Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resumen de Integracion Sauri PDF
Resumen de Integracion Sauri PDF
Saurí
¿Qué Es Diagnosticar En Psiquiatría?
Editorial Bonum
Cuenta Cervantes que Alonso Quijano, el atribulado1 hidalgo de la Mancha, “los ratos
que estaba ocioso se daba a leer libros de caballería con tanta afición y gusto que olvidó
casi de todo punto del ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda”. Pero
Quijano lejos de contentarse con sus lecturas deseaba desentrañar enigmáticas
afirmaciones... Con esas razones perdía el juicio y desvelábase por entenderlas y
desentrañarles el sentido. “El se enfrasco tanto en su lectura, que se pasaba las noches
leyendo de claro en claro; y así del poco dormir y el mucho pensar se le secó el cerebro,
de manera que vino a perder todo juicio”.Basta este trozo para plantear nuestro
quehacer.
Supongamos ahora que, una vez leído el texto, alguien se interesara por conocer aquello
que aquejaba al caballero, y gracias a sus estudios, reflexiones o práctica, reconociera
que Quijote se comportaba de forma tan extraña porque deliraba. Para llegar a esta
conclusión hubo que llevar a cabo una tarea en tres etapas: lectura mediante, conoció los
hechos y discursos atribuidos a Quijote, reconoció signos y, por fin, les dio un nombre
identificador. En otras palabras, realizo una tarea Diagnostica, ¿qué significa esto?
El área semántica del vocablo diagnosis, integrada por términos como diagignosko,
separar y decidir; diagnome, deliberación y decisión, diagnomon, perspicaz, vigilante y
atento; diagnorizo, hacer, conocer y divulgar, y diagnósticos, designó en sus orígenes
el hecho y los actos de reconocer y discernir, y configuró un campo significativo
atinente a un modo de conocer consistente en separar y discriminar las notas de lo
cognoscible.
Diagnosticar era discernir, esto es conocer racionalmente algo de modo lúcido y
perspicaz, penetrando en lo cognoscible, y enjuiciarlo decidiendo algo.
Ahora bien, en la práctica médica que es lo que ahora nos interesa, refería al resultado
de reconocer los signos de una enfermedad y decidirse de cuál se trataba. Denomina
siempre la tarea de conocimiento y reconocimiento de los signos útiles para fijar la
identidad de algo.
¿Cuáles han sido los modos empleados en la psiquiatría, para llevar a cabo este trabajo
de discernimiento y decisión?: dos modalidades relacionadas con la predominancia de la
urdiembre creencial naturalista y con su crisis. Para la primera, diagnosticar fue alcanzar
una meta cognoscitiva logrando una suerte de fotografía de lo estudiado; la otra,
concibió el diagnosticar como la realización de un quehacer.
I
El Diagnóstico Como Meta
1
constituido en el referente en función del cual se diagnostica, como el sujeto pone ante
sí y para sí una imagen de la realidad, no la realidad misma, lo conocido es un
lugarteniente de ella, por este motivo, y sin negar su fundamento in re, la representación
queda caracterizada como un proceso semejante a aquél en virtud del cual la urdimbre
creencial naturalista concibió al hombre como un “sujeto”dentro de los existente.
Tal planteo mantuvo su vigencia largos años, y en él se entramó la concepción del
diagnostico con la noción de representación.
Dice Descartes: el sujeto pone en duda al mundo, así como lo hace con su
representación y de este modo el cogito logra conocer pues no puede dudar de sí mismo.
Conocer, propiedad humana operante mediante la representación, otorga pues al sujeto
un poder concretado en dominación y mando. En este sentido diagnosticar, discriminar
y decidir conociendo, reconociendo y nombrando, supone representarse lo comprobado.
La tarea diagnostica es ejercicio de un poder por parte de quien detenta el saber, que
logrará aumentar recurriendo a métodos y procedimientos “complementarios”. Quien
diagnostica, discierne y decide y en función de ello brinda seguridad. En tal concepción
la mirada ocupó el primer plano operativo.
Estas ideas y procedimientos enriquecieron el arte diagnostico con los aportes d la
observación sistemática pero también abrieron las puertas a la posibilidad de establecer
un esquema explicativo utilizando los datos proporcionados por las evidencias
sensibles, descartando los imposibles de ser verificados.
3
Piedras
2
Observación de datos, inventario y comprobación de correlaciones fundan y
fundamentan el diagnostico empirista culminando en un objetivo último de orden
nosológico.
4
Insignificantes; Nimias; Inútiles.
3
saber. Y así como el diagnostico empirista desembocó en una nosología, el positivista lo
hizo en la clasificación.
II
El diagnóstico como desarrollo
4
de lo pedido en el positivismo; pero, insatisfecho con esa suerte de explicación, siguió
inquiriendo y se preguntó “acerca del mecanismo paranoico”. Tal pregunta marcó una
novedad porque además la anunciación de diagnostico categorial, señala el intento de
conocer el desarrollo de los procesos que permitían llegar a tal conclusión.
Ciertamente la dementia paranoide nombraba una categoría nosológica; pero también
desde ahora un desarrollo estructural del aparato psíquico cuyo origen había de buscarse
en la infancia. La dimensión biográfica, aún entendida como cronología, pasó a ser una
nota imprescindible del diagnostico. Sin embrago, pese a encontrar y caracterizar
numerosos procesos participantes de la sintomatología comprobada, el psicoanálisis
recurrió todavía a categorías nosológicas, y trató de identificar alteraciones específicas
en cada afección. El punto es importante porque remite al enfrenta miento crítico de
viejas y nuevas afirmaciones.
Discriminar “fases”- orales, anales o genitales- o “posiciones”- esquizo paranoide o
depresiva- insertó entonces la tarea diagnostica en el fluir de la libido y también en las
relaciones de objeto..
La practica psicoanalítica mostró que la tarea diagnostica apunta a identificar
“organizaciones” del aparato psíquico que no se corresponden ni son homólogas con las
categorías nosológicas. Y de este modo la práctica psicoanalítica introdujo en el
terreno de la tarea diagnostica un tercer registro: no basta registrar y agrupar signos y
categorizar síndromes, es menester, además, detectar e interpretar el
funcionamiento de organizaciones psíquicas inconscientes propias de las
alteraciones manifestadas.
III
El Diagnóstico: Actividad Axiomática5
5
zanahoria” descrito por uno de los seguidores de Lacan, y después dice ): No se trata de
un simple sordomudo como los diagnosticaba un médico; aquí se trata del cisma6
fundamental del ser cuando no está estructurado; una fisura que causa parcelamiento y
engendra la esquizofrenia del sujeto.
El texto reproducido intenta fundar, como lo hacía el positivismo, el conocimiento
diagnostico en la verificabilidad, por lo cual los fenómenos registrados quedan
caracterizados por sus notas lógico formales, y los enunciados científicos remitentes a
ellos reducidos a puros enunciados de estructuras. Examinemos este punto pues
diagnosticar también es enunciar.
6
Rompimiento; Escisión; Ruptura.
6
Mas como la persona es una realidad compleja con notas constitutivas unidas
solidariamente entre sí, permite asimilar su comportamiento al de los otros sistemas si
se la estudia con métodos análogos. La teoría de los sistemas ofrece tal oportunidad
usando el isomorfismo proporcionado por los fenómenos de comunicación y
transmisión de mensajes pues crea relaciones de equivalencia. En tal contexto donde
discriminar es diferenciar mensajes, la persona, ecosistema en constante flujo relacional,
hace irrelevante aplicar denominaciones sustantivas. En tal perspectiva valen los
sucesivos roles, conjuntos de relaciones configurados de modo determinado, jugados
por el “paciente identificado” dentro del grupo. Diagnosticar conduce a conocer,
reconocer y nombrar los modos de relacionarse y comunicarse en un proceso en
desarrollo.
Tal proposición deja de lado el conceptuar los trastornos psicopatológicos, concebidos
ahora como producciones de un sistema que busca un equilibrio en vías de romperse, la
tarea diagnostica se orienta a detectar los modos de actuar en la situación; esto es, a los
papeles desempeñados para adatarse a la realidad..
Para la teoría general de los sistemas, diagnosticar es discriminar las perturbaciones
de un sistema que, en el caso del hombre, es básicamente simbólico. Proceder
diagnosticamente no puede ser no aséptico, no neutral pues implica introducir nuevas
formaciones en un sistema previo y modificado mientras éste modifica la tarea
diagnostica constituida una en virtud de procesos de retro y de autoalimentación en una
secuencia sin fin. El paciente identificado mas que un hombre sufriendo es una suerte de
funcionario grupal cumpliendo un papel necesario para el sistema amenazado de
desintegración. Diagnosticar es entonces, práctica de una lectura operativa
consistente en la detección del “paciente identificado” de un grupo que, ante la
posibilidad de una ruptura del equilibrio, busca restablecerlo estableciendo
alianzas y coaliciones.
Ahora bien, observar y agrupar, ubicar nosologicamente, detectar el desarrollo de las
organizaciones inconscientes, seguir la pista de la cadena de significantes e identificar
roles no son tareas excluyentes sino diversos modos, susceptibles de complementarse
cuando se pretende discernir o decidir conociendo, reconociendo y nombrando en busca
de identificar algo.
Un tercer paso conducente a una mayor ampliación producto indudable de la crisis de la
urdimbre creencial naturalista, la ubica en el contexto de lo antropológico. Y en este
campo, acudiendo al análisis fenomenológico hemos de estudiar ahora la tarea
diagnostica.
IV
La Textura De La Tarea Diagnóstica
A) Momento constitutivo:
Conocer, reconocer, y nombrar operaciones integrantes de la tarea diagnostica
conducentes a identificar lo registrado, es una operación unitiva en la cual se combinan
notas de valor desigual.
7
De la relación entre estas actividades, preparatorias algunas y conclusivas otras, surge el
diagnóstico cuando nombra la identidad de lo estudiado. En tal tarea se logra un
conocimiento reflexivo, meditado y ponderado, que resulta de una operación
investigadora. Diagnosticar es pues un trabajo que, muchas veces, requiere largo
tiempo, observaciones minuciosas registros reiterados, exámenes complementarios, que
puede darse por terminado cuando hemos obtenido los datos suficientes para llegar a
una conclusión.
Durante el imperio del positivismo naturalista, imperó el afán clasificatorio, pero tal
procedimiento por parcial y deductivo empantanó al conocimiento llevándolo a un
callejo sin salida. No se trataba de un enfoque falso pero sí limitado pues más buscaba
explicar lo encontrado que comprenderlo. Cuando se ha de considerar la persona, la
tarea diagnostica, al ir haciéndose con la personalización interrogada, es como ella,
abierta, transeúnte y versátil. Esto supone llegar a conocer una identidad de modo
reflexivo, meditado y ponderado identificando a los signos de lo considerado, cuando se
repiten algunos de ellos.
El diagnóstico se apoyaba pues en la posibilidad de comparar y concluir brindada por la
repetición.
Repetir produce diferencias y, en esta producción, respaldado en la comprobación de la
distancia entre la experiencia y la aparición de lo ya conocido, al diagnosticar encuentra
su materia.
Por este motivo como la reaparición de “lo mismo” solo garantiza un estancamiento
pero no un crecimiento, la acción de conocer comprueba en las repeticiones la
producción de diferencia, no la reedición de “lo mismo”.
El proceso de repetición participa también en el establecimiento de la regularidad de
aparición o de la persistencia de los signos cuya comprobación contribuye al desarrollo
de esquemas cognoscitivos orientadores de la tarea a realizar. Y de este modo va
“construyendo” una identidad a lo comprobado, necesaria para ordenar el conocimiento;
esto no implica sin embargo, que lo diagnosticado sea en el modo en que se teoriza. En
otras palabras que, para los fines diagnósticos importa la repetición sintáctica no la
semántica: la repetición de un tipo de conducta en una situación similar no es de por sí
índice de patología, pero lo es cuando se hace compulsivo y dominante.
Perder de vista que una conducta o signo “es-en-situación lleva a tomar por repetición
lo que es noema, no noesis: la identidad anecdótica no es criterio diagnóstico suficiente,
y hemos de cuidarnos confundir una analogía discursiva estructural con la surgida del
campo donde comprobamos. Repetición no es analogía, no traductibilidad, ni identidad
lógica, ni equivalencia, ni homogeneidad y auque la persona pueda muchas veces decir
lo mismo, no siempre significa lo mismo.”
B) Momento operativo
Una de las notas fundamentales de la tarea diagnostica es el cribado de los datos
recogidos.
Trinos denotaba en su origen la acción de separar, distinguir y elegir así como decidir,
resolver, interpretar y juzgar. Todo ello reaparece en la tarea diagnóstica, fenómeno de
cribaje donde convergen actividades de selección, discernimiento y decisión pautadas
según normas, reglas y referentes convencionales.
¿Cómo se constituye este momento operativo?: en relación a lo “cognoscible”, separar,
discernir y decidir tiene una función des-veladora y des-contructiva de los
diagnosticable, es decir de ese cúmulo de datos y de informaciones a procesar donde es
posible penetrar con mayor o menor profundidad. Pero para poder operar es necesario
dispensar y distribuir los componentes de lo considerado.
8
Al desconstruir, la tarea diagnóstica pone entre paréntesis los contenidos, sus atributos y
las normas convencionales, sin detenerse a condenarlas pues si así lo hiciera
“condenaría” la tarea cerrándola y tapiándola.
La tarea diagnostica, quehacer basado en la consideración de las posibles metamorfosis
de huellas inscriptas abre horizontes nuevos, no establece juicios y menos, aún
dictámenes. Des-construyendo y desvelando aquello que “ya-está-aquí”y operando en el
“aquí-y-ahora” ella descomprime lo comprimido y suscita la emergencia de nuevas
posibilidades.
La tarea supone el estado de abierto de quien la realiza, lo cual diferencia diagnosticar
de demostrar: para quien diagnosticar lo “diagnosticable” aparece, se muestra, se
presenta, está en frente a él al modo de lo “descubrible”..
La identificación diagnostica, descripción decodificación, desconstrucción y
develamiento es, también hermenéutica: lo velado, “oculto-para-mi”por definición solo
puedo asirlo gracias a un procedimiento adecuado que me permite, a posteriori,
generalizar lo conocido. Solo puedo nombrar lo diagnosticado, síntesis dialéctica entre
el momento constitutivo y el operativo porque, previamente, hubo develación y
desconstrucción.
C) Textura temporal
Don Quijote era loco y deliraba, cuando tratamos de establecer como lo era y buscamos
“fijar” los temas de su trastorno no basta con saber si su delirio fue persecutorio,
interpretativo o fantástico.
El diagnostico psiquiátrico, tarea histórica de búsqueda y esclarecimiento, apunta a
discriminar y decidir, a conocer y reconocer la estructuración de la personalización no a
estructuras lógico-formales. Y ello implica la dialéctica entre arché y eschaton. ¿qué
significa esto?
Varios vocablos griegos designaban la conjunción del punto de arranque de algo con el
poder o la autoría que ese hecho le otorgaba: archô era comenzar, conducir, el jefe y el
líder; los archôntes, los jefes del pueblo y archaicos, con el adverbio que indicaba el
proceder al modo antiguo. Arché designó el principio, origen, causa y comienzo o punto
de arranque de una acción finita desenvuelta en función de un telos.
En orden a la dinámica del “aparato mental”, el psicoanálisis tematizó el concepto en
orden a las relaciones primarias, a la hipótesis del “objeto perdido”, a la tesis acerca del
“parricidio primitivo”, etc...Todo esto condujo al uso de una metáfora “primitiva” para
expresar los resultados de la exploración del “sido”. Y al descubrir la participación de
huella y reliquias en lo comprobado, la tarea diagnóstica participa de igual prestigio.
Operar así apunta sin embargo a mostrar la realidad “del” pasado, no tanto “el” pasado
de la realidad en la cual se asienta, por lo cual sólo es posible si se transita la vía de la
razón instrumental.
En la personalización “lo retenido”son huellas paquetes de informaciones y reliquias de
lo vivido, testigos modificados de “lo sido”: la huella no es calco, y en la operación de
rememorarla se le asocian otras provenientes de experiencias análogas o
contemporáneas a su grabación. La tarea diagnostica no considera pues a lo retenido
como restitución de lo que pudo haber pasado, querido o vivido, ni como recolección.
Develar la arche reencuentra la reinscripción, de un paso influyente en la pretensión y
en el por-venir posible.
En este sentido diagnosticar concede un lenguaje a lo transformado en virtud del cual se
hace discurso tematizante de lo “lo sido”.
Ahora bien, la tarea diagnóstica no se queda en una sola dimensión temporal pues
integra también “lo posible” en tanto materia de conocimiento y reconocimiento.
9
Fueron los hipocráticos quienes captaron este aspecto del problema y consideraron que
la prognosis o pronostico integraba el diagnostico dando sentido a la tarea.
Diagnosticar, quehacer donde se revalora lo vivido y se apunta al futuro, tienen
caracteres escatológicos.7
La tarea diagnostica que cumpliendo en el aquí- y ahora trasciende lo actual y lo “sido”;
esto supone superar la tentación de quedar en ser-para-sí, concretada la actividad
fantasiosa del imaginario de quien diagnostica a la cual aboca la interpretación
arqueológica; por el contrario interrogarse acerca de los horizontes posibles supone la
convergencia de lo arqueológico propio de la vocación de las huellas, y el desempeño
por la capacidad imaginaria creativa, utópica e inventiva.
En esta tarea donde nada hay “planificable” ni anticipación resultante de un proceso
racional, escatológico entona la espontaneidad necesaria para apropiarse de lo nuevo y
esto garantiza la responsabilidad de quien practicando la tarea diagnostica, ejerce su
libertad en el campo del conocimiento. Diagnosticar supone una decisión responsable,
sopesando la influencia de las huellas y remitiendo desde el presente al futuro.
La tarea diagnostica aspira no sólo a responder al “por que” sino también al “para que”
indagando motivos y significación. Y entonces trascendiendo el campo de la ciencia, se
muestra como un arte.
I
El Campo De La Mirada Diagnóstica
7
Perteneciente o relativo a las postrimerías de ultratumba.
10
¿Qué implica que la Mirada ubique “acá y allá”?8 : “Acá” y “allá” designan velaciones
especiales del mundo-de-la-vida vinculadas a la mirada algo que ocupa un lugar
inmediato, y si bien lo mirado está ubicado respecto de mí, no es mi propiedad porque
ni ésta ni el proceso conducente a ella son asuntos de proximidad o lejanía, (en el texto
hay un ejemplo esclarecedor). Por otra parte, como la persona está siempre total y
absolutamente presente a sí misma cuando mira con intención diagnóstica se involucra
del mismo modo en esa actividad cognoscitiva. Al usar su mirada quien diagnostica se
relaciona con aquello a diagnosticar que está “allá” acercándolo al espacio de “acá”
donde se desenvuelve su actividad. De este, modo la mirada diagnostica “especializa”
según sea la preocupación dominante: el médico no “mira” el mismo espacio
hospitalario que el paciente internado, ni éste el que su visitante, quien lo hace de modo
diferente a la enfermera, pues cada uno mira a su manera. Es con el espacio de la
mirada intersubjetiva con la que trabaja la tarea diagnóstica.
Al mirar, el diagnosticador lo hace desde un comprometido “espacio personal” nunca
totalmente situado “acá” ni “allá”. Se trata de un espacio primigenio de encarnación,
“espacio cero” fundamento y origen de sus ulteriores determinaciones, donde entre el
“acá” y el “allá” juega el espectáculo que capta el espectador. Tal presencia (la del
diagnosticador y la de los conjuntos que aprehende en el campo de la Mirada) tiene
carácter evidente y no necesitan ser comprobadas. Como consecuencia, lo aprehendido
se vive como real pero esto no garantiza la verdad de lo mirado. Tal es el caso que se
puede presentar ante un acontecimiento de convulsiones en una joven de un pueblo de
campaña, donde una mirada científica puede ver una conversión histérica y los vecinos
de la enferma pueden ver un conjunto de escenas extraordinarias. 9 En otras palabras que
la mirada diagnóstica utiliza un código convencional de reconocimiento, selecciona
notas perceptibles, no todas espontáneas, entre las cuales establece equivalencia según
sea la coincidencia entre los signos icónicos y la unidades del código de reconocimiento
usado. Tal operación es compleja y peligrosa pues usar de un código para conocer la
significación de “lo mostrado”, puede llevar a confundirlo con el “código diagnóstico”
donde se combinan el perceptivo, los de reconocimiento, los icónicos y el desarrollado
por el aprendizaje.
Eco distingue varios modos de codificación: icónico, constituido por lo aprehendido,
iconográfico donde se imponen las convenciones y pautas dominantes propias del
medio cultural del cual surge el código; tropológico donde este código estructura
figuras icónicas análogas a las verbales; tópico constituido por los lugares comunes
vigentes en este momento histórico, y, por fin, uno entimético pues la información
icónica es directa y no procede por explicación de premisas. Y como los mensajes
captados por la Mirada diagnóstica están figurados de esta suerte, se hace necesario
decodificar lo captado siguiendo cada uno de estos códigos.
Los signos icónicos no pueden reemplazar a las palabras y esto ilegitima cualquier
intento de asimilar miembro a miembro la comunicación lingüística con la visual.
La mirada diagnostica descompone el espectáculo en “campos pragmáticos
topológicos”, esto es en escenas conectadas entre sí, buscando su filiación genética y
evolutiva; mas dado que la práctica señalizante es transeúnte, cambiante y polisémica
descubre nuevas designaciones combinadas en cada cambio de horizonte.
A) Encuadre y montaje
Mirar nunca es una actividad “ingenua”, es intencional, selecciona y diferencia
presencias “ahora” y “ya”. Puedo haber mirado y también tener el propósito de hacerlo:
8
En el texto se presenta un ejemplo con una lapicera que puede ayudar a entender mejor esto.
9
En el texto se presenta un ejemplo de la mujer con mal de ojo.
11
sólo miro en el presente vivido y concreto en un espacio libre de obstáculos capaces de
ocultar “lo mirable”.
En la tarea diagnostica, la Mirada concilia dos modos distributivos: encuadre y montaje.
El primero ubica y encierra en cuadro; el segundo combina las notas aprehendidas.
Ambas modalidades conducen a diversos resultados: una escena muy definida donde se
destacan ciertas notas atrapa la atención del espectador y le da importancia
circunstancial lo cual encauza y conduce el diagnosticador sometiéndolo a las normas
de la situación.
Como consecuencia “encuadre” y “montaje” concurren a “ubicar lo aprehendido en el
seno de una totalidad que requiere ser identificada. Los límites de la Mirada diagnostica
coinciden, en otras palabras, con aquellos de las “formas” reconocidas por la cultura lo
cual hace absurdo querer diagnosticar con “nuestras formas”.
B) Perspectiva
Mirar es una actividad cumplida desde un “punto de vista” que sitúa “lo mirado” en
determinada relación del Sujeto-. Tal puesta de mirar el espectáculo desde determinados
parámetros espaciales produce “efectos”, entre los cuales el trampantojo y la
anamorfosis, -la ilusión y la deformación-son de especial interés diagnostico.
1. trampantojo e ilusión
2. Anamorfosis y deformación
10
Amanar: Prevenir, preparar o poner a la mano algo.
12
En función de otro artificio de perspectiva, la anamorfosis, “lo mirado” es irreconocible
hasta tanto no se lo mira desde el ángulo convencionalmente vigente.
En este caso, como en la anamorfosis, “lo deformado” puede retornar al “sistema
figurativo dominante” cuando lo aprehendemos desde las normas vigentes que
determinan y seleccionan las relaciones objetivas para percibir algo, indican hacerlo.
La convención dominante condiciona a la Mirada a cumplir su función en una
determinada “perspectiva”.
Si el trampantojo introduce el futuro, la ilusión y el peligro de tomar por real lo que no
es, la anamorfosis lo hace con la deformación, proceso propio de la actividad imaginaria
en relación con el texto sociocultural y espiritual.
La Anamorfosis y el trampantojo marcan los límites y obstáculos a la intención
identificatoria de la mirada. Su operación no es infalible puede ser burlada y también ser
victima de un ocultamiento. Sin embargo, Mirando, quien diagnostica, discierne y
decide, conoce y reconoce.
II
El Campo De La Escucha Diagnóstica
Quien realiza la tarea diagnostica mira, pero también escucha y al hacerlo obtiene
nuevos datos para cumplir su cometido. La mirada, aprehende “lo mirado” aquí-y-ahora
y también la Escucha necesita la presencia de lo captado pero su registro alcanza un
área más dilatada. Escuchar va más allá y puede asir lo invisible. Su independencia
respecto de la inmediatez es pues mayor, y en virtud de ello aprehende signos más allá
de su vecindad fáctica.
El diagnosticador escucha intencionalmente, escruta, examina, tiende su oído hacia
algo, como el auxiliar de las legiones, interpreta que detrás de la manifiesta, existe otra
significación. La escucha- fenómeno carente del poder probatorio de la mirada- pone en
entredicho la seguridad que ésta otorga y requiere la interpretación de lo registrado
poniendo en marcha dudas y sospechas. Y así como la Mirada capta espectáculos, la
Escucha registra discursos integrados por voces y silencios. Captación de conjuntos
sígnicos11 y procesamiento de ellos son pues, sus dos momentos constitutivos.
Los conjuntos fónicos que la tarea diagnóstica capta en el campo de la Escucha están
integrados por discursos, esto es por totalidades significativas compuestas por voces y
silencios que articulados, entre sí, configuran una unidad sistémica ordenada,
estructurada y socialmente edificada según las pautas y convenciones vigentes.
Las voces constitutivas de los discursos son sonidos significativos antropológicos con
afinidad de origen con el logos en general, aunque no con su substancia sonora y física.
Por ese motivo la voz, expresión significativa concretada en palabras y en frases,
“transforma en carne al cuerpo de la palabra”. La voz fenomenológica sería esa carne
espiritual que signa hablando y está presente en sí, que continua escuchándose, en
presencia del mundo. Subrayemos este punto: La escucha diagnostica aprehende
discursos constituidos por voces y silencio encadenados significativamente en frases o
combinaciones de frases; pero tales discursos sólo alcanzan tal estamento significativo
al ser captadas por una persona capaz de atestiguar por ellas.
11
Perteneciente o relativo al signo.
13
Las personas emitimos sonidos significativos ordenados en discursos, así
probablemente el animal no se escucha a sí mismo pero se oye; la persona, al escucharse
en el momento de hablar capta también su valor social.
Hablar es, en efecto, hacer discursos dándose a entender por signos fónicos, tratar de
algo platicando acerca de ello y conocer mediante la intervención del lenguaje.
Los discursos escuchados no están prefabricados, se “hacen” con la escucha del otro; si
bien los grupos sociales proporcionan “modelos”, seleccionan mensajes y ejercen
censuras.
La escucha diagnóstica capta las secuencias fraseológicas, permite conocer el
ordenamiento del discurso y recoger lo desplegado por él descubriendo la conexión de
las significaciones en trayectos o cadenas articuladas. Y como significar es lugar de
reenvío, su detección abre la posibilidad de recogimiento pues liga lo presente
escuchando lo ausente significado y, la escucha diagnostica se recoge sobre lo captado
y se interroga acerca de su trayecto significativo.
Nombrar permite generalizar el conocimiento marcando diferencias, fundantes de la
abstracción y conceptualización pero también actualizar el peligro de quedar apresado
por esta actividad. De allí que sea necesario abordar lo escuchado valorando tanto el
signo y su encadenamiento con otros, como la frases y sus articulaciones, o sea lo
semántica. La primera modalidad trata el aspecto distributivo y la segunda se centra en
el plano combinatorio de la palabra teniendo en cuenta que el discurso en acción entre
personas.
B) Juegos de la escucha
Más no toda la Escucha consiste en registrar voces y discursos. La actividad no es
mecánica sino antropológica e involucra también una selección de lo captado y en
“juego” con él. En otras palabras, existen “juegos de Escucha” de importancia capital
para el diagnóstico. En el campo de la Mirada, sus notas constitutivas se distribuyen
espacialmente polarizada “aquí” y “allí” pero, como en aquel de la Escucha esta
distribución es temporal, lo escuchado se ordena no según se enuncian los discursos,
sino según como se atiende a ellos.
Todas modalidades que remiten al tiempo constitutito de la Escucha que podrá durar
cronológicamente más o menos, y designan un tiempo constitutito no una cronología.
Escuchar es un acto comprometido no meramente objetivo y, en su constitución,
interviene el discurso del Otro. Al acudir un paciente a consulta, solicita nuestra
atención y, si escuchamos lo que nos dice, establecemos nexos entre los que hemos
escuchados y lo que escucharemos.
Escuchar necesita una disposición previa, un silencio en el cual se distribuirán las voces
de acuerdo con la intención de quien las emite, pero también juega con ellas el ir
percibiéndolas y seleccionándolas. Esto se complica porque, como todos conocemos,
hay personas que no desean escuchar o sólo quieren escuchar aquello que desean, todo
lo cual indica la existencia de “juegos de la escucha” de gran importancia diagnostica.
La Mirada crea ordenamientos perspectivas; la Escucha los hace temporales.
Existen tantos modos de escuchar como intenciones personales posibilitadas por la
urdimbre creencial. Una escucha pura, neutral e inocente es algo imposible. Quien
diagnostica no puede dejar de estar influido por los paradigmas y modelos científicos
vigentes, por la episteme oyente o las ideologías así como por la comunidad científica a
la que pertenece. Un psicoanalista no escucha al modo como lo hace un psicodramatista
o un psiquiatra académico, pues en cada uno de ellos la Escucha funciona de modo
diferente.
14
Se puede escuchar descripciones, argumentaciones, ordenes, interrogaciones, etc... y en
cada caso captar discursos iguales, pero su significación queda determinada por la
situación.
Con la escucha, en la actividad diagnostica: los “juegos” permiten al diagnosticador
captar otras significaciones no manifiestas pero existentes. Y uno de estos “juego”,
quizás el más importante por ser una actividad propia al diagnosticar, es la práctica de la
sospecha.
C) Práctica de la sospecha
Escuchar es una actividad que abarca un área más amplia que el oír y que no sólo capta
voces sino también silencios, pero esto requiere ir más allá de lo manifiesto y penetrar
en la zona de lo no dicho, a horcajadas de las significaciones. No sólo existen zonas de
la realidad que no se expresan mediante las voces y los discursos sino que también estos
pueden ser engañosos, parciales y desorientadotes; a más de estas circunstancias, la
materia máxima de lo escuchado. Las significaciones, son simbólicas y por esto mismo
tienen un doble significado, uno manifiesto y otro, que lo hermenéutico trata de develar.
Escuchar implica orientar el enjuiciamiento de lo registrado en una dirección diferente a
lo aparente.
Sin embargo, entregarse a la sospecha encierra serios peligros ya que para conocer no
basta develar lo no dicho a partir de lo dicho, ni la tarea diagnóstica para en
desenmascarar. M.Foucault ha señalado al dogmatismo y al nihilismo como los dos
riesgos externos. La sospecha puede extenderse al infinito.
Este nihilismo borra las diferencias, anula los modos estructurales, desdibuja los niveles
constitutitos y, termina por diluir toda posible noción de significación. Esto vuelve la
sospecha contra sí misma y, entra al diluirse las referencias estables en la región donde
reinan las alusiones deliroides que se autoimplican constantemente.
El extremo opuesto, el dogmatismo, surgido de privilegiar una sola clave interpretativa,
crea un código propio y desemboca en una semiótica12 particular. Se trata, en realidad,
de una suerte de ejercicio retórico basado en la creencia de la existencia absoluta de los
signos, que clausura el horizonte de posibilidades.
I
Carta abierta de Schreber a Flechsig
(El apartado es únicamente la carta)
II
Lectura
Desde sus orígenes raigales el vocablo remite a actividades relacionadas con recoger,
escoger y reclutar. Lego, vocablo de amplios alcances, significa, para los griegos juntar,
exponer detalladamente las preocupaciones, recoger selectivamente, involucrar, elegir,
decidir exponer el futuro, nombrar con presesión, significar, vanagloriar, recitar, leer en
voz alta, ordenar y hablar como creador.
12
Sintomatología
15
Ser leedor no es lo mismo que ser lector, que si se inclina a retraerse cuando va a leer”.
Decía Salinas, “es porque se siente encaminado a un acto de amorosa comunicación al
que conviene cierto recato”. Quien lee se aventura a penetrar en un texto haciéndose un
sitio en él.”.
¿Qué hace, entonces, legible un texto condición sine qua non para realizar la tarea
diagnóstica? Leer para diagnosticar intercambiarse con “diagnosticable”, entregándose
al que hacer de apoderarse, desplegar y recoger lo dado. ¿Cuáles son los caracteres
alterados en el enfermar?
A) Despliegue:
Al leer la persona despliega pues el texto, lo extiende, desanuda su compacticidad, lo
hace poroso. Y diluye su identidad; lo leído una y otra vez. Añadamos a esto que no hay
texto agotable, que siempre guarda el susceptible de ser descubierto y concluiremos que
no existe lectura definitiva.
Si no existe lectura definitiva es porque un mismo texto puede ser desplegado de modos
diversos según las intenciones del lector y las situaciones vividas. Las memorias de
Schreber fueron leídas por sus colegas forenses de un modo, de otro por Freud y de
manera diversa por Melanie Klein o Jacques Lacan. También en cada aproximación
diagnóstica nuestros supuestos y prejuicios nos llevan a leer de modos diferentes.
Importa tanto “lo-que-se-dice”-estos es el mensaje como el “modo-en-que-se-lo-dice”
porque destacar el aspecto retórico del texto valora su capacidad comunicativa.
B) Recolección:
Otra nota constitutita de la lectura es de recolección. A medida que adelanto en la
lectura, opero recolectando datos como que cosecha lo producido por un campo. Sin
embargo no se trata de acopiar: leer no es llenar un depósito, amontonar o conservar,
sino tomar aquello que se necesita para el propósito de la lectura. Pero para obrar así, es
menester aislarse en cierta medida de los estímulos perturbadores. Difícil es leer en
medio de ruido o hacer una tarea diagnóstica en un ámbito de bullicio pues es necesario
silencio fuera y dentro nuestro para atender al texto, pues el mundo del diagnoticador
debe dar cabida al de lo diagnosticable. Esta operación, comienza de un modo nuevo y
de un tiempo diferente siempre es menesterosa, pero recogerse incita y da pie a la
relectura: entonces al re-tomar el texto se atisban13 otras costas, se abren otros
horizontes, se reperegrina en latitudes diferentes.
Quien lee ha de “retener” lo dicho en el trozo anterior al que está leyendo y que
le abre vías de posibles significaciones. Y del intercambio dialéctico entre uno y
otro surge el “trabajo de lectura” gracias al cual lo no familiar se hace familiar. Mas
como todo texto puedo volver a leerse, la relectura diagnóstica avanza de lo “ya
conocido” a lo “re-conocido” en cuyo caso el camino a recorrer devela otros
aspectos. En efecto, ningún texto enfermo es cabalmente captado en la primera
lectura; Se necesita releerlo, volver a él y en cada retorno, aparecen nuevos aspectos.
Quizá en otras se los “vio” pero no se los “miro”,se los “oyó” pero no se los
“escuchó”, y no podemos explicar el fenómeno con el socorrido recurso de una
“represión”o “censura” sino que todo texto requiere su relectura.
La lectura tiene a su vez riqueza y opacidad14; la relectura clarifica pero elige; se
apoya en las cuestiones dejadas abiertas tras el primer recorrido del texto pero sólo
ofrece una interpretación entre otras posibles.
13
Ver, Observar.
14
Oscuridad; Sombra
16
Muchos errores diagnósticos se originan por privilegiar una de estas lecturas
cuando todo texto, factura interpersonal, requiere ambos modos para penetrar en él.
Para leer, quien diagnóstica necesita dejarse llevar por lo leído y saber distinguir. En
otras palabras: debe recogerse en el texto poniendo entre paréntesis claridad y
precisión para poder captar lo sugerido “poniéndose-en-camino”, en pos de la
necesaria discriminación y decisión, conociendo, reconociendo y nombrando.
III
Las Lecturas de La Sicopatología
A) La lectura informativa
Este modo de leer busca informaciones, es decir, noticias capaces de hacer-o reconocer-
lo desconocido.
Registrar estos datos permite una primera aproximación ingenua sostenida por el hecho
de que se participa una lengua, estos, es convenciones, códigos y sistemas.
Enterar, entregar, restituir o reintegrar, supone dar algo, y más específicamente una
información nueva.
La novedad nunca es total: enterarse de una noticia perfecciona completa o
complementa un conocimiento como cuando “enteramos por primera vez”.
La lectura informativa es saltígrada pues repara preferentemente en noticias no
habituales. Por este motivo, dirigiéndose a las anécdotas, a su articulación y atendiendo
a la extensión del texto, recoge información para enterase de lo que da a conocer con la
mayor fidelidad posible.
Tal lectura obliga a seleccionar, adecuar, “recortar” y concentrar la información.
La lectura informativa permite a la tarea diagnóstica lograr los datos iniciales, si bien
por detenerse en los accidentes queda circunscripta a lo convencional y a los códigos
vigentes en ese contexto. Da a conocer el objeto del diagnostico pero no abre juicio. En
otras palabras, es útil para discernir e individualizar pero no para llegar a una decisión.
Tal tipo de lectura detiene en la información proporcionada por la observación de los
signos espontáneos o provocados. Ella se atiene, a lo positivo, entendiendo por tal lo
evidente y lo evidenciado, pues su propósito es esencialmente semiológico.
La lectura informativa busca pues noticias con las cuales establece un “retrato” de lo
diagnosticado.
B) La lectura hermenéutica:
Sin embrago, pretender leer la realidad patológica de, modo ingenuo e inocente no va
más allá de una ilusión porque la persona se va haciendo en una realidad, natural y
originariamente interpretada. En la tarea diagnóstica quien lee con esta intención no se
queda en la percepción de un cúmulo de señales signos dispuestos de modo retórico; se
pregunta por su significación e interpreta lo registrado por la lectura informativa, otro
tipo de lectura, ratificada o rectificada a posteriori. Interpretar, proceso referencial
establecido entre un signo y su objeto, no es un acto individual, está determinado por las
pautas sociales; pero no se queda allí pues es desarrollo del comprender. “La
17
interpretación se funda existenciariamente en el comprender, en lugar de surgir este de
ella”, sostiene Heidegger.
La lectura hermenéutica opera con notas obtenidas de una anterior lectura informativa.
De hecho, estas modalidades de lectura juegan en diferentes niveles lógicos y la
hermenéutica procesa información para descubrir “algo-más-desconocido” implícito en
la información. Para ello utiliza claves capaces de abrir el texto a la comprensión; como
consecuencia esta lectura dirigida a descifrar- no confundamos descifrar con
decodificar- se mantiene dentro del campo semántico delimitado por la clave, la cual
puede ser de diversos órdenes: Freud se refirió a la libido, Jung a los arquetipos, Szondi
al inconsciente familiar, etc.
La lectura hermenéutica permite y facilita al diagnosticador salir de la soledad de su
cogito pasando a la esfera de la comunicación. Sin embrago, aunque gana en
comprensión pierde en amplitud pues en este tránsito, “lo interpretado” queda reducido
porque la utilización de una clave implica una discriminación y, al ser interpretado, el
texto queda separado de su marco espontáneo de aparición.
Interpretar es, en este sentido, liberar significaciones no inmediatas.
Si bien cumple una misión descifradora, la lectura hermenéutica fija un repertorio de
símbolos con los cuales formular algo que accede a la discursividad orlada 15 de un
amplio margen de incertidumbre. El peligro es buscar la interpretación en una suerte de
“diccionario” de símbolos perdiendo de vista la multivocidad de la hermenéutica.
C) La lectura mayéutica
Un tercer modo de leer un texto con intención diagnóstica es le mayéutica que,
explorado el ordenamiento y disposición de las notas constitutivas del texto, apunta al
sentido de lo leído. Tal lectura tampoco es ingenua ni se hace al azar.
Para comprender lo desarrollado en un libro, el autor proporciona pautas de lectura pues
ha dispuesto su texto en capítulos y párrafos, destacando algunas partes para orientar la
lectura. Esta distribución engendrar posibles significaciones siguiendo procesos
formales donde se combinan los elementos constitutitos. Descifrar esta combinatoria
necesita traer a la luz las relaciones, articulaciones y líneas estructurales del texto. Y
este es el propósito de la lectura mayéutica.
El planteo es claro: el procedimiento mayéutico guía el nacimiento de algo existente aún
desconocido.
A primera vista parecería que no existen diferencias con la lectura hermenéutica, sin
embargo no es así. Al interpretar se utilizan referentes en función de los cuales el texto
cobra significación. La lectura hermenéutica no es el resultado de sumar lo interpretable
en diferentes contextos -político mas el religioso más el sexual- sino aquella que busca
conocer la clave.
En tal procedimiento se entretejen varias notas constitutitas. Ocupémonos de ellas.
15
Adornada, Ribeteada
18
El procedimiento mayéutico apunta a reconocer la ignorancia subyacente detrás de un
pretendido saber y, a partir de allí, iniciar el camino de un
co-nacimiento.
La lectura hermenéutica no persigue-como los sofistas sembrar la duda por sí misma. Y
por eso “porque no es teniendo yo claridad como induzco a la confusión a los otros, sino
que es tanto yo en la mayor confusión que nadie como hago que lo estén los otros”.
2-Perplejidad:
Perplexus designa un modo embrollado de estar en el mundo; amplexus lo entrelazado
de modo complicado donde se unen elementos diversos. La perplejidad, modo de estar
en la situación, reúne estas notas y nombra un estado de ánimo en situaciones enredadas
y sorprendentes, pues además cuando alguien “queda perplejo” o es dejado “perplejo”,
está suspendido, irresoluto16, vacilante, dudoso y asombrado.
Durante la tarea diagnóstica esto acontece dejando de lado las seguridades objetivas, el
diagnoticador se aventura en lo nuevo, esto es en lo que aún no conoce. Tal actividad
surge tanto de la duda esclarecedora, como de la repregunta por los supuestos,
promoviendo un nuevo conocimiento.
3-Dialéctica
En la lectura mayéutica la crítica de los supuestos y la perplejidad ante lo nuevo son los
polos dialécticos de cuya iteración emerge el nuevo conocimiento, pues el saber
poseído, esto es el proporcionado por la lectura informativa y hermenéutica era sólo una
parcela cuando no una ilusión, evidencia que al lector no deja de traer dificultades y
sufrimientos.
En la práctica diagnóstica la realización de tal actividad surge de la convergencia de las
líneas estructurales del texto y de sus articulaciones sintácticas mediante las cuales,
recurriendo a la ayuda de lo universal, queda delimitado y determinado lo particular. El
texto psicopatológico está dispuesto reticularmente como una totalidad en cuya
constitución las diversas líneas estructurales concurren a configurar articulaciones
transitorias o definitivas según la situación.
La unidad del texto, ni adherencia de diversos elementos, ni amalgama, ni
ayudantamiento, remite a la concordancia entre estos elementos ordenadamente
distribuidos y entrelazados por las relaciones mutuas.
La lectura mayéutica si bien necesita conocer la significación centrada en “aun-no-es”:
esto es, a la escatología y utópica.
Para esto organiza “lo leído” como un sistema donde elementos y relaciones se unen
solidariamente en una totalidad de líneas estructurales que marcan los pasos a dar para
aprehender la composición del texto, y si exceptuamos lo matemático en su aspecto
demostrativo, supone la concurrencia de varias líneas estructurales interconectadas
unitivamente, generadores de solidaridad y exclusión.
19
comunicación, la fracturación tiene peculiares características, etc.- pero el modo en
como las agrupa es otra cosa.
Una modalidad agrupa los signos en vista a categorizarlos, obtener conjuntos de alcance
global, y construir un vocabulario claro y preciso para designarlos.
Este agrupamiento diagnostico persigue un propósito generalizador para lo cual edifica
categorías diagnosticas de valor universal. Se trata pues de generalizaciones abstractas,
no van más allá de ser categorizaciones globales de los signos observados.
I
Categorías diagnósticas
II
Conjuntos Diagnósticos
20
El diagnosticador cuando centra su interés en la relación entre los diversos signos no
procede buscando categorías universales, sino que compara la conducta del paciente con
las socialmente vigentes. Entonces dejando de lado el intento de lograr una
representación abstracta, aspira a interpretar conjuntos de signos que aprehende
distinguiéndolo lo figurado, las relaciones entre los signos y el ordenamiento sintáctico
del texto que configuran. En otras palabras, diferencia las figuras clínicas, los vínculos y
los modos comunicativos y la diatesis u ordenamiento básico del conjunto considerado.
Detengámonos en estos temas.
A) Figuras clínicas
La expresión “figura clínica” designa los aspectos manifiestos de los conjuntos signos
aprehendidos por la tarea diagnostica. Se trata de un fenómeno histórico cuyo catálogo
actual, no es exhaustivo ni inamovible, depende de las circunstancias. Las “figuras
clínicas” constituyen en efecto agrupamientos signicos variables resultantes del
encuentro entre quienes protagonizan el proceso diagnostico.
Para quien capta “figuras clínicas” no “somos” enfermos sino que “estamos” enfermos.
Conocer el modo de estar es fundamental para discernir y diferenciar e el proceso de
enfermar.
La enajenación, momento constitutito de los procesos de aprehensión de notas de la
realidad, puede hacerse “estado”, un peculiar modo de habitar donde se altera la
constitución de los niveles estructurales -. En tales situaciones, hemos de ver, si está
modificada la distribución sintáctica de las notas de la figura clínica. Una cosa es, una
idea sobrevalorada, y otra un delirio; una cosa una duda y otra una obsesión; se trata de
elaboraciones, de procesos de orden semántica pero en la enajenación-estado, aunque la
figura pueda ser aparente igual, la sintaxis ha cambiado.
Encuentra la tarea diagnostica a las figuras clínicas enajenadas, donde la desfiguración
estructural se corresponde con la extrañeza surgida de la perturbación de la mismidad;
pero aunque inquieta, tal desfiguración favorece, paradojalmente, la propensión a
“instalarse” en ella restringiendo las habituales posibilidades introducidas por la
alternancia temporal presencia-ausencia.
Las dudas obsesivas extremas destinadas a no ser nunca resueltas o los miedos crónicos
que obligan a elaborar las situaciones con un constante aislamiento o evitamiento
ejemplifican cómo la alterada posibilidad de proyectarse en un futuro, lleva a las figuras
clínicas a nutrirse y recostarse en sí mismas.
21
articulados entre sí y para ceder su predominancia son necesarios los procesos de
separación y renuncia, pero puede suceder que estos procesos no se establezcan, sean
deficitarios o alterados con lo cual se establecen “estados de dominancia” que la tarea
diagnóstica denomina simbiosis de narcisismo; otro modo peculiar es el autismo.
El desarrollo de la teoría de la comunicación y las prácticas diagnósticas, la basadas en
ella han puesto en evidencia la capital importancia de considerar que en los “conjuntos
sígnicos” participan también “los grupos de pertenencia” donde ellos aparecen y, en
especial, la familia. Todo esto implica una ampliación del campo diagnostico hasta
involucrar los grupos primarios de pertenencia y en parte, también aquellos de
referencia. Y así, la tarea diagnostica al incluir al o los grupos donde registra la
disfunción se ocupa de las redes comunicativas entre los diversos protagonistas que
funcionando como unidades familiares, regulan la circulación de los mensajes y su
trascodificación.
C) Diátesis
Un tercer fenómeno constitutito del conjunto sígnico es la diátesis, fenómeno en le cual
se asientan los hasta ahora estudiados.
Y con la consideración de este aspecto de los conjuntos sígnicos aparece otra
modalidad operativa. Cuando el interés se centró en las figuras clínicas, lo importante
fue registrar la aparición semántica del conjunto y en virtud de este propósito cobró
dominio el operar semiológico pues importa el modo de aparecer; cuando el interés se
centra en los vínculos y la comunicación del contexto es el encuentro y esto dilata el
campo diagnostico en función de considerar su aspecto pragmático y cuando se
considera la diátesis cobra valor la constitución de los conjuntos sígnicos lo cual lleva a
conocer el modo e que están “puestos”, esto es distribuidos, arreglados y dispuestos los
fenómenos ya citados.
La concepción Aristotélica se impuso en el pensamiento medico y la diátesis fue
concebida como un conjunto concreto de procesos fundantes y formativos, estos es,
como un ordenamiento sintáctico constitutivo del sustrato donde se enraízan los
aspectos semánticas y pragmático de los diagnosticado, de acuerdo con la diversas
situaciones.
Conocer la diátesis autoriza pronosticar porque todo ordenamiento revela un horizonte
de posibilidades. Aunque pronosticar proporciona un conocimiento adelantado, no
pierde nunca su tono si bien los horizontes de posibilidades de la diátesis remiten la
tarea diagnostica a un posee, esto es la capacidad de desarrollar algo que “aun-no-es·”.
Diagnosticar implica por lo tanto saber captar la pre-determinaciones insitas a todo
ordenamiento. Esta incursión en la “esfera de lo posible”que se concreta en el
pronóstico, si bien complejiza y condiciona la tarea diagnostica.
III
Flexiones mórbidas
La alteración psiquiátrica es situacional y cuando no colabora el trastorno, no se
configura, permaneciendo quizá en potencia como lo hace el disparo en una escopeta
cargada mientras no se presiona del gatillo Y todo esto es posible porque las
personalizaciones flexible. La Psicopatología se refiere a personalidades rígidas,
blandas muy o poco estructuradas, etc, y todas estas modalidades remiten a su
capacidad de adaptación, lo cual refiere a su vez al mencionado carácter flexible.
22
La praxis de personalización es capaz de modelarse de un modo y de otro en
consonancia con la situación vivida y la patología confirman el hecho.
Tal capacidad remite a la flexibilidad propia de la personalización, y con ello a sus
alteraciones, que la tarea diagnostica suele registrar cuantitativamente al referirse a
rigidez, formalidad, blandura, etc... Pero al flexionarse, la flexión no es asunto
estructural sino situacional, remitente a la consistencia de la personalización así como la
de sus alteraciones.
La personalización flexionándose según lo requieran las diversas situaciones, cambia de
identidad sin perder su mismidad. Se trata de algo que acontece con la estructura de la
persona, no de algo ético o moral.
Centrar la tarea diagnostica en este aspecto exige una exploración biográfica ya que la
flexión tanto remite al pasado como a un futuro pues es por el paso o el peso de la
acción, que el presente vivido se pliega, acomoda, y adapta o no con la situación. Se
trata pues de un fenómeno complejo captado cuando se requiere un cambio situacional
de identidad y la respuesta solicita a lo diferente y una resonancia. Aprehender todo
esto, identidad, solicitud y resonancia hace que la tarea diagnostica registrar las
variaciones en la consistencia debido a la íntima trabazón de los fenómenos
estructurales. Y cuando esto no se da o se altera la vivencia de inseguridad, remite a la
alteración de la firmeza y tenacidad necesarias para personalizarse. Y esto remite a la
consistencia con la cual ha de habérselas la tarea diagnóstica.
Las alteraciones psicosomáticas, los trastornos fronterizos (border-line) y las
drogadependencias son algunos de los trastornos detectados cuando la tarea diagnóstica
para mientes en las flexiones patológicas de la personalización.
23