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La sangre del cóndor

La sangre del cóndor, cinta de nacionalidad boliviana realizada en los años sesenta por el
interesante Jorge Sanjinés, uno de los pioneros del cine andino que también cuenta en su
haber con otra joya del cine indigenista, multilingüe y nacionalista
titulada Ukamau, denunciaba las injusticias y el aplastamiento de las ancestrales costumbres
andinas que los campesinos indígenas bolivianos padecían en manos de las razas mestizas e
indoeuropeas, las cuales no solamente atentaban contra la dignidad moral de los
habitantes originarios de las montañas bolivianas, sino que del mismo modo trataban de
imponer su poder racial y económico humillando el orgullo de los indígenas.
Las claras intenciones políticas de la película, que sigue las doctrinas revolucionarias
campesinas y anti imperialistas que el Che Guevara trató de llevar a cabo en Bolivia y que le
causó la muerte en estas tierras justo dos años antes de la realización de esta obra, y por tanto
obviar uno de los principales objetivos de Sanjinés a la hora de sacar adelante este proyecto,
que no es otro que lanzar un feroz grito de protesta para concienciar a los indígenas de su
valor como raza, valor que se había puesto en entredicho desde ciertos sectores burgueses de
la sociedad boliviana y también desde el propio subconsciente de los indígenas, ya que
algunos de los cuales estaban adoptando un patrón religioso y cultural ajeno a su etnología
con el objeto de no sentirse desplazados por la minoría poderosa, siendo este abrazo cultural
el único medio para no quedar excluidos del estilo de vida occidental que se estaba
apoderando del continente americano.
Al espectador occidental le llamará mucho la atención el planteamiento de Sanjinés, en el
cual no hay grises ni términos medios. Todo es blanco o negro, es decir, la película no engaña
a nadie. La trama señala como héroes a los campesinos moradores de los míseros poblados
sitos en los agrestes paisajes andinos, que únicamente se comunican y hablan en quechua y
cuya tranquilidad se ve violada tras la llegada al poblado de los villanos de la epopeya, que
no son otros que unos siniestros indoeuropeos originarios de Estados Unidos que en un
principio se presentan como unos filántropos que han arribado al pueblo en misión
humanitaria para ayudar a sus moradores y que en realidad son un escuadrón de la muerte
compuesto por unos inquietantes científicos a los que el Gobierno ha asignado la indigna
misión de esterilizar a las fértiles mujeres indígenas con objeto de controlar su demografía
(trama inquietantemente similar a casos no muy alejados en el tiempo como los famosos
sucesos de esterilización de poblaciones indígenas acontecidos en el Perú de Alberto
Fujimori).

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