799), y continuaron con mayor intensidad durante el gobierno
personal de Napoleón (1799-1815). La participación de Gran Bretaña en estas
guerras se justifica por su ancestral rivalidad con Francia, manifestada a lo largo
de todo el siglo, pero también por su repulsa a los excesos revolucionarios, que en
opinión de los ingleses habían derivado en anarquía. Por otra parte, la política de
hostigamiento continuado y sistemático, planificada por Napoleón, obligó a Gran

[150]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Bretaña a defender enconadamente sus intereses para garantizarse la propia


supervivencia.
El primer enfrentamiento digno de mención entre ambas potencias fue la
Campaña de Egipto. Tras las victorias de Napoleón en el norte de Italia (1796),
contra los ejércitos austríacos, el Directorio francés le asignó el mando de una
expedición que tenía como objetivo conquistar Egipto. Con ello pretendían cortar
la ruta británica hacia la India, pero Gran Bretaña venció a los ejércitos
bonapartistas en la Batalla del Nilo (1798), y consiguió mantener la situación a su
favor. Como anécdota destacable, en el transcurso de esta campaña los franceses
desenterraron cerca de Alejandría la famosa Piedra de Rosetta, que luego fue
capturada por los ingleses para llevarla al Museo Británico de Londres, donde
todavía se encuentra. La Piedra de Rosetta es uno de los hallazgos arqueológicos
más trascendentes de toda la historia de la humanidad. Se trata de una estela de
basalto negro, en la que está grabado un edicto del faraón Ptolomeo V en tres
alfabetos (jeroglífico, demótico y griego), lo que permitió descifrar la escritura
egipcia al compararla con su traducción griega. Su estudio sentó las bases de la
moderna egiptología durante las primeras décadas del siglo XIX.
De vuelta a Francia desde Egipto, Napoleón asumió la jefatura del
Consulado y ofreció la paz a los aliados de la Primera y la Segunda Coalición
formadas en su contra, a saber: Gran Bretaña, los Países Bajos, Austria, Prusia,
Rusia, España y Cerdeña. Los aliados rechazaron la paz y sufrieron las
extraordinarias dotes militares y estrategas de Napoleón, que le granjearon
grandes victorias en Marengo y Hohenlinden (1800), y dieron inicio a una etapa
de claro predominio francés. El avance galo obligó a Austria a firmar el Tratado de
Lunéville (1801), por el que Francia se anexionó importantes territorios en
Alemania, y poco después convenció a Gran Bretaña para firmar la Paz de Amiens
(1802), que posibilitó una efímera tregua.
Gran Bretaña se hallaba en una situación delicada, a pesar de que sus
tropas habían conquistado algunos enclaves en ultramar, como Ceylan y Trinidad.
La Liga de los Neutrales (formada por Rusia, Suecia, Dinamarca y Prusia) se había
creado poco antes con el fin de alejar la amenaza bonapartista y, para hacer
efectiva su posición, había cerrado a la flota inglesa el acceso al Mar Báltico. La
interrupción del comercio con el Báltico suponía un duro golpe a la economía
británica, agravada por la duración de la guerra y por una serie de malas cosechas.
Por otra parte, Napoleón había iniciado algunos preparativos, que daban a
entender de manera ostensible su intención de invadir las Islas Británicas. El más

[151]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

claro indicio de ello fue la concentración de un gran ejército en Boulogne, a orillas


del canal de la Mancha. Todo ello, junto con el relevo político, que desbancó del
gobierno al fogoso e intransigente Pitt, propició la firma de la tregua.

Batalla de Trafalgar, por Clarkson Stanfield (Londres, Pall Mall, 1836).


El 21 de octubre de 1805 tuvo lugar una de las batallas navales más
importantes de la historia frente al cabo de Trafalgar, en las costas de Cádiz.
La armada británica, comandada por el almirante Nelson, obtuvo la victoria
frente a una flota combinada hispano-francesa, al mando de Villeneuve,
lugarteniente de Napoleón. La victoria se convirtió en un símbolo de la
tenaz resistencia británica frente al imperialismo europeo, al igual que lo
fue la derrota de la Armada Invencible, y lo sería después la batalla de
Inglaterra durante la II Guerra Mundial. En todos estos casos, Gran Bretaña
consiguió mantenerse a salvo de las amenazas venidas desde el continente.
[FUENTE: http://commons.wikimedia.org]

Las hostilidades se reanudaron en 1805. Una de las cláusulas de la Paz de


Amiens estipulaba que Gran Bretaña debía restituir la isla de Malta, de gran
importancia estratégica, a la orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén.
Como el traspaso no llegó a producirse, ambas potencias se declararon de nuevo
la guerra. Austria, Rusia y Suecia se unieron al conflicto como aliados de los
británicos, dando lugar a la Tercera Coalición, mientras que España lo hizo en el

[152]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

mismo bando que Francia. Los austriacos invadieron Baviera pero fueron
completamente derrotados en la Batalla de Ulm, en la que Napoleón capturó
23.000 prisioneros. Acto seguido, el ejército francés prosiguió su avance a lo largo
del Danubio y conquistó Viena. Rusia acudió en ayuda de Austria, pero la coalición
fue derrotada en la famosa Batalla de Austerlitz, también denominada de los Tres
Emperadores. Ésta fue sin duda una de las mayores victorias militares de
Bonaparte, pues trajo como consecuencia la disolución del Sacro Imperio
Germánico, que pasó a ser casi complemente controlado por Francia. Napoleón
podía en buena lid coronarse como emperador.
Estos éxitos en el continente fueron contrarrestados por uno de los
episodios más notables de esta fase de la guerra, la Batalla de Trafalgar, que tuvo
lugar el 21 de octubre de 1805 en el Golfo de Cádiz. En Trafalgar, la poderosa
armada británica del almirante Horatio Nelson inflingió una severa derrota a la
flota hispano-francesa dirigida por el vicealmirante Villeneuve, aunque el propio
Nelson murió en combate. El resultado de esta batalla revalidó de manera
definitiva la superioridad británica en el mar e inició la decadencia de la marina de
guerra española, pero sobre todo desbarató definitivamente el plan de Napoleón
de invadir Inglaterra.
El plan era el siguiente: la flota hispano-francesa debía atraer a la británica
hacia América y, rápidamente, regresar a Europa para cubrir el Canal de La
Mancha mientras Napoleón desembarcaba en Inglaterra. Pero Nelson descubrió
la maniobra y entabló combate con la flota hispano-francesa a la altura de
Finisterre, obteniendo una pequeña victoria. Franceses y españoles se
reagruparon primero en Ferrol y luego en el puerto de Cádiz, bajo las órdenes de
Villeneuve. La concentración de una escuadra británica en el estrecho de Gibraltar
hizo que Villeneuve, presionado por Napoleón, decidiera salir a mar abierto a
presentar batalla, desoyendo la opinión de los experimentados marinos
españoles. Las dos flotas (33 navíos franceses y españoles frente a 27 buques
británicos) se encontraron cerca del cabo de Trafalgar, donde quedó manifiesta la
superioridad táctica de Nelson sobre el francés. La escuadra hispano-francesa
maniobró para presentar una línea continua de batalla, según la costumbre de la
época, pero el despliegue se realizó de manera defectuosa y de hecho la línea
quedó dividida en dos. Por su parte, Nelson atacó en dos columnas que avanzaron
perpendicularmente hacia la escuadra hispano-francesa, con el fin de cortar su
línea de batalla y aislar a cada unidad, quedando expuesta a la mayor potencia de
los cañones ingleses. En poco más de dos horas, Villeneuve reconoció su derrota y

[153]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

se rindió a los británicos, mientras que el cadáver de Nelson sería agasajado con
todos los honores, como un héroe nacional.
Tras fracasar en su intento de derrotar a Gran Bretaña en el mar,
Napoleón ideó otras formas de debilitar su poder. En 1806 impuso el denominado
Sistema Continental, es decir, un bloqueo según el cual todos los puertos
europeos quedaban cerrados al comercio británico. Pero la superioridad naval de
los británicos complicó la puesta en práctica de este bloqueo y, a la postre, hizo
fracasar la política económica de Bonaparte. A pesar de ello, sus victorias militares
continuaron en el continente, y nadie, excepto Gran Bretaña, parecía poder
hacerle frente. Los franceses aplastaron a las tropas prusianas en la Batalla de
Jena (1806), y luego a los rusos en Friedland (1807). Por el Tratado de Tilsit, Rusia
cedió a Francia sus posesiones en Polonia, mientras que Prusia perdió casi la
mitad de su territorio y tuvo que hacer frente a cuantiosas indemnizaciones.
El declive del Imperio Napoleónico empezó a fraguarse en España. Con el
pretexto de invadir Portugal, Napoleón suscribió con el gobierno español de
Godoy el Tratado de Fontainebleau (1807), por el cual se permitía la entrada de
28.000 soldados bonapartistas en la Península Ibérica, y la presencia de otros
40.000 en la frontera vasco-francesa. En pocos meses, las fuerzas bonapartistas
apostadas en suelo español alcanzaban ya las 100.000 unidades y habían ocupado
las principales ciudades del país. El secuestro y destronamiento de la familia real
española condujeron a un levantamiento popular en Madrid, el 2 de mayo de
1808. Así se inició una insurrección de tintes nacionalistas, que duraría hasta 1814
y que se convirtió en un auténtico quebradero de cabeza para el emperador. El
surgimiento de los nacionalismos se multiplicó, sucediéndose por toda Europa las
guerras de independencia contra el dominio francés.
La Batalla de Bailén, ocurrida el 19 de julio de 1808, mostró por primera
vez que el ejército de Napoleón podía ser derrotado. A partir de entonces, Gran
Bretaña volcó toda su atención en la Península Ibérica. Primero porque necesitaba
mantener a Portugal libre de la dominación francesa, con el fin de eludir el
bloqueo a que estaba siendo sometido; y segundo, porque si ayudaba a los
españoles a poner en dificultades a Napoleón, la caída de su imperio estaría más
próxima. Así que se decidió a ayudar a la guerrilla española, enviando
financiación, suministros, armamento y, finalmente, tropas regulares al mando de
Arthur Colley Wellesley, duque de Wellington. Sus victorias en Arapiles (1812) y
Vitoria (1813) precipitaron la expulsión de los franceses de España.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

El retroceso de los franceses en la Península Ibérica coincidió con la


derrota del propio Napoleón en Rusia. La invasión de Rusia se había iniciado en
1812, como castigo porque el zar Alejandro I se había negado a aplicar el Sistema
Continental. Napoleón consiguió llegar rápidamente a las puertas de Moscú,
después de derrotar al ejército ruso en Borodino, pero los propios moscovitas
incendiaron la ciudad, lo que impidió a los franceses acuartelarse allí durante el
invierno. Las tropas de Napoleón tuvieron que retroceder a Alemania, pero la
mayoría de sus integrantes murieron por el camino a causa del frío, el hambre y
los ataques de la guerrilla rusa.
Las naciones europeas vislumbraron el fin del Imperio Napoleónico y
formaron la Quinta Coalición, en la que participaron Gran Bretaña, Rusia, Prusia,
Suecia y Austria. La primera victoria de esta coalición sobre el ejército francés
tuvo lugar en Leipzig, en octubre de 1813, gracias a la cual se puso fin al dominio
de Napoleón sobre Alemania. A principios del año siguiente, la coalición invadió
Francia por el norte, y logró conquistar París en marzo de 1814. Napoleón abdicó
y se vio forzado al exilio en la isla de Elba, situada en el mar Mediterráneo.
Todas las naciones europeas se reunieron a partir de septiembre en el
Congreso de Viena, con el objetivo de reestablecer el orden y la paz en el
continente. Gran Bretaña estuvo representada por el duque de Wellington y por
Robert Stewart, vizconde de Castlereagh. Entre las decisiones más significativas
del Congreso se hallaba el permiso de libre navegación por los ríos que
atravesaban varios estados o que formaban una frontera interestatal, la condena
del comercio de esclavos y el restablecimiento del equilibrio de poder entre las
potencias europeas. Aunque su tradición política era netamente divergente, Gran
Bretaña mostró su acuerdo sobre la reinstauración de las monarquías absolutas
que Napoleón había derrocado. Además, aceptó la creación de una Santa Alianza
que socorriera con la fuerza de las armas a cualquier nación europea en la que se
produjeran movimientos independentistas, revoluciones liberales o
insurrecciones que pusieran en peligro la paz recientemente conseguida.
Sorprendentemente, mientras las potencias negociaban el nuevo mapa de
Europa, el 26 de febrero de 1815 Napoleón escapó de la isla de Elba, llegó hasta
París y reorganizó un nuevo ejército con el que recuperó el poder durante un
período denominado de los Cien Días. Alarmados por la situación, los
representantes de Gran Bretaña, Austria, Prusia y Rusia reaccionaron
rápidamente y acordaron aportar cada uno 150.000 soldados para formar un
ejército conjunto, que debía concentrarse en la frontera entre Francia y Bélgica.

[155]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Las restantes potencias representadas en el Congreso de Viena también se


comprometieron a enviar tropas, con el fin de invadir Francia.
El 18 de junio de 1815 tuvo lugar la trascendental Batalla de Waterloo
(Bélgica), en la que el duque de Wellington, al mando de los ejércitos de la
coalición, derrotó definitivamente a Napoleón. La tenacidad de Wellington ante
las acometidas de los franceses se prolongó lo suficiente para que llegasen a
tiempo los refuerzos prusianos, lo que posibilitó la victoria final, al igual que había
estado haciendo toda Gran Bretaña durante los largos años de guerra contra del
emperador. La Batalla de Waterloo fue una de las más cruentas de la historia
moderna; las bajas alcanzaron 40.000 muertos franceses, 7.000 prusianos y
15.000 en el seno del ejército anglo-holandés. Su consecuencia política fue el fin
del Imperio Napoleónico. Luis XVIII fue restaurado en el trono de Francia y
Bonaparte fue condenado al destierro en la isla de Santa Elena, al sur del Océano
Atlántico, hasta su muerte en 1821.

3. EL LIBERALISMO Y LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

La coyuntura revolucionaria que condujo al fin del Antiguo Régimen fue


provocada por la interacción de una serie de cambios sociales, políticos y
económicos, que se fueron materializando en Occidente desde mediados del siglo
XVIII. Entre esos cambios destaca la disolución de la sociedad estamental por
culpa del ascenso de la burguesía, la crítica a la monarquía absoluta y el
afianzamiento del liberalismo como doctrina económica que sentaría las bases de
la Revolución Industrial.
El Reino Unido, que ya había vivido las experiencias revolucionarias de
1648 y 1688, y había favorecido mejor que en ningún otro sitio el liberalismo
económico, fue la primera nación en allanar el camino hacia un tipo de sociedad
capitalista. La política y la economía colaboraron en ese proceso de renovación de
las estructuras, porque la aplicación del librecambio es, de hecho, una de las
condiciones esenciales del liberalismo político.
La sociedad del Antiguo Régimen fue ante todo una sociedad rural,
sostenida económicamente por una producción agraria de subsistencia, en la que
la posesión estática o rentista de la tierra, aglutinada en torno a la nobleza y el
clero, se consideraba por encima de las actividades de mercado, reservadas de
forma minoritaria a la burguesía. Por el contrario, la sociedad contemporánea

[156]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

asume como punto de partida el liberalismo, es decir, el fomento de la industria,


el comercio, la explotación agraria y la contratación laboral con el objetivo de
especular y hacer negocio. Por consiguiente, el desarrollo económico adquiere un
carácter mayoritariamente dinámico, en el que la posesión de la tierra pasa a un
segundo plano y se da primacía a la iniciativa privada, característica de la
burguesía.
Según el lema laissez faire, laissez passer (“dejar hacer, dejar pasar”), esta
modalidad económica rechaza cualquier tipo de planificación o dirigismo por
parte del Estado, quedando únicamente regulada por la libre competencia, que se
basa en el equilibrio de la oferta y la demanda. Para garantizar esta libertad de
acción fue necesario acabar con los privilegios de cada estamento y con la
pluralidad jurídica existente en el Antiguo Régimen. En consecuencia, los Estados
tendieron a homogenizar las leyes, que debían aplicarse a todos los ciudadanos
por igual (isonomía), y promovieron una mayor representación de todos los
sectores sociales en los órganos de gobierno. Esto condujo a una progresiva
implantación de la democracia como sistema político a través del
parlamentarismo y del constitucionalismo, en detrimento de los privilegios
señoriales y de la fiscalidad tradicional, que fueron abolidos. Sin embargo hay que
admitir que, a largo plazo, la burguesía capitalista, dominadora del poder político
y de los medios de producción, orientó el liberalismo en beneficio propio. Como
consecuencia de ello, lo convirtió en fundamento del capitalismo que, llevado al
extremo, despoja al Estado de toda capacidad de control, facilita la concentración
del poder en la élite económica (plutocracia), permite la aparición del monopolio
y desatiende la justicia social, porque las clases sociales más pobres continúan
permaneciendo fuera de los resortes de poder.
La renovación económica que condujo al triunfo de la nueva situación se
inició ya desde dentro del Antiguo Régimen, aunque pueda parecer paradójico. El
Despotismo Ilustrado intentó revitalizar la imagen del absolutismo desde varios
puntos de vista. En el plano ideológico, Hobbes razonó la necesidad de un poder
fuerte que garantizara el orden social frente al egoísmo y la anarquía humana. En
el plano económico, la fisiocracia defendida por Quesnay, Mirabeau y Turgot,
postulaba como base del desarrollo de las naciones una agricultura próspera, para
la que era necesario un aumento de la inversión, la tecnología y una
comercialización liberada de barreras y aranceles. Estas teorías tuvieron como
consecuencia la aplicación, en el siglo XVIII, de una serie de reformas sociales y
económicas dirigidas desde los gobiernos, que trataron de asegurar con
optimismo la armonía y el progreso de la civilización.

[157]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Pero la propia dinámica de la civilización pronto reveló que el lema “todo


para el pueblo, pero sin el pueblo” era claramente insuficiente. Las reformas no
podían venir exclusivamente desde arriba, y la anticuada economía de base
agrícola era incompatible con el empuje del capitalismo. Así, en la segunda mitad
de la centuria comenzaron a plantearse nuevas teorías, que dieron respuestas
más satisfactorias a la realidad del momento. De todas esas teorías, la más
destacable fue sin duda la propugnada por Adam Smith en su Investigación sobre
la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (1776), en la que sentó los
fundamentos del liberalismo económico.
Según Adam Smith, la única fuente de la riqueza es el trabajo, no sólo el
agrícola o el comercial, sino en todas sus aplicaciones, razón por la cual reclamaba
la conveniencia de dividirlo en tareas especializadas. Cada individuo debía
trabajar, con total libertad, en función de sus propios intereses, y el poder político
no podía obligar a nadie a centrar sus esfuerzos en un determinado sector
económico, pues cada cual sabría cómo emplear su trabajo y su capital del modo
más rentable. Los gobernantes debían limitarse a tres cometidos principales:
primero, proteger a la sociedad de la violencia e invasión de otros; segundo, evitar
la opresión y establecer una exacta justicia entre sus pueblos; y tercero, mantener
y erigir ciertas obras y establecimientos de interés común. El desarrollo de la
producción industrial, la ley de la oferta y la demanda, el librecambio comercial, el
crédito y la supresión de cualquier tipo de barrera aduanera fueron otros
elementos constitutivos de la economía liberal, que, aunque se planteaban con el
objetivo prioritario del beneficio individual, también podían redundar en beneficio
de toda la sociedad, tal como explicaba Smith en 1776:
“Cada individuo, en particular, pone todo su cuidado en buscar el
medio más oportuno de emplear con mayor ventaja el capital de que
puede disponer. Lo que desde luego se propone es su propio interés,
no el de la sociedad en común: pero estos mismos esfuerzos hacia su
propia ventaja, le inclinan a preferir, sin premeditación suya, el
empleo más útil a la sociedad como tal […]
Ninguno por lo general se propone primariamente promover el
interés público, y acaso ni aun conoce cómo lo fomenta cuando no lo
piensa fomentar. Cuando prefiere la industria doméstica a la
extranjera sólo medita su propia seguridad; y cuando dirige la
primera de modo que su producto sea del mayor valor que pueda,
sólo piensa en su ganancia propia; pero en este y en otros muchos

[158]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

casos es conducido como por una mano invisible a promover un fin


que nunca tuvo parte en su intención […] porque siguiendo el
particular por un camino justo y bien dirigido las miras de su interés
propio, promueve el del común con más eficacia a veces que cuando
de intento piensa en fomentarlo directamente […]
Por consiguiente, todo hombre, con tal que no viole las leyes de la
justicia, debe quedar perfectamente libre para abrazar el medio que
mejor le parezca para buscar su modo de vivir, y sus intereses, y que
puedan salir sus producciones a competir con las de cualquier otro
individuo de la naturaleza humana”.
Con la liberalización se favoreció el desarrollo de cada uno de los sectores
de la economía, a través de un acelerado proceso de crecimiento y diversificación,
que el historiador Claude Fohlen bautizó como Revolución Industrial. La invención
de las máquinas de vapor y la progresiva mecanización de las factorías
manufactureras trajeron consigo la sustitución de todos los métodos de
producción anteriores y la imposición del sistema fabril. Debemos matizar, no
obstante, que el término Revolución Industrial no se refiere exclusivamente a los
cambios que se produjeron en la industria, sino también los que afectaron a la
agricultura, los transportes, la población, las instituciones e incluso la mentalidad.
Todo ello provocó el paso de unas estructuras económicas
eminentemente agrarias y estáticas a otras de predominio industrial, basadas en
la dinámica del capitalismo. Por eso se trató de uno de los factores más
determinantes de la evolución de las sociedades modernas desde el Antiguo al
Nuevo Régimen, ya que puso las bases del mundo contemporáneo.
La Revolución Industrial se inició precisamente en Inglaterra, porque allí
tuvieron lugar esta serie de transformaciones antes que en ningún otro país del
mundo. Hay una serie de obstáculos, relacionados con el tradicionalismo de
algunas sociedades, que en otros lugares opusieron una fuerte resistencia al
fenómeno de la industrialización: la mentalidad dominante, una demografía
estancada, la supremacía de la agricultura y el medio rural, el carácter doméstico
de la actividad manufacturera, el escaso movimiento de la banca y los mercados
nacionales, las malas comunicaciones, un sistema monetario y fiscal anquilosado,
etc. Por el contrario, en Inglaterra estos obstáculos se superaron con facilidad,
gracias a una predisposición positiva, manifestada en algunos síntomas tempranos
de desarrollo, como fueron los siguientes:

[159]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

ƒ Transformaciones agrarias, tanto en la estructura de la propiedad (leyes


favorecedoras de los cercados o enclosures) como en las técnicas de
producción de cultivos y en la explotación ganadera.
ƒ Éxodo rural y explosión demográfica, que nutrió las ciudades de grandes
cantidades de mano de obra integrada por colonos expulsados o
arruinados, que marcharon a buscar trabajo en la incipiente industria de
mediados del XVIII.
ƒ Abundancia de materias primas llegadas a bajo coste de las colonias de
ultramar, que surtieron de forma continuada a las factorías industriales,
en especial las textiles.
ƒ Dinamismo de los mercados nacionales a causa de la desaparición de
aduanas interiores y el comercio con ultramar.
ƒ Utilización de nuevas fuentes de energía, como el vapor o el carbón, y
explotación masiva de otros recursos minerales, como el hierro.
ƒ Invención de nuevas máquinas, a partir de la década de 1760 (hiladoras,
lanzaderas, telares, rotatorias de vapor, altos hornos, martillos
mecánicos, etc.), que realizaban de manera rápida y eficaz el trabajo de
las antiguas herramientas.
ƒ Progresiva sustitución del taller artesano por la fábrica, en la que el
operario ya no era dueño de los medios de producción ni del producto
final, sino que éstos pasaban a manos de un empresario que pagaba un
salario a cambio de su trabajo.
ƒ División del trabajo en tareas más pequeñas y especializadas, con el fin de
aplicar en cada una de ellas las ventajas que proporcionaban las
máquinas.
ƒ Producción en cadena de objetos fabricados en serie, con objeto de
reducir costes y optimizar esfuerzos.
ƒ Elevación del nivel de vida y aumento de la capacidad de consumo de la
clase media que, junto con un importante cambio de mentalidad en el
seno de la sociedad, garantizó la salida de los productos industriales.
En resumen, se pueden clasificar en cuatro grandes tipos de factores las
causas por las que la Revolución Industrial se inició en Inglaterra:

[160]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

a) Factores físicos: clima húmedo, muy adecuado para los hilados y tejidos
mecanizados, abundantes recursos energéticos (carbón, agua) y minerales
(hierro), poca distancia entre los centros de producción y los puertos que
canalizaban el comercio, buenas comunicaciones por mar, etc.
b) Factores económicos: temprana expansión de los mercados debido a la
supresión de aduanas entre Inglaterra y Escocia desde 1707, y a la
importancia de las rutas marítimas con Europa, América y el Extremo
Oriente, que permitieron a Gran Bretaña dominar más de la mitad del
comercio mundial a principios del siglo XIX. La explotación colonial,
además, trajo consigo una gran acumulación de capitales, que fueron
reinvertidos en el desarrollo industrial y ferroviario.
c) Factores político-sociales: las nuevas estructuras sociales, nacidas del
parlamentarismo liberal, sustituyeron la vieja organización gremial por un
mercado laboral más flexible, con una gran cantidad de mano de obra libre
que se contrataba a cambio de un salario. A partir de 1689, el gobierno y el
parlamento subordinaron la política a los intereses de los comerciantes,
empresarios y terratenientes a través de una legislación que protegía la
economía de base industrial.
d) Factores de mentalidad: la Revolución Científica del siglo XVIII creó el
ambiente necesario para que la gente se abriera a las innovaciones
tecnológicas y a los nuevos productos que iban llegando. Y la ética
protestante del “ganarás el pan con el sudor de tu frente” promovió una
mentalidad positiva hacia el trabajo y la iniciativa individual, que admitía la
búsqueda del lucro sin las limitaciones morales propias del Catolicismo.
A pesar de la opinión contraria de algunos historiadores como Maxine
Berg o Maurice Crouzet, parece que en Gran Bretaña el proceso de
industrialización se inició con la renovación de la agricultura. Según W. Rostow, P.
Bairoch y J. P. Rioux entre otros, las reformas legales y las mejoras técnicas
introducidas en el medio rural hicieron posible un aumento de la producción de
alimentos y del bienestar social, lo cual favoreció la regularización demográfica en
sentido ascendente. Este aumento demográfico permitió la transferencia de un
abundante sector del campesinado a las ciudades industriales, para servir de
mano de obra barata, pero también favoreció la reinversión de capitales agrícolas
en las industrias manufactureras. Así por ejemplo, la práctica de los cercados o
enclosures facilitó la conversión de tierras comunales y baldías en propiedades
privadas susceptibles de explotación, lo que significó una mayor inversión para

[161]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

acrecentar su rentabilidad. Y los excedentes agrícolas resultantes pudieron ser


desviados por los mismos empresarios hacia las industrias de transformación y el
comercio, estableciendo factorías manufactureras, creando nuevos empleos y
satisfaciendo mejor la demanda urbana.
El aumento de la producción agrícola se debió en gran parte a las
innovaciones tecnológicas. Entre éstas destacan los nuevos sistemas de cultivo,
las roturaciones, la irrigación, la plantación de forrajes y el uso de drenajes y
abonos, así como el perfeccionamiento de las herramientas de labranza, que en
conjunto mejoraron mucho el rendimiento del campo. Además de lo expuesto,
cabe citar algunos inventos específicos, como la primera máquina trilladora eficaz,
diseñada por A. Meikle en 1786, o la segadora ideada por MacCormick en 1830.
El otro gran impulsor de la economía preindustrial fue el comercio. La
proliferación de la iniciativa privada y el fin de los monopolios tradicionales,
representados en las famosas Compañías de Indias, modificaron la distribución de
la riqueza, potenciaron la competitividad, facilitaron la acumulación de capitales
en la banca y permitieron la llegada de materias primas más baratas. A lo largo del
siglo XVIII el comercio fue diversificándose y especializándose, ejerciendo de
aglutinador y distribuidor de una demanda cada vez mayor, proveniente de un
amplio mercado exterior. Así que el comercio impulsó la producción masiva y la
venta a gran escala de productos agrarios y manufacturados, transmitió los
últimos avances técnicos y maquinistas del momento y fue el motor de algunas
leyes sobre aduanas, postas y caminos.
Traspasadas las fronteras tradicionales de los mercados interiores y de los
mercados Mediterráneo y Báltico, el tráfico de mercancías más importante fue el
que se generó entre los puertos ingleses y ultramar (Norteamérica primero y el
Extremo Oriente después). En dicho intercambio Gran Bretaña fue siempre el
principal exportador de manufacturas, que vendía a cambio de materias primas
para sus industrias de transformación. El bajo coste de las materias primas y el
elevado precio de las manufacturas convertía aquellas transacciones en una
actividad muy lucrativa, que además provocaba una situación de dependencia de
las colonias, porque se veían expoliadas de sus riquezas naturales y luego tenían
que comprarle a la metrópoli los artículos elaborados a partir de sus propias
riquezas. La recogida del algodón en las colonias, su transporte a las factorías
textiles de Manchester y Liverpool y la posterior venta de ropa manufacturada a
las mismas colonias de origen, fue el ejemplo más claro de esto que decimos. De

[162]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

esta situación de predominio comercial se jactaba el economista Stanley Jevons


en 1866:
“Actualmente las cinco partes del mundo son nuestros tributarios
voluntarios. Las llanuras de América del Norte y Rusia, he aquí
nuestros campos de trigo; Chicago, Odessa son nuestros graneros;
Canadá y los países bálticos, nuestros bosques. Australia custodia
nuestros rebaños de carneros; América del Sur los de bueyes; Perú
nos envía su plata; California y Australia su oro. Los chinos cultivan el
té para nosotros, y de las Indias Occidentales y Orientales afluyen
nuestro café, nuestro azúcar, nuestras especias. Francia y España son
nuestros viñedos, el Mediterráneo nuestro huerto; el algodón, que
antes recogíamos de Estados Unidos, nos llega ahora de todas las
regiones cálidas del mundo”.
En la actividad comercial tuvo una influencia fundamental la llamada
revolución de los transportes. La aplicación de la máquina de vapor al tráfico
fluvial, desde 1807, y la utilización del ferrocarril en los viajes terrestres, desde
1825, sirvió para mejorar, acortar y abaratar el tránsito de mercancías. La
construcción del ferrocarril, cuya primera línea fue Manchester-Liverpool
(inaugurada en 1830), produjo además un desarrollo extraordinario de la industria
siderúrgica. Finalmente, a lo largo del siglo XIX se iniciaron las primeras
experiencias aeronáuticas, primero con globos de hidrógeno y más tarde con
dirigibles y otros artefactos voladores.
El desarrollo de la máquina de vapor tuvo una enorme repercusión en la
actividad industrial. A partir de su incorporación a las fábricas, la tracción
mecánica fue sustituyendo a la tracción animal y a las viejas fuentes de energía. El
proceso fue lento y progresivo; según Maxim Berg, “las habilidades y tradiciones
artesanales se entremezclaron con nuevos productos, nuevos mercados, nuevas
fuerzas de trabajo y sobre todo, nuevos instrumentos mecánicos”. Estos nuevos
instrumentos se aplicaron primero a la producción textil: la lanzadera volante de J.
Kay (1733), el torno de hilar de J. Hargreaves (1765), la máquina de vapor de
James Watt (1769), la hiladora intermitente de S. Crompton (1779), el telar
mecánico de E. Cartwright (1784), etc. Posteriormente, el descubrimiento de otras
fuentes de energía más potentes facilitaría otros inventos, como la pila eléctrica
de A. Volta (1800) y la turbina hidráulica de B. Fourneyron (1827). La utilización de
la electricidad y el petróleo darían lugar a partir de 1870 a la denominada

[163]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Segunda Revolución Industrial, cuyo liderazgo ya no sería exclusivamente de Gran


Bretaña, sino también de Estados Unidos.
En síntesis, las fases de desarrollo de la Revolución Industrial en Inglaterra
fueron las siguientes, por orden cronológico:

FASES CRONOLOGÍA CARACTERÍSTICAS


Renovación de las técnicas de explotación
agrícola. Primeros inventos y máquinas que irán
Fase Previa 1730-1785 aplicándose a la fabricación de productos,
todavía en talleres artesanos y pequeñas
factorías domésticas.
Inicio de una economía de base industrial
(sobre todo textil), que ya se desarrolla en
Primera Fase 1785-1830 fábricas, pero que aún coexiste con otros
sectores tradicionales como la agricultura y el
comercio.
Desarrollo del ferrocarril y construcción de
grandes barcos de vapor. Plena implantación de
la industria fabril de carácter textil y siderúrgico,
pasando esta última a liderar el proceso de
Segunda Fase 1830-1870
desarrollo. Altos índices de explotación de la
minería de carbón. La producción y la
acumulación de capitales se triplican con
respecto a la fase anterior.
Desarrollo de la llamada 2ª Revolución
Industrial, que se basa en la utilización de
nuevas fuentes de energía como el petróleo y la
electricidad. Desarrollo de los motores de
Tercera Fase 1870-1914 explosión y de la producción en serie
(taylorismo). Expansión colonialista de Europa a
la búsqueda de mercados y materias primas por
todo el mundo. Creación de grandes holdings y
monopolios.

[164]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

No obstante de lo expuesto, las consecuencias de la Revolución Industrial


no sólo estuvieron ligadas al progreso de la civilización y a la modernización de las
estructuras socioeconómicas. Algunas implicaciones sociales fueron claramente
negativas, y en Inglaterra se apreciaron con mayor nitidez, por haber vivido todo
el proceso de forma mucho más temprana y unitaria que en el resto de Europa. La
precariedad y miseria de las condiciones de vida de los obreros, la alienación del
proletariado, que le llevará a la lucha social, la aparición de paisajes negros
contaminados e infraviviendas en los alrededores de las ciudades industriales, o la
explotación laboral de mujeres y niños, fueron sólo algunas de estas
implicaciones. Así lo describía el político inglés Disraeli en su novela Sybil,
publicada en 1845:
“De la mina sale su mineral y del pozo sus siervos [...] bandas de
jóvenes ¡ay! de ambos sexos, aunque ni su ropa ni su lenguaje indican
la diferencia; todos llevan vestiduras masculinas; y juramentos que
podrían hacer estremecer a hombres brotan de labios nacidos para
pronunciar palabras de dulzura. Sin embargo, éstas han de ser –
algunas lo son ya– las madres de Inglaterra. Pero ¿podemos
asombrarnos de la repugnante grosería de su lenguaje si recordamos
la fiera rudeza de sus vidas? Desnuda hasta la cintura, una muchacha
inglesa, durante doce y a veces diecisiete horas diarias, tira
ayudándose de manos y pies de una cadena de hierro que, sujeta a un
cinturón de cuero, se arrastra entre sus piernas enfundadas en
pantalones de lona, para transportar cubetas de carbón que salen de
los caminos subterráneos, oscuros tortuosos y enfangados:
circunstancias que parecen haber pasado inadvertidas a la Sociedad
para la Abolición de la Esclavitud Negra. Estos dignos caballeros
parecen haber permanecido también curiosamente inconscientes de
los sufrimientos de los pequeños obreros, cosa notable, pues muchos
de ellos eran sus propios empleados.
Ved también a éstos salir de las entrañas de la tierra. Niños de cuatro
y cinco años de edad –muchas niñas también– lindos y todavía dulces
y tímidos; se les han confiado las funciones de más responsabilidad,
cuya índole les obliga a ser los primeros en entrar en la mina y los
últimos en abandonarla. Su trabajo en verdad no es severo, pues eso
sería imposible, pero transcurre en la oscuridad y en la soledad.
Soportan este castigo que la filantropía filosófica ha inventado para
los más horribles criminales, y que estos consideran más espantoso

[165]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

que la muerte, a la que dicho castigo sustituye. Pasan horas y horas, y


todo lo que trae a los pequeños obreros es el recuerdo del mundo que
han dejado; del mundo en que se han sumergido recuerdan el paso de
las vagonetas de carbón, para las que abren los portillos de las
galerías”.
Desde la toma de conciencia de esta problemática, es fácil comprender el
nacimiento del socialismo utópico, dado a conocer en la propia Inglaterra por
Marx y Engels, como estrategia para reivindicar una mejora de las condiciones de
vida en que se encontraba el proletariado industrial. La lucha social se desarrolló
durante todo el siglo XIX y buena parte del XX, logrando de forma lenta pequeñas
concesiones. En 1833, el gobierno británico limitó a ocho años de la edad mínima
para que los niños pudieran entrar a trabajar, y en 1847 reguló la jornada laboral
de diez horas diarias o sesenta horas semanales. Paralelamente, algunos patronos
filántropos, como Robert Owen, se dieron cuenta de que el trabajador fatigado
por un número excesivo de horas de pesada tarea frenaba su producción, por lo
que redundaba en interés del propio empresario una limitación razonable de la
duración del trabajo.
La mejora de las condiciones del trabajo industrial, propugnada por el
socialismo y el sindicalismo, partía de la base de que aunque el trabajo constituía
un derecho y una necesidad fundamental, se había vuelto una experiencia
alienante y carente de sentido. En su obra El Capital (Libro III, cap. 48) Marx
comprendió que la riqueza real de la sociedad no dependía de la cantidad de
trabajo, sino de su productividad y de las condiciones más o menos
perfeccionadas en las que éste se realizara. La libertad comenzaba allí donde se
cesaba de trabajar por necesidad y por la coacción impuesta desde el exterior.
Esto, en definitiva, ponía las bases del Estado del Bienestar, en el que las
necesidades primordiales debían hallarse cubiertas con el menor esfuerzo posible,
siendo así posible la reducción de la jornada laboral y la mejora de las condiciones
de vida. Para ello, no obstante, era necesario transformar previamente las
características del trabajo industrial según un modelo de sociedad que equiparase
a todos los estratos sociales tanto la cantidad de trabajo como el reparto de la
riqueza, cosa que, desgraciadamente, resultó harto difícil en el contexto histórico
de la Revolución Industrial.

[166]
7. LA ERA VICTORIANA

1. EL TURNO POLÍTICO: DISRAELI, GLADSTONE Y


LAS REFORMAS SOCIALES

Tras la muerte de Jorge IV la corona fue a parar a manos de su segundo


hermano Guillermo IV (1830-1837), quien fue popularmente conocido como
Sailor King por haber servido de joven en la armada, bajo el mando del almirante
Nelson. No obstante, su falta de tacto, capacidad e intelecto acabaron por
asignarle otro apodo menos benévolo: Silly Billy. Durante su breve reinado, Gran
Bretaña alcanzó la plena madurez política gracias a la aprobación, en 1832, del
Acta de Reformas, que concedió una importante ampliación del derecho electoral.
Esta reforma obedecía a un deseo de renovación generacional y sociológica
largamente deseado entre los principales partidos, que a partir de entonces
cambiarían de denominación: los tories pasarían a llamarse conservadores, y los
whigs, liberales. La continuidad de la alternancia en el poder entre ambos partidos
permitiría que los resortes parlamentarios siguieran funcionando casi por inercia,
con una relativa independencia respecto de la monarquía, lo que sentó las bases
del brillante período que sobrevendría a continuación: la Era Victoriana.
La Era Victoriana hace alusión al prolongado reinado de Victoria I (1837-
1901), un período que ha gozado de una cierta mitificación porque, en muchos
aspectos, la historia británica alcanzó cotas insuperables. En efecto, la

[167]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

prosperidad económica surgida a partir de la Revolución Industrial, el ascenso de


las clases medias, los éxitos en la política internacional, el extraordinario avance
del colonialismo y el desarrollo cultural caracterizaron, en líneas generales, esta
época, que se desarrolló en un elevado clima de euforia y patriotismo. La positiva
estimación de la cultura británica en general, y de la reina Victoria en particular,
se extendieron por todo el mundo. Victoria tuvo nueve hijos y cuarenta nietos,
que contrajeron matrimonio con la mayoría de las familias reales de la época. Por
eso fue conocida como la abuela de Europa.
Su ascenso al trono no estuvo exento de dificultades. Victoria era hija de
Eduardo, duque de Kent y hermano menor de los reyes Jorge IV y Guillermo IV. La
falta de descendencia legítima de su tío Guillermo la coronó como reina de
Inglaterra, un mes después de cumplir los dieciocho años. Esto evitó la posibilidad
de una regencia, que se había estado fraguando con oscuros intereses políticos y
nobiliarios, y daba continuidad a la dinastía de Hannover, aunque ésta cambiaría
su nombre por la de Sajonia-Coburgo-Gotha, a raíz del matrimonio de Victoria con
su primo Alberto de Sajonia, en 1840. Los dos cónyuges estaban profundamente
enamorados el uno del otro, y el matrimonio produjo una influencia muy positiva
en la mentalidad y en la actitud de la reina. En primer lugar, desterró la frivolidad
de la corte y convirtió a la monarquía en un modelo de respetabilidad gracias al
cual se ganó las simpatías de las clases medias; y en segundo lugar, sus
preferencias personales en materia política fueron relegadas a un segundo plano,
en aras de la estabilidad institucional.
A pesar de ello, su tendencia al autoritarismo y su creciente rechazo a los
liberales, le provocaron algún desencuentro con el parlamento, sobre todo
durante los primeros años de su reinado. Por influencia de su marido, la reina se
cuestionó hasta qué punto la monarquía debía limitarse a desempeñar un papel
meramente consultivo, en lugar de participar más activamente en la discusión de
los problemas de gobierno. En 1850, por ejemplo, desafió la autoridad del
vizconde de Palmerston, ministro de Asuntos Exteriores del gabinete liberal. Estos
desencuentros alcanzaron su momento de máxima tensión al año siguiente,
cuando Victoria recomendó al primer ministro, John Russell, que destituyera a
Palmerston de su cargo.
Esta tendencia al intrusismo continuó en 1854, cuando los reyes
intentaron impedir la participación británica en la guerra de Crimea, aunque
finalmente brindaran su apoyo incondicional a la causa, una vez que se inició el
conflicto. En definitiva, que la reina Victoria exigió siempre ser consultada con

[168]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

antelación sobre cualquier medida que debiera sancionar, sobre todo en materia
de política exterior. En última instancia, no obstante, acató las decisiones de sus
gobiernos, fueran del signo que fueran, y se esforzó por mantener un régimen de
máximo respeto al sistema parlamentario.
La muerte de su marido, en 1861, la sumió en una profunda depresión
que la alejó de los asuntos de Estado durante una larga temporada. Limitó sus
apariciones públicas y dejó que fuera el príncipe de Gales, el futuro Eduardo VII,
quien cumpliera con la mayoría de los deberes protocolarios de la corona. Al cabo
de los años recuperó su interés por la política y encontró un gran aliado en el
primer ministro Disraeli. El propio Disraeli la coronó Emperatriz de la India en
1877, convirtiéndola en el más alto símbolo del imperialismo británico.
Desde el punto de vista político, uno de los aspectos más interesantes de
la Era Victoriana fue el doble juego que incluía, por un lado, una continuidad
formal de las instituciones tradicionales, y por otro, la capacidad de adaptación de
las mismas a los problemas y necesidades de una sociedad cada vez más
industrializada y democratizada. H. A. Fisher resumió este doble juego en dos
grandes principios, el primero de los cuales dice que todo gobierno se asienta en
el acuerdo de los gobernados, y el segundo que la misión del estadista es evitar la
revolución por medio de la reforma.
Los dos partidos, conservadores y liberales, se mostraron en todo
momento abiertos a las reformas y unieron esfuerzos para llevarlas a cabo.
Cuando los liberales estuvieron en el gobierno facilitaron una dinámica
netamente progresista, a la cual se apuntaron por igual los conservadores cada
vez que alcanzaron el poder, siguiendo una práctica política que se resumió en la
máxima “gobierno tory, programa whig”. Todo ello fue posible porque, en
esencia, ambos estuvieron de acuerdo en el papel que debían representar cada
uno de los elementos que configuraban el armazón del Estado: las Leyes, la
Monarquía, el Parlamento, las Instituciones, el Ejército, la Iglesia, la Banca, etc. La
alternancia en el poder de los dos principales partidos, que se denominó turno
político, facilitó así el afianzamiento del sistema establecido.
Los principales protagonistas de este proceso fueron los líderes de los dos
grandes partidos: Benjamin Disraeli por parte de los conservadores y William
Gladstone por parte de los liberales.
Disraeli alcanzó una notable popularidad por sus escritos, por su
capacidad oratoria en la cámara y por su talento para los halagos. Sus discursos,
impregnados de dramatismo y oportunismo, constituyeron una de sus más

[169]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

notables armas, y le convirtieron en uno de los políticos más influyentes de


Inglaterra en el siglo XIX. Desde la posición de Primer Ministro (en 1868 y en 1874-
1880) cultivó una íntima relación de amistad con la reina Victoria, pero sobre todo
se distinguió por su papel de modernizador de su propio partido, que dejó de ser
un grupo de presión reaccionario formado por aristócratas y ricos terratenientes,
para pasar a ser un partido conservador moderno, abierto a las reformas que
imponían los problemas de su época. La reina le permitió seguir su propio criterio
en el nombramiento de cargos políticos, religiosos y militares, y respaldó
firmemente la política de fortalecimiento y expansión en la política exterior. De
esta forma, favoreció el desarrollo colonial de Gran Bretaña, a la que situó como
la primera potencia en el mundo.
Por su parte, William Gladstone fue sin duda uno de los políticos más
competentes de la Era Victoriana, durante la cual ejerció a menudo como ministro
de economía y ostentó el cargo de Primer Ministro en cuatro ocasiones (entre
1868 y 1894). Rival de Disraeli, se diferenciaba de él en su carácter frío,
pragmático y racional, lo que le valió una cierta desafección por parte de la reina.
También se diferenció en su modo de hacer política, más preocupado por los
problemas internos que por las ambiciones imperialistas. Con este planteamiento
auspició algunas de las reformas sociales más significativas de la centuria, como la
legalización de los sindicatos y la concesión de un estatuto de autonomía (Home
Rule) para Irlanda, que no fueron bien vistas por Victoria.
El primer hito del reformismo victoriano, desarrollado mediante el turno
político, fue la progresiva sustitución de las oligarquías municipales por
corporaciones elegidas libremente. Así, la administración local dejó de estar en
manos de unos pocos caciques y se abrió a la población, que empezó a participar
en la misma de forma cada vez más democrática. Más importante fue la Ley
electoral de 1867, la primera verdaderamente democrática, cuya finalidad fue
lograr la lealtad de las masas populares al sistema. Lo más sorprendente es que la
extensión del derecho al voto a todas las clases sociales, incluida el proletariado
industrial, fue promovida por los conservadores, gracias a la labor de Disraeli. Él
supo convencer a su propio partido de la necesidad de no excluir a nadie, para
evitar que ninguno de los sectores sociales tuviera razones para poner en duda los
principios fundamentales del Estado. La ley permitió el derecho al voto a cualquier
ciudadano que estuviera en posesión de una casa o pagara un alquiler, y que
contribuyera a los impuestos municipales, lo que redundó en un millón de
electores más, predominantemente artesanos y obreros cualificados.

[170]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

En última instancia, la reforma electoral facilitó el triunfo de los liberales


en la siguiente convocatoria, la de 1868, pero el Estado y la monarquía salieron
robustecidos. Al nuevo gabinete presidido por Gladstone le correspondió llevar a
la práctica las reformas democráticas derivadas de la nueva situación. En 1869 se
inició el proceso con una importante limitación de la influencia ejercida hasta
entonces por la Iglesia Anglicana, tanto en Irlanda como en las universidades de
Oxford y Cambridge. En 1870 se promulgó la Ley Escolar de Foster, que significó la
creación de un nuevo sistema educativo estatal, con una enseñanza religiosa
interconfesional en la que no se permitía la opresión de conciencia. En un
complemento a esta ley, un gabinete posterior presidido por Disraeli introdujo la
obligatoriedad de la enseñanza primaria, que en 1891 se haría gratuita. Gladstone
también emprendió reformas en el ejército, conducentes a disminuir el servicio
militar, organizar los regimientos, modernizar las técnicas de guerra y terminar
con la compra de altos cargos de la oficialidad. Y por último, en la administración
del Estado, a partir de 1870 quedó establecido el Civil Service o sistema de
oposiciones públicas para los funcionarios, lo que facilitó la autonomía de la
burocracia y el final del favoritismo.
En 1875, con Disraeli en el poder, se promulgó una nueva ley sindical que
regulaba el funcionamiento de los Trade Unions, así como la posibilidad de ser
representados en el Parlamento a través de los partidos políticos mayoritarios. El
reconocimiento de los derechos de los trabajadores (contratos, jornada laboral,
huelga, etc.) continuó en los años siguientes, y en 1875 se aprobó una Ley de
Sanidad pública de gran amplitud.
El último capítulo de este largo proceso de reformas se produjo como
consecuencia de la crisis agrícola de finales de siglo, que hizo ver la necesidad de
extender el derecho al voto a los arrendatarios y pequeños propietarios del
campo. Por consiguiente, en 1884 una nueva ley electoral aumentó el censo de
votantes en el Reino Unido a cinco millones de personas. Esta ley estableció,
además, un sistema de elección de un solo diputado por distrito, lo que reforzó el
bipartidismo ya existente y permitió a los irlandeses designar a sus propios
representantes en la Cámara de los Comunes. En relación a este punto, la
ampliación electoral significó una mayor democratización de los partidos, que
empezaron a depender más de sus electores y adquirieron un carácter nacional.
Además de las reformas sociales, la Era Victoriana se distinguió también
por ser uno de los períodos más florecientes de la cultura británica. La protección
dispensada por los monarcas al estudio y difusión de las ciencias y las artes tuvo

[171]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

como máximo exponente la celebración de la Gran Exposición Universal,


inaugurada en Londres en 1851, en la que se mostraron al mundo algunos de los
inventos y novedades más importantes del momento, y que constituyó la base
para la creación del famoso Victoria & Albert Museum. Durante este período
destacaron escritores como Dickens, Thackeray, Brontë, Kipling o Stevenson, y
pintores como Constable, Turner y los Prerrafaelistas. Y las Casas del Parlamento,
con el famoso Big Ben, se construyeron entre 1840 y 1860 en un estilo neogótico
que la crítica inglesa acabó denominando victoriano, porque representaba el
modelo artístico paradigmático en esta época.

La Cámara de los Comunes, por George Hayter (Londres, National Portrait


Gallery, 1833).
Uno de los rasgos distintivos del período conocido como la Era Victoriana fue la
intensa actividad política y legislativa desplegada por el parlamento. El triunfo del
liberalismo favoreció el turno pacífico de los principales partidos en el gobierno y,
con ello, el desarrollo de importantes reformas sociales que trataron de atender a
las necesidades de la moderna sociedad industrial del Reino Unido. La imagen de
Hayter muestra la Cámara de los Comunes como era antes de que se destruyera
por completo, en el incendio del 16 de octubre de 1834. En 1840 se pondrían los
cimientos del nuevo edificio del parlamento, diseñado en estilo neogótico por
Charles Barry y August Pugin. [FUENTE: http://commons.wikimedia.org]

[172]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

2. EL PODERÍO MARÍTIMO Y LA CONQUISTA DE


LA INDIA

El siglo XVIII había experimentado el anhelo incesante de explorar


aquellos puntos geográficos del globo que aún no habían sido colonizados. Todas
las grandes potencias financiaron expediciones a ultramar, destacando Inglaterra
por la amplitud de su flota naval y el generoso mecenazgo de la Royal Society de
Londres. Los viajes adquirieron fuertes connotaciones políticas, militares,
económicas, culturales y religiosas, estimuladas tanto por los relatos de aventuras
como por las publicaciones científicas. En los círculos eruditos parecieron dignos
de admiración determinados prototipos humanos como “Robinson Crusoe”, el
“buen salvaje” o el “sabio chino”, y los europeos se lanzaron a la conquista del
mundo.
Así por ejemplo, La Verendrye remontó el Mississippi-Missouri hasta
Canadá, fundando Winnipeg en 1738, los británicos finalizaron la conquista de
Bengala en 1764, Bougainville descubrió Samoa, Tahití y las Islas Salomón en
1766, y el Capitán Cook recorrió el Círculo Polar, Hawai, la Polinesia, Australia y
Nueva Zelanda entre 1768 y 1779. Además de estos descubrimientos, se abrieron
rutas comerciales permanentes con China y el Sudeste Asiático desde mediados
de la centuria, lo que sirvió para que llegaran al Viejo Continente productos
exóticos y elementos culturales diversos.
La expansión marítima de Gran Bretaña fue consecuencia del progreso
experimentado desde mediados del siglo XVII por la burguesía comercial y
financiera. Dos factores tuvieron mucho que ver con este progreso: en primer
lugar, la creación de una serie de instituciones promovidas por el Estado, como el
Banco de Inglaterra, las Compañías de Indias o la Compañía de los Mares del Sur,
en las que confluía la iniciativa pública y la privada; y en segundo lugar, el impulso
que los propios burgueses y la gentry dieron al capitalismo, ya que era el sistema
económico que mejor satisfacía sus posibilidades de enriquecimiento.
Un factor añadido, de índole política, favoreció la proyección de esos
intereses hacia el exterior del país. El Tratado de Utrecht (1713), que puso fin a la
Guerra de Sucesión Española, concedió a Gran Bretaña la exclusividad del asiento
de esclavos negros en América. Ello, unido a otras ventajas comerciales y a la
instalación de bases estratégicas en Jamaica, Honduras, Brasil y el Río de la Plata,
le permitió empezar a competir con España en el Océano Atlántico. La progresiva

[173]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

liberalización de los mercados y el aumento del contrabando americano fueron


debilitando el monopolio hispano de los dos siglos anteriores.
Tanto Walpole como luego el rey Jorge III consideraron que la paz exterior
era un instrumento idóneo para garantizar el progreso económico del Reino
Unido. Según ellos, la grandeza británica consistía en mantener una monarquía
poderosa, sustentada por el parlamento y por ventajosos tratados comerciales
con el extranjero. Pero los patriotas, la oposición parlamentaria y muchos
comerciantes creían que el sistema de Utrecht no era suficiente para satisfacer
sus intereses. Advertían, por ejemplo, que el derecho de asiento de esclavos
negros no se cumplía adecuadamente, y que algunas posesiones españolas en
Florida y en las Antillas dificultaban el contrabando y el tráfico de mercancías en
los buques ingleses. En consecuencia, propugnaban la guerra contra Francia y
España como la única vía para eliminar la competencia en el Atlántico,
representada por la Compañía de Ostende. Los preliminares de El Pardo (1727) y
los tratados de Sevilla (1729) y Viena (1731) intentaron limitar el radio de acción
de la Compañía de Ostende, y conseguir mayores ventajas para los comerciantes
británicos en las Indias Españolas. Pero no se consideró suficiente y por eso
continuó la confrontación, como en la mencionada Guerra de la oreja de Jenkins.
La Paz de París (1763), que puso fin a la Guerra de los Siete Años, mejoró
sustancialmente a favor de Gran Bretaña las condiciones del comercio atlántico,
sobre todo con Norteamérica.
Merced a estas condiciones, las manufacturas inglesas (principalmente
textiles y ferreteras) encontraron salida en el Nuevo Continente, a la vez que
llegaban al Reino Unido oro, plata, algodón, tabaco, azúcar, cacao, café, madera,
frutas exóticas, cuero, pieles, tintes, etc. Al otro lado del mundo, a través de la
Compañía de las Indias Orientales, Gran Bretaña extendió desde principios del
siglo XVIII el comercio con Asia, en dura competencia con las empresas
holandesas, portuguesas, españolas y francesas. Las importaciones indochinas de
algodón, seda, tintes, lacas, porcelanas, piedras preciosas, perlas, café, té y
especias subieron de 500.000 libras en 1708 a más de un millón en 1750, y la
sociedad británica recibió el influjo cultural de aquellos territorios de ultramar.
Para hacer posible este comercio, la marina mercante necesitó una
importante ampliación, que se materializó en una creciente dotación de astilleros
y arsenales, donde se fabricaron o repararon los nuevos prototipos de barcos.
Entre estos prototipos destacaban el galeón y la corbeta, que por su mayor
solidez, rapidez, maniobrabilidad y armamento, eran muy adecuados para el

[174]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

transporte de cargas pesadas y numerosa tripulación. Además se consiguieron


notables avances en las técnicas de navegación, perfeccionándose las cartas y
mapas marinos, y algunos instrumentos como la brújula, el compás, el
cronómetro y el sextante, mediante los cuales podía determinarse con mayor
precisión la orientación y la latitud geográfica. De este modo, los navíos ingleses
pasaron de transportar medio millón de toneladas de media en 1750, a más de
1.500 toneladas en 1800, cuando ya representaban una cuarta parte del total de
la flota europea. Pero además hubo que asegurar su libre circulación por los
mares, haciendo frente a la piratería, la inseguridad de los viajes y la amenaza de
las potencias extranjeras. En consecuencia, los sucesivos gobiernos ingleses
promovieron, a lo largo del siglo, la construcción de una poderosa armada, cuya
función era vigilar y controlar el tráfico oceánico al servicio de los intereses
nacionales.
El comercio con el exterior sirvió para que las industrias británicas
pudieran obtener una gran cantidad de materias primas, que resultaban
imprescindibles en el caso de las fábricas de transformación (textiles, tabaqueras,
azucareras, madereras, etc.) y en las de artículos de lujo. Los bajos precios de
estas materias primas ayudaron a abaratar los costes de producción y a financiar
otras factorías y actividades económicas. Normalmente, los mercaderes
aprovechaban los beneficios para ampliar sus negocios pero, en ocasiones, los
capitales conseguidos eran tan grandes que los reinvertían en otras empresas o
factorías. Ello produjo una interesante diversificación del sector terciario, que
generó numerosos servicios de banca, crédito, seguros, letras de cambio, bolsas
de valores y actividades especulativas, que a su vez tendrían repercusión sobre la
industria y la agricultura.
Ésta fue la base de la modernización económica de Gran Bretaña durante
los siglos XVIII y XIX. El crecimiento del comercio exterior y la abundante llegada
de metales preciosos facilitaron una economía netamente capitalista, es decir,
más especializada en el área industrial y de negocios, y menos dependiente de la
agricultura. Un dato ilustrativo: en 1700, el 68% de la población británica
trabajaba en el campo, mientras que en 1800 sólo lo hacía el 36%. Pero además,
la prosperidad comercial trajo consigo un importante cambio de mentalidad en el
seno de la sociedad. El aumento cuantitativo de los tres elementos esenciales
para el sistema (empleo, oferta y demanda) contribuyó a elevar el nivel de vida de
las clases medias y su capacidad de consumo, factor que se convertiría en última
instancia en la mejor garantía para el sostenimiento de dicho sistema.

[175]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Este nuevo estilo de vida fue imponiéndose en las ciudades, que en esta
época experimentaron un crecimiento extraordinario por causa de la inmigración
rural y la proliferación de industrias y servicios. La actividad comercial se notó
especialmente en los puertos marítimos, donde se mejoraron y aumentaron las
instalaciones vinculadas al tráfico de mercancías (muelles, almacenes, bancos,
casas de cambio, aseguradoras, oficinas de empresas, etc.), y se favoreció la
implantación de industrias en sus proximidades. Londres, Bristol, Liverpool y
Glasgow constituyen ejemplos paradigmáticos de la riqueza y la animación que se
vivió en las ciudades portuarias.
En las dos últimas décadas del siglo XVIII, el comercio anglo-americano
sufrió un importante retroceso, motivado por dos causas: la fuerte competencia
con otras potencias europeas y la irrupción en el mercado de los Estados Unidos,
ya emancipados de Gran Bretaña. El foco de interés de los británicos se trasladó
entonces a Asia, sobre todo a las grandes plantaciones de China y La India. Los
ingleses habían establecido enclaves comerciales en Cantón, Bombay, Madrás y
Calcuta desde finales del siglo XVI, y la competencia holandesa, portuguesa y
española estaba decayendo. El Imperio Mogol, que dominaba gran parte del
territorio indio, se hallaba bastante debilitado y sólo los franceses constituían una
seria amenaza para la supremacía británica, posibilidad ésta que se materializó a
partir de 1746, durante la Guerra de Sucesión de Austria. Los franceses incitaron a
los mogoles a atacar las bases británicas del sur de La India, y ocuparon Madrás.
Pero la Paz de Aquisgrán, que ponía fin al conflicto austriaco, anuló esa invasión
en 1748. A pesar de ello, las hostilidades continuaron y en 1751 tuvo lugar la
Batalla de Arcot, en la que el ejército inglés derrotó a los franceses, garantizando
el control del río Ganges en el área de Calcuta. Pocos años después, en el contexto
de la Guerra de los Siete Años, los ingleses consiguieron en Wandiwash una nueva
victoria sobre los franceses, imponiendo su hegemonía.
Suprimida la competencia francesa, faltaba organizar la convivencia entre
los colonizadores y los nativos. La defensa de los intereses comerciales frente a la
agresividad de los príncipes locales sirvió de pretexto para justificar una creciente
injerencia de los británicos en los asuntos internos de aquellos reinos, así como
una ocupación progresiva del territorio indio. Tomando como punto de partida
sus principales bases comerciales, siguieron estas tres líneas de expansión: desde
Calcuta, en la esquina nordeste, hacia Bengala y Delhi a lo largo del río Ganges
(1757-1764); desde Madrás, en la costa este, hacia el centro del país, el territorio
de Mysore y la isla de Ceilán (1790-1805); y desde Bombay, en la costa oeste,
hacia el interior a lo largo del río Khândês (1813-1837). Posteriormente, se

[176]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

lograría la conquista de las regiones del Sind, el Punjab y Cachemira en el norte, y


Birmania en el este (1842-1858), con la intención de asegurar una muralla de
contención frente a Afganistán, China y el imperio colonial francés. Los ulteriores
intentos de sublevación serían duramente sofocados, como la frustrada rebelión
de los Cipayos, en 1857, que provocó el destierro del último rey mogol y la
definitiva implantación de la soberanía británica.
La colonización de La India se reveló así como una tendencia irreversible,
no como una política premeditada. La Compañía promovió la dominación y
explotación de nuevos territorios para ampliar sus ingresos, y el gobierno
británico tuvo que garantizar la actividad comercial frente a la amenaza de los
nativos. Así, la mayor parte de La India acabó siendo administrada de forma
directa por los virreyes o gobernadores de la metrópoli. En todo caso, no siempre
se recurrió a la conquista militar; más de 600 territorios permanecieron
oficialmente autónomos, presididos por sus mahârâjas pero controlados por la
Corona de Inglaterra a través de un régimen de protectorado, que no les permitía
ninguna independencia efectiva y por supuesto garantizaba el libre mercado de
los ingleses. Así lo refleja esta visión anticolonialista de la presencia británica en
La India, escrita por Guillaume Raynal en 1781:
“La Compañía inglesa ha cambiado radicalmente su objetivo. Ya no es
puramente una sociedad con fines comerciales; se ha convertido en
una potencia territorial que explota las riquezas del país a través de
un comercio que constituía antaño su única razón de ser y que, a
pesar del desarrollo que ha ido experimentando, ya no es más que
factor accesorio en los tejemanejes de su actual grandeza [...]
Los ingleses, dueños de Bengala, quisieron incrementar el
rendimiento de los arriendos y apropiarse los beneficios. Para cumplir
ese doble objetivo, la Compañía inglesa se convirtió en arrendataria
de su propio Soubab, es decir, de un esclavo al que confería ese título
puramente honorífico para infundir mayor respeto a las poblaciones.
La segunda parte de ese nuevo plan consistió en despojar a los
arrendatarios para sustituirlos por agentes de la Compañía. Se fue
apoderando también ésta, siempre en nombre y aparentemente por
cuenta del Soubab, de la exclusiva de venta de la sal, del tabaco, del
betel, todos estos productos de primera necesidad en aquellas
latitudes. Pero aún hay más. La Compañía hizo crear en favor suyo,
por el propio Soubab, un privilegio exclusivo para la venta del algodón

[177]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

procedente del extranjero, con el fin de hacerle alcanzar precios


prohibitivos. Hizo subir los aranceles aduaneros y acabó por hacer
promulgar un decreto que prohibía el comercio en el interior de
Bengala a todo particular europeo, permitiéndolo únicamente a los
propios ingleses.
Dominadores, sin oposición en un imperio en el que no ocupaban más
que un puesto de negociantes, resultaba muy difícil que los ingleses
no abusasen de su poder. Al estar uno alejado de su patria ya no se ve
frenado por el temor de tener que avergonzarse ante las miradas de
sus compatriotas. En un clima cálido en que el cuerpo pierde parte de
su vigor, el alma, forzosamente, debe perder parte de su firmeza. En
una tierra en la que la naturaleza y las costumbres inducen a la
molicie, acaba uno dejándose arrastrar por ésta. En países adonde ha
ido uno a enriquecerse, se olvida con suma facilidad el sentido de la
justicia”.
Como es lógico suponer, ni la administración directa ni el protectorado
fueron bien aceptados por los nativos, principalmente por causa de los impuestos,
los expolios y la enérgica política de pacificación. La India se convirtió en la tierra
de las oportunidades para muchos hijos segundones de familias nobles, que no
podían heredar el título familiar en Gran Bretaña y tenían que probar fortuna en
el ejército, la iglesia o la administración colonial. Estos hombres, impregnados de
una fuerte conciencia imperialista, acabaron ejerciendo como funcionarios de la
Corona con amplias cotas de poder y la misión de civilizar a los salvajes. Así, se
consideraron tutores de estos pueblos e impulsaron una serie de medidas cuya
intención fue cambiar las estructuras tradicionales de la sociedad india para
homogeneizarlas a las europeas.
Estas medidas pudieron traer consecuencias positivas, como la extensión
de los derechos civiles a los sectores más pobres de la población, o la fundación
de numerosas escuelas, que facilitaron el surgimiento de una cultura anglo-india
muy rica. Pero la intrusión de los colonizadores en otros aspectos más
controvertidos, como el sistema de castas o las costumbres religiosas hinduistas y
musulmanas, junto con su autoritarismo y su falta de respeto hacia las tradiciones
locales, les granjeó un fuerte rechazo entre los nativos. El germen de la discordia
se instaló entre las dos comunidades y provocó esporádicos intentos de rebelión.
En definitiva, el proceso de occidentalización de La India trajo, como
contrapartida, una progresiva toma de conciencia de su identidad nacional, que

[178]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

propiciaría la lucha por su independencia durante las primeras décadas del siglo
XX. A pesar de ello, La India fue siempre la obra predilecta de Inglaterra, y el
mayor orgullo de la Corona. Del interés del gobierno de Londres por controlar más
estrechamente la labor de los administradores coloniales y los límites de
actuación de la Compañía de las Indias Orientales, surgió una progresiva
centralización del poder. El Acta de Regulación (Regulating Act) de 1773 y la Ley
India (India Bill) de 1784 intentaron frenar la corrupción y los abusos de los
primeros tiempos de la colonia. Poco después, el Estatuto (Charter Act) de 1813
suprimió el monopolio comercial de la Compañía, lo que se tradujo en la
liberalización del comercio y en el traspaso de sus competencias administrativas
directamente a favor de la Corona.
La Compañía quedó reducida a un organismo más del gobierno, siendo
definitivamente abolida en 1858, por medio del Acta de La India (India Act), que
además estableció la figura del Virrey, en sustitución del cargo de gobernador
general, y situó la capital en Calcuta. De esta forma, la Corona de Inglaterra
pasaba a gobernar directamente la colonia, situación que culminaría con la
proclamación de la reina Victoria como Emperatriz de La India en 1877. En 1911
se trasladaría la capital a Delhi, en el centro del país.
En resumen, pueden diferenciarse tres grandes etapas en la dominación
británica de La India:

Administración autónoma de la Compañía


1ª Etapa Siglo XVII-1773 de las Indias Orientales junto con otras
fórmulas de explotación colonial privada.

Gobierno conjunto de la Compañía y la


Corona de Gran Bretaña a través de
2ª Etapa 1773-1858
gobernadores, para llevar a cabo la
conquista militar.

A raíz de la rebelión de los Cipayos, control


exclusivo de la Corona de Inglaterra a través
3ª Etapa 1858-1947
de un Virrey, hasta la independencia de La
India.

[179]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

3. EL IMPERIO COLONIAL BRITÁNICO

Entre 1870 y 1914 Europa había alcanzado la plenitud en todos los


sentidos: político, económico, tecnológico, científico, cultural, etc. Por ello los
europeos se sentían profundamente orgullosos de sí mismos, y en buena lógica,
superiores a los habitantes de otros continentes. El deseo de transmitir el triunfo
de su civilización, unido a la presión de diversas circunstancias de carácter político
y económico, desembocó en un agresivo fenómeno expansionista, que evolucionó
de la simple colonización de otros lugares a una auténtica carrera por apropiarse
de la mayor cantidad de tierras posible. Las grandes potencias trasladaron a
Ultramar los conflictos existentes en Europa, y el afán por no quedar
menospreciado en el concierto internacional provocó una creciente rivalidad
expansionista a la que se unieron, a partir de 1894, Japón y Estados Unidos. Es lo
que se conoce como el paso del colonialismo al imperialismo, que a la postre sería
una de las causas de la Primera Guerra Mundial y acabaría con la hegemonía
europea.
Aunque los términos imperialismo y colonialismo tienen un significado
similar y suelen utilizarse indistintamente en algunas ocasiones, conviene
establecer ciertas diferencias entre ellos. En resumen, podemos decir que el
colonialismo es una consecuencia del imperialismo. El imperialismo tiene un
sentido bastante amplio y hace referencia a una forma de dominación política,
militar, económica, cultural, etc. empleada no siempre de forma oficial y directa
por las naciones más poderosas, con el fin de ampliar y mantener su influencia
sobre otras zonas o pueblos más débiles. Algunos especialistas suelen utilizar este
término para referirse genéricamente a un tipo de control económico de los
Estados capitalistas sobre los países subdesarrollados, que puede llegar a
inmiscuirse de forma más o menos sutil en sus asuntos políticos.
El colonialismo es, entonces, un segundo paso en el proceso de expansión
imperialista: implica la anexión política o militar de un territorio y la pérdida de su
soberanía, lo que supone mantenerlo en una situación de dependencia respecto
de la metrópoli por medio de un sistema de control unificado. Una de las
condiciones fundamentales del colonialismo es la repoblación del territorio
conquistado con un grupo relativamente numeroso de personas procedentes de
la metrópoli, cuya función es asegurar la dominación e implantar sus modos de
vida característicos. Este último aspecto es el que da lugar al llamado colonialismo
cultural. La capacidad de transformar los primeros asentamientos más o menos

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

efímeros (tipo campamento militar) en infraestructuras sólidas y duraderas (tipo


ciudad) indicará en última instancia el éxito de la colonización.
Tanto el imperialismo como el colonialismo fueron prácticas habituales
durante la Antigüedad, alcanzaron un gran desarrollo durante los siglos XVI y XVII,
y fueron convenientemente teorizados en el siglo XVIII. Los tratadistas de aquella
centuria definieron lo que se denominó “pacto colonial”, según el cual la
metrópoli y la colonia se configuraban como dos partes de un todo,
complementarias la una de la otra. A mediados del siglo XIX, una vez finiquitadas
las guerras napoleónicas y las revoluciones liberales, Europa recuperó la
normalidad y pudo afirmar su presencia en el resto del mundo mediante viajes de
exploración y el establecimiento de bases comerciales. El librecambio había
terminado con las compañías monopolistas vinculadas a los Estados y durante un
tiempo la creación de colonias perdió su carácter oficial. Así que empezaron a
promoverse otras formas de dominación colonial, por vías diplomáticas o tratados
económicos, que al final proporcionarían recursos más diversos y sofisticados a la
política imperialista.
Cuando las necesidades del desarrollo capitalista de las naciones más
avanzadas (Inglaterra, Francia, Alemania) coincidieron con el deseo de proyección
internacional de sus gobiernos, hacia 1870, se inició la etapa propiamente
imperialista de anexión de grandes territorios. La explicación es sencilla: la
salvaguarda de los intereses económicos empezó a considerarse una estrategia
política, y muchos Estados prefirieron asegurar sus bases comerciales de Ultramar
por medio de la conquista de sus áreas circundantes. Como consecuencia de ello, la
importancia de un Estado acabó midiéndose por la amplitud de su espacio colonial.
Pero la explicación de este fenómeno es mucho más compleja. Diversas
teorías han analizado las causas del imperialismo, que pueden sintetizarse en las
siguientes:
a) Causas económicas: el desarrollo del Capitalismo y de la Revolución
Industrial provocaron en torno a 1873 una crisis de superproducción en
todo el mundo occidental. Esta crisis económica tuvo tres grandes
consecuencias. En primer lugar, la saturación de los mercados europeos
condujo a la necesidad de buscar nuevos espacios de consumo; en segundo
lugar, el elevado nivel de producción sólo pudo mantenerse mediante la
adquisición de grandes cantidades de materias primas, que escaseaban en
Europa; y en tercer lugar, los países más desarrollados comenzaron a dictar
medidas proteccionistas sobre sus propios productos, para asegurarse

[181]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

ciertas ventajas en los mercados. En resumen, las potencias europeas se


vieron obligadas a dominar otros territorios para expandir su economía y
dar salida a los excedentes del capital y la producción, según lo explicaría
una línea argumentativa típicamente marxista.
b) Causas políticas y militares: otras corrientes historiográficas minusvaloran
los móviles económicos, aduciendo que el imperialismo no siempre resulta
rentable a la metrópoli. En su lugar conceden más importancia a la política
de prestigio protagonizada por algunas potencias, reforzada en gran
medida por tesis nacionalistas, que condujo a una presencia cada vez más
activa y determinante en el concierto internacional, en clara rivalidad con
otros Estados. Las conquistas coloniales procuraban áreas de influencia
cuya importancia se medía no sólo en términos de amplitud geográfica,
sino también de control estratégico y frente de seguridad. Por otra parte, la
expedición colonial suponía un buen campo de entrenamiento para los
ejércitos y favorecía el ascenso de sus oficiales.
c) Causas demográficas: el extraordinario aumento de la población europea
en los siglos XVIII y XIX llegó a ocasionar importantes problemas en algunos
países, como la excesiva aglomeración de las ciudades, el hacinamiento, la
falta de salubridad, el desempleo y la dificultad de abastecer
adecuadamente a todos los habitantes. La emigración a las colonias se
convirtió así en una vía de escape atenuante de la presión demográfica.
d) Causas ideológicas: junto a estas razones de carácter eminentemente
práctico, existen otras consideraciones de orden filosófico y moral. El
hombre blanco, consciente de su superioridad, se sintió llamado a una
misión civilizadora sobre la que se creía responsable históricamente. Desde
este punto de vista, algunos países se vieron impulsados a extender su
influencia sobre otras razas y pueblos, a los que consideraban atrasados y
por tanto necesitados de tutela y protección. La implantación en la colonia
de los valores políticos, culturales, ideológicos o religiosos de la metrópoli
tiene mucho que ver con este planteamiento. En palabras de Lord Curzon:
“El Imperio Británico es, después de la Providencia, el bien más grande que
ha habido en el mundo”. Más ilustrativo es, si cabe, este texto tomado de
las memorias del conde de Grey en el siglo XIX:
“Probablemente todo el mundo estará de acuerdo en que un inglés
tiene derecho a considerar que su forma de entender el mundo y la
vida es mejor que la de un hotentote o un maorí, y nadie se opondrá,

[182]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

en principio, a que Inglaterra haga todo lo posible por imponer a


dichos salvajes los criterios y modos de pensar ingleses, puesto que
son mejores y más elevados. Pero por este camino se puede ir mucho
más lejos, y de la misma premisa pueden sacarse muchas más
conclusiones. El inglés cree que, en los puntos importantes en que
difiere de un sueco o un belga, es él quien ha alcanzado un grado más
elevado de desarrollo y perfección. Sí, y hasta las naciones más
parecidas a nosotros en la forma de pensar y de sentir –la alemana y
las escandinavas– nos parecen, en términos generales, peores que la
nuestra cuando comparamos sus rasgos característicos con los
nuestros”.
Por último, hay que aludir a otra serie de factores de índole coyuntural,
que ayudan a entender el gran desarrollo del proceso colonizador entre 1870 y
1914. Los avances tecnológicos y los nuevos medios de transporte permitieron
comunicar más rápidamente territorios muy alejados entre sí. La modernización
de la industria siderúrgica y de armamento permitió expediciones militares de
enorme contundencia, que a falta de oposición derivaron en conquistas fáciles. Y
la debilidad de algunos países de Ultramar obligó a las potencias europeas a
expandirse y a establecer áreas de dominación con el fin de minimizar situaciones
de inestabilidad, que podían afectar a sus actividades comerciales, como ocurrió
en el caso de La India.
La colonización se materializó siguiendo fórmulas diversas, de acuerdo
con el peso específico ejercido por cada una de las causas arriba señaladas, o
según los intereses predominantes de la metrópoli. Teniendo esto en cuenta
podemos establecer la siguiente tipología de la colonización (los ejemplos entre
paréntesis pertenecen todos al Imperio Británico):
ƒ Bases de carácter estratégico: pequeños enclaves destinados al
mantenimiento de una guarnición militar para el control del tráfico
comercial (ej.: Gibraltar).
ƒ Bases comerciales: enclaves situados en puntos lejanos para facilitar
actividades de intercambio entre la metrópoli y otro país soberano; el
control de ese enclave es estrictamente económico, no político ni militar
(ej.: Hong Kong).
ƒ Colonias de poblamiento: territorios amplios e incivilizados a los que se
trasladan contingentes de población numerosos, procedentes de la
metrópoli, con el objeto de implantar su cultura, lengua, instituciones y

[183]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

formas de vida hasta convertir la colonia en un calco del país de origen


(ej.: Australia).
ƒ Colonias políticas: o colonias propiamente dichas, son territorios
anexionados por una nación poderosa que impone a la población nativa
un sistema de control absoluto, administrado desde la metrópoli
mediante gobernadores e instituciones sostenidas por un ejército (ej.:
Kenya).
ƒ Protectorados: países en los que existe desde antiguo una estructura
política y cultural propia, pero que otra nación poderosa considera débiles
y necesitados de ayuda, por lo que establece una especie de pacto que le
permite el control militar y la explotación económica de dichos países (ej.
Egipto).
ƒ Mandatos: fueron una tipología colonial creada por la Sociedad de
Naciones al término de la Primera Guerra Mundial, para administrar,
desde la cooperación internacional, los territorios que habían pertenecido
a las potencias europeas vencidas.
Gran Bretaña ostentó la hegemonía colonial en el mundo hasta la mitad
del siglo XX, gracias a una política perfectamente planificada y llevada a la práctica
de manera sistemática desde el siglo XVII. Tras la independencia de los Estados
Unidos de América, los ingleses se lanzaron a la exploración y conquista de otras
latitudes, encabezando el proceso de expansión colonial, ante la pasividad del
resto de las potencias. Así, cuando en 1870 se inició la etapa de máxima difusión
del imperialismo, Gran Bretaña había cobrado una enorme ventaja porque había
podido elegir antes que nadie aquellos territorios de Ultramar que mejor
convenían a sus intereses.
El Imperio Británico se construyó por móviles mercantilistas y se fundó
precisamente sobre el poderío económico y naval de Inglaterra. Por consiguiente,
las principales áreas de la expansión colonial británica fueron aquellas en las que
la metrópoli podía extraer abundantes materias primas o establecer ventajosas
relaciones de mercado: Canadá, Asia, África y Australia. Para garantizar la
continuidad de las actividades comerciales y de explotación, siempre que fue
posible, se trasladaron grandes contingentes de población, procedentes de la
metrópoli, a aquellos territorios en donde los nativos eran poco numerosos o
fácilmente dominables. En el caso de Australia, estos contingentes de población
estuvieron formados mayoritariamente por presidiarios y exiliados forzosos.
Como es de suponer, el impacto de esta invasión sobre la cultura autóctona fue

[184]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

letal casi siempre, tal como ocurrió en Nueva Zelanda, donde la población maorí
fue exterminada o arrinconada.
La penetración en Asia ofreció en general pocas dificultadas, habida
cuenta de la existencia de varios enclaves estratégicos y rutas comerciales
establecidas desde mucho tiempo atrás. Una vez controlada La India, los ingleses
se anexionaron Birmania y establecieron un protectorado en Afganistán, para
servir de tapón a las aspiraciones rusas. En China, en cambio, la resistencia fue
mucho mayor, manifestándose en la denominada Guerra del Opio (1842) y en
otras sublevaciones, que fueron duramente sofocadas por un ejército
internacional de coalición, y concluyeron con la concesión a los europeos de
varios puertos francos en la costa, como Hong-Kong, Taiwan, Canton y Shanghai.
En África la presencia europea había sido meramente testimonial hasta
mediados del siglo XIX, por medio de algunos enclaves costeros de gran tradición.
A partir de ese momento, se inició la ocupación del interior remontando el curso
de los grandes ríos. De esta forma, los británicos se introdujeron en el continente
en sentido vertical, a través del Níger, lo que les llevó a tropezar con las líneas de
penetración francesas, que se orientaron en sentido perpendicular desde el oeste
hacia el este. La tensión entre ambas potencias se incrementó tras la apertura del
Canal de Suez, porque Gran Bretaña deseaba controlar el Mediterráneo Oriental y
las rutas hacia La India. Además, pensaba crear un eje continuo que uniese El
Cairo con Ciudad del Cabo, mientras que Francia quería asegurar sus bases en
Argelia y el Sahara, con el fin de expandirse hacia el oeste, formando un eje
continuo hasta Senegal. La derrota francesa en Europa frente al ejército prusiano,
en 1870, debilitó su posible influencia sobre Egipto, que se había independizado
del Imperio Turco tres años atrás. Gran Bretaña aprovechó la ocasión y asumió la
gestión del Canal de Suez, imponiendo finalmente una tutela política en régimen
de protectorado, como respuesta a una revuelta nacionalista producida en 1881.
La lucha por el reparto de África entre Gran Bretaña, Francia y otros
países tuvo que dirimirse en la Conferencia de Berlín, convocada por el canciller
alemán Bismarck en 1884. A ella asistieron todas las potencias europeas, y se
invitó a Turquía y Estados Unidos, con el fin de adoptar una serie de acuerdos
mínimos que sirvieran para regular la ocupación del continente africano. Los
resultados no se pueden calificar precisamente de positivos y además quedó fuera
de esta regulación lo realizado hasta la fecha. Uno de los principios de la
conferencia, el de la ocupación efectiva como base del derecho colonial, impulsó a
una loca carrera que aceleró el reparto de África de manera incontrolada. A

[185]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

consecuencia de ello, la tensión entre las potencias se incrementó en lugar de


rebajarse, y a la postre sería uno de los factores desencadenantes de la Primera
Guerra Mundial.
Un ejemplo ilustrativo de la fricción desatada a raíz del reparto de África
fue la Guerra de los Bóers. Desde las bases situadas en Sudáfrica, los colonos
ingleses iniciaron la penetración hacia el interior del continente, lo que les llevó a
chocar con una comunidad independiente de antiguos colonos holandeses, que se
hallaban en Orange y Transvaal desde el siglo XVII. El hallazgo de oro en aquellos
territorios aceleró la confrontación bélica, en la que se impuso Gran Bretaña. Pero
la persistencia de guerrillas mantenidas por los bóers, durante los primeros años
del siglo XX, forzó la firma del Acuerdo de Pretoria, que concedió la autonomía a
Orange y Transvaal, y puso las bases para la creación de la Unión Sudafricana en
1906.
En resumen, Gran Bretaña salió claramente beneficiada del reparto de
África, lo que, unido a lo ya conquistado y a su posterior determinación por
establecer nuevas colonias, hicieron que la suma de todas sus posesiones ocupara
casi la cuarta parte del mundo.
A medida que fue afirmándose la colonización, Gran Bretaña concedió un
status más autónomo a aquellos territorios donde la repoblación de gentes
procedentes de la metrópoli había sido mayor. Por su amplitud, estas colonias
adquirieron una organización institucional cada vez más compleja, aunque
copiando instituciones típicamente británicas y aceptando siempre la soberanía
de la Corona. La primera colonia que obtuvo su autonomía fue Canadá, en 1867,
donde se constituyó un congreso y se nombró un gobernador general, que era
responsable directo ante la metrópoli. Unas décadas después, en 1901, se creó el
Estado Federado de Australia, y poco más tarde, en 1907, Nueva Zelanda fue
distinguida con la categoría de dominio. La relación fluida y los acuerdos
comerciales entre estos territorios y la metrópoli sentarían las bases de la
Commonwealth. No es extraño, pues, que en estos tres países, el Jefe del Estado
siga siendo hoy la reina de Gran Bretaña.
Las consecuencias políticas, económicas y psicológicas del imperialismo
son difíciles de determinar. El proceso ha demostrado ser destructivo y creativo a
la vez: ha destruido instituciones tradicionales, expresiones culturales y formas de
vivir y de pensar, sustituyéndolas por la mentalidad y las costumbres del mundo
occidental, ya se considere esto un beneficio o un perjuicio.

[186]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

En cuanto a las situaciones de pobreza y desigualdad que ha podido


provocar el colonialismo, sobre todo en aquellos países menos desarrollados, no
hay consenso entre los sociólogos e historiadores. Es bien cierto que la
explotación abusiva de las riquezas coloniales benefició únicamente a las
metrópolis, pero también hay que admitir que esa actividad tuvo un efecto
desigual según los casos, porque en algunos territorios sirvió para activar un
desarrollo económico a largo plazo, que hoy está dando resultados. Canadá, La
India o Australia son grandes potencias económicas en la actualidad, y la
Commonwealth ha sido un extraordinario vehículo de desarrollo para muchos
países. No es fácil separar las causas internas de la pobreza de una nación de las
que son de índole internacional, por ello es aconsejable examinar la repercusión
económica del imperialismo atendiendo a cada caso en particular.

4. LA CUESTIÓN IRLANDESA

La dominación inglesa de Irlanda se remonta al siglo XII, aunque durante


mucho tiempo no fue verdaderamente efectiva. En todo caso, Irlanda se
consideró siempre como una colonia, no como un territorio asociado al Reino
Unido, al estilo de Gales. Esta situación pudo comprobarse con claridad durante
los reinados de Enrique VIII e Isabel I, quienes promovieron una agresiva política
de colonizaciones (plantations), cuya finalidad fue mantener a los católicos
irlandeses bajo el control de una oligarquía protestante, directamente designada
por la Corona. Además de eso, a raíz de la Reforma, muchos protestantes
disconformes con la Iglesia Anglicana emigraron a Irlanda, consiguieron auparse a
puestos de la administración y establecieron diversas sectas que entraron en
conflicto con la mayoría católica de la isla.
La colonización política y religiosa llegó a ser bastante exitosa en el Ulster
y en la zona de Dublín, mientras que los esporádicos intentos de resistencia de los
nativos fueron duramente sofocados por los ingleses. Así se inició un largo
período de dominación conocido como la Protestant Ascendancy, durante el cual
los gobernantes ingleses utilizaron el Anglicanismo como instrumento de control
político en Irlanda. Finalmente, a principios del siglo XVII desaparecieron los
últimos restos de independencia del parlamento irlandés mediante la creación, en
Irlanda del Norte, de cuarenta nuevos municipios formados por pequeñas aldeas.
Esta maniobra política aseguró a la Corona inglesa una mayoría permanente en las
decisiones que hubiera de tomar dicho parlamento.

[187]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

La insurrección de los nativos continuó, sin embargo, y fue reprimida con


especial severidad durante las dos revoluciones inglesas del siglo XVII. Tanto
Cromwell como Guillermo de Orange se vieron obligados a invadir Irlanda para
hacer frente a las milicias católicas que apoyaron a los Estuardo en ambas
ocasiones. Tras la estancia de Cromwell en la isla, en 1649, los católicos y los
terratenientes simpatizantes con el rey depuesto, Carlos I, fueron desterrados a
Connaught. Una parte de las tierras confiscadas entonces fueron devueltas más
tarde por Carlos II, pero al menos dos tercios de las tierras irlandesas siguieron
perteneciendo a los protestantes.
Aparte de las lógicas represalias, una de las consecuencias más graves de
la derrota de los irlandeses fue la promulgación de la Bill of Test en 1673, luego
refrendada en 1695, que excluía a los no anglicanos de cualquier cargo público.
Por consiguiente, los católicos no podían acceder a ninguna función de gobierno,
a pesar de que eran amplia mayoría en Irlanda. En su lugar fue la oligarquía
protestante, venida de Inglaterra y Escocia, quien acaparó todos los cargos
públicos, ejerciéndolos con un inusitado rigor disciplinario. El Tratado de Limerick
(1691) confirmó la anexión de Irlanda, aunque permitió un cierto margen de
libertad religiosa para los católicos.
En el siglo XVIII, varias leyes penales colocaron prácticamente fuera de la
ley a la inmensa mayoría de la población, que era perseguida y encarcelada por
cualquier motivo, etc. Para mayor gravedad, los católicos tenían prohibida la
propiedad privada, estaban obligados a pagar humillantes diezmos a los clérigos
protestantes, no podían desarrollar ningún tipo de actividad educativa o
ministerio religioso, etc.
Así pues, la situación de inferioridad política y religiosa de Irlanda
respecto a la metrópoli fue evidente desde los primeros tiempos de la
dominación. Pero también una inferioridad económica, que impedía el posible
desarrollo del país. Desde Londres se dictaron repetidas leyes, que sacrificaron la
industria local y limitaron el comercio irlandés a su propio mercado interior,
porque las aduanas con Inglaterra y algunas prohibiciones obstaculizaban el libre
comercio de productos lácteos, carnes, lino y textiles. A las dificultades existentes
se unió una fuerte crisis en el sector textil y un aumento de las tasas impuestas
por los ingleses, a mediados del XVIII. Estas restricciones económicas no sólo
afectaron a los católicos sino también a los colonos protestantes, granjeros o
comerciantes, que se encontraban con las mismas trabas para sacar al mercado
sus productos. Así, aunque no sufrieron el impacto de las leyes penales que

[188]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

perseguían a los primeros, a la postre sí experimentaron sus mismas frustraciones


políticas y económicas.
Por otro lado, la propiedad de la tierra, única riqueza del país, era
ostentada en exclusiva por una pequeña oligarquía protestante, lo cual reforzaba
una situación de dominación profundamente hostil para los nativos. Todavía en
1780, los católicos poseían únicamente el 5% de la tierra. La agricultura no
progresaba a causa de la despreocupación y el abandono de los propietarios
ingleses, pero también por las excesivas cargas fiscales impuestas a los
campesinos. La producción no era suficiente ni siquiera para garantizar la mera
subsistencia, y el endeudamiento de los campesinos arrendatarios fue
incrementándose. Los más pobres se vieron forzados a cultivar fincas cada vez
más pequeñas e improductivas, las únicas que podían mantener con sus escasas
rentas. Por consiguiente, en el último tercio del siglo XVIII, la situación económica
de Irlanda era ya extremadamente penosa, sobre todo en el centro y el sur de la
isla, a la que aún no había llegado ningún atisbo de industrialización.
La guerra de independencia norteamericana debilitó al ejército inglés y
brindó una gran oportunidad a los irlandeses. Ante la disminución de efectivos y el
miedo a una posible invasión francesa, el gobierno de Londres formó una milicia
de voluntarios, en la que también se permitió la entrada a los católicos. Tales
voluntarios, liderados por los parlamentarios irlandeses Grattan y Flood,
emprendieron nuevas revueltas y demandaron la plena autonomía legislativa y
económica para Irlanda. Siguiendo el ejemplo americano, iniciaron un boicot a los
productos ingleses y se negaron a aprobar en el parlamento de Dublín más
subvenciones a la Corona. En 1781, el gabinete inglés de Lord North, obligado por
las circunstancias, redujo las restricciones que pesaban sobre las exportaciones
irlandesas, derogó la Bill of Test y revocó la mayor parte de la legislación
anticatólica. Al año siguiente se abolieron otras leyes penales que impedían a los
católicos poseer tierras y practicar su religión, y el parlamento de Dublín fue
declarado autónomo.
Sin embargo, el proceso revolucionario se radicalizó cuando una facción
de los católicos exigió también una reforma electoral que les otorgara el derecho
al voto. Los protestantes irlandeses, satisfechos con las reformas ya conseguidas,
frenaron la demanda de nuevas concesiones y prefirieron asegurar el estado de
cosas creado. Pero la convulsión se mantuvo latente durante los años siguientes, y
acabó propiciando una nueva rebelión en 1798, comandada por la Sociedad de
Irlandeses Unidos con el apoyo de revolucionarios franceses. Las consecuencias

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

fueron totalmente contraproducentes: el gabinete de William Pitt el Joven


promulgó un Acta de Unión, que anexionó formalmente Irlanda al Reino Unido. La
unificación entró en vigor el 1 de enero de 1801.
Durante las primeras décadas del siglo XIX, el férreo control británico
consiguió pacificar la situación e incluso otorgó alguna que otra concesión, como
la Catholic Relief Act de 1829, que permitió a los católicos presentarse a las
elecciones. Uno de los primeros elegidos para el parlamento de Dublín fue Daniel
O’Connell, jefe de una Asociación Católica nacionalista contraria al uso de la
violencia, que fue ganando adeptos a su causa a través de multitudinarios mítines
y la publicación del periódico The Nation. O’Connell difundió en la conciencia
colectiva un tipo de nacionalismo cultural, basado en el rechazo a lo inglés, la
necesidad de emancipación política y económica para favorecer el desarrollo de
Irlanda y el orgullo patriótico de sentirse irlandés (Irishness).
A principios de 1845 una terrible plaga destruyó casi por completo los
cultivos de patata de toda la isla y provocó una hambruna generalizada. The Irish
Potato Famine, también llamada The Great Hunger, diezmó la población sobre
todo entre los sectores más pobres del campesinado católico, y obligó a miles de
personas a emigrar a Norteamérica para asegurarse la propia supervivencia. El
desabastecimiento de comida, el endeudamiento y los desahucios trajeron
consigo una situación de absoluta pobreza que se prolongó hasta 1848. Pero lo
más grave del problema era que en realidad había alimentos suficientes en Irlanda
(trigo, vacas, leche, mantequilla), y sin embargo se reservaban en exclusiva para el
mercado inglés.
La injusticia de tantas muertes tuvo un profundo efecto sobre los
irlandeses, que inculcaron a las generaciones futuras un odio profundo hacia los
británicos. Proliferaron además nuevos movimientos independentistas, que ya no
se contentaron con la simple acción política, sino que pasaron a la violencia y al
terrorismo como estrategia de acoso y derribo. El clima de tensión fue
incrementándose, especialmente a raíz de otra importante crisis agraria, en la
década de 1870, que contribuyó a radicalizar los sentimientos nacionalistas. La
moderación de los políticos irlandeses, representada hasta entonces por Daniel
O’Connell o Isaac Butt, fue sustituida por posiciones políticas más demagógicas y
agresivas, concentradas en el jefe de los grupos independentistas, Charles Stewart
Parnell. Su táctica fue la de la provocación a Inglaterra por medio de dos vías: la
sublevación de los campesinos en Irlanda y la obstrucción a la labor del gobierno
en la Cámara de los Comunes de Westminster, donde era diputado.

[190]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Además de lo expuesto, existían otros motivos más que justificados para


que en Irlanda se viviera un ambiente revolucionario. El más importante de ellos
fue la política de desahucio impulsada desde Londres: en 1877 fueron expulsados
de las tierras que cultivaban 2.177 arrendatarios indigentes, en 1879 fueron 6.239
y en 1880 nada menos que 10.457. Para frenar la espiral revolucionaria, Disraeli
había tenido que gobernar Irlanda mediante leyes de excepción.
En 1880, el nuevo gabinete presidido por Gladstone intentó suavizar la
situación, gobernando con medidas ordinarias, pero los irlandeses boicotearon
cualquier actividad política y económica, de manera que la tensión social aumentó
otra vez. Entonces Londres intentó satisfacer las demandas sociales de los nativos
con la ley de reforma agraria de 1881, cuyo objetivo era proteger los
arrendamientos en la isla. Pero la conocida como ley de las 3 F (Fair rent, Fixtty of
tenure, Free sale) se reveló insuficiente, y la rebelión se propagó por todas partes.
Parnell fue encarcelado por ser considerado instigador de la revolución y, en
respuesta, la Convención Nacional Irlandesa proclamó la segregación unilateral de
Gran Bretaña.
La situación era extremadamente violenta y el caos parecía incrementarse
antes que normalizarse, así que el gobierno de Londres no tuvo más remedio que
entablar negociaciones directas con el líder nacionalista irlandés. De esas
conversaciones, desarrolladas en la prisión de Kilmainham, salió el acuerdo
siguiente: las autoridades protestantes se comprometían a anular las deudas de
los arrendatarios nativos y pagar a los propietarios con dinero procedente de la
Hacienda pública. Bajo la promesa de influir en el pueblo para minimizar la
presión revolucionaria, Parnell y otros líderes nacionalistas salieron de la cárcel el
2 de mayo de 1882. A pesar de que se produjeron algunos atentados terroristas,
como el cometido contra el delegado del gobierno inglés, Lord Cavendish, la
situación fue pacificándose a partir de 1883. A ello contribuyó igualmente la
Iglesia de Roma por boca del Papa León XIII, que recomendó al clero católico de
Irlanda una actitud más conciliadora.
Los resultados electorales de 1885 concedieron a los representantes
irlandeses en la Cámara de los Comunes una posición sumamente provechosa ya
que, a pesar de su escaso número, tanto los liberales como los conservadores
necesitaban de su apoyo para gobernar. La dinámica del quid pro quo funcionó, y
Gladstone presentó un proyecto de Estatuto de Autonomía (Home Rule), que
proponía convertir a Irlanda en una especie de Estado autónomo y federado
dentro del Reino Unido. Pero los debates dividieron a su propio partido, y una

[191]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

mayoría unionista, integrada por los disidentes liberales y por los conservadores,
rechazó el proyecto de ley, reafirmando la sumisión de Irlanda respecto a
Inglaterra, según había quedado establecida en el Acta de Unión de 1801. En
1893, Gladstone presentó a la Cámara de los Comunes un nuevo borrador, pero la
posibilidad de conceder el autogobierno a los irlandeses fue rechazada
nuevamente, provocando la dimisión del primer ministro. Así pues, las cosas
continuarían como estaban, en un estado de tensión más o menos controlada.
Al llegar el año 1900, la situación de dominación colonial experimentada
por Irlanda desde el siglo XVI apenas se había modificado. En respuesta al
inmovilismo de los británicos, varias milicias y asociaciones radicales como la
Hermandad Republicana Irlandesa y la Liga Gaélica, junto con los socialistas y los
anarquistas, se atrevieron a protagonizar una dramática resistencia durante los
primeros años del nuevo siglo. En 1902, el periodista republicano Arthur Griffith
fundó el Sinn Féin, que se convirtió en partido político en 1905. Al principio, esta
organización se dedicó a promover la prosperidad económica irlandesa y a luchar
de manera clandestina por la independencia de Irlanda. Después, el Sinn Féin se
convirtió en la fuerza política más destacada de la isla.
En 1914 fue aplicada, por fin, la Home Rule, pero los activistas irlandeses
pensaron que llegaba tarde y la consideraron una forma sutil de control de sus
aspiraciones independentistas. La consecuente espiral de violencia obligó al
gobierno inglés a decretar el estado de excepción, aunque el envío de refuerzos
militares fue suspendido a causa del inicio de la Primera Guerra Mundial.
Aprovechando esta coyuntura, en abril de 1916 los líderes nacionalistas James
Connolly, Eoin McNeill, Eamon De Valera y Patrick Pearse planearon una rebelión
conocida como el Levantamiento de Pascua que al principio estalló sólo en Dublín,
pero que pronto se extendió por toda la isla gracias al suministro de armas
alemanas. Las milicias de voluntarios fueron finalmente derrotadas, dando lugar a
una fuerte represión: quince líderes revolucionarios fueron capturados y
ejecutados.
Los ingleses pensaron que aquellas ejecuciones servirían para disuadir a
los irlandeses de intentar nuevas insurrecciones, pero el efecto fue justamente el
contrario. En 1919, los setenta y tres representantes del Sinn Féin elegidos para la
Cámara de los Comunes de Londres renunciaron a sus escaños y formaron su
propia asamblea nacional en Irlanda, a la que denominaron Dáil Eireann. Desde
allí proclamaron unilateralmente la República Irlandesa y comenzaron a reclutar
voluntarios para organizar un ejército de liberación nacional, con el que

[192]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

emprender una guerra de independencia contra Gran Bretaña. El temor británico


a esta posibilidad llevó al gobierno a imponer en 1920 una Ley para el Gobierno
de Irlanda, que imponía la separación del norte de la isla (de mayoría protestante)
respecto del sur (de mayoría católica), y además dotaba de poderes especiales a
los soldados y policías ingleses desplazados para mantener el orden.
Durante dos años, los ingleses contestaron con dureza a las guerrillas y a
los continuos atentados terroristas protagonizados por las milicias, que
empezaron a ser conocidas como Irish Republican Army (I.R.A.), pero los escasos
frutos obtenidos por los revolucionarios, y la situación de debilidad en que se
encontraba Gran Bretaña tras el desgaste de la Primera Guerra Mundial,
condujeron a un callejón sin salida.
De este modo, los irlandeses terminaron por aceptar el ofrecimiento del
gobierno de Lloyd George, de negociar entre ambas partes una Ley del Estado
Libre de Irlanda. El tratado anglo-irlandés fue suscrito el 6 de diciembre de 1921
por delegados del gobierno británico y por Michael Collins, uno de los principales
comandantes del I.R.A. Sin embargo, las condiciones del mismo no fueron bien
aceptadas por el pueblo irlandés, porque aunque el Reino Unido reconoció la
independencia de tres cuartas partes de la isla, se reservó la zona del Ulster en
calidad de Dominio de la Corona. El objetivo de esta cláusula fue doble: continuar
manteniendo un cierto grado de control sobre su antigua colonia y proteger a la
población protestante de ascendencia anglosajona, que era mayoritaria en el
Ulster.
El 15 de enero de 1922, el Dáil Eireaan aceptó el tratado por un estrecho
margen de 64 votos a favor y 57 en contra. Eamon De Valera, que se oponía al
tratado, dimitió como presidente de la asamblea y pasó a dirigir una facción
disidente del Sinn Féin luego bautizada como Fianna Fail; Michael Collins fue
nombrado jefe de un gobierno provisional. Pero las diferencias de opinión
suscitadas desencadenaron una guerra civil entre moderados (defensores del
tratado) y republicanos (detractores radicales), que finalmente ganaron los
primeros en 1923. Paradójicamente, esta contienda provocó más muertes de
irlandeses que la anterior guerra contra los ingleses.
Tras la victoria de los moderados se constituyó un gobierno de
pacificación. Los veintiséis condados que formaron el Estado Libre de Irlanda se
unieron en una asamblea constitucional presidida por un Consejo Ejecutivo. El
nuevo Estado permaneció vinculado a la Commonwealth y confirmó su frontera
con el territorio del Ulster, reconocido como Irlanda del Norte, en 1925. Se

[193]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

mantuvo así la tutela de la monarquía británica, que impuso la figura de un


Gobernador General similar al de otras colonias autónomas como Canadá o
Australia.
En las elecciones de 1932, De Valera alcanzó la presidencia del gobierno,
emprendiendo un programa político de progresiva eliminación de la influencia
británica sobre Irlanda. Promovió la redacción de una nueva Constitución, que fue
aprobada el 29 de diciembre de 1937, y redefinió a Irlanda como una república
completamente independiente del Reino Unido. La capital se ubicó en Dublín y el
gaélico se estableció como la primera lengua oficial. La Constitución de 1937
también declaraba que el territorio nacional comprendía la totalidad de la isla de
Irlanda, aunque sus leyes sólo podían aplicarse en la parte jurisdiccional de la
república (Eire). El 18 de abril de 1949, la república rescindió definitivamente sus
lazos con el Reino Unido y la Commonwealth, y el Reino Unido confirmó un mes
después el estatus de Irlanda del Norte como Dominio de la Corona.
En cuanto al I.R.A., acabó siendo desarticulado en favor de la creación de
un ejército regular de carácter nacional. Pero algunos de sus miembros
continuaron la lucha terrorista contra el Reino Unido, por la situación del Ulster.
Durante todo el siglo XX, una serie interminable de atentados terroristas han
asolado lugares de Gran Bretaña, Irlanda del Norte y la República de Irlanda. En
las últimas décadas, los Estados implicados en el conflicto empezaron a colaborar
en la lucha antiterrorista, y en 1998 suscribieron el Acuerdo de Belfast, que ha
implantado definitivamente la paz en el Ulster.

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8. FORMACIÓN Y DESARROLLO DE
LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

1. LAS PRIMERAS COLONIAS

Hasta el Descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón, la


percepción que se tenía del mundo era de universos aislados, sin apenas relación
entre sí. Los europeos conocían la existencia de Asia y África, con las que
comerciaban desde la Antigüedad, pero eran pocos los viajeros que se habían
internado en aquellos continentes y después habían regresado. Lo que se sabía
acerca de ellos era escaso y estaba cargado de ficciones, leyendas y prejuicios. La
noción de América era aún más limitada: desde los tiempos de Platón se la
confundió erróneamente con la mítica Atlántida; el científico italiano Toscanelli
apenas la intuyó como un escaso conjunto de islas entre las que destacaban
Madeira, las Azores y una tal Antilla; y el propio Cristóbal Colón creyó que podía
ser Cipango (Japón) cuando se encontró por sorpresa las Bahamas en 1492.
La revisión de los cálculos sobre la dimensión de la Tierra y la
constatación, por parte de los sucesivos exploradores españoles, de que las islas
descubiertas en el Mar Caribe no tenían nada que ver con Asia, concluyó con la
aceptación general de que se trataba de un nuevo continente. El primer mapa de
aquellos territorios, elaborado por Juan de la Cosa en 1500, y las subsiguientes

[195]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

investigaciones geográficas realizadas por Amerigo Vespucci confirmarían dicha


hipótesis, recibiendo el nuevo mundo el nombre de “América” a partir de la
publicación de la obra Cosmographiae Introductio (1507), en honor del estudioso
florentino.
No obstante lo expuesto, existió un vago conocimiento del continente
americano antes de la llegada de Colón. Los vikingos islandeses habían
descubierto Groenlandia en el 985, y hacia el año 1000, una segunda expedición
capitaneada por Leiv Ericsson, desvió su rumbo hacia el sur y arribó a otras costas
que denominaron Vinland (Tierra de Viñas), Helluland (Tierra de Rocas) y
Markland (Tierra de Bosques). En el siglo XI se registraron nuevas llegadas de
exploradores vikingos a las costas de Canadá y al norte de los Estados Unidos, tal
como atestiguan los restos arqueológicos hallados en Terranova y Nueva
Inglaterra. Pero en ninguna de esas expediciones lograron fundar colonias
permanentes y ese primer contacto con América no tuvo continuidad.
El definitivo asentamiento de los europeos en el nuevo continente fue
consecuencia de la necesidad de ampliar el radio de acción del comercio, sobre
todo por la creciente demanda de especias, textiles y tintes. España y Portugal
eran, a principios del siglo XVI, las mayores potencias navales y mercantiles del
momento. Su hegemonía política no encontró rivales en el Viejo Continente,
permitiendo un proceso de expansión imperialista que llevó a la conquista de
nuevos territorios. El único medio para hacer valer derechos de propiedad sobre
esos territorios era mediante el establecimiento de colonias más o menos
permanentes. Y así hacia 1550, sobre todo España, pero también Portugal, se
habían adueñado de casi toda América Central y del Sur, fundando numerosas
colonias y ciudades de nueva construcción y saqueando grandes cantidades de
oro y plata, que reenviaron a sus metrópolis con el fin de abastecer a la banca y a
los mercados.
Los españoles también fueron los primeros exploradores de
Norteamérica, durante los primeros años de la Edad Moderna. En 1498, Vicente
Yánez Pinzón descubrió la Florida, que fue visitada de nuevo en 1513 por Juan
Ponce de León; en 1536 Cabeza de Vaca recorrió la costa sur de Louisiana; y en
1541 Hernando de Soto se adentró por la desembocadura del río Mississipi. Las
primeras colonias españolas en esta parte del continente fueron San Miguel de
Guadalupe (1526) en la actual Carolina del Sur, San Agustín de la Florida (1565) en
la península de Florida, Santa Fe (1609) en el actual Estado de Nuevo México y San
Diego (1769) en California.

[196]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Pero también vinieron a esta parte otros europeos, alentados por las
riquezas recién descubiertas y las posibilidades de conquista. En ocasiones, estos
exploradores fueron comisionados por los reyes de algunas potencias, pero a
menudo se trataba de simples aventureros, prófugos o disidentes políticos y
religiosos, que se vieron obligados a huir de sus países de origen y acabaron
impulsando la fundación de colonias.
A instancias de la monarquía francesa, Juan Verrazano visitó en 1524 las
costas de Nueva Inglaterra, y al año siguiente Jacques Cartier hizo lo propio por el
Canadá. Estas expediciones trataron de comprobar las ventajas económicas que
podía suponer el asentamiento de colonias en las proximidades de los bancos de
pesca de Terranova. Hasta casi un siglo después no se establecieron las primeras:
Port-Royal (1605) en Acadia y Québec (1608) a orillas del río San Lorenzo, fundada
por Samuel de Champlain como base principal del territorio de Nueva Francia. En
1667 los franceses llegaron hasta el actual Estado de Illinois, y dos años después
René-Robert Cavalier exploró la zona de los Grandes Lagos. Estas expediciones,
junto con el sometimiento de los indios rebeldes y la alianza con otras tribus,
permitirían que los colonizadores francocanadienses controlasen todo el comercio
de pieles en Norteamérica, al igual que la navegación por el río Mississippi.
A pesar de los beneficios de la pesca o del comercio de pieles, “la
búsqueda de nuevos mundos, de oro, de fama, de gloria”, en palabras del
navegante Walter Raleigh, no tuvo el éxito deseado en esta parte de América,
donde los exploradores no encontraron tesoros fabulosos como los de los incas o
los aztecas. Como consecuencia de ello, los europeos se sintieron bastante
decepcionados y durante el siglo XVI no hicieron demasiados esfuerzos por
quedarse en estas tierras. Ya hemos visto que las primeras colonias españolas y
francesas en esta parte del continente retrasaron su fundación hasta comienzos
de la centuria siguiente. La presencia británica también se hizo esperar. La
primera expedición promovida por la monarquía inglesa tuvo lugar en 1497: el
veneciano Juan Caboto zarpó del puerto de Bristol en un barco que alcanzó
Terranova y recorrió toda la costa este de Norteamérica hasta Florida, por
encargo de Enrique VII.
“Enrique, por la gracia de Dios, rey de Inglaterra […] por las presentes
damos y concedemos en nombre propio y de nuestros herederos, a
nuestro bien amado Juan Caboto, ciudadano de Venecia […] plena y
libre autoridad, permiso y poder para navegar hacia todas las partes,
países y mares del Este, Oeste y Norte, bajo nuestras banderas y

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

enseñas, con cinco barcos de cualquier carga o capacidad que sean y


con tantos marineros u hombres como tengan en los dichos barcos, a
sus costas y cargos, para explorar, descubrir y encontrar cualesquiera
islas, países, regiones o provincias de paganos e infieles, donde quiera
del mundo que se encuentren, que antes de ahora fueran
desconocidos de los cristianos. Les hemos concedido a ellos y también
a cada uno de ellos, a sus herederos y a cada uno de ellos y a sus
delegados, y les hemos dado licencia para poner nuestras banderas y
enseñas en cada pueblo, ciudad, castillo, isla o tierra firme por ellos
recién descubiertos. Y que el sobredicho Juan y sus hijos o sus
herederos y asignatarios puedan someter, ocupar y poseer todos
estos pueblos, ciudades, castillos e islas por ellos encontrados, los
cuales puedan someter, ocupar y poseer, como vasallos y
lugartenientes nuestros, dándonos a nosotros el gobierno, título y
jurisdicción de los mismos pueblos, ciudades, castillos y tierra firme
así encontrados”.
La primera colonia inglesa no se estableció hasta 1585 en la isla de
Roanoke, en la actual Carolina del Norte, por iniciativa de Walter Raleigh. La
aventura fracasó, sin embargo, porque al poco tiempo los colonos tuvieron que
ser rescatados por Francis Drake y devueltos a casa. En 1587 de nuevo Walter
Raleigh fundó Virginia, en honor de la reina virgen Isabel I pero, a los tres años, un
barco que les llevaba provisiones no encontró ningún rastro de los colonos. No se
sabe qué pudo ocurrirles.
A pesar de estos fracasos, la Corona comprendió que sin colonias
Inglaterra nunca sería una potencia importante en el comercio mundial, como lo
eran España, Portugal, Francia y los Países Bajos. Así que en los años siguientes
concedió tierras en Norteamérica a diversas compañías y hombres de negocios, a
cambio de una parte de los beneficios que pudieran obtenerse de su explotación.
En 1607 unos pocos colonos ingleses, portadores de una cédula del rey Jacobo I,
volvieron a intentarlo en Virginia construyendo la diminuta aldea de Jamestown.
Ésta fue la primera fundación británica que perduró en el tiempo, gracias al apoyo
de una compañía londinense, interesada en la explotación de aquel territorio,
aunque su supervivencia se hizo extremadamente difícil: de los 105 colonos que
se establecieron en la aldea, 73 murieron de hambre y enfermedades antes de
que transcurrieran los primeros siete meses. A pesar de ello, la colonia acabó
prosperando gracias al cultivo de tabaco, que los virginianos empezaron a enviar a
Inglaterra a partir de 1614.

[198]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Unos años más tarde, en 1620, fue colonizada la región nordeste de lo


que hoy es Estados Unidos, recibiendo el nombre de Nueva Inglaterra. Un grupo
de cien familias de puritanos exiliados de Gran Bretaña, conocidos como los
Padres Peregrinos, cruzaron el Atlántico en un barco llamado Mayflower y se
establecieron en Plymouth, Massachusetts. Estos colonos vinieron huyendo de la
persecución sufrida en sus lugares de origen, con la intención de fundar un nuevo
mundo basado en sus ideales religiosos, diametralmente opuestos a los del
Catolicismo aún vigente en algunas zonas de Gran Bretaña. Después de la de
Plymouth, los puritanos establecieron otras colonias, siendo las más importantes
las que se asentaron en el área de Boston y Connecticut, entre 1630 y 1635.
A los primeros contingentes de puritanos se unieron posteriormente otras
gentes de variada condición: comerciantes, constructores, aventureros,
maleantes, tahúres, etc. América les prometía, como dijo el poeta Robert Frost,
“un nuevo comienzo para la raza humana”. Desde entonces, los estadounidenses
han considerado su país como un gran experimento, un modelo valioso para otras
naciones. Por la misma razón, muchos colonos impusieron un moralismo bastante
intolerante. Los puritanos creían que estos territorios debían gobernarse de
acuerdo con la más estricta ley de Dios, y castigaban severamente a los
bebedores, los adúlteros, los violadores del Séptimo Día y los herejes. Esta
mentalidad sirvió de justificación a un nuevo sistema político y social de carácter
teocrático: las leyes se inspiraban en la Biblia, el derecho de voto se limitaba a los
miembros de su iglesia y los salarios de los ministros se pagaban de los impuestos
comunales.
En contra del orden social puritano se manifestó la figura de Roger
Williams, quien sostenía que el Estado y la Iglesia debían separarse, evitando la
intrusión de cada uno en los asuntos del otro. Obligado a salir de Massachusetts
en 1635, fundó la vecina colonia de Providence (Rhode Island), en la cual fue
garantizada la libertad religiosa. Las colonias de Maryland, creada por George
Calvert en 1632 como refugio para los católicos, las Carolinas, cedidas por el rey
Carlos II en 1663, y Pennsylvania, fundada en 1681 por el líder cuáquero William
Penn, también se caracterizaron por su tolerancia religiosa, y atrajeron a otros
grupos de colonizadores. Gracias a ello, las colonias norteamericanas fueron
ocupadas también por colectivos no exclusivamente británicos ni puritanos. Con
el tiempo, también llegaron alemanes a Pennsylvania, suecos a Delaware (1638) y
holandeses a la isla de Manhattan, donde erigieron la ciudad de Nueva
Amsterdam en 1626 (después conquistada por los ingleses y rebautizada como

[199]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Nueva York, en 1664). Todo ello favoreció un elevado mestizaje cultural que
todavía hoy es signo de identidad en los Estados Unidos.
En cuanto a la estructura socioeconómica, las trece colonias británicas de
Norteamérica eran independientes entre sí, estaban mal comunicadas por vía
terrestre y sus relaciones no siempre eran cordiales. Podemos distinguir tres
grandes realidades diferenciadas:
ƒ Las colonias del norte: conocidas como Nueva Inglaterra, incluían New
Hampshire, Massachusetts (a la que estaban agregadas Vermont y Maine),
Rhode Island y Connecticut. Eran colonias de carácter comunal, que se
habían repartido a grupos o congregaciones religiosas, mayoritariamente
puritanas. La vida se organizaba en pequeños municipios en los que la
población participaba muy activamente de los asuntos colectivos. La
pobreza del terreno hizo difícil la subsistencia de las granjas agrícolas, así
que sus habitantes acabaron dedicándose a la caza, la artesanía, la industria
naval, la pesca y, sobre todo, el comercio. Así fueron desarrollándose una
serie de ciudades costeras bastante prósperas, entre las que destacaban
New Haven, New London, Gloucester y Boston, que en 1763 contaba ya con
17.000 habitantes. El aumento demográfico fue espectacular durante la
primera mitad del siglo XVIII, llegando a alcanzar el medio millón de
personas en los años anteriores a la revolución. La prosperidad general de
esta región favoreció la aparición de centros culturales y universidades
como las de Harvard (1636) y Yale (1701), donde se difundieron las ideas
ilustradas.
ƒ Las colonias del sur: entre las que se encontraban Maryland, Virginia,
Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia. Al contrario que las
anteriores, la adjudicación de tierras se hizo directamente a los
particulares, lo que provocó la creación dispersa de grandes latifundios o
plantaciones (hasta 70.000 hectáreas de media en Virginia), que fueron
explotados de forma personalista por ricos hacendados. Ello impidió la
concentración urbana, aunque no el crecimiento demográfico, que a
mediados del siglo XVIII había sobrepasado los 700.000 habitantes, debido
en gran parte a la introducción de esclavos negros (un 32% de la población).
El estilo de vida era esencialmente rural, aislado, laborioso y lleno de
dificultades, sobre todo para los menos acomodados. La industria se
limitaba a las manufacturas derivadas de la producción agrícola,
fundamentalmente de tabaco y algodón, pero también de arroz, índigo,

[200]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

azúcar, madera y maíz. La extensión de la esclavitud hizo que las diferencias


sociales se hicieran aquí muy acusadas, promoviendo una estructura social
claramente estamental, en la que una rica y refinada aristocracia
terrateniente controlaba de forma omnímoda el poder político y
económico, gracias a la faena de los negros y de los ingleses libres que
aceptaban trabajar sin cobrar durante varios años, para pagarse el coste de
su travesía a América.
ƒ Las colonias centrales: constituían una zona de transición entre el norte y el
sur, formada por Nueva York, Nueva Jersey, Pennsylvania y Delaware. La
extensión de las fincas agrarias era diversa y el tipo de explotación variaba
entre una colonia y otra: había desde grandes latifundios (en Nueva York)
hasta pequeñas granjas familiares dedicadas a la agricultura de subsistencia
(en Pennsylvania). En general la tierra era abundante y la mano de obra
escasa, así que cualquier persona con iniciativa podía llegar a convertirse en
terrateniente y alcanzar, si no la prosperidad, al menos la independencia
económica. El crecimiento demográfico también fue significativo (más de
400.000 habitantes a mediados del XVIII), motivado fundamentalmente por
la inmigración desde diferentes puntos de Europa. De resultas, los
británicos se hallaban en franca minoría frente a los escoceses, irlandeses,
escandinavos, holandeses, alemanes, suizos y hugonotes franceses. Es por
ello que la tolerancia religiosa fue mucho mayor en esta zona, frente a la
intransigencia puritana y anglicana de las colonias del norte y del sur
respectivamente. Como notas distintivas hay que señalar la pujanza de una
clase media de negociantes cada vez más influyente, y el elevado índice de
concentración urbana, experimentado a raíz del desarrollo industrial y
comercial de los puertos de mar. Philadelphia, con 28.000 habitantes, era la
ciudad más grande, seguida de Nueva York, con 20.000. Aunque su tráfico
comercial con Gran Bretaña fue menor que el sostenido con las Antillas, a
través de estos puertos fueron introduciéndose en Norteamérica las
novedades culturales y de servicios provenientes del Viejo Continente.
El grado de vinculación de estos territorios a la metrópoli era variable,
dependiendo de cómo se hubiera desarrollado el proceso de establecimiento en
cada uno de ellos. Así, en el plano jurisdiccional existían en Norteamérica tres
tipos de colonias:

[201]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

ƒ Colonias de propietario: dependientes en exclusiva de un particular inglés


(proprietor), en virtud de unas cédulas de propiedad otorgadas para su
beneficio, como Maryland y Pennsylvania.
ƒ Colonias de Compañía: cedidas a una compañía de negocios para su
explotación económica, con la condición de reservar una parte de los
beneficios a la Corona, como Rhode Island y Connecticut.
ƒ Colonias subordinadas a la Corona: administradas directamente desde
Londres por el gobierno y la monarquía; esta fórmula resultó la más
habitual, ya que se aplicó en las nueve colonias restantes, a saber, New
Hampshire, Massachusetts, New York, New Jersey, Delaware, Virginia,
Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia.
La organización política era bastante homogénea aunque también
presentaba algunas diferencias entre unas colonias y otras. Todas ellas
compartían la tradición inglesa del gobierno representativo, a través de una
especie de parlamento donde un grupo de diputados elegidos en las mismas
colonias participaban de las decisiones comunales. Aunque el derecho al voto
estaba restringido a los terratenientes acomodados, la verdad es que una gran
mayoría de los colonos tenía un nivel de propiedades y rentas suficientes para
poder votar. El más antiguo de estos parlamentos, el de Virginia, fue instituido en
1621, y dos décadas más tarde, en 1643, se estableció una asamblea de las
“colonias reunidas” de Nueva Inglaterra, en la que estuvieron representadas
Connecticut, New Haven, Plymouth y Massachusetts, con el objeto de defender el
país de los ataques de los indios y garantizar las libertades religiosas. También
existía la figura de un gobernador, con la misión de hacer cumplir las leyes
británicas. Este gobernador era además el comandante de la milicia, presidía el
tribunal de apelaciones y tenía cierta capacidad de control sobre la asamblea, ya
que podía vetar sus resoluciones y disolverla. Por último, existía un consejo asesor
con atribuciones más imprecisas, que ostentaba el auténtico poder ejecutivo de
cada colonia, porque era quien proponía las leyes de ámbito colonial y a veces
actuaba como una Cámara de los Lores.
Las diferencias de aplicación del sistema político entre unas colonias y
otras tenían que ver con la elección del gobernador y del consejo asesor. En las
colonias de propietario, su dueño era el responsable de nombrar al gobernador, y
en las subordinadas a la Corona, aquél era designado directamente desde
Londres. En cambio, en las colonias de Compañía era la asamblea quien elegía de
entre sus diputados al gobernador y a los miembros del consejo. Por consiguiente

[202]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

eran prácticamente autónomas, ya que el poder se concentraba casi


exclusivamente en los propios colonos, que sólo tenían obligaciones con
Inglaterra en el plano fiscal.
La autonomía de las colonias de Compañía planteaba otra diferencia
notable, que consistía en el grado de sometimiento a la monarquía. Es evidente
que algunas colonias mostraban una tendencia a la autodeterminación más
acentuada que otras, lo cual se explica no sólo por la profunda liberalidad política
de sus parlamentos, sino también por la enorme distancia con la metrópoli (se
tardaban seis semanas de viaje por barco entre Boston y Liverpool). La urgencia
de algunas situaciones llevaba a pasar por alto la pertinente consulta al gobierno
de Londres, al que le preocupaban más otras cuestiones y donde además no había
ninguna representación norteamericana.
Por otro lado, la llegada a América de un gran número de exiliados,
descontentos con la inestabilidad política y religiosa de la metrópoli durante el
siglo XVII, acrecentó esa desconexión. El espíritu independiente y el rencor
acumulado por determinadas sectas, mayoritarias en algunos territorios,
favoreció un sentimiento de rechazo a lo inglés que acabaría manifestándose en el
clima de insurrección de la centuria siguiente. Así que, en la práctica, Inglaterra no
siempre pudo ejercer un control demasiado estricto sobre sus colonias en el
Nuevo Mundo.
A lo largo del siglo XVIII las asambleas coloniales fueron reforzándose y
ampliaron sus atribuciones, planteando las primeras discusiones serias con la
metrópoli. Mientras que las autoridades inglesas sostenían que el poder de las
asambleas era una gracia del monarca, que podía ser modificada o revocada en
cualquier momento, los colonos defendían la teoría del contrato social de Locke,
según el cual su poder provenía del consentimiento de los gobernados. Con este
argumento las asambleas norteamericanas se comportaban como la Cámara de
los Comunes británica, a la que imitaban en su lucha contra las prerrogativas del
gobernador como representante del rey. Es paradójico que la misma filosofía
liberal de Locke, que había justificado la Revolución Gloriosa de 1688 en Gran
Bretaña, sirviera a la postre para justificar la independencia de las colonias
norteamericanas respecto de la propia Gran Bretaña.

[203]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

2. LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS

El origen del proceso independentista estadounidense debe remontarse a


la disputa colonial entre Inglaterra y Francia por el control de América del Norte,
derivada de su ancestral rivalidad en Europa. A lo largo del siglo XVIII, las dos
potencias sostuvieron numerosas guerras en las que se vieron envueltas las
colonias de una y otra nación. El principal elemento de fricción fue la política
expansionista de ambas, que chocaría en repetidas ocasiones, sobre todo en los
puntos fronterizos.
Para situarnos, en 1733 los ingleses habían terminado de ocupar trece
colonias de una franja costera situada entre el Océano Atlántico y los Montes
Apalaches, desde New Hampshire, en el norte, hasta Georgia, en el sur. Mientras
tanto, los franceses habían logrado controlar Canadá y un vasto territorio
localizado en el interior del continente, en torno a los ríos Mississipi y Ohio, que
les garantizaba comunicación fluvial entre los Grandes Lagos y el Golfo de México.
Por consiguiente, a poco que se internaran los británicos hacia el interior se
encontraban con una línea de plazas fuertes francesas (Nueva Orleans, Saint
Louis, Fort Vicennes, Fort Duquesne, Detroit, Fort Niagara, Montreal y Québec),
que limitaba claramente su expansión.
La estrategia diseñada desde Londres para hacer frente a esta situación
fue atacar directamente al corazón del imperio colonial francés en Norteamérica,
es decir, a Canadá. En 1755, sin previa declaración de guerra, los británicos se
apoderaron de 300 navíos comerciales galos y asaltaron Fort Duquesne, en el
territorio de Ohio; en esta última campaña se distinguió un joven oficial de
veintitrés años llamado George Washington. Así comenzó una guerra colonial que
se contagió a otros lugares del mundo (las Antillas, La India, el Mediterráneo),
como consecuencia del estallido, en 1756, de la Guerra de los Siete Años. El
poderío británico se manifestó, no sin dificultades, en todos los frentes de
combate, y culminó con la conquista a los franceses de los fuertes canadienses de
Louisburg (1758), Québec (1759) y Montreal (1760).
La Paz de París, que puso fin a esta guerra en 1763, confirmó a favor del
Reino Unido la posesión de Canadá y de toda el área geográfica situada entre el
Atlántico y el río Mississipi, incluida la península de Florida, ganada a España.
Francia vio finiquitado su imperio colonial en Norteamérica, porque además de
esas pérdidas tuvo que entregar en compensación a España el territorio de la
Louisiana.

[204]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Pero la victoria de los ingleses provocó indirectamente un serio conflicto


con sus propias colonias norteamericanas. Porque en lugar de permitir la
expansión por los nuevos territorios conquistados, el rey Jorge III los reclamó para
el Imperio Británico y prohibió establecerse al oeste de los Montes Apalaches. Por
si fuera poco, se obligó a los colonos a costear el acuartelamiento de soldados
ingleses en la frontera, para protegerles de los ataques de los indios.
El intervencionismo de la Corona se extendió a otras esferas, dictando
medidas para la persecución del contrabando e imponiendo nuevas tasas sobre el
azúcar, el café, la lana, el hierro y otras mercancías de importación. Además de
eso fue promulgada una Ley del Timbre (Stamp Act) que gravaba con una
estampilla fiscal todos los periódicos, documentos legales, licencias y contratos,
con el fin de otorgarles carácter oficial. El importe de estas estampillas variaba de
tres peniques hasta diez libras esterlinas, pero más que su cuantía lo que molestó
a los colonos fue la coacción de sus derechos.
Desde Londres se argumentaba que los colonos norteamericanos debían
sufragar, por medio de estos impuestos, el déficit financiero de la guerra recién
terminada, que había servido para defenderles de la amenaza francesa. En
realidad se trataba del primer impuesto directo que la metrópoli imponía en
mucho tiempo a sus súbditos de ultramar. Pero los colonos consideraron injustos
estos nuevos tributos, y pensaron que además podían suponer un obstáculo para
la liberalización del comercio. En efecto, el impuesto sobre el azúcar podía influir
negativamente en el llamado comercio triangular, muy lucrativo para los
norteamericanos, que consistía en importar melaza de las Antillas y destilarla para
convertirla en ron, que se vendía en Europa y con los beneficios obtenidos se
compraban esclavos en África para ser llevados a las colonias del sur. Los primeros
en oponerse fueron, lógicamente, los negociantes, pero también los puritanos de
Boston, muy sensibles al recorte de sus privilegios.
Después de varias protestas populares, los delegados de Massachusetts se
reunieron en una asamblea celebrada en mayo de 1764 y tomaron dos acuerdos:
el primero, manifestar formalmente al rey de Inglaterra que no tenía ningún
derecho a imponer nuevas contribuciones a las colonias sin el consentimiento de
éstas; y el segundo, enviar una circular al resto de las asambleas coloniales,
solicitando su adhesión a la protesta.
Cinco de las colonias se pusieron del lado de Massachusetts, siguiendo el
principio fundamental de la legislación británica de que cualquier tipo de
impuestos debía ser aceptado antes por los representantes ciudadanos. El

[205]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

problema era que la Ley del Timbre había sido aprobada por las Cámaras de los
Lores y de los Comunes de Londres, pero en esas cámaras no había
representación de las colonias norteamericanas. Si a los colonos se les
consideraba ciudadanos británicos de pleno derecho, debían tener la prerrogativa
de ser escuchados en el parlamento de Londres; y si no se les consideraba como
tales, parecía lógica la reivindicación de esa condición, aunque fuera por medio de
una revolución.
Para negociar esta situación con el rey, una asamblea formada por los
delegados de todas las colonias designó como embajador a un reputado filósofo y
político bostoniano, afincado en Virginia, cuyo nombre era Benjamín Franklin.
Franklin defendía, por encima de todo, la unidad de las trece colonias para hacer
causa común frente a la diplomacia británica. “Uníos o pereced”, decía con
frecuencia, y esta idea fue calando en el sentimiento de los colonos. Una
progresiva toma de conciencia de la condición de los colonos como “americanos”
y no como descendientes de ingleses, junto con la defensa de unos derechos
naturales inalienables, experimentados por todos los hombres según las ideas
ilustradas de Rousseau, se convirtieron en dos argumentos fundamentales para la
negociación.
Con estas premisas, y una Declaración de Derechos y Quejas, redactada
conjuntamente en octubre de 1765 por aquella asamblea intercolonial, Franklin se
presentó ante el Consejo Real de Londres, vestido con su casaca de cuáquero y su
gorro de piel en la mano. En su alocución, realizada en febrero de 1766, condenó
la Ley del Timbre, negó la autoridad del parlamento para imponer tasas a las
colonias y afirmó que los americanos no aceptarían la aplicación de ningún otro
impuesto, sin que se les consultase previamente.
La protesta encontró partidarios entre los comerciantes británicos y
algunos miembros de la Cámara de los Comunes, como el jefe de la oposición
William Pitt, y el gobierno retiró la Ley del Timbre. Pero la derogación fue
acompañada de una serie de medidas que reforzaban la competencia exclusiva
del parlamento en materia de legislación colonial, y en 1767 se impuso a los
norteamericanos nuevas tasas aduaneras sobre la importación de otros
productos, como el té, el vino, el papel, el plomo y el cristal. La indignación creció
entre los colonos, al ver que el gobierno de Londres pretendía cobrarles mediante
un impuesto de aduanas lo que no había podido recaudar a través de un impuesto
interior como el del timbre. Así que en 1768 las colonias iniciaron un boicot

[206]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

espontáneo a aquellos productos importados que habían sido especialmente


gravados por las aduanas, al tiempo que arreciaban las críticas contra el gobierno.
Esta resistencia no alcanzó el éxito esperado, antes bien, aumentó la
crispación y el sentimiento antibritánico. A ello contribuyó gravemente una serie
de acciones represivas ejecutadas por los soldados enviados desde la metrópoli
para hacer frente a los desórdenes. Una de esas acciones fue la conocida Matanza
de Boston, ocurrida el 5 de marzo de 1770, en la que los soldados ingleses
dispararon indiscriminadamente contra una multitud de colonos que se
manifestaban en la calle, matando a seis personas. A consecuencia de ello, el
gobierno retiró las tasas de todos los productos de importación excepto el té, que
servía para garantizar el monopolio de la Compañía de las Indias Orientales y
evitar su bancarrota.
En respuesta a ese trato desigual, muchos negociantes y contrabandistas
de Nueva Inglaterra se negaron a pagar los derechos de importación de los
cargamentos de té, dejando que se pudrieran en los puertos o incluso
destruyéndolos. El 16 de diciembre de 1773 tuvo lugar el famoso Motín del Té en
Boston, en el que un grupo de colonos disfrazados de indios asaltaron un buque
anclado en el puerto y arrojaron al mar 250 cajas de aquel producto.
Esto se entendió en Londres como una provocación: “Tenemos que tirar
de las orejas a esa ciudad de Boston. América no entrará en la legalidad si no
destruimos aquel nido de langostas”. Lo cual derivó en la derogación de las
franquicias comerciales, el cierre del puerto de Boston, el envío de más soldados
ingleses a Massachussets y la promulgación de cinco leyes represivas (The
Intolerable Acts), que fueron duramente aplicadas en la colonia por el nuevo
gobernador, el general Gage. Además, mediante el Acta de Québec promulgada
en junio de 1774, el gobierno aumentó los derechos de los colonos católicos de
Canadá sobre los territorios ribereños del Ohio, en perjuicio de los habitantes de
Nueva Inglaterra. Esto fue interpretado como una concesión a los papistas y una
forma de obstaculizar la expansión de los norteamericanos hacia el oeste.
La espiral de acontecimientos no se detuvo y el 5 de septiembre de 1774,
por iniciativa de una sociedad secreta neoyorquina denominada los Hijos de la
Libertad, se reunió el primer Congreso Continental en Philadelphia. A este
congreso asistieron representantes de todas las colonias norteamericanas menos
Georgia. En sus reuniones, los diputados de las trece colonias acercaron posturas,
diseñaron estrategias comunes y trataron de coordinar esfuerzos en su pulso con
la metrópoli. De las discusiones de la asamblea salió a la luz una Declaración de

[207]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Derechos que aprobó las tesis más radicales de Virginia y Massachusetts, en


defensa de los derechos de los norteamericanos, y que a la postre se convirtieron
en un claro anticipo de sus aspiraciones independentistas. Aquella Declaración era
casi un ultimátum dirigido al rey Jorge III, pero como la llegada de tropas
británicas se incrementó durante los meses siguientes, las asambleas de cada
colonia empezaron a ejercer funciones de gobierno al margen de los delegados
británicos, y a organizar milicias por si llegaba el caso de una confrontación
armada.
En este período los norteamericanos todavía manifestaban su lealtad a la
Corona de Inglaterra, pero ésta declaró a Massachusetts en estado de
insurrección y prohibió a los británicos que comerciaran con las colonias. Un
panfleto titulado Sentido Común, escrito por Thomas Paine, que tuvo gran
difusión entre los radicales norteamericanos, exhortaba a la independencia como
la única alternativa posible ante la situación creada. Así las cosas, el 19 de abril de
1775 tuvieron lugar los primeros combates armados entre el ejército
expedicionario británico y las milicias de colonos, en Lexington y Concord. Cuatro
días después, 16.000 milicianos lograron sitiar a los ingleses en Boston, hecho que
se marca como inicio de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de
América. La Declaración de Independencia firmada el 4 de julio de 1776 por los
representantes de las trece colonias, otorgaría a la sublevación el carácter de
lucha por la identidad nacional, explicando de forma bastante tajante las
motivaciones que les habían llevado a querer separarse de Gran Bretaña:
“Cuando, en el curso de los acontecimientos humanos, se hace
necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que le han
ligado a otro, y asumir, entre todas las naciones de la tierra, la
situación de independencia e igualdad a que las leyes de la naturaleza
y el Dios de la naturaleza le dan derecho, un justo respeto a las
opiniones de la humanidad le obliga a declarar las causas que lo
impulsan a la separación.
Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres
son creados iguales y que son dotados por su Creador de ciertos
derechos inalienables, entre los que se encuentran la vida, la libertad
y el derecho a la felicidad; que, para garantizar estos derechos, se
instituyen entre los hombres gobiernos, que derivan sus poderes
legítimos del consentimiento de los gobernados; que cualquier otra
forma de gobierno que atente contra estos principios, puede el pueblo

[208]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

reformarla o abolirla, para instituir un nuevo gobierno que se funde


en tales principios, y organice sus poderes en la forma que, a su juicio,
sea la más adecuada para alcanzar la seguridad y felicidad.
La prudencia, en verdad, enseña que los gobiernos establecidos desde
antiguo no se deben cambiar por causas ligeras y transitorias, y en
efecto, la experiencia ha demostrado que la humanidad está más
dispuesta a sufrir, mientras los males sean tolerables, que a hacerse
justicia aboliendo las formas a las que está acostumbrada. Pero
cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida
invariablemente al mismo objetivo, evidencian el designio de someter
al pueblo bajo el despotismo más absoluto, éste tiene el derecho,
tiene el deber, de derrocar a tal gobierno y proporcionarse nuevas
garantías para su seguridad futura.
Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias, y tal es ahora la
necesidad que las obliga a reformar su antiguo sistema de gobierno.
La historia del presente rey de la Gran Bretaña es una historia de
repetidos agravios y usurpaciones, dirigidos todos hacia el
establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos Estados […]
Por tanto, los representantes de los Estados Unidos de América,
convocados en Asamblea General, tomando como testigo al Juez
Supremo del Universo sobre la rectitud de nuestras intenciones, en
nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias,
solemnemente hacemos público y declaramos: que estas Colonias
Unidas son, y deben serlo por derecho, Estados Libres e
Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la Corona
Británica y que toda vinculación política entre ellas y el Estado de la
Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como
Estados Libres e Independientes, tienen pleno poder para hacer la
guerra, acordar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio, y
efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los Estados
independientes.
Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la
protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida,
nuestra hacienda y nuestro bien más sagrado, el honor”.

[209]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

La firma de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de


América, por John Trumbull (Washington, Rotonda del Capitolio, 1819).
El 4 de julio de 1776, el Congreso Continental de las trece colonias
británicas de Norteamérica, se reunió en Philadelphia para aprobar su
emancipación respecto de la Corona de Inglaterra. La imagen de Trumbull
muestra de manera casi periodística este hecho histórico. Aparecen
cuarenta y siete de los cincuenta y seis representantes que acudieron a
Philadelphia, situando de pie en primer término a los cinco miembros del
comité encargado de elaborar la primera versión de la Declaración. De
izquierda a derecha, John Adams, Roger Sherman, Robert R. Livingston,
Thomas Jefferson y Benjamin Franklin, presentan ante la mesa del
presidente del Congreso, John Hancock, el documento, que daría origen a
una nueva nación: los Estados Unidos de América.
[FUENTE: http://commons.wikimedia.org]

La Declaración de Independencia es una breve exposición de la filosofía


política racionalista del siglo XVIII, en la que se recogían, a veces claramente
parafraseados, los postulados ilustrados de Locke, Voltaire, Diderot, Montesquieu
y Rousseau. Su idea básica es que existen unas leyes naturales según las cuales
todos los hombres son libres e iguales, no en capacidades sino en libertades y

[210]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

responsabilidades, y están dotados de una serie de derechos inalienables, como


son el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. El
documento, redactado por un gentilhombre de Virginia llamado Thomas
Jefferson, también defendía la soberanía popular, de la que emana el poder
político, desempeñado por sus representantes en el papel de servidores
responsables. Así, si un gobierno no cumplía sus funciones adecuadamente, el
pueblo estaba legitimado para modificarlo o deponerlo; una larga lista de quejas
dirigidas al rey Jorge III justificaba este argumento.
De acuerdo con estas afirmaciones, el Congreso Continental aprobó tres
grandes propuestas: certificar la naturaleza de las colonias como Estados libres e
independientes; promover alianzas con otros países extranjeros; y elaborar un
proyecto de confederación que uniera a todos los Estados en una sola república.
Una toma de postura tan drástica necesariamente hubo de encontrar
detractores, porque no todos los americanos estaban a favor de la independencia.
Por consiguiente, los colonos se vieron en la tesitura de unirse a la sublevación o
permanecer leales a la Corona de Inglaterra. Se calcula que unos 30.000
ciudadanos se alistaron en el ejército británico y lucharon contra sus compatriotas
de las milicias revolucionarias, y al final del conflicto casi 100.000 personas
emigraron a Canadá o a otras partes del Imperio. Así pues, la guerra de la
independencia fue también una guerra civil.
La independencia política postulada en la Declaración, supuso sin duda un
giro decisivo para el desarrollo de la guerra, porque posibilitó la unidad nacional y
la organización de las milicias como un ejército regular, aunque no garantizó la
autosuficiencia militar ni económica. Los recién creados Estados Unidos de
América necesitaron la alianza de Francia y de España para lograr el apoyo
suficiente con el que derrotar a Inglaterra. Benjamín Franklin fue enviado a París
para conseguir una intervención militar directa de los franceses, pero a pesar de
que fue recibido con entusiasmo, el ministro Vergennes receló de la capacidad de
los independentistas, que se habían visto obligados a rendir Nueva York en
septiembre de 1776 y Philadelphia un año después. De modo que el apoyo se
limitó en un principio al suministro de armas y municiones de contrabando, el
reclutamiento de voluntarios, la concesión de algunos préstamos y una campaña
de prensa favorable a la insurrección.
La victoria de los independentistas sobre el ejército inglés del general
Burgoyne, el 17 de octubre de 1777, en la Batalla de Saratoga, cambió por completo
el panorama político internacional. El gobierno francés decidió apoyar sin reservas a

[211]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

los americanos y firmó un tratado de alianza reconociendo a la nueva nación, en


febrero de 1778. España, unida a Francia por los Pactos de Familia y deseosa de
recuperar Gibraltar y Menorca, también entró en guerra contra los ingleses, en
junio de 1779, y Holanda, interesada en ampliar su mercado en el Atlántico, se
dedicó a abastecer a los insurgentes. La ayuda de las tropas extranjeras dirigidas por
el francés La Fayette y el español Bernardo de Gálvez resultó decisiva de cara al
resultado final del conflicto. Finalmente Rusia, Suecia, Dinamarca y Portugal
formaron una Liga de neutralidad armada con el fin de proteger el comercio
marítimo, e impedir las violaciones del derecho internacional cometidas por los
británicos para evitar el aprovisionamiento de los norteamericanos.
En consecuencia, a medida que avanzó la guerra, Inglaterra se encontró
cada vez más sola y obligada a multiplicar esfuerzos para combatir
simultáneamente contra tantos enemigos, que aprovecharon la coyuntura para
debilitarla. El desarrollo de la guerra se extendió así a los escenarios más diversos:
Gibraltar, Menorca, Florida, las Antillas, La India, etc. Si a ello le sumamos la
sublevación de Irlanda, acaecida entre 1779 y 1782, se comprueba cómo
aumentaron sobremanera las dificultades para la metrópoli.
La batalla definitiva se libró en Yorktown, el 19 de octubre 1781, donde el
ejército inglés del general Cornwallis cayó derrotado frente a las tropas
francoamericanas de Rochembeau, La Fayette y George Washington. El propio
general Washington, a quien el Congreso Continental había encomendado la
dirección del ejército regular norteamericano, sería aclamado como héroe
nacional y en 1789 se convertiría en el primer presidente de la república federal
de los Estados Unidos de América.
El desarrollo de la guerra, en síntesis, quedaría explicado en el cuadro de
la página siguiente.
La Paz de París, firmada el 3 de septiembre de 1783, puso fin a la guerra
con el reconocimiento oficial de la nueva nación, cuyos límites quedaron fijados
entre el paralelo 32º en el norte y el río Mississipi en el oeste. El surgimiento de
los Estados Unidos de América cambiaría notablemente el sentido de las
relaciones internacionales a partir de entonces, mientras que Inglaterra salió
claramente derrotada porque, además de tener que asumir la independencia de
sus colonias norteamericanas, perdió también Menorca y Florida, que pasaron a
poder de España, y Senegal y parte de las Antillas, que quedaron bajo el dominio
de Francia. A cambio conservó Gibraltar y el derecho a navegar libremente por el
Océano Índico, en detrimento de los holandeses.

[212]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Fases -fechas Situación Política y Económica Situación Militar

FASE INICIAL ƒ Etapa revolucionaria, de ƒ Guerra de guerrillas


resistencia ante los ingleses. organizadas por
Abril 1774 -
milicianos de los “leales”.
ƒ Pervivencia de un partido de
Julio 1776
“leales” que desea seguir bajo ƒ Creación del primer
el gobierno real (casi un tercio ejército norteamericano,
de la población). compuesto por
milicianos (colonos
ƒ Fracasa el intento del Segundo
dedicados a la defensa
Congreso Continental de lograr
de su propio territorio,
ayuda del extranjero para
con pocos
emprender la revolución.
desplazamientos), y
ƒ Boicot a las importaciones de voluntarios de número
productos británicos. desigual, que desertan a
ƒ Bloqueo económico. menudo.

ƒ Radicalismo de algunas ƒ Defecciones en los altos


asociaciones obreras secretas, mandos, que en
como los “Hijos de la Libertad”, ocasiones se pasan al
que asusta a los negociantes y enemigo.
los inclina hacia el bando inglés. ƒ Derrotas de Long Island y
evacuación de Nueva
York por G. Washington.

FASE ƒ En julio de 1776, el Congreso ƒ G. Washington reorganiza


INTERMEDIA reunido en Philadelphia vota la y profesionaliza el
Declaración de Independencia. ejército norteamericano.
Julio 1776 -
ƒ En febrero de 1778 se logra una ƒ Victoria de Saratoga, en
Marzo 1778
alianza política con Francia, que octubre de 1777.
promete ayuda diplomática y
militar a los EE.UU.
ƒ La alianza con Francia sienta las
bases para futuras relaciones
comerciales entre EE.UU. y
aquel país.

[213]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

FASE FINAL ƒ En 1779, España decide apoyar ƒ Intervención de la flota


a EE.UU., mientras que francesa, que corta el
Marzo 1778 -
Inglaterra se ve obligada a suministro al ejército
Octubre 1781 entrar en guerra con Holanda, británico y le ataca por la
que suministraba pólvora a los retaguardia, desde el
americanos. mar.
ƒ El conflicto se generaliza para ƒ Conquista de Florida por
Inglaterra, que tiene que los españoles, en 1781.
responder a la sublevación de
ƒ Victoria de Yorktown, en
Irlanda y al mismo tiempo
octubre de 1781, gracias
enfrentarse a una coalición de
al apoyo de un ejército
sus enemigos tradicionales
francés de 7.500
(Francia, España, Holanda) en
hombres comandados
varios escenarios.
por el general La Fayette.

Conseguida su independencia, los Estados Unidos tuvieron que


enfrentarse al reto de lograr una organización política coherente. En las colonias
antiguamente subordinadas a la Corona, el paso del gobierno colonial al
republicano se convirtió en una simple redefinición de las instituciones, que
suprimieron cualquier referencia a la monarquía británica. En los demás
territorios hubo que elaborar nuevas constituciones de corte ilustrado, que
reforzaron el papel legislativo de las asambleas por encima del poder ejecutivo.
En cuanto al establecimiento de un gobierno interestatal, en 1781 todos
los Estados habían ratificado unos Artículos de la Confederación y Unión Perpetua
aprobados en 1777, que sentaban las bases para el funcionamiento de un
Congreso Continental. Pero las escasas atribuciones de este Congreso y la
tendencia centrífuga de cada Estado hacían inviable la creación de un ejecutivo
estable. Así lo constataba un embajador español en 1787:
“Cada Estado recela de su vecino, varía en sus máximas, está dividido
en partidos domésticos y no tienen crédito público ni particular. Unos
opinan por división de soberanías, formándose dos o tres bien
ligadas, defensiva u ofensivamente. Otros se inclinan a una
Confederación General, con nombramiento de una Cabeza, que,

[214]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

unida a un parlamento, tenga el poder ejecutivo por siete años, y no


faltan quienes abrazarían un Jefe que viniese a parar en Soberano.
Cada Estado en particular se muestra delicadamente celoso de su
independiente soberanía. Los que los gobiernan se oponen
acérrimamente a la más leve cesión de sus prerrogativas, con cuyo
celo arrastran la voz de su Estado respectivo, poniendo de mala fe a
los que gobiernan la Confederación; de suerte que si hubiera de
juzgar por el estado actual de las cosas, y aun por lo que dicen
algunos hombres sensatos, deduciría que este país camina con
rapidez a una anarquía, que debe producir una convulsión general, y
que no sería extraño el que apareciese alguna cabeza que se
apoderase de lo que ahora miran tan escrupulosamente”.
Los problemas derivados de la posguerra, las dificultades económicas, los
obstáculos comerciales planteados por Gran Bretaña y España, y la disputa por las
tierras vírgenes situadas al otro lado de los Apalaches hicieron ver la necesidad de
precisar las competencias del gobierno central. Con este objetivo, en mayo de
1787 se reunió una Convención de 55 representantes en Philadelphia, que sacó
adelante las tesis de varios diputados que defendían la creación de un poder
central fuerte. Uno de estos diputados era el neoyorquino Alexander Hamilton,
que venía introduciendo estas ideas desde hacía tiempo a través de una serie de
folletos propagandísticos en los que se leían cosas como éstas:
“El gobierno americano ha de tener un principio de fortaleza y
estabilidad en la organización que le permita vigor en su obra […] El
gobierno central debe descansar lo más posible en el pueblo y lo
menos posible en los gobiernos de los Estados […] La completa
extinción de los Estados es deseable, aunque no aconsejable […]
deben subordinarse al gobierno central”.
La radicalidad de estas ideas chocó de plano con la dispersión política
existente en aquel momento, así que la elaboración de una Constitución Federal
se convirtió en una tarea compleja. Los diputados discutieron punto por punto
con entera imparcialidad, sin prejuicios de partido, clase social o lugar de
procedencia. Éste fue el logro más significativo de la redacción del documento,
que fue consensuado por dos tercios de los Estados en 1788, aunque no entraría
en vigor hasta 1789, después de la inclusión de diez enmiendas promovidas desde
algunos sectores.

[215]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

La Constitución norteamericana recoge los principios de la soberanía


nacional y la separación de poderes típicos del pensamiento político ilustrado, a
los que añade el componente federalista tradicional de las antiguas colonias.
Permite un alto grado de autonomía ejecutiva, legislativa y judicial para cada uno
de los Estados de la Unión, pero también otorga a un poder central, de carácter
presidencialista, atribuciones suficientes para actuar, sin mediación de los
Estados, en aquellas cuestiones de interés general. El poder legislativo es
bicameral, recayendo en el Senado la representación de cada uno de los Estados,
y en el Congreso la representación del pueblo en general. El poder judicial, por
último, se concentra en un Tribunal Supremo federal encargado de interpretar las
leyes nacionales de manera uniforme y ecuánime, así como sancionar las causas
derivadas de los posibles conflictos entre los Estados y el poder central. Desde su
publicación, la Constitución norteamericana se convirtió en un modelo de
convivencia política que sirvió de inspiración a la mayoría de las revoluciones
liberales de la Edad Contemporánea.

3. LA GUERRA DE SECESIÓN

Es comúnmente aceptado que las diferencias sociales, políticas y


culturales entre los Estados del norte y del sur de la Unión fueron la principal
causa del enfrentamiento que originó la Guerra de Secesión Norteamericana. A
mediados del siglo XIX, el norte había alcanzado una gran densidad de población y
ostentaba una pujante clase media que lideraba el progreso económico del país,
mientras que el sur se hallaba menos poblado y mantenía un sistema social
oligárquico, fundamentado en la práctica de la esclavitud. Así, los dos partidos
políticos mayoritarios estaban respectivamente controlados por los burgueses e
industriales del norte y por los terratenientes del sur. La idea de nación que tenían
unos y otros difería de manera notable; los primeros anteponían los intereses
generales de la Unión Federal a los particularismos de cada Estado, mientras que
los sureños eran especialmente celosos de sus privilegios regionales.
Esta tensión entre centralismo y federalismo, latente desde las
controversias suscitadas en 1787 durante la elaboración de la Constitución, se
manifestó especialmente en el proceso de expansión territorial hacia los nuevos
territorios del oeste. La necesidad de coordinación y financiación de aquella
empresa condujo a que el Congreso Continental se arrogase el control de la
misma, decidiera la construcción de caminos interestatales, estableciera un Banco

[216]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Central, controlase a la policía y creara otra serie de servicios que sólo podían
administrarse desde el gobierno federal. Ello obligó a aumentar las contribuciones
directas de los Estados, hecho que no fue bien recibido, sobre todo en el sur. Pero
además de lo expuesto hubo otros factores que desencadenaron el conflicto:
ƒ Diferencias económicas: la clase industrial del norte pretendía instaurar
una serie de medidas proteccionistas, que protegiera a sus productos de la
competencia europea mediante la imposición de tasas aduaneras. Por el
contrario, los hacendados agrícolas del sur preferían un librecambio
abierto, que les permitiera exportar sin trabas a las factorías norteñas sus
abundantes materias primas. Sin embargo, la existencia de aranceles que
gravaban a los Estados del sur y la importación de costosos productos
manufacturados procedentes del norte acrecentaron las desigualdades y
provocaron momentos de tensión, como en 1832, cuando Carolina del Sur
se negó a pagar esos aranceles.
ƒ Temor a encontrarse en situación de inferioridad: el rápido crecimiento
económico y demográfico de los Estados del norte provocó recelos entre
los sudistas, advertidos de que podían quedarse rezagados no sólo en lo
concerniente a las vanguardias culturales y el progreso social, sino también
en la esfera política. El número de diputados en la Cámara de
Representantes era proporcional a la cantidad de población de cada Estado,
y el sur estaba en franca minoría, porque los movimientos migratorios se
dirigían siempre hacia los Estados del norte.
ƒ Tendencia centrífuga de los sudistas: algunos territorios sudistas fueron los
más reacios a ratificar la Constitución Federal de 1789, porque no
aceptaban que la Unión pudiera considerarse un ente indivisible en el que
primaban los intereses nacionales por encima de los de cada Estado.
Contrarios a cualquier posibilidad de intervencionismo del gobierno central,
pretendieron dejar la puerta abierta para rechazar las leyes generales que
no les convinieran o incluso desvincularse de la Unión cuando lo estimasen
oportuno. La desobediencia o “nulificación” de las leyes fue una especie de
huelga de los deberes ciudadanos que se hizo habitual entre algunos
Estados durante la primera mitad del XIX.
ƒ La cuestión de la esclavitud: los Estados del norte propugnaban la abolición
de la esclavitud, que era un elemento clave en el sistema social y
económico de las plantaciones del sur. La Constitución de 1789 señaló que
en las tierras situadas al norte del río Ohio y al este de Nueva York quedaba

[217]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

prohibida la esclavitud. En consecuencia, la práctica totalidad de los afro-


americanos se localizó al sur del paralelo 36º, viviendo profundamente
asimilados a las familias y haciendas de sus dueños, pero sin derechos
civiles y sometidos a la posibilidad de ser vendidos o trasladados como si
fueran una propiedad más.
Conviene detenernos un poco más en esta cuestión. La conciencia
antiesclavista o de defensa de los derechos civiles de los negros fue aumentando
en Norteamérica desde principios del siglo XIX. En 1807, una resolución de la
Cámara de Representantes puso fin a la importación de esclavos de África, y en
los años siguientes proliferaron sociedades (muchas de ellas derivadas de sectas
religiosas puritanas y cuáqueras) en contra de la esclavitud, que propusieron todo
tipo de soluciones para atajar el problema, entre otras la devolución de los negros
a África. En este proceso de concienciación también ejercieron una poderosa
influencia novelas y escritos muy populares, como La cabaña del tío Tom (1852)
de Harriet Beecher-Stowe. Sin embargo, nada parecía cambiar en el sur. El francés
Alexis de Tocqueville retrataba de esta forma las diferencias entre el norte y el
sur, en 1835:
“Los peligros de que la Unión americana esté amenazada no los
origina más la diversidad de opiniones que la de intereses. Hay que
buscarlos en la variedad de caracteres y en las pasiones de los
norteamericanos […] La esclavitud no ha creado en el Sur intereses
contrarios a los del Norte, pero ha modificado el carácter de los
habitantes sureños y les ha dado costumbres diferentes.
El americano del Norte no ve a ningún esclavo correr solícito
alrededor de su cuna. Ni siquiera encuentra servidores libres y, por lo
general, tiene que proveer por sí mismo sus propias necesidades […]
El americano del Sur es más espontáneo, más espiritual, más abierto,
más generoso, más intelectual y más brillante. El hombre del Norte es
más activo, más razonable, más ilustrado y más hábil. El uno tiene los
gustos, los prejuicios, las debilidades y la grandeza de todas las
aristocracias. El otro, las cualidades y los defectos que caracterizan a
la clase media”.
En 1819, Missouri solicitó al Congreso ser reconocido como Estado
esclavista, cosa que logró por estar geográficamente en línea con el paralelo 36º,
aunque con la condición de que en la parte de su territorio que estaba situada al
norte de esa línea no hubiera esclavos (Compromiso de Missouri). En 1845 el

[218]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

territorio de Texas, ganado en guerra a los mexicanos, ingresó en la


Confederación como Estado esclavista. A mediados de siglo el problema se
convirtió en uno de los ejes fundamentales de los programas electorales de los
partidos políticos mayoritarios, entre cuyas ramas nordista y sudista había
importantes enfrentamientos. Precisamente ésta fue la causa que provocó la
disolución del partido whig y el nacimiento del Partido Republicano, que ganó las
elecciones presidenciales en 1860, sin el apoyo de los Estados del sur. Su
candidato, Abraham Lincoln, era un defensor a ultranza de la Unión como garantía
de la democracia, del abolicionismo y de una Conquista del Oeste libre de
esclavos, pero además proponía en su programa una elevación de los aranceles
que perjudicaba claramente a los sudistas.
La respuesta no se hizo esperar: en diciembre de ese mismo año Carolina
del Sur se separaba unilateralmente de la Unión, y al mes siguiente hicieron lo
propio Georgia, Alabama, Mississipi, Louisiana y Florida. Los seis Estados
declararon su independencia y constituyeron la Confederación de Estados de
América, bajo la presidencia de Jefferson Davis. El nuevo gobierno confederado
exigió la evacuación del ejército de la Unión acuartelado en Fort Sumter (en la
bahía de Charleston) y, ante la negativa, bombardeó sus instalaciones el 13 de
abril de 1861. A consecuencia de este incidente se sumaron nuevas secesiones, las
de Carolina del Norte, Virginia, Tenessee, Arkansas y Texas. En cambio, otros
Estados tradicionalmente esclavistas, como Missouri, Kentucky, Virginia
Occidental y Maryland, permanecieron fieles a la Unión.
Lincoln respondió con una proclama para alistar 75.000 voluntarios, con
los que conformar una milicia de castigo, y de este modo se inició una guerra civil
que duró cuatro largos años, de 1861 a 1865. La contienda certificó la profunda
división existente en los Estados Unidos de América, y enfrentó básicamente a los
Estados situados al norte del paralelo 36º contra los que estaban al sur del mismo.
A primera vista, la guerra se presentaba bastante desigual. Los veintitrés
Estados del norte (yanquis o unionistas) ostentaban una evidente superioridad
militar, demográfica, financiera y de recursos, además de una extensa red
ferroviaria que facilitaba el transporte de tropas y municiones. Pero los once
Estados sudistas compartían más cosas en común, y luchaban profundamente
convencidos de defender no sólo su territorio y sus intereses, sino también su
estilo de vida característico.
La batalla se dirimió en dos grandes frentes, uno a cada lado de los
Montes Apalaches. En la zona más próxima a la costa, los sudistas consiguieron

[219]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

rechazar el ataque de los unionistas a Richmond (Virginia), aunque no lograron


remontar hasta Washington. No obstante, la armada yanqui vencía en el mar,
bloqueando el comercio exterior de los confederados. Esta ventaja se manifestaba
igualmente al oeste de los Apalaches, donde los tres principales generales de la
Unión (Grant, Sherman y Sheridan) avanzaron por el curso de los ríos Ohio,
Tenesse y Mississippi hasta conseguir apoderarse de Nueva Orleans. Los sudistas
quedaron así atenazados por el norte, por el oeste y por el Océano Atlántico.
El 1 de enero de 1863, Lincoln sacó a la luz una Proclama de Emancipación
que concedía la libertad a los esclavos que aún se hallaban en las zonas rebeldes,
y pretendía integrarlos en la vida civil mediante la creación de una Oficina de
Libertos. Esto provocó que muchos negros que habían sido obligados a alistarse
en el ejército confederado desertaran y emigraran hacia el norte, o incluso se
enrolaran en las filas de los unionistas, para obtener su libertad. En este contexto
tuvo lugar la importante Batalla de Gettysburg, el 3 de julio de 1863, donde el
general sudista Robert E. Lee fue ampliamente derrotado. La incapacidad de los
líderes confederados, la escasez financiera, el hambre y los daños sufridos en sus
líneas de ferrocarril precipitaron la agonía del Sur.
En 1864 Lincoln salió reelegido como presidente, y a principios del año
siguiente las tropas de la Unión lograron envolver al grueso del ejército
confederado, sitiando la ciudad de Richmond. El 9 de abril de 1865 el general Lee
firmó la rendición ante el general Grant en una pequeña casa de la aldea de
Appomattox (Virginia), poniendo fin a la guerra. Seis días después era asesinado
Abraham Lincoln por el radical sudista J. W. Booth, a pesar del tono conciliador
con que se había dirigido a toda la nación en el discurso de inauguración de su
segunda legislatura:
“Sin malicia para nadie, con caridad para todos, con firmeza para lo
justo como Dios nos lo hace ver justo, apresurémonos a curar las
heridas de la nación, a cuidar de las víctimas de la guerra, de las
viudas y huérfanos, y a continuar nuestras empresas en paz durable
entre nosotros y para con las demás naciones”.
Si hemos de valorar las consecuencias de la contienda, hemos de admitir
que no fue nada fácil la vuelta a la normalidad. El Sur, que tuvo que pasar por la
humillación de un gobierno de vencedores, se dividió en cuatro grandes distritos
militares, cada uno de ellos bajo el mando de un general de la Unión que asumió
plenos poderes civiles, policíacos y judiciales. A los antiguos gobernantes de la
Confederación se les prohibió el ejercicio de cualquier responsabilidad pública, la

[220]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

esclavitud fue definitivamente abolida y se puso en práctica una vengativa política


de expropiaciones y represalias. Las condiciones para la reinserción de los Estados
rebeldes en el seno de la Unión se debatieron largamente en el Congreso, y no
fueron aceptadas hasta 1868. La sensación de derrota y el malestar político del
Sur no disminuyeron hasta que en 1877 el presidente Rutherford B. Hayes decidió
retirar a los soldados norteños de allí, y extender la protección federal a sus
intereses comerciales.
El sistema económico de las plantaciones se derrumbó, porque sus
antiguos propietarios se arruinaron y la mano de obra esclava desapareció. La
salida a esta crisis sólo fue posible gracias a la inversión de capitales de los
empresarios del norte, que compraron las plantaciones abandonadas para
proveer a sus industrias de materias primas. Aún así, la recuperación económica
del Sur fue lenta y costosa.
Por último, las soluciones dadas al problema de la esclavitud quedaron
reflejadas en tres enmiendas a la Constitución, que suprimieron oficialmente la
esclavitud, desterraron cualquier intento de limitar los derechos de los
ciudadanos y concedieron el voto a los negros. A pesar de ello, la discriminación
racial en edificios públicos, puestos de trabajo, transportes y zonas de ocio se
mantendría durante un siglo en aquellos renovados Estados Unidos de América.
La cicatrización de las heridas de la Guerra de Secesión fue lenta y se
consiguió porque el país tenía por delante grandes retos que afrontar. El rápido
desarrollo de sus industrias, la colonización de los extensos territorios del oeste y
la llegada incesante de oleadas de inmigrantes europeos constituyeron motivos
para distraer la atención respecto del resentimiento acumulado tras la contienda.
El papel de estos inmigrantes, ajenos a lo ocurrido pocos años atrás, no ha sido
todavía suficientemente valorado como intermediarios inconscientes entre los
enemigos de la misma nación. La Guerra de Secesión sirvió en última instancia, y
después de mucho sacrificio, para estrechar lazos entre los Estados, diluyendo las
diferencias que antes los separaban y ayudando a la consolidación de la nación
americana. En resumen, había que mirar hacia delante y olvidar los fantasmas del
pasado.

[221]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

4. LA DOCTRINA MONROE Y LA CONQUISTA DEL OESTE

Desde los primeros años de existencia, la nueva nación norteamericana se


vio en la tesitura de decidir qué papel iba a jugar en sus relaciones con el resto de
los países del concierto internacional. El estallido de la Revolución Francesa en
1789 obligó a los Estados Unidos a mantenerse en una difícil situación de
neutralidad, porque a pesar de las simpatías mostradas por la causa
revolucionaria y la amistad que le unía a los galos desde hacía poco tiempo, las
guerras napoleónicas perjudicaban gravemente sus intereses económicos.
Para garantizar la completa libertad de comercio entre sus puertos de mar
y el Viejo Continente, el presidente George Washington promovió una política
pacifista que se abstuviera de intervenir en los asuntos europeos, evitando
“antipatías permanentes e inveteradas contra naciones determinadas y
apasionados afectos por otras”, ya que “no puede haber mayor error que esperar
verdaderos favores de nación a nación”. Para mayor abundamiento, en su
Testamento político (1796) recomendó al pueblo americano mantenerse al
margen, no participar en las guerras de otros países y no intentar obtener
colonias lejanas.
En consecuencia, la tendencia al aislamiento político, disfrazado de
neutralidad, se convirtió en el principal punto de referencia de la política exterior
norteamericana durante la última década del siglo XVIII y la primera del XIX. Así,
los Estados Unidos no intervinieron en modo alguno en las guerras napoleónicas
ni en los hechos posteriores sucedidos en Europa. Por el contrario, centraron su
atención en la dominación y ocupación de los territorios limítrofes situados al
oeste de los Montes Apalaches.
Este planteamiento cambió de plano, a raíz de dos importantes
fenómenos desarrollados durante las siguientes décadas del siglo XIX: la
Conquista del Oeste y la independencia de las colonias hispanoamericanas. Con
respecto al primero, los Estados Unidos se toparon de bruces con los intereses
coloniales que algunas potencias europeas como España y Francia tenían sobre
los territorios situados más allá del río Mississippi. Con respecto al segundo,
existía una preocupación evidente: que las potencias europeas integrantes de la
Santa Alianza, nacida en el seno del Congreso de Viena (1815), pudieran intervenir
en la América Española para evitar su emancipación.
En este contexto, los norteamericanos se vieron envueltos en una guerra
de corte imperialista contra Gran Bretaña: las Guerras Indias de Canadá. El

[222]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

expansionismo de los Estados Unidos hacia el norte chocó violentamente con las
tribus indias de la zona, que recibieron armas de los colonos ingleses de Canadá.
En 1812 los yanquis atacaron Canadá por cuatro puntos: Detroit, Fort Niagara, el
río San Lorenzo y el lago Champlain. Pero los ingleses, a pesar de estar
combatiendo contra Napoleón en Europa, consiguieron rechazar la invasión. En el
mar también salió victoriosa la Armada Británica, de forma que la costa atlántica
de Estados Unidos quedó bloqueada. La llegada a Canadá de más tropas inglesas
obligó a los invasores a firmar la Paz de Gante, en diciembre de 1814, que dejó las
cosas como estaban antes de la guerra.
A tenor de lo expuesto, está claro que las tensiones con Francia, España y
Gran Bretaña llevaron a los sucesivos gobiernos norteamericanos a olvidarse de
las recomendaciones pacifistas del presidente Washington, e inmiscuirse cada vez
con más fuerza en la política internacional. El acontecimiento que certificó con
mayor evidencia este cambio de actitud fue la Declaración de Monroe.
La llamada Doctrina Monroe recibió su nombre del quinto presidente de
los Estados Unidos, James Monroe. En su mensaje anual al Congreso, pronunciado
el 2 de diciembre de 1823, el presidente enumeró una serie de principios que
debían orientar la política exterior a partir de esa fecha. El lema que resume esta
doctrina es el famoso “América para los americanos”, y se justifica en la oposición
a cualquier tipo de intervencionismo en el continente americano por parte de las
potencias europeas. Tiene su razón de ser en el ya comentado proceso de
emancipación de las colonias españolas de América Central y del Sur, y en la
negativa a que la propia España, o sus aliadas Francia y Rusia, pero también Gran
Bretaña, pudieran influir en modo alguno sobre la independencia de nuevas
repúblicas, que los norteamericanos ya habían reconocido (Chile en 1818, Perú en
1821 y las demás repúblicas en 1822). El temor a que la Santa Alianza ayudase a
España a recuperar sus colonias se trasladó a Norteamérica, que se hallaba en un
proceso similar de configuración de la identidad nacional y territorial. De hecho, la
expansión de los rusos, que impusieron restricciones a la navegación por el
Pacífico, suponía una posible coacción a la expansión de los yanquis hacia el
oeste.
Es lógico pensar que en ese contexto cundiera la preocupación por la
seguridad nacional; al fin y al cabo los norteamericanos estaban rodeados de
dominios coloniales europeos. Por eso el presidente Monroe, aconsejado por
Thomas Jefferson y John Quincy Adams, consideró un objetivo de Estado remover
gradualmente del continente los últimos vestigios del imperialismo europeo, con

[223]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

el fin de mantenerlos suficientemente alejados y evitar amenazas. Así pues, la


integridad de toda América (tanto del norte, como central y del sur) se vio como
algo esencial para los intereses nacionales, y a partir de entonces cualquier
interferencia de una nación europea en América podría ser entendida como un
acto de agresión contra los propios Estados Unidos:
“Declaramos, como un principio que involucra los derechos e
intereses de los Estados Unidos, que los continentes americanos, por
la condición de libertad e independencia que han asumido y
mantienen, no han de ser considerados en lo sucesivo como lugar de
futura colonización por parte de ninguna potencia europea […]
Declaramos que tendríamos por peligroso para nuestra paz y
seguridad cualquier intento por su parte de querer extender su
sistema a cualquier región de este hemisferio. Nosotros no nos hemos
interferido ni nos interferiremos en las colonias y dependencias
existentes, pertenecientes a las potencias europeas. Pero con los
Gobiernos que han declarado su independencia y continúan
manteniéndola, y cuya independencia hemos reconocido basándonos
en consideraciones y principios justos, juzgaremos cualquier
interferencia encaminada a oprimirlos o a controlar sus destinos bajo
cualquier otra forma por parte de una potencia europea, como la
manifestación de una actitud de enemistad frente a los Estados
Unidos. En la guerra entre aquellos nuevos Gobiernos y España
declarábamos nuestra neutralidad en ocasión de su reconocimiento y
a esto nos atuvimos y seguiremos ateniéndonos siempre que no se
produzca ningún cambio que, a juicio de las autoridades competentes
de este Gobierno, signifique un cambio equivalente por parte de los
Estados Unidos, indispensable para su seguridad […]
Es intolerable que las potencias aliadas traten de imponer su sistema
político a cualquier parte de uno y otro continente sin poner en
peligro nuestra paz y bienestar; como tampoco cree nadie que
nuestros hermanos del sur, de dejarlo a su albedrío, adoptasen por
propia voluntad dicho sistema. Es imposible, pues, que nosotros
juzguemos esta interferencia con espíritu indiferente. Si consideramos
la fuerza y recursos respectivos de España y de aquellos nuevos
gobiernos y la distancia que separa una de otros, resulta evidente que
ella nunca logrará someterlos. Sigue siendo auténtica política de los

[224]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Estados Unidos dejar a las partes valerse por sí mismas, en la


esperanza de que otras potencias adoptarán la misma actitud”.
Semejante concepción, presentada bajo el aspecto de una postura
anticolonialista, acabaría justificando paradójicamente una suerte de
neocolonialismo estadounidense sobre Iberoamérica. Ello se tradujo, a posteriori,
en una política de dominio sustentada primero en la dependencia económica del
dólar, y después en el control e intervencionismo en la política interna de esas
repúblicas. El apoyo militar de los yanquis a Cuba y Puerto Rico, para que lograran
su independencia de España en 1898, es un buen ejemplo. Estados Unidos se
mostró así como la única garante y protectora del continente americano frente a
la colonización europea, como el hermano mayor que cuidaría de los jóvenes
hermanos del sur.
En primera instancia, no obstante, la Doctrina Monroe sirvió para que los
norteamericanos se reservaran la exclusividad de colonizar los territorios situados
al oeste de la Unión. La Conquista del Oeste respondió así al Destino Manifiesto
de la nación americana de adueñarse de toda el área continental limitada entre
los océanos Atlántico y Pacífico, expresada por la clase política y asumida con
extraordinaria ilusión por el pueblo. Este movimiento colonizador simbolizó el
triunfo del individualismo y de la democracia, fundamentado en la búsqueda
igualitaria de oportunidades para obtener la prosperidad, aunque fuera a costa de
exterminar a los indios nativos.
Los pioneros tuvieron que luchar solos para salir adelante frente a las
adversidades, y esa inquebrantable iniciativa coadyuvó a la formación del carácter
propio del hombre y la nacionalidad norteamericanos. Diversos autores han
apuntado al mito de la frontera, como elemento catalizador de esta loca carrera
hacia el oeste, porque los pioneros se autoimpusieron la tarea de atravesar ríos,
praderas, montañas, desiertos, etc., en busca de una meta que no encontraron
hasta que alcanzaron la costa del Pacífico. Sus motivaciones fueron muy variadas:
búsqueda de nuevas tierras con las que sustituir las enajenadas durante la guerra
civil, establecimiento de granjas y haciendas para la explotación agrícola,
necesidades de espacio para el desarrollo de la ganadería, prospección de metales
preciosos (sobre todo a partir de la Fiebre del Oro producida en California y Alaska
a partir de 1848), etc. Todo ello facilitado por la construcción del ferrocarril, que
en 1869 consiguió conectar la costa Atlántica con la del Pacífico, mediante el
primer tren transcontinental, el Union Central Pacific. Así lo describía Alexis de
Tocqueville a mediados del siglo XIX.

[225]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

“Trece millones de europeos civilizados se extienden tranquilamente


por desiertos fértiles, de los cuales ellos mismos desconocen los
recursos y la extensión de un modo exacto. Tres o cuatro mil soldados
empujan delante de ellos la raza errante de los indígenas, y detrás de
los hombres armados avanzan leñadores que rompen las selvas,
espantan las fieras, exploran el curso de los ríos y preparan la marcha
triunfante de la civilización a través de aquellos desiertos.
Por lo general, se figura la gente que los desiertos de América se
pueblan con los emigrados europeos que todos los años arriban al
Nuevo Mundo, al paso que la población americana crece y se
multiplica en el territorio que ocuparon sus padres, lo cual es una
gran equivocación […] Son los propios americanos quienes
abandonan con frecuencia el lugar de su nacimiento y van a crearse
vastas posesiones a lo lejos. Así es que el europeo deja su cabaña
para ir a habitar en las riberas trasatlánticas, y el americano, que ha
nacido en estas mismas riberas, se interna en las soledades de la
América Central. Este doble movimiento de emigración no se detiene
nunca […] millones de hombres marchan a la vez hacia el mismo
punto del horizonte; su lengua, su religión, sus costumbres difieren, su
fin es común. Se les ha dicho que la fortuna se hallaría en cualquier
punto hacia el Oeste, y se les rendiría […]
Así, pues, el emigrado de Europa siempre arriba allí a un país a medio
habitar, en donde faltan brazos para la industria; se hace un obrero
acomodado; su hijo va a buscar suerte en un país vacío, y llega a ser
un propietario rico. El primero amontona el capital que hace valer el
segundo, y no existe casi la indigencia ni entre los extranjeros ni entre
los naturales”.
La expansión hacia el Pacífico tuvo un doble carácter. En unos casos fue
planificada desde el gobierno federal y ejecutada por medio de distintos tipos de
acciones, que fueron desde la compra hasta la anexión imperialista. En otros
casos, en cambio, se debió más bien a la iniciativa privada, que fue presionando al
gobierno para que liberalizara la adquisición de tierras y expulsara de ellas a los
indios, con el fin de hacer posible su colonización. En apenas medio siglo, la
población indígena fue diezmada y hasta cuarenta millones de búfalos fueron
sacrificados, para consumir sus pieles y su carne, y para facilitar la propagación de
los ferrocarriles. La pérdida de estos animales, que constituía un recurso

[226]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

económico fundamental para los indios de las llanuras, fue un duro golpe para su
supervivencia.
En el proceso de incorporación de los territorios del oeste a la Unión
podemos diferenciar cuatro tipos de anexiones:
ƒ Mediante compra: Louisiana a Francia por 15 millones de dólares (1812),
Florida a España por 5 millones (1819) y Alaska a Rusia por 7,2 millones
(1959).
ƒ Mediante guerra: Texas, Nuevo México, Arizona y California fueron
arrebatados a México por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo (1848), que
puso fin a una cruenta lucha fronteriza.
ƒ Mediante simple ocupación: los demás territorios fueron progresivamente
colonizados por grupos de población, a los que el gobierno fue vendiendo a
bajo coste parcelas de tierra para usos agrícolas, si bien en el caso de
Oregón hubo que formalizar antes un acuerdo con Gran Bretaña, en 1846.
ƒ Mediante acciones de tipo imperialista: éste fue el caso del archipiélago
de Hawai, sobre el que el gobierno estableció un protectorado en 1898,
anexionándolo definitivamente después de la Segunda Guerra Mundial, al
igual que otras islas del Océano Pacífico.
El marco regulador de la colonización fue establecido entre 1785 y 1787, a
través de dos ordenanzas publicadas por el Congreso Continental, que declaraban
propiedad federal los territorios situados al oeste del Mississippi, y exigía a los
Estados particulares que abandonaran sus pretensiones sobre ellos. Esta exigencia
iba especialmente dirigida a Virginia, Carolina del Norte y Georgia, cuya política
expansionista anhelaba anexionarse como simples prolongaciones las tierras
fronterizas. El gobierno central quiso así establecer unas bases mínimas para
coordinar adecuadamente su apoyo al proceso con medios militares, transportes
y créditos bancarios. Los territorios del oeste fueron divididos por distritos y
vendidos a bajos precios a los pioneros que quisieron asentarse sobre ellos,
limitando la extensión de las propiedades para evitar la creación de latifundios.
El gobierno también previó una serie de condiciones para la
administración política de aquellos territorios, y para que en un futuro pudieran
llegar a ingresar en la Confederación: cuando un distrito superase los 5.000
habitantes, tendría derecho a un gobierno propio con una Cámara de
Representantes elegida por el pueblo y un gobernador designado por el Congreso
Continental; y si este distrito alcanzaba una población de 60.000 habitantes,

[227]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

tendría derecho a darse su propia Constitución y ser considerado un Estado


Federal con representación propia en el Congreso Continental. Las fronteras de
los nuevos Estados se trazaron con líneas rectas, siguiendo los meridianos y
paralelos.
La llegada al Océano Pacífico no supuso el final de las anexiones coloniales
norteamericanas. Hacia 1890 los Estados Unidos iniciaron una fuerte política
imperialista. Algunas causas de esta política fueron las siguientes: la búsqueda de
nuevos mercados, necesarios para dar salida a los excedentes de producción; el
rápido crecimiento del sector marítimo, que ahora podía explayarse mediante la
navegación por el Pacífico; el deseo de prestigio político, en clara competencia
con Europa; y la conciencia de ser una nación poderosa, que podía imponerse a
otras más débiles. Como consecuencia de ello, los presidentes republicanos
William McKinley, Theodore Roosevelt y William H. Taft promovieron un creciente
entrometimiento de los Estados Unidos en los asuntos internacionales, e incluso
en los problemas internos de otros países. El más importante de los tres fue
Roosevelt (1901-1909), representante de la política dura del estacazo (big stick),
que planteaba la existencia de naciones bastardas y naciones superiores.
El imperialismo yanqui se materializó en la fundación de bases navales en
lugares estratégicos clave de las siguientes áreas geográficas, con el fin de
asegurar el control de las rutas comerciales y militares:
a) Mar Caribe: en Cuba, Puerto Rico y Panamá, que se constituyeron como
cabezas de puente para la vigilancia de América Central.
b) Océano Pacífico: el control de Hawai garantizó el llamado Triángulo
defensivo del Pacífico, que formaban dicha isla, Panamá y Alaska.
c) Extremo Oriente: Filipinas y la Isla de Guam fueron dominadas en 1898,
como punto de partida para el comercio con China, a la que se le exigió la
apertura incondicional de sus mercados.
El propio Theodore Roosevelt justificó ideológicamente esta situación
mediante una especie de anexo a la Doctrina Monroe. El denominado Corolario
de Roosevelt explicaba las intenciones de la política exterior norteamericana, en
especial en sus relaciones con los países de Iberoamérica y el Caribe. Según el
presidente, la intervención de Estados Unidos estaría legitimada no sólo ante la
amenaza de invasión por parte de una potencia europea, sino también cuando
algún país americano se encontrase en situación de inestabilidad interna debido a

[228]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

“impotencia o fallas crónicas”. En tales situaciones Estados Unidos tenía derecho


a “ejercer poder político internacional”.
Esto abrió la veda para instigar revueltas ficticias y derrocar gobiernos
desafectos, como ocurrió con la segregación de Panamá respecto de Colombia en
1903: Estados Unidos apoyó y subvencionó a una oligarquía de independentistas
para crear la nueva República de Panamá y hacerse con la exclusiva para la
construcción del canal, adquiriendo los derechos de explotación del mismo de
manera vitalicia. El mismo grado de intervencionismo se repetiría de forma
sucesiva durante todo el siglo XX. Algunos ejemplos de ello son:
ƒ El establecimiento de la base militar de Guantánamo en Cuba, para
garantizar las explotaciones azucareras estadounidenses.
ƒ El envío de marines a Nicaragua, El Salvador, la República Dominicana y
Honduras durante amplios períodos de tiempo, para la protección de la
United Fruit Company.
ƒ Las frecuentes intrusiones militares en países como Nicaragua, Granada,
Panamá, Chile y Guatemala, con el objeto de sustituir a sus gobiernos por
otros más afines a sus intereses.
Más recientemente, en 1982, el presidente republicano Ronald Reagan
impulsó la mayor política de rearme desarrollada en Estados Unidos desde la
Segunda Guerra Mundial, con un claro objetivo: combatir la posible influencia de
la Unión Soviética en el mundo e intentar derrotarla en los últimos momentos de
la Guerra Fría. La llamada Doctrina Reagan advirtió al mundo que, en adelante, los
Estados Unidos utilizarían todo tipo de medios, incluyendo la fuerza militar si
fuera necesario, para derrocar cualquier gobierno pro-comunista en el Tercer
Mundo, especialmente en Iberoamérica. Ésta fue sin duda, una de las más
significativas actualizaciones de la Doctrina Monroe. La última ha sido una
constante intervención militar en la zona del Golfo Pérsico, desde la década de
1990 hasta el día de hoy, justificada en el derecho de los Estados Unidos a ejercer
poder político internacional para hacer frente a las situaciones de inestabilidad
provocadas por el terrorismo islámico.

[229]
9. LAS GUERRAS MUNDIALES

1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue el conflicto bélico más


sangriento que se había producido, hasta entonces, en toda la historia de la
humanidad. Por primera vez, una confrontación armada afectó a más de la mitad
del planeta, razón por la cual fue conocida como la “Gran Guerra” o la “guerra de
todas las guerras”. Las causas que la desencadenaron fueron extremadamente
complejas, pero pueden rastrearse a través de una larga serie de crisis
internacionales, inmediatamente precedentes, que determinaron la evolución
hacia un conflicto generalizado a escala mundial.

Primera crisis de Marruecos (1905-1906).


Alemania, cuyos dominios coloniales eran escasos, se mostró recelosa de
la creciente intrusión de Francia en los asuntos internos de Marruecos, y expuso
sus propias pretensiones, advirtiendo que no permitiría que el reino norteafricano
llegara a ser dominado por una única potencia europea. La Conferencia de
Algeciras (1906) convocó a todas las potencias imperialistas en busca de un
acuerdo satisfactorio, pero Francia y el Reino Unido se apoyaron mutuamente y
Alemania quedó excluida del reparto. En 1907 la alianza franco-británica se

[231]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

amplió a Rusia, como fórmula defensiva frente a la creciente agresividad


germana, naciendo así la “Triple Entente”.

Anexión austriaca de Bosnia-Herzegovina (1908).


Austria-Hungría se anexionó Bosnia, ante la anuencia de Alemania, con el
pretexto de hacer frente a una serie de revoluciones en los Balcanes que
culminaron con la independencia de Bulgaria respecto del Imperio Turco. La
oposición de Rusia a esta intervención no fue respaldada ni por Francia ni por el
Reino Unido, pero el ambiente en los Balcanes fue enrareciéndose, a causa de la
competencia naval entre Alemania y Gran Bretaña.

Segunda crisis de Marruecos: el incidente de Agadir (1911).


Perseverando en sus pretensiones sobre Marruecos, Alemania desafió a
Francia enviando un buque cañonero a la bahía de Agadir, originando un grave
conflicto diplomático, que concluyó con la firma de un acuerdo franco-alemán.
Según este acuerdo Alemania permitía el dominio de Francia sobre Marruecos, a
cambio de la posesión de una parte del Congo Francés.

Guerras de los Balcanes (1912-1913).


En el corto período de un bienio se sucedieron dos guerras en el área de
los Balcanes: la primera contra Turquía por su independencia, y la segunda de
carácter interno entre los nuevos Estados surgidos de la descomposición del
Imperio Otomano (Grecia, Bulgaria, Rumania, Serbia, Montenegro y Albania), que
lucharon unos contra otros por extender sus fronteras. El Tratado de Bucarest,
que puso fin a esas guerras en 1913, provocó un vuelco en el status quo de la zona
porque Turquía vio reducido su dominio sobre los Balcanes a la comarca limítrofe
con Estambul, mientras que Serbia se consolidó como el principal estado de la
región, ayudada por Rusia. La actitud provocadora de Serbia, como defensora de
los derechos de los pueblos eslavos, convenció a Alemania y al Imperio Austro-
Húngaro de la necesidad de una guerra preventiva que impidiera el levantamiento
general de los eslavos que se hallaban bajo su dominio.
La desmembración del Imperio Turco tuvo además otra consecuencia:
abrió la puerta para que Austria-Hungría pudiera extender su dominio por el valle
del Danubio hasta el Mar Negro. Esta expansión imperialista suponía una grave

[232]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

amenaza para Rusia, ligada histórica y culturalmente a los pueblos eslavos de los
Balcanes, de religión ortodoxa, los cuales podían servirle de aliados naturales para
acceder igualmente al Mar Negro, de gran interés comercial. Por consiguiente,
Austria y Rusia competían por adueñarse de la misma línea expansionista,
situación que se agravó por las diferencias religiosas entre las dos potencias
(católica una, ortodoxa la otra), y porque se convirtió en una grave amenaza para
la seguridad de las rutas británicas hacia La India.
Recapitulando, podríamos sintetizar las causas que originaron la Primera
Guerra Mundial en las siguientes:
ƒ Fricciones acumuladas entre las principales potencias por la continua
confrontación de sus ambiciones imperialistas, manifestada en una pelea
constante por establecerse mutuamente limitaciones políticas,
armamentísticas y coloniales (la llamada “Paz Armada” de 1890 a 1914).
ƒ Declive de las alianzas establecidas desde el último tercio del siglo XIX,
según el sistema ideado por el canciller Bismarck.
ƒ Rivalidad entre el Reino Unido y Alemania por la supremacía colonial y
naval.
ƒ Rivalidad entre Rusia y Austria-Hungría por el control de los Estados
Balcánicos.
ƒ Ansias de revancha de Francia contra Alemania, provocada por la pérdida
de Alsacia y Lorena tras la guerra franco-prusiana de 1870 (la reforma
escolar de Jules Ferry adoctrinó a toda una generación de jóvenes franceses
en la necesidad de vengar la afrenta de 1870, derrotando a los alemanes).
ƒ Creciente nacionalismo y militarización de la política exterior, que acabó
imponiéndose sobre las estrategias diplomáticas a la hora de resolver los
conflictos internacionales, promoviendo una glorificación de la guerra.
ƒ Competencia extrema entre las economías industriales del Reino Unido,
Francia y Alemania, que luchaban por apropiarse de capitales y mercados
en el conjunto de Europa.
A consecuencia de lo expuesto, se extendió por toda Europa una psicosis
prebélica que fue definiendo las posiciones de cada una de las potencias:
básicamente una firme oposición de la Triple Entente (el Reino Unido, Francia y
Rusia), frente al imperialismo alemán y austro-húngaro sobre los Estados
Balcánicos. El acontecimiento que desencadenó el conflicto definitivo fue el

[233]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

asesinato en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, del archiduque Francisco Fernando,


sobrino del Emperador Francisco José I y heredero al trono de Austria. Un activista
serbo-bosnio de nombre Gavrilo Prinzip, miembro de la organización nacionalista
“La Mano Negra”, fue el autor del magnicidio que hizo estallar una guerra a la que
se vieron abocados casi todos los países de Europa porque cumplieron fielmente
sus respectivas alianzas.
Austria-Hungría requirió investigar sobre el lugar del atentado,
sospechando una más que probable implicación del gobierno serbio, que se opuso
a la intromisión austriaca por razones de soberanía. Después de un severo
ultimátum que incluía una larga lista de exigencias que fueron desatendidas, el
Imperio Austro-Húngaro declaró la guerra a Serbia, y a continuación Rusia hizo lo
propio contra Austria, Alemania contra Rusia y Francia, y finalmente el Reino
Unido contra Austria y Alemania, todos ellos obligados por los tratados de alianza
suscritos tiempo atrás. El Reino Unido salió en defensa de los franceses porque no
estaba dispuesto a admitir una invasión naval de Alemania sobre Francia por el
Mar del Norte, pero también porque se vio directamente amenazado por el
poderío naval y la rivalidad colonial de Alemania, que pretendía desbancarle de su
posición de predominio en el mundo.
Por consiguiente, la reacción en cadena producida en Europa se trasladó a
las colonias asiáticas y africanas dependientes de las naciones en liza, hasta
convertirse en una guerra a escala mundial en la que participaron 32 naciones. En
1918 eran muy pocos los países europeos que se mantenían neutrales:
Dinamarca, Noruega, Suecia, Holanda, Suiza y España. La sucesión de
acontecimientos que llevaron al inicio de la guerra por efecto dominó sigue esta
línea temporal:

28 junio 1914 - Atentado de Sarajevo

23 julio 1914 - Tras asegurarse el apoyo alemán, Austria-Hungría lanza un


ultimátum a Serbia

28 julio 1914 - Austria-Hungría declara la guerra a Serbia

30 julio 1914 - Rusia inicia la movilización general para defender a Serbia de


Austria-Hungría

[234]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

1 agosto 1914 - Alemania declara la guerra a Rusia para defender a Austria-


Hungría

3 agosto 1914 - Alemania declara la guerra a Francia

4 agosto 1914 - Alemania invade Bélgica, y el Reino Unido declara la guerra a


Alemania

Teniendo esto en cuenta, pueden diferenciarse con claridad dos grandes


bandos contendientes: la Entente o los aliados, entre los que se encontraban el
Reino Unido, Francia, Rusia, Serbia, Montenegro, Bélgica, Japón, Italia, Rumanía,
Grecia y finalmente Estados Unidos, contra los Imperios Centrales integrados por
Austria-Hungría, Alemania, Bulgaria y el Imperio Turco. A la superioridad
demográfica de los aliados (en proporción de dos a uno) hay que añadir el apoyo
material y económico recibido de sus colonias. Pero en cuanto al número de
soldados y recursos militares la situación estaba más equilibrada. Los alemanes
contaban con la ventaja de una moderna artillería pesada, una buena formación
táctica y técnica, una férrea disciplina y un excelente entrenamiento, todo lo
contrario que el ejército de la Rusia zarista, mal organizado y deficientemente
equipado. Esto se compensaba con la supremacía naval de los británicos y la
eficiente artillería ligera de los franceses. El factor que terminaría por inclinar la
balanza a favor de la Entente fue la capacidad de captación y compra de países
aliados a medida que avanzaba el desarrollo de la contienda, lo que aumentó
notablemente sus fuerzas. Veamos a continuación las distintas fases de desarrollo
de la guerra.

Primera fase: Guerra de Movimientos (julio - diciembre 1914).


En los primeros momentos nadie esperaba que la guerra fuera a
prolongarse durante más de cuatro años. Los generales de ambos bandos se
habían propuesto como modelo las guerras napoleónicas y trazaron unos planes
basados en la derrota rápida del enemigo. Para lograrlo confiaban en el poder
destructivo de la nueva artillería, perfeccionada gracias a las técnicas siderúrgicas
de la Revolución Industrial. Pero al mismo tiempo seguían encomendándose a la
caballería y a una infantería tácticamente desfasada.

[235]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

En el frente occidental, los franceses distribuyeron sus tropas en cinco


ejércitos a lo largo de la frontera franco-alemana, para atacar Alsacia y Lorena. Los
alemanes, por su parte, emprendieron un movimiento envolvente desde Bélgica
(el Plan Schlieffen), con la intención de sorprender a los franceses por su
retaguardia y marchar hacia París, para luego enfrentarse al grueso de su ejército
en el Jura y Suiza. Los primeros compases favorecieron a los alemanes que,
dirigidos por el general Moltke, derrotaron a los franceses en la Batalla de
Charleroi, el 21 de agosto de 1914. El repliegue prematuro de las líneas galas
hacia París estuvo a punto de conducir a una catástrofe total, pero en el mes de
noviembre el general Joffre consiguió frenar el avance germano y estabilizar la
línea del frente en la Batalla del Marne. A partir de ese instante se inicia la fase de
guerra de trincheras.
En el frente oriental, después de un contundente pero infructuoso ataque
de los rusos, los alemanes lograron imponerse ampliamente en las batallas de
Tannenberg y Mazure, en agosto-septiembre de 1914. Como contrapartida, los
rusos pudieron introducirse en territorio de Austria-Hungría, que se mostraba
incapaz de doblegar a Serbia.
En Asia, Japón se unió a la guerra el 20 de agosto de 1914, ocupando las
colonias alemanas de Tsingao, Jiaozhou, las islas Marshall, las Carolinas y las Marianas.
En 1916, obligó a China a cederle los derechos comerciales de Mongolia y Manchuria.
Cumplido este objetivo, se desentendió prácticamente del resto de la contienda.

Segunda fase: Guerra de Posiciones (enero 1915 - marzo 1917).


El descalabro de los planes iniciales de ambos contendientes condujo a
una situación de empate, en medio de un desconcierto generalizado. La solución a
este estado de cosas se buscó a través de la aplicación de la tecnología a la
industria de guerra, que inventó armas cada vez más sangrientas y sofisticadas:
ametralladoras, lanzallamas, granadas de mano, minas antipersonales, tanques,
gases tóxicos, aviones, etc. El error fue pensar que la tecnología armamentística
podía facilitar el desempate, porque en la cruda realidad, los dos bandos
alardearon del mismo poder de destrucción y se hicieron el mismo daño. Así, el
atrincheramiento de los ejércitos, a lo largo de cientos de kilómetros fortificados
con alambradas y torres de defensa, provocó que la inmovilidad del frente se
saldara con una terrible masacre de vidas humanas. El equilibrio de fuerzas, y la
ventaja que ofrecía la defensa de las trincheras frente al ataque de las mismas,
disuadieron a ambos bandos de lanzar una gran ofensiva. En este contexto cobró

[236]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

enorme importancia la interrupción de los suministros con el objetivo de


desgastar al enemigo. La guerra se estancó en un punto muerto.
En la zona occidental, la novedad fue la entrada de Italia a favor de los
aliados, mediante el Tratado secreto de Londres firmado en 1915, gracias a lo cual
se abrió un frente alpino en el que luchó la propia Italia contra Austria. Pero la
gran batalla tuvo lugar entre febrero y junio de 1916 en Verdún, donde el general
alemán Falkenhayn ensayó una guerra de desgaste contra el ejército francés de
Pétain, que originó más de 600.000 bajas sin avances significativos. Entre julio y
noviembre los británicos contraatacaron en el Somme con la intención de dividir
las tropas alemanas y reducir la presión sobre Francia, pero el resultado fue otra
carnicería. Por último, la batalla naval de Jutlandia, en mayo de 1916, concluyó en
una situación de bloqueo para Alemania, de la que sólo pudo salir mediante la
guerra submarina.
En el frente oriental, los alemanes, al mando del comandante
Hindemburg, se adentraron hasta Polonia y Lituania, mientras que Austria logró
por fin conquistar Serbia y Galitzia, con la ayuda de Bulgaria. Rumania se unió a la
Entente en 1916, pero fue rápidamente derrotada.
En el frente del Mediterráneo, los franceses desembarcaron en Grecia,
mientras que los británicos y los australianos conquistaron Palestina, viniendo
desde Egipto. Pero todos fracasaron estrepitosamente en su intento de invadir
Turquía por la península de Gallipolli, para controlar el Estrecho de los
Dardanelos. Por su parte, los turcos plantaron una tenaz resistencia, y
consiguieron pequeños avances en la zona del Cáucaso frente a los rusos.
En África, británicos y franceses atacaron desde todos los frentes a las
colonias alemanas, que estaban completamente rodeadas por sus posesiones. Las
fuerzas germanas de Togo, Camerún y África del Suroeste se rindieron
rápidamente, en 1915. Sólo la colonia de Tanganika (Tanzania) resistió bajo el
dominio alemán hasta el final de la contienda.

Tercera fase: Fin de la Guerra (febrero 1917 - noviembre 1918).


La sangría humana de los frentes de batalla, el hambre de la población
civil y la conciencia de que la guerra no iba a terminar pronto hicieron cundir el
desánimo en todos los contendientes. La rebelión se trasladó a la retaguardia, a
través de huelgas en el Reino Unido, motines en el ejército francés, aumento de
las demandas nacionalistas en Austria-Hungría, etc.

[237]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

En ese contexto se produjo el estallido de la Revolución Rusa, que duraría


de febrero a octubre de 1917, distrayendo al ejército zarista de su participación
en la guerra. En diciembre, el gobierno bolchevique firmó un armisticio con
Alemania que quedaría ratificado el 3 de marzo de 1918, mediante el Tratado de
Brest-Litovsk, por el cual los rusos se retiraron definitivamente de la guerra,
aceptando fuertes sanciones territoriales (Ucrania, Bielorrusia, Polonia, Países
Bálticos) y económicas (el denominado Tren del Oro). La desaparición del frente
oriental permitió a los alemanes concentrar su atención en Francia, sobre la que
lanzaron una gran ofensiva por el sector del Somme, que llegó a sesenta
kilómetros de París, distancia suficiente para poder bombardearla con sus
poderosos cañones Bertha.
Mientras tanto, en el Mediterráneo Grecia se unió a la Entente,
compensando la derrota italiana de Caporetto, en octubre de 1917. En Oriente
Medio, los británicos terminaron de controlar Israel, Jordania, Siria y Persia. Pero
los Imperios Centrales registraron avances moderados en el resto de Europa hasta
la primavera de 1918.
El acontecimiento que inclinó definitivamente la balanza fue la entrada en
la guerra de los Estados Unidos de América, en abril de 1917. El motivo fue,
además de las ventajas económicas que podían obtener de su intervención, el
hundimiento de los buques norteamericanos Lusitania y Vigilentia por submarinos
alemanes, en 1915 y 1917 respectivamente. El presidente Wilson, que hasta ese
momento había logrado evitar la entrada de su país en la contienda (su eslogan
electoral repetía “él nos mantuvo fuera de la guerra”), no tuvo más remedio que
declarar la guerra a Alemania y promover un masivo desembarco de tropas
yanquis en Europa. El propio Wilson enumeró, en 1918, catorce puntos que
establecían las condiciones necesarias para la paz, y justificó de esta forma la
participación de Estados Unidos en la contienda:
“Los americanos no han cruzado los mares simplemente para vencer
a Alemania; han venido para acabar para siempre con lo que
representaban las potencias centrales, con la forma de poder que
ellas pretendían establecer sobre el mundo, con el arrogante y
egoísta dominio que pretendían imponer. Y han venido para obrar de
manera que nunca pueda comenzar una guerra semejante”.
Gracias a la llegada de los norteamericanos, en julio de 1918 se hizo
posible la contraofensiva final de la Entente en el frente occidental, bajo el mando
del general Foch. Los alemanes se vieron obligados a replegarse definitivamente y

[238]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

la conciencia de derrota condujo a una revolución obrera en el seno del país. El


kaiser Guillermo II abdicó y se exilió en Holanda, proclamándose la República de
Weimar el 9 de noviembre. Dos días después, Alemania firmó el armisticio de
Rethondes. Austria-Hungría ya lo había hecho el día 3 del mismo mes, después de
su derrota ante los italianos en Vittorio-Veneto, y Turquía el 31 de octubre,
hostigada por las tribus de Arabia e invadida por los británicos desde Anatolia. La
guerra había terminado.
Entre enero y junio de 1919 se celebró la Conferencia de Paz de París para
aclarar dos cuestiones fundamentales: la regulación precisa de los tratados de
paz, y la creación de una Sociedad de Naciones que velara por el cumplimiento del
nuevo orden mundial derivado de esos tratados. En las discusiones fueron
deliberadamente excluidos los vencidos, y el peso de las decisiones recayó sobre
el denominado Consejo de los Cuatro, formado por los presidentes de cada uno
de estos países, a saber, el Reino Unido de la Gran Bretaña, Francia, Italia y los
Estados Unidos de América. Las profundas divergencias entre ellos dificultaron
enormemente la posibilidad de llegar a acuerdos. La postura del presidente
norteamericano, Woodrow Wilson, era el establecimiento de una “paz blanca”,
sin rencores ni egoísmos, basada en cuatro grandes principios a los que se había
acogido Alemania cuando firmó el armisticio:
a) Reconocimiento de la independencia de los países ocupados por Alemania.
b) Aceptación del principio de las nacionalidades.
c) Libertad e igualdad en el comercio mundial para todos los países.
d) Creación de un organismo internacional, la Sociedad de Naciones, dedicada
a garantizar el nuevo equilibrio mediante la preservación de la paz y la
independencia de los Estados.
Pero la postura británica, representada por Lloyd George, exigía una serie
de compensaciones de guerra, mientras que la actitud francesa, intransigente y
revanchista, pretendía además un castigo ejemplarizante para los vencidos, tal y
como preconizaba su primer ministro Clemenceau. En cuanto al italiano Orlando,
fue prontamente relegado a un segundo plano. Finalmente se impuso la línea
dura de Clemenceau, que fue el encargado de leer a los delegados germanos las
durísimas condiciones de paz: pérdidas territoriales (en total 76.000 km2),
desmilitarización y control administrativo por parte de los ejércitos aliados, pago
de reparaciones o indemnizaciones de guerra a los vencedores (132.000 millones
de marcos en oro), prohibición de ingresar en la recién creada Sociedad de

[239]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Naciones, etc. Los delegados germanos intentaron evitar la humillación


repudiando la política del derrocado Reich y defendiendo su derecho a construir
un nuevo futuro para Alemania, pero al final no tuvieron otra opción que firmar el
Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919. Posteriormente se firmarían otros
tratados de paz entre los aliados y el resto de las naciones vencidas en la guerra:
el de Saint Germain con Austria (10 de septiembre de 1919), el de Neuilly con
Bulgaria (27 de noviembre de 1919), el de Trianón con Hungría (4 de junio de
1920) y el de Sèvres con Turquía (11 de agosto de 1920).
Otras consecuencias de la Primera Guerra Mundial y los tratados de paz
fueron las siguientes:
ƒ Magnitud de las pérdidas humanas y materiales (9 millones de muertos, 6
millones de inválidos, un ingente patrimonio artístico y urbanístico
arruinado).
ƒ Estancamiento demográfico en el futuro, por la muerte de tanta población
joven.
ƒ Graves crisis económicas en todos los países que participaron en la guerra,
por varias causas: la reducción del potencial agrícola, industrial y de
mercado, los desajustes financieros (subida de precios, bajada de salarios),
el déficit presupuestario de los Estados, las profundas alteraciones en la
estructura socio-profesional, las dificultades de reinserción de los
combatientes, etc.
ƒ Agudización de las diferencias sociales entre los burgueses enriquecidos
gracias a la industria de guerra y las clases populares (el proletariado, los
pequeños ahorradores y los asalariados), que resultaron muy perjudicadas
por la crisis, la inflación y el empeoramiento de las condiciones de vida.
ƒ Desprestigio de las potencias europeas en el resto del mundo, que afectó a
los mecanismos de dominación de sus colonias. Japón y Estados Unidos
tomarían el relevo de la política imperialista.
ƒ Revitalización del papel de la mujer en la sociedad, que se había vuelto
imprescindible durante la guerra (ocupó los puestos de trabajo
abandonados por los soldados del frente), y ahora se lanzaría a la conquista
de sus derechos civiles.
Además, los profundos reajustes territoriales y políticos derivados de los
tratados de paz configuraron un mapa de Europa muy modificado, en el que se

[240]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

desmembraron los viejos imperios autocráticos de Rusia, Alemania, Austria-


Hungría y Turquía, y surgieron, al amparo del principio de las nacionalidades,
otros Estados de nueva creación, como Polonia, Finlandia, Estonia, Letonia,
Lituania, Checoslovaquia y Yugoslavia. Una nueva Europa con límites mal
definidos, inestable, económicamente débil frente al imperialismo de los Estados
Unidos, y socialmente dividida. Así lo explicaba, desde una perspectiva
económica, el británico John Maynard Keynes en su libro Las consecuencias
económicas de la paz (1919):
“La política de reducir Alemania a la servidumbre durante una
generación, de envilecer la vida de millones de seres humanos y de
privar a toda una nación de felicidad, sería odiosa y detestable
aunque fuera posible, aunque nos enriqueciera a nosotros […]
El Tratado no incluye ninguna disposición para lograr la rehabilitación
económica de Europa; nada para colocar a los Imperios centrales
derrotados entre buenos vecinos, nada para dar estabilidad a los
nuevos Estados de Europa; nada para levantar a Rusia, ni para
promover en forma alguna una solidaridad económica estrecha entre
los aliados mismos.
Los caracteres que expresan la situación inmediata se pueden
agrupar bajo tres epígrafes: primero, el hundimiento absoluto para el
porvenir de la productividad interior de Europa; segundo, la ruina del
transporte y del cambio que servían para enviar los productos cuándo
y dónde más se necesitaban; tercero, la incapacidad de Europa para
adquirir sus provisiones de Ultramar”.
Todo ello sería el caldo de cultivo perfecto para la gravísima crisis social y
económica del período de entreguerras, la ascensión de los totalitarismos y la
gestación de la Segunda Guerra Mundial.

2. EL PERÍODO DE ENTREGUERRAS.
LA GRAN DEPRESIÓN Y EL “NEW DEAL”

El intermedio de veintiún años de paz (1918-1939) que separa las dos


guerras mundiales ha sido bautizado por la historiografía como el Período de
Entreguerras. Durante esta etapa entraron en crisis los modelos políticos y

[241]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

económicos que habían organizado el mundo desde la Revolución Industrial: las


democracias liberales fueron desautorizadas por el ascenso de los totalitarismos
fascista y comunista, a partir de la década de 1920, y el sistema capitalista de las
grandes potencias se derrumbó a raíz del Crack de la bolsa de Nueva York, en
1929. Por citar sólo algunos de los graves problemas que azotaron Europa en
estos años, señalamos aquí los siguientes:
ƒ Reconstrucción de los países arrasados por la Primera Guerra Mundial,
especialmente difícil entre los vencidos, por culpa de las cuantiosas
indemnizaciones que estaban obligados a pagar a los vencedores.
ƒ Reajuste político de los Estados creados a raíz del Tratado de Versalles, que
debían organizarse de manera distinta a la de los grandes imperios de los
que acababan de emanciparse.
ƒ Fuertes tensiones sociales como consecuencia de los problemas derivados
de la posguerra, el paro, la crisis económica y el progresivo ascenso al poder
de grupos radicales (fascistas, comunistas y anarquistas), que pretendían el
establecimiento de nuevos sistemas políticos.
ƒ Importancia creciente del uso de la fuerza como estrategia para la
consecución de objetivos políticos: legitimación del terrorismo, valoración
del golpe de Estado, persecución policíaca, depuración de elementos
subversivos, empleo agresivo de la propaganda, generalización de los
métodos mafiosos, etc.
En el concierto mundial, la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra,
trató de ejercer un novedoso papel de intermediario para solucionar las disputas
entre países por la vía del entendimiento. Para ello esgrimió el principio de
seguridad colectiva, que vinculaba a todos los Estados miembros en la defensa de
la paz y canalizaba las relaciones internacionales a través de una serie de
reuniones periódicas. Pero a partir de 1929 se constató su debilidad, motivada
entre otras razones por la ambigüedad de sus cláusulas, por su ineficacia a la hora
de hacer frente al expansionismo de algunos países y por la exclusión de algunas
potencias, como Estados Unidos, Rusia, Alemania, Italia y Japón. Como
consecuencia de ello, los grandes pactos colectivos fueron sustituidos por
acuerdos puntuales entre las potencias más agresivas, que provocaron la división
del globo en áreas de influencia, y a la larga constituyeron el germen de una
nueva confrontación general, en 1939.

[242]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

En la evolución de las relaciones internacionales durante el Período de


Entreguerras pueden distinguirse las siguientes fases:

Enemistad y revanchismo entre Francia y Alemania, que alcanza


Etapa de su máxima tensión a causa de la ocupación preventiva de la
1919 a 1925 cuenca del Rhur por parte de los galos, en 1920 y 1923, en virtud
de las cláusulas del Tratado de Versalles.

Moderado deseo de cooperación a raíz del Tratado de Locarno


en octubre de 1925, por el que Alemania acepta de pleno las
Etapa de
condiciones del Tratado de Versalles para evitar su aislamiento
1925 a 1929
internacional, que se soluciona mediante su ingreso en la
Sociedad de Naciones.

Aumento de la hostilidad entre todas las naciones por las


repercusiones de la crisis económica, la carrera armamentística,
la escalada de movimientos extremistas que pretenden sustituir
el viejo orden democrático-liberal, y el creciente expansionismo
Etapa de de los gobiernos totalitarios de Alemania, Italia y Japón. La
1929 a 1938 invasión japonesa de Manchuria en 1931, el fracaso de la
Conferencia de Desarme de 1933 y la conquista italiana de
Etiopía en 1935 fueron sólo un anticipo de la ocupación germana
de los Sudetes en 1938, que conduciría inexorablemente al
estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Particularizando sobre la situación del Reino Unido en este período,


debemos empezar por repasar los efectos del conflicto que acabó en 1918. La
crisis de la posguerra provocó una fuerte subida de los precios, a la cual no pudo
hacer frente una población arruinada, que desde hacía tiempo tenía congelados
los salarios. Ello generó un clima social tenso que propició el ascenso de los
partidos políticos de izquierda, en especial los Laboristas, que se auparon por
primera vez al poder en 1924, gracias al voto femenino. Los partidos tradicionales
(Liberal y Conservador) tuvieron que adaptarse a esta nueva situación, y hacer
frente a tres grandes cuestiones:

[243]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

a) La pérdida de competencia de la economía británica, que fue rápidamente


superada por los Estados Unidos y Japón. La situación de crisis fue
incrementándose por culpa de la devaluación de la libra esterlina, el
retroceso de las exportaciones, la crisis de la industria y la conflictividad
laboral. El gabinete laborista de Mac Donald intentó solucionar las precarias
condiciones de vida del proletariado (más de dos millones de parados en
1931) mediante pensiones y subsidios de desempleo, que al final
incentivaron el desequilibrio presupuestario.
b) El reavivamiento del movimiento independentista irlandés, liderado por el
líder nacionalista Eamon de Valera. El enfrentamiento de los radicales
católicos contra la policía y el ejército británico fueron constantes,
provocando graves disturbios como el Domingo Sangriento de 1919 en
Dublín. La presión de la opinión pública inglesa por facilitar una salida
política al conflicto llevó al gobierno a conceder a Irlanda la categoría de
Estado Libre Asociado, el 6 de diciembre de 1921, con la excepción de los
territorios del Ulster, que continuarían bajo el dominio británico.
c) Progresiva autonomía de las colonias, que cada vez se sentían menos
vinculadas a la metrópoli. En respuesta a esa situación, en 1926 se
aceptaron formalmente los derechos de los Dominios según la llamada
Fórmula Balfour, primer paso para el reconocimiento de su independencia.
Años más tarde, mediante el Estatuto de Westminster (1931) se creó una
Commonwealth o comunidad de países anglófonos, y Canadá, Sudáfrica,
Australia y Nueva Zelanda fueron reconocidas independientes con la
condición de su fidelidad a la Corona. Quedó sin resolver, no obstante, la
situación de Egipto, Oriente Próximo y La India.
Este panorama tan complejo sembró la inseguridad en el pueblo británico.
Su indecisión se materializó en una serie de resultados electorales bastante
inciertos, que motivaron la formación de sucesivos gobiernos de unión nacional
durante la década de 1930. El papel del rey Jorge V como mediador entre todas
las fuerzas políticas confirió estabilidad a la situación, devolviendo la confianza y
el orgullo patrio a los británicos. Durante esta década también se destacaron los
conservadores Chamberlain y Winston Churchill, quienes asumieron la
responsabilidad de plantar cara a la ascendente Alemania de Hitler, después de
que fracasara su política de apaciguamiento.
Al otro lado del Atlántico, en los Estados Unidos, el mismo período se vivió
de modo muy diferente. Norteamérica en conjunto experimentó un crecimiento

[244]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

poblacional constante y progresivo durante todo el siglo XIX y las primeras


décadas del XX. Este crecimiento no sólo se debió a causas naturales sino, sobre
todo, a la cuantiosa inmigración que vino desde Europa. Muchas personas
llegaron aquí en busca de nuevas oportunidades, tanto en la industria de las
grandes ciudades de la costa Atlántica como en las explotaciones agrícolas de los
territorios situados al sur y al oeste. La extensión de la superficie geográfica, la
abundancia de recursos naturales, la escasez de mano de obra nacional y el
desarrollo de los transportes se convirtieron en poderosos acicates para este
masivo movimiento de población. Las mayores oleadas llegaron entre 1865 y 1880
(unos cuatro millones de inmigrantes), y entre 1880 y 1920 (aproximadamente
diecisiete millones), principalmente originarios de las Islas Británicas y de
Centroeuropa, pero también de los países mediterráneos y orientales. Revisando
los datos demográficos, en 1840 el país tenía unos 14 millones de habitantes, en
1880 ya había alcanzado los 50 millones y en 1920 rebasó la barrera de los 100
millones. Pero lo más significativo de todo es que más del 80% de la población
contaba con menos de 45 años.
El crecimiento demográfico se convirtió en un excelente acicate para la
prosperidad económica de los Estados Unidos, que se manifestó especialmente
durante el último tercio del siglo XIX y principios del XX. Algunas características de
este potentísimo desarrollo económico fueron las siguientes:
ƒ Abundancia de materias primas para las industrias manufactureras.
ƒ Abundancia de minerales, sobre todo carbón y hierro, para una industria
siderúrgica tremendamente expansiva.
ƒ Ampliación de la red de ferrocarriles.
ƒ Desarrollo a la vez de otras vías de comunicación terrestres, marítimas y
fluviales, que pusieron en contacto todas las regiones del país
convirtiéndolo en un conjunto integrado.
ƒ Rápida aplicación del petróleo y la electricidad como fuentes de energía.
ƒ Bajo coste de la mano de obra fabril, integrada mayoritariamente por los
inmigrantes del campo y por los europeos.
ƒ Inversiones en la investigación científica para mejorar la calidad técnica y el
rendimiento de la maquinaria industrial.

[245]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

ƒ Sistema de fabricación en serie (o en cadena) de piezas standard, que


abarataba los costes de producción; este sistema se denominó Fordismo o
Taylorismo, en alusión a sus promotores.
ƒ Acumulación de capitales gracias a los recursos auríferos, al excedente de
beneficios y al desarrollo de una cultura del ahorro, que permitió reinvertir
esos capitales en otros sectores de la economía, generando más trabajo y
explotación de recursos.
ƒ Incremento del sistema financiero y bancario, y de la Bolsa, con Nueva York
como centro de operaciones a nivel mundial.
ƒ Consumo interno creciente, gracias al crecimiento demográfico y al
progresivo aumento de los salarios.
Todos estos factores permitieron a los Estados Unidos unirse pronto a
Inglaterra en el liderato de la Revolución Industrial. Como contrapartida, la
explotación laboral del proletariado alcanzó cotas de auténtica alienación, en
palabras de Karl Marx, muy diferentes de las idílicas condiciones de vida que se
imaginaban los inmigrantes europeos antes de llegar aquí. Pero la prohibición del
derecho de huelga y sindicación, y la existencia frecuente de grupos de matones
pagados por los empresarios para mantener el orden en las fábricas, facilitaron la
inmunidad de la gran industria ante esta problemática.
La estructura económica siguió el modelo del monopolio capitalista,
porque las grandes empresas nacionales estaban generalmente asociadas
formando gigantescos trusts, y la competencia extranjera era innecesaria. La
concentración vertical y horizontal de las empresas fue un elemento característico
del sistema norteamericano, como una fórmula eficaz para obtener el máximo
beneficio. Las empresas ganaban tanto que podían reinvertir capitales en sus
propias compañías subsidiarias y en los avances tecnológicos de sus fábricas, para
optimizar el rendimiento de su producción. Y el país consumía sin problemas todo
lo que producía la industria, tal como explicaba Henry Ford a finales de la década
de 1920:
“En 1922 comprábamos el triple de las materias que fabricábamos
nosotros. Ahora sólo compramos el doble. Hemos elevado el salario
mínimo de cinco dólares diarios a seis. Pero nuestros coches se
venden el 40 por 100 más baratos que en 1914, año en que nuestro
salario medio era de dos dólares y medio diarios. Los coches han
disminuido de precio incesantemente, en tanto que el precio de los

[246]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

demás productos ha aumentado. El coche de turismo resulta a unos


cuarenta centavos el kilogramo; una máquina de gran perfección,
construida con el mayor cuidado y los mejores materiales, cuesta
menos por kilogramo que la carne de ternera.
Los beneficios de las Industrias Ford, excepto una cantidad
relativamente insignificante, han vuelto a la industria. El público ha
levantado nuestras industrias mediante la compra de nuestros
productos […] Desde 1921 hemos aumentado nuestra capacidad
productora de coches y tractores en más del doble. Apenas
construimos ahora una sola pieza con los mismos procedimientos o
con las mismas materias que entonces. Con la Ford Motor Company
del Canadá tenemos ahora un total de ochenta y ocho fábricas, de las
cuales, sesenta en los Estados Unidos y veintiocho en países
extranjeros. Ninguna de estas fábricas construye un automóvil
completo. Veinticuatro de las fábricas de los Estados Unidos se
dedican exclusivamente a la fabricación y treinta y seis al montaje, o
en parte a la fabricación y en parte al montaje.
Es esencial para la fabricación económica que las piezas sean
intercambiables. Nosotros no fabricamos coches Ford completos en
ningún sitio. Sólo producimos algunos coches completos en Detroit y
solamente para el mercado local. Nosotros construimos piezas y los
coches se montan donde han de ser utilizados. Esto implica una
exactitud en la fabricación que sobrepasa a cuanto pudiera
imaginarse en los viejos días […] Es el trabajo, no el hombre, lo que
dirige. Ese trabajo se planea en la mesa de diseñar y allí son
subdivididas las operaciones de modo que cada hombre y cada
máquina sólo realicen una cosa”.
Los norteamericanos salieron además muy beneficiados de la Primera
Guerra Mundial porque habían realizado numerosos préstamos a los aliados
europeos, que ahora estaban recuperando. Además el Senado, de mayoría
republicana, censuró la intromisión del presidente Wilson, demócrata, en la firma
del Tratado de Versalles y a la postre consiguió impedir la entrada de Estados
Unidos en la Sociedad de Naciones. Por consiguiente, los norteamericanos
regresaron a su tradicional situación de aislamiento respecto de la política
mundial.

[247]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

El Crack de la Bolsa de Nueva York, el 29 de octubre de 1929.


La Gran Depresión iniciada en 1929 provocó un impacto descomunal en las
democracias occidentales del llamado Período de Entreguerras. Sus
consecuencias abarcaron todos los niveles políticos, económicos, sociales y
culturales, y supusieron un severo punto de inflexión en el proceso de
desarrollo de muchos países, particularmente en los Estados Unidos. Esta
imagen, tomada pocos días después del fatídico “Jueves Negro”, muestra a
cientos de personas agolpadas en Wall Street, frente a la puerta del Federal
Hall, a la espera de información sobre el valor real de sus ahorros y de sus
acciones en la Bolsa. La desesperación, impotencia y agitación de la
multitud parecen encontrar su único punto de apoyo en torno a la estatua
de George Washington, aunque no obtendrían ninguna respuesta hasta la
puesta en práctica de los programas de reestructuración social y económica
de Franklin D. Roosevelt, varios años después.
[FUENTE:
http://blogs.lancasteronline.com/flashbacklancaster/files/2008/10/melt2.jpg]

[248]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Los felices años 20 marcaron la evolución de la sociedad burguesa hacia la


prosperidad de un consumo desmedido, pero también acrecentaron las
diferencias entre clases. Mientras que los beneficios de la Bolsa se multiplicaban,
el proletariado, los inmigrantes y las minorías raciales (negros, indios, hispanos)
no disfrutaban de la misma calidad de vida y eran sistemáticamente perseguidos
por bandas de matones controladas por los capitalistas, nacionalistas radicales o
movimientos racistas como el Ku-Klux-Klan. La presión de estos grupos de poder
promovió la aprobación de las primeras leyes restrictivas a la inmigración.
Sin embargo, las huelgas de 1919-1920 demostraron la progresiva
fortaleza adquirida por los sindicatos, y sembraron el miedo en el cuerpo en las
clases medias y la patronal. El temor al fantasma del comunismo y el anarquismo
provocó una auténtica caza de brujas y el afianzamiento en el gobierno del
partido republicano, entre 1922 y 1929, más identificado con las tradiciones y los
privilegios de los ricos. Como reacción moral frente a los excesos de los años 20,
fue instalándose en la vida pública un creciente clima de puritanismo, que se
plasmó en decisiones tan controvertidas como la famosa Ley Seca, que prohibía la
fabricación y comercialización de bebidas alcohólicas. Pero la medida tuvo un
efecto contrario, porque las asociaciones de gángsters amasaron enormes
fortunas gracias al contrabando de alcohol.
El Crack de 1929 supuso un severo punto de inflexión en la dinámica social
que venía desarrollándose en Estados Unidos en este período. La caída de este
gigante económico con pies de barro arrastró consigo a todos los sectores de la
población, que en las elecciones de 1932 confiaron su voto mayoritario al partido
demócrata, convencidos de que su candidato Franklin Delano Roosevelt lograría
encontrar una solución a la crisis. El nuevo presidente inició una profunda reforma
del Estado, bautizada con el nombre de New Deal, que se estructuraba a partir de
un vasto conjunto de medidas económicas y sociales, cuyo único objetivo era
acabar con los efectos negativos de la crisis. El extraordinario éxito de esta
reforma permitió a los Estados Unidos remontar el vuelo y a Roosevelt
mantenerse en el poder hasta 1945. Merece la pena que nos detengamos un poco
más sobre esta cuestión.
La crisis de 1929 se identifica con el Crack de la Bolsa de Nueva York,
porque se originó precisamente a raíz de un desplome generalizado del valor de
las acciones de las empresas, el día 24 de octubre de aquel año. Un año antes ya
se manifestaron los primeros síntomas de regresión económica: estancamiento de
la construcción, depreciación del cobre y del acero, quiebra de algunas empresas,

[249]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

retirada de capitales invertidos en Europa, limitación de los créditos bancarios,


tendencia a la baja de la Bolsa, etc. La intervención de la Banca Morgan,
ejecutando la compra de acciones de varias empresas para frenar la caída, resultó
insuficiente para detener el proceso. La brusca depreciación de las cotizaciones
alarmó a los inversores, que pretendieron vender masivamente sus acciones. Pero
como había más órdenes de venta que potenciales compradores, el precio de las
acciones siguió bajando, lo que al final multiplicó los efectos de la caída.
Para hacernos una idea más precisa de lo que decimos, el “Jueves Negro”
se pusieron a la venta 13 millones de acciones que no encontraron comprador. El
desajuste entre la oferta y la demanda hizo que el valor de esas acciones cayera
en picado. Por ejemplo, las acciones de la automovilística Chrysler pasaron de
comprarse en 135 dólares a sólo 5, y las acciones de la Steel Company bajaron de
250 dólares a 22. El 29 de octubre de 1929 estaban ya a la venta 16 millones de
acciones; todo el mundo quería vender para recuperar algo de capital. En la
primavera de 1930 la Banca Morgan sacó al mercado bursátil las acciones que
había estado acumulando, e indirectamente provocó la ruina de miles de
accionistas modestos.
¿Cuáles fueron las causas de la crisis? Fundamentalmente dos:
En primer lugar, un exceso de producción derivado de la aplicación del
taylorismo o fabricación en cadena, que sobrepasó con creces la capacidad de
consumo de la población, bien porque se generó demasiada oferta para una
demanda escasa, bien porque la prosperidad de la década anterior sólo había
beneficiado a unos pocos ricos, que eran los únicos capaces de consumir
(diferencia de rentas y niveles de vida). Es decir, que por una u otra razón se
generó una situación de sub-consumo. Este desequilibrio entre la producción y el
consumo no fue exclusivo de la industria, también se dio en el sector primario,
debido a una serie de buenas cosechas que desbordaron los mercados interiores
con una gran cantidad de productos, a los que había que unir los procedentes de
las importaciones de Argentina, Canadá, Europa, etc. La única solución fue el
progresivo abaratamiento de los productos agrarios e industriales, lo que arruinó
respectivamente a los campesinos y a los empresarios por la escasez de
beneficios.
En segundo lugar, un crecimiento artificial de la Bolsa motivado por la
especulación de los inversores. Uno de los negocios más suculentos de los felices
años 20 fue invertir en Bolsa; invertir en Bolsa provocaba que muchas empresas
se descapitalizaran, pero a cambio obtenían créditos muy favorables para su

[250]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

financiación. La financiación, a través de la Banca, creció de forma espectacular


porque muchos ahorradores solicitaron créditos para invertir en la Bolsa, y los
bancos estaban predispuestos a especular con los capitales acumulados, aunque
se tratase en cierto modo de dinero ficticio. Estos desajustes entre la tecnocracia
financiera y la realidad económica del día a día acabaron resultando insostenibles,
reduciendo el valor de las inversiones y produciendo la quiebra de todas aquellas
empresas que no disponían de suficiente capital.
Como ese capital se había derivado en grandes cantidades a Europa, a
través de los préstamos de guerra, y a América del Sur, a través de la actividad
comercial, los norteamericanos se apresuraron a recuperarlos descapitalizando
los mercados de aquellos países. Al verse desprovistos de financiación, los
territorios importadores de productos yanquis dejaron de comprarlos, lo cual
generó desabastecimientos y crisis de subsistencias, que se añadieron a los
efectos de una crisis que se iba ampliando a escala mundial. Entre los países
europeos damnificados por la crisis, los más afectados fueron Alemania y Austria,
por ser los que más dependían del capital estadounidense para su reconstrucción.
En cambio, el Reino Unido pudo resistir a la crisis gracias a sus reservas auríferas y
al comercio con sus colonias; en todo caso, tuvo que hacer importantes reajustes
en su economía, como la devaluación de la libra esterlina, el aumento de los
precios y la adopción de medidas proteccionistas.
En resumen, la creciente especulación de la Bolsa y de la Banca arrastró a
todo el sistema al Crack de 1929. La profunda interconexión de cada uno de los
elementos de este engranaje (el agrícola, el industrial, el comercial y el financiero)
hizo que la supervivencia a esa crisis fuera extremadamente compleja y tuviera
que resolverse de forma conjunta.
El gobierno republicado de Hoover tardó lo indecible en reaccionar,
porque pensó que se trataba de una crisis pasajera, característica del sistema
cíclico capitalista. Lo único que hizo fue permitir una moratoria de un año para
que se pudieran pagar las deudas de los países prestatarios, decisión que no evitó
la quiebra del sistema bancario en otros puntos del globo. En el seno de las
relaciones internacionales, la reunión de las principales potencias en Londres,
para buscar soluciones a la crisis, acabó en un completo fracaso. El principal
problema era la drástica reducción del comercio mundial, causada por la
aplicación de medidas proteccionistas en casi todos los Estados. Los diferentes
gobiernos pensaron que la entrada masiva de productos extranjeros podría
alterar el equilibrio de su comercio interior, así que mantuvieron políticas de

[251]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

protección hacia sus productos nacionales. La Gran Depresión dilapidó así el


principio de solidaridad entre los países; a partir de entonces, cada uno intentó
salvarse como pudo.
Las repercusiones de la crisis bursátil también afectaron a otros sectores
de la economía. Los bancos necesitaban dinero en efectivo, así que vendieron sus
acciones para obtener liquidez, mientras que la gente se agolpaba en masa en las
ventanillas para retirar sus ahorros. Pero como los bancos tenían comprometidos
esos ahorros en inversiones a medio y largo plazo, no disponían de capital
suficiente. La suspensión de pagos provocó la quiebra total del sistema bancario:
en 1929 cerraron 642 oficinas, en 1930 lo hicieron 1.345 y al año siguiente 2.298.
Entre las empresas la situación fue igualmente angustiosa. La ausencia de
capitales impedía realizar cualquier negocio y los créditos se minimizaron por falta
de liquidez. El cierre de las fábricas elevó el número de parados a cotas
insostenibles.
Las consecuencias de la crisis fueron colosales; podemos clasificarlas en
varios apartados:
ƒ Económicas: a raíz de la ruina de numerosas granjas, bancos y empresas,
los niveles de producción agrícola e industrial, anteriores a 1929, tardaron
mucho en recuperarse, lo mismo que la capacidad de consumo de los
particulares. Ambos problemas se solucionaron por medio de una fuerte
subida de los precios y de los salarios, y también gracias a una importante
reforma del sistema bancario que facilitara nuevas fuentes de financiación.
ƒ Sociales: el incremento del paro condujo a las clases más desfavorecidas a
una situación de absoluta miseria. El hambre y la indigencia hicieron
aumentar la mendicidad callejera, la delincuencia y las luchas de mafias.
También la afiliación masiva del proletariado a los sindicatos de izquierda y
otros grupos extremistas, como los nazis en Alemania, que prometían
puestos de trabajo y pan para todos. Como contrapartida, también
surgieron instituciones de asistencia social cuya labor fue
extraordinariamente positiva, aunque insuficiente. Otro aspecto
directamente relacionado con la crisis fue la emigración del campo a las
ciudades.
ƒ Demográficas: durante la Gran Depresión, en Estados Unidos disminuyó de
forma evidente el crecimiento vegetativo de la población, acentuado por la
imposición de trabas a la llegada de inmigrantes extranjeros. En los

[252]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

regímenes fascistas, en cambio, se promovieron políticas motivadoras de la


natalidad y fuertes multas contra la soltería.
ƒ Políticas: el sistema político liberal-democrático quedará desacreditado al
considerársele como el gran responsable de la crisis. Con el fin de evitar la
repetición de acontecimientos similares, los gobiernos irán adoptando un
intervencionismo creciente sobre la economía, que pierde liberalidad y
gana en proteccionismo. De acuerdo con este criterio, en determinados
países de Europa se producirá un fuerte ascenso de los partidos de corte
autoritario, que proponen un control total de la economía por parte del
Estado. En Alemania Hitler llega al poder en 1933, restituyendo la confianza
en la nación y presentándose como el gran salvador de la crisis. La
reconversión de la industria hacia la carrera armamentística sería una de
las soluciones más recurrentes.
ƒ Culturales: la Gran Depresión afectó a toda una generación de intelectuales
y artistas que, a través de sus obras, forjaron una visión profundamente
pesimista de la vida o, por el contrario, buscaron vías de escape respecto
de la cruda realidad, a través del absurdo (Dadaísmo) o el subconsciente
(Surrealismo).
Entre las medidas adoptadas para solucionar la mayor crisis económica,
que había conocido hasta la fecha el mundo Occidental, destaca el programa de
reformas desarrollado en Estados Unidos por el presidente Roosevelt. Este
programa de reformas recibió el nombre de New Deal, una expresión tomada del
juego del brigde, que significa “nuevo reparto”. El demócrata Franklin D.
Roosevelt había ganado las elecciones presidenciales a Herbert Hoover en 1932.
Era un hombre enérgico que se rodeó de un equipo de jóvenes economistas,
influidos por las teorías revisionistas de Keynes. De manera general, su gobierno
optó por un marcado intervencionismo en la economía nacional, con el fin de
potenciar dos elementos esenciales para la recuperación: la subida de los precios
y el estímulo al consumo mediante la elevación del nivel de vida. En síntesis, las
principales medidas del New Deal fueron las siguientes:

Medidas de orden financiero para salvar el sistema bancario.


La reforma del sistema bancario era clave para reactivar otros sectores.
Mediante la Reconstruction Finance Corporation el Estado aportó un fondo de
garantía a los bancos, con el que facilitar la concesión de créditos a las empresas y

[253]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

particulares. Al mismo tiempo se devaluó el dólar para conseguir un aumento de


los precios, y hacer circular mayores cantidades de moneda. Esta medida producía
inflación, pero estimulaba la economía. Por último, se reformó el mecanismo de la
Bolsa para impedir la repetición de crisis especulativas.

Medidas para relanzar la agricultura.


El decreto Agriculture Adjustement Act (A.A.A.) exigió a los agricultores
una drástica reducción de sus cosechas, a cambio de indemnizaciones, para evitar
la sobreproducción. Estas indemnizaciones se pagaron a través de unas tasas
especiales, que se impusieron a los industriales de manufacturas agrícolas. La
reducción de la producción aumentó los precios de los productos del campo, que
era una buena estrategia para aumentar la competitividad del sector y relanzar la
demanda, pero desabasteció a las clases urbanas más desfavorecidas.

Medidas para relanzar la industria y aumentar el empleo.


Pretendieron aumentar los salarios, asegurando los beneficios
industriales, con el fin de aumentar la capacidad de consumo de la población y así
relanzar la demanda. También se dictaron leyes para reducir la jornada laboral e
incrementar los precios de los productos industriales para mejorar los beneficios
de las empresas. A esto se unió un vasto programa de obras públicas, que tenía
como objetivo dar trabajo a los parados. Todo ello derivó en un intervencionismo
directo, por parte del gobierno, sobre la economía del país, tal como anunció el
propio Roosevelt en su discurso de investidura como presidente, el 4 de marzo de
1933:
“La primera y la más importante de nuestras tareas es la de volver a
poner al pueblo a trabajar. No hay ningún problema insoluble si lo
encaramos con cordura y coraje. Esta tarea puede ser cumplida, al
menos parcialmente, si el mismo gobierno, para estimular y
reorganizar la utilización de nuestros recursos naturales, ofrece
empleos directamente”.

Medidas de asistencia social.


Sirvieron de estrategia compensatoria en favor de los sectores más
pobres. Cuando no fue posible aplicar un aumento de los salarios, imprescindible

[254]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

para acabar con el subconsumo, se utilizaron los subsidios de desempleo y otros


tipos de pensiones. Se trataba de lograr una mejor redistribución de la riqueza y
evitar, en lo posible, las desigualdades del sistema. Así lo explicó Roosevelt en un
discurso en el Commonwealth Club de San Francisco, pronunciado en septiembre
de 1932:
“Si el proceso de concentración continúa en el mismo nivel, al final de
este siglo tendremos a toda la industria americana controlada por
una docena de corporaciones, y dirigida por unos cien hombres tal
vez. Desdichadamente vamos inexorablemente hacia una economía
oligárquica si no nos preocupamos de evitarlo. Evidentemente, todo
esto pide un reajuste de los valores […]
Nuestra tarea consiste ahora no en descubrir o explotar los recursos
naturales, o producir necesariamente más mercancías. Es mucho más
sobria y menos dramática, ya que consiste en administrar los recursos
y las instalaciones que tenemos, o tratar de reestablecer los mercados
exteriores para nuestra producción excesiva, enfrentándonos con los
problemas de la falta de consumo, o bien adecuar la producción al
consumo, distribuir la riqueza y los productos de modo más
equitativo, adaptando las organizaciones económicas que existen al
servicio del pueblo. El día de la administración ilustrada ha llegado”.
El balance del New Deal no pudo ser más positivo, puesto que contribuyó
a paliar la depresión y relanzar la economía estadounidense. En 1935 se
empezaron a notar los efectos, consolidándose la recuperación a partir del año
1937. El proceso culminaría en 1940, gracias al desarrollo de la industria militar y
al comercio de armas con una Europa que se hallaba de nuevo en guerra. Así que,
en cierto modo, las circunstancias históricas fueron favorables para poder salir de
la crisis.

3. LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Un conflicto bélico de proporciones tan extraordinarias como la Segunda


Guerra Mundial no puede explicarse de manera apriorística, estableciendo como
única causa del mismo la amenaza del nazismo alemán. Por el contrario, sus
antecedentes políticos, económicos, sociales y culturales se remontan a lo largo

[255]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

de todo el período de entreguerras, durante el cual se gestaron numerosos


conflictos internacionales. Repasemos algunos de ellos.

Ascensión del nazismo en Alemania.


El Tratado de Versalles (1919), que puso fin a la Primera Guerra Mundial,
resultó extremadamente negativo y humillante para Alemania, que sufrió
pérdidas territoriales, debió pagar a los vencedores abusivas indemnizaciones o
reparaciones de guerra, vio limitada su industria y su economía, y sufrió la
prohibición de armar un ejército para hacer frente a amenazas externas. Esta
situación de indefensión hizo surgir entre los alemanes la idea de que la Primera
Guerra Mundial se podría haber ganado, si no hubieran conspirado contra el país
grupos de presión, fuerzas económicas y mercenarios extranjeros, a favor de los
aliados. En la sociedad cundió la percepción de que la última fase de la contienda
no se había desarrollado en igualdad de condiciones, y por eso el desenlace había
sido injusto. De esta forma, durante el período de entreguerras se experimentó
un fuerte rencor social contra el sistema internacional establecido a raíz del
Tratado de Versalles.
Sobre esa ola de descontento, es comprensible que fuera ganando
terreno el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP), un
grupo político demagógico fundado en 1919, que alentaba el orgullo nacional
perdido y ofrecía promesas verosímiles de recuperación del protagonismo que
Alemania había ostentado en el mundo antes de su derrota. Su líder, Adolf Hitler,
se presentó como el elemento necesario para devolver la paz, la fuerza y el
progreso a la nación. En su libro Mein Kampf propuso el rearme y militarización de
la sociedad alemana como condición imprescindible para liberarse del yugo
opresor de las potencias aliadas y acabar con la inestabilidad provocada por
grupos de presión extranjeros, como los comunistas o los judíos, a quienes hacía
responsables de la crisis económica. Finalmente, proclamó el derecho de
Alemania a recuperar los territorios que histórica y culturalmente le pertenecían,
y que le habían sido arrebatados, en virtud del Tratado de Versalles. Ello le
permitiría, además, asegurarse el necesario espacio vital para asegurar su
crecimiento y prosperidad.
Hitler ganó las elecciones al parlamento alemán en julio de 1932, con más
de 13’5 millones de votos. Una vez en el poder, inició una serie de reformas
políticas que llevaron a la disolución de la República de Weimar, el 23 de marzo de
1933, y a su sustitución por un nuevo modelo de Estado, el Tercer Reich, que se

[256]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

haría cada vez más totalitario. Para ello tuvo que eliminar progresivamente a sus
rivales, mediante un proceso de purga, en el propio partido nazi, y de persecución
de los opositores políticos. A continuación, reinstauró el servicio militar
obligatorio, promovió el desarrollo de una poderosa industria armamentística e
inició una política exterior de claro signo belicista, basada en la doctrina del
Pangermanismo. Esta doctrina postulaba la necesidad de reagrupar bajo un
mismo Estado a toda la población germana de Centroeuropa, sin tener en cuenta
el país en el que ésta residiera.

Instauración del fascismo en Italia.


El peligro del expansionismo no vino sólo de Alemania. En octubre de
1922, el Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini se había hecho con el poder
en Italia, capitalizando el sentimiento de insatisfacción que se apoderó de la
sociedad, tras el final de la Primera Guerra Mundial. Mussolini aprovechó la
situación de crisis e inestabilidad del gobierno, y organizó una revolución que
suplantó el sistema parlamentario por una dictadura fascista, con el
consentimiento del rey de Vittorio Manuel III. En el interior del país, inició una
violenta represión contra cualquier foco de desafección, en especial contra los
partidos y sindicatos de izquierdas, a los que acusaba de ser los culpables de la
crisis política y económica. En el exterior, fomentó la expansión colonial de Italia,
y después de varios incidentes diplomáticos con Grecia y Yugoslavia, se lanzó a la
conquista de Libia, Somalia, Eritrea, Abisinia, Albania y Montenegro, con la idea de
restaurar un Nuovo Impero Romano.

Expansionismo soviético en el Báltico.


La Revolución Rusa de 1917 había originado otro escenario de conflictos.
Los líderes soviéticos consideraban un objetivo estratégico extender el
comunismo por toda Europa, así como definir con nitidez el área de influencia de
la recién creada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La Guerra
Polaco-Soviética de 1919-1921 sirvió para delimitar de forma provisional las
fronteras entre Polonia y Rusia durante el período de entreguerras. No obstante,
Polonia sería finalmente repartida entre la URSS y Alemania, en virtud del Pacto
Ribbentrop-Mólotov, firmado en Moscú el 23 de agosto de 1939, pocos días antes
de iniciarse la Segunda Guerra Mundial. Por este mismo tratado, Alemania

[257]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

reconoció que los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) eran “zonas de
interés soviético”. Poco después la URSS invadió también Finlandia y Rumania.

Guerra Civil Española.


El Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936, contra el gobierno de la
Segunda República, provocó una larga y cruenta guerra civil, que suscitó
reacciones diversas en Europa. Francia y el Reino Unido intentaron que el
conflicto se limitara exclusivamente a España, pero los dos bandos contendientes
recibieron ayuda internacional. La creación de un comité de no intervención, en
Londres, no logró impedir que Alemania e Italia enviaran tropas, armas y
materiales al líder de los sublevados, el general Franco, ni que la Unión Soviética
hiciera lo propio con el gobierno republicano. Además, miles de voluntarios,
procedentes de países de dentro y fuera de Europa, se alistaron para combatir en
apoyo de una u otra causa, lo que fue ampliamente recogido por la prensa y
otorgó al conflicto una dimensión internacional.
En muchos aspectos, el conflicto español se convirtió en un campo de
pruebas para el diseño de operaciones militares especializadas, que luego serían
llevadas a la práctica en la Segunda Guerra Mundial. Los republicanos intentaron
prolongar su resistencia todo lo posible, para que la Guerra Civil se integrase en la
Segunda Guerra Mundial, y se resolviera gracias a la intervención directa de los
aliados. Pero Franco consiguió imponerse seis meses antes de la invasión de
Polonia, e instauró una dictadura alineada con los regímenes fascistas de
Alemania e Italia, ante la pasividad de las democracias occidentales, que querían
evitar un enfrentamiento directo con Hitler.

Imperialismo japonés en Extremo Oriente.


Fuera de Europa también se produjo un creciente aumento de la tensión
internacional, motivado por la agresiva política exterior de Japón. Desde el último
tercio del siglo XIX, el Imperio del Sol Naciente había experimentado un acelerado
proceso de modernización económica, que le había colocado como la mayor
potencia industrial de Extremo Oriente. Sin embargo, no era una auténtica
democracia, pues sus gobiernos estaban sometidos al control del Emperador y al
frecuente intervencionismo de los militares. Ello favoreció el mantenimiento de
un orden social muy jerarquizado, así como una progresiva militarización de la
sociedad, que se encontraba permanentemente dispuesta para la guerra.

[258]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

El imperialismo de Japón tenía motivaciones económicas, pues necesitaba


asegurarse una gran cantidad de materias primas y mercados fuera de su
archipiélago, con el fin de mantener su ritmo de crecimiento. A imitación de las
potencias coloniales europeas, que poseían numerosos dominios y enclaves
comerciales en Asia, Japón inició a principios del siglo XX un proceso de expansión
territorial, que le llevó a la guerra contra China y Rusia por el control de Taiwán y
Corea, respectivamente. La victoria, en ambos casos, le animó a continuar su
escalada colonial y, en el marco de la Primera Guerra Mundial, se adueñó de las
posesiones alemanas en el Océano Pacífico. Más tarde, Japón conquistó
Manchuria en 1931 y Mongolia en 1936, como cabezas de puente para invadir
China. La Segunda Guerra Chino-Japonesa se inició en julio de 1937, y favoreció
claramente a los nipones hasta que Gran Bretaña y los Estados Unidos de
América, que veían peligrar sus intereses comerciales allí, decidieron intervenir en
apoyo de China. Este conflicto inició la Segunda Guerra Mundial en Extremo
Oriente, y fue la primera ocasión en la que Japón se enfrentó de forma directa con
los Estados Unidos.
A tenor de lo expuesto, podríamos sintetizar así las causas que originaron
la Segunda Guerra Mundial:
ƒ Problemas políticos y fronterizos mal resueltos por el Tratado de Versalles,
que ocasionaron una situación de inestabilidad y multiplicaron los conflictos
internacionales durante el período de entreguerras.
ƒ Aumento de la insatisfacción hacia las democracias occidentales y el
sistema político de la Sociedad de Naciones, amplificada por la miseria
social de la posguerra y los efectos de la crisis de 1929.
ƒ Ascenso de los totalitarismos en Alemania, Italia, la Unión Soviética y Japón,
con matices diferenciados pero con objetivos políticos parecidos, basados
en el autoritarismo, el adoctrinamiento ideológico, el nacionalismo
exacerbado, el imperialismo, el militarismo y el control absoluto tanto de
las estructuras del Estado como de las libertades individuales, mediante la
censura y la propaganda, el terrorismo policial y la persecución sistemática
de cualquier oposición.
ƒ Política de rearme y reorientación de la actividad económica hacia una
industria de guerra, que muchos países consideraron como una fórmula
eficaz para salir de la crisis y para relanzar sus posibilidades de crecimiento.

[259]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

ƒ Tensión prebélica producida por la política expansionista de las potencias


totalitarias, por el desarrollo de las nacionalidades en varios puntos de
Europa y por la repercusión que alcanzaron los asuntos internos de algunos
países.
Las posiciones de cada potencia fueron aclarándose en los años
inmediatamente anteriores al estallido de la guerra. El 25 de octubre de 1936,
Alemania e Italia suscribieron un acuerdo de amistad, al que más tarde se uniría
Japón, para apoyarse mutuamente en su política expansionista y salvaguardarse
frente a la amenaza comunista en el mundo. De aquí nacería el Eje Roma-Berlín-
Tokio, también denominado Pacto Antikomintern o Pacto Tripartito. Convencidos
de la debilidad de respuesta de la Sociedad de Naciones, las tres potencias
incrementaron su escalada imperialista, sobre todo Alemania. Entre febrero y
marzo de 1938, Hitler ocupó militarmente Austria y unos meses después hizo lo
propio con la región checa de los Sudetes, argumentando que en ambos
territorios residía población de lengua germana. Winston Churchill valoró así la
situación creada:
“Estamos frente a una catástrofe de primera magnitud, que acaba de
sorprender a Gran Bretaña y a Francia. No cerremos los ojos ante este
espectáculo. Ahora debemos hacernos a la idea de que todos los
países de Europa Central y Oriental se arreglarán con Alemania lo
mejor que puedan. Se ha arruinado el sistema de alianzas de Europa
Central sobre el que Francia fundaba su seguridad”.
El estallido de una guerra que afectaría a todo el continente parecía
inminente. Para tratar de evitarlo, el 29 de septiembre de 1938 tuvo lugar la
Conferencia de Munich, en la que se reunieron Adolf Hitler, Benito Mussolini, el
premier británico Neville Chamberlain y el jefe del gobierno francés Edouard
Daladier. Chamberlain y Daladier aceptaron la anexión de los Sudetes a Alemania,
bajo la promesa de Hitler de que aquella sería su última reivindicación territorial,
y la creencia de que el sacrificio de Checoslovaquia significaría la paz en el futuro.
Pero en marzo de 1939, Alemania completó la ocupación de Checoslovaquia y de
la ciudad lituana de Memel. En previsión de lo que pudiera ocurrir, Francia y el
Reino Unido iniciaron el rearme y ofrecieron garantías a Polonia, Grecia y
Rumania ante posibles agresiones.
El siguiente objetivo de Hitler era Polonia, donde se encontraban las
regiones de Prusia, Pomerania y Silesia, histórica y culturalmente vinculadas a
Alemania desde antiguo. Sin embargo, Hitler era consciente de que la zona

[260]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

oriental de Polonia era considerada por los soviéticos como una posible área de
influencia, y no deseaba entrar en una confrontación directa con ellos. Ante la
sorpresa mundial, el 23 de agosto de 1939 concertó con la URSS el Pacto
Ribbentrop-Mólotov, llamado así por el nombre de los ministros de asuntos
exteriores alemán y soviético, que lo suscribieron. El resto del mundo contempló
atónito cómo dos enemigos irreconciliables eran capaces de pasar por encima de
sus diferencias ideológicas y ponerse de acuerdo. Pero lo cierto es que este pacto
resultó muy beneficioso para ambos: constituía un compromiso de no agresión y
de neutralidad en caso de ataques por parte de terceras potencias, permitía a la
URSS invadir Finlandia y los países bálticos, y certificaba la división de Polonia en
dos zonas de ocupación (la mitad occidental para Alemania y la mitad oriental
para la URSS).
Una vez que se vio con las manos libres, el 1 de septiembre de 1939 Hitler
inició la invasión de Polonia Occidental, sin previa declaración de guerra; pocos
días después, el 17 de septiembre Stalin hizo lo mismo con Polonia Oriental. El día
27 concluyeron las operaciones militares. Fue un claro ejemplo de “guerra
relámpago” (Blitzkrieg), consistente en una serie de ataques sistemáticos, que
coordinaban acciones de la aviación, de los carros de combate y de la infantería,
para obtener resultados muy efectivos en un breve espacio de tiempo. En
cualquier caso, Francia y el Reino Unido reaccionaron en defensa de Polonia y
declararon la guerra a Alemania. Había empezado la Segunda Guerra Mundial.
Recapitulando, la sucesión de acontecimientos que llevaron al inicio de la
guerra sigue esta línea temporal:

25 octubre 1936 - Pacto del Eje Roma-Berlín

25 noviembre 1936 - Pacto Antikomintern entre Alemania y Japón, que


ratifica el Eje Roma-Berlín-Tokio

7 julio 1937 - Se inicia la Segunda Guerra Chino-Japonesa

12 marzo 1938 - Anexión de Austria a Alemania

29 septiembre 1938 - Conferencia de Munich, en la que Francia y el Reino


Unido aceptan la anexión de los Sudetes a Alemania

[261]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

14 marzo 1939 - Alemania invade Checoslovaquia; Italia invade Albania

23 agosto 1939 - Pacto germano-soviético Ribbentrop-Mólotov

1 septiembre 1939 - Alemania invade Polonia Occidental

3 septiembre 1939 - Francia y el Reino Unido declaran la guerra a Alemania

17 septiembre 1939 - La URSS invade Polonia Oriental

El estallido de la guerra terminó por clarificar la posición de cada uno de


los países implicados, que fueron adscribiéndose a dos bandos bien diferenciados.
A un lado, el Eje de las potencias totalitarias anticomunistas, formado por
Alemania, Italia y Japón en virtud del Pacto Antikomintern; a este Eje se unieron
más tarde otros países como Hungría y España, aunque esta última no participó
directamente en el desarrollo de la contienda. Al otro lado, los Aliados, entre los
que se encontraban el Reino Unido, Francia, Polonia y China, a los que se
agregaron posteriormente la URSS, los Estados Unidos de América y otros países.
En total, participaron más de setenta naciones de todo el mundo combatiendo en
uno u otro bando, en escenarios tan dispersos como Europa, África, Asia y
Oceanía. La superioridad en el número de efectivos militares, y en el armamento,
correspondió en las primeras fases de la guerra al Eje, que había iniciado los
preparativos para la guerra mucho antes que los Aliados. Con el paso de los años,
el desgaste del Eje, y la incorporación de la URSS y de los Estados Unidos a la
guerra, la balanza fue inclinándose a favor de los Aliados. Otro aspecto a destacar
es la capacidad de innovación y el desarrollo tecnológico que llegó a adquirir la
industria armamentística en los dos bandos, que inventaron artefactos de
destrucción masiva muy sofisticados, con un poder letal como no se había visto
nunca a lo largo de la historia.
El desarrollo de la Segunda Guerra Mundial puede analizarse atendiendo a
lo sucedido en cada uno de los principales escenarios de combate.

[262]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

La guerra en el Norte de Europa y en el Frente Occidental


(septiembre 1939 - mayo 1941).
Tras la fulgurante conquista de Polonia, la guerra entró en una fase de
letargo en la que Alemania aprovechó para reagruparse, y la URSS ocupó los
países bálticos, entre octubre y noviembre de 1939. El último en caer fue
Finlandia, que se rindió a los rusos en marzo de 1940, después de una fuerte
resistencia. En primavera, el ejército alemán reanudó sus ataques por la zona
norte de Europa, invadiendo con inusitada rapidez Dinamarca y con mayores
dificultades Noruega.
A partir del 10 de mayo de 1940, el frente se trasladó a occidente.
Alemania conquistó los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, arrollando a los
aliados gracias a la potencia de su aviación (Luftwaffe) y de sus divisiones
acorazadas (Panzer). En Dunkerque quedó aislado el cuerpo expedicionario
británico, pero el premier Winston Churchill organizó una espectacular operación
de rescate en la que utilizó todos los barcos disponibles, tanto militares como
mercantes, pesqueros y de recreo, con el fin evacuar de vuelta a Inglaterra a casi
400.000 soldados, en apenas 48 horas. Después de aquello, Francia quedó
completamente a merced del avance germano. La serie de trincheras que había
dispuesto, en torno a la llamada Línea Maginot, se mostró muy vulnerable ante
los panzers. Además, el 10 de junio Italia se unió a la ofensiva, atacando por el sur,
y el ejército francés se vio obligado a capitular. El armisticio, firmado el 22 de
junio de 1940, certificó la ocupación alemana de dos tercios de Francia, y el
establecimiento de un gobierno títere en el resto, con sede en Vichy.
En este estado de cosas, el Reino Unido se convirtió en el único adversario
que le quedaba a Alemania. Al frente de un gobierno de concentración nacional,
Churchill había expresado con claridad el objetivo de resistir hasta la victoria, en
dos famosos discursos pronunciados ante el parlamento el 13 de mayo y el 4 de
junio de 1940:
“Quisiera decir a la Cámara de los Comunes lo mismo que he dicho a
los que han entrado a formar parte de mi gobierno: no puedo ofrecer
más que sangre, sudor, fatigas y lágrimas […] ¿Cuáles son nuestros
objetivos?, me preguntaréis. Puedo responder con una sola palabra:
victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar de todos los terrores,
por duro y largo que pueda ser el camino, porque sin la victoria no
sobreviviremos. No sobrevivirá el Imperio Británico, no sobrevivirá
nada de lo que el Imperio Británico mantenía […]

[263]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Lucharemos hasta el final… lucharemos en los mares y en los océanos,


lucharemos cada vez con más firmeza y más fuerza en el aire,
defenderemos nuestra isla, cueste lo que cueste, lucharemos en las
playas, en el campo y en las calles, lucharemos en las colinas, no nos
rendiremos jamás”.
En verano, los alemanes iniciaron los preparativos para la invasión de
Inglaterra. Conscientes de su inferioridad frente a la Royal Navy, decidieron
concentrar sus esfuerzos por el aire. La denominada Batalla de Inglaterra consistió
así en un combate feroz entre la Royal Air Force (RAF) y la Luftwaffe, durante el
cual multitud de ciudades inglesas fueron bombardeadas sin piedad, incluida
Londres. La población civil se convirtió así en objetivo militar, en una operación
con la que Hitler pretendía socavar la moral de los británicos que, sin embargo,
resistieron valerosamente. La Batalla de Inglaterra se prolongó hasta mayo de
1941, sin que Hitler consiguiera su objetivo, y los planes de invasión fueron
pospuestos indefinidamente. Fue el primer fracaso militar experimentado por el
Tercer Reich.

La guerra en el Mediterráneo y en el Norte de África


(septiembre 1940 - julio 1943).
El control del Mar Mediterráneo y África del Norte tenía una enorme
importancia estratégica por dos motivos. Por un lado, existían ricos yacimientos
de petróleo en Libia, necesarios para el combustible de las unidades motorizadas.
Por otro, el tráfico marítimo, a través del Canal de Suez, constituía un elemento
fundamental para las comunicaciones del Reino Unido con sus colonias de Asia y
Oceanía. Por razones geográficas obvias, Alemania delegó en Italia la
responsabilidad de controlar el norte de África y debilitar la presencia de los
ingleses. En septiembre de 1940 las tropas de Mussolini penetraron en Egipto, con
el objetivo de capturar el Canal de Suez, y lanzaron diversos ataques contra las
colonias británicas de la zona de Somalia, pero fueron ampliamente rechazados y
la mayor parte de su flota quedó destruida.
Para contrarrestar los fracasos de los italianos, Hitler hizo desembarcar en
Libia al Deutsches Afrika Korps, al mando del general Erwin Rommel, en febrero
de 1941. A pesar de sus éxitos iniciales, Rommel sólo consiguió recuperar las
posiciones perdidas por los italianos y estabilizar el frente. En mayo de 1942,
planificó una audaz operación que le llevó a las puertas de El Cairo pero, el 1 de

[264]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

noviembre, el general inglés Bernard Montgomery le obligó a detenerse en El


Alamein, cerca de Alejandría.
Poco después se inició la llamada Operación Torch, coordinada por
Estados Unidos, Gran Bretaña y las fuerzas de la Francia libre. Consistió en un
masivo desembarco de tropas aliadas en Casablanca, con el objetivo de presionar
al Afrika Korps, que se había retirado a Túnez. La victoria táctica de Rommel en la
Batalla del Paso de Kasserine, en febrero de 1943, sólo sirvió para posponer la
rendición de las fuerzas del Eje en este escenario. La resistencia británica desde
Egipto, y el empuje del ejército norteamericano comandado por el general George
Patton desde Marruecos, lograron finalmente expulsar a los alemanes del norte
de África e iniciar el asalto a Italia, entre mayo y julio de 1943.

La guerra en el Frente Ruso (junio 1941 - julio 1944).


No tiene fácil explicación que Alemania decidiera invadir Rusia, después
de que ambas hubieran firmado un pacto de no agresión, que delimitaba con
claridad los límites expansionistas de cada potencia. Pero Hitler consideraba la
lucha contra el comunismo una necesidad para la supervivencia de Europa. En su
libro Mein Kampf explicaba que el nuevo orden social, surgido con el
Nacionalsocialismo, estaba expuesto a la amenaza de los bolcheviques
procedentes del este, de la misma forma que el Imperio Romano estuvo
amenazado por los hunos de Atila. Así pues, la guerra contra Rusia se presentaba
como una especie de cruzada, cuyo objetivo era expulsar a los bolcheviques hacia
el interior de Asia, y apropiarse del trigo, las materias primas y los extensos
recursos minerales de Rusia.
El plan de Hitler, denominado Operación Barbarroja en honor del
emperador alemán Federico I, consistía en disponer tres grandes ejércitos que
avanzaran desde distintos puntos, para envolver al ejército ruso dentro de unas
grandes tenazas y aniquilarlo en pocos meses, siguiendo el modelo de la guerra
relámpago. Los principales objetivos eran las ciudades de Leningrado, al norte,
Stalingrado, al sur, y Moscú, entre ambas.
El ataque se inició el 22 de junio de 1941 y pilló a Stalin por sorpresa, a
pesar de que había sido prevenido por los servicios de inteligencia británicos, así
que apenas pudo hacer frente al enemigo. El avance de los nazis prosperó de
manera incontenible a lo largo de un frente de 2.500 km, que se extendió desde el
Mar Báltico hasta el Mar Negro. La superioridad técnica del armamento germano

[265]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

permitió la ocupación de los países Bálticos, Bielorrusia, Moldavia y Ucrania en


otoño, llegando a escasos kilómetros de Moscú y sitiando Leningrado, a pesar de
su inferioridad numérica. Pero el frío invierno ruso paralizó las operaciones
militares, porque el armamento mecánico no funcionaba correctamente, la
Luftwaffe no podía despegar y los soldados alemanes morían congelados,
hambrientos o enfermos. En este contexto se produjo un contraataque soviético,
después de que Stalin hubiera negociado un pacto de neutralidad con Japón, que
le permitió contar con tropas de refuerzo venidas desde oriente. Moscú fue
liberado del asedio, los nazis retrocedieron y la campaña se detuvo
momentáneamente.
Las hostilidades se reanudaron en la primavera de 1942. El ejército
alemán se reorganizó, reanudó su avance y endureció el asedio a Leningrado y
Stalingrado. Pero la URSS resistió heroicamente, enrabietada por la crueldad
mostrada por los nazis contra la población civil. Además, Stalin puso en práctica
una estrategia de “tierra quemada”, consistente en la destrucción de
infraestructuras, incendio de las cosechas y traslado de las fábricas a lugares
seguros, para evitar que pudieran ser aprovechadas por los enemigos. Los escasos
avances del ejército alemán en esta segunda fase de la campaña, el elevado coste
en vidas y en recursos materiales que le suponía cada batalla, las dificultades de
avituallamiento y la dureza de las condiciones del medio acrecentaron el
sentimiento de impotencia y la sensación de que la derrota estaba próxima. Esta
derrota se produciría en dos grandes batallas, libradas en Stalingrado y Kurks, que
provocarían la retirada definitiva de los nazis hacia Alemania.
La Batalla de Stalingrado, iniciada a finales de junio de 1942, fue una de
las más cruentas y dilatadas de toda la guerra. Se desarrolló dentro de la propia
ciudad, mediante intensos combates librados prácticamente casa por casa, sin
que ningún bando consiguiera hacerse con el control total de sus ruinas. En
noviembre de ese año, una potente contraofensiva soviética dejó atrapado al
debilitado ejército alemán, que acabó siendo aniquilado en febrero de 1943. La
ciudad quedó completamente arrasada; en total se calcula que perecieron más de
dos millones de personas, entre civiles y soldados de ambos bandos.
Como respuesta a la derrota de Stalingrado, los alemanes lanzaron una
nueva ofensiva en torno a la ciudad de Kursk, en la frontera con Ucrania. Pero los
tanques soviéticos se impusieron a los panzers y forzaron al ejército nazi a
replegarse hacia Ucrania y Bielorrusia, en agosto de 1943. Poco después, en enero
de 1944, el imparable ejército rojo logró levantar el cerco de Leningrado. En

[266]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

agosto del mismo año ya había recuperado los países Bálticos y retrotraído el
frente hasta una larga línea, que iba desde Polonia Oriental hasta Rumania.

La guerra en el Océano Pacífico (diciembre 1941 - agosto 1945).


Como repuesta a la invasión de China en 1937, los Estados Unidos, Gran
Bretaña y Holanda impusieron a Japón un embargo económico que tenía como
objetivo limitar su capacidad de maniobra. A pesar de ello, el ejército nipón pudo
seguir avanzando hacia el interior del país y, en septiembre de 1940, ocupó las
colonias francesas de Indochina. Los norteamericanos, que se abastecían de
materias primas y desarrollaban un lucrativo comercio en Oriente, se sintieron
amenazados y endurecieron el bloqueo económico contra Japón. Pero el Imperio
del Sol Naciente no estaba dispuesto a ver disminuida su hegemonía en la zona, e
inició los preparativos para entrar en guerra directa contra Estados Unidos, bajo la
dirección del general Yamamoto. El 7 de diciembre de 1941, la aviación japonesa
bombardeó por sorpresa la base naval norteamericana de Pearl Harbor (Hawai),
destruyendo la mayor parte de su flota. Al día siguiente, Estados Unidos declaró la
guerra a Japón y, en virtud del Pacto Antikomintern, Alemania e Italia hicieron lo
propio contra Estados Unidos. La guerra adquirió una dimensión global.
La lentitud de respuesta de los norteamericanos hizo que la superioridad
de Japón fuera absoluta en los primeros compases. A Pearl Harbor le siguieron
otros ataques contra Filipinas, Tailandia, Malasia e Indonesia, de forma que
prácticamente todo el sudeste asiático quedó bajo el dominio del Imperio del Sol
Naciente. El siguiente paso fue la invasión de Australia, que logró evitarse in
extremis, gracias a la resistencia aliada en el Mar del Coral, en mayo de 1942. Esta
batalla confirmó el rearme de los Estados Unidos y la importancia que llegaron a
tener los portaaviones y la aviación en la guerra del Pacífico.
El punto de inflexión lo marcó la Batalla de Midway, finalizada el 7 de
junio de 1942, con victoria de Estados Unidos. A partir de entonces, se desarrolló
una larga campaña en la que los americanos fueron reconquistando uno a uno los
diferentes archipiélagos del Pacífico, utilizando primero contundentes acciones de
la aviación y de la flota naval, y después desembarcando fuerzas de infantería. La
superioridad numérica y armamentística de los yanquis se manifestaba cada vez
con mayor claridad, pero la resistencia tenaz de los japoneses, su empleo cada vez
más frecuente de kamikazes y su fidelidad ciega hacia el emperador Hirohito
dificultaron mucho la reconquista.

[267]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

En octubre de 1944, tuvo lugar la inmensa Batalla del Golfo de Leyte. La


victoria americana, dirigida por el general Douglas MacArthur, resultó decisiva
para la recuperación de Filipinas y el asalto definitivo a suelo japonés. Este se
produjo por primera vez en febrero de 1945, cuando los americanos
desembarcaron en el islote de Iwo Jima, y acto seguido en Okinawa, que cayó en
junio del mismo año. Las conquistas de Iwo Jima y Okinawa dejaron a Japón al
alcance de la aviación yanqui, que bombardeó numerosas ciudades, puertos,
fábricas, infraestructuras y otros centros estratégicos, incluyendo la misma
capital, Tokio.
El Imperio del Sol Naciente estaba a punto de ser derrotado, pero Hirohito
se opuso a la rendición hasta el último momento. Por otro lado, un desembarco
de la infantería yanqui sobre Japón hubiera resultado excesivamente costoso,
tanto en tiempo como en pérdidas humanas y en recursos materiales. Para evitar
que la guerra se alargase innecesariamente, el nuevo presidente de los Estados
Unidos, Harry Truman, aprobó el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre las
ciudades japonesas de Hiroshima, el 6 de agosto, y Nagasaki, el 9 de agosto, que
provocaron más de 100.000 muertos. Entre ambas explosiones, los soviéticos
invadieron Manchuria, y la situación se hizo insostenible. Hirohito, finalmente,
accedió a la rendición el 14 de agosto de 1945.

El desembarco de Normandía y el final de la guerra


(junio 1944 - abril 1945).
Desde la ocupación de Francia por los alemanes, la situación en el
noroeste y centro de Europa había sido relativamente tranquila. Tan sólo la
resistencia clandestina francesa y las guerrillas de los partisanos en Yugoslavia y
otros lugares de la Europa Oriental habían amenazado el dominio de los nazis. Las
operaciones militares a gran escala se limitaron a los bombardeos efectuados
sobre territorio alemán por la RAF y la U.S. Air Force, junto con labores de
sabotaje y espionaje realizadas por comandos de paracaidistas. A estas acciones
respondió Alemania inventando los misiles teledirigidos de largo alcance V1 y V2,
que empezaron a utilizarse en verano de 1944 contra Bélgica e Inglaterra.
El principal escenario de batalla se trasladó a Italia, entre julio y
septiembre de 1943, cuando un ejército angloamericano desembarcó en Sicilia y,
desde allí, logró asaltar la Italia continental. Mientras tanto, en Roma se había
producido un golpe de Estado, que provocó la caída de Mussolini y el
alineamiento de Italia con los aliados. Alemania acudió al rescate del Duce,

[268]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

asumió el control militar y opuso una feroz resistencia al avance de los británicos
y los norteamericanos, plasmada en las batallas de Anzio y Montecassino,
disputadas entre enero y mayo de 1944. Finalmente se rompió la línea defensiva y
el 4 de junio fue liberada Roma. A pesar de ello, los aliados no fueron capaces de
progresar y el frente se estabilizó en los Apeninos.
El esfuerzo desplegado no era suficiente. La derrota del Eje exigía una
mayor coordinación entre todos los frentes de guerra. Así que, en noviembre de
1943, los líderes de las principales potencias aliadas, Winston Churchill, Franklin
D. Roosevelt y Josif Stalin, se reunieron en la Conferencia de Teherán y decidieron
lo siguiente: por un lado, favorecer el avance de los angloamericanos en Italia y de
los rusos en el este de Europa, y por otro lado, abrir un tercer frente mediante el
desembarco de un gran ejército en las costas del norte de Francia. Así nació la
Operación Overload, cuya dirección se encomendó al general norteamericano
Dwight Eisenhower. Durante varios meses se jugó al despiste, para que los
alemanes no conocieran con certeza ni el momento ni el lugar designado para el
desembarco. El denominado “Día D” fue el 6 de junio de 1944, y el escenario de la
batalla fueron las playas de Normandía, en contra de lo que suponían los nazis,
que esperaron a los aliados con gran parte de su ejército en Calais, obedeciendo
las órdenes de Hitler.
El Desembarco de Normandía sigue siendo hoy la mayor operación militar
anfibia de la historia de la humanidad. Eisenhower tuvo que coordinar a una
enorme flota naval, a la aviación y a numerosas divisiones de infantería
procedentes de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia, los Países Bajos,
Polonia, Noruega y la Francia libre, entre otros. Después de un intenso
bombardeo, se ordenó el desembarco de vehículos anfibios cargados de tropas,
que desplegaron una intensísima batalla en las playas, con el fin de sortear las
minas, los puestos de ametralladoras y los muros de contención emplazados por
los alemanes. Al finalizar el día se habían cumplido muchos de los objetivos
propuestos, salvo en la playa de Omaha, donde más bajas se registraron a causa
de la resistencia alemana. Hitler siguió pensando que el verdadero desembarco se
iba a producir en Calais, y que las operaciones de Normandía eran una maniobra
de distracción, de tal forma que el contraataque alemán llegó demasiado tarde,
cuando los aliados habían logrado asegurarse las cabezas de playa. El avance
aliado continuó a través de Cherburgo, St. Lô y Caen hasta París, que fue liberada
el 25 de agosto de 1944.

[269]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Después de Normandía, los retrocesos alemanes fueron constantes en el


frente occidental. Los generales norteamericanos Patton y Bradley, y el británico
Montgomery, rivalizaron en la conquista de territorios, mientras que los soviéticos
conseguían liberar casi todo el este de Europa. La aviación aliada derrotó
repetidamente a la Luftwaffe y bombardeó sistemáticamente las principales
ciudades de Alemania, reduciéndolas a escombros. La capital de Sajonia, Dresde,
conocida como la Florencia del Elba por su rico patrimonio artístico, sería
completamente arrasada el 14 de febrero de 1945 por 3.500 toneladas de
bombas.
Hitler había planeado una última contraofensiva, para evitar el desastre, y
en diciembre de 1944 reunió lo mejor que le quedaba de su ejército, con la
intención de romper el frente en Las Ardenas, al sur de Bélgica. A pesar del éxito
inicial, la nieve, la falta de combustible y la reacción del ejército de Patton
detuvieron el avance de los panzers, esfumándose la última oportunidad de frenar
a los aliados. La caída de Alemania era solo cuestión de tiempo. Sin embargo,
Hitler seguía confiando en la capacidad de reacción de sus tropas y en la
producción de nuevas armas de destrucción masiva, como la bomba atómica, que
estuvo muy cerca de fabricar.
En marzo de 1945, los aliados cruzaron el Rhin, y en abril los soviéticos
llegaron a las puertas de Berlín. A finales de este mes, los acontecimientos se
precipitaron. Las calles de la capital germana fueron escenario de un sangriento
combate cuerpo a cuerpo, y la camarilla de Hitler tuvo que retirarse al
Führerbunker, un refugio de hormigón construido en los sótanos de la Cancillería.
Allí se suicidó con su esposa Eva Braun, el 30 de abril, ante la certeza de la
inminente derrota. El otro gran líder del Eje, Benito Mussolini, había sido
capturado y ejecutado por partisanos italianos dos días antes. Tras la muerte de
Hitler, el almirante Karl Dönitz se convirtió en jefe del gobierno alemán y se rindió
a los soviéticos el 2 de mayo.
Los preparativos para la paz comenzaron a fraguarse bastante antes de
que finalizara la guerra, en tres reuniones de alto nivel, que los principales líderes
mundiales celebraron en el Atlántico Norte, en Yalta y en Potsdam.
En agosto de 1941, a bordo de un navío anclado en aguas del Atlántico
Norte, se encontraron el premier Churchill y el presidente Roosevelt para esbozar
la que denominaron Carta del Atlántico. En ella propusieron una serie de
principios básicos que debían presidir las relaciones internacionales cuando
llegara la paz. Estos principios fueron, en parte, herederos de los 14 puntos que el

[270]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

presidente Wilson planteó al final de la Primera Guerra Mundial: derecho de los


pueblos a elegir su propio sistema de gobierno, limitación del expansionismo,
desarme de los agresores, cooperación económica y libertad de comercio, libertad
de navegación en los mares y “establecimiento de un amplio y permanente
sistema de seguridad general”. El 1 de enero de 1942 otros veintiséis países que
luchaban contra el Eje se adhirieron a esta carta, que comenzó a llamarse por eso
Declaración de las Naciones Unidas, y sería el punto de partida para la creación de
la futura ONU.
La Conferencia de Yalta se celebró entre los días 4 y 11 febrero de 1945,
en un balneario situado en la península de Crimea, y contó con la presencia de
Churchill, Roosevelt y Stalin. Entre los tres trataron las condiciones para la paz,
aunque con importantes desacuerdos sobre el modo de llevarla a la práctica.
Discutieron sobre las futuras fronteras de Polonia y sobre la posibilidad de que en
ella se organizasen elecciones democráticas; convinieron en la desmilitarización y
división de Alemania en cuatro zonas, cada una bajo el control de los Estados
Unidos, Gran Bretaña, Francia y la URSS respectivamente, como garantía de paz y
seguridad; plantearon la cuestión de las indemnizaciones a pagar por Alemania
por las “pérdidas que ha causado a las naciones aliadas en el curso de la guerra”;
y propusieron la celebración de una conferencia en San Francisco para
institucionalizar la ONU. Además, los soviéticos se comprometieron a entrar en
guerra contra Japón, para acelerar el final de la lucha en el Pacífico.
Una vez que fue ocupado Berlín, tuvo lugar la Conferencia de Potsdam,
entre los días 17 de julio y 2 de agosto de 1945. Stalin siguió representando a la
URSS, pero Harry Truman sustituyó a Roosevelt, que había muerto en abril, y
Clement Attlee reemplazó a Churchill, que había perdido las elecciones al
parlamento británico nada más terminar la guerra. En Potsdam se ratificaron los
acuerdos de Yalta, pero se trató con mayor detalle la situación de Alemania, sobre
la que se determinó su segregación respecto de Austria y de otros territorios
limítrofes, ocupados durante la guerra, así como el establecimiento de su frontera
con Polonia en torno a los ríos Oder y Neisse. Además, se insistió en su completa
desmilitarización, su obligación a pagar 20 millones de dólares, en concepto de
reparaciones de guerra y su división en cuatro zonas de ocupación; Berlín y Viena
quedaron igualmente divididos en cuatro sectores, controlados por cada una de
las potencias aliadas. También se decidió la desaparición de cualquier foco de
fascismo y la persecución de las autoridades nazis, para ser llevados a juicio por
crímenes contra la humanidad. Finalmente, se remitió un ultimátum a Japón para
que terminase las hostilidades en el Pacífico.

[271]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

El desenlace de la Segunda Guerra Mundial quedó definitivamente


certificado mediante la firma de los acuerdos de rendición de Alemania y Japón.
En el primer caso fue el general Alfred Jodl, en representación del almirante
Dönitz, quien suscribió la rendición incondicional completa de todos los ejércitos
alemanes en el cuartel general de Eisenhower, establecido en Reims, el 8 de mayo
de 1945. La rendición entró en vigor un minuto después de la medianoche, una
vez que fue firmado en Berlín un segundo documento que también suscribió la
URSS. Desde entonces, esa fecha pasó a celebrarse en Gran Bretaña y Estados
Unidos como el Día de Victoria en Europa.
En el Pacífico, la firma oficial de la rendición hubo de esperar hasta el día 2
de septiembre de 1945. Tuvo lugar en la bahía de Tokio, a bordo del acorazado
Missouri, ante una delegación aliada encabezada por el general MacArthur, que
pasó a ser el gobernador militar del Japón ocupado. Unos años después, el 8 de
septiembre de 1951, se firmó el Tratado de San Francisco. Este tratado sirvió para
determinar el estatus político de Japón, como una monarquía constitucional en la
que el soberano seguía siendo el emperador. Además, asignó la cuantía de las
compensaciones a los aliados, con un capítulo específico destinado a los
prisioneros que habían sufrido crímenes de guerra. Para ello hizo un uso extensivo
de la Carta de Naciones Unidas y de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
Para finalizar, se enumeran las principales consecuencias de la Segunda
Guerra Mundial:
ƒ El coste económico de la guerra fue extraordinario. Se calcula que alcanzó
413.250 millones de libras esterlinas, de las que más de dos tercios
correspondieron a gastos estrictamente militares. Como contrapartida,
determinados sectores de la industria se vieron muy favorecidos por el
aumento en la demanda de sus productos, sobre todo en Estados Unidos.
ƒ Las pérdidas humanas superaron en proporción a cualquier otra catástrofe
producida a lo largo de la historia, puesto que llegaron a 55 millones de
muertos entre la población civil y los efectivos militares (el 2% de la
población mundial).
ƒ A la cifra anterior hay que añadir los más 5 millones de judíos muertos en
los campos de concentración, víctimas de la “solución final” ideada por los
nazis a partir de 1942.

[272]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

ƒ Además de eso, la Segunda Guerra Mundial se distinguió por llevar a la


práctica las más variadas, traumáticas y sanguinarias formas de sufrimiento
infringidas al ser humano: bombardeos sistemáticos sobre la población civil,
masacres indiscriminadas, deportaciones a campos de exterminio,
experimentos médicos, torturas y malos tratos a los prisioneros de guerra,
violaciones masivas de mujeres y millones de exiliados fuera de sus lugares
de origen.
ƒ La celebración de los juicios de Nuremberg y Tokio, contra las autoridades
nazis y japonesas responsables de crímenes contra la humanidad, sirvió de
castigo ejemplarizante y advertencia de que hechos como los descritos
arriba ya no quedarían impunes, sino que serían perseguidos a escala
internacional.
ƒ A consecuencia de las ingentes pérdidas humanas, militares y económicas,
se alteró el equilibrio de poder en el mundo, de forma que Gran Bretaña,
Francia y Alemania dejaron de ser grandes potencias desde el punto de
vista militar, siendo sustituidas por la URSS y los Estados Unidos.
ƒ Los desacuerdos producidos entre Stalin y los líderes occidentales, durante
las conferencias de Yalta y Potsdam, acabaron originando la división del
mundo en dos bloques antagónicos, aglutinados en torno a la URSS y los
Estados Unidos. De las relaciones entre ambos surgió un nuevo orden
geopolítico mundial, conocido como Guerra Fría.
ƒ Finalmente, la investigación e innovación tecnológicas ligadas a la industria
armamentística produjo resultados muy significativos, como la fusión del
átomo y los motores a reacción, que luego pudieron ser aplicados a la
carrera espacial y a otros ámbitos de la vida cotidiana. La URSS y los Estados
Unidos también compitieron en este campo, como un elemento más de la
Guerra Fría.
La Segunda Guerra Mundial también provocó gran cantidad de
modificaciones territoriales en Europa, que se fijaron el 10 de febrero de 1947 en
el Tratado de París. Por de pronto, Alemania y Austria se separaron como estaban
antes de la anexión de 1938. Luego Alemania sería dividida en dos Estados
diferenciados: la República Federal, de signo pro-occidental, y la República
Democrática, bajo control comunista. Además, la URSS se anexionó una parte de
Polonia, los países Bálticos y varias zonas de Finlandia y Rumania, extendiendo su
influencia sobre otras naciones de la Europa del Este, que acabaron convertidas
en satélites pro-soviéticos. Por último, Italia cedió a Francia tres pequeños

[273]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

departamentos de la zona de los Alpes, al igual que varios territorios en los


Balcanes, que pasaron a Yugoslavia; Grecia recuperó los territorios
septentrionales que le había arrebatado Bulgaria; y Rumania recobró Transilvania
de manos de Hungría.
La guerra también consagró el final del colonialismo, como consecuencia
del debilitamiento de las potencias europeas y el desarrollo de los movimientos
independentistas. El Tratado de París finiquitó el imperio colonial italiano. En años
sucesivos, Francia y el Reino Unido sufrieron una crisis sin precedentes, motivada
por la progresiva pérdida de sus colonias y la necesaria reconstrucción de su
territorio devastado. En muchos lugares del mundo se iniciaron nuevos conflictos,
derivados del proceso de descolonización y condicionados por las consecuencias
de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.
A pesar de todo lo expuesto, una de las herencias más positivas de este
contexto histórico fue la fundación de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), el 26 de junio de 1945, que a partir de entonces se convertiría en un
importante instrumento para la diplomacia y la cooperación internacional.

[274]
10. GRAN BRETAÑA Y LOS ESTADOS
UNIDOS EN EL SIGLO XX

1. LA GUERRA FRÍA

El concepto de "Guerra Fría" designa la larga y abierta rivalidad, que


enfrentó a los dos principales bloques políticos, surgidos tras la disolución de las
alianzas formadas en la Segunda Guerra Mundial. Estos dos bloques se
organizaron en torno a las naciones más poderosas que habían resultado
vencedoras en la guerra, o sea, los Estados Unidos de América y la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, liderada por Rusia. La confrontación se vivió de
forma muy agresiva en la esfera política, económica y propagandística, aunque de
forma más atenuada en el plano militar. El resultado fue el mantenimiento de una
estrecha vigilancia, y un temor mutuo entre ambos bloques, que marcaron las
relaciones internacionales en el mundo desde 1945, cuando finalizó la Segunda
Guerra Mundial, hasta 1989, año de la caída del Muro de Berlín.
En la evolución de este conflicto pueden diferenciarse cuatro grandes
etapas:
ƒ Etapa de grandes tensiones (1947-1955)
ƒ Etapa de coexistencia pacífica (1955-1962)

[275]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

ƒ Deshielo o etapa de distensión (1962-1975)


ƒ Epílogo o etapa final (1975-1989)

Churchill, Roosevelt y Stalin en la Conferencia de Yalta, el 10 de febrero de


1945.
Las reuniones de alto nivel mantenidas por los principales líderes mundiales
al final de la II Guerra Mundial sirvieron para acelerar el desenlace de la
misma, pero también mostraron sus distintas visiones del mundo. Las
diferencias de criterio sobre el modo en que debía ordenarse el espacio
geopolítico resultante dieron lugar a un largo período de tensión en las
relaciones internacionales, conocido como Guerra Fría. Su principal
característica fue la confrontación ideológica, económica y cultural entre los
países occidentales y los países comunistas.
[FUENTE: http://commons.wikimedia.org]

[276]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Los orígenes del conflicto se encuentran en los meses inmediatamente


posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial. Durante buena parte de la
guerra se pensó que la cooperación era posible. La concordia reflejada en la
Conferencia de Yalta (febrero de 1945) entre los principales líderes aliados,
Roosevelt, Churchill y Stalin, hizo pensar en la posibilidad de prestarse ayuda
mutua para la reconstrucción, la reinstauración de la justicia en el mundo y el
relanzamiento económico de las naciones. Además, la popularidad de los partidos
de izquierda era entonces bastante notable entre los países aliados (victoria de los
laboristas en el Reino Unido, ascenso de los comunistas en Francia e Italia, etc.).
Poco tiempo después del final de la guerra, las potencias vencedoras incluso
colaboraron en algunas acciones conjuntas, como el desarrollo de los Juicios de
Nüremberg contra los crímenes nazis del holocausto o la firma de los tratados de
paz de París.
El ambiente pareció enrarecerse a partir de algunos desacuerdos
producidos en la Conferencia de Potsdam, y terminó por aflorar en 1946. En
enero de ese año una delegación iraní protestó en la ONU por la prolongación de
la ocupación soviética en el norte de su país. Una airada reacción norteamericana
forzó la retirada soviética pocos meses después, pero en febrero Stalin afirmó en
un agresivo discurso, pronunciado en Moscú, que el capitalismo y el comunismo
eran incompatibles y que la URSS debía prepararse para el rearme. En el mismo
año, un referéndum convocado por las autoridades comunistas abolió la
monarquía en Bulgaria, certificando la instauración de una república pro-soviética.
Los servicios de inteligencia yanquis confirmaron poco después la sospecha de
esta creciente hostilidad de la Unión Soviética hacia Occidente, y advirtieron del
peligro expansionista de su política exterior.
Pero fue el 5 de marzo de 1946 cuando Winston Churchill hizo público uno
de los conceptos clave de la Guerra Fría. En una conferencia pronunciada en la
universidad de Fulton (Missouri), el político británico definió la frontera que
separaba a Occidente de la Europa controlada por el ejército soviético, como un
“telón de acero”. Churchill ya había utilizado esta expresión en un telegrama
dirigido al presidente Truman, el 12 de mayo de 1945, que decía así:
“La situación europea me inquieta enormemente […] Yo he trabajado
continuamente por mantener la paz con los rusos pero, como sabéis,
mantengo una viva inquietud por sus erróneas interpretaciones de
Yalta, por su actitud sobre Polonia, por su influencia creciente en los
Balcanes […] Un Telón de Acero se abate sobre sus fronteras.

[277]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Ignoramos todo lo que pasa detrás de ellas. Parece bastante probable


que el conjunto de regiones situadas al Este de la línea Lübeck-
Trieste-Corfú esté pronto en sus manos”.
El deterioro de las relaciones diplomáticas y la desconfianza entre las dos
superpotencias fue incrementándose, sobre todo por desacuerdos sobre la
administración conjunta de Austria y Alemania, vencidas en la guerra. Además, los
soviéticos se quejaban de que los occidentales no les remitían la parte
correspondiente de las reparaciones de guerra que debían extraer de sus zonas de
ocupación, dificultando así la reconstrucción de la URSS. Por su parte, los países
occidentales recelaban del expansionismo soviético en las zonas donde el Ejército
Rojo se había establecido.
Este temor pareció confirmarse durante las elecciones de Polonia,
celebradas en un clima de coacción por parte de los soviéticos, que permitió el
triunfo de los candidatos comunistas. A consecuencia de ello Polonia se convirtió
en un Estado satélite de Rusia. Entonces Gran Bretaña y Estados Unidos
coordinaron sus esfuerzos para evitar que otras zonas de Europa cayeran bajo la
misma influencia. Grecia, que se hallaba en medio de una guerra civil entre
conservadores y comunistas, y Turquía, cuya situación económica era paupérrima,
concentraron los esfuerzos de los aliados. El 12 de marzo de 1947, el presidente
Truman explicó ante el Congreso las líneas maestras que debían orientar la
política exterior del bloque occidental: primero, implicarse activamente en la
defensa del sur y el oeste de Europa; segundo, aprobar una ayuda de 400 millones
de dólares para la recuperación de Grecia y Turquía; y tercero, ayudar a cualquier
otro gobierno que hiciera frente a la amenaza comunista. Estos tres puntos, junto
la creación del Consejo de Seguridad Nacional y la Agencia Central de Inteligencia
(CIA), definieron lo que se llamaría a partir de entonces la política
de contención (containment) del comunismo, que se resume en el siguiente texto:
“En la presente etapa de la historia mundial casi todas las naciones
deben elegir entre sistemas de vida alternativos. Con mucha
frecuencia, la decisión no suele ser libre. En varios países del mundo,
recientemente, se han implantado por la fuerza regímenes
totalitarios, contra la voluntad popular. El gobierno de los Estados
Unidos ha levantado frecuentes protestas contra las coacciones y las
intimidaciones realizadas en Polonia, Rumania y Bulgaria, violando el
acuerdo de Yalta. Debo afirmar también que en otros países han
ocurrido hechos semejantes.

[278]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Uno de estos dos sistemas de vida se basa en la voluntad de la


mayoría y se caracteriza por la existencia de instituciones libres, un
gobierno representativo, elecciones limpias, garantías a la libertad
individual, libertad de expresión y de religión, y el derecho a vivir sin
opresión política.
El otro sistema se basa en la voluntad de una minoría impuesta por la
fuerza a la mayoría. Se apoya sobre el terror y la opresión, sobre el
control de la prensa y la radio, sobre elecciones fraudulentas y sobre
la supresión de las libertades individuales.
Yo creo que la política de los Estados Unidos debe ayudar a los
pueblos libres que luchan contra las minorías armadas o contra las
presiones exteriores que intentan sojuzgarlos. Creo que debemos
ayudar a los pueblos libres a cumplir sus propios destinos, de la forma
que ellos mismos decidan. Creo que nuestra ayuda debe ser
principalmente económica y financiera, que es esencial para la
estabilidad económica y política. El mundo no es estático y el statu
quo no es sagrado. Pero no podemos permitir cambios en el statu
quo, que violen la Carta de las Naciones Unidas, por métodos como la
coacción o subterfugios como la infiltración política. Ayudando a las
naciones libres e independientes a conservar su independencia,
Estados Unidos habrá de poner en práctica los principios de la Carta
de las Naciones Unidas”.
Para hacer efectiva esta política, los Estados Unidos debían ganarse el
apoyo incondicional de los países de Europa que aún no se habían dejado seducir
por los soviéticos. La estrategia fue un vasto plan de ayudas económicas para
facilitar su reconstrucción tras la devastación de la guerra; gracias a esta generosa
financiación, los franceses, belgas, holandeses e italianos acabarían prefiriendo a
los americanos en vez de a los agitadores comunistas que podían obstaculizar el
proceso de reconstrucción. Así fue anunciado en la universidad de Harvard, el 5
de junio de 1947, el Programa de Recuperación Europeo (European Recovery
Program), popularmente conocido como el Plan Marshall en referencia a George
Marshall, el secretario de Estado norteamericano que lo diseñó. Este programa
supuso una extraordinaria inyección de ayuda moral y económica, que permitió
una acelerada recuperación en la Europa Occidental, y un importante freno al
expansionismo soviético.

[279]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Stalin obligó a todos los países que habían caído bajo su esfera de
influencia a rechazar la ayuda americana, creando en septiembre de 1947 la
Kominform u Oficina de Información de los Partidos Comunistas. Este organismo
nació con la finalidad de coordinar las políticas de izquierda de todos los países
europeos, según el Informe Jdanov. Dicho documento constataba la división del
mundo en dos bloques y la necesidad de que los países del “campo antifascista y
democrático” siguieran el liderazgo de Moscú frente al monopolio capitalista de
los Estados Unidos. De esta forma Europa quedó definitivamente dividida en dos
grandes áreas de influencia: la occidental, apoyada por Estados Unidos, y la
oriental, sometida a la URSS.
La llamada Doctrina Jdanov estableció una conversión forzosa de la
Europa Central y Oriental al modelo comunista y, una tras otra, las naciones
dominadas por el Ejército Rojo, desde el final de la Segunda Guerra Mundial,
fueron redefiniéndose como “democracias populares”. Este modelo de Estado
constituía un sistema totalitario basado en un partido único, la colectivización de
la tierra, la planificación centralizada de la economía, dando prioridad a la
industria pesada, y la represión de cualquier tipo de disidencia. En este proceso,
que dio inicio a la etapa de las grandes tensiones de la Guerra Fría, constituyó un
momento clave el llamado Golpe de Praga (febrero de 1948), por el cual el líder
comunista Gottwald, con el apoyo de Stalin y de las milicias proletarias, se aupó a
la jefatura del Estado eliminando la oposición democrática.
Como respuesta a lo anterior, los aliados aceleraron todo lo posible las
medidas conducentes a evitar que se produjeran otros hechos similares. Así, en
junio de 1948 los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia suscribieron los
Acuerdos de Londres para aclarar el estatus político de la Alemania Occidental,
que controlaban desde el final de la guerra. En las conversaciones preliminares a
la firma de esos acuerdos el tema estrella fue la situación de Berlín, que en esos
momentos se hallaba dividida en cuatro zonas de ocupación diferenciadas, una de
ellas bajo dominio soviético. La pretensión aliada de introducir en el mercado
alemán una nueva moneda, el marco, provocó el bloqueo de Berlín, mediante el
cual la URSS impidió toda comunicación terrestre entre su zona de influencia y la
parte de la ciudad ocupada por los occidentales. Pero los norteamericanos y
británicos organizaron un puente aéreo de más 275.000 vuelos, que durante once
meses consiguió abastecer a la población sitiada. El 12 de mayo de 1949 Stalin
levantó el bloqueo.

[280]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

La crisis de Berlín creó un fuerte sentimiento de solidaridad entre los


alemanes occidentales y los norteamericanos, situación que a la postre facilitó la
partición de Alemania en dos: la zona oeste del país se constituyó como la
República Federal de Alemania bajo un sistema político liberal, mientras que la
zona de ocupación soviética se organizó como la República Democrática de
Alemania bajo un sistema comunista, que siguió el modelo de las democracias
populares. La división de Alemania fue todo un símbolo de la división del mundo
en dos bloques profundamente opuestos.
En abril de 1949 se creó en Washington la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (NATO). A partir de ese instante los norteamericanos
emprendieron una importante carrera de rearme, para hacer frente a la
expansión del comunismo, ante la evidencia de que los soviéticos poseían la
bomba atómica. Con ello, la Guerra Fría se amplió al resto del mundo, dando lugar
a una política de alianzas internacionales, tanto políticas y militares como
económicas y culturales, cuya finalidad fue reforzar la retaguardia de cada uno de
los bloques. En 1949 nació el Consejo de Europa para fomentar la integración de
los países de Occidente; en 1951, mediante el Tratado de San Francisco, Estados
Unidos prometió defender a Japón de amenazas externas; en el mismo año se
constituyó una alianza militar en el Pacífico, que recibió el nombre de las naciones
integrantes ANZUS (Australia, New Zealand, United States); en 1954 se estableció
la SEATO (Organización del Tratado del Asia Sureste) entre Gran Bretaña, Francia,
Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Tailandia y Pakistán; en 1955 se firmó el Pacto
de Bagdad, alianza de seguridad en el Próximo Oriente que agrupaba a Gran
Bretaña, Turquía, Irak, Pakistán e Irán; y en 1957 se fundó en Roma la CEE
(Comunidad Económica Europea).
En el bloque comunista también se produjo un refuerzo de las alianzas. El
1 de octubre de 1949 las tropas comunistas de Mao Zedong entraban victoriosas
en Pekín, dando por terminada una cruenta guerra civil y proclamando la
República Popular China. Al año siguiente Mao viajó a Moscú para firmar un
Tratado chino-soviético de amistad y mutua asistencia, que incluía la alianza
militar por treinta años contra Japón. La afiliación del gigante chino a la órbita del
comunismo suponía un evidente peligro de desequilibrio en la relación de fuerzas
experimentadas hasta entonces. Para combatirlo, Estados Unidos apoyó la
dictadura de Chiang Kai Chek en la vecina isla de Taiwán, e inició una agresiva
política de intromisión en los asuntos asiáticos.

[281]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

En Europa, la Unión Soviética promovió la represión totalitaria de los


elementos disidentes, la formación de Frentes Nacionales coordinados por el
partido comunista, la propaganda ideológica y la planificación de las actividades
económicas desde Moscú. En 1949 se regularon los intercambios comerciales
entre la URSS y los países del bloque oriental mediante la creación del COMECON,
y pocos años después, en 1955, se creó el Pacto de Varsovia, una alianza militar
que unió a la URSS con Bulgaria, Rumania, Hungría, Checoslovaquia, Polonia y la
República Democrática Alemana. El mando unificado de las tropas del Pacto (unos
seis millones de soldados) quedó en manos de los soviéticos. La celosa autonomía
del general Tito en Yugoslavia constituyó la única fisura en este bloque, porque en
el resto de las democracias populares las continuas purgas lograron eliminar
cualquier desviacionismo.
La muerte de Stalin en 1953, y su relevo por Nikita Kruschev al frente de la
jefatura soviética, facilitó un nuevo planteamiento en el marco de las relaciones
internacionales, que reorientó la Guerra Fría hacia una etapa de coexistencia
pacífica. Según este nuevo planteamiento, la URSS se negó a emplear la fuerza
militar para extender la revolución comunista por el mundo, y admitió que podía
haber alguna forma de entendimiento con el capitalismo. Este discurso renovado
coincidió con la crítica que hizo el propio Kruschev, en el seno del XX Congreso del
PCUS (febrero de 1956), sobre los crímenes de Stalin y el culto a la personalidad
que había caracterizado hasta ese momento la dictadura soviética. A partir de
entonces se aceptó la posibilidad, por lo menos teórica, de otras vías de
construcción del sistema socialista, que no fueran estrictamente stalinistas.
Otros factores coadyuvaron a la nueva situación: el fin de la Guerra de
Corea, la firma de los Acuerdos de Ginebra, que resolvieron la cuestión de
Indochina, la reconciliación entre la URSS y Yugoslavia, y el Tratado de Paz con
Austria (1955), que significó la evacuación de las tropas de ocupación establecidas
allí desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
No obstante, el nuevo presidente estadounidense, el general Dwight
Eisenhower, continuó recelando del poderío de los soviéticos, sobre todo después
de conocer que habían ensayado misiles intercontinentales y que, en 1957,
además, habían lanzado con éxito el Sputnik, el primer satélite espacial. La política
de Eisenhower era más agresiva que la simple contención de Truman, y se
resumía en dos tesis principales: el roll back, o sea, hacer retroceder a los rusos a
sus posiciones de partida; y las “represalias masivas”, que implicaban la amenaza

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

de usar indiscriminadamente armas nucleares en el caso de que la URSS adoptara


una política exterior expansionista.
Dos hechos concretos parecieron darle la razón. El primero fue la
sangrienta represión soviética frente a la Revolución de Hungría de 1956, que
había llevado a instaurar en aquel país la libertad de asociación política y a
adoptar una política de neutralidad, retirándose del Pacto de Varsovia. Y el
segundo fue la construcción del Muro de Berlín en 1961, ejecutada con el objetivo
de impedir la incesante huída de alemanes de la República Democrática (más de
dos millones) hacia la República Federal. El 13 de agosto de aquel año, ante la
mirada atónita de los berlineses, se inició la construcción de una muralla
infranqueable (el “muro de la vergüenza”) que rodeó todo el Berlín occidental,
convirtiéndose en el símbolo más espeluznante de la Guerra Fría.
A pesar de todo, la ruptura de la URSS con China (1960), muy crítica con la
revisión de las ideas comunistas propugnada por Kruschev, permitió un cierto
relajamiento en las relaciones entre los bloques occidental y oriental. Estados
Unidos asistió con agrado a la disolución de esa vieja alianza porque suponía un
debilitamiento considerable de la posición soviética. Era el momento oportuno
para intentar un acercamiento entre las dos grandes potencias, acercamiento que
protagonizaron el nuevo presidente norteamericano, el demócrata John F.
Kennedy y su secretario de defensa Robert McNamara, al modificar la estrategia
de “represalias masivas” por la de “respuestas flexibles”. El objetivo era evidente:
impedir una catástrofe nuclear que pudiera desencadenarse por un accidente
menor, pero que en última instancia provocara la mutua destrucción.
La diplomacia estadounidense consiguió forzar un encuentro entre
Kennedy y Kruschev en Viena, en 1961, que inició un nuevo período de distensión,
conocido como “deshielo”. Pero al año siguiente, la crisis de los misiles de Cuba
colocó a ambas potencias al borde de la guerra. Cuba se había integrado en el
bloque comunista, después de que Fidel Castro hiciera triunfar, en 1959, una
revolución popular que derrocó al gobierno pro-norteamericano de Batista. A raíz
de un fallido intento de reconquista de la isla por parte de los Estados Unidos,
mediante un desembarco en la Bahía de Cochinos, Castro permitió a Rusia instalar
misiles nucleares en suelo cubano. Kennedy reaccionó decretando el bloqueo de
la isla y preparándose para la guerra. El mundo aguantó la respiración hasta que el
28 de octubre de 1962 Kruschev cedió y ordenó retirar los misiles, a cambio del
compromiso norteamericano de no volver a invadir Cuba, y de la retirada de otros
misiles similares que la OTAN tenía desplegados en Turquía.

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Después de estar al borde del abismo, los dos líderes mundiales


decidieron reiniciar la política de distensión de forma más sistemática y duradera.
Algunas razones que justificaron este cambio en sus relaciones fueron las
siguientes:
ƒ La crisis de los misiles cubanos hizo tomar conciencia del peligro mortal que
suponía la posesión y multiplicación del arsenal nuclear.
ƒ Las dos superpotencias consideraron, por diferentes motivos, que una
relajación de las tensiones podría favorecer sus objetivos estratégicos a
largo plazo.
ƒ En los dos bloques se produjeron fuertes disensiones internas, que
debilitaron su posición. En el bloque comunista había tenido lugar el
alejamiento de China y con posterioridad se desarrollaron algunos
movimientos libertarios, como la Primavera de Praga. En Occidente la
Unión Europea se consolidaba como una potencia económica que podía
rivalizar con los norteamericanos, y en el seno de la OTAN se produjo la
escisión momentánea de la Francia de De Gaulle.
Entre los elementos característicos de esta nueva etapa de la Guerra Fría
destacan el famoso “teléfono rojo”, que desde 1963 puso en comunicación
directa al Kremlin con la Casa Blanca; la paridad del armamento nuclear entre
ambas potencias, lograda en 1971; los acuerdos de control armamentístico y no
proliferación de las armas atómicas, firmados en 1968 y 1969 (Acuerdo SALT 1); el
establecimiento de relaciones comerciales entre los dos bloques; y el
acercamiento norteamericano a la China de Mao, que gracias a la labor
mediadora de Henry Kinssinger ingresó en la ONU en 1972, como miembro del
Consejo de Seguridad. De manera más específica también hay que apuntar el giro
impulsado por el canciller Willy Brandt a la política exterior de la República
Federal Alemana, que desde 1969 se materializó en la firma de tratados de
amistad con la URSS, Polonia y Checoslovaquia. Como resultado de ello, en 1972
las dos Alemanias se reconocieron mutuamente, aceptando las fronteras
establecidas desde su separación, e ingresando al año siguiente en la ONU.
Desgraciadamente, en 1975, la escalada bélica internacional recrudeció
las relaciones entre los dos bloques. La distensión de la etapa anterior provocó,
una vez más, la desconfianza y el enfrentamiento, que dieron lugar al epílogo o
etapa final de la Guerra Fría. La derrota norteamericana en Vietnam y las
dificultades experimentadas en la Guerra de Camboya posibilitaron una dinámica
favorable al expansionismo soviético. El punto álgido de este expansionismo fue la

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

invasión soviética de Afganistán, en 1978, motivada por la inestabilidad política


existente en aquel país, tras la revolución que había destronado al rey Zaher Shah.
Moscú trató de imponer un gobierno leal al comunismo, pero se encontró con la
oposición de los Estados Unidos y la mayoría de los países occidentales, que
decidieron ayudar a la guerrilla islámica que se enfrentaba al ejército ruso,
prolongando la guerra hasta 1992.
Las dificultades de la URSS para imponer su dominio en Afganistán
destaparon la auténtica realidad del bloque comunista. En la década de 1960
había aumentado la disidencia de los países de la Europa del este, dando lugar a
sucesivas revoluciones e intentos de afirmar su autonomía, como la Primavera de
Praga, que fue duramente sofocada por los soviéticos en 1968. Pero la debilidad
del bloque comunista era un secreto a voces, como se mostró a raíz de la
Iniciativa de Defensa Estratégica, promovida por el presidente norteamericano
Ronald Reagan en 1981. Desde hacía años, los rusos compraban a los yanquis
trigo y productos alimenticios con los que aprovisionar a su propio pueblo, sumido
en la miseria, mientras que en la carrera espacial se habían visto ampliamente
superados. Europa también se había convertido en otro rival de categoría, y no se
había dejado intimidar por el despliegue de los euromisiles rusos en 1983.
Los problemas se fueron acumulando en la retaguardia del bloque
comunista. En 1980 se desarrollaron numerosas protestas sociales en Polonia,
fomentadas por el sindicato Solidaridad, que concluyeron en la firma de los
Acuerdos de Gdansk. Según estos acuerdos, el gobierno de Varsovia reconocía,
por primera vez, un sindicalismo independiente y permitía la libertad de
expresión. A pesar de ello, el general Jaruzelski declaró el estado de guerra y
acabó con las reformas en 1982. Pero cada vez eran más evidentes las dificultades
de Moscú para controlar a sus naciones satélites.
La situación era aún más complicada en la propia Unión Soviética, con una
economía asolada por graves problemas estructurales y un considerable atraso
tecnológico con respecto a Occidente. El estancamiento económico, la
desmoralización de la población y el progresivo deterioro del nivel de vida hacían
imposible aceptar el desafío militar norteamericano. En el plano político, las
sucesivas muertes de los ancianos Leonidas Breznev, Yuri Andropov y Konstantin
Chernenko (1982-1985) mostraron el anquilosamiento de una gerontocracia, que
aún se basaba en la concentración del poder absoluto, por parte del Politburó del
Comité Central del PCUS. La URSS estaba ofreciendo ante el mundo una imagen
de debilidad y agonía extraordinariamente negativa.

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

La necesidad de reformas era evidente y el 11 de marzo de 1985 fue


elegido Secretario General del PCUS un “joven” de 54 años llamado Mijail
Gorbachov, con la misión de llevar a cabo tales reformas. Nadie podía esperar la
magnitud de los cambios que desencadenó, sirviéndose de una arriesgada política
bautizada como Perestroika. La caída del Muro de Berlín (9 de noviembre de
1989), el derrumbe de las democracias populares en los Estados satélites del
bloque comunista, a partir de ese mismo año, la reunificación de Alemania (3 de
octubre de 1990) y la desmembración de la URSS en multitud de repúblicas
independientes (diciembre de 1991) hicieron el resto. La Guerra Fría había
terminado.
Para finalizar, se enumeran algunos de los conflictos internacionales más
significativos de la Guerra Fría, en los cuales estuvieron involucrados, de forma
más o menos indirecta, las dos grandes potencias. Durante la segunda mitad del
siglo XX los Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaron desde la
retaguardia de otros países interpuestos, manifestando su posición por medio del
suministro de armas, la venta de tecnología y la propaganda. Ello otorgó a la
Guerra Fría una dimensión mundial y evitó el enfrentamiento directo entre las dos
superpotencias, que hubiera provocado una guerra nuclear.

Guerras árabe-israelíes.
El holocausto nazi impulsó la emigración de miles de judíos a la colonia
británica de Palestina, poblada desde hacía siglos por los árabes. Tras meses de
disturbios, la ONU acordó un Plan de Partición de Palestina, que fue aceptado por
las principales potencias el 29 de noviembre de 1947, dividiendo la antigua
colonia en tres partes: el Estado judío de Israel, el Estado árabe de Palestina y
Jerusalén como ciudad con estatus internacional, bajo el control de las Naciones
Unidas. Los árabes no aceptaron la creación del Estado de Israel y, en cuanto las
tropas británicas descolonizaron el territorio, atacaron a los judíos. La primera
guerra árabe-israelí concluyó en 1949 con una contundente victoria israelita, que
amplió las fronteras del Estado de Israel ocupando el 78% de la antigua Palestina.
Los restantes territorios palestinos acabaron controlados por los países árabes
circundantes: la franja de Gaza pasó a manos de Egipto, mientras que Cisjordania
y la ciudad vieja de Jerusalén quedaron en poder de Jordania. Por consiguiente,
los palestinos se quedaron sin Estado dando origen a un problema que se
mantiene hasta el día de hoy. En el mismo escenario de Oriente Próximo, tuvieron
lugar en las décadas siguientes otros conflictos muy significativos, como la Crisis

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

del Canal de Suez (1956), la Guerra de los Seis Días (1967), la Guerra del Yom
Kipur (1973) y la Guerra Civil del Líbano (iniciada en 1975), durante las cuales
Israel se convirtió en aliado estratégico de Estados Unidos, mientras que la URSS
apoyaba a los países árabes.

Guerra de Corea.
Corea era un antiguo protectorado japonés, cuya parte norte fue ocupada
por los soviéticos en 1945, mientras que la parte sur se reservó a los
norteamericanos. Esta partición dio origen a dos regímenes radicalmente
enfrentados, igual que en Alemania: por un lado Corea del Norte, que era una
dictadura comunista pro-soviética presidida por Kim il Sung, y por otro lado Corea
del Sur, que era una dictadura conservadora pro-americana bajo el mando de
Syngman Rhee. Cuando las dos grandes potencias retiraron su protectorado, en
1948 y 1949 respectivamente, quedaron frente a frente dos estados antagónicos,
que pronto entraron en guerra. El conflicto se inició con la invasión norcoreana
del sur de la península, en junio de 1950, a la que respondió una intervención de
los norteamericanos en septiembre del mismo año. En octubre, el ejército chino
entró en la guerra en ayuda de Corea del Norte, lo que estabilizó los frentes y
prolongó el conflicto durante tres años. Finalmente, en julio de 1953 se firmó el
Armisticio en Panmunjong, demarcando la frontera entre las dos Coreas en torno
al paralelo 38º.

Guerra de Vietnam.
Se inició tras los Acuerdos de Ginebra, que pusieron fin a la Guerra de
Indochina, decretando la retirada de Francia de sus colonias asiáticas. Según estos
acuerdos la zona de Vietnam del Norte, en la que se había establecido una
dictadura comunista dirigida por Ho Chi Minh, y la zona de Vietnam del Sur,
donde había una dictadura pro-occidental, debían reunificarse mediante
elecciones libres. Pero el Sur se negó ante la certeza de una victoria electoral
comunista. Como consecuencia de ello, en 1956 se organizó en el propio Vietnam
del Sur un Frente Nacional de Liberación, de ideología comunista (el Vietcong),
que inició hostilidades contra el gobierno de Saigon. El gobierno norteamericano
decidió una intervención militar directa para apoyar a Vietnam del Sur, primero
mediante el envío de 17.000 “consejeros militares” entre 1961 y 1963, y después
con el desplazamiento de tropas expedicionarias que en 1967 alcanzaron la cifra

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

de 500.000 soldados. La Guerra de Vietnam fue una de las más violentas y


sanguinarias de la historia, puesto que produjo miles de muertos y acabó
extendiéndose a otros países limítrofes, como Laos y Camboya. Pero Estados
Unidos cayó derrotado ante los comunistas del Vietcong, que combatían bien
financiados por la URSS. El 23 de enero de 1973 tuvo que claudicar en la Paz de
París y decretar la retirada de todas sus tropas, lo que provocó el inmediato
derrumbamiento del régimen de Vietnam del Sur y la reunificación de todo el
Vietnam bajo un sistema comunista.

Dictaduras y revoluciones en América Latina.


Después del fracaso de Vietnam, Estados Unidos huyó de la intervención
militar directa en los conflictos internacionales, pero no dejó de influir en el mapa
político mundial. En Sudamérica reeditó los viejos planteamientos de la Doctrina
Monroe y promovió el afianzamiento de dictaduras conservadoras, que
garantizasen sus intereses económicos y frenasen el avance del comunismo.
Cualquier síntoma de desestabilización fue interpretado como una acción
orquestada desde Moscú o La Habana, con el objetivo de instaurar regímenes pro-
soviéticos. Por esta razón apoyó el golpe militar de Augusto Pinochet en Chile, que
derrocó el gobierno socialista de Salvador Allende en 1973. Algo parecido sucedió
en Argentina, donde en 1976 se produjo un golpe de Estado dirigido por el
general Videla y financiado desde Washington. El intervencionismo yanqui en
América continuó en la década siguiente en Granada (1983), Nicaragua (1984) y
Panamá (1989).

2. LA DESCOLONIZACIÓN Y LA COMMONWEALTH

Se entiende por descolonización el desarrollo sociopolítico por el cual los


pueblos sometidos bajo dominio colonial logran forjar su plena soberanía,
mediante fórmulas propias de organización de un Estado. La descolonización de
África, Asia, Oceanía y parte de América fue un proceso histórico de gran
magnitud y extraordinaria complejidad, que rompió con el sistema tradicional de
relaciones internacionales y configuró un mapa del mundo completamente
diferente.
Según algunos autores, la emancipación de los pueblos indígenas
constituye la tercera fase de un gran proceso revolucionario, que tiene lugar, a

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

escala mundial, durante toda la Edad Contemporánea: primero las revoluciones


liberales constitucionales de finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, luego
las revoluciones sociales del último tercio del siglo XIX y principios del XX, y
finalmente las revoluciones coloniales desarrolladas después de la Segunda
Guerra Mundial. Con respecto al proceso de descolonización, podemos establecer
cuatro grandes fases:
a) Antecedentes: independencia de las colonias norteamericanas respecto de
Gran Bretaña (finales siglo XVIII) y de las iberoamericanas respecto de
España y Portugal (principios del siglo XIX), además de la asimilación de los
antiguos dominios ingleses en una Comunidad de Naciones Británicas
(1931).
b) Emancipación del mundo musulmán: descolonización de algunos
territorios árabes y de otros territorios musulmanes situados en el Próximo
y en el Medio Oriente (durante el período de entreguerras).
c) Rebelión de Asia: que culmina con la independencia de los países del Asia
meridional y del Extremo Oriente, según los planteamientos de la
Conferencia de Bandung (1945-1955).
d) Descolonización de África: que se inicia con la independencia de Egipto en
1952 y se extiende casi hasta nuestros días, completándose con la
descolonización de los países de Oceanía y de otros menores desperdigados
por todo el planeta.
Entre las causas que han motivado el proceso descolonizador, podemos
distinguir una serie de factores internos, que hacen referencia a la propia
evolución política, sociocultural y económica de los pueblos colonizados, y otros
factores externos, que son aquellos que influyen desde el exterior.

Factores internos:
ƒ Creciente industrialización y diversificación de los sectores de la economía
en algunos territorios coloniales, que fueron abandonando su rol tradicional
de centros de explotación de materias primas.
ƒ Explosión demográfica durante el período de entreguerras, explicada en
parte por la mejora de las infraestructuras y de los servicios sanitarios, que
aumentó las desigualdades sociales: cada vez fue más numerosa la

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

población indígena que se hallaba gobernada por una élite europea


minoritaria.
ƒ Progresiva concentración urbana, que facilitó la imitación de los modos de
vida y de la mentalidad occidental, pero que también provocó situaciones
de extrema pobreza y hacinamiento en los suburbios, pronto aprovechados
por los nacionalismos anticolonialistas.
ƒ Educación occidental recibida por algunos sectores de la población
indígena, que fueron a estudiar a las universidades de la metrópoli y se
impregnaron de los ideales liberales y democráticos.
ƒ Resentimiento de la población indígena por su exclusión de los cargos
administrativos y políticos, que recaían sólo en los representantes de la
metrópoli.
ƒ Desarrollo de una conciencia nacional como forma de emancipación y
reivindicación de los derechos civiles para disponer de su propio futuro. En
algunos lugares cobró especial importancia el elemento étnico (la negritud,
el islamismo, las tradiciones, la lengua, etc.) como signo de identidad y
confrontación con lo europeo.

Factores externos:
ƒ Crisis económica de las metrópolis en las primeras décadas del siglo XX, que
influyó negativamente sobre las economías de las colonias, provocando
desequilibrios e inseguridad.
ƒ Efectos de las dos guerras mundiales, que alteraron las relaciones
tradicionales de dependencia, a causa del debilitamiento de las metrópolis
europeas y la elevada aportación de soldados y suministros procedentes de
las colonias. La sangre derramada por la lealtad debida a las metrópolis
legitimó después las reivindicaciones de aquellos pueblos. Por otra parte,
las colonias también sirvieron de escenario a los conflictos bélicos y a
consecuencia de ello cambiaron de dueños o vieron modificadas sus
fronteras.
ƒ Desprestigio de las instituciones internacionales, que aunque reconocieron
la necesidad de facilitar el proceso de emancipación de las colonias, no
terminaron de fijar las bases jurídicas adecuadas para hacerlo
completamente posible. Un buen ejemplo de ello fue el sistema de

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

“mandatos internacionales”, ensayado después de la Primera Guerra


Mundial, que era una situación intermedia entre la dependencia colonial y
la libre autodeterminación. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la ONU
pasó a regular el proceso con mayor interés.
ƒ Postura anticolonialista de las dos superpotencias surgidas tras la Segunda
Guerra Mundial, la Unión Soviética y los Estados Unidos, que impulsaron el
proceso de descolonización a gran escala, por su ideología antiimperialista
la primera y por el recuerdo de su propia identidad nacional y la defensa del
liberalismo la segunda.
Teniendo en cuenta lo expuesto, podemos caracterizar en tres grandes
modelos los procesos de descolonización: pacíficos, bélicos o mixtos.
La descolonización pacífica supone que la colonia obtiene su soberanía sin
necesidad de recurrir a una guerra de independencia, mediante la concesión de
plenos derechos a todos los ciudadanos (asimilación), o mediante una serie de
pactos graduales con la metrópoli hasta la definitiva emancipación. Éste fue en
general el caso de los dominios británicos, por ejemplo Canadá o Australia. Pero la
ausencia de guerra no siempre implicó la inexistencia de disturbios o de
hostilidades entre las propias comunidades indígenas, como sucedió en La India
entre hindúes y musulmanes.
La descolonización bélica se produce cuando la metrópoli se niega a hacer
concesiones y la población indígena emprende una guerra de independencia o de
liberación nacional, que acaba con una ruptura violenta. Éste fue el caso de
Argelia e Indochina con respecto a Francia.
La descolonización mixta sucede en aquellos casos en los que se
entremezclan las fases de negociación con algunos conflictos o rebeliones en los
que se hace uso de la fuerza, por diversos motivos.
El siguiente listado ofrece una cronología detallada de la descolonización
desarrollada en el período central del siglo XX.

1946 - Filipinas

1947 - India, Pakistán

1948 - Birmania, Ceilán (Sri Lanka)

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

1950 - Indonesia

1951 - Libia

1956 - Túnez, Marruecos

1957 - Costa de Oro (Ghana)

1958 - Guinea Francesa

1959 - Senegal, Malí, Chipre

1960 - Nigeria, Río Níger, Mauritania, Costa de Marfil, Togo, Dahomey,


Gabón, Camerún, Chad, Congo Belga (Zaire), Congo Francés, Somalia,
Madagascar, Alto Volta (Burkina Fasso)

1961 - Sierra Leona, Tanzania, Kuwait

1962 - Argelia, Uganda, Ruanda

1963 - Kenya

1964 - Zambia, Malta

1965 - Gambia, Lesotho, Rhodesia (Zimbabwe)

1966 - Bostwana

1967 - Yemen del Sur

1968 - Guinea Ecuatorial

1971 - Qatar, Emiratos Árabes Unidos

1974 - Guinea Bissau, Mozambique

1975 - Sáhara Occidental

1976 - Angola

1977 - Omán

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

La descolonización de los territorios británicos fue en general mucho más


moderada que la de los territorios pertenecientes al Imperio Francés, jalonada de
guerras y procesos extraordinariamente traumáticos, por causa de la resistencia
de la metrópoli a abandonar sus posesiones. El Reino Unido se esforzó por
mantener relaciones amistosas con sus antiguas colonias, mediante acuerdos
bilaterales y la creación, en 1931, de la Commonwealth, una gran comunidad de
países anglófonos de todo el mundo. A ello ayudó desde luego su dilatada
experiencia descolonizadora, que se inició en los primeros años del siglo XX,
continuó durante el período de entreguerras y finalizó después de la Segunda
Guerra Mundial. No obstante lo expuesto, en bastantes casos el proceso
descolonizador fue un absoluto fracaso, porque dejó tras de sí guerras civiles
como la que tuvo lugar entre La India y Pakistán, o la sucedida en Palestina, que se
convirtió en la causa principal del problema de Oriente Próximo, y aún está sin
resolver.
La independencia de La India fue uno de los movimientos nacionalistas
más antiguos y singulares. Organizado en torno al Partido del Congreso, fundado
en 1885, desde la Primera Guerra Mundial fue liderado por Gandhi y su discípulo
Nehru. Ambos preconizaban la no violencia y se limitaron a reclamar
insistentemente a Inglaterra la autodeterminación, concretando esta demanda en
la resolución Quit India (1942). La victoria de los laboristas de Attlee, en 1945,
facilitó en primera instancia las negociaciones, pero pronto surgieron dos posturas
enfrentadas: mientras que Gandhi y Nehru defendían el mantenimiento de un
único estado tolerante con las múltiples confesiones religiosas, el líder de la Liga
Musulmana, Ali Jinnah, promovió la partición de la colonia en dos estados, uno
hindú y otro musulmán. Después de una guerra civil que desgarró al país (1946-
1947), Nehru se avino finalmente a la idea de la partición. En junio de 1947 tuvo
lugar la Conferencia de Nueva Delhi, con la asistencia del propio Nehru, Ali Jinnah
y Lord Mountbatten, en representación del gobierno de Londres. El acuerdo final,
firmado el 15 de agosto de 1947, declaró la existencia de dos Estados
independientes: la Unión India, de mayoría hindú, gobernada por el Partido del
Congreso de Nehru, y Pakistán, de mayoría musulmana. Las transferencias de
población que acompañaron esta partición se convirtieron en un baño de sangre.
En el África anglófona la primera colonia que se independizó fue la
antigua Costa de Oro, que pasó a llamarse Ghana en 1957. El resto de las colonias
se independizaron en el período 1960-1965. Un caso particular es el de Rodhesia
del Sur, territorio rico en minerales, donde los colonos blancos declararon
unilateralmente la independencia en 1965, estableciendo un régimen de

[293]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

apartheid similar al de la República Sudafricana. Hasta 1979 no serían desalojados


del poder, gracias a lo cual este territorio, que en adelante se llamaría Zimbabwe,
logró su verdadera independencia.
La mayoría de los nuevos Estados se agruparon en la Organización para la
Unidad Africana (OUA), fundada en 1963, con el objetivo de evitar conflictos
fronterizos y secesionistas, o guerras civiles como las de Katanga y Biafra. Uno de
los grandes problemas africanos es que las fronteras fueron decididas en Londres
o París, sin tener en cuenta la realidad tribal existente. Tras la descolonización, los
conflictos entre Estados no respondieron a realidades nacionales, y las guerras
civiles entre grupos étnicos o tribales dentro de un mismo Estado se han
convertido en una desoladora costumbre en el continente.
El protagonismo en el mundo de los nuevos países surgidos tras la
descolonización era muy escaso, por no decir inexistente. Y el sistema de la
Guerra Fría les obligaba a alinearse en uno de los dos bloques enfrentados, si
querían jugar algún papel en las relaciones internacionales. Pero algunos líderes
como Nehru querían evitar que Asia se dividiera en bloques antagónicos como los
de Europa. En respuesta a esta situación de inferioridad, los cinco primeros países
descolonizados en Asia (Pakistán, La India, Indonesia, Ceilán y Birmania)
impulsaron la convocatoria de una reunión en la ciudad indonesa de Bandung, en
abril de 1955. Veintinueve países recientemente descolonizados acudieron a la
cita: 23 asiáticos, de los que 14 procedían del Asia oriental, y 6 africanos, de los
que 4 pertenecían al África negra. No fueron invitados ni Taiwan ni Israel, con el
fin de impedir el boicot de la República Popular China y de los países árabes
respectivamente. Tampoco lo fue Sudáfrica, censurada por su política de
apartheid. Representantes de los países del Magreb que aún no habían alcanzado
la independencia (Marruecos, Argelia y Túnez) ejercieron como observadores en
la Conferencia.
La Conferencia de Bandung condenó unánimemente las situaciones de
dominación colonial que aún perduraban en África, y realizó una llamada al
mundo occidental para que cooperase en la lucha contra el subdesarrollo y la
pobreza. Por último, en lo concerniente a las relaciones entre los Estados, se
acordaron cinco grandes principios, concebidos por el presidente indonesio
Achmed Sukarno y popularizados por Nehru, que aglutinaron el espíritu del
Movimiento de los Países No Alineados:
ƒ Respeto a la soberanía y la integridad territoriales
ƒ Igualdad entre las razas y las naciones

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

ƒ No agresión
ƒ No injerencia en los asuntos internos de cada país
ƒ Coexistencia pacífica
Este movimiento, no obstante, tan sólo fue completamente aceptado por
La India y Egipto. Otros países que participaron en la conferencia se mostraban
claramente pro-occidentales (Turquía, Irak, Pakistán, Ceilán...), y defendían que
cada país se integrara en alianzas militares regionales como la SEATO o el Pacto de
Bagdad. Finalmente, había otros países filocomunistas como China y Vietnam del
Norte, que no querían desligarse de la órbita de influencia soviética.
En cualquier caso, la Conferencia de Bandung se convirtió en un momento
clave del proceso de descolonización y ayudó a promover la dignidad y el derecho
a la emancipación de lo que a partir de entonces se llamaría el Tercer Mundo,
para diferenciarlo del primero (el bloque occidental) y del segundo (el bloque
comunista). Así puede leerse en el texto de la declaración resultante de aquella
reunión:
“La Conferencia Afroasiática, después de haber discutido los
problemas de los pueblos dependientes y del colonialismo y los males
que de ellos se derivan, se ha encontrado de acuerdo:
1. En declarar que el colonialismo, en todas sus manifestaciones, es
un mal al que hay que poner fin rápidamente.
2. En afirmar que la sujeción de los pueblos al yugo extranjero, la
dominación y la explotación que constituyen la negación de los
derechos fundamentales del hombre, están en contradicción con la
Carta de las Naciones Unidas y son un obstáculo para el desarrollo
de la paz y de la cooperación mundial.
3. En declarar su apoyo a la causa de la libertad y de la independencia
de todos los pueblos dependientes y, por último,
4. El llamar a las potencias interesadas a fin de que concedan libertad
e independencia a estos pueblos”.
Poco después, en 1960, nacía la Organización de Países Exportadores de
Petróleo (OPEP), con la intención de coordinar desde los países productores del
Tercer Mundo la extracción y venta de petróleo a Occidente. Conscientes de la
importancia del oro negro para la economía mundial, la OPEP intentó dignificar su
papel en el sistema y buscó una progresiva subida de los precios. Con ello

[295]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

pretendía obligar a los países occidentales a negociar un intercambio más justo de


la riqueza, que sirviera para facilitar el desarrollo de sus pueblos. En la
Conferencia de Argel (1973), los integrantes del Movimiento de los Países No
Alineados proclamaron que las naciones del Tercer Mundo pensaban iniciar su
propia vía de desarrollo, imponiendo nuevas reglas en el juego económico
mundial, ya que no podían confiar en la ayuda de los países occidentales. El
resultado de ello fue una drástica subida de los precios del petróleo que condujo a
Europa a una de las crisis económicas más importantes del siglo XX, el llamado
Crack del Petróleo.
La confrontación entre el norte rico y el sur subdesarrollado hizo ver la
necesidad de la cooperación y la solidaridad internacional como la mejor fórmula
para lograr la justicia social en el mundo. El papel que han podido jugar a este
respecto algunas instituciones de carácter mundial es fundamental. Una de estas
instituciones es la Commonwealth.
La Commonwealth es una organización formada por la libre asociación de
un gran número de Estados y territorios que proceden del antiguo Imperio
Británico. Aunque mantuvieron su status de colonia, desde finales del siglo XIX
algunos de esos territorios fueron adquiriendo una progresiva autonomía, que
culminó con el reconocimiento de su soberanía después de la Primera Guerra
Mundial. Estos territorios fueron inicialmente Canadá, Sudáfrica, Australia y
Nueva Zelanda, a los que se uniría Irlanda en 1921. La primera sociedad fue
creada en 1926 a iniciativa de Gran Bretaña, y en 1931, el Estatuto de
Westminster sustituyó jurídicamente la noción de Imperio por la de una
Comunidad de Naciones Británicas (British Commonwealth of Nations), que incluía
el Reino Unido, sus colonias y protectorados, y las cuatro naciones independientes
arriba señaladas, quedando todos unidos por un juramento común de fidelidad a
la corona británica.
Después de la Segunda Guerra Mundial se aceleró el proceso de
emancipación de las colonias, pero el Reino Unido supo reconducir ese proceso
para que no se saliera del marco de la Commonwealth. Así, en 1947 La India,
Pakistán y Sri Lanka se añadieron a la lista de naciones soberanas que ingresaron
en la sociedad, y a partir de la década de 1950 lo harían los antiguos dominios
británicos, que fueron independizándose en África (Botswana, Camerún, Gambia,
Ghana, Kenya, Lesotho, Namibia, Nigeria, Malawi, Mauricio, Mozambique, Sierra
Leona, Swazilandia, Tanzania, Uganda, Zambia, Zimbabwe), en Asia y Oceanía
(Bangla Desh, Brunei, Kiribati, Malaysia, Maldivas, Nauru, Papúa-Nueva Guinea,

[296]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Salomón, Samoa, Seychelles, Singapur, Sri Lanka, Tonga, Tuvalu, Vanuatu), en


Centroamérica (Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica,
Granada, Guyana, Jamaica, Saint Kitts y Nevis, Saint Lucia, San Vicente y las
Granadinas, Trinidad y Tobago), y en el Mediterráneo (Chipre y Malta). Otras
naciones, en cambio, han usado su derecho de secesión y han abandonado la
Commonwealth, como Irlanda, Birmania, Kuwait, Pakistán, Somalia, Sudáfrica,
Sudán y Yemen del Sur.
El primer argumento para la creación de la Commonwealth fue conservar
los antiguos lazos que unieron a la metrópoli con sus colonias, mediante una
especie de fraternidad universal de todos los países anglófonos. Pero poco más
tarde, se convirtió en una solidaridad económica que ayudó a todos sus
integrantes, sobre todo al Reino Unido, a hacer frente a la Gran Depresión de
1929. De hecho uno de sus rasgos característicos sigue siendo el de las tarifas
preferenciales para los intercambios comerciales entre los países miembros, que
resultan mucho más ventajosos que los realizados con otros países no vinculados
a la sociedad. Otros objetivos de la Commonwealth son la puesta en marcha de
proyectos de cooperación social, política, cultural, etc. En cualquier caso, la
Commonwealth no se basa en documentos ni tratados demasiado concretos, se
articula más bien por medio de un complejo sistema de consultas, entre las que
destacan las conferencias de los primeros ministros de cada Estado miembro.

3. LA CUESTIÓN DE LOS DERECHOS CIVILES EN LOS


ESTADOS UNIDOS

Entre 1945 y 1970 los Estados Unidos disfrutaron de un largo período de


prosperidad económica, interrumpido sólo por pequeñas recesiones. Por primera
vez, una enorme mayoría de la población podía gozar de un cómodo nivel de vida.
En el año 1960 el 55% de los hogares americanos tenía lavadoras de ropa, el 77%
poseía automóviles, el 90% tenía televisores y casi todos eran dueños de
frigoríficos. Dos conocidas sociólogas de la década de 1950, Martha Wolffenstein
y Margaret Mead, describieron así las características del estilo de vida americano.
En primer lugar, el desarrollo tecnológico y el crecimiento de la
producción permitieron una mejor redistribución del trabajo, lo que trajo consigo
un reparto más democrático de la riqueza. Desde el punto de vista económico, era
ya una realidad comúnmente aceptada que el consumo de masas se había

[297]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

convertido en el sostenedor del ritmo de la producción, de modo que era


absolutamente necesario contar con un espacio de ocio –week end y vacaciones–
que dejara dar salida a los productos y mercancías producidos industrialmente.
En este contexto, la televisión, la radio y la publicidad se convirtieron en
piezas imprescindibles del engranaje de producción-difusión-consumo de masas.
Todas ellas actuaron como un instrumento sutil, generador de necesidades y
apetitos, que manipulaba valores, liberaba normas morales y equiparaba hábitos
sociales. Como consecuencia de ello, se fue desarrollando una nueva moral del
placer y lo lúdico, que legitimaba el hedonismo (Fun Morality) en lugar de
censurarlo, sustituyendo a la ética puritana conservadora del esfuerzo y del
sacrificio en el trabajo.
Este estilo de vida americano (American Way of Life), basado en la
abundancia, se valoró muy positivamente como indicador del desarrollo y del
bienestar social del país y, en cierta medida, como contraposición ideológica al
estilo de vida empobrecido del Bloque Comunista. De hecho, es cierto que el nivel
de vida siguió aumentando y el ocio se generalizó entre todas las clases sociales
como un espacio social de gran importancia. Incluso la población decidió
abandonar las grandes ciudades para trasladar su residencia hacia áreas
suburbanas, en busca de espacios abiertos, cerca de la naturaleza y con mayores
posibilidades de disfrute de ocios deportivos o excursionistas. La dorada California
o Florida se convirtieron en los paraísos a imitar.
Sin embargo, esta dinámica tan optimista no fue compartida de la misma
manera por todos los sectores de la sociedad. La lucha por la existencia y la
prosperidad de cada individuo, consagrada en la cultura norteamericana desde la
Conquista del Oeste, dio lugar a un clima de competencia feroz, en el que el más
valioso, el más capaz, el más trabajador o el más inteligente eran los que
triunfaban, mientras que el más torpe, el más haragán o el más vicioso fracasaban
y, como la culpa o la causa era suya y no de la sociedad, no merecían excesiva
compasión. Así, la estratificación social se basó sobre todo en las diferencias
económicas.
La peculiaridad del caso norteamericano es que, desde el siglo XVIII, otro
factor clave de la estratificación social fueron las diferencias étnicas. La
discriminación racial se convirtió en permanente fuente de conflictos y, hasta
bastante tiempo después de la Segunda Guerra Mundial, los negros y los indios no
adquirieron los mismos derechos civiles que los blancos, lo que imposibilitaba en
la práctica su acceso a ese Estado del Bienestar, que hemos retratado. El siguiente

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

texto de Alexis de Tocqueville describe la situación en que se encontraban los


negros de Norteamérica en 1832, antes de la Guerra de Secesión.
“El prejuicio de raza me parece más vehemente en los Estados en que
siempre fue desconocida la servidumbre. Es verdad que, en el norte
de la Unión, la ley permite a los negros y a los blancos contraer
alianzas legítimas, pero la opinión declara infame al blanco que se
una a una negra, y sería dificilísimo citar el ejemplo de un solo caso.
En casi todos los Estados en que está abolida la esclavitud, se han
dado al negro derechos electorales, mas si se presenta para votar
corre peligro su vida. Oprimido, puede quejarse, pero no halla más
que blancos en sus jueces. La ley le permite llegar hasta sentarse en el
banco de los jurados, pero le rechaza de él la preocupación de la
gente. Su hijo está excluido de la escuela donde va a educarse el
descendiente de los europeos. En los teatros no puede, ni aun a peso
de oro, comprar el derecho de ponerse al lado del que fue su amo; en
los hospitales se le acuesta en local aparte. Se permite al negro
implorar al mismo Dios que a los blancos, mas no rogarle ante el
mismo altar: tiene sus sacerdotes y sus templos. No se le cierran las
puertas del cielo; apenas, no obstante, si la desigualdad se detiene en
el borde del otro mundo. Cuando muere el negro, se echan sus huesos
por separado, y la diferencia de condiciones se vuelve a hallar hasta
en la igualdad de la muerte. Así, pues, el negro es libre, pero no puede
compartir ni los derechos, ni los placeres, ni los trabajos, ni los
dolores, ni siquiera la tumba del que ha sido declarado su igual; no
puede encontrarse en ninguna parte con él: ni en la vida ni en la
muerte”.
A mediados del siglo XX las cosas apenas habían cambiado nada, y así lo
denunció el reverendo Martin Luther King en su famoso discurso I have a dream,
pronunciado al final de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad,
que tuvo lugar el 28 de agosto de 1963:
“Hace un siglo, un gran americano, bajo cuya simbólica sombra nos
encontramos, firmó la Proclama de Emancipación. Este trascendental
decreto llegó como un gran faro de esperanza para millones de
esclavos negros, que habían sido quemados en las llamas de una
injusticia aniquiladora. Llegó como un amanecer dichoso para acabar
con la larga noche de su cautividad.

[299]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Pero cien años después, los negros todavía no son libres. Cien años
después, la vida de los negros sigue todavía tristemente atenazada
por los grilletes de la segregación y por las cadenas de la
discriminación. Cien años después, los negros viven en una isla
solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad
material. Cien años después, los negros todavía siguen
languideciendo en los rincones de la sociedad americana y se sienten
como exiliados en su propia tierra. Así que hemos venido hoy aquí a
mostrar unas condiciones vergonzosas […]
Sería desastroso para la nación pasar por alto la urgencia del
momento y subestimar la determinación de los negros. Este asfixiante
verano del legítimo descontento de los negros no pasará hasta que
haya un estimulante otoño de libertad e igualdad. Mil novecientos
sesenta y tres no es un fin, sino un comienzo […] No habrá descanso ni
tranquilidad en América hasta que los negros tengan garantizados
sus derechos como ciudadanos. Los torbellinos de revuelta
continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que
nazca el día brillante de la justicia”.
Las protestas de los negros persuadieron al presidente F. D. Roosevelt, ya
en 1941, a prohibir la discriminación en las industrias de guerra, aunque su orden
tuvo un impacto limitado sobre las prácticas de contratación. Más tarde, en 1948
el presidente Truman puso fin a la segregación racial en las fuerzas armadas y en
todas las dependencias federales. Pero estas medidas se revelaron claramente
insuficientes.
En 1954 tuvo lugar el primer hito histórico en la conquista de los derechos
de la población afroamericana de Estados Unidos. Ese año, Oliver Brown
interpuso una demanda contra la Junta Escolar de Topeka (Kansas) porque su hija
Linda Brown, de siete años, tenía que desplazarse diariamente durante una hora y
veinte minutos para asistir a una escuela segregada, cuando disponía de otra
escuela pública a siete manzanas de su casa. Respaldado por la Asociación
Nacional para el Avance de la Población de Color (Nacional Association for the
Advance of Color People –NAACP-), consiguió que, basándose en la enmienda
número 14 de la Constitución, la Corte Suprema de Justicia reconociera
inconstitucional la segregación de la población negra en las escuelas públicas. A
pesar de ello, la mayoría de los Estados del sur continuaron oponiéndose a la
integración durante varios años después del fallo, por la influencia del Ku Klux

[300]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Klan y otros movimientos segregacionistas, especialmente activos en Tennessee,


Mississippi y Alabama.
En 1955 una activista afroamericana, de nombre Rosa Parks, fue detenida
en Montgomery (Alabama) por negarse a ceder el asiento a un hombre blanco y
trasladarse en la zona trasera del autobús, que era la que estaba reservada para la
población de color. La comunidad negra comenzó un boicot, encabezado por el
reverendo Martin Luther King, contra la discriminación en el trasporte público. El
boicot se prolongó durante un año, hasta que el Tribunal Supremo obligó a la
compañía de autobuses de Alabama a abolir la segregación.
En virtud de estos progresos, en 1957 la comunidad afroamericana de
Little Rock (Arkansas) consiguió convencer a la junta educativa de la ciudad para
matricular a nueve alumnos de color en un instituto de Educación Secundaria para
blancos. El gobernador del Estado trató de impedirlo, ordenando que la Guardia
Nacional impidiera la entrada de los alumnos negros, lo que obligó al presidente
Eisenhower a enviar al lugar tropas federales, con el fin de exigir el cumplimiento
de la ley de integración escolar y permitir la entrada de los alumnos al centro.
Sin embargo, la segregación persistió en restaurantes, autobuses
interestatales, salas de teatro y hoteles, lo que llevó a Martin Luther King a
encabezar una nueva campaña no violenta para apoyar la integración de los
negros. Sus seguidores tuvieron que enfrentarse a la policía hostil, las turbas
violentas, el gas lacrimógeno, las mangueras de agua y los aguijones eléctricos
usados para arrear al ganado. La Administración Kennedy trató de proteger a
quienes trabajaban en favor de los derechos civiles e intentó conseguir el derecho
al voto para los negros del sur.
Pero en junio de 1963 el Gobernador de Alabama, George Wallace, se
paró ante las puertas de la universidad estatal para blancos con el fin de impedir
simbólicamente la admisión de dos estudiantes negros; de nuevo el gobierno
federal tuvo que obligarle a franquearles el paso. Esa noche el presidente
Kennedy habló a la nación y exigió la promulgación de una ley federal de derechos
civiles. El 22 de noviembre, antes de que su objetivo pudiera ver la luz, Kennedy
fue asesinado en Dallas (Texas). Su muerte fue un golpe terrible para el pueblo
estadounidense. El vicepresidente, Lyndon B. Johnson, asumió la presidencia y
continuó la política de integración y servicios sociales, aprobando la Ley de
Derechos Civiles en 1964. Esta ley prohibió la discriminación racial en
establecimientos públicos y en cualquier negocio o institución que recibiera

[301]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

fondos federales. Ese mismo año Johnson fue reelegido para un nuevo mandato
con amplio apoyo popular.
Sin embargo, la difusión del libro de Michael Harrington, The Other
America (1962), denunció la persistencia de elevados índices de pobreza en los
barrios bajos urbanos, en la mayoría de los vecindarios de negros y entre los
blancos pobres de las montañas. Aunque los Estados Unidos eran un país muy
rico, la riqueza estaba mal repartida y, salvo en el caso de rentas fijas, los sueldos
y ayudas sociales dependían considerablemente de la coyuntura económica.
El presidente Johnson respondió a esta situación con su programa Guerra
contra la Pobreza, que incluía una gran batería de reformas sociales que fueron
aprobadas por el Congreso: ayudas federales para la educación pública, educación
preescolar especial para los niños pobres, formación profesional para quienes
habían abandonado la escuela, empleos de servicio comunitario para los jóvenes
de los barrios bajos, seguro de salud para los ancianos (Medicare) y para los
pobres (Medicaid), viviendas de bajo coste, planes de renovación urbana, etc. El
objetivo de estos programas era construir lo que Johnson denominó una gran
sociedad: una nación donde la igualdad de oportunidades y una alta calidad de
vida fueran patrimonio de todos.
Finalmente, la Ley de Derecho al Voto (1965) permitió a los negros
estadounidenses acudir a las urnas. La discriminación sobre la inmigración, que se
expresaba en una serie de cuotas por origen nacional, también fue abolida, lo cual
favoreció un gran aumento del número de visados para inmigrantes asiáticos. En
1965, en fin, había muchas razones para sentirse optimista sobre el futuro de la
sociedad estadounidense. Todas las formas de discriminación racial legal se
habían eliminado, la pobreza decrecía, casi toda la nación había accedido por fin a
la plenitud de sus derechos civiles y se gozaba de mayor prosperidad y mejor
educación que en cualquier período anterior de su historia. Pero entonces, el
gobierno emprendió la intervención directa sobre la Guerra de Vietnam y, a partir
de entonces, los norteamericanos experimentaron un profundo cambio en sus
valores y en su manera de percibir la realidad.
Todavía hoy, 30 millones de norteamericanos viven bajo el umbral de la
pobreza, y siguen siendo patentes las diferencias sociales y económicas existentes
entre la población blanca y otros grupos étnicos como los negros, los indios, los
asiáticos y los hispanos. Muestra de ello son los incidentes raciales que tuvieron
lugar en Los Ángeles en abril de 1992, y que acabaron con 58 muertos y más de
10.000 detenidos. Entonces, como en otras ocasiones, la policía fue duramente

[302]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

criticada por discriminación y abuso de autoridad. Por todo ello, la llegada del
candidato de color, Barak Obama, a la presidencia de los Estados Unidos, en el
año 2009, se ha convertido en un hecho histórico sin precedentes y ha abierto la
puerta a la esperanza de un futuro más justo y solidario.
Para finalizar, debemos referirnos de manera más específica a la situación
de los indios, que ha sido muy negativa. Los antiguos habitantes de Norteamérica
habían sido gradualmente expulsados de sus lugares de origen, a medida que
avanzaba la Conquista del Oeste, por parte del hombre blanco. Las sucesivas
medidas de opresión, dictadas por la administración, las luchas con los colonos y
las acciones del ejército estadounidense, para garantizar la ocupación de
territorios, diezmaron a la población india durante los siglos XVIII y XIX. El
vertiginoso descenso en su volumen demográfico vino acompañado de un
progresivo desplazamiento geográfico, hacia el oeste del río Mississippi.
Para evitar mayores enfrentamientos con los colonos, a partir de 1820 el
gobierno federal organizó una serie de tratados, que obligaban a los indios a
cederles todas sus tierras, salvo determinadas parcelas “reservadas” para su uso.
Las reservas se hallaban muy lejos de las tierras de origen de cada tribu, tenían
una extensión mucho menor y eran de características diferentes. Allí fueron
confinados y estrechamente vigilados, viviendo en condiciones precarias, porque
las parcelas designadas eran con frecuencia improductivas. Todo ello dificultó
enormemente la supervivencia de los indios, y provocó la desaparición de sus
formas de vida ancestrales, de sus costumbres y tradiciones, y de sus ricas
manifestaciones culturales, que fueron casi completamente esquilmadas.
Además, se favoreció la asimilación de los indios en el resto de la sociedad, lo que
dio lugar graves problemas sociales. El impacto cultural de la sociedad
anglosajona, la renuncia a la propia identidad y la vida en las ciudades generaron
altos índices de pobreza, marginación, enfermedad y alcoholismo entre los
indígenas.
Para regular el contacto entre los nativos norteamericanos y los colonos
blancos, y evitar la extinción de los primeros, en 1789 se había creado la Oficina
de Asuntos Indios (Bureau of Indian Affairs) que, en 1849, pasó a depender del
Departamento de Interior del gobierno. En 1871 se suprimió el derecho de las
tribus indias a ser consideradas como naciones, de tal forma que no podían volver
a firmar tratados de ningún tipo, y todas sus tierras quedaban bajo la
administración federal. Esto permitió iniciar un proceso de fraccionamiento

[303]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

(allotment) y venta de gran parte de las tierras comunales de las reservas, lo que
disminuyó todavía más las dimensiones de las mismas.
El gobierno de Franklin D. Roosevelt concedió un giro más favorable a la
política sobre los indios, mediante la Ley de Reorganización Indígena de 1934. Esta
ley acabó con los fraccionamientos y promovió ciertas dosis de autogobierno a las
tribus, ofreciéndoles la posibilidad de organizarse mediante constituciones
similares a la de los Estados Unidos, y crear corporaciones según las leyes
federales. En todo caso, el gobierno no renunció a su obligación de tutela sobre
los indios hasta que, en la década de 1960, permitió la autonomía de los
gobiernos tribales, con el objetivo de que llegaran a manejar sus propios asuntos
sin vigilancia o intrusión por parte de la administración federal. La Ley de
Derechos Civiles Indígenas (1968) y la Ley de Autodeterminación Indígena y
Asistencia Educativa (1975) completaron el proceso de autodeterminación.
Nuevas leyes, promulgadas durante las dos décadas siguientes, contribuyeron a
aumentar la protección de los derechos e intereses de los indígenas.
La situación actual es la culminación de un proceso largo y continuado por
el que tanto los indios, como los negros y otros grupos étnicos han ido
ascendiendo progresivamente en la escala social, e incluso han logrado acceder a
cargos de responsabilidad en las corporaciones, en las empresas, en las
instituciones y en las más altas esferas de la administración del Estado, facilitando
la integración y la igualdad de derechos en toda la nación, a pesar de que aún
continúa habiendo importantes deficiencias.

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BIBLIOGRAFÍA
SECCIÓN GEOGRAFÍA

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ƒ VARIOS AUTORES: Atlas National Geographic. Edición española en RBA,
Barcelona, 2004.

RECURSOS DE INTERNET

Para obtener información geográfica elemental sobre las Islas Británicas y los
Estados Unidos de América, se recomienda en primer lugar la consulta de dos
conocidas enciclopedias on-line, de libre acceso, en las que se pueden introducir
diferentes criterios de búsqueda.

http://es.encarta.msn.com/
http://es.wikipedia.org/wiki/Portada

Otras enciclopedias y bases de datos de carácter específicamente geográfico


y estadístico son las siguientes:

http://www.census.gov
http://www.cso.ie
http://www.indexmundi.com
http://www.nationalgeographic.com
http://www.statistics.gov.uk
http://www.worldatlas.com
https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook

Además, se pueden consultar las páginas web de los organismos oficiales


de gobierno de cada uno de estos países:

[306]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

http://www.gos.gov.uk/national
http://www.irlgov.ie
http://www.nidirect.gov.uk
http://www.royal.gov.uk/Home.aspx
http://www.scotland.gov.uk/Home
http://www.state.gov
http://www.usa.gov
http://www.wales.gov.uk
http://www.whitehouse.gov
http://www.thecommonwealth.org

Por último, pueden visitarse otros recursos on-line sobre diversos


aspectos relativos a la historia, costumbres y modos de vida de estos países:

http://hispanianova.rediris.es/enlaces/hn070340.htm
http://hispanianova.rediris.es/enlaces/hn070400.htm
http://www.50states.com
http://www.britemb.cl/100qts/100qts_index.html
http://www.loc.gov

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SECCIÓN HISTORIA

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Occidente, 1975.
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Moderna y Contemporánea. Barcelona, Teide, 1979.
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textos históricos, 2 vols. Madrid, Alhambra, 1985.
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ƒ KINDER, H. - HILGEMANN, W.: Atlas histórico mundial, 2 vols. Madrid, Istmo,
1983.

RECURSOS DE INTERNET

Los siguientes enlaces proporcionan contenidos básicos, recursos y


visiones de contexto sobre los diversos períodos históricos tratados en este libro.
Constituyen sitios web de referencia a partir de los cuales se puede acceder a
información más específica de cada tema:

http://historymedren.about.com
http://iris.cnice.mec.es/kairos/presentacion/presentacion.html
http://seneca.uab.es/historia/
http://www.artehistoria.jcyl.es
http://www.canaldehistoria.es/es/
http://www.cinehistoria.com
http://www.claseshistoria.com
http://www.digitalhistory.uh.edu
http://www.educahistoria.com/cms
http://www.elmundo.es/ladh
http://www.esquemasdehistoria.blogspot.com

[314]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

http://www.historiang.com/index.jsp
http://www.homar.org/genealog
http://www.lib.utexas.edu/maps/map_sites/hist_sites.html
http://www.pais-global.com.ar/mapas/mapa00.htm
http://www.pangea.org/peremarques/pdigital/webs/ESO4social.htm
http://www.portalplanetasedna.com.ar/sucesos001024.htm
http://www.socialesweb.com
http://www.ucm.es/info/hcontemp/enlaces_1_1.htm
http://www.uned.es/biblioteca/recursos/nv/historia.htm#rev

Otros sitios web relacionados particularmente con la historia de las Islas


Británicas, desde la Antigüedad hasta la época Victoriana, son los siguientes:

http://165.29.91.7/classes/humanities/worldstud/97-98/imper/india/India.htm
http://englishhistory.net/tudor.html
http://hispanianova.rediris.es/general/enlaces/hn070341.htm
http://tudorhistory.org
http://www.battle1066.com
http://www.bayeuxtapestry.org.uk
http://www.britannia.com
http://www.britannica.com
http://www.britishempire.co.uk
http://www.british-civil-wars.co.uk
http://www.channel4.com/history/microsites/H/history/guide12/index.html
http://www.channel4.com/history/microsites/H/history/guide16/index.html
http://www.channel4.com/history/microsites/H/history/guide17/index.html
http://www.channel4.com/history/microsites/H/history/guide19/index.html
http://www.channel4.com/history/microsites/H/history/guide20/index.html

[315]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

http://www.cottontimes.co.uk
http://www.diomedes.com/Inglaterra1.htm
http://www.elizabethi.org
http://www.iath.virginia.edu/~bpn2f/victorian/bibliog.html
http://www.laits.utexas.edu/ironagecelts
http://www.luminarium.org/lumina.htm
http://www.nodo50.org/arevolucionaria/especiales/revoinglesa.htm
http://www.olivercromwell.org
http://www.rootsweb.ancestry.com/~irlkik/ihm/iremaps.htm
http://www.spanishsuccession.nl
http://www.victorianweb.org/
http://www.zum.de/whkmla/region/britain/xireland.html

Existen también otros sitios web particularmente relacionados con la


historia de los Estados Unidos de América, desde su formación hasta la actualidad:

http://hispanianova.rediris.es/enlaces/hn070400.htm
http://www.archives.gov/exhibits/charters/charters.html
http://www.cisi.unito.it/stor/stor/american.htm
http://www.historychannel.com/exhibits/declaration/resources.html
http://www.history.com/topics/ushistory
http://www.historyplace.com
http://www.indigenas.bioetica.org/nota46.htm
http://www.lib.utexas.edu/maps/histus.html
http://www.presidentsusa.net
http://www.quiz-tree.com/Declaration-of-Independence-Trumbull.html
http://www.tepatoken.com/arte/index.htm
http://www.u-s-history.com/pages/eras.html

[316]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

http://www.usa-civil-war.com
http://www.usahistory.info
http://www.whitehouse.gov/about/presidents

Finalmente, se reseñan algunos sitios web sobre la historia del siglo XX y


sus principales conflictos:

http://www.bbc.co.uk/history/worldwars/wwtwo
http://www.coldwar.org
http://www.firstworldwar.com
http://www.historiasiglo20.org
http://www.librosvivos.net/smtc/homeTC.asp?TemaClave=1197
http://www.librosvivos.net/smtc/homeTC.asp?TemaClave=1194
http://www.worldwar1.com

[317]
ANEXOS
A) LISTA DE REYES DE INGLATERRA
B) LISTA DE PRESIDENTES DE ESTADOS UNIDOS
C) LÍNEA DE TIEMPO
A) LISTA DE REYES DE INGLATERRA

NOMBRE EN INICIO DEL


DINASTÍA NOMBRE EN ESPAÑOL
INGLÉS GOBIERNO
Dominación Romana 43
Heptarquía Anglosajona 475
Alfredo el Grande Alfred the Great 871
Eduardo el Viejo Edward I 899
Ethelweard Ethelweard 924
Athelstan el Glorioso Athelstan 924
Edmundo el Magnífico Edmund I 939
Dinastía de
Edred Edred 946
Wessex
Edwy el Bello Edwy 955
Edgar el Pacífico Edgar 959
San Eduardo el Mártir Edward II 975
Etelredo el Desprevenido Ethelred II the Unready 978
Edmundo II Edmund II (Ironside) 1016
Sven Sven 1013
Dinastía Canuto el Grande Cnut the Great 1016
Danesa Haroldo I Harold I 1035
Canuto Hardeknut Harthacnut 1040
Restauración Edward III the
San Eduardo el Confesor 1042
de la Confessor
Dinastía
Harold II Harold II 1066
Wessex
Guillermo el
William I the Conqueror 1066
Conquistador
William II the Red
Guillermo II 1087
Dinastía (Rufus)
Normanda Enrique I Henry I Beauclerc 1100
Esteban de Blois Stephen 1135
Matilde Matilde 1141
Esteban I Stephen 1141

[321]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

Enrique II Henry II 1154


Richard I (Coeur de
Ricardo Corazón de León 1189
Lion)
Dinastía Juan Sin Tierra John 1199
Angevina o Enrique III Henry III 1216
Plantagenet Eduardo I Edward I (Longshanks) 1272
Eduardo II Edward II 1307
Eduardo III Edward III 1327
Ricardo II Richard II 1377
Enrique IV Henry IV 1399
Dinastía de
Enrique V Henry V 1413
Lancaster
Enrique VI Henry VI 1422
Eduardo IV Edward IV 1461
Dinastía de
Eduardo V Edward V 1483
York
Ricardo III Richard III 1483
Enrique VII Henry VII 1485
Enrique VIII Henry VIII 1509
Dinastía
Eduardo VI Edward VI 1547
Tudor
María I Bloody Mary 1553
Isabel I Elizabeth I (Gloriana) 1558
Dinastía Jacobo I James I 1603
Estuardo Carlos I Charles I 1625
República (Commonwealth) 1649
Restauración Carlos II Charles II 1660
de la Jacobo II James II 1685
Dinastía María II & Guillermo III Mary II & William III 1689
Estuardo Ana Anne 1702
Jorge I George I 1714
Jorge II George II 1727
George III (Farmer
Dinastía de Jorge III 1760
George)
Hannover
Jorge IV George IV 1820
Guillermo IV William IV (Sailor King) 1830
Victoria Victoria 1837

[322]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Dinastía de
Eduardo VII Edward VII 1901
Sajonia
Jorge V George V 1910
Dinastía de Eduardo VIII Edward VIII 1936
Windsor Jorge VI George VI 1936
Isabel II Elizabeth II 1952

[323]
B) LISTA DE PRESIDENTES DE ESTADOS UNIDOS

INICIO DEL
Nº NOMBRE PARTIDO POLÍTICO
GOBIERNO

1. George Washington Federalista 1789

2. John Adams Federalista 1797

3. Thomas Jefferson Republicano 1801

4. James Madison Republicano 1809

5. James Monroe Republicano 1817

6. John Quincy Adams Republicano 1825

7. Andrew Jackson Demócrata 1829

8. Martin Van Buren Demócrata 1837

9. William Henry Harrison Whig 1841

10. John Tyler Whig 1841

11. James Knox Polk Demócrata 1845

12. Zachary Taylor Whig 1849

13. Millard Fillmore Whig 1850

14. Franklin Pierce Demócrata 1853

15. James Buchanan Demócrata 1857

16. Abraham Lincoln Republicano 1861

17. Andrew Johnson Demócrata 1865

[325]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

18. Ulysses Grant Republicano 1869

19. Rutherford B. Hayes Republicano 1877

20. James Abram Garfield Republicano 1881

21. Chester Alan Arthur Republicano 1881

22. Stephen Grover Cleveland Demócrata 1885

23. Benjamin Harrison Republicano 1889

24. Stephen Grover Cleveland Demócrata 1893

25. William McKinley Republicano 1897

26. Theodore Roosevelt Republicano 1901

27. William Howard Taft Republicano 1909

28. Woodrow Wilson Demócrata 1913

29. Warren G. Harding Republicano 1921

30. Calvin Coolidge Republicano 1923

31. Herbert Clark Hoover Republicano 1929

32. Franklin Delano Roosevelt Demócrata 1933

33. Harry S. Truman Demócrata 1945

34. Dwight Eisenhower Republicano 1953

35. John Fitzgerald Kennedy Demócrata 1961

36. Lyndon B. Johnson Demócrata 1963

37. Richard Nixon Republicano 1969

[326]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

38. Gerald Ford Republicano 1974

39. Jimmy Carter Demócrata 1977

40. Ronald Reagan Republicano 1981

41. George Bush Republicano 1989

42. Bill Clinton Demócrata 1993

43. George W. Bush Republicano 2001

44. Barack Obama Demócrata 2009

[327]
C) LÍNEA DE TIEMPO

Hechos de interés político y militar.


Hechos de interés social y económico.
Hechos de interés cultural, científico y artístico.
Hechos de interés religioso.

55 AC - Primera invasión de Inglaterra por Julio César.

54 AC - Segunda invasión de Inglaterra por Julio César.

43 - Las legiones del emperador Claudio conquistan definitivamente


Inglaterra.

61 - Rebelión de Boudica contra la dominación romana.

122 - Se construye el Muro de Adriano para proteger Britania de los pictos


escoceses.

367 - Invasión de la Britania romana por los escotos, pictos, sajones y


francos.

410 - Fin de la dominación romana sobre Britania.

450 - Invasión de Gran Bretaña por los anglos, jutos, sajones, francos y
frisones.

461 - Muerte de San Patricio en Irlanda.

475 - Se inicia la Heptarquía Anglosajona.

597 - San Agustín de Canterbury introduce el Cristianismo en Inglaterra.

731 - Beda el Venerable escribe la Historia ecclesiastica gentis anglorum.

795 - Los vikingos noruegos atacan Irlanda por primera vez.

[329]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

825 - Batalla de Ellendum, en la que el rey Egberto de Wessex derrota a


los mercios y asume el control de la Inglaterra meridional.

865 - Los vikingos daneses invaden East Anglia y el Yorkshire.

871 - Alfredo el Grande rey de Inglaterra.

878 - Tratado de Wedmore, que fija la frontera entre los dominios de


Alfredo el Grande y los territorios ocupados por los daneses
(Danelaw). Fin de la Heptarquía.

937 - Batalla de Brunanburh, que pone fin a la dominación danesa en


Inglaterra.

960 - San Dunstan es nombrado arzobispo de Canterbury.

1001 - Alianza entre el rey Etelredo II de Inglaterra y el Duque de


Normandía.

1013 - Sven de Dinamarca anexiona Inglaterra al Imperio Escandinavo.

1016 - Canuto el Grande rey de Inglaterra. Se inicia la dinastía Danesa.

1042 - San Eduardo el Confesor rey de Inglaterra. Se restablece la dinastía


de Wessex.

1065 - Se consagra la Abadía de Westminster, poco después convertida en


un gran centro de peregrinación para venerar la tumba del rey San
Eduardo el Confesor.

1066 - Batalla de Hastings, por la cual los normandos invaden Inglaterra.


Guillermo I el Conquistador es coronado rey, iniciando la dinastía
Normanda.

1067 - Se inician las obras de la Torre de Londres.

1086 - Se realiza el Domesday Book por orden de Guillermo I el


Conquistador.

1093 - San Anselmo es nombrado arzobispo de Canterbury.

[330]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

1154 - Enrique II rey de Inglaterra. Se inicia la dinastía Angevina o


Plantagenet.

1164 - Se promulgan las Constituciones de Clarendon, por las que el rey


Enrique II trata de restringir la jurisdicción de los tribunales
eclesiásticos. Oposición del arzobispo de Canterbury, Thomas
Beckett, que huye a Francia.

1170 - Thomas Beckett es asesinado en la catedral de Canterbury por


cuatro caballeros al servicio del rey Enrique II.

1171 - Invasión de Irlanda por Enrique II de Inglaterra.

1209 - Un grupo de académicos huidos de Oxford fundan la Universidad de


Cambridge.

1215 - Se promulga la Carta Magna, en la que la nobleza fuerza al rey Juan


a aceptar sus derechos y respetar las leyes inglesas.

1284 - Conquista de Gales por Eduardo I de Inglaterra.

1295 - Se convoca el Model Parliament, el primer Parlamento


representativo de la nobleza, de los caballeros y de los burgueses de
cada villa. Dos años después se actualizan algunos derechos de la
Carta Magna.

1296 - Eduardo I de Inglaterra se anexiona Escocia.

1297 - Batalla del Puente de Stirling, en la que el patriota escocés William


Wallace derrota al ejército inglés de Eduardo I.

1314 - Batalla de Bannockburn, en la que el rey escocés Robert Bruce


derrota al ejército inglés de Eduardo II.

1328 - Tratado de Northampton, que reconoce la independencia de


Escocia.

1337 - Se inicia la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra por la
disputa de los dominios ingleses en territorio francés.

[331]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

1348 - La Peste Negra (Black Death) azota Gran Bretaña.

1381 - Revuelta de los Campesinos (Peasant’s Revolt) contra la imposición


de tributos.

1381 - John Wyclif publica su Confesión negando la doctrina católica de la


transubstanciación.

1387 - Geoffrey Chaucer escribe sus Cuentos de Canterbury.

1399 - Enrique IV rey de Inglaterra. Se inicia la dinastía Lancaster.

1415 - Batalla de Agincourt, en la que los arqueros ingleses del rey Enrique V
derrotan a un ejército francés muy superior en número.

1429 - El ejército francés de Juana de Arco vence a los ingleses en el sitio de


Orleans.

1453 - Burdeos es reconquistada por los franceses. Fin de la Guerra de los


Cien Años.

1455 - Se inicia la Guerra de las Dos Rosas entre las casas nobiliarias de
Lancaster y York, por la sucesión a la corona de Inglaterra.

1461 - Eduardo IV rey de Inglaterra. Se inicia la dinastía York.

1476 - William Caxton pone en marcha la primera imprenta de Inglaterra


en Westminster.

1485 - Batalla de Bosworth Field, en la que Enrique Tudor derrota a la casa de


York y pone fin a la Guerra de las Dos Rosas. Se inicia la dinastía Tudor.

1497 - Juan Caboto, marinero genovés al servicio de Inglaterra, descubre


Terranova en Norteamérica. Un año después, Vicente Yánez Pinzón
descubre la península de Florida.

1509 - Enrique VIII rey de Inglaterra.

1517 - Lutero publica en la iglesia de Wittenberg (Alemania) sus 95 tesis


contra las indulgencias. Se inicia la Reforma.

[332]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

1521 - Enrique VIII recibe el título de “Defensor de la Fe” del Papa León X,
por su oposición a Lutero.

1524 - Juan Verrazano y Jacques Cartier recorren las costas de Nueva


Inglaterra y Canadá respectivamente, al servicio de Francia.

1526 - Los españoles fundan la primera colonia norteamericana, San Miguel


de Guadalupe, en la actual Carolina del Sur.

1529 - Divorcio de Enrique VIII y Catalina de Aragón.

1534 - Se promulga el Acta de Supremacía, por la que Enrique VIII es


confirmado como jefe de la Iglesia de Inglaterra en lugar del Papa de
Roma.

1535 - Thomas Moro, canciller del rey, es ejecutado en la Torre de Londres


por negarse a aceptar el Acta de Supremacía. Se inicia la disolución
de los monasterios religiosos y la expropiación de sus riquezas bajo
la dirección de Thomas Cromwell.

1536 - Se publican los Diez Artículos, primera base doctrinal de la Iglesia


Anglicana.

1541 - Hernando de Soto descubre la desembocadura del río Mississippi.

1547 - Eduardo VI rey de Inglaterra.

1549 - Se introduce el oficio protestante en la misa según el Book of


Common Prayer.

1553 - María Tudor (Bloody Mary) reina de Inglaterra. Restauración del


Catolicismo y de la autoridad del Papa de Roma. Se inician
persecuciones contra los protestantes.

1554 - Matrimonio de María Tudor con Felipe II de Habsburgo, príncipe


heredero de España.

1558 - Pérdida de la ciudad de Calais, última posesión de Inglaterra en


territorio francés.

[333]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

1558 - Isabel I reina de Inglaterra.

1559 - Se reinstaura el Acta de Supremacía y se publica el Acta de


Uniformidad, que regulan la organización y la liturgia de la Iglesia
Anglicana.

1563 - Se publican los 39 Artículos que establecen las bases doctrinales


definitivas de la Iglesia Anglicana, de inspiración protestante y
separada de la autoridad de Roma.

1568 - La reina María Estuardo de Escocia es encarcelada por Isabel I. En


1587 se le acusó de instigar una conspiración contra Inglaterra y fue
ejecutada.

1588 - Guerra contra España. Derrota de la Armada Invencible en el Canal


de la Mancha.

1590 - Edmund Spenser escribe La reina de las hadas.

1601 - William Shakespeare escribe Hamlet.

1603 - Muerte de Isabel I. Jacobo VI de Escocia se convierte en el rey


Jacobo I de Inglaterra e inicia la dinastía Estuardo.

1604 - Christopher Marlowe escribe La trágica historia del doctor Fausto.

1605 - Guy Fawkes lidera la fallida Conspiración de la Pólvora contra el


parlamento.

1607 - Los ingleses construyen la aldea de Jamestown, en Virginia, su


primera colonia permanente en Norteamérica.

1610 - Henry Hudson descubre el río y la bahía de Hudson en


Norteamérica.

1613 - Incendio del Teatro El Globo en Londres, durante una


representación de Enrique VIII de Shakespeare.

1620 - Un grupo de puritanos británicos conocido como los “Padres

[334]
JOSUÉ LLULL PEÑALBA

Peregrinos” (pilgrims) llegan a Massachussets a bordo del buque


Mayflower.

1625 - Carlos I Estuardo rey de Gran Bretaña.

1629 - Carlos I disuelve el Parlamento como represalia por su Petición de


Derechos (Bill of Rights) y gobierna de manera absoluta durante
once años.

1636 - Se funda la Universidad de Harvard, en Boston.

1638 - La Iglesia Presbiteriana de Escocia promulga una Solemn League and


Covenant en contra del intrusismo religioso de Carlos I de Inglaterra.
Dos años después se inicia la Guerra de los Obispos.

1641 - Revueltas católicas en Irlanda (Great Irish Rebellion). No serán


definitivamente sofocadas hasta 1649, por Oliver Cromwell.

1642 - Carlos I de Inglaterra disuelve otra vez el Parlamento. Se inicia la


Guerra Civil entre los partidarios del rey (Cavaliers) y los
Parlamentaristas (Roundheads).

1645 - Batalla de Naseby, en la que las tropas de Oliver Cromwell derrotan


al ejército del rey Carlos I.

1649 - El rey Carlos I es juzgado por alta traición y ejecutado, después de


haber pactado con los escoceses la invasión de Inglaterra. Se inicia la
república (Commonwealth) de Oliver Cromwell.

1651 - Acta de Navegación, que promueve medidas proteccionistas sobre el


comercio marítimo.

1655 - Conquista de Jamaica a los españoles.

1658 - Muere Oliver Cromwell. Su hijo Richard es designado como sucesor.

1659 - El Parlamento promueve la abdicación de Richard Cromwell y la


restauración de la monarquía en la figura de Carlos II Estuardo, que
será elevado al trono mediante un golpe de Estado del general
Monk.

[335]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

1661 - Conquista del puerto de Bombay, en La India.

1664 - Conquista a los holandeses de la colonia de Nueva Ámsterdam, a la


que denominarán Nueva York.

1666 - Gran incendio de Londres, que acaba con la epidemia de peste pero
destruye casi toda la ciudad y la vieja catedral gótica de San Pablo.

1667 - John Milton escribe su poema épico El paraíso perdido.

1673 - Se promulga el Bill of Test, que excluye a los no anglicanos de


cualquier cargo público.

1675 - Christopher Wren inicia la construcción de la nueva catedral de San


Pablo de Londres, obra cumbre del estilo barroco en Gran Bretaña.

1679 - A consecuencia del escándalo Oates, se promulga el Acta de Habeas


Corpus, por el que ningún ciudadano puede ser enviado a la cárcel
sin un juicio previo.

1685 - Jacobo II Estuardo rey de Gran Bretaña.

1687 - Se promulga la Declaración de Libertad de Conciencia, que tolera


todas las religiones.

1687 - Isaac Newton escribe Principios matemáticos de la filosofía natural.

1688 - Revolución Gloriosa en Inglaterra.

1689 - El Parlamento aprueba el Acta de Tolerancia religiosa, y una


Declaración de Derechos (Bill of Rights), que establece una
monarquía constitucional en Inglaterra. María II Estuardo y
Guillermo III de Orange son designados reyes de Gran Bretaña.

1690 - Derrota definitiva de Jacobo II en la Batalla de Boyne. Al año


siguiente, el Tratado de Limerick confirma la anexión de Irlanda a
Gran Bretaña.

1694 - Se funda el Banco de Inglaterra.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

1701 - Inglaterra forma la Gran Alianza junto con Austria y Holanda para
luchar en la Guerra de Sucesión de España contra los Borbones.

1702 - Ana Estuardo reina de Gran Bretaña.

1704 - Batalla de Blenheim (Baviera), en la que el Duque de Marlborough


venció al ejército francés de Luis XIV.

1704 - Conquista de Gibraltar a los españoles.

1707 - Acta de Unión entre Escocia e Inglaterra.

1713 - Tratado de Utrecht, que pone fin a la Guerra de Sucesión de España


y otorga a Gran Bretaña los territorios de Gibraltar y Menorca, así
como la exclusiva del comercio de esclavos negros en América.

1714 - A la muerte de la reina Ana, es designado rey de Gran Bretaña el


príncipe alemán Jorge I. Se inicia la dinastía Hannover.

1726 - Jonathan Swift escribe Los viajes de Gulliver.

1727 - Jorge II de Hannover rey de Gran Bretaña.

1741 - Derrota de la armada británica en el sitio de Cartagena de Indias


(Colombia).

1751 - Batalla de Arcot, en la que los ingleses derrotan a los franceses y


obtienen el control del río Ganges y Calcuta en La India.

1759 - Conquista de Québec a los franceses.

1760 - Jorge III de Hannover rey de Gran Bretaña.

1763 - Paz de París, que pone fin a la Guerra de los Siete Años. Gran
Bretaña recibe de Francia la colonia de Canadá, y de España los
territorios de Florida y el Mississippi, a cambio de Menorca.

1766 - Benjamin Franklin expone ante el parlamento de Londres una


Declaración de Derechos y Quejas contra la Ley del Timbre,
impuesta dos años antes en las colonias norteamericanas.

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

1769 - James Watt patenta la máquina de vapor.

1770 - Matanza de Boston, como consecuencia de la represión británica


sobre las colonias norteamericanas.

1770 - El Capitán James Cook, de la Marina Real Británica, descubre


Australia y Nueva Zelanda.

1771 - Primera edición de la Enciclopedia Británica.

1773 - Motín del Té en el puerto de Boston.

1773 - Se construye sobre el río Severn, en Coalbrookdale, el primer puente


de hierro del mundo.

1775 - Batalla de Lexington, que inicia la Guerra de Independencia de las 13


colonias norteamericanas.

1776 - Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, el


día 4 de julio.

1776 - Adam Smith escribe su Investigación sobre las causas de la riqueza


de las naciones.

1781 - Batalla de Yorktown, en la que los independentistas


norteamericanos consiguen una victoria definitiva sobre el ejército
británico del rey Jorge III.

1783 - Paz de París, por la que Gran Bretaña reconoce la independencia de


los Estados Unidos de América.

1789 - Se promulga la Constitución de Estados Unidos de América.

1792 - Mary Wollstonecraft publica su Reivindicación de los derechos de las


mujeres.

1798 - Thomas Robert Malthus escribe su Ensayo sobre la población. Se


inicia el boom comercial de Gran Bretaña.

1799 - El Reino Unido declara la guerra a la Francia de Napoleón.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

1800 - Acta de Unión entre Irlanda y Gran Bretaña.

1801 - La Piedra de Rosetta, desenterrada por los franceses cerca de


Alejandría, es capturada por los ingleses y llevada al Museo Británico
de Londres.

1802 - Paz de Amiens, que permite una tregua momentánea entre Gran
Bretaña y la Francia de Napoleón.

1805 - Batalla de Trafalgar, en la que el almirante Nelson destruye la


armada franco-española, aunque muere en combate.

1806 - Napoleón impone el Sistema Continental o bloqueo contra Gran


Bretaña.

1811 - La enfermedad mental del rey Jorge III lleva a su hijo, el Príncipe de
Gales Jorge IV, a la Regencia.

1813 - Batalla de Vitoria, en la que el Duque de Wellington derrota al


ejército de Napoleón. Finaliza la Guerra de la Independencia
Española.

1813 - Se promulga la Charter Act, por el que se deroga del monopolio


comercial de la Compañía de las Indias Orientales.

1813 - Jane Austen escribe Orgullo y prejuicio.

1815 - Batalla de Waterloo, en la que el Duque de Wellington derrota


definitivamente a Napoleón. Establecimiento de un nuevo equilibrio
entre las potencias europeas en el Congreso de Viena.

1818 - Mary Shelley publica Frankenstein y Walter Scott escribe Ivanhoe.

1819 - Masacre de Peterloo: 400 personas son heridas y asesinadas por las
tropas del gobierno durante un mitin político reformista en
Manchester.

1820 - Jorge IV de Hannover, rey de Gran Bretaña.

[339]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

1823 - Se hace pública la Doctrina Monroe, que orientará la política


exterior de Estados Unidos.

1824 - Ampliación del Museo Británico. Apertura al público de la Galería


Nacional de pintura.

1825 - Se inicia el servicio de ferrocarril en Gran Bretaña.

1829 - El premier Robert Peel reorganiza el cuerpo de policía.

1829 - Se promulga la Catholic Relief Act, que permite a los católicos


irlandeses presentarse a las elecciones.

1830 - Guillermo IV de Hannover soberano del Reino Unido.

1830 - Epidemia de cólera en Gran Bretaña.

1832 - Acta de Reforma, que amplía el censo electoral.

1833 - Abolición de la esclavitud en todo el Imperio Británico. Leyes


limitadoras del trabajo de los niños y de las mujeres en las fábricas.
Creación de hospicios para pobres.

1837 - Victoria I de Hannover, soberana del Reino Unido.

1837 - Charles Dickens escribe Oliver Twist.

1840 - Matrimonio de la reina Victoria con el príncipe Alberto de Sajonia.

1840 - Charles Barry inicia la construcción del nuevo edificio del Parlamento
de Londres, en estilo neogótico.

1842 - Primera Guerra del Opio en China.

1845 - Crisis de la patata en Irlanda (Irish Potato Famine): la carestía y el


hambre matan a más de 1 millón de personas y provocan
emigraciones masivas a los Estados Unidos de América.

1847 - Emily Brontë escribe Cumbres borrascosas.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

1848 - Marx y Engels publican el Manifiesto Comunista.

1851 - Exposición Universal en Hyde Park, Londres.

1852 - Harriet Beecher-Stowe escribe La cabaña del tío Tom.

1856 - Fin de la Guerra de Crimea con la victoria de la alianza del Reino


Unido y Francia sobre Rusia.

1857 - Rebelión de los Cipayos. Mediante el India Act se establece la figura


del virrey. Segunda Guerra del Opio en China.

1859 - Charles Darwin escribe El origen de las especies.

1861 - Se inicia en Estados Unidos la Guerra de Secesión, que dura hasta 1865.

1867 - Se concede la autonomía a Canadá.

1867 - El premier Disraeli promulga una Ley Electoral que amplía el censo
de votantes a todas las clases sociales en el Reino Unido.

1869 - Se abre al tráfico marítimo el Canal de Suez.

1869 - El Union Central Pacific, primer ferrocarril transcontinental, conecta


la costa Atlántica con la del Pacífico en los Estados Unidos.

1870 - Se promulga la Ley Escolar de Foster.

1875 - Ley sindical que regula el funcionamiento de los Trade Unions en el


Reino Unido. En los años siguientes se reconocen derechos de los
trabajadores y posibilidades de representación política en el
Parlamento.

1873 - Crisis de superproducción económica en el Reino Unido.

1877 - La reina Victoria es proclamada Emperatriz de La India, a propuesta


de Disraeli.

1878 - El Imperio Turco cede el control y administración de Chipre al Reino


Unido.

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GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

1881 - Se promulga la Ley de Reforma Agraria para Irlanda.

1884 - Se inicia la Conferencia de Berlín para decidir entre las potencias


europeas el reparto de África.

1894 - Rudyard Kipling escribe El libro de la selva.

1899 - Se inicia en Sudáfrica la Guerra de los Bóers.

1901 - Se crea el Estado Federado de Australia.

1902 - Arthur Griffith funda el partido independentista irlandés Sinn Féin.

1903 - Independencia de Panamá gracias al apoyo de Estados Unidos para


la construcción del Canal.

1906 - Acuerdo de Pretoria, que concede la autonomía de Orange y


Transvaal, origen de la futura Unión Sudafricana.

1907 - Se concede la autonomía a Nueva Zelanda.

1908 - El general Baden-Powell funda los Boy-Scouts.

1910 - Jorge V rey de Gran Bretaña. Se inicia la dinastía Windsor-


Mountbatten.

1910 - El Reino Unido concede la independencia a la República Sudafricana.

1914 - Asesinato en Sarajevo del heredero de Austria-Hungría Francisco


Fernando, que da inicio a la Primera Guerra Mundial, el día 28 de
junio.

1916 - Levantamiento de Pascua en Irlanda.

1917 - Estados Unidos entra en la Primera Guerra Mundial.

1918 - El presidente de Estados Unidos, W. Wilson, enumera 14 puntos que


sirven de base para los tratados de paz, al término de la Primera
Guerra Mundial.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

1919 - Tratado de Versalles entre Alemania y los países aliados, que pone
fin a la Primera Guerra Mundial. Se crea la Sociedad de Naciones.

1919 - Rebelión del “Domingo Sangriento” en Irlanda.

1922 - El Reino Unido reconoce la independencia de Irlanda, exceptuando


el territorio del Ulster.

1929 - Crack de la Bolsa de Nueva York. En menos de tres años, el número


de parados alcanza los 12 millones en Estados Unidos.

1931 - Mediante el Estatuto de Westminster, se funda la Commonwealth of


Nations.

1933 - El presidente Franklin D. Roosevelt hace pública la doctrina del New


Deal.

1936 - El Reino Unido concede la independencia a Egipto.

1937 - Se promulga la constitución de la República de Irlanda.

1939 - Alemania invade Polonia e inicia la Segunda Guerra Mundial, el día 1


de septiembre.

1941 - Bombardeo japonés sobre la base naval de Pearl Harbor, que fuerza
la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, el 7 de
diciembre.

1942 - Batalla de Midway, en la que Estados Unidos vence a Japón.

1942 - Batalla de Stalingrado, en la que la URSS vence a Alemania.

1944 - Desembarco de los aliados en Normandía el día 6 de junio.

1945 - Conferencias de Yalta y Potsdam, en la que los líderes de Gran


Bretaña, Estados Unidos y la URSS preparan el fin de la guerra.

1945 - Conquista de Berlín por los aliados. Bombas atómicas


estadounidenses sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y
Nagasaki. Fin de la Segunda Guerra Mundial.

[343]
GEOGRAFÍA E HISTORIA DE LAS ISLAS BRITÁNICAS Y ESTADOS UNIDOS

1945 - Se funda la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

1947 - Tratado de París, que ordena la situación territorial de la posguerra


en Europa.

1947 - El Reino Unido concede la independencia a La India, Pakistán y


Jordania. Al año siguiente se crea el Estado de Israel y se inician las
Guerras Árabe-Israelíes.

1947 - Se inicia el European Recovery Program, más conocido como Plan


Marshall.

1949 - Se funda la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

1950 - Se inicia la Guerra de Corea.

1951 - Tratado de Paz de San Francisco, que ordena la situación de


posguerra en Japón.

1955 - Se funda el Pacto de Varsovia.

1955 - Conferencia de Bandung, que origina el Movimiento de los Países No


Alineados.

1957 - La URSS lanza con éxito el Sputnik, el primer satélite espacial, e inicia
la Carrera Espacial con Estados Unidos.

1961 - Se inicia la construcción del Muro de Berlín. El presidente Kennedy y


el líder soviético Kruschev se reúnen en Viena.

1962 - Crisis de los Misiles en Cuba.

1963 - Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, dirigida por


Martin Luther King, el 28 de agosto.

1963 - El presidente John F. Kennedy es asesinado en Dallas, el 22 de


noviembre.

1964 - El presidente Lyndon B. Johnson promulga la Ley de Derechos


Civiles.

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JOSUÉ LLULL PEÑALBA

1965 - La Ley de Derecho al Voto permite a los negros participar por


primera vez en los procesos electorales de Estados Unidos.

1965 - Estados Unidos empieza a intervenir de manera directa en la Guerra


de Vietnam.

1968 - Acuerdo SALT 1 entre la URSS y Estados Unidos para la limitación del
armamento nuclear.

1973 - Crack del Petróleo, causado por la subida de precios impuesta por
los países árabes exportadores de crudo.

1974 - Se da a conocer el Escándalo Watergate, que implica al presidente


Richard Nixon.

1989 - Caída del Muro de Berlín. Un año después se reunifica Alemania y


finaliza la Guerra Fría.

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