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JOSH McDOWEL

EL FACTOR
DE LA
RESURRECCIÓN
Para mayor información sobre la forma de llevar una vida abundante en Cristo, le rogamos que se
ponga en contacto con nosotros en alguna de las siguientes direcciones:
AGAPE
Diputación 113, esc. D, entlo 3 08015 Barcelona ESPAÑA
Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo en América Latina Apartado postal 99-057
México 20, D.F.
MÉXICO
Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo Apartado 1897 Santo Domingo REPÚBLICA
DOMINICANA
Vida Para Colombia Apartado Aéreo N91 Cali, Valle COLOMBIA
Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo Casilla 4990 -Quito ECUADOR
Cruzada Estudiantil para Cristo Apartado Postal 1784 Ciudad Guatemala GUATEMALA
Vida Para Todos Apartado 1461 Valencia, Estado Carabobo VENEZUELA
Cruzada Estudiantil para Cristo Casilla 160, Suc. 12 Buenos Aires ARGENTINA
Publicaciones Vida Para Todos P.O. Box 1576 San Bemardino, CA 92402 ESTADOS UNIDOS
de América
Libros CLIE Galvani, 113
08224 TERRASSA (Barcelona)
EL FACTOR DE LA RESURRECIÓN
¿Apoyan las evidencias históricas la resurrección de Cristo?
Originally published in the USA under the title THE RESURRECTION FACTOR by Here's Life
Publishers, Inc. San Bemardino, California. © 1981 Campus Crusade for Christ, Inc.
Versión española: Eliseo Vila
© 1988 por CLIE parala versión española. Ninguna parte de este libro puede ser
reproducida sin el permiso escrito de los editores, con la excepción de breves citas.
Depósito Legal: B. 28.721-1988 ISBN 84-7645-299-3
Impreso en los Talleres Gráficos de la M.C.E. Horeb, E.R. 265 S.G.- Polígono Industrial Can
Trias, calles 5 y 8,
VILADECAVALLS (Barcelona)
Printed in Spain
Índice

Capítulo Uno- LA. LUCHA .......................... ……………… 11


Empieza la búsqueda ……………………………………… 12
La felicidad .............................................. …………… 12
La libertad ………………………………………………… 13
La religión .... ........................................... 13
El prestigio ............................................... 14
La frustración ........................................... 14

Sigue la lucha ................................................ 15

El amor es demostrado ............................. 15


El desafío .............. .................................. 16
Suicidio intelectual .................................... 18
La cuestión crucial .................................... 19

Capitulo Dos-OBSERVACIONES OBVIAS 21

Observación Nº 1. El testimonio de la historia 22

Un erudito de historia romana ................... 22


Un crítico de textos .................................. 22
Un profesor de historia antigua ................. 23
Un juez encumbrado .................. ............. 23
Una autoridad legal .................................. 24
Un fiscal general ...................................... 24
Un abogado racionalista ........................... 25
Un genio literario ......... ............................ 26

Observación Nº 2. La resurrección predicha ... 27

Observación Nº 3 Base histórica 28


Arriesgándolo todo en la resurrección ....... 28
Un hindú asombrado ...................... ......... 29

Observación Nº 4. Fe inteligente . ......... 30


Observación Nº 5. Posibilidad de los milagros 30
Una explicación natural ............................ 31

5
Conclusión del filósofo ......... 31
Limitaciones de Hume . ......... 32
Se necesita investigación histórica 34
Observación Nº 6. Hecho, no fábula 35
Observación Nº 7. El método científico inefectivo ... 36
La observación por medio de la repetición 37
La ciencia es limitada .. ......... 37
Observación Nº 8. Los criterios históricos ... 38
Se necesita suficiente evidencia 38
Enfoque apropiado ....... ......... 39
Una actitud critica ........ ......... 40
Observación Nº 9. Documento histórico de
confianza ..................... ......... 40
Fechando el Nuevo Testamento 41
Autoridad de los manuscritos . 43
Un corto período de tiempo ... 44
Relatos de testigos presenciales 45
Factores psicológicos .. ......... 46
La regla de lo oído de otros ..... 47
Conocimiento de primera mano 48
Relatos escritos ............ ......... 49
Presencia de testigos de vista capaces y de confianza 50
Presencia de testigos de vista hostiles 50
Confirmación por la arqueología 52
La veracidad probada de Lucas 53
El verdadero cuadro .... ......... 54

Capítulo Tres-MEDIDAS DE PRECAUCIÓN Y


SEGURIDAD
57
Precaución Nº 1. El proceso o juicio 58
Confirmación arqueológica de Pilato 58
Seis procesos ............... ......... 58
Motivo político ........... ......... 59
El problema judío ....... ......... 60
El problema romano .... ......... 60
Motivo económico ...... ......... 61
Motivos religiosos ...... ......... 61
Dos tribunales Judíos ... ......... 62
Precaución Nº 2. Muerte por crucifixión 62

6
Historia de la crucifixión .. ..... 62
Una muerte cruel ... ..... ......... 63
La costumbre de los azotes .... 64
La perspectiva médica.. ......... 65
Una corona de espinas ......... 65
La carga del travesarlo ......... 66
La crucifixión con clavos ........ 67
Habla un muerto ... ..... ......... 67
El propósito de la fractura de las piernas 69
Mezcla de agua y sangre ......... 71
Costumbres romanas aplicadas 71
Una faena bien hecha ... ......... 72
Precaución Nº 3. Tumba de roca sólida 73
Precaución Nº 4. Sepultura judía 73
Nunca dejaban pasar la noche con él cuerpo
en el madero................. ......... 74
Preparación del cuerpo ......... 74
Uso de especias aromáticas ..... 75
Sábanas de lino ............ ........ 76
Precaución Nº5. Una piedra muy grande 77
Veinte hombres no podían moverla 77
Una tonelada y media a dos toneladas 77
Precaución Nº 6. La guardia romana 78
La policía del Templo .. ......... 79
Una guardia romana .... ......... 79
La fuerza de la guardia romana 81
El sumo sacerdote ofrece un soborno 81
Una máquina de guerra ......... 82
Una disciplina severa ... ......... 83
Precaución Nº 7. El sello romano 84
Propósito del sello ....... ......... 84
Advertencia a los ladrones de tumbas 85

Capítulo cuatro-HECHOS QUE HAY QUE


CONSIDERAR........... ......... 87
Hecho Nº 1. Sello romano roto 88
Hecho Nº 2. La tumba vacía 89
Confirmación histórica. ......... 89
Fuerte evidencia ... ...... ......... 91
Hecho Nº 3. La gran piedra quitada 91
Subiendo un declive .... ......... 92

7
Apartada ...................... 92
Recogida y transportada ......... 93
Hecho Nº 4. La guardia romana, ausente de
su puesto de servicio . ......... 94
Quemar vivo ................ ......... 94
Temor al castigo ......... ......... 95
Hecho Nº 5. Los vestidos de la tumba
hablan claro ............... ......... 96
Hecho Nº 6. Sus apariciones confirmadas 96
Un principio a recordar ......... 97
Cincuenta horas de testimonio de vista 97
Variedad de personas ... . ......... 98
Observadores hostiles .. ......... 99
Hecho Nº 7. Las mujeres le vieron primero ... 100
Testimonio de poca confianza 100

Capítulo Cinco—ALGUNOS INTENTOS DE


EXPLICACIÓN ........ ......... 103

Dos principios que hay que considerar 104


Consideración de todos los hechos 104
Nada de conclusiones preconcebidas 105
La teoría de la tumba desconocida 105
¿Quién tenía el cuerpo? ......... 106
Puntos flacos de la teoría ....... 106
La teoría de la tumba equivocada 107
¿Qué tumba era? ......... ......... 107
Falla la prueba ............. ......... 108
Todo el mundo fue a la tumba equivocada 109
Teoría de la leyenda .. ......... 110
La teoría de la resurrección espiritual 111
La teoría de la alucinación .. 112
Definición de alucinaciones ... 113
Sólo ciertas personas ... ......... 114
Algo muy personal ....... ......... 115
Una respuesta falsa ..... ......... 115
No hay circunstancias favorables 116
No había expectación .. ........ 116
No hay bastante tiempo ......... 117
No se compagina con los hechos 117

8
Capítulo Seis- UNA TEORÍA ES TAN BUENA
COMO OTRA ........... ......... 119
Un hecho histórico: Una tumba vacía 120
Nadie mostró el cuerpo ......... 120
Las autoridades judías, enfurecidas 120
Evidencia positiva ....... ......... 122
Robado por los discípulos ..... 122
La guardia sobornada ... ......... 123
No sería aceptada en un tribunal 124
El dormirse era muy improbable 124
La guardia romana tendría que haber sido
sorda ........................... ......... 125
Demasiado honrados para engañar 126
Las autoridades robaron el cuerpo 127
Ellos habrían cavado su propia tumba 127
Una alarma silenciosa .. ......... 129
La teoría de la resucitación o reavivamiento ... 129
Se había desmayado simplemente 130
Un milagro mayor ....... ......... 131
La opinión de un escéptico ..... 131
El complot de la Pascua ....... 132
Unas pocas observaciones sobre el complot 134
Las teorías determinan los hechos 134
Muchos problemas ....... ......... 135
Los hechos hablan más alto que las teorías 136
¡Cristo ha resucitado! ......... 137

Capítulo Siete-LA EVIDENCIA CIRCUNSTANCIAL ... 139


Evidencia circunstancial frente a evidencia
directa .......................... ......... 140
La evidencia se acumula ......... 140
Evidencia circunstancial Nº 1. La Iglesia 141
Evidencia circunstancial Nº 2. Culto los
domingos .................... ......... 141
Evidencia circunstancial Nº 3. El bautismo 142
Evidencia circunstancial Nº 4. La comunión ... 143
Evidencia circunstancial Nº 5. Vidas cambiadas 143
No tenían beneficios, terrenales 144
Los más difíciles de convencer 144
Sus seguidores cobardes ......... 145

9
Un judío fanático convertido........... .......... 146
La resurrección explica todos los hechos ... 147
Él puede cambiar tu vida ................ ......... 147
Capítulo Ocho-ÉL CAMBIÓ MI VIDA . 151
Evidencia circunstancial Nº 6. Él cambió mi
vida ................................................ .......... 152
Se desarrolla un conflicto ............... ......... 152
Empieza la nueva vida ................... ......... 153
Empiezan los cambios..................... .......... 154
Paz mental ...................................... .......... 154
Control del mal genio...................... .......... 155
Una persona a quien aborrecía ........ .......... 155
De aborrecimiento a amor .............. .......... 156
Da resultado .................................... ......... 158
Es tu propia decisión ....................... ......... 158
Es algo personal ............................. ......... 158

APÉNDICE A. ¿Tres dias y tres noches en la


tumba? ........................................... .......... 161

APÉNDICE B. La vida de Cristo en estereofonía 165

APÉNDICE C. El juicio de Jesús .......... 177


NOTAS ........................................... .......... 227

10
CAPÍTULO UNO
LA LUCHA
«He tenido pocas dificultades, muchos amigos, grandes éxitos; he pasado de
una mujer a otra, de una casa a otra y he visitado grandes países del mundo,
pero estoy hastiado de inventar estratagemas para llenar las 24 horas del día.»
(Nota dejada al suicidarse)
Ralph Barton
Dibujante de "dibujos animados"

«Estoy sentado en mi casa de Buffalo y algunas veces me siento tan solo que
me parece increíble.
La vida me ha ido de cara.
Tengo una esposa fantástica, buenos hijos, dinero, salud... muchas veces me
pregunto por qué hay tantas personas ricas que se suicidan.
El dinero no es el remedio de todos los males.»
O.J. Simpson
Superestrella de fútbol americano Millonario
(People Magazine , 12 de junio de 1978)

11
¿Por qué será que hay tres simples preguntas que al hacerlas producen un
silencio extraño en casi cualquier audiencia universitaria? ¿Qué misterio
extraño tiene lugar cuando pregunto: «¿Quién eres? ¿Por qué causa te hallas
en este mundo? ¿A dónde te diriges?

EMPIEZA LA BÚSQUEDA
Como estudiante universitario, yo no podía contestar estas preguntas. Es
posible que tú, lector, tampoco puedas. Pero quería contestarlas. Como todos,
también yo estaba ansioso de hallar sentido a la vida. Quería ser feliz. Quería
ser la persona más feliz del mundo. Y ¿por qué no había de serlo, siempre y
cuando esto no fuera a expensas de otro?

La felicidad
No hace mucho viajábamos en una motocicleta con un amigo por Newport
Beach, California. íbamos hablando, riendo, y nos divertíamos de lo lindo. Soy el
tipo de persona que disfruta de la vida. De hecho, ésta es una de las razones
por las que el médico me dice que nunca voy a sufrir de úlceras de estómago.
Me río de mí mismo y digo a los demás exactamente lo que pienso. Mientras
avanzábamos por la calle se nos acercó por detrás un Lincoln Continental
nuevo, flamante. El coche y la motocicleta avanzaban aproximadamente a la
misma marcha. íbamos, ambos, despacio, y durante un tramo las dos mujeres
ocupantes del coche estuvieron mirándonos. Finalmente la señora sentada
junto a la ventana derecha hizo descender el cristal pulsando el botón y nos
espetó: «¿Qué derecho tienen ustedes a estar tan contentos?» Antes que
pudiéramos contestarle

12
había vuelto a cerrar la ventana. Pisaron a fondo el acelerador y pronto las
perdimos de vista. Pero la respuesta a su pregunta es simple: Estoy contento
porque quiero ser feliz y he hallado la fuente de la felicidad.

La libertad.
Más aún que esto, quiero ser libre. Quiero ser uno de los individuos más libres
del mundo. La libertad no es, para mí, ir adondequiera y hacer lo que quiera.
Todo el mundo, prácticamente, puede hacer esto. Y muchos lohacen. La
libertad es poseer el poder de hacer lo que sé que debo hacer. Según esta
definición hay muchas personas que no son libres. Saben lo que deberían hacer,
pero no tienen el poder para hacerlo. Están en servidumbre. Cuando era
estudiante de la universidad yo era uno de éstos.

La religión
Empecé buscando respuestas. Casi todo el mundo parece que tiene alguna
clase de religión, así que encaminé mis pasos hacia la iglesia. Iba por la mañana.
Iba por la tarde. Iba por la noche. Pero probablemente Iba a una iglesia donde
no debía ir. Porque me sentía peor por dentro que por fuera.
Siendo una persona más bien de carácter práctico, me Incomoda todo lo que
no da resultado. Así que la religión me molestaba. Lo único que saqué de la
religión lúe la diferencia entre los 25 céntimos que ponía en la ofrenda y los 35
céntimos que sacaba para comprarme un refresco.
Pero esto es más de lo que muchas personas sacan

13
nunca de la «religión», me decía a mí mismo, y, a pesar de todo lo que decía el
pastor, seguía creyendo en Dios todavía.

El prestigio
Empecé a preguntarme: ¿Podría ser el prestigio la respuesta al problema?
Quizá si fuera un líder, si adoptara alguna causa, si me entregara a ella y si
llegara a tener fama y a ser conocido esto resolvería el problema.
En la primera universidad a que asistí, los líderes de los estudiantes tenían a
mano muchos recursos y eran personas importantes. Así que procuré que me
eligieran presidente de los estudiantes de primer año.
Era interesante tomar decisiones, gastar el dinero de los estudiantes y de la
universidad invitando oradores al recinto universitario, haciendo amistades y
viendo que todos decían: «Hola, Josh.» Pero, como todo lo demás que había
intentado, el interés pronto fue disipándose. Me levantaba el lunes por la
mañana (generalmente con dolor de cabeza, que venía de la noche anterior) y
mi actitud era: «Bueno, ahí tienes cinco días más.» Simplemente, aguantaba la
vida desde el lunes al viernes. Mi felicidad ahora giraba en tomo a tres noches:
viernes, sábado y domingo. Era un círculo vicioso.

La frustración
Así, daba gato por liebre a todos en la universidad. Todo el mundo creía que yo
era el más alegre y feliz. El eslogan que elegí para mi campaña electoral era: «La
felicidad es Josh». Celebré más fiestas (con el dinero de los estudiantes) que
ningún otro. Pero mi felicidad era

14
como la de los demás: dependía de mis propias circunstancias. Si las cosas iban
viento en popa, todo era magnifico. Cuando las cosas iban mal, me sentía
desgraciado.
Era como un bote en medio del océano, llevado de acá para allá por las olas de
las circunstancias. Todos a mi alrededor vivían de la misma manera. Los
profesores me decían lo que ellos creían era una mejor vida, pero no podían
decirme cómo vivir mejor. Todo el mundo me decía lo que debía hacer, pero
nadie podía darme el poder para hacerlo.
La frustración se apoderó de mí.

SIGUE LA LUCHA
Pocas personas hay en las universidades de este país que sean más sinceras que
era yo en mi intento de hallar sentido, verdad y propósito a la vida. Pero, por
más que lo intentara, y de cualquier modo que lo hiciera, las metas se me
escabullían.
Fue en esta época que observé a un pequeño grupo de personas en la
universidad —ocho estudiantes y dos profesores—. Había algo distinto en sus
vidas. Parecía que ellos sí sabían por qué creían y en qué creían. Me gusta esta
clase de personas. No me importa si están o no están de acuerdo conmigo.
Algunos de mis mejores amigos se oponen a ciertas cosas que yo creo. Pero yo
admiro al hombre o mujer de convicciones. (Es, quizás, porque hay tan pocos.)
A diferencia del resto de los estudiantes de la universidad, los miembros de
este reducido grupo parecían saber hacia dónde se dirigían.
El amor es demostrado
Estas personas, además, no solamente hablaban de

15
amor. Parecían vivir saturadas del mismo. Parecían pasar por encima de las
circunstancias de la vida de la universidad, cuando todos los demás parecían
hallarse por debajo de las circunstancias. También noté su felicidad. Parecían
tener dentro una fuente constante interna de gozo. De hecho, casi molestaba el
que estuvieran siempre contentos. Era evidente que tenían algo que yo no
tenía.
Y, como el estudiante promedio, cuando alguno tiene algo que él no tiene, yo
quería aquello. Es por esto que hay que poner candados a las bicicletas en los
campus de los colleges. Es posible que otro quiera la tuya. Si la educación fuera
realmente la respuesta, la universidad probablemente habría de ser la
comunidad moralmente más estricta que existiese. Pero no lo es.
Yo quería lo que veía, así que decidí hacerme amigo de estas personas que me
intrigaban.
Dos semanas más tarde estábamos todos sentados alrededor de la mesa del
centro estudiantil: seis estudiantes y dos profesores. La conversación giraba en
tomo de Dios. Ahora bien, si uno se siente inseguro y la conversación empieza a
centrarse en Dios, uno tiende a poner una gran fachada. En todo campus, en
toda comunidad, en cada oficina, suele haber la persona sabionda y con
experiencia, que dice: «¡Ah... el Cristianismo, ja, ja! Esto es para los apocados,
los débiles; esto no es intelectual.» (En general, cuanto más fuerte se habla de
este modo, mayor es la inseguridad.)
El desafío
La conversación empezaba a serme pesada. Finalmente miré a una de las
estudiantes, una chica muy linda (yo pensaba entonces que el aspecto de todos
los cristianos era lamentable). Reclinándome en la silla (no quería que

16
los demás pensaran que estaba demasiado interesado), dije: «Dime, ¿qué es lo
que cambió tu vida? ¿Por qué es tu vida tan diferente de la de los otros
estudiantes, los líderes del campus, los profesores?» Esta Joven tiene que
haber poseído convicciones muy firmes. Mirándome directamente a la cara, y
con una Ieve sonrisa, me dijo dos palabras que nunca había pensado que
podían formar parte de una solución propugnada en una universidad.
«Jesucristo», me dijo.
«¡Caramba!, no me salgas ahora con estas monsergas de tu religión», le
contesté.
Me replicó al instante: «Amigo, no dije religión; lo que dije es Jesucristo.»
Allí mismo me hizo ver algo que no había visto antes. El Cristianismo no es una
religión en el sentido corriente. La religión puede definirse como seres
humanos que se abren paso hacia Dios mediante buenas obras. El Cristianismo,
por otra parte, es Dios dirigiéndose a hombres y mujeres por medio de
Jesucristo, ofreciéndoles una relación con Él.
Probablemente hay más personas en las universidades que tienen ideas falsas
sobre el Cristianismo que en cualquier otra parte de la sociedad.
Recientemente, en mi seminario graduado, un ayudante de profesor hizo notar:
«Todo el que entra en una iglesia se hace cristiano.»
« ¿Se vuelve un coche la persona que entra en un garaje?», le contesté.
No hay correlación. Uno se vuelve cristiano cuando pone su confianza en Cristo.
Mis nuevos amigos me desafiaron intelectualmente a que examinara las
afirmaciones de que Jesucristo es el Hijo de Dios; que tomó carne humana y
vivió entre hombres y mujeres de veras y murió en la cruz por los pecados de la
humanidad: que fue sepultado y resucitó

17
a los tres días, y que puede cambiar la vida de una persona en el siglo xx.
Suicidio intelectual
Yo pensaba que era una farsa. De hecho, pensaba que la mayoría de cristianos
eran unos necios ambulantes. Había conocido algunos. Acostumbraba esperar
que un cristiano hablara en la clase como cristiano para atacarle con toda clase
de argumentos, a fin de poder dejarle como un harapo. Pensaba que si un
cristiano tenía una neurona en el cerebro, iba a morirse de soledad. No sabía lo
que pensaba o lo que hacía. Pero estas personas desafiaron la genuinidad y
veracidad de mis ideas. Finalmente acepté el reto. Pero lo hice por orgullo, para
refutarlos. No conocía los hechos. No sabía que ahí había evidencia y que una
persona podía evaluar con su mente.
Después de una extensa búsqueda, mi mente finalmente llegó a la conclusión
de que Jesucristo tiene que haber sido la persona que Él mismo decía ser. De
hecho, mi búsqueda para refutar el Cristianismo pasó a ser el fondo del que
emergieron mis dos primeros libros. Cuando no pude refutarlos, terminé
haciéndome cristiano. Y ahora he pasado 13 años documentando por qué creo
que la fe en Jesucristo es intelectualmente factible.
Una de las áreas cruciales de mi investigación para refutar el Cristianismo se
centró alrededor de la resurrección.
Un estudiante en la Universidad del Uruguay me dijo: «Profesor McDowell,
¿por qué no puede refutar intelectualmente el Cristianismo?»
«Por una razón muy simple», contesté. «No puedo desmentir con explicaciones
un suceso histórico, esto es, la resurrección de Cristo.»

18
Después de más de mil horas de estudiar este tema e investigado a conciencia
sus fundamentos, me vi forzado a llegar a la conclusión de que la resurrección
de Jesucristo es, o bien una de las patrañas más crueles, malintencionadas y
malvadas que se ha conseguido que los hombres se tragaran, o el hecho más
fantástico de la historia. Es, o bien una idea delirante e ilusoria, o el mayor dé
los milagros que registra la historia.

La cuestión crucial
La cuestión de la resurrección elimina la pregunta « ¿Es el Cristianismo válido?»
del reino de la filosofía y lo transforma en una cuestión histórica.
¿Tiene el Cristianismo una base histórica aceptable?
¿Existe suficiente evidencia para garantizar y respaldar la creencia en la
resurrección?
Algunos de los hechos básicos de la resurrección son estos: Jesús de Nazaret,
un profeta judío, afirma que es el Cristo profetizado en las Escrituras judías. Fue
arrestado, juzgado como un delincuente político y crucificado. Tres días
después de su muerte y sepultura, algunas mujeres fueron a su tumba y
hallaron que el cuerpo había desaparecido. Sus discípulos afirmaron que Dios lo
había levantado de los muertos y que se Ies había aparecido a ellos varias veces
antes de ascender al cielo.
Sobre este fundamento, el Cristianismo se esparció por todo el Imperio
Romano y ha seguido ejerciendo una gran influencia a lo largo de los siglos.,
¿Tuvo lugar realmente la resurrección? ¿Estaba la tumba de Jesús realmente
vacía? La controversia sobre estas preguntas persiste aún hoy día.

19
SUMARIO
Yo era un líder estudiantil en un college... que buscaba, de forma infructuosa,
como todos los demás, la verdadera fuente de la felicidad y la libertad.
Encontré un pequeño grupo de estudiantes y profesores que afirmaban que
Jesucristo había cambiado sus vidas. Les escuché sólo porque demostraban de
modo práctico el amor del que hablaban. Como escéptico, acepté su reto a
examinar intelectualmente las afirmaciones de que Jesucristo era Hijo de Dios,
que había sido enterrado y que resucitó a los tres días, y que puede cambiar la
vida de una persona en el siglo xx.
Con gran sorpresa por mi parte, no me fue posible refutar el Cristianismo
porque no pude desmentir con explicaciones un acontecimiento crucial de la
historia: la resurrección de Jesucristo. Me hice un creyente. Este libro
documenta lo que he descubierto en más de mil

20
CAPÍTULO DOS
OBSERVACIONES OBVIAS
«No existe ningún documento del mundo antiguo del cual tengamos tantos
testimonios textuales e históricos y que ofrezca una serie de datos históricos
sobre los cuales se pueda adoptar una decisión inteligente. Una persona sincera
no puede despreciar una fuente de datos de este tipo. El escepticismo en
relación con las credenciales históricas del Cristianismo está fundamentado
sobre un prejuicio irracional.»

Clark Pinnock
Profesor de Interpretaciones McMasters University Toronto

21
En mi intento de refutar el Cristianismo, hice nueve observaciones agudas
sobre la resurrección, de las cuales antes no tenía la menor idea.

OBSERVACIÓN Nº 1. El testimonio de la historia


Antes de mi investigación sobre la resurrección, nunca había comprendido que
hubiera tantos testimonios positivos históricos, literarios y legales que apoyan
su validez.
Un erudito de historia romana
El profesor Thomas Arnold, que fue durante 14 años el director de rugby, autor
de una Historia de Roma en tres volúmenes y titular de la cátedra de Historia
Moderna, de Oxford, estaba bien familiarizado con el valor de la evidencia en la
determinación de los hechos históricos.
Este gran erudito dijo: «Estoy acostumbrado desde hace muchos años al
estudio de las historias de otros tiempos y a examinar el peso de la evidencia de
los que han escrito sobre ellos, y no conozco ningún hecho en la historia de la
humanidad que sea probado por una evidencia mejor y más plena de cualquier
clase, para la comprensión de un investigador imparcial, que la gran señal que
Dios nos ha dado de que Cristo murió y resucitó otra vez de entre los
muertos.»1
Un crítico de textos
Brooke Foss Wescott, un erudito inglés, dijo: «Poniendo toda la evidencia junta,
no es mucho decir que no hay

22
ningún incidente histórico apoyado mejor y de modo más vario que la
resurrección de Cristo. Nada, como no ncfi la suposición previa de que es falso,
puede sugerir la Idea de que sea deficiente la prueba del mismo.»2

Un profesor de historia antigua


Dr. Paul L. Maier, profesor de historia antigua de la Universidad de Western
Michigan, llegó a la conclusión de que: «Si se pesa toda la evidencia con
cuidado e imparcialidad, es realmente justificable, según los cánones de la
investigación histórica, llegar a la conclusión de que la tumba en que Jesús fue
enterrado se hallaba realmente vacía en la mañana de la primera Pascua. Y no
hay vestigio de evidencia que haya sido descubierto en las fuentes literarias, en
la epigrafía o arqueología que desmienta esta afirmación.»3

Un juez encumbrado
Lord Caldecote, el Primer Juez o lord chief justice de Inglaterra, ha escrito: «Mi
fe empezó con lo que me reveló la Biblia y estaba fundada en lo que creía haber
ni ella. Cuando de modo particular llegué al Nuevo Testamento, los Evangelios y
otros escritos de los hombres que habían sido amigos de Jesucristo, me pareció
que presentaban un caso abrumador, meramente como estricta evidencia, del
hecho afirmado en ellos... El mismo enfoque a la prueba cardinal de las
pretensiones de Jesucristo, a saber, su resurrección, me ha llevado, cada vez
que he intentado examinar la evidencia, a creer que es un hecho
indisputable.»4

23
Una autoridad legal
Un hombre; que estaba altamente capacitado para sopesar evidencia de este
tipo era el Dr. Simón Greenleaf. Era el famoso profesor «Royall», de Leyes, de la
Univesidad de Harvard, y pasó a ser, después del juez Joseph Story, el profesor
«Dañe» de Leyes de la misma universidad. El que la Escuela de Derecho de
Harvard llegara a su posición eminente entre las escuelas de leyes de los
Estados Unidos hay que adscribirlo a los esfuerzos de estos dos hombres.
Greenleaf publicó su famosa obra en tres volúmenes Tratado sobre la Ley de la
Evidencia, que es considerada todavía como la autoridad de más enjundia sobre
este tema en toda la literatura de los procedimientos legales.
Greenleaf examinó el valor de la evidencia histórica de la resurrección de
Jesucristo para averiguar la verdad. Aplicó los principios contenidos en su
tratado de tres volúmenes sobre evidencia. Sus hallazgos están consignados en
su obra An Examination of the Testimony of the Four Evangelists by the Rules of
Evidence Administered in the Courts of Justice.
Greenleaf llegó a la conclusión de que, según las leyes de evidencia legal usadas
en los tribunales de justicia, hay más evidencia para el hecho histórico de la
resurrección de Jesucristro que para cualquier otro acontecimiento en la
historia.

Un fiscal general
Un, inglés, John Singleton Copley, más conocido como Lord Lyndhurst, está
considerado como una de las grandes mentalidades legales en la historia
británica. Era el fiscal general del Gobierno británico, fiscal general de la
Corona, tres veces alto Canciller de Inglaterra,

24
elegido Alto Mayordomo de la Universidad de Cambridge, por lo que ocupó en
su vida los cargos más elevados conferidos a un juez en la Gran Bretaña.
A la muerte de Copley, entre sus papeles personales hallaron estos comentarios
referentes a la resurrección de Cristo a la luz de la evidencia legal, y la
explicación de por qué se hizo cristiano: «Conozco muy bien lo que es
evidencia; y os digo, que una evidencia como la que existe sobre la resurrección
no ha sido desmentida nunca.»5
El Lord Chief Justice de Inglaterra, Lord Darling, dijo una vez que «no hay jurado
inteligente en el mundo que fallara en dar un veredicto de que la historia de la
resurrección es verdadera.»6
Un abogado racionalista
EI Dr. Frank Morrison, un abogado que había sido educado en un ambiente
racionalista, mantenía la opinión de que la resurrección no era otra cosa que un
cuento de hadas con un final feliz, el cual echaba a perder la historia
incomparable de Jesús. Creía que lo debía hacer era escribir un libro que
presentara la verdad sobre Jesús y destruir la historia mítica de la resurrección.
Después de estudiar los hechos, sin embargo, él también llegó a una conclusión
diferente. El mero peso de la evidencia le obligó a aceptar la conclusión de que
Jesus realmente se levantó de los muertos. Morrison escribió su libro, pero no
el que había planeado. Se titula ¿Quién movió la piedra? El primer capítulo,
muy significativo, es: «El libro que se negó a ser escrito».

25
Un genio literario

El literato erudito C. S. Lewis, antiguo profesor de literatura medieval y del


Renacimiento de la Universidad de Cambridge, cuando escribió acerca de su
conversión al Cristianismo, indicó que él creía antes que los cristianos estaban
«equivocados».
Lo último que tenía intención de hacer Lewis era abrazar el Cristianismo. Sin
embargo, «a comienzos del 1926, el más empedernido de los ateos que yo he
conocido nunca, estaba sentado en mi habitación, al otro lado del fuego de la
chimenea, y me hizo notar que la evidencia sobre la historicidad de los
Evangelios era sorprendentemente buena. "Cosa seria”, siguió, "todo lo que
dice Frazer sobre el Dios que muere. Cosa seria. Casi parece como si hubiera
sucedido realmente. “Para entender el tremendo impacto que me hicieron
estas palabras es necesario conocer bien al hombre (el cual realmente nunca ha
mostrado el menor interés en el Cristianismo). Si este hombre, el cínico de los
cínicos, el más empedernido de todos ellos, no estaba... — cómo
Lo diremos— "seguro", ¿adonde podía volverme? ¿No había escapatoria?»
Después de evaluar las bases y la evidencia en favor del Cristianismo, Lewis
llegó a la conclusión de que en las otras religiones no había «pretensiones
históricas semejantes a las del Cristianismo». Su conocimiento de la literatura le
obligaba a tratar el relato del Evangelio como un informe digno de confianza.
Tenía demasiada experiencia en el criticismo literario para considerar los
Evangelios como un mito.
Finalmente, a pesar de su posición previa firme contra el Cristianismo, el
profesor Lewis tomó una decisión inteligente:
«Tenéis que imaginarme a mí, a solas, en aquella habitación en la Magdalena,
noche tras noche, sintiendo.

26
siempre que mi mente se separaba durante un segundo de mi trabajo, que se
acercaba a paso lento, seguro, implacable, Aquel a quien tan de veras no tenía
deseo alguno de encontrar. Lo que temía tanto al fin me alcanzó. En el término
de la festividad de la Trinidad, en 1929, cedí, y admití que Dios era Dios, y me
arrodillé, y oré; quizás, aquella noche, el convertido más abatido recalcitrante
de toda Inglaterra.»7
Una de mis razones principales para escribir El factor de la Resurrección es
presentar la evidencia histórica que estos hombres, y otros innumerables como
ellos, han descubierto cuando se han enfrentado con la afirmación en el tercer
día la tumba estaba vacía».
OIISERVACIÓN Nº 2. La resurrección predicha
Cristo predijo realmente que resucitaría el tercer día. Sus afirmaciones se
pueden demostrar por todos los cuatro Evangelios. Cuando Jesús subía a
Jerusalén, tomó a los doce discípulos aparte y les dijo: «He aquí subimos a
Jerusalén. Y el Hijo del Hombre será entregado a la muerte. Le entregarán a los
gentiles para que «se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen. Y el tercer dia
resucitará.»8
Marcos .destaca en su Evangelio: «Y comenzó a enseñarles que el Hijo del
Hombre debía padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, por los
principales sacerdotes y por los escribas, ser condenado a muerte y resucitar a
los tres días.»9
. Juan confirma esto cuando escribe: «Jesús contestó y le» dijo: Destruid este
templo, y en tres días lo reedificare. Los judíos, pues, dijeron: Tardamos
cuarenta y seis años en edificar este templo, ¿y tú lo edificarás de nuevo en tres
días? Pero él estaba hablando del templo de su cuerpo.»10

27
OBSERVACIÓN N° 3 Base histórica

El hecho histórico de la resurrección es la misma base de la verdad del


Cristianismo. Para decirlo de modo simple, la resurrección de Jesucristo y el
Cristianismo se sostienen o se caen los dos juntos. Uno no puede ser verdadero
sin el otro.
Arriesgándolo todo en la resurrección
El apóstol Pablo pone énfasis sobre este punto cuando escribe: «Porque si no
hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó,
vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos
hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado en contra de Dios
que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no
resucitan. Por-que si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si
Cristo no resucitó, vuestra fe es vana.»11
El Dr. J. N. D. Anderson, profesor de ley oriental y director del Instituto de
Estudios Legales Avanzados en la Universidad de Londres, llegó a la conclusión,
en su investigación sobre la resurrección, de que: «Me parece inevitable que
todo el que lee casualmente por primera vez las páginas del Nuevo
Testamento, ha de sacar una impresión abrumadora de que hay una fe
firmemente enraizada en ciertos acontecimientos históricos que se alegan, una
fe que o bien era falsa y engañosa, si los sucesos no habían tenido lugar
realmente, o bien, si tuvieron lugar, es única en su significado y exclusiva en la
exigencia a que se le ofrezca lealtad.»12 El Nuevo Testamento va un paso más
allá y enseña que la resurrección era la cosa que declaraba definitivamente que
Jesús era el Hijo de Dios.13

28
La resurrección era tan crucial que Jesús estaba dispuesto a arriesgarlo todo en
que era absolutamente cierto que ocurriría.
Incluso el Dr. David Friedrick Strauss, un escéptico que ha criticado
severamente todo lo que es sobrenatural en los Evangelios, se vio forzado a
reconocer el hecho de que la resurrección es la «piedra de toque, no de la vida
de Jesús solamente, sino de todo el Cristianismo».
«Toca el Cristianismo en lo vivo» y «es decisivo en todo lo que afecta al
Cristianismo».
Decir que Jesús puso mucho énfasis en la resurrección es decir sólo una
pequeña parte de los hechos reales.

Un hindú asombrado
Todo aquello por lo que Jesucristo enseñó, vivió y murió depende de su
resurrección. Los adherentes a otras religiones se ven en un apuro para
comprender este énfasis. Casi todas las demás religiones están basadas
Ideología o en afirmaciones teológicas, no sobre el hecho histórico de la
identidad de su fundador o algún suceso en el tiempo o el espacio. El que la fe
cristiana dependa de hechos históricos es difícil de entender para muchos
hindúes.
Leslie Newbigin habla del asombro de un maestro de la misión Ramakrishna.
Este hindú, devoto y educado, se quedó asombrado por la afirmación de un
cristiano de que su fe dependía de «la verdad histórica sustancial de los datos
referentes a Jesús en el Nuevo Testamento».
EI hindú, que no entendía el Cristianismo, pensaba que parece axiomático que
cuestiones tan vitales de verdad religiosa no se pueden hacer depender de los
accidentes de la historia. Si las verdades que Jesús ejemplificó y enseñó eran
verdaderas, entonces siguen siendo verda
29
I

deras siempre y en todas partes, tanto si la persona que se llama Jesús vivió
como si no vivió».14
OBSERVACIÓN N° 4. Fe Inteligente

Mi cuarta observación sobre el Cristianismo me abrió realmente los ojos. Había


pasado muchas veces por mi mente la idea de que los seguidores de Cristo
parecían poner en práctica una fe ciega e ignorante. H. L. Mencken expresó
muy bien mi primera actitud acerca de la fe cristiana cuando dijo: «La fe puede
ser definida brevemente como una creencia ilógica en la ocurrencia de algo
improbable.»
Cuanto más estudié la fe cristiana bíblica e histórica más me di cuenta de que
era una «fe inteligente». Cuando un individuo en las Escrituras era llamado a
ejercer su fe, era una fe inteligente. Jesús dijo: «Conoceréis la verdad (no:
prescindid de la verdad), y la verdad os hará libres.*19
Un hombre de leyes preguntó a Jesús: «¿Cuál es el mayor de los
mandamientos?» Jesús replicó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón...
y con toda tu mente.»16 Un individuo nunca es llamado a cometer suicidio
intelectual confiando en Cristo como Salvador y Señor. Al contrario, un
creyente es instruido para estar siempre preparado a dar una respuesta inteli-
gente respecto a qué es lo que cree.17 El Dr. George Eldon Ladd observa que:
«La fe no significa dar un salto en el vacío, una credulidad irracional, una
creencia contra las evidencias y contra la razón. Significa creer a la luz de los
hechos históricos, en conformidad con las evidencias y a base de testimonio.»

30
OBSERVACIÓN N° 5. Posibilidad de los milagros
Uno ha de investigar cuidadosamente el hecho de la resurrección, de modo que
no descarté una cosa como histórica por el prejuicio que uno tiene contra lo
que es sobrenatural o milagroso.
Hay una actitud que vuelve a aparecer repetidamente cuando se explora la
historia. Es el «resabio de Hume», se trata del argumento de Hume de que la
creencia puede ser justificada por la probabilidad, y que la probabilidad se basa
en la uniformidad o repetitividad
De la naturaleza. En otras palabras, hacemos bien creyendo experiencias que
son normales para la experiencia de los hombres corrientes. Todo lo que es
único, i n cuanto se refiere a la experiencia normal humana
-como el milagro-, debe ser rechazado.
Por ejemplo, ¿qué es más probable: el testimonio de que la resurrección de
Cristo es falso o el que Jesús resucitara de los muertos?
Según la «actitud moderna» de Hume, la respuesta es evidente, porque los
milagros, simplemente, no ocurren.

Una explicación natural


Otra manera de expresar esta visión parcial de la historia es que vivimos en un
universo cerrado, en el cual no puede intervenir ningún elemento sobrenatural.
En otras palabras, cada suceso (pasado, presente y futuro) tiene su explicación
natural. Esto elimina totalmente la intervención de lo sobrenatural. No importa
lo que suceda o lo fuerte que sea la evidencia, esta actitud dicta que lo
sobrenatural o milagroso debe ser rechazado a pesar de la evidencia.

31
Conclusión del filósofo
Me invitaron a dar una charla en una clase de filosofía. El profesor era también
el jefe del departamento. Después que hube presentado la evidencia histórica y
literaria de la deidad de Cristo, el profesor empezó a acosarme con preguntas y
acusaciones sobre la resurrección. Al cabo de unos diez minutos, un estudiante
interrumpió e hizo al profesor una pregunta muy acertada:
«Oiga, ¿qué cree usted que sucedió el día de la primera Pascua?»
El profesor me miró, y luego miró al estudiante.
«No lo sé», respondió precavido. Luego, antes que el estudiante pudiera
comentar, añadió: «Pero ¡no fue una resurrección!»
«¿Es su respuesta el resultado del examen de la evidencia?», le contestó el
estudiante.
La respuesta fue: «¡No! Es debido a mi posición filosófica.»
En otra universidad importante, varios estudiantes llevaron mi primer libro.
Evidencia que exige un veredicto, al chairman del departamento de historia
para su evaluación. Después de varios meses uno de los estudiantes visitó al
chairman y le pidió su opinión del libro. «Contiene algunos de los argumentos
más concluyentes históricamente en favor del Cristianismo que he leído»,
contestó el profesor.
Los estudiantes se entusiasmaron. Entonces el jefe del departamento añadió:
«Pero yo no llego a la misma conclusión que Mr. McDowell.»
«¿Por qué?», preguntó un estudiante.
«A causa de mi posición filosófica», contestó el profesor. No había falta de
evidencia. Se llegó a la conclusión a pesar de ella.

32
Limitaciones de Hume
El Dr. Lawrence Burkholder, chairman del Departamento de Iglesia de la Escuela
de Divinidades de Harvard, admite que su enfoque hacia la historia ha sido
influido en gran manera por el argumento de Hume de que si algo ha de ser
verdad ha de conformarse a la uniformidad de la naturaleza. Después de
hacerse cargo de que todo suceso histórico, hasta cierto punto, es en alguna
forma único, confesó: «Estoy empezando sentirlas limitaciones de Hume.»18
ElDr. Burkholder dice que el argumento de Hume contra los milagros «limita la
posibilidad de aceptar lo en los tiempos y sucesos posteriores halló que es
un hecho. Me dice que, en realidad, no puedo creer algo a menos que
corresponda a una experiencia previa.
Pero yo me resisto cada vez más a predecir el futuro. Me siento cada vez más
modesto cuando hay que decir lo que es posible y lo que no es posible, lo que
pueda «suceder en el futuro y lo que no puede suceder. Y esta misma modestia
está empezando a tomar forma en una resistencia por mi parte a decir lo que
pudo haber sucedido en el pasado y lo que no pudo haber sucedido,»19
EI profesor Burkholder añade: «... me parece que tengo algún derecho por lo
menos a dejar abierta la posibilidad de que algo pueda haber sucedido que por
analogía podamos llamar la resurrección.»20
El profesor Clark Pinnock, hablando de la confianza en la metodología de Hume
y la necesidad de naturalizar todos los sucesos históricos, señala que «la
experiencia contra los milagros es uniforme sólo si sabemos que todos los
informes sobre los milagros son falsos, y esto no lo sabemos. Nadie tiene un
conocimiento infalible "de las leyes naturales", de modo que pueda excluir
desde eI principio la misma posibilidad de sucesos únicos. La

33
ciencia puede decimos lo que ha sucedido, pero no puede decimos lo que
puede y lo que no puede haber sucedido. Observa los sucesos, no los crea. El
historiador no dicta lo que contiene la historia; está abierto a
lo que el testigo informa. Una apelación a Hume implica ignorancia de la
historia».21
El Dr. Wolfhart Pannenberg de la Universidad de Munich añade: «La cuestión...
de si algo sucedió o no sucedió en un tiempo dado, hace mil años, sólo puede
decirse por el argumento histórico...»22
Se necesita investigación histórica
El Dr. John Warwick Montgomery, escribiendo sobre los que todavía se
adhieren al sistema cerrado (todos los sucesos han de tener una explicación
natural), exclama: «Desde Einstein, ningún moderno tiene derecho a excluir la
posibilidad de sucesos a causa del conocimiento previo de la "ley natural". La
única manera en que podemos saber si un suceso ocurrió o no ocurrió es ver si
de hecho ha ocurrido. El problema de los milagros, pues, tiene que ser resuelto
en el reino de la investigación histórica, no en el reino de la especulación
filosófica.»23
Habiendo caducado la época newtoniana, hemos de dejar lugar para lo
impredecible, lo inesperado, el elemento incalculable en el universo.24 El Dr.
Vincent Taylor, un crítico prominente del Nuevo Testamento, nos advierte en
contra del dogmatismo excesivo. Con respecto a las limitaciones de la ciencia
en la evaluación de los milagros escribe: «En los últimos años nos hemos
quedado asombrados, con demasiada frecuencia, por logros y descubrimientos
que un tiempo habían sido declarados imposibles. Hemos vivido suficiente para
oír del fraccionamiento del átomo,
34
Y hallar que los mismos científicos están hablando del universo como "más
semejante a una gran idea que a una gran máquina". Este cambio de punto de
vista, naturalmente, no acredita lo milagroso; pero significa que dadas las
condiciones apropiadas, los milagros no son imposibles; no hay dogma
científico o filosófico que interfiriera en el caminio.»25
El francés Emest Renán denunció la resurrección de Jesucristo. Admitió que
había empezado su investigación de la vida de Cristo con la premisa previa de
«que no existe el milagro. Por tanto la resurrección no ocurrió. » Una actitud así
no podría ser aceptada ante mi tribunal. La conclusión de Renán sobre la resu-
rrección de Cristo no estaba basada sobre una investigación histórica sino sobre
la especulación filosófica.
Esta actitud mental parece la de un hombre que dijera: He hecho ya mi
decisión; no me confundáis con los hechos.»

OBSERVACIÓN Nº 6. Hecho, no fábula


Otro punto que me abrió los ojos fue la observación de que los seguidores de
Cristo conocían la diferencia entre
«Hecho» y «fábula», entre «realidad» y «fantasía». Durante años he oído la
acusación de que en el tiempo de Jesús las personas estaban predispuestas a
creer en mitos,
El critico Rudolph Bultmann quisiera que creyéramos que los contemporáneos
de Jesús eran inocentes y primitivos. Sin embargo, la investigación revela una
enorme exageración con respecto a la candidez del hombre del siglo primero.
El apóstol Pedro exclamó: «Porque no os hemos dado a conocer el poder y la
venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas ingeniosamente
inventadas, sino habiendo visto con nuestros propios ojos su
35
majestad...»26 Y el apóstol Pablo advirtió a los demás «a no prestar atención a
fábulas y genealogías interminables...».27
Aun cuando en el primer siglo los hombres no tenían un conocimiento tan
grande del universo y de las leyes de la naturaleza como tenemos nosotros hoy,
sabían que los ciegos permanecían ciegos. Es por esto que se asombraron
cuando Jesús curó al ciego.
«Desde el principio de los tiempos», dijeron, «nunca ha sucedido que alguno
abriera los ojos de una persona que había nacido ciega».28
Sabían también que los muertos suelen permanecer muertos. El tratamiento de
Pablo en la colina de Marte en Grecia,29 muestra que la resurrección era tan
difícil de aceptar para la gente en el mundo antiguo como en el día de hoy.
Luego estaba Tomás, a quien llamamos «el que duda». ¿Hemos de suponer que
había asistido a Harvard? Dijo: «Mirad, no es corriente que las personas
resuciten. Preferiría tener un poco de evidencia.» Y enfatizó que: «A menos que
vea en sus manos la marca de los clavos, y ponga mi dedo en el lugar de los
clavos, y ponga mi mano en su costado, no creeré.»
En este punto, Jesús dijo a Tomás: «Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y
acerca tu mano, y métela en mi costado y no seas incrédulo, sino creyente.»
Tomás contestó: «¡Señor mío, y Dios mío!»

OBSERVACIÓN Nº 7. El método científico inefectivo


Muchas personas insisten en que no pueden aceptar algo como cierto a menos
que sea probado científicamente. Cuando hablo de los aspectos históricos de la
resurrección en una clase universitaria, se me hace constantemente la
pregunta: «¿Puede ser probada científicamente?»
36
Mi contestación es inmediata: «No.» El método científico
moderno no se aplica cuando investigamos la posibilidad los hechos que se
refieren a la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. La ciencia es
incapaz de investigarlos.

La observación por medio de la repetición


La prueba científica se basa en mostrar que algo es un hecho repitiendo el
acontecimiento en la presencia de una persona que lo ponga en duda. Se
dispone un ambiente controlado. Se hacen observaciones, se sacan datos y se
comprueban las hipótesis empíricamente.
El «método científico... se refiere a la medición de fenómenos y
experimentación o a la observación repetida»30 El Dr. James B. Conant, antiguo
presidente de Harvad, escribe: «La ciencia es una serie de conceptos y grupos
de conceptos relacionados entre sí que se han desarrollado como resultado de
la experimentación y observaciones.»31
El Basic Dictionary of Science describe el conocimiento científico como el
«conocimiento basado en la observación y la comprobación de hechos».32 The
Harper Eyclopedia of Science describe el método científico como... técnicas de
observación controladas en la búsqueda del conocimiento.»33
La ciencia es limitada
El valor principal de la ciencia es poder recoger datos de la observación
continua de las pruebas de una hipotesis. Por tanto, el «método moderno
científico» es aplicable sólo a los hechos o sucesos que se pueden repetir.
Como un suceso único en la historia, la resu-

37
rrección de Jesucristo se halla más allá del alcance de la investigación científica.
La incapacidad de repetirla en un ambiente controlado invalida la técnica clave
del método científico. En More than a Carpenter desarrollé la diferencia entre
el método científico y el método legal para determinar la verdad.

OBSERVACIÓN Nº 8. Los criterios históricos


La resurrección de Cristo ha de ser examinada por los mismos criterios
históricos que los demás sucesos pasados de la historia. La fe de la iglesia
primitiva se fundó en las experiencias en el reino de los hechos. Por ejemplo,
los seguidores de Cristo dijeron que Él se había dejado ver a ellos por medio de
«muchas pruebas convincentes».34 Lucas usa la palabra tekmerion. Esto con-
nota una «prueba demostrable».
Me di cuenta de que mi investigación tendría que incluir los criterios históricos
de la verdad si quería descubrir lo que había ocurrido realmente aquella
primera Pascua.

Se necesita suficiente evidencia


Vivimos en un mundo que exige evidencia adecuada para creer. La
responsabilidad de El factor de la Resurrección es establecer esta evidencia de
la resurrección. Wolfhart Pannenberg es profesor de teología sistemática en la
Universidad de Munich, Alemania. Se ha ocupado de modo primario de
cuestiones de la relación entre la fe y la historia. Este famoso erudito dice: «Si
la resurrección de Jesús tuvo lugar o no, es una cuestión histórica, y la cuestión
histórica en este punto es inevitable. Y por ello la cuestión ha de ser decidida al
nivel del argumento histórico.»35
38
La evidencia debe ser enfocada con una idea imparcial y sincera de la historia.
La investigación no debe hacerse con prejuicios de nociones o conclusiones
preconcebidas. Hay una necesidad completa de que la evidencia hable por sí
misma.
El historiador Ronald Sider escribe sobre la necesidad de objetividad en la
investigación histórica: «¿Qué hace eI historiador crítico cuando su evidencia
señala acusadamente a la realidad de un suceso que contradice sus
expectativas y va contra su idea naturalista de la realidad? » Propongo que ha
de seguir sus fuentes analizadas críticamente. No es científico empezar con la
presuposición filosófica de que no ocurren milagros. A menos que evitemos
unas presuposiciones tan unilaterales la Interpretación histórica es mera
propaganda.
Tenemos derecho a exigir buena evidencia para un suceso alegado que no
hemos experimentado, pero no nos atrevemos a juzgar la realidad con nuestra
experiencia limitada. Quisiera sugerir que tenemos buena evidencia de la
resurrección de Jesús de Nazaret.»36
Enfoque apropiado
El historiador de Erlangen, Ethelbert Stauífer, da más sugerencias respecto a la
forma de enfocar la historia: Que hacemos (como historiadores) cuando
tenemos sorpresas que van contra todas nuestras expectativas,
quizá todas nuestras convicciones, y aun toda nuestra manera de entender la
verdad durante un período? Decimos como un gran historiador decía en casos
semejantes: "Es, sin duda, posible." Y ¿por qué no? Para el historiador crítico
nada hay imposible.»37
El historiador Philip Schaflf añade a lo anterior: «El proposito del historiador no
es construir una historia a partir de nociones preconcebidas y adaptarla a su

39
gusto, sino el reproducirla con la mejor evidencia y dejar que hable por su
cuenta.»38
Si uno ha de juzgar la historicidad de Jesús, entonces debe juzgarla tan
imparcialmente como a cualquier otra figura de la historia. El Dr. F. F. Bruce, de
la Universidad de Manchester, en Inglaterra, testifica que «la historicidad de
Cristo es tan axiomática para un historiador imparcial como la historicidad de
Julio César. No son los historiadores los que propagan las teorías del «mito de
Cristo".»39

Una actitud crítica


La prueba definitiva históricamente con respecto a la resurrección es si los
hechos alegados están apoyados por la evidencia.
En este punto, uno se da cuenta de que ha de proseguir con precaución y
examinar cuidadosamente los datos sobre la resurrección de Cristo. Un
historiador crítico querrá examinar los testigos; verificar la muerte por la
crucifixión; repasar los procedimientos de la sepultura; confirmar los informes
de que Jesús estaba vivo el tercer día y la tumba estaba vacía. Luego sería apro-
piado considerar todas las explicaciones posibles de los datos anteriores. En
este estadio haría bien observando la evidencia corroborativa y luego sacaría la
conclusión apropiada. ¿Parece interesante, no? Esto es lo que me propongo
hacer en las páginas que siguen.

OBSERVACIÓN Nº 9. Documento histórico de confianza


El Nuevo Testamento proporciona la fuente primaria histórica para la
información sobre la resurrección. A

40
causa de esto, muchos críticos, durante los siglos XIX y XX,han atacado la
veracidad y confiabilidad de estos documentos. El principio del «documento
antiguo» bajo las Reglas Federales de la Evidencia, permite declarar un
documento si se muestra que el documento:
1) se halla en una condición tal que no surge sospecha respecto a
su autenticidad; 2) se hallaba en el lugar en que, si es auténtico, es de esperar
que estuviera, y 3) ha estado en existencia desde hace 20 años o más al tiempo
en que es ofrecido.40 El Dr. John Warwick Montgomery, abogado y decano de la
Simón Greenleaf School of Law, comenta sobre la aplicación de la regla del
«documento antiguo» a los documentos del Nuevo Testamento: «Aplicado a los
Datos de los evangelios y reforzado por criticismo textual responsable, esta
regla establecería competencia en cualquier tribunal.»41
F.C. Hauer, junto con otros críticos, asume que las Escrituras del Nuevo
Testamento no fueron escritas hasta después del siglo II d. de C. Llega a la
conclusión de que estos escritos proceden de mitos o leyendas que se
desarrollaron durante el largo intervalo entre la vida de Jesús y el tiempo en
que estos relatos fueron puestos
Fechando el Nuevo Testamento
Hacia fines del siglo XIX, sin embargo, hubo descubrimientos arqueológicos que
confirmaron la exactitud de los manuscritos del Nuevo Testamento.
Descubrimiento de papiros manuscritos primitivos que databan entre el tiempo
de Cristo y los manuscritos existentes de una fecha posterior. Ver mi primer
libro, Evidencia que exige un veredicto, si se quiere información detallada sobre
los descubrimientos de estos manuscritos.

41
Estos hallazgos aumentaron la confianza de los eruditos en la veracidad de la
Biblia. William Albright, uno de los arqueólogos bíblicos más famosos del
mundo, dijo: «Podemos decir enfáticamente que ya no hay base sólida para
fechar ningún libro del Nuevo Testamento después del año 80 d. de C., dos
generaciones antes de la fecha entre 130 y 150 que suele darse por parte de los
críticos más radicales del Nuevo Testamento hoy.»42
Coincidiendo con los descubrimientos de los papiros, apareció otra serie de
manuscritos. El Dr. John A. T. Robinson, lecturer de Trinity College, Cambridge,
ha sido durante años uno de los críticos más distinguidos. Robinson aceptó el
punto de vista tipificado por el criticismo alemán de que el Nuevo Testamento
fue escrito años después del tiempo de Cristo, al final del primer siglo. Pero,
«prácticamente como una broma teológica», decidió investigar los argumentos
sobre las fechas tardías dadas para los libros del Nuevo Testamento, un terreno
que se hallaba prácticamente, abandonado desde el cambio de siglo.
Los resultados le dejaron estupefacto. Dijo que, debido a la «pereza» de los
eruditos, la «tiranía de las suposiciones no comprobadas» y la «casi ceguera
voluntaria» de los autores previos, gran parte de los razonamientos pasados
era insostenible. Llegó a la conclusión de que el Nuevo Testamento es la obra
de los mismos apóstoles, o de contemporáneos suyos que trabajaron con ellos,
y que todos los libros del Nuevo Testamento, incluido Juan, tuvieron que ser
escritos antes del año 64 d. de C.
Robinson reta a sus colegas a demostrar que está equivocado. Si los eruditos
vuelven a considerar la cuestión, está convencido de que los resultados les
obligarán a «escribir de nuevo muchas introducciones al Nuevo Testamento, y
después muchas teologías».43
42
Autoridad de los manuscritos
Cuando terminé mi investigación en la confiabilidad bíblica publiqué
Evidencia que exige un veredicto, en 1973 pude documentar 14.000
manuscritos del Nuevo testamento solamente. El año pasado, en una nueva
edición y revisión de Evidencia..., el material disponible por nuevas
investigaciones había aumentado enormemente. Ahora puedo documentar
24.633 manuscritos
solamente del Nuevo Testamento.
El significado del número de manuscritos que documentan el Nuevo
Testamento es aún mayor cuando uno se da cuenta de que el libro que le
sigue en cuanto ala autoridad de sus manuscritos es la Ilíada, de
Homero.Esta tiene 643 manuscritos que han sobrevivido.
El gran número de manuscritos que dan autenticidad al Nuevo Testamento
ha motivado a Sir Frederick Kenyon -una de las autoridades actuales sobre
la
confiabilidad y veracidad de manuscritos antiguos— a escribir: El intervalo
entre las fechas de la composición original y la primera evidencia existente
se vuelve tan pequeño que es de hecho insignificante, y ha sido eliminada
toda base para cualquier duda que hubiera habido de que las Escrituras no
han llegado en la forma en que fueron escritas. Tanto la autenticidad como
la integridad general de los libros del Nuevo Testamento se pueden
considerar como establecidas definitivamente.44
F.F. Bruce hace la siguiente observación: «La evidencia de los escritos de
nuestro Nuevo Testamento es mucho mayor que la evidencia para los
escritos de los autores clasicos, cuya autenticidad nadie sueña en poner en
duda.»
Afirma también: «Y si el Nuevo Testamento fuera una colección de escritos
seculares, su autenticidad sería considerada por completo fuera de duda.»45

43
Algunos críticos del Nuevo Testamento defienden que la iglesia primitiva
creó los «dichos» y «sucesos» que se atribuyen a la vida de Jesús. Otros
afirman que los hechos sobre los sucesos que afectan a la vida de Jesús
fueron escritos tanto tiempo después de ser realizados que
indudablemente llegaron alterados. Así, se dice que no tenemos un relato
de confianza de los hechos y dichos de la vida de Cristo.
Un corto período de tiempo
¿Qué podemos decir de estas alegaciones? Hay muchas razones para decir
confiadamente que hoy tenemos un relato digno de confianza de las
palabras reales de Jesús y los sucesos referentes a su vida.
La primera es que los descubrimientos de manuscritos y la investigación
histórica subsiguiente muestran que el elemento tiempo entre los sucesos
de la vida de Cristo y la consignación de los mismos no era suficiente para
que afectara a su exactitud.
El Dr. Paul L. Maier, profesor de historia antigua de la Western Michigan
University, escribe: «Los argumentos de que el Cristianismo amañó su mito
de Pascua sobre un largo período o que las fuentes fueron escritas muchos
años después del suceso, simplemente no corresponden a los hechos.»46
Analizando las conclusiones de los críticos, el arqueólogo Albright, ya
mencionado —una autoridad reciente—, dice: «Sólo los eruditos modernos
que carecen tanto del método histórico como de perspectiva pueden
hilvanar una red tal de especulación como la que los críticos han intentado
usar para envolver la tradición del Evangelio.»
Añade que el período es «demasiado breve para permitir ninguna
alteración apreciable del centro esencial y aun

44
de la mismas frases específicas de los dichos de Jesusl».47
Con respecto a la veracidad de los manuscritos. Millar Burrows, de Yale,
dice: «Otro resultado de comparar el Nuevo Testamento griego con el
lenguaje de los papiros es un gran aumento de la confianza en la exactitud
de la transmisión del texto del mismo Nuevo Testamento.
Continua diciendo que «los textos han sido transmitidos con notable
fidelidad, de modo que no tiene por qué haber duda alguna respecto a la
enseñanza transmitida en ellos».49 Howard Vos, investigador, declara que:
Desde el punto de vista de la evidencia literaria, la unica conclusión lógica
es que la confiabilidad del Nuevo testamento es infinitamente mayor que la
de ningún otro documento de la antigüedad.50

Relatos de testigos presenciales


Una nueva razón para fundamentar la veracidad de los datos que da el
Nuevo Testamento de Cristo es que fueron escritos por testigos
presenciales.
El Dr. Louis Gottschalk, historiador, al escribir sobre el examen de la
exactitud de una fuente, dice: «La capacidad de decir la verdad reposa, en
parte, en la proximidad del testigo al suceso. La proximidad, aquí. Es usada
tanto en el sentido geográfico como cronológico. 51
Los escritores del Nuevo Testamento consignan que ellos no siguen fábulas
ingeniosamente inventadas, sino como habiendo visto con nuestros propios
ojos su majestad».52
Dicen que Jesús «se presentó vivo con muchas pruebas indubitables,
apareciéndoseles durante cuarenta dias53
45
Lucas, el médico, escribió: «Puesto que muchos han tomado a su cargo el
compilar un relato ordenado de las cosas que entre nosotros han sido
ciertísimas, tal como nos las transmitieron los que desde el principio fueron
testigos oculares y servidores de la Palabra, me ha parecido bien también a
mí, después de haberlo investigado todo con esmero desde su origen,
escribir ordenadamente... 54
Aunque el ser testigo presencial tiene un lugar honroso en un tribunal de
justicia, se evalúa más y más el testimonio de primera mano a la luz de los
factores psicológicos que influencian al individuo: tiempo de duración,
distancia del sujeto, visibilidad, presión, temor, etc.55

Factores psicológicos

La Dra. Elizabeth S. Loftus, profesora de psicología de la Universidad de


Washington, escribe que «la gente que presencia sucesos terribles,
recuerda los detalles con menos precisión que cuando se trata de sucesos
corrientes. La presión o el temor altera la percepción y, por tanto, la
memoria. La presión también afecta a la capacidad de la persona para
recordar lo observado durante un período de tranquilidad relativa».56 Los
relatos de testigos presenciales de las apariciones de Jesucristo después de
su resurrección son corroborados por las conclusiones de la Dra. Loftus. Los
relatos no son vistazos rápidos de un extraño en una calleja oscura, bajo el
temor de un arma. Sus seguidores pasaron tiempo con alguien a quien
conocían y amaban. Aunque tiene que haber habido tensión y emoción
(Jesús les dijo que no tuvieran miedo) a causa de la repetición de las
apariciones (se les apareció durante un período de 40 días), los recuerdos
quedaron más afianzados.
46

Aun cuando entre el elevado número de testigos del Nuevo Testamento hay
algunos sin garantía absoluta, sería el extremo difícil explicar que cada uno
de ellos cometiera la misma equivocación en la identificación. Los relatos de
los testigos oculares serían muy convincentes en un tribunal de justicia,
especialmente en vista de lo extenso del testimonio.

La regla de lo oído de otros


McCormick, en su obra Handbook of the Law of Evidence-—un tratado
excelente sobre el análisis de la evidencia—, observa que el sistema de
insistencia legal en usar sólo las fuentes de información de más confianza se
manifiesta mejor en la regla que requiere que un testigo que testifica un
hecho que puede ser percibido por los sentidos ha de haber tenido la
oportunidad de observar, y ha de haber observado el hecho en realiad.57
El énfasis en esta regla sobre «saber de oídas» es que esta no es evidencia
admisible en un tribunal de justicia Las Reglas Federales de Evidencia
declaran que un testigo ha de testificar sobre lo que él sabe por
conocimiento de primera mano, no lo que le ha llegado a través de otras
fuentes.58
Con respecto al valor de uno que testifica «su propio conocimiento», el Dr.
Montgomery señala que desde la perspectiva legal los documentos del
Nuevo Testamento cubren la exigencia de evidencia de «primera mano»,
Escribe que los datos del Nuevo Testamento están «plenamente
reivindicados por las constantes aseveraciones de sus autores de presentar
sólo lo que han oído, lo que hanan visto con sus propios ojos, lo que han
observado y sus manos han palpado».59
47

Conocimiento de primera mano

Según Mateo, el escritor del Evangelio, las primeras personas que oyeron
acerca de la resurrección fueron María Magdalena y «la otra María».60 Un
ángel les contó el suceso, el cual estaba sentado sobre una piedra de la
tumba. Toda narración de este hecho por las dos Marías sería conocimiento
de oídas, a menos que fuera presentado meramente para probar que el
ángel había estado allí y hablado a ellas. Si las dos mujeres informaran en el
tribunal las palabras del ángel, a fin de demostrar que Cristo había
resucitado, sería de oídas, y no admitido. No es la veracidad del ángel la que
se pone en duda; más bien, las reglas del conocer de oídas ponen en duda
la exactitud y quizá la sinceridad de la persona que hace el relato.
Este problema es resuelto, sin embargo, por la aparición personal de Jesús a
las mujeres.61 Como las mujeres, de este modo, obtuvieron conocimiento
de primera mano del hecho de que Cristo había resucitado de los muertos,
habrían sido competentes para testificar en un tribunal. No eran testigos
del suceso real, pero habían visto el resultado de modo suficiente para
justificar la conclusión de que la resurrección había ocurrido.

Mateo informa también brevemente de la aparición de Jesús a los once


discípulos.62 Si no hubiera habido una aparición personal a los discípulos,
éstos no habrían podido testificar de la resurrección de Jesús bajo la regla
del conocimiento de oídas. El ver a Cristo vivo hace esta regla inaplicable.
Lucas nos da el relato de los dos hombres de Emaús a quienes se apareció
Cristo. Estos hombres demostraron lo rápidamente que puede descartarse
el conocimiento de oídas. No creyeron el informe de las mujeres de lo que
los ángeles les habían dicho. Creyeron que

48

Ia tumba estaba vacía; si el Señor Jesucristo estaba vivo era incierto, porque
«no le habían visto.63 No fue hasta que Jesús se reveló a ellos que estos dos
hombres pudieron creer.
El libro de Lucas, como los libros de Mateo y Marcos, termina con la
aparición de Cristo ante todos los discípulos Jesús se daba cuenta
claramente de la sospecha normal que se adhiere al mero conocer de
oídas. La regla del conocer de oídas es evidencia de esta sospecha. Con
frecuencia nos resistimos a creer algo que otro ha experimentado; mucho
menos aceptamos lo que una tercera persona le ha dicho al otro.
El mayor ejemplo de esta resistencia es Tomás, el que dudaba64 a pesar de
los relatos de apariciones a estos hombres que hay que considerar íntimos
de Tomás, la historia de la resurrección de Cristo era para él increíble
conocimiento de primera mano antes de aceptarla como cierta.

Relatos escritos
Los relatos escritos de testigos presenciales ¿son de confianza? Las Reglas
Federales de Evidencia dicen que las grabaciones de los testigos son
admisibles si se pueden mostrar «que fueron hechas por los testigos cuando
el material estaba fresco en su memoria y reflejaba el conocimiento
correctamente».65 Algunos pueden poner en duda si Mateo y Juan
registraron sus recuerdos cuando estaban todavía frescos en sus memorias.
No sabemos cuánto tiempo tardaron los discípulos, después de estos
grandes sucesos, en escribir los Evangelios. No importa cuánto tardaran; sin
embargo, se puede argumentar de modo convincente que el ver viva, de
nuevo, a la misma persona que los discípulos habían visto morir tres días
antes, es un suceso no se puede olvidar.

49

Uno puede Imaginarse a los discípulos diciendo años después: «Lo recuerdo
como si hubiera sucedido ayer.»

Presencia de testigos de vista capaces y de confianza


Una tercera razón para la confiabilidad histórica es que los relatos de la
resurrección que da el Nuevo Testamento circularon durante la vida de
aquellos que estaban vivos al tiempo de la resurrección. Por tanto, la vera-
cidad de estos relatos tiene que haber sido confirmada o contradicha
durante aquel tiempo.
Cuando los que escribieron el Nuevo Testamento argumentaron su caso
para el Evangelio, apelaron al conocimiento común referente a los hechos
de la resurrección.
Pedro retó a su audiencia: «Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús
nazareno, varón acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios
y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros
mismos sabéis.»66

Presencia de testigos de vista hostiles


Otra razón por la que no había lugar para mitos, leyendas o inexactitudes
en los relatos de la vida y enseñanzas de Cristo es que circularon durante la
vida de personas que podían saberlo bien y que eran en extremo hostiles al
nuevo movimiento cristiano.

Uno de los medios primarios de evaluación de la veracidad de un testigo es


mediante el uso del examen cruzado, debido a que en el examen cruzado
realizado por una persona que defiende el punto de vista opuesto al propio,
se pueden poner en evidencia las inexacti-

50

tudes de un testimonio y revelar la posibilidad de que se sea parcial o se


tengan prejuicios.67
El juez Ruffin, en State vs. Morris, amplifica el principio del «examen
cruzado»: «Todos los procesos siguen la idea de que se debe algo de
confianza al testimonio humano, y que esta confianza aumenta y se
afirma en proporción a si el testigo ha sido sometido a un examen
cruzado directo y escrutador.»68
Con respecto al valor de la presencia de «testigos hostiles» en la
aplicación del principio del «examen cruzado» a la proclamación de la
resurrección, el profesor de leyes Dr. John Montgomery escribe:«... esta
regla subraya la veracidad y confiabilidad del testimonio de la
resurrección de Cristo que fue presentado de modo contemporáneo en
las sinagogas, el mismo centro de la oposición, entre examinadores
cruzados hostiles que sin duda habrían destruido el caso del
Cristianismo si los hechos hubieran sido distintos.»69
F.F: Bruce, profesor Rylands de criticismo y exégesis biblicos en la
Universidad de Manchester, dice con referencia al valor de los datos del
Nuevo Testamento al ser escrutados por sus adversarios: «Si hubiera
habido alguna tendencia a apartarse de los hechos en algun respecto
material, la presencia posible de testigos hostiles en la audiencia habría
servido como correctivo apropiado.»70
Hay tres pasos en el testimonio histórico: observación, recuerdo y
registro.71 Los «enemigos acerbos» de este huevo movimiento que se
centraba alrededor de Cristo estaban preparados para desafiar a todo
seguidor superceloso que pudiera añadir algún milagro para quela
historia de Cristo más atractiva. Estos «testigos
hostiles» estaban preparados para corregir toda distorsion de la
«observación, recuerdo y registro» de todo lo que Jesús «hizo y
enseñó».72
Stan Ciimdry, teólogo, pregunta: «¿Es posible que
51

hubieran permitido que pasaran afirmaciones falsa como hechos referentes


a su vida, que ellos conocían tan bien? El Cristianismo se habría expuesto al
ridículo si hubiera creado estas historias para perpetuarse a si mismo.»73
Los apóstoles, que habían sin duda deseado honrar al Señor, no habrían
adscrito hechos que no se hubieran originado en Él. Además, centenares de
personas en la iglesia primitiva tienen que haber sido un factor frenador
para conservar la tradición dentro de la verdad de los hechos.

Confirmación por la arqueología

Louis Gottschalk escribe que la credibilidad general de un documento o de


un autor depende de la «reputación del autor en cuanto a veracidad, la
falta de contradicciones internas en el documento, la ausencia de
contradicción de otras fuentes, la ausencia de anacronismos, y la forma en
que el testimonio del autor encaje en los hechos conocidos por otros
orígenes que ayuden a determinar la credibilidad general».74 En otras
palabras: «La conformidad o acuerdo con otros datos conocidos históricos
(geográficos) o científicos es con frecuencia decisiva como prueba de
evidencia, tanto si se trata de uno o más testigos.»75 Sir William Ramsay,
uno de los mayores geógrafos que han existido, era un seguidor de la
escuela histórica alemana a mediados del sigo xix. Se convenció de modo
firme que el libro de los Hechos era un producto de la mitad del primer siglo
después de Jesucristo al hacer un estudio topográfico del Asia Menor que le
obligó a considerar los escritos de Lucas. Como resultado de la abrumadora
evidencia descubierta en la investigación se vio obligado a rectificar por
completo sus creencias anteriores.

52

La veracidad probada de Lucas

En cuanto a la capacidad de Lucas como historiador, Ramsay llega a la


conclusión, después de 30 años de estudio, de que «Lucas es un historiador
de primer orden no meramente son sus afirmaciones de hechos dignas de
confianza...; este autor debería ser colocado entre los más grandes
historiadores».76
Ramsay añade: «La historia de Lucas no es sobrepasada en cuanto a su
veracidad y confiabilidad.»77
Se consideraba antes que Lucas se había equivocado por referirse a los
gobernantes de Filipos como pretores, Según los «eruditos», dos duunviros
habrían regido la ciudad sin embargo, como de costumbre, Lucas tenía
razón. Los hallazgos han mostrado que el título de pretor era el empleado
por los magistrados de una colonia romana.
Lucas usa la palabra procónsul para el título de Galio;78 tambien se ha
demostrado que es correcta, como lo evidencia la inscripción de Delfos, que
afirma en parte: «Como Lucio Junio Gallio, mi amigo y procónsul de
Acaya...»
La inscripción de Delfos (52 d. de C.) nos da un tiempo fijo para establecer el
ministerio de Pablo de un año y medio en Corinto. Sabemos esto por el
hecho, aparte de otras fuentes, de que Galio tomó el cargo el 1º de julio,
que su proconsulado duró sólo un año, y que el mismo año coincidió con la
obra de Pablo en Corinto.
Lucas da a Publio, un hombre importante de Malta, el titulo de «hombre
principal de la isla».79 Las inscripciones que se han hallado y que le
mencionan le dan también el título de «hombre principal».
Otro caso para añadir en las pruebas de confiabilidad de Lucas es el del uso
que hace del nombre politarcas para denotar las autoridades civiles de
Tesalónica.80 Como politarca no se halla en la literatura clásica, se
53

supuso que Lucas se había equivocado. Sin embargo, se han hallado unas 19
inscripciones que llevan este título. Es interesante que cinco de ellas se
refieren a líderes en Tesalónica.
Los arqueólogos, al principio, ponían en duda la implicación de Lucas de que
Listra y Derbe se hallaban en Licaonia y que Iconio no.81 Se basaban en que
los escritos de romanos como Cicerón indicaban que Iconio se hallaba en
Licaonia. Así, los arqueólogos dijeron que el libro de los Hechos no era de
confianza. Sin embargo, Sir William Ramsay halló un monumento que
muestra que Iconio era una ciudad de Frigia. Ulteriores descubrimientos lo
han confirmado.
Entre otras referencias históricas hechas por Lucas se halla la de «Lisanias el
tetrarca de Abilene»,82 al principio del ministerio de Juan el Bautista, en 27
d. de C. El único Lisanias conocido a los historiadores antiguos murió en el
año 36 a. de C. Sin embargo, se ha hallado una inscripción cerca de
Damasco que habla del «Liberto de Lisanias el Tetrarca», y la fecha es entre
11 y 29 d. de C.
No es de extrañar que E. M. Blaiklock, profesor de literatura clásica en la
Universidad de Auckland, concluya que «Lucas es un historiador
consumado, que puede ser colocado al lado de los grandes historiadores de
los griegos».83
El verdadero cuadro
F. F. Bruce, de la Universidad de Manchester, hace notar. «En donde se
había sospechado que Lucas se equivocaba, su exactitud ha sido vindicada
por la evidencia de inscripciones, por lo que es legítimo decir qur la
arqueología ha confirmado los datos del Nuevo Testamento.»84

54

Bruce comenta sobre la exactitud histórica de Lucas:


«Un hombre cuya exactitud puede ser demostrada en cosas que nosotros
podemos comprobar, es probable que sea exacto incluso allí donde no hay
manera de ponerle a prueba. La exactitud es un hábito de la mente, y
nosotros sabemos por experiencia feliz (o bien, desgraciada) que algunas
personas son por hábito exactas tal como otras no lo son. El historial de
Lucas nos justifica para considerarle como un escritor de exactitud
habitual»85
Se puede llegar a la conclusión de que el Nuevo Testamento da un retrato
exacto de Cristo. Este relato histórico no puede ser desvirtuado con
explicaciones imaginarias o la manipulación histórica o por medio de
maniobras literarias.
55
SUMARIO
En mi intento de refutar el Cristianismo hice nueve observaciones
importantes:
1) El testimonio histórico, literario y legal que apoya la resurrección de
Jesucristo es inmenso.
2) Jesucristo mismo en realidad predijo que Él resucitaría el tercer día
después de su muerte.
3) La resurrección de Jesucristo es un hecho que por sí solo da validez al
resto del Cristianismo.
4) La fe cristiana no es un salto en las tinieblas sin una fe basada en
razonamientos inteligentes.
5) A pesar de indicar falta de sinceridad, muchos han descartado la
misma posibilidad de la resurrección debido a su prejuicio contra los
milagros.
6) Los seguidores de Cristo no eran ignorantes. Sabían cuál era la
diferencia entre hechos y fábulas.
7) El método científico no puede ser usado en la investigación de la
resurrección porque los sucesos en la historia no se pueden repetir
en la presencia de investigadores.
8) Hay que aplicar al examen de la resurrección de Jesucristo el mismo
criterio que se aplica a todos los demás sucesos de la historia.
9) Existe evidencia erudita en abundancia para documental que el
Nuevo Testamento (la fuente primaria de la resurrección) puede
pasar el escrutinio más severo en conformidad con las reglas para
examinar el testimonio y según los hallazgos de la arqueología
moderna.

56
CAPÍTULO TRES

MEDIDAS DE
PRECAUCIÓN Y
SEGURIDAD

Ningún juicio en los largos y trágicos anales de la humanidad, ha tenido


consecuencias tan trascendentales como el de un oscuro líder religioso
judío, que fue a Jerusalén con un grupo de seguidores y fue arrestado,
convicto y ejecutado hace mil novecientos años.
Con seguridad, ha habido otros grandes juicios notables en la historia, como
los del profeta hebreo Miqueas el Morastita, y el filósofo griego Sócrates, y
el proceso por herejía contra el científico italiano Galileo, y la excomunión
del filósofo judío holandés Spinoza, así como otros más recientes que
todavía son objeto de controversia. Con todo, ninguno ha tenido un
impacto tan grande, para bien o para mal, sobre las vidas de los hombres
como el juicio y ejecución de Jesús de Nazaret.»
Robert Gordis
Seminario Teológico Judío de América

57
PRECAUCIÓN Nº 1. El proceso o juicio

Jesús fue sometido para juicio al gobernador romano Poncio Pilato. Toda la
evidencia disponible muestra que Pilato fue un déspota cruel e implacable.
Filón dice que fue responsable «de innumerables atrocidades y numerosas
ejecuciones sin juicio alguno previo».86

Confirmación arqueológica de Pilato

Hasta el año 1961 las únicas referencias históricas de Poncio Pilato eran
literarias. Entonces dos arqueólogos italianos excavaron el puerto-ciudad de
Cesarea en el Mediterráneo, que servía como capital romana a Palestina.
Durante las excavaciones descubrieron una inscripción de dos pies por tres,
en latín. Antonio Frova pudo reconstruir la inscripción. Con gran sorpresa
pudo leer: «Poncio Pilato, Prefecto de Judea, ha ofrecido el Tiberio a los de
Cesarea». Éste fue el primer descubrimiento arqueológico de una referencia
histórica a la existencia de Pilato.

Seis procesos

Uno tiene que darse cuenta de que Jesucristo pasó por seis distintos
procesos o juicios. Uno fue ante Anás, el sumo sacerdote;87 otro fue ante
Caifás;88 el tercero fue ante el Sanedrín;89 el cuarto fue ante Pilato;90 el
quinto fue ante Herodes;91 y el sexto fue de nuevo ante Pilato. Hubo tres
juicios o procesos judíos y tres romanos ¿Por qué tanto forcejeo por un
hombre? Tanto las autoridades judías como las romanas tenían varias
razones para preocuparse del hecho de que Cristo permaneciera libre.

58
Motivo político
Primero tenemos el motivo político. Cuando Jesús i», la pregunta del
gobernador:93 «¿Eres tú el Rey de los judíos?» diciendo: «Tú lo dices», le dio
base para su ejecución.
El juez Haim Cohn, un miembro ilustre del Tribunal supremo de Israel, en un
artículo titulado «Reflexiones sobre el proceso de Jesús», dice: «No puede
haber duda que una confesión así era bastante, bajo la ley romana, para la
convicción del acusado.»94 El delito era punible con la pena de muerte95 y el
gobernador estaba investido con el jus gladi (el derecho a imponer la pena
de muerte).96
El profesor R. E. Grant, de la Universidad de Chicago, en su artículo «El
proceso de Jesús a la luz de la historia, cree que tanto los judíos como los
romanos interpretaron la afirmación de Jesús como una referencia a su
realeza. Grant cree que la idea de realeza que el predicó fue interpretada
tanto por los judíos
como por los romanos como incubando la semilla de la rebelión contra el
poder romano.97
Salomon Zeitlin escribe en el Jewish Quarterly Review que las autoridades
romanas no castigaban sólo a los Individuos que incitaban al pueblo en
contra de los romanos, sino también a los líderes del pueblo. En algunos
respectos, podemos decir que los líderes judíos eran rehenes de la
obediencia del pueblo judío ante el Estado romano. Muchos líderes judíos,
por la circunstancia de su condición política, tuvieron que actuar como
informadores o delatores contra algunos de los disidentes y revolucionarios
entre sus propios hermanos a fin de poder salvar su propia vida.98
Jesús fue considerado por las autoridades judías como una amenaza, no
sólo a la situación económica judía, sino también al bienestar político del
Estado judío, que

59
99
estaba dominado por los romanos. Era ventajoso tanto para los judíos
como para los romanos, pues, que el sumo sacerdote informara a las
autoridades romanas sobre las actividades de Jesús.

El problema judío
El Dr. David Flusser, de la Universidad Hebrea Jerusalén, observa que el
peligro de un levantamiento judío, cuyos seguidores pudieran
desmandarse 6 cualquier momento, era un problema que afectaba tanto
a las autoridades judías como a las romana Desde el punto de vista de las
autoridades romanas, Dr. Flusser escribe: «El fallo de los judíos en llamar
atención del gobernador sobre una amenaza potencial podía muy bien
resultar costoso para ellos a la larga y llevar a represalias y a una
vigilancia más estricta. Además, había de ser una gestión astuta. Caso de
que hubiera un motín de protesta por parte de los defensores del
supuesto profeta, sería mejor que fuera objeto del odio popular el
gobernador romano más bien que ellos. Así, al margen de si las
autoridades judías podían o no podían legalmente ellas mismas infligir la
pena de muerte, era sentido común que Pilato diera el paso.»100

El problema romano
Desde el punto de vista de Pilato, escribe Flusser, cuestión es igualmente
clara: «Si él rehusaba seguir consejo de los líderes locales, que conocían
mejor a si paisanos sagaces e incomprensibles de lo que podía esperar
nunca conocer un romano, y si se demostraba que este individuo era una
amenaza seria, él mismo
60
debía temblar ante la idea de su propio destino en manos del indignado
Tiberio.»101
No obstante, Flusser es el primero en indicar que el temor de Pilato en
incurrir en la ira de los judíos no se podía comparar con el temor de los
judíos a incurrir en la ira de Roma.
El historiador Paul Maier observa que había habido una docena de
motines o levantamientos en Palestina desde la primera conquista del
país por Pompeyo en el año 63 a. de C. —la mayoría de ellos sofocados
por la fuerza humana—; otra rebelión mesiánica bajo Jesús de Nazaret
podía muy bien destruir el equilibrio precario y terminar con la paciencia
de Roma, que podía ordenar la ocupación directa del país por las legiones
romanas.102
Motivo económico
Otro motivo para eliminar a Jesús era económico. Después que Jesús
hubo trastornado las mesas de los cambistas en el Templo, temían que
pudiera poner fin a la comercialización que tenía lugar dentro del
Templo.
Posiblemente temían un levantamiento de protesta contra las prácticas
del Templo respecto a los millares de peregrinos por Pascua que le
estaban saludando como el Mesías.
Motivos religiosos
Había todavía otros motivos para resolver el problema y eran personales
y religiosos. Este «fanático religioso estaba adquiriendo una gran
cantidad de seguidores y era motivo de enojo para los líderes judíos.
Muchas de sus enseñanzas eran puestas en duda por que habían sido
influidos por Jesús.
61
Dos tribunales judíos
El sistema legal judío estaba constituido por dos diferentes Sanedrines.
Un Sanedrín estaba compuesto por 23 miembros y en él se veían
procesos que implicaban la pena capital.103 El otro Sanedrín, de 71, podía
servir como tribunal de juicios en los casos que implicaban al jefe del
Estado, al sumo sacerdote, o por ofensa contra el Estado o el Templo. El
Sanedrín de 71 no podía ver casos que implicaran la pena capital. Fue
probablemente en el Sanedrín de 23 que fue enjuiciad Jesús. Había uno
localizado en cada una de las ciudades importantes de Judea.104
Finalmente, después de tres procesos o juicios judío» y tres romanos, las
autoridades judías, en conjunción con las romanas, entregaron a Jesús
para ser crucificado.105

PRECAUCIÓN N° 2. Muerte por crucifixión


Los antiguos textos literarios dicen muy poco sobre la práctica primitiva
de la muerte por crucifixión. Pero hay ciertas inferencias de cómo se
practicaba.

Historia de la crucifixión
Por varias referencias en las obras de Herodoto y Tucídides podemos
asumir que si los persas no inventaron la crucifixión, por lo menos la
practicaban en gran escala. Una de las mejores fuentes referentes a la
práctica de la crucifixión se halla en la inscripción Behistum, en la cual
Darío cuenta que había crucificado ¡i varios líderes rebeldes a quienes
había vencido.
Una razón posible del aumento de popularidad de la

62
muerte colgando en una cruz fue que los persas habían consagrado el
suelo a su dios Ormayed. Este tipo de ejecución no habría contaminado
el terreno porque el cuerpo no lo tocaba.
Alejandro el Grande introdujo la crucifixión en el mundo mediterráneo,
principalmente en Egipto y en Cartago. Según todas las indicaciones, los
romanos aprendieron la práctica de los cartagineses.
Una muerte cruel
La muerte por crucifixión se extendió por el mundo, dando lugar a uno de
los métodos más crueles y vergonzosos de tortura. Cicerón la califica «la
más cruel
Y odiosa de las torturas».106 Will Durant escribe que incluso «los
romanos... compadecían a las víctimas».107
Flavio Josefo, el historiador judío, que era el asesor de Tito durante el
sitio de Jerusalén, había observado muchas crucifixiones y las llamaba la
«más desgraciada de las muertes».108 Josefo informa que cuando los
romanos amenazaron crucificar a uno de los prisioneros judíos, toda la
guarnición de Machaerus se rindió para obtener un salvoconducto. La
crucifixión era tan horrible y degradante que los romanos generalmente
excluian de ella a los ciudadanos romanos y la reservaban para los
esclavos para disuadirlos de motines, o para los que se rebelaban contra
el gobierno de Roma. Era usada generalmente en los casos políticos.
La acusación contra Cristo pone énfasis en el uso de Ia crucifixión. «Y
empezaron a acusarle, diciendo: Nosotros hallamos a éste pervirtiendo a
la nación, prohibiendo dar tributo a César y diciendo que él mismo es
Cristo Rey».109
Sus acusadores sabían muy bien el hecho de que diez años antes Tiberio
había declarado que un juez podía
63
ejecutar inmediatamente a uno que se rebelara contra Roma.
La crucifixión, en su mayor parte, era desconocida por la ley criminal
judía. Los judíos usaban la ejecución por apedreamiento, la hoguera,
decapitación y estrangulación (Sanh. VII. I.). Más adelante se permitió el
ahorcamiento (Targum Ruth 1. 17).110 Donde la ley criminal judía
prescribía «colgar de una horca» no significaba la pena capital, sino más
bien un castigo degradante para ser ejecutado después de la muerte para
los idólatras y blasfemos que ya habían sido apedreados.
El colgar al reo, en cumplimiento de la ley,111 identificaba al acusado
como ser maldito por Dios. En general, la crucifixión, fuera romana o
judía, indicaba el tipo de crimen del cual el individuo había sido acusado.

La costumbre de los azotes


Una vez pronunciado el veredicto de crucifixión era costumbre amarrar al
acusado a un poste del tribunal, Se desnudaba al reo de sus vestidos y se
le azotaba severamente por parte de los lictores o azotadores. Los azotes
conocidos como flagrum tenían un recio mango al cual se adherían tiras
de cuero de varias Iongitudes. Se entretejían entre ellas pedacitos de
hueso y de plomo puntiagudos. Los judíos limitaban los azotes a 40
golpes por la ley. Los fariseos, en su énfasis sobre la estricta adherencia a
la ley, limitaban los azotes 39 caso de que, si se hubieran descontado, no
se quebrantara la ley. Los romanos no tenían limitaciones. Fuera por las
razones que fuera, no hacían el menor caso a la limitación judía, y es
probable que obraran así con Jesús.
64
El Dr. C. Truman Davis, médico, ha estudiado meticulosamente la
crucifixión desde la perspectiva médica, y describe los efectos del
flagrum romano usado para los azotes: «El pesado azote se descargaba
con plena fuerza contra y a lo largo de las espaldas de la persona, los
hombros y las piernas. Al principio las tiras cortaban solo a través de la
piel. Luego, al continuar, los golpes se hundían en los tejidos
subcutáneos, produciendo primero un rezumar de sangre de los capilares
y las venas de la piel, y finalmente chorros de sangre arterial de los vasos
de los músculos subyacentes. Las bolitas de plomo primero producían
magulladuras, que se abrían con los golpes subsiguientes. Finalmente la
piel de la espalda colgaba en tiras o colgajos y toda la área en una masa
irreconocible de tejido desgarrado y sangrante. Cuando el centurión
determinaba que el hallaba cerca de la muerte se hacía cesar la
tortura»112
Eusebio, un historiador del tercer siglo, confirma la descripción cuando
escribe: «Las venas de la víctima eran abiertos a la vista, y los mismos
músculos, tendones y los intestinos de la víctima eran abiertos y
113
expuestos. Will Durant dice que el cuerpo quedaba hecho una masa
de carne hinchada y sanguinolenta».114
Después de la flagelación era costumbre burlarse del individuo y los
soldados romanos lo hicieron de Cristo. Le colocaron un manto de
púrpura, que significaba realeza alrededor de los hombros, y una
«corona de espinas en la cabeza114
Una corona de espinas
Que espinas o tipo de espinas fue usado no es seguro. Hay unas que
proceden de una planta llamada la
65
«espina siria de Cristo», una mata de unos 30 cm. de altura con dos
espinas encorvadas grandes, agudas, en el fondo de cada hoja. Esta
planta es común en Palestina, especialmente cerca del lugar del Golgota
donde Cristo fue crucificado.
Otra planta, simplemente llamada la «espina de Cristo», es una mata
enana, que tiene de 10 a 20 cm. de altura. Sus espinas son fáciles de
recoger. Las ramas pueden doblarse fácilmente para formar una corona,
y las espinas, en pares de longitudes diferentes, son duras, como clavos o
puntas.
Después de colocar la corona de espinas en la cabeza de Cristo
empezaron a mofarse de Él, diciéndole: «¡Salve, Rey de los judíos!»
También le escupían y le pegaban con una vara. Luego se lo llevaron para
crucificarlo.
La carga del travesaño
Un hombre condenado a ser crucificado tenía que llevar su propio
travesaño desde la cárcel al lugar de la ejecución. Este travesaño tiene
una historia única. El Dr. Pierre Barbet lo ha investigado y muestra que
«la furca era una pieza de madera en forma de una V invertida en la cual
descansaba el eje de los carros de dos ruedas cuando se hallaban en los
establos. Cuando había que castigar a un esclavo, se colocaba la furca a
horcajadas de su cuello, con las manos atadas a los dos brazos de ella, y
de esta manera se paseaba por el vecindario, a la vez que se proclamaba
su delito». El Dr. Barbet señala que como no siempre se hallaba a
disposición «una furca, empezaron a usar una larga pieza de madera, que
era usada para barrar puertas, y que se llamaba el patibulum (de patere,
abrir)».115 El patibulum pesaba aproximadamente unas 110 libras y era
atado a las espaldas de la víctima.
66
La crucifixión con clavos

Al llegar al punto de la ejecución, el condenado era clavado o atado con


cuerdas a la cruz. Muchos han puesto en duda la exactitud de clavar las
manos y los pies. La razón para esta duda es que no hay casi evidencia
alguna de ello en la historia.
El Dr. W. Hewitt, en su Harvard Theological Review, en su articulo
titulado «El uso de los clavos en la crucifixión”, dice: «Para resumir, hay
poquísima evidencia de que los pies de una persona crucificada fueran
atravesados con clavos.»116 Sigue diciendo que las manos y los pies de la
víctima eran atados con cuerdas a la cruz. Durante años la afirmación del
Dr. Hewitt era citada como la
la ultima palabra. La conclusión, pues, era que el relato del Nuevo
Testamento que dice que Cristo fue calavado en la cruz, por tanto, era
falso y daba una idea equivocada. La crucifixión mediante el uso de clavos
era considerada una leyenda. Se creía que los clavos habrian desgarrado
la carne y no habrían sostenido el cuerpo en la cruz.
Habla un muerto
Entonces hubo un descubrimiento arqueológico revolucionario en junio
de 1968. El arqueólogo V. Tzaferis, bajo la dirección del Departamento
israelita de Antigüedades y Museos, descubrió cuatro tumbas-cuevas en
el sitio de Giv'at ha-Mivtar (Ras el-Masaref), al norte mismo de Jerusalén,
cerca del monte Scopus. Estas tumbas de familia, excavadas en la piedra
caliza blanda datan de finales del segundo siglo a. de C. hasta 70 de C.
Compuestas de un antepatio que llevaba a las cámaras sepulcrales donde
había 15 osarios de piedra caliza que contenían los huesos de 35
individuos.
67
En muchos de los recipientes la humedad había contribuido a preservar
los huesos. Se descubrió evidencia de muerte por violencia en cinco
casos; en el uno un golpe de maza, otro por una flecha, y otro por
crucifixión.117 Los restos esqueléticos fueron examinados por el Dr. N.
Haas del departamento de anatomía de la Universidad Hebrea y la
Hadassah Medical School.
La tumba I — que data del primer siglo d. de C. por su cerámica—
contenía cierto número de osarios. En el osario 4, inscrito con el nombre
Yohanan Ben Ha’galgal, se hallaron los huesos de un varón adulto y de un
niño tenía un clavo de 7 pulgadas (17 cm.) clavado a través del talón, y las
dos piernas habían sido fracturadas, Hass informa: «Los dos huesos del
talón habían sitio perforados por un gran clavo de hierro. Las espinillas
(tibias y peronés) habían sido fracturadas intencionalmente. Muerte por
crucifixión.»118
Este descubrimiento en la proximidad del tiempo de Cristo añade una
evidencia sólida arqueológica de que el método de clavar a los individuos
en cruces de madera era un medio de ejecución, como lo menciona el
Nuevo Testamento, no ya basado solamente en evidencia literaria.
Los huesos del osario 4, pues, contenían confirmación de otro pasaje del
Nuevo Testamento: «Los soldados, por tanto, vinieron, y quebraron las
piernas al primero, y asimismo al otro que habían sido crucificado con él.
Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron
las piernas.»119
Haas llegó a la conclusión de que Yohanan recibió el coup de grace
cuando se le quebraron los huesos de las, piernas, y que «la percusión,
que pasaba los huesos ya aplastados de la pantorrilla derecha, era
también un duro golpe para la izquierda, ya que ésta estaba junto a la
arista de la cruz de madera».120
68
El propósito de la fractura de las piernas
Aquí hay evidencia concreta en apoyo del pasaje del Nuevo Testamento
en la fractura de las piernas. Para entender por qué se fracturaban las
piernas hay que estudiar los medios de ejecución. Los soldados buscaban
la depresión que hay delante de la muñeca y luego la perforaban en este
punto con el clavo. Después las piernas eran colocadas juntas y eran
atravesadas por un gran clavo las dos. Las rodillas eran reflexionadas
moderadamente y se clavaba un pequeño tarugo de madera como
asiento (conocido como sedecula) a la cruz,
para los muslos de la víctima.
Hass observó en Yohanan que «los pies habían sido unidos casi paralelos,
los dos atravesados por el mismo clavo en los talones con las piernas
adyacentes; las rodillas, la derecha sobrepasando la izquierda; el tronco
torcido; las extremidades superiores extendidas una clavada por un clavo
en el antebrazo».121 El siguiente diagrama da una idea visual de la
posición i mi i po cuando estaba clavado en la cruz.
69

Entonces el método usual para dar el golpe final al crucificado se llamaba


crucifractura. Éste consistía en fracturar los huesos de las piernas para
que la víctima no pudiera empujar hacia arriba y evitar la asfixia final, I El
Dr. Truman Davis, el médico a quien citamos antes, describe lo que
sucedía en el cuerpo humano después de poco tiempo de estar expuesto
en la cruz: «Debido a la fatiga de los brazos, aparecían calambres sobre
todos los músculos, que se quedaban agarrotados, con un dolor
intensísimo. Con estos calambres venía la imposibilidad de empujarse
uno mismo hacia arriba. Al colgar de los brazos, los músculos pectorales
quedaban paralizados y los músculos intercostales no podían actuar. El
aire podía entrar en los pulmones, pero no podía ser exhalado. Jesús
luchó para levantarse a fin de conseguir un corto respiro. Finalmente el
anhídrido carbónico se acumulaba en los pulmones y en la sangre y los
calambres disminuían parcialmente. Espasmódicamente pudo empujarse
hacia arriba un tanto y i exhalar e introducir el oxígeno necesario.»122
Después de un rato tenía lugar un colapso ortosiático a causa de la
insuficiente circulación de la sangre en j el cerebro y el corazón. La única
manera en que la víctima podía evitar esto era empujándose hacia arriba
con los pies, para que la sangre regresara, hasta cierto punto, a la parte
superior de su cuerpo.
Cuando las autoridades querían apresurar la muerte o terminar la
tortura, se quebraban las piernas de la victima a nivel de la rodilla de un
garrotazo. Esto impedía que se empujara hacia arriba para aliviar la
tensión de los músculos del pecho. Entonces tenía lugar, o bien una
asfixia rápida, o una insuficiencia coronaria. En el caso de Cristo, sus
piernas no fueron fracturadas, pues los verdugos observaron que ya se
hallaba muerto, pero sí fracturaron las de los dos ladrones crucificados
con si Él.

70

Mezcla de agua y sangre


Uno de los verdugos dio un lanzazo en el costado de Cristo, según leemos
en Juan 19:34: «... e inmediatamente salió sangre y agua.»
Davis refiere que se trataba de un «escape de fluido acuoso del saco que
rodea el corazón. Nosotros, por tanto, hemos llegado, más bien, a la
evidencia concluyente, respecto a la causa de la muerte de Cristo,de que
no fue la asfixia corriente en la crucifixión, sino el fallo del corazón
debido al shock y la constricción del corazón por el fluido del
pericardio».123
El Dr. Stuart Bergsma, un médico y cirujano, escribe sobre el «agua y
sangre», diciendo: «Una pequeña cantidad de fluido del pericardio, hasta
20 a 30 c.c., se halla normalmente presente en buena salud. Es posible
que con una herida que atravesara el pericardio y el corazón, saliera
bastante fluido del pericardio para que pudiera describirse como agua. 124
El Dr. Bergsma, además, refiere los hallazgos post-morten de varios casos
de corazones que sufrieron rupturas y mostraron «la cavidad del
pericardio ocupada aproximadamente por unos 500 c.c. de fluido y
sangre recientemente coagulada».125
Otras dos autoridades médicas afirman que en el caso de una ruptura del
corazón, «la muerte en general es tan súbita que en muchos casos la
persona meramente se cae muerta y se la halla muerta. En la gran
mayoría de los casos de ruptura completa de la pared del corazón
produce una gran hemopericardia».126
Costumbres romanas aplicadas
Después que la victima había sido clavada a la cruz se añadía una
descripción de su crimen, clavándola en la

71
parte superior de la cruz. El rótulo (o titulus) en el caso de Cristo decía:
«Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos.»
Siguiendo su costumbre,127 los soldados romanos acóstumbraban
repartirse los vestidos de las víctimas. Si embargo, en el caso de Cristo
sólo había una prenda. Por ello echaron suertes sobre la misma.
Pilato requirió un certificado de la muerte de Cristo antes de entregar el
cuerpo a José de Arimatea.128 Consintió que el cuerpo de Cristo fuera
quitado de la cruz después de que cuatro de los verdugos certificaron m
muerte.

Una faena bien hecha


La eficiencia de la ejecución por crucifixión era bien conocida en tiempos
de Cristo. El Dr. Paul L. Maict profesor de historia antigua de la Western
Michigan University, escribe: «Verdaderamente, hay un caso registrado
de una víctima que fue descendida de la cruz y sobrevivió. El historiador
judío Josefo, que se había pasado al lado romano en la rebelión de 66 d.
de C. descubrió que crucificaban a tres de sus amigos. Pidió al general
romano Tito que los soltara, y fueron inmediatamente quitados de sus
cruces.
Con todo, dos de los tres murieron a pesar de que, al parecer, sólo hacía
poco tiempo que habían sido crucificados. En el caso de Jesús, sin
embargo, había las complicaciones adicionales de los azotes y el agota
miento, por no decir nada del gran lanzazo que le atravesó la caja
torácica y probablemente causó la ruptura del pericardio. Los romanos
eran eficientes en las crucifixiones: las víctimas no escapaban con
vida.»129

72
PRECAUCIÓN Nº 3. Tumba de roca sólida
El cuerpo de Cristo fue colocado en una tumba nueva, excavada en la
roca sólida, en una propiedad privada. Las tumbas de los judíos tenían
generalmente una entrada de unos 4 1/2 a 5 pies de altura. Después de
La resurrección, las mujeres se asustaron al ver que había sido tocada la
tumba y retrocedieron y fueron a decírselo corriendo a los hombres.
Pedro y Juan corriendo a la tumba, y la Biblia dice que Juan «se inclinó
hacia dentro y miró». Juan se inclinó hacia dentro porque la entrada sólo
tenía unos 4 1/2 a 5 pies de altura. No era un enano y tuvo que
agacharse.
La mayoría de las tumbas de este período tenían un antepatio que
llevaba a la cámara sepulcral. Había una fosa rectangular en el centro de
la cámara sepulcral que permitía estar dentro de pie.130 Alrededor de la
cámara había cierto número de loculi o nichos en los cuales eran
colocados los cuerpos. Con frecuencia una sección elevada servía como
una almohada.131 Los sepulcros primitivos tenían una rendija o hueco
cortado en la parte frontal de los mismos para la roca que los sellaba. La
cavidad o hueco estaba diseñada de forma que su parte inferior se
hallaba de modo inmediato frente de la entrada. Cuando el bloque que
retenía la piedra era quitado, la piedra rodaba y se colocaba frente a la
abertura, cerrándola.

PRECAUCIÓN Nº 4. Sepultura judía


Una cuarta medida de seguridad era el método del entierro. El Nuevo
Testamento deja muy claro que la sepultura de Cristo tuvo lugar
siguiendo el método de los judíos
73
Nunca dejaban pasar la noche con el cuerpo en madero
Jesús fue quitado de la cruz y cubierto con una sábana. Los judíos eran
muy estrictos respecto a no permitir que el cuerpo permaneciera toda la
noche en la cruz: «Si hubiera dejado colgando se habría infringido una
orden negativa. Porque está escrito, que el cuerpo no ha de permanecer
toda la noche en el madero, sino que lo enterrarás el mismo día porque
ha sido colgado, lo cual es una maldición contra Dios — como si
dijéramos: ¿por qué ha sido colgado?. Porque ha maldecido el nombre
(de Dios)—; y así el nombre del cielo [Dios] es profanado.»132
El cuerpo era transportado inmediatamente al lugar la sepultura; en el
caso de Cristo, a una tumba privada cerca del Gólgota donde había sido
crucificado.

Preparación del cuerpo


Para preparar el cuerpo para la sepultura los judíos colocaban sobre una
mesa de piedra en la cámara sepulcral. El cuerpo era lavado primero con
agua caliente El Talmud de Babilonia (los comentarios de los judíos)
consigna que el lavado del cuerpo es tan importante para la sepultura
apropiada, que los judíos lo permitían incluso en el día de sábado.133
A. P. Bender, en un artículo en la Jewish Quarterly Review titulado
«Creencias, ritos y costumbres de los judíos relacionadas con la muerte,
sepultura y luto escribe que, según la antigua costumbre de los judíos «El
agua requerida para la limpieza del cuerpo había de ser calentada. La
ceremonia de lavar el cuerpo debía ser ejecutada por una persona sola, ni
aun en caso de un niño. El cuerpo, asimismo, no debía ser

74
movido de una posición a la otra por menos de dos personas. El cuerpo es
puesto sobre una tabla con los pies vueltos hacia la puerta, y cubiertos
con una sábana limpia … El cuerpo es ahora lavado de pies a cabeza en
agua tibia, durante cuyo proceso se tapa la boca al cadáver, para que no
penetre agua dentro.
Primero el muerto yace con la cara hacia arriba; luego es inclinado hacia
el costado derecho mientras se le lava el costado izquierdo y parte del
dorso, y después es vuelto del lado izquierdo y se le lava el costado
derecho y la parte del dorso restante del mismo modo; finalmente el
cuerpo es puesto otra vez con la espalda sobre la tabla. En algunos casos
se le cortan las uñas, pero generalmente se limpian con una especie de
alfiler, en tanto que el cabello es ordenado en la forma que lo llevaba
durante la vida...
Cuando el ceremonial se está realizando, los que ofician recitan algunos
versículos, y se concluye con las palabras: "Y yo te rociaré con agua
limpia, y serás limpio" (Ezequiel 36:25). Se limpia la mesa o tabla sobre la
cual se halla colocado el cuerpo, y toda el agua que pueda haberse
derramado alrededor es limpiada de modo que nadie la pise. Caso de
volcarse la tabla es señal de peligro, y alguien puede morir como
consecuencia, dentro de los tres días siguientes (Testamento de R.
Jehuda Chasid. VI) 134

Uso de especias aromáticas


Era costumbre, según se comprueba en el Nuevo Tesmento, preparar el
cuerpo (después del lavamiento) con varios tipos de especias aromáticas.
En el caso de la sepultura de Cristo se usaron unas 100 libras de especias.
Uno puede considerar que esto es
75
mucho, pero no era una cantidad excesiva para un hombre importante.
Por ejemplo, Gamaliel, el nieto del distinguido erudito judío Hillel,
también era contemporáneo de Jesús. Saulo de Tarso había estudiado
bajo Gamaliel. Cuando murió se usaron 86 libras de especias. Josefo, el
historiador judío, registra que cuando murió Herodes se necesitaron 500
siervos para llevar las especias.135 De modo que 100 libras no era nada
excepcional.
Sábanas de lino
Después que todos los miembros del cuerpo habían sido extendidos, el
cuerpo era envuelto en las vestiduras de la tumba hechas de lino blanco.
No podía haber Ia menor ornamentación o mancha en la tela.136 Las telas
de la tumba eran cosidas por las mujeres. No se permitían nudos. Para
algunos esto indicaba que la mente del muerto se «desentendía de los
cuidados de esta vida»;137 para otros indicaba la continuidad del alma por
toda la eternidad. Ningún individuo podía ser enterrado en menos de tres
vestiduras separadas.
El autor tiene muchas dudas acerca del sudario de Turín. Este sudario
creen muchos que fue la tela en que fue enterrado Cristo. Tengo reservas
importantes que son presentadas con detalle en mi libro reciente (con
Don Stewart) Respuestas a preguntas difíciles.
En este punto, las especias aromáticas, compuestas de fragmentos de
madera fragante macerados en polvo conocidas como áloes, se
mezclaban con una sustancia espesa llamada mirra. Empezando por los
pies, envolvían el cuerpo con la tela de lino. Entre los pliegues colocaban
las especias mezcladas con la mirra. Envolvían hasta las axilas, luego los
brazos y el cuello. En la cabeza se ponía una pieza separada. El conjunto
se puede considerar que pesaría unas 120 libras.
76
Juan Crisòstomo, en el siglo iv d. de C., comentó que mirra usada era una
droga que se adhiere tan íntimamente al cuerpo que los sudarios y telas
difícilmente podían ser quitados».138

PRECAUCIÓN Nº 5. Una piedra muy grande


Mateo consigna en sus escritos que se hizo rodar una gran piedra frente a
la tumba.139 Marcos dice que la piedra era muy grande.140

Veinte hombres no podían moverla


En la porción de Marcos 16:4, en el manuscrito de Beza que se halla en la
Biblioteca de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, hay una nota
parentética que añade, «Y cuando le pusieron allí, él (José) puso contra
la tumba una piedra que 20 hombres no podían mover.»
Se comprende el significado de esto cuando uno considera las reglas en la
transcripción de manuscritos. Había la costumbre de que si el copista
quería poner énfasis con una interpretación propia, añadía su
pensamiento al margen y no lo incluía en el texto. Uno puede llegar a la
conclusión, pues, de que esto insertado había sido copiado de un texto
aún más cercano al tiempo de Cristo, quizá un manuscrito del primer
siglo. La frase, pues, podía haber sido registrada por un testigo ocular que
quedó impresionado por la ernomidad de la piedra que se hizo rodar
frente al sepulcro de Jesús.
Una tonelada y media a dos toneladas
Después de haber dado mi charla en Georgia Tech, dos profesores de
ingeniería fueron en una gira a Israel con

77
otros miembros del profesorado de Georgia Tech. Recordaron los
comentarios que había hecho sobre el tamaño de la piedra. Por lo que
siendo ingenieros buscaron el tipo de piedra usada en el tiempo de Cristo
y calcularon el tamaño necesario para hacerla rodar contra una abertura
de 4 1/2 a 5 pies.
Más tarde me escribieron una carta llena de término técnicos, pero en el
dorso pusieron sus conclusiones lenguaje simple.
Dijeron que una piedra de este tamaño tenía que pesar por lo menos de
una tonelada y media a dos. No es de extrañar que Mateo y Marcos
dijeran que la piedra era muy grande.
Uno podría decir: «Si la piedra era tan grande, ¿cómo podía moverla José
para ponerla en la posición debida? Él simplemente dio un empujón y
dejó que la gravedad hiciera el resto. Se había mantenido en su lugar por
una cuña que estaba en una ranura o hueco en la pendiente que
descendía hacia delante de la tumba. Cuando se quitaba la cuña, la
piedra, que era circular, avanzaba por su propio peso.
PRECAUCIÓN Nº 6. La guardia romana
Los judíos tenían miedo porque eran a millares los que seguían a Jesús.
Para evitar un problema político era ventajoso para ellos y para los
romanos eliminar a Jesús definitivamente.
Por ello los principales sacerdotes y los escribas se juntaron y dijeron a
Pilato: «Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún:
Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro
hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, y lo hurten, y digan
al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y el último engaño será peor
que el primero.»141
78
Y Pilato les dijo: «Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis.
Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro sellando la piedra, además
de poner la guardia.»
Algunas personas podrían pensar que Pilato podría haberles dicho:
«Mirad, tenéis la guardia del Templo. Id vosotros con vuestra guardia, y
aseguradlo.»
La policía del Templo
Ahora bien, hay que hacerse cargo de qué era esta guardia. Una unidad
de la guardia del Templo consistía en un grupo de 10 levitas, que eran
estacionados en servicio en lugares distintos del Templo. El número total
de hombres en servicio era de unos 270. O sea, había 27 unidades de 10
hombres cada una. La disciplina militar de la guardia del Templo era muy
buena. De hechoi, por la noche, si el capitán se acercaba a un miembro
de la guardia y lo hallaba dormido, se le apaleaba y quemaba con todos
sus vestidos. A un miembro de la guardia se le prohibía sentarse o
reclinarse contra nada cuando estaba de servicio.
Una guardia romana
Sin embargo, estoy convencido de que era una guardia romana la que fue
colocada en la tumba de Cristo para asegurarla.
A:T.Robertson, un conocido erudito en griego, dice que esta frase está en
el presente imperativo y sólo puede refirerse a la guardia romana, y no a
la policía del Templo. Segun él, Pilato dijo literalmente: «Ahí tenéis una
guardia.» Robertson añade que la forma latina de koustodia ocu

79
rre ya en los papiros Oxyrhynchus con referencia a la guardia romana. Los
judíos sabían que Pilato quería mantener la paz, de modo que estaban
seguros que Ies daría lo que querían.
¿Qué era una guardia romana?
Una custodian romana representaba la unidad de guardia de una legión
romana. Esta unidad probablemente era una de las máquinas ofensivas y
defensivas de guerra más eficientes concebidas.
Una fuente de ayuda para entender la importancia de la guardia romana
es Flavio Vegitio Renato. Sus amigos le llamaban Vegitio, y era un
historiador militar, que sirvió después del tiempo de Cristo, cuando la
disciplina del ejército romano ya empezaba a deteriorarse. Escribió un
manual al emperador romano Valentiniano para animarle a instaurar los
métodos de guerra ofensivos y defensivos que se usaban entre los
romanos durante el tiempo de Cristo. Llamado Instituciones militares de
los romanos, es un libro clásico hoy.
Vegitio quería ver los ejércitos romanos restaurados a la eficiencia y
poder que los caracterizaba en los tiempos de Cristo. Estos ejércitos eran
grandes debido a su alta disciplina. Escribe: «La victoria en la guerra no
depende enteramente del número y del mero valor; sólo la habilidad y la
disciplina pueden asegurarlo. Hallamos que los romanos pudieron
conquistar el mundo sólo por medio de su continuo entrenamiento
militar la observancia exacta de la disciplina en sus campamentos y el
cultivo incansable de las otras artes de la guerra.»
Hay otras dos fuentes excelentes. En la Universidad de Indiana, el Dr.
George Currie hizo su tesis doctoral sobre la guardia romana, y el
diccionario del Dr. Smith titulado Dictionary of Greek and Román
Antiquities.
80
La fuerza de la guardia romana
Estas y otras fuentes indican que una guardia romana no era una fuerza
de dos o tres hombres. En los cuadros que pintan la tumba de Jesucristo
se ven uno o dos hombres de pie, con lanzas de madera. Esto es algo de
Risa.
Una guardia romana era una unidad de 4 a 16 hombres. Cada hombre
estaba entrenado para proteger seis pies de terreno. Los dieciséis
hombres en un cuadro son cuatro en cada esquina eran capaces de
proteger 36 yardas contra todo un batallón y detenerlo.
El modo de actuar durante la guardia era el siguiente:
Cuatro hombres eran colocados inmediatamente en frente de lo que
tenían que proteger. Los otros 12 estaban dormidos en un semicírculo
delante de éstos con la cabeza en dirección a ellos. Para pasar por entre
estos guardias y robar lo que protegían, los ladrones primero tenían que
pasar por los que estaban dormidos. Cada cuatro horas se despertaba
una unidad de cuatro, y los que habían estado despiertos podían irse a
dormir.
Se hacían turnos de esta forma rotativa las veinticuatro horas del día.
El historiador Dr. Paul Maier escribe: «Pedro estaría Ilimitado por cuatro
escuadras de cuatro hombres cada una cuaando fue encarcelado por
Herodes Agripa (Hechos 12), de modo que fuera de la prisión había un
minimo de 16 hombres. Los guardias en tiempos antiguos dormían por
tumos, de modo que era virtualmente imposible que un grupo pudiera
pasar por entre los que punían sin despertarlos.142
El sumo sacerdote ofrece un soborno
Incluso Mateo registra que se trataba de una fuerza de varios hombres
cuando escribe que «algunos de los

81

de la guardia fueron a la ciudad e informaron a los principales sacerdotes


de lo que había ocurrido».143 Un critico en este punto puede decir:
«Mirad, fueron al sumo sacerdote. Esto muestra que eran la guardia del
Templo.» El contexto deja claro, sin embargo, que fueron al sumo
sacerdote porque tenía influencia con la autoridad romana y porque era
la única manera en que podían salvar el pescuezo. El sumo sacerdote
decidió sobornarlos (lo cual habría sido una burla si se hubiera tratado de
la policía del Templo). Les dio dinero y les dijo lo que debían contar a la
gente. Cuando las noticias llegarían a Pilato, el sumo sacerdote les dijo
que él mismo les protegería para que no fueran ejecutados.
Normalmente habrían sido condenados a muerte, porque la historia
había de ser que se durmieron mientras vigilaban la tumba.
Es de suponer que el gobernador se daría por satisfecho, porque no he
podido hallar ningún relato en la historia — secular, judía o cristiana—
que indicara que el gobernador romano tuviera nada que ver con la
policía del Templo.
Incluso en el caso de que la guardia de la tumba hubiera sido la policía
del Templo, la tumba no habría quedado menos protegida.
Una máquina de guerra
T. G. Tucker, en su libro Life in the Román World of Nero and St. Paul
describe a uno de estos guardias: «Llevaba un corsé de cuero cubierto
con capas que eran como escamas de hierro o de bronce sobre el pecho y
con una extensión sobre los hombros. Sobre la cabeza llevaba un casco
de hierro.
En la mano derecha llevaba la famosa pica romana. Ésta era un arma
recia, de unos seis pies de longitud

82

y consistía en un hierro aguzado fijo sobre un astil o vara de madera, y el


soldado podía atacar con ella o con una bayoneta, o bien podía lanzarla
como una jabalina y entonces luchar cuerpo a cuerpo con la espada.
«En el brazo izquierdo llevaba un escudo, que podía tener más de una
forma. El escudo era sostenido por medio de un asa, pero podía apoyarse
con una correa sobre el hombro derecho. A fin de que el escudo no fuera
un estorbo en el camino de la espada —que era una arma para embestir
y penetrar, más bien que para cortar o sajar, de unos 3 pies de longitud—
, ésta colgaba del lado derecho con un cinturón que pasaba sobre el
hombro izquierdo... En el lado izquierdo el soldado llevaba una daga en el
cinto.»144
Polibio, el historiador griego del siglo II antes de C., consigna que, además
de todo esto, «los hombres se adornaban con una corona hecha de
plumas, más tres plumas enhiestas, fueran de púrpura o negras, de un
pie y medio de longitud; con éstas añadidas a la cabeza, junto con las
otras armas, el hombre aparece dos veces mayor de lo que es realmente,
y su apariencia es imponente y aterradora para el enemigo. Los hombres
[soldados] de las clases pudientes llevan también un peto de 8 pulgadas
en cuadro, que se coloca delante del pecho y protege el corazón; esto
completa el armamento.
Pero los que valen más de 10.000 dracmas, en vez de llevar una guarda
del corazón, junto con el resto del equipo, llevan una cota de malla».145
Una disciplina severa
Tucker señala que cuando un guardia se unía a su unidad «se le hacía
jurar solemnemente obediencia y lealtad a todas las órdenes de su jefe
supremo, el empe-

83

rador, en la persona de los subordinados del emperador, que eran sus


oficiales inmediatos. Este juramento era repetido el primero de enero de
cada año y en el aniversario del acceso del emperador al trono».146
PRECAUCIÓN Nº 7. El sello romano
Mateo consigna que «junto con la guardia pusieron un sello en la
piedra».147 A. T. Robertson dice que este sello podía ser colocado en la
piedra solamente en la presencia de los guardias romanos que se harían
cargo del lugar. Vegitio indica lo mismo. El propósito de este
procedimiento era impedir que alguien pudiera hallar el acceso al
contenido de la tumba.
Después que la guardia inspeccionó la tumba e hizo rodar la piedra a su
lugar, se tendió una cuerda alrededor de la roca. Ésta fue amarrada a uno
y otro extremo con un sello de arcilla. Finalmente, la pastilla de arcilla fue
estampada con el sello oficial del gobernador romano.
Vemos un paralelo de esto en Daniel: «Y fue traída una piedra y puesta
sobre la boca del foso, y el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus
dignatarios, para que la situación de Daniel no se pudiese alterar.»148
Propósito del sello
Henty Sumner Maine, miembro del Consejo Supremo de la India, antiguo
profesor regio de ley civil en la Universidad de Cambridge, hablando de la
autoridad legal adherida al sello romano dice: «Los sellos en la
antigüedad eran en realidad considerados como un modo de garantizar la
autenticidad.»
Esto significa simplemente demostrar que algo es realo genuino. Así, este
sello sobre la tumba de Jesús era

84
un testimonio público de que el cuerpo de Jesús se hallaba realmente allí.
Además, debido a que el sello era romano, comprobaba el hecho de que
el cuerpo estaba protegido contra todo acto de vandalismo nada menos
que por el poder y autoridad del Imperio Romano. Todo el que intentara
mover la piedra de la entrada de la tumba tenía que romper el sello y de
este modo incurrir en la ira de la ley y el poder de Roma.
Advertencia a los ladrones de tumbas
Se descubrió en Nazaret una losa de mármol con una inscripción
interesante: una advertencia a los ladrones de tumbas. Estaba escrita en
griego y decía: «Orden del Cesar. Tengo el placer de anunciar que las
tumbas y sepulturas permanecerán perpetuamente intactas para los que
las han hecho para el culto de sus antecesores o hijos o miembros de su
casa. Sin embargo, si alguno acusa a otro de que o bien las ha demolido,
o en alguna forma ha sacado al enterrado, o maliciosamente lo ha llevado
a otro lugar por cualquier fin, o desplazado el sello o las piedras, contra
éste ordeno que se haga proceso, tanto por respeto a los dioses como al
culto de los mortales. Porque será mucho más obligatorio honrar a los
sepultados. Queda absolutamente prohibido que alguien los perturbe. En
caso de violación deseo que el ofensor sea sentenciado al castigo capital
Mil mu violación del sepulcro.»149
Maier leí observa: «Todos los edictos previos de Roma referentes a la
violación de tumbas imponen sólo una gran multa, y uno se pregunta cuál
fue la seria infracción que puede haber llevado al gobernador de Roma a
incrementar la culpa precisamente en Palestina y a erigir un aviso con
referencia específicamente a Nazaret o su vecindad.»150 Podría muy bien
haber sido como consecuencia de la resurrección de Cristo.
85
SUMARIO

Los temores religiosos y motivos políticos variados fueron causa de que


tanto los judíos como el gobernador romano, Poncio Pilato, mataran a
Jesucristo. Para asegurarse que seguiría enterrado allí se tomaron seis
importantes medidas de seguridad:

1) Cristo fue ejecutado mediante crucifixión, uno de los métodos más


crueles y horribles de ejecución que han sido ideados.
Indudablemente su eficacia era indiscutible.
2) El cuerpo de Cristo fue enterrado en una tumba de roca sólida.
3) El cuerpo de Cristo fue envuelto en más de 100 libras de especias,
en conformidad con las precisas costumbres judías de sepultar.
4) Fue colocada una piedra frente a la tumba que pesaba unas dos
toneladas.
5) Se colocó una guardia de seguridad romana, una unidad combativa
de extrema eficiencia, delante de la tumba para guardarla.
6) La tumba fue sellada por completo con la autoridad oficial y sello
de Roma.

86
CAPÍTULO CUATRO
HECHOS QUE HAY QUE CONSIDERAR
«Si se pesa cuidadosa e imparcialmente toda la evidencia, es ciertamente
justificable, según los cánones de la investigación histórica, llegar a la conclusión
de que la tumba en que fue enterrado Jesús estaba realmente vacía la mañana de
la primera Pascua. Y no se ha descubierto todavía el menor indicio de evidencia,
sea en fuentes literarias, epigrafía o arqueología, que desmienta esta afirmación.»
Paul Maier
Historiador

«Creo en la resurrección, en parte por una serie de hechos que son inexplicables
sin ella.»
A. M. Ramsey
Arzobispo de Canterbuiy

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Ahora bien, ocurrió algo. Algo ocurrió, hace casi 2.000 años, que cambió el curso
seguido por la historia desde antes de Cristo a después de Cristo.
Este «algo» fue tan dramático que cambió completamente la vida de 11 hombres,
de modo que todos, menos uno, murieron como mártires.
¡Este algo es una tumba vacía! Una tumba vacía, un hecho que un paseo de 15
minutos desde el centro de Jerusalén podía confirmar o desmentir.
Si se quiere explicar con excusas e invalidar los sucesos que rodean a Cristo y su
resurrección, hay que entrar en colisión con algunos imponderables. De hecho, es
posible que digas que tanto los judíos como los romanos se pasaron de listos y
tomaron demasiadas precauciones para asegurarse de que Jesús, muerto,
permanecía en la tumba. ¡Estas medidas de seguridad — tomadas durante el
proceso, la crucifixión, el entierro, la sepultura, el sellado y la vigilancia de la
tumba de Cristo— hacen muy difícil para los críticos defender su posición de que
Cristo no resucitó de los muertos! Considera estos hechos:

HECHO Nº 1. Sello romano roto


El primer hecho evidente fue la rotura del sello que significaba el poder y
autoridad del Imperio de Romano las consecuencias de romper el sello eran
severas. En estos casos la FBI y la CIA del Imperio Romano eran puestas en acción
para hallar al hombre u hombre-, responsables. Cuando eran aprehendidos,
significaba automáticamente la ejecución por crucifixión cabeza abajo. Así que la
gente temía romper un sello así. Inclu so los discípulos dieron muestras de
cobardía y se escondieron. Y Pedro salió y negó a Cristo tres veces

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HECHO Nº 2. La tumba vacía
Otro hecho evidente después de la resurrección fue la tumba vacía. Los discípulos
de Cristo no se fueron a Atenas o a Roma a predicar a Cristo resucitado de los
Muertos; fueron directamente a la ciudad de Jerusalén, donde, si su enseñanza
hubiera sido falsa, su mensaje hubera sido desmentido. La resurrección no habría
Iludido ser sostenida como un hecho ni un instante en Jerusalén si la tumba no
hubiera sido hallada vacía, el Dr. Paul Maier dice: «¿Dónde empezó el
Cristianismo? A esto la respuesta ha de ser: "Sólo en un lugar de la tierra, en la
ciudad de Jerusalén." Pero éste era precisamente el último lugar en que podría
haber empezado si la tumba de Jesús hubiera seguido ocupada, puesto que para
todo el que pudiera haberse interesado por el Cristianismo incipiente, el hecho de
que se le mostrara la tumba en que se hallaba Jesús muerto, habría sido como si
le hubieran atravesado de parte a parte sus convicciones.
«Lo que sucedió en Jerusalén siete semanas después de la primera Pascua sólo
podría haber tenido lugar si el cuerpo de Jesús, por una causa u otra, hubiera
desaparecido de la tumba de José, pues de otro modo Ios oficiales del Templo, al
empezar la predicación los apóstoles, habrían hecho abortar fácilmente el
movimiento haciendo un breve viaje al sepulcro de José de Arimatea y mostrando
que el cuerpo estaba allí todavía. No lo hicieron porque sabían que la tumba
estaba vacía. Su explicación oficial del hecho fue que los discípulos lo habían
robado, lo cual era admitir que el sepulcro estaba realmente vacío.»151

Confirmación histórica
Hay fuentes y tradiciones tanto judaicas como romanas que reconocen que la
tumba estaba vacía. Estas fuentes

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van desde el historiador judío Josefo a una compilación de escritos judíos del siglo
v, llamada la Toledot Jesu. Maier llama a esto «evidencia positiva de una fuente
hostil, y, por tanto, evidencia histórica de la clase más fuerte. En esencia, esto
significa que si una fuente admite un hecho que decididamente no está en su
favor, entonces el hecho es genuino».152 El primer contra argumento a la
pretensión de una tumba vacía era decir que los discípulos robaron el cuerpo.153
Gamaliel, que era un miembro del Sanedrín, presentó la sugerencia de que era
posible que el movimiento cristiano fuera de Dios;154 no podría haberlo dicho si la
tumba hubiera estado ocupada, o si el Sanedrín hubiera conocido el punto en que
se hallaba el cuerpo de Cristo.
Incluso Justino Mártir, en su Diálogo con Trifón, refiere que las autoridades de
Jerusalén enviaron representantes especiales por todo el Mediterráneo para
contrarrestar la historia de la tumba vacía con la explicación de que sus
seguidores habían robado el cuerpo. ¿Por qué iban las autoridades judías a
sobornar a la guardia romana y propagar la explicación del cuerpo robado» si la
tumba estaba ocupada?
El historiador Ron Sider llega a la conclusión de que «si los cristianos y sus
adversarios judíos estaban de acuerdo en que la tumba estaba vacía, tenemos
pocas dificultades en aceptar que la tumba vacía es un hecho histórico».155
Tom Anderson, el antiguo presidente de la Asociación California Trial Lawyers y
coautor del Manual básico para abogados de la Asociación de Abogados de
Procesos de América, dice: «Supongamos que Cristo no resucitó de los muertos.
Supongamos que los relatos escritos de sus apariciones a centenares de personas
son falsos. Quiero hacer una pregunta. Con un asunto tan

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bien publicado, ¿no es razonable pensar que de no haber habido resurrección
algún historiador, o un testigo presencial, o un antagonista, podría haber
consignado para el futuro que había visto el cuerpo de Cristo: "Escuchad, yo vi la
tumba: ¡la tumba no estaba vacía!
Escuchad, yo estaba allí, Cristo no se levantó de los muertos. En realidad, yo vi el
cuerpo de Cristo"? El silencio de la historia es ensordecedor en lo que se refiere al
testimonio contra la resurrección.»156

Fuerte evidencia
Paul Maier observa:
En consecuencia, si se sopesa toda la evidencia con cuidado e imparcialmente, es
realmente justificable, según los cánones de la investigación histórica, llegar a la
conclusión de que el sepulcro de José de Arimatea, en el cual fue enterrado Jesús,
estaba realmente vacío mi en la mañana de la primera Pascua. Y no hay indicio
alguno de evidencia que haya sido descubierto en fuentes literarias, en la
epigrafía o arqueología que desmienta este hecho.»157
La tumba vacía es un testimonio silencioso de la resurrección de Jesucristo, que
nunca ha sido refutado hasta el día de hoy.

HECHO Nº 3. La gran piedra quitada

El domingo por la mañana lo primero que llamó la atención de las personas que se
acercaron a la tumba fue la posición alterada de la piedra de casi dos toneladas
que había sido colocada frente a la entrada. Todos los evangelios mencionan que
la piedra había sido apartada.

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Subiendo un declive
Por ejemplo, en Mateo 27 se dice que «después de hacer rodar una gran piedra a
la entrada del sepulcro...». Aquí la palabra griega es kulio, que significa «rodar».
Mateo usa la misma raíz de la palabra kulio. Sin embargo, en Marcos 16 se añade
una preposición para explicar la posición de la piedra después de la resurrección.
En griego, como en español, para cambiar la dirección de un verbo o para
intensificarlo, se añade una preposición. Añade la preposición ana, que significa
«hacia arriba». Así que anakulio puede significar «hacer rodar hacia arriba en un
plano inclinado». Para que Marcos, pues, use este verbo, tiene que haber habido
una pendiente o inclinación hacia abajo que paraba frente al sepulcro.
Apartada
De hecho, esta piedra estaba tanto más arriba en la pendiente, que Lucas usa el
mismo verbo kulio, pero añade una preposición diferente, apo. Apo puede
significar, según los léxicos griegos, «una separación de», en el sentido de «una
distancia de». Apokulio, pues, significa hacer rodar un objeto apartándolo de otro
objeto, «poniéndolo a distancia del mismo».
Ahora bien, vieron la piedra apartada en el sentido de a distancia de «qué».
Volvamos a Marcos 16. El domingo por la mañana las mujeres se dirigieron hacia
el sepulcro.
Es posible que digas: «¡Un momento! ¿Por qué iban estas mujeres al sepulcro el
domingo por la mañana» Una razón era ungir el cuerpo, por encima de las telas
de lino, con una mezcla de especias y perfume.
Otro puede preguntar: «¿Por qué fueron allí si sabían

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que se había colocado una unidad de seguridad de Huma para guardar la tumba?»
La respuesta es fácil. Las mujeres no sabían que la guardia había examinado el
cuerpo y había sellado el sepulcro, hecho que ocurrió hasta ya tarde el sábado,
terminado el sábado legal de los judíos. El viernes ellas habían observado el
entierro de Jesús y la preparación ni un sepulcro privado. Las mujeres vivían en los
aledaños de Betania y, por tanto, no sabían nada de los actos de los romanos y
judíos respecto a sus medidas añadidas de seguridad del lugar de la sepultura.
Volvamos a Marcos 16.
Las mujeres estaban diciendo: « ¿Quién nos hará rodar la piedra de la entrada del
sepulcro?» Aquí la palabra unida en griego es «entrada». Esto es lógico, ¿no? Pero
cuando llegaron allí vieron que ya había sido retirada...En griego la palabra usada
no es «entrada», sino que indica todo el sepulcro. Apokulio, pues, significa
«apartado», a «distancia de todo el sepulcro».
Recogida y transportada
De hecho, la piedra se hallaba en una posición tal arriba de una pendiente de toda
la masa del sepulcro, que Juan (cap. 20) tuvo que usar un verbo griego
diferente,que significa (según el Léxico de Arndt y Gingrish) «recoger algo o
alguien y llevárselo lejos».
Ahora bien, pregunto, si los discípulos hubieran querido ir allí, pasar de puntillas
entre los guardias dormidos luego hacer rodar la piedra y robar el cuerpo, ¿Por
qué habrían movido la piedra de unas 2 toneladas hacia arriba de una pendiente,
de modo que daba la impresión de que alguien la había recogido y se la había
llevado a otro sitio? Los guardias habrían tenido que ser sordos para no oír que
estaban moviendo la piedra.

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HECHO Nº 4. La guardia romana, ausente de su puesto de servicio

La guardia romana huyó. Dejaron su lugar de responsabilidad. Esto es necesario


explicarlo, puesto que la disciplina militar de los romanos era excepcional. Justino,
en su Digesto nº 49, menciona todas las ofensas que requerían pena de muerte:
un espía que se queda con el enemigo (3.4), deserción (3.11; 5.1-3), pérdida
trueque o venta de las armas (3.13), desobediencia en tiempo de guerra (3.15),
traspasar la muralla o térra- plén (3.17), empezar un motín (3.19), rehusar
proteger a un oficial o desertar del puesto (3.22), esconderse del servicio después
de haber sido reclutado (4.2), asesinato (4.5), poner las manos sobre un superior
o insultar a un general (6.1), huir cuando el ejemplo puede influir en otros (6.3),
traicionar los planes al enemigo (6.4;7) herir a un soldado compañero con una
espada (6.6) inutilizarse o intentar suicidio sin excusa razonable (6.7), dejar el
puesto de centinela o guardia de noche (10.1), romper el bastón del centurión o
golpear cuando se es castigado (13.4), escaparse de la casa de retención (13.5), y
perturbar la paz (16.1).
A los anteriores hay que añadir «caer dormido». Si no estaba claro cuál de los
soldados había fallado en deber, se echaban suertes para ver quién debía ser
castigado con la pena de muerte por el fallo de unidad.

Quemar vivo
Al guardia a quien había que dar muerte se le quitaban los vestidos, y luego se le
quemaba vivo en un fuego iniciado con los vestidos. No es concebible que hubiera
quedado dormida toda la unidad, con esta

94
amenaza pendiente sobre su cabeza. La historia de la disciplina y seguridad
romana testifica del hecho de que si la tumba no hubiera estado vacía, los
soldados nunca habrían abandonado su posición ni habrían ido a ver al sumo
sacerdote.
EI temor de la ira de sus superiores y la posibilidad de la pena de muerte
aseguraban que prestarían una atención minuciosa a los detalles más pequeños
de su tarea.
ElI Dr. George Currie, que estudió cuidadosamente la disciplina militar de los
romanos, escribió que el temor al castigo «producía una atención impecable al
deber, especialmente en las noches de guardia».158
Temor al castigo
EI Dr. Bill White está a cargo de la Tumba del Jardín ni .Jerusalén. Sus
responsabilidades le han hecho estudiar extensamente la resurrección y los
sucesos subsiguientes a la primera Pascua. White hace varias observaciones
importantes sobre el hecho de que las autoridades judías sobornaron a la guardia
romana: Si la piedra hubiera sido simplemente rodada a un lado de la tumba, lo
indispensable para entrar en ella, entonces habría estado justificado acusar a los
hombres de dormirse en sus puestos y castigarlos severamente. Si los hombres
protestaban que el terremoto había roto el sello y que la piedra había retrocedido
por la vibración, todavía estaban sujetos al castigo por una conducta que pudiera
ser calificada como cobardía.
Pero estas posibilidades no entran en nuestro caso. Había cierta evidencia
indudable que hacía imposible que los principales sacerdotes presentaran alguna
acusación contra la guardia. Las autoridades judías tienen que haber visitado la
escena, examinado la piedra y

95
reconocido su posición, que sería tal que no podía haber sido puesta allí por los
hombres. Ningún alarde de ingenio podía proporcionar una respuesta adecuada o
una excusa, de modo que se vieron forzados a sobornar n la guardia y poner
sordina a las cosas.»159

HECHO N° 5. Los vestidos de la tumba hablan claro


En un sentido literal, a pesar de todas las afirmaciones en contra, la tumba no
estaba vacía después del fenómeno asombroso. Después de visitar la tumba y ver
quitar la piedra había sido apartada, las mujeres retrocedieron y fueron a decirlo a
los discípulos corriendo. Entonces Pedro y Juan echaron también a correr. Juan
corrió más rápido que Pedro, y al llegar a la tumba no entró Solamente se agachó
y miró dentro y vio algo que li sorprendió tanto que creyó inmediatamente.
Miró en el lugar en que había estado echado el cuerpo de Jesús. Allí estaban los
lienzos colocados en el suelo en la forma del cuerpo, pero vacíos: como una
crisálida vacía del capullo de una oruga. ¡Esto era bastante para hacer de
cualquiera un creyente! ¡Esto nunca lo olvidó! Lo primero que quedó grabado en
la mente de los discípulos no fue la tumba vacía, sino los vestidos de la tumba, los
lienzos, sin estar alterados en su forma y posición.

HECHO Nº 6. Sus apariciones confirmadas


En varias ocasiones. Cristo apareció vivo después de lo» sucesos cataclísmicos de
aquella primera Pascua.

96
Un principio a recordar
Cuando se estudia un suceso histórico, es importante investigar si hubo bastantes
personas que participaron o testigos de vista del suceso que estaban vivos cuando
fueron publicados los sucesos. Esto ayuda a dar validez a la exactitud del informe
publicado. Si el número es importante, el suceso puede considerarse como bien
establecido. Por ejemplo, si todos nosotros presenciamos un asesinato y al cabo
de una semana la policía presenta un informe que es un montón de mentiras,
nosotros, como testigos presenciales, podemos refutarlo.
En otras palabras, cuando se escribe un libro sobre un suceso, la exactitud de su
contenido puede ser comprobada fácilmente si aún está vivo, al tiempo de la
publicación del libro, un buen número de testigos presenciales del suceso o
participantes en los sucesos registrados.
Generalmente se pasan por alto varios factores muy importantes cuando se
investigan las apariciones de Cristo, después de su resurrección, a diversos
individuos. El primero es que hay numerosos testigos de Cristo después del
primer domingo por la mañana.

Cincuenta horas de testimonio de vista


Uno de los primeros relatos de la aparición de Cristo después de la resurrección es
el de Pablo.160 El apóstol apela al conocimiento que tiene su audiencia del hecho
de que Cristo había sido visto por más de 500 personas a la vez. Pablo les
recuerda que muchas de estas personas estaban vivas todavía y era posible
interrogarlas,
El Dr. Edwin M. Yamauchi, profesor asociado de historia de la Universidad de
Miami en Oxford, Ohio, dice:

97
«Lo que da una autoridad especial a la lista [de testigos] como evidencia histórica
es la referencia a más de 500 hermanos que todavía estaban vivos. San Pablo dice
en realidad: "Si no me creéis a mí, preguntádselo a ellos." Una afirmación así en
una carta que se admite es genuina, antes de haber pasado 30 años del suceso, es
casi una evidencia tan fuerte como uno puede esperar poseer respecto a un
suceso que ocurrió hace 2.000 años.»161
Tomemos los 500 testigos o más que vieron a Jesús vivo después de su muerte y
sepultura y coloquémoslos en la sala de un tribunal. ¿Os dais cuenta de que si
cada una de estas 500 personas testifica sólo durante seis minutos, incluyendo el
examen cruzado, tendréis 50 horas de testimonio de primera mano? Añádase a
esto el testimonio de muchos otros testigos de vista y tendréis el mayor proceso
de la historia y el más descentrado.

Variedad de personas
El segundo factor que en general se pasa por alto es la variedad de localizaciones
y de personas implicadas en las apariciones de Jesús.
El profesor Merrill C. Tenney, de Wheaton College, escribe que «es notable que
estas apariciones no son estereotipadas. No hay dos que sean semejantes. La
aparición a María Magdalena ocurrió a primeras horas de la mañana; la de los
viajeros a Emaús, por la tarde; y la de los apóstoles, por la noche, probablemente
después de oscurecido. Se apareció a María al aire libre. María estaba sola cuando
vio a Jesús; los discípulos estaban juntos en un grupo; y Pablo consigna una oca-
sión en que apareció ante más de 500 al mismo tiempo. 162

98
«Las reacciones fueron también variadas. María quedó embargada de emoción;
los discípulos, asustados; Tomás, obstinado en su incredulidad cuando se le habló
de la resurrección del Señor, le adoró cuando Él mismo se le manifestó. Cada
ocasión tiene su atmósfera peculiar y sus características, y revela alguna cualidad
diferente del Señor resucitado.»163
En modo alguno se puede decir que sus apariciones fueron estereotipadas. (Para
detalles y cronología de las apariciones, ver el Apéndice: «Relato armónico de las
apariciones después de la resurrección».)
Observadores hostiles
Un tercer factor muy crucial para interpretar las apariciones de Cristo es que Él
también se apareció a algunos que eran hostiles o no convencidos.
Una y otra vez he leído u oído a alguno que comenta que Jesús fue visto vivo
después de su muerte y sepultura sólo por sus amigos y seguidores. Usando este
argumento, intentan diluir el impacto indiscutible de los relatos de los testigos de
vista. Pero esta línea de razonamiento es tan lamentable que apenas requiere
comentario. Ningún autor o individuo informado consideraría que Saulo de Tarso
era un seguidor de Cristo. Los hechos muestran lo contrario. Despreciaba a Cristo
y perseguía a los sufridos seguidores de Cristo.164 Para Pablo la aparición de Cristo
resultó en una experiencia que trastornó por completo su vida.165 Aunque Pablo
no era entonces un discípulo, después pasó a ser uno de los mayores testigos de
la verdad de la resurrección. Consideremos a Jacobo, el hermano de Jesús. El
Evangelio indica que sus hermanos no eran en modo alguno creyentes.166 Con
todo, Jacobo, más adelante, pasó a ser un seguidor de su hermano y se unió al
grupo de cristianos perseguidos.

99
¿Por qué? ¿Qué fue lo que causó el cambio de su actitud? La explicación histórica
es que Jesús también se apareció a Jacobo.167
El argumento de que las apariciones de Cristo fueron sólo a sus seguidores es un
argumento, en su mayor parte, del tipo del silencio. Y los argumentos del silencio
son peligrosos. Es igualmente posible que todos aquellos a quienes Él se apareció
se hicieran seguidores. Esto quizás explica la conversión de muchos sacerdotes de
Jerusalén.168
Nadie que conoce los hechos puede afirmar con exactitud que Jesús se apareció
solamente «a un número insignificante».

HECHO Nº 7. Las mujeres le vieron primero


Otro rasgo que apoya la autenticidad del relato de la resurrección es que la
primera aparición del Cristo resucitado no fue a los discípulos, sino a las mujeres
— a María Magdalena y a otras mujeres—. Esto tenía que haber sido una causa de
humillación y sofoco para los apóstoles. El círculo íntimo de Cristo. Tenían que
haberse sentido envidiosos.
Según los principios judíos de la evidencia legal, sin embargo, las mujeres no son
testigos válidos. No tenían derecho a dar testimonio ante un tribunal de justicia.

Testimonio de poca confianza


El Dr. Maier observa con exactitud que como el testimonio de una mujer no era
considerado digno de confianza, la «reacción inicial de los once fue
comprensiblemente de suspicacia e incredulidad. Además, si los relatos de la
resurrección hubieran sido fabricados.

100
Las mujeres nunca habrían sido incluidas en la historia, lo menos no como los
primeros testigos».169

101
SUMARIO

El hecho dramático de la resurrección cambió el curso de la historia. Dos mil


años más tarde el hombre no ha vuelto a ser el mismo. Los críticos que
quieren negar la resurrección de Jesucristo tienen que explicar de modo
adecuado varios hechos históricos:

1) El poder tan temido de Roma fue despreciado por el que rompió el sello
romano en la tumba.
2) Tanto los judíos como los romanos admitieron que la tumba estaba vacía.
3) Una piedra de dos toneladas no es fácil de mover y apartar de la entrada de
una tumba cuando hay una guardia romana estacionada que tiene por
objeto impedir una cosa semejante.
4) Una guardia militar romana, altamente disciplinada, huyó de su puesto y
tuvo que ser sobornada por las autoridades para mentir acerca de lo que
había sucedido realmente.
5) Los vestidos intactos de la tumba no contenían cuerpo.
6) Cristo se apareció después a muchos, hasta 500 testigos de una vez, en una
variedad de situación.
7) Debido a que los judíos tenían una idea muy pobre de la confiabilidad de las
mujeres, si alguno hubiera fabricado la historia de la resurrección habría
leccionado a otros testigos como los primeros, nunca a mujeres.

102
CAPÍTULO CINCO

ALGUNOS INTENTOS
DE EXPLICACIÓN

«El propósito del historiador no es construir una historia con nociones


preconcebidas y ajustarla a su propio gusto, sino reproducirla de la mejor
evidencia y dejar que hable por sí sola.»
Philip Schaff Historiador

«Uno ha de apreciar la evidencia con la máxima sinceridad posible. No hemos


de enjuiciar previamente el resultado de nuestra investigación a través de
prejuicios.»
Josh McDowell Autor

103
Dos principios que hay que considerar
Se han sugerido muchas teorías intentando mostrar que la resurrección
de Jesucristo fue un fraude. Creo muchas de las personas que han llegado
a estas teorías han de haber tenido dos cerebros: uno perdido y el otro
fuera de la cabeza, en busca del primero. Los historiadores tienen
necesidad de hacerse antihistóricos para inventar algunas de sus ideas.

Consideración de todos los hechos


Cuando evaluamos las opciones con referencia a lo que sucedió aquella
primera Pascua, es necesario ser consciente de dos principios. Primero,
las teorías o explicaciones alternativas han de tener en cuenta todos los
hechos que se refieren a la resurrección de Cristo. Con respecto a varias
teorías alternativas a la luz de la evidencia, J. N. D. Anderson, jefe del
Instituto de Estudios Legales Avanzados de la Universidad de Londres,
pone énfasis en que «un punto que es necesario subrayar es que la
evidencia ha de ser considerada como un conjunto. Es relativamente fácil
hallar una explicación alternativa para uno u otro de los diferentes hilos
que forman este testimonio.
Pero estas explicaciones son inútiles y sin valor a menos que también
encajen con los otros hilos del testimonio. Algunas teorías que puedan
ser aplicables a parte de la evidencia por separado, pero que no son
coherentes entre sí en una pauta inteligible, no proporcionan una
alternativa a una interpretación que encaje con el conjunto».170

104
Nada de conclusiones preconcebidas

El segundo principio clave a seguir en el examen histórico de los sucesos


en la historia es no forzar la evidencia a una conclusión preconcebida,
sino dejar que la evidencia hable por sí sola. El historiador Philip Schaff
advierte que «el propósito del historiador no es construir una historia a
partir de nociones preconcebidas y ajustarla a su propio gusto, sino
reproducirla de la mejor evidencia y dejar que la evidencia hable por sí
sola».171
Con estos dos principios a disposición, examinemos las diversas teorías
que han sido propugnadas como explicaciones de los sucesos referentes
a la resurrección de Cristo.

Hay dos alternativas básicas. Lo que sucedió con respecto a la muerte,


sepultura y resurrección de Cristo tiene una explicación natural o una
explicación sobrenatural. Después de tres días, la tumba de Cristo estaba
o bien ocupada o vacía.
Hay cinco teorías de explicación natural. Cada una de ellas dice que la
tumba de Cristo estaba todavía ocupada e intacta después de tres días.
LA TEORÍA DE LA TUMBA DESCONOCIDA
Una de las primeras teorías presentadas para explicarlo todo es que la
tumba era desconocida.
En el Cementerio Nacional de Arlington, cerca de Washington, D.C.,
tenemos la Tumba del Soldado Desconocido. Aquí, la que es desconocida
es la tumba.
105
LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Ocupada o vacía

Tumba desconocida
¿Quién tenía el cuerpo?
El profesor Guignebert hace la siguiente afirmación totalmente
infundada: «La verdad es que no sabemos, y con toda probabilidad los
discípulos tampoco lo sabían, dónde había sido puesto o echado el
cuerpo de Jesús después de haber sido quitado de la cruz, proba-
blemente por los verdugos. Es más verosímil que fuera echado en el hoyo
para los ejecutados que puesto en una tumba nueva.»172
Una razón posible para esta teoría es que durante años se creía que los
que habían sido crucificados eran echados a la fosa común. El
descubrimiento en junio de 1968 de los restos de Yohanan Ben Ha'galgal
en una tumba familiar en las afueras de Jerusalén dio el golpe de gracia a
esta teoría, porque Yohanan había sido crucificado. No obstante, había
sido puesto en una tumba cuando fue enterrado.
Puntos flacos de la teoría
Esta teoría también pasa por alto totalmente el relato histórico directo
que tenemos respecto a los sucesos referentes al entierro de Cristo y la
escena posterior a la resurrección. El Evangelio consigna que José de
Arimatea llevó el cuerpo a su tumba privada. (Nótese

106
que no se trataba de terrenos para sepulturas públicas en masa.) El
cuerpo de Cristo fue preparado en conformidad con las costumbres judías
para los entierros; las mujeres estaban frente a la tumba y lo observaron.
Si, por alguna razón incomprensible, los discípulos y las mujeres no
conocían la localización de la tumba en la que habían puesto a Cristo,
ciertamente José de Arimatea lo sabía. Era su propia tumba privada.
La «tumba desconocida» es una patraña que falla al aplicar cualquiera de
los dos principios de la investigación histórica que hemos discutido antes.
Además, los romanos sabían dónde estaba la tumba. Ellos habían
estacionado una «guardia» delante de ella.
LA TEORÍA DE LA TUMBA EQUIVOCADA
Esta explicación es similar a la primera teoría. Defiende que cuando las
mujeres regresaron el domingo por la mañana para honrar a Cristo, se
encaminaron a una tumba equivocada.
LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Ocupada o vacía
Tumba desconocida

Tumba equivocada

¿Qué tumba era?


EI profesor Lake, uno de los iniciadores de esta teoría,dice: «Hay que
poner seriamente en duda si las mujeres
107
estaban en realidad en condiciones de estar seguras de que la tumba que
visitaron era aquella en que habían visto que José de Arimatea enterraba
el cuerpo del Señor. Las proximidades de Jerusalén están llenas de
tumbas en las rocas, y sería difícil distinguir una tumba de otra a menos
que uno se fijara mucho. Es muy dudoso si ellas estaban junto a la tumba
en el momento del entierro... Es probable que estuvieran observando a
distancia, y que José de Arimatea fuera un representante de los judíos
más bien que de los discípulos. Si era así, tenían pocas probabilidades de
distinguir entre una tumba de roca y otra cercana. Es posible, pues que se
dirigieran a una tumba equivocada, y es importante esto, porque
proporciona la explicación natural del hecho de que, aunque antes
habían visto la tumba cerrada, ahora la hallaran vacía...
Si no era la misma, todas las circunstancias parecen encajar en una
dirección. Las mujeres llegaron a primeras horas de la mañana a la tumba
que ellas pensaban que era aquella en que habían visto enterrar al Señor.
Esperaban hallar la tumba cerrada, pero vieron que estaba abierta; y
había allí un joven que adivino su intención y trató de decirles que se
habían equivocado de lugar. "No está aquí", les dice; "ved el lugar en que
le pusieron", y probablemente les indicó hacia otra tumba próxima. Pero
las mujeres estaban tan asustadas al ser descubierta su intención que
huyeron 173
Falla la prueba
La teoría del profesor Lake no cubre los requisitos nuestros dos principios
de investigación. Por un lado, no hace caso de toda la evidencia. Además,
la teoría construye totalmente la evidencia según una noción
preconcebida.

108
Por ejemplo, tiene al joven en la tumba diciendo a las mujeres: «No está
aquí, pero ved el lugar en que lo pusieron.» El texto completo dice: «No
se halla aquí, porque ha resucitado, como os dijo. Venid, ved el lugar en
que le pusieron.»174 Sin ninguna justificación literaria o histórica, los
proponentes de la teoría de la «tumba equivocada» eliminan la frase del
ángel: «No esta aquí, ha resucitado...»
La evidencia literaria para incluir esta frase es tan fuerte como la de
cualquier otra frase del Nuevo Testamento. Aunque la teoría de la tumba
equivocada parece ingeniosa, depende de la omisión arbitraria de la frase
«Ha resucitado». Estas mujeres habían notado cuidadosamente el lugar
en que el cuerpo de Jesús había sido enterrado hacía menos de 72 horas
(Mateo 27:61; Muiros 15:47; Lucas 23:55). No se trataba de un ce-
menterio público, sino de un terreno privado con un sepulcro. ¿Crees que
tú o yo, o estas mujeres, o cualquier otra persona racional, olvidaría tan
rápidamente el lugar en que se había puesto a descansar una persona
amada?
Todo el mundo fue a la tumba equivocada
Para creer en la teoría de la «tumba equivocada», uno tendría que decir
que no sólo fueron las mujeres las que se dirigieron a la tumba
equivocada, sino que Pedro y Juan corrieron a la tumba equivocada; que
los judíos fueron después, a la tumba equivocada, seguidos por el
sanedrín judío y los romanos. Tendrías que decir que las guardias
regresaron a la tumba equivocada, y que José de Arimatea, el propietario
de la tumba, también fue a la tumba equivocada. Y, finalmente, tendrías
que decir el ángel se apareció en la tumba equivocada. Y finalmente se
necesita mucha fe (y fe ciega, en realidad) para creer tan absurda.

109
Algunos argumentan que los relatos de la resurrección son leyendas que
aparecieron años después del tiempo de Cristo.
En realidad, esto es del todo imposible. Los relatos de la resurrección
estaban en circulación y fueron escritos por los testigos de vista
originales. Pablo refiere que en el año 56 d. de C. había casi 500 testigos
presenciales de ella que todavía estaban en vida.
Si fuera posible datar los Evangelios 200 ó 300 años después del suceso
de la resurrección, la teoría podría ser plausible. Pero, envista de los
hechos, es como un cubo sin fondo.
LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Ocupada o vacía
Tumba desconocida

Tumba equivocada
Leyenda

Muchos han intentado datar los documentos del Nuevo Testamento más
de 100 años después de Cristo, y han fallado lamentablemente. El
profesor de historia antigua de la Western Michigan University escribe
Los argumentos que dicen que el Cristianismo incubo el mito de Pascua
en un largo período de tiempo, o que las fuentes fueron escritas muchos
años después del suceso, simplemente no son correctas.»175
110
Al analizar gran parte del criticismo del Nuevo Testamento, William
Albright escribió: «Sólo los eruditos modernos que carecen a la vez del
método histórico y de perspectiva pueden hilvanar una tela de
especulación como la que algunos críticos han usado para rodear la
tradición del Evangelio.» La propia conclusión Albright fue que «un
período de 20 a 50 años es demasiado breve para permitir alguna
alteración apreciable en el contenido esencial y aun en las frases
especificas de los dichos de Jesús»176 El Dr. J. N. D. Anderson llega a la
conclusión de que «carece casi de sentido el hablar de leyendas cuando
estamos tratando de los testigos presenciales del mismo.177
LA TEORÍA DE LA RESURRECCIÓN ESPIRITUAL
Una cuarta teoría de la «tumba ocupada» es la de que el cuerpo de
Cristo se corrompió en la tumba y que su resurrección real fue espiritual.
Una resurrección espiritual sin el cuerpo físico no habría sido
resurrección en absoluto, a la vista del judaísmo palestino. El Dr. J. W.
Drane observa que en el judaísmo farisaico es «casi seguro que la
expectativa de la resurrección general en el contexto palestino implicaba
la restauración de un cuerpo esencialmente idéntico al que se había
colocado en la tumba».178Drane indica que «una resurrección más
espiritual era considerada con frecuencia, algunas veces asociada con la
idea griega...»179

111
LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Ocupada o vacía
Tumba desconocida

Tumba equivocada

Resurrección
espiritual
Leyenda

Jesús mismo destruyó completamente la teoría de la «resurrección


espiritual». Cuando sus discípulos, sobresaltados al verle, pensaron que
estaban viendo un espíritu, Jesús les advirtió: «Mirad mis manos y mis
pies que soy yo mismo, porque un espíritu no tiene en un ni huesos,
como veis que yo tengo.»180 Más tarde, Cristo comió pescado con sus
seguidores, demostrando una vez más que era de carne y huesos. Mateo
consigna que cuando encontraron a Jesús «se asieron a sus pies y le
adoraron».181 ¡No se pueden asir los pies de un espíritu!
Esta explicación prescinde por completo de nuestros dos principios de
investigación. Los hechos del caso ni aun empiezan a encajar con la
teoría, y son forzados a dar una explicación preconcebida de lo que
ocurrió. Esta teoría prescinde también del testimonio de la guardia
romana y del sumo sacerdote judío que soborno a los soldados para que
repitieran la historia de que los discípulos habían robado el cuerpo.
También prescinde de la tumba vacía, el sudario, etc.
LA TEORÍA DE LA ALUCINACIÓN
Con mucho, la teoría que más ha prevalecido sobre la «tumba ocupada»
para explicar la resurrección de Cristo
112
es la de que las personas sólo pensaban que habían visto a Cristo. En
realidad, estaban alucinando. De esta forma se pueden eliminar todas las
apariciones posteriores a la resurrección.
LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Ocupada o vacía
Tumba desconocida

Tumba equivocada

Alucinaciones
Resurrección
espiritual
Leyenda

Definición de alucinaciones
¿Podría esta teoría de las alucinaciones coincidir con los hechos que
rodean las muchas apariciones de Cristo a los diferentes individuos?
La palabra «alucinaciones» es una forma del término alucinato que
significa «vagabundeo de la mente,hablar con vaguedad».182 La palabra
«alucinación» no paso un término técnico en psicología y medicina hasta
el siglo XIX.183 Los doctores Sarbin y Juhaz indican «alucinación» es,
«quizás, el único entre los terminos psiquiátricos que ha quedado
esencialmente sin alterar desde el siglo XIX hasta el presente».184
La America Psychiatric Association, en su glosario oficial define
«alucinación» como «una falsa percepción sensorial en la ausencia de un
estímulo real externo».185 El Psychiatic Dictionary la define como «una
percepción
113
aparente de un objeto extemo cuando este objeto no está presente».186
El Dr. J. P. Brady, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de
Pennsylv;mi i Escuela de Medicina, en un artículo titulado «The
Veridicality of Hypnotic Visual Hallucinations», la define como «la
percepción de objetos o pautas de luces que no están presentes
objetivamente»187
Estas varias definiciones, más otras observaciones psicológicas y médicas,
están todas de acuerdo en que una alucinación es un acto de visión
aparente que no corresponde a un objeto externo. El nervio óptico no ha
sido estimulado por ondas de luz externas, sino que han sido estimulado
por una causa interna psicológica.188 Los doctores Sarbin y Juhaz están de
acuerdo en que« «desde el punto de vista de la persona que hace el
juicio el que alucina se está imaginando la cosa, pero afirma que la
percibe: está respondiendo a estímulos que no están allí».189
Sólo ciertas personas
¿Por qué es tan débil la teoría de la alucinación?
Primero porque contradice las varias condiciones que la mayoría de
psiquiatras y psicólogos consideran que han de estar presentes para
tener una alucinación. A menos que las apariciones de Cristo
correspondan a estas condiciones esenciales, el referirse a ellas como
alucinaciones no tiene ningún sentido.
El primer principio es que, en general, sólo cierta clases de personas
tienen alucinaciones: generalmente sólo individuos paranoicos o
esquizofrénicos, siendo esquizofrénicos los más susceptibles.
En el Nuevo Testamento, sin embargo, tenemos toda clase de personas,
de diferentes procedencias e historiales, diferentes temperamentos y
estudios diferente.
114
Algo muy personal
Segundo, las alucinaciones están vinculadas al subconsciente del
individuo y a sus experiencias pasadas particulares, haciendo muy
improbable que más de dos personas puedan tener la misma alucinación
al mismo tiempo. Cristo se apareció a muchas personas, y las
descripciones de las apariciones implican gran detalle, como las que los
psicólogos consideran que son producidas por la realidad.
Cristo también comió con aquellos a quienes se había aparecido.190 Y Él
191
no sólo les mostró sus heridas, sino que les animó a que las
inspeccionaran de cerca. Una alucinación no se sienta y come contigo, ni
puede ser palpada por varios individuos a voluntad.
Una alucinación es un suceso muy particular o privado, una experiencia
puramente subjetiva, exenta de toda referencia externa a un objeto. Si
dos personas no pueden iniciar o sostener la misma visión sin un objeto
externo, ¿cómo pueden hacerlo más de 500 a la vez? No solo es contrario
a este principio de las alucinaciones, sino que milita fuertemente en
contra de ellas. Las llamadas alucinaciones serían un milagro mucho
mayor que el milagro de la resurrección. Esto es lo que hace una idea de
que las apariciones de Cristo eran una alucinación sea tan ridícula.
Una respuesta falsa
Otro principio es que una ilusión es una percepción errónea o una
respuesta falsa a una estimulación sensorial. Esto es contrario a todas las
apariciones que nos han relatado los que vieron a Cristo.192

115
No hay circunstancias favorables
Otro principio de las alucinaciones es que en general están restringidas
en cuanto al tiempo y el lugar en que ocurren. En las situaciones del
Nuevo Testamento falta tan las circunstancias favorables. Y las
apariciones con signadas son mucho más que meros vistazos. Hay tiempo
implicado. Hay 15 apariciones diferentes, en una ocasión a más de 500
personas.
Considera la gran variedad de tiempos y lugares: Una a primera hora de
la mañana a las mujeres en la tumba. Otra en el camino hacia Emaús,
seguida de un par de entrevistas privadas a plena luz del día. Otra fue en
el lago a primeras horas de la mañana. Realmente, la variedad de
ocasiones y lugares de las apariciones de Cristo desafía la hipótesis de
que eran meras visiónes.
No había expectación
Un quinto principio es que las alucinaciones requirieren que las personas
estén en un espíritu de expectaiva que hace que sus deseos se
transformen en pensamientos y alucinaciones. Cuando miramos a los
discípulos vemos que en modo alguno esperaban una resurrección.
Pensaban que Cristo había sido crucificado, enterrado... Esto era el fin de
todo.
El teólogo Paul Little hizo una observación aguda sobre la actitud de
espera y las supuestas «alucinaciones «María llegó a la tumba el domingo
de la primera Pascua por la mañana con especias en las manos. ¿Por qué?
Para ungir el cuerpo muerto del Señor a quien amaban. Evidentemente,
no esperaba hallarle resucitado de los muertos. De hecho, cuando el
Señor se apareció finalmente a los discípulos, estaban asustados y pensa
ban que estaban viendo un espíritu.»193
116
No hay bastante tiempo
Las alucinaciones generalmente ocurren en un largo periodo de tiempo
con una regularidad que se puede notar. Lo que es interesante al aplicar
este principio a la situación del Nuevo Testamento es que en conjunto las
apariciones terminan en una fecha específica. Todas cesan al mismo
tiempo excepto la aparición de Cristo al apóstol Pablo, más tardía y
aislada, cuyas circunstancias las y condiciones son totalmente diferentes.

No se compagina con los hechos


Un principio final es que las alucinaciones no tienen el espectro de la
realidad, no tienen realidad objetiva alguna. La teoría de las
alucinaciones en modo alguno explica por qué estaba la tumba vacía, el
sello roto, las unidades de guardia y, especialmente, las acciones
subsiguientes del sumo sacerdote.
Estoy convencido de lo superficial de la explicación por la teoría de las
alucinaciones que dan los críticos. Las cinco teorías anteriores (tumba
desconocida, tumba equivocada, leyenda, resurrección sólo espiritual, y
alucinaciones) son intentos naturalistas de explicar de modo natural la
resurrección sin necesidad de causar alteración alguna en la tumba.

117
SUMARIO
Hay dos principios importantes que debemos seguir al intentar explicar lo
que sucedió en la tumba de Jesucristo en la primera Pascua:
1. La explicación debe tener en cuenta todos los hechos conocidos
que rodean los sucesos de la resurrección.
2. La evidencia no debe ser forzada conforme a alguna conclusión
preconcebida. En el curso de la historia se han ofrecido cinco
teorías naturales basadas en la premisa de que la tumba
permaneció ocupada con miras a dar una explicación racional de la
resurrección:
A. La teoría de la tumba desconocida, que dice que los verdugos
probablemente echaron el cuerpo en una fosa común
desconocida.
B. La teoría de la tumba equivocada, que dice que los discípulos
tomaron una tumba por otra una que estaba vacía y no era
la de Cristo.
C. La teoría de la leyenda, que dice que los relatos de la
resurrección de Cristo no aparecieron hasta muchos años
después.
D. La teoría de la resurrección espiritual que dice que la
resurrección de Cristo sólo fue «espiritual». Su cuerpo se
corrompió en la tumba.
E. La teoría de las alucinaciones sugiere que todas las
apariciones de Cristo después de la resurrección fueron
simplemente alucinaciones.
Ninguna de estas cinco teorías de la «tumba ocupada», al explicar
lo que sucedió, sigue dos importantes principios.
118
CAPÍTULO SEIS

UNA TEORIA ES TAN BUENA COMO OTRA


«Sobrepasa los límites de la credibilidad el que los primeros cristianos
hubieran fabricado una historia así y luego la hubieran predicado entre
aquellos que fácilmente podían haberla refutado simplemente
mostrando el cuerpo de Jesús.»
John Warwick Montgomery
Decano
Simón Greenleaf School of Law
«La resurrección no podía mantenerse en Jerusalén durante un solo día,
ni aun una hora, si el hecho de que la tumba estaba vacía no hubiera
estado establecido en la mente de todos los afectados.»
Paúl Althaus
Universidad de Erlangen
Alemania

119
UN HECHO HISTÓRICO: UNA TUMBA VACÍA
Ahora hemos de tratar de las explicaciones naturalistas que están
basadas sobre la realidad de una tumba vacía. Es bien evidente que la
tumba estaba vacía el domingo por la mañana después de la crucifixión,
muerte y sepultura de Cristo. Los líderes judíos han sido acusados de
muchas cosas a lo largo de los siglos pero raramente de estupidez.
Nadie mostró el cuerpo
El consejo y los sumos sacerdotes eran a la vez hábiles dialécticos y
políticos prácticos. La forma en que manejaron la cuestión ante Pilato fue
realmente astuta. No habrían necesitado tanta habilidad para hacer calla
a los seguidores de Cristo si hubieran sabido la localización de su cuerpo.
Si el cuerpo de Cristo se hallaba en la tumba cuando sus seguidores
empezaron a predicar la resurrección, lo único que tenían que hacer las
autoridades judías era mostrar el cuerpo. Los discípulos habrían tenido
que callar para siempre. En vez de ello, las autoridades judías arrastraron
por la fuerza a los apóstoles ante el concilio judío y los amenazaron de
muerte si no cesaban inmediatamente de proclamar un Cristo
resucitado.194 Los judíos no podían mostrar el cadáver dentro de la tumba
porque estaba vacía.
Hay que recordar que los enemigos de Cristo y la unidad de seguridad
romana fueron los últimos que tuvieron el cadáver a su disposición antes
de la resurrección.195
Las autoridades judías, enfurecidas
El Dr. Bill White está a cargo del Jardín de la Tumba en Jerusalén, que
muchos creen fue el lugar de la

120
sepultura de Cristo. White observa que «las jerarquías judías estaban
indignadas por la predicación de la resurrección hecha por los apóstoles.
Hicieron todo lo que pudieron por impedir que la noticia se esparciera,
pero sus esfuerzos fueron inútiles. Si el cuerpo de Cristo se hallaba
todavía en la tumba en que José de Arimatea lo habia colocado, ¿qué
refutación más simple y decisiva podía haber de la afirmación de los
apóstoles que mostrar al pueblo la tumba de Jesús, abrirla y exhumar el
cuerpo crucificado del llamado Mesías?»196
Beasley-Murray añade una observación acertada a la anterior: «Parece
prescindirse convenientemente del hecho de que de los primeros
convertidos al Cristianismo millares de ellos eran todos judíos, residentes
o visitantes a Jerusalén, convertidos todos por medio de la predicación
de la resurrección. Éstos estaban aceptando una enseñanza
revolucionaria que habría costado pocos minutos desacreditar con sólo ir
al jardín a las afueras de los muros de la ciudad. No sólo no fue
desacreditada la enseñanza, sino que la esparcían con entusiasmo por
todas partes. Cada uno de aquellos primeros convertidos era una prueba
de la tumba vacía, por la simple razón de que nunca se habrían hecho
discípulos si la tumba todavía contuviera el cuerpo de Jesús.,»197
Ya hemos dicho que era facilísimo comprobar y probar si la tumba
estaba vacía o no. Es inconcebible que la proclamación de un Cristo
resucitado pudiera ser sostenida un solo instante si los judíos y los
cristianos, a la vez no, hubieran estado convencidos, los dos, de que
había evidencia abrumadora de que la tumba estaba vacía. La tumba
vacía era «demasiado evidente para ser negada». Paul Althaus afirma
que la resurrección «no se habría podido sostener en Jerusalén un solo
día, una sola hora, si no hubieran estado convencidos todos de que era
un hecho que la tumba estaba vacía».198
121
El Dr. Paul Maier observa, desde una perspectiva histórica, que «si se
sopesa cuidadosa e imparcialmente toda la evidencia, es realmente
justificable, según los cánones de la investigación histórica, llegar a la
conclusión de que la tumba de José de Arimatea, en la cual fue enterrado
Jesús, estaba realmente vacía la mañana del primer día de Pascua. Y no
se ha descubierto el menor indicio de evidencia todavía, sea en fuentes
literarias, epigrafía o arqueología, que desmienta esta afirmación».199
Mientras miramos a las teorías basadas sobre una tumba vacía,
recordemos los dos principios cardinales de la investigación histórica: 1)
Toda explicación debe tener en cuenta todos los hechos, y 2) no hay que
forzar la evidencia en un molde preconcebido, sino dejar que los hechos
hablen por sí mismos.

ROBADO POR LOS DISCÍPULOS


La primera de las teorías de la tumba vacía —y la más prominente— es la
teoría de que los discípulos o seguidores de Jesús robaran el cuerpo y
fabricaron la historia de la resurrección.

122
LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Natural Sobrenatural
Tumba desconocida

Tumba equivocada

Robado por los


Alucinaciones
Resurrección

discípulos
espiritual
Leyenda

La guardia sobornada
Esta teoría ya la registró Mateo. Sin embargo, era tan evidente que era
falsa que ni aun se molestó en refutarla. Mateo escribe que «algunos de
la guardia fueron a la ciudad, e informaron a los principales sacerdotes de
lo que había sucedido». Como vimos antes, la guardia romana fue
inmediatamente al sumo sacerdote judío, porque sabían cuál sería su
suerte si fueran directamente a Pilato. Sabían que el rabino judío tenía
influencia política sobre el gobernador, de modo que fueron a él primero
en busca de protección. Esto va en favor de que no era la policía del
Templo la que guardaba la tumba. El sumo sacerdote no habría tenido
que sobornar a sus propios hombres para que esparcieran una mentira.
Le habría bastado, simplemente, ordenárselo: «O lo hacéis u os va en ello
el pescuezo.»
Mateo continúa: «Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron
mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos
vinieron de noche y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo
oye
123
el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os evitaremos
preocupaciones. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había
instruido. Este hecho se divulgó extensamente entre los judíos hasta
hoy.»200
Justino, en su Diálogo contra Trifón, 108, habla de In historia que todavía
se contaba: «... un tal Jesús, un engañador galileo, a quien crucificamos:
pero sus discípulos robaron su cuerpo, por la noche, de la tumba, donde
había sido colocado cuando le desataron de la cruz, y ahora engañan a los
hombres afirmando que ha resucitado de los muertos y ha ascendido al
cielo.» Esta explicación de los sucesos después de la muerte y sepultura
de Jesús está llena de problemas serios. De hecho, es un débil intento de
las autoridades judías de extirpar el nuevo movimiento cristiano, e ilustra
lo desesperados que estaban.
No seria aceptada en un tribunal
El primer problema que tiene esta teoría es que es prácticamente
ridícula. Si la guardia romana se hubiera dormido, ¿cómo podía saber que
fueron «los discípulos que habían robado el cuerpo»? Todo abogado por
la defensa habría hecho polvo las alegaciones del capitán de la guardia en
el examen cruzado. Esta alegación habría sido motivo de risa en un
tribunal moderno; y nadie habría hecho el menor caso de la idea.
El dormirse era muy improbable
El segundo problema también tiene algo de humor. La mera idea de que
la «unidad de la guardia» se hubiera quedado dormida, habría hecho
fruncir más de una ceja. Al recordar la discusión previa referente a la
guar-

124
Dia, vimos que estaba altamente disciplinada. El Dr. George Currie,
historiador, señala que el temor al castigo producía «una atención
impecable al deber, especialmente durante la guardia de noche».201
La unidad de seguridad era una verdadera máquina combativa. Si los
discípulos hubieran intentado hacer algo, habría sido una «guerra» que
habría durado «seis segundos». Un solo soldado habría despachado a
todo el grupo de discípulos. Y Mateo mismo nos dice que los discípulos ya
estaban acobardados en aquellas circunstancias. Cuando Jesús fue
arrestado en el jardín de Getsemaní, «todos los discípulos le dejaron y
huyeron».202
La guardia romana tendría que haber sido sorda
Un tercer problema no es menos humorístico que los anteriores. La
posición de una piedra enorme —que había que hacer rodar a lo largo de
todo el sepulcro— hace en extremo difícil defender la idea de que toda la
guardia hubiera permanecido dormida durante la maniobra. Si los
discípulos hubieran llegado al sepulcro a hurtadillas, rodeando los
guardias dormidos, y entonces empujaron la piedra y robaron el cuerpo,
¿habrían ido empujando una piedra de casi dos toneladas pendiente
arriba hasta que hubiera estado en una posición como si alguien la
hubiera recogido y la hubiera llevado a otro sitio?
Estos soldados habrían tenido que ser sordos como una tapia para no oír
que estaban haciendo «rodar la piedra». Habría producido casi el ruido
de un terremoto. Hay que explicar la posición final de la piedra, adóptese
la teoría que se quiera.

125
Demasiado honrados para engañar
El cuarto problema de la teoría del «robo del cuerpo por los discípulos»
es que esta acción habría sido contraria a todo lo escrito sobre ellos en la
historia. Eran hombres de moralidad y honor elevadas. El historiador
Edward Gibbon, en su análisis de la decadencia y ocaso del imperio de
Roma, señala la «moralidad más pura, pero austera, de los primeros
cristianos»203 como una de las cinco razones que explican el éxito rápido
del Cristianismo.
Los proponentes de esta teoría tendrían que añadir que los seguidores de
Cristo no sólo embaucaron a la gente (una idea totalmente contraria a lo
que enseñaba su Maestro), sino que vivieron ellos mismos el resto de su
vida proclamando la mentira de un «Cristo resucitado». ¿Habrían hecho
todo esto como cobardes transformados en hombres de valor, que
morían como mártires, sabiendo que todo lo que defendían era una
patraña de su propia fabricación?
La realidad es que estuvieron dispuestos a dejarse arrestar, encarcelar,
vapulear y sufrir muertes horribles, y ni uno de ellos negó nunca al Señor
o se retractó de su creencia de que Cristo había resucitado.
Éste es un hecho sin paralelo en la historia. Y es aún más asombroso si
tenemos en cuenta que era un fraude que habían cometido ellos mismos
y que ninguno de ellos se resquebrajó bajo la presión. Incluso ante la
muerte, nunca confesaron la superchería para aclarar sus conciencias.
El Dr. Simón Greenleaf, una autoridad legal famosa de Harvard,
argumenta de modo conclusivo que los apóstoles habrían quedado
quebrantados bajo la presión si Jesucristo no hubiera resucitado de los
muertos.204 El Dr. J. N. D. Anderson —autoridad legal británica—
comenta que esta teoría «iría en contra por completo de
126
todo lo que sabemos de los discípulos: su enseñanza moral, la cualidad
de sus vidas, su firmeza en los sufrimientos y la persecución. No podría,
ni por asomo, explicar su transformación dramática de escapistas
desilusionados y abatidos en testigos a quienes no podía amordazar la
oposición».205 Este modo de ver es tan extremado, que incluso el Dr.
F. Strauss, un adversario militante del Cristianismo, confeso: «El
historiador ha de reconocer que los discípulos estaban firmemente
convencidos de que Jesús resucitó.»206 El erudito judío Dr. Joseph
Klausner admite que los discípulos eran demasiado honrados para llevar
a cabo un engaño así.207
Para un estudio más detallado de la posibilidad de que los apóstoles se
dejaran martirizar para defraudar una mentira, ver mi libro Más que un
Carpintero.
El problema final de esta teoría necesita pocas explicaciones. Si los
discípulos hubieran robado el cuerpo, ¿cómo podrían ser explicadas las
muchas apariciones posteriores a la resurrección, especialmente la de
que se apareció a 500 personas a la vez?
LAS AUTORIDADES ROBARON EL CUERPO
Otra teoría similar es la de que las autoridades romanas o judías tomaron
el cuerpo y lo pusieron en un lugar secreto y seguro para que no pudiera
haber engaño por parte de alguno que alegara una resurrección de los
muertos.
Ellos habrían cavado su propia tumba
Esto parece posible, a menos que uno empiece a preguntarse: «¿Por qué
razón habían de hacer las autori-

127
dades precisamente aquello que iba a causarles todos los problemas?»
Los discípulos regresaron a la misma ciudad de Jerusalén para predicar:
«Cristo ha resucitado.» Si lo que estaban enseñando hubiera sido falso
todo lo que había que hacer era mostrar el cuerpo.

LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Ocupada
Natural
Sobrenatural
Tumba desconocida

Tumba equivocada

Trasladado por
Robado por los
Alucinaciones

los discípulos
Resurrección

discípulos
espiritual
Leyenda

¿Dónde se halla la negativa oficial? ¿Por qué no dijeron , las autoridades:


«¡Esto es una tontería! Nosotros mismos dimos órdenes de trasladar el
cuerpo»? Y si esto no bastara, ¿no podían llamar como testigos a los que
habrían trasladado el cuerpo? O ¿por qué no llevaban a los que dudaban
al nuevo lugar en que descansa? Como recurso final, ¿por qué no ponían
el cuerpo de Cristo en un féretro y lo exponían a lo largo de la Via
Dolorosa? Esta exhibición pública habría liquidado el Cristianismo, no ya
en la cuna, sino en la misma matriz. Nunca habría habido Cristianismo.
Sólo hay una respuesta razonable a la pregunta ante-
128
rior de por qué no mostraron el cuerpo. Las autoridades no tenían idea
de dónde se encontraba.
Una alarma silenciosa
Con respecto al punto en que se hallaba el cuerpo, uno podría llegar a la
conclusión de que el «silencio de los judíos habla más fuerte que la
proclamación de los cristianos».208 Además, el Dr. John Warwick Montgo-
mery explica: «Excede lo creíble que los cristianos primitivos pudieran
haber elaborado una historia así y luego la hubieran predicado entre los
que podían refutarlos fácilmente mostrando el cuerpo de Jesús.»209
En una forma jocosa, durante una discusión sobre la resurrección de
Cristo, un estudiante mahometano que estudiaba en el Uruguay me dijo:
«¡Vosotros, pobres cristianos, no sabéis adonde vais! Nosotros vamos a la
tumba de nuestro maestro y tenemos su cuerpo. Vosotros vais a la tumba
de vuestro maestro y está...»
Note su desconcierto y le atajé: «¡Sigue, sigue! ¡Está vacía! » ¡Oh, cuánto
me habría gustado tener a mano mi cámara fotográfica para captar la
expresión de su rostro! Por primera vez este estudiante se dio cuenta de
las ramificaciones del hecho de que la tumba estaba vacía.
LA TEORÍA DE LA RESUCITACIÓN O REAVIVAMIENTO
La siguiente teoría se acerca ya al fondo: no queda nada mas. Se llama la
«teoría del desmayo». Esta idea era popular entre los racionalistas del
siglo XVIII. Hoy es popular en muchos campus universitarios y entre un
grupo heterodoxo de mahometanos, conocidos como Ahmadiyas,
aunque en una forma diferente.

129
LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Ocupada
Natural Sobrenatural
Tumba desconocida

Tumba equivocada

Trasladado por
Robado por los
Alucinaciones

los discípulos
Resurrección

Desmayado
discípulos
espiritual
Leyenda

Se había desmayado simplemente


La idea del «desmayo» es como sigue: Jesús no murio realmente en la
cruz. Es verdad que fue clavado a la cruz, y sufrió a causa del shock, el
dolor y la pérdida de sangre. Pero no llegó a morir, sino que se desmayo.
Perdió el conocimiento por agotamiento. Los discípulos tomándole por
muerto, le enterraron en vida. Pudieron cometer esta equivocación
porque en aquellos tiempo» la ciencia médica no estaba muy avanzada.
El frío del sepulcro en el que había sido colocado le reavivó. Sus
discípulos eran tan ignorantes que no podían creer que se hubiera
meramente reavivado, así que insistieron en que había resucitado de los
muertos.
Esta teoría nos quiere hacer creer que: 1) Jesús paso por los seis juicios —
tres romanos y tres judíos-; 2) fue azotado de modo terrible con el
flagrum romano, 3) estaba tan débil que no pudo llevar Él mismo el
patibulum — el travesaño de la cruz—; 4) le atravesaron las
130
manos y los pies con clavos cuando le crucificaron; 5) los romanos le
dieron un lanzazo en el lado y los testigos presentes dijeron: «Ha salido
sangre y agua», una señal de muerte; 6) cuatro verdugos confirmaron su
muerte —los cuatro han de haberse equivocado—; 7) le aplicaron más de
100 libras de especias y otras sustancias gomosas a todo el cuerpo — a
pesar de ello ha de haber seguido respirando—; 8) fue puesto en una
tumba húmeda y fría; 9) fue colocada una piedra grande frente a la
entrada; 10) una guardia romana fue colocada allí, 11) se colocó un sello
en la entrada.
Luego sucedió algo increíble, según esta teoría. El aire húmedo y frío de
la tumba, en vez de matarle, le curó.
Él se desembarazó de sus vestidos, empujó la piedra de la entrada, luchó
con los guardias y poco después se pareció a sus discípulos como el Señor
de la vida.
Un milagro mayor
Esta hipótesis prescinde de modo tan total de la evidencia. que es difícil
creer que fuera una explicación popular entre los racionalistas del siglo
XVIII.
Con respecto a la verdad de esta teoría, E. LeCamus, agudamente, pero
con lógica, hace notar: «Sería más milagrosa que la misma
resurrección.»210
La opinión de un escéptico
El Dr. David Strauss fue uno de los enemigos más acerbos del elemento
sobrenatural en los Evangelios y mu hombre cuyas obras hicieron mucho
por destruir la fe en Cristo. Este hombre, a pesar de sus enconados
criticismos y su denegación firme de todo lo que participara de lo
milagroso, dio el golpe de muerte a la idea de que Jesús se reavivara de
un desmayo.
131
Dijo: «Es imposible que un individuo que ha sido robado medio muerto
de un sepulcro, que se arrastraba con dificultades, débil y enfermo, con
necesidad de tratamiento médico; que habría de ser vendado y
corroborado, y que al final sucumbió a sus sufrimientos, pudiera haber
producido en los discípulos la impresión de que era un Vencedor sobre la
muerte y la tumba, el Príncipe de la Vida, una impresión que se halla en
la base del futuro ministerio de ellos. Un reavivamiento así sólo podía
haber debilitado la impresión que había hecho sobre ellos en la vida y en
la muerte, y a lo mas podría haberles dado una voz elegiaca, pero no hay
posibilidad de que cambiara su pena en entusiasmo, que elevara su
reverencia en adoración.»211

EL COMPLOT DE LA PASCUA
Una variante moderna de la teoría del desmayo ha sido propuesta por
Hugh Schoenfield en su obra El complot de Pascua.

132
LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Ocupada
Natural Sobrenatural
Tumba desconocida

Tumba equivocada

Complot de Pascua
Trasladado por
Robado por los
Alucinaciones

los discípulos
Resurrección

Desmayado
discípulos
espiritual
Leyenda

Según Schoenfield, Jesús creía que era el Mesías, y por tanto trazó un
plan muy oportuno y detallado para arreglar lo que apareció como su
resurrección. Jesús se puso en contacto con José de Arimatea y un
«joven» anónimo.
Conocía las muchas profecías del Antiguo Testamento referentes al
Mesías, y ordenó su vida de tal forma que pudiera cumplir estas
predicciones y manipular la mente del pueblo.
Jesús amañó una muerte fingida en la cruz por haberse administrado una
droga, dice Schoenfield. La droga le fue administrada cuando le
ofrecieron vino y vinagre.
El plan era que José se llevara el cuerpo a una de sus tumbas. Cuando
desaparecieron los efectos de la droga, Jesús apareció vivo y se reveló
como el Mesías. Sin embargo, el complot falló cuando, inesperadamente,
un soldado romano le dio un lanzazo en el costado. Volvió a recobrar el
conocimiento, pero sólo de modo temporal, y murió finalmente. Antes de
la madrugada, los restos
133
mortales de Jesús habían sido quitados y llevados a otro sitio de modo
que su tumba apareciera vacía. María pensó que el «joven desconocido»
era Jesús porque estaba enloquecida y emocionalmente perturbada, dice
Schoenfield. En cuatro ocasiones diferentes el misterioso joven fue
identificado como Cristo por los discípulos confusos. Ni José de Arimatea
ni el «misterioso» joven corrigieron nunca la percepción falsa de los
discípulos. Estas «apariciones» fueron causa de que los seguidores de
Cristo se desparramaran y cambiaran el mundo.

Unas pocas observaciones sobre el complot

El complot de Pascua es la deformación de la historia más extrema que se


conoce y una completa manipulación de los hechos. El Dr. Samuel
Sandmen, del Hebrew Union College, resumió la creación de Schocenfield
del siguiente modo: «La reconstrucción imaginado de Schoenfield carece
de la menor chispa de prueba ….. A mi modo de ver, este libro debería
ser puesto a mi lado como una mera curiosidad.»212 El profesor David
Stanley, de la Universidad Fordham de New York y de Regis College en
Toronto, dice: En general, la mayoría de estas historias pertenece al
periodismo sensacionalista.»213
La única razón por la que cito este modo de ver es que muchos
estudiantes y profesores lo mencionan con referencia a la resurrección.

Las teorías determinan los hechos


El primer problema de El complot de Pascua es el enfoque arbitrario de
Schoenfield. Es un ejemplo de acer-
134

carse a la evidencia con una idea preconcebida y seleccionar sólo los


hechos que apoyan la opinión propia, rechazando los demás. Todo esto
se hace sin ningún criterio aparente, como no sea el de procurar que
encaje ni el plan de los sucesos hecho por uno.
Pongamos por ejemplo la guardia colocada ante la tumba. Schoenfield
rechaza la guardia de la tumba porque Mateo es el único escritor que la
menciona. El razonamiento parece ser que si sólo un escritor da cuenta
de un suceso, este suceso puede ser descartado.
Schoenfield acepta la historia del lanzazo en el costado de Jesús, sin
embargo. De hecho, es uno de los puntos Intuiros de este argumento.
Fue el lanzazo en el lado de Cristo que hizo que el plan de Jesús fallara,
dice Schoenfield. No obstante, debería haber rechazado la historia del
lanzazo en el costado de Jesús, porque sólo lo menciona Juan.
Muchos problemas
Aparecen otros problemas cuando: 1) consideramos los cuatros verdugos
que fueron necesarios para certificar la muerte; 2) la guardia romana,
para la cual, histórica y literalmente, hay mucha evidencia de
autenticidad; 3) el sello romano; 4) el tamaño de la piedra; 5) el que este
plan implicara a Jesús en un fraude colosal, lo cual es totalmente
contrario a todo lo que se ha escrito sobre Cristo en la historia; 6) el
cambio en los discípulos.
Como escribe el Dr. J. N. D. Anderson sobre Schoenfield «Se nos pide que
creamos que los discípulos escépticos se confundieron por la apariencia
de este joven y creyeron que Jesús había resucitado, y que ellos fueron
tan transformados por esta confusión que trastornaron por completo
toda Jerusalén con su predicación.»214 Y: 7) de un plumazo hemos de
borrar todos los testigos
135

presenciales de las apariciones de Cristo, excepto cuatro, porque no


encajan en la teoría.
La apelación de Pablo a los 500 testigos fue escrita en un tiempo en que
la mayoría de estos 500 hombres y mujeres estaban vivos y podían
confirmar o negar el informe. Si no hubiera habido 500 testigos, se
habrían reído de Pablo en las sinagogas y habría sido ridiculizado en los
teatros. En vez de ello, son a millares los que acudieron a Cristo en
respuesta a su predicación.
Los hechos hablan más alto que las teorías
Las teorías naturales para explicar la resurrección han sido examinadas a
la luz de todas las precauciones tomadas en la tumba por las autoridades
romanas y judías.
El profesor Paul L. Maier, un hombre entrenado en el análisis de los
argumentos históricos, dice: «Ninguna de estas teorías, pues, ofrece una
base sólida para la reconstrucción histórica de lo que sucedió en la
mañana de la primera Pascua. Si se examinan sinceramente, se ven
caprichosas, y todas ellas hacen aparecer más dificultades de las que
resuelven. Ni una sola de las teorías explica todos los fenómenos que se
nos dice ocurrieron en tal situación, y se necesitaría una combinación
increíble de ellas para poder explicarlos. Esto debe ser admitido, no ya
para satisfacer a la apologética cristiana, sino a la investigación sobria
histórica.»215 Muchas veces, estoy seguro, el sumo sacerdote judío debe
haber pensado: «¿Por qué los romanos habían de asegurar tanto la
tumba?» Tomaron tantas precauciones que realmente se excedieron y
con ello dieron un testimonio significativo de la resurrección de Jesús.

136
Sólo queda una conclusión que explica todos los hechos y que no los
fuerza a nociones preconcebidas. Es la conclusión de que Cristo ha
resucitado, verdaderamente un acto sobrenatural de Dios en la historia.
LA TUMBA DE CRISTO
Estaba o bien

Ocupada
Natural Sobrenatural
Tumba desconocida

Tumba equivocada

Complot de Pascua
Resurrección

Trasladado por
Robado por los
Alucinaciones

los discípulos
corporal
Resurrección

Desmayado
discípulos
espiritual
Leyenda

Ha Resucitado

137
SUMARIO
Los hechos históricos conocidos (evidencia directa) sugieren que la
tumba de Jesucristo estaba vacía el tercer día.
Hay cuatro teorías naturales que han sido propuestas para explicarlo:
1) La primera teoría dice que los discípulos falsificaron la resurrección
robando el cuerpo y que luego ellos murieron como mártires en
defensa de una mentira.
2) La segunda sugiere que las autoridades robaron el cuerpo, y
prescinde del hecho de que no lo mostraron, a pesar de que
podían probar con ello fácilmente que los discípulos que
predicaban la resurrección de Cristo estaban equivocados.
3) La teoría del avivamiento (a veces llamada «del desmayo») dice
que Cristo quedó tan débil por los juicios y azotes que ni aun podía
llevar la cruz, y sólo pareció que moría en la cruz, pero fue rea-
vivado por el aire fresco de la tumba, luchó con los guardias
romanos y se apareció a sus discípulos como el Señor de la vida.
4) La variación —respecto a la teoría anterior— del «complot de
Pascua» dice que Cristo amañó el cumplimiento de las profecías
sobre el Mesías judío y sólo debía parecer que moría en la cruz. Sin
embargo, un lanzazo que le dio un soldado inesperadamente le
mató. Un joven desconocido fue confundido luego por María y los
otros discípulos como si fuera Jesús, y nadie rectificó este error.

Ninguna de estas teorías naturales explica adecuadamente todos los


hechos conocidos que rodean la resurrección de Jesucristo.
138
Capítulo siete

LA EVIDENCIA
CIRCUNSTANCIAL

«El que unos pocos hombres sencillos en el curso de una generación


hubieran inventado una personalidad tan poderosa y atractiva, tan
poderosa y atractiva, tan elevada y ética, y una visión tan inspiradora de
la hermandad humana, seria un milagro mucho más increíble que
ninguno de los registrados en los Evangelios.»
Will Durant
Historiador
139

En realidad, hay más evidencia todavía de la resurrección corporal de


Cristo. Se llama evidencia circunstancial. La «evidencia directa» trata del
hecho que se considera, como: «¿Resucitó Cristo de los muertos?» The
Random House Dictionary describe la «evidencia circunstancial» del
siguiente modo: Es «prueba de hechos ofrecidos como evidencia de los
cuales se pueden inferir otros hechos.»

Evidencia circunstancial frente a evidencia directa


Por ejemplo, en un robo, el testimonio de un testigo que vio al individuo
sacar una pistola y disparar al empleado es evidencia directa. Pero
evidencia del tipo: 1) se vio al hombre cuando entraba en la tienda
inmediatamente antes del disparo: 2) un recibo que muestra que él había
comprado la pistola; 3) sus huellas digitales sobre la pistola y el recibo; y
4) un informe de balística mostrando que la bala procedía de su pistola,
todo esto es evidencia circunstancial.

La evidencia se acumula
La evidencia circunstancial no puede probar un hecho definitivamente,
pero no deja de tener valor.
Como señala McCormick, un ladrillo no es una pared, pero las evidencias
circunstanciales se suman y pueden dar una prueba sustancial.216
En un tribunal de justicia, la evidencia circunstancial es prácticamente tan
valiosa como la evidencia directa.217 Y, con frecuencia, una evidencia
circunstancial fuerte es más digna de confianza que la evidencia directa,
porque no puede ser falsificada tan fácilmente.
En el caso que estudiamos hay seis áreas de evidencia

140

circunstancial que son inexplicables excepto mediante el hecho de la


resurrección.
EVIDENCIA CIRCUNSTANCIAL N° 1. La Iglesia
El hecho número uno es el origen y existencia de la Iglesia. Los éxitos
iniciales de la iglesia cristiana son un fenómeno histórico que hay que
explicar. Su origen puede ser seguido directamente a la ciudad de
Jerusalén, en Palestina, hacia el año 30 d. de C. Prosperó en la misma
ciudad en que Jesús había sido crucificado y sepultado.
¿Crees por un momento que la iglesia primitiva podría haber sobrevivido
una semana en este ambiente hostil si Jesús no hubiera resucitado de los
muertos? La resurrección de su fundador empezó a ser predicada a la
distancia de unos minutos de camino de la tumba de José. Como
resultado del primer sermón, inmediatamente después de afirmar que
Cristo había resucitado, 3.000 creyeron.218 Poco después creyeron 5.000
más.
¿Podían todos estos convertidos haber creído si Jesús no hubiera
resucitado de los muertos?
El Dr. J. N. D. Anderson llega a la conclusión — por la evidencia— de que
la Iglesia debe su origen a que su fundador resucitó de los muertos,
preguntando: «¿Hay realmente alguna otra teoría que encaje con los
hechos?»219
EVIDENCIA CIRCUNSTANCIAL Nº 2.
Culto los domingos
El hecho número dos es el fenómeno sociológico del domingo cristiano.
La decisión de cambiar «el día de
141
culto» del sábado (sábado judío) al primer día de l.t semana (domingo
cristiano) probablemente es una di las decisiones más significativas que
ha sido hecha por un grupo de personas en la historia. Esto es verdad,
especialmente, cuando uno considera las consecuencias para ellos que
los judíos creían que resultarían del hecho, si estaban equivocados.
Los cristianos primitivos eran judíos devotos, verdaderos fanáticos en su
observancia del sábado. Los judíos temían quebrantar el sábado. Creían
que incurrirían en la ira de Dios si lo quebrantaban. Con todo, sucedió
algo que hizo que estos judíos entregados, hombres y mujeres, volvieran
la espalda a todos sus años de adoctrinamiento religioso y tradición.
Cambiaron su «día de culto o adoración» al domingo, en honor del
aniversario de la resurrección de Jesucristo.
No conozco ningún suceso histórico distinto que sea celebrado 52 veces
al año.
La explicación más racional de todo ello es que Jesucristo se les apareció
después de la resurrección.
EVIDENCIA CIRCUNSTANCIAL N° 3. El bautismo
Un tercer hecho es la celebración del bautismo. El bautismo de los
creyentes data desde muy al principio en la Iglesia. Es un testimonio
público que da el nuevo creyente en Jesucristo, y simboliza que en el
momento de la salvación el creyente muere con Cristo en la crucifixión (al
entrar en el agua) y es levantado con Él en novedad de vida (al salir del
agua) por medio de la resurrección.
Este sacramento del bautismo halla su significado en el hecho de la
resurrección histórica de Jesucristo.

142
la comunión es otro sacramento en el cual la copa y rl pan simbolizan la
muerte de Cristo en la cruz y el derramamiento de su sangre por los
pecados de la humanidad. Cuando el creyente participa de la comunión,
reconoce con gran gozo que Cristo personalmente murió por él.
¿Cómo puede acompañar un gran gozo al reconocimiento de la muerte
horrorosa del fundador de su religión, a menos que sea por el hecho
redentor de una resurrección subsiguiente?
Una de las primeras ocasiones en que participé de este sacramento fue
en una convención en Iowa, en la cual yo figuré como orador. Cuando
servían la comunión, todos estaban cantando alabanzas a Dios y muy
emocionados por su participación en ella. Mis pensamientos se volvieron
a la pregunta anterior: « ¿Cómo es posible todo este gozo ante tantos
sufrimientos de Cristo en la cruz?»
La explicación más racional es que a lo largo de los siglos la Iglesia se ha
convencido de que Jesucristo no sólo murió en la cruz por sus pecados y
fue sepultado, sino que en el tercer día resucitó de los muertos, y está
vivo hoy.

EVIDENCIA CIRCUNSTANCIAL Nº 5.
Vidas cambiadas
Un hecho de evidencia circunstancial que rodea la resurrección de Jesús
es el fenómeno psicológico de las vidas transformadas.

143

No tenían beneficios terrenales


El cambio en las vidas de aquellos creyentes cristianos primitivos es uno
de los testimonios más elocuentes del hecho de la resurrección. Hemos
de preguntamos a nosotros mismos: « ¿Qué era lo que les impulsaba a ir
por todas partes proclamando el mensaje del Cristo levantado?»
Si hubiera habido beneficios visibles que les hubieran correspondido de
sus esfuerzos — tales como prestigio, riqueza o estado social más
elevado—, podríamos, lógicamente, explicar sus acciones. Como
recompensa por su lealtad total y sincera al «Cristo resucitado», estos
cristianos primitivos fueron azotados, apedreados a muerte, echados a
los leones, torturados, crucificados y sometidos a todo método
concebible para hacerlos parar de orar. Sin embargo, eran los hombres
más pacíficos del mundo, que no procuraban imponer sus creencias a
nadie. Más bien ponían sus mismas vidas como la prueba definitiva de su
confianza completa en la verdad de su mensaje.
Los más difíciles de convencer
Había la familia de Jesús escéptica respecto a Él.221 Sus hermanos no
creían en Él. Les molestaba oír a su hermano decir a la gente: «Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí»; y: «Yo
soy la vid, vosotros las ramas»; y: «Yo soy el buen pastor, vosotros las
ovejas.»222
¿Qué harías tú si un hermano tuyo dijera estas cosas? Por ejemplo,
Jacobo, su hermano. Se hallaba en la compañía de los fariseos. Jacobo y
sus hermanos se burlaban de Jesús.
Sin embargo, después que Jesús sufrió aquella muerte

144
degradante en la cruz, una vergüenza para la familia, y fue enterrado,
¿dónde hallamos los más difíciles de convencer? ¿Son los de su propia
familia?
Los hallamos en el aposento alto con los discípulos esperando que les
fuera enviado el Espíritu Santo.223 Ahora bien, teniendo en cuenta que se
habían burlado de Él cuando vivía, ¿qué había sucedido en cuestión de
unos pocos días para que hubiera este cambio tan dramático en sus
vidas?
Jacobo pasó a ser un dirigente de la primera iglesia primitiva y escribió
una epístola afirmando: «Yo Jacobo [Santiago], siervo de Dios y del Señor
Jesucristo (su hermano)...»224 Más adelante (por la causa de Cristo)
Jacobo murió la muerte de un mártir por apedreamiento.225
¿Qué había sucedido?
La mejor explicación la consigna Pablo: «... luego se apareció a
Jacobo.»226
Sus seguidores cobardes
¿Qué diremos de los temerosos discípulos de Jesús? Cuando las
autoridades capturaron a Jesús en el jardín de Getsemani, «todos los
discípulos le abandonaron y huyeron»227 Durante el juicio de Cristo,
Pedro salió fuera y le negó tres veces.228 Después que Cristo fue cru-
cificado, sus amedrentados discípulos se escondieron en un aposento
alto y cerraron las puertas.229 Pero sucedió algo al cabo de unos días que
cambió a este grupo de seguidores cobardes en una hueste atrevida de
entusiastas que hacían frente al martirio sin la menor vacilación o temor.
Pedro, que había negado a Jesús, fue encarcelado por su persistencia en
predicar a un «Cristo resucitado», y más tarde fue crucificado cabeza
abajo.
140
¿Qué había sucedido? La explicación más lógica es la de que «se apareció
a Cefas (Pedro)..., y luego a todos los apóstoles».230
Un judío fanático convertido
Y ¿qué diremos de Pablo, el perseguidor religioso de los cristianos? Este
fanático judío odiaba tanto a los seguidores de Cristo, que había obtenido
un permiso especial para ir a otras ciudades y arrestar a los discípulos de
Cristo. De este modo diezmaba a la iglesia.231 Pero algo le sucedió a este
perseguidor. Se convirtió, de enemigo, en un adalid de la causa de Jesús.
Fue transformado, de esbirro, en misionero cristiano. Cambió, de
interrogador y acusador de los cristianos, a uno de los más grandes
propagadores de la fe cristiana.
Lo irónico es que Pablo empezó a confundir a las autoridades judías «al
probar que Jesús es el Cristo», el Hijo de Dios.232 Acabó siendo ejecutado
por su fidelidad a Cristo.
¿Qué había sucedido? La explicación histórica es la afirmación de Pablo
de que Jesús «se me apareció también a mí».233
La conversión de Pablo fue tan dramática que sería el equivalente
moderno de si el Papa, que es el líder mundial de la Iglesia católica, se
hiciera protestante.
Hay pocas cosas hoy que pudieran equipararse al suceso colosal de la
conversión de Pablo al Cristianismo. Lo que Pablo había pensado que
eran mentiras — pura ficción— sobre Jesús, resultó ser un hecho
indiscutible. Sería difícil explicar la transformación de estos hombres si la
resurrección no fuera verdadera. El profesor Robert Grant dice: «El
origen del Cristianismo es casi incomprensible a menos que este suceso
haya tenido lugar.»234

146
La resurrección explica todos los hechos
El profesor de leyes de Harvard, Simón Greenleaf, un hombre que dio
clases durante años sobre la forma de analizar el testimonio y determinar
si un testigo mentía o no, llegó a la conclusión: «Por tanto, habría sido
Imposible que hubieran persistido en afirmar las verdades que narraban
si Jesús no hubiera resucitado de los muertos y ellos hubieran sabido este
hecho con la misma certeza con que conocían otros hechos corrientes de
su vida.
«Los anales de las campañas militares apenas nos ofrecen un ejemplo
semejante de constancia heroica, paciencia y valor inflexible. Tenían
todos los incentivos imaginables para revisar cuidadosamente las bases
de su fe y la evidencia de los grandes hechos y verdades que
afirmaban...»235
El Dr. George Eldon Ladd, escribiendo sobre el significado histórico del
cambio ocurrido en los apóstoles, dice: «El historiador también ha de
admitir que el criticismo histórico no ha hallado todavía una explicación
adecuada histórica para estos hechos; que para el historiador la
formación ocurrida en los discípulos es un problema sin resolver. Ha de
admitir, también, que el punto de vista de que Jesús resucitó realmente,
explica todos los hechos.»236
Un creyente en Jesucristo, hoy, puede tener confianza total, como la
tenían aquellos primeros cristianos, de que su fe está basada, no en mito
o leyenda, sino en el sólido hecho histórico de una tumba vacía y el Cristo
resucitado.
Él puede cambiar tu vida
Y aún más importante: el creyente individual puede experimentar el
poder del Cristo resucitado en su vida
147
hoy. Primero, puede saber que sus pecados son perdonados.237 Segundo,
puede estar seguro de la vida eterna y de su propia resurrección futura
de la tumba.238 Y tercero, puede ser librado de una vida vacía y sin sen-
tido y ser transformado en una nueva criatura en Jesucristo.239
148
SUMARIO
En un tribunal de justicia, la evidencia circunstancial es considerada con
frecuencia más de confianza que la evidencia directa, porque es más
difícil de fabricar o falsificar. Hay cinco puntos de evidencia fuerte
circunstancial que hablan indiscutiblemente en favor de la resurrección
corporal de Jesucristo:
1) Los orígenes y existencia de la iglesia cristiana tienen sus raíces en
Jerusalén al mismo tiempo en que la ciudad fue sacudida por el
suceso de la resurrección.
2) El hecho de que los cristianos primitivos, todos los cuales eran
devotos Judíos, empezaron a celebrar sus cultos de adoración el
domingo en vez del sábado, o sábado judío, puede explicarse
solamente debido a que el domingo era la fecha de la resurrección,
que pasó a conmemorarse.
3) El bautismo de agua cristiano, que se remonta a los primeros
creyentes, era expresamente una imagen del creyente siendo
resucitado con Jesucristo cuando sale del agua.
4) El sacramento cristiano de la santa comunión no podría celebrarse
gozosamente recordando la muerte y sepultura de Jesucristo si no
hubiera habido una resurrección subsiguiente.
5) El fenómeno de que las vidas de los primeros discípulos fueran
transformadas sólo puede explicarse por el hecho de la
resurrección. En medio de condiciones increíblemente hostiles, los
discípulos se mantuvieron inconmovibles en su certidumbre sobre
la resurrección. Y la conversión subsiguiente y el ministerio del
apóstol Pablo son una de las transformaciones más profundas en
todo el Nuevo Testamento.
149
150
CAPÍTULO OCHO

ÉL CAMBIÓ MI VIDA
«Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto,

vivirá; y todo el que vive y cree en mí, nunca morirá.»


Jesucristo
«Nunca ha tenido Jesús un efecto tan amplio y profundo sobre la
humanidad como en las tres o cuatro generaciones últimas. Por medio de
Él han sido transformados millones y han empezado a vivir la clase de
vida de la cual Él dio ejemplo... Calibrados por las consecuencias que han
seguido, el nacimiento, la vida y muerte y resurrección de Jesús han sido
los sucesos más importantes de la historia humana. Medidos por su
influencia, Jesús es central en la historia humana.»

Kenneth Scott Latourette


Historiador

151
EVIDENCIA CIRCUNSTANCIAL Nº 6 Él cambió mi vida
El punto final de evidencia circunstancial que quisiera presentar es lo que
me sucedió a mí. Creo que soy un testimonio vivo de que Jesucristo
resucitó de entre los muertos y vive hoy día. En el primer capítulo he
explicado cómo emprendí la tarea de refutar intelectualmente la
resurrección y el Cristianismo. Después de recoger la evidencia, parte de
la cual ha sido comunicada al lector en este libro, me sentí llevado a la
conclusión de que mis argumentos no eran defendibles, que Jesucristo
era precisamente lo que Él decía que era: el Hijo de Dios.240

Se desarrolla un conflicto
En aquel momento, sin embargo, tenía un verdadero problema. La mente
me decía que todo era verdad, pero mi voluntad estaba arrastrándome
en otra dirección. Descubrí que el hacerse cristiano era una experiencia
más bien desgarradora para el yo.
Jesucristo desafió directamente mi voluntad a que confiara en Él.
Permítaseme parafrasear su invitación: «Mira, yo estoy a la puerta y
estoy llamando constantemente. Si alguno oye mi voz cuando le llamo, y
abre la puerta, yo entraré.»
No me importaba si Él andaba sobre el agua o si transformaba el agua en
vino. Lo que yo no quería es que invadiera mi vida y la echara a perder.
Estaba seguro que iba a arruinar todos mis planes y lo bien que me lo
pasaba.
Así que la mente me decía que el Cristianismo era verdadero, por un
lado, y por otro mi voluntad decía: «No lo admitas.» Cada vez que me
hallaba alrededor de
152
algunos cristianos a quienes veía tan entusiastas, empezaba de nuevo el
conflicto. Si alguna vez te has hallado entre personas felices y tú eres un
desgraciado, puedes comprender cuanto molesta esto. Ellos eran tan
felices y yo me sentía tan desgraciado, que literalmente me levantaba y
me marchaba del Centro Estudiantil donde nos hallábamos todos.
Llegué a un punto en que si me iba a la cama a las diez de la noche, no
podía dormirme hasta las cuatro de la madrugada. Sabía que tenía que
quitarme a Jesús de la mente, o que mi mente dejaría de funcionar en
orden.
Empieza la nueva vida
Siendo franco y sincero, el día 19 de diciembre de 1959, a las 8.30 de la
noche, durante mi segundo año en la universidad me hice cristiano.
Alguien me preguntó: «¿Cómo lo sabes?»
Le contesté: «Mira, lo sé porque yo estaba allí.» Aquella noche oré, y oré
pidiendo cuatro cosas a fin de establecer una relación con el Cristo
resurrecto y vivo. Desde entonces Él ha transformado mi vida.
Primero, dije: «Señor, te doy gracias porque has muerto por mí en la
cruz.» Segundo, dije: «Confieso todas aquellas cosas en mi vida que te
son desagradables y te pido que las perdones y me limpies.» (La Biblia
dice: «Aunque tus pecados sean como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos.»241) Tercero, dije: «Ahora mismo, en la mejor manera
que sé, te abro la puerta de mi corazón y mi vida y confió en Ti como mi
Salvador y Señor. Toma control de mi vida. Cámbiame por completo. Haz
de mí el tipo de persona que Tú deseabas que fuera cuando me creaste.»
Lo último que dije en oración fue: «Te doy gracias por

153
haber venido a mi vida por la fe.» Era una fe que no se basaba en la
ignorancia, sino en la evidencia de los hechos de la historia y la Palabra de
Dios.
Estoy seguro que has oído a algunas personas religiosa que te han
contado que han sentido, después de una oración así, como el impacto
de un «relámpago». Bien, en seguida de haber orado yo, no sucedió
nada. Quiero decir nada. ¡No me habían salido alas! De hecho, después
de haber adoptado esta decisión me sentí peor. Literalmente, sentí ansias
de vomitar. Me sentía presa de gran malestar.
«¡Cómo, McDowell!, ¿en qué te has metido ahora?», me dije a mí mismo.
Realmente tuve la impresión de haber tomado una decisión de cuyas
consecuencias no tenía la menor idea, y algunos de mis amigos
estuvieron de acuerdo.
Empiezan los cambios
Pero puedo deciros una cosa: En el plazo de seis meses a un año y medio,
ya pude ver que mi decisión no iba a ser desastrosa para mi vida.
Aunque, sí, ¡mi vida estaba cambiando!
Una vez estaba hablando con el jefe del departamento de historia de una
universidad del Medio Oeste y expresé en voz alta este hecho, que mi
vida había sido cambiada. Me interrumpió y me dijo: «McDowell,
¿quieres decirme que Dios ha cambiado realmente tu vida en el siglo XX?
¿En qué áreas?»
Después de 45 minutos de describirle los cambios, me dijo: «Basta, basta.
Ya estoy satisfecho.»
Paz mental
Un área de la que le hablé fue mi inquietud y ansiedad. Yo era una
persona que siempre tenía que estar ocu
154
pada. Iba por todas partes como un torbellino, siempre lleno de
conflictos, incluso cuando andaba por los terrenos de la universidad.
Intentaba estudiar, sentado ante mi mesa, pero no podía pensar
Mas, a los pocos meses de haberme decidido por Cristo, empezó a
desarrollarse en mí una especie de paz mental No quiero que se me
atienda mal, no estoy diciendo que no tema ningún conflicto. Lo que
hallé en esta relación con Jesús no era ausencia de conflictos sino la
habilidad de hacerles frente. No habría trocado esto por nada del mundo
Control del mal genio
Otra área que empegó a cambiar fue mi mal genio. Muchas veces me
salía mis casillas cuando las cosas no resultaban como yo quería. Todavía
tengo cicatrices de una reyerta que tuve con otro estudiante en mi
primer año en la universidad. El mal genio era una parte integral de mi
Persona, y no hacía nada conscientemente para cambiarlo.
Un día llegué a una crisis, y ¡me di cuenta que mi mal genio había
desaparecido! Y sólo una vez en los 21 años que han transcurrido desde
entonces he perdido la paciencia.
Una persona a quien aborrecía
Y hay otra área en vida de la que no estoy orgulloso. Pero la menciono
porque hay muchas personas que necesitan cambiarla en sus vidas por
medio de una relación con el Cristo vivo, resucitado. Ésta es el área del
aborrecimiento.
Había muchas personas en mi vida a quienes aborrecía.

155
No era algo manifestado exteriormente, pero había una cierta clase de
resentimiento por dentro. Me incomodaban las personas, las cosas, los
asuntos. Como muchas otras personas, me sentía inseguro. Cada vez que
encontraba a uno que difería de mi opinión, me parecía que me
amenazaba.
La persona a la que aborrecía de modo especial era a mi padre. Le
despreciaba. Para mí, él era el alcohólico del pueblo. Si uno vive en un
pueblo pequeño y uno de los padres es un alcohólico, puede comprender
de lo que estoy hablando.
Todo el mundo lo sabía. Mis amigos venían a mí en la escuela secundaria
y me gastaban bromas sobre mi padre, a quien habían visto en alguna
calle del centro. Ellos no se daban cuenta que me molestaban. Yo estaba
riéndome por fuera, pero puedo decir que estaba llorando por dentro.
Iba a veces al establo y hallaba a mi madre arrimada a algún poste o
echada en el suelo entre el estiércol, después que mi padre la había dado
una paliza, de modo que no se podía levantar. Cuando venían amigos a
mi casa, yo no podía permitir que apareciera mi padre, así que le ataba
en el establo y estacionaba su coche al otro lado del silo. Les decíamos a
nuestros amigos que se había ido a otro sitio. No creo que hubiera
persona alguna a quien aborreciera más que a mi padre.
De aborrecimiento a amor
Quizás unos cinco meses después de haber tomado mi decisión por
Cristo, fue entrando en mi vida un amor procedente de Dios por medio
de Jesucristo. Se llevó el aborrecimiento y a mí me cambió por completo.
Era tan fuerte que podía mirar a mi padre directamente a la cara y
decirle: «Papá, te quiero.» Y realmente lo sentía.
156
Después de las cosas que yo le había hecho, esto le dejó conmovido.
Cuando me trasladé a una universidad privada sufrí un accidente serio de
automóvil. Me pusieron el cuello en tracción permanente, y me llevaron
a mi casa. Nunca olvidaré el día que mi padre vino a mi habitación y me
preguntó: «Hijo, ¿cómo puedes querer a un padre como yo?» Le
contesté: «Papá, hace seis meses te despreciaba.» Entonces le conté
todas mis experiencias y sentimientos en relación con Cristo.
«Papá, dejé a Cristo que entrara en mi vida», le dije. «No puedo
explicarlo por completo. Pero, como resultado de aquella relación, he
hallado la capacidad de amar y aceptarte no sólo a ti, sino a otras
personas, simplemente tal como son.»
Cuarenta y cinco minutos más tarde tuve una de las mayores emociones
de la vida. Mi propio padre, alguien que me conocía tan bien que no
habría podido engañarle, me dijo: «Hijo, si Dios puede hacer en mi vida lo
que he visto que ha hecho en la tuya, yo también quiero darle la
oportunidad de hacerlo.» Allí mismo mi padre oró conmigo y confió en
Cristo.
Generalmente los cambios tienen lugar al cabo de varios días, semanas o
meses.... a veces un año. Mi vida quedó transformada en el intervalo de
unos seis meses a un año y medio. La vida de mi padre cambió allí mismo
delante de mis ojos. Fue como si alguien hubiera dado vuelta a un
interruptor y encendido una lámpara. Nunca había visto un cambio tan
rápido, antes o después. Mi padre no ha vuelto a beber desde entonces.
Sólo una vez se acercó la bebida a los labios, pero esto fue todo.

157

Da resultado
He llegado a una conclusión. Una relación con Jesucristo cambia vidas. Te
puedes reír del Cristianismo o puedes burlarte y ridiculizarlo. Pero da
resultado. Cambia vidas. Si confías en Cristo, pronto verás cambios en tus
actitudes y acciones, porque Jesucristo se ocupa de cambiar vidas.
Es tu propia decisión
Pero el Cristianismo no es algo que pueda ser forzado o que pueda
hacérsele tragar a uno tanto si quiere como si no. Tú has de vivir tu
propia vida y yo la mía. Todo lo que puedo decirte es lo que yo he
aprendido. Más allá de esto, se trata de tu propia decisión. Mi esposa lo
dijo de esta manera: «Como Cristo resucitó de los muertos, ahora vive. Y
como vive, tiene la infinita capacidad de entrar en la vida de un hombre o
de una mujer, perdonarle y cambiarle por completo.» El elemento clave
es el factor de la resurrección. Él ha resucitado.
Es algo personal
He compartido contigo mi experiencia respecto a la forma en que yo
respondí a lo que Cristo exige de nosotros. Puedes también hacerme la
pregunta lógica: «¿En qué forma me afecta toda esta evidencia a mí?
¿Qué diferencia resulta para mí del hecho de que Cristo resucitara o no
resucitara?» La respuesta puedo darla mejor en las mismas palabras que
dijo Jesús a Tomás. Le dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie
viene al Padre, sino por medio de mí.»
En base a toda la evidencia en favor de la resurrección

158
de Cristo y considerando el hecho de que Jesús ofrece perdón del pecado
y una relación eterna con Dios, ¿quién sería tan temerario de rechazarle?
¡Cristo está vivo! ¡Él vive hoy!
Puedes confiar en Dios ahora mismo por fe, por medio de la oración. La
oración es hablar con Dios. Dios conoce tu corazón y está interesado no
ya en tus palabras, sino más bien en la actitud de tu corazón. Si nunca has
confiado en Cristo, puedes hacerlo ahora mismo.
La oración que yo hice fue: «Señor Jesús, te necesito. Gracias por haber
muerto en la cruz por mis pecados. Yo te abro la puerta de mi vida y
confío en Ti como mi Salvador y Señor. Gracias por haberme perdonado
los pecados y darme vida eterna. Hazme la clase de persona que quieres
que sea. Gracias de que pueda confiar en Ti.»
Si ya has confiado en Cristo, o crees que vas a hacerlo en el futuro
próximo, escríbeme. Vas a tener que hacer muchas preguntas, como las
tuve yo después de mi decisión. Un profesor una vez compartió conmigo
algunos principios que tienen mucho valor para mí sobre la forma en que
mi vida podía ser cambiada por medio de esta nueva relación con Dios a
través de Cristo. He puesto estos principios en forma de carta circular y
quiero enviarte una a ti.
Josh McDowell
P. O. Box 5585
Richardson, TX 75080

159
SUMARIO
Cuando la evidencia me forzó a la conclusión de que Jesucristo había
resucitado de los muertos y, por tanto, había de ser, como Él afirmaba, el
Hijo de Dios, descubrí un problema personal mío. Mi mente estaba
convencida, pero mi voluntad tiraba de mí en otra dirección.
El día 19 de diciembre de 1959 lo puse todo a prueba al confesar a
Jesucristo como mi Señor y pidiéndole que entrara y controlara mi vida.
El resultado no fue inmediatamente dramático, pero después de unos
seis a ochos meses mi vida había cambiado.
Una paz mental empezó a remplazar mi desasosiego. Mi mal genio fue
controlado y finalmente desapareció. El profundo aborrecimiento que
sentía por mi padre, el borracho del pueblo, cambió en amor... y este
amor le cambió a él también, y oró y confió su vida a Cristo. El mismo
poder que levantó a Jesucristo de los muertos está transformando vidas
hoy. Puede ser tuyo también, con tal que se lo pidas: «Señor Jesús, te
necesito. Gracias por haber muerto por mí en la cruz. Perdóname y
límpiame. En este mismo momento confío en Ti como Salvador y Señor.
Hazme el tipo de persona que querías que fuera cuando me creaste. En el
nombre de Cristo. Amén.»

160
APÉNDICE A
¿Tres días y tres noches en la tumba?
Muchas personas han puesto en duda la exactitud de la afirmación de
Jesús de que «tal como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre
de la ballena, así también el Hijo del Hombre estará tres días y tres
noches en el corazón de la tierra».242 Dicen: «¿Cómo puede haber
permanecido en la tumba tres días y tres noches si fue crucificado el
viernes y se levantó el domingo?»
Los relatos de su muerte y resurrección, tal como nos los dan los
Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, indican que Jesús fue
crucificado y enterrado el viernes, antes de ponerse el sol, que es el
comienzo del día siguiente para los judíos, y resucitó el primer día de la
semana, que es nuestro domingo, antes de amanecer. Esto pone a Jesús
en la tumba parte del viernes, todo el sábado y parte del domingo. En
otras palabras, estuvo en la tumba dos noches completas, un día com-
pleto y parte de dos días. Como esto no es claramente tres días
completos de 24 horas, ¿tenemos aquí un conflicto con la profecía de
Jesús en Mateo?243 Se afirma aquí que Jesús dijo: «El Hijo del Hombre re-
sucitará a los tres días», y «resucitará el día tercero»,244 expresiones que
se usan de modo intercambiable. Esto se puede discernir del hecho de
que la mayoría de referencias a la resurrección afirman que ocurrió en el
tercer día.

161
Además, Jesús habló de su resurrección en Juan245 afirmando que
resucitaría entres días (no al cuarto día). Mateo246 apoya este uso
idiomàtico. Después que los fariseos refieren a Pilato la predicción de
Jesús: «Después de tres días resucitaré», le piden que les dé una guardia
para asegurar la tumba hasta el tercer día. Si la frase «después de tres
días» no fuera intercambiable con el «tercer día», los fariseos habrían
pedido una guardia hasta el cuarto día.
Esta expresión «un día y una noche» era empleada como una expresión
idiomatica por los judíos para indicar un día, aun cuando sólo se indicara
parte de un día, como también se puede ver en el Antiguo Testamento.
Por ejemplo, 1 Samuel dice: «Porque no he comido pan o bebido agua
durante tres días y tres noches»; y en el versículo siguiente: «Mi amo me
dejó... hace tres días.»247
Con la misma claridad, Génesis248 muestra este uso idiomàtico. José
encarceló a sus hermanos tres días; en el versículo 18 habla con ellos y
les deja en libertad al tercer día.
Las frases «después de tres días» y «en el tercer día» no son
contradictorias, sea la una respecto a la otra o respecto a Mateo,249 sino
simplemente idiomáticas, intercambiables; claramente un modo común
de expresarse los judíos.
Otra manera de ver «los tres días y tres noches» es tener en
consideración el método judío de contar el tiempo. Los escritores judíos
han consignado en sus comentarios a las Escrituras el principio que
gobierna el modo de contar el tiempo. Toda parte de un período era
considerada como un período pleno. Cualquier parte de un día era
contada como un día completo. El Talmud de Babilonia (comentarios
judíos) refiere que: «La porción de un día es como el todo del mismo.»250
El Talmud de Jerusalén (designado así porque fue
escrito en Jerusalén) dice: «Tenemos un dicho un día y una noche son
un Onah, y la porción de un Onah es como el conjunto del mismo.»251 Un
Onah simplemente, «un período de tiempo».
Los judíos empiezan a contar el día a las 6l de la tarde. El Dr. Custance
indica que: «Se cree generalmente que este método de contar se basó
originalmente en el hecho de que en la semana de la creación el primer
día empezó con las tinieblas que se transformaron en luz; y después,
cada período de 24 horas es identificado como Ia de y la mañana", en
este orden (Génesis 1:5,8,etc). »252
Los «tres días y tres noches» con referencia al período de Cristo en la
tumba se pueden calcular del modo siguiente: Cristo fue crucificado el
vienes. Todo el tiempo que queda antes de las 6 de la tarde del viernes
sería considerado «un día y una noche». Todo tiempo después de las 6 de
la tarde del viernes a las seis de tarde, otro día y otra noche. Todo el
tiempo después del sábado a las seis de la tarde hasta el domingo en que
Cristo resucitó, «un día y una noche». Desde el punto de vista judío, esto
haría tres días y tres noches» desde el viernes por la tarde hasta el
domingo por la mañana.

163
Incluso hoy con frecuencia usamos el mismo principio con referencia al
tiempo. Por ejemplo: Muchos matrimonios esperan que su hijo nazca
antes del 31 de diciembre. Si nace a las 11.59, el niño es considerado, a
varios efectos oficiales, militares, etc., como nacido 365 días antes de si
nace al cabo de unas pocas horas. Esto es válido aunque haya ya
transcurrido prácticamente todo el año.

164
APÉNDICE B
La vida de Cristo en estereofonía
El Dr. Johnston Cheney decidió aclarar las aeraciones de los críticos sobre
supuestas contradicciones en los relatos de la resurrección. Los críticos
decían que había inexactitudes en las visitas de las mujeres ala tumba y
las apariciones de Cristo posteriores a la resurrección. El Dr. Cheney pasó
bastante tiempo componiendo un relato armónico de los cuatro
Evangelios. Entretejió los cuatro relatos de los Evangelios en un relato
continuo del ministerio de Cristo.
He reproducido parte del final de su obra, La vida de Cristo en
estereofonía, debido a su excelente armonización de las apariciones de
Cristo posteriores ala resurrección.

Una mañana trascendental


(Mateo 28:1-15; Marcos 16:1-11; Lucas 23:56— 24:12; Juan 20:1-18)
Cuando hubo pasado el sábado, María Magdalena y la otra María, la
madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias para poder ir a ungirle. Y
en el primer día de la semana, al amanecer, fueron — y ciertos otros con
ellas— para ver el sepulcro, llevando las especias y ungüentos que habían
preparado.
Y he aquí, hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor descendió
del cielo, y vino e hizo rodar la

165
piedra de la puerta, y se sentó sobre ella. Su apariencia era como un
relámpago, y su vestido blanco como la nieve; y por temor del mismo los
guardias temblaron y quedaron como muertos.
[Después que Jesús hubo resucitado, por la mañana temprano el primer
día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la cual
había expulsado siete demonios], María llegó al sepulcro cuando aún era
oscuro, y vio que habían quitado la piedra de la tumba. Corrió, pues, y
vino a donde estaba Simón Pedro, y al otro discípulo, a quien Jesús
amaba, y le dijo: « ¡Se han llevado al Señor del sepulcro! Y no sabemos
dónde le han puesto.»
Pedro, pues, y el otro discípulo [se levantaron, y] corrieron [hacia el
sepulcro], Y empezaron a correr juntos, pero el otro discípulo corrió más
deprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro; y se inclinó para mirar y
vio los lienzos echados, pero no entró. Simón Pedro, pues, vino tras él, y
entró en el sepulcro; [e inclinándose], vio los lienzos echados [a un lado],
y el sudario, que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos,
sino enrollado en un lugar aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al
sepulcro, y vio y creyó; porque aún no habían entendido la Escritura, que
era menester que Él resucitase de los muertos. Y los discípulos volvieron
a los suyos, [preguntándose qué era lo que había pasado],
«¡Rabboni!»
Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se
inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras
blancas, uno a la cabecera y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús
había sido colocado.
166
Y le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les dijo: «Porque se han
llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» Dicho esto, se volvió y
vio a Jesús que estaba allí, mas no sabía que era Jesús.
Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras; ¿a quién buscas?» Ella pensaba que
era el hortelano, y le dijo: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has
puesto, y yo lo llevaré.» Jesús le dijo: « ¡María!» Volviéndose ella, le dijo:
«¡Rabboni!» (que quiere decir, ¡querido Maestro!).
Jesús le dijo: «Suéltame, porque aún no he ascendido a mi Padre; mas ve
a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a
vuestro Dios.» Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos
las nuevas de que había visto al Señor, y que Él le había dicho estas cosas.
En la tumba después del amanecer
Juana y María la madre de Jacobo, y las otras mujeres con ellas, vinieron
al sepulcro cuando el sol ya había salido. Y estaban diciendo entre sí:
«¿Quién nos apartará la piedra de la puerta del sepulcro?» (Porque era
muy grande.) Pero, cuando miraron, he aquí que la piedra había sido
apartada.
Y entrando no hallaron el cuerpo [del Señor Jesús], Aconteció que
estando ellas perplejas por esto, he aquí que vieron a un joven sentado
en el lado derecho, vestido con un vestido blanco. Y ellas se quedaron
grandemente asombradas; miraron, y he aquí dos hombres estaban junto
a ellas en vestidos resplandecientes.
se quedaron aterradas e inclinaron sus rostros al suelo, y el ángel
contestó y dijo a las mujeres: «No temáis, no os asombréis. Porque sé
que buscáis a Jesús de Nazaret, al cual crucificaron. ¿Por qué buscáis
entre los muertos al que vive? No esta aquí, pues ha resucita-
167
do, como dijo. Acordaos cómo os habló a vosotras cuando aún estaba en
Galilea, y os dijo: El Hijo del Hombre ha de ser entregado en manos de
pecadores, y crucificado: y el tercer día resucitará.»
Y ellas recordaron sus palabras: y él les dijo: «Venid, ved el lugar donde
estaba el Señor. Pero id rápidamente y decid a sus discípulos, y a Pedro,
que Él ha resucitado de los muertos, y he aquí va antes que vosotros a
Galilea; allí le veréis, como os dijo; he aquí, yo os lo digo.»
« ¡Salve!»
Así que ellas fueron rápidamente, partiendo del sepulcro, porque el
temor y el asombro las dominaba. Y no dijeron nada a nadie, porque
estaban asustadas, y echaron a correr para decirlo a los discípulos.
Pero cuando iban por su camino a dar las nuevas a los discípulos, he aquí
que Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve!.» Y ellas, acercándose,
se asieron a sus pies y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: «No temáis
ya; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me
verán.»
Y ellas regresaron con gran gozo y dijeron todas estas cosas a los once
apóstoles y a todos los demás. Pero a ellos les parecían locura las
palabras de ellas, y no las creyeron.
Soborno de la guardia

Mientras ellas iban, he aquí que algunos de la guardia fueron a la ciudad


e informaron a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían
acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habiendo consejo, dieron
mucho dinero a los soldados, diciendo: «Decid vosotros:

168

Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros


dormidos. Y si esto lo oye el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os
evitaremos preocupaciones. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se
les había instruido. Este dicho se divulgó extensamente entre los judíos
hasta hoy.»
Jesús y los dos discípulos camino de Emaús
(Marcos 16:12, 13; Lucas 24:13-35)
[Luego, después de estas cosas se reveló de otra manera.] Y he aquí que
dos de ellos iban caminando el mismo día a una aldea llamada Emaús,
que estaba a setenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de
todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras
hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y se puso a caminar
con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no lo conocie-
sen.
Y les dijo: «¿Qué discusiones son éstas que tenéis entre vosotros
mientras camináis, y por qué estáis tristes?» Respondiendo uno de ellos,
que se llamaba Cleofas, le dijo: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén
que no te has enterado de las cosas que en ella han acontecido en estos
días?»
Entonces él dijo: «¿Qué cosas?» Y ellos le dijeron: «De Jesús nazareno,
que fue un profeta, poderoso en obra yen palabra delante de Dios y de
todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes, así como
nuestros gobernantes, a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero
nosotros esperábamos que era el que iba a redimir a Israel
Y además de todo esto, hoy es ya el tercer día desde que esto ha
acontecido. Y también nos han asombrado unas mujeres de entre
nosotros, que de madrugada
169
fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que
también habían visto visión de ángeles, los cuales dicen que él vive. Y
fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y lo hallaron tal como las
mujeres les habían dicho, pero a él no le vieron.»
« ¡Creed en los profetas!»
Entonces él les dijo; «¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer en
todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo
padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? “Y comenzando desde
Moisés, y siguiendo por todos los profetas, se puso a explicarles en todas
las Escrituras lo referente a él. Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo
como que iba más lejos. Mas ellos le constriñeron, diciendo: “Quédate
con nosotros, porque atardece, y el día ya ha declinado.» Entró, pues, a
quedarse con ellos.
Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y
bendijo; y partiéndolo, les dio. Entonces fueron abiertos los ojos de ellos,
y le reconocieron; mas él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al
otro: « ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros,
mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?»
Su aparición a Pedro convence
Levantándose en aquella misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a
los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: «Ha
resucitado el Señor verdaderamente, y se ha aparecido a Simón.»
Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el
camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan [pero ellos no les
creyeron].

170
El domingo por la noche con los discípulos
(Lucas 24:36-43; Juan 20:19-23)
Pero mientras ellos aún hablaban de estas cosas — y siendo, por tanto, la
noche del primer día de la semana, las puertas estaban cerradas donde
los discípulos estaban reunidos, por miedo de los judíos— , Jesús mismo
entró y se puso en medio de ellos, diciendo: «Paz a vosotros.»
Entonces, espantados y atemorizados, creían ver un espíritu. Pero él les
dijo: « ¿Por qué estáis turbados, y se suscitan en vuestro corazón estos
pensamientos? Mirad mis manos, y mis pies, que soy yo mismo: palpad, y
ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo
tengo.» Y diciendo esto les mostró las manos y los pies.
Entonces los discípulos se gozaron al ver al Señor. Y como todavía ellos,
de gozo, no lo creían, y estaban asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo
de comer?» Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.
Y él lo tomó, y comió a la vista de ellos. Entonces Jesús les dijo otra vez:
«Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envió.» Y
habiendo dicho esto, sopló y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A
quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los
retuviereis, les quedan retenidos.»
Tomás queda convencido
(Juan 20:24-29)
Pero Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos
cuando vino Jesús. Le dijeron, pues, los otros discípulos: «Hemos visto al
Señor.» Él les dijo: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto
mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no
creeré de ningún modo.»
171
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos
Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y
les dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Pon aquí tu dedo, y mira mis manos: y acerca tu
mano, y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente.»
Entonces Tomás respondió y le dijo: «¡Señor mío, y Dios mío!» Jesús le
dijo: «Porque me has visto, Tomás, has creído; bienaventurados los que
no vieron, y creyeron.»
Con los siete discípulos en Galilea
(Juan 21:1-24)
Después de estas cosas, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto
al mar de Tiberiades; y se manifestó de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Mellizo, Natanael el de
Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.
Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Ellos le dijeron: «Vamos nosotros
también contigo.» Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no
pescaron nada.
Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los
discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: «Hijitos, ¿tenéis algo de
comer?» Le respondieron: «No». Él les dijo: «Echad la red a la derecha de
la barca, y hallaréis.» Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la
gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba
dijo a Pedro: «¡Es el Señor!» Y Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor,
se ciñó la ropa (porque se habían despojado de ella), y se echó al mar. Y
los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces,
pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.
172
«Venid, comed»
Al descender a tierra, vieron unas brasas puestas, y un pez encima de
ellas, y pan. Jesús les dijo: «Traed de los peces que acabáis de pescar.»
Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento
cincuenta y tres; y aun siendo tantos, no se rompió la red.
Les dijo Jesús: «Venid, comed.» Y ninguno de los discípulos se atrevía a
preguntarle: «Tú, ¿quién eres?», sabiendo que era el Señor. Vino, pues,
Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. Ésta era ya la
tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos después de haber
resucitado de los muertos.
«Simón, ¿me amas?»
Después de haber comido, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de
Jonás, ¿me amas más que éstos?» Le respondió: «Sí, Señor; tú sabes que
te amo.» Él le dijo: «Apacienta mis corderos.»
Volvió a decirle la segunda vez: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?» Pedro
le respondió: «Sí, Señor; tú sabes que te amo.» Le dijo: *Pastorea mis
ovejas.»
Le dijo la tercera vez: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?» Pedro se
entristeció de que le dijese por tercera vez: «¿Me amas?», y le respondió:
«Señor, tú lo sabes iodo; tú sabes que te amo.» Jesús le dijo: »Apacienta
mis ovejas. »De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te
ceñías tú mismo, e ibas adonde querías; mas cuando ya seas viejo,
extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará adonde no quieras.»
Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y
dicho esto, añadió: »Sígueme.»

173
Termina la historia contada por Juan
Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo u quien amaba Jesús, el
mismo que en la cena se había recostado en su pecho, y le había dicho: «
¿Señor, quien es el que te ha de entregar?» Cuando Pedro le vio, dijo a
Jesús: «Señor, y éste ¿qué?» Jesús le dijo: «Si quiero que él quede hasta
que yo venga, ¿qué te va a ti? Tu sígueme.»
Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo
no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: «Si quiero que él
quede hasta que yo venga, ¿qué te va a ti?» Éste es el discípulo que da
testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su
testimonio es verdadero.

En una montaña de Galilea


(Mateo 28:16-20)
Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les
había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban.
Jesús se acercó y les habló diciendo: «Toda autoridad me ha sido dada en
el cielo y sobre la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos en todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo, enseñándoles a guardar todas las cosas que os he mandado; y he
aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»
Su aparición final y su ascensión
(Marcos 16:14-20; Lucas 24:44-53)
Por último, fue manifestado a los once, estando ellos sentados a la mesa,
y les echó en cara su incredulidad

174
dureza de corazón, por no haber creído a los que le Imbían visto después
de haber resucitado.
Y les dijo: « Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda
criatura. El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será
condenado. »
«Y estas señales acompañarán a los que crean: En mi nombre expulsarán
demonios, hablarán en nuevas lenguas, y tomarán serpientes en sus
manos, y si beben algo mortífero, no les hará ningún daño: impondrán las
manos sobre los enfermos, y sanarán.»
Últimas palabras de despedida a los once
Entonces les dijo: «Estas son las palabras que os hablé, estando aún con
vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de
mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.»
Entonces les abrió la mente, para que comprendiesen las Escrituras: les
dijo: «Así está escrito, y así era necesario que el Cristo padeciese, y
resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el
arrepentimiento y el perdón de los pecados a todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí que yo voy a enviar sobre
vosotros la promesa de mi Padre; pero vosotros quedaos en la ciudad,
hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.»
Jesús asciende desde el monte de los Olivos
Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y
aconteció que mientras los bendecía, se fue alejando de ellos, e iba
siendo llevado arriba al cielo [fue llevado al cielo y se sentó a la diestra de
Dios.
175
ellos, después de haberle adorado, se volvieron a Jerusalén con gran
gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. [Y
salieron y predicaron por todas partes, el Señor obrando con ellos y
confirmando el mensaje por medio de las señales milagrosas que
siguieron.
Para que tengáis vida
(Juan 20:30, 31; 21:25)
Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos,
las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para
que creáis que Jesús es EL CRISTO, EL HIJO DE DIOS, y para que creyendo,
tengáis vida en su nombre.
Y también hay muchas otras cosas que hizo Jesús, las cuales si se
escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros
que se habrían de escribir.
(Cheney, Johnston M., The Life of Christ in Stereo, Portland, Western
Baptist Seminary Press, 1969, pp. 204-214.)

176
APÉNDICE C
El juicio de Jesús
Uno de os mejores han publicado sobre los aspectos legales del juicio,
crucifixión y resurrección de Jesucristo es de The Trial of Jesús en dos
volúmenes, por Walter M. Chandler, antiguo juez del Tribunal Supremo
del Estado de Nueva York. (Otro libro sobre ele proceso de Jesús es el de
Josef Blinzler, The Trial of Jesús .)
El tratamiento de Chandler al evaluar el testimonio de los testigos es
valioso en extremo. Es una fuente excelente para analizar la exactitud de
los relatos de la resurrección en el Nuevo Testamento. El autor de este
libro cree que este material va a aumentar en gran manera la
comprensión del lector respecto a los hechos que afectan a la
resurrección de Cristo:
El valor que se da al testimonio de los testigos depende, en primer lugar
de su sinceridad; segundo de su capacidad; tercero del numero y solidez
de su testimonio con la experiencia; y quinto, de la coincidencia de su
testimonio con la circunstancias colaterales.

Apliquemos estas pruebas sucesivas, en el orden antes enunciado, a los


evangelistas.
En el primer lugar, consideremos la cuestión de la sinceridad.
El significado de la palabra sinceridad usado en este sentido es peculiar.
Se refiere a la sinceridad personal más que la integridad personal.
¿Eran los testigos sinceros? ¿Tenían la intención de decir la verdad?
Estos es,

177
¿creían ellos mismos lo que testificaban? Si era así, eran testigos sinceros,
aunque su testimonio, debido ¡i error en el juicio o equivocación sobre el
hecho, fuera falso.
En un sentido, pues, la sinceridad es la prueba principal a que hay que
someter a los evangelistas como testigos de los hechos que refieren en
los relatos del Nuevo Testamento. Y, al hacer esta prueba, tengamos
presente la naturaleza y alcance de esta obra; que no se trata de un
tratado religioso, y que la cuestión de la inspiración no debe permitirse
que confunda una discusión puramente legal e histórica.
Hemos de considerar aquí a los evangelistas como historiadores
seculares, y no como escritores inspirados. Y al poner a prueba su
credibilidad, hay que aplicarles los estándares acostumbrados empleados
para analizar los motivos y conducta de los hombres corrientes en las
experiencias cotidianas de la vida. El considerarlos como seres extraños o
sobrenaturales, sometidos a alguna influencia especial, obrando bajo la
guía o protección de algún dios o héroe, es algo que está fuera del
propósito del que escribe.
Se considera que sólo hay necesidad de tener en cuenta dos cosas al
aplicar la prueba de sinceridad a los evangelistas; 1) Carácter. 2) Motivo.
Y esto por la razón de que el carácter sincero y el motivo recto son los
padres legítimos de la perfecta sinceridad. Luego, como con sideración
primaria, al discutir su sinceridad, puede ser razonable decir que los
escritores de los Evangelios eran o buenos o malos. No existe un
término medio en su caso, puesto que los resultados y consecuencias
alcanzados son tan tremendos y demasiado estupendos para haber sido
producidos por fuerzas indiferentes o negativas. Si eran hombres buenos,
entonces creían lo que enseñaban y escribían, y eran sinceros, pues de lo
contrario trataban de hacer creer una impostura al
178
mundo, lo cual no es compatible con la hipótesis de que eran buenos. Si
eran malos, entonces sus vidas y enseñanzas proporcionan una
contradicción en principio y una inversión en la naturaleza y orden de
causa y efecto tal que la historia no la ha consignado en ningún otro
punto, antes o después; porque en sus discursos y sus escritos retrataban
el carácter más divino y proclamaban las verdades más sublimes
conocidas a los hijos de los hombres. Toda mente seria, reflexiva, se
pregunta: ¿Podían hombres malos, confabulados e hipócritas, haber
pintado un carácter tal, cuya perfecta pureza y hermosura y ausencia de
pecado ponga en desdoro y vergüenza los atributos mentales y
espirituales de todos los falsos profetas y de todos los dioses paganos? El
Zeus del Olimpo, el soberano de la creación del intelecto griego soberbio,
era una deidad impulsiva y vengadora, a veces infiel como esposo, y otro
borracho. Mahoma, a quien adoran doscientos millones de seres
humanos como inspirado por Alá, era cruel y traidor en sus campañas de
guerra, así como bajo y sensual en su vida privada. El Gran Espíritu de los
indios concedía inmortalidad a los perros, pero la negaba a las mujeres.
Otros atributos desgraciados y monstruosos deforman las imágenes y los
caracteres de los profetas paganos y las divinidades paganas. Pero Jesús
de Nazaret era un ser puro, que afirmaba no tener pecado,253 y estas
pretensiones eran admitidas como verdaderas por todo el mundo, tanto
creyentes como no creyentes. Las grandes verdades enseñadas por el
manso Nazareno y transmitidas por los evangelistas han sido bálsamo y
curación a las naciones, han proclamado y establecido la fraternidad
universal entre los hombres. ¿Es probable que un carácter así fuera
pintado por hombres insinceros y falsos?; ¿qué personas así pudieran
proclamar estas verdades? ¿Puede el vicio ser la madre de la virtud? «
¿Recogen los hombres
179
uvas de los espinos e higos de los abrojos?» Si Jesús no era realmente el
ser puro y santo retratado por los Evangelios, entonces los evangelistas
habrían creado un carácter sublime en una ficción soberbia que sobe
pasa todo lo que se ha escrito en la literatura profana y que hombres con
malas intenciones nunca podrían haber concebido o ejecutado. Es
imposible derivar de estas reflexiones ninguna conclusión distinta de la
más absoluta y perfecta sinceridad por parte de los evangelistas. Además,
la mera lectura de sus escritos deja la impresión profunda de que eran
hombres puros y píos.
Además, una consideración más seria aún que la del carácter, que afecta
a la sinceridad de los escritos de los Evangelios, es la cuestión del motivo.
Si los evangelistas hubieran sido insinceros, y ellos mismos no hubieran
creído su propia historia, ¿qué motivo podría haberles impulsado a
contarla, a predicarla y a morir por ella? No es creíble que todos los
hombres hayan sido o sean totalmente egoístas, pero sí creemos que el
deseo de recompensa es lo que induce de modo principal los hombres a
la acción, mental o manual. La recompensa es la llave de oro que abre la
puerta del Templo del Trabajo, y alguna forma de recompensa, aquí o en
el más allá, explica todas las actividades de Ion hombres. Los apóstoles
mismos obraban en obediencia esta ley, porque hallamos que altercaban
entre ni respecto al lugar o precedencia de cada uno en el Nuevo Reino.
Incluso inquirían del Maestro la naturaleza exacta de la recompensa por
las labores ejecutadas y los sacrificios sufridos. A lo cual se les contestó
que se sentarían en doce tronos y juzgarían a las doce tribus de Israel.
Apliquemos ahora este principio de expectativa de recompensa a la
conducta de los evangelistas en la predicación y propagación del
Evangelio del Nazareno, y
180
notemos de modo particular el resultado en cuanto afecta a la cuestión o
el motivo en la conducta humana. Pero, ante todo, revisemos durante un
momento la situación política y religiosa al comienzo del ministerio
apostólico. El Señor y Salvador de los primeros cristianos había,
precisamente, perecido como malhechor ni una cruz. La religión que los
apóstoles empezaron a predicar se fundaba en la doctrina del
arrepentimiento de los pecados, la fe en el Crucificado y la creencia en su
resurrección de los muertos. El Cristianismo, del cual estos elementos
eran parte esencial, procuraba destruir y sustituir a todas las demás
religiones. No se proponían compromisos ni tratados. Los seguidores del
Nazareno levantaban bandera negra contra el paganismo y todos los
dioses paganos. No se concedía ni se pedía cuartel. Esta fe extraña no
sólo desafiaba a todas las demás religiones sino que se burlaba de todos
los Gobiernos que no se fundaban sobre ella. Este grupo, pequeño pero
dedicado desde el mismo comienzo, consiguió alinear contra sí toda la
oposición de las fuerzas religiosas y seculares de la tierra. El Judaísmo
marcó la nueva fe como una hija desobediente y rebelde. El paganismo lo
denunció como un fraude y una patraña, debido a que sus doctrinas eran
desconocidas en el Pórtico y en la Academia, y sus enseñanzas fueron
ridiculizadas por los estoicos y los epicúreos. El Estado romano mantenía
un ojo hostil y vigilante sobre las elevadas pretensiones de un sistema
religioso que ensenaba la impotencia de reyes y procuraba degradar la
realeza terrena.
Al procurar, pues, establecer la nueva fe e inculcar sus doctrinas, ¿qué
podían hacer y esperar los evangelistas 'tino la oposición más amarga, tal
como la encontraron?¿Esperaban seriamente que los saduceos,
orgullosos y altaneros, que despreciaban al pueblo común, o la aris-
tocracia de Roma, que se jactaba de uña excelencia so-
181
brehumana, aceptarían con complacencia una religión que enseñaba la
igualdad absoluta y la hermandad universal de los hombres? ¿No
esperaban, en realidad, recibir persecución amarga, torturas horribles y
muerte cruel? Luego nos vemos obligados a preguntar: ¿Cuál era el
motivo por el que obraban estos hombres, tanto si eran sinceros como
insinceros? Si sabían que lo que predicaban era falso, ¿qué recompensa
esperaban? ¿Era de carácter terreno o celestial? No es razonable suponer
que esperaran una recompensa terrenal cuando sus enseñanzas daban
por resultado que todos se ponían contra ellos, tanto los potentados
temporales como espirituales, que son los que podrían concederles
honores o favores. ¿Estaban esperando una recompensa celestial? Es
ridículo imaginar que esperaran esta ganancia por medio de la
predicación de una falsedad en este mundo. No hay nada más absurdo,
pues, que la proposición de que un número de hombres, conjuntamente,
repudiaran la antigua fe de sus padres, cambiaran completamente su
modo de vida, se volvieran austeros en la profesión y práctica de los
principios de la virtud, pasaran toda la vida proclamando ciertas verdades
a la humanidad y luego sufrieran la muerte de un mártir, todo ello por
amor a una religión que sabían que era falsa. Si ellos no creían que era
falsa, eran sinceros, y un elemento de su credibilidad queda establecido.
No se trata ahora de la corrección absoluta de sus afirmaciones. Estas
afirmaciones podían haber sido falsas, por más que sus autores hubieran
creído en ellas —la cuestión de la sinceridad es la que se debate aquí; y la
prueba de sinceridad, como un elemento de la credibilidad, reposa sobre
la simple base de que los hombres están más dispuestos a creer la
afirmación de un testigo si piensan que el testigo mismo cree en ella.
En segundo lugar, consideraremos la capacidad de
182
los evangelistas como una prueba de su credibilidad como testigos.
Los autores del texto sobre la ley de la Evidencia están, en general, de
acuerdo en que la capacidad de un testigo para hablar verídicamente y
con precisión depende de dos consideraciones: 1) Su poder o capacidad
natural de observación, que le permite percibir claramente, y la potencia
de su memoria, que le permite retener plenamente el material sobre el
que gira su testimonio;
2)el que haya tenido oportunidad de observar los hechos sobre los cuales
testifica.
Hasta qué punto los escritores del Evangelio poseían la primera de estas
cualidades —esto es, el poder de observación y fuerza de memoria— no
nos lo dice ni la historia ni la tradición. Pero, evidentemente, es justi-
ficado asumir que es cierto lo que la ley admite: que eran por lo menos
hombres de sano juicio e inteligencia corriente. Esta suposición, se puede
hacer notar, sigue siendo válida en favor del testigo hasta que un objetor
aparece y demuestra lo contrario por medio de evidencia competente y
satisfactoria. No se cree que esta prueba haya sido, o pueda ser,
establecida con éxito en el caso de los evangelistas.
Aparte de la presunción legal en favor suyo, hay ciertas consideraciones
que nos llevan a creer que estaban calificados para hablar con veracidad
y autoridad sobre las cuestiones a que se refiere la historia del Evangelio.
En primer lugar, los escritos mismos indican un vigor mental
extraordinario y una inteligencia cultivada. Los Evangelios de Lucas y
Juan, además, revelan la elegancia de estilo e imágenes elevadas que son
características invariables de profundidad intelectual y cultura. La idea de
los «ignorantes pescadores» ciertamente no es aplicable a los escritores
de los Evangelios. Si habían sido en algún tiempo muy ignorantes, al
tiempo de la composición de los escritos evangélicos habían supe-
183
rado esta afección. El hecho de que los Evangelios fueran escritos en
griego, por judíos, indica que no eran en modo algunos analfabetos.
Además, las ocupaciones de dos de ellos son sugestivas: Mateo era un
cobrador de contribuciones en las aduanas de aquel tiempo,254 y Lucas
era un médico.255 Estas dos profesiones requerían un conocimiento de los
hombres más que corriente, así como poderes de observación,
discriminación y análisis precisos.
Pero se ha indicado con frecuencia que, a pesar de estas dotes naturales,
los evangelistas eran parciales en favor de Jesús y de sus enseñanzas, y
en extremo llenos de prejuicios contra todas las creencias o religiones
opuestas. En otras palabras, que eran al mismo tiempo entusiastas y
fanáticos. Por esta razón, se afirma, su testimonio no es de confianza.
Éste es, sin duda, el ataque más débil que se puede alegar contra la
veracidad y fiabilidad de los relatos de los Evangelios. Que los escritores
del Evangelio no eran ni fanáticos ni entusiastas, es evidente por el
mismo tono y estilo de los mismos escritos sagrados. El lenguaje del
fanatismo y el del entusiasmo van perorando y vituperando por un lado,
y por otro elogiando y adulando. El entusiasta no conoce límites en la
alabanza de la causa que aboga. El fanático no pone límites a la denuncia
y apostrofes a los que se opone. Ahora bien, la característica más notable
de las historias del Nuevo Testamento es el espíritu de quieta dignidad y
simple sencillez con que todo está envuelto. Nunca hay el menor indicio
de resentimiento o acerbidad. Hay entusiasmo por todas partes en el
sentido de fervor religioso, pero nunca en el sentido impropio de fervor o
impaciencia y prejuicio. Los tres años llenos de acontecimientos del
ministerio de Jesús permiten muchas oportunidades para desplegar el
humor o talante propios y para el uso de la invectiva en los escritos
evangélicos. La decapitación del
184
Bautista por Herodes; su astucia y ardides contra Jesús; el constante
seguir los pasos y azuzar al Maestro por parte de los espías del Sanedrín;
la crucifixión por orden de Poncio Pilato: ¿qué más podría desearse que
el corazón se indignara y la sangre hirviera? Pero no hay el menor signo
de sentimiento violento o de emoción exagerada. Una calma, una
serenidad y ecuanimidad, una dignidad apropiada son lo que marca los
pensamientos y las expresiones. La descripción del carácter de Pilato,
según lo retrata el Nuevo Testamento es una suprema ilustración de
imparcialidad y magnanimidad por parte de los escritores de los
Evangelios Filón y Josefo describen al procurador romano como cruel,
obstinado y vengativo. La única sugerencia favorable con respecto al
carácter de Pilato que nos ha llegado del mundo antiguo se halla en los
escritos de los hombres que, por encima de todos los demás estarían
justificados en describirle como cobarde y cruel. En vez de pintarle como
un monstruo, han dejado constancia de toda la compasión que pueda
haber contenido su corazón, al referir sus repetidos intentos de dejar en
libertad a Jesús. Los fanáticos y los entusiastas no lo hubieran hecho.
Además, la ausencia de parcialidad y prejuicio en la mente y corazón de
los evangelistas se muestra en el hecho de que no vacilaron en registrar
sus propias, vocaciones y debilidades y proclamarlas ante el mundo.
Una disposición a hacer esto es una de las indicaciones más seguras de
una mente veraz. Es «una declaración contra el propio interés», según la
fraseología de la ley; y en estas declaraciones se cree porque se ha
observado universalmente que los hombres «no acostumbran inventar
anécdotas que vayan en descrédito de ellos mismos». «Cuando las
hallamos en un autor», dice el profesor Fisher en sus Grounds of Theistic
and Christían Belief, «hay una fuerte suposición de que van en favor

185
de su veracidad general». Muchos pasajes del Nuevo Testamento colocan
a Jesús y los apóstoles bajo una luz desfavorable ante el mundo. La
negación del Maestro por Pedro256 y la traición de Judas;257 la huida de
los once del Jardín al tiempo del arresto de Jesús;258 los intentos
lamentables de Pedro de andar sobre el agua y su fracaso debido a su
falta de fe;259las disputas constantes infantiles entre los discípulos para
situarse con preferencia en los afectos de Jesús y en su Nuevo Reino;260 la
embajada de Juan el Bautista a Jesús preguntándole si Él, Jesús, era el
Mesías, después que los dos ya habían estado en contacto y el Bautista le
había bautizado;261 la creencia de la familia de Jesús de que Él estaba
fuera de sí;262 y el hecho de que sus propios vecinos de Nazaret
intentaran matarle echándole por un precipicio,263 estos varios incidentes
han proporcionado base para criticismo escéptico en todas las épocas.
Podrían fácilmente haber sido omitidos de las historias del Evangelio; y
sin duda hombres insinceros y con designios personales los habrían
omitido.
Además, con respecto a la cuestión de prejuicio e imparcialidad, es digno
de observar que los escépticos fallan en aplicar a la literatura sagrada las
mismas reglas de criticismo que aplican a la profana. Dicen que los
evangelistas no son dignos de confianza porque sus escritos consignan las
palabras y hechos de su propio Señor y Maestro. Afirman que esta
relación sagrada y tierna torcía y cegaba su juicio, y los descalificaba para
escribir con veracidad los hechos y circunstancias relacionados con la vida
y ministerio del fundador de su fe. Pero estos mismos críticos no aplican
las mismas pruebas de credibilidad a los escritores seculares que se
hallan en relaciones similares. Los Comentarios del César y la Anábasis de
Jenofonte registran hechos militares poderosos y logros brillantes por
parte de sus autores; pero este hecho no destruye su credibilidad
186
como datos históricos en la estimación de aquellos que insisten que los
escritores del Evangelio deben ser rechazados en base a su prejuicio y
parcialidad. Las Memorables de Jenofonte, o sea los «recuerdos de Só-
crates», son el tributo de un discípulo afectuoso que le admiraba; y, con
todo, los colleges y universidades emplean esta obra como de texto para
enseñar la vida y estilo de conversación del gran filósofo ateniense.
Nunca se ha argumentado que la íntima relación existente entre
Jenofonte y Sócrates pueda afectar la credibilidad del autor de las
Memorables. La mejor biografía en la lengua inglesa es la Vida de
Johnson, de Boswell. La admiración que Boswell sentía por el Dr. Johnson
rayaba en la idolatría. A veces los halagos serviles del gran inglés son
claramente adulación. A pesar de esto, su obra es una contribución
monumental a la literatura histórica. La Enciclopedia Británica dice que
«Boswell ha producido la mejor biografía que ha visto el mundo»; pero
¿por qué no rechazar este libro porque su autor sentía devoción extrema
hacia la vida del hombre sobre el cual ha escrito? Si Mateo, Marcos,
Lucas y Juan han de ser repudiados en base a su parcialidad, ¿por qué no
repudiar a César, Jenofonte y Boswell? Creo que no hay una diferencia
real en lógica entre las pruebas de credibilidad aplicables a los escritores
sagrados y las requeridas de los profanos. Un criticismo justo y exacto
debe aplicar las mismas reglas a los dos.
En cuanto a la segunda calificación mencionada con anterioridad, bajo la
segunda prueba legal de credibilidad establecida por Starkie, esto es, la
oportunidad de observar los hechos y circunstancias sobre los cuales se
da testimonio, se puede decir con seguridad que la mayoría de los
evangelistas la poseían en el grado más elevado. El testimonio más
convincente que puede ofrecerse en un tribunal de justicia es el de un
testigo
187
ocular que viera u oyera lo que testifica. Ahora bien, es razonablemente
cierto que todos los escritores de los Evangelios fueron testigos
presenciales de la mayoría de los sucesos que narran en las historias de
Jesús. Tanto Mateo como Juan forman parte de los doce que estuvieron
constantemente acompañando al Maestro en sus viajes, oyeron sus
discursos, presenciaron la ejecución de sus milagros y proclamaron su fe
después que Él hubo partido. Es muy probable que Marcos fuera otro
testigo de vista de los sucesos en la vida y ministerio del Salvador. Ahora
hay común acuerdo en que el autor del segundo Evangelio era el joven
que echó su vestido y huyó al tiempo del arresto de Jesús en
Getsemaní.264 Si Marcos estaba realmente presente a medianoche en
Getsemaní atisbando en la oscuridad para ver lo que le hacían al
Nazareno, es más que probable que fuera testigo de muchos otros
sucesos en la vida y ministerio del gran Maestro. Pero tanto si esto es
cierto como si no, se ha establecido firmemente que el segundo
Evangelio fue dictado a Marcos por Pedro, que estaba bien familiarizado
con los hechos y palabras de Jesús, lo mismo que Mateo y Juan. Los
escritores cristianos de la antigüedad testifican de modo unánime que
Marcos escribió el Evangelio que se le atribuye bajo dictado de Pedro. Si
este testimonio es cierto, Pedro es el autor real del segundo Evangelio. El
que el Evangelio de Marcos fuera escrito por un testigo ocular, en la
opinión de Renán, el escéptico, que dice: «En Marcos, los hechos son
referidos con una claridad que buscamos en vano entre los otros
evangelistas. Le gusta informar de ciertas palabras de Jesús en sirocaldeo.
Está lleno de observaciones minuciosas, que vienen indudablemente de
un testigo ocular. No hay nada que impida que estemos de acuerdo con
Papías en considerar que este testigo ocular, que evidentemente había
seguido a Jesús, que le amaba y le observaba atenta-
188
mente, era el mismo apóstol Pedro.»265 El mismo escritor declara que
Mateo fue un testigo ocular de los sucesos que relata. Dice: «En
conjunto, admito como auténticos los cuatro Evangelios canónicos. Todos
ellos, en mi opinión, datan del primer siglo, y los autores, hablando en
general, son los mismos a los que se atribuyen; pero su valor histórico es
distinto. Mateo, evidentemente, merece confianza ilimitada en cuanto a
los discursos; son las mismas notas tomadas de un recuerdo claro y vivo
de las; enseñanzas de Jesús.»
Que Lucas fue un testigo de muchos de los sucesos que relata, y que los
otros le fueron referidos por testigos oculares, Se ve de modo claro por
los versículos introductorios de su Evangelio. Al dirigirse a su patrón, Teó-
filo, le asegura que los que le comunicaron la información contenida en el
Evangelio eran testigos de vista; y sigue diciendo que él mismo había
tenido «un conocimiento claro de todas las cosas desde el comienzo».266
El significado evidente de esto es que, deseando ofrecer plena
información a Teófilo, tenía que suplementar su propio conocimiento
personal con hechos referidos por testigos oculares de aquellas cosas
que, no siendo uno de los doce, él no había visto.
San Juan estaba bien calificado, en particular, para consignar los dichos y
hechos del Cristo. Fue llamado el discípulo a quien Jesús amaba». Fue
admitido a la presencia del Salvador, en todas las ocasiones, en términos
ele la más íntima relación de amistad. En la Ultima Cena reclinó su cabeza
con confianza y amor en el pecho del Maestro. Junto con Pedro y Jacobo,
presenció la resurrección de la hija de Jairo; estuvo presente en la
Transfiguración en el monte, y en la agonía del Salvador en el Jardín.
Desde la cruz, Jesús le impuso la tarea tierna y patética de cuidar de su
madre; y, corriendo más rápidamente que Pedro, fue el primero entre los
doce que llegó al sepulcro abierto. Por
189
el hecho de conocer personalmente al sumo sacerdote, se le permitió
entrar en el palacio y estar presente en el juicio de Jesús.
Es, pues, bien evidente que los evangelistas estaban de sobra
capacitados, desde cualquier punto de vista, para dar fe con veracidad y
exactitud de los sucesos narrados en las historias de los Evangelios. Como
testigos oculares, hallándose en el lugar y teniendo la situación bajo
mano, estaban bien calificados para escribir una historia verídica de los
sucesos que ocurrieron, más que los historiadores y críticos que vivieron
siglos después. Pero se dice con frecuencia que si los evangelistas eran
testigos oculares de los sucesos que relatan, los redactaron tanto tiempo
después, que los habían olvidado o los habían confundido con varias
tradiciones que para aquel tiempo ya se habían formado. Puede haber
algo de verdad en esta alegación, pero no bastante para destruir su
credibilidad como testigos de sucesos como la Crucifixión y la
Resurrección de Jesús. Éstos no son asuntos que se olviden o confundan
fácilmente con otras cosas. La fecha de la composición y difusión de los
diferentes Evangelios no es bien conocida. Pero el profesor Holtzmann,
de Heidelberg (un hombre que no se puede decir que sea favorable al
Cristianismo, puesto que durante varios años fue el líder de los
librepensadores del Gran Ducado de Badén), después de muchos años de
estudio cuidadoso del tema, declaró que los Evangelios Sinópticos, o sea
los tres primeros, fueron consignados por escrito entre los años 60 y 80
de nuestra era.267 Esto es sólo de treinta a cincuenta años después de la
muerte de Jesús. ¿Podía un hombre de memoria e inteligencia corrientes,
que había estado predicando diariamente sobre la vida y los hechos de
Jesús durante estos treinta o cincuenta años, haber olvidado los hechos?
El testimonio del Principal Drummond, de Oxford, es muy pertinente a
este punto. Dice:
190
«Si suponemos que los Evangelios Sinópticos fueron escritos de cuarenta
a sesenta años después del tiempo de Cristo, con todo, estaban basados
en material anterior, y después de cuarenta años el recuerdo de dichos
característicos puede ser perfectamente claro. Yo no tengo buena
memoria, pero puedo recordar muchas de las cosas que fueron
pronunciadas hace cuarenta o incluso cincuenta años, y en algunos casos
puedo recordar vivamente la escena.»268 Si los evangelistas fueron
testigos oculares, según los datos parecen indicar, poseían una de las
pruebas más fuertes de credibilidad.
En tercer lugar, en cuanto al número y solidez de su testimonio.
La credibilidad de un testigo aumenta grandemente si su testimonio es
corroborado por el de otros testigos que testifican sustancialmente lo
mismo. Cuanto mayor es el número de testigos que apoyen algo, siempre
y cuando no se trate de un fraude o conveniencia, tanto más es
corroborada la credibilidad de los testigos. Pero la corroboración implica
la presencia en evidencia de solidez debida y razonable entre el
testimonio de los testigos que testifican y la de los que corroboran. Una
discrepancia radical en el material indica no sólo falla en reforzar, sino
que tiende a destruir la credibilidad de uno o de ambos testigos.
Ahora bien, el fuego graneado del criticismo escéptico durante todos los
siglos se ha centrado sobre las llamadas discrepancias en las narraciones
evangélicas. El cambio en la posición de uno o ambos que testifican,
causando distracción de atención, al tiempo de la ocurrencia de los
sucesos en litigio, es una de estas condiciones — así como muchas
otras— que pueden crear discrepancias y contradicciones aun cuando no
haya la menor intención de representar una cosa por otra. Un aprecio
claro de este hecho puede ayudar a una clara comprensión de esta fase
de la discusión.
191
Además, una investigación de la acusación de discrepancia contra los
escritores del Evangelio muestra que los críticos y escépticos han
clasificado meras omisiones como contradicciones. No hay nada más
absurdo que considerar una omisión como una contradicción, a menos
que los requerimientos del caso muestren que los hechos y las
circunstancias omitidos habían de ser especificados por ser esenciales, o
que la omisión tenía la intención de engañar o desorientar. Si no se tiene
esto en cuenta, toda la literatura histórica queda inservible, y cargada de
contradicciones. Dion Casio, Tácito y Suetonio escriben todos ellos en
detalle sobre el reinado de Tiberio. Cada uno menciona cosas que no son
mencionadas por los otros. ¿Vamos a rechazar a los tres como
historiadores indignos de confianza por ese hecho? Abbott, Hazlitt,
Bourrienne y Walter Scott escribieron biografías sobre Napoleón
Bonaparte. Ninguna de ellas repite todos los hechos consignados por los
demás. ¿Son estas omisiones suficiente causa para destruir los méritos
de todos estos escritores, hacerlos sospechosos e invalidarlos? Las
«Crónicas» de Grafton son tenidas en alta estima en la literatura histórica
inglesa. Comprenden el reino del rey John; y, con todo, no hacen
mención a la concesión de la Carta Magna. Esto es como si se hubiera
escrito la vida de Jefferson sin mencionar la Declaración de
Independencia, o una biografía de Lincoln sin llamar la atención a la
Proclamación de la Emancipación. A pesar de esta extraña omisión, los
ingleses todavía tienen las «Crónicas» de Grafton como datos valiosos en
sus archivos. Y el mismo espíritu de cristicismo generoso se despliega en
todas partes en las cuestiones de la literatura profana. Los adversarios
del Cristianismo nunca se quedan cortos en excusar o explicar como algo
sin importancia las omisiones, con tal que el escritor sea secular y lo
mismo el tema. Pero si se trata de un tema sagrado y el autor
192
es un eclesiástico —predicador, sacerdote o profeta—, inmediatamente
la incredulidad enarca las cejas, desbarata la razón y elimina todo
criticismo objetivo. Si pudiera olvidarse durante un momento que Mateo,
Marcos, Lucas y Juan eran biógrafos de Cristo, una persona sagrada, no
habría dificultades en cuestiones de faltas de congruencia, ni se
levantarían objeciones a su credibilidad. Las leves discrepancias que
indudablemente existen pasarían sin ser observadas y serían enterradas
para siempre bajo el peso de la convicción abrumadora de que son, en lo
principal, exactas y veraces.
Pero los evangelistas fueron guiados por la inspiración, dicen los
escépticos; y las discrepancias son incompatibles con la teoría de la
inspiración. Dios no les habría inspirado historias contradictorias. Pero es
falsa la suposición de que ellos reclaman ser guiados por la inspiración,
porque, como dice verdaderamente Marcus Dods, «ninguno de nuestros
Evangelios pretende ser infalible o incluso inspirado. Sólo uno de ellos
nos dice en qué forma adquirió la información el escritor, y que fue
mediante cuidadosa investigación en las fuentes apropiadas. »269
Pero tanto si los escritores del Evangelio fueron inspirados como si no, no
importa aquí mucho por lo que se refiere al propósito de este capítulo.
Las reglas de la evidencia que pondrían a prueba su credibilidad serían las
mismas en uno y otro caso.
Una observación muy pertinente sobre las discrepancias de los
Evangelios es la que hace Paley en sus Evidencias del Cristianismo,
cuando dice:
No conozco una conducta más precipitada o menos filosófica para la comprensión
que el rechazar la sustancia de una historia por razón de alguna diversidad en las
circunstancias con que ha sido relatada. El carácter usual del testimonio humano es el
de la verdad sustancial bajo una variedad
193
circunstancial. Es por esto que enseña la experiencia diaria en los tribunales de
justicia. Cuando testigos diferentes presentan informes de un hecho, el que sea, casi
siempre es posible hacer resaltar incompatibilidades aparentes o reales entre ellos.
Estas faltas de compatibilidad son ostentadas aparatosamente por un abogado
adverso, pero con frecuencia con muy poca impresión en la mente de los jueces. Por
el contrario, un acuerdo íntimo y minucioso induce a la sospecha de connivencia y
fraude. Cuando tenemos historias escritas referentes a las mismas escenas de acción,
la comparación de las mismas casi siempre proporciona base para reflexiones
semejantes. Se presentan variaciones numerosas, y algunas veces importantes; no
raramente, incluso, contradicciones absolutas y finales; con todo, ni unas ni otras se
consideran suficientes para destruir la credibilidad del hecho principal. La embajada
enviada por los judíos a Roma para restringir la colocación de la orden de Claudio de
poner su estatua en el templo. Filón la coloca en el tiempo de la cosecha, Josefo en el
de la siega; ambos son escritores contemporáneos. No hay ningún lector que sea
llevado por esta consecuencia a dudar de si esta embajada fue enviada o no, o si fue
dada la orden. Nuestra propia historia nos proporciona ejemplos de la misma clase.
En el relato de la muerte del marqués de Argyll, en el reinado de Carlos II, tenemos
una contradicción notable. Lord Clarendon refiere que fue condenado a ser colgado,
sentencia que fue ejecutada en el mismo día; por otro lado, Bumet, Woodrow, Heath
y Echard concurren en afirmar que fue condenado un sábado y fue ejecutado un
lunes. ¿Hay algún lector de la historia de Inglaterra bastante escéptico para dudar de
si el marqués de Argyll fue ejecutado o no? Con todo esto, debería ser considerado
como incierto, según los principios por los que la historia cristiana ha sido atacada a
veces.270

El lector debería ser muy cuidadoso al considerar lo útil, así como


perjudicial, en las inconsecuencias de la Biblia en la cuestión de la
credibilidad de los evangelistas. Ciertas personas se han imaginado que
los escritores de los Evangelios son conspiradores vulgares que

194
se pusieron de acuerdo, en cuanto al tiempo y lugar, para ingeniarse
maneras y medios de publicar un informe falso y propagarlo al mundo.
Esto es una suposición necia, puesto que es sabido de modo positivo que
los autores de los relatos evangélicos los escribieron y los difundieron en
lugares y fechas distintas. Además, el estilo y contenido de los mismos
libros desmienten la idea de un propósito concertado para engañar. Y,
además, las mismas «incompatibilidades» muestran que no hubo
«connivencia o fraude», puesto que los falsificadores inteligentes habrían
fabricado exactamente la misma historia en un lenguaje idéntico en lo
sustancial.
Además, un criticismo justo e imparcial va a considerar no sólo lo que
discrepa sino también los elementos corroborativos en las historias del
Nuevo Testamento. No debe olvidarse que los autores de los Evangelios
eran historiadores independientes que escribieron en tiempos y lugares
distintos. Luego en todas las cuestiones de hecho en que hay un acuerdo
común, se puede decir que se corroboran plenamente. Y se puede decir,
sin temor a contradicción, que cuando se considera así, habrá numerosos
casos de corroboración por uno de desacuerdo o incompatibilidad.
Los elementos corroborativos o características de los relatos evangélicos
se pueden clasificar bajo tres títulos: 1) Ejemplos en que hechos
históricos ciertos relatados por uno de los escritores del Evangelio son
contados también por uno o más de los otros. Éstos son casos de
corroboración ordinaria. 2) Ejemplos en que la repetición de cierto hecho
por uno de los evangelistas sería oscura o sin sentido a menos que fuera
explicado o suplementado por otro. Éstos se pueden considerar como
ejemplos de confirmación interna. 3) Sucesos en que el hecho relatado
por un evangelista ha de ser verdad por la naturaleza del caso, al margen
de lo que
195
otros puedan haber dicho. Ésta es la simple confirmación de la lógica o
razón.
Unas pocas ilustraciones pueden aclarar esta clasificación.
Bajo el primer título de «corroboración ordinaria» pueden mencionarse
los relatos del milagro de la alimentación de los cinco mil. Todos los
evangelistas nos hablan de este suceso, y cada uno refiere el hecho de
que los fragmentos que sobraron eran doce cestos llenos.271
Bajo el segundo título de «confirmación interna» podemos citar los
siguientes ejemplos:
Mateo 26:67, 68: «Y entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de
puñetazos, y otros le abofetearon, diciendo: Profetízanos, Cristo, ¿quién
es el que te golpeó?» Una crítica quisquillosa podrá argüir: ¿Por qué
preguntar a Cristo que profetice a aquellos que están en su presencia? Y
esta objeción podría desconcertar, si no fuera una frase adicional en
Lucas, que relata la misma circunstancia: «Y vendándole los ojos, le
golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Adivina, ¿quien es el que
te ha golpeado?»272 El hecho de que Jesús estuviera con los ojos
vendados, que nos lo cuenta Lucas, explica el uso de la palabra
«profetiza» de Mateo, que en caso contrario habría quedado oscuro y
aun absurdo.
De nuevo Mateo 13:2: «Y acudió a él mucha gente, tanta que subió a
sentarse en la barca, y toda la gente estaba de pie en la playa.» Aquí el
artículo definido indica un barco particular que Mateo no especifica. Pero
Marcos viene en su ayuda y claramente explica la afirmación (3:9): «Y les
dijo a sus discípulos que le tuviesen lista una barca, a causa del gentío,
para que no le estrujaran.» Estos dos pasajes juntos identifican el barco.
Lo mismo Juan 6:5: «Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a
él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De
196
dónde compraremos panes para que coman éstos?» Éste es uno de sólo
dos lugares en el Evangelio en que Jesús se dirige a este apóstol. Pero
¿por qué preguntárselo a Felipe en vez de a otro de los demás? Hay otros
dos pasajes, uno en Juan y el otro en Lucas, que nos proporcionan la
explicación. En Juan 1:44 leemos que «Felipe era de Betsaida». En Lucas
9:10 vemos que la escena del suceso, el milagro de la alimentación de
cinco mil, era «un lugar desierto que pertenecía a la ciudad de Betsaida».
La razón para dirigirse a Felipe en vez de a otro de los discípulos, pues, es
clara. Betsaida era la ciudad donde vivía Felipe; y, naturalmente, él
conocía mejor la localización de las panaderías que los otros. En Juan 6,
en que se hace la pregunta, ni se habla del lugar de la alimentación ni se
dice remotamente que estaba relacionado con la ciudad de Betsaida; y
en Lucas, en el relato del milagro, no dice que fue a Felipe a quien se hizo
la pregunta. Pero cuando se ponen todos los pasajes juntos, aparece la
sorprendente coincidencia, y la explicación queda completa.
También Juan 18:10: «Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la
desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja
derecha. Y el siervo se llamaba Maleo.» Se ha objetado que no hay en
parte alguna noticia del arresto y castigo de Pedro por su ataque y
resistencia a la autoridad armada; y que, por tanto, esto no ocurrió
nunca. Hay un pasaje en Lucas que explica el fallo en el arresto:
«Entonces Jesús tomó la palabra, y dijo: ¡Dejad! ¡Basta ya! Y tocándole la
oreja, le sanó.»273 La curación de la oreja explica por qué no tuvo lugar el
arresto; porque si se hubiera hecho acusación, no habría habido
evidencia de la gravedad de la ofensa. En realidad, los testigos contra
Pedro habrían quedado confundidos y humillados como resultado del
milagro; y podrían haber sido echados del tribunal

197
como acusadores maliciosos. Así pues, el fallo en el arresto es una
corroboración silenciosa de la afirmación de que el suceso ocurrió y que
el milagro tuvo lugar Bajo el tercer título, de «la confirmación de la lógica
o razón», bastará un solo ejemplo.
Juan 20:4: «Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más
aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.» El «otro discípulo» era san
Juan, el cual se concede, en general, que era el más joven de los após-
toles. Y san Pedro, a juzgar por Juan 21:18, era bastante más avanzado en
años. ¿Qué podía ser más natural que el hecho de que el joven pudiera
correr más aprisa que el más viejo y llegar antes al sepulcro? ¿Qué mejor
prueba podemos esperar del hecho de la bondad y modestia en la
juventud con respecto a la edad madura, algo que hacía que Jesús tuviera
más cariño a Juan que a los demás, que lo que hemos visto aquí, que el
joven espera la llegada del de más edad antes de empezar a explorar la
tumba abandonada?
Hay muchos otros ejemplos, puesto que las historias del Evangelio están
llenas de ellos; pero los mencionados se consideran suficientes para
iluminar la teoría de la corroboración. Los ejemplos de la confirmación in-
terna en los relatos del Nuevo Testamento son especialmente
convincentes. Son argumentos y pruebas con el carácter de coincidencias
no planeadas que, por la misma naturaleza de las cosas, excluyen toda
posibilidad de connivencia o fraude. En la mayoría de los casos son
expresadas en una sola frase y representan un pensamiento aislado
corroborativo de algún otro expresado en otra parte. Aunque pequeños,
aislados y fragmentarios, como partículas de dinamita, operan con fuerza
irresistible cuando son recogidos y combinados.
Una vez más llama la atención el hecho de que estas discrepancias niegan
completamente la idea de que los escritores del Evangelio eran
conspiradores, empeña- 198
dos en el propósito común de engañar a la humanidad al publicar una
historia falsa ante el mundo. No hay nada más absurdo que suponer que
unos hombres que conspiraran para perpetrar un fraude, descuidaran un
principio fundamental que se halla por debajo de toda conspiración con
éxito, esto es, la creación y mantenimiento de una congruencia debida y
razonable entre las palabras y los hechos de los conspiradores en la
formulación de los planes para realizar el propósito común. Así pues, si
no hubo acuerdo previo, el hecho de que cuatro hombres, que escriben
en tiempos y lugares diferentes, concurran en dar un marco sustancial de
la misma historia, es una de las pruebas más fuertes de la credibilidad de
los escritores y de la veracidad de sus relatos. Y en este punto, repitiendo
el testimonio de un gran escritor, podemos añadir: que «en cierto
número de testimonios concurrentes sobre los que no hay acuerdo
previo, hay una probabilidad muy clara de lo que puede llamarse la suma
de las probabilidades resultantes del testimonio de los testigos; una
probabilidad que seguiría válida incluso en el caso que los testigos fueran
de tal carácter que no merecieran confianza en absoluto. Esta
probabilidad resulta del hecho de la concurrencia misma. El que esta
concurrencia brotara por casualidad, es como la relación de uno al
infinito; en otras palabras, es moralmente imposible. Por tanto, si se
excluye el concierto previo, no queda otra causa como no sea la realidad
del hecho».274 Apliquemos esta teoría de la probabilidad, que surge de
testimonios concurrentes en que no hay acuerdo previo, al caso de los
evangelistas, y al punto quedamos convencidos de que son veraces y que
sus historias son verdaderas.
Consideremos la conformidad del testimonio de los evangelistas con la
experiencia humana. Ésta es la cuarta prueba legal de la credibilidad de
los testigos prescrita por Starkie.
199
La conformidad del testimonio con la experiencia es una de las pruebas
más potentes y es aplicada por todas partes para verificar la credibilidad
de los testigos. Y se puede hacer notar que su aplicación no está
confinada a procedimientos judiciales o a tribunales de justicia. No se
requiere preparación profesional para hacerla más efectiva. El herrero y
el carpintero, lo mismo que el juez y el jurado, la emplean en cada
operación mental donde las afirmaciones de otros son sometidas a
análisis e investigadas. Si se propone una nueva teoría cuya corrección es
puesta en duda, la prueba de la experiencia es aplicada al instante. Si no
está en armonía con lo que hemos visto y oído y sentido, generalmente la
rechazamos; o bien, por lo menos, dudamos de ella. Si un explorador
regresa de las regiones del Ártico y nos dice que ha visto naranjas, como
las de Florida, que crecen en árboles cerca del Polo Norte, no le
creeremos. Ni tampoco daremos crédito a la afirmación de un viajero de
la América del Sur que nos dice que ha visto osos polares pastando por
las riberas del Amazonas. Estas afirmaciones son totalmente incom-
patibles con lo que nosotros sabemos acerca de las condiciones
esenciales para el cultivo de la naranja, y de los hábitos y las necesidades
climáticas bien conocidas de los osos polares. Un antiguo documento que
esté fechado del tiempo de Washington y de la Revolución
norteamericana y contenga historias sobre ferrocarriles, teléfonos y luz
eléctrica, sería reconocido al instante como espurio, debido a que
nuestra propia experiencia, así como los hechos de la historia, nos dicen
que no había estas cosas en los días de Washington y la Revolución
norteamericana. Éstas son simples ilustraciones de la aplicación de la
prueba de la experiencia en los procesos mentales del sopesar y cribar el
testimonio de los demás.
Ahora bien, no se ha hecho ninguna objeción seria a
200
la credibilidad de los escritores del Evangelio, bajo la prueba de la
conformidad de sus afirmaciones con la experiencia, excepto en la
cuestión de los milagros. Se admite en general, incluso por parte de los
escépticos, que los hechos afirmados en los relatos del Nuevo Tes-
tamento pueden haber ocurrido en el curso debido a la naturaleza y que
están en armonía con la experiencia humana, excepto, repetirnos en lo
que se refiere a los milagros.
Unos pocos escépticos han declarado que un milagro es una
imposibilidad y que los evangelistas eran o bien engañadores o gente
engañada cuando escribieron sus relatos de las milagrosas
demostraciones de Cristo; y que, fueran embaucadores o embaucados,
no son dignos de confianza. El gran adversario a la teoría de los milagros,
entre los que afirman su imposibilidad, es Spinoza, que ha escrito esto;
«Un milagro, sea contrario a la naturaleza o por encima de la naturaleza,
es un puro absurdo. No sucede nada en la naturaleza que no siga sus
leyes; y estas leyes e extienden a todo lo que entra en la mente divina; y,
finalmente, la naturaleza actúa en un curso fijo e inmutable, de donde se
sigue que la palabra "milagro” sólo puede ser comprendida en relación
con las opiniones de la humanidad, y no significa otra cosa que un
suceso, un fenómeno, cuya causa no puede ser explicada por otro
ejemplo familiar... Podría decirse que un milagro es aquello cuya causa
no puede ser explicada por nuestra comprensión natural a partir de los
principios conocidos de las cosas naturales.»
El antagonismo radical de Spinoza a la doctrina de los milagros, según los
refieren las escrituras del Nuevo Testamento, era el resultado legítimo de
su filosofía peculiar. Era un panteísta, e identificaba a Dios con la
naturaleza. No creía en un Dios personal, separado y superior a la
naturaleza. Repudiaba la teoría de un
201
reino espiritual que tuviera un soberano espiritual a quien la tierra y la
naturaleza estuvieran sometidas y le obedecieran. Por tanto, toda
manifestación de poder que él no pudiera identificar con una fuerza
natural él creía que era irreal, si no engañosa y fraudulenta, puesto que
no podía imaginar nada superior a la naturaleza que pudiera haber
creado el fenómeno. Su negativa a los milagros era, pues, solamente una
negación de la existencia de un Dios personal que con su palabra formó la
tierra en el principio; y que desde entonces, con su ojo paternal vigilante,
sigue sus movimientos y controla su destino.
La cuestión de los milagros es realmente una cuestión de fe y no un
problema de la ciencia. Es imposible demostrar o desmentir la naturaleza
de un milagro mediante una demostración física. En otras palabras, es
imposible analizar un milagro desde el punto de vista de la química o la
física. La ejecución de un milagro, no obstante, puede ser probada por el
testimonio humano ordinario, como puede ser probado cualquier otro
suceso. Podemos testificar del hecho sin ser capaces de entender o
demostrar la causa.
Los que creen que hay fuerzas claramente espirituales, así como fuerzas
físicas en el universo; que hay en algún punto un Ser espiritual
omnisciente y omnipotente, que basta con que quiera para crear un
planeta o destruir la materia a fin de conseguir un resultado deseado,
pueden creer fácilmente en el ejercicio del poder milagroso. Los que
creen en el relato de la creación de la Biblia, que Dios dijo al principio:
«Hágase la luz, y fue la luz», no hallan dificultad en creer que Jesús
convirtió el agua en vino o hizo que el cojo andara, si creen que Él era el
mismo Dios «manifestado en carne« Una divinidad que, en la mañana de
la creación, hizo salir con su palabra algo de la nada, no sería, sin duda,
impotente para restaurar la vida a Lázaro o la vista a Bartimeo.
202
La dificultad de la filosofía de Spinoza es que su propia suma sacerdotisa
— la Naturaleza— parece estar haciendo constantemente milagros bajo
su propia definición; y milagros, también, que se acercan muy íntima-
mente a las maravillas que se dice fueron obradas por Cristo. La leche es
recibida en el estómago, sometida a los procesos distintos de la
digestión, y luego pasa a la sangre y finalmente se transforma en hueso y
carne. El paso final de este proceso de transformación es totalmente
desconocido y, quizá, no conocible por parte de los científicos. No hay
misterio más profundo que sugerido por las escrituras del Nuevo
Testamento. La conversión del agua en vino no es más extraña ni más
incomprensible que la transformación de leche en carne y hueso. Se
puede admitir que los elementos químicos son los mismos a lo largo de
un proceso y gerentes en el otro. Sin embargo, los resultados de ambos
que dan perfectamente descritos en la definición de Spinoza: «que un
milagro es aquello cuya naturaleza no puede ser explicada por nuestra
comprensión natural de los principios conocidos de las ciencias naturas».
Se puede hacer notar verdaderamente que la naturaleza por todas partes
y en todos los tiempos obra maravillas en armonía y paralelo con los
milagros obraos por las fuerzas espirituales del universo. El milagro
soberano de Dios puede ser descrito como el cambio de hombre, con
todos sus pecados e imperfecciones en un espíritu alado, haciéndole
capaz de abandonar esta tierra vulgar y ordinaria para vivir en las esferas
celestiales. La naturaleza, en su forma modesta, Procura imitar el
portento al transformar la oruga una mariposa, haciéndole capaz de
abandonar el estercolero por una vida entre las flores.
Spinoza insiste en que los milagros son Imposibles porque «la naturaleza
sigue un curso fijo e inmutable»- Pero ¿es verdad esto? ¿Son las leyes de
la naturaleza
203
invariablemente uniformes? ¿No parece la naturaleza, a veces, cansarse
de la uniformidad y decidir tomar la libertad para crear aquello que
podemos decir es un milagro, un fenómeno o un capricho? Moviéndose
en lo que Spinoza se complace en llamar un «curso fijo e inmutable», la
naturaleza proporciona a un polluelo dos patas y a una serpiente una
cabeza. Pero ¿qué pasa cuando los polluelos nacen con tres patas y las
serpientes con dos cabezas, como se ve con cierta frecuencia? ¿Estaba la
naturaleza moviéndose en un curso fijo e inmutable cuando fueron
creadas estas cosas? ¿Podía haber explicado Spinoza estos fenómenos
con su «comprensión natural de los principios conocidos de las cosas
naturales»? ¿Se habría contentado Spinoza con llamarlos «accidentes»
naturales o «caprichos»? No obstante, son milagros bajo otra definición;
y todo este tema ha de ser discutido y debatido con referencia a algún
estándar o definición de milagro. Si la naturaleza, de vez en cuando, en
momentos de desvarío o de humor si se quiere, trastorna sus propias
leyes y crea lo que podemos llamar «monstruos», ¿por qué no podemos
creer que el buen Dios que ha creado la naturaleza, a veces, no pueda
suspender de modo temporal las leyes que Él ha hecho para el gobierno
del universo, o incluso dedicarlas a propósitos nuevos y extraños en la
creación de estos fenómenos nobles que llamamos milagros?
Otros escépticos, como Renán, no niegan la posibilidad de los milagros,
pero simplemente se contentan con afirmar que no hay suficiente prueba
de que existan estas cosas o que hayan ocurrido nunca. Lo hacen re-
pudiando el testimonio de los evangelistas en este aspecto. «No es,
pues», dice Renán, «en el nombre de esta o aquella filosofía, sino en el
nombre de la experiencia universal, que excluimos el milagro de la
historia. Sólo decimos que hasta aquí nunca se ha demostrado un
204
milagro». Entonces el biógrafo y filósofo bretón nos da su idea de los
experimentos que habría que hacer para poder proporcionar prueba
adecuada de que ha sido realizado un milagro. «Si mañana», dice, «un
taumaturgo se presentara con credenciales suficientemente importantes
para ser discutido y se anunciara como capaz, digamos, de levantar a los
muertos, ¿qué es lo que haríamos? Se nombraría una comisión
compuesta de fisiólogos, físicos, químicos y personas acostumbradas al
criticismo histórico. Esta comisión escogería un cadáver, se aseguraría de
que está muerto de veras, seleccionaría una habitación en que hacer el
experimento y ordenaría todo un sistema de precauciones, de modo que
no quedara lugar alguno para la duda. Si bajo estas circunstancias se
efectuara la resurrección, quedaría establecida una probabilidad
prácticamente igual a la certeza. Como, naturalmente, debería ser
posible repetir siempre el experimento y hacer de nuevo lo que se ha
hecho una vez; y como, en el orden del milagro, no puede haber
discusión de la facilidad o dificultad, el taumaturgo sería invitado a
reproducir su acto maravilloso bajo otras circunstancias, en otros
cadáveres y en otro lugar. Si el milagro tuviera lugar cada vez, quedarían
probadas dos cosas: primero, que ocurren sucesos sobrenaturales en
este mundo; segundo, que el poder de producirlos pertenece o es
delegado a ciertas personas. Pero ¿quién no ve que no se ha realizado
nunca un milagro en condiciones semejantes; sino que, hasta aquí, el
taumaturgo ha escogido el material del experimento, el lugar y el
público?»275 Esto es un extracto de la célebre Vida de Jesús de Renán, y
su objetivo es demoler el relato que da el Evangelio de los milagros de
Cristo. No es mucho decir que el gran escéptico ha fallado en exhibir su
acostumbrada imparcialidad en el argumento. Indirectamente ha com-
parado a Jesús con un taumaturgo, y ha afirmado, por
205
inferencia, que en la ejecución de sus milagros Él «escogió el material de
su experimento, el lugar y el público». Todo estudiante de la historia del
Nuevo Testamento sabe que esto no está en conformidad con los hechos
y circunstancias que rodean la ejecución de los milagros de Cristo. Es
cierto que en ellos la curiosidad vulgar y la incredulidad suspicaz no
quedaron gratificadas por la presencia de «fisiólogos, físicos y químicos»
citados expresamente para el caso, pero es igualmente cierto que a estas
personas no se les impidió que estuvieran presentes; que no hubo
intento alguno de mantener la cosa secreta o escondida; que nunca se
escogió la materia del experimento, el lugar particular o la audiencia. Los
milagros del Nuevo Testamento fueron obrados, en general, al aire libre,
por la calle, el camino, la ladera de un monte, en la presencia de muchas
personas, algunas amigas y otras enemigas de Jesús. No hubo búsqueda
o anuncio de materias a experimentar. En vez de escoger el material, el
lugar y el público, Jesús ejerció sus poderes milagrosos sobre aquellos
que acudieron voluntariamente a Él sufriendo de algunas enfermedades
espantosas y pidiéndole que los curara. En algunos casos la dolencia era
ya antigua y bien conocida en el pueblo. La curación fue hecha en público
y presenciada por numerosas personas.
Renán sugiere que los taumaturgos mencionados en su ilustración
tendrían que repetir el acto de la resurrección del muerto antes que
pudiera creérseles. Esto nos recuerda que Jesús obró muchos milagros.
En los relatos del Evangelio hay consignados más de cuarenta; y al final
del Evangelio de san Juan se da a entender claramente que hizo muchos
más, que no han quedado registrados. En mi opinión, considero que
todos ellos muestran de modo más que suficiente sus poderes
milagrosos.
Sea cual sea la forma de infidelidad que se asuma en
206
el antagonismo a la doctrina de los milagros, se hallará que la idea central
es que no se fundan en la experiencia; y que esta prueba de credibilidad
falla en el caso de los escritores del Evangelio porque ellos, a propósito,
consignaron sucesos imposibles. Sería inútil intentar menospreciar el
valor de esta prueba particular; pero hay que observar que esta prueba
es falaz, a menos que sea propiamente definida y limitada. Hay que
recordar que la experiencia de un hombre, nación o generación no es por
necesidad la de otro hombre, nación o generación. Los procesos
mecánicos exactos empleados por los egipcios para levantar las
pirámides siguen siendo un misterio para los científicos modernos, como
una transmisión por radiotelegrafía lo seria para un salvaje de Nueva
Guinea. El Oriente y el Occidente presentan el uno al otro formas de una
diversidad casi milagrosa en los estilos, hábitos y costumbres referentes a
los modos de vivir y de pensar. «El francés dice: 'Yo soy el mejor tintorero
del mundo, nadie puede igualarme y nadie puede sobrepasar a Lyon en
este arte". Sin embargo, en Cachemira, en que las chicas hacen chales
que valen 30.000 dólares, pueden mostrar más de 300 colores distintos,
que el francés no sólo no puede hacer sino que ni aun puede distinguir.»
Sir Walter Scott, en sus Historias de los Cruzados, describe una
emocionante reunión entre el turco Saladino y el inglés Ricardo Corazón
de León. Saladino le pide a Ricardo que le dé una muestra de su
maravillosa fuerza. El monarca normando recoge una barra de hierro del
suelo de la tienda y la parte en dos. El mahometano se queda
asombrado. Ricardo, entonces, le pregunta qué puede hacer él. Saladino
le replica que no puede partir en dos una barra de hierro, pero que
puede hacer algo igualmente maravilloso. Con lo que agarra un cojín de
plumón del sofá y lo saja de un tajo con su hoja templada de acero
damasceno; el cojín cae partido
207
en dos. Ricardo exclama asombrado: «¡Esto es arte de magia: es el
diablo; no se puede cortar lo que no ofrece resistencia!» Aquí se
encuentran la fuerza occidental y la magia oriental y obran lo que le
parecen milagros al otro. En su gran artículo sobre "Las artes perdidas",
Wendell Phillip dice que un tal George Thompson le dijo que había visto a
un hombre en Calcuta echar un puñado de hilo de seda en el aire y que
un hindú lo había cortado en pedazos con su sable. Un espadachín
occidental no puede hacer una cosa semejante.
Los objetores a los milagros preguntan, con frecuencia, por qué no
pueden ejecutarse hoy día, por qué no los vemos nunca. A lo cual se
puede replicar que, bajo la definición de Spinoza, hay milagros que son
realizados cada día, no sólo por la naturaleza, sino por el hombre. ¿Por
qué llamar a Édison «el mago», a menos que el público crea esto? Pero
¿es algún argumento con valor el decir contra los milagros de Jesús que
hoy no se ven cosas similares? ¿No hay cosas realizadas en el pasado que
nunca se repetirán? Nos hemos referido a las pirámides de Egipto y al
arte perdido implicado en su construcción. Una nueva ilustración se
puede hallar en el origen del hombre. Una de estas dos teorías es induda-
blemente cierta: que el primer hombre y la primera mujer vinieron al
mundo sin haber nacido de otro; o que el hombre y la mujer son los
productos de la evolución a partir de animales de órdenes inferiores. No
se han propuesto nunca otras teorías en cuanto al origen de la raza
humana. Ahora bien, es cierto que las generaciones modernas nunca han
tenido experiencia de ninguna de estas cosas, porque todos los seres
humanos de hoy indudablemente han nacido a partir de otros seres
humanos; y es cierto que el proceso de la evolución cesó hace mucho
tiempo, puesto que los hombres y las mujeres eran tan perfectos física y
mentalmente hace cuatro mil años como lo son hoy día.
208
En otras palabras, los procesos que originaron al hombre son cosas del
pasado, puesto que no tenemos experiencias del tipo de las del Jardín del
Edén, ni hay ninguna metamorfosis universal de monos que esté en
progreso. Por tanto, el decir que los milagros de Jesús no sucedieron
porque no vemos cosas semejantes hoy en día, es negar las ocurrencias
indudables de la historia y los desarrollos de la vida humana porque estas
ocurrencias y desarrollos no nos son familiares a nosotros y a nuestra
generación.
El denunciar algo como falso porque uno no lo ha visto individualmente,
sentido y palpado, sería limitar penosamente el alcance de la visión
mental. El horizonte intelectual no se extendería mucho si no pudiéramos
añadir a nuestra experiencia las de otros a quienes no hemos visto ni
conocemos. Recibimos informes, por despachos telegráficos, de viajeros
a quienes hemos de considerar como verídicos, aunque lo que dicen
puede que no tenga relación alguna con cosas que hayamos visto u oído.
O bien, ¿seríamos tan necios como el rey de Siam, que rechazó la historia
del embajador holandés de que en Holanda el agua se helaba con
frecuencia en una masa sólida? En el clima caluroso de los trópicos de las
Indias Orientales el rey no había visto nunca agua helada, y por tanto
rehusó creer que existiera una cosa así en parte alguna.
La experiencia es una prueba muy lógica y razonable si es
suficientemente extensa para tocar todas las fases materiales del tema o
materias que se investiga. Es en extremo peligroso el insistir en juzgar el
universo material y espiritual, con su infinita variedad de formas y
cambios, por la experiencia limitada de una vida simple y aislada o por los
estándares particulares de una edad o raza. Sería imposible una
civilización progresiva bajo una aplicación así de la prueba, puesto que
cada generación de hombres tendría que empezar de nuevo y se
209
vería restringida a los resultados de su propia experiencia. El poner en
vigor una doctrina así impediría, además, la aceptación de las verdades
de la naturaleza descubiertas por el gentío inventivo o desarrolladas por
la investigación física o química, hasta que estas verdades hubieran
pasado a ser una experiencia universal. Todo hombre se hallaría entonces
en la posición del ciudadano incrédulo, el cual, habiendo oído que había
sido enviado un mensaje por alambre desde Baltimore a Washington
anunciando el nombramiento de James K. Polk para la presidencia,
rehusó creer en mensajes telegráficos, a menos que pudiera estar él en
los dos cabos de la línea al mismo tiempo. El arte de la telegrafía era una
realidad, sin embargo, a pesar de su incredulidad e inexperiencia. Los
salvajes americanos que por primera vez contemplaban los barcos de
Colón pensaban que eran enormes aves del cielo, y se negaban a creer
que eran botes, debido a que, juzgando por su experiencia, nunca habían
visto canoas con alas tan inmensas. Herodoto nos habla de unos soldados
atrevidos que avanzaron por la costa de África más allá de los límites que
se acostumbraba visitar en aquellos días. Al regresar a su país de origen
dieron un informe maravilloso de su viaje y contaron, en realidad, la his-
toria de que habían alcanzado un país en que las sombras caían hacía el
Sur al mediodía, y su informe fue recibido con incredulidad por los
habitantes de las costas del Mediterráneo, porque la única experiencia de
éstos era que la sombra de una persona siempre se dirigía hacia el Norte;
y se negaron a creer que las sombras pudieran proyectarse de otro
modo. Pero el informe de los soldados era cierto, después de todo.276
Estas simples ilustraciones nos enseñan que seres distintos de nosotros
han tenido experiencias que no sólo son diferentes de cualquiera de las
que nosotros hemos tenido, sino que incluso quedan, de modo tem-

210
poral o permanente, más allá de nuestra comprensión. Y la moraleja de
esta verdad, cuando se aplica a las afirmaciones de los evangelistas
respecto a los milagros, es que los individuos y testigos afortunados de
los poderes milagrosos de Jesús pudieron poseer experiencias que
nosotros no tendremos nunca y que ahora no podemos comprender de
modo claro.
5)En quinto y último lugar veamos la coincidencia de su testimonio con
circunstancias colaterales.
Ésta es la prueba principal de la credibilidad en todos aquellos casos en
que el testigo cuyo testimonio ha sido reducido a escrito ha muerto, está
ausente o se ha vuelto loco. Bajo tales circunstancias es imposible aplicar
lo que pueden ser llamadas pruebas personales del tipo del examen
cruzado, esto es, usar métodos para verificar la presencia de rasgos como
prejuicios, parcialidad y conducta personal, en la misma extensión en que
lo hacemos cuando el testigo está todavía vivo y testifica oralmente.
Cuando todo lo que tenemos es un relato escrito, su confiabilidad sólo
puede ser averiguada mediante una inspección detallada de cada una de
sus partes, comparándolas una con otra, y luego con los hechos y
circunstancias colaterales y contemporáneas. El valor de esta prueba es
extraordinario, y Greenleaf ha enunciado plena y concisamente la base
sobre la cual reposa. «Todo suceso», dice, «que en realidad se deja
conocer, tiene una relación y lugar apropiados en la vasta complicación
de circunstancias en que consisten los asuntos de los hombres; debe su
origen a los sucesos que le han precedido, está íntimamente relacionado
con todos los demás que ocurren al mismo tiempo y lugar, y con
frecuencia con los de regiones remotas, y a su vez da nacimiento a
numerosos otros que a su vez ocurren. En toda esta textura inconcebible
y aparente discordia hay una armonía perfecta; y si bien el hecho que
realmente sucede encaja exactamente con 211
cada uno de los demás sucesos o incidentes relacionados con el mismo
aunque sea en el grado más remoto, no es posible que el ingenio del
hombre se invente una historia que, si se compara con minuciosidad con
las ocurrencias reales del tiempo y lugar, no se pueda mostrar que es
falsa».277
Este principio ofrece un vasto campo a la habilidad del que examina por
el método cruzado, y le permite con frecuencia obtener la verdad o
establecer la falsedad allí donde otras pruebas han fallado. Es un
principio bien conocido por el perjuro y por el que soborna testigos. La
multiplicidad de detalles es evitada con afán por los testigos falsos, que la
temen particularmente y sienten que la seguridad se halla en confinar su
testimonio, en cuanto esto les sea posible, a un solo hecho. Cuando los
testigos son demasiado ignorantes para entender este principio y
apreciar el peligro, su abogado, si carece de escrúpulos y no tiene
inconveniente en usar testimonio corrupto, con toda seguridad les
advertirá que se callen. El testigo sólo sabrá y «recordará» aquello sobre
lo cual se le ha instruido previamente. El resultado será que su
testimonio, especialmente en aquellas cosas en que es obligado a
testificar por el tribunal, se mostrará vacilante, restringido, desigual y
artificial. Se traicionará a sí mismo por una vacilación evidente en la
cuestión de comprometerse en algún punto particular sobre el cual no ha
sido entrenado. El testigo verídico, por otra parte, es ingenuo, franco y
abundante en sus afirmaciones. Muestra estar dispuesto a contestar toda
clase de preguntas, incluso las que se refieren a los detalles más
minuciosos, y da la impresión de ser totalmente indiferente a la
verificación o la contradicción. El conjunto de su testimonio es, pues,
igual, natural y sin restricciones.
Ahora bien, las últimas características marcan cada una de las páginas de
las historias del Nuevo Testa- 212
mentó. Los escritores de los Evangelios escribieron con la máxima
libertad, y registraron en detalle y de modo minucioso las costumbres,
hábitos, estilo y los hechos históricos contemporáneos de sus vidas. La
naturalidad y franqueza de sus escritos es simplemente maravillosa. En
parte alguna se ven intentos de esconder, enmendar o reconciliar. No
hay exclamaciones introductorias ni explicaciones subsiguientes que
igualmente caracterizan el falso testimonio. Eran, al parecer, totalmente
indiferentes a si se les creía o no se les creía. Sus relatos parecen decir:
Estos datos son verdaderos; y si el mundo los rechaza, rechaza hechos
históricos. Una franqueza y seguridad así son siempre impresionantes; y
en todo foro de debate son considerados de modo indiscutible como
señales de veracidad.
Los evangelistas, hay que admitir, se daban perfecta cuenta del peligro
de un exceso de detalles en la cuestión del falso testimonio, y habrían
vacilado en comprometerse en tantos puntos si sus afirmaciones
hubieran sido falsas. Ya hemos notado la opinión del profesor Holtzmann,
de Heidelberg, de que los Evangelios Sinópticos fueron redactados entre
los años 60 y 80 de nuestra era. En aquel tiempo es seguro que había
todavía muchas personas vivas que estaban familiarizadas con los
sucesos de la vida y enseñanzas del Salvador, así como con los numerosos
hechos y las circunstancias relacionadas con los escritores sagrados. San
Pablo, en 1 Corintios 15:6, habla de quinientos hermanos a quienes el
Jesús resucitado se apareció una vez; y añade: «la mayor parte de los
cuales siguen vivos al presente, si bien algunos duermen». Hay que
recordar que este grupo particular de unos doscientos cincuenta, más o
menos, no eran los únicos que existían entonces que tenían un recuerdo
claro del Señor, sus enseñanzas y sus milagros. Todavía vivían muchos
que habían sido curados por Él, niños que se habían
213
sentado sobre sus rodillas y habían sido bendecidos por Él, y muchos
miembros del partido farisaico y de la aristocracia saducea que le habían
perseguido y le habían hecho ejecutar, que indudablemente vivían
todavía y tenían un vivo recuerdo de los sucesos del ministerio del
Nazareno. Estas personas se hallaban en posición de desmentir con su
conocimiento personal las afirmaciones falsas que pudieran haber hecho
los evangelistas. El darse cuenta de este hecho tenía que haber sido un
estímulo muy fuerte para decir la verdad. Pero no sólo no son
contradichos los Evangelios por los escritores contemporáneos; es que no
son desmentidos tampoco por la investigación científica o histórica pos-
terior. Y en este punto vamos a hacer una aplicación directa de la prueba
de la coincidencia de su testimonio con la historia colateral y
contemporánea. Para este propósito, a modo de ilustración, sólo
citaremos hechos de la historia profana corroborativos de las circunstan-
cias relacionadas con el juicio y crucifixión del Señor. En primer lugar, los
evangelistas nos dicen que Poncio Pilato presidió en el juicio de Cristo.
Tanto Josefo como Tácito nos dicen que Pilato era gobernador de Judea
en aquel tiempo.278
En Juan 18:31 leemos: «Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y
juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está
permitido dar muerte a nadie.» A través de muchos historiadores
profanos, antiguos y modernos, sabemos que el poder de vida y muerte
había sido quitado a los judíos e investido en el gobernador romano.279 En
Juan 19:16, 17 ocurre este pasaje: «Así que entonces lo entregó a ellos
para quie fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron. Y él,
cargando su cruz, salió al lugar...» Esta frase corroborativa se halla en
Plutarco: «Toda clase de maldad produce su clase particular de tormento;
tal como cada malhechor, cuando es llevado a la ejecución, lleva su
propia cruz.»280 213
En Mateo 27:26 leemos: «Y cuando le hubieron azotado lo entregaron
para ser crucificado.» Los azotes eran un acto preliminar a la crucifixión
entre los romanos, según afirman varios escritores antiguos, entre ellos
Josefo y Livio. Los siguientes pasajes proceden de Josefo:
Al cual, habiéndole azotado con azotes, crucificaron.281 Habiéndole azotado, le
crucificaron frente a la ciudadela282. Le quemaron vivo, habiéndole primero
azotado.283
De Livio será suficiente una sola frase:
Se los llevaron a todos, los azotaron con varas y los decapitaron.284
En Juan 19:19, 20 leemos: «Escribió también Pilato un título, y lo puso
sobre la cruz, el cual decía... y estaba escrito en hebreo, en griego y en
latín.» Ésta era una costumbre entre los romanos, el fijar o clavar la acu
sación contra el criminal al instrumento de su castigó’ según vemos en
varios escritores antiguos, entre ellos Suetonio y Dion Casio. En Suetonio
ocurre esta frase' «Entregó al padre de la familia a los perros, con este
título: "Un gladiador, impío en su habla285 Y en Dion Casio hay lo
siguiente: «Habiéndole hecho pasar por en medio del tribunal o
asamblea, con un escrito que indicaba la causa de su muerte, y después le
crucificaron.»286
Y, finalmente, leemos en Juan 19:32: «Vinieron, pues los soldados, y
quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido
crucificado con él.» Por un edicto de Constantino fue abolido el castigo de
crucifixión. Hablando en elogio de este edicto, un célebre escritor pagano
menciona las circunstancias del acto del quebrar las piernas: «Era un
hombre compasivo

215
hasta tal punto», dice el escritor, «que fue el primero en descartar este
antiguo castigo, la cruz, con el quebrantamiento de las piernas».287
Si dejamos el reducido círculo de hechos que se refiere al juicio y
crucifixión de Jesús con sus características corroborativas de la historia
contemporánea, y consideramos los relatos de los Evangelios en
conjunto, hallaremos que son confirmados y corroborados por los hechos
y enseñanzas de la historia y experiencia universales. Un examen de los
relatos nos revelará también un elemento divino en ellos que
proporciona pruebas concluyentes de su veracidad y confiabilidad. Una di
scusión del elemento divino o espiritual en las historias de los Evangelios
sería ajena al propósito de este tratado. En las páginas finales de la
primera parte dedicaremos atención al elemento humano en los relatos
del Nuevo Testamento. Esto no será nada más que una elaboración de la
quinta prueba legal de credibilidad mencionada por Starkie.
Con elemento humano o histórico de credibilidad en las historias de los
Evangelios queremos decir la semejanza o parecido en materias de
representación de hecho a otras materias de representación de hecho
que hallamos consignadas en historias seculares de autoridad estándar
que tenemos costumbre de aceptar como verídicas. Las relaciones de los
hechos históricos entre sí, y las conexiones y coincidencias de cosas
conocidas o creídas como verdaderas con otras que se quiere probar,
forman una base fundamental de creencia, y son, por tanto, modos
fiables de prueba. La lectura más somera del Nuevo Testamento sugiere
ciertos parecidos sorprendentes entre los sucesos narrados allí y ocu-
rrencias históricas bien conocidas referidas por historiadores seculares
cuyas afirmaciones son creídas de modo implícito. Saquemos algunos
paralelos y llamemos la atención a unas pocas de estas semejanzas.
216
Describiendo la angustia del Salvador en el Jardín, Lucas dice: «Y estando
en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas
de sangre engrumecidas que caían sobre la tierra.»288 Este extraño
fenómeno de «un sudor de sangre» ha sido de rara ocurrencia en la
historia del mundo, por lo que el suceso de Getsemaní ha sido negado
con frecuencia. El relato del mismo ha sido adscrito a la imaginación
enfervorizada del tercer evangelista al registrar los errores de la
tradición. Y, con todo, hay casos similares bien probados en obras de
escritores seculares. Tissot informa de un caso de «un marinero que se
quedó tan aterrorizado por una tempestad, que de miedo cayó, y su
rostro sudaba sangre mientras el tiempo que duró la tempestad, sudor
que volvía a reaparecer cuando era enjugado».289 Schenck cita el caso de
una «monja que cayó en manos de soldados; y al verse rodeada por es-
padas y dagas que la amenazaban de muerte, entró en tal pánico y
agitación que sudaba sangre por todo el cuerpo, y murió de hemorragia a
la vista de sus atacantes».290 Escribiendo sobre la muerte de Carlos IX de
Francia, Voltaire dice: «La enfermedad que terminó con él es muy rara; la
sangre le salía de todos los poros. Esta dolencia, de la cual hay algunos
ejemplos, es el resultado o bien de un temor excesivo, de una pasión
furiosa, o de un temperamento melancólico y violento.»291 El mismo
suceso es descrito de esta manera por el historiador francés De Mezeray:
«Después de haber luchado con el vigor de su juventud y la energía de su
valor contra la enfermedad, al fin quedó reducido a su cama en el castillo
de Vincennes, hacia el 8 de mayo de 1574. Durante las dos últimas
semanas de su vida su constitución hizo extraños esfuerzos. Fue afectado
de espasmos y convulsiones de extrema violencia. Se agitaba
continuamente y le manaba sangre de todas las aberturas del cuerpo,
incluso de los poros de la piel. 217
de modo que a veces se le hallaba bañado en un sudor de sangre. »292
Si el marinero, la monja y el rey de Francia se vieron afectados por el
«sudor de sangre», ¿por qué ha de parecer increíble que el hombre Jesús,
el carpintero de Nazaret, sufriera una dolencia similar? Si Tissot, Schenck
y Voltaire pueden ser creídos, ¿por qué rehusar creer a san Lucas? Si san
Lucas dijo la verdad a ese respecto, ¿por qué deberíamos dudar de sus
afirmaciones con respecto a otras materias de la vida, muerte y
resurrección del Hijo de Dios? ¿No corrobora Voltaire, el más brillante y
poderoso de los escépticos, en este particular al biógrafo de Cristo?
Pasemos a otro ejemplo de semejanza y corroboración. Al describir su
crucifixión, san Juan escribe lo siguiente: «Pero uno de los soldados le
abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.»293 El
criticismo escéptico negaba el relato del fluir la sangre y el agua del
costado del Salvador, porque, en primer lugar, los otros evangelistas no
mencionan esta circunstancia; y, en segundo lugar, era un hecho que no
se consideraba científico. Pero la ciencia médica moderna ha demostrado
precisamente que Jesús, según los relatos de los Evangelios, murió de
ruptura del corazón. Hacia mediados del siglo pasado, un célebre médico
y cirujano inglés, el Dr. Stroud, escribió un tratado titulado Physical Cause
of the Death of Christ. En este libro mostró muy claramente que la causa
inmediata de la muerte de Jesús en la cruz fue una ruptura cardíaca. Se
han aducido muchos argumentos para establecer este hecho. Entre
otros, se ha dicho que el corto período durante el cual la víctima
permaneció en la cruz y el gran grito antes de «entregar el espíritu»,
tiende a demostrar que murió de una ruptura del corazón. Pero la prueba
más sólida, según el autor de esta obra, es el hecho de que fluyeron
sangre y agua del muerto
218
cuando se le clavó una lanza en el costado. Esto, dice el Dr. Stroud, ha
sucedido con frecuencia cuando el corazón ha sido perforado
súbitamente después de la muerte por ruptura cardíaca. Dentro de unas
horas después de la muerte por esta causa, dice, la sangre
frecuentemente se separa en sus partes constituyentes o elementos
esenciales: crassamentum, una sustancia roja coagulada de color rojo
profundo, y el serum, un líquido acuoso pálido — popularmente llamado
agua y sangre, que fluyen separadamente si el pericardio y el corazón son
rasgados o perforados violentamente — En este tratado se citan
numerosas autoridades médicas, y la obra terminada es recomendada
por los médicos y cirujanos más famosos de Inglaterra.
Es muy probable que san Juan no supiera nada de la causa física del
fluido extraño de sangre y agua del costado de Jesús. Parece que tenía
miedo de que no se le creyera, porque en el versículo siguiente tiene cui-
dado de decir al mundo que lo ha visto personalmente: «Y el que lo vio
da testimonio, y su testimonio es verdadero: y él sabe que dice verdad,
para que también vosotros creáis.294
Aquí, de nuevo, la ciencia médica ha corroborado, en el asunto del fluir
agua y sangre del costado de Jesús, el simple relato del evangelista lleno
de afecto y mansedumbre.
Hay otra ilustración de semejanza, coincidencia y corroboración que nos
proporciona el incidente del arresto de Jesús en el Jardín. San Juan dice:
«Y cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron en tierra.»295 Éste es
sólo uno de los diversos casos mencionados en la historia en que
hombres ordinarios se quedaron desconcertados y paralizados en la
presencia de hombres ilustres contra los cuales habían planeado algún
mal. Cuando un soldado galo fue enviado por Sila a Minturna para dar
muerte a Mario, el viejo león romano, con los ojos flameantes, se levantó
y se dirigió hacia el 219
esclavo, el cual huyó aterrorizado del lugar, exclamando: « ¡No puedo
matar a Cayo Mario!»296 También sabemos por san Mateo que en el
momento del arresto del Jardín, «todos sus discípulos le abandonaron y
huyeron».
Éste no es un caso de cobardía y deserción único. Es meramente una
ilustración de una verdad universal: que la multitud sigue ciegamente y
adora de modo insensato al héroe o profeta en la hora de su triunfo y
coronación, pero le abandona y destruye en el momento de su
humillación y crucifixión.
Nótese el caso de Savonarola, que murió en la hoguera. El sacerdote
patriota de la República Florentina se creía él mismo inspirado por Dios;
su vida heroica y su muerte de mártir parecieron justificar sus
pretensiones. Desde el púlpito de San Marcos se hizo el heraldo de la
Reforma, y sus seguidores devotos estaban pendientes de sus labios
como si la inspiración revistiera sus mensajes desde los cielos. Y, con
todo, cuando la malvada Inquisición le hubo amarrado a la estaca y la
leña ardía a su alrededor, esta misma multitud que antes le adoraba,
ahora le vilipendiaba y se burlaba de él en su martirio.
Nótese la carrera de Napoleón. Cuando el sol de Austerlitz se levantó
sobre el mundo, toda la nación francesa se volvió delirante de amor y
homenaje hacia su emperador, que había sido un subalterno en Córcega.
Pero cuando los aliados entraron en París después de la batalla de
Leipzig, esta misma nación francesa repudió a su ídolo imperial, derribó
sus estatuas, canceló sus decretos y se unió con toda Europa pidiendo
que fuera desterrado para siempre de Francia. El viaje a Elba vino
después. Pero el melodrama histórico de fidelidad y volubilidad popular
no se había completado. Cuando este mismo Napoleón, unos meses más
tarde, escapó de su islita-prisión en el Mediterráneo y desem-
220
barco en las costas de Francia, esta misma nación francesa volvió a entrar
en delirio, dando la bienvenida al exiliado real con los brazos abiertos.
Transcurrieron cien días. En el campo de Waterloo, «el hado y el azar se
combinaron para destruir la fortuna de su antiguo rey». De nuevo la
multitud llenó de execraciones y vilipendió a su monarca caído,
declarando el fin de la dinastía napoleónica y dando la bienvenida con
aclamaciones de gozo al exiliado borbón Luis XVIII.
Y cuando el evangelista escribió estas palabras: «Todos los discípulos le
abandonaron y huyeron», simplemente da expresión a la forma de
verdad que toda la historia refleja y corrobora.
Pero los paralelos y semejanzas entre la historia sagrada y profana no
parecen terminar con la mera narración de hechos. La historia secular
siempre ha producido personajes que son semejanzas exactas de los de la
historia sagrada. La semejanza es a veces tan notable que causa asombro.
Por ejemplo, ¿quién era san Pedro sino el mariscal Ney en forma
anticipada? Pedro era el líder de los doce apóstoles; Ney era el jefe de los
doce mariscales de Napoleón. Pedro era impulsivo e impetuoso; lo
mismo era Ney. Pedro fue el primero en hablar y actuar en todas las
situaciones de emergencia del ministerio apostólico; Ney, según nos
cuenta Dumas, estaba siempre impaciente de empezar la batalla y dirigir
la primera carga. Pedro fue, probablemente, el último en dejar el Jardín
en el cual había empezado la gran tragedia de su Señor; Ney fue el último
en dejar los horrores de un invierno en Rusia en que empezó el fin de la
carrera de su monarca. Pedro negó a Jesús; Ney repudió a Napoleón, y
aun se ofreció para traerle, al tiempo de su escapada de Elba, en una
jaula a Luis XVIII. Pedro fue después crucificado por su devoción a Jesús, a
quien había negado; Ney fue después fusilado por su lealtad a Napoleón,
a quien había repudiado.
221
Los ejemplos anteriores implican la idea de comparación y están basados
en la semejanza. Estas ilustraciones podrían extenderse, pero se cree que
ya se ha dicho bastante en este sentido. Sin embargo, al cerrar esta breve
discusión del elemento humano en los escritos sagrados como evidencia
por las coincidencias y semejanzas de sus relatos con los de la historia
profana, podemos hacer una breve mención a otra prueba de la verdad
que se puede aplicar a las historias de los evangelistas. Esta prueba no se
deriva de una comparación que está centrada en algún grupo particular
de hechos históricos. Brota de una conexión instantáneamente
reconocida e inseparable entre las afirmaciones hechas por los escritores
del Evangelio y la experiencia de la raza humana. Una sola ilustración va a
ser suficiente para dilucidar este punto. Cuando Jesús fue clavado en la
cruz, se dio el triste y patético espectáculo de la ausencia del grupo
apostólico, con la única excepción de san Juan, que fue el único apóstol
presente en la crucifixión. Los miembros varones del séquito del
Nazareno no estuvieron junto a su Señor en el momento supremo de su
angustia. Pero las mujeres de su compañía estuvieron con Él hasta el fin.
María, su madre; María Magdalena; María, la mujer de Cleofas; Salomé,
la madre de san Juan el Evangelista, y otras, indudablemente entre «las
mujeres que le seguían desde Galilea», ministrando a sus sufrimientos y
consolándole con su presencia. Fueron las últimas que estuvieron pre-
sentes en su cruz y las primeras en saludarle la mañana del tercer día;
porque cuando amaneció la mañana de la resurrección sobre el mundo,
estas mismas mujeres se apresuraron al sepulcro llevando especias —
ofrendas fragantes de un amor inmortal— ¡Qué contraste entre la lealtad
y devoción de las mujeres y la volubilidad de los hombres que habían
seguido los pasos del Varón de dolores en sus últimos días! Uno de sus
apóstoles
222
le negó, otro le traicionó, y todos, excepto uno, le abandonaron en su
lucha con la muerte. Sus paisanos lo crucificaron ignominiosamente. Pero
«ninguna de las mujeres mencionadas en el Nuevo Testamento levantó
nunca su voz contra el Hijo de Dios».
Esta revelación de las páginas sagradas de la devoción de la mujer está
reflejada en la historia universal y la experiencia. Es innecesario dar
ejemplos. Basta decir que cuando Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos
hablan de esta devoción, nosotros simplemente contestamos: sí, ésta ha
sido verdadera en todos los países y en todas las épocas. La hemos visto
no sólo en la historia sino también en nuestra experiencia en los asuntos
cotidianos, extendiéndose desde la cuna a la tumba. La noche de aflicción
nunca se hizo tan oscura que el amor de una madre no iluminara su
lobreguez. La culpa de un hijo extraviado nunca fue bastante negra para
que los brazos de ella no lo hallaran y le rodearan. Si pasamos de la
lealtad amante del individuo a la devoción patriótica de las causas de las
naciones, la fidelidad de la mujer es .todavía inmortal. Las mujeres de
Francia se dice que-pagaron la deuda alemana en la guerra. El mensaje
de las mujeres de Esparta a su hijo soldado es bien conocido para tener
que repetirlo. Cuando las legiones de Escipión rodearon los muros de
Cartago y la desesperación se apoderó de los habitantes de la ciudad
púnica, las mujeres cartaginesas cortaron sus trenzas para proporcionar
cuerdas para los arqueros cartagineses. Las ilustraciones podrían
multiplicarse: pero bastarán éstas para mostrar que María y Marta y
Salomé, las mujeres de los Evangelios, son simplemente tipos de las
mujeres consagradas del mundo. En resumen, declaramos que si los
historiadores del Evangelio no son dignos de que se les crea nos queda-
mos sin fundamento para la fe racional en los anales seculares de la raza
humana. No hay ninguna literatura
223
histórica que sea tan sólida ante el escrutinio histórico como las
biografías del Nuevo Testamento., Podemos unir nuestra Biblia a la de los
tiempos apostólicos no ya con una cadena, sino con tres. Los grandes
manuscritos: el Vaticano, el Alejandrino y el Sinaítico, cuyas fechas son de
mediados del siglo iv al v, han de haber sido copias de los originales, o
por lo menos de sus primeras copias. La Biblia es completa en estos
manuscritos hoy.
Las versiones, traducciones de las Escrituras originales en la lengua en
que fueron escritas a otros idiomas, forman una conexión perfecta entre
los días de los apóstoles y los nuestros. La Vulgata, la celebrada versión
latina de san Jerónimo, fue completada en el año 385. Al hacer esta
traducción, el gran erudito mismo dice que ha usado «antiguas copias
(griegas)». Los manuscritos, que eran antiguos, año 385 d. de C., tienen
que haber sido los escritos originales, o por lo menos las primeras copias.
La Vulgata, pues, es única como una conexión histórica perfecta entre la
Biblia que leemos hoy y las que estudiaron los primeros cristianos.
Además, los escritos de los Padres de la Iglesia proporcionan una cadena,
sin faltar ningún eslabón, entre la Biblia de esta generación y la de la
primera generación de seguidores de Cristo. Se ha dicho en verdad que si
todas las Biblias del mundo fueran destruidas, se podría reconstruir una
Biblia prácticamente perfecta a partir de las citas de estos escritos, por lo
numerosos y exactos que son. Empezando con Bernabé y Clemente,
compañeros de san Pablo, y descendiendo a través de las edades, no hay
una sola generación en que algún príncipe o potentado de la Iglesia no
haya dejado evidencia convincente por escrito de que los Libros del
Antiguo y del Nuevo Testamento que nosotros leemos son idénticos a los
que leían los primeros propagadores de nuestra fe. La cadena de prueba
forjada con los
224
escritos de los primeros Padres está hecha de centenares de eslabones,
cada uno perfecto en sí mismo y, no obstante, soldado a los otros, que
forman una cadena recia. Si estos testimonios variados — los manuscri-
tos, las versiones y los escritos de los Padres de la Iglesia— se toman, no
separadamente, sino colectivamente, en apoyo y corroboración los unos
de los otros, tenemos no ya una cadena sino un cable espiritual, que se
extiende por el tiempo y une nuestra Biblia a la de la época apostólica.
Si se objeta que estos escritos varios pueden haber sido alterados, y
probablemente lo fueron, al pasar los siglos, la respuesta es que los
hechos de la historia repelen estas sugerencias. Como ha sugerido Mr.
Greenleaf, los celos de las sectas opuestas preservaron los escritos de
fraudes y mutilación. Además, estas sectas, se puede añadir, estaban allí,
incluso en los tiempos más primitivos, infieles, francos y reconocidos que
atacaban las verdades cardinales de la fe cristiana y hacían de las
historias de los Evangelios el blanco de sus ataques. Éstas también
habrían detectado y denunciado todo intento de cualquier origen de
alterar estos escritos. Una razón final, y probablemente la más sólida
para explicar la notable preservación de los libros de la Biblia, es el
cuidado reverencial dedicado a ellos por sus guardianes en todas las
edades. Es difícil para el mundo moderno apreciar plenamente el
significado y extensión de esta reverencia y cuidado. Antes de la edad de
la imprenta, hay que recordar, había masas inmensas que no poseían
biblias. En la Edad Media se habría necesitado una pequeña fortuna para
poseer un solo ejemplar. La extrema escasez aumentaba no sólo su valor
comercial sino que añadía una tremenda santidad a este precioso
volumen, bajo el principio de que la persona de un rey es más sagrada y
misteriosa cuanto menos se ve en público. Las sinagogas y los
monasterios fu-
225
eron, durante muchos siglos, los únicos depositarios de los libros
sagrados, y la mutilación deliberada de alguna porción de la Biblia habría
sido considerada como una blasfemia contra la Deidad o una profanación
de un santuario. Estas consideraciones por sí solas son una razón
suficiente de por qué las Sagradas Escrituras han llegado hasta nosotros
sin alteraciones y sin cambios. Estas consideraciones varias son la base
lógica de la regla de la ley establecida por Mr. Greenleaf, bajo la cual las
historias del Evangelio serían admitidas por un tribunal de justicia
moderno en un proceso judicial hoy día.
Bajo las pruebas legales establecidas por Starkie, hemos visto que los
evangelistas serían creídos, porque: 1) Eran sinceros, esto es, creían que
lo que decían era la verdad; 2) eran indudablemente hombres de inteli-
gencia y testigos oculares de los hechos narrados por ellos mismos en las
historias del Nuevo Testamento; 3) eran historiadores independientes,
que escribían en lugares y ocasiones distintas, y en los detalles esenciales
se corroboraban plenamente el uno al otro; 4) exceptuando la cuestión
de los milagros, que el escepticismo nunca ha podido plenamente
desmentir, su testimonio está en plena conformidad con la experiencia
humana; 5) su testimonio coincide plena y exactamente con todas las
circunstancias colaterales, sociales, históricas y religiosas de su tiempo,
así como con las enseñanzas y experiencias de la historia universal de
todas las épocas.
Habiendo recibido de la antigüedad un mensaje sin alteración, nacido de
la verdad, tenemos un perfecto testimonio de los hechos con que discutir
el proceso de Jesús.
(Chandler, Walter M., El juicio de Jesús, vol. 1, New York: The Empire
Publishing Co., 1908, pp. 12-70.)

226
NOTAS
1. Thomas Arnold, Sermons on the Christian Life —
Its Hopes, Its Fears, and Its Close, p. 324.
2. Brooke F. Westcott, The Gospel of the Resurrection, 4th ed., London,
n.p., 1879, pp. 4-6.
3. Paul L. Maier, Independent Press—Telegram, Long Beach, Calif., Abril 21,
1973, p. A-10.
4. Linton H. Irwin, A Lawyer Examines the Bible, Grand Rapids, Mich., Baker
Book House, 1943, p. 14.
5. Wilbur Smith, Therefore Stand, Grand Rapids, Mich., Baker Book House,
1965, pp. 425, 584.
6. Val Grieve, Verdict on the Empty Tomb, London, Church Pastoral Aid
Society, 1976, p. 26.
7. C.S. Lewis, Surprised by Joy, London, Geoffrey Bles, 1955, pp. 211, 215,
223.
8. Mateo 16:21; Marcos 8:31; Lucas 9:22 .
9. Marcos 8:31.
10. Juan 2:19-21.
11. 1 Corintios 15:13-17.
12. Anderson, J.N.D., Christianity: The Witness of History, copyright Tyndale
Press 1970, Inter- Varsity Press, Downer's Grove, III., p. 13.
13. Romanos 1:4.
14. Newbigin, James Edward Leslie, The Finalty of Christ, Richmond, John
Knox Press, 1969, p. 62.
15. Juan 8:32.
16. Mateo 22:37.
17. 1 Pedro 3:15.
18. Burkholder, Lawrence, «A Dialogue on Christ's Resurrection,»
Christianity Today, Vol. XII, Abril 12,1968, p. 6.

227
19. Ibid.
20. Ibid. p. 7
21. Clark Pinnock, «The Tombstone That Trembled,» Christianity Today,
Vol. XII, Abril 12, 1968, p. 8.
22. Ibid, p. 10.
23. John Warwick Montgomery, Where Is History Going? Minneapolis,
Bethany Fellowship, 1967, p. 71.
24. William Neil, The Rediscovery of the Bible, p. 33.
25. Vicent Taylor, The Formation of the Gospel Tradition, Ltd. 2nd., London,
MacMillan and Co., 1935, p. 135.
26. 2 Pedro 1:16.
27. 1 Timoteo 1:4.
28. Juan 9:32.
29. Hechos 17:16-34.
30. The New Encyclopedia Britannica, Vol. VIII, Micropaedia, 22nd ed.,
Chicago, H. Hemingway Pub., 1981, p. 985.
31. James B. Conant, Science and Common Sense, New Haven, Yale Univ.
Press, 1951, p. 25.
32. The Basic Dictionary of Science, New York, MacMillan and Co., 1965, p.
404.
33. The Harper Encyclopedia os Science, James R. Newman, ed.. New York,
Harper & Row, 1967, p. 1.048.
34. Hechos 1:3.
35. Wolfhart Pannenberg, «A Dialogue on Christ's Resurrection,»
Christianity Today, Vol. XII, Abril,1968, p. 10.
36. Ronald Sider, «A Case for Easter,» His, Abril 1972, pp. 27-31.
37. Ethelbert Stauffer, Jesus and His Story, tradu- cido por Dorothea M.
Barton, New York, Knopf, 1960, p. 17.

228
38. Philip Schaff, History of the Christian Church Vol. 1, New York, Charles
Scribner's Sons, 1882, p. 175.
39. F.F. Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? 5th ed..
Downer's Grove III., Inter-Varsity Press, 1960, p. 119.
40. Federal Rules of Evidence, St. Paul, West Publishing Co., 1979, Rule 901
(b) (8). Ver también McCormick's Handbook of the Law of Evidence,
Edward W. Cleary, ed., St. Paul, West Publishing Co., 1972, p. 560.
41. John Warwick Montgomery, «Legal Reasoning and Christian
Apologetics,» The Law Above the Law, Oak Park, III., Christian Legal Society,
1975, pp. 88, 89.
42. William F. Albright, Recent Discoveries in Biblical Lands, New York, Funk
& Wagnalls, 1955, p. 136.
43. John A. T. Robinson, Time, Marzo 21, 1977, p. 95.
44. Frederick G. Kenyon, The Bible and Archaeology, New York, Harper &
Row, 1940, p. 288.
45. F. F. Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? p. 15.
46. Paul L. Maier, First Easter, New York, Harper & Row, 1973, p. 122.
47. William F. Albright, From the Stone Age to Christianity, 2nd ed.,
Baltimore, Johns Hopkins Press, 1946, pp. 297, 298.
48. Millar Burrows, What Mean These Stones? New York, Meridian Books,
1956, p. 52.
49. Ibid, p. 2.
50. Howard Vos, Can I Trust My Bible? Chicago, Moody Press, 1963, p. 176.
51. Louis Gottschalk, Understanding History, 2nd ed.. New York, Knopf,
1969, pp. 150, 161, 168.
52. 2 Pedro 1:16.
53. Hechos 1:1-3.
54. Lucas 1:1-3.
229
55. Elizabeth S. Loftus, «The Eyewitness on Trial,» Trials, Vol. 16, NQ 10,
Octubre. 1980, pp. 30-35. También Buckhout, «Eyewitness Testimony.)
Scientific American, Diciembre 1974, pp. 23-31.
56. Ibid.
57. McCormick's Handbook of the Law of Evidence, Edward W. Cleary,
ed., St. Paul, West Publishing Co., 1972, pp. 586, 587.
58. Federal Rules of Evidence, Rule 801 and 802.
59. John Warwick Montgomery, «Legal Reasoning and Christian
Apologetic?,» pp. 88, 89.
60. Mateo 28:1-7.
61. Mateo 28:9, 10.
62. Mateo 28:16-20.
63. Lucas 24:24.
64. Juan 20:24-29.
65. Federal Rules of Evidence, Rule 803 (5).
66. Hechos 2:22.
67. McCormick's Handbook of the Law of Evidence, p. 43.
68. Justice Ruffin, in State v. Morriss, 84, N.C. 764.
69. John Warwick Montgomery, «Legal Reasoning and Christian
Apologetics,» pp. 88, 89.
70. F. F. Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? pp.
44-46.
71. Louis Gottschalk, Understanding History, p. 151.
72. Hechos 1:1.
73. Stan Gundry, An Investigation of the Fundamental Assumption of
Form Criticism, thesis presented to Dept, of N.T. Language and Lit.,
Talbot Theol. Seminaiy, Junio, 1963, p. 45.
74. Louis Gottschalk, Understanding History, p. 168.

230
75. Ibid.
76. William M. Ramsay, The Bearing of Recent Discovery on the
Trustworthiness of the New Testament, London, Hodder & Stoughton,
1915, p. 222.
77. William M. Ramsay, St. Paul the Traveller and the Roman Citizen,
Grand Rapids, Mich., Baker Book House, 1962.
78. Hechos 18:12.
79. Hechos 28:7.
80. Hechos 17:6.
81. Hechos 14:6.
82. Lucas 3:1.
83. E. M. Blaiklock, The Acts of the Apostles, Grand Rapids, Mich., Wm.
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84. F. F. Bruce, «Archaeological Confirmation of the New Testament,»
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Book House, 1969, p. 331.
85. F. F. Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? p.
90.
86. Philo, Logatio and Gaium 38.
87. Juan 18:13.
88. Mateo 26:57.
89. Mateo 26:59.
90. Mateo 27:2.
91. Lucas 23:7.
92. Lucas 23:11-25.
93. Mateo 27:11.
94. Haim Cohn, «Reflections on the Trial,» Judaism, Vol. 20, 1971, p.

231
95. 11; también The Trial of Jesus, Joseph Blinzler.
96. Justin, Digest 48, 4, 1:48, 4, 11.
97. Haim Cohn, «Reflections on the Trial,» p. 11.
98. Robert M. Grant, «The Trial of Jesus in the Light of History»,
Judaism, Vol. 20, 1971, p. 39.
99. Solomon Zeitlin, «The Crucifixion of Jesus Reexamined,» Jewish
Quarterly Review, Vol. 31, 1940-41, p. 366.
100. Ibid.
101. David Flusser, «A Literaiy Approach to the Trial of Jesus,»
Judaism, Vol. 20, 1971, p. 30.
102. Ibid.
103. Paul L. Maier, First Easter, p. 24.
104. Solomon Zeitlin, «The Crucifixion of Jesus Reexamined,» p.
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105. Ibid.
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113. C. Truman Davis, «The Crucifixion of Jesus,» Arizona
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114. Eusebius, «The Epistle of the Church in Smyrna,» Trials and
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1886.
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115. Will Durant, Caesar and Christ, p. 572.
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Sons, 1953, p. 44.
117. J. W. Hewitt, «The Use of Nails in the Crucifixion,» Harvard
Theological Review, Vol. 25, 1932, pp. 29-45.
118. N. Haas, «Anthropological Observations on the Skeletal
Remains from Giv' at ha-Mivtar,» Israel Exploration Journal, Vol. 20,
1970, p. 39.
119. Ibid., p. 42.
120. Juan 19:32, 33.
121. N. Hass, «Anthropological Observations on the Skeletal
Remain from Giv' at ha-Mivtar,» p. 57.
122. Ibid, p. 58.
123. C. Truman Davis, «The Crucifixion of Jesus,» Arizona
Medicine, p. 186.
124. Ibid, p. 185, 186.
125. Stuart Bergsma, «Did Jesus Die of a Broken Heart?» The
Calvin Forum, Marzo 1948, p. 165.
126. Ibid.
127. Ibid.
128. Will Durant, Caesar and Christ, p. 572.
129. Ibid, p. 573.
130. Paul L. Maier, First Easter, p. 112.
131. V. Tzaferis, «Jewish Tombs at and Near Giv' at ha-Mivtar,
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134. M. Shabbath 23.5.
135. A. P. Bender, «Beliefs, Rites, and Customs of the Jews,
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136. Flavius Josephus, Antiquities of the Jews, Vol. 3, Chap. 8, Sec.
3.
137. A. P. Bender, «Beliefs, Rites, and Customs of the Jews,
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Review, p. 261.
138. Ibid.
139. John Chrysostom, Homilies of St. John, Grand Rapids, Mich.,
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140. Mateo 27:60.
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142. Mateo 27:63.
143. Maier, Paul L., First Easter, p. 111.
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146. Polybius VI. 37, 38.
147. T. G. Tucker, Life in the Roman World of Nero and St. Paul p.
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148. Mateo 27:66.
149. Daniel 6:17.
150. Paul L. Maier, First Easter, p. 119.
151. Ibid, pp. 118, 119.
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153. Ibid.
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156. Ronald Sider, «A Case for Easter,» p. 29.
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158. Paul L. Maier, «The Empty Tomb as History,» Christianity
Today, p. 6.
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165. Hechos 8:1, 9:1, 2; Filipenses 3:5, 6.
166. Hechos 9:3-6.
167. Juan 7:5.
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169. Hechos 6:7.
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171. J. N. D. Anderson, Christianity: The Witness of History, p. 105.
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175. Mateo 28:6; Marcos 16:6; Lucas 24:6.
176. Paul L. Maier, First Easter, p. 122.
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180. Ibid, p. 101.
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182. Mateo 28:9.
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184. Ibid.
185. Ibid, p. 243.
186. Ibid.
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Harper Torch- books, reimpresión 1959, p. 287.
190. Theodore R. Sarbin and Joseph B. Juhaz, «The Social Context
of Hallucinations,» Hallucinations: Behavior, Experience and Theory, p.
242.
191. Lucas 24:41, 42; Juan 21:13.
192. Lucas 24:39, 40; Juan 20:27.
193. Ver p. 71.
194. Paul Little, Know Why You Believe, Wheaton, Scripture Press,
1967, pp. 68, 69.
195. Hechos 5:17-42.
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197. Bill White, A Thing Incredible, p. 9.
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199. Paul Althaus, Die Wahrheit des Kirchclichen Osterglaubens,
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200. Paul L. Maier, First Easter, p. 120.
201. Mateo 28:11-15.
202. George Currie, The Military Discipline of the Romans from
the Founding of the City to the Close of the Republic, pp. 41-43.
203. Mateo 26:56.
204. Edward Gibbons, The History of the Decline and Fall of the
Roman Empire, Chicago, William Benton, Publ., reimpresión 1952, p.
179.

235
205. Simon Greenleaf, An Examination of the Testimony of the
Four Evangelists by the Rules of Evidence Administered in the Courts of
Justice, Grand Rapids, Mich., Baker Book House, 1965; reimpresión de
1874 ed., New York, J. Cockroft & Co., p. 29.
206. J. N. D. Anderson, Christianity: The Witness of History, p. 92.
207. David F. Strauss, Das Leben Jesu, Damstadt:
Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1835, edición 1969, p. 289.
208. Joseph Klausner, Jesus of Nazareth, New York, Macmillan &
Co., 1925, p. 414.
209. Hechos 5:33-42.
210. John Warwick Montgomery, History and Christianity, p. 35.
211. E. Le Camus, The Life of Christ, Vol. Ill, New York, Cathedral
Library Assn., 1908, p. 486.
212. David Friedrick Strauss, The Life of Jesus for the People, Vol.
1, 2nd ed., London William & Norgate, 1879, p. 412.
213. Saturday Review, Diciembre 3, 1966, p. 43.
214. Newsweek, Agosto 8, 1966, p. 51.
215. J. N. D. Anderson, «Resurrection of Jesus Christ,» p. 9.
216. Paul L. Maier, First Easter, p. 113.
217. McCormick's Handbook of the Law of Evidence, pp. 435-437.
Ver también Val Grieve, Verdict on the empty Tomb, p. 20.
218. Val Grieve, Verdict on the Empty Tomb, p. 20.
219. Hechos 2:41.
220. J. N. D. Anderson, «Resurrection of Jesus Christ,» p. 9.
221. Daniel Fuller, Easter Faith and History, Grand Rapids, Mich.,
Wm. B. Eerdmans, 1905. p. 259.
222. Juan 7:1-5.
223. Juan 14:6; 15:5; 10:11.
236
224. Hechos 1:13, 14.
225. Santiago 1.
226. Flavius Josephus, Antiquities of the Jews, Vol. 3, BK 20, Chap.
9, Sec. 1.
227. 1 Corintios 15:7.
228. Mateo 26:56, Marcos 14:50.
229. Juan 18:15-27; Marcos 14:66-72
230. Juan 20:19.
231. 1 Corintios 15:5-7.
232. Hechos 8:1-3; 9:1, 2; 22:3-5.
233. Hechos 9:22.
234. 1 Corintios 15:8; Hechos 9:3-22.6- 21
235. Robert Grant, Historical Introduction to the New Testament,
New York, Harper & Row, 1963, p. 302.
236. Simon Greenleaf, An Examination of the Testimony of the
Four Evangelists by the Rules of Evidence Administered in the Courts of
Justice, p.29.
237. George Eldon Ladd, The New Testament and Criticism, Grand
Rapids, Mich., Wm. B. Eerdmans, 1967, p. 188.
238. 1 Corintios 15:3.
239. 1 Corintios 15:19-26.
240. Juan 10:10.
241. Juan 5:15-18; 10:25-33; para más citas sobre la deidad, ver
Más que un Carpintero, pp. 9-24.
242. Isaías 1:18.
243. Mateo 12:40.
244. Mateo 12:40.
245. Marcos 8:31; Mateo 16:21.
237
246. Juan 2:19-22.
247. Mateo 27:63.
248. 1 Samuel 30:12, 13.
249. Génesis 42:17.
250. Mateo 12:40.
251. Mishnah, Third Tractate, «B. Pesachim,» p. 4a.
252. Mishnah, Tractate «J. Shabbatth,» Chapter IX, Par. 3.
253. ÇArthur C. Custance, The Resurrection of Jesus Christ,
Doorway Papers, #46, Brookville, 1971, p. 17.
254. Juan 10:30: «Yo y mi Padre somos uno.»
255. Mateo 9:9.
256. Colosenses 4:14: «Lucas, el médico amado.»
257. Mateo 26:70-72.
258. Mateo 26:46-50.
259. Mateo 26:56.
260. Mateo 14:28-31.
261. Marcos 10:35-42; Mateo 20:20-25.
262. Mateo 11:2, 3.
263. Marcos 3:21.
264. Lucas 4:28, 29.
265. Marcos 14:51, 52.
266. «Intro. Vie de Jesus.»
267. Lucas 1:2, 3.
268. «Die synoptischen Evangelien,» pp. 412-14.
269. Marcus Dods, «The Bible, Its Origin and Nature,» p. 184.
270. Una doctrina opuesta parece hallarse en Lucas 12:11, 12;
24:48, 49.
271. «Evidences of Christianity,» p. 319.
238
272. Mateo 14:12-20; Marcos 6:34-43; Lucas 9:12- 17; Juan 6:5-
13.
273. Lucas 22:64.
274. Lucas 22:51.
275. Campbell,s «Philosophy of Rhetoric,» c.v.b. 1, Part, III, p. 125.
276. «Intro. Vie de Jesus,» p. 62.
277. D. L. Moody, «Sermon on the Resurrection of Jesus.»
278. Ver también «Starkie on Evidence,» pp. 496-99.
279. «Ant.,» XVII. 3, 1.
280. Ver autoridades citadas en «The Brief.»
281. «De iis qui sero puniuntur,» p. 554.
282. P. 1080, edit. 45.
283. P. 1247, edit. 24, Huds.
284. P. 1327, edit. 43.
285. «Productique omnes, virgisque caesi, ac securi percussi,» Lib.
XI. c. 5.
286. Domit. Cap. X. «Patremfamilias meanibus obje- cit, cum hoc
titulo. Impie loctus, parmularius.»
287. Book LIV.
288. «Aur. Vict. Ces.,» Cap. XLI. «Eo pius, ut etiam vêtus
veterrimumque supplicium, patibulum, et cruribus suffringendis,
primus removerit.» Ver también Paley's «Evidences of Christianity,»
pp. 266-68.
289. Lucas 22:44.
290. Tissot, «Traite des Nerf,» pp. 279, 280.
291. Joannes Schenck a Grafenberg, «Observ. Medio.,» Lib. III. p.
458.
292. Voltaire, «Oeuvres completes,» vol. xviii. pp. 531, 532.
239
293. De Mezeray, «Histoire de France,» vol. iii. p. 306.
294. Juan 19:34.
295. Juan 19:35.
296. Juan 18:6.
297. «Encyc. Brit.,» vol. xv. p. 550.

240

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