Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Luciana Anapios
CONICET-UBA-IDAES/UNSAM
del ala nacionalista del Ejército, coordinó el primer golpe de Estado en la Argentina
contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen. Si bien el golpe estuvo dirigido por el
sector nacionalista de derecha y de tinte corporativista tuvo apoyo de todos los
sectores del Ejército, los partidos políticos, la prensa y un amplio sector de la
sociedad civil.
4 Los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo en Argentina se
fue la central obrera más importante del país hasta 1915 cuando la corriente
sindicalista comenzó a ganar terreno en la organización del movimiento obrero
frente al anarquismo.
Anapios 4
literatura popular no tuvo una fuerte tradición propia y autónoma. Por ello la
prensa periódica vino a proveer ese espacio potencialmente compartido entre la
alta cultura y la cultura popular. En Europa en cambio, hasta el siglo XIX “los
circuitos de lectura popular y culta habían seguido líneas de dirección si no
paralelas al menos visualizadas como profundamente distantes”. Ver Adolfo Prieto,
El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna (Buenos Aires:
Sudamericana, 1988), 14.
Anapios 6
Partido Comunista en Capital Federal y Gran Buenos Aires ver Hernán Camarero,
A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la
Argentina, 1920-1935 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007), 44-46.
Anapios 10
socialista deben asociarse con las definiciones políticas de un partido que, en forma
errática, fue pasando de un perfil obrero definido a interpelaciones de tipo popular.
Anapios 12
todo a fines de siglo XIX y principios del XX—su reflexión sobre el estilo en
la prensa libertaria resulta un aporte a la hora de pensar su especificidad.15
El estilo de la prensa anarquista fue objeto de un tratamiento controlado
sobre el que recayó el peso de la ilustración, expresada en el cultismo como
en la claridad y en la ilación razonada de ideas. En este sentido la escritura
en la prensa fue el espacio por excelencia de construcción del anarquismo
como un sujeto crítico, culto y racional pero también un ser cuya
emocionalidad, sensibilidad y fuerza estaban sujetas al control de la razón
(di Stefano, 2009, 267-268).
En el tratamiento de los temas de actualidad así como en la
caracterización de la sociedad, la estrategia utilizada era la oposición
binaria, “la denuncia contra los empresarios, la policía y el gobierno
(indignos y brutales) así como el realce de la condición obrera (digna y
valiente)” (Suriano, 2001, 198). La prensa anarquista utilizó estos mensajes
en dos niveles, el textual y el gráfico. La construcción de lo que Litvak
menciona como un código de símbolos visuales que reemplazaban la lengua
escrita fue una característica compartida con la prensa gremial producida
por y dirigida a los trabajadores. Las formas de representar el trabajo y sus
condiciones, exaltado en su aspecto penoso, a los obreros, consumidos por
la explotación, a los enemigos del pueblo—burgueses y curas gordos que
aparecían como el símbolo del vicio—a las mujeres trabajadoras, fueron
compartidas por buena parte de la prensa gremial.16
Las particularidades locales también se manifestaban en quiénes
escribían en la prensa anarquista. En su análisis sobre la prensa anarquista
en España Lily Litvak sostiene que los anarquistas basaban su periódico en
escritores no profesionales. Pero para el caso argentino Juan Suriano,
Diego Armus y el reciente trabajo de Mariana di Stefano coinciden en que,
si bien las redacciones contaban con la colaboración de obreros manuales,
surgimiento del nuevo periodismo en Buenos Aires ver el Capítulo I, “La arena del
periodismo” en Sylvia Saítta, Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de
1920 (Buenos Aires: Sudamericana, 1998).
Una promesa de folletos 17
público lector al que podía resultarle una ardua tarea conocer y distinguir
entre las varias publicaciones que se superponían en diferentes momentos.
Esta característica le otorgaba al movimiento un gran dinamismo al
permitir que diversos sectores se apropiaran de la voz libertaria e
interpretaran y reinterpretaran los principios doctrinarios, tomaran
posición ante determinadas coyunturas, discreparan en torno a los
principales desafíos del movimiento y privilegiaran el arte, la sociología o la
política para expresar el ideal. Las diversas tendencias que albergaba el
anarquismo local encontraban en la edición de un periódico un camino
para la construcción de su identidad, diferenciación interna y para la
consagración de sus redactores. No sólo permitió que en ciudades y pueblos
del interior existieran varias publicaciones libertarias, ayudando de esta
forma a la propaganda del ideal, sino que fue interpretado por gran parte
del movimiento como un signo de vitalidad, una característica intrínseca a
un movimiento descentralizado y polifacético.27
Rodolfo González Pacheco, dramaturgo y publicista anarquista y
uno de los defensores de la edición descentralizada de periódicos, sostenía
que “el arraigo de la revolución en un pueblo se comprueba en la cantidad
de sus periódicos” y que la prensa revolucionaria, allí donde surgiese debía
ser defendida, aún aquellos periódicos “pequeñitos, mal escritos, peor
impresos, como sean” (González Pacheco, 1956, 87).28
No obstante, desde fines del siglo XIX un sector del movimiento
critica esta tendencia innata. Si bien desde sus inicios la prensa se había
caracterizado por la variedad de grupos que participaron, temáticas,
lenguas en las que se redactaban y volumen de tiraje, la aparición de La
el interior entre 1910 y 1930 ver Diego Abad de Santillán, “Bibliografía anarquista
desde sus orígenes hasta 1930”, en Timón, Barcelona (septiembre-diciembre de
1938): 180-183.
28 La preocupación por el estilo y la calidad de la prensa anarquista fue
29 El Dr. Juan Creaghe, médico y publicista de origen irlandés, fue “el alma
Logró tener una imprenta propia y entre sus principales redactores figuraban
Fernando del Intento, Jacobo Prince, Enrique Balbuena, José María Lunazzi y
Segundo del Río.
36 Ver La Antorcha, “Temas de la vida anarquista: entre nosotros”, Nº 171,
aportes más pequeños ufanándonos de los nuestros como únicos salvadores del
Una promesa de folletos 25
fue célebre. Emilio López Arango fue un obrero panadero y periodista autodidacta,
colaborador y editor de periódicos como El Obrero Panadero, El Repartidor del
Pan, Alborada y El Burro. En la década del ‘20 integró el grupo editor de La
Protesta y formó parte del Consejo Federal de la FORA. Fue una de las figuras más
controvertidas en el período de agudización de los conflictos internos de mediados
de los años ´20. Su asesinato, en octubre de 1929, causó una profunda impresión
en el movimiento porque en los últimos meses recibía amenazas de distintas
corrientes internas del anarquismo. Ver Osvaldo Bayer, Op. Cit., Diego Abad de
Santillán, Memorias…, op. cit y Horacio Tarcus, Diccionario…op. cit.
Anapios 26
sostuvo durante el debate que “La Protesta no debe seguir así, porque cinco o seis
hombres que están a su frente, no pueden satisfacer los deseos de la colectividad.”
En La Protesta, “Primer Congreso Anarquista Regional” 10 de octubre de 1922.
41 Pierre Quiroule, seudónimo de Joaquín Alejo Falconnet, fue un
de 1922): 3.
Una promesa de folletos 29
Consideraciones finales
Este trabajo apuntó a indagar sobre la especificidad de la prensa
anarquista en la Argentina en un período que comprende los orígenes de su
influencia local y el golpe militar de 1930. Teniendo en cuenta que el
proyecto cultural y pedagógico del anarquismo era tributario de una serie
de tradiciones liberales, socialistas, racionalistas e iluministas, la pregunta
por la experiencia libertaria en la edición y el sostenimiento de la prensa
periódica es también una pregunta sobre el anarquismo como movimiento,
sus fortalezas, debilidades y contradicciones.
La elección de la prensa como objeto de análisis brinda la
oportunidad de analizar aquello que el anarquismo compartió con las
experiencias socialistas y gremiales, aquello que lo diferenció de los
Bibliografía
Sábato, Hilda. “La vida pública en Buenos Aires” en Marta Bonaudo (Dir.).
Liberalismo, Estado y orden burgués (1852-1880). Tomo IV.
Buenos Aires: Sudamericana, 1999.
Sarlo, Beatriz. Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930.
Buenos Aires: Nueva Visión, 1988.
--- El imperio de los sentimientos. Narraciones de circulación periódica en
la Argentina (1917-1927). Buenos Aires: Catálogos, 1985.
--- La imaginación técnica. Sueños modernos de la cultura argentina.
Buenos Aires: Nueva Visión, 1997.
Saítta, Sylvia. Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920.
Buenos Aires: Sudamericana, 1998.
Suriano, Juan. Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires,
1890-1910. Buenos Aires: Manantial, 2001.
Tarcus, Horacio. Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros,
intelectuales y científicos. Buenos Aires: Siglo XXI, 2007.
--- Diccionario Biográfico de la izquierda argentina. De los anarquistas a
la “nueva izquierda” (1870-1976). Buenos Aires: Emecé, 2007.