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Relación Dominico Haitiana

Las migraciones se han dado desde tiempos inmemoriales. Actualmente


siguen y me parece válido reivindicarlas cuando se dan por opción, no por
obligación. Esto es que su marco sea natural y que no sean porque las
personas tengan que moverse para cubrir sus necesidades fundamentales.

Y es que promover la migración como escape ante la pobreza y las


desigualdades de un país, es atacar esos problemas por las ramas. Además,
implica optar por soluciones de individuos, no del colectivo.

De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),


antes del terremoto del 12 de enero de 2010 el 78% de la población haitiana
vivía en condiciones de pobreza (con un ingreso de dos dólares por día). El
54% vivía en la pobreza extrema, recibiendo en promedio un dólar al día.

Es obvio que en un país con tal grado de inequidad y desigualdad económica y


social el migrante común no lo hace por opción, sino por obligación. En ese
esquema la migración se convierte en una válvula de escape para una
población que de quedarse en suelo haitiano, tarde o temprano, podría llegar a
un nivel de concienciación en relación a sus derechos que le permita exigirle a
su Estado mejores condiciones de vida. Pero esa población sale a otros países
mientras los problemas de la pobreza y la desigualdad persisten en Haití.

No se puede defender la migración haitiana bajo el argumento de que


República Dominicana, por ejemplo, necesita esa mano de obra. El desarrollo
de la infraestructura dominicana no debe hacerse apostando a la explotación
de los obreros haitianos.

No obstante, muchos empresarios dominicanos estimulan la migración


haitiana porque es mano de obra barata.

También lo hacen los mismos gobiernos haitianos que muchas veces se


escudan ante reclamos al Estado dominicano y evaden así su propio
incumplimiento para con sus ciudadanos.

Lo han permitido también los gobiernos dominicanos que con mentalidad


populista y electorera han evitado enfrentar el tema y se han manejado con la
política del laissez faire, laissez passer.

Y lo ha hecho la mal llamada comunidad internacional con tal de evitar


revueltas populares que puedan desencadenar en otra Cuba en el Caribe.

Como consecuencia, muchos años y millones de dólares después, el problema


haitiano persiste y si alguna vez quisiéramos, por solidaridad internacional,
aportar a su solución no reivindiquemos solo el derecho a la migración, sino la
necesidad de que los propios haitianos puedan librar un proceso que logre
transformar su sociedad y hacerla equitativa, pues en la inequidad, y no en las
trabas migratorias, radican sus males.

Siendo uno de los dos únicos países que comparten una isla, Haití y República
Dominicana se han desarrollado muy distintamente. República Dominicana es
un maravilloso y concurrido destino turístico mientras que Haití es uno de los
países más pobres del mundo. La relación entre ambos países “hermanos”
históricamente ha sido de confrontaciones y problemáticas desde la
colonización. Entre los hechos más importantes cabe mencionar que Haití
ocupó y gobernó el territorio Dominicano durante veintidós años, por lo cual
no nos independizamos de una colonia Europea, si no, de una Haitiana.

En el siglo veinte las relaciones dominico-haitianas fueron marcadas por


confrontaciones políticas que no dejaron fluir la paz y la amistad entre ambos
países, podemos usar el ejemplo de la masacre de Haitianos durante la tiranía
de Rafael Leónidas Trujillo ex dictador de la Republica Dominicana. El
mismo creó una ideología anti-haitiana en la gran mayoría de los ciudadanos
dominicanos, creando estereotipos y prejuicios hacia esta nación. Además,
para sembrar la creencia de que los mismos buscaban la reocupación del
territorio Dominicano.

En la actualidad los problemas dominico-haitianos se ven reflejados en la


migración e intercambios comerciales que suceden en la desorganizada
frontera. En el 2000 con el gobierno de Leonel Fernández se llevaron a cabo
actos para lograr una cooperación binacional Dominico-Haitiana, pero mucho
de lo planteado quedó en el aire debido a dificultades administrativas en
ambos gobiernos, la inestabilidad política en Haití y la lentitud de
procesamiento de nuevas leyes que beneficien la situación.

Hoy en día vemos cómo, a través del plan de regularización el gobierno


dominicano pone cartas en el asunto dominico-haitiano, el cual la ha dado la
oportunidad a miles de haitianos ilegales a irse a su país con sus pertenencias
hasta una fecha, y no ser deportados de inmediato. No obstante se ha
desorientado el real propósito de este plan y se ha acogido desde un punto de
vista erróneo desde el nivel internacional. Consigo esto produjo que la
Republica Dominicana sea víctima de múltiples críticas a nivel internacional
donde se acusa a la República Dominicana de racista por deportar haitianos
ilegales aunque estos hayan nacido en territorio dominicano.

Como producto de esta situación erróneamente manipulada, el alcalde de


Nueva York en los Estados Unidos inició una campaña en contra de la
República Dominicana en el cual su primordial objetivo era boicotear una de
las principales fuentes de ingreso del país, el turismo. Asimismo autoridades
dominicanas han rechazado estas manifestaciones en contra del país y han
dado la cara exponiendo la realidad que se ha estado viviendo entre ambas
naciones, y expresando también que nadie absolutamente nadie le puede decir
a la república dominicana como regularizar a sus ciudadanos y mucho menos
negarles este derecho, siendo este parte de su soberanía como nación
independizada.

Asimismo, desde otro punto de vista, vemos como los dominicanos no


queremos a los haitianos ilegales en nuestro territorio pero veo esta como una
situación “ni contigo, ni sin ti”. Los contratamos por su mano de obra barata,
los vemos como obreros, amas de casa, fruteros, trabajando en los ingenios, en
la agricultura, profesiones que cada día se vuelven más escasos los
trabajadores dominicanos y que nos hacen la vida más fácil desde el más
mínimo aspecto, pero a la hora de la verdad no reconocemos eso, pero si su
estado ilegal de inmigración.
Como dominicano me molesta saber todos los prejuicios que existen hacia su
nacionalidad y escuchar las opiniones racistas e ignorantes de muchos
dominicanos. Ser haitiano no es sinónimo de delincuencia, agresividad y
bruteza, eso es generalizar y está sumamente mal. Así como existen haitianos
malos, existen dominicanos. No creo que tu nacionalidad define tu valor como
persona en lo absoluto, pero este pensar como anteriormente mencionado ha
sido sembrado en la mentalidad del dominicano y poco a poco fue dando sus
frutos y la imagen de los hermanos haitianos.

Podemos ver como se ha planteado por ya varios individuos la teoría de que la


solución es la unificación de ambos países para que se terminen las diferencias
entre ambos países y llegar a un consenso. En mi opinión esto es una total
falacia debido a que no obstante lo cercano que estén ambos países, estos
tienen diferencias culturales demasiado grandes, y empezando por qué
siquiera hablamos el mismo idioma.

En efecto es importante resaltar que ni 1/3 de la población dominicana conoce


a fondo la cultura haitiana, ni su territorio; solo cree que la conoce debido a
estereotipos erróneos planteados hace muchos años debido a los conflictos
entre ambas naciones. De manera que si se le pregunta a un dominicano acerca
de Haití, este lo presenta como un lo peor, haciendo énfasis en todo lo
negativo que le llega a la mente de Haití, y lo más probable es que este ni ha
visitado a Haití.

Considero que es tiempo de hablar de lo positivo que tiene este país, que no
solo es la desorganización y crisis que tiene el mismo, sino esos detalles
positivos, lugares llenos de cultura y belleza que tiene Haití, que yo
personalmente he estado allí en diferentes ocasiones por un tiempo de hasta
3semanas y reconozco que la mentalidad típica de un dominicano hacia Haití
es muy errónea y este es mucho más que solo sucieza, desorganización, y
escombros del terremoto del 2010.

No estoy a favor de la fusión Dominico-Haitiana y considero que la frontera


debe ser reforzada, reorganizada y reestructurada. Aún somos una nación con
muchos defectos administrativos, que en conjunto con los defectos también de
Haití, hace la situación mas difícil todavía. Resaltando que es totalmente
cierto que Haití necesita mucha ayuda y guía internacional para estabilizar sus
problemas internos como nación que afectan consigo a la República
Dominicana, pero no obstante considero que la fusión de Haití con la
República Dominicana nunca será una solución a los problemas de ambos
países.

En definitiva, la República Dominicana tiene sus propios y grandes problemas


además de los problemas relacionados a Haití, muchos dominicanos viven en
la pobreza extrema, y un enfermo sin seguro se puede dar por muerto, los
hospitales públicos no dan abasto y de la única manera que se obtiene una
buena educación es en una escuela privada. Es lamentable que más del 50% de
la población no recibe educación universitaria, y muchos otros no alcanzan el
octavo grado de primaria.

Esto es prueba de que la República Dominicana por mas ayuda que quisiera
brindar a Haití se encuentra en una situación de diversas problemáticas y no
puede cargar con el peso de los haitianos ilegales en el país, pero
independientemente de esto considero que ambas naciones deben encontrar un
equilibrio donde los intereses de ambas naciones se vean beneficiados y
puedan ayudarse uno con el otro de manera limitada y regularizada, dejando
atrás conductas de ambas naciones que generan conflictos entre las mismas y
sobre todo en un ambiente de paz.
Referencias:

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Lockward, A. (2010). Haiti̕: La tragedia Bogota̕, D.C., Colombia:


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Editores.

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Checo, J. (1997). La Repu̕blica Dominicana y Haiti̕: Si̕ntesis


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