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BIBLIOTECA FILOSÓFICA

GUILLERMO DE OCKHAM
(1285?-1349)

Sergio Rábade Romeo

-==-= . -=-=-----
Ediciones del Orto
Colección
Filósofos y Textos

Director ÍNDICE
Luis Jiménez Moreno
.. CUADRO CRONOLÓGICO 7
~;. FILOSOFÍA DE GUILLERMO DE OCKHAM 11

1. OCKHAM EN SU CONTEXTO 12
2. ACTITUD DE OCKHAM 16
Primera edición 1998
3. PRI ClPIOS RECTORES DEL PE SAMIENTO
DE OCKHAM 17
3.1. La omnipotencia de Dios 17
3.2. El principio de simplicidad o economía 19
3.3. El valor lógico del principio de
contradicción 20
4. LA LÓGICA 21
5. PSICOLOGÍA. TEORÍA DELCONOC1MlENTO 24
5.1. Psicología 25
© Sergio Rábade Romeo
© EDICIONES DEL ORTO 5.2. El conocimiento. La intuición 27
el San Máximo 31) 4° 8 5.3. La abstracción 29
Edificio 2000 5.4. La intuición de lo no existente 30
28041 Madrid
5.5. Los universales 33
5.6. Conocimiento del singular. 36
I.S.B.N.: 84-7923-153-X
6. METAFÍSICA 37
Depósito Legal: M- ¡9820-1998
Impreso en España 6.1. Aplicación de los principos de
omnipotencia y simplidad 38
6.2. Rechazo de las estructuras metafísicas 40
Imprime: EDICLÁS 6.3. Reducción del número de categorías 41
el San Máximo 31, 4° 8
28041 Madrid 6.4. La causalidad 44
Encuadernación Cayetano 6.5. Un mundo de realidades singulares 47
Mateo Gareia, 29. Madrid 6.6.Teología racional 48
7. ÉTICA 50
8. ALGUNAS IDEAS POLÍTICAS 53
9. PROYECCIÓ DE OCKHAM 56
III. SELECCIÓN DE TEXTOS 61

IV. BIBLIOGRAFÍA 91

1
CUADRO CRONOLÓGICO
8 Ockham Cuadro cronológico 9

A) Datos biográficos y biblio- dieron ser en buena parte B) Acontecimientos políticos, 1324. Excomunión del Luis IV
gráficos de Ockham compuestas en Oxford, aun- religiosos y culturales. de Baviera por el Papa.
que otros estudiosos esti- Aparece el Defensor pacis
1285. Fecha más probable del man que su redacción sufre :294. Muere Roger Bacon. de Marsilio de Padua.
nacimiento de Ockham, po- retoques posteriores. : 300. Nacimiento del místico 1327. Muere Eduardo 1I de In-
siblemente en una localidad 1325. Nombramiento de la Co- Taulero y del nominalista glaterra y le sucede Eduar-
de nombre Ockham, en el misión que habrá de anali- Buridano. do JIf.
condado de Surrey, cerca zar las acusaciones contra ,302. Bonifacio VIII publica la Muere Eckart. M. Cesena
de Londres. Ockham. bula Unam Sanctam sobre se traslada a Avignon, re-
1306. Ordenado subdiácono. 1328. En abril se suma a la po- la supremacía universal del clamado por el Papa.
¿1310-1315? Fechas probables lémica sobre la pobreza de Papa. 1328. El Emperador fuerza la
de sus estudios de Teología los franciscanos contra el Muere Mateo de Aquaspar- elección de otro papa en
en Oxford, habiendo estu- Pontífice, en colaboración ta. Escoto inicia docencia Italia: Pedro Rainalducci,
diado antes Filosofía, espe- con el General de la Orden en París. con el nombre de Nicolás V.
cialmente Lógica. Miguel Cesena y Bonagra- 1304. Nace Petrarca. 1329. Luis de Baviera abando-
1318. Hacia esa fecha, inicio de cia de Bérgamo. El 26 de 1307. Muere Eduardo 1, rey de na Pisa. Le acompañan Ce-
la redacción del Comenta- mayo de ese año se fugan Inglaterra, e inicia su reina- sena y Ockham.
rio a las Sentencias'. La re- de Avignon los tres francis- do Eduardo Il. 1333. El Emperador fija su re-
dacción de esta obra, espe- canos. En setiembre se unen 1308. Muere Duns Escoto. sidencia en Alemania. Los
cialmente de la Ordinatio al Emperador Luis de Bavie- 1309. Traslado de la Santa Sede franciscanos que la acom-
del lib. l es probable que se ra en Pisa, desde donde le a Avignon. pañan se establecen en Mu-
continúe hasta 1323. acompañarán hasta Munich. 1313. Nace Bocaccio. nicho
1320. Fecha aproximada de 1'1; 1330. Opus nonaginta dierum. 1314. Muere Felipe IV el Her- 1334. Muere Juan XXII y es
Expositio Aurea. 1333-34. Dialogus 1. moso, rey de Francia. elegido Benedicto XII. Mue-
1323. Tractatus de Sacramento 1338. Compendium errorum pa- 1315. Muere Raimundo Lulio. re Durando, miembro de la
Altaris, que se compone de pae Johannis XXII. Allega- 1316. Elevación al papado de Comisión de Avignon con-
dos opúsculos redactados tiones de potestate imperia- Juan XXII. Miguel Cesena tra Ockham, con cuyas doc-
hacia esa fecha. lí. Se completa el Dialogus. elegido en Nápoles como trinas, al menos en palie,
1324. Fecha aproximada de la 1340-1341. acto quaestiones. General de los franciscanos. simpatizaba.
Expositio super Libros Phy- 1341. Breviloqium. 1321. Muere el Dante. 1337. Comienzo de la Guerra
sicorum. 1347. De imperatorum et POIl- 1322. Derrota de Federico de de los Cien años.
1324. Traslado a la corte papal tificum potestate. Austria por Luis de Baviera. 1339. Se produce en París la
de Avignon para responder 1348. Inicio de gestiones para Muere el franciscano Pedro primera condena de las doc-
de las denuncias que había una reconciliación con el Auréolo, autor de muchas trinas ockhamistas. Se repi-
presentado contra él Luterell. Papado y con la Iglesia. afinidades con Ockham. ten condenas en los dos
1324-1328. Conclusión de la 1349. De electione Caroli IV. 1323. Luterell, ex-canciller de años siguientes.
Summa Logicae y de los Muere Ockham, víctima de Oxford, se traslada a Avig- 1340. Es nombrado rector de Pa-
Quodlibetos, obras que pu- la peste negra. non para presentar las denun- ris el nominalista Buridano.
cias contra Ockham, Juan 1342. Muere Benedicto XTI y
XXII publica la bula Cum es elegido Clemente VI.
1 o hay acuerdo sobre las fechas concretas de composición de las inter nonnullos, rechazando Muere Miguel Cesena.
obras de Ochkarn, especialmente de las anteriores a su estancia en Avignon. la doctrina de los francisca- 1347. Muere Luis de Baviera.
De ahí que las fechas que apuntamos tengan un mero carácter indicativo. nos sobre la pobreza. Elección de Carlos IV.
II
FILOSOFÍA DE GUILLERMO DE OCKHAM
J2 _.: ~]osofia
Ockham J3

l. OCKHAM EN SU CONTEXTO. .emporal, reclamaba el Sumo Pontífice. En esta última


e.apa se produce un abandono manifiesto, aunque aca-
El siglo XIV es un siglo sometido a profundas
transformaciones que, en algunos casos, pueden consi- >,~ no total, de sus preocupaciones especulativas ante-
derarse convulsiones. Esto sucede en el ámbito filosó- :-'ores para entregarse ardorosamente a una delimita-
fico-cultural, en el político y en el religioso. En todas c.ón entre los poderes religioso y político. Y todo esto
ellas, de grado o por fuerza, se ve envuelto Ockham. s.n abandonar la polémica de la pobreza de la Orden
Su temple de luchador hizo que no se arredrara de in- tranciscana.
ten:enir e incluso llega convertirlo en protagonista en Filosóficamente, el XIV es un siglo de crisis y de
algun caso. Estamos ante un pensador en el que biogra- transición. Hace crisis la gran metafísica del XIII, cu-
fía y fil~sofía son inseparables. Cada una de las etapas yos máximos representantes habían sido Sto. Tomás y
de su vida -Oxford, Avignon, Munich- supone una Duns Escto. Se había llegado a una auténtica satura-
progresiva implicación en problemas y polémicas. ción de conceptos metafisicos, de estructuras, de for-
Como Joven profesor en Oxford, no pasaron inadverti- malidades. No deja de ser curioso que Ockham tenga
das _sus. novedosas y audaces doctrinas, provocando su básicamente en su punto de mira crítico a su hermano
denuncia ante la corte pontificia; en su obligada resi- de Orden, Duns Escota. Había que dejar de lado tanta
dencia .en Avignon se encuentra enfrentado con graves abstracción y clavar la mirada en la realidad existen-
acusaciones doctrinal es, de Ias que debe responder ante cial. No quiere esto decir que se sitúe en los antípodas
una comisión, y, por si esto no le bastaba, juntamente de la tradición franciscana, ya que, para él, el agustinis-
con el General de los Franciscanos Miguel Cesena y mo y S. Agustín siguen siendo un fecundo punto de
con otro hermano en religión, Bonagracia de Bérgamo, referencia. Un cierto fideísmo que veremos en él se ali-
se embarca en la polémica que, en las cuestión de la menta, al menos en buena medida, de esta fuente.
pobreza, mantenían los hijos de S. Francisco con el El siglo XIV está atravesado de una compleja crisis
Papa J~~n XXII. Huido de Avignon, y acogido a la religiosa. El traslado de la Santa Sede a Avignon, reali-
protección del Emperador Luis de Baviera inicia una zado por Clemente V en 1308, trae consigo un innega-
febril actividad polémica, haciendo verosí~il la frase ble desprestigio de la suprema autoridad de la Iglesia,
que se pone en su boca en el encuentro con el Empera- ya que se traslucía una excesiva subordinación de la
dor: Defende me gladio et ego te defendam calamo misma a la corona francesa. Es curioso cómo, al mar-
(Defiéndeme con la espada y yo te defenderé con la gen de las instituciones religiosas comunitarias aproba-
plun:aj. Efectivamente, la pluma de Ockham se pone al das por la Iglesia, surgen multitud de grupos religiosos,
s~rvIclO del poder imperial y en contra del poder exce- ordinariamente compuestos por gente del pueblo sin
SIVOque, no sólo en lo espiritual, sino también en lo cultura y sin seria formación religiosa, aunque con fre-
cuencia eran dirigidos por algún clérigo o fraile. Prece-
14 Ockham La filosofía 15

didos desde el siglo anterior por beguinas y begardos, Roscelino en los siglos pasados. Desde esta perspecti-
aparecen los «apostólicos», los «hermanos pacíficos 'la, como veremos, Ockham no es nominalista, sino un
del campo», los fraticelli, etc., etc. Se trataba de vivir conceptualista o, a lo más, un terminista, al entender
la fe con sencillez y entrega, alejándose de la teología los conceptos como términos mentales. Sin embargo,
especulativa y, casi siempre, de las normas disciplina- se considera al nominalismo como la corriente domi-
res de las autoridades eclesiásticas, aunque es de justi- nante en el pensamiento del siglo XIV. ¿Cómo se en-
cia señalar que muchas veces las prácticas de estos tiende este nominalismo? Más que definir un movi-
grupos acababan en auténticos desmadres de diverso miento tan complejo y amplio en el que caben, además
tipo. Especialmente hay que destacar el surgimiento de de Ockham, autores como Durando, Auréolo, Mire-
movimientos místicos con personalidades tan relevan- court, Autrecourt, Buridadno, Oresmes y tantos otros,
tes como Eckart, Suso, Taulero, Gerson, etc. Todo esto parece mejor apuntar algunos caracteres. Así el aferra-
ha de repercutir en el planteamiento de la filosofía, so- miento a la realidad concreta e individual, el contin-
bre todo en aquellos temas que guardaban relación con gentismo de esa realidad, una cierta mentalidad anti-
la teología. En muchos problemas donde el siglo XIII metafísica, una atención preferente a la lógica y al
concedía a la razón un cierto papel de preparación para lenguaje, un espíritu de libertad en el filosofar, una pre-
la fe, el siglo XIV considera que ha de atenerse exclu- valencia de la fe sobre la razón.
sivamente a la fe. Dicho de otra manera, el XIV hace ¿Se identifican nominalismo y ockhamismo? Sí y
profesión de un fideísmo 'que no necesita echar mano no. Se identifican en el sentido de que en Ockham en-
de la razón. contramos presentes las actitudes y tesis propias de
Las circunstancias políticas del siglo XIV delatan este nominalismo del XIV; pero, por otra parte, el ock-
también una época de agitación. Aparte del «cautiverio hamismo desborda el nominalismo de la mayoría de
de Avignon» y de la interferencia de la corona francesa sus contemporáneos, no sólo por la radicalidad en el
en el gobierno de la Iglesia, las luchas por el poder en- planteamiento de los problemas, sino porque su filoso-
tre el Papado y el Emperador atraviesan buena parte de tIa desborda también las fronteras de ese nominalismo,
este siglo, abriendo un campo de polémicas jurídicas, especialmente por su dedicación a temas jurídico-polí-
políticas y sociales, donde va a jugar fuertemente Gui- ticos en la última de etapa de su vida en Munich. La
llenno de Ockham. identificación que suele hacerse entre nominalismo y
Por fin, a Ockham hay que entenderlo dentro del ockhamismo resulta del papel protagonista que el fran-
movimiento nominalista. Señalemos, sin embargo, que ciscano tuvo, tanto en los problemas doctrinales que
el nominalismo, si se lo entiende como doctrina centra- provocaron su denuncia ante la Corte Papal, como en
da en la negación de los universales, reduciéndolos a sus polémicas contra el Papado y en favor del poder ci-
nomina (nombres), es una doctrina que se remonta a vil.
16 Ockham La filosofía 17

2. ACTITUD DE OCKHAM. mento s 10 que se puede hacer con pocos, como él repe-
La actitud fundamental de Ockham es la de un pen- tirá machaconamente'.
sador que, supuesta la fidelidad al dogma, se siente li-
bre. Fuera de la fe, no reconoce más autoridad que la
de la razón. Ni siquiera le impresiona la autoridad de 3. PRINCIPIOS RECTORES DEL PENSAMIENTO
Aristóteles, esa especie de bestia sagrada para cual- DE OCKHAM.
quier escolástico. Hay frases tan curiosas como ésta a
propósito del alma racional: «Lo que Aristóteles haya 3.1. La omnipotencia de Dios.
pensado sobre esto, me tiene sin cuidado». Obviamen- El teologismo de Ockham es un tópico a la hora de
te, eso mismo y en mayor grado sucede con Sto. Tomás o enfrentar su pensamiento. Pero es un tópico necesario
Duns Escoto. Sólo cabe hacer excepción con S. Agus- y verdadero. Ockham es un filósofo creyente, respetuo-
tín, y ello en buena medida porque suele traer el agua so con los dogmas y con la tradición consolidada de la
agustiniana a su molino. Esta libertad en el filosofar Iglesia. Por eso el Dios de Ockham no es, como suce-
COlTepareja con una clara actitud crítica e incluso, en derá, por ejemplo, en el racionalismo, el Dios de la ra-
ocasiones, hipercrítica. En concomitancia con la liber- zón, sino el Dios de la fe. De ahí que el principio bási-
tad y con la actitud crítica, hay que poner la conciencia co de su filosofía especulativa sea el primer artículo de
de innovación y novedad, actitud muy ajena a las tradi- la fe, según su formulación en el credo: «Creo en Dios
ciones escolásticas anteriores. Si su reflexión crítica le Padre omnipotente» (Quodl. VI, q. 6). Se parte de la
conduce racionalmente a novedades, no se arredra ante afirmación de Dios, y de un Dios entendido como om-
ellas, como habremos de ver en muchos temas. nipotencia. Esta es la tesis básica(Texto 3). y es una
Acaso en el fondo de todo esto subyace un voto fi- tesis profundamente revolucionaria, primero, en el
losófico de fidelidad a la realidad, de rechazo de abs- modo de entender a Dios frente a las concepciones an-
tracciones tomistas y de formalidades escotistas. Unas teriores que van de Aristóteles (Dios como acto puro y
y otras nos alejan de la realidad, y de la realidad tal motor inmóvil) hasta Sto. Tomás (Dios como el ser
como se da y se nos presenta existencialmente, es de- subsistente). En segundo lugar, es revolucionaria a la
cir, de la realidad singular e individual. Si la filosofía hora de entender las relaciones de Dios con el univer-
no explica esta realidad, simplemente no explica la re- so. La teoría aristotélica, a la que fue básicamente fiel
alidad. Libertad, actitud crítica y fidelidad a la auténti-
ca realidad son los elementos con los que Ockham fa- 2 La expresión Venerabilis Inceptor (Venerable Iniciador) con que frecuen-
temente se denomina a Ockham, no tiene nada que ver con el inicio del no-
brica su célebre navaja, esa navaja rasuradora de minalismo de XIV. El término inceptor significa la situación académica in-
superfluidades, de pluralidades inútiles, ya que es inú- mediatamente anterior a la obtención del grado de magister regens. Ock-
ham, acaso por sus problemas en Oxford, no llegó a ese grado, de ahí el cali-
til, superfluo e injustificado resolver con muchos ele-
ficativo de Venerabilis Inceptor.
19
18 Ockham

la metafísica del XIII, concebía la naturaleza como un ::.:.e se haga, ya que Dios puede hacer muchas cosas
conjunto de esencias específicas fijas de las que se de- ~-:.eno quiere hacer. Y estas cosas se dice que las pue-
rivaban las leyes también fijas de esa naturaleza, que ':'ehacer de potentia absoluta» (O. C., q. 1). Nuestro
sólo por milagro se podían romper. Esta concepción =:-.:ndo,pues, es un mundo atenido a la potencia orde-
llegó a exagerarse hasta el punto de que, en la condena .ada, pero, si Dios quisiera, podría, por potencia abso-
de París de 1277, hubieron de rechazarse tesis franca- -:,:a. cambiarlo.
mente atentatorias contra el poder Dios. ¿Hay límite a la omnipotencia divina? En el plano
Pues bien, para nuestro filósofo, como habremos de .=::'.:.tológico,
no, por el contingentismo de todo lo real.
ver, frente a Dios no hay naturaleza de esencias fijas e Pero hay un límite que debemos calificar como lógico:
inmutables que impongan leyes con los mismos carac- .a contradicción. Así nos lo afirma en múltiples pasajes.
teres de inmutabilidad y necesidad. Para él la realidad Por ejemplo, en la misma obra y lugar que venimos ci-
no es más que un conjunto de seres y de procesos indi- .ando se afirma que «a la potencia divina se puede atri-
viduales que no se encuadran en ningún orden de esen- buir todo lo que no incluya contradicción manifiesta».
cias y leyes inmutables, La naturaleza, según él, es un Afirmación similar: «la ornnipotencia se extiende a
mundo de contingencia, donde las cosas son así y ac- todo aquello que no incluye contradicción» (In Sent., 1,
túan así de hecho, pero podrían perfectamente ser y ac- disto 20, q. 1 J). En una obra de dudosa atribución a
tuar otra manera, si Dios, en uso de su omnipotencia, Ockham, pero de clara mentalidad ockhamista, partien-
así lo hubiera decidido, o lb decide ahora. Las conse- do de que Dios, al igual que asumió la naturaleza hu-
cuencias de esta omnipotencia divina las vamos a ver mana, podría asumir cualquier otra, nos dice que «no
en muchos puntos. Sin embargo, observamos que las implica contradicción que asuma una naturaleza asnal;
cosas son y se comportan de una manera determinada, luego Dios lo puede hacer ... y por similar razón puede
reglada, sin que tengamos conciencia de la interferen- asumir la naturaleza de la piedra o de la madera» (Cen-
cia de Dios en este curso natural de las cosas. ¿Cómo tiloquium, conclusión sexta). Hasta ese extremo puede
conciliar esto con la omnipotencia de Dios? Con la dis- llegar la aplicación de la tesis de la omnipotencia di-
tinción de dos modos de entender la potencia de Dios. vina.
La potencia de Dios es única. Pero hay que explicarla
de tal manera que «el poder (hacer) algo» se entiende 3.2. Principio de simplicidad o de economía.
algunas veces según las leyes ordenadas y establecidas
por Dios, y esas cosas se dice que Dios las puede hacer Ya hemos aludido a la navaja de Ockham, navaja
de potentia ordinata. En otro sentido, poder se entien- rasuradora de superfliuidades y pluralidades inútiles.
de como poder hacer todo aquello que no implica con- Formulará de diversos modos su principio de simplici-
tradicción que se haga, haya o no haya ordenado Dios dad: no se deben multiplicar los entes sin necesidad,
20 Ockham La filosofía 2]

no se deben poner muchas cosas donde basta con po- lo que eran sin que pudieran ser otra cosa sin incurrir
cas, no se debe establecer pluralidad si no hay necesi- en contradicción. Pero en un mundo como el ockha-
dad de ella, etc., etc. La filosofía que llega hasta él se mista sin esencias específicas universales, donde no
ha poblado de muchas ramas, entidades y distinciones hay más esencias que las individuales, que son lo que
inútiles que, a su juicio, se hace preciso cercenar. De son y como son porque Dios así lo ha querido, desapa-
las teorías de Sto. Tomás habrá que rasurar, por ejem- rece la contradicción ontológica. No tienen más ley
plo, estructuras metafisicas, principio de individuación, que la omnipotencia de Dios. Entonces, el principio de
duplicidad de entendimiento y el complicado entrama- contradicción se reduce, de hecho, a rechazar lo impen-
do de las species cognocitivas. De Escoto eliminará la sable. Ya vimos que, como es pensable, incluso se po-
complicación de formalidades y las consiguientes dis- dría admitir que Dios se hubiera encarnado en un asno.
tinciones ex natura rei. Veremos cómo, víctimas de su 0, asimismo, que, por potencia absoluta de Dios, el
principio, desaparecerán composiciones innecesarias; fuego podría ser receptor de frialdad (In Sent., I, dist.
veremos cómo se simplifica el proceso cognoscitivo, 1, q. 3 S).
cómo se reduce drásticamente el esquema aristotélico Por eso, suelen coincidir los estudiosos de Ockham
de las diez categorías, etc. Sin embargo, este principio en afirmar que el principio de contradicción es un prin-
de simplicidad o economía debe subordinarse al funda- cipio lógico, al desaparecer la contradicción en el ám-
mental, que es el de la omnipotencia divina: «...fre- bito de la realidad, cuya ley decisoria es la omnipoten-
cuentemente Dios hace mediante muchas cosas lo que cia divina.
podría hacer mediante menos, y no por ello lo hace
mal, ya que por el hecho de que Ello quiere, está bien
y justamente hecho» (In Sent., I, dist. 17, q. 3 F). 4. LA LÓG]CA.

Si en la filosofía de Ockham se puede señalar un


3.3. Valor lógico del principio de contradicción. campo que haya cultivado con más esmero, ése sin
Ya hemos visto que el único límite a la omnipoten- duda es la lógica. Le dedicó varias obras y muchas pá-
cia divina es la contradicción. Ahora bien, la amplitud ginas. Y, aparte de algunos otros temas en campos dis-
del ámbito al que se extendía el principio de contradic- tintos, la lógica, junto con la teoría del conocimiento,
ción va a sufrir un drástico recorte. Desde Aristóteles constituyen los ámbitos más originales y de mayor pro-
el principio de contradicción era tanto una ley del co- yección de nuestro pensador. Su obra mejor organizada
nocer/pensar como una ley de los seres, de unos seres y más cuidadosamente redactada es la Summa Logicae.
que, por pertenecer órdenes de esencias específicas A lo largo de sus múltiples capítulos se tratan todos los
universales, estaban esencialmente determinados a ser temas de lógica: términos, proposiciones, silogismos y
22 Ockharn
La filosofía 23

formas de argumentación y demostración. En aras de la ción de los términos como signos. Lo tres tipos de tér-
brevedad, no le podemos seguir en toda esta temática, minos son signos, pero sólo el concepto o término
al igual que tenemos que dejar de lado la recepción en mental es signo «que significa naturalmente lo que sig-
Ockham de las doctrinas de otros tratadistas de lógica, nifica», mientras que los otros dos son signos de insti-
aunque no es posible dejar de apuntar la deuda con Pe- tución arbitraria. A este carácter de signo natural deben
dro Hispano. Vamos a ceñimos a dos puntos que, en los conceptos su papel relevante. Y a esto debe aten-
cierta medida, prefiguran todo el desarroilo ulterior: derse cuando se califica la filosofía de Ockham de
consideración de los términos y teoría de la suposición, «terminista». Los otros términos se tienen que corres-
todo ello enhebrado en la perspectiva de la significa- ponder con los términos mentales, ya que en esto con-
ción. siste su significación: los términos orales/escritos están
El aprecio que le merece la lógica aparece en la car- subordinados a los términos mentales o conceptos, al
ta que sirve de prólogo a la Summa: «La lógica es el igual que la proposición oral o escrita debe correspon-
instrumento más idóneo de todos, y sin ella es imposi- derse con la proposición mental.
ble el conocimiento perfecto de ciencia alguna» (Sum- Tras 62 capítulos dedicados al estudio de los ténni-
ma Logicae. Edic. de Ph. Boehner, The Franciscan Ins-
nos y de sus aplicaciones, en el c. 63 inicia el estudio
tiute St. Bonaventure, N. York, 1957, p. 7). Y es un
de la suposición. Tras afirmar que la suposición le con-
instrumento que se perfecciona tanto con el estudio de
viene al término sólo en cuanto éste se integra en la
la propia lógica como con 'el estudio de las demás cien- proposición, la define muy sencilla y claramente: «Se
cias, si ese estudio se somete a los principios de la ló- llama suposición en cuanto posición por otra cosa, tal
gica. como cuando está en la proposición por algo». El c. 64
Y el. c. 1 se dedica a los términos. Entendido el tér- se abre con esta afirmación: «y hay que saber que la
mino como parte de la proposición, hay que distinguir suposición se divide, en primer lugar, en suposición
en ésta tres clases de términos: el escrito, el hablado y personal, simple y material». Suposición personal es
el concebido (concepto). Tal distinción vale también aquella en la que el término supone por su significado,
para las proposiciones. Importa destacar qué entie~de sea cual sea ese significado. Suposición simple es
por el término concebido o por el concepto: «es una In- cuando el término supone por la intención del alma,
tención o pasión del alma que significa oca-significa por ejemplo, si digo que «hombre es una especie»,
algo, siendo apta por naturaleza para ser parte de la donde «hombre» supone por el concepto mental «espe-
proposición mental (y también apta por naturaleza para cie». Por fin, suposición material se da «cuando el tér-
suponer por ella)» (O. e., p. 8). Ahora bien, para com- mino no supone significativamente, sino que supone
prender la importancia del término, especialmente de por la palabra o por lo escrito», como, por ejemplo,
los térmimos mentales, se hace precisa la considera- «hombre es un nombre». La diferencia entre la suposi-
24 Ockham La ti losofía 25

ción personal y las otras dos está en el carácter signifi- va a acogerse, como veremos, al principio básico de la
cativo de la suposición personal. Por eso -afírma- no omnipotencia divina.
basta con decir que la suposición personal se da «cuan-
do el término supone por la cosa. Más bien la defini- 5.1. Psicología.
ción debe ser que se da suposición personal cuando el
término supone por su significado y supone significati- Indudablemente, para un pensador medieval el ob-
vamente». jeto básico de la psicología era el alma, de cuya natura-
Con los mimbres del estudio de los términos y de la ieza espiritual y racional no se dudaba, haciendo ade-
suposición cuenta con base suficiente para construir más del alma, en conformidad con el aristotelismo, la
todo el edificio de la lógica e incluso de otros temas forma sustancial del compuesto humano. ¿Cuál es la
fundamentales de su filosofía. A ella subyace una con- posición de Ockham en este tema fundamental? He
cepción del conocimiento que se aleja de la tradición aquí su respuesta: «Entendiendo por el alma intelectiva
aristotélica del conocimiento como semejanza hacia una forma inmaterial, incorruptible, que está toda en el
una concepción lingüístico-significativa, poniendo todo y toda en cada parte, no puede conocerse con evi-
como piezas base los términos mentales como signos dencia por la razón o por la experiencia que tal forma
naturales y la suposición personal como suposición se dé en nosotros, ni que el entender sea en nosotros
significativa. propio de tal sustancia, ni que tal alma sea la forma del
cuerpo. Lo que Aristóteles haya pensado acerca de esto
me tiene sin cuidado, ya que en todas partes parece ha-
5. PSICOLOGíA. TEORíA DEL CONOCIMIENTO. blar dubitativamente; sino que estas tres cosas sólo las
afirmamos por fe» (Quodl. I, q. 10). Nos parece uno de
En la filosofía medieval los problemas de teoría del los textos más radicales del criticismo de Ockham, ya
conocimiento y de psicología suelen ir de la mano, ya que en él se niega que tengamos conocimiento de la
que los procesos de conocimiento presuponían, para su existencia del alma racional e inmaterial, así como que
solución, todo un complejo entramado de facultades y el alma sea forma del cuerpo. Son verdades relegadas
species estudiadas desde la perspectiva de una psicolo- al ámbito de la fe. Evidentemente, sin conocimiento
gía racional. Ockham no es una excepción, ya que su auténtico del alma, desaparece la posibilidad de una
simplificación de los procesos de conocimiento van pa- auténtica psicología, tal como entonces se entendía
ralelos con una poda de entidades psicológicas. Por (Texto 5 A). A lo más, cabe hablar de psicología como
ello, psicología y teoría del conocimiento son campo estudio de los hechos o fenómenos de la conciencia,
preferente de aplicación de su principio de economía o con lo que Ockham está iniciando rutas que van a lle-
de simplicidad, al igual que la teoría del conocimiento var a posturas tan conocidas como la de Hume.
26 Ockharn La filosofía
----------------------------------------- 27

Pero la poda de entidades psicológicas no acaba «Para producir el acto con el que se aprehende un com-
aquí. La tradición aristotélica había dotado al alma de plejo al que se llama composición (juicio), concurre el
un conjunto de facultades-accidentes-potencias, radica- acto de la voluntad, intervenga o no el entendimiento ...
das en el alma y que le servían como instrumentos o Por ello afirmo que la causa de que más bien se forme
principios de sus actos. Las dos potencias más impor- una proposición verdadera o falsa, afirmativa o negati-
tantes eran el entendimiento y la voluntad. Ockham se va, es la voluntad, ya que es la voluntad la que quiere
aparta manifiestamente de esta concepción: «...Enten- formar una y no otra» (1nSent., 11,q. 25 K) (Texto 5 C).
dimiento y voluntad se identifican realmente entre sí y Evidentemente, si las facultades carecían de reali-
con la esencia del alma». En efecto, prescindiendo de dad distinta del alma, ya no tiene sentido la distinción
distinciones terrninológicas o conceptuales, «el enten- de dos entendimientos -agente y paciente-, como tam-
dimiento no se distingue de la voluntad más que del poco tiene sentido todo el entramado de «fantasmas» y
entendimiento, o que Dios se distingue de Dios, o Só- species que permitían remontarse desde el conocimien-
crates de Sócrates, porque no se distingue de la volun- to sensible hasta el conocimiento intelectual: basta con
tad realmente ni racionalmente» (In Sent., 11, q. 24 K). el entendimiento y la cosa conocida. No verlo así es ir
Sencillamente no hay más que la sustancia del alma directamente contra el principio de simplicidad (In
que puede realizar actos distintos, respecto de los que Sent., 11, q. 25 A; In Sent., 1, dist. 27, q. 2 K, etc.). Lo
caben denominaciones distintas, y así, en cuanto ejerce que con todo esto busca y consigue Ockham es la más
un acto de entender, se 'llama entendimiento, y, en radical simplificación de los procesos cognoscitivos
cuanto ejerce un acto de querer, se llama voluntad (Texto 5 D).
(Texto 5 B). La conclusión es que no hay más realidad
que la del alma, según nos asegura la fe. Y el alma ac-
túa inmediatamente, sin necesidad de mediación algu- 5.2. El conocimiento. La intuición.
na de las facultades. En esto Ockham sigue la línea del Pocas frases de Ockham son recordadas más veces
agustinismo, como es manifiesto. que aquella en que nos dice que «nada puede ser cono-
Sin embargo, como sabe todo lector de Ockham, él cido de modo natural en. sí mismo, si no es conocido
se sigue valiendo de la terminología de las facultades, intuitivamente» (Texto 1). Es decir, el modo de cono-
aunque sólo signifiquen diversidad de actos. Incluso cer natural es la intuición. El tiene conciencia de que
cabe decir que las jerarquiza y, como era de esperar por esa afirmación está en franca oposición a la tradición
la inspiración agustiniana, concede primacía a la vo- abstraccionista que había predominado en el siglo XIII.
luntad. Merece citarse el caso de la intervención de la Por eso no dudará en recordar a sus lectores que el
voluntad en el dinamismo judicativo, en clara antece- Doctor Sutil había admitido la intuición de los sensi-
dencia de lo que en su momento formulará Descartes: bles y de algunos inteligibles, para hacer ver que su
28 Ockham La filosofía 29

doctrina no es tan novedosa. Podemos resumir su teo- de él, puede saberse si una cosa existe o no, de tal suer-
ría sobre la intuición en las siguientes afirmaciones: se te que, si la cosa existe, de inmediato el entendimiento
da el conocimiento intuitivo, el conocimiento intuitivo juzga que ella existe y conoce con evidencia que exis-
es el conocimiento primero y antecedente a otras for- te, a no ser que eventualmente sea impedido por la im-
mas de conocimiento, el conocimiento intuitivo certifi- perfección de tal conocimiento. Y, de la misma manera,
ca de la existencia o no existencia del objeto intuido, el si ese conocimiento fuera perfecto y fuera conservado
conocimiento intuitivo es conocimiento de lo singular por la potencia de Dios respecto de una cosa no exis-
como única realidad existente (Textos 1 y 2). tente, por virtud de ese conocimiento simple conocería
Cabe destacar tres características de la intuición: la con evidencia que tal cosa no existe» (In Sent., 1, Pro-
inmediatez, su concepción al modo de la visión, su ca- logus, q. 1 Z).
rácter de certeza. La inmediatez es característica indu- En cuanto al ámbito de la intuición, éste se extiende
dable de la intuición. Ockham subraya esta faceta: « ... tanto a los objetos sensibles como los inteligibles, de-
afirmo que ningún conocimiento intuitivo ni sensitivo biendo anteceder la intuición sensible a la inteligible,
ni intelectual se constituye como realidad alguna con al igual que el conocimiento intuitivo debe preceder al
cualquier modo de ser que sea un medio entre la reali- abstractivo.
dad y el acto de conocer; sino que afirmo que la cosa
misma de modo inmediato sin ningún medio entre ella
5.3. La abstracción.
y el acto es vista o aprehendida» (1n Sent., 1, dist. 27, q.
3 J). «... Para el conocimiento intuitivo no es preciso La absoluta preferencia que concede a la intuición
poner nada entre el entendimiento y la cosa conocida ..., no conlleva un destierro de la abstracción sin más, sino
ya que en vano se hace con muchos elementos lo que sólo de la abstracción formal que desvelaba, a través
se puede hacer con menos» (1n Sent., 11, q. 15 O). A su del entramado de «fantasma», species y doble entendi-
vez, desde Platón, se suele hacer comprender la intui- miento, la forma de universal que estaba, al menos de
ción aplicándole el modelo de la visión: los objetos de modo fundamental, en los singulares. Incluso admitirá
la intuición no se pueden conocer con evidencia, si no varias modalidades de abstracción. Vamos a hacer sólo
«se los ve proporcionalmente de ese modo como la po- mención de las que consideramos más importantes
tencia visual exterior ve lo visible» (Summa Logicae, (Textos 2 y 4). La modalidad más característica de abs-
III, II, c. 25). tracción, en contraposición al conocimiento intuitivo,
Pero, sin duda, el carácter de la intuición que más es aquella en que se la entiende como precisión de la
destacó Ockham fue la capacidad de certificar de la exis- existencia o no existencia del objeto: «Se entiende el
tencia o no existencia del objeto intuido: «El conoci- conocimiento abstractivo en cuanto abstrae de la exis-
miento intuitivo es un conocimiento tal que, por virtud tencia y de la no existencia y de las otras condiciones
:: -;

30 Ockham La filosofia - jj'

que acontecen contingentemente o se predican de la Además de la omnipotencia divina, en la explica-


cosa» (In Sent., I, Prologus, q. 1 Z). En diferencia de la ción de este problema hay que tener en cuenta dos afir-
intuición, esta modalidad de conocimiento no nos dice maciones de las que hace uso Ockham: primero, el
nada sobre la existencia ni sobre los datos contingentes modo de entender la distinción real, que para él es
de la cosa. Admite también que se puede hablar de una siempre una distinción inter rem el rem, entre una cosa
abstracción a partir de los singulares que lleve a la for- absoluta y otra cosa absoluta, y no entre principios re-
mación del universal. Obviamente, tal modalidad de ales que entren en la composición de una misma cosa,
abstracción sólo cabe entenderla en Ockham como me- como pueden ser para Sto. Tomás la materia y la for-
canismo que nos conduzca a la producción del concep- ma, o la esencia y la existencia; segundo, la distinción
to universal en la mente. Por fin, habla de una abstrac- entre las causas segundas y la causa primera, Dios, con
ción que resultaría de la corrupción o debilitación de la la afirmación añadida de que Dios puede hacer él solo
intuición, la cual sería como una intuición imperfecta o lo que habitualmente hace mediante las causas segun-
una especie de conocimiento de memoria. das. A su vez, hay que recordar aquí la distinción que
Sin embargo, ninguna de estas modalidades de abs- hemos recogido anteriormente entre la potencia abso-
tracción adquiere en la gnoseología de Ockham impor- luta de Dios y la potencia ordenada. Los aconteceres
tancia similar o cercana a la intuición. Se trata siempre con que nos encontramos en este mundo natural, y
de conocimientos imperfectos y alejados de la singula- concretamente nuestros procesos habituales de conoci-
ridad existencial, al revés 'de lo que acontece en la in- miento, se producen según la potencia ordenada, pero
tuición. debe quedar siempre abierta la puerta a que Dios haga
uso de su potencia absoluta (Texto 3).
Con esta premisas tenemos todos los elementos ne-
5.4. La intuición de lo no existente.
cesarios para entender la afirmación de que es posible
En pocos temas se pone más de relieve el recurso a tener la intuición de una cosa no existente, aunque, en
la omnipotencia divina que en éste. Y no puede ser me- el plano natural, la intuición exija la existencia y la pre-
nos. Resulta que una de las características de la intui- sencia de la cosa intuida. He aquí un texto significati-
ción ockhamista -acaso la más importante- era que tal vo: «De esto se sigue que puede existir un conocimiento
conocimiento nos daba certeza de la existencia o no intuitivo, ..., de una cosa no existente. Y esta conclu-
existencia de la cosa intuida. Y hete aquí que, según sión la pruebo ... de este modo: toda cosa absoluta, dis-
vamos a ver, se admite la posibilidad de intuir como tinta por lugar y sujeto de otra cosa absoluta, puede,
existente algo que no existe. Nada, pues, tiene de extra- por potencia divina, existir sin ésta ... Ahora bien, la vi-
ño que esta paradoja, al menos en apariencia, haya he- sión intuitiva, ..., es una cosa absoluta distinta de su ob-
cho correr ríos de tinta entre sus estudiosos. jeto por lugar y sujeto. Por ejemplo, si veo intuitiva-
32 Ockham La fi losofía 33

mente una estrella existente en el cielo, esa visión in- do» en mis procesos de conocimiento intuitivo? Obvia-
tuitiva, ..., se distingue por lugar y sujeto del objeto vis- mente, Ockham, franciscano y creyente, cree que Dios
to; luego tal visión puede permanecer tras la destruc- se ajusta a su potencia ordenada, pero ¿qué seguridad
ción de la estrella» (In Sent., 1. Pro logus , q. 1 HH). tengo? Dicho de otra manera: el Dios omnipotente
Pero acaso el pasaje más conocido sea el siguiente: puede convertirse en un Dios engañador, claro antece-
«Además, en este artículo (creo en Dios omnipotente) dente del Dios engañador que hipotéticamente introdu-
se funda aquella famosa proposición de los teólogos: ce Descartes en el tercer nivel de duda. ¿Una puerta al
todo lo que Dios produce mediante las causas segun- escepticismo? No para un creyente, pero la respuesta
das, lo puede producir y conservar inmediatamente sin no parece tener valor en el nivel puramente racional.
ellas ... arguyo de la siguiente manera: todo efecto que
Dios puede producir mediante la causa segunda, lo
5.5. Los universales.
puede producir inmediatamente por sí mismo; ahora
bien, el conocimiento intuitivo corporal lo puede pro- En nuestro dinamismo de conocimiento y en nues-
ducir mediante el objeto; luego lo puede producir tam- tro modo de expresamos no sólo nos valemos de pala-
bién inmediatamente por sí mismo. Igualmente: toda bras con valor de predicabilidad universal -por ejem-
cosa absoluta, distinta por el lugar y el objeto de otra plo, Pedro es hombre-, sino que damos por supuesto,
cosa absoluta puede, por potencia divina, existir tras la al menos en muchos casos, que a las palabras con valor
destrucción de la otra realidad absoluta. Ahora bien, la universal les corresponde en la mente un concepto uni-
visión, tanto sensitiva como intelectual, de una estrella versal. Esto se aplica, desde Aristóteles, de modo muy
en el cielo es de esta naturaleza; luego, etc.» (Quodl. especial en el ámbito del conocimiento científico. Pero
VI, q. 6). los universales ¿son sólo conceptos de la mente? ¿Hay
Evidentemente, estamos ante una intuición no de algo universal en la realidad? Cuando este problema
orden natural, sino sobrenatural, donde Dios ejerce su llega a Ockham, lleva ya siglos discutiéndose en la
potencia absoluta. Pero precisamente, en atención a esa Edad Media, entre el extremo de reducirlos a simple
potencia absoluta de Dios, no cabe cerrar las puertas a . flatus vocis hasta posturas más moderadas y más cer-
esa intuición. ¿Dónde estamos? En el absoluto contin- canas históricamente a nuestro filósofo: los universales
gentismo en su aplicación al conocimiento humano. tienen su fundamento en los entes singulares (Sto. To-
Por este absoluto contingentismo, ni siquiera podemos más), o la afirmación de que en los entes singulares
estar ciertos de nuestro conocimiento más cierto, el de hay una natura communis que se diferencia de los in-
la intuición que nos certifica sobre la existencia de la dividuos con una distinción formal ex natura rei (Duns
cosa intuida. ¿Dónde queda la seguridad de nuestro co- Escoto).
nocimiento? ¿Cómo sé que Dios no está «interfirien-
34 Ockham La filosofia
35
Así recibe el problema el terminismo de Ockham. cualidad existente subjetivamente en el alma, distinta
Como es de esperar, éste tiene que ser un problema im- del acto de entender. Otros dicen que es el acto de en-
portante en su filosofía, con reiterante aparición en sus tender» (Summa Logicae, l, c. 12). Se apunta a esta
obras. Resumimos los aspectos claves (Texto 7). tercera opinión, ya que le vale la razón que se da a fa-
En primer lugar, deja fuera de dudas que el univer- vor de ella, porque «en vano se hace con muchos ele-
sal no tiene realidad alguna fuera de la mente. Así lo mentos 10 que se puede hacer con pocos». Es decir, se
pone de manifiesto en muchos pasajes, especialmente cumple su principio de economía, ya que, según expli-
en la Summa Logicae, obra donde expone su postura ca, «todo 10 que se salva poniendo algo distinto del
definitiva en este problema. Así, en el c. 15 de la Ipar- acto de entender, se puede salvar sin eso distinto, debi-
te descarta absolutamente la atribución de realidad ex- do a que Suponer por otra cosa y significar otra cosa
tramental a los universales, dedicando los capítulos in- puede corresponderje al acto de entender de igual ma-
mediatamente siguientes a refutar las teorías que nera a com~ le corresponde a otro signo». Es decir, pri-
defienden un fundamento de los mismos en los singu- mero, el universa] se identifica con la intelección mis-
lares o la de la «naturaleza común» escotista. Pero esta ma; segundo, el universal es un signo y, por supuesto,
actitud de rechazo de la realidad extramental de los es un SIgnO natural, tal como vimos en su momento
universales se subraya con claridad en otras obras. Ya que. son los conceptos; tercero, como tal signo tiene ca-
", en el Proemio a la Expositio Aurea había afirmado ter- pacidad de suponer y de significar.
minantemente: «No hay' ningún universal que exista ¿Cómo se produce en el alma este concepto univer-
realmente fuera del alma en la sustancias individuales sal, que es signo natural? Debe antecederle el conoci-
ni que pertenezca a la sustancia o ser de las mismas». miento de los singulares, a partir del cual se lleva a
De igual contundencia es este texto del Quollibeto V: cabo una especie de abstracción o hábito abstractivo
«De ningún modo existe fuera del alma cualquier uni- qu~ conduce al alma a producir el concepto universal.
versal». O este otro: «Tanta es la imposibilidad de que ¿Como se produce? Sinceramente, no lo sabemos. Sólo
alguna cosa sea de alguna manera universal fuera del sabemos que se realiza en un proceso natural de nues-
alma ... cuanta es la imposibilidad de que el hombre sea tra actividad mental: «La naturaleza opera de un modo
asno» (In Sent., I, dist. 2, q. 7 T). ocu!to. en los universales, ..., porque, al producir el co-
Pero como él admite y necesita, sobre todo para la nocuniento de ellos en el alma, de un modo como
ciencia, en los conceptos universales, se impone expli- oculto, al menos inmediata o mediatamente, los produ-
car tales conceptos tal como se dan en la mente. Sobre ce de aqu~l. modo que por naturaleza les corresponde
esto -nos dice- hay diversas opiniones. Recoge tres. ser producidos» (In Sent., 1, dist. 2, q. 7 CC).
«Algunos dicen que no es más que algo fingido (fabri-
cado) por el alma. Algunos (dicen) que es una cierta
36 Ockham La filosofía 37

5.6. Conocimiento del singular. ~110la materia tiene su entidad completa propia, que la
nace permeable al conocimiento, tanto sensible como
El singular y su conocimiento no habían contado
intelectual. En el defensor de la intuición, ese conoci-
con muchas bendiciones en la tradición filosófica occi-
miento del simular tiene que ser intuitivo. y, como
dental, en la que, especialmente en la Edad Media, se
coda abstracción es en él posterior a la intuición, tal co-
había seguido la interpretación de Aristóteles que se
nocimiento intuitivo tiene que ser el primero en orden
estimaba más correcta: el singular/individuo estaba
genérico.
constituido formalmente por la materia; y la materia
Ahora bien, del singular tenemos una doble intui-
era refractaria al conocimiento intelectual. De ahí que,
ción: «Ese mismo singular que es aprehendido sensi-
tal como, por ejemplo, lo había planteado la escuela de
blemente, en primer lugar, por el sentido, ése mismo y
Sto. Tomás, se impusiese la necesitad de desmateriali-
bajo la misma razón es conocido intelectualmente de
zar al singular para poder conocerlo. Pero, entonces, lo
modo intuitivo por el entendimiento» (In Sent, 1, dist.
que se conocía ya no era el singular en cuanto tal, sino
2, q. 8 R).
su forma universal. Con lo cual, el primer conocimiento
Subrayemos, como conclusión, que una ontología
intelectual era un concepto universal. Sólo, después,
de realidades singulares debe tener como correlativa
por un complejo proceso de «conversión» hacia el «fan-
una gnoseología de primacía cognoscitiva del singular,
tasma» del singular, accedíamos al conocimiento de éste.
ya que sólo un auténtico conocimiento del singular
A estas alturas ya sabemos lo lejos que está Ock-
abre la puerta de acceso a la auténtica realidad.
ham de semejante planteamiento y solución, al igual
que lo está, según dejamos apuntado, de la «naturaleza
tu
común» de Escoto. Si el conocimiento es conocimiento
6. METAFÍSICA.
de la realidad, y si en la realidad sólo hay singulares o
individuos, tenemos de invertir los planteamientos an- Muchas veces se ha hecho del nomina1ismo de
teriores (Texto 1). De aquí las terminantes afirmacio- Ockham sinónimo de antimetafísica. Esta afirmación,
nes de nuestro filósofo: afirmo «... en primer lugar, que con carácter general, es falsa. Tiene, sin embargo, una
hay conocimiento intelectual del singular; en segundo lectura histórica verdadera. En efecto, la filosofía de
lugar, que el primer conocimiento del singular es intui- Ockham es antimetafísica frente a la metafísica del s.
tivo; y, en tercer lugar, que 10 singular es 10 primero de XIII, personificada en Sto. Tomás y en Duns Escoto.
lo que se tiene intelección» (In Sent., 1, dist. 3, q. 6 E). El Venerabilis Inceptor fue un debelador sin piedad
Este texto resume con fuerza su posición en este tema. contra la metafísica abstraccionista del Aquinate y con-
No acepta la incognoscibilidad de la materia, porque, tra la metafísica de formalidades y de distinciones for-
como veremos, no hay materia pura sin forma. Con males de su hermano en religión, el Dr. Sutil. Ambas
38 Ockham La filosofía 39

se le presentaban como un intento inadmisible de mul- potencia de Dios y el principio de simplicidad o econo-
tiplicar estructuras y entidades que tropezaban fronta1- mía. En efecto, si la metafísica que había legado el si-
mente con su esfuerzo simplificador y con la afirma- glo XIII era una metafísica de legalidades necesarias
ción básica de que no hay en la realidad nada que no surgida de la red de esencias universales presentes, al
sea absolutamente singular. Pero todo esto no significa menos fundamentalmente, en las cosas singulares, la
que Ockham vuelva las espaldas a la metafísica, sino de Ockham es una metafísica aniquiladora de redes de
que habrá de entender la metafísica desde perspectiva esencias, una metafísica que profesa un absoluto con-
distinta. El tiene conciencia de esta novedad y de los tingentismo, donde la única ley auténtica de 10 real es
inevitables resquemores que puede despertar. Por eso la libre omnipotencia de Dios, sin más limitación que
trata de buscar antecedentes en otros autores, cuyos tex- la contradicción manifiesta. La necesidad que vemos o
tos trae al agua de su molino. De modo especial desta- creemos ver en las cosas y en sus aconteceres es una
ca su esfuerzo por hacer ver que sus teorías están ya en necesidad hipotética, es decir, la necesidad derivada de
Aristóte1es, si se saben leer sus textos debidamente. la potencia ordenada de Dios, que quiere que las cosas
A la hora de estudiar la metafísica de Ockham, hay sean así, pero muy bien puede querer que sean de otra
que enfrentarse con una dificultad no pequeña: no nos manera. No hay necesidades metafísicas ante la omni-
dejó escrita ninguna obra específicamente dedicada a potencia divina. Las cosas simplemente son, no tienen
esta disciplina filosófica, como podría haber sido, por que ser. Incluso ante afirmaciones que nos parecen ab-
ejemplo, un comentario a la Metafísica del Estagirita, solutamente indubitables como ésta, «el hombre es un
según costumbre frecuente en la Edad Media. Por eso animal», hay que mantener que sólo es auténticamente
sus ideas metafísicas han de rastrearse en el estudio de tal, según nos dice, en su formulación condicional: «si
aquellos temas que, al menos concornitantemente, exi- existe el hombre, es un animal» (Summa Logicae, I, c.
gían recurrir a reflexiones metafísicas. Esto sucede en 22). Llega a tal extremo el contingentismo que, como
muchas de sus obras, especialmente en el Comentario dice en el opúsculo II De Sacraneto Altaris, Dios pue-
a las Sentencias, los dos opúsculo s De Sacramento AI- de hacer muchas más cosas de las que nosotros somos
taris e incluso en la Summa Logicae. capaces de pensar.
El principio de economía supone barrer de la reali-
dad todos los predicados comunes, dejándolos reduci-
6.1. Aplicación de los principios de omnipotencia
dos a signos, ya sean naturales (conceptos), ya arbitra-
y de simplicidad.
rios (palabras), según vimos a propósito de los
Lógicamente, en los problemas metafísicos y en sus conceptos universales. Se eliminarán distinciones inú-
soluciones han de estar muy presentes los principios tiles y ficticias, se suprimirán estructuras, se reducirán
rectores del pensar ockhamista, especialmente la omni- categorías, etc., etc,
40 Ockham La filosofía 41

6.2. Rechazo de las estructuras metaflsicas. La estructura de materia y forma, en su sentido ri-
La metafísica de corte aristotélico, en su esfuerzo guroso, también se elimina. En efecto, esta estructura
de racionalización de la realidad, había seguido básica- se entendía desde la estructura de potencia y acto: la
mente dos vías: descubrir y estudiar las estructuras que materia era pura potencia que debía ser actualizada por
constituían esa realidad, y anuc1ear la pluralidad de lo la forma en su composición estructural. Pero para Ock-
real a un esquema categorial, en el que, reduciendo la ham no hay nada puramente potencial. Por eso la
realidad a unos capítulos fundamentales, se nos permi- materia, si es algo, tiene su forma o acto entitativo. Por
tía conocerla en sus semejanzas y diferencias. Con am- consiguiente, no hay composición de una materia po-
bos temas se va a enfrentar nuestro filósofo. tencial y una forma o acto que la constituya formal-
Tres eran, básicamente, las estructuras constitutivas mente en el ser, sino que la materia es una entidad
de las realidades mundanas, a las que se conocía como completa en sí misma. No se niega que se puedan unir
binaria famosissima (parejas binarias famosísimas): materia y forma, pero se unen como dos cosas reales
esencia y existencia, materia y forma, sustancia y acci- que pueden desplegar diversas funciones constituyen-
dentes. Ockham descarta las dos primeras y atenúa no- do un solo individuo. Obviamente, para la tradición
tablemente la tercera. Para entender esta tarea «des- aristotélica no es esto lo que se entendía por la estruc-
tructora», es importante recordar que para él toda tura de materia y forma.
verdadera distinción tiene que ser una distinción real, ~or lo que se refiere a la estructura de sustancia y
es decir, una distinción entre una cosa y otra cosa: no accidentes, no la niega, aunque va a reducir notable-
hay distinción, si no hay realidades (cosas) distintas mente su ámbito de aplicación. La razón está en la
'11'
(Summa Logicae, 1, c. 16). . drástica reducción del número de categorías accidenta-
Pues bien, en cuanto a la distinción de esencia y exis- les. Si, como vamos a ver, no hay más accidentes que
tencia, dado que esencia y existencia no son realidades la cualidad, sólo cabe la estructura entre sustancia y
(cosas) distintas, debe negarse tal distinción. La realidad cualidad.
singular (su esencia) y su existencia son y significan lo
mismo (O. C., III, c. 27). Y no se diga que esta identi- 6.3. Reducción del número de categorías.
dad de esencia y existencia sólo le corresponde a Dios,
ya que, entre Dios y las criaturas, sigue habiendo una Si Aristóteles, como dijo Kant, enumeraba rapsódi-
diferencia fundamental: la realidad esencial y existen- camente sus categorías, dando en diversos lugares un
cial de la criatura es una realidad dependiente, por número distinto de ellas, la escolástica, en su momento
creada, mientras que en Dios su realidad esencial y exis- áureo del siglo XIII, por ejemplo, Sto. Tomás, se había
tencial es una realidad absolutamente independiente. esforzado en fijar el número de las categorías en diez
intentando justificar que no hay más ni menos. Ock~
42 Ockham La fi losofía 43

ham se opone frontalmente a esta interpretación de la «Hay otra opinión sobre la cantidad, que a mí me pare-
doctrina de Aristóteles. No se opone a que se siga ha- ce que pertenece a la mente de Aristóteles, ya sea heré-
blando -él mismo así lo hace en la Summa Logicae- tica, ya católica, que quiero aquí referir, aunque no sea
de diez categorias o predicamentos, pero les niega reali- mi intención afirmarla. Y, por eso, cuando afirmé esta
dad a ocho de ellos. Estos quedan reducidos a signos, a opinión, ..., no la puse por escrito como mía, sino como
los que no les corresponde una realidad extramental in- de Aristóteles, y la expuse tal como a mí me parecía. Y
dependiente; es decir, más que predicamentos, son pre- de igual modo voy ahora a dar cuenta de ella. Esa opi-
dicables, según expresión del c. XXXV del II opúculo nión, pues, opinión que también defienden y defendie-
del De Sacramento Altaris. ron muchos teólogos, es concretamente que ninguna
Así, pues, sólo dos predicamentos o categorías son cantidad es realmente distinta de la sustancia y de la
reales en el sentido de que a ellos les corresponde una cualidad» (O c., I, c. 44). En buena medida, fue esta
realidad fuera de la mente. Y éstos son la sustancia y la opinión de la identidad entre sustancia y cantidad lo
cualidad. La sustancia es el modelo de realidad absolu- que provocó su denuncia ante la corte papal de Avig-
ta, ya que ni puede inherir como accidente de otra re- non, debido a la dificultad que tal opinión significaba
alidad, ni ser parte esencial de otra cosa, aunque pueda para explicar la transustaciación de la sustancia del pan
formar composición con algún accidente, concreta- en la eucaristía, permaneciendo los accidentes. Sin em-
mente con la cualidad (Summa Logicae, I, c. 42). bargo, él se mantuvo constante en su opinión, redu-
La cualidad, a su vez; es la única de las nueve cate- ciendo la cantidad a un término connotativo o, a 10
gorías accidentales a la que corresponde realidad extra- más, a una relación. Es evidente que de esta doctrina
mental. Efectivamente, aunque no todo lo que se suele de Ockham hasta la identificación cartesiana de la sus-
denominar cualidad cuente con el estatuto de realidad tancia corpórea con la extensión hay un trecho muy
extramental, sí hay verdaderas cualidades reales. El breve.
nos pone el ejemplo de la blancura, la negrura, el color, Algo semejante sucede con la relación. También
la luz y otras semejantes (O c., 1, c. 55). Por eso se aquí ha de enfrentarse con los que defendían la exist-
puede afirmar que la sustancia puede constituir estruc- encia de relaciones reales. De nuevo se pone bajo el es-
tura con algún accidente. cudo de Aristóteles: «Algunos afirman que la relación
La negación de realidad a los otros accidentes po- no es realidad alguna fuera del alma, que sea real y to-
día, a juicio de nuestro autor, resultar inaceptable para talmente distinta de una realidad (cosa) absoluta ...Y
sus lectores, especialmente por lo que respecta a la pienso que de esta opinión fue Aristóteles y otros filó-
cantidad (Texto 9). ¿Qué hacer? Refugiarse en Aristó- sofos que 10 han seguido» (O c., 1, c. 49). El se apunta
teles. Es curioso el texto con el que, en su obra acaso a esta opinión, es decir, niega a la relación entidad al-
más elaborada, la Summa Logicae, expone su postura: guna distinta del fundamento y del término de la rela-
44 Ockham La filosofía 45

ción. Las relaciones se quedan en intenciones o con- Prescindiendo de la indiscutible causalidad creante
ceptos en la mente (In Sent. 1, dist. 30, q. 1 O). La «na- de Dios, el tema se refiere básicamente a las causas se-
vaja», de una pasada, acabará con la distinción de rela- gundas, a la causalidad en las cosas del mundo. En este
ciones reales y relaciones de razón, de relaciones aspecto no faltan quienes quieren ver en él un antece-
predicamentales y relaciones trascendentales. dente del ocasionalismo de Malebranche, donde las lla-
madas causas segundas se reducen, en definitiva, a ser
la simple ocasión para que actúe Dios o la causa pri-
mera. De nuevo interviene aquí la omnipotencia de
6A. La causalidad. Dios. Debido a ella, no cabe demostrar que ningún
Eliminada la estructura de materia y forma, es de efecto sea producido por la causa segunda, «porque,
por sí evidente que Ockham tiene que ignorar la causa aunque siempre ante la aproximación del fuego a un
material y la causa formal. Su atención sólo se va a di- combustible se siga la combustión, esto es compatible
rigir a la causa eficiente y a la causa final. Y ambas con que el fuego no sea la causa, porque Dios puede
van a salir bastante malparadas en su metafísica. ordenar que siempre, ante la presencia del fuego res-
Para la explicación de la causa eficiente (Texto 10), pecto de un objeto pasivo que le esté próximo, sea El
nos encontramos con una grave dificultad en la nega- solo el que cause la combustión, del mismo modo que,
ción de relaciones reales que acabamos de reseñar. Si con la Iglesia, ordenó que, al pronunciar determinadas
la realidad está compuesta de cosas absolutas, ¿cómo palabras, sea causada la gracia en el alma» (In Sent., 11,
explicar el nexo causal como una relación de influjo de q. 5 R). No está haciendo más que aplicar la omnipo-
una realidad en otra? Por eso no puede entender los tencia, concretamente su conocida tesis de que «todo lo
procesos de causalidad como un influjo por virtud del que Dios puede hacer mediante una causa en el género
cual la causa produce el ser en el efecto. Súmese a ello de la causa eficiente o de la causa final, lo puede hacer
que nuestro verdadero conocimiento de la realidad es inmediatamente por sí mismo» (Quodl. VI, q. 1).
la intuición sensible o intelectual. Y nuestra intuición No se trata de negar las causas eficientes, pero sí de
no llega a captar inf1ujo alguno, sino simplemente co- hacer muy difícil demostrar su existencia, ya que siem-
sas o fenómenos antecedentes y cosas y fenómenos pre cabe la interferencia de la omnipotencia divina.
consiguientes. Los podemos ver en sucesiones con re- Esto, como es obvio, imposibilita una auténtica demos-
gularidad, pero nada más. De ahí que su definición de tración, con validez general, de la causalidad de las
causa se tenga que quedar en la afirmación de que causas segundas. Aunque sí cabe probar la existencia
«puede llamarse causa a aquello, puesto lo cual, se de la causa eficiente en casos particulares de algunos
pone otra cosa, y que sin él no se pone la otra cosa» (In procesos causales, concretamente de aquellos de los
Sent., 1, distAl, q. unica F). que tenemos experiencia y conocimiento intuitivo. En
46 Ockham La filosofía 47

varios lugares pone el ejemplo del conocimiento de la vio conocimiento o un guía. Al menos -nos dice- la
causa de los eclipses de la luna por la interposición de razón no ve que se requiera la causa [mal: «Por ejem-
la tierra. Igualmente admite que se puede probar que el plo: el fuego aproximado a un leño, lo calienta, ya sea
objeto es la causa del conocimiento intuitivo, ya que, que esto se intente por un cognoscente, ya no. Y si pre-
dadas todas las demás circunstancias, basta la sola pre- guntas por qué entonces calienta más bien que enfría,
sencia del objeto, para que se dé el conocimiento intui- afirmo que es así por naturaleza» (Quodl. II, q. 2).
tivo (In Sent., I, dist. 1, q. 3 F). Obviamente, así acon- La conclusión es clara: imposibilidad de demostrar
tece, si no interviene la omnipotencia que nos puede tanto la causalidad eficiente como la [mal, aunque es
hacer intuir lo no existente. Incluso, en el mismo pasa- posible probar su existencia en casos particulares. Ca-
je, admite que quepa, en algún caso, una prueba racio- bría decir que el mundo de cosas naturales, dejando de
nal, por ejemplo que la voluntad como potencia activa lado al hombre, es un mundo mecanicista, donde se
sea la causa productora de sus actos, ya que, de no ser dan procesos de causalidad eficiente, pero de una cau-
así, sería una potencia necesaria y no libre. salidad que no es una relación de influjo de la causa en
La causa final inicia en el nominalismo del XIV el el efecto, sino que hay que ver la causalidad como una
calvario que va a acabar con su rechazo en el mecani- sucesión de cosas o eventos: el antecedente es la causa,
cisma del XVII. Sus expresiones se hacen más rotun- y el consiguiente es el efecto. Ante esto, uno no puede
das que respecto de la causa eficiente. Nos recuerda menos de evocar la concepción de la causalidad en
que hay que distinguir si nos situamos en atenencia a la Hume y, por supuesto, el mecanicismo de la moder-
verdad de la fe, o nos situamos fuera de ella. Según la nidad.
fe, «todo efecto tiene una causa final» (Quodl. IV, q.
1). Pero, como nos dice en el mismo lugar, «si no nos
6.5. Un mundo de realidades singulares.
atenemos a ninguna autoridad, afirmaría que no es po-
sible probar ni a partir de proposiciones evidentes, ni Este epígrafe puede considerarse como una conclu-
por experiencia, que todo efecto tiene una causa final, sión de cuanto llevamos dicho hasta ahora: el mundo
ni que sea distinta de la eficiente, porque no es posible está constituido por realidades absolutas y cada una de
probar suficientemente que todo efecto tiene alguna esas realidades es una realidad singular (Texto 6). Y
causa final». No niega, por supuesto, la causa final en cada singular es singular por sí mismo, sin necesidad,
la acción de Dios, ni tampoco en los agentes volunta- ni posibilidad, de recurrir a nada que lo singularice. Es
rios que no están determinados por su naturaleza a un decir, Ockham se desentiende del viejo y polémico
sólo efecto y que poseen conocimiento que les permite problema del principio de individuación. La exigencia
elegir. Pero sí las niega en los agentes naturales que es- de tal principio partía de la afirmación de que todo ser
tán determinadas a un efecto, sin que les dirija un pre- singular pertenecía a un orden de esencias específicas.
48 Ockham La filosofía 49

Para individuarlo o singularizarlo, hacía falta un princi- cepción de los procesos causales ya expuesta, las difi-
pio que lo constituyese como tal individuo o singular cuItades de la elaboración de una teología racional sal-
dentro de la especie. Tras el rechazo de cualquier tipo tan a la vista.
de realidad extramental a los universales, sólo quedan Sin embargo, no se le puede negar el esfuerzo de in-
los singulares o individuos. Este hecho ontológico con- tentar elaborar una teología racional, tanto respecto de
vierte en superf1uo y hasta en imposible cualquier prin- la existencia corno respecto de la esencia de Dios. En
cipio de individuación: «Toda cosa fuera del alma es cuanto a la existencia de Dios, parte de que la afirma-
por sí misma ésta (cosa), y no hay que buscar causa al- ción «Dios existe» ni es evidente por sí misma, ni pue-
guna de la individuación, a no ser acaso las causas ex- de probarse a partir de proposiciones evidentes, ni tam-
trinsecas e intrínsecas cuando se trata de un individuo poco por experiencia (Quodl. 1, q. 1). Pero ¿hay algún
compuesto; sino que más bien se debe buscar la causa argumento racional que pruebe la existencia de Dios?
de cómo es posible que algo sea común y universal» Si se busca un argumento demostrativo, en el sentido
(In Sent., 1, dist. 2, q. 6 Q). La singularidad o indivi- riguroso que tiene la demostración en la lógica aristoté-
duación le corresponde inmediatamente a cada reali- lica, la respuesta debe ser negativa. Pero sí puede haber
dad, sin que sea posible que le convenga por nada dis- prueba de la existencia de Dios, que ciertamente no
tinto de ella. coincide con la pruebas ofrecidas en la teología ante-
rior ~se opone especialmente a Escoto -, ya que, según
él, tales pruebas o bien operan con principios que no
6.6. Teología racional.
son evidentes, o bien no evitan el proceso al infinito,
En esta exposición sumaria que estamos haciendo, según se echa de ver en las pruebas fundadas en la cau-
creemos que le teología racional de Ockham no merece salidad eficiente. Por eso él busca una prueba donde no
un puesto muy destacado. En primer lugar, porque, quepa el proceso al infinito. Y la encuentra en la nece-
dentro del pensamiento de Ockham, se parte de la sidad de Dios para la conservación de las criaturas en
aceptación por fe de la existencia de Dios, de su omni- su ser, porque, si en las causas de la conservación se
potencia y de su unicidad. Esto remite a la fe cuestio- abre el proceso al infinito, seria obligatorio admitir la
nes que habían sido objeto de dicha teología racional. existencia actual de una serie infinita, lo cual implica
Asimismo, la devaluación, al menos relativa, de la abs- un imposible (Quaest. super Lib. Phys., q. 136).
tracción debilita los caminos racionales hacia Dios, ya Si la teología existencial no arroja un balance muy
que de El no se puede tener tampoco una intuición, a generoso, algo semejante sucede con la existencial.
no ser de potentia absoluta. Y tampoco cuenta con el Evidentemente, Dios no puede ser conocido intuitiva-
recurso a la analogía, tal como sucedía, por ejemplo, en mente de modo natural. Entonces, hay que acudir a una
la teología de Sto. Tomás. Si a ello sumamos su con- abstracción especial, por virtud de la cual formamos, a
50 Ockham La filosofía 51

partir de las criaturas, el concepto de algunas perfec- rimenta que, sea lo que sea lo que la razón dicte, la vo-
ciones simples -ciencia, bondad ...~ que, en cuanto ta- luntad puede quererlo o no quererlo» (Quodl. l, q. 16).
les, prescinden del modo de ser, ya que en su concepto Digamos que la libertad, de acuerdo con la opinión que
no se incluye la finitud ni la infinitud, y pueden, por entonces era todavía común, es entendida como indife-
tanto, ser aplicadas al ser infinito, a Dios. Sin embargo, rencia. Resulta interesante esta afirmación suya: «La li-
estas perfecciones aplicadas a Dios distan mucho del bertad es una cierta indiferencia y contingencia, distin-
modo clásico de entender los atributos divinos, porque guiéndose así de un principio activo natural» (In Sent.,
tales atributos se distinguían de le esencia divina y en- 1, dist. 2, q. 6 M). El interés radica en la contraposición
tre sí con distinción de razón. Al no admitir él la distin- entre la voluntad libre y los llamados principios natura-
ción de razón, todas las perfecciones de Dios dicen lo les; en efecto, éstos obran por necesidad, ya que sus
mismo de lo mismo. efectos están naturalmente determinados, mientras que
la voluntad libre carece de esa determinación y, por
eso, se la define como indiferente.
7. ÉTICA. En una lectura más o menos superficial, la ética de
Dos presupuestos son necesarios para entender la Ockham se nos presenta como paradójica, ya que si,
ética de Ockham: la voluntad libre y la obediencia a por una parte, se esfuerza en proponer una moralidad
Dios. Como era de esperar en él, adquirirá especial im- objetiva en atenencia al recto dictamen de la razón, por
portancia la atenencia a los mandatos divinos. Este se- otra, este recto dictamen puede verse difícil, si no im-
posible, por la intervención de algún mandato divino
gundo supuesto es, sin duda, el que más le distingue de
otras teorizaciones éticas de la escolástica en las que que parece incompatible con tal dictamen (Texto 8).
los mandatos divinos, al menos en su presentación in- En cuanto a la moralidad objetiva, hay que destacar
mediata, no se consideran elemento de la moral racio- que el principio básico de la misma es la obediencia a
nal, ya ésta se fundamentaba inmediatamente en la ley los mandatos de Díos, mandatos que, en definitiva, nos
natural. remiten a la revelación. Pero el hombre sólo puede
En toda moral, entendida como una conducta de cumplir esos mandatos si, en los actos libres, se ajusta
responsabilidad, la libertad es un presupuesto absoluta- al recto dictamen de la razón: «ningún acto es virtuoso
mente necesario. Así sucede en nuestro filósofo, aun- o vicioso más que por ser conforme o disconforme con
que no sea posible probar racionalmente que nuestra la recta razón» (In Sent., 111, q. 10 F). Es más, la volun-
tad divina quiere que los actos morales se ejerzan en
voluntad sea libre. Esto, sin embargo, no le arredra, ya
conformidad con la recta razón (In Sent.Jll, q. 13 C).
que la existencia de la libertad «puede conocerse con
Sus afirmaciones de exigencia de la recta razón se mul-
evidencia por experiencia, puesto que el hombre expe-
tiplican. Un último ejemplo: «Ningún acto es perfecta-
52 Ockham La filosofía 53

mente virtuoso a no ser que la voluntad mediante tal hecho mismo de realizarlo, amaría a Dios sobre todas
acto quiera el dictamen de la recta razón por el hecho las cosas, y, por consiguiente, cumpliría el precepto di-
de ser dictamen de la recta razón» (O. C., q. 12 CCC). vino, porque amar a Dios sobre todas las cosas es amar
¿Qué tiene que hacer la razón para ofrecemos su dicta- lo que Dios quiere que sea amado. Y por el hecho de
men? Sencillamente presentarle a la voluntad libre los amar de este modo, desafortunadamente no cumpliría
actos que debe realizar como ajustados a los manda- el precepto divino, y, en consecuencia, amando a Dios
mientos divinos. Debe, por lo tanto, preceder siempre de este modo, lo amaría y no lo amaría» (Quodl. fII, q.
un ejercicio de la racionalidad respecto de cada acto, 13). La conclusión nos parece clara: no cabe cumplir el
dentro de las circunstancias en que tal acto ha de ejecu- mandato de odiar a Dios, ya que con esto entraríamos
tarse. Aceptada la importancia fundamental que se en contradicción manifiesta. Con esto nos parece ob-
concede a la obediencia a Dios, se puede decir que la viada la tentación de voluntarismo teológico extremo
moral de Ockham es una moral racional, en lo cual no en el campo moral.
se separa de la tradición escolástica que le precede.
Ahora bien, frente a esta ética sometida a exigen-
cias racionales, encontramos textos como éste: «Toda
voluntad puede conformarse con el precepto divino; 8. ALGUNAS IDEAS POLÍTICAS.
pero Dios puede mandar que la voluntad creada lo
odie; así, pues, la voluntad creada puede hacer esto» Aunque para los estudiosos de la filosofía especula-
(In Sent., IV, q. 14, d). Y a continuación nos dice que tiva del Venerabilis Inceptor su pensamiento político
se quede muchas veces en meras referencias, como si
éste sería un acto recto, tanto en esta vida como en la
éste fuera una faceta marginal de su pensamiento, sin
bienaventuranza. ¿Dónde estamos? ¿Se ha metido de
embargo se hace preciso reconocer que, si se prescinde
por medio la omnipotencia de Dios? Así lo parece, con
de esa faceta, la figura de nuestro filósofo queda esen-
lo cual se hace imposible que la razón elabore un dicta-
cialmente mutilada. No en vano dedicó a esta tarea
men recto que le pueda presentar a la voluntad libre.
nada menos que los últimos veinte años de su vida,
Esto nos conduciría a un voluntarismo teológico extre-
que, además, son años de intensa actividad reflejada en
mo e incontrolado. Parece que así 10 vio él mismo. Por
considerable número de obras. Son obras de polémica,
eso, posteriormente en los Quodlibetos, matiza su pos-
densas de erudición y cargadas de una amplia batería
tura: «Si se dice que Dios puede mandar que durante
de argumentos al1egados desde la Biblia, los ss. Pa-
algún tiempo El no sea amado ... Respondo: si Dios
dres y desde algunos tratadistas del derecho romano,
puede mandar esto, como parece que puede hacerla sin
amén del conocimiento de contemporáneos suyos, para
contradicción, en tal caso afirmo que la voluntad no
coincidir con unos y disentir de otros (Marsilio de Pa-
puede en ese momento realizar tal acto, porque, por el
54 Ockham La filosofía
55

dua, Álvaro Pelayo, Egidio Romano, etc.). En cambio, la cuestión franciscana, o, acaso también, para dar la
tanto historiadores y filósofos del derecho, como estu- última mano a algunas de sus obras especulativas.
diosos de la teoría política, encuentran en esta segunda Se convierte entonces en un pensador político acu-
y última etapa de nuestro filósofo una fuente doctrinal ciado por las circunstancias en que, de grado o por
de indudable frescura en su momento histórico. fuerza, se ve envuelto. Por eso, no debe esperarse de él
A Ockham se le ve, con justicia, como iniciador de una teoría completa, ordenada y armónica, ya que no
la secularización del derecho y de la teoría política, era éste su planteamiento, sino casi un salir al paso de
frente al pensamiento teocrático que se había configu- los problemas surgidos entre el papado y el imperio. y
rado en la tradición cristiana medieval. Por azares de todo ello, en buena medida, con claro estilo de contro-
su vida, se ve inserto en dos conflictos. No interviene versia. La relación del Ockham político con el Ockham
en la creación de ninguno de ellos, pero esto no impe- filósofo no se rompe del todo. Parece que hay que par-
dirá una actitud absolutamente comprometida en los tir de su filosofía para entender sus ideas políticas. No
mismos. Uno de esos conflictos tiene que ver con el en vano para muchos su teoría política es, a veces, una
modo de entender la pobreza de los franciscanos, al teología política en coherencia con toda su filosofia.
que nos hemos referido en su momento. Para nosotros Igual que, en sus ataques a los excesivos poderes que
hoy puede parecer una anécdota, pero ello no es obstá- reclamaba la Santa Sede, se puede ver una aplicación
culo para que, en su día, le hubiera ofrecido a Ockham de su «navaja» crítica. Y su fidelidad a los singulares
la ocasión de acusar de herejía al papa Juan XXII. Sin como los únicos hechos o realidades ontológicas es pa-
embargo, no tiene prácticamente relieve alguno, al ralela a su atención a los hechos concretos que trata de
margen de cuestiones teológicas y de disciplina interna aclarar y resol ver con sus ideas políticas.
de la Iglesia institucional. En esta sumarísima exposición, nos parece que su
Es el segundo conflicto el que le dará ocasión para idea motriz es señalar fronteras entre el poder del papa
sacar a luz sus doctrinas políticas y jurídicas. Surge y el poder del emperador. Mejor aún, separar y deslin-
cuando el papa Juan XXII rechaza reconocer como dar el poder religioso y el poder temporal o civil (Texto
emperador a Luis de Baviera antes de la aceptación y 12). Hay que acabar con la doctrina teocrática que acu-
del acto de coronación pontificia. Ni el emperador ni el mulaba en el papado el supremo poder, tanto en el or-
papa dan su brazo a torcer, entrando durante años en den religioso como en el político. Al papado corres-
descalificaciones recíprocas e incluso en la excomu- ponde el poder religioso, pudiendo intervenir en el
nión del emperador. El Ockham huido de Avignon campo político sólo en circunstancias muy especiales,
puso su pluma, casi de modo completo, al servicio del al igual que en algún caso muy especial podría el em-
emperador, ya que a la defensa de sus derechos dedica perador tener que intervenir en algún problema de la
su tiempo, con la excepción de algunos escritos sobre Iglesia, Como principio general, el poder político co-
56 Ockham La fi losofía 57

rresponde a la autoridades políticas legítimas, sin que o de la influencia y proyección del nominalismo del
su legitimación derive del reconocimiento del papado. XIV En efecto, ese nominalismo es principalmente
De ahí que defienda con toda claridad la autoridad del Ockham, pero no es él solo. La lista de los nominales
emperador en su enfrentamiento con el papa. Los dos se acrece muy pronto, a partir de la tercera década del
poderes deben colaborar y armonizarse, pero sin inter- XIV, y en esa lista aparecen nombres de considerable
ferencias del uno en ámbito del otro. Quiere dejar muy importancia, Y algunos de ellos son en determinados
claro, con toda clase de argumentos, que el poder tem- puntos más radicales que el inglés, por ejemplo, Autre-
poral es tan legítimo' como el poder religioso, sobre court y Mirecourt. Por eso no se puede personalizar ex-
todo si se tiene en cuenta que el papa también puede clusivamente en Ockham la proyección del nominalis-
equivocarse incluso en temas religiosos, ya que no le mo, 10 cual no impide que haya queconsiderarlo como
reconoce la infalibilidad. Trata de demostrar esto ha- el pensador más original y completo dentro de la co-
ciendo ver que también los papas, por ejemplo, Juan rriente nominalista. En determinados aspectos le ante-
XXII, han incurrido en herejía. ceden pensadores de relieve, como Durando o Auréolo.
En definitiva, ambos poderes proceden de Dios, que Pero ninguno de ellos aglutinó una pléyade de seguido-
deja a los hombres libertad de configurar la forma del res, ni llegó a configurarse como estandarte y cabeza
poder político, mientras que fija cauces más claros para del movimiento nominalista. Este papel le fue recono-
la institución papal, si bien, también en este caso, han cido al inglés por sus contemporáneos, 10 cual, sin em-
de intervenir los hombres para la elección de cada papa. bargo, no basta para que, al hablar de la proyección del
nominalismo, sea justo acordarse sólo de Ockham. Ni
siquiera cabe hacerla así, si, en vez de nominalismo,
9. PROYECC¡Ó DE OCKHAM. hablamos de ockhamismo, ya que este término se con-
virtió históricamente en sinónimo de nominalismo. Re-
Ockham es uno de los pensadores a los que suele
clamamos, pues, una interpretación generosa en la
calificarse como revolucionarios. El calificativo está
comprensión de la proyección de Ockham.
perfectamente justificado en su momento histórico,
Hay que comenzar por señalar la rápida difusión de
atendiendo a las profundas perturbaciones que produje-
las doctrinas filosóficas del inglés, debiendo destacarse
ron sus doctrinas tanto en el campo del pensamiento fi-
la pronta presencia de tales doctrinas en la Universidad
losófico como en el ámbito de los problemas políticos
de París, centro que seguía manteniendo la primacía
en que se vio implicado. Ahora bien, no es nada fácil
entre las universidades europeas, ya que en ella se for-
determinar en muchos aspectos, al referirse a la pro-
maban y de ella salían buena parte de los maestros que
yección de Ockham, si se trata de la influencia y pro-
irían a profesar enseñanza no sólo en Francia, sino
yección del pensamiento personal del propio Ockham,
también en otros países. En París el ockhamismo fue
58 Ockham La filosofía
59

recibido con francas resistencias. Se ve claro por las di- que el nominalismo del XIV significa el auténtico na-
versas condenas emanadas de los órganos universita- cimiento de la filosofía moderna, al menos en el senti-
rios en tres años seguidos: 1339, 1340 Y 134l. Se pro- do de que muchos de los problemas con que nos en-
híbe su enseñanza tanto pública como en cenáculos contramos en esta filosofía son problemas heredados
privados, se reprueban sus errores, con referencia ex- del XIV Así como las llamadas escuelas reales (tomis-
presa a Ockham y, de modo más general, a las «sutile- tas y escotistas) se van quedando restringidas a reduc-
zas inglesas». De nada valieron las condenas, ya que el tos eclesiásticos, los nominales van a ser el auténtico
movimiento era arrollador, hasta tal punto que París se puente por el que la filosofía medieval transite a la mo-
va a convertir en el foco de expansión del nominalis- dernidad. En muchos aspectos desconocemos los cau-
mo. No deja de ser curioso que en 1340, durante las ces por los que ese tránsito se produce, pero el mero
condenas, era rector Buridano, pensador de actitud no- hecho de que en la mayoría de las universidades de Eu-
minalista. En París enseñaron también Autrecourt y ropa, tanto en la segunda mitad del XIV como en todo
Mirecourt (los dos fueron objeto de condena), y en Pa- el XV, la mayoría de los maestros profesan el nómina-
rís nos encontramos con Nicolás de Oresmes o con Al- lismo o están contaminados de él, bastaría para expli-
berto de Sajonia, que también fue rector. Y hay otros carlo.
nombres menos ilustres. A algunos de ellos se deben ¿Qué recibe del nominalismo la modernidad? Acaso
planteamientos de inspiración ockhamista, como la sería más correcta esta pregunta: ¿qué temas, proble-
teoría del impetus para' explicar el movimiento. O la mas o soluciones expuestos o defendidos por el nomi-
corriente de mística nominalista, con Gerson y con T. nalismo están presentes en la modernidad? La respues-
de Kempis, autor de De imitatione Christi, obra que ta puede ser clara en unos casos y aparecer menos clara
hay que leer contando con la inspiración del inglés. en otros.
¿Cómo, si no, entenderíamos expresiones como ésta No parece que quepa negarle al nominalismo el im-
del c. 18 del lib. IV: Lo que no puedes entender; con- perativo de atenerse a las realidades singulares, olvi-
fialo con seguridad al Dios Omnipotente? dando o rechazando todo el entramado de esencias uni-
Por otra parte, es importante subrayar que de París versales y específicas. Con ello desaparece también el
saldrán los dos grandes nominalistas de Alemania: Mar- problema del principio de individuación. En relación
silio de Inghen y Gabriel Biel. Es de sobra conocida la con ~~to se presenta la atención a la experiencia cog-
influencia de Biel en el pensamiento de Lutero. Y Biel noscitiva, que se concreta en la preminencia de la intui-
se confesaba fiel seguidor de las doctrinas de Ockham. ción, que hace de la abstracción una forma de conoci-
Ahora bien, la influencia de Ockham ¿queda res- miento secundaria. Estas orientaciones son de total
tringida a la Edad Media? Nuestra respuesta es tan ne- aplicación en la modernidad.
gativa, que creemos que, sin mucha audacia, cabe decir
60 Ockham

En el plano metafísico surgieron, como consecuen-


cia de la aplicación del principio de simplicidad, algu-
nas tesis que siguen presentes en la modernidad: la
simplificación del esquema categorial, reduciéndolo a
la sustancia y a la cualidad. El racionalismo se quedará
sólo con la sustancia. Una consecuencia de esto es la
identificación de la cantidad con la sustancia corpórea,
que se convierte en Descartes en hacer de la extensión
la esencia de la res extensa, de los cuerpos. Asimismo, III
la modernidad se sumará al acta de defunción de las fa-
SELECCIÓN DE TEXTOS
cultades del alma, aunque sigan en uso las palabras con
que se denominaban.
A Ockham y al nominalismo se debe el primer
cuarteamiento de la causalidad eficiente de las causas
segundas, en claro antecedente del ocasionalismo de
Malebranche y de las críticas de Hume al principio on-
tológico de la causalidad.
Por fin, si en Ockham se puede hablar del absoluto
privilegio de Dios, esto lo volvemos a encontrar en el
voluntarismo teológico de Descartes. Al igual que, con
razón, se puede decir que el Dios omnipotente de Ock-
ham que me puede hacer intuir lo no existente, es un
precedente innegable del Dios que, por omnipotente,
puede ser engañador, tal como aparece en el proceso de
duda cartesiana.
Cabría señalar más puntos. Así no sería aventurado
afirmar que el principio de simplicidad del que tanto
uso hizo Ockham puede ser claro precedente de la im-
portancia que adquiere lo simple, tanto en el racionalis-
mo como también en el empirismo.
62 Ockham Textos 63
Observación
que no puede conocer el color intuitivamente. En con-
Advertimos que, como norma general, los textos, secuencia, con carácter universal, ninguna cosa puede
salvo advertencia en contra, son de traducción personal. ser conocida en sí misma, si primeramente no es cono-
y, en general, nos hemos servido de la edición GUI- cida de modo intuitivo. (In Sent., I, dist. 3, q. 2 F)
LLELMUS DEOCCAM,Opera plurima. Lyon, 1494-1496. (Boehner, Ir, 403).
Reimpresión facsímil por The Gregg Pres Limited.
[El conocimiento del singular como conocimiento originario]
Londres, 1962. Las letras que indican la situación del
texto en los cuatro libros de la Sentencias son muy úti- . Por ello tomo posición, en sentido opuesto, res-
les, sobre todo teniendo en cuenta que casi todos los pecto de la cuestión. Y (afirmo), en primer lugar, que
estudios citan de acuerdo con ellas. Sin embargo, cuan- hay intelección del singular. En segundo lugar, que el
do ha sido posible, añadimos la página de la edición primer conocimiento del singular es intuitivo. Y, en ter-
del Instituto San Buenaventura de Nueva York. Lo se- cero, que lo singular es lo primero de lo que se tiene
ñalamos con el nombre del gran investigador y director intelección.
de todo el trabajo, es decir, Boehner, señalando tomo y Lo primero es evidente, ya que si el singular no
página a continuación. puede ser entendido, esto o sería por razón de la per-
fección del entendimiento, o por razón de la imperfec-
Texto 1 ción. No por razón de la imperfección, porque el senti-
-,
do es más imperfecto que el entendimiento v sin
(El Comentario a las Sentencias, cir. ea. 1318 y 1323, sobre todo
en los tres primeros libros, trata problemas fundamentales no sólo embargo, aprehende el singular. Ni por razón de la per-
de teología sino también de filosofia) fección, ya que, de ser así, o esto acontecería porque
no puede entender algo tan imperfecto como es el sin-
[/l1tuición. Intuición del singular como conocimiento origi- gular material, o porque no puede ser afectado por algo
nario y fundamental]
material, o porque no recibe nada de modo material.
Nada puede ser conocido naturalmente en sí mismo Lo primero no es obstáculo, porque lo universal abs-
si no es conocido de modo intuitivo .... Lo pruebo, ya traído de cosas materiales no es más perfecto que el
que no hay razón mayor de que una cosa pueda ser co- singular mismo. Ni tampoco es obstáculo lo segundo,
nocida en si misma sin un conocimiento intuitivo pre- ya que puede establecerse que puede ser afectado por
vio que de otro modo; ahora bien, muchas cosas no nos 10 mismo para el conocimiento del singular, como lo es
son cognoscibles a no ser con un conocimiento intuiti- igualmente para el conocimiento del universal... Ni lo
vo previo, porque, según el Filósofo (Aristóteles), el impide lo tercero, ya sea porque no repugna más a este
ciego de nacimiento no puede tener ciencia de los colo- singular que al universal ser recibido de modo inmate-
res, ni puede conocer el color en sí mismo, debido a rial; ya sea porque el conocimiento del singular que si-
Ockham Textos 65
64

gue al conocimiento del universal es recibido de modo entendimiento juzga que ella existe y conoce con evi-
inmaterial. Por tanto no le repugna (al singular) ser re- dencia que existe, a no ser que eventualmente sea im-
cibido de modo inmaterial en el momento primero. (In pedido por la imperfección de tal conocimiento. y, de
Sent., 1, dist. 3, q. 6 E) (Boelmer, II, 492-493). . .. la misma manera, si ese conocimiento fuera perfecto y
...algún conocimiento del singular puede ser .mtmü- conservado por Dios respecto de una cosa no existente,
vo, pues, de otro modo, ninguna verdad contmg~nte por virtud de ese conocimiento simple conocería con
podría ser conocida con evidencia por el entendimien- evidencia que tal cosa no existe ...
to' ahora bien el conocimiento intuitivo de una cosa Por el contrario, el conocimiento abstractivo es
n~ es posteriOl: al conocimiento abstractivo; por. consi- aquél en virtud del cual no se puede saber con eviden-
guiente, el conocimiento intuitivo de la cosa singular cia si existe o no existe. Y, de este modo, el conoci-
es absolutamente el orimero. miento abstractivo abstrae de la existencia y de la no
En tercer lugar, ;finno que el conocimiento del sin- existencia, porque, mediante él, no se puede conocer
zular sensible es absolutamente el primero para este con evidencia respecto de una cosa existente que exis-
b . .

(nuestro) estado, de tal suerte que aquel mls.~o singu- ta, ni de una no existente que no exista, en contraposi-
lar del que primariamente tenemos senSaCl?n por. el ción al conocimiento intuitivo.
sentido ése mismo y bajo la misma razón es intelegldo Igualmente, mediante el conocimiento abstractivo
primariamente de modo intuitivo por el entendimiento, no puede conocerse con evidencia ninguna verdad con-
a no ser que exista algún impedimento, ya que es pro- tingente, sobre todo referida al presente. Como, de he-
pio de la naturaleza de las potencias ordenadas que cho, se hace patente que, cuando se conoce Sócrates y
todo lo que -y bajo la misma razón- puede una pote~- su blancura en ausencia, en virtud de ese conocimiento
cia inferior lo pueda también una superior ... Por consi- simple no puede saberse que Sócrates existe o no exis-
zuiente eso mismo que es primariamente objeto de te, o que es blanco o que no es blanco, o si está distante
~ensación por el sentido será objeto de intelección por de tal lugar o no; y lo mismo acontece con otras verda-
el entendimiento, Y bajo la misma razón. (In Sent .. l. C., des contingentes. y, sin embargo, es indudable que
F-G) (Boehner, II, 494). esas verdades contingentes pueden conocerse con evi-
dencia. Y todo conocimiento complejo de términos o
Texto 2 de cosas significadas se reduce, en defmitiva, al cono-
cimiento simple de los términos, (In Sent. l. Prologus,
[La intuición como conocimiento existencia! y concreto]
q. J Z) (Boehner, I, 31-32).
El conocimiento intuitivo es un conOCImIento tal
que, por virtud de él, puede saberse si una ~osa e~iste o
no, de tal suelte que, si la cosa existe, de inmediato el
Ockham Textos 67
66

Texto 3 esa visión intuitiva, ya sea sensible, ya intelectual, se


distingue por lugar y sujeto del objeto visto; luego tal
(Los Quod/ibetos, 1324-1328, responden a problemas de actuali- visión puede permanecer tras la destrucción de la estre-
dad en este momento) lla; por consiguiente, etc ...
[La intuición de lo no existente] También es evidente que una cosa no existente pue-
[La irrupción de Dios entendido como omnipotencia, en de ser conocida por intuición, por más que el objeto
Ockham, lleva a conclusiones tan paradójicas como que pue- primero de ese acto no exista -contra la opinión de al-
da haber intuición de una cosa no existente, a pesar de que gunos-, ya que la visión sensitiva del color puede ser
hemos visto el carácter existencial de la intuición. En este conservada por Dios sin que exista el color mismo; y,
Dios que puede hacer intuir lo no existente se ha vi~to el sin embargo, esa visión tiene como término el color
precedente del Deus deceptor del proceso de duda cartesiano]
como objeto primero, y otro tanto sucede con la visión
Por tanto, afirmo que el conocimiento intuitivo y el intelectual. (In Sent., 1, Pro logus , q. 1 GG-HH) (Boeh-
abstractivo se diferencian por sí mismos y no por parte ner, t, 38-39).
del objeto ni por parte de cualesqui~ra ~~us_as,aunque Además, en este artículo (la omnipotencia de Dios)
de modo natural el conocimiento intuitivo no pueda se funda aquella famosa proposición de los teólogos:
darse sin la existencia de la cosa, que es verdaderamente todo lo que Dios produce mediante las causas segun-
la causa eficiente mediata o imnediata del conocimien- das, lo puede producir y conservar imnediatamente sin
to intuitivo .. En camb-io, el conocimiento abstractivo ellas. Partiendo de esta proposición, arguyo de la si-
puede darse naturalmente una vez destruida absoluta- guiente manera: todo efecto que Dios puede producir
mente la cosa misma conocida ... mediante la causa segunda, lo puede producir imnedia-
De esto se sigue que puede existir un conocimiento tamente por sí mismo; ahora bien, el conocimiento in-
intuitivo, tanto sensible como intelectual, de una cosa tuitivo corporal lo puede producir mediante el objeto;
no existente. y esta conclusión la pruebo ... de este luego lo puede producir también imnediatamente por sí
modo: toda cosa absoluta, distinta por lugar y sujeto de mismo. Igualmente: toda cosa absoluta, distinta por el
otra cosa absoluta, puede, por potencia divina, existir lugar y el objeto, de otra cosa absoluta, puede, por po-
sin ésta, ya que no parece verosímil que, si ~ios quiere tencia divina, existir tras la destrucción de la otra reali-
destruir una cosa absoluta existente en el CIelO,se vea dad absoluta. Ahora bien, la visión, tanto sensitiva
por ello necesitado a de~truir otr.a.~os~ di~t~nta existen- como intelectual, de una estrella en el cielo es de esta
te en la tierra. Ahora bien, la VISlOnintuitiva, tanto .la naturaleza; luego, etc. (Quodl. VI, q. 6) (Boehner, IX,
sensible como la intelectual, es una cosa absoluta dís- 604-605).
tinta de su objeto por lugar y sujeto. Por ejempl~, si A 10 primero de éstos digo que Dios no puede cau-
veo intuitivamente una estrella existente en el CIelo, sar en nosotros un conocimiento tal por el que nos apa-
68 Ockham Textos 69

rezca con evidencia que una cosa está presente cuando porque se da respecto de algo abstraído de muchos sin-
está ausente, debido a que esto incluye contradicción; gulares; y en este sentido el conocimiento abstractivo
en efecto, el conocimiento evidente implica que acon- no es una cosa distinta de algo universal abstraíble de
tezca en la realidad lo que de modo igual se denota por muchas cosas, y de esto nos ocuparemos después. Y si
la proposición a la que se asiente por ~l ~onocim.iento; el universal es una verdadera cualidad que existe subje-
y, por consiguiente, dado que el conoclmle~to e-:ldente tivamente en el alma, tal como puede defenderse con
de esta proposición «la cosa está presente» implica que probabilidad, hay que conceder que el universal puede
la cosa esté presente, es necesario que la cosa esté pre- ser visto (conocido) intuitivamente, y que el mismo co-
sente. De otro modo, el conocimiento no será evidente. nocimiento es intuitivo y abstractivo, entendiendo el
y tú afirmas que la cosa está ausente. Y de este modo conocimiento abstractivo de esta suelte; y así no se dis-
de esa afirmación con conocimiento evidente se sigue tinguen por oposición.
una contradicción manifiesta, a saber, que la cosa está En otro sentido se entiende el conocimiento abs-
presente y no está presente. Y por ello Dios no pue.de tractivo, en cuanto que abstrae de la existencia y de la
causar tal conocimiento evidente. Sin embargo, DlOS no existencia y de otras condiciones que acontecen ac-
puede causar un acto de creencia, por el cual creo que cidentalmente a la cosa o se predican de la cosa. No se
está presente la cosa que está ausente. Y por ese acto trata de que por el conocimiento intuitivo se conozca
de fe puede aparecer que la cosa está presente: cuan- algo que no se conoce por el conocimiento abstractivo,
do está ausente. pero no por un acto evidente. (La cur- sino que se conoce totalmente lo mismo y bajo la mis-
siva es mía, para destacar una importante distinción en- ma razón por ambos conocimientos. Pero se distinguen
tre conocimiento evidente y creencia). (Quodl. V, q. 5) de este modo: porque el conocimiento intuitivo de una
(Boehner, IX, 498). cosa es un conocimiento tal, que, por virtud de él, se
puede saber si la cosa existe o no existe ...
Texto 4 Por el contrario, el conocimiento abstractivo es
[La abstracción como precisión, antecedente del modo en- aquel por virtud del cual respecto de una cosa contin-
tenderla en la modernidad] gente no puede saberse con evidencia si existe o no
existe. Y de esta manera el conocimiento abstractivo
Al Doble modo de entender la abstracción:
abstrae de la existencia y de la no existencia, ya que,
Afirmo, pues, ..., que, respecto de lo simple, puede mediante él, no puede saberse con evidencia de una
haber un doble conocimiento, de los que uno se puede cosa existente que existe, ni de una no existente que no
llamar abstractivo y otro intuitivo ... existe, al contrario de lo que sucede con el conocimien-
Debe saberse, sin embargo, que el conocimiento to intuitivo. (In Sent. 1, Pro logus , q. 1 Z) (Boehner, I,
abstractivo puede entenderse de dos maneras; la una 30-32).
70 Ockham Textos 71

B) Relación de la abstracción con la intuición.


rir naturalmente conocimiento de cosa alguna si no es
... El entendimiento no abstrae del aquí y el ahora mediante esa cosa como causa eficiente parcial. Ahora
en toda intelección, aunque en alguna abstrae en esta bien, todo conocimiento para el que necesariamente se
forma. En efecto, al igual que el entendimiento posee coexige la existencia de la cosa es un conocimiento intui-
un conocimiento por el que no puede juzgar del aquí y tivo; por consiguiente, el primer conocimiento de la cosa
del ahora -esto es, si la cosa está aquí, o si existe ahora es intuitivo. (In Sent. L Pro logus , q. 1 BBB) (Boehner,
o no, no lo puede hacer en mayor grado que lo puede 1,72).
hacer la fantasía- y ése es un conocimiento abstractivo;
del mismo modo, posee otro conocimiento por el que Texto 5
se refiere al aquí y al ahora, ya que por él, a no ser que [Psicología y simplificación de los procesos de conoci-
exista algún impedimento, puede juzgar que está aquí y miento. Aplicación de la navaja de Ockham]
que existe ahora, al igual que, según otros, lo puede ha-
cer el sentido; y éste es el conocimiento intuitivo. A) Tesis radical sobre el alma
Si se dice que el entendimiento abstrae de la mate- Entendiendo por alma intelectiva una forma inmate-
ria y de las condiciones materiales, afirmo que tal abs- rial, incorruptible, que está toda en el todo y toda en
tracción no ha de entenderse por parte del objeto, afir- cualquiera de las partes, no se puede saber por la razón
mación que vale para toda intelección. Porque afirmo, o por la experiencia que tal forma se dé en nosotros, ni
.., que lo mismo totalmente y bajo la misma razón, por que en nosotros el entender sea propio de tal sustancia,
parte del objeto, es el objeto primero del sentido exte- ni que esa alma sea la forma del cuerpo. Y no me preo-
rior y del entendimiento con primacía de generación, y cupo de momento de lo que Aristóteles haya pensado
esto para este nuestro estado; y así el objeto del enten- acerca de esto, ya que en todas partes parece hablar du-
dimiento en esa intelección primera no es más abstrac- bitativamente, sino que estas tres cosas sólo las mante-
to que el objeto del sentido. Sin embargo, después el nemos por fe. (Quodl. 1, q. 10) (Boehner, IX, 63-64).
entendimiento puede abstraer muchas cosas, como en
B) Negación de potencias distintas en el alma.
los conceptos comunes, y entendiendo uno de los ele-
mentos unidos en la cosa sin entender el resto. Y esto Por consiguiente afirmo... que las potencias del
no es de competencia del sentido. (In Sent., I, q. 1 TI) alma de las que hablamos ahora, a saber, el entendi-
(Boehner, 1, 64-65). miento y la voluntad, por no hablar ahora de las poten-
A lo último concedo que todo conocimiento abs- cia sensitivas (porque en otra parte se hablará de ellas),
tractivo de alguna cosa adquirido naturalmente presu- se identifican realmente entre sí y con la esencia del
pone el conocimiento intuitivo de la misma. Y la razó~ alma. Pero distingo respecto de la potencia, ya que la
de esto está en que ningún entendimiento puede adqui- potencia, de un primer modo, se toma por la descrip-
Ockham Textos 73
72

ción total que expresa el contenido (quid) de la palabra más a formar una proposición verdadera que una falsa,
potencia; de otro modo, se toma por aquello que es de- o una afirmativa más que una negativa, y por ello °
nominado por esa palabra o concepto. Hablando del formaría una proposición neutra o formaría ambas al
entendimiento y de la voluntad del primer modo, afir- mismo tiempo, lo que está en contra de la experiencia.
mo que se distinguen, ya que la definición que expresa En efecto, el hombre no experimenta que fo~e simul-
el contenido (quid) de la palabra entendimiento es táneamente ambas partes de la contradicción, aunque
ésta: «que el entendimiento es la sustancia del alma ca- formalmente no haya contradicción en formar simultá-
paz de entender». Y la descripción de la voluntad es neamente ambas, porque no hay repugnancia o contra-
que es «la sustancia del alma capaz de querer» ... Pero, dicción en aprehender contradictorios al mismo tiem-
po. Sin embargo, en asentir simultáneamente y de una
hablando del entendimiento y de la voluntad del segun-
do modo, entonces el entendimiento no se distingue sola vez a contradictorios hay contradicción, debido a
más de la voluntad que del entendimiento, o que Dios la repugnancia entre esos asentimientos. Por lo tanto,
se distingue de Dios, o Sócrates de Sócrates, porque no afirmo que la causa de que se forme más bien una pro-
se distingue de la voluntad ni realmente ni por razón. Y posición verdadera o falsa, afirmativa o negativa, es la
así hay una sustancia del alma capaz de tener actos dis- voluntad, porque la voluntad quiere formar una y no otra.
y por ello el acto que se aprehende tras el complejo se
tintos por razón, respecto de los cuales puede tener di-
versas denominaciones, porque, en cuanto produce o forma tanto por las noticias incomplejas (simples) de
puede producir actos de entender, se dice entendimien- los términos de la proposición como por el acto de la
to, y en cuanto produce el acto de querer, se dice vo- voluntad. Y esto de modo general. En efecto, puesto el
acto de la voluntad por el que quiere formar ese com-
luntad. (In Sent., 1I, q. 24 K3 ).
plejo, y puestos los conocimientos incomplejos de los
C) Concurrencia de la voluntad en el juicio. términos de ese complejo, se sigue el acto de aprehen-
Afirmo, por tanto, tal como se dijo en otra parte, der o de formar ese complejo, .al igual que el efecto se
que para causar el acto con el que se aprehende un sigue necesariamente de su causa'. (1Sent., Il, q. 25 K).
complejo al que se llama composición Quicio), concu-
rre el acto de la voluntad, bien se dé (actúe) el entendi-
4 La afirmaciones de estos dos textos pueden remitimos a lo que, sobre e'
miento, bien no, porque los conocimientos incomplejos
mismo tema, dice Descartes: «Para juzgar se requiere ciertamente el enten
(simples) de los términos, así como el entendimiento, dimiento, porque de una cosa que no percibimos de ninguna manera no po-
si es activo, son naturalmente agentes, y no inclinan demos Juzgar nada; pero se requiere también la voluntad para que se preste
asentnmento a la cosa de algún modo percibida ... Mas la voluntad puede de
cirse que es infinita en cierto modo ... hasta el punto de que fácilmente la ex
3 Este texto. por una parte, refleja fidelidad a la tradición agustiniana y, por
tendemos más allá de lo que percibimos con claridad; y, cuando hacemo
esto, no debe sorprendemos que acontezca que nos engañamos». Princip
otra, es un claro ejemplo del principio de economía o de la navaja de Ock-
Ph il. , Í, XJ;XIV Edic. de A.L ViII. 18.
ham.
74 Ockham Textos 75
D) Simplificación del proceso cognoscitivo
no hay mayor razón para lo uno que para lo otro. (In
[Tras una larga discusión con filósofos griegos, árabes y es- Sent., 11,q. 15 XX-YY).
colásticos sobre la pluralidad de entendimientos y sobre las
species se encuentra este texto, claro ejemplo de la navaja Texto-resumen:
de Ockham]
En consecuencia, afirmo, en primer lugar, que en
A partir de esto se hace manifiesta la falsedad de la ningún conocimiento intuitivo, ni sensitivo ni intelec-
opinión que establece que el entendimiento agente tual, se constituye una cosa, en cualquier ser, que actúe
ejerce una acción sobre el fantasma y el entendimiento como un cierto medio entre la cosa y el acto de cono-
pasible por modo de depuración, ilustración, irradia- cer; sino que afirmo que la cosa misma, inmediatamen-
ción, remoción, abstracción y secuestración. En efecto, te y sin medio alguno entre ella y el acto, es ..vista (in-
tal remoción o secuestración o es según el ser subjeti- tuida) o aprehendida; ni existe medio alguno entre la
vo, o según el objetivo. No del primer modo, porque cosa y el acto por el que se diga que la cosa es vista en
entonces el entendimiento agente, al causar la especie, mayor grado, como no existe algún medio entre Dios y
dejaría de lado algo en el fantasma o causaría algo en la creatura, por lo que se diga que Dios es creador; sino
el fantasma, siendo ambas cosas falsas, según ellos. Ni que, de igual modo que por el hecho mismo 'de que
tampoco del segundo modo, ya que el ser objetivo es exista Dios y la creatura -dado que la creatura no pue-
causado por el entendimiento posible, según ellos. A lo de existir si no existe Dios- Dios es llamado crea-
otro digo que para la presencia del objeto basta la pre- dor ...., de la misma manera, por el hecho de exista la
sencia de él mismo, ya sea en el conocimiento intuiti- cosa y de que se dé un conocimiento tal, se afirma que
vo, ya en el abstractivo, que son perfectamente seme- la cosa, sin ningún medio, es vista o concebida, sin que
janzas del objeto o del hábito. A lo otro digo que haya nada más que allí sea visto a no ser la cosa mis-
concluye contra la opinión que defiende que el objeto ma ... En segundo lugar, afmno que por el conocimien-
no puede estar presente al entendimiento, a no ser me- to abstractivo que sigue inmediatamente al conoci-
diante la especie y las potencias inferiores, lo cual no miento intuitivo no se produce nada, ni se capta nada a
es verdad; porque el objeto en sí mismo debidamente no ser el conocimiento abstractivo; en efecto, lo mismo
aproximado está suficientemente presente, y la distan- y bajo la misma razón es objeto del conocimiento in-
cia no es impedimento con tal de que no exceda la vir- tuitivo y del abstractivo que lo sigue inmediatamente.
tud causativa de la potencia y del objeto. En efecto, si Por consiguiente, igual que no hay ningún medio entre
el objeto distante puede ser causa inmediata de la espe- el objeto conocido intuitivamente y el conocimiento in-
cie en el sentido y en el entendimiento -al menos en el tuitivo mismo, del mismo modo tampoco hay ningún
sentido, según ellos-, del mismo modo puede ser causa medio entre el objeto y el conocimiento abstractivo. (In
inmediata de sentir y de entender sin especie alguna: Sent. l, dist. 27, q. 31) (Boehner, IV, 341-342).
76 Ockham Textos 77

Texto 6 y de esta suelte cualquier cosa fuera del alma será


[Lo singular: exclusión del principio de individuación] por sí misma ésta; y no se debe buscar causa alguna de
En primer lugar, manifiesto esta conclusión: que la individuación, a no ser posiblemente causas extrín-
cualquier cosa singular es singular por sí misma. Y secas e intrínsecas cuando el individuo es compuesto,
esto lo defiendo de este modo: porque la singularidad sino que, más bien, habría de buscarse la causa de
le conviene inmediatamente a aquello a lo que pertene- cómo es posible que algo sea común y universal. (In
ce; en consecuencia, no puede convenirle por algo dis- Sent., I, dist. 2, q. 6 P-Q) (Boehner, Ir, 196-197).
tinto; por consiguiente, si algo es singular, es singular
por sí mismo. Texto 7
Por otra parte, del mismo modo que lo que es sin-
[Lo universal: no hay nada universal en la realidad]
gular se comporta respecto del ser singular, así también
lo que es universal se comporta respecto del ser univer- Por eso respondo de modo distinto a la cuestión:
sal. Por lo tanto, igual que lo que es singular no puede que fuera del alma ninguna cosa es universal, ni por sí
convertirse en universal o común por algo añadido, de misma, ni por algo añadido, bien sea real, bien de ra-
la misma suerte lo que es común no puede convertirse zón, ni como quiera que se la considere o sea entendi-
en singular por algo que se le añada. Así, pues, todo 10 da; hasta tal punto que tanta es la imposibilidad de que
que es singular no es singular por algo añadido, sino alguna cosa fuera del alma sea en cualquier modo uni-
por sí mismo. -, versal -a no ser acaso por institución voluntaria, del
La segunda conclusión es que toda realidad (cosa) mismo modo que este término «hombre», que es un
fuera del alma es realmente singular y una en número, término singular, es universa1- cuanta es la imposibili-
porque toda realidad fuera del alma o es simple o es com- dad de que el hombre, por virtud de cualquier conside-
puesta. Si es simple, no incluye muchas cosas; pero ración y según cualquier ser, sea un asno. En efecto,
toda realidad que no incluye muchas cosas es una en cuando algo le compete a algo sólo denominativamen-
número (numéricamente), porque toda realidad de esta te, bien por algo que 10 informa, bien por algo extrínse-
naturaleza y otra realidad con la que comparte semejanza co, a todo eso respecto de lo cual lo informante o lo ex-
son precisamente dos cosas; por consiguiente, cada una trínseco se comporta uniformemente, a eso mismo le
de ellas es una en número; por tanto, toda realidad sim- conviene de modo igual lo que lo denomina ...
pIe es una en número. Si es compuesta, se hace preciso Por otra parte, argumento así: Sócrates no es uni-
llegar, en definitiva, a un determinado número de par- versal según ningún ser o consideración, como tampo-
tes y, por consiguiente, cualquiera de dichas partes será co lo es Platón, ni éste o aquel asno. Y así sucede con
una en número, y, por ello, el todo compuesto de ellas cada cosa demostrándose que todas son singulares; en
será uno en número o será uno por agregación ... consecuencia, ninguna cosa según ningún ser o inten-
78 Ockham Textos 79

ción O consideración es universal. La consecuencia es con muchos elementos 10 que se puede hacer con po-
evidente arguyendo desde todos los singulares al uni- cos. Y todo lo que se salva poniendo algo distinto del
versal. El antecedente es manifiesto, debido a que no acto de entender, se puede salvar sin eso distinto, debi-
hay mayor razón de que sea verdadera una cosa singu- do a que suponer por otra cosa y significar otra cosa
lar que otra; ahora bien, ésta es verdadera: Sócrates se- puede corresponder por igual al acto de entender como
gún ningún ser o consideración o intención o modo es a cualquier otro signo Por eso, baste por ahora (afir-
oo.

universal, porque, si así fuese, por la misma razón se mar) que la intención es algo en el alma, que es un sig-
podría decir que Sócrates bajo algún modo es Platón, y no que significa naturalmente algo por lo que puede
que el hombre bajo algún modo es asno y piedra y suponer, o que puede ser parte de una proposición
blancura, cosas todas que son absurdas .... mental. (Summa logicae. Pars prima, c. 12, pp. 9-40).
Digo, por tanto, que el universal no está en la cosa A lo séptimo digo que la naturaleza opera de un
misma para la que es universal ni real ni subjetivamen- modo oculto en los universales, no porque produzca
te, no más que este término «hombre», que es una ver- los universales mismos fuera del alma como cosas re-
dadera cualidad, está en Sócrates o en aquello que sig- ales, sino porque, produciendo su conocimiento en el
nifica. Ni el universal es parte del singular respecto del alma, de un modo como oculto, mediata o inmediata-
cual es universal, en mayor medida que el término es mente, produce los universales de la manera que pue-
parte de su significado. Así, pues, igual que el término den ser producidos por su naturaleza. Y, por tanto, toda
mismo verdaderamente y sin distinción alguna se pre- comunidad (universalidad) es natural de esta suerte y
dica de su significado, no por sí sino por su significado, procede de la singularidad, sin que sea necesario que
del mismo modo el universal se predica verdaderamen- aquello que de esta manera se produce por naturaleza
te de su singular, no por sí mismo sino por el singular. exista fuera del alma, sino que puede existir en el alma.
(In Sent. 1, dist. 2, q. 7 S-T) (Boehner, TI, 248-251). (In Sent., 1, dist. 2, q. 7 CC) (Boehner, Il, 261).
[Qué es el universal. La Summa Logicae trata de lógica,
teoría del conocimiento e incluso metafísica] Texto 8

Pero ¿qué es en el alma ese signo de tal naturaleza? [La moral: entre la recta razón y la voluntad divina)
Hay que advertir que sobre este punto las opiniones A) El dictamen de la razón
son diversas. Algunos dicen que no es más que algo oo. de esa suerte con la voluntad puede alguien amar
fingido por el alma. Otros, que es una cualidad subjeti- a Dios por sí mismo; y, en segundo lugar, por la propia
va existente en el alma, y que es distinta del acto de en- utilidad; el acto, en este caso, permanece idéntico. Y el
tender. Otros dicen que es el acto de entender. Y para
acto primero es bueno debido a la buena intención, y
éstos la razón es la siguiente: porque en vano se hace luego es malo por la mala intención. Del mismo modo,
80 Ockham Textos 81

alguien puede ir a la iglesia para orar; y después, a con- manifiesto por un ejemplo: demos por supuesto que al-
tinuación, puede ir para pecar, y el primer acto es bue- guien que posee esta razón universal recta de que hay
no, y el otro es malo. De la misma manera, si la razón que ayudar a un indigente que se encuentre en extrema
dicta que hay que orar, será un acto bueno de la volun- necesidad para que no perezca, cosa que es evidente
tad y podrá orar, porque el acto se produce conforme a por el conocimiento de los términos. Presentándose,
la recta razón; y si no le dicta que hay que orar, si en- pues, algún pobre que parece estar en la indigencia con
tonces el acto de la voluntad no quisiera orar, en ese extrema necesidad, si la voluntad impera al entendi-
caso el acto de la voluntad será malo y se produce en miento que investigue si tal pobre es indigente en el
disconformidad con la recta razón. En consecuencia, grado en que parece serIo; si, hecha la investigación
un mismo acto numéricamente puede ser calificado por todas las vías posibles, el resultado es que, en vir-
ahora como bueno y ahora como malo. Y así ningún tud de algo oculto, no está en capacidad de saberlo, el
acto de la voluntad será bueno o malo, a no ser por una entendimiento asiente a que tal pobre es tan indigente
denominación extrínseca. como parece serlo. Aunque no sea indigente, según la
Se confirma: porque ningún acto es virtuoso o vi- verdad, en ese grado, el entendimiento dictará que a
cioso más que por ser conforme o disconforme con la ése que parece ser indigente de ese modo, aunque no
recta razón. Así, pues, la primera virtuosidad de un sea así indigente, hay que subvenirle como a quien
acto moral estará en la recta razón y no en la voluntad. existe en extrema necesidad. Aquí, pues, según esta
(In Sent., tu, q. 10 H-I). conclusión, el entendimiento yerra, porque juzga que
Ahora, además, hay que considerar si puede darse existe en extrema necesidad quien no es indigente en
un acto recto en la voluntad juntamente con error en al- ese grado, y juzga que hay que subvenirle, siendo así
guna razón recta respecto de un objeto. Y aquí hay que que, según la verdad, no habría que subvenirle. Y, sin
establecer algunas distinciones: en efecto, un acto recto embargo, la voluntad, queriendo subvenirle eficazmen-
de la voluntad puede existir respecto del mismo objeto te de ese modo, tiene un acto recto y virtuoso y merito-
respecto del cual hay error en el entendimiento, o bien rio, si esto lo quiere por amor de Dios.
respecto de otro objeto. Ciertamente, hay un error ven- Por consiguiente, el acto recto de la voluntad y el
cible, y éste es culpable; o el error es invencible, y ése error del entendimiento se dan simultáneamente res-
no es culpable. pecto del mismo objeto. Y toda la razón consiste en
B) Error invencible que ese error no -está en poder del errante, desde elmo-
mento en que puso toda la diligencia que debió para
En tercer lugar, afirmo que se da un acto recto en la conocer la verdad, y, por tanto, ese error elimina todo
voluntad juntamente con un error invencible en el en- pecado. Y, por ello, la voluntad que produce dicho acto
tendimiento respecto del mismo objeto. Esto se hace en conformidad con esa razón errónea actúa virtuosa y
82 Ockham
Textos 83

meritoriamente. Más aún, dándose tal error, si no qui- la cosa que posee partes, desde una de las cuales puede
siese ayudar, tendría un acto vicioso y demeritorio, darse un movimiento local a otra. Es igual a como se
porque tal acto se produciria contra la conciencia y la dijo en el lib II sobre la duración: que la duración no
razón no culpable, y esto a sabiendas, ya que, admitido expresa nada positivo más que la cosa que dura ... De la
el caso antes propuesto, no sabe que yerra, sino que misma suerte, la extensión o la cantidad no expresa
cree que tiene una razón recta. (In Sent, 111,q. 13 B-K). ninguna realidad absoluta o relativa más que la sustan-
En segundo lugar, afirmo que, aun juzgando el en- cia y la cualidad. Sin embargo, hay un término o con-
tendimiento que esto es el [m último, la voluntad puede cepto que significa principalmente la sustancia, por
no querer ese fin. Y esto se prueba, porque es una po- ejemplo, la materia, o la forma, o la cualidad corporal,
tencia libre receptiva de actos contrarios ..., y la volun- y que connota otras muchas cosas, entre las cuales pue-
tad en cuanto potencia libre es receptiva del no querer de estar el movimiento local; que significa la sustancia
y del querer respecto de cualquier objeto. Si, pues, pue- o la cualidad que coexisten con muchas cosas extrínse-
de inclinarse al querer respecto de Dios, por la misma cas, entre las cuales puede darse movimiento local, si
razón puede inclinarse al no querer respecto de Dios ... existen tales cosas. Entonces, cuando la sustancia toda
Además, toda voluntad puede estar en acuerdo con o la cualidad coexiste con el cuerpo extrínseco todo o
el precepto divino; mas Dios puede mandar que la vo- con el lugar en su totalidad, y una parte de la sustancia
luntad creada lo odie. Por tanto puede hacer esto. con una parte del lugar y otra con otro, y así sucesiva-
Por otra parte, todo lo que puede ser un acto recto mente, de tal forma que puede darse movimiento local
in vía (en esta vida), puede serio también in patria (en entre una parte de la sustancia que coexiste así con el
la bienaventuranza). Ahora bien, odiar a Dios puede lugar, y entre otra parte que coexiste con otra parte del
ser un acto recto in via, por ejemplo si es preceptuado lugar; y cuando la sustancia o la cualidad coexiste con
por Dios; luego también in patria. (In Sent. IV, q. 14 D). el lugar de tal modo que el todo coexiste con el todo, y
la parte con una parte concreta sin que pueda coexistir
Texto 9 con otra; entonces a la sustancia o la cualidad se la de-
[No distinción entre sustancia corpórea y cantidad, prece- nomina cantidad. Es decir, entonces es denominada por
dente de la res extensa de Descartes] ese concepto o término que se llama cantidad. In Sent.,
IV, q. 4 G5. (Boehner, VII, 71-73).
En primer lugar, hay que considerar qué es la canti-
dad. Afirmo, pues, aquí, defendiendo que la cantidad 5 Como factor necesario para entender la supresión de la cantidad como un
no expresa una realidad absoluta o una realidad relativa predicamento o categoría, hay que recordar la reducción por Ockham de las
diez categorías aristotélicas a tres; «Hay algunos géneros que significan rea-
distinta de la sustancia y de la cualidad, afirmo enton-
lidades simple y absolutamente sin connotación alguna; y de ser así, podría
ces que la cantidad no es otra cosa que la extensión de decirse que sólo hay tres géneros generalísimos, a saber, sustancia, cualidad,
relación». In Sent .. l. disto 8. q. 2 C.
84 Ockham Textos 85

Por lo cual me parece, y esto corresponde a la inten- duciría necesariamente todos sus efectos y de una ma-
ción de Aristóteles, que la cantidad continua no es una nera total. Sin embargo, por potencia absoluta, puede
realidad absoluta real y totalmente distinta del cuerpo ... perfectamente ser la causa total respecto de todos los
Asimismo, todo lo que por sí mismo y por sus par- efectos absolutos ... Y se prueba, porque puede ser causa
tes intrínsecas está presente a algo cuanto, de tal modo total de todo aquello respecto de lo cual es causa parcial.
que el todo está presente al todo y las partes a las par- y esto es evidente, ya que El puede impedir toda la
tes, eso por sí mismo y por sus partes intrínsecas tiene causalidad de la causa segunda, pudiendo, por lo mis-
una parte distante de otra parte; y todo lo que es de tal mo, suplir la acción de ésta; y, por consiguiente, puede
naturaleza es cuanto por sí mismo y por sus partes. producir totalmente el efecto sin ninguna otra causa ...
Ahora bien, la sustancia material por sí misma y por Sin embargo, ahora, cuando Dios concurre con la
sus partes está presente a algún todo cuanto, por ejem- causa segunda, aunque puede producir el efecto sin la
plo, al menos, a la cantidad que la informa, si se da tal causa segunda y puede, por tanto, ser la causa total, no
cantidad que la informe; en consecuencia, por sí misma obstante, de hecho, lo produce con la causa segunda; y,
y por sus partes tiene una parte situacionalmente dis- por consiguiente, de hecho no es la causa total. (In
tante de otra parte; luego por sí misma y por sus partes Sent. 11, qq. 4 Y 5 K-L).
es cuanta .... E igualmente sucede en el presente tema. En efecto,
Estas razones prueban que la cantidad en longitud, Dios es un agente de tal naturaleza que puede ser la
anchura y profundidad no 'es una realidad distinta de la causa total del efecto sin ninguna otra cosa. Sin embar-
sustancia y de la cualidad. (Summa Logicae, Pars pri- go, dado que Dios administra las cosas de tal modo
ma, c. 44. Edic. citada). que les permite tener sus movimientos propios, según
S. Agustín, y, por ello, no quiere producirlo todo él
Texto 10 solo, sino que actúa conjuntamente con las causas se-
[Sobre la causalidad] gundas en calidad de causa parcial, aunque sea la más
principal, de tal manera que él es causa inmediata de
a) Prenuncio de crisis de las causas segundas: ¿precedente todo cuando actúa con las causas segundas, al igual
de Malebranche e incluso de Hume?
que loes cuando actúa sin ellas. Y no por eso son su-
De esto se sigue que Dios es causa parcial de cual- perfluas ·las causas segundas, porque Dios no actúa en
quier efecto que produce la causa segunda. Esto lo afir- cualquier acción según toda su potencia. De esto se si-
mo de hecho. Porque puede ser la causa total de todas gue que no puede demostrarse que algún efecto sea
las cosas, aunque simplemente sea la causa principal, producido por la causa segunda. Efectivamente, aun-
de lo cual se sigue que es causa libre respecto de tal que siempre de la aproximación del fuego a un com-
efecto; pues, si fuese causa natural, al ser infinito, pro- bustible se siga la combustión, sin embargo puede ser
86 Ockham Textos 87

acorde con esto que el fuego no sea la causa de ella, ya Texto 11


que Dios pudo ordenar que, ante la presencia del fuego [Cuestiones políticas. El poder eclesiástico y el poder civil]
a un sujeto pasivo aproximado, él solo causase la com-
A) Limitación de la autoridad del Papa.
bustión. De modo similar, ordenó, con la Iglesia, que,
ante la pronunciación de ciertas palabras, sea causada En consecuencia, debemos afirmar que investigar o
la gracia en el alma ... Por tanto no debe sorprendemos disputar pública o privadamente, sea con la intención
si no se puede demostrar que algo sea causa. (L. e., R). de disminuir la potestad papal o con ánimo de poner en
duda lo que sobre el poder del Papa se ha de creer no
b) Crisis de la causa final: hacia un cierto mecanicismo.
sólo implícitamente, se ha de reputar como lícito.
En cuanto a lo segundo, digo que a la cuestión hay Pero disputar sobre el poder del papa en relación
que responder de manera distinta según la verdad de la con su ejercicio y doctrina, a fin de que se convenzan
fe, y que me expresaría de otra manera, si no aceptase los que yerran sobre esto -ya sea quitándoselo, ya dis-
autoridad alguna. Efectivamente, según la verdad de la minuyéndolo o ampliándolo más de lo conveniente- se
fe, todo efecto tiene una causa fmal, hablando con pro- ha de juzgar laudable. Máxime cuando hay aspectos
,piedad de la causa final, pero no siempre tiene una cau- desconocidos que conviene divulgar y con tal que se
sa final distinta de la eficiente, porque a veces una mis- haga con pura intención y se guarden las debidas cau-
ma cosa es causa final y eficiente, del mismo modo telas. En ningún punto hay tanto peligro de errar como
que Dios, que es eficiente y fm de muchos efectos, de- cuando se trata de la unidad de la Trinidad del Padre,
bería ser siempre, al menos, fin según la recta razón ... del Hijo y del Espíritu Santo ... y, no obstante esto, es
Pero, no aceptando autoridad alguna, diría que no lícito tratar de la unidad de la divinidad y de la trinidad
puede probarse, ni a partir de conocimientos evidentes de las personas, discutir, componer y divulgar libros
por sí mismos, ni por experiencia, que cualquier efecto sobre ellas ...
tiene causa final, ni distinta de la eficiente, ya que no Repito: cuanto más grave es el asunto y cuanto ma-
puede probarse suficientemente que cualquier efecto tiene yor peligro hay de error, tanto más obligados estamos a
alguna causa final. (Quodl. IV, q. 1) (Boehner, IX, 295). investigarlo. Por tanto, urge inquirir más sobre la po-
A partir de ello, respecto del argumento principal testad del papa que sobre la de cualquier otro que pue-
diría 10 siguiente, principalmente en relación a la razón de dañar menos a la comunidad de los fieles. Se ha de
natural: que la cuestión del por causa de qué no tiene investigar con toda diligencia la misma verdad invoca-
cabida en las acciones naturales, ..., sino que sólo tiene da por toda la tierra ya la que bendice el cielo ....
cabida en las acciones voluntarias ... Y evidentemente Es lícito, pues, disputar y componer libros y publi-
puede probarse por experiencia y no de otra manera car a los ignorantes la verdad para que se llegue a co-
que el agente libre obra por causa de un fin. (Ibid.) nocer la verdad sobre el poder del papa que se entro-
88 Ockham 89
Textos

mete en todas las causas espirituales y temporales. (So- temporales. Por otra parte, el papa no debe de ninguna
bre el gobierno tiránico del papa Estudio preliminar, manera alterar o disminuir los derechos de los reyes o
traducción y notas de Pedro Rodríguez Santidrián. Tec- de otros laicos; luego no tiene tal plenitud de poder en
nos, Madrid, 1992. Lib. I, c. 2, pp. 6-8. Los comple- lo temporal. (O. C., lib. Il, c. 10, p. 42-43).
mentos que pueden aparecer entre paréntesis están to-
B) Poder temporal legítimo al margen del papa
mados de las notas del traductor en esta edición).
Probemos de otro modo que el papa no tiene la ple- Por cuanto acabamos de decir queda claro que las
nitud de poder en las cosas temporales. El papa tiene palabras de Cristo tantas veces repetidas, «Lo que ata-
mayor jurisdicción temporal en unas regiones que en res ...», se han de entender bajo ciertas excepciones. En
otras, según las decretales de los mismos sumos pontí- consecuencia, debemos ver qué es lo que debemos ex-
fices; luego universalmente no tiene el mismo pleno ceptuar de aquel poder concedido y prometido a Pedro
poder en las cosas temporales. El papa, además, no por las palabras de Cristo.
puede enajenar los feudos y otros bienes temporales Ciertamente, y sin afirmación temeraria alguna por
encomendados a la Iglesia romana. Luego no tiene tal mi parte, estoy dispuesto a sercorregido si no dijere la
plenitud de poder en los asuntos temporales de la Igle- verdad. Pero me parece que se ha de afirmar que de la
sia romana a él encomendados. A mayor abundamien- potestad regular y ordinaria concedida y prometida a
to, una prescripción al menos centenaria puede ir con- Pedro y a cada uno de sus sucesores por las palabras de
tra el papa; luego éste no tiene tal plenitud de poder en Cristo, ya citadas, se han de exceptuar los derechos le-
las cosas temporales. De la misma manera el papa no gítimos de emperadores, reyes y demás fieles e infieles
ha sido nombrado por Cristo juez de los negocios secu- que de ninguna manera se oponen a las buenas costum-
lares; luego no tiene plenitud de poder en las cosas bres, al honor de Dios y a la observancia de la ley
temporales. No pertenece, además, a la Iglesia juzgar evangélica ...
sobre las posesiones. Por consiguiente, ni la Iglesia ni Tales derechos existieron antes de la institución ex-
el papa tienen tal plenitud. plícita de la ley evangélica y pudieron usarse lícita-
Tampoco es lícito apelar de un juez civil al papa, mente. De forma que el papa no puede en modo alguno
por la misma fuerza del derecho. El papa no tiene, en alterarlos o disminuirlos de manera regular y ordinaria,
consecuencia, tal plenitud de poder en los asuntos tem- sin causa y sin culpa, apoyado en el poder que le fue
porales. Asimismo, tanto el poder imperial como el concedido inmediatamente por Cristo. Y, si en la prác-
real y el de los demás príncipes seculares no proceden tica intentare algo contra ellos, ipso facto et iure es
ni dependen del papa, pues antes del papado ya existía nulo. y, si en caso semejante dictare sentencia, sería
la potestad imperial, según la verdad evangélica. Lue- nula por el mismo derecho divino como dada por LID
go el papa no tiene tal plenitud de poder en las cosas
90 Ockham

juez no propio, que, como se sabe, está por encima de


todo derecho canónico y civil...
De esta palabras se deduce claramente que Cristo
no quiso ni alterar ni disminuir los derechos tempora-
les legítimos ni la obediencia a los que les estaban su-
jetos ...
Así pues, mientras los príncipes de este mundo ejer-
zan su poder legítimo con solicitud y justicia, el papa
no puede disponer para nada en los asuntos que les son IV
propios, según la ordenación de Cristo, a no ser que
ellos mismos, voluntaria y libremente, le permitan in- BIBLIOGRAFÍA
miscuirse. Y todo lo que haga contra la voluntad de los
mismos se ha de tener por nulo. Y cualquier sentencia
que dicte en tal sentido será nula, pues no ha sido dada
por un juez propio ... (O. C., lib. 11, c. 16, pp. 60-64).
Ockham Bibliografia 93

OBRAS OE OCKHAM D) Obras de atribución dudosa


De relatione
A) Obras filosófico-teológicas Tractatus de principiis theologiae.
Centiloquium theologicum.
Expositio aurea.
Tractaus de successivis.
Expositio super octo libros physicorum. Otras veces se la cita
como Expositio superphysicam Aristotelis.
Summulae in libros physicorum. E) Traducciones
Comentario a las Sentencias. En esta obra hay quc distingir el libro Ocho cuestiones sobre la potestad del Papa. Traducción, introduc-
I, que se debe llamar Ordinatio ; mientras que los otros tres son ción y notas de P. Mariño, Centro de Estudios Constitucionles.
Reportatio. Madrid J 992.
De sacramento altaris. Son dos opúscuJos: Tractatus de corpore Sobre el gobierno tiránico del papa. Estudio preliminar, traducción
Christi y Tractatus de sacranento altaris. y notas de P. Rodríguez Santidrián. Tecnos, Madrid 1992.
Ouodlibeta VII. Tratado sobre los principios de la teología. Trad. de L. Farré.
1//11/l1a Iogicae o Sumtna totius logicae. Aguilar, Madrid J 957.
Qaestiones in libros physicorum.
Tractatus de praedestinatione et de praescientia Dei et de futuris
Estudios y monografías.
contingentibus.
Compendium !ogicae sive tractatus logicae minor: A ORES, TH. de, El nominalismo de Guillermo de Ockham como
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Colección Filósofos y Textos
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en Pensamiento, 176, vol. 44 (1988) 423-438. personas cuItas, en general, estudios rigurosos, breves y de fácil
MARTÍN, G., Wilhem von Ockham. Untersuchungen zur Ontologie
manejo, para el conocimiento de los grandes pensadores así como
del' Ordnungen. Walter de Gruyter, Berlín 1949. el a~ceso directo a páginas, especialmente significativ~s, de sus
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escntos. La redacción está hecha, con carácter didáctico por es-
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