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I.- Introducción
La pretensión de este texto, es realizar un análisis del recorrido de Sartre a través del existencialismo,
cuya defensa está nítidamente ejemplificada en la conferencia “El existencialismo es un humanismo”,
que el filósofo francés Jean-Paul Sartre ofreció en París el lunes 29 de octubre de 1945.
El existencialismo, corriente filosófica a analizar en este texto, seguirá un proceso tortuoso hasta
llegar a Sartre. De manera general, se puede considerar como una corriente ideológica, tanto cultural
como filosófica, que se ha nutrido de un clima espiritual, creado a través de preceptos emocionales e
intelectuales, que se centran en el hombre concreto y en la primacía de las estructuras de su
existencia. Se apartará por tanto de los principios filosóficos que defendían una razón cognoscente
universal y determinista del ser, para retornar al sujeto existente, y centrarse en su subjetividad, ya
no se implementara un determinismo frente al cual se ha de conducirse, sino que aparece el hombre
como ser existente, y por tanto se le concibe como un actor que interfiere en su realidad. De manera
general, el existencialismo filosófico, sería una corriente ideológica que vislumbra en el existir
(proceso y desarrollo vital) como el único acceso a la vida, y por tanto definiría el modo o forma de
ser (como un sistema que permita explicar qué y cómo somos).
El desarrollo de la corriente existencialista dentro de la filosofía del S. XIX, se empieza a intuir en los
preceptos de Fichte, cuando afirma que la realidad que contempla la filosofía va a encontrar su
centro en el hombre, la filosofía ha de tener como objeto la existencia del hombre. También Hegel,
del que Sastre será un fiel seguidor en sus primeros acercamientos filosóficos, reconoce el valor de la
existencia en el desarrollo de las teorías filosóficas, pero en este caso, estará supeditado a la razón
siendo superado por esta y desapareciendo dentro del proceso racional dialectico. Pero este germen
Este existencialismo introducido por Kierkegaard, y caracterizado como una vuelta al interés por la
existencia como móvil del ser, comenzara a desarrollase y se bifurcara en dos corrientes. El
existencialismo objetivo o creacional, por el cual la existencia tan solo una característica contingente
al ser, pero que se sobrepasa según se va avanzando a la transcendencia, y por tanto esta corriente
filosófica no renuncia a la objetividad, ni a los sistemas racionales de dimensión universal. Y el
existencialismo subjetivo o puro, por el cual la existencia no es solo un evento que interfiere en él ser,
sino que se entenderá como el objetivo y la meta del acto de ser, y será en este acto como se
construya a sí mismo.
Pero quizás el autor más relevante en el desarrollo de las teorías existencialistas, haya sido
Heidegger. El existencialismo de Heidegger, considera al ser humano como yecto (arrojado) en el
mundo; el Dasein se encuentra arrojado a una existencia que le ha sido impuesta, abandonado a la
angustia que le revela su mundanidad, el hecho de que puede ser en el mundo y que por
consiguiente, ha de morir. Sera por tanto Heidegger, el precursor de Sartre autor que analizaremos
en esta reflexión. En este caso Sartre, también dista de caracterizarse por un estilo y discurso
optimistas; plantea, al igual que Heidegger, un ser humano no tan sólo como yecto, sino como
proyecto: un proyecto en situación.
Y el tercero, marcado por el intento de sintetizar el existencialismo con una visión crítica y alejada
de las ortodoxias dominantes del marxismo. Sin que se pueda decir que abandona las tesis más
radicales del existencialismo, Sartre, a partir de los años 60 y hasta el final de su vida, orientará su
actividad hacia el marxismo. No, ciertamente, hacia las formas más ortodoxas de marxismo, pero
mostrará públicamente su interés hacia los países en los que el marxismo se constituyó en una
forma de poder político, aunque sin escatimar las críticas, especialmente en aquellos aspectos en
que un régimen totalitario choca con su concepción existencialista del ser humano como libertad.
De esta época datan obras tan importantes como la "Crítica de la razón dialéctica", considerada por
algunos como la declaración de su ruptura con el existencialismo, apreciación probablemente
exagerada.
Por lo demás, hay que tener en cuenta de forma general la actividad literaria de Sartre, continuada
a lo largo de toda su vida, así como la actividad periodística y su constante preocupación por las
cuestiones sociales y políticas, que hicieron de él un modelo de referencia para los intelectuales
comprometidos con la lucha contra la injusticia y las contradicciones sociales de su tiempo.
El existencialismo de Sartre, podía entenderse entonces, como un relativismo y una voluntad libre
creadora, sin contención, sin marco, en la cual el subjetivismo y la indiferencia, se desarrollaran sin
límite, pero Sartre en este punto introduce la noción de responsabilidad propia y global, que será el
acicate para dirigir su obrar. El hombre podría obrar de cualquier manera, pero en esa libertad,
reside la responsabilidad de su existencia, nadie la tiene por él, no existe un modelo, no existe una
guía de conducta, y por tanto es el sujeto en que responderá frente a sí mismo y frente a los demás
de sus decisiones, de sus elecciones, y ahí aparecerán los limites de sus actos. De igual forma, Sartre
introducirá el concepto de responsabilidad global, por el cual nuestras elecciones estarán enfocadas
a construir el hombre que queremos ser, y de esa manera también construimos un tipo de
humanidad. Por tanto en nuestras elecciones tendremos una responsabilidad propia, y una
responsabilidad global, porque con ellas también estamos construyendo al hombre y a la
humanidad.
Esta responsabilidad según Sartre, genera cierta angustia en el hombre, porque todas sus decisiones,
son la semilla de su construcción futura, así como del carácter y la forma de la humanidad entera.
Pero no es una angustia que aliente el inmovilismo, sino que es la condición misma del obrar, ya que
te enfrenta a diferentes posibilidades, pero cualquiera de ellas incluso el no elegir, es una opción
dentro de todas. Por tanto se dice que el hombre está condenado a ser libre, aunque esa condena no
devenga en un nuevo estoicismo, sino que sea un impulso para tomar conciencia de nuestras
posibilidades y de la responsabilidad de nuestras acciones y decisiones.
Otra de las consecuencias del existencialismo de Sartre es el rechazo a la existencia de Dios. Con esta
afirmación podría esperarse que el sistema ético y moral de la humanidad desapareciera con él,
porque no habría un modelo de conducta, ni unos valores determinados a priori, sino que el hombre
es libertad pura, no hay límites y todo está permitido, pero de igual modo eso lo dispone desnudo y
solo, sin excusas, a su desarrollo y como se enunciaba anteriormente, al desarrollo de la humanidad
en su conjunto, y la responsabilidad que eso ataña, por tanto, más que potenciar el potenciar el
Pero en este análisis surgen, otras complicaciones a la hora de establecer principios en el campo de la
moral y la ética. Si para Sartre, la noción de ética y de moral queda supeditada por la
responsabilidad hacia la humanidad y hacia uno mismo, como principio general, como se ha de
actuar cuando se enfrentan, dichas responsabilidades. Es decir, en la práctica las decisiones no son
obvias, y habrá miles de casos, en los que se enfrenten la responsabilidad contraído con la
humanidad, ejemplificada en diferentes escenarios. En esos casos donde la responsabilidad para con
unos va en detrimento de la responsabilidad para con otros o contigo mismo, Sartre recurre al
sentimiento. Y con eso nos dice, que nuestros instintos, esa necesidad imperiosa que reside en
nosotros, sea en última instancia la que mueva la balanza. Y ese sentimiento se evalúa cuando te
decantas, das valor al sentimiento cuando construyes el acto, pero a la vez es ese sentimiento la guía
o la base que te empuja a realizar el acto. Por tanto sentimiento y acto, quedan enlazados y se auto
construyen, a lo que Sartre responde o concluye, en su concepción de la moral, a la cual considerará
como un acto libre y genuino, una continua invención del hombre.
Otra de las cuestiones que analiza Sartre, es la noción del hombre mismo, como conocer su realidad
y establecer una verdad sobre su existencia. Como se desprende de su teoría el hombre es según va
existiendo, y por tanto la única forma de comprobar o asegurar su existencia real es a partir de su
cogito, a partir de su propia conciencia captándose a sí mismo, como establecería la ley cartesiana de
Descartes, cogito ergo sum, porque sino seriamos tan solo objetos probables como el resto de la
realidad material, y por tanto no estaría asegurada nuestra existencia. Este cogito está avalado por
los principios de globalidad, establecidos anteriormente, por la cueles nos descubrimos a nosotros,
descubriendo a la humanidad, a la vez que nosotros nos dota de realidad ese cogito general
humano.
Pero estos principios de cogito humano, en el cual nos reconocemos y probamos nuestra existencia,
entran en conflicto con las teoría de principal del existencialismo, por la cual el hombre esta carente
de esencia, no tiene principio antecesor, más que su propia existencia, entonces como puede haber
una imagen del hombre una construcción o identificación del hombre en base a una esencia que no
existe. Según Sartre aunque no hay esencia del hombre como tal, si que se puede hablar de condición
humana, y con esto se refiere, a los límites establecidos a priori que bosquejan su situación
fundamental en el universo. Es decir, que aunque el hombre es un proyecto para sí mismo, en ese
proyectarse construye también límites para la humanidad, y por tanto establece un marco, que sirve
al hombre pare reconocerse y para establecer unas limites a priori de nuestra propia existencia.
IV.- Bibliografía
-AIKEN, H.: Kierkegaard, The age of Ideology. 1956. New York.
-MACQUARRIE, J.: Two Spanish Activits: Miguel de Unamuno and J. Ortega y Gasset, Twentieth
Religious Thought. 1963, New York.
-SARTRE, J P.: Bosquejo de una teoría de las emociones, Ed. Alianza. 1973, Madrid.
-SARTRE, J P.: El ser y la nada: ensayo de ontología fenomenológica, Editorial Losada, 1986, Buenos Aires.
-SARTRE, J P.: El existencialismo es un humanismo, Facultad de Filosofía de San Dámaso. 1973. Buenos
Aires.